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13 versos que demuestran que Jesús fue un hombre al cual podemos seguir

Algunos versos que demuestran quién fue en realidad nuestro Salvador. Al final agrego algunas de
tantas citas del Espíritu de profecía.

Aunque era el Hijo de Dios, podemos leer en la Biblia que Jesús eligió venir a la tierra en forma de
hombre. Está escrito que Él tenía una naturaleza humana y una voluntad humana, pero que venció
y nunca pecó. Debido a esta vida victoriosa pudo vencer a la muerte, salvarnos, dejarnos su
ejemplo y llevando a su término la Expiacion final en el lugar santísimo del santuario celestial.

Como cristianos esto es de suma importancia para nosotros. Porque venció siendo un hombre
como nosotros, (Romanos 8:3; Filipenses 2:5-7; Hebreos 2:17,18; Hebreos 5:7, etc) esto significa
que también podemos vivir la misma vida que Él vivió en la tierra. ¡Es plenamente posible seguir a
Cristo en la verdad! Si permanecemos en él su vida se manifestará en nosotros (Juan 15:1-5;
Gálatas 2:20; 1Juan 2:16, 1 Juan 3:7, etc)

Aquí hay 13 versos de la Biblia que demuestran que Jesús fue un hombre como nosotros, al cual
podemos seguir si ponemos por la fe nuestros pies en sus pisadas

Jesús fue tentado en todo según nuestra semejanza

«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,


sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.» Hebreos 4,15.

Jesús tuvo una voluntad propia, la cual negó

«Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Lucas 22,42.

Siempre buscó hacer la voluntad de su Padre

"No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no
busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre." Juan 5:30

Jesús nos anima a seguirle en el camino de la negación

«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y
tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda
su vida por causa de mí, la hallará.» Mateo 6,24-25.

Jesús tuvo un crecimiento y desarrollo espiritual y físico en armonía con la ley de Dios y la ley de la
naturaleza

«Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.» Lucas 2,52.

El Espíritu de Dios da testimonio que Jesús vino en carne


«En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este
es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el
mundo.» 1 Juan 4,2-3.

Jesús se humilló y vino en semejanza de hombre

«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre,
se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.» Filipenses 2,5-8.

El apóstol Pablo escribe sobre «el hombre Jesucristo»

«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual
se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Para esto
yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los
gentiles en fe y verdad.» 1 Timoteo 2,5-7.

Jesús se llama a sí mismo un hombre

«Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham,
las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la
verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.» Juan 8,39-40.

Jesús tuvo que luchar y ser obediente para ser salvado de la muerte

«Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le
podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que
padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna
salvación para todos los que le obedecen.» Hebreos 5,7-9.

Jesús es llamado nuestro «precursor»

«La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde
Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec.» Hebreos 6,19-20.

Jesús fue «semejante a sus hermanos»

«Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y
librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a
servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso
y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en
cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.»
Hebreos 2,14-18.

La Biblia nos dice que hemos de seguir las pisadas de Jesús

«Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien
cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su
cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y
por cuya herida fuisteis sanados.» 1 Pedro 2,21-24.

Citas del Espiritu de profecía sobre la obediencia de Cristo Jesús como hombre y como podemos
obedecer nosotros y vencer como él

"La vida de obediencia del Salvador sostuvo los derechos de la ley; probó que la ley puede ser
guardada en la humanidad, y reveló la excelencia del carácter que la obediencia desarrollaría.
Todos los que obedecen como él obedeció, declaran igualmente que el mandamiento de la ley “es
santo, y justo, y bueno.” Romanos 7:12. Por otro lado, todos los que violan los mandamientos de
Dios, sostienen el aserto de Satanás de que la ley es injusta y no puede ser obedecida. Así
secundan los engaños del gran adversario y deshonran a Dios. Son hijos del maligno, que fué el
primer rebelde contra la ley de Dios. Admitirlos en el cielo sería volver a introducir elementos de
discordia y rebelión, y hacer peligrar el bienestar del universo. Ningún hombre que desprecia
voluntariamente un principio de la ley entrará en el reino de los cielos."(DTG, p.275).

"Ante los creyentes se presenta la maravillosa posibilidad de llegar a ser semejantes a Cristo,
obedientes a todos los principios de la ley de Dios. Pero por sí mismo el hombre es absolutamente
incapaz de alcanzar esas condiciones. La santidad, que según la Palabra de Dios debe poseer antes
de poder ser salvo, es el resultado del trabajo de la gracia divina sobre el que se somete en
obediencia a la disciplina y a las influencias refrenadoras del Espíritu de verdad. La obediencia del
hombre puede ser hecha perfecta únicamente por el incienso de la justicia de Cristo, que llena con
fragancia divina cada acto de acatamiento. La parte que le toca a cada cristiano es perseverar en la
lucha por vencer cada falta. Constantemente debe orar al Salvador para que sane las dolencias de
su alma enferma por el pecado. El hombre no tiene la sabiduría y la fuerza para vencer; ellas
vienen del Señor, y él las confiere a los que en humillación y contrición buscan su ayuda." (Hap,
pág. 424)

"Juan (el apóstol) no enseñó que la salvación puede ser ganada por la obediencia; sino que la
obediencia es el fruto de la fe y del amor. “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados—
dijo,—y no hay pecado en él. Cualquiera que permanece en él, no peca; cualquiera que peca, no le
ha visto, ni le ha conocido.” 1 Juan 3:5, 6. Si permanecemos en Cristo, si el amor de Dios habita en
el corazón, nuestros sentimientos, pensamientos y acciones estarán de acuerdo con la voluntad de
Dios. El corazón santificado está en armonía con los preceptos de su ley."(Hap, p.450).

