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CAUSA ROL : C-2.472-2.016.

MATERIA : JUICIO ORDINARIO DE INDEMNIZACION DE

PERJUICIOS.

CÓDIGO : I-03

DEMANDANTE 1 : BERNARDA ZUNILDA MARÍN TAPIA

R.U.N. : 13.869.222-1

DEMANDANTE 2 : FRANCIA ANDREA MARÍN TAPIA

R.U.N. : 13.646.452-3

DEMANDANTE 3 : BERNARDA IMPERIO TAPIA BEJAR

R.U.N. : 7.023.488-2

DEMANDANTE 4 : NICOL STEFANIA MARÍN TAPIA

R.U.N. : 17.433.951-1

DEMANDANTE 5 : NATHALIE ESPERANZA MARÍN TAPIA

R.U.N. : 20.213.047-K

DEMANDADO : HOSPITAL REGIONAL DE ANTOFAGASTA

R.U.N. : 61.606.201-8

FECHA DE INICIO : 08.06.2.016.

Antofagasta, a veintiuno de diciembre del año dos mil

diecisiete.

VISTOS:

A fs. 06, comparece don Miguel Avendaño Cisternas,

abogado, en representación de doña Bernarda Zunilda Marín

Tapia; administradora de empresa; doña Francia Andrea Marín

Tapia, comerciante; doña Bernarda Imperio Tapia Bejar, labores

de casa; doña Nicol Stefania Marín Tapia, egresada ingeniera

ejecución en metalurgia; y doña Nathalie Esperanza Marín

Tapia, estudiante, todos domiciliados en calle Arturo Prat

N°214, oficina 506-507, Antofagasta, quien deduce demanda en


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contra de Hospital Regional de Antofagasta, representado por

su director don Juan Antonio Urrutia Reyes, Ingeniero

Comercial, ambos domiciliados en Avenida Argentina N°1.964,

Antofagasta.

Funda su demanda que con fecha 19 de mayo del año 2.014,

don Arma |ndo Marín Villegas, cónyuge y padre de sus

representadas, acude a dependencias de la Clínica Antofagasta,

en compañía de su cónyuge doña Bernarda Imperio Tapia Bejar,

para realizarse un examen médico denominado coloclisis, debido

a que en menos de 4 meses había experimentado un cambio de

peso fluctuando entre los 10 y 15 kilogramos sin causa

conocida. Indica que en virtud de dicho examen, se identificó

la existencia de una masa solida proliferativa a nivel del

sigmoides, parte del colon e intestino grueso, con

adenopatías. Señala que posteriormente con fecha 26 de junio,

se realiza un segundo examen médico en Clínica La Portada

denominado Colonoscopia con el Dr. Roberto Ortuño el cual

arrojo como diagnostico cáncer de recto superior avanzado,

sacando muestra para biopsia, la cual arrojo como resultado

concluyente adenocarcinoma tubular moderadamente diferenciado

grado II de Broders infiltrante en el colon de la mucosa y

submucosa. Expone que ante dicho diagnostico acude al Hospital

Regional de Antofagasta, recinto que comprende el diagnostico

dentro de las patologías financiadas por el sistema AUGE, en

donde se realiza una serie de exámenes médicos para conocer el

estado actual de su salud y el tratamiento adecuado para su

recuperación el que consistió finalmente en una intervención

quirúrgica con la finalidad de extirpar la masa cancerígena de


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la zona afectada. Relata que con fecha 26 de agosto del año

2.015, se lleva a cabo una Resonancia Magnética en dicho

centro asistencial, procediendo el día 29 de agosto a la

respectiva cirugía quirúrgica, a cargo del equipo médico

encabezado por el Dr. Iván Alcota, ingresando a pabellón a las

08:00 A.M.

Señala que durante la operación, pasadas las horas, sin

información alguna, la cónyuge del paciente, se percata que el

Dr. Iván Alcota, salió de pabellón, momento en el cual el

Doctor le comunica que habían traspasado el mando de la

operación al Dr. Augusto Siccha Vejarano y a la Dra. Camila

Vallejo. Indica que una vez que sale el Doctor Siccha le

informa que todo había salido como esperaba y que la

intervención había sido un éxito, añadiendo que no era

necesario que el paciente quedara con una colostomía. Expone

que no obstante la explicación del médico, existen dos

protocolos operatorios contradictorios, el primero de ellos

describe la realización de una cirugía gastroduodenal, a

diferencia con lo descrito en el segundo protocolo, el que

menciona la resección anterior del recto bajo por

laparoscopia. Hace presente que durante la cirugía no se logra

el objetivo principal relativo a poner remedio a la salud del

paciente, no siendo posible resecar el intestino, retirando el

tejido cancerígeno. Precisa que se produce una fistula a nivel

de colon, es decir, se pasa a llevar el colon sumado a que la

técnica operatoria no es realizada correctamente, provocando

dehiscencia, saliéndose los puntos de las suturas del

paciente. En consecuencia de lo anterior, señala que el


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organismo del paciente comienza un proceso de contaminación

interna, denominado pelviperitonitis, la cual consiste en la

inflamación del peritoneo que tapiza los órganos situados en

la cavidad pélvica, provocando un dolor agudo intenso en la

región del abdomen, fiebre, trastornos urinarios y en

ocasiones perdidas de sangre por los genitales. Expone que su

causa principal se debió a un cuadro infeccioso en la zona de

la pelvis, especialmente al material contaminante fecaloídeo

por dehiscencia de las suturas, dando origen a la fistula

recto peritoneal, lo que derivo posteriormente en un

neumoperitoneo.

Así las cosas, relata que con fecha 30 de agosto, el

paciente es trasladado a la UTIMQ, Unidad Intermedio

Quirúrgica para realizar el monitoreo básico, debido a que el

paciente no estaba evolucionando en forma favorable. Indica

que con fecha 02 de septiembre, alrededor de las 17:00 horas

el paciente sufre una descompensación debido a una alteración

hemodinámica, dolor abdominal con colostomía, situación

informada al Dr. Siccha quien decide realizar un scanner para

determinar la causa de la descomposición. Señala que el día 04

de septiembre, el examen arroja como resultado la

contaminación interna del paciente, razón por la cual debía

someterse a una segunda intervención quirúrgica de urgencia,

con el fin de aspirar el aire que se encontraba al interior

del paciente y cerrar la fistula en el intestino que se

observaba en el examen. Expone que el examen dio cuenta de una

dehiscencia total de la sutura del recto, por el cual se

habían abierto los puntos de la cirugía, provocando la salida


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del contenido fecaloídeo hacia el peritoneo, situación que

llevo al paciente a un cuadro de pelviperitonitis, así como

también se señala en dicho diagnostico un neumoperitoneo con

observación de víscera hueca perforada consecuencia de la

primera cirugía realizada. Afirma que en la resección del

recto, realizada por la vía periscópica, las herramientas que

se usaron, se insertaron en el abdomen introduciendo aire

deliberadamente para inflar con gas de modo que el campo

quirúrgico fuese más claro y fácil de ver y al producirse el

neumoperitoneo, complicación de una infección o ruptura de

víscera, se requería una cirugía para corregir el problema.

Indica que una vez practicada la segunda cirugía el paciente

fue trasladado de manera inmediata a la Unidad de Tratamiento

Intensivo, siendo trasladado nuevamente el día 07 de

septiembre a la Unidad de Cuidado Intensivos, ya que al

examinar al paciente los médicos concluyeron que era necesario

un mayor cuidado por la gravedad dl estado del paciente.

Señala que los familiares se acercaron a hablar con el Dr.

Reyes para saber el estado de salud de su padre y cónyuge a lo

que él les contestó que les estaba haciendo un favor ya que no

le correspondía hacerse cargo del paciente. Indica que al dia

siguiente en el horario de visitas, doña Bernarda ingresa a la

UTI, momento en el cual es sacada de manera inmediata,

suspendiéndole las visitas, debido a que se encontraban en un

procedimiento muy grave con don Armando Marín encabezado por

el doctor Villalobos. Relata que luego de 1 hora, el doctor

Villalobos les comunica que atendido el cuadro de gravedad y

descomposición en que se encontraba el paciente, había sido


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necesario colocar unos tubos en los costados del tórax para

poder eliminar el líquido que se había acumulado en los

pulmones, eliminando una cantidad de líquido aproximada a los

600 ml de un lado y 400 ml por el otro. Señala que dicho

liquido provocó una serie de dificultades respiratorias,

sufriendo el paciente un paro cardiorrespiratorio, a

consecuencia del cuadro infeccioso. Indica que aproximadamente

a las 21:00 horas se confirma el traslado del paciente a la

UCI, el cual se le comunica vía telefónica a los familiares de

don Armando, indicándoles que se encontraba muy grave y con

alto riesgo de mortalidad. Además se le pidió que firmara

autorización para realizar en caso de ser necesario

transfusión, pabellón o resonancia magnética. Expone que el

paciente evoluciona de manera tórpida con dificultad en el

sistema respiratorio, dolor torácico, además de alteración en

la función renal, motivo por el cual es llevado nuevamente a

pabellón, señalando que el paciente tenía un alto grado de

infección, pudiendo ser mortal. Señala que con fecha 08 de

septiembre ingresa a pabellón por tercera vez debido a un

cuadro de derrame pleural, es decir, presencia de líquido

libre a nivel pulmonar, debiendo nuevamente insertar tubos de

drenaje para ayudar a la eliminación del líquido, descomprimir

y trabar la infección, sin perjuicio del agresivo tratamiento

con antibióticos. Indica que luego de las intervenciones el

paciente ingresa nuevamente a la UCI para monitoreo invasivo,

evolucionando lentamente lo que permitió que fuera entubado,

sin embargo aún mantenía alteración de la función renal por lo

que le continúan realizando hemodiálisis continua. Relata que


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con fecha 23 de septiembre, el paciente es trasladado a la

UTI, con diagnóstico de Shock Séptico Foco Abdominal, Falla

Renal en Hemodiálisis, Cáncer Rectal operado. Indica que logra

una evolución con alteración térmica debiendo proceder a

nuevos exámenes para lograr encontrar la razón de la

infección. Nuevamente indica que le realizan un scanner, cuyo

diagnóstico evidencia un derrame pleural bilateral siendo

sometido a drenaje percutáneo, lo que tradujo a su vez en un

deterioro progresivo debido al deterioro de la mecánica

ventilatoria. Finalmente señala que tras 4 meses de batalla

física y un largo proceso y tratamiento, el paciente el día 10

de octubre vuelve a ingresar a pabellón, como cuarta vez, por

motivo de absceso subfrénico, el cual es un proceso secundario

a una infección, después de una cirugía abdominal, como

también puede ser producto de una perforación de víscera en

donde se deposita el material contaminado. Así las cosas y

finalizada la operación indica que el paciente vuelve a

ingresar a la UCI, con mal pronóstico, falleciendo el mismo

día a las 23:20 horas.

