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CAPÍTULO II

COMPETENCIA MEDIÁTICA

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2. EDUCACIÓN MEDIÁTICA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La educación mediática en los medios de comunicación, es una necesidad en el mundo


actual, marcado por el uso y consumo diario de tecnología. Las frecuentes relaciones
sociales y laborales en entornos digitales sugieren involucrarse a fondo para conseguir
la alfabetización mediática de la población. Es decir, promover una educación
tecnológica y mediática que permita a cada individuo estar al tanto del uso de los
diferentes medios de comunicación y, asimismo, poseer la capacidad para comprender
y valorar críticamente los contenidos y los mensajes.

Con respecto a la definición de la competencia mediática, es preciso comprender lo que


significa y lo que implica la alfabetización mediática, entendida como un proceso por el
que las personas llegan a conseguir una educación tecnológica y mediática.

La alfabetización mediática implica poseer las capacidades para utilizar los medios
de comunicación, para comprender y valorar críticamente sus diversos aspectos y
sus contenidos, así como para comunicarse incluso en contextos variados.
(Parlamento Europeo, 2006, p. 11).

Es decir, la educación para la comunicación, ha de promover tanto el conocimiento de


los códigos y lenguajes de los nuevos modos de comunicación como la producción de
información por parte de niños y jóvenes. Al mismo tiempo, a reflexionar sobre sus
impactos, a conocer lo positivo y negativo que aportan a diario en nuestras vidas.

Así pues, la nula o escasa concienciación sobre el tema, es sin duda, la máxima
responsable de la incapacidad que, en términos generales, tenemos para afrontar la
lectura que los nuevos medios tecnológicos de comunicación nos exigen. No estamos
preparados para apropiarnos crítica y creativamente de los mensajes de los medios,
porque no hemos aprendido a consumirlos inteligentemente, esto es, a decodificar sus
códigos.

La educación mediática se ha convertido, en una necesidad de primer orden, que ha


llevado a promover una educación crítica, activa y plural en torno a los medios
(Aguaded, 2012; Gutiérrez & Tyner, 2012), cuyo objetivo es aumentar la concienciación
de los ciudadanos sobre las múltiples formas de mensajes difundidos por los medios
con que se pueden encontrar en su vida diaria (European Commission, 2009).

Por otra parte, la educación mediática no es sólo una responsabilidad escolar y del
sistema educativo, convergen en ella las familias, los propios medios de comunicación,
la sociedad civil y la ciudadanía que, en sociedades democráticas, ha de organizarse

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cada vez más en asociaciones, colectivos y grupos para establecer una ciudadanía
responsable, crítica y constructora de un futuro donde los medios tienen presencia
difundida y casi influyente.

De ahí que, la educación mediática pretende facilitar la adquisición de capacidades que


permitan convertir a todas las personas de la sociedad actual en usuarios conscientes
de los medios de comunicación y la tecnología. Esta alfabetización implica adquirir
habilidades para emprender las acciones necesarias en un mundo mediatizado. (Alver,
2011). También pretende desarrollar la capacidad de saber cómo localizar, filtrar,
organizar y presentar contenidos obtenidos de los distintos medios digitales. (Soep,
2012) para implicarse de manera responsable y crítica en la generación y recreación de
contenidos digitales en la red.

Por otro lado, la educación en medios deberá permitir:

1) Analizar y reflexionar críticamente sobre los textos y crear textos mediáticos

2) Identificar las fuentes de los textos mediáticos, su contexto e interés político, social,
comercial o cultural

3) Interpretar los mensajes y valores que ofrecen los medios de comunicación

4) Seleccionar los medios apropiados para comunicar sus propios mensajes o historias
y llegar a su público objetivo

5) Ganar o demandar acceso a los medios de comunicación tanto por la recepción como
por la producción de los mismos.

O sea, se busca de esta forma trascender el hecho tecnológico, insistir en que el


conocimiento de los medios es un desafío a superar y que necesita apropiación por
parte de las personas a fin de entregar las herramientas necesarias a la ciudadanía para
el consumo responsable pero también para la producción en y con medios.

