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PRIMERA PARTE

CAPITULO PRIMERO

EL TEXTO Y EL DISCURSO

Texto, discurso; lingüística del texto, análisis del


discurso; competencia textual, competencia
discursiva; tipos generales de textos.

No haremos en este manual una separación radical entre "análisis del


discurso" y "lingüística del texto". Por el contrario, consideramos que ambas
disciplinas están estrechamente ligadas, aunque mantengan su especificidad. De
hecho, haremos constantemente alusión a uno u otro de estos campos, ya que, en
nuestra perspectiva, se iluminan uno al otro. (van Dijk, l980: 21-29; Maingueneau,
l976: 99-102).
Trataremos, en todo caso, de precisar los términos cada vez que sea
necesario. En efecto, lo primero que crea problema es la polisemia de los términos
"texto" y "discurso". Cada uno por su lado es ambiguo, y a menudo se emplean
indistintamente uno u otro como si fuesen intercambiables. Así, por ejemplo, Jean
Delisle, en su libro sobre el análisis del discurso y la traducción, define lo que el
llama la "textología" como "el estudio de los discursos" (l984: 16). Por su parte,
Lozano, Peña-Marín y Abril titulan su libro (l989) "Análisis del discurso" y agregan
como sub-título "Hacia una semiótica de la interacción textual". Estos mismos
autores señalan diversos sentidos del término "texto" (Lozano et al, l989: 15-19).
Por su parte, Maingueneau presenta por lo menos seis sentidos posibles del
término "discurso" (Maingueneau, l976: 15). Como lo señala van Dijk (l980: 20), la
confusión proviene además de que en una lengua se emplea, por ejemplo, "texto"
para lo que en otras se llama "discurso", o no existen los dos términos: "discourse
studies" del inglés equivale a "textwissenschaft" del alemán. Agreguemos que, en
francés, existe discusión sobre las expresiones "analyse du discours", "...de
discours" y "...des discours", y que para cada una de estas denominaciones se
avanzan serias razones teóricas.

1. 1 ¿Qué es el texto?

Diremos, para empezar, que ambas entidades, el texto y el discurso, están


relacionadas:
*El texto es una configuración lingüística. Es un conjunto de elementos lingüísticos
(palabras, oraciones...) organizados según reglas estrictas de construcción.
*El discurso es la emisión concreta de un texto, por un enunciador determinado, en
una situación de comunicación determinada.
La relación es inextricable: no puede haber discurso sin un texto del
discurso. El texto funciona como discurso en una situación determinada. Como lo
dice J.-M. Adam (1990: 23), se puede hacer una ecuación admitida hoy en forma
generalizada: el discurso es el texto más las condiciones de producción. De este
modo, podemos por ejemplo analizar una conversación ya sea como discurso, ya
sea como texto: en el primer caso, se observará que un enunciador específico se
dirige con sus palabras a un destinatario específico, en un marco situacional
(espacio temporal) específico; en el segundo caso, se observará cómo los elementos
lingüísticos (palabras, oraciones...) se estructuran respondiendo a reglas de
construcción textual.
El texto conserva en su superficie las huellas de la situación de discurso.
Por lo tanto, un estudio acabado del texto remitirá necesariamente a sus
condiciones de producción y de recepción. Textualidad y enunciación van
necesariamente de la mano, como ya lo señalaba Ducrot en l980. (Ver "Texte et
énonciation" en Les mots du discours). En efecto, el sujeto productor del discurso
inscribe en su texto las marcas de su situación, como también las marcas de su
destinatario real o imaginario.
Cuando se habla de "texto" se focaliza la mirada en el aspecto
construccional o arquitectural. Es por ello que se puede hablar de "gramática del
texto". Dicho en los términos de Kintsch y van Dijk (1975: 100), "llamaremos "texto"
la estructura formal, gramatical, de un discurso"
[Nótese que estamos usando el término "texto" en su acepción restringida,
relativa a textos verbales. En una concepción más amplia, que viene de la
semiótica, se puede considerar texto todo conjunto significante, cualquiera que sea
el sistema de signos con que esté construido. En ese sentido pueden ser
considerados textos una película, una sinfonía, un cuadro, etc. Para los fines de
este manual nos atendremos esencialmente al texto como realidad verbal].

1. 2. Competencia discursiva y textual

El texto, como entidad formal, corresponde al nivel superior de la


competencia construccional (u organizacional) del individuo. El discurso
corresponde a la puesta en acción de la competencia discursiva del individuo.
Ambas competencias --textual y discursiva-- forman parte, pero a distintos niveles,
de lo que se ha dado en llamar desde Hymes (1972) la competencia de
comunicación.
Recordemos brevemente que la competencia de comunicación del
individuo, entendida como su capacidad para participar en interacciones
comunicativas, comprende primero un componente sociocultural, y luego dos
componentes interrelacionados: la competencia construccional (u organizacional) y
la competencia discursiva. La primera designa el conocimiento del "código", es
decir el conocimiento de los elementos y las reglas que constituyen el sistema de
una lengua. La segunda designa la capacidad de utilizar el código en situaciones
de comunicación determinadas. No es la actuación misma (o "performance", si
aceptamos el anglicismo), sino el saber enunciativo que permite "la movilización de
la lengua por el hablante" (Benveniste). Decimos que estas dos competencias están
interrelacionadas porque el individuo normal posee al mismo tiempo el
conocimiento de las reglas constitutivas del código y el conocimiento de las reglas
que rigen el uso del lenguaje en las diversas situaciones de comunicación. Nadie
puede hablar una lengua si no conoce la organización (el código) de esa lengua;
pero el conocimiento del código no basta para poder comunicar en esa lengua.
En la competencia construccional (que también algunos llaman
"gramatical", en el sentido amplio del término), podemos distinguir un
componente pre-sígnico y un componente sígnico. El primero se refiere al dominio
de las unidades no significantes del código: fonemas y grafemas (en el caso de los
individuos alfabetizados). El segundo concierne el nivel de los signos: competencia
morfológica (conocimiento de la construcción de las palabras), competencia léxica
(conocimiento de la forma y el significado de las palabras), competencia sintáctica
(conocimiento de la estructura y significado de las oraciones) y competencia
textual (conocimiento de la estructura y significado de los textos). A cada una de
estas competencias corresponde una unidad sígnica: el morfema, la palabra, la
oración, el texto. Por eso es que decimos que el texto es la unidad superior de la
competencia construccional del individuo: un texto es una unidad mayor que la
oración, así como la oración es una unidad mayor que la palabra. Un texto está
compuesto de oraciones, aunque puede haber, en situaciones determinadas, textos
de una sola oración, como en el caso de las pancartas: Se ruega transitar por la vereda
del frente. Golpee antes de entrar. También en el caso de las pancartas se pueden
encontrar textos constituidos por una sola palabra: Peligro. Salida, o un sintagma:
Estacionamiento prohibido. No entrar. El texto es, entonces, la unidad de
comunicación. En efecto, el individuo no comunica con oraciones aisladas, sino con
secuencias de oraciones que muestran entre ellas relaciones formales que
constituyen lo que llamamos las reglas de textualización ( o de construcción del
texto). Estas reglas textuales se expresan en términos de recurrencia, progresión y
relación (conexión), y rigen la creación de textos cohesivos y coherentes, como se
verá en el capítulo tercero.
La competencia discursiva es de carácter diferente: es la capacidad de hacer
funcionar los textos en situaciones de comunicación determinadas, ante un
destinatario determinado, para obtener objetivos extra-lingüísticos determinados.
La competencia discursiva se compone de una competencia situacional y una
competencia enunciativa, esta última entendida en términos de competencia
modal, ilocutiva, inferencial e intertextual, como veremos en el capítulo segundo.

1.3. El texto como ocurrencia y como tipo.

Otra dificultad en la distinción "texto / discurso" proviene de considerar el


texto como ocurrencia o como tipo, lo que en alguna medida se relaciona también
con el considerarlo como una realidad concreta o como una entidad abstracta. Para
algunos autores un texto es una realidad concreta, empírica, correspondiente a un
discurso efectivamente emitido. En este sentido, el texto representa el resultado
material del acto de comunicación. Con palabras de Charaudeau, "el texto es la
manifestación material (verbal y semiológica, oral /gráfica, gestual, icónica, etc.)
de la puesta en escena de un acto de comunicación, en una situación dada, para
realizar el proyecto de habla de un locutor dado." (1992: 645. Nuestra traducción)

***
Otros autores (Slatka, Adam, etc.) afirman, en cambio, que el texto es una
entidad abstracta, opuesta al discurso que sería la única realidad concreta
observable. "Un enunciado --"texto" en el sentido de objeto material oral o escrito,
de objeto empírico-- observable y descriptible, no es el texto, objeto construido, por
definición, y que debe ser pensado en el marco de una teoría de su estructura
composicional. Esta definición de TEXTO como objeto abstracto, opuesta al
DISCURSO (objeto concreto producido en una situación determinada) es hoy
admitida unánimemente" (Adam, l992: l5. Nuestra traducción)
Por nuestra parte, preferimos no usar la distinción "concreto / abstracto",
que de todos modos nos parece confusa. Diremos que conviene distinguir
sistemáticamente las unidades del nivel construccional (o gramatical) y las
unidades del nivel discursivo:

*nivel construccional: oración, texto.


*nivel discursivo: enunciado, discurso.

Las primeras son unidades formales, que pueden examinarse desde el punto de
vista "configuracional". Las segundas son unidades observacionales, que sólo
pueden ser examinadas en el marco de una situación de comunicación específica.
Ahora bien, repetimos, una misma entidad lingüística puede ser mirada como
texto o como discurso, según que pongamos la atención en su aspecto
composicional o en su aspecto enunciativo.
Una dificultad similar aparece respecto a la relación "ocurrencia / tipo". En
efecto, todo texto particular representa en alguna medida un tipo de texto. Hay
una correspondencia, en este sentido, entre el texto como realidad particular,
única, irreductible, realizado una vez en una situación específica, y el texto como
generalidad (como "entidad abstracta" diría Adam). Todo texto, por individual o
particular que sea, encarna toda una serie de "regularidades textuales", y esto es lo
que permite hablar de una "ciencia del texto". Como reza un aforismo muy
conocido, no puede haber ciencia de lo particular, de lo irreductible. Una
gramática del texto o una teoría del discurso, subraya Van Dijk, sólo puede dar
cuenta de ciertas estructuras regulares y sistemáticas del tipo de discurso. (l980:
20).

