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Guía de Estudio EL LIBRO DE JOB

de la Biblia
(Lecciones de la Escuela Sabática)

Edición para Adultos


Octubre – Diciembre 2016 Contenido
Autor Introducción ........................................................................ 2
Clifford Goldstein 1. El fin............................................................................... 5
Dirección general 2. El Gran Conflicto........................................................... 12
Clifford Goldstein 3. “¿Acaso teme Job a Dios de balde?”............................. 19
Dirección 4. Dios y el sufrimiento humano........................................ 26
Marcos G. Blanco 5. Maldito el día................................................................ 33
Traducción y redacción 6. La maldición ¿sin causa?............................................... 40
Rolando A. Itin 7. Castigo retributivo..........................................................47
Diseño 8. Sangre inocente........................................................... 54
Romina Genski 9. Indicios de esperanza................................................... 61
Ilustraciones 10. La ira de Eliú................................................................ 68
Lars Justinen 11. Desde un torbellino...................................................... 75
12. El Redentor de Job....................................................... 82
13. El carácter de Job......................................................... 89
14. Algunas lecciones de Job............................................. 96

La oficina de las Guías de Estudio de la Biblia para Adultos de la Asociación General de los Adventistas del
Séptimo Día prepara estas Guías de Estudio de la Biblia. La preparación de las guías ocurre bajo la dirección
general de la Comisión de Publicaciones de la Escuela Sabática, una subcomisión de la Junta Directiva de la
Asociación General (ADCOM), que publica las Guías de Estudio de la Biblia. La guía publicada refleja la contri-
bución de una comisión mundial de evaluación y la aprobación de la Comisión de Publicaciones de la Escuela
Sabática, y por ello no representa necesariamente la intención del autor.
© 2016 Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día®. Todos los derechos reservados. Ninguna por-
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ducida o publicada por cualquier persona o identidad sin autorización previa por escrito de la Asociación
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Asociación General. “Adventista del Séptimo Día”, “Adventista” y el logo de la llama son marcas registradas de
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de la Asociación General.

Colección Guía de Estudio de la Biblia


GUÍA DE ESTUDIO DE LA BIBLIA PARA LA ESCUELA SABÁTICA EDICIÓN PARA ADULTOS (Sabbath School Lessons),
(USPS 308-600). Spanish-language periodical for fourth quarter, 2016. Volume 121, No. 4 Published quarterly by the Pacific
Press® Publishing Association, 1350 North Kings Road, Nampa, ID 83687-3193, U.S.A. Subscription price, $10.52; single
copies, $3.99. Periodicals postage paid at Nampa, ID. POSTMASTER: Send address changes to GUÍA DE ESTUDIO DE
LA BIBLIA PARA LA ESCUELA SABÁTICA EDICIÓN PARA ADULTOS, P.O. Box 5353, Nampa, ID 83653-5353. Printed in the
United States of America.

TEXTO Y DIAGRAMACIÓN: CASA EDITORA SUDAMERICANA.


IMPRESIÓN Y DISTRIBUCIÓN: PACIFIC PRESS® PUBLISHING ASSOCIATION.

SE PROHÍBE LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DE ESTE FOLLETO SIN EL PERMISO DE LOS EDITORES
INTRODUCCIÓN

LA PREGUNTA PERENNE
A pesar de toda la propaganda popular en contra, los cristianos tienen
razones muy lógicas y racionales para creer en Dios. Aunque algunos de los
“mejores y más brillantes” hombres aseguran que los conceptos evolucionistas
de la “selección natural” y de las “mutaciones al azar” pueden explicar la com-
plejidad, la maravilla y la belleza de la vida, muchas personas no lo creen, y
lógicamente es así: A pesar de las últimas afirmaciones “científicas” de que el
universo surgió de la “nada”, la mayor parte de la gente encuentra que la idea
de un Dios que existe eternamente, en oposición a la “nada”, es la explicación
más natural y satisfactoria para la Creación.
Y no obstante, aun con la lógica y la razón firmemente de nuestro lado, to-
davía está el siempre presente problema del mal. Y de allí se plantea la pregunta
perenne: Si Dios existe, y es tan bueno, tan amante y tan poderoso, ¿por qué hay
tanto sufrimiento?
De aquí surge el estudio de este trimestre: el libro de Job. Es un libro fasci-
nante, uno de los primeros libros de la Biblia en escribirse, y trata esta pregunta
persistente. Dios nos dio, desde muy temprano, algunas respuestas al más di-
fícil de todos los problemas.
Algunas respuestas, no todas. Ninguno de los libros de la Biblia podría con-
testar en sí mismo todos nuestros interrogantes; y, probablemente, aun la Biblia
como un todo no los responde. A pesar de ello, Job descorre una cortina y
revela al lector la existencia de una realidad que está más allá de lo que nues-
tros sentidos, aun con el auxilio de dispositivos científicos, nos pueden revelar.
Nos lleva a un ámbito que, aunque está muy alejado de nosotros en un sentido,
está increíblemente cercano en otro. El libro de Job nos muestra lo que mucho
del resto de la Biblia también manifiesta: lo natural y lo sobrenatural están in-
separablemente vinculados. Job es un drama personificado del principio y la
advertencia que miles de años más tarde expresara Pablo: “Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra

2
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes” (Efe. 6:12).
Aunque se refiere mayormente a un hombre, el libro de Job es la historia
de todos nosotros, en el sentido de que todos sufrimos de maneras que, a me-
nudo, parecen no tener sentido. Y, aun la historia de los cuatro hombres que se
acercan a él refleja nuestra situación también, porque ¿quién no ha tratado de
abordar el problema del sufrimiento de otros?
No obstante, dejaríamos de ver un problema fundamental en el libro de Job
si nos limitáramos solo a los intentos de la humanidad doliente de comprender
el sufrimiento de la humanidad. La historia aparece en un contexto, el del gran
conflicto entre Cristo y Satanás, que es descrito aquí en los términos más literales.
Y eso es porque es la más literal de todas las batallas, la que comenzó en el cielo, y
se desarrolla aquí en los corazones, las mentes y los cuerpos de cada ser humano.
El estudio de este trimestre considera la historia de Job, tanto desde cerca,
en el drama inmediato de la narración, como desde lejos, porque no solo
sabemos de qué modo termina el libro, sino también conocemos el telón de
fondo en el cual se desarrolla. Entonces, para nosotros como lectores con el
conocimiento no solo del libro de Job, sino también de toda la Biblia, un tema
vital es intentar comprender el conjunto. Tratamos de entender, tanto como sea
posible, no solo por qué vivimos en un mundo de maldad sino, más importante,
de qué manera hemos de vivir en ese mundo.
Por supuesto, aun después de estudiar a Job, incluso en el contexto del
resto de la Biblia, permanece la pregunta perenne. Sin embargo, se nos asegura
la respuesta perenne: Jesucristo, “en quien tenemos redención por su sangre”
(Efe. 1:7), es aquel de quien vienen todas las respuestas.

Clifford Goldstein es el director general de la Guía de Estudio de la Biblia en


el ámbito mundial. Trabaja en la Asociación General desde 1984.

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CLAVE DE ABREVIATURAS
AFC A fin de conocerle
CBA Comentario bíblico adventista, 7 tomos
CS El conflicto de los siglos
DMJ El discurso maestro de Jesucristo
DTG El Deseado de todas las gentes
Ed La educación
MC El ministerio de curación
MCP Mente, carácter y personalidad, 2 tomos
NVI La Biblia, Nueva Versión Internacional
PP Patriarcas y profetas
R&H Review and Herald [Revista Adventista, en inglés]
SP Spirit of Prophecy, 4 tomos
TI Testimonios para la iglesia, 9 tomos
TTA Tratado de teología adventista

BILIOGRAFÍA
Boyd, Gregory A. God at War. Downers Grove, Ill: InterVarsity Press, 1997.
Brooke, John Hedley. Science and Religion. Nueva York: Cambridge Univer-
sity Press, 2006.
Camus, Albert. The Myths of Sisyphus and Other Essays. Nueva York: Vin-
tage Books, 1955.
____________. The Plague. Nueva York: First Vintage International Edition, 1991.
Hartley, John E. The Book of Job. NICOT, Accordance electronic edition.
Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1988.
Hawking, Stephen y Leonard Mlodinow. The Grand Design. Nueva York:
Random House, 2010.
Lewis, C. S. A Grief Observed.
Tarnas, Richard. Passion of the Western Mind. Nueva York: Ballantine Books, 1991.
Whitehead, A. N. Dialogues of Alfred North Whitehead.

“REAVIVADOS POR SU PALABRA”


Siga el plan que consiste en leer toda la Biblia en cinco años junto con algunos
libros de Elena de White.
Al pie de cada día encontrará los capítulos correspondientes a esa jornada.

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Lección 1: Para el 1º de octubre de 2016

EL FIN

Sábado 24 de septiembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 42:10-17; Génesis 4:8;


Mateo 14:10; 1 Corintios 4:5; Daniel 2:44; Job 14:14, 15.

PARA MEMORIZAR:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá” (Juan 11:25).

EN LAS CLASES DE REDACCIÓN, se enseña la importancia de que los textos


tengan un buen final. En las obras de ficción, donde el contenido no es verídico
pero debe ser verosímil, el autor necesita completar el trabajo con un final sa-
tisfactorio. Sin embargo, también en el caso de las no-ficciones es importante
un buen final.
Y en la realidad, ¿qué ocurre? ¿Qué pasa en la vida misma, experimentada
no en las páginas de una obra, sino en carne y hueso? ¿Qué sucede en nuestras
propias historias? ¿Qué clase de final tenemos? Los cabos sueltos, ¿están unidos
en forma agradable, como en una buena redacción?
Este no parece ser el caso. ¿Cómo es posible que nuestra historia termine
bien si el final siempre es la muerte? En ese sentido, nunca tenemos finales
felices, porque ¿es feliz una muerte?
Lo mismo es cierto en la historia de Job. Aunque, a menudo, se la presenta
con teniendo un final feliz (en contraste con todo lo sufrido por Job), en real-
mente no lo es porque también esta historia termina con la muerte.
Esta semana, al iniciar nuestro estudio del libro de Job, comenzaremos por
el final, pues plantea preguntas acerca de nuestro propio fin, no solo en esta
tierra sino también en la eternidad.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 12 – Durante esta semana, PP cap. 33.
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Lección 1 // Domingo 25 de septiembre

¿FELICES PARA SIEMPRE?


A menudo, las historias para niños concluyen con la línea: “Y fueron fe-
lices”. En algunos idiomas es casi una frase gastada. La idea es que cualquiera
sea el drama –el rapto de una princesa, un lobo feroz, un rey malvado–, el
héroe y su flamante esposa triunfan al final.
Así termina el libro de Job, por lo menos a primera vista. Después de las
pruebas y calamidades que cayeron sobre él, Job termina en lo que se podría
describir como una nota relativamente positiva.

Lee Job 42:10 al 17, los versículos finales del libro. ¿Qué nos dicen
acerca de la manera en que terminó Job sus días?

No hay ninguna duda: si le pides a alguien que mencione un libro de la


Biblia donde, luego de que el personaje principal enfrenta dificultades, todo
termina bien él, y se puede decir: “y vivieron felices”, muchos nombrarían el
libro de Job.
Mira todo lo que tenía Job cuando termina la historia. Familia y amigos,
que no estuvieron cerca durante las tribulaciones (con la excepción de Elifaz,
Bildad, Zofar, Eliú y la esposa de Job), vinieron y lo consolaron. También fueron
generosos, dándole dinero. Al terminar la historia, Job tenía el doble de lo que
había tenido al comienzo en términos de riqueza material (comparar Job 42:12
con Job 1:3). Tuvo diez hijos, siete varones y tres hijas, para remplazar a los
siete hijos y tres hijas que murieron (ver 1:2, 18, 19), y en toda la tierra “no había
mujeres tan hermosas como las hijas de Job” (Job 42:15), lo que no se dice de
las primeras. Y Job, que había estado muy seguro de su muerte, vivió otros
140 años. “Y murió Job viejo y lleno de días” (42:17). La frase “lleno de días”,
en hebreo (a veces se traduce como “lleno de años”), se usa para describir los
últimos días de Abraham (Gén. 25:8), de Isaac (Gén. 35:29) y de David (1 Crón.
29.28). Da la idea de alguien que está en un lugar relativamente bueno y feliz,
en un evento claramente no feliz: la muerte.

A todos nos gustan las historias que terminan bien. ¿Cuáles son algunas historias
con finales felices que conoces? ¿Qué lecciones puedes obtener de ellas?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 13 – Durante esta semana, PP cap. 33.
6
Lunes 26 de septiembre // Lección 1

FINALES NO FELICES
Cuando termina el libro de Job, a él le estaba yendo bien, y dice que murió
“viejo y lleno de días”. Como todos sabemos, y sabemos demasiado bien, esa
no es la manera en que la historia termina para muchos otros. Aun el final de
aquellos que fueron fieles, honrados y virtuosos no siempre fue como el de Job.

¿De qué modo terminó la historia para los siguientes personajes bíblicos?

Abel (Gén. 4:8)

Urías (2 Sam. 11:17)

Elí (1 Sam. 4:18)

El rey Josías (2 Crón. 35:22-24)

Juan el Bautista (Mat. 14:10)

Esteban (Hech. 7:59, 60)

Como podemos ver, la Biblia está llena de historias que no tienen finales
felices; y eso se debe a que la vida misma está llena de historias que no tienen
finales felices. Sea que hayan sido martirizados por una buena causa o hayan
muerto de una enfermedad terrible, o hayan tenido una vida limitada por el
dolor y la miseria, muchas personas no pasaron por sus pruebas en forma triun-
fante como lo hizo Job. En realidad, seamos honestos: ¿cuán a menudo las
cosas no acaban bien? Y no necesitamos la Biblia para saber de este hecho
terrible. Entre nosotros, ¿quién no conoce finales no felices?

¿Cuáles son algunas historias con finales no felices que conoces? ¿Qué apren-
diste de ellas?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 14 – Durante esta semana, PP cap. 33.
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Lección 1 // Martes 27 de septiembre

LA RESTAURACIÓN (PARCIAL)
La historia de Job concluyó con una nota positiva, en contraste con las de
otros personajes de la Biblia. Los eruditos bíblicos, a veces, hablan acerca de la
“restauración” de Job. Y es cierto que, hasta determinado punto, muchas cosas
le fueron restauradas.
Pero, si este fuera realmente el final de la historia, ¿podríamos decir, con
toda justicia, que está completa? Es verdad que, después, las cosas le fueron
bien a Job, mucho mejor; pero él, finalmente, tuvo que morir. Y todos sus hijos
murieron, como también todos los hijos de sus hijos, y así sucesivamente. No
hay dudas de que, hasta cierto punto, ellos afrontaron los mismos traumas y
pruebas de la vida que nos tocan a todos; traumas y pruebas que son hechos
de la vida en un mundo caído. Y hasta donde conocemos, Job nunca supo las
razones detrás de las calamidades que sufrió.
Tuvo más hijos, sí, pero ¿qué pasa con la tristeza y el duelo por los que había
perdido? ¿Qué sucede con las cicatrices que, sin duda, llevó por el resto de su
vida? Job tuvo un final feliz, pero no es un final completamente feliz. Quedaron
demasiados cabos sueltos, demasiadas preguntas sin respuesta.
La Biblia dice que “quitó Jehová la aflicción de Job” (Job 42:10), y vemos
que realmente lo hizo, en especial cuando se compara el final de la historia
con todo lo sucedido durante ella. Sin embargo, mucho quedó incompleto, sin
respuesta, sin cumplirse.
Esto no debería sorprendernos. Después de todo, en este mundo, no importa
cuál sea el “final de nuestra historia”, bueno o malo, algunas cosas siempre van
a quedar incompletas, sin respuesta, sin cumplirse.
Por esto, en un sentido, la conclusión de Job podría verse como un símbolo,
aunque muy débil, del verdadero fin de todo dolor y sufrimiento humanos. Pre-
figura la esperanza y la promesa máxima que tenemos, mediante el evangelio
de Jesucristo, de una restauración plena y completa de maneras que, en com-
paración, harán empalidecer la restauración de Job.

Lee 1 Corintios 4:5. ¿Qué nos dice este texto acerca de cómo, por ahora, en esta
vida, algunas cosas todavía quedan sin respuesta, sin cumplirse e incompletas?
En cambio, ¿a qué esperanza nos señalan?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 15 – Durante esta semana, PP cap. 33.
8
Miércoles 28 de septiembre // Lección 1

EL REINO FINAL
Entre otras cosas, la Biblia es un libro acerca de historia, pero no es un libro
de historia. Habla de sucesos pasados y los usa para presentar lecciones espi-
rituales. Estos eventos del pasado nos enseñan verdades sobre el modo en que
hemos de vivir aquí y ahora. (Ver 1 Cor. 10:11.)
Así como la Biblia habla del pasado, también habla del futuro. Nos cuenta
lo que ha ocurrido y lo que sucederá. Nos señala hacia el futuro, hasta el fin
del tiempo. El término teológico para denominar los sucesos de los últimos
días es “escatología”, que proveniente del griego y significa “último”. A veces,
se usa también para incluir las creencias acerca de la muerte, el juicio, el cielo,
el infierno. Además, se lo relaciona con la esperanza de una nueva existencia
en un mundo nuevo.
La Biblia dice mucho acerca de los tiempos finales. Sí, el libro de Job terminó
con su muerte y, si fuera el único libro que tuviéramos, podríamos creer que la
historia de Job concluyó con la muerte, y eso es todo. Punto. No habría nada más
que esperar porque, hasta donde podemos ver, después no hay nada más.
Sin embargo, la Biblia enseña que, al final del tiempo, se establecerá el eterno
Reino de Dios, que existirá para siempre y será el Hogar eterno de los redimidos.
A diferencia de los reinos terrenales que vienen y van, este será eterno.

Lee Daniel 2:44, y 7:18. ¿Hacia qué esperanza acerca del fin nos se-
ñalan estos versículos?

“El gran plan de la redención dará por resultado el completo restableci-


miento del favor de Dios para el mundo. Será restaurado todo lo que se perdió
a causa del pecado. No solo el hombre, sino también la tierra, serán redimidos
y esta será la morada eterna de los obedientes. Durante seis mil años, Satanás
luchó por mantener la posesión de la tierra. Pero, se cumplirá el propósito ori-
ginal de Dios al crearla. ‘Tomarán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el
reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los siglos’ (Dan. 7:18)” (PP 355).
En realidad, el libro de Job terminó con su muerte. Las buenas nuevas para
nosotros, y para Job, es que el fin del libro no es el fin de la historia. Y nuestra
muerte tampoco no es el fin de la nuestra.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 16 – Durante esta semana, PP cap. 33.
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Lección 1 // Jueves 29 de septiembre

LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
Lee Job 14:14 y 15. ¿Qué pregunta Job, y cuál es la respuesta que se
da a sí mismo?

Uno de los temas del libro de Job es la muerte. ¿Cómo podría no serlo?
Cualquier libro que considera el sufrimiento humano, por supuesto, tendría que
tomar en cuenta la muerte, la fuente de muchos de nuestros sufrimientos. Job
pregunta si los muertos volverán a vivir, y luego dice que él espera el cambio
que ha de venir. La palabra hebrea para “esperar” también implica la idea de
esperanza. No es, simplemente, aguardar algo; es estar a la expectativa.
Y lo que él esperaba era su “liberación”. Esta palabra viene de un término
hebreo que puede dar la idea de “renovación” o “reemplazo”. A menudo, es el
cambio de una vestidura. El significado de la palabra en sí es amplio; sin em-
bargo, teniendo en cuenta el contexto –el de preguntar qué “renovación” viene
después de la muerte, una renovación que Job espera–, ¿qué otra liberación
podría ser, sino un cambio de muerte a vida, cuando Dios “tendrá afecto a la
hechura de sus manos” (Job 14:15)?
Por supuesto, nuestra gran esperanza, la gran promesa de que la muerte no
será el fin, nos viene de la vida, la muerte y el ministerio de Jesús. “[El Nuevo
Testamento] enseña que Cristo derrotó a la muerte, el enemigo más amargo
de la humanidad, y que Dios resucitará a los muertos para un juicio final. Pero
esta doctrina llega a ser el centro de la fe bíblica... después de la resurrección
de Cristo, porque obtiene su validación en el triunfo que tuvo Cristo sobre la
muerte”.–John E. Hartley, The Book of Job, p. 237.

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,


aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). ¿Qué nos dice Jesús aquí, que
nos da esperanza y confianza acerca del “fin”? Es decir, ¿qué sabemos
nosotros que Job no conocía?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 17 – Durante esta semana, PP cap. 33.
10
Viernes 30 de septiembre // Lección 1

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: A pesar de las terribles calamidades que


cayeron sobre él, Job se mantuvo fiel y Dios le devolvió mucho de lo que había
perdido. Pero, en gran parte del libro de Job, hay preguntas que siguen sin res-
puesta. Es cierto, Job es solo un libro de la Biblia, y edificar toda una teología
sobre un libro sería equivocado. El resto de las Escrituras añaden mucho a
nuestra comprensión con respecto a muchas de las preguntas difíciles tratadas
en el libro de Job. Especialmente el Nuevo Testamento arroja luz sobre muchas
de las cosas que no fueron plenamente comprendidas en tiempos del Antiguo
Testamento. Tal vez, el mayor ejemplo sería el significado del servicio del San-
tuario. Aunque un fiel israelita hubiera comprendido mucho acerca del servicio
de los sacrificios, solo la revelación de Jesús y su muerte en la cruz da más luz al
sistema. El libro de Hebreos ayuda a iluminar el verdadero significado de todo
el servicio. Y aunque hoy tenemos el privilegio de conocer la “verdad presente”
(2 Ped. 1:12), y hemos recibido más luz sobre los problemas que tuvo Job, aún
tenemos que aprender a vivir con preguntas no respondidas. El desarrollo de
la verdad es progresivo y, a pesar de la gran luz que tenemos ahora, todavía
hay mucho más que aprender. Se nos ha dicho que “la hueste de los redimidos
recorrerán de un mundo a otro, y se usará mucho de su tiempo en investigar los
misterios de la redención. Y a lo largo de toda la eternidad, este tema se abrirá
continuamente a sus mentes” (R&H, 9 de marzo de 1886).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR


1. ¿Qué significa “revelación progresiva”? ¿Qué otros ejemplos hay del modo
en que actúa esta idea? Por ejemplo, uno comienza aprendiendo los números, a
contar. Después, aprendemos cómo sumar, restar, multiplicar y dividir esos nú-
meros. Luego, vamos a cosas más profundas como el álgebra, la geometría y el
cálculo, y todo opera con aquellos números básicos. ¿De qué manera esta ana-
logía nos ayuda a comprender la idea de la revelación progresiva en teología?
2. Lee Job 42:11. A lo largo de los siglos, los comentadores se preguntaron
dónde estuvieron los parientes y los amigos de Job durante la época de su
mayor necesidad. Ellos vinieron después de que su fortuna hubo cambiado,
cuando las cosas le iban mucho mejor. ¿Qué tiene de malo este cuadro?
3. ¿Cuántos finales tristes conoces ahora, y qué esperanza te da la Cruz de
que estos no son el final de esas historias?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 18 – Durante esta semana, PP cap. 33.
11
Lección 2: Para el 8 de octubre de 2016

EL GRAN CONFLICTO

Sábado 1º de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 1:1-5; Job 1:6-12; Zaca-
rías 3:2; Mateo 4:1; Ezequiel 28:12-16; Romanos 3:26; Hebreos 2:14.

PARA MEMORIZAR:
“Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido
a Jerusalén te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?” (Zac. 3:2).

“DISPERSAS A LO LARGO DE LAS PÁGINAS del Antiguo Testamento y del


Nuevo Testamento, se encuentran muchas referencias y alusiones a una guerra
constante entre Dios y Satanás, entre el bien y el mal, tanto en el nivel cósmico
como en el personal. Al comparar estos pasajes, armaremos un collage con
sus visiones individuales, para formar un vitraux de verdad a través del cual
podremos percibir todo el mensaje de las Escrituras con mayor claridad de la
que podríamos tener de otra manera” (TTA 1.085).
El Gran Conflicto es un eje que nos ayuda a entender mejor “el mensaje
total” de la Biblia; en especial, el plan de salvación. Aunque es más visible en
el Nuevo Testamento, también aparece en el Antiguo Testamento. Y en ninguna
parte de este hay una vislumbre más clara de Satanás y el conflicto, y de cómo
afecta nuestra vida aquí, que en Job.
Esta semana veremos la verdad más amplia que está detrás de esta realidad
inmediata que es el foco principal en Job. Y, aunque nuestras vidas e historias
sean diferentes de la de él, tenemos una cosa en común: como Job, todos es-
tamos involucrados en este gran conflicto.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 19 – Durante esta semana, PP caps. 34, 35.
12
Domingo 2 de octubre // Lección 2

UN PEQUEÑO CIELO EN LA TIERRA


El libro de Job comienza con un tono relativamente positivo. Al menos desde
la perspectiva terrenal, vemos a un hombre bendecido de muchas maneras.

Lee Job 1:1 al 4. ¿Qué revelan estos textos sobre el tipo de vida que
llevaba Job? ¿Cuáles eran los aspectos positivos de la existencia de Job?

Ciertamente, parece que Job lo tenía todo, incluyendo un carácter justo. El


término traducido en Job 1:1 como “perfecto” viene de una palabra que puede
significar “completo”, o “lleno de integridad”. La palabra para “recto” significa
“derecho”, y puede implicar la idea de caminar sobre un sendero derecho.
Es decir, el libro comienza con una escena casi edénica, que describe a un
hombre rico, fiel e íntegro, que tenía todo.
No obstante, tenía todo en un mundo caído.

Lee Job 1:5 y 6. ¿Qué revelan estos textos acerca de la realidad del
mundo caído en el que vivía Job?

“[Job] temía que sus hijos y sus hijas hubieran podido desagradar a Dios
en medio de sus fiestas. Como fiel sacerdote de la familia, ofrecía sacrificios
por cada miembro de ella. Conocía el carácter ofensivo del pecado, y el pen-
samiento de que sus hijos pudieran haber olvidado las demandas divinas lo
encaminaba a Dios como intercesor en favor de ellos”.–“Comentarios de Elena
G. de White” (CBA 3:1.158).
Claramente, Job vivía en buenas condiciones, al menos tan buenas como es
posible en este mundo. Sin embargo, por más edénica que sea presentada la es-
cena –un hombre con una vida plena, una familia grande, un nombre conocido
y muchas posesiones–, la vida todavía es vivida en un planeta caído, sumergido
en el pecado; por lo tanto, como pronto lo descubriría Job, viene con todos los
peligros que la existencia aquí trae consigo.

¿Qué cosas buenas tienes en tu vida en este momento? ¿De qué forma puedes
aprender a tener siempre una actitud de gratitud por ellas?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 20 – Durante esta semana, PP caps. 34, 35.
13
Lección 2 // Lunes 3 de octubre

UN CONFLICTO CÓSMICO
El libro de Job comienza sobre la Tierra, en un lugar de paz y tranquilidad.
Sin embargo, en el versículo 6 del primer capítulo, cambia la ubicación. En
forma instantánea, vemos un aspecto muy diferente de la realidad, algo que
los humanos no percibimos a menos que sea por revelación divina. Y es inte-
resante: este otro aspecto de la realidad, el cielo, no parece ser tan tranquilo y
pacífico como la escena que se describe en la Tierra, por lo menos del modo
en el que aparece aquí en el primer momento.

Lee Job 1:6 al 12. Aunque estudiaremos estos textos en detalle más
adelante, ¿qué sucede aquí? ¿En qué sentido presenta un contraste con
lo que le sucede a Job sobre la Tierra?