En conclusión, la educación en medios se constituye en un espacio transformador,


porque los medios y las tecnologías de la información y comunicación son en nuestros
días un referente y una forma de expresión con muchas posibilidades en el ámbito
educativo, por su naturaleza motivadora, su adaptación a la realidad de niños y jóvenes,
y principalmente, porque se evidencian como herramientas indispensables para el
acceso a un conocimiento complicado, dinámico y activo, en el que es elemental
conocer ciertas destrezas para la recepción, clasificación y procedimiento para su
asimilación y la producción creativa posterior. Debemos seguir confiando en las
experiencias y prácticas encaminadas a promover una educación en medios tan

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necesaria en el entorno en el que vivimos. La comunicación es un valor importante
dentro de todos los ámbitos de la vida. Instruir en comunicación es una señal de
desarrollo y responsabilidad ciudadana.

2.1. Historia de las competencias mediáticas.

Fue en el mundo laboral y empresarial cuando se empezó a hablar de “competencia”


poco a poco se fue introduciendo en el mundo escolar y académico hasta llegar a ser
un eje temático en las recientes reformas educativas con el nombre de “competencia
mediática”.

Para Mulder (2007, p. 8) la competencia como capacidad implica poseer los


conocimientos, las aptitudes y la experiencia para ejercer, al conectar esta capacidad
con los medios, se tiene a la competencia mediática como la combinación de
conocimientos, destrezas y actitudes que se consideran necesarios para un
determinado contexto, esta combinación contribuye a desarrollar la autonomía
personal de los ciudadanos, a más de su compromiso social y cultural. (Ferrés y
Piscitelli, 2012, p. 76).

La competencia, además de un saber hacer, debe incluir el saber entender, “comprender


las implicaciones de los hechos, entender las consecuencias y asumirlas de manera
responsable” (Montenegro, 2005, p. 14).

Por otra parte, la 29 Conferencia General de la UNESCO al adoptar la Resolución 61,


aprobó, para su programa de 1998-99, que su apoyo a la educación en medios y a la
creación de un espacio mediático para jóvenes se aseguraría mediante diferentes
modalidades y acciones. Estas acciones se han basado en la realización de diferentes
actos y documentos de la UNESCO y de sus estados miembros, especialmente, la
“Declaración de Grünwald en Educación en Medios” (1982), el Coloquio de Toulouse
“Nuevas direcciones en Educación en Medios” (1990) y la Conferencia de Viena,
“Educando para la era digital” (1999). 23 invitados, representantes de 14 países,
participaron en el seminario.

Las recomendaciones del seminario constituyen la base para preparar la renovación de


las acciones de los Estados Miembros de la UNESCO con relación a un programa
especializado en educación en medios y con vistas a la creación de un espacio
mediático para jóvenes. En el seminario se hizo referencia a la 25 Conferencia General
de la UNESCO (París, 1989) que incluyó “el desarrollo crítico de la educación en medios,

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poniendo énfasis en el desarrollo de la conciencia crítica y de la capacidad de responder
ante cualquier tipo de información, así como en la educación de los usuarios para
defender sus derechos”. Los objetivos generales del seminario fueron:

• Promover la educación en medios a través de enfoques regionales que faciliten los


intercambios.

• Proponer la innovación de las legislaciones sobre educación en medios y el currículo


sobre medios.

• Mejorar la cooperación entre gobiernos, autoridades, investigadores, educadores y


profesionales de los medios.

En Ecuador los medios de comunicación social, tanto públicos, privados o comunitarios,


deben satisfacer las necesidades de información, educación y entretenimiento de todos
los grupos sociales, de acuerdo al informe de la UNESCO (2011, p. 92) los medios
audiovisuales de Ecuador no tienen ningún tratamiento especial para personas no
alfabetizadas. En la nueva Ley Orgánica de Comunicación en su artículo 71 sobre
responsabilidades comunes de los medios de comunicación social, manda en su
apartado 10: “Propender a la educomunicación” (2013, p.14), pero es importante
analizar si esto se está cumpliendo.

En conclusión, de acuerdo a la información descrita anteriormente, podemos darnos


cuenta, que desde hace más de una década la Unión Europea ha impulsado la
educación y alfabetización mediática y por ende el desarrollo de las competencias
correspondientes de un modo decidido en todos los países del mundo, a través de la
realización de diferentes actos y documentos de la UNESCO y de sus estados
miembros. Pero, lamentablemente muchos países han mostrado indiferencia total
por la educación en medios, quedando rezagados en el desarrollo de la cultura
mediática.