1.4. Modelos textuales


Cada texto es único, irreductible a los demás (por ejemplo, esta carta que
he recibido hoy es única, específica); pero cada texto retoma, reproduce, encarna
características generales de todos los textos del mismo tipo o de la misma familia
(lo que me permite decir que lo que he recibido hoy es una carta y no un afiche
publicitario, o una convocación al tribunal). "Si se puede siempre describir un texto
como una entidad única e irreductible a otras, no por eso deja de ser analizable
como realización de un tipo de texto." (Beacco, l985: ll5).

Es esta dialéctica "ocurrencia / tipo" la que permite postular la existencia


de "modelos textuales", culturalmente determinados, que regulan la forma de los
textos individuales. Dentro de la competencia textual del individuo existe, en
mayor o menor medida, el conocimiento implícito de los modelos o matrices
textuales: una carta de amor, un aviso económico, un parte de matrimonio, un
afiche publicitario, una crónica periodística, un cuento, etc. [Notas: 1. esta
noción de "modelos o matrices textuales", no es igual a la de "superestructuras
textuales", que veremos más adelante, pero puede relacionarse con ella. También
puede relacionarse con el problema de las tipologías textuales y con lo que Bajtín
(l985) llama los géneros discursivos. 2. Sobre la utilización de "modelos textuales
en la planificación de textos, ver por ejemplo los artículos de Drop y de Enkvist en
Bernárdez, l987]
Sin duda, en el campo de los modelos textuales se puede ir desde los
modelos más estandarizados, como el aviso de defunción en un periódico, o un
texto notarial, hasta los menos regulados institucionalmente, como la carta de
amor. Como dice Bajtín (l985: 248-293), la gama puede ir desde una orden militar
"estandarizada y obligatoria hasta por su entonación" hasta una obra lírica,
"profundamente individualizada".

1.5. Tipos generales de textos.

En una primera aproximación a las tipologías textuales, hay que señalar


que los textos pueden ser dialogales o monologales y orales o escritos. La
distinción "monologal / dialogal" se refiere al hecho de que los textos pueden ser
producto de una interacción en que ambos interlocutores contribuyen a la
construcción del texto --es el caso de la conversación--, o bien pueden ser
construidos por el solo emisor, ya sea en presencia o en ausencia del receptor. Es el
caso de una conferencia o de una pancarta. Lo esencial es que el interlocutor no
participa en la construcción del texto. Dicho en otros términos, lo que en apariencia
es un fenómeno banal (la comunicación puede efectuarse con la participación
alternada de los dos interlocutores o bien con la participación de un solo emisor)
tiene una importancia crucial para la organización o arquitectura del texto, y para
toda una serie de fenómenos discursivos que detallaremos más adelante.
Por ahora podemos decir que, por ejemplo, en el diálogo la coherencia
debe ser mantenida respecto al segmento textual que produce el interlocutor,
según lo que Grice llama el principio de cooperación. (A: ¿A qué hora es la reunión? -
-B: A las ocho. Y no B: Dos manzanas o B)A mi mamá le gusta el chocolate.,). Como
dicen los analistas de la conversación, los textos dialogales son policontrolados.
Llamamos en cambio textos monologales a aquellos que son el producto de la
actividad lingüística de un solo individuo, ya sea que esté solo o en presencia de
un interlocutor, ya sea en forma oral o por escrito. Son textos monocontrolados. Si
tomamos la imagen del tejido (texto quiere decir "tejido", nos recuerda Barthes), en
el primer caso estamos tejiendo el texto --valga la redundancia-- entre dos o más;
en el segundo caso, estamos tejiendo solos.
Ahora bien, aunque parezca extraño, la competencia conversacional es la
más generalizada y la más fundamental. Es la primera que desarrolla el niño en su
adquisición del lenguaje. Dicho en otra forma, el diálogo es la forma básica de la
comunicación humana. La competencia monologal (oral o escrita) se adquiere más
tardíamente y es menos generalizada: no todo el mundo puede hacer una
intervención oral ante una audiencia, o escribir una historia. Cuando alguien se
resiste a tomar la palabra ante una asamblea, diciendo algo como "No. Yo no. Yo no
sé hablar" --lo que esta contradicho por el solo hecho de hablar para decir eso--, en
realidad está diciendo "Yo no soy capaz de construir un texto cohesivo y coherente sin la
interacción con el otro".
Hay que decir desde ya, para precisarlo más adelante, que hacemos una
distinción entre "dialogal" y "dialógico". En el fondo, todo texto es dialógico, en el
sentido que todo discurso es "discurso para alguien". El niño puede hablar solo y
tener largos monólogos; pero siempre se está dirigiendo a un interlocutor
imaginario. Ya veremos cómo estos fenómenos de dialogismo aparecen en la
superficie del texto.
Los textos monologales, como ya lo hemos visto, pueden ser orales (una
conferencia) o escritos (una crónica periodística). En cambio, los textos
conversacionales son mayormente orales. No parece haber conversación por
escrito, como no sea en el caso tecnológico de los intercambios por modem.
Lo esencial, en todo caso, es desmarcarse de la tendencia tradicional que
lleva a asimilar "texto" a "texto escrito". En efecto, esta asimilación es tal que un
autor como E. Roulet (1991), evita el término "texto" y habla solo de "discurso"
porque "texto está demasiado ligado en la mente de los franceses con la
connotación de escrito, monológico". Nosotros hablaremos de "textos orales" y
"textos escritos", que funcionan como "discursos orales" y "discursos escritos". La
relación entre ambos es sin duda compleja, sobre todo en las sociedades de larga
tradición de escritura: en esos casos, el texto escrito no es una simple transcripción
de comunicaciones orales, sino que desarrolla características específicas. En esos
casos, oralidad y escritura tienden a separarse en forma tajante, al punto de llegar a
constituirse casi en códigos diferentes. (Ong, 1987). Y la tarea de la escuela se
concentrará efectivamente en desarrollar en el niño la capacidad de contruir textos
escritos monologales que contengan las marcas adecuadas de coherencia y de
cohesión para que sean entendidos por el destinatario. Pero desde el punto de vista
de la ciencia del texto, una producción oral y una producción escrita tienen un
estatuto similar: pueden ser examinadas como textos, es decir ser analizadas para
ver cómo responden a las reglas de textualización a que hemos aludido más arriba.
Para hacer las cosas más difíciles, no solo "texto" connota "texto escrito" en
la mentalidad tradicional, sino que además "texto escrito" connota
"gramaticalidad", "elegancia", "buen estilo", "alto grado de intelectualidad", en una
palabra estilo formal. E inversamente, se piensa que la comunicación oral es el
lugar de la agramaticalidad, de lo descuidado, de lo mal organizado, en una
palabra del estilo informal. Desde el punto de vista de la ciencia del texto, tanto el
texto oral como el texto escrito pueden ser formales o informales. y tanto el uno
como el otro responden a reglas construccionales específicas. Ejemplos: en la
comunicación oral, el "Nicola, tráeme las pantuflas" del Sr. Jourdain es una secuencia
textual oral informal; en cambio el discurso inaugural del año académico por parte
del rector de una universidad es generalmente un texto oral del más alto nivel
formal. En la comunicación escrita: los graffiti de los muros de la ciudad (como
"Vale callampa el proceso democrático", escrito en un muro de la Universidad de
Concepción en 1992) son textos escritos en estilo informal --y más aún los graffiti
de los baños públicos--; en cambio, una comunicación científica es generalmente
un texto escrito del más alto nivel formal.
Una distinción general más, previa para entrar en materia, se refiere a la
oposición existente entre "textos literarios" y "textos ordinarios". En realidad esta
distinción no es en absoluto clara, porque para mantenerla habría que disponer de
una definición universalmente aceptada de lo que es "texto literario". Y a nuestro
parecer esa definición no existe. Es por ello que van Dijk (1982: 118) llega a afirmar
que es literario lo que una sociedad dada, en un momento dado, decide que es
literario. Bajtín hablaba más bien de géneros discursivos primarios y secundarios:
aquellos serían textos (simples) de la comunicación inmediata; estos serían textos
que "surgen en condiciones de la comunicación cultural más compleja :
comunicación artística, científica, sociopolítica, etc." (1985: 250). Sin entrar en la
discusión, y sin dejar de lado la utilización esporádica de textos literarios,1
concentraremos nuestra atención más bien en lo que podemos llamar "textos
ordinarios" (como Austin habla del "lenguaje ordinario"), es decir aquellos textos
que surgen en la comunicación cotidiana: carteles, letreros, panfletos, textos de
periódico, textos publicitarios, anuncios, tiras cómicas, chistes, etc.

1.6. Las fronteras del texto.

Una última precisión teórica, que toma más bien la forma de una
interrogante: ¿Cuáles son los límites del texto?, ¿Dónde empieza y dónde termina
un texto?. La pregunta no es banal, y la respuesta no es fácil, aunque muchos

1 Recurrir a ejemplos de textos literarios y a planteamientos teóricos que vienen del


campo de los estudios literarios se justifica, al menos por dos razones: una, los textos
literarios han sido producidos por "textualizadores competentes" (o socialmente
reconocidos como tales); dos, el campo de los estudios literarios tiene una larga
tradición de reflexión sobre la estructura y el funcionamiento de los textos, la que sería
absurdo desconocer.
autores coincidan en que una de las características del texto es su clausura, es decir
el hecho de presentarse como un todo. Pero la definición de esta clausura no es
siempre clara.2 Se puede decir, por ejemplo, que esta clausura está señalada por
una notoria interrupción en la intervención; pero eso pareciera no bastar ya que
una interrupción puede provenir del hecho que el texto está inconcluso, o quedó
inconcluso. Bajtín apunta al fenómeno del "cambio de los sujetos discursivos" para
indicar lo que él llama la frontera del enunciado (que en sus escritos parece
coincidir con el texto): "El enunciado no es una unidad convencional sino real,
delimitada con precisión por el cambio de los sujetos discursivos, y que termina
con el hecho de ceder la palabra al otro, una especie de dixi silencioso que se
percibe por los oyentes como señal de que el hablante ha concluido." (1985: 261).
Digamos que todo locutor tiene una noción intuitiva de la unidad de los
elementos de un texto, es decir la impresión de que todas las oraciones de un
conjunto bien formado constituyen un texto. Es lo que algunos llaman "el efecto de
texto", y que tiene que ver con lo que más adelante llamaremos "macroestructura".
Lo más importante para nosotros es observar que todo texto contiene en mayor o
menor medida las marcas de su clausura. Dicho en otros términos, normalmente el
texto presenta marcas formales de su comienzo y su fin. Existen morfemas que, por
ejemplo, anuncian que se acerca el fin del texto (en el oral, elementos fáticos como
"Bueno..."; en el escrito, conectores como "En suma, en resumen..."), o indican que el
texto ha terminado (en el oral: "He dicho. Gracias", etc. ; en el escrito, el "Vale" de
los romanos, el "Fin" de las novelas y de las películas, etc. ).
En el caso de los textos conversacionales asistimos por una parte a una
verdadera "negociación" de los turnos de palabra que marcan el cambio de
interlocutor; pero lo más importante es que se observan rituales de apertura y de
clausura del intercambio total (Goffman, 1987). Por ejemplo, uno de los
interlocutores empieza a emitir señales de que está proponiendo el fin del
intercambio (y, por lo tanto, el fin del texto): "Bueno, entonces, quedamos en eso". A lo
que el otro interlocutor puede responder con señales de que acepta el término del
intercambio: "Sí, en eso quedamos". A lo que puede suceder una serie de emisiones
puramente confirmativas de que ambos aceptan la clausura del diálogo: "Bueno,
usted me llama". "Sí, yo lo llamo.", etc. (Ver, por ejemplo, Roulet 1981 para el estudio
de las conversaciones auténticas).

