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LA REVOLUCIÓN
La militancia de los 70
C
ada quince minutos tenían que agacharse. Pasaba el tren por Gerli y
nadie tenía que ver que estaban allí, en la casilla del guardabarrera,
con el violento sol de la villa miseria rodeándolos por los cuatro
costados.
Tenemos que crear un estado de conciencia entre los…
Sí, pero agáchate que viene el tren.
A veces cambiaban el paso a nivel por una cocinita en un conventillo de
Lomas de Zamora. Pero desde que cayó la Policía por la denuncia anónima,
prefirieron la casilla.
Con mucho trabajo, algún pasajero del tren, apenas de refilón, podría ha-
ber visto en la casilla a Héctor Anabitarte. Lo que nunca hubiera pensado, ha-
bida cuenta del estereotipo que a fines de los 60 reinaba inamovible, era que
ese hombretón con bigotazos gruesos y anteojos cuadrados era homosexual.
Y menos, que allí por primera vez se estuviera hablando de cómo crear un
estado de conciencia sobre las condiciones de opresión que los homosexua-
les estaban obligados a soportar.
Fue en la casillita que lo militantes decidieron que se iban a agrupar y
que esa agrupación tendría un nombre universal: “Nuestro Mundo”.
“En Nuestro Mundo participan personas ‘del pueblo’, algunas de las
cuales eran portadoras de la ideología más reaccionaria o conservadora.
Repartíamos boletines mimeografiados en las redacciones de los periódi-
cos o las revistas. Los periodistas que me recibían se quedaban a veces he-
lados. ‘¿Pero usted es homosexual? No se me pasaría por la cabeza’. Como
si esperasen a una drag-queen en lugar de un sindicalista habituado a la pe-
lea política. Recuerdo que armaba los boletines en la sede de la agencia de
noticias DAN, donde yo había empezado a trabajar a través del sindicato
de periodistas, luego de que me declarasen cesante en el Correo, a raíz de
una huelga. DAN estaba de alguna manera vinculada al Partido Comunis-
ta. Su director, un comunista de toda la vida, muy honesto y muy fiel al
partido, se daba cuenta de esta otra tarea alternativa, pero nunca dijo nada.
Tiempo antes había llegado a las oficinas de DAN, vía el PC, un informe
donde se me denunciaba como homosexual. El director me llamó a su des-
pacho y me dijo que, de haberlo sabido antes, no me tomaba. Pero que
después de conocerme y tratarme, no encontraba un solo argumento para
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Héctor Anabitarte reunió en su persona características
que en los 60 parecían antagónicas. Homosexual,
sindicalista y comunista, fundó Nuestro Mundo, la
primera agrupación de gays en la Argentina.
echarme”,1 le contó Héctor a Alejandro Modarelli para el libro que éste es-
cribió junto con Flavio Rapisardi, Fiestas, baños y exilios, un texto impres-
cindible para entender esta historia por la calidad de sus testimonios y la
profundidad de sus análisis.
No fue fácil para Héctor juntar todos sus pedazos: sindicalista, homose-
xual, comunista.
En la “Fede” (Federación Juvenil Comunista) le asignaron tareas menores
hasta que consiguieron que se fuera. Pero en 1967, aún dentro del partido, le
tocó ir a Moscú, a los festejos del 50° aniversario de la Revolución. Ahí tomó
contacto con el profesor Fedotov, el sexólogo de la burocracia rusa. Fedotov
fue terminante ante la pregunta del ansioso Anabitarte: “En la URSS no exis-
te la homosexualidad”. Y por las dudas agregó que aconsejaba a los homose-
xuales casarse, que eso los curaría. Alarmado por tamaña contradicción del
estudioso que aconsejaba casamiento a homosexuales inexistentes, Anabitar-
te fue, como siempre, claro y le contó de su homosexualidad. El académico
no se inmutó. Le aconsejó, como a todos aquellos otros que no existían, que
se casase.
Que se iba a curar.
1 Flavio Rapisardi y Alejandro Modarelli: Fiestas, baños y exilios. Los gays porteños en la úl-
tima dictadura, Buenos Aires, Sudamericana, 2001, p. 141.
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95. NUESTRO MUNDO: Considera que un “matrimonio” entre dos homosexuales no
es duradero, y que cuando uno de los dos es heterosexual, menos aún
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contrar el camino, la ubicación correcta de los homosexuales de ambos se-
xos, con sus diferentes situaciones, en la vida social contemporánea. ¿Esto es
fácil? Claro que no. Y la homosexualidad, no es un hecho aislado. La situa-
ción de los homosexuales está profundamente ligada a otros problemas: la
diferencia discriminatoria entre los sexos, las razas, clases sociales, etcétera.
Por ello, que hablar, debatir sobre la homosexualidad no puede ni debe que-
dar aislado de la situación, de la problemática general de la sociedad, de su
desarrollo, de sus cambios, de sus perspectivas.”
Así era la primera página del boletín salvado del olvido. Estremece ia-
ginar el poder subversivo que habrá tenido en los primeros 70, cuando
Anabitarte llegaba con las hojas a las redacciones y lo miraban como si el
unicornio azul en persona hubiera bajado para preguntarles si no vieron a su
dueño por ahí.
Queda patentizada en el boletín la falta de medios del grupo y los obstá-
culos que habrán tenido para el trabajo. En la página 2 se lee una nota sobre
la película Miseria y esplendores extraída de la revista Siete Días. La página
culminaba con una frase y una pequeña biografía de George Bernard Shaw.
La página 3 comenzaba con una nota titulada “Nueva Experiencia”:
“Posiblemente en breve, en un hospital de la Capital Federal, se ha de
efectuar una experiencia con antiandrógenos. A la misma, ya han dado su
conformidad dos homosexuales varones. Esta nueva droga, producido por
un prestigioso laboratorio de la Alemania Occidental, ha sido probada has-
ta ahora solo en animales. El propósito de la experiencia es el de contar con
un medicamento capaz de controlar la libido, de amortiguar el deseo se-
xual, especialmente cuando este se descontrola. Será de mucha utilidad,
tanto para heterosexuales como homosexuales, lograr una droga como la
señalada”.
El paso del tiempo no hace sino acentuar los trazos de la postal de deses-
peración de esos “dos homosexuales varones” que aceptaban ser “conejos
de Indias” de tan absurda experiencia. Pero de todos los registros sobre la
vida homosexual en la Argentina, el que sigue es uno de los más descarna-
dos justamente por su falta de espectacularidad. Así pensaba y vivía una
persona común: “[el reportaje] se lo hicimos a un amigo, empleado de un
comercio, 49 años, casado y homosexual. Nos dice que él considera que un
‘matrimonio’ entre dos homosexuales no es duradero, y que cuando uno de
los dos es heterosexual, mucho menos aún. Que conoce muchos homosexuales, que
nunca han logrado dejar de serlo. Sí, en personas que cumplen un papel se-
xual activo con un homosexual. A la pregunta si puede un homosexual ser
feliz, nos contesta que no en la medida que viva pendiente de un afecto.