"La entrega del yo es la substancia de las enseñanzas de Cristo."(DTG, p.481)

"En el desierto de la tentación, Cristo estuvo en el lugar de Adán para soportar la prueba que éste
no había podido resistir. Aquí venció Cristo en lugar del pecador, cuatro mil años después de que
Adán dio la espalda a la luz de su hogar. Separada de la presencia de Dios, la familia humana se
había apartado cada vez más, en cada generación sucesiva, de la pureza, la sabiduría y los
conocimientos originales que Adán poseyera en el Edén. Cristo llevó los pecados y las debilidades
de la raza humana tal como existían cuando vino a la tierra para ayudar al hombre. Con las
debilidades del hombre caído sobre él, en favor de la raza humana había de soportar las
tentaciones de Satanás en todos los puntos en los que pudiera ser atacado el hombre."(1MS, pág.
314).

"Sin la gracia de Cristo, es imposible dar un paso en obediencia a la ley de Dios."(1MS, pág. 436)

La obediencia de Cristo no se diferencia en nada de la nuestra

"El gran Maestro vino a nuestro mundo, no solamente para expiar el pecado, sino para ser un
maestro tanto por precepto como por ejemplo. Vino para mostrar al hombre cómo guardar la ley
en la humanidad, de manera que no tuviera excusa por seguir su propio juicio defectuoso. Vemos
la obediencia de Cristo, su vida sin pecado. Su obediencia de toda la vida es un reproche para la
humanidad desobediente. La obediencia de Cristo no ha de ser puesta a un lado como si fuera algo
completamente diferente de la obediencia que él requiere de nosotros individualmente. Cristo nos
ha mostrado que es posible que toda la humanidad obedezca las leyes de Dios..."(3MS, pág.152)

"Vosotros no estáis degradados, sino que sois elevados, ennoblecidos, refinados por mí. Podéis
encontrar refugio en mí. Podéis obtener la victoria y ser más que victoriosos en mi nombre”.—
Carta 69, 1897; 3MS, pág. 153)

La humanidad puede guardar la ley de Dios por el poder divino

"Cristo venció como hombre las tentaciones. Cada hombre puede vencer como Cristo venció. El se
humilló a sí mismo por nosotros. Fue tentado en todo punto, así como nosotros. Redimió el
desgraciado fracaso de la caída de Adán, y fue vencedor, testificando así ante todos los mundos no
caídos y ante la humanidad caída, que el hombre podía guardar los mandamientos de Dios por
medio del poder divino que el cielo le concedía. Jesús, el Hijo de Dios, se humilló por nosotros,
soportó la tentación por nosotros, y venció en nuestro favor para mostrarnos cómo podemos
vencer." (3MS, pág. 154)

"No necesitamos colocar la obediencia de Cristo en una categoría especial, como si fuera algo a lo
cual él estuviera peculiarmente adaptado por su naturaleza divina particular, porque él se
presentó delante de Dios como representante del hombre y fue tentado como el sustituto y la
garantía del ser humano. Si Cristo hubiera tenido poder especial que el hombre no tiene el
privilegio de poseer, Satanás se hubiera valido de este argumento. La obra de Cristo refutaría las
afirmaciones de Satanás de que él dominaba al hombre, y el Señor podía hacer esto solamente de
la manera en que lo hizo: como hombre, tentado como hombre, prestando la obediencia de un
hombre..."(3MS, pág. 157)

"Tened en cuenta que la victoria y la obediencia de Cristo es la de un verdadero ser humano. En


nuestras conclusiones cometemos muchos errores debido a nuestras opiniones equivocadas
acerca de la naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza
humana un poder que es imposible que el hombre tenga en sus conflictos con Satanás, destruimos
el carácter completo de su humanidad. El da a todos los que lo reciben por la fe, su gracia y su
poder que les atribuye. La obediencia de Cristo a su Padre era [y es] la misma obediencia que se
requería del hombre.
El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que el poder divino se combine con su
capacidad. Tal ocurría también con Cristo Jesús: él podía echar mano del poder divino.
El no vino a nuestro mundo para prestar obediencia como un dios menor a otro mayor, sino como
un hombre que debía obedecer la santa ley de Dios. Y de esta manera él es nuestro ejemplo."
(3MS, pág. 158)

Dios bendiga a su pueblo con su Presencia santa

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