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TRIBUNAL SUPREMO

SALA TERCERA
RECURSO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO
PROCEDIMIENTO PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES

A LA SALA DE LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO DEL


TRIBUNAL SUPREMO

DON JAVIER FERNÁNDEZ ESTRADA, Procurador 561 de los


Tribunales de Madrid, y del MOLT HONORABLE SR. QUIM
TORRA I PLA, Presidente de la Generalitat, según se
acredita con escritura de poderes que se acompaña como
documento n.º 1, ante la Sala Tercera del Tribunal
Supremo comparezco y como mejor proceda en Derecho,
DIGO:

Que por medio del presente escrito vengo a interponer


RECURSO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO PARA LA PROTECCIÓN
DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES, de conformidad con el
artículo 115 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa (LJCA), en
relación con el Acuerdo de la Junta Electoral Central
de 3 de enero de 2020 (expediente n.º 251/628) -
notificado este 7 de enero de 2020- por el que se acordó
desestimar el recurso interpuesto por mi mandante, así
como el interpuesto por la coalición electoral Junts

1
per Catalunya, contra el Acuerdo de la Junta Electoral
Provincial de Barcelona de 24 de diciembre de 2019 y,
se acordó también, estimar los recursos interpuestos
por las formaciones políticas Partido Popular,
íntegramente, y Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía y
Vox, con el siguiente alcance:

«1º.- La anulación del Acuerdo adoptado por la Junta


Electoral Provincial de Barcelona el día 24 de
diciembre de 2019, que desestimaba las solicitudes
formuladas por los formaciones políticas Partido
Popular, Ciudadanos y Vox para que se procediera al
cese de Don Joaquim Torra i Pla como diputado electo
del Parlamento de Cataluña, por inelegibilidad
sobrevenida, ello en aplicación del art. 6.2 b) de
la LOREG.

2º.- Declarar que concurre en Don Joaquim Torra i


Pla la causa de inelegibilidad sobrevenida del art.
6.2 b) de la LOREG en razón de haber sido condenado
por sentencia no firme dictada el día 19 de diciembre
de 2019 (procedimiento abreviado 1/2019) por la Sala
Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de
la Comunidad Autónoma de Cataluña, imponiéndole,
además de una pena de multa, la pena de
inhabilitación especial para el ejercicio de cargos
públicos electivos, ya sean de ámbito local,
autonómico, estatal o europeo, así como para el
desempeño de funciones de gobierno en los ámbitos
local, autonómico y del Estado, por tiempo de un año
y seis meses, por considerarle autor de un delito
de desobediencia tipificada en el art. 410.1 del CP,

2
precepto incluido en el Título XIX del Código Penal,
cuya rúbrica es la de “Delitos contra la
Administración Pública”.

3º.- Dejar sin efecto la credencial de Diputado


electo al Parlamento de Cataluña por la
circunscripción electoral de Barcelona de don
Joaquim Torra i Pla efectuada por la Junta Electoral
Provincial de Barcelona tras las elecciones
celebradas el 21 de diciembre de 2017, todo ello con
efectos de la fecha en que se notifique íntegramente
este Acuerdo.

4º.- Ordenar a la Junta Electoral Provincial de


Barcelona que una vez notificado íntegramente el
contenido de este Acuerdo declare la vacante como
Diputado del Parlamento de Cataluña, por la
circunscripción electoral de Barcelona, de don
Joaquim Torra i Pla, expidiendo la credencial al
siguiente candidato de la lista de Junts per
Catalunya, con que concurrió a las citadas
elecciones de 21 de diciembre de 2017, a los efectos
procedentes».

[Se acompaña la notificación del acuerdo contra el que


se interpone el recurso contencioso administrativo como
documento n.º 2]

ANTECEDENTES

3
PRIMERO.- El día 19 de diciembre de 2019, la Sala de
lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña condenó al M. H. Sr. Quim Torra, mediante
sentencia no firme, «como autor penalmente responsable
de un delito de desobediencia cometido por autoridad o
funcionario público, ya definido, sin la concurrencia
de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a las penas de MULTA DE DIEZ (10) MESES con
una cuota diaria de CIEN (100) EUROS y una
responsabilidad personal subsidiaria de un día de
privación de libertad por cada dos cuotas no abonadas,
e INHABILITACIÓN ESPECIAL para el ejercicio de cargos
públicos electivos, ya sean de ámbito local,
autonómico, estatal o europeo, así como para el
desempeño de funciones de gobierno en los ámbitos
local, autonómico y del Estado, por tiempo de UN (1)
AÑO Y SEIS (6) MESES».

SEGUNDO.- El día 20 de diciembre de 2019, el Partido


Popular presentó escrito ante la Junta Electoral
Provincial solicitando «que, conforme a las
consideraciones formuladas, y previo requerimiento de
testimonio de la sentencia condenatoria dictada por el
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, proceda por
ser la Junta Electoral competente en relación con las
elecciones al Parlamento de Cataluña, a la debida
ejecución, constatando la inelegibilidad sobrevenida
de D. Joaquín Torra i Pla, como diputado electo del

4
Parlamento de Cataluña, y en consecuencia, declarando
la vacante y procediendo, en su caso, a emitir
credencial a favor del siguiente de la lista que
concurrió». El 23 de diciembre de 2019, la
representación de la formación política de Ciutadans-
Partido de la Ciudadanía presentó un escrito similar
solicitando que se le retirara la credencial como
diputado electo del Parlament. El mismo día 23 de
diciembre, la representación del partido político VOX
presentó también otro escrito solicitando que se
acordara «el cese inmediato de la condición de diputado
autonómico y de Presidente de la Generalidad de D.
Joaquim Torra i Pla».

TERCERO.- El día 23 de diciembre de 2019, el


recurrente, el M. H. Sr. Quim Torra i Pla, presentó un
escrito de alegaciones solicitando la inadmisión de la
solicitud efectuada por la representación del Partido
Popular, o, subsidiariamente, su desestimación. En el
escrito, se alegaron la vulneración flagrante de los
derechos a la defensa y a la asistencia letrada, la
falta de competencia de la administración electoral
para resolver situaciones de incompatibilidad de los
diputados al Parlamento de Cataluña, la invasión de la
jurisdicción del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña, la inexistencia de incompatibilidad alguna,
la falta de relación de la controversia con su
condición de Presidente de la Generalitat, y la
vulneración de sus derechos fundamentales a la
participación política (artículo 23 de la Constitución

5
en relación con los artículos 16, 20 y 21) y a los
derechos previsto en los artículos 24 y 25 de la
Constitución (en concreto, los derechos a la tutela
judicial efectiva, al juez ordinario predeterminado por
ley, a un proceso con todas las garantías, a la
presunción de inocencia y a la doble instancia penal,
en relación con el derecho a la legalidad penal y a la
prohibición de bis in ídem procesal).

CUARTO.- El día 24 de diciembre de 2019, la Junta


Electoral Provincial de Barcelona, no obstante admitir
su competencia para resolver sobre las peticiones
presentadas el 20 y 23 de diciembre por parte del
Partido Popular, Ciutadans-Partido de la Ciudadanía y
Vox, acordó desestimarlas íntegramente.

QUINTO.- El mismo día 24 de diciembre de 2019, las


representaciones de las formaciones políticas del
Partido Popular y Ciutadans-Partido de la Ciudadanía
presentaron sendos recursos contra el Acuerdo de 24 de
diciembre de la Junta Electoral Provincial de
Barcelona. En ellos, solicitan la anulación de dicho
acuerdo y que se procediera a la estimación de sus
solicitudes de 23 de diciembre. Asimismo, el 27 de
diciembre, la representación de VOX presentó otro
recurso contra aquel acuerdo.

SEXTO.- El día 27 de diciembre de 2019, el recurrente,


el M. H. Sr. Quim Torra i Pla, interpuso recurso en
contra del acuerdo de 24 de diciembre de la Junta
Electoral Provincial de Barcelona solicitando que se

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revocara, y que se retrotrayeran «las actuaciones a
efectos de otorgar el preceptivo trámite de audiencia
al Parlamento de Cataluña antes de dictar la
correspondiente resolución o, en cualquier caso,
decretando la inadmisión de las solicitudes presentadas
por ser el enjuiciamiento de las situaciones de
incompatibilidad de los diputados al Parlamento de
Cataluña, así como, en su caso, su declaración,
competencia del Parlamento de Cataluña».

SÉPTIMO.- El día 30 de diciembre de 2019, ante los


recursos presentados por las representaciones de las
formaciones políticas del Partido Popular, Ciutadans-
Partido de la Ciudadanía y VOX, el recurrente, el M.
H. Sr. Quim Torra i Pla, presentó un escrito de
alegaciones solicitando la desestimación de los
recursos presentados, así como que se declarara la
incompetencia de la Administración electoral para
conocer de este asunto. Subsidiariamente, se solicitó
la confirmación íntegra del acuerdo de la Junta
Electoral Provincial de Barcelona de 24 de diciembre
de 2019. En el escrito se alegaron la incompetencia de
la Junta Electoral Provincial de Barcelona en este
asunto, en la vulneración del derecho de defensa y a
la asistencia letrada, el hecho de que el M. H. Sr.
Quim Torra i Pla no se encuentra incurso en supuesto
alguno de incompatibilidad aplicable a los diputados
del Parlamento de Cataluña, la vulneración de los
derechos fundamentales previstos en los artículos 23,
24 y 25 de la Constitución y, subsidiariamente, la

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conformidad con el juicio de ponderación y
proporcionalidad del acuerdo de la Junta Electoral
Provincial de Barcelona.

OCTAVO.- El día 3 de enero de 2020, la Junta Electoral


Central ha acordado desestimar el recurso de mi
mandante y estimar los recursos presentados por parte
de las representaciones de las formaciones políticas
Partido Popular, Ciutadans-Partido de la Ciudadanía y
Vox contra el Acuerdo de la Junta Electoral Provincial
de Barcelona de 24 de diciembre de 2019, y ha declarado
la «inelegibildad sobrevenida» del M. H. Sr. Quim Torra
i Pla como diputado al Parlamento de Cataluña, respecto
del que se acuerda ordenar a la Junta Electoral
Provincial de Barcelona declarar vacante su escaño y
proceder a expedir credencial de diputado al Parlamento
de Cataluña al siguiente miembro de su candidatura.
Este acuerdo ha sido notificado el día 7 de enero de
2020.

1.DERECHOS FUNDAMENTALES CUYA TUTELA SE PRETENDE

De conformidad con lo previsto en el artículo 115.2


LJCA, los derechos fundamentales cuya tutela se
pretende son los siguientes:

Los previstos en el artículo 23.1 y 2 de la Constitución


Española, en relación con el artículo 3 del Protocolo
n.º 1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos y el
artículo 25 del Pacto Internacional de los Derechos

8
Civiles y Políticos. Ello, en relación con los
artículos 14, 16.1, 20 y 21 de la Constitución, esto
es, las libertades ideológicas, de expresión y de
reunión, así como cualesquiera otros derechos conexos
con los anteriores.

También se pretende la tutela de los derechos


fundamentales previstos en los artículos 24 y 25 de la
Constitución española, en particular en lo relativo al
derecho a la tutela judicial efectiva, al juez
ordinario predeterminado por la ley, a un proceso con
todas las garantías, a la presunción de inocencia y a
la doble instancia penal, en relación con el derecho a
la legalidad penal y a la prohibición del bis in idem
procesal, así como los conexos de la Carta de los
Derechos Fundamentales de la Unión Europea y del
Convenio Europeo para la Protección de los Derechos
Humanos y de las Libertades Fundamentales, a los que
se alude a lo largo de este escrito de interposición.

En relación con el derecho a la presunción de


inocencia, cabe recordar que su regulación está sujeta
al Derecho de la Unión Europea, en particular a la
Directiva 2016/343 (UE).

Sin perjuicio de lo que resulte de la oportuna demanda,


a continuación se expresan, de conformidad con el
artículo 115.2 LJCA, los argumentos sustanciales que
dan fundamento al recurso contra el Acuerdo de la Junta
Electoral Central de 3 de enero de 2020. Este acuerdo,
que supone una violación grosera de los derechos

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fundamentales alegados, tiene por única finalidad
privar a mi representado, así como a los ciudadanos a
los que representa, de sus derechos políticos como
diputado al Parlamento de Cataluña.

2. ARGUMENTOS SUSTANCIALES QUE DAN FUNDAMENTO AL


RECURSO

2.1. Observaciones preliminares

Como veremos a continuación, el Acuerdo de la Junta


Electoral Central de 3 de enero de 2020 pretende
convidarnos a una verdadera ceremonia de la confusión
en relación con dos conceptos: inelegibilidad e
incompatibilidad. Y es que el acuerdo adoptado habla
de inelegibilidad sobrevenida en un supuesto que,
obviamente, no puede ser tal. El acuerdo impugnado
utiliza como sinónimos los conceptos de inelegibilidad
sobrevenida e incompatibilidad cuando no lo son, cosa
que la mayoría de Junta Electoral Central ni podía
desconocer, como seguramente no desconocía.

Es más, esa confusión ni obedece a un descuido ni es


inocente. La confusión interesada entre los conceptos
de inelegibilidad e incompatibilidad obedece al
objetivo de obtener un resultado concreto: tratar de
justificar la usurpación de unas competencias que en
ningún caso corresponden a la Junta Electoral Central.

De entrada, de la lectura del Acuerdo de 3 de enero de


2020 de la mayoría de la Junta Electoral Central llama

10
poderosamente la atención que, si bien cita
determinadas sentencias dictadas por el Tribunal
Constitucional en recursos de amparo relativos a
supuestos de inelegibilidad previstos legalmente, la
jurisprudencia que cita, en todos los casos, trata de
la inelegibilidad de personas que pretendían ser
proclamadas como candidatas en un concreto proceso
electoral, o que habían sido proclamadas como tales.

Todas ellas, sin excepción, se refieren, como decimos,


a decisiones sobre la elegibilidad de candidatos
proclamados, o de personas que pretendían ser
proclamadas como candidatas, como tales adoptadas
durante el período electoral. Ninguna de ellas trata
de cargos que han sido proclamados electos una vez
transcurrido el plazo para la interposición del
correspondiente recurso contencioso electoral.

Y ello por la sencilla razón de que la proclamación


como electo, como sin duda conoce esta Excma. Sala, de
conformidad con la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, pero también, ahora, de conformidad con
la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión
Europea, da lugar a la adquisición de la condición de
parlamentario.

Tres son las sentencias que se citan en el sentido al


que acabamos de referirnos en el Acuerdo de la Junta
Electoral Central de 3 de enero de 2020, que pasamos a
repasar a continuación:

11
- La STC 45/1983 se refiere a un recurso de amparo
planteado contra una sentencia que, estimando un
recurso contra la proclamación de candidaturas
efectuada por la Junta Electoral Provincial de
Badajoz para las elecciones a Cortes Generales de
1982, acordó excluir del proceso electoral a uno
de los candidatos que habían sido previamente
proclamados.

- La STC 166/1993 se refiere a un recurso de amparo


electoral planteado contra una sentencia que
desestimó un recurso contra la decisión de la Junta
Electoral Provincial de Las Palmas de excluir al
demandante en amparo de las candidaturas
proclamadas a las elecciones a Cortes Generales de
1993.

- La STC 144/1999 se refiere también a un recurso de


amparo planteado contra una sentencia que
desestimó un recurso contencioso administrativo
contra sendas decisiones de la Junta Electoral de
Zona de Santander y de la Junta Electoral
Provincial de Cantabria que declararon inelegibles
a un candidato previamente proclamado en relación
con las elecciones al Parlamento de Cantabria de
1995.

