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Algunos comentarios al Título Primero, Capítulo I, de la Constitución Federal.*

Héctor Fix-Zamudio.
Investigador Emérito del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Miembro de El Colegio Nacional.

Jorge Ulises Carmona Tinoco,


Investigador del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Sumario: I. Panorama sobre la evolución histórica de la


consagración de los derechos humanos en México; II. La
denominación del Título Primero, Capítulo I, de la
Constitución Federal; III. El contenido y sentido del catálogo
de derechos vigentes en México y en la Constitución Federal;
IV. La suspensión temporal de la vigencia de los derechos
humanos.

I. Panorama sobre la evolución histórica de la consagración de los derechos


humanos en México.

La evolución constitucional mexicana ha abrevado de tres fuentes principales que le


han servido de modelo en diversas etapas históricas: a) el constitucionalismo español,
debido a casi tres siglos de dominación y cuya influencia se dejó sentir inclusive en los
documentos constitucionales posteriores a la independencia mexicana consumada en
1821; b) el modelo de Francia, que tuvo destellos en el siglo XIX, primordialmente en la

*
Publicado con el título “Derechos Fundamentales”, en la obra Carbonell, Miguel y Valadés,
Diego (Coords.), Panorama del Derecho Constitucional Mexicano, México, UNAM-PORRUA,
2006, pp. 1-40.
2

etapa de organización estatal centralista, y en especial con relación a la formación de


un catálogo de derechos fundamentales inspirado en el contenido de las declaraciones
de derechos de las constituciones francesas revolucionarias; c) el de los Estados
Unidos de América, ya que la primera constitución del México independiente se diseño
sobre el modelo de la norteamericana de 1787, lo que ha dejado huella en documentos
constitucionales posteriores hasta la actual Constitución vigente desde 1917, pero que
también tuvo influencia a través de las cartas de las antiguas colonias inglesas en
América, en la elaboración de un catálogo de derechos de la persona.

Estas influencias se manifestaron en diversos contextos históricos y etapas por los que
ha atravesado México a partir de su nacimiento como nación independiente y por
supuesto han dejado huella en la evolución histórica de la consagración y garantía de
los derechos fundamentales. Si bien no hay constituciones mexicanas que hayan
carecido en lo absoluto de la adopción de algunos derechos de la persona, así sea en
forma escasa y dispersa, se pueden apreciar etapas diferenciadas en dicha evolución.
Además, no se debe perder de vista que México transitó por diversos modelos de
organización de Estado, lo cual también tiene un impacto en la manera de consagrar y
hacer efectivos los derechos fundamentales.

Esto se puede apreciar incluso desde el Decreto Constitucional para la Libertad de la


América Mexicana, sancionado en Apatzingán el 22 de octubre de 1814, cuyo artículo
24, inspirado directamente en las constituciones francesa, y especialmente en la
montañesa de 1793, dispuso: “La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos
consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. La íntegra
conservación de estos derechos es el objeto de la institución de los gobiernos y el único
fin de las asociaciones políticas”. Esta declaración iusnaturalista predominó en los
textos posteriores de las cartas fundamentales expedidas durante el siglo XIX.

Una excepción a esta tendencia se observa en la Constitución federal de 1824, pues si


bien el constituyente compartía la filosofía iusnaturalista, su texto no contenía un
catálogo elaborado de derechos fundamentales, ya que sólo se hallan algunos de éstos
3

en diversas partes del texto,1 en especial inspirados en aquellos contenidos en la


Constitución de Cádiz de 1812,2 que tuvo una vigencia intermitente en el territorio de la
Nueva España.3 La ausencia de una parte dogmática en forma en dicho texto
fundamental, se ha atribuido al hecho de que tomó como modelo el texto de la
Constitución de los Estados Unidos de América, pero sin haber considerado las
primeras diez enmiendas incorporadas a ésta en diciembre de 1791, que constituyen el
llamado Bill of Rights de la constitución norteamericana¸ entre otras razones porque se
entendía previamente a dichas modificaciones que la consagración de los derechos
correspondía al ámbito interno de los Estados integrantes de la federación.

En efecto, en los Estados Unidos de América la consagración de los derechos básicos


iniciaron en algunas de las Declaraciones locales,4 antes que a nivel Federal se
estableciera el referido Bill of Rights.5 Así, de forma similar, en México se dejó también
esto se dejó en el ámbito de las entidades de la Federación,6 que consagraron antes

1
Véase por ejemplo el contenido de los artículos 146 a 154 de la Constitución de 1824, que
consagran derechos relacionados con la impartición de justicia en materia penal
primordialmente, entre los que se encuentran: la prohibición de la pena de confiscación de
bienes; la prohibición de la aplicación retroactiva de la ley; la prohibición de aplicar tormentos de
cualquier clase, sea cual fuere la naturaleza y estado del proceso; la prohibición de que la
autoridad libre orden para el registro de las casas, papeles y otros efectos de los habitantes, si
no es en los casos expresamente dispuestos por ley y en la forma que ésta determine.
Asimismo, puede citarse el artículo 161, punto 4, que estableció como obligación de los estados
“...proteger a sus habitantes en el uso de la libertad que tienen de escribir, imprimir y publicar
sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación anterior a la publicación;
cuidando siempre de que se observen las leyes generales de la materia”.
2
Ver en especial los artículos 290 y siguientes del mencionado texto constitucional.
3
El artículo 4° de la Constitución de Cádiz de 1812 estableció que: “La Nación está obligada a
conservar y proteger por leyes sabias y justas, la libertad civil, la propiedad y los demás
derechos legítimos de todos los individuos que la componen”. Asimismo, contenía diversos
derechos en materia de justicia penal, en especial en los artículos 290 y siguientes del
mencionado texto constitucional.
4
Entre las que se pueden mencionar las de Virgina (12 de junio de 1776), Pennsylvania (28 de
septiembre de 1776), Maryland (11 de noviembre de 1776), Carolina del Norte (18 de diciembre
de 1776), Vermont (8 de julio de 1777). Véase a este respecto, Peces Barba, Gregorio et. al.
Derecho Positivo de los Derechos Humanos, Debate, Madrid, 1987, pp. 97 y ss.
5
Estas pueden ser consultadas en castellano en la obra Peces Barba, Gregorio, et. al. Derecho
Positivo de los Derechos Humanos, Madrid, Editorial Debate, 1987, pp. 116-118.
6
Un panorama sobre los derechos humanos en la historia constitucional de mexicano puede
encontrarse en Terrazas, Salgado, Carlos. Los Derechos Humanos en las Constituciones
4

que a nivel federal catálogos de derechos fundamentales en sus correspondientes


textos constitucionales.7 La anterior afirmación se confirma con lo dispuesto en el
artículo 30 del Acta Constitutiva de 31 de enero de 1824: “La nación está obligada a
proteger por las leyes sabias y justas los derechos del hombre y del ciudadano”.8

Años después, durante la vigencia de las llamadas Siete Leyes Constitucionales de


1835 que inauguraron la etapa centralista de México en el siglo XIX, ya se aprecia la
ampliación de los derechos y su presentación ordenada, mismos que son encontrados
en la primera y en la quinta de las leyes constitucionales mencionadas, esta vez bajo la
influencia francesa. Así, en dichos textos la declaración de preeminencia, la
obligatoriedad general y la prohibición de privación o suspensión de los derechos del
hombre las descubrimos en los artículos 45, fracción V, de la tercera de las Leyes
Constitucionales de la República Mexicana de 29 de diciembre de 1936; 5° del Acta
Constitutiva y de reformas (a la carta de 1824) de 18 de mayo de 1847; 30 del Estatuto
Orgánico Provisional de 15 de mayo de 1856; 1° de la Constitución federal de 5 de
febrero de 1857, y 58 y 59 del Estatuto Provisional del Imperio Mexicano de 10 de abril
de 1865.

Con la vuelta al régimen federal marcado por el Acta de Reformas de 1847, mediante la
cual se puso en vigor nuevamente a la Constitución de 1824 con algunas
modificaciones, el tema de la consagración de los derechos fundamentales (de cuyo
catálogo carecía este último texto constitucional), se asignó a una ley secundaria de las
denominadas leyes constitucionales que se pretendía que desarrollaran el texto

Políticas de México, 4ª edición, Porrúa, México, 1996, especialmente pp. 49-67. Véase también
la obra de Rabasa, Emilio. Historia de las Constituciones Mexicanas, 3ª edición, México, UNAM-
Porrúa, 2004.
7
Gámiz Parral, Máximo. Derecho Constitucional y Administrativo de las Entidades Federativas,
2ª edición, UNAM, México, 2000, p. 265.
8
Un fenómeno similar podría estar ocurriendo en la actualidad, pues existen constituciones
locales que prevén importantes derechos humanos no contemplados todavía en la Constitución
Federal, por lo que pueden en ciertos casos convertirse nuevamente en la pauta a seguir por
ésta última. Cfr. Carmona Tinoco, Jorge Ulises. “La Incorporación de los Derechos Humanos en
las Constituciones Locales Mexicanas”, en la obra coordinada por Ricardo Méndez Silva,
Derecho y Seguridad Internacional, Memoria del Congreso Internacional de Culturas y Sistemas
Jurídicos Comparados, México, UNAM, 2005.
5

constitucional y que se distinguían del resto de la legislación por no poder ser


modificadas, sino hasta pasado cierto tiempo de su entrada en vigor. El Acta de
Reformas resulta significativa porque fue el primer instrumento constitucional en
consagrar a nivel nacional el juicio de amparo como instrumento de garantía de los
derechos de la persona (artículo 25 del Acta).9

La conformación de un catálogo unificado, consolidado y amplio de derechos


fundamentales, lo encontramos finalmente en la Constitución Federal de 1857, que en
su artículo primero consideró que la finalidad de toda organización política radica en los
derechos humanos, tal como lo establecía el artículo 1° inciso 2, de la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, según el cual: “El objeto de toda
asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del
hombre. Estos derechos son: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la
opresión”. Además, en el citado precepto de la Constitución anterior se agregó: “El
pueblo mexicano reconoce, que los derechos del hombre son la base y el objeto de las
instituciones sociales. En consecuencia declara, que todas las leyes y todas las
autoridades del país deben respetar y sostener las garantías que otorga la presente
constitución”.

Llama la atención que en la Constitución de 1857, no obstante la declaración categórica


de los derechos humanos, que son el objeto y la base de las instituciones sociales, no
se hubiese establecido al mismo tiempo, como consecuencia de esta concepción
claramente iusnaturalista, una disposición similar al artículo IX de la Constitución federal
de los Estados Unidos y en varias otras de América Latina, entre las cuales destaca el
artículo 33 de la Constitución argentina de 1853, reformada en 1860 y por tanto
contemporánea de la nuestra, sobre la existencia de derechos o garantías implícitos, es
decir, que la enumeración de los derechos consagrados por la Constitución no debía
entenderse como negación de aquellos que conserva el pueblo (Estados Unidos) o que
nacen del principio de la soberanía del pueblo y la forma republicana de gobierno
(Argentina).

