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Compara los imperios territoriales de Carlos I y el de Felipe II, y explica los
diferentes problemas que acarrearon.
El Imperio de Carlos I
Carlos I era hijo de Juana la Loca y de Fe-
lipe el Hermoso. La muerte de su abuelo Fer-
nando en 1516 y la incapacidad de su madre
dejaron en sus manos una combinación de
reinos y territorios que le convirtieron en el
monarca más poderoso de su tiempo. De la
familia de su padre, Felipe, recibió una doble
herencia. Por una parte, de su abuelo Maxi-
miliano todos los estados de la Casa de Aus-
tria (Habsburgo) y los derechos al trono im-
perial alemán (Sacro Imperio Romano Ger-
mánico SIRG). De su abuela, María recibió
Borgoña, los Países Bajos (Flandes), Luxem-
burgo y el Franco Condado. De la familia de
su madre Juana, por parte de su abuela Isa-
bel hereda la Corona de Castilla, con todos
sus territorios peninsulares y ultramarinos.
De su abuelo Fernando II, hereda la Corona
de Aragón que incluía también sus posesio-
nes mediterráneas (Nápoles, Sicilia, Cer-
deña, etc.).
El Imperio de Felipe II
En 1556, dos años antes de su muerte,
Carlos I abdicó en su hijo Felipe y se retiró al
monasterio de Yuste (Cáceres). Dividió sus
posesiones entre su hermano Fernando, a
quien cedió el título imperial y los Estados
alemanes, y su hijo Felipe, a quien traspasó
la Monarquía hispánica, a los que sumó los
territorios borgoñones en los Países Bajos.
Felipe II comenzó su reinado en 1556. He-
redó de su padre el imperio más grande de la
Tierra y durante su reinando aumentó sus te-
rritorios, no solo con la expansión en América
y en Asia (Filipinas), sino también a partir de
la unión con Portugal, la llamada Unión Ibé-
rica en 1580. Era el Imperio “en el que nunca
se ponía el Sol”.
Los problemas que acarrearon
La herencia recibida por Carlos I era un
conjunto heterogéneo de territorios que sola-
mente tenían en común a su monarca. Estos
se hallaban dispersos por Europa, así como
por una América en plena fase de conquista
colonización. El objetivo de la política de Car-
los V estuvo marcado por los intereses
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dinásticos de los Austrias y no tanto por los
intereses de los reinos hispánicos. El princi-
pal objetivo era mantener los territorios reci-
bidos de su familia, así como intentar asegu-
rar la hegemonía en Europa del catolicismo
frente al protestantismo. La ideología política
de ese imperio presentaba a Carlos como
jefe político y moral de toda la cristiandad
(SIRG). Pero esta idea Imperial no fue acep-
tada de forma unánime ni inmediata; encon-
tró oposiciones tanto en el resto de Europa
como dentro de la propia España.
Desde esta perspectiva se explican los
principales problemas de su reinado: el en-
frentamiento con Francia y con los turcos, y
la lucha contra la expansión del luteranismo
en Alemania. El conflicto religioso se resolvió
a través de la Paz de Augsburgo en 1555, un
acuerdo que dividía el Imperio de Carlos V en
dos confesiones cristianas (luterana y cató-
lica) y otorga a los príncipes alemanes la ca-
pacidad de elegir la confesión a practicar en
sus Estados.
En los reinos hispánicos hay que destacar
las revueltas de las Comunidades y las Ger-
manías que se produjeron al comienzo de su
reinado. Aunque se trata de conflictos distin-
tos, en ambos casos existió una oposición a
la política centralizadora de la monarquía.
En el caso de Felipe II, le concedió más
importancia que su padre a los reinos hispá-
nicos, aunque como se ha dicho, siguieron
prevaleciendo los intereses dinásticos sobre
los propiamente españoles. El objetivo de Fe-
lipe II de mantener la hegemonía en Europa
supuso también un foco de conflictos cons-
tante:
- En España la rebelión de los moriscos de
las Alpujarras (1568).
- La guerra contra el Imperio turco y la im-
portante victoria en la Batalla de Lepanto
(1571).
- La revuelta de los Países Bajos y la inde-
pendencia de las Provincias Unidas (futura
Holanda).
- El conflicto con la Inglaterra de Isabel I y
la derrota española de la “Armada invencible”
(1588).