Naturalmente, no es en absoluto casualidad que estas


tres sentencias que se citan en el Acuerdo de la Junta
Electoral Central de 3 de enero de 2020 sobre recursos
de amparo en relación con decisiones de las juntas

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electorales competentes sobre la elegibilidad de
determinadas personas sean, todas ellas, relativas a
decisiones adoptadas durante el proceso electoral en
relación con candidatos que concurrían en ese concreto
proceso electoral.

La razón de que esto sea así es obvia: solo durante el


período electoral las juntas electorales competentes
en cada caso están habilitadas legalmente para apreciar
si concurre en un determinado candidato una causa de
inelegibilidad prevista legalmente en relación con ese
concreto proceso electoral.

La Ley Orgánica del Régimen Electoral General es


perfectamente clara en este sentido. Así, establece en
su artículo 7.1:

«La calificación de inelegible procederá respecto


de quienes incurran en alguna de las causas
mencionadas en el artículo anterior, el mismo día
de la presentación de su candidatura, o en cualquier
momento posterior hasta la celebración de las
elecciones».

Los términos de este precepto son absolutamente claros:


la calificación como inelegible por las juntas
electorales en cada caso competentes sólo procede
respecto de quienes pretenden ser candidatos en un
concreto proceso electoral. Y dicha declaración sólo
procede, en su caso, el mismo día de la presentación
de su candidatura, o en cualquier momento posterior
hasta la celebración de las elecciones, que en el caso

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que nos ocupa tuvieron lugar el 21 de diciembre de
2017.

Es evidente que quien ha resultado elegido no puede


devenir inelegible en relación con un proceso que ha
concluido. Ciertamente, el electo podrá incurrir, en
su caso, en una situación de incompatibilidad, cuando
así se prevea legalmente. Pero lo que es obvio que no
puede devenir sobrevenidamente el electo es inelegible
respecto de un proceso electoral pasado una vez
celebradas las elecciones, una vez ha accedido al cargo
para el que ha resultado electo y, para alcanzar esta
conclusión, no se necesitan grandes conocimientos
jurídicos bastando con una acertada comprensión lectora
porque nadie que ya ha sido elegido puede devenir
inelegible.1

Sólo por este motivo, la declaración de inelegibilidad


de un diputado en ejercicio llevada a cabo con
posterioridad a la celebración de las elecciones por
la Junta Electoral Central es manifiestamente contraria
a Derecho. Y como acto que no sólo es completamente
absurdo, sino que es aberrantemente antijurídico, no
puede surtir efecto alguno. Y ello con independencia
de la suerte que pueda correr el recurso que ahora se
interpone.

1
Basta acudir al Diccionario de la Real Academia Española para
tener claro el concepto de inelegibilidad: «Estado o condición
de una persona que no se puede elegir».

14
Ciertamente, podría ser objeto de discusión, como de
hecho lo fue en el pasado en el dictamen de la Comisión
Permanente del Consejo de Estado de 13 de febrero de
2014 (referencia n.º 1422/2013), emitido a solicitud
de la Junta Electoral Central (que tuvo distintos votos
particulares), si, respecto de un cargo electo que ha
sido proclamado como tal, una vez transcurrido el plazo
para interponer el oportuno recurso contencioso
electoral, es posible que las juntas electorales
revisen de oficio esa proclamación cuando tengan
conocimiento de que, en cualquier momento anterior a
la celebración de las elecciones, concurría en ese
cargo proclamado electo una causa de inelegibilidad.

Ahora bien, sobre lo que no cabe duda alguna es sobre


que, una vez proclamada electa una persona respecto de
la que, en el momento de su proclamación, no concurría
causa alguna de inelegibilidad, esa persona se integra
en la Cámara o corporación para la que ha sido elegida.
Y a partir de ese momento, el cese en ese cargo sólo
resulta procedente en los supuestos previstos
legalmente. En ningún caso la apreciación de si
concurren esos supuestos es competencia ni de las
Juntas Electorales Provinciales ni de la Junta
Electoral Central.

Así lo puso de manifiesto, de hecho, la propia Junta


Electoral Central en su Acuerdo de 27 de febrero de
2014 (expediente n.º 212/1), que resolvió el
procedimiento de revisión de oficio que había sido

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objeto del dictamen del Consejo de Estado al que nos
acabamos de referir. La Junta Electoral Central no pudo
ser más clara al respecto:

«Por otra parte, debe tenerse en cuenta que el caso


examinado resulta extraordinariamente singular,
puesto que la credencial emitida por la Junta
Electoral Central no ha surtido sus plenos efectos,
al no haber llegado a tomar posesión del cargo
electo. Por ello la Junta Electoral Central se ha
ceñido al ámbito de sus atribuciones, actuando con
anterioridad a que el afectado hubiese accedido al
cargo representativo».

Se puede decir más alto pero no más claro: es la propia


Junta Electoral Central la que en su Acuerdo de 27 de
febrero de 2014 (expediente n.º 212/1) reconoció que
es a todas luces incompetente una vez se ha accedido
al cargo representativo. Esto, que es evidente, es lo
que pretende desconocer el acuerdo impugnado forzando
el derecho hasta límites más allá de lo legalmente
permitido.

El acuerdo impugnado está, en este sentido, viciado por


la más radical de las nulidades. Es un acto que no
puede desplegar efecto alguno. Una vulneración grosera
del ordenamiento jurídico. Tanto como si al Parlamento
de Cataluña se le ocurriera declarar el cese o dejar
sin efecto el nombramiento de los vocales de la Junta
Electoral Central.

16
Antes de abordar los distintos motivos, interesa
referirnos nuevamente en la STC 144/1999 porque es el
único caso en prácticamente cuarenta años de
jurisprudencia constitucional en que una sentencia del
Tribunal Constitucional utiliza el concepto de
«inelegibilidad sobrevenida», concepto este del que,
veinte años después de aquella sentencia, se sirve el
Acuerdo de 3 de enero de 2020.

Es importante hacerlo porque en la STC 144/1999 se


habla de la «inelegibilidad sobrevenida» de un
candidato en relación con un proceso electoral que,
obviamente, todavía no había concluido. Así, si bien
en el momento en que se proclamó la candidatura del
recurrente en amparo no concurría en él supuesto alguno
de inelegibilidad, el candidato proclamado devino
inelegible con posterioridad a su proclamación como
candidato pero con anterioridad a la celebración de las
elecciones.

La sentencia citada es perfectamente clara al respecto


cuando afirma:

«Si el recurrente era inelegible, lo era por carecer


de capacidad jurídica electoral, y este es un vicio
en el que incurre su candidatura que, a diferencia
de las otras causas de inelegibilidad, debe hacerse
valer en cualquier momento del proceso electoral
porque lo afecta en su totalidad. De no hacerlo así,
se infringiría el art. 23 CE, pues se habría viciado
la voluntad del cuerpo electoral con la proclamación
de un candidato que carecía de capacidad jurídica

17
para ser elegible, accediendo al cargo público
representativo, de ser proclamado, en infracción de
la legalidad configuradora de este derecho
fundamental».

Salvo error u omisión de esta parte, también la Junta


Electoral Central ha utilizado el concepto
«inelegibilidad sobrevenida» (del que pretende valerse
ahora para atribuirse competencias que no tiene) en una
única ocasión, en su Acuerdo de 6 de junio de 2011
(expediente n.º 283/561):

«Esta Junta entiende que en el caso de que, una vez


producida la elección, la Junta Electoral tenga
conocimiento de que uno de los candidatos electos
se encontraba incurso durante el proceso electoral
en una causa de inelegibilidad, no podrá producirse
la proclamación del mismo como candidato electo,
debiendo entonces hacer correr la lista en dicha
proclamación».

Por lo demás, no existe un sólo precedente en la


jurisprudencia de esta Excma. Sala en que se aluda al
concepto de «inelegibilidad sobrevenida» en relación
con acuerdo alguno de la Junta Electoral Central en
relación con parlamentarios. Ello por sí sólo resulta
suficientemente expresivo de la realidad.

La diferencia capital entre inelegibilidad e


incompatibilidad, en relación con las elecciones a
Cortes Generales, la explicó tempranamente la STC
45/1983:

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«Nuestro sistema es el de la concurrencia de
supuestos de inelegibilidad, que impiden el
convertirse, en quien concurran, en sujeto pasivo
de la relación electoral, y de supuestos de
incompatibilidad, en los que se transforman las de
inelegibilidad que dice el art. 4, 5 y 6, operando,
en su caso, impidiendo el acceso al cargo o el cese
en el mismo, de modo que aquellos, proclamados y aun
elegidos, que han quedado posteriormente afectados
por tales causas, incurren en incompatibilidad. La
causa sobrevenida opera así como supuesto de
incompatibilidad, generadora, no de la invalidez de
la elección, sino de impedimento para asumir el
cargo electivo o de cese, si se hubiera accedido al
escaño».

En definitiva, pese a que el Acuerdo de la Junta


Electoral Central de 3 de enero de 2020 habla en su
parte dispositiva de inelegibilidad sobrevenida, lo que
verdaderamente se discute es si la Junta Electoral
Provincial de Barcelona o la Junta Electoral Central
son competentes para declarar, una vez celebrado el
correspondiente proceso electoral, la eventual
situación de incompatibilidad en la que pueda incurrir
quien, una vez proclamado, ha accedido a la condición
plena de diputado. La respuesta, como veremos a
continuación, no puede ser más que negativa.

2.2. La administración electoral es manifiestamente


incompetente para el enjuiciamiento de las eventuales

19
situaciones de incompatibilidad de los diputados al
Parlamento de Cataluña

Cabe comenzar este apartado partiendo de una aclaración


que no por elemental resulta menos necesaria: cuál sea
el órgano competente para decidir sobre un asunto es
una cuestión por completo independiente de cuál sea el
Derecho aplicable a ese concreto asunto.

Decimos que resulta preciso recordar esta obviedad


porque el Acuerdo de la Junta Electoral Central de 3
de enero de 2020, como con la utilización como
sinónimos de los conceptos de inelegibilidad
sobrevenida e incompatibilidad, nos convida a una nueva
ceremonia de la confusión en relación con estos los
conceptos de órgano competente y Derecho aplicable.

De modo impúdicamente explícito asegura que «lo que se


pretende es que los diputados del Parlamento de
Cataluña no puedan ser cesados en sus cargos pese a
concurrir claramente el supuesto de inelegibilidad del
artículo 6.2.b) de la LOREG y, bajo esa idea se alega
la falta de competencia» de la Junta Electoral
Provincial de Barcelona. Lo que confirma que la
confusión de conceptos que se pretende introducir no
es inocente.

Esta afirmación es particularmente grave, pues supone


el reconocimiento por la propia Junta Electoral Central
de la arbitrariedad del acuerdo adoptado, así como de
su incompetencia manifiesta. La mayoría de la Junta

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Electoral Central parte del presupuesto de que el
Parlamento de Cataluña puede no compartir su particular
interpretación ad hoc para el M. H. Sr. Quim Torra i
Pla de la normativa que la Junta Electoral Central
entiende aplicable, para, con el objetivo de imponer
su interpretación de esa normativa con el objetivo
manifiesto de privar arbitrariamente de su cargo como
diputado al presidente de la Generalitat, pretender
sustraer arbitrariamente la competencia para enjuiciar
las incompatibilidades al Parlamento de Cataluña. Y
todo ello sin amparo legal de ningún tipo.

No otra cosa se desprende de esa afirmación, que como


decimos pone de manifiesto la absoluta desviación de
poder con la que se pretende privar de sus derechos al
M. H. Sr. Quim Torra i Pla.

La interesada confusión que lleva a cabo la Junta


Electoral Central entre órgano competente y Derecho
aplicable, que responde a la causa torpe que
impúdicamente se reconoce por la mayoría de la Junta
Electoral Central en el extracto que acabamos de citar,
es absolutamente inaceptable desde cualquier punto de
vista.

Esa en absoluto inocente «confusión» la pone


explícitamente de manifiesto, con claridad meridiana,
y sin duda mejor de lo que lo podría hacer esta parte,
el voto particular que formulan seis de sus trece
miembros, calificándolo benévolamente de
«malentendido»:

21
«Conviene salir al paso de lo que consideramos
constituye un malentendido acerca de las
competencias de las Juntas Electorales, en especial
de esta JEC. Es cierto que la JEC constituye un
órgano permanente de la Administración electoral
(art. 9.1 LOREG); pero eso no significa que toda
cuestión regulada en la legislación electoral pueda
ser conocida por ella.

La propia LOREG contempla, con naturalidad, la


aplicación de sus previsiones normativas por parte
de los Tribunales de Justicia cuando se produce un
delito electoral (arts. 139 y siguientes de la
LOREG) o cuando un acuerdo de las Juntas es impugnado
jurisdiccionalmente en los casos establecidos en las
leyes (arts. 109 y siguientes de la LOREG), o de las
Delegaciones Provinciales de la Oficina del Censo
Electoral (arts. 35 y siguientes), o de los medios
de comunicación, estableciendo garantías o
restricciones, etc.

En consecuencia, que ahora se trate de aquilatar el


alcance del artículo 6.2.b LOREG en relación con el
mandato del Sr. Torra y que para tal menester sea
imprescindible adoptar decisiones interpretativas
sobre la legislación electoral no puede constituir
argumento para atribuir competencia para ello a la
Administración electoral. Ni toda interpretación
sobre la LOREG es competencia de la JEC, ni la
adopción de un criterio de fondo sobre el asunto
debatido tendría que prescindir de tomar en
consideración otras posibles normas, pues así lo

22
exige la unidad del ordenamiento jurídico (art. 9.1
CE)».

Pues bien, esto que dice el voto particular al acuerdo


impugnado no deja de ser una obviedad, pero a la vista
del absoluto despropósito de recientes decisiones
adoptadas en sentido contrario, entre las que se cuenta
la aquí impugnada, conviene recordarlo. Y por ello, la
cuestión del órgano competente para enjuiciar las
eventuales situaciones de incompatibilidad de los
diputados al Parlamento de Cataluña, o para declarar
su cese, es una cuestión que trataremos separadamente,
como no podía ser de otra manera, a la cuestión de
cuáles son las normas que establecen cuáles son esas
incompatibilidades.

Como se ha alegado tanto ante la Junta Electoral


Provincial de Barcelona como ante la Junta Electoral
Central, el enjuiciamiento de las incompatibilidades
en que puedan incurrir los diputados al Parlamento de
Cataluña, así como cualquier cuestión que afecte al
estatuto de los diputados (incluído su cese), ni es
competencia de la Administración electoral, ni lo ha
sido nunca. El enjuiciamiento efectuado en este sentido
por la Junta Electoral Central es, pues, radicalmente
nulo, de modo que no se le puede reconocer efecto
jurídico alguno.

No se encontrará un solo precepto de la legislación


electoral atributivo de esa competencia a la
Administración electoral, en tanto que dicha

23
competencia es completamente ajena al proceso
electoral, pues la declaración de incompatibilidad,
como hemos dicho, sólo procede respecto de quien ha
resultado proclamado electo. Simplemente, se trata de
una competencia que no corresponde ni a la Junta
Electoral Provincial de Barcelona, ni a la Junta
Electoral Central.

Y esto no es así porque lo diga esta parte, sino que


es lo que había venido sosteniendo hasta este momento
la propia Junta Electoral Central. Así, en su Acuerdo
de 3 de febrero de 2016 (expediente n.º 251/552), había
afirmado con rotundidad:

«No corresponde a esta Junta proceder al


enjuiciamiento de situaciones de incompatibilidad de
los parlamentarios ya que corresponde al ámbito de
competencias de las correspondientes Cámaras
legislativas».

