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El ser humano un zoon politikon.

Semejanzas y diferencias entre las ideas políticas del


medievo y la propuesta de Nozick.
Introducción.
La política es un campo de reflexión muy amplio y que ha tenido un gran impacto en la en la
vida ser humano. Aristóteles por eso expresaba que el ser humano es por naturaleza un “Zoon
Politikon”, es decir, un animal que necesita de los demás, un animal que no puede vivir en el
exilio, sino que necesita de una sociedad para subsistir y alcanzar la plenitud.
Pero en la vivencia de la comunidad es debe haber varios elemento que la regularicen, sino
el ser humano no podrá tener una armonización social. Es así que a lo largo de historia se han
reflexionado sobre varios elementos que envuelven la convivencia social, por ejemplo que
tipo de gobierno es el más ideal para la sociedad, la leyes como un forma práctica de vivir la
justicia, evitar la corrupción del gobierno, etc.
Es así que, estos temas sociales, aun en la actualidad siguen estando vigentes, y más por
situaciones que han agravado la vida política o la han reducido a unas cuantas acciones
creando así una indiferencia por parte del pueblo a la vida política. Por eso, como reza el
viejo dicho: “aquel que desconoce su historia está condenado a repetirla”. De ahí la
importancia que la sociedad desarrolle un pensamiento crítico sobre los temas políticos y con
un fundamento histórico que ayude a sustentar propuestas actuales para un mejor desarrollo
social.
De esta manera, en el presente trabajo se pretende dar primeramente un resumen sobre las
ideas políticas del medievo. Por qué esta época, va más allá de un oscurantismo mal
empleado, es decir, debemos quitarnos el estigma de que el medievo fue una época sin
progreso y ningún avance, sino todo lo contrario, en la época medieval se ponen las bases
para situaciones sociales de la época contemporánea, pero un punto a dejar en claro es que la
reflexión medieval se base de la filosofía griega sobretodo Platón y Aristóteles, por eso
mismo, esta reflexión guarda una gran riqueza.
Por otra parte, se verán propuestas modernas sobre los problemas sociales, por ejemplo la
propuesta de Nozick, y su ideal de la sociedad libre, que él la autodenomina Libertopia. Estas
propuestas se inclinan por una liberación de la coacción de los ciudadanos, en la que ellos
pueden hacer lo que desean mientras no afecten a terceros. Es así que esta propuesta quiere
dar solución a problemas contemporáneos, como es el multiculturalismo, el problema de la
justicia y la injusticia social, la distribución de la tierra y la propiedad privada, el capitalismo
y sus consecuencias, etc. problemas que no existían en el medievo, pero la reflexión medieval
ayuda a comprender estas situaciones.
Por último, se compararan estas dos visiones (medieval y la contemporánea), para revisar sus
semejanzas y diferencias, con la intención de que hay una compatibilidad y la importancia
de tener en cuanta cada una. Terminando con una reflexión crítica sobre la situación política
actual.

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1. Resumen de las ideas políticas del medievo

1.1. San Agustín y la ciudad de Dios.


San Agustín trata de analizar cómo se organiza la sociedad humana, y para ello estudia dos
modos principales de establecerse ésta: por un lado estarían las relaciones políticas,
relaciones que tienen que ver con el poder, la ley y la búsqueda del Bien común. Para San
Agustín, el Estado es el ámbito en el que se da la imposición jerárquica del poder, el pecado
y la violencia. Por otra parte, en el Estado surgen también la cooperación, la búsqueda de la
justicia y el Bien Común.
La obra agustiniana, “La ciudad de Dios contiene su pensamiento político, pero es además
una síntesis de su pensamiento filosófico y teológico. En la misma, San Agustín expone sobre
el origen de dos Estados, la ciudad de Dios y la ciudad de este mundo; el curso favorable o
desfavorable de ellos y el resultado de cada uno.
Hay tres perspectivas de san Agustín sobre el estado:
1) La visión pesimista del estado: Esta valoración negativa atribuye el origen del estado
al pecado. En oposición a la ciudad de Dios, la ciudad o el estado de este mundo
vendría ser la ciudad del diablo, y consecuentemente toda la práctica política sería
considerada indigna de los ciudadanos de Dios.

2) La visión optimista del estado: La estimación positiva del estado se desprende de la


idea agustiniana de que la sociedad política sigue la tendencia natural del hombre de
aunar esfuerzos para el bien, a modo de una ampliación de la vida familiar. El estado
vendría a ser entonces como una gran familia, en la que los miembros cooperan y se
ayudan mutuamente.

3) La visión intermedia del estado: San Agustín habla de dos tendencias opuestas que
existen igualmente en el origen del estado: la sociabilidad e insociabilidad humanas.
Reconoce el aspecto social del hombre, pero advierte que a causa del pecado original
el estado sólo puede comprenderse y fundamentarse en la irrupción del pecado
original. La consecuencia del pecado es el quebrantamiento de la comunicación entre
los hombres, por un lado y la introducción de las relaciones de jerarquía, servidumbre,
por otro lado.

Para san Agustín, la sociedad política esta insertada irremediablemente entre la lucha entre
las civitas Dei (civitas terrena) Ciudad de DIOS y Ciudad terrena. La ciudad de Dios la cuidad
terrena Esta integrada por ángeles Esta integrada por los ángeles buenos y hombres santos de
malos t hombres perversos de todos los tiempos. En ella todos los tiempos predomina el amor
a Dios el amor propio hasta el hasta el desprecio propio. Menosprecio de Dios.
Por otra parte, existirían un conjunto de relaciones sociales al margen del poder, relaciones
en las que nos cuidamos en cuanto que seres que buscan la salvación y no solamente el

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cuidado de los bienes materiales. Esta es la sociedad civil, la sociedad al margen del Estado.
Esta es la Ciudad de Dios o ciudad celeste. Es la organización religiosa de la sociedad. Para
San Agustín, debemos cuidar fundamentalmente nuestras relaciones en esta sociedad, porque
es la que cuida de lo eterno en nosotros. Sin embargo, a pesar de la crítica radical de la
sociedad política, no es un anarquista, sino que considera que la sociedad religiosa debe guiar
a la política.
Pero también hay varios conceptos que San Agustín va desarrollando en su reflexión política
y filosófica, por ejemplo:
 Justicia. Parte de la concepción Platónica que concibe la justicia como aquella virtud
que da a cada cual lo suyo. Ahora bien la sociedad política pagana no da lo que
corresponde al DIOS verdadero, por tanto solo hay una verdadera justicia y esta se da
en el cristianismo. Así mismo la existencia de la República cristiana y en la
consecuencia el gobernante perfecto, será el cristiano.

 Autoridad y Poder. San Agustín establece una diferencia entre autoridad y poder pero
que tiene importantes efectos en el ámbito de lo político. Comienza señalando que el
principio de autoridad viene de DIOS, haciendo la salvedad que el poder es atribuido
según diversos procedimientos, a saber la herencia, el sorteo, la suerte, la elección.
Con base en estas afirmaciones le es posible deducir que DIOS no designa
directamente ni la naturaleza de los regímenes establecidos, ni la persona que
gobierna; y que la historia es dirigida por providencia divina, que cuyos designios
nada sabemos, pues estos desconocidos. La autoridad para San Agustín comprende
tres misiones principales.

 Servicio de dirección. En virtud del cual gobernar no es honor ni una ventaja sino un
servicio que exige particulares cualidades de quien lo ejerce. La autoridad debe ser
justa y el titular de ella, ha de procurar no perder su alma:

1) El servidor de prevención al pueblo de sus propios caprichos, por lo cual el titular


de la autoridad no debe satisfacer automáticamente su voluntad, pues el pueblo
puede estar errado, y el complacerlo conduciría a la sociedad a la decadencia. Un
gobierno cristiano por tanto debe dirigirse siempre a la búsqueda dela justicia por
medio de la ascesis, a fin de conseguir la liberación del entendimiento y la
consecuencia de la virtud para el pueblo.

2) El servicio de aconsejar se enfoca en el pueblo a ayudarlo a decidir sobre los


mejores caminos a seguir. En este sentido de la autoridad debe ser aceptada como
un servicio y amada como un beneficio.

