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Y DE ACTITUDES
Marciano Vidal
Ediciones DABAR
México, D.F.
ISBN: 968-7506-47-4
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial No. 2500.
Impreso y hecho en México, abril 1996.
Contenido
INTRODUCCIÓN.............................................................................................4
PRIMERA PARTE: DEL CONCILIO VATICANO II (1962-1965) A LA
ENCÍCLICA VERITATIS SPLENDOR (1993)...................................................5
1. EL VATICANO II Y LA TEOLOGÍA MORAL..............................................5
1. La situación previa al Vaticano II.........................................................6
2. La teología moral en el desarrollo del Concilio....................................6
3. La teología moral en el resultado final del Concilio.............................7
4. Opción inequívoca por la renovación de la teología moral...................8
5. Textos complementarios.......................................................................9
6. Para el debate moral...........................................................................12
2. LA RENOVACIÓN DE LA MORAL EN EL POSCONCILIO.....................14
1. Criterios para la renovación...............................................................15
2. Adaptación del edificio teológico-moral.............................................18
3. Los rasgos del nuevo modelo de teología moral.................................20
4. Textos complementarios.....................................................................22
5. Para el debate moral...........................................................................25
3. LAS RECIENTES ORIENTACIONES OFICIALES..................................27
1. Las opciones de fondo.........................................................................28
2. La vuelta al «objetivismo moral»........................................................29
3. Integración del «objetivismo» moral en la corriente personalista.....30
4. Textos complementarios.....................................................................31
5. Para el debate moral...........................................................................33
4. RETOS ANTE EL FUTURO....................................................................35
1. Orientaciones prioritarias para el trabajo teológico-moral del próximo
futuro......................................................................................................35
2. Textos complementarios.....................................................................36
3. Para el debate moral...........................................................................39
SEGUNDA PARTE: «DISCERNIMIENTO» ÉTICO FRENTE A «LEGALISMO»
MORAL..........................................................................................................40
5. LA OPCIÓN DEL «LEGALISMO» MORAL.............................................40
1. El «humus» social del legalismo: una sociedad «sin entrañas».........40
2. El «humus» eclesial del legalismo: una Iglesia excesivamente
«jerarquizada»........................................................................................41
3. Lo «legal» y lo «moral».......................................................................41
4. La estructura legalista de la vivencia moral.......................................43
5. Textos complementarios.....................................................................44
6. Para el debate moral...........................................................................46
6. LA OPCIÓN DEL «DISCERNIMIENTO» ÉTICO....................................48
1. Transformación de la mente y nueva estimativa moral......................49
2. Discernir «los signos de los tiempos» para atisbar el designio de Dios
................................................................................................................50
3. Las condiciones socio-antropológicas del discernimiento..................51
4. Textos complementarios.....................................................................52
5. Para el debate moral...........................................................................55
TERCERA PARTE: «MORAL DE OPCIÓN FUNDAMENTAL Y DE
ACTITUDES» FRENTE A «MORAL DE ACTOS»...........................................56
7. DE LA «MORAL DE ACTOS» A LA «MORAL DE OPCIÓN
FUNDAMENTAL Y DE ACTITUDES».........................................................56
1. La «moral de actos»............................................................................57
2. El paradigma de la «moral de opción fundamental y de actitudes»...60
3. Textos complementarios.....................................................................63
4. Para el debate moral...........................................................................67
8. LA OPCIÓN FUNDAMENTAL................................................................69
1. Antropología de la opción fundamental..............................................70
2. Perspectivas bíblico-teológicas...........................................................70
3. La opción fundamental: expresión básica de la vida moral................72
4. ¿Cuándo y cómo acaece la opción fundamental?...............................73
5. Relación de la opción fundamental con el pecado mortal..................73
6. Raíces históricas y enseñanza del magisterio eclesiástico reciente. .74
7. Textos complementarios.....................................................................77
8. Para el debate moral...........................................................................79
9. LA ACTITUD MORAL.............................................................................80
1. Noción genérica de actitud.................................................................80
2. La actitud en psicología y en sociología.............................................81
3. La actitud moral..................................................................................83
4. Los componentes de la actitud moral cristiana..................................84
5. Textos complementarios.....................................................................85
6. Para el debate moral...........................................................................87
10. LA UNIDAD DIVERSIFICADA DE LA VIDA MORAL............................88
INTRODUCCIÓN
Guión Temático:
Objetivos:
Conocer el cambio operado en el concilio Vaticano II en el campo de
la moral.
Analizar los rasgos básicos de la moral renovada.
Reflexionar sobre la base personal y la tonalidad que ha de inspirar el
comportamiento humano en la nueva perspectiva moral.
Determinar y definir las nuevas actitudes y perfiles del «obrar
cristiano» en la moral renovada.
1
PH. DELHAYE, L'utilisation des textes du Vatican II en théologie morale, RevThLouv 2
(1971) 422.
con su obra La primicia de la caridad en la teología moral (1952) situó el
tema de la caridad en el centro de las discusiones morales.
Para caracterizar la situación teológico-moral en la víspera del Concilio hay
que servirse de expresiones bipolares: la renovación de la teología moral
era un deseo formulado, aunque no una realidad conseguida; había un
innegable predominio fáctico de la moral casuista si bien el futuro se
presentaba favorable para los aires de renovación.
3
PH. DELHAYE, La aportación del Vaticano II a la teología moral, Concilium 75 (1972) 209.
4
Y. CONGAR, El llamamiento de Dios, Ecclesia 37 (1967) II, 1947.
5
B. HÄRING, Moraltheologie Unterwegs, StMor 4 (1966) 8-9.
la importancia de la Dei Verbum en orden a una fundamentación
bíblica de la moral;
la importancia de la Sacrosanctum concilium con relación al
tono mistérico y sacramental de todo comportamiento moral
cristiano.
Pero donde más aparece la dimensión moral del Concilio es en la
constitución pastoral Gaudium et spes en la que se afrontan temas
concretos y decisivos de la vida moral de los cristianos. La ética familiar y la
ética social fueron las beneficiadas de modo prevalente por las aportaciones
conciliares. En efecto, la constitución Gaudium et spes es una especie de
tratado de ética social concreta.