Fundamenta su acción, en primer lugar, en el derecho de

los usuarios en el sistema nacional de salud, a través de una

red de atención, proporcionado por servicios públicos. Añade

que el derecho a una prestación oportuna de salud es una de

las primeras garantías consignada en la DPI Técnica N°04 del

Ministerio de Salud. De modo tal que al aplicar la

responsabilidad según el artículo 44 de la ley 18.575, el

servicio público es responsable por la falta de servicio al

desarrollar su objetivo de proporcionar atención de salud a


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los ciudadanos. En relación al demandado, la responsabilidad

aparece vinculada al daño que sufren una o más personas

individualizadas y al deber de alguien a repararlo o

compensarlo con medios equivalentes, a través de la imputación

de una persona en la obligación de reparar un perjuicio, lo

que constituye el contenido esencial del concepto de

responsabilidad civil. El sistema se funda en el dolo o culpa

del actor para imputarle la obligación de responder. La

víctima se encuentra obligada a demostrar que el agente actuó

con la intención positiva de inferirle injuria o daño o al

menos sin la debida diligencia y cuidado que impone la vida e

sociedad.

La responsabilidad por falta de servicio se configura a

través de la existencia de una acción, una falta de servicio,

un daño y la existencia de un nexo causal entre el daño y la

falta de servicio. En relación con la acción, el artículo 4 y

44 de la Ley 18.575, indican el derecho del Estado para

repetir en contra del funcionario que hubiese incurrido en

falta personal, por lo que la conducta de los agentes de un

órgano estatal recae directamente en el órgano cuando el

agente actúa en el ejercicio de sus funciones. La

responsabilidad o falta personal del funcionario pasa a

segundo plano, regulándose como una cuestión entre el

funcionario y el órgano por cuya cuenta actuó o debió actuar.

En virtud de lo anterior concurre la acción por omisión,

debiendo el Fisco actuar para evitar el daño, habiéndose

requerido la intervención médica, no se produjo oportunamente,

provocando su abstención un perjuicio para su representado. En


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consecuencia la acción o conducta en autos, se produjo a

través de un hecho negativo, una abstracción de la obligación

de los agentes del Hospital Regional de Antofagasta,

consistente en una cadena de desaciertos, de acciones y

omisiones negligentes que culminaron en el deceso del paciente

toda vez que se pudo evitar el desenlace fatal si en la

primera intervención quirúrgica, la técnica utilizada y un

posterior diagnóstico acertado hubiesen sido tratados

oportunamente. Por su parte en cuanto a la falta o culpa del

servicio, cita a Bermúdez indicando que la falta de servicio

prescinde del comportamiento del funcionario e incluso cuando

este no puede ser determinado, lo que no implica que la

responsabilidad es por riesgo sino que fundada en la culpa. En

la especie, la falta de servicio existió, pues hubo una falla

en la atención de don Armando Marín en tanto que dice relación

directa con la función que constituye el objetivo y razón de

ser del Hospital Regional de Antofagasta, siendo el de

proporcionar atención de salud integra al usuario hasta

restablecerlo. Añade que según la lex artis, la culpa puede

manifestarse por la impericia en los casos en que el médico no

conoce la técnica apropiada, en la realización de una acción o

incurrir en una omisión, en donde el medico actúa de manera

imprudente apartado del estándar exigible, o en una culpa por

acción en la que existe un exceso en el actuar que resulta

reprochable. De conformidad con lo anterior, señala que la

negligencia se configura en la primera intervención quirúrgica

efectuada por los médicos del Hospital Regional, ya que no

sólo se constata una inconsistencia en los protocolos


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operatorios sino que además una falta de cuidado inmediato,

útil y oportuno que permite evitar el fatal deceso. Hace

presente que en uno de los referidos protocolos se detalla la

eliminación de deposiciones del paciente, dato relevante, en

consideración a que el equipo médico debió realizar un lavado

en dicha zona con suero para eliminar los restos, teniendo en

cuenta el proceder ordinario de la ciencia médica para evitar

contaminación con presencia de material infeccioso, evitando

la posterior pelviperitonitis y neumoperitoneo que desencadena

en la serie de complicaciones en el paciente que ponen termino

a su existencia. Además señala que son cuestionables las

suturas realizadas ya que en la segunda intervención, el

equipo médico se percata de la dehiscencia total de la sutura

del recto del paciente en un intervalo de tiempo que no supera

una semana, existiendo un hecho evitable si se hubiera

realizado un control y monitoreo más personalizado. Expone que

tal conducta importa una negligencia grave, consistente en un

retardo inexcusable e inexplicable por parte de los

profesionales del Hospital Regional de Antofagasta, ya que con

un diagnóstico y tratamiento oportuno y certero la salud y

vida familiar del paciente y sus representadas no habrían sido

expuestas al riesgo. Relata que don Armando Marín no era un

paciente con grandes riesgos asociados, solo la hipertensión

como enfermedad crónica, por lo que si la cirugía y el

tratamiento se hubiesen realizado de manera correcta se habría

evitado el desenlace fatal. Hace presente que es evidente el

actuar reprochable del actuar del demandante, con un retraso

en el diagnóstico del paciente y un efectivo tratamiento,


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realizando gestiones burocráticas y de consultas entre

profesionales que produjo el retraso en tomas de decisiones

que pudiesen evitar el deceso toda vez que se solicita

evaluación del Cirujano de turno del Servicio de Urgencia

quien retrasa la intervención a horario hábil sin dar

resolución quirúrgica acorde a la emergencia. En consecuencia

el equipo médico decide someter la resolución del radiólogo

bajo punción en la UCI, procedimiento que no logra poner

término al cuadro infeccioso, además del retraso en el uso de

antibióticos debido a la falta de información acerca del

elemento contaminante que permitiera determinar un medicamento

eficaz para evitar la propagación de la infección.

En cuanto a la relación de causalidad, señala que si se

elimina la conducta de la parte demandada, no se producen los

daños, constituyendo las acciones y omisiones descritas las

condiciones necesarias y suficientes que provocan el deceso de

don Armando Marín. Asimismo expone que el actuar culposo de

los médicos intervinientes del Hospital Regional fue

determinante en el curso causal del deterioro de salud del

paciente. Señala que es evidente que la primera intervención

quirúrgica es motivo desencadenante de la serie de

complicaciones que experimenta el paciente y provocan su

deceso. El error cometido en la intervención, el material

contaminante no extirpado del organismo, el retraso del

diagnóstico son las conductas que derivan en la denegación del

tratamiento adecuado lo que altero el curso causal

desencadenando la patología que no fue tratada a tiempo. En

relación al daño, expone que la indemnización de perjuicios


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busca reparar el daño patrimonial y extrapatrimonial

efectivamente causado, por el cual su reparación debe dejar al

damnificado en la misma e idéntica situación en que se

encontraba, si no se hubiera producido el hecho dañoso. Al

respecto y en cuanto al daño moral, señala que dentro de las

circunstancias en que ocurrieron los hechos se desprende el

carácter y la forma en que se produjo la lesión, estimando que

don Armando Marín ingresó al Hospital Regional de Antofagasta,

esperando él y sus familiares, una atención de calidad,

respetando las normas básicas de la lex artis. Por tanto

estima que la demandada como responsable civilmente, debe

indemnizar el daño moral que ha causado en la suma total de

$400.000.000.- a razón de $80.000.000.- para cada una de las

demandantes o la suma mayor o menor que S.S. determine de

conformidad con el mérito del proceso. Por concepto de daño

patrimonial representado en los intereses patrimoniales de la

víctima, entre ellos el daño emergente, representado por la

efectiva perdida que han sufrido sus representadas como

consecuencia de las atenciones médicas que tuvo y que ha

tenido que financiar para conseguir una atención médica

oportuna que debió haber sido prestada por el demandado, por

lo que solicita la suma de $10.000.000.- que comprende los

gastos médicos, clínicos y servicios funerarios gastados. En

cuanto al lucro cesante, señala que don Armando Marín, era

pensionado, por lo que en octubre del año 2.014 recibía una

pensión de $1.091.848.-, la que con su muerte se transformó en

una pensión de viudez para doña Bernarda Tapia Bejar, bajando

a la suma de $577.096.- de tal manera que sus representadas


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que vivían con él han dejado de percibir mensualmente la

diferencia que asciende a la suma de $514.752.-. Expone que

siendo en Chile la expectativa de vida hasta los 80,5 años,

sus representadas han dejado de percibir la diferencia de 138

meses, ante la intempestiva muerte de don Armando a los 69

años, lo que asciende a la suma de $71.035.776.-.

Solicita tener por interpuesta demanda de indemnización

de perjuicios en contra del Hospital Regional de Antofagasta,

representado por don Juan Antonio Urrutia Reyes para que sea

condenado y en definitiva acoger las indemnizaciones que

ascienden por daño emergente a la suma de $10.000.000.-, o la

suma que S.S. fije; por daño moral la suma de $400.000.000.- a

razón de $80.000.000.- para cada una de las demandantes o la

suma que S.S. determine; y la suma de $71.035.776.- por

concepto de lucro cesante o la suma que S.S. fije; todo ello

adicionado con los intereses máximos que la ley permita

estipular y con los reajustes por conceptos de Índice de

Precio al Consumidor contados desde la presentación de la

demanda, todo ello con expresa condenación en costas.

A fs. 56, comparece don Paulo Cesar Simón Flores, abogado

en representación de Hospital Regional de Antofagasta, quien

contestó la demanda y solicitó su rechazo con costas. Señala

que efectivamente el paciente don Armando Marín ingreso al

Hospital Regional de Antofagasta evaluado en el extra sistema,

con examen de Adenocarcinoma tubular moderadamente

diferenciado grado II de Broders infiltrante en el corion de

la mucosa y submucosa, quien es ingresado para su intervención

quirúrgica de cáncer. Indica que de esa forma es intervenido


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con fecha 29 de agosto del año 2.014, conforme protocolo

operatorio siendo su cirujano el Dr. Augusto Siccha Vejarano

para una resección anterior baja laparoscópica, resecando

proceso infiltrativo en recto medio con anastomosis

lateroterminal, ingresado a la UTI y posteriormente al

Servicio de Cirugía. Señala que al ser detectado una

dehiscencia total de la sutura de la anastomosis circular, por

lo cual es intervenido nuevamente el día 04 de septiembre del

año 2.014, con signo de pelviperitonitis, por lo cual se

procede al correspondiente aseo quirúrgico, y se utiliza por

el propio Dr. Siccha la técnica de Hartmann o Colostomía

consistente en unir la salida de sus heces a través de una

salida de la pared abdominal. Hace presente que desde el

inicio del tratamiento el paciente estuvo con tratamiento

antibiótico y luego de la última intervención se le aplicó

Tazonam, dado el hallazgo en el piso pélvico de la sutura

dehiscente unido a su estadía hospitalaria extendida. Señala

que el paciente evoluciona tórpidamente con mejoras y bajas en

sus cuadros vitales siendo evaluado por el Dr. Fernández, en

la unidad de Cirugía. Indica que con fecha 07 de septiembre se

le realiza un diagnostico con un Tac de abdomen y pelvis el

cual informa una presencia de hidroneumoperitoneo, con

bolsillo de líquido peritoneal por sobre lo esperable,

descarta dehiscencia de sutura, además de derrame pleural

bilateral con moderada cuantía, signos de organización y

derrame pericárdico, ingresando a la UCI para su mejor

monitoreo y eventual Diálisis debido a la falla renal. Agrega

que con fecha 08 de septiembre presentó un deterioro marcado


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de la función renal y revaluado se decide la instalación de

una pleurostomia para mejorar su ventilación, tras lo cual

presenta una mala mecánica ventilatoria y requiere Tom y Arm,

el cual es evaluado por el cardiólogo con Eco Tram Torácico

quien determina que el derrame es de leve a moderado,

señalando una conducta expectante, ante lo cual, el mismo día

se le realiza una pleurostomia por el Doctor Víctor Litardo

Plaza. Señala que el paciente presenta una evolución

favorable, recuperando diuresis, disminuyendo los niveles de

productos nitrigenados y diuresis, por lo que se logra retirar

el Arm y es trasladado a UTIMQ, manteniendo la necesidad de

Diálisis. Indica que con fecha 25 de septiembre de inicia una

terapia antimicrobiana con ceftazidima y amikacina por

leucocitosis en su hemograma tras presentar alza térmica leve

de 37,4°C, en donde se le realiza TAC que evidencia

colecciones liquidas subfrénica derecha e izquierda con

niveles hidroaereos moderado liquido libre y derrame pleural

bilateral. Expone que analizado por el cirujano se ordena

tratamiento médico depletar consistente en sacar el líquido

del paciente y drenar percutáneo, repitiendo el TAC con

contraste. Señala que dicho drenaje se concreta con fecha 26

de septiembre en donde la colección liquida subfrénica

izquierda no se drena por no existir ventana ecográfica

debiendo realizarla bajo TAC, siendo el día 29 de septiembre

que el paciente presenta deterioro en la mecánica ventilatoria

siendo necesario nuevamente TOT y ARM. Relata que reevaluado

el día 30 de septiembre, el Cirujano sospecha de fistula

entero cutánea en su fosa iliaca derecha, realizándose nuevo


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TAC que evidencia gran colección a nivel perihepático anterior

que se extiende hacia caudal, moderado derrame pleural con

atelectasia subsegmentaria asociada y edema intersticial.