Cuando se es así, le cambian todos los valores. Más sufre subraya cuando
quiere y sabe que ese afecto no va a ser duradero, permanente. En los mo-
mentos de felicidad, la inseguridad en cuanto a la permanencia de esta re-
lación suele malograr esos momentos. No cree que pueda haber una amis-
tad con una persona con la cual se han tenido relaciones sexuales y se han
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dejado de tenerlas. En cuanto a las operaciones que simulan un cambio de
sexo, opina que un homosexual está condenado a llevar una doble vida. En
función de esto, estos cambios son inútiles por cuanto tienen notoriedad,
son conocidos, y hacen que estos sean vistos no como personas comunes.
En su vida, pueden sentirse más cómodos, pero en el plano sentimental se-
guirán frustrados como antes, pues no serán aceptados como un hombre o una
mujer normales”.
Un hombre convencido de la imposibilidad de su felicidad. Un dolor que
solo extinguirá la muerte.
La página terminaba con dos notas publicadas en la prensa: una noticia
sensacionalista de la revista Así y la crítica cinematográfica de la película El
asesinato de la enfermera Jorge.
La página 4 está ocupada íntegramente por una nota publicada en el ex-
tranjero sobre “Búsqueda de la enigmática sustancia X”.
Finalmente la página 5 tiene dos notas, una de The New York Times, so-
bre el cambio de sexo, de 1967 y otra, un “Comentario de uno de los miembros
del consejo de redacción de nuestro ‘mundo’”
“El sexo y los problemas que se originan por su causa, tienen un no des-
preciable peso en la humanidad. Y no se trata de un problema estrictamente
sexual, sino que se trata de un problema de cómo integrarse a la sociedad, de
cómo vivir una vida en coherencia, en coincidencia con los valores funda-
mentales de la época. Se trata también de un problema de comprensión, y
más que de comprensión, es un problema de sentirse acompañado en este
viaje por el Cosmo [sic], en amor, para el amor, con amor. Se trata de cómo
lograr una existencia plena, sin íntimas y desagradables contradicciones. Se
trata de vivir en sinceridad, en libertad. El ser humano, este ser que es el úni-
co que tiene conciencia de su existencia, que aspira a recorrer las estrellas,
que aspira a ser plenamente feliz, que domina mil técnicas, que domestica a
la naturaleza, no olvida nunca por mucho tiempo, la verdad, su verdad con-
creta, necesita vivirla, defenderla, compartirla. Es por eso quizá, que noso-
tros editamos este boletín.”
Para coronar la desorientada publicación ―no olvidar, una vanguardia pa-
ra la época―, consignan una frase: “Buscamos ansiosos de descubrir, descu-
brimos ansiosos de seguir buscando”, de… ¡San Agustín!
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96. EL FRENTE DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL: Por primera vez yo respiraba;
sentía que venía del caldo del horror, como si hubiese sido un sapo aplastado.
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La revista Así entrevistó a los
miembros del novedoso Frente de
Liberación Homosexual. A la
derecha, Néstor Perlongher, quien
llegaría a ser dirigente de la
agrupación y un reconocido poeta.
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Lo que los unía eran los Puntos Básicos de acuerdo del Frente de Libera-
ción Homosexual, un acuerdo de avanzada que a la vez que traducía los sentí-
mientos de la época daba un enorme paso adelante con respecto a la mirada
propia. En esos puntos, se decía entre otras cosas que “los homosexuales son
oprimidos social, cultural, moral y legalmente. Son ridiculizados y margina-
dos, sufriendo duramente el absurdo impuesto brutalmente de la sociedad he-
terosexual monogámica”; que “esta opresión proviene de un sistema social
que considera a la reproducción como objetivo único del sexo. Su expresión
concreta es la existencia de un sistema heterosexual compulsivo de rela-
ciones interhumanas donde el varón juega el papel de jefe autoritario, y la
mujer y los homosexuales de ambos sexos son inferiorizados y reprimi-
dos”; que “con la represión de la sexualidad libre y las actitudes sexuales
no convencionales, se lesiona el derecho a disponer del propio cuerpo y
por consiguiente de la propia vida, derecho negado por este sistema de re-
laciones de dominación donde el hombre es una mercancía más”.
Una de las cuestiones esenciales del Frente, que definía su ideología y era
toda una lectura de época, decía que “la lucha contra la opresión que sufrimos
es inseparable de la lucha contra todas las demás formas de opresión social,
política, cultural y económica. Nuestra reivindicación en cuanto a la deroga-
ción de la legislación antihomosexual pasa por el desmantelamiento del apa-
rato represivo”. En este sentido los muchachos del Frente, también sacudidos
por el espíritu revolucionario de la época, se sumaban con sus reivindicacio-
nes a las de las grandes mayorías nacionales. Por eso continuaban sus puntos
básicos recordando que “todos aquellos que son explotados y oprimidos por el
sistema que margina a los homosexuales pueden ser nuestros aliados en la lu-
cha por la liberación. En ese sentido nos proponemos seguir desarrollando dis-
cusiones y acciones conjuntas con las organizaciones feministas y otros movi-
mientos”. Esto se concretó en la experiencia del Frente con la UFA, Unión Fe-
minista Argentina y el Movimiento de Liberación Feminista, encabezado por
María Elena Oddone. Otra cosa que dejaron bien en claro en el Frente es que
también podían participar heterosexuales que creyesen que “la libertad sexual
es un presupuesto básico en la lucha por la dignidad humana”. Sin embargo,
no parecen haber sido muchos los heterosexuales dispuestos a militar contra
el machismo, a principios del 70. Lo cual frustraba en cierta medida la máxi-
ma que con humor desarrolló Perlongher: “La revolución sexual solo será po-
sible cuando los hombre heterosexuales socialicen su culo”.
Con estos puntos básicos y una actitud que les permitía tomar el cielo por
asalto, los militantes del FLH creyeron que los 70 podían ser, en la Argenti-
na, como en todo el mundo, los años que darían vuelta la Historia.
Se olvidaban de que aquí las cosas suelen ser un poco más crueles, un po-
co más obvias, un poco más tristes.
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97. LA ORGANIZACIÓN: Formalmente la organización es similar a la de los grupos
guerrilleros
E l señor paró el taxi, en Belgrano. Subió. Indicó una dirección. Casi co-
menzaba a relajarse cuando vio, pegoteado en la espalda del asiento del
chofer, un trocito de papel madera. Se acercó para leerlo. Se horrorizó: “La
represión burguesa es consecuencia de la moral burguesa. FLH”. El tachero
no supo explicar de qué se trataba, pero recordó a un melenudo al que un
rato antes, desde el Centro, había llevado hasta el barrio. A comienzos de
los 70, cualquier papel anónimo con tres letras mayúsculas podía ser un
anuncio de una bomba, una nueva agrupación guerrillera o un grupo insu-
rreccional dispuesto a desterrar de la faz de la Tierra los desaguisados del
pérfido capitalismo.
