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TERAPif.-\ F!-\NilLiP,;-~
Lealtades invisibles
Lealtades invisibles
Ivan Boszormenyi-Nagy
Geraldine M. Spark

Amorrortu editores
Buenos Aires - Madrid
Biblioteca de psicología y psicoanálisis
Directores· Jorge Cola pinto y David Maldavsky . I B Índice general
Invisible Loyalties: Reciprocity in Intergenerational Famdy Therapy, van oszor-
menyi-Nagy y Geraldine M. Spark
© 1973, Harper & Row, Publishers, Inc.
Traducción: Inés_,Pardal
P · d'c1·0·n,en castellano 1983· primera reimpresión, 1994; segunda reimpre·
nmerae 1 • ' d' ·· 201?
· · ?003·, tercera reimpresión, 2008. Segunda e 1c10n,
Slüll,..... ~

©Todos los derechos de la edición en castellano reservados SpoBr Ai


· SA p 1 ??5 7" piso- C1057AA uenos res
Amorrortu edidit01:es E. .,
Amorrortu e tares 'spana . .,- arSaLgmt/LÓp-e~ de Hoyos 15, 3o izqtúerda - 28006 Madrid

www .amorrortueditores.com 11 Prefacio


17 Palabras preliminares
La rep~·od:~~~ :~~~~i~~r~i:~!~~f~~ ~i?~o~~l~~:~ i~c~~~~~¡o %~~~~~~~.a~~~
~~~t: ~rgitalización
1
0 cualquier sistema de almacenamiento y re¡uperacwn de m-
formadión, no autorizada por los editores, viola derechos reserva os. . ,
21 l. Conceptos referidos al sistema de relaciones

Queda hecho el depósito que previene la ley no 11.723 29 Importancia clínica del enfoque sistémico
32 Cuanto más cambia, más igual a sí mismo permanece
Industria argentina. Made in Aí:gentina
33 El modernismo conservador, o el miedo a la privacidad
ISBN 978-950-518-239-8 . .• . . 1 35 ¿La «realidad» objetiva tiene cabida en las relaciones
ISBN 06·140521-3, Harper & Row, Maryland, edicwn ongma caracterizadas por la cercanía?
37 ¿Cuál es la realidad objetiva de la persona?

41 2. La teoría dialéctica de las relaciones


44 Fronteras relacionales
48 Jerarquía de obligaciones e «interiorización de los objetos»
Boszormenyi-Nagy, !van . G ld'
Lealtades invisibles 1 !van Boszormeny1-Nagy Y era me · par ·
M S k - 2" ed -
·
49 El poder y la obligación como bases alternativas
Buenos Aires: Amorrortu, 2012. . . . ... de contabilización de las responsabilidades
448 p.; 23x15 cm.- (Biblioteca de ps1cologm y ps1coanalisls) 51 Antítesis superficie-profundidad
54 Base dinámica retributiva del aprendizaje
Traducción de: Inés Pardal 55 ¿Individuación o separación?
ISBN 978-950-518-239-8 56 Ajuste entre los sistemas de contabilización de méritos
58 Implicaciones generales
1. Enfoque Sistémico. I. Spark, Geraldine M. - II. Pardal, Inés, trad. III. Título.
CDD 150.198
61 3. Lealtad

61 La trama invisible de la lealtad


62 Necesidades del individuo y necesidades del sistema
multipersonal
71 Contabilización transgeneracional de obligaciones y méritos
73 Culpa e implicaciones éticas
75 Estructuración intergeneracional de los conflictos de lealtad
Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia de
Buenos Aires, en diciembre de 2012.
Tirada de esta edición: 1.500 ejemplares.

7
229 8. ~ormación de una alianza ~perativa entre
79
4. La justicia y la dinámica social el Sistema coterapéutico y el sistema familiar

82 Ecuanimidad y reciprocidad , . . 231 Derivación de pacientes


Consideraciones sistémicas e individuales de la etica socml 232 Descripción de las familias: proyección inicial
86
Normas duales en la lealtad del endogr'7po . de los problemas o de las soluciones
91
La justicia del univers? h~n:-ano y la «f?Ja r?tat;v~» 233 Etapas iniciales de la alianza operativa
91 Los libros mayores de JUSticia y la teona psicolog1ca
93 234 Diagnóstico y pronóstico
96 De la ley del Talión a la justicia divi~a, . . .. 237 Realidad inicial y reacciones transferenciales ante
Implicaciones sociales del enfoque ~amico de la JUSt1Cm los coterapeutas y el tratamiento: resistencias
100
Responsabilidad individual y colectiva . . ., 241 El equipo coterapéutico como sistema
104 ¿Hasta qué punto puede ser objetiva la contabilizacwn
108 252 Conclusiones
de méritos?
110 La posición especial de la fam.J?a
Libros mayores de padres e hiJOS 255 9. Terapia familiar y reciprocidad entre abuelos
112 padres y nietos '
116 Derechos inherentes a los hijos
119 Notas sobre la paranoia
Implicaciones terapéuticas 258 El individuo y sus relaciones familiares
120 260 Relaciones en la familia nuclear y en la familia extensa
124 Otras implicaciones -
262 Los parientes políticos como sistema de equilibrio
5. Equilibrio y desequilibrio en las relaciones 263 Inclusión de los abuelos en las sesiones
129 266 Técnicas y comentarios sobre la inclusión de los progenitores
proyectos
Disfunción relacional y patogenicidad
.. 129 . 268 Fragmentos clínicos de sesiones que incluyeron
La huida como forma de eludir el enfrentamiento
141 a progenitores provectos y sus hijos
con el libro mayor 284 Conclusiones
177 Límites del cambio en los sistemas
179 Mitos sociales y lealtades 289 10. Los hijos y el mundo interior de la familia
181 Conclusiones
289 La infancia idealizada: confianza y lealtad básicas
185 6. Parentalización 293 Concepción sistémica de la familia
295 Sintomatología en hijos y padres
187 Posesión y pérdida de los seres queridos
298 Asignación de roles a los niños
188 Parentalización y asignación de roles
Parentalización y patogenia en las relaciones 303 Interrelación del niño con el sistema familiar
193 315 Conclusiones
193 Sistemas de compromiso: bases relacionales
de la parentalización
Compromiso de lealtad_ y moral .
319 11. Tratamiento intergeneracional de una familia
198 en la que se maltrataba a una hija
200 Implicaciones terapéuticas y concluswnes
320 Datos históricos y de investigación
203 7. Fundamentos de la psicodinámica 321 De los conceptos intrapsíquicos a los relacionales
y de la dinámica relacional 322 Concepción sistémica de la familia
325 Consideraciones sobre el tratamiento
203 Conceptos relacionales y psicoanalíticos: convergencias 326 El rol de los hijos
y divergencias . , . 328 Terapia de los hijos
215 Implicaciones de lealtad en el modelo psicoterapeutlco 329 Ejemplo clínico
de la transferencia 346 Conclusiones
227 Conclusiones

9
8
12. Diálogo reconstructivo entre una familia Prefacio
349
y un equipo coterapéutico .

354 Historia de la familia


355 Primer año
371 Segundo año: Encrucijadas del cambio .
380 Tercer año: Reconstrucción y final del tratamiento
390 Síntesis: primer año de tratamiento
392 Segundo año de tratamiento
393 Tercer año de tratamiento Vivimos en una era signada por la ansiedad, el temor a la violen-
395 La transferencia de la familia y la relación real cia y el cuestionamiento de los valores fundamentales. La fe en los
con el equipo de coterapeutas valores tradicionales sufre un desafío, y las oleadas de prejuicio pa-
400 Conclusiones recen hacer peligrar nuestra mutua confianza y la lealtad que nos
inspira la sociedad. Tal vez la televisión y otros medios de comunica-
411 13. Breves pautas de orientación contextuale~ . ción hayan afectado demasiado hondamente el enfoque que adoptan
para la conducción de la terapia intergenerac10nal la juventud actual y los jóvenes adultos. Con frecuencia se habla de
la llamada «brecha generacional», lo que lleva a preguntarnos si la
La ética de los individuos y los sistemas relacionales experiencia formativa familiar no se habrá vuelto obsoleta y perdido
412 todo su significado.
414 Defmiciones
La «fortaleza» de las relaciones familiares, o su efecto sobre los in-
414 Metas
La actividad del terapeuta dividuos, es sumamente difícil de medir. Los autores de esta obra
416 consideran que los cambios observables en la familia no modifican
. 418 Adopción de una postura
El terapeuta en su propia familia necesariamente la influencia que las relaciones familiares ejercen
418 entre uno y otro miembro. Las fuerzas reales de la libertad o la escla-
419 Lealtad y confiabilidad . .
Transferencia, proyección y margmam1ento del terapeuta vitud están más allá de los juegos visibles de poder o las tácticas de
421 manipulación. Los votos de lealtad hacia la familia de origen parten
421 Tratamiento simultáneo de sistemas y personas . . ,
Reequilibrio mediante la reversión, en vez de reVIslon de leyes paradójicas: el mártir que no permite que los restantes
423 miembros de la familia «elaboren» su culpa es una fuerza de control
de antiguas relaciones
El síntoma del niño como señal . mucho más poderosa que el «mandón» exigente y vocinglero. El hijo
425
El tratamiento de las raíces sistémicas de la paranma delincuente o manifiestamente rebelde puede ser, en realidad, el
427
427 Duración miembro más leal de una familia.
428 Progreso y cambio , . . Hemos aprendido ya que las relaciones familiares no pueden in-
428 ¿Para quién está indicada o en que casos se JUStifica terpretarse a partir de las leyes que se aplican a relaciones sociales o
la terapia familiar? incidentales como las que rigen entre los colegas de una profesión. El
sentido de las relaciones depende de la influencia subjetiva ejercida
entre Tú y Yo. La llamada «proximidad», que tanta gente teme, se
431 Epílogo desarrolla como resultado de compromisos de lealtad que llegan a
Esferas para una redefinición futura de la reciprocidad, ser evidentes en el curso de un período prolongado de existencia y
433 trabajo en común, se los reconozca o no. Podemos poner punto final a
el mérito y la justicia
cualquier relación, salvo la que tiene como base la paternidad: de he-
cho, no podemos elegir a nuestros padres ni a nuestros hijos.
439 Bibliografía La esencia de la terapia y de cualquier relación humana es la ca-
pacidad para asumir compromisos y confiar en los demás. Al acudir
al terapeuta en busca de ayuda, el paciente o cliente llega al consul-
torio provisto de ese precioso don. Estamos cada vez más convenci-
dos de que el terapeuta, ya sea que atienda a uno o a todos los miem-

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10
bros de una familia, debe desarrollar cierta capaCidad para percib~ peut~ que se centra en las relaciones se ve enfrentado a los actos y
las manifestaciones propias de los compromisos de lealtad y la reci- reaccwnes de todos los participantes.
procidad de la justicia; en caso contrario, el profesional nunca será Con el tiempo nos fuimos sintiendo cada vez menos satisfechos
admitido dentro del sistema de lealtades. con lo~ marcos concep~:Uales, preexistentes y nos vimos instados a al-
Todo tipo dljl relación terapéutica representa un desafio, tanto en c.anzar una. comprenswn mas adecuada de los miembros de la fami-
lo que atañe a la capacidad de confianza del terapeuta como a su.ca- lia: A~_rer:d~mos ~ cor:t~mp~ar ~a _vida familiar como algo regido tanto
pacidad de compromiso profesional y personal. A la postre, el psico- por prmc1p10s ps1colog¡cos mdiv1duales como cuasi-políticos. Un im-
terapeuta debe integrar sus propias relaciones familiares con su ex- ~ortar:~e aspecto ~e nuestra terapia familiar es la búsqueda e iden-
periencia profesional, lo que resulta particularmente importante en tificacwn de conflictos de lealtad no admitidos, o incluso inconscien-
el caso del especialista en terapia familiar, quien en vez de centrarse tes, en lo,s que el aparente «~raidor» se ve destruido por su falta de
en las exteriorizaciones verbales de los pacientes, aborda relaciones autonomm. A menudo, la soc1edad interpreta como traición los pasos
en plena marcha. normales en pos de la autonomía.
La presente obra fue escrita con el objeto de compartir nuestra La terapia familiar, como toda psicoterapia, se basa en los valores
experiencia como especialistas en terapia familiar, Il:o sólo con los de la apertura y el carácter directo de las relaciones signadas por la
profesionales sino con las familias. Estamos persuadidos de qu~ el cercarua, en con~raste con la negación y el secreto. No obstante la
enfoque propio de la terapia familiar es muy amplio: no se trata, sin;- . aper~u~a no es smónimo de la mera abreacción o ventilación de ios
plemente, de una técnica psicoterapéutica má~. Vemos n:uestr~ m:- sentlmler:tos acum~lados de cada individuo; tampoco implica que
todo como la extensión y el_punto de confluencia de la ps1eolog¡a di- d_e,ba abolirse el sentido de las fronteras individuales o la considera-
námica, la fenomenología existencial y la teoría de los sistemas apli- Cl~n por la privacidad. Lo ideal es un diálogo auténtico entre los
cada a la comprensión de las relaciones humanas. . m1embros _de la familia, que guarde relación con aspectos importan-
Nuestra experiencia terapéutica incluye muchos años de trabajo tes d_e su v1da Y se~ desarrollado de manera tal de reconocer las dife-
casi exclusivo con familias y parejas, además de la anterior labor te- renclas Y los conflictos como valiosos ingredientes reconciliables en
rapéutica individual. Hemos visto familias con todo tipo de proble- vez de obstáculos para el crecimiento y la vinculación. '
mas; desde aquellas en que uno de sus miembros presenta trastor- Como resul~ado de es~e cuestionamiento, logramos un importan-
nos de conducta o problemas de aprendizaje aparentemente leves, t~ ~var:~e. Hab:e~do eleg¡do de modo consciente el camino de la par-
hasta las integradas por miembros psicóticos graves. Hemos er:tre- tl~lpa<;wD: empatlCa en los procesos humanos, en vez de una actitud
vistado familias de destacados profesionales, hombres de negocws y fr1~, tecruca Y dir~ctiv~ ante las interacciones, tuvimos que respon-
dirigentes comunitarios, así como familias de asesinos y desviados der al efecto d~ lo u·~·acwnal sobre nuestro propio sentido común. En
sexuales. Hemos atendido familias de hombres exitosos, de intelec- esto t;os ayudo cons1~erablemente nuestra tarea en equipo. El autor
tuales, de trabajadores, y también de habitantes car~nciados de los de mas edad comenzo a actuar en el campo de la terapia familiar en
guetos. Pasamos cientos de horas en sus hogares y lniles en nuestro ~956, Y la coautora se le unió en 1963. Desde entonces hemos traba-
consultorio. Para nuestro trabajo profesional contamos con una clí- Jado como coterapeutas, ya sea entre ambos o junto a muchos otros
nica especializada en terapia familiar a la que se derivan pacientes terapeutas. A menudo tuvimos que luchar en defensa de nuestros
de toda la ciudad, con un centro de salud mental comunitario, con puntos de vista individuales como dos seres, un hombre y una mujer
proyectos especializados en el tratamiento de esquizofrénicos y de que estaban alcanzar:d~ una síntesis nueva y una comprensión má~
jóvenes delincuentes, y también con nuestro consultorio privado. elevada. Logramos d1stmtas formas de intelección, mediante nues-
Procuramos transmitirle al lector los frutos de todo lo que hemos t:·~s luchas en pos de la separación como a través de nuestra integra-
aprendido a lo largo de e&"tos años dedicados al tratamiento.de. fami- cwn como eqmpo. ·
lias. Como resultado, hemos llegado a reconocer la superficialidad y Dado que a muchas fa~a~ se las atiende también por separado,
el carácter engañoso de muchos mitos y slogans contemporáneos a no podem?s ~firmar que un uruco terapeuta no logre buenos resulta-
los que se asigna gran valor. Los aspectos «técnicos» tratados en este dos te_rapeutlcos. Por otra parte, una terapia correcta no entraña ne-
volumen no pueden comprenderse a menos de realizar un análisis cesana~ente trabaj.~r con cada familia durante muchos años. La
fundamental de las prioridades éticas del hombre. Entendemos que, ~ro~un~dad Y ~uracwn de la terapia familiar está determinada, en
mientras actúa con todas las partes que intervienen en un conflicto, ul~1ma mstancm, ~o_r las metas subjetivas y la capacidad de los
el especialista en terapia familiar no puede evitar las implicaciones m1e~b~os _de la ~a~a. Algunas de nuestras familias sólo buscaban
éticas de la inevitable victimización y explotación relacional. Por un ~Vlo smtomat1eo; otras asumi:ron el desafio y soportaron las pe-
oposición a lo que ocurre en el caso de la terapia individual, el tera- nunas Y desventuras de una terap1a prolongada que daría por resul-

12
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tado un cambio y crecimiento básicos. No consideramos válido el pos-
En el desarrollo .de nuestro método ae terapia familiar deben des-
tulado según el cual las metas de la fa~ilia pueden. predecirse a l?~r­ t~carse l~s o-p~r~umdades que nos brindó el original proyecto del Ins-
tir de su clase social, de su marco cultural o de su ruvel de educac~on. tituto Psiq~Iatnco de Pennsylvania del Este (IPPE), caracterizad
El-camino que lleva a convertirse en un competente especiahsta por la amplitud de su criterio. De acuerdo con las atribuci·ones .· ·0
en terapia famiJiar dista de ser fácil. La conciencia de la propia luch.a ·· d · ·
~anas e ~~te mstltuto es~adual de investigación y capacitación, su
Ollgi-
en las relaciones más cercanas es tan indispensable como la capaci-
dad para conceptualizar la propia labor. Algunos críticos podrán ca-
~un~a, de Drrectores, a trave~ de los Departamentos de investigación,
m VIto .en ~-95? al. autor de mas .edad para que desarrollara un progra-
racterizarnos como adherentes a determinada escuela de pensa- ma psiqmatnco mnovador, SUJeto a la revisión periódica de la Junt
miento dentro de nuestra profesión, porque utilizamos elementos Al~ largo de los años, la División de Psiquiatría Familiar recibió ~
aportados por los enfoques psicoanalítico, existenci~l, ético, contable
pe.rn:-anente Y.f'-:ndam.ental apoyo administrativo de los doctores
William A_· Phllhps, Dn·e~tor Médico, Joseph Adlestein y William
o derivados de otros marcos conceptuales. En reahdad, presupone-
mos que el crecimiento real de nuestro campo sólo puede basarse en Beach, asi ~omo de antenores Comisionados de Salud Mental en
el respeto por todo conocimiento útil, sea que provenga de las gene- Pennsylvarua.
raciones anteriores o de colaboradores actuales.
. !'J:restra compre:r:sión au.mentó notablemente a partir del aporte
Obtener una prueba «operativall de los resultados logrados es ya recibido de otro~ vanos me~ws en los que hemos trabajado y enseña-
do. ~e be~ mencwnarse varios proyectos de investigación clínica bajo
dificil en la psicoterapia individual, y más aún en la familiar. Este li-
la drrecci~n d~ Alfred S. Friedman, del Centro Psiquiátrico de Fila-
bro no pretende proporcionar respuestas_ definitivas, pero ~í :~pera­
delfia. ~, asi como en el IPPE, muchos de nuestros colegas y alum-
mas dar cuenta razonable de nuestro metodo. La obra se Imcia con
una exposición de nuestros conceptos básicos, seguida de la secuen-
D:os c~n~nbuyero.n sustancialmente a acrecentar nuestra experien-
cia del contrato, la terapia y su conclusión, a lo que se agi·egan ciertos
Cia clíruca Y clandad de comprensión. Los cuatro años durante los
aspectos específicos de importancia clínica y teórica. No se pretende
cuales el autor de mayor edad estuvo vinculado con el Consorcio de Sa-
. reflejar el pensamiento de un mosaico de autores, sin~ un punto de lud Mental de la Comunidad de Filadelfia Oeste (bajo la dirección de
vista específico. Consideramos que a esta altura podran alcanzarse
~obert L. Leo-pold YAnthony F. Santore), y los dos años de experien-
Cia de .Geral~me M. Spark con las unidades de psiquiatría infantil
mayores progresos en nuestro campo a partir de la elaboración con-
creta de ciertas convicciones, más que continuando con los textos de de pacientes ~ternos y externos de la Facultad de Medicina, Thomas
amplio espectro. J efferson, ubicadas en el Hospital General de Filadelfia, cargos en
Aunque la obra no contiene material autobiográfico, sabemos ~ue que ~n:-bos actuamos como consultores, hicieron que llegáramos a
nuestros conceptos y puntos de vista trasuntan nuestras expenen- P.erc1b1r la terapia familiar como un método imprescindible espe-
cias y creencias, tanto profesionales como privadas. El autor de ma-
yor edad debe de haber descubierto un nuevo balance de lealtades
c~almente e~ ,el caso ~e las familias de los guetos. Dicho métod~ cons-
tituye tamb1en la mas pod~rosa b.ase de unión de los equipos clíni-
tras su radical alejamiento, hace veinticinco años, de su campo cos, q~e luchan contra las diferencras entre el ambiente propio de los
existencial, cuando se trasladó de su país natal, Hungría, a Estados
pr?feswnales de clase media y el contexto no profesional de los tra-
Unidos. A la vez, aunque entonces sólo podía comprometerse con su baJadores de clase baja.
nuevo país y las oportunidades que este le ofrecía, interiormente de-
Nuestros distintos tipos de formación nos han ayudado mucho a
be de haberse sentido movido por la lealtad invisible que lo ataba a esc~arecer nuest~o pensamiento. La experiencia docente que hemos
terudo e~ e.l Instituto de ~amilias de Filadelfia ha sido particular-
ciertas personas -en particular, sus padres, quienes instilaron en él
su interés y su confianza raigales en el fenómeno humano--.
mente gratificante, a r:r:edida que observábamos cómo se desarrolla-
En contraste con ello, Geraldine M. Spark procuró integrar sie~­
ba su programa a partrr de nuestros planes y esperanzas iniciales
pre sus experiencias de terapia familiar con su formación ante1:10.r
para ~om:ormar una escuela de aprendizaje profesional más sólida;
como trabajadora social psiquiátrica y sus dos años de cursos teon-
prom1so~1a. El mes de práctica desarrollado en 1967 por Ivan Bos-
cos en la Asociación Psicoanalítica de Filadelfia. Ella continuó tra-
zm:meny¡-Nagy e~ Holanda, dedicado a enseñar a un g¡·upo de pro-
tando de equilibrar su rol dentro de su familia de origen con su ac-
tual familia nuclear, que ahora incluye también a sus nietos. Por
f~sl~:rales provementes de todos los puntos de ese país, marcó la ini-
c.Iacwn de prolongados contactos con especialistas en terapia fami-
añadidura, más de veinte años de actuación en clínicas de orienta- liar de esa prog¡·esista nación.
ción infantil le han permitido desarrollar una técnica especializada
El marco conceptual expuesto en este libro reconoce sus orígenes
para relacionarse con los niños y alcanzar una mayor comprensión
en la~ obras de muchos pensadores, entre quienes deben destacarse
de ellos, facilitando en grado sumo su labor con las familias.
Martm Buber (también según la interpretación de Maurice Fried-

14
15
roan), Sigmund Freud, Mahatma Gandhi, G. w: F. Hegel, Ronald Palabras preliminares
Fairbairn, Konrad Lorenz y Thomas s,. Szasz. Nos fueron sumamen-
te útiles, asimismo, las estimulantes conversaciones que hemos
mantenido con Helm Stierlin (a quien agradecemos de manera muy
especial sus meditadas sugerencias de revisiones), Maurice Fried-
man, Robert Waelder, Abraham Freedman, Isadore Spark y Elaine
Brody.
A través de los años, los autores continuaron aprendiendo a par-
tir de su contacto con los primeros especialistas destacados en el
campo de la terapia familiar, entre quienes se cuentan, mencionan-
do sólo unos pocos: Nathan Ackerman, Murray B~wen, Don D. Ja:~­ Esta obra representa la elaboración inicial de una síntesis de
son, Carl Whitaker y Lyman Wynne. Entre los m1embros de la DlVl- nuestros años de práctica clínica y de los esfuerzos que hemos reali-
sión de Psiquiatría Familiar debemos nombrar a James L. Framo, zado en pos de un esclarecimiento conceptual. Al aumentar nuestro
Leon R. Robinson y Gerald H. Zuk. convencimiento con respecto a la eficacia clínica del método de la te-
Extendemos nuestro agradecimiento a aquellas personas que rapia familiar, surgieron ulteriores exigencias en lo atinente a defi-
contribuyeron a que este volumen se hiciera realidad. La señora 1':1a- nir su marco teórico.
ry Jane Kapustin nos ayudó en las etapas iniciales del manuscnto. Para nosotros era evidente que, a los efectos de comprender fenó-
La dedicación y paciencia cl;).si ilimitadas de la señora Doris Duncan menos nuevos, había que diseñar un nuevo marco conceptual. A la
fueron esenciales para la preparación del manuscrito final. La seño- vez, no estábamos satisfechos con una serie de orientaciones teóricas
ra Kathryn Kent colaboró en muchos detalles en las etapas fir;al.es. provenientes de colegas con un enfoque psicodinámico o sistémico.
Nuestras propias familias no sólo merecen nuestro reconoc;m1en- Aparentemente, ellos sugerían que la terapia familiar es un campo
. to en lo que respecta a los orígenes de nuestros conceptos mas pr~­ en que puede pasarse por alto tanto la profundidad de la experiencia
fundos de las relaciones familiares, sino también por ser el escenano personal como la integridad que tiene, desde el comienzo hasta el
en el que se desarrollaron batallas personales más duras y con fre- final, la vida humana.
cuencia más penosas, precisamente por ser nosotros especialistas en Cuando optamos por no soslayar lo profundo del enfoque indi-
terapia familiar. También declaramos nuestra deuda de gratitud pa- vidual y la complejidad propia del sistema multipersonal en el cam-
ra con nuestras familias de origen, a las que volvimos a visitar en el po de fuerzas de la familia, nos ayudó mucho concebir las relaciones
pensamiento como fuente de orientación básica y de entendimiento. en forma dialéctica. Así pudimos considerar de manera simultánea
Finalmente, creemos que en el futuro los aportes más significati- la interacción de tendencias divergentes, o aparentemente contra-
vos partirán de una mayor comprensión de los antiguos vínculos de dictorias, y entender de qué modo son determinadas las acciones y
lealtad hacia la propia familia de origen, y de la continua necesidad motivaciones individuales tanto en un nivel psicológico como en el de
de equilibrar la autonomía individual y la justicia recíproca de las los sistemas relacionales.
relaciones actuales con las cuentas multigeneracionales* de lealtad Como uno de los conceptos claves surgió el de «lealtad», que hace
familiar, hasta la tercera y cuarta generación. referencia a los niveles sistémico (social) e individual (psicológico) de
comprensión. En este concepto están incluidas la unidad social, que
depende de sus miembros y espera esa lealtad de ellos, y las creen-
cias, sentimientos y motivaciones de cada miembro como persona.
A medida que aprendíamos a aplicar el concepto de lealtad a
nuestra labor clínica cotidiana, apareció la necesidad de reunir den-
tro de un contexto básico todo el panorama de las posiciones, actos y
motivaciones internas de los miembros de la familia. A la vez, senti-
mos que debíamos expresar ese universo conceptual por medio de un
lenguaje más humanista que intelectual-cognoscitivo-científico.
El concepto de justicia parecía ser el siguiente paso en nuestra
búsqueda de un marco más amplio y adecuado. La justicia y la injus-
ticia, la equidad y la falta de ella, la consideración recíproca y la ex-
* En relación con el concepto de «cuenta multigeneracionab>, cf. infra, págs. 122-4. plotación, son objeto de diaria preocupación para todos los seres hu-
(N. delE.)

16 17
manos en lo que atañe a sus relaciones. Si el problema ético de la jus- En otro capítulo se hace un resumen de los principios terapéuti-
ticia puede llegar a parecerle extrañ? a la mayor parte de las actua- cos acorde~ con nuestro m.arco teórico, seguido de sus implicaciones
les investigaciones psicológicas y psicodinámicas, para nosotros para la sociedad y el ultenor trabajo con familias.
ofrece la ventaja de una estructura intrínseca de expectativas y En síntesis, intentamos proporcionar bases teóricas coherentes
obligaciones familiares. Dicha estructura puede verse afectada por pa1:a comprender las fuerzas estructurales más profundas de las re-
la cadena de íllteracciones puesta en marcha entre los miembros. lacwnes. hum~na~, significativas. Dicha comprensión se prestará a
Quisimos dejar la contabilidad intrínseca y encaminarnos hacia ~u amplia aplicacw~ en la terapia familiar y podrá integrarse con las
aspectos más concretos de la posición de cada individuo en relación Ideas ~u e el lector tiene sobre psicodinámica individual y técnicas in-
con el libro mayor;* pero entonces sobrevino la necesidad de tomar teraccwnales.
en cuenta aspectos normativos y de evaluación: ¿qué significan lasa- Aunque el libro fue escrito conjuntamente y cada capítulo es el
lud y la patología en función de los sistemas de relaciones? Obvia- prod~ct? de un esfuerzo de colaboración, Ivan Boszormenyi-Nagy es
mente, se requerían conceptos multipersonales que trascendieran el el prmc1pal res~onsable de los capítulos 1 a 7 y 13, y Geraldine M.
de la patología individual (en esencia, un término médico). Los con- Spark de los capitulas 8 a 11. El capítulo 12 es resultado de esfuerzos
ceptos de equilibrio (o balance) y desequilibrio parecían llenar en mancomunados ..En el capítul? 7 he~os incluido la reimpresión, con
parte la laguna. Cuando el individuo, por su historia y posición en la unos pocos cambws, de un articulo titulado «Loyalty Implications of
familia, se sitúa en el punto de mira de un balance específico del libro, the Transference Model in Psychotherapy» («Implicaciones de leal-
mayor de justicia, su capacidad para funcionar de modo sano puede ta~ en el modelo transferencia! de psicoterapia»), publicado en Ar-
sufrir una tensión tal que la realimentación que hace al sistema co- chwes of Generc:Z Psychiatry (1972, vol. 27, págs. 37 4-80). Los capítu-
mienza a afectar a este últinio. La psicopatología individual y lapa- lo~ 8 a. ~3 constituyen una unidad temática, por cuanto ofrecen la ex-
togenicidad sistémica pasan por un proceso de interacción dinámica. phca~wn de aspectos terapéuticos derivados de los puntos teóricos
Tras analizar ese desequilibrio relacional tan vasto y significativo anterwres.
que dimos en llamar «parentalización»,** describimos las implica-
ciones de lealtad sistémica multipersonal, en relación con un fenó-
meno central en la teoría y la terapia psicoanalíticas: la transferencia.
Como etapa de transición reseñamos los puntos de convergencia y
divergencia entre ciertos conceptos de la teoría psicoanalítica y su
aplicación a nuestra teoría de las relaciones.
Posteriormente, efectuamos una revisión de una serie de proble-
mas clínicos relacionados con las posibilidades de aplicación de
nuestro marco conceptual. Examinamos un enfoque sistémico acer-
ca de la formación de una alianza terapéutica entre la familia y el
equipo, las aplicaciones clínicas de un enfoque trigeneracional con
inclusión de los miembros más ancianos de la familia en el proceso
de terapia, aspectos clínicos específicos del trabajo con niños, y cues-
tiones vinculadas con el tratamiento de una familia en que la hija
era objeto de maltrato físico.
Un capítulo íntegro está dedicado al relato detallado de la terapia
de una familia que presentaba una serie de problemas que afectaban
a los miembros de tres generaciones. Se prestó especial atención a la
importancia práctica y teórica de la oportunidad de equilibrar el li-
bro mayor intergeneracional de justicia, a medida que se volvía a
instilar confianza y esperanzas en la relación de una madre con su
progenitora moribunda.

* Sobre la «contabilidad» de los actos de lealtad y el «libro mayor de justicia», cf.


infra, págs. 48 y 79, respectivamente. (N. del E.)
** Cf. el desarrollo de este concepto in{ra, págs. 185 y sigs. (N. del E.)

18 19
l. Conceptos referidos al sistema
de relaciones

La estructuración de las relaciones, en especial dentro de las fa-


milias, se caracteriza por ser un «mecanismo» extremadamente com-
plejo y en esencia desconocido. Desde el punto de vista empírico, esa
estructuración puede ser inferida a partir de la regularidad y prede-
cibilidad, sujetas a ley, de ciertos hechos reiterados en las familias.
A lo largo de los años, buena parte de nuestros esfuerzos concertados
se han dirigido, clínica y conceptualmente, a identificar esas leyes
sistémicas multipersonales.
En ciertas familias se transmiten pautas multigeneracionales fá-
cilmente reconocibles en las relaciones. Respecto de una familia, por
ejemplo, nos enteramos de que durante generaciones enteras se re-
petían episodios de muerte violenta en las mujeres, a manos de los
hombres con quienes estaban vinculadas sexualmente. En otra fa-
milia se reiteraba una pauta distinta: las esposas eran supuestas
mártires victimizadas por maridos que, en forma continuada y evi-
dente, mantenían relaciones con amantes. En el caso de una tercera
familia, durante tres o cuatro generaciones se reprodujo una pauta
según la cual una de las hijas terminaba siempre siendo expulsada
de su seno, debido al «pecado» de deslealtad que cometía al contraer
matrimonio con un hombre de distinta religión. Hemos atendido fa-
milias en las que se reiteraron secuencias de incesto por lo menos du-
rante tres o cuatro generaciones.
Sólo en estos últimos tiempos se están comenzando a discernir los
elementos que determinan dichos tipos de organización reiterada en
las relaciones de familia. El cuidadoso estudio a largo plazo de siste-
mas multigeneracionales de familias extensas sometidas a tensión
puede revelar algunos de sus determinantes «patógenos» cruciales.
No obstante ello, con el fin de elaborar un auténtico pautamiento
multigeneracional de las relaciones familiares, tenemos que basar-
nos en información retrospectiva, incluidos los recuerdos que los vi-
vos tienen de los muertos. Si no se interesa por esas leyes de funcio-
namiento que rigen las relaciones verticales formativas de larga da-
ta en las familias, el terapeuta se verá impedido de enfocar adecua-
damente la patogenicidad y la salud de aquellas. Es necesario dis-
tinguir, en ese sentido, entre mejorar las formas de interacción en el
aquí y ahora, e intervenir cabalmente (es decir, de modo preventivo)
en el sistema.

21
miez;nbros del sistema. Además de cumplli funciones espe ífi _
Creemos que salud y patología están conjuntamente determin~­ da. n. t o a Por·ta a l go a 1 equ ili.b no
. entre las posturas y actitudes
e cas, ca
expo-
das por: 1) la naturaleza de las leyes qt~e rigen las relaciones m~ltl­ h~doras Y las _generosas. Un «libreto» o código familiar no escrit 0
personales; 2) las características psicoló~cas_ (<~estructura psíqmc_a;>) onenta · los 1 vanados aportes . del individuo a la «cuenta» · El co'd.1go d e-
de los miembros considerados en forma md1v1dual, y 3) la relacwn termma a bili.d escalad de eqmvalencia de méritos ' ventaJ·as , obliga cwnes
·
existente entre esas dos esferas de organización del sistema. Cierto Y.respon~a a es. _Un conjunto de ritos interrelacionados caracte-
grado de flexibilidad y equilibrio respe?to de la adaptació~ del indivi- nza el sistema m~nifiesto de relaciones de una familia en un mo-
duo al nivel superior del sistema contnbuye a su salud, mientras que mento dado. Los ntos son pautas de reacciones aprendidas m· _
la adhesión inflexible a las pautas del sistema puede llevar a una t r~~ , . d e1 sistema se apoya en una vinculación
. que e_llib, r_e t o taclto , len
ge-
patología. . . netica e histonca.
Querríamos evitar los peligros latentes ~~lreduccwmsn;l.O al des- Esta ~stin~i?n reviste importancia práctica para el especialista
cribir el complejo dominio de la estructuracwn de.las rel~cwne~. En en terap.la fa~ar. L~s pautas ritualistas se entrelazan con el sus-
la bibliografía especializada se detallan una sene de d1m:~s1ones t:ato eXIstencial del Sistema multipersonal de la familia en formas
pertinentes a la naturaleza de las pautas profundas de r.elacwn, pero smgulare~, que pueden sorprender al observador externo. La dificul-
ninguna basta de por sí para dar cuenta del todo compleJO d: st~ orga- tad (descnpta a menudo) ~ue se plantea al enfocar mensajes aparen-
nización dinámica. Algunos de los elementos y fuerzas prmc1pal~s temente carentes de sentido en una familia sometida a tratamiento
que determinan las configuraciones relacionales pr?fundas ~el SIS- se debe, en part~, ~la comprensible necesidad que tiene el terapeuta
tema son: las pautas de interacción de las caracter1stlcas funcwnales de ~a~ar una «logica» en el modo en que los ritos relacionales carac-
o de poder; las tendencias pulsionales dirigidas a ~~a persona como tenstic?s ~e enlaz~n causalmente entre sí. Se requiere tiempo y un
objeto asequible de la pulsión de otra; la consang~uudad; pa~tas ~a­ a~rendi.zaJe es~ec;-a_l para poder evaluar las cuentas básicas de las
tológicas; la suma colectiva de todas las tendencias superymcas n:- d.1~en~wnes h1stoncas, vertical y profunda de los sistemas de ac-
conscientes de los miembros; aspectos de encuentro de dependencia cw~. S1.no se comprende la jerarquía de obligaciones, ninguna lógica
óntica entre los miembros; y cuentas no expresas de obligaciones, sera evrdente.
reembolsos y explotación, con un balance que va alterándose a tra- Un importante aspecto sistémico de las familias se basa en el
vés de las generaciones. hecho de q~~ la consanguinidad o vínculo genético dura toda la vida.
Probablemente, uno de los principales aportes del método de te- Enl~s familias, los la~os P.l~opios. de la relación genética tienen pri-
rapia familiar haya sido el concepto multiper~on~l.o sistémico de 1~ macia sobre la determmacwn psiCosocial-en la medida en que es-
teoría motivacional. Según este concepto, elmdiv1duo es una enti- tas d~s esferas p,u~den sepa~·arse conceptualmente--.
dad biológica y psicológica dispar, cuyas reacciones, sin embargo, es- Mi pad!·e sera Siempre m1 padre, aun cuando esté muerto y su se-
tán determinadas tanto por su propia psicología como por las reglas pultura se encuentre a miles de kilómetros de distancia. Él y yo
que rigen la existencia de toda la unida~ familiar. En té.rminos gene- somos ~os esla~ones consecutivos en una cadena genética con una
rales un sistema es un conjunto de umdades caractenzadas por su extenswn de millones de años. Mi existencia es inconcebible sin la
depe~dencia mutua. En las familias, las funciones psíquicas de un su~a. En f~~ma se~undaria, .o desde e.l punto de vista psicológico, su
miembro condicionan las funciones de los demás miembros. Muchas persona ~e~o en mi personalidad una 1mpronta indeleble durante las
de las reglas que gobiernan los sistemas de relaciones familiares se etapas criticas ~el desarrollo emocional. Aun cuando me rebelé con-
dan en forma implícita, y los miembros de la familia no son cons- tr~ t?do lo q~e el rep.resentab~, mi enfático «no» sólo log1·ó confirmar
cientes de ellas. El rol sustitutivo o implícitamente expoliador que m1 vmc.ulacwn.emocwnal co~ el. Por ser yo su hijo, él tenía obligacio-
puede cumplir una madre en un caso de incesto ~Il:t~e padre e hija, nes para :onmigo, Ycon el tiempo yo contraje una deuda existencial
por ejemplo, tal vez no salte a la vista en las fases IIDCiales de latera- para con el.
pia familiar. Mi suel?ro no tiene una relación de consanguinidad conmigo, y sin
Algunos aspectos de la estructuración motivacional básica de los embarg? siem?re rec~er~o el parentesco que nos une cuando observo
sistemas familiares pueden manifestarse a través de ciertas pautas el pa~ecido físico de mi hiJO con él. Continuamente me pregunto si las
de organización o ritos de acciones tangibles, como por eje~.plo la clfahdades mentales de ese hijo mío serán como las de mi suegro
ofrenda de sacrificios, la traición, el incesto, el honor fam1har, la solo porque algunos de sus rasgos faciales y gestos espontáneos m~
«vendetta» entre familias, la búsqueda de «chivos emisarios», la con- recu:rdan tanto a este. Las relaciones con los parientes políticos
goja, el cuidado de los moribundos, los aniversarios, las reliquias ~a­ adqu.Ieren un aspecto cuasi-consanguíneo a través del nacimiento de
miliares, los testamentos, etc. Estos ritos se ajustan a guestalts m- los metos. Por añadidura, mi suegro y yo nos vinculamos a través de
conscientemente estructuradas de relaciones, que afectan a todos los

23
22
una «hoja de balance» en la que se va registrando ·el recíproco toma y Desde nuestro punto de vista, el problema básico de la teo .' d
daca dentro de la familia extensa. las . 1 . f amili" ares es e1 Siguiente:
. . ¿Qué sucede en el conna e
La bibliografía referente a la teoría de los sistemas en las relacio- d 1re acwnes
·' , _¡,
t ext o
e a accwn, y como cu.ecta ella la propensión de la famili·a a t
nes familiares se inició con nociones influidas por el concepto de fun- · 1 · mane-
ner esencia mente malterado el sistema? De acuerdo con este
, d"d esque-
cionamiento «enfermo» o «anormal». Expresiones como «simbiótico», ro~, aunque 1a p~r I. a por muerte, la explotación y el crecimiento
«cargado de cufpa», «doble vínculo», «esquizofrenógeno», etc., sugeri- fí~~co ~~n hechos meVItables, ~roducto del cambio, todo paso dado en
rían que el único lenguaje vigente para la descripción de los fenóme- direccwn de la madurez emocwnal representa una amenaza im lí ·-
nos de pautamiento de las relaciones debe estar teñido de nociones t~ de des~ealt_ad hacia el sistema. La meta con textual de las exp~ct~­
de patología. Las necesidades del especialista en terapia familiar tivas, ob~gac_wnes y lealtades entrelazadas es, entonces, que el siste-
exigieron elaborar conceptos explicativos más eficaces como guías ma subsista malterable. El equilibrio no alterado del sistema inclu-
de su trabajo. Y~ la ley de mutua co~sideraci~n para evitar, de la mejor manera po-
En el movimiento de terapia familiar, el concepto de «seudomu- sible, el cau~ar dolor mnecesano a nadie (p. ej., enfrentando la desdi-
tualidad» de Wynne et al. constituye el primer intento sistemático cha). El antiguo_ ~undame.nto tribal y biológico del sistema familiar
relevante para explicar los determinantes esenciales de las pautas era 1~, reproduc~wn y la_ cnan~a de la prole. A nuestro modo de ver, la
de relación familiar. Dicen estos autores: «La organización social en funcwn_ ~e la enanza Sigue Siendo el mandato existencial básico de
estas familias se ve conformada por una penetrante subcultura fa- la~ f~milias contem~orán~as: L~s.lealtades sujetas a las exigencias
miliar de mitos, leyendas e ideologías, que subrayan las nefastas con- propias de la supe~'Vlvencia bwlogica y de la integridad de la justicia
secuencias de una divergens:ia franca respecto de un número relati- humana son u~terwrmente elaboradas en conformidad con el «libro
vamente limitado de roles familiares fijos y absorbentes» [93, pág. ~ayo~» de a:~wnes y compromisos asumidos a lo largo de toda la
220]. En un evidente esfuerzo por integrar el punto de vista socio- histona familiar.
lógico con el psicoanalítico, Wynne et al. caracterizan la «estructura Atendiendo a estas.conexiones dialécticas más profundas, las
de roles internalizada en la familia y la subcultura familiar conexa, pautas d~ seudo~utu_a~dad u otros ordenamientos psicosociales son
· que actúan como una suerte de superyó primitivo tendiente a deter- elaboracwnes «psiCologicas» secundarias de realidades existenciales
minar la conducta de manera directa, sin entablar ninguna negocia- f~ndamentales; ~on ejemplos de ritos específicos en el contexto de un
ción con un yo que percibe y discrimina activamente» [93, pág. 216]. Sistema de relacwnes. El núcleo de la dinámica del sistema familiar
Las implicaciones de una subcultura de expectativas familiares es parte del orde~ ~umano básico, que sólo secundariamente se re-
constituyen un mojón en el camino que lleva a definir la estructura fl~Ja en los cono~~Ientos, afanes y emociones de los individuos. El
de relaciones como series de obligaciones impuestas a los miembros orden humano_ basico depende de las consecuencias históricas de los
de la familia. Cuando Wynne et al. comparan la circunspección fami- hec~os producidos por la interacción entre los distintos miembros en
liar y los mecanismos de indagación con una ansiosa vigilancia del la VI~a de cualqu_ier grupo social. Las motivaciones de cada uno de
superyó, se aproximan en grado sumo a nuestra formulación inicial los miembros es tan em·mzadas en los contextos de su propia historia
de un importante mecanismo patógeno de la familia, el «superyó con- y la de su grupo.
traautónomo» [11]. Asimismo, es fácil ver la afinidad que existe en-
tre los conceptos de superyó primitivo de la familia y las hojas deba- . Un ~j~mplo clínico ilustra el modo en que se entrelazan el individuo
lance de méritos a largo plazo en las familias. Los esfuerzos de Wyn- smtomatlco, ~na díada, Y la ~estalt total de las cuentas multigeneracio-
ne et al. tienden un importante puente en dirección al modelo diná- nal:s en un Sistema de relacwnes. La familia fue remitida para consulta
mico auténticamente multipersonal. El empleo que hacen de concep- deb:do al ~stado de ~ensión e irritabilidad de Diana, que últimamente se
tos de base individual, tales como superyó, represión, disociación o ~ab1a P?did~ advertrr tanto en el hogar como en la escuela. Diana, una ni-
rol, en un contexto familiar revela su esfuerzo por trascender los lí- na d:_ diez anos dotada de talento artístico, era muy apegada a su abuela
mites de la psicología al aproximarse al terreno de lo que denomina- la senara~;· d~ 5,8 .años. Cuando Diana contaba apenas seis días, suma:
mos teoría dialéctica de las relaciones. Utilizan un lenguaje esencial- dre se volVIo PSicotica y desde entonces ha estado internada en una clíni-
mente psicológico cuando elaboran expresiones tales como «interna- ca ~ara enfermos mentales. La señora H. crió a la pequeña. Como comen-
lización de la estructura de roles» y «sentido de satisfacción recíproca tarw aparentemente al margen del problema, se mencionó el hecho de
de las expectativas>> . La lucha principal en la familia caracterizada que entre la abuela Y el abuelo solían desencadenarse fuertes discusiones
con amenazas de violencia física.
por la seudomutualidad se describe en términos cognoscitivos como
La primera ~;sión de terapia familiar se realizó en el hogar, y reveló
«esfuerzos por excluir todo reconocimiento abierto de cualquier in- un~ grave tensw~ conyug_al en~re los abuelos. Contradiciendo las expec-
dicio de falta de complementariedad». tativas del trabaJador soc1al asignado a Diana, la abuela procuró en for-

24 25
m a ac tiva despertar la atención del terapeuta.casi desde el comienzo.
1 Aunque
lí ·t vestigan las motivaciones individuales,- considerar que un síntoma
· · · lmente sonaba poco coherente y evasiVa, fue muy e ara y exp Ci a
:~~~0 comenzó a puntualizar todos los motivos dedreser;tin;lie~to qu.e te- existe aisladamente de la personalidad total del paciente, es necesa-
rio examinar el sistema familiar completo en relación con la función-
nía contra el marido: «Hay dos cosas que no le per onare m1en ras ViVa»,
di'1 explicando las razones que la llevaban a rechazarlo sexualmente. señal de la «patología» del miembro identificado como paciente. El
Ál describir s.B. falta de respuesta sexual hacia el marido, la señora H. interés por el aspecto referente a la justicia propia del orden humano
suele conducir al descubrimiento de un miembro que en un comienzo
agregó: «Cuando lo necesitaba y lo deseaba, de joven, él tenía aventuras
por ahí». Advirtiendo el interés del terapeuta p01: conocer sus ar;tec.eden- parece haber actuado injustamente. Se plantea un interrogante: ¿El
tes, refirió una sorprendente historia personal. Sm mayores v~cilacwnes, injusto es actor e iniciador de los hechos, o un mero eslabón en una
relató que a los catorce años, cierta noche qu; su ~adre se ha~ia ~us~nta­ cadena de procesos? Una vez que se ha podido investigar el propio
do, su padrastro entró a su dormitorio y trato de Vlolarla. Al día SigUiente sufrimiento de ese miembro a través de injusticias pasadas, se pone
ella proclll'Ó obtener el apoyo moral ~e la madre, pero esta se puso del lado en marcha el proceso de terapia familiar.
del padrastro, y la jovencita fue enviada a casa de 1~~ abuelos. Nunca ha- La filosofía dialógica de Martín Buber y los escritos de ciertos au-
bía podido referir a nadie el incide~te,. con exce?cwn de su madre Y su tores existencialistas señalan un modo de «usar» a los otros que con-
abuela. A medida que esa mujer solitana y recluid~ comenzab~ a hablar forma otra importante dimensión de la dinámica de las relaciones.
más abiertamente, era fácil condolerse de su estalli~o de genuma deses- Sin embargo, en vez de subrayar lo que hay de explotación en deter-
peración y dolor, que la habían embargado toda su vida. . , . minados aspectos de las relaciones humanas, Buber se centra en su
Esta sesión inicial demuestra con gran claridad el enfoque dialect:~o capacidad potencial para la reafrrmación mutua. Al sostener que las
de indagación en los sistemas de relaciones. Ningún relato o decla~~cwn relaciones personales significativas pertenecen al tipo Yo-Tú, decla-
individual se toman como veraad absoluta. Los pi:oble~~s de 1~ mna se ra que los pronombres básicos no son Yo, Tú, Ello [It], sino Yo-Tú y
indagaron desde un comienzo en el contexto de 1~ di~ensi~n vert1Ca~ ~e la
familia, abarcando tres generaciones. Esto llevo a mves~igar ta~bien la Yo-Ello. El análisis fenomenológico existencial de la vida social pre-
dimensión horizontal del matrimonio de la abuela. A partrr de ~lli, era na- supone una dimensión de compromiso personal: no estoy, simple-
tural volver nuevamente a la dimensión vertical de los con?i.ctos qu; la mente, junto a aquel a quien me dirijo utilizando el «Tú» de Buber.
señora H. había tenido en la infancia con sus padres. Es facü ver como Ese otro a quien me dirijo de ese modo no es un mero instructivo de
una cuenta que quedó sin saldar entre ella, su madr: y su ~adrastr? ten- mi expresión emocional o la suya, sino, al menos por el momento, el
dría que «salir a relucir» en su matrimonío. L~, atmosfera rrrem~diable­ «terreno», la contraparte dialéctica, de mi existencia. Sin embargo,
mente hostil y atemorizadora de su hogar debw de haberse refleJado en- aun como terreno para el otro, la persona es un Yo bien delimitado
tonces en la desesperada necesidad que tenía la niña de llamar la aten- para sí misma.
ción en la escuela. ., El auténtico diálogo Yo-Tú va más allá del concepto del otro como
Con el presente ejemplo no se pretende sostener que u~a sola se~10~1 mero «objeto» o medio para gratificar mis necesidades. La solicitud y
inicial basta para descubrir las raíces últimas de los determmant:s. Siste- el interés recíprocos puestos de manifiesto es algo que no sólo expe-
micos de la conducta sintomática de un níñ~. J:. pesar de la ~ut~r;tl~idad ~ rimentan los participantes, sino que trasciende su psicología al in-
de la gran fuerza que esa mu~er solita~ia y a vida de comumcacwn i~par: gresar al dominio de la acción o el compromiso con la acción. El diá-
tía a su relato, sería poco realista considerar que el d~sarrollo de~ caracter logo, tal como lo define Buber, se convierte en una característica del
de la señora H. quedó cabalmente explicado por las Simples metáforas re- sistema de relaciones familiares. La reciprocidad de experiencias
lacionales de su condensada historia. No obstante, e~ examen de su expe- entre dos seres humanos, reafirmados ambos por su encuentro en
riencia clave infantil-la explotación de que fue obJeto por part: d:l pa- términos Yo-Tú, crea una base de apoyo mutuo en las relaciones fa-
drastro y la aparente deslealtad en la respue~ta ~e la n:adre- senalo una miliares. Tal vez esto se vincule con lo que Buber denomina la zona
injusticia básica, la cual debe de haber contnbllldo a crmentar la desco,n- del «entre» [26, pág. 1 7].
flanza hacia los hombres y las relaciones humanas en general, caractens-
tica de la señora H. durante toda su vida. Esta sesión il':stra .las dimen- Si bien el concepto de diálogo mutuamente reafírmativo sin duda
siones interconectadas de la psicología individual, la reciprocidad e~ los em·iquece nuestra comprensión de las relaciones, en general nuestra
sistemas de relaciones y la justicia del mundo de los ho~bres, convertidos postura es que las relaciones familiares tienen su propia estructura-
en datos invisibles registrados a lo largo de las generacwnes. ción específica, existencial e histórica. Un viajero conocido por casua-
lidad en el tren, del que obtenemos una respuesta caracterizada por
Como conclusión, digamos que la violación de la justicia inheren- su profundidad, puede, al menos momentáneamente, cumplir las
te al orden humano básico de una persona puede hacer de ese hecho condiciones de interlocutor en un auténtico diálogo Yo-Tú. Desde el
un pivote en torno del cual gira el futuro de sus propias relacione~ Y punto de vista psicológico, el efecto posterior de ese diálogo tan au-
las de sus descendientes. Así como sería poco sensato, cuando se m- téntico puede ser una reafirmación permanente de mi persona e

26
27
identidad, aun cuando esa relación específica s·ea efímera. De ese Y aferrarse desespe;:~damente a ~as posesiones materiales, por el
modo, el Tú del auténtico diálogo puede hallarse en todas partes, y otro, se ~rean paradoJicos antagorusmos entre las viejas y las nuevas
ser reemplazado por otro Tú. Ciertas dimensiones de la terapia de g~_neracwnes, con pocas P?sibilidades de resolución. La vieja genera-
grupo, las maratones, las técnicas de grupo de encuentro, la sen- cwn co_nserv~dora, se atrmchera cada vez más en su rígida postura
sibilización, etc., se basan en la esperanzada expectativa de que se defensi~a, mientras que me~iante ~1 ~scapismo y la negación la ju-
dé una reafirníación mutua entre personas que no pertenecen a un ventud ;t:ebelde puede destrmr los Cimientos que le permitirían utili-
sistema familiar consanguíneo. zar su libertad si adquiriera.la c~~a~idad necesaria para enfrentar y
Desde el punto de vista práctico es muy importante reconocer la balancea1: ~as cuentas ~e la JUSticia mtergeneracional. Llevados por
naturaleza específica de las relaciones familiares. Tras una vincula- su ~ensacwn ~e carencia, a menudo los jóvenes no ven que la repre-
ción que durante todas sus vidas se caracterizó por la hostilidad, dos salia destructiva lleva a una ulterior y más honda carencia. En últi-
hermanos pueden hacer intensos esfuerzos por reconciliarse y re- ma instancia, ambas generaciones resultan perdedoras.
construir su relación de manera que surja entre ellos una positiva La amplia popularidad actual de los grupos de encuentro mara-
amistad. Quizás entonces se descubran el uno al otro y lleguen a tón, sensibiliz.ación, etc., atestigua la toma de conciencia del desgas-
comprenderse en forma diferente, casi como si cada uno de ellos es- te de_las relacwnes personales por parte del hombre moderno. Todos
tuviera ante una persona totalmente nueva para él. Empero, ya sea los días se forjan nuevos ritos sobre la base de esa toma de concien-
que parezcan enemigos o amigos, siempre han sido miembros del . cia, com~inada :o~ el mito del valor supremo que tendría «expresar
mismo sistema familiar consanguíneo. Si yo ayudo a cualquier ser los propios sentimientos» hacia los extraños. El diálogo Yo-Tú de Bu-
humano que sufre, es prob~ble que entable un auténtico diálogo Yo- ber, cuando se lo comprende de manera parcial, puede esgrimirse co-
Tú con él. Si, no obstante, sucede que ese ser humano es mi hijo, con- mo anhelada fórmula mágica, aplicándola a encuentros de formas ri-
figura, por añadidura, una contraparte única de mi dominio existen- tualizadas. El especialista en terapia familiar no rechaza la validez
cial: ningún otro ser humano puede reemplazarlo. Ninguna conduc- del encuentro como «técnica» auxiliar dotada de sentido en la socie-
ta de otro, por perfecta que sea la semejanza, podría sustituir el sig- dad con~:mporánea; configura una dimensión de su propia labor con
nificado que él tiene para mí. Además, tanto él como yo estamos en- las f~m1~a~. Pero. ~i esta dimensión se eleva al plano de la omnipo-
cuadrados dentro de un sistema de relaciones multigeneracionales. t~nci~ n;a_g¡ca, utilizada para negar las duras realidades de la justi-
El compromiso, la devoción y la lealtad son los determinantes más CI~ h1stonca de la propia existencia y la posición generacional en el
importantes de las relaciones familiares. Derivan de la estructura «libro mayor» de méritos de la familia, sólo permitirá logros limita-
multigeneracional de la justicia del universo humano, creada a par- dos. Por añadidura, sus falsas pretensiones pueden ser fuente de
tir del patrimonio histórico de las acciones y de las actitudes entre grandes desengaños.
los miembros.
En resumen, la dimensión más importante de los sistemas de re-
laciones estrechas se desarrolla a partir de la hoja de balance multi-
generacional de méritos y obligaciones. Creemos que el nivel del sis- Importancia clínica del enfoque sistémico
tema en que se forjan las lealtades básicas se conecta con otros nive-
les sistémicos más visibles de la conducta de interacción y las comu-
La distinción trazada entre motivaciones multipersonales basa-
nicaciones. das en el sistema, e individuales tiene gran importancia para ~l tera-
Consideramos que la jerarquía de obligaciones reviste importan-
?euta desde el punto de vista práctico. Sus colegas con frecuencia lo
cia crucial para todos los grupos sociales y la sociedad en su conjun-
mterrogan acerca de sus actitudes hacia problemas terapéuticos cla-
to. Como muchas épocas pasadas, la nuestra padece el desgaste gra-
ves, .t~es com~: ¿~uáles son los criterios que determinan si la terapia
dual de la calidad de las relaciones humanas. Desde fines del siglo
familia;· es la mdicada? ¿Cuáles son las metas terapéuticas? ¿Cómo
XIX los autores existencialistas trataron de advertirnos del peligro
se evaluanlos resultados de su labor terapéutica?, etc. La respuesta
que amenazaba la calidad de las auténticas vinculaciones entre los
a estas preguntas está asociada a la comprensión del modo de entre-
seres humanos. La urbanización, la automatización, los medios de
lazamiento de los niveles de motivación en los sistemas individuales
transporte y comunicación de masas etc., contribuyen a aumentar y multipersonales.
ese desgaste. El teórico que estudia a la familia centra ahora su
La conceptualización de ese entrelazamiento entre niveles de sis-
atención en una dimensión existencial específica que en nuestra era
temas individuales y multipersonales no sólo exige un conocimiento
se evita, niega y erosiona: las cuentas de la justicia del mundo de los básico de la teoría general de los sistemas, sino un pensamiento ela-
hombres. Al rehuir los contactos con la familia extensa, por un lado, borado en función de un modelo dialéctico. De acuerdo con este últi-

28 29
mo, el dominio «in trap síquico» pierde todo sentido si lo sacamos del ceptualmente no P?dría definir la entidad sistémica de una familia
contexto de relaciones (Yo-Tú). Desde el punto de vista dinámico, to- no se trata de ll:na Imagen ficticia sino de una realidad clínica conl~
da experiencia subjetiva implica qué hay un sí-mismo y un otro, o q.ue ~ebe trabaJa~·· ~e hecho, en el curso de uno o dos años de expe-
sea, un contexto simbólico interpersonal. Mediante pautas interiori- r:encia, los es~eci~stas en ter~p~a ~amiliar por lo general aprenden
zadas, el individuo inyecta en todas las relaciones actuales la pro- co~o .deben, trabaJar .con _la dmamica d~ grupo de un sistema fa-
gramación de su mundo relacional formativo. Naturalmente, el sí- mili~r espec~co: c~nsi~er~n~olo una entidad, antes que la suma de
mismo es el centro experiencia! del mundo del individuo, pero ese sí- las ~versas dinamicas mdiVIduales de los miembros. En última ins-
mismo es siempre un Yo subjetivo, impensable sin algún Tú. t~ncia, debe tratar el conglomerado forjado entre las patologías indi-
Los autores suscriben una visión amplia de la teoría clínica, en VIduales y las configuraciones del sistema.
que los niveles de motivación de los sistemas individual (intrapsíqui- . _La !area fund~mental del especialista en terapia familiar es de-
co) y multipersonal deben considerarse en su relación mutuamente f:m~· smtomas, diagnóstico y entidad nosológica en términos sis-
antitética y complementaria. Entendemos incorrecto y poco aconse- t~~Icos. ~l conc~pto médico t~·adicional de síntoma se originó a par-
jable ignorar la importancia motivacionalrecíproca y multipersonal tu de la dicotomia entre los Signos notables y lo que se infería como
para la formulación intrapsíquica de hechos tan relevantes para la proces~ de enfermedad subyacente, definible en términos de causali-
experiencia humana como la separación, el enamoramiento, el creci- dad. Mientras ~ue la sugestión, la hipnosis o los procedimientos con-
miento, la madurez sexual, el miedo a la muerte, el dolor por la pér- d~ct~les .~stuVIer?n durante siglos enteros claramente dirigidos a la
dida de seres queridos, etc. Por otro lado, nos damos cuenta de que elimu:acion del smto~a, el interés propio de la teoría psicoanalítica
nuestra actual teoría de la psicopatología y la psicoterapia está es- freudia~a se ha defin~do con::o .algo que va más allá de los síntomas y
tructurada, en su mayor parte, en términos individuales, que deben se centra en el mecamsmo basico subyacente en la organización fun-
ampliarse para abarcar el contexto de las dimensiones motivaciona- damental de la personalidad del paciente.
les de los sistemas familiares. · El espe~ia~s~a en terapia familiar tiene que aprender a integrar
Por ejemplo, en respuesta a las preguntas sobre lo indicado de conc~ptos mdividu~les, descriptivos y dinámicos con dimensiones
· una terapia, sus metas y la evaluación del trabajo con la familia, el del sistema de relacwnes tales como: 1) pautas de interacción funcio-
especialista en terapia familiar tal vez no pueda comunicarse con nal;~) 1:elación entre la pulsión y el objeto; 3) consanguinidad; 4) pa-
sus colegas si estos últimos tienen una orientación exclusivamente tolo.g¡a. I~terpersonal; 5) mecanismos inconscientes entrelazados en
individual. Puede preguntársele: ¿La terapia familiar es indicada en los m~vid~~s; 6) aspectos de encuentro del diálogo óntico, y 7) cuen-
un caso de fobia a la escuela? Su respuesta no puede ser ni sí ni no. tas de ]Usticra multigeneracionales.
Debe dejar en claro que en esta forma la pregunta es intrínsecamen- . Los actos ~elictivos de un muchacho, por ejemplo, pueden con-
te inadecuada e imposible de responder. Como la terapia familiar Sidel:ars~ m~t~vados por varios factores individuales y familiares. En
tiene por objetivo ayudar a cada miembro de la familia, la pregunta un m:relmdiVIdual, puede vérselo como si luchara por satisfacer sus
debe formularse de distinto modo: ¿Es conveniente y factible que los necesidades de gr~tificación instintiva (sexuales, agresivas) (2), por
miembros de la familia de un niño con fobia a la escuela trabajen re.aflrmar su propia persona en relación con el padre (2, 6), por llegar
juntos en pos de la obtención de beneficios mutuos? En términos es- ~Igualar a sus pare~ (1), etc. En un nivel multipersonal, el joven de-
trictos, sin embargo, incluso la formulación «familia de un niño con hncu~nte puede satisfacer en forma sustitutiva las tendencias in-
fobia a la escuela» posee bases individuales. El experto en terapia fa- cons?I~ntes de sus padres hacia la delincuencia (5); por ejemplo, es
miliar sabe que al cabo de unas pocas semanas el papel del «pacien- preVIsibl~ q~e en sus ~nsoñaciones y fantasías procurará reparar to-
te» sintomático puede desplazarse, pasando del niño con fobia esco- das las perdidas sufhdas por sus padres, castigando a la sociedad
lar a la madre deprimida, el hermano delincuente o el padre que ado- (7); acaso, llevado por su lealtad, quiera unir a sus padl'es convirtién-
lece de una enfermedad psicosomática. El problema que se nos plan- dolos en un eq~i:po disciplinario en mutua connivencia (1); puede, sin
tea es el de designar una familia en términos de un sistema multi- que~erlo, sun;:mstrar a su familia una excusa para una indispensa-
personal, en vez de contentarnos con introducir los términos o frases ble mtervencwn _de la,socieda.d a través de sus autoridades (1, 2, 7).
del diagnóstico tradicional del individuo con la expresión «la familia En una escala aun n;as amplia, puede poner a prueba la capacidad
de un ...». «par.enta~>~ de la so.ciedad en su conjunto y brindar dependencia y
La falta de una categorización de familias ampliamente acepta- gratificacwn encubierta a todos los miembros (3).
ble, de acuerdo con los criterios del sistema multipersonal, ha obsta-
culizado de modo serio los esfuerzos del especialista en terapia fami-
liar por comunicar su punto de vista. Aquel siente que aunque con-

30 31
-
Cuanto más cambia, más igual a sí mismo permanece cial», la confusi~~ de libertad emocional con la separación física la
elevada valoracwn de formas de seudoamistad tan stipe fi · 1 ' y
·nf d d rICia es co-
Todos los sistemas de relaciones son de tipo conservador. La ló- mo 1 _un a as se cuentan entre las «ventajas» de nuestra so · d d
gica que los gobierna exige que la dedicación y cuidados que prodi- que ahe~tan el escapismo más que el enfrentarse con las cuen~Ie a
gan· sus miembros a modo de «inversión compartida» sirvan como las relacwnes. as en
compensació:a por todas las formas de injusticia y explotación. Debi- La historia de la civilización de Occidente aparece co 1110 u
1 d b ll . . . na pro-
do al carácter inalterable de los vínculos genéticos y la continuidad .o~ga a ata. a_ en la que elmdividuo ha luchado siempre por libe-
de las cuentas que entrañan obligaciones, las familias constituyen rarse del donumo de gobernantes opresores Los mi.tos de lo ·
1 h b · · s gnegos
los más conservadores de todos los sistemas de relaciones. Mediante Y, os e reos brmdaron una temprana definición del individuo e
una identificación con el futuro de nuestros hijos, nietos y demás ge- heroe que enfrenta conting~ncias imposibles de superar, y que, :~~
neraciones por nacer, podemos, al menos en la fantasía, justificar que a la_ postre sucumba, sirve como fuente de inspiración para la
todo sacrificio y compensar toda frustración. generacwnes futuras, que demostrarán su propio heroísmo medí ~
En cierto sentido, la estructuración existencial de la consanguini- te n~evas hazañas. L_a aceptación pasiva del poder del gobernant:~
dad familiar es inalterable. Las familias que lidian con la separación conviert~ ,a uno en miembro de la masa, indigno de reconocimiento 0
real o inminente de algunos de sus miembros nunca podrán avenirse recordacwn. No obstante, la simple huida y separación física respec-
a perder «existencialmente» a ningún integrante del sistema. El pa- to ~e esa fuerza abrumadora no bastan para liberar realmente al
dre divorciado o que ha hecho abandono del hogar nunca será reem.' pr~fug?. Y m~nos aun podemos resolver la tiranía de las propias
plazado interiormente como padre en la mente de sus hijos. Incluso obligacwnes Simplemente esquivando al acreedor. Una huida en ma-
en los casos de adopción eféctuada a muy tierna edad, la importancia sa, por temor a_enfrentar la responsabilidad de las obligaciones·fliia-
existencial de los padres naturales suele ocupar la mente de los hijos les, pued~ s~n:Ir a todas las relaciones humanas en un caos insopor-
adoptivos durante toda su vida. Pueden sorprender a lafaniilia que table. El ~ndiv1d~w puede verse paralizado por una culpa existencial
los adoptó con sus vehementes deseos de alcanzar un mayor conoci- amorfa e mdefimble.
miento y entablar un contacto más profundo con los padres natura-
les, al menos en el recuerdo.
Otra importante esfera de conflicto de lealtades se vincula con
ese tipo de justicia humana menoscabada que se basa en una explo- El modernismo conservador
tación emocional carente de equilibrio. El análisis de estos proble- o el miedo a la privacidad '
mas a menudo se ve oscurecido por consideraciones de índole econó-
mica en la familia. En otros casos, la posesión expoliadora de una . .Basándose en las realidades manifiestas de su experiencia co-
persona aparece disfrazada de amor; ¡como si el amor que el gourmet tidiana? ~lgunos expertos en terapia familiar se muestran inclinados
siente por el lechón pudiera acaso significar amor para el cerdo! Al- a descnbir ~u can:po de acción como algo caracterizado por fríos jue-
gunos autores de la escuela de Bateson (para un amplio resumen, cf. gos de mampul~cwnes. De esa manera parecen perder contacto con
Watzlawick [SS] y Berne [7]) realizaron exhaustivos estudios de cier- los estratos propios del compromiso personal, ínsitos en toda relación.
tas técnicas expoliadoras en las relaciones. Sin embargo, el especia- Aparenteme~te, la terapia de intervención en la familia puede
lista en terapia familiar se guardará de extraer cualquier conclusión atraer al profeswnal de o~i~ntación impersonal y mecanicista, que
apresurada sobre qué constituye explotación en las relaciones de fa- ve en ella un .terreno propiciO para la manipulación de los seres hu-
milia. Las pautas de interacción superficial entre sus miembros, en ~a~os. Por eJemplo, ~al vez sostenga que la capacidad de empatía,
especial si se considera una díada aisladamente, pueden conducir a md1spensable en cas1 todas las formas de psicoterapia individual
conclusiones totalmente erróneas. La auténtica comprensión de lo pue~e soslayarse en la terapia familiar. Algunos terapeutas prefie:
que constituye la explotación gira en torno de los balances recíprocos ren :~norar el I?roceso de crecimiento subjetivo de los miembros de la
de méritos y en el reconocimiento de tales méritos. f~milia, Y c?~s1deran que la terapia familiar simplemente está diri-
Los procesos familiares y los sociales, más vastos, se entrelazan g¡da a mo<ll!1car las pautas de interacción visibles. Las líneas rec-
de manera significativa. La civilización occidental contemporánea :oras des~ 1~tervención podrían basarse entonces en principios pu-
alienta la huida por medio de la negación para evitar un duro enfren- rame_:¡.te tecmcos, como el refuerzo de los estilos de comunicación la
tamiento con el propio sistema de relaciones. La movilidad física ~nseJ?-anza de los principios que rigen una «buena» discusión' la
cada vez mayor, la capacidad de comunicación saturada a través de 1dentifi?ac~ón Y eliminación de los dobles vínculos, etc. Algunos t~ra­
los medios, la glorificación del éxito conseguido en la «adaptación so- peutas ms1sten en establecer una agenda artificial: piden que la gen-

32 33
te se desplace por la habitación, la hacen s~ntarse y habl~r de deter-
. d a manera , inventan tareas «operatlvamente
m1na . factibles»,
. ellos
., gicos, s~no la rel~va~cia de su context~ interpersonal. Esto demues-
mismos salen del recinto, etc. Por el.conti:ano, nuestra onentacwn tra la dificultad mtrmseca que surge al tratar de objetivar o cuantifi-
hacia las relaciones familia~·es en la terapia e~ d_e naturaleza p:rs~- car los hechos relacionales. La relevancia con textual puede evaluar-
se .equiparando contenido y contexto. Como el vaciado y el molde: en-
nali z·ada. Estamos convencidos de que el crecmnento
. · en nuestra
t VI-
caJan o no. La relevancia es una medida no lineal, no cuantificable.
da personal nG sólo es inseparable d:~ crecnniento en 1~ues ra,ex~e-
riencia profesional, sino que es tambien nuestra herramienta tecmca . ~l desarrollo c~nceptual ~n los campos de la teoría y la terapia fa-
más importante. . . . . ., miliar se ve toclavia obstaculizado por una permanente confusión so-
La actitud del especialista en terap1a familiar hacm la cu~stwn bre la función del pensamiento científico, tal como se aplica en la es-
de la privacidad individual y la experi~nc~a subjetiva d~termma su cena humana. Algunos de los investigadores más capacitados siguen
conceptualización de las metas terapeuticas. Es~ablec1endo como creyendo en el valor de estudiar fenómenos en esencia no mensura-
meta ideal de la terapia el funci~namiento p~esur:~nbl~n:en~e ~o n~~­ ble~, aunq~~ técnicamente bien definibles. Tal vez opten por mirar
rótico que a la larga logra el paciente,. la te?n~ psi:~dinamica mdiv:- la VIda familiar como algo motivado por juegos de poder y se orienten
dual tiende a delimitar su esfera de mteres cie?-tíflco '! humar:o, CI- a producir datos convincentes y perfectamente documentados sobre
ñéndola al marco del individuo. Aunque la teona admite que solo s.e prob~emas d~ conducta delim~ta~os en forma estricta, pero de impor-
ve la punta del iceberg, es decir, los aspectos consci:ntes delas r:rot:- tancia margmal. La tarea mas Importante de la investigación, a la
vaciones, sin embargo considera que las nueve dé?1~as partes mVI- · ve_z que la ~1ás dificil, es la creación de un marco conceptual que per-
sibles pueden reconstruirse sobre la base del conocnn1en~o de l~s me- mita maneJar los aspectos más complejos ele la teoría de los sistemas
de relación.
canismos mentales del individuo: represión, transferencia, resisten-
cia defensa, regresión, etc. .