Entonces, San Agustín sostenía que dado que tenemos que buscar la salvación en el ámbito
de lo material, lo espiritual ha de gobernar sobre lo puramente político, pero no sostenía como

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el agustinismo político que el poder religioso deba primar sobre el temporal. La sociedad
debe guiarse por principios cristianos y buscar la salvación, pero eso no nos lleva en nuestro
autor a una sociedad teocrática, sino a una clara distinción de poderes autónomos pero
coordinados según criterios de virtud cristiana.
1.2. El pensamiento político de Juan de Salisbury
El Siglo XII se caracterizó por un floreciente movimiento urbano, el traslado de los monjes
desde las habitaciones de los monasterios a las catedrales, lo que generó nuevas escuelas y la
posterior fundación de las universidades, al mismo Tiempo por la recepción del pensamiento
aristotélico en la Cris andad. En este contexto Juan de Salisbury fue el primer pensador que,
avanzado el siglo XII, escribió la obra Policraticus.
Uno de los aportes más significativos consistió en la exposición detallada de la teoría
orgánica de la comunidad política, que identificaba esta con el cuerpo humano, diciendo que
no hay más que seguir a la naturaleza, que es la mejor guía de la vida: porque la naturaleza
ha reunido todo su sentido en el hombre.
De este modo identificó y describió las partes del cuerpo humano aplicándolas a las funciones
de la comunidad política como fundamento de la armonía social, expresando que la
comunidad política es algo así como un cuerpo que está dotado de vida por el don divino,
actúa buscando la equidad y se gobierna por lo que podríamos llamar el poder moderador de
la razón. Según este autor todo aquello que nos instruye y forma en el culto de Dios, que lo
vemos reflejado en la Iglesia, funciona como alma en esta comunidad política. Además, así
como el alma alcanza la supremacía sobre todo el cuerpo, aquellos a quienes el autor llama
“prefectos de la religión” presiden todo el cuerpo de la comunidad.
Después explicó que el príncipe ocupa en la comunidad política el lugar de la cabeza y se
halla sujeto solo a Dios, quién lo ha elegido, y a quienes en nombre de él hacen sus veces en
la tierra, como en el cuerpo humano la misma cabeza tiene vida y es gobernada por el alma.
El Senado ocupa el lugar del corazón, ya que de él proceden los comienzos de los actos
buenos y malos. Los jueces y los gobernadores de las provincias representes los ojos, los
oídos y la lengua. Los oficiales y los soldados se corresponden con las manos, armadas o no,
aclarando que la mano armada es la que ejerce la milicia cruenta, sin armar las que administra
la justicia. Los que asisten al príncipe de modo estable se asemejan a los costados. Los
recaudadores e inspectores son comparadores con el vientre y los intestinos, por ejemplo, si
estos se congestionan y retienen lo que han acumulado, engendran innumerables
enfermedades, hasta el punto de que esta dolencia puede conllevar a la destrucción de todo
el cuerpo. Los agricultores representan los pies, quienes merecen ser protegidos con tanta o
más justa protección cuanto que mantienen de pie, sostienen y hacen moverse al cuerpo.
Dando a entender que por más robusto que sea un cuerpo, si pierde los pies, no podrá caminar
por sus propias fuerzas, intentará arrastrarse torpemente con las manos, pero no llegará a
ningún lado.
Salisbury termina acentuando la necesidad del “equilibrio” o “armonía” como garan2a del
orden y de la justicia al expresar, siguiendo con su lógica de comparar a la comunidad política

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con el cuerpo humano, que la salud de toda la comunidad sólo será perfecta si los miembros
superiores se vuelcan hacia los inferiores y los inferiores responden a los superiores con igual
derecho, de tal manera que mutuamente los unos sean miembros de los otros. Al ser Salisbury
un autor que se basa en los clásicos y defiende la filosofía es lógico que destaque la
importancia de la sabiduría que, por medio de ella, se llega a la virtud. También la libertad
se alcanza por la virtud, considerado un medio para obtener la meta aristotélica de la felicidad.
En el autor no podía faltar una referencia a la justicia y a la ley. Al ser el príncipe la cabeza
de la comunidad, su función primordial es administrar la justicia y la herramienta para esto
es la ley. Él afirma que el príncipe está por encima de la ley humana (positiva), sin embargo,
debe velar por la equidad, es decir, por la justicia. Si no lo hace se convertirá en un tirano.
Retomando la división clásica de Aristóteles entre príncipe y tirano dice que el primero lucha
por las leyes y la libertad de su pueblo, el tirano, en cambio, piensa que no ha hecho nada si
no infringe las leyes y lleva a su pueblo a la esclavitud.
Siendo como es, una imagen de la divinidad, el príncipe merece ser amado y venerado; el
tirano, como imagen de la depravación, merece la muerte. Salisbury será el primer autor de
la cristiandad que, frente a toda tradición, considera legítimo resistirse a la autoridad, cuando
esta sea injusta, incluso considera matar al tirano. Él afirma que es justo matar al tirano y
liberar al pueblo para gloria de Dios. Pero como moralista conserva dudas sobre la justicia
de la muerte del tirano, concluye que puede resultar lógica la muerte de un tirano, pero sin
perder de vista el perdón de los arrepentidos.
1.3.La concepción política de Santo Tomas de Aquino.
Santo Tomás de Aquino vivió entre los años 1227 y 1274, durante el período histórico
conocido como la Baja Edad Media, donde el pensamiento de la iglesia católica se imponía
en todos los órdenes de la vida, y Santo Tomás pertenecía a la orden mendicante de los
dominicos, por lo que su pensamiento político es, en primera instancia, subordinar el poder
temporal al celestial, y la razón a la fe, por lo que la iglesia tiene mayor autoridad que los
reyes.
Por otra parte, también santo Tomás se desmarca de la actitud adoptada por San Agustín al
considerar la existencia de dos ciudades, la de Dios (Jerusalén) y la terrestre (Babilonia),
identificadas, respectivamente, con la Iglesia y con el Estado pagano. La ciudad de Babilonia
es considerada por San Agustín como el resultado de la corrupción del hombre por el pecado
original; mientras que la ciudad de Jerusalén, la ciudad celestial representaría la comunidad
cristiana que viviría de acuerdo con los principios de la Biblia y los evangelios. Las
circunstancias sociales y la evolución de las formas de poder en el siglo XIII, especialmente
los problemas derivados de la relación entre la Iglesia y el Estado, llevarán a Sto. Tomás a un
planteamiento distinto, inspirado también en la Política aristotélica, aunque teniendo en
cuenta las necesarias adaptaciones al cristianismo.
Es así que, El hombre para Santo Tomás es un ser social y político y por eso conformó
Estados, para lograr compensar las carencias naturales, ya que ningún hombre puede solo
abastecerse. Un Estado justo o recto, es aquel que intenta lograr el bien común. Sus

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pensamientos políticos están contenidos en las siguientes obras de su autoría: La “Suma
Teológica” escrita alrededor de 1270, pero especialmente en “Opúsculo sobre el gobierno de
los Príncipes” escrito hacia el año 1265, sobre el origen del estado, la naturaleza del poder
político y sus funciones, y “Comentarios a la Política de Aristóteles”. Aristóteles fue el
filósofo que más influyó en su pensamiento.
Para Santo Tomás, el poder de los gobernantes provenía de Dios, pues, siguiendo a San pablo,
de Él proceden todas las potestades. La voluntad de Dios se manifiesta primero a través de la
ley eterna, que es la expresión más racional existente, y de ella participan involuntariamente
los seres irracionales, y voluntariamente el hombre.
La ley eterna se instala en el corazón de cada persona y se expresa así la ley natural, que no
está escrita y debe inspirar a los hombres a plasmar de acuerdo a ella, las leyes humanas
positivas, que deben subordinarse a las naturales, ya que éstas son universales e inmutables.
Si la ley humana es injusta debe ser anulada y desobedecida. A pesar de ser partidario de la
monarquía electiva (pues uno solo debe gobernar el territorio a su cargo, al igual que Dios lo
hace sobre el universo) el pueblo puede rebelarse si el mandatario ejerce su poder en forma
tiránica.
Por eso, el Estado ha de procurar el bien común, para lo cual legislará de acuerdo con la ley
natural. Las leyes contrarias a la ley natural no obligan en conciencia (por ejemplo, las
contrarias al bien común, o las dictadas por egoísmo). Las leyes contrarias a la ley divina
deben rechazarse y no es lícito obedecer las, marcándose claramente la dependencia de la
legislación civil respecto a la legislación religiosa.
En cuanto al bien común, La sociedad debe proporcionar a los hombres no sólo las
condiciones necesarias para su subsistencia, sino también aquellas con las que puedan
alcanzar la felicidad a la que aspiran. De ese modo los hombres pueden vivir y vivir bien. ¿En
qué consiste vivir bien? En vivir según la virtud, lo que quiere decir, en la plena realización
de la naturaleza humana, cuyas legítimas inclinaciones son satisfechas de ese modo. Es así
que, No basta, por tanto, la prosperidad material. Si los hombres se reuniesen en sociedad con
el sólo objeto de mantener su existencia y su salud, en tal caso, deberían ser gobernados por
médicos. Si su propósito fuera tan sólo producir riquezas, el gobierno debería corresponder a
los economistas. Pero para lograr aquel fin superior, vivir bien, llevar una vida virtuosa,
practicar la justicia que, de todas las virtudes, es la que específicamente regula las relaciones
entre los hombres, los ciudadanos de una comunidad política o civil deben ser dirigidos por
hombres sabios y prudentes.
En el De regimine principum, se pone de relieve que los bienes particulares procurados por
los hombres han de ser ordenados al bien de la colectividad, ya se trate, entre aquellos bienes,
de las riquezas, de los beneficios, de la salud, de la elocuencia o de la erudición. A los
.gobernantes les corresponde instaurar en la Colectividad las condiciones para una vida buena;
y una vez instaurada ésta, conservarla; y una vez conservada, mejorarla. En la justicia y en las
demás virtudes se encuentra el principal elemento determinante de la sociedad y del bien
común, coincidiendo aquí el pensamiento de Santo Tomás con el de San Agustín.

