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FILOSOFÍA I
Propósitos:
Aprendizajes:
Temática y subtema
Noción de filosofía, su origen y especificidad
Características y objeto de estudio de la filosofía
Actividades iniciales:
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¿QUÉS ES LA FILOSOFÍA?
En este apartado hablaremos sobre qué es la Filosofía. La tarea no es sencilla pues si algo
predomina en nuestro ámbito académico y social actual es una actitud de desinterés y
rechazo hacia la misma. Y no es para menos: es común relacionar a la Filosofía como una
actividad que consiste en “echar rollo” desligado de la realidad en una suerte de fabricar
fantasías en el aire. Dicho lo anterior, sin querer enfrascarme en una serie de definiciones
que se sume a las que hasta el momento se han formulado sobre el significado de la
Filosofía, nos enfocaremos en mencionar algunos rasgos específicos de ésta que permita
que al final del texto cada lector pueda formular una definición personal de lo que
entienden por Filosofía.
Vaya timo¡, dirás:
No me explicas qué es la Filosofía y en cambio me tiras el rollo de que al final del
texto cada uno podrá formular una definición personal de Filosofía, piensas… ¡Qué buen
chiste¡…
Nada que ver, hay dos razones que puedo ofrecer para resarcir este malentendido;
me explico: la primera consistiría en afirmar que, si algo tiene de específico la Filosofía, sin
saber hasta este momento qué es propiamente, es que no hay una sola definición de ésta que
pueda satisfacer todas las expectativas personales de qué entender por la misma. De manera
que sería correcto hablar de Filosofías en plural. Dicho en otras palabras: hay tantas
filosofías como concepciones del mundo – primer rasgo a considerar. En segundo lugar, no
ofrecer una definición de Filosofía obedece al hecho de que ésta es un saber –segundo
rasgo- que se va construyendo, en una suerte de búsqueda, un camino que cada uno tiene
que recorrer por cuenta propia, con los riesgos que esto conlleva para al final formular una
definición personal de Filosofía. A qué riesgos me refiero: pues a que entiendas por
Filosofía otra clase de concepción o saber que nada tenga que ver con lo que buscamos
precisar en este texto.
Pero vayamos por partes.
La Filosofía viene de la palabra griega φιλοσοφία y del latín philosophia acuñada
por Pitágoras en el la Antigua Grecia que significa 'amor por la sabiduría' o 'amigo de la
sabiduría'.
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Pregunto: ¿hemos avanzado algo en nuestra concepción de la Filosofía? Muy poco,
replicarás.
Si te detienes un momento y repasas las asignaturas que hasta el momento has
cursado –no aprobado, que eso es otra cosa-, con respecto a ninguna de éstas se te pide que
manifiestes una suerte de cariño o afecto. Las matemáticas son matemáticas cuyo objeto de
estudios son entes abstractos o de la razón y no así “amor a los números”; no hay algo así
como “amor a la química”, sino simple y llanamente química. En química, por ejemplo, se
estudia la tabla periódica y que yo sepa no se te pide que manifiestes aprecio por los
elementos alcalinos. Lo contrario pasa con la Filosofía. Es propio de ésta, entonces,
manifestar un apego o interés entre su objeto de estudio y aquel que la lleva a cabo, en este
caso el filósofo.
De esta manera, nos encontramos con una disciplina que no se limita al estudio de
un objeto de la realidad o de la naturaleza en específico – ya veremos por qué-, sino que se
caracteriza por la manera en particular de abordar un problema en una suerte de “amor por
el saber” o afecto por la sabiduría misma. Es conocido el pasaje de La República (2000) en
donde Platón (427-347 a.c) alude al filósofo como aquel sujeto que experimenta una
sensación de embriaguez por el saber mismo, es decir, el filósofo quiere saber, saber y
saber más en una suerte de no poder saciar su apetito. De esta manera, otro rasgo o
característica que nos acerca a la compresión de qué es la Filosofía sería la manera en el
sujeto –en este caso el filósofo- se acerca a su objeto de estudio. No es la búsqueda de un
saber en donde el sujeto esté desligado o separado del objeto que quiere comprender, de la
realidad o la naturaleza, sino que éste se encuentra involucrado, de carne y hueso, como
diría el filósofo M. de Unamuno, con una aspiración de “amor”, interés o afecto que éste
manifiesta hacia dicho saber. En Más Allá del Bien y del Mal, el filósofo alemán F.