2 Nótese que también existe la posición opuesta que subraya la apertura del texto. Pero
se puede decir que los que plantean esta posición, acertada desde ese punto de vista,
piensan en la apertura constitutiva del texto hacia todo el conjunto de textos que
forman un universo discursivo. (Genette, 1978, 1982; Eco, l963, 1981). Veremos este
punto en el subcapítulo sobre "intertextualidad"
EJERCICIO
Carteles observados durante una visita a la iglesia de San Francisco de Tucumán
(en diversos lugares de la nave).
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PROHIBIDA LA ENTRADA

NO ESCRIBA
RESPETE LAS COSAS SACRAS

RESPETAD EL TEMPLO
GUARDAD SILENCIO
NO HAGAIS RUIDO
NO SALIVEIS EN EL PISO

ESTA PROHIBIDO TOCAR Y VENERAR LAS IMAGENES


DURANTE LAS MISAS Y LOS ACTOS LITURGICOS

SACRISTAN
-------> o

CABALLEROS

DAMAS

TOQUE EL TIMBRE EN LA ENTRADA

¡SEÑORA, SEÑORITA!
POR RESPETO AL TEMPLO, A SUS HERMANOS O A UD. MISMA, SE LE
RUEGA PRESENTARSE DECENTEMENTE.
QUE SU VESTIDO SEA SIN ESCOTE Y SIN SOLERAS.

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Observe que:
* No se trata aquí de un solo texto, sino de una serie de pequeños textos, la
mayoría constituidos por una sola oración.
* No hay unidad temática entre ellos: algunos se refieren a realidades generales
(como los letreros que indican los baños: CABALLEROS, DAMAS, o instrucciones
generales, como PROHIBIDA LA ENTRADA) y podrían encontrarse en cualquier
otro lugar. Otros se refieren específicamente a prácticas rituales, como la
prohibición de tocar las imágenes durante los actos litúrgicos.
* Algunos mensajes están construidos en forma personalizada: NO ESCRIBA.
RESPETE LAS COSAS SACRAS, etc. Otros están construidos en forma impersonal:
PROHIBIDA LA ENTRADA. (Ver en el próximo capítulo la noción de "modos
enunciativos").
* Se observa una clara anacronía, que apunta a condiciones de producción
diferentes: el texto nº 3, RESPETAD EL TEMPLO, GUARDAD SILENCIO, NO
HAGAIS RUIDO, NO SALIVEIS EN EL PISO, muestra en su constitución
morfológica (y quizás también en su contenido referencial: la costumbre de escupir
en el piso) que fue creado y puesto allí en una época pasada.
* El destinatario de todos estos textos es el público en general que frecuenta la
iglesia, salvo el último que apunta explícitamente a las mujeres (¡SEÑORA,
SEÑORITA!), con un fuerte llamado de atención, marcado en el texto escrito por
los signos de exclamación, sobre la forma de vestir.
* Este último texto, por su marcado carácter ideológico (la mujer como fuente
posible de la indecencia y del pecado) muestra una organización más compleja que
los anteriores. Ya no hay simples órdenes, por medio de imperativos, como en NO
ESCRIBA. o RESPETAD EL TEMPLO; ni simples prohibiciones en el modo
impersonal, como en PROHIBIDA LA ENTRADA, o ESTA PROHIBIDO TOCAR
LAS IMAGENES. En este texto se presentan argumentos como POR RESPETO AL
TEMPLO, etc. y la exigencia está modalizada por un SE LE RUEGA. (Ver la noción
de modalización en el próximo capítulo).
* Los textos constituidos por una sola palabra: SACRISTAN (acompañado de una
flecha), DAMAS, CABALLEROS, funcionan comunicativamente en forma
diferente. No se trata, aunque están cercanos en la nave, de tres mensajes similares.
El primero dice Aquí se encuentra al sacristán. Los otros dicen Aquí entran las damas.
Aquí entran los caballeros. (y no para rezar).
* Un trabajo pedagógico interesante, en español como lengua extranjera por
ejemplo, consistiría en indicar todo lo que se puede hacer en esta iglesia y todo lo
que no se puede hacer, siguiendo las instrucciones de los rótulos.
* Otro trabajo interesante podría ser el de buscar todas las implicaciones
contenidas en los letreros (por ejemplo, que los fieles tienen la costumbre de tocar
las imágenes).
CAPITULO SEGUNDO

EL TEXTO Y SU ENUNCIACION

Carácter y formas de la enunciación; enunciación


y deixis; modos enunciativos; modalidades;
actos de habla; secuencias de actos; actos preparatorios;
actos indirectos.

La lingüística del texto y el análisis del discurso son dos disciplinas


estrechamente relacionadas, como ya lo señalamos en el capítulo anterior. Ambas
implican una doble ruptura con la lingüística "clásica", en la medida en que por
una parte exigen sobrepasar el límite de la oración y, por otra, examinar no
oraciones fabricadas por el lingüista, sino estudiar textos [discursos] producidos en
situaciones reales de comunicación.

2.l. De la oración al texto

La lingüística, tal como la definía Saussure (1916), tenía como objeto propio
el estudio de la lengua concebida como un código supraindividual: un conjunto de
valores constantes, que forman parte de una serie de circuitos en los cuales cada
elemento sólo tiene sentido en la medida en que se opone a los demás. En cambio,
el habla es la utilización individual, idiosincrásica, de la lengua: nada sistemático
puede decirse de ella. En esta perspectiva, el habla (o discurso) es el reino de lo
individual y de lo momentáneo. Allí sólo se encontrarían casos particulares, los
que por su diversidad infinita no podrían ser objeto de descripción sistemática.
El límite superior de esta "lingüística de la lengua" (o "del código") es la
oración, cuya estructura es estudiada por la sintaxis. Incluso, en Saussure no está
claro si la oración pertenece a la lengua (al sistema), ya que en ella se manifiesta un
cierto margen de creatividad individual, lo que la pondría más bien en el campo
del habla.
Una concepción similar, en este aspecto, encontramos en Chomsky (1965).
Para él también la lingüística tiene como objeto propio el estudio de la competencia,
entendida como el conocimiento implícito que cada locutor / auditor tiene de las
reglas que permiten la construcción de todas las oraciones gramaticalmente
posibles de su lengua. El axioma de partida de su gramativa generativa es por lo
tanto la oración. (Lo que no quiere decir que no haya trabajos a nivel del texto que
usan el marco teórico de la gramática generativa. Ver, por ejemplo, De
Beaugrande, en Bernárdez, l987, para una discusión de este tema).
Se puede afirmar, entonces, que desde el punto de vista teórico "ha sido
corriente en la mayor parte de las teorías lingüísticas considerar a la oración como
la máxima unidad de descripción" (Van Dijk, 1984: 31). En la práctica pedagógica
ocurre algo similar: la unidad de análisis y de ejercicio era y en gran medida sigue
siendo la oración. Incluso se recomienda operar con "oraciones con sentido
completo", para no tener que hacer intervenir ni el contexto ni la situación de
comunicación. Lo mismo parece ocurrir en el campo de la teoría de la traducción.
Como dice Delisle, una de las limitaciones a la aplicación de las teorías lingüísticas
a la traducción proviene del hecho que se ha tenido que "trabajar con una
lingüística que sólo estaba interesada en la oración y en las construcciones
lingüísticas inferiores a la oración." (1984: 61). Pero el traductor no tiene por tarea
traducir oraciones aisladas, sino traducir textos.
Podemos afirmar, entonces, que tanto desde el punto de vista de la teoría
lingüística, como de las reflexiones y prácticas de los profesionales que trabajan
con el lenguaje (profesores, traductores, periodistas, psicólogos, etc), es
indispensable desarrollar un estudio sistemático de esas unidades de
comunicación que son los textos, los que normalmente sobrepasan el nivel de la
oración y que no son simplemente analizables en términos de una serie lineal de
oraciones, o en términos de "oraciones compuestas", sino que son conjuntos de
oraciones articulados según reglas precisas de textualización.
En efecto, para poder comprender los intercambios comunicativos reales es
imprescindible contar con una lingüística que sobrepase el límite de la oración.
Gran cantidad de fenómenos puramente formales o semánticos no pueden ser
descritos ni explicados en el marco de la oración. No daremos aquí un inventario
de ellos (Ver, por ejemplo, Van Dijk, 1980: 21-25). Sólo diremos que conciernen
fenómenos tan vastos como la entonación, la pronominalización, la referencia y la
correferencia, la elipsis, la concordancia temporal, etc. Sólo ilustraremos, porque
inciden en el problema de las fronteras del texto, el uso de los conectores.
En español, no se puede encontrar normalmente conectores como "ahora
bien", "sin embargo", y otros, en posición inicial de texto. Si el presentador del
noticiario de la televisión dice, por ejemplo, "Ahora dejo con ustedes al Sr. Pérez para
su analisis político de la semana", y el Sr. Perez empieza diciendo:

"Sin embargo, los acontecimientos se desarrollaron en


tal forma que... etc. etc.

todo oyente normal pensará que hubo una falla en el montaje y que desapareció la
primera parte del texto. Dentro de la competencia textual del individuo, está la
capacidad de captar intuitivamente la clausura del texto (1.6) y de poder emitir
juicios de inconclusividad ("Falta algo ") aunque en el nivel de la oración no se
observe ninguna falta. Podemos anticipar ya una de las afirmaciones básicas de la
lingüística del texto: puede ocurrir que todas las oraciones de una secuencia estén
gramaticalmente bien formadas, pero que su conjunto no constituya un texto.