La revista Panorama decidió investigar.
Encontró otros indicios.
En Barrio Norte habían aparecido unos afiches mimeografiados. En los ba-
res del Centro, algunos militantes repartían boletines. Entonces ocurrió lo
que parecía imposible: “Un periodista de Panorama logró comunicarse con
uno de los miembros más conspicuos de la logia”.
Todo el proceso de la entrevista publicada en 1972 es descabellado.1 Pa-
ra comenzar, lugar y hora de la cita: Corrientes y Callao a las tres de la tar-
de. No parece el mejor sitio para pasar inadvertido. Pero ahí no terminaba el
delirio. Contó el periodista que, sin que nadie lo notase, fue encapuchado y
metido dentro de un Citroën gris. Juró que lo pasearon durante casi una
hora en el auto, hasta que apareció sentado en “el confortable living de un
chalet”. Allí pudo hablar con dos encapuchados, Germán y Dino, que se
presentaron como “las máximas autoridades del FLH”.
Las respuestas de Dino y Germán apenas tienen relación con todo lo es-
crito por el FLH en sus documentos. Y no tienen desperdicio:
“― ¿Cuáles son los orígenes del Frente?
Dino: ―Desde principios de siglo se han realizado indagaciones científi-
cas sobre problemas sexuales y uno de los interrogantes fundamentales es
¿hasta dónde el ser humano es únicamente heterosexual? Sin embargo, lo
que denominamos proceso de liberación homosexual es más reciente, data
de hace treinta años y se acentúa en la década del 60. Consideramos que he-
mos estado reprimidos, pero conjuntamente toda la Humanidad ha vivido
reprimida, por lo cual a nadie debe extrañar que en los últimos tiempos se
desarrollaran movimientos de liberación: las mujeres, los negros y también
los homosexuales, ¿por qué no?
Germán: ―La liberación del ser humano no termina con la independencia
económica ―que es fundamental― sino que continúa en otros órdenes. Es en
esos órdenes en los que aún no se ha manifestado; salvo en algunos sec-
1 Sebreli asegura, en su libro Escritos sobre escritos, que fue todo un montaje.
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En una nota en la
revista Panorama,
los miembros del
Frente de Liberación
Homosexual
aparecieron
encapuchados.
“Sufrimos una
persecución delirante”,
aseguraron para
explicar la
clandestinidad en la
que debían moverse.
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las no se conocen entre sí; pero hay que aclarar que tenemos dos tipos de gru-
pos: los de estudio, que realizan investigaciones, y los de concientización so-
bre la masa homosexual, cuya tarea es ímproba, deben explicar que somos
incuestionablemente un sector marginado por la sociedad.
―Formalmente la organización es similar a la de los grupos guerrilleros.
Dino: ―Precisamente.
Germán: ―Esta sociedad no solamente nos margina sino que crea en noso-
tros una mentalidad mistificada en el sentido de hacernos creer que somos
los idiotas de la familia, que el problema es individual. En realidad la gente
no comprende que se nos persigue y hostiga permanentemente. Por eso
cuando los nuevos miembros se integran a la organización, realizamos reu-
niones controladas por psicólogos en las cuales los problemas se debaten en
la forma más sincera y abierta posible.”2
2 “Vida cotidiana. Homosexualidad: las voces clandestinas”. Panorama (24.8.1972), pp. 34-35.
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98. ROSARIO EN LOS 70: No acepto la posibilidad de que la homosexualidad tenga
origen hormonal
1 Boom (Rosario) (marzo 1970), pp. 20-23. Todos los entrecomillados de este capítulo pertenecen a
esa nota.
2 Revista Boom. Mítico emprendimiento periodístico rosarino, mensual de interés general, fun-
dado en 1968 por Ovidio Miguel Lagos Rueda, sobrino “disidente” de los dueños del diario La Capital.
El jefe de redacción era Rafael Ielpi y en el staff figuraban el fotógrafo Carlos Salvi, de dilatada trayecto-
ria en el exterior, el escritor Juan Carlos Martini y el humorista Esven Segovia. El equipo lo completaba
un jovencísimo Roberto Fontanarrosa, que hizo aquí sus “pininos” en humor gráfico, ya que fue el pri-
mer lugar en donde publicó. La revista duró dos años, hasta 1970.
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un sano estado normal de heterosexual, a un estado de homosexualidad. El
verdadero invertido jamás ha tenido tal opción: no se ha desviado de ningu-
na parte. El afecto heterosexual jamás ha sido una realidad en él. Solo ha
conocido una atracción, la del propio sexo. En nada se diferencia de un ni-
ño que nade lisiado’.3 Pero el renovador Parenti va todavía más allá: una
conducta compulsiva de una persona gravemente perturbada, atenúa la
responsabilidad moral subjetiva del homosexual. En tales casos, sería con-
traproducente, en un sacerdote confesor, dramatizar e insistir en la bajeza y
degradación de semejantes acciones. ‘Puede resultar negativo ahondar el
sentimiento de culpa y de temor en el homosexual:4 es importante no ins-
pirar más miedo a una persona ya atemorizada. El sacerdote, a través de una
comprensión profundamente humana, deberá ser signo del Dios de miseri-
cordia que nunca rechaza ni desprecia, ni se cansa de nadie’”.
Queda claro que el movimiento renovador no triunfó en la Iglesia
argentina.
Persistían, claro, algunos tics que ya en aquel entonces se convertían
en un lugar común: la delicada taxonomía de especímenes homosexuales
que pareciera que algunos heterosexuales se sienten obligados a desplegar.
“-El hermafrodita: El más identificable y el más estereotipado para la
imagen popular, por sus características femeninas, su manera de vestir o sus
actividades. La contrapartida sería la ‘lesbiana’, con pelo corto y descuidado,
de apariencia masculina.5 Curiosamente, forman una minoría dentro de la
homosexualidad.
-El homosexual oculto: Paradójicamente, forma la gran mayoría. Ningún
signo externo, como, por ejemplo, la vestimenta o los ademanes, lo diferen-
cia de un heterosexual. Sus profesiones son heterogéneas –profesionales,
universitarios, empleados, deportistas, etc.– y han aprendido a disimular sus
inclinaciones, hasta el punto de engañar al más avezado. Suelen ser casados
y padres de familia, sin que recaiga sobre ellos la mínima sospecha. Según
estadísticas norteamericanas, el 90 por ciento de los homosexuales en los
Estados Unidos pertenece a esta categoría.
