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BOGOTA HITORIA URBANA

El avance real como núcleo urbano de la Santa Fe recién fundada fue bastante lento. En contraste,
una vez ganó el status de capital, las distinciones asociadas a tal rango se sucedieron rápidamente
y, en menos de 15 años de su fundación, cuando todavía era una aldea, obtuvo todos los honores
de gran ciudad. Con la concentración de las dignidades judicial, gubernamental y religiosa en
continuo aumento, Santa Fe tuvo la impronta de una ciudad burocrática y eclesiástica, que reunía
a las castas de letrados y jueces, de clérigos y frailes, las cuales influyeron definitivamente en el
talante de su sociedad.

Esta situación que los convirtió en monopolizadores de la autoridad oficial y privada de las indias
no se manifestó de manera semejante en la adecuada administración de la ciudad. Santa Fe, que
tan solo logró acumular una pequeña población desmesuradamente inferior a su condición de
centro administrativo, episcopal y educativo de todo un reino, no pudo desplegar los medios
financieros y administrativos suficientes para el manejo de la ciudad. Los intereses de la ciudad se
vieron atrapados entre los intereses “nacionales” de la Real Audiencia y la apatía de su élite que
empezaba a desinteresarse por un cabildo cada vez más controlado y supervigilado por oidores,
presidentes y arzobispos.

De otra parte, en contraste con el tamaño de su prestigio, el patrimonio urbano de Santa Fe fue
levantado más lentamente. Después de su fundación con una escasa población y sin muchos
maravedies no se avanzó más allá de su traza original. Unas cuantas manzanas fueron edificadas y
durante los primeros 40 años tan sólo los encomenderos pudieron levantar “casa alta” de teja y
barro. En medio de los inmensos lotes y de calles con hierba atravesadas por tapias, se destacaban
los bohíos como la principal vivienda en la tempranísima Santa Fe.

10A pesar de la precariedad física de nuestra ciudad, su privilegiada posición y el reverdecimiento


económico de la producción sabanera, le dieron a finales del siglo xvi el primero de sus esquivos
auges. Además de ser capital administrativa, Santa Fe fue durante esta época centro minero,
punto obligado donde el oro y la plata de todo el país debían ser debidamente “quintados y
marcados”. Sus haciendas, que todavía podían aprovechar una reserva generosa de mano de obra
indígena, empezaron a exportar cereales (en especial trigo) a las regiones del Magdalena y la
Costa. La afluencia de dinero privado y el nivel de gastos y mercancías fueron percibidos por
Rodríguez Freyle como la primera “época de oro” de la ciudad.

11Sin embargo, fue tan sólo hasta la segunda mitad del siglo xvii cuando Santa Fe completó los
rasgos definitivos que la distinguieron durante la mayor parte de su historia colonial. En gran parte
esto se debió a que el cabildo, desde su fundación y por mucho tiempo, no tuvo el respaldo
suficiente para emprender obras de envergadura. (Ver Diagrama No. 1).

12Después de esta media centuria de dinamismo, Santa Fe entró en un prolongado letargo que se
extendió por más de un siglo, hasta fines del siglo xviii. Fue una ciudad estancada
demográficamente, con una población principalmente indígena, regionalmente aislada, cuyo único
crecimiento estuvo centrado en las actividades colaterales a la iglesia. Durante este lapso
desarrolló una fisonomía que se mantuvo durante buena parte del período colonial. La Santa Fe de
esta época no debió pasar de los 8.000 habitantes; con sus arcas en quiebra, el crecimiento
urbano se mantuvo dentro del triángulo matriz formado por sus dos ríos, San Francisco y San
Agustín, y sus cerros tutelares.
Diagrama No. 1. Crecimiento demográfico Santafé 1778-1912
BOGOTA DEMOGRAFIA

D urante el siglo XIX, la ciudad


q u in tu p licó el núm ero de sus
habitantes pero, escasamente, duplicó
su área urbana. Esto condujo a un
incremento notable en la densidad de
la población, la cual alcanzó los valores
más altos de toda su h isto ria,
superiores a 400 h ab/ha a fines del
siglo (1881).
• Con la expansión de la ciudad hacia

Chapinero, iniciada desde finales del

siglo XIX, la densidad poblacional

empezó a disminuir, hasta llegar en

1938 a 132 h ab /h a, el valor más bajo

de la historia reciente.

• A partir de dicho año se inició un nuevo

proceso de compactación, en forma tal

que en -1964 la densidad alcanzó un valor

de 214 hab /h a , pero luego, como

consecuencia de la expansión tentacular

y desordenada de la ciudad, se produjo

un nuevo desparram am iento, con

densidades cercanas a 188 habjha hasta

1985, año a partir del cual se inició el

último ciclo de compactación urbana, que

llevó la densidad a 21 O h

ab/ha en 1999.
U n comportamiento inverso tiene la dotación en metros cuadrados de suelo por habitante, la cual
alcanzó los valores más bajos, entre 24 y 29 m2/hab hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX,
y el valor más alto del presente siglo en 1938 (75 m2/hab) Durante los últimos 40 años esta
dotación ha variado entre 46 y 53, con un promedio de 49,55 m2/ hab. En la actualidad, se sitúa
en cerca de 47,62 m /hab, valor superior al que tenía la ciudad en 1964 (cuadro 3)

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