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Título: Mandrágoras podridas

Texto: Génesis 30:14-22

Propósito: Confiar únicamente en el Señor.

Introducción:

Todos esperamos ser bendecidos por el Señor, pues creemos que Dios nos ha dado la vida con el

objetivo de hacernos felices y bendecirnos en todo tiempo. Pero la realidad de la vida, es que

muchos sufren, y un gran número de personas no pueden vivir con las cosas buenas que sueñan

tener. Las preguntas a realizarnos con respecto este tema son: ¿Por qué no recibimos aquellas

cosas que tanto anhelamos? ¿Son nuestros métodos los mejores para solucionar nuestros

problemas? ¿Qué debemos hacer para que el Señor nos escuche?

Desarrollo.

I. El problema de Raquel

Raquel se había casado con Jacob con el deseo de formar una familia. En la antigüedad

cada persona se consideraba bendecida por sus hijos, de hecho, quienes no tenían

descendencia, eran considerados como malditos y sin bendiciones del cielo. El primer

problema de Raquel era su esterilidad. Todo se agrava en la vida de la bella joven,

cuando ella observa que la otra esposa Jacob, su hermana Lea, era bendecida con muchos

hijos.

Ella comienza a envidiar las bendiciones de su hermana, esperando que como Dios

bendecía a su hermana, también la bendijera a ella. Como no recibe lo esperado, ella va

donde su esposo Jacob y le dice: “Dame hijo o me muero”. Esto provocó el enojo en

Jacob, pues él sabía que lo que Raquel le pedía solamente lo podía conceder el Señor.
La vida Raquel es la de alguien que desea suicidarse. En su recamara debió haber

pensado en quitarse la vida. Debió haber ideado algún método para no seguir viviendo,

pues de su parte su vida era un desacierto. Lamentablemente los seres humanos sufrimos,

y cuando vemos que no hay solución para nuestros problemas, deseamos quitarnos en la

vida.

II. Más problemas para Raquel

Mientras Raquel vive en su amargura, se le ocurre una idea bastante interesante. Ella

tener descendencia a través de su sierva Bilha. De inmediato habla con Jacob, y pone a su

criada a tener encuentros con Jacob para que esta quedara encinta. Raquel debió ponerse

bastante alegre, pues ella pensó que la solución a sus problemas había llegado, y que ya

ella iba a ser considerada como una mujer digna de recibir el aplauso de las personas que

le conocían.

Pero no todo le salió bien. A pesar de que tuvo hijo por medio de Bilha, lo que ella

deseaba no era tener descendiente a través de otra persona, sino que ella misma deseaba

ser bendecida por el Señor.

Si analizamos el escenario, Raquel no clamaba a Dios solamente se enfocaba en realizar

sus esfuerzos, en buscar sus propios métodos, pero no notamos ningún clamor de Raquel

para el Señor. Ella estaba utilizando los métodos equivocados. Ella debió buscar al Señor

primeramente, pero ella no ubica al Señor en sus problemas, sino que trata de resolver sus

inconvenientes con sus propias manos. Cuando nosotros tratamos de alcanzar la gracia

del Señor, y utilizamos nuestros propios métodos, solo tenemos más dificultades, y los

problemas de nuestras vidas realmente se agravan, como pasó en la vida de Raquel.


III. Raquel y las mandrágoras

Rubén, uno de los hijos de Lea, había salido al campo. Mientras andaba buscando

quizás algunos alimentos, y cuidando el ganado de su padre, encontró algo que

era muy apreciado en la antigüedad. Eran ciertas plantas afrodisiacas, llamadas

mandrágoras, las cuales eran apreciadas por su supuesto poder para dar hijos a las

personas estériles. Rubén se dirigió a su casa, y le llevó a su madre lo que había

encontrado. De una forma u otra Raquel se da cuenta, por lo que hace todo lo

posible para adquirir las mandrágoras.

