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Seminario: "La histeria en los síntomas modernos"

Clase dictada por Javier Aramburu, el 24 de agosto de 1999

A pesar de la modernidad no debemos olvidarnos que existen la neurosis y la histeria.

Quizá no aparezcan bajo la forma de la conversión y quizá pensemos que la histeria es una cuestión de museo.
Ya Freud veía a la histeria como un trastorno de las conversiones somáticas. En Dora apenas imperceptible una
afonía, en la Bella Carnicera no hay sino, una cierta posición del sujeto respecto del deseo.

Es algo a lo que los analistas debemos atender: encontrar la histeria bajo los síntomas modernos.

Se piensa que la histeria se produjo solo a finales de la era victoriana y comienzos de la modernidad, en un
momento de crisis de los valores simbólicos. Pero entendida ésta, como entender al inconsciente que es efecto
de una represión, de una prohibición de la autoridad a hablar.

La represión paterna aparecía como la causa de este inconsciente.


Disuelto este autoritarismo los síntomas se disolverían y con ellos
el Inconsciente. Se postula en cierta forma el fin del Edipo. Es
cierto que la función importante de la represión en el Edipo,
constituye el centro de la cuestión de la neurosis. Hay un conflicto
en el sujeto entre los ideales, la manera en que el Otro quiere que
veamos conforme a él mismo y las pulsiones. De ahí se deduce
algo que es importante pensar: el Inconsciente es el reverso del
discurso del amo.

Pero el amo aparece aquí representado por el Otro simbólico, por el Otro de la ley. Entonces hay una serie entre
el amo, el Otro y el padre que crearía las figuras de la represión.

Así podemos decir que el sujeto por amor, o por temor al padre, o por ambas cosas, reprimirá la sexualidad. Los
deseos que no estuvieron de acuerdo con este Ideal. Aquí el Inconsciente puede ser visto, claramente, como
aquello que no puede ser dicho por el Otro. El síntoma es aquí una manera de hablar del Inconsciente mediante
enigmas.

Los críticos dicen que en la postmodernidad éste inconsciente de Freud se ha disuelto, en tanto que se han
disuelto las figuras de la represión. La histeria en nuestros días, podríamos calificarla más que una histeria de
conversión, una histeria de conversación por que efectivamente el decir parece no estar prohibido. Pero Freud
ya decía que la histeria no se cura porque habla. Para que este hablar pueda alcanzar una cura es necesario el
decir del analista.

Parece que ella comienza en una disolución, en la disolución de los vínculos familiares. No es que la labilidad
haya terminado con la histeria sino que la histeria es la labilidad de los vínculos familiares. En el discurso del
análisis aparece desde que faltan hombres, faltan maridos, hasta una desorientación en los vínculos amorosos
de deseo. El problema es que se quisiera hacer curación de esto mediante el hablar simplemente. El problema
ahora no es hacer hablar a la histeria, sino bajo qué dispositivo ese hablar va a ser escuchado y que la
transferencia se oriente hacia el discurso analítico.

En "Radiofonía y Televisión", en la pagina 112, Lacan dice: "...si se goza tan mal, es que hay represión del sexo
y la culpa es de la familia...". Lacan hace una maniobra interesante, separa represión de supresión,
entendiendo como prohibiciones, obstáculos que la familia pondría para el desarrollo de la pulsión. Freud no
dice que la represión proviene de la supresión porque hay prohibiciones paternas. Es que hay represión.

Hay una represión y entonces hay un padre que toma el semblante de ser aquél que plantea ésta como
prohibición: "si te tocas el pitito seguro que te lo cortan", esto no es el origen de la represión.

De tal suerte que es pertinente volver sobre la pauta de que es la represión la que produce la supresión. Porqué
la familia y la sociedad misma no serían una creación a edificar de la represión. Se podría decir que el
Inconsciente existe, se motiva en la estructura, es decir en el lenguaje.

La represión es anterior a la autoridad paterna, es efecto del lenguaje mismo. En tanto hay lenguaje hay
represión por lo tanto hay Inconsciente.

El "no poder decir todo" es la imposibilidad misma del decir todo, hace que estructuralmente el lenguaje no
pueda más que funcionar en un espacio en el cual al no poder ser dicho todo. Algo de esto podemos llamar
represión.

¿Cómo involucramos aquí a la histeria? En la página 96 del mismo texto dice: "El inconsciente no existe más
que por revelarse claramente en el discurso del histérico, en cualquier otra parte no hay más que injertos " Un
poco más adelante: "¿El inconsciente implica que se lo escuche?, a mi entender si, pero no implica
seguramente ser escuchado si no hay discurso. Saber que no piensa, ni calcula, lo que no le impide trabajar".

Aquí tenemos dos cuestiones:

La 1° afirmación es que el Inconsciente se manifiesta en el decir histérico. Pero para que exista debe haber otro
que la instituya como tal, es donde el inconsciente ex -siste.

