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EL BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD:
UNA HERRAMIENTA HERMENEÚTICA PARA LA GARANTÍA Y
DEFENSA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES1
2 Jurista, catedrático y líder político venezolano fromado en el humanismo cristiano. Doctor en Derecho
por la Universidad Santo Tomás. Estudios de posdoctorado (en curso) sobre Estado, Políticas Públicas
y Paz Social, URBE, Maracaibo, Venezuela. Abogado y Magister Scientiarum en Desarrollo Regional
por la Universidad de los Andes (Venezuela). Título de abogado convalidado, desde el 2008, en la
República de Colombia. Especialista en Derecho Sustantivo y Contencioso Constitucional por la
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Profesor de derecho constitucional, derecho constitucional
económico y mecanismos de protección de DDHH ante instancias internacionales. Profesor de
postgrados en la Pontificia Universidad Santo Tomás, Javeriana y Universidad Libre. Profesor invitado
de la Escuela de Derecho, Universidad de Burgos, España, Universidad de Belgrano, Argentina y la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana. Docente Investigador, categoría
Asociado, del Grupo de Investigación: “Persona, Instituciones y Exigencias de Justicia” código
COL0120899 con Categoría A1, según la Convocatoria 833 de 2019 de Colciencias, vinculado al
Centro de Investigaciones Socio Jurídicas de la Universidad Católica de Colombia (CISJUC). Integrante
de la Asociación Colombiana de Derecho Procesal Constitucional; Asociación Mundial de Justicia
Constitucional; Asociación Argentina de Justicia Constitucional y del Centro de Estudios Sociales y
Jurídicos del Sur de Europa. Aspiró a la Presidencia de la República en Venezuela (2006). Refugiado
político en Colombia desde 2007. Blog: www.jesuscaldera.com Contacto: jecaldera@ucatolica.edu.co
/ primochucho@gmail.com
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INDICE
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6En Argentina se ha desplegado la tesis del principio de centralidad de persona humana. Cfr. Bidart
Campos y otros, La Constitucionalización de las falacias, Bogotá, Temis, 2005, pp. 39-40.
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7Con mayor énfasis luego de la segunda postguerra y luego de la caída de los sistemas de gobierno
autoritarios basados en la ideología comunista que inició con el derrumbamiento del muro de Berlín
en 1989.
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contenidas en la Constitución tendrá efectos exclusivamente dentro del ámbito de la materia regulada
en él.
9 En el caso colombiano, es el artículo 93 de la Carta Política: La enunciación de los derechos y
garantías contenidos en la Constitución y en los convenios internacionales vigentes, no debe
entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona humana, no figuren
expresamente en ellos.
10Véanse, por ejemplo: 1) Corte IDH. Caso La Última Tentación de Cristo -Olmedo Bustos y Otros- vs.
Chile: es elocuente, en tal dirección, el fallo del 5 de febrero de 2001 al establecer que (…) “los
derechos esenciales de la persona humana constituyen, dentro del sistema jurídico chileno, un sistema
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de doble fuente: una de carácter interno (…) y otra de carácter internacional que incorpora al
ordenamiento jurídico chileno, al menos, los derechos contenidos en los tratados que el Estado libre,
voluntaria y espontáneamente ha ratificado. Esto implica que el bloque de constitucionalidad está
integrado por los derechos contenidos en los tratados y por los derechos consagrados en la propia
Constitución Política”; 2) Corte IDH. Caso de las Masacres de Mapiripán vs. Colombia, Sentencia de 7
de marzo de 2005, Excepciones Preliminares, señala: (…) “Esas normas estaban vigentes para
Colombia al momento de los hechos, como normativa internacional de la que el Estado es parte y como
derecho interno, y han sido declaradas por la Corte Constitucional de Colombia como normas de jus
cogens, que forman parte del ‘bloque de constitucionalidad’ colombiano y que son obligatorias para los
Estados y para todos los actores armados (…).”