9
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor. “La Suprema Corte de Justicia y el Juicio de Amparo”, en sus
Ensayos sobre el Derecho de Amparo, 3ª edición, México, UNAM-Porrúa, 2003, pp. 480 y ss.
6

Coincidían los tratadistas mexicanos de la época, entre ellos José María Lozano e Isidro
Montiel y Duarte, en el sentido de que los derechos del hombre eran anteriores y
superiores a la Constitución, la que únicamente consagraba los de mayor importancia,
los cuales, por el hecho de ser enumerados en los preceptos fundamentales, se
transformaban en garantía de acuerdo con la romántica idea de los revolucionarios
franceses de que bastaba consagrar un derecho en un texto constitucional para que el
mismo fuese respetado por gobernantes y gobernados.10 No obstante lo anterior, cabe
mencionar que la Constitución de 1857 consolidó al juicio de amparo a nivel federal y
fue precisamente bajo la vigencia de este texto fundamental que se dio la evolución
legislativa y jurisprudencial que llevó a la consagración de dicho instrumento de garantía
en los artículos 103 y 107 de la Constitución vigente de 1917. 11

El catálogo de derechos de la Constitución de 1857 es el antecedente directo y en


muchos aspectos casi idéntico al texto original del Título Primero, Capítulo I, de la
Constitución vigente de 1917, que ha sido modificado varias ocasiones para ampliar
derechos ya existentes, reubicarlos dentro del propio texto y en varios casos agregar
derechos que no estaban contemplados originalmente. En los siguientes párrafos nos
abocaremos a comentar de manera panorámica la situación que guarda la Constitución
vigente en materia de derechos de la persona.

II. La denominación del Título Primero, Capítulo I, de la Constitución Federal.

El primer tema sobre el que procede hacer un comentario es la denominación misma “


de las garantías individuales” que da nombre al Título Primero, Capítulo I, que abarca
del artículo 1 al artículo 29 inclusive del texto constitucional, denominación que en

10
Véase a este respecto el comentario de Héctor Fix Fierro al artículo 1º de la Constitución
Federal en la obra Instituto de Investigaciones Jurídicas. Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, comentada y concordada, Tomo I, 18ª edición, México, UNAM-Porrúa, 2004,
en especial pp. 1-5.
11
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor. “La Suprema Corte de Justicia y el Juicio de Amparo” en sus
Ensayos sobre el Derecho de Amparo, cit., nota 9, pp. 497 y ss.
7

ocasiones se utiliza como sinónimo o inclusive es contrastada con la de derechos


humanos o con la de derechos fundamentales.12

La idea de considerar a los derechos de la persona como garantías, como se mencionó


párrafos atrás, fue una idea surgida entre los revolucionarios franceses para quienes la
consagración de los derechos en un documento constitucional era un hecho de tal
magnitud que era suficiente para lograr su eficacia, lo cual estaba alejado de la realidad
y así se ha reconocido en los propios documentos constitucionales que como parte de
su evolución han acentuado la necesidad de consagrar además de derechos, los
instrumentos de garantía que permitan protegerlos y hacerlos efectivos ante su
trasgresión o desconocimiento. Así, la denominación de garantías individuales se
encuentra ya históricamente superada en opinión de la doctrina.13

Por otra parte, la denominación derechos humanos, es indicativa de aquellos derechos


inherentes a la persona humana, sin los cuales no es posible que ésta subsista o se
desarrolle plenamente en el plano individual o colectivo. Dicho término ha sido difundido
universalmente desde la segunda posguerra y en especial a partir de la Carta de las
Naciones Unidas de 1945 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1948, para hacer referencia a los derechos básicos de la persona humana, reconocidos
al nivel interno e internacional. Desde el punto de vista del derecho internacional, los
derechos humanos pueden surgir a la vida jurídica mediante su reconocimiento por las
fuentes del derecho internacional, tanto las usualmente reconocidas por el Estatuto de
la Corte Internacional de Justicia (art. 38)14, como las que conforman el llamada soft law

12
Cfr. Fix Fierro, Héctor. “Comentario al artículo 1º de la Constitución Federal” en la obra
colectiva Instituto de Investigaciones Jurídicas. Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, comentada y concordada, cit., nota 10, en especial p. 4; Carmona Tinoco, Jorge
Ulises. “La Incorporación de los Derechos Humanos en las Constituciones Locales Mexicanas”,
cit., nota 8, pp. 3 y ss.
13
Sobre la evolución y la noción actual de las garantías constitucionales Cfr. Fix Zamudio,
Héctor. Estudio de la Defensa de la Constitución en el Ordenamiento Mexicano, México, UNAM-
Porrúa, 2005, pp. 57 y ss.
14
Dicho precepto señala: “Art. 38. 1. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho
internacional las controversias que le sean sometidas, deberá aplicar: a. las convenciones
internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas expresamente
reconocidas por los Estados litigantes; b. la costumbre internacional como prueba de una
práctica generalmente aceptada como derecho; c. los principios generales de derecho
8

o derecho derivado del funcionamiento de los órganos internacionales de promoción,


supervisión y de garantía.15

En la actualidad, los derechos humanos pueden tener también expresión en las


constituciones de los Estados, dando lugar a la categoría de los llamados derechos
fundamentales16 que poseen el valor, la autoridad y la jerarquía de las normas
constitucionales, y cuya observancia puede ser garantizada mediante las figuras
derecho procesal constitucional aplicables, según el Estado de que se trate. Desde este
punto de vista, los derechos humanos comprenden a los derechos fundamentales, pero
no se agotan necesariamente en ellos, pues los primeros también abarcan, entre otros,
a los llamados derechos económicos, sociales y culturales; que si bien en ciertos casos
también pueden hacerse efectivos a través de los instrumentos de garantía
constitucional, por lo regular en las constituciones se consagran como normas
programáticas.

Dichas normas son aquellas a través de las cuales el poder constituyente, en vez de
regular directa e inmediatamente determinados intereses, se limita únicamente a trazar
los principios para ser cumplidos por sus órganos (legislativos, administrativos y
judiciales), como programas de sus respectivas actividades, con el propósito de realizar
los fines sociales del Estado.17 El objeto de este tipo de normas es precisamente

reconocidos por las naciones civilizadas; d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los
publicistas de mayor competencia de las distintas naciones, como medio auxiliar para la
determinación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59. 2. La
presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex aequo et bono,
si las partes así lo convinieren.”
15
Sobre la naturaleza y los alcances del soft law véase Del Toro Huerta, Mauricio Ivan. “El
fenómeno del soft law y las nuevas perspectivas del derecho internacional”, en Anuario
Mexicano de Derecho Internacional, Volumen VI, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, 2006, pp. 513-549.
16
Véase a este respecto Nogueira Alcalá, Humberto. Teoría y dogmática de los derechos
fundamentales, México, UNAM, 2003, p. 58; Aragón, Manuel. “Constitución y Derechos
Fundamentales”, en la obra colectiva Congreso Internacional sobre el 75 Aniversario de la
Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, México, UNAM,
1993, p. 9.
17
Cfr. Da Silva, Afonso. Aplicabilidade das Normas Constitucionais. 2a. ed. Sâo Paulo, Brasil,
Ed. Revista dos Tribunais, 1982, pp. 70-75 y 126-147, existe traducción al castellano publicada
por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en el 2003, traducida por Nuria
9

configurar los fines sociales a que se dirige el Estado y la sociedad, de acuerdo con las
exigencias del bien común, de esta manera, toda ley o norma integrantes del orden
jurídico nacional deben conformarse a la pauta indicada, al menos tendencialmente, por
las normas programáticas de la Constitución.18 En otros términos, se trata de normas
constitucionales que establecen directrices para la consecución progresiva de metas,
por lo que los deberes que surgen de éstas son de comportamiento, más que de
resultado.

En este sentido, la categoría de los derechos fundamentales en México correspondería


primordialmente a las llamadas garantías individuales, pero ambos son a su vez parte
del género derechos humanos, que primordialmente por la vía de la ratificación de
tratados internacionales son incorporados al orden jurídico mexicano y se convierten en
derechos nacionales de fuente internacional.

Con la incorporación a nivel constitucional en México de la figura del ombudsman en


1992, se reconoció implícitamente en la propia Carta Fundamental que los derechos
integrantes del catálogo de las llamadas garantías individuales son en realidad
derechos humanos, pero no los únicos que tienen el deber de respetar y proteger las
autoridades. En efecto, en la parte conducente del artículo 102, apartado B, se señala
expresamente que el objeto de protección de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos y de los organismos similares en las entidades federativas son los derechos
humanos que ampara el orden jurídico mexicano, esto es, no sólo las garantías
individuales y sociales, sino los derechos humanos que tienen vigencia en el ámbito
interno, sin señalar una fuente única y exclusiva de tales derechos. Cabría también
señalar el texto vigente del artículo 2º constitucional, apartado A, fracción III, que
dispone el reconocimiento a que los pueblos y las comunidades indígenas apliquen en
ciertos casos sus propios sistemas normativos, respetando las garantías individuales,
los derechos humanos y, de manera relevante, la dignidad e integridad de las mujeres,

González Martín. Véase también Quiroga Lavie, Humberto. “Sobre la Interpretación


Constitucional”, en el volumen colectivo La Interpretación Constitucional, México, UNAM. 1975.
pp 107-117.
18
Cfr. Da Silva. Aplicabilidade das Normas Constitucionais. cit., nota anterior, pp. 141-143.
10

aunque consideramos que técnicamente la distinción entre garantías y derechos


humanos es impropia y bastaba con señalar esta última para entender comprendidos
también a las primeras.

Como puede observarse, la denominación misma del Título Primero, Capítulo I, de la


Constitución Federal mexicana, no ha permanecido únicamente en el plano del debate
doctrinal, a lo cual se suman también diversas iniciativas de modificación constitucional
recientes, presentadas por legisladores de diversos partidos políticos y por el propio el
titular del Ejecutivo, en las que se observan algunas variantes, como son la de proponer
como denominación “De los derechos fundamentales”, o algunas no muy adecuadas
como las de “De los Derechos Humanos y las Garantías Individuales” o viceversa, que
sitúan ambas categorías como separadas entre sí, cuando en realidad la primera
incluye a la segunda. No obstante, consideramos que si se reconoce plenamente el
rango constitucional de los instrumentos internacionales de derechos humanos, cuando
complementen, refuercen o consagren derechos adicionales a los ya previstos, no
habría obstáculo alguno para utilizar apropiadamente la sola denominación “De los
Derechos Humanos”.

III. El contenido y sentido del catálogo de derechos vigentes en México y en la


Constitución Federal.

