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SOBRE EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y SU APLICACIÓN PREVALENTE

RESPECTO DE SU HOMÓNIMO DE SUPREMACÍA DE LA REALIDAD

La relación de empleo que rige a la Asamblea Legislativa es de naturaleza


pública y, por ende, el principio de legalidad priva sobre los establecidos para el derecho
laboral, cuya aplicación queda excluida, ya que, el primero se constituye rector en esta
materia –empleo público-.

En este sentido, la jurisprudencia patria, ha indicado:

“…Esta litis no puede resolverse con base en principios del derecho laboral privado,
como lo pretende en su recurso de tercera instancia rogada el actor, porque en
relaciones de servicio público como la que nos ocupa el principio que rige es el de
legalidad, consagrado en el artículo 11 de la Carta Magna y desarrollado en su
homólogo de la Ley General de la Administración Pública.
Ese principio no le permite a ninguna entidad del sector público como el instituto
demandado, realizar acciones al margen de la ley o que no estén debida y
previamente autorizadas por una norma expresa o autoridad competente.
Se ha sostenido que en la Administración Pública el principio rector es el de
legalidad, consagrado en los citados ordinales de la Constitución Política y de la Ley
General de la Administración Pública, por lo que no cabe aplicar principios
laborales como el protector -in dubio pro operario, la condición más beneficiosa y la
norma más favorable- propios del derecho laboral privado.
En ese sentido el voto n° 2002-561 de esta Sala señaló: “en tesis de principio, entre
la Administración Pública (centralizada y descentralizada), y sus trabajadores existe
una relación estatutaria o de servicio público y esta relación jurídica tiene
características particulares que la diferencian de la relación que existe entre dos
personas de derecho privado. Como consecuencia de estas características no es
posible aplicarle los principios generales del Derecho de Trabajo Privado, sino los
propios de ésta.
Así, los principios generales del Derecho del Trabajo privado son desplazados por
principios como el de legalidad, regularidad y continuidad del servicio público,
etcétera.
Esto sucede con el principio de primacía de la realidad, cuando se confronta con el
principio de legalidad que determina la actuación de la Administración Pública: La
aplicación del principio de legalidad impide la aplicación del principio de primacía
de la realidad. Por esta Razón, no es posible, bajo una relación de empleo público,
fundamentar la existencia de un derecho sobre un principio que no resulta aplicable
al caso concreto

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