Pero este escuchar depende de que se lo localice, en tanto hay otro que lo sancione. Si la sociedad moderna no
tiene un dispositivo de escucha el inconsciente no existe.

No hay histeria si no hay análisis, si no hay un dispositivo que lo escuche y pueda operar con él. Por lo demás el
discurso analítico constituye el inconsciente. Excluye que no está ya en transferencia por demostrar esa relación
al Sujeto Supuesto Saber que es una manifestación sintomática del Inconsciente.

Aquí tenemos el lenguaje que crea una represión y crea un Inconsciente. Un discurso que pueda con este
Inconsciente, pero que además haya transferencia, es decir, que el inconsciente produce además de sus
síntomas, el Sujeto Supuesto Saber, es decir un otro al que se quiere dirigir este discurso.

No es que el Inconsciente deje de existir, deja de existir la escucha apropiada a ese inconsciente. No hay
discurso que aloje a la histeria y a la neurosis. Podemos ver la histeria en los grandes actings, la violencia, el
discurso sin respuesta del Otro, cierto alocamiento.

Una de las claves que da Lacan para pensar la histeria por fuera de las conversiones es que lo que caracteriza a
la histeria es el deseo insatisfecho. Que el analista sepa responder al deseo insatisfecho, el deseo insatisfecho no
es más que un vehículo para decir el inconsciente. El deseo insatisfecho se relaciona con la falta de significante
para decir qué es una mujer y aquí estamos en el centro de la histeria. Cuando decimos que el lenguaje no puede
decir todo, una de las cosas que no puede decir es: ¿qué es una mujer?, tiene un significante, el falo, pero deja
sin decir algo. El deseo insatisfecho es la manera en que aparece hablado en la histeria este imposible de decir
que es la mujer. Cualquier respuesta dejará insatisfecha a una mujer, no hay respuesta que pueda satisfacer el
deseo, en tanto el deseo es vehículo de esta falta de significante.

El deseo no es de esto o de aquello, el deseo inconsciente surge de la falta en el Otro, falta en el Otro para decir
esto, para decir todo el ser. El deseo no es el deseo de ningún tener, una de las formas en que la sociedad
postmoderna intenta suplir esta falta en el Otro para decir el ser, intenta decir que el ser es igual al tener y con
este tener pretende dar cuenta del ser. Esta cuestión va a ser denunciada por la histeria, la insuficiencia del
tener para decir de su ser. Puede darse una cuestión beligerante de la histeria en relación al otro pero también
depende de cierta posición del otro, cuando pretende responder a lo que ella demanda en el terreno de tener.

Esta incompletud de la palabra para decir el ser, no se satisface ni siquiera con el significante del falo. De allí
que la histeria esté buscando otras palabras que nombren ese deseo. Podrá ser en sus fantasmas una puta o una
dama, o las dos, con ellas intenta nombrar esa falta, nombrarse por la palabra de amor o por la palabra de
injuria.

Esta incompletud no es llenada por ninguna de estas dos figuras y la dejará siempre con la sensación de que
siempre está carente de algo y su deseo siempre la llevará a pensarse como completa en la otra mujer.

Es por esta mujer que tendría la completud que ella no tiene, o de ese otro lugar, ese otro hombre. Así se
constituye la interrogación que esto supone para la histeria, este estar allí donde no se está es una forma de
interrogar al otro.

Es una pregunta al otro en su deseo, puede entenderse como un no voy a estar ahí donde está él para que sea
necesario que me busque.

La insatisfacción es el malestar de la histeria. El padre, el Otro que no existe pero que se lo inventa la gente es el
centro de este conflicto. En esta búsqueda del ser, puede aparecer como seductor o como represor. Para Freud el
padre era siempre traumático. Era la figura imaginaria a través de la cual se sostenía que había un Otro que
traía una sexualidad que en tanto era innombrable, era traumática.

Una vez producida esa represión, como falta en ser, son necesarias estas imágenes para tratar de dar sentido a
esa falta.

Es muy importante un padre aunque degradado, desvalorizado, carente, eso sostiene algo que es defensivo
respecto de la angustia y la depresión que es el trasfondo de la histeria. El deseo insatisfecho es una defensa
frente a la angustia y a la depresión. Por eso la figura paterna si no existiera, el Edipo hay que inventarlo.

Este padre será buscado como garante de una identidad fálica, siempre insegura, algo en peligro de
desconstituirse. Esto le da precariamente una identidad y la salva de los estragos maternos. El deseo
insatisfecho es en tanto dirigido al padre, a lo imposible del padre, el vehículo imposible del goce.

El deseo insatisfecho tapa la imposibilidad de un goce sin significación que no cesará de buscar. Para eso
necesita la matriz edípica y el falo, es necesario que parte de la estructura funcione.
Se busca a través de partenaires distintos, profesiones distintas, maneras de hablar, instituciones.

Amigas: a compartir la falta!

Los síntomas de la histeria de hoy muestran los desencuentros entre el amor, el deseo y el goce.

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