Debido a lo anterior señala que se solicita evaluación a

cirujano de turno de la Unidad de Emergencias quien señala que

el paciente debe ser intervenido en horario hábil por el

cirujano tratante y el equipo completo o a través de punción

por radiólogo intervencionista, motivo por el cual se realiza

una junta médica el día 07 de octubre por los cirujanos Dres.

Castillo, Rey, Quinta y Siccha quienes concluyen que debía ser

manejado por el Radiólogo intervencionista de la Unidad de

Cuidados Intensivos. Razón por lo cual el paciente es

trasladado a la UCI debido a la gravedad, la necesidad de

monitoreo intensivo y el requerimiento de drogas vasoactivas.

Indica que el día 08 de octubre se le realiza la punción

percutánea de colección epigástrica y subfrénica derecha,

colección perihepática no siendo posible drenar por estar

detrás de la coloscomía que tenía el paciente, sin

visibilidad. Asimismo el paciente es intervenido nuevamente

por el acceso subfrénico el día 10 de octubre a las 08:30 A.M.

por el doctor José Fernández Olate, con resultados positivos

de la intervención, sim embargo, fallece ese mismo día en la

UCI a las 23:20 horas. En virtud de lo anterior, señala que el

litigio no se encuadra en una falta de servicio pues al

paciente se le hicieron todas las atenciones correspondientes,

haciendo presente que todas las cirugías pueden tener

complicaciones como lo es la dehiscencia de sutura, la cual se

produce efectivamente y es detectada por lo médicos. Agrega


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que el desenlace fatal se produce por la evolución tórpida de

la recuperación del paciente, aun habiendo aplicado todas las

medidas médicas para la atención. Expone que es importante

distinguir que el Acto Medico es un concepto distinto al de la

Falta de Servicio pues su responsabilidad es de medios, no de

resultados, y en este caso, el Hospital Regional brindó en

todo momento al paciente las atenciones necesarias para su

cáncer y la recuperación de sus complicaciones, sin embardo y

dada las especiales características de ser un paciente con

cáncer derivaron en un desenlace fatal a pesar de los

esfuerzos médicos y terapias farmacológicas, antibióticas y

quirúrgicas.

Señala que no obstante que el Tribunal determine que debe

indemnizarse el daño a pesar de la ausencia de culpa por parte

del Hospital Regional, es indispensable que el demandante

acredite los elementos que configuran la responsabilidad

extracontractual que reclama. Expone que es necesario que

exista un hecho culpable, el cual sea la causa directa y

necesaria del daño. Con respecto a los daños, indica ante el

daño emergente solicitado por la suma de $10.000.000.-, no se

ha aportado documento alguno que acredite el monto, atendido a

que la enfermedad está cubierto por el sistema AUGE y los

gastos funerarios no corresponden ser pagados por el Hospital.

En cuanto al lucro cesante, expone que requiere al menos de

una certeza de que se habría percibido esa ganancia o

remuneración, es decir, que seguiría viviendo a los 80,5 años

lo cual nadie puede aseverar, siendo en autos lamentable y

ciertamente inefectivo. Por su parte y en relación con el daño


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moral señala que el monto excede con creces la valoración

objetiva de un daño que resulta incalculable pero que debe

regirse con parámetros racionales posibles de valorar, así

como el daño psicológico, que no hace mención en su demanda.

A fs. 70, comparece la parte demandante quien evacua el

trámite de la réplica. Señala que con fecha 29 de agosto del

año 2.014, se le realiza la primera cirugía a don Armando

Marín a cargo del equipo médico encabado por el Dr. Iván

Alcota, ingresando el paciente a las 08:00 A.M., siendo el

mismo quien al pasar de las horas, sale de pabellón

intempestivamente comunicando que se había traspasado el

procedimiento al Doctor Augusto Siccha Vejarano y a la doctora

Camila Vallejo, sin señalar motivo alguno. Indica que saliendo

de pabellón el doctor Siccha les comunica a los familiares que

la operación había sido un éxito añadiendo que el paciente no

debía quedar con una colostomía. Hace presente que durante la

cirugía no se logró resecar el intestino, provocando una

fistula a nivel de colon sumado a que la técnica operatorio no

fue realizada correctamente provocando que no cicatrizaran las

suturas, razón por la cual el organismo del paciente comienza

con un proceso de contaminación interna denominado

pelviperitonitis. Como consecuencia de lo anterior señala que

el paciente es derivado a la UTIMQ para realizar monitoreo

básico debido a que no estaba evolucionando de manera

favorable. Expone que con fecha 02 de septiembre alrededor de

las 17:00 horas el paciente llama al personal a cargo con el

fin de comunicar que no se estaba sintiendo bien. Relata que

el día 04 de septiembre, a los 6 días de operado, el paciente


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es llevado a realizarse un scanner, cuyo resultado arrojo

contaminación interna del paciente razón por la cual el Dr.

Siccha informa a los familiares que debían realizar una

segunda cirugía de urgencia con el fin de ser aspirado,

agregando que era posible observar la existencia de una fisura

en el intestino que se debía cerrar. Además agrega que en

dicho diagnostico se encontraba un neumoperitoneo y de

observación de víscera hueca perforada consecuencias de la

primera cirugía, situación que visualizaron 6 días después de

la primera intervención, evidenciando la falta de preocupación

del personal médico a cargo de la recuperación del paciente.

Expone que el día 07 de septiembre ingresa a la Unidad de

Cuidados Intensivos, y el día 08 se descompensa de manera

grave por una serie de dificultades respiratorias al punto de

sufrir un paro cardiorespiratorio a causa de un cuadro

infeccioso grave que evoluciona de manera tórpida con

dificultad en el sistema respiratorio con dolor torácico y tos

entre otros. Precisa que los síntomas son propios de un

derrame pleural, además de la alteración de la función renal

motivo por el cual fue llevado nuevamente a pabellón,

señalando en dicha ocasión los médicos que la gravedad de la

infección podría ser mortal. Señala que el día 08 de

septiembre ingresa por tercera vez a cirugía, a razón de un

cuadro de derrame pleural, momento en el cual el paciente

ingresa nuevamente a la UCI. Relata que con fecha 23 de

septiembre el paciente es trasladado a la UTI y el día 10 de

octubre es ingresado nuevamente a pabellón siendo la cuarta

intervención, tras un cuadro de 3 meses, y finalizada dicha


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intervención, el paciente vuelve a ingresar a la UCI, con

ventilación mecánica falleciendo ese mismo día a las 23:20

horas.

Por lo anterior, hace presente que la demandada reconoce

en su libelo que la operación fue una resección anterior baja

laparoscópica, resecando proceso infiltrativo en recto médico,

el cual producto de una mala técnica del doctor Siccha generó

una dehiscencia de las suturas lo cual unido al proceso

infiltrativo generó en definitiva una serie de complicaciones

médicas en el paciente que derivaron en su fallecimiento.

Señala que el demandado no indica en su contestación, ni se

observa en el protocolo operatorio de la primera cirugía,

cuáles fueron los exámenes practicados al paciente entre los

días 30 de octubre y 04 de septiembre del año 2.014,

esenciales para verificar el buen estado, ajuste y posición de

las suturas colocadas en la unión del recto medio, más aun

teniendo presente las complicaciones secundarias de la

cirugía, las cuales son precisamente infección y dehiscencia.

En consecuencia la negligencia de produce por la falta de

procedimiento apropiado y tratamiento médico del paciente.

A fs. 77 se tuvo por evacuado el trámite de la duplica,

en rebeldía de la parte demandada y se citó a las partes a

comparendo de conciliación.

A fs. 81, se llevó a efecto la audiencia de conciliación.

Llamadas las partes a conciliación esta no se produjo.

A fs. 82 y 88, se recibió la causa a prueba, fijándose

los hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos,

rindiéndose la que consta en autos.


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20
A fs. 285, se citó a las partes a oír sentencia.

A fs. 308, se decretó Medida para Mejor Resolver.

A fs. 341, se reingresaron los autos para fallo.

CON LO RELACIONADO Y CONSIDERANDO:

I.- EN CUANTO A LA OBJECION DE DOCUMENTOS FORMULADA POR

LA DEMANDADA A FS. 170:

PRIMERO: Que el Servicio demandado objetó el documento

individualizado como “Informe médico legal de paciente Armando

Marín Villegas”, por su falta de integridad, alega que

contiene espacios en blanco, ilegibles o tajados en su página

3, no hace fe de lo que aparece. Alega su falsedad en relación

a su contenido, en relación al estado del paciente, todo ello

a la luz de los exámenes y la ficha medica del paciente, los

cuales supuestamente ha tenido a la vista.

SEGUNDO: Que los demandantes señalan que se ha

establecido la falsedad del documento e integridad del mismo,

pero en caso alguno la falsedad ideológica como causal de

impugnación, excepto en el cobro de factura. Asimismo y en

cuanto a la falta de integridad, expone que los espacios en

blanco dicen relación con un print o imagen de la ficha

Clínica, en específico del Tac de Abdomen y pelvis, sin

contrastes de fecha 04 de septiembre del año 2.014,

acompañados y subidos al portal web, imágenes entregadas por

el Hospital Regional de Antofagasta y que aparecen ilegibles

tal como el informe lo expresa.

TERCERO: Que constituyendo las causales de objeción

simples observaciones al mérito probatorio de los documentos

acompañados por la demandante, cuestión que corresponde al


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21
Tribunal determinar en definitiva, se rechazará la objeción,

tal como se dirá en lo resolutivo de este fallo.