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Para la vida moral buena de un hombre se requieren dos condiciones: una principal, vivir
según la virtud; otra secundaria y como instrumental, la suficiencia de bienes corporales cuyo
uso es necesario para la práctica de la virtud. En lo que concierne al vivir bien de la
comunidad, en primer lugar ha de ser establecida la unidad de la paz. Así unida, debe ser
encaminada a proceder con rectitud, siendo preciso, también, una abundancia de cosas
necesarias para hacer efectivo el bienestar general. Ahí podemos discernir los dos elementos
que componen el bien común: el orden jurídico, asegurando la paz social y los servicios
prestados por la sociedad política a través de sus agentes responsables, para subsidiar a los
individuos y a los grupos que la integran.
He ahí el bien común temporal de las sociedades. Pero es necesario ir más allá de las
realidades terrenas, ya que el hombre está en este mundo como viajero. La sociedad en la que
vive ha de contribuir para que pueda alcanzar su destino trascendente: la eterna
bienaventuranza que le espera después de la muerte. No es, pues, el último fin de la multitud
asociada vivir según la virtud, pero sí llegar a la posesión divina por medio de la vida virtuosa.
En cuanto a los principios de subsidiaridad. El hombre está, pues, subordinado a la sociedad
como lo está la parte en relación al todo, pero su finalidad personal trascendente se sobrepone
al fin de la sociedad. En otras palabras: el bien común prevalece sobre el bien particular, pero
el bien común universal está en un plano superior al del bien común temporal al cual se
ordenan las sociedades. Y el bien supremo es Dios. Por otro lado, está implícito en las
enseñanzas de Aristóteles, reiteradas por Santo Tomás, al ver en la sociedad política una
sociedad global compuesta de sociedades menores; es decir, no simples uniones dé individuos,
sino conjunto orgánico de familias y de otros grupos o cuerpos intermedios. A la comunidad
global le corresponde respetar la autonomía de tales grupos, ejerciendo una acción de
suplencia respecto de ellos, cuando se muestran deficientes.
Por otra parte, El hombre vive en sociedad por inclinación natural. La sociabilidad es
consecuencia de la naturaleza racional del hombre. Mientras que los animales tienen todo lo
que precisan para asegurar su supervivencia (pieles, escamas, cuernos y otros medios de
protección contra la intemperie y de defensa, además del instinto que les hace buscar lo que
les es provechoso y rechazar lo que les es perjudicial), el hombre se encuentra en cierto
abandono respecto a las agresiones provenientes de la naturaleza o de otros hombres. Es una
frágil caña, como diría Pascal, pero es una caña pensante: un roseau pensant. Y es ahí, donde
está su superioridad, y de ahí arranca su poder de dominación sobre los seres de los reinos
inferiores, incluido el reino animal. El hombre se completa y se perfecciona en la vida en
sociedad. Por eso, La vida social requiere una autoridad, sin la cual se disgregaría en la
anarquía. El poder político, por tanto, no proviene de un contrato social o de un pacto de
sumisión, conforme a las hipótesis desarrolladas por autores modernos, sino que resulta del
propio orden natural y, en consecuencia, de un orden divino, al imprimir Dios en el hombre
el atributo esencial de la razón.
Por ultimo están los regímenes políticos. La triple división de los regímenes políticos, que ya
se encuentra en Aristóteles, vuelve a ser tomada por el Aquinatense, que resalta un criterio
cualitativo y no meramente cuantitativo para distinguir entre monarquía, aristocracia y

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democracia, indicando la característica esencial de cada una de éstas formas. La monarquía
realiza el ideal de la unidad del gobierno. En la aristocracia se destaca la élite dirigente,
constituida por los hombres más aptos para la dirección de la cosa pública. Por último, la
democracia da a todos la posibilidad de ser oídos, atendiéndose, de ese modo, los intereses y
las aspiraciones del cuerpo social.
Se trata de objetivos que es de desear sean siempre alcanzados en plenitud por cualquier
gobierno, para el buen orden social. En consecuencia, el mejor régimen será el que resulte de
una combinación entre los tres, es decir, la monarquía aristodemocrática.
Aristóteles oponía a las formas legítimas de gobierno las formas corrompidas. La corrupción
de la realeza es la tiranía, la oligarquía, la de la aristocracia y el régimen popular o «politeia»
tiene su corrupción en la democracia, expresión que emplea Santo Tomás en el capítulo
primero del De regimine principum, adoptando el sentido peyorativo dado al término por el
Estagirita. En la Suma Teológica, sin embargo (Iª-IIª, q. 105, a. 1), emplea la expresión
«democracia» para designar el régimen de participación del pueblo en el gobierno.
En cuanto al mejor régimen político, no deja de señalar que requiere una cierta participación
popular, que se daría, diríamos nosotros, por medio de un auténtico sistema representativo.
Acentúa la importancia de tener debidamente en cuenta la situación concreta de cada pueblo,
como al poner de relieve que no hay un modelo político ideal para todos los pueblos, pues los
regímenes deben adaptarse a las condiciones de los pueblos, que son variables.
Por conclusión, se puede decir en cuanto al pensamiento de Santo Tomas y del medievo es
que, la Unidad y limitación del poder político, primacía del bien común y reconocimiento de
los derechos naturales de los hombres constituyen, entre otros, unos trazos fundamentales de
la doctrina política de Santo Tomás de Aquino. El sentido de esas enseñanzas se perdió en los
tiempos modernos.
Es decir, Maquiavelo, Bodino, Hobbes, exaltan el poder preparando el absolutismo. Locke,
Montesquieu, Kant, preconizan el poder dividido, respaldando ideológicamente al
liberalismo. Con Bodino, la limitación del poder se sacrifica en beneficio de su unidad. Con
Montesquieu, el poder se limita por una división que lo debilita y compromete su unidad. La
concepción medieval, mantiene el poder al mismo tiempo único, en cuanto principio de
dirección y de coordinación, y limitado por las leyes divina y natural y por las autoridades
sociales. De ahí resulta un poder fuerte y al mismo tiempo protector eficaz de las libertades,
así como las libertades plenamente aseguradas contra el abuso del poder.
Por eso, la primacía, del bien común no se afirma al modo del totalitarismo, ya que no excluye
el respeto a los derechos naturales. Y estos derechos están muy lejos de ser concebidos en la
perspectiva del liberalismo, en detrimento del bien común por una exagerada autoafirmación
del individuo. Así, el pensamiento político del medievo y sobretodo el de Santo Tomas, se
eleva muy por encima de las ideologías revolucionarias de nuestra época, gracias a una
concepción del universo político fundada sobre la naturaleza humana y sobre el orden natural
de las sociedades.

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2. la propuesta de Nozick.

2.1.El liberalismo «libertario» y sus posibilidades utópicas.