2. 2 De las formas al uso: la enunciación

La segunda ruptura con respecto a la lingüística de raigambre saussuriana


o chomskiana consiste en sobrepasar el estudio de las formas lingüísticas , para
examinar el uso que de estas formas hacen los interlocutores en una situación de
comunicación específica. Como decía Benveniste (1974), pasar del estudio de las
relaciones formales que aparecen entre los elementos lingüísticos, al estudio de la
lengua en uso, "la lengua puesta en funcionamiento por un acto individual de
utilización".
"Pasar del estudio de la lengua al estudio del discurso", podría uno decir
en forma escueta. Pero, en realidad es más complejo que eso: es pasar del discurso
como producto al discurso como producción. Ese es el campo de lo que se llama
habitualmente la enunciación: el proceso de producción, concebido no en cuanto
fenómeno físico de emisión o de recepción del discurso, sino en tanto que "acto de
lenguaje durante el cual las oraciones se actualizan, ya que son asumidas por un
locutor particular en circunstancias espaciales y temporales precisas" (Ducrot y
Todorov, 1972: 405. N.t.).
La enunciación consiste, según la definición clásica de Benveniste, en "poner
a funcionar la lengua por un acto individual de utilización", o "el acto del locutor
que moviliza la lengua por su cuenta" (1974: 84-87). En efecto, analizar una oración
creada por el lingüista para fines de análisis, como
El gato se tomó la leche
en la que se podrán estudiar, por ejemplo, las relaciones sintácticas, de "sujeto" /
"complemento", o las relaciones semánticas de "agente" / "paciente", no es lo
mismo que producir un enunciado similar
El gato se tomó la leche
ante un interlocutor real en una situación de la vida cotidiana. En este segundo
caso, aunque las relaciones formales entre los elementos lingüísticos sean las
mismas, estamos ante un fenómeno de enunciación: producción de un enunciado
por un enunciador que asume la responsabidad de lo que dice. ("que moviliza los
elementos lingüísticos por su cuenta").
Nos parece necesario, sin embargo, presentar inmediatamente por lo
menos tres precisiones:

a) La enunciación no es "un acto individual". Considerar el acto de producción del


discurso como un fenómeno estrictamente individual implica el riesgo de derivar
hacia lo irreductible, lo particular, lo no sistematizable. Habrá pues que decir, con
Charaudeau (1983, 1992), que cada sujeto productor de discurso es al mismo tiempo
un ser individual y un ser social. Parodiando a Jakobson, que alguna vez afirmó
que en materia de lenguaje la propiedad privada no existe, podemos decir que, en
materia de lenguaje, el sujeto es siempre un ser social, un "socio-individuo". Este
ser social ha interiorizado, por su experiencia comunicativa, un conjunto de
convenciones, un sistema de regularidades del discurso (segun la expresión de
Caron, 1983). Y es el estudio de estas regularidades discursivas lo que constituye el
objeto de la enunciación.
Habrá pues que desechar la idea de que el locutor es un ser autónomo, que
construye "libremente" su mensaje, con prescindencia de la institución social y de
los imperativos rituales (Maingueneau, 1976: 100). El siguiente texto podría ilustrar
esta observación:
-------------------------------------------------------------------------------------------
QUE TAL, LOPEZ
Un señor encuentra a un amigo y lo saluda dándole la mano e
inclinando un poco la cabeza.
Así es como cree que lo saluda, pero el saludo ya está inventado y
este buen señor no hace más que calzar en el saludo.
Llueve. Un señor se refugia bajo una arcada. Casi nunca estos
señores saben que acaban de resbalar por un tobogán prefabricado
desde la primera lluvia y la primera arcada.(...)
Ahí viene López.
--¿Qué tal, López?.
--¿Qué tal, ché?.
Y así es como creen que se saludan.
Cortazar. Historias de Cronopios y de Famas.
-----------------------------------------------------------------------------------

b). La enunciación no es sólo la producción del discurso. En la visión "cibernética" (o


"telegráfica") de la comunicación se representa, efectivamente a un emisor que
emite un mensaje hacia un destinatario que lo descodifica. (Ver el esquema de
Jakobson, 1966, y las numerosas discusiones a que ha dado lugar: Maingueneau,
1976, Charaudeau, l983 y l992; Kerbrat-Orecchioni, l980 y 1990, etc). Esa visión es
unidireccional: el acto de comunicación sería el resultado de la sola actividad del
emisor. Pero, la enunciación es siempre interlocución, interacción de dos
participantes; y en esta interlocución se dan, por ejemplo, fenómenos de
anticipación y de retroacción que son típicos de la comunicación humana. En esta
comunicación humana, la actividad del interlocutor no es una simple
decodificación, sino que se trata siempre de un proceso de interpretación. "Todo
enunciado supone un acto asimétrico de enunciación, producción y reconocimiento
interpretativo. Reducir la enunciación sólo a la producción y el enunciador solo al
locutor, es, al fin de cuentas, no comprender que el enunciado no tiene sentido sin
una doble intención de significación de los enunciadores respectivos" (Culioli,
citado por Adam, 1992. Nuestra traducción).
Por lo tanto, habrá que considerar siempre a dos sujetos (dos co-
enunciadores, como dice Culioli) en dos procesos de enunciación imbricados: la
producción y la interpretación del discurso. Y en vez de hablar de la enunciación
como del surgimiento de "la subjetividad en el lenguaje" (Kerbrat-Orecchioni,
1980), habrá que hablar de un proceso de "inter-subjetividad": la interacción de dos
sujetos discursivos. Así por ejemplo, en el caso de los letreros citados en el capítulo
primero (NO ESCRIBA. RESPETE LAS COSAS SACRAS, etc.) se puede decir que
el acto de enunciación se reactualiza cada vez que un individuo se instituye en
sujeto interpretante de ellos. Dicho en términos corrientes, cada vez que un
individuo se detiene frente a uno de esos letreros y lo lee, se reactualiza el proceso
de enunciación-interpretación. Y cada vez se re-produce el fenómeno de la
comunicación, que será sólo parcialmente idéntico, puesto que cada vez el co-
enunciador y su circunstancia serán diferentes.
En el uso habitual, sin embargo, se tiende a reservar el término de
enunciación para la actividad de producción del discurso. En ese uso, la
enunciación no incluye la interpretación. Nosotros trataremos de conservar la
unión solidaria de estos dos procesos enunciativos.

c) La enunciación no es la "performance". Definir la enunciación, a la manera de


Benveniste, como "el poner a funcionar la lengua en un acto individual de
utilización" puede implicar el riesgo de confundir la enunciación con la "actuación"
(o la "performance" chomskiana: el uso de la lengua en situaciones reales de
comunicación). Pero se trata, en realidad, de algo absolutamente diferente: no es el
uso en tanto que tal que nos interesa, sino todo el saber (discursivo) que el
hablante moviliza cuando hace uso de la lengua. No es la actividad como tal, sino
"la actividad en potencia", como dice Coseriu (1962), retomando una antigua
distinción de Aristóteles. Dicho de otro modo, lo que interesa al lingüista del
discurso no es el hacer real --del cual parte forzosamente el análisis--, sino el saber
hacer que permite ese hacer real.
Por ejemplo, si yo estudio el fenómeno de "dar la mano" como una manera
kinésica de saludarse en algunas culturas, debo partir de la observación de la
actuación real en la que un individuo da la mano a otro, en tal lugar, a tal hora, etc.
Pero lo que interesa, para el analista, es el "dar la mano" como actividad en potencia :
un gesto que todos los miembros de esa cultura saben efectuar antes de ejecutar la
acción real de dar la mano. Lo que interesa, como objeto de estudio científico, es el
saber contenido en el acto y no el acto mismo. Es este saber enunciativo lo que interesa
al estudiar la enunciación, y eso no debe confundirse con la performance. Este saber
enunciativo va por supuesto mas allá de los aspectos formales, sintácticos (en el
caso de "dar la mano", qué parte del cuerpo se mueve, cómo se mueve, cuántas
veces se mueve, etc.), y abarca también los aspectos interactivos (quién da la mano
a quién, qué significa no dar la mano a alguien, etc.) y secuenciales (qué viene
antes de dar la mano, qué se hace después de dar la mano, etc.).
Nótese, entonces, que la ruptura con el estudio puramente formal y
limitado al nivel de la oración es una ruptura dialéctica: sobrepasa integrando.
Dicho de otro modo, no se trata de negar la validez científica de esos estudios, ni
de dejarlos de lado. Muy por el contrario: el conocimiento de las relaciones
formales (estructurales) existentes entre los elementos de la lengua es
indispensable para su uso en una interacción comunicativa. El analista del discurso
trabaja de hecho con ambas dimensiones, formal y discursiva, y trata de ver cómo
el sujeto productor de discurso ejecuta elecciones formales para efectuar sus
operaciones enunciativas.

2.3. Enunciación y deixis

El estudio de la enunciación consiste, decíamos, en examinar el


funcionamiento de las formas de la lengua cuando son puestas en uso en una
situación de interlocución determinada. Este estudio permite, en primer lugar,
mostrar que todo un conjunto de formas lingüísticas no pueden ser interpretadas
sino en relación con una enunciación determinada. Es el caso de los elementos
llamados deícticos que constituyen el aspecto indicial del lenguaje: son
fundamentalmente los deícticos de persona (YO - TU), de lugar (AQUI -ALLA) y de
tiempo (HOY - AHORA).