Nietzsche (1844-1900) formuló la siguiente sentencia: “en el filósofo, nada, absolutamente
nada, es impersonal”, lo que significa que la Filosofía se caracteriza por ser un saber en el
cual el sujeto –el filósofo, en este caso- no se separa de su objeto de estudio, sino que, al
contrario, éste se haya involucrado con cada una de las preguntas que formula.
Basta de rollo, pues, y vayamos a lo que nos interesa. Por lo mencionado hasta el
momento, podríamos decir que la dichosa concepción que anhelamos en este texto de qué
es la Filosofía sería algo así como una manera o modo distinto de ver y acercarse a las
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cosas. No como algo común y corriente, como enfrentase ante un problema de matemáticas
y obtener el producto de 2+2, por ejemplo, y estar satisfecho con el resultado. No como
algo normal, sino como algo asombroso, al grado de causar una suerte de entusiasmo y
embriaguez porque nos acercamos a algo que no sabíamos de antemano. La filosofía, pues,
como una manera distinta de acercarse a las cosas, proporciona color a la realidad
despejando y desmenuzan lo que nos impedía ver el fondo del problema.
En sus Lecciones Preliminares de la Filosofía (2005), el filósofo español García
Morente (1886-1942) menciona que esa capacidad de asombro propia a todo ser humano,
que está presente en el acercamiento a un problema determinado, tiene el efecto de
infantilizar o puerilizar –convertirse en niño- al filósofo; es decir, cuando éste fija su
atención en un problema lo que está de por medio es el asombro –otro rasgo de la Filosofía-
hacia aquello que no logra captar y el resultado de esto es que el sujeto asume la actitud
semejante a la de un niño. Seguramente te has fijado cómo reacciona tu hermanito o los
niños de tu vecindario cuando están ante una situación o problema que los atrapa o llena de
estupor y asombro. Pues claro: comienzan a preguntar: por qué esto, por qué aquello, así o
asá, hasta que uno de estos pone punto final a las preguntas y continúan jugando o se
encaminan a sus casas. Este es precisamente el punto al que quería llegar, para ir
concretando el tema en este texto: la Filosofía como un saber que consiste en una visión
personal del mundo y que comienza a partir del asombro se caracteriza porque lo único que
te va a ofrecer son preguntas. Preguntas y más preguntas. Eso es a lo que se refería García
Morente cuando decía que aquellos que tienen la mejor madera de ser filósofos, son los
niños, pues éstos siempre están pegunte y pregunte.
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Desde el surgimiento del pensamiento filosófico, Platón (427-347 a.c) y Aristóteles
(384 - 322 a.c.) habían sostenido que el asombro es el origen de la Filosofía. Por ejemplo,
en el Diálogo Teeteto en donde el ateniense, de donde era oriundo nuestro pensador,
aseguró que asombro es un estado del alma natural que experimenta involuntariamente
quien se lanza a las aguas del pensamiento filosófico. Por su parte, Aristóteles sostuvo que
la filosofía no nace en sí de un impulso del alma; al contrario, las cosas se manifiestan y se
transforman en incitadoras de problemas a los que debemos atender e investigar. A este
impulso que ejercen dichas problemáticas “el estagirita” (como se le conoce a nuestro
filósofo al ser oriundo de Estagira) las denominó en su libro Metafísica: “la coerción de la
verdad”. Ésta es la que no permite que el asombro quede en una respuesta, sino que va
suscitando otro asombro y éste a otro más y a otro más; de manera que una vez que éste se
ha iniciado, no se puede detener. Es a esto a lo que líneas arriba nos referíamos en el
sentido de que un rasgo específico de la Filosofía es que ésta te ofrece sólo preguntas, no
respuestas.