Estos pocos versículos contienen mucho. Revelan aspectos de nuestro uni-


verso que nuestros telescopios espaciales no detectan y que la ciencia humana
ni siquiera comienza a explorar. No obstante, también dan a conocer un con-
flicto cósmico. En este pasaje no accedemos a una conversación tranquila y
pacífica. Dios habla acerca de Job con cierto orgullo (para usar un término
humano), como un padre orgulloso de su hijo. En contraste, Satanás se burla de
lo que Dios dice acerca de Job. “Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso
teme Job a Dios de balde?” (Job 1:9). Uno casi puede oír el tono sarcástico y
burlón de Satanás cuando habla.
Aunque el texto no dice, explícitamente, que esta confrontación ocurrió en
el cielo, seguramente fue allí. Y tenemos a este ser creado, un ángel, parado ante
Dios en el cielo, lanzándole un desafío en el rostro, ante otros “hijos de Dios”.
Es difícil imaginarse a alguien hablándole así a un dirigente mundial, pero allí
tenemos a un ser que lo hace ante Dios mismo. ¿Cómo puede suceder esto?
La respuesta aparece en toda la Biblia, en diversos lugares y de diferentes
maneras. Se presenta como “el Gran Conflicto”, y es un concepto poderoso,
que no ayuda a entender no solo el libro de Job, sino también toda la Biblia, y
su explicación de la triste historia del pecado y el dolor sobre la Tierra. Y, más
importante aún: nos ayuda a comprender mejor lo que Jesús hizo por nosotros
en la Cruz a fin de resolver el problema del pecado y el sufrimiento sobre este
planeta.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 21 – Durante esta semana, PP caps. 34, 35.
14
Martes 4 de octubre // Lección 2

EL CONFLICTO SOBRE LA TIERRA


El libro de Job descorre un velo, y revela una dimensión de la existencia
que nuestros ojos, oídos y filosofías mundanas nunca nos podrían mostrar:
estos versículos nos muestran cuán limitados son aquellos cuando se trata de
comprender el cuadro más grande. A su vez, este libro revela un conflicto entre
Dios y ese otro ser, Satanás; y aunque en el libro de Job el Conflicto primero se
presenta tal como que ocurre en el cielo, rápidamente se traslada a la Tierra.
Por toda la Biblia encontramos textos que señalan este conflicto continuo, que
también nos involucra a nosotros.

Lee los siguientes textos. ¿De qué modo revelan la realidad de un


conflicto que se libra aquí sobre la Tierra, con poderes sobrenaturales
malignos?

Gén. 3:1-4

Zac. 3:2

Mat. 4:1

1 Ped. 5:8

1 Juan 3:8

Apoc. 12:9

Estos textos son apenas una pequeña muestra de muchos otros que se-
ñalan, explícita o implícitamente, a un diablo literal, un ser sobrenatural con
intenciones malignas. Aunque muchas personas consideran la idea de Satanás
como un mito primitivo, con un testimonio bíblico tan claro es posible no caer
en este engaño.

¿Cuáles son algunas maneras en que hoy ves la realidad de la obra de Satanás
en nuestro mundo? ¿Cuál es nuestra única protección?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 22 – Durante esta semana, PP caps. 34, 35.
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Lección 2 // Miércoles 5 de octubre

JOB COMO UN MICROCOSMOS


Las escenas iniciales del libro de Job nos muestran algunos puntos vitales.
Primero, revelan la realidad de otra dimensión más allá de lo que podemos
conocer, una dimensión superior con seres celestiales diferentes de Dios. Se-
gundo, muestran cuán interconectada está nuestra vida terrenal con el ámbito
celestial: lo que ocurre aquí sobre la Tierra no está desconectado de los seres
celestiales. Tercero, revelan un conflicto moral en el cielo, que está relacionado
con lo que ocurre en nuestro mundo.
Es decir, estos primeros versículos son una miniatura del Gran Conflicto
mismo. Ellos muestran la forma en que este Conflicto, a escala cósmica, se ma-
nifestó en la vida de un hombre, Job. Y, como veremos, los temas involucrados
nos incluyen a todos.

En el libro de Job se ve a Satanás enfrentando a Dios. Lo que no


muestra es cómo comenzó todo esto. ¿De qué modo los siguientes ver-
sículos nos ayudan a comprender algo acerca del Gran Conflicto? Isa.
14:12-14; Eze. 28:12-16; 1 Tim. 3:6.

Elena de White habla acerca de la “ley del amor” como el fundamento del
gobierno de Dios. Ella notó que, por cuanto Dios no quiere una “obediencia
forzada”, “otorgó [...] libre albedrío” a todas sus criaturas morales. Sin embargo,
“hubo uno que pervirtió la libertad que Dios había otorgado a sus criaturas. El
pecado se originó en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado
por Dios, y que era el más exaltado en poder y en gloria entre los habitantes
del cielo” (PP 12, 13). Luego, cita los textos de Isaías y Ezequiel para describir
la caída de Satanás.
El concepto vital aquí es la “ley del amor” y la realidad del libre albedrío.
La Biblia dice que Satanás se enorgulleció a causa de su esplendor y belleza.
Por qué sucedió esto, no lo sabemos; debe ser parte de lo que 2 Tesalonicenses
2:7 llama el “misterio de la iniquidad”, algo que está estrechamente vinculado
con la Ley de Dios, con el fundamento de su gobierno. El punto es que, cuando
se introduce el personaje de Satanás en Job, su caída ya había ocurrido y el
conflicto que había iniciado estaba en plena actividad.

¿Cuáles son algunas elecciones importantes que afrontas en este momento, y


qué promesas bíblicas puedes reclamar para asegurarte de tomar las decisiones
correctas?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 23 – Durante esta semana, PP caps. 34, 35.
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Jueves 6 de octubre // Lección 2

RESPUESTAS EN LA CRUZ
El libro de Job plantea muchos temas importantes, pero son muchos los que
no reciben allí respuesta. Es necesario el resto de la Biblia para comprenderlo,
y aun así “vemos por espejo, oscuramente” (1 Cor. 13:12).
Como vimos antes, el libro de Job no dice nada acerca del modo en que se
inició la rebelión de Satanás. Además, no aclara de qué forma Satanás sería de-
rrotado definitivamente en el Gran Conflicto. A pesar del rol principal que tiene
Satanás en la historia de Job, después de aparecer dos veces (Job 1:6-12; 2:1-7), no
vuelve a estar presente en el relato. Sencillamente, se desvanece; aun cuando la
destrucción que él causó permanece, el resto del libro ni siquiera lo menciona.
En cambio, casi toda la narración que sigue habla de Dios. Y esto tiene sentido
porque, en definitiva, el libro de Job trata de Dios y cómo realmente es él.
No obstante, la Biblia no nos deja sin respuesta a la pregunta sobre la de-
rrota de Satanás en el Gran Conflicto, pues, en el centro de esa derrota, está la
muerte de Jesús en la Cruz.

¿De qué modo los siguientes textos ayudan a explicar que lo que
Jesús hizo conducirá a la finalización del Gran Conflicto? Juan 12:31,
32; Apoc. 12:10-12; Rom. 3:26; Heb. 2:14.

En la Cruz, Satanás fue expuesto al universo como lo que es: un asesino. Los
que conocieron a Jesús cuando reinaba en el cielo debieron de haber quedado
atónitos al verlo tan degradado por los secuaces de Satanás. Ese es el “juicio”
sobre Satanás del que habló Jesús en Juan 12. Recién en la Cruz, cuando el
Salvador murió por los “pecados de todo el mundo” (1 Juan 2:2), pudo el cielo
proclamar que la salvación ahora ha venido. En ese momento, la promesa di-
vina, hecha antes de que comenzara el mundo (2 Tim. 1:9), llegó a ser una
realidad. Por causa de su muerte en nuestro favor, Cristo puede ser “el justo, y
el que justifica al que es de la fe Jesús” (Rom. 3:26). Es decir, en la Cruz, refutó
las acusaciones de Satanás de que Dios no podía cumplir la Ley (ser justo) y,
al mismo tiempo, salvar a los que la habían quebrantado (ser quien justifica).
Después del Calvario, el destino de Satanás estaba sellado.

¿De qué forma podemos aprender a regocijarnos, aun en medio de pruebas que
afrontamos ahora, en el Gran Conflicto, por lo que Cristo hizo por nosotros en la
Cruz?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 24 – Durante esta semana, PP caps. 34, 35.
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Lección 2 // Viernes 7 de octubre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: El concepto de una lucha entre el bien


y el mal se encuentra en muchas culturas. La idea ha persistido a través de los
milenios, y a menudo se expresó en mitos. Hoy, por causa de la influencia de la
Alta Crítica y el racionalismo modernista, muchos cristianos niegan la realidad
de un diablo literal y de ángeles malos. Argumentan que estos fueron, sencilla-
mente, símbolos culturales del mal humano y el mundo natural. Desde nuestra
perspectiva como adventistas, es difícil imaginar cómo alguien puede encon-
trarle sentido a la Biblia sin creer en la realidad del diablo y de sus ángeles.
No todos los cristianos han caído en ese engaño que niega la realidad de
este conflicto cósmico entre las fuerzas sobrenaturales del bien y del mal. Un
erudito evangélico llamado Gregory Boyd ha escrito mucho sobre la realidad
de una batalla muy larga (pero no eterna) entre Dios y Satanás. En su libro God
at War [Dios en guerra], Boyd escribió: “La Biblia, de principio a fin, presupone
seres espirituales que existen ‘entre’ la humanidad y Dios, y cuya conducta
afecta significativamente la existencia humana, para mejor o para peor. De
hecho, precisamente esa concepción, alego en esta obra, está en el centro de la
cosmovisión bíblica”.–Gregory A. Boyd, God at War, p. 11. ¡Qué correcto es esto!

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿Qué otros textos hablan de Satanás y otros poderes demoníacos? ¿Qué
se pierde si se los interpretan como meros símbolos del lado oscuro de la
humanidad?
2. Nicolás Maquiavelo, un escritor florentino del siglo XVI, dijo que era
mucho mejor para un gobernante ser temido por sus súbditos que ser amado
por ellos. En contraste, Elena de White escribió: “Aun cuando quedó resuelto
que Satanás no podría permanecer por más tiempo en el cielo, la Sabiduría
infinita no lo destruyó. En vista de que solo un servicio de amor puede ser acep-
table por Dios, la sumisión de sus criaturas debe proceder de una convicción
de su justicia y benevolencia. Los habitantes del cielo y de los demás mundos,
no estando preparados para comprender la naturaleza ni las consecuencias
del pecado, no podrían haber reconocido la justicia y la misericordia de Dios
en la destrucción de Satanás. De haber sido este aniquilado inmediatamente,
aquellos habrían servido a Dios por miedo más bien que por amor” (CS 552).
¿Por qué quiere Dios que lo sirvamos por amor y no por temor?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 25 – Durante esta semana, PP caps. 34, 35.
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Lección 3: Para el 15 de octubre de 2016

“¿ACASO TEME JOB A DIOS


DE BALDE?”

Sábado 8 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 1; 2; 1 Corintios 4:9;


Génesis 3:1-8; Filipenses 4:11-13; Mateo 4:1-11; Filipenses 2:5-8.

PARA MEMORIZAR:
“Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado.
¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no
pecó Job con sus labios” (Job. 2:10).

EL LIBRO DE JOB abre toda una dimensión nueva de la realidad. Nos da una
vislumbre del gran conflicto entre Cristo y Satanás. Y, al hacerlo, nos ofrece un
marco para comprender mejor el mundo en el que vivimos; un mundo que, muy
a menudo, nos desconcierta, aturde y atemoriza con lo que nos lanza a cada
paso. Además, el libro de Job también muestra que este gran conflicto no es la
pelea de otros y que no tenemos nada que ver con ella. Lamentablemente, ese
no es el caso: “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha
descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apoc.
12:12). Satanás ha descendido la Tierra, y sabemos por experiencia propia que
su ira es realmente grande. ¿Quién de nosotros no ha sentido en sí mismo su ira?
Seguiremos considerando los primeros dos capítulos de Job, mientras pro-
curamos comprender mejor cuál es nuestro lugar en el Gran Conflicto, que
sigue rugiendo.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 26 – Durante esta semana, PP caps. 36, 37.
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Lección 3 // Domingo 9 de octubre

JOB, SIERVO DE DIOS


Lee Job 1. Concéntrate específicamente en las acusaciones de Sa-
tanás en relación con Job. ¿Qué está queriendo decir Satanás? ¿Qué im-
plican sus ataques? ¿A quién, a fin de cuentas, ataca Satanás realmente?

“¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al tra-


bajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado
sobre la tierra” (Job. 1:10). El libro de Job se inicia refiriéndose no solo a la jus-
ticia y el buen carácter de Job, sino también a sus bendiciones materiales y su
familia fructífera. Estas cosas específicas hacían que Job fuera tenido como el
“varón más grande que todos los orientales” (vers. 3). Y estas son las cosas que
Satanás le echa en cara a Dios diciendo, básicamente, que Job lo sirve porque
le ha dado esas cosas.
Entonces, ¿qué implica la acusación de Satanás de que, si Dios le quitaba
esas cosas a Job, “verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia” (vers.
11)? El ataque es contra Dios mismo. (Y de esto se trata toda la gran contro-
versia.) Si Dios era tan maravilloso, tan bueno, entonces Job le obedecería,
lo temería y lo adoraría solo por aprecio y amor. Después de todo, ¿quién no
amaría a un Dios que ha hecho tanto por él? En un sentido, Satanás estaba
diciendo que Dios casi había sobornado a Job para que le fuera fiel. De este
modo, él alegaba, Job servía no por amor a Dios, sino por sus propios motivos
egoístas.
Piensa en algunos de los gobernantes políticos más detestables y odiosos
que tuvieron un grupo de secuaces fieles hasta la muerte, porque aquel era
bueno con ellos. Si el Señor era realmente tan bondadoso y amante como se
dice, entonces, aunque Job perdiera todos esos bienes, todavía serviría a Dios.
Sin embargo, al afirmar que Job no permanecería fiel, Satanás insinúa que Job
no confía plenamente en Dios y que es leal solo por lo que Dios le da. Al fin (de
acuerdo con Satanás), la lealtad de Job depende mucho de que sea un buen
negocio para él.

¿Por qué servimos a Dios? Supongamos que tus motivos no son perfectos: si tu-
vieras que esperar hasta que tus motivos fueran perfectos, ¿qué podría suceder
contigo y con tu fe?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 27 – Durante esta semana, PP caps. 36, 37.
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Lunes 10 de octubre // Lección 3

PIEL POR PIEL: LA BATALLA CONTINÚA


Job 2:1 al 3 comienza casi repitiendo algo ya mencionado en Job 1:6 al 8. El
cambio está en la última parte del versículo 3, donde Dios mismo habla de lo
fiel que había permanecido Job a pesar de las calamidades sufridas por él. De
esta manera, cuando llegamos a Job 2:3, parecería que las acusaciones de Sa-
tanás demuestran ser falsas. Job permaneció fiel a Dios y no lo maldijo, como
Satanás había dicho que haría.

Lee Job 2. ¿Qué ocurre en estos textos? Además, ¿por qué es impor-
tante el hecho de que, tanto en Job 1 como en Job 2, estos “hijos de
Dios” estén allí para presenciar el diálogo entre Dios y Satanás?

La frase “piel por piel” es una expresión idiomática que ha dejado perplejos
a los comentadores. No obstante, la idea es esta: “Permite que algo le suceda
a la misma persona de Job, y eso hará que él muestre dónde está realmente su
lealtad. Arruina el cuerpo de Job y su salud, y verás lo que pasa”.
Es interesante el hecho de que esta conversación no ocurre en el vacío.
Como en el caso anterior, según se revela aquí en el libro de Job, se da en el
contexto de alguna clase de reunión entre estas inteligencias celestiales y Dios.
Satanás acusa “públicamente”; es decir, lo hace delante de esos otros seres.
Esta idea se encuentra perfectamente en consonancia con lo que sabemos
acerca del Gran Conflicto. Es algo que se está desarrollando ante el universo
entero. (Ver 1 Cor. 4:9; Dan. 7:10; Apoc. 12:7-9.)
“Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y pro-
fundo que el de salvar al hombre. Cristo no vino a la Tierra solamente por este
motivo. No vino meramente para que los habitantes de este pequeño mundo
acatasen la Ley de Dios como debe ser acatada; sino que vino para vindicar el
carácter de Dios ante el universo. [...] El acto de Cristo de morir por la salvación
del hombre no solo haría accesible el cielo para los hombres sino también, ante
todo el universo, justificaría a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelión de
Satanás. Demostraría la perpetuidad de la Ley de Dios, y revelaría la naturaleza
y las consecuencias del pecado” (PP 55).

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 28 – Durante esta semana, PP caps. 36, 37.
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Lección 3 // Martes 11 de octubre

SEA EL NOMBRE DE JEHOVÁ BENDITO


Después del primer ataque de Satanás a Job, después de que le llegó
la noticia de todas las calamidades que le sobrevinieron, ¿de qué ma-
nera respondió Job? (Ver Job 1:20-22). ¿Qué importancia tiene el hecho
de que, en medio de tal tragedia, Job “no pecó, ni profirió la menor
insensatez contra Dios” (BJ)?

En el centro del gobierno de Dios, que se basa en el amor, está el libre al-
bedrío. Dios quiere que lo sirvamos porque lo amamos, no porque estamos for-
zados a hacerlo. “Satanás insinuaba que Job servía a Dios por motivos egoístas
[...]. Procuró negar que la verdadera religión emana del amor y de una apre-
ciación inteligente del carácter de Dios, que los verdaderos adoradores aman
la religión por la religión misma y no por la recompensa; y que sirven a Dios
porque un servicio tal es correcto en sí mismo, y no solamente porque el cielo
está lleno de gloria; y que aman a Dios porque él es digno de su afecto y con-
fianza, y no solo porque los bendice” (CBA 3:500).
En el libro, Job demuestra que las acusaciones de Satanás son equivocadas.
Sin embargo, aunque Dios sabía lo que sucedería, Job podría haber actuado de
otro modo. Podría haber pecado, podría haber dicho alguna “insensatez contra
Dios”. Dios no forzó a Job a actuar como lo hizo. Considerando las circunstan-
cias, su fidelidad fue un testimonio ante los hombres y los ángeles.

Compara Job 1 con lo que les sucedió a Adán y a Eva en Génesis 3:1
al 8. ¿De qué modo el contraste hace que el pecado de estos parezca tan
terrible?

Adán y Eva, seres sin pecado en medio de un verdadero paraíso, transgre-


dieron y cayeron en el pecado por causa del ataque de Satanás; Job, en medio
del dolor, la tragedia y una ruina terribles, permaneció fiel a Dios a pesar de
los ataques de Satanás. Ambos son ejemplos de los grandes temas que están en
juego con respecto al libre albedrío.

¿De qué modo la reacción de Job muestra cuán ordinarias, fáciles y


falsas pueden ser, a veces, nuestras excusas por el pecado?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 29 – Durante esta semana, PP caps. 36, 37.
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Miércoles 12 de octubre // Lección 3

LA ESPOSA DE JOB
Este es probablemente un buen momento para tratar con otra víctima en la
historia de Job: su esposa. Ella aparece solo en Job 2:9 y 10. Después de esto,
ella se desvanece del relato y de la historia. No se nos dice nada más de ella.
Sin embargo, considerando todo lo que sucedió, ¿quién podría imaginarse el
dolor que soportó esta desdichada mujer? Su tragedia, la de sus hijos y la de
las otras víctimas, en el capítulo 1, muestran la universalidad del sufrimiento.
Todos estamos involucrados en el Gran Conflicto; nadie escapa.

Compara Job 2:3 con Job 2:9. ¿Qué frase similar usan Dios y la es-
posa de Job, y qué importancia tiene el que ambos la usen?

No es coincidencia de que la misma frase acerca de que él retuvo su “in-


tegridad” aparezca en ambos textos. El término traducido como “integridad”
viene de la misma palabra usada en Job 1:1 y Job 1:8, a menudo traducida como
“perfecto”. La raíz de la palabra misma da la idea de “ser completo”, “pleno”.
Es desafortunado que la esposa de Job llegara a desafiar a Job en precisa-
mente lo mismo que Dios felicita en él. En su dolor, en su tristeza, ella empuja
a Job a hacer exactamente lo que Dios dice que no hará. Aunque, por cierto,
no podemos juzgarla, es una lección para todos nosotros acerca de cuán cui-
dadosos debemos ser a fin de no volvernos una piedra de tropiezo para otros.
(Ver Luc. 17:2.)

Lee Job 2:10. ¿Qué poderoso testimonio da también Job aquí? Ver
también Fil. 4:11-13.

Job revela cuán genuina es su fe. Él servirá a Dios en los tiempos buenos
como también en los tiempos malos. Sin embargo, lo fascinante es que Satanás
ahora desaparece de la historia y no se vuelve a presentar más. Y, aunque el
texto no lo menciona, podemos imaginar la frustración y el enojo de Satanás
por la respuesta de Job. Después de todo, miren qué fácilmente hizo caer a
Adán, a Eva y a tantos otros. El “acusador de los hermanos” (Apoc. 12:10) ten-
dría que buscar a otro a quien acusar en vez de a Job.

¿De qué forma aprendemos a ser fieles a Dios, tanto en los tiempos buenos como
en los malos?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 1 – Durante esta semana, PP caps. 36, 37.
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Lección 3 // Jueves 13 de octubre

OBEDIENTE HASTA LA MUERTE


En Job 1:22, leemos: “En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despro-
pósito alguno”; y Job 2:10 dice: “En todo esto no pecó Job con sus labios”. En
ambos casos, a pesar de los ataques, Job se mantuvo fiel a Dios. Ambos textos
enfatizan el hecho de que Job no pecó, ya sea en acción o en palabras.
Por supuesto, los textos no dicen que Job no era un pecador. Nunca dirían
eso, porque la Biblia enseña que todos somos pecadores. “Si decimos que no
hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”
(1 Juan 1:10). Ser “perfecto y justo”, temer a Dios y evitar el mal (Job 1:1), no
hace que una persona sea sin pecado. Como todos los demás, Job nació en
pecado y necesitaba un Salvador.
No obstante, a pesar de todo lo que le sobrevino, permaneció fiel a Dios.
En este sentido, en su propia manera, puede verse a Job como una especie
de símbolo, un débil ejemplo de Jesús (ver la lección 14), quien, en medio de
pruebas y tentaciones terribles, no renunció, no cayó en pecado, y refutó así las
acusaciones de Satanás contra Dios. Por supuesto, lo que Cristo hizo fue mucho
más grande, más extraordinario y de mayores consecuencias que lo que hizo
Job. Sin embargo, el sencillo paralelo subsiste.

Lee Mateo 4:1 al 11. ¿En qué sentido la experiencia de Job refleja lo
que sucedió aquí?

Aun en un ambiente terrible y con su cuerpo debilitado por falta de ali-


mento, Jesús, en su humanidad, en “semejanza de carne de pecado” (Rom.
8:3), no hizo lo que el diablo quería que él hiciera, así como tampoco lo hizo
Job. Y, del mismo modo en que Satanás desapareció de la escena luego de que
Job se mantuviera fiel, también después de que Jesús resistió el último esfuerzo
de Satanás contra él, la Escritura dice que “el diablo entonces le dejó” (Mat.
4:11; ver también Sant. 4:7).
No obstante, lo que Jesús afrontó en el desierto fue solo el comienzo. Su
verdadera prueba la vivió en la Cruz, y aquí también, a pesar de todo lo que
sufrió (aún peor que lo que afrontó Job), Jesús se mantuvo fiel, hasta la muerte.

Lee Filipenses 2:5 al 8. ¿Qué esperanza nos ofrece la obediencia de Jesús “hasta
la muerte”, y qué nos dice acerca de la manera en que debemos vivir en respues-
ta a su obediencia?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 2 – Durante esta semana, PP caps. 36, 37.
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Viernes 14 de octubre // Lección 3

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Los estudiosos del libro de Job encuen-


tran un fenómeno interesante en el idioma hebreo. Lo que le dijo la esposa a
Job se traduce como “Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9). Job 1:5 fue tradu-
cido como “Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido en su corazón a Dios”
(NVI). Y Job 1:11 se tradujo: “Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee,
¡a ver si no te maldice en tu propia cara!” (NVI). Sin embargo, en cada caso,
el término traducido como “maldecir” (“blasfemar” RVR 60) proviene de una
palabra que significa “bendecir”. La raíz brk, se usa en toda la Biblia para “ben-
decir”. Se encuentra en Génesis 1:22, cuando Dios “bendijo” las criaturas que
había creado. También, en el Salmo 66:8: “Bendecid, pueblos, a nuestro Dios”.
¿Por qué el mismo verbo que significa “bendecir” es traducido como “mal-
decir” en estos pocos textos? Primero, estos textos en Job no tendrían sentido
si la idea de “bendecir” estuviera en ellos. En Job 1:5, ¿por qué él ofrecería
sacrificios a Dios si sus hijos hubieran “bendecido” a Dios en sus corazones?
El contexto demanda un significado diferente. Lo mismo pasa con Job 1:11 y
2:5. ¿Por qué Satanás pensaría que, si una calamidad sobreviniera a Job, él ben-
deciría a Dios? El contexto demanda el significado de “maldecir” en su lugar.
Además, ¿por qué Job reprendería a su esposa por decirle que bendiga a Dios
(Job 2:9, 10)? Dado el contexto, el texto tiene sentido únicamente si se refiere a
la idea de “maldecir”.
¿Por qué en el original, entonces, el autor no usó una de las palabras más
comunes para “maldecir”? Los eruditos creen que es un eufemismo, porque el
concepto de maldecir a Dios era ofensivo a la sensibilidad religiosa del autor (lo
mismo pasa en 1 Rey. 21:10, 13, donde la palabra traducida “blasfemar” viene de
brk “bendecir”). Así, Moisés usó “bendecir” en lugar de “maldecir”, aun cuando
es obvio que la intención del sentido era maldecir.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. En tiempos de crisis, ¿por qué es natural que la gente cuestione la rea-
lidad de Dios, o cómo es Dios? Al vivir en un mundo caído donde el Gran Con-
flicto es real, ¿por qué debemos recordar siempre la realidad de la Cruz?
2. Aunque nosotros entendemos el trasfondo de lo que le estaba ocurriendo
a Job, hasta donde podamos saber, Job no lo conocía. Todo lo que él sabía era
que le sobrevinieron calamidades. ¿En qué sentido, en medio de las pruebas,
necesitamos recordar que hay un cuadro más amplio que, a menudo, no
vemos o no entendemos, y de qué manera podemos obtener consuelo de este
conocimiento?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 3 – Durante esta semana, PP caps. 36, 37.
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Lección 4: Para el 22 de octubre de 2016

DIOS Y EL SUFRIMIENTO
HUMANO

Sábado 15 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 1:18-20; Job


12:7-10; Apocalipsis 4:11; Colosenses 1:16, 17; Mateo 6:34; Job 10:8-12; Ro-
manos 3:1-4.

PARA MEMORIZAR:
“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.
Basta a cada día su propio mal” (Mat. 6:34).