'Al trabajar con familias in vivo, el interés del tera~eu_t~ no res~de
simplemente en reconstruir el núcleo esencial de los ~di:'"1duos smo
que va más allá, tratando de establecer un nuevo equilibno de l~s re-
¿La «realidad» objetiva tiene cabida en las relaciones
caracterizadas por la cercanía?
laciones en el sistema multipersonal. En este sentido, la terapia. fa-
miliar se encuentra en uno de los polos del espectro de la~ te1:a~Ia~,
la terapia clásica de la conducta en el polo opuesto, y l~ psicodina~m­ ~es';ll~a engañoso considerar la realidad relacional como algo me-
ca (freudiana) en el medio. Importa rec~nocer la ~al~cia de .una dic~­ nos mdividualmente dinámico o menos subjetivo que la realidad in-
tomía comúnmente aceptada, como si la terapia mtensiva ~uera ~el~na de una persona. El atributo «objetivo», por contraste con «sub-
equivalente a la indagación individual, mientra~ qu: la ter~pia fa- Jetivo», connota la cualidad de estar libre de toda información falsa e
miliar conjunta implicara una tar~a ~ás superficial e ;mpreci~a, que incorrecta, y de toda distorsión de los hechos debida a la parcialidad
puede o no o dar en el blanco y qmz~ nun?~ roce el nucleo ~rivado e emocional. Sin embargo, la realidad de la persona en sus relaciones
interno de los participantes; como s1los dialogas confidencia_l~s ~a­ más cercanas está compuesta por su realidad interna familiar trans-
no a mano entre paciente y terapeuta constituyesen el reqmsit~ m- ferida y subjetiva, más ciertos atributos reales del compañero. Natu-
dispensable de toda «labor» te_rapéu~ica ~?"tensa y pro.f';lnda. ~len­ :·almente, desde el punto ele vista de este último, su propia realidad
mterna es más subjetiva que efectiva.
tras que, sin duda alguna, la mvestigacwn de la f~m~ha a.m~lí~ el
margen de intervención del terapeuta, su ca:·act.enstica distmtiva No existe ninguna realidad objetiva como campo intermedio en-
no es la mera extensión horizontal. Sucede, mas bien, que el compro- tre los «calibres de necesidades» (12, pág. 46] recíprocamente anta-
miso que contrae el terapeuta de ayudar a todos los miembros de l~ gónicas de dos personas que se relacionan. Si la objetividad reviste
familia intensifica la fuerza emocional de un nuevo proceso de reali- ~quí algún sentido, reside en la conciencia que cada participante
mentación, que afecta a todos los participantes. S~n. embargo, el con:r- tr:ne de las configuraciones de necesidades simultáneas en el otro,
promiso de ayudar a todos los miembros de la fan.::ili~ pue,de c?nducir mi:ntras que ambos luchan por hacer de ese otro el objeto de sus ne-
a una auténtica intensificación del proceso terapeutlco solo SI e.l pro- cesidades y deseos. No obstante, cabe recordar que las necesidades
pio terapeuta es capaz de seguir el ritmo de la «escalada» .emoci~~al. del individuo incluyen la condensación de las cuentas relacionales
La razón por la cual la propia situación de la terapia familiar no saldadas de su familia de origen, además de la reactivación de sus
propios procesos psíquicos primitivos.
representa una mayor exigencia emocional para el_ terapeuta qu~ ~a
terapia individual se debe a que la verdad~ra medida ~e la em:o~w;t Cuando lo que se procura es un análisis de las relaciones cerca-
humana no es la intensidad de sus concomitantes afectivos o fiswlo- nas, el terapeuta primero tendrá que conocer con claridad los deter-
minantes principales de las motivaciones de los participantes o sus

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actitudes relacionales. Debe averiguar cuál es la posición de cada ¿Cuál es la realidad objetiva de la persona?
miembro en el sistema: conocer sus obligaciones, compromisos, la
historia de sus méritos, formas de explotación, etc. Por ejemplo, ade- En la anterior descripción se presentaba al individuo como un ser
más de las actitudes relativas al «chivo emisario», un «amor» sofo- que se amolda al contexto de sus relaciones. Asimismo, se presupo-
cante.y abrumador puede también convertir en víctima a su objeto. nía que la persona es una entidad dada y definida, con un límite
Ha de inspeccieínarse, igualmente, la necesidad que tiene el «objeto» identificable: sus necesidades y estilo de respuesta son exclusiva-
de entablar un diálogo caracterizado por la autenticidad. mente suyos. Suponemos que, al menos en sus acciones, el individuo
En su estructuración programático-afectiva, las actitudes rela- configura una unidad integral.
cionales portan el esquema de los actos futuros de la persona. El di- No obstante, una teoría más amplia de las relaciones debe tomar
seño de esos esquemas siempre lleva implícitas las necesidades bási- en cuenta la fluctuación que minuto a minuto afecta su grado de in-
cas de aquella y sus obligaciones sistémicas «importadas». Lo más dividuación. Una persona puede definirse básicamente por la gama
importante en el acto de elección de una víctima propiciatoria, por y medida de sus necesidades, obligaciones, compromisos y actitudes
ejemplo, no es el hecho de que distorsione la realidad, sino el de que responsables adoptadas en el campo de las relaciones. Incluso ciuda-
exprese las necesidades del victimario_ (y, por sup_ue~t~, la~ ,expecta- danos aparentemente bien individualizados, socialmente destaca-
tivas de todos los participantes en el sistema de VIctrmizacwn). Otro dos y responsables pueden actuar como miembros irresponsables e
tanto puede decirse de un proceso inverso al de elección de una vícti- indignos de confianza cuando lo hacen en el contexto de una relación
ma propiciatoria, como el de enamorarse. En primerísimo lugar, el familiar «simbiótica». Pueden ser víctimas del pánico si de ellos se
que ama tiene necesidad de ver (distorsionar) al ser amado como ob- espera que adopten una visión responsable de su función dentro de
jeto que se ajusta a su propía configuración de necesidades (sexual, la familia. Pueden ocultarse tras un «nosotros», en lugar de un «yo»
de protección, de dependencia, de vituperio, etc.) ~<Am~r c~ecus est:> como forma de expresión gramatical, al tratar de explicar sus pro-
(«El amor es ciego»). Cabe agregar que el amor es aun mas ciego debi- pios sentimientos e intenciones. Pueden centrarse de manera exclu-
do al peso que en cada individuo comportan las obligaciones ocultas siva en las funciones o síntomas de sus hijos, o sin quererlo crear una
· que vienen de afuera, y ya no de la díada. Por medio del marido Y la imagen de falsa individualización y salud en sus lazos conyugales.
mujer, no sólo buscan ajustarse dos individuos sino dos sistemas Por ejemplo, pueden discutir con engañosa libertad, revelando en
forma manifiesta grandes divergencias personales sobre el tema de
familiares.
Lo que equilibra la subjetividad unilateral de las necesidades de discusión, sólo para hallar luego que estas son imposibles de modifi-
los dos miembros de la pareja es el hecho de que el que ama pueda car debido a las personalidades inconscientemente fusionadas de los
hacer que el objeto de su amor le responda y, en última instancia, miembros de la familia.
que las necesidades de este último le permitan hallar a su vez en Nuestro enfoque sistémico ubica las estructuras psíquicas indivi-
aquel un objeto satisfactorio. Una relación íntima es un encuentro duales en el contexto de sus relaciones, al trabajar con familias so-
dinámico entre patrones de necesidades. No existe entre los cónyu- metidas a tratamiento. Todavía no se ha hecho la transferencia que
ges un campo intermedio objetivo o «realidad no distorsionad_a». La lleve de ahí a un análisis estructural individual entendido más ca-
meta realista de cada uno no debe ser poner a tono sus necesidades balmente. Podríamos equiparar la función relacional simbiótica-
con las características «objetivas» del otro, sino aprender a discrimi- mente indiferenciada o la deuda sistémica pobremente resuelta con
nar las necesidades del otro como válidas pese a ser distintas de las una «débil estructura yoica» en términos individuales, pero la co-
rrespondencia de esos términos es sólo parcial. El lenguaje de la «de-
propias.
Desde el punto de vista de nuestra teoría de las relaciones, el «pa- bilidad yoica» presupone, por lo general, una identidad personal,
trón de necesidades» de una persona es una fórmula abreviada que aun cuando discontinua. Por el contrario, el funcionamiento simbió-
comprende tanto sus necesidades personales como las expectativas tico en forma sustitutiva, o de connivencia, tan sólo puede observar-
invisibles debidas al equilibrio perturbado de la justicia en las rela- se en presencia de dos o más individuos íntimamente relacionados
ciones anteriores propias y de su familia. Tiene una deuda de reci- entre sí. La inferencia realizada a partir de la relación terapéutica
procidad para quienes tanto le dieron, no importa que se hayan individual (transferencia) para llegar a las relaciones familiares re-
sentido estafados o explotados por el destino. Puede dar por sentado sulta incompleta.
que su futura pareja tiene conciencia de sus frustraciones y obliga- En síntesis, el punto de vista sistémico reviste gran importancia
ciones innatas. Naturalmente, el otro debe incorporar en su actitud práctica y terapéutica. Nuestro contrato terapéutico debe sellarse
la historia del balance de méritos de su propia familia. con todos los miembros del sistema de relaciones familiares, y no sólo
con el miembro que presenta el síntoma o con sus custodios adultos.

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El contrato significa que el terapeuta debe mostrarse asequible y · En _síntesis, la orientación sistémica surge de la lo' o-ic d 1 b
realmente estar dispuesto a ayudar a todos los integrantes, asistan o ' ·
s ervacwnes emprr1cas realizadas por los especialistaso• enat e as· of -
mili . E :D • • • erap1a a-
no a las sesiones. A su vez, debe comprometer la participación de to- a~. n Oima m~~pendiente, ~uchos de los antiguos terapeutas
dos. Hará que expongan sus opiniones, necesidades y deseos de ayu- llegaiOn_a la concluswn de que eXIste una organización regulada (ho-
da, y procurará asegurarse de que incluso los mensajes del hijo más meo~~asls) en cuanto al desplazamiento del papel de enfermo en las
pequeño searí escuchados y hallen respuesta. Como parte del contra- familias. Aunq~e _en el campo de la terapia familiar se requerirían
to, infundirá el valor necesario para enfrentar las obligaciones y la f';lndamentos teol"lcos basados en una ulterior descripción m' .
culpa por el pago delictivo de las deudas emocionales. ClS d 1 h h , . , as pie-
a, e os , ec os empu·1cos de la homeostasis sistémica, el interés
Aunque la mayor parte de los esfuerzos iniciales del especialista de la may~1?a de los terapeutas se ha centrado comprensiblement
tienen que ver con la firma del contrato terapéutico por el conjunto e!lla cuestwn de las fuerzas dinámicas que regulan dicha homeosta~
de la familia, no es el terapeuta quien crea o impone el punto de vista s1s. El mandato del terapeuta, orientado hacia la consecución de una
dinámico y terapéutico del sistema familiar a los miembros. No ha- meta, le pl~n~ea un desafio: llegar a dominar los secretos del control
bría familia de no existir fundamentos de solidaridad y lealtad ante- Y el determmismo causal de las relaciones familiares.
riOl·es aun al nacimiento de los hijos.
Las implicaciones de la terapia conjunta, familiar o relacional
son tan revolucionarias que por fuerza deben llevar a una ruptura
con nuestra ética social ampliamente difundida o a refugiarse en al-·
guna forma de negación y_ acuerdo entablado por razones de debili-
dad. La cuestión de la explotación, el acérrimo individualismo, la re-
presión por parte de los mayores o los poderosos líderes políticos, re-
yes, dictadores, etc., está relacionada con las fuerzas que rigen el sis-
tema familiar. Las exigencias éticas planteadas a un fabricante de
automóviles para que produzca vehículos seguros y duraderos en
medio de la competencia y los conflictos laborales son similares a las
que se plantean a una pareja en vías de divorciarse para que tome en
cuenta los intereses de sus hijos.
Cuando en otros capítulos indaguemos las dimensiones de leal-
tad, reciprocidad y justicia, es improbable que como especialistas en
terapia familiar podamos escudarnos tras conceptos conveniente-
mente individuales, orientados hacia la eficiencia. Los conceptos sis-
témicos de eficacia impersonal, como pautas de comunicación ade-
cuadas, resolución de problemas, adaptación o incluso «salud men-
tal», no llegan a rozar la real esencia de las relaciones humanas. To-
do estudio de las respuestas sin compromiso alguno de responsabi-
lidad y contabilización de obligaciones de por sí queda socialmente
invalidado o, por lo menos, resulta carente de sentido.
Sin una capacidad para enfrentar las cuentas de integridad de
las relaciones familiares, el especialista en terapia familiar se verá
abrumado, y puede caer en esa desesperación que induce a hablar de
la «muerte» de la familia [29]. Puede verse atrapado en un dilema si-
milar al de un especialista en publicidad, llevado a desplazar su
preocupación por la eficacia del diseño de sus anuncios publicitarios
al interés por la honestidad e integridad de estos. El especialista en
terapia individual puede, si lo desea, seguir siendo un diseñador de
fachadas; en cambio, el especialista en terapia familiar no puede, a
la larga, cerrar los ojos ante la integridad relacional, incluyendo la
suya propia.

38 39
2. La teoría dialéctica de las relaciones

En el capítulo anterior señalábamos que consideramos que la in-


fraestructura humana más profunda de relaciones consiste en una
red (jerarquía) de obligaciones. Mientras que los sociólogos han com-
pilado listas de obligaciones manifiestas, nosotros estamos más inte-
resados en las encubiertas. Hay un continuo toma y daca de expecta-
tivas entre cada individuo y el sistema de relación al que pertenece.
De manera constante oscilamos entre la imposición y la exención de
obligaciones. Supuestamente, la integridad del sistema de relacio-
nes sería sustentada por un giroscopio que mantiene al día las cuen-
tas del balance. total de obligaciones entre los miembros.
La relación ética de cada miembro con su sistema de relaciones
(por ejemplo, su familia, su ubicación laboral o su comunidad) confi-
gura la parte crucial de su mundo existencial. EI balance entre las
obligaciones y su cumplimiento constituye la justicia del mundo de
los hombres. ¿Qué medidas permiten juzgar el punto en que se en-
cuentra el balance? ¿En base a qué criterios puede juzgarse negativa
o positiva la hoja de balance?
Sostenemos que para comprender la estructura de un mundo de
relaciones no se requiere un tipo de pensamiento absoluto o monoté-
tico sino dialéctico. La esencia del método dialéctico estriba en li-
berar a la mente de conceptos absolutos, que de por sí sostienen ex-
plicar los fenómenos como si el punto de vista opuesto no existiera.
De acuerdo con el pensamiento dialéctico, un concepto positivo siem-
pre se enfoca en contraposición con su opuesto, en la esperanza de
que al considerárselos conjuntamente se llegue a una resolución, en
virtud de un entendimiento más cabal y productivo. Los principios
de la relatividad y la indeterminación en la fisica y el concepto de la
regulación homeostática en biología ejemplifican una orientación ca-
da vez más dialéctica en el campo de las ciencias naturales.
Nuestra posición es dialéctica en varios sentidos (algunos, dife-
rentes de lo que supone el uso cotidiano contemporáneo del término).
En un sentido hegeliano, utilizamos la dialéctica como forma de de-
safiar las limitaciones unidimensionales de la definición de cual-
quier fenómeno. En esta dirección cabe prever que la impredecibili-
dad básica de la vida habrá de plantear siempre desafios en toda for-
ma de equilibrio. El hecho cualitativamente nuevo habrá de trastro-
car todo el principio de equilibrio, en vez de inclinar la balanza de

41
una fase homeostática a la siguiente. Al agregar un componente por ticas de lo que.s~lía ser una situación experimentada pasivamente,
fuerza nuevo, el desequilibrio de hoy lleva al nuevo equilibrio de ma- frustrante e h1nente, devengara un puro beneficio emocional. Sin
ñana. Lo. falso y lo mundano resultan valiosos en la medida en que embargo, n~estra experiencia clínica nos dice que nadie resulta ga-
contribuyen a combatir el estancamiento. A medida que el daño y la nado;· e.n v1rtu~ de una conclusión que proclama resentimiento y
injusticia se equilibran por medio de la reparación, la espontaneidad desd~n.Irremediables hacia el propio progenitor.
de los movin:ilentos autónomos de cada miembro tiende a crear un 81.bie~ e~ enfrentamiento consciente con los propios sentimientos
nuevo desequilibrio y una nueva injusticia que, de ser reconocida y de odw significa un progreso, no representa un fin terapéutico en sí.
enfrentada, lleva a una definición más rica y cierta de la libertad y la A menos que la perso~a pueda luchar con sus sentimientos negati-
solicitu¡l entre los miembros. La preponderancia del movimiento por vos Y resolverlos mediante actos basados en actitudes positivas de
sobre el estancamiento constituye la esencia del enfoque dialéctico ~yu~a para el progenitor, no poill·á liberarse realmente del probl~ma
de las relaciones familiares, y el especialista en terapia familiar cola- mtrmseco de lealtad y tendrá que «vivir» el conflicto, incluso después
bora en el proceso mediante su compromiso con el cambio, el recono- de la muerte del progenitor, aplicando pautas defensivas patológi-
cimiento de este, y la síntesis del cambio con la identidad invariable cas. El sospechoso rechazo del cónyuge, o tal vez del mundo entero
del ser. p~ede configurar un intento defensivo por resolver este tipo de con:
La psicología, la psicoterapia y la psicopatología también han su- flicto. Cabe mencionar aquí que la transferencia positiva hacia el te-
frido una transición gradual hacia un enfoque más dialéctico. En_ rapeuta puede en sí ser equivalente a una deslealtad intrínseca ha-
tanto que desde el punto de vista individual tradicional se pensaba cia el progenitor rechazado y, naturalmente, revertir en una transfe-
en función de conceptos rp.onotéticos o absolutos: instinto, poder, rencia negativa. Con frecuencia, el resultado final es el rechazo del
control, amor, odio, inteligencia, comunicación, etc., el método dia- terapeuta, para escapar a los efectos fulminantes de una «victoria»
léctico define al individuo como participante de un diálogo, o sea, en sobr~ los propios padres. El costo de dicha victoria sería la culpa, la
interacción dinámica con su contraparte: el otro, o no sí-mismo. Él y vergll:enza, Y una a.tadura paradójica de lealtad, desconocida y des-
su contraparte constituyen su mundo relacional. Una naranja no tie- mentida como propia, aunque la persona se aferre a ella en forma pa-
ne que definirse en función de una «contranaranja», mientras que, ralizante.
por ejemplo, la individuación de una persona debe verse desde la Una :rariada serie de situaciones cotidianas humanas y clínicas
perspectiva de su equilibrio dinámico con fuerzas simbióticas, desin- pueden Ilustrar la dinámica relacional basada en el razonamiento
dividualizadoras. De acuerdo con las leyes de la dialéctica, el movi- que denominamos dialéctico. En primer lugar, debemos tener en
miento en un sentido determinado ejerce tracción y eventualmente cuen~a que las actitudes manifiestas y conscientes pueden entrar en
genera movimiento en el sentido opuesto. La resolución dialéctica co~cto con las expectativas encubiertas. Es mucho lo que se ha es-
nunca es un tibio compromiso en gris entre lo blanco y lo negro, sino cnt? sobre la paradoja del proceso psicoterapéutico, en que el pacien-
que implica convivir con opuestos vivientes. Stierlin [84] efectuó un te tiene que desarrollar una dependencia temporaria respecto del te-
importante aporte en relación con una formulación dialéctica de la rapeuta a los efectos de obtener independencia y espontaneidad en
dinámica básica. su forn:a de vida .. La experiencia cotidiana demuestra ampliamente
Una situación que suele darse con frecuencia en la terapia fami- con q~e frecuencra una respuesta airada y punitiva de la persona
liar ilustra la lucha del hombre por resolver las paradojas antitéticas que eJerce el ~~der puede ser preferible a una actitud paciente, tole-
de su existencia. En el curso de la vida cotidiana o durante latera- ran.te Y permisiva. La primera de esas respuestas tal vez indica una
pia, una persona puede tomar conciencia de su profundo resenti- a:titud de participación y preocupación, en tanto que la segunda
miento para con sus padres, debido a que ellos lo hicieron víctima de ~Impl~mer:!e puede t~~n~mitir indiferencia y falta de interés. Lapa-
un rechazo, o falta de amor, reales o supuestos. En un sentido abso- 7entalizacwn de un hiJO ilustra otra paradoja: de qué manera el ob-
luto, la persona requeriría ayuda por medio de las prácticas psicote- Jeto de protección puede de manera simultánea convertirse en fuen-
rapéuticas tradicionales, dirigidas a alcanzar la individuación por te d~ fuerzas Y ~poyo dependiente. De acuerdo con esa misma lógica,
medio de la intelección y la expresión abierta, para llegar a una ma- el hiJO parel}talizado que actúa en forma excesivamente adulta para
yor autonomía. Por consiguiente, no tendría que preocuparse por el su edad solo puede hacer progresos si primero se le da la
hecho de que su imagen de los padres sea detestable. Debería sentir- oportunidad de asumir ciertas pautas demasiado infantiles. De ese
se libre de enfrentar y expresar su resentimiento, al menos en el cur- modo, la fuerza real se obtiene, a través de la debilidad aparente.
so de la terapia, y conferir a otras personas el papel de objetos ade- Una paradoja muy importante y profundamente arraigada resi-
cuados de sus aspiraciones amatorias. De esta manera, en un senti- de. ~n la r.elación antitética entre la individuación y la lealtad fa-
do absoluto, sería lógico esperar que al extraer las conclusiones prác- mLlLar. Mientras que en la superficie parece que la imposibilidad de

42 43
desarrollarse y madurar torna al niño desleal en' relación con las as- que, como intrusos, se erigen en obstáculo de la tranquilidad del ma-
piraciones de su familia, 1~ ve~~ad.in.~s.cutib~~ es que todo. paso que trimonio y la paz de la familia nuclear, en realidad refuerzan la soli-
lleve a la auténtica emancipacwn, miliVIduacwn o separa~10n de ese daridad familiar y el sentido que comparten. En síntesis, la separa-
l:1ijo tiende a tocar un problema lleno de g¡:an carga emocwnal: el de ción, el aislamiento, la otredad o la diferencia, reconocidas en su
la unión simbiótica permanente de cada mwmbro, negada, y a la vez equilibrio dinámico antitético y dialéctico con la intimidad de una re-
deseada, con lá familia de origen. lación, constituyen una fuerza vital. Sin embargo, tomados en un
sentido absoluto, son reminiscentes de la paz absoluta que en última
instancia sólo ofrece el cementerio.
Desde el punto de vista psicológico, cabe pensar que la frontera
Fronteras relacionales que separa al endogrupo del exogrupo es de índole cognoscitiva: sa-
bemos que somos diferentes; en lo afectivo, sentimos que «nosotros»
Uno de los aspectos más importantes de la dialéctica relacional formamos un grupo separado de «ellos»; o correspondiente al plano
hace referencia al concepto de frontera intragrupal entre «nosotros:> de la acción: tomamos en cuenta lo que «nosotros» hacemos por
y «ellos». Ontológicamente, «;~os>> nos .crean a «nosotros>> como enti- «ellos» y lo que «ellos» han hecho por «nosotros». Nuestra preocupa-
dad dotada de sentido y proposito. Debido a su «otredad» [otherness], ción por la lealtad y la justicia propias del orden humano subrayan
el exogrupo se convierte en blanco con':eniente del ~rejuieio. Pode- . naturalmente el tercer aspecto (fáctico) de la frontera: el del toma y
mos sentirnos resentidos por su presencia, pero necesitamos de ellos. daca. Nos interesa todo aquello que los padres brindan a sus hijos y
Tal vez deseamos que desaparezcan de nuestra vista.' sacárnoslo.s lo que reciben de estos: la manera en que la brecha generacional se
del medio, pero sin ellos nuestra vida carece de propósito y de. sen~I­ mantiene en pie y puede salvarse por medio de actos y actitudes.
do. Casi todos los grandes acontecimientos que jalonaron la ~ston~ El balance de las actitudes intergeneracionales constituye un im-
de la humanidad se identifican basándose en una pronuncmda di- portante criterio para evaluar la salud familiar. Idealmente, los pa-
visión entre el endogrupo y los de afuera. Sin oportu~idad de ~on- dres tendrían que sentirse reconfortados al aceptar la dependencia
. frontarse o incluso de luchar con estos, el endogrupo pierde el VIgor del hijo. Deberían sentirse reconfortados y, en general, gratificados
que lo lleva a funcionar. , . por ser sus conductores y fuentes de apoyo, a la vez que aceptan la
La identidad interna del endogrupo esta conectada de manera m- necesidad de alimento, orientación y corrección que tiene el niño.
disoluble con la frontera de otredad respecto del exo~upo. Lo.s ~e­ Naturalmente, es inevitable que por momentos el padre sienta que
breas antiguos eran el pueblo elegido de Dios. Los pnmero.~ cnstia- ha dado más de lo que puede, que ha escuchado más de lo que está
nos estaban convencidos de que sólo ellos estab~n en poses1011: de un capacitado para escuchar, sin tener ocasión de expresar sus propios
importante secreto, gracias al cual podrían ext~par la~ cre~ncias pa- sentimientos de cansancio, agotamiento y explotación. En tales
ganas. Los g¡·iegos antiguos creían ser ellos qUienes difundían .la luz ocasiones el progenitor, inconscientemente, puede pedirle al hijo que
de una cultura superior entre los bárbaros, y los romanos considera- le brinde su confianza, apoyo, y que le dé alguna gratificación; y por
ban que su misión era conquistar el n:u~do y hacer qu~ la paz Y la lo general el hijo puede y se siente feliz de recompensar al padre por
justicia reinaran eh él. Incluso los moVImientos que persig;ten metas los cuidados y el apoyo recibidos. En otras palabras, la parentaliza-
humanísticas universales sólo pueden florecer en la medida en que ción temporaria de un hijo es un aspecto normal de la vida familiar,
se conciben en oposición a otro grupo de extraños, ignorantes, re- un vehículo para que el hijo aprenda a ser responsable.
nuentes o antagónicos. . .. · En las familias en las que la parentalización se da en un sentido
Más que aspirar a una unidad absoluta, la VIda en ~amilia ~~be patológico, esta inversión de posiciones llega a ser la regla, más que
procurar el dominio de las antítesis subgrlfp~les. En la VIda .~amiliar, la excepción. En casos extremos el hijo se siente tan sobrecogido por
la diferenciación, la individuación, y, por ultimo, la sep.aracwn de los exigencias de responsabilidad que nunca tiene oportunidad de ser
niños, adolescentes y adultos jóvenes confieren su senti~o ~la p~ren­ niño. Dichos hijos llegan a ser especialistas en el trato con adultos in-
talidad. Quizás algunos padres fantaseen con frecuencia, Imag¡nan- fantiles, mientras que en ellos mismos se agota rápidamente la con-
do hallar por fin paz y gratificación total en una época futur~: cuan~o dición de niños, que es la suya por derecho propio.
los hijos ya no estén a su lado. Tal vez piensen que son los hiJOS qUie- La adolescencia ejemplifica la contraposición dialéctica de la dife-
nes provocan todos sus conflictos. Sin embargo, lo real es q~~ la sepa- rencia generacional. El adolescente tiene simultáneamente caracte-
ración que lleva a una pérdida en la relación tiende a debilitar o, al rísticas infantiles y adultas, pero no es ni niño ni adulto. Aprende a
menos poner a prueba el matrimonio paterno aislado, más que a re- ser infantil con respecto a la conducta de los adultos maduros. Al po-
forzarÍa. Incluso los parientes políticos, de quienes suele pensarse der apoyarse en los adultos, renuncia en parte a sus necesidades

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infantiles. Pero el mero hecho de evitar todo infantilismo no lo lleva mente opuestas. Sin embargo, el mismo carácter fijo de sus papeles
de por sí a la condición de adulto. La experiencia de sentirse en ella- antitéticos puede hacer que los dos miembros, en forma sustituta
do infantil del diferencial adulto-nii1o·hace que el adolescente apren- dependan cada uno de la función del otro, de tal manera que ningun~
da gradualmente a cruzar la frontera y comportarse como adulto ha- enfrenta su propio universo de relaciones como una persona total.
cia alguien que está por debajo de él. El significado terapéutico de las Un astuto hombre de negocios, conocido como un viejo zorro, puede
fronteras de relación queda ilustrado mediante ciertos aspectos del verse atrapado en una seudodialéctica mutuamente expoliadora con
tratamiento de una familia que abarcaba tres generaciones: su hijo, el «empresario lleno de ética». A la vez que cada uno siente
un inocultable desdén por la debilidad del otro, ambos también nece-
La señora G., madre de dos hijas adolescentes, ha estado luchando con- sitan, y explotan mutuamente, las características que desaprueban
tra la actitud de su propia madre, supuestamente llena de resentimiento en ese otro. En vez de un auténtico diálogo antitético, se da en ellos lo
y de actitudes de rechazo dm·ante casi toda su vida. Incluso, parecía vana- que denominamos fusión polarizada de roles. Su antítesis no puede
gloriarse por el hecho de que su matrimonio fuera el producto de una at- llevar a erigir fronteras, a una síntesis creadora. El hecho de «usarse
mósfera de rebelión hostil contra su madre. En su caso, la hostilidad se
manifestaba de inmediato. Esta señora no tenía ninguna dificultad en el uno al otro» en forma sustitutiva y mutuamente expoliadora tam-
describir los mutuos resentimientos y las heridas sufridas tanto por ella bién impide que compartan y evalúen sus aportes recíprocos.
como por su madre. _ De manera análoga, los miembros «demasiado adecuados» de la
En el curso de la terapia familiar, iniciada a causa del episodio psicóti- familia pueden depender del fracaso de los «poco adecuados». El
co sufrido por la hj.ja menor, de quince años, la «hermana sana», de dieci- miembro destacado en lo social puede depender del desempeño del
siete, comenzó a dar decididos_ pasos en pos de su independencia. La joven miembro enfermo o delincuente. Naturalmente, la salud del miem-
ingresó a la universidad, y empi·endió una serie de acciones rebeldes y bro sano y la enfermedad del identificado como paciente están cacle-
autodestructivas. En apariencia, y sin tener conciencia de ello, la propia terminadas por sus funciones sociales amplias, y no sólo por la pro-
señora G. empezó a asumir de modo gradual el rol de madre que desapro- pia naturaleza sustitutiva de la díada que forman. En última instan-
baba rechazaba v condenaba moralmente los actos de la hija rebelde que cia, empero, el carácter fijo de sus roles sirve a los requerimientos de
·estaba emancipándose. Sin embargo, cuando el especialista en terapia toda la red de obligaciones de la familia.
familiar hizo una comparación entre el propio matrimonio de la madre, El carácter fijo de las obligaciones «congeladas» propias de un rol
nacido de su «rebeldía», y la rebelión adolescente de su hija, la señora re- puede contrastarse con la atmósfera de confianza básica que reina
chazó la analogía airadamente. Todavía no podía permitirse reconocer su en una familia. La confianza básica, expresión acuñada para desig-
posición dual respecto de la frontera madre-hija. nar una fase del desarrollo psicosocial individual [34], corresponde a
Sólo cuando la señora G. descubrió que su madre padecía de cáncer co- una estructura de relaciones en que cada individuo, como entidad in-
bró visos de realidad la posibilidad de un cambio. Al tornarse capaz de dependiente, puede extraer beneficios y ser responsable ante un or-
asumir el papel de enfermera (o sea que, de un modo simbólico, hacía de den humano justo. Un orden justo no entraña la ausencia de injusti-
madre para con su propia progenitora moribunda), comenzó a ver a su hi-
cias; implica que la auténtica responsabilidad determine un rol más
ja como una joven mujer que luchaba desesperadamente, en lugar de ver
en ella a una delincuente condenable por la moral. Interesa observar que poderoso que cualquier otra obligación fija. La representación de ro-
alpoco tiempo de asumir la señora G. un rol materno, lleno de amor y les fijada sumisa y sustitutivamente entre los miembros de la fami-
preocupación respecto de su madre, su hija trocó sus conductas delin- lia da lugar a un sistema familiar que, más que resolver las viejas
cuentes autodestructivas por otras pautas más constructivas, tanto en su cuentas, las bloquea y posterga. En un sistema tal, en realidad nadie
vida privada como hacia los miembros de su familia. tiene que enfrentar su propio sí-mismo como agente libre y responsa-
ble. A los efectos de diseñar una estrategia eficaz de vasto alcance, el
La familia mencionada demuestra cuán útil es que uno de sus especialista en terapia familiar tiene que evaluar el balance de la
miembros se lance decididamente a la acción, adopte una posición justicia humana y la jerarquía de expectativas dentro del sistema fa-
definida y enfrente las consecuencias de sus actos. Tal conducta miliar, escuchando el modo en que cada miembro, subjetivamente,
tiende a desbaratar las pautas de remanida evitación y postergación concibe su responsabilidad ante el resto de la familia, y viceversa.
que impiden que muchas familias se transformen en «laboratorios» El. tipo de pensamiento que parte de una causalidad rectilínea ve
de crecimiento personal, al enfrentar los conflictos y resolverlos. en la enfermedad algo determinado por una causa o cadena de cau-
El concepto sistémico de relaciones familiares requiere una dis- sas. Por su parte, el punto de vista dialéctico enfoca la realidad psí-
tribución interdependiente de roles. En determinadas familias, el te- quica dual de cualquier relación. Sin embargo, ningún diálogo debe
rapeuta descubre una rígida polarización en torno de roles o posicio- considerarse como algo limitado a dos participantes. En todo diálogo,
nes, que parece llevar a los miembros a adoptar posturas genuina- una persona y su universo humano enfrentan a otra, y al universo

46 47
humano de esta. A medida que cada uno formula su propia posición de negocios. Las injusticias cometidas rrüentras se ascendía en la es-
dentro de una jerarquía familiar de obligaciones, se crea un nuevo cala social pueden olvidarse cuando el trepador exitoso adquiere un
equilibrio o red de créditos. Por mucho que querramos desprender- nuevo rango. En la familia, sin embargo, las consecuencias de todo
nos de la carga del pasado, la estructura básica de nuestra existen- acto quedan grabadas en el sustrato más profundo de la contabiliza-
cia y la de nuestros hijos sigue estando determinada, al menos par- ción transgeneracional. El destino de los hijos se refleja como un es-
cialmente, po:L· las cuentas sin saldar de las generaciones pasadas. pejo frente a los padres. La fuerza reguladora crucial de las relacio-
nes familiares es el principio de contabilización de responsabilidades
y la posibilidad de confianza.

Jerarquía de obligaciones
e «interiorización de los objetos»
El poder y la obligación como bases alternativas
El punto de vista extremo del purista del sistema social, en el de contabilización de las responsabilidades
campo de la familia, sostendría que el terapeuta sólo debe ocuparse
del aquí y ahora o nivel de conducta de las relaciones interperso- Nuestra posición teórica debe diferenciarse de la que pinta a la
nales. El purista tiende a ignorar la estructuración histórica del ren- · dinámica y la terapia familiares como si tuvieran lugar en medio de
dimiento de cuentas en lo que atañe a compromisos y obligaciones, y una batalla por el poder. Dentro de ese marco, se destaca la impor-
reduce el campo de relaciones familiares a un plano similar al de tancia de la libertad contra la subordinación en las relaciones fami-
cualquier otro grupo pequeño, dotado de una realidad conductal e in- liares. El matrimonio y la familia se perciben, básicamente, como
teraccional observable. Como desde nuestro punto de vista la «con- una palestra para ejercer control sobre el otro; tallo que ocurre cuan-
tabilización» de los actos de lealtad es el determinante clave de las do se retrata la figura del padre brutal o de la madre dominante co-
estructuras de relación y, en última instancia, de la conducta indivi- mo malhechores ávidos de poder en la patogénesis familiar.
dual, consideramos que la interiorización de las relaciones objetales Tal vez dichos enfoques eran complementarios de la tendencia
es uno de los indicadores de la justicia que rige en el propio universo imperante durante dos décadas que pueden denominarse antiauto-
humano. Por ejemplo, el niño carenciado que sufrió el rechazo de sus ritarias: el período comprendido entre fines de la década de 1940 y fi-
padres puede interiorizar hasta tal punto su amargo resentimiento nes de la de 1960. Las tendencias autoritarias y antiautoritarias
que posteriormente se vale del mundo entero para obtener su revan- mantienen un equilibrio vacilante en cualquier sociedad. La tradi-
cha, para vengarse. Por añadidura, al convertir a su propia esposa ción propia de la sociedad norteamericana ha determinado que todo
en chivo emisario y tildarla de mala madre, no sólo les hace pagar liderazgo y roles de poder manifiesto sean especialmente vulnera-
las cuentas a sus padres interiorizados mediante la reproyección de bles. Como resultado, el compromiso con cualquier forma de lideraz-
su oscuro resentimiento en otra persona, sino que también protege a go manifiesto pero responsable suele verse como una palanca de ma-
sus progenitores al hacer objeto de su venganza a un tercero. Incons- nipulación menos eficaz que, por ejemplo, un medio en el que reina la
cientemente, evita culpar su memoria, en tanto que sacrifica su leal- abundancia, combinado con una crítica persistente a todo liderazgo.
tad para con la esposa. Blitsten brinda una descripción de una familia norteamericana
No es por azar que los registros detallados de la justicia subjetiva de ese período en términos parecidos: «El énfasis en la desvaloriza-
del universo humano suelen llevarse en forma más cuidadosa y du- ción de las ventajas de la edad y la exageración de las bondades de la
rante un tiempo más prolongado en el pautamiento invisible de las juventud, el socavamiento de la autoridad paterna y las nociones ex-
relaciones familiares que en cualquier otro grupo, sino porque proba- tremas sobre la igualdad en las relaciones familiares, son factores
blemente las familias están ocupadas con la generación de la prole. que, combinados, explican en buena medida todo lo que hay de sin-
Esta es una meta a largo plazo, un acto irreversible cuyas consecuen- gular en la vida familiar norteamericana» [9, pág. 37].
cias éticas son mucho más grandes que cualquier otra función huma- Al destacarse excesivamente la importancia de la nivelación so-
na individual. cial como instrumento de regulación del poder, por necesidad se su-
Las situaciones propias de la vida extrafamiliar pueden o no ser bestima el significado del control por medio de obligaciones y com-
injustas durante cierto tiempo. Podemos pasar velozmente de un promisos internos. ¿La desintegración anómica de la sociedad con-
trabajo a otro, desplazarnos de una ciudad a otra. La lealtad para temporánea es causada por el aflojamiento del control ejercido por
con un antiguo patrón tal vez no sirva de nada en una nueva i·elación medio del poder, o por la pérdida de todo compromiso interno respec-

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»Mi hermana usa constantemente a los-demás para lograr sus propios
to de las obligaciones? Dicks estable?e una vincul~ción im~~cita ~n- fines (por ejemplo, para hacer gala de total irresponsabilidad respecto de
. los aspectos sociales e intrafamiliares de la desmtegracwn: «~1la
t re sí misma o de cualquier otra persona). Mi padre quiere echarla a pun-
desintegración de las células del orgamsm?
. . soci'al avanza a seme] an- tapiés, de modo que la provoca "sutilmente", hasta que ella se va, o ame-
"' ··tmo ·qué reacciones en cadena traera como secuela para nues-
t c:O naza con marcharse, o trata de rehuir la situación poniéndose histérica.
,¿, ' 1 f ., dld d
tra comunidad futura? No sólo se veran en a rustracw~ e es~o e Uno de estos días tal vez halle el valor suficiente para matarse pero lo du-
ilidad /amor duradero y apoyo de muchos de los mismos miem- do: no podría regodearse con el remordimiento de mis padres (especial-
es t a b , , , · d ·-
bros, sino especialmente en la progresion geometnca e mnos caren- mente el de mi madre) si estuviera muerta. De manera que está siempre
ciados cuya mente desconfía, a la vez que no puede co~a~·s_e ~n que al borde de la destrucción, pero nunca llega a ella. Esto es tan sólo una
llos ·sellen un compromiso emocional permanente e mdiVISible en paradoja más en su vida. Cito sus palabras: "¿Qué hay de malo en tener
:us matrimonios o en la esfera de las relacion~s humanas en ge~eral. infinidad de ideas paradójicas?".l\!Ii respuesta es: "¡Todo!"».
Una sociedad es tan adecuada como lo permite el es~ado emocwnal
de los individuos que la integTan. El ya elevado y ~Tec1ente p~rcenta­ Por la carta de la hermana, parecería que Lucila estaba jugando
je de matrimonios rotos o con fuertes perturbac101~es habra de ~u­ al juego del poder como ganadora, pero hay algo que le resulta para-
mental' el número de hijos desgarrados por los conflictos y po~enc~al­ dójico. Desde nuestro punto de vista, una de las paradojas reside en
mente destructivos, para quienes el mundo, su cultura y las mstltu- la relación antitética entre el éxito basado en el poder y la culpa que
ciones son el enemigo» [31, pág. 5]. · . ese éxito acarrea. El temor de destruir al otro se ve equilibrado por el
En conclusión la contabilización del poder monotético repTesenta riesgo de destruirse a sí mismo.
un aspecto much~ más s~1perficial de la_ est~·uctu:ación social que la
contabilización de obligaciones. El relaJmmento rrresponsable de la
jerarquía de lealtades es más nocivo para la sup.ervivencia de las so-
ciedades que la autoridad aparentemente excesiva. . . Antítesis superficie-profundidad
La vulnerabilidad del hombre a Taíz de sus compromisos difiere,
pero está relacionada con su «dependencia óntica» [12, p~g. 37]. Es La relación entre el poder, por un lado, y la culpa que el poder des-
más difícil describir de qué manera podemos resultar hendos por la pierta, por el otro, resulta ilustrativa de la dialéctica que conecta
interdependencia existencial que por la explotación del pod~T. Er; esas dos dimensiones. El movimiento en una dirección, el nivel ma-
palabras de Lujpen: «Precisamente porque el h~mbre en esencia esta nifiesto de la conducta (más poder), tiende a producir un movimiento
en el mundo, le es imposible, a pesar de que VIVe por amor, no d~s­ antitético, funcionalmente inhibitorio en el nivel implícito de los sen-
truir tmnbién, de alguna manera, la subjetividad del otro». [63, pag. timientos (culpa por el poder). Por contraste, en el marco de un pen-
293]. El sí-mismo y el otro, aunque mutuamente con~tru~tlvos en la samiento monotético, no dialéctico, se espera que el poder sea res-
dialéctica relacional, son también susceptibles de extmgu1rse de ma- tringido por otra fuerza superior y opuesta. El principio del control
nera recíproca mediante una explotación activa o pasiva. .. dinámico interno de la propia agresividad o éxito expoliador es in-
La siguiente carta, proporcionada al terapeuta por_la h1~a de 16 trínsecamente dialéctico.
años de un matrimonio, ilustra la lucha por la superviVencia enta- Ese principio regulador inherente a la dialéctica de los hechos de
blada por los miembros de la famili.a en relaci?_n con los ~esespera­ la vida debe distinguirse de un simple modelo de comunicaciones ca-
dos pasos por independizarse que ~o la_ otra ~IJa,_ de 18 anos. Todos racterizado por mensajes contradictorios en dos niveles del significa-
padecen su propia interdependencia eXIstencial, mseparable de sus do, o sea el «doble vínculo» [4]. La orientación dialéctica subraya la
compromisos de lealtad para con la familia y del uno para con el otro: estructuración motivacional dual de todos los hechos relacionales
(«psicológicos»): manifiestos, de la conducta, y encubiertos, propios
«Lo que acaban de ver (el hecho de que le diera un cigarrillo a Lucila) de las obligaciones. De manera concomitante, las relaciones deben
fue una demostración del modo en que Lucila usaba a otras personas c?- verse intrínsecamente conectadas con dos sistemas de contabiliza-
mo herramientas de su venganza contra nuestros padres. Yo _no quen~ ción: los de las motivaciones manifiestas, determinadas por el poder,
dárselo, pero es una suerte de "maldita seas si lo ~aces, y ~ald1ta seas s1 y los de la jerarquía de obligaciones.
no lo haces": si le doy un cigarrillo, mi madre se siente her~da al v;rl~ fu- Este tipo de determinación y contabilización dual puede obser-
mar, pero si no le doy mi madre se sentiría igualmente henda~ mr como
llena de improperios a su hermana, o al verla levantarse y sahr. No re- varse en los individuos, las familias nucleares que interactúan, las
cuerdo cómo se llama el juego que está jugando, pero figura en Juegos en cadenas multigeneracionales de relaciones en familias extensas y en
que participamos, de Eric Berne [7]. sociedades enteras. Las cuentas de lealtad que han quedado sin sal-

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. 'l"

dar influyen en la vida de las generaciones posteriores. El niño ex- Si el terapeuta hubiese incluido en su estrategia la dimensión de
plotado suele convertirse en padre simbióticamente posesivo. Los es- culpa por el éxito, habría entendido el juego de los chivos emisarios.
tudios longitudinales de familias podrían convalidar la frase bíblica Como la victimización exitosa de un chivo emisario inevitablemente
según la cual siete generaciones serán afligidas por los pecados de provoca culpa en quienes la perpetran, es posible que la víctima ten-
un padre. A medida que los libros mayores van atiborrándose pro- ga en sus manos la palanca clave en la jerarquía de inducción de cul-
gresivamentG de culpas por la explotación perpetrada, mayor tam- pas. El perdedor puede resultar ganador; la simple restitución de sus
bién es el daño infligido a las futuras generaciones. A la postre, los derechos equivaldría a una meta unidireccional monotética. Por con-
hábiles explotadores se convierten en perdedores finales. Al igual siguiente, en vista de las implicaciones dialécticas de su rol, el chivo
que eli la sociedad, en última instancia el esclavo resulta vencedor emisario debe ser reconocido y felicitado como importante colabora-
sobre el esclavista. dor y líder. A la inversa, los victimarios deben considerarse futuros
El desplazamiento entre los roles de poder y los cargados de culpa perdedores, debido a su propensión a crearse culpas cada vez mayo-
en un «sistema» de chivos emisarios puede ilustrar esta relación an- res por su acto de injusticia. A menos que el terapeuta logre quebrar
titética entre el poder y la culpa acarreada por el poder. De no presu- el ciclo de culpas que surge en estos últimos, tendrá que prever la
ponerse una dialéctica tal, sólo podría verse el imperio ejercido por el continuación cíclica del proceso. Por añadidura, como mártir, el
poder en términos absolutos: el ganador estaría arriba, y el perde- miembro convertido en chivo emisario quedará exento de frenos su-
dor, irremediablemente debajo. La vida familiar se aproximaría a la peryoicos internos, así como de todo control externo. En consecuen-
escena económica y política en que, al menos temporariamente, la ri-· cia, se mostrará inclinado a una actuación (acting out) tal que pro-
queza y el poder generan de modo usual mayor riqueza y poder. En vocará la aplicación del control externo mediante una renovada in-
la vida familiar, sin embargo, la gente está demasiado próxima a culpación proyectiva por parte de los otros miembros, a medida que
una ineludible contabilización de la justicia como para soslayar la estos se recuperan de sus respectivos sentimientos de culpa. Así, el
culpa por el abuso de poder. proceso se reitera una y otra vez.
Cuando el terapeuta percibe la injusta victimización del miembro Por regla general, sin un íntimo conocimiento del sistema de con-
convertido en chivo emisario, suele reaccionar frente a la dimensión tabilización de méritos de una familia específica es imposible deter-
de poder de la dinámica relacional en el sistema. Tal vez procure po- minar la medida exacta de cualquier beneficio o pe1juicio relacional
nerse de parte de la víctima, y defenderla de sus victimarios, obvia- aparente. Lo que parece ser una pelea brutal entre los miembros, por
mente injustos. El terapeuta puede seguir el principio (en teoría co- ejemplo, puede en realidad producir un aumento de confianza y leal-
rrecto) de invertir una situación unilateral, sobrecargada. Quizá tad a partir de sus sufrimientos y desdicha compartidos; todo se re-
perciba de manera correcta dónde yace la distorsión cargada de pro- mite a una forma de mayor «acercamiento».
yecciones. Por lo general, es totalmente obvia en el proceso de con- La naturaleza y medida del endeudamiento personal determinan
vertir a alguien en chivo emisario, en especial cuando lo hacen va- lo que puede constituir la explotación en cada relación. Una esposa
rios en connivencia. Finalmente, el terapeuta puede seguir sus pro- puede sentirse expoliada y traicionada al descubrir, tras treinta
pias inclinaciones para restaurar el orden de la justicia humana, años de matrimonio, que las compañeras de oficina de su marido
trastrocado por la indebida explotación del poder relacional. siempre lo tuvieron a este por un hombre arrollador, en tanto que el
En la práctica, sin embargo, el esfuerzo del terapeuta por res- mismo descubrimiento puede provocar una sensación de orgullo y
taurar la justicia y remediar el daño causado al chivo emisario rara reafirmación en otra esposa. Las «escapadas» periódicas pueden
vez se ve recompensado por los resultados de su intervención. Con debilitar un matrimonio, y reforzar los lazos de otro.
frecuencia, él mismo se ve atrapado en las fuerzas de choque del sis- A semejanza de la culpa y del poder, la vergüenza y la dignidad
tema, que contribuyen a perpetuar el proceso de elección de chivos suelen ocupar posiciones antitéticas entre los niveles manifiestos y
emisarios como situación necesaria, continuamente repetida. A me- más profundos del pautamiento de relaciones. Las sesiones conjun-
nudo, para su sorpresa, el terapeuta inexperto se sentirá rechazado tas de terapia familiar pueden semejarse a un tribunal en el que han
incluso por el chivo emisario, quien se muestra tan adicto al juego co- de confesarse actos vergonzosos y cargados de culpa. La intromisión
mo sus perseguidores. El terapeuta puede entonces optar por ver en del terapeuta como persona venida de afuera subraya de manera no-
aquel a un masoquista que desea ser herido. Muy pronto la víctima toria las implicaciones del contexto. No obstante, la dignidad de la
ni siquiera parece sentirse herida; de hecho, los demás miembros de abierta confrontación con la verdad puede tener mayor peso que el
la familia no parecen desdeñarlo sino apreciarlo. Comprensiblemen- manifiesto carácter oprobioso de las revelaciones, como en el caso de
te, disminuye su respeto por esa intervención terapéutica cada vez las que hace un progenitor frente a sus dos hijos y los «intrusos» pro-
menos importante. fesionales:

52 53
En el tratamiento individual de una joven aqüejada por una serie de disposición a inclinarse, detenerse, escuchar, respetar, asimilar, re-
delirantes preocupaciones se emprendió la indagación_de la dinámica ~a­ tener, digerir, integrar al sí-mismo, etc., que la corrección de las dis-
miliar. La psicoterapia individual resultó poco produ~t1~a en su cas,o; solo torsiones de la realidad y las posturas narcisistas en el curso de la
produjo una serie de estériles cavilaciones. El espec1~lista pr~curo obte- psicoterapia. En la medida en que el aprendizaje requiere una acti-
ner algunos indicios sobre la base de unas pocas seswnes conJuntas ~~n tud generosa y confiada, la capacidad del niño para asimilar nuevos
algunos de lqs miembros de la familia, y decidió solicitar una evaluacwn conocimientos dependerá del balance de la contabilización retributi-
de la dinámica familiar. va de crédito y débito. La frustración inicial del desarrollo hace que
En la primera sesión conjunta, que incluyó a la paciente, su madre Y la escala del niño se incline de manera desmedida hacia la intoleran-
seis de sus hermanos, se produjo una importante apertura. . cia de toda injusticia. Desde este punto de vista, el mundo aparece
El consultor en terapia familiar insistió en alentar a los m1embros de como algo en esencia frustrante, que no le da nada, y que por ende se
la familia para que trataran de expresarse de la manera más abierta ~?si­ encuentra unilateralmente en deuda con él. En consecuencia, el niño
ble. De pronto, la madre anunció: «Ha habido incesto en,esta famil1a».
Tras un incómodo silencio inicial, el hermano mayor agrego, por su parte, no se encontrará predispuesto en lo emocional a «dar» aceptando al-
un relato de sus experiencias incestuosas. Siguieron entonces las revela- go, por ejemplo, aprendiendo, asimilando. Desde el punto de vista te-
ciones de varios de los restantes miembros de la familia, acerca de las nu- rapéutico se deduce entonces que primero debe permitírsele al pe-
merosas experiencias incestuosas que habían vivido unos con otros. Pare- queño lograr el reconocimiento (y posiblemente la reparación) de la
cía como si la madre les hubiera dado permiso para revelar ese vergon~ propia justicia, de manera que pueda concederse a sí mismo la op-
zante secreto. Lo que en el inicio equivalía a la apertura de la madre para ción de aprender en vez de convertirse en un ser autodestructivo e
expresar su propia vergüenza y la de toda la fam~_a, deriv~ en un_ esfue~­ incapacitado para el aprendizaje. No es fácil evitar el desarrollo que
zo totalmente digno por ayudar a que toda la familia ob:uv~e:·a as1~tencm conduce a una resistencia inconscientemente vengativa y revanchis-
profesional. El valor de la búsqueda de la verdad y la Justlcm se 1mpuso ta hacia el aprendizaje y todo desarrollo intelectual. Teniendo en
sobre el que podía tener la lealtad a costa del secreto. cuenta la fuerza que poseen las lealtades invisibles de todo niño, el
terapeuta debe reconocer su justicia de manera tal que los padres de
En síntesis, la dialéctica superficial-profunda, tanto de la diná- aquel no se conviertan en chivos emisarios en ese mismo proceso. Po-
mica individual como de la relacional, determina el modo en que el demos enterarnos, por ejemplo, de que el progenitor abandónico
movimiento en una dirección dada y en cierto nivel puede generar un creció dentro de un sistema frustrante, injustamente carenciado. Si
movimiento contrario en otro niveL Es por este motivo que para una a la vez pueden ahorrarse culpas a las familias de origen, el aumento
persona de afuera es casi imposible de~erminar dónde term~an las en el mérito positivo de todo el sistema debe recompensarse median-
heridas infligidas abiertamente y comienza el verdadero dano para te el progreso que lleva a una mayor receptividad para el aprendizaje.
una relación.

¿Individuación o separación?
Base dinámica retributiva del aprendizaje
La autonomía es un concepto típicamente dialéctico, y el empleo
La base relacional del aprendizaje y sus fallas nos da una de las erróneo de este concepto como meta terapéutica puede ser culpable
pautas más importantes para entender por qué, en cier~os vec~da­ de muchas fallas en la terapia. Aunque son pocos los terapeutas pro-
rios los niños llegan a la edad escolar afectados de una mcapacidad pensos a adoptar un enfoque tan simplista como para limitarse a
soci~l para el aprendizaje. Si la enseñanza se supone ~n.áloga al act? equiparar la autonomía con la separación física, la práctica terapéu-
paterno de dar, el aprendizaje equivale a su vez a recibir. Por consi- tica subraya en buena medida la importancia de la vida indepen-
guiente, este último tendría que disminuir la frustración rest~uran­ diente como meta y prueba básica de la emancipación psíquica. Por
do el balance de justicia del universo humano de la persona. Sm em- lo general, la separación se alienta partiendo de un punto de vista
bargo, al menos en los casos en que es excesiva la temprana frustra- con fundamento cultural según el cual si hijos y progenitor pueden
ción durante el desarrollo acerca de la justicia del mundo de los hom- mantener una separación física, desarrollarán mecanismos destina-
bres, partimos del supuesto de que el aprendizaje equivale más a dar dos a valerse a sí mismos, los que eventualmente disminuirán su
que a recibir algo del maestro. . . mutua interdependencia emocional. Sin embargo, en un nivel rela-
El aprendizaje exige tolerancia para con los nuevos conocimien- cional profundo, la separación física puede favorecer un desplaza-
tos introducidos, extraños al yo. Requiere idéntica actitud generosa, miento contraautónomo interior, neutralizador, en la contabiliza-

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ción del balance de méritos en el sistema de lealtad de la familia. En la vida familiar como oportunidad para·hacer un nuevo balance éti-
este sentido, la separación puede inducir sentimientos de culpa en camente significativo, de las antiguas cuentas. '
quien la realiza, y la culpa es el mayor de los obstáculos para el éxito
de. una emancipación en verdad autónoma. Si todo el equilibrio men- Un jo;e~ matrimonio inició la terapia quejándose de un problema con-
tal de la persona gira, en última instancia, en torno del manejo de yug~l cromco, que por sus aspectos vengativos estaba deteriorando a la
obligaciones cargadas de culpa para estar a disposición del propio p_areJa. Había acusaciones mutuas de incompetencia sexual, así como ac-
titudes ~ora.lmente condenatorias. Por ser ambos católicos, cada uno tra-
padre (o hijo), la posibilidad de que aumenten las culpas es un precio
taba de 1mphcar al otro en la responsabilidad de practicar el control de la
demasiado alto para poder pagarlo a cambio de la adquisición de natalidad.
pautas funcionales independientes. La familia de la esposa había fracasado de manera abierta como tal
Tal vez como una paradoja, sostenemos que puede lograrse una según se dijo, ya que el padre, un borracho, castigaba de continuo a lama:
mayor individuación mediante la indagación familiar conjunta de <f:e. En cuan~o a los pad~es del marido, se los describió como rígidos pu-
obligaciones mutuamente interdependientes, y cargadas de culpa, r~t~r:os, emociOnalmente mcapaces de darse. En una sesión en la que par-
que por medio de una separación abrupta. La permanencia, mien- tlc~po la m~dre de la esposa, se revelaron importantes indicios respecto de
tras se examinan de manera abierta las posibles formas de resolu- la influencia mutua de ambos sistemas familiares. La abuela materna de-
ción de las propias obligaciones, conduce a una mayor independencia claró, entre lágrimas copiosas, que cinco años atrás la abuela paterna le
que la prematura huida para evitar hacer frente a las «cuentas». habí~ adve~tido que nunca tenía que volver a pisar el hogar de la joven
pareJa, deb1do a la supuesta mala influencia moral que ejercía sobre ellos.
Después de todo, su hija ya salía con hombres a los doce o trece años. La
abuela materna sostuvo entonces que fue por causa de esa insinuación
Ajuste entre los sistemas de contabilización de méritos que nunca había vuelto a visitar el hogar de su hija. Tampoco había podi-
do conversar sobre el asunto con esta.
El marido se mostró visiblemente turbado al enterarse, y primero se
Si realmente el matrimonio representa el encuentro de dos siste- puso de parte de su suegra, acusando a su propia madre de andar siempre
mas familiares, es importante indagar de qué manera afectarán mu- ?uscando líos ;on sus nuera~. En la sesión de la semana siguiente la pare-
tuamente las posibilidades que cada uno tiene de balancear las Ja se comporto como un eqlllpo de colaboradores, refiriendo su aparente
cuentas de mérito de sus miembros. Determinado sistema familiar acuerdo sobre los aspectos principales del incidente y analizando las fa-
puede haberse atrincherado en el proceso de realimentación positi- llas de sus madres. Sin embargo, en el cmso de la sesión subsiguiente la
va, que estriba en descompensar continuamente las pautas expolia- esposa comenzó a acusar al marido de tener inclinaciones incestuosas co-
doras y tendientes a la elección de chivos emisarios, la alienación, el mo su hábito de recostarse media hora en la cama junto a su hija de siete
incesto o la propia parálisis como forma de sacrificio; por consiguien- años (como también junto a sus hijos de ocho y doce años) antes de irse a
te, sus posibilidades de reequilibrar sus cuentas de modo de favore- dormir. El marido se puso fuera de sí, y se tomó represalias diciéndole
cer el crecimiento pueden tornarse progresivamente más remotas. abruptamente a su hija que nunca más debía volver al lecho de los padres
Pueden nacer nuevas esperanzas cuando uno de los miembros ingre- Y que tampoco él iría al de ella. En las siguientes semanas ambos esposos
sa a otro sistema mediante el matrimonio. desarrollaron una actitud crítica abierta y apasionada hacia la familia de
A la vez, en el nivel individual, cabe suponer que la elección del origen del otro.
cónyuge pueda estar determinada de manera inconsciente por uno
de los siguientes factores: 1) deseo de obtener un justo «orden del uni- Parece ser que, en casos similares, los cónyuges cargan con todo
verso humano» mediante el acceso al cónyuge y su familia, supues- el peso de las sobrecargadas cuentas sistémicas multipersonales de
tamente más generosa; 2) esperanzas de encontrar un grupo más re- l~ familia de origen. Sólo podrían restaurar la armonía conyugal ha-
ceptivo, en el cual uno pueda actuar en forma más justa para con los Ciendo un nuevo balance, simultáneo, de la red de sus respectivas di-
demás y expiar las deudas pasadas; 3) uso proyectivo del otro y de la námicas intrafamiliares. El terapeuta inexperto podría pasar por al-
familia de ese otro con el fin de rehabilitar a la propia familia de ori- to esos complejos determinantes que rigen la dinámica de un siste-
gen. Naturalmente, los riesgos y complejidades existenciales de se- ma multipersonal, empleando todas sus «palancas» terapéuticas pa-
mejantes empresas relacionales son considerables. Muchas perso- ra resolver los conflictos sexuales y religiosos, observables en la su-
nas agobiadas por una carga de culpas imposible de resolver optan perficie y de importancia sintomática.
más bien por otros caminos alternativos, trabajando por el bien de la
humanidad, como esforzados misioneros, o haciendo algún otro tipo
de abnegado aporte, en tanto que se mantienen solteras y soslayan

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Implicaciones generales entre el_rr?pio sí-mismo y los padres: ~iñ embargo, el aprendizaje de
las autenticas luchas de la generacwn anterior podría llevar a un
El modelo dialéctico de conceptúalización nos ha permitido enfo- respeto más genuino por ellas. El diálogo evolutivo por medio de
car las relaciones desde un punto de vista coherentemente multila- preguntas y respuestas abiertas y valientes entre hijo y padre hace
teral. Aunque nuestro enfoque puede describirse como una teoría ge- que este último sea aún más padre.
neralizada cl:'e la relatividad de las relaciones humanas, lo propone- La tremenda posibilidad de explotación es, precisamente, lo que
mos por el valor heurístico y epistemológico que pueda tener. Lo que hace que la relación entablada entre padre e hijo sea tan vulnerable
el modelo postula no son meras paradojas de función, sino una des- a la investigación. Sin embargo, la cuestión acerca de quién explota
cripción de la naturaleza en esencia dialéctica de los fenómenos pro- a quién se torna relativa al extremo cuando llegamos al terreno de las
pios dé la vida en general y de las relaciones humanas en particulai:. relaciones más cercanas. Axiomáticamente, no puede esperarse nin-
En forma contrastante, los modelos de comunicación, aunque des- guna resolución constructiva sobre la base de una mayor inculpa-
criptivos de los lazos de vinculación de la existencia interpersonal, ción de la otra parte; esto perpetuaría la explotación. Lo que rompe
son monotéticos y no logran explicar la complejidad de los sistemas la cadena es la exculpación del sí-mismo mediante la exculpación del
de relaciones. otro. La dialéctica de la dinámica relacional prescribe que el progreso
La teoría dialéctica de las relaciones mantiene al individuo como a veces puede alcanzarse desde una dirección totalmente antitética.
centro de su universo, pero lo enfoca en una interacción ontológica- El endeudamiento bilateral ético y existencial inherente a la rela-
mente dependiente con sus otros constitutivos. De acuerdo con nues~ ción padre-hijo hace de las relaciones familiares ejemplos clásicos de
tra tesis, la dimensión dinámica central de dicha reciprocidad se la dialéctica relacional. Las indefinibles fronteras entre necesidad y
afirma en las cuentas de la justicia. Más allá de la antítesis subjetiva obligación de cada parte hacen imposible para un tercero juzgar la
entre Yo y Tú, cada relación signada por la cercanía entraña una justicia y ecuanimidad de cualquier acción específica de aquellas. La
contabilización de méritos como característica sintética, cuasi cuan- persona de afuera ni siquiera distingue la mayoría de lo que puede
titativa y cuasi objetiva del sistema. La contabilización incluye im- describirse como falso respeto, engaño, creación de culpas a la mane-
plicaciones a corto y a largo plazo de hechos relacionales, tanto mani- ra del mártir, parentalización patológica, etc.
fiestos como implícitos. ¿Adónde reside el límite entre una obligación ambivalente, carga-
Nos hemos referido al mérito como algo determinado por valores da de culpa, y la avidez dependiente y desesperada por la imposibili-
personales, relacionales, más que por criterios de valor extrínsecos. dad de recibir en una relación? Un joven profesional describe de qué
Utilizamos el término «mérito» para describir el equilibrio entre los manera su madre genera una situación caótica con sus hijos, lamen-
aspectos expoliadores de manera intrínseca y los mutuamente re- tándose de la posibilidad de que ella incluso prefiera no encontrarse
afirmativos de cualquier relación. Ya es bastante difícil de juzgar la en presencia de su prole en el momento de su muerte. Aparentemen-
explotación manifiesta; la explota implícita, inherente a la estructu- te, la mujer preferiría buscar ser reconfortada por su hermana más
ra de toda relación íntima, es aún más difícil de definir. La teoría joven, una vez despertado el máximo de interés frustrado de parte
psicológica dinámica deja sin explicar las vicisitudes de la justicia y de sus hijos. A partir de las sesiones conjuntas puede observarse de
la injusticia en el universo humano de las relaciones íntimas. qué modo, tanto en el progenitor como en el hijo, la dependencia se
Al adoptar esta actitud, la teoría dialéctica de las relaciones pro- entrelaza con el deseo simultáneo y frustrado de dar.
cura una síntesis de los conceptos psicodinámicos y fenomenológicos Aunque sería más fácil soslayar la ética retributiva inh~rente de
existenciales sobre la lucha del hombre por llevar una vida «buena» las relaciones y, por el contrario, basar los conceptos de fuerza, salud
y sana. El enfoque psicodinámico subrayó la importancia del dominio y normalidad en criterios monotéticos de poder, eficacia, adaptación,
racional de la naturaleza básica del hombre y su adecuación a la rea- mejoría sintomática y competencia sexual, una actitud tan tradicio-
lidad, mientras que los autores existencialistas han destacado su nal debilitaría nuestra captación de las relaciones y de la gente. Por
preocupación por los efectos deshumanizadores del progreso mate- ejemplo, ningún criterio absoluto podrá jamás describir la dialéctica
rial propio de la era industrial en que vivimos. Nuestra teoría de las de las fronteras interpersonales, derivada de la inevitable otredad
relaciones procura definir ese ámbito auténticamente humano en el entre los individuos, que lleva a las concomitantes proyecciones pre-
que los balances intrínsecos ~ntre los lazos de lealtad ocultos y la ex- juiciosas. Sin cierto grado de identificación proyectiva, no podemos
plotación, más que los criterios de eficiencia funcional, constituyen mantener las fronteras de nuestra propia identidad.
la «realidad». Ningún concepto de salud y patología puede ignorar la jerarquía
El falso respeto filial puede enmascarar los tabú es y mandatos en de expectativas en cualquier sistema de relación. Sin embargo, la
contra de la genuina indagación de la verdadera relación existente contabilización de las fluctuaciones de dicha jerarquía, debe entrela-

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zarse con la propia definición personal de cada miembro, respecto de 3. Lealtad
una escala cuasi-cuantitativa de méritos y del toma y daca entre uno
mismo y el otro. La fuerza real es coherente con la apertura a la in-
vestigación de la jerarquía de obligaciones del propio universo hu-
mimo. La aparente libertad que significa el no tomar en cuenta la
contabilización de méritos básicos de los sistemas es engañosa, y
queda derrotada por sí misma. La partida o separación física sin en-
frentar el balance es, en el mejor de los casos, una manera de poster-
gar él crecimiento.
Por último, sin una apertura dialécticamente flexible no podemos
indagar en forma exhaustiva el inmenso potencial sin explotar de las El concepto de lealtad reviste importancia para la comprensión
relaciones humanas para la prevención del sufrimiento y para la ur- de las relaciones familiares. Puede tener muchos significados, desde
gente revisión de las leyes, la educación, la administración, la inter- el sentido de lealtad psicológica e individual hasta los códigos nacio-
pretación de las noticias, el planeamiento urbano, etc. (por no citar nales y sociales de lealtad cívica. El concepto debe definil:se en conso-
más que unos pocos aspectos). nancia con los requerimientos de nuestra teoría de las relaciones.

La trama invisible de la lealtad


El concepto de lealtad puede definirse en términos morales, filo-
sóficos, políticos y psicológicos. Convencionalmente, fue descripto co-
mo la actitud confiable y positiva de los individuos hacia lo que ha
dado en llamarse el «objeto» de la lealtad. Por el contrario, el concep-
to de una trama de lealtad multipersonal implica la existencia de ex-
pectativas estructuradas de grupo, en relación con las cuales todos
los miembros adquieren un compromiso. En este sentido, la lealtad
hace referencia a lo que Buber denominó «el orden del universo hu-
mano» [25]. Su marco de referencia es la confianza, el mérito, el com-
promiso y la acción, más que las funciones «psicológicas» del «sentin>
y el «conocer».
Nuestro interés por la lealtad como característica de grupo y acti-
tud personal va más allá de la simple noción conductista de una con-
ducta respetuosa de la ley. Presuponemos que, para ser un miembro
leal de un grupo, uno tiene que interiorizar el espíritu de sus expec-
tativas y asumir una serie de actitudes pasibles de especificación,
para cumplll· con los mandatos interiorizados. En última instancia,
el individuo puede así someterse tanto al mandato de las expectati-
vas externas como al de las obligaciones interiorizadas. En este sen-
tido, interesa advertir que Freud concibió la base dinámica de los
grupos como algo relacionado con la función superyoica [40].
