Sei sulla pagina 1di 4

Año Santo de la Misericordia y Vida

Consagrada
P. Ssimbwa Lawrence

Ante la realidad de terremotos, guerras, hambre, terrorismo, desplazamientos,


matanzas, venganza, violencia en el mundo, muchos no dejan de dudar la
presencia de Dios cuando acontece toda esa crueldad. Se nota con constancia
el aumento de las personas que perpetúan el mal, en algunos casos, utilizando
y sacando provecho del nombre de Dios. Se nota, casi en todos los rincones del
mundo, la indiferencia con los más vulnerables de la sociedad: pobres,
inmigrantes, habitantes de la calle, entre otros. Se percibe, a raíz de eso, un
sinnúmero de personas que han dejado de creer en que, realmente Dios puede
seguir siendo misericordioso con aquellos que protagonizan lo maléfico. En
situaciones de esa índole, lo más inmediato que se esperaría es llevar a cabo la
perspectiva legalista y vengativa sobre aquellas personas catalogadas de
“perniciosas”. Se piensa siempre en la aplicación de la justicia retributiva sobre
los considerados transgresores de lo acostumbrado. Rara vez, se piensa e
imagina en mirar al otro con ojos de misericordia. Esa realidad que caracteriza
la mayoría de las personas, muestra que el término “misericordia” casi está
ausente entre las palabras que utilizamos en el diario vivir de nuestra
existencia.

A pesar de las debilidades del ser humano, Dios nunca ha cesado de ser
misericordioso. A lo largo de la historia, Dios ha mostrado su misericordia sobre
el hombre y la mujer de cada época. Desde Adán hasta el recién nacido, Dios
es el mismo misericordioso. Del norte al sur, del oeste al este, su identidad
nunca cambia. Su ser es misericordia y ésta es su atributo divino. Él siempre es
rico en misericordia (Sal, 136). Jesucristo, único Salvador del mundo, es el
rostro misericordioso de Dios (Ef 2, 4): “El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre” (Jn 14,9). Aquí vemos que la misericordia siempre “expresa el
comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad
para examinarse, convertirse y creer”[1].

Para ello, el 8 de diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción


de la Virgen María, el papa Francisco oficialmente inauguró el Jubileo
Extraordinario de la misericordia. Este año santo es un “tiempo propicio para la
iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes”[2].
La vivencia del Jubileo de la misericordia es para recordar a los cristianos su
participación en el ser misericordioso de Dios. Así que, todo está dirigido para
que los seguidores de Cristo puedan experimentar este año santo “como un
momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual”[3].

Este Jubileo de la misericordia nos ofrece un momento dorado para hacer un


giro gigantesco en nuestra forma de pensar, actuar y relacionarnos con los
demás. Pues, “¡este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el
tiempo para dejarse tocar el corazón”[4]. El santo padre nos exhorta a que,
experimentemos un cambio de mentalidad respecto a la misericordia, pues
“seguir como estáis es solo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La
verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis”[5]. Es claro que
este año de misericordia será de gran importancia en la medida en que
acontezca un cambio en todas las dimensiones de nuestra vida.

Misericordia, vocación de los consagrados y consagradas

La vida consagrada siempre se coloca al servicio del Reino de Dios. La


importancia de ella se radica en la “sobreabundancia de gratuidad y de amor,
tanto más en un mundo que corre el riesgo de verse asfixiado en la confusión
de lo efímero”[6]. La vida religiosa como condición de vida, no es otra cosa que
la re-presentación del modo de vivir de Cristo. Es una re-presentación porque
presenta de nuevo, perpetua, y prolonga a Cristo virgen, pobre y obediente
aquí en el mundo. Lo que Cristo vivió se representa en el mundo a través de la
vida consagrada. La consagración religiosa hace que los consagrados y
consagradas se vuelvan personas más cercanas a Jesucristo. Con el testimonio
de su vida resumido en la vivencia de los consejos evangélicos, ellos perpetúan
y presentan de nuevo las virtudes, la actuación y el pensamiento de Cristo ante
los hombres y mujeres de cada época. Cristo se perpetúa a través de ellos y
éstos tienen el cometido de presentarlo ante el mundo a través de su
consagración.

La misión que Jesús recibió del Padre ha sido de revelar el misterio del amor
divino en plenitud. De hecho, “en Él todo habla de misericordia”[7]. La
misericordia de Jesucristo es evidente desde la encarnación hasta su entrega
salvífico en la cruz. De igual manera, la compasión del Salvador del mundo
está muy explícita en su ministerio público. Jesucristo muestra su misericordia
a los cansados y extenuados (Mt 9, 36), a los enfermos (Mt 14, 14), a los
hambrientos (Mt 15, 37). Nadie puede descartar el hecho de que, por la
misericordia pasaba a la otra orilla para anunciar a los de allá el Evangelio de
salvación. En fin, lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era otra
cosa, sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y
respondía a sus necesidades más reales[8]. Es claro que la misericordia es la
dimensión fundamental de la misión de Jesucristo.