A DIFERENCIA DE TODO OTRO LIBRO DE LA BIBLIA, el de Job está se-


parado del contexto de la tierra de Israel y de su pueblo. Directa o indirecta-
mente, desde el Génesis, con la promesa a Abram de que “haré de ti una na-
ción grande” (Gén. 12:2), hasta el Apocalipsis, que describe la “santa ciudad”,
Jerusalén (Apoc. 22:19), el pueblo de Israel y su relación de pacto con Dios dan
forma a cada libro.
En Job no hay nada de eso. Ni siquiera se hace alusión al Éxodo, evento
básico de la antigua historia israelita. La razón más inmediata es que Moisés
escribió Job en Madián, junto con el Génesis (ver el Comentario bíblico adven-
tista, t. 3, p. 1.158); el Éxodo no había ocurrido todavía, lo que explica por qué
no se lo menciona.
Pero, tal vez haya otra razón, aún más importante. Uno de los temas clave
de Job, el sufrimiento humano, es universal. No se limita a ningún pueblo o
tiempo. Israelitas o paganos, judíos o gentiles, todos sabemos algo de los males
de Job, del dolor de la existencia en un mundo caído. Más allá de cuán fuerte
haya sido su dolor, Job nos representa a todos en nuestros sufrimientos.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 4 – Durante esta semana, PP caps. 38, 39.
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Domingo 16 de octubre // Lección 4

DIOS EN LA NATURALEZA
Lee Romanos 1:18 al 20. ¿Qué enseña Pablo aquí?

Son unas pocas oraciones muy intensas. Aquí se revela la realidad y la exis-
tencia de Dios “por medio de las cosas hechas”, es decir, por medio del mundo
creado, de modo que las personas “no tienen excusa” por su incredulidad.
Pablo dice que, por solo la creación, los seres humanos pueden conocer bas-
tante acerca de la existencia y la naturaleza de Dios, y que con justicia pueden
ser condenados en el Día del Juicio.
El mundo natural nos revela mucho acerca de la existencia de Dios. Tam-
bién la ciencia moderna nos ha revelado detalles acerca de las maravillas de la
Creación que nuestros antepasados, hace tan solo trescientos años, y mucho
menos hace tres mil años, no podrían ni haber comenzado a imaginar. Aquí
hay una ironía interesante: cuanto más compleja la ciencia encuentra la vida,
tanto menos probable es que pueda afirmar cuál fue su origen, si un accidente
o el azar. Por ejemplo, un smartphone (teléfono inteligente), que parece dise-
ñado, actúa en forma diseñada, revela diseño por dentro y por fuera, y actúa
solo por medio de su diseño, funciona así porque así fue diseñado. Sin em-
bargo, nos aseguran que un ser humano, que parece diseñado, revela diseño
por dentro y por fuera, y actúa solo según un diseño, es el producto exclusivo
del azar. Tristemente, mucha gente cree esto por engaño.

Lee Job 12:7 al 10. ¿De qué modo estas palabras reflejan la idea de
Romanos 1:18 al 20?

También aquí se nos dice que la realidad de Dios se ve en el mundo creado.


Aunque la naturaleza, en su condición caída, no revela plenamente el carácter
de Dios, sí revela su poder creador y algunos aspectos de su bondad.

¿Qué cosas en la naturaleza te hablan del poder y la bondad de Dios? ¿Cómo


puedes aprender a obtener fuerza y ánimo de los mensajes que te da?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 5 – Durante esta semana, PP caps. 38, 39.
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Lección 4 // Lunes 17 de octubre

NADA APARECIÓ POR SÍ MISMO


Hay muchos y poderosos argumentos en favor de la existencia de Dios.
Además del testimonio del mundo creado, también está el argumento llamado
“cosmológico”. Básicamente, es la idea de que nada vino por sí mismo, y que
nada se creó a sí mismo. En cambio, lo que existe fue creado por algo anterior;
y esto anterior, a su vez, tuvo que ser creado por algo anterior a ello. Y así
se sigue hasta que llegamos a algo no creado, algo que siempre existió, algo
que nunca estuvo sin existir. Y ¿quién podría ser, sino el Dios descrito en las
Escrituras?

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca del origen de todas
las cosas?

Apoc. 4:11

Col. 1:16, 17

Juan 1:1-3

Estos textos enseñan lo que es, realmente, la explicación más lógica para el
universo: un Dios eternamente existente. Algunos pensadores, por completo en
oposición a la idea de Dios, han ofrecido una sugerencia alternativa. En lugar de
un Dios todopoderoso y eterno que creó el universo, se nos dice que “nada” lo
creó. Aun un científico tan famoso como Stephen Hawking, que ahora ocupa la
cátedra que una vez ocupara Isaac Newton, alega que “nada” creó el universo.
“Siendo que hay una ley como la de la gravedad, el universo puede crearse
a sí mismo de la nada, y lo hará”.–Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, The
Grand Design, p. 180.
Aunque Hawking, seguramente, aplica una gran cantidad de compleja ma-
temática para describir su idea, uno se pregunta: aquí estamos, más de cuatro-
cientos años después de la revolución científica, ¿y uno de los mejores cientí-
ficos alega que el universo y todo lo que hay en él vino de la nada? El error es
error, aunque lo diga un gran científico.

En este contexto, lee 1 Corintios 3:19. ¿Por qué siempre es importante que los
cristianos recuerden esta verdad vital?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 6 – Durante esta semana, PP caps. 38, 39.
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Martes 18 de octubre // Lección 4

LOS PRIMEROS LIBROS


A pesar de que muchos no creen en Dios, los que creen en él tienen mu-
chas buenas razones para hacerlo. Pero, hay un problema perenne que muchos
usaron, y usan, para justificar su incredulidad: el problema del mal y del sufri-
miento humano. ¿Cómo puede Dios ser amante, bueno y todopoderoso, y per-
mitir que el mal exista? Además, si somos honestos, ¿qué creyente en Dios, que
ha gustado y experimentado la realidad de Dios y de su amor, no ha luchado
con esta pregunta?
Es interesante que Elena de White enseñó lo mismo que la tradición judía:
que Moisés escribió Job en Madián. “No se perdieron los largos años pasados
en la soledad del desierto. Moisés no solo estaba ganando una preparación
para la gran obra que estaba delante de él, sino también durante ese tiempo,
bajo la inspiración del Espíritu Santo, escribió el libro del Génesis y también el
libro de Job, [libro] que leería con el más profundo interés el pueblo de Dios
hasta el fin del tiempo”.–“Comentarios de Elena de White” (CBA 3:1.158).
Job, uno de los dos primeros libros de la Biblia que se escribieron, trata el
tema del dolor y el sufrimiento humanos. Es decir, Dios sabía que esta sería
una gran pregunta para los humanos y, desde el mismo principio, hizo que
Moisés escribiera la historia de Job. Dios nos hizo saber que no estamos solos
en nuestro dolor y sufrimiento, sino que él está allí, que conoce todo y que po-
demos tener la esperanza de que lo resolverá.

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de la realidad del


mal? Mat. 6:34; Juan 16:33; Dan. 12:1; Mat. 24:7.

Por claro que sea el argumento del mal en contra de la existencia de Dios,
no tiene sentido a la luz de las Escrituras. Aunque la Biblia enseña la realidad
de un Dios omnisapiente, todopoderoso y amante, también enseña la realidad
del mal, del sufrimiento y del dolor. El mal no es una excusa para no creer en
Dios. Al leer el libro de Job se ve que, aun en medio de su abatimiento, Job
nunca cuestionó la existencia de Dios. En cambio, su pregunta era: ¿por qué
me suceden estas cosas a mí?

Es natural tener preguntas acerca del mal que vemos y experimentamos. ¿De
qué forma podemos aprender a confiar en la bondad de Dios, a pesar del mal?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 7 – Durante esta semana, PP caps. 38, 39.
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Lección 4 // Miércoles 19 de octubre

EL DILEMA
Lee los siguientes pasajes de Job. ¿Con qué tema está luchando él?
¿Qué pregunta no plantea? Job 6:4-8; 9:1-12.

Como se afirmó en la sección de ayer, el problema de la existencia de Dios


nunca aparece en el libro de Job. En cambio, la pregunta es: ¿Por qué Job está
pasando por estas pruebas? Y, considerando todo lo que le ocurrió, es una pre-
gunta justa, especialmente porque él creía en Dios.
Para un ateo que sufre o tiene pruebas, la respuesta de por qué sufre podría
ser sencilla y directa para él. Sería algo así: Vivimos en un mundo sin sentido y
sin propósito, y nadie se interesa en nosotros. Es decir, en medio de las fuerzas
ásperas y frías que nos rodean, algunas veces somos las víctimas de pruebas
que no sirven a ningún propósito ni tienen sentido. ¿Cómo podrían tenerlo? Si la
vida misma no tiene ningún propósito, entonces las pruebas que la acompañan
tampoco.
Muchos hallan que esta respuesta no los satisface ni les da esperanza, pero
le encuentran sentido, dada la premisa, que es que no hay Dios. Por otro lado,
para alguien como Job, el dilema es diferente.

Lee Job 10:8 al 12. ¿De qué modo nos ayudan estos textos a com-
prender las terribles preguntas con las que lucha Job?

La cuestión con la que Job está luchando es la misma que la mayoría de


los creyentes en Dios han afrontado y con la que todavía luchan: Si Dios, un
Dios bueno y amante, existe, ¿por qué los humanos sufren? ¿Por qué, incluso
personas “buenas”, tales como Job, pasan por calamidades y pruebas que, muy
a menudo, no parecen producir nada de valor? Además, si el universo no tu-
viera Dios, la respuesta sería que es, sencillamente, el resultado de vivir en un
cosmos puramente materialista, en el que los seres humanos son meramente
los subproductos accidentales de átomos y moléculas.
Job sabía que no es así. También lo sabemos nosotros; por ello tenemos
este dilema.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 8 – Durante esta semana, PP caps. 38, 39.
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Jueves 20 de octubre // Lección 4

TEODICEA
Lee Romanos 3:1 al 4. Aunque el contexto inmediato es la incredu-
lidad de algunos del pueblo del pacto de Dios, ¿cuál es el tema más
amplio del que habla Pablo aquí? ¿Qué enseña Pablo acerca de Dios?

Citando el Salmo 51:4, Pablo dice de Dios: para que “seas justificado en tus
palabras, y venzas cuando fueres juzgado” (Rom. 3:4). La idea que se presenta
es un motivo que aparece en diversas partes de las Escrituras. Se llama “teo-
dicea”, y trata sobre comprender la bondad de Dios frente al mal. Es la pregunta
antigua que hemos estado considerando toda esta semana. De hecho, todo
nuestro concepto del Gran Conflicto es realmente una teodicea. Ante los hu-
manos, antes los ángeles, ante el universo entero, la bondad de Dios se revelará
a pesar del mal que se desarrolla en el mundo.
“Toda cuestión de verdad y error en la controversia que tanto ha durado ha
quedado aclarada. Los resultados de la rebelión y de apartarse de los estatutos
divinos han sido expuestos a la vista de todos los seres inteligentes creados. El
desarrollo del gobierno de Satanás, en contraste con el de Dios, ha sido presen-
tado a todo el universo. Satanás ha sido condenado por sus propias obras. La
sabiduría de Dios, su justicia y su bondad quedan por completo reivindicadas.
Queda también comprobado que todos sus actos en el gran conflicto fueron
ejecutados de acuerdo con el bien eterno de su pueblo y el bien de todos los
mundos que creó” (CS 728).
Por difícil que sea para nosotros comprenderlo, inmersos en este un mundo
de pecado y sufrimiento (y muy difícil para Job), cuando todo haya pasado,
podremos ver la bondad, la justicia, y el amor de Dios en su trato con la huma-
nidad, con Satanás y con el pecado. Esto no significa que todo lo que sucede en
el mundo es bueno. Solo significa que Dios está tratando con ello de la mejor
manera posible; y cuando esta terrible experiencia del pecado haya terminado,
podremos exclamar: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todo-
poderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos” (Apoc. 15:3).

¿Por qué es tan importante alabar a Dios, ya ahora, en medio de las pruebas tan
difíciles de soportar?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 9 – Durante esta semana, PP caps. 38, 39.
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Lección 4 // Viernes 21 de octubre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: El apologista cristiano C. S. Lewis es-


cribió un libro acerca de la muerte de su esposa y su lucha para aceptar esa
muerte. En él, escribió:
“No es que esté (creo) en gran peligro de dejar de creer en Dios. El verda-
dero peligro es el de creer cosas terribles acerca de él. La conclusión que temo
no es ‘Así que no hay Dios, después de todo’, sino ‘Así es como Dios realmente
es. No te engañes por más tiempo’ ”.–A Grief Observed, pp. 6, 7.
Este es el asunto con el que luchó Job. Nunca dudó de la existencia de Dios;
luchó con el tema del carácter de Dios. Job lo había servido fielmente y había
sido un hombre “bueno”. Sabía que no merecía lo que le estaba sucediendo.
Por eso, planteaba la pregunta que muchas personas que creen en Dios hacen
en medio de las tragedias: ¿Cómo es realmente Dios? Y ¿acaso no es sobre esto
que gira el Gran Conflicto? La cuestión no es acerca de la existencia de Dios,
sino de su carácter. No hay dudas de que la muerte de Jesús en la cruz, donde el
Hijo de Dios “se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor
fragante” (Efe. 5:2), revela al cosmos, más que cualquier otra cosa, el verdadero
carácter de nuestro Creador. La Cruz nos muestra que Dios es un Dios en quien
todos podemos confiar.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Medita en el tema del sufrimiento de quienes no creen en Dios. Ellos no
tienen que luchar con las preguntas que se hacen los creyentes en Dios cuando
afrontan tragedias. Por otro lado, ¿qué esperanza tienen de obtener alguna vez
respuestas o una solución? Imagínate pasar por todo lo que pasamos en este
mundo, y luego creer que todo termina en la tumba. No es extraño que muchos
incrédulos no tengan esperanza en la vida, ni encuentren sentido en ella. Las
publicaciones seculares están llenas de sus exclamaciones y protestas acerca
de cuán poco sentido tiene todo. ¿De qué forma podemos nosotros, aun en
medio de las tristezas que vivimos aquí y a pesar de las preguntas difíciles que
todavía quedan sin respuesta, obtener esperanza de nuestra fe?
2. ¿Por qué es tan importante para nosotros, ahora mismo, meditar en la
Cruz, la más poderosa revelación que tenemos de cómo es Dios y de su amor?
Cuando estamos rodeados de dolor, de tragedias, de males inexplicables, ¿qué
nos dice la Cruz acerca del carácter de Dios? Si recordamos siempre la realidad
de la Cruz, ¿qué esperanza podemos alcanzar para nosotros mismos acerca del
resultado final de cualquier cosa que afrontemos ahora?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 10 – Durante esta semana, PP caps. 38, 39.
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Lección 5: Para el 29 de octubre de 2016

MALDITO EL DÍA

Sábado 22 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 3:1-10; Juan 11:11-14;


Job 6:1-3; 7:1-11; Santiago 4:14; Job 7:17-21; Salmo 8:4-6.

PARA MEMORIZAR:
“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste
todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apoc. 4:11).

AL LEER LA HISTORIA DE JOB, tenemos dos ventajas claras: primera, sa-


bemos cómo termina; y segunda, conocemos el trasfondo, el conflicto cósmico
que actúa detrás de la escena.
Job no sabía nada de esto. Todo lo que él sabía era que vivía tranquilo
cuando, de repente, una calamidad tras otra, una tragedia tras otra, cayeron
sobre él. Y luego, este hombre, “el más grande que todos los orientales” (Job
1:3), quedó reducido a lamentos y duelo sobre un montón de cenizas.
Al seguir con el estudio de Job, tratemos de ponernos en su situación,
porque nos ayudará a comprender mejor la confusión, la ira y la tristeza por las
que pasó. Y en un sentido, esto no es algo que nos resultará difícil de hacer. No
porque hayamos experimentado justo lo mismo que Job, sino porque ¿quién
de nosotros, nacidos en carne humana en un mundo caído, no sabe algo de la
perplejidad que la tragedia y el sufrimiento producen, especialmente cuando
procuramos servir a Dios con fidelidad y hacer lo que es correcto ante sus ojos?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 11 – Durante esta semana, PP cap. 40.
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Lección 5 // Domingo 23 de octubre

PEREZCA EL DÍA
Imagínate que tú eres Job. Inexplicablemente, tu vida –todo eso por lo que
has trabajado, todo lo que has logrado, todo aquello con lo que Dios te ha ben-
decido– se viene abajo. Sería algo sin sentido; no parece haber ninguna razón
para ello, sea buena o sea mala.
Años atrás, un ómnibus escolar se salió del camino, y murieron muchos
niños. En ese contexto, un ateo dijo que esa es la clase de cosas que puedes
esperar en un mundo que no tiene sentido, ni propósito, ni dirección. Una tra-
gedia como esa no tiene sentido, porque el mundo mismo no lo tiene.
Esta respuesta no sirve para el creyente en Dios. Y a Job, un fiel seguidor
de Dios, tampoco le servía. Entonces, ¿cuál era la explicación? Job no la tenía.
Lo único que poseía eran su extremo dolor y todas las preguntas del que este,
inevitablemente, suele estar acompañado.

Lee Job 3:1 al 10. ¿De qué modo expresa Job su dolor? ¿De qué forma
podemos identificarnos con lo que dice?

Por supuesto, la vida es un don de Dios. Existimos solo porque Dios nos
creó (Hech. 17:28; Apoc. 4:11). Nuestra misma existencia es un milagro que ha
dejado confundida a la ciencia moderna. En realidad, los científicos no están si-
quiera en total acuerdo acerca de cuál es la definición de “vida”; mucho menos
cómo apareció o, aún más importante, por qué surgió.
Sin embargo, ¿quién no se ha preguntado, en momentos de desesperación,
si la vida vale la pena? No estamos hablando acerca de los trágicos casos de sui-
cidio. Más bien, ¿qué podemos decir sobre las ocasiones cuando quizá, como
Job, desearíamos no haber nacido?
Un griego antiguo dijo una vez que lo mejor que le puede pasar a una per-
sona, aparte de morirse, es nunca haber nacido. En otras palabras, la vida puede
ser tan miserable que habría sido mejor ni siquiera existir, y ahorrarse así la an-
gustia que, inevitablemente, viene con la vida humana en este mundo caído.

¿Has sentido alguna vez lo mismo que Job; es decir, desear no haber nacido?
Luego, a la larga, ¿qué sucedió? Por supuesto, te sentiste mejor. Qué importante
es que recordemos, entonces, aun en nuestros peores momentos, que tenemos
esperanza y una perspectiva de que las cosas mejorarán.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 12 – Durante esta semana, PP cap. 40.
34
Lunes 24 de octubre // Lección 5

DESCANSO EN LA TUMBA
Lee Job 3:11 al 26. ¿Qué está queriendo decir Job aquí? ¿Cómo con-
tinúa su lamento? ¿Qué dice acerca de la muerte?

Solo podemos imaginar el terrible dolor que afronta el pobre Job. Por duro
que debió de haber sido tener una salud deteriorada y que todas sus posesiones
fueran destruidas, además, Job perdió a todos sus hijos. Todos ellos. Es muy
duro imaginar el dolor de perder un hijo. Job los perdió a todos. Y ¡tenía diez!
No es extraño que deseara estar muerto. Además, Job no tenía idea de lo que
ocurría aquí detrás de escena, aunque eso no lo habría hecho sentir mejor si lo
hubiese sabido.
No obstante, nota lo que Job dice acerca de la muerte. Si él hubiese muerto,
entonces, ¿qué? ¿El gozo del cielo? ¿El regocijo por la presencia de Dios? ¿Tocar
el arpa con los ángeles? No hay nada de esa clase de teología aquí. En cambio,
¿qué dice Job? “Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces
tendría descanso” (Job 3:13).

Lee Eclesiastés 9:5 y Juan 11:11 al 14. ¿De qué modo lo que dice Job
encuadra con lo que enseña la Biblia sobre lo que ocurre después de la
muerte?

Aquí, en uno de los libros más antiguos de la Biblia, tenemos lo que es, tal vez,
una de las primeras expresiones de lo que llamamos “el estado de los muertos”.
Todo lo que Job deseaba, en ese momento, era “descansar”. La vida, de repente,
se había vuelto tan difícil, tan dura y tan dolorosa que anhelaba lo que él sabía
que la muerte era: un descanso apacible en la tumba. Estaba tan triste, tan herido
que, olvidándose de todos los gozos que había tenido en la vida antes de que le
sobrevinieran las calamidades, deseó haber muerto aun al nacer.

Como cristianos, ciertamente, tenemos promesas maravillosas para el futuro. Al


mismo tiempo, en medio de los sufrimientos presentes, ¿de qué forma podemos
aprender a recordar los buenos momentos que tuvimos en el pasado, y obtener
consuelo y solaz de ellos?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 13 – Durante esta semana, PP cap. 40.
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Lección 5 // Martes 25 de octubre

EL DOLOR DE OTROS
El capítulo 3 registra el primer lamento de Job. En los siguientes dos capí-
tulos, uno de sus amigos, Elifaz, le da un discurso (volveremos a él la semana
próxima). En los capítulos 6 y 7, Job sigue hablando de su sufrimiento.

“¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento, y se alzasen


igualmente en balanza! Porque pesarían ahora más que la arena del
mar” (Job 6:2, 3). ¿De qué modo expresa Job su dolor aquí?

Esto nos da una idea de la manera en que percibía Job sus sufrimientos.
Si todas las arenas del mar estuvieran de un lado de la balanza, y su “queja” y
“tormento” del otro, sus sufrimientos pesarían mucho más que toda la arena.
Así de real era para Job su dolor; y este era el dolor únicamente de Job, y de
ningún otro. A veces, escuchamos el concepto de “la suma total del sufrimiento
humano”. Pero, eso no expresa realmente la verdad. No sufrimos en grupo. No
sentimos el dolor de ninguno otro, sino el nuestro. Solo conocemos nuestra
propia angustia. El sufrimiento de Job, por grande que fuera, no era mayor que
el que cualquier otra persona pudiera sentir. Algunas personas podrían decirle
a alguien: “Siento tu dolor”, pero no lo sienten; no pueden hacerlo. Todo lo que
pueden sentir es su propio dolor, que puede acudir en respuesta al sufrimiento
de otro. Pero eso es todo; es su propio dolor, no el de la otra persona.
Escuchamos acerca de desastres, fabricados por el hombre o de otra
clase, con enorme cantidad de muertos. Los números de muertos nos aturden.
Apenas podemos imaginar tal sufrimiento masivo. Sin embargo, como con Job,
como con cada caso de la humanidad caída desde Adán y Eva, en el Edén,
hasta el fin de este mundo, cada ser humano solo puede conocer su propio
dolor, y nada más.
Por supuesto, nunca queremos menoscabar el sufrimiento humano y, como
cristianos, se nos llama a procurar ayudar a aliviar el dolor cuando y donde po-
damos (ver Sant. 1:27; Mat. 25:34-40). No importa cuánto sufrimiento exista en el
mundo, ¡qué agradecidos podemos estar de que ninguna persona sufre más de
lo que ella puede sufrir! (Hay una sola excepción; ver la lección 12.)

Medita en la idea de que el sufrimiento humano se limita a cada persona indivi-


dual. ¿De qué forma te ayuda a considerar el tema del sufrimiento humano bajo
una luz algo diferente?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 14 – Durante esta semana, PP cap. 40.
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Miércoles 26 de octubre // Lección 5

LA LANZADERA DEL TEJEDOR


Imagina la siguiente conversación. Dos personas lamentan la suerte de toda
la humanidad: la muerte. Es decir, no importa cuán buena sea la vida que se
vivió, no importa qué se haya logrado, todo terminará en la tumba.
–Sí –dice Matusalén a un amigo–. Vivimos unos ochocientos o novecientos
años, y desaparecemos. ¿Qué son ochocientos o novecientos años comparados
con la eternidad? (Ver Gén. 5.)
Seguramente, es difícil para nosotros imaginarnos cómo sería vivir cen-
tenares de años (Matusalén tenía 187 años cuando nació su hijo Lamec, y
después de eso vivió todavía 782 años); no obstante, aun los antediluvianos,
afrontando la realidad de la muerte, debieron de haber lamentado lo que pudo
parecerles a ellos la brevedad de la vida.

Lee Job 7:1 al 11. ¿Cuál es la queja de Job? Ver también Sal. 39:5, 11;
Sant. 4:14.

Acabamos de ver a Job procurando encontrar el descanso y el alivio que


vendrían con la muerte. Ahora, se lamenta de lo rápido que pasa la vida. Está
diciendo, básicamente, que la vida es dura, llena de trabajo y dolor; y ¿luego?
Morimos. Aquí hay un acertijo que afrontamos a menudo: lamentamos cuán
rápida y fugaz es la vida, aun cuando esta puede ser triste y miserable.
Una mujer adventista escribió un artículo acerca de su lucha con la depre-
sión y con pensamientos suicidas. Entre otras cosas, dijo: “La peor parte es que
soy adventista, y llevo un estilo de vida que me ayuda a vivir ‘seis años más’ ”.
Eso no tenía sentido. En momentos de dolor y sufrimiento, hay muchas cosas
que no tienen sentido. A veces, en medio de nuestra angustia, la razón y la ra-
cionalidad se descarrían, y todo lo que sabemos es nuestro dolor y temor, y no
vemos esperanza. Aun Job, quien realmente sabía más que otros (Job 19:25),
clamó en su desesperación y desesperanza: “Mi vida es un soplo, y [...] mis ojos
no volverán a ver el bien” (Job 7:7). Job, a quien la perspectiva de la muerte
parecía ahora muy cercana, todavía lamentaba cuán breve era la existencia,
más allá de lo miserable que haya sido en ese momento.

¿De qué manera debería tu comprensión de la Caída, la muerte, y la promesa


de la resurrección ayudarte a poner en perspectiva todo el tema de cuán rápido
se pasa la vida?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 15 – Durante esta semana, PP cap. 40.
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Lección 5 // Jueves 27 de octubre

¿MAH ENOSH? (¿QUÉ ES EL HOMBRE?)


Debemos ponernos otra vez en la situación de Job. ¿Por qué Dios me hace
todo esto, o por qué permite que me pase a mí? Job no ha visto el panorama
completo. ¿Cómo podría verlo? Él solo sabe lo que le ocurre a él y su alrededor,
y no entiende nada.
¿Quién no ha estado en una situación similar?

Lee Job 7:17 al 21. ¿Qué expresa Job aquí? ¿Qué preguntas hace?
Considerando su situación, ¿por qué sus preguntas tienen lógica?

Algunos eruditos han alegado que Job estaba ridiculizando el Salmo 8:4 al
6, que dice: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del
hombre, para que lo visites? Le has hecho un poco menor que los ángeles, y
lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus
manos; todo lo pusiste debajo de sus pies” (ver también Sal. 144:3, 4). Pero ese
no es el caso, porque el libro de Job fue escrito mucho antes que los Salmos.
(Quizás el salmista lo haya escrito como respuesta al lamento de Job.)
La pregunta “¿Mah enosh?” (¿Qué es el hombre?) es una de las más im-
portantes que podamos plantear. ¿Quiénes somos nosotros? ¿Por qué estamos
aquí? ¿Cuál es el significado y el propósito de nuestras vidas? Aquí Job, que
creyó que Dios lo “eligió como blanco”, se pregunta por qué Dios se fija en él.
Dios es tan grande, su creación tan vasta; ¿por qué se ocuparía de Job, después
de todo? ¿Por qué Dios se fijaría en cualquiera de nosotros?

Lee Juan 3:16 y 1 Juan 3:1. ¿Cómo nos ayudan estos textos a entender
por qué Dios interactúa con la humanidad?

“Mientras Juan contemplaba la altura, la profundidad y la amplitud del amor


del Padre hacia nuestra raza feneciente, se llenó de admiración y reverencia.
No pudo encontrar las palabras adecuadas para expresar ese amor, sino que
pide al mundo que lo contemple: ‘Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para
que seamos llamados hijos de Dios’ (1 Juan 3:1). ¡Qué valor se le concede al
hombre! Por la transgresión, los hijos de los hombres quedaron sujetos a Sa-
tanás; pero, por el infinito sacrificio de Cristo y la fe en su nombre, los hijos de
Adán son hechos hijos de Dios. Al asumir la naturaleza humana, Cristo elevó a
la humanidad” (TI 4:556).