2.2. Educación mediática alumnos.

Para conseguir una educación con medios tradicionales y en medios tecnológicos, es


importante transformar y lograr un desarrollo en los estudiantes e incluirlo en el pensum
académico de los colegios ecuatorianos la educación mediática.

La educación mediática no consiste solo en enseñar a los estudiantes a usar los medios
tecnológicos que han aparecido durante esta década, sino una educación que les

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permita desarrollar un pensamiento crítico y a la vez que adquieran competencias para
que se encuentren en la capacidad de crear contenidos, documentos audiovisuales que
los integren a la nueva sociedad (Buckingham, 2005).

Así pues, la importancia de la educación en nuestra sociedad se considera un lugar


común que nadie discute. La época de la información y de las nuevas incertidumbres
necesita de personas que estén en capacidad de entender la complejidad de situaciones
y el incremento de las redes de información. Así Pérez Gómez (2010) afirma que “los
individuos deben ser capaces de adaptarse creativamente a la velocidad del cambio y
a la incertidumbre que le acompaña” (p. 38).

Por otro lado, pensamos que para que los estudiantes se familiaricen con la educación
mediática se debe implementar como materia desde edades tempranas. Concordamos
con el criterio de diferentes académicos que aseveran que en la actualidad los
estudiantes presentan deficiencias en relación a los contenidos afines con la educación
mediática. Es por ello que se demanda una mayor participación de los responsables de
las políticas educativas de cara a una mayor inserción de los contenidos de la educación
mediática en el currículo (Aparici Marino, 2005).

Otro aporte importante es el de Quintanal Pérez (2013) en donde señala que los
estudiantes tienen una gran capacidad para incluir contenidos mediáticos, a partir del
uso de estas herramientas digitales. La propuesta que presenta, es que se debe tomar
en cuenta dentro de este proceso de enseñanza a la educomunicación como principio
de la educación de la ciudadanía, atravesando las paredes de la escuela y formando
parte de la educación a lo largo de la vida.

A pesar de que la alfabetización mediática de los niños, niñas y adolescentes es una


tarea de difícil desempeño. Es necesario identificar y analizar los referentes que
acompañan a los niños en los procesos educativos desarrollados en el entorno escolar,
y que tienen, como fin último, contribuir a que los pequeños atribuyan sentido y
significado al mundo (Aranda, 2002). A la identificación de referentes educativos
primarios, como la familia y la escuela, se añaden otros agentes potencialmente
educativos, como los medios de comunicación tradicionales y los nuevos medios.

Igualmente, la educación mediática no es solo un compromiso escolar y del sistema


educativo. Convergen en ella las familias, especialmente los padres y madres como
primeros educadores de sus hijos. Y también los propios medios de comunicación tienen

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una responsabilidad y unas potenciales educomunicativas inigualables. Parece evidente
que el colegio necesita un impulso para ajustarse a lo que la sociedad demanda:
ciudadanos competentes ante los medios audiovisuales. Los jóvenes conviven con los
medios audiovisuales fuera del aula, por lo que es preciso eliminar la barrera que en
ocasiones suponen sus paredes. En el espacio educativo no se utiliza todo su potencial,
en muchos casos porque el profesorado no es competente en educación mediática y
precisa de una formación específica (Gimeno, Clavería, Moreno & Oriol, 2011).

Según un estudio desarrollado por un grupo de investigadores que evaluaron el nivel de


competencias mediáticas de estudiantes, profesores y padres de familia de instituciones
educativas y publicas privadas en las ciudades de Loja y Zamora, los jóvenes
ecuatorianos tienen medianas competencias en el manejo de las TIC. Al respecto,
Rivera, D. (2014), señala:

Preparar a los ciudadanos, en especial a los niños y jóvenes, para hacer frente a los
desafíos de la comunicación en la sociedad de la información se hace necesario para
que todos los estamentos educativos tomen conciencia del trascendente papel que
los medios van adquiriendo en la transmisión del saber social.