La vida consagrada como estilo de vida que representa el ministerio


misericordioso de Jesús en el mundo, tiene un papel enorme para jugar en este
Jubileo de la misericordia. Los consagrados estamos llamados a vivir y mostrar
la misericordia sobre los demás “porque a nosotros en primer lugar se nos ha
aplicado la misericordia”[9]. Así como Jesucristo, el que nos eligió es
misericordioso, “así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos
con los otros”[10].

La vocación a la vida consagrada es de pura misericordia. Somos consagrados,


no porque lo merecemos, sino, porque Jesucristo nos llamó y nos escogió por
iniciativa suya y, por su mirada misericordiosa se fijó en nosotros. El ejemplo
patente de esta realidad es la vocación de Mateo. Jesús cuando pasaba delante
de la mesa de los impuestos, sus ojos se fijaron sobre Mateo (Mt 9, 9). No hay
lugar a dudas que, “era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los
pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo
escoge a él, el pecador y publicano para que sea uno de los doce”[11]. Por
misericordia, Jesús eligió a Mateo para que hiciera parte de su discipulado. Por
su misericordia escogió a los consagrados para que fueran testigos e
instrumentos de misericordia y consolación entre muchos hombres y mujeres
agobiados de varias circunstancias de la vida. Los religiosos, por su vocación,
son misioneros de la misericordia de Dios para el mundo, que parece que haya
perdido la importancia y el sentido de este aspecto. Es una vocación que se
recibe gratuitamente, así que gratis lo deben dar (Mt 10, 8) para que todo en
Cristo tengan vida (Jn 3, 15).

En este año santo de la misericordia, los consagrados están invitados a


“alcanzar la mente y el corazón de toda persona”[12]. Deberían ser los
primeros en tener la convicción de que la misericordia es “la viga maestra que
sostiene la vida de la iglesia”[13], y la de todos los cristianos. Actualmente, el
mundo está lleno de casos de inclemencia y para ello, se anhela el testimonio
de la misericordia de Dios. Son muchas las personas que han perdido la
esperanza por pensar que Dios ha sido cómplice en su sufrimiento. Es la
vocación de los consagrados mostrar ese rostro misericordioso de Dios que
nunca deja de irradiarse sobre el ser humano, incluso en momentos más
dramáticos de su existencia.

En la historia del cristianismo, ha habido un sinnúmero de santos y beatos que


Dios ha utilizado como instrumentos para mostrar su misericordia infinita al
mundo. El listado de ellos es infinito, pero no se puede dejar de destacar el
ejemplo de la beata madre Teresa de Calcuta, santa Faustina Kowalska, san
Pedro Claver, entre otros. Se trata de hombres y mujeres de la época moderna,
que han dado el testimonio de la misericordia de Dios a sus semejantes. Los
santos y beatos entendieron que no se podía separar la consagración de la
misericordia. La consagración religiosa hace que seamos instrumentos de la
misericordia de Dios ante muchas personas que se encuentran en desilusión.
Dios nos utiliza a nosotros como su lápiz para sellar la compasión en el corazón
de muchos hombres y mujeres que lo buscan con sinceridad.
Como misioneros de la misericordia de Dios, es cometido de los consagrados
concientizar a los demás a descubrir la verdad de la misericordia inscrita en
sus corazones, para que “la iglesia de nuestro tiempo adquiera conciencia más
honda y concreta de la necesidad de dar testimonio de la misericordia de Dios
en toda su misión”[14]. Es tarea de los religiosos hacer que el mundo vuelva a
creer en la misericordia de Dios. Nuestra consagración nos hace “dar
testimonio de la misericordia de Dios revelada en Cristo, en toda su misión de
Mesías profesándola principalmente como verdad salvífica de fe necesaria para
una vida coherente con la misma fe, tratando después de introducirla y
encarnarla en la vida bien sea de sus fieles, bien sea, en cuanto posible, en la
de todos los hombres de buena voluntad”[15].

[1] Francisco, Misericordiae Vultus, Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la


Misericordia, 21.
[2] Ibid., 3. [3] Ibid., 3. [4] Ibid., 19. [5] Ibid., 19 [6] Juan Pablo II, La Vida Consagrada, 105.
[7] Francisco, Misericordiae Vultus, 8. [8] Cfr. Ibid., 8. [9] Ibid., 9. [10] Ibid., 9. [11] Ibid., 8.
[12] Ibid., 12. [13] Ibid., 10. [14] Juan Pablo II, Carta Encíclica, Dives in Misericordia, 12.
[15] Ibid., 12.

Para pensar:
En lo que va del año jubilar de la Misericordia, en los diversos encuentros y
retiros, ¿ha cambiado, tu concepto o crecido, sobre qué significa la misericordia
de Dios?
¿Cómo religioso, tu estilo de vida representa, muestra, el ministerio
misericordioso de Jesús?
¿Cómo muestras, en las circunstancias tan difíciles que sufre el país, en tu
mismo lugar de vida, el rostro misericordioso de Dios?
¿En tu lugar de trabajo, pastoral, haces tomar conciencia en la gente a
descubrir la verdad de la misericordia inscrita en su corazón? ¿Cómo?
¿En tu comunidad salvatoriana, has podido, vivir este año de la Misericordia?
¿Cómo?

Potrebbero piacerti anche