El BC es, por definición, un mecanismo interpretativo típico del DPC que tiene
sólido asidero de construcción y desarrollo jurisprudencial en cabeza del máximo
interprete de la Carta Política y del juez constitucional aplicado al ejercer el
control de constitucionalidad de las leyes y de las normas de inferior jerarquía
(en el caso privativo de la Corte Constitucional),que funge en instrumento eficaz
de protección constitucional para hacer valer y dotar de eficacia, en sede judicial,
a los derechos, garantías y libertades constitucionales conferidos al ciudadano y
a la persona humana (o jurídica, en ciertos casos), bajo el prisma del Estado
democrático constitucional y de derecho, en el ordenamiento jurídico
colombiano.
El BC, esta referido a aquellas normas y principios que si bien no hacen parte
del texto formal de la Constitución, han sido integrados al texto Superior, por
otras vías distintas a la Asamblea Constituyente de 1991 que expidió la
Constitución colombiana, adoptados mediante la ejecución de procedimientos
legislativos de aprobación en el Congreso Nacional, órgano por excelencia de la
representación popular, que sirven a su vez de medidas de control de
constitucionalidad de las leyes y de normas de inferior jerarquía como tal.
El BC es de manufactura jurisprudencial y su génesis viene de la mano de la
justicia constitucional. Como expresión jurídica ha sido utilizada en décadas
recientes. Un ejemplo de ello lo encontramos en la historia jurídica
norteamericana, en la cual, como es de común conocimiento, las normas y
principios constitucionales en ese país, se derivan de formas más amplias que
su texto constitucional.
Sin embargo, la conceptualización doctrinal precisa que el BC surge en Francia,
gracias a la jurisprudencia del Consejo Constitucional francés en la década de
los setenta y la labor investigativa doctrinal acerca de la justicia constitucional
desarrollada, entre otros, por el profesor Luis Favoreau. 13
Luego esta misma doctrina se extendió a varios países con el fin de que la misma
contribuyera a formalizar y consolidar los Estados constitucionales de Derecho,
en especial de los países que habían sido víctimas de tiranos, en los que, por
mucho tiempo, los derechos humanos fueron desconocidos. Diversos autores
concuerdan en que el concepto doctrinal acerca del BC más acabado o depurado
es el que considera que este es un conjunto normativo que contiene principios o
disposiciones materialmente constitucionales, fuera del texto de la constitución
documental.
Las prácticas jurídicas del bloque de constitucionalidad han sido objeto de
debate histórico en todo el mundo, por el abuso de algunos jueces en su
aplicación. El BC, en el ámbito de la justicia constitucional, opera en triple rol en
el ordenamiento jurídico, a saber:
1.- En principio, en un punto de partida procesal, en los casos de control de
constitucionalidad de leyes o normas de inferior jerarquía, como herramienta de
interpretación en la justicia constitucional, en desarrollo del DPC y de la
protección de derechos humanos, para sopesar y ponderar la prevalencia
normativa de disposiciones en tensión inmersas en conflictos normativos
positivos entre el ámbito interno frente al internacional cuando están orientadas a
reconocer derechos humanos fundamentales que contienen intereses y
derechos subjetivos puestos en situación de tensión por la legislación
examinada. Allí, la consagración del BC es una de las más importantes
contribuciones de la Constitución de 1991 al sistema jurídico colombiano por la
remisión directa o expresa que en su articulado se hace acerca del valor
constitucional de Tratados, Acuerdos o Convenciones internacionales sobre
derechos humanos en concordancia con las normas internas sobre desarrollo de
los mismos. En el presente ensayo, en apartes siguientes, ahondaremos en citas
concretas algunos aportes de la jurisprudencia constitucional colombiana sobre
el tema.
2.- Un segundo campo de actuación, no menos importante y sucedáneo o
concomitante con el anterior, el BC opera como mecanismo de integración o
complemento de la propia Constitución Nacional, como método interpretativo
complejo (sistemático, funcional, progresivo, pro homine, integrador) cumpliendo
una función esencial como herramienta de recepción del derecho internacional,
garantizando la coherencia de la legislación interna con los compromisos
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1978 expedida por el Incora, hoy Incoder, a favor de las comunidades Piapoco y
Achagua.