Por otra parte, Martos (2011) propone que la educación literaria y audiovisual debe
empezar en la escuela, para fomentar la diversidad, la imaginación y la inclusión, al
mismo tiempo que debe plantearse como prioridad el desarrollo de la imaginación y del
pensamiento crítico. Es así que la incorporación de las TIC permite que el alumnado
esté más motivado para el autoaprendizaje. Hace posible que busquen por sí mismos
los conocimientos más significativos, tomen decisiones y valoren sus necesidades
formativas, y prioricen las mismas para diseñar su propio itinerario formativo. Este tipo
de estudiante está menos preocupado por el aprendizaje memorístico de los contenidos
y más por su adquisición significativa (Escudero Muñoz, 2007).

En cuanto a los estudiantes, es necesario trabajar para modificar la creencia de que la


educación en medios de comunicación podría acabar por impedir que vieran sus programas
favoritos, o que implique que deben sostener el punto de vista del profesorado. De lo que
se trata es que el alumnado se capacite para decidir por su cuenta sobre las tecnologías y
programas a su alcance, con conocimiento de causa, sin perder el gusto estético y
fascinante que le despiertan los medios. Los estudiantes no deben dejar de disfrutar de las
tecnologías de la comunicación a su alcance. Deben conocer su lenguaje, sus recursos, y
desarrollar una mentalidad crítica al respecto. Se trata de desmitificar los medios, de dudar
de ellos y de investigar cómo funcionan para comprender cómo elaboran sus mensajes, al

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trata de desmitificar los medios, de dudar de ellos y de investigar cómo funcionan para
comprender cómo elaboran sus mensajes (Schiavo, 2000).

En definitiva, la educación en medios exige un cambio de mentalidad en los discentes y, de


este modo, un uso diferente del acostumbrado, que les permita relacionarse críticamente
con este entorno mediático. Por consiguiente, se hace más que necesaria la educación en
medios digitales para que esto continúe siendo un modo de disfrute y de aprendizaje. Por
el contrario, se estaría impulsando lo exclusivamente principal y la utilización superficial de
la tecnología digital.

2.3. Educación mediática docentes.

El docente es un profesional que debe estar constantemente actualizándose,


innovándose, adquiriendo herramientas teóricas, prácticas didácticas y tecnológicas
modernas que le ayuden a fortalecer su labor. Como, por ejemplo, la alfabetización en
medios digitales, que le permita desarrollar en el aula competencias críticas para
alcanzar la comprensión de la realidad social y de los medios de comunicación y de esta
forma alcanzar un modelo de enseñanza-aprendizaje que contribuya a la construcción
de una ciudadanía activa, democrática y participativa desde la escuela.

Conviene subrayar que la educación mediática se basa en conceder a la ciudadanía las


claves para acceder e interpretar los contenidos de los medios de comunicación; las mismas
que permitan expresarse, seleccionar la información, ordenarla, utilizarla e interpretarla,
para finalmente valorarla (Bauman, 2007). La expresión ‘medios de comunicación social’
incluye un listado de medios antiguos y nuevos: fotografía, prensa escrita, publicidad, cine,
radio, televisión, vídeo, música grabada, videojuegos y todo el universo Internet. Son
medios que llegan a grandes audiencias. Cuando hablamos de los textos, discursos o
productos de los medios de comunicación, estamos hablando de los programas, películas,
imágenes, páginas web, entre otros, que se transmiten por diferentes canales (Benbunan,
2011).

Es decir, una de las ideas centrales que debe transmitir el profesorado al alfabetizar en
medios es que los medios de comunicación que nos rodean tienen un papel importante en
nuestras vidas. Nos ayudan a entender el mundo y el lugar que ocupamos en él. Por eso
es tan importante para los ciudadanos y ciudadanas entenderlos y estudiarlos. Algunos
autores consideran que la educación en comunicación audiovisual soluciona el problema de
la relación de los niños y de los jóvenes con los medios, considerado un fenómeno
perjudicial al que el educador debe hacer frente (Azinian, 2009). El profesorado es también

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el destinatario de una publicidad que presenta a las computadoras como un material
educativo que se ha convertido en una herramienta importante en nuestro mundo moderno
(Buc-kingh am, 2005). El autor se refiere a que los profesores deben alfabetizarse en TIC,
para luego enseñarlo a sus alumnos en un efecto multiplicador (Wilson, Grizzle, Tuazon,
Akyempong & Cheung, 2011). La educación en medios, que debería impartirse a través
de asignaturas específicas (Pérez Tornero, 2003), será más eficaz si el profesorado
reconoce que tiene un cometido en la creación de una conciencia crítica (De Fontcuberta &
Guerrero, 2007).