II.- EN CUANTO AL FONDO DE ACCIÓN DEDUCIDA:

CUARTO: Que ha comparecido don Miguel Avendaño Cisternas,

abogado, en representación de doña Bernarda Imperio Tapia

Bejar; doña Bernarda Zunilda Marín Tapia; doña Francia Andrea

Marín Tapia; doña Nicol Stefania Marín Tapia; y doña Nathalie

Esperanza Marín Tapia, quien deduce demanda de indemnización

de perjuicios en contra del Hospital Regional de Antofagasta,

y se le condene al pago de las indemnizaciones por daño

emergente a la suma de $10.000.000; por daño moral la suma de

$400.000.000.- a razón de $80.000.000.- para cada una de las

demandantes; y la suma de $71.035.776.- por concepto de lucro

cesante o las sumas que el Tribunal fije, más el interés

máximo que la ley permita estipular, reajustes, con expresa

condenación en costas; en virtud de los hechos y

consideraciones de derecho ya referidas en la parte expositiva

de esta sentencia.

QUINTO: Que el Servicio demandado, solicitó el rechazo de

la demanda, en virtud de las alegaciones ya referidas en el

presente fallo.

SEXTO: Que los demandantes con el objeto de acreditar sus

asertos, se valió en autos de los siguientes medios de prueba:

I.- DOCUMENTAL:

1.- A fs. 37, Custodiado en Secretaria de este Tribunal

bajo el N° 2052-2.016, Copia de Ficha Clínica N° 674434 del

Ministerio de Salud Antofagasta de don Armando Segundo Marín

Villegas;
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2.- En cuaderno separado de documentos, a fs. 116:

i.- A fs. 01, Contrato por Adquisición de servicios

fúnebres N° 1073, de fecha 11 de octubre del año 2.014 emitido

por la Funeraria Hogar Cristiano;

ii.- A fs. 02, Contrato de Compraventa de Derechos de

Sepultación y/o Servicios Funerarios N° 1.863, entre Sociedad

Constructora Inmobiliaria y de Servicios ETA S.A. y doña

Francia Andrea Marín Tapia, por la suma de $1.623.708.-;

iii.- A fs. 04, Factura de Ventas y Servicios N°7047,

emitida por Sociedad Constructora, Inmobiliaria y de Servicios

ETA S.A.A a nombre de doña Francia Andrea Marín Tapia de fecha

11 de octubre del año 2.014, por la suma de $ 1.623.708.-;

iv.- A fs. 06, Comprobante de Ingreso Sociedad

Inmobiliaria y de Servicios ETA S.A., de fecha 11 de octubre

del año 2.014;

v.- A fs. 07, Notificación de deuda de prestaciones de

seguridad social, por la suma de $1.150.435.- por concepto de

pensión de viudez;

vi.- A fs. 08, Resolución N° 6229, del Instituto de

Previsión Social de fecha 10 de agosto del año 2.015;

vii.- A fs. 09 y siguientes, Certificados N°s. 241117,

89733, 134988, 789455, 789456, 771272, emitidos por el

Instituto de Previsión Social, todos ellos de marzo de los

años 2.012, 2.013, 2.014, 2.015 y 2.016;

viii.- A fs. 15, Cartola de Liquidaciones de pago de

Banco Estado, a nombre de doña Bernarda Imperio Tapia Vejar,

de fecha abril y mayo del año 2.016;

ix.- A fs. 17, Impresión de Reportaje “OMS: Chile tiene


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la mayor esperanza de vida en América Latina”;

x.- A fs. 22 y siguientes, Certificados de Nacimiento

emitidos por el Servicio de Registro Civil e Identificación de

doña Bernarda Marín Tapia, doña Francia Andrea Marín Tapia,

doña Nicol Stefania Marín Tapia, doña Nathalie Esperanza Marín

Tapia y don Armando Segundo Marín Villegas, y Certificado de

Defunción de don Armando Segundo Marín Villegas;

xi.- A fs. 29 y siguientes, Bases de la Medicina Clínica,

Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Unidad 1,

Respiratorio, Patología Pleural;

xii.- A fs. 66.- Fistulas intestinales en el Servicio de

Cirugía del Hospital del Salvador Casuística, Revista Hospital

Clínico Universidad de Chile;

xiii.- A fs. 69, Impresión Decreto 3, Aprueba Garantías

explicitas en salud del Régimen General de Garantías en Salud

de fecha 27 de enero del año 2.016;

xiv.- A fs. 114 y siguientes, Set de 4 fallos de la Corte

Suprema;

xv.- A fs. 162, Informe Médico confeccionado por don

Hernán Lechuga Farías; Copia de Título de Médico Cirujano de

don Hernán Lechuga Farías de la Universidad de Chile;

Certificado N° 0517 emitido por la Policía de Investigaciones

de Chile a nombre de don Hernán Lechuga Farías; Certificado de

Egreso de don Hernán Lechuga Farías, emitido por Universidad

Uniacc; Caso Paciente Armando Marín Villegas;

xvi.- A fs. 181, Informe Psicológico de doña Bernarda

Zunilda Marín Tapia; doña Francia Andrea Marín Tapia; doña

Nicol Stefania Marín Tapia; doña Bernarda Imperio Marín Tapia;


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doña Nathalie Esperanza Marín Tapia, realizados por doña Paula

Tan Reyes Psicóloga; su Curriculum vitae y certificados de la

referida profesional.

3.- A fs. 136, Documento denominado Informe de perdida

efectiva de ingreso”, elaborado por don Juan Muñoz Miranda,

Ingeniero Informático y su Curriculum Vitae.

II.- TESTIMONIAL:

A fs. 135, condujo a estrados a doña Paula Belén Tan

Reyes, quien señala que es psicóloga Educacional, y fue doña

Bernarda Tapia, quien acudió a su consulta para realizar una

terapia de intervención familiar, por la pérdida repentina de

su esposo y padre. En dicha evaluación quien presentó el

diagnostico de mayor gravedad fue precisamente doña Bernarda

Tapia, con un cuadro de depresión mayor con derivación

psiquiátrica, el que le ha generado, a nivel cognitivo, un

deterioro en la memoria con relación a sus hijas. Expone que

las cuatro presentan sintomatología de ánimo depresivo

relacionado a las etapas de duelo patológico, con episodios

depresivos en una secuencia mayor a dos años. Agrega que

además la familia sufrió una pérdida de la estabilidad

económica ya que era el padre y esposo el sostenedor económico

hasta ese entonces de toda la familia. Indica que ella elaboró

los informes acompañados por la parte demandante a fs. 41 y

siguientes, junto con las hojas manuscritas que se acompañan

los informes.

A fs. 137, compareció don Juan Antonio Muñoz Miranda,

quien señala que efectivamente realizó un estudio respecto a

una eventual pérdida de ingresos; para ello, tuvo a la vista


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25
las remuneraciones y el informe de liquidaciones previo y

posterior al fallecimiento, y que concluyó que habría un daño

o perdida de alrededor de $61.000.000. Consideró la

disminución del ingreso desde el fallecimiento y que en Chile

la expectativa de vida llega a los 80 años y 6 meses.

A fs. 139, comparece don Hugo Laureano Ríos Rojas, quien

señala que la acción interpuesta se relaciona con una cirugía

al intestino que no fue chequeada o controlada en la forma más

eficiente, lo que derivó en que don Armando sufriera una

infección general producto de una septicemia que causa su

muerte. Indica que todo ello tuvo que ver con el poco

profesionalismo de quien lo operó. Agrega que la familia ha

pasado por momentos complicados económicamente, todo el dinero

fue ocupado en la atención de don Armando, incluso él le

facilitó $500.000.- para que solventara algunos de los gastos,

sin mencionar que don Armando solventaba los estudios de sus

dos hijas que estaban en la Universidad, era pensionado por el

INP por las suma de $1.000.000.-, que luego del fallecimiento

se rebajó entre un 60% y 50%, lo que llevo a su esposa a caer

en la desesperación.

Añade que la familia hasta el día de hoy aún no está

tranquila, doña Bernarda aún recuerda todo, el clima familiar

está muy dañado y todo gira en torno a los hechos que

motivaron la muerte de don Armando.

A fs. 142, condujo a estrados a don José Domingo

Cifuentes Jamett, quien indica que conoció a don Armando hace

muchos años, quien tenía problemas de colon y molestias y

estaba en tratamiento, su salud se complicó de repente y llego


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al Hospital a operarse, que debido a que no se realizó bien la

unión del colon con su intestino, fue nuevamente operado en

tres oportunidades hasta que falleció.

Agrega que lo ayudó de manera económica, porque

necesitaba comprarle un computador a una de sus hijas, debido

a los gastos médicos quedaron mal económicamente. La pensión

fue rebajada casi un 50%. Expone que doña Bernarda y sus hijas

han sufrido mucho, incluso doña Bernarda tuvo tratamiento

psicológico.

A fs. 145, compareció don Andrés Alejandro Huerta

Contreras, quien señaló que don Armando ingresó al Hospital

por un tema y posteriormente falleció por otro distinto.

Señala que la familia incurrió en gastos importantes,

tanto en la enfermedad como posteriormente. Agrega que ha

visto el dolor, en las reuniones familiares recuerdan todo lo

que paso, las hijas no han vuelto a ser las mismas después que

falleció su padre.

A fs. 270, comparece don Hernán Eusebio Lechuga Farías,

quien señala que el paciente fue sometido a una intervención

quirúrgica por un cáncer de colon, extirpándole la tumoración

y suturando ambos cabos intestinales, llamado anastomosis.

Relata que al día siguiente el paciente se describe

descompensado en malas condiciones generales, hasta el quinto

día en que es intervenido, constatando una dehiscencia de la

sutura intestinal, practicándole una operación de Hartman que

implica dejar un ano contra natura. Señala que el paciente

había presentado una baja de peso considerable de 10 a 15

kilos en los meses anteriores, por lo que debió investigarse


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una desnutrición, factor que incide de manera significativa en

la cicatrización y en la inmunidad, por lo que la dehiscencia

de la sutura debe atribuirse a esa desnutrición no

diagnosticada ni tratada. Expone que la guía clínica de cáncer

colon rectal señala que, ante el riesgo de dehiscencia no debe

realizarse la sutura primaria sino la técnica de Hartman que

protege la sutura mediante la descarga del contenido

intestinal al exterior por el ano contra natura. En

consecuencia señala que la conducta medica realizada no

respeto las indicaciones de la guía clínica pertinente. Agrega

que hubo una demora en el diagnóstico de la complicación que

generó una peritonitis séptica de cinco días desde el momento

en que falla la sutura, factor que indudablemente agravó el

cuadro de infección generalizada al punto de partida

abdominal.

Expone que las medidas adoptadas por el demandado no

correspondieron a lo que señala la lex artis médica,

específicamente la guía clínica pertinente, que generó la

complicación. Precisa que la causa directa es una falla

multiorgánica causada por una sepsis o infección generalizada,

causada por el derrame del contenido intestinal a la cavidad

peritoneal. Hace presente que todo ello le consta debido a que

tuvo a la vista la ficha clínica del paciente al momento de

hacer el peritaje. Indica que el informe acompañado en autos

fue elaborado por él, que es médico cirujano con desempeño en

cirugía de urgencia adulto e infantil, especialista en cirugía

infantil, magister en salud pública con un post título de

criminología de la Universidad Católica. Relata que el


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28
peritaje se realizó mediante la lectura comprensiva del

material clínico, identificando aquellas conductas médicas que

no se ajustaron a la lex artis medica ad hoc, es decir a los

procedimientos habituales indicados en esos casos. Agrega que

las atenciones efectuadas en el paciente no fueron las

correctas, en tanto no se estudia el estado nutricional en un

paciente canceroso y con una baja de peso importante en los

últimos cuatro meses, además indica que se aplica una técnica

riesgosa, en vez de la indicada específicamente en la guía

clínica y finalmente el diagnóstico de la complicación se hace

tardíamente a pesar de la sintomatología que se manifiesta al

primer día del post operatorio. Precisa que el empeoramiento

progresivo del estado de salud del paciente se produce por una

mala praxis en los términos señalados. Efectivamente las

acciones y omisiones analizadas del Hospital Regional son

constitutivas de negligencia médica, añade que la infección

intrahospitalaria se considera en general de responsabilidad

institucional, independientemente si se identifica o no al

responsable o al mecanismo que produjo la infección.