Un autor tan importante para el liberalismo del siglo xx como Hayek se lamentaba en alguna
ocasión de la desventaja en que, en su opinión, se encontraba esta filosofía a la hora de reclutar
prosélitos o ganar simpatías para su causa como consecuencia de su incapacidad para elaborar
una utopía que inspirara al público general. Si la promoción de un fin tal es necesaria para la
elaboración de una utopía, la utopía liberal sería, entonces, una antiutopía en la medida en que
se vería abocada a rechazar los discursos y teorías que sí los promueven.
Es así que, una utopía liberal se ve inevitablemente limitada, en lo fundamental, primero, a
combinar la exaltación de la libertad individual con el repudio del paternalismo y, segundo,
defender la intangibilidad de la propiedad y la libertad contractual con el objeto de conjurar
los mecanismos de mercado que producirán una (desigual) prosperidad general como por
ensalmo. La culminación de esta improbable utopía liberal tuvo lugar con la aparición de la
célebre obra de Robert Nozick, Anarquía, Estado y utopía.
Partiendo de sus mismas premisas y asunciones, la utopía liberal de Nozick: 1) podría
conducir, de ser aplicada sistemáticamente, a la indefensión de ciertos derechos o a ciertas
aporías jurídicas críticas, y 2) examinar, si acaso, su metautopía liberal podría conducir,
inesperadamente, a resultados parcial o totalmente distópicos que la desfondaran. Con ello se
quiere nuevamente ilustrar cómo la aplicación de principios liberales volvería imposible la
utopía del Estado mínimo y conduciría, con toda probabilidad, a un Estado más extenso.
2.2.La propiedad sobre sí mismo y el ideal de la no coacción
Como el iusnaturalismo lockeano ha tenido derivas anarquistas, no debería resultar extraño
que el liberalismo de Nozick, que comparte algunas de sus premisas, sea próximo o afín al
ethos de dichas formas de anarquismo. En concreto, Nozick comulga con la aspiración de los
anarquistas lockeanos. De abolir toda coacción física en las relaciones sociales: una sociedad
justa es una sociedad sin coacción o, más precisamente, sin coacción física ilegítima. Según
el cual la sociedad justa es aquella en la que todos los individuos son libres, esto es, no están
sometidos a la coacción arbitraria de otros.
Es decir, cada uno es libre de asociarse o de recabar la colaboración voluntaria de otros para
perseguir los fines que desee conseguir, dicho de otro modo, en Libertopía, cada uno es libre
de vivir del modo que mejor le parezca mientras respete los derechos equivalentes de terceros.
El punto de partida de este ideal emancipatorio está tomado del famoso pasaje del Segundo
tratado sobre el gobierno civil, en que Locke introduce el concepto de propiedad sobre sí
mismo cuando afirma que: “cada hombre tiene […] una propiedad que pertenece a su propia
persona; y a esa propiedad nadie tiene derecho, excepto él mismo. El trabajo de su cuerpo y
la labor producida por sus manos podemos decir que son suyos”.
Es decir, a propiedad sobre sí mismo podría transitar hacia una concepción política
perfeccionista, eudaimonista o, en fin, teleológica en cualquier otro sentido4. Por ella se

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entiende que la fnalidad de la política es asegurar la paz social y que esta consiste, por su
parte, fundamentalmente, en que los individuos no se agredan físicamente entre sí. Así, por
ejemplo, Nozick afrma: “La flosofía política se ocupa únicamente de ciertas formas en que
las personas no pueden usar a los demás; primordialmente: agresión física contra ellos”. Otro
tanto sucede con el concepto de propiedad sobre sí mismo que Nozick introduce, por su parte,
a través de lo que denomina las “restricciones morales indirectas”.
Estas restricciones morales o liberales indirectas (según el caso) constituyen el correlato de
los derechos naturales o de los derechos liberales (respectivamente) y definen un espacio de
inmunidad individual que Nozick ilustra con la siguiente imagen. La propiedad sobre sí
mismo servirá a algunos liberales y a anarquistas individualistas, tanto de principio normativo
como de ideal heurístico: las instituciones y las reglas de Libertopía, cualesquiera que sean,
deben apuntar a la emancipación de los individuos de toda forma de coacción posible.
2.3. El modelo ideal y la teoría del título válido.
El ideal de la no coacción no tiene una aplicación obvia o unívoca a los problemas típicos de
una teoría política: teoría de la propiedad, forma de gobierno y orden socioeconómico.
Libertopía no podría existir, por ejemplo, un sistema de castas ni podría admitirse tampoco lo
que desde Aristóteles se llama «esclavitud por naturaleza», en cualquiera de sus formas.
Tampoco habrían leyes públicas que reglamentaran la conducta sexual entre adultos ni, en
términos más generales, leyes que mandaran preceptivamente, como diría Tomás de Aquino,
la realización de los actos materiales de las virtudes.
En pocas palabras, en Libertopía, habría un sistema de libre mercado, porque de la propiedad
sobre sí mismo se sigue la libertad para ofrecer servicios y celebrar acuerdos que no vayan en
perjuicio de terceros. Sin embargo, todo esto aún depende de que exista propiedad privada.
¿La habrá en Libertopía? Y si la hay, ¿en qué medida? Si el ideal es la mayor libertad de todos
y cada uno El ideal liberal y anarquista individualista adopta un concepto muy preciso de
libertad que, tomando prestada la frase de Hobbes, podría traducirse como “ausencia de
impedimentos externos”.
Por otra parte, el individualismo metodológico y el ideal de la voluntariedad/libertad como no
coacción conducen a una teoría de la propiedad que puede ser resumida en las siguientes
proposiciones:
1) Una persona que adquiere una pertenencia, de conformidad con el principio de justicia en
la adquisición, tiene derecho a esa pertenencia.
2) Una persona que adquiere una pertenencia de conformidad con el principio de justicia en
la transferencia.
3) Nadie tiene derecho a una pertenencia excepto por aplicaciones.
Al fin y al cabo, la teoría del título válido es una teoría normativa, iusnaturalista y
deontológica, y como tal, procura explicar las condiciones bajo las cuales debería tener lugar
la distribución de las cosas, no las condiciones bajo las cuales estas se distribuyen de hecho.
Por eso, Nozick resume su propia teoría en los siguientes términos: «De cada quien como

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escoja, a cada quien como es escogido. Nozick explica además que «empeorar» debe
entenderse en un sentido débil y no fuerte, esto es, no como limitando las posibilidades de
otros de apropiarse otras cosas de la misma clase que se adquieren, sino como limitando las
posibilidades de usar otras cosas de la misma clase que adquieren.
Con todo, el modelo general sigue siendo bastante simple, y si hubiera tenido una aplicación
regular, en Libertopía, todos tendrían aquello que han conseguido por sí mismos (sin dañar a
otros) o que han conseguido en colaboración con otros (y sin dañar a un tercero). En
consecuencia, la teoría del título válido identifica las condiciones bajo las cuales la posesión
de un bien es lícita, pero ni Nozick (ni ninguno de los liberales y anarcocapitalistas que tienen
teorías semejantes.
Así las cosas, si el mundo fuera no «completo» pero sí «suficientemente justo», ¿cuál sería el
panorama? En este supuesto «casi» todos tendrían aquello que han conseguido por sí mismos
(sin dañar a otros) o que han conseguido en colaboración con otros (y sin dañar a un tercero).
Los que no lo han conseguido de ese modo serían invariablemente obligados a restituir y a
resarcir los perjuicios que han ocasionado a los legítimos dueños. Los estados de injusticia,
en fin, nunca se consolidarían al punto de que no sea posible saber a quién se debe atribuir un
título.
Por otra parte, aunque resultara decepcionante para los habitantes de Libertopía, la
imposibilidad de aplicar de modo infalible el principio de rectificación y de tener que recurrir,
en su lugar, a una ficción jurídica no tendría por qué considerarse una rendición. Es decir
conlleva un problema doble, por una parte, la aplicación del principio parece conducir a un
despropósito. Por otra, puede que no exista seguridad acerca de quiénes son los que tienen
derecho a recibir la restitución e indemnización ni quiénes son los obligados a pagarla. Nozick
atisba estos problemas pero los elude rápidamente, pues ve bien que ellos le conduzcan más
allá del Estado mínimo.
Otro camino en favor del establecimiento de un principio parecido a la “burda regla práctica”
lo ofrece el deber de indemnizar al público general por el daño producido a las personas o los
bienes ajenos. Otro similar, aunque no idéntico, es el caso del uso y aprovechamiento
pernicioso de lo que Nozick denomina “cosas no poseídas”. La polución es un ejemplo de los
dos casos anteriores, aunque en distintos sentidos, pues en uno se trata de daños infligidos
directamente a las personas y en otro solo indirectamente, a través del deterioro o destrucción
de esas “cosas no poseídas”. Como advierte el mismo Nozick, se trata de dos situaciones
diferentes. Después de todo, por razones similares, dice Nozick que podría prohibirse el
ejercicio de la justicia privada al independiente en estado de naturaleza y pasar, con ello, de
un Estado ultra-mínimo a un Estado mínimo.
Por otra parte, el uso abusivo o pernicioso de las «cosas no poseídas», tal vez sí podría hacerlo.
De hecho, ciertos usos de este tipo podrían justificar la invocación y aplicación de la
“estipulación de Locke”. Aunque Nozick se resiste a calificar las «cosas no poseídas» como
«bienes comunes», parece claro que bajo esa categoría suya caen dos tipos de bienes que
tradicionalmente el pensamiento jurídico ha puesto en clasificaciones diferentes: por una

