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I. ETIMOLOGIA
¿Pero cómo funciona esa participación en las sociedades modernas? Diremos que
funciona de acuerdo con el entorno político y con la voluntad individual de quienes
deciden participar y que no hay recetas porque en cada país la participación adopta
formas distintas. La respuesta podría considerar los motivos individuales de cada
una de las personas que, en un momento dado, toman la decisión de participar en
los asuntos públicos. Pero también se tendría que tomar en cuenta las condiciones
políticas que rodean esa participación: Las motivaciones externas que empujan o
desalientan el deseo de formar parte de una acción colectiva, y el entramado que
forman las instituciones políticas de cada nación. La participación entendida como
una relación “operante y operada”, como lo diría Hermann Heller[13], entre la
sociedad y el gobierno:Entre los individuos de cada nación y las instituciones que le
dan forma al Estado.
Albán Peralta[14], sobre el derecho de participación ciudadana, opina que:
“Constituye un derecho fundamental recogido en la Constitución de 1993, y como
tal un derecho de los individuos frente al Estado”. Agrega que resulta inconcebible
una democracia que desconozca a los ciudadanos su “Derecho a intervenir en los
distintitos ámbitos de la esfera pública, no solo porque ello resulta una manifestación
directa de la dignidad humana, sino porque tal participación supone una garantía
indispensable para la realización de otros derechos fundamentales y condición
básica para el control de la actuación del Estado”.
Puede decirse, entonces, que en el ámbito político el derecho de participación
ciudadana faculta a las personas para intervenir en la formación de la voluntad
estatal y en los órganos e instituciones del Estado, lo que comprende el derecho a
elegir y ser elegido, así como recurrir a mecanismos de participación directa de
remoción o revocación de autoridades, iniciativa legislativa y referéndum.
También hay que destacar que la participación ciudadana y en particular la
participación política constituyen derechos humanos reconocidos en diversos
instrumentos internacionales, como es la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que fue incorporada al ordenamiento jurídico por Resolución Legislativa
Nº 13282 de fecha 19 de diciembre de 1959 y cuyo artículo 21º expresa que:”Toda
persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por
medio de representantes libremente elegidos”.
Incluso, el artículo 30º de dicha Declaración Universal estatuye que: “Nada en la
presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho
alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar
actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos
y libertades proclamados en esta Declaración”[15].
En cuanto a los estímulos para que una persona participe en los asuntos
colectivos, Merino[20] dice: “Es verdad que mientras más estímulos políticos reciba
una persona de su entorno inmediato, más inclinaciones tendrá a participar en
asuntos colectivos y más profunda será su participación. Pero esto no significa que
esos estímulos producirán una especie de reacción automática de los individuos:
para que se produzca la participación, es imprescindible que haya una relación entre
ellos y las necesidades, las aspiraciones o las expectativas individuales”.
Al mismo tiempo, el autor recomienda tener en cuenta que, aunque esa relación
opere con claridad, un exceso de estímulos puede causar un efecto contrario a la
voluntad de participar, como lo han sostenido otros autores, que subrayan la
relevancia de este punto: Estimular la participación no significa saturaría de
mensajes y discusiones, sino hacer coincidir sus intereses individuales con un
ambiente propicio a la participación pública.
En ese sentido, estimamos que el Foro del Acuerdo Nacional, creo el Grupo de
Gobernabilidad (2005) con el propósito de reflexionar sobre los múltiples factores
que inciden en la gobernabilidad democrática y elaborar propuestas que contribuyan
a fortalecerla. Las Propuestas Generales fueron:
1.1.- Esta tarea, que compete al gobierno, a los partidos políticos y a la
sociedad civil, incluyendo en ésta a los medios de comunicación, requiere el
logro de la cohesión social indispensable para la estabilidad institucional. Si
bien las políticas de Estado, el Pacto de Mediano Plazo por la Inversión y el Empleo,
el Pacto Social de Compromisos Recíprocos por la Educación y, en general, los
diferentes acuerdos adoptados por el Foro, constituyen aportes en la dirección
señalada, el Grupo de Gobernabilidad considera necesario proponer diversos
mecanismos que
1.2.- En ocasiones, el descontento con relación a la democracia se debe a un
inadecuado nivel de información sobre cómo y con qué propósitos se
ejecutan las políticas públicas o se toman decisiones en los poderes del
Estado. Por ello se debe tomar en cuenta las percepciones sociales sobre diversos
asuntos, por ejemplo, la relación entre la inversión privada y la satisfacción de
demandas sociales; la prevención y resolución de conflictos que afectan el orden
público; la relación entre la demanda urgente y la capacidad de gasto público; el
conflicto entre la medicina occidental y la medicina tradicional, entre otros.
1.3.- Otro elemento, que gravita en el descontento es el incumplimiento de las
promesas. Se trata tanto de las realizadas durante las campañas electorales, como
de aquellas que las autoridades realizan como medio de resolver coyunturalmente
algún reclamo.
1.4.- El clima de desconfianza predominante está asociado a la falta de
transparencia y a la corrupción. Estas afectan al sistema político y sus decisiones
y actividades, particularmente en el ámbito económico, bajo las formas de
contrabando, narcotráfico, evasión tributaria, contratos fraudulentos y amañados y
patrocinio indebido de intereses privados.
1.5.- Debe promoverse la participación ciudadana en los asuntos
públicos. Debe fortalecerse y hacer más viables los mecanismos que han
demostrado ser eficaces, como la elaboración de presupuestos participativos, la
rendición de cuentas, la remoción de autoridades regionales y locales, entre otros.
1.6.- Es necesario que la política recupere credibilidad, una obligación que no
sólo corresponde a los políticos. Esto será resultado no sólo de actos personales
sino de una modificación sustancial de la cultura política con un alto componente
ético, que tome en cuenta al ciudadano como ser humano y que obligue a acciones
como: No prometer lo que no se puede cumplir, garantizar tanto el derecho a
protestar como el de libre tránsito, aplicar mecanismos de solución concertada de
las demandas sociales, combatir la demagogia populista que se expresa en la
formulación tanto de ofrecimientos como de demandas sin sustento, adoptar
decisiones racionales y sostenibles, entre otras.
Parafraseando a César Vallejo, tendremos que decir: Hay hermanos, muchísimo
que hacer; para entender la dinámica de la democracia, pero un hecho irrefutable
es que, sin la participación ciudadana, sencillamente la democracia no existiría.
6.BIBLIOGRAFIA