El catálogo de derechos fundamentales del Título Primero, Capítulo I, de la Constitución


de 1917 ha sido objeto de reforma constitucional en poco más de cincuenta ocasiones,
pero también diversos preceptos han permanecido inalterados desde su entrada en
vigor. Es en las últimas tres décadas en las que se ha acentuado la incorporación de
derechos relacionados con la vivienda, salud, menores, familia, información, prohibición
de la discriminación, personas y poblaciones indígenas, privacidad de comunicaciones,
derechos de la víctima del delito, del inculpado en materia penal, entre otros. Cabe
señalar que los cambios señalados han sido orientados de manera particular por los
compromisos internacionales que ha adquirido el país a propósito de la ratificación de
los tratados internacionales de derechos humanos, que inició en la década de los
11

ochenta y que se ha acelerado en los últimos diez años, de manera que en la


actualidad México es estado parte en casi la totalidad de los instrumentos
internacionales vigentes en la materia, tanto al nivel universal, como regional.19

Por lo que se refiere al catálogo de derechos de la Constitución Federal, se observa una


falta de sistematización adecuada, están por una parte separados los derechos civiles
de los políticos y, por la otra, los de naturaleza civil están entremezclados con algunos
de los derechos económicos, sociales y culturales, aunque la exigibilidad de éstos
últimos no se puede llevar a cabo de la misma manera que los primeros, respecto de
los cuales por los menos desde el ángulo del derecho internacional los Estados,
además de respetar y proteger, están obligados a establecer instrumentos de garantía
para hacerlos valer, mientras que en caso de derechos económicos, sociales y
culturales el deber principal es de satisfacer de manera progresiva y hasta el máximo de
los recursos disponibles. Los propios derechos civiles no están plasmados en un orden
adecuado, pues aunque comparten la naturaleza de ser derechos humanos, en los
instrumentos internacionales por lo regular se observa un orden que va del derecho a la
vida, luego a la integridad personal, a la libertad personal, la libertad de expresión, el
derecho de reunión o asociación, y así continúa con el resto de los derechos, lo cual
ayuda a su identificación, determinar su entidad en caso de colisión de derechos y
facilita su estudio y divulgación.

Con relación al contenido específico del catálogo, ante la dispersión y falta de


sistematización de los derechos en la propia Constitución, la doctrina ha intentado
diversos criterios para abordarlos de manera ordenada y los ha clasificado usualmente
en derechos de igualdad, libertad y seguridad jurídica. En la primer categoría están
aquellos derechos que proscriben categorías o distinciones de trato, derechos
exclusivos y prerrogativas particulares que impliquen una distinción irrazonable o
incompatible con la dignidad humana, por ejemplo, la prohibición de la discriminación,
de títulos nobiliarios, o de tribunales o leyes particularizadas, la igualdad jurídica entre

19
Una compilación reciente y actualizada de los instrumentos ratificados por México es el
volumen editado por el Programa de Cooperación sobre Derechos Humanos México-Comisión
Europea. Derechos Humanos, Instrumentos de Protección Internacional, México, Secretaría de
Relaciones Exteriores-Comisión Europea, 2004.
12

hombres y mujeres; en la segunda, se hallan las prerrogativas que puede ejercer toda
persona en diversos planos, físico o espiritual, de carácter cívico o social, como son la
libertad de expresión, de reunión, de asociación, de trabajo, de tránsito, de residencia,
entre muchas otras; los derechos de seguridad jurídica son aquellos que vinculados a la
exigencia del cumplimiento de la ley en todos los ámbitos de actuación de las
autoridades; a la prohibición de actos de autoridad arbitrarios, así como al
establecimiento de las etapas, formas y competencias que dan sentido a la actuación
regular de las autoridades; el respeto al debido proceso, como condición para la
afectación o perturbación legítima de los bienes o derechos de las personas; ejemplos
de derechos de esta índole son: el derecho de petición; la exigencia de debida
fundamentación y motivación de los actos de autoridad; los derechos de los indiciados,
inculpados, procesados y sentenciados en materia penal, así como de las víctimas u
ofendidos del delito; los principios rectores del proceso y en general de la impartición de
justicia en las diversas áreas del ordenamiento. Además de estos grupos clásicos o
tradicionales de derechos, se encuentran otras categorías más recientes calificadas por
lo regular como nuevos derechos, que hace referencia a temas como la protección de la
familia y de los menores, paternidad responsable, salud, vivienda o medio ambiente
saludable, los términos en que es aceptada la jurisdicción de la Corte Penal
Internacional, entre otros.20

Por otra parte, ahora sobre el grupo de derechos humanos vigentes en México, se
puede afirmar que no se agota en la Constitución Federal y, con respecto
exclusivamente a los que contiene esta última, no todos los derechos están contenidos
en el Título Primero, Capítulo I, sino que algunos se encuentran en partes diversas de la
Constitución y, de manera similar, hay contenidos normativos que no corresponden a la

20
Las diversas clasificaciones de derechos de acuerdo con los artículos correspondientes de la
Constitución, pueden ser consultados en Fix Zamudio, Héctor y Valencia Carmona, Salvador.
Derecho Constitucional Mexicano y Comparado, 4ª edición, México, UNAM-Porrúa, 2005, pp.
435 y ss; Carpizo, Jorge. Estudios Constitucionales, 5ª edición, México, UNAM-Porrúa, 1996,
pp. 484-486; Burgoa, Ignacio. Las Garantías Individuales, 35ª edición, México, Porrúa, 2002,
pp. 192 y ss; Carbonell, Miguel. Los Derechos Fundamentales en México, México, UNAM-
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2004, pp. 44 y ss; Lara Ponte, Rodolfo. Los
Derechos Humanos en el Constitucionalismo Mexicano, México, UNAM-Cámara de Diputados,
1993, pp. 165-173.
13

categoría propia de derechos de la persona, pero que se encuentran precisamente


dentro del mencionado Capítulo I, lo cual evidencia un cierto grado de falta de técnica
sobre el tema en particular.

a) Con relación al primer punto, respecto al grupo de derechos vigentes en México,


además de la Constitución Federal, encontramos un desarrollo importante de derechos
en los documentos constitucionales de las 31 entidades federativas y el Estatuto de
Gobierno de Distrito Federal, pero si se adopta una perspectiva más amplia hay que
considerar también a los instrumentos internacionales de derechos humanos que a
través de su ratificación son incorporados al orden jurídico mexicano, como normas de
derecho interno de fuente internacional, con una jerarquía superior a las leyes y sólo
inferior a la Constitución Federal, según lo ha reconocido la Suprema Corte de Justicia
de la Nación.21

En concordancia con lo anterior, podemos considerar a los derechos previstos en la


Constitución Federal como estándares normativos mínimos que deben ser observados
y cumplidos por las autoridades nacionales –Federales, Estatales y Municipales- de
índole administrativa, judicial y legislativa.22 Esto encuentra su fundamento en el artículo
1º de la Constitución que, entre otros puntos, establece: En los Estados Unidos
Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que otorga esta Constitución, las
cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las condiciones
que ella misma establece.

21
Véase la tesis 192,867 bajo el rubro "TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN
JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO
PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL". Un análisis jurídico de dicha
ejecutoria se puede encontrar en Carpizo, Jorge. Nuevos Estudios Constitucionales, México,
Porrúa-UNAM, 2000, pp. 493-498. Veáse también Flores, Imer B. “Sobre la Jerarquía Normativa
de Leyes y Tratados. A Propósito de la (eventual) Revisión de una Tesis”, en Cuestiones
Constitucionales, Número 13 Julio-Diciembre, México, UNAM, 2005. Dicho autor además
profundiza en una ulterior jerarquía, que derivaría de distinguir diversos tipos de tratados y de
leyes federales, ver pp. 14 y 15.
22
Es por ello que Felipe Tena Ramírez opina que no es indispensable que la parte dogmática
figure en las Constituciones locales, Cfr. Tena Ramírez, Felipe, Derecho Constitucional
Mexicano, 29 edición, Porrúa, México, 1995, p. 132; en el mismo sentido opina Carpizo, Jorge,
en su obra Estudios Constitucionales, cit., nota 20, p. 127.
14

Las entidades federativas, lo reconozcan o no expresamente, están vinculadas por los


derechos reconocidos en la Constitución Federal y también aquellos derivados de
fuentes internacionales que hayan sido incorporados al orden jurídico interno, según lo
dispuesto por el artículo 133 constitucional, en armonía con el artículo 15 de la propia
Carta Magna.23

La vinculación de las entidades federativas en un Estado Federal a los derechos


humanos de fuente internacional, está apoyada desde el punto de vista jurídico-
internacional en lo dispuesto por la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados24 (artículos 27 y 29),25 y en las llamadas cláusulas federales que contemplan
al menos dos de los más importantes tratados internacionales de derechos humanos, a
nivel universal y regional, como son la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (artículo 28)26 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(artículo 50)27.

23
“Art. 133.- Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos
los Tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el
Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la
Unión. Los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar
de las disposiciones en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los
Estados”; el artículo 15, por su parte, establece ciertas prohibiciones a la celebración de
tratados internacionales: “Art. 15.- No se autoriza la celebración de tratados para la extradición
de reos políticos, ni para la de aquellos delincuentes del orden común que hayan tenido en el
país donde cometieron el delito, la condición de esclavos; ni de convenios o tratados en virtud
de los que se alteren las garantías y derechos establecidos por esta Constitución para el
hombre y el ciudadano.”
24
Adoptada el 23 de mayo de 1969, en vigor a partir del 27 de enero de 1980. México es
Estado Parte en dicha Convención, la cual fue promulgada en el Diario Oficial de la Federación
de fecha 14 de febrero de 1975.
25
“Art. 27. El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar las
disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta
norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46.”
“Art. 29. Ámbito territorial de los tratados. Un tratado será obligatorio para cada una de las
partes por lo que respecta a la totalidad de su territorio, salvo que una intención diferente se
desprenda de él o conste de otro modo.”
26
“Artículo 28. Cláusula Federal. 1. Cuando se trate de un Estado parte constituido como
Estado Federal, el gobierno nacional de dicho Estado parte cumplirá todas las disposiciones de
la presente Convención relacionadas con las materias sobre las que ejerce jurisdicción
legislativa y judicial. 2. respecto a las disposiciones relativas a las materias que corresponden a
la jurisdicción de las entidades componentes de la federación, el gobierno nacional debe tomar
15

Por otra parte, los Estados son autónomos con relación a su régimen interior, en virtud
de lo cual están legitimados y facultados para darse y modificar su propia Constitución.
Sin embargo, ésta no deberá estar en contradicción con lo que establece la
Constitución Federal, atento a lo dispuesto armónicamente, entre otros, por los
artículos28 41, 102 apartado B, 115 a 122, 124 y 133 constitucionales y, en segundo
lugar, las entidades federativas deberán incorporar y observar los lineamientos que
marca esta última con relación, entre otros, a su estructura organizativa interna básica,
la división de poderes y la creación en las entidades federativas de ciertos órganos, por
ejemplo, de protección de los derechos humanos, atento a lo dispuesto por los
preceptos señalados.

