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PARTICIPACION CIUDADANA

I. ETIMOLOGIA

La palabra participación[8] deriva del latín participatio-onis y significa “Acción y


efecto de participar; aviso, parte o noticia que se da a alguien”. La
palabra ciudadano significa “Persona considerada como miembro activo de un
Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes”.
Para Cabellas[9], ciudadanía es “Cualidad de ciudadano; vínculo político que une
a un individuo con el Estado; ya por nacimiento, ya por la voluntad o residencia
prolongada. También es el “Conjunto de derechos y obligaciones de carácter
político” o el “Comportamiento digno, noble, liberal, justiciero y culto que
corresponde a quien pertenece a un Estado civilizado de nuestros tiempos”.

II. ASPECTO CONCEPTUAL

En la década pasada, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-


Sede Chile, realizó el Seminario Conceptual sobre Participación
Ciudadana, que se efectuó en Santiago el 30 de julio de 1997. En esa reunión se
abordó sobre la definición conceptual del término “participación
ciudadana”, enfatizándose que al hablar de participación se referían al desarrollo
de capacidades ciudadanas para incidir, en forma individual y colectiva, como
clientes, como consumidores, como sujetos portadores de derechos. Decían que
ese era: “Un hecho profundamente democrático, porque estamos hablando de un
cierto campo que se arrebata al monopolio de los partidos, por un lado, y por otro,
es un modo de acotar -porque no se deben eliminar- la fuerza y el peso de los
poderes fácticos, reiterando que la participación ciudadana es un tema substancial,
porque en Chile se tiene un Estado con bastante iniciativa, un mercado bastante
dinámico, pero una sociedad bastante inerte”.
En México, Constantino Toto[10], expresa que: “Por regla general, cuando se habla
de participación ciudadana, inmediatamente se tiende a referirla al estrecho
ámbito del ejercicio del sufragio y al cumplimiento de un conjunto de obligaciones
que constituyen el marco de referencia más general de las relaciones entre
individuos y sistema político”. Refiere el autor que una de las preocupaciones
clásicas de la reflexión politológica y de la sociología política ha sido la búsqueda y
exploración de los mecanismos de inclusión de los individuos, en tanto miembros
de una comunidad política dada, en la gestión, el control y la toma de decisiones
que generan esquemas vinculantes.
Para Mellado Hernández[11], la participación ciudadana es: “Una actividad
orientada a la elección de los gobernantes, pero no sólo se concreta a ello sino que
también contribuye a influir en las decisiones que éstos toman en nombre de la
sociedad, al mismo tiempo que ayuda para aportar ideas que contribuyan para
llevar a cabo de una manera satisfactoria sus demandas. La noción de participación
ciudadana se reserva a la relación que existe entre los individuos y el Estado,
relación que pone en juego el carácter público de la actividad estatal”.
Añade que la “Participación cotidiana del ciudadano en decisiones y ejecución de
las mismas que atañen a su vida cotidiana es la democracia participativa”. Por
esa razón, refiere que la participación es un componente central de la democracia,
pues suele considerarse que el primer escalón de la misma es el voto, en tanto
derecho universal de los ciudadanos a elegir a sus representantes, la participación
agrega a esta forma de gobierno su capacidad de ser gobierno de todos los
ciudadanos”.
Atendiendo a tales razones, podemos colegir que la participación ciudadana no
reemplaza la participación política, sino que tiene objetivos y acciones diferentes
que otorgan un sentido pleno al concepto de ciudadanía; es decir, que más allá del
derecho al voto, los habitantes serán ciudadanos en tanto tengan acceso a bienes
y servicios básicos, algunos reconocidos como derechos constitucionales.
En síntesis, se puede afirmar que la participación ciudadana vendría a ser la
capacidad que tiene la sociedad de involucrarse en la cosa pública para aumentar
su grado de influencia en los centros de decisión y ejecución, respecto a las
materias que son de su interés; aunque en nuestro país se observa un desinterés
por no participar en los asuntos públicos, lo que puede deberse al creciente
desprestigio de las Instituciones y de los propios Partidos Políticos. El sondeo de
opinión elaborado por el IOP[12] nos puede dar una idea de la situación que vive el
país:
III. LA PARTICIPACION CIUDADANA EN LAS SOCIEDADES MODERNAS