-El angustiado: Suele estar al acecho en los baños públicos, en los cine-
matógrafos o en las calles, en procura de una aventura homosexual. Por lo
general, actúa compulsivamente, tratando de descargar ansiedad. Es incapaz
de mantener una relación estable con otro ser humano.
-El integrado: Su vida es convencional, ya sea a través de una toma de
conciencia o de un tratamiento psicoanalítico. Suele tener un grupo estable
de amigos, y, eventualmente, logra ‘formar pareja’. Estas uniones, sin
embargo, nunca son demasiado duraderas entre hombres.
-El bisexual: Una variedad bastante abundante, especialmente entre los
3 Una alegría: habíamos dejado de ser los pervertidos de la casa. Ahora éramos solamente lisiados.
4 Otra originalidad: un sacerdote que no quiere inspirar culpa ni miedo.
5 Es la única referencia al lesbianismo en toda la nota.
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hombres y las mujeres casados. A pesar de tener una marcada preferencia
por el sexo opuesto, incurren, ocasionalmente, en relaciones homosexuales
sin sentir demasiada culpabilidad.
-El homosexual ocasional: Un alto porcentaje de seres humanos incurre
en experiencias homosexuales a lo largo de su vida. […] En las prisiones,
donde las mujeres no son admitidas, o, eventualmente en el Ejército, el
índice alcanza proporciones dramáticas. Sin embargo, los que atraviesan por
una etapa homosexual, en estas condiciones, por lo general la abandonan al
reintegrarse a la vida civil”.
Lo que subyace en estas clasificaciones siempre es un asombro
heterosexual ante la comprobación de que los homosexuales son humanos.
No existe todavía ninguna clasificación de la tipología heterosexual hecha
por homosexuales.
Para encontrar invertidos rosarinos a principios de los 70 era una
buena zona la delimitada por los bulevares, lo que en Rosario determina el
centro de la ciudad. Lo mejor parece haber sido recorrer la calle Córdoba
desde Corrientes hasta el río, o pararse en Rioja y Maipú después de la una
de la mañana. O en Mitre y Rioja. O en San Lorenzo y Mitre. Los rosarinos
del nuevo siglo saben que las cosas más nobles no cambian con el tiempo.
Antes de la palabra gay, los muchachos rosarinos habían elegido otra
palabra para designarse: un entendido o un better. Los betters se conocían
tanto en las esquinas del pecado como en algunos cines del centro, en la
playa en verano, en la estación de ómnibus Mariano Moreno o en las
estaciones ferroviarias. Según algunos entrevistados, siempre en el mayor de
los anonimatos, había una característica que diferenciaba a los homosexuales
rosarinos de los porteños. Y es que, al sentirse más vigilados no solo por el
Estado sino también por la sociedad, casi todos “se visten como cualquier
heterosexual, suelen tener relaciones con el sexo opuesto, o, en el peor de los casos,
lo utilizan como pantalla. Una curiosa psicología, exclusivamente rosarina,
los lleva a concertar un arreglo interno con las tendencias homosexuales. Se
pueden tener relaciones de este tipo, siempre que no se profundice
demasiado en las motivaciones, o en la medida que no se haga una toma de
conciencia de esa actitud. El resultado de esta conducta, conduce, invaria-
blemente, a una postura agresiva. ‘Son los enemigos más encarnizados del
homosexualismo –sentencia el entrevistado F. L.–, los primeros en condenar,
en denostar, en cuchichear. Lo increíble es que no sospechan que comparten
con los homosexuales, muchas más características de lo que suponen’”. Es
fácil presuponer que esta caracterización imperó también en otras ciudades
del país y en los barrios alejados del centro porteño.
Como en toda buena nota sobre “el fenómeno” de los años 70, no
podía faltar el toque científico.6
6 No es el caso de la nota que nos ocupa, un poco menos prejuiciosa que el contexto general, pero
la insistencia en la pregunta heterosexual sobre el origen de la homosexualidad, el “¿por qué, señor, por
qué existen?” suena a veces más a reproche que interés científico.
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La buena noticia que traía Boom era que por primera vez también, así
como habían encontrado un cura que no agitaba el fantasma de la Inquisición,
dieron con un profesional que superaba la estrechez de las fábulas freudianas
y los análisis lombrosianos. El eminente doctor Luis Schwarzstein,7 en ese
entonces instructor de la cátedra de Endocrinología de la Universidad
Nacional de Rosario, acaba de un plumazo con la historia de las cuestiones
congénitas: “No acepto la posibilidad de que la homosexualidad tenga origen
hormonal”, aseguraba, con lo cual retiraba poco diplomáticamente a los
médicos de una discusión que nunca los debería haber ocupado. Supuso que
“se trata de una alteración de carácter psicológico del sexo, manteniéndose
normales los otros caracteres correspondientes a su sexo”. Y agregó, con un
sentido común que no fue común en la época ni en los treinta años siguientes:
“Hay que tratar de ayudarlos, en vez de perseguirlos. De lo contrario,
haríamos con ellos lo mismo que hacían con los esquizofrénicos durante la
Edad Media”.
Por supuesto no falta el psiquiatra, en este caso el doctor Carlos Solomo-
noff, que recuerde que el estado superior, desde donde cómodamente se
puede mirar a los inferiores, es la heterosexualidad: “Hay quienes sostienen que
la homosexualidad es inherente a la condición humana, para ello, se apoyan
en que todo ser humano ‘pasa’ por una etapa homosexual en la evolución
de su instinto sexual, como lo hace, de la misma manera, por el onanismo.
Pero lo normal está en ‘pasar’, en la evolución hacia formas superiores de la
sexualidad, que deben culminar, normalmente, en el acto que constituye la
unión de los dos sexos complementarios. En el debilitamiento o la ausencia
de esta evolución, reside lo patológico, la enfermedad”.
La revista se pregunta, intuyendo otra realidad posible: “¿Qué sucede
con aquellos homosexuales que no actúan compulsivamente procurando
aventuras callejeras, o en sitios públicos, sino, por el contrario, logran formar
‘pareja’, llegando a un arreglo interno más o menos satisfactorio? ¿Es
compatible la supuesta felicidad de algunos homosexuales o parejas bien
constituidas con los conceptos de salud mental?”. Lo que no estaba mal,
lástima que se lo preguntaron al psiquiatra Solomonoff: “En el mejor de los
casos una pareja de homosexuales puede coexistir en equilibrio, sentir
felicidad. Pero experimenta, a la vez, la precariedad amenazante de esa
relación, que se asienta sobre las bases de una enfermedad. Constituyen, en
realidad, aforras de alienación social, es decir, búsquedas de armonía y
comunicación dentro de la enfermedad”. Esto era lo que pensaba un
profesional de consulta, ¿cómo esperar que el pobre entrevistado por
Nuestro Mundo, cuya única universidad había sido la calle, pudiera
ilusionarse con que podía llegar a ser feliz?