«La segunda parte de la constitución Gaudium et spes es un verdadero
"tratado de valores", porque se ocupa de la vida familiar, cultural,
económica, social, política, internacional. De este modo, los tratados De
matrimonio y De iustitia clásicos se ven reemplazados ventajosamente. Ya
que no podemos entrar en una explicación detallada, fijemos nuestra
atención en el cambio de perspectiva. La obsesión de descubrir y medir
pecados ha desaparecido. Ya no se presentan solamente los valores morales,
sino que, junto a ellos, se sitúan los valores intelectuales, afectivos, sociales;
en una palabra: los valores humanos y culturales. El enfoque ya no es
individualista, sino comunitario: se tiene la convicción de que es necesario
pasar por una serie de reformas estructurales para hacer posible la
aplicación de los imperativos morales. Se perfila una colaboración entre la
teología y las ciencias humanas. Ya no se tiene la finalidad de constituir un
bloque homogéneo en el campo del derecho natural, sino de distinguir dos
clases de aportación diferentes. La vida familiar, la cultura, la vida política
constituyen realidades autónomas humanas que tienen su fundamento
propio. El papel de la moral cristiana consiste en aportar el enfoque de la fe,
el dinamismo de la caridad, la fuerza de la gracia cristiana en el interior
mismo de estos hechos para extraer mejor su sentido profundo y ofrecerles
la posibilidad de superarse»6.
5. Textos complementarios
■ EL CASUISMO (El paradigma del que se despega la moral del Vaticano II)
❖Factores y deficiencias
Por lo que se refiere a los últimos factores, son acertadas las anotaciones de
Häring: «Los decretos del concilio de Trento, especialmente el de la
administración del sacramento de la penitencia, exigiendo exacta
declaración de los pecados, con el número, especie y circunstancias que
cambien la especie, condujeron a ahondar las cuestiones de teología moral.
Por otra parte, la espiritualidad individualista se concentra más y más sobre
el correspondiente examen de conciencia para la recepción del sacramento
de la penitencia. La contrarreforma obliga también a los pastores de almas
a una acción más profunda sobre ellas, la que se realiza sobre todo en ese
sacramento. De ahí la necesidad de un conocimiento más exacto de la
moralidad cristiana, especialmente por lo que toca a la parte práctica y
positiva. Los esfuerzos para remediar esta necesidad partieron de la
Compañía de Jesús en los siglos XVI y XVII.
La organización de los estudios en la Compañía de Jesús prevé dos clases de
profesores: unos que, al explicar la Suma de santo Tomás, debían ocuparse
exclusivamente de los principios generales de la teología moral, y otros que
debían tratar ex profeso los "casos de conciencia". Pero las "teologías
morales" de estos últimos se distinguen de las anteriores Sumas de
confesores en que el fin que persiguen es determinar y proponer la doctrina
que regula la solución de los casos de conciencia» (B. HÁRING, La ley de
Cristo I, Herder, Barcelona 1968, 58-59).
a) Factores:
«No se puede dejar de reconocer el influjo del nominalismo en
la génesis de la moral casuista. Fueron los ockhamistas los que
después de santo 'Tomás dominaron el campo de la moral. El
concepto de "singular" dio una tonalidad individualista,
extrinsecista, voluntarista y legalista a toda la ética. Se
sobreestima el acto singular (frente a la valoración tomista de
los hábitos) y se señala, como justificación de la bondad moral
de las acciones, la voluntad de Dios».
b) Deficiencias:
«Excesivo legalismo. La moral casuista nació y se desarrolló dentro de un
ambiente legalista. Ello ha dado lugar a un matiz legalista en la
configuración del cristianismo de los últimos siglos. De un modo particular
aparece el legalismo de la moral casuista:
en la importancia otorgada a la "obligación" (al deber, a la obediencia,
etc.);
en la importancia que recibe la ley positiva, sobre todo, eclesiástica
("juridización" de la moral)» (p. 20).
6.4. Textos
Hacer un estudio de los textos complementarios que aparecen al final del
capítulo, sobre todo de los factores y deficiencias de la moral casuista.
Guión Temático:
4. Textos complementarios
Valor de las normas éticas del Nuevo Testamento
Para proseguir el estudio de la «moral bíblica»
La estructura teónoma de la ética cristiana
La «refundación» de la moral católica a partir del Vaticano II
Objetivos:
Conocer los criterios, fundamentos y rasgos del nuevo modelo de
moral teológica.
Profundizar en los contenidos, orientaciones y valores de la «moral
renovada».
Formular los nuevos rasgos, características y actitudes del nuevo
modelo ético.
7
J. GÓMEZ CAFFARENA, El teísmo moral de Kant, Cristiandad, Madrid 1984; El «teísmo
moral» en la tercera crítica kantiana, MiscCom 49 (1991) 3-22: «La irrenunciable
autonomía pierde, parece, el recelo a sintetizarse con una teonomía depurada» (p. 22).
Aranguren en este aspecto confirma esta misma posibilidad de una ética
teónoma8.
A mi juicio, muchas de las mutuas incomprensiones, suspicacias y
animadversiones entre «racionalidad moderna» y «fe cristiana» tienen su
origen en la incorrecta articulación entre «autonomía» y «teonomía». Estas
dificultades se superan mediante un paradigma de ética teológica que
integre las convicciones religiosas cristianas (teonomía) en el interior del
movimiento de la racionalidad (autonomía).
4. Textos complementarios
AA. VV., Estudios de moral bíblica, PS, Madrid 1969; Perspectivas de moral
bíblica, PS, Madrid 1984.
CASABÓ J. M., La teología moral en san Juan, Fax, Madrid 1970.
DODD C. H., El evangelio y la ley de Cristo, Dinor, San Sebastián 1967.
GARCÍA TRAPIELLO J., El problema moral en el Antiguo Testamento,
Herder, Barcelona 1971.
GÓMEZ DORADO G., Moral y existencia cristianas en el cuarto evangelio y
en las cartas de Juan, PS, Madrid 1989.
SCHNACKENBURG R., El mensaje moral del Nuevo Testamento, Herder,
Barcelona 1989-1991, 2 vols.
SCHRAGE W., Ética del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca 1987.
SPICQ C., Teología moral del Nuevo Testamento, Eunsa, Pamplona 1970-
1973, 2 vols.
5.4. Textos
Hacer un estudio de alguno de los textos complementarios que aparecen al
final del capítulo.
Valor de las normas éticas del Nuevo Testamento (p. 43): «¿Contiene
el NT un sistema de normas éticas concretas válidas para nosotros?».
La estructura teónoma de la ética cristiana (p. 45): «¿Puede aceptarse
la autonomía ética y afirmar al mismo tiempo el carácter no neutral
del evangelio?».
5.5. Propuestas y actividades
Crear un grupo de estudio o mesa redonda que analice e investigue el
cambio de «matriz disciplinar» en la teología moral católica a partir
del Vaticano II.
Analizar los libros de texto de Moral cristiana vigentes en colegios
privados o de la Iglesia o en centros de estudio parroquiales, etc.
Concretar los resultados.
3. LAS RECIENTES ORIENTACIONES OFICIALES
Guión Temático:
Objetivos:
Estudiar el contexto en que se mueven las recientes orientaciones
oficiales —Catecismo y encíclica Veritatis splendor— respecto a las
corrientes teológico-morales del posconcilio.
Exponer el «espíritu en el que se mueve un conjunto de afirmaciones
básicas que constituyen otras tantas claves de lectura.