El componente de obligación ética en la lealtad está vinculado,
primeramente, al despertar del sentido del deber, ecuanimidad y
justicia en los miembros comprometidos por esa lealtad. La incapaci-
dad de cumplir las obligaciones genera sentimientos de culpa que
constituyen, entonces, fuerzas secundarias de regulación del siste-
ma. Por lo tanto, la homeostasis del sistema de obligaciones o lealtad

60 61
depende de un insumo regulador de culpas. De manera natural, los bién incluy.e la paren~alización de la dependencia personal respecto
distintos miembros poseen umbrales de culpa igualmente distintos, de .su propio rol mediante el deseo de afianzar a la generación si-
y resulta demasiado penoso mante'ner durante mucho tiempo un sis- guiente y la preocupación por orientarla.
tema regulado tan sólo por la culpa. Mientras que la estructuración . ~n tanto que la organización evolutiva de las necesidades del in-
de la lealtad está determinada por la historia del grupo, la justicia dividuo e1_1, una estructura de personalidad puede enfocarse como
del orden humano y sus mitos, el alcance de las obligaciones de cada una suceswn de etapas del desarrollo, el concepto de sistema multi-
individuo y la forma de cumpfu·las están codeterminados por el com- personal presupone la continua contabilización de hechos dentro de
plejo emocional de cada miembro en particular y por la posición que un marco de ~ecip~:ocidad cuasi ético o de jerarquía de obligaciones.
por sus méritos ocupa en el sistema multipersonal. ~o queremos Implicar con esto que el especialista en terapia familiar
Lá cuestión de las tramas de lealtades en las familias está ínti- t~e~e que ocuparse de la orientación prevalente de valores ético-re-
mamente conectada con alineaciones, escisiones, alianzas y forma- ligiosos er: los distintos individuos o en la familia como un todo. Por
ciones de subgrupos, examinadas a menudo en la bibliografía especí- e~ ,contrariO~ nos .interesa la ética de la justicia personal, la explota-
fica de terapia familiar y estudios afines (véase Wynne [92] en parti- cwn y la reciprocidad. Aunque ignorarla parece muy a tono con el ac-
cular). Wynne definió la alineación según lineamientos funcionales: tual, lenguaje sofisticado, todo g1·upo social debe basarse en una red
«La percepción o experiencia de dos o más personas unidas en un es- de pri~~ipios éticos o de lo contrario enfrentar el aspecto de la desin-
fuerzo, interés, actitud o serie de valores comunes, y que, en ese sec- tegracwn, que Durkheim describió con el nombre de «anomia» [32].
tor de su experiencia, alientan sentimientos positivos una hacia la El concepto de lealtad es fundamental para comprender la ética 0
otra» (92, pág. 96]. Las alineaciones en esos niveles funcionales o sea la estr~cturación rela~ional más profunda de las familias y otros
emocionales-experienciales son significativas en la escena cambian- grup~s soci~les. Par~ lo.s fines que persigue este capítulo, resulta ne-
te de la vida familiar, aunque hay dimensiones relacionales más sig- cesano precisar el significado especial del término lealtad. Desde el
nificativas de alineación familiar, que se basan en problemas de punto de vista dinámico, es posible definir la lealtad de acuerdo con
lealtad cargados de culpa al ser afectados por el balance de las obli- los pTincipios que la sustentan. Los miembros de un grupo pueden
gaciones y méritos recíprocos. comportarse de manera leal llevados por la coerción externa elreco-
n~cimiento co~1sci~?-te de s_u interés por pertenecer a aqu~l, senti-
mientos de o~ligacwn co~scientemente reconocidos, o una obligación
de pe.I:tenenc1a que los ligue de modo inconsciente. En tanto que la
Necesidades del individuo y necesidades coercwn externa puede resultar visible para los observadores exter-
del sistema multipersonal nos, Y el.interés o la obligación sentidos en forma consciente pueden
ser ~1anifestados por los miembros, los compromisos inconscientes
Fuera de la estricta atracción heterosexual, las necesidades per- hacia un grupo pueden inferirse únicamente a partir de indicios
sonales y arraigadas de manera profunda por obtener respuestas po- complejos e indirectos, y a menudo sólo tras una larga familiaridad
sitivas del otro, por lo común han sido descriptas en términos de de- co~.la persona y el g1·upo respectivo. En última instancia, en una fa-
pendencia oral en la bibliografía psicodinámica. Al individuo que no milia la lealtad dependerá de la posición de cada individuo dentro
funciona en forma adecuada se lo ve como un ser ávido por conseguir del ámbito de justicia de su universo humano, lo que a su vez confor-
aceptación, atención, amor y reconocimiento, en vez de un ser que ma parte de la cuenta de méritos intergeneracional de la familia.
reáliza su capacidad para plantearse metas más maduras e indepen- U~a vez puesto sobre aviso en cuanto a la importancia de los compro-
dientes en la vida. En consecuencia, las motivaciones dependientes misos sellados por lealtad, el especialista en terapia familiar se en-
en un adulto suelen juzgarse en general de antemano, como infanti- contrará en posición ventajosa para estudiar las manifestaciones
les y regresivas. tanto individuales como sistémicas de las fuerzas relacionales y los
Ciertas necesidades afiliativas de un orden de desarrollo más ele- determinantes estructurales.
vado se atribuyen a sentimientos (cargados de culpa) de obligación, ~os compromisos de lealtad son como fibras invisibles pero
servicio, y sacrificado altruismo lleno de abnegación. En este último resisten~es que mantienen unidos fragmentos complejos de «conduc-
caso, la búsqueda de reconocimiento tradicionalmente se percibe co- ta» relacwnal, tanto en las familias como en la sociedad en su conjun-
mo una transacción parcial entre la persona y su progenitor interio- to. P~ra. entender las funciones que cumple un grupo de gente, nada
rizado, su censor superyoico, y, de manera segundaría, entre el sí- es mas nnportante que saber quiénes están unidos por vínculos de
mismo obligado y el otro. Erikcson [34] define una actitud de afilia- lealtad y qué significa la lealtad para ellos. Toda persona contabiliza
ción más madura empleando el término «generatividad», el que taro- su percepción de los balances del toma y daca pasado, presente y fu-

62 63
......

turo. Lo que se ha «invertido» en el sistema por medio de la disponi- miliar. Por ejemplo, tal vez quiera ayudar a los enemistados padres
bilidad, y lo que se ha extraído en forma de apoyo recibido ~ el ?~opio de una hija de dieciocho años tratando de esclarecer formas de comu-
uso expoliador de los demás, sigue escrito en las cuentas mv1s1bles nicación muy embarulladas y desesperadamente hostiles. Quizá no
de obligaciones. se dé cuenta de que la confusa interacción de los padres puede cum-
· Tal vez ninguna era, en escala tan grande como la nuestra, haya plir, a la vez, un fin sumamente importante para ellos en función de
producido en masa tantos niños que crecen sin el apoyo de una pater- la lealtad familiar: permite postergar la separación emocional y la
nidad responsable. A la postre, nuestra sociedad bien podría sopor- eventual vinculación (heterosexual) externa de la hija adolescente.
tar la carga de un cúmulo de ciudadanos resentidos en lo más pro- Aunque puede demorar la individuación y la separación, quizá sirva
fundo y desleales con justificación, si es que los niños siguen siendo de contrapeso, asimismo, por las culpas extremas en relación con la
producidos en masa por padres que no tienen la intención d~ cuidar- ingratitud de la adolescente en proceso de emancipación. Las exigen-
los, o son emocionalmente incapaces de hacerlo. Toda autondad, to- cias implícitamente dependientes que plantean los padres a la hija
do miembro leal de la sociedad, o incluso el mundo entero, pueden pueden también neutralizar su sensación de haber sido explotados a
entonces ser blancos justificados de la frustrada venganza de quie- través de su devoción hacia el rol paterno. Por supuesto, el grado de
nes en esencia, fueron traicionados desde la cuna. De esta manera, su real explotación está codeterminado por la medida de las cuentas
serán fácil presa de los demagogos que sacan partido de los prejui- que han dejado sin saldar dentro de sus respectivas familias de ori-
cios. Por lógica, los niños pueden ser explotados de muchas formas gen. El hijo inconscientemente parentalizado puede ser usado para
encubiertas de modo sutil. El abandono manifiesto sólo puede ser saldar, aunque en forma tardía, las cuentas de los padres con sus
una razón parcial. Todos los aspectos de las relaciones que tienden a propios progenitores.
mantener al niño cautivo en medio del desequilibrio relacional sue- Es difícil evaluar la auténtica disposición del adolescente o el jo-
len convertirse en formas de explotación, sin que haya ninguna in- ven adulto para asumir compromisos externos. Tal vez parezca pre-
tención personal de obtener provecho injusto de parte de nadi?. parado para la separación física y una vinculación heterosexual, pe-
Cuando hablamos de un «vínculo de lealtad», queremos decrr algo ro íntimamente puede mostrarse muy reacio a sellar un lazo de leal-
más que compromisos confiables (contabilizables) de asequibilidad tad con cualqtúer persona ajena a su familia. En toda familia resulta
mutua entre varios individuos. Por añadidura, tienen una deuda de difícil definir qué actos de aparente rechazo sirven, paradójicamen-
lealtad compartida para con los principios y definiciones simbólicas te, para eludir la individuación prematura del adolescente, lo que
del grupo. La base biológica existencial de la lealtad familiar consis- configura una amenaza para la lealtad familiar. Los ataques llenos
te en los vínculos de consanguineidad y matrimoniales. Las nacio- de agresividad, el descuido insultante, la partida física, la desapari-
nes, los grupos religiosos, las familias los grupos profesionales, etc., ción de todo respeto, etc., puede herir a los padres pero no tocar la
tienen sus propios mitos y leyendas, y se espera que cada miembro cuestión básica de la lealtad. Los roles manifiestos y las actitudes
les sea leales. La lealtad nacional se basa en la definición de una verbales rara vez explican el grado de profundo compromiso íntimo.
identidad cultural, un territorio común y una historia compartida. Es posible que un miembro «enfermo» o «malo» complemente de ma-
Los grupos religiosos participan de una determinada fe, normas Y nera eficaz el rol de otro miembro socialmente creativo y destacado.
convicciones. La historia, al llevar la cuenta de las persecuciones pa- A menudo, la ética de lealtad entra en conflicto con la del autocon-
sadas y otras injusticias, refuerza la lealtad intragrupal. trol. Una madre que le dice a su hija adolescente: «Puedes salir y pa-
Tanto. en las familias como en otros grupos, el compromiso de sar un rato divertido, siempre que me lo cuentes todo», tal vez esté
lealtad fundamental hace referencia al mantenimiento del grupo preparándose para conseguir el compromiso de lealtad de la hija al
mismo. Tenemos que ir más allá de las manifestaciones de conducta precio de la permisividad sexual, quizá para siempre.
conscientes y las cuestiones específicas si deseamos comprender el Los sistemas de lealtad pueden basarse tanto en la colaboración
sentido de los compromisos básicos de lealtad. Lo que aparece como latente, preconsciente, entre los miembros, no formulada de manera
conducta escandalosamente destructiva e irritante por parte de un cognoscitiva, como en los «mitos» gestados por las familias. La mayor
miembro hacia otro, puede no ser experimentado como tal por los parte del tiempo su poder puede disfrazarse, pero resulta factible
participantes si la conducta se ajusta a una lealtad familiar básica. que sus efectos surjan y se tornen tangibles bajo la amenaza de des-
Por ejemplo, puede que dos hermanas lleven al extremo sus celos y vinculación de un miembro, o cuando los resultados del proceso tera-
rivalidad por causa de los padres, de manera que el fracaso matrimo- péutico comiencen a perturbar el equilibrio homeostático del siste-
nial de los progenitores quede enmascarado. ma entero. Por definición, el crecimiento o la maduración de cual-
El terapeuta novato por lo general carece de una orientación ex- quier miembro implica cierto grado de pérdida personal y desequili-
plícita y operativamente útil en relación con el tema de la lealtad fa- brio relacional.

64 65
Los vínculos de lealtad podrían considerarse operativamente ins- mente sujet_~ a pauta~ variables d_e expectativas, las que cumple 0
trumentados por medio de las técnicas de relación, aunque en s~ par- no. ~n los ~J~S :r:>equ~nos el cumplimiento se sanciona por medio de
ticipan más de la naturaleza de la·s metas que de la de los_ med~os de medidas disCI_Phnanas externas. Los hijos mayores y los adultos
existencia relacional. Ellos son la sustancia de la supervivencia del pueden cumplir llevados por compromisos de lealtad intemalizados.
g1~upo. No existen medios confiables para med~· ~l ~rado de los com- La lealtad como actitud individual abarca, entonces, identifica-
promisos d.-e lealtad, como resultado de que m siqmera comprende- ción con el gJ.'Upo, auténtica relación objetal con otros miembros con-
mos sus dimensiones principales. fianz~,, confiabilidad, responsabilidad, debido compromiso, fe y firme
La participación existencial en la cuantificación de la lealtad :r:>ue- devocwn. Por otra parte, la jerarquía de expectativas del grupo con-
de ilustrarse mediante el conocido cuento del cerdo y la gallma. nota un código no escrito de regulación y sanciones sociales. La inter-
Cuarido descubrieron que ambos colaboraban en la producción de nalización de las expectativas y los mandamientos en el individuo
huevos con jamón, el cerdo sintió en forma aguda la disparidad de, su leal proporcionan fuerzas psicológicas estructurales que pueden
relación: «A ti sólo se te pide una contribución, mientras que de ll1l se ejercer coerción sobre el sujeto, de la misma manera que la coacción
espera un compromiso total». (En el capítulo 4 se registran ulteriores externa dentro del grupo. Si no puede reclamar el más profundo
intentos por cuantificar los compromisos.) compromiso de lealtad, ningún gJ.'upo podrá ejercer un g1·ado elevado
La adquisición de insight en torno del significado específico de su de presión motivacional en sus miembros.
lealtad es fundamental para la comprensión de la estructura pro- Cuando sugerimos que la comprensión de los compromisos de
funda o dinámica de cualquier grupo social. El miembro leal lucha lealtad nos da la clave de la importancia de los determinantes sisté-
por alinear su propio interés con el del grupo. No sólo participa ~n la micos encubiertos de la motivación humana, también nos damos
consecución de los fines de su grupo y comparte su punto de vista, cuenta de que nos estamos desviando del concepto de motivaciones
sino que también adherirá a su código ético de conducta, o al menos más ~rofur:da~ ~al como tradicionalmente se circunscriben a la psi-
lo considerará con sumo cuidado. Los criterios relacionales de leal- cologJ.a delrndiVlduo. En consecuencia, cualquier teoría satisfact01·ia
tad deben elaborarse a partir de la conducta del miembro, su pe~sa­ de las relaciones debe ser pasible de relacionar los conceptos motiva-
miento consciente y actitudes inconscientes. Desde el punto de VlSt:=t cionales individuales con los multipersonales o relacionales.
de la persona de afuera, la lealtad del miembro puede J?~recer In:am- L?s ;st~dios fenomenológicos y existenciales subrayan la depen-
fiesta o encubierta, Los códigos, mitos y rituales manifiestos siem- dencia ontlca del hombre en sus relaciones, más que la dependencia
pre tienen sus más importantes contrapartidas e~cub~ertas en las funcional. Los escritos de Martin Buber, Gabriel Marcel y Jean Paul
pautas inconscientemente expoliadoras o de conmvencm en la fun- Sartre configuran ejemplos de esta escuela de pensamiento. El hom-
ción grupal. bre, suspenso en su angustia ontológica, experimenta un vacío total
Los orígenes de la lealtad se remiten a varias fuentes. La _le~lt:'ld si no puede entablar un diálogo personal significativo con algo o al-
familiar se basa, de manera característica, en el parentesco bwlog1co guien. Las relaciones ónticamente significativas deben ser motiva-
y hereditario. Por lo general, los parentescos políticos tienen meno- das por pautas mutuas entrelazadas de preocupación y solicitud pre-
res efectos en cuanto a la lealtad que los lazos de consanguinidad. La sente Y pasada, por un lado, y de posible explotación, por el otro. De
coerción externa puede controlar la lealtad hacia muchos gJ.'Upos so- esta dependencia óntica de todos los miembros en su relación mutua
ciales, aunque no la determina necesariamente. A vece~ es e~ reco~,o­ surg~ uno de los compo_nentes principales del nivel supraordenado y
cimiento de los intereses compartidos lo que lleva a la Identificacwn multlpersonal de los sistemas de relaciones. La suma de todas las
voluntaria con el grupo. Por otra parte, la lealtad familiar, o la que se díadas mutuas ónticamente dependientes dentro de una familia
tiene hacia la propia escuela o lugar de trabaj_o, puede verse refor~,a­ constituyen una de las fuentes principales de lealtad del gJ.'upo. El
da por medio de la gratitud o la culpa expenmentadas en relaci?n especialista en terapia familiar debe estar capacitado para concebir
con el desempeño meritorio no recompensado de los mayores, qme- la existencia de un gJ.'upo social cuyos miembros se relacionan todos
nes brindaron su abnegada atención y generosos dones de amor a los entre sí de acuerdo con el diálogo Yo-Tú de Buber. Si el terapeuta
más jóvenes. La gratitud y el reconocimiento por el valor de los pro- soslaya dicha comprensión, no log1·ará diferenciar entre las relacio-
pios mayores suele llevar a la interiorización de obligaciones adop- nes de gJ.'upo familiares y las accidentales, ni siquiera tal vez en su
tando su sistema de valores, consciente e inconscientemente. propia familia.
Por su etimología la palabra lealtad deriva de la voz francesa La dependencia por lo común se define por las necesidades de los
«loi», ley, de manera que implica actitudes de acatamient~ a la ley. individuos vinculados. Siguiendo a Freud, concebimos las motivacio-
Las familias tienen sus propias leyes, en forma de expectativas com- n,es humanas en función de necesidades, pulsiones, deseos, fanta-
partidas no escritas. Cada miembro de la familia se halla constante- Slas desarrolladas como expresión de deseos, e instinto (conceptos,

66 67
todos ellos, de base individual). El especialista en terapia familiar gobern.ada por un balan?~ de ecuan~~idad o justicia. El hecho de que
las sociedades y las familias contabilicen la cuenta del mérito es algo
tendrá que recordar, sin embargo, que el ~uente en~re per~onas ~s­
que suele verse subestimado en la bibliografia sobre ciencias socia-
trechamente relacionadas se construye mas por acciOnes e mtenciO-
nes que por el pensamiento y los sentimientos. El encuadre den~ro les. Nuestra era está habituada a renunciar a los problemas de im-
portancia ética como factores dinámicos. Educados en la sobrevalo-
d~l que se sostiene una relación se basa en una trama ética que m-
ración positivista y pragmática de la ciencia, nos inclinamos a dudar
terpenetra.Yas intenciones y acciones de los miembros: que existan cuestiones éticas válidas, fuera de la hipocresía, por un
¿Me has demostrado que puedes oírme, considerarme y preoc~parte lado, y los sentimientos neuróticos de culpa, por el otro.
por mí? Si tus acciones demuestran que sí, pa~a mí es natur.al sentrr ~ ac- Entre los autores de la escuela psicoanalítica, Erikson ha subra-
tuar con lealtad hacia ti, o sea considerarte a tl y a tus necesidades. Tu me yado el carácter genéticamente social del individuo humano: «El fe-
obligas por medio de tu apertm·a. Aunque ante un extraño qt~záparez;a­ nómeno y concepto de organización social, y su incidencia sobre el yo
mos dos enemigos trabados en lucha, sólo nosotros podemos Juzgar cuan- individual fue de ese modo, y por el período más prolongado, eludido
do y de qué manera uno de nosotros pudo haber quebrado y traicionado en virtud de tributos condescendientes a la existencia de "factores
nuestro vínculo de lealtad mutua. Nuestra lucha aparente puede ser nues- sociales"» [34, pág. 19]. Al referirse a los orígenes de la confianza bá-
tro modo de volver a saldar las cuentas de reciprocidad. sica, el citado autor puntualiza: «Las madres crean un sentido de
confianza en sus hijos mediante esa atención que, en su calidad,
Las implicaciones de la anterior viñeta de terapia familiar son ob- combina el cuidado sensitivo de las necesidades individuales del be-
vias. Los psicoanalistas o los psicoterapeutas tienden a presuponer bé y un firme sentido de confiabilidad personal dentro del marco con-
que la intensidad, profundidad e importancia del tratamiento llegan fiable del estilo de vida de su comunidad» [34, pág. 63].
a su punto máximo en la privacidad confidencial propia de la rela- De esta manera, el ser digno de confianza, o confiabilidad, impli-
ción terapéutica individual, y que toda disminución de esa privaci- ca el concepto de méritos probados. Por añadidura, la frase «marco
dad entre dos seres suele llevar a una vinculación terapéutica más confiable de su comunidad» señala una fuente de confianza ubicada
superficial (de apoyo, educacional, de modificación de la con~u~ta). en el contexto social, fuera de la madre y el hijo. A medida que el am-
Sin embargo, la experiencia nos demuestra que el efecto pn.ncipal biente paterno «gana» confiabilidad a ojos del niño, este se convierte
del enfoque del tratamiento relacional o familiar no sólo consiste en en deudor para con su madre y para con todos aquellos que le han
la ampliación sino en la escalada de la participación terapéutica. El brindado su confianza debido al valor de sus intenciones y acciones.
trabajar con todos los miembros en una red de relaciones vuelve in- El sistema, de por sí, cmnienza a plantear exigencias y expectativas
evitables las cuestiones y conexiones «en profundidad», siempre que éticas estructuradas al niño mucho antes que esta clase de obliga-
el terapeuta pueda lograr una empatía con las personas y tenga con- ción tenga posibilidades de tornarse consciente. Por añadidura
ciencia suficiente del sentido subjetivo de los vínculos recíprocos de mientras el hijo vive, nunca está realmente libre de la deuda existen:
endeudamiento, que se vuelven invisibles por medio de la negación. cial para con sus padres y familia. Cuanto más digno de confianza ha
El especialista en terapia familiar tiene que aprender a distin- sido el medio con nosotros, tanto más le debemos; cuanto menos ha-
guir entre la trama elemental de sistemas de compromiso de lealtad yamos podido retribuirle los beneficios recibidos, mayor será la deu-
y sus manifestaciones y elaboraciones secundarias. Por ejemplo, un da acumulada.
compromiso simbiótico extremo entre una mujer casada y su madre Tal vez el lector desee interpretar este punto dentro de un marco
debe reconocerse e investigarse desde el punto de vista terapéutico, psicológico, más que existencial-relacional; pero no estamos refirién-
aun cuando conscientemente se exprese por medio de una pauta hos- donos a una «patología» de sentimientos neuróticos de culpa. Sim-
til de rechazo. La cualidad manifiesta de la relación (p. ej., evitación, plemente, hacemos referencia al hecho de la deuda existencial que
elección de chivos emisarios, guerra apasionada) es menos significa- surge como resultado de haber recibido cuidados paternos de otros,
tiva, para determinar los resultados terapéuticos, que el grado de de manera confiable. La expresión de Erikson, «el marco confiable de
«inversión» y la extensión de las obligaciones negadas o no resueltas su comunidad», al igual que la expresión de Buber «justicia del uni-
dentro de cada miembro. verso humano», implica que posiblemente se requieran muchas rela-
La interrelación dinámica del individuo con su ambiente humano ciones personales, a lo largo de varias generaciones, para construir
es de índole personal, y no puede ser caracterizada de modo perti- una atmósfera de equilibrio entre la confianza y la desconfianza.
nente por conceptos tales como el de «pauta cultural general», «am-
biente previsible normal» o «técnicas interpersonales». En los capí- En el curso de la terapia conyugal, un joven marido describe su deuda
tulos 4 y 5 sugerimos que la relación del hombre con su contexto está para con sus padres, prolongada e imposible de resolver. La razón no es

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tan sólo que trataron de brindarle las mejores opÓrtunidades educaciona- m~ritos que, en foriD:a ~ncubierta o mañifiesta, comparten todos sus
les, etc., sino que él siempre estaba metiéndose en líos, y su padre solía miembros. Los sentimientos de culpa de los individuos se vislum-
pagarle la fianza necesaria para sacarlo de muchas situaciones difíciles b.ran en correspondencia con los contornos de la configuración de mé-
ar¡.te los tribunales, la policía, las escuelas, etc. En respuesta, su mujer ex- ntos. Las ?a~tas de .conducta «patológica» o «normal» visible consti-
clama: «¿Crees que nuestros hijos nos deberán tanto a nosotros?» Cabe tuyen ~1 SII?lllente mvel del sistema. Por ejemplo, la elección de chi-
advertir qué el problema de la pareja revelaba el tipo de conflicto de leal- vos.emisanos e~ ~eterminada a menudo por la lealtad común hacia
tad que otras parejas sólo descubren en forma gradual: el marido se veía el Sistema de mentas, tal como lo define y describe el mito familiar A
escindido entre sus obligaciones para con la esposa y para con sus padres. la postre, el especialista en terapia familiar llega a ver un sentido ~n
En esa familia había también una fricción real y manifiesta entre las dos el hecho de que los individuos se dejen sacrificar de modo voluntario
familias de origen. El conflicto de lealtad de la esposa llegó a revestir for-
con el fin de honrar las cadenas multigeneracionales de obligación y
mas de expresión más complejas. Parecía ansiosa por hacerle la guerra a endeudamiento existencial.
sus parientes políticos, y también admitió un sentimiento de frustración
por la falta de lazos estrechos con su propia familia de origen.

En la mayoría de las familias es posible descubrir el modo en que


sus miembros han sido victimizados por expectativas de lealtad des- Contabilización transgeneracional
proporcionadas y al ser arrastrados en esfuerzos de equilibrio mu- de obligaciones y méritos
tuamente vindicativos y desplazados. Al especialista en terapia fa-
miliar le corresponde iniciar, almenas en su propia mente, el traza- Los orígenes de los compromisos de lealtad son de naturaleza tí-
do de un mapa de las interacciones confusas y destructivas dentro de picamente dialéctica. Su estructura interiorizada se inicia a partir
su adecuada perspectiva multigeneracional. De manera gradual, a de algo que se le debe a un progenitor, o de la imagen interna de re-
medida que los miembros de la familia van dándose cuenta de que presentación paterna (superyó). En un sistema trigeneracional la
un aparente victimario también fue víctima en su momento, entre compensaciór: por la instauración de normas y por el cuidado y solici-
ellos podrá desarrollarse una visión más equilibrada de la reciproci- tud que nos dispensaron nuestros padres puede transferirse a nues-
dad de méritos. La contabilización de obligaciones de méritos y leal- tros hijos, a otras personas sin relación de parentesco con nosotros 0
tad contribuye a dilucidar la forma en que se hallan entrelazadas las a los pam·es internalizados. Los compromisos de lealtad comúnme~­
expectativas sistémicas y los «calibres de necesidades» [12] de cada te se circunscriben ~ determinadas áreas de función, por lo general
individuo. conectadas con la enanza o educación de los hijos. El adulto ansioso
El concepto de sistema no invalida la importancia motivacional por i.~npartir a su hijo su propia orientación normativa de v~lores, se
de las pautas interiorizadas de cada miembro, es decir, sus reitera- convwrt.~ ahora en «acreedor» en un diálogo de compromisos en el
dos deseos de que se repitan determinadas experiencias relacionales qu? el hiJo se transforma en «deudor». Finalmente, este último ten-
tempranas. Buena parte de las acciones y actitudes de los distintos m·a. que s~ldar su ~euda en el sistema de realimentación intergene-
individuos pueden derivarse del conocimiento de sus respectivas raciOnal, mternahzando los compromisos previstos satisfaciendo
orientaciones relacionales interiorizadas. Sin embargo, la contabili- las expectativas y, con el tiempo, transmitiéndoselas 'a su prole. Ca-
zación de méritos dentro del sistema total tiene su propia realidad d~ acto de compensación de una obligación recíproca aumentará el
fáctica y correspondiente estructuración motivacional a lo largo de mvel de lealtad y confianza dentro de la relación.
las generaciones. En cada matrimonio no sólo se unen la novia y el Los criterios de «salud» del sistema de obligaciones familiares
novio, sino también dos sistemas familiares de mérito. Sin capacidad pue.d~r: definirse como capacidad de propagación de la prole y com-
para percibir de manera intuitiva al futuro cónyuge como punto no- patibilidad con la eventual individuación emocional de los miem-
dal en una trama de lealtades, uno se «casa» con la recreación perfec- bros. La individuación debe percibirse como balanceada contra las
cionada (como expresión de deseos) de la propia familia de origen. obligaciones de lealtad del niño en proceso de maduración hacia la
Cada cónyuge puede entonces luchar por coaccionar al otro, incons- familia nuclear. Su definición y medida puede expresarse de manera
cientemente, de modo de hacerlo responsable de las injusticias su- más caba~ en función de la capacidad para saldar viejos y nuevos
fridas y los méritos acumulados, a partir de la familia de origen. compromisos de lealtad, más que en términos funcionales o de lo-
Enfocadas desde esta perspectiva de lealtades invisibles, las re- gros. La potencialidad o libertad para entablar nuevos vínculos (es-
laciones familiares tienden a asumir un significado más coherente e po~sal~s, matrimonio, paternidad) debe pesar contra las antiguas
importante a ojos del terapeuta; Los mitos familiares revelan en for- obligaciOnes, que empujan hacia una unión simbiótica duradera.
ma gradual su supraestructura como contabilización autóctona de

70 71
Resulta dificil evaluar la medida del compi·omiso simbiótico con activa en las sesiones de terapia familiar. Reveló haber lleg d ll
la familia de origen si los compromisos se han interiorizado y estruc- ·' · lid f a o a un ca e-
JOn sm sa a pro undamente perturbador en su matrimoru·o e · 1 f
turado, en tanto que lo que aparece en la superficie es el descuido de · · . 1 . · . . 1nc uso ue
capaz d.e. .mv1tar a, mando a que participara
. , de las sesiones . Segun' pu do
las relaciones familiares. Vemos cómo personas rígidamente aferra- b
descu r11se, sent1a que su madre v1v1a en forma sustituta su prop· ·d
, t . ll d. , , 1a v1 a,
das a pautas autodestructivas siguen manteniendo con su familia de 3 q~e en re e a y 1ama re hab1a una atmos~era de constante tensión y
origen un iihpasse de lealtad no resuelta o en apariencia imposible ans1eda.d. ~unca tuvo el valor moral necesano para arriesgarse a herir
de resolver. los sentimientos de la madre y analizar su insatisfacción con ella F' 1
' d . 1na-
ment e, realizo gran es progresos al poder discutir en forma abier·ta 1
·
bro llo emocwna 1 · e em-
Un muchacho de dieciséis años fue derivado al terapeuta por los tribu- tnangular y amorfo en que estaban vinculados.
nales debido a lo que el trabajador social describió como «vida caótica, va-
gabundeo y m{utiple consumo de drogas, hasta llegar al punto de la desin-
tegración de la personalidad».
En el curso de la primera sesión con la familia, a la que también asis- Culpa e implicaciones éticas
tieron los padres (separados) del muchacho y dos hermanas casadas, sur-
gió un cuadro bastante distinto. Todos los integrantes, sin excepción, pa-
decían una serie de problemas personales y conyugales, que trataron de El punto de v_ista del sistema de lealtad implica, en consecuencia
presentar en forma supuestamente aislada. Todos parecían preocupados, que el compromiso con el propio cónyuge puede resultar secundari~
al menos en un nivel manifiesto, por el resultado final de la alienación co~ respecto a un en~eudamiento ~mplícito hacia la prole aún por na-
conyugal de los padres. ¿Quién era responsable del hecho de que diez años cer. En todas las. soc1edades trad1cionales, los matrimonios jóvenes
atrás el matrimonio, que hasta entonces había durado veinte años, llega- deben de haber sido mu?ho menos vulnerables a la culpa por desleal-
ra a la separación? Los miembros de la familia fueron partiendo a inter- . ~ad que. su_s contrapartidas modernas en las comunidades urbanas
valos casi regulares: primero se fue el padre, luego se casó la hija mayor, mdustnahzadas. El hecho de que los padres resolvieran habitual-
después lo hizo la hija menor, y más tarde el hijo mayor se mudó a otra mente ac~rca de la elección matrimonial de sus hijos ayudaba a la jo-
ciudad. El hijo de dieciséis años fue el único que permanecía junto a la ven pareJa a escapar a las culpas. Incluso, podían sentirse libres de
madre, una mujer obesa, depresiva y ansiosa. proy~~tar la .responsabilidad por sus fricciones matrimoniales en la
En tanto que en el nivel manifiesto el muchacho llevaba una existencia eleccwn realizada por sus padres.
irresponsable, consagrada al placer, en el nivel de lealtad familiar reali- . Como ir:tere.san~e extensión de estos argumentos, podemos exa-
zaba un valioso sacrificio en bien de toda la familia. «Sé que no vivo en for- mmar sus Implicacwnes en relación con los orígenes de la culpa se-
ma responsable», dijo el joven; «no es divertido ser responsable. Cuando xual Y los tabúes sociales respecto de la heterosexualidad. Además
tenga que ser responsable, lo seré». De hecho, las pautas de autodestruc- de lo. q~e.como transgresión moral implicaba todo placer, y la impor-
ción de su vida toda permitían albergar la certeza de que, como último tancia ~tlca de la respon~abilidad para con una nueva vida humana
miembro de la familia, no era capaz de dejar a la madre.
El efecto terapéutico por el cual se hicieron visibles los aspectos refe-
J?Ot~n~l-~1, una de las ra1Ces más profundas de la culpa sexual y la
rentes a la lealtad en la conducta del mtlchacho y se indagó en las implica~ m~~bwwn ?-ebe ba~arse en el temor a la deslealtad respecto de la fa-
ciones personales directas de la relación de los padres produjo un llamati- mili~ de ongen. ~1, como una relación heterosexual crea como pers-
vo cambio de conducta en el curso de pocas semanas. El muchacho con- pectr':'a la generacwn de prole, también ha de trastrocar de manera
siguió un trabajo en el que se desempeñó durante varios meses. En forma n?tona la lealtad filial del joven adulto. La estructura de esta culpa
simultánea, aunque temporariamente, la madre a su vez perdió el suyo, y difiere de la culpa edípica, que se basa en el concepto de celos trian-
así, durante un tiempo, llegó a depender del hijo de manera aún más no- gulares, he,terosexuales, entre el hijo y los padres.
toria. A la postre, la mujer pudo conseguir un trabajo mucho más gratifi- Es ?o.mun que personas jóvenes y simbióticamente leales sufran
cante, con el que siempre había soñado sin osar nunca dedicarse a él. una ~risis er: el mome~to de su primer amorío heterosexual. Una jo-
En las vidas de las dos hermanas había un compromiso con la falta de vencita asoc1aba su pnmera crisis psicótica con la culpa sexual por
individuación, vinculado en forma menos visible aún con el problema de haber cerrado la puerta del dormitorio de sus padres mientr~s se
la lealtad. En un comienzo, la hija menor se mostró más capaz de admitir «bes.u.que~ba» c~n el novio en horas de la noche. Por lo común la regla
que necesitaba ayuda en su propia vida. Declaró que estaba casada con familiar díc~ammaba que las puertas de los dormitorios debían per-
un alcohólico, como su padre, y que su matrimonio se asemejaba en forma manecer abiert,as I_JOr la noche. Simbólicamente, la canalización de
terrorífica al de sus progenitores. La hija mayor al principio dudó en re- lealtades parecia gir~r en torno de las puertas. Muchas personas ca-
conocer su necesidad de ayuda. Sin embargo, en las siguientes semanas sadas descubren su mcapacidad para forjar vínculos de lealtad con
de tratamiento se convirtió en el miembro que participaba de manera más sus cónyuges sólo después que se ha desvanecido el brillo inicial de la

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73
atracción sexual. Quizá se requiera el trataml.ento de toda la familia . Desde el punto de vista de los sistemas multipersonales, nos inte-
para enfrentar en plenitud el gr~do de los compromisos invisibles resa el papel que cumplen las lealtades arraigadas de m . .
f un d a, en apariencia
· · dir" .
·Ig¡.das a objetos extrafamiliares . Lanera pro-
. li gwn
·,
que siguen manteniendo hacia sus familias de origen. Sienten que , . a re
una obligación no cumplida de compensar a sus padres, por poco que es ~:r;a ~s f era ti piCa en la que suele desarrollarse una muy honda de-
lo merezcan, los priva del derecho a todo goce. vocwn JUnto con esenciales ví~culos de lealtad. Hemos visto cómo
La may~ría de estas personas no tienen ninguna dificultad en re- a~~enta en grado extremo la Importancia de dicha cuestión en fa-
conocer y aceptar su lealtad para con sus hijos. Las exigencias éticas milia~ en las que se ~an celebrado matrimonios mixtos. Cuando am-
de la paternidad son tan poderosas que rara vez se las viola, aun bos conyuges renuncian a la religión dentro de la cual se han criad
cuando se requiera un tremendo sacrificio personal. Es raro (como en se ~o:·:na en~re e~?s una alianza implícita de lealtad a expensas de~~
el caso de ultraje de un niño) que se sacrifique al hijo para contraba- relig¡.on y, Simb.olicamente, de la familia de origen. Los cónyuges al
lancear la deslealtad filial del progenitor. Más común resulta obser- cortar sus relacwnes con sus respectivos endog¡.·upos, crean unan~ _
var cómo el rol de chivo emisario se asigna al cónyuge o a los parien- va estructura de lealtad por omisión (por así decirlo) Sin emb . e
1 · 1· . . . · argo,
tes políticos. e especia _Ista en terapia familiar tendrá que preguntarse si el
En las familias de los ghettos o barrios bajos de una ciudad la si- d_es~lazannento del problema de la separación al terreno religioso no
tuación parece diferir, en parte, de las pautas de lealtades familiares significa que esos p_adres no han resuelto su propia separación res-
de la clase media. Por su moral, esta espera que la paternidad res- pecto de l?s progemtores, y que sus hijos se verán comprometidos a
ponsable se base en una relación conyugal «respetable». Una consi- aceptar vmculos de una lealtad invisible aún más intrincada.
derable proporción de familias pobres, asistidas por el sistema de
seguridad social, se muestran inclinadas a soslayar el requisito del
matrimonio contando con la ayuda de la familia materna de origen y
la explotación de los niños algo mayores. En estos sistemas amorfos, Estructuración intergeneracional
amplios y matrilineales, no existe ningún requerimiento que lleve a de los conflictos de lealtad
un decidido desplazamiento del compromiso de lealtad filial al pater-
no: el bebé, por así decirlo, le nace a toda la familia. En algunos casos 0eneración tra_s generación, los compromisos de lealtad vertica-
la abuela es más la progenitora real que la maill:e. El conflicto puede les sigu~n en conflicto .con los horizontales. Los compromisos de leal-
centrarse en el hecho de que la joven madre se permita comprome- tad verticales so-?- debidos a una generación anterior 0 posterior; en
terse en medida suficiente con la maternidad, o bien entregue el be- tanto que los horizontales se entablan para con la propia pareja, her-
bé a su propia madre como prueba de su lealtad inalterable. manos o pares en ~eneral. El establecimiento de nuevas relaciones
Las luchas en torno de los compromisos de lealtad suelen ser invi- en especial a tr_aves del n:atrimonio y el nacimiento de los hijos:
sibles, y sólo las racionalizaciones secundarias resultan accesibles, plan~ea ~a.necesidad.de forJar nuevos compromisos de lealtad. Cuan-
incluso para los participantes. En determinada familia, comenzába-
mos a creer que el padre era en realidad un verdadero desastre, has-
:1
to mas rig¡.do sea SI_st.ema de lealtad originario, más tremendo será
el desafio para elmdividuo. ¿A quién eliges: a mí, a él 0 a ella?
ta que descubrimos que los seis hermanos de la madre tenían cón- .J: medida que van desarrollándose las fases de evolución de la fa-
yuges consideradas como auténticas inútiles. A la vez, era notoria la O:Ilia nuclear, ~~dos los miembros deben enfrentar nuevas exigen-
manera en que los siete hermanos dependían el uno del otro, y ha- c~as de adaptacwn. Esta última no significa una resolución final el
cían pocos esfuerzos por ocultar que se preferían el uno al otro sobre c_Ie~·~·e de una fase ~Il:te1:ior, sino una tensión continua que lleva a de-
sus respectivos cónyuges. fmu. un nuevo equilibriO entre expectativas antiguas, pero todavía
Los matrimonios, las aventuras amorosas, las queridas y los «es- en Pie,~ ot7·a.s nue.~as. Nacimiento, crecimiento, lucha con los her-
posos» homosexuales: todo ello puede (a·menudo inconscientemente) m~nos, mdividuacwn, separación, preparación para la paternidad,
ser utilizado con el fin de reforzar el compromiso de lealtad filial, en VeJez_ de los abue~os y,_ finalmente, duelo por los muertos, constitu-
vez de reemplazarlo. El hecho de jactarse de esas relaciones frente a yen_ eJemplos de sltuacwnes que exigen un nuevo balance de las obli-
los propios padres tal vez signifique una manera de reforzar la anti- gacwnes de lealtad.
gua devoción, poniéndola a prueba por medio de un desafio, y desper- Lo~ ejempl?s de transiciones de lealtad requeridas por el desarro-
tando los celos de los padres. Cuando la batalla adquiere contornos llo estan relacwnados con las siguientes expectativas:
tales que parece preanunciar la inminente separación emocional en-
tre el joven adulto y la familia de origen, el observador de afuera po- l. Los jóvenes padxes tienen que desplazar el uno al otro la leal-
drá subestimar el grado de lealtad subyacente e inalterado. tad que debían a sus familias de origen; ahora tienen un mutuo de-

74 75
ber de fidelidad sexual y de alimentación. Asimismo, se han conver- la ~~stencia bioló~ca y el linaje familiar, por un lado, y el mérito ad-
tido en «equipo» destinado a la producción de prole. qmrrdo entre los miembros, por el otro. En este sentido, está asociada
2. Deben a sus familias de origen una lealtad definida de manera a una atmósfera familiar de confianza, fundamentada en la real
nueva, en relación con sus antecedentes nacionales, culturales y reli- asequibilidad y los probados merecimientos de los demás integran-
giosos y sus valores. tes. El siguiente nivel de conceptualización exige un examen de la
3. Deben- lealtad a los hijos nacidos de su relación. justicia como ámbito sistémico para la codificación o, al menos la
4. Los hijos tienen una deuda de lealtad también definida de mo- descripción del balance de expectativas de lealtad. '
do nuevo hacia sus padres y las generaciones anteriores.
5. Los hermanos tienen una deuda de lealtad el uno para con el
otro.
6. Los miembros de la familia entre quienes hay una relación de
consanguinidad tienen el deber de evitar las relaciones sexuales en-
tre sí, aunque a la vez contraen una deuda de afecto el uno para con
el otro.
7. Los padres tienen el deber de apoyar a sus familias nucleares, a
la vez que mantienen una deuda de apoyo para con sus padres opa-
rientes ancianos o incapacitados. ,
8. Las madres tienen el deber de actuar como amas de casa y criar
a los niños para con sus familias nucleares, aunque también se espe-
ra de ellas que puedan estar disponibles en relación con su familia de
origen.
9. Los miembros de la familia tienen una deuda de solidaridad en
relación con el modo en que se comportan hacia los amigos o los ex-
tl·años, pero también tienen, para con la sociedad, el deber de ser
buenos ciudadanos.
10. Todos los miembros tienen una deuda de lealtad que consiste
en mantener la integridad del sistema familiar, pero deben estar
preparados para acomodar nuevas relaciones y los cambios concomi-
tantes del sistema.

Un ejemplo clásico de conflicto de lealtades no resuelto entre un


matrimonio y las familias de origen es la historia de Romeo y Julieta.
El prólogo de Shakespeare sintetiza el sentido familiar de la trágica
muerte de los dos jóvenes amantes: «El terrible tránsito de su amor,
sellado con la muerte, y la continuada saña de sus padres, que sólo el
fin de sus hijos pudo aplacar, desfilarán durante dos horas por este
escenario».
La lealtad, concepto clave dentro de esta obra, ha sido descripta
como determinante motivacional con raíces en la dialéctica multi-
personal del sí-mismo y el otro, más que raíces individuales. Aunque
etimológicamente «lealtad» es un derivado del vocablo francés que
significa «ley»*, su naturaleza real reside en la trama invisible de ex-
pectativas grupales, más que en la ley manifiesta. Las fibras invisi-
bles de la lealtad consisten en la consanguinidad, la preservación de

*El término inglés «lo:yalt:>" deriva del francés «lo:yante>>, a su vez derivado de «loi>>
(«ley>>). La palabra castellana «lealtad» proviene del latín, «lega litaS>>. (N. del E.)

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4. La justicia y la dinámica social

Tal vez el lector sienta que la terminología que empleamos le re-


sulta poco familiar o que es ajena a su propio marco de conceptos pro-
fesional. Podríamos haber utilizado, por ejemplo, el lenguaje del in-
teraccionalismo de la conducta o el de la psicología psicodinámica
individual. Poill·íamos haber subrayado los elementos del inevitable
«juego de poder» implícitos en la victimización de la pareja, el abuelo
o el terapeuta, tal como pueden darse sucesivamente durante una
terapia familiar. Sin embargo, consideramos más importante inves-
tigar el estrato motivacional, en el cual reside la esperanza de repa-
rar el daño infligido en el campo de la justicia de los hombres.
La razón para introducir a la justicia como concepto dinámico
central de la teoría familiar surge de la importancia de las pautas de
lealtad en la organización y regulación de las relaciones más cerca-
nas. A los efectos de conceptualizar a la lealtad como fuerza sistémi-
ca, más que simple tendencia de los individuos, debe considerarse la
existencia de un «libro mayor» invisible en el que se lleva la cuenta
de las obligaciones pasadas y presentes entre los miembros de la fa-
milia. La índole de ese libro mayor está interrelacionada con los fe-
nómenos de la psicología; posee una factualidad sistémica multiper-
sonal. Por definición, la gratificación recíproca como meta trasciende
las necesidades del individuo. La «foja» del miembro individual de la
familia, por así decirlo, ya está llena antes que él comience a actuar.
Según que sus padres se consagraran en exceso a él o lo descuidaran,
nace en un ámbito en el que entran en vigencia un mayor o menor
número de obligaciones. El hecho de que sus paill·es y sus antepasa-
dos se viesen todos atrapados dentro de una serie de expectativas si-
milares, y tuviesen que contrapesar las obligaciones filiales con las
paternas, crea la necesidad de concebil· el libro mayor en función de
una estructura multigeneracional. La estructura de expectativas
conforma la trama de lealtades y, junto con las cuentas relativas a
los actos cometidos, el libro mayor de la justicia.
El invisible libro mayor familiar de justicia es un contexto rela-
cional, el componente dinámicamente más significativo del inundo
del individuo, aunque no sea externo a él. Su ámbito está vinculado
en esencia a ia ética de las relaciones y no puede ser dominado por la
inteligencia o la astucia por sí solas. Algunas de las personas menos
confiadas y justas pueden llegar a dominar su ambiente humano bá-

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sicamente por medio de cálculos racionales cjue no hacen justicia a la palabra justicia porque creemos que connota un compromiso y un
sus necesidades últimas como seres humanos totales. .. valor humanos, con todo su sentido y su rico poder de motivación.
Por añadidura, la justicia es uri don existencial. La deuda del hiJO La idea de justicia como dinámica relacional se origina a partir de
para con el padre está deter~~r:ada por el s:r del progenito_r, lacar:- las implicaciones sistémicas y las connotaciones existenciales de cul-
tidad y cualidad de su aseqmbilidad y los cuidados que prodigue acti- pa y obligación. En la teoría psicodinámica individual se supone que
vamente. De manera análoga, la explotación no requiere de modo ne- la culpa es resultante de la infracción de tabúes que el individuo ha
cesario la injusticia intencional de los demás, sino que puede ser la interiorizado de sus mayores. Por el contrario, el concepto de justicia
resultante de las propiedades estructurales de las relaciones más ve al indivi4uo en equilibrio ético y existencial multidireccional con
cercanas. La injusticia subjetiva de la posición de cualquier miembro los demás. El «hereda» los compromisos transgeneracionales. Tiene
en el. sistema de reacciones familiares puede determinar, en buena obligaciones hacia quienes lo han criado, y se halla en un campo de
medida, lo que se diagnosticará como formación de una personalidad intercambios recíprocos regidos por el toma y daca con sus contem-
paranoide. poráneos. También debe enfrentar obligaciones esencialmente uni-
De esta manera, aunque desde el punto de vista motivacional de- laterales hacia sus hijos pequeños, que dependen de él.
bemos considerar otros factores en relación con la lealtad (vínculos La justicia tiene una particular relevancia para la vida familiar.
de sangre, amor, ambivalencia, intereses comunes, amenazas exter- La equidad recíproca, tradicional marco de evaluación de la justicia
nas, etc.), nos hemos interesado en la estructura misma de las re~a­ entre los adultos, no sirve como pauta de orientación cuando lo que
ciones de reciprocidad. Postulamos que las motivaciones más pro- interesa es el equilibrio de la relación padre-hijo. Todo padre se en-
fundas y de mayor alc3:nce poseen su propia homeostasis f~miliar cuentra comprometido en una posición de obligaciones asimétrica
sistémica, aun cuando sus criterios sean menos visibles, por eJemplo, hacia el recién nacido. El niño posee una serie originaria de derechos
que los de resolución de problemas o manifiestos desplazamientos de que no se ha ganado. La sociedad no espera de él que compense a los
roles sintomáticos, etc. El especialista en terapia familiar puede ver padres mediante beneficios equivalentes.
facilitada en gran medida su tarea mediante el conocimiento de los La sociedad misma, como un todo, puede cargarse de culpas no
determinantes relacionales más profundos de la conducta visible. adquiridas en lo que respecta a cada generación que va surgiendo.
Creemos que el concepto de justicia propio del orden humano es Mientras que son pocos los norteamericanos blancos contemporá-
un denominador común de la dinámica individual, familiar y social. neos que estarían dispuestos a aceptar culpa alguna por la esclavi-
Los individuos que no han aprendido qué es el sentido de la justicia tud de cientos de miles de africanos varias generaciones atrás, los
dentro de las relaciones de su familia suelen desarrollar un criterio tremendos efectos de la esclavitud han afectado la justicia impartida
distorsionado de la justicia social. El terapeuta puede aprender a a los hijos de los negros durante varias generaciones. Es razonable
aguzar su percepción de ese orden de justicia, ecuanimidad o recipro- presuponer que el hombre blanco que quiera negar o ignorar las im-
cidad que determina el grado de confianza y lealtad en las relaciones plicaciones corrientes y continuas de la antigua esclavitud en rela-
familiares. Puede considerarse que la justicia es como una trama de ción con la justicia aplicada a los ciudadanos negros es culpable de lo
fibras invisibles, extendidas a lo largo y a lo ancho de toda la historia que Martín Luther King llamó «cubrir las fechorías con la capa del
de relaciones de la familia, que mantienen el equilibrio social del sis- olvido» [71, pág. 409]. Sin embargo, la justicia como determinante
tema a través de fases de proximidad y separación físicas. Cabría social podría incluso conceptualizarse en los términos unidirecciona-
decir que nada determina en medida tan significativa la relación en- les Y monotéticos del bien y el mal. El concepto relacional de la preo-
tre padre e hijo como el grado de ecuanimidad de la gratitud filial es- cupación llena de sensibilidad por la justicia de las obligaciones no
perada. debería confundirse con nociones abstractas sobre la distribución del
En este punto, el lector podrá preguntarse si no se halla frente a poder económico basada en una presunta igualdad.
conceptos extraños a la tradición de la psicoterapia y la teoría psico- El hecho de que el individuo deba saldar cuentas de justicia e in-
lógica, aun cuando sean considerados en un sentido más amplio justicia no adquiridas, aunque acumuladas, necesariamente parte
¿Acaso la justicia es un concepto que debería encuadrarse en el mar- del supuesto de una cuantificación implícita de interacciones sobre
co de la ley o la religión, más que en el de un estudio de las motivacio- la base de la equidad (un libro mayor invisible, una contabilización
nes humanas? Tras haber eliminado conceptos que poseen connota- de méritos transgeneracional). El mérito connota una propiedad
ciones individuales, psicológicas o superficialmente interaccionales ponderada de manera subjetiva y que no puede cuantificarse en for-
por estimárselos insatisfactorios, podríamos haber elegido la expre- ma objetiva como los beneficios materiales. El Webster's Third Inter-
sión «desequilibrio de reciprocidad» para evitar las connotaciones de national Dictionary define el mérito como «crédito espiritual o exce-
valor del término «justicia». Empero, elegimos en forma deliberada dente moral acumulado, supuestamente ganado mediante la con-

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suntamente-- han recibido de sus padres. En apariencia, están bus-
ducta o actos rectos, y que asegura futuros béneficios» [89]. Toda re- cando un equilibrio intrínseco. Los adultos pueden ser capaces de ar-
lación caracterizada por la lealtad se basa en el mérito, ganado o no, ticular en forma retrospectiva el modo en que se les «robó» su infan-
y la justicia atañe a la distribució'n del mérito en todo un sistema de cia al tener que actuar de jueces de sus padres, trabados en intermi-
relaciones. nables discusiones. Las relaciones sexuales suelen ser interpretadas
como un acto egoísta y expoliador por esposas que se quejan de no ob-
tener suficiente satisfacción o por maridos que se sienten manipula-
dos por la concesión de favores sexuales. Tradicionalmente, el inces-
Ecuanimidad y reciprocidad to se interpreta como forma de explotación del hijo a manos de uno
de los padres. Sin embargo, una visión más detenida de la dinámica
La importancia crucial de la justicia respecto de la cohesión de las familiar subyacente al incesto revela, como mínimo, un sistema in-
estructuras sociales es algo que los sociólogos reconocen. Gouldner teracciona! de tres personas, que incluye como componente el fraca-
analiza el significado de la «reciprocidad» de las transaccion~~· La so de la relación conyugal de los padres.
reciproCidad es definida como el carácter mutuo de los ?ene~Icws o Importa, en particular, comprender las implicaciones del rol del
gratificaciones, y Gouldner manifiesta: «La norma de recipro?Id~d es hijo como explotador potencial no deliberado de uno de los progenito-
un mecanismo concreto y específico implícito en el mantemmiento res, ya que el niño «merece» Tecibir algo a cambio de nada. Muchos
de cualquier sistema social estable» [47, pág. 174]. Aurique coinc.idi- padres sienten que no se les permite quejarse de su sensación de ser
mos con el enfoque sociológico según el cual una «norma generaliza- explotados, e inconscientemente encubren sus sentimientos bajo
da de reciprocidad» se interioriza en los miembros de los sistemas so- una máscara de sobreprotección, excesiva permisividad, devoción
ciales, como especialistas ·en terapia familiar desea:n:-os centrar~os propia de un mártir u otras actitudes defensivas. Aunados a la sen-
en un libro mayor de justicia multipersonal o sistémico, que reside sación de ser explotados por su familia de origen, estos sentimientos
en la trama interpersonal del orden humano o en el «ámbito del en- pueden inclinar la balanza de la motivación hacia el serio ultraje del
tre» (Buber) [26]. El libro mayor abarca todas esas disparidade~ acu- Iúño: Por añadidura, si en forma persistente los padres hacen que a
muladas de reciprocidad inherentes a la historia de las interacciOnes los hijos les resulte difícil compensar sus obligaciones, estarán soca-
del grupo. Configura la base de la equivalencia de retornos. ~~peso vando otra dimensión en el sistema de reciprocidad equilibrada en la
de las pasadas transacciones de mérito sin compensar modifica. la familia. Un diálogo pleno requiere mutualidad tanto en el acto de
equivalencia del intercambio mutuamente contingente de beneficios dar como en la aceptación de lo dado.
en las relaciones interpersonales puestas en marcha. Los padres que Pueden surgir aspectos importantes de la explotación en Telacio-
no reciben nada afectan el libro mayor y, por consiguiente, el desa- nes heterosexuales en las que el compromiso asumido no es igual pa-
rrollo de la personalidad de sus hijos, de distinta manera que los pa- ra ambas partes. Por ejemplo, las actitudes tradicionalmente res-
dres que no dan nada. trictivas y sobreprotectoras hacia la conducta sexual femenina tien-
Al examinar el sentido dinámico de la justicia, la obligación, la den a hacer que la joven rechazada parezca ser ella la explotada, en
lealtad y la fibra ética de los grupos, una de las cuestiones más im- especial si su romántica infatuación no halló un sentimiento de co-
portantes que se deben considerar es la de la explotación. Po~· lo co- rrespondencia de parte de su amado. Sin embargo, muchas enamo-
mún, la explotación se Telaciona con los conceptos de pod;r, nqu~za radas que han sido abandonadas sostienen que, a pesar del agudo
y dominación. Se requiere un maTeo conceptual mucho mas amplio e dolor que acarrea la pérdida, es mejor ser cortejadas y luego recibir
impoTtante para compTender la auténtica dialéctica de la explota- calabazas que no haber sido cortejadas nunca por el objeto de su pa-
ción Telacional en las familias. Proponemos que el concepto de explo- sión. El equilibrio entre la acción de recibir y la de ser usado es una
tación se analice como base del tratamiento cuasi-cuantitativo de la propiedad intrínseca de toda relación, que sólo puede comprenderse
contabilización de méritos. La explotación es un concepto relativo en su nexo con todos los otros balances de justicia.
que entraña una cuantificación implícita. Los desplazamiento~ ,en
las posiciones de podeT son medidas poco confiables de explotaci~n:
hay modos en que un padre, jefe o líder puede ser explotado por qme- Explotación personal y explotación estructural
nes ocupan posiciones inferiores. . . , .
El concepto de explotación con fTecuencia aflora en forma Implíci- El concepto de reciprocidad como dinámica del sistema relacional
ta en el curso de discusiones espontáneas entre los miembros de la puede implicar dos tipos básicos de explotación. En primer lugar,
familia. Los padres tienden a comparar la «cantidad» de solicitud y uno de los miembros de la familia puede ser explotado, de manera
afecto que -se supone-- deberán daT a sus hijos, con los que -pre-

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abierta 0 sutil, por otro miembro al no dar nada o no tomar nada en Aspectos cuantitativos
forma recíproca. Ese modo de expoliación interpersonal debe distin-
guirse.del segundo tipo, la :x?lotación_ estructural._ E~ta. última se Gouldner da a entender de manera implícita que la reciprocidad
origina a partir de caractenstlcas del Sistema que VIctrm1zan a am- posee una medida cuantitativa intrínseca, determinada por el grado
bos participantes al mismo tiempo. de equidad en las interacciones. En un extremo se da la equidad ple-
El sentido de la palabra retribución incluye tanto el de recompen- na de los beneficios intercambiados y, en el otro, la situación en que
sa como el de castigo administrado o exigido a modo de compensa- una de las partes no da nada a cambio de los beneficios recibidos. En-
ción. Entre dos personas puede desarrollarse una relación de mane- tre ambos casos limítrofes hay toda una serie de formas de explota-
ra tal que se niegue a ambos cualquier posibilidad de retribución ción aparentes o reales.
equilibrada, en todos o algunos de sus aspectos. Los sentimientos de La manera de definir la equivalencia de los beneficios mutua-
venganza no descargados son simplemente uno de los aspectos de mente intercambiados plantea un problema clave en las relaciones
ese tipo de desequilibrio relacional fijo. Un padre puede sufrir por su padre-hijo. El bebé más pequeño es el que más cuidados y solicitud
avidez de reconocimiento y gratitud, mientras que el hijo se ve sofo- requiere de la madre; sin embargo, como una paradoja la mayoría de
cado por un deseo no expreso ni reconocido de demostrar gratitud fi- las mujeres experimentan un mayor sentido de gratificación cuidan-
lial. De manera análoga, un hijo puede estar deseoso de recibir un do a bebés que a niños de más edad. Cabe preguntarse, entonces, de
correctivo, una respuesta airada y punitiva de un padre, la que este qué manera puede el bebé dar algo al adulto, y cómo podemos medil'
es incapaz de brindar o está poco dispuesto a proporcionar. El amor y el grado de equivalencia en el mutuo toma y daca de sus relaciones
la venganza sin descarga son consideraciones estratégicas funda- cotidianas. En el lenguaje de la sociología, podemos hablar de reci-
mentales de una relación; los problemas relativos a la conveniencia procidad heteromórfica («ojo por diente») y homeomórfica («ojo por
de que los padres se muestren de acuerdo frente a sus hijos, o sobre ojo, diente por diente») [47, pág.172]*. Tal como sugiere Gouldner, la
sus bondades como «equipo» encargado de disciplinar a los hijos, tie- reciprocidad homeomórfica debe de haber sido importante en las so-
nen una importancia fáctica secundaria. ciedades primitivas, como medida de castigo y reparación por los de-
Debemos destacar cuán importante es, particularmente en la es- litos cometidos, según la ley del Talión. Y el autor puntualiza: «Tam-
fera de las relaciones familiares, definir las cuestiones específicas de bién cabe esperar mecanismos que induzcan a la gente a mantener
reciprocidad (en especial, las que trascienden el dominio de lo mate- su endeudamiento social el uno con el otro, que inhiben su completa
rial). En este caso, el poder es definible en términos diferentes a los compensación». Al respecto, cita la frase de un Séneca indio como
que rigen para la sociedad como un todo. Lo que parecen ser relacio- ilustración: «Una persona que quiere devolver un regalo con dema-
nes familiares débiles, caóticas o fragmentarias pueden significar el siada rapidez, dando otro regalo a cambio, es un deudor poco volun-
más fuerte de los vínculos para los miembros, debido a su culpa in- tarioso y una persona desagradecida» [47, pág. 175]. ¿Cuántas for-
trínseca y excesiva devoción. Las cuentas de méritos acumulados, mas de rechazo paterno de la compensación del hijo se ajustan a este
tanto de generaciones presentes como pasadas, afectan la línea de modelo?
base de las cuentas de lo que parece ser un balance de reciprocidad
funcional corriente. Gouldner cita formas dispares de reciprocidad
introducidas por las diferentes posiciones de poder de los miembros Niveles de contabilización dentro del sistema
de cualquier grupo social. Por ejemplo, el miembro más poderoso
puede mantener una relación asimétrica a pesar de que da al más En última instancia, las consideraciones sobre justicia y recipro-
débil menos de lo que a su vez recibe. Otros mecanismos de compen- cidad nos retrotraen al problema de los niveles de profundidad en la
sación para mantener la disparidad en la reciprocidad incluyen acti- indagación. La equivalencia de beneficios intercambiados es más fá-
tudes como la de «dar la otra mejilla», nobles se oblige, y la de clemen- cil de evaluar cuando los intercambios son superficiales o de índole
cia [47, pág. 164]. material. Sin embargo, los estratos de motivación más importantes
Sabemos que en las familias las obligaciones no saldadas persis- están conectados con una gama privada e imponderable de interac-
ten desde el pasado, y que pueden compensar los presentes desequi- ciones. A fin de poder crecer, tenemos que reconocer y enfrentar los
librios en materia de gratitud, culpa por obligaciones no cumplidas, lazos invisibles que se originan a partir del período formativo de cre-
ira por la explotación de que se es víctima, etc. El desequilibrio en el cimiento. Caso contrario, tendemos a vivirlos como pautas repetidas
balance concerniente a la igualdad de méritos o intercambio de be-
neficios entre dos o más partes de una relación se registra subjetiva- * En inglés, dar «tit for tab> es un modismo para designar una represalia igual o se-
mente en la explotación de que uno hace objeto al otro. mejante al castigo recibido. (N. del E.)

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en todas las relaciones futuras. Toda lógica terapéutica basada sim- da la importancia de la responsabilidad individual como meta tera-
plemente en la conducta observable de las familias tropezará por ne- péutica válida, el modo en que soslaya la ética propia de la realidad
cesidad, con un elemento de escapismo y negación. No obstante, es social exige urgente reconsideración. Por valiosa que sea su contri-
cierto que la conducta, al menos por un tiempo, puede modificarse bución para comprender al hombre como sistema cerrado, toda teo-
sin afectar sus componentes motivacionales. El «contrato» terapéuti- ría psicodinámica que circunscribe su óptica motivacional al indivi-
co intrínseco determinará la medida del cambio en el sistema. Tanto duo puede, potencialmente, ser destructiva para la sociedad. Una
al terapeuta como a las familias se les presentan muchas opciones de teoría de estas características ya no está a tono con nuestra era, con
introducir el cambio en las dimensiones superficiales de las relacio- sus crecientes exigencias éticas, que nos instan a tomar conciencia
nes familiares, más que en las esenciales. de las necesidades de los demás, y a darles respuesta.
Podríamos llegar a la conclusión de que la teoría dialéctica de las
relaciones se opone a las nociones de psicodinámica individual o
existenciales, y que da pleno apoyo a los «puristas del sistema» que
pretenden dejar de lado toda consideración de la psicología del indi-
Consideraciones sistémicas e individuales viduo, salvo en el contexto de las metas grupales. Empero, nada más
de la ética social lejos de nuestra posición. Nosotros creemos que, mediante la indaga-
ción e integración de sus necesidades y obligaciones respectivas, ca-
Con el fin de diferenciar entre los niveles sistémicos multiperso- da individuo adquiere un sentido y una dignidad definidas más ade-
nales e individuales de obligaciones en las familias, presuponemos cuadamente, en tanto que brinda al grupo social estabilidad e inicia-
que la justicia como norma moral generalizada es un mecanismo bá- tiva para el cambio. Una teoría dialéctica de las relaciones puede, en
sico, y que como tal trasciende tanto las acciones provocadas por las forma simultánea, tener sus basamentos en el individuo y en el siste-
motivaciones de cualquier individuo específico, como los procesos de ma social.
interiorización. La transgresión cometida por el miembro de una fa- Lo que necesitamos es una teoría para la integración de los valo-
milia contra un integrante de otra familia aparentemente es un acto res interrelacionados de la motivación individual y la ética grupal.
individual, pero puede producir una respuesta sistémica cuando lle- La dialéctica de la vida social gira en torno del constante flujo y re-
va a una vendetta entre las familias. Individualmente, cada miem- flujo de conflicto y resolución del toma y daca, lealtad y deslealtad,
bro de la familia puede interiorizar las implicaciones de reciprocidad amor y odio, etc. Los sistemas sociales como niveles más elevados de
de la vendetta, pero. el todo es más que la suma total de todas las inte- organización tienen sus propios requisitos de supervivencia y estabi-
riorizaciones. La justicia está compuesta de una síntesis del balance lidad, que dependen de la resolución de necesidades de todos los
de reciprocidad de todas las actuales interacciones individuales con miembros que los integran.
el libro mayor de las cuentas pasadas y presentes de reciprocidad de ¿Cómo puede aplicarse la teoría de la justicia a la labor del espe-
toda la familia. cialista en terapia familiar? Al calibrar este las actitudes más carga-
El concepto de libros mayores del balance de justicia epitomiza la das de emoción de los miembros de la familia, debe estar capacitado
diferencia existente entre los modelos teóricos individuales y relacio- para reconocer las cuestiones de ética con sus implicaciones de justi-
nales, es decir, de dinámica familiar. En tanto que el cambio esté di- cia subyacentes. En su mente debe confeccionar un libro mayor de
rigido a la personalidad del individuo mediante el análisis de sus ex- justicia, a la vez que va haciéndose una idea del árbol familiar con to-
periencias y desarrollo del carácter, el terapeuta podrá ignorar el dos sus miembros. ¿De qué manera fue injuriado el mismo miembro
cambio en un sistema relacional. Sólo tomando en cuenta las jerar- que se mostraba abiertamente ofensivo? ¿Por quién? ¿De qué modo
quías de obligaciones en el sistema todo y las motivaciones de todos evitar toda una cruzada contra el aparente infractor? ¿Qué factores
los individuos, comenzaremos a entender y afectar el contexto total determinan la actitud del infractor hacia la víctima aparente? ¿Có-
de las personas en una relación. mo entran dentro del todo los demás miembros?
Las teorías psicodinámicas o motivacionales de base individual En nuestra búsqueda de las dimensiones dinámicas de la trama
son inadecuadas para encarar la realidad ético-social de las conse- moral de cualquier grupo social, el valor no connota -para noso-
cuencias de una acción humana. La reafirmación, logros o proezas tros- una norma definible de manera objetiva o un canon de con-
sexuales de una persona, si bien en esencia son pertinentes a las me- ducta convalidado por el-consenso general. Los valores de cada indi-
tas de búsqueda de sí mismo del individuo, no comprenden las vicisi- viduo sólo pueden determinarse desde la perspectiva del mundo sub-
tudes derivadas del modo en que afectarán las necesidades de otros. jetivo en el que vive. Para nosotros, la justicia representa un princi-
Mientras que la teoría freudiana clásica subraya de manera adecua- pio de equidad personal en el mutuo toma y daca, que orienta al

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miembro individual de un grupo social para énfrentar las consecuen- La tercera y la cuarta columnas describen dimensiones básica-
cias finales de su relación con los demás. La suma total de las eva- mente psicológicas. La identidad personal del miembro tenido en al-
luaciones subjetivas de la propiedad de la experiencia relacional de ta estima se caracteriza por la bondad, la rectitud y el orgullo, a se-
cada miembro conforma el clima de confianza que caracteriza a un mejanza de un acreedor prendario, que tiene más derecho a la de-
grupo social. A la postre dicho clima es más significativo para deter- manda que al pago. En el extremo opuesto de la escala de méritos
minar la eüalidad de las relaciones dentro del grupo que cualquier aparece la posición propia de la persona con una identidad mala, in-
serie específica de interacciones. digna o vergonzosa, cuyo caso es análogo al del individuo gravado
Las consecuencias éticas últimas de una acción humana pueden con una prenda, que no tiene derecho a la demanda sino que es él
permanecer invisibles durante largo tiempo. Determinados indivi- mismo deudor. Las actitudes emocionales se agrupan en torno de la
duos pueden estar conformados de manera tal que nunca enfrentan, situación del miembro en lo que atañe a su conciencia moral. Un bajo
ni siquiera reconocen; la culpa por el hecho de pasar por alto la injus- estado de méritos corresponde a sentimientos de culpa, en tanto que
ticia infligida a los demás, salvo en lo que atañe a las penalidades su contrapartida caracteriza a la persona colérica e indignada. La
impuestas a sus hijos y nietos. Sin embargo, la elaboración sistemá- conciencia culposa y el endeudamiento coinciden con el miedo a la re-
tica de las conexiones causales de las relaciones familiares en el inte- vancha o la deuda de gratitud forzada, mientras que la conciencia
rior y a lo largo de las generaciones plantea una cuestión: la referen- tranquila es coherente con la libertad de acción e incluso con una ac-
te al sentido de la justicia compensatoria como principio clave de la titud reivindicatorio, y la certidumbre de que los reclamos formula-
dinámica familiar. · dos son merecidos.
El hecho de evitar de manera cínica toda preocupación por la ne- La relación inversa entre la alta estima o mérito y el poder o lapo-
cesidad de justicia de cada individuo en nombre de una postura cien- sesión se ilustra de manera más cabal en la quinta columna con la
tíficamente «carente de valor» es tan destructiva como una defini- distribución de ejemplos de rol. El bebé o el sujeto siempre pisoteado,
ción autoritaria y rígida del orden y la aplicación de un punto de vis- aunque se halle en una posición vulnerable, en general despierta la
ta dogmático. El cinismo propio de la corrupción, por un lado, y la ti- simpatía de los demás y logra su apoyo. Solemos demostrar preocu-
ranía, por el otro, son síntomas alternativos de decadencia social, pación por los derechos del perdidoso, mientras que por lo común vi-
surgidos ambos de un extendido temor y del hecho de abstenerse de gilamos que los patrones, los ganadores o los padres cumplan las
enfrentar la preocupación natural de todo ser humano por el balance obligaciones contraídas para con sus inferiores.
del bien y el mal. Creemos, por ejemplo, que el camino más corto pa- La dirección descendente de las dimensiones indica la progresiva
ra la corrección y la prevención de los prejuicios consistiría en enca- acumulación de culpas, en tanto que la dirección ascendente lleva a
rarlas mediante la investigación de los juicios éticos subjetivos de to- un «pago» progresivo. Si en el curso de varias generaciones sucesivas
da persona afectada y el enfrentamiento selectivo y valiente de los los padres han actuado hacia sus hijos movidos por la sospecha de
problemas básicos, más que mediante la negación, la evitación y las que estos «escapan a todo castigo por los crímenes cometidos», el re-
tibias avenencias. sultado será la progresiva acumulación intergeneracional de culpas.
El diagrama de la página 90 indica los componentes semánticos Si actuaron basados en la premisa de que los hijos no pidieron nacer
de la estructura de méritos y las dimensiones cuantitativas normati- y que requieren cuidados y orientación, su «inversión» de fe y con-
vas de la justicia del mundo de los hombres en un sistema de relacio- fianza llevará al «pago» intergeneracional de obligaciones cargadas
nes multipersonales. En el extremo superior de cada columna, el lec- de culpa. El diagrama presentado ilustra el principio según el cual
tor encontrará condiciones saturadas de mérito y justificación, mien- en el campo de la dinámica relacional el poder se da en relación in-
tras que en el extremo inferior se dan las condiciones menos merito- versa al mérito.
rias y predominan las obligaciones mayores. El grado de «condignidad» (medida apropiada de la recompensa y
La primera columna describe el balance de obligaciones, que va el castigo) de toda interacción humana se afirma en la evaluación
desde la dimensión moral (el derecho frente al deber), pasando por subjetiva, mutuamente entrelazada, de dos o más respecto del libro
una contabilización cuantitativa, hasta llegar a las dimensiones con- mayor de méritos. En un nivel psicológico individual, el concepto de
ceptuales ético-religiosas (maldición frente a bendición). En la se- Franz Alexander sobre el «soborno del superyó» [3, págs. 62-3] repre-
gunda columna, la contabilización de méritos refleja el grado de con- senta una negociación intrapersonal acerca de lo que constituye una
sideración que se brinda a un miembro cualquiera de un sistema de retribución superyoica condigna desde adentro. La ética protestante
relaciones, o que es acumulado por él. Verticalmente, en torno de la puritana pretendía contrarrestar las culpas acarreadas por la grati-
posición media neutral se polarizan, como puntos extremos, los mé- ficación adquisitiva con la autoprivación en la esfera del hedonismo
ritos positivo y negativo. cotidiano.

