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Visión de mesogestor:
Este artículo se escribe con la óptica de un mesogestor de salud, no desde un
economista, sobre lo que significa innovar, que es básicamente incorporar lo nuevo.
Implantar lo nuevo no solamente por lo novedoso o distinto, sino porque será lo más
efectivo, y uno de los caminos más seguros para lograr la sustentabilidad,
sostenibilidad y solvencia en los sistemas de salud y de las organizaciones en
particular. Actualmente en la gestión clínica se realizan estas asignaciones que
incrementan los gastos por encima de las posibilidades de su financiamiento,
impulsado por incentivos mal alineados y desde información incompleta, como el
planteo crucial, de las brechas entre eficacia, efectividad, eficiencia y las distintas
evaluaciones económicas. Uno de los aspectos más importantes es qué y cómo se
gasta, porque sobran atenciones inadecuadas, mientras faltan otras indispensables y
cómo se financia. Ser regresivo resulta mejor que no ser en absoluto y facilita,
además, mayorías parlamentarias. “el futuro ha llegado, pero no está distribuido de
forma equitativa”. Nada de lo que se diga es fantasía sino realidad que ha cristalizado
desigualdades, orientadas a la financiación de la salud según la renta.
Introducción:
La innovación aparece como un reto fundamental para la economía de los países, para
las empresas, las instituciones públicas y el sector de la salud en particular,
especialmente en los últimos diez años desde que la macrogestión comenzó una deriva
no gobernada, sin sentido ni orientación, solo deshizo los programas que funcionaban
bien especialmente en los últimos cuatro años, hasta llegar al desatino de crear un
ministerio de modernización y convertir en secretarias los ministerios de salud y los de
ciencia y tecnología. Si bien la innovación produce un ambiente organizativo algo
caótico, debe transcurrir por líneas de acción, donde afluyen el conocimiento, el
aprendizaje y la técnica. Que es la aplicación de ese conocimiento, para mejorar la
calidad de vida de la población o para mitigar el sufrimiento. las líneas de acción son el
vehículo para potenciar una innovación sostenida orientada a objetivos socialmente
relevantes. Las líneas estratégicas de acción podrían ser desarrollo de producción de
biosimilares, desarrollar una historia clínica electrónica con interoperabilidad con los
determinantes sociales de salud, la información de los laboratorios, de las imágenes,
de los resultados de las diferentes prácticas, para corresponder un proceso técnico
administrativo digitalizado, que permite la referencia y la contrareferencias; otra línea
puede ser la modificación del modelo prestador por uno que de cobertura al
seguimiento de la enfermedad crónica y a los enfermos complejo. No se pudo
encontrar en la bibliografía un sistema de innovación óptimo, pero la innovación está
ligada con el aprendizaje, a la interdependencia de los sistemas. Las innovaciones
tecnológicas implican la generación de productos, servicios o procesos nuevos o
mejorados por la aplicación de nuevos conocimientos y de tecnología, a través de un
modelo de cambio interactivo. Las innovaciones no tecnológicas fundamentales en las
estructuras asistenciales representan nuevas formas de gestión, de organización o
nuevos comportamientos
Existe una crisis entre el sistema de innovación, su difusión y penetración en todos los
procesos o ámbitos asistenciales, especialmente entre el desarrollo de nuevos
medicamentos por la fijación de precios abusivos, dispositivos tecnológicos que no
tienen efectividad incremental que justifique su aplicación o el sacrificio de recursos,
equipamientos para las intervenciones quirúrgicas y en la tecnología diagnóstica y la
sustentabilidad de su financiamiento y la apropiabilidad de la utilización y la
pertinencia de la indicación.
Tipos de innovaciones
1. Innovaciones continuas.
2. Innovaciones radicales.
Financiamiento de tecnologías:
La innovación es aditiva
La innovación en la salud no es sustitutiva, sino aditiva, no siempre logra la eficiencia,
sino que mejora parcialmente los resultados, inclusive la forma de como presentar los
mismos, en cuanto a respuestas parciales, a mejoras que llevan la transitoriedad a
unos meses, provocando la valoración de cuanto vale un día más de vida en una
persona, que todos lo entendamos y que no nos anímenos a proponerlo por su
incorrección política.
En los medicamentos, los nuevos tratamientos siempre son más costosas que los
anteriores y eso se deba en parte al precio de las drogas que se triplicó en dólares en
los últimos veinte años, que indica que la innovación cada vez cuesta más, que la
producción es más costosa y que los productores para continuar invirtiendo quieren
que la ley de patentes les legalice el monopolio por el tiempo suficiente para recuperar
las inversiones. La innovación es más costosa. Es en dólares. No la podemos financiar.
Debemos aumentar la eficiencia, la inversión en biosimilares. Evaluar nuevas formas
de contrato. Ampliar el mercado. Profesionalizar la gestión. La innovación en el ámbito
de la salud que está protegida por una patente, no maximiza el bienestar social. La fase
de monopolio es el método más empleado para estimular la innovación, aunque los
incentivos que introducen las patentes son dañinos en el mercado farmacéutico,
porque no siempre se protegen las mejoras y muchas veces se extienden los períodos
más allá de lo sustentable.
Estamos hace cuatro años utilizando como prenda de intercambio a la agencia de
evaluación de tecnologías con el sector de la seguridad social, para negociar y que se
discipline, haciendo que paguen los costos, quienes necesitan esto, por la gran
dificultad en la cobertura, las tensiones que genera dentro del sistema, la prescripción,
la auditora y la negación de la cobertura.