La educación en comunicación audiovisual debe aprovechar la oportunidad para


proponer en las aulas un estilo más dialogante y reflexivo de enseñanza-aprendizaje,
que permita a los jóvenes valorar conscientemente su propia actividad como lectores
y como escritores de discursos mediáticos. Ante este contexto mediatizado y
digitalizado, la escuela debe abrir sus puertas y reformular sus propuestas curriculares,
dando paso a una nueva era en la que se formen ciudadanos competentes en medios
digitales desde las primeras edades, de forma transversal y completando el proceso de
enseñanza y aprendizaje. Nuestros estudiantes son “nativos digitales”, constituyen una
generación que ha nacido en un mundo digital, rodeada de nuevas y mejores
tecnologías, y deben ejercer como tales con plena garantía de estar haciéndolo bien.
Deben disfrutar consumiendo medios de comunicación y manejando las TIC. Esto
implica que lo hagan desde una mirada crítica y que adquieran distintas capacidades:
comprender los mensajes que reciben desde cualquier medio, reelaborarlos y emitir
nuevos mensajes a través de los medios (Gutiérrez, 2008).

Este proceso es lo que se está denominando “alfabetización mediática”, y que puede


lograrse gracias a la “educomunicación” (Aguaded, 2013), que comprende una educación
crítica, activa y plural ante los medios de comunicación. Los docentes, por lo tanto, deben
ser capaces de desarrollar propuestas didácticas coherentes, que integren el potencial de
las tecnologías que facilitan el alcance del conocimiento. La competencia mediática logrará
un uso adecuado de los medios y de las nuevas formas de comunicación (Villanueva &
Casas, 2010).

Responder reflexivamente a esta nueva sociedad de la información es una exigencia que


todos los ciudadanos deberían plantearse, sobre todo entre las nuevas generaciones, en
las que la presencia de los medios a nivel social es sensible. De estas complejas relaciones
de los niños y jóvenes con los medios de comunicación surge la necesidad de planificar y
proyectar una educación para el conocimiento de estos nuevos lenguajes, en el contexto de

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una sociedad cada vez más mediática, e indagar y reflexionar sobre cómo la educación, en
general, y la enseñanza en particular, han de responder al papel central que los medios de
comunicación desempeñan en la vida de los jóvenes (Pungente & Biernatzki, 1995).

Es necesaria una educación en medios de comunicación, entendida como un ámbito de


estudio para la educación de la “competencia comunicativa”, que supere la visión
excesivamente tecnológica e instrumental que a menudo ha confundido a políticos,
administradores y sociedad en general y ha distorsionado e ignorado las inherentes
características y cualidades que los medios tienen de cara a la educación (Aguaded, 2012).

Además, las tecnologías favorecen la individualización de la enseñanza, ya que el


profesor puede adaptar el proceso enseñanza-aprendizaje a las características y ritmos
individuales del alumnado, así como a sus estilos de aprendizaje. Como lo afirman
Cárdenas, Rodríguez y Torres (2000):

El cambio educativo es un acontecimiento cultural que se produce como resultado de


un proceso generalmente extenso y complejo en el que intervienen diferentes
factores y protagonistas. Entre los factores que inciden en el cambio educativo son
determinantes el espíritu de la época, las reformas institucionales, las prácticas
pedagógicas innovadoras, las políticas públicas y la investigación pedagógica. Como
protagonistas principales del cambio educativo actúan los maestros, las autoridades
educativas, los investigadores y las fuerzas sociales emergentes. (p. 85).

En definitiva, de acuerdo con estos criterios éticos, los profesionales de la educación tienen
la responsabilidad de actualizarse en competencias mediáticas, no solo por los cambios en
la sociedad y por razones adaptativas, sino porque los mismos docentes no pueden formarse
creativa, crítica y excelentemente sin el recurso de tales competencias. Puesto que los
docentes han recibido de la sociedad el encargo de proporcionar una educación excelente y
una formación exigente, adaptada a los nuevos tiempos, retribuyéndoles por ello.