88 89
Balance Contabili- Normas duales en la lealtad del endogrupo
de zación de Identidad Actitud Ejemplo
obligaciones méritos personal emocional de rol
La definición de cualquier unidad social (familia, nación, religión
Derecho Positivo Bueno Ira Bebé o raza) es inseparable de toda definición intrínsecamente preferen-
cial y prejuiciosa del endogrupo como superior al exogrupo. Aun en
Crédito, Tenido en Hecto Actitud Ser pisoteado
haber; alta estima reivindi- los casos en que la definición es lo bastante sutil como para no postu-
"'o catoria lar la superioridad del endogrupo, se establece una norma ética de
"O
manera tal que el miembro tiene una mayor deuda de lealtad para
.~ :Mérito Orgulloso Planteamien- Víctima
con el endogrupo, y es comparativamente menos pasible de ser con-
:::0 to de exi-
o denado por despreciar o explotar al exo¡p:upo.
gencias
La familia tipo cría a sus hijos de modo de capacitarlos para ab-
Exoneración Acreedor l\Jártir
prendario
sorber las injusticias del mundo en lo que parece ser el «espíritu ade-
cuado», pero también para «salirse con la suya» en la medida de lo
Bendición Neutral Demandante Conciencia posible, mientras sus actos sirvan para promover sus propios benefi-
tranquila
cios o los de la familia. Tradicionalmente, se espera de los hombres
que sean leales a su esposa e hijo, mientras libran una lucha de pe-
Conciencia
culposa rros contra todo competidor de afuera. La familia enseiia al hijo a
adoptar una medida dual de justicia. De manera invariable, aunque
Maldición Infame_ Endeudado Gratitud Beneficiario por lo general de modo invisible, se verá imbuido por un sentido de
(forzada)
obligación cargado de culpas hacia sus padres, en tanto que puede
Endeuda- Negativo Gravado por IVIiedo a las Patrón, enseñársele a sentirse menos responsable en relación con sus pares.
rrúento una prenda represalias ganador Esta actitud paterna puede ser en parte responsable por el tipo de
Obligación Avergonzado Progenitor
rebeldía adolescente, que invierte la situación de lealtad y por un
tiempo hace ver que, en apariencia, la lealtad hacia el ¡p·upo de pares
Débito Indigno Sentimiento (a pesar puede sustituir en forma total la lealtad hacia la familia de origen.
de culpa de dar) Mientras que las raíces de la obligación de un hijo para con la familia
Deber Malo que lo crió quizá no siempre sean fáciles de rastrear, no cabe duda de
que existe un maree de obligaciones subyacentes que mantienen la
Diagrama l. Componentes semánticos de la estructura de méritos. Dimensiones unidad de la familia.
cuantitativas de !ajusticia en el mundo humano.

Nu~stro concepto de las dimensiones de mérito o condignidad se


aseme~an en su forma, pero difieren en esencia del quid pro quo in- La justicia del universo humano y la «foja rotativa»
t~raccwnB:l de ~ederer y J ackson [60, pág. 182]. No es nuestro propó-
sito estudiar srmplemente las pautas de acción-interacción. En vez El concepto de Buber sobre la justicia del orden humano entraiia
de restringir el «ojo por diente» (p. ej., en una situación conyugal) la posibilidad de una cuantificación conceptual de la explotación, te-
dentro de los márgenes de la conducta, incluimos en la equivalencia niendo en cuenta que aquel cuyas acciones infringen la culpa exis-
de ~éritos todas las interacciones pasadas, presentes y futuras. Las tencial hacia el otro «injuria un orden del universo humano cuyas
queJaS de una esposa regañona o los intentos de un marido por obli- bases conoce y reconoce como las de su existencia y de toda la exis-
garla a cambiar están dinámicamente conectados con esfuerzos de tencia humana común» [25, pág. 117]. De esta manera, según Buber,
retribución pasados e inconclusos, que los cónyuges arrastran desde los criterios de violación del universo humano residen en aquello ha-
sus familias de origen. Por ejemplo, una cuenta emocional no salda- cia lo cual el individuo se siente comprometido, como bases íntima-
da de la esposa con su padre muerto puede subsistir en su actitud mente reconocidas de toda existencia humana común, incluyendo la
hacia el marido. suya propia. Con el fin de objetivar estos criterios, tenemos que definir,
e idealmente cuantificar, el toma y daca de las relaciones humanas.
No es necesario buscar una mensurabilidad «objetiva» desde el punto
de vista de la observación externa, sino más bien desde la perspecti-

90 91
va de la convalidación intersubjetiva consensual. La síntesis de la Un padre que durante su infancia había sufrido penosas privaciones
gratificación comparativa de cada miembro como función de sus ne- increpó a una hija suya, medianamente rebelde, cuando esta fue dada de
cesidades y expectativas respecto de las obligaciones del otro, y el alta del hospital donde había sido tratada por esquizofrenia: «¡Primero
hecho de «dar» a su vez, determinará la dialéctica de la justicia del debes arrepentirte, y luego realizar buenas acciones!». Al igual que otros
ulliverso humano. miembros «sintomáticos>> de tantas familias, la jovencita era considerada
No es en absoluto nada nuevo el hincapié en la cuestión de la jus- «loca» y «mala>> a la vez.
ticia como motivación. El propio Dickens observaba ya: «En el pe- Una esposa, tras haber aceptado en apariencia la <<foja rotativa» en su
queño mundo en que los niños desarrollan su existencia, sea quien matrimonio, descubre sus propios sentimientos por las injusticias padeci-
das, y lo expresa en esta dramática confesión: «Señora S.: Usted dijo algo
fuere el que los cría, no hay nada tan sutilmente percibido y sentido
muy, muy importante ... que había estado rondando por mi mente desde
como una injusticia» [30, pág. 59]. Y también Piaget manifestó a este que me casé. Usted siempre pensó que mi infancia había sido maravillosa,
respecto: «La reciprocidad ocupa un sitial tan alto a ojos del niño, porque tuve a mis padres (que en realidad me faltaron desde mis 13 años),
que habrá de aplicarla aun cuando para nosotros parezca bordear la mientras que él no: su vida fue muy dura. De manera que ahora que esta-
más grosera venganza» [70, pág. 216]. Un extracto tomado de una mos casados, se supone que yo debo darle todo a él, que nunca tuvo nada;
sesión de terapia familiar nos permitirá adentrarnos todavía más en se supone que debo volcarme entera en él. Y lo hago: procuro hacerlo feliz.
el tema: Trato de brindarle mucho afecto, de mostrarle que me preocupo por él. Pe-
ro, en todo esto, ¿dónde entra mi propia sed? ¡Yo también estoy sedienta!»
Oímos a una mujer decirle a su marido: «Te has aprovechado de mí to- [13, pág. 121].
da mi vida ... toda mi vida de casada». El lapsus es significativo: La sensa-
ción de injusticia padecida por esa mujer se ha vuelto abrumadora y, a su La proyección retributiva sobre todas las personas que guardan
vez, injustamente acusatoria. En el curso de la terapia familiar nos ente- similitud con los padres puede ser un importante componente de la
ramos también de que su madre siempre la consideró una desagradecida, hostilidad existente entre la juventud y la generación más antigua
y la hacía sentir culpable por cualquier cosa que hubiera hecho. Como, en en toda cultura. El problema no es tanto el de la brecha de informa-
coincidencia con el terapeuta, la cuestión no puede negociarse entre la ción o comprensión, como el del reclamo de la justicia anhelada. En
madre y ella, probablemente ha bu~cado saldar «cuentas» a través ~-el las culturas más viejas esta tensión podría enfocarse mediante prác-
marido. Parece actuar como si el mando fuera responsable por la relacwn
ticas que subrayan el respeto incondicional hacia los mayores, y en-
que ella tuvo toda la vida con su madre. El marido manifiesta: «Cuando
comienzo a señalarle que es desprolija, que descuida las tareas domésti- cauzando las manifestaciones de venganza a través de guerras, o
cas, etc., replica que yo tampoco tengo limpia la foja».* bien canalizando las migraciones en pos de nuevas fronteras geográ-
ficas. La energía de esos conflictos también puede expresarse en pre-
Este fenómeno puede designarse como la «foja rotativa», ya que la juicios que crecen al punto de sojuzgar formalmente a los demás, tal
cuenta sin resolver que permanece abierta entre una persona y el como lo demuestran de manera cabal todas las dictaduras en el curso
«malhechor» originario puede rotar, interponiéndose entre él y cual- de la historia.
quier otro. Puede usarse a un tercero inocente (tomado como víctima A medida que la industrialización, el apiñamiento y la sofistica-
propiciatoria) para saldar la cuenta. Así, obsei·vamos que la justicia ción de la sociedad moderna anulan algunas de estas vías de escape,
es un libro mayor históricamente gestado, que registra el balance de la energía de la juventud puede volcarse contra el «sistema» social,
mutualidad en el toma y daca. Debe considerárselo como un princi- que es castigado in loco parentis. Por ejemplo, la tendencia al vanda-
pio dinámico que explica la aparente irracionalidad de las proyeccio- lismo parece estar aumentando tanto en los sistemas democráticos
nes, y los prejuicios. De acuerdo con su propia fórmula de contabili- como en los regímenes políticos opresivos.
dad existencial, toda persona está programada para buscar un justo
equilibrio del toma y daca entre sí misma y el mundo. En sus oríge-
nes su universo humano incluía su relación pasada con los padres,
pero ha logrado implicar otras relaciones emocionalmente significa- Los libros mayores de justicia y la teoría psicológica
tivas. La extensión del desequilibrio que percibe en el balance de jus-
ticia determina el grado en que habrá de explotar todas las relacio- La foja rotativa establece una cadena de retribuciones desplaza-
nes posteriores. das en las familias y se convierte en fuente de realimentación cíclica
repetitiva; es una fuerza dinámica del sistema, con títulos propios
* <<To have a clean slale>> (literalmente, <<tener limpia la pizarra>>) significa <<hacer para ser tenida en cuenta. ¿Es real o imaginaria la causa de las acu-
borrón y cuenta nueva», empezar de cero olvidando el pasado. (N. del E.) saciones llenas de resentimiento? O, más bien, ¿qué criterios hacen

92 93
que se la considere o no pertinente? Freud se interesaba por la «des- amante del paill·e, etc. En última instancia, el mayor alivio que esos
figuración» sólo en la medida en que era inyectada en otra relación a hijos pueden encontrar reside en la reivindicación ele sus padres a
través de la «proyección» o de la transferencia negativa, o sea, me- sus propios ojos, al comprender la injusticia de las circunstancias
diante una función patológica del individuo mismo. Esto derivaba de que llevaron a los progenitores a cometer esos actos condenables.
la falta de interés de Freud por la reciprocidad ele la justicia relacio- En la medida en que los grupos mantienen su unidad en virtud ele
nal, a menos que estuviese interiorizada en un individuo. Su concep- los valores, es dable señalar que el valor ele cohesión supremo es la
to del superyó representaba una instancia interiorizada para mante- justicia. Si la necesidad de un balance equitativo ele beneficios cons-
ner una contabilización de méritos históricamente superada entre el tituye una importante fuerza reguladora y motivacional de cual-
individuo y su ambiente formativo. quier grupo social, nuestra misión consistirá en comprender cuáles
Ricamr, en su ensayo clásico sobre Freud, hace un comentario so- son las disposiciones sociales que permiten supervisar la justicia.
bre los diferentes aspectos de la culpa: «El temor de ser injusto, el Por ejemplo, qué mecanismos sociales evalúan y regulan cuestiones
remordimiento por haberse mostrado injusto, ya no son temores "ta- tales como: ¿Qué deber tiene cada hombre para con su familia? ¿Qué
bú"; el daño causado a la relación interpersonal, las injurias hechas a es lo que merece el hijo? ¿De qué manera consideran padre e hijo la
lB: persona de otro, tratadas no como un fin sino como un medio, sig- ecuanimidad de su quid pro qua? ¿En qué medida debe gratitud cada
mfican más que el sentimiento ele amenaza de castración. De esta hijo a sus paill·es?
manera, la conciencia de la injusticia marca la creación de significa- Aplicando el concepto de justicia podemos definir un sistema a
do por comparación con el temor a la venganza, a ser castigado» '[7 4, partir de un nivel motivacional más importante que utilizando un
pág. 546]. marco interacciona!. El orden humano es un concepto basado en un
Así, la justicia traséiende la psicología del individuo y ele quienes sentido de justicia o equidad subjetivo y normativo. Debe contrastár-
coparticipan en relaciones con él. Consideramos a la justicia como un selo con definiciones funcionales y descriptivas como: «Un sistema
principio homeostático multipersonal, siendo la reciprocidad equita- social es un sistema ele acciones ele los individuos, cuyas principales
tiva su meta ideal. Sin embargo, el péndulo oscila ele modo perma- unidades son roles y constelaciones de roles» [67, pág. 197]. Como es
nente entre múltiples iniquidades. El individuo puede verse «atra- obvio, el hecho de que yo haya traicionado a mi amigo o su confianza
pado» en medio de una culpa existencial a causa de las acciones de es un aspecto estructural de la relación, ubicado en un plano diferen-
otros, de la misma manera que uno hereda un sitio en la red multige- te al de las definiciones de rol.
neracional de obligaciones y es responsable de toda una cadena de Christian Bay cita la lista de Aberle sobre los prerrequisitos fun-
obligaciones pasadas, tradiciones, etc. Tal vez la persona no tenga cionales de una sociedad: «Provisión de una adecuada relación con el
conciencia inmediata de los movimientos quid pro quo de largo al- ambiente y búsqueda sexual; diferenciación y asignación de roles;
cance, sino sólo de las obligaciones y compensaciones a corto plazo. comunicación; orientaciones cognoscitivas compartidas; serie articu-
Cuanto menos conciencia tenga de las obligaciones invisibles acu- lada y compartida de metas; regulación normativa de los medios· re-
muladas en el pasado, por ejemplo por sus padres, más a merced es- gulación de las expresiones afectivas; socialización, y control efrcaz
tará de esas fuerzas invisibles. En las familias, la unidad sistémica de las formas perturbadoras de conducta» [5, pág. 267]. Considera-
de contabilización tiende a abarcar generaciones enteras. Según las mos que un clima generalizado de confianza y la justicia del orden hu-
Escrituras, se necesitan siete generaciones para expiar un pecado mano es, como característica estructural ele la sociedad, más impor-
grave de un antepasado. tante que la regulación institucionalizada de determinadas funcio-
El especialista en terapia familiar debe aprender a reconstruir nes específicas.
un balance trigeneracional mínimo de cuentas de justicia. Los abue- Holmberg describe a los sirionos, del oriente de Bolivia, como un
los pueden culpar a los nietos por su solidaridad hacia sus padres, ya conjunto de hordas «sumamente primitivas, seminómades», cuyas
que .c?nside:an que estos últimos han sido desleales hacia ellos y su energías se consumen en la búsqueda de alimentos, y que por consi-
familia (p. eJ., en cuestiones de tradición religiosa o ele otro tipo). En- guiente no manifiestan ninguna solidaridad social entre sí, más allá
tonces, el hijo puede adoptar ele manera inconsciente una estrategia de los límites de la familia inmediata. Tras hacer una afirmación tan
destinada a exonerar a los padres, o a perpetuar la carga de culpa a extraordinariamente simplista, el autor revela no obstante la es-
lo ~a~go de la siguiente ~eneración. Pochían suministrarse ejemplos tructura social interna de esa sociedad primitiva: «En términos ge-
adiCIOnales acerca de hiJas criadas por familiares «respetables» de- nerales, parecería que el mantenimiento de la ley y el orden reside
bido a la «vida vergonzosa» que llevaba la maill·e, y que deciden bus- de manera fundamental en el principio de reciprocidad básica (no
car a esa madre y unirse a ella; ele hijos que sufren por tener que importa cómo se ponga en vigencia), el miedo a la revancha y el cas-
ocultar las sospechas de que su madre fue asesinada a manos de la tigo divinos y el deseo de aprobación pública» [55, págs. 60-61].

94 95
En nuestra opinión, los sistemas técnicos· o institucionalizados de brindan satisfacción entre sí por su injusticia, de acuerdo con el or-
justicia social en las civilizaciones llama~~s avanzad~s pu~den ha- den temporal)) [58, pág. 301]. De esta manera, la más temprana de-
ber perdido sus basamentos de reafirmacwn en la reciprocidad y la claración de causalidad coincide con una declaración con respecto a la
equidad. En nuestros seudo sofisticados esfuerzos por evitar toda justicia reparatoria: el mal es la causa, y ~l castigo su e~ecto. Kelsen
parcialidad en relación con los valores, tendemos a negar e ignorar agrega que la palabra griega correspondiente a «necesidad causal))
los grandes problemas que conforman la supraestructura ética de la puede deducirse etimológicamente de los significados de «mérito)) y
sociedad contemporánea. «adjudicación merecida)).
La imagen antropomórfica del mundo propia de la mitología grie-
ga pintaba al sol como un astro que_seguía su camino bajo la vi~an­
cia de las diosas de la venganza, qmenes estaban prontas a castigar-
lo siempre que él deseaba desviarse de su ruta establecida en los cie-
De la ley del Talión a la justicia divina los. En todo el universo nadie parecía estar libre del principio delTa-
lión. La palabra talio viene del vocablo latino talis, que significa
Una reseña breve, y por cierto incompleta, del lugar que ha ocu- «tal)) lo cual implica que el castigo será tal como el delito lo exija. Con
pado la justicia reparatoria en la historia de la humanidad puede la m~yor complejidad de la ley romana, el simplista «ojo por ojo)) se
contribuir a que ubiquemos la justicia familiar en el contexto de su convirtió en el suum cuique: a cada uno su merecido. 1
dinálnica social universal. Sin duda, la reparación cruel de los d~li­ La idea de un grado de castigo o recompensa cuantitativamente
tos debe de haber sido el procedimiento judicial en las sociedades an- adecuados (condignos) es esencial para el desarrollo del concepto de
tiguas. A medida que las civilizaciones se desarrollaron, la adminis- justicia en cualquier grupo. Desde tiempos prehistóricos, las trans-
tración de la justicia réparatoria se volvió más racional, aunque no gresiones se pagaban por medio del rescate, y la cantidad se fijaba de
necesariamente más equitativa y coherente. La ilusión que alienta manera tal de adecuarse a la gravedad de la ofensa. La ética y la jus-
el hombre moderno de poder reemplazar -más que mitigar-la jus- ticia convergen hacia el principio de la equidad recíproca. La conduc-
ticia reparatoria por medios humanitarios tal vez sea una de las más ta ética exige que no haya transgresiones de parte de uno y la equi-
grandes hipocresías, así como una amenaza para la índole dinámica dad requiere que los demás tampoco se salgan con la suya obtenien-
de la sociedad misma. do una gratificación unilateral. Cualquier transgresión duradera del
Ya en los comienzos de la lucha que entabló el hombre para ins- principio de la equidad lleva consigo una connotación de explota~ión
taurar un orden social sensato apareció la denominada ley delTa- explícita o implícita de determinados miembros de un grupo sociaL
lión, que regía la justicia reparatoria. Su evolución debe de haber es- Por lo común, la ética se define en función del individuo y sus obli-
tado asociada a la de la religión y la justicia divina. Según Kelsen: gaciones, su relación con lo que es bueno o malo. En lo que respecta a
«Sólo una religión con una deidad supuestamente justa puede de- la restricción del placer y al deber moral, el individuo se remite a su
sempeñar un papel en la vida social>> [57, pág. 25]. Con el desarrollo conciencia o a Dios. Si sus transgresiones no violan los derechos e in-
de una religión superior en cualquier tribu, la regla simple del «ojo tereses de ninguna otra persona, entonces él no está contribuyendo
por ojo y diente por diente)) dio lugar a un sistema de contabilización de manera directa a llenar el libro mayor de la justicia reparatoria.
de méritos mucho más complejo. Se creía que la justicia divina como La orientación egoísta hacia el placer que no dañe a ninguna otra
ley invisible del universo se extendía a la vida más allá de la muerte. persona sólo violaría el código abstracto de igualdad de distribución
El hecho de cobrarse venganza inmediata sobre el infractor ya no era de la felicidad entre todos los seres humanos (del concepto carente de
una cuestión tan urgente para el hombre religioso y devoto. La ley significado relacional).
taliónica de reparación absoluta, al quedar en manos de la deidad, Por contraposición con la justicia distributiva, la justicia repara-
atenuaba la necesidad de un inmediato ajuste de cuentas por parte toria en la interacción personal es de primordial importancia para la
del hombre. teoría de las relaciones. Las virtudes y los vicios intercambiados en-
Kelsen expresa que en la mitología y la filosofía griegas antiguas tre personas vinculadas en forma estrecha crean el sentido más pro-
la lógica de la causalidad aparecía en forma simultánea con el enfo-
que jurídico adoptado por el hombre respecto de la sociedad y el mun- 1 Un corolario grandioso de este principio fue la concepción del mandato desmesura-
do. Por lo tanto, los orígenes de la búsqueda de una ley causal de los do del Imperio Romano como guardián de la justicia entre las naciones: «Pareen; su-
hechos naturales pueden rastrearse en el principio de que el hombre biectis et debellare superbos» («Apiadarse de los sometidos, reducir a los soberbwS>>)
debe devolver bien por bien y mal por mal. Kelsen cita a Anaximan- [Virgilio]. El tradicional miramiento de la Roma antigua por que se aplicase la ley Y se
dro, el filósofo presocrático, quien dijo: «En aquello de lo que surgen hiciera justicia con todos los ciudadanos se transformó en una pantalla tras la cual se
gestaron estrategias imperialistas explotadoras para dominar el mundo.
van a morir también las cosas. Ya que obran una reparación y se

96 97
fundo e intenso de su existencia. La justicia reparatoria implica por bién con la víctima. Esta no tenía que obtener reparación, a menos
lo menos dos personas que interactúan, entre quienes las recompen- que fuese parte de la penitencia confesional.
sas y los castigos merecidos pueden asignarse de modo justo o injus- No obstante, es un hecho histórico que la función mitigadora de la
to. La ética regula los principios de funcionamiento de un individuo, creencia en la justicia divina no logró eliminar de buenas a primeras
·la justicia los de todo el grupo social. la tendencia hacia la acción reparatoria tangible para extirpar el
Como~contexto dinámico de los grupos sociales, la justicia brinda mal. Eran comunes las formas de reparación crueles en extremo,
un marco aun más amplio y básico que la ética, en especial si esta úl- como por ejemplo lo demuestran los juicios por brujería autorizados
tima se define de modo fundamental en función del control que ejer- por el clero. Por otra parte, la evolución histórica de los procedimien-
ce el individuo sobre sus impulsos. Según Freud, «la conciencia mo- tos judiciales también contribuyó a separar a la religión del papel de
ral es la percepción interior de que desestimamos un deseo existente guardián que había asumido, exigiendo del culpable una reparación
en nosotros» [43, pág. 68]. Sin embargo, hemos visto que la justicia real para con la víctima. El procedimiento penal secular ha asumido
corresponde a las acciones cometidas dentro del orden del universo . una parte considerable de la justicia reparatoria.
humano. La hija «embarazada legítimamente» que entregó a su bebé Sin duda, la ley de reparación estricta y absoluta resulta desagra-
en adopción sin verle siquiera el rostro no cargaba de manera pri- dable y terrorífica para el hombre occidental contemporáneo. A lo
mül·dial con la culpa por su «deseo» de destruir al hijo. En la realidad largo de la historia se han cometido injusticias debidas con más fre-
relacional, su transgresión residía en haber eludido en los hechos la cuencia a la falsa justificación de un poder absoluto y el reinado del
responsabilidad de madre por no ocuparse de su hijo. Aun cuand·o su terror que mediante el relajamiento de la reparación. No obstante, el
acto podría haber sido condenado por sus padres, la joven tenía que principio de justicia puede verse afectado a raíz de un ingenuo libe-
haberse dado cuenta de que cometió el delito capital de rehusar la ralismo permisivo, empleado como sustituto de un cabal examen de
responsabilidad existencial que se le debe a otra vida humana de- los problemas de justicia y equidad. La justicia divina implícita co-
samparada y dependiente. menzó a desaparecer como basamento tradicional de la sociedad du-
Parecería que, con el desarrollo de las grandes religiones y la rante la era del Iluminismo; entonces se creó un vacío, que el hombre
creencia en deidades justas, la expresión de la necesidad que tiene el moderno no ha podido llenar.
hombre de alcanzar un sentido de justicia final obtuvo una formula- En la medida en que va reduciéndose en la sociedad la estricta
ción más estricta, a medida que la fe en un Dios omnipotente y justo reglamentación religiosa de la conducta, un interrogante se plantea:
contribuyó a postergar el castigo. Las cuentas invisibles de Dios se ¿Qué ocupa el lugar de la fe en la justicia divina? Parece inevitable
consideran como ineludibles. «La venganza es mía» es la declaración que la sociedad requiera un serio examen del carácter dinámico de la
atribuida al dios justo. En última instancia, Él saldará todas las lealtad y su principio subyacente, la justicia. Las actitudes raciona-
cuentas diferidas tanto en el cielo como en el infierno. La contabiliza- les, posreligiosas y liberales a menudo han enfocado en tono crítico
ción divina de méritos se describe en incontables metáforas a lo largo aspectos tomados como «chivo emisario» en la justicia criminal de
de los escritos de todas las principales religiones: «el que cumple un represalia. Sería insano condenar la violencia autojustificada del
precepto se ha conseguido un defensor, y el que comete una transgre- populacho, que en casos extremos lleva al linchamiento de víctimas
sión se ha conseguido un acusador», dice el Pirque Abboth [52, pág. cuyo principal delito es estar del <<lado malo» frente a una discrimi-
562]. Dios se ha convertido en símbolo de una contabilización invisi- nación prejuiciosa. Incluso el castigo de criminales confesos median-
ble de justicia, y también está vinculado como parte injuriada en to- te procedimientos jurídicos legales podría considerarse indeseable,
da transgresión que tenga lugar entre dos personas cualesquiera. ya que acaso sirva para satisfacer las necesidades sádicas de algu-
El cristianismo instauró nuevos conceptos de retribución, repara- nas gentes. Sin embargo, tenemos que examinar los posibles efectos
ción y satisfacción esperada del transgresor. El concepto del Salva- de una total eliminación de los principios del desagravio y la justicia
dor que murió para expiar los pecados de todos los hombres se con- reparatoria. Mientras que el hecho de no atribuirle al individuo una
virtió en un importante factor de equilibrio. Se subrayaron las acti- responsabilidad absoluta y brindarle una «segunda oportunidad»
tudes de amor y perdón. Los procedimientos religiosos (arrepenti- significa un progreso muy grande y real en el curso de la historia de
miento, confesión, satisfacción, indulgencia) fueron reemplazando la humanidad, el consiguiente diluir cientif:icista de la cuestión de la
de manera gradual a la justicia impartida de persona a persona. Al- justicia podría implicar una regresión. Lo que se requiere es prestar
rededor del siglo X, la confesión pública por los pecados secretos llegó atención constante al perfeccionamiento de los principios y procedi-
a ser algo casi inexistente. Por ese entonces, la penitencia privada se mientos judiciales. Los intentos por reemplazar los criterios de
convirtió en el camino universal para saldar las cuentas del pecador justicia por otros, científicos, son en sí anticientíf:icos.
con Dios y por ende, al menos en el caso de los pecados seeretos, tam-

98 99
Implicaciones sociales del enfoque dinámico v.os del África mu~has gen~raci?nes atrás. ~ero, de todas manera, él
de la justicia tiene que compartrr la conciencia de una obligación para con la socie-
dad, e~ pos de la reparación colectiva de los efectos postreros de 1
Adoptando un enfoque seudosofisticado, el estudiante contempo- esclaVItud, que han seguido hiriendo y obstaculizando la vida de m u~
ráneo de ciencias sociales podrá inclinarse a considerar moralizador chos de los descendientes de esclavos.
el marco Cfe justicia de la teoría motivacional. En la medida en que En forma análoga, podrí~mos reconocer con facilidad que, a pesar
moralizar equivale a asumir una actitud prejuiciosa, autocongratu- de ~us poderosas base~ racwnales, la Organización de las Naciones
latoria de modo ciego en los juicios, seríamos los primeros en conve- Umdas no logr~ cu:n:plir to.das.sus metas debido a su incapacidad pa-
nir que lo moralizador resulta inapropiado y no productivo en los es- ra sentar una JUsticia eqmtativa en sus negociaciones con las gran-
fuerzos científicos y humanísticos. De todos modos, desearíamos des y pequeñas potencias. Es evidente que las Naciones Unidas no
destacar que si no se esclarecen los principios éticos sobre qué consti- han .conseguido deten~r la c.o~quista imperialista concretada por
tuyen actos justos o injustos en una relación determinada, no puede medio de brutales medios militares. Por añadidura, la mentalidad
elaborarse una adecuada teoría motivacional de la conducta grupal, en apariencia equitativa de las democracias occidentales industrial-
El siglo XX ha sido testigo de la relativización del concepto de ley mente avanzadas enmascara, en gran medida, una actitud desdeño-
causal absoluta, incluso en las ciencias naturales (p. ej., Einstein, sa Y arrogante, adoptada por mera conveniencia, hacia las naciones
Heisenberg). El desarrollo de las ciencias sociales hizo que muchos de inferior desarrollo industrial. Incluso las actitudes pacifistas pue-
de nuestros valores tradicionales resultaran cuestionables. A la vez, den a veces resultar una forma de condescendiente preocupación por
l~s crueldades de la guerra, más que un interés sincero por compar-
no existen indicios de q1¿.e la dinámica de nuestra organización social
pueda eliminar la justicia·reparatoria como uno de sus basamentos. tir la búsqueda de libertad y de justicia social de los pobres que ha-
Un importante ejemplo de la dinámica reparatoria desplazada se bitan en países extranjeros subdesarrollados.
manifiesta en los prejuicios sociales. La lealtad para con el propio La máxima misión cultmal de nuestra era podría ser la investi-
grupo y el rechazo prejuicioso de los de afuera sigue configurando la gación d~l papel de la justicia relacional (no meramente económica)
motivación más profundamente arraigada de las sociedades. Con- en la sociedad contemporánea; en nuestra ciencia social la brecha
vencidos de la justicia intrínseca de su nación o grupo, los pueblos más amplia corresponde a la negación de la significación dinámica
pueden arriesgar sus vidas en el campo de batalla e inmolarse como de la retribución. Entre otros, Szasz [85] ha puntualizado la tenden-
forma de protesta contra el exogrupo más poderoso. El conquistador cia de nuestras cortes de justicia a desentenderse de su función retri-
cree que simplemente está reparando las injusticias del pasado. Al butiv~, rel~g~ndola a ~os expertos en salud mental. Una denegación
hacerlo, no hará más que justificar su propia caída. ¿Quién puede seudoilumrmsta de la rmportancia del principio de equidad y justicia
cortar los ciclos giratorios de reparación? Sin embargo, al no contar ti~nde a confundir y socavar la función de los tribunales, tal vez poco
con un foro para al menos estudiar los criterios de justicia, ¿puede dispuestos a poner coto incluso a actos reiterados de injusticia.
haber alguna esperanza de detener las cadenas de venganza mutua? Nuestra era puede pasar a la historia como aquella que practicó la
Un ejemplo clásico de la dinámica reparatoria es el que se aplica mayor consideración aparente, aun hacia asesinos fríamente calcu-
al problema racial norteamericano. En apariencia, resulta probable ladores. La poca disposición de la sociedad a definir los criterios de
que todos los enfoques económicos, políticos y sociológicos sigan sien- reciprocidad está enmascarada por nuestra curiosidad «científica»
do en esencia estériles a menos que la sociedad norteamericana, pre- por las motivaciones psicológicas de los criminales. La legítima bús-
dominantemente blanca y de clase media, esté dispuesta a incluir a queda de comprensión de la psicología de los criminales no debe
los negros, indios y otras minorías raciales en sus intereses pragmá- usarse para diluir un problema social aún más importante: la salva-
ticos de justicia e igualdad. Buena parte de la dinámica política ac- guardia del principio de una sociedad justa.
tual pertenece a una demorada búsqueda de equidad que incluye, J:?e manera tradicional, la función de los padres y otros mayores
por ejemplo, el contexto histórico de la esclavitud y otros tipos de ex- ha sido la de llevar las cuentas del justo orden humano de la familia.
plotación más intrínsecos. Jefes, reyes y emperadores hicieron otro tanto, en forma real o sim-
Lo importante aquí es distinguir entre responsabilidades perso- bólica, en relación con las unidades sociales más grandes. Como se
nales de los individuos y responsabilidad colectiva por una deuda ~reí~ ~ue los dioses eran custodios tanto de la ley natural como de la
sistémica acumulada de manera multigeneracional. Esta última lle- JUsticia humana final, los reyes se remitían a la deidad como fuente
va a que se den libros mayores sociales de obligaciones y deudas in- de su autoridad. En las sociedades democráticas contemporáneas se
cluso más grandes. El ciudadano blanco de hoy negará, y con jus- supone que la justicia se mantiene por medio de la ley codificada y
teza, cualquier responsabilidad personal por la importación de escla- los funcionarios electos. Sin embargo, cuanto mayor sea la tendencia

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real o presunta hacia la injusticia en la sociedad, mayor será el peli- de gracias. Los rituales del matrimonio formalizaban los derechos de
gro de caos, alienación, desconfianza por las autoridades electas y quienes entregaban a la novia y de quien la recibía. Las ceremonias
acción política desesperada. Las escrituras antiguas de toda cultura fúnebres y las lápidas tenían por objeto atenuar el temor a las cuen-
postulan que las grandes injusticias cometidas por una nación eran tas sin saldar entre el muerto y los vivos. Los espíritus que rondaban
· castigadas mediante la justicia divina. Hoy en día, la moderna tecno- tenían que ser apaciguados, y se colocaban objetos valiosos en la
logía ha-permitido a un grupo esclavizar o extinguir a otro sin que se tumba. Los deudos debían enfrentar y aceptar su pérdida. La bendi-
requiera ningún esfuerzo de parte del hombre. ción de un hijo también tenía que pagarse por medio de la ofrenda de
¿Qué ha sustituido a la justicia divina en la mente del hombre sacrificios. El ceremonial de las cortes de justicia nos recuerda la im-
moderno? ¿Hay interés en los criterios de justicia y, de ser así, en qué portancia ritualista tradicional de su función social por el hecho de
lugar se llevan sus libros mayores? La contabilización implícita de legalizar el acto de recibir o impartir una reparación y recompensa
méritos representa un principio autorregulador, a menudo ajeno a la condignas. Incluso un gobernante ateo y motivado abiertamente por
ley codificada o incluso a la conciencia de los actores. Los débitos cre- el ansia de poder como Hitler descubrió, aunque en forma incoheren-
cientes de injusticia y culpa acumuladas tienden, en última instan- te, que le era necesario remitirse a la Providencia divina como cus-
cia, a eliminar los provechos aparentes obtenidos por explotadores todio tradicional de la suprema justicia.
exitosos. Los padres expoliadores pueden gestar hijos también expo- La pronunciada tendencia de los jóvenes de hoy a crear nuevos
liadores, así como la reacción en cadena de varias generaciones pue- rituales puede estar relacionada con su reacción ante la declinación
de producir futuros padres cada vez más frustrados y menos genero- de los rituales tradicionales, resultado del iluminismo científico. Lo
sos, lo cual da como resultado la destrucción del potencial creativo que fuera conceptualizado en términos de «difusión de identidad» o
de la vida familiar. confusión de roles de la juventud moderna también puede interpre-
La obligación o el mérito pueden acumularse de un lado de una tarse como búsqueda del modo en que funciona la justicia reparato-
relación, y balancearse en forma periódica mediante la palabra o la ria en la sociedad actual. La identidad es en esencia una propuesta
acción real o simbólica. Sin embargo, las actitudes poco generosas o cognoscitiva, en tanto que la justicia resulta inseparable de un con-
tolerantes de los individuos pueden tornar imposible ese nuevo equi- texto de experimentación y acción. Si desde el punto de vista de un
librio de los balances. joven el mundo aparece como algo irremediablemente corrupto y fal-
to de interés, él tratará de producir una respuesta basada en valores
Un joven tiene una interesante decisión que tomar sobre el modo de de la sociedad mediante una acción provocativa y desafiante. Para
balancear sus obligaciones frente a los méritos acumulados en su relación ciertos jóvenes esto revestirá la forma de actos autodestructivos o
con el padre. El hijo era propietario de una compañía bastante grande, «delictivos».
producto del dinero invertido por su progenitor y de su propio trabajo du- Al diseñar enfoques susceptibles de ayudar a la juventud aliena-
ro y pensamiento disciplinado. En el curso de la terapia familiar, se reveló da, tenemos que tomar conciencia de la influencia de las posturas pa-
a menudo de qué modo la lealtad en apariencia incondicional de ese hom- ternas que resultan debilitantes por lo poco receptivas, y expoliado-
bre hacia su padre preocupaba a su esposa. Esta preguntó: «¿Nuestros ras por lo poco generosas. La incapacidad para recibir, de parte de
hijos nos van a deber tanto a nosotros?». los mayores, puede llevar a la alienación hostil y cargada de culpas
A esta altura, sin embargo, cuando estaba enfrentando la formaliza- de la generación más joven. A la inversa, la culpa por la incapacidad
ción legal de la relación de negocios con su padre, el joven tomó conciencia
de su ambivalencia. Admitió que consideraba como una solución justa que para dar a los padres puede, de pronto, activarse en el hijo a la muer-
su padre compartiera con él el 50% de la empresa. Pero no atinaba a deci- te de aquellos. La culpa por actos de compensación no brindados al
dir si obtendría mayores provechos logrando una equidad fáctica y mate- progenitor puede tener componentes conscientes e inconscientes. En
rial con su padre mientras seguía sintiéndose obligado hacia él, o permi- la medida en que la muerte de ese progenitor implica la autonomía
tiendo que le cortara el apoyo económico y, en consecuencia, liberándose final, la ya mencionada función «superyoica contraautónoma» cier-
de toda obligación personal hacia un padre probadamente injusto. Las tamente habrá de desencadenarse sobre el hijo, a despecho de sus
dos opciones representaban de manera evidente dos posibilidades de re- deseos de muerte inconscientes dirigidos contra el padre, etc.
equilibrar la equidad recíproca de la relación padre-hijo. La relación del hombre con otros animales y con la naturaleza co-
mo un todo se ha basado en el poder y la explotación. El hombre no
Los rituales son pautas de conducta enfocadas de modo tradicio- sólo devora animales y plantas para alimentarse, como hacen otros
nal como obligaciones contractuales entre la gente, y entre Dios y los animales, sino que mediante sus poderes tecnológicos daña el orden
hombres. Muchos rituales de la antigüedad tenían por fin ajustar del crecimiento equilibrado y la eliminación de desechos. Se han rea-
cuentas no saldadas mediante el sacrificio y las ofrendas en acción lizado algunos esfuerzos mínimos por volver a entablar cierto equili-

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brío en la relación del hombre con la naturaleza, de parte de indivi- «escapar al castigo por asesinato», el élima social general soportará
duos o grupos. Algunas personas se han hecho vegetarianas llevadas las consecuencias. Una pérdida generalizada de la equidad en la jus-
por el prir:cipio ~~justicia para.con los animales, convertidos en pre- ticia puede poner en peligro la creatividad o incluso la supervivencia
sa demasiado facil del hombre. En ciertas sociedades se decreta el del g¡·upo, y las posibilidades que tienen sus miembros de alcanzar
. carácter sagrado e inviolable de los animales. En otras se forman una confianza básica disminuirán hasta un punto peligroso.
grupos d_: protección a los animales contra la crueldad de los seres La psicología académica y psicoanalítica siempre han compartido
h~mano~. La ética suby~cente a los intereses ecológicos contempo- el punto de vista de que el ambiente humano individual (relacional)
raneos tiende a desvalorizar el poder del hombre para modificar la puede concebirse en esencia como una constante, un locus de expec-
n~turaleza en favor de la supervivencia de los demás y el manteni- tativas normales medias a las que el individuo puede o no adaptarse
U:Iento de u~a realimentación equilibrada de todos los procesos de la de manera satisfactoria. Nuestro punto de vista dialéctico no sólo
VI~a ..se esta construyendo una contra tecnología ecológica para res- postula que el individuo está incrustado en un contexto de méritos
trmgrr los excesos del dominio del hombre sobre la naturaleza, exito- . fluctuante y dinámicamente balanceado, sino que este último es un
sos hasta el punto de la explotación. En un nivel emocional existe componente indispensable para la comprensión de la dinámica y la
una tendencia a demostrar la gratitud del hombre hacia el r~ino de motivación individual. Por consiguiente, mientras que los sentimien-
~a natural.eza, y disminuir las culpas no admitidas por una matanza tos de culpa del individuo pueden entenderse sin tener en cuenta los
mnecesar1a. sentimientos y reacciones de los otros miembros, no ocurre lo mismo
en relación con la culpa existencial que está en su base.
Nuestra herencia cientificista posiluminista fomenta una prima-
cía conceptual del individuo que supera a los demás, basada en la ne-
Responsabilidad individual y colectiva gación del sentido ético de las obligaciones interpersonales. Hemos
aprendido a entregarnos al «juego» de elaborar elegantes fórmulas
A lo l.argo de este capítulo hemos reiterado que la justicia puede psicológicas, por ejemplo para las transformaciones simbólicas y los
ser con~1derada como una de las fuerzas de regulación y uno de los programas de desarrollo que hallan su mérito en la comprensión de
determmantes motivacionales decisivos de las partes vinculadas de la dinámica individual. Sin embargo, a la vez hemos olvidado la ca-
cerca en una r~lació~. ~ur:q~e trazamos estrictos límites conceptua- dena de acciones y reacciones que impregnan el sistema social y de-
les en~:e la ps1col?g¡a mdiVIdual y el pautamiento interpersonal de terminan su balance de justicia. Incluso el significado de la palabra
la acc1on, en reahdad, los dos niveles sistémicos de los fenómenos «reacción» se ha desplazado de la esfera de la acción hacia la de la ex-
humanos están interrelacionados en forma estrecha. periencia psicológica o reflexión.
Estos dos niveles pueden representarse como dos clases de conta- Existe un paralelo histórico aparente entre el proceso de repara-
bilización de obligaciones. La psicología se interesa por las reaccio- ción atenuada del delito y la progresiva centralización del enfoque en
nes de una persona ante sus pulsiones básicas, su conciencia moral y las dimensiones individuales de la responsabilidad. Las sociedades
su «mundo externo». Su contabilización individual de méritos colo- de la antigüedad, mediante la justicia del Talión, no sólo hacían res-
rea sus exper~encias, sentimientos, pensamientos y deseos a medida ponsable en forma inmediata al individuo sino que a menudo respon-
qu~ van surg¡e~do ~r: su mente; los retiene en su memoria y los ela- sabilizaban también a su familia por las transgresiones de sus miem-
b~ra de n:odo srmbolico en sus procesos de pensamiento conscientes bros. Son pocos los que osarían cuestionar el valor de los enormes
e mconsc1en~es .. ~1 resultado negativo de la contabilización privada progresos realizados por la humanidad en pos del ideal de responsa-
q~e hace el mdiv1duo de sus experiencias es la aparición de senti- bilidad judicial individual. Ninguna persona que esté en su sano jui-
nnell:tos de culpa; el resultado positivo, un sentimiento de confianza. cío desearía volver a los días en que la vendetta estaba en vigencia;
A la mversa, la contabilidad interpersonal de un sistema de relacio- la horrible posibilidad de reparación colectiva en forma de matanza o
nes se basa en l?s actos de los distintos miembros a medida que son esclavitud de toda una raza todavía sigue acechándonos hoy en día.
el~borados mediante las respuestas individuales mutuas de los otros La responsabilidad legal colectiva es la pelig¡·osa puerta que lleva a
miembros y las propiedades sistémicas del g¡·upo, puestas en mar- dar pasos regresivos, ejemplificados por el prejuicio, la elección de
~ha a l~rgo plazo. Las consecuencias de los actos de una persona de- víctimas propiciatorias y el genocidio.
Jan su rmpronta en el sistema social del cual forma parte. Por ejem- Paradójicamente, corresponde al teórico especializado en fami-
plo, l~ culp~ existencial s;rrgida de un orden humano profundamen- lias señalar los factores de motivación en la familia que podrían
te dan~do siempre tend!·a consecuencias sobre la vida del g¡·upo. En plantear la cuestión de responsabilidad judicial familiar. Es muy po-
cualqmer grupo social, si un número significativo de personas puede sible que, llevado a sus últimas consecuencias, el concepto de respon-

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sabilidad individual sea el equivalente invertido de la elección de otro. Debido a la legada explotación injusta de que fue objeto en el
víctimas propiciatorias. Al no responsabilizar al niño inocente por pasado, el asesino se hizo virtuahnente inmune a la culpa, al miedo
los pecados del padre o a los padres por las transgresiones del hijo, al castigo, e incluso a la pena de muerte. Su conciencia moral le decía
podemos estar soslayando fuerzas ocultas pero reales de complicidad que el mundo estaba en deuda con él, y se sentía absuelto por adelan-
_que residen en el sistema familiar. La importancia dinámica de los tado. Sin embargo, su estado psicológico, o incluso la contribución
libros m~ores de méritos familiares conecta las motivaciones entre- motivacional de su justicia subjetiva y existencial, son irrelevantes
lazadas con la responsabilidad ética compartida en forma abierta. para la sociedad, que tiene la obligación de proteger la justicia en
En cierto sentido, el progenitor sería legalmente responsable como relación con la víctima del crimen y con la comunidad humana.
cómplice de la violencia cuando, incluso en forma inintencional ma- El caso del asesino subjetivamente falto de culpas ilustra la im-
nipula los impulsos inconscientes del hijo, que este luego con;ierte portancia de una integ¡·ación equilibrada de los conceptos individua-
en una actuación deli~tiva. Sin embargo, ¿quién puede abrir la peli- les y multipersonales para el terapeuta. Quien perpetra nuevas in-
grosa puerta del castigo de las motivaciones e intenciones incons- justicias suele ser portador de pasados desequilibrios del sistema.
cientes? Por añadidura, si los mismos padres han sido víctimas de En su «distorsión» de la responsabilidad presente se ve influido por
las motivaciones inconscientes de sus padres, etc., ¿adónde reside el circunstancias pasadas que lo han convertido en víctima desampa-
f~c? último de respoi?-sabilidad? ¿Adónde lleva entonces la responsa- rada de la explotación relacional. Por lo general, el terapeuta puede
bilidad legal de los mños pequeños? ¿Cómo puede encuadrar nuestro lograr que el victimario reflexione en forma responsable sobre sus
sistema legal las pruebas implícitas de complicidad manifiesta?- actos sólo si él mismo puede primero reflexionar, por su cuenta,
¿~ué me~das legales y judiciales puede sugeril: el especialista en acerca de las transgresiones sufridas por el transg¡·esor.
terapia familiar ?omo ap~:opiadas para que se tomen en serio las pre- De acuerdo con las mismas pautas, el transg¡·esor no podrá resol-
sentes observacwnes chmcas sobre la participación inconsciente- ver sus sentimientos de ambivalencia hacia sus progenitores su-
~ente sustitutiva de los adultos en la delincuencia juvenil? Un paso puestamente expoliadores (sea en forma consciente o inconsciente)
Imp_ortan~e es que cabe esperar el compromiso compartido por la fa- hasta poder decidir si, sobre la base de los actos y actitudes de sus
m~ha hacwprogramas terapéuticos o de recuperación, que en los ca- padres, su resentimiento es justificado. Su incapacidad para separar
sos en que corresponda se vuelvan legalmente justificables. Tomemos estos elementos puede estar cubierta de tinieblas, mantenidas tanto
como ilustración un caso real de tratamiento de una familia. Se pudo por sus actos de mistificación como por la auténtica falta de concien-
obse~·var 9-ue un .~adre actuaba de manera por demás objetable y cia. Una vez separadas esas dos esferas, el individuo podrá comenzar
hostil hacia su hiJa, a la que en forma incuestionable convertía en a enfrentar sus auténticas culpas y aprender algo sobre sus defensas
chivo emis~io. Podríamos ~eñalar las características sadomasoquis- relacionales contra la culpa.
tas, dependientes y compleJamente defensivas de la lucha intergene-
racional. Podríamos registrar los sentimientos heridos de la víctima
~ la .c~lp~ del _victi;na1:io. Pero el concepto de orden injuriado de la Responsabilidad individual y multigeneracional
JUsticia tiene 1mphcacwnes sistémicas más amplias y de mayor al-
c_ance para laprácti~a terapéutica. El especialista en terapia fami- En un brillante resumen de las teorías psicoanalíticas clásicas,
liar aprendera que ciertas cuentas relacionales pasadas que no pue- Fenichel suministra una lista de defensas contra la culpa. Sobre el
den saldarse por medio del análisis autorreflexivo, la resolución de particular señala: «Hay formas de obtener tranquilidad respecto de
1~ transf~r~~ci~ y ~1 insight, en realidad, pueden resolverse por me- los sentimientos de culpa, derivadas de muchas fuentes. Ciertos ca-
dio de la Imciativa mterpersonal y la acción correctiva a menudo en racteres pueden usar a otras personas con este solo propósito; [...]
un contexto trigeneracional. ' pueden mostrarse hirientes y de ese modo provocar el castigo para
. Cuar:do algo va en detrimento de la justicia del orden humano, la "terminar rápido con el asunto" o, si el perdón no llega pronto, tratar
ps1eolog¡a de la culpa puede ser en esencia una cuestión carente de al menos de tener la sensación de que se ha cometido una terrible in-
rmp?rtai?-cia, en part~cular si quien perpetra la acción siente que esta justicia» [36, pág. 500]. Aunque la anterior estrategia se practica con
era ~nevitable. Un eJemplo extremo de esta situación es el caso del frecuencia entre los miembros de una familia, debemos destacar los
as_e~mo que, tras.~ometer el crim~n, no siente culpa sino un profundo importantes mecanismos reductores de culpa basados en la injusti-
a~Vlo de su tenswn. En ese sentido, puede sostener que el acto cri- cia preexistente. Las injusticias pasadas sufridas realmente pueden
mmal ha resuelto un prolongado conflicto anímico derivado de la de por sí equilibrar el balance del libro mayor en contra de la respon-
sen~ación de s_ent~·se exp!ot~do, por un lado, y de se~ incapaz de ex- sabilidad cargada de culpa por los propios sentimientos hostiles. De
penmentar nmgun sentim1ento de deuda hacia los demás, por el manera natural, si nos valemos de otra persona como defensa contra

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la culpa preexistente, esa relación tendrá pocas posibilidades de re- sobre un blanco inadecuado, inconsciente del desplazamiento de la
sultar equilibrada, y llevará a nuevas formas de explotación y elec- reparación. La exactitud de los pasos dados en pos de una justicia re-
ción de víctimas propiciatorias. · tributiva es sólo estadística. Lo que es válido en relación con el proce-
Sobre la base de nuestro creciente reconocimiento del significado so grupal no lo es necesariamente en cuanto al carácter específico del
d.e las cuentas de mérito multigeneracionales, sugerimos la inclu- «ámbito ecológico» del individuo.
sión de padi·es de edad avanzada en el proceso de terapia familiar. Al Morris [87] en su respuesta a Waelder, describe el proceso inhe-
dejar la puerta abierta para el nuevo balance de méritos mediante la rente de justicia que emerge en forma gradual en el curso de la civili-
acción, el proceso de terapia puede invertir la acumulación y perpe- zación humana, y lleva de la desigualdad y la explotación manifies-
tuación de cuentas cargadas y sin saldar, cuentas que en caso con- tas a una igualdad de oportunidades que va en paulatino aumento
trario podrían ir en detrimento de las posibilidades de las genera- para un sector cada vez mayor de la humanidad. El debate entre el
ciones futuras. psicoanalista y el profesor de derecho ilustra la dicotomía existente
entre un enfoque clínico de bases individuales, aunque lleno de suti-
lezas científicas, y un punto de vista social más amplio. En tanto que
la meta ideal de los sistemas judiciales consiste en una aproximación
¿Hasta qué punto puede ser objetiva a una sociedad justa, basada en principios de equidad en esencia
la contabilización de méritos? compartidos, la justicia de las interacciones humanas cotidianas es
evaluada de continuo en las mentes y corazones de las personas
Desde el punto de vi~ta del individuo, como lo subraya Waelder involucradas. La explotación de orden material puede cuantificarse,
[87], el deseo de tener un mundo justo por completo puede conside- pero la explotación personal sólo es mensurable en una escala subje-
rarse corno una configuración de necesidades subjetiva, que respon- tiva que ha sido construida según el sentido de su existencia toda
de a una expresión de deseos. En el marco del psicoanálisis, quepo- que posee la persona. El carácter específico de la combinación exis-
see bases individuales, ese deseo puede investigarse como derivado tente entre las realidades subjetivas e interpersonales de cuentas
de otros esfuerzos fundamentales. Como cada individuo tiende a dis- puede ser desbrozado a partir de la siguiente vil1eta imaginaria:
torsionar la evaluación de sus relaciones de acuerdo con sus deseos
subjetivos, cabría postular que la noción de justicia es de índole to- El hecho que no me hayas llamado durante una semana entera tal vez
no sea una injusticia, y podría no experimentarlo como una afrenta a la
talmente ilusoria. De acuerdo con la correspondiente subjetividad justicia de mi universo humano. No obstante, como sucedió inmediata-
ética, el miembro más poderoso podría justificar que él está autoriza- mente después que yo me abriera a ti cuando necesitabas de mi atención,
do a pasar por alto los derechos de todos los demás. simpatía o consuelo, tu falta de interés se grabó en mi corazón como un
Sin embargo, considerando a la sociedad como un todo, podría ar- penoso acto de injusticia. Como resultado, siento que mi libro mayor está
gumentarse que existe un equilibrio dinámico invisible entre todas desequilibrado, que he dado más de lo que recibí, y si creo que me trataste
las nociones individuales y opuestas de justicia. Ese consenso intrín- de ese modo en forma consciente, entonces, estoy siendo explotado.
seco sobre los principios de la justicia subjetiva (o sea, de qué manera Incluso si esta injusticia sólo se puede establecer a partir de mi expe-
debe medirse la equidad de beneficios de todo el mundo) constituye riencia subjetiva, la importancia del hecho puede no obstante haber que-
la base de la contabilización judicial «objetiva» del grupo. La extra- dado registrada de alguna forma en tu mente. Puedes haber experimenta-
paliación imaginaria de la suma completa de todas las motivaciones do de manera consciente sentimientos de culpa o, al menos, una oscura
reguladoras rodeadas de culpa (determinadas por el superyó) de los conciencia de haber sido injusto para conmigo, o siquiera de haberme tra-
individuos es sólo parte de dicho sistema intrínseco. El libro mayor tado en forma desconsiderada. De ese modo, aunque tal vez no tengas
de justicia de cualquier grupo social toma en cuenta toda la historia conciencia de haber violado ningún principio ético mutuamente comparti-
de sus interacciones, además de sus principios éticos compartidos. do, nuestras reacciones subjetivas paralelas han convalidado en forma
La justicia intrínseca de cualquier grupo está compuesta por dos consensual la objetividad relativa de la injusticia que padecí.
procesos: la jerarquía o libro mayor de obligaciones y la totalidad de
las motivaciones retributivas. Al estar motivado cada miembro para La importancia del argumento que ilustra esta viñeta reside en el
exteriorizar cualquier impulso de venganza (o agradecimiento) sig- modo en que destaca la reciprocidad de un diálogo sobre una acción,
nificativo, podrá contarse con un proceso de justicia reparatoria de- lo cual es algo más que la suma total de las experiencias subjetivas
sencadenado como un tobogán. No obstante, como hemos visto, el in- de dos personas. En consecuencia, mientras que el concepto de exa-
dividuo no siempre es capaz de discriminar las fuentes de la injuria. men o prueba de realidad en psicología es una noción comparativa-
El fenómeno de la «foja rotativa» lo hace actuar en forma vengativa mente monotética (estamos determinados por la realidad o bien so-

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mos víctimas de una distorsión), el concepto de justo orden del mun- cepto del bienestar social extiende este principio a la sociedad como
do de los hombres es de índole dialéctica. Cuando un hombre traicio- un todo, en marcado contraste con el ideal del individualismo econó-
na a su amigo, ello lleva implíci~o algo más que las vicisitudes de los mico más «acerbo», adherido a un modelo contable competitivo y «du-
deseos reprimidos de la infancia, sus momentos de depresión, etc. ro» de méritos ganados. De esta manera, el ideal del bienestar co-
Decidir la medida de la extorsión dependerá también del punto de lectivo puede interpretarse como una forma de nepotismo nacional.
·vista del amigo. La justicia familiar ha sufrido una evolución a tono con su histo-
Comóconsecuencia práctica de esta tesis, precavemos al especia- ria social. En la antigüedad, y por algún tiempo durante la Edad Me-
lista en terapia familiar contra el peligro de renunciar a su rol intrín- dia, los padres ejercieron un poder absoluto sobre sus hijos. La ley ro-
seco en cuestión de problemas personales, éticos y de justicia, y de mana permitía que los hijos fueran vendidos como esclavos o recibie-
restringir su visión a los campos intrapsíquico y psicológico. Sin em- ran la pena capital bajo la autoridad de los padres. El cristianismo y
bargo, el hecho de ser arrastrado a un debate sobre, por ejemplo, el más tarde el liberalismo racional contribuyeron a que se otorgase un
derecho que tiene alguien de culpar o no a sus padres llevaría a un tratamiento más piadoso a los hijos transgresores, Nuestra era ha
punto muerto no dialéctico. Una postura terapéutica dialéctica lu- llegado al extremo opuesto, y se advierte una preocupación por la ab-
charía por establecer la esfera en que reside la auténtica contabili- dicación de la responsabilidad paterna en forma de permisividad ex-
zación subjetiva de justicia de cada participante. Mediante la discu- trema. El letargo y agotamiento emocional de los padres tienden a
sión abierta de estas cuentas podría abrirse el camino que lleve a su que un número cada vez mayor de progenitores modernos lleguen a
balance a través de una orientación basada en la acción. la parentalización de sus propios hijos mediante la permisividad. El
En casos de elección de víctimas propiciatorias en forma abierta y progreso técnico lleva a aumentar aún más los efectos de una actitud
aparentemente malici9sa, el especialista en terapia familiar puede sin restricciones. La vasta libertad de movimiento y comunicación
verse en una dificil situación desde un comienzo. El resto de la fami- que posibilitan el automóvil y la televisión no está equilibrada por la
lia puede señalar que, a menos que el terapeuta admita la idea de la mayor competencia de las autoridades humanas. Se prevé que en
maldad intrínseca de la víctima propiciatoria, no aceptarán su ayu- casi todos los sectores de la sociedad continúe creciendo el abandono
da. No obstante, la rudeza y crueldad misma de las acusaciones de- y consiguiente alienación de los jóvenes.
terminará, como contrapeso, que los victimarios se acusen de modo El exceso de permisividad como forma de abandono paterno de
recíproco. En este caso, el paso más adecuado que puede dar el tera- los hijos, además de bordear la negligencia, probablemente sea una
peuta estriba en indicar que es consciente de la posibilidad de tomar de las formas más difundidas de parentalización expoliadora. Cons-
partido por una u otra posición, y también de su capacidad para in- tituye un verdadero doble vínculo (4], ya que parece dar algo (liber-
vestigar el reverso de ambas. Por ejemplo, ¿cabe pensar que los victi- tad de acción) cuando en esencia implica por naturaleza un «tomar»
marios necesitan ayuda, y que potencialmente pueda brindarla la unilateral (no preocuparse ni poner límites, y expectativas de «auto-
víctima propiciatoria? propulsión» espontánea del hijo). Con frecuencia, los mitos de permi-
sividad y unidad familiar coexisten y se refuerzan de modo mutuo.
(Al respecto, véase también, en Wynne et al. [93], el concepto de seu-
domutualidad.)
El sistema de valores de toda una familia puede caracterizarse
La posición especial de la familia por determinados mitos, que los miembros han compartido durante
generaciones enteras. Algunos de estos mitos de valor pueden estar
De modo tradicional las relaciones familiares parecen tener una arraigados en conceptos nacionales o religiosos. Debido a la índole
exención especial de los estrictos principios de la justicia reparato- dialéctica de las fronteras de la propia identidad, las familias tal vez
ria. En muchas esferas, los miembros de la familia se escudan tras tiendan a pintar a los de afuera en la forma más prejuiciosa posible.
una barrera común que los separa del mundo externo. Manifestacio- Los miembros del exogrupo que no comparten los valores del endo-
nes tales como «la sangre es más espesa que el agua» ilustran esta grupo son, por definción, inferiores. La lealtad al sistema de valores
circunstancia humana básica. de la familia constituye una invisible aunque muy importante diná-
Por regla general, uno espera ser aceptado por los miembros de mica, respecto de la contabilización de méritos de cualquier miembro
su propia familia simplemente en base a la lealtad que determina la individual. La adhesión leal puede equilibrar la balanza en relación
consanguinidad, a despecho de los méritos propios. Incluso el fraca- con múltiples transgresiones.
sado, el débil, el enfermo o el disminuido mental pueden esperar La familia como un todo tiende a incorporar en su proceso de con-
muestras de solicitud de parte de la mayoría de las familias. El con- tabilización de méritos la definición prejuiciosa de sus valores, a ex-

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r.
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pensas de extraños tomados como chivos ·emisarios. Sin embargo, querríamos especificar algunas de las principales dimensiones de la
puede darse un refuerzo particularmente poderoso de los mitos del contabilización interpersonal de justicia, principio que tiene su apli-
valorfamiliar mediante la elecCión de un miembro del endogrupo co- cación en todos los aspectos de la vida familiar, el matrimonio y las
mo chivo emisario. Al unirse en la condena del miembro desleal, el relaciones humanas.
· resto del endogrupo puede reforzar su compromiso con el sistema de En tanto que buena parte de las investigaciones sociológicas se
valores compartidos. En la sociedad antigua, y aun hoy en día en al- han centrado en los roles complementarios, pautas de conducta y
gunas regiones del Cercano Oriente, el jefe del clan tiene la obliga- motivaciones psicológicas de la parentalización, hasta el momento
ción de salvaguardar el honor de la familia matando a la hija o her- no se ha enfocado en mayor medida el tema básico de la equidad recí-
mana que entregó su virginidad a un extraño. proca de beneficios intercambiados entre progenitor e hijo. ¿Cuáles
Resulta fascinante observar las pautas multigeneracionales de son los criterios que determinan el momento en que la devoción pa-
elección de víctimas propiciatorias en las familias que realizan tera- terna puede tornarse una carga excesiva, que va en detrimento del
pia. En algunos casos, las pautas consisten en la reiteración idéntica· padre o del hijo? ¿Qué grado de devoción filial puede recompensar la
del mismo tipo de elección de chivos emisarios en el curso de varias disponibilidad paterna? ¿Hasta qué punto es «normal» e inevitable
generaciones. En una familia observamos que el rol del chivo emisa- la parentalización de un hijo? ¿En qué momento las necesidades del
rio rebelde era asumido de manera voluntaria por tres miembros del progenitor llegan al punto de la explotación del hijo, y cuándo consti-
sexo femenino, cada uno en el curso de una generación sucesiva. En tuyen un abuso para este? ¿En qué reside la simetría del toma y daca
otra familia, las hijas de tres generaciones consecutivas estaban.con- entre padre e hijo? ¿Qué determina la elección del momento adecua-
dicionadas de modo tal de luchar contra la «maldad» de los hombres do para el pago de obligaciones o la elección de un receptor sustituti-
con quienes formaban pareja. Esto llevó a asesinatos cometidos den- vo de ese pago? ¿De qué manera el sistema familiar como un todo ha-
tro de un marco heterosexual en el curso de dos generaciones, y a un ce un balance equilibrado de las cuentas intrínsecamente asimétri-
intento de asesinato en la tercera. cas entre padre e hijo dentro de la contabilización global de méritos?
Otra pauta de elección de chivos emisarios puede consistir en la El orden humano imperante en las sociedades de la antigüedad
escalada gradual de roles de deslealtad a lo largo de varias genera- esperaba que el progenitor velara por la existencia física del hijo, le
ciones. Hemos visto cómo los miembros de la segunda generación, en diera apoyo material y protección en las etapas vulnerables del desa-
una familia religiosa ortodoxa, se convertían en un grupo de rebeldes rrollo. A cambio, el padre tenía derecho a explotar la mayoría de las
ateos. Tras contraer matrimonio con una joven proveniente de un reservas de vida del hijo y a aplicarle un castigo extremo por deso-
medio similarmente tradicional, uno de los hombres crió a sus dos bediencia. El hijo debía respeto y obediencia perpetua al padre. A su
hijas en una atmósfera liberal y permisiva en exceso, de acuerdo con vez, podía exigir una devoción y sumisión similares de sus hijos. En
su ideal confeso de no creyente. El conflicto no resuelto entre la pri- nuestra era, las relaciones entre padre e hijo se encuadran dentro de
mera y la segunda generación siguió sin tocar hasta que ambas hijas una mezcla de conocimiento científico y anacrónicas formulaciones
hicieron saber sus intenciones de casarse con jóvenes de otra fe y con de valor, hipócritas a menudo y seudoéticas respecto de los derechos
una orientación de valores muy distinta. A través de la enorme in- de padres e hijos. Se podrá llegar a una justicia más perfecta en las
justicia de la subsiguiente victimización de las dos hijas, elegidas co- relaciones de padres e hijos según la claridad con que definamos los
mo chivos emisarios por toda una familia extensa, sus padres al final problemas éticos fundamentales, tal como son afectados por el
asumieron una posición responsable, para enfrentar y posiblemente cambio en los roles actuales de padres e hijos.
resolver el problema de deslealtad entre ellos y la generación ante- Dado que la reciprocidad de la justicia imperante entre padres e
rior. La elección de chivos emisarios en los miembros de la joven ge- hijos se basa como mínimo en un contexto trigeneracional, se supone
neración fue instrumental en la expiación retroactiva de la culpa de que todo aquello que ha quedado sin saldar en el curso de una gene-
la generación intei·media. ración habrá de saldarse en la siguiente. Desde el punto de vista del
progenitor, parecería ser que el hijo tiene más derechos cuando su
padl·e fue criado en un ambiente en el que recibió amor y considera-
ción en dosis apropiada, y así se continúa la cadena. Cada genera-
Libros mayores de padres e hijos ción recibe en forma proporcional a lo que recibió la generación ante-
rior, y las expectativas planteadas a cada una de ellas se equilibran
Aunque el libro mayor de méritos constituye tan sólo uno de los con los cuidados y la solicitud que se le brindan.
aspectos de la estructura de la relación padre-hijo, consideramos que Una «brecha» generacional en la continuidad de las cadenas enla-
desde el punto de vista dinámico es el fundamental. En esta sección zadas de servicios o expectativas de gratitud paternas puede trastro-

112 113
car el equilibrio del balance de justicia entre padre e hijo. A los efec- cial si este último es un progenitor disponible con exceso, puede ge-
tos de examinar el balance de esos libros mayores tan complicados, nerar el irrefrenable deseo de no renunciar nunca a esa relación. Por
tendríamos que saber algo más acerca de las dimensiones esenciales añadidura, una obligación cargada de culpas para con el progenitor
de la justicia intergeneracional. devoto en demasía quizá llegue a dificultar toda consideración de
Los padres actuales pueden incluso expresar mejor sus necesida- cambio y crecimiento. De este modo, el exceso de indulgencia puede
des queJos hijos, aunque su posición recibe menos apoyo que antes llevar tanto a la explotación como al abuso manifiesto del hijo.
de la sociedad. Esta confiere a los padres el derecho a la posesión se- Múltiples factores pueden complicar las cuentas abiertas entre
xual del cónyuge, admite que esperen obtener cierto grado de lealtad padre e hijo. Un ejemplo son los nuevos matrimonios, que hacen que
de sus hijos, y les brinda un santuario legal que los protege de ciertos hijos de distintos padres deban vivir juntos. Otro factor de confusión
aspectos de la contabilización individual de responsabilidades en la es el inherente a los casos de adopción. Los padres adinerados, que se
lucha competitiva por el poder desencadenada en el curso de la vida dan el lujo de dejar la crianza de sus hijos en manos de terceros que
cotidiana. Sin embargo, lo que a menudo se ignora o niega en forma. los sustituyan, también pueden introducir ulteriores complicaciones.
abierta es la profunda convicción de los padres en cuanto a que tie- Debido a que los niños pequeños deben aceptar de manera incon-
nen derecho a esperar gratitud del hijo y un reembolso siquiera par- dicionalla autoridad de sus padres, es posible que ellos no tengan
cial de los servicios que les prestaron. conciencia en absoluto de la injusticia intrínseca de ciertas acciones
Los derechos de los hijos tienen un carácter más intrínseco, y los u omisiones paternas. Los niños no pueden tomar represalias en for-
niños pequeños están aún menos capacitados para articularlos. Des- ma directa, aun cuando se vea injuriado su sentido de justicia, sea
de el punto de vista físico, tienen derecho a ser criados y orientados a que ocurra en un instante o por acumulación a lo largo de su creci-
través de pautas vita1es que favorezcan su desarrollo y, en última miento. Con frecuencia, sólo cuando el hijo crece y se convierte en pa-
instancia, los liberen de un exceso de obligaciones para con sus fami- clre, descubre su profundo resentimiento por el abandono, la injusti-
lias. La sociedad, que por un lado impide la crueldad extrema con los cia o la explotación de que fue objeto anteriormente. Muchos padres
niños aplicando ciertas restricciones a los padres, puede también afirman que al darse cuenta de las injusticias que sufrieron en su in-
confundir a estos respecto de la prioridad de los valores éticos. La fancia, y que debieron soportar durante largo tiempo, han jurado no
obligación ética primaria de criar al hijo hasta que llegue a la madu- infligirlas también a sus hijos. Sin embargo, ¿cuántos de ellos han
rez por lo común no se subraya en igual medida que determinados descubierto años después que, a pesar de su resolución consciente,
valores secundarios, tales como el control de la libertad de las muje- habían expuesto a sus hijos a injusticias similares?
res para abortar, la vergüenza provocada por las funciones sexuales Siempre es dificil de cuantificar el grado en que un padre mantie-
o por la sexualidad premarital y el embarazo, etc. Incluso la mayor li~ ne una obligación atrasada respecto de lo que por lo común serían los
bertad de los padres para obtener el divorcio puede considerarse una derechos del hijo. Los niños no son todos iguales: algunos tal vez
meta cuestionable, a menos que tenga su contrapeso en la investiga- sean físicamente débiles o enfermos de nacimiento, y necesiten ma-
ción obligatoria de la medida en que las refriegas paternas llevarán a yor apoyo para sentirse seguros. La atención paterna también puede
la explotación de los hijos. variar en forma enorme. Algunos padres pueden darse a sus hijos
Toda propensión a subrayar valores éticos secundarios tiende dentro de ciertos límites de tiempo. Pero compensan la falta de tiem-
más a oscurecer que a recalcar la más importante de las obligaciones po que les dedican con la cualidad de sus actitudes. Según nuestra
h~m~nas: la de dar todo 1? necesario a un bebé _desvalido sin esperar experiencia, la calidad de la paternidad depende siempre de la medi-
nmgun retorno de beneficws, al menos por un tiempo. Este es el pun- da e integridad propias de lo que el padre mismo vivió en su expe-
to en que los padres, cuyos propios antecedentes no alentaban su riencia como niño. La contabilización multigeneracional de respon-
confianza en la justicia del mundo, necesitarían el máximo de apoyo sabilidades determina el balance de la nueva relación.
por parte de la sociedad. No puede esperarse que todos los padres su- Weiss y Weiss [90] publicaron un diálogo desarrollado entre un
peren la paradoja de darle a un hijo más de lo que ellos mismos re- padre y un hijo, en el cual investigaban el rol de la obligación filial
cibieron en calidad de tales. del hijo hacia los padres por el sacrificio económico que habían hecho
Los hijos tienen el derecho innato a ser criados en forma respon- al costearle los estudios universitarios. De acuerdo con el hijo, si no
sable; la crianza no es una recompensa por méritos que hayan acu- se informa a este de la existencia de ese acuerdo implícito entre pa-
mulado. Sin embargo, paradójicamente, si se lleva a sus extremos la dre e hijo y de su consiguiente deuda, la culpa es del progenitor por
P_~sición privilegiada del hijo es posible que conduzca a su explota- no haberlo hecho, y el hijo no tiene para con él una deuda de gratitud.
cwn, al crear una dependencia permanente y simbióticarespecto de El padre replica: «No, si ha sido criado mal, es porque probablemente
su~ padres. El contar en forma segura con un socio obligado, en espe- contribuyó a ello. No olvides que en una familia todo el mundo con-

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t_ribuye a lograr el resultado final. El hijo educa a los padres; los pa- xual, en especial si estos valores están divorciados de la obligación
dres educan al hijo; los hijos se educan el uno al otro» [90, págs. 84- fundamental hacia los intereses vitales de los propios hijos.