III.- OFICIOS

1.- A fs. 197 y 274, se agregó Oficio del Servicio Médico

Legal Antofagasta;

2.- A fs. 202, Oficio N° 000861, del Fondo Nacional de

Salud;

3.- A fs. 210, se allegó Oficio N° 5430 de la Fiscalía

Local de Antofagasta;

4.- A fs. 274, Oficio N° 1 del Banco Estado y Oficio Ord.

N°147 del Instituto de Previsión Social Antofagasta;


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5.- A fs. 305, nuevamente se agregó Oficio del Banco

Estado.

SÉPTIMO: Que el Hospital demandado, a su turno se valió

de los siguientes elementos de convicción:

I.- DOCUMENTAL:

1.- A fs. 39, Ingreso UTIMQ a nombre de don Armando Marín

Villegas del Hospital Clínico Regional Antofagasta, Dr.

Leonardo Guzmán;

2.- A fs. 41, Ingreso UTIMQ a nombre de don Armando Marín

Villegas ficha N°674434 del Hospital Regional de Antofagasta,

Unidad de Paciente Critico;

3.- A fs. 43, Ingreso Medico a la Unidad de Cuidados

Intensivos del Hospital Clínico Regional Antofagasta.

4.- A fs. 45, Ingreso UTIMQ de don Armando Marín Villegas

emitido por Hospital Regional Antofagasta;

5.- A fs. 47, Ingreso Medico a la Unidad de Cuidados

Intensivos del Hospital Clínico Regional Antofagasta;

6.- A fs. 50, Protocolos Operatorios de fechas 29 de

marzo, 04 y 08 de septiembre y 10 de octubre del año 2.014;

7.- A fs. 117 y siguientes, Reportaje Revista Chilena de

cirugía.

8.- A fs. 125 y siguientes, Reportaje Revista Médica del

Hospital General de México.

9.- A fs. 154, set de 4 imágenes de Colostomía tipo

Hartmann;

10.- A fs. 178, Informe Infectológico de don Armando

Marín Villegas, realizado por el doctor Pedro Usedo López,

Jefe Unidad de Infectólogia.


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II.- TESTIMONIAL:

A fs. 160, condujo a estrados a don Augusto Siccha

Vejarano, quien indica que don Armando fue intervenido

quirúrgicamente por un cáncer colon rectal, por el que se le

realizó una extirpación del tumor, luego de lo cual se le

realizó una continuidad del tránsito con una unión colon

rectal con una sutura mecánica EEA evolucionando bien hasta el

día 03, cuando sintió una molestia abdominal, ante lo cual se

le solicita una tomografía axial computarizada de abdomen y

pelvis. Agrega que, en dicho estudio se le encontró material

fuera del intestino en la parte baja de la pelvis, se

intervino de inmediato, el día 04, realizando un segundo acto

quirúrgico, colostomía izquierda llamado operación de

Hartmann, la cual funcionó hasta los últimos días y había

transito normal. Señala que el paciente fue manejado en el

servicio en la unidad de paciente críticos, con todo el

tratamiento que implica, antibióticos, hidratación,

alimentación y tratamiento inmediato de alguna otra

complicación, como drenaje pleural hemodiálisis, punciones

percutáneos, etc. Expone que, en los últimos días se realizó

una Junta Médica, por la falla multiorgánica, en ella se

encontraba el doctor Alberto Castillo, Richi Rey y el doctor

Claudio Quintana, con los cuales acordaron que algunas

colecciones abdominales, debían ser evacuadas por el radiólogo

intervencionista, las que se hicieron de manera parcial,

quedando una colección que en última instancia fue intervenida

por el doctor Fernández con la idea de rescate pero el

paciente lamentablemente falleció horas más tarde.


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Señala que la dehiscencia de sutura de don Armando Marín

es una complicación propia de una cirugía de esa envergadura,

en una unión colon rectal en la cual se emplea material de

punta, como lo es la sutura mecánica, de un solo disparo se

obtiene la unión completa de las dos partes a unir quedando

reconstruido el tránsito en su totalidad y en forma circular

con la maquina EEA y no como se realizaba antes punto por

punto, e ese material se usa en todos los Hospitales de Chile

y en la clínicas privadas de todo el mundo. Agrega que, la

operación de extracción del cáncer se realizó de inmediato,

una vez hecho el scanner, el paciente siempre estuvo

hospitalizado, con tratamiento antibiótico y en la unidad de

paciente críticos, se encontraba en condiciones de ser

operable con los exámenes preoperatorios que incluyen

cardiológico de laboratorio convencional, endoscópico, TAC

abdominal y pelviana y biopsia, además no se encontraba

desnutrido. Con respecto a la baja albumina después de la

primera intervención, es normal que un paciente baje algo de

la cifra normal ya que esta recién operado, sumado a la

hemodilución debido al tratamiento con fluidos. Precisa que la

dehiscencia es una complicación propia de este tipo de

cirugía, por tanto los resguardos para darse cuenta que está

ocurriendo es dejar drenaje abdominal en la zona quirúrgica y

un control diario hasta el quinto a sexto día en que se

produce la complicación, en el caso de autos, el paciente no

evoluciona con dolor abdominal agudo, sólo presenta molestia

normal a un postoperatorio, hasta el 5° día del post

operatorio cuando se observa un discreto dolor en la región


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abdominal baja por lo que se solicita un TAC de abdomen y

pelvis.

A fs. 164, comparece don Víctor Litardo Plaza, quien

señala que de acuerdo a la ficha clínica, no se observaron

omisiones y el procedimiento realizado fue el correcto, se

extrajo el tumor, dejando bordes libres de ese tumor llevado a

cabo la anastomosis según se demuestra en el protocolo

quirúrgico. Indica que la dehiscencia de sutura, es una

complicación quirúrgica de este tipo de intervenciones al

utilizar tejidos con patologías oncológicas de antemano y

realizar una sutura mecánica. Agrega que la casuística

existente en la literatura mundial indica que en estos casos

se podría producir esta dehiscencia hasta en un 5% o más.

Relata que, a su parecer la situación del paciente post

operatorio, siempre es variable y la complicación no siempre

es notoria, cuando el paciente manifestó sintomatología de

dolor, de inmediato se realizaron los respectivos exámenes y

scanner para demostrar alguna complicación y resolverla de la

manera más prolija. Agrega que, esta situación se puede

presentar hasta 10 o 14 días del post operatorio, por lo que

no existió demora en su detección. En relación al estado de

desnutrición del paciente, señala que un paciente oncológico

presenta una diversidad de alteraciones hemodinámicas, y en el

caso el paciente no demostró parámetros de desnutrición. Hace

presente que él realizó la evaluación del paciente, previa

interconsulta del médico de la UCI, el cual presentaba dentro

de sus complicaciones o fallas orgánicas un derrame pleural

bilateral y el procedimiento llevado a cabo fue una


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pleurostomia bilateral, que consiste en colocar tubos de

drenaje a trampas de agua para que de esta forma se pueda

evacuar líquidos de sus cavidades pleurales. Señala que, el

paciente recibió distintos antibióticos como reza en su ficha

clínica dado que el procedimiento y sus complicaciones

posteriores lo ameritaban. Expone que el equipo médico hizo

todo lo que a un paciente bajo las condiciones que se

encontraba debió realizar.

OCTAVO: Que del examen de lo señalado por las partes en

los escritos de la etapa de discusión, las fichas clínicas y

protocolos operatorios y lo declarado por los testigos

conducidos por el demandado, es posible colegir que:

1.- El paciente ingresa al Hospital Clínico Regional de

esta ciudad quien presentaba un cuadro compatible con

Adenocarcinoma tubular moderadamente diferenciado, grado II de

tipo infiltrante (cáncer de recto).

2.- El 29 de agosto del año 2.014, fue intervenido por el

doctor Augusto Siccha Vejarano, quien practica una resección

anterior baja laparoscópica, resecando proceso infiltrativo en

recto medio con la técnica de conocida como anastomosis

lateroterminal. Luego el 30 de agosto es trasladado a la

Unidad Intermedio Quirúrgica (UTIMQ), donde evoluciona con

mucho dolor.

3.- Con fecha 02 de septiembre, aparece descompensado,

sufriendo alteración hemodinámica, experimentando dolor

abdominal con colostomía, a raíz de lo cual se le realiza un

Tac de Abdomen y pelvis, del que se puede apreciar debido a la

mala impresión del mismo rolante a fs. 102, del archivador,


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agregado por la demandante, que observó el hallazgo de un

derrame pleural bilateral y atelectasias basales asociadas,

hernia hiatal, colección liquida y presencia de gas, y

hallazgos consistentes con la obstrucción mecánica.

4.- El 04 de septiembre fue nuevamente intervenido, y se

constata una pelviperitonitis, por dehiscencia de la sutura

circular del recto bajo, se le aplica la técnica de Hartmann y

se le deja una colostomía, que no había realizada en la

primera cirugía, luego de do el respectivo aseo profundo. Fue

ingresado nuevamente a la UTI con ventilación mecánica y

trasladado a la UCI el 08 de septiembre.

5.- El 07 de septiembre se le realiza un Tac de Tórax

abdomen y pelvis sin contraste, el que arroja en su impresión

diagnostica un moderado hidroneumoperitoneo, con bolsillos

líquidos intraperitoneales, cuyo posible hallazgo se deba a la

dehiscencia de la sutura, y además hernia hiatal por

deslizamiento, derrame pleural bilateral de moderada cuantía y

un derrame pericárdico.

6.- Aparece nuevamente intervenido el 08 de septiembre

con el objeto de drenar el derrame pleural bilateral, se le

dejan drenajes, porque no fue posible drenar la colección

perihepática.

7.- Evoluciona en forma lenta y el 23 de ese mismo mes,

presenta un shock séptico foco abdominal, una falla renal; por

lo mismo se le practica un nuevo Tac de Abdomen y pelvis, el

que impresiona con colecciones subfrénicas con niveles

hidroaereos, moderado liquido libre y derrame pleural

bilateral. Al día siguiente es drenado por punción, y tampoco


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fue posible eliminar la colección subfrénica izquierda por la

falta de visibilidad. El 29 de septiembre, presenta un

deterioro de la mecánica ventilatoria, reevaluado al día

siguiente mantiene la misma evaluación previa. Ante la

sospecha de fistula entero cutánea se realiza un nuevo TAC que

evidencia una gran colección a nivel perihepático anterior que

se extiende hacia caudal, presenta moderado derrame pleural

con atelectasia subsegmentaria asociada y edema pulmonar

intersticial.

8.- El 08 de octubre se realiza una punción percutánea de

la colección epigástrica y subfrénica derecha, colección

perihepática, que no nuevamente no fue posible drenar.