¿Pero cómo funciona esa participación en las sociedades modernas? Diremos que
funciona de acuerdo con el entorno político y con la voluntad individual de quienes
deciden participar y que no hay recetas porque en cada país la participación adopta
formas distintas. La respuesta podría considerar los motivos individuales de cada
una de las personas que, en un momento dado, toman la decisión de participar en
los asuntos públicos. Pero también se tendría que tomar en cuenta las condiciones
políticas que rodean esa participación: Las motivaciones externas que empujan o
desalientan el deseo de formar parte de una acción colectiva, y el entramado que
forman las instituciones políticas de cada nación. La participación entendida como
una relación “operante y operada”, como lo diría Hermann Heller[13], entre la
sociedad y el gobierno:Entre los individuos de cada nación y las instituciones que le
dan forma al Estado.
Albán Peralta[14], sobre el derecho de participación ciudadana, opina que:
“Constituye un derecho fundamental recogido en la Constitución de 1993, y como
tal un derecho de los individuos frente al Estado”. Agrega que resulta inconcebible
una democracia que desconozca a los ciudadanos su “Derecho a intervenir en los
distintitos ámbitos de la esfera pública, no solo porque ello resulta una manifestación
directa de la dignidad humana, sino porque tal participación supone una garantía
indispensable para la realización de otros derechos fundamentales y condición
básica para el control de la actuación del Estado”.
Puede decirse, entonces, que en el ámbito político el derecho de participación
ciudadana faculta a las personas para intervenir en la formación de la voluntad
estatal y en los órganos e instituciones del Estado, lo que comprende el derecho a
elegir y ser elegido, así como recurrir a mecanismos de participación directa de
remoción o revocación de autoridades, iniciativa legislativa y referéndum.
También hay que destacar que la participación ciudadana y en particular la
participación política constituyen derechos humanos reconocidos en diversos
instrumentos internacionales, como es la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que fue incorporada al ordenamiento jurídico por Resolución Legislativa
Nº 13282 de fecha 19 de diciembre de 1959 y cuyo artículo 21º expresa que:”Toda
persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por
medio de representantes libremente elegidos”.
Incluso, el artículo 30º de dicha Declaración Universal estatuye que: “Nada en la
presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho
alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar
actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos
y libertades proclamados en esta Declaración”[15].

En el caso del Perú, al haberse producido un autogolpe de Estado en 1992, y con


la finalidad de dar muestras de ser no ser un gobierno autoritario, el Gobierno de
turno promulgó la Ley Nº 26300, Ley de los Derechos de Participación y Control
Ciudadano (1994), la cual supuestamente facultaba a los ciudadanos ha ejercer los
derechos siguientes:

a) Iniciativa de Reforma Constitucional;