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parte, las “cosas no poseídas” pueden hacer referencia a las res nullius, es decir, a los bienes
que no tienen dueño pero son susceptibles de apropiación privada.
La idea de fondo es, dicho brevemente, que nadie tiene derecho a apropiarse o a usar una cosa
de tal forma que impida a otros a hacer lo mismo con otras cosas de esa misma clase, pues
todos tienen derecho a mejorar su posición pero nadie tiene a hacerlo en perjuicio de otros. Es
así que, en un sistema jurídico puramente privado, ofrecen razones poderosas para establecer
en Libertopía una autoridad central capaz de dictar normas generales adicionales a los tres
principios de justicia de Nozick.
2.4. De la idealización a la utopía: el marco metautópico de Nozick.
El ideal de la no coacción y de la soberanía sobre la propia vida conducen, cree Nozick, al
ideal del Estado mínimo. Como en Libertopía no existen decisiones centralizadas ni políticas
públicas más allá de las necesarias para el sostenimiento del Estado mínimo, no es posible
anticipar nada acerca de la organización particular de las diferentes instituciones que albergue.
De hecho, en este punto, Nozick procura hacer de la necesidad virtud e invita a cada lector a
imaginar su propia utopía: cualquiera que esta sea, puede tener lugar en un Estado mínimo.
2.4.1. Libertopía o las utopías de las microutopías.
La imposibilidad de describir o anticipar el contenido de las utopías que podrían florecer al
resguardo de un Estado mínimo ofrece un primer indicio de la relación potencial entre este
último y la utopía como ideal político de la vida buena: el Estado mínimo puede ser una
utopía en tanto que permite la realización o ensayo de todas las utopías particulares
imaginables.
Sin embargo, para que la convivencia de distintas comunidades utópicas bajo una misma
autoridad política fuera posible a largo plazo sería necesario que 1) los miembros o líderes
de las diferentes comunidades admitan que existen varias formas de organización; 2) admitan
que las personas y/o comunidades no tienen derecho a sacar por medio de la fuerza del error
a otros; 3) las diferentes comunidades se toleren mutuamente; 4) admitan como regla general
la libertad de sus miembros de cambiar de comunidad; ) se conformen con la aplicación de
su modelo de vida a escala comunitaria y local o, dicho de otro modo, se conformen con
permanecer como microutopías y renuncien a conquistar el poder del Estado.
Ese ordenamiento, que Nozick denomina «el marco», admite cualquier comunidad
imaginable con tal de que no intente colonizar por la fuerza a otras comunidades o
asociaciones y reconozca la libertad que, al menos prima facie, tienen sus miembros de
pasarse a otra. En cualquier caso, las reglas constitucionales del Estado mínimo más el
ejercicio de la libertad de elección que tienen los individuos que no hayan renunciado a él
producirán una constante renovación, mejoramiento e innovación de las diferentes
asociaciones.

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2.4.2. El desbordamiento del marco y la autodestrucción de libertopía
Las sociedades que no se atrincheran en el más estricto hermetismo comienzan a recibir la
influencia del capitalismo a través de las relaciones comerciales que mantienen con la
comunidad liberal. Los pequeños productores de tales sociedades quiebran al no poder
competir con los productos “importados” de la comunidad vecina, bien porque estos son más
baratos, bien porque vuelven obsoletos los suyos. Con la penetración del capitalismo, irrumpe
la moda. Es decir, ahora lo deben hacer para satisfacer el consumo.
Por otra parte, La precariedad material afecta a la estructura familiar y también al modelo
educativo, especialmente entre las comunidades que funcionan según un modelo de economía
socialista y comunitaria a pequeña escala. Las distracciones propias de la sociedad de consumo
minan las costumbres y el ethos sobre el que funcionan tales economías: algunos comienzan a
desertar, a desatender sus obligaciones comunitarias, a incumplir sus turnos de trabajo
colectivo y a considerar todo el estilo de vida de su comunidad opresor, anticuado, o ambos a
la vez.. Sueñan con participar del estilo de vida narcisista y hedonista del puer aeternus de la
cultura de masas capitalista, ya sea a través del cine, la música, el espectáculo, las redes
sociales, etc.
Así, los matrimonios concertados retroceden a medida que la idea del amor romántico gana
terreno. Esa misma idea es reflejo de la sanción del consentimiento como medida suficiente de
la legitimidad de las relaciones afectivas entre las personas. Se alcanza y populariza la idea de
soberanía sexual. Algunos movimientos feministas tendrán ya una dilatada trayectoria cuando
comience el eclipse de la noción tradicional de matrimonio y desaparezcan las condiciones
sociales que sustentaban la idea de que existían relaciones sexuales contra natura. El
reconocimiento de la autonomía sexual (corolario de la propiedad sobre sí mismo), y con ello,
de la libertad sexual, termina en la práctica propiciando una relación entre las personas análoga
a la que existe entre los oferentes y demandantes en un mercado. Se produce entonces también
una desigualdad en la repartición de las parejas y del placer sexual, de suerte que algunos
tienen una vida erótica variada y excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y la
soledad.
A partir de la soledad resultante del creciente individualismo y del dinamismo económico del
capitalismo, es fácil imaginar algunas derivas distópicas de la metautopía liberal. La
deslocalización de las fábricas y empresas hacia comunidades con mano de obra más barata,
junto con la mecanización y robotización constante, agrava la situación o, al menos, posterga
indefinidamente el progreso de los desposeídos. Ella misma se arruina, como expresión del
último reducto de solidaridad en la sociedad capitalista. De este modo se cumple el aserto de
que «en medio del exceso de riqueza la sociedad civil no es suficientemente rica, es decir, no
posee bienes propios suficientes para impedir el exceso de pobreza y la formación de la plebe.
Surgen otros movimientos anticapitalistas y restauradores de distinto tipo: pandillas o grupos
organizados que, por ejemplo, hostigan a las minorías sexuales o a las mujeres que no llevan
la vestimenta que consideran decente o adecuada. Hay tensión social y, en fin, sucede lo que
Aristóteles decía de la ciudad ideal de Platón: en lugar de estar frente a una ciudad, estamos
frente a varias ciudades fragmentadas y opuestas entre sí.
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Es resultado de la expansión por medios lícitos del capitalismo: los acuerdos y las decisiones
voluntarias de diferentes, miles o tal vez millones de individuos particulares. Al fin y al cabo,
dice, nadie puede identificarse con los resultados de un sistema social cuya emergencia y
funcionamiento no puede terminar de comprender.
Llegado este punto, y suponiendo que la disidencia no es tan generalizada o intensa como para
provocar la caída del Estado mínimo, las autoridades constatan que el número de comunidades
ha declinado dramáticamente en los últimos cincuenta años y que las que sobreviven lo hacen
aislándose del resto o sacrificando significativamente el número de sus miembros.
Así pues, en conclusión la misma evolución económica que mina la posición de la burguesía,
disminuyendo la importancia de las funciones de los empresarios y capitalistas, dislocando sus
estratos y sus instituciones protectoras, creándoles una atmósfera de hostilidad, destruye
también desde dentro las fuerzas motrices del capitalismo.
La utopía de las múltiples utopías, en consecuencia, fracasa, y su fracaso conduce naturalmente
a un Estado mayor al Estado mínimo ¿A cuál, entonces? Tal vez, y si no se quiere renunciar al
dinamismo y a los espacios de libertad individual que el mercado libre concede o, en fin, si no
se quiere ensayar con experimentos políticos que conducen a otras distopías, no quedan más
que los sobrios y deslucidos Estados subsidiarios o de bienestar. Habrá, en consecuencia, que
hacer concesiones y conformarse con algún arreglo subóptimo. Tanto las aporías a que conduce
la aplicación exclusiva de la teoría del título válido como el destino de la metautopía liberal
son una prueba de ello.
3. Semejanzas y pensamiento crítico.