9.- Por último el día 10 de octubre, es nuevamente

intervenido vaciando el absceso subfrénico derecho no logra

resistir y fallece a las 23:20 horas en el recinto demandado.

NOVENO: Que según lo aseverado por los demandantes, se

imputa al Hospital demandado falta a la “Lex Artis” en la

cirugía de fecha 29 de agosto del año 2.014, en cuanto esta

estaba a cargo del doctor Iván Alcota, quien se retiró

intempestivamente del pabellón, dejando a cargo del acto

médico al doctor Augusto Siccha y la doctora Camila Vallejo,

sin indicar motivo para tomar dicha decisión. Agregan que el

referido profesional les indicó que todo había resultado como

se esperaba y que al paciente no había sido necesario

realizarle una colostomía, alegan que durante la cirugía no se

logró resecar el intestino, se produjo una fistula a nivel del

colon, y la técnica operatoria ocupada no fue realizada

correctamente, porque provocó que las suturas no cicatrizaran


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lo que generó la pelviperitonitis.

Alegan que solo seis días después de operado (04 de

septiembre), al paciente se le realizó un escáner, el que

evidenció la contaminación interna y conllevó la segunda

cirugía de urgencia, como consecuencia de la mala práctica en

la primera cirugía. Fundamentan su demanda en la falta de

procedimiento apropiado y del tratamiento médico al paciente.

DÉCIMO: Que se ha aceptado en nuestro país, la noción de

falta de servicio; como una deficiencia o mal funcionamiento

del servicio en relación a la conducta normal que se espera de

él, lo que concurre cuando aquél no funciona debiendo hacerlo

y cuando funciona irregular o tardíamente, operando así como

factor de imputación que genera la consecuente responsabilidad

indemnizatoria. Este factor de imputación, al ser reconducido

a las normas del Código Civil, determina que la

responsabilidad se genera cuando el servicio se presta de

forma negligente.

Se ha resuelto “Que para que se genere la responsabilidad

por falta de servicio es necesario que entre aquélla y el daño

exista una relación de causalidad, la que exige un vínculo

necesario y directo. Un hecho es condición necesaria de un

cierto resultado cuando de no haber existido ésta, el

resultado tampoco se habría producido. La doctrina distingue

dos elementos integrantes de la relación de causalidad: el

primero, denominado elemento natural, en virtud del cual se

puede establecer que un hecho es condición necesaria de un

cierto resultado cuando de no haber existido la condición, el

resultado tampoco se habría producido; y el segundo, es el


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elemento objetivo, para cuya configuración es indispensable

que el daño producido pueda ser imputado normativamente al

hecho ilícito. Así, una vez determinada la causalidad natural,

se debe proceder a verificar si el daño puede ser atribuible a

la conducta desplegada. En materia sanitaria, la certidumbre

sobre la relación causal es más difícil de establecer, en

especial cuando el dilema es si en razón de una negligencia

médica el paciente pudo perder una oportunidad de sanarse. En

estos regímenes de responsabilidad muchas veces sólo será

posible efectuar una estimación de la probabilidad de que el

daño se deba a un hecho o al incumplimiento de un deber de

atención eficaz y oportuna, por el cual el demandado deba

responder”.

En consecuencia, teniendo presente las alegaciones

vertidas por las partes en sus presentaciones agregadas en la

etapa de discusión procede denunciar al Hospital demandado por

“Falta de servicio”, en virtud de las normas generales que

regulan la responsabilidad extracontractual;

A su vez, para que un hecho u omisión engendre

responsabilidad extracontractual, las disposiciones del Código

Civil sobre la materia, especialmente los artículos 2.314,

2.319 y 2.320, inciso primero, establecen, que se requiere que

el hecho u omisión tenga una finalidad ilícita; que provenga

del dolo o culpa del autor; que el agente sea capaz de

responsabilidad extracontractual, que cause daño y, que exista

relación de causalidad entre el hecho u omisión y el daño. De

este modo, los elementos comunes que dan relevancia a la

unidad que existe entre ambos tipos de responsabilidades


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civiles, están constituidas por el dolo o culpa, la capacidad

del agente o del deudor, el daño causado a la víctima o al

acreedor y, la ilicitud, ya sea que se refiera a la violación

del deber general de no dañar a otro o a la infracción de

determinado vínculo jurídico.

En consecuencia, siendo la diferenciación que subsiste

entre ellas, la existencia o no de un vínculo jurídico

anterior entre las partes, la cuestión procesal relativa a la

prueba no marca una substancial diferenciación entre ambas

responsabilidades civiles, pues en lo civil, la

responsabilidad existe, cada vez que una persona debe sufrir

el daño producido por otra; siguiendo los principios que

informan los fundamentos de la responsabilidad civil, el

asunto se soslaya a la luz de la relación de causalidad y no a

la culpabilidad, si la causa del daño es el hecho del

demandado autor del perjuicio. Si no lo hubo, no hay

imprudencia, elemento determinante del mismo.

Y en segundo término, por lo señalado por nuestra

doctrina, específicamente el Doctor en Derecho Civil Rodrigo

Barcía Lehmann, quien ha manifestado que uno de los aspectos

más relevantes de la responsabilidad moderna, es que ella se

aleja de la distinción entre responsabilidad contractual y

extracontractual. Así, dicha clasificación ha sido criticada

por artificial por una serie de autores. En este sentido, por

citar solo un autor relevante, Barros señala que la distinción

entre responsabilidad contractual o extracontractual, salvo

prescripción, respecto de la responsabilidad del galeno, es un

asunto de relevancia menor.


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Lo que caracteriza a la responsabilidad médica es su

carácter de estatutaria que la lleva a que sea difícil

subsumirla exclusivamente en la responsabilidad contractual, a

pesar que se haya acordado un contrato entre las partes. Así,

la responsabilidad de los médicos está constituida por un

entrampado regulatorio de índole diverso que comprende la

responsabilidad administrativa, sanitaria, civil, infraccional

y penal. La sola calificación de la responsabilidad como

contractual o extracontractual, es poco fructífera. Ello se

debe a que en la responsabilidad médica se afecta la vida o la

salud de los individuos y, por tanto, la relación entre médico

y paciente no se rige sólo por consideraciones contractuales.

Así, el Derecho Privado, que regula la responsabilidad civil,

se ve fuertemente influenciado por otras áreas del Derecho. El

que haya o no contrato no tiene la relevancia que se presenta

respecto de un ilícito civil, cualquiera. Acá, en la

responsabilidad médica, la responsabilidad contractual no

absorbe a la responsabilidad extracontractual. Por ello, no es

criticable que un gran número de sentencias hayan calificado

la responsabilidad del galeno como extracontractual en

supuestos que ella era claramente contractual. Lejos de esto,

lo que permite determinar la responsabilidad médica es el

entrampado de reglas, principios y normas que regulan la lex

artis, más que la distinción entre fuentes de las

obligaciones.

UNDÉCIMO: Que el profesor Enrique Barros Bourie, en su

Tratado sobre Responsabilidad Extracontractual, ha señalado

que la culpa médica es simplemente un caso de aplicación de la


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40
culpa civil, de modo que se le aplican las reglas generales

sobre deberes de cuidado, prueba y responsabilidad por el

hecho ajeno. Por lo mismo responden los médicos, por su

negligencia definida de acuerdo a las reglas generales. A su

vez, la negligencia, como criterio de atribución de

responsabilidad, no presenta diferencias, cualquiera sea la

forma jurídica bajo la cual sea calificada la relación de

quien presta el servicio de salud con el paciente (contrato,

responsabilidad extracontractual, falta de servicio).

La infracción a los deberes de diligencia debe ser

demostrada por el demandante, pues, de lo contrario, la

conducta del médico no puede ser calificada de incumplimiento

contractual, ni se pueden dar por incumplidos los deberes

extracontractuales de cuidado y es por eso, en resguardo al

principio de igualdad de los medios probatorios, es que se han

desarrollado correctivos que asignan a los especialistas la

carga de proporcionar la información que permita determinar su

propia diligencia, lo que se conoce como la imposición de

deberes de colaboración.

Agrega que si la responsabilidad es planteada en sede

extracontractual, como ocurre en la especie, la inversión de

la carga probatoria exige que los hechos cumplan con las

condiciones que se infieren del artículo 2.329 del Código

Civil, para asumir una presunción de culpa por el hecho

propio. Todo indica que de la magnitud del daño, atendida la

presumible inocuidad de la intervención, en principio se puede

inferir que aquél ocurrió a causa de alguna negligencia. En

segundo lugar, la presunción procede si quedan en evidencia


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41
errores médicos u hospitalarios obvios, de aquellos que no

suelen ocurrir si se actúa diligentemente en uno u otro caso

el daño puede ser atribuido a la negligencia médica.

La profesora Carmen Domínguez Hidalgo, ha señalado que las

reglas de la carga de la prueba son siempre iguales cualquiera

sea la fuente de responsabilidad y sólo se diferencian en

atención al contenido a la obligación. Distinción que cobra

especial relevancia y aplicación cuando de profesionales

liberales, como el médico, se trata, puesto que fue formulada

precisamente en torno a los contratos de obras y de servicios

en general, que se dan normalmente en las relaciones de dichos

profesionales con sus clientes.

Tratándose de obligaciones de resultado, en las que el

deudor se obliga a un determinado resultado, la sola prueba

del incumplimiento de él es suficiente para generar la

responsabilidad, pues el sólo hecho de no producirse el

resultado comporta un daño, una culpa y una relación de

causalidad. En cambio, cuando se trata de obligaciones de

medios, el deudor sólo se compromete a hacer lo posible para

procurar al acreedor la prestación que éste espera, de modo

que, en caso de incumplimiento para que se desencadene la

responsabilidad, será necesario probar que el deudor incurrió

en culpa. Probada la culpa al deudor no le cabe ya exonerarse

por medio de la prueba de ausencia de culpa, pues la prueba

del acreedor agota el juicio de responsabilidad. Dicha

distinción, cobra especial relevancia en materia médica, pues,

en ella, la regla general será que la obligación del

profesional sea de medios, es decir, que “se obligue a


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42
proporcionar al enfermo todos los cuidados que requiera según

el estado de la ciencia y no a curar al enfermo”. Ello implica

que normalmente al paciente le corresponde la necesidad de

probar la negligencia, esto es la culpa y la relación de

causalidad o nexo de causalidad de ésta con el daño producido.

Nuestra Excma. Corte Suprema ha resuelto que la

responsabilidad médica exige la infracción de la "lex artis",

la que debe ser acreditada en juicio. En este sentido, los

médicos deben actuar conforme a las técnicas, a los

procedimientos y a las prácticas correctas que aconseja la

ciencia que ellos profesan. Así, el acto médico se realizará

del modo debido si se sujeta a la manera que indica la "lex

artis". Y si bien no siempre las prácticas médicas aceptadas

excluirán todos los casos de negligencia "puesto que podrán

ser calificadas de insuficientes dependiendo de las

características del caso específico- ellas constituyen un

referente eficaz para dilucidar si en una situación específica

hubo falta de diligencia o descuido culpable.