b) Iniciativa en la formación de las leyes;
c) Referéndum;
d) Iniciativa en la formación de dispositivos municipales y regionales; y,
e) Otros mecanismos de participación establecidos por la presente ley para el
ámbito de los gobiernos municipales y regionales.
Respecto a derechos de control de los ciudadanos, establecía:
a) Revocatoria de Autoridades,
b) Remoción de Autoridades;
c) Demanda de Rendición de Cuentas; y,
d) Otros mecanismos de control establecidos por la presente ley para el ámbito de
los gobiernos municipales y regionales.
No ajeno a su naturaleza, y dadas la intenciones de perpetuarse en el poder, el
Gobierno de entonces promulgó las Leyes Nº 26592 y 26670, que restringieron el
derecho al referéndum, normando que solo procedía si el pedido contaba con los
dos quintos del número legal de Congresistas (38 legisladores). Recuperada la
democracia, en el año 2001, se promulgó la Ley Nº 27520, que dispuso se restituya
la plena vigencia de la Ley Nº 26300, Ley de Participación y Control Ciudadano, es
decir que se eliminaron las cortapisas para que los ciudadanos puedan ejercer su
derecho de participación libremente.
Y, como tener una democracia auténtica? Sobre el punto, Cedeño
Araujo[16] plantea una tesis referente a los principios fundamentales que debe
tener toda auténtica democracia: “La interrelación del ser humano con las
instituciones socio-políticas del Estado originó la existencia del ciudadano. Las
relaciones entre el ciudadano y el Estado comprometen beneficios mutuos. El
ciudadano se compromete a respetar las leyes y el Estado a garantizar con estas
leyes los derechos del ciudadano”. Por tanto, afirma que “Si el Estado no garantiza
la protección de los derechos del ciudadano, estaría incurriendo en violación de los
fundamentos esenciales de la democracia”.
Conceptúa que: “Es el pueblo el que hace al Estado y no el Estado el que hace al
pueblo. No es lo mismo entender el ideario del predominio del Estado-Pueblo como
el principio y el fin fundamental de la democracia; que creer que el Gobierno de
turno, por haber sido elegido al amparo de las ideas de la democracia, pueda
sustituir al Estado Pueblo”. Para una mejor comprensión de su tesis, define
al Estado-Pueblo como: “La comunidad de mujeres y hombres en condición de
ejercer con libertad el derecho de la autodeterminación.[17] El Estado Pueblo
debe garantizar el imperio de la equidad de los deberes y derechos políticos que
permita ejercitar el derecho del sufragio para elegir al Gobierno que los represente
y resuelva la problemática de la gobernabilidad con una coherente política tributaria
y con una administración honesta de la hacienda pública, a fin de gobernar con
equidad y justicia, para cumplir y hacer cumplir los deberes y los derechos
contractuales de toda la ciudadanía, sin distinciones jerárquicas, ideológicas,
religiosas, sociales, económicas u otras”.
Norberto Bobbio[18], por ejemplo, ha escrito que la verdadera democracia de
nuestros días ha dejado de cumplir algunas de las promesas que se formularon en
el pasado y ha culpado a los partidos políticos de haberse convertido en una de las
causas principales de esa desviación. Pero antes que él, otros intelectuales ya
habían advertido sobre la tendencia de los partidos a convertirse en instrumentos
de grupo más que en portadores de una amplia participación ciudadana. Y ahora
mismo, uno de los problemas teóricos y prácticos de mayor relevancia en las
democracias occidentales consiste en evitar que las grandes organizaciones
partidistas se desprendan de la vida cotidiana de los ciudadanos. Al final del siglo
XX, han vuelto incluso los debates sobre los mandatos imperativos que
acompañaron el surgimiento de los primeros atisbos de democracia. Y han nacido
también dudas nuevas sobre el verdadero papel de los partidos políticos como
conductores eficaces de las múltiples formas de participación ciudadana que se
han gestado en los últimos años. De ahí, que no pocos autores hayan acabado por
contraponer los términos de representación y de participación como dos vías
antagónicas en la construcción de la democracia. ¿Pero realmente lo son?
Para Cedeño, la democracia para estos tiempos exige que el pueblo ejercite una
auténtica participación[19] y predominio soberano en el gobierno político del Estado.
Exhorta que: “Si la familia no aprende a vivir en democracia, la sociedad jamás
aprenderá a cultivar una auténtica democracia participativa. La población
prodemocrática debe promover programas de enseñanza escolarizada y no
escolarizada que enseñen los principios básicos de políticas comparadas que
liberen al educando de los colegios y universidades del vil resentimiento de los
politicastros que no admiten ni respetan el triunfo de los elegidos democráticamente
por el Estado Pueblo. Es necesario que nuestras juventudes se capaciten y
desarrollen una responsable concienciación de valores morales, éticos y cívicos del
electorado para compartir responsabilidades en las organizaciones cívicas -sin
obedecer consignas partidistas- para participar progresivamente como buen
vecino”. Finaliza sentenciado que: “Una democracia auténtica para estos tiempos
debe ser el sistema de gobierno que consagre permanentemente la soberanía
del Estado Pueblo sobre el Gobierno elegido”.