Relacionado con este aspecto, cabe mencionar que el Poder Judicial de la Federación
ha señalado con acierto que los derechos fundamentales que prevé la Constitución
Federal:29 a) No deben tomarse como un catalogó rígido, invariante y limitativo de

de inmediato las medidas pertinentes, conforme a su constitución y sus leyes, a fin de que las
autoridades competentes de dichas entidades puedan adoptar las disposiciones del caso para
el cumplimiento de esta Convención. 3. Cuando dos o más Estados partes acuerden integrar
entre sí una federación u otra clase de asociación, cuidarán de que el pacto comunitario
correspondiente contenga las disposiciones necesarias para que continúen haciéndose
efectivas en el nuevo Estado así organizado, las normas de la presente Convención”.
27
“Artículo 50. Las disposiciones del presente Pacto serán aplicables a todas las partes
componentes de los Estados federales, sin limitación ni excepción alguna.”
28
El artículo 41, entre otras cuestiones, hace alusión al ejercicio de la soberanía popular a
través de los poderes de la Unión y de los Estados, en los términos que establece la
Constitución Federal y las constituciones locales, mismas que por disposición expresa en
ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del Pacto Federal; el art. 115 se refiere a la
organización interior de los Estados; el art. 116 a la división básica de las funciones en los
Estados; los arts. 117 y 118 que hacen una relación de limitaciones y prohibiciones a los
Estados, por estar reservados a la competencia exclusiva de los órganos de la Federación; el
art. 119 que se refiere a la colaboración entre Federación y Estados para la entrega de
indiciados, procesados y reos, y a la extradición; el art. 120 que establece el deber de los
Gobernadores de los Estados de publicar y hacer cumplir las leyes federales; el art. 121que se
refiere a la validez de los actos públicos, registros y procedimientos judiciales entre Federación
y Estados y entre éstos mismos; el artículo 122 que detalla el régimen jurídico y las bases de
gobierno del Distrito Federal, así como la división de competencias entre autoridades Federales
y del Distrito Federal; el art. 124 que precisa la separación básica de competencias entre la
Federación y los Estados; el art. 133 que es el fundamento de la supremacía constitucional.
29
Ver tesis jurisprudencial bajo el rubro: “GARANTIAS INDIVIDUALES, ALCANCES DE LAS”.
Séptima Época; Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito; Fuente: Semanario Judicial de la
Federación; Tomo: 62 Sexta Parte; Página: 39.
16

derechos concedidos a los gobernados, que deba interpretarse en forma rigorista,


porque ello desvirtuaría la esencia misma de tales derechos; b) se trata de principios o
lineamientos vivos y sujetos a la evolución de las necesidades sociales, dentro del
espíritu que animó al Constituyente al establecerlos; c) se desvirtuaría la función
esencial de tales derechos al entenderlos y aplicarlos en forma que hiciera sentir
opresión a los gobernados, y limitación en la defensa de su derechos; d) no sería
posible aplicar en la actual complejidad política, económica y social de un medio
cambiante, rigorismos literales de normas que contienen principios e ideas generales,
pero que no pudieron siempre prever necesariamente las consecuencias de dichos
principios.

Otro tema directamente relacionado con lo anterior es que la Constitución Federal


mexicana, al igual que la que la antecedió de 1857, carece de una cláusula abierta
explícita para el reconocimiento o la incorporación de nuevos derechos, por vías
diversas a la modificación formal, como sí la contienen otras constituciones, como por
ejemplo las de los Estados Unidos de América,30 Argentina31 o Venezuela32. La cláusula
abierta es un reconocimiento expresado en la propia Constitución, en el sentido que el
catálogo de derechos que ésta contempla no es limitativo ni exhaustivo, sino que, por el
contrario, es únicamente enunciativo y susceptible de ser ampliado y enriquecido con
otros derechos de carácter implícito, reconocidos o establecidos por vía de
interpretación, mediante la identificación de usos y prácticas, o con el apoyo y el
reconocimiento de las opiniones doctrinales.

30
Así lo establece el art. 19 de la Constitución de 1787 que establece: “No por el hecho de que
la Constitución enumera ciertos derechos ha de entenderse que niega o menosprecia otros que
retiene el pueblo”.
31
Art. 33 de la Constitución de 1994, que señala: “Las declaraciones, derechos y garantías que
enumera la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no
enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana
de gobierno.”
32
Art. 22 de la Constitución de 2000 que señala: “La enunciación de los derechos y garantías
contenidos en esta Constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos
no debe entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona, no figuren
expresamente en ellos. La falta de ley reglamentaria de estos derechos no menoscaba el
ejercicio de los mismos”.
17

Los efectos de la inexistencia de una cláusula como la que se señala en la Constitución


Federal mexicana estaría atenuada si consideramos la interpretación a contrario sensu
que procedería dar a la prohibición genérica del artículo 15 constitucional en materia de
tratados internacionales. Este precepto establece entre los tratados cuya celebración
está prohibida de manera expresa, la de aquellos en virtud de los que se alteren las
garantías y derechos establecidos por la Constitución para el hombre y el ciudadano,
esto es, en sentido moderno, los derechos humanos (que incluyen también los
derechos de índole política).

La doctrina ha interpretado que dicho precepto implícitamente admite la celebración de


tratados que complementen y enriquezcan las garantías individuales previstas en la
Constitución Federal; podría agregarse que tanto en su sentido y alcance, como en su
tipo.33 La interpretación pro libertate dada al menos doctrinalmente el artículo 15
constitucional, permitiría afirmar la existencia de una orientación constitucional en favor
de la libertad y dignidad humanas, que reconoce un mínimo de protección susceptible
de ser ampliada. Si la finalidad última es beneficiar la libertad y dignidad humanas, es
igualmente legítimo que esto se lleve a cabo por vía de la celebración de tratados
internacionales, a través de interpretación (especialmente judicial), o por los
documentos constitucionales de las entidades federativas.

33
Dada la autoridad que posee la opinión de Antonio Martínez Báez, decidimos reproducir su
opinión al respecto: "Ninguna duda cabe que tal prohibición se refiere, en cuanto al empleo de
la palabra "alterar", a su sentido o acepción como de "perturbar", "trastornar", "inquietar", esto
es, con un signo negativo para los derechos humanos, las garantías individuales o las libertades
fundamentales.
Pero los derechos del hombre y del ciudadano sí pueden ser objeto de cambios, de
alteraciones, siempre en un sentido positivo, de aumento expansivo en la esfera de las
libertades individuales, tanto mediante las adiciones al capítulo relativo de la Constitución
Política, con su grado superior de Ley Fundamental, como a través de las normas secundarias
de las leyes ordinarias.
De la misma manera, mediante ordenamientos internacionales, o sea convenciones y tratados,
pueden agregarse nuevos derechos humanos, ya que la Constitución interna de un país señala
en su catálogo de libertades individuales normas o principios básicos y mínimos, que deben
siempre ser un límite o frontera a la acción del Estado, cuyos límites éste puede retroceder para
ampliar el estatuto jurídico de la persona humana." “Correlaciones entre la Constitución y los
Pactos de Naciones Unidas”, en el volumen recopilativo de sus Obras Político-Constitucionales,
Tomo I, México, UNAM, 1994, p. 109.
18

La afirmación de que la Constitución sólo establece un número y estándares mínimos


de derechos y libertades, que admiten la posibilidad de ser ampliados en su alcance y
número a nivel constitucional local, entre otras posibilidades, es precisamente la
orientación a la que se ha inclinado la Suprema Corte de Justicia de la Nación de
México, cuya Segunda Sala ha expresado en un criterio reciente, obiter dicta: 1) que los
derechos fundamentales previstos en la Constitución Federal son susceptibles de ser
ampliadas por el legislador ordinario, ya sea federal o local, en su reglamentación, al
pormenorizar la norma constitucional que prevea el derecho público subjetivo a fin de
procurarse su mejor aplicación y observancia; y 2) que los congresos locales al regular
cuestiones ya previstas por la Constitución Federal, deben hacerlo bajo el criterio de
que ésta otorga derechos mínimos que deben ser respetados para garantizar su
efectividad, pero que pueden ser ampliados ... siempre que tal ampliación se realice sin
vulnerar el marco constitucional al que dichos derechos se encuentran sujetos.34

Si bien desde el punto de vista de su ampliación normativa el catálogo de derechos de


la Constitución Federal es sumamente variado y abierto, desde el punto de vista del
elenco de derechos efectivamente reconocidos, se puede afirmar que se trata de un
grupo basto si se conjuga la Constitución Federal, con las de las entidades federativas y
los tratados internacionales, pero si se observa únicamente el catálogo de derechos de
la primera existen los derechos civiles y políticos clásicos –aunque descritos con un
lenguaje decimonónico debido a la influencia de la Constitución de 1857-, así como los
derechos sociales más usuales y acordes con el Pacto de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de 1969 de Naciones Unidas y con el “Protocolo de San Salvador”
de 1988 a la Convención Americana.

Por otra parte, si se pretende precisar un poco más los derechos ausentes del catálogo
de derechos fundamentales y sociales, se pueden mencionar con relación a los
primeros: el derecho a la vida (acorde con los estándares internacionales y no sólo

34
Ver criterio judicial bajo el rubro: DERECHOS DE LOS INDÍGENAS. LOS ESTABLECIDOS
EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS PUEDEN SER
AMPLIADOS POR LAS LEGISLATURAS LOCALES DENTRO DEL MARCO DE AQUÉLLA.
Novena Epoca; Instancia: Segunda Sala; Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta; Tomo: XVI, Noviembre de 2002; Tesis: 2a. CXXXIX/2002; Página: 446.
19

como la prohibición de ejecuciones arbitrarias), objeción de conciencia, derecho a la


rectificación o de respuesta, presunción de inocencia, prohibición de obtención y
utilización de pruebas ilícitas, indemnización por error administrativo o judicial; en
cuanto a los derechos sociales, pueden mencionarse entre los ausentes el derecho a la
alimentación, al agua, y el derecho a la cultura.

b) Con relación al segundo punto, respecto a los derechos que están previstos en
partes diversas del texto constitucional, fuera del Título Primero, Capítulo I (que abarca
de los artículos 1 al 29 inclusive), el ejemplo más notable es el de los llamados
“derechos políticos” que encuentran previstos en el artículo 35 de la Constitución
Federal,35 mismos que si bien en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos (artículo 25),
y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 23), no forman una
categoría aparte e imponen los mismos deberes de respeto, protección y garantía que
el resto de los derechos, en la Constitución Federal, por el contrario, la circunstancia de
no encontrarse dentro de los primeros 29 artículos fue utilizado por mucho tiempo como
justificación para dejarlos fuera de protección vía el juicio de amparo, previsto en los
artículos 103 y 107 del texto constitucional, toda vez que de conformidad con el primero
de estos preceptos, el amparo procede por leyes o actos de la autoridad que violen
garantías individuales, lo cual fue interpretado judicialmente de manera restrictiva y
limitada de manera el derecho en cuestión debía en principio estar contemplado en
alguno de los 29 artículos que integran precisamente el Título Primero, Capítulo I, de la
Constitución.

