Todo el día estamos influenciando nuestro entorno, no obstante, por diferentes
motivos no somos conscientes de ello. ¡Interesante reflexión! Miedo, sensaciones de carencia y un fuerte apego a la individualidad, son algunas de las causas de esta sensación de separación. En la década de los ´60 el matemático y meteorólogo Estadounidense Edward Lorenz se dio cuenta que pequeños cambios en un sistema dinámico (como la atmósfera) podrían desencadenar enormes y, a menudo, inesperados resultados en el ambiente. Este descubrimiento, condujo con posterioridad a la formulación del denominado “Efecto Mariposa”. ¿Qué relación tiene esta interesante teoría con nuestra vida cotidiana y desarrollo espiritual? Regularmente, como “buscadores” nuestra atención está puesta “afuera”, esto es, en la adquisición de mayor conocimiento e información que sustente la capacidad de interpretar la realidad en que vivimos. ¡Completamente positivo! No obstante, esta orientación ha restado valor a la introspección e investigación personal. ¡Pensamos que las respuestas están afuera! En nuestro interior, no hay algo objetivo a lo cual aferrarnos, salvo la amplia y espaciosa consciencia colectiva, conocida como presencia interior. En este indeterminado espacio de auto-reflexión, podemos encontrar el potencial para generar los cambios más profundos de nuestro ser, impulsado por la reevaluación de actitudes, creencias, hábitos y, sus consecuentes acciones y pensamientos que nos ubican en determinadas coordenadas del espacio/tiempo. Cuando nos percatamos, que desarrollo espiritual tiene directa relación con la exploración de áreas no cartografiadas de nuestro ser, aparece este cúmulo de experiencias personales que podemos someter a evaluación en el silencio de la presencia. Pequeños cambios en la forma en cómo vemos en la vida, en cómo nos miramos y apreciamos, en las relaciones con nuestros amigos, compañeros de trabajo o familia; pueden generar tremendos cambios no sólo en nuestro entorno cercano sino en diferentes lugares del ecosistema. Un pensamiento amoroso, una acción compasiva, una mirada empática, una idea colectiva; entre otros, fortalecen la conciencia humana. Así también, cuando no caemos en las habituales reacciones emocionales (hacia otros) y respondemos a nosotros mismos sintiendo con profundidad sentimientos escondidos en las profundidades de la psique. Una disposición de colaboración, cooperación, servicio y, principalmente, el buen humor nos sirve para constituir un estado de presencia colectivo, solidario, donde cada interacción con un ser humano se vuelve un acto de manifestación. Cuando observamos que expansión de consciencia es manifestar nuestro potencial en beneficio de la humanidad, conectamos directamente con la Teoría de Lorenz y con la expresión de virtudes y talentos personales (quizás reprimidos u olvidados en el laberinto multidimensional; llamado mente), donde hasta un sutil saludo puede influenciar en el cambio a una realidad más favorable en algún lugar del planeta y, obviamente, en tu vida personal.. Quizás, a este sutil estado de la naturaleza, le conocemos como Magia. ¡Te invito a hacer la prueba!