Existe grandes silos económicos donde se cubre los gastos extraordinarios y esto
genera que los productores y proveedores se esfuercen por conseguir una mayor
participación en esta distribución haciendo hoy que la cobertura de la discapacidad
genere desfinanciamiento del sistema, porque ofrecemos mucho más de lo podemos
dar, que no tenemos dimensionado lo que se requiere en cobertura, lo que cuesta y
con lo que se tiene lo que se puede dar, y entonces mentimos que damos todo a
todos, cuando podemos dar menos de lo que los afiliados o ciudadanos necesitan, y
solo damos un sistema de salud que cubre a los pacientes agudos en sus
complicaciones. Debemos salir de los silos segmentados por buscar generar cada vez
más fondos mancomunados. Para preservar los equilibrios intergeneracionales, para
preservar los intereses de las futuras generaciones no hay quien los defienda.
Es necesario poner en claro financiación y nuevas tecnologías. Abandonar esos lugares
comunes declarativos que resultaron en falsas promesas, innovar en sanidad exige
políticas públicas que den coherencia al conjunto de decisiones en gestión de los
cambios. Un sistema adecuado de innovación para trasladar a la gestión operativa.
La innovación en sanidad requiere un contexto estable, no para preservar el
estatus quo sino para permeabilizar en situaciones probables de aversión al cambio en
los que financian desde la escasez de los recursos, los temores a lo nuevo, a la presión
que ejerce el complejo industrial médico, explotados políticamente para la inacción, en
provecho de sus ciudadanos.
Se debe ser conscientes que los nuevos medicamentos oncológicos y para tratar
enfermedades reumáticas alcanzan precios elevadísimos para países desarrollados e
imposibles de financiar para los de renta media baja como la Argentina, muchos de
estos medicamentos han contribuido a la curación, la supervivencia, y a la calidad de
vida de los enfermos. Otros no llegan a satisfacer las esperanzas sobre su efectividad.
El precio de los medicamentos no se podría usar porque es confidencial, entonces hay
posibilidad de análisis de costo efectividad, de acuerdo con una demanda presentada
por Pfizer. Asimismo, conseguir mejores descuentos en los grandes compradores viene
al precio de la opacidad. Se intento hacer un observatorio de precios, pero fue solo
una iniciativa frustra.
El crecimiento de la inversión en salud implica mayor producción y renta para un país,
hoy la inversión que deberíamos realizar supera el crecimiento de los países que
crecen. Estas tensiones entre recursos disponibles y el gasto en particular es causado
por la costosa incorporación de las innovaciones tecnológicas en los sistemas
sanitarios. La cuestión es más acuciante en argentina, en tiempos de crisis económica
interminable, que obliga a que de una buena vez nos pongamos en sintonía con la
gestión de la institución que dentro del sector público incorpore la evaluación
económica para la autorización de medicamentos, tecnologías y dispositivos. No se
tomaron medidas anticíclicas y esta crisis nos pega frontalmente, sin redes para
contener el deterioro social, con una política monetaria de austeridad, sin respiro ni
ayudas fiscales, impuesta por el Fondo Monetario Internacional. Pertenecer al mundo
de los intercambios es una oportunidad histórica, pero tampoco podemos esperar que
los demás nos resuelvan el problema, en una economía frágil e inestable como la
nuestra. Esta disciplina fiscal en la cual estamos involucrados llevará años de trabajo
conjunto para salir de este pozo, abandonarla hará que este sacrificio que lleva cuatro
años sea en vano. Pero existe un 33% de la población que está en juego su futuro y no
fue derivado al paso prioritario para acceder a estos bienes de salud de calidad, ya que
agrega la injusta barrera de accesibilidad económica porque la cobertura esta
vinculada a la renta, con lo cual establece un privilegio, asumido como en la educación,
para tener salud hay que pagarla.
Los datos del paciente tampoco son seguros, ya que los sistemas en los que se
almacenan los datos no son completamente seguros. Los médicos también
utilizan una forma insegura de compartir información. Por ejemplo, podemos
ver fácilmente a los médicos compartir información a través de las redes
sociales. Esto puede conducir fácilmente a la fuga de datos del paciente.
Además, los pacientes nunca están a cargo de sus datos. La propiedad de los
datos también es un problema donde las organizaciones poseen principalmente
los datos del paciente sin el permiso adecuado del paciente.
Conclusión:
Estamos en esta época donde la precisión, el conocimiento, la comprensión, y la
propagación de fenómenos antes desconocidos en la fisiopatología, abren nuevos
campos de análisis, oportunidades e incertidumbres, que permiten comprender las
alteraciones tisulares y celulares, permiten el desarrollo de nuevos abordajes,
farmacológicos, diagnósticos, terapéuticos y de soporte vital que mejoran la sobrevida,
disminuyen la morbilidad y convirtieron algunas enfermedades anteriormente
mortales en crónicas, desarrollando enfoques evaluativos de umbrales de costo
efectividad o también basados en el valor, aspectos más profundos que evaluar su
eficacia, seguridad y calidad solamente. Porque pasará a ser costeado total o
parcialmente por los financiadores sociales, públicos o privados, con el atributo de
generar valor para la salud.
La financiación, al ser siempre escasa debería ser selectiva y que permita orientar la
innovación que interesa. Pagar por lo que interesa. Entre ello, la transformación de la
microgestión, del teatro de toma de decisiones, el momento de verdad sea más claro.
Que la gestión sea más clínica y la clínica más gestora, para impulsar innovación en
proceso y formas organizativas. Competencias surjan por comparación en calidad y
costo efectividad incremental.