Esto hizo necesario que, hace aproximadamente una década, se creara un instrumento
de garantía específico para los mencionados derechos, que es el Juicio para la
Protección de los Derechos Político Electorales del Ciudadano, creado e previsto
constitucionalmente a partir de 1996, y cuya tramitación y decisión corresponde al
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (artículo 99 constitucional).

35
Véase sobre este tema Fix Fierro, Héctor. Los Derechos Políticos de los Mexicanos, un
ensayo de sistematización, número 8 de la Colección de Cuadernos de Divulgación sobre
Aspectos Doctrinarios de la Justicia Electoral, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, 2005.
20

Otro de los derechos que están catalogados internacionalmente como básicos de la


persona es el derecho a la nacionalidad, previsto en el artículo 20 de la Convención
Americana y que en la Constitución Federal queda fuera del capítulo relacionado con
los derechos fundamentales, ya que lo relacionado con la adquisición y pérdida de la
nacionalidad está previsto en los artículos 30 y 37.

De igual manera, podrían mencionarse los derechos de los extranjeros en el país, en


especial en los casos de expulsión del territorio nacional, previsto en la Convención
Americana, artículo 22.6, y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
artículo 13, en los que se señala el deber de observar de manera previa el debido
proceso legal; en la Constitución Federal, lo relativo a la situación y expulsión de los
extranjeros está previsto en el artículo 33, que si bien fue tomado como fundamento por
el Gobierno mexicano para interponer una reserva al momento de ratificar el
mencionado Pacto, con relación a la Convención Americana esto se hizo en el
documento de aceptación de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos el 16 de diciembre de 1998.36

Por último, cabría mencionar también varios de los derechos básicos previstos en el
artículo 123, en sus dos apartados, a favor de los trabajadores. Por lo regular, lo relativo
al trabajo como derecho humano está previsto en los instrumentos internacionales que
detallan los derechos económicos, sociales y culturales (artículos 6 a 9 del Pacto de
Naciones Unidas que consagra estos derechos y mismos numerales del “Protocolo de
San Salvador).

c) Con relación al tercer punto, respecto a los contenidos previstos en el Título Primero,
Capítulo I, de la Constitución Federal, que no corresponden de manera directa o
apropiada al tema de los derechos humanos, nos encontramos a su vez con dos
categorías: 1) Las normas o contenidos que en esencia no deberían encontrarse en la
Constitución, sino en legislación secundaria, y 2) lo relacionado con normas cuyo

36
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor. México y la Corte Interamericana, México, Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, 1999, p. 71.
21

contenido en efecto corresponde al de una Constitución, pero cuya ubicación no es la


adecuada.

1. En el primer caso, usualmente se ha considerado que las normas constitucionales


contienen la creación de los órganos supremos del Estado, su organización y la
distribución de sus competencias (parte orgánica); también los derechos fundamentales
de la persona humana y de los grupos sociales, que las personas pueden oponer a los
órganos del poder público (parte dogmática), y los procedimientos de creación y
derogación de las leyes. Sin embargo, existen otro tipo de normas de contenido diverso
que en ocasiones no difiere del que poseen las normas ordinarias, que han sido
denominadas como agregados constitucionales37 o también normas constitucionales de
contenido secundario, por ser insertadas en el documento constitucional sólo por así
considerarlo conveniente el poder constituyente, primario o permanente.38 Ejemplos de
este tipo de normas son los artículos constitucionales 4º, párrafo sexto; 7º, párrafo
primero; y 10. En el caso de este último precepto, es un resabio histórico que tiene su
origen varios siglos atrás en Inglaterra con los inicios de las disputas entre católicos y
protestantes, pero que no se encuentra en los instrumentos internacionales en la
materia, ya que es difícil concebir como afín a la dignidad humana poseer o portar
armas.

Artículo 4º, párrafo sexto, "Los ascendientes, tutores y custodios


tienen el deber de preservar estos derechos [los de los niños y las
niñas a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud,
educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral.].”

Artículo 7º, primer párrafo, "en ningún caso podrá secuestrarse la


imprenta como instrumento del delito"

Artículo 10. Los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a
poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa, con
excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso
exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional. La ley federal

37
Cfr. Tena Ramírez, Felipe. Derecho Constitucional Mexicano, cit., nota 22, p. 24.
38
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor. “El Juez Ante la Norma Constitucional”, en la obra Justicia
Constitucional, Ombudsman y Derechos Humanos. México, CNDH, 1993, p 25.
22

determinará los casos, condiciones, requisitos y lugares en que se podrá


autorizar a los habitantes la portación de armas.

2. En el segundo caso, no referimos específicamente al contenido de los artículos 25,


26 y 28, que constituyen propiamente el capítulo económico de la Constitución.39

El texto original de los artículos 25 y 26 de la Constitución de 1917, que hacían


referencia a la inviolabilidad de la correspondencia y la prohibición de que en tiempo de
paz los miembros del ejército se alojen en domicilios particulares, contra la voluntad del
dueño o de imponer prestación alguna, respectivamente, fueron trasladados a la parte
final del artículo 16 de la Constitución con motivo de la reforma publicada en el Diario
Oficial de la Federación de fecha 3 de febrero de 1983. A partir de dicha reforma, se
estableció como contenido del artículo 25 la rectoría estatal del desarrollo nacional, así
como la planeación, conducción, coordinación y orientación de la actividad económica
nacional por parte del Estado, con el objeto de permitir el pleno ejercicio de la libertad y
la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales.

El artículo 26, a partir de la reforma mencionada, atribuye al Estado la organización del


sistema de planeación democrática del desarrollo nacional, e incluso por reforma
publicada el 7 de abril de 2006 dicho precepto se dividió en dos apartados, y en el
segundo se contempla la existencia y las bases del Sistema Nacional de Información
Estadística y Geográfica.

Por lo que se refiere al artículo 28, desde el texto original de la Constitución de 1917 ha
contemplado la prohibición de los monopolios y la concentración de productos, así
como aquellas actividades que no los constituyen por mandato constitucional; también
en dicho precepto se consagran actualmente los beneficios de autores o inventores,
conocidos como propiedad intelectual (que sí se contemplan entre los derechos
humanos reconocidos a nivel internacional); en posteriores reformas se adicionó el
fundamento de la existencia del banco central; la concesión de servicios públicos; y la
posibilidad de otorgar subsidios estatales a actividades prioritarias.

39
Véase a este respecto Fix-Zamudio, Héctor y Valencia Carmona, Salvador. Derecho
Constitucional Mexicano y Comparado, cit., n. 20, pp. 591 y ss.
23

d) El papel y la importancia de los criterios interpretativos de los derechos humanos.

Para comprender el sentido y alcance del catálogo de derechos humanos previstos en


el orden jurídico mexicano, no basta con señalar las fuentes o los materiales normativos
de donde emana, hay también que hacer referencia al papel trascendente que
desempeñan los criterios judiciales de los órganos jurisdiccionales, tanto internos como
internacionales, que en orden a la aplicación de tales derechos los interpretan,
dándoles sentido, alcance y armonía con otros derechos de igual categoría.

Nos referimos más concretamente a los criterios de los órganos nacionales con
atribuciones para formar jurisprudencia vinculante, pero también a aquellos órganos
judiciales internacionales cuyos criterios integran la interpretación definitiva de los
tratados internacionales de derechos humanos. En el primer caso, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y los
Tribunales Colegiados de Circuito, que al interpretar la Constitución en los asuntos
sometidos a su conocimiento, actualizan y armonizan los contenidos normativos de los
derechos humanos. De esta manera, no basta con tener presente las disposiciones que
contienen derechos humanos, sino la interpretación que de los mismos han hecho los
tribunales en casos concretos.

En el ámbito internacional sucede algo similar, pues la Corte Interamericana de


Derechos Humanos, como intérprete último de los instrumentos internacionales que
tienen vigencia en el continente americano, a través de sus atribuciones consultiva y
contenciosa han ido decantando los alcances de los derechos humanos y los deberes
de los Estados con respecto a éstos, en orden a su aplicación concreta.

En un sentido más amplio, también resultan relevantes los criterios interpretativos que
van desarrollando sobre los mismos derechos instituciones como la Comisión Nacional
de los Derechos Humanos y los organismos similares en las entidades federativas; pero
también a nivel internacional a través de la labor que realiza la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos y los Comités de supervisión de tratados en el marco de la
Organización de las Naciones Unidas, éstos últimos a través de las observaciones
24

generales que regularmente emiten y en los casos en que tienen atribuciones para
resolver quejas o peticiones de violaciones a derechos humanos en casos concretos.

En la actualidad es innegable la interrelación de los criterios originados a nivel interno e


internacional, como determinantes para comprender el sentido y alcance de los
derechos humanos, en especial porque los tales criterios se refieren en muchas
ocasiones a la interpretación de los mismos derechos y formulados en términos muy
similares. Esto hace necesario que se deba tener presente al momento de exigir o de
aplicar las disposiciones de la Constitución Federal, de los tratados internacionales o de
las constituciones locales en materia de derechos humanos, los criterios generados por
los tribunales internos y aquellos provenientes de órganos internacionales cuya
competencia ha aceptado México.

Por otra parte, los propios tribunales y autoridades internos deben aplicar las normas y
los criterios internacionales sobre derechos humanos, pero también los órganos
internacionales podrían utilizar en ciertos casos los criterios generados por los órganos
jurisdiccionales, en especial los Tribunales, Cortes o Salas constitucionales, pues
ambos deciden sobre un mismo estándar que son los derechos humanos. De lo
contrario, podrían generarse criterios divergentes o asimétricos, que significarían un
obstáculo a la aplicación, goce y ejercicio de los derechos humanos.

IV. La suspensión temporal de la vigencia de los derechos humanos.

Uno de los temas centrales vinculados con los derechos humanos, es la posibilidad de
suspender su vigencia en ciertos casos extremos y con la satisfacción de requisitos
expresos. Dicha posibilidad está vinculada en principio a las bases sentadas por el
artículo primero de la Constitución federal vigente, en el que podemos destacar dos
disposiciones esenciales: 1) todas las personas que habiten nuestro territorio deben
gozar, sin discriminación alguna, de los derechos consagrados por la Constitución; 2)
dichos derechos no pueden restringirse ni suspenderse sino en los supuestos y con las
condiciones que la misma establece.
25

1. El principio de igualdad y de no discriminación de todos los habitantes del país radica


en el goce de los derechos fundamentales que la Constitución federal establece, sin
importar la condición de mexicano o de extranjero, o de origen étnico o nacional, el
género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de
salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que
atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos
y libertades de las personas. Esta declaración es importante desde el punto de vista
histórico si se toma en cuenta que algunos textos constitucionales anteriores restringían
los derechos humanos a los mexicanos, como ocurría en las Leyes Constitucionales de
1836, o los sujetaban al principio de reciprocidad, como el artículo 5° del Estatuto
Provisional de 1856.