En cuanto a los estímulos para que una persona participe en los asuntos
colectivos, Merino[20] dice: “Es verdad que mientras más estímulos políticos reciba
una persona de su entorno inmediato, más inclinaciones tendrá a participar en
asuntos colectivos y más profunda será su participación. Pero esto no significa que
esos estímulos producirán una especie de reacción automática de los individuos:
para que se produzca la participación, es imprescindible que haya una relación entre
ellos y las necesidades, las aspiraciones o las expectativas individuales”.
Al mismo tiempo, el autor recomienda tener en cuenta que, aunque esa relación
opere con claridad, un exceso de estímulos puede causar un efecto contrario a la
voluntad de participar, como lo han sostenido otros autores, que subrayan la
relevancia de este punto: Estimular la participación no significa saturaría de
mensajes y discusiones, sino hacer coincidir sus intereses individuales con un
ambiente propicio a la participación pública.
En ese sentido, estimamos que el Foro del Acuerdo Nacional, creo el Grupo de
Gobernabilidad (2005) con el propósito de reflexionar sobre los múltiples factores
que inciden en la gobernabilidad democrática y elaborar propuestas que contribuyan
a fortalecerla. Las Propuestas Generales fueron:
1.1.- Esta tarea, que compete al gobierno, a los partidos políticos y a la
sociedad civil, incluyendo en ésta a los medios de comunicación, requiere el
logro de la cohesión social indispensable para la estabilidad institucional. Si
bien las políticas de Estado, el Pacto de Mediano Plazo por la Inversión y el Empleo,
el Pacto Social de Compromisos Recíprocos por la Educación y, en general, los
diferentes acuerdos adoptados por el Foro, constituyen aportes en la dirección
señalada, el Grupo de Gobernabilidad considera necesario proponer diversos
mecanismos que
1.2.- En ocasiones, el descontento con relación a la democracia se debe a un
inadecuado nivel de información sobre cómo y con qué propósitos se
ejecutan las políticas públicas o se toman decisiones en los poderes del
Estado. Por ello se debe tomar en cuenta las percepciones sociales sobre diversos
asuntos, por ejemplo, la relación entre la inversión privada y la satisfacción de
demandas sociales; la prevención y resolución de conflictos que afectan el orden
público; la relación entre la demanda urgente y la capacidad de gasto público; el
conflicto entre la medicina occidental y la medicina tradicional, entre otros.
1.3.- Otro elemento, que gravita en el descontento es el incumplimiento de las
promesas. Se trata tanto de las realizadas durante las campañas electorales, como
de aquellas que las autoridades realizan como medio de resolver coyunturalmente
algún reclamo.
1.4.- El clima de desconfianza predominante está asociado a la falta de
transparencia y a la corrupción. Estas afectan al sistema político y sus decisiones
y actividades, particularmente en el ámbito económico, bajo las formas de
contrabando, narcotráfico, evasión tributaria, contratos fraudulentos y amañados y
patrocinio indebido de intereses privados.
1.5.- Debe promoverse la participación ciudadana en los asuntos
públicos. Debe fortalecerse y hacer más viables los mecanismos que han
demostrado ser eficaces, como la elaboración de presupuestos participativos, la
rendición de cuentas, la remoción de autoridades regionales y locales, entre otros.
1.6.- Es necesario que la política recupere credibilidad, una obligación que no
sólo corresponde a los políticos. Esto será resultado no sólo de actos personales
sino de una modificación sustancial de la cultura política con un alto componente
ético, que tome en cuenta al ciudadano como ser humano y que obligue a acciones
como: No prometer lo que no se puede cumplir, garantizar tanto el derecho a
protestar como el de libre tránsito, aplicar mecanismos de solución concertada de
las demandas sociales, combatir la demagogia populista que se expresa en la
formulación tanto de ofrecimientos como de demandas sin sustento, adoptar
decisiones racionales y sostenibles, entre otras.
Parafraseando a César Vallejo, tendremos que decir: Hay hermanos, muchísimo
que hacer; para entender la dinámica de la democracia, pero un hecho irrefutable
es que, sin la participación ciudadana, sencillamente la democracia no existiría.