5_]. En otro lugar, el hijo le <4ce: «Anteriormente implicaste que no 3. El hijo tiene derecho a recibir cuidados paternos, pero de mane-
tienes una deuda de lealtad hacia quienes te hacen daño dentro del ra tal que no se llegue a la sobreprotección, la permisividad excesiva
grupo familiar. Considero que esto es muy interesante a la luz de 0 la sobreparentalización. Como signo de decadencia sutil en todo
nuestra discusión del problema referido al momento en que una per- grupo humano, la explotación psicológica de los hijos puede enmas-
sona joven puede juzgar lo que las demás gentes están haciendo. Veo cararse mediante actitudes permisivas, protectoras o seudoabnega-
aquí una contradicción. La implicación era que una persona que to- das (a la manera de los mártires), lo que equivaldría al abandono del
davía no es adulta no puede juzgar en su totalidad lo que tiene o no hijo. La parentalización encubierta del hijo puede cobrar la aparien-
valor para él» [90, págs. 50-1]. A lo que el padre responde: «Por cierto cia de una sobredosis de protección y de cuidados. En otras palabras,
~~gún hijo está realmente en condiciones de juzgar si se le hace jus~ el hijo tiene el derecho y la necesidad de no ser objeto de una indul-
ticia plena dentro de la familia. No obstante, hay formas de crueldad gencia excesiva.
muy ostensibles que cualquiera puede juzgar... Pero, por lo común 4. El hijo tiene derecho a ser criado por adultos que se afirman en
~ormalmente el tipo deformación y disciplina a la que el hijo está su~ sus propios derechos y que saben lo que deben exigirle al niño, con lo
Jeto es buena para ello» [90, pág. 51]. cual le proporcionan una visión estructurada de la sociedad.
En este capítulo, nuestro interés trasciende los problemas del de- 5. El hijo tiene derecho a que no lo exploten ejerciendo una cruel-
recho a la disciplina y del poder, y destaca en mucho mayor medida a dad manifiesta, ni que lo conviertan en chivo emisario de una forma
los aspectos invisibles de las obligaciones. de venganza revanchista y desplazada contra la familia de origen
del progenitor. Este tipo de explotación rara vez es intencional o cons-
ciente en los padres, salvo en casos de craso abuso sobre el hijo.
6. El hijo debe poder contar con el amor y la aceptación de la fami-
Derechos inherentes a los hijos lia, sean cuales fueren los méritos que ha acumulado. Sin embargo, a
la vez de cada hijo debe esperarse cierta capacidad de contribución
significativa.
Los derechos de los hijos en las familias constituyen una extre- 7. El hijo tiene derecho a que le enseñen a tratar con sus herma-
m~damente importante esfera de interés, ya que los padres no se ven nos en forma justa, aprender a respetar el tabú del incesto, y estar
guiados por el mismo tipo de ética basada en la reciprocidad de méri- disponible como constante fuente de recursos para los otros miem-
tos que rige las relaciones entre pares. Por consiguiente, los peligros bros en su lucha por la supervivencia.
de una explotación implícita, intencional, de los hijos son mayores
que lo que se supone. De todas maneras, ni siquiera el conocimiento El crecimiento mismo plantea pesadas exigencias respecto de la
de esta circunstancia afecta la motivación revanchista inconsciente justicia del orden humano. Lo que un niño recibe de progenitores
de padres que experimentaron durante su propia infancia más ca- responsables en sus años de formación nunca puede devolverse «en
rencias Y explotación que las que pueden absorber dentro de una vi- especie». Para enfrentar esta obligación implícita o «pecado original»
sión equilibrada de la justicia existente en el mundo. del crecimiento, el individuo cuenta con una serie de opciones:
Las siguientes son algunas de las consecuencias prácticas de es-
tas consi.deraciones: a) Puede pagar la deuda a sus propios hijos, de manera tan unila-
teral como lo que ha recibido. Esta opción se apoya en el mito de la fa-
l. N~die de?_e gestar una vida humana si no asume el compromi- milia nuclear y es causa de fuertes tensiones no reconocidas. Cuando
so de criar al nmo hasta que llegue a la madurez. El aborto de un feto los padres se sienten obligados de manera implícita a pagar la deuda
no deseado puede ser un destino mucho más generoso que el nacer que tenían con sus padres en la persona de sus propios hijos, a la vez
sin ser deseado. se ven impulsados a renunciar a todo eventual apoyo que pudieran
. .2.,El I:ijo tiene derecho a ser criado en una atmósfera en la que re- obtener de sus familias extensas.
Cibu·a la Impronta del valor de la responsabilidad paterna, como un b) El hijo puede mantener una deuda permanente para con sus
valor ~e la más alta prioridad. En consecuencia, tiene derecho a no padres y pagarla mediante formas patológicas de lealtad, como la in-
yerse unb~do de prioridades éticas distorsionadas, como la indebida capacidad de crecer emocionalmente o separarse alguna vez de ellos.
Impor~ancia acordada al valor absoluto de la supresión o negación En este contexto cualquier psicopatología y falta de maduración
de los unpulsos sexuales, o de la lealtad asumida en una relación se- equivale al pago de una deuda de gratitud y lealtad.

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e) Descubrimos que en una serie de familias la meta de la terapia Notas sobre la paranoia
consistía en balancear la asimetría de las obligaciones conflictivas.
La aparente falta total de gratitud hacia los padres se trataba de con- Al principio de este capítulo puntualizamos que el desarrollo de
trarrestar, a menudo, con un exceso de generosidad para con los hi- una personalidad paranoide y llena de sospechas puede basarse en
jos. La terapia se fijó como objetivo, pues, lograr un toma y daca equi- un desequilibrio real en el balance del libro mayor de méritos fami-
librado en la relación con los propios hijos, junto con cierta dosis de liares de esa persona. Desde el punto de vista subjetivo de la recipro-
«devolúción del pago» hacia los propios padres. En muchos casos, la cidad, ella puede haber sido explotada emocionalmente y de manera
enfermedad que postra definitivamente a un progenitor anciano brin- irreversible cuando era niña. La naturaleza de la justicia humana
da la ocasión tan esperada para el pago de obligaciones y la consi- determina que si los padres están en deuda con el niño al retrasarse
guiente «liberación» emocional de las culpas en las tres generaciones. en el cumplimiento de sus obligaciones, aquel acusará una tendencia
a sentirse acreedor en todas sus futuras relaciones. Considerará al
La difícil situación en que se ve una madre al experimentar el mundo entero como si fuera su deudor, y tratará a toda la gente de
desequilibrio entre lo que recibió como hija y lo que ella puede darles ese modo. El verdadero balance de méritos sin saldar genera la fór-
a sus propios hijos es notablemente ilustrada por el siguiente frag- mula básica de desconfianza. «Como nunca tuve razón alguna para
mento, tomado de una sesión de tratamiento familiar: aprender a confiar en el mundo, el mundo tiene que probarme que es
digno de confianza». La persona paranoide considera que el mundo
Esposa: Mi padre nunca me dijo que yo era linda y mi madre nunca me entero tiene una «deuda atrasada» con ella, por así decirlo.
quiso. [Llora] ... Anoche me cansé de pensar cuántos besos debía darle a Desde el punto de vista terapéutico, es importante evaluar la
Tommy y a Ten·y... Y:a sabes lo que hice ... Les grité que pararan. [Llora «fortaleza yoica» del paranoide. Tradicionalmente se deducía que el
más fuerte] ... Yo les estoy dando más de lo que nunca recibí. .. Estoy tra- individuo que crece con una deficiencia de confianza básica resulta
tando de dar algo que nunca recibí. .. Carlos [su marido], tú no juegas al menos capaz de asumir una posición responsable (no actúa su «exa-
fútbol con Tommy más a menudo de lo que tu padre jugaba contigo ... No men de realidad»). Por lo tanto, en la terapia individual efectuada
puedes comparar tu vida con la mía. [Grita:] ¡Yo nunca tuve nada, maldición! con ese tipo de personas, el camino del insight y de la reelaboración
Lo único que hago, como hizo siempre mi madre, es ser un ama de casa. no dota de un cúmulo de recursos confiables a su personalidad. De
Cuando te preparo una buena cena caliente, recuerdo que mi madre nun- acuerdo con los preceptos de la teoría dinámica tradicional, son can-
ca hacía eso por mi padre ... ¿Tu madre te daba un beso cuando te ibas a
dormir? didatos poco aptos para un psicoanálisis, y responden mejor a la psi-
Marido: Sí, hasta los treinta años. coterapia de apoyo que a la de reconstrucción.
Esposa: Mi madre nunca lo hizo ... ¡Estaba ávida de cariño! [Pauta de El problema de la explotación real y auténtica constituye un im-
progenitor no generoso.] portante determinante estructural en las relaciones de familia, y, en
Marido: ¡Yo me ahogaba! [Pauta de progenitor no receptivo.] consecuencia, un camino abierto para la reestructuración terapéuti-
ca. Una persona puede distorsionar o proyectar, pero el hecho de que
La mujer tenía grandes dificultades en su matrimonio, tanto en él o ella efectivamente haya sufrido una injusticia real trasciende su
lo tocante a su satisfacción sexual como a su posibilidad de brindar- psicología o patología. Si un ser humano ha sido explotado y herido
se, desde el punto de vista emocional, a un marido en esencia tímido demasiado profundamente como para poder absorber sus heridas,
e inhibido. Antes de emprender la terapia familiar, ella parecía tendrá derecho al reconocimiento terapéutico de la realidad de esas
atrincherada en tales dosis de desesperado resentimiento para con heridas y al serio examen de la disposición de los demás para reparar
su madre, crónicamente enferma e internada, que consideró viable ese daño. Sólo mediante tal «concesión por el mundo» estará prepa-
la posibilidad de suicidarse. En el curso de la terapia familiar renovó rado para reflexionar sobre la posible injusticia de sus propias accio-
sus lazos con su padre, solitario y divorciado, y con su hermana, que nes para con los demás. El lector tal vez se pregunte si esta «técnica»
vivía a seiscientos kilómetros de distancia. Asimismo, comenzó a vi- puede reemplazar de manera justificada las acostumbradas expec-
sitar a su madre, que se encontraba alojada en una clínica para en- tativas terapéuticas del autoexamen crítico. Sin embargo, el para-
fermos mentales a bastante distancia. Al poder cuidar mejor de su noide gravemente herido debe recibir una oportunidad adicional, al
debilitada madre, pareció conseguir algo inmensamente mayor de lo menos en la medida en que se reconozca el injusto balance de su jus-
que podría haber obtenido por una nueva adquisición de insight y ticia. En tanto que la realidad de la temprana explotación de cada
una elaboración de su resentimiento hacia la madre. miembro se afirma en el libro mayor multigeneracional de la familia,
el sentido de la injusticia sufrida por cada uno de sus integrantes en
forma individual da lugar a su programación de «distorsiones emo-

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cionales» a lo largo de toda su vida; se trata, pues, de una realidad milla. No obstante, la aseveración de que las familias no son siste-
psicológica.
mas democráticos no quiere decir que se deba propugnar la sumisión
autocrática a la autoridad. La auténtica alternativa del antiautori-
Una vez tr~tamos a un hombre que podía describirse como «patológica- tarismo estriba en alentar a padres e hijos para que se afirmen mu-
mente depend1:=nte» de su esposa. Siempre atormentaba y acusaba a esta
por lo q~e, segun el hombre alegaba, era su «mala relación maternal» con tuamente como lideres o negociadores, descubriendo lo que la justi-
sus ~os hijos ..La c?n~uct~ del sujeto era tan extrema que desde el punto cia y la ecuanimidad significan para esa familia específica.
de v1sta del di~gnostlco solo pod1a rotularse de sintomatología psicótica- Nuestra insistencia en trabajar dentro del contexto de las relacio-
~ente paran01de. No obstante, en apariencia su locura tenía una lógica nes de familia y alentar como respuesta un acto de reafirmación
mterna. Nos enteramos que de niño había sido rechazado y abandonado constructiva exige la delineación concreta de nuestros fundamentos
por sus ~adres. Al ser devuelto a la familia pocos años después, descubrió terapéuticos racionales:
que h~b1a un hern;ano menor, aceptado en forma cálida por los padres.
Poc? ~lempo, despue~ estos perecieron en el holocausto de la guerra y el ge- 1. No creemos que el trabajo, aun cuando sea activo y orientado
nocl~_w. ¿Como p_odla culparlos sin sentirse culpable al mismo tiempo? hacia la acción, tal como corresponde, pueda ser realmente producti-
¿~men escuchana su «peq~eña» tragedia comparada con las tragedias vo a menos que se lo desarrolle en el contexto de una reciprocidad
n:;tas grandes de otr~s? Lo de~aron solo con su «cuenta no saldada» de justi- equilibrada. Consideramos que el hablar de las relaciones familiares
Cla. A su vez, se ve1a empuJado (a la par que exonerado) por su sentido en un marco terapéutico individual, de grupo, o de tipo encuentro,
subjetiv? de justicia ~ victimizar de manera injusta a otra persona (su es- por ejemplo, carece de la urgencia específica que actúa como mayor
posa). Sm embargo, el era por completo incapaz de enfrentar la realidad palanca de presión en la terapia relacional de familias. El hecho de
objetiva de lo que hacía en esos momentos, y sinceramente esperaba que descubrir mis sentimientos ocultos y vergonzantes hacia mi padre o
los terapeutas se pusieran de su lado.
mi hijo ante un tercero en un contexto de total privacidad no es tan
vergonzoso como hacerlo en presencia de ese mismo familiar. Incluso
los especialistas en terapia familiar que practican la técnica de bom-
bardear a la familia con tareas instrumentales diseñadas por el mis-
Implicaciones terapéuticas mo terapeuta pueden, en nuestra opinión, descuidar lo que constitu-
ye la mayor palanca terapéutica consistente en actuar dentro del
Nue~tros razo;mmientos acerca de la justicia tendrían que poner contexto de las obligaciones y el endeudamiento existencial profundo
de m~nifiesto cual es la palanca más significativa a disposición del e intrínseco, etc. Nosotros preferimos esperar, de parte de los miem-
especialista en terapia familiar a lo largo de su trabajo en el contexto bros de la familia, acciones que no estén enmarcadas en función del
de la~ relaciones .. El cor;~exto relacional de un libro mayor de justicia cumplimiento de tareas, sino como esfuerzos realizados con el fin de
c?n~tltuye una dimenswn más amplia y esencial que la de las nego- alcanzar una mayor acción de palanca relacional. Aun cuando dicho
Ciacwnes de poder o la de la apertura de las comunicaciones. Mien- esfuerzo no produzca efectos visibles, en última instancia reditúa re-
tras 9-ue algunos terapeutas se dedican básicamente a investigar, sultados inevitables, en función del enfrentamiento del balance de
por eJemplo, las raíces emocionales e inhibiciones de los sentimien- obligaciones recíprocas, más que su negación.
tos de ~ra entre los mien:bros de la familia, nuestra lógica requiere 2. Asimismo, nuestra insistencia en el marco de la acción diferen-
q.~e prrmero sepamos que co?stit~ye el cri~erio de justicia y explota- cia nuestros principios racionales de los propios de una terapia que
c:on en ur: contexto eXIstencial tr1generacwnal. Sugerimos negocia- busca básicamente una comprensión de las pautas de expresión de
cwnes activas acerca de las necesidades, los sentimientos heridos y los sentimientos o del estilo de comunicación, etc. (aun cuando esto
los derechos de l~s partes. Con frecuencia, alentamos a los cónyuges último se haga en el contexto de las relaciones de familia). Nosotros
a que preparen listas de puntos pasibles de negociación a la manera no aceptamos como mágico el valor terapéutico de un mayor conoci-
de las negociaciones que llevan a cabo obreros y patro'nos. Sin em- miento o toma de conciencia si no se encauzan en nuevas pautas de
bargo, también procuramos encuadrar esas contiendas dentro de la acción valiente. Las adquisiciones cognoscitivas, incluso si las reali-
estr~ctur~ mucho má.s amplia de obligaciones subyacentes, que tien- zan varios miembros en forma paralela, no conducen a la corrección
de a InclUir las relacwnes con los miembros ausentes de la familia de los desequilibrios del balance relacional, a menos que se lleven al
extensa. plano de la acción.
Para algunos lectores, tal vez nuestras investigaciones parezcan
poseer una orientación en exceso jerárquica. Estamos de acuerdo en La expresión de solicitud por el otro y el reconocimiento de la
que no queremos echar al olvido la jerarquía de obligaciones de la fa- solicitud que ese otro expresa inducen cambios en el diálogo propio

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de la acción, en vez de sólo limitarse a aumentar el insight indivi- miembros al grupo. La pertenencia com-o miembros a grupos articu-
dual. La apertura de los temas de la justa solicitud y la gratitud se lados por vínculos más superficiales es pasible de sustitución, y por
cuenta entre las tareas terapéuticas más dificiles pero a la vez más lo general sus manipulaciones interpersonales sólo llegan a la esfera
cruciales. La simple negación de la existencia de una jerarquía de de las realidades del poder. Se puede tratar en forma injusta a un
obligaciones puede hacernos ver como que la persona careciera de to- empleado, despedirlo y reemplazarlo por otro; pero el propio jefe que
do tactp y sensibilidad hacia los sentimientos de los demás. El temor cometió la injusticia puede también él abandonar la firma, con lo
a heril· a los demás y a resultar herido caracteriza a muchas familias cual el sistema no cargará con las consecuencias de una acción hu-
que han abandonado la búsqueda de equidad recíproca. mana injusta. El proceso vital no permite rehuir de manera tan fácil
las consecuencias de la culpa existencial en la familia. El estudio de
Una madre lleva a sus siete hijos para efectuar una evaluación de tera- las familias indica que el daño cometido y sufrido se mantendrá
pia familiar. Y resulta que hay tres padres diferentes, ninguno de los cua- siempre registrado en términos cuantitativos en una cuenta per-
les mantiene un contacto significativo con la familia. Hay algo implícito sonal del libro mayor invisible de justicia. Además, la cuenta afecta-
en la situación: o bien la madre será culpada por infligil: tanto dolor y pri- rá la «foja» en la que efectúa sus anotaciones la generación siguiente.
vaciones a sus hijos, o, si se le ahorran heridas que podrían afectar su sen- Por tal razón, cualquier teoría (p. ej., la de la comunicación, la inte-
sibilidad, el sentido de toda indagación será prácticamente nulo. El tera- raccional, de las motivaciones y necesidades, etc.) que pase por alto
peuta debe estar dispuesto a correr el riesgo de dejar expuesta a la madre el libro mayor de méritos será insuficiente para explicar siquiera las
tarde o temprano, o no se lo considerará competente ni dotado de valor.
motivaciones de un único individuo, por no hablar de las pautas
Los hijos reaccionan con sentilnientos de culpa y se muestran turbados
y heridos cuando la madre acepta que investiguen su «falta». En ese mo- multigeneracionales.
mento puede representar una gran tranquilidad para la madre ver cómo La investigación terapéutica de las cuentas de méritos multige-
los hijos toman ~onciencia de sus sentilnientos de culpa y vergüenza, y neracionales se ve facilitada en grado sumo por la inclusión real de
adoptan una actitud protectora. Sin embargo, sin el permiso de la madre tres generaciones en las sesiones. Las fuertes resistencias pueden
quizá los hijos no puedan expresar ninguna preocupación por su crónico obstaculizar la iniciación de ese tipo de investigaciones de parte de
estado de carencia y pérdida. todos los miembros. En los casos en que es posible superar esa resis-
Cu_ando los hijos obtienen el permiso de la madre para hablar, debe tencia, el ofrecimiento que haga el terapeuta, en el sentido de brin-
alentarselos a que expresen su consideración por los sentilnientos de ella. dar su ayuda en lo que atañe a la relación de padres y abuelos («en
A la vez, debe ayudarse a la madre a manifestar que tiene conciencia de bancarrota», ambivalentes o no disponibles emocionalmente), quizás
esa consideración, etc. De la habilidad y experiencia del terapeuta depen- se convierta en un poderoso factor de motivación. Cuando se llega a
derá la valentía y seguridad con que se atreva a penetrar en estas áreas un «tablas» congelado e irremediable en la relación, se frustran todos
sensibles, donde tal vez haya vergüenza, heridas y culpas escondidas. los deseos de amor, comprensión y resarcimiento de daños de las tres
generaciones.
En un principio solíamos recordar a los miembros de una familia Al alentar el enfrentamiento activo entre las generaciones, el te-
que no debían tomar a nuestro consultorio por tribunal de justicia, y rapeuta tiene que estar preparado a correr un riesgo: el de que sur-
que nuestra función no era determinar quién estaba en lo cierto y jan reacciones emotivas imprevistas en todos los participantes, las
quién se equivocaba. Pero en estos últimos tiempos llegamos a inter- cuales pueden desbaratar todo lo logrado. Al sentir de nuevo repenti-
pretar de manera diferente el papel del especialista en terapia fami- nos deseos de amor y experimentar sentimientos de lealtad hacia
liar. Ahora consideramos esencial para nuestro trabajo obtener un sus padres, un marido puede volverse temporariamente en contra de
panorama del sentido de la justicia que cada miembro tiene dentro su esposa. Puede surgir un deseo impulsivo de cometer infidelidad,
del orden humano imperante en esa familia, yendo incluso más allá separarse o divorciarse. En otros casos, la intensidad del resenti-
de los límites de la familia nuclear. Por añadidura, es posible que el miento hacia los ancianos padres parece ser tan grande que las peno-
terapeuta sólo tenga acceso a las cadenas multigeneracionales más sas manifestaciones acusatorias llevan, de modo inevitable, a em-
profundas de contabilización de méritos de la familia si también se prender una retirada mutuamente reforzada y cargada de culpas.
investiga a sí mismo en relación con su propia familia. La relación terapéutica puede correr peligro a raíz de una tentación
Las cuentas de reparación transgeneracionales pueden constituir que surge de pronto: los miembros de la familia pueden resolver su
las fuerzas estructurales más importantes con las que trabajar en el penoso dilema asignando el rol de chivo emisario al terapeuta. De
tratamiento de una familia. En comparación con esas formas de pronto, el hecho de echarle toda la culpa al terapeuta puede apare-
vinculación a largo plazo, otras relaciones -como las sociales o de cérseles como una vía de escape que les permite evitar el peso de la
trabajo- se caracterizan por una pertenencia más breve de los culpa y las acusaciones dentro de la familia.

122 123
A pesar de los aspectos desalentadores de esos resultados, por ex- concepto de equidad presupone que el iñdividuo entabla un diálogo
periencia sabemos que vale la pena tratar de inducir a los miembros permanente sustentado en la acción, tratando en forma responsable
de la familia a que den esos pasos difíciles, siempre que el especialis- a los demás seres de importancia que lo rodean. También subraya la
ta en terapia familiar sea experto en el enfoque trigeneracional. Una escala subjetiva ubicua, peTo implícitamente cuantitativa, que todos
de las grandes oportunidades que brinda dicho enfoque reside en la aplicamos en forma constante (aunque inconsciente) para determi-
posi~ilj,dad de rehabilitar la imagen penosa y vergonzante que tiene nar dónde estamos parados en la jerarquía de obligaciones multige-
el miembro de sus progenitores. Nunca vimos a nadie beneficiarse neracionales de la familia.
como consecuencia de una terapia en la que la persona sólo enfrenta Sería interesante buscar las razones que hacen que en la teoría
a sus padres, y concientiza y expresa su desdén u hostilidad hacia dinámica tradicional se haya evitado y negado hasta tal punto la di-
ellos. De acuerdo con nuestra experiencia, en ese juego todos salen mensión de la justicia. En parte, la razón puede residir en el miedo
perdedores. comúnmente experimentado a confundir los principios de equidad
El enfoque multigeneracional exhorta a cada miembro a indagar de la justicia con una rectitud impulsiva y vindicativa, por un lado, y
en el pasado del desarrollo del progenitor. En muchos casos ello lleva seudoprincipios hipócritas por el otro. Tenemos conciencia de las li-
a una exoneración retroactiva del progenitor, al tomar conciencia de mitaciones y peligros latentes en el concepto de justicia como reali-
los ~brumadores obstáculos que debió enfrentar para crecer y con- dad objetivable. Sabemos que la gente distorsiona el cuam·o de sus
vertirse en padre. Tal vez uno se entere entonces de que el progeni- relaciones de familia de acuerdo con sus propias necesidades subjeti-
tor r:o era ~<~alo» por simple maldad intrínseca. Consideramos 'que el vas, intereses, prejuicios, etc. Entendemos también que algunas per-
cam111:o mas Imp~rta1_1t~ que pe7·mite interrumpir la cadena multige- sonas aplican el concepto de justicia para explotar a los demás, im-
neraciOnal de lllJUstlqas consiste en reparar las relaciones: no en pulsadas por una cínica hipocresía. No obstante ello, si no se tomase
agrandar o negar el daño cometido contra miembros específicos. en cuenta a la justicia como proceso social dinámico, nuestra com-
En una serie de casos, la inminente muerte de un progenitor an- prensión de las relaciones de familia se vería reducida de manera
ciano abrió la posibilidad de reexaminar y balancear de nuevo la muy seria.
cuenta existente entre padre e hijo. Cuando el adulto maduro pudo En el presente capítulo revisamos algunas de las razones que nos
hacer algo pm: su progenitor moribundo, entonces fue capaz de rees- llevan a volvernos hacia la justicia como marco conceptual adecuado
tructurar su Imagen de aquel. En otros casos, la proximidad de la para el examen de las principales obligaciones culposas y vínculos de
muerte del progenitor que había sobrevivido al otro contribuía a ho- lealtad. El análisis de la justicia puede parecer extraño a una teoría
radar el muro del reser:tido aislamiento, y daba lugar al duelo larga- clínica dinámica de las relaciones. Sin embargo, al igual que la «con-
mente enmascarado e mconcluso por la muerte del otro progenitor. fianza básica», la justicia caracteriza el clima emocional de un siste-
Así, el renacer de la conciencia de cercanía se canalizaba en pautas ma de relaciones. Ambos conceptos están más allá del dominio de la
de acción. La tarea de resolución del duelo se ubicaba en el contexto psicología individual, aunque los dos representan puntos sistémicos
de hacer algo por el propio progenitor antes que fuera demasiado de convergencia de fundamentales dimensiones dinámicas indivi-
tarde. La muerte misma puede significar que se abren las oportuni- duales. Son importantes para realizar un nuevo examen de las teo-
dades de la reestructuración terapéutica. rías de proyección, verificación de la realidad, fijación, desplaza-
miento, transferencia, cambio, fortaleza del yo y autonomía, para
citar sólo unas pocas.
La autonomía de un individuo no debe visualizarse de manera
Otras implicaciones exclusiva dentro de los límites de la fortaleza yoica de una persona y
sus fuentes de recursos intrapsíquicos. El logro de autonomía es di-
_En ~í~tes~s: he~?s apre1_1dido que el balance multigeneracional námicamente antitético al de la lealtad para con la familia de origen.
de JUSticia e lllJusticia constituye una dimensión motivacional diná- Los compromisos de lealtad de los miembros individuales son indica-
mica de las relaciones, al igual que de los individuos. Como la teoría dores del libro mayor de justicia familiar: constituyen un determi-
de la motivación no es una auténtica teoría causal, necesidad y con- nante invisible e intrínseco de cadenas de acción-reacción entre los
ducta nunca pueden ajustarse el simple modelo clásico de causa y miembros de una familia a lo largo de las generaciones.
efecto. La noción de una cuenta registrada de manera constante Las personas que, descriptas desde el punto de vista de la teoría
aunque_ invisible de 7·espor:~abilidad y obligaciones recíprocas, agTe- individual de los instintos y las defensas, adolecen de un curso pato-
ga una Importante dimens10n al concepto basado en lo individual del lógico en el desarrollo del carácter, pueden-desde nuestra perspec-
desarrollo de la necesidad intrínseca de amo!' y objetos de amor. El tiva- considerarse «fijadas» a una cruzada emprendida con el fin de

124 125
Iogía, con el fin de obtener una normalidad ideal. Sin embargo, en la
alcanzar la justi~ia que alegan. Su fórmula de justicia puede ser va-
actualidad sería demasiado ingenuo confeccionar el modelo de salud
ga, estar oculta mcluso para ellas mismas, o planteada en forma ex-
de la psicología freudiana, por ejemplo, a partir de la simple rever-
plícita y abrupta. Individuab;nente, puede tildarse a esos seres de de-
sión de inhibiciones sexuales o de la preocupación desmedida y car-
lincuentes, psicót.icos, par~noides, sadomasoquistas, etc. Es muy
gada de culpas por las consecuencias de las propias acciones.
probable que termmen sus dias en una celda o una clínica para enfer-
De ninguna manera pretendemos haber ofrecido una fórmula to-
~os n;ental~s. Su trayectoria de venganza puede llevarlos al suici-
talizadora de salud familiar. Empero, creemos que la importancia de
diO o el asesmato.
nuestro marco teórico trasciende el alcance de la psicoterapia. La in-
Otros indivi.duos no ~o.gran ~u autonomía, abrumados por el peso dagación multigeneracional de las fuerzas ocultas de la lealtad fami-
de_l~s expectat~vas familiares Implícitas. El invisible libro mayor de
liar y de los libros mayores de justicia es parte necesaria de los
~erltos.los oblig~ a h~~dir.se en el fracaso. Tal vez algunos puedan esfuerzos de reconstrucción que podrían liberar a las generaciones
reexammar su situac10n vital en el curso de la terapia individual más jóvenes de mandatos invisibles de excesiva vindicación. Volver
pero otros. se muestran resentidos por las expectativas del terapeut~ explícitos dichos vínculos mediante su enfrentamiento es lo menos
en el sentido de que deben asumir la responsabilidad del cambio en que puede hacer una familia para instaurar un nuevo equilibrio en
su trayec~or~a .. Este tipo de pacientes quizá sientan que una terapia los balances desequilibrados, e «invertir» en la salud emocional de
de bases mdiVIduales que no vaya a lo profundo habrá de aumentar las generaciones futuras. Entonces, la lucha por la autonomía de ca-
aun má~ su sentido de endeudamiento. No poseen la fortaleza yoica da individuo se verá cada vez menos obstaculizada por oscuras fuer-
necesaria para el análisis introspectivo. · zas de vinculación. Desde esta perspectiva, no queremos sugerir que
Nuestro creciente convencimiento acerca de la importancia de las todas las investigaciones acerca de los mecanismos de defensa intra-
trama~ de lealtad y justicia en las familias coincide con nuestra psíquicos inconscientes, pulsionales o instintivos, queden desde ya
cree?~Ia d~ que el contexto mínimo de la terapia debe ser la unidad invalidadas. Ni siquiera sabemos qué criterios deciden si un indivi-
familiar tngeneracional. El hecho de trabajar en forma exclusiva con duo, en el curso de su supervivencia psíquica, momento a momento,
la famil~~ nuclear podría llevar, en última instancia, a la implícita atrapado por fuerzas relacionales invisibles, es auxiliado por sus de-
~o~vers10n de los padres en chivos emisarios, en los gestores de un terminantes instintivos (el «ello») u obstaculizado por estos cual si
m]usto Y perni~ioso manejo de sus hijos. Hemos aprendido que todas fueran solapados enemigos que lo atacan por la espalda.
1~~ pauta~ nocivas de una relación familiar poseen una estructura- Desearíamos concluir este capítulo con una declaración relativa a
Cion multigeneracional. las exigencias personales que esta labor nos plantea como terapeu-
Es mucho lo que puede aprenderse a partir de la sutil percepción tas. Hallamos difícil por igual encarar un auténtico enfrentamiento
de los grandes dramaturg?s. Por ejemplo, el teatro griego clásico con dos factores: la jerarquía de las obligaciones familiares invisibles
s_uele presentarnos tragedias familiares multigeneracionales que y el espectro de las fuerzas y contrafuerzas intrapsíquicas. Mientras
tienen un desenlace catastrófico para los individuos. uno ayuda a una familia a enfrentar sus propios «espectros», en la
propia vida psíquica del terapeuta tiene una confrontación paralela
«Ahora puedo decir una vez más que los dioses tanto como dentro de su propia familia.
supremos miran hacia abajo,
a los conflictos mortales, para reivindicar por fin el bien
ahor~ que veo ante mí a este hombre (dulce visión), '
tend1do en las redes enmarañadas de la furia
para expiar el calculado daño de la mano de s~ padre».

Eso dice E~sto, en el Agamenón de Esquilo, acerca del marido de


su amante, Clitem~e.s,tra, a quien esta dará muerte [2, pág. 95].
. Som?s de la opmwn de que todo marco teórico debe, en última
n~s~ancia,, hacer un aporte programático y prescriptivo al arte de
Vl;-'J.r. ¿Que puede ofrecer el terapeuta como modelo propio del creci-
~Iento Y salud a las familias? La mayoría de las teorías psicopatoló-
gi?as ad?~ecen de una falta de sistemas de valores prescriptivos y de
onentacwn. Muchos modelos de salud provienen de los esfuerzos de
autores de la segunda generación por revertir los conceptos de pato-

127
126
r

5. Equilibrio y desequilibrio en las relaciones

Disfunción relacional y patogenicidad


El presente capítulo intenta formular una contrapartida sistémi-
ca multipersonal de lo que es la psicopatología en términos indivi-
duales. Los conceptos de equilibrio y desequilibrio en las relaciones
implican, como mínimo, un sistema bipersonal como unidad. Con-
forme a ciertas hipótesis, la patogenicidad relacional reside en el ba-
lance, en continuo cambio, del libro mayor ético de obligaciones a
largo plazo. Comienza con las consideraciones de lealtad y justicia.
Al subrayar los aspectos sistémicos relacionales de la patogenici-
dad no pretendemos desconocer la validez de la psicopatología indi-
vidual o las consideraciones interaccionales normativas. Estos dos
ámbitos tradicionales del conocimiento ofrecen aportes suplementa-
rios del enfoque sistémico, relacional y profundo, de la salud y la dis-
función. Tampoco pretendemos proponer otra serie de «juegos a los
que juega la gente» (véase Berne [7]). Entendemos que los libros ma-
yores éticos se encuentran en un nivel más profundo de determina-
ción existencial que los juegos, aunque la opción de practicar estos
juegos es un importante aspecto de lo que entendemos por «depen-
dencia óntica» [12, pág. 37] entre personas interrelacionadas en for-
ma estrecha.
Las consideraciones teóricas de este capítulo son tan importantes
como, en última instancia, su utilidad práctica y terapéutica. La
transformación del modelo individual en conceptos sistémicos multi-
personales requiere algo más que una manipulación semántica: el
concepto de equilibrio relacional no reemplaza al concepto de psico-
logía individual profunda sino que se entrelaza con él, tanto en sus
aspectos experienciales como en los propios del desarrollo. Una rela-
ción equilibrada favorece el sano crecimiento individual. Los crite-
rios de ese equilibrio son peculiares de cada relación; no excluyen el
conflicto y la desilusión, o, llegado el caso, una cierta proporción de
las condiciones que pueden desequilibrar una relación.
El individuo también contribuye al equilibrio de sus relaciones
mediante su disponibilidad, acciones y personalidad.
Equilibrio y desequilibrio implican un estado cambiante de la
justicia y la equidad de las relaciones. Ellibm mayor incluye las con-
secuencias del desequilibrio y los esfuerzos de los participantes por

129
restaurar el equilibrio. La carga implícitá de preocupación que tiene nunca es estático ni permanece estancado, y a menos que pueda res-
un progenitor respecto del matrimonio desgraciado de sus propios taurarse el equilibrio, genera en forma progresiva una tensión cada
padres, su amargura por las c'onsiguientes carencias tempranas que vez más explosiva.
ha sufrido, su envidia de la infancia comparativamente más feliz de Aunque son difíciles de separar las implicaciones nocivas del
su esposa, su cólera por el papel que le cabe en suerte (de tener que desequilibrio de las propias de la explotación, la esencia del desequi-
ser el miembro racional y pacífico de la familia), etc., son todas par- librio radica siempre en una cadena de procesos sociales, más que en
tes de la contabilidad que tiene que saldarse por lo menos parcial- la iniciativa o los actos de un individuo. El desequilibrio trasciende
mente en el curso de sus actuales relaciones. los propios hechos o faltas conscientes. Por ejemplo, un sistema de
El hecho de que el resultado total final del libro mayor pueda ver- relaciones basado en la negación de la reciprocidad puede mantener-
se desequilibrado en cualquier momento no es el determinante cru- se de buena fe sobre una base económica o de poder. Los padres pue-
cial de la salud frente a la patogenicidad de una relación. Como exige den librar batalla con las sombras de su propia explotación pasada,
hacer un nuevo esfuerzo por llegar una vez más al equilibrio, el dese- «usando» sin saberlo las vidas de sus hijos para saldar cualquier su-
quilibrio transitorio contribuye al crecimiento en las relaciones. Sólo puesta injusticia de la infancia.
el desequilibrio fijo e inalterable, con su consiguiente pérdida de con- La patología es un concepto médico individual. Su contrapartida,
fianza y esperanzas, deberá considerarse patógeno. en un nivel sistémico multipersonal, debe definirse como una confi-
Como nuestro concepto del equilibrio dinámico en el balance co- guración relacional patógena. En la actualidad no contamos con un
rresponde a los libros mayores de justicia en las familias, sus dimen- lenguaje apropiado para describir la patogenicidad familiar. Tradi-
siones principales incluyen el mérito, la obligación y otros aspectos cionalmente, se la ha designado tan sólo por medio de las psicopato-
éticamente significativos de las relaciones. Por consiguiente, aunque logías individuales resultantes de los miembros de la familia. Sin
tenga importancia con respecto a la salud de los miembros indivi- embargo, como especialistas es terapia familiar debemos definir una
duales, el equilibrio nunca puede determinarse a partir del grado de guestalt estructural, causal y descriptiva apropiada, en vez deba-
tensión psíquica o satisfacción de un solo miembro, sin consideración sarnos en una mera sumatoria de patologías individuales. La empre-
por la justicia del otro u otros desde su punto de vista. En consecuen- sa requerirá el uso de los conceptos de lealtad, justicia y orden del
cia, la patología relacional de los individuos tiene que traducirse en universo humano como pilares.
términos sistémicos de patogenicidad. El desorden de la guestalt sistémica de contabilización de méritos
Aunque destacamos que el libro mayor de méritos, en relación no es menos real que la patología, la psicología o la fisiología indivi-
con la justicia, es la estructura relacional básica que exige un balan- dual. Tal como lo explicamos en capítulos anteriores, el individuo in-
ce equilibrado, tenemos conciencia de muchas necesidades y aspira- tegra un sistema de relaciones a raíz de sus compromisos de lealtad.
ciones individuales que deben, todas ellas, balancearse en esos libros Está comprometido con la familia por medio de obligaciones tanto
mayores. Las necesidades instintivas, de afirmación de sí y segu- manifiestas como invisibles, que a su vez son reguladas y equilibra-
ridad que tienen los individuos son ejemplos de factores adicionales das de modo permanente por las interacciones de ese miembro. Hay
que afectan este balance real de los libros mayores relacionales. una tendencia universal a esperar una compensación justa por los
Aunque en lo individual no se llegue a poseer la necesaria norma- propios aportes y a pagar una compensación justa por los beneficios
lidad o salud, incluso así pueden forjarse relaciones equilibradas. recibidos; pero ciertos factores sobrecargan a los miembros de un sis-
Por ejemplo, un individuo mentalmente retardado puede adecuarse tema de relaciones y les impiden llevar un libro mayor de justicia
a determinadas relaciones que resultan equilibradas tanto en lo que equitativo. El presente capítulo describe los medios por los cuales las
atañe a sus requerimientos como a los de la otra persona. Como el familias niegan o evaden su responsabilidad y, por ende, inducen la
equilibrio significa reciprocidad, la interacción de la persona sana existencia de pautas relacionales patogénicas entre sus miembros.
con la retardada requerirá una contabilidad asimétrica a fines de Sostenemos que el conocimiento de las propiedades del libro mayor
mantener ese equilibrio. El principio básico de justicia puede m·ien- es más importante, básicamente, que el conocimiento de las pautas
tar a las partes para que elaboren una equidad satisfactoria en las manifiestas.
interacciones. Lo mismo ocurre respecto de las relaciones existentes
entre dos o más partes cuyo poder es desigual, siempre que exista un
vínculo de apertura e integridad de la contabilidad. La carga que significa llevar las cuentas de beneficios
Las relaciones desequilibradas durante mucho tiempo entrañan
una psicopatología individual de, por lo menos, uno de los partici- A la gente puede resultarle natural satisfacer obligaciones sim-
pantes claves. El desequilibrio en la reciprocidad de una relación ples en el toma y daca corriente y manifiesto de sus interacciones so-

130 131
ciales. No obstante, la responsabilidad a largo plazo por la «contabi- canzar tanta importancia en profundidad como para que puedan su-
lización» de obligaciones devengadas comienza a representar una perar sus lealtades originales. Otros componentes de su motivación
carga para el individuo, la qu·e exige tanto una memoria ordenada y dé su capacidad para equilibrar su nuevo compromiso se originan
como la capacidad de posponer el balance de los libros mayores. La en el instinto de reproducción, que consiste tanto en la atracción he-
consideración de las obligaciones devengadas de toda la familia plan- terosexual como en la lealtad mediatizada para con los hijos que han
tea exigencias aún mayores. Cuanto más numerosa sea la familia ex- de nacer de esa unión. El afecto, o sea la capacidad de amar y ser
tensa, más amplia será la gama de posibles beneficios emocionales amado, es otro factor del compromiso. Un tercero es la fantasía anhe-
para los miembros, pero más vasto será también el alcance de la je- lante de crear una unidad familiar mejor que la de la familia de ori-
rarquía de obligaciones. Las raíces de las obligaciones pueden ha- gen. En determinados casos esto se extiende a un sentimiento cons-
llarse varias generaciones atrás, y estar fuera del conocimiento de ciente de rescatar al otro o ser rescatado por el otro de una situación
los vivos. indeseable, nociva, vergonzosa o penosa. Otros factores de equilibrio
De esto se desprende que uno de los requerimientos de un siste" adicionales son: el hecho de ajustarse a las expectativas de la socie-
ma de relaciones familiares sano, o que promueva el crecimiento, re- dad, compartir los valores del grupo de pares que forman otras jóve-
side en poseer reglas y criterios sobre las obligaciones y la autonomía nes parejas casadas, así como la dignidad de la paternidad y los dere-
individual permitida que sean relativamente accesibles. La claridad chos de familia, un sentido de seguridad, satisfacción por querer a
de las reglas que determinan el modo de llevar el libro mayor contri- otro y, ser querido, y mutua amistad.
buye a crear una atmósfera de confianza básica en cualquier g1:upo Todos estos factores deben predominar con el fln de permitir a los
social. Es ante la falta de tal claridad cuando aparecen las manipu- cónyuges ejercer un contrapeso respecto de su vínculo de lealtad
laciones, las sospechas y el resquebrajamiento de la justicia. Sobre- originaL Sin embargo, incluso en el caso de que se dé un refuerzo
viene el caos, o la implantación de una autoridad rígida como defen- mutuo óptimo entre dichos factores, los compromisos originarios de
sa contra aquel. lealtad sólo pueden ignorarse parcial y temporariamente. Si no
existe alguna forma de reconciliación o «reelaboración», estos com-
promisos de lealtad originales, inconscientes en su mayor parte,
Pautas del conflicto de lealtades en el matrimonio tienden a socavar los nuevos compromisos.
El hecho de experimentar la tensión de dicho conflicto hace que
El conflicto de lealtades es intrínseco a cualquier tipo de vida fa- mucha gente: a) rehúya el compromiso matrimonial, b) se muestre
miliar. Toda autoaflrmación individual constituye un desafío para agudamente perturbada en el momento de formalizar el compromi-
con la lealtad familiar compartida. A ella se suman más lealtades so, e) recurra a medidas defensivas (neuróticas) de autosacriflcio en
conflictivas cuando el joven adulto está listo para forjar nuevos lazos un esfuerzo por salvar «éticamente» el conflicto, o á) rompa suma-
trimonio.
responsables con sus pares. A menudo, el matrimonio provoca en-
frentamientos entre los dos sistemas de lealtad de las familias origi-
Una mujer joven, ganadora de varios concursos de belleza, provocó
narias, además de las exigencias que plantea a ambos cónyuges en el una grave tensión a sus conservadores padres cuando se mudó a un de-
sentido de equilibrar el balance de su lealtad conyugal frente a las partamento independiente y les dio a entender que tenía numerosas
lealtades debidas a sus familias de origen. aventuras amorosas. Tras varios meses de existencia «rebeldell, se com-
Postulamos que los determinantes relacionales más profundos prometió con un joven. Sin embargo, en vísperas de la boda ella decidió
del matrimonio se basan en un conflicto entre la lealtad no resuelta romper el compromiso, declarando que «no merecía» casarse. Sobre la ba-
de cada cónyuge con la familia de origen y su lealtad hacia la familia se de su conducta, se le diagnosticó psicosis y fue internada.
nuclear. Llamamos «lealtad original» a la obligación no resuelta pa- Al cabo de varios meses de terapia familiar, la joven fue dada de alta,
ra con la familia de origen. La lealtad original no guarda proporción tras lo cual su propia madre se convirtió en la paciente principal, aque-
necesariamente con los verdaderos cuidados prodigados con amor jada de un estado de depresión que duró mucho tiempo. La hija reconoció
por parte de la unidad parental. Dicha lealtad puede centrarse en luego su capacidad para tener una ocupación útil y para la vida en socie-
una abuela o tía, en los hermanos de crianza, en una casa, ciudad, dad, pero siguió eligiendo compañeros del sexo masculino con los cuales
sub grupo cultural o país, e incluso en una madre enferma de manera siempre tenía una buena excusa para no casarse, en tanto que se mante-
irremediable y supuestamente incapaz de cumplir sus deberes ma- nía a completa disposición de sus padres.
ternales. En otra familia de mentalidad tradicional, ninguno de los tres herma-
Cuando un hombre y una mujer contemplan la idea del matrimo- nos -activos e insólitamente exitosos- contrajo matrimonio antes de los
nio, su lealtad para con la unidad familiar nuclear prevista debe al- treinta años. Cada uno de ellos decidió casarse sólo después de oír el

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te responsable y sensiblemente interesado, con los miembros de la
consejo de los padres en ese sentido. Interesa advertir que el padre les
servía leche caliente en la cama a los tres hermanos, aún mucho después familia de origen. En ese sentido, el individuo puede alcanzar la li-
que hubieran cumplido los veinte años. bertad necesaria para trabar relaciones plenas y por completo perso-
En otra familia, con cuatro hijos de más de treinta años, sólo un hijo nales sólo en la medida en que sea capaz de responder a la devoción
varón se había casado. Este hombre comenzó a padecer un estado de de- paterna poniendo interés de su parte, y dándose cuenta de que el he-
presión psicótica pocos años después de contraer matrimonio. Posterior- cho de Tecibil' guaTda intrínseca relación a su vez con el hecho de te-
mente perdió su trabajo y, a pesar de su inteligencia y un título universi- nel' una deuda. En consecuencia, la lealtad no es sinónimo de amor o
tario, volvió a trabajar en la tienda paterna como empleado de despachos de emociones positivas, aunque la «calidez» emocional es insepara-
y conductor del camión. Su padre le pagaba un sueldo bajo, y nunca llegó ble de una sensibilidad paTa con la justicia de las situaciones huma-
a nombrarlo socio del negocio. Su esposa defendió sin éxito su lucha por la nas. En la tel'apia familiar presuponemos de entrada e investigarnos
independencia y por recibir un tratamiento justo dentro de la propia fami- en forma activa el modo en que todo progenitor tiene ocasión de efec-
lia del hombre. Cuando más adelante él se vio afectado por una dolencia,, tuar un intercambio de lealtad más perfecto y dotado de mayor reci-
rechazó los devotos cuidados de su esposa y, hasta el fin de sus días, pro- procidad con su familia de Ol:i,gen. Q~~zás una actit~d más generosa
fesó una lealtad exclusiva hacia los miembros de su familia de origen. redunde eii una cornpensacwn benefiCa para el mismo padre, aun
cuando su propia dependencia respecto de la familia de origen nunca
El sistema matrimonial puede servir de muchas maneras corno pueda gratificarse. Para libeTarse de esa deuda original y de la culpa
depositario transitorio de la lealtad o la confianza. En épocas remo- por su falta de interés, el progenitor puede aprender a obtener una
tas el contrato matrimonial se basaba en convenios entre las dos fa- gratificación a partir de la relación que t_odavía mantiene (en f?rrna
milias de origen; de acuerdo con los mitos de nuestra época, debe cada vez más generosa) eón el abuelo anciano o enfermo, corno SI este
apoyarse en la atracción: sexual y el afecto entre las partes. La unión último fuese su propio hijo.
matrimonial, si bien no se funda en una !'elación «de sangl'e», está di- La naturaleza de los balances de obligaciones es intrínsecamente
rigida a gestar una lealtad tal mediante la generación de la pl'ole. dialéctica, por cuanto el hecho de dar más puede ser el camino para
Idealmente, los padTes también forman un sólido equipo unido por la recibir más en una determinada relación. Este movimiento perpe-
lealtad, brindándose apoyo mutuo paTa lograr emanciparse en for- tuo que es característico de la dinámica relacional, se basa de mane-
ma responsable de sus familias de origen. Sin embargo, probable- ra ~arcial en la relación antitética entre el poder y la obligación. Aque-
mente debido a las implicaciones éticas de dependencia, las alianzas llo que en apariencia se cede en términos de una posición de poder
de lealtad verticales (txansgeneracionales) -aunque a menudo ne- autoafirrnativa, mientras se cumple una obligación para con un ter-
gadas o minimizadas- tienen bases más profundas y son más fuer- cero, mejora al mismo tiempo la propia posición en términos de las
tes que las horizontales. cuentas de culpa.
De la naturaleza dialéctica de las relaciones entre pad!'es e hijos
se desprende que cuanto mayor sea la auténtica preocupación que
Potencialidad terapéutica del equilibrio dialéctico demuestra el padre por el crecimiento del hijo, más probable es que
de las obligaciones de lealtad el progenitor obtenga satisfacción emocional. El descuido o la explo-
tación de los hijos constituyen un falso ahorro de «inversión» de ener-
Todo sistema de lealtad puede caracterizarse corno una contabili- gías. Inevítablemente se vuelven contra los pad!'es, en forma de daño
zación ininterrumpida de obligaciones con saldos que, en forma al- narcisista y culpa, con pérdidas para todos los interesados. Aunque
ternativa, son positivos o negativos. Las muestras de solicitud e inte- el sistema parento-filial de lealtad y confianza debe brindar un auto-
rés se suman al balance positivo, en tanto que toda clase de explota- rrefuerzo positivo, requiere una preparación derivada de la maestría
ción va en desmedro de él. Tradicionalmente, se presupone que el del padre para conciliar sus obligaciones de lealtad hacia su ~arnilia
equilibrio existente en el balance entre los padres y sus familias de de origen. El progenitor puede utilizar la capacidad de afecto mnata
origen es fijo. Parte de nuestros mitos dicen que la paternidad es una del hijo para volver a «ponerles combustible» a sus propios suminis-
avenida unilateral para «dar», y la infancia para alentar una depen- tros de confianza básica (fenómeno que describe Harlow [50] en re-
dencia también unilateral. Cabe presuponer que el progenitor se lación con monas madres que han sido privadas de cuidados mater-
ajustará al statu quo en relación con sus frustraciones del pasado. nos y en sus crías).
Sin embargo, se supone que todo aquello que pueda devolver emocio-
nalmente, habrá de dárselo a sus hijos.
Nuestro concepto de la autonomía relacional pinta al individuo
corno un ser que mantiene un diálogo modificado, aunque plenarnen-

135
134
Redefinición de la autonomía del níño los padres. Si no hay una «liberación» de dicha obligación el adoles-
cente no estará capacitado para liberarse él mismo y utilizar su po-
(dimensiones del desarrol!o) tencial, por ejemplo en el proceso de evaluar y asumir compromisos
La creciente autonomía del niño plantea un conflicto con el siste- hacia los pares y la futura pareja. Sin embargo, para alcanzar un
ma vertical de lealtades. La autonomía es un concepto engañoso, a nuevo equilibrio debe tener lugar un prolongado proceso de negocia-
menos-que se lo interprete en términos relacionales: debe abarcar la ción de acuerdos entre el adolescente y sus progenitores. A menudo
capacidad para establecer un nuevo equilibrio entre compromisos dicho proceso es soslayado mediante actos que, supuestamente, han
verticales y horizontales, más que el abandono de los primeros. El de resolver en forma mágica los conflictos propios de la emancipa-
niño no se vuelve leal a sí mismo en un vacío. El desarrollo autónomo ción. La repentina separación física, o el ofrecimiento de exoneración
exige que el hijo se libere de la forma de lealtad exclusiva que lo ata- por medio de la conducta autodestructiva del adolescente, pueden te-
ba a la familia de origen y se aboque a las relaciones con sus pares y ner este significado. Actos tan precipitados oscurecen el problema
su cónyuge. Mientras establecen un nuevo equilibrio entre las anti- real, haciendo que la lucha por la autonomía quede oculta por un
guas y las nuevas lealtades, los adolescentes parecen estar capacita- tiempo para reaparecer con posterioridad, cuando resulta aún más
dos para relacionarse con la sociedad como un todo, y asimilar las difícil evaluar y saldar las obligaciones.
ideas de progreso, ciencia, arte, etc., como sustitutos de las relacio- Pese a que los conflictos de lealtad son significativos en el proceso
nes humanas. El concepto de Erilcson [34] de una «moratoria del de- de maduración y separación del adolescente, hay muchos otros pro-
sarrollo» viene muy a cuento: una moratoria consiste más en una re- blemas psicológicos de importancia. (Véase el modelo dialéctico de
solución postergada que en el abandono de las lealtades originales. Stierlin en relación con un amplio espectro de problemas [84].) El
Dicha moratoria puéde·ser extraordinariamente prolongada: cuando medio más respetable y lógico para liberarse de las obligaciones
el individuo se mantiene en un estado de estancamiento relacional hacia los padres es convertirse uno mismo en progenitor. Así, el jo-
aparecen síntomas de una patología individual, y, por debajo, com- ven adulto adquiere una excusa para saldar sus obligaciones hacia el
promisos de lealtad vertical irresolubles e inalterables, aunque ya se hijo, en vez de las que lo atan al padre. Sin embargo, esta forma de
los haya denunciado. resolución dista de ser tan afortunada como aparenta en nuestras
En ciertos sistemas familiares cualquier movimiento en pos del ficciones sobre la parentalidad. El supuesto de que el joven progeni-
logro de autonomía por parte de un niño constituye una imperdona- tor puede compensar (por completo) la deuda a sus padres mediante
ble deslealtad. A la inversa, la incapacidad para desarrollar autono- los oficios que presta a la siguiente generación es incorrecto, está ba-
mía es deplorada en forma abierta pero valorada de manera encu- sado en una negación parcial y, por consiguiente, puede llevar a ulte-
bierta como prueba de un compromiso de lealtad para con la familia riores conflictos.
de origen. A los efectos de sustentar un sistema relacional viable en
cualquier familia, la creciente independencia de los hijos debe ser re-
equilibrada constantemente con formas más maduras de compensa- El verdadero traidor: ítem trágico del día
ción de la deuda de gratitud para con los padres.
La autonomía, en el sentido que nosotros le adjudicamos, no debe La persistencia rígidamente inalterable de las pautas de desequi-
ser conceptualizada en términos funcionales, ejecutivos o de eficacia: librio del balance propio del libro mayor de méritos familiar puede
una autonomía ejecutiva absoluta significaría la antítesis de la leal- escapar a la conciencia de todos los miembros. La postergación de
tad, la solicitud, el compromiso o incluso la capacidad de relación; una resolución, o del nuevo equilibrio, puede enmascararse incluso
coloca al individuo en una posición de aislamiento centrado en sí más mediante la vinculación de uno de los miembros con alguien de
mismo. afuera. La investidura desproporcionada y excesiva de un cónyuge
La emancipación respecto de la excesiva dependencia propia de la por parte de sus hijos puede dar como resultado la explosión impre-
infancia gira en torno del éxito en los intentos que efectúa el adoles- vista de medidas reparatorias. Es bien sabido que el asesinato ocu-
cente por hacer un nuevo balance de las obligaciones de lealtad. Esto rre con mayor frecuencia entre las personas ligadas entre sí por lazos
tiene que ser destacado a raíz de la indebida importancia que los es- de parentesco o de afecto. Las aparentemente inexplicables erupcio-
pecialistas en terapia individual le asignan al corte unilateral de las nes de violencia pueden hallar su explicación en el libro mayor de
manifestaciones de dependencia en la etapa de individuación de los méritos multigeneracional.
adolescentes. Es cierto que durante la etapa de maduración el ado-
lescente debe aprender a descontar las obligaciones rígidamente com- La señora S., una joven de 23 años, recibió una puñalada fatal de su
prometedoras de compensación por los servicios y disponibilidad de padre cuando se aprestaba a dejar la casa de los progenitores tras haber

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configuración total de la relación, la d-eficiencia cualitativa en una
tratado de reconciliados después de una pele~: ~e mencionó t~mbién la relación entre padres e hijo puede ser tan dañina como la temprana
circunstancia de que la señora S., m,adre de dos mnos, estaba haciendo pla- pérdida de los padl'es.
nes para festejar su tercer anivers~~:io de bodas.. . En general se acepta que la muerte y otras formas de carencia
. Lo que resulta en verdad paradOJICO en esta histona es el he~ho de que temprana disminuyen en los hijos los recursos de autoestima y com-
la joven haya sido herida de muerte en momer:tos en que .cump~a el papel petencia funcional en años posteriores. Naturalmente, hay cabida
de hija devota. ¿Acaso el ataque del padre tema por destlJ?-atana a lama-
para la reparación de las pérdidas, sea por medio de las reservas in-
dre.? 6·se ·trató de un error ' y la hija murió en forma
·
accidental? Puesto
· 1 h .. l natas del hijo o mediante influencias compensatorias en sus otras
que el asesinato fue cometido con un puñal, cuesta rmagmar que a IJa 1a~
ya recibido la cuchillada por error, en lugar ~e su m~dre. No.~bsta?te,.si relaciones formativas. Circunstancias afortunadas pueden ayudar
la pelea había tenido lugar entre los padres, 6 por que fue la hiJa qmen Ie- al individuo a salvar la brecha de confianza y dependencia, y desba-
ratar los efectos de lo que podría convertirse en una congoja patoló-
cibió el castigo? . ., .
Teniendo en cuenta el sentido dinámico de la parentaliz~cwn, la his~?- gica y mutiladora (por ejemplo, el hecho de que el hijo se culpe por la
ria no parece tan paradójica, después de todo. Los prepa~·atlvos de la hiJa muerte del progenitor).
para celebrar su tercer aniv~~·sari.o de bod~s pued~n, a OJOS de los padres, El hijo que en realidad tiene una baja estima por su padre es pro-
aparecer como una ostentacwn tnunfal e mmerecida ~el hecho ~e habe:- bable que salga peor parado que el que pierde a uno amado y respe-
los abandonado. Por supuesto, todo progenitor t:ndna que seJ?-tlrse feliz tado. El progenitor expoliador, manipulador de modo injusto y que-
cuando un hijo se adapta de manera favorable. Sm embargo, SI p~ra esos brado en sus relaciones coloca sobre el hijo una carga implícita que lo
padres la hija era la personificación del propio progenitor, y con qmen sos- lleva a tratar de restaurar la imagen paterna antes que ese hijo pue-
tenían lazos de dependencia a la vez que se sentían abandonados por ella, da lograr justicia en el trato recíproco. Tal vez, el obstáculo más pe-
entonces podrían culpar inconscientemente a la lúja, tomándola por <~reo». sado en la hoja personal de balance de méritos sea el desprecio por
Las constantes discusiones de los padres podrían, así, tener determman- los propios pad!'es. Al tener que ser leal frente a una situación de po-
tes múltiples. Uno de estos últimos podría ser el deseo de re~uperar la ca estima por un progenitor, el individuo experimenta un continuo
perdida fuente de dependencia. Sus continuas peleas a~e~·an~n la per- agotamiento de sus reservas de confianza. En muchos casos trágicos,
manente intervención de la hija, quien demostraba asi su mqmetud por los hijos protestan por el menosprecio de sus padres sin ser oídos o si-
los padres. . . quiera advertidos. La lealtad del hijo parece malgastarse sin recibir
Si se recurría a la hija en forma reiterada para resolver eli~term~a-
ble conflicto de los padres, el hecho de recordarles a ellos su pr?p~a Y exito- confirmación.
sa relación matrimonial tocaría su esencia dependiente, c.onvn·tl~nd? a la Por ende, los conflictos de lealtad son obstáculos más vitales y
hija parentalizada en culpable implícita. Obs:~·vad~ baJo esta optlca ~a arraigados de manera profunda para el individuo que los de comuni-
circunstancia de que el padre apuñalara a su hiJa sena una consecuencia cación. Atrapado en una situación unilateral de lealtad, uno tiende a
natural de la desesperada avidez de parentalización de ambos padre.s, r:- escapar mediante la negación, los actos rebeldes de deslealtad o la
forzada por el derecho -profundamente sentido- de r:staurar ~a ~ustl­ elección de una víctima propiciatoria en otra forma de relación, como
cia afrentada. La discusión de los padres podría haber sido extenonzada el matrimonio, por ejemplo. Por medio de esas soluciones indirectas,
sobre la hija a partir de la propia imagen de sus progenitores, Y desp~aza­ la persona se ve implicada en una falta de autenticidad más profun-
da de manera secundaria sobre cada uno de ellos. En el calor de la discu- da, que puede incluso socavar su integridad. En un matrimonio pro-
sión tal vez el desplazamiento secundario se haya derrumbado en ~1 pa- yectivamente acusatorio, uno está desgarrado entre la creciente cul-
dre. 'La forma implícita de compartir la «justicia» de l?s dos progemtores pa por la destrucción y la decreciente esperanza de una resolución
puede haber extinguido la culpa del padre por el asesmato. valedera del confli~to original.

Consideración filial, lealtad y fortaleza yoica Implicaciones de lealtad en la muerte


del progenitor de un adulto
·Cuál es el lugar que ocupa, en la teoría de las relaciones, lo que
en ~1 marco individual se describe como fortaleza yoica? ¿~a rea~r­ La muerte de un progenitor pone fin a la posibilidad de hacer un
mación de la individualidad entra en conflicto con la cons1deracwn ulterior balance de las obligaciones. En el sentido de que no hay más
de las obligaciones determinadas por la lealtad, o pueden amb.as re- posibilidades (y de ahí, obligación) de volver a equilibrar el balance
forzarse mutuamente? Las relaciones disfuncionales, en espe~1al.l~s mediante la acción directa; aparentemente, la muerte, parece traer
configuraciones de lealtad perniciosas, no brindan apoy~ al mdivl- alivio. Sin embargo, ella también puede agravar el sufrimiento pro-
duo sino que, más bien, lo explotan. De acuerdo con el tiempo Y la

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pio, cancelando toda esperanza de indultar obligaciones cargadas de La huida como forma de eludir
culpa hacia el progenitor muerto. el enfrentamiento con el libro mayor
En dos casos en que sendas mujeres habían declarado tener en
baja estima a sus madres, por ver en ellas personalidades excluyen- Un método difundido para evitar tener que hacer el pesado ba-
tes, expoliadoras y negativas, la muerte de las madres produjo resul- lance de las obligaciones se manifiesta en la creación de un clima 0
tados distintos: de «reglas del juego» bajo las cuales las obligaciones personales se
tornan oscuras, desconcertantes y finalmente indiscernibles.
En la única sesión en la que fueron vinculados sus padres, la señora A.
-madre de tres niños- atacó a su madre haciéndola el blanco de sus acu-
saCiones y de su cólera vindicativa. La mujer señaló cuán profundamente El repudio
herida se había sentido cuando su madre no la había invitado (a ella y a
sus hijos) a pasar en su compañía un día de feriado religioso mientras su Compartimos la opinión de que la crisis de la familia contemporá-
marido estaba fuera de la ciudad. En medio de su descarga emocional, la nea y de la sociedad como un todo guarda relación con una tendencia
señora A. apenas si pudo escuchar los argumentos que esgrimía la madre hacia la desmentida connivente de las lealtades invisibles, las res-
en autodefensa.
ponsabilidades intrínsecas y su sentido ético subyacente. En tanto
La madre murió unos meses después en forma inesperada. Sin em-
bargo, diez días antes del fallecimiento la señora A. y su madre sostuvie- que en el plano individual la desmentida puede definirse en térmi-
ron lo que la primera de ellas describió como la única buena conversación nos psicológicos, la hecha en connivencia no permite postular una
que ambas tuvieron jamás. Tras el fallecimiento, la mujer asoció su ira y alineación paralela simultánea de desmentidas individuales en to-
frustración al hecho de que el destino no le había permitido mejorar la re- dos los miembros. Nuestro interés por los problemas éticos no impli-
lación con su madre, y aun consideró seriamente la posibilidad de enta- ca una preocupación por los valores ético-religiosos del individuo y
blarle juicio al médico de la madre, por negligencia. sus actitudes, sino más bien por la justicia social de las relaciones.
El duelo hizo que la señora A. imprimiera una nueva dirección a su La justicia, como estructura de expectativas normativas colectivas,
desdeñoso resentimiento. En vez de culparla a la madre, ahora atacaba a forma el contexto de las relaciones. Kelsen afirma: «Es importante
otros: su padre, su hermano, marido, hijos y a los terapeutas. Buscando el distinguir, con la mayor claridad posible, entre la obligación en el
único consuelo que estaba a su alcance, programó visitar al único parien- sentido normativo del término y el hecho de que el individuo tiene la
te vivo que quedaba de su madre, un anciano de 78 años. Ella esperaba idea de una norma como obligación; de que esa idea ejerce cierta
descubrir, por ese intermedio, circunstancias que podrían explicar y exo- influencia motivadora en él, y, finalmente, lleva a una conducta de
nerar las supuestas fallas de la madre. En la medida en que la culpa pu- c~nformi~~d con la norma» [57, pág. 191]. En otras palabras, el indi-
diera rastrearse en situaciones preexistentes, la señora A. podría absol- VIduo esta rnserto en un contexto social de obligaciones, ya sea que lo
ver a su madre de parte de la culpa y la vergüenza. Asimismo, ella jugaba reconozca o no. Las expectativas normativas de su universo humano
en forma continua con la posibilidad de buscar un chivo emisario en la te- forman el elemento crucial en el funcionamiento normal o patológico
rapeuta. de la persona.
La señora B. alentaba sentimientos bastante similares hacia su propia
El concepto de la justicia objetiva del mundo relacional de un in-
madre, y se mostró profundamente pesimista en torno del proyecto de
mejorar jamás sus relaciones. En el curso de la terapia familiar descubrió dividuo puede aplicarse a la sociedad como sistema ético. Los ideales
que su madre estaba enferma de manera fatal. En tanto que dicha cir- reduccionistas de nuestra democracia occidental pueden equiparar a
cunstancia limitaba el margen de tiempo que podría permitir cualquier una sociedad libre con la suma total de las motivaciones competiti-
mejoría de la relación, la inminente pérdida actuaba de estímulo para re- vas .Y auto~mativas de todos sus miembros; sin embargo, resulta
elaborar las oportunidades aún existentes. Cuando la madre desarrolló obVIo ~u e es rnadecuado presuponer que, por ejemplo, la dinámica de
una mayor dependencia física hacia ella, la señora B. pudo transformar la sociedad norteamericana consiste en las inclinaciones aleatorias
su actitud hacia la progenitora, pasando del anterior desprecio y resenti- por el poder, competitivas, ag¡·esivas y autoafirmativas, de ciudada-
miento al amor, la reversión de la dependencia y el respeto. La muerte se nos Yde grupos. Dicha concepción equivale a negar los pautamientos
produjo como una forma de alivio aceptable, que permitió a la señora B. básicos de las relaciones.
afirmar: «Perdí a mi madre, pero he ganado una madre». ~oda nación es medida, y se mide a sí misma, por la justicia y
e,q~udad de sus afanes. La nación explotada, aunque económica y po-
líticamente salga perdedora, puede hacerse más fuerte por la reali-
dad existencial de su justicia. Muchas grandes potencias, empeña-
das en una exitosa explotación en el curso de la historia, sucumbie-

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ron no sólo ante enemigos externos sino ante desafíos internos plan- lia adoptiva tienen las características propias de una desmentida.
teados en relación con la justicia de sus propósitos y acciones. En parte por ese velo de negación, para muchos hijos adoptivos es ca-
Muchas grandes religiones y movimientos revolucionarios co- si iJnposible resolver su conflicto de lealtades respecto de la pareja de
menzaron a partir del ideal de ayudar a los explotados y menestero- padres que les dé algo de manera más auténtica y, por consiguiente,
sos. Esos movimientos se convirtieron de modo gradual en organiza- merezcan su devoción. Si se ponen de parte de una de las parejas de
ciones-exitosas, poderosas y ricas. En forma concomitante, produje- progenitores, tienen que sér desleales hacia la otra, a menudo sin co-
ron anomia, es decir, falta de normas; la lealtad y el compromiso con nocer los criterios y medida de su endeudamiento comparativo.
la acción de los miembros individuales se tornaron cada vez más En tanto que es racional presuponer que la temprana adopción
confusos debido a la existencia de obligaciones más jerárquicas que puede crear una situación psicológicamente igual a la de la parenta-
éticas, y crearon a la postre un vacío de valores. lización natural, un detenido estudio de las familias adoptivas de-
Los sistemas familiares, en medida aún mayor que culturas o so- muestra que la situación es más compleja. Cuando los hijos descu-
ciedades enteras, poseen su propia contabilidad intergeneracional bren que han sido adoptados, comienza a crecer en ellos la curiosidad
de méritos. La cadena intergeneracional puede llevar a una acumu- por las razones que llevaron a sus padres naturales a abandonarlos.
lación progresiva de culpa y endeudamiento, o a la paulatina exone- ¿Cómo confiar en ningún padre adoptivo, si no pueden confiar en sus
ración. Las historias multigeneracionales de las familias muestran padres naturales? Por añadidura, la paternidad biológica no puede
una periódica oscilación entre el aumento y la disminución gradual disociarse de una devoción profunda, aun cuando sea conflictuada.
de la vitalidad. El individuo que nace en una fase cargada de culpas De acuerdo con las fantasías del hijo acerca de los misterios del em-
puede verse en situación de desventaja. El peso de las expectativas barazo, el nacnniento y otros tempranos oficios biológicos de los pa-
intrínsecas de hacér un nuevo balance del endeudamiento transge- dres naturales, los padres adoptivos pueden aparecer como seres que
neracional puede inducirlo a hun: negando su contexto humano, pa- usurpan en forma indebida derechos y títulos exclusivos.
ra vivir una vida de «exilio» respecto de la familia. ¿Cuáles son los El hijo adoptivo tiende a desarrollar un mito acerca de los padres
mecanismos de progresivo atiborramiento de la hoja de balance para reales, que parecen «malos» por el hecho de haber abandonado a su
toda una familia? pequeño hijo. Este puede creer que se vieron obligados a ello contra
Como los problemas de equidad, justicia y lealtad nunca pueden sus propias inclinaciones afectivas. En ese mito, impulsado por la ex-
resolverse de manera plena, en ocasiones todos debemos recurrir a la presión de deseos, los padres naturales pueden convertirse en perso-
evitación defensiva y la negación de la reciprocidad. Sin embargo, en nas intrínsecamente buenas, con quienes el hijo puede sostener sin-
algunas familias estos mecanismos defensivos se convierten en me- gulares y misteriosos vínculos de lealtad. De esta manera, los lazos
dios casi exclusivos de enfrentar los conflictos de lealtad. El creci- de sangre pueden ser más fuertes, aunque el hijo nunca haya conoci-
miento y la individuación se tornan casi nnposibles en el contexto de do a sus padres reales. Tal vez el hijo adoptivo tenga que pasarse to-
relaciones que llegan a atar hasta tal punto. (Se enumeran algunas da la vida aprendiendo a balancear el mito de la superioridad de los
pautas de adaptación patógenas en las primeras obras sobre investi- lazos de sangre con la realidad de las obligaciones contraídas hacia
gaciones de la familia en los casos de esquizofrenia [19, pág. 44].) los padres adoptivos.