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Pero hagamos una precisión necesaria. El asombro del que hablamos como propio
de la Filosofía y que se caracteriza por ser una manera distinta de abordar un problema, es
diferente al estupor que es propio de la mirada rutinaria que empleamos en nuestro día a
día. El asombro es propio de los sabios, de aquellos que buscan y se empeñan por
encontrar, aunque nunca acaben de saber del todo y cada vez estén más convencidos que
saben menos, pues a medida que avanzan no acaban de descubrir cosas asombrosas. El
estupefacto, no busca, se conforma con lo que tiene a la vista y lleva una vida monótona y
rutinaria.
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No querer salir del estupor, que es lo mismo que ser un estúpido, impide que la
gente viva bien y para eso puede servir y mucho, la Filosofía. Así las cosas, se puede ver el
mundo con asombro o con rutina. El asombro es una de los requisitos de la Filosofía. Pero
aclaremos que no es exclusivo, pues éste también se presenta en los físicos, los
matemáticos, los historiadores, etc. Todos aquellos también se asombran, pero no podemos
decir que no se llama estrictamente Filosofía lo que ellos hacen. Así que, nos preguntamos:
¿qué es, entonces, lo propio de la Filosofía?
DERECHO
FILOSOFÍA
FILOSOFÍA FISICA ÉTICA
QUÍMICA
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A lo mejor caemos en la idea que no somos tan distintos y toda (3)
la idea que tenemos con respecto a ser una especie superior del
resto de los seres vivos se desvanece, pues al fin y al cabo dicen
que todo descendemos de un mismo árbol y somos primos más o
menos lejanos. O para amolarla, nos sorprende la noticia que los
robots nos están superando en inteligencia y la idea de que el
hombre es el artífice se convierte en una fantasía. Aun así, las
preguntas: ¿Qué somos?, ¿Qué es en el fondo lo que nos
distingue de los demás seres vivos? O ¿Cuál es el sentido de la
vida? nos inquietan y asombran al fondo que no tenemos más
que enfrentarnos, buscar un plausible sentido que nos permita orientarnos en el mundo.
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En Las Preguntas de la Vida (2002), el filósofo español Fernando Savater (n.
1947-) comenta, lo siguiente: “… las ciencias pretenden explicar cómo están hechas las
cosas y cómo funcionan, mientras que la filosofía se centra más bien en lo que significan
para nosotros; la ciencia debe adoptar el punto de vista impersonal para hablar sobre todos
los temas … mientras que la filosofía siempre permanece consciente de que el
conocimiento tiene necesariamente un sujeto, un protagonista humano. La ciencia aspira a
conocer lo que hay y sucede; la filosofía se pone a reflexionar sobre cómo cuenta para
nosotros lo que sabemos que sucede y lo que hay”. Esta larga cita, en mi opinión, describe a
detalle la característica y objeto de estudio de la Filosofía. La radicalidad, el interés por las
últimas causas de los fenómenos y no meramente el cómo funciona, es la esencia y lo que
diferencia una pregunta filosófica de las demás ciencias.
Recapitulando: hemos visto que la Filosofía es un saber sobre cualquier aspecto, por
insignificante que resulte, de la realidad interesándose por las últimas causas de éste. Para
filosofa, como para cualquier saber –ciencia, religión, etc.- es necesaria la admiración;
debemos dejar de conformarnos con lo que nos presentan y nos han enseñado a comprender
de la realidad y aventurarnos a descubrir lo maravilloso y asombroso que es que las cosas
sean y tal y como son. Precisamente en esta apuesta, de la cual no hay retorno, es la
búsqueda que la Filosofía nos ofrece.
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Actividad de reafirmación
1.- Elabora un esquema gráfico (mapa conceptual, mapa mental, etc) sobre lo expuesto en
el texto.
Fuentes consultadas: