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2.3.

Principales causas y efectos de la trata de personas

2.3.1. Causas sociales

Cuando se habla de trata de personas y de toda la mafia que ello trae

consigo, nos encontramos que pese a la variedad de modalidades que dicho

flagelo desarrolla, existe un patrón que es quizá el más común entre todas ellas y

se trata de una de las principales causas de que este problema se siga

manifestando a nivel mundial: hablamos de las migraciones masivas. De acuerdo

con esto, gran parte de los delitos asociados con tráfico de personas y demás

modalidades están relacionados directamente con factores migratorios que

responden a necesidades económicas propias de cada región.

Por lo tanto, en su afán por superar la situación económica precaria que se

vive, muchas personas (la mayoría mujeres y niños) son presa fácil de este delito

y por consiguiente son engañadas con promesas de fabulosas mejoras laborales

con jugosas remuneraciones económicas. Además, un estudio revela que la trata

de personas no es un hecho que se presente siempre con una ausencia absoluta

de consciencia en torno a él: “Este estudio identifica tres tipos de víctimas: las que

efectivamente se van engañadas, a quienes les dicen que van a cuidar mujeres

embarazadas. También están las que saben que van a ejercer la prostitución pero

desconocen las condiciones; y finalmente aquellas que son conscientes que van a

hacer explotadas pero no les importa” (El Universal, 2013). Así pues, frente a lo

que significa el tráfico de personas, las víctimas o posibles víctimas son

conscientes en cierto grado pero sus necesidades les hacen sentirse en la

obligación de hacer caso omiso a los posibles riesgos y a las consecuencias de


los mismos, todo ello en aras de buscar un estilo de vida distinto tanto para ellas

como para sus familiares.

Otro factor social que ejerce gran influencia en la ejecución de este delito es

la pobre dinámica investigativa, regulativa y judicial que exista en el país en el cual

se lleve a cabo esto. Ello ha generado lo que se considera hoy día como los

“nichos de mercado”, es decir, aquellos lugares en los cuales gracias a sus

debilidades gubernamentales es mucho más sencillo realizar este tipo de tráfico y

en los cuales se obtienen ventajas mayores en comparación con otras zonas.

Sudamérica es uno de esos lugares donde la trata se facilita, y ello en principio por

tres grandes motivos que son: primeramente, los riesgos de investigación penal

son muy bajos, como el caso de Argentina que se ha venido estableciendo como

una suerte de paraíso fiscal para este delito, llegando incluso estos grupos a

mantener tranquilamente sus capitales; en segundo lugar, aquellos lugares donde

exista la capacidad adquisitiva suficiente como para pagar por los servicios que se

ofrezca, como ha venido sucediendo con Panamá, donde se ha generado una

especie de balneario para narcos y demás delincuentes con poder económico; y

finalmente, donde los traficantes o tratantes obtengan mayores facilidades y con

ello, muchos más dividendos producto de su actividad (El Universal, 2013).

2.3.2. Causas económicas

Si bien pudimos ver que en el punto anterior se aludía a la mejora de la

situación económica como un factor de gran incidencia en lo que respecta a la

trata de personas, los factores de tipo social y económico van estrechamente

relacionados en el sentido que la cultura social es un reflejo de la realidad


económica. De esta manera, en la medida que lo económico se evidencia como

precario, las posibilidades de que la ilegalidad surja como un elemento

determinante para aliviar dicha situación. Por consiguiente, elementos económicos

como el desempleo, la inflación, la deflación y demás variables, son clave en la

generación de organizaciones delictivas que se nutren de ello para realizar sus

prácticas de tráfico humano, bien sea mediante el engaño o mediante el acuerdo,

lo importante allí es que existe un punto de quiebre entre el Estado como elemento

generador de oportunidades y los delincuentes dispuestos a subsanar esas grietas

producidas por la inoperancia estatal.

Por tal motivo, la economía es un elemento de vital importancia dentro del

ejercicio de la trata de personas, lo cual lleva a pensar que en la medida que ésta

tienda cada vez más a una estabilidad y un equilibrio en la participación de las

personas, este tipo de delitos serán mucho menos factibles, toda vez que tal y

como se ha dicho aquí, la trata se da fundamentalmente por motivos económicos,

tanto por quienes la sufren como por quienes la ejecutan, pues no podemos

perder de vista que muchas de las personas que hacen parte de estas redes

también lo hacen atendiendo a una posibilidad de mejoramiento económico, tal y

como sucede con otros actores delictivos como sicarios y demás, quienes al no

encontrar posibilidades por la vía legal, recurren a la ilegalidad.

2.3.3. Causas de nivel de educación

Por supuesto que cuando hablamos de este tipo de delitos, debemos apelar

casi que de modo necesario a las falencias educativas, ya que por este tipo de

factores se reflejan claramente en este tipo de problemáticas. La baja escolaridad


es quizá uno de los elementos más significativos a la vez que más silenciosos a la

hora de percibir este tipo de manifestaciones. Significativo, porque es casi

omnipresente cuando se trata de estos fenómenos, puesto que una baja

escolaridad impide una mejor ubicación laboral debido a que para aspirar a

condiciones laborales mejor remuneradas se requieren condiciones académicas

superiores. Y silencioso, porque la baja escolaridad es un punto de partida no solo

para la trata de personas sino para muchos delitos más, en los cuales el engaño y

la ignorancia son el principio fundamental de establecimiento de cualquier tipo de

mafia.

Sin embargo, la educación no parece ser el enfoque principal de las

personas en su vida general, en especial porque significa o representa una

solución a mediano o largo plazo que a su vez demanda mucho trabajo y

dedicación. Lamentablemente, en las zonas en las cuales se presenta la mayor

cantidad de casos de trata de personas, el influjo arribista es el que manda la

parada. Para el caso de nuestro país, la influencia del arribismo es muy amplia

debido a lo que fue la cultura del dinero fácil que se introdujo gracias al

narcotráfico y los carteles de la mafia. Durante este periodo, el país experimentó

una circulación del dinero bastante fluida que permitió un cierto relajamiento de la

población e hizo que se creara una costumbre, toda una cultura alrededor de ello.

Con la trata de personas pasa algo similar, sobre todo porque como se ha venido

diciendo, buena parte de los casos registrados de este flagelo son producto de la

facilidad con la que se quiere cambiar de realidad, como si el crecimiento y el

mejoramiento fuera algo que se lograra con un abrir y cerrar de ojos.


2.3.4. Efectos psicológicos

Sin duda, el principal daño que se percibe dentro del fenómeno que aquí se

describe, por encima de lo físico es lo psicológico. El abuso y el deterioro

emocional son cosas casi inseparables, ya que la psique de un individuo está

condicionada por la manera en la que actúa. De esta manera, el desprecio por la

dignidad humana se convierte en el eje fundamental de este tipo de actividades

dejando con ello toda una serie de consecuencias psicológicas terribles para

quienes han o siguen siendo víctimas de este tipo de abusos.

En muchos casos, las personas que sufren a causa de haber sido

comercializados como mercancías para diferentes tipos de trabajo, se suicidan o

nunca recuperan completamente su salud mental debido a los terribles vejámenes,

a la violencia de que son víctimas, a las terribles condiciones laborales y de vida, a

la separación de su patria y sus seres queridos, así como a muchas otras cosas

que terminan por dejar una huella indeleble en las personas. De acuerdo con lo

anterior, más que los daños físicos la trata de personas es una actividad que se

mide más por los daños y efectos de tipo psicológico que físico, sin que se

desconozca que también se dan los segundos, pero sin duda es en su psicología

donde más se afectan las personas y donde resulta más complejo de reparar, si

es que es posible que eso suceda.