IV. LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL PERÚ


La participación, por parte de la sociedad civil, en los asuntos públicos de nuestro
país es un derecho fundamental, reconocido por los tratados y pactos
internacionales suscritos por el Estado, los cuales establecen que toda persona
tiene derecho a participar en los asuntos públicos de su país, tal como lo habíamos
mencionado en la parte introductoria. Por su parte, la Constitución Política del Perú
de 1993 reconoce los derechos de los ciudadanos a participar en los asuntos
públicos del Estado. Es por ello que, a lo largo de los años, se han venido
instituyendo y regulando diversos mecanismos o instituciones para que las
personas puedan participar en la toma de decisiones del Estado. Tal como lo indica
la doctrina especializada: “La participación ciudadana en los asuntos públicos
constituye un derecho fundamental cuyo ejercicio ha ido afirmándose y
extendiéndose a lo largo de los años. Este proceso se expresa también en las
múltiples formas en que la legislación nacional reconoce, regula y garantiza la
intervención ciudadana en cada una de las fases de las políticas públicas”. Vimos
que la participación ciudadana es definida como un conjunto de sistemas o
mecanismos por medio de los cuales los ciudadanos, es decir, la sociedad civil en
su conjunto, pueden tomar parte de las decisiones públicas, o incidir en las mismas,
buscando que dichas decisiones representen sus intereses, ya sea de ellos como
particulares o como un grupo social. La Constitución Política del Perú no solo
introduce el derecho a la participación en los asuntos públicos de los ciudadanos,
sino que menciona a su vez una serie de mecanismos y/o formas por las cuales las
personas pueden participar en los asuntos públicos. En ese sentido, “la participación
ciudadana incluye una gama amplia de posibilidades para su ejercicio: desde la
forma más elemental de participación, que se produce a través del voto o ejercicio
del sufragio (derecho a elegir y a ser elegido) hasta el reconocimiento de que los
ciudadanos y ciudadanas tienen la capacidad de intervenir en el ejercicio y la
dirección de los asuntos públicos, tal como lo establecen tanto la Convención
Interamericana de Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de Naciones Unidas”. La participación ciudadana en la toma de
decisiones públicas es un sistema importante para el desarrollo democrático del
Estado. No obstante, en nuestra sociedad es una dimensión relativamente nueva
para el sistema político peruano, la misma que también “es entendida como un
proceso de concertación, negociación y vigilancia entre la sociedad y las
autoridades democráticamente constituidas. Más allá de experiencias e iniciativas
puntuales, la política peruana se ha caracterizado por la exclusión de la población,
por su nula transparencia y por una relación clientelista con la sociedad”. En la
práctica, si bien se han sentado las bases para la participación ciudadana en la toma
de decisiones estos mecanismos no han sido muy utilizados, o en algunos casos,
mal utilizados. Es decir, algunos de los mecanismos de participación son usados en
beneficios de determinadas personas o grupos sociales para aprovecharse de la
figura en busca de sus propios intereses. Pero, se debe tener presente que “la
participación y la concertación han surgido como tendencias no sólo en nuestro país
sino que forman parte de una dinámica continental. Se han constituido en aspectos
del debate sobre los enfoques y las estrategias que se pueden llevar a la práctica
para superar los serios problemas de legitimidad que atraviesa la democracia en
nuestros países. En esa perspectiva, la propuesta participativa no es un enfoque
contrapuesto a los mecanismos de la democracia liberal. Por el contrario, puede
ser, junto con otras reformas necesarias, una ruta para responder a sus evidentes
limitaciones mediante su profundización; y no, como parecen creer algunos sectores
conservadores, recortando sus alcances y su contenido”. En ese sentido, los
mecanismos de participación ciudadana, pueden ser útiles para incluir a los
ciudadanos en la toma de decisiones públicas, para fiscalizar la actuación del
gobierno y, entre otras cosas, para superar serios problemas de legitimidad que
atraviesa la democracia participativa en nuestro país, sobre todo dado que en
nuestro país existen pocos partidos políticos organizados. Si bien en nuestra
sociedad existen, en la actualidad, varios partidos políticos, la mayoría de ellos son
forjados o existen en base a un líder o figura jurídica que una vez apartado del
partido hace que este desaparezca. Es importante promover la participación
ciudadana en la toma de decisiones de la esfera pública. Sobre todo, teniendo en
cuenta que la sociedad civil, en su conjunto o en forma particular, es la parte activa
e institucionalizada del Estado. Por tanto, es importante que los ciudadanos
mediante sus aportes y/o críticas ayuden a construir una base firme e importante en
la toma de decisiones públicas. Al respecto, se indica que “la gobernabilidad
democrática exige también, en el campo de los actores, una sociedad civil vigorosa.
Cuando se habla de esfera pública y de sociedad civil, se trata de analizar las
condiciones con las cuales los argumentos racionales y críticos de personas
privadas sobre los asuntos públicos pueden constituir una base firme y autorizada
de la acción colectiva y de la toma de decisiones políticas. La importancia de la
esfera pública (y de la sociedad civil como su parte activa e institucionalizada) radica
en su potencial como modo de integración social mediante el discurso público, que
constituye una forma posible de coordinación de la vida humana, de la misma
manera que el poder del estado y que la economía de mercado”. Finalmente, la
Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la Gestión Pública, suscrita el
2009 señala como mecanismos participativos fundamentales aquellos que permiten
intervenir en las distintas fases de la formulación e implementación de las políticas
públicas, muchos de estos mecanismos participativos han sido implementados en
nuestro país