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 16 – Durante esta semana, PP cap. 40.
38
Viernes 28 de octubre // Lección 5

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “En una era sin precedentes, iluminada


por la ciencia y la razón, las ‘buenas nuevas’ del cristianismo han llegado a ser
una estructura metafísica menos y menos convincente, un fundamento menos
seguro sobre el cual edificar la vida de uno, y menos necesaria psicológica-
mente. La absoluta improbabilidad de todos los eventos estaba llegando a ser
dolorosamente obvia: que un Dios infinito y eterno, de repente, se haya con-
vertido en un ser humano particular, en un momento y lugar específicos, solo
para ser ejecutado ignominiosamente. Que una breve vida ocurrida hace dos
milenios, en una oscura nación, sobre un planeta que ahora se sabe que es un
trozo insignificante de materia que gira alrededor de una estrella entre miles de
millones en un universo inconcebiblemente vasto e impersonal, que tal evento
tuviera un sentido cósmico o eterno abrumador, ya no podía ser una creencia
compulsiva para un hombre razonable. No era muy plausible que el universo
como un todo tuviera algún interés especial en esta diminuta parte de su in-
mensidad, si es que tiene algún ‘interés’. Bajo las luces de la demanda moderna
de corroboración pública, empírica y científica de todas las declaraciones de
creencia, la esencia del cristianismo se marchitó”.–Richard Tarnas, Passion of
the Western Mind, p. 305. ¿Cuál es el problema con este pensamiento? ¿Qué se le
escapa al autor? ¿Qué nos enseña esta cita sobre los límites de lo que “la ciencia
y la razón” pueden saber de la realidad de Dios y de su amor por nosotros? ¿Qué
nos muestra acerca de la necesidad de la verdad revelada, que la “ciencia y la
razón” humanas no pueden alcanzar por sí mismas?

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Como cristiano, ¿de qué manera responderías a la pregunta “¿Qué es el
hombre?” ¿En qué aspectos tu respuesta sería diferente de la de aquellos que
no creen en Dios?
2. “Cuán ciertamente los muertos están más allá de la muerte”, escribió
Cormac McCarthy. “La muerte es lo que llevan consigo los vivos”. ¿Por qué
nuestra comprensión de lo que sucede después de la muerte nos consuela con
respecto a nuestros amados muertos? ¿No obtenemos algún consuelo, sabiendo
que están en paz y descansan libres de las penurias de la vida?
3. ¿Por qué crees que, aun en las situaciones más miserables, la mayor parte
de la gente se aferra a la vida, no importa cuán mala parezca ser?
4. Analiza lo que nos enseña la Cruz acerca del valor de la humanidad, aun
de una sola vida.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 17 – Durante esta semana, PP cap. 40.
39
Lección 6: Para el 5 de noviembre de 2016

LA MALDICIÓN ¿SIN CAUSA?

Sábado 29 de octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 119:65-72; Job 2:11-


13; Job 4:1-21; Romanos 3:19, 20; 1 Corintios 3:19; Hebreos 12:5; Mateo 7:1.

PARA MEMORIZAR:
“¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo
hizo?” (Job 4:17).

LA SEMANA PASADA, enfatizamos la importancia de ponernos en la situa-


ción de Job, por lo menos, hasta donde sea posible. En un sentido, no debería
ser tan difícil, porque todos nos hemos encontrado inmersos en sufrimientos
que, muy a menudo, parecen injustos y sin sentido.
Aunque en el resto de la lección trataremos de mantener esa perspectiva,
también necesitamos encontrar la perspectiva de las otras personas de esta
historia, los hombres que vinieron para lamentarse y compadecerse de Job.
Y eso tampoco es muy difícil. ¿Quién de nosotros no ha visto el sufrimiento
de otros? ¿Quién no ha procurado consolar a otros en su pérdida? ¿Quién no
sabe cómo es tratar de encontrar las palabras correctas para decirles a aquellos
cuyo dolor nos parte el corazón?
Mucho en el libro de Job es el diálogo entre Job y esos hombres, mientras
tratan de entender la lógica de lo que, frecuentemente, parece no tener sentido:
el desfile interminable de tragedia y sufrimiento humanos en un mundo creado
por un Dios amante, poderoso e interesado en nosotros.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 18 – Durante esta semana, PP caps. 41, 42.
40
Domingo 30 de octubre // Lección 6

LAS GRANDES PREGUNTAS


La mayor parte de la acción en el libro de Job ocurre en los primeros dos
capítulos. Aquí se levanta el velo entre el cielo y la Tierra, y se nos dan vislum-
bres de un aspecto entero de la realidad que, de otro modo, quedaría oculto de
nosotros. Por más lejos que nuestros telescopios puedan llegar en el cosmos,
no se han ni siquiera acercado a la revelación de lo que se nos ha mostrado en
este libro, escrito hace miles de años, en un desierto que muy probablemente
esté ubicado en la actual Arabia Saudita. Job también muestra cuán estrecha-
mente está conectado el ámbito sobrenatural, y la esfera de Dios y los ángeles,
con el mundo natural, la Tierra y los que están sobre ella.
Después de los primeros dos capítulos, una buena parte del libro de Job
consiste en lo que, en televisión, se llama “cabezas que hablan”; es decir, senci-
llamente, diálogo. En este caso, las cabezas que hablan son Job y los hombres
que vienen para analizar los grandes temas de la vida: la teología, el dolor, la
filosofía, la fe, la vida y la muerte.
Y ¿por qué no, considerando todo lo que le ocurrió a Job? Es muy fácil
enredarse en las cosas mundanas de la vida, la tarea de vivir día tras día, y
olvidar cuáles son las preguntas grandes e importantes. No hay nada como una
calamidad, ya sea nuestra o de otros, para sacudir nuestro letargo espiritual y
hacer que comencemos a plantearnos cuestiones sustanciales.

Lee Salmo 119:65 a 72. ¿Qué está queriendo decir el salmista?

El salmista pudo ver el bien que surgió de las pruebas que lo afligieron.
A veces, las pruebas pueden ser verdaderas bendiciones disfrazadas, ya sea
porque nos traen de nuevo al Señor o nos llevan a él en primer lugar. ¿Quién
no ha escuchado relatos de aquellos cuyas vidas llegaron a un punto de crisis
y, solo entonces, la persona volvió a Dios o se entregó a él por primera vez?
Algunas veces las pruebas, por terribles y trágicas que sean, pueden ser usadas
para algo que, con el tiempo, llegamos a ver que era bueno. Otras veces, pa-
recen arbitrarias y sin significado.

¿En qué circunstancias, al mirar atrás, viste el bien que resultó de pruebas por las
que pasaste? ¿De qué modo tratas con aquellas que no producen nada positivo?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 19 – Durante esta semana, PP caps. 41, 42.
41
Lección 6 // Lunes 31 de octubre

¿QUÉ INOCENTE SE HA PERDIDO?


Lee Job 2:11 al 13. ¿Qué nos dice esto acerca del modo en que los
amigos de Job veían la situación?

Habiendo oído lo que le había sucedido a Job, estos hombres “convinieron”


(Job 2:11) en ir juntos para ver a su amigo. Los versículos transmiten la idea de
que se asombraron por lo que vieron, y comenzaron el proceso de duelo con él.
De acuerdo con el texto, se sentaron en silencio, sin decir una palabra. Des-
pués de todo, ¿qué le dices a alguien que está en una situación como la de Job?
Sin embargo, una vez que Job habló, expresando sus quejas, estos hombres
tuvieron mucho que decir.

Lee Job 4:1 al 11. ¿Cuál es la esencia de las palabras de Elifaz a Job?

Tal vez, un buen comienzo para un libro de consejos para personas con
dolor sería presentar a Elifaz. El capítulo inicial podría titularse: “Lo que no
hay que decir a un alma dolorida”. Aunque, obviamente, estos hombres simpa-
tizaban con Job, esa simpatía no llegaba muy lejos. Parece que, para Elifaz, la
pureza teológica era más importante que el consuelo básico. Es difícil imaginar
que alguien se acerque a una persona que sufre todo lo que le pasó a Job, y le
diga, básicamente: “Bueno, seguro lo mereces, porque Dios es justo, y solo los
malvados sufren de este modo”.
Aun si uno pensara que, en el caso de Job, esa era la situación, ¿qué bien
podía hacerle que se lo dijera? Supongamos que un conductor que va a exceso
de velocidad tiene un accidente y pierde a toda su familia; ¿puedes imaginar
que alguien se acerque a él de inmediato y, en medio de su dolor, le dijera:
“Dios te está castigando por ir a exceso de velocidad”? El problema con las pa-
labras de Elifaz no son solo su teología cuestionable; el tema mayor es su falta
de sensibilidad hacia Job y todo lo que le estaba sucediendo.

Piensa en una ocasión en que te consolaron en medio de una pérdida y un dolor.


¿Qué dijeron y de qué modo? ¿Qué aprendiste de esa experiencia que te puede
ayudar cuando tengas que consolar a alguien?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 20 – Durante esta semana, PP caps. 41, 42.
42
Martes 1º de noviembre // Lección 6

UN HOMBRE Y SU HACEDOR
Elifaz no obtendría ningún premio de tacto y simpatía por sus líneas ini-
ciales. Básicamente, está diciendo que era fácil para Job ser una luz y un con-
solador de otros cuando las cosas andaban bien. Pero ahora, que el mal le cayó
encima, se “turba”. No obstante, él no debería turbarse. Dios es justo; por lo
tanto, el mal que le acontece es merecido.

Lee Job 4:12 al 21. ¿Qué otro argumento presenta Elifaz a Job?

Hay muchas cosas fascinantes que pueden observarse aquí, incluyendo


que estos hombres comprendían la naturaleza y el carácter del verdadero Dios,
aun antes del surgimiento de la nación de Israel. Todo el libro nos muestra que,
en realidad, además de los patriarcas primero y posteriormente los israelitas,
otros conocían a Dios. Aquí, de hecho, vemos a Elifaz tratando de defender el
carácter de Dios.
Lo que Elifaz oyó en “visiones nocturnas” era, en muchas maneras, teología
buena (ver Sal. 103:14; Isa. 64:7; Rom. 3:19, 20). Nosotros los humanos somos
arcilla, muy temporarios, y podemos ser aplastados tan fácilmente como una
polilla. Y, por supuesto, ¿qué hombre o mujer puede ser más justo que Dios?
Por otro lado, sus palabras son triviales y no vienen a cuento. El problema
con Job no era si Job era mejor que Dios. Esa no era la queja de Job. Él hablaba,
mayormente, sobre lo miserable que era, cuánto estaba sufriendo; no implicó,
de algún modo, que él fuera más justo que Dios.
No obstante, Elifaz parecer haber leído eso en todo lo que había dicho Job.
Después de todo, si Dios es justo y el mal viene solo por el mal, entonces, Job
debió de haber hecho algo malo para merecer lo que le estaba ocurriendo. Por
lo tanto, las quejas de Job son injustas. Ansioso de defender a Dios, Elifaz co-
mienza a dar un discurso a Job. Aún más que cualquier sabiduría colectiva que
creyera que tenía acerca de Dios, Elifaz creía poseer algo más, una revelación
sobrenatural de alguna clase, para apoyar su posición. Sin embargo, el único
problema es que la posición que él adoptó reveló una falta de entendimiento
del problema.

¿Qué podemos aprender de este informe acerca del modo en que, aun si es-
tamos en una posición correcta, es importante expresarla de la manera más
beneficiosa y redentora?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 21 – Durante esta semana, PP caps. 41, 42.
43
Lección 6 // Miércoles 2 de noviembre

EL NECIO ECHA RAÍCES


En el capítulo 5, Elifaz sigue con su argumento. Mayormente, es lo mismo
que dijo en el capítulo anterior: el mal solo les ocurre a personas malas. Ima-
gínate cómo debió de haberse sentido Job, que sabía que eso no podía ser
correcto, y que él no merecía su situación presente.
Sin embargo, aquí hay un problema: no todo lo que dijo Elifaz está equivo-
cado. Por el contrario, muchos de estos mismos pensamientos están reflejados
en otras partes de la Biblia.

¿De qué modo los siguientes textos reflejan los sentimientos expre-
sados en Job 5?

Sal. 37:10

Prov. 26:2

Luc. 1:52

1 Cor. 3:19

Sal. 34:6

Heb. 12:5 Cita a job 5:17

Ose. 6:1 Siii!

Sal. 33:19

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 22 – Durante esta semana, PP caps. 41, 42.
44
Jueves 3 de noviembre // Lección 6

APRESURARSE A JUZGAR
Mucho de lo que dijo Elifaz era correcto. Presentó muchos puntos válidos,
expresados más adelante en la Biblia. Pero, algo estaba mal en su respuesta a
Job: el contexto en el cual dijo esas palabras. Estas, sencillamente, no se apli-
caban a esa situación específica. (Ver la próxima lección.) Nuestro mundo es
complicado. Es fácil mirar una situación y, luego, decir cosas al respecto o citar
textos bíblicos que parezcan aplicables. Aunque puede que lo que digamos sea
apropiado, a menudo no es lo es.
Considera esta afirmación de Elena de White: “No hay verdad tan clara-
mente enseñada por la Biblia como la de que lo que hacemos es resultado de
lo que somos. En gran parte, los incidentes de la vida son el fruto de nuestros
propios pensamientos y acciones” (Ed 146). Esta es una verdad importante.
Sin embargo, hay veces en que alguien bien intencionado, frente a una per-
sona que se encuentra en una situación como la de Job, presenta esta declara-
ción de Elena de White. ¿Cuánto mejor sería que hiciese caso del consejo que
sigue?: “Muchos piensan que están representando la justicia de Dios mientras
que fallan por completo en representar su ternura y gran amor. Muchas veces,
aquellos a quienes tratan con aspereza y severidad están pasando por alguna
violenta tentación. Satanás se está ensañando con esas almas, y las palabras
duras y despiadadas las desalientan, y las hacen caer en las garras del poder
del tentador” (MC 121).
En ese momento, sucedían más cosas de las que Elifaz y todos los otros,
incluyendo a Job, sabían. Así, el apresuramiento de Elifaz en juzgar, aun si
toda su teología hubiese sido correcta, difícilmente era lo correcto en esas
circunstancias.

¿Por qué deberíamos recordar siempre los siguientes textos cuando


tratamos con cualquier persona, o con alguien que creemos que ha pe-
cado? Mat. 7:1, 2; Rom. 2:1-3; 1 Cor. 4:5.

Aun si Elifaz hubiera estado en lo cierto, y Job se hubiese acarreado este


sufrimiento, sus palabras habrían sido imprudentes e inoportunas. Job es como
un símbolo de toda la humanidad, porque todos estamos atrapados en el Gran
Conflicto y sufrimos en él. Y todos, a veces, necesitamos compasión y simpatía,
no que otro nos sermonee. Hay momentos y lugares para dar sermones. Pero,
cuando un hombre está sentado sobre ceniza, su vida arruinada, sus hijos
muertos y su cuerpo lleno de llagas, ese no es el momento oportuno.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 23 – Durante esta semana, PP caps. 41, 42.
45
Lección 6 // Viernes 4 de noviembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Como vimos, Elifaz simpatizaba con


Job. Solo que su simpatía ocupó un segundo lugar ante lo que él veía como su
necesidad de defender el carácter de Dios. Job estaba sufriendo terriblemente,
y Dios es justo; por lo tanto, para Elifaz Job debía de haber hecho algo para
merecer lo que le ocurrió. Seguramente, la conclusión de Elifaz fue que de eso
se trata la justicia de Dios. Por lo tanto, Job estaba equivocado en quejarse.
Por supuesto, Dios es justo. Pero, eso no significa que automáticamente ve-
remos su justicia manifestada en cada situación en este mundo caído. La jus-
ticia y el juicio vendrán, pero no necesariamente ahora (Apoc. 20:12). Parte de
lo que significa vivir por fe es confiar en Dios; en que, un día, la justicia que está
faltando aquí se revelará y se manifestará.
Lo que vemos en Elifaz también aparece en la actitud de algunos de los
escribas y los fariseos hacia Jesús. Estos hombres estaban tan involucrados en
su deseo de ser “fieles” y religiosos que su enojo por las curaciones hechas por
Jesús en sábado (ver Mat. 12) excedió lo que debería haber sido su alegría de
que los enfermos se sanaran y su dolor fuese aliviado. El principio presentado
en las siguientes palabras de Cristo es uno que los que amamos a Dios siempre
debemos recordar: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque
diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley:
la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer
aquello” (Mat. 23:23).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿De qué modo podemos saber la diferencia entre el momento en que
alguien necesita compasión y simpatía, y cuando necesita un sermón y tal vez
hasta una reprensión? ¿Por qué, generalmente, es mejor errar del lado de la
compasión y la simpatía cuando tratamos con los que sufren, aun si es por sus
propios pecados y malos actos?
2. Lee otra vez las palabras de Elifaz a Job en los capítulos 4 y 5. ¿En qué otra
situación esas palabras podrían haber sido más apropiadas?
3. Si hubieses sido un amigo de Job y hubieras ido a verlo cuando estaba
sentado sobre cenizas, ¿qué le habrías dicho, y por qué? Si tú hubieras estado
en el lugar de Job, ¿qué te habría gustado que la gente te dijera?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 24 – Durante esta semana, PP caps. 41, 42.
46
Lección 7: Para el 12 de noviembre de 2016

CASTIGO RETRIBUTIVO

Sábado 5 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 8:1-22; Job 11:1-20;


Isaías 40:12-14; Génesis 6:5-8; 2 Pedro 3:5-7.

PARA MEMORIZAR:
“¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopo-
deroso?” (Job 11:7).

EL PROBLEMA DEL SUFRIMIENTO HUMANO continúa atemorizando a la


humanidad. Vemos personas “buenas” que sufren tragedias, mientras que per-
sonas malas no reciben castigos en esta vida. Hace años se publicó un libro
titulado ¿Por qué cosas malas ocurren a personas buenas? Fue un intento más,
a lo largo de milenios, de encontrar una respuesta satisfactoria a ese problema.
No la encontró. Muchos otros pensadores han escrito de su lucha para llegar
a entender algo del sufrimiento humano; pero, no parecen haber encontrado
respuestas correctas.
Este asunto, por supuesto, es el tema del libro de Job, y en él seguiremos ex-
plorando por qué incluso personas “buenas”, como Job, sufren en este mundo.
La diferencia vital entre el libro de Job y los otros que se escribieron sobre
esto es que Job no está basado en las perspectivas humanas del sufrimiento
(aunque tenemos bastante en este libro); más bien, por estar en la Biblia, nos
presenta la perspectiva de Dios sobre el problema.
Esta semana leeremos más acerca de los discursos de los hombres que se
acercaron a Job en su miseria. ¿Qué podemos aprender de sus errores mientras
tratan de resolver el problema del dolor?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 25 – Durante esta semana, PP caps. 43, 44.
47
Lección 7 // Domingo 6 de noviembre

MÁS ACUSACIONES
Como si escuchar un sermón de Elifaz no fuera suficiente, Job recibió otro
de Bildad, quien dijo algo similar. Bildad fue más rudo y severo hacia Job. Ima-
gínate acercarte a alguien cuyo hijo ha muerto y decirle: “Si tus hijos pecaron
contra Dios, él les dio lo que su pecado merecía” (Job 8:4, NVI).
Es irónico, porque el primer capítulo de Job deja bien en claro que Job
(Job 1:5) ofrecía sacrificios en favor de sus hijos, en caso de que ellos hubieran
pecado. Hay aquí un contraste entre una comprensión de la gracia (como se ve
en los actos de Job) y las palabras de Bildad, que revelan un legalismo áspero
y retributivo. Peor aún, Bildad habla de este modo en su intento de defender el
carácter de Dios.

Lee Job 8:1 al 22. ¿Cuál es el argumento de Bildad, y cuánto de lo


que dice es verdad? Si te olvidaras del contexto inmediato y solo con-
sideraras los sentimientos expresados, ¿qué fallas encontrarías en sus
palabras, si las hay?

¿Quién puede encontrar fallas en lo que dice aquí? “Nosotros nacimos ayer,
y nada sabemos; nuestros días en este mundo son como una sombra” (Job 8:9,
NVI). Eso es claro, cierto y muy bíblico (Sant. 4:14). O ¿qué está mal en su adver-
tencia de que los hombres impíos que ponen su esperanza en cosas terrenales
confían en algo que no es más firme que una “tela de araña” (Job 8:14)? Eso es
un pensamiento tan bíblico como el que más.
Tal vez el problema mayor es que Bildad está presentando solo un aspecto
del carácter de Dios. Es como estar ante una zanja de un lado del camino, o en
el otro. En realidad, no deberíamos estar en ninguno de esos lugares. Algunos
se enfocan solo en la Ley, la justicia y la obediencia; y otros se concentran en la
gracia, el perdón y la Sustitución. Cualquiera de estos énfasis por separado, ge-
neralmente, conduce a un cuadro distorsionado de Dios y de la verdad. Vemos
un problema similar aquí.

Siempre deberíamos procurar el equilibrio correcto entre la Ley y la gracia, en


nuestra teología y en nuestro trato con los demás. Sin embargo, si hemos de
equivocarnos de un lado o del otro (y nos puede suceder), ¿de qué lado sería
mejor errar cuando tratamos con las faltas de otros, y por qué?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 26 – Durante esta semana, PP caps. 43, 44.
48
Lunes 7 de noviembre // Lección 7

MENOS DE LO QUE NUESTRA INIQUIDAD MERECE


“¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección
del Todopoderoso? Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más pro-
funda que el Seol, ¿cómo la conocerás? Su dimensión es más extensa
que la tierra, y más ancha que el mar” (Job 11:7-9; ver también Isa.
40:12-14). ¿Por qué es importante que siempre recordemos esta verdad?

Estas palabras expresan el hecho de que no conocemos mucho acerca


de Dios, y que todos nuestros esfuerzos por conocerlo añadirán muy poco. Es
interesante que uno de los filósofos del siglo XX, Richard Rorty, alegaba que
nunca conoceremos la realidad y la verdad, así que deberíamos renunciar a tal
intento. En lugar de tratar de comprender la realidad, afirma Rorty, todo lo que
podemos hacer es conformarnos con ella. Qué notable: 2.600 años de tradición
filosófica occidental culminan en esta expresión de derrota. Si toda nuestra
búsqueda nos deja en la oscuridad acerca de la naturaleza de la realidad en la
que vivimos, entonces ¿quién, “buscando”, comprenderá al Creador, que hizo
la realidad, y es mayor que ella? Rorty, en esencia, afirma lo que acabamos de
leer en la Biblia.
Estos textos fueron de un discurso de Zofar, el tercero de los conocidos de
Job, y son parte de un argumento, contra Job, que tiene fallas.

Lee Job 11:1 al 20. ¿Qué es correcto en lo que dice Zofar, pero qué
está equivocado en su argumento como un todo?

Es difícil entender que alguien pueda acercarse a una persona que está su-
friendo como Job, y le diga: “Estás recibiendo lo que mereces. No, en realidad,
estás recibiendo menos de lo que mereces”. Lo que es peor aún, como los otros
dos, Zofar afirma esto en un intento de vindicar la bondad y el carácter de Dios.

Algunas veces, conocer la verdad del carácter de Dios no nos alcanza. ¿Qué más
necesitamos hacer para poder reflejar el verdadero carácter de Dios?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 27 – Durante esta semana, PP caps. 43, 44.
49
Lección 7 // Martes 8 de noviembre

RETRIBUCIÓN DIVINA
Sin duda, los tres amigos de Job tenían algún conocimiento de Dios, y eran
sinceros en sus esfuerzos por defenderlo. Como vimos, por desacertadas que
hayan sido sus palabras, especialmente en ese contexto, estos hombres ex-
presan algunas verdades vitales.
En sus argumentos está la idea de que Dios es un Dios de justicia: traerá
retribución divina de castigo sobre el mal, y bendiciones especiales sobre la
bondad. Aunque no sabemos en qué momento vivieron ellos, como aceptamos
que Moisés escribió el libro de Job mientras estaba en Madián, debieron de
haber vivido después del Diluvio y antes del Éxodo.

Lee Génesis 6:5 al 8. Aunque no conocemos cuánto sabían estos hom-


bres (Elifaz, Bildad y Zofar) acerca del Diluvio, ¿de qué modo esa his-
toria pudo influir en su teología?

Claramente, la historia del Diluvio es un ejemplo de retribución divina por


el pecado. Dios castigó específicamente a los que lo merecían. Pero, aun allí
se reveló el concepto de gracia, como se ve en Génesis 6:8. Elena de White
escribió acerca del hecho de que “cada golpe [del martillo] dado sobre el arca
estaba predicando a la gente” (SP 1:70). No obstante, vemos en esta historia un
ejemplo de lo que estos hombres le estaban predicando a Job.

¿De qué modo se ve esta misma idea de juicio retributivo en Génesis


13:13; 18:20 al 32; y 19:24 y 25?

Si Elifaz, Bildad y Zofar sabían mucho acerca de estos incidentes o no, sus
palabras revelan la realidad del juicio directo de Dios sobre el mal. Dios no es-
taba abandonando a los pecadores a su pecado y permitiendo que el pecado
mismo los destruyera. Como con el Diluvio, Dios fue el agente directo de su
castigo. Actuó aquí como juez, y destructor de la iniquidad y el mal.

Si bien tenemos que concentrarnos en el carácter de amor, gracia y perdón de


Dios, ¿por qué no debemos olvidar la realidad de su justicia? Piensa en todo el
mal que no ha sido castigado todavía. ¿Qué debe decirnos esto acerca de la ne-
cesidad de retribución divina, cuando y como sea que ocurra?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 28 – Durante esta semana, PP caps. 43, 44.
50
Miércoles 9 de noviembre // Lección 7

SI JEHOVÁ HICIERE ALGO NUEVO


En las Escrituras, mucho después de que todos los personajes del libro de
Job hubieron muerto, se registraron numerosos casos de castigo divino directo
sobre el mal, así como de bendiciones por la fidelidad.

¿Qué gran promesa se da aquí para los obedientes? Deut. 6:24, 25.

El Antiguo Testamento está lleno de promesas de bendiciones y de pros-


peridad que Dios daría directamente a su pueblo si le obedecía. Vemos aquí
ejemplos de lo que estos hombres le habían dicho a Job con respecto a las
bendiciones de la fidelidad de quienes procuran obedecerle a él y sus manda-
mientos, y vivir una vida piadosa y recta.
Por supuesto, el Antiguo Testamento también está lleno de advertencias
acerca del castigo divino que vendría por la desobediencia. En especial des-
pués del pacto con Israel en el Sinaí, Dios les advierte a los israelitas acerca
de lo que su desobediencia acarrearía. “Mas si no oyereis la voz de Jehová, y
si fueres rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra
vosotros como estuvo contra vuestros padres” (1 Sam. 12:15).

Lee Números 16:1 al 33. ¿Qué enseña este incidente acerca de la rea-
lidad del castigo retributivo divino?