3.1. Semejanzas y diferencias.


Aunque muchos etiqueten al medievo como una etapa oscurantista, ciertamente guarda una
profunda riqueza. No solo por los avances académicos, sino que es en esta época donde se
sentaron la bases para las cuestiones sociales, como son las diferentes instituciones, una
sociedad mercantil, que después tiene una estructura un sistema económico y también, se logra
formar las bases políticas para la modernidad y posteriormente de la época contemporánea.
Por eso mismo, es importante tener en cuenta las similitudes o semejanzas que hay entre el
pensamiento medieval y las propuestas contemporáneas en el ámbito político, al igual que se
debe revisar las diferencias, porque algo es claro, como dijo Ortega y Gasset: “somos hijos de
nuestro tiempo”, por lo tanto hay ciertos criterios que ya se pueden considerar obsoletos o que
no tiene cavidad en la época contemporánea, pero que en su momento fueron de un gran apoyo
en el medievo, y por otra parte, ha situaciones actuales que nunca fueron ocurrieron o fueran
previstas en el medievo, pero que en la actualidad son comunes de ver.
Por este motivo es de suma importancia de entre estas dos épocas, que a primera vista
parecieran contradictorias o que no tiene nada que compartir ni una de la otra podemos
encontrar pos una parte similitudes y problemas que aún se siguen dando pero bajo diferentes
circunstancias, pero que en esencia el problema persiste y aun en la actualidad no habido una

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solución. Como por otro lado, también hay situaciones que han ido cambiando, y que se exige
una respuesta a problemas en concreto de dicha situación.
3.2.Semejanzas

3.2.1. La búsqueda del bien común.


Algo claro entre la reflexión del medievo sobre la vida política del ser humano, es que se
buscaba el bien común. Es decir, los pensadores medievales constantemente buscan el bien de
la comunidad. Por eso mismo, hay una profunda reflexión sobre la búsqueda del bien común,
en este sentido desde san Agustín que empieza a contemplar la mejor sociedad es la de Dios,
como lo menciona en la “ciudad de Dios”, que la mejor sociedad es aquella que está unida a
Dios y sigue los preceptos divinos. Mientras que, la ciudad que es contraria a Dios es aquella,
que no se fija en el bien común, sino que solo se centra en el bien personal, en este caso en el
de aquel que esta gobernando, y por lo tanto se convierte en un tirano.
Por otra parte, Juan de Salisbury, también habla sobre el bien común, pero se enfoca en
concretamente en como el rey debe gobernar, es decir, no debe caer en la tentación de ser un
tirano, sino que al contrario el rey debe ser una persona de varias virtudes. En este sentido, el
rey debe velar por el bien común de la sociedad, por eso no debe abusar del poder o de su
estatus social, sino que debe velar por todos.
En cuanto a santo Tomas de Aquino, él encausa su reflexión social y política en el bien común,
es decir, que ese debe ser el ideal de la sociedad, buscar el bien de todos, por eso el gobernante,
debe tener cuidado de no corromperse y no ser un tirano, porque entonces, el ideal del bien
común se perdería y solo se fijaría en el bien propio o el bien de un selecto grupo, que San
Tomas cataloga como la aristocracia.
Por su parte Nozick, también considera el bien común, es decir, en su propuesta de gobierno,
él considera en primer lugar el bienestar de la sociedad, por esto mismo propone la libretopia
y el utilísimo como estructuras sociales indispensables para la sociedad contemporánea. Es
decir, ante los problemas actuales, la propuesta de Nozick, es considerada como una opción
viable, sobre todo para aquellas naciones en las cuales aún existe la esclavitud o la tiranía por
parte de los dictadores.
En este sentido, el bien común es algo que se considera en el medievo como indispensable para
la estabilidad social. Por otra parte, ha sido un foco de reflexión desde la antigüedad hasta la
época contemporánea y a la vez debe ser la principal preocupación del gobernante, el velar por
el bien de la comunidad y buscar los mejores recursos para que cada integrante de la polis
pueda subsistir y pueda alcanzar su plenitud en la sociedad.
3.2.2. La denuncia del tirano o mal gobierno
En la reflexión medieval sobre la política es común encontrar un apartado que denuncie al
tirano o al mal gobierno, de ahí que Juan de Salisbury, va a declarar que al tirano deben quitarlo
del gobierno, al igual que declara la muerte en contra de este. Por su parte Tomas de Aquino
va a hablar de la desobediencia civil, que esta es aceptada cuando el rey o las leyes van en

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contra de la dignidad humana. Además en los escritos medievales se va a encontrar una rica
reflexión en contra del tirano, a la vez que se advierte a los reyes de no tener estas actitudes.
Por otra parte, Nozick, también habla de la tiranía en un sentido indirecto, porque de alguna
forma denuncia el mal gobierno y el forma en cómo se oprime al pueblo, por eso mismo
propone un tipo de utopía, donde la sociedad tiene una libertad autónoma, en este sentido la
sociedad no sufre de coacción por alguna ley o algún mal gobierno.
Entonces, la tiranía es un mal que siempre ha existido en la realidad política del hombre, por
eso se comprende como una distorsión del gobierno. A pesar de que tanto en el medievo y en
la reflexión de Nozick se habla de evitar el mal gobierno, aun en la actualidad, existe la tiranía,
hay países que aun padecen este mal gobierno. Por otro lado, existen tendencias, que también
condenan a la sociedad a un mal gobierno como es el consumismo, que alienta a un capitalismo
salvaje, donde el ser humano mide su existe en el tener, además de la reducción de la dignidad
humana a también ser un producto. Por eso mismo, aun en la actualidad el tema de la tiranía o
de un mal gobierno sigue siendo foco de reflexión.
3.2.3. La justicia y la ley
En el medievo se visualizaba de suma importancia la vivencia de justica y a la vez el
cumplimiento de la ley. Por ello, no es extraño encontrar en Santo Tomas de Aquino que la
justicia es la mayor virtud de las cardinales. Es así que, para la vivencia de esta virtud, es
necesario el cumplimiento de la ley. En este punto, es el doctor angélico que profundiza su
reflexión en cuanto a la ley.
Santo Tomas divide la ley en tres categorías, la ley divina, la ley natural y la positiva. En cuanto
a la primera, es la ley que viene de Dios y no debe ser quebrantada, sino que debe cumplirse
al pie de la letra, esta ley se encurta en la Sagrada Escritura. La segunda, la ley natural es la
que nace de la lógica y la razón, esta ley hace que el hombre prefiera el bien al mal, pero debe
cultivarse en el discernimiento. Por último la ley positiva, es la que regula la convivencia y la
conducta entre los seres humanos, y esta ley es fruto de la ley natural y divina. Por eso mismo
la ley positiva debe salvaguardar la dignidad humana y conducir al hombre al cumplimiento
de la virtud.
En Cuanto a Nozick, habla sobre la justicia como aquella que regula la parte social en el
hombre, por lo tanto es de suma importancia vivirla, pero la vivencia de la justicia solo es
posible en el cumplimiento libre de la ley, una sociedad en la que la ley no se cumpla es
imposible que realmente exista la justicia, es decir, una sociedad sin justicia es una sociedad
corrompida que está condenada a la autodestrucción.
En este sentido, tanto para el medievo como para la reflexión de Nozick, sebe cumplir la ley
para que realmente se viva la justicia, sin este elemnto indispensable la sociedad no progresa,
porque es la justicia la que vela por el bien de todos, y es el gobernante el principal interesado
en llevarla al cumplimiento y motivar a la sociedad a que se cumpla dicha ley y la virtud de la
justicia.

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3.3.Diferencias

3.3.1. El Gobierno ideal


Tanto en la reflexión medieval y la propuesta de Nozick la mejor manera de gobernar, pero
cada uno difiere según el planteamiento de la situación y los problemas sociales. Por ejemplo
En el medievo lo más común era encontrar un gobierno de monarquía, por lo tanto la reflexión
política iba entorno al rey, sobre la virtudes que debe adoptar, la mejor forma de gobernar y
evitar vicios o situaciones que corrompan su reinado. Por eso mismo, la situación del medievo
es diferente a la actual.
En la actualidad, es común encontrar países que siguen un alinea política democrática,
sobretodo en occidente. Que este factor, no era común en el medievo, si había un
conocimiento sobre la democracia, pero no una aplicación sobre esta forma de gobernar, más
porque los campesinos y artesanos no eran tan letrados como para tomar una decisión sobre
su representante político o rey.
Sin embrago, Santo Tomas no comparte la visión de una monarquía como el ideal del
gobierno, sino que, el doctor angélico, considera que debe haber una unión entre los tres tipos
de gobierno, que son: la monarquía, la aristocracia y la democracia, es decir, una monarquía
aristodemocratica. En la que el rey tenga un consejo que le ayude a tomas decisiones, pero
este consejo debe ser elegido por la comunidad. Esta visión del gobierno ideal para santo
Tomas, tiene sus bases en la reflexión política de Aristóteles.
Por otra parte, Nozick, no comparte esta idea del medievo, sino que para él sigue la línea
democrática pero con una dimensión liberadora, él la nombra libertopia, sobretodo aplicado
en el Estado mínimo. Para Nozick, en el Estado mínimo, no hay coacción, sino que una vida
en libertad. En Libertopía no existen decisiones centralizadas ni políticas públicas más allá
de las necesarias para el sostenimiento del Estado mínimo
3.3.2. La sociedad natural y la sociedad utópica
Algo que es de suma importancia es la sociedad que se desenvuelve en cada época, es decir,
no es la misma sociedad del medievo a la contemporánea. A pesar de que aún se vengan
arrastrando algunas costumbres medievales la sociedad ha cambiado drásticamente, no solo
en el gobierno o en el aspecto religioso, sino que incluso en el cultural, social, económico,
etc.
En este sentido, la sociedad del medievo se considera una sociedad natural, por el hecho de
que no había un cambio en el rol de trabajo. Es decir, si una persona nacía siendo un
campesino, ese iba a ser su trabajo toda su vida, mismo destino compartían los artesanos.
Aunque una opción alternativa, era ser un sacerdote o entrar algún monasterio. La opción de
la vida religiosa era más noble que ser algún campesino o dormir a la intemperie. Por otra
parte, los nobles, tenían una vida más llevadera y cómoda. Sin embrago, ellos también tenían
que cumplir con un especifico en la sociedad, es decir, algunos eran educados para ser reyes
otros para ser caballeros y las mujeres eran educadas para ser dignas esposas de reyes o de