De hecho, el Acuerdo de la Junta Electoral Central de


3 de enero de 2020, como antes el Acuerdo de la Junta
Electoral Provincial de Barcelona de 24 de diciembre
de 2019, es la primera ocasión en que, por la Junta
Electoral Central, se procede a resolver sobre la
situación de incompatibilidad de un parlamentario,
sentando no solo un peligroso precedente sino
invadiendo, claramente, competencias de una
institución que goza de una autonomía estatutariamente
reconocida como es el Parlamento de Cataluña.

24
Y es que, como ha señalado el Tribunal Constitucional
en su STC 155/2014:

«Ha de advertirse, frente a lo alegado por el


recurrente, que en la disposición controvertida no
está en juego el derecho de sufragio pasivo de los
cargos incluidos en la misma. El derecho de sufragio
pasivo guarda íntima conexión con la inelegibilidad;
es más ésta sí que guarda relación con el Derecho
electoral y, por ende, con el ejercicio del derecho
de sufragio pasivo, pero la incompatibilidad,
sustancialmente, no guarda relación con el Derecho
electoral, sino más bien con el Derecho
parlamentario, por cuanto afecta a la propia
organización interna del órgano parlamentario. A
mayor abundamiento, como ha quedado reflejado en el
fundamento anterior, la incompatibilidad
parlamentaria no tiene propiamente reflejo en el
proceso electoral, sino más bien en la adquisición
plena de la condición parlamentaria —y conservación,
en su caso, de la misma— una vez que el candidato
haya resultado electo, incardinándose por lo tanto
en el ámbito de las relaciones jurídico
parlamentarias, todo ello sin perjuicio de que por
imperativo constitucional (o estatutario en este
caso) la regulación sustantiva de las
incompatibilidades se contenga en la norma
electoral. El art. 23.2 CE, bajo cuyo amparo
encuentran tutela las distintas manifestaciones del
ius ad officium y del ius in officium de los
representantes políticos, según han quedado
delimitadas por la doctrina de este Tribunal, tiene

25
un alcance que excede —dejando de un lado la parte
concerniente a las funciones públicas, que no hace
al caso— del derecho de sufragio pasivo».

Enlazando con esta naturaleza estrictamente


parlamentaria del régimen de las incompatibilidades
parlamentarias, indica la misma sentencia del Tribunal
Constitucional:

«A la luz de estas normas habilitadoras, es claro


que el legislador andaluz dispone de una amplia
discrecionalidad para establecer su propio sistema
de incompatibilidades parlamentarias, pues no es
ocioso recordar que, así como las causas de
inelegibilidad establecidas en el art. 6 LOREG rigen
para los procesos electorales autonómicos, en
aplicación de lo dispuesto en la disposición
adicional primera, apartado segundo, de esta norma,
no sucede lo mismo con el sistema de
incompatibilidades parlamentarias, cuyo
establecimiento sí corresponde, en exclusiva, al
legislador de cada Comunidad Autónoma de acuerdo,
en su caso, con las previsiones que se contengan en
el Estatuto de Autonomía respectivo».

A este respecto, cabe solamente apuntar ahora que, a


diferencia de lo que dispone el artículo 70.1 de la
Constitución, el Estatuto de Autonomía de Cataluña no
obliga a que el régimen de incompatibilidades de los
diputados al Parlamento de Cataluña se regule por la
legislación electoral. De este modo, resulta imposible
obviar que la Generalitat ha ejercido esta competencia

26
exclusiva para establecer un sistema propio de
incompatibilidades parlamentarias por medio del
artículo 11 de la Ley 3/1982, de 23 de marzo. Pero
ello, en tanto que referido a la cuestión del Derecho
aplicable, lo abordaremos posteriormente, pues se trata
ahora únicamente de determinar el órgano competente.

Pues bien, el acuerdo impugnado pretende servirse de


la existencia, en el ordenamiento jurídico español, de
incompatibilidades de distinta naturaleza, para
alcanzar una conclusión o resultado que no se sigue de
esa premisa, como es que las Cámaras no serían
competentes para apreciar las situaciones de
incompatibilidad, cualquiera que sea su naturaleza.

El acuerdo impugnado pretende atribuir apócrifamente


esa conclusión al Tribunal Constitucional, que ha
afirmado precisamente lo contrario.

De hecho, el acuerdo impugnado se separa de la


nomenclatura utilizada por el propio Tribunal
Constitucional en la STC 155/2014. Y esta separación
tampoco es ni mucho menos inocente. Así, el Tribunal
Constitucional se refiere en dicha sentencia al régimen
de las «incompatibilidades parlamentarias», entre las
que cuenta tanto las resultantes de la conversión de
supuestos de inelegibilidad en causas de
incompatibilidad (cuando así se ha previsto en la
legislación correspondiente) como las que propone
denominar como «incompatibilidades en sentido

27
estricto».2 En cambio, el acuerdo impugnado distingue
entre «incompatibilidades por inelegibilidad» e
«incompatibilidades parlamentarias». La distinción que
se pretende introducir en el acuerdo impugnado, como
decimos, no es en absoluto inocente. Y no es desde
luego la que lleva a cabo el Tribunal Constitucional,
para el que tanto unas como otras son «parlamentarias».

Una vez más, se pretende desvirtuar la jurisprudencia


del Tribunal Constitucional para obtener el resultado
que se pretende: usurpar las competencias que sólo
corresponden al Parlamento de Cataluña.

Como viene siendo habitual en el proceder de la Junta


Electoral Central, en la decisión impugnada en ningún
momento se menciona qué precepto legal atribuiría la
competencia para la declaración de una determinada
situación de incompatibilidad en que pudiera haber
incurrido un parlamentario a la Junta Electoral
Central.

En este sentido, no resulta ocioso recordar que la STC


7/1992, en su día, se pronunció en relación con un
supuesto que guarda una evidente semejanza con el del
presente asunto. En aquel supuesto, en particular, el
Tribunal Constitucional se pronunció sobre la
posibilidad de declarar la alegada situación de
incompatibilidad de un parlamentario prescindiendo del
procedimiento legalmente previsto para ello. Este

2
Decimos «propone» porque la STC 155/2014 dice concretamente
que esta categoría «podría denominarse» así.

28
precedente, como decimos, resulta especialmente
relevante por cuanto la causa de incompatibilidad que
se había pretendido aplicar en aquel caso guardaba
también relación, como aquí, con una sentencia penal.
En aquel supuesto, señaló el Tribunal Constitucional:

«En otro orden de cosas, además, el derecho


constitucional de los titulares de cargos de
representación política a permanecer en ellos
solamente puede ser extinguido, en virtud del art.
23.2, por las causas y de acuerdo con los
procedimientos legalmente previstos (STC 28/1984,
antes citada), por lo que, en cualquier caso, en el
supuesto ahora enjuiciado no se siguieron los
trámites previstos por el art. 160 LOREG y sus
concordantes del Reglamento de la Asamblea Regional
de Cantabria (especialmente sus arts. 17 y 46). En
efecto, la existencia de una hipotética situación
de incompatibilidad, con arreglo a tales preceptos,
no puede ser efectuada unilateralmente por la
Presidencia de la Asamblea, haya oído o no a la Mesa
y a la Junta de Portavoces. Esta tarea queda
reservada a una Comisión parlamentaria, que en la
Asamblea Cántabra es la del Estatuto del Diputado;
la cual, además, queda relegada a unas atribuciones
de mera propuesta, pues el Reglamento de la Asamblea
de Cantabria reserva al Pleno la declaración final
de incompatibilidad, que constituye al afectado en
la obligación de optar o de renunciar al escaño, por
lo que, aun si los preceptos legales en vigor
hubieran configurado a la pena de suspensión de
cargo público como una causa de incompatibilidad

29
generadora del cese del diputado, y no de su mera
suspensión, el acto impugnado hubiera sido nulo por
prescindir de los trámites esenciales del
procedimiento legalmente establecido para declarar
este tipo de incompatibilidades».

Esta sentencia es perfectamente clara, pues, en el


sentido de que también las causas de incompatibilidad,
en su caso, asociadas a la existencia de una condena
penal que pueda ser eventualmente determinantes, en su
caso, del cese de un parlamentario conforme a los
preceptos legales en vigor, deben someterse en todo
caso al procedimiento legalmente establecido para
declarar las incompatibilidades, que en este caso no
es otro que el previsto en el artículo 18 del Reglamento
del Parlamento de Cataluña. Sorprendentemente, tanto
el Acuerdo de la Junta Electoral Provincial de 24 de
diciembre de 2019 como el Acuerdo de la Junta Electoral
Central de 3 de enero de 2020 prescinden absolutamente
de esta jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que
es perfectamente clara.

No podemos dejar de añadir que la jurisprudencia del


Tribunal Constitucional ha delimitado el contenido de
los reglamentos parlamentarios en el sentido de que
pueden «regular, de acuerdo con la Constitución, su
propia organización y funcionamiento [...]» (STC
101/1983, de 18 de noviembre), de modo que en ellos se
incluye todo lo relativo a la constitución de las
Cámaras, su organización, su funcionamiento, así como
el ejercicio de sus funciones. Además, los reglamentos

30
parlamentarios incorporan las normas relativas al
estatuto de sus miembros, en particular la adquisición
o pérdida de la condición de parlamentario, así como
el procedimiento para la declaración de la existencia
de las eventuales causas de incompatibilidad, en los
términos señalados por la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional.

2.3. La administración electoral es manifiestamente


incompetente para resolver sobre la pérdida de su
condición de los diputados al Parlamento de Cataluña

De la propia definición legal de lo que debe ser la


Administración electoral se desprende con claridad que
ésta interviene en la elección de los miembros de las
Cámaras legislativas pero nunca en su cese. Como se ha
alegado reiteradamente, lo primero (la elección de los
diputados) es el objeto del Derecho electoral pero no
lo segundo (la pérdida de la condición de diputado),
que pertenece al ámbito del Derecho parlamentario.

En el caso del Parlamento de Cataluña, la pérdida de


la condición de diputado viene regulada por el artículo
24 de su Reglamento, en lo siguientes términos:

«Artículo 24. Causas de la pérdida de la condición


de miembro del Parlamento

Los diputados del Parlamento pierden su condición


por las siguientes causas:

31
a) Por la renuncia presentada a la Mesa del
Parlamento.

b) Por una sentencia judicial firme que anule su


elección o proclamación.

c) Por deceso o por la incapacidad declarada por


sentencia judicial firme.

d) Por la extinción del mandato, al expirar su plazo


o por finalización de la legislatura, con la
excepción de los miembros de la Diputación
Permanente y de los que representan a la
Generalidad en el Senado, los cuales mantienen su
condición hasta la constitución del nuevo
Parlamento.

e) Por la condena a una pena de inhabilitación


impuesta por una sentencia judicial firme».

Este precepto, que por lo demás es prácticamente


idéntico en todos los reglamentos parlamentarios,
establece de forma meridianamente clara que solo una
sentencia judicial firme puede anular la elección o
proclamación de un miembro del Parlamento de Cataluña.
De ello se deriva, sin ningún género de duda, que la
Administración electoral no tiene competencias para
«dejar sin efecto» la credencial de un diputado o
«declarar la vacante» de un escaño. No existe precepto
legal alguno atributivo de esa competencia a las juntas
electorales. Y en todo caso, dichas decisiones,
adoptadas por una junta electoral, por ser radicalmente

32
nulas, carecen de eficacia alguna para alterar la
composición de una Cámara legislativa.

Se debe tener en cuenta, una vez más, que los


reglamentos parlamentarios son aprobados como
expresión de la autonomía parlamentaria reconocida en
el artículo 58 del Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Y a la vista de lo que dispone el artículo 27.2.d de
la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, en
relación con el artículo 161.1.a de la Constitución,
son disposiciones normativas con fuerza de ley, que son
naturalmente controlables en cuanto a su
constitucionalidad por el Tribunal Constitucional.
Ello parece desconocerlo completamente la Junta
Electoral Central a la hora de adoptar el acuerdo
recurrido.

Que esto es así lo ponen de manifiesto los propios


precedentes de la Junta Electoral Central. De ello es
buena prueba su Acuerdo de 11 de junio de 2014
(expediente n.º 354/174) en que es la propia Junta
Electoral Central quien afirma que procede «en
ejecución del Acuerdo del Pleno de la Junta General del
Principado de Asturias».

Es la propia Junta Electoral Central la que, con su


Acuerdo de 11 de junio de 2014, en que afirmó actuar
«en ejecución del Acuerdo del Pleno de la Junta General
del Principado de Asturias» con respecto del diputado
del Sr. Ángel González Álvarez (que había sido
declarado incompatible por aquella Cámara con el

33
pretendido amparo de lo previsto en el artículo 6 de
la Ley 14/1986 del Principado de Asturias, sobre
régimen de elecciones a la Junta General, en relación
con lo previsto en el artículo 6.2.b LOREG), reconoció
que la competente para declarar, en su caso, las
incompatibilidades resultantes de la conversión en
supuestos de incompatibilidad de las causas de
inelegibilidad era la propia Cámara. Y en concreto, en
lo que respecta al supuesto previsto en el artículo
6.2.b, pues como expresivamente se dice en dicho
acuerdo, la Junta Electoral Central no declaró nada,
sino que se limitó a actuar «en ejecución» del acuerdo
previamente adoptado por el Pleno de la Cámara.

O lo que es lo mismo: si esa declaración de


incompatibilidad era entonces, como reconoció la Junta
Electoral Central en su Acuerdo de 11 de junio de 2014
(expediente n.º 354/174), competencia de la propia
Cámara, no puede no serlo ahora por el mero hecho de
ser el Parlamento de Cataluña la Cámara a quien
corresponde apreciar si concurre alguna causa de
incompatibilidad. Lo que entonces era competencia de
la propia Cámara no puede haber pasado a ser ahora
súbitamente competencia de la Junta Electoral
Provincial o de la Junta Electoral Central. No se nos
ocurre vulneración más palmaria del derecho a la
igualdad en la aplicación de la Ley que la que supone
este cambio de criterio, absolutamente carente de
amparo legal alguno, basado únicamente en la Cámara a
la que corresponde la competencia sin perjuicio de que,

34
igualmente, podría ser una vulneración de los derechos
de las minorías y, por tanto, del derecho de la Unión.

Que la declaración del cese, incluso cuando se trata


de las corporaciones locales, no es competencia de la
Junta Electoral Central, lo establece la doctrina
inveterada de la propia Junta Electoral Central. Ningún
precepto de la LOREG permite sostener otra
interpretación.

Sin ir más lejos, esa inveterada doctrina a la que nos


referimos puede verse en este sentido el Acuerdo de la
Junta Electoral Central de 15 de marzo de 1995
(expediente n.º 351/214), que no ofrece lugar a dudas
en cuanto a que la declaración del cese no corresponde
a la Junta Electoral Central. Y qué duda puede caber
de ello a la vista de lo que esta misma Excma. Sala
decidió en su Auto de 16 de julio de 2018 y en su
Sentencia de 18 de junio de 2019 (recurso n.º
252/2018), también, obviamente, en relación con un ente
local.

Así lo señalan todos los numerosos acuerdos a los que


alude el voto particular que suscriben seis de los
trece miembros que integran la Junta Electoral Central,
que damos por reproducidos. Nos hallamos ante una
verdadera doctrina de caso único.

El acuerdo arbitrariamente adoptado, en este sentido,


está viciado, pues, de la nulidad más absoluta. Y

35
responde exclusivamente a la persecución de tipo
político a la que viene siendo sometido mi mandante.

Por lo demás, la prevalencia, en cuanto al cese de los


diputados al Parlamento de Cataluña, de las
disposiciones del Reglamento del Parlamento de
Cataluña, se desprende claramente también de la
jurisprudencia de esta Excma. Sala, en particular de
su sentencia de 4 de febrero de 2002 (recurso n.º
303/1999).