2.4. Inclusión de las competencias mediáticas en el currículum general.

La expresión competencia mediática se ha venido desarrollando en los últimos años,


producto del avance y aparición de nuevas tecnologías en el ámbito de la información y
la comunicación. Este cambio vertiginoso que actualmente tiene que sobrellevar la
sociedad, ha hecho que los ciudadanos se relacionen con estas herramientas mucho
más, exigiendo de las personas ciertas capacidades y habilidades para desarrollar
competencias mediáticas para la formación de sujetos activos, críticos, competentes

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desde el punto de vista comunicativo. Por tanto, su incorporación en el currículum de
los centros como tema transversal va a ser vital para que el alumnado adquiera una
comprensión objetiva del mundo y sea capaz de desarrollar una actitud crítica y
analítica.

Para la Comisión Europea de “Media Literacy” definió la expresión Competencia


Mediática como: La capacidad de acceder a los medios de comunicación, comprender
y evaluar críticamente los diferentes aspectos de los medios de comunicación y
contenidos multimedia para crear una comunicación en una variedad de contextos
(Comisión Europea, 2009).

Es decir, que debemos estar al tanto del nivel de la sociedad en cuanto a entendimiento
y crítica de la información difundida a través de los diferentes medios de comunicación.
Asimismo, en función de su virtualización progresiva a lo largo del tiempo, y en el
contexto de esta realidad que da mayor atención al avance tecnológico. Si bien es cierto
en la actualidad que la sociedad digital y globalizada en la que nos encontramos y con
el papel relevante que a las tecnologías se les ha reconocido, es necesario realizar una
apuesta firme por la conquista de una nueva competencia que permitirá un mayor
acceso a los derechos básicos de todos los ciudadanos (Martín & Tyner, 2012).

Las instituciones educativas son las principales responsables de capacitar a los


estudiantes y garantizar que alcancen un buen grado de competencias mediáticas. Al
mismo tiempo que les facilitará un desarrollo integral en educación mediática de tal
forma que sean parte de la educación con los medios. Además, como recurso
pedagógico de apoyo para el proceso educativo de educación en medios audiovisuales,
promoviendo la responsabilidad social, la autonomía personal, y el análisis crítico a
través del uso, disfrute y utilización de los medios. Por último, las competencias
mediáticas les facilitará la educación ante los medios, desarrollando el uso reflexivo y
crítico de los medios y del mensaje que transmiten (Ruiz et al., 2011).

De acuerdo con Orozco, Navarro y García-Matilla (2012) existe la necesidad de la


creación de modelos de enseñanza-aprendizaje que fomenten la formación de
audiencias activas, y para conseguirlo es necesario incluir en el currículo de educación
la materia de educación mediática.

Por tanto, para alcanzar un modelo de enseñanza-aprendizaje que contribuya a la


construcción de una ciudadanía activa, democrática y participativa desde la escuela, es
necesario desarrollar competencias críticas para alcanzar la comprensión de la realidad

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social y de los medios de comunicación desde los docentes en el aula, a través del
diseño de acciones didácticas en todos los niveles educativos, así como el
fortalecimiento de la competencia mediática y comunicativa en los profesores (Montalvo,
Uribe & Ibarra, 2015). De esta manera, se favorecerá la adquisición de la competencia
mediática y se permitirá a los nativos digitales la capacidad de examinar la gran cantidad
de información que reciben y evaluar los mensajes de los medios de comunicación con
espíritu crítico.

Así pues, la educación en medios se postula como el elemento primordial para alcanzar
un alto nivel de alfabetización mediática en los estudiantes de la sociedad digital
emergente, puesto que entrega los instrumentos necesarios para fortificar sus principios
y valores a la hora de hacer uso de contenidos digitales y mediáticos de forma
responsable.

Existen abundantes investigaciones surgidas en los últimos años sobre la situación y


necesidades actuales de alfabetización mediática en el aula (Sur, Ünal & Iseries, 2014),
la integración de la competencia mediática en el currículo de la educación (Delgado &
Pérez, 2013), así como los retos y perspectivas que provocan (Ballano, 2013) o la
política académica en la enseñanza formal (MartaLazo & Grandío, 2012) y el papel que
le corresponde tanto en esta integración curricular de los medios como en la
alfabetización digital (Gutiérrez & Tyner, 2012).