Dada la forma en que fueron destruidos los rebeldes, este incidente no se


puede aplicar a la idea de que “el pecado trae su propio castigo”. Estas per-
sonas afrontaron la retribución divina y directa de Dios por su pecado y rebe-
lión. En este caso, vemos las manifestaciones sobrenaturales del poder de Dios;
pareció que las mismas leyes de la naturaleza habían cambiado. “Mas si Jehová
hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas,
y descendieran vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron
a Jehová” (Núm. 16:30).
El verbo “hacer” aquí viene de la misma raíz usada para “crear”, en Génesis
1:1. Dios quería que todos supieran que él mismo era quien traía inmediata-
mente este castigo sobre los rebeldes.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 29 – Durante esta semana, PP caps. 43, 44.
51
Lección 7 // Jueves 10 de noviembre

LA SEGUNDA MUERTE
La manifestación más plena del juicio retributivo ocurrirá al fin del tiempo,
con la destrucción de los impíos. En la Biblia, se la llama “la muerte segunda”
(Apoc. 20:14). Esta no debe confundirse con la muerte común de todos los des-
cendientes de Adán, pues es la muerte que el Segundo Adán, Jesucristo, les
evitará a los justos al fin del tiempo (1 Cor. 15:26). Pero, la segunda muerte es el
castigo directo de Dios sobre los pecadores no arrepentidos.

Lee 2 Pedro 3:5 al 7. ¿Qué nos dice Pedro acerca de la suerte de los
perdidos?

“Dios hace descender fuego del cielo. La Tierra está quebrantada. Salen a
relucir las armas escondidas en sus profundidades. Llamas devoradoras se es-
capan por todas partes de grietas amenazantes. Hasta las rocas están ardiendo.
Ha llegado el día que arderá como horno. Los elementos se disuelven con calor
abrasador, la Tierra también, y las obras que hay en ella están abrasadas (Mal.
4:1; 2 Ped. 3:10). La superficie de la Tierra parece una masa fundida, un inmenso
lago de fuego ardiente. Es la hora del juicio y la perdición de los hombres im-
píos, ‘es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión’
(Isa. 34:8)” (CS 652).
Aunque el pecado puede traer su propia retribución, hay ocasiones en
que Dios castiga directamente a los pecadores, como alegaron los amigos de
Job. Es cierto que todo sufrimiento en este mundo ha surgido por el pecado.
Pero, no es cierto que todo sufrimiento sea un castigo de Dios por el pecado.
Ese no era el caso de Job, ni lo es en la mayoría de otros casos. El hecho es
que participamos en el Gran Conflicto, y hay un enemigo que quiere hacernos
daño. Las buenas nuevas son que sabemos que Dios está a favor de nosotros.
Cualesquiera que sean las razones de las pruebas que afrontamos, o los re-
sultados de esas pruebas, tenemos la certeza del amor de Dios –un amor tan
grande que Jesús fue a la Cruz por nosotros– y su promesa de terminar con todo
sufrimiento.

¿De qué forma podemos estar seguros de que el sufrimiento de alguien es un


castigo directo de Dios? Si no estamos seguros de ello, ¿cuál es la mejor manera
de acercarnos a esa persona que sufre (o aun a nuestro propio sufrimiento)?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 30 – Durante esta semana, PP caps. 43, 44.
52
Viernes 11 de noviembre // Lección 7

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Como mencionamos antes, es impor-


tante que tratemos de ponernos en el lugar de los personajes de la historia,
porque eso puede ayudarnos a comprender sus motivos y acciones. Ellos no
vieron la batalla que se libraba detrás de escena como la vemos nosotros
ahora. Si nos ponemos en sus zapatos, no nos sería tan difícil ver el error de
Elifaz, de Bildad y de Zofar con respecto al sufrimiento de Job. Ellos emitían
un juicio para el que no estaban capacitados. “Es muy natural que los seres hu-
manos piensen que las grandes calamidades son una señal segura de grandes
crímenes y enormes pecados; sin embargo, los hombres se equivocan con fre-
cuencia al medir así el carácter. No estamos viviendo en el tiempo del Juicio
Final. [Ahora] están mezclados el bien y el mal, y las calamidades descienden
sobre todos. A veces, ciertamente, los hombres traspasan la línea hasta donde
actúa el cuidado protector de Dios, y entonces Satanás ejerce su poder sobre
ellos, y Dios no se interpone. Job fue terriblemente afligido, y sus amigos pro-
curaron hacerle reconocer que su sufrimiento era el resultado del pecado, e
hicieron que él se sintiera bajo condenación. Presentaron el caso de él como el
de un gran pecador; pero, el Señor los reprendió por la forma en que juzgaban
a su fiel siervo”.–“Comentarios de Elena G. de White” (CBA 3:1.158).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿Qué nos enseña la realidad del castigo retributivo acerca de la confianza
que podemos tener en la justicia definitiva de Dios, aun a pesar del modo en
que ahora vemos las cosas?
2. Estos tres hombres, realmente, no entendían todo lo que le estaba su-
cediendo a Job en su sufrimiento. En un sentido, ¿no es este también el caso
de todos nosotros? No comprendemos plenamente las razones del sufrimiento
humano. Entonces, ¿de qué manera debería ayudarnos esta comprensión a ser
más compasivos con los que sufren? Como se afirmó arriba, ¿cuán importante
es que ni aun sabemos las causas inmediatas?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 31 – Durante esta semana, PP caps. 43, 44.
53
Lección 8: Para el 19 de noviembre de 2016

SANGRE INOCENTE

Sábado 12 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 10; Isaías 53:6; Ro-
manos 3:10-20; Job 15:14-16; Job 1:18-20; Mateo 6:34.

PARA MEMORIZAR:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
(Heb. 11:1).

EL ESCRITOR ALBERT CAMUS, nacido en Argelia, luchó con el tema del


sufrimiento humano. En su libro La peste, usó una peste como metáfora de los
males que traen dolor y sufrimiento sobre la humanidad. Describió una escena
en la que un niñito, afligido por la peste, muere horriblemente. Más tarde, un
sacerdote, que había presenciado la tragedia, le dijo a un médico que también
había estado allí: “Estas cosas son repugnantes porque sobrepasan nuestra
comprensión. Pero, tal vez deberíamos amar lo que no podemos entender”. El
médico, airado, replicó bruscamente: “No, padre. Tengo una idea muy diferente
del amor. Y hasta el día en que muera, rehusaré amar un esquema en el que los
niños son torturados”.–Albert Camus, The Plague, p. 218.
Esta escena refleja lo que vemos en Job: respuestas insatisfactorias que no
tienen una solución sencilla. Job sabía, como lo sabía ese médico, que muchas
respuestas que se dan no son adecuadas a la realidad circunstancial. El desafío
es, entonces, encontrar respuestas que tengan sentido en lo que, a menudo,
parece no tenerlo. Esta semana continuaremos esa búsqueda.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 32 – Durante esta semana, PP caps. 45, 46.
54
Domingo 13 de noviembre // Lección 8

LA PROTESTA DE JOB
Elifaz, Bildad y Sofar tenían un punto válido: Dios castiga el mal. Lamen-
tablemente, ese punto no se aplicaba en la situación de Job. El sufrimiento de
este no era un caso de castigo retributivo. Dios no lo estaba castigando por sus
pecados, como lo haría con Coré, Datán y Abiram. Job tampoco estaba cose-
chando lo que había sembrado, que es algo que suele suceder. No, Job era un
hombre justo –Dios mismo lo dijo (ver Job 1:8)– y, por ello, no solo no merecía
lo que le había sucedido, sino también él sabía que no lo merecía. Por eso, su
queja fue tan amarga y dura.

Lee Job 10. ¿Qué le está queriendo decir Job a Dios, y por qué tiene
tanta lógica, considerando las circunstancias?

En momentos de grandes tragedias, ¿no han planteado los creyentes en


Dios preguntas similares? “¿Por qué, Señor, te molestaste en crearme?” O “¿Por
qué me haces esto a mí?” O “¿No habría sido mejor que nunca hubiera nacido,
en vez de haberme creado y que ahora tenga que afrontar esto?”
Lo que hace que todo sea más difícil de comprender para Job es que él
sabía que había sido fiel a Dios. Él clamó: “¿[...] aunque tú sabes que no soy
impío, y que no hay quien de tu mano me libre? (Job 10:7).
Aquí hay una ironía difícil: en contraste con lo que habían afirmado sus
amigos, Job no estaba sufriendo por causa de su pecado. El libro mismo en-
seña lo opuesto: Aquí, Job estaba sufriendo, precisamente, porque había sido
fiel. Los primeros dos capítulos afirman eso. Job no tenía manera de saber que
esta era la causa; y, si lo hubiese sabido, probablemente su amargura y su frus-
tración habrían sido peores.
Por singular que fuera la situación de Job, también es universal, pues está
tratando con el tema universal del sufrimiento; especialmente, cuando este pa-
rece ser desproporcionado con respecto al pecado que alguien pudiera haber
cometido. (Una cosa es sobrepasar el límite de velocidad y recibir una multa
por ello; otra sería hacerlo para matar a alguien de esa forma.)

¿Qué puedes decirle a alguien que cree que está sufriendo injustamente?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 33 – Durante esta semana, PP caps. 45, 46.
55
Lección 8 // Lunes 14 de noviembre

¿SANGRE INOCENTE?
A menudo, escuchamos acerca del sufrimiento “inocente”. La Biblia incluso
usa la frase “sangre inocente” (Isa. 59:7; Jer. 22:17; Joel 3:19); generalmente, en
el contexto de asaltos, o aun asesinatos, de personas que no merecían lo que
les ocurrió. Si usamos esta manera de comprender el concepto de “sangre ino-
cente”, entonces nuestro mundo ofrece muchos ejemplos de ello.
Por otro lado, la Biblia habla acerca de la pecaminosidad y la corrupción
humanas, lo que genera una pregunta válida acerca del significado de “ino-
cente”. Si todos han pecado y han violado la Ley de Dios, entonces, ¿quién es
verdaderamente inocente? Como alguien dijo: “Tu certificado de nacimiento es
prueba de tu culpabilidad”.
Aunque los teólogos y los eruditos bíblicos han debatido por siglos la na-
turaleza precisa de la relación humana con el pecado, la Biblia es clara: el
pecado ha impactado a toda la humanidad. La idea de la pecaminosidad hu-
mana no se encuentra solo en el Nuevo Testamento. Por el contrario, el Nuevo
Testamento expande lo que se escribió en el Antiguo Testamento.

¿Qué enseñan los siguientes textos acerca de la realidad del pecado?


1 Rey. 8:46; Sal. 51:5; Prov. 20:9; Isa. 53:6; Rom. 3:10-20.

Además del testimonio de las Escrituras, cualquiera que haya conocido al


Señor personalmente, que haya tenido una vislumbre de la bondad y la san-
tidad de Dios, sabe de la realidad de la pecaminosidad humana. En este sen-
tido, ¿quién de nosotros (por el momento pasaremos por alto el tema de los
bebés y los niños pequeños) es realmente “inocente”?
Por otro lado, ese no es realmente el punto. Job era un pecador; en este
sentido, ni él ni sus hijos eran inocentes. No obstante, ¿qué habían hecho para
merecer la suerte que cayó sobre ellos? ¿No es esta la pregunta máxima con
respecto al sufrimiento? A diferencia de los “baluartes de lodo” (Job 13:12) de
sus amigos, Job sabía que lo que le ocurría no era algo que él mereciera.

¿De qué modo la experiencia de conocer a Dios y su santidad, que hace que
nuestra pecaminosidad sea dolorosa, nos ayuda a ver la necesidad absoluta de
la Cruz?

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 34 – Durante esta semana, PP caps. 45, 46.
56
Martes 15 de noviembre // Lección 8

SUERTES INJUSTAS
Lee Job 15:14 al 16. ¿Qué verdad presenta Elifaz a Job?

Otra vez, Elifaz declara una verdad con respecto a la pecaminosidad de


la humanidad. El pecado es un hecho universal sobre la Tierra; también lo
es el sufrimiento. Y todo sufrimiento humano es resultado del pecado. Dios
puede usar el sufrimiento para enseñarnos lecciones importantes. “Dios probó
siempre a su pueblo en el crisol de la aflicción. Es en el fuego del crisol donde
la escoria se separa del oro puro del carácter cristiano” (PP 122).
No obstante, hay un problema más profundo. ¿Qué pasa cuando vemos que
nada bueno resulta del sufrimiento? ¿Qué ocurre con aquellos en los que la
escoria no se separa del oro en su carácter porque mueren instantáneamente?
¿Qué pasa con los que sufren sin conocer al verdadero Dios, o sin saber nada
de él? ¿Qué sucede con los que se amargan y se enojan, y llegan a odiar a Dios
por causa del sufrimiento? No podemos ignorar estos ejemplos, o poner a todos
en una fórmula sencilla; al hacerlo, seríamos culpables de los mismos errores
que cometieron los acusadores de Job.
Además, ¿qué bien surge de que los animales sean quemados vivos en un
incendio de bosques? O ¿qué sucede con las miles de personas muertas en un
desastre natural, o con los civiles que perecen en una guerra? ¿Qué lecciones pu-
dieron haber aprendido? Y uno podría preguntarse, no solo acerca de los diez hijos
de Job, sino también sobre los siervos que murieron “a filo de espada” (Job 1:15), o
los que fueron consumidos (vers. 16), o los otros criados muertos (vers. 17).
Por más lecciones que Job y sus acusadores pudieran aprender, y aunque
Satanás sufriera una derrota por la fidelidad de Job, la suerte de esas otras
personas no parece justa. El hecho es que estas cosas no fueron justas, ni co-
rrectas, ni buenas.
Hoy afrontamos desafíos similares. Un niño de seis años muere de cáncer;
¿es justo? Una señorita universitaria de veinte años es arrancada de su auto-
móvil y abusada; ¿es justo? Una madre de treinta años con tres niños muere en
un accidente de automóvil; ¿es justo? Y ¿qué decir de los 19.000 japoneses que
murieron en el terremoto de 2011? ¿Eran todos culpables de algo para que su
castigo fuera justo? Si no, sus muertes tampoco fueron justas.
Estas son preguntas serias y duras.

Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 35 – Durante esta semana, PP caps. 45, 46.
57
Lección 8 // Miércoles 16 de noviembre

BASTA AL DÍA...
Lee los siguientes versículos y piensa acerca de la suerte inmediata
de los que son descritos en ellos. Luego, hazte la pregunta: ¿Con cuánta
justicia los trató la vida?

Job 1:18-20

Gén. 4:8

Éxo. 12:29, 30

2 Sam. 11:17

Jer. 38:6

Mat. 14:10

Heb. 11:35-38

La Biblia refleja un hecho duro de la vida en nuestro mundo caído: el mal


y el sufrimiento son reales. Solo una lectura superficial de la Palabra, tomando
algunos textos fuera de contexto, daría a alguno la idea de que la vida aquí es
justa y buena, y de que si somos fieles a Dios el sufrimiento no nos alcanzará.
La fidelidad puede dar recompensas ahora, pero esto no significa que provea
una barrera absoluta contra el sufrimiento y el dolor. Si no, pregúntale a Job.
En las Bienaventuranzas, Jesús presentó razones poderosas por las que nece-
sitamos confiar en Dios y no preocuparnos sobre lo que comeremos, beberemos
o vestiremos. Y Jesús usó ejemplos de la naturaleza como lecciones objetivas
acerca de por qué podemos confiar en la bondad de Dios para nuestras necesi-
dades. Luego, añade: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día
de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat. 6:34).
Nota, basta a cada día su propio mal. Jesús no estaba negando la presencia
del mal en nuestras vidas, aun la presencia diaria (“mal” viene de una palabra
griega que puede significar “maldad”, “depravación” y “malignidad”). Jesús hizo
lo opuesto. Reconoció la presencia frecuente del mal en nuestra vida diaria.
¿Cómo podría no hacerlo? Como Señor, él sabe más sobre el mal en el mundo
que cualquiera de nosotros, y todos ya conocemos demasiado acerca de él.

¿Quién no ha comprobado cuán injusta y amarga puede ser la vida? ¿De qué
modo el saber que Jesús reconoce esta realidad del mal nos consuela y fortalece
en medio del dolor?
Reavivados por su Palabra: Hoy, 2 Crón. 36 – Durante esta semana, PP caps. 45, 46.
58
Jueves 17 de noviembre // Lección 8

COSAS NO VISIBLES
Lee Proverbios 3:5. Aunque es un texto muy conocido, ¿qué mensaje
vital tiene para nosotros, especialmente en el contexto de lo que hemos
estado estudiando?

Si bien el caso de Job es extremo, refleja la triste realidad del sufrimiento


humano en nuestro mundo caído. No necesitamos la historia de Job, o siquiera
otras historias que podemos leer en la Biblia, para darnos cuenta de esta rea-
lidad. La vemos en todo nuestro alrededor. De hecho, hasta cierto grado, todos
la vivimos.
“El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale
como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece” (Job 14:1, 2).
Otra vez, la pregunta que nos aflige es: ¿De qué forma explicamos esa clase
de sufrimiento que parece no tener sentido para nosotros y en el que se de-
rrama sangre inocente?
Como los primeros capítulos de Job han mostrado, y según la Biblia lo re-
vela en otras partes, Satanás es un ser real y es la causa, directa o indirecta, de
mucho sufrimiento. Como vimos antes en este trimestre (en la lección 2), el es-
quema del Gran Conflicto es apropiado para ayudarnos a tratar con la realidad
del mal en nuestro mundo.
Sin embargo, es difícil entender por qué las cosas ocurren. Algunas veces
–realmente, muchas–, las cosas no tienen sentido. En ocasiones como estas,
cuando sucede lo que no entendemos, es cuando necesitamos aprender a con-
fiar en la bondad de Dios. Es más, necesitamos aprender a confiar en Dios no
solo cuando las respuestas no son prontamente visibles, sino también cuando
vemos que nada bueno sale del mal y el sufrimiento que nos rodea.

Hebreos 11:1 dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción


de lo que no se ve”. Partiendo de las cosas que vemos, ¿de qué forma podemos
aprender a confiar en Dios sobre aquellas que no vemos? De lo que hemos leído
hasta aquí en el libro de Job, ¿en qué sentido aprendió Job a hacer precisamente
eso? ¿De qué manera podemos aprender nosotros a hacer lo mismo?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 1 – Durante esta semana, PP caps. 45, 46.
59
Lección 8 // Viernes 18 de noviembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Vimos que Albert Camus escribió


acerca de su búsqueda de respuestas, no solo sobre el sufrimiento, sino tam-
bién sobre el significado de la vida, que el sufrimiento hace más problemático.
Como ocurre con la mayoría de los ateos, Camus no hizo grandes avances en el
tema. Su cita más famosa muestra muy poco: “Hay solo un problema filosófico
verdaderamente serio, y es el del suicidio. Juzgar si la vida vale la pena vivirla
o no equivale a responder la pregunta fundamental de la filosofía”.–The Myth
of Sisyphus and Other Essays, p. 3. El tema del sufrimiento no es fácil de res-
ponder. El libro de Job nos muestra un cuadro más amplio que de otro modo no
veríamos; aun así, no obstante, deja muchas preguntas sin responder.
Hay una diferencia entre los que estudian el tema del sufrimiento sin Dios
en la ecuación y los que incluyen a Dios al hacerlo. Es cierto que el problema
del dolor y el sufrimiento es más difícil si creemos en la existencia de Dios,
por los problemas que su existencia plantea respecto del mal y el dolor. Sin
embargo, los ateos como Camus no tienen la expectativa de respuestas y so-
luciones. (Hay evidencias de que, más tarde, Camus quiso ser bautizado, pero
poco después murió en un accidente automovilístico.) Tenemos la esperanza
de que “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”
(Apoc. 21:4). Aun el que no crea en las promesas bíblicas podría admitir cuánto
mejor sería la vida con esa esperanza, en vez de seguir viviendo con trabajos y
luchas, y luego morir para siempre, donde todo eso significa la nada.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


Algunos plantean, con respecto al mal: “Bueno, sí, es cierto que hay mal
en el mundo, pero también hay bien, y el bien sobrepasa el mal”. La pregunta
sería: “¿De qué modo puede uno saber que el bien sobrepasa el mal?” ¿De qué
forma se hace esa comparación? Otra pregunta sería: “Incluso si fuera cierto,
¿qué bien le haría esa idea a Job (y a otros) en medio de su sufrimiento?”
El filó-
sofo alemán Arthur Schopenhauer dio un ejemplo para menoscabar la idea de
alguna clase de equilibrio entre el bien y el mal. “Se dice que el placer en este
mundo”, escribió, “sobrepasa el dolor; o que hay un equilibrio entre los dos. Si
el lector desea ver brevemente si esta afirmación es cierta, que compare los
sentimientos respectivos de dos animales, uno de los cuales se está comiendo
al otro”. ¿De qué manera responderías a la idea de que el bien equilibra el mal?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 2 – Durante esta semana, PP caps. 45, 46.
60
Lección 9: Para el 26 de noviembre

INDICIOS DE ESPERANZA

Sábado 19 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Proverbios 17:28; Job 13:1-


15; Santiago 2:20-22; 1 Corintios 15:11-20; 1 Pedro 1:18-20; Génesis 22:8.

PARA MEMORIZAR:
“Y él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el impío” (Job
13:16).

“EL HOMBRE”, escribió el ensayista británico William Hazlitt, “es el único


animal que ríe y llora; porque es el único animal que se sorprende por la dife-
rencia entre lo que son las cosas y lo que deberían ser”.
Las cosas ciertamente no son como deberían ser. Sin embargo, para un cris-
tiano que vive con la promesa de la Segunda Venida, hay esperanza: una gran
esperanza de lo que las cosas llegarán a ser (2 Ped. 3:13). Llegarán a ser algo tan
maravilloso que nosotros, con mentes oscurecidas por el pecado (1 Cor. 13:12),
apenas podemos imaginar ahora. Esta es una esperanza que la mente secula-
rizada, con toda su estrechez y aldeanismo, ha perdido hace mucho tiempo.
Esta semana, mientras seguimos explorando el tema del sufrimiento en el
libro de Job, encontraremos que, aun en medio de la tragedia injusta y sin sen-
tido que le sobrevino, Job todavía pudo pronunciar palabras de esperanza.
¿Cuál era esa esperanza, y qué dice que también nosotros podemos esperar?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 3 – Durante esta semana, PP caps. 47, 48.
61
Lección 9 // Domingo 20 de noviembre

FRAGUADORES DE MENTIRAS
“Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus
labios es entendido” (Prov. 17:28).

Sea lo que fuere que queramos pensar acerca de Job como hombre, no
podemos decir que se quedaría sentado en medio de su dolor y escucharía
tranquilamente lo que sus amigos le estaban echando en cara. Gran parte del
libro de Job consiste en la defensa contra lo que él sabe que es una mezcla
de verdad y error. Como vimos, estos hombres no mostraban mucho tacto y
simpatía; pretendían hablar a favor de Dios al justificar lo que le había sucedido
a Job y, básicamente, decían que estaba recibiendo lo que merecía, o ¡que él
merecía algo peor! Cualquiera de estas líneas de pensamiento habría sido sufi-
cientemente mala; pero todo junto ya era demasiado, y Job les respondió.

Lee Job 13:1 al 14. ¿Qué enfoque tomó Job al responder a lo que le
habían dicho?

Vimos que en el capítulo 2, cuando estos hombres vinieron a Job y lo vieron,


no dijeron nada durante siete días. Considerando lo que, finalmente, comenzó
a salir de sus bocas, este bien podría haber sido el mejor enfoque. Esto es, cier-
tamente, lo que pensó Job.
Nota, además, que Job expresa que estos hombres no solo mienten, sino
también dicen mentiras acerca de Dios. (Eso es interesante a la luz de lo que
sucede hacia el final del libro mismo [ver Job 42:71].)
Seguramente, sería mejor no hablar que equivocarse al hacerlo (¿quién,
entre nosotros, no ha experimentado cuán cierto es esto?); y decir cosas erró-
neas acerca de Dios es mucho peor. Por supuesto, la ironía es que estos hom-
bres realmente pensaban que estaban defendiendo a Dios y su carácter contra
las amargas quejas de Job acerca de lo sucedido. Aunque Job no podía com-
prender por qué todos eso le habían sobrevenido, sabía lo suficiente como para
reconocer que lo que estos hombres estaban diciendo los hacía “fraguadores
de mentiras” (Job 13:4).

¿Cuándo fue la última vez que dijiste cosas que eran equivocadas, que no de-
berías haber dicho? ¿De qué modo puedes aprender de esa experiencia para no
volver a cometer el mismo error?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 4 – Durante esta semana, PP caps. 47, 48.
62
Lunes 21 de noviembre // Lección 9

AUNQUE ME MATARE
Al comenzar el trimestre, fuimos directamente al final del libro, y leímos
cuán bien terminaron las cosas para Job. Vimos que, en medio de su terrible
sufrimiento, Job realmente tenía algo que esperar. De hecho nosotros, cono-
ciendo el final del libro entero, es decir, la Biblia, podemos ver que Job podía
esperar más de lo que él había imaginado en su tiempo.
Pero, cuando murieron sus hijos, perdió sus propiedades y perdió su salud,
Job no tenía la ventaja de saber cómo terminarían las cosas. En cambio, él
sabía que, de repente, su vida se había vuelto desagradable.
Sin embargo, en medio de sus amargos lamentos acerca de desear no haber
nacido, o de haber ido de la cuna directamente a la tumba, Job todavía expre-
saba esperanza en Dios, el mismo Dios que él pensaba que lo estaba tratando
injustamente en ese momento.

Lee Job 13:15. ¿Qué esperanza se presenta aquí? ¿Qué quiere decir
Job?

“Aunque él me matare, en él esperaré”. ¡Qué poderosa afirmación de fe! Con


todo lo que le había sucedido, Job sabía que la única cosa que todavía no lo
había alcanzado era la muerte, que bien podía venir y que Dios también la podía
causar. Pero, aun si eso ocurría, Job moriría confiando de todos modos en Dios.
“Siempre debes recordar las riquezas de la gracia de Cristo. Atesora las lec-
ciones que su amor provee. Permite que tu fe sea como la de Job, para que
puedas afirmar: ‘Aunque me matare, en él esperaré’. Aférrate de las promesas
de tu Padre celestial, y recuerda su anterior trato contigo y con sus siervos;
porque ‘a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien’ ” (R&H, 20 de
octubre de 1910).
Desde una perspectiva puramente humana, Job no tenía razón para esperar
nada. Pero, Job no estaba mirando la situación desde su lado puramente humano
(si no ¿qué esperanza podría haber tenido?); cuando hace su sorprendente afir-
mación de fe y esperanza, la declara en el contexto de su confianza en Dios.

Una pregunta lógica podría ser: ¿Cómo hizo Job para retener su fe en Dios en
medio de todo lo que le estaba ocurrido? Lee Job 1:1 y Santiago 2:20 al 22. ¿De
qué modo estos versículos te ayudan a responder esa pregunta, y qué debería
decirnos la respuesta sobre la importancia de la fidelidad y la obediencia en
nuestra vida cristiana? (Ver lección 13.)

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 5 – Durante esta semana, PP caps. 47, 48.
63
Lección 9 // Martes 22 de noviembre

INDICIOS DE ESPERANZA
“Y él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el
impío” (Job 13:16). Este versículo sigue inmediatamente al que leímos
ayer. ¿En qué sentido afirma aún más la idea de que, a pesar de todo,
Job tenía esperanza, y que esa esperanza estaba en Dios?

Es muy interesante esta continuación de lo que Job venía diciendo antes.


Aun si Job había de morir, aunque Dios lo matara, Job todavía confiaba en su
Dios para la salvación. Si bien, en cierto nivel, es un contraste extraño, en otro,
tiene lógica perfecta. Después de todo, ¿qué es la salvación sino la liberación
de la muerte? Y ¿qué es la muerte para los salvados, sino un breve momento de
descanso, un instante de sueño, seguido por la resurrección a la vida eterna? ¿No
es esta confianza en la resurrección y la vida eterna la gran esperanza de todo el
pueblo de Dios a lo largo de los milenios? Esta también fue la esperanza de Job.