Asimismo ha señalado que la actividad médica, siendo una

materia de gran complejidad, en nuestra legislación tiene una

normativa casi inexistente, por lo que la doctrina se ha

encargado de establecer principios fundamentales que han

iluminado la jurisprudencia que poco a poco se ha ido

desarrollando a su respecto. Para que pueda haber

responsabilidad en estos casos, es necesario tener comprobados

los siguientes requisitos copulativos:

a).- Que el autor sea un médico y que su actuar haya sido

en el ejercicio de la profesión.
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43
b).- Que la acción del médico haya producido un mal en la

persona del paciente.

c).- Que el médico haya actuado con negligencia culpable,

d).- Que exista relación de causalidad entre el acto

culposo y el daño resultante.

DUODÉCIMO: Que en relación a la primera de las

imputaciones realizadas en contra del Hospital demandado,

tanto en la ficha clínica custodiada como en el documento

enviado por el Servicio rolante a fs. 340, en la cirugía de

fecha 29 de agosto del año 2.014, no aparece como cirujano el

doctor Iván Alcota, sino don Augusto Siccha Bejarano en esa

calidad, don Sergio Otaiza Oryan como primer ayudante y doña

Camilla Vallejo Escobar, como segundo ayudante; sin que se

hayan probado en autos mediante medio de prueba alguno, que lo

aseverado en la demanda es efectivo, es decir, que el equipo

médico estaba encabezado por el señor Alcota quien habría

abandonado el pabellón una vez iniciada la cirugía.

DÉCIMO TERCERO: Que en relación al procedimiento apropiado

y la falta del mismo, no existe controversia en autos y así

queda de manifestó en la ficha clínica, que el cónyuge y padre

de las demandantes, fue diagnosticado con un cuadro compatible

con Adenocarcinoma tubular moderadamente diferenciado, grado

II de tipo infiltrante, es decir, cáncer de recto, quien

además durante cuatro meses había experimentado una baja de

pesos de 10 a 15 kilogramos; tampoco se ha controvertido que

fue intervenido el 29 de agosto del año 2.014, con el objeto

de realizar la resección anterior baja del recto mediante vía


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44
laparoscópica; consta en las referidas fichas y en el

protocolo operatorio, sin que se haya probado lo contrario,

que en la cirugía se reseca a través de un proceso

infiltrativo el recto medio con la técnica conocida como

“anastomosis lateroterminal”, y que el 04 de septiembre de ese

mismo año y luego de practicarle un escáner o Tac de Abdomen y

pelvis, fue intervenido para realizar un aseo quirúrgico,

puesto que, se evidenció una dehiscencia total de la sutura de

la primera cirugía, procedimiento médico en que se aplicó la

“Técnica de Hartmann o Colostomía”, según lo aseverado por las

partes, pero además ratificado por el deponente Víctor Litardo

Plaza, conducido por el mismo Hospital demandado, quien por lo

demás participó en dicha cirugía.

DÉCIMO CUARTO: Que entonces, la discusión conviene

centrarla en si la técnica aplicada en la primera cirugía y a

propósito de las condiciones y el diagnostico con el que el

paciente ingreso al Hospital fueron las adecuadas,

precisamente por lo alegado por el Servicio al momento de

contestar, quien se ha excepcionado de responsabilidad,

aduciendo que la complicación experimentada por el paciente

era esperable aun aplicando todas las técnicas médicas para

remediar el mal que lo aquejaba, y que además ratifican sus

deponentes, ambos profesionales de la salud, uno de ellos el

cirujano que participó directamente en el referido

procedimiento, quien como es esperable manifiesta que la

operación fue llevada a cabo con las técnicas correctas según

el arte médico.
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45
La anastomosis, es una técnica que persigue la conexión

quirúrgica entre dos estructuras (tubulares) como los vasos

sanguíneos o las asas del intestino. Una anastomosis

lateroterminal, como la realizada en el servicio, consiste en

que a la pared lateral del segmento proximal se le realizaba

una abertura para unir el extremo del segmento distal.

Entre los factores que contribuyen al fracaso de una

anastomosis se encuentran la preparación del paciente, el

estado hemodinámico, la mal nutrición e hipoalbuminemia,

anemia y quimio radiación.

En el documento agregado por los demandantes a fs. 162 del

cuaderno custodiado, elaborado por el doctor Hernán Lechuga

Parias, médico cirujano, quien además ratificó su confección y

lo señalado en éste, indica que, en los pacientes con cáncer

de colon y recto la anastomosis, sugiere una ileostomía o

colostomía de protección, en caso de recto irradiado,

anastomosis bajo la reflexión peritoneal y en pacientes con

alto riesgo de dehiscencia de anastomosis. Si alguno presenta

factores asociados que determinen un alto riesgo de

dehiscencia, corresponde realizar la operación tipo Hartmann y

dejar la colostomía en forma permanente.

Se refiere en su informe y en su declaración, además a la

importancia de la evaluación nutricional y las consecuencias

de la desnutrición que pueden ser variadas, entre ellas, el

impacto sobre la capacidad de cicatrización, quienes presentan

una mayor incidencia de sepsis postoperatorias, pero también

mayor incidencia de fistulas, dehiscencia de suturas y retardo


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46
en el proceso de cicatrización, además de un impacto sobre la

inmunidad y la capacidad funcional de sistemas y órganos.

Luego de examinada la ficha del paciente concluye el

referido profesional, que a pesar del antecedente de pérdida

importante de peso, de uno 10 a 15 kg., en los últimos cuatro

meses, no se hizo un estudio del estado nutricional cuyo

déficit afecta tanto la capacidad de cicatrización, como de

defensa contra las infecciones. Los controles de peso y talla

y la administración de fresubin una formula nutricional

comparable a la alimentación normal, se hizo tardíamente en el

periodo terminal.

La constatación de importantes derrames de líquido

citrino, no purulento en las cavidades pleurales y

abdominales, se explican por la disminución de las proteínas

plasmáticas, con disminución de la presión osmótica

intravascular y la consiguiente pérdida de líquidos al

extracelular. Que existiendo un alto riesgo de dehiscencia de

sutura por esta condición de mal nutrición se debió optar

inicialmente por una técnica de Hartamnn, avocando el colon

proximal a la pared abdominal. La sutura primaria de los cabos

de intestino realizada, además de estar contraindicada, se

hizo sin dejar drenaje local, que habría permitido el

diagnostico precoz de la falla de la sutura intestinal.

Agrega que existió un retardo quirúrgico de cinco días

desde el inicio de los síntomas de la complicación, en efecto

estos comienzan el 30 de agosto y la segunda intervención se

lleva a cabo el 04 de septiembre, una dilación que contribuyó


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47
al curso progresivo de la contaminación peritoneal a la

infección y finalmente al shock séptico de foco abdominal.

Concluye que el mal estado nutricional, era un factor de

dehiscencia de las suturas, cuya existencia obligaba a

realizar una operación con la técnica de Hartamnn y no la

practicada, una conducta médica constitutiva de negligencia

médica.

Sabido es que las dehiscencias pueden aparecer en

cualquier momento, desde inmediatamente después de la

intervención, y hasta 7 o 10 días más tarde. En ausencia de

tratamiento, la sepsis progresará, con evolución rápida hacia

la insuficiencia renal y respiratoria.

En consecuencia, teniendo presente el curso de hechos, las

condiciones y el diagnóstico del paciente, lo declarado por

los deponentes conducidos por el demandado, lo referido en el

citado instrumento privado y ratificado por el testigo don

Hernán Lechuga Farías, es posible presumir de conformidad con

lo dispuesto en el artículo 426 del Código de Procedimiento

Civil en relación con el artículo 1.712 del Código Civil,

fundadamente con caracteres de gravedad y precisión

suficientes, que en lo que refiere a la cirugía de resección

anterior baja del recto por vía laparoscópica, realizada en el

Hospital demandado, no se actuó con el estándar de diligencia

y cuidado debido, atendida la edad del paciente, su estado

general, la gravedad del diagnóstico que requería extremar las

medidas, y que evidentemente la técnica aplicada no fue la

correcta, en términos que era altamente probable que la

dehiscencia de las suturas, que en el caso, fue total, era


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48
probable, factible y posible que ocurriese, lo que obligaba a

optar por la técnica de Hartmann, que consiste en el

procedimiento quirúrgico de la resección del recto o sigma,

dejando el recto (su remanente cerrado), ciego y sin transito

digestivo efectuando la colostomía terminal en la fosa iliaca

izquierda para la defecación del paciente, lo que no ocurrió y

que hubiese permitido advertir precisamente lo que se

evidenció cinco días después de la cirugía y que obligó a una

nueva intervención, producto de la pelviperitonitis, con las

complicaciones a nivel renal y respiratorio que llevaron al

fallecimiento del paciente. El diagnóstico del paciente y la

cirugía a la que fue sometido, como bien lo indica el cirujano

que partició en la cirugía, era grave y la cirugía urgente.

El hallazgo en el post operatorio, aparece entonces

evidente y fue determinante en la muerte del padre y cónyuge

de las demandantes, y que como se ha indicado sólo se realiza

cinco días después, de contrario si se hubiese realizado el

procedimiento quirúrgico con la técnica apropiada y más

segura, atendida la condición del paciente, se hubiese

adevertido su detección tempranamente.

En consecuencia, en el Hospital demandado efectivamente se

incurrió en una negligencia médica, no se extremaron las

medidas de cuidado en la cirugía, y sus complicaciones

aparecen detectadas muy posteriormente, lo que no permitió

manejar aquellas y sus graves efectos adversos en forma óptima

y precoz. Existió una infracción a la reglas del arte médica,

que no es sino que el acatamiento de los procedimientos

médicos, adecuados al diagnóstico y tratamiento del caso, lo


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49
que derivó en que el paciente complicara su estado en forma

grave y tuviese que ser nuevamente intervenido, complicación

que trajo consigo su fallecimiento el 10 de octubre del año

2.014.

DÉCIMO QUINTO: Que teniendo presente lo concluido y para

que proceda la responsabilidad por falta de servicio, tal como

se ha indicado, es necesario que exista la falta o disfunción

del servicio que el demandado estaba obligado a prestar, en la

especie el Hospital no trató en forma oportuna, ni apegado a

los procedimientos y estándares médicos, al momento en que don

Armando Marín Villegas, fue intervenido y luego en el post

operatorio se incumple con el actuar prudente diligente y

temprano del hospital y de suyo la falta de servicio o un

servicio de baja calidad e imperfecto, ante los errores

médicos y hospitalarios, de aquellos que no suelen ocurrir si

se actúa diligentemente en uno u otro caso.

DÉCIMO SEXTO: Que de consiguiente, corresponde determinar

la concurrencia de los daños alegados por las demandantes y

los perjuicios que demandan.

Sobre esto conviene tener presente que nuestro

ordenamiento jurídico dispone que toda persona que ha causado

daño a otro, se encuentra obligado a resarcir los perjuicios

que provengan de su acción ilícita, tal como lo dispone los

artículos 2.314 y siguientes del Código Civil. Que a su vez el

artículo 2.329 del mismo cuerpo legal señala que todo lo que

pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe

ser reparado por ésta.