En estos términos, pues, el Acuerdo de 3 de enero de


2020 de la Junta Electoral Central vulnera también las
competencias de la Generalitat, en particular del
Parlamento de Cataluña, que además tiene
estatutariamente reconocida tanto autonomía
parlamentaria (artículo 58 del Estatuto) como
inviolabilidad (artículo 55.3 del Estatuto).

2.4. El acuerdo de dejar sin efecto la credencial de


diputado del M. H. Sr. Quim Torra i Pla, con orden a
la Junta Electoral Provincial de Barcelona de declarar
vacante su escaño, así como de expedir la credencial
al siguiente candidato, es radicalmente nulo e ineficaz

A la vista de todo lo anterior, no se puede sino


concluir, igualmente, que el acuerdo de dejar sin
efecto la credencial de diputado del M. H. Sr. Quim
Torra i Pla, con orden a la Junta Electoral Provincial
de Barcelona de declarar la vacante de su escaño, así

36
como de proclamar al siguiente miembro de su
candidatura, es también manifiesta y palmariamente
contrario a Derecho.

En este sentido, es claro que se trata de un acuerdo


radicalmente nulo, por lo que no puede desplegar efecto
jurídico alguno. Esa nulidad de pleno derecho se debe
a las razones que se dirán a continuación.

De acuerdo con el artículo 8.1 de la Ley Orgánica del


Régimen Electoral General, «la Administración
electoral tiene por finalidad garantizar en los
términos de la presente Ley la transparencia y
objetividad del proceso electoral y del principio de
igualdad». Ciertamente, las juntas electorales
certifican los resultados electorales. También expiden
las credenciales a los candidatos electos para
acreditar a los miembros tanto de las Cámaras como de
las Corporaciones de elección popular, a efectos de
cubrir cualesquiera vacantes que se produzcan. Pero,
como se indicado, en modo alguno es competente la
Administración electoral para dejar sin efecto dichas
credenciales o para declarar las vacantes que se puedan
producir en las referidas Cámaras.

De hecho, resulta chocante que dichos elementos


concretos del acuerdo (que aparecen sorpresivamente en
la parte resolutiva) carezcan no solo del más mínimo
amparo legal sino siquiera de la más elemental
motivación jurídica en los fundamentos de la
resolución. Nada, absolutamente nada, dice la Ley

37
Orgánica del Régimen Electoral General de la
posibilidad de «dejar sin efecto» las credenciales una
vez emitidas, ni de «declarar vacantes» los escaños en
las Cámaras legislativas.

Tales conceptos, son creaciones jurídicas ad hoc para


privar arbitraria e ilegalmente de un cargo electo a
quien lo tiene por el único título que existe (el voto
popular) prescindiendo radicalmente de las garantías
jurídicas propias de un Estado de Derecho.

Al parecer, la Junta Electoral Central pretende basar


su decisión en el artículo 6.4 de la Ley Orgánica del
Régimen Electoral General, en relación con su artículo
6.2.b. Nos centraremos ahora en el primero, para volver
más tarde sobre este último. Así, dispone dicho
precepto:

«4. Las causas de inelegibilidad lo son también de


incompatibilidad. Las causas de incompatibilidad se
regirán por lo dispuesto para cada tipo de proceso
electoral.

En todo caso serán incompatibles las personas electas en


candidaturas presentadas por partidos o por federaciones
o coaliciones de partidos declarados ilegales con
posterioridad por sentencia judicial firme, así como los
electos en candidaturas presentadas por agrupaciones de
electores declaradas vinculadas a un partido ilegalizado
por resolución judicial firme. La incompatibilidad
surtirá efecto en el plazo de quince días naturales,
desde que la Administración Electoral permanente
comunique al interesado la causa de incompatibilidad,
salvo que éste formule, voluntariamente, ante dicha

38
Administración una declaración expresa e indubitada de
separación y rechazo respecto de las causas
determinantes de la declaración de ilegalidad del
partido político o del partido integrante de la
federación o coalición en cuya candidatura hubiese
resultado electo; o, en su caso, del partido al que se
hubiera declarado vinculada la agrupación de electores
en cuya candidatura hubiere resultado electo.

Si durante el ejercicio del mandato al que haya accedido


tras haber explicitado dicha declaración, la persona
electa se retractase, por cualquier medio, de la misma
o mostrara contradicción, a través de hechos, omisiones
o manifestaciones, respecto de su contenido, quedará
definitivamente incursa en la causa de incompatibilidad
regulada en este apartado. La incompatibilidad surtirá
efecto a partir de la notificación realizada al efecto
por la Administración Electoral permanente, por sí o a
instancia del Gobierno a través de la Abogacía del Estado
o del Ministerio Fiscal.

En los supuestos previstos en los dos párrafos


anteriores, el afectado y, en su caso, el Gobierno a
través de la Abogacía del Estado y el Ministerio Fiscal
podrán interponer recurso ante la Sala especial del
Tribunal Supremo regulada en el artículo 61 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, en los plazos previstos en
el artículo 49 de la presente ley.

El mismo régimen de incompatibilidad se aplicará a los


integrantes de la candidatura de la formación política
declarada ilegal que sean llamados a cubrir el escaño
vacante, incluidos los suplentes».3

3
Nótese por lo demás que en este precepto se insiste en
situaciones jurídicas declaradas por sentencia judicial firme,
lo cual sigue sin existir en el presente caso a no ser que la

39
En cualquier caso, no hace falta gran esfuerzo para
constatar que en dicho precepto tampoco no aparecen
conceptos como «dejar sin efecto» referidos a una
credencial ni «declarar vacante» referidos al escaño
de una Cámara legislativa, tal cual venimos diciendo.

Por ello, a la vista de este precepto, cabe colegir de


su Acuerdo de 3 de enero de 2020 que lo que pretende
la Junta Electoral Central es, sin base legal alguna,
obviando incluso sus propios precedentes, usurpar al
Parlamento de Cataluña su competencia para regular las
causas de pérdida de la condición de diputado, así como
para enjuiciar las eventuales situaciones de
incompatibilidad de los diputados al Parlamento de
Cataluña, con el objetivo político de apartar a un
diputado al Parlamento de Cataluña, que es, además, el
presidente de la Generalitat.

Y ello, sin que concurra, además, como hemos dicho,


ninguna de las causas de cese de los diputados al
Parlamento de Cataluña previstas en el artículo 24 del
Reglamento del Parlamento de Cataluña. De este modo,
la Junta Electoral Central ha actuado completamente al
margen del Derecho, incurriendo en una inaceptable vía
de hecho.

Junta Electoral Central ya conociese el resultado de un recurso


de casación que aún está pendiente de formalizarse.

40
Pero es que además tampoco no se justifica ni motiva
mínimamente en base a qué precepto legal se ordena a
la Junta Electoral Provincial de Barcelona, que solo
se halla constituida porque casualmente se celebraron
elecciones generales recientemente, que lleve a cabo
tales actos carentes de soporte legal alguno y para los
que obviamente tampoco pueden ser competentes.

En definitiva, concurre un motivo adicional de la


nulidad radical del acuerdo, cual es la ausencia de
motivación jurídica válida, mucho menos la que
remotamente se exigiría, en aras a cumplir las
exigencias de un acto tan gravoso como es el cese de
un cargo de elección popular.

2.5. La Junta Electoral Provincial de Barcelona se


hallaba constituida a los exclusivos efectos de las
elecciones a Cortes Generales de 10 de noviembre de
2019

Cabe recordar una vez más, como se hiciera ante la


Junta Electoral Central, que, de conformidad con la
doctrina sentada por la propia Junta Electoral Central
en sus Acuerdos de 23 de mayo de 1989 y 15 de junio de
1990,4 las Juntas Electorales Provinciales, en este

4
Arnaldo Alcubilla, E. y Delgado-Iribarren, M. (2019), Código
Electoral, Wolters Kluwer, 9ª edición, p. 126: «Las JEP y las
JEZ se constituyen exclusiva y expresamente para el proceso
electoral que motiva su constitución, por lo que su competencia
se circunscribe al mismo, sin perjuicio de las competencias que
por la JEC puedan ser delegadas en relación a cuestiones
relativas a los procesos electorales celebrados con anterioridad

41
momento, se encuentran constituidas exclusivamente a
los limitados efectos del proceso electoral que motivó
su constitución, que no es otro que las elecciones a
Cortes Generales celebradas el pasado 10 de noviembre
de 2019, convocadas por el Real Decreto 551/2019, de
24 de septiembre.

En consecuencia, de ningún de modo podía pretender la


Junta Electoral Provincial de Barcelona, como hizo,
conocer de las pretensiones de los partidos políticos
recurrentes referidas a diputados elegidos en las
elecciones del 21 de diciembre de 2017, que dieron
lugar al acuerdo de 24 de diciembre de 2019, así como
al Acuerdo de la Junta Electoral Central de 3 de enero
de 2020, ahora recurrido ante esta Excma. Sala.

2.6. Vulneración de los derechos a la defensa y a la


asistencia letrada. Manifiesta insuficiencia de los
plazos concedidos. Indefensión

Cabe añadir, por último, que, como también se alegó


tanto ante la Junta Electoral Provincial de Barcelona
como ante la Junta Electoral Central, el plazo de
oposición al recurso interpuesto ante la Junta
Electoral Provincial para ante la Junta Electoral
Central por los tres partidos políticos solicitantes
resulta manifiestamente lesivo del derecho a la

y respecto de cada cuestión concreta que se plantee (Ac 23 de


mayo de 1989 y 15 de junio de 1990)».

42
defensa, así como al derecho a la asistencia letrada.
Se provoca con ello una clara indefensión del
recurrente.

En este sentido, roza la burla el afirmar, como hace


la Junta Electoral Central en su Acuerdo de 3 de enero
de 2020, que el hecho de que por el M. H. Sr. Quim
Torra i Pla se presentaran alegaciones en plazo pueda
subsanar la indefensión ocasionada.

Desde la entrada en vigor de la Ley Orgánica 2/2011,


fuera del período electoral, el artículo 21.1 LOREG
permite que la Junta Electoral Central resuelva los
recursos contra las decisiones de las Juntas
Electorales Provinciales en el plazo de diez días desde
la interposición del recurso.

A su vez, el punto quinto del apartado segundo de la


Instrucción 11/2007, de 27 de septiembre, de la Junta
Electoral Central, permite ampliar los plazos
legalmente previstos «si la complejidad del asunto lo
exigiera o si el recurso se planteara fuera del período
electoral».

Pues bien, resulta difícilmente imaginable un asunto


en que resulte más procedente la ampliación de esos
plazos que la pretensión de que se inhabilite,
prescindiendo absolutamente del procedimiento
establecido, a quien representa a los ciudadanos en un
parlamento democrático. Como decimos, el plazo
concedido de un día hábil resulta manifiestamente

43
insuficiente a estos efectos, habiéndose vulnerado con
ello, por la Junta Electoral Provincial de Barcelona,
el derecho a la defensa, así como a la asistencia
letrada, produciéndose efectiva indefensión.

2.7. El recurrente no se halla incurso en supuesto


alguno de incompatibilidad aplicable a los diputados
al Parlamento de Cataluña

Como se ha dicho con anterioridad, la cuestión del


Derecho aplicable para en relación con las causas de
incompatibilidad de los diputados al Parlamento de
Cataluña es una cuestión enteramente distinta a la del
órgano competente para enjuiciar si concurre una
situación de incompatibilidad en un parlamentario
determinado, cuestión esta última que hemos abordado
con anterioridad.

Cabe insistir en que el régimen de las


incompatibilidades parlamentarias es una cuestión
ajena al Derecho electoral, por más que, respecto de
los senadores o diputados a Cortes, la Constitución
pueda establecer que el régimen de las
incompatibilidades parlamentarias se establezca en la
legislación electoral. O por más que el legislador
pueda remitirse a las causas de inelegibilidad para su
establecimiento también, en su caso, como motivos de
incompatibilidad. Así lo ha declarado con meridiana
claridad el Tribunal Constitucional, en una sentencia,

44
la STC 155/2014, que, como decimos, es posterior a la
Ley Orgánica 3/2011:

«A la luz de estas normas habilitadoras, es claro


que el legislador andaluz dispone de una amplia
discrecionalidad para establecer su propio sistema
de incompatibilidades parlamentarias, pues no es
ocioso recordar que, así como las causas de
inelegibilidad establecidas en el art. 6 LOREG rigen
para los procesos electorales autonómicos, en
aplicación de lo dispuesto en la disposición
adicional primera, apartado segundo, de esta norma,
no sucede lo mismo con el sistema de
incompatibilidades parlamentarias, cuyo
establecimiento sí corresponde, en exclusiva, al
legislador de cada Comunidad Autónoma de acuerdo,
en su caso, con las previsiones que se contengan en
el Estatuto de Autonomía respectivo».

La Generalitat ha ejercido esta competencia exclusiva


para establecer un sistema propio de incompatibilidades
parlamentarias, lo que pertenece al núcleo esencial del
derecho a la autonomía política que reconoce el
artículo 2 de la Constitución, estableciendo un régimen
de incompatibilidades parlamentarias propio. Si bien,
ciertamente, Cataluña por ahora no cuenta con una ley
electoral propia, ni el Reglamento del Parlamento de
Cataluña las incluye, la Generalitat sí ha regulado
expresamente, por ley, las incompatibilidades de los
diputados. En este sentido, cabe recordar una vez más
que el Estatuto de Autonomía de Cataluña no impone que

45
el régimen de incompatibilidades de los diputados al
Parlamento de Cataluña se regule en la ley electoral.

Contando la Generalitat con un sistema de


incompatibilidades propio, y siendo el régimen de las
incompatibilidades de los diputados del Parlamento de
Cataluña competencia exclusiva de la Generalitat, como
ha declarado la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, el artículo 6.4 LOREG, introducido por
la Ley Orgánica 3/2011, no puede resultar, en
consecuencia, de aplicación a los diputados al
Parlamento de Cataluña.

Y ello, como decimos, de conformidad con la


jurisprudencia citada del propio Tribunal
Constitucional, que, por lo demás, es posterior a la
Ley Orgánica 3/2011, de 28 de enero.

De este modo, a la vista de dicha jurisprudencia


constitucional, la única lectura constitucionalmente
posible del artículo 6.4 LOREG introducido por el
artículo único de la Ley Orgánica 3/2011 (norma que por
lo demás en ningún momento determina el título
competencial en que se ampara), es que dicho precepto
no resulta de aplicación directa a las Comunidades
Autónomas, ni a la catalana ni a ninguna otra.

Subsidiariamente, cabe añadir que el artículo 6.4


LOREG, aun en los supuestos de los cargos electos a que
sí resulta aplicable, distintos a los parlamentarios
de las Comunidades Autónomas que han establecido su

46
propio régimen de incompatibilidades, ha de entenderse
referido exclusivamente a las causas de inelegibilidad
que, por su propia naturaleza, son susceptibles de ser
tratadas como verdaderas causas de incompatibilidad.
Esto es, las que pueden ser entendidas como la
incompatibilidad entre dos o más cargos, empleos o
actividades. Y estas son únicamente las causas de
inelegibilidad previstas en los artículos 6.1 y 3
LOREG, pero no las previstas en su artículo 6.2 LOREG,
cuyo tratamiento como incompatibilidades desvirtuaría
el propio concepto constitucional de incompatibilidad
utilizado por el artículo 70.1 de la Constitución.

Así, cabe recordar que la propia jurisprudencia del


Tribunal Supremo ha establecido que el régimen de las
incompatibilidades debe ser interpretado
estrictamente, por afectar al derecho fundamental
reconocido en el artículo 23 de la Constitución.