Afirma, en consecuencia, que el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo
Territorial, mediante Resolución No. 1712 del 29 de agosto de 2006, otorgó
licencia a la empresa Meta Petroleum Limited para la realización del proyecto
Oleoducto de los Llanos, desde el campo Rubiales hasta las facilidades del CPF-
Cusiana, sin cumplir con la consulta previa a que tiene derecho el Pueblo
Indígena Achagua y Piapoco del Resguardo Turpial-La Victoria, de conformidad
con el Convenio 169 de la OIT suscrito por Colombia y ratificado mediante
la Ley 21 de 1991. La Corte constitucional, en un fallo digno de estudio14, dando
cabida a la herramienta del BC, en su vertiente de mecanismo de garantía de los
derechos humanos, sostuvo:
“Teniendo en cuenta lo expuesto y sin desconocer los beneficios que un
proyecto como el oleoducto Campo Rubiales – El Porvenir puede reportar a
la región y al país en general, la Sala concluye que las entidades
demandadas vulneraron los derechos fundamentales a la libre
determinación, a la participación, a la integridad cultural y a la
supervivencia de la comunidad indígena, como consecuencia de (i) la
intervención de un territorio que consideran sagrado y de vital importancia
ecológica, social y económica –el Charcón Humapo, sin llevar a cabo un
proceso de consulta previa, y (ii) el ingreso al resguardo de personas extrañas
debido al uso de la vía que lo bordea, en contravía de las especificaciones de
la licencia ambiental. Por tanto, la tutela será concedida.
En efecto, la Sala reitera que (i) según el artículo 6 del Convenio 169 de la
OIT, en concordancia con la jurisprudencia de esta Corporación, la
consulta previa es obligatoria cuando se va a llevar a cabo cualquier
proyecto o intervención que afecte directamente a un pueblo indígena o tribal;
(ii) una de las formas de determinar cuando un proyecto afecta directamente
a una comunidad étnica es examinar si aquél incide directamente sobre el
territorio del respectivo pueblo; (iii) el concepto de territorio comprende no
solamente el terreno del resguardo adjudicado a una comunidad, sino
14 Corte Constitucional. Sentencia T:693 de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
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15 Ibídem.
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Indica OLANo GARCÍA que “según el doctor Marco Gerardo Monroy Cabra
en la Sentencia C-065 de 2004, el criterio doctrinal del bloque
constitucional hizo su tímida aparición en la jurisprudencia colombiana,
bajo la vigencia de la Constitución de 1886, aunque fue de escasa aplicación
al no ser bien aceptado inicialmente. La idea de que ciertas normas de
16 CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-358 de 1997, M.P., DR., Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
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varios de sus artículos, adoptando como criterios para determinar que normas
pueden ser acopladas al ordenamiento interno los siguientes:
.- El artículo 9º, el cual reconoció que las relaciones exteriores del Estado se
fundamentan en la soberanía nacional, en el respeto por la autodeterminación de
los pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho internacional
aceptados por Colombia;
.- El artículo 44 superior que establece la aplicación de los tratados
internacionales y la prevalencia en la aplicación de los derechos fundamentales
de los niños.
.- El artículo 53 superior que preceptúa: "Los convenios internacionales del trabajo
debidamente ratificados hacen parte de la legislación interna".
.- El artículo 93 superior, según el cual "Los tratados y convenios internacionales
ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben
su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno. Los
derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad
con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por
Colombia."
Es así como dicho artículo establece que las normas Internacionales de Derechos
Humanos prevalecen en el orden interno y que los derechos y deberes
establecidos en ellas siempre se deben interpretar conforme a los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos. Es decir, que los tratados ratificados por
Colombia que reconocen derechos humanos y que no puedan ser limitados en
estados de excepción, prevalecen en el ordenamiento jurídico interno.