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Boom consigna los testimonios de V. F., “un muchacho de 20 años, sin
ninguna ocupación precisa, y E. J., un profesional de 37 años”. En ambos,
como suele suceder, se advierte una mezcla de ansiedad, frustración, miedo
y autocompasión.
“He aquí el resultado de esa entrevista
V. F. (20 años)
Pregunta: ¿Cuándo tomó conciencia de los primeros síntomas?
Respuesta: Cuando se realizó el primer contacto, a los catorce años.
P: ¿Cómo vivió esa experiencia primera? ¿Se sintió bien?
R: La primera vez no. En realidad, no llegó a concretarse el contacto
esa vez, y sentí asco. Fue con un hombre mayor, casado.
P: ¿No intentó una experiencia heterosexual después de esta primera
relación?
R: No. Poco después volvía a encontrarme con ese hombre y, simplemen-
te, seguí. Posteriormente, conocí a un compañero de escuela con el que
trabamos amistad y con el que llegamos a una relación sexual real.
P: ¿Sus padres nunca advirtieron el problema?
R: Mi padre, de haberlo sabido, no se hubiera callado. En cuanto a mi
madre, me ha visto tener relaciones con mujeres, por lo tanto no creo que
sospeche nada.
P: ¿Temió la reacción de su padre?
R: No porque me pudiera hacer mal o castigarme, sino porque le
habría dado un gran disgusto. Además, me horroriza pensar que él pudiera
comentar ese problema con sus amistades.
P: ¿Hace vida de relación con homosexuales?
R: No. Siempre he tenido mala suerte en ese sentido. Tengo pocos amigos.
P: ¿Cómo hace cuando quiere encontrar un amigo?
R: Bueno, francamente, a yirar no voy. Tengo amigos que me llaman por
teléfono, o los llamo. No más del treinta por ciento de las personas que se
relacionan conmigo las encuentro, por ejemplo, en la calle. La mayoría de
esa gente me es presentada por un amigo. En algún caso, por supuesto,
conozco a un hombre en un bar, porque se acerca a pedir fuego, o porque
malicia algo.
P: ¿Cómo busca la relación, por ejemplo en un bar?
R: Si un tipo me interesa, lo miro dos o tres veces. Si es del ambiente,
capta. Entonces me acerco a la mesa o viene a la mía.
P: ¿Los cines ofrecen perspectivas para la aventura?
R: En realidad, ofrecen una chance bárbara. Inclusive los más céntricos.
Yo suelo llegar en el entreacto. Me siento, y, generalmente, en seguida tengo
alguien a mi lado que busca la relación.
P: ¿Existen inconvenientes en los hoteles de la ciudad para que se
reúnan parejas de homosexuales?
R: Bueno, se trata de actuar con un poco de cancha: arreglar las cosas
antes, con tiempo. También se puede ir donde el amigo está hospedado y
subir a la habitación con cualquier pretexto.
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P: ¿La Policía ejerce un control riguroso sobre este tipo de actividades?
R: Excesivamente riguroso. Yo no entiendo que a una persona que le
pidan los documentos y los exhiba, lo detengan, por ejemplo, porque tenga
modales afeminados.8
P: ¿Tiene relación permanente con un solo hombre?
R: No, con varios. No me gusta depender de uno solo, y, además, me
agrada el cambio, la aventura. A mi edad, naturalmente. Sin duda, más
adelante no me va a quedar más remedio que aceptar y agarrar viaje.
P: ¿Cómo ve su futuro?
R: No pienso en mi futuro. Desde ya, pensar en la vejez me aterra.
Además la vejez, para nosotros, es terrible: significa que uno tiene que
rebajarse para obtener.
E. J. (profesional, 37 años)
Pregunta: ¿Cree que el homosexualismo es una enfermedad?
Respuesta: Depende del lado que lo mire. La mayoría de los psicoanalistas
afirman que lo es, y algunos tratan de curarla. Puede hablarse de enfermedad
cuando se actúa compulsivamente y solo se trata de descargar ansiedad. Todo
esto es muy genérico: convendría hablar de cada caso en particular.
P: Con respecto al suyo, ¿ha intentado una terapia?
R: Sí. Durante cinco años me psicoanalicé.9
P: ¿Se había propuesto cambiar?
R: Desde luego. Pero cambiar implica un tratamiento muy largo,
tremendamente doloroso y costoso.10 Supongo que uno toma conciencia del
Edipo, de la castración, de la envidia y de todos los términos, por otra parte,
muy reales y serios, que manejan los psicoterapeutas. Pero no sé si eso
realmente cura a un homosexual. A mi entender, podrá facilitarse la relación
sexual con una mujer –afectiva y sexual, naturalmente– pero de ninguna
manera lo podrá liberar de la tentación futura, por lo menos, en mi caso
particular.
P: ¿Por qué cree que el homosexual huye de las mujeres?
R: Para eso, nada mejor que leer un libro de psicología: lo explicaría
mejor que yo. A nivel profano, pienso que el homosexual posee una profunda
envidia de las mujeres, como consecuencia, desde luego, de la relación que
ha tenido con su madre. Por eso es tan común que los homosexuales vivan
haciendo parodias de ellas, y rindan culto, como algunos escritores, por
ejemplo, de Marlene Dietrich, Rita Hayworth o cualquier diva más o menos
absurda, con la óptica de 1970.
P: ¿Su madre está enterada de su homosexualidad?
R: Todas las madres saben cuando su hijo es homosexual, por más que se
8 Sí entendía, porque era absolutamente natural, y lo fue casi a todo lo largo del siglo pasado, que la
Policía por cualquier motivo, e incluso sin él, pidiese documentos.
9 Los resultados de la terapia pueden verse claramente en las respuestas del entrevistado. Una pena que
nadie le devuelva al señor, que hoy andará por los setenta años, el dinero y el tiempo invertidos.
10 Suena hoy bastante obvio que esos tratamientos prometidos eran tan extensos porque jamás podían dar
resultado alguno.
351
pretenda engañarla. También se sienten culpables, sin excepción, de ser las
causantes de la enfermedad.
P: ¿Le preocupa la vejez?
R: No, mientras tenga dinero en el bolsillo. El homosexual, después de
los cuarenta años, mejor que empiece a sacar la billetera, si quiere tener una
relación, permanente o accidental. También hay que considerar a aquellos
que no se dan cuenta que han doblado el codo, y siguen usando la ropa que
usan los muchachos. Muy lamentable.
P: En Rosario, ¿cómo se da el homosexualismo?
R: Cómo se da no lo sé. Pero sí sé que los prejuicios, aquí, son tremendos.
P: ¿Por qué?
R: Porque es una ciudad chica y todos se ocupan de la vida ajena, cosa
que no sucede en las grandes ciudades”.