Adelantar unas propuestas no descalificadoras sino orientadoras en la
búsqueda de una moral cristiana plena.
4. Textos complementarios
Guión Temático:
2. Textos complementarios
Necesidad de un viraje en la teología moral
La inculturación de la ética cristiana
Para proseguir el estudio sobre la moral actual (apuntes
bibliográficos)
Objetivos:
Abrir el estudio y la praxis de la teología moral a los retos que
presenta la crisis de civilización actual.
Proponer un horizonte axiológico que devuelva la ilusión a la
desmoralizada existencia humana mediante una reorientación en la
reflexión teológico-moral.
Exponer los retos, problemas y contenidos concretos que la teología
moral tiene ante sí para crear la cultura ética de la solidaridad
humana.
2. Textos complementarios
3.4. Textos
Lee y comenta los textos complementarios que aparecen en las páginas
anteriores, sobre los temas siguientes:
Necesidad de un viraje en la teología moral.
La inculturación de la ética cristiana:
a) Inculturaciones históricas de la ética cristiana,
b) Áreas prioritarias de inculturación actual.
Guión Temático:
Objetivos:
Presentar y describir la opción del «legalismo» que no se ha de
confundir con el significado función de la ley en cuanto regulación de
la convivencia humana.
Señalar y denunciar el peligro de identificar «legalidad» con
«moralidad».
Describir la estructura legalista de la vivencia moral con el fin de
superar la hegemonía de la justicia legal.
1
Desde la perspectiva puramente racional se ha constatado la necesidad de plenificar el
valor de la justicia con los valores del amor y de la amistad («amistad civil») siguiendo la
orientación aristotélica según la cual «la justicia y la amistad deben darse conjuntamente
en toda asociación humana» (cf. L. LEGAZ Y LACAMBRA, El derecho y el amor, Bosch,
Barcelona 1976). En el siglo XVIII, L. A. MURATORI hablaba de la «caridad civil», es decir,
del «amor que debemos a los demás por motivos meramente humanos» (La Filosofia
morale esposta e proposta a i giovani, Verona 1737, 248-260).
2
R. AGUIRRE, Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana, Mensajero, Bilbao 1987, 65-
91: «La casa como estructura base del cristianismo primitivo: las Iglesias domésticas»).
3
CONCILIO VATICANO II, Lumen gentium 11: «En esta especie de Iglesia doméstica». Cf
J. LOSADA, La familia, realidad eclesial, MisAb 3 (1994) 27-30.
No creo que sea exagerado afirmar que en las relaciones eclesiales, tanto
en las horizontales como en las verticales, a veces predomina más la
estructura fría e impersonal de la normatividad formal que la comunicación
cálida y personalizada de creyentes que comulgan en la misma Palabra y
comparten el mismo pan, convirtiéndose por ello en «compañeros» (los que
participan del mismo pan: «cum»+«panis»).
Es fácil comprender que en una comunidad cristiana en la que predominan
las relaciones jerarquizadas y en cierta medida excluyentes se vaya
sedimentando un «humus» en el que se alimenta el legalismo. La forma de
entender y de vivir la moral depende en gran medida de la eclesiología en
la que se inserta el sujeto moral.
3. Lo «legal» y lo «moral»
Para conjurar el peligro del legalismo es preciso distinguir y relacionar los
dos órdenes de la legalidad y de la moralidad. Tanto en la ética filosófica
como en la moral religiosa han existido formas exageradas de relación y
hasta de identificación. De hecho la ética filosófica, cuando trataba de
concretar el contenido de la moralidad no encontraba otra expresión que la
de la legalidad. Por su parte, la moral religiosa hacía lo mismo al concretar
su contenido en los preceptos peculiares de la religión.
4
Ver más desarrollado el terna en M. VIDAL, La moral en el nuevo Catecismo, PPC, Madrid
1993, 44-47.
— Hable de la actitud religiosa como «deberes del hombre para con Dios»
(CEC 2083), aunque en el mismo número se matiza esta orientación
diciendo que «Dios nos amó primero... Los mandamientos explicitan la
respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a su Dios» (CEC
2083).
— Entienda la «virtud de la religión» dentro de los cuadros de la virtud de
la justicia (CEC 1807 y 2142) y explicite su contenido como «aquello que en
toda justicia le debemos a Dios en cuanto criaturas» (CEC 2095).
Desde esta orientación surge el peligro del «moralismo», es decir, la
tentación de reducir la religión a moral. Este peligro ha acechado
continuamente a la teología y a la catequesis durante la etapa
postridentina. Si además se une a esta exposición moralizante de la religión
lo preceptuado por la ley eclesiástica, entonces no tendremos sólo
«moralización», sino también «juridización» de la religión. De hecho, el
Catecismo no deja de recordar los cánones pertinentes del Código de
derecho canónico: 2089 (herejía, apostasía, cisma); 2102 (votos); 2103
(consejos evangélicos); 2120 (sacrilegio); 2122 («ofrendas» en la práctica
de los sacramentos y para el sostenimiento de los ministros); 2148
(blasfemia); 2154 (juramento); 2156 (nombre cristiano); 2177 (domingos y
fiestas); 2179 (parroquia); 2180-2181 (misa dominical y festiva); 2183
(otras celebraciones); 2185 (descanso festivo).
Llama la atención que de las pocas veces que el Catecismo hace
valoraciones tajantes sobre la «gravedad» de pecados concretos, dos se
relacionan con formulaciones canónicas: 2148 (blasfemia) y 2181
(eucaristía dominical y festiva).
La dimensión religiosa es esencial a la moral cristiana, pero no entendida
como «objeto moral», sino como «fundamento» o fuerza inspirativa del
compromiso ético. Entendida de esta manera, la dimensión religiosa
debiera estar enfatizada en los planteamientos fundamentales y debiera
proporcionar a la moral cristiana la fuerza liberadora que la religión
cristiana contiene. Sin embargo, al hacer de los actos religiosos «preceptos
eclesiásticos» se corre el peligro de la «moralización» de la religión y del
«legalismo» de la moral cristiana.
5
COMISIÓN «JUSTICIA Y PAZ» DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA, Educar
para la legalidad, Ecclesia 2565 (1-2-1992) 25-35. Cf J. M. ARTADI, Conciencia cristiana y
normas civiles, SM, Madrid 1991.
6
Cf A. HORTAL, Desobediencia civil, en M. VIDAL (dir.), Conceptos fundamentales de ética
teológica, Trotta, Madrid 1992, 709-723.
contenidos (supravaloración de los preceptos positivos; matización de todo
el contenido de la moral a través de la «juridización») como en la estructura
vivencial (supravaloración de la «autoridad» y de la «obligación» como
fuentes generadoras de moralidad).