V. ALGUNOS DE LOS PRINCIPALES MECANISMOS PARTICIPATIVOS EN


LA ACTUALIDAD
5.1 Revocatoria de Autoridades.- La Constitución Política de 1993 establece, en
su Artículo 31° que todos los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos
públicos mediante la revocación de autoridades. Adicionalmente, la Ley de los
Derechos de Participación y Control Ciudadano, estipula en su Artículo 3° (11) que
un derecho de control ciudadano es la revocatoria de autoridades.
La revocatoria es definida como: “una forma de control y cambio cuando las
autoridades no respetan los acuerdos básicos delegados por la voluntad popular;
dejando de contar con el apoyo por diferentes motivos que pueden ser una
deficiencia en el ejercicio de sus funciones hasta cuestionamientos de carácter
ético. No pueden ser revocados el Presidente de la República ni los Congresistas
de la República” (12). Con el mecanismo de la revocatoria pueden ser revocados
los alcaldes, los regidores, así como las autoridades regionales que provengan de
elección popular. El mecanismo de revocatoria ha sido muy usado en nuestro país
sobre todo en distritos rurales. Sobre los proceso de revocatoria es importante
mencionar que “limitado a las autoridades municipales, en sus inicios y ahora
ampliado a los gobiernos regionales. El año 1997 se llevaron a cabo 60 consultas
populares de revocatoria en igual número de municipios, aumentando los pedidos
para tal fin entre ese año y el 2001 en 187. Los procesos de revocatoria se dieron,
por lo general, en distritos rurales de escasa población y con fuerte predominio de
pobreza y extrema pobreza. Algunos analistas interpretan este dato como expresión
del interés ciudadano por una participación efectiva” (13). El mecanismo de la
revocatoria es muy usado en los distritos de escasa población y con predominio de
pobreza. Sobre el particular es importante y coincidimos con lo indicado por el
profesor Martín Tanaka al indicar que: “Puede observarse que el aumento de
procesos de revocatoria ha coincidido con el crecimiento del número de conflictos
sociales entre las autoridades y la población, de modo que facilitar la censura de las
autoridades no asegura la solución a los problemas de representación, y más bien,
en algunos casos, puede acentuar la lucha faccional, la debilidad de los actores
políticos y la inestabilidad de la institucionalidad política. En localidades donde la
competencia política por puestos de representación es muy enconada, en donde
encontramos una multiplicidad de actores políticos con apoyos sociales muy
volubles, los procesos de revocatoria son la extensión de estas rivalidades. Dado
que las autoridades se eligen con porcentajes muy bajos de votación, y cuentan con
escasa legitimidad social entre la población, las acusaciones por corrupción o
malversación de fondos son muy corrientes. Así pues, los procesos de revocatoria
terminan siendo la exacerbación, antes que la solución, de problemas de disputas
facciosas y personales por el acceso a puestos de representación que desbordan
la competencia partidaria y no encuentran otros mecanismos de expresión. Todo
esto muestra claramente por qué facilitar los procesos de revocatoria, por sí solo,
agravaría, no solucionaría los problemas de legitimidad política” (14). El hecho de
que exista un mecanismo que facilita la censura de las autoridades no asegura la
solución a los problemas de representación, sino que produce la debilidad de las
figuras políticas y la inestabilidad de la institucionalidad política, que en nuestro país
ya se encuentra muy debilitada, sobre todo por el hecho que no existen muchos
partidos políticos que tengan una línea política bien definida y en los cuales participe
activamente un gran número de ciudadanos. Esto Adicionalmente, tal como lo indica
el profesor Martín Tanaka, en muchas municipalidades distritales las autoridades se
eligen con porcentajes muy bajos de votación, y cuentan con escasa legitimidad
social entre la población, las acusaciones por corrupción o malversación de fondos
son muy corrientes. Lo cual no hace más que mermar la figura de la revocatoria,
sobre todo en los casos en los cuales es llevada para favorecer los intereses de
algunas personas y no por el bien de la población. Existe un problema adicional la
revocar una autoridad debido que “una vez revocada una autoridad indeseable,
surge un tercer problema: que nada asegura que el reemplazante del alcalde o
presidente regional o regidor o consejero tenga mayor legitimidad política que el
revocado. Dado el contexto de fragmentación y faccionalismo local, la revocatoria
puede terminar expresando no tanto el descontento de la población, sino los
conflictos internos dentro de los consejos regionales o locales” (15). Es importante
que la figura de la revocatoria sea modificada para que sea usada de manera más
eficiente y no para favorecer intereses de un particular o de un grupo de ciudadanos
que lo que les importa es beneficiarse política o económicamente con dicho
mecanismo. Pero, se debe tener presente que la solución no es hacer que el
mecanismo de la revocatoria desaparezca, sino que se debe buscar hacerlo más
eficiente por el bien de la sociedad y del Estado.
5.2 Rendición de Cuentas.- La Constitución Política de 1993 establece, en su
Artículo 31° que todos los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos
públicos y demandar la rendición de cuentas. Es así como, la rendición de cuentas
es “el derecho a interpelar a las autoridades respecto a la ejecución presupuestal y
uso de recursos propios. Procede contra autoridades que pueden ser removidas o
revocadas” (16). Adicionalmente, la demanda de rendición de cuentas también se
encuentra estipulada en la Ley de los Derechos de Participación y Control
Ciudadano.
5.3.Presupuestos Participativos.- “El proceso de Presupuesto Participativo se
define como un mecanismo de asignación equitativa, racional, eficiente, eficaz y
transparente de los recursos públicos, que fortalece las relaciones entre Estado y
sociedad civil, a través de la participación de ésta en el proceso de programación
del presupuesto, el cual se desarrolla en armonía con los PDC de los gobiernos
descentralizados y la fiscalización de la gestión” (17). Por su parte, la Ley de Bases
de la Descentralización establece que los gobiernos regionales y locales deben
incorporar a los presupuestos participativos como instrumentos de gestión pública.
En ese sentido la Ley Marco del Presupuesto Participativo, Ley N° 28056, y su
reglamento indican que “los gobiernos regionales y locales están encargados de
convocar a las organizaciones sociales a participar del presupuesto y que ellos
deben disponer las medidas para identificar y acreditar a los agentes participantes.
Además, el MEF pública instructivos anuales que rigen el proceso de presupuesto
participativo. Por otro lado, se define que los CCR y CCL se deben encargar de
coordinar la programación del presupuesto participativo, con el apoyo del equipo
técnico conformado en el gobierno regional o local” (18).