En este sentido, los supuestos previstos en el artículo


6.2 LOREG, cabe decir que con poca fortuna, delimitan
el alcance de las penas privativas de derechos. Por su
naturaleza, el artículo 6.2.b LOREG no es susceptible
de ser tratado como una verdadera causa de
incompatibilidad a los efectos del artículo 6.4 LOREG.
Su redacción, como la del artículo 6.2.a LOREG, está
intrínsecamente vinculada al alcance y la determinación
de una pena, como por otro lado ha recordado la
jurisprudencia de la Sala de lo Penal del Tribunal
Supremo:

47
«Señala el recurrente que la finalidad del precepto
es la de ampliar los efectos de la inelegibilidad a
los condenados por sentencia que aún no es firme,
pero esa aparente voluntad no resulta del propio
precepto, que lo que expresa, con claridad, es el
alcance y la determinación de una pena privativa de
derechos, la de inhabilitación para cargo público,
consistente en la inelegibilidad cuando la condena
sea por los derechos que expresa, entre ellos el de
terrorismo».5

En cualquier caso, conforme a consolidada


jurisprudencia del Tribunal Constitucional, «la
Constitución ha introducido un principio de
interpretación del ordenamiento jurídico en el sentido
más favorable al ejercicio y disfrute de los derechos
fundamentales que ha de ser tenido en cuenta por todos
los poderes públicos y muy especialmente por los
órganos jurisdiccionales en su función de aplicación
de las leyes».6

Cualquier interpretación extensiva de este precepto,


desde el punto de vista sustantivo, en los términos que
se expondrán, vulnera el Derecho de la Unión Europea
en lo relativo al respeto del derecho a la presunción
de inocencia que reconoce el artículo 48.1 de la Carta
de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea,
desarrollado por la Directiva 2016/343 del Parlamento

5
Sentencia del Tribunal Supremo 615/2017, de 14 de septiembre
de 2017.
6
Sentencia del Tribunal Constitucional 76/1987, de 25 de mayo.

48
Europeo y del Consejo, de 9 de marzo de 2016, lo que
obligaba también a su inaplicación, incluso, por la
Administración electoral, de acuerdo con el principio
de primacía del Derecho de la Unión Europea.

Así lo ha señalado recientemente la sentencia del


Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 4 de
diciembre de 2018, que es, mutatis mutandis, en el
ámbito de sus competencias, aplicable a la Junta
Electoral Central:

«45. En este contexto, si la Comisión de Relaciones


Laborales, en su condición de órgano al que el
legislador nacional atribuye la competencia para
garantizar la aplicación del principio de no
discriminación en materia de empleo y ocupación, tal
como se concreta en la Directiva 2000/78 y en las
Leyes sobre igualdad, conoce de un litigio en el que
se cuestiona la observancia del mencionado
principio, el principio de primacía del Derecho de
la Unión exige que dicha Comisión garantice, en el
marco de tal competencia, la protección jurídica que
el Derecho de la Unión confiere a los justiciables
y la eficacia plena de este Derecho, dejando
inaplicada, si es necesario, toda disposición en
contrario de la ley nacional (véanse, en este
sentido, las sentencias de 22 de noviembre de 2005,
Mangold, C‑144/04, EU:C:2005:709, apartado 77; de 19
de enero de 2010, Kücükdeveci, C‑555/07,
EU:C:2010:21, apartado 53, y de 19 de abril de 2016,
DI, C‑441/14, EU:C:2016:278, apartado 35).

49
46. En efecto, sería contradictorio considerar a los
particulares legitimados para invocar las
disposiciones del Derecho de la Unión en un ámbito
específico ante un órgano al que el Derecho nacional
haya atribuido la competencia para conocer de los
litigios en ese ámbito y que tal órgano no tuviera
sin embargo la obligación de aplicar aquellas
disposiciones, dejando inaplicadas las normas del
Derecho nacional que las infrinjan (véase, en este
sentido, la sentencia de 22 de junio de 1989,
Costanzo, 103/88, EU:C:1989:256, apartado 31)».7

Ningún pronunciamiento se hace al respecto en el


acuerdo impugnado, pese a que se alegó por el M. H. Sr.
Quim Torra i Pla ante la Junta Electoral Central. Ello
supone también una vulneración evidente del derecho a
una resolución motivada.

De cualquier forma, en caso de que la Excma. Sala


albergara dudas sobre la interpretación de la referida
Directiva, vendría obligada al planteamiento, en su
caso, de la correspondiente cuestión prejudicial ante
el Tribunal de Justicia de la Unión Europea de
conformidad con lo previsto en el artículo 267 del
Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Y sin
duda instará a ello esta parte en su día en el escrito
de demanda, como anunciamos de este momento.

7
Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Gran
Sala) de 4 de diciembre de 2018, asunto C-378/17, apartados 45
y 46.

50
Del mismo modo, si la interpretación que hace la
mayoría de la Junta Electoral Central del artículo 6
LOREG fuera la única posible, entonces dicho precepto
(concretamente el artículo 6.2.b LOREG también
resultaría contrario a la Constitución, lo que
obligaría también, en su caso, a esta Excma. Sala al
planteamiento de la correspondiente cuestión de
inconstitucionalidad de conformidad con lo previsto en
el artículo 35 de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional, como también se anuncia desde este
momento que en su día solicitará esta parte en su
escrito de demanda.

2.8. Las decisiones de referencia vulneran los derechos


fundamentales del diputado recurrente

Todas las infracciones del ordenamiento jurídico a las


que se ha hecho alusión hasta ahora han dado lugar, por
ellas mismas, a la vulneración de los derechos
fundamentales cuya tutela por parte de esta Excma. Sala
se pretende con este recurso.

Pero es que aun cuando fuera competencia de la Junta


Electoral Central el enjuiciar las incompatibilidades
parlamentarias o la pérdida de la condición de diputado
al Parlamento de Cataluña, o aun cuando la Ley Orgánica
del Régimen Electoral General pudiera establecer las
incompatibilidades aplicables de los diputados al
Parlamento de Cataluña (lo que, como se ha dicho,

51
obviamente no es así), ese resultado, como la aberrante
declaración de «inelegibilidad sobrevenida» efectuada,
vinculada a la sentencia no firme dictada por el
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña el día 19 de
diciembre de 2019, supone en cualquier caso una
vulneración palmaria de los derechos fundamentales del
recurrente, de los derechos de los demás diputados al
Parlamento de Cataluña, así como de los de los
ciudadanos de Cataluña a los que mi patrocinado
representa en su condición de diputado del Parlament.

Como se acaba de decir, si el Acuerdo de 3 de enero de


2020 de la Junta Electoral Central fuera el resultado
querido por el artículo 6.2.b LOREG, en relación con
su artículo 6.4, entonces dichos preceptos resultarían
completamente incompatibles tanto con el Derecho de la
Unión Europea como con la Constitución, lo que a su vez
obligaría a esta Excma. Sala al planteamiento de las
correspondientes cuestiones prejudiciales ante el
Tribunal de Justicia de la Unión Europea, así como de
inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional.

Y ello puesto que esa interpretación de dichos


preceptos vulnera el derecho de sufragio pasivo, el
derecho a la presunción de inocencia, el derecho a la
legalidad penal, el derecho a la tutela judicial
efectiva, así como el derecho a un proceso con todas
las garantías, en particular en lo relativo al derecho
a la doble instancia penal.

52
A este respecto, cabe dejar apuntado ahora que,
contrariamente a lo que parece sostener esta Excma. en
su Sentencia de 1 de abril de 2019 (recurso n.º
438/2019), el artículo 6.2.b LOREG es un precepto sin
parangón en el Derecho comparado. No existe ningún
precepto análogo en la Unión Europea. No existe un solo
Estado miembro en que una sentencia penal no firme
determine que una persona sea declarada inelegible.
Tampoco en Dinamarca, como pretende la Sentencia de
esta Excma. Sala de 1 de abril de 2019, pues el artículo
30.1 de la Constitución de Dinamarca sólo resulta
aplicable cuando existe una sentencia penal firme.

Un precepto de estas características no tiene parangón


en ningún otro país de la Unión Europea por la sencilla
razón de que es un precepto absolutamente contrario a
los más elementales derechos fundamentales y a los
principios democráticos, en los términos que se
desarrollarán en el escrito de demanda. No sólo al
derecho de sufragio pasivo, como decimos, que también,
sino especialmente al derecho a la presunción de
inocencia, a la legalidad penal, así como al derecho a
la doble instancia penal.

La ajenidad de esta norma respecto a los ordenamientos


de nuestro entorno, parece un fiel reflejo de algo
mucho más profundo como es la falta de calidad o altura
democrática de una parte importante de nuestro
ordenamiento y, sobre todo, de la interpretación que
del mismo se viene realizando por algunos órganos

53
jurisdiccionales. El Derecho, no solo ha de aplicarse
sino que, además, debe hacerse desde una interpretación
democrática si quiere ser conforme a la que se realiza
en el entorno al que hace más de tres décadas nos
incorporamos como es el de la Unión Europea.

En definitiva, el Acuerdo de 3 de enero de 2020 de la


Junta Electoral Central supone, cuando menos, una
vulneración de los siguientes derechos fundamentales:

- Artículo 23 de la Constitución española, en lo


relativo a los derechos de participación política,
en relación a los derechos y libertades
fundamentales reconocidos en los artículos 16, 20
y 21 de la Constitución Española

Como ha destacado el Auto de la Vicepresidenta del


Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 20 de
diciembre de 2019 en relación con el Parlamento
Europeo, «la composición del Parlamento debe reflejar
de forma fiel y completa la libre expresión de las
elecciones efectuadas por los ciudadanos de la Unión
Europea, por medio de sufragio universal directo, en
lo que respecta a las personas que estos han elegido
como sus representantes para una legislatura».8 Pues
bien, es evidente que este principio resulta aplicable

8
Auto de la Vicepresidenta del Tribunal de Justícia de la Unión
Europea de 20 de diciembre de 2019, asunto C-646/19, Puigdemont
Casamajó, apartado 59.

54
igualmente, mutatis mutandis, a los diputados del
Parlamento de Cataluña.

Como ha destacado la jurisprudencia del Tribunal


Constitucional citada anteriormente, en particular la
STC 7/1992, la declaración de incompatibilidad de un
diputado prescindiendo del procedimiento legalmente
establecido para ello vulnera, no solo los derechos del
recurrente en tanto que diputado, que reconoce el
artículo 23.2 de la Constitución, sino también el del
resto de los diputados del Parlamento llamados a
participar, en su caso, en el procedimiento legalmente
previsto por el artículo 18 del Reglamento del
Parlamento de Cataluña.

También vulnera los derechos de los ciudadanos y


ciudadanas de Catalunya a los que mi patrocinado
representa como diputado al Parlamento de Cataluña, que
reconoce el artículo 23.1 de la Constitución Española,
en relación con los derechos fundamentales reconocidos
en los artículos 16, 20 y 21 de la Constitución
española, esto es, a las libertades ideológicas, de
expresión, así como el derecho de reunión.

Además, cabe recordar una vez más que el artículo 24


del Reglamento del Parlamento de Cataluña es
absolutamente claro en el sentido que únicamente la
condena a una pena de inhabilitación impuesta por una
sentencia judicial firme, o la anulación de la elección
o proclamación por el mismo cauce, pueden dar lugar,

55
en su caso, a la pérdida de la condición de
parlamentario de un diputado al Parlamento de Cataluña.

Por último, hemos de añadir que, en atención a los


hechos por los cuales ha sido condenado mi mandante,
tampoco existe objetivo legítimo, desde el punto de
vista de los derechos fundamentales invocados, para
privarlo de la condición de diputado del Parlamento de
Cataluña antes de la existencia de una sentencia firme.
En este sentido, el Acuerdo de 3 de enero de 2020 de
la Junta Electoral Central tienen un objetivo punitivo
absolutamente ilegítimo, por no haberse enervado la
presunción de inocencia del recurrente, que resulta del
todo incompatible con el derecho de sufragio pasivo en
los términos de la jurisprudencia del Tribunal Europeo
de Derechos Humanos, como pone de manifiesto su
Sentencia de 23 de marzo de 2006, apartado 49, en el
asunto Albanese c. Italia.

En consecuencia, menos aún se puede afirmar que su cese


como diputado responda a necesidad alguna en una
sociedad democrática, desde el punto de vista de la
proporcionalidad, sino todo lo contrario. No sólo es
una consecuencia que no sólo no se encuentra prevista
legalmente, no solo no responde a objetivo legítimo de
ninguna clase, sino que es absolutamente
desproporcionada, por vulnerar de manera gravísima los
derechos fundamentales del recurrente.

En este sentido, cabe recordar que distintos intentos


anteriores por parte de la Junta Electoral Central de

56
atribuirse competencias que no le corresponden, como
la de cesar a cargos electos prescindiendo del
procedimiento legalmente previsto para ello, han
resultado infructuosos, siendo posteriormente
corregidos por los tribunales; sí sorprende que esas
actuaciones de la Junta Electoral Central no hayan
conllevado, para sus miembros, ningún tipo de exigencia
de responsabilidad.

A este respecto, la sentencia del Tribunal Superior de


Justicia de Extremadura de 10 de noviembre de 2010
(recurso n.º 1345/2010) señala:

«La conclusión de lo expuesto en los anteriores


fundamentos es, a juicio de esta Sala; de una parte,
que no concurrían los presupuestos legales
necesarios para el cese de la recurrente del cargo
representativo que ostentaba, que no eran otros que
la efectiva ejecución de la condena penal acordada
por el Juzgado sentenciador. De otra parte y
precisamente por ello que, en todo caso, no era la
Junta Electoral Central órgano competente para
acordar el cese de la recurrente. En suma, deberá
entenderse que el acuerdo impugnado es nulo de pleno
derecho, conforme a lo establecido en el artículo
62.1.b de la Ley de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común, por concurrir en la Junta que
lo acuerda la incompetencia manifiesta a que el
precepto se refiere, que es aplicable al
procedimiento electoral, de acuerdo con lo

57
establecido en el artículo 120 de la Ley Orgánica
ya citada».

Pues bien, si esto es así respecto de quien ostentaba


el cargo de alcaldesa pedánea que, además, había sido
condenada por sentencia firme, cuando menos lo mismo
cabrá decir, a fortiori, de quien siendo diputado al
Parlamento, así como Presidente de la Generalitat, se
encuentra, además, amparado por el derecho a la
presunción de inocencia, tal como se encuentra regulado
por el Derecho de la Unión, como se verá a continuación.

No resulta exagerado afirmar, así, que el acuerdo


impugnado hace de peor condición a un parlamentario,
que además es presidente de la Generalitat, respecto
del que no se ha enervado su derecho a la presunción
de inocencia, que a una alcaldesa pedánea condenada por
sentencia firme.

- Artículos 24 y 25 de la Constitución española, en


particular en lo relativo al derecho a la tutela
judicial efectiva, al juez ordinario
predeterminado por la ley, a un proceso con todas
las garantías, a la presunción de inocencia y a la
doble instancia penal, en relación con el derecho
a la legalidad penal y a la prohibición del bis in
idem procesal

En cuanto a los derechos fundamentales indicados en


este epígrafe, procede comenzar por recordar que el

58
Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha determinado
que «...a falta de armonización de los mecanismos
nacionales de ejecución forzosa, las modalidades de su
aplicación forman parte del ordenamiento jurídico
interno de cada Estado miembro en virtud del principio
de autonomía procesal de los Estados miembros. No
obstante, tales modalidades deben responder al doble
requisito de no ser menos favorables que las que rigen
situaciones similares sometidas al Derecho interno
(principio de equivalencia) y de no hacer imposible o
excesivamente difícil el ejercicio de los derechos
conferidos por el Derecho de la Unión (principio de
efectividad) (sentencia de 26 de junio de 2019, Kuhar,
C‑407/18, EU:C:2019:537, apartado 46 y jurisprudencia
citada)» y que «...es preciso recordar que, cuando
aplican el Derecho de la Unión, los Estados miembros
están obligados a garantizar el respeto del derecho a
la tutela judicial efectiva consagrado en el artículo
47, párrafo primero, de la Carta (sentencia de 29 de
julio de 2019, Torubarov, C‑556/17, EU:C:2019:626,
apartado 69), que constituye una reafirmación del
principio de tutela judicial efectiva».9

El Acuerdo de la Junta Electoral Central de 3 de enero


de 2020 vulnera también el derecho a la tutela judicial
efectiva y al juez ordinario predeterminado por la Ley,
en la medida que usurpa la competencia de los

9
Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Gran
Sala) de 19 de diciembre de 2019, asunto C-752/18, apartados 33
y 34.