Lee 1 Corintios 15:11 al 20. ¿Cuál es la esperanza que se nos presenta


aquí? Sin esto, ¿por qué no tendríamos ninguna esperanza?

Después de su sólida afirmación sobre la salvación, Job dice que “hanef


no vendrá delante de Dios”. La raíz de ese término significa “profano”, o “sin
Dios”, una palabra hebrea con connotaciones muy negativas. Job sabía que su
salvación se encontraba solo en Dios, en una vida entregada en fiel obediencia
a él. Por eso, el hombre malo y sin Dios, el hanef, no tenía esperanza. Es pro-
bable que Job estuviera expresando lo que él entendía como su “certeza de la
salvación”. Aunque Job ofrecía sacrificios animales por el pecado, no sabemos
mucho acerca del modo en que entendía su significado. Antes de la Cruz, los
seguidores más fieles del Señor tales como Job, seguramente, no tenían una
comprensión tan completa de la salvación como la que tenemos los que vi-
vimos después de la Cruz. No obstante, Job entendía lo suficiente como para
saber que su esperanza de salvación estaba solo en Dios y que esos sacrificios
eran una expresión de cómo debía encontrarse esta salvación.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 6 – Durante esta semana, PP caps. 47, 48.
64
Miércoles 23 de noviembre // Lección 9

ESPERANZA ANTES DE QUE COMENZARA EL MUNDO


¿Quién de nosotros, habiendo experimentado lo que vivó Job, podría hacer
una afirmación tan llena de esperanza? Sus palabras son un testimonio de su
vida de fe y obediencia.
Job tenía esperanza porque servía a un Dios de esperanza. Aun en medio
de todas las historias de pecaminosidad humana, desde la caída de Adán y de
Eva en el Edén (Gén. 3) hasta la caída de Babilonia al final del tiempo (Apoc.
14:8), la Biblia es un libro repleto de esperanza, y presenta la visión de algo que
está más allá de lo que este mundo ofrece.
“El mundo ha sido confiado a Cristo, y por él ha fluido toda bendición de
Dios a la especie caída. Era Redentor antes de su encarnación tanto como des-
pués. Tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador” (DTG 180, 181). Y ese
Salvador es la gran Fuente de nuestra esperanza.

¿De qué manera los siguientes textos afirman esa esperanza expre-
sada en la cita de Elena de White de la sección de hoy? Efe. 1:4; Tito 1:2;
2 Tim. 2:8, 9; 1 Ped. 1:18-20.

Estos textos enseñan la verdad de que, en su presciencia, Dios sabía, aun


antes de la creación del mundo, que la humanidad caería en el pecado. El
texto en griego, en 2 Timoteo 1:9, nos dice que nos llamó una gracia dada en
Cristo Jesús “antes del tiempo eterno”. Esta gracia nos fue dada “no conforme
a nuestras obras” (¿cómo podría ser por “nuestras obras” si entonces todavía
no existíamos?), sino por medio de Jesús. Aun antes de que existiéramos, Dios
tenía un plan para ofrecernos la esperanza de la vida eterna. Este no surgió des-
pués de que la necesitáramos, sino ya estaba allí para cuando la necesitáramos.
Como cristianos, tenemos mucho que esperar. Existimos en un universo
creado por un Dios que nos ama (Juan 3:16), que nos redimió (Tito 2:14), que
escucha nuestras oraciones (Mat. 6:6), que intercede por nosotros (Heb. 7:25),
que promete no abandonarnos nunca (Heb. 13:5), y que promete también le-
vantar nuestros cuerpos de la muerte (Isa. 26:19) y darnos vida eterna con él
(Juan 14:2, 3).

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
(Rom. 8:31). ¿De qué manera puedes hacer tuya esta esperanza, aun en medio
de cualquier lucha que estés enfrentando ahora?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 7 – Durante esta semana, PP caps. 47, 48.
65
Lección 9 // Jueves 24 de noviembre

IMÁGENES DE ESPERANZA
Lee los siguientes textos. ¿Qué esperanza revela cada uno de ellos?

Gén. 3:15

Gén. 22:8

Lev. 17:11

Juan 1:29

Gál. 2:16

Fil. 1:6

1 Cor. 10:13

Dan. 7:22

Dan. 12:1, 2

Mat. 24:27

Dan. 2:44

Sigue la progresión del pensamiento presentado en estos versículos. Así juntos,


¿qué nos dicen acerca de la esperanza que, como cristianos, podemos tener en
Jesús?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 8 – Durante esta semana, PP caps. 47, 48.
66
Viernes 25 de noviembre // Lección 9

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: De tapa a tapa, la Biblia está llena de


maravillosas palabras de esperanza. “Estas cosas os he hablado para que en
mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo” (Juan 16:33). “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo” (Mat. 28:20). “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho
por nosotros maldición” (Gál. 3:13). “Cuanto está lejos el oriente del occidente,
hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Sal. 103:12). “Por lo cual estoy se-
guro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni
lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”
(Rom. 8:38, 39). “Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto
perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra”
(Gén. 9:16). “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados
hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1
Juan 3:1). “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros
mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado” (Sal. 100:3). Estos textos son
solo unos pocos de los que nos revelan, en la Palabra, cómo es nuestro Dios y
qué nos ofrece. ¿Qué razones habría para tener alguna esperanza si no fuera
por lo que se nos reveló en la Biblia?

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿Qué otros textos bíblicos nos hablan de esperanza? ¿Cuáles son impor-
tantes para ti, y por qué?
2. De todas las doctrinas específicas de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día, ¿cuáles encuentras especialmente esperanzadoras?
3. En medio de las pruebas personales y, a veces, tragedias y dificultades de
la vida, ¿de qué forma podemos aprender a regocijarnos en la esperanza que
se nos presenta en la Biblia? ¿Por qué es tan fácil desanimarnos por todo lo que
nos sucede y lo que ocurre en este mundo, aun cuando la Biblia revela tanta
esperanza? ¿Qué podemos hacer, en un nivel práctico, para mantener siempre
esta esperanza ante nosotros y regocijarnos por ella?
4. “Hable con Dios de esperanza, de fe y gratitud. Esté siempre alegre y con
esperanza en Cristo. Adiéstrese para alabarlo. Esto es un gran remedio para las
enfermedades del cuerpo y del alma” (MCP 2:509). ¿Por qué la alabanza es tan
importante para mantener nuestra esperanza en el Señor?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 9 – Durante esta semana, PP caps. 47, 48.
67
Lección 10: Para el 3 de diciembre de 2016

LA IRA DE ELIÚ

Sábado 26 de noviembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 13:28; Job 28:28; Job
32:1-5; Job 34:10-15; Ezequiel 28:12-17; Job 1-2:10.

PARA MEMORIZAR:
“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vues-
tros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isa. 55:9).

Y ASÍ SIGUE LA BATALLA VERBAL ENTRE JOB y estos tres hombres, con
palabras que, a veces, son profundas, hermosas, sólidas y verdaderas. Cuán
a menudo las personas citan frases del libro de Job, incluso dichos de Elifaz,
de Bildad o de Zofar. Y eso es porque, como hemos visto una y otra vez, ellos
tenían muchas cosas buenas para decir. Solo que no lo hacían en el lugar opor-
tuno, en el momento preciso, en las circunstancias adecuadas. Esto debería
enseñarnos la verdad poderosa de este pasaje de Proverbios 25:11 al 13:

“Manzana de oro con figuras de plata


es la palabra dicha como conviene.
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino
es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
Como frío de nieve en tiempo de la siega,
así es el mensajero fiel a los que lo envían,
pues al alma de su señor da refrigerio”.

Lamentablemente, estas no fueron las palabras que Job escuchó de sus


amigos. De hecho, el problema se puso peor porque, en vez de ser solo tres las
personas que hablaban equivocadamente, apareció una nueva en la escena.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Esd. 10 – Durante esta semana, PP caps. 49, 50.
68
Domingo 27 de noviembre // Lección 10

CONSOLADORES MISERABLES
Aun después de la poderosa expresión de fe de Job (Job 13:15, 16), el com-
bate verbal continuó. En el transcurso de muchos capítulos, los hombres van y
vienen, planteando muchas preguntas profundas e importantes acerca de Dios,
el pecado, la muerte, la justicia, la maldad, la sabiduría y la naturaleza efímera
de la humanidad.

¿Qué verdades se expresan en los siguientes textos del libro de Job?

13:28

15:14-16

19:25-27

28:28

A lo largo de todos estos capítulos, siguieron los argumentos sin que nadie
cediera en su posición. Elifaz, Bildad y Zofar, cada uno a su manera y con su
propia agenda, no abandonaron su conclusión de que la gente recibe lo que
merece en la vida; por lo tanto, lo que sobrevino a Job tenía que ser el justo
castigo por sus pecados. Entretanto, Job seguía lamentando lo que le había
acontecido, seguro de que no merecía ese sufrimiento. Siguieron altercando,
cada “consolador” acusaba a Job de pronunciar palabras vacías y vanas, y Job
les respondía.
Al fin, ninguno de ellos, y tampoco Job, comprendieron lo que sucedía.
¿Cómo podían entenderlo? Hablaban desde un punto de vista limitado, que
compartimos todos los humanos. Si podemos obtener alguna lección del libro
de Job (una que ahora ya debería ser obvia, después de estos discursos), es
que, como humanos, necesitamos humildad al hablar de Dios y del modo en
que actúa. Podemos conocer alguna verdad, o mucha verdad, pero a veces
–como vemos en estos tres hombres– no necesariamente sabemos la mejor
manera de aplicar las verdades que sabemos.

Mira el mundo natural que te rodea. ¿Por qué esto solo nos muestra cuán limita-
dos somos en lo que conocemos aun de las cosas más sencillas?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 1 – Durante esta semana, PP caps. 49, 50.
69
Lección 10 // Lunes 28 de noviembre

LA ENTRADA DE ELIÚ
Desde Job 26 al 31, el héroe trágico de esta historia, Job, da su discurso
final a los tres hombres. Aunque elocuente y apasionado, básicamente, repite
el argumento que ha sostenido todo el tiempo: Yo no merezco lo que me ha
ocurrido. Punto.
Otra vez, Job representa a las muchas personas que sufren lo que no me-
recen. Y la pregunta, en muchos aspectos la más difícil de todas, es: ¿Por qué?
En algunos casos, la respuesta al sufrimiento es relativamente fácil. La gente,
claramente, se echa encima los problemas. Pero muy a menudo, y en especial
en el caso de Job, eso no es lo que ocurrió, y así la pregunta sobre el sufri-
miento sigue en pie.
Al concluir el capítulo 31, Job ha estado hablando acerca de la clase de vida
que llevaba, en la que nada de lo que había hecho justificaba lo que le estaba
ocurriendo ahora. Finalmente, el último versículo de este capítulo dice: “Aquí
terminan las palabras de Job” (Job 31:40).

Lee Job 32:1 al 5. ¿Qué ocurre aquí, y cuál es la acusación de Eliú


contra Job y los otros hombres?

Aquí, por primera vez, se menciona a Eliú en el libro de Job. Obviamente,


había oído algunas de las largas discusiones, aunque no se nos dice en qué mo-
mento apareció en la escena. Debió de haber llegado más tarde porque no se lo
menciona como estando con los otros tres cuando fueron a ver a Job al principio.
Sin embargo, lo que sabemos es que no estaba satisfecho con las respuestas que
oyó durante la parte de los discursos que pudo oír. De hecho, en estos cinco ver-
sículos, se nos dice cuatro veces que “se encendió su ira” por lo que había escu-
chado. En los siguientes seis capítulos, entonces, este hombre, Eliú, procuró dar
su explicación sobre lo que él comprendía de los temas que todos esos hombres
había analizado a causa de la calamidad que cayó sobre Job.

Job 32:2 dice que Eliú se enojó con Job porque él “se justificaba a sí mismo más
que a Dios”, una distorsión de la verdadera posición de Job. ¿Qué debería decir-
nos esto acerca de cuán cuidadosos debemos ser en la forma en que interpreta-
mos las palabras de otros? ¿De qué modo podemos aprender a tratar de ofrecer
la mejor interpretación en lugar de la peor sobre lo que la gente dice?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 2 – Durante esta semana, PP caps. 49, 50.
70
Martes 29 de noviembre // Lección 10

ELIÚ DEFIENDE A DIOS


Se han escrito muchos comentarios a lo largo de los siglos acerca de Eliú y
su discurso; algunos ven en él un cambio importante de dirección del diálogo.
Sin embargo, realmente, no es fácil ver dónde Eliú añade algo nuevo o funda-
mental que cambia la dinámica del diálogo. Es más, en su mayor parte, parece
que presenta los mismos argumentos que los otros tres habían dado en su in-
tento de defender el carácter de Dios, en contra de la acusación de injusticia
con respecto a los sufrimientos de Job.

Lee Job 34:10 al 15. ¿Qué verdades expresa aquí Eliú? ¿De qué ma-
nera son paralelas a lo que los otros hombres habían dicho antes? Y,
aunque sus palabras fueran ciertas, ¿por qué eran inadecuadas para
esa situación en particular?

Tal vez lo que podemos ver en Eliú, como en los otros hombres, es temor: el
temor de que Dios no sea como ellos creen que es. Quieren creer en la bondad,
y la justicia y el poder de Dios; y por eso, ¿qué puede hacer Eliú, sino decir ver-
dades acerca de la bondad, la justicia y el poder de Dios?
“Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos.
No hay tinieblas ni sombra de muerte donde se escondan los que hacen
maldad” (Job 34:21, 22).
“He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie; es poderoso en
fuerza de sabiduría. No otorgará vida al impío, pero a los afligidos dará su de-
recho. No apartará de los justos sus ojos; antes bien con los reyes los pondrá en
trono para siempre, y serán exaltados” (Job 36:5-7).
“Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder; y en juicio
y en multitud de justicia no afligirá. Lo temerán por tanto los hombres; él no
estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio” (Job 37:23, 24).
Si todo esto es cierto, entonces la única conclusión lógica que uno puede ob-
tener es que Job está recibiendo lo que merece. ¿Qué otra cosa podría ser? Eliú,
entonces, estaba tratando de proteger su propia comprensión de Dios frente al
mal tan terrible que le había sobrevenido a un hombre bueno como Job.

¿Has afrontado alguna vez una ocasión en que sucedió algo que te haya hecho
temer por tu fe? ¿Cómo respondiste? Mirando hacia atrás, ¿qué podrías haber
hecho en forma diferente?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 3 – Durante esta semana, PP caps. 49, 50.
71
Lección 10 // Miércoles 30 de noviembre

LA IRRACIONALIDAD DEL MAL


Estos cuatro hombres, creyentes en un Dios de justicia, se encontraban en
un dilema: cómo explicar la situación de Job de una manera racional y lógica,
que fuera consistente con su comprensión del carácter de Dios. Lamentable-
mente, en su intento de entender el mal que cayó sobre Job, terminaron en una
posición que resultó ser equivocada.
Elena de White ofrece un comentario a este respecto. “Es imposible ex-
plicar el origen del pecado y dar razón de su existencia. [...] El pecado es un
intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso
e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se pudiera encontrar al-
guna excusa en su favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser pe-
cado” (CS 546).
Ella usa la palabra pecado, pero supongamos que la reemplazamos por otro
término con un significado similar: mal. Entonces la cita diría: Es imposible ex-
plicar el origen del mal y dar razón de su existencia. [...] El mal es un intruso, y
no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inexplicable;
excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se pudiera encontrar alguna excusa en su
favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser mal.
Muy a menudo, cuando golpea la tragedia, la gente piensa: “No entiendo
esto”. O bien: “Esto no tiene sentido”. Esto era la queja de Job todo el tiempo.
Hay una buena razón por la que Job y sus amigos no le encontraron el
sentido a todo lo que estaba sucediendo: el mal mismo no tiene sentido. Si pu-
diéramos comprenderlo, si se adecuara a algún plan lógico y racional, entonces
no sería tan malo, porque serviría a un propósito racional.

Considera estos versículos acerca de la caída de Satanás y el origen


del mal. ¿Qué sentido tiene su caída? Eze. 28:12-17.

Aquí está un ser perfecto, creado por un Dios perfecto, en un ambiente


perfecto. Es exaltado, lleno de sabiduría, bello y cubierto de piedras preciosas;
es un “querubín cubridor”, que estuvo en el “santo monte de Dios”. Y, no obs-
tante, habiendo recibido tanto, este ser se corrompió y permitió que el mal lo
dominara. ¿Qué podría haber sido más irracional e ilógico que el mal que vino
a infectar al diablo?

¿Cuál ha sido tu propia experiencia con cuán irracional e inexplicable es el mal?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 4 – Durante esta semana, PP caps. 49, 50.
72
Jueves 1º de diciembre // Lección 10

EL DESAFÍO DE LA FE
Los personajes del libro de Job, como mortales que veían “por espejo, os-
curamente” (1 Cor. 13:12), actuaron desde un punto de vista muy limitado de
la naturaleza del mundo físico y espiritual. Es interesante que, en todos estos
debates acerca del mal que afectó a Job, ninguno analizó el papel del diablo:
la causa directa de todos sus males. Y, aunque ellos pensaban que estaban
en lo correcto, especialmente Eliú (ver Job 36:1-4), sus intentos de explicar el
sufrimiento de Job no alcanzaron su objetivo. Por supuesto, Job sabía que los
intentos de ellos fracasaban.

Aun conociendo el marco cósmico de la historia, ¿de qué modo po-


demos explicar el mal que le ocurrió a Job? Lee Job 1 a 2:10 otra vez.
Aun con todo lo que se nos ha revelado, ¿qué otras preguntas persisten?

En los capítulos iniciales de Job, tenemos algo que ellos no tenían. Sin em-
bargo, los temas siguen siendo difíciles de comprender. No era su mal el que le
produjo el sufrimiento a Job; sino que la bondad de Job hizo que Dios lo señalara
ante el diablo. Entonces, ¿la bondad del hombre y su fidelidad a Dios causaron su
mal? ¿De qué modo se entiende esto? Y, aun si Job hubiera sabido lo que sucedía,
¿no habría él clamado: “Por favor, Dios, usa a otra persona. Devuélveme mis hijos,
mi riqueza, mis propiedades”? Job no se ofreció como voluntario para ser pro-
bado. ¿Quién lo haría? ¿Era eso justo para Job y su familia? Aunque Dios venció
en este desafío con el diablo, sabemos que el diablo no reconoció su derrota
(Apoc. 12:12). Cualquiera que sea el bien que resultó de lo que le pasó a Job, ¿va-
lían la pena la muerte de todas esas personas y el sufrimiento de Job? Si nosotros
tenemos tantas preguntas, imagina todas que debió de haber tenido Job.
Y aquí hay una de las lecciones más importantes del libro de Job: la de vivir
por fe, no por vista; confiar en Dios y permanecer fieles a él, aun cuando no
podamos explicar las cosas que nos suceden. No vivimos por fe cuando todo
está racionalmente explicado. Vivimos por fe cuando confiamos y obedecemos
a Dios, como Job, aunque no tenga sentido lo que sucede a nuestro alrededor.

¿Cuáles son las cosas para las que debes confiar en Dios aunque no las entien-
das? ¿De qué manera puedes seguir edificando esa confianza, aun cuando no
tengas todas las respuestas?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 5 – Durante esta semana, PP caps. 49, 50.
73
Lección 10 // Viernes 2 de diciembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: En un análisis con respecto al tema de


la fe y la razón, el autor John Hedley Brooke escribió acerca del filósofo alemán
Emanuel Kant (1724-1804) y su intento de entender los límites del conocimiento
humano, especialmente en lo que respecta a las acciones de Dios. Para Kant,
“la cuestión de justificar los caminos de Dios para el hombre es asunto de fe,
no de conocimiento. Como ejemplo de una posición auténtica frente a la adver-
sidad, Kant escogió a Job, que había perdido todo menos una conciencia clara.
Sometiéndose ante un decreto divino, él estuvo bien en resistir el consejo de
amigos que procuraron racionalizar su desgracia. La fortaleza de la posición
de Job consistía en saber ahora lo que antes no sabía: lo que Dios pensó que
estaba haciendo al acumular desgracias sobre él”.–Science and Religion, pp.
207, 208. Estos hombres en el libro de Job, incluido Eliú, pensaron que podían
explicar lo que le sucedía a Job con una sencilla relación de causa y efecto.
La causa fue el pecado de Job; el efecto, sus sufrimientos. ¿Qué podía ser más
claro, teológicamente sólido y racional que eso? Sin embargo, su razonamiento
estaba equivocado, un poderoso ejemplo del hecho de que la realidad, y el
Dios que creó y sostiene esa realidad, no necesariamente siguen nuestra com-
prensión de cómo opera Dios y funciona el mundo que él creó.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Como vimos, en los largos discursos acerca de la miserable situación de
Job y su causa, no se mencionó al diablo ni una sola vez. ¿Por qué fue esto? ¿Qué
nos dice acerca de cuán limitados eran estos hombres en su comprensión, a
pesar de todas las verdades que conocían? ¿Qué es lo que su ignorancia podría
enseñarnos acerca de la nuestra, a pesar de todas las verdades que tenemos?
2. “Cuando nosotros mismos nos encargamos de manejar las cosas que
nos conciernen, confiando en nuestra propia sabiduría para salir airosos, asu-
mimos una carga que él no nos ha dado, y tratamos de llevarla sin su ayuda. [...]
Cuando creamos realmente que Dios nos ama y quiere ayudarnos, dejaremos
de acongojarnos por el futuro. Confiaremos en Dios así como un niño confía
en un padre amante. Entonces, desaparecerán todos nuestros tormentos y difi-
cultades; porque nuestra voluntad quedará absorbida por la voluntad de Dios”
(DMJ 85). ¿De qué forma podemos aprender esta clase de confianza y fe? Es
decir, ¿qué elecciones hemos de hacer ahora que harán que nuestra fe sea más
fuerte o más débil?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 6 – Durante esta semana, PP caps. 49, 50.
74
Lección 11: Para el 10 de diciembre de 2016

DESDE UN TORBELLINO

Sábado 3 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 38; 39; Juan 1:29; Mateo
16:13; 1 Corintios 1:18-27; Job 40:1-4; 42:1-6; Lucas 5:1-8.

PARA MEMORIZAR:
“¿Dónde estabas tú cuando fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteli-
gencia” (Job 38:4).

CUALESQUIERA QUE FUERAN SUS DIFERENCIAS, los personajes del libro


de Job tenían una cosa en común: cada uno tenía mucho para decir acerca de
Dios, o por lo menos, con respecto a su comprensión de Dios. Y, como hemos
visto, podríamos estar de acuerdo con mucho de lo que dijeron. Después de
todo, ¿quién podría discutir esto?: “Y en efecto, pregunta ahora a las bestias,
y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán. O habla a
la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué
cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo? En su mano
está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano” (Job 12:7-
10). O ¿esto?: “¿Acaso torcerá Dios el derecho, o pervertirá el Todopoderoso la
justicia?” (Job 8:3).
Y, aunque el contexto era el sufrimiento de Job, el foco principal de la discu-
sión era Dios. Con la excepción de los dos primeros capítulos, Dios permaneció
oculto, en el trasfondo, a medida que el libro avanza.
Sin embargo, todo eso estaba por cambiar. Dios mismo –el tema de tanta
discusión y debate en el libro de Job– hablará ahora por sí mismo.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 7 – Durante esta semana, PP caps. 51, 52.
75
Lección 11 // Domingo 4 de diciembre

DESDE UN TORBELLINO
Lee Job 38:1. ¿Qué sucede aquí que es diferente de todo lo demás, en
los otros diálogos?

Repentina e inesperadamente, Dios ahora aparece en el libro de Job, por


primera vez desde Job 2:6: “Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano;
mas guarda su vida”.
Realmente nada prepara al lector para esta repentina aparición de Dios. Job
37 concluye con el discurso de Eliú, y lo siguiente que sabemos es: “Entonces res-
pondió Jehová a Job desde un torbellino” (Job 38:1). En un instante es solo Dios y
Job, como si los otros hombres fueran irrelevantes, por lo menos en este momento.
La palabra torbellino viene de una palabra hebrea que significa “tormenta” o
“tempestad”, y se ha usado en relación con la aparición de Dios a los humanos
(ver Isa. 29:6; Zac. 9:14). También fue la palabra usada en el contexto de la as-
censión de Elías al cielo: “Cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al
cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal” (2 Rey. 2:1).
Aunque no se nos da ningún detalle físico acerca de esta “teofanía” (una
manifestación visible de Dios a la humanidad), es claro que Dios no le está
hablando a Job en un “suave murmullo” (1 Rey. 19:12, NVI). En cambio, se ma-
nifestó de una manera poderosa, que ciertamente captó la atención de Job.
Por supuesto, esta no era la única vez que Dios se revelaba a los humanos
caídos. Una y otra vez, las Escrituras nos muestran cuán cerca está Dios de la
humanidad.

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de cuán cerca puede
estar Dios de nosotros? Gén. 15:1-6; 32:24-32; Juan 1:29.

La Biblia nos enseña la verdad grande e importante de que nuestro Dios no es


un Dios distante que creó nuestro mundo y nos dejó abandonados. En cambio, él
es un Dios que interactúa estrechamente con nosotros. No importa cuáles sean
nuestras tristezas, nuestras aflicciones, o lo que nos confronte en la vida, po-
demos tener la certeza de que Dios está cerca y que podemos confiar en él.

Una cosa es creer intelectualmente en lo cerca que está Dios de nosotros; otra
bien distinta es experimentar esa proximidad. ¿De qué forma puedes aprender a
acercarte a Dios, y encontrar esperanza y consuelo en esta relación?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 8 – Durante esta semana, PP caps. 51, 52.
76
Lunes 5 de diciembre // Lección 11

LAS PREGUNTAS DE DIOS


Después de lo que le debió parecer a Job un silencio sumamente largo,
finalmente Dios le habló, aunque lo primero que dijo pudo no haber sido lo que
Job deseaba escuchar.

¿Cuál fue la primera pregunta que Dios le hizo a Job, y qué impli-
caba? Job 38:2.

A lo largo de toda la Biblia, encontramos que Dios hace preguntas a los hom-
bres. Esto no es porque él no sepa ya las respuestas. En cambio, como a menudo
hace un buen maestro, Dios plantea preguntas porque son una manera efectiva
de conseguir que pensemos en nuestra situación, de confrontarnos con nosotros
mismos, de ayudarnos a pensar en los problemas y llegar a conclusiones ade-
cuadas. Entonces, las preguntas que Dios plantea no son para enseñarle a Dios
algo que no entiende todavía. Más bien, a menudo las hace para ayudar a las per-
sonas a aprender cosas que tal vez necesiten comprender mejor. Las preguntas
de Dios son recursos retóricos para ayudar a llegar a las personas con la verdad.

Lee las siguientes preguntas de Dios. ¿Cuál crees que es el propósito


que tenía al hacerlas? ¿Qué punto está aclarando?

Gén. 3:11

Gén. 4:9

1 Rey. 19:9

Hech. 9:4

Mat. 16:13

Job tenía mucho para decir acerca de Dios, y el Señor obviamente quería que
él viera que, de hecho, había mucho que él no sabía o no entendía acerca de su
Creador. De muchos modos, la pregunta inicial de Dios a Job es similar a algunas
palabras que estos hombres le habían dicho también (ver Job. 8:1, 2; 11:1-3; 15:1-3).

Si Dios te hiciera una pregunta acerca del estado de tu vida ahora mismo, ¿qué
crees que preguntaría, y cuál sería tu respuesta? ¿Qué te enseñan acerca de ti
mismo esa pregunta y tu respuesta?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 9 – Durante esta semana, PP caps. 51, 52.
77
Lección 11 // Martes 6 de diciembre

DIOS COMO CREADOR


Lee Job 38:4 al 41. ¿Qué preguntas le hace Dios a Job, y cuál es el
propósito de ellas?