Los miembros de la familia pueden cultivar en forma mutua el des- Por su parte, estos últimos tienen que resolver la ambigüedad
concierto y la caótica falta de sentido con la finalidad de perpetuar su existente entre la certidumbre inicial que alentaban acerca de sus
vínculo snnbiótico, como si estuvieran obligados a no concluiJ· nunca derechos y compromisos parentales, por un lado, y el hecho de no ha-
ninguna tarea ni dar por cerrada ninguna cuestión significativa. Las ber proporcionado los correspondientes oficios biológicos, por el otro.
familias pueden entrar en connivencia para nnpedir que desaparez- Además, si también hay hijos naturales en la familia, finalmente
ca algún tipo de aflicción, y por ese medio resistir de manera conjun- todo el mundo siente la diferencia que implican los lazos de sangre. A
ta todo cambio o crecimiento emocional de cualquiera de sus miem- pesar de tener las mejores intenciones, los padres adoptivos tendrán
bros (14]. Además, pueden insistir en las cuestiones materiales, el que basar su devoción paterna al menos en una negación parcial de
éxito, el rendimiento escolar, etc. en forma repetitiva y poco produc- los hechos.
tiva, en un esfuerzo por evitar la resolución de las obligaciones de
lealtad.
Los hijos adoptivos son víctnnas de una mistificación inevitable Formas del estancamiento relacional
cuando crecen. El acto de dar un niño en adopción, el secreto con que
la mayor parte de los organismos a cargo de la adopción manejan los El concepto de estancamiento relacional connota una patogenici-
datos sobre los padres biológicos y la necesidad de proteger a la fami- dad a través de una pauta de vida inanimada. Está determinado por

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criterios tanto internos como externos a: la psicología de los indivi- aumentar en nuestra civilización. La decadencia de la religión tras-
duos participantes. Así, debe diferenciarse, por ejemplo, de la mane- cendental y de otros valores culturales, así como la de la familia ex-
ra en que el individuo rehúye·la realidad de una relación debido a su tensa tradicional, llevaron al debilitamiento del apoyo ético recibido
propia patología. Las interacciones relacionales siguen siendo un li- por el individuo. La «explosión de información» que derraman los
bro mayor dinámicamente programado, pero sus opciones se limitan medios de comunicación ha incrementado, al mismo tiempo, la nece-
de modo rígido a una pauta de estancamiento. sidad de ingerir e integrar los datos sobre los que se basa la toma de
Los especialistas en terapia familiar se interesan por el significa- decisiones. Hemos avanzado un largo trecho desde la era del «hom-
do práctico del estancamiento relacional: ¿de qué manera se lo des- bre autodirigido» [75].
cubre, y qué puede hacerse al respecto? Tal como ocurre con los de- El rápido incremento de las actividades de grupos de encuentro y
más fenómenos descriptos en este capítulo, el estancamiento relacio- sensibilización surge en parte de la esperanza de que, siempre que
nal de?e definirse primero en un nivel sistémico multipersonal, y sus miembros estén lo bastante «abiertos», los grupos que se reúnen
traducrrse después en sus manifestaciones individuales. en forma incidental puedan crear un sentido de relación significa-
Los sistemas familiares no poseen las mismas dimensiones de de- tiva, incluso cuando el individuo haya perdido su sentido de perte-
sarrollo que los individuales. El individuo tiene un tiempo de vida fi- nencia existencial al mundo de sus orígenes y su familia nuclear. Sin
nito, que va del nacimiento a la muerte, avanzando a través de fases embargo, tal vez estos métodos no puedan arrancar al individuo de
identificables. El sistema familiar, si se lo define como algo más am- su estancamiento relacional.
plio que la familia nuclear, posee una existencia infinita. Las fami- Marcuse subraya el hecho de que el individuo está abrumado hoy
lias nucleares se desintegran, y las nuevas generaciones agregan por la «cultura de masas» con su «racionalidad tecnológica». Destaca
nombres y raíces familiares al árbol genealógico. Sin embargo, el sis- este autor la necesidad de soledad, «la misma condición que sustentó
tema emocional de la familia de mi hermano se e m palma con el de mi al individuo en contra, y más allá, de su sociedad» [64, pág. 71]. En
propia familia nuclear, aun cuando -por ejemplo- no nos hayamos nuestra opinión, sin enfrentar y trabajar en pos de la resolución de
visto durante casi dos décadas y nuestros hijos no se conozcan. En la sus obligaciones relacionales, el hombre moderno no tendrá ocasión
medida en que representamos dos polos de una posición relacional, de mejorar su condición existencial y, en el mejor de los casos, estará
alguien en su familia es pasible de asimilarse a mi posición, y vice- condenado al estancamiento. Sigue siendo un hecho el que, a pesar
versa. Por añadidura, tanto el sistema familiar de mi hermano como de nuestros grandes adelantos en el campo de la racionalidad cientí-
el de mi familia nuclear se vinculan en forma significativa con nues- fica y el pragmatismo de la conducta, nuestros nuevos valores no
tra familia de origen. Por otra parte, ese sistema deriva de ambas fa- pueden reemplazar a la injusticia y el desequilibrio en el balance de
milias de origen de nuestros padres, etc. méritos como estructuración social y fuerzas motivacionales más
En consecuencia, la continuidad de los libros mayores de los siste- significativas de la existencia.
mas multipersonales es atemporal. El principal objetivo de las fami-
lias es la crianza de los hijos; un sistema familiar puede considerarse
vivo, sano y en proceso de crecimiento en la medida en que cumple El fracaso manifiesto (¿deslealtad hacia uno mismo?)
esa meta, o estancado, desde el punto de vista del desarrollo, si no
cumple esa función tan importante. La detención del proceso de Un hijo puede fracasar en todas sus relaciones sociales externas y
crecimiento relacional en una familia puede abarcar desde el abierto hacerlo, paradójicamente, con la fmalidad de salvaguardar su leal
triunfo de la posesión simbiótica, por ejemplo de un hijo esquizofré- adhesión a la familia. Todo el espectro de la nosología psiquiátrica
nico, a variadas formas de seudoindividuación. Uno de los extremos individual ejemplifica la amplia gama de categorías posibles de di-
de lealtad patógena es el que Bowen describe en forma gráfica con la cho fracaso: psicosis, fobia a la escuela, fallas de aprendizaje, delin-
expresión «masa yoica familiar indiferenciada» [21, pág. 219]. En cuencia, etc. A cambio de su lealtad familiar profunda, se permite a
otro nivel, el acting out sustitutivo de los impulsos de uno de los pro- la prole simbiótica y esquizofrénica, consagrada a perpetuidad a la
genitores [56] puede interpretarse como una interrupción de la indi- familia, que se muestre con frecuencia irrespetuosa y ofensiva con
viduación a raíz de obligaciones de lealtad filial inconscientes. los progenitores.
Hoy en día se acostumbra describir una de las condiciones del hom- La persona que se casa con un ser física, social o intelectualmente
bre moderno con el nombre de alienación. Vivimos en una era en que inferior tal vez concierte, sin saberlo, un intrincado acuerdo entre el
se asigna extrema importancia a la necesidad de mostrarse «vincu- fracaso personal y el logro sacrificado. Al principio, la deslealtad que
lado», «abierto», o de aprender a estar «conectado». Sin embargo, se le imputa por haber abandonado a la familia nuclear se ve contra-
desde los tiempos de Durkheim [32], la anomia no ha hecho más que pesada por la carga autoinfligida y la sacrificada generosidad para

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-
con la pareja impedida. Sin embargo, hemos trabajado con mujeres ción autoderrotista de pareja, inconscientemente determinada, o de
que, a ~odo ~e des~fío, se casaron con hombres psicóticos o física- fallas en el funcionamiento sexual.
mente Impedidos solo para descubrir la fuerza de sus compromisos
de lealtad no resueltos con su familia de origen muchos años des- La señorita C., una joven de color, fue a ver a su terapeuta individual a
. pués. Su auto1us_tificación moral, surgida del autosacrificio (a lama- raíz de una emergencia. Se había cortado ambas muñecas, aunque no en
n~ra de1m mm·tu·), las hunde en una frustrada ambivalencia. A me- forma profunda, debido a su inminente separación deJo e, un joven blanco
di~a que ot~·as motivaciones de reafirmación de sí mismo comienzan que planeaba dejar la ciudad para ingresar a la facultad de medicina. La
a mtroducu·se er: su matrimonio, su sacrificio puede perder todo muchacha sostuvo estar sola por completo, ya que su única relación era la
efecto; el balance mterno de méritos se inclina en dirección de la cul- que había sostenido con Joe, con qtúen tenía esperanzas de casarse. Sin
embargo, la señorita C. indicó que se había encontrado en situaciones si-
pa, por la deslealtad hacia las propias familias de origen. Antes la
milares con una serie de hombres jóvenes, incluyendo al padre de su hija
deslealtad estaba enmascarada por una sacrificada devoción; ahora de tres años.
puede establecerse un nuevo balance mediante la frustrante hostili- · Cuando el consultor familiar preguntó si sería posible incluir a la ma-
dad y el cruel rechazo del cónyuge. dre con el fin de investigar esa relación, la joven se negó. Sostuvo que no
Los a~tos delict~vos reales o supuestos cometidos por la prole pue- tenía ningún trato con la madre. Todo cuanto su progenitora diría era que
den s~:·vu· para Uiur a padres enemistados, y de ese modo desviar la lamentaba que «la vida de su hija volviera a estar embrollada». No obs-
atencwn d~ su mutua tendencia a la destrucción. A menudo la clave tante, nos dio otro indicio de lo que pasaba: la madre había estado celosa
del tratamiento familiar de jóvenes abiertamente rebeldes con~iste de sus relaciones con todos su novios.
en hacer aflorar las fo:·mas en que se mantienen consagrados a sus El especialista en terapia familiar sugirió que la señorita C. estaba
paciJ:e~. El entrelazamiento de pautas de relación rebeldes en la su- más vinculada con su madre de lo que ella admitía. Tal vez estaba empe-
perficie, aunq:r~ leales de modo profundo, siempre tiene una comple- ñada en una guerra fría contra aquella, tratando de herirla por interme-
Ja estructuracwn multigeneracional. dio de todos sus novios. En ese punto, en un tono de voz asombrosamente
Un siste?:a trigeneracional de exoneración se puso de manifiesto espontáneo, la señorita C. recordó un sueño reciente en el cual se sentía
en una familia ~r: _la qu~ ~a rebelión adolescente del padl·e y el aban- muy enojada con su madre por prestar esta más atención a una amiga
dono de la tradiCwn religwsa_de l~ familia se veían aumentados por suya que a la señortia C. Agregó que había sentido exactamente el mismo
la conducta y los planes matnmomales de sus dos hijas con hombres tipo de cólera contra la madre, en el sueño, que contra Joe cuando este
mencionó por primera vez a su nueva novia.
de distint~ raza y re~gión. Fue debido a l~ «deslealtad» de las hijas
que el padle comenzo a enfl·entar sus propiOs conflictos de lealtad no
resueltos con los padl·es. La autoderrotista trayectoria romántica de esta mujer puede co-
nectarse fácilmente con maniobras repetitivas de celos, dirigidas a
renunciar a su profunda lealtad hacia la madre. En tanto que logra-
El fracaso sexual como conflicto de lealtades ba poner celosa a la madre con todos sus novios, la elección autodes-
encubierto y sin resolver tructiva de amigos ayudaba a contrapesar sus obligaciones de leal-
tad, cargadas de culpa. Las amistades llevaban en sí mismas su pro-
pio castigo.
La~ peleas continuas e ininterrumpidas entre marido y mujer,
a~emas de ser resultantes de las motivaciones personales de cada La señora D. asistió a una sesión de evaluación en el curso de latera-
conyuge, por lo co~ún están determinadas por las reglas fundadas pia familiar debido a un serio problema conyugal. Durante varios años se
e~ la lealt~d de~ sistema de realimentación «homeostática» de la había mostrado desinteresada en lo sexual, y había pensado abandonar al
díad~ matr~omal. Al rechazarse mutuamente y rechazar el matri- marido, aunque sostenía no tener relaciones con ningún otro hombre. Con
~o~o, los co~yuges qu~ pelean demuestran, sin saberlo, su lealtad anterioridad había sido remitida para tratamiento psiquiátrico debido a
mcolume_ ?acia sus familias de origen. La impotencia, la fl·igidez y la una «ulceración en el bajo abdomen». Ella casi se mostró divertida cuando
e~aculacwn precoz pueden equivaler, todas ellas, a actitudes encu- recordó que durante un tiempo había ocultado su embarazo, e incluso su
b~ertas d~ desleal~~d hacia el cónyuge, para subrayar la lealtad invi- casamiento, a sus padres. Agregó que, desde el comienzo de su matrimo-
Sible hacia la familia de origen. nio, siempre que su madre estaba en la casa le resultaba imposible tener
A menu~o puede demostrarse que ciertos problemas manifiestos relaciones sexuales con su marido. La frigidez sexual era la primera de-
en l:'ls relacwr:es heterosexuales giran en torno de lealtades ocultas fensa de esta mujer, debido a la culpa que le generaba la deslealtad que
hacia los propws padl·es. En los siguientes casos, la culpa no resuelta había cometido respecto de sus padres, y sus intentos de separarse eran
por la deslealtad hacia uno de los progenitores es la base de la elec- la segunda defensa.

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¡-

terno hacia la persona de una tía materna que lo llevó a vivir con ella.
~unca pudo liberarse de irracionales sentimientos de cu~pa; po~ ?bra de
La señora E., una mujer de 38 años, se estaba recobrando de una re-
ciente histerectomía. En presencia de su hija de 20 años, le dijo al te-
rapeuta que no le había preocupado el hecho de perder su funcionamiento una suerte de amnesia, a menudo se preguntaba (ya que el tambie? esta-
sexual. Describió un reciente sueño sexual como prueba de que todo anda- ba en el auto) si no había sido de algún ~od,o ~·esponsable del ~C:cidente.
ba bien. La hija añadió que ella había tenido experiencias similares tanto ·Tratábase realmente de una culpa «psicolog:¡ca» o era expreswn de un
en los syeños como con otros hombres; sin embargo, siempre había sido talance fáctico negativo de sus obligaciones? Nunca más podría s~l~ar su
frígida éon su marido. Añadió que tenía que estarle agradecida a la madre deuda para con los padres, y era doblemente culpable por sob~eVIvir. Es-
por haberle proporcionado un «buen equipo». Durante todo el examen de taba tan congelado en su interior que a pesar de ser un m~r~do y pad:e
sus relaciones, la hija pareció acusar una fuerte dependencia respecto de que atendía en forma responsable las necesidades d:. su f~milia, r:opodia
la madre. El aspecto negativo de su mutua ambivalencia se contrapesaba sostener un compr01niso emocional con su esposa e hiJOS sm expenment::r
mediante su compartida desvalorización de los hombres y el sacrificio que la sensación de haber traicionado y sido desleal a sus padres muertos. Iro-
.camente la esposa recordó que se había casado con ese hombre por su
:pacidad 'de «devoción perruna». L~ congelación interna _Y el estanca-
había hecho la hija de su matrimonio, supuestamente insalvable. Su inca-
pacidad para comprometerse con el matrimonio era un acto de devoción
inconsciente hacia su madre. miento relacional pueden parecer, a OJOS de algunos, expresiOnes de esta-
bilidad y confiabilidad.
El hijo de padres que pelean en forma constante puede sentirse
herido, rechazado, sobrestimulado o deprimido. No obstante, -en el Muchas mujeres frígidas parecen ser cautiva~ de obligaciones
nivel de compromiso relacional, el hijo tiende a sentirse obligado a ambivalentes hacia su anciana madre, tal como lo ~.ustra el caso de
salvar a los padres y 53u matrimonio de la amenaza de destrucción. una familia remitida al consultorio a causa de dos hiJos adolescentes
fóbicos a la escuela:
La hija de un matrimonio que siempre discutía estuvo presente en las
sesiones de terapia familiar sólo durante las vacaciones, ya que asistía a Su madre, la señora A., una mujer activa en lo profesional,_había esta-
la universidad fuera de la ciudad. Cuando se le preguntó por su vida so- blecido una vinculación endeble con su marido, hombre refleXIvo pero fal-
cial en la universidad, activa aunque bastante incoherente, dijo que era to de iniciativa. La mujer rechazaba sus pedid?s en mucha~ esferas de
incapaz de consagrarse a una amistad o salir con muchachos porque responsabilidad hogareña: la casa estaba desc:u~ada, l~ c~mida era pre-
siempre pensaba en sus padres. Como ya no estaba cerca para ayudar o parada con apatía, etc. Ella informó sob;e su ~ng:¡dez_pr~ct!Camente total
proteger a sus progenitores, le preocupaba la posibilidad de que se divor- durante el matrimonio. A la vez, se sentla obligada a mvltar a su madre a
ciaran o de que su salud corriera un grave riesgo. su casa casi todas las noches. Paradójicamente, la señora A. sos~uvo ha-
berse vuelto indiferente a las exigencias de la mad~e, ya qu~ ~abi_a ~eela­
borado sus obligaciones durante varios años de psicoterapia md1vi~ual.
Sin embargo, cuando se le pidió que describiese sus actuales relaciOnes
Congelación del sí-mismo con la progenitora, rompió a llorar. . .,
Durante el segundo año de terapia familiar, la señora A. consmt10 en
Otra forma de estancamiento relacional es la congelación incons- invitar tanto a su madre como a su hermana casada a una sesión especial
ciente del sí-mismo interior y una incapacidad de compromiso con a la que su marido e hijos no asistieron. Nos enteramos de que la ab~ela
alguien en una relación íntima. Aun cuando esta forma de estanca- había llegado al país a los diecisiete años, se había casado con s~ primo
miento hace referencia a un sí-mismo individual, sus determinantes hermano, y había vivido una vida que, según pensaba, era de co~tmuo s~­
se ubican en un libro mayor trigeneracional de Justicia. Lo que suce- crificio y dedicación. Ella y el marido administ.raban un peq~e!:o ne~oc10
dió en una generación se salda mediante determinados hechos en el y criaron a dos hijas. Después de perder al mando, la muJer VIVIO un t:en:-
curso de las dos o más generaciones siguientes. La lealtad a la fami- po con cada una de las dos hijas, por turnos, pero el acuerdo no funcwn?.
lia interiorizada de origen excluye cualquier clase de compromiso per- Durante los últimos años había vivido sola en un departamento, y tema
sonal más profundo. Sin embargo, una pauta de desempeño funcio- un trabajo de jornada completa. ,
nal productivo puede crear la apariencia de compromiso y capacidad La terapia familiar había revelado el dilema insoluble que ~arcon;1a a
de respuesta: la señora A.: cómo complacer a su madre, ese ser frustrado, s~n amigos,
solitario y abnegado. Sabía que si necesitaba ayuda podía acudir a lama-
dre en forma incondicional, quien estaría contenta de prestarl: todo ser-
Un padre de tres hijos, en una familia en apariencia separada pero
atrincherada de manera simbiótica, había perdido a los 16 años a sus dos vicio que necesitara. Por otra parte, la señora A: nunca pudo librarse ~e
progenitores en un accidente automovilístico. Por ser hijo único, perdió un sentido de obligación cargada de culpas hac1a ~u ma~re. Ella s~ntla
que tendría que estar capacitada para dar algo mas de SI a su mando Y
así a toda su familia nuclear. Respondió a la pérdida con un acatamiento

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sus dos hijos; sin embargo, siempre que hacía planes para pasar algún Una vez más, la madre insistió en que era mejor que la señora A. «desapa-
tiempo con ellos, comenzaba a sentirse culpable por el hecho de dejar reciera», porque había matado el amor de su madre. La madre agregó
afuera a la madre. también que sentía vergüenza por tener que decir cuán mal se sentía
Cuando la señora A. pudo superar su renuencia y su sentido de deses- después de la sesión anterior, cómo había perdido el sueño y había tenido
peranza, invitó a la madre y a la hermana a una sesión especial; ahora es- toda suerte de malestares durante dos días. En cierto modo, parecía que
taba lista para sostener un enfrentamiento triádico con el sistema de leal- el cielo de culpas se estaba quebrando de manera gradual.
tad dE{su familia. Los coterapeutas pudieron ayudar a la abuela, airada y desesperada-
Los siguientes son extractos de afirmaciones representativas efec- mente sola, para que hablara de su propia historia personal. Esta pareció
tuadas por las tres mujeres en esta sesión especial: demostrar una silenciosa gratitud hacia los terapeutas por su compren-
sión de todos los esfuerzos que había hecho por la familia, recibiendo muy
«Hermana: Quería venir a Nueva York, pero me inquietaba la idea de que pocas gratificaciones a cambio. «Cuando alguien me da algo, siento que
mamá estuviera aquí. No quería que mi hermana la hiriera ... Tenía les debo mucho», dijo a los terapeutas. Admitió tener dificultades en acep-
miedo de formular graves acusaciones contra mi hermana. En nuestra tar nada de nadie. Se describió a sí misma como alguien que hacía todo
relación hay una espina: el modo en que tú [la señora A.] tratas a nuestra dentro de márgenes estrechos, con poca capacidad para la compensación
madre».[...]
postergada y la confianza.
«Madre: Nuestra relación se acabó. Ya no me preocupa más. Melitta [la Resultaba claro que la mujer había funcionado la mayor parte de su
señora A.] no tiene tiempo para mí, aunque también puedo sentirme vida de acuerdo con ciertas pautas fijas. Como individuo, se la podría des-
fuera de lugar con mi otra hija. Estoy contenta de tener un trabajo de cribir como una trabajadora compulsiva y una mártir. En función del ba-
jornada completa aunque tenga setenta años. [Llora]. lance de los sistemas relacionales, desplazaba sobre su hija sus actitudes
»Hermana: Mamá, siempre tendrás un lugar a mi lado».[...] de relación introyectadas de su familia de origen. Al hacerlo, ella misma
«Madre: Melitta, en 1952 yo estaba muy enferma, en el hospital, pero tú se convertía en hija, y exigía aprecio por su trabajo de parte de su hija pa-
tenías cosas más importantes que hacer. Sin embargo, siempre hice lo rentalizada, como si esta fuese la madre a quien había dejado en Europa a
imposible por tus hijos.
los trece años.
»Se1iora A.: Pero mamá, yo iba al hospital dos veces por día.
»Madre: Tal vez, pero cuando te necesité realmente, cuando tuve que Cabe meditar sobre los fundamentos de este desequilibrio rela-
comenzar a caminar de nuevo, no viniste a ayudarme. cional interiorizado y congelado: ¿Cuáles eran las pautas de relación
»Señora A.: Pero, ¿cómo podría haberlo sabido? No me lo dijiste. de la familia de origen de la abuela? ¿Por qué la madre de la señora
»Madre: A mí nadie tuvo que decirme cuándo mis hijos me necesitaban. A. respondía revelándose tan hipersensible y culposa cuando se le
Yo estaba allí: cuando los necesité, ellos no estaban. Para mí, morir y brindaba cierta consideración? ¿Por qué se mostraba ciega ante los
seguir viviendo da lo mismo».[...]
esfuerzos transparentes y groseros que hacía por convertir a su hija
«Hermana: Creo que los hijos de Melitta no tratan bien a mamá; su hija
refleja su propia actitud. Melitta, tú puedes ser amable con un extraño y en chivo emisario? ¿Por qué tenía que inducir en sus hijos una leal-
encogerte de hombros ante tu hermana. Estoy muy enojada: no eres tad cargada de culpas hacia ella? ¿Qué le permitió elegir un marido
agradecida con mamá. en connivencia con el cual podía mantener el sistema? Superficial-
»Madre: Melitta, siento que nunca haces nada por mí. No hablemos de mente, sólo tenía palabras de elogio por su madre muerta, aunque
amor; ¡pero al menos, cierta consideración! también dijo que cuando su marido, a los 29 años, le brindó una
»Señora A.: Oh, mamá, ¿crees que no te amo? Siento que hago tanto por ti oportunidad de visitar a su familia, ella la rechazó. Por ese entonces
como tú por mí. ¿No te das cuenta cuán a menudo modificamos nuestros sus pautas de lealtad multigeneracional interiorizada deben de ha-
planes familiares los fmes de semana de modo de poder incluirte? ¿Tengo ber estado forjadas en medida suficiente como para mantener un
yo la culpa de no saber cuándo me necesitas si no me lo dices nunca? «diálogo interno» [16, pág. 66], sin ninguna conciencia de la posibili-
»Madre: Yo estuve allí todo el tiempo. Tú no estuviste cuando yo te necesi- dad de saldar realmente sus deudas. Así, el sistema de contabilidad
taba. Te pedí que vinieses conmigo para comprar un abrigo y dijiste que original se reproyectaba de manera parcial sobre su familia nuclear,
no tenías tiempo, pero cuando quieres que vaya contigo, lo hago el99% de y se requerirían grandes esfuerzos para imprimir una nueva direc-
las veces». ción a su «giroscopio» interiorizado.
Después de esta sesión, debido tal vez al abierto enfrentamiento de Interesa asociar el cuadro obtenido en esas dos sesiones con el
tantos problemas dolorosos y profundos, la señora A. debe de haberse sen- que fue desarrollándose durante más de un año de terapia familiar
tido más tranquila. Tres días después, totalmente por propia voluntad, se con el señor y la señora A. y sus hijos.
apareció con la madre para asistir a otra sesión especial. La sesión co-
menzó cuando la señora A. relató su satisfacción por el hecho de que la En sus orígenes, la señora A. era, de manera incuestionable, la madre
madre expresara en forma tan directa sus sentimientos heridos y airados. exigente y franca y la esposa algo expoliadora que parecía ser inflexible

150 151
r
para manifestar sus necesidades y expectativas. La única expectativa que Lealtad conyugal obtenida a expensas de la deslealtad vertical
su marido podía expresar era su constante insatisfacción por su descuido
como ama de casa. A medida que avanzaba el tratamiento y la señora A Los matrimonios mixtos desde el punto de vista de la religión
comenzó a revelar cómo era su relación con su madre, apareció en el cua- pueden, en un comienzo, ser promesa de compromisos de lealtad in-
dro como una hija devota parentalizada en exceso, a disposición de suma- sólitamente estables, como si ambas partes, al sentu·se desterradas
dre y c_autiva de esta. de sus endogrupos, pudieran formar un nuevo endogrupo. Sin em-
La señora A había exhibido una tendencia a llorar en forma profusa bargo, la ruptura de lealtad para con su tradición, apoyada de modo
en el curso de las sesiones, en especial cuando se mencionaba a su madre. mutuo en cada cónyuge, puede enmascarar su individuación no re-
Su visión de esta última también estaba llena de paradojas: era un ama suelta respecto de las familias de origen.
de casa desordenada, pero estaba dispuesta a hacer las tareas de la casa La resistencia a enfrentar y revelar la lealtad invisible que ata a
en el hogar de la señora A Su madre esperab~ lealtad, pero se la recorda- cada cónyuge respecto de su familia de origen es importante en la
ba como una persona poco digna de confianza, que no siempre mantenía etapa inicial de toda psicoterapia familiar. Una de las expresiones
sus promesas. «Mi madre no es realmente una persona, no tiene opinio- que puede adoptar esa resistencia es la desmentida conjunta de la
nes, es lo que uno quiere que sea. A veces parecería que soy yo la madre.
Vive a través de nosotros, no tiene vida propia. Me siento muy mal cuando importancia de los lazos con las dos familias de origen. Otra se revela
voy a nadar al club los domingos y mi madre se queda sola, sentada en ca- en la pronunciada disposición de la pareja a analizar como problema
sa. A veces pienso que me sentiré aliviada cuando se váya». sus dificultades conyugales y sexuales, excluyendo por completo to-
La señora A veía en su hija de 12 años una réplica de su madre, por da consideración de sus familias de origen. Los terapeutas experi-
cuanto la hija la hacía sentir enojada y culpable en forma casi constante. mentados pueden entrever una sutil negociación con la familia, al
La hija también sentía que la señora A la controlaba mediante sus conti- descubrir en forma continuada los aspectos vergonzantes de ciertos
nuos «regaños», que le generaban culpa. La señora A informó que en el problemas individuales y conyugales con el fin de no tener que in-
caso de su hijo veía en él una réplica de su relación con su padre: era un cluir a un abuelo en las sesiones. La asignación del rol de chivo emi-
hombre estimulante, impulsivo, desafiante. sario a un hijo, y la disposición de este a aceptar ese rol, puede tam-
bién utilizarse como forma de resistencia ante las posibilidades de
Como resultado de dos años de terapia, la señora A. se volvió ca- una exploración multipersonal.
paz de darse a sí misma como mujer y se convirtió en una mach·e más Los miembros de la familia pueden definirse como traidores en
comprensiva y receptiva, en proporción casi directa con sus deseos de función de valores culturales suprafamiliares (es decir, religiosos)
enfrentar y encarar en forma activa sus obligaciones para con su pro- interiorizados de modo muy profundo. Hemos observado pautas
pia madre. multigeneracionales repetitivas de rebelión contra la lealtad religio-
El que en el curso de las relaciones conyugales pueda darse algo sa. Cuando mayor sea el rechazo apasionado que la familia dispensa
más depende de lo rígidamente congeladas que estén las pautas de al miembro tildado de traidor, más probable es que se mantenga ata-
lealtad transgeneracional. ¿De qué manera puede un cónyuge irrum- do al sistema de lealtad, aunque sólo sea en forma de lealtad negati-
pir en un cerrado sistema de lealtades entre tres generaciones, y va. El miembro desleal puede mantener unido al resto de la familia a
modificarlo, en vez de sentirse explotado e inculpado por su fracaso? expensas suyas.
En los sistemas regidos por la devoción y el cautiverio, el mártir Los padres rara vez son ubicados en el rol desleal y de abierta
exitoso es quien ejerce la influencia controladora. Para el sistema condenación por sus hijos. Sin embargo, desde el punto de vista de la
analizado antes, es probable que en cada generación una hija se vea justicia humana básica y las obligaciones paternas, los padres que
atrapada en medio de las culpas de sus obligaciones filiales no cum- abandonan a sus hijos se hacen merecedores de ese calificativo, sea
plidas. Las obligaciones no se cumplen debido a la actitud no recepti- cual fuere su explicación o excusa individual. La ira suprimida por
va, aunque generosa, de cada mach·e hacia su hija. El dolor causado largo tiempo y justificada de manera subjetiva por el hecho de haber
por la culpa resultante vuelve desvalida a la hija, con la consiguiente sido entregado en adopción, o abandonado de algún otro modo, puede
pérdida de capacidad para relacionarse en otras situaciones. Se irrumpir a través de un desplazamiento sobre los padres adoptivos o
perpetúa el modelo de congelación del sí-mismo. la pareja.
Dos rebeldes «desleales» pueden conjurarse en pautas de lealtad
mutua y de simultáneo rechazo de sus respectivos endogrupos, como
ocurre en los matrimonios mixtos desde el punto de vista racial o re-
ligioso. Ambas partes se convierten en exiliados de sus respectivos
endogrupos, en tanto que forman un pequeño nuevo grupo de refe-

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rencia para el que ambos endogrupos originarios serán exogrupos. La realización individual como forma de estancamiento
No obstante, dichas parejas pueden sustituir el compromiso perso- relacional. El dinero como dimensión del sistema
nal del uno hacia el otro por uha causa común. Revelan la supervi-
vencia de su compromiso latente con sus endogrupos originales me- La realización personal manifiesta de un miembro de la familia
diante una cruzada apasionada contra sus prejuicios. Incluso dos puede ser utilizada como medio para evitar el crecimiento en todas
«desertcrres» del mismo endogrupo pueden formar un pequeño exo- las relaciones de familia. La persona que goza de éxito puede contri-
grupo. La cuidadosa investigación de esos matrimonios muestra un buir con dinero, influencia política, fama, vinculaciones y distinción
proceso informal de «adopción», mediante el cual una de las partes se cultural como sustitutos del trabajo respecto de la calidad de las re-
casa con la otra en la esperanza de adquirir una red familiar con ma- laciones familiares. Con no poca frecuencia hemos observado en la
yor fuerza en su lealtad, a expensas de sus compromisos originales misma familia la coexistencia de miembros destacados con otros con-
mutuamente abandonados. vertidos en chivos emisarios, enfermos psiquiátricos e incluso delin-
En última instancia, esos matrimonios desleales en forma con- cuentes. A pesar de sus manifestaciones externas divergentes, re-
junta son modelos exagerados de las «auténticas» relaciones de los presentan dos componentes del mismo sistema homeostático de es-
adolescentes con sus pares. Buena parte de todo enamoramiento tancamiento.
consiste en el entusiasmo provocado por la transferencia de lealtad De manera tradicional, los intereses económicos se utilizan como
del endogrupo de la familia originaria a una futura familia nuclear. punto de referencia para la organización familiar, aunque pueden
Otras fuentes de entusiasmo son la atracción sexual, la comple]idad reemplazarse para evitar el tener que enfrentar las relaciones de fa-
de un encuentro con otra persona, la perspectiva de crear una nueva milia. El dinero puede usarse en muchos niveles como pretexto o sus-
vida, etc. Sin embargo, es probable que una significativa proporción tituto de las respuestas personales.
de esas decisiones conyugales se asocien en forma directa a la desa-
probación parental. El hijo adolescente de un rico e influyente hombre de negocios se vio
En esos matrimonios, los hijos pueden aparecer bastante pronto, envuelto en conflictos cada vez más embarazosos con la ley. Durante el
y representar la «causa» con que el nuevo sistema de lealtad puede tratamiento quedó en claro que el muchacho necesitaba (y deseaba en for-
pretender justificar la deslealtad que se le imputa respecto de las fa- ma oculta) recibir un correctivo del padre. Este hombre, ausente gran
milias de origen. Este uso de los hijos los coloca en una postura ambi- parte del tiempo, sea física o emocionalmente, sólo podía brindar respues-
valente y los convierte en blanco adecuado de las necesidades ocultas tas generales, vagas, y caracterizadas por el desapego. No obstante, esta-
de parentalización de sus padres. En última instancia, cuando los hi- ba dispuesto a utilizar su riqueza para sobornar al juzgado o los funciona-
jos crecen y están preparados para abandonar la órbita paterna, la rios policiales con el fin de evitar que esos «monos mudos» interfirieran.
El rol familiar confirmado y mejor apoyado del padre era el de manipula-
perspectiva de una separación amenaza con privar a los padres de su dor exitoso, poderoso e influyente. Por otra parte, al ofrecer un soborno a
causa. los funcionarios privaba al hijo de obtener la respuesta que necesitaba:
En un nivel manifiesto, la pérdida de vinculación de los padres en hacerlo responsable de su conducta.
la vida de sus hijos puede llevar a la depresión y el agotamiento emo- En la familia de otro hombre de negocios exitoso en lo financiero un
cional. En un nivel más profundo, la amenaza de separación puede hijo psicótico fue internado durante muchos años en las instituciones pri-
hacer que surjan sentimientos de culpa latentes y no resueltos hacia vadas «mejores y más costosas». La actitud de los padres hacia la condi-
las familias de origen de los padres. Una de las maneras en que los ción del hijo era de extrema abnegación y ayuda, como se desprendía del
padres envejecidos de hijos a punto de separarse pueden revivir, medio millón de dólares gastado en su tratamiento. Incluso tras un grado
simbólicamente, su lealtad hacia sus familias de origen, es mediante considerable de recuperación, el padre excusó al hijo de 26 años de todo
las peleas conyugales intensificadas, como si su mutua destructivi- esfuerzo por modificar su existencia improductiva y fácil afirmando: «Yo
dad fuese un sacrificio ofrecido a los padres abandonados. Además, tuve que luchar por reunir mis riquezas, tú puedes darte el lujo de conser-
dichas peleas pueden cumplir el propósito de aferrar a los hijos que varlas simplemente». De este modo, el poder y la importancia de la rique-
se separan, manteniendo en ellos el compromiso (culpógeno) de cui- za pueden convertirse en el mito por el cual se impide el cambio o el desa-
dar de sus padres desdichados. rrollo relacional.

En algunas familias, la única referencia a las relaciones persona-


les gira en torno del dinero. Los miembros hablan de su confiabilidad
mutua sólo al describir el apoyo financiero que se brindan en casos
de emergencia.

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La relación parental de un hombre de negocios de cierta edad se expre- Formas sustitutivas de dominio indirecto
saba en el deseo de querer que sus hijos disfrutaran de su riqueza mien-
tras todavía estaba vivo. Por consiguiente, extendía grandes préstamos a Ciertas pautas de relaciones familiares presentan una interac-
sus hijos para negocios e inversiones en la Bolsa con el fin de obtener su ción en apariencia desequilibrada entre los miembros. Sin embargo,
. amor y aprecio, y a la vez retener su control sobre ellos. dichas pautas pueden equilibrar de manera indirecta las lealtades
invisibles.
En el «hermano sano» de la familia se ve a menudo al ser que ha
logrado escapar al sistema patógeno y no es afectado por el vínculo
paralizante que ha vuelto abiertamente sintomáticos a uno o varios Lealtad negativa
miembros. En ese sentido, el hermano sano podría ser tildado de des-
leal al sistema, como aquel que lo desafía manteniendo el sentido de La lealtad basada en actos aparentemente negativos es impor-
la razón y la individuación. Sin embargo, en un nivel más profundo,. tante para comprender los vínculos subyacentes en los sistemas de
orientado hacia la lealtad, a menudo pudo descubrirse que el herma- relaciones. El traidor y el chivo emisario, por ejemplo, en realidad no
no sano está atrapado por igual en un compromiso de extrema dispo- son extraños al sistema del que fueron excluidos: constituyen impor-
nibilidad, paralizante y cargado de culpas. Su rol puede ser el más tantes eslabones en una cadena de posiciones relacionales comple-
duro, por cuanto está comisionado para hacerse cargo de todas las mentarias.
necesidades de la familia en lo que a razón y organización manifies- Las relaciones familiares, traicioneras en la superficie aunque
tas se refiere, con lo que permite que los otros miembros disfruten leales en su esencia, pueden ser descriptas mediante la paradoja del
quedando a salvo de sus _gratificaciones regresivas. «traidor leal». Históricamente, la bruja ha sido la portadora de roles
La consideración de las diversas formas de estancamiento rela- negativos para la sociedad del sistema de lealtad. Hay muchos rela-
cional, es decir la patogenia, plantea interrogantes fundamentales tos de brujas que por su propia voluntad, aunque tal vez de modo in-
acerca del sentido de la vida en función de las relaciones. ¿Qué grado consciente, adoptaron la personificación que determinó su cruel fin.
de libertad tiene el individuo frente al poder de programación res- Las actitudes conyugales leales en forma negativa pueden hacer que
trictivo de mitos y convicciones? ¿Hasta qué punto es realista espe- el íntimo apego de los esposos corra riesgos, a menos de contarse con
rar que puedan jamás cambiar sistemas totales de relaciones? ¿Con ayuda.
qué frecuencia, por cierto, pueden los miembros de una familia hacer
un nuevo balance conjunto de sus expectativas de lealtad y compro- En su primera sesión de terapia con su familia, una esposa resentida y
misos mutuos? ¿El individuo realmente tiene oportunidad de ser li- llena de vengativa cólera declaró: «Lo único con que puedo contar, en lo
bre? Y ¿cuál es el significado de esa libertad? que respecta a mi marido, es la imposibilidad de contar con él». La mujer
El crecimiento autónomo y la posibilidad de superar fijaciones se rehusaba a mostrarse afectuosa o tener intimidad sexual con su mari-
respecto de las primeras pautas de relación pueden verse inhibidos do, y le decía que se fuera adonde quisiera. Sin embargo, el hombre seguía
por fuerzas caracterológicas defensivas dentro del propio sistema yendo a ella; a veces no lo dejaba entrar en la casa, y dormía en un auto
emocional de cada miembro (o sea, la estructura psíquica en elsenti- estacionado afuera.
do freudiano clásico). Un determinante dinámico significativo del El marido, un obrero buen mozo de tipo bien masculino, informó que
desarrollo fijado distorsionado es un compromiso de lealtad compar- era cierto que él tenía relaciones con otra mujer, pero que fundamental-
mente lo hacía para tomarse la revancha de su esposa, que unos quince
tido de manera inconsciente respecto de las necesidades de estanca- años antes, mientras él estaba en la marina mercante, había tenido rela-
miento, estabilidad, o identidad invariable del sistema de relaciones ciones con otro hombre, Aunque esto podría haber sido utilizado en defen-
de la familia, tal como las experimentan los otros miembros. Aun sa del hombre en la sesión de terapia, él se abstuvo de hacerlo. La esposa
cuando uno de los miembros fuese capaz de superar, por ejemplo, la no negó lo sucedido y añadió que no le importaba que el marido durmiera
resistencia a la resolución de la pena, ligado por el deber, seguiría con otra mujer siempre que no la molestara en el curso de otros cinco o
obligado a «congelar» su capacidad de crecimiento con la finalidad de seis meses, hasta que ella pudiera enfriarse. También había indicios de
no causar heridas o sentimientos de pérdida en los otros miembros. que la mujer había sido una madre negligente con sus hijos.
Sus compromisos personales inconscientes de mantener el sistema Los estratos de lealtad y deslealtad entre esas dos personas se compli-
corresponderán a las expectativas reales que le asignen los otros caron aún más cuando se reveló que la mujer había sostenido una guerra
miembros. constante con su madre desde la más tierna infancia. En una sesión de
terapia familiar a la que asistieron su madre y su abuela resultó claro que
ella se había sentido aceptada por su abuela pero rechazada por su ma-

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dre, una mujer narcisistamente fría y superficial, y a quien ella nunca pu- miembro pueden no resultar aceptables·para los demás. Como resul-
do expresarle su amor. Su más profundo resentimiento estaba conectado tado surge un sentido de obligación impaga, aumentando la culpa en
con la idea de que su madre nunca se había tomado la molestia de tratar uno de los miembros y el sentido de se explotados en los otros. Me-
de «enderezarla» de niña. Describió entonces el modo en que luchaba con diante los actos de elección de un chivo emisario y deliberada victi-
·su hijo rebelde, en vez de abandonarlo, tal como había hecho su madre con mización, la víctima se ve aliviada en forma parcial de su culpa por la
ella. De p:mducirse un enfrentamiento directo entre ella, su madre y la falta de pago y los victimarios experin1entan una temporaria dismi-
abuela, la mujer podría haberse vuelto mucho más aceptable, femenina y nución de su frustración por haber sido explotados. Desde nuestro
dispuesta a aceptar al marido. Una vez que se rastrean los orígenes de los punto de vista, no sólo importa señalar el sentido relacional de los in-
libros mayores de lealtad en la familia de origen, la necesidad de relacio- tentos de un miembro individual de la familia por expiar la culpa
narse con el cónyuge por medio de una lealtad negativa habitualmente convirtiéndose en chivo emisario, sino también demostrar un siste-
desaparece. ma de relaciones que funcione de modo de elegir chivos emisarios por
fases y de manera multidireccional.
La dinámica relacional más profunda puede hacer que cada inte-
grante de la familia entable una lucha permanente por equilibrar En el caso de una familia pudimos observar que la elección de chivos
sus necesidades de autonomía individual y asegurar su identidad emisarios se venía produciendo en forma casi idéntica a lo largo de tres
contra una subordinación a formas de lealtad hacia el sistema fami- generaciones. En cada una de ellas había una hermana que desafiaba los
liar que disminuyan su culpa. Al individuo puede asignársele cierto valores familiares, era considerada la «oveja negra», y posteriormente ex-
sector de la red multipersonal de significados, y se espera que se pulsada o exiliada del grupo familiar. En dos generaciones, las hijas trai-
ajuste a él. Su obligación es participar, y no trastrocar la guestalt de doras contrajeron matrimonio con hombres de distinta religión, y en la
significados personales entrelazados. En algunas familias, la elec- tercera generación, una hija amenazaba de manera constante a sus es-
ción de una persona como chivo emisario ofrece la única posibilidad candalizados padres con un matrimonio de las mismas características. El
para una interacción significativa entre los otros miembros. Cual- hecho de que los restantes miembros de la familia acataran de modo rígi-
quier forma de crecimiento «sano» de parte de alguien desajustaría do los principios de su religión hacía de aquel comportamiento un pecado
el equilibrio relacional. imperdonable. La familia reaccionó condenando al ostracismo a esas mu-
El mártir desempeña siempre el rol más fuerte en un sistema mo- jeres, las cuales, a su vez, vivían su vida en un exilio ostentosamente ele-
gido por ellas mismas.
tivado por la culpa, ya que sobre él pesan menos los sentimientos de
Interesa contrastar el extremo rechazo del chivo emisario con las rela-
culpa. Su sufrimiento devoto mitiga cualquier culpa por deslealtades ciones «estrechas» de manera uniforme y no separadas en lo individual de
pasadas, presentes o futuras. Esta ventaja la comparte el chivo emi- los demás miembros de la familia. Ellos vivían en una forma singular-
sario, aun cuando su camino difiere del propio del mártir. Resulta os- mente falta de individuación respecto, incluso, de sus más importantes
tensible que toda aquella persona a quien se le asigna el rol de chivo decisiones personales. La menor desviación de esa postura unánime, co-
emisario se ve colocada en esa posición debido a la culpa y la conde- mo, por ejemplo, el hecho de planificar unas breves vacaciones, implicaría
na. Sin embargo, el hecho de ser rechazado y perseguido en forma co- una deslealtad inaceptable. Cabe presuponer que esa lealtad tan excesiva
lectiva coloca al chivo emisario en el rol de mártir, con lo cual está en sólo puede mantenerse si se la contrapesa con el extremo distanciamiento
una posición de ventaja para controlar los sentimientos de culpa de del chivo emisario.
los demás. Tanto las pautas de relación positivas como las negativas eran compo-
Este aspecto es aún más evidente si consideramos las vicisitudes nentes de un sistema total de relaciones, más que relaciones humanas
de las necesidades de ajuste en los chivos emisarios y los inculpado- distintivas por propio derecho. En la generación más joven el rol malo (re-
res. Al culpar o rechazar a una persona, el resto de los miembros de belde, desleal, desconsiderado) de la hija, aunque emocionalmente sano
la familia refuerzan su alianza mutua, y cada miembro puede repa- (independiente, brillante), se veía contrapesado por el rol del único hijo,
rar su propia lealtad hacia la familia. En un sistema relacional ho- bueno en lo moral (leal, siempre disponible, preocupado, devoto) y enfer-
meostático, si no se deteriora mi relación con A., mi relación con B. mo en lo emocional (psicótico crónico, improductivo, dependiente). Parece
no puede mejorar. ser que en ausencia de otros miembros con quienes compartir la carga, el
Por medio de su rol negativo, el chivo emisario puede disminuir muchacho tuvo que soportar las consecuencias de la extrema devoción
hacia los padres, en una interminable unión simbiótica. La hija, si bien
su propia cuenta deudora, cargada de culpas. La rotación de los roles
era ostensiblemente desleal y molesta para los demás, también cumplía
de chivo emisario o mártir entre los miembros de la familia permite en forma devota, por cuanto -como era de prever- desempeñaba el rol
el balance seriado de todas las cuentas. Tal vez, los miembros no de lealtad negativo y, de esa manera, se ofrendaba a la familia como com-
puedan cumplirlo por medio de actos de entrega positiva. Por añadi- plemento de la lealtad positiva de esta.
dura, los tipos de beneficios ofrecidos como compensación por un

158 159
no debe hacer. En la medida que los pach·es se hacen grandes proble-
El compromiso persistente con un rol sa·crificadamente negat~vo mas prohibiendo la conducta marginalmente delincuente, sin saber-
puede, en principio, configurar la base de muchos casos d~ dehr:- lo dan su aprobación ofreciendo una confirmación de identidad nega-
cuencia en niños y adolescentes: En este caso, el papel del chivo emi- tiva como principal opción relacional para el hijo. El diálogo entre
sario se ve reforzado por la ulterior desaprobación de las institucio- pach·e e hijo se vuelve patológico, no tan sólo debido a la existencia de
-nes de la sociedad. Erikson [34] destacó el beneficio psíquico de la una confirmación negativa, sino porque se destaca con exageración
«identida-d negativa» de un joven delincuente, por contraste con la en forma selectiva y porque el diálogo entre pach·e e hijo en esencia se
terrorífica alternativa de la «difusión de identidad». circunscribe a una sola dimensión.
Cabe presuponer que una obligación de lealtad familiar negativa
puede cumplir un papel en el fenómeno que Freud [39] describió co-
mo <<reacción terapéutica negativa», en el que el paciente muestra un Sacrificio del desarrollo social como acto de devoción latente
deterioro sintomático después que el analista exterioriza aprecio por
sus progresos terapéuticos. Freud asociaba el fenómeno con el senti- Ciertos sistemas de relaciones se mantienen con la finalidad de
do de culpa inconsciente del paciente, y su necesidad de castigo (o rehuir las implicaciones de las lealtades negativas o, en un sentido
sea, su masoquismo). Desde nuestro punto de vista, una reacción te- más amplio; para no tener que enfrentar y saldar cuentas multige-
rapéutica negativa puede estar codeterminada por la lealtad del pa- neracionales de méritos y obligaciones. Familias enteras pueden
ciente hacia el sistema familiar simbiótico. En este sentido la reac- verse obstruidas de manera excesiva en su funcionamiento por la
ción misma es, por cierto, «psicológicamente incorrecta», ya que el fe- culpa debida a la explotación de los miembros. Como los hechos esen-
nómeno se afirma en el sistema multipersonal de obligaciones, más ciales de sus libros mayores de justicia nunca son examinados, estas
que en la psicología del individuo. familias constituyen sistemas de relación menos elásticos que aque-
Al buscar una teoría motivacional amplia de la delincuencia, ba- llos de cuyos miembros se espera que enfrenten el balance de justicia
sada en el sistema, debemos trascender (aunque no descartar) el ám- y se preocupen por la reciprocidad de obligaciones. Un joven miem-
bito de los determinantes individuales. Jolmson y Szurek [56] des- bro de una familia bloqueada al máximo puede buscar, de modo in-
cribieron la falta de control interiorizado de los impulsos («lagunas tuitivo, «tomar fuerzas prestadas» al casarse con un miembro de una
del superyó») en los padres de los delincuentes como determinante familia «más fuerte», que evite en menor medida la contabilidad sen-
de la delincuencia. De hecho, las acciones del niño, al inducir las con- sible y responsable de la justicia relacional. Esta capacidad de valor
siguientes reacciones punitivas de la sociedad (medidas adoptadas y sensibilidad debe distinguirse de la abierta expresión de los senti-
por la policía, los tribunales, la escuela, etc.) constituyen un refuerzo mientos personales por cada uno de los individuos. Esto último no
externo de la función yoica intrafamiliar, también en beneficio de los prueba, de por sí, la apertura de la familia a la indagación de las cuen-
propios padres. tas de justicia y mérito. Divorciada de su significado dentro del con-
Una definición familiar «socialmente redentora» de la delincuen- texto de las relaciones, la mera expresión de sentimientos tiene un
cia pintaría la conducta censurable en forma abierta del hijo como valor muy reducido.
sancionada de manera implícita. En concordancia, el hijo delincuen- Cuando hace referencia a la fortaleza comparativa de las familias
te no sólo se beneficia al adquirir lo que Erikson [34] denominó debemos destacar que el poder, en el sentido corriente, es el grado de
«identidad negativa», sino que también cumple un compromiso de individuación que los miembros pueden alcanzar en la familia. Su
lealtad negativo para con su familia de origen. El desempeño de esas diferenciación como personalidades independientes debe permitir-
obligaciones de lealtad puede explicar la llamativa falta de remordi- les vivir «con autenticidad» bajo la égida de un principio intrínseco
miento del adolescente en relación con la delincuencia. Por añadidu- del sí-mismo. Esa persona puede luchar por integrar sus necesida-
ra, el acto delictivo puede de por sí gratificar las necesidades pater- des emocionales del momento con las consecuencias a largo plazo de
nalistas y dependientes de los padres, incluso sin ninguna interven- sus acciones. No es ni una mera víctima condenada al autosacrificio
ción de la sociedad como forma de control. La unión familiar y los ni un mártir, así como tampoco un egoísta descuidado que niega las
sentimientos de seguridad se ven reforzados en los miembros «bue- necesidades y derechos de los demás.
nos» de la familia como resultado de la conducta supuestamente Bowen menciona una escala de «diferenciación del sí-mismo»
«traidora» del hijo. [22], y la concibe como cuantificable en forma intuitiva del O al lOO,
Los terapeutas deben estar alertas ante las pruebas de conducta donde O categorizaría lo que denomina «masa yoica indiferenciada»,
de esas pautas ocultas de relación familiar. Un hijo puede ser orien- y 100, un estado ideal de diferenciación del sí-mismo. Sin entrar a
tado hacia una conducta negativa deseable de modo oculto mediante analizar el sistema teórico de Bowen, creemos que debe hacerse más
mandatos repetitivos en sentido inverso: aprendiendo qué es lo que

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hincapié en las características de los sisteil1aS de relación como un
de que durante ese período Alice se comportaba «maravillosamente bien».
todo, que en la primacía del pensamiento o del sentimiento en los in- Según los informes del padre, cocinaba y hacía las tareas de la casa mejor
dividuos. Ninguna personalid.ad auténticamente independiente que la madre. Esta última fue dada de alta de la clínica dos días después,
puede sustentarse sin una capacidad de enfrentar el libro mayor de y al cabo de una semana pudimos persuadir a los padres para que forza-
.responsabilidades recíprocas. ran el retorno de Alice a la escuela. A la madre le aconsejamos realizar ta-
Un acuerdo en lo que respecta a chivos emisarios en las familias reas como voluntaria en la escuela durante varias semanas, para ayudar
puede ser útil para evitar las lealtades familiares no resueltas. Sin a que Alice se quedara allí, y ayudarse a sí misma a enfrentar su angus-
embargo, la elección de chivos emisarios tiene múltiples determi- tiosa soledad durante el proceso de separación. Casi de inmediato Alice
nantes, y persigue una serie de finalidades dentro de la familia nu- retomó su anterior nivel de buen rendimiento escolar. Asimismo, al sen-
clear. Es posible enmascarar la penosa discordia conyugal de los pa- tirse tranquilizada por la creciente participación de la madre en el proce-
dres mediante el recurso de asignarle el papel de culpable a alguien. so terapéutico, se permitió hacer nuevas amistades entre el grupo de pa-
El hijo que es tomado como chivo emisario también puede servir de res (toda una novedad en Alice).
objeto de parentalización, contra el cual los padres pueden exteriori- A medida que nos enteramos de las fantasías personales de la madTe,
zar su hostilidad acumulada y su dependencia encubierta. Por aña- descubrimos que creía que la hija se quedaba en casa en vez de ir a la es-
didura, tal como ocurre en el caso de cualquier desequilibrio de la cuela por miedo a que la madre no pudiera, por sí sola, realizar los queha-
conducta, el propósito posesivo o de retención objetal de la maniobra ceres domésticos en forma competente. En el mismo contexto salieron a
de elección del chivo emisario constituye un importante determi- relucir tempranos recuerdos de su propia madre, qtúen había estado au-
sente del hogar la mayor parte del tiempo.
nante motivacional. En un nivel aún más profundo, la disposición
Durante varios meses en el curso de la terapia, la madre produjo re-
sobre chivos emisario:;? puede entrelazarse de manera significativa cuerdos casi exclusivamente negativos de su familia de origen. Luego, y
con el sistema de obligaCión de lealtad de la familia de origen del de modo gradual, tuvo lugar una reversión casi total. Ella comenzó amos-
progenitor. Un progenitor puede no tener conciencia del modo en que trar preocupación por la imagen que podrían tener de ellos sus familiares.
utiliza sus interacciones con el niño para evitar el enfrentamiento Empezó a preguntarse si ella misma había sido justa con su madre y her-
con sus propios conflictos no resueltos de separación y maduración. manas. Este cambio en la lealtad de la madre hacia su familia de origen
Las nociones conscientes que tiene el progenitor sobre la separación coincidió con la cada vez mayor toma de conciencia, por parte del padre,
de sus propios padres pueden enmascarar, sencillamente, sus senti- de sus obligaciones hacia su madre. Nos enteramos que el hombre había
mientos latentes de obligación y culpa acerca de la deslealtad. Por crecido en una atmósfera de continuos reproches, en que la madre había
último, el chivo emisario voluntario puede recibir el beneficio encu- reñido al padre en forma abierta por sus hábitos de bebedor. Sin embargo,
bierto de ser el miembro bueno y leal de la familia. él recordaba a su padre como un trabajador consciente que proveía de ma-
nera adecuada a las necesidades de la familia. Recordó que al poco tiempo
El caso de una niña de doce años con fobia a la escuela ilustra en parte de la muerte de su padre, uno de sus hermanos abandonó a su esposa e hi-
las complejidades de entrelazar las motivaciones ocultas. Por la época en jos, perdió su trabajo responsable y se mudó a la casa de la madre, en la
que la familia fue derivada a la División de Psiqtúatría Familiar, Alice no que comenzó a beber fuerte y se hizo objeto de continuas y amargas repri-
había asistido a la escuela durante más de un año debido a su propensión mendas de la progenitora. En ese punto de la terapia también salió a relu-
a ser víctima de temores incontrolables y las náuseas consiguientes. Los cir la correspondencia secreta que había tenido lugar entre el padre y su
padres presionaron en gran medida al terapeuta para internar a su hija, a madre. Un hecho clave se desarrolló cuando en el curso de una sesión de
qllien describieron como en un estado de agitación incontrolable, amena- terapia se produjo un abierto enfrentamiento entre la abuela paterna y la
zando con hacer trizas sus ropas, golpearse en las paredes de la casa del esposa, y la abuela afirmó su derecho a proteger al hijo contra su poco ra-
vecino, etc. zonable esposa.
Uno de los primeros indicios obvios acerca de la dinámica de ese siste-
ma familiar fue la histérica agresividad de la madre hacia el marido, Podemos postular un desarrollo del superyó conflictuado en for-
manso y dócil, y hacia el terapeuta. Tras la primera sesión de evaluación, ma bastante insidiosa en el hijo, que en este tipo de familias actúa
el padre llamó a este y se quejó de no saber cómo convencer a la esposa de como chivo emisario. Por la época en que se desarrolló el síntoma de
que aceptara la idea de la terapia familiar como sustituto de la interna- fobia a la escuela, Alice debió elegir entre dos opciones contradicto-
ción de Alice. El terapeuta lo alentó a examinar las maneras en que pu- rias para cumplir con sus obligaciones filiales: alcanzar un rendi-
diera mostrarse más fuerte y seguTo de sí mismo y, de ese modo, ayudar a miento responsable en la escuela, o mantenerse lealmente asequible
su familia. hacia la madre y, en un sentido más amplio, a la familia. Ese desa-
Al día siguiente recibimos un mensaje según el cual la propia esposa rrollo superyoico «contraautónomo», al que ya nos hemos referido en
había sido admitida en una clínica psiquiátrica. También nos enteramos otro lugar [1], guarda relación con la definición freudiana [42] de

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ciertos tipos de caracteres, «aquellos que frácasan cuando triunfan», de la familia, tiene además importantes implicaciones desde el pun-
compelidos a ello por su concien:ia_mor~l. ~i~ embarg?, desd~ nues- to de vista de la escisión de la lealtad. Los terapeutas no sólo deben
tro punto de vista esas caractenstlCas mdiv1duales solo configuran ver en los fenómenos de transferencia oportunidades para resolver
parte del real balance relacional. Para Alice, la culpa ~~·a mayor en configuraciones psíquicas interiorizadas y conflictivas, sino también
·relación con el hecho de separarse de la madre y la familia que con la manifestaciones de sistemas multipersonales de compromisos de
«mala» canducta. Nos impresionó más la excesiva preocupación de la lealtad. Para la psicoterapia individual, una de las más importantes
niña por los padl'es, que por sus propios temores y dependencia. En implicaciones de los sistemas de lealtad es que la transferencia tera-
general, en cuanto los niños fóbicos a la escuela y sus familiares se péutica positiva entraña una deslealtad implícita para con la familia
enfrentan con sus lazos invisibles de lealtad, los hijos pueden volver de origen. Esto tiene especial relevancia en cuanto al diseño de una
a la escuela y rendir, al menos, en un nivel medio. Resulta importan- estrategia terapéutica para niños y adolescentes. Cuando el tera-
te destacar que el mantenimiento de una pauta de familia patógena peuta representa un rival para los padl·es en relación con la lealtad
no sólo lo comparten los padl·es y el hijo que desempeña el papel de del paciente, la transferencia negativa que se produce es bienveni-
chivo emisario, sino también el «hermano sano». da, porque puede mejorar el sentido de lealtad hacia los padl·es rea-
les o interioi-izados.
Hay «palancas» terapéuticas importantes que también se rela-
Escisión de la lealtad cionan con los intentos de la familia por escindil' su lealtad hacia un
equipo de tratamiento, como parte de sus profundas actitudes de
La lealtad escindida, en el sentido de rechazar a una persona y en transferencia. En forma análoga, son muchos los padres que ponen a
forma simultánea mostrarse devoto de otra, puede ser motivo de prueba la devoción del terapeuta hacia sus propios hijos y su pareja,
gran dolor psíquico y causa frecuente de intensos celos. Es probable como si representasen rivales reales que pugnan por obtener el favor
que los síntomas paranoides de los celos se basen, de manera funda- de aquel.
mental, en un triángulo relacional interiorizado que explotaba la Los especialistas en terapia familiar suelen observar que un cón-
lealtad de una persona para obtener la devoción de otra. Un joven yuge, al desarrollar una culpa creciente por su deslealtad hacia los
amante le ofrece sus mejores cartas de presentación relacionales a la padl·es, puede llegar a sentir rechazo por su pareja. Esto puede apa-
persona que está cortejando. En contraste, su familia de origen pue- recer como una adecuada movida de equilibrio destinada a apaci-
de ver en él, al mismo tiempo, a un ser sucio, desconsiderado y negli- guar a los padl·es reales o interiorizados. Desde el punto de vista del
gente. Una madl·e puede herir al hijo mostrando su devoción por los individuo, algunos de los fenómenos de lealtad escindida también
extraños en presencia de aquel. La esposa de un médico siente a me- pueden caracterizarse como esfuerzos de compensación desplaza-
nudo que su marido se dedica de lleno a sus pacientes. El dueño de dos. Un ataque casi asesino al cónyuge puede aliviar la propia culpa
un perro puede explotar al animalito sin saberlo, despertando su por el resentimiento experimentado hacia los padres. Cuanto mayor
devoción y, a la vez, negándose a considerar las necesidades del es la culpa por la deslealtad vivida hacia los padl·es que provocan re-
ansioso perro. Dado que el hecho de llevar libros mayores se basa en sentimiento, mayor será el rencor descal'gado en el ataque al blanco
una contabilización cuantitativa de méritos, se deduce que la com- del desplazamiento.
paración del grado de devoción recibida es una dinámica relacional
más importante que el grado absoluto de devoción de que se goza.
Los celos son el indicador más sensible de la avidez de confianza y Manipulación de la retribución desplazada
lealtad que experimenta una persona.
Otros compromisos de lealtad escindida fueron vistos como facto- El principio de contabilidad de saldos en los sistemas de lealtad
res cruciales en la vida familiar del clero, entre los ministros y rabi- equilibra de manera dinámica la que los padres deben a sus propios
nos. Estas profesiones tienen su origen en roles sacerdotales de la progenitores, por comparación con su grado de devoción parental
antigüedad, mágicos y omniscientes. Entonces, en un sentido estric- ñ·ente a sus propios hijos. El progenitor puede estar atrapado en me-
to, Dios nunca tendría que verse relegado a un segundo plano frente dio de una serie de obligaciones duales simultáneas, de manera tal
a la lealtad debida a los seres humanos. No obstante, esposa e hijos que cuando, por ejemplo, la obligación hacia sus padres es desmenti-
suelen poner a prueba las lealtades comparativas del clérigo como da o reprimida, su función se ve sobrecargada de culpa, de negligen-
marido y padre. cia o de una posesividad parental revanchista del hijo. El hijo tam-
La transferencia terapéutica, al hacer que sobre el terapeuta se bién puede, temporariamente, convertirse en beneficiario de las acti-
desplacen actitudes relacionales interiorizadas entre los miembros tudes vengativas del padre contra sus propios progenitores.

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impotencia, eyaculación precoz o demorada, frigidez, temor de los
Los intentos de analizar los desplazamientos, las proyecciones y impulsos asesinos, etc. En muchas circunstancias, estos «síntomas»
otras actitudes inapropiadas Y.(desde nuestro punto de vista) retri- que resistieron la terapia individual durante años enteros, puede~
butivas de los padres hacia los hijos siempre serán incompletos si no acusar una rápida mejoría cuando la indagación trigeneracional se
se toma en cuenta la manera en que esas relaciones se afirman en torna productiva.
· otras anteriores. La razón de todo desplazamiento «irracional» resi- Una forma de vínculo de lealtad esclavizante y repetitivo es el
de sólo én parte en la incapacidad «psicológica» del progenitor para ejemplificado por una pauta multigeneracional de cuidados mater-
discriminar en lo emocional entre dos fronteras intergeneracionales nos martirizados. Una madre puede forjar obligaciones que atan a
de obligación inconsciente cuando ambas infringen de modo simultá- su prole al dar demasiado de sí y no aceptar o exigir nunca una com-
ni:w su sentido de injusticia o tolerancia deteriorada hacia la culpa. pensación del hijo. De esta manera los padres, convertidos en apa-
De acuerdo con las leyes de la verdadera justicia dañada, la compen- rentes mártires, refuerzan las obligaciones culposas del hijo hacía
sación efectuada en determinada dirección no puede reequilibrar en sus providentes y abnegados progenitores. El resultante libro mayor
forma permanente la falta de pago hacia la otra generación. · de obligaciones de los hijos muestra una cantidad inmensa de deu-
Hasta cierto punto, todos los matrimonios soportan el peso de las das de lealtad, que nunca pueden reducirse de manera significativa.
cuentas de le;;l.ltad no saldadas de los cónyuges hacia sus respectivas Los padres convertidos en mártires aparentes pueden producir
familias de origen. Cuanto más se nieguen de modo infructuoso di- con su hijo una permanente ansiedad, combinada con un amargo re-
chas lealtades, o trate de renunciarse a ellas como expresión de de- sentimiento, y crear obligaciones cargadas de culpa así como una ca-
seos, más se sobrecargarán las cuentas ocultas de los roles conyuga- pacidad altamente desarrollada para manipular la culpa de los
les y parentales de la familia nuclear. Por lo común, lo que motiva el otros. Como los pad.Tes utilizan al hijo como sustituto, con el fin de re-
desplazamiento de las sobrecargadas cuentas hacia futuras relacio- equilibrar el balance de las cuentas que quedaron sin saldar con los
nes no es una imposibilidad imaginaria, sino real y verificada por el propios padres, han perdido de vista el contexto apropiado para cum-
tiempo, de restaurar el equilibrio en las relaciones originarias del plir su tarea. Pueden deshacer el nudo sólo acercándose de nuevo ha-
padre. En consecuencia, el alivio terapéutico más eficaz para todos cia los propios padres, en la esperanza de que antes que sea demasia-
los miembros de la familia interesados debe ser consecuencia de la do tarde puedan inducir pautas más generosas en sus relaciones. En
indagación del vínculo entre progenitor y abuelo. No obstante, es otros casos, una o varias personas reciben un tratamiento prejuicio-
comprensible que las mismas razones que han creado la necesidad so dentro de la familia.
de negar las cuentas intergeneracionales de obligaciones generarán Una forma específica del vínculo de lealtad es aquella en la cual
una resistencia a enfrentarlas en la terapia. el hijo tiene que saldar la obligación iJ:reconciliable del padre hacia
Por contraste con la psicoterapia individual, la terapia de familia un abuelo; por ejemplo, cuando el progenitor ha tenido que mante-
o basada en las relaciones de parentesco procede a eliminar paso a nerse disponible después que el abuelo enviudó o fue abandonado
paso estratos cada vez más profundos de definiciones de lealtad poco por la esposa:
auténticas. Los padres pueden iniciar la terapia con sus quejas acer-
ca de un hijo hostil o de su relación conyugal. El problema puede plan- El hijo de un hombre de negocios agresivo y despiadadamente egoísta
tearse en función del resentimiento que uno de los cónyuges experi- abandonó la idea de llegar a ser ingeniero tras la temprana muerte de su
menta por el hecho de ser explotado sexual o emocionalmente por el madre, e ingresó a la empresa paterna. Durante los veinticinco años si-
otro. Por lo general, todas las referencias a la generación de los abue- guientes el hombre pareció convertirse en una mezcla de imitador del pa-
los se suprimen o se las juzga improcedentes respecto de los proble- dre, por un lado, y de espectador que aplaudía a regañadientes los éxitos
mas tratados. de este último, quien había realizado una hazaña casi épica al elevarse en
En otros momentos, el origen intergeneracional de los conflictos lo económico desde su medio de origen, de inmigrantes muy modestos. Su-
de los padres sólo se disfraza en forma tenue, y está siempre listo pa- puestamente, el hijo asumió formas éticas más estrictas de realizar los
ra hacer irrupción. En apariencia, la esposa puede ponerse de parte negocios. El padre comparaba todo el tiempo la ineficacia del hijo con sus
del marido al criticar la conducta de la suegra durante su última vi- propias formas, astutas y arteras, de conducir los negocios. Por ser virtuo-
sita. El marido puede estar de acuerdo, y escribir una carta llena de so y respetuoso de la ley, el hijo se vio atrapado por la necesidad simultá-
críticas a su madre, culpándola por mostrarse fría con los nietos, nea de tener que rebelarse contra los métodos del padre en tanto que se
comprarles regalos innecesarios o inútiles, irse demasiado pronto, mantenía leal al sistema básico de valores adquisitivos de aquel. Siempre
etc. Al día siguiente puede producirse una fuerte discusión, y el ma- que el padre trataba de convertir al hijo adolescente en público admira-
dor de su sistema de valores, el hijo lo rechazaba, como si se ubicara en la
rido, de modo impulsivo, alinearse junto a sus padres y contra la es- escala de valores del abuelo. El nieto, un ser aventurero, desafiante y re-
posa, a quien decide dejar. En otros casos nos enteramos de que hay

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belde de modo activo, se convirtió en crítico dé la pasiva posición del pa- una familia en la cual había existido conducta incestuosa durante mu-
dre, en esencia la de un perdedor. chas generaciones.
En un comienzo, la persona derivada fue una hija, por su retraimiento
Los problemas del dar y el recibir deben aclararse antes de defi- casi psicótico y su depresión agravada con ideas de suicidio. Como el caso
·nir los criterios de explotación relacional. En contraposición con lo fue derivado a una institución en que uno de los autores actuaba como
consultor de terapia familiar, tras varios meses de infructuosos afanes de
que sostienen las concepciones populares, el hecho de esperar y exi-
tratamiento individual se sugirió una entrevista exploratoria con la fami-
gir responsabilidad del hijo equivale a las formas más cruciales de
lia. Con anterioridad, el terapeuta individual había visto una vez a lapa-
dar de parte de los padres; la crianza permisiva o «liberal» del hijo se
ciente junto a uno de sus hermanos. Cualquier intento de indagar en te-
equipara a una forma de explotación que elude obligaciones y abriga mas sexuales resultó bloqueado. El trabajador social observó que la preo-
la encubierta esperanza de que el hijo asuma un papel adulto en for- cupación del hermano por su hermana parecía teñida de una ternura he-
ma prematura, es decir, que sea parentalizado. terosexual.