Estos estudios revelan que, en la educación obligatoria, tanto en las etapas de infantil,
primaria como en secundaria, los planes del gobierno y las autonomías en materia
educativa sobre la integración de las tecnologías, la dotación de los centros, en pocos
casos han venido acompañados de procesos alfabetizadores en la competencia digital
y la educación mediática (Delgado & Pérez, 2013).

No obstante, una vez realizada una detenida revisión bibliográfica es necesario poner
de manifiesto que las políticas sobre educación en medios no han calado lo suficiente
en el sistema educativo ecuatoriano, así como que las diferentes leyes educativas
surgidas en los últimos años no promueven las herramientas suficientes para que el
alumnado reciba una educación mediática similar afín con la sociedad de la información
en la que vive.

Según mi punto de vista, es imperioso que la competencia mediática tenga el aval del
Ministerio de Educación para implementarla en el currículo de los colegios ecuatorianos
y en todos los niveles educativos. Ya que la Autoridad Educativa Nacional es la

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responsable de ofertar una buena educación y qué mejor a través del diseño de un
currículo basado en competencias mediáticas. A pesar que el cambio de modelo
conlleva algunos desafíos, cada día son más las instituciones que se animan a
implementarlo, dado que queda demostrado que es uno de las mejores maneras de
ayudar a los estudiantes en su formación como ciudadanos y profesionales.

2.5. Dimensiones de la competencia mediática.

En relación con los avances producidos con la alfabetización mediática de la ciudadanía,


y la necesidad de establecer vías y definir estrategias para lograr la apropiación de los
medios de una manera responsable, eficaz y ética por parte de los ciudadanos, es
preciso promover la adquisición de una serie de competencias que se han de poner en
práctica para lograr los resultados esperados en esta interacción mediática.

Conviene subrayar que la competencia en la que convergen las diferentes habilidades,


destrezas y conocimientos que engloba la alfabetización mediática es la competencia
mediática, entendida, tal y como la define la Comisión Europea (2011), como la
capacidad para percibir, analizar y disfrutar del poder de los mensajes, imágenes,
estímulos y sonidos que se aprecian en los medios de comunicación, usándolos para
satisfacer las necesidades de comunicación, expresión, formación o información que
puedan generarse en diversas situaciones cotidianas.

Es decir, de acuerdo a la definición anterior, la competencia mediática permite


desarrollar las capacidades para interactuar con los medios y de esta forma contribuir a
desarrollar la autonomía personal de los ciudadanos y ciudadanas, así como su
compromiso social y cultural.

Por otra parte, el Diccionario de la Real Academia Española conceptúa a la palabra


dimensión como “cada una de las magnitudes de un conjunto que sirve para definir un
fenómeno”. El fenómeno de la comunicación, como todos los fenómenos humanos, ha
de contemplarse de manera holística. Ninguna de las magnitudes que lo componen
puede explicarse si no es en interacción con todas las demás. Sin embargo, la
comprensión global del fenómeno exige especificar y diferenciar cada una de las
magnitudes relevantes para no pasar por alto ninguna de ellas ni en el análisis ni en la
acción expresiva.

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En el fenómeno de la comunicación mediática, el lenguaje, por ejemplo, no puede
entenderse sin la tecnología. Del mismo modo, ni la ideología ni la estética pueden
entenderse sin el lenguaje. Pero ello no es impedimento para que en la práctica escolar
haya aproximaciones educativas al fenómeno de la comunicación mediática que están
centralizadas, de manera prioritaria o exclusiva, en la dimensión tecnológica, olvidando
la de los lenguajes. Como las hay que atienden las dimensiones de la tecnología y de
los lenguajes simplemente para que los estudiantes puedan reproducir de manera
acrítica las rutinas productivas de los medios de masas convencionales. Es decir, que
atienden la dimensión de los lenguajes, pero marginan la de la ideología y los valores.
O que atienden ésta y olvidan la dimensión estética.

Con respecto a los avances producidos en la alfabetización mediática de la ciudadanía,


y la necesidad de establecer vías y definir estrategias para lograr la apropiación de los
medios de una manera responsable, eficaz y ética por parte de los ciudadanos, es
preciso promover la adquisición de una serie de competencias que se han de poner en
práctica para lograr los resultados esperados en esta interacción mediática.