En estas dos expresiones de la moral, la nominalista y la casuista, tenemos
reflejada la estructura típica del «legalismo»:
— concepción heterónoma de la moral;
— importancia de la ley positiva («mandato» o «prohibición») en cuanto
cauce expresivo del contenido moral;
— expresión de la exigencia moral en clave de «obligación» (deber,
obediencia, etc).
5. Textos complementarios
❖ El nominalismo
Dentro de la Edad media surgió una tendencia moral basada en el
nominalismo filosófico. A esta comprensión de la moral se la denomina
nominalismo ético o moral. Según la ética nominalista, la moralidad reside
en el querer libre de Dios, que se manifiesta de una forma positiva en la
revelación. Es ahí donde encontramos el querer libre de Dios. Por eso
mismo es necesario examinar lo que de hecho Dios manda o prohíbe para
conocer su voluntad. De este modo, el voluntarismo ético queda completado
con el positivismo bíblico, que también recibe el nombre de nominalismo
bíblico. Además, la voluntad de Dios se manifiesta de modo concreto y
singularizado dando prevalencia así a lo singular. Juntando este rasgo a los
dos anteriores, tenemos los tres elementos del nominalismo moral:
voluntarismo, positivismo bíblico, concreción en lo singular o individual. El
nominalismo ético tiene su comienzo en Ockham y en sus seguidores, entre
los cuales hay que recordar a G. Biel; pero es una tendencia constante en la
historia de la moral, que aparece en determinados momentos o en autores
concretos. Se pueden encontrar elementos de nominalismo ético en
Descartes y, sobre todo, en Pufendorf, quienes consideran el orden de la
razón corno un libre decreto de la voluntad de Dios. También puede
hablarse de nominalismo ético en las teorías del emotivismo moral. Max
Scheler ha visto tendencias nominalistas en la moral relativista, ya que el
relativismo supone que no existen experiencias morales absolutas y que
todo juicio de valor es una mera apreciación subjetiva incapaz de
aprehender nada de la realidad moral objetiva (Ética II, c. 1, p. 2).
❖ La auténtica legalidad
La Comisión eclesial «Justicia y Paz» de la Conferencia episcopal italiana ha
publicado una nota pastoral sobre Educar para la legalidad (4-10-91). El
texto completo puede verse en Ecclesia 2565 (1 de febrero de 1992) 25-35.
Recogemos el contenido de los números 3 y 15.
6.4. Textos
Lee y comenta los textos complementarios que aparecen en las páginas 93-
97:
El nominalismo.
El legalismo en la forma de entender y de vivir la culpabilidad.
La auténtica legalidad.
Guión Temático
Objetivos:
Aclarar y comprender mejor el significado y la función del
discernimiento ético, «clave de la moral neotestamentaria».
Exponer y definir los dos componentes del discernimiento: a) la
transformación de la mente; h) la nueva estimativa.
Comprender las condiciones socio-antropológicas del discernimiento:
el carácter personalista y la orientación crítica de la decisión moral.
Profundización en el tema de la ley interior, la estimativa moral y el
discernimiento ético ante la «manipulación moral».
7
O. CULLMANN, Cristo y el tiempo, Estela, Barcelona 1967, 202.
corroborada por Spicq8. Los moralistas actuales acuden a la categoría del
discernimiento para expresar la función propia de la ética en la existencia
cristiana9.
La filosofía aristotélico-tomista entendió el discernimiento como un
momento de la actividad prudencial. En la reflexión teológico-moral de hoy
se lo considera desde las perspectivas bíblicas y desde las orientaciones
personalistas y crítico-sociales de la cultura actual.
13
C. SPICQ, o. c. I, 48.
14
3.1. Opción por el «personalismo»
La decisión moral brota del núcleo autónomo de la persona. Únicamente
tiene sentido una decisión ética cuando es «responsable», es decir, cuando
es una «respuesta» del yo ante las exigencias de su propia realización.
Por otra parte, la decisión moral se expresa de modo prevalente a través de
opciones y actitudes y no mediante actos atomizados y casuísticos. El
discernimiento ético se instala preferentemente en la opción fundamental
de la persona y desde ahí orienta todo el dinamismo moral humano.
Además, la decisión moral, sin dejar de tener en cuenta la función
secundaria de las instancias exteriores (ley, autoridad, tradiciones, etc.), las
valora como ayuda para realizar un discernimiento ético realista y
contrastado.
Estas perspectivas personalistas son ampliamente compartidas por los
moralistas de hoy cuando estudian el discernimiento ético. Tal aceptación
nos exime de un desarrollo más pormenorizado. Sin embargo, no podemos
dejar de anotar que la orientación personalista del discernimiento ético ha
de evitar el caer en la tentación del subjetivismo estéril, del individualismo
autogratificante y del narcisismo ingenuo. La auténtica visión personalista
de la decisión moral sitúa el discernimiento ético en el lugar marcado por la
«reciprocidad de las conciencias» y por las exigencias del proyecto
histórico socialmente compartido.
4. Textos complementarios
❖ La ley interior
En el Nuevo Testamento y en la más genuina tradición teológica existe un
tema teológico-moral que relativiza el sentido y la función de la norma
moral. Es el tema de la «ley interior» en cuanto alternativa cristiana a la
«ley exterior». Conviene recordar esta enseñanza como permanente
amonestación ante todo intento de absolutizar el sistema normativo en la
vida moral.
a) Para el cristiano existe una «ley nueva». En el Nuevo Testamento se
afirma la existencia de una norma original de actuación. Esa norma es
descrita con el sustantivo «ley»; sin embargo, al añadirle los calificativos
(«del Espíritu», «de libertad»,
etc.), se le quita la sustantividad propiamente jurídica. He aquí las
expresiones con las que se describen los rasgos esenciales de la nueva ley
del cristiano:
«Ley de Cristo» (051 6,2): Cristo es nuevo Moisés (sermón de la
montaña); promulga con sus palabras y sus obras la voluntad de Dios;
nuestra relación con la ley debe hacerse a través de Cristo: él es
nuestra ley (mística cristológica en dimensión ética).
«Ley escrita en la mente y en el corazón» (Heb 8,10; cf Jer 31,33). Es
una ley no exterior, sino interiorizada.
«Ley del Espíritu de vida en Jesucristo» (Rom 8,2). La ley es el
Espíritu que se nos da: ley vital o que infunde vida; «en Jesucristo»,
ya que el Espíritu se nos da en Cristo Jesús.
«Ley perfecta de la libertad» (Sant 1,25; 2,12). Es ley «perfecta» (ley
regia: 2,8), pero no en contenido, sino en libertad; identificación de la
libertad con la ley; aun las prescripciones exteriores son protección
de la libertad interior.
Esta «ley nueva» propiamente no es ley. Es una exigencia interior; es un
indicativo exigente. Para el cristiano, los sistemas de obligación dicen
referencia a esta ley nueva que rige el universo moral del creyente.
b) Para el cristiano pierde vigencia la «ley antigua». Se constata dicha
afirmación en la postura de Jesús y de la primitiva comunidad ante la ley
judía:
Jesús rechaza las «tradiciones de los hombres», las «tradiciones
humanas» (Mc 7,5; 7,8), que los doctores han equiparado con la ley.