En términos del sistema, una parentalidad indulgente y dadivosa La paciente estaba preocupada por el recuerdo de haber sido supues-
en demasía implica una tiranía de la permisividad. El hijo que no ha tamente mordida por un perro en la «vagina» cuando tenía tres años. Agre-
recibido suficiente orientación de sus padres respecto de los valores gó que desde entonces había estado buscando la clase de comida adecuada
vigentes tiende a crecer en medio del resentimiento para con toda para contrarrestar los efectos del hecho. Se le había diagnosticado una
forma de autoridad, que para él representa en una forma simbólica a «reacción esquizofrénica».
los padres despreciados, poco exigentes pero sutilmente expoliado- La madre y siete de los diez hermanos, incluida la paciente, aparecie-
res. El hijo sentirá que «ellos» no se preocuparon lo suficiente por él ron en el consultorio para la sesión de evaluación familiar. Al principio
como para guiarlo y orientarlo, y, en consecuencia, lo privaron de va- tuvo lugar una vivaz discusión sobre el modo en que los miembros de la fa-
lores interiorizados: «No me enseñaron lo que está bien o está mal». milia se consideraban seres humanos superiores, a pesar de que el padre
De manera inconsciente, el hijo de esos padres tiende a desplazar su había abandonado a la familia y vuelto a vivir con su madre. En aparien-
furor contra supuestos tiranos, como si estos fueran responsables cia, el sentimiento de superioridad era inducido, en vista de que a ningu-
por hacer del mundo algo tan tremendo y caótico. Algunos de los con- no de los hermanos se le permitía jugar con otros niños, a fm de evitar el
testatarios más violentos de cualquier «sistema» político son los hijos contacto con lo que se consideraba un vecindario malo. La mayoría de los
de padres liberales de clase media alta, que han recibido una crianza hermanos tenían una gran capacidad para el trabajo en el campo de las
artes o de los negocios, desafiando las desventajas de su grupo de origen
permisiva.
minoritario.
En la entrevista se reveló que había habido casos de incesto entre el
padre y varias de las hijas. Tras una vivaz discusión, la sesión terminó
Intentos incestuosos como forma de resolución cuando varios miembros destacaron el hecho de que, a pesar de su conoci-
de las obligaciones miento del incesto paterno, preferían considerar los aspectos buenos de
esa familia y la de sus padres.
Otro intento sustitutivo de escapar del estancamiento relacional A la siguiente sesión sólo asistió un hermano que estaba viviendo con
consiste en la endogamia; o sea, cuando se tienen relaciones sexuales la «paciente». Procedió a analizar la manera en que su hermana había
dentro de la familia de origen. Sobre esta base deben explicarse una tratado de seducirlo varias veces, sosteniendo que otro hermano también
variedad de pautas incestuosas verticales (multigeneracionales) y había tenido relaciones sexuales con ella. El especialista en terapia fami-
horizontales. La moral simbiótica y contraautónoma de la familia liar alentó al hermano a considerar el problema junto con la hermana y el
puede aprobar dicha lealtad, incluso a expensas de quebrar un im- otro hermano. En el curso de las siguientes sesiones se reveló que la pa-
portante tabú social. Tal vez sea ese el sentido del chiste que dice: «El ciente había tenido su primera experiencia sexual con el hermano de la
incesto no tiene nada de malo mientras todo quede en familia». El in- madre, un ministro religioso casado. Por añadidura, se descubrió que de
dividuo se siente exonerado debido a su adhesión a la lealtad familiar. jovencito uno de los hermanos había tenido relaciones sexuales con la es-
La misma «ética» familiar básica puede explicar situaciones en posa del tío.
que cualquier relación extrafamiliar de los hijos con sus pares, en
especial cuando existen perspectivas de matrimonio, se considera A medida que las indagaciones descubrieron una faceta tras otra
como una verdadera traición: de la relación, comenzó a sm·gir en todos sus ricos detalles el cuadro
entero del sistema de lealtades entrelazadas de los miembros, su
Una forma compleja de evitar en connivencia el enfrentamiento con la adhesión al mito de superioridad y su sexualidad incestuosa. Lo que
culpa creada por la deslealtad que implica la individuación se observó en en un comienzo era una búsqueda de lealtad y encubrimiento del

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Sigui?nd? e~modelo de lucha por el poder, la estrategia terapéuti-
«pecado» del padre se convirtió en investigación en gran escala de los ca debena disenarse de manera de contrarrestar la intromisión sim-
antecedentes incestuosos dentro de la familia materna de origen. Fá- biótica de la madre y reforzar toda tendencia a la autonomía en la hi-
cilmente se advertía que la intensidad de la vinculación en las rela- ja. Sin embargo, si el sistema se formula de acuerdo con un modelo
ciones de esa familia era difícil de comparar con la de los pares. Se de compromiso de lealtad cargado de culpa, la terapia debería dise-
veían obstaculizados de modo serio en su lucha por alcanzar una au- ñarse de modo tal de reequilibrar las obligaciones fijas, perjudiciales
téntica idéntidad individual a raíz de su culpa por pautas secretas y negadas de los miembros.
de incesto, las que impedían la resolución del mito simbiótico de Al observar este tipo de familia, el terapeuta tiene la impresión
superioridad familiar. de que los miembros están atados el uno al otro de manera fatal, co-
mo en secreta alianza contra la sociedad. La madre tiende a «prote-
ger» a la hija contra toda participación seria en la vida, en tanto que
Culpa contra culpa esta última no quebraría nunca su alianza primaria con la madre.
Su fuerza de cohesión más profunda parece arraigada en la culpa. La
Otro importante sistema relacional se basa en la escalada mutua culpa por la deslealtad o la traición puede existir en cualquier grupo;
de jugadas inductoras de culpa, tanto en el padre como en el hijo. En y es posible que en forma exagerada en los sistemas con libros mayo-
tanto que el padre puede tener éxito en sus esfuerzos por mantener res intergeneracionales sobrecargados. De modo específico, el niño
al hijo dentro de una lealtad simbiótica y rodeada de culpas, este· úl- en proceso de desarrollo y el adolescente enfrentan una serie de pe-
timo puede contraatacar conociendo la manera de «palanquear» cul- ríodos críticos en que el crecimiento y la separación se vinculan a la
pa en esos padres que lo mantienen cautivo. Cuando las dos jugadas culpa por abandonar al progenitor.
incriminatorias se anulan entre sí, el hijo puede obtener fragmentos
de autonomía «en cuotas». Sin embargo, en ciertas familias como la de S., la culpa por la desleal-
tad se veía aumentada por el horror de las desdichas y los pecados secre-
La familia S. acudió a una sesión de evaluación familiar en el hospital tos. La lucha por la supervivencia individual parecía basarse en la pauta
donde estaba internada la única hija. Tratábase de una mujer de 27 años, de esgrimir culpa contra culpa. Por ejemplo, cuando la hija enfrentó la
deprimida y de aspecto poco femenino, que parecía vacilar antes de hacer elección entre mudarse de su hogar o continuar con su autodestructiva
ninguna declaración comprometedora, en especial acerca de su familia. existencia, de negación de su propia personalidad, la excesiva lealtad
Había dejado de funcionar en su forma monótona por lo general, tanto en hacia la familia comenzó a transgredir su umbral de culpa, y empezó a
el hogar como en su trabajo de empleada, y la madre describió su conduc- castigarse a sí misma enfermando psíquicamente. A la vez, ella podía uti-
ta como agitada e inquieta en el hogar. La hija expresó que tenía ocasio- lizar la enfermedad como herramienta para hacer que su madre sintiera
nales ideas de suicidio. El señor S., un hombre analfabeto de origen ex- culpas. En respuesta, esta disminuía la presión de sus maniobras induc-
tranjero, enfisemático en forma grave, pudo mantener un trabajo como sol- toras de culpa, expresaba preocupación por la enfermedad de la hija, y llo-
dador de primera categoría debido, básicamente, a las grandes expecta- raba desesperada. En ese momento la hija decía llena de furia: «Madre,
tivas que la esposa alentaba respecto de él. La señora S. fue descripta co- no llores».
mo una mujer parlanchina, voluminosa, envolvente de manera agresiva. Al entrevistar a la familia el terapeuta palpó la existencia de una con-
Desde el punto de vista de la terapia individual, debió de considerarse nivencia estrecha y defensiva. El sistema pareció abrirse sólo por un mo-
a la joven como un caso fronterizo de psicótica depresiva, inhibida, cabiz- mento, cuando el terapeuta las colocó frente a su batalla de «culpa contra
baja y algo evasiva ante los interrogatorios. En el nivel del sistema rela- culpa». La hija hizo un comentario: «Bueno, tal vez sería mejor que volvié-
cional fue posible observar la lucha de poderes desencadenada, de suje- ramos a casa, perdonáramos y olvidáramos». Cuando el terapeuta la
ción contra autonomía. El dominio simbiótico que ejercía la madre sobre exhortó a definir qué había que perdonar y olvidar, salió a relucir un inte-
la hija era dramático y manifiesto, posiblemente reforzado por la amena- resante fragmento de su historia. La madre solía tener peleas con un tío
za de pérdida del marido a raíz de la enfermedad física de este. El equipo borracho que a veces amenazaba su vida. La señorita S. recordó oportuni-
terapéutico esperaba que la hija tuviera alguna capacidad de autonomía, dades en que le pedía a su madre que llamara a la policía para proteger-
como lo indicaban las relaciones marginales que podía sostener con los las, y esta respondía: «Déjame sola, el modo en que manejo a mi hermano
hombres. Ella había tenido dos novios. Unos ocho años atrás había pensa- es cosa mía». Entonces, la señorita S. se sentía frustrada y culpable.
do casarse con uno de ellos, pero por alguna razón lo perdió. El otro le lle- ¿Acaso había hecho algo que no debía?
vaba quince años, y se había esbozado en el cuadro durante ocho sin ma- Acerca de este sistema se obtuvieron posteriores indicios entrelazados
yores perspectivas de matrimonio. Era una persona dependiente de modo de manera fatal cuando se formularon a la madre preguntas sobre su pro-
extremo, sin ingresos, que vivía del cheque de beneficios sociales de su pia infancia. Ella respondió que habían ocurrido muchas cosas horribles.
anciana madre de 82 años, y de los ingresos de la señorita S. Desde su más tierna infancia se vio obligada a ejecutar música como

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miembro de una familia de artistas funambulescos. Sin entrar en mayo- a una sesión más, y analice su decisión en forma más profunda
res detalles dio a entender que, atada por la lealtad, no podía revelar los detallada. A m~nudo la familia interpreta esto como un modo de re:-
vergonzantes secretos que debió compartir como niña que crecía en com- pondera necesidades personales del terapeuta, que rechazan con vi-
pañía de comediantes que viajaban de una ciudad a otra. Su vergonzoso sible satisfacción. También sucede con regularidad que la familia ex-
pasado engendró la lucha emprendida por ella durante toda su vida para cluye, en la conversación telefónica, siquiera la posibilidad de asistir
crear un estilo de vida tradicional de clase media a partir de una pauta fa- a otra sesión. Ellos pueden pedil· que el miembro designado como pa-
miliar de i.Ílarginados sociales. ciente sea derivado a terapia individual, lo cual es incoherente por
La familia sólo asistió a una sesión de evaluación, y por consiguiente completo, si se tiene en cuenta su aparente comprensión de la diná-
resulta difícil predecir de qué modo podrían haber realizado progresos m mica familiar.
el curso de la terapia. Por un lado, un signo favorable era que en una pri- Un aspecto fascinante de esta conducta es la forma repentina en
mera evaluación pudo revelarse una parte tan grande de las penosas obli- que se da por terminada la participación de la familia. Esto no es una
gaciones de la madre sobre lo que tenla que ocultar y negar. La hija esta-
ba atrapada por sus propias obligaciones familiares, relacionadas tanto consecuencia lógica del aparente sentido p1·ofundo de sus respuestas
con la perspectiva de la solitaria viudez de la mach·e, como con el endeuda- ante las sugerencias del terapeuta y de la presunta capacidad de
miento multigeneracional de sus pach·es. percepción y receptividad de la familia, manifestada pocos días an-
tes. Por consiguiente, tiene que haber otra lógica por detrás de lamo-
El mecanismo de «culpa contra culpa» se asemeja al sistema de tivación que lleva a los miembros de la familia a interrumpir latera-
chivos emisarios, por cuanto también está regido por la dimensión pia. ¿Cómo pueden ellos ver el fin en una situación en que el terapeu-
motivacional más poderosa: la culpa. No obstante, mientras que en ta no lo ve? ¿Cómo pueden decidirse a dejar de lado todos esos con-
la interacción con el chivo emisario la culpa se acumula en el victi- vincentes indicios que ellos mismos acaban de brindar?
mario, en la interacción de culpa-contraculpa el mutuo martirio ca- La explicación más probable de este fenómeno es que ciertas fa-
rece de una relación de causa y efecto entre la victimización del otro milias asisten a la sesión de evaluación imbuidas de una serie de ex-
y la consiguiente culpa en quien la hace perpetua. Es mortal la lucha pectativas preexistentes dentro de las que se encuadrará el terapeu-
entre una madre que, debido al propio papel de víctima que cumplió ta, no importa lo que suceda o se diga durante la primera hora de
en la infancia, se siente justificada en parentalizar a su hija, y la hija evaluación. Posiblemente, se esté alistando al terapeuta en forma
cuya vida se marchita en una parálisis autoperpetuada. Este siste- encubierta (por medio de la transferencia) para ayudar a hacer un
ma es más rígido y sutilmente más hostil que el acordado sobre la ba- nuevo balance de las tempranas frustraciones infantiles de los pa-
se de una elección de chivos emisarios. El hecho de pelear culpa con- dres. Es concebible que estos experimenten una súbita disminución
tra culpa, no puede llevar muy lejos a la hija en el proceso de emanci- de la culpa que sentían por su obligación no saldada hacia sus proge-
pación. Ella tendría que descubrir nuevos y efectivos medios de ayu- nitores; el alivio contrarresta la culpa que puedan sentil· por la ac-
dar a sus padres, con el fin de reequilibrar el balance de su «hereda- tual explotación de que es objeto el terapeuta. De ese modo cumplen
da» cuenta negativa de obligaciones hacia sus padres. la doble hazaña de vengarse de otro y «lavar de culpas» a sus padres.
La economía psíquica de dicha estrategia relacional para la familia
es evidente, aunque sus miembros tal vez recién experimenten sus
Compensación del terapeuta en la transferencia efectos al cabo de varios días. Esta designación de un chivo emisario
ahorra los golpes de la venganza a los verdaderos parientes carna-
U na fuente de ñ·ustraciones que los especialistas en terapia fa mi- les, y con ñ·ecuencia la satisfacción emocional de los miembros de la
liar encuentran a menudo tiene implicaciones técnicas y teóricas. La familia perdura por algún tiempo, después de rechazarse al terapeu-
terapia puede comenzar de la manera habitual: aparece una familia ta. Los penosos sentimientos de rencor, largamente acumulados, al
para una sesión de evaluación y, tras una investigación inicial en final se ponen en acción sin que causen mayor grado de culpa. De esa
apariencia significativa, se conviene otra sesión. Sin embargo, pocos manera, la mutua lealtad entre los miembros crea una suerte de ín-
días después se recibe un mensaje telefónico: los padres decidieron tima trabazón, desconocida en la terapia individual.
que, si bien reconocen la necesidad de la terapia familiar, deben can- Por supuesto, este empleo de la situación propia de la terapia fa-
celar la entrevista al menos por el momento. En realidad, sostienen miliar no sólo no es terapéutico, sino que además resulta antitera-
haber recibido ya ayuda. péutico. Puede generar pautas duraderas de evitación y negación.
Esta conducta, con frecuencia paradójica, il-rita y desilusiona al Los mecanismos evasivos del desplazamiento, la elección de chivos
terapeuta. Pero él puede tratar de manejar la situación por varios emisarios y el acting out inadecuado se refuerzan en forma emocio-
medios. Por lógica, tal vez se incline a sugerir a la familia que asista nal. En un sentido dinámico, a la larga la familia sale peor parada.

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El conocido fenómeno de la perpetua búsqueda de comparación quien me hizo internar durante tres días. Logró tranquilizarme hasta que
entre instancias terapéuticas individuales se ve aquí reforzado por pude recuperarme, y, por supuesto, tuve que contarle mis problemas.
la fuerza colectiva del proceso familiar. »Desde entonces me ha estado atendiendo, y todavía no ha decidido si
Hay que establecer cómo puede manejarse este tipo de conducta necesito o no del análisis; pero mientras tanto mi marido abandonó en for-
de manera eficaz y terapéutica para los miembros de la familia. Una ma total su grupo de grabación y yo me siento mucho mejor. Espero que
de las medidas que se pueden adoptar para encarar el problema con- mi marido retome su hobby en cuanto yo recobre mi equilibrio. Sospecho
siste en que el terapeuta demuestre inmediata curiosidad en lo que que en realidad necesito del psicoanálisis, pero, como es natural, vacilo en
respecta a las relaciones de la familia extensa, con específica aten- comenzar.
ción a las dos familias de origen de los padres. Al reenfocar la aten- »Dudo de que nos volvamos a ver. De todos modos, muchas gracias».
ción en esas fuentes originarias de sentimientos profundos, negados
o reprimidos, el experto en terapia familiar obtiene una «palanca»
que le permite actuar como valiente guía en esas cenagosas aguas. La liberación de los hermanos por medio del suicidio
No obstante, es probable que en cualquier momento se le asigne el
papel de sustituto simbólico de esos arcaicos personajes. Con prefe- El segundo de cuatro hermanos, Jeff, era un muchacho de 22 años que
rencia, él tiene que convertirse en foro de la investigación y en aliado había abandonado la universidad, y mientras estaba internado se suicidó
potencial contra introyecciones acusatorias y punitivas. Al mismo arrojándose desde el cuarto piso a la vereda. Su cabeza quedó deformada
tiempo, tratará de no reforzar una actitud de condena hacia las fa- por completo, y su rostro era irreconocible, incluso para la familia.
milias de origen. Ya con anterioridad había estado internado varias veces durante bre-
Al buscar cualquier indicio mínimo en el modo en que las relacio- ves períodos, y desde los 15 años se lo consideraba en esencia un psicóti-
nes familiares del pasado son descriptas, o bien se niegan en forma co. Sus padres nunca mantuvieron nada que se pareciera a una adecuada
evitativa y se desplazan en un hijo (o incluso en él mismo en esta eta- relación matrimonial. Por lo que Jeff podía recordar, ellos debatían en
pa inicial), el terapeuta puede obtener valiosa información sobre có- forma constante acerca de lo imposible que era su matrimonio y las ven-
tajas de un posible divorcio.
mo diseñar su estrategia a lo largo de las principales configuraciones
El muchacho, un ser tímido, inhibido y de poco hablar, centraba todas
relacionales de la familia. Él debería ser capaz de atrapar indicios al sus preocupaciones en su propia infelicidad. Se culpaba a sí mismo por la
vuelo y movilizar al instante el valor y los esfuerzos necesarios para desdicha de sus padres, y trataba de rehuir su culpa cayendo en una for-
examinar sus implicaciones sobre la manera en que él mismo puede ma crónica de autodestrucción. Esta vez exhibió síntomas extraños; su
ser usado y explotado para satisfacer las necesidades de la familia. mirada estaba fija en un punto situado arriba y a la derecha, y no podía
Los miembros de esta pueden resistirse a examinar sus tempranas mirar de frente al interlocutor.
relaciones, pero más aún sus reacciones ante el terapeuta, y por el Lo lamentable resultó que, mientras la familia se sometía a tratamien-
contrario limitar su discusión al paciente designado como chivo emi- to conjunto bajo la conducción de un preceptor de orientación individual,
sario. Con frecuencia parecería que el grado de fijación en la búsque- el terapeuta adoptó un método individual de refuerzo de la conducta. En
da de chivos emisarios es inversamente proporcional a la disposición consecuencia, el paciente se vio manipulado de manera simultánea en dos
de los padres a analizar sus familias de origen. Aquí cabe recordar sentidos diferentes.
un importante principio operativo de la terapia familiar: asegurar Cuando el terapeuta estaba por asignarle una nueva tarea de adiestra-
una alianza con los recursos sanos: no con la patología de las familias. miento, debido a que los síntomas del paciente habían mermado, se juzgó
La siguiente nota ilustra una variedad de dobles mensajes cortés- que Jeffhabía mejorado lo suficiente como para ser dado de alta de la clí-
mente reveladores acerca del propuesto uso del terapeuta como con- nica. Por ese entonces, aún no se le había proporcionado información so-
bre cómo se le adjudicaría un nuevo terapeuta, Tal como era en el pasado,
veniente amortiguador entre las relaciones pasadas no resueltas e sus padres de nuevo se negaron a llevarlo a su casa, de modo que el mu-
interiorizadas, y su exteriorización en el matrimonio: chacho decidió mudarse a una residencia para convalecientes. Entonces,
tras una entrevista de evaluación, las autoridades de ese establecimiento
«Estimado doctor: Como me es tan difícil dar con usted por teléfono, le rechazaron su solicitud, afirmando que no estaba curado lo suficiente co-
escribo esta nota para explicarle por qué ya no me trataré más con usted. mo para satisfacer sus criterios de admisión.
»Después de salir de su consultorio el sábado último por la tarde, tuve Cuando el consultor de terapia familiar se enteró de todas esas nove-
una discusión con mi marido, quien convino en verlo a usted el sábado si- dades exigió tma total apertura en la información. Dm·ante lo que resulta-
guiente; pero el miércoles ocurrió otro pequeño incidente, de por sí insig- ría ser la última sesión de familia, Jeff expresó su desilusión por el trasla-
nificante, y yo sufrí un involuntario ataque de pánico y terror que hizo do de su terapeuta y añadió que estaba considerando la posibilidad de de-
que mi marido no fuera a trabajar y llamara al médico de la familia, jar la clínica sólo porque no quería que le asignaran otro médico. En ese

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momento su madre hizo saber sus sospechas dé que el terapeuta partiera a sus hermanos, tal vez de por vida, de la obligación de sentirse res-
por algún motivo propio, fuera de lo que se refería a requerimientos de ca- ponsables de la situación matrimonial de sus padres. El hermano le-
pacitación. En apariencia, tanto los padres como el terapeuta del paciente vantó un dedo acusador al referirse al ejemplo de Jeff: ¿era eso lo que
en ese momento deben de haber hecho que Jeff les perdiera la confianza se esperaba de ellos? El suicidio de Jeffhizo que las exigencias pater-
con gran rapidez. nas, de extrema dependencia respecto de sus hijos, aparecieran ab-
Una semana después del suicidio la familia solicitó otra sesión de te- surdas y palpablemente insostenibles. Cuando se le preguntó qué
rapia familiar, con el fin ostensible de una ulterior planificación terapéu- era lo que más le impresionaba como mensaje personal del suicidio
tica. Los padres de Jeff, su hermano mayor, una tía materna y su marido de Jeff, el hermano replicó que el aspecto más llamativo de su muer-
asistieron a la sesión. La madre parecía sentirse deprimida y culpable al te era su forma violenta. Agregó que de ese modo no podría ponerse
extremo, el padre habló con indolencia de asuntos que no venían al caso, en duda la deliberación del acto. Así, como en el caso de los estudian-
en tanto que el hermano trataba de dejar puntualizadas ciertas circuns- tes que llegaban a la autoinmolación en una nación sometida, la mo-
tancias de una manera por completo coherente y hasta punzante. dalidad violenta del autosacrificio se convertía en el factor más im-
La sesión se inició con la sugerencia del tío materno en el sentido de portante para sacudir un sistema familiar de sojuzgamiento y ex-
que la muerte de Jeff debía ser un legado para la familia, o sea los padres,
plotación.
para que «se unieran tratando de salir a flote». En apariencia, ese tío y su
esposa habían sido usados en forma continua como sustitutos paternos
por esos padres infantiles de modo irremediable, al igual dé lo que ocurría
con sus hijos. El comentario del tío, bien intencionado, generoso y cons-
tructivo, también debe de haber tenido implicaciones profundamente Límites del cambio en los sistemas
acusatorias para los pad1:es·.
El hermano declaró sentirse algo desconcertado por el grado de culpa Hemos descripto en las páginas anteriores el penetrante aporte
que revelaba su madre. Este comentario también tenía un significado motivacional del marco de contabilización de justicia ante una varie-
acusatorio implícito, en especial teniendo en cuenta que el hermano perci- dad de pautas familiares de «conductas patológicas» determinadas
bía en forma manifiesta que los cuatro hijos de esa familia se sentían cró- en forma múltiple. El seudodistanciamiento en las relaciones de
nicamente sobrecogidos por la imposible relación de los padres, llena de familia, el rechazo (en connivencia) de todos los parientes políticos,
hostilidad. El hermano explicó que la carga que debían arrastrar los hijos la adicción a las drogas, así como también las extrañas aventuras se-
no era causada tanto por sus relaciones individuales con los padres, como xuales o destructivas para la comunidad, pueden ser utilizadas, to-
por su preocupación por la falta de una sólida relación conyugal entre aque-
das ellas, para evitar un enfrentamiento con la reciprocidad de las
llos. Agregó que a medida que los hijos crecían se volvían menos disponi-
bles y pasibles de explotación, y de ese modo se creaba un nuevo vacío en- obligaciones relacionales.
tre ellos y sus progenitores. Este vacío fue luego llenado en forma progre- Varios meses de terapia con una familia nuclear revelan poco a
siva por la enfermedad de Jeff, quien durante los seis últimos años había poco la importancia, al principio desestimada, de las visitas al anti-
requerido tanta atención que a veces sus padres, por más que estaban guo hogar o a los parientes políticos, las llamadas telefónicas o el oca-
enemistados, olvidaban sus propios conflictos. sional intercambio de cartas con algunos de ellos. Lo que parece ser
El hermano de Jeff dijo entonces que era el momento de emprender una forma estancada, o fija de modo irremediable, de evitar todo con-
una acción positiva, en vez de negativa. Describió sus propios problemas, tacto con la familia extensa a menudo permite alentar nuevas espe-
complejos de por sí: acababa de divorciarse. El también había considerado ranzas. Por ejemplo, una relación distante entre padre y abuelo, mu-
a menudo la posibilidad del suicidio. A su modo de ver, sus hermanas tuamente acusatoria, puede transformarse en un enfrentamiento de
también tenían muchos problemas, que ahora deberían enfrentar. dos adultos. El hijo que también es marido y padre puede descubrir,
Añadió que lo había tomado totalmente por sorpresa el pedido de los junto con sus ancianos progenitores, que en cierto nivel también
padres, de que los visitara después del funeral. puede seguir siendo hijo. En forma gradual, la seudoobjetividad y el
Hacia el fin de la sesión, el hermano proporcionó un muy significativo seudodistanciamiento adquirido desaparecen, y como resultado aflo-
fragmento de información adicional. Dijo que dos días antes del suicidio ran ciertos aspectos propios de las lealtades de la infancia. Por un
de su hermano, ellos dos habían sostenido una conversación en el curso de tiempo, ambos cónyuges pueden ponerse del lado de sus respectivas
la cual Jeff mencionó sus intentos suicidas. El hermano admitió que, tras familias de origen, llenos de lealtad, y rechazar de manera explícita
oírle hablar tantas veces al respecto, le había replicado que, si realmente
a la familia del otro. Con posterioridad, esto puede facilitarse para
lo sentía así, tenía todo el derecho a actuar en consecuencia.
formar una alianza y apoyarse el uno al otro, para analizru· en forma
La sesión post mortem de la familia, tan llena de fuerza, puso de conjunta problemas no resueltos y negados en ambas familias de
relieve el tema del legado de Jeffpor medio del suicidio. Liberaba así origen, y luchar contra ellos.

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ser indicios de creciente alienación en ufl sentido interpersonal. Esta
Un ejemplo clínico de la total imposibilidad de hallar una reconcilia- es una era de exploración sexual sin precedentes, basada en el avan-
ción del conflicto entre la lealtad conyugal y la debida a la familia de ori- ce de las técnicas anticonceptivas y el cuestionamiento en gran esca-
gen es el que pudo observarse en una familia, que fue derivada al terapeu- la de los valores tradicionales de la sociedad, como lo demuestran
ta debido a la condición esquizofrénica de ambos hijos. Pronto se descu- ciertas comunidades nuevas y otros aspectos de la «cultura de los jó-
brió que el matrimonio de los padres era una serie inacabable de mutuas venes».
recriminaciones y separaciones. Durante la mayor parte de los 24 años de De acuerdo con nuestra experiencia, la mayoría de los jóvenes
matrimonio, el marido se mantuvo formalmente separado, o bien terúa un buscan vivir en comunidades con el fin expreso de escapar a la vida
trabajo fuera de la ciudad. Sólo permanecía con la familia algunos fines
familiar tradicional. Es poco realista cuestionar la validez de su ne-
de semana. Sin embargo, el hombre seguía atendiendo de manera ade-
cuada las necesidades económicas de la familia. cesidad de relacionarse con sus padres; un examen más detenido de
Un examen más detenido de ese sistema familiar nuclear y extenso re- la situación, sin embargo, puede revelar que en forma no deliberada
veló que la esposa se había mantenido siempre muy apegada a sus cinco también se mantienen abiertos a las señales de desesperanzada an-
hermanos y dos hermanas. Los cinco hermanos eran dueños de una em- gustia de sus padres, permisivament~ li~erales. Por de~rás de la des-
presa familiar, y en algún momento ambos cuñados habían estado em- preocupada fachada de la cultura lnppLe. hay una ,a~tltud de sob~e­
pleados por la compañía. Los hermanos y hermanas se consultaban a dia- vinculación «pasivo-agresiva» con autondades cntlcas de la socie-
rio por teléfono en relación con todos los problemas de importancia. Se dad, que demuestran estar tan preocupadas por esos jóvenes como lo
reurúan para celebrar todas las festividades religiosas, tal como lo habían estuvieran sus propios padres.
hecho en vida de los padres. Los ocho hermanos mostraban una llamativa
unanimidad en la exclusión de sus cónyuges, y compartían una visión
desdeñosa y condenatoria de todos ellos. Uno por uno se los describía co-
mo seres estúpidos, débiles de carácter, físicamente inadecuados, irres-
ponsables, o producto de una elección desacertada por alguna otra razón. Mitos sociales y lealtades
Interesa advertir que en este caso la terapia familiar consistió en una
serie de sesiones con la madre, sus dos hijos psicóticos, y dos o tres de los En vista de la tradicional lucha del hombre contra las opresivas
hermanos de ella por vez. Su marido pronto se mudó a otra ciudad, e inte- . responsabilidades de contabilización de obligaciones, las necesida-
rrumpió sus apariciones. No obstante, las sesiones con los hermanos de des de autonomía individual llevan, de manera natural, a formar
la madre continuaron durante más de un año. En el proceso de trabajo · alianzas en connivencia con ciertas tendencias político-económicas.
descubrimos que en casi todas las familias de los ocho hermanos había Determinados mitos y valores sustentados en la cultura son antagó-
por lo menos un hijo psicótico o gravemente neurótico. nicos a los conceptos de solidaridad y de obligaciones familiares. En
apariencia una persona puede escudai·se en la familia como respaldo
Buscar refugio en la «carrera de las drogas» puede comportar un contra los excesos de poder de fuerzas políticas o económicas despia-
sentido de «cura» de la alienación. Lennard et al. [62] comentan que dadas, y viceversa. En ciertos momentos, la incapacidad de enfre~­
dicha cura aparente no es sino una forma de trágico autoengaño, tar las responsabilidades de las obligaciones recíprocas en la propia
porque el ser «levantado» por medio de fármacos es menos capaz aún familia puede convertir a la persona en un idealista preocupado por
de desarrollar relaciones interpersonales significativas. La droga la sociedad o, por el contrario, en un cruzado lleno de sospechas con-
disminuye la presión de otras opciones y aumenta el sentido de frus- tra toda la humanidad o parte de ella.
tración y alienación. De todas maneras, cabe agregar que en algunos Uno de los mitos más difundidos de la civilización de Occidente es
casos las pautas de vida del drogadicto, en apariencia irresponsables el de la discreta independencia del individuo como entidad ideal-
y sin esperanzas, puede enmascarar un subyacente y responsable mente absoluta, «monotética». Sin pretender cuestionar el valor del
compromiso de lealtad relacionado con un papel familiar de preocu- ideal de la responsabilidad individual y las obligaciones morales, los
pación y solicitud, como en el caso del último hijo que desea estar a especialistas en terapia familiar deben actuar con cautela, para no
disposición de una madre ansiosa. Por consiguiente, el drogadicto no considerar al individuo como un ser dinámicamente independiente o
sólo es un prófugo que rehúye el dolor más visible de la alienación, desconectado de su sistema relacional. Desde las épocas más remo-
sino también un recurso oculto para las expectativas relacionales so- tas, los gr·andes dramaturgos y novelistas han pintado siempre al
brecogedoras de la familia. hombre como parte de un sistema relacional de motivaciones. La au-
Nuestra era pone a prueba la función reproductora del hombre tonomía adquirida por medio de la separación completa en lo exte-
como base más significativa de auténtico compromiso en una rela- rior y la negación de toda relación tiende a verse contrarrestada en lo
ción heterosexual. El material sexual exhibicionista en los medios interior por la acumulación de culpas y responsabilidades.
publicitarios, la moral sexual liberada, etc., más que causas pueden

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Otra serie de mitos culturales hace referencia a la sobrevalora- Conclusiones
ción de las manifestaciones de conducta abiertas como criterios para
juzgar la esencia de las relaciones. Nuestra cultura científico-indus- En síntesis, desearíamos extender nuestra consideración de la
trial debe valorar, en apariencia, todo esfuerzo humano por el grado estructura social subyacente de reciprocidad de méritos y justicia a
de progreso material, el cambio pasible de ser medido o descripto, o todas las áreas de «patología» manifiesta en las relaciones de los se-
la capacidad de «adaptación» al progreso material. El compromiso res humanos. Creemos que el dominio «interhumano» [26] de la jus-
con un-futuro cada vez mejor, desde el punto de vista material y el ticia del mundo de los hombres es la base de cualquier perspectiva de
progreso ilimitado, puede enmascarar nuestra falta de valor para el confianza entre la gente. A la vez, el hecho de llevar cuentas de reci-
enfrentamiento relacional y nuestro deseo de eludir la difícil tarea procidad de la justicia tiende a plantear una exigencia abrumadora a
de resolver obligaciones conflictivas. todos los miembros de cualquier sistema de relaciones, y específica-
Los mitos sobre la separación de la familia nuclear como unidad mente a las familias. Los intentos por negar o rehuir esa contabili-
idealmente autocontenida se utilizan para encubrir compromisos de dad constituyen la dinámica central de todo sistema de relaciones.
lealtad ocultos y no resueltos para con la familia extensa. A menudo En tanto que dicha huida puede ser una necesidad temporaria para
se alienta -aun terapeutas profesionales-la separación física de la las indagaciones autónomas de la persona, debe descubrírselo y en-
generación anterior considerada por sí misma, sin tener en cuenta el frentárselo si queremos que el sistema social siga siendo productivo
grado de madurez emocional alcanzado o las bondades potenciales y dando lugar a un crecimiento sano. Cuando amplias esferas de las
de la ulterior vida en común. El sistema de bienestar social prueba, relaciones familiares se basan en la negación de los criterios de justa
al parecer, la altruista disposición de la sociedad a compartir la res- reciprocidad, la patogenia es inminente.
ponsabilidad de mantener a hijos nacidos en condiciones familiares El punto de vista sistémico de la patogenia tiene importantes im-
adversas. Sin embargo; parece faltarnos el valor para analizar las plicaciones prácticas y terapéuticas. Mientras que la psicoterapia in-
implicaciones éticas de los hijos nacidos sin tomar en cuenta sus de- dividual está dirigida a reforzar las actitudes responsables del pa-
rechos a una maduración protegida. Una orientación hipócrita de la ciente, a veces sin tener en cuenta la reciprocidad y equidad familiar,
moral presenta el control del placer sexual y los tabúes contra la an- la terapia familiar o basada en un sistema de relaciones debe consi-
ticoncepción y el aborto como valores más importantes que la obliga- derar de manera inexcusable el punto de vista justificable de cada
ción de los padres de criar su prole, y el derecho de los hijos a un am- miembro. A medida que se responsabiliza a un individuo respecto de
biente paterno de solicitud por ellos. la relación total, el terapeuta debe ampliar las bases de su preocupa-
Otra forma de hipocresía común en las familias puede erigirse en ción y luchar por incluir a otros en forma «altruista».
gran obstáculo para la resolución de las obligaciones conflictivas du- Las conclusiones terapéuticas sólo pueden desarrollarse de modo
rante el tratamiento de familias. Muchos progenitores alientan la gradual a partir de los principios sistémicos descriptos en este capí-
creencia de que mientras no incluyan a sus hijos en la discusión de tulo. El proceso de crecimiento emocional de una persona es parte
su propia relación conflictuada, estos no se verán abrumados por las imprescindible de toda psicoterapia. Sea que el lector haya practica-
consecuencias de dichas relaciones negativas. Como es natural, los do la terapia familiar o individual, o ambas, debe desarrollar una
problemas en verdad privados entre los padres no deben discutirse fórmula personal para encarar las exigencias de un enfrentamiento
en presencia de los hijos. No obstante, por experiencia sabemos que con cuentas ocultas en relaciones caracterizadas por la proximidad.
los hijos se sienten mucho más abrumados al verse excluidos de la Las implicaciones de la labor del terapeuta afectarán en forma inevi-
discusión abierta y honesta de las diferencias. La posibilidad de ser table, su propia capacidad de apertura para enfrentar el balance de
testigos de la lucha de los padres para salir del caos y sustentar su sus relaciones personales. Al admirar al miembro individualista de
relación es uno de los más grandes dones que pueden recibir de sus la familia, que afirma su personalidad con valentía, sin duda descu-
mayores. Los padres pueden contribuir en grado sumo al crecimien- brirá en sus pacientes réplicas de sí mismo, su progenitor, su cónyu-
to de sus hijos compartiendo con ellos los aspectos humanos más pro- ge y su hijo.
fundos, incluso de esos conflictos. El terapeuta no tiene más remedio que ser testigo de dramas hu-
Finalmente, los sistemas políticos autocráticos pueden alentar el manos muy intensos. Observará las opciones de un padre, de sacrifi-
desapego de la familia con el fin de obtener mayor lealtad hacia el go- car su tendencia a aferrarse con fuerza a un hijo que crece, o ceder a
bim·no o el partido dominante. Sin embargo, en una sociedad libre y sus impulsos posesivos e ignorar el mandato de la siguiente genera-
democrática, la juventud puede darse a un emocionalismo anárquico ción a ojos del hijo. Advertirá el modo en que el adolescente vacila en
y contraautoritario, como vía de escape del enfrentamiento de las comenzar a vivir su propia vida, antes que sus padres puedan hallar
obligaciones relacionales. consuelo en el descubrimiento de su nueva soledad.

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Hasta la era posvictoriana, los problemas de lealtad familiar que- es nuestra primera tarea, pero sólo como medio de diseñar una es-
daban en gran medida sin formular, porque se los daba por sentado. trategia para reequilibrar en forma activa las relaciones. Entonces,
Por su parte, nuestra era los niega con la ayuda de los mitos del éxito el conocimiento de sí mismo y la creciente reafirmación de la perso-
material individual y la eterna 'lucha contra la amenaza de la autori- na hallan su lugar en el contexto de las cuentas de equidad y justicia
dad. Nuestra difundida fragmentación social puede hacer ver como en las relaciones más estrechas.
que la lealtad no es operativa en la familia de hoy. Entonces, los pro-
blemas de lealtad surgen en forma subrepticia e inesperada. En mu-
chas familias, los actos delictivos del hijo crean un sentido de lealtad
familiar de desafío hacia la sociedad, por así decirlo. Hemos visto,
por ejemplo, que incluso los hurtos reiterados en la escuela pueden
ejercer un paradójico efecto de unificación de la familia. Desafiando
a la escuela, es decn: al representante del sistema social, los miem-
bros de la familia suelen apoyar en forma encubierta la negación de·
los hechos por parte del niño.
Es probable que la reformulación de la lealtad familiar sea el pri-
mer paso hacia la reforma de los valores sociales, de modo que pueda
sobrevivir la sociedad libre. Las cuestiones de explotación y justicia
deberán examinarse de tanto en tanto sobre una base de reciproci-
dad y lealtad relacional, más que de acuerdo con criterios funda m en-
talmente económicos. "Por supuesto, la justicia económica es impor-
tante, pero también puede usarse como instrumento de un escapis-
mo materialista de la realidad humana.
Mientras los procesos políticos y sociales se sigan viendo en fun-
ción del éxito competitivo de individuos y grupos, toda revolución
tenderá a dar por resultado una forma de represión más amplia y ex-
poliadora de modo sutil. Sólo trascendiendo el modelo de competen-
cia por el poder habrá esperanzas de llegar a una ecuación social
realmente más perfecta. La definición de criterios de justa reciproci-
dad entre las naciones, grupos étnicos, patrones y empleados, partes
contratantes, etc., podrá en últnna instancia proporcionar mayor sa-
tisfacción a cada cual, en vez de contribuir a la explotación del otro.
Entendemos que ningún grupo social, como la familia, sindicato,
raza, religión o nación, podrá hacer una mejor inversión preventiva
en sus relaciones que la que efectúe por medio del estudio enfocado
sobre la moneda corriente que rige sus intercambios recíprocos den-
tro y fue~·a del grupo. El mantennniento de un balance equilibrado
en las relaciones no exige igualdad entre las partes. La relación en-
tre seres desiguales puede ser equilibrada, siempre que las partes,
de manera consciente o inconsciente, puedan afrontar las cuentas de
reciprocidad y ajustar la asimetría de los intercambios para compen-
sar la asimetría de las ventajas.
Las implicaciones terapéuticas del concepto sistémico de equi-
librio y desequilibrio en las relaciones pueden alterar los valores y
principios operativos del terapeuta. Los principios de apertura,
insight, orientación directa, encuentro, etc., si bien valiosos dentro
de sus propios alcances, se convierten en metas más limitadas. El
enfrentamiento abierto con el libro mayor de reciprocidad relacional

182 183
6. Parentalización

Aunque con anterioridad hemos hecho referencia a la parentali-


zación, en el presente capítulo enfocaremos en forma más detallada
sus implicaciones sistémicas y de lealtad. El término suena poco fa-
miliar para quienes no se hallan vinculados con el tratamiento de fa-
milias, ya que se lo ha empleado principalmente como un concepto
técnico para describir una faceta de la dinámica familiar patógena.
Sin embargo, da cuenta de un aspecto muy difundido y de suma im-
portancia en casi todas las relaciones humanas. Sugerimos que la
parentalización no debe circunscribirse de manera incondicional al
campo de la «patología» o la disfunción relacional. Es un componente
del núcleo regresivo de relaciones caracterizadas por un grado sufi-
ciente de reciprócidad y de equilibrio.
Por definición, la parentalización implica la distorsión subjetiva
de una relación, como si en ella la propia pareja, o incluso los hijos,
cumplieran el papel de padre. Dicha distorsión puede efectuarse en
la fantasía, como expresión de deseos, o, de modo más notorio, me-
diante una conducta de dependencia. Por ejemplo, los padres pueden
alentar a su hijo a que se esfuerce por convertirse en un genio, o ne-
garse a tomar de manera responsable decisiones cruciales. Si el acto
de enamorarse se basa siempre, en forma parcial, en una parentali-
zación imaginaria, puede considerarse que la mayoría de los matri-
monios entrañan los consiguientes contratos de por vida destinados
a equilibrar esa fantasía por medio de una reciprocidad conyugal
responsable y generosa.
En los casos afortunados, la medida de parentalización conyugal
sigue una pauta simétrica. La exigencia del otro se tolera mejor si
también yo puedo exigirle algo. Asimismo, hasta cierto punto, todo hi-
jo debe ser parentalizado por sus propios padres en determinados
momentos; de lo contrario, no aprendería a identificarse con roles
responsables para su existencia futura. La interiorización de la imagen
del sí-mismo como progenitor que puede dar algo de sí es un impor-
tante paso hacia el crecimiento emocional. Por otra parte, si se la ro-
dea de una atmósfera de obligatoriedad cargada de culpa en exceso,
esa interiorización puede configurar un lazo que atrapa al hijo en
una larga sujeción a las exigencias unilaterales de parentalización.
Más que condenar cualquier manifestación de parentalización, el
especialista en terapia familiar debe interesarse por su importancia

185
.•
dinámica dentro del balance de relaciones, a-los efectos de evaluar su
nan la explotación agresiva y sexual de los hijos en el seno de ciertas
grado de inconveniencia. Si un adulto parentaliza a otro (p. ej., a su
cónyuge), por lo común la distorsión se da mediante una regresión familias. . ., . .
Resulta probable que cierto grado de pare:1talizac10~ mco~~cien­
fantaseada y a menudo inconsciente del sí-mismo hacia una condi-
te sea parte de la actitud de todos los p_roge~tores hacia ~u hiJO. En
ción infantil. Por comparación con el sí-mismo, el cónyuge aparece
como persona obligada a convertirse en proveedor, defensor o enfer-
este sentido, configura un intento por Impedi:· el agot~miento en:o-
cional del progenitor. No obstante, en determmadas crrcuns~ancras
mera. Si un adulto parentaliza a un niño, la distorsión de la relación
1 necesidad paterna de parentalizar al hijo se vuelve consciente, e
avanza otro paso. En realidad, la diferencia generacional debe inver-
tirse. Primero, la persona del niño debe transformarse en la de un i~cluso se acentúa en forma obsesiva. Hemos visto ~asos de_ ~adres
ue manifiestan solazarse con el retrato de deternuna~o hiJO como
adulto imaginario. ¿Por qué se hacen tantos esfuerzos en ese senti-
do? ¿Qué gana el adulto mediante la maniobra de parentalización?
~n verdadero adulto en miniatura, desde el ~omento mis~o del na-
¿Qué efecto ejerce sobre el hijo que está siendo parentalizado? cimiento. En otros, la primera visión que obtiene el pr?gemtor de los
rasgos faciales de su bebé lo ~on~erte ~ este en cand}-dato al _eterno
El beneficio emocional derivado de la maniobra de parentaliza-
rol de chivo emisario, en apanencia debido a su semeJanza física con
ción está relacionado de modo íntimo con necesidades básicas de po-
uno de los padres o la hermana de aquel.
sesión. Una imaginaria dependencia infantil respecto de la persona
del otro puede gratificar las propias necesidades de seguridad. Por
añadidura, la fantasía de «rescatar» a un progenitor hace revivir
antiguos deseos de curar la herida causada por la pérdida del propio
estado de dependencia-infantil respecto de padres todopoderosos y Posesión y pérdida de los seres queridos
dadivosos. El dolor provocado por el enfrentamiento de las primeras
pérdidas puede reiterarse con cada nueva separación. Sin duda La posesión, por contraste con la pérdida ~e lo~ seres q~e~idos, es
alguna, hasta el más maduro de los adultos necesita abandonarse la dimensión clave de la más profunda expenencia y sent~ento de
periódicamente a sus sueños de gratificación infantil, y se ve tentado las relaciones familiares. El sistema concatenado de n_eces1dades ob-
de usar una relación actual como sustituto de la posesión de un pro- jetales posesivas de los miemb1:o~ individu~les contribuy~ a s~nta~
genitor. A la inversa, una relación se vuelve emocionalmente signifi- las bases emocionales de la familia como umda_d. La mayor satlsfac
cativa para nosotros en la medida en que podamos investirla de fan- ción del hombre tiene lugar al forjar una relaciÓn, y su mayor dolor
tasías regresivas de gratificación infantil. está vinculado a su falta de relación o a la amenaza de perder u~~ re-
Aunque nuestro concepto de la parentalización se expresa en tér- lación importante. Así como la posibilidad de levant~r una familia es
minos en esencia posesivos (orales, dependientes), tenemos concien- fuente universal de felicidad anticipada, la perspectiva de perder un
cia de otras implicaciones, como las agresivas o sexuales. El progeni- hijo, aun cuando sea a raíz de su crecilniento y madurez, puede gene-
tor puede tratar al hijo como si fuese su igual desde el punto de vista rar la más profunda congoja. .,
generacional, en vez de alguien perteneciente a otra generación. El El hijo capacitado para dar un paso en pos de la separacwn_ deb~,
resentimiento acumulado durante largo tiempo puede descargarse tarde 0 temprano, enfrentar su culpa y el hech<: d: tomar conciencia
sobre la figura del hijo, en forma de desplazamiento de represalias. de que sus padres experimentarán dolor y sentn·a~ un oculto resen-
Tradicionalmente, la estimulación heterosexual (edípica) entre pro- timiento por ese paso que él dé. En última instancia, el proc~so lle:a
genitor e hijo se ha interpretado como algo que traspone las fronte- a la obsolescencia de la anterior generación. E~~ hecho e~stenc1~l
ras generacionales. El uso del hijo como igual para gratificar las ne- debe reconocerse como fuente principal de tens10n en la :'1da f~mi­
cesidades sexuales del progenitor se convierte en incestuoso en el liar, a despecho de la propia orientación teóric~ hacia 1~ ps1cologra de
punto en que se viola la frontera generacional y se introduce un las relaciones. La teoría dinámica de las relaciones obJetal_es, tal co-
vínculo sexual entre dos adultos. mo la elaboraron Klein, Fairbairn y Guntrip [49], e~ ~art:~ular, ha
Este análisis de la estructura relacional no pretende sustituir el desarrollado el concepto de interiorización y reextenonzacwn_de las
estudio clínico. Por experiencia sabemos que las relaciones incestuo- pautas de relación como mecanismo pri_ncipal pa~~ compendia1: lo~
sas tienen una motivación destructiva, devoradora, más que hetero- aspectos filiales y paternos de las relacwnes familiares.~ recrea~
sexual de modo auténtico. Descubrimos que, fuera del hecho de que mis actitudes pasadas hacia mi propio padre en 1~ relac10n con mi
en lo individual el progenitor puede actuar llevado por sus impulsos hijo, de manera potencial me cor:vierto en_ padre e hiJO a la vez. EJ?- un
sexuales o destructivos, en la interacción de un progenitor con otro y momento cualquiera en que copiO las actitudes paternales ~e m1 pa-
en la de todo el grupo familiar existen determinantes que condicio- dre, hay algo que también revive en mí al sí-m1smo hambnento del
hijo que solía ser mantenido y apoyado por sus padres. De este modo,

186
187
en cierto sentido mi hijo, que ha hecho de mí un padre tambi'e'n Roles manifiestos relativos a los cuidados dispensados
~
d e t rans1.ormarme hi' , , pue-
en JO. En terminas generales cualquier rela ·'
t . d l
carac enza a por . a proximidad · · · de los vínculos plantea un d esaCIOn
fi10 .•
, . La elección de un cónyuge suele basarse en la fantasía encubierta
. e1 d e reso l ver.l a d Ia 1e~tiCa antitética siempre reiterada de alternar de unii·se a alguien que satisfará nuestros deseos como lo harían un
los _roles de SUJeto y obJeto en los dos participantes. Recibimos al dar padre o una madre. En un matrimonio bien equilibrado, las expecta-
y ':?-ceve1<sa. No podemos poseer a otros sin, a la vez, ser también po~ tivas de parentalización tienden a formar una pauta más o menos
se1dos por ellos. Ya nos hemos referido en otro lugar a la di'st1·n ·' simétrica. «Si tú me tratas como un bebé, en algún otro momento yo
' d d . f. CIOn
en t re epe'!' encz~ 1 uncwnal y dependencia óntica [12, pág. 37]. La
'
seré como un padi·e para ti».
depe~dencia f~ncwnal se basa en funciones específicas relativas a En ciertas oportunidades, la conducta reg¡·esiva de los progenito-
l.os cmdados ~rrndado~, e_n tanto que la dependencia óntica es inhe- res exige de manera abierta que los hijos pequeños asuman el rol de
r~nte a nuestro _ser psiquiCo. Desde el punto de vista psicológico, «vi- cuidadores. Vimos cómo un chico de siete años discaba el número de
VImo~» de relaciOnes, y esta tan seguros como lo permitan nuestras la policía mientras su madre gritaba pidiendo ayuda, tirada en el
r~la~wne~ co~ otras personas. La pérdida de una relación significa- suelo y semiahogada por el padre del niño. A menudo observamos có-
tiva Implica Siempre la desconfirmación óntica de la propia persona. mo un hijo preadolescente oscila de un lado a otro como un péndulo,
tratando de tranquilizar a un progenitor y luego al otro, en tanto que
ellos siguen insistiendo en su insalvable incompatibilidad y la nece-
sidad de divorciarse. Por regla general, es imposible hacer una eva-
Parentalización y asignación de roles luación cabal de las motivaciones de cualquier conflicto de los padres
sin evaluar, también, sus efectos sobre la evolución emocional de los
. ~esde el punt~ de vista terapéutico y teórico, las relaciones de fa- hijos. Por ejemplo, las amenazas de divorcio de los padres pueden de-
milia o la psic?l~g¡a individual pueden enfocarse en dos niveles: el de tener los esfuerzos que sus hijos adolescentes o jóvenes realizan en
los aspect~s factiCos observables en forma manifiesta y el de las fuer- pos de su emancipación.
zas e~c.ubiertas ~e determinación dinámica. Siempre es más fácil Aun cuando los hijos no carguen con el peso de los roles manifies-
d~scnb11· ~ estudiar la di~tribu~i?n explícita de roles en las familias. tos de cuidadores, pueden funcionar como agentes de cimentación
~I? embar~~.' en la terapia familiar a menudo descubrimos una rela- que sostienen en pie el matrimonio de sus padres. No nos referimos
~IOn pa,radOJica_entre a~bos niveles, en que la abierta asignación de aquí al esfuerzo consciente que hacen muchos padres por evitar todo
ro~es_solo contnbuye a disfrazar motivaciones más profundas y dia- conflicto abierto en presencia de sus hijos. Una de las experiencias
metriCamente opuestas. de aprendizaje más impresionante que hemos recogido a lo largo de
~a estructurad~ nuestro compromiso interno con una relación se la práctica de terapia familiar fue ver de qué manera puede, sin que-
entrelaza por medws ocultos con la de la pareja o los copartícipes rerlo, obtenerse una profunda devoción, llena de tacto y considera-
~m·man~o un complejo equilibrio de fuerzas grupales y obligacione~ ción, de los hijos de tres o cuatro años de un matrimonio conflictua-
rnco~~cien~es. Desde el comienzo mismo del movimiento de terapia do. En las sesiones iniciales los hijos pueden incurrir en el acting out
fam1har, -~!Versos autores efectuaron intentos por describir la es- para ocultar los problemas de sus padres a la vista de extraños. Más
tructurac~~n de los compromisos profundos que atan a los miembros adelante, los hijos pueden visualizar o expresar en forma verbal su
de~~ familia: Se h~ h~cho referencia a algunas fuerzas de estructu- preocupación por la posibilidad de que las peleas de sus padres lle-
racwn e~cub1erta tildandoselas de «mitos familiares». Fuera del mi- ven a la separación, el divorcio, o incluso el homicidio. Intervienen
to consciente, form_u~ado de modo cognoscitivo, podemos encontrar así para ayudar al perdidoso y alentar al deprimido.
P_~utas precog:r;oscltivas, no verbales y menos conscientes de rela- Los hijos de familias que viven en guetos suelen ser descriptos co-
cwn, que todaVIa no pueden llamarse «mitos». La parentalización es mo niños cargados de modo prematuro de responsabilidades paren-
una ~e es~~ pauta~ de estructuración de las relaciones que conlleva tales. Pavenstedt [68] describe familias en que el hijo de tres años ca-
la ~signacwn ma~es~a de .roles, así como características de expec- lienta a medianoche la leche para el bebé, mientras la madre yace
tativ~s Y c?_mpromisos rnterwrizados. En primer lugar, enfocaremos borracha en la habitación contigua. No obstante, fuera de esos extre-
la asignacwn de roles como aspecto de la parentalización. mos de explotación funcional, no es cierto que el funcionamiento
adulto anticipado, y determinado por la realidad, tenga sobre el niño
un efecto mutilador similar al que causa la explotación cargada de
culpas del pequeño a raíz de necesidades más emocionales que rea-
les. De hecho, en muchas familias la «república» que crean en su

188 189
El autosacrificio voluntario es la base de la fuerza de cohesión de
mundo propio los hermanos puede ser una fuente mucho más digna casi todas las grandes religiones. Así como la obediencia de Abraham
de confianza y seguridad para el hijo más pequeño que el progenitor a Dios al ofrecerle a su hijo en sacrificio se convirtió en un importan-
dependiente e imprevisible. La dependencia mutua entre los herma- te componente del pacto sellado entre Dios y los hebreos, el sacrificio
nos puede impedir que sean dañados por la conducta infantil de pa- voluntario de Cristo es el elemento clave en el pacto cristiano, talco-
dres inmaduros. En esas familias, el desarrollo de la confianza bási- mo se desprende en forma cabal de la siguiente interpretación que
ca se afirma en funciones de parentalización recíproca entre los her- propone la Encyclopedia of Religion and Ethics: «Este nuevo pacto,
manos, más que en el desempeño de los padres. el evangelio cristiano [... ] contrasta con la ley mosaica como pacto
anterior o más antiguo. Al igual que este último, fue sellado con el
sacrificio, incluso el de la sangre de Cristo, quien por Su voluntaria
Roles sacrificiales obediencia y sumisión a la muerte volvió superfluo el anterior siste-
ma de sacrificios, convirtiéndose en mediador de un nuevo pacto»
El sacrificio es un elemento universal con connotaciones religio- [52, pág. 219].
sas y éticas, presente en todas las civilizaciones primitivas. Es la ba- A menudo observamos que el ser humano que se ofrece como víc-
se de los pactos sellados entre grupos de hombres o entre el hombre y tima voluntaria se convierte en fuente de mayor poder social. Por
sus dioses. Sin embargo, con frecuencia se soslayan los importantes contraste con el aspecto expoliador del autosacrificio, lo que nos im-
aportes de la víctima. Cuando debe ofrendar se un hijo en sacrificio a presiona es su importancia en aras de la cohesión social. Un progeni-
Dios, como en el caso de Isaac en la historia bíblica, nuestra primera tor proclive al martirio y el autosacrificio (con mayor frecuencia, la
reacción es de horror por la cruel explotación de un niño débil e ino- madre) posiblemente resulte ser la fuerza de mayor cohesión y la in-
cente a manos de adultos poderosos. A decir verdad, la interpreta- fluencia que más control ejerce dentro de la familia. El mismo princi-
ción tradicional de lo que iba a ser el sacrificio de Isaac está elabo- pio se aplica al niño parentalizado como forma de sacrificio. Para el
rada en términos del poder y la obediencia. Dios le exige a Abraham terapeuta es natural reaccionar ante el caso de un niüo tomado por
que sacrifique a su hijo. Abraham obedece sin decir palabra, hasta chivo emisario, viendo en él a la víctima que necesita de su auxilio
tal punto que Dios, impresionado por su fe y lealtad, lo libera de la activo paraser rescatado de sus opresores. No obstante, sería más
obligación de tener que cometer el acto en realidad. Conmovido por exacto describiT también a la víctima como colaborador voluntario y,
la lealtad de Abraham, Dios, que tiene el poder de borrar del mapa de hecho, ganador.
incluso a naciones enteras, les promete su lealtad a Abraham y sus Los roles del sacrificio pueden ser cumplidos por seres «malos» o
descendientes. inocentes. En la historia bíblica Isaac es, claramente, una víctima
Es fácil ver aquí el refuerzo tradicional del rol paterno por medio inocente, al igual que algunos miembros «enfermos» en las familias
de la figura de Dios, el superpadre, y soslayar el importante aporte contemporáneas. Tal vez se los respete, compadezca y sobreproteja a
del hijo, Isaac. Según se nos informa, Isaac no fue una víctima obe- menudo en ciertos aspectos. La colaboración voluntaria de la víctima
diente y coaccionada en forma pasiva. De acuerdo con Ginsberg (46], inocente, que ha sido elegida como chivo emisario, es difícil de com-
Abraham no le ocultó a Isaac el objeto de su viaje a la montaña, y es- prender sin tomar conciencia de las recompensas emocionales deri-
te último transportó de modo voluntario parte de la leña necesaria vadas de la aceptación de la jerarquía familiar de exigencias y com-
para la hoguera de su propio sacrificio. Abraham no tuvo que valerse promisos. En tanto que el animal sacrificado es la triste víctima de la
de la fuerza para obligar a su hijo a aceptar su destino. Isaac ni si- opresión humana, la persona tomada como chivo emisario suele ser
quiera trató de resistirse a su cruel muerte. superior a sus explotadores debido a su sensibilidad y capacidad de
Por añadidura, Isaac no sólo no cuestionó la decisión paterna de solicitud. Por ejemplo, puede describirse a un muchacho delincuente
consagrarlo en sacrificio, sino que él mismo le aconsejó al padre que como a un ser por completo irresponsable, sumergido en una mare-
le atara las manos, por miedo de echarse atrás y poner en peligro la jada de actos destructivos, y por añadidura entregado a la drogadic-
ofrenda. Además, Isaac demostró su preocupación por lo que harían ción. Sin embargo, puede tratarse de un jovencito que se quedó al la-
sus padres al llegar a la ancianidad sin él, su preciado hijo. He aquí do de su madre cuando su padre la abandonó y todos los demás her-
la victoria de la lealtad familiar por sobre el poder y el miedo. El ver- manos se marcharon del hogar. Su conducta delictiva y su aparente
dadero héroe es el hijo, quien actúa como si fuese un padre responsa- irresponsabilidad pueden balancearse, por medio de valores éticos,
ble en relación con sus propios progenitores, en el momento en que en un nivel más significativo de contabilidad relacional. Gracias a su
prevé su ofrenda en sacrificio a Dios, a manos de su padre. Sin su ac- asequibilidad para con la madre, carga con un exceso de responsabi-
tiva sumisión tal vez no se habría logrado un importante aporte al lidad en nombre de todos los restantes miembros de la familia.
pacto sellado entre Dios y los hebreos.

191
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En determil;-adas familia~, la víctima del sacrificio se vuelve «ma- mientras asistía a la universidad fuera de su-ciudad natal. Con posteriori-
la~> .de conformida~ con el sistema de valores morales de dicha fa- dad, ella informó que cuando trataba de concen~rars~ en el estudio no ha-
milia. ,En este. sentido,
l , el· delincuente juvenil o el ]·oven de acn·es·
b~ IVa cía otra cosa que pensar en el desdichado matrrmoruo de sus padres y el
re b.e ldIa son. eJemp os ti piCo~. Su apasionado repudio del acto traidor efecto que tendría su ausencia en la capacidad de ellos para manejarse.
pued~ per!llitir a los ?tros miembros de la familia reforzar su sentido
de solid_andad y estncta devoción. A menudo sale a relucir la mis
pauta d~ rebeldía, por medio de mecanismos específicos. en vm·::
generacwnes de una familia. ·
Parentalización y patogenia en las relaciones
Para una psicoterapia basada en las relaciones, las implicaciones
Roles neutrales
prácticas de la parentalización ~on demasiado v.ast~~ c?mo para
enumerarlas aquí. Ya hemos analizado la parentalizacwn mherente
Además de los roles de chivo emisario o de cuidador manifiesto a muchos casos de delincuencia juvenil. Entrevista en el contexto de
n;t;whos role~ en apariencia silenciosos contribuyen a la parentaliza~ la teoría de las relaciones, la persona hipocondríaca o con enferme-
cwn de los h1~os. Uno de ellos es el del hermano sano. Al principio, los dades psicosomáticas tiene el atributo mental de merecer convertir-
padTes descnbe~ al hermano sano como el parangón de salud y ade- se en objeto de los cuidados de su sustituto paterno o enfermera, o
cuad? desempe~o. Cabe presuponer que él ha escapado a los efectos depender de ellos. En ciertas parejas, uno de los cónyuges aparece
del Sl~tema pato.geno. Sin embargo, una observación más detenida enfermo, y obliga al otro a adoptar una actitud solícita y preocupada.
permite desc.ubnr que l;;¡. supuesta salud de ese hijo es sólo un mito; El tratamiento familiar de la fobia a la escuela con frecuencia revela
c?n frecuen~1a se descubre que sufre tanto 0 más aún que el hijo de- una parentaliz::tción oculta, en la que el progenitor acaricia la fanta-
signado paciente. Tal vez su rendimiento en la escuela sea deficien- sía de ser cuidado por el hijo que falta a la escuela. Una madre, cuya
te:. Y se ~antenga por c~mp~eto alejado del mundo de sus pares. Su propia madre, de mucha más edad, había consagrado un tiempo
e~stencia puede ser vacia, sm que sea ni sujeto por propio derecho ni mucho mayor a los negocios que a la crianza de los hijos, acariciaba
obJe.t~ re~l de los intensos esfuerzos de los demás miembros de la la fantasía (como expresión de deseos) de que su hija de 10 años no
familia: m un <~dador» ni un «receptor». Por detrás de su bien preser- fuera a la escuela y se quedara en casa con el único propósito de su-
v,;:tda fac~ada, el puede luchar con sus sentimientos de vacuidad, va- pervisar sus prácticas como ama de casa. Un adolescente psicótico
cw emocwnal o depresión. En apariencia, la contribución que hace el grave brindaba cuidados de tipo paterno a ambos progenitores, al
he~·n:a~o sano al sisten;ta de lealtad de la familia reside en represen- punto de llegar al completo agotamiento emocional; el jovencito, de
tar Cl~Itos roles prescriptos en forma prematura, sin vivir una vida 16 años, a quien habían descripto como simple caso de custodia, más
apr?p1a~a para su edad. Esta función puede dotar de razón y de or- allá de toda posibilidad de psicoterapia, todas las noches le hacía al
gamzacwn a toda una familia sumida en el caos. padre -dormido frente al aparato de televisión- el favor de levan-
tarlo y transportarlo hasta su dormitorio en el segundo piso. Los pa-
Los padres de ur;a joven delincuente de 17 años describieron a su her- di·es que maltratan o matan a un hijo suelen hacerlo llevados por la
mana de 19 como s:u:_nbolo de lealtad familiar y conducta adecuada. Ella fuerza de una fantasía inconsciente, según la cual se están tomando
e~~ un~ buena est.udiante, y m u~ versa~~ en religión. No le agradaba par- represalias respecto de sus propios progenitores, que se supone los
ticipar ~e las seswnes de terapia familiar, pero siempre que asistía su habían hecho objeto de su rechazo [28, 65, 73].
presencia resultaba benéfica, ya que los ataques maliciosos e incontrola-
bl~s de ~ue s~s padres se hací.an víctima mutuamente o dirigían contra el
mie~b~o designado como pacwnte se mantenían entonces dentro de cier-
tos lími~es. La conducta de la familia alcanzaba así cierto grado de digni- Sistemas de compromiso: bases relacionales
dad. Mas adelante, al abrir su co.r~zón en el curso de la terapia, esa her-
de la parentalización
mana ~ana Y c~~!'l en la sup:~f~cie se mostró desesperada, al punto de
pensar en el SUicidio como posibilidad, porque se consideraba un total fra-
ca~o ~esde el pu~to de.vista social, e incapacitada para aspirar al amor ro- En un sistema de relaciones como la familia, las pautas de inte-
mantico, el matnmoruo o la maternidad. racción se rigen por avenencias entre las expectativas, aspiraciones,
A menudo, el cabal valor del aporte del hijo sano no resulta patente restricciones y obligaciones. Cada progenitor introduce en el matri-
hasta que se produces~ .sepa:·a.ción física de la familia. Una hija, la her- monio la orientación normativa de valores propia de su familia de
mana sana en una familia caotlca, se tornó incapacitada en forma grave origen. Al tratar de vivir de acuerdo con esos valores, procura que su

192
193
cónyuge haga otro tanto. Como individuo; cada uno ingresa al matri- con los valores de los participantes. Así lo demuestra la mayor capa-
monio alentando expectativas, conscientes e inconscientes, acerca de cidad de supervivencia de las religiones, en comparación con las di-
la relación conyugal. Su am01~ y respeto mutuo, y el que alientan por nastías o imperios basados de manera primordial en el poderío eco-
la empresa conjunta que significa crear una nueva familia, contribu- nómico y político.
ye a atemperar sus feroces exigencias y amargas frustraciones. De la También en las familias los padres esperan poder inculcar a sus
transa~ción a que llegan entre sus expectativas y obligaciones sur- hijos no sólo una actitud de sujeción mecanicista a su poder, sino
gen una serie de valores y un libro mayor dinámico, que habrá de go- además un compromiso interiorizado hacia los valores del libro ma-
bernar la mayor parte de sus interacciones como fundadores de una yor de méritos de la familia. En consecuencia, las avenencias a que
nueva familia nuclear. se llega, respecto de los compromisos de lealtad basados en los méri-
A medida que en un sistema de relaciones se van desarrollando tos u obligaciones devengadas, configuran buena parte de la activi-
configuraciones específicas de valores, se convierten en puntos fo- dad reguladora y competencia para el liderazgo en las familias. Sólo
cales de los compromisos de los miembros. Una de las muchas fór- desde un punto de vista ético extremo las familias pueden exigir de
mulas posibles de valores podría enunciarse del siguiente modo: «Ni sus hijos una lealtad absoluta, sin términos medios. Ciertas formas
mi esposo ni yo sentimos cariño por nuestros padres, son todos horri- de adoctrinamiento en ese sentido conducen a una implacable sim-
bles». Otra fórmula podría ser: «Si tú no te metes con mi familia, de- biosis familiar, en tanto que su carencia genera un vacío falto de
jaré a la tuya en paz». Otro ejemplo es: «Formamos un buen matri- compromisos, un estado anómico en la familia. Por lo tanto, el creci-
monio, pero es una lástima que nuestros dos hijos guerreen de mane- miento autónomo es consecuencia de la integridad basada en el reco-
ra constante entre sí». Dichas fórmulas de valores poseen caracterís- nocimiento del balance de obligaciones, y de la capacidad para inde-
ticas éticas innatas,-ya que, además de constituir enunciados infor- pendizarse.
mativos, representan una autoridad censora y prescriptiva que se
hace sentir interiormente y guía la conducta de los miembros. Por
ejemplo, los hijos cuyos padres presuponen que todos los conflictos
están en los niños, más que en los progenitores mismos, se atendrán El papel de la elección en los compromisos
de modo inconsciente a esas expectativas.