*Deícticos de persona. Un elemento formal como el pronombre "yo" no


puede ser interpretado sino en relación con la situación de discurso: la relación "yo
- tú" se produce y se reactualiza en cada enunciación. El individuo que toma la
palabra se apropia de la forma "yo" (o "nosotros"), y en ese mismo momento
designa al otro como "tú" (o "ustedes"). Toda persona puede ser "yo" o "tú" según el
papel que le toca en cada enunciación. "Yo" y "tú" designan, entonces, posiciones
en el diálogo, real o imaginario, como en la canción:
Y tú que te creías el rey de todo el mundo
y tú que nunca fuiste capaz de perdonar...
o en un libro:
Nathanael, à présent, jette mon livre. (...) Quitte-
moi. Maintenant tu m'importunes...
"El" ( "ella", "ello") es, en cambio, la no persona, como dice Benveniste,. Designa a
individuos o entidades que no participan en la situación de interlocución. Por
supuesto que cada individuo empírico puede ser marcado por "yo", "tú" o "él"
según como cambie la relación enunciativa: Yo soy "yo" cuando me apodero de la
palabra; soy "tú" cuando es el otro el que me habla; soy "él" cuando los otros
hablan de mí.

*Deícticos espacio-temporales. Lo mismo ocurre con indicadores de lugar como "aquí


/ allá", "este libro / ese libro", o de tiempo como "hoy", "ayer", "mañana", "ahora",
etc. Su valor referencial no puede calcularse sino en relación con la situación de
enunciación. Todos los lugares son "aquí". Todos los momentos son "ahora". Basta
con que un sujeto enunciador haga coincidir su acto de enunciación con un tiempo
o con un lugar para que ese tiempo sea "ahora" y ese lugar "aquí". Lo mismo ocurre
con la enunciación-interpretación: cada vez que leo "hoy" tengo que referirlo al
momento de mi lectura, como lo sabían los almaceneros que, cuando no existía la
costumbre del crédito, ponían en su tienda un letrero que decía
HOY NO SE FIA
MANANA SI.
Lo mismo vale para los tiempos verbales: el "presente" coincide con el acto de
enunciación, a menos que haya en el texto marcas formales (dataciones) que
restringen su validez al momento de la producción del discurso. Es el caso de las
crónicas periodísticas: para interpretar un enunciado como "Se define hoy la
composición del gabinete" tenemos que remitirnos a la fecha de publicación del
periódico.
Nótese, sin embargo, que el fenómeno de la deixis va mucho mas allá que
los simples morfemas aquí señalados. Expresiones como
Transite por la vereda del frente.
Circule por el otro corredor,, etc.
necesitan para ser interpretados hacer intervenir la situación de enunciación. Lo
mismo sucede con los verbos "ir" y "venir", "llevar" y "traer" del español, o
"retourner" y "revenir" del francés. "Je reviendrai à Paris" y "Je retournerai à Paris"
denotan la misma acción de volver: la diferencia estriba en el lugar de la
enunciación, es decir, en el lugar donde está el individuo que produce ese
enunciado. (Si esta en París, dirá Je reviendrai à Paris. Si no está en París, dirá Je
retournerai à Paris). También los posesivos tienen este valor indicial. Cuando un
aviso llama a una conferencia sobre "El clima de nuestra ciudad", no podemos saber
a qué ciudad se refiere a menos de identificar al enunciador o al lugar de la
enunciación. Incluso elementos léxicos pueden revelar un aspecto indicial: si a
propósito de un partido de fútbol, por ejemplo, leemos
Derrota del equipo transandino.
la interpretación será diferente según que estemos en Chile o en Argentina (¿Quién
es el "transandino"?).

2.4. Modos enunciativos

Considerar todo acto de lenguaje dentro de un marco enunciativo implica,


como primera cosa, distinguir el sujeto del enunciado del sujeto de la enunciación. El
primero designa al agente de la noción expresada en el enunciado; el segundo
designa al individuo que emite este enunciado. Por ejemplo, si el enunciado es
Pedro compró el diario.
el sujeto del enunciado es sin duda Pedro (de quien se predica que compró el diario ),
pero el sujeto de la enunciación --es decir, quién dice esto, quién emite esta
aserción-- no es seguramente Pedro.
Esta observación nos permite subrayar el hecho evidente, pero a menudo
olvidado, de que detrás de todo mensaje --a veces un simple aserción en aparencia
impersonal, como Se acabó el socialismo, o fragmentos nominalizados como La
confusión del gobierno..., La crisis moral.... etc-- se oculta un sujeto de la enunciación,
que es el responsable de esta aserción, y con respecto al cual se pueden fijar los
márgenes de veracidad, falsedad, confiabilidad, etc. No existen en el mundo
humano palabras que no sean emitidas por un enunciador, que es el responsable
de esas palabras. El mundo en sí no habla, hay siempre alguien que habla sobre el
mundo. Una estrategia periodística consiste en ocultar --consciente o
inconscientemente-- esta mediación inevitable del lenguaje. Por ejemplo, una radio
puede empezar su noticiario con un slogan como
Usted tiene derecho a saber la verdad.
Y la verdad está en los hechos
y luego comenzar la serie de noticias, como si fuesen los hechos. Pero los hechos no
hablan. Siempre alguien habla por los hechos.
Esta discusión nos lleva al tema central de los modos enunciativos y las
modalidades de enunciación y de enunciado, que constituyen elecciones formales
que debe realizar el sujeto productor de discurso; pero que resultan al mismo
tiempo de elecciones estratégicas del locutor.
El sujeto productor de discurso elige, en efecto, por razones de su propia
estrategia comunicativa entre los tres modos enunciativos ("comportamientos" dice
Charaudeau 1983: 58-81) que le ofrece el aparato formal de la enunciación: dos
modos personalizados, elocutivo y alocutivo (yo / tú), y un modo impersonalizado,
delocutivo (él, ello, o un sintagma nominal).

*Elegir el modo elocutivo es producir un discurso centrado en el YO, como


sujeto del enunciado. El sujeto enunciador se inscribe a sí mismo en el texto de su
discurso por medio de las diversas marcas formales de la primera persona (yo, me,
a mí, etc.)
Encuentro malo el clima de esta ciudad.
Me gustan las flores blancas .
Evidentemente el "tú" de la interlocución existe (el discurso es siempre "discurso
para alguien"); pero el enunciador puede no ponerlo en su texto. Los textos que se
construyen con este modo enunciativo permiten discursos de aspecto
autobiográfico: Me quedé dormido en al arena, hasta que me despertó la voz de un niño.
Salté como si me hubiera golpeado un rayo....
*En cambio, elegir el modo alocutivo significa centrar el discurso en el TU,
hasta eventualmente hacer desaparecer al sujeto enunciador.
Tome Coca-Cola.
Rompa el círculo de la pobreza. Hágase socio del
hogar de Cristo.
Este modo permite un comportamiento discursivo incitativo. Es por eso que
abunda en los textos publicitarios: Venga a tal supermercado. Lávese con el jabón X.
Vote por Fulano.

*Elegir, por último, el modo delocutivo significa centrar el discurso en "el" o


"ello" (la no persona, como dice Benveniste), lo que da al texto un aspecto
impersonal, "como si el mundo hablara solo". "Ni el YO ni el TU aparecen
explícitamente implicados en el enunciado." (Charaudeau, 1983: 64).
Es el modo predominante en los discursos informativos, por ejemplo, las crónicas
periodísticas:
Los raptores salieron disparando.

Sin duda que, en los textos reales, estos tres modos pueden combinarse,
pero generalmente uno es el modo dominante, el que le da su carácter al texto.
Hay, entonces, cierta afinidad entre estos modos enunciativos y los "tipos de texto":
un informe de investigación científica se construye generalmente en el modo
delocutivo; los avisos publicitarios --comerciales o políticos-- son
predominantemente alocutivos; las memorias o el diario de vida son construidos
generalmente en el modo elocutivo.
Lo esencial es que el sujeto productor de discurso elige un modo
enunciativo, de entre los que le ofrece la lengua, según una decisión estratégica: si
desea asumir su discurso y dar, por ejemplo, una impresión de sinceridad, de
intimidad o de subjetividad eligirá el modo elocutivo; si desea focalizar su discurso
en el destinatario para implicarlo, para incitarlo a una acción, elegirá el modo
alocutivo ; si desea dar una apariencia de objetividad, utilizará el modo delocutivo .
Por ejemplo, en vez de decir Encuentro dificil este libro. Me cuesta entenderlo, un
estudiante puede decir Este libro es dificil. Cuesta leerlo. Y todo pasará como si fuera
culpa del libro.
Nótese que estos modos enunciativos pueden funcionar como marcas de
cortesía: una empleada doméstica, en vez de decir a su patrona ¿Qué quiere usted
que haga hoy?, puede delocutivizar su enunciado para marcar la distancia: ¿Qué
quiere la señora que haga hoy? (Ver Haverkate, RLA 28, 1990). Este fenómeno de
"distancia" puede también ser un recurso discursivo de algunos personajes, que
pueden hablar de ellos en tercera persona (como De Gaulle o Maradona). De
Gaulle podía decir, hablando de él mismo:
"Usted no le puede pedir a De Gaulle que haga eso"
Maradona puede responderle a un periodista que le pregunta como va a enfrentar
un encuentro:
"Y...Maradona va a jugar como juega siempre Maradona."

2.5. Modalidades de enunciación (tipos de oraciones)

Cuando el individuo decide interactuar con otro por medio del lenguaje, es
decir cuando se da un "proyecto de habla" (Charaudeau, 1983) y construye el texto
de su intervención (oral o escrita), está obligado a elegir, además de los modos
enunciativos recién mencionados, alguna de las modalidades de enunciacion o tipos de
oraciones , de entre los que el aparato formal de la enunciación pone a su
disposición. Estos tipos de oración son fundamentalmente tres: la aserción, la
interrogación y la intimación (u "orden"), a los cuales algunos agregan la exclamación.
Ahora bien, estas construcciones sintácticas constituyen no sólo marcos formales
obligatorios [no puede existir una oración que no adopte alguna de esas formas],
sino que además indican un tipo de relación establecida por el enunciador entre él
y su interlocutor. Por eso se las ubica en el campo de las "modalidades": porque
señalan no relaciones formales entre los elementos de la oración, sino relaciones
pragmáticas entre el texto y los sujetos discursivos [entre los interlocutores]. Por
eso también tienen relación con los actos de habla , de los que se ocupa la
pragmática, de la que hablaremos más adelante.