Combate sobre todo el fariseísmo y el espíritu legalista que se escuda
en la interpretación y en el cumplimiento literales de la ley, para
desentenderse de la entrega a la voluntad de Dios (Mt 23,23).
Jesús despoja a la ley de su carácter mediador. Él es el único
mediador de la voluntad del Padre. Él mismo es la nueva ley y la
nueva alianza.
Para Jesús no quedan sin sentido todas las exigencias del Antiguo
Testamento. Se recogen y son reasumidas en motivaciones y en
formulaciones nuevas. De este modo, Jesús lleva a la perfección la ley
antigua (Mt 5,17s), restableciendo sus exigencias originales (Mt
19,5s).
Un testigo cualificado de la postura neotestamentaria frente a la ley
antigua es Pablo. Su rico pensamiento sobre el tema puede ser resumido en
los siguientes aspectos:
Pablo declara caduca la ley antigua: como economía de salvación (la
salvación no puede venir más que por Cristo); como sistema ético-
religioso global: «No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia de Cristo»
(Rom 6,14). Una de las esclavitudes de que nos libera Cristo es la
esclavitud de la ley (junto con la esclavitud del pecado, de la muerte y
de la carne).
Pablo polemiza no sobre los contenidos de la ley judía (como en los
evangelios sinópticos), sino sobre su carácter obligante.
Pablo admite que la ley era buena en sí misma (Rom 7,12). Pero
revela el pecado (Rom 7). Al no dar ayuda desde dentro, se convierte
en mortífera (no por sí misma, ya que es santa, sino por la debilidad
de la carne).
La ley es un pedagogo que lleva a Cristo, como el esclavo lleva el niño
al maestro (Gál 3,23-24).
De la enseñanza neotestamentaria sobre la «ley antigua» y sobre la «ley
nueva» se deduce que la ética cristiana es una moral nacida desde la
exigencia interior. Las normas externas tienen una función secundaria. Esa
es la relativización que introduce la fe en el conjunto del sistema normativo
moral.
La ley nueva, que constituye la estructura normativa del cristiano, es la
transformación del hombre en Cristo Jesús por la presencia del Espíritu.
Nos encontramos aquí con un planteamiento de la moral cristiana en
términos plenamente bíblicos. La moral cristiana es el indicativo cristiano
traducido a imperativo. La moral cristiana es la antropología teológica en
dinamismo (o la antropología teológica dinámica). Las aspiraciones de la
renovación actual de la moral se encuentran ya proclamadas en esta
categoría bíblica de la ley nueva: una moral de indicativo frente a una
moral de imperativo, una moral del espíritu frente a una moral de la
obligación, etc.
c) Bibliografía
— AA.VV., El hechizo de la ley, BibFe 20 (1994) 60.
— Encíclica Veritatis splendor 23-24.
— LACE E, La ley en la moral de San Pablo. Nuevas perspectivas, Moralia
13 (1991) 3-28.
— LYONNET S., Libertad y ley nueva, Sígueme, Salamanca 1964.
❖ La estimativa moral
La estimativa se refiere al universo de los valores. Ortega y Gasset habló de
los valores escribiendo la Introducción a una estimativa. Entendía por
estimativa la «ciencia a priori del valor» pensando que sus «leyes son de
evidencia perfecta, al modo de las geométricas» (Obras Completas VI,
Madrid 1955, 315-335).
La estimativa moral es, al mismo tiempo, el descubrimiento y la asimilación
de los valores éticos. De ahí que se pueda hablar de un «perfil estimativo de
los pueblos y de los grandes períodos históricos», así como de cada
individuo. El perfil estimativo moral representa la forma y el grado de
moralización de un individuo o de un colectivo, entendiendo por
«moralización» tanto la sensibilidad hacia determinados valores como la
huella que su captación ha dejado en el alma individual o colectiva.
La estimativa moral es el correlato subjetivo de la axiología moral.
Mediante la estimativa moral tiene lugar la epifanía de los valores éticos
para la conciencia del individuo y de los grupos. Más aún, la estimativa
moral hace que los valores se conviertan en actitudes. De este modo los
valores objetivos son transformados en «lealtades» sobre las cuales se
asienta la vocación de los individuos y de los grupos.
La estimativa moral orienta la decisión ética hacia los valores objetivos.
Impide que los compromisos éticos se pierdan en el vacío de un nihilismo
situacionista o choquen contra el muro compacto de normas
preestablecidas y principios inconmovibles. A través del proceso de
estimativa el juicio ético adopta el camino de las «presunciones»
axiológicas, construyendo un universo moral de bienes y valores
preferenciales. La estimativa es el lugar de encuentro entre la subjetividad
moral y el mundo objetivo de los valores éticos.
La captación de los valores se realiza de múltiples modos. Sobresalen los
siguientes, que únicamente enumeramos sin someterlos a desarrollo
expositivo:
captación por connaturalidad: estando ya vivencialmente dentro de
ellos;
captación por contagio: a través de la fuerza del ejemplo o del
ambiente en general;
captación por rechazo: sintiendo la incoherencia de las situaciones y
de los comportamientos «desvalorizados»;
captación por ciencia: mediante procesos discursivos.
Una vez captados, los valores son expresados en normas que por fuerza han
de tener una formulación abierta y creativa. De este modo la estimativa
moral es la zona humana donde acaece la transformación de las constantes
antropológicas en significados valorativos y éstos en plasmaciones
normativas.
❖ El discernimiento ético ante la «manipulación moral»
Le corresponde a la ética del discernimiento denunciar las múltiples formas
que adopta la manipulación en el campo de la moral. Señalamos a
continuación algunos mecanismos de manipulación moral:
b) En el área de la responsabilización
La responsabilización, en cuanto proceso de subjetivización moral, también
está expuesta al desencadenamiento de factores manipuladores. La
manipulación se introduce aquí por dos caminos: suplantando la
responsabilidad personal mediante la proyección a un centro exterior de
decisiones y falseando el proceso normal de la responsabilidad mediante la
distorsión de algunos de sus mecanismos.
La suplantación manipulativa de la responsabilidad acaece cuando el
sujeto, creyendo ser mucho más responsable, proyecta su responsabilidad
en Dios o en cualquier tipo de autoridad externa. La conciencia religiosa
suele correr este riesgo mucho más que la conciencia exclusivamente
moral.
Por otra parte, el falseamiento manipulativo de los mecanismos de
responsabilización tiene lugar cuando se introduce un factor, en apariencia
ético, pero en realidad perteneciente al universo de la acriticidad. Por
ejemplo, hacer vivir la responsabilidad ética desde la presión ejercida por
una ley, un deber o una autoridad.