59
tribunales para la ejecución de las resoluciones
judiciales que establece el artículo 117.3 de la
Constitución Española, en relación con su artículo 118,
que cabe recordar que únicamente establece la
obligación de cumplimiento «de las sentencias y demás
resoluciones judiciales firmes». Y ello también en
aplicación del artículo 24 del Reglamento del
Parlamento de Cataluña, que reconoce exclusivamente a
los tribunales, únicamente por sentencia firme, la
potestad de privar a un diputado de su condición.

Asimismo, en los términos que se han dicho


anteriormente, se está vulnerando el derecho a un
proceso con todas las garantías, en conexión con los
derechos de defensa, así como a la asistencia letrada.

Por lo demás, la ejecución de la pena de inhabilitación


que en la práctica se pretende con el Acuerdo de la
Junta Electoral Central de 3 de enero de 2020, vulnera,
sin lugar a dudas, el derecho de mi patrocinado a la
presunción de inocencia. Como destaca el artículo 2 de
la Directiva 2016/343, este derecho «es aplicable a
todas las fases del proceso penal, desde el momento en
que una persona es sospechosa o acusada de haber
cometido una infracción penal, o una presunta
infracción penal, hasta que adquiera firmeza la
resolución final sobre si la persona ha cometido o no
la infracción penal en cuestión».

Consiguientemente, la pretensión de que mi patrocinado


pierda la condición de diputado al Parlamento de

60
Cataluña, con una causa no prevista en el artículo 24.e
del Reglamento del Parlamento de Cataluña, sin haberse
iniciado siquiera el plazo para la formalización del
recurso de casación contra la sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Cataluña de 19 de diciembre de
2019, implica, en la práctica, presentarle como
culpable de un delito que no ha cometido, lo cual, sin
lugar a dudas, vulnera su derecho a la presunción de
inocencia, además de, como se ha dicho, los derechos a
la tutela judicial efectiva, así como a un proceso con
todas las garantías, entre los cuales se incluye el
derecho de acceso a los recursos legalmente previstos.

Por lo demás, en relación con el derecho a la presunción


de inocencia, resulta difícilmente imaginable una
referencia pública a la culpabilidad que pueda afectar
más al derecho a la presunción de inocencia, en los
términos previstos en el artículo 4 de la Directiva
2016/343, que la que supone la declaración, por la
autoridad electoral, de su cese como diputado al
Parlamento de Cataluña, precisamente, como
consecuencia de una sentencia penal como es la del
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de 19 de
diciembre de 2019.

En relación con el derecho a la presunción de inocencia


(que, se encuentra armonizado por el Derecho de la
Unión), cabe insistir en que, como hemos dicho
anteriormente, tanto el principio de primacía del
Derecho de la Unión, como la jurisprudencia del

61
Tribunal de Justicia de la Unión Europea, obligan
también a los órganos administrativos, como lo es la
Junta Electoral Central, a inaplicar el Derecho interno
en caso de que se produzca una contradicción insalvable
con el Derecho de la Unión.

Si dicho precepto, a juicio de la Junta Electoral


Central, obligaba a declarar el cese de mi defendido
como diputado al Parlamento de Cataluña, entonces
obligaba a tratarlo como culpable sin haberse enervado
su derecho a la presunción de inocencia, en los
términos establecidos por la Directiva 2016/343, por
lo que no sólo sería contrario a la Constitución, sino
también al Derecho de la Unión Europea. Ello habría
obligado en cualquier caso a inaplicar dicho precepto.

Esa obligación correspondería, de conformidad con la


jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión
Europea que acabamos de citar, no sólo a esta Excma.
Sala, sino también a la Junta Electoral Central que,
como vemos, lo ha incumplido apartándose de cualquier
interpretación mínimamente aceptable de las normas de
aplicación.

Por lo demás, es evidente que la ejecución provisional


de una sentencia penal no firme implica, igualmente,
una vulneración palmaria del derecho a la doble
instancia penal, como manifestación del derecho de
acceso a los recursos previstos legalmente, así como
del carácter tanto devolutivo como suspensivo que tiene
el recurso de casación.

62
Es evidente que el daño que se produce como
consecuencia del Acuerdo de 3 de enero de 2020 puede
llegar a ser irreparable pues, aunque una posterior
sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo
revocase la sentencia condenatoria del Tribunal
Superior de Justicia de Cataluña de 19 de diciembre de
2019, como sin duda deberá hacer, se habría declarado
el cese como diputado al Parlamento de Cataluña.

Sin perjuicio de todo lo anterior, cabe añadir que la


ponderación efectuada por la Junta Electoral de
Barcelona en su Acuerdo de 24 de diciembre de 2019, en
cuanto al alcance de los derechos fundamentales de mi
defendido, era correcta. Y ello, a pesar de discrepar
sobre su competencia que, finalmente, fue ratificada
por la Junta Electoral Central, si bien con seis votos
particulares que reflejan una profunda discrepancia al
interior de los miembros de dicho órgano
administrativo.

En este sentido, el Acuerdo de la Junta Electoral


Provincial de Barcelona señalaba:

«6. Siendo por tanto necesario armonizar la


aplicación de dos leyes de igual rango legal, y
tratándose de la aplicación de una norma que
restringe los derechos de representación política,
a quien goza del principio de presunción de
inocencia, ello nos obliga a una interpretación
restrictiva. En este sentido es obligado acudir a
la interpretación auténtica contenida en la
exposición de motivos de la reforma de la LOREG

63
aprobada por LO 3/2011, de 28 de enero, que introdujo
por primera vez la causa de incompatibilidad
sobrevenida establecida en el art. 6.2 b) por
sentencia no firme, y ello por cuanto introduce una
excepción al principio general de ejecutividad de
las sentencias solo cuando son firmes (art. 118 CE
y art. 985 Lecrim).

En dicha exposición de motivos se dice: ‘La Ley


Orgánica de Partidos Políticos fue una ley de
fortalecimiento democrático y uno de los más
notables ejemplos de compromiso en defensa y
consolidación de nuestro régimen de libertades, pues
estableció que los partidos políticos, habiendo sido
configurados como una pieza medular en nuestro
sistema, debían respetar en su actuación el método
democrático para defender sus ideas y objetivos. Su
aplicación conllevó la ilegalización de partidos que
justificaban la violència como método y que estaban
en connivencia o servían de instrumento a
organizaciones terroristas para prolongar política
y socialmente el terror, la amenaza, la intimidación
o la extorsión (...) Hoy, casi nueve años después,
a la vista de la experiencia acumulada, desde la
convicción moral y política de que la democracia
puede, con los resortes del Estado de Derecho,
dotarse de instrumentos jurídicos para su defensa,
y teniendo en cuenta la doctrina del Tribunal
Supremo, del Tribunal Constitucional y del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, se considera
conveniente reformar determinados preceptos de la
ley electoral para evitar que formaciones políticas

64
ilegales o quienes justifican o apoyan la violencia
terrorista puedan utilizar nuevas vías para,
fraudulentamente, concurrir a futuros procesos
electorales y obtener representación
institucional”.

La reforma se vincula por tanto a la modificación


de la ley de partidos políticos en relación al
problema derivado del terrorismo. La STS a la que
se refieren los solicitantes 615/2017, de 14 de
Septiembre, de la Sala II, se trata del caso de un
condenado por delito de terrorismo por Sentencia de
dicha Sala de 7-5-2012 que casó la de la Audiencia
Nacional. La misma fue dictada, al analizar la
liquidación de condena de varias penas, constatando
dicha Sala la aplicación anterior a su firmeza del
art. 6.2 b) de la LOREG.

7. Ciertamente el legislador en el redactado literal


del art. 6.2 b) LOREG ha incluido además de los
delitos de terrorismo, el delito de rebelión y los
delito contra la Administración Pública, incluidos
en el Título XIX, entre los que se encuentra el
delito de desobediencia del art. 410.1 CP por el que
ha sido condenado el MHP Joaquim Torra i Pla.

Sin embargo, a efectos penales, se ha de tener en


cuenta que ha sido condenado por un delito de
desobediencia a la Administración Electoral y, en
concreto a las órdenes emanadas de la Junta
Electoral Central. La Administración electoral es,
uno de los ejes sobre los que se articula nuestro
sistema electoral (STC 24/1990, de 15 de febrero,

65
FJ 2) que tiene por finalidad garantizar la
transparencia y objetividad del proceso electoral y
el principio de igualdad (art. 8 LOREG). Dicha
finalidad, de indudable relieve constitucional,
permite comprender la reserva de ley orgánica que
rige muy intensamente en materia de procedimiento
electoral (SSTC 72/1984, de 14 de junio, y 80/2002,
de 8 de abril) y que las normas que regulan la
composición de las distintas Juntas Electorales
(arts. 9-11 LOREG) se separen manifiestamente de lo
que es ordinario de los órganos correspondientes a
la Administración General del Estado.”. STC 83/2003
(RTC 2003, 83), Como dice la STC 83/2003 (RTC 2003,
83), F. 5. ‘Todos estos datos nos conducen a concluir
que la Administración electoral no puede ser
subsumida, en el sentido que pretende el partido
recurrente, entre las Administraciones públicas a
las que es de aplicación el artículo 38.4 b) LPC’».

Lo mismo cabe decir del juicio de proporcionalidad


efectuado por el Acuerdo de la Junta Electoral
Provincial de Barcelona de 24 de diciembre de 2019:

«8. Además y en aplicación del principio de


interpretación restrictiva y proporcionalidad de las
normas limitativas del derecho al sufragio pasivo
del art. 23 CE, se ha de tener en cuenta que, a
diferencia de los casos analizados en los Acuerdos
de la JEC, -alcaldes condenados por delitos
vinculados a la ‘corrupción’ a penas de prisión,
además de la pena de inhabilitación-, el MHP Joaquim
Torra i Pla ha sido condenado por un delito de

66
desobediencia, a una pena de diez meses de multa y
un año y seis meses de inhabilitación, lo que
constituye penalmente la condena por un delito de
carácter menos grave a tenor de lo dispuesto en el
art. 33.3 del Código Penal».

2.9. La Junta Electoral Central como órgano


manifiestamente carente de la imprescindible
imparcialidad

La Junta Electoral Central es un órgano carente


manifiestamente de la imprescindible imparcialidad
para abordar este asunto. En este sentido, la
denegación de la recusación planteada por el M. H. Sr.
Quim Torra i Pla carece, también, manifiestamente de
fundamento.

El Acuerdo de 3 de enero de 2020 ha sido adoptado como


consecuencia directa de los votos de tres de los cuatro
miembros de la Junta Electoral Central que tenían la
obligación legal de abstenerse por ser notorio que
carecían de la necesaria imparcialidad para decidir
sobre esta cuestión, de tal modo que, sin su
participación, la resolución habría tenido,
seguramente, un sentido opuesto al adoptado. Por este
motivo, el M. H. Sr. Quim Torra i Pla formuló la
oportuna recusación.

Estos vocales no podían participar en la adopción de


la decisión puesto que, en su condición de miembros

67
durante el anterior mandato de la Junta Electoral
Central, habían actuado, precisamente, como
denunciantes en la causa que dio lugar a la sentencia
del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de 19 de
diciembre de 2019, que ahora se ha utilizado como
pretexto para adoptar este acuerdo.

Particular atención merece el caso del vocal Sr. Carlos


Vidal Prado, que públicamente se ha manifestado
repetidamente en contra del M. H. Sr. Quim Torra i Pla.

La mera lectura de documento que se adjunta («¿Se


enfrenta España a un movimiento prefascista?»),
referido en particular a la elección del M. H. Sr. Quim
Torra i Pla como presidente de la Generalitat por el
Parlament de Catalunya y suscrito por el Sr. Vidal
Prado, pone de manifiesto que no concurre en él la
imprescindible imparcialidad tanto subjetiva como
objetiva, necesaria para conocer sobre este recurso.

A esto cabe añadir que el día 26 de marzo de 2018, el


Sr. Vidal Prado publicó en Twitter un mensaje en el que
manifestaba su interés en que el M. H. Sr. Carles
Puigdemont, miembro de la misma candidatura que el M.
H. Sr. Quim Torra i Pla en las pasadas elecciones al
Parlamento de Cataluña, fuera encarcelado:

68
Además, el día 26 de junio de 2018, el mismo Sr. Carlos
Vidal Prado se mostraba, también en la red social
Twitter, absolutamente contrariado con los jueces del
Tribunal Superior de Schleswig-Holstein que habían
autorizado la puesta en libertad del M. H. Sr. Carles
Puigdemont, a los que acusaba nada menos que de
«dinamitar», por ello, el espacio de libertad,
seguridad y justicia:

69
El día 30 de octubre de 2018, ante el ejercicio por el
M. H. Sr. Carles Puigdemont de sus derechos a las
libertades de expresión y reunión participando en la
presentación de un libro, manifestaba el Sr. Vidal
Prado en la red social Twitter:

En el mismo sentido, la Excma. Sra. Ana María Ferrer


García, se abstuvo de decidir sobre las cuestiones
relacionadas con mi representado, en su día (incluida
la denuncia que dio lugar a la sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Cataluña de 19 de diciembre de
2019), puesto que evidentemente carecía de la necesaria
imparcialidad, pese a lo cual ha resuelto ahora,
sorprendentemente, no hacerlo, a pesar de estar
obligada legalmente a ello.

Básicamente, en su día la Excma. Sra. Ferrer García


entendió que existía un motivo de abstención que,
aparentemente, habría desaparecido ahora como si de una
situación puntual, que no permanente, se tratase. Pues

70
bien, si dicho motivo concurría entonces, como así lo
entendió con su abstención la Excma. Sra. Ferrer, lo
que aceptó también en su día el conjunto de la propia
Junta Electoral Central, ese motivo no ha podido
desaparecer ahora, puesto que las circunstancias son
exactamente las mismas que entonces.

De este modo, resulta claro que la composición de la


Junta Electoral Central que adoptó la decisión
impugnada con el presente recurso no reunía las
condiciones de objetividad e imparcialidad que exige
la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos en estos casos de conformidad con el artículo
3 del Protocolo n.º 1:

143. The Court must ensure that the decision-making


process on ineligibility or contestation of election
results is accompanied by criteria framed to prevent
arbitrary decisions. In particular, such a finding
must be reached by a body which can provide a minimum
of guarantees of its impartiality. Similarly, the
discretion enjoyed by the body concerned must not
be exorbitantly wide; it must be circumscribed, with
sufficient precision, by the provisions of domestic
law. Lastly, the procedure for declaring a candidate
ineligible must be such as to ensure a fair and
objective decision and prevent any abuse of power
on the part of the relevant authority (see
Podkolzina, cited above, § 35; Kovach v. Ukraine,
no. 39424/02, §§ 54-55, ECHR 2008; and Kerimova,
cited above, §§ 44-45)

71
En definitiva, nuevamente, la supuesta pulcritud y
eficacia de la Administración electoral a la que aludía
la Excma. Sala en su Auto de 5 de mayo de 2019 se
muestra absolutamente inexistente o superada por la
contingencia política actual que arrastra a la Junta
Electoral Central a exceder su ámbito competencial para
adoptar una posición política concreta con el objetivo
de, a través de los instrumentos con que cuenta, pero
también, como sucede en este caso, con aquellos que
pretende atribuirse, alterar la realidad política.
Salvedad hecha, obviamente, de que la Excma. Sala se
refiriera, entonces, a la eficacia de la Junta
Electoral Central en la constante vulneración de los
derechos fundamentales, eficacia esta que se encuentra
fuera de toda duda.