Por otra parte, no obstante que el citado precepto constitucional se refiere a “individuos”
en virtud de la tradición de las llamadas “garantías individuales” a las que todavía hace
referencia, la doctrina y la jurisprudencia han interpretado dicha terminología en forma
amplia, es decir, como sinónimo de persona jurídica, tanto individual como colectiva,
tomando en consideración que la misma Constitución federal ha consagrado varios
derechos de carácter social que corresponden a grupos o sectores que pueden ejercer
esos derechos, así como las sociedades y asociaciones que son titulares de los
mismos.

Existe una discusión doctrinal que no debemos considerar como simplemente


especulativa por sus consecuencias en el ámbito de aplicación del citado artículo
primero constitucional. Nos referimos a la división de opiniones ente quienes consideran
que la Constitución otorga, en sustitución del vocablo reconoce de la disposición del
mismo número de la Constitución de 1857, lo que significa una tesis positivista de los
derechos del hombre,40 en tanto que otros tratadistas afirman que si se examinan con
cuidado tanto la exposición de motivos, como los dictámenes de la comisión y los
debates respectivos, no existe cambio significativo en la concepción iusnaturalista de

40
Burgoa O., Ignacio. Las Garantías Individuales, cit., n. 20, p. 192.
26

los derechos humanos, es decir, los que derivan de la naturaleza del hombre por el
simple hecho de serlo.41

Tenemos la convicción de que los constituyentes de Querétaro no tenían una idea


precisa de las concepciones iusnaturalista o positivista de los derechos humanos, pero
la misma redacción del precepto constitucional nos indica que consideraban que los
propios derechos fundamentales debían ser conferidos expresamente por la
Constitución y no simplemente reconocidos como anteriores a la misma; de manera que
en nuestro sistema no se pueden concebir los derechos o garantías implícitos, o sean
aquellos que sin estar consignados en la ley suprema, se desprenden de la soberanía
del pueblo o de la forma republicana o democrática de gobierno, como lo establecen
otros textos constitucionales en América Latina.

Finalmente, en cuanto al principio de igualdad de los citados derechos humanos para


mexicanos y extranjeros, la Suprema Corte de Justicia ha establecido jurisprudencia
obligatoria, reiterada en numerosas ocasiones, en el sentido de que los artículos 15, 18
y demás relativos de la Ley de Profesiones de 30 de diciembre de 1944, reglamentaria
de los artículos 4° y 5° de la Constitución federal, están en abierta contradicción con los
artículos primero y 33 constitucionales, los que otorgan a los extranjeros el disfrute de
los derechos que la misma Constitución confiere, y por ello, no se les puede prohibir en
forma absoluta el ejercicio de las referidas profesiones.

2. El segundo sector de las disposiciones del artículo primero constitucional se refiere a


las restricciones de los derechos fundamentales establecidos en la Constitución, y
finalmente, a la suspensión de los propios derechos.

A. Por lo que respecta a las restricciones, la doctrina ha sostenido con acierto, que
deben estar consignadas en el propio texto constitucional, o reguladas por leyes
federales o locales, según la materia, y excepcionalmente en los reglamentos
autónomos, como lo son los gubernativos o de policía mencionados en el artículo 21 de
la misma Constitución federal.

41
Cfr. Castro, Juventino V. Garantías y Amparo, 7ª edición, México, Porrúa, 1991, pp. 16-25.
27

En efecto, los mismos preceptos fundamentales establecen limitaciones a los derechos


humanos que consignan. Por ejemplo, ya que sería imposible mencionarlos todos,
podemos citar el artículo 6° constitucional, según el cual la manifestación de las ideas
no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que
ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden
público; a su vez el artículo 7° declara la inviolabilidad de la libertad de escribir y
publicar escritos sobre cualquier materia, y que ninguna ley ni autoridad puede
establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la
libertad de imprenta, la que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la
moral y a la paz pública.

B. La suspensión de los derechos humanos está prevista por el artículo 29 de la


Constitución federal, y tienen como presupuesto el llamado estado de excepción que se
origina tratándose de situaciones de emergencia, es decir, en los casos de invasión,
perturbación grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la sociedad en
grave peligro o conflicto. Dicha figura tiene sus antecedentes en el derecho romano y ha
sido objeto de una constante evolución, que ha llegado hasta los ordenamientos
constitucionales contemporáneos y a los principales instrumentos internacionales de
derechos humanos.

De conformidad con el artículo 29, en esos supuestos, dicha suspensión podrá hacerse
en todo el país o en lugar determinado, en cuanto ciertos derechos sean obstáculo para
hacer frente rápida y fácilmente a la situación; pero sólo por tiempo limitado, por medio
de prevenciones generales y sin que pueda limitarse a determinada persona. La
suspensión de los mencionados derechos puede ordenarla el presidente de la
República de acuerdo con los secretarios de Estado, jefes de departamentos
administrativos y la Procuraduría General de la República, con aprobación del Congreso
de la Unión, y en los recesos de éste, de la Comisión Permanente.

Nuestro país padeció a partir de la independencia una situación de grave inestabilidad


política con numerosos cambios de gobierno debido a asonadas y golpes de Estado,
especialmente durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, no obstante lo cual
algunas de las varias Constituciones que se expidieron en esa época no regularon
28

expresamente los estados de excepción, pero algunas otras establecieron modalidades


para las situaciones de emergencia, que más que establecer limitaciones a los
derechos fundamentales se tradujeron en el otorgamiento al Ejecutivo por parte de las
Cámaras del Congreso, de facultades extraordinarias, que se tradujeron con frecuencia
en expedición de normas legislativas delegadas.

El artículo 308 de la Constitución española de Cádiz que estuvo vigente en México de


manera intermitente -primero entre ese año y la consumación de la independencia en
1821, y que luego se prolongó hasta la expedición de la Constitución Federal de 1824,
en lo que pudiera ser aplicable-, estableció una regulación muy escueta del estado de
excepción al disponer que si en circunstancias extraordinarias la seguridad del Estado
lo exigiese, las Cortes podían decretar por tiempo determinado en toda la Monarquía o
en parte de ella, la suspensión de algunas de la formalidades previstas para el arrestos
de los delincuentes. En cambio, la Constitución Federal de 4 de octubre de 1824, no
obstante la petición de algunos diputados constituyentes, no aceptó las situaciones de
emergencia y el otorgamiento de facultades extraordinarias al ejecutivo, pero en virtud a
la turbulencia de la vida política de esa época, el mismo Congreso las otorgó al propio
Ejecutivo en varias ocasiones, o bien este último las utilizó sin haber sido autorizado,
entre ellas la atribución legislativa, que se volvió una tradición durante todo el siglo XIX
y las primeras décadas del XX, por medio de delegaciones del Congreso para expedir
normas generales, inclusive aquellas que no estaban vinculadas con los estados de
excepción.

Tampoco las siete leyes constitucionalistas expedidas en 1836, de carácter centralista,


regularon las situaciones de emergencia, y sólo hasta la Constitución también unitaria
de 1843, con el nombre de Bases Orgánicas de la República Mexicana, se introdujo
por vez primera en su artículo 198 la suspensión de ciertos derechos fundamentales
durante los estados de excepción, en cuanto se facultaba al Congreso para decretar por
determinado tiempo la suspensión de las formalidades previstas para la aprehensión y
detención de los delincuentes, cuando en circunstancias extraordinarias lo exigiere la
seguridad de la Nación o parte de ella.
29

El voto particular de Mariano Otero en el Congreso Constituyente de 1846-1847, se


refirió a los estados de excepción en la modalidad de suspensión de ciertos derechos
fundamentales, en el segundo párrafo del artículo 4º de su proyecto, en el cual propuso
la inviolabilidad de las garantías (en realidad, derechos humanos) salvo los casos de
una invasión extranjera (que era precisamente la situación de la guerra con los Estados
Unidos en esos momentos), o de rebelión interior, en los que el Poder legislativo podría
suspender las formas establecidas para la aprehensión y detención de los particulares
así como el cateo de las habitaciones, pero por determinado tiempo. Sin embargo, este
precepto no fue aprobadó por el Congreso y por ello no se no se incluyó en el texto del
artículo 5º del Acta Constitutiva y de Reformas promulgada el 21 de mayo de 1847 (a la
Constitución Federal de 1824). Pero no obstante no estar previstas las facultades
extraordinarias, el mismo Congreso Constituyente, por Decreto de 20 de abril de ese
mismo año de 1847, facultó al Gobierno Supremo de la Unión para dictar las
providencias necesarias para llevar adelante la guerra, defender la nacionalidad y salvar
la forma de gobierno (republicano, popular, federal), bajo la cual estaba constituida la
Nación, pero dichas atribuciones deberían cesar luego que concluyera la guerra.42

El otorgamiento de facultades extraordinarias y la suspensión de derechos


fundamentales se consagró de manera definitiva en el artículo 29 de la Constitución
Federal de 1857,43 de acuerdo con el cual:

En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o cualesquiera


otros que pongan a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el
Presidente de la República de acuerdo con el consejo de ministros y con
aprobación del Congreso de la Unión (entonces unicameral) y, en los recesos de
éste, de la diputación permanente, puede suspender las garantías (en realidad,
derechos) otorgados por esta Constitución, con excepción de las que aseguran la
vida del hombre; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por medio de

42
Cfr. Tena Ramírez, Felipe, "La suspensión de garantías y las facultades extraordinarias en el
derecho mexicano", en Revista de la Facultad de Derecho de México, núms. 25-28, enero
diciembre de 1945, pp. 113-123.
43
Cfr. para los debates sobre la aprobación de este precepto en el citado Congreso
Constituyente de 1856-1857, pueden consultarse en la obra Derechos del Pueblo Mexicano.
México a través de sus Constituciones, México, 4ª. ed., México, LV Legislatura de la Cámara de
Diputados-Miguel Angel Porrúa, 1994, tomo V, pp. 6l3-621.
30

prevenciones generales y sin que la suspensión pueda contraerse a determinado


individuo. (El subrayado es nuestro).

Durante la vigencia de la Constitución de 1857, la delegación de facultades legislativas


tuvo una incidencia importante, pero en muchos casos en realidad se buscaba disfrazar
la violación del artículo 29 constitucional, cuyos requisitos no se tomaban en cuenta y
también el artículo 50, que prohibía la confusión de poderes, como lo señaló Felipe
Tena Ramírez.44 Por su parte, el distinguido constitucionalista mexicano Jorge Carpizo
considera con acierto, que debido a esta práctica de ambos órganos del poder, surgió la
costumbre que estima "viciosa e inconstitucional" de la delegación de facultades
legislativas al Ejecutivo fuera de los márgenes constitucionales. 45

La Constitución Federal vigente promulgada el 5 de febrero de 1917, incorporó en su


artículo 29 actual, que no ha sido objeto sino de una sola reforma de detalle de 21 de
abril de 1981 para sustituir la frase "consejo de ministros", por la de "titulares de las
Secretarías de Estado, los Departamentos Administrativos y la Procuraduría General de
la República", reprodujo casi literalmente, con algunas adiciones, el texto transcrito
anteriormente del artículo del mismo número de la Carta Federal de 1857. En efecto,
dicho precepto establece:

En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o de cualquier otro


que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el Presidente de
los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las Secretarías de
Estado, los Departamentos Administrativos y la Procuraduría General de la
República y con la aprobación del Congreso de la Unión, y en los recesos de éste,
de la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar
determinado las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente rápida y
fácilmente a la situación, pero deberá hacerlo por tiempo limitado, por medio de
prevenciones generales y sin que la suspensión se contraiga a determinado
individuo. Si la suspensión tuviese lugar hallándose el Congreso reunido, éste
concederá las autorizaciones que estime necesarias para que el Ejecutivo haga

44
Tena Ramírez, Felipe, "La suspensión de garantías y las facultades extraordinarias en el
derecho mexicano", cit., nota 42, pp. 131 y 132,
45
En su obra ya clásica, La Constitución Mexicana de 1917, 10ª. ed., México, Porrúa, 1997, pp.
198-200.
31

frente a la situación, pero si se verificase en tiempo de receso, se convocará sin


demora el Congreso para que las acuerde.

