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secesionismo y a Vox
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Licenciado y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Profesor retirado de la UNED. Se pueden
consultar otros artículos y libros del autor en el blog : http://miradacrtica.blogspot.com/
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Jesús Sánchez Rodríguez, "España: el fracaso de la izquierda para formar gobierno",
http://miradacrtica.blogspot.com/2019/09/espana-el-fracaso-de-la-izquierda-para.html
un dificultad grave para asentar una gobernabilidad estable sobre la que inciden las
fuerzas nacionalistas y secesionistas periféricas.
Pero Pedro Sánchez inició una campaña en las bases contra la fracción ganadora
en el pulso dentro del aparato y terminó recuperando la dirección del partido en las
primarias celebradas en mayo de 2017. A Sánchez, de nuevo como secretario general
pero sin acta de diputado tras su dimisión, se le presentó la oportunidad, con la
sentencia del caso Gürtel, para lanzar la moción de censura en mayo de 2018. La
moción de censura no le obligó a llegar a pactos explícitos con sus apoyos, pues estos
le fueron ofrecidos para sacar al PP del gobierno de manera gratuita. Pero lo que fue
gratis en mayo de 2018 para investirle presidente, no lo fue para aprobar los
presupuestos, y el rechazo de Sánchez a ceder ante los independentistas le llevó a
convocar las elecciones de abril de 2019. El PSOE experimentó un fuerte crecimiento
electoral, de 85 a 123 diputados, gracias a dos elementos, las políticas progresistas que
implementó en esos meses de gobierno, y a su firmeza en no ceder frente a las
demandas independentistas.
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Es necesario resaltar en este punto que Podemos iba descendiendo en apoyos electorales, de
71 a 42 y finalmente a 35, como consecuencia, entre otras cosas, de su papel de elemento bloqueante
de gobierno, primero en 2015 y luego en el verano de 2019
derecha se produjo un dramático basculamiento hacia la extrema derecha,
convirtiéndose Vox en la tercera fuerza parlamentaria tras la debacle de Ciudadanos.
Al margen de los resultados electorales otro factor importante vino originado por
la reactivación del activismo separatista catalán motivado, antes de las elecciones, por
la sentencia del juicio a sus líderes presos y las graves protestas con que respondieron
en la calle, y después de las elecciones por los efectos del Tribunal de Justicia y el
Parlamento Europeo de reconocer la calidad de diputados de los dos dirigentes
independentistas huidos de la justicia, Puigdemont y Comín y al líder de ERC en
prisión Oriol Junqueras.
Sin embargo, tras las elecciones de noviembre y la decisión del PSOE de pactar
con ERC unas demandas independentistas más exigentes que las que precipitaron las
elecciones de abril, las tensiones se dispararon en ambos campos, con mayor virulencia
en el campo constitucionalista que en el independentista. ERC fue criticada por los
post-convergentes y la CUP por su pacto con el PSOE, pero no se rompió el gobierno
de coalición ERC-JxCAT y, además, ERC cerró filas con el presidente Torra cuando
fue inhabilitado como diputado catalán por la JEC como consecuencia de su acto de
desobediencia durante la campaña electoral de noviembre. Sin embargo si se rompió el
campo constitucionalista. En primer lugar porque de los tres partidos que lo
conformaban, Ciudadanos había sufrido una debacle y, en sus lugar, el tercer puesto en
representación lo había adquirido Vox que, como partido de extrema derecha, está
excluido del campo constitucionalista por su programa extremista. En segundo lugar,
el PSOE aún teniendo una sólida lealtad constitucionalista había tomado dos decisiones
que rebajaban su compromiso o le generarían problemas, primero porque las
condiciones de ERC para apoyar la investidura de Sánchez mediante su abstención
convertían al débil gobierno de coalición progresista en un virtual rehén de ERC, como
así lo advirtió Rufián en la propia sesión de investidura, y segundo porque la coalición
de gobierno la establecía con un socio como Podemos que había dado muestras
continuas de sus simpatías con el independentismo y no había formado nunca parte del
consenso constitucionalista.
La justificación última de Sánchez para conseguir ser investido por una minoría
mínima e inestable es la de que quiere buscar un camino de negociación que encauce el
conflicto en Cataluña, pero en realidad lo que está generando son otras consecuencias
que se expresarán en el medio, sino en el corto plazo. En primer lugar, impulsa la
excitación del nacionalismo español y facilita que el anterior enfrentamiento entre
constitucionalistas e independentistas se transforme definitivamente en un
enfrentamiento entre nacionalistas españoles e independentistas periféricos, lo cual
representa un impulso decisivo al ascenso de Vox. En segundo lugar, facilita también
que en esta situación la disputa en el campo de la derecha empuje al PP hacia las
posiciones de Vox para evitar que éste último capitalice en exclusiva el nacionalismo
español excitado y termine siendo la principal fuerza de la derecha.
Mantener el bloque constitucionalista era una tarea que debería haber extendido
sus objetivos más allá de contener los intentos secesionistas de violar las leyes y la
Constitución como ocurrió en el otoño de 2017, para incluir también la contención y
marginación de la fuerza ultraderechista que representa Vox. Pero si es ilegitimo por
parte del PP querer mantener el bloque constitucionalista a la vez que pacta con Vox,
también es ilegitimo por parte del PSOE querer sostener dicho bloque a la vez que
pacta con quienes han intentado y no renuncian a la vía unilateral de secesión violando
las leyes y la Constitución. El resultado es una ruptura clara de dicho bloque
constitucionalista para satisfacción tanto de los independentistas como de Vox.