En los análisis de algunos profesionales empezaba a notarse una actitud
más relajada, seria y menos prejuiciosa. Ahora serían los homosexuales los
encargados de sacarse el odio internalizado y la propia homofobia.
Durante siglos les habían enseñado a despreciarse.
Había que empezar a buscar el orgullo.
La pelota estaba en su campo.
352
99. EL FLH Y EL PERONISMO: Lo que queremos es que nos deseen.
1 Héctor Anabitarte en entrevista con Flavio Rapisardi y Alejandro Modarelli: Fiestas, baños y exilios, p. 148
2 Ib.
3 María Moreno: “La militancia horizontal”, Radar, Página/12 (27.12.1998).
353
El Frente de Liberación Homosexual estuvo presente en dos momentos fundacionales del
peronismo de los 70: la asunción de Cámpora (en la foto) y la llegada de Perón a Ezeiza.
precisado de una revolución para matar putos. Y hay que decirlo: muchos
de esos normales, con sus modales bien educados, blancuzcos, genuflexos,
han sido cómplices de esa pesadilla cotidiana, con sus prejuicios, su
hipocresía, su recusa a hablar del tema. Recordemos lo que Evita le dice a
Paco Jamandreu (quien lo cuenta en sus memorias), cuando este le pide
ayuda desde una comisaría: ‘Jódase por puto’”.4
Sin embargo, las posiciones de la izquierda peronista fueron interesando
cada vez más a gran parte de los integrantes del Frente que vislumbraron,
con Néstor a la cabeza, que una unión entre ese peronismo y el Frente era
deseable y posible.
Por eso el Frente estuvo presente en dos momentos fundacionales del
peronismo de los 70: la asunción de Cámpor el 25 de mayo de 1973,5 con un
enorme cartel con la frase sacada de la Marcha Peronista: “Para que reine en
el pueblo el amor y la igualdad – Libertad a los presos políticos. FLH”. En
4 Néstor Perlongher: “El sexo de las locas”, Conferencia dictada en el Centro de Estudios y Asistencia
Sexual (CEAS) publicado en el núm. 28 de la revista El Porteño en su separata Cerdos y Peces (mayo 1984).
5 Después de años de años de dictadura y proscripción el justicialismo volvía al gobierno, con la
presidencia de Héctor J. Cámpora.
354
desprolijas letras mayúsculas y minúsculas; y la llegada de Perón el 20 de
junio de ese año, en lo que finalmente se conoció como “La masacre de
Ezeiza”6 en donde repartieron volantes con el siguiente texto: “Para los que
resisten la evidencia de un proceso o calumnian lo que NO COMPRENDEN O
PREFIEREN CALLAR… Son los que no recorren sino caminos conocidos; los
inventores de la palabra prudencia; los que nunca quieren comprometerse;
los cobardes, que nunca se juegan por una causa ni por nadie; los que no
aman porque para ellos el amor es una exageración y una ridiculez… MARÍA
EVA DUARTE DE PERÓN. ¡Queremos vivir y amar libremente en un país
liberado! FRENTE DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL EN ACCIÓN. GRUPO
EROS”. La promiscuidad entre mayúsculas y minúsculas fue un sello
distintivo en las comunicaciones del Frente.
En ninguna de las dos oportunidades los jóvenes del FLH consiguieron
integrarse verdaderamente con las columnas. Hasta hablaban en broma
sobre el “vacío del poder”, ya que a izquierda y derecha, adelante y atrás de
los carteles del FLH, se abría un espacio de unos cuantos metros.
Los heterosexuales militantes no querían compartir ni la calle. Tenían
miedo de que alguno se confundiese.
O peor, se entusiasmase.
Y eso que todavía no habían escuchado la famosa arenga de Néstor: “No
queremos que nos persigan, ni que nos prendan, ni que nos discriminen, ni
que nos maten, ni que nos curen, ni que nos analicen, ni que nos expliquen,
ni que nos toleren, ni que nos comprendan: lo que queremos es que nos
deseen”.7
6 El regreso del general Perón al país encendió una luz de esperanza en millones de argentinos. Su
bienvenida, en Ezeiza, iba a ser el mayor acto de homenaje en la historia de la Humanidad a una persona viva. El
violento enfrentamiento entre izquierda y derecha peronista marcó el inicio del final de esa nueva esperanza.
7 Perlongher: O. cit.
355
100. CONFIRMADO: Existe una gran tentación por los perfumes
1 Entre otros periodistas de Confirmado, Carlos Ulanovsky en Paren las rotativas. Historia de los grandes
diarios, revistas y periodistas argentinos (Buenos Aires, Espasa, 1997) nombra a Alberto Rudni, Héctor Tomasini, Jorge
Aráoz Badí, Osiris Chiérico, Edmundo Eichelbaum, Félix Luna, Luis Alberto Murray, Victorio Sánchez, Rodolfo
Pandolfi, Armando Alonso Piñeiro, Agustín Mahieu, Osvaldo Ciézar, Enriqueta Souto, Horacio Verbitsky, Diego
Barrachici, Oscar Delgado, María Angélica Molinari, Seergio Caletti, Pepe Eliaschev, Enrique Raab y Héctor
Kuperman
356
corresponden exactamente a los descriptos por Boom un año antes (con la
diferencia de que allí es “angustiado” el que aquí es “inadaptado” y
“oculto” el que aquí es “clandestino”). Allí no terminan las “similitudes”.
Las descripciones están prácticamente calcadas.
¿Es una casualidad o quizás la “Dra. D’Agostini” y el redactor de Boom
estudiaron en la misma facultad?
No termina todo allí.
Vienen después los obvios testimonios anunciados aquí como “Confirmado
logró entrevistar a varios homoeróticos, que retrataron su actividad. Las
siguientes son confesiones auténticas de cuatro de ellos”. Hablan entonces
“Carlos”, “Mario”, “Ignacio” y “Enrique”. Para no aburrir, un botón de
muestra: “Enrique: [hablando de si le tenía miedo a la vejez] No, si tenés plata.
El homosexual, después de los 40, mejor que empiece a sacar la billetera si
quiere tener una relación permanente o accidental”. Sí, textual lo que había
dicho el homosexual rosarino un año antes. No es el único caso.
El autor de la nota, “E. M. R.” tuvo una suerte espantosa. Le tocó un cura
que dijo lo mismo que había dicho, un año antes, el sacerdote Parenti en
Rosario: “El sacerdote Miguel Ángel Nalli, asesor del Instituto de Reeducación
para la Familia, considera que la homosexualidad es un problema para
psiquiatras: ‘Solo en segundo término se puede plantear un problema moral;
aun más: ningún sacerdote debería asumir la orientación de un homoerótico
sin la colaboración de un especialista. Así se evitaría caer en el lugar común
de designar al homosexual como un depravado o un invertido. El
verdadero invertido no tiene opciones. El afecto heterosexual jamás lo ha
conmovido. En su vida solo ha tenido una atracción: la de su propio sexo.