5.4. Textos
Dada la importancia de este tema en la configuración de la moral cristiana,
señalamos como lectura y estudio preferente los dos últimos textos
complementarios:
La estimativa moral (pp. 112-113);
El discernimiento ético ante la «manipulación moral» (pp. 113-115).
TERCERA PARTE:
«MORAL DE OPCIÓN FUNDAMENTAL Y DE ACTITUDES»
FRENTE A «MORAL DE ACTOS»
Guión Temático:
1. La «moral de actos»
1.1. La sistematización de santo Tomás de Aquino
1.2. Análisis de la época casuística
1.3. Síntesis: el esquema escolástico-casuista de las expresiones de la
responsabilidad moral
2. El paradigma de la «moral de opción fundamental y de actitudes»
2.1. Criterios para el replanteamiento de la base antropológica del
comportamiento moral
2.2. Síntesis: el esquema personalista de las expresiones de la
responsabilidad moral
3. Textos complementarios
Elementos integrantes de la responsabilidad humana
Elemento pático o afectivo del comportamiento humano
Elemento cognoscitivo del comportamiento moral responsable
Elemento volitivo del comportamiento humano
Elemento ejecutivo de la responsabilidad humana
La libertad: estructura formal de la responsabilidad humana (síntesis
dialéctica de la libertad humana)
Objetivos:
Analizar el paso de un paradigma a otro, de la «moral de actos» a la
«moral de opción fundamental y de actitudes».
Estudiar la «moral de actos» en sus diversas etapas y la «moral de
opción fundamental y de actitudes» haciendo una síntesis de las
mismas.
Incidir en los elementos del acto responsable.
1. La «moral de actos»
Como se ve, en la estructuración del tratado aparecen las dos partes que
encontramos en santo Tomás: análisis psicológico y análisis moral de los
actos humanos. Sin embargo la orientación y el modo de tratar los temas
tiene un matiz diferente, que es el que va a permanecer en los manuales de
moral casuista.
El centro de atención del análisis psicológico del acto humano es el estudio
de la voluntariedad y libertad. Dentro de este tema central se examinan
cuestiones de tanta trascendencia para las aplicaciones morales como las
siguientes: noción de acto voluntario y sus formas (simpliciter-secundum
quid; liberum-necessarium; in se-in causa; directum-indirectum); causas
que impiden la voluntariedad o impedimentos del acto humano (violencia,
miedo, concupiscencia, ignorancia).
En el estudio del acto humano en su dimensión moral, examina san Alfonso
en qué consiste propiamente la moralidad y cuáles son los principios de la
misma (objeto, fin y circunstancias). Completa la materia la cuestión de si
se dan en concreto actos diferentes.
Los manuales de moral casuista, sobre todo de tendencia jesuítica y
alfonsiana, se colocan en esta línea de orientación trazada por san Alfonso.
Aunque tienen delante el tratado de santo Tomás, y en parte el de los
grandes comentadores de la Suma, sin embargo prevalece en ellos la
misma preocupación que encontramos en san Alfonso: carácter práctico,
con descuido de las cuestiones especulativas sobre el acto humano; interés
por tener una definición exacta y «operativa» (es decir, que sirva en todos
los casos concretos) de acto humano; tendencia a precisar los matices
diferentes en la variedad de los actos humanos (de ahí que se someta al
acto humano a una múltiple división); deseo de precisar la voluntariedad
del acto humano, insistiendo en las causas o impedimentos que la
perturban. Todo esto se refiere al análisis psicológico del acto humano,
dejando aparte su dimensión moral.
ACTO
ACTITUD
OPCIÓN FUNDAMENTAL
PERSONA
2
B. HÄRING, La ley de Cristo I, Herder, Barcelona 19685, 105.
Por último, este esquema coloca el acento principal del lado de la persona y
no del lado del objeto. Ello dará lugar a un matiz más personalista que
objetivista dentro del conjunto de la moral.
En los capítulos siguientes del presente estudio se analizan detenidamente
tanto la opción fundamental como la actitud. No obstante ese ulterior
desarrollo, adelantamos una consideración global de las tres categorías
indicadas:
— Opción fundamental
— Actitud moral
3. Textos complementarios
❖Elementos integrantes de la responsabilidad humana
El comportamiento humano responsable constituye una unidad compleja.
Componen dicha unidad cuatro elementos fundamentales. Estos no han de
ser comprendidos como estratos superpuestos sino como instancias o
dimensiones de la única realidad comportamental entendida como un todo.
Estos son los factores o elementos básicos:
— Elemento pático: Los sentimientos o la resonancia pática del
comportamiento moral. El acto se da lleno de vivencias: todo un clima
psicológico que lo envuelve y lo llena hasta el desbordamiento.
— Elemento cognoscitivo. En todo comportamiento humano responsable
tiene que haber conocimiento. Este elemento cognoscitivo incluye:
advertencia, deliberación e imperio.
— Elemento volitivo. En todo comportamiento responsable tiene que
intervenir la actividad volitiva de la persona. Es lo que da sentido y
unificación a los otros elementos.
— Elemento ejecutivo. La dimensión ejecutiva aporta al comportamiento
una nueva densidad y vida humana. Es una proyección del sujeto sobre el
mundo exterior.
4.4. Textos
Estudia y analiza los textos siguientes:
Contenido del tratado de los Actos Humanos (I-II) (santo Tomás), p.
124.
Elementos integrantes de la responsabilidad humana (p. 134).
La libertad: estructura formal de la responsabilidad humana (p. 139).
Guión Temático:
1. Antropología de la opción fundamental
2. Perspectivas bíblico-teológicas
3. La opción fundamental: expresión básica de la vida moral
4. ¿Cuándo y cómo acaece la opción fundamental?
4.1. ¿Cuándo aparece la opción fundamental?
4.2. ¿Cómo se da la opción fundamental?
5. Relación de la opción fundamental con el pecado mortal
6. Raíces históricas y enseñanza del magisterio eclesiástico reciente
6.1. Raíces históricas
6.2. Enseñanza del magisterio eclesiástico reciente
7. Textos complementarios
La opción fundamental: origen de la personalidad moral
Relación de la opción fundamental con las actitudes y los actos
concretos
La opción fundamental en tres grandes maestros: Agustín, Tomás de
Aquino y Alfonso de Ligorio
8. Para el debate moral
Objetivos:
Conocer el significado de la opción fundamental, expresión del
dinamismo moral de la persona.
Analizar desde el nivel dinámico de la persona el mundo de las
decisiones humanas.
Iluminar desde la perspectiva bíblica la opción fundamental en su
contenido antropológico, teológico y moral.
Determinar la funcionalidad de la opción fundamental como categoría
ético-teológica de la vida moral cristiana y sus aplicaciones concretas.