Durante la vigencia de nuestra actual Carta Fundamental, sólo en una ocasión se


decretó la suspensión de ciertos derechos fundamentales con el apoyo del citado
artículo 29 constitucional, y lo fue en el año de 1942, con motivo del Estado de Guerra
de nuestro país con las potencias del Eje (Italia, Alemania y Japón), y que se levantó al
terminar dicha conflagración mundial en el año de 1945. En efecto, a solicitud del
Presidente de la República el Congreso de la Unión expidió el decreto legislativo de
primero de junio de ese año de 1942, por el cual autorizó la suspensión de varios
derechos humanos consagrados constitucionalmente; señaló la duración del estado de
emergencia (en tanto se mantuviera el estado de guerra, con posible prórroga de treinta
días posteriores); confirió al Ejecutivo facultades para reglamentar dicha suspensión de
derechos; para imponer en todos los ramos de la administración pública las
modificaciones que fueren indispensables para la eficaz defensa del territorio nacional,
de su soberanía, dignidad y para el mantenimiento de nuestras instituciones
gubernamentales, así como para legislar en los distintos ramos de la administración
pública. Con apoyo en esta autorización expidió el 13 del mismo mes de junio de 1942,
la llamada Ley de Prevenciones Generales, que reglamentó las disposiciones
legislativas del Congreso.

Pero la cuestión importante en esta situación de emergencia, consistió en la expedición


por el Ejecutivo Federal por delegación del Congreso, de varias disposiciones
legislativas, no obstante que algunas de ellas no estaban relacionadas con el estado de
excepción, sino que se referían a cuestiones ajenas a la propia emergencia, de manera
que existió una doble legislación durante ese período por lo que respecta a las materias
que se podían calificar ordinarias, unas leyes expedidas por el Congreso de la Unión y
otras por el Ejecutivo invocando delegación legislativa debido a la aplicación del artículo
29 de la Carta Federal. Aquí existió un debate tanto doctrinal como de la jurisprudencia
sobre la constitucionalidad de la delegación de facultades para legislar en materias que
no estaban relacionadas con el estado de excepción. En algunas sentencias, la
32

Suprema Corte de Justicia consideró inconstitucional la expedición de disposiciones


legislativas por parte del Ejecutivo con apoyo en la autorización del Congreso de la
Unión, ya mencionada de 1º de junio de 1942 con fundamento en el artículo 29
constitucional, cuando la ley impugnada no tenía relación con la emergencia (juicio de
amparo solicitado por Fernando Coronado, resuelto el 6 de diciembre de l944). 46

Lo cierto es que apoyado en la costumbre de muchos años de facultades delegadas por


el Congreso sin vinculación directa con la emergencia regulada por el artículo 29 de la
Carta Federal, el Ejecutivo Federal, durante el lapso de excepción de 1942-1945,
expidió varios ordenamientos que en realidad correspondían al Congreso de la Unión el
cual seguía funcionando normalmente, puesto que no estaban vinculados con la
emergencia. La doctrina señaló que algunas de estas disposiciones legislativas, cuando
excedían la autorización del Congreso de 1º de junio de 1942, eran inconstitucionales.47

El Congreso de la Unión en su decreto legislativo de 28 de septiembre de 1945, que


levantó la suspensión de derechos autorizada en junio de 1942, realizó la ratificación de
varios ordenamientos legislativos que expidió el Ejecutivo Federal durante la
emergencia, pero que debían subsistir por no estar vinculados con la misma, y dejó de
ratificar las expedidas con vigencia limitada a dicho estado de excepción y aquellas
otras en las cuales se hubiese declarado expresamente que tenían su apoyo en los
derechos suspendidos durante este período.48 Con ello el Congreso convalidó y otorgó
permanencia a una delegación irregular, que por decir lo menos, utilizó indebidamente
el Ejecutivo Federal al invocar la autorización otorgada por el organismo legislativo con
fundamento en el artículo 29 constitucional.

46
Cfr. Tena Ramírez, Felipe, "La suspensión de garantías y las facultades extraordinarias en el
derecho mexicano", cit., nota 42, pp. 144-145.
47
Cfr. Velasco, Gustavo R., "El estado de sitio y el derecho administrativo", y Cueva, Mario de
la, "La suspensión de garantías y la vuelta a la normalidad", ambos publicados en la Revista de
la Facultad de Derecho de México, núms. 25-28, enero diciembre de 1945, pp. 161-167 y 186-
190, respectivamente.
48
Cfr. Valadés, Diego. La dictadura constitucional en América Latina, México, UNAM, 1974, pp.
148-150.
33

Lo cierto es que la costumbre de otorgar facultades legislativas extraordinarias al


Ejecutivo por parte del Congreso Federal sin apoyo en el artículo 29 de dicha Carta
Federal, que se consolidó durante la vigencia de la Constitución de 1857, resurgió en
las primeras décadas de vigencia de la Constitución de 1917, en las que se expidieron
numerosos ordenamientos en aplicación de facultades delegadas en una época de
normalidad.49 Como ocurrió también durante el siglo XIX, la jurisprudencia de la
Suprema Corte de Justicia aceptó la validez de esta costumbre derogatoria del actual
artículo 49 de la Carta Federal, sobre la división de poderes, muy similar al 50 de la
Constitución de 1857 adoptada por común acuerdo entre el Congreso y el Ejecutivo, y
que se extendió también a los Gobiernos de las Entidades Federativas.

Pero ocurrió un fenómeno curioso, que difícilmente se ha presentado en otro


ordenamiento constitucional y que consiste en la derogación de la costumbre
derogatoria a que nos hemos referido, por medio de una adición expresa al texto
constitucional, calificada certeramente por el ilustre jurisconsulto mexicano Antonio
Martínez Baéz como " (...) derogación por ley escrita de una costumbre que había
derogado una ley escrita (...)." 50

Nos referimos al agregado que se hizo al propio artículo 49 de la Carta Fundamental,


por decreto legislativo publicado el 12 de agosto de 1938, que añadió al texto ya
bastante explícito de este precepto fundamental, la siguiente frase "(...) En ningún otro
caso (la suspensión de derechos del artículo 29 constitucional) se otorgarán al Ejecutivo
facultades extraordinarias para legislar ." Con esta adición se suprimió de manera
tajante cualquier posible delegación de facultades legislativas al Ejecutivo en
situaciones normales (aún cuando se calificaron indebidamente como "facultades
extraordinarias"), sin embargo por una de estas paradojas que abundan en la vida
política de nuestro país, cuando la complicación de la vida moderna exigía entonces
una mayor intervención del Ejecutivo Federal en atribuciones legislativas, las mismas

49
Cfr. de las principales leyes expedidas en uso de facultades delegadas, en la obra de
Palacios Vargas, Ramón J., Las facultades extraordinarias al Ejecutivo. Puebla, 1965, pp. 59-
61.
50
"Concepto general del estado de sitio", en Revista de la Facultad de Derecho de México, cit.,
n. 47, p. 108.
34

fueron prohibidas expresamente, ya que como lo expresó con gran agudeza el mismo
constitucionalista Antonio Martínez Baéz, apenas aprobada dicha adición al artículo 49
de la Carta Federal por iniciativa del Presidente General Lázaro Cárdenas, el mismo
titular del Poder Ejecutivo sintió nostalgia por estas facultades legislativas delegadas
que había cercenado, así lo creía, para siempre. 51

Pero debido a las transformaciones económicas hacia la industrialización que


experimentaba nuestro país en los años cincuentas, nuevamente se modificó el
mencionado artículo 49 constitucional, cuya parte final quedó redactado de la siguiente
forma: "(...). En ningún otro caso, salvo lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo
131, se otorgarán facultades extraordinarias para legislar." En esta última redacción se
incurre nuevamente en el error de calificar la delegación de atribuciones legislativas en
determinadas materias, como "facultades extraordinarias", cuando en realidad no lo
son. 52

Ese segundo párrafo del citado artículo 131 constitucional, fue introducido al Decreto de
28 de marzo de 1951, que establece la delegación de facultades legislativas ordinarias
del Congreso de la Unión en beneficio del Ejecutivo en varias materias económicas,
cuando el propio Ejecutivo lo estimara urgente para regular el comercio exterior, la
economía del país, la estabilidad de la producción nacional y de realizar cualquier otro
propósito en beneficio del país. También se dispuso que el propio Ejecutivo al enviar al
Congreso el Presupuesto Fiscal de cada año, debía someter a su aprobación el uso que
se hubiere hecho de la facultad concedida. Este precepto fue desarrollado por la
denominada "Ley Reglamentaria del párrafo segundo del artículo 131 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos", promulgada el 2 de enero del propio año.