2.3.5. Efectos físicos


No obstante a que son los efectos psicológicos quizá los que más fácil y

rápido saltan a la vista cuando hablamos de trata de blancas, los efectos físicos

también hacen parte del deterioro que se genera cuando se es víctima de este

problema. Muchos son los problemas que responden a este orden, sobre todo

cuando se habla de explotación sexual, ya que es bien amplio el portafolio de

enfermedades y desórdenes en materia de salubridad que aparecen en este tipo

de actividades. Pero cabe aclarar que debido a la presencia de otro tipo de tratas,

como lo son el tráfico de órganos y la explotación laboral no sexual, las afecciones

de salud también son de otro orden. En el caso de los menores, por ejemplo,

debido al tipo de actividad se manifestarán patologías que en muchos casos y

tristemente, son irreversibles, como los daños en la columna vertebral, atrofia en el

desarrollo de órganos y tejidos, hernias y llagas en distintas partes del cuerpo, etc.

Para el caso del tráfico de órganos, lamentablemente en muchos casos la

consecuencia inmediata es la muerte, pues este fenómeno difiere en el hecho de

que se extraen órganos y tejidos vitales a las personas para comercializarlos en el

mercado negro.

2.3.6. Daños a la sociedad

Sin dudas, el peor daño que se le puede hacer a la sociedad con este tipo

de actividades, es que se convierta en algo “habitual” y que pase desapercibido

ante los ojos del resto de las personas. Esa indiferencia es la que permite que

estas actividades se sigan presentando, puesto que ello impulsa a quienes se

lucran con ello porque no deben enfrentarse a las denuncias públicas que son un

factor importante en el seguimiento que a ello le puedan hacer las autoridades


competentes. Para muchos, existen las denominadas “zonas de tolerancia” en las

cuales es común la presencia de trabajadoras sexuales, muchas de ellas niñas

menores de edad y lo peor, muchas pueden ser víctima de trata y no lo sabemos.

2.5. Forma de combatir la trata

2.5.1. Leyes para castigar la trata

Dada la magnitud que ha alcanzado el tema de la trata de personas a nivel

global, nuestro país como uno de aquellos en los cuales este fenómeno se

presenta con una cierta regularidad que resulta preocupante, se ha visto en la

obligación de establecer un aparato legislativo cuyo enfoque sea, precisamente, la

trata de personas.

En un sentido estricto, en Colombia frente al tema de la trata de personas

fue concebida la Ley 985 de 2005 “que modifica el delito establecido anteriormente

en el Código Penal y ordena la adopción de medidas de prevención, protección y

asistencia para las víctimas de trata, así como la creación de un sistema nacional

de lucha contra el fenómeno.” (Observatorio, 2013). Sin embargo, este no es el

único documento que se ocupa del tema, pues existen otros decretos y leyes que

directa o indirectamente se refieren al tema. Entre los que se destacan,

encontramos el Decreto 1974 de 1996 que crea el Comité Interinstitucional para la

Lucha contra el Tráfico de Mujeres y Niños; la Ley 747 de 2002, modificada por la

Ley 890 de 2004, que incorpora el tipo penal de trata de personas al Código

Penal; el Decreto 4000 de 2004 que formula las Normas Migratorias; la Ley 248 de

2005 que es aprobatoria de la convención internacional para prevenir, sancionar y


erradicar la violencia contra la mujer; el Decreto 4319 de 2006 que establece la

cuenta especial creada para la lucha contra la trata de personas; la Ley 1146 de

2007 que establece las normas para la prevención de la violencia sexual y

atención integral de los niños y adolescentes abusados sexualmente; el Decreto

4786 de 2008 que establece la estrategia nacional de lucha contra la trata de

personas 2007-2012; la Ley 1329 de 2009 que sienta las normas contra la

explotación sexual comercial de niños y adolescentes y la Ley 1336 de 2009 que

instaura las normas contra la explotación, la pornografía y el turismo sexual con

niños y adolescentes, entre otras (Observatorio, 2013).