7. Textos complementarios
8.4. Textos
Estudia y analiza los textos complementarios de las páginas 162-165.
La opción fundamental: origen de la personalidad moral.
Relación de la acción fundamental con las actitudes y actos concretos.
Guión Temático:
1. Noción genérica de actitud
2. La actitud en psicología y en sociología
3. La actitud moral
4. Los componentes de la actitud moral cristiana
4.1. Horizonte motivacional
4.2. Referencia a un ámbito concreto de com. portamiento
4.3. Aspiración tendencia!
5. Textos complementarios
Actitud y comportamiento
Componentes de la actitud
El acto humano
6. Para el debate moral
Objetivos:
Definir el concepto de actitud.
Analizar la función de la actitud en la psicología, en la pedagogía y en
la sociología.
Determinar la influencia de la actitud en el comportamiento humano.
Establecer la instancia de actitud moral cristiana y sus componentes.
Relacionar actitud moral con comportamiento y opción fundamental.
7
G. W. ALLPORT, La personalidad, Herder, Barcelona 1968, 412-413.
proceso de formación de la actitud: satisfacción de necesidades,
información recibida, pertenencia a un grupo, reflejo de la
personalidad de un individuo;
medición de las actitudes mediante la elaboración de escalas
actitudinales;
correlación de actitudes que da lugar a una constelación de actitudes
que engendra una determinada «personalidad» (recordar la
«personalidad autoritaria» estudiada por Adorno).
Estos y otros temas constituyen los puntos fundamentales de la
sistematización que la psicología y la sociología han realizado sobre el
concepto de actitud.
3. La actitud moral
Entendemos la actitud moral a partir de la noción que sobre actitud en
general aportan la psicología y la sociología. Todos los elementos que
integran la noción de actitud se realizan en este ámbito especial que es la
realidad y la vida moral.
Hace algunos arios pronosticaba Aranguren que el «intentar levantar los
conceptos de virtud y vicio sobre el concepto de actitud, en lugar del
concepto de hábito», es «un tema sugestivo que, más pronto o más tarde,
alguien probablemente abordará»8.
La teología moral actual pretende llevar a cabo esa labor. Las dificultades
que entonces veía Aranguren, «sobre todo por las implicaciones
concernientes a las virtudes infusas», apenas si tienen consistencia en el
momento actual.
La categoría de actitud viene a suplir, con ventajas, la función que
desempeña en la moral tradicional el concepto de hábito. Frente al
concepto clásico de hábito, la categoría de actitud pone más de relieve:
los aspectos emotivos y de ejecución (el hábito destacaba sobre todo
los aspectos intelectivos);
la dimensión de auténtico «entrenamiento» y de subjetivación (en la
noción y en la realización del hábito acechaba el peligro de reducirlo
a meros «automatismos»).
Entendemos, pues, por actitud moral aquel conjunto de disposiciones
adquiridas que nos llevan a reaccionar positiva o negativamente ante los
valores éticos.
La actitud es la parcialización de la opción fundamental en algún campo de
la existencia humana. Si la opción fundamental del cristiano es aceptar a
Cristo en el conjunto de la existencia, las actitudes cristianas parcializan
esa decisión globalizante: en el ámbito de la verdad, de la fidelidad, del
servicio, etc. Se pueden distinguir tantas actitudes cuantas parcializaciones
se pueden hacer de la opción fundamental. Es labor de la reflexión moral
8
J. L. L. ARANGUREN, Ética, Revista de Occidente, Madrid 1972,5 219, nota 1.
hacer una exposición del conjunto de las actitudes morales y jerarquizarlas
en cuanto comprometen más o menos la opción fundamental.
La actitud moral, al ser la concreción de la opción fundamental, del
sentido moral y del ethos, comporta toda la riqueza de la dimensión
ética de la persona. El mundo pático, el mundo cognoscitivo, el
mundo volitivo, el nivel ejecutivo de la persona: todo resuena en la
actitud moral. Esta viene a estar integrada por los sentimientos, por
los principios o criterios, por las decisiones o tomas de postura y por
toda la gama de niveles ejecutivos de la persona. La estructura de la
actitud moral repite la rica estructura de la persona.
5. Textos complementarios
❖ Actitud y comportamiento
«La "actitud" es la unidad significativa que estructura un sistema de
valoración y connota el grado de disposición de un sujeto (grupo, época,
sociedad y civilización) en relación con objetos individuales (realidad social
y mundo humano) existentes en su universo psicológico. El sistema
valorativo, en cuanto tal, es una forma estable que se justifica en base a la
tendencia del sujeto a la organización participativa orientada; esto implica
una tendencia a la acción directa a favor o en contra del objeto; el grado de
disposición o de disponibilidad es, en cambio, una forma semiestable
justificada por factores internos y externos que el individuo comparte
íntimamente según el estímulo del momento, de sus necesidades y de sus
motivaciones.
El "comportamiento" normalmente indica una acción práctica y observable
desde el exterior. Pero el sujeto lo asume en base al grado de estímulo al
que está sometida la relación, que interviene en la acción, entre la propia
actitud y la que está fuera de él. En este sentido el comportamiento es una
categoría histórica cuyas actitudes no se traducen siempre externamente.
La "conducta" es una línea lógica de acción implicada por las actitudes.
En la perspectiva educativa estos tres aspectos de la personalidad son
analizados en la relación entre sujeto y ambiente, y se pueden modificar
sobre todo por medio del aprendizaje.
El estudio de la actitud es muy reciente y ha interesado a la psicología
general en primer lugar y luego a la psicología social, cuando las
implicaciones con el comportamiento social han resultado de enorme
interés para la nueva sociedad posindustrial. Históricamente las primeras
tentativas de análisis de la actitud se remontan a la segunda mitad del s.
XIX, cuando aparecieron los primeros trabajos de A. Comte, que anticipó la
formulación del problema, y de W Wundt, que ofreció las sugerencias
originales y los principios teóricos destinados a fundar la psicología como
ciencia. Hasta las primeras décadas del s. XIX el estudio de las actitudes no
alcanza una formulación científica oficial y una utilización práctica. Hasta
entonces el estudio de la actitud tenía una tradición que se puede calificar
de precientífica, en cuanto determinada directamente por la naturaleza
filosófica de la lectura del hombre en sociedad. Esta lectura se servía de un
modelo inspirado en los principios supremos de la perfectibilidad metafísica
en contraposición con la corruptibilidad humana. En esta perspectiva, la
mediación pedagógica actuaba sobre la creación de habilidades aptas para
reforzar la conducta por medio del uso didáctico del ejercicio capaz de
crear costumbres repetitivas. En recientes trabajos de psicología social los
investigadores han tratado de elaborar una ciencia del comportamiento
social experimentando los datos de la psicología general y confrontándolos
con los problemas y la estructura de la realidad a la que pertenece el sujeto
en cuestión» (M. A. RUGGIERO, Actitud, en G. FLORES-I.GUTIÉRREZ,
Diccionario de ciencias de la educación, San Pablo, Madrid 1990, 31-32).