La imparcialidad, incluida la apariencia de tal


imparcialidad, ha de presidir todas las fases y
procedimientos en que se vean afectados los derechos
de cualquier ciudadano. Por tanto, esta misma exigencia
ha de ampliarse a la fase jurisdiccional de revisión
del acuerdo de la Junta Electoral Central de 3 de enero
de 2020 de la que trae causa este procedimiento que
aquí se inicia, de modo que, aquellas personas que
hayan participado, previamente, del proceso de adopción
de acuerdos de los que trae su origen el presente
procedimiento habrán de abstenerse del conocimiento del
mismo o, en su caso, ser recusados.

72
Por todo lo anterior,

SOLICITO A LA SALA: Que tenga por presentado en tiempo


y forma este escrito sirviéndose admitirlo a trámite y
tenga por interpuesto recurso contencioso
administrativo para la protección de los derechos
fundamentales, de conformidad con el artículo 115 de
la Ley 29/1998, de 13 de julio, de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa (LJCA), en relación con el
Acuerdo de la Junta Electoral Central de 3 de enero de
2020 (expediente n.º 251/628) por el que se desestima
el recurso interpuesto por mi mandante contra el
Acuerdo de la Junta Electoral Provincial de Barcelona
de 24 de diciembre de 2019 y a su vez se estiman los
recursos interpuestos por las formaciones políticas
Partido Popular, Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía y
Vox contra el Acuerdo de la Junta Electoral Provincial
de Barcelona de 24 de diciembre de 2019, acordando
declarar la «inelegibilidad sobrevenida» del M. H. Sr.
Quim Torra i Pla y dejar sin efecto su credencial como
diputado electo al Parlamento de Cataluña, así como
ordenando a la Junta Electoral Provincial de Barcelona
la declaración de vacante de su escaño y la expedición
de la credencial del siguiente integrante de la
candidatura.

73
Por ser de justicia que pido en Madrid a 8 de enero de
2020.

OTROSÍ DIGO: De conformidad con lo previsto en el


artículo 135.1 de la Ley de la Jurisdicción de lo
Contencioso-Administrativa, resulta imprescindible la
adopción de medidas cautelarísimas a fin de evitar la
pérdida de la finalidad legítima del recurso, en la
medida que cualquier efecto que se pudiera llegar a
reconocer al Acuerdo de la Junta Electoral Central de
3 de enero de 2020 (expediente n.º 251/628) ocasionaría
un perjuicio grave e irreparable no sólo a mi
representado, sino a la Cámara en su conjunto, al resto
de diputados del Parlamento de Cataluña, así como al
conjunto de los ciudadanos de Cataluña a los que
representa, que lo eligieron como diputado en las
elecciones al Parlamento de Cataluña de 21 de diciembre
de 2017.

En este sentido, concurren en el caso presente


circunstancias de especial urgencia, en los términos
del artículo 135.1 LJCA, en relación con lo previsto
en el artículo 130.1 LJCA, pues el Acuerdo de la Junta
Electoral Central de 3 de enero de 2020, además de
pretender dejar sin efecto arbitraria e ilegalmente la
credencial de diputado al recurrente, ordena a la Junta
Electoral Provincial de Barcelona que declare
ilegalmente la vacante del escaño del recurrente,
expidiendo la correspondiente credencial al siguiente

74
candidato de la lista por la que el M. H. Sr. Quim
Torra i Pla concurrió a las elecciones al Parlamento
de Cataluña de 21 de diciembre de 2017.

Ciertamente, la declaración de cese que se pretende


sería radicalmente nula, al carecer de amparo legal de
ningún tipo, por lo que no puede desplegar eficacia
alguna. Y como se desprende de la jurisprudencia de
esta Excma. Sala en su Sentencia de 18 de junio de 2019
(recurso n.º 252/2018), el Acuerdo de la Junta
Electoral Central de 3 de enero de 2020 no es un acto
que, per se, pueda dar lugar al cese como diputado del
recurrente.

Igualmente, la credencial que dicha decisión ordena


emitir a la Junta Electoral Provincial de Barcelona de
ningún modo puede desposeer per se de su condición de
diputado al Parlamento de Cataluña al M. H. Sr. Quim
Torra i Pla. Con todo, como se dijo en la sentencia de
esta Excma. Sala de 18 de junio de 2019 a la que nos
referimos:

«Sin embargo la vigencia aparente en el mundo del


Derecho de dichas credenciales (...) puede ser
perturbadora del derecho fundamental (...) al
ejercicio del cargo público».

Esa evidente perturbación que el Acuerdo de 3 de enero


de 2020 de la Junta Electoral Central supone sobre el
ejercicio de su cargo de diputado del M. H. Sr. Quim
Torra i Pla es la que la medida cautelarísima que se
solicita está llamada a evitar.

75
En estos términos lo puso de manifiesto esta Excma.
Sala en su Auto de 16 de julio de 2018 (recurso n.º
252/2018), en relación con un acuerdo similar de la
Junta Electoral Central en relación con un cargo electo
local que había resultado condenado, en aquel caso sí,
por sentencia firme:

«No es necesario entrar, en este momento preliminar,


en el examen de la eficacia jurídica de las
credenciales emitidas. Aunque, como bien subraya el
Ministerio Fiscal, resulta de las actuaciones que
las credenciales no han desplegado de facto sus
efectos hasta ahora no se puede descartar que no se
trate de hacer valer su eficacia jurídica en el
futuro. Apreciamos por ello que existe ‘periculum
in mora’. Una denegación de la medida cautelar puede
afectar a la finalidad legítima del recurso en la
medida en que la eficacia jurídica de las
credenciales perturbe el funcionamiento ordinario de
la Corporación local. Y, en una ponderación de los
intereses en conflicto, entendemos que este último,
que coincide con el de los recurrentes, debe
prevalecer».

También los precedentes en sede cautelar del Tribunal


Constitucional (que es obviamente la ordinariamente
llamada a pronunciarse sobre cualquier pretensión de
declarar la incompatibilidad de un parlamentario, pues
hacerlo no es, como se ha dicho, competencia de la
Junta Electoral Central) avalan la necesidad de la
adopción de la medida cautelar solicitada. Ciertamente,

76
son escasos los pronunciamientos de fondo del Tribunal
Constitucional acerca de actos que pretenden la
privación completa del ejercicio de su cargo
representativo a un parlamentario elegido
democráticamente que ha adquirido la condición plena
de diputado. Pero poca duda cabe de que una declaración
de vacante, de llegar a ejecutarse, haría perder su
finalidad legítima al presente recurso.

Evidentemente, no existe precedente alguno en que esto


lo haya estudiado la Sala Tercera del Tribunal Supremo
en el ámbito parlamentario, por la sencilla razón de
que la Junta Electoral Central nunca antes había
pretendido atribuirse de forma tan groseramente ilegal
la competencia para enjuiciar las situaciones de
incompatibilidad de los parlamentarios o para declarar
el cese de estos, atribuyéndose, incluso, competencias
que sólo corresponden a la Sala Segunda del Tribunal
Supremo, llamado a revisar la sentencia penal no firme
dictada en contra de mi mandante, y al Tribunal
Superior de Justicia de Cataluña de 19 de diciembre de
2019, que por lo demás sería el llamado, en su caso, a
ejecutar en su día la sentencia que pueda dictar la
Sala Segunda del Tribunal Supremo.

Con todo, dos sentencias del Tribunal Constitucional


sí que han abordado directamente, hasta la fecha, esta
cuestión: la STC 28/1984, de 28 de febrero, y la STC
7/1992, de 16 de enero. Y en ambas, el Tribunal

77
Constitucional resolvió estimar los recursos de amparo
respectivos.

De estos dos asuntos, únicamente en el resuelto por la


STC 7/1992 el parlamentario demandante había
solicitado, además, la suspensión de la ejecución de
la decisión impugnada durante la pendencia del proceso.
La suspensión solicitada fue acordada por el Tribunal
Constitucional en el ATC 981/1988, de 25 de agosto, y
confirmada por el ATC 54/1989, de 31 de enero, que
resolvió un recurso de súplica contra aquel. Estas dos
resoluciones tienen, pues, el notable valor de ser los
dos únicos precedentes en que el Tribunal
Constitucional han abordado la suspensión cautelar de
actos que pretendían privar completamente de su cargo
representativo a un parlamentario que había adquirido
la condición plena de diputado. En ambas resoluciones,
el Tribunal Constitucional llevó a cabo una valoración
circunstanciada de los intereses en conflicto.

Al respecto, el ATC 981/1988, FJ 2, antes citado, ante


la pretensión de privar del ejercicio de su cargo
representativo a un diputado, el Tribunal señaló lo
siguiente:

«Considera el recurrente que la ejecución de la


resolución que le priva del cargo haría perder al
amparo su finalidad, ya que no se le podría
restituir el tiempo de ejercicio del cargo durante
el que haya estado privado del mismo. Además, aduce
que la suspensión solicitada es conforme al interés

78
público, por cuanto evitaría una injustificada
alteración de la composición de la Asamblea de
Cantabria. Resulta evidente, y así lo reconoce el
Ministerio Fiscal, que la denegación de la
suspensión privaría al amparo de su finalidad, ya
que el tiempo de privación del cargo sería
irrecuperable».

En el mismo sentido se pronunció el ATC 54/1989, FJ 2,


que, como se ha dicho, resolvió el recurso de súplica
interpuesto contra el ATC 981/1988, confirmándolo:

«En efecto, como se dijo en nuestro Auto de 25 de


agosto de 1988, el tiempo en que el actor no pudiera
ejercer dicho cargo sería obviamente irreparable.
Esta fue la ratio principal de la decisión de
suspender el auto recurrido, y dicha razón no ha
sido desvirtuada por circunstancias sobrevenidas ni
por las razones aducidas por la representación del
Partido Regionalista de Cantabria».

El Tribunal Constitucional, en esa misma resolución,


también se pronunció expresamente acerca de si la
sustitución del diputado recurrente, durante de la
pendencia del proceso constitucional, por otro diputado
de su misma candidatura electoral, podía desvirtuar la
conclusión anterior, ofreciendo una respuesta
negativa:

«Arguye, sin embargo, dicha representación que no


se produciría tal pérdida de contenido del amparo,
puesto que el actor sería sustituido en su cargo de
diputado por el siguiente candidato de la lista de

79
su partido. Pero tal argumentación olvida que quien
recurre en defensa de su derechos fundamentales es
el diputado señor Vallines, no su grupo
parlamentario. Podrá dicho grupo –y la propia
Asamblea– no ver disminuido el número de sus
integrantes, pero de nada servirá ello al
recurrente, quien no habría ejercido su cargo
durante el tiempo que dure la pendencia de este
proceso y que no podría recuperarlo, aunque luego
la decisión del mismo le fuese favorable».

Claramente relevante resultan también, a este respecto,


los pronunciamientos del Tribunal Constitucional, en
sede cautelar, en el ATC 18/2002, de 11 de febrero, y
el ATC 23/2017, de 13 de febrero, en relación con el
ejercicio del cargo de parlamentario. En esta última
resolución, señalaba el Tribunal:

«Siguiendo la línea argumental del citado ATC


18/2002, no cabe duda de que las facultades
parlamentarias de los recurrentes quedan afectadas
al no poder constituir el grupo parlamentario
catalán en el Senado y tener que pasar a formar
parte del Grupo Mixto, pero esa es, y no otra, la
razón por la que acuden a esta sede en solicitud de
amparo, debiendo este Tribunal dirimir si la
decisión de la Mesa vulnera los derechos
fundamentales garantizados en los arts. 14 y 23 CE,
o si, por el contrario, se ajusta a lo previsto en
el Reglamento de la Cámara. Por tanto, dicha
afectación constituye el objeto del recurso de
amparo y no comporta, por sí sola, que haya de

80
concederse la suspensión solicitada, pues lo
decisivo, de acuerdo con el art. 56.2 LOTC y con la
doctrina sintetizada en el fundamento jurídico
primero de este auto, es si, de no concederse la
suspensión, el amparo perdería su finalidad.

En tal sentido, tal y como indica el Ministerio


Fiscal, hay que señalar que, si bien los senadores
recurrentes no han podido constituir el grupo
parlamentario catalán en el Senado, sí, en cambio,
han podido hasta el momento ejercer plenamente sus
funciones parlamentarias como miembros del Grupo
Mixto y, por tanto, pueden seguir haciendo valer los
intereses de los concretos votantes de la formación
política por la que resultaron elegidos. Y ello, sin
perjuicio de que su porcentaje de participación en
la actividad parlamentaria se vea disminuido y de
que no actúen formalmente como miembros o
representantes del grupo parlamentario catalán en
el Senado».

En similares términos se pronunció el ATC 18/2002, FJ


3, para el que el elemento determinante para no
suspender los actos recurridos era que, el
parlamentario que era objeto de la decisión impugnada,
integrado en el Grupo Mixto, podía seguir ejerciendo
los derechos representativos «en su esencia»:

«La cuestión queda reducida, pues, a los acuerdos


que afectan a los derechos parlamentarios
propiamente dichos, es decir, lo que se plantea es
si la finalidad del recurso se perdería si durante
el tiempo que conlleve su resolución no se suspenden

81
los acuerdos afectantes a los derechos propiamente
parlamentarios, vale decir, al de disolución del
grupo parlamentario, porque de él derivan el resto.
La respuesta a la cuestión así planteada es que, aun
no siendo iguales, evidentemente, las
circunstancias en que los recurrentes pueden
desarrollar sus derechos representativos como
miembros del Grupo Mixto que en su originaria
condición de integrantes de un grupo parlamentario
con identidad propia, sí pueden, sin duda, seguir
ejerciendo tales derechos representativos en su
esencia; incluso pueden, aun en esas condiciones,
seguir haciendo valer los intereses de los concretos
votantes de la formación política por la que
salieron elegidos, que es lo que un grupo
parlamentario con entidad distinta y singular
comporta. Por ello, en consecuencia, no cabe
entender que la eventual concesión del amparo en
relación con el acuerdo de disolución del grupo que
venía constituyendo pierda su finalidad sin no se
suspenden los acuerdos impugnados que tienen por
contenido derechos parlamentarios».

Pues bien, a la vista de los precedentes, es evidente


que se da, en este recurso de amparo, el presupuesto
decisivo para la suspensión de los efectos del acto
impugnado, de conformidad con el artículo 135.1 LJCA;
esto es, el daño irreparable al derecho del recurrente
que le reconoce el artículo 23.2 CE, en relación con
el artículo 23.1 CE. Y también sobre su derecho a la
presunción de inocencia que reconoce el Derecho de la

82
Unión Europea. En este sentido, también la valoración
circunstanciada de los intereses en conflicto obliga a
la suspensión cautelar del acuerdo impugnado.