5.4. Consulta Previa.- La implementación de la Ley de Derecho a la Consulta


Previa a los Pueblos Indígenas u Originarios Ley N° 29785 demandará de la
administración pública en conjunto, un nutrido, clave e imprescindible grupo de
actuaciones, muchas de las cuales permanecerán en su fuero interno y otras (las
que más importan) requerirán de una interacción con los administrados, en el marco
de las normas ordinarias y generales que rigen los procedimientos administrativos.
Así un antecedente importante, que ya citaba los efectos del Convenio (19) y que
representa una evolución en temas ambientales y económicos, es la sentencia
recaída en el Expediente N° 03343-2007-PA/TC, por la que se ordena al Estado
priorizar lo ambiental a lo económico. Al respecto señala la sentencia que: “debe
observarse el Convenio N° 169 de la OIT, sobre los Pueblos Indígenas y Tribales
en países independientes, que reconoce el derecho a la consulta previa y a
participar en la ejecución y evaluación de políticas que los afectan directamente”
(20). Si bien existen otras sentencias del Tribunal Constitucional (N° 022-2009-PI/
TC, N° 024-2009-PI/TC); ahora existe un marco normativo que implementar: (i) la
Ley Nº 29785; (ii) el Reglamento, Decreto Supremo N° 001-2012-MC; y (iii) el
Convenio 169 de la OIT Los elementos que conforman los supuestos de este
procedimiento público de consulta previa son los siguientes: • Desde un punto de
vista subjetivo la norma se refiere a dos sujetos o participantes, por un lado: La
entidad que identifica la potencial iniciativa nociva y que lleva a cabo consulta,
denominada entidad promotora; (ii) los beneficiario del derecho a ser consultados,
que son los pueblos indígenas u originarios. (iii) los inversionistas; (iv) otros
intervinientes; • Desde el punto de vista material, el objeto directo de la acción, sería
el proyecto de decisión del Estado, cuya característica obligatoria es que
representen una afectación directa a los derechos colectivos, la existencia física, la
identidad cultural y calidad de vida o desarrollo de los pueblos originarios o
indígenas. Es así como encontramos a: (i) las iniciativa legislativa; (ii) las iniciativa
administrativa; y (iii) los Planes, programas y proyectos de desarrollo nacional o
regional. A la fecha aún no se ha llevado a cabo un proceso de consulta previa, sin
embargo, la expectativa es muy alta en todos los interesados y especialmente en
los operadores de la norma.

