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El rechazo a la monarquía y al clero, forman parte fundamental de la historia de Francia, desde

el estallido de la Revolución Francesa, hasta 1792. De este modo, y como postula Guillermo
Cabanellas de Torres (Diccionario Jurídico Elemental), la monarquía es una de las formas de
gobierno de un estado en el que el cargo supremo es vitalicio o perpetuo y comúnmente
designado según un orden hereditario. De acuerdo a Aristóteles, consideraba a la monarquía
como una de las tres formas más importantes de gobierno. A este cargo, se le denomina
monarca, rey, emperador, zar u otro. A lo largo de la historia los monarcas han sido
consagrados sobre la base de la divinidad de su persona o por un Dios, un ejemplo claro es el
Rey David, relatado en algunos pasajes de la Biblia, en que fue impuesto como rey por parte de
Dios y no de los hombres. Este resumen se considera como la clave para entender los procesos
de la etapa monárquica francesa, donde el rey era quien imponía las leyes, administraba la
justicia y usaba el tormento para lograr la confesión de los acusados hasta llegar a penas
fuertes.

Para ese entonces, la sociedad estaba dividida en tres clases sociales, el clero, conformada por
los miembros de la iglesia; la nobleza, que poseían tierras de grande importancia y pagaban
impuestos solo en casos especiales; y el tercer estado por los obreros y campesinos, los cuales
tenían pocos privilegios y llevaban las cargas pesadas. A pesar de todo, podemos reconocer a
la Revolución Francesa como un proceso que marcó el fin de una época donde la sociedad,
dividida por clases sociales, sufría estragos de un mandato sin derechos y donde dejaban morir
a sus habitantes de la clase baja, de hambre o de enfermedades.

Voltaire, Rousseau o Montesquieu dieron a conocer sus conceptos de la libertad política, la


fraternidad y la igualdad en donde rechazaban que la sociedad estuviera dividida, lo que trajo
consigo que el pueblo se levantara en contra del gobierno de Luis XVI, trayéndole consigo
grandes problemas de economía al país, posterior a varios sucesos y asambleas, el rey tuvo
que ceder y reconoció así la transformación operada, pues él mismo invitó al Clero y la Nobleza
a unirse al Estado Llano formando una sola Asamblea, llamada Asamblea Constituyente, que
tuvo por misión redactar la nueva Constitución, donde se declaran los derechos del hombre y
del ciudadano, que consta de 177 artículos, que resumen precisamente las libertades y
derechos de los hombres de todos los tiempos, sea cual fuere su credo, su raza y su patria, así
como también los del ciudadano en particular. El rey había perdido su autoridad y la
monarquía absoluta llegaba a su fin.

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