La Corte ha sostenido esta postura y la ratificó en su Sentencia C-033 de 1993,
Magistrado Ponente Alejandro Martínez Caballero, cuando dice que “(…), la Carta
reenvía al derecho internacional sobre derechos humanos. El artículo 93 de la
Constitución, en efecto, le confiere a los Tratados Internacionales sobre Derechos
Humanos ratificados por Colombia el carácter de norma prevalente en el orden
interno si se ajustan al orden constitucional; además les otorga la condición de
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18 Corte Constitucional. Sentencia C-033 de 1993, Magistrado Ponente Alejandro Martínez Caballero
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humano; y ii) que se trate de un derecho cuya limitación se prohíba durante los
estados de excepción.19
22 Corte Constitucional. Sentencia C:135:96 MP: Jorge Arango Mejía, Alejandro Martínez
Caballero, Antonio Barrera Carbonell
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También se mencionan dentro del BC, el alcance del Artículo 3º del Convenio 3 de
la O.I.T., al Artículo 10 º del referido Pacto y al Artículo 11º del Convenio de la ONU
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, en
armonía con la “protección especial a la mujer y a la maternidad”, señaladas en el
Artículo 53 de la Constitución. Con la sentencia T-568-99 MP: Carlos Gaviria Díaz,
se integraron al BC los Convenios 87 y 88 de la OIT que protegen la libertad
sindical, por ser éste uno de aquellos derechos no susceptible de limitación
durante los estados de excepción. La sentencia T-568-99 – hace referencia al
bloque de constitucionalidad en virtud en lo contenido en el Artículo 93 de la Carta
Política -que todos los instrumentos internacionales de derechos humanos que
tratan de derechos sociales
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doctrina del BC y los elementos que lo integran en Colombia y otros países puesto
que a nivel internacional se ha reforzado la convicción acerca de la utilidad del
concepto Estado democrático constitucional -superación del Estado de derecho-
basado en el deber del Estado de promover, asegurar, proteger y garantizar la
efectividad de los DDHH,25 con mayor énfasis luego de las postguerra y de la
caída de las ideologías comunistas que inició con el derrumbamiento del muro de
Berlín en 1989, así como sobre el, cada vez mas exigente, respeto permanente
de los derechos humanos.
años muy anteriores. Mora Restrepo,28 explica que su origen se centra en el bloc
de legalité (propio del bien elaborado derecho administrativo francés) desarrollado
más tarde como bloc de constituttionalité, por doctrinantes de la talla de Don
Louis Favoreau, entre otros, consiste, a su juicio, en “asumir que existe un
conjunto de normas que sin estar consagradas expresamente en la Constitución,
hacen parte de ella por la decisión de un juez o por expresa disposición del
constituyente.” En este sentido, estas normas son consideradas con rango
constitucional y por lo tanto gozan de supremacía constitucional, a los efectos de
parámetro del control constitucional de las leyes.
FRANCIA:
Sin embargo, cabe sostener que los tratados internacionales no forman parte de
este bloque, ya que el Consejo ha estimado en varias ocasiones no ejercer un
control sobre la conformidad de las leyes a las normas internacionales,
formando actualmente parte de este bloque solamente la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, los principios fundamentales de
las leyes de la III República y el Preámbulo de la Constitución de la IV República
de 1946. Así tampoco forman parte de este conjunto los reglamentos de las
Asambleas parlamentarias y los principios generales del derecho. De acuerdo con
Louis Favoreau, “la idea de bloque evoca la de solidez y unidad”, esto es un
“conjunto que no puede ser escindido, dividido”. No obstante, lo anterior, la política
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jurisprudencial del Consejo Constitucional ha ido variando desde los finales de los
años setenta:
ESPAÑA
En España, la utilización de la doctrina del bloque de constitucionalidad adquiere
otro matiz ya que desde 1982, el Tribunal Constitucional la emplea, sin embargo,
en algunos momentos como conjunto de normas que se aplican al caso en
concreto, y en otras representa un grupo de normas que predominan sobre las
demás en cuanto a la delimitación de competencias entre el Estado y las
Comunidades Autónomas que componen la nación española.
A juicio del doctor Arturo Hoyos, el profesor Rubio Llorente estima que en España
el bloque de constitucionalidad lo integran: Las normas de la Constitución de
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33 Cfr. HOYOS, Arturo. La Interpretación Constitucional. Editorial Temis. Santa Fe de Bogotá, 1993.