* La aserción adopta la forma de una oración declarativa (afirmativa o


negativa):
Los raptores salieron disparando.
Los salarios no mejoran con este sistema.
La enunciación asertiva apunta a comunicar al interlocutor una certidumbre. O
más bien dicho, se presenta estratégicamente como una certidumbre. Esta
impresión de "verdad" que el enunciador transmite con el comportamiento
asertivo, se acentúa si, como en los dos ejemplos presentados, este enunciador
adopta el modo delocutivo y "se borra" de su enunciado. En realidad toda aserción
delocutiva debería ser considerada como un enunciado introducido por un "verbo
dictivo" como "decir", "afirmar", etc.:
Yo digo que los raptores salieron disparando .

* La interrogación es una construcción sintáctica que tiene marcas formales


específicas (entonación, inversión del sujeto, morfemas interrogativos), y que,
desde el punto de vista pragmático, constituye "un comportamiento de doble
entrada", como dice Benveniste. En efecto, esta figura discursiva plantea a un
enunciador que pone en escena a un interlocutor que debe responder, ya sea que es
aludido directamente (y marcado en el texto con un enunciado alocutivo):
¿Qué piensas tú del libre mercado?
o que queda implícito (no señalado en el texto), como en las llamadas "preguntas al
voleo":
¿Quien dejó estos zapatos aquí en el salón?
Precisando más, se puede decir que las situaciones de interrogación son
diversas: la más común es aquella en la que el enunciador se plantea en posición
de "no saber" y sitúa a su interlocutor en posición de "saber" [de "poder responder
con su conocimiento"]. Ejemplo:
Situación: En la calle, ante un desconocido
A) ¿Me puede decir dónde quedan los Tribunales?
B). Por la Diagonal. Al fondo.
Pero en el caso de la interrogación escolar la relación entre los sujetos es inversa: el
profesor está en posición de "saber", y el alumno es puesto en posición de "tener
que demostrar saber".
Profesor: ¿Quien descubrió América?
Alumno: Cristobal Colón, señor.
Las relaciones interpersonales son, además, muy diferentes: en el primer caso, el
"interrogador" asume un riesgo ya que, al dirigir una pregunta a su interlocutor lo
pone en situación de "tener que responder". Es decir, se otorga el derecho de
penetrar "agresivamente" en el territorio del otro. En el segundo caso, el
interrogador está legitimado institucionalmente.

* La intimación ["órden"] también implica una relación activa entre los


interlocutores. Adopta particularmente la forma imperativa. Desde el punto de
vista pragmático, el enunciador pone al interlocutor en situación de "tener que
hacer":
A) Salga de la sala .
B) (Sale de la sala)
La intimación supone también una relación riesgosa, ya que el enunciador se pone
en posición de "poder dar una orden" y por lo tanto tiene que existir entre él y su
interlocutor una relación de jerarquía tal que permita ese acto de lenguaje. En este
caso, como en el de la interrogación se pueden dar situaciones diferentes: el
"intimador" puede estar legitimado institucionalmente, en cuyo caso la relación
jerárquica es del orden de la evidencia. Ejemplo:
Situación: En el ejército, un oficial a un subordinado.
A) Traiga aquí al prisionero.
B) Sí, mi teniente.
Pero en la comunicación cotidiana la relación es más ambigua, más sutil. No
cualquiera puede dar una órden, ni en cualquier momento, ni en cualquier lugar.
Los estatus relativos de los participantes son objeto de una negociación
permanente.1 Ejemplo:
Situación: En la casa, un padre a su hijo
A) Vaya inmediatamente a acostarse.
B) ¡Estás loco! No pienso acostarme todavía.

* La exclamación parece no tener formas propias, y muchos autores no la


incluyen entre las modalidades de enunciación. Utiliza las mismos elementos
formales que la interrogación, pero con una entonación específica:
¡Qué lindo libro!
También puede adoptar la forma de una oración asertiva, con la entonación
exclamativa:
¡Los muebles se cayeron !
Desde el punto de vista enunciativo expresa sin embargo una relación del
enunciador hacia lo que enuncia, diferente de las modalidades anteriores. Aquí el
enunciador se plantea ante los hechos denotados ("caída de los muebles", por
ejemplo) con una relación de sorpresa o de admiración; el interlocutor es simple
testigo de esta admiración, o es invitado a compartirla.

Estas diversas modalides de enunciación no sólo constituyen, tal como lo


hemos señalado, elecciones formales obligatorias, sino que además --y eso es lo
más importante para el estudio de los discursos-- son elecciones determinadas por
razones estratégicas. Por ejemplo, para evitar el riesgo de "dar una órden" cuando
la relación jerárquica no es evidente, el locutor podrá utilizar una interrogación:
¿Me podría decir la hora? (y no ¡Dígame la hora !)

Ejemplo de estrategia en un discurso real:


----------------------------------------------------------------------------------------- Situación:
Entrevista periodística al capitán del equipo chileno de tenis de Copa Davis,
respecto a su relación con el jugador Marcelo Ríos. ( La Epoca , 5-IV-1995).

-¿Cómo es su relación personal con Marcelo Ríos?


- (Lo piensa un poco) Es buena.
-¿Normal o buena?
-No, yo diría que es buena.
-¿Marcelo le pregunta cosas?
-Lo que se dice preguntar, no. Pero él hace comentarios para que uno le
diga lo que piensa. El jamás quiere demostrar inseguridad. No hace
preguntas directas, sino que dice, por ejemplo, "Le voy a jugar cruzado a
este tipo", para que uno le diga "No, yo creo que mejor le juegas paralelo".

1 Ver, más adelante (3.6), la distinción entre sujetos empíricos y sujetos discursivos.
(O sea, en nuestros términos, estamos en presencia de un
enunciador que, por razones estratégicas, prefiere utilizar aserciones
antes que hacer preguntas, para no aparecer en posición de "no saber", frente a
otro que estaría entonces en posición de "saber".)
-------------------------------------------------------------------------------------------

Al igual que los modos enunciativos (elocutivo, alocutivo, delocutivo), las


modalidades enunciativas --o "tipos de oración-- pueden combinarse dentro de un
texto, con predominancia de una u otra. Puede haber textos totalmente compuestos
de aserciones, y solamente en el modo delocutivo, como la crónica periodística
(texto "informativo"); pero es más raro encontrar textos compuestos sólo de
interrogaciones, como es el caso del cuestionario, o sólo de "instrucciones de hacer"
(que adoptan la forma de la enunciación intimativa) como las recetas de cocina. Lo
que se encuentra habitualmente, en los textos reales, son alternancias de
modalidades (pasar de una aserción a una pregunta, por ejemplo), pero con
predominancia de alguna de ellas.

EJERCICIO
--------------------------------------------------------------------------------------
Afiche observado en el Instituto de Lenguas, Universidad de
Concepción, en mayo de 1992.

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------------------------------------------------------------------------------------------

Observe que:
*En este texto, el enunciador (o el que se da por enunciador, ya que "la sección de
Bienestar" no habla ni escribe) ha optado primero por una modalidad
interrogativa. ¿A qué estrategia obedece esta elección?
*Luego prosigue con una modalidad asertiva elocutiva ("Contamos contigo"). ¿Qué
funciones pragmáticas cumple este enunciado? ¿Qué da por presupuesto?
*Termina con una modalidad intimativa ("Inscríbete..."). ¿Por qué? ¿A qué
intención del enunciador corresponde esta elección?
*El modo enunciativo prodominante es el alocutivo: el texto está centrado en el
interlocutor. ("¿Quieres...?", "Inscríbete"). ¿Qué efecto produce esto?
*Una sola vez el enunciador se inscribe con sus marcas en el texto (modo
elocutivo), además de la "firma" (Sec. Bienestar)

2.6. Modalidades de enunciado

Como acabamos de ver, los modos enunciativos --elocutivo, alocutivo y


delocutivo-- y las modalidades de enunciación --aserción, interrogación,
intimación, exclamación-- representan mecanismos formales que revelan relaciones
entre los sujetos de la interlocución y traducen la presencia del enunciador en su
texto. Tienen que ver con nociones como la distancia y la tensión ligadas a la
enunciación (Dubois, 1969). La primera noción tiene que ver con la "distancia" que
el enunciador establece entre él y los hechos denotados en su enunciado: el sujeto
enunciador asume totalmente su enunciado ("Tengo frio" ) o presenta los hechos
como parte de un mundo exterior a él ("Hace frio" ) La segunda noción apunta a la
relación más o menos "tensa" que el enunciador establece con su interlocutor: la
interrogación y la intimación dan un discurso más tenso que la aserción (porque
ponen al interlocutor ante la obligación de responder); el alocutivo da una
impresión de mayor tensión ["toma" más al interlocutor] que el delocutivo.
Pero también estas nociones de distancia y tensión , (al igual que las de
transparencia y opacidad , que veremos más adelante) tienen que ver con lo que se
denomina clásicamente la modalidad, que se expresa fundamentalmente en los
verbos modales: "querer", "poder", "deber", "saber", etc. y todas las formas
fraseológicas que pueden adoptar: "hay que...", "tal vez"...
El discurso político, por ejemplo, presenta abundantes ejemplos de relación tensa
con el interlocutor, al que se quiere incitar a la acción o a la toma de posición, y
esta tensión está dada por el uso de una modalidad: Hay que salirle al paso a las
maniobras del gran capital...Tenemos que unirnos contra la privatizacion de los recursos
naturales...
Para distinguirlas de las anteriores, hablaremos de modalidades de enunciado
. Son las únicas modalidades que, de hecho, considera la lingüística tradicional. A
diferencia de las modalidades de enunciación, éstas no son obligatorias, e indican
la manera en que el enunciador se plantea frente los hechos denotados en su
enunciado: posibilidad, probabilidad, obligación, deseo, apreciación favorable o
desfavorable, etc En efecto, no es lo mismo decir:
Se firmará un tratado de libre comercio
que decir:
Felizmente se firmará un tratado de libre comercio
Desgraciadamente se firmará un tratado de libre comercio
Ojalá que se firme un tratado de libre comercio
En el segundo caso, ademas de la aserción, que da cierta información sobre hechos
del mundo, el enunciador transmite su valoración favorable o desfavorable de este
estado de cosas.
Aunque éste es un tema ampliamente estudiado en la lingüística
tradicional, no hay unanimidad entre los autores sobre su extensión, ni hay una
terminología única.(Ver Langages, 43; Lozano et al. 1989, Cap. II; Pottier, 1993, Cap.
XV.). Se distinguen generalmente cuatro áreas de modalidad:

* la modalidad alética 2, tiene que ver con el "poder ser". Expresa lo posible, lo
probable, lo contingente, etc.
Puede que haga frío.
Es posible que haga frío
Quizás haga frío

* la modalidad deóntica tiene que ver con el "deber ser". Expresa lo obligatorio, lo
prohibido, lo indispensable, etc.
Tenemos que unirnos para conquistar la paz.
Hay que asistir a la reunión del sindicato.