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otros nobles. En este sentido, el medievo tenía una sociedad definida, que a pesar de que la
mayoría no tenía acceso a una buena educación, al menos eran conscientes de la
funcionalidad de cada integrante de la sociedad y esta manera de vivir, le daba una estabilidad
social.
Por otra parte, en la actualidad, ha cambiado drásticamente el modelo social, ya no hay un
rol especifico en la sociedad, sino que al contrario, en esta nueva sociedad, el ser humano
tiene la libertad de escoger un oficio o como tener una vida más llevadera, además de que la
educación ya es de acceso público. Sin embargo, hay otras complicaciones, por ejemplo el
consumismo, ha sido una tendencia que ido conduciendo a la sociedad actual, a la vez que es
impulsada por el capitalismo. Por otra parte, las diferentes ideologías han ido fragmentando
a la sociedad, que en la actualidad solo defienden a un grupo específico, ignorando las demás
necesidades o malestares sociales. A pesar del avance tecnológico y científico, se ha
incrementado un individualismo y narcisismo exagerado, que ha provocado un desinterés e
indiferencia social.
Como vemos las sociedades son completamente diferentes, por eso mismo el estilo de
gobierno también es diferentes. En este sentido Nozick, propone la visión de un Estado
mínimo, es decir, entre más pequeña sea la sociedad o el estado, más fácil es llevar un buen
gobierno, a la vez que estas tendencias no extraían tan marcadas. Es así, que en Libertopia,
las personas no son coaccionadas por nada y el límite de su libertad se establece en el otro,
es decir, mientras las acciones no dañen a terceros, el individuo puede es libre de hacer lo
que quiera.
Como vemos, son dos sociedad totalmente diferentes, cada una con sus complicación, y sus
ventajas y desventajas, por eso mismo el estilo de gobierno pareciera ser más sencillo en el
medievo, pero también tenían sus dificultades con las invasiones o guerras con otros reinos,
además de la problemática entre la corona y la religión por quien abarcaba más poder. En la
actualidad, es totalmente diferente, porque a pesar del exceso de libertad, no hay un hilo
conductor social, además de que el tipo de gobierno debe impulsar una mayor participación
de la sociedad y buscar el bien común, solo se centra en un bien personal y cada vez es más
palpable la corrupción de esta institución. Por eso, la problemática es diferente en la
actualidad que en el medievo.
3.3.3. El problema del multiculturalismo
Un problema actual es el multiculturalismo, es decir, que en una sociedad conviven personas
de diferentes lugares, con una cultura propia, y una moralidad propia. Este problema cultural,
afecta la convivencia social, por el hecho de que la misma ley protege a las minorías y estas
cuando realizan una acción que sea diferente a la cultura donde habitan que incluso afecte a
terceras personas, las minorías se excusan que es algo propio de su cultura y por lo tanto debe
ser respetado.
Esta problemática, no era ni considerada en la reflexión medieval, porque ciertamente no era
un problema presente, sino que todo lo contrario, ni siquiera existía el multiculturalismo. En
este sentido, en el medievo había un gran sentido de pertenecía, y cada persona que llegaba

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a una ciudad se le decía el reglamento de dicha ciudad para que respetara las leyes y no fuera
encarcelado por crímenes. Además de que, los pueblos que era dominados por otros reinados
debían aceptar las costumbre y tradiciones del nuevo reinado. Bajo esta visión de pertenecía,
es cómo funcionaba la sociedad medieval.
En la actualidad, todo esto ha cambiado, porque la pertenecía no es ya algo propio de una
nación, sino que al contrario, la indiferencia social, también ha minado la pertenencia social.
Por otra parte, la globalización, ha ido incrementando el problema del multiculturalismo,
porque ahora es más fácil conocer otros lugares o personas de otros países, pero en esa
conexión, parecen más atractivas las costumbres ajenas a la cultura propia y se pretende
implementarlas en la propia cultura y esto resulta complicado porque es el choque entre dos
universos totalmente diferentes. De igual forma las personas que llegan de otro país y se
instalan en una nueva nación y cultura, quieren implementar sus costumbres en el nuevo país
y esperan que las persona se acoplen a ellos.
En este sentido, se han buscado acciones para contrarrestar este problema, pero sin afectar a
las minorías. De las opciones más viables, que se respete la cultura y costumbres de las
minorías, pero si alguna tradición afecta a terceras personas, deben ser castigados e incluso a
personas de su propia cultura. Es decir, toda acción que denigre la dignidad humana es
intolerable.
Esta problemática cultural, es propia de la época contemporánea, y es un problema que
también se debe abordar en la reflexión política, para buscar líneas de acción que ayuden a
una estabilidad social, al igual de la búsqueda del bien común. En este sentido Nozick
reconoce como una forma viable de conducir a la sociedad y evitar problemas culturales es
por medio del utilitarismo, en el cual se vele por el bien de la mayoría. A pesar de que es un
estilo de sociedad que en las últimas décadas se ha ido instalando en diferentes países, es a
la vez criticado por la filosofía, porque en el fondo aquellos que no representan la mayoría o
que no son útiles en la sociedad no son tratados como personas, sino que no son contados
entre la sociedad.
3.4. Pensamiento critico
La política siempre ha sido un tema de reflexión por parte del hombre, es así que en cada
época el ser humano ha profundizado en el deber del gobernante, las virtudes que debe tener
y evitar los posibles peligros que puede contraer ser el puesto de gobernante, el principal es
el convertirse en tirano y solo velar por su propio bienestar y no el de la sociedad.
Uno de los mayores pensadores que profundiza en este tema es Aristóteles, que tiempo
después en la baja edad media va a ser retomado por santo Tomas. A pesar de todo el legado
que dejo el doctor angélico, algo es claro, él no desarrolla una filosofía política como
Aristóteles o Platón, sino que al contrario, él solo retoma como base el pensamiento de varios
filósofos antiguos y actualiza su pensamiento a la demanda social y política de su época. En
este sentido, Santo Tomas ordena el pensamiento político y le va dando un seguimiento lógico.
Sin embargo, no es el único que ordenan y desarrolla un pensamiento político. En la alta edad
media, San Agustín retoma varios puntos de Platón sobre la política, y los desarrolla en su