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ITALIA
En Italia, bajo la premisa del Estado constitucional y democrático, también ha
incorporado esta doctrina haciendo valer, además de la Constitución, leyes
constitucionales que adquieren el rango superior como las normas de derecho
internacional que exigen que el ordenamiento interno debe adecuarse a ellas;
normas que regulan la Comunidad Europea; normas de tratados laterales que el
legislador no puede modificar unilateralmente; leyes que regulan las relaciones
de los católicos con los practicantes de otras religiones; leyes con principios
fundamentales que crean competencias de los entes regionales; normas
contenidas en la legislación delegada que circunscriben el poder legislativo al
ejecutivo y los reglamentos de las asambleas parlamentarias. En otras palabras,
el derecho internacional formaba parte de ese bloque, así como los reglamentos
internos de las asambleas parlamentarias. Sin embargo, la jurisprudencia ha
excluido estas últimas y en lo relacionado a las normas internacionales la
Corte Constitucional ha aplicado preferentemente las normas comunitarias a la
ley nacional. De igual manera, en 1981 le asignó a una costumbre valor
constitucional, pasando ésta a formar, en consecuencia, parte del bloque.
ESTADOS UNIDOS
En Estados Unidos de América no se ha utilizado esta doctrina, y de acuerdo a los
positivistas o textualistas en dicha Nación la Constitución es la formal y no otros
documentos o textos, es decir, que no existen normas con valor constitucional
fuera del texto formal de la Constitución; no obstante, en los últimos tiempos se
han generado debates sobre si solamente debe atenderse a lo expresado en la
Constitución o además a otras normas asimilables, ya que la Enmienda Novena
indica que “la enumeración de ciertos derechos en la Constitución no debe ser
interpretada como una negación o rebaja de otros derechos que el pueblo
retiene”. O sea, que aunque la Constitución enumere ciertos derechos
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COSTA RICA
Este país ha utilizado esta doctrina aunque no se haya enunciado formalmente.
Dentro de este grupo de normas constitucionales están los principios
constitucionales -que son la “expresión jurídica de las valoraciones políticas que
constituyen la estructura fundamental de un orden jurídico”- (rigidez
constitucional, certeza del derecho, responsabilidad del Estado y la libertad de
contrato privado), la costumbre constitucional y los tratados internacionales que
la misma Constitución en su artículo 7 le confieren rango mayor a las leyes. En
este mismo sentido, la Constitución de 1871 sirve de guía para enjuiciar la
constitucionalidad de las leyes respecto a las normas y actos que se verificaron
durante su vigencia, por tanto también esta Constitución conforma ese bloque, así
como el reglamento interno de la Asamblea con respecto al procedimiento de
aprobación de leyes.
PERÚ
En este país andino, con la expresión bloque de constitucionalidad cierto sector de
la doctrina nacional entendió que el legislador (orgánico) no sólo había regulado
la composición “legislativa” del parámetro de control en la acción de
inconstitucionalidad, sino, incluso, que extendió el mismo rango de la Constitución
a ciertas fuentes legislativas, como la ley orgánica, según expone Ernesto Blume
Fortini (“El bloque de la constitucionalidad municipal en el Perú”, en Temas de
Derecho Municipal). Por cierto, el uso del concepto no ha pasado por
desapercibido en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, del que en alguna
que otra ocasión se ha hecho eco del concepto, STC 0004-1996-AI/TC (Fund. Jur.
N°. 2) y STC 007-2002-AI/TC 4.