¿Quién puede condenar eso?
Finalmente, la “Dra. D’Agostini” (¿amiga del psicoanalista Dr. DÁngelo,
de Rosario, quizás?) repite textualmente la idea del doctor Solomonoff.
El único testimonio que no apareció duplicado en Confirmado fue el del
Dr. Schwartztein sobre la imposibilidad de que la homosexualidad tuviese
un origen hormonal. Era un testimonio demasiado original como para
ponerlo en boca de cualquiera.
La revista Confirmado no era una revista amarillista.
No era una revista escandalosa.
No era una revista de frivolidades.
Sin embargo, todas y cada una de las reglas de la seriedad periodística
fueron perforadas por la nota “Investigación. Informe sobre homosexualidad”.
Difundir esos prejuicios poniéndolos en boca de una supuesta psicóloga
(como si no bastasen con los de los verdaderos psicólogos), anunciados
como “informe” e “investigación” en un momento en el que no abundaba la
información real y objetiva sobre el tema fue, al menos, una enorme
irresponsabilidad.
Claro, no tanto como haberse prestado para voltear a un gobierno
constitucional.
357
101. LA HUIDA: Para ser un hombre completo
1 El 14 de noviembre de 1971 Raúl albano mató a Juan Carlos Velázquez. Hecho relatado por integrantes
del Frente de Liberación Homosexual en la revista Así (Buenos Aires) (3.7.1973)
358
102. LA MILITANCIA: Lo primero para hacer la revolución es ir bien vestida
1 Según la periodista María Moreno, en el artículo citado “La militancia horizontal”, el documento salió a
luz gracias al trabajo del investigador Daniel de Santis, quien afirma: “El hecho de haber sido escrito en prisión le
daba una visión un poco rígida de los problemas abordados. Por ese motivo, ya en el año 1974 la dirección
partidaria desaconsejaba su lectura”. Sin embargo, al tiempo que desaconsejaba la lectura, lo volvió a imprimir y
fue “un verdadero best seller entre la militancia”.
2 Moreno: O. cit.
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recaudos que cualquier otra persona’ yo lo acepté como una descripción, no
como imperativo. Porque, dada la manera como yo planteaba mi vida, era
prácticamente imposible que yo llevara extraños a casa. Ellos podían ir a un
hotel alojamiento, en cambio mis relaciones sexuales yo las tenía que
mantener en mi departamento o en el de otro”. Pese a todo, para Martín: “Lo que
me dijeron a mí, lo mismo podían haber dicho a un drogadicto o cualquier
marginal. Lo importante es que no había una marginación del marginal”,3
aseguró justificando a la organización que le había dicho “coom a cualquier
marginal” que debía sufrir una “doble represión”.
Las organizaciones guerrilleras no supieron cómo enfrentar el tema de la
homosexualidad. Las reivindicaciones de la época eran sociales y este tema les
sonaba a capricho individual. Adoraban al pueblo descamisado pero huían
frente a los chongos “despantalonados”. Desconfiaban de los devaneos nocturnos,
de las amistades peligrosas, del deseo sexual. Tal como habían enseñado los
higienistas de principios de siglo, estos lunfardos no eran confiables, eran
débiles y delatores. Y con la justificada paranoia por el tema de la seguridad
en un momento en el que cualquier dato en manos del enemigo significaba
tortura y muerte de los propios, vieron en casa maricón a un soplón.
El ERP llegó a protestar porque a sus militantes solían encerrarlos con
las maricas que caían en las redadas morales de cines y bares. Es parte de
una intangible justicia poética que la mejor respuesta a esa afrenta terminara
convertida en una comedia musical, luego de ser best seller y película con
Oscar incluido: El beso de la mujer araña de Manuel Puig4 cuenta esta
situación e invierte los papeles, cuando el homosexual Molina pasa de
“buchón” de la Policía a héroe, por supuesto, por amor.
Fidel Castro había sido claro: “La revolución no necesita de peluqueros”.
El escritor cubano Severo Sarduy contestó con picardía maricona: “Lo
primero para hacer la revolución es ir bien vestida”,5 frase que solía repetir
Perlongher.
El miedo a que los maricas fueran soplones no era exclusivo del ERP.
3 El testimonio fue recogido por el periodista Gerardo Yomal en el núm. 5 de la revista Praxis del
verano de 1986 y está citado por María Moreno.
4 La película El beso de la mujer araña (Kiss of the Spider Woman) fue nominada en 1985 al Oscar al
mejor actor William Hurt, mejor director Héctor Babenco, mejor fotografía David Weisman y mejor guión
adaptado Leonard Schrader. Ganó solamente el premio al mejor actor. Fue el primer Oscar otorgado a un
actor por la composición de un personaje homosexual.
5 Severo Sarduy (Cuba 1937-1993). Escritor de imaginación barroca y fértil. Después de la
Revolución viajó a París con una beca para estudiar en el Louvre. Rápidamente se integró al grupo de
intelectuales latinos que en ese momento estaban viviendo en París, entre ellos los argentinos Julio
Cortázar, Héctor Bianciotti, Edgardo Cozarinsky, Jorge Lavelli y los cubanos Alejo Carpentier, en ese
entonces embajador cubano en Francia, y pintores como Wilfredo Lam y Ramón Alejandro. Aquí Severo
entabló una relación entrañable con Manuel Puig, que lo llamaba “Chelo Alonso”, por una bailarina cubana
de los años 50. Manuel y Severo compartieron muchas noches de bailes y levantes y se hicieron confidentes.
Cuenta la biógrafa de Puig que una vez Severo sugirió un trío sexual con la participación de Manuel, a lo
que este se negó rotundamente porque: “¡No podría hacer eso con una hermana!”. También en Francia, en
donde finalmente se quedó a vivir por las persecuciones a los homosexuales que se daban en la isla, Severo
se hizo amigo de Roland Barthes (quien admiraba su literatura) y de Jacques Lacan. Sus principales títulos
son De donde son los cantantes, Cobra y Barroco.
360
Fue toda una revelación lo que la periodista Sylvina Walger le contó a Juan
José Sebrelli y que este consignó en Escritos sobre escritos: “Los montoneros
ejecutaron a dos compañeros homosexuales por considerar que todos los
homosexuales eran ‘apretables’”. Años más tarde, para este trabajo, volví
sobre el tema con Sylvina quien confirmó: “Ocurrió muy al principio del 75
y me lo contó mi compañero de entonces muy angustiado. Los fusilaron
porque los consideraban ‘apretables’ (como si los hétero no lo hubieran
sido). Después, en el exilio, oí de una exiliada monto que sabía de esos
fusilamientos. En cuanto a sus nombres nunca supe nada. Por cómo me
llegó la información siempre sospeché que [Rodolfo] Galimberti no era
ajeno a lo ocurrido”.