Si Job esperaba alguna explicación de sus calamidades, no la obtuvo. En


su lugar, recibió una serie de preguntas retóricas en las que Dios contrasta su
poder creador con la transitoriedad e ignorancia del pobre Job.
“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes
inteligencia”, comienza Dios (Job 38:4). Después de repetir algunas de las pri-
meras imágenes del Génesis –p. ej., los orígenes de la tierra, el mar, la luz y las
tinieblas–, Dios ironiza diciéndole a Job que él ya sabe todas estas cosas, “pues
entonces ya habías nacido, y es grande el número de tus días” (Job 28:21).
Dios luego señala las maravillas de la Creación, con otra serie de preguntas
retóricas que abarcan los fundamentos de la Tierra y los misterios del tiempo,
y aun de las estrellas mismas. “¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o des-
atarás las ligaduras de Orión?” (Job 38:31). Luego le señala a Job de nuevo lo
que podía ver en la tierra (Job 38:39-41), un tema que es expuesto con mucho
más detalles en todo el capítulo 39 de Job. Si el libro se hubiese escrito hoy,
Dios podría haber preguntado: “¿Quién ata los quarks en protones y neutrones?”
“¿Dónde estabas tú cuando medí la masa de un Planck?” “¿Es por tu sabiduría
que la gravedad curva el espacio y el tiempo?”
La respuesta a estas preguntas es: por supuesto, no. Job no estaba allí, y
sabía muy poco acerca de los fenómenos a los que Dios se refirió. Dios quería
mostrarle a Job que aun con toda su sabiduría, y aunque hablara lo “recto” (Job
42:7) acerca de Dios en contraste con esos hombres, Job sabía muy poco. Y
esa falta de conocimiento se reveló por su gran ignorancia del mundo creado.
Si Job sabía tan poco acerca de la Creación, ¿cuánto podría comprender
acerca del Creador? ¡Qué gran contraste entre el Creador y lo creado, entre Dios
y la humanidad! Aunque Dios se contrastó con Job, habría bastado igualmente
cualquier otro ser humano (con la excepción de Jesús). ¿Qué somos nosotros
en contraste con Dios? Y, no obstante, miren lo que Dios hizo para salvarnos y
ofrecernos la comunión eterna con él.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 10 – Durante esta semana, PP caps. 51, 52.
78
Miércoles 7 de diciembre // Lección 11

LA SABIDURÍA DE LOS SABIOS


Desde nuestra perspectiva actual, es fácil considerar las preguntas que Dios
le hizo a Job y ver que él, quien vivió hace miles de años, podía comprender
poco acerca del mundo creado. No fue hasta entrado el siglo XVI, por ejemplo,
que algunos humanos, finalmente, comprendieron que el movimiento visible
del sol era el resultado de la rotación de la Tierra sobre su eje, y no que el sol
girara alrededor de la Tierra, cosa que hoy la mayoría da por sentado.
Gracias a la ciencia moderna, vivimos hoy con un conocimiento del mundo
natural que la gente de los tiempos bíblicos no podía comprender. Pero, aun
con todo ese conocimiento adquirido, los humanos todavía estamos muy limi-
tados en comprender el mundo natural y sus orígenes.

Repasa las preguntas que Dios le dirigió a Job en los capítulos 38 y


39. ¿En qué medida podrían los hombres contestarlas mejor hoy?

La ciencia nos ha revelado facetas de la realidad que antes estaban ocultas.


Pero todavía hay mucho que tenemos que aprender. Y, lejos de eliminar la ma-
jestad y el misterio de la creación de Dios, la ciencia lo hace aún más fasci-
nante, revelando la profundidad y lacomplejidad del mundo natural, que gene-
raciones anteriores no conocían en absoluto.
“ ‘Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios: mas las reveladas
son para nosotros y para nuestros hijos para siempre’ (Deut. 29:29). Nunca
reveló Dios al hombre la manera precisa en que llevó a cabo la obra de la
Creación; la ciencia humana no puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su
poder creador es tan incomprensible como su propia existencia” (PP 105).

¿Qué advertencia debemos aceptar con respecto a los límites del co-
nocimiento humano? Ver 1 Cor. 3:19; 1 Cor. 1:18-27.

Aun con todo el conocimiento que hemos acumulado en los últimos siglos, la
Creación sigue llena de maravillas y misterios que apenas podemos penetrar.
Cuanto más aprendemos acerca del mundo creado, tanto más asombroso y mis-
terioso se nos aparece. ¿De qué modo el mundo creado hace que te maravilles
ante el poder de nuestro Dios?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 11 – Durante esta semana, PP caps. 51, 52.
79
Lección 11 // Jueves 8 de diciembre

ARREPENTIDO EN POLVO Y CENIZA


Lee Job 40:1 al 4; y 42:1 al 6. ¿Cuál fue la respuesta de Job a la reve-
lación que hizo Dios de sí mismo?

Obviamente, Job quedó abrumado por lo que Dios le mostró. En Job 42:3,
cuando dice: “¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?”, sen-
cillamente estaba repitiendo la primera pregunta que Dios le hizo. Job ahora
sabía la respuesta: era Job mismo el que hablaba de lo que realmente no sabía.
Nota lo que Job dijo en Job 42:5. Aunque él había oído acerca de Dios, ahora
que había visto a Dios –es decir, ahora que tenía una mejor visión de Dios–, él
se vio como realmente era. Por eso reaccionó despreciándose a sí mismo y
arrepintiéndose en polvo y ceniza.

Lee Isaías 6:1 al 5, y Lucas 5:1 al 8. ¿De qué modo las reacciones aquí
descritas son un paralelo de las de Job?

Lo que vemos en todos estos casos son manifestaciones de una verdad bí-
blica clave: la pecaminosidad de la humanidad. Job era “perfecto y recto, teme-
roso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Y, a pesar de los intentos de Satanás
de volverlo en contra de Dios, Job se mantuvo fiel en todo ese tiempo. Él era un
creyente sólido y fiel del Señor.
Como sucedió con Isaías y Pedro, el tener una vislumbre de la santidad y del
poder de Dios fue suficiente para que Job se humillara, al reconocer su propia
pecaminosidad y pequeñez. Así somos todos los seres caídos, dañados por el
pecado, cuya naturaleza misma nos pone en conflicto con Dios. Por eso nin-
guno puede salvarse a sí mismo; ninguno puede hacer suficientes obras buenas
para merecer ningún favor ante Dios. Por eso todos –aun los “mejores” de entre
nosotros, los que, como Job, son perfectos y rectos, y temen a Dios y se apartan
del mal– necesitan gracia, necesitan un Salvador, necesitan a Alguien que haga
por ellos lo que nunca podrían hacer por sí mismos. Afortunadamente tenemos
todo eso, y aún más, en Jesús.

Imagina que ahora mismo estás frente a Dios. ¿Cuál crees que sería tu reacción?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 12 – Durante esta semana, PP caps. 51, 52.
80
Viernes 9 de diciembre // Lección 11

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Dios ha permitido que raudales de luz


se derramasen sobre el mundo, tanto en las ciencias como en las artes; pero
cuando los llamados hombres de ciencia tratan estos asuntos desde el punto
de vista meramente humano, llegan a conclusiones erróneas. [...] Los que dejan
a un lado la Palabra de Dios, y pugnan por explicar de acuerdo con principios
científicos las obras creadas, flotan sin carta de navegación, o sin brújula, en
un océano ignoto. Aun los cerebros más notables, si en sus investigaciones no
son dirigidos por la Palabra de Dios, se confunden en sus esfuerzos por delinear
las relaciones de la ciencia y la Revelación. Debido a que el Creador y sus obras
les resultan tan incomprensibles que se ven incapacitados para explicarlos me-
diante las leyes naturales, consideran la historia bíblica como algo indigno de
confianza. Los que dudan de la certeza de los relatos del Antiguo Testamento y
del Nuevo serán inducidos a dar un paso más, y dudar de la existencia de Dios;
y luego, habiendo perdido sus anclas, se verán entregados a sus propia suerte
para encallar finalmente en las rocas de la incredulidad” (PP 105).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Según la cita de Elena de White que se encuentra más arriba, ¿qué evi-
dencia tenemos de que lo que ella advirtió está ocurriendo actualmente, es-
pecialmente en las ciencias? ¿Cuáles son algunas cosas que enseña la ciencia
actual que contradicen en forma evidente la Palabra de Dios?
2. Alfred North Whitehead, un gran matemático y filósofo que vivió en el
siglo pasado, declaró: “Hace 57 años entré como un joven en la Universidad de
Cambridge. Hombres brillantes me enseñaron ciencias y matemáticas, y me
fue bien en ellas; desde fines del siglo he vivido para ver que cada una de las
suposiciones básicas de ambas era puestas a un lado. [...] Pero, frente a esto,
los descubridores de las nuevas hipótesis en la ciencia declaran: ‘Ahora, por
fin, tenemos certeza’ ”.–A. N. Whitehead, Dialogues of Alfred North Whitehead.
¿Qué nos dice esto acerca de cuán cuidadosos debemos ser antes de aceptar lo
que los “hombres brillantes” del mundo nos enseñan, cuando lo que enseñan
contradice la Palabra de Dios?
3. ¿Cuáles son algunas de las maravillas de la Creación que la ciencia mo-
derna nos ha revelado, que la gente en el tiempo de Job (o aun hace unos
doscientos años) no podrían haber entendido? ¿De qué modo estas cosas nos
revelan el asombroso poder creador de nuestro Dios?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Neh. 13 – Durante esta semana, PP caps. 51, 52.
81
Lección 12: Para el 17 de diciembre de 2016

EL REDENTOR DE JOB

Sábado 10 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 19:25-27; Juan 1:1-14;


Job 10:4, 5; Lucas 2:11; Gálatas 4:19; Lucas 9:22; Isaías 53:1-6.

PARA MEMORIZAR:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y noso-
tros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isa. 53:4).

CON LA REPENTINA APARICIÓN DE DIOS MISMO, comenzando en el ca-


pítulo 38, el libro de Job llega a su clímax. Dios se reveló a Job de una manera
poderosa y milagrosa, y esto resultó en la confesión y la contrición de Job. Dios,
entonces, reprendió a los amigos de Job por sus palabras equivocadas, y Job
oró por ellos. “Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus
amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10),
y Job vivió una vida larga y llena de vitalidad.
Sin embargo, hay algo insatisfactorio en la historia y el modo en que ter-
mina. Dios y Satanás, discutiendo en el cielo, ¿batallan por la vida del pobre
Job? Sencillamente, no parece justo que Job tuviera que cargar con el impacto
terrible de este conflicto entre Dios y Satanás, mientras Dios seguía en el cielo
y miraba lo que sucedía.
No obstante, en la historia hay más que esto, y se reveló muchos siglos
después, en Jesús y su muerte en la cruz. Solo en Jesús encontramos sorpren-
dentes y consoladoras respuestas a las preguntas que el libro de Job no con-
testó completamente.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 1 – Durante esta semana, PP cap. 53.
82
Domingo 11 de diciembre // Lección 12

MI REDENTOR VIVE
Cuando Dios se le aparece a Job en el capítulo 38, se revela a sí mismo como
el Creador, quien “repartió conducto al turbión”, abrió “camino a los relám-
pagos” y hace “llover sobre la tierra deshabitada” (Job 38:25, 26). Pero, nuestro
Dios no es solo el Creador. Tiene también otros títulos y funciones vitales.

Lee Job 19:25 al 27. ¿Qué revelan estas palabras acerca de la espe-
ranza de salvación que tenía Job?

Con estos famosos versículos, Job muestra que él tiene algún conocimiento
del Redentor, conocimiento de que, aunque la gente muriera, había esperanza
más allá de la tumba, y esta esperanza se encontraba en el Redentor, quien
había de venir a la Tierra un día.
Estas palabras de Job apuntan a la verdad más vital e importante de la Bi-
blia: Dios como nuestro Redentor. En un mundo caído, en un mundo de peca-
dores destinados a morir eternamente por sus pecados, necesitamos más que
un Creador. Necesitamos también un Redentor. Y nuestro Dios es precisamente
eso: tanto nuestro Creador como nuestro Redentor (ver Isa. 48:13-17), y con él en
ambas funciones tenemos la gran esperanza de vida eterna.

Lee Juan 1:1 al 14. En este pasaje, ¿de qué modo vincula Juan a Jesús
como Creador con Jesús como nuestro Redentor?

La alusión a Génesis 1:1, Dios como Creador, es obvia en Juan 1:1. Y, por si
eso no fuera suficiente, las palabras que escribió más adelante –“en el mundo
estaba, y el mundo por él fue hecho [...] mas a todos los que le recibieron, a
los que creen en su nombre” (Juan 1:10-12)– establecen el vínculo inseparable
entre Jesús como Creador y como Redentor. De hecho, él puede ser nuestro
Redentor solo porque es el Creador.

Si existiese solamente un Creador, pero no un Redentor, ¿qué esperanza ten-


dríamos? ¿Qué dice tu respuesta acerca de por qué Jesús como Redentor es tan
importante para nosotros?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 2 – Durante esta semana, PP cap. 53.
83
Lección 12 // Lunes 12 de diciembre

EL HIJO DEL HOMBRE


En los primeros capítulos de Job, se nos dio una vislumbre de la realidad
del gran conflicto entre Cristo y Satanás. Como sabemos, fue una batalla que
comenzó en el cielo y, luego, llegó a la Tierra (ver Apoc. 12:7-12); y en el libro de
Job aparece esa dinámica: un conflicto en el cielo que llega a la Tierra. Triste-
mente para Job, ese conflicto específico sobre la Tierra se centró en él.

Lee Job 10:4 y 5. ¿Cuál fue la queja de Job? ¿Crees que tenía algo de
razón?

Lo que planteaba Job era sencillo: Tú eres Dios, el Soberano del universo, el
Creador. ¿De qué manera puedes saber qué es ser un humano, y sufrir las cosas
que nosotros sufrimos?

¿De qué modo los siguientes textos responden a la queja de Job? Luc.
2:11; Juan 1:14; Luc. 19:10; Mat. 4:2; 1 Tim. 2:5; Heb. 4:15.

La queja de Job de que Dios no era humano y, por lo tanto, no podía co-
nocer el dolor humano, fue respondida completa y plenamente con la venida
de Jesús a la Tierra. Aunque nunca perdió su divinidad, Jesús también fue ple-
namente humano, y en esa humanidad supo lo que era sufrir y luchar, así como
Job y todos los humanos lo hacen. De hecho, en todos los evangelios, vemos la
realidad de la humanidad de Cristo y los sufrimientos que tuvo que soportar en
nuestra humanidad. Jesús contestó la queja de Job.
“Cristo no tomó sobre sí una humanidad solo aparente. Tomó la naturaleza
humana y vivió la naturaleza humana. [...] No solo fue hecho carne, sino tam-
bién fue hecho a semejanza de carne de pecado”.–“Comentarios de Elena G.
de White” (CBA 5:1.098).

Piensa en lo que significa que Jesús haya tomado la humanidad. ¿Qué nos debe
decir esto acerca de cuán estrechamente puede él identificarse contigo en cual-
quiera de las luchas que estés afrontando ahora?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 3 – Durante esta semana, PP cap. 53.
84
Martes 13 de diciembre // Lección 12

LA MUERTE DE CRISTO
¿Qué nos dicen los siguientes textos acerca de Jesús y el modo en
que hemos de considerarlo?

1 Juan. 2:6

Gál. 4:19

Sin lugar a dudas, Jesús es el Hombre modelo. Su vida –su carácter– es


el ejemplo que todos los que lo seguimos deberíamos procurar imitar, por la
gracia de Dios. Jesús es el único ejemplo perfecto que tenemos sobre cómo vivir
la clase de vida a la que Dios nos llama.
Sin embargo, Jesús no vino a esta Tierra meramente para darnos un ejemplo.
Nuestra condición de pecadores requería más que solo el desarrollo del ca-
rácter, como si reformar nuestros caracteres y modelarnos a su imagen fuera
todo lo que se requería en su obra como Redentor. Necesitamos más que eso;
necesitamos un Sustituto, Alguien que pague la pena por nuestros pecados:
Jesús también vino para morir la muerte que nosotros merecemos, de modo
que su vida perfecta se nos pueda acreditar como propia.

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de la necesidad de la


muerte de Cristo por nosotros? Mar. 8:31; Luc. 9:22; 24:7; Gál. 2:21.

Jesús tenía que morir por nosotros por causa de la obediencia a la Ley que,
aunque central para la vida cristiana, no es lo que salva a los caídos. “¿Luego
la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley
dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley” (Gál. 3:21).
Si alguna ley pudiera salvar al pecador, sería la de Dios, pero incluso esa ley
no nos salva. Solo la perfecta vida de nuestro Ejemplo perfecto, Jesús, podía
salvarnos, y por eso Cristo vino para ofrecer “para siempre un solo sacrificio
por los pecados” (Heb. 10:12).

¿De qué modo tu propio registro del cumplimiento de la Ley te muestra tu nece-
sidad de un Sustituto?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 4 – Durante esta semana, PP cap. 53.
85
Lección 12 // Miércoles 14 de diciembre

LOS SUFRIMIENTOS DEL HIJO DEL HOMBRE


Lee Isaías 53:1 al 6. ¿Qué nos dice acerca de los sufrimientos del
Señor en la Cruz?

Jesús llevó nuestros dolores y tristezas (Isa. 53:4). Esto incluye los dolores
y las tristezas de Job y de todo el mundo. Jesús murió en la Cruz por el pecado
de todos los seres humanos que alguna vez vivieron, que viven y que vivirán.
El libro de Job se pone en la perspectiva correcta solo en la Cruz. El Dios
que se reveló a Job es el que enseña a volar al águila, el que une los quarks y
el que sufrió más de lo que lo hizo cualquier ser humano. Él asumió el dolor y
la angustia que cada uno de nosotros conoce; ninguno puede darle lecciones
a Dios acerca del sufrimiento, porque en su humanidad cargó sobre sí mismo
todo el dolor que el pecado ha esparcido alrededor del Globo. Aunque, entre
los hombres, solo nosotros conocemos nuestros propios dolores y tristezas,
Jesús, en la Cruz, los experimentó a todos.
El Dios que le preguntó a Job: “¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dis-
pondrás tú de su potestad en la tierra?” (Job 38:33) es más increíble cuando no-
tamos que, si bien él creó las “ordenanzas de los cielos”, tomó sobre sí la carne
terrenal y, en ella, murió para “destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Heb. 2:14).
Visto a través de la Cruz, el libro de Job tiene más sentido, porque la Cruz
resuelve muchas preguntas que ese libro deja sin respuesta. Y la gran pregunta
es cuán justo es Dios en el cielo mientras Job, en la Tierra, sufre solamente para
ayudar a refutar las acusaciones de Satanás. La Cruz muestra que, por mucho
que haya sufrido Job o cualquier ser humano, nuestro Señor voluntariamente
sufrió mucho más que cualquiera, a fin de darnos la esperanza y la certeza de
la salvación.
Job vio a Dios como el Creador. Después de la Cruz, lo vemos como el
Creador que llegó a ser nuestro Redentor (Fil. 2:6-8); y esto tuvo que sufrir por
causa del pecado más que ningún ser humano, incluyendo a Job. Así como
Job, ¿qué podemos hacer ante este panorama, sino exclamar: “Me aborrezco, y
me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:6)?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 5 – Durante esta semana, PP cap. 53.
86
Jueves 15 de diciembre // Lección 12

SATANÁS DESENMASCARADO
Lee Juan 12:30 al 32. ¿Qué dice Jesús acerca de Satanás en el con-
texto de la Cruz y del Gran Conflicto?

Después de hablar acerca de la muerte de Jesús en la Cruz, Elena de White


escribió sobre el impacto poderoso que esta tuvo en el cielo y en el universo que
miraba la escena. “Los falsos cargos de Satanás contra el carácter del gobierno
divino aparecieron en su verdadera luz. Él había acusado a Dios de buscar
tan solo su propia exaltación con las exigencias de sumisión y obediencia por
parte de sus criaturas, y había declarado que, mientras que el Creador exigía
que todos se negasen a sí mismos, él mismo no practicaba la abnegación ni
hacía sacrificio alguno. Entonces, se vio que, para salvar a una raza caída y pe-
cadora, el Legislador del universo había hecho el mayor sacrificio que el amor
pudiera inspirar, pues ‘Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo’
(2 Cor. 5:19). Se vio además que, mientras que Lucifer había abierto la puerta
al pecado debido a su sed de honores y supremacía, Cristo, para destruir el
pecado, se había humillado y hecho obediente hasta la muerte” (CS 556).

Lee 2 Corintios 5:19. ¿De qué modo la muerte de Cristo reconcilió al


mundo caído con Dios?

El mundo había caído en el pecado; se había abierto a las estratagemas de


Satanás, como se ve tan claramente, por ejemplo, en el libro de Job. Pero Jesús,
al tomar sobre sí mismo la humanidad –aunque sin perder su divinidad–, formó
un lazo inquebrantable entre el cielo y la Tierra y, con su muerte, garantizó la
destrucción final del pecado y de Satanás. En la Cruz, Jesús pagó la pena legal
por el pecado y, de ese modo, reconcilió al mundo caído con Dios. Aunque
somos pecadores condenados a muerte, por fe podemos tener la promesa de
vida eterna en Jesús.

No importa cuáles sean los pecados que cometiste, Jesús pagó en la Cruz el
precio total de la penalidad por ellos. ¿Por qué esta asombrosa verdad debería
cambiar tu vida y hacer que desees vivir en obediencia a él?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 6 – Durante esta semana, PP cap. 53.
87
Lección 12 // Viernes 16 de diciembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “ ‘Ahora es el juicio de este mundo –con-


tinuó Cristo–; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere
levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo. Y esto decía dando a entender
de qué muerte había de morir’. Esta es la crisis del mundo. Si soy hecho propi-
ciación por los pecados de los hombres, el mundo será iluminado. El dominio
de Satanás sobre las almas de los hombres será quebrantado. La imagen de Dios
que fue borrada será restaurada en la humanidad, y una familia de santos cre-
yentes heredará, finalmente, la Patria celestial. Tal es el resultado de la muerte
de Cristo. El Salvador se pierde en la contemplación de la escena de triunfo
evocada delante de él. Ve la Cruz, la cruel e ignominiosa Cruz, con todos sus
horrores, esplendorosa de gloria.
“Pero, la obra de la redención humana no es todo lo que ha de lograrse por
la Cruz. El amor de Dios se manifiesta al universo. El príncipe de este mundo es
echado fuera. Las acusaciones que Satanás había presentado contra Dios son re-
futadas. El oprobio que había arrojado contra el Cielo queda para siempre elimi-
nado. Los ángeles tanto como los hombres son atraídos al Redentor” (DTG 579).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿De qué otras maneras puedes considerar cómo la vida y la muerte de
Jesús respondió las preguntas que el libro de Job dejó pendientes?
2. Piensa otra vez en lo que la Cruz nos revela acerca del carácter de Dios,
especialmente cuando percibimos que Aquel que nos creó fue el que murió por
nosotros en la Cruz. ¿Por qué esta realidad nos da tanta esperanza y consuelo, sin
tomar en cuenta cualquier prueba que estemos afrontando? ¿De qué forma esta
verdad asombrosa nos enseña a confiar en Dios y en su bondad? (ver Rom. 8:32).
3. Como vimos, el libro de Job mostró, entre otras cosas, que el Gran Con-
flicto es un problema cósmico, y que el conflicto entre Cristo y Satanás tiene
una dimensión que va más allá de la Tierra misma. Imagina lo que debió de
haber sido, para las criaturas celestiales que solo conocían a Jesús en su gloria
celestial, verlo pasar por lo que le ocurrió en la Cruz. ¿De qué modo meditar
en esta idea sorprendente nos ayuda a apreciar más lo que se nos ha dado en
Jesús?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 7 – Durante esta semana, PP cap. 53.
88
Lección 13: Para el 24 de diciembre de 2016

EL CARÁCTER DE JOB

Sábado 17 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 1:1, 8; Job 29:8-17; Job
31:1-23; Éxodo 20:17; Mateo 7:22-27; 5:16; Efesios 3:10.

PARA MEMORIZAR:
“¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por
las obras? (Sant. 2:22).

EN MEDIO DE TODOS LOS GRANDES TEMAS que se tocaron en el libro de


Job, no debemos perder de vista otro tema crucial: el de Job mismo. ¿Quién
era este hombre en quien Dios confiaba tanto que desafió al diablo en relación
con su fidelidad e integridad? ¿Quién era este hombre que no entendía por qué
todo esto le ocurría a él, que sabía que lo que le estaba sucediendo no era justo,
que expresaba enojo y frustración por todo ello, y sin embargo se mantuvo fiel
hasta el fin?
Aunque la esencia del libro de Job trata con Job después de que cayeron
sobre él las calamidades, de esta historia podemos obtener información acerca
de la vida anterior de Job. Y, lo que aprendemos acerca del pasado de Job y
de la clase que hombre que era nos da una mejor comprensión de por qué Job
se mantuvo fiel al Señor, aun en medio de todo el terrible sufrimiento, aun en
medio de todo lo que Satanás hizo para tratar de apartarlo de Dios.
¿Cómo era Job, y qué podemos aprender de su modo de vivir, que nos ayude
a ser seguidores más fieles del Señor, mientras vivimos nuestra propia vida?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 8 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.
89
Lección 13 // Domingo 18 de diciembre

EL HOMBRE DE UZ
Lee Job 1:1 y 8. ¿Qué nos dice acerca del carácter de Job?

Aunque a Job le dijeron en todos los diálogos que él debía haber hecho
algo malo para que todos estos males vinieran sobre él, el caso era lo opuesto.
Fueron su bondad y su fidelidad las que lo hicieron blanco especial de Satanás.
¿Cuán bueno y cuán fiel era él? Primero, el texto nos dice que era “perfecto”.
Esta palabra no tiene el significado de “sin pecado”, como fue Jesús. En cambio,
tiene la idea de ser completo, íntegro, sincero, pero en un sentido relativo. La
persona que es “perfecta” a la vista de Dios es la persona que ha alcanzado el
grado de desarrollo que el Cielo espera de él en cualquier momento. La pa-
labra hebrea para “perfecto”, tam, “equivale al griego téleios, que a menudo se
traduce como ‘perfecto’ en el [Nuevo Testamento], pero que se traduce mejor
como ‘completamente crecido’ o ‘maduro’ ” (CBA 3:499). La experiencia pos-
terior de Job revela que no había alcanzado la perfección máxima de carácter.
Aunque fiel y recto, todavía estaba creciendo.
Segundo, el texto dice que era “recto”. La palabra significa “derecho”, “equi-
librado”, “justo”. Job vivía como lo que podríamos llamar “un buen ciudadano”.
Tercero, el texto dice que era “temeroso de Dios”. Aunque el Antiguo Tes-
tamento describe la idea de “temer” a Dios como parte de ser un fiel israelita,
la frase también se usó en el Nuevo Testamento para los gentiles que servían
fielmente al Dios de Israel (ver Hech. 10:2, 22).
Finalmente, Job era “apartado del mal”, o evitaba el mal. Dios mismo ca-
racterizó a Job de ese modo, cuando le dijo a Satanás: “¿No has considerado
a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8).
En definitiva, Job era un hombre de Dios cuya fe se revelaba por la clase de
vida que vivía; y de este modo, realmente daba testimonio “a los ángeles y a los
hombres” (1 Cor. 4:9) acerca de lo que una persona puede ser en Cristo.