* la modalidad epistémica tiene que ver con el "saber" o el "creer", es decir con
operaciones mentales (imaginar, soñar, pensar...). Algunos autores distinguen:
epistémica (verbos de "saber") y doxática (verbos de "opinión"):
Ud. sabe que los hombres prefieren a las mujeres sencillas.
Me imagino que Pedro ya lo hizo.
Creo que Pedro está enfermo.

* la modalidad volitiva tiene que ver con el "querer ser", con el deseo de ser.3
¡Quien fuera rico, para andar en breque...!
Ojalá pase algo que te borre de pronto...

* la modalidad apreciativa (o axiológica ) tiene que ver con el juicio valorativo que
el enunciador establece respecto a los hechos denotados en su enunciado. Expresa
lo bueno, lo malo, lo triste, lo agradable, etc --desde el punto de vista del
enunciador.
¡Qué bueno que usted sabe leer!
Lástima que está lloviendo
"La chair est triste, hélas, et j'ai lu tous les livres"

Observaciones:
1.- La distinción tradicional de los "modos verbales" se inscribe dentro del marco
de estas modalidades. Por ejemplo, la distinción "indicativo / subjuntivo" tiene que
ver con el grado de realidad o de certidumbre con que el enunciador presenta los
hechos denotados:
Busco a una mujer que tiene los ojos color turquesa ("Sé que esa mujer
existe)

2 De "aletheia" (verdad). Algunos las llaman "modalidades lógicas". Otros las incluyen
en las "modalidades existenciales".
3 B Pottier la incluye en la "modalidad factual" (1993: 210-212)
Busco a una mujer que tenga los ojos color turquesa. ("No sé si existe. Me
imagino que existe")

2.- Igualmente, el imperativo puede ser considerado dentro de la modalidad de


"querer", como lo hace Pottier (1993: 211):
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3.- La modalidad apreciativa abre un campo vastísimo en el cual pueden caber


fenómenos como los substantivos, adjetivos, verbos etc. subjetivos. (Ver Kerbrat-
Orecchioni, 1980, para la noción de "subjetivemas", lexemas marcados por rasgos
de [axiológico], [afectivo], [modalizador]: "La extraña reacción del Presidente..."; "Esa
nefasta ideologia, un engendro alemán..."; "Este pernicioso profeta...", etc.

4.- De hecho, la modalidad inunda todo el uso del lenguaje, y "su estudio debería
incluir construcciones cuyas marcas son difícilmente inventariables." (Pottier, op.
cit. ). Por ejemplo, en pancartas como:
EN CASO DE LLUVIA, REDUCIR LA VELOCIDAD
habría dos tipos de modalidades: "posibilidad de existencia de lluvia", "deber reducir
velocidad".
5. Obsérvese también el rol modalizador del diminutivo español. Una oferta como:
"¿Se sirve un juguito?
no denota "un jugo mas pequeño", sino una relación de "cercanía". que el
enunciador establece con el interlocutor. (Por eso puede aplicarse en español a
morfemas que en principio no deberían poder ser puestos en diminutivo: Adios >
Adiosito; Más atras > más atrasito , etc.)
6. Como balance parcial podemos decir que el saber enunciativo del hablante
comprende una competencia modal (Lozano, 1989), que es la capacidad del
individuo para elegir un modo enunciativo y una modalidad de enunciación en
función de la relación que quiere establecer con su interlocutor, y la capacidad de
modalizar su enunciado en función de su actitud hacia los contenidos denotados
en su enunciado.

EJERCICIO
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Fragmento de un texto político. Observe las modalidades. (El Siglo, 10-16-
VI-1995).

Trabajadores, a luchar por lo nuestro


La Asamblea tendrá en su área sindical un trabajo arduo.Se
trata de profundizar el análisis sobre el Código del Trabajo y ver
cómo vamos hacia su derogación. Hay que tener claro que no
basta la consigna. Es necesario trabajar duro para eso: hay
que organizar, sindicalizar y elevar el nivel de conciencia
clase de los trabajadores.
No podemos seguir mirando impávidos cómo el
paralelismo [sindical] destruye la organización. (...) Este sistema no
perdona a nadie. Piensen que mañana pueden ser ustedes los afectados.
(...) Que no nos quiten lo más valioso de que disponemos: la conciencia
de que nos explotan y que hay que luchar para liberarnos de este
sistema oprobioso. (...)
No puede seguir pasando lo del sindicato Nº 1 del Metro.
Hay que terminar con los rompehuelgas y el krumiraje. A recuperar
la conciencia de clase.
(Los subrayados son nuestros)
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2.7. Enunciación y pragmática

La enunciación, como ya lo hemos adelantado, tiene estrecha relación con


los fenómenos conocidos como actos de habla, del estudio de los cuales se ocupa la
pragmática. (Austin, 1962, Searle, 1969, entre otros). Ya habíamos señalado que para
abordar el estudio del discurso debemos sobrepasar el análisis de oraciones
aisladas, fabricadas por el lingüista, para estudiar enunciados usados en
situaciones de comunicación e interacción social. Visto desde este ángulo, el
lenguaje es una forma de acción, o más bien de interacción humana. En efecto, el
sujeto productor de discurso no habla para producir "oraciones gramaticalmente
bien formadas", sino para realizar acciones: invitar a alguien, prometer algo,
rechazar o aceptar una invitación, pedir un consejo, dar un consejo, informar de
algo, etc. "Decir es actuar", como diría Austin. Estas acciones que se ejecutan por
medio del lenguaje se llaman actos de habla ("speech acts", en inglés, "actes de
parole", en francés).
La repartición disciplinaria, en términos más o menos clásicos, es la
siguiente: la sintaxis y la semántica funcionan al nivel del estudio de la lengua (del
sistema): la primera estudia las relaciones formales existentes entre los elementos
constitutivos de las oraciones y de los textos; la segunda estudia el significado de
estos elementos y de estas relaciones. La pragmática, en cambio, funciona al nivel
del discurso , y se ocupa de las relaciones que se establecen entre los enunciados y
sus usuarios, es decir las relaciones que los enunciados y los textos establecen entre
los sujetos del discurso.
Se designa con el nombre de fuerza ilocutiva la fuerza activa que conllevan
los enunciados [textos] cuando son utilizados en situaciones reales de
comunicación y que liga a ambos interlocutores en una especie de "contrato de
habla" (Charaudeau, 1983), o "contrato de comunicación" (Charaudeau, 1992). Ya
hemos visto anteriormente el caso de la interrogación: Si X se dirige a Y con la
pregunta "Qué hora es?" , pone a su interlocutor en la situación de tener que
reponder (salvo que no quiera, por alguna razón, aceptar el "contrato de
comunicación" que se le propone, y entonces entra en una situación de
beligerancia).
Esta noción de "fuerza ilocutiva" es una extensión de lo que Austin llama
acto performativo. Se designa entonces como "performativos" aquellos enunciados
que realizan la acción por el hecho mismo de ser pronunciados. Al decir las palabras se
realiza el acto mismo. Ejemplos:
El cura a los novios: Los declaro marido y mujer.
El presidente de la asamblea: Se abre la sesión

Estos ejemplos permiten observar que un acto de habla sólo puede llevarse a cabo
exitosamente en una situación de comunicación determinada, la cual incluye entre
otras cosas:
--un lugar adecuado: la iglesia, la sala de sesiones;
--un enunciador adecuado: el cura, el presidente de la asamblea;
--interlocutores adecuados: los novios, los miembros de la asamblea;
Si estas condiciones no se cumplen el acto performativo no se realiza (no
tiene éxito). Por ejemplo, si el Sr. Pérez dice "Se abre la sesión", pero él no es la
persona institucionalmente habilitada para hacerlo, lo más probable es que su
intervención no tenga éxito. O si un cura novicio, que necesita practicar su
intervención, repite las palabras "Los declaro marido y mujer" en su pieza, solo frente
al espejo, no está con ello realizando el acto de habla en cuestión. Sólo está
realizando lo que Austin llama "acto locutivo": simple emisión de las palabras, sin
fuerza ilocutiva, porque no se producen en la situación adecuada. Lo mismo ocurre
en las clases de idiomas extranjeros: repetir mecánicamente oraciones como
"Voulez-vous danser avec moi?" o "Can you come tonight?" , fuera de toda situación
de comunicación --real o simulada--, no puede dar al estudiante la noción del
contrato socio-humano que implica pronunciar estas palabras ante un interlocutor
real, en una situación real.
Los ejemplos presentados en el párrafo anterior se producen, es cierto, en
situaciones institucionalizadas (un matrimonio, una sesión de asamblea...); pero los
actos de habla se ejecutan en todas los momentos de la vida diaria, oralmente o por
escrito: una pancarta como NO ESTACIONAR ejecuta el acto de "prohibición"; el
marido que le dice a su mujer "Tranquilízate. No voy a tomar más" efectúa el acto de
"promesa".4

2.7.1. Condiciones de satisfacción

Una preocupación importante de la pragmática es el estudio de las


"condiciones de satisfacción" (o condiciones de éxito) de un acto de habla. (Searle,
1969). Retomemos el ejemplo anterior, en el que el marido dice
Tranquilízate. No voy a tomar más
Esta aserción será normalmente interpretada por la esposa como una promesa,
porque cumple las condiciones para ello. En efecto, para que haya "promesa"
tienen que reunirse, por o menos, las siguientes condiciones:
l. la acción denotada tiene que referirse al enunciador
2. la acción denotada apunta hacia el futuro. (No se pueden "prometer" cosas
pasadas).

