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Marca el inicio del año litúrgico en casi todas las confesiones cristianas. Durante este
periodo los feligreses se preparan para celebrar la conmemoración del nacimiento de
Jesucristo y para renovar la esperanza en la segunda Venida de Cristo Jesús, al final de
los tiempos, o Parusía.
Durante el adviento, se coloca en las iglesias y también en algunos hogares una corona
de ramas de pino, llamada corona de adviento, con cuatro velas, una por cada domingo
de adviento]. Hay una pequeña tradición de adviento: a cada una de esas cuatro velas se
le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana, ejemplo: la primera, el amor; la
segunda, la paz; la tercera, la tolerancia y la cuarta, la fe.
CICLO B:
-Domingo Primero: Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7; Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16.
18-19 4; 1 Corintios 1,3-9; Mc. 13, 33-37.
-Domingo Segundo: Isaías 40, 1-5. 9-11; Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 8; 2
Pedro 3, 8-14; Mc. 1,1-8.
-Domingo Tercero: Isaías 61, 1-2a. 10-11; Lc. 1, 46-48. 49-50. 53-54; 1
Tesalonicenses 5,16-24; Jn. 1, 6-8.19-28.
-Domingo Cuarto: 2 Samuel 7,1-5. 8b-12. 14a.16; Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29;
Romanos 16,25-27; Lc. 1,26-38.
Creemos que hoy en día esta festividad no señalada en la Biblia puede servir para
evangelizar y dar a conocer a Jesucristo. Sin ánimo de polemizar al respecto vamos a
animar a su celebración sin perder el énfasis de la Cruz a favor del nacimiento de Cristo.
En las semanas previas a la Navidad en muchas iglesias del Mundo se leen pasajes
bíblicos relacionados con la anunciación, se cantan himnos o se preparan obras de teatro
para la Navidad. En definitiva la cristiandad se prepara para anunciar el nacimiento de su
Salvador. En contraste el público en general ha convertido la Navidad en una fiesta
eminentemente pagana, familiar y consumista.
Celebremos estas fiestas, si queremos, recordando realmente cual es el motivo de su
creación: recordar el nacimiento de Jesucristo. Hagámoslo con amor y con los ojos
puestos en el acontecimiento más importante de la historia, que si que se conmemora de
acuerdo con la Biblia, la muerte expiatoria de Cristo: La Pascua. El nacimiento sólo es el
primer paso para llegar a ese momento culminante en la historia de la Salvación.
PRIMERA SEMANA
P. Teilhard de Chardin
SEGUNDA SEMANA
Moría la noche palidecían las estrellas. De repente, la piedra filosofal de la luz matutina lo
tiñó todo de oro. Un clamoreo corrió de boca en boca: “¡El heraldo, el heraldo!”.
TERCERA SEMANA
Nadie ha nacido para ser esclavo. A nadie le gusta padecer injusticias, humillaciones,
represiones. Una criatura humana condenada a vivir en una situación infrahumana se
paree a un animal –un buey, un asno- que se revuelca en el barro.
CUARTA SEMANA
El alto palacio yace en tierra. Todo está derramado y roto.
El Pensamiento miró a su alrededor. Pero, ¿qué es lo que había que ver? Sólo la estrella
de la mañana y el lirio fresco del rocío. ¿Y qué más? Un niño que corre, riendo, de los
brazos de su madre a la luz abierta.
¿Y para esto fue para lo que dijeron que era el día del Advenimiento?
Sí, por esto dijeron que había música en el aire y luz en el cielo.
El año eclesiástico, entonces, está constituido por seis estaciones, con doce días festivos
principales. Estos días y estaciones son medios de darle forma al tiempo sagrado.
La primera estación, Adviento, comienza cuatro domingos antes de Navidad. En Adviento
la iglesia se prepara para la celebración de la venida de Dios encarnado.
El primer día festivo es Navidad, el 25 de diciembre, que celebra el día en que nació
Jesús en Belén y señala el comienzo de la segunda estación, de Navidad, que se
extiende por 12 días. El 1 de enero se celebra el Nombre de Jesús; en este día el niño
Jesús fue circuncidado en una ceremonia judía en que se le daba nombre al recién nacido
y era aceptado como miembro de la comunidad. El Nombre de Jesús cae entonces en la
estación de Navidad, 8 días después del día de Navidad.