Sin embargo, esta recepción ha sufrido un proceso que no deja de ser
sorprendente. Por un lado, cuando se tuvo la oportunidad de formular un auténtico
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34 Cfr. CIURLIZZA, Javier, “La inserción y jerarquía de los tratados en la Constitución de 1993:
retrocesos y conflictos”, en AA.VV., La Constitución de 1993. Análisis y comentarios, Vol. II, CAJ,
Lima, 1995, pp. 65 y ss. - Cfr. PINIELLA SORLI, Juan-Sebastián, Sistema de fuentes y bloque de
constitucionalidad, Edit. Bosh, Barcelona, 1994
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35BLUME, Ernesto entiende que también habría que incluir en el Bloque a las Ordenanzas
Municipales. Cfr. Su trabajo, “El despojo normativo y las alternativas para enfrentarlo a la luz de la
Constitución de 1993”, en AA. VV. El rango de ley de las ordenanzas municipales en la Constitución
de 1993, .Municipalidad de Lima, Lima, 1997, pp. 28 y ss.).
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22 de la LOTC sólo ha conferido tal status a aquellos que tengan por finalidad
“determinar la competencia o las atribuciones” de tales órganos. Por tanto,
preceptos de una ley orgánica destinados a regular aspectos distintos de aquél
“contenido” se encontrarían excluidos prima facie del bloque.
¿Forma parte del BC peruano el Reglamento del Congreso de la
República?
Cabe, no obstante, preguntarse si la referencia a las “leyes” que regulan las
atribuciones y competencias de los órganos del Estado se cierra con los
preceptos de las leyes orgánicas peruanas a los que antes se hizo mención, o
también comprende al Reglamento del Congreso, pues si bien el reglamento
cumple una finalidad análoga a las leyes orgánicas, en tanto que regula la
estructura y funcionamiento del Parlamento, no es propiamente una “ley”, y
tampoco formalmente una “ley orgánica”.36
A juicio de Carpio Marcos, el Tribunal Constitucional, al parecer, ha admitido esa
posibilidad. En la STC expedida en el Exp. N°. 004-96-AI/TC sostuvo que el
artículo 75 del Reglamento Parlamentario no se encuentra “comprendido dentro
del ámbito de aquellas normas que determinan la competencia o las atribuciones
de los órganos del Estado (por lo que) no forma parte del bloque de
constitucionalidad...”. Lo que significa que, eventualmente, existirían otras
disposiciones reglamentarias que, en la medida que sirvan para determinar la
competencia o las atribuciones del Congreso de la República, podrían ingresar
dentro de los alcances del artículo 22 de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional (LOTC). Tal afirmación del Tribunal Constitucional pone de relieve,
prima facie, que al igual de lo que sucede con determinados preceptos de la Ley
Orgánica, no todos los preceptos del Reglamento del Congreso –si es que el
reglamento forma parte- se integran al bloque de constitucionalidad, sino sólo
aquellos que desarrollan competencias y atribuciones del Congreso previstas en
la Constitución.
Siguiendo al autor en cita, sucede, sin embargo, que si efectivamente ciertas
normas del Reglamento parlamentario sirven para juzgar si una determinada
36Cfr. CARPIO MARCOS, Edgar, “El reglamento parlamentario como fuente del derecho”, en
Revista jurídica del Perú, N°. 39, 2002, pp. 15 y ss.
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fuente con rango de ley (ley ordinaria, ley orgánica o ley de delegación de
facultades) es inconstitucional por la forma, esa declaración de
inconstitucionalidad no se debe siempre y en todos los casos a la transgresión de
las disposiciones que regulan las atribuciones y competencias del Parlamento, ni,
en fin, el reglamento parlamentario es una “ley”, aunque de ello no se pueda
deducir que no se trate de una fuente formal del derecho, o que no tenga el rango
de las leyes (por lo demás explícitamente anunciado por el inciso 4º del artículo
200 constitucional). Y es que si ciertas disposiciones del reglamento
parlamentario sirven para evaluar la validez formal de las leyes, esas
disposiciones no son precisamente las que regulan las atribuciones y
competencias del Congreso en cuanto órgano constitucional, sino, aquellas que,
al tener relación con el procedimiento legislativo, expresan, a su vez, sendos
principios constitucionales en las relaciones entre mayoría y minoría
parlamentaria.37
37 Sobre el particular, el autor Carpio Marcos remite al trabajo colectivo “El reglamento
parlamentario como canon de control de la acción abstracta de inconstitucionalidad”, en AA.VV. El
Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios en homenaje al profesor Allan Brewer Carías,
t. 1, pp. 1075 y ss
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39Cfr. Libro colectivo El rango de ley de las ordenanzas municipales en la Constitución de 1993
(Colisión normativa entre ley del Congreso y Ordenanza Municipal), Municipalidad Metropolitana
de Lima, Lima, 1997, p. 32).