Si el libro de Job hablara acerca de ti, ¿qué dirían sus primeras líneas? “Hubo
en tierra de _________ un ______________ que era _______________
_____________ y ______________ de Dios y _______________ del mal”.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 9 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.
90
Lunes 19 de diciembre // Lección 13

PASOS LAVADOS CON LECHE


Mientras Job luchaba por entender la calamidad que le sobrevino, pensaba
en su vida pasada y cuán buena le había sido, y el modo en que la había vivido.
Hablando sobre sus días anteriores, Job dijo que en este tiempo “lavaba mis
pasos con leche” (Job 29:6), o “ante mí corrían ríos de crema” (NVI).
Por ejemplo, Job habla del tiempo en que “Dios me cuidaba” (Job 29:2,
NVI). La palabra hebrea para “guardaba” o “cuidaba” viene de una palabra
común usada en todo el Antiguo Testamento para hablar acerca del cuidado de
Dios por su pueblo (ver Sal. 91:11; Núm. 6:24). Es claro que Job tenía una buena
vida. Además, lo importante era que él sabía que había tenido una buena vida.

Lee Job 29:8 al 17. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre cómo veían
los demás a Job, y de qué manera trataba él a los que estaban luchando?

Aquí podemos ver cómo respetaban a Job. La frase “en la plaza hacía pre-
parar mi asiento” (Job 29:7) da la idea de algún tipo de gobierno local del cual,
obviamente, Job formaba parte. Esos asientos generalmente se daban a los
miembros más respetados y mayores de la sociedad, y entre ellos Job era alta-
mente estimado.
Pero, podemos ver que aun los miembros “más bajos” del nivel social lo
amaban y respetaban. Los pobres, los ciegos, las viudas, los huérfanos, los in-
válidos: Job ayudaba y consolaba a los que no habían sido bendecidos como
él lo había sido.
“Dios ha descrito en su Palabra a un hombre próspero, cuya vida fue un
éxito en el sentido más verdadero, hombre al cual el Cielo y la Tierra se compla-
cían en honrar” (Ed 142).
Veremos que versículos como estos y otros nos muestran por qué Job había
sido una persona de mucho éxito en todos los aspectos, a la vista de los hom-
bres y de Dios.

Es fácil ser bondadoso y respetuoso con los ricos, los poderosos y los famosos.
Pero ¿de qué manera tratas a los que no tienen nada para ofrecerte?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 10 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.
91
Lección 13 // Martes 20 de diciembre

CORAZÓN Y OJOS
A primera vista, en los textos que siguen, podría parecer que Job se está
jactando, como si estuviera exhibiendo su santidad y su buena conducta. Por
supuesto, esta actitud es condenada por la Biblia (ver Mat. 23). Pero eso no es
lo que ocurre con Job. Otra vez, es vital recordar el contexto: le están diciendo
que su vida pasada fue muy malvada, y que esa es la causa de su sufrimiento.
Job sabe que esto no es verdad, que él no había hecho nada para merecer lo
que le había sobrevenido. Él se toma tiempo para contar cómo había vivido y
la clase de persona que era.

Lee Job 31:1 al 23. ¿Qué otra cosa dice Job acerca de su vida antes
de las calamidades?

Nota, además, que Job no estaba tratando solamente de sus conductas ex-
teriores. El texto “si mi corazón se fue tras mis ojos” (Job 31:7) muestra que Job
entendía el significado más profundo de la santidad, del bien y del mal, y de la
ley de Dios. Job sabía que Dios se interesa en el corazón, en los pensamientos, así
como en las acciones (ver 1 Sam. 16:7; Éxo. 20:17; Mat. 5:28). Job sabía que estaba
mal codiciar a una mujer y no solo cometer adulterio con ella. (¡Qué poderosa
evidencia es que el conocimiento del verdadero Dios había existido aun antes de
que Dios llamara a la nación de Israel para ser su pueblo y testificar de él!)

Lee lo que él dice en Job 31:13 al 15. ¿Por qué este mensaje es tan
importante?

Aquí Job muestra una comprensión, grande para su tiempo (en realidad,
para cualquier tiempo), acerca de la igualdad de todos los seres humanos. En
el mundo antiguo no se entendían o seguían los conceptos de los derechos y
las leyes universales. Los grupos de pueblos pensaban que eran superiores y
mejores que los otros, y a veces no les importaba negar la dignidad y los dere-
chos básicos a los demás. Pero aquí, Job muestra que comprendía los derechos
humanos, y que esos derechos se originaban en el Dios creador. De alguna
manera, Job estaba adelantado no solo a su tiempo, sino también al nuestro.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Job 1 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.
92
Miércoles 21 de diciembre // Lección 13

UNA CASA SOBRE LA ROCA


Lee Job 31:24 al 34. ¿Qué aprendemos acerca de Job aquí?

No es extraño que Dios haya dicho lo que dijo acerca de la vida y el carácter
de Job. Este es un hombre que claramente vivía su fe, un hombre cuyas obras re-
velaban la realidad de su relación con Dios. Por supuesto, esto hacia que su queja
fuera aún más amarga: “¿Por qué me sucede esto a mí?” Y, por supuesto, hacía
que los argumentos de sus amigos fueran tan vanos y huecos como lo fueron.
Pero, hay un mensaje más profundo e importante que podemos descubrir
de la realidad de la vida fiel y obediente de Job. Nota cuán estrechamente la
vida que vivió en el pasado estaba vinculada con la manera en que reaccionó
ante las tragedias que le ocurrieron más tarde. No fue por el azar, o la suerte,
o por el solo poder de su voluntad que Job rehusó cumplir la sugerencia de su
esposa: “Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9). No, sino que fue por causa de
todos aquellos años de fidelidad y obediencia, que le dieron la fe y el carácter
que lo capacitó para confiar en Dios, a pesar de lo que le sucediera.

Lee Mateo 7:22 al 27. ¿Qué encuentras en estos versículos que revela
la razón por la que Job se mantuvo fiel?

La clave principal de la victoria de Job se encuentra en todas las “victorias”


menores que tuvo antes (ver también Luc. 16:10). Su fiel adhesión a lo correcto,
sin entrar en componendas, hizo de Job lo que fue. Lo que vemos en Job es un
ejemplo de lo que el libro de Santiago dice acerca de las obras en una vida de
fe: “¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó
por las obras?” (Sant. 2:22). En este texto se revela un principio muy importante
de la vida cristiana. En la historia de Job vemos actuar este principio de una
manera poderosa. Job estaba hecho de la misma carne y hueso que nosotros;
pero, por la gracia de Dios y su propio esfuerzo diligente, vivió una vida de fiel
obediencia a Dios.

¿Qué elecciones necesitas hacer para poner en orden tu vida tan fielmente como
lo hizo Job?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Job 2 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.
93
Lección 13 // Jueves 22 de diciembre

LA MULTIFORME SABIDURÍA DE DIOS


Más temprano en el libro de Job, en medio de los vaivenes de los perso-
najes, Elifaz temanita le dijo a Job: “¿Tiene contentamiento el Omnipotente en
que tú seas justificado, o provecho de que tú hagas perfectos tus caminos?”
(Job 22:3). Esta es una pregunta muy irónica, dado lo que sabemos acerca de
lo que sucedía en el cielo detrás de la escena. Sí, era un placer para Dios que
Job fuera justo, y era una ganancia para él que Job viviera en forma perfecta.
Y esto es cierto no solo con Job; lo mismo vale para todos los que dicen ser
seguidores de Dios.

Lee Mateo 5:16. ¿De qué modo estas palabras ayudan a responder la
pregunta que le disparó Elifaz a Job?

El problema inmediato en el libro de Job era: ¿Sería Job fiel? Satanás dijo
que no; Dios dijo que sí. La fidelidad de Job entonces era decididamente una
ventaja para Dios, por lo menos en esta batalla específica con Satanás.
Pero, esta historia es apenas un microcosmos de problemas mayores. El
mensaje del primer ángel nos dice, en parte, “dad gloria a Dios” (Apoc. 14:7), y
Jesús explicó en Mateo 5:16 que por nuestras buenas obras podemos dar gloria
a Dios. Esto es lo que hizo Job; y es lo que podemos hacer nosotros también.

Lee Efesios 3:10. ¿De qué forma se expresa aquí el principio revelado
en el libro de Job, pero en menor escala?

Lo que vemos en este texto, y en el libro de Job, son expresiones del hecho
de que Dios está actuando en la vida de sus seguidores para transformarlas,
para su gloria, a su propia imagen. “La misma imagen de Dios se ha de repro-
ducir en la humanidad. El honor de Dios, el honor de Cristo, están comprome-
tidos en la perfección del carácter de su pueblo” (DTG 625). La vida de Job fue
un ejemplo de cómo los seres humanos pueden revelar estos principios, aun
cuando Job haya vivido hace muchos miles de años. El pueblo de Dios en cada
época tiene también el privilegio de vivir su vida de la misma manera.

¿Qué hay en tu vida que trae gloria a Dios? ¿Qué dice tu respuesta acerca de ti
mismo, de cómo vives y de qué cambios puede que necesites hacer?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Job 3 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.
94
Viernes 23 de diciembre // Lección 13

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: La Reforma Protestante recuperó la


gran verdad de la salvación solo por fe, que primero fue sugerida en el Edén
mismo (ver Gén. 3:15). Luego fue expresada en forma más completa en la vida
de Abraham (ver Gén. 15:6; Rom. 4:3), antes de ser sucesivamente revelada en
la Escritura hasta Pablo. Pero, la verdad de la salvación solo por fe siempre
incluyó la obra del Espíritu Santo en el creyente, no como medio de salvación,
sino como expresión de ella. En la vida y el carácter de Job encontramos un
ejemplo de cómo es esta obra. Los teólogos a veces llaman a esta obra “santifi-
cación”, que básicamente significa “santidad”. Es tan importante en la Escritura
que se nos dice: “Seguid [...] la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Heb.
2:14). El significado básico de santificación es “poner aparte para un uso sa-
grado”; esta idea se ve cuando Dios dijo a su pueblo del pacto: “Santos seréis,
porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (Lev. 19:2). Aunque este concepto
aparece tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, es lo
que Dios produce en nosotros. Es “un proceso progresivo de cambio moral,
hecho posible por el poder del Espíritu Santo en cooperación con la voluntad
humana” (TTA 336). Aunque esta obra es algo que Dios realiza en nosotros, no
nos fuerza a la santificación ni a la justificación. Nos damos nosotros mismos
a Dios, y Dios justifica por la fe; también nos santificará, moldeándonos, como
lo hizo con Job, a la imagen de Dios, tanto como sea posible de este lado de la
eternidad. Pablo escribe: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de
parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gál. 4:19), y Elena de White
escribe: “Cristo es nuestro modelo, el ejemplo perfecto y santo que se nos ha
dado para imitarlo. Nunca podremos igualar al Modelo, pero podemos imitarlo
y asemejarnos a él conforme sea nuestra habilidad” (AFC 267).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿Qué decisiones podemos tomar que influirán para que Dios pueda obrar
en nosotros? Solo Dios puede cambiar el corazón, pero debemos cooperar con
él. ¿Cómo es esa cooperación? ¿De qué manera se manifiesta?
2. Colosenses 2:6 dice: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al
Señor Jesucristo, andad en él”. ¿De qué forma nos ayudan estas palabras a com-
prender lo que significa vivir en fe y obediencia?
3. ¿De qué modo podemos, como iglesia y como individuos, dar gloria a
Dios ante los seres humanos y los ángeles?

Reavivados por su Palabra: Hoy, Job 4 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.
95
Lección 14: Para el 31 de diciembre de 2016

ALGUNAS LECCIONES
DE JOB

Sábado 24 de diciembre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Corintios 5:7; Job 1-2:8;


Mateo 4:10; 13:39; Juan 8:1-11; Hebreos 11:10; 4:15.

PARA MEMORIZAR:
“He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la
paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericor-
dioso y compasivo” (Sant. 5:11).

LLEGAMOS AL FINAL DEL ESTUDIO DE JOB en este trimestre. Aunque


hemos repasado mucho del libro, debemos admitir que queda mucho por cu-
brir y aprender. Aun en el mundo secular, todo lo que aprendemos y descu-
brimos nos conduce a más cosas por aprender y descubrir. Y si así pasa con los
átomos, las estrellas, las medusas y las ecuaciones matemáticas, ¿cuánto más
sucederá con la Palabra de Dios?
“No tenemos motivos para dudar de la Palabra de Dios a causa de que no
podamos comprender los misterios de su providencia. En el mundo natural,
estamos constantemente rodeados de maravillas superiores a nuestra com-
prensión. ¿Nos ha de sorprender, entonces, encontrar también en el mundo
espiritual misterios que no podemos sondear? La dificultad reside solamente
en la estrechez y la debilidad de la mente humana” (Ed 170).
Hay misterios en un libro como Job, donde se plantean preguntas difíciles
de la vida. Pero consideraremos algunas lecciones que obtenemos que pueden
ayudarnos a ser fieles al Señor en medio de las aflicciones.

Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 1 – Durante esta semana, PP cap. 53.
Domingo 25 de diciembre // Lección 14

POR FE Y NO POR VISTA


Lee 2 Corintios 5:7 y 4:18. ¿Qué verdades se revelan en estos textos?
¿De qué forma pueden estas verdades ayudarnos a ser fieles al Señor?

El contexto inmediato de 2 Corintios 4:8 es escatológico, habla del fin de


los tiempos, cuando seamos vestidos de inmortalidad, una gran promesa que
debemos aceptar por fe y no por verla, porque todavía no se ha cumplido.
También en el libro de Job vemos que hay más realidades que las que po-
damos ver. Pero este concepto no es muy difícil de captar para personas que
vivimos en esta época, cuando la ciencia ha revelado la existencia de fuerzas
invisibles a nuestro alrededor.
Un predicador en una iglesia de una gran ciudad le pidió a la congregación
que se quedara en silencio. Por unos pocos segundos, no hubo ningún sonido.
Sacó entonces un receptor de radio, lo encendió y con el dial recorrió los ca-
nales. De ese aparato salieron toda clase de sonidos.
–Permítanme preguntarles –dijo el predicador–: ¿De dónde vinieron esos
sonidos? ¿Se originaron en el receptor mismo? No, esos sonidos estaban en
el aire que nos rodea, como ondas de radio, tan reales como lo es mi voz en
este momento. Pero, por cómo están diseñadas, no tenemos acceso a ellas.
No podemos verlas, sentirlas o escucharlas, pero no significa que no existan,
¿verdad?

¿Qué otras cosas reales no podemos ver (como radiaciones o la


gravedad) pero que existen a nuestro alrededor? ¿Qué lecciones espi-
rituales obtenemos del hecho de que estas fuerzas invisibles no solo
existen sino también impactan nuestras vidas?

Según vimos en el libro de Job, ninguna de las personas involucradas captó


lo que estaba sucediendo. Creían en Dios y comprendían algo de Dios, de su
carácter y de su poder creador. Pero, fuera de lo que podían ver –es decir, las
calamidades de Job–, no tenían indicio de lo que estaba sucediendo detrás de
la escena. Sin embargo, ¿no estamos a veces sin ningún indicio acerca de las
realidades invisibles que nos rodean? El libro de Job nos enseña que necesi-
tamos aprender a vivir por fe, a darnos cuenta de nuestra debilidad, y de cuán
poco vemos y conocemos.

97
Lección 14 // Lunes 26 de diciembre

EL MAL
Una de las grandes preguntas que ha desafiado el pensamiento humano es
acerca del mal. Aunque algunos filósofos y algunos devotos fanáticos han negado
la existencia del mal, la mayor parte de las personas no estaría de acuerdo con
ellos. El mal es real; es parte de este mundo. Aunque podamos discutir sobre qué
es o qué no es el mal, la mayoría de nosotros “lo conocemos cuando lo vemos”.
A veces ponemos el mal en dos categorías amplias: natural y moral. El mal
natural se define como la clase de desastres naturales que producen sufri-
miento, tales como terremotos, inundaciones o pestes. El mal moral resulta de
acciones deliberadas de otros seres humanos, tales como homicidios o robos.
Muchas teorías, antiguas y modernas, intentan explicar la existencia del mal.
Siendo adventistas del séptimo día, creemos que la Biblia enseña que el mal se
originó con la caída de un ser creado, Lucifer. La cultura popular, ayudada por
especulaciones filosóficas materialistas, ha negado la idea de Satanás. Pero eso
solo se puede hacer al rechazar las Escrituras, que describen a Satanás como
un ser real que trata de hacer todo el daño posible a los humanos.
Esta es una verdad revelada en el libro de Job.

Lee Job 1:1 hasta Job 2:8. ¿De qué manera estos dos capítulos nos
ayudan a entender la actuación de Satanás en el mal en el mundo?

En el caso de Job, Satanás fue el responsable por el mal, tanto moral como
natural, que le sobrevino. Pero lo que vemos en el libro de Job no significa que
cada ejemplo de mal o de sufrimiento sea el resultado directo de la actividad
demoníaca. El hecho es que, del mismo modo en que los personajes del libro
de Job, no entendemos todas las razones por las cosas terribles que ocurren.
De hecho, el nombre de “Satanás” nunca apareció en los diálogos con respecto
a las tragedias de Job. Ellos echaban la culpa a Dios y a Job, pero nunca a Sa-
tanás mismo. Pero el libro de Job debería mostrarnos quién es el responsable,
en última instancia, del mal que hay sobre la Tierra.

¿Qué nos muestran los siguientes textos acerca de la realidad de Satanás? Apoc.
12:12; Mat. 4:10; 13:39; Luc. 8:12; 13:16; 22:3, 31; Hech. 5:3; 1 Ped. 5:8. Pero,
más importante aun es qué ejemplos tienes de la influencia de Satanás en tu
vida. ¿De qué forma puedes protegerte de él?

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Martes 27 de diciembre // Lección 14

CON AMIGOS COMO ESTOS...


En todo el libro de Job, los tres hombres (y luego, cuatro) que fueron para
hablar con Job lo hicieron con buenos motivos. Habían oído lo que le había
ocurrido, y vinieron “para condolerse de él y para consolarlo” (Job 2:11). Sin
embargo, después de que Job comenzara a hablar, lamentando sus tragedias,
ellos aparentemente sintieron que era más importante poner a Job en su lugar,
y corregir su teología, que animarlo y levantar el espíritu de su amigo sufriente.
Vez tras vez, lo hicieron todo mal. Supongamos que hubieran estado en
lo correcto, que todas esas cosas le vinieron a Job porque las merecía. Ellos
podrían estar teológicamente en lo correcto, pero ¿necesitaba Job una teología
correcta? ¿O necesitaba algo muy diferente?

Lee Juan 8:1 al 11. ¿Qué reveló Jesús aquí que les faltaba mucho a
estos hombres?

En estas historias, hay una diferencia grande entre la mujer tomada en adul-
terio y sus acusadores por un lado, y Job y sus acusadores, por el otro. La mujer
era culpable. Aunque ella podría ser menos culpable que los que la acusaban, no
había dudas de su culpabilidad. En contraste, Job no era culpable, por lo menos
en el sentido de culpa que sus acusadores le enrostraban. Pero, aun si él hubiera
sido culpable como esta mujer, lo que Job necesitaba era lo que esta mujer tam-
bién necesitaba, y que toda persona que sufre necesita: gracia y perdón.
“En su acto de perdonar a esta mujer y estimularla a vivir una vida mejor, el
carácter de Jesús resplandece con la belleza de la justicia perfecta. Aunque no
toleró el pecado ni redujo el sentido de la culpabilidad, no trató de condenar
sino de salvar. El mundo tenía para esta mujer pecadora solamente desprecio
y escarnio; pero Jesús le dirigió palabras de consuelo y esperanza” (DTG 427).
Lo que el libro debe enseñarnos es que necesitamos dar a otros lo que nos
gustaría recibir si estuviéramos en su lugar. Claro que hay lugar para repren-
siones, para confrontaciones, pero antes de que consideremos realizar esa fun-
ción, debemos recordar humilde y mansamente que nosotros mismos somos
pecadores.

¿De qué modo podemos aprender a ser más compasivos con los que sufren, aun
si sufren por sus propias acciones equivocadas?

99
Lección 14 // Miércoles 28 de diciembre

MÁS QUE ESPINAS Y CARDOS


Como bien sabemos, la vida es dura. Ya en el Edén, después de la Caída, se
dieron algunos indicios de cuán dura sería, cuando Dios permitió que nuestros
primeros padres supieran cuáles serían los resultados de su transgresión (Gén.
3:16-24). Pero, estos eran solo indicios. Si los únicos desafíos que afrontáramos
en la vida fueran “espinos y cardos”, la existencia humana sería muy diferente
de lo que es hoy.
Miramos alrededor, y vemos mucho sufrimiento, enfermedad, pobreza, gue-
rras, crímenes, depresión, contaminación e injusticia. El antiguo historiador
Herodoto escribió acerca de una cultura en la cual la gente se enlutaba cuando
nacía un bebé, porque sabían de la inevitable tristeza y sufrimientos que ese
niño afrontaría si llegaba a ser adulto. Parece mórbido, pero ¡quién puede re-
futar esa lógica?
En el libro de Job hay un mensaje para nosotros acerca de la condición
humana. Según vimos, Job podía ser considerado un símbolo de toda la huma-
nidad, puesto que todos sufrimos, de maneras que no parecen justas o apro-
piadas para los pecados que todos cometemos. No era justo para Job, y tam-
poco es justo para nosotros.
Y no obstante, lo que el libro de Job puede decirnos es que Dios está allí,
Dios sabe, y Dios promete que no todo es inútil.
Los escritores seculares, ateos, luchan para llegar a un acuerdo con el sin-
sentido de una vida que termina con la muerte. Luchan buscando respuestas,
pero no consiguen nada, porque esta vida, por sí misma, no ofrece nada. Hay
una filosofía atea llamada “nihilismo”, de una palabra latina, nihil, que significa
“nada”. El nihilismo enseña que nuestro mundo y nuestras vidas en el mundo
no significan nada.
Pero el libro de Job nos señala una realidad trascendente más allá del nihil
con que nuestras vidas mortales nos amenazan. Nos señala a Dios y a un ám-
bito del cual podemos obtener esperanza. Nos dice que todo lo que nos sucede
no ocurre en un vacío sino que hay un Dios que sabe todo lo que está aconte-
ciendo, y que promete poner todo en orden un día. Las grandes preguntas que
el libro de Job deja sin respuesta solo nos dejan en las manos las cenizas de
nuestras vidas (ver Gén. 3:19; Job 2:8). No obstante, nos deja con la esperanza
de algo más allá de lo que vemos con nuestros sentidos.

¿Qué textos bíblicos dicen explícitamente que tenemos una gran esperanza que
trasciende cualquier cosa que este mundo ofrece? (Ver, por ejemplo, Heb. 11:10;
Apoc. 21:2.)

100
Jueves 29 de diciembre // Lección 14

JESÚS Y JOB
Los estudiantes de la Biblia a lo largo de los siglos han procurado encontrar
similitudes entre la historia de Job y la de Jesús. Y, aunque Job no es precisa-
mente un “tipo” de Jesús (como lo fueron los animales del sistema de sacrifi-
cios), existen algunas semejanzas. En ellos podemos encontrar otra lección de
Job: la de cuánto costó nuestra salvación para el Señor.

Compara Job 1:1 con 1 Juan 2:1; Santiago 5:6; y Hechos 3:14. ¿Qué
similitudes hay allí?

Lee Mateo 4:1 al 11. ¿Qué semejanzas existen aquí entre Jesús y Job?

Lee Mateo 26:61; Lucas 11:15 y 16; y Juan 18:30. ¿De qué modo estos
textos encierran similitudes con la experiencia de Job?

Compara Job 1:22 con Hebreos 4:15. ¿Qué semejanzas hay aquí?

Estos textos revelan similitudes interesantes entre las experiencias de Job


y las de Jesús. Por supuesto, Job no era sin pecado, como lo fue Jesús; no obs-
tante, él fue un hombre fiel y justo, cuya vida trajo gloria al Padre. Job fue grave-
mente probado por el diablo, igual que Jesús. En todo el libro, Job fue acusado
falsamente; Jesús también afrontó falsas acusaciones.
Finalmente, y tal vez lo más importante, a pesar de todo lo que sucedió,
Job se mantuvo fiel a Dios. Con consecuencias mucho mayores para todos no-
sotros, Jesús también se mantuvo fiel. A pesar de todo lo que le sucedió, Jesús
vivió una vida sin pecado, que personificaba perfectamente el carácter de Dios.
Jesús fue “la imagen misma de su sustancia [la de Dios]” (Heb. 1:3), y de este
modo solo él tenía la justicia necesaria para la salvación, “la justicia de Dios
por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay
diferencia” (Rom. 3:22).
Por impactante que haya sido todo, el Job sufriente, fiel en medio del sufri-
miento, fue un pequeño reflejo, imperfecto, de lo que Jesús, su Redentor, afron-
taría en favor de Job y de nosotros, y él realmente vendrá y “al fin se levantará
sobre el polvo” (Job 19:25).

101
Lección 14 // Viernes 30 de diciembre

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: A lo largo de los siglos, el libro de Job


ha estremecido, iluminado y desafiado a los lectores en el judaísmo, el cris-
tianismo y aun en el Islam (que tiene su propia variante del informe bíblico).
Decimos desafiado porque, como hemos visto, en sí mismo y por sí mismo, el
libro deja muchas preguntas sin responder. En un nivel, esto no debe sorpren-
dernos. Después de todo, del Génesis al Apocalipsis, ¿qué libro de la Biblia no
deja preguntas sin resolver? Aun tomada como un todo, la Biblia no responde
a cada problema que plantea. La caída de la humanidad y el plan de salvación
son temas que estudiaremos por toda la eternidad (ver El conflicto de los siglos,
pp. 736, 737); entonces, ¿cómo podría un libro finito, aun uno inspirado por el
Señor (2 Tim. 3:16), responder a todas nuestras preguntas ahora?
El libro de Job, sin embargo, no está solo. Es parte de un cuadro mucho más
grande revelado en la Palabra de Dios. Y, como parte de un gran mosaico espi-
ritual y teológico, nos presenta un mensaje poderoso, con apelación universal,
a todos los seguidores de Dios. Y ese mensaje es: Sé fiel aun en la adversidad.
Job es un ejemplo viviente de las palabras de Jesús: “Mas el que persevere hasta
el fin, éste será salvo” (Mat. 24:13). ¿Qué creyente en Jesús, procurando hacer lo
recto, o ser fiel, no ha tenido que enfrentar males inexplicables o aun desafíos a
su fe? ¿O quién, queriendo encontrar consuelo, no ha enfrentado acusaciones?
Y no obstante, el libro de Job nos presenta el ejemplo de alguien que, enfren-
tando todo esto y mucho más, mantuvo su fe y su integridad. Y, como por fe y
por gracia confiamos en aquel que murió en la Cruz por Job y por nosotros, el
mensaje para nosotros es: “Ve y haz tú lo mismo” (Luc. 10:37).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. Ponte en la mente de un judío que, conociendo el libro de Job, vivió antes
de la venida de Jesús. ¿Qué preguntas crees que podría tener, que nosotros hoy,
viviendo después de Jesús, no tenemos? Es decir, ¿de qué modo la historia de
Jesús y lo que hizo por nosotros nos ayuda a comprender mejor el libro de Job?
2. Cuando tengas la oportunidad de encontrarte con Job, ¿cuál sería la pri-
mera pregunta que le harías, y por qué?
3. ¿Cuáles son algunas de las preguntas y los problemas que aparecieron en
el libro de Job que no cubrimos en este trimestre?
4. ¿Cuál fue el principal concepto espiritual que obtuviste del estudio de
Job? Comparte tus respuestas con tu clase.

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