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Un fuego sobre Inglaterra

"Fui a América para convertir a los indios", escribió el pequeñísimo predicador, "pero, ¡Oh!,
¿Quién me convertiría a mi? ¿Quién sería el que me libertaría a mí de este malvado corazón de
incrédulo?".

John Wesley se zambulló en este marasmo de maldad, en los inicios de la vida moderna, con sus
cadencias de erudito, sus educadas maneras y su ardiente corazón. El 25 de abril del 1738 predicó
al aire libre a casi 2.000 personas en Baptist Mills sobre el tema: "Pues no recibisteis el espíritu de
esclavitud para estar otra vez bajo el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción como
hijos, en el cual clamamos: "¡Abba, Padre! (Romanos 8:15). Esta fue la inspiradora y alentadora
esperanza del evangelio simple y clara. Wesley rechazó una enseñanza teológica, que estaba de
moda en aquellos días, que lanzó la noción de que la salvación estaba reservada sólo para los
elegidos. "Miro al mundo como si fuera mi parroquia", escribió, "La considero, con razón, y mi
obligación moral es declarar a todos los que están dispuestos a escuchar las buenas nuevas de la
salvación".

Hubo una terrible oposición. Aunque Wesley amaba el anglicanismo, las iglesias fueran cerradas
para él. En Exeter, Wesley fue apedreado casi hasta la muerte. En Wednesbury una muchedumbre
pedía su sangre a gritos, empezaron a golpearle y se detuvieron sólo cuando se puso a orar. En
Hoxton, desataron un buey loco en la habitación donde predicaba. En Epworth se le negó el
púlpito donde su padre había servido cuarenta años. Wesley trepó hasta la tumba de su padre, en
el patio de la iglesia, y predicó durante ocho noches a la muchedumbre más grande que Epworth
jamás había visto.

Al corazón a través de la cabeza

PREPARARSE

Un sermón típico de Wesley llegaba al corazón a través de la cabeza. Enfatizaba la respuesta y la


acción. Había un definitivo contenido intelectual y escritural apoyando la oferta radical de perdón:
"Justificación es otra palabra para perdón. Es el perdón de todos nuestros pecados; y lo que éste
necesariamente implica, nuestra aceptación de Dios. El precio por el cual se ha producido esto, es
la sangre y la justicia de Cristo...Los efectos inmediatos de justificación son: la paz de Dios, una
"paz que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7) y un "gloriarse en la esperanza de la
gloria de Dios" (Romanos 5:2), "con gozo inefable y glorioso" (1 Pedro 1:8).

Paz, esperanza, gloria, gozo inefable, al alcance ahora mismo. Este era un mensaje valiente. Era
necesaria la seguridad total de parte de Dios para proclamar esto a lo largo de todo un país, donde
demasiadas iglesias establecidas estaban pobremente atendidas o preservaban a los ricos y
privilegiados. Pero Wesley era convincente porque estaba convencido: "Busca estas bendiciones
tal como eres, ni mejor ni peor, como un pobre pecador que todavía no tiene nada con lo que
pagar, nada con lo que alegar, sino con Cristo muerto. Y si lo buscas tal como eres, entonces
espéralo ahora. No esperes por nada. ¿Por qué esperar? Cristo está listo; y él es todo lo que tú
quieres. Él está esperándote: ¡Él está a la puerta! Deja que lo más profundo de tu alma grite".

La Revolución Wesleriana

El historiador, Will Durant, resumió el efecto de las predicaciones radicales de John y Charles
Wesley sobre la Inglaterra del siglo XVIII: "Ellos trajeron su mensaje de pecado y arrepentimiento a
los campesinos, mineros y criminales; le dieron a los analfabetos un código ético que compartir
para la rehabilitación moral de Inglaterra...

Aquella ética puritana se adaptaba al carácter inglés, pudo generarse por hombres fuertes y
mujeres pacientes y le dio a la clase trabajadora de Inglaterra un sentido de elección y destino
llenos de orgullo que los sostuvo en la pobreza y los hizo hostiles a cualquier revolución que
cuestionara el cristianismo" (The Age of Voltaire - La edad de Voltaire, pág. 135).

Los halagos de J.H. Plumb son grandes en verdad: "Wesley fue un complejo y gran carácter, uno de
los más grandes que se conozca en los tiempos modernos. Un hombre comparable, de algún
modo, a Lutero, Lenin, Ghandi, o incluso Napoleón. Pocos hombres han tenido su capacidad
transcendental de mover el corazón; ninguno ha combinado esto con su genio organizativo".

Wesley construyó para que permaneciese. Organizó a sus seguidores en "pequeñas sociedades",
ciudad tras ciudad, urgiéndoles a adorar juntos, orar juntos y cantar himnos tan nuevos y llenos de
significado como el hermano Charles pudiera componer. Esa inclinación por el buen orden llevó al
nombre "Metodistas".

A la muerte de Wesley (1791) sus seguidores eran más de 70.000 en Inglaterra, y quizás 40.000 en
América del Norte. El énfasis metodista en la vida familiar y la ética personal avergonzó a muchos
de las clases superiores por su frivolidad y vicios, y uno de los últimos hechos de Wesley fue unir e
influenciar a amigos parlamentarios para poner fin al comercio de esclavos.

Nueva vida en Cristo

Wesley tuvo y tiene sus críticos. Generaciones posteriores de eruditos analizarían sus puntos de
vista sobre la perfección cristiana. Wesley parecía estar diciendo que era posible conseguir la
perfección en esta vida, una posición difícil de defender a la luz de muchas escrituras. Su
indiscriminada oferta de salvación y su táctica del "infierno de fuego y azufre" ha sido criticada
como una degradación del evangelio a una forma de "religión por temor".

Algunas de estas críticas tienen fuerza. Wesley es una figura controvertida en la tradición cristiana,
probablemente más apreciada por predicadores que por teólogos sistemáticos.

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