El daño es tanto más evidente si se contrasta con el


supuesto del ATC 19/2012, de 30 de enero, en el que,
ante la posibilidad de que la utilización
jurisdiccional de la disposición transitoria segunda
de la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de
Universidades, en relación con el artículo 77 de los
Estatutos de la Universidad Rey Juan Carlos,
determinara el cese de quien actualmente es magistrado
del Tribunal Constitucional de un cargo no
representativo como el de rector de dicha universidad,
el Tribunal accedió a la suspensión cautelar de una
sentencia judicial firme. En relación con el criterio
de la pérdida de la finalidad del amparo, señaló el
Tribunal:

«De un lado, este Tribunal viene considerando que


cuando el recurso se dirige contra resoluciones
judiciales, lo más acorde con el interés general es
su cumplimiento, que dota de efectividad a la tutela
judicial (art. 24.1 CE) del litigante que obtuvo un
pronunciamiento favorable a sus pretensiones. Como
contrapeso, nuestro sistema de justicia
constitucional configura la posibilidad de que se
suspenda la ejecución de las resoluciones judiciales
por razón de las cuales se reclame el amparo, cuando
se acredite suficientemente la irreparabilidad del
perjuicio que pudiera traer consigo la ejecución de

83
la resolución impugnada, privando al amparo de su
finalidad.

En el presente caso la ejecución de la Sentencia


impugnada implica que el demandante de amparo cese
en el ejercicio del cargo de Rector de la
Universidad Rey Juan Carlos que desempeña en la
actualidad, sin posibilidad de concurrir en el nuevo
proceso electoral que a tal fin habría de
celebrarse, por lo que, obviamente, de tal ejecución
se derivan para él perjuicios personales y
profesionales que son, cuando menos, de difícil
reparación».

Huelga decir que en este caso ni siquiera nos hallamos


ante una resolución judicial, sino ante un acto
groseramente antijurídico, ya veremos si culpable, por
parte de un autoridad, la Junta Electoral Central, que
es manifiestamente incompetente para adoptarlo.

A ello se suma, además, que la suspensión de los efectos


del acto impugnado no solo no ocasiona perturbación
grave a un interés constitucionalmente protegido, ni a
los derechos fundamentales o libertades de otra
persona, sino que sucede justamente lo contrario: es
precisamente la pretensión del Acuerdo de la Junta
Electoral Central de 3 de enero de 2020 la que ocasiona
perturbación grave a un interés constitucionalmente
protegido (de relevancia bastante superior al interés
en que el Sr. González-Trevijano Sánchez, actualmente
magistrado del Tribunal Constitucional, se mantuviera
al frente de la Universidad Rey Juan Carlos, que

84
protegieron en sede cautelar, apreciando urgencia
excepcional, tanto la providencia de admisión del
Tribunal Constitucional de 19 de diciembre de 2011 como
el ATC 19/2012, de 30 de enero), afectando a los
derechos fundamentales de todas las ciudadanas y los
ciudadanos de Cataluña.

De esta manera reconocía ese interés


constitucionalmente protegido el reiteradamente citado
ATC 54/1989, FJ 2:

«Se decía también, a mayor abundamiento, en el auto


ahora cuestionado, que la preservación del objetivo
del recurso de amparo no estaba exenta del interés
público inherente al mantenimiento en su puesto del
titular de un cargo representativo que se debe a la
libre elección de los ciudadanos. Arguye a este
respecto la representación del Partido Regionalista
de Cantabria que mayor es el interés general en el
mantenimiento de una resolución de la Presidencia
de la Asamblea Regional de Cantabria, representativa
de los intereses generales, decisión que goza de
presunción de legitimidad y que proviene
‘directamente de la voluntad soberana de los
electores’, ya que el presidente fue también electo
y nombrado para dicho cargo por la propia Cámara.
Pero, si bien es cierto que una resolución de la
Presidencia de la Cámara goza de presunción de
legitimidad y que, en principio, existe un innegable
interés general en su cumplimiento, tal presunción
e interés han de ceder ante la posibilidad de que
se produzca una lesión irreparable de un derecho

85
fundamental, que lo sería también de un interés
general prevalente como lo es el respeto a la
directa expresión por los ciudadanos de su voluntad
por medio de elecciones».

El carácter prevalente de los derechos políticos, como


del funcionamiento efectivo del Parlamento al que se
refería el ATC 54/1989 ha sido puesto de manifiesto
reiteradamente por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, de lo que sin duda alguna es conocedor el
Tribunal Constitucional.

Así, recientemente, en la sentencia en el asunto


Selahattin Demirtaş c. Turquía, de 20 de noviembre de
2018, el Tribunal ha declarado, respecto de un diputado
en situación de prisión provisional, lo siguiente:

«240. Having regard to all the foregoing


considerations, the Court concludes that although
the applicant retained his status as a member of
parliament throughout his term of office and was
thus able to receive his salary in that capacity,
the fact that it was impossible for him to take part
in the activities of the National Assembly on
account of his pre-trial detention constitutes an
unjustified interference with the free expression
of the opinion of the people and with the applicant’s
right to be elected and to sit in Parliament. It
therefore dismisses the Government’s objection of
incompatibility ratione materiae with the provisions
of the Convention and concludes that the measure in
question was incompatible with the very essence of

86
the applicant’s right under Article 3 of Protocol
No. 1 to be elected and to sit in Parliament and
infringed the sovereign power of the electorate that
had elected him as a member of parliament».10

Como destacó también la Gran Sala del Tribunal Europeo


de Derechos Humanos en el asunto Karácsony y otros c.
Hungría, de 17 de mayo de 2016, en un párrafo que
reproduce también la sentencia del Selahattin Demirtaş
c. Turquía:

«227. The Court reiterates that democracy


constitutes a fundamental element of the “European
public order”, and that the rights guaranteed under
Article 3 of Protocol No. 1 to the Convention are
crucial to establishing and maintaining the
foundations of an effective and meaningful democracy
governed by the rule of law (see Karácsony and
Others v. Hungary [GC], nos. 42461/13 and 44357/13,
§ 141, 17 May 2016, and Uspaskich v. Lithuania, no.

10
Traducción oficiosa realizada por esta parte al no constar la
existencia de una oficial: «240. Teniendo en cuenta todas las
consideraciones anteriores, el Tribunal concluye que aunque el
solicitante mantuvo su condición de miembro del parlamento
durante todo su mandato y, por lo tanto, pudo recibir su salario
en esa capacidad, el hecho de que le era imposible tomar parte
de las actividades de la Asamblea Nacional debido a su detención
preventiva constituye una interferencia injustificada con la
libre expresión de la opinión de la gente y con el derecho del
solicitante a ser elegido y sentarse en el Parlamento. Por lo
tanto, desestima la objeción del Gobierno de incompatibilidad
ratione materiae con las disposiciones del Convenio y concluye
que la medida en cuestión era incompatible con la esencia misma
del derecho del solicitante en virtud del artículo 3 del
Protocolo núm. 1 a ser elegido y sentarse en el Parlamento y
infringió el poder soberano del electorado que lo había elegido
como miembro del parlamento».

87
14737/08, § 87, 20 December 2016). It further notes
that as it held in Mathieu-Mohin and Clerfayt v.
Belgium (2 March 1987, § 47, Series A no. 113) and
Lingens v. Austria (8 July 1986, §§ 41 and 42, Series
A no. 103), free elections and freedom of
expression, in particular freedom of political
debate, form the bedrock of any democratic system
(see Tănase v. Moldova [GC], no. 7/08, § 154, ECHR
2010). Thus, the Convention establishes a close
nexus between an effective political democracy and
the effective operation of Parliament. Accordingly,
there can be no doubt that the effective functioning
of Parliament is a value of key importance for a
democratic society (see Karácsony and Others, cited
above, § 141)».11

Pues bien, resulta incontrovertible que el arbitrario


e ilegal Acuerdo de 3 de enero de 2020 de la Junta
Electoral Central, respecto del que se solicita su

11
Traducción no oficial de esta parte por no constar la
existencia de ninguna traducción oficial: «227. El Tribunal
reitera que la democracia constituye un elemento fundamental del
‘orden público europeo’, y que los derechos garantizados en
virtud del artículo 3 del Protocolo núm. 1 del Convenio son
cruciales para establecer y mantener las bases de una democracia
efectiva y significativa gobernada por el imperio de la ley
Señala además que, como se sostuvo en Mathieu-Mohin y Clerfayt
v. Bélgica (2 de marzo de 1987, § 47, Serie A no. 113) y Lingens
v. Austria (8 de julio de 1986, §§ 41 y 42, Serie A no. 103),
las elecciones libres y la libertad de expresión, en particular
la libertad de debate político, forman la base de cualquier
sistema democrático (ver Tănase v. Moldova [GC], no. 7/08, §
154, CEDH 2010). Por lo tanto, la Convención establece un nexo
cercano entre una democracia política efectiva y la actividad
efectiva del Parlamento. En consecuencia, no cabe duda de que
el funcionamiento efectivo del Parlamento es un valor de
importancia clave para una sociedad democrática (véase Karácsony
y otros, citado anteriormente, § 141)».

88
suspensión cautelar al Tribunal Supremo pretende tener
una incidencia absolutamente crucial sobre la
composición del Parlamento de Cataluña, así como
ocasionar una perturbación en su funcionamiento
ordinario, en los términos reconocidos por esta Excma.
Sala en su Auto de 16 de julio de 2018 (recurso n.º
252/2018) respecto de un concejal de una corporación
local. Teniendo en cuenta que en este caso se pretende
declarar vacante el escaño de parlamentario de quien
ostenta, además, la condición de presidente de la
Generalitat, la perturbación es indiscutible.

De igual modo que, en el ATC 54/1989, la presunción de


legitimidad de la utilización de un precepto del
reglamento parlamentario debía ceder «ante la
posibilidad de que se produzca una lesión irreparable
de un derecho fundamental, que lo sería también de un
interés general prevalente como lo es el respeto a la
directa expresión por los ciudadanos de su voluntad por
medio de elecciones», por idéntica razón debe ceder la
presunción de legitimidad de la utilización por parte
de la Junta Electoral Central del precepto legal objeto
del presente recurso.

Así lo viene señalando el Tribunal Constitucional, al


menos, desde el ATC 169/1995, de 5 de junio, en que
afirmó:

«Igualmente hemos advertido que, cuando lo que se


recurre son resoluciones judiciales, existe un
interés general en su ejecución. Con todo, este

89
principio ha sido implícita o explícitamente
matizado a tenor de las circunstancias de cada caso,
puesto que si se aplicase de forma genérica, dado
que, como queda dicho, la perturbación del interés
general es causa de excepción de la suspensión, se
llegaría a la conclusión inaceptable de que nunca
cabría la suspensión de las resoluciones judiciales.
Para que ésta pueda producirse, la perturbación del
interés general debe ser grave y debe apreciarse en
cada caso atendiendo a las circunstancias
específicas que concurren en cada una de las
resoluciones judiciales recurridas. Entre ellas
conviene señalar la diferencia existente entre la
suspensión de la ejecución de un acto (que mantiene
la situación de hecho existente) y la suspensión de
un escrito denegatorio del cambio de esa situación
donde su eventual suspensión determinaría la
revocación de un acto anterior y, de hecho, la
estimación del recurso en su fondo».

Con más razón habrá de suspenderse cuando no se trata,


siquiera, de una resolución judicial, como sucede en
este caso, en los términos que hemos recordado con
anterioridad.

En conclusión, no se pide otra cosa al Tribunal


Supremo, en esta pieza separada de suspensión, que la
aplicación, exactamente, del mismo criterio que utilizó
el Tribunal Constitucional en los AATC 981/1988,
54/1989, 18/2002 y 23/2017 –en términos que resultan
de directa aplicación a este recurso– e incluso en el
ATC 19/2012 –en una pieza separada de suspensión de

90
recurso de amparo, en relación con un cargo no
representativo, en el que era parte demandante quien
ahora es magistrado del Tribunal Constitucional–.

La denegación de la medida cautelar solicitada


vulneraría, no solo el derecho fundamental invocado,
sino también el derecho a la igualdad (artículo 14, en
relación con lo acordado en los AATC 981/1988 y
54/1989), el derecho de sufragio pasivo, el derecho a
la presunción de inocencia, el derecho a la legalidad
penal, así como el derecho la tutela judicial efectiva
del diputado recurrente, ex artículo 24 de la
Constitución, en su manifestación de derecho a la
tutela judicial cautelar, en relación con los derechos
reconocidos por los artículos 6 del Convenio Europeo
de Derechos Humanos y 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, así como los demás
conexos de dichos convenios. En relación con el derecho
a la tutela judicial cautelar, cabe señalar que ha
señalado la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
(por todas, la STC 238/1992, de 17 de diciembre):

«La tutela judicial ha de ser, por imperativo


constitucional, ‘efectiva’, y la medida en que lo
sea o no ha de hallarse en la suficiencia de las
potestades atribuidas por ley a los órganos del
poder judicial para, efectivamente, salvaguardar los
intereses o derechos cuya protección se demanda. Por
ello, es preciso reiterar ahora lo que afirmamos en
nuestra STC 14/1992, fundamento jurídico 7º, esto
es, que ‘la tutela judicial no es tal sin medidas

91
cautelares que aseguren el efectivo cumplimiento de
la resolución definitiva que recaiga en el
proceso’».

Por lo demás, la alegada inconstitucionalidad que se


predica del artículo 6.2.b LOREG, en relación con su
artículo 6.4, con solicitud de planteamiento de la
correspondiente cuestión de inconstitucionalidad por
vulneración palmaria del derecho de sufragio pasivo
reconocido en la Constitución, del derecho a la
presunción de inocencia, así como del resto de
preceptos a los que se refiere el presente recurso,
también ha sido un criterio utilizado en el pasado por
esta Excma. Sala para conceder la suspensión cautelar
de determinados actos como el que aquí se impugna. Así
lo puso de manifiesto esta misma Excma. Sala en su Auto
de 25 de septiembre de 2019 (recurso n.º 278/2019):

«Además, debe indicarse que, mientras en el recurso


75/2019 se ha solicitado el planteamiento de
cuestión de inconstitucionalidad sobre la Ley
aplicable, no lo han pedido aquí los recurrentes».

Lo mismo cabe decir, por consiguiente, respecto de la


vulneración del derecho a la presunción de inocencia
que ha armonizado el Derecho de la Unión Europea, que
obliga, de no estimarse directamente el recurso
presentado, al planteamiento de la correspondiente
cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de
la Unión Europea, de conformidad con lo previsto en el

92
artículo 267 del Tratado de Funcionamiento de la Unión
Europea.

Por último, cabe destacar el grave conflicto


constitucional que supone la usurpación por la Junta
Electoral Central, por vez primera, de competencias que
corresponden a las Cámaras, en este caso al Parlamento
de Cataluña.

Esta usurpación, en los términos que se han expuesto


anteriormente, es apreciable ictu oculi, pues es
evidente que ni se ha atribuido nunca a la Junta
Electoral Central el enjuiciamiento de las las
incompatibilidades de los parlamentarios, ni esta se
había entendido nunca, hasta el momento, competente
para ello, como ponen de manifiesto los numerosísimos
precedentes que citan tanto este recurso como el voto
particular al Acuerdo de 3 de enero de 2020 que se
impugna con el presente recurso.

En definitiva, nos hallamos ante un vicio de nulidad


radical, en los términos que han sido alegados
sobradamente en el escrito de interposición (al que nos
remitimos), ante una verdadera vía de hecho por parte
de la Junta Electoral Central, que amenaza con provocar
además, un grave conflicto constitucional, que obliga
indefectiblemente a la adopción de las medidas
cautelarísimas solicitadas.

Por todo ello,

93
OTROSÍ SOLICITO: Que de conformidad con los argumentos
precedentes, de acuerdo con el artículo 135.1 LJCA, se
acuerde:

a) Suspender cautelarmente el Acuerdo de la Junta


Electoral Central de 3 de enero de 2020 (expediente n.º
251/628).

b) Comunicar inmediatamente dicha suspensión a la Junta


Electoral Provincial de Barcelona.

Por ser de Justicia que pido en Madrid a 8 de enero de


2020.

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