En relación con el daño emergente, demandan los actores la


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50
suma de $10.000.000.-, que corresponden a gastos médicos,

clínicos y servicios funerarios. Con ese fin se agregó a fs. 1

del cuaderno separado de documentos, contrato legal por

adquisición de servicios fúnebres, celebrado entre doña Francia

Marín Tapia y funeraria Hogar Cristiano, por la suma de

$950.000.-, a fs. 2 el contrato de compraventa de derechos de

sepultación y o servicios funerarios entre la Sociedad

Constructora Inmobiliaria y de servicios ETA S.A., y doña

Francia Marín tapia, por la cantidad de $1.623.708.-, a fs. 4,

factura N° 7047 emitida por la misma empresa Constructora e

Inmobiliaria, por la suma antes referida; y el comprobante de

ingreso, ninguno de ellos cuestionado procesalmente de

contrario, los que permite concluir que efectivamente los

demandantes incurrieron en gastos por concepto de servicios

fúnebres y de sepultación en relación con su padre y cónyuge,

por la cantidad de $2.573.708.-, sin que conste en autos algún

otro medio de convicción en relación a los gastos médicos y

clínicos incurridos por los demandantes y gastados por los

mismos, razón por la cual corresponde acoger la demanda por este

ítem, sólo por la suma antes referida, tal como se indicará en

lo resolutivo de esta sentencia.

DÉCIMO SÉPTIMO: Que se ha demandado la suma de

$71.035.776.-, fundado en que don Armando Marín Villegas era

pensionado del I.P.S., por lo que en octubre del año 2.014

recibía una pensión de $1.091.848.-, a su muerte dicha pensión,

se trasformó en pensión de viudez para doña Bernarda Tapia

Bejar, que ha bajado a $577.096.-, y quienes vivían con él han

dejado de percibir mensualmente la diferencia que asciende a


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51
$514.752.-.

El lucro cesante, ha sido definido como la privación de la

legitima utilidad que dejó de obtenerse como consecuencia del

daño sufrido, cuyo fundamento se encuentra en la necesidad de

reponer al perjudicado en la situación que se hallaría si el

suceso dañoso no se hubiese producido (Femenía López,

“Criterios de Delimitación del Lucro Cesante

Extracontractual”, Ediciones Tirant Lo Blanch. Valencia,

2.010), establecido en el artículo 1.556 del Código Civil en

relación con el artículo 2.314 antes citado.

Con el fin allegó en cuaderno separado de documentos, a

fs. 7, la notificación de la deuda de prestaciones de

seguridad social emitido por el IPS, que indica la pensión de

viudez en favor de doña Bernardo Tapia Bejar, a la suma de

$1.150.435, desde el 01 de noviembre del año 2.014 al 30

septiembre del 2.015; a fs. 08 la Resolución 6229, emitida por

el IPS, la que rebaja la pensión de viudez a $545.924.-, a fs.

09 certificados de pago de la referida pensión desde el mes de

abril a diciembre del año 2.012, y los años 2013, 2.014, 2015

y 2016; liquidaciones pago de los meses de abril y mayo del

año 2.016; a fs. 147, informe confeccionado por don Juan

Muñoz, Ingeniero Informático, que refiere sobre la perdida

efectiva de ingreso a través de un cuadro estadístico, quien

además compareció y declaro en autos a fs. 137, ratificado en

referido documento; a fs. 288, se agregó oficio enviado por el

Banco Estado, que adjunta cartolas de la cuenta Rut

correspondiente a doña Bernarda Tapia y por último a fs. 311,

rola informe del IPS referido a las rentas (pensiones) de don


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52
Armando Marín Villegas y la pensión de viudez y sus actuales

beneficiarios; ninguno de ellos cuestionado de contrario, y de

cuyo mérito permite acoger la petición de lucro cesante

demandado, puesto que, ha resultado acreditado en el proceso,

que efectivamente la demandante Bernarda Tapia Bejar, ha visto

mermado su patrimonio y de su grupo familiar al momento del

fallecimiento de su cónyuge a los 69 años, precisamente porque

la pensión que percibía don Armando Marín Villegas fue

rebajada producto de su muerte, a la suma de $577.096.

Sin embargo, y teniendo presente que toda remuneración y/o

pensión, significan ingresos, estos evidentemente fluctúan y

están sujetas a los gastos inherentes a la misma y aquellos

necesarios para generarla, por lo que la suma solicitada

resulta ser desproporcionada, de consiguiente y teniendo

presente la edad del beneficiario con la pensión al momento de

fallecer y que el promedio de edad en nuestro País es cercano

a los 80 años, corresponde rebajar la suma solicitada por

lucro cesante en un cincuenta por ciento calculado por el

término referido, esto es, la cantidad de $33.973.632, tal

como se indicará en lo resolutivo de esta sentencia.

DÉCIMO OCTAVO: Que en lo tocante al daño moral, el que se

ha entendido como “el dolor, pesar o molestia que sufre una

persona en su sensibilidad física, en sus sentimientos o

afectos o en su calidad de vida”. En cuanto a la prueba del

daño moral, tanto la doctrina como la jurisprudencia

mayoritaria coinciden en señalar que el daño moral no requiere

prueba, y que sólo basta que la víctima acredite la lesión de

un bien personal para que se infiera el daño.


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Nuestra Iltma. Corte de Apelaciones ha resuelto, “Que en

cuanto al daño moral entendido como un menoscabo de un bien no

patrimonial, en cuanto afecta la integridad psíquica de un

individuo y que se traduce en el agobio que genera el haber

sufrido una lesión considerable y el riesgo para su vida que

ello representó, no requiere de prueba. En cuanto a su

avaluación señala que debe hacerse conforme a la prueba tasada o

legal y a la apreciación prudencial del sentenciador, lo que es

distinto a la afirmación de que el daño moral requiere prueba”.

Sin perjuicio de lo indicado, la prueba del daño moral

impone ciertas restricciones, en ese sentido y normalmente el

mismo no puede ser objeto de una prueba directa pero si por

presunciones.

DÉCIMO NOVENO: Que desde ese punto de vista los

demandantes han demandado la suma de $80.000.000.-, para cada

uno de ellos, fundado en la circunstancias en que ocurrieron

los hechos y las afecciones que como consecuencia debieron

soportar en su integridad física y psíquica.

Con este objeto agregó en el cuaderno de documentos

separado, rolan informes psicológicos realizados por doña

Paula Tan Reyes, a doña Bernarda Marín Tapia, Francia Marín

Tapia, Nicol Marín Tapia, doña Bernarda Tapia Bejar y doña

Nathalie Marín Tapia. En relación con las hijas los informes

coligen que las hijas presentan Trastornos del Ánimo y

depresión leve y su cónyuge cursa una depresión mayor en

estado grave, todos ellos aparecen ratificados en autos a fs.

135, a ello se suma las declaraciones de los tres deponentes

conducidos por los demandantes quienes en forma conteste


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54
aseveran y se refieren al estado emocional del grupo familiar

y las consecuencia psíquicas que han padecido además de las

económicas y que rolan a fs. 139 y siguientes; y a la

circunstancia incuestionable e innegable que para cualquier

persona el fallecimiento de un ser querido en las

circunstancias en que ello ocurre, permite presumir

fundadamente con caracteres de gravedad y precisión suficiente

que efectivamente los actores han sufrido dolor, aflicción en

su esfera psíquica, en sus sentimientos, y una alteración en

su vida diaria, circunstancias que permiten presumir

fundadamente el daño moral que demanda.

VIGÉSIMO: Que en cuanto al quantum de dicho daño, si bien

avaluar el daño afectivo tal como lo señala el profesor

Enrique Barros Bourie, en su Tratado de responsabilidad

extracontractual, “La avaluación del perjuicio afectivo

presenta dificultades generales de avaluación del daño, en

cuanto a la subjetividad de la avaluación, el carácter

punitivo de la indemnización y la ausencia de criterios

formales o informales que permitan una comparación objetiva de

las sumas asignadas a título de indemnización”.

Corresponde en definitiva determinar prudencialmente el

daño por los jueces del fondo, y en la especie, para dicho

efecto, es preciso tener presente, entre otros factores y

especialmente atendida todas las imputaciones y omisiones

realizadas y aquellas probadas en autos, la gravedad y

extensión de este daño, materia a la que se refirieron los

testigos de los actores, la documental allegada por los

demandantes, la actitud asumida por el Hospital demandado


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desde el momento mismo del hecho generador del daño y su

capacidad económica.

VIGÉSIMO PRIMERO: Que en virtud de estas conclusiones, se

considera que una indemnización compensatoria justa, en cuanto

del daño experimentado por los actores y aquel vinculado con

la cirugía y sus consecuencia y no con otras circunstancias,

la suma de $70.000.000.- para la cónyuge por su lazo de

parentesco y las sumas de $50.000.000.-, para cada una de las

hijas, las que se estiman justas y suficientes para resarcir

el daño sufrido.

VIGÉSIMO SEGUNDO: Que no se condena en costas al

demandado, por no haber resultado completamente vencido en

autos.

Por estas consideraciones y visto además lo dispuesto en

los artículos 144, 160, 170, 174 a 180, 254, 346 Nº 3, 426,

428, 433 del Código de Procedimiento Civil, artículos 1.698,

2.314 y siguientes del Código Civil, se declara:

I.- Que se rechaza, la objeción de documentos formulada

por los demandantes a fs. 170.

II.- Que se acoge, la demanda deducida en lo principal de

06 y siguientes por don Miguel Avendaño Cisternas, abogado en

representación de doña Bernarda Imperio Tapia Bejar; Bernarda

Zunilda Marín Tapia; doña Francia Andrea Marín Tapia; doña

Nicol Stefania Marín Tapia; y doña Nathalie Esperanza Marín

Tapia, sólo en cuanto se condena al demandado Hospital

Regional de Antofagasta, ya individualizado, a pagar la suma

total de $2.573.708.- (dos millones quinientos setenta y tres

mil setecientos ocho pesos) por concepto de daño emergente, la


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suma de $33.973.632.- (treinta y tres millones novecientos

setenta y tres mil seiscientos treinta y dos pesos), por

concepto de lucro cesante y la cantidad de $70.000.000.-

(setenta millones de pesos), para doña Bernarda Tapia Bejar, y

la suma de $50.000.000.- (cincuenta millones de pesos) para

Bernarda, Francia, Nicol y Nathalie todas “Marín Tapia”, por

concepto de daño moral.

III.- Que las sumas antes referidas, deberán liquidarse en

su oportunidad e incrementarse con los intereses fijados para

operaciones de dinero no reajustables a contar de la

notificación de la demanda y hasta el pago efectivo, sin

reajustes en el caso del daño emergente y lucro cesante y con

los intereses corrientes para operaciones de dinero no

reajustables a contar de la fecha de esta sentencia y hasta el

día del pago efectivo, sin reajustes, en relación al daño

moral.

IV.- Que cada una de las partes pagará sus costas.

Regístrese, notifíquese y archívese en su oportunidad.

Rol C-2.472-2.016.

Dictada por doña Elizabeth Verónica Araya Julio, Juez

Titular. Autoriza don Rosa Díaz Segovia, Secretaria

Subrogante.

En Antofagasta, a veintiuno de diciembre del año dos mil

diecisiete, se anotó el presente fallo en el estado diario, de

conformidad con lo prevenido en el artículo 162 inciso final del

Código de Procedimiento Civil.


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Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la
causa.
A contar del 13 de agosto de 2017, la hora visualizada
corresponde al horario de verano establecido en Chile
Elizabeth Veronica Araya Julio Rosa Del Carmen Diaz Segovia Continental. Para Chile Insular Occidental, Isla de Pascua e
Fecha: 21/12/2017 16:57:07 Fecha: 21/12/2017 16:58:13 Isla Salas y Gómez restar 2 horas. Para más información
consulte http://www.horaoficial.cl

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