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¿A DÓNDE SE HA IDO LA NAVIDAD?

La llegada de Jesús a la tierra, que decide nacer de padres pobres y


humildes en un pesebre y que viene a enseñarnos cómo se ama y como se
sufre. Su objetivo último es la redención de nuestra alma para que junto a Él,
completamente limpios y santos vivamos eternamente.

José y María eran personas pobres materialmente. Ninguno de los dos


provenía de acaudaladas familias. Ni el uno y el otro tenían estudios y no
eran líderes de la sociedad de entonces.

Ignorados como los pobres de hoy. Como los miles de refugiados quizá
como los pobres que recogía la Santa Madre Teresa de Calcuta por esto
mismo, la vida cristiana es una experiencia de gracia pues sin ella no
comprenderíamos muchas de las cosas que nos pasan.

Por ejemplo: que pierdas el trabajo, que te indispongan injustamente y que


termine la gente clavándote en una cruz. Todo esto el que sigue a Cristo ha
de vivirlo y sabe que entre más sufrimiento tenga en su vida terrenal más
amado y favorito por Dios es.

Lo eran José y María quienes desde muy jóvenes estuvieron sometidos a


mucho sufrimiento. José al saber que María estaba embarazada, que viviría
un matrimonio célibe y sería nadie en sociedad más que José, un carpintero.
Un hombre sin poder y sin riqueza.

María, porque aunque concebida sin pecado, muy joven se vería con la
angustia de proteger a su hijo no nacido y con aquella gran incertidumbre de
no saber dónde nacería. Todo esto es una intensa experiencia de dolor pues
en su guión no hay placer, no hay lugar especial, no hay experiencia de tener
poder como es la propuesta del mundo en que vivimos.

Tú y yo probablemente somos personas así en la sociedad. Gente común y


corriente, trabajadores humildes, otros con más educación y quizá menos
invisibles pero siempre sujetos a la decisión de otro más arriba que tú. Si
por ejemplo te dan una oportunidad, puede que te prueben y no les guste y
así como llega se va. Todo esto como persona en el mundo te producirá
incertidumbre, otras veces nerviosismo, otras, tristeza, otras, enojo.

En realidad no puedes hacer nada pues siempre tu puesto siempre


dependerá de otro poderoso y hagas lo que hagas no podrás evitar que se te
quite, o que se te trate injustamente o que incluso trates de protestar nada
sucederá pues se hará la voluntad del que tiene el poder.
Sin embargo, cuando eres un verdadero discípulo y conoces a Jesús quien
en su oración decía: “Padre que se haga tu voluntad” puedes tener la
seguridad que lo que te pasa aunque en el momento en que te pase no lo
entiendas ni lo comprendas es lo mejor para ti, para tu vida terrenal y para tu
vida eterna. Por lo que a mayor incertidumbre, prueba y frustración mayor
conocimiento de Jesús y su Misterio y mayor desprendimiento de lo que
deseas para ti.

Seguir a Cristo no es pensar que la vida es injusta o que los otros no te


quieren. Seguir a Cristo es caminar senda arriba, navegar mar adentro y
descender a gélidas cavernas muchas veces. Es un intenso entrenamiento,
donde Él te prueba. Te forma, te capacita y si estás listo te lanzará.
¿Cuándo?, ¿dónde? Quizá en la tierra o tal vez desde el cielo.

Siempre se hará la voluntad de Dios. Vive con esta convicción y veras que
feliz eres viviendo esta ventura de sufrimiento en sufrimiento, que en
realidad es la academia para Los Santos.

Mons. Ángel Ortega Trinidad


Capellán de la Corte Suprema de la República

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