El artista plástico Jorge Gumier Maier6 contó que siendo dirigente del PRT
mantenía en secreto su homosexualidad. En una oportunidad tuvo un
encuentro sexual con un “chonguito”, que resultó ser montonero y que durante
una asamblea en Filosofía y Letras interrumpió una conferencia que él estaba
dando al grito de “¡Puto comilón!”. El artista sufrió una crisis. “Si alguien se
atrevía a preguntarme algo al respecto, me obligaba a mentirle. Tenía que
seguir engañando. Por eso suelo confesar, con pudor, que para mí paradójica-
mente, la dictadura significó un modo de liberación. Después del golpe dejé
de militar. […] Me quedé en bolas. En bolas para coger con quien quisiese."7
El momento de mayor unión entre la izquierda y los homosexuales en
los 70 parece haber sido una campaña en la que en 1974 convergieron el
trotskista Partido Socialista de los Trabajadores, las feministas y el FLH, por
la derogación de un decreto que prohibía la información y difusión de
métodos anticonceptivos. Para Sebrelli esto se dio porque “su dirigente
Nahuel Moreno, muy cerca entonces del Social Work Party de Estados Unidos
que se había aliado al Gay Power, decidió imitar esta política sexual”. Claro
que la versión argentina tuvo sus limitaciones bien claras. El PST le otorgó
un cuarto en su comité de Plaza Once al FLH para sus actividades e incluso
el uso del mimeógrafo, elemento vital en la época y que significó a la lucha
revolucionaria lo que Gutenberg a la Reforma protestante, pero en esa
habitación no podía entrar nadie que no fuera del FLH. Un cartelito en la
puerta avisaba: “Habitación Cerrada”. Nadie del PST sabía de la cesión
hecha por Moreno.
Muy pronto, brutalmente, se terminarían esos pequeños avances. Y en
eso, no habría discriminación.
Homosexuales y heterosexuales pasarían la mitad de los 70 en el infierno.
6 Jorge Gumier Maier (1953). Artista visual y curador. De 1978 a 1983 trabajó como diseñador y crítico de
arte. En 1989 comenzó como curador en el Centro Rojas tarea que desempeñó hasta 1996 y que retomó como
director a partir de 2003. Expuso en Buenos Aires, Estados Unidos, Alemania y Brasil. Fue curador en el Centro
Cultural Recoleta, en el Centro Cultural Juan Salazar de Asunción, Paraguay, el Centro Cultural Parque España en
Rosario y el Museo de Arte Latinoamericano (Malba).
7 Gumier Maier en testimonio para Rapisardi y Modarelli: Fiestas, baños y exilios, p. 161.
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103. 1° DE MAYO DEL 74: ¡Vieja loca, te quedás con ese pescado seco de la López
Rega! ¡Mirá los chongos que te perdés!
1 La historia de la Cuca, los diálogos con su madre, su inclusión en Montoneros y el reproche a Perón
fueron contados por Héctor Anabitarte y Ricardo Lorenzo Sanz a Rapisardi y Modarelli: Fiestas, baños y exilios,
p. 155
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104. FEDERICO KLEMM Y CARLOS ROBLEDO PUCH: Un joven de 20 años no
puede vivir sin plata y sin coche
Editorial Perfil
Editorial Perfil
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que cruzó la ciudad pensando en nada. En nada. Que se rieran ahora
quienes lo llamaban “Colorado”, ese apodo que siempre odió.
Federico conoció la cárcel muchas veces. No le importaba nada. Había
desafiado todas las expectativas que se depositaron en él. Sería libre.
Carlos conocería la cárcel de una vez y para siempre. Ya nunca sería
libre. Todo ocurriría tan rápido…
Federico se cruzó con Carlos. Se miraron discretamente, si iba a caer
preso, Federico quería al menos primero disfrutar del sexo que esa mirada
azul prometía.
Se encontraron varias veces.
Fueron rápidamente amantes. Quien sería uno de los más importantes
artistas y mecenas del arte pop argentino y que recibiría en los 90 una
millonaria herencia que volcaría hacia el arte se juntaba con un voluntario
lumpen de clase media. Esa promiscuidad no era solo sexual, era también
social, lo que para muchos era peor aún. A fines de los 60 las clases sociales
tenían pocas oportunidades de mezclarse: la cama era una de ellas y estos
jovencitos no la desperdiciarían. Quizás Carlos le haya dicho a Federico su
frase de cabecera de esos días: “Un joven de 20 años no puede vivir sin plata
y sin coche”. Federico, seguramente, lo ayudó a cumplir algún pequeño
sueño de consumo.
El 11 de febrero de 1972, en el diario Crónica, suponiendo que Carlos
Eduardo Robledo Puch (acusado de haber matado a once personas) era
homosexual, alguien escribió: […] sumaría a sus tareas criminales otra no
menos deleznable”.
Federico Klemm leyó el diario.
Es probable que haya sonreído.1
1 Los datos sobre Robledo Puch (excepto los referidos a su relación con Federico Klemm) fueron
aportados por Osvaldo Soriano: “El caso Robledo Puch”, La Opinión (Buenos Aires) (27.2.1972). Los que
confirmaron la relación con Klemm, lo hicieron, como testigos directos, en entrevistas conmigo, aunque en estricto
off the record.
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105. EL FIN DEL FRENTE: No somos putos / no somos faloperos / somos soldados de
Evita y Montoneros
1 Todos éxitos compuestos por Piero-José, del LP Para el pueblo lo que es del pueblo, 1973.
2 Los militantes entrevistados no se ponen de acuerdo en cuál de las versiones se cantó más, si esa o “No
somos putos / no somos faloperos / somos Fal, Far y Montoneros”.
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La Juventud Sindical Peronista (peronismo ortodoxo) de Prensa,
Radio y Televisión denunció “una campaña de la sinarquía internacional
contra la Argentina”. Entre los organizadores, nombraban a “el homosexual
físico e intelectual Julio Cortázar”.3
El fin estaba próximo.
Federico, un chico del FLH del que nunca nadie supo su apellido pero
que todos recuerdan como un pibe de barrio, casi un adolescente marginal y
bravío, ducho en gritarle a la Policía en las marchas, apareció muerto en el
Río de la Plata.
Los militantes del Frente ya no se contaban por centenas, como en el
74. Cuando la Policía interrumpió una reunión en donde estaban planeando
una respuesta a uno de esos habituales ataques papales contra la diversidad
sexual, y se llevó a una decena de muchachos, el fin, claro, estaba próximo.
En los primeros meses de la dictadura hubo unas últimas reuniones.
Solo quedaba huir o morir.
O desaparecer.
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