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Finalmente, concluiremos con Carpio Marcos, no está de más advertir que detrás
de esta forma de conceptualizar lo que sería el bloque de constitucionalidad
peruano, “se esconde una situación singular. Explicándose el modelo español del
bloque de constitucionalidad, se ha llegado a una conclusión semejante a la que
se predica del modelo francés, hipótesis que, ni en la misma España, por cierto,
se ha sugerido”.
Por ello, la referencia al concepto de “bloque de constitucionalidad” pudo
observarse, con las peculiaridades anotadas, al ponerse en funcionamiento el
Tribunal de Garantías Constitucionales, e incorporarse en su Ley Orgánica (Ley N°.
23385), que estatuyó que “Para apreciar la constitucionalidad o la
inconstitucionalidad de las normas mencionadas en el artículo 19, el Tribunal
considera, además de los preceptos constitucionales, las leyes que, dentro del
marco constitucional, se hayan dictado para determinar la competencia de los
órganos del Estado”.
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40 Cfr. Ramelli, Alejandro. Ramelli, Alejandro. Sistema de Fuentes del Derecho Internacional Público y
“Bloque de Constitucionalidad en Colombia”. Cuestiones Constitucionales. Revista Mexicana de
Derecho Constitcional. UNAM. No.- 11. Julio-diciembre de 2004. Consultado en
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/cuestiones-constitucionales/article/view/5711/7482
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humanos que admiten ser limitados bajo estados de excepción, y los instrumentos
internacionales sobre límites.”41
El mismo OLANO GARCÍA nos dice que, “en contrapartida, el segundo (el bloque
stricto sensu), comprende aquellos principios y reglas que han sido normativamente
integrados a la Constitución por diversas vías y por mandato expreso de la Carta,
como es el caso de los tratados internacionales de DIH (artículo 93 de la Constitución)
y aquellos sobre derechos humanos que no admiten suspensión durante situaciones
de anormalidad.”42
Por lo anterior, pertenecen al denominado bloque de constitucionalidad lato
sensu, normas que se caracterizan por: ser parámetro para efectuar el control de
constitucionalidad del derecho interno; tener un rango normativo superior a las
leyes ordinarias; y formar parte del bloque de constitucionalidad gracias a una
remisión expresa efectuada por alguna disposición constitucional. En conclusión,
como lo ha sugerido el autor Rodrigo Uprimny,43 hacen parte del bloque
constitucional en sentido estricto:
el preámbulo
el articulado de la constitución
los tratados de límites ratificados por Colombia
los tratados de derecho humanitario
los tratados ratificados por Colombia que reconocen
derechos intangibles
los artículos de los tratados de derechos humanos ratificados por
Colombia, cuando se trate de derechos reconocidos por la Carta
y
la doctrina elaborada por los tribunales internacionales en relación
con esas normas internacionales, al menos como criterio
relevante de interpretación.
En sentido lato:
las leyes estatutarias
las leyes orgánicas haciendo la aclaración de que algunas
sentencias de la Corte las excluyen del bloque en sentido lato.
A juicio del doctrinante Uprimny,44 posteriormente, la sentencia C-191 de 1998
consolida esta diferenciación conceptual ya que la Corte distingue expresamente
entre el bloque en sentido estricto (normas de rango constitucional) y en sentido
lato (parámetros de constitucionalidad). Así, el fundamento 5 de esa sentencia
afirma:
“Resulta posible distinguir dos sentidos del concepto de bloque de
constitucionalidad. En un primer sentido de la noción, que podría denominarse
bloque de constitucionalidad stricto sensu, se ha considerado que se encuentra
conformado por aquellos principios y normas de valor constitucional, los que se
reducen al texto de la Constitución propiamente dicha y a los tratados
internacionales que consagren derechos humanos cuya limitación se
encuentre prohibida durante los estados de excepción (C.P., artículo 93). (…)
Más recientemente, la Corte ha adoptado una noción lato sensu del bloque de
constitucionalidad, según la cual aquel estaría compuesto por todas aquellas
normas, de diversa jerarquía, que sirven como parámetro para llevar a cabo
el control de constitucionalidad de la legislación. Conforme a esta acepción,
el bloque de constitucionalidad estaría conformado no sólo por el articulado de
la Constitución sino, entre otros, por los tratados internacionales de que trata
el artículo 93 de la Carta, por las leyes orgánicas y, en algunas ocasiones, por
las leyes estatutarias”.