4.Examine ahora los actos de habla contenidos en los rótulos de la Iglesia de San Francisco
de Tucumán, Cap. 1.
3. la acción denotada no puede realizarse sin la participación del enunciador. (No
se puede "prometer" que "Mañana será domingo").
4. la acción denotada es del agrado del interlocutor.
5. el enunciador sabe que esa acción agrada al interlocutor.
Todas estas condiciones tiene que ver con el "saber compartido" de los
interlocutores. Es por eso que se las llama "condiciones cognoscitivas" (Van Dijk,
1980:61). A ellas se unen las "condiciones sociales" que han sido mencionadas
anteriormente: los interlocutores deben ser los adecuados, las palabras deben
pronunciarse en el lugar y el momento adecuados, etc. Por ejemplo, en el caso del
acto de "orden" o "mandato": X no puede dar una orden a Y si no tiene el estatus
adecuado, es decir si no hay entre ellos una relación tal que X tenga el poder (o se
arrogue el poder) de dar una orden a Y.
2.7.2 Secuencias de actos de habla

La crítica que se puede hacer tanto a los estudios teóricos sobre los actos de
habla (como los de Austin y Searle), como a sus aplicaciones pedagógicas (como
Un niveau-seuil , de Coste et alii , 1976), es la de operar con oraciones aisladas,
construidas por los autores, y no con textos [discursos] producidos en situaciones
reales de comunicación. Ahora bien, los actos de habla rara vez ocurren
aisladamente, en forma independiente. Lo que se encuentra generalmente son
textos complejos que realizan secuencias de actos de habla.
La tarea será, pues, como para las oraciones, examinar cómo se ligan los
actos de habla en interacciones comunicativas complejas. Desde este punto de
vista, un texto [discurso] puede ser considerado como una secuencia de actos de
habla, entre los cuales tienen que cumplirse las exigencias de coherencia /
cohesión típicas de los textos bien formados (como veremos en el capítulo cuarto).
Estas secuencias de actos de habla pueden estudiarse ya sea en textos dialogales,
como las conversaciones (Por ej., Roulet, 1981; Roulet et alii , 1985); ya sea en textos
monologales, orales o escritos, pero que son de todos modos dialógicos (como ya
lo hemos señalado).
Como ilustración del problema, retomaremos aquí algunos casos de
secuencias de actos de habla analizados en Van Dijk, 1980 (pp. 63-72). En el caso de
¡Cállate, por favor! Tengo que terminar este trabajo.
la primera oración representa una órden (atenuada por el "por favor" ), y la
segunda es una aserción, que funciona como una explicación o justificacion de la
intimación. En el caso de
Veo que necesitas dinero. Te lo mandaré mañana.
la relación es diferente: la primera aserción funciona como justificación de la
promesa contenida en la segunda aserción. Ya vimos que la promesa requiere,
como condición de satisfacción que el enunciador sepa que el interlocutor
apreciaría cierto acto de su parte. Aquí le primera aserción cumple esta función y
puede ser considerada como un "acto preparatorio" para el acto de habla de
promesa.
2.7.3. Actos preparatorios
Los actos preparatorios son aquellos actos de habla que preparan el terreno
para el acto de habla principal. Un caso importante de "acto preparatorio" es aquel
que se torna necesario para "proteger su cara" o para "proteger la cara del otro"
(Sobre "face work", ver Goffman, 1970, 1987). En efecto, toda intervención
lingüística implica arrogarse el derecho de penetrar en el territorio simbólico del
otro, y esto no puede hacerse sin tomar en cuenta los peligros que ello conlleva:
peligro de "perder la cara" si el otro, por ejemplo, no contesta; peligro de "hacer
perder la cara al otro", si se le pone en la obligación de tener que responder cuando
no quiere.
Es por ello que el sujeto productor de discurso introduce todo tipo de actos
preparatorios que sólo tienen por objeto facilitar la negociación de la interacción
comunicativa. (Roulet, 1985 ) Por ejemplo, en situación de oral:
Perdone, señorita. Salí sin reloj. ¿Me podría decir la hora?
o en situación de escrito:
Estimado señor,
Usted seguramente no se acuerda de mí, pero me atrevo de todos modos a
escribirle. Una vez, usted me dijo que quizás tendría un trabajo para mí. En estos
momentos justamente necesito trabajar y... etc. etc.

En el caso de la carta que acabamos de mencionar, podemos observar una


serie de aserciones que funcionan como actos preparatorios, justificaciones,
explicaciones, etc., antes de introducir explícitamente la petición. Pero también
podemos observar que el texto como un todo constituye una petición. Es lo que se
llama un macroacto de habla, en el cual pueden distinguirse un acto dominante o
principal y una serie de actos subordinados que permiten preparar, explicar, etc, el
acto principal. A veces el enunciador señala explícitamente como debe
interpretarse el macroacto, por una especie de rótulo que inscribe en su texto:
Advertencia. Invitación. Contrato. Decreto , etc. como en el ejemplo siguiente (carta de
alumnos a un profesor):

------------------------------------------------------------------------------------------
INVITACION
Este año se integra a nuestra carrera una nueva generación de
estudiantes, compañeros y compañeras. Por este motivo, el día lunes 3 de
abril a las 12:00 horas se realizará un Acto de Recepción Académica en el
Auditorio de Lenguas (...).
Para tal evento, le invitamos cordialmente a participar de este
encuentro. Pensamos que su presencia contribuirá a unir los distintos
estamentos universitarios.
Esperando contar con su presencia, le saluda atentamente.
CENTRO DE ALUMNOS DE ESPAÑOL
Concepción, 30 de marzo de 1995.

-------------------------------------------------------------

2.7.4. Actos de habla indirectos


Tanto en el caso del acto de habla aislado, como en el caso de las
secuencias de actos de habla --el macroacto--, pueden encontrarse actos de habla
indirectos, es decir, actos de habla que se efectúan mediante la realización de otro
acto de habla. El caso más frecuente es el de las aserciones que se pueden utilizar
para dar una orden o para pedir algo. Por ejemplo, si una esposa dice a su marido
Se acabó la mantequilla.
lo más probable es que no sea sólo para "informarlo" del hecho (aserción). Puede
ser una órden indirecta (Vaya a comprar ), o una excusa ( Perdone ). La
interpretación de este acto indirecto dependerá del tipo de relación que une a los
sujetos en cuestión (esposa autoritaria / marido sumiso; o esposa sumisa / marido
machista).
Otro ejemplo: si en la mesa, un comensal dice de pronto
No tengo cuchillo.
lo más probable es que la dueña de casa interprete esta aserción como una petición
y traiga un cuchillo. (Si el comensal es un estudiante de lingüística y explica: Yo no
dije que necesitaba un cuchillo. De hecho no lo necesito. Sólo estaba utilizando esa oración
como una aserción, que denota la realidad de que no tengo cuchillo..., lo más probable es
que sea asesinado con el mismo cuchillo).
La situación inversa se produciría si el interlocutor responde al acto literal,
fingiendo no captar el acto indirecto:
A) ¿Me puede pasar la sal?
B) Sí. (sin hacer el gesto de pasar la sal)

A) ¿Puedo hacerle una pregunta?


B) Ya la hizo. Adiós.

A) Un turista: Señora. Quiero ir al Museo del Prado.


B) (sin detenerse): ¡Lo felicito!

En algunos casos, todo un macroacto de habla puede constituir un acto


indirecto. Si X quiere pedirle dinero a Y, pero no quiere perder la cara arriesgando
una petición, o no quiere hacer perder la cara al otro poniéndolo en la situación
difícil de tener que rechazar la petición, podrá emitir una serie de actos indirectos:
Hola. ¡Qué bueno que te encontré! Fíjate que tengo a mi señora enferma y
tengo que ir al hospital. Y tengo el auto en pana. No tengo plata ni para pagar un taxi...
etc, etc,
El sujeto enunciador va preparando su petición, que podrá no realizarse si observa
que el interlocutor no da señales de reaccionar favorablemente.

En resumen, en el proceso de la enunciación el sujeto productor realiza


actos de habla o secuencias de actos de habla, y tiene para ello una competencia
ilocutiva (un "saber ilocutivo") que forma parte de su competencia discursiva. Todo
texto [discurso] tendrá que ser visto también en su dimensión activa: los textos
circulan en una comunidad lingüística para actuar sobre la gente, o para hacer
actuar a la gente: invitarla a un espectáculo, incitarla a votar por Fulano,
informarla de un acontecimiento, advertirla de un peligro, etc.
EJERCICIO
Observe los actos de habla en el texto siguiente (L'Express , 10-16-VII- 72,
citada en "A comme...", París, Hachette).

pegar texto "Sur la plage"


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Traducción al español:
1. La voy a abordar. Le diré: ¿ASI QUE ESTAMOS DE VACACIONES?
2. No, es demasiado banal. Más bien le voy a preguntar: ¿USTED ES PARISINA
SIN DUDA? Tampoco es mejor...
3. Tengo que encontrar algo simpático y original.
4. Por ejemplo: SU PRESENCIA ILUMINA ESTA PLAYA. Es estúpido.
5. O bien: USTED TIENE LA FRESCURA ESCANDINAVA...Pero suena a
publicidad...
6. O simplemente: ¿USTED ES ESTUDIANTE, SUPONGO? No me va a
responder.
7. Podría preguntarle: ¿QUIERE UN CIGARRILLO? Pero sólo tengo "gauloises
bleues" [= cigarrillos fuertes]
8. Tengo una buena idea. Le diré: ¿VAMOS AL AGUA? USTED DEBE NADAR
COMO UNA SIRENA.
9. Podría aludir a su lindo bronceado ...
10. ¡Me va a mandar de paseo!
11. Esto no sería nada de tonto: ¿SABE QUE TIENE PERFIL GRIEGO? Se va a
reir en mi cara.
12. ¿ASI QUE ESTAMOS DE VACACIONES? ¿SI Y USTED?
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Observe que en este texto
-- Hay fundamentalmente dos personajes, un hombre y una mujer, de vacaciones
en la playa, y un tercero que sólo aparece al final.
-- De hecho, el único intercambio verbal real se produce en esta última viñeta.
-- El hombre tiene un proyecto vital --tomar contacto con la mujer-- y para ello se
da un proyecto de habla: "Voy a hablarle".
-- para ello, debe construir un discurso que le permita obtener su objetivo: que ella
responda y que acepte entablar el diálogo.
-- El peligro es el de "perder la cara": que ella no responda, o que responda
rechazando su intervención. (Señálelo en el texto).
-- para ello, doble creación de imagen:
- una imagen de ella, que sea agradable para ella (Señale las
oraciones en el texto).
- una imagen de él mismo, que sea positiva (Señálelo).
-- El hombre procede a imaginar une serie de "actos de habla", utilizando una serie
de modalidades (señálelo):
-- interrogaciones fáticas
-- aserciones o preguntas sobre ella (Usted es...)
-- aserciones o preguntas epistémicas (Usted sabe que...)
-- ofrecimiento
--invitación,etc.

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