2.5.2. Programas para evitar la trata de personas

Muchas son las organizaciones entre gubernamentales y no

gubernamentales dedicadas al tema de la trata de personas, en particular, porque

las cifras a nivel mundial y local son cada vez más alarmantes. Sin embargo, entre

los documentos más fuertes en materia de programas preventivos y combativos

contra la trata de personas, se encuentra el programa establecido por la Comisión

Económica para América Latina (CEPAL) y la Organización Internacional para las

Migraciones (OIM), en el marco de la Conferencia hemisférica sobre migración

internacional: derechos humanos y trata de personas en las Américas, en

Santiago de Chile, en 2002.

Entre los elementos destacables se encuentra una serie de estrategias

entre las cancillerías y las autoridades de policía de Colombia y Holanda, España,

Alemania y Ecuador, zonas que son las de mayor destino de personas víctimas de

trata de blancas. Además, la Cancillería misma ha establecido tres dependencias


para atender lo relacionado con la trata de personas: la Dirección de Derechos

Humanos, que se enfoca en la promoción, seguimiento e impulso al tema de los

derechos humanos; la Dirección General de Cooperación Internacional que se

encarga de orientar, promover y coordinar la participación internacional para

establecer una red de trabajo conjunto para atacar el problema; y finalmente, la

Dirección de Asuntos Consulares y Comunidades Colombianas en el Exterior que

como el nombre lo indica, atiende a los colombianos en materia de protección de

sus derechos en el exterior (Martínez, 2002).

Por otra parte, el inicio del siglo XXI trajo consigo para nuestro país una

serie de programas de prevención en aras de atacar el problema de la trata de

personas, en donde se centra la atención en la que se considera como la

población más vulnerable, es decir, las personas en condición de pobreza para

apoyarlas en materia de vivienda, estudio, trabajo y desarrollo alternativo a través

de creación de microempresas, buscando minimizar el nivel de violencia social,

conflicto interno y pobreza y así, reducir la intención migratoria la cual fomenta la

trata de personas (Martínez, 2002).

A todo esto se suma el trabajo arduo de la Policía Nacional, quien en

trabajo conjunto con miembros de la Interpol y otras organizaciones

internacionales, ha venido desarrollando no solo seguimiento, captura y

desmantelación de organizaciones delictivas dedicadas a este delito, sino que

lleva a cabo campañas de sensibilización en la población, con el fin de generar un

poco más de consciencia en la población en general frente al tema de la trata de


personas, para buscar así una mayor participación de la ciudadanía en materia de

prevención y denuncia ante posibles casos de reclutamiento y trata de personas.

2.5.3. Programas para ayudar a los afectados

Siguiendo la línea, los programas que se han establecido en materia de

trata de blancas también incluyen la atención a quienes han sido víctimas de este

flagelo en aras de buscar su rehabilitación. En este orden de ideas, Colombia hace

parte de los países que se han unido al denominado Protocolo de Palermo, que es

el documento oficial creado por las Naciones Unidas, y cuyo nombre oficial es

Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente

mujeres y niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra

la Delincuencia Organizada Transnacional, y cuya función principal es sentar las

bases desde el ámbito del derecho internacional, en aras de prevenir y castigar los

delitos asociados con la trata de personas, además de atender a aquellos que

hayan sido víctimas de dicho fenómeno.

En términos generales, el Protocolo de Palermo busca decretar los

lineamientos básicos que debe seguir cualquier país adscrito al mismo, en materia

de atención a víctimas de trata de personas. Por tal motivo, en él se encuentran

las acciones terapéuticas, de alojamiento y cuidado, de protección de integridad y

dignidad, acompañamiento y asesoramiento e incluso indemnizaciones, entre

otras.

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