Es decir, para desarrollar la competencia mediática requiere tener en consideración una


serie de dimensiones, que Ferrés (2007) y Ferrés y Pisticelli (2012) plantean desde una
visión holística e interrelacionada: los lenguajes, la tecnología, los procesos de
producción y difusión, los procesos de recepción e interacción, la ideología y los valores,
y la dimensión estética. Para cada una de las dimensiones se establece una serie de
indicadores o criterios que permiten valorar los resultados de la adquisición de esta
competencia. Al mismo tiempo, se aborda su contenido desde los ámbitos de
participación: la expresión y la recepción, es decir, la capacidad de una persona para
producir mensajes audiovisuales y para comprender o interpretar correctamente esos
mensajes. Las implicaciones de esta concepción dimensionada de la competencia
mediática suponen su desarrollo en el marco de la cultura participativa, de manera que
compaginan el espíritu crítico y estético con la capacidad expresiva, y el desarrollo de
la autonomía personal con el compromiso social y cultural.

En definitiva, la distinción de seis dimensiones en el concepto de competencia


mediática, supone un desarrollo ulterior de la famosa propuesta de Buckingham (2003),
en la que distinguía los aspectos clave de la alfabetización mediática: producción,
representación, audiencias y lenguaje.

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A partir de esta conocida distinción, reformulada siguiendo la propuesta de Ferrés (2007)
y Pisticelli (2012), hemos establecido una visión global de la competencia mediática que
incluye las seis siguientes dimensiones e indicadores:

Tabla 1.
Dimensiones de la competencia mediática

Fuente: http://educared.fundaciontelefonica.com.pe/educacion-
mediatica/competencia/

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2.5.1. Dimensión lenguaje

La dimensión del lenguaje mediático, o aptitud para una interpretación adecuada de los
códigos de un mensaje, así como la capacidad para evaluar el significado de los
contenidos y diferentes sistemas de representación. Incluye la capacidad para
expresarse según distintos códigos y sistemas de representación, dependiendo del
contexto y del mensaje que se va a producir o transmitir.

2.5.2. Dimensión Tecnológica

Referida a la capacidad para un uso eficaz de los medios y tecnologías de la


comunicación, incluyendo la habilidad para adecuar la tecnología a los fines
previamente establecidos por el usuario. También incluye la habilidad para conocer e
integrar las innovaciones tecnológicas, así como la capacidad para elaborar y manipular

2.5.3. Dimensión de la recepción y los procesos de representación e interacción.

incluyendo la capacidad para autoevaluar la propia dieta mediática y la capacidad para


reconocer y apreciar las emociones y valores en los mensajes de los medios. También
incluye la capacidad para reconocer valores en los mensajes o la habilidad para
interpretar los contenidos de los medios críticamente, así como la capacidad para
interactuar de modo colaborativo en las plataformas facilitadas por las redes sociales.

2.5.4. La dimensión de la producción y procesos de difusión

Alude a los conocimientos sobre los procedimientos de producción, programación y


difusión de contenidos mediáticos, incluyendo la capacidad para diferenciar entre las
producciones individuales y las colectivas, entre las populares y las corporativas,
etcétera. También se refiere a los conocimientos y al uso de los sistemas de producción,
programación y difusión de contenidos, así como a la capacidad para colaborar en la
confección de productos multimedia o multimodales. Incluye el conocimiento de los
derechos de autoría y la producción responsable de contenidos, respetando los
derechos de propiedad intelectual.

2.5.5. La dimensión ideológica y valores

Vinculada a lo anterior, se refiere al conocimiento de la legislación que protege a


usuarios y consumidores de medios, y en última instancia incluye la aptitud tanto para
producir como para interpretar de modo cívico, democrático y autónomo los mensajes

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de los medios, detectando las intenciones, los derechos y los intereses que subyacen a
sus contenidos. Supone asimismo la habilidad para usar las nuevas tecnologías de un
modo responsable y democrático, favoreciendo la promoción del entorno social y
natural.

2.5.6. La dimensión estética de la competencia mediática

Se refiere a la sensibilidad y atención hacia los aspectos formales, desde una


perspectiva creativa y regida por el buen gusto. Alude a la capacidad para usar e
interpretar los medios siguiendo unos estándares de calidad estética, de un modo
creativo y original.

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