Según este autor, luego, otras sentencias, como la C-582 de 1999, retoman esa
misma distinción, de suerte que ésta parece haberse consolidado en la práctica
jurisprudencial de la Corte.
Para Umprimny, en criterio expuesto en la obra comentada, la afirmación del
rango superior de la Constitución Política se traduce en las sentencias que dicta
la Corte Constitucional, a través de las cuales esta Corporación cumple su función
de máximo y auténtico intérprete de la Carta, ejerciendo el control competente a
44 Ob. Cit.
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del poder público) que lo conforman las cuales siempre están calificadas como
infra-constitucionales. Es decir, que si bien pueden formar parte del BC no por
ello alcanzan rango constitucional. Asimismo, los Tratados, Acuerdos y Pactos
internacionales sobre derechos humanos no tienen mención expresa, en cuanto a
jerarquía, equiparada a la actual Carta de 1993, como si lo establecía
expresamente el artículo 105 de la Constitución de 1979.
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Indica que “esta costumbre de los acuerdos simplificados data del año 1936,
cuando nuestra nación empezó a celebrar estos acuerdos con los Estados Unidos
para exoneración de impuestos sobre la renta en cuanto a actividades de
explotación de la marina mercante.”
Finaliza, esta Sentencia indicando que esta costumbre “tiene jerarquía normativa
suficiente para prever una exoneración tributaria, la cual, si normalmente debe ser
prevista en una ley, con mayor razón puede estarlo en una costumbre
constitucional de jerarquía superior a la ley.”
Una vez adoptada por el Consejo Constitucional de Francia la doctrina del BC,
como elemento convergente determinante podemos resaltar el hecho que, en
la práctica judicial, se fue extendiendo su radio de acción a países como
España, Colombia y Perú, entre otros, como ha quedado señalado en acápites
anteriores, que empezaron a aplicarla, debido a la aparición de fenómenos
importantes en la evolución del derecho, esto es el reconocimiento de la
existencia de normas y principios, no necesariamente expresos, que asumen la
jerarquía de normas, valores o principios constitucionales que no pueden ser
contrariados por normas de rango legal, y por otro lado, la concepción dinámica
sobre la progresividad e intangibilidad de los derechos humanos que evolucionan
y o deben quedar “encasillados” en un “numerus clausus” de disposiciones
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Resulta, igualmente convergente que (salvo en Perú como quedó antes anotado),
en la utilización de la doctrina del bloque de constitucionalidad en Colombia,
España y Francia, las normas que lo integran adquieren rango constitucional
y pasan a formar parte de su cuerpo dogmático superior.
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45Lecciones impartidas al autor durante su formación para optar al título de Especialista en Derecho
Sustantivo y Contencioso Constitucional en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, a la cohorte
del año 2011.
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e.- Pérdida de sistematicidad del orden jurídico. Desde la óptica del BC, el
ordenamiento jurídico se reduciría al derecho constitucional. Así las cosas, dicen
los críticos de la doctrina, el derecho constitucional, termina solucionando todos
los conflictos jurídicos, situando en un plano secundario las fuentes formales y
ordinarias el resto del ordenamiento jurídico normativo.
CONCLUSIÓN
Referencias bibliográficas
ARANGO OLAYA, Mónica. Universidad ICECI. “El Bloque de Constitucionalidad
en la Jurisprudencia de la Corte Constitucional Colombiana”, en Revista
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