6. CONCLUSIONES • La participación, por parte de la sociedad civil, en los asuntos


públicos de nuestro país es un derecho fundamental, reconocido por los tratados y
pactos internacionales suscritos por el Estado, los cuales establecen que toda
persona tiene derecho a participar en los asuntos públicos de su país. • La
Constitución Política del Perú de 1993 reconoce los derechos de los ciudadanos a
participar en los asuntos públicos del Estado. Es por ello que, a lo largo de los años,
se han venido instituyendo y regulando diversos mecanismos o instituciones para
que las personas puedan participar en la toma de decisiones del Estado. • Entre los
mecanismos de participación ciudadana más conocidos, podemos distinguir a los
siguientes: (i) iniciativa de reforma constitucional; (ii) iniciativa en la formación de las
leyes; (iii) referéndum; (iv) iniciativa en la formación de dispositivos municipales y
regionales; (v) consulta previa; (vi) revocatoria de autoridades; (vii) remoción de
autoridades; (viii) Consejos de Coordinación Regional; (ix) presupuestos
participativos; (x) demanda de rendición de cuentas; (xi) acceso a la información
pública, entre otros. • Tal como lo indica el profesor Martín Tanaka, en muchas
municipalidades distritales las autoridades se eligen con porcentajes muy bajos de
votación, y cuentan con escasa legitimidad social entre la población, las
acusaciones por corrupción o malversación de fondos son muy corrientes. Lo cual
no hace más que mermar la figura de la revocatoria, sobre todo en los casos en los
cuales es llevada para favorecer los intereses de algunas personas y no por el bien
de la población. • Es importante que la figura de la revocatoria sea modificada para
que sea usada de manera más eficiente y no para favorecer intereses de un
particular o de un grupo de ciudadanos que lo que les importa es beneficiarse
política o económicamente con dicho mecanismo. Pero, se debe tener presente que
la solución no es hacer que el mecanismo de la revocatoria desaparezca, sino que
se debe buscar hacerlo más eficiente por el bien de la sociedad y del Estado.

6.BIBLIOGRAFIA

[1] Ministerio de Justicia (2005) Colección Constitucional Peruana, Tomo I, Primera


Edición Oficial, pág. 17.
[2] Ibídem, pág. 163.
[3] La Ley Nº 28611, Ley General del Ambiente, promulgada con fecha 15-10-05,
derogó el Decreto Legislativo Nº 613, que aprobó el Código del Medio Ambiente y
los Recursos Naturales.
[4] Andaluz, Carlos – Valdez, Walter (1999) Código del Medio Ambiente y los
Recursos Naturales, Proterra, Lima, pág. 62.
[5] Ministerio de Justicia, ob. cit. pág, 271.
[6] Gaceta Jurídica S.A. (2006) La Constitución en la Jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, Expediente Nº 0905-2001-AA, Fundamento Jurídico 5, pág. 144.
[7] Ibídem, Expediente Nº 00030-2005-AI, Fundamento Jurídico 22, pág. 324.
[8] Real Academia Española (2001) Diccionario de la Lengua Española, Vigésima
Segunda Edición, España, pág 1145.
[9] Cabanellas Guillermo (1996) Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, Tomo
II, Editorial Heliasta SRL, Buenos Aires, Argentina, pág. 153.
[10] Baca Olamendi, Laura (2000) Léxico de la Política, FLACSO, México, pág. 509-
510.
[11] Mellado Hernández Roberto (2001) Participación Ciudadana Institucionalizada
y Gobernabilidad en la Ciudad de México, Editores Plaza y Valdés, pág. 20-21.
[12] Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica, Encuesta Nacional La
Cuestión Política y la Democracia de fecha 14 de junio del 2008.
[13] Heller, Hermann, Teoría del Estado, Fondo de Cultura Económica, México,
1942.
[14] Albán Peralta, Walter (2005) La Constitución Comentada Análisis artículo por
Artículos, Tomo I, Gaceta Jurídica S.A., pág. 181-183.
[15] Ministerio de Justicia (2001) Constitución Política del Perú y Tratados sobre
Derechos Humanos, Cuarta Edición Oficial, pág. 384.
[16] Cedeño Araujo, Claudio (1998), Una democracia para estos tiempos, Colección
Lucidario Nº 065.
[17] Cedeño Araujo, Claudio (1988), en El Derecho a la Autodeterminación: “La
autodeterminación es un derecho ingénito que se sustenta en el Libre Albedrío que
Lo Dios concedió a todos los seres creados”, Colección Lucidario Nº 32, Pucallpa,
Perú.
[18] Bobbio, Norberto (1986), El futuro de la democracia, Fondo de Cultura
Económica, México, pág. 16-26.
[19] Participación: es el derecho de participar en los asuntos públicos y privados que
implican deberes y derechos compartidos. Los politiqueros y politicastros,
encubiertos en el argumento del “democracia representativa”, han venido
excluyendo al Estado Pueblo del inalienable derecho de participación en la
supervisión y fiscalización de los actos que sus representantes ejecutan sin su
consentimiento.
[20] Merino Huerta, Mauricio (1995) La Participación Ciudadana en Democracia,
Instituto Federal Electoral, Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática,
México.

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