❖ Componentes de la actitud
«El componente cognoscitivo de una actitud consiste en las convicciones
del individuo relativas al objeto. Los conocimientos más críticos
incorporados al sistema de las actitudes son las convicciones de índole
valorativa, que implican la atribución de ciertas cualidades al objeto.
Los componentes afectivos de una actitud están constituidos por las
emociones vinculadas al objeto. Esta carga emotiva es la que da a las
actitudes su carácter duradero, estimulante, motivado. Finalmente, la
tendencia a obrar es el componente de la actitud que incluye toda la
disponibilidad de comportamiento asociada a esa actitud. Si un individuo
tiene una actitud positiva para con un objeto determinado, estará dispuesto
a ayudar, a favorecer o a sostener tal objeto: si tiene una actitud negativa,
estará dispuesto a hacer daño, a destruir o a acabar con el objeto.
Cada uno de estos tres componentes de la actitud puede variar de valencia
y de grado de complejidad.
Una actitud puede describirse como favorable o como desfavorable, en
favor o en contra del objeto. Para describir una actitud, con frecuencia es
necesario proceder a una medición cuantitativa de su valencia.
La valencia es una característica que puede aplicarse a cada uno de los
componentes de un sistema de actitudes. El componente cognoscitivo de
una actitud puede ser sumamente favorable: el individuo piensa en un
objeto determinado como en un bien supremo. Pero el componente
cognoscitivo puede ser también muy desfavorable, pudiendo el individuo
considerar el objeto como el peor de los males. La tendencia a obrar puede
variar también desde la disposición a ayudar, sostener y proteger al objeto
de cualquiera de las maneras posibles hasta la disposición externa a atacar
y destruir el objeto. La valoración de la valencia ha sido el interés central
de los que han afrontado el problema de medir las actitudes. Además, cada
componente puede variar por su grado de complejidad, la cual se deriva del
número y de la variedad de los elementos o partes que constituyen un
componente. El componente cognoscitivo de toda actitud se puede situar en
un continuum, desde un grado mínimo hasta un grado máximo de
complejidad. A su vez, el componente afectivo de una actitud puede variar
desde un extremo de afectividad indiferenciada, positiva o negativa, frente
al objeto hasta otro extremo de una serie muy diferenciada de emociones
frente al mismo. La tendencia a obrar puede variar desde la disposición a
atacar el objeto (o a protegerlo) hasta una serie muy elaborada de
disposiciones para con él» (V. VOLPE, Actitud, en F. DEMARCHI-A.
ELLENA- J. GONZÁLEZ-ANLEO, Diccionario de sociología, San Pablo,
Madrid
1986, 24-25).
❖ El acto humano
El acto moral es la expresión concreta y parcial de la actitud y, mediante
esta, de la opción fundamental.
Es preciso comenzar constatando la existencia de diversidad de actos,
según su mayor o menor profundidad. En la vida de la persona existen: a)
actos «instintivos» («actos del hombre»); b) actos «reflejos» (gestos
rutinarios o dependientes de la educación): estos actos no están totalmente
privados de libertad, ya que, en el transcurso de los arios subsiguientes,
han sido aprobados o reprobados por la persona libre, y de esta manera
subsumidos en la libre realización de sí misma; c) actos «normales» (se dan
entre lo rutinario y lo decisivo); d) «actos-cumbre» (momentos decisivos:
con solemnidad externa o jurídica o sin dicha solemnidad).
Después de esta constatación, conviene hacer las siguientes precisiones de
carácter más formal:
— Acto moral perfectamente humano. Es aquel cuyo verdadero dueño es el
ser personal. Esto supone: pleno conocimiento (advertencia y deliberación),
y decisión personal mediante una actuación de la voluntad libre.
— Acto «grave». Según una terminología reciente (Rahner), se llama
«grave» a aquel acto moral mediante el cual la persona es capaz, al menos
implícitamente, de disponer sustancialmente de sí misma. Como es natural,
el acto «grave» tiene que ser perfectamente humano: a) tiene que ser
suficientemente profundo e intenso en la percepción tanto del valor moral
del acto concreto como de su relación al fin último; b) tiene que proceder
prevalentemente del centro libre y personal.
— Relación entre acto perfectamente humano y acto «grave». ¿Es todo acto
humano un acto también «grave»? Un acto perfectamente humano que dice
relación explícita a la opción fundamental, es un acto grave. Pero si no dice
relación explícita, ¿se requiere una materia grave? En la moral tradicional
se admitía que el primer acto de opción fundamental podía hacerse
implícitamente con un acto sobre materia leve; en el caso de los demás
actos, se discutía.
— ¿Puede un solo acto comprometer la opción fundamental? El acto moral
es de algún modo un signo de la opción fundamental; por su parte, la
opción fundamental es el centro del acto moral particular. Según sea la
profundidad del acto, en esa misma medida hay que hablar de mayor o
menor compromiso en él de la opción fundamental. En un acto muy intenso,
la opción moral queda comprometida; en un acto menos intenso (desde el
punto de vista de responsabilización), la opción fundamental permanece la
misma: bien en el sentido de que con ese acto la opción fundamental se
«expresa» de una forma leve (si el acto está en la misma dirección de la
opción fundamental); o bien en el sentido de que con tal acto se contradice
a la opción fundamental de un modo menos profundo (si el acto no
corresponde a la dirección de la opción fundamental).
6.4. Textos
Comenta el texto con que concluye el presente estudio (p. 189).
«Toda existencia bien compuesta y templada tiene que ser, a la par,
religiosa y moral. El esfuerzo ético, rectamente cumplido, se abre
necesariamente a la religiosidad, termina por desembocar en ella. Y,
por su parte, la actitud religiosa eficaz fructifica en acción moral, en
buenas obras» (J. L. ARANGUREN, Ética, Revista de Occidente,
1972,5 165).
11
Ib, 346.
12
Ib, 348-349.
13
Ib, 165.
BIBLIOGRAFÍA
3. Sobre la actitud
BUGEDA J., Actitud, en AA.VV., Diccionario de ciencias sociales, Madrid
1975, 49-50.
MOYA J.-REHRAUER S., Rasgos de personalidad y actitudes morales,
Moralia 9 (1987) 65-78.
RUGGIERO M. A., Actitud, en G. ELORES-I.GUTIÉRREZ, Diccionario de
ciencias de la educación, San Pablo, Madrid 1990, 31-34.
VOLPE V, Actitud, en F. DEMARCHI-A. ELLENA-J. GONZÁLEZ-ANLEO,
Diccionario de sociología, San Pablo, Madrid 1986, 23-30.
YOUNG K., Psicología de las actitudes, Paidós, Buenos Aires 1967.