1 Es un grave error creer que debemos restringirnos y limitarnos para
2 desarrollar un mayor poder o utilidad. Esto es imaginar la idea del 3 Poder Divino tan limitado que el mejor uso que podemos hacer de 4 él es mediante una política de auto-limitación, ya sea material o 5 mental. Por supuesto, si creemos que es necesario algún tipo de 6 auto-limitación para producir una buena obra, entonces, siempre 7 que mantengamos esta creencia, este hecho será una realidad 8 para nosotros. "De ningún modo esto es fe" -es decir, no está de 9 acuerdo con nuestra creencia honesta "es pecado"; y al actuar en 10 contra de lo que realmente creemos, formamos una sugestión de 11 oposición al Espíritu Divino, que necesariamente va a paralizar 12 nuestros esfuerzos, y nos va a rodear con una turbia atmósfera de 13 desconfianza y falta de alegría.
14 Pero todo esto existe dentro de nosotros y es producido por nuestra
15 creencia; y cuando lleguemos a examinar los fundamentos de esta 16 creencia, descubriremos que se basa en un completo malentendido de la 17 naturaleza de nuestro propio poder. Si nos damos cuenta claramente de 18 que el poder creativo dentro nosotros mismos es ilimitado, entonces no 19 hay razón para limitar el grado en el que podemos disfrutar de lo que 20 podemos crear por medio de él. De donde estamos adquiriendo es del 21 infinito, nunca debemos temer tomar más de aquello que nos 22 corresponde. No es ahí donde yace el peligro. El peligro radica en no 23 comprender completamente nuestra propia riqueza y en considerar el 24 resultado manifestado por nuestro poder creativo como las verdaderas 25 riquezas, en lugar del poder creativo del espíritu mismo.
26 Si evitamos este error, no hay necesidad de limitarnos a tomar lo que
27 podamos del almacén infinito: "Todas las cosas son tuyas". Y la manera 28 de evitar este error es darse cuenta de que la verdadera riqueza está en 29 identificarnos con el espíritu de la opulencia. Debemos ser opulentos en 30 nuestros pensamientos. No "pienses en dinero" como tal, ya que es sólo 31 un medio de opulencia; pero piensa en la opulencia, es decir, en gran 32 medida, generosamente, liberalmente, y encontrarás que los medios para 33 realizar este pensamiento fluirán hacia ti desde todos los ángulos, ya sea 34 como dinero o como un centenar de otras cosas que no se calculan en 35 efectivo.
36 No debemos hacernos dependientes de ninguna forma
37 particular de riqueza, ni insistir en que venga a nosotros a 38 través de un canal en particular: eso es a la vez imponer una 39 limitación y excluir otras formas de riqueza cerrando otros 40 canales; sino que debemos entrar en el espíritu de esto. Ahora 41 el espíritu es Vida, y en todo el universo la vida en última 42 instancia consiste en la circulación, ya sea dentro del cuerpo 43 físico del individuo o en la escala de todo el sistema solar; la 44 circulación significa un fluir continuo, y el espíritu de opulencia 45 no es la excepción a esta ley universal de toda la vida.
46 Una vez que este principio se vuelva claro para nosotros,
47 veremos que nuestra atención debe dirigirse más a dar que a 48 recibir. Debemos mirarnos a nosotros mismos, no como los cofres 49 de los tacaños, manteniéndolos cerrados para nuestro propio 50 beneficio, sino como centros de distribución; y cuanto mejor 51 cumplamos nuestra función como tales centros, mayor será la 52 afluencia correspondiente. Si obstruimos la salida, la corriente debe 53 aflojarse, y sólo se puede obtener un flujo libre y completo 54 manteniéndolo abierto. El espíritu de opulencia el modo opulento 55 de pensamiento, es decir- consiste en cultivar el sentimiento de que 56 poseemos todo tipo de riquezas que podemos otorgar a otros, y 57 que podemos otorgar abundantemente porque, mediante esta 58 misma acción, abrimos el camino para que mayores suministros 59 lleguen. Pero puedes decir: "No tengo dinero, casi no sé cómo 60 pagar lo necesario. ¿Qué tengo para dar?"
61 La respuesta es que siempre debemos comenzar desde el
62 punto donde estamos; y si tu riqueza en este momento 63 presente no es abundante en el plano material, no necesitas 64 complicarte para comenzar en ese plano. Hay otros tipos de 65 riqueza aún más valiosa en los planos espiritual e intelectual 66 que puedes compartir; así que puedes comenzar desde este 67 punto y practicar el espíritu de la opulencia, aunque tu saldo 68 en el banco sea nulo. Y entonces la ley universal de la 69 atracción comenzará a afirmarse. No solo comenzarás a 70 experimentar una afluencia en los planos espiritual e 71 intelectual, sino que también se extenderá al plano material.
72 Si has reconocido el espíritu de la opulencia, no puedes
73 evitar atraer a ti mismo cosas materiales buenas, así como la 74 riqueza superior que no debe medirse con un estándar de 75 dinero; y debido a que realmente entiendes el espíritu de la 76 opulencia, no vas a despreciar esta forma de bien, ni le 77 atribuirás un valor que no le pertenece; sino que lo 78 coordinarás con tus otras formas interiores de riqueza para 79 convertirlo en el instrumento material que va a allanar el 80 camino para su expresión más perfecta. Usado así, la 81 comprensión de la relación existente entre la riqueza espiritual 82 e intelectual, la riqueza material se vuelve uno con ellos, y ya 83 no deberá ser ni rechazada ni temida sino que deberá 84 buscarse como un beneficio.
85 No es el dinero, sino el amor al dinero la raíz del mal; y el
86 espíritu de opulencia es precisamente la actitud de la mente 87 que está más alejada del amor al dinero por sí mismo. No cree 88 en el dinero. En lo que sí cree es en el sentimiento generoso 89 que es el reconocimiento intuitivo de la gran ley de la 90 circulación, que de ninguna manera plantea la pregunta de 91 ¿cuánto voy a conseguir con esto? Por el contrario 92 preguntará, ¿cuánto voy a poder hacer con esto? Y al hacer 93 de esta la primera pregunta, la obtención fluirá con una 94 profusión generosa, y con una espontaneidad y corrección de 95 dirección que están ausentes cuando nuestro primer 96 pensamiento es el de recibir solamente.
97 No estamos llamados a dar lo que todavía no hemos conseguido
98 y a endeudarnos; pero debemos dar abundantemente lo que 99 tenemos, sabiendo que al hacerlo estamos poniendo en 100 funcionamiento la ley de la circulación, y dado que esta ley nos 101 brinda más y más grandes afluencias de todo tipo de bienes, 102 nuestro “dar” aumentará, no al privarnos de cualquier expansión de 103 nuestra propia vida que podamos desear, sino al encontrar que 104 cada expansión nos convierte en los instrumentos más poderosos 105 para expandir la vida de los demás. "Vivir y dejar vivir" es el lema 106 de la verdadera opulencia.