51
Op. ult. cit., pp. 109-111.
52
El texto actual del citado artículo 49 de la Carta Federal dispone; "El Supremo Poder de la
Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. - No podrán reunirse
dos o más Poderes en una sola persona o corporación, ni depositarse el legislativo en un
individuo, salvo el caso de facultades extraordinarias al Ejecutivo de la Unión conforme a lo
dispuesto en el artículo 29. En ningún otro caso, salvo lo dispuesto en el segundo párrafo del
artículo 131, se otorgarán facultades extraordinarias para legislar."
35

No nos detendremos en el uso de facultades delegadas establecidas por el citado


artículo 131 constitucional, segundo párrafo, debido a que la situación se ha modificado
tanto por la apertura económica realizada en los años ochentas, como por la pérdida de
la mayoría absoluta de los representantes del partido oficial, es decir, el Revolucionario
Institucional a partir de 1994, en las Cámaras Legislativas, así como por la pluralidad
política que se acentuó con las reformas electorales de 1996. Lo cierto es que nuestra
Carta Fundamental no consagra, salvo los supuestos del precepto antes mencionado,
delegación de facultades legislativas ordinarias en beneficio del Ejecutivo. 53

Un aspecto importante en cuanto a las situaciones de excepción reguladas por el


artículo 29 de la Carta Federal, se refiere a la procedencia del instrumento procesal
tutelar de los derechos fundamentales en el ordenamientos mexicano, es decir del juicio
de amparo, con la aclaración ya conocida de que dicho mecanismo procesal no protege
únicamente los derechos humanos consagrados constitucionalmente, sino que también
es el medio de impugnación de última instancia de todas las resoluciones judiciales de
todos los jueces y tribunales, locales y federales, y además comprende la impugnación
de las disposiciones legislativas que se consideran inconstitucionales. Es decir, nuestra
máxima institución procesal contiene cinco procesos, algunos de ellos como control de
la legalidad ordinaria, y sólo algunos pueden considerarse como control de la
constitucionalidad. En resumen podemos afirmar, que el juicio de amparo comprende:
a) en primer término la tutela de la libertad y de la integridad personales, por medio de
un procedimiento concentrado similar al hábeas corpus, y por ello se ha calificado como
amparo de la libertad o amparo-hábeas corpus; b) también abarca, como hemos dicho,
la impugnación de las leyes inconstitucionales, en el sector denominado amparo contra
leyes; c) un tercer proceso, numéricamente el más importante, que se identifica en lo
esencial con el recurso de casación, por constituir un recurso extraordinario de nulidad,
y por eso se le ha denominado amparo judicial o amparo-casación; d) en algunos

53
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor, "Valor actual del principio de la división de poderes y su
consagración en las Constituciones de 1857 y 1917", en Boletín del Instituto de Derecho
Comparado de México. núm. 58-59. Enero-agosto de 1967, pp. 42-44 y 52-56; estudio
actualizado con la denominación de "Algunas reflexiones sobre el principio de división de
poderes en la Constitución mexicana", e la obra Memoria del II Congreo Iberoamericano de
Derecho Constitucional, México, UNAM, 1987, tomo II, pp. 631-632 y 638-640.
36

supuestos en los cuales los actos o las resoluciones administrativas no pueden


combatirse ante los tribunales de lo contencioso administrativo, tanto de carácter federal
(Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa), o en el Distrito Federal y numerosos
Estados, se pueden impugnar de manera inmediata por medio del juicio de amparo, y
este sector se le ha dado el nombre de amparo-contencioso administrativo, sector en el
cual, cuando se afecten directamente derechos fundamentales, quedaría comprendido
el amparo en sentido estricto contra actos; y el llamado amparo social agrario, cuando
es interpuesto por los campesinos sujetos al régimen de reforma agraria (ejidatarios,
comuneros y los respectivos núcleos de población.54

De todos estos procesos, sólo los que se refieren a la impugnación directa de la


inconstitucionalidad de actos, resoluciones o normas generales, es decir, los sectores
del amparo-hábeas corpus; el amparo administrativo cuando se impugnan actos o
resoluciones que afectan directamente normas fundamentales, y el amparo contra
leyes, pueden considerarse como protectores de los derechos fundamentales, tanto de
los consagrados en nuestra Carta Federal como en los tratados de derechos humanos
ratificados por el Ejecutivo Federal y aprobados por el Senado en los términos del
artículo 133 constitucional, los que se van incorporando a nuestro derecho interno, en
tanto que los otros procesos deben considerarse como medios de impugnación de
último grado ante los tribunales federales, y por ello deben estimarse como un control
de legalidad ordinaria. Ambos aspectos, tanto el control de constitucionalidad como el
de legalidad fueron separados en cuanto la competencia para conocerlos, por las
reformas constitucionales de 1988 y 1995, correspondiendo el primero en último grado
ante la Suprema Corte de Justicia, y el otro sector a los Tribunales Colegiados de
Circuito. 55

54
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor, "Breve introducción al juicio de amparo mexicano", en su libro
Ensayos sobre el derecho de amparo, cit., n. 9, pp. 18-41.
55
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor, "El amparo mexicano como instrumentos protector de los derechos
humanos", publicado originalmente en la obra Garantías jurisdiccionales para la defensa de los
derechos humanos en Iberoamérica, México, UNAM, pp.253-301, reproducido en el mismo libro
citado en la nota anterior, pp.619-666.
37

La citada Ley de Prevenciones Generales de 13 de junio de 1942, disponía en su


artículo 18 la improcedencia del juicio de amparo ante los tribunales federales del juicio
de amparo cuando en él se reclamara alguna disposición de las leyes de emergencia o
de los actos derivados de la misma. Sin embargo, la Suprema Corte estableció que se
podían impugnar las disposiciones legislativas y los actos respectivos, aun cuando las
mismas hubiesen sido expedidas por el Ejecutivo Federal en uso de facultades
delegadas por el Ejecutivo Federal con apoyo en las autorizaciones otorgadas por el
Congreso de la Unión en su ley del primero de junio de 1942, cuando no tuviesen una
relación directa con alguno de los derechos suspendidos con motivo del estado de
emergencia, y por ello era preciso examinar la conformidad de las citadas disposiciones
56
legislativas y los actos de aplicación con el propio artículo 29 constitucional La
doctrina de esa época llegó a una conclusión similar ya que el conocido jurista
mexicano José Campillo Saínz, señaló entonces, que la prohibición del juicio de amparo
por el artículo 18 antes mencionado de la Ley de Prevenciones Generales sólo podía
interpretarse en el sentido de que únicamente era inadmisible el propio amparo en
relación con los derechos suspendidos de manera expresa, pero no respecto de los
restantes, y además tampoco debía admitirse la improcedencia del amparo contra la
indebida aplicación de las disposiciones de emergencia. 57

Podemos concluir del examen anterior, que si bien el citado artículo 29 constitucional no
establece criterios muy precisos sobre los derechos que pueden suspenderse durante
los estados de excepción, la ocasión en que sirvió de fundamento para una declaración
expresa de emergencia, no se incurrieron en los excesos de los gobiernos autoritarios
de suspender no sólo algunos derechos sino la vigencia de la Constitución misma, e
inclusive la disolución del órgano legislativo, ya que el país siguió funcionando
normalmente salvo algunas restricciones. Pero en nuestro concepto, ha cambiado la
regulación de los estados de excepción en el ordenamiento mexicano, en cuanto el
Presidente de la República ratificó y el Senado federal aprobó varios convenios

56
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor, "Comentario al artículo 29 constitucional", en la obra Derechos del
Pueblo Mexicano. México a través de sus constituciones, cit., tomo V, pp. 593-606.
57
"El juicio de amparo y la legislación de emergencia", en Revista de la Escuela Nacional de
Jurisprudencia. México, enero-junio de 1944, pp. 23-42, esp. pp. 37-42.
38

internacionales de derechos humanos, y especialmente la Convención Americana sobre


Derechos Humanos, la que fue publicada el 7 de mayo de 1981 y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, publicada el 20 del mismo mes de mayo,58 por lo que
nuestro ordenamiento ha incorporado entre otros, dentro de su ordenamiento interno,
los artículos 27 del primero59 y 4º del segundo60, que regulan con mayor precisión que
nuestro precepto constitucional las situaciones de emergencia, y por ello en una futura
declaración de Estado de excepción además de los lineamientos del artículo 29, deben
seguirse los de los preceptos internacionales mencionados, que son disposiciones

58
Cfr. Varios autores, Los tratado sobre derechos humanos y la legislación mexicana, México,
UNAM, 1981.
59
Dicho precepto de la Convención Americana establece: “Artículo 27. Suspensión de
Garantías. 1. En caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la
independencia o seguridad del Estado parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la
medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspendan las
obligaciones contraídas en virtud de esta Convención, siempre que tales disposiciones no sean
incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no
entrañen discriminación alguna fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u
origen social. 2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos
determinados en los siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad
Jurídica); 4 (Derecho a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición de la
Esclavitud y Servidumbre); 9 (Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12 (Libertad de
Conciencia y de Religión); 17 (Protección a la Familia); 18 (Derecho al Nombre); 19 (Derechos
del Niño); 20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos Políticos), ni de las garantías
judiciales indispensables para la protección de tales derechos. 3. Todo Estado parte que haga
uso del derecho de suspensión deberá informar inmediatamente a los demás Estados Partes en
la presente Convención, por conducto del Secretario General de la Organización de los Estados
Americanos, de las disposiciones cuya aplicación haya suspendido, de los motivos que hayan
suscitado la suspensión y de la fecha en que haya dado por terminada tal suspensión.
60
Dicho precepto del Pacto señala: “Artículo 4. 1. En situaciones excepcionales que pongan en
peligro la vida de la nación y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados
Partes en el presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente
limitada a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de
este Pacto, siempre que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás obligaciones
que les impone el derecho internacional y no entrañen discriminación alguna fundada
únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social. 2. La disposición
precedente no autoriza suspensión alguna de los artículos 6, 7, 8 (párrafos 1 y 2), 11, 15, 16 y
18.
3. Todo Estado Parte en el presente Pacto que haga uso del derecho de suspensión deberá
informar inmediatamente a los demás Estados Partes en el presente Pacto, por conducto del
Secretario General de las Naciones Unidas, de las disposiciones cuya aplicación haya
suspendido y de los motivos que hayan suscitado la suspensión. Se hará una nueva
comunicación por el mismo conducto en la fecha en que se haya dado por terminada tal
suspensión.
39

internas de fuente internacional, así como su adecuación con algunas obligaciones que
las citadas Convenciones en relación con algunos organismos internacionales.

En esta dirección, aun cuando en el citado artículo 29 constitucional omite señalar los
derechos no suspendibles, a partir de la ratificación de los instrumentos internacionales
mencionados, no pueden afectarse aquellos que enumeran los citados artículos 4º del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 27 de la Convención Americana,
sumados en su conjunto. Además ya no puede prohibirse la procedencia del juicio de
amparo en su esfera tutelar de los derechos fundamentales, ya que es el único
instrumento que puede utilizarse para proteger dichos derechos no suspendibles, pero
además con el objeto de que los tribunales federales puedan examinar si las
disposiciones de emergencia y su aplicación cumplen tanto el citado artículo 29
constitucional, los preceptos de fuente internacional y los principios señalados por los
organismos internacionales de legalidad, proclamación, notificación, temporalidad, de
amenaza excepcional, proporcionalidad, no discriminación, así como de compatibilidad,
concordancia y complementariedad de las distintas normas de derecho internacional,
estos últimos establecidos en algunos documentos aprobados por Naciones Unidas.
Además, también debe acatarse la interpretación que ha hecho la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en sus opiniones consultivas octava y novena,61 con mayor
razón en cuanto el Gobierno mexicano se sometió expresamente a la competencia
contenciosa o jurisdiccional de la propia Corte Interamericana a partir del 16 de
diciembre de 1998.62 En dichas opiniones consultivas, la Corte Interamericana sostuvo
que no se pueden suspender durante un estado de excepción los instrumentos básicos
de protección de los derechos fundamentales (habeas corpus y amparo), así como los
lineamientos esenciales del debido proceso y del régimen democrático.

61
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de
1987, “El Hábeas Corpus Bajo Suspensión de Garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención
Americana sobre Derechos Humanos)”. Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987,
“Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana
sobre Derechos Humanos).”
62
Cfr. Fix-Zamudio, Héctor, México y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, 2ª ed.,
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40

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