Hace un negocio con su hermana. En esa noche le tocaba a Raquel dormir con su

esposo, pero ella prefirió que fuera Lea quien durmiera con él, pues ella estaba

muy segura de que sería bendecida al tomar las mandrágoras. Ella debió ponerse

muy feliz, saltar de alegría, pues estaba segura de que mediante las mandrágoras

Dios le daría los hijos que ella había pedido. El tiempo pasó, y Raquel se acostó

con su esposo. Ella debió estar esperando las bendiciones que las mandrágoras

recibían. Debió esperar con ansias el cese la regla de la mujer (menstruación),

pues esto indicaría que ya había quedado encinta.

Pero todo fue fracaso para Raquel, ella no recibió la dicha de tener su primer hijo.

Esto debido a que su confianza se seguía enfocando en los métodos de ella, pero

no hay ningún intento de buscar solución en Dios. Lea era bendecida por Dios, no

por las mandrágoras, por eso notamos en el versículo 17, que Dios oyó a Lea. Los

que confían en sus métodos para solucionar los problemas de sus vidas serán

continuamente chasqueados, pero los que buscan al Señor recibirán las

bendiciones del cielo. Nosotros con mucha frecuencia buscamos la manera de


solucionar los problemas de la vida con nuestras manos, pero siempre que lo

hacemos, quedamos chasqueados y sin fuerza para seguir. Por eso Raquel está

arruinada y sin solución a los problemas de su vida.

IV. Raquel clama al Señor.

Después de utilizar todos los métodos humanos a su alcance, Raque se da cuenta

de su impotencia, por lo que decide buscar al Señor. El versículo 22 dice: “Y se

acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, le concedió hijos”. Que hermoso es leer

que la que se había frustrado en su intento de tener hijos ahora recibe las

bendiciones del Señor.

Pero cuando analizamos de cerca el versículo, entendemos realmente la razón de

Raquel obtener sus primeros hijos. El texto dice que Dios se acordó de Raquel y

la oyó. Ese oyó que encontramos en el texto debiera ponernos a pensar un poco.

Solamente una persona nos oye cuando le llamamos. Esto fue lo que pasó

realmente entre Dios y Raquel. Al inicio Raquel había preferido buscar soluciones

en sus propios métodos, pero después de fallar una y otra vez, ella decide clamar,

llamar en voz alta al Señor Jehová. Cuando ella lo llama entonces el Señor la

escucha y le concede lo que tanto ella había deseado, un hijo, al cual le llamó

José, lo cual significa, añádame Jehová otro hijo. Esto nos hace comprender el

cambio que hay en Raquel, de ser una joven que desconfiaba en Dios, ahora es

una mujer, que sabe que da la única manera que puede recibir bendiciones del

cielo, es si pone su confianza en aquel que todo lo puede.


Esto debe ser tomado en cuenta por nosotros. Nos busquemos los métodos

humanos sin haber ido a Jehová en oración. Debemos confiar plenamente en que

Dios nos bendecirá si acudimos a Él. Cualquier tipo de sueño que tengamos, debe

ser confiado al Señor, pues si confiamos a Dios nuestras vidas, no seremos

fracasados, sino que seremos bendecidos por el Padre.

Conclusión.

Después de haber estudiado esta historia bíblica tan interesante, podemos extraer

enseñanzas bíblicas fundamentales para nuestras vidas. Si queremos triunfar, debemos ponernos

en concordancia con el creador. No intentemos solucionar nuestros problemas con nuestras

propias fuerzas, pues estaremos vencidos, y aunque pareciera que ganamos, como creyó Raquel

cuando negoció la mandrágora con encuentro con su esposo, solo nos damos cuentas que hemos

sido derrotados.

La clave del éxito en nuestra vida, consiste en confiarla al Señor. Que en ella se realice su

voluntad y no la nuestra. Cuando clamamos a Jehová, Él promete darnos lo que él desea para

nosotros. Es muy probable que parte de los problemas de nuestras vidas, en el matrimonio, la

familia, la escuela, la universidad, la iglesia, se deban en que hemos queridos confiar en nuestros

métodos.

Ahora mismo Dios te llama a que confíes en Él, serás bendecido grandemente. El Señor

puede hacer la diferencia en tu vida, solo debes dejar que Él reine en tu corazón. Tus

mandrágoras no sirven, lo único que sirve es tu relación con Dios. Esas mandrágoras que

representan cualquier elemento que tu pones por encima del Señor, sácala de tu vida y verás hoy

mismo la diferencia.

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