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obra “la ciudad de Dios”. Posteriormente Juan de Salisbury, profundiza en el deber del rey y
a la vez advierte de los peligros de la tiranía. En este punto Juan indica que la mejor forma de
librarse del tirano es por medio del homicidio, es decir matándolo, esta reflexión es de suma
importancia, porque Juan es el primero en el medievo que proponen la muerte de un rey,
aunque para Juan el rey deja de serlo en el momento en que se convierte en tirano, solo que
aun así se le debe dar una muerte digno y por lo tanto excluye los venenos.
Por otra parte, en el la época contemporánea, el pensamiento político aún sigue siendo un
campo de reflexión, donde se pretende buscar la mejor forma de gobierno para el bien social.
Sin embargo, considero que en la actualidad se ha perdido la esencia de la política, es decir la
búsqueda del bien común, además de que la política ha dejado de ser de interés social, es
decir, las personas piensan que la política se reduce a partidos, campañas electorales o a
promesas que nunca llegan a cumplirse. Todo esto ha ido minando el interés por parte de la
política, a esto se le suma la constante distracción y manipulación de los mass media.
Es así que, la política solo resulta de interés para pensadores o personas que están inmersas
en ese campo, pero fuera de ello, pareciera que no hay una preocupación por parte de sociedad
por su propio bienestar o exigencia hacia los gobernantes. En este sentido, pienso que primero
debe haber un interés por parte del hombre por la política, como era en la antigüedad, donde
los problemas sociales se resolvían en un dialogo con la comunidad y no a solas en un
escritorio. De esta misma forma, había un interés por parte de la sociedad para formar a sus
nuevos miembros, es decir, la educación era clave para los griegos por ellos se esforzaban
para que el joven aprendiera a tener un sentido de pertenecía por su comunidad y junto con
ello debía ser un miembro que contribuyera al bien común de todos.
En la actualidad, todo esto se ha perdido, porque ahora los jóvenes no son exactamente
educados para ser contribuyentes sociales, sino que al contrario, son educados solo para
buscar un trabajo estable y generar una ganancia para algún empresario y esperar su
jubilación, pero ajeno al campo político. Por parte de la sociedad tampoco hay un interés por
recibir a sus nuevos miembros para que se sientan parte de la comunidad. Es así que, la
sociedad actual se vive en una constante alienación, distraída por el trabajo, las redes sociales
y preocupaciones cotidianas. Es decir, el ser humano actual, se preocupa más por la vida
privada de los demás que por las preocupaciones públicas y sociales. Parafraseando a Marx,
cuando decía que: “la Iglesia era el opio del pueblo”, ahora podemos actualizar su frase
diciendo que los mass media son el nuevo opio del pueblo. Por eso es la urgencia, por
desarrollar una conciencia crítica, no con el afán de estar inconformes con alguna propuesta,
sino que para contribuir con posibles soluciones a los problemas actuales sociables, como es
la inestabilidad económica, el problema de la migración, aprender a dialogar con las
ideologías y por supuesto buscar el bien común de la sociedad.
Por último, considero que la sociedad debe ser exigente con sus gobernadores y más por el
ambiente democrático (aunque a veces sea una tiranía disfrazada de democracia) que se
supone que se viven casi todos los países sobre todo en occidente. En este sentido, la sociedad
debe saber que en ella recae el verdadero poder para gobernar, pero si el hombre sigue
sumergido en su individualismo e indiferencia social, la tiranía seguirá abusando del poder.

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4. Conclusión
La política es un campo de reflexión demasiado amplio y con una gran cantidad de propuestas
para un mejoramiento funcional en la sociedad, en el gobierno y en la vivencia de la justicia.
a pesar de que la reflexión política existe desde la época antigua, hay aspectos que aún siguen
vigentes, como los peligros que corre un gobernante, la manera en que debe proceder la
persona para una mejor vivencia de la justicia, la búsqueda del bien común y promover la
vivencia de la virtud. Todos estos elementos son los que básicamente reflexiona la filosofía
política. Sin embargo, hay otros puntos en los que son propios de cada tiempo, porque algo
es claro, que en su momento, cada reflexión sobre la política sucede como respuesta a una
problemática social. Por eso, no es extraño que algunos elementos de la antigüedad o
medievales no tiene cavidad en la época contemporánea, y de igual manera en la actualidad
hay problemas sociales que no se percibían en la época antigua o medieval. Por eso es de
suma importancia tener en cuenta que no solo es la reflexión, sino que esta nace para dar una
posible respuesta a un problema que se presente en el aspecto social o político.
En este sentido, las propuestas del medievo no quedan obsoletas, ni son totalmente
descartadas, sino aun en actualidad aun seguí algunas costumbres medievales que influyen en
vida política contemporánea, por ejemplo, la reflexión sobre el ideal de una sociedad, que es
el bien común, parte de ello ya lo mencionaba San Agustín al hablar de la ciudad de Dios,
como aquella ciudad ideal en la que se vive la justicia y el bien social. En cambio, la ciudad
corrompida es la ciudad del maligno, mientras que la ciudad del hombre es la que aquella en
la que se juntan las dos, por eso el hombre debe esforcé por alcanzar la ciudad de Dios, de ahí
que empieza su reflexión en con los deber del gobernante y lo que le compete al ciudadano.
Por otra parte, es Juan de Salisbury, es considerado de los primeros pensadores en proponer
una reflexión política más centrada en el gobierno ideal, que sería la monarquía. Es así que su
reflexión se centra en la educación del rey y del rol que debe tener cada integrante de la ciudad,
porque compara a la sociedad con un cuerpo humano y si alguno llega a fallar en su rol, el
cuerpo no funciona igual. Por otra parte, llega a tocar el tema de la tiranía y como proceder
para destituir al tirano y librar al pueblo de sus males.
En la baja edad media, es Santo Tomas quien profundiza en la política, sobretodo en un
elemento indispensable para la sociedad que son las leyes. Para él la ley debe ser aquello que
regule la convivencia entre los hombres, a la vez que ayude a armonizar a la sociedad y
promover la virtud de la justicia. Por eso estas leyes deben estar basadas en una ley superior
que es la ley divina, de ella se desprende la ley natural, que ayuda al hombre a preferir el bien
ante que el mal y por ultimo esta la ley positiva, que ayuda a una mejor convivencia social en
cuanto estas no estén en contra de la dignidad humana y lleguen a cumplirse.
En fin, el medievo deja una gran riqueza para la relfexion política, que aun en la actualidad
pueden encontrar una aplicación, porque hay varios elementos que no pasan de moda en la
vida social, Por ejemplo, algo que no ha cambiado es la figura del tirano. En la época moderna
ha habido tantos ejemplos sobre la tiranía, pero bajo otros nombre, totalitarismo (nazismo),
dictadura (socialismo o comunismo ruso), etc. a pesar de que no se catalogan como
directamente como una tiranía, son regímenes que contiene esa característica de fondo. Sin
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pasar por alto, las dictaduras en Latinoamérica y que incluso en la actualidad aún hay casos
de estos tipos de gobierno (Venezuela). En este sentido a la luz del pensamiento de Juan estos
gobiernos han sido pervertidos sobrepasando la ley natural de la sociedad y abusando de su
poder para imponer sus propias leyes y esto desemboca en grandes desgracias humanas
(guerras, masacres, holocaustos, racismo, persecución, etc.). Entonces aun en la actualidad
hay tiranos disfrazados de demócratas, que se presenta como la mejor forma de gobierno,
como diría Noam Chomsky el salvaje capitalismo que se impone en la sociedad actual. Esta
tendencia o forma de vida contemporánea a los ojos de Juan puede ser considerada una tiranía
de forma indirecta por los que manipulan e imponen este sistema.
Por otra parte, también está el problema de las leyes, porque ya nos e formulan leyes para el
bienestar social o para una armonización entre las personas, sino que hay leyes que son
dictadas con un beneficio personal de fondo o que solo se realizan para dar gusto a un selecto
grupo de personas que se autodenomina como “minorías” (que este término es completamente
mal empleado). Entonces siguiendo la reflexión tomista, en la sociedad la ley positiva debe
estar en orden a buscar el bien de sociedad y evitar el mal entre ellos, la división y evitar
denigrar la dignidad del ser humano. Que en la actualidad hay leyes que incluso se contradicen
entre ellas o solo dan un beneficio a unos y denigran a otros.
Es así que, estos elementos sociales a pesar de que son fruto del medievo aún son vigentes y
actuales y tiene una aplicación en la situación contemporánea, todo miembro de la sociedad
debe tener un conocimiento básico sobre el tema de la política, la cual no debe ser reducido
a una campaña electoral o en la compra de votos, sino que el campo de la política es algo que
le concierne a todos, y cada integrante debe tener su propia opinan sobre su gobernante, y más
en una época donde se supone que se vive “la democracia”, que a veces es una tiranía con una
disfraz de falsas esperanzas.
Por último, termino esta conclusión con el mensaje de Charles Chaplin sobre la esperanza de
la sociedad que hace en su película el gran dictador de 1940:
“Lo siento, pero... yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si
fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los
otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos
desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y
la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre
y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras
de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa,
pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos
deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros
y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.
Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y
dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos
hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad
humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.

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Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres
desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y
encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha
que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir
el camino del progreso humano. El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le
quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no
perecerá.
Soldados: No os entreguéis a ésos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan
vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.
Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os
entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de
máquina. Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la
Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo los que no aman odian, los que nos aman
y los inhumanos.
Soldados: No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. En el capítulo 17 de San Lucas se
lee: "El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los
hombres..." Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de
crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa
aventura.
En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un
mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro
y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero
mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres
sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos
a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición,
el odio y la intolerancia.
Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca
a todos a la felicidad.
Soldados: En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.

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