De ese contexto se desprende que los valores éticos se hallan en- La parentalización es una de las expectativas alentadas dentro
trelazados de manera profunda, desde el punto de vista psicológico, de un sistema familiar, y su blanco se elige de acuerdo a complejos
con el libro mayor de reciprocidad en las relaciones, y con el compro- determinantes. Por ejemplo, por lo común no es uno solo de los proge-
miso que la persona asume respecto de esas relaciones. El cuarto nitores, sino el sistema familiar como un todo, el que elige al chivo
mandamiento de Moisés dice: ~Honra a tu padre y a tu madre, para emisario. La elección está determinada por fases anteriores de rela-
que tus dias se alarguen ...» (Exodo, 20:12). La conducta ética es in- ciones familiares y por la historia del desarrollo de cada miembro de
separable de los sentimientos de lealtad. La mayor parte de los ele- la familia. Cabe observar cómo los miembros de una familia son pa-
mentos propios de nuestra orientación ética se originan a partir de la rentalizados por turno. Cuanto mayor es la rigidez con que la asigna-
relación interiorizada con nuestros padres. Freud [40], en su formu- ción de ese rol se circunscribe a un individuo, más dañino resultará.
lación del superyó, indicó el papel que cumplía como custodio de los La lealtad hacia la familia puede considerarse como una elección
valores morales y como objeto de amor parental interiorizado, que competitiva cuando se toman en cuenta vinculaciones externas. La
continúa vigente. De ahí que muchos de los aspectos supuestamente cuestión del compromiso preferencial se torna más importante cuan-
irracionales de las «peleas» conyugales son resultado del conflicto to más limitado es el alcance de las relaciones significativas. Las fa-
entre valores interiorizados que se originan a partir de las primeras milias unidas «simbióticamente» ponen a prueba en forma constante
relaciones formativas de cada cónyuge, por un lado, y las expectati- los compromisos de sus hijos casados: ¿Son ellos leales a su cónyuge,
vas éticas de sus roles conyugales y paternos en la nueva familia, por o a la familia de origen? El hijo parentalizado se encuentra en una
el otro. posición en especial difícil para pensar y reflexionar en la posibili-
Las «cuentas» éticas son los determinantes más pertinaces de la dad de asumir nuevos compromisos, como el matrimonio o la pater-
conducta, porque su efecto se canaliza por medio de compromisos in- nidad. No sólo puede llegar a violar las normas de lealtad que rigen
teriorizados en cada miembro del sistema social, más que a través su pertenencia a la familia, sino también su compromiso de cuidar
de la coerción externa. Las estructuras sociales sostenidas por el po- de esta.
der externo, incluso el de carácter más restrictivo, por lo general son
de duración más breve que las basadas en la lealtad y el compromiso

194 195
Otro resultado de la disminución del compromiso hacia la ideolo-
El compromiso como proceso simétrico (diálogo) gía difundida en la sociedad puede ser la mayor «investidura» emo-
cional de la familia. Mucho se ha hablado acerca de la vida norte-
La ley de la simetría en los compromisos exige igual capacidad de americana contemporánea, «centrada en el niño». Sea o no una des-
las dos partes para depositar confianza en el otro y funcionar en for- cripción exacta de ella, se da una difundida tendencia a sobrecargar
ma confiable. La aparente asimetría de una relación entre padre e la vida de las familias nucleares con expectativas de compromiso y
hijo carácterizada por la falta de agradecimiento, por ejemplo, suele satisfacción excesivos. Es probable que esta sobrecarga esté relacio-
contrapesarse asumiendo obligaciones grandes al extremo que se nada con un compromiso cada vez menor hacia la familia extensa, la
van acumulando de manera encubierta. En tanto que, por lo general, religión y el nacionalismo, como también con un generalizado senti-
el hijo salda parte de su deuda con los padres mediante el compromi- do de alienación en el hombre moderno. Creemos que la tendencia
so hacia el propio hijo cuando él mismo se convierte en padre, el hijo hacia la parentalización defensiva representa una manifestación de
parentalizado rara vez se ve liberado de esta obligación. Cuanto más
dicha sobrecarga de la familia nuclear.
cercana a la del mártir esté la actitud de la madre, más fuerte será el
vínculo de lealtad cargado de culpas para el hijo. Los sentimientos de
culpa y de obligación oscurecen la devoción natural del hijo hacia el
padre y conducen a una ambivalencia arraigada de modo profundo. Compromiso e indiferenciación «simbiótica» (fusión)
Como el beneficiario del propio compromiso de lealtad suele ser .obje-
to de abierto resentimiento y desdén, los jóvenes adultos esquizofré- Tanto el exceso como la falta de compromiso poseen un aspecto
nicos, «simbióticamente>> atados, suelen mostrarse hostiles de mane- cuasi-cuantitativo y otro cualitativo. En el aspecto cuantitativo, uno
ra violenta hacia sus ·madres. A su vez, ellas aceptan esa hostilidad puede comprometerse en exceso a raíz de haber «invertido» menos en
sin hacerse mayores problemas, y sin preocuparse demasiado con otras relaciones, en un momento determinado. En lo cualitativo, uno
perder la lealtad del hijo. Ese tipo de progenitores conocen la verdad: también puede comprometerse en exceso por carecer de la capacidad
la violencia del hijo documenta su inalterable vinculación e intermi- o la libertad necesaria para modificar los compromisos, o incluso pa-
nable devoción. ra convertirse en una persona independiente. Las personas que tie-
nen una identidad amorfa tienden a verse atadas de modo perma-
nente a relaciones simbióticas e inalterables, como si los limites de
El compromiso con la sociedad global y la parentalización su personalidad coincidieran con los de sus familias. La simbiosis se
basa en la obligación de consagrarse a la familia de origen hasta la
Tanto en los sistemas sociales más vastos como en los pequeños eternidad; la falta de individuación o diferenciación permite cumplir
pueden verse áreas de compromiso comparativamente excesivo o es- dicha obligación.
caso. Los sistemas dictatoriales suelen despreciar y atacar los valo- En tanto que todo intento exitoso por mantener al hijo atado a la
res del compromiso familiar, y esperan del individuo que se aboque familia por medio de una lealtad cargada de culpas demora la madu-
de lleno a defender los valores de la revolución, la ideología del parti- ración de aquel y conduce a su infantilización, en un nivel más signi-
do o la religión. La devoción religiosa también suele verse como un ficativo también parentaliza a ese hijo. El hecho de que un progeni-
compromiso de lealtad selectivo. La institución del celibato se fundó tor se aferre al hijo de manera simbiótica se origina en la falta de m a-
a partir de la idea de que el compromiso con la vida familiar reduce durez del primero, y de delineación de sí mismo frente a sus propios
en el sacerdote la capacidad de consagrarse a la iglesia. padres. El intento inconsciente de retener a los padres mediante el
El resquebrajamiento de toda organización política es a menudo recurso mágico de la indiferenciación y la eterna inmadurez lleva a
precedido por una notable reducción del compromiso de sus miem- la posesión simbiótica de los hijos. Así, el estado de indiferenciación
bros en relación con su ideología; así ocurrió en las fases postreras de la personalidad y el concomitante compromiso excesivo hacia la
del Imperio Romano, en la Iglesia Católica durante el Renacimiento, relación familiar se dan la mano. Sin embargo, el compromiso exce-
en la Alemania de Weimar y, probablemente, así está sucediendo con sivo de tipo simbiótico no exige interacciones visibles o actos mani-
el nacionalismo y la religiosidad de Estados Unidos en la actualidad. fiestos de lealtad. La autodestrucción en apariencia carente de sen-
La falta de compromiso político, al menos en forma temporaria, pue- tido, los ataques violentos e infundados al progenitor, la delincuen-
de provocar excesos del tipo menos deseable: sacrificios humanos en cia o la psicosis de los vástagos pueden ser el resultado de una devo-
el circo romano, cazas de brujas y persecuciones religiosas en gran ción fatal, inalterable e inconsciente, hacia los padres.
escala antes de la Reforma, actos inhumanos en la Alemania nazi,
anarquía, violencia y extremismo en Estados Unidos.
1

1 196 197
Las ataduras éticas derivadas de esa lealtad cargada de culpas
Compromiso de lealtad y moral hacia la familia de origen son la fuente del vínculo «simbiótico» y de
una serie de síntomas individuales, como la delincuencia. Los inter-
Las pautas de parentalización en las familias ilustran cómo fun- minables lazos simbióticos de que son prisioneros los hijos psicóticos
cionan las obligaciones para modelar las relaciones entre los miem-
0 neuróticos graves se fundan por lo común, en el miedo a traicionar
bros. Por lo general, los intentos de parentalización no se vuelven pa- una obligación. Por añadidura, el imperativo ético del vínculo de
tógenos hasta que comienzan a afectar en forma seria el desarrollo lealtad puede desplazar el énfasis, del tipo de moral común al basado
del hijo. Lo descripto en el capítulo 3 como «sistemas de compromisos en la lealtad. La clase de moral subyacente a cada uno de esos dos
de lealtad» representa una de las pautas de relación subyacentes de mandatos conforma dos tipos de desarrollo superyoico en los hijos.
la parentalización. El vínculo entre padre e hijo es, de por sí, un im- Otra esfera en que se utiliza la parentalización para balancear
portante ejemplo de sistema de lealtad, con su contabilización de los libros mayores de méritos trasgeneracionales es la propia de las
méritos. Tanto del progenitor como del hijo se espera que «inviertan>> relaciones conyugales. El intento de un cónyuge parentalizado por
en el sistema de lealtad con el fin de lograr que funcione de modo asegurar una compensación a partir de su inversión puede llevar a
óptimo. Al principio, la madre brinda una dosis de amor incompara- una trágica desilusión, o incluso a deseos de venganza por parte del
blemente mayor al bebé; sin embargo, se espera que el bebé «hipote-
beneficiario endeudado.
que» su lealtad como inversión a largo plazo en el sistema de compro-
misos. El progenitor obtiene, de parte del hijo que ci·ece, cierto tipo Una mujer de 48 años, madre de varios hijos al borde de la psicosis,
de compensación psicológica de su inversión emocional, pero en cir- alentaba ideas de profundo odio hacia su parentalizado marido, un hom-
cunstancias normales la índole de dicha compensación es más psico- bre de 72 años. En una de las sesiones atacó a ese viejo serio y de aparien-
lógica que tangible. - cia mansa, deseando en forma abierta su muerte y diciendo que el día que
Los siguientes párrafos, tomados de la carta escrita por una ma- él muriera se pondría un vestido rojo y reiría a carcajadas. Muy poco des-
dre al novio de su hija, una esquizofrénica latente, desnudan algu- pués, el hombre sufrió un colapso, fue hospitalizado y murió al cabo de
nas de las emociones provocadas por los efectos del futuro matrimo- diez días. La esposa efectivamente entró riendo y vestida de rojo. Con pos-
nio sobre el sistema de lealtad: terioridad, ella cayó en un estado de depresión psicótica que se prolongó
durante varios meses.
«Querido Jim: Parece que de nuevo tengo que enderezar las cosas ... El trasfondo de ese grotesco deseo de muerte a la manera del vudú se
Mildred fue una espina clavada en mi costado desde que nació. Cuanto vinculaba con nuestro concepto de la contabilización transgeneracíonal
más rápido me la saque de encima algún tonto que no sospeche nada, me- de la parentalización. La esposa creció siendo objeto de abierto rechazo y
jor. Entonces me pondré a cantar y gritar, créame ... descuido por parte de sus padres. A los 20 años contrajo matrimonio con
»El otro día, en forma muy elegante, Mildred me dijo que no tenía nada un hombre de 44. Es evidente que veía en él a un segundo padre; a su vez,
que agradecerme ni ningún motivo de gratitud hacia mí. Le respondí que el hombre llegó a resultarle repulsivo siempre que la requería sexualmen-
debía agradecerme por el aire que respiraba, porque de no ser por mí ella te. En forma concomitante, el marido se convirtió en blanco desplazado
no sería otra cosa que un sueño que nunca se materializó, ya que mi mari- del resentimiento que ella sentía hacia sus propios padres.
do nunca qtúso tener hijos. De modo que el hecho de que yo tuviera una fa-
milia era como poner dinero en el banco, no financieramente, sino hablando Desde el punto de vista de la persona parentalizada, la parentali-
en sentido figurado. Ahora comienzo a recoger mis dividendos o el interés zación es una maniobra de explotación manifiesta. La explotación
de mi depósito en el llamado Joe, que tiene una familia y me ha dado nie- del hijo es del tipo del doble vínculo: de él se espera que se muestre
tos, o más bien bendecido con ellos, y créame cuando le digo que, además obediente, pero, a la vez, que actúe en conco;:dancia con la posición
de respeto, nietos es cuanto espero que me den mis hijos». superior de modo ostensible en que se lo coloca. Aunque se lo puede
reconocer, al menos en forma encubierta, como víctima voluntariosa
En fragmentos de este tipo, llenos de tanta intensidad emocional, y fuente de refuerzo del sistema familiar, él paga por el rango que le
se encuentran con facilidad elementos de dolor negados por una pér- han asignado asumiendo el papel de cautivo. El mayor costo de dicho
dida prevista («Me pondré a cantar y gritar, créame»), expectativas cautiverio es la detención del desarrollo y la autonomía individual.
éticas de lealtad, analogías financieras con la inversión en los cuida- Frente a la influencia mutiladora de la parentalización de un hi-
dos suministrados y la compensación esperada, y un estereotipo cul- jo, ¿cómo pueden los padres permanecer inconscientes de sus impli-
tural («además de respeto, nietos es cuanto espero»). La tragedia de caciones negativas? No es nuestra intención hacer retroceder el re-
esa madre en vísperas del casamiento de su hija se debe a que el loj, y volver a la actitud unidimensional de inculpación de los padres,
acontecimiento es vivido como una traición, más que una prueba de que ocupó a la psicología del desarrollo durante algún tiempo. Los
fecunda madurez.

198 199
padres de hoy, J?O?res o adin~r~dos, en realidad tienen mucho que dad» se absuelve entonces de manera encubierta, por medio de suti-
sobrellevar, recibiendo un mmimo apoyo de sus familias extensas. les recompensas y mensajes.
~o obstante, no deja de ser c1:1rioso cuán protegidos y en apariencia Puesto que no incluimos la parentalización en el marco concep-
Ciegos pueden mostrarse los padres negando su responsabilidad en tual de la patología individual, no examinaremos aquí su posible
la parentalización de un hijo. «cura». Preferimos hablar de «liberación», que en esencia es más un
La tespuesta puede residir, en parte, en un mecanismo específico concepto político que médico. El carácter «institucionalizado» de los
de. ~espl~zamiento inconsciente. Si yo, como progenitor, arrastro en libros mayores familiares y multipersonales de méritos y obligacio-
mi mterwr una culpa de larga data por haber abandonado a mis pa- nes hace necesario dicho enfoque. Consideramos que en el curso de
dres, ~;tedo alent.ar 1~ il~sión de c~mpensar mi deuda exagerando la la terapia individual se puede tratar de lograr esa liberación, eman-
devoc1071leal hacia mi hiJO (como SI fuera mi propio padre). Este des- cipación e individuación; las entrevistas de evaluación familiar de-
plazamiento del objeto de mi devoción me ayuda a disminuir mi cul- sarrolladas con habilidad pueden contribuir a esclarecer los esfuer-
pa: estoy reduciendo mi antigua deuda brindando un exceso de devoc zos del terapeuta.
ción a mi hijo, en lugar de hacerlo con mis padres. En consecuencia Los efectos de la terapia familiar sobre la parentalización pueden
el aspecto dadivoso de mi devoción y lealtad desplazada enmascara~ dividirse en dos procesos, según sus fases: el efecto inmediato de
r~ las exi.gencias y formas de explotación inherentes a mi dependen- transferencia y el proceso de preelaboración, de alcance más vasto.
Cia excesiva en la persona de mi hijo. En forma casi automática cabe presuponer que tiene lugar una
adopción sustitutiva simbólica en las mentes de todos los miembros
de la familia, incluso durante la primera sesión. A medida que los
padres comienzan a transferir e invisten al terapeuta de significado
Implicaciones terapéuticas y conclusiones paterno, la presión ejercida sobre los hijos en pos de su parentaliza-
ción tiende a disminuir de manera notable; en consecuencia, el pa-
Al explorar los diversos aspectos de la parentalización, descubri- ciente indicado como tal puede mejorar en forma sintomática. Esta
mos q:re s~ trata de un fenómeno lleno de ubicuidad, ya que se basa mejoría sintomática inicial tiene sus aspectos traicioneros. Los
en obligacwnes y necesidades fundamentales de posesión de los se- miembros de la familia pueden experimentar una mejoría en la at-
res humanos. Representa un esfuerzo por recrear la anterior rela- mósfera emocional general, y optar por interrumpir el tratamiento.
?ión con el propio prog:nitor en la relación actual con los propios hi- En tales casos, por lo común la mejoría no es duradera. Al mismo
JOS. En t~nto que la ~ct~tud de pa~~ntalización no afecte la libertad y tiempo, los miembros de la familia, al rechazar al terapeuta, tal vez
perspectivas de crecnmento del hiJO, puede considerársela dentro de intenten utilizarlo como el objeto malo, sustituto de sus crueles in-
los límites de lo normal, en especial si se extiende a todos los partici- troyecciones parentales. Quizá se valgan de la experiencia abortada
pantes con visos de reciprocidad. de tratamiento para reafirmar su sistema, en vez de modificarlo, y
La parentalización asume un sentido patógeno si se vincula a la continúen solicitando formas alternativas de tratamiento a medida
c~usa o mant~nimiento de pautas de incapacidad en cualquier indi- que surgen ulteriores crisis.
:'lduo, en particular un niño. Por consiguiente, su reconocimiento es En los casos en que la familia tiene el valor y la fortaleza necesa-
rmportante para el ~speci~~sta en terapia individual y esencial para rios para proseguir el tratamiento, se pone a nuestra disposición un
el experto en terapia familiar. La parentalización disfrazada es un nuevo espectro de dimensiones dinámicas, sobre el que podemos tra-
fact~r inherente a muchas formas de «patología» individual. La de- bajar. Los siguientes son signos de progreso hacia la «reelaboración»:
tenciÓn del desarrollo del niño, por ejemplo a raíz de un daño cere- Los padres compiten con sus hijos en busca de la atención del tera-
bral, .J?uede contribuir a la parentalización, por cuanto la posesión peuta, como si este fuera también un padre; se pone a prueba altera-
del hiJO por parte de la familia es prolongada. Al convertirse en un peuta en relación con sus sentimientos de parcialidad hacia miem-
s~r perturbado, y seguir en ese estado, el hijo puede enmascarar las bros individuales de la familia; los hijos comienzan a ensayar nuevos
dificultades propias de la relación de sus padres. Incluso la conducta roles familiares apropiados a su edad, y tratan de lograr que sus
delincuente puede coincidir con el hecho de que el hijo se vea paren- padi·es respondan como corresponde a un progenitor.
taliz.ado, ya que sus acciones pueden hacer que entren en el cuadro En conclusión, sea cual fuere la orientación teórica del terapeuta,
~ustitu~os paternos (o más bien, de los abuelos) deseados en forma él se encontrará en una posición mucho más adecuada para diseñar
mconsciente, como la policía, los tribunales o las autoridades escola- su estrategia y evaluar su progreso si aprende a reconocer los signos
res. Mediante esta conducta el hijo responde a la propia necesidad de parentalización en la dinámica relacional de las familias.
de los padres, de contar con autoridades que fijen un límite. Su «mal-

200 201-
7. Fundamentos de la psicodinámica
y de la dinámica relacional1

Conceptos relacionales y psicoanalíticos:


convergencias y divergencias
La teoría relacional constituye un desafio a la psicología dinámi-
ca individual (psicoanalítica) contemporánea. Este no apunta a la
esencia del pensamiento freudiano en esferas en las que su validez
es evidente. Al centrar nuestra indagación en las limitaciones clási-
cas de la teoría, procuramos llamar la atención del público y encau-
zar el debate con vistas a obtener resultados beneficiosos para am-
bos campos: la teoría individual y la relacional. Entendemos que las
conclusiones monotéticas y unidimensionales merecen ser desafia-
das por la rejuvenecedora dialéctica del enfoque relacional.
Algunos de los conceptos freudianos originales fueron expresados
en términos propios del pensamiento científico del siglo XIX, que re-
saltaba las dimensiones fijas de un incipiente orden racional del
mundo. La rápida expansión de la tecnología y los conocimientos mé-
dico-biológícos alentaron al joven Freud a emprender la construcción
de una «ciencia» de los mecanismos que operan en los ámbitos oscu-
ros e inconscientes de la psique humana. De no ser por su valor y de-
dicación intelectual, dirigidos a poner orden en el caos, nuestros co-
nocimientos de los fenómenos humanos no habrían llegado a su ac-
tual etapa de desarrollo.
Uno de los aspectos vulnerables de la posición freudiana clásica
concerniente a la terapia residía en que se encuadraba dentro de un
marco básicamente cognoscitivo: las funciones psíquicas inconscien-
tes tenían que volverse conscientes. Si bien la integración del afecto
y el afán por obtener insight, que sobrevinieron como fundamenta-
ción terapéutica de una etapa posterior de la teoría, constituían un
concepto más amplio, las metas de la integración no se describían en
detalle, o bien se expresaban en un lenguaje en esencia cognoscitivo.
Sólo con posterioridad, y de manera gradual, surgieron conceptos es-
tructurales de la personalidad básica como determinantes dinámi-
cos no cognoscitivos, que no se basaban en el placer. Ferenczi, Mela-

1 Varias partes de este capítulo han sido tomadas, con pequeñas modificaciones, de
I. Boszormenyi-Nagy, «Loyalty implications of the trasference model in psychothera-
py», Arch. Gen. Psychiatry, vol. 27, págs. 374-80, 1972.

203.
nie Klein, Fairbairn y Guntrip se contaron entre los pioneros de una vida que en una única persona. La reciprocidad de la lealtad es inse-
teoría de la personalidad basada en las relaciones objetales dentro parable del libro mayor histórico de contabilización de méritos entre
del psicoanálisis [49]. los miembros de la familia.
Fairbairn y Guntrip formularon una psicología individual basada El problema de evaluar el contexto y la naturaleza de la realidad
en la tendencia del aparato psíquico a las relaciones de objeto. Según en relación con las decisiones y acciones nos lleva a la teoría motiva-
ella, la,necesidad innata que tiene el hombre de establecer determi- cional. Nos damos cuenta de que nuestro enfoque relacional de las
nadas pautas de relaciones determina el desarrollo de la personali- motivaciones no puede ser de tipo reduccionista, aunque puede tener
dad desde sus comienzos. Esta escuela del pensamiento es, probable- dimensiones privilegiadas como pautas intrínsecas de orientación.
mente, uno de los caminos más promisorios para la expansión de la
teoría psicoanalítica, ya que estima indispensable ampliar el alcance
de los fenómenos que serán investigados. No obstante, incluso den- Las necesidades frente al mérito como motivación
tro de esta escuela psicoanalítica, las relaciones sólo se consideran
desde el punto de vista de las necesidades y regulaciones psíquicas La posición teórica original del psicoanálisis subrayó la organiza-
individuales. Una dialéctica relacional existencialmente más apro- ción pulsiónal o instintiva de la conducta y el funcionamiento psíqui-
piada sólo pudo surgir cuando los teóricos especializados en latera- co. A menudo la teoría parecía dirigida a subordinar las relaciones
pia familiar comenzaron a interesarse por los balances y cuentas re- humanas a la dicotomía conceptual entre el sujeto y el objeto de la
lacionales multipersonales. · pulsión. De ese modo, lo habitual era omitir toda consideración de
La consideración de la totalidad existencial de las relaciones lleva las necesidades propias del objeto, en vez de incluirlas como elemen-
a enfocar cuestiones éticas, más que psicológicas. La psicologización to significativo.
de la esfera de las obligaciones interpersonales contribuye a negar el La estructuración relacional de la lealtad sólo es reductible, y de
componente ético existencial de la propia responsabilidad para con manera parcial, a la existencia de pulsiones, apetitos y necesidades
los congéneres. La integridad de una justa reciprocidad en el proce- de los miembros individuales. La teoría de las pulsiones o instintos
der de dos seres humanos no puede reducirse de manera adecuada a se basa en un conflicto o modelo de poder. Puede existir una lucha
una relación entre el yo y el superyó, ni tampoco equipararse a un competitiva entre sistemas psíquicos o individuos. Sin embargo,
enfoque puramente religioso de la obligación primaria del hombre mientras trato de convertir al otro en objeto de mis pulsiones, ¿qué
que lo llevaría a reparar sus transgresiones contra el prójimo rin~ sucede con las necesidades que él tiene de convertirme a mí, o a al-
diendo cuentas a Dios en forma exclusiva. El especialista en terapia gún otro, en objeto suyo? ¿Qué sucede si dos de nosotros, en forma
familiar debe reconocer la índole vitalmente dinámica de los proble- competitiva, convertimos a un mismo tercero en objeto de pulsiones
mas de la justicia reparatoria o el balance de justa reciprocidad en similares o diferentes? ¿Qué ocurre si yo quiero hacer de usted un
las relaciones. Importa separar este aspecto ético de las relaciones objeto de afecto, y usted quiere hacer de mí un objeto de destrucción?
de una evaluación ética de los individuos según el grado de rectitud o Los conceptos freudianos sobre la horda primitiva, la catexia de las
maldad. pulsiones, la envidia del pene y el dominio yoico son todos ilustrati-
. El concepto de examen de realidad no puede divorciarse de una vos de su orientación hacia el poder y relacionados con la energía.
dialéctica relacional sin cometer el grave error de una excesiva sim- Por otra parte, el mérito como concepto motivacional posee una es-
plificación. El hecho de destacar la capacidad de evaluación objetiva tructuración multipersonal afirmada en un contexto ético. En tanto
del «mundo externo» podría fácilmente confundirse con la tesis que la realidad última de las necesidades es la supervivencia bioló-
según la cual las vinculaciones personales muy cercanas pueden gica, la realidad del mérito reside en la historia existencial de un
también encararse como partes de un mundo externo. La circuns- grupo. Como ocurre en el caso de las familias, en la historia de las na-
tancia de que uno siga mostrándose accesible para con un progenitor ciones o los movimientos religiosos, la fuerza motivacional determi-
anciano y enfermo, o lo considere una carga no productiva desde el nante del mérito es inconmensurable. La disposición de Abraham a
punto de vista económico, ¿podría acaso reducirse a una alternativa sacrificar a su hijo en obediencia a Dios sirvió de base para el pacto
entre el subjetivismo y el examen objetivo de la realidad? Considera- que, supuestamente, comprometía la lealtad de Dios hacia su pue-
mos que la esencia de la solución de problemas semejantes no radica blo. El sacrificio de Cristo revolucionó el mérito de millones de perso-
en el grado de objetividad cognoscitiva o de eficacia con que se hace nas sojuzgadas o condenadas durante siglos. La acción abnegada de
frente a los problemas de la vida, sino en la valentía y la sensibilidad los héroes de una nación y los actos presuntamente viles de sus ene-
ética con que respondemos a una exigencia de integridad, la cual re- migos determinan las motivaciones de incontables generaciones de
side más en la totalidad de una relación paterno-filial de toda una jóvenes que nacen en cada contexto idiosincrásico de méritos. Según

204 205
Shakespeare, Romeo y Julieta fueron víctilnas de un «antiguo resen- obvia para explicar motivaciones en niveles múltiples, aun cuando
timiento» entre familias, que sólo puede quedar enterrado con la los sistemas interaccionales se den en un nivel sistémico más com-
muerte de la «pareja de malhadados amantes». plejo; sus aspectos encubiertos o inconscientes no podrían recons-
La estructura relacional de la lealtad abarca la trama de contabi- truirse a partir de una sumatoria de funciones inconscientes de los
. lidad de méritos en la historia de un grupo. Un 1úño nace en una si- miembros individuales. Tomados en su conjunto, ni los sueños y
tuación.I;Jredeterminada por el libro mayor de méritos y obligaciones fantasías, ni siquiera las confesiones obtenidas con ami tal sódico, de
de generaciones anteriores. Todos conocemos casos en que una ma- los miembros de una familia revelarían las pautas motivacionales
dre está decidida a evitar que exploten a sus hijos del mismo modo en compartidas de modo inconsciente.
que ella lo fue durante su infancia, y sin embargo, por una de esas ju- Sin embargo, resulta incuestionable que los miembros de una fa-
gan·etas de las motivaciones inconscientes, se encuentra haciendo Inilia desarrollan una ajustada complementación mutua de la diná-
exactamente lo que esperaba evitar. El hijo se ve atrapado en la lu- Inica inconsciente de cada uno, al igual que de sus metas y esfuerzos
cha del padre por compensar una injusticia, y se convierte él mismo conscientes. Las jerarquías de obligaciones, las pautas defensivas y
en chivo enúsario de injusticias anteriores. de explotación que se dan en connivencia en las familias, si bien no
Si bien sugerimos que la justicia reparatoria y la contabilización pueden defiiúrse en términos psicológicos individuales, incluyen, se
de méritos constituyen determinantes importantes de la motivación, basan y se interrelacionan con las necesidades y compromisos in-
coincidimos con Ricceur en que la teoría motivacional no es una au- conscientes de todos y cada uno de los miembros.
téntica teoría causal. La necesidad y la conducta nunca pueden com- Consideramos que una actitud ética más amplia y extensiva es la
primirse en un simple modelo clásico de causa y efecto. En conse- clave para comprender la diferencia entre los puntos de vista indivi-
cuencia, estamos lejoB de sostener que la dinámica retributiva del dual y dinámico-relacional. Como si los puntos de vista individuales
mérito deba reemplazar a todas las teorías individuales de la moti- sostuvieran la premisa ética «egotista» de que la astucia puede equi-
vación. Estamos dispuestos a adnútir la multiplicidad y relatividad pararse a la ética: no me interesa nada, fuera de mi propio éxito y
de los deternúnantes de la conducta humana individual y colectiva; gratificación. Por otra parte, nuestro enfoque relacional asume la
nuestra meta es la integración final de la psicología individual en el existencia de una auténtica preocupación, al menos, por unos pocos
contexto de la dinámica sistémica relacional. Las obligaciones que individuos relacionados en forma estrecha. Entonces, toda la gama
origina la lealtad, si bien constituyen factores importantes, por sí so- de conceptos teóricos dinámicos puede revisarse desde los puntos de
las no determinan las pautas de conducta inmediata: las personas mira duales de esas dos actitudes éticas.
pueden desmentir sus obligaciones, ya sea de manera consciente o Uno de esos conceptos es el muy importante de interiorización,
inconsciente. proceso que con facilidad podría interpretarse como concluido en el
Otro concepto clave del enfoque freudiano es el contraste entre individuo. En tanto que la psicología psicoanalítica del yo considera
determinantes conscientes e inconscientes de la motivación. En la fa- que los procesos de interiorización de las «relaciones objetales» son
se estructural del desarrollo teórico se realizaron intentos dirigidos determinados por las reglas internas de la mente, los «puristas» teó-
a formular un sistema total de los afanes inconscientes del individuo ricos de los sistemas sociales en el campo de la familia tienden a des-
como fuerza antropomórfica: el Inconsciente, el Ello. Esto contri- cartar el concepto de interiorización. La teoría dialéctica de las rela-
buyó a llamar la atención hacia la función unificadora, autorregu- ciones, propia de los autores, ubica los fenómenos de interiorización
ladora y orientada hacia una meta, de la naturaleza básica del hom- en el contexto de las expectativas más profundas del toma y daca de
bre y de todo anilnal. La supervivencia del individuo y de la especie, las relaciones actuales de la persona.
tal vez, por primera vez en la historia, reciben su apropiado tributo La teoría psicoanalítica clásica concebía la interiorización como
psicológico. un mecanismo psíquico defensivo, que en última instancia servía a
Resulta dificil que el especialista en terapia familiar no advierta la lucha del individuo por el control de los impulsos instintivos. En
«mecanismos» que están fuera de la conciencia de los miembros y, a tiempos más recientes, Sandler y Rosenblatt declararon: «Es perfec-
la vez, parecen tener efectos determinantes previsibles sobre la fa- tamente coherente con la metapsicología psicoanalítica vincular la
milia. Esto plantea un interrogante: ¿podemos hablar de una organi- expresión de una necesidad instintiva con la forma de la representa-
zación inconsciente de las motivaciones en un nivel sistémico multi- ción del sí-mismo o, en todo caso, con la forma de una representación
personal? Algunos prilneros intentos por formular la estructura más objetal» [77, págs. 135-36]. Sin embargo, dichos autores agregan: «El
profunda de las relaciones familiares se basaban, en forma explícita, mundo de representaciones nunca es un agente activo [...] entraña,
en el modelo individual de funciones inconscientes, derivado de la más bien, una serie de indicaciones que orientan al yo hacia una ac-
psicodinámica freudiana. El modelo psicodinámico fue una elección tividad adaptativa o defensiva apropiada. Puede compararse con un

206 207
radar o pantalla de televisión que brinda i.nD .,
nificado Y sobre la cual puede basarse l ~I:macwn d~tada de sig- El concepto de dinámica retributiva, o de reciprocidad, confiere
contraposición con el punto de vida int ~ ac;w~» [77, pag. ~~6]. Por un nuevo significado al mecanismo de las proyecciones. En vez de
?ara _un~ teoría de las relaci~nes es: ·e, rapsiqmc~, la cuestwn clave derivar la necesidad de proyecciones principalmente de una lucha
:l
mterwnzación Y se mantiene conect~d~mo se entrelaza proc~so de dinámica entre los impulsos y el control de estos, la teoría retributi-
sus copartícipes relacionales? p . .co~ el compromiso activo de va presupone un mecanismo de reparación o venganza guiado de
. . · or consiguiente ·d , manera inconsciente por el desequilibrio percibido en las cuentas
ob]eto;mteriorizado es también • (, e que manera el
de las necesidades de los «objeto~>~ ~<age~te acti-~'O» Y representativo pertenecientes al pasado de la persona. Como el crecimiento está re-
Si se lo observa absolutamente a~s~ necesidades? . , . lacionado en forma inevitable con ciertas dosis de frustración, resul-
las relaciones vitales el proceso d . t a . o ~el contexto Sistemico de ta difícil defmir con objetividad en qué punto el niño comienza a sen-
tado interés para no~otros. Lo v e m enonzación en sí reviste limi- tirse abandonado y, por lo tanto, intrínsecamente explotado por
servación: las relaciones vitales defws c~mo un mero proceso de con- quienes lo han criado. No obstante, la cuantificación subjetiva in-
mación relacional para el futuro eE~a~a o se tra~s~?rman en prog¡·a- trínscea del toma y daca debe constituir la base de la cuenta que, en-
representación simbólica e interioriz ;e~ht Opi~on, el concepto de tonces, tiene que saldarse a través de todas las consiguientes relacio-
ampliarse, yendo desde el punto de a .a e otro tiene que ~·~verse y nes de la persona. Por momentos el desequilibrio se acumula como
«convertibilidad». El endeudamiento ~~lta.~e la conservacwn al de resultado del creciente endeudamiento.
convertirse en un superyó punitiv s· nmo con sus padres puede Una vez que el individuo siente que una cuenta sin saldar a largo
bilidad por los actos es uno de los ~~ls~:= presupone que,la responsa- plazo lo ha frustrado a través de los años, surge en él la necesidad y
de la determinación relacional e d . tos ,co~unes mas profundos un sentido de justificación que lo llevan a tratar de saldar la cuenta
jetales interiorizadas p· uede ' s ~dcir, psiquica, las relaciones ob- mediante su «reembolso», así sea por medio de actos inapropiados,
. n cons1 erarse e realizados en beneficio de una serie de terceros inadecuados, toma-
tran]era o cheques personales con l omo una moneda ex-
~e ??ligaciones, al menos en forma t~~qu~ p~eden efectuarse pagos dos como «reos» sustitutos. El niño que «se hace la rabona» tal vez no
tibilidad mientras la tasa de cambio p.orana, con bases de conver- se dé cuenta de que «se la está cobrando» contra el sistema escolar co-
bancaria es sólida Nuestr·o sup t permanece estable o la cuenta mo forma de desplazamiento de su familia de origen. De adulto, pue-
. . ues o acerca d l . .
umverso humano con sus propias reglas d . .e. a eXIst,enci~ de un de desarrollar una dependencia patológica en relación con su cónyu-
mero modelo de aprendizaje de interio .· eJ~~hcia va mas alla de un ge, a quien atormenta y acusa, también como un desplazamiento.
permanente entre fuerzas diná . :Izacwn; pr~supone un flujo Como resultado, los demás tienden a tratarlo como un ser cuyo pen-
«.. .la interacción refuerza los pami~s mternas e I_nterpersonales: salnÍento está distorsionado, como a una persona paranoide y mali-
mismo y el otro, que operan se , ra gmas de relacwnes entre el sí- ciosamente enferma. Sin embargo, en cierto modo, él tan sólo sigue
rizadas Yo-Tú" dentro de la ~sti~~
pág. 199].
s: po~tul~, como "pautas interio-
ura PSiqmca de un individuo» [61,
la lógica de la justicia retributiva, satisfaciendo así la necesidad de
saldar una cuenta pasada.
Se requiere una conversación dialécf . Un interrogante que adquiere importancia es el siguiente: ¿Por
cado de la interiorización. Por medio de lCa para r~~e~· el signifi- qué ese desplazamiento? ¿Qué impide inteligir y reconocer las per-
tos, puede restaurarse la unidad t. h la contab~zacwn de méri- cepciones distorsionadas? Cabe presuponer que la nebulosa inicial
(psicológicos) Y externos (interpe:!~e l echos relacwnales internos de los recuerdos (amnesia) sobre el propio desarrollo temprano ex-
las relaciones interiorizadas sirven a es). He_mos demostrado que plica sólo en parte el aparente carácter azaroso de la elección de un
justicia de anteriores vínculos I·nt , en esencia, para sustentar la blanco desplazado. También es posible preguntarse: ¿Por qué no to-
. erpersonales 1 · . mar represalias contra la familia de origen? Sugerimos que una ex-
nes en apariencia interpersonale d • Y que as mteraccw-
de saldar cuentas con los agentes~ ~u: en explotarse de manera tal plicación básica reside en lo que denominamos contabilidad doble.
tico (dinámico), el otro interiorizad~ :~nos. Pm:a.todo propósito prác- Con esto queremos significar que, en tanto que la persona se siente
tema de contabilizaci"o'n En t t lun participante activo del sis- explotada por sus progenitores, también se siente endeudada hacia
. an o que a teo .' di , . ellos. Los padres explotadores pueden, en forma simultánea, apare-
monotética se ocupaba esencialm t na nallllca tradicional
tóricos de las necesidacles que se e~ de rastrear los orígenes his- cer como mártires, sufrientes y desdichados. La ambigüedad resul-
riorización) de una serie interna ;-a l ~stan en la proyección (exte- tante, a través de su endeudamiento sutil e irresoluble, puede deter-
importa~cia, una indagación dialé~tl~ ~~~nes sobre una relación sin minar que se establezca un mandato ético vedando toda forma de
pectos <<Importantes» de las d" t . ne que ocuparse de los as- venganza contra los padres.
.
relacwnes. IS ors1ones ap aren
. t es d e 1as actuales En sus orígenes, la teoría de los instintos de Freud representaba
un concepto intrínsecamente interpersonal, en la medida en que re-

208
209
conocía la importancia de la elección de otra persona como objeto de . ·dUO>> [76 , pa' g • 89] • Esta declarac1ón
in dlVI • parece ignorar d la reali- '
pulsión o de amor. Sin embargo, al reducir al otro al papel de objeto ment acwn ·' qu e , como refuerzo mutuo, tiene . lugar
p entre - did os o mas b
de la pulsión, Freud optó por pasar por alto el repertorio de caracte- Personas que Configuran un sistema . . , relaciOnal.. or .ana . , ura,. ca . e
rísticas de los «otros» dotados de importancia para el paciente. Ini- Presuponer. que la pr·opia obligacwn creada por un mteres a 1tnusta ·
cialmente se interesó por la verosimilitud de las cuentas históricas esta, eod e t er.m1
· nada por la propia posición en el ba. 1ance , . «a1Elmmuto» . d
del paciente acerca e los malos tratos recibidos de parte de otros se- de la cadena multigeneracional del toma y daca reciproco. gr~ ?
res significativos. Con el tiempo, su interés se desplazó de las estruc- de mi altruismo dependerá en parte de que tenga una cuenta positi-
turas y mecanismos interpersonales a los intrapsíquicos. va 0 negativa en la hoja de balance. , . .
Toda teoría de las relaciones debe ser interpersonal de manera El empleo del término «carente de eg01smo>~ tiene: por s~pue~to,
explícita, aunque no necesariamente psicológica. Debe evitar la asi- · ·tancia decisiva dentro de nuestras cons:deracwn~s. ¿,Cu~les
metría implícita en los modelos de pulsión-sujeto y pulsión-objeto, y Il11J~~s criterios últimos que permiten juzgar Sl ~as relacwnes «slm-
reconocer que el hecho de utilizar al otro como blanco de mis necesi~ ~~óticas» son motivadas en forma egoísta o no? S1 no me puedo sepa-
dades sólo representa un aspecto de la relación total. Sin tomar en rar de mi madre, anciana y enferma, porque su estado me causa
cuenta las necesidades del otro, la indagación terapéutica se limita- reocupación y aumenta el nivel de culpa en la lealtad que ter:-go ha-
rá al contexto del uso unilateral de los otros, y, probablemente, refor- P. lla ·soy 0 no egoísta? ¿Hasta dónde llega la deuda de gra~Itud de
zará la explotación. era :er h~mano hacia su maill·e por la devoción de que fue obJeto du:
La transición desde el modelo freudiano clásico al de la teoría de ~:nte su primera infancia? ¿En qué medida debo recompen~ar a mi
las relaciones puede hallarse en la teoría del superyó. Mediante el madre para que se me considere altruista o falto de egmsmo en
diálogo interiorizado·con su superyó, el niño retiene una referencia relación con ella? . . . 'l
dinámica hacia los sistemas de valores de otros seres impm·tantes, o Posiblemente, el especialista en terapia ~~miliar se pregu~te cua
de la sociedad como un todo. Por consiguiente, en tanto que la perso- será el resultado del proceso de realimentacwn pues_to e~ marcha ~n­
na de mi progenitor, y no sólo sus valores, sobreviven en la fase inte- tre los distintos miembros de la familia por las motiVaciOnes q~e os
rior, a medida que sus necesidades son representadas a través de mi
superyó, en cierta medida se convierten en mis propias necesidades,
ya que deseo vivir en paz con mi conciencia.
llevan a cuidar en forma «altruista» el uno del otro. En las se~1ones
de terapia familiar pueden observarse cadenas de expectativas
reacciones individuales a medida que se desarrollan en !Ja~t~s m u -
r
De acuerdo con el esquema psicodinámico tradicional, se visuali- ti ersonales. Uno de los conceptos freudi~r;os de bas,es mdi~duales
za a la persona en constante diálogo y búsqueda dinámica de una re- quep prome t e ser· ma' s u' til para la elaboracwn de teonas . , d relaciOnales
.'
ciprocidad equilibrada, no sólo con su superyó sino, en forma simul- el delineado en las fases iniciales de la concepcwn e su ~eona :s-
tánea, con los seres reales que habitualmente lo rodean. La relación ~:uctural. Freud [41] postulaba que la psi~ología grupal esta relacl~­
yo-superyó determina sus sentimientos de culpa. No obstante, tal nada con una función similar a la supery01ca, extrapolad~ 'f. campar~
como lo subrayó Buber [25], se sienta culpable o no, una persona tida entre todos los miembros de un grupo. Interes~ ,adv_ertrr qu~, por
puede haber cometido un acto dirigido contra un semejante y, de ese l o que sab emo S, no ha habido una ulterior . elaboracwn
. Sistemat1ca de
modo, haber infringido la justicia del orden humano que lo circunda estos conceptos en la bibliografía especializada. . , . .
[25, pág. 117]. La psicoterapia puede contribuir a extirpar los senti- Otro ejemplo de la relación intrínseca~ente dialectlc~ :Xlstenie
mientos de culpa «neuróticos», pero no puede eliminar las conse- entre las estructuras motivacionales I?-anifie~t~s Y encubier~~s de a
cuencias reales del abandono o la traición de que una persona ha he- . . . dividual es el concepto freudiano clasico de formacwn reac-
cho objeto a su amigo. Las acciones tienen una repercusión interper- psiqms
tiva del m carácter. Este presupone una re l acwn . , mver~a
. ent r·e rasgos
sonal más importante que los pensamientos, los sentimientos, las visibles del carácter y sus configuraciones de ~eces1d~des exact~­
fantasías y otros hechos «psicológicos». En nuestra terminología, las mente opuestas en los ámbitos motivacionales mconscientes Y :na~
acciones se registran en el libro mayor grupal de las cuentas de reci- profundos de la psiquis. Por ejemplo, se it;t~rpreta que una act1~u
procidad o de justicia. parentalizadora abierta, protectora o solícit~ en exc~so, encubre Y
Sandler y Joffe declararon: «Teórica y clínicamente, es importan- controla en forma defensiva intenciones hostiles ar~aigadas de ma-
te advertir que desde el punto de vista de la adaptación psíquica no nera profunda. Sin embargo, para nuestros ~nes es Importante co~­
existe cosa tal como el amor o la preocupación altruista o carente de siderar algo más que esos dos niveles sisténucos: El_c~ncepto de for-
egoísmo por un objeto (es decir, otra persona). El criterio último para .' e ct1"va del carácter se afirmaba en el mdividuo, en tanto
determinar si una relación objetal específica se mantiene o no, o si se macwn r a ·' di l' tica
que nuestros intereses se concentran en la programacwn a ec d
lucha por ella, es su efecto sobre el estado básico de sentimientos del de las relaciones multipersonales. Por ejemplo, mediante un acuer 0

210 211
al que d~ ~odo inconsciente llegan en connivencia, los miembros de relaciones, debemos examinar su importancia respecto de los fenó-
una fam1ha pueden act~ar ~e ma~er~ concertada para desplegar menos psicológicos descriptos como proyección, desplazamiento 0 re-
ambos _aspecto~ de_ s~ antites1s motivaciOnal sin experimentar ambi- orientación. Un supuesto común a todos estos conceptos es que con-
vale1!-cia en lo mdiv1dual. Los miembros imbuidos de una rectitud notan la canalización «inapropiada» de impulsos y actitudes dinámi-
~anifiesta pue~en participar en forma sustitutiva en los actos-delic- camente significativas en un contexto de realidad falso desde el pun-
tivos dfi ot:·o miembro y sentirse, a la vez, superiores a él desde el to de vista cognoscitivo.
p~nto de v~sta n:oral. ~n algunos casos, incluso el hecho de que un Tomando como prototipo la situación del niño en su familia, él
m:em?r.o simpatice abiertamente con el delincuente puede hacerles tiene tres opciones para reparar la injusticia que ha sufrido. Si el pe-
mas facil ~~os otros la condena de este sin sentir culpas por su invisi- queño se siente tratado en forma injusta y desesperadamente ago-
ble complicidad. biado por el poder del mundo adulto, puede: 1) rebelarse contra los
Cabe plantear una pregunta: ¿El concepto de deslealtad agrega padres mismos, 2) si eso no es factible, desviar sus impulsos de ven-
a!go _nuevo al de ambivale_ncia? Ambos connotan una avenencia es- ganza hacia otra persona, de modo inadecuado, 3) tratar de «tragar-
cmdida. La persona ambivalente odia al ser que también ama, en se» sus sentimientos heridos. Resulta evidente que la opción 1 cum-
tanto que la d~sleal no respeta el compromiso que tiene para con una ple un importante papel en la delincuencia y la agresión intrafami-
~er~ona o. el Sistem~. ~e.sde el punto de vista del proceso de psicote- liar franca. La opción 2 puede dar lugar a un enfrentamiento a largo
rapia; existe otra Similitud entre ambos fenómenos. Cuando uno plazo que genera la total saturación de la vida futura del niño con
examma su a~b~valencia, por ejemplo hacia la propia madre, y com- tendencias iracundas, «inapropiadamente» retributivas y tal vez pa-
parte ese sentnniento con el terapeuta, comete de manera implícita ranoides, originadas en su pasado. La opción 3 a menudo lleva al re-
~na ~~slealtad hacia ella. Sin embargo, a pesar de esa deslealtad traimiento, la depresión y el vuelco de la agresión contra sí mismo, o
nnplícita,_desde el punto de vista terapéutico tradicional se conside- bien a otras pautas «sintomáticas», «patológicas» o «caracterológi-
ra que la nnportancia dinámica de la ambivalencia 1:adica en que la cas» secundarias.
persona se ve enfrentada a sus propios sentimientos. Tradicional- Puede utilizarse o manipularse una relación para saldar la injus-
men~e, el despertar de culpas por esa ambivalencia se explica sobre ticia de otra relación anterior. Por ejemplo, el cónyuge, o incluso el
la misma base: la confrontación del paciente con sus verdaderos hijo, pueden ser parentalizados en forma inconsciente por la supues-
aunque a menudo reprimidos, sentimientos. El proceso terapéutic~ ta víctima con el objeto de satisfacer su necesidad de tomarse repre-
de toma de con~ie1!-cia se interpreta entonces, básicamente, como salias de los padres. Desde el punto de vista de la psicología indivi-
una consecu~ncia mtr~personal, regida por la fuerza yoica por un dual, esto puede definirse como una exteriorización inapropiada o
lado, Y la ansiOsa necesidad de represión por el otro. identificación proyectiva. Según el enfoque tradicional sobre este
~or otra parte, la deslealtad se relaciona con la dimensión de la tipo de «patología» relacional, su carácter inapropiado está determi-
acc10n, Yse afirma en el orden del universo humano. La medida de la nado de modo inconsciente; por ende, se supone que una creciente in-
lea~tad que realmente se debe guardar depende del libro mayor de telección o toma de conciencia tendría que ayudar a descubrir y, en
acc101!-:s pasadas Y presentes del otro. A su vez, lealtad o deslealtad consecuencia, a modificar esta pauta. En consonancia, una vez que a
tan:bien ~e expresan por medio de acciones. La actitud ambivalente una persona con suficiente «fortaleza yoica» se le demuestra de qué
~sta _arrargada ~n l~ ,ambigüedad del amor y el odio; el acto desleal manera poco apropiada utiliza sus actuales relaciones, como si qui-
IJ:?P~c~ una ob?gaciOn a la par que el repudio de esta. En el campo siera saldar las cuentas de su pasado, él debería poder corregir la
Sistem:co m~ltipersonal ~e las relaciones familiares, la propia ambi- «distorsión». Se supone que el yo cada vez más realista, que entonces
valencia h~ci~ el proge~tor no puede separarse del problema de la va creciendo, puede desarrollar canales más apropiados para la gra-
lealtad_hac1a el. La relación terapéutica llega, de manera inevitable tificación de los instintos o los impulsos.
a cuestiOnar las relaciones familiares existentes, y mediante sus as~ Nuestra posición agrega dos elementos teóricos de importancia
pectos de deslealta?- implícitos puede aumentar en forma significati- en que nos desviamos de esa tesis, tanto desde el punto de vista diná-
va la culpa producida por la ambivalencia. mico como terapéutico. Primero, presuponemos que la búsqueda de
justicia sustitutiva es una dinámica de relación por propio derecho,
ubicada entre la persona y su mundo, y no entre la persona y sus im-
Balance sustitutivo pulsos o representaciones interiorizadas tan sólo. El balance de las
justicias subjetivas de todos los miembros equivale a una caracterís-
D~da nuest~a t_e~is de que la rendición de cuentas de justicia tica implícita, aunque objetiva, del sistema. En segundo término,
constituye el prmciplO central de la programación dinámica de las presumimos que se deriva un beneficio cuasi-ético al proteger la pro-

212 213
pia lealtad hacia los padres a expensas de otras relaciones posterio-
ión 0 lograr la necesaria utilización de la relación transferencia! en
re~. De este concepto de lealtad primaria hacia la propia familia de
origen se. desp~:end~ que el mayor de los «pecados» es infringir ese
~os del cambio y el crecimi~n~o. . ,
El punto de vista del mento considera los .fen~menos de, t~·ansfe­
~omproilllso pnma1:10 y, por consiguiente, preferencial. Ahí reside un
. ncia dentro del sistema estructurado de obhgacwnes y creditos fa-
1m~ortante de~ermmante dinámico de todo tipo de actitud persecu- re l . l .,
miliares. En consonancia, al trabar c~la qmer re acwr; ~ueva s~ ~o-
tona y :para~o1~e: El desplazamiento de las represalias sirve a la
difica la posición de la persona en el hbro mayo~: de mentas fam~a.r.
econom1a ps1qmca: puede atacarse a otra persona o a todo el mundo
La deslealtad real o aparente hacia los otros miembTos de_la familia
en un nobl: esfuerzo por retener la propia lealtad, sin acusar a los ede crear desequilibrios en relaciones que pueden reahmentarse
padres. As1, los act?s supuestamente dañinos de los progenitores se
vengan «en ausencia». ~~el equilibrio de gratificación de necesidades del ~ndivi~:w vi~c~a­
do en la transferencia terapéutica. La transferencia positiva signifi-
La relación co~ .el terapeuta puede verse atrapada en similares ca que se cumple la anhelada fantas~a de tener p~ru·es buenos, la ne-
esfuerzos por equilibrar el bal,ance. A Freud debemos el importante
gativa brinda al paciente la oportumdad de castigar al terapeuta ~n
concepto de la transferencia. El descubrió que los pacientes tienden
tanto que salva a los padres reales. De este m?do, la transferencia
a repetir tempranas actitudes y expectativas infantiles en su con-
positiva implica siempre una deslealtad hacia los padres reales,
d:rcta. con el especialista, como si este último fuese el progenitor ori- mientras que la negativa restaura la lealtad, al menos de manera
gmano. .
implícita, mediante la negación de lealtad al terapeuta. .
Puesto que el cuerpo principal de la teoría psicoanalítica ~lásica El cambio terapéutico que se da en el contexto de la transferencia
fue. expresado básicamente en términos cognoscitivos, las manifes-
positiva, o sea los deseos de complacer al terapeuta como padre sus-
tacwnes transferenciales por lo general se consideraron distorsiones
titutivo, entraña en sí una violación de la lealtad que guardamos ha-
d.e la realidad perceptible. En otras palabras, el autoengaño del pa-
cia la familia de origen. En la medida en que la enfermedad y el fra-
c1ent~ ~on respecto a la naturaleza de su relación con el médico se caso sostienen la propia lealtad hacia el compromiso familiar de a~l­
descnb1a co~o un error cognoscitivo, una distorsión en la percepción
sencia de cambio, el hecho de que ese síntoma ceda ante un extra~o
Y el pens~m1ento. Cuando el paciente convierte al analista en blanco
puede significar la mayor de las traiciones. De acuerdo con las ~~s­
de ~us. reiteradas an.sia~ infantiles, de modo inconsciente se engaña mas pautas, la mejoría sintomática tiene siempre una connotacwn
a SI ~1smo; por c~~s1gu1ente, una de las metas de la terapia será co- de deslealtad hacia la propia familia de origen, y según nuestra ex-
lT~~· esa distorswn. Los terapeutas especializados en el sistema fa- periencia, poco importa que los paill·es estén vivos o muertos. L~pa­
mili~r, por el contrario, se interesan más por las implicaciones exis- tología intergeneracional transmitida es una ~orr:r:a de contabiliz:a-
tenciales de los aspectos de la transferencia en todas las relaciones
ción leal persistente, mediante el balance sustitutivo d~ntro del SI~­
personales más estrechas. Las actitudes y expectativas transferidas
tema familiar. Cuanto más se aparte de la fuente y razon de la obli-
connotan la con~inuidad de pasadas obligaciones y expectativas sin
gación, menos conocido es para el participante, y más ciego y patogé-
resolv~r en los Sistemas familiares, y más que una ficción engañosa nico se torna el sistema.
entranan hechos reales y verdaderos .
. E:r: los capítul~s.3 y 4 se ha hecho referencia a la importancia mo-
tlvac~onal del mento, contrastada con las necesidades. El mérito
tl:asc1e:r:~e el marco in~i~dual o psicológico, ya que constituye una
ilii:r:enswn de cuen,tas eticas de lealtad y justicia en los sistemas re- Implicaciones de lealtad en el modelo psicoterapéutico
lacwnales. Deseanamos examinar el fenómeno de la transferencia, de la transferencia
concepto c~ntral de la teoría y la práctica psicoanalítica desde este
punto de VIsta. Rastrearemos las implicaciones de nuestra teoría dialéctica de
Tradicionalmente, la transferencia se ha enfocado dentro de un las relaciones, partiendo de la consideración de su contraste :on
la
marco dinámico, determinado por la necesidad. El individuo basán- teoría psicológica individual, para un tema central de la teona Y la
dose. en sus necesidades reiteradas y conservadoras de ma~era re- práctica psicoanalíticas: la transferencia.
gresiv~, puede utilizar al terapeuta, los miembros de la familia o
cualquier otra pe1:sona de i~portancia como pantalla de su «proyec-
t?» de transferencia deterilllnado por la necesidad. Desde la perspec-
tiva de la economía,d~ la s~tisfac~ión de sus necesidades psicológi-
cas, la persona, en ultima mstanc1a, puede ejercer una fútil repetí-

214
215
¿Estructuración multipersonal o unipersonal portante reconocer que cada paso que se-da hacia el cambio o la mejo-
de las motivaciones? ría viola el compromiso inconsciente de lealtad del hijo hacia la fami-
lia. El mero establecimiento de una fuerte transferencia, sea positi-
Existen grandes malentendidos sobre los problemas reales que va o negativa, desencadena culpas por la violación de lazos incons-
~ur~e_n de la terapia familiar o relacional, contrastada con el enfoque cientes de lealtad familiar. La transferencia como intento de adop-
mdividaal. Uno de ellos es la creencia de que el enfoque relacional ción temporaria, además de constituir una exteriorización de pautas
sólo encara interacciones visibles e implica únicamente un interés intrapsíquicas, debe ser antitética respecto de los vínculos existen-
superficial en los aspectos estructurales de los miembros individua- tes entre hijo y padre, y no considerarse de manera exclusiva en el
les de la familia. Otro es el mito de que el carácter confidencial de aislamiento de la relación terapéutica.
una relación terapéutica entre dos personas es condición sine qua La lealtad puede significar muchas cosas; para nuestros fines, la
non para alcanzar profundidad terapéutica. Con el curso de los años, defmimos como una de las fuerzas de estructuración multipersona-
llegamos a convencernos de que la esencia del enfoque de terapia fa• les que están en la raíz de los sistemas o redes de relaciones. Las re-
miliar reside en un compromiso motivacional y de lealtad en la rela- laciones multipersonales abarcan las organizaciones psicológicas de
ción terapeuta-paciente. El hecho de que el terapeuta vea por sepa- los individuos, pero van más allá de ellas. En el lenguaje de la teoría
rado o en forma conjunta a los miembros notoriamente sintomáticos de los sistemas, dichas organizaciones tienen una contribución cau-
Y a otros integrantes de la familia es mucho menos importante, des- sal o motivacional propia, así como las propiedades del agua son dife-
de el punto de vista dinámico, que su intención de ocuparse del bie- rentes de la suma de las propiedades del hidrógeno y el oxígeno.
~es~ar emocional y el crecimiento de cada uno de ellos. El principal Es bien sabido que la labor terapéutica directa, dirigida hacia las
mdiCador que lleva a-indagar o iniciar el tratamiento sobre una base dimensiones de los sistemas de relación, es extremadamente com-
familiar reside en la capacidad de «parcialidad multidireccional» del pleja. Las pautas arcaicas repetitivas, generadas en la neurosis de
terap~uta, o sea su libertad interior para ponerse primero del lado de transferencia terapéutica individual y estudiadas en forma privada,
un miembro de la familia y luego del otro, tal como lo requiere su in uitro, por así decirlo, deben entenderse dentro de una estructura
comprensión empática y su eficacia técnica. integrada, entrelazada con interacciones interpersonales «reales».
En el presente capítulo no intentamos establecer de qué manera En una agria disputa conyugal, marido y mujer pierden la perspecti-
difieren los fenómenos de transferencia en las condiciones propias de va hasta el punto de llegar a pelear entre sí y contra las sombras del
la terapia familiar. Por el contrario, querríamos solicitarle al psico- mundo relacional interiorizado del otro. El punto de vista dinámico
terapeuta que considere el mérito de ciertas implicaciones teóricas y describe la vida como un proceso que tiene lugar en un campo de
estrategias para la terapia individual, incluyendo la terapia residen- fuerzas en constante cambio.
cial de niños. El monumental aporte que significa el concepto de La teoría psicodinámica clásica ha dilucidado las fuerzas conflic-
transferencia freudiano nos ayuda a entender los compromisos per- tivas de las configuraciones de necesidad internas y los intentos del
sonales estructuralizados y ocultos del paciente, a medida que estos yo por dominar la realidad exterior. Modificar una personalidad en
se exteriorizan y desplazan hacia el terapeuta. Comprender la incli- una dirección dada ha sido el marco de referencia tradicional de la
nación que lleva al paciente a personalizar una relación en aparien- psicoterapia individual. Los fenómenos de transferencia, como
cia técnica se convirtió en uno de los principales criterios indicadores declaró Anna Freud, deben entenderse como parte de «toda una
para emprender el psicoanálisis. El siguiente paso lógico en la ex- complicada red de pulsiones, afectos, relaciones objetales, aparatos
pansión del alcance del conocimiento obtenido reside en incluir el yoicos, funciones y defensas yoicas, interiorizaciones e ideales, con
c?ntexto de las actuales relaciones familiares más cercanas del pa- las interdependencias mutuas entre ello y yo y los defectos resultan-
Ciente. !'fos preguntamos: ¿Los compromisos subjetivos personales tes del desarrollo, regresiones, angustias, formaciones de compromi-
del paciente ante el terapeuta tienen implicaciones ocultas de leal- so y distorsiones del carácter» [38, pág. 5].
tad familiar? Por añadidura, si la respuesta es sí debemos determi- Algunos de estos conceptos poseen una base individual, en tanto
nar cuán importantes son esas lealtades para el éxito terapéutico. que otros hacen referencia a relaciones dinámicas. El especialista en
Enfocaremos la t::ulpa originada en la lealtad hacia la familia como terapia familiar debe ampliar· su enfoque, yendo de las díadas a sis-
principal fuente de resistencia frente al tratamiento y el cambio. temas de relaciones más vastos, y considerar a cada miembro del sis-
Anna Freud observa: «En períodos de transferencia positiva, los tema desde su punto de vista único y singular, como centro de un
pa~·es a me~mdo _agravan el conflicto de lealtad entre analista y pro- universo. En una palabra, el terapeuta especializado en familias y
gerutor que mvanablemente surge en el niño» [38, pág. 48]. Desde el relaciones en general debe distinguir entre tres niveles de sistemas
punto de vista del especialista en terapia familiar, es aún más im- relacionales:

216 217
l. El aspecto puramente intrapsíquieo (p. ej., yo-superyó, perso-
Individuación: diferenciación o extrañamiento
na propia y voz ajena, sí-mismo y perseguidor imaginario
etc.). '
Uno de los mitos que con frecuencia sustentan los partidarios del
2. El aspecto interno de lo interpersonal (p. ej., la lealtad hacia
un progenitor o hacia el cónyuge). enfoque individual tradi~iona~ er:tl:aña l.~ sobrevalor~ción de la se-
3. ~1 aspecto existencial de lo interpersonal (p. ej., el hecho de te- aración física como medw de mdrVIduacwn. No cuestwn~mos. el va-
ner o no padres, hermanos, etc.). Ior 0 la necesidad de ciertas sepa.r~ciones conyugale~, el divorcio, o la
udanza del adolescente para vrv11· solo cuando esta preparado para
Los fenóm~nos relacionales que corresponden, básicamente, a ello. Lo que sí objetamos es el hecho de que se co nfun da separacwn
m .,

uno de estos mve~es pueden entrelazarse con fenómenos o expectati- co11 diferenciación ' como medio de madurar. El traslado
. lfísico de un.
v~s en los otr?s mveles, y oscurecerlos. Puede darse una gran confu- joven adulto esquizoide, sacándolo de su casa, por eJemp o, no servi-
Sion Y producirse una lucha improductiva y carente de sentido entre rá tanto a que madure como la ayuda directa resp.ecto de su~ rela~io­
los miembros de la familia debido a su propia confusión y la del tera- nes dependientes en la familia. A la inversa, ~xiste una drfund:da
peuta respecto del nivel relacional en el cual reside la esencia de un creencia (o tal vez resistencia) entre los profcs.wnales, en el sent~~o
problema. de que el hecho de tratar juntos a todos los miembro~ _de ~a fa~~a
Otr,a ~erencia entre los fenómenos relacionales en los niveles 2 y
equivale a convalidar, por parte del terapeuta, la umon s:mbwtrca
3 pod.J,·Ia ilustl:arse con lo.s sentimientos asesinos, incestuosos', etc., perenne de la familia. En realidad, si el terapeuta es expe:~:rmentado
que uno experrmenta hacra un progenitor con: a) el terapeuta solo y está capacitado de manera adecuada, el.~echo ~e trabaJ~r con l~s
b) en presencia del progenitor. '0 dimensiones de una relación en una seswn conJunta brmda mas
Uno de los puntos de vista menos constructivos en los actuales posibilidades de individuación que la separaci.ón. físic.a. .
ensayos sobre el enfoque familiar es el que presupone una relación Puede surgir confusión por el hecho de no dist:~gurrse e?tre la m-
de «lo un? o lo otro», mutuamente excluyente, entre la dinámica de dividuación y la ruptura de los vínculos de rela~ron. La pnm~ra fu~
P.er~on:=thdad indi":idual y la dinámica relacional multipersonal o definida por Anna Freud en los siguientes térmmos: «d~termmar sr,
y a partir de qué momento, el hijo debe dejar de ser consrderado como
s~stemiCa. Determmados autores hablan de una «ruptura discon-
t~ua» ent~e la teoría psicodinámica tradicional y los modelos fami- un producto de su familia, dependiente de esta y merece que ~e l.e
liar o relacwnal d~ la teoría mot~vacional. Nuestra propia perspecti-
conceda el estatuto de una entidad separada, una estructura psrqm-
va ha estado dommada por la busqueda de una síntesis creativa de ca con derecho propio» [38, pág. 43]; y atañe a la forn:ación de fron~e­
factores mutuamente complementarios y antitéticos en la evalua- ras psíquicas. A menudo esta última se ve oscurecrda por. un ~Ito
ción de la situación humana. El hecho de que poseamos información personal, basado en alguna combinación de. huida, desmer:tida, mte-
n_ueva Y valiosa acerca de las leyes homeostáticas reguladoras de los riorización de la lealtad o contienda ostensiblemente hostil.
Sistemas de relaciones no invalida la necesidad de comprender a la El empleo de frases trilladas, como «es lo bastante grande como
P.ers~na, en su individualidad, como un nivel válido del sistema mo- para mudarse de casa de sus padres» o «para al?;mas personas es
trvacwnal. mejor divorciarse», puede ocultar la propia :·elacwn no resuelta del
. El si~iente paso de.im.~ortancia en la teoría psicodinámica muy terapeuta con su familia de origen. La capacrdad del terapeuta para
bien podna ser la descnpcwn de la profunda estructuración dinámi- enfrentar su propia relación familiar determinará el que idee una es-
ca de sistemas de relación multipersonales. Dicho lenguaje tomará trategia para la separación o un método de indagación conjunta Y -=:n-
n:uchos elementos prestados de la orientación en esencia intraindi- frentamiento terapéutico. El siguiente fragmento de las declaraciO-
VIdua.l,Y parcial,n:ente diádica de la teoría psicoanalítica clásica, pero nes efectuadas por un hombre en una primera sesión de pareja plan-
tamb.Ien debera mtegrar los logros conceptuales de la teoría de las tea dicho problema:
relacwnes y extender la utilidad de ambos marcos de referencia. Co-
Realmente a mí no me importa, doctor, qué sienten mis padres, ni qué
mo es natural, di~has ampliaciones teóricas, tendi·án que encarar los
hacen. No les,guardo rencor, pero la verdad es que nunca hici,eron na~~
conceptos frontenzos que señalan la transición de una teoría indivi- en mi favor. Yo comencé a trabajar a los doce años, y cuando mas necesite
dual a la teoría de los sistemas de relaciones.
su ayuda no reunieron el dinero con el cual podrían ha~er pa.g~do la fian-
za para sacarme de la cárcel. Ahora tengo un prontuano ~ohc1al, que ~e
impide obtener trabajos con nivel de ejecutivo. Durante anos enteros ~olo
vi a mis padres una vez cada seis meses. Mi gran problema es la beb1da.
Amo a mi esposa, pero recién vuelvo a casa a eso de las dos o tres de lama-

218
219
ñana, después del trabajo. En realidad , ·
siento en los bares Y bebo hasta el punt;~oy v~~lO efocwn~l~ente. Me La experiencia demuestra que una sota sesión conjunta puede re-
rante los dos últimos años solía ir a l d .e pe~ er e conocnniento. Du. velar pautas interaccionales patogénicas de sorprendente importan-
mana. Sólo voy para ayudarlo ~ mi oad:.:u ma e unas dos veces por se- cia, que no podrían descubrirse en meses enteros de terapia indivi-
del coche, de la casa, Y otras parecid~s. con cosas tales como el seguro dual, realizada por separado en forma colateral. Así lo demuestran
muchos casos de fobia a la escuela. Una jovencita de 17 años recibió
Algunos terapeutas pueden percibí. 1 d . , . tratamiento individual en uno de los más importantes institutos de
miento en la descripción que este homb/ ~ esmteres Y-~Istancia­ capacitación, siendo tratada como psicótica. A los dos meses de ser
padres; por el contrario, otros repararí e acede la rela_~~on ~on sus derivada a la División de Terapia Familiar, ella y su padrastro reve-
por visitarlos dos veces por sem an en su.paradoJICo mterés laron la existencia de una relación incestuosa que ya llevaba seis me-
investigar vínculos de lealtad oc~ft~~-omo potencial emergente para ses de duración. En el curso ulterior de la terapia, toda la familia, in-
teg¡·ada por cuatro miembros, efectuó g¡·andes progresos, y se descu-
brió que la madre necesitaba someterse a un tratamiento de larga
duración.
Enfrentamiento interno y enfrentamiento contextual Al examinar los aspectos transferenciales de los enfoques indivi-
Trátese de un niño o de un adulto 1 t , . . . dual y de dinámica relacional, debemos considerar una más amplia
adverso a considerar las estructura'~ tone? re.lacwnal se muestra expansión de nuestro horizonte teórico. A medida que nuestro punto
rada del contexto de las relaciones r! lr IapsiqUIC~S :n forma sepa- de vista va cambiando, para ir de las formulaciones relativamente
familiar no sólo sient .· . a es. El especialista en terapia impersonales de mecanismos psíquicos a la experiencia subjetiva y
familiar sobre el paci:n~~n~sldad por l?s efectos de la conducta del el sentido de la interacción entre la gente, no sólo debemos tener en
de modo de incluir el propios::::f:oq~: ~Xil:ndili~!a categoría «paciente» cuenta las reacciones psicológicas, sino también la maraña ética y
neracional de obligaciones entl·eql ~ amb ar y la cuenta transge- existencial que configuran las vidas humanas. La preocupación y la
F. - os m1em ros. responsabilidad mutua son importantes dimensiones inherentes a
Ieud esperaba del paciente que tu . . 1 .
necesarios para enfrentar sus . . VIera a capacidad y el valor toda relación caracterizada por la cercanía, aun cuando se den en un
nas y relaciones interiorizadas.p~~P;~~ e~tr~ctu:·as psíq~icas inte;·- ámbito estructural parcialmente inconsciente. El terapeuta que de-
para enfrentar a los fantasma apia Ielacwnal eXIge valen tia sea liberar al paciente de su preocupación por los demás miembros
reales Si yo hablo d t d s que se hacen presentes en relaciones de la familia, o de su lealtad cargada de culpas hacia ellos, tal vez ati-
. e us e en su presencia t d b ,
reacciones y yo seré testigo de las su a . e ' ' us e o s7rvara mis ne a extirpar ciertas manifestaciones de culpa psicológica, pero a la
beneficios potenciales que puede t. Y .s. 6 u~es son los riesgos Y los vez puede aumentar la culpa existencial del paciente. Buber [25] dis-
bro de la familia el hecho de h bl laer adpalreJados, para cada miem- tinguía entre sentimientos de culpa y culpa existencial. Esta última,
·
t os d e VIsta ' a ar uno e otro y reafir · como es evidente, va más allá de la psicología: guarda relación con el
en presencia de ese otro? mal sus pun-
Aparte de encarar la mutua ex .. , . . daño objetivo causado al orden y la justicia del universo humano. Si
caso vergonzosas la actitud t 1p~siCwn de .experiencias terrorí.fi- yo realmente traicionara a un amigo, o si mi madre en verdad siente
los miembros de 1~ famili t· pa o og¡ca sosteruda en connivencia por que mi existencia le causó daño, la realidad de un orden pertlll'bado
a lene menos probabilidad d del universo humano sigue manteniéndose, pueda o no liberarme de
se oculta si la exposición es bil t . 1 E , es e mantener-
familiares privados o comparti~oe;a. s mas probable que los mitos ciertos sentimientos de culpa. Dicha culpa se convierte en parte de
dagación conjunta. Las gratificac:e revelen .en ~1 con~exto de la in- un libro mayor sistémico de méritos, y sólo puede verse afectada por
q~e causan los actos destructivos ¡e~:s ~ustitutiva~ mco:r:~cientes la acción y la reacomodación existencial.
hierta de roles suelen dese b .·. 1 tro Y la marupulacwn encu-
La naturaleza de la alianz~ :;,~e ~n e. ~urso de la terapia familiar.
guiente~ muy distinta de la sit~:ci~m~a [ t~rapeuta es, por consi- El síntoma como lealtad
que un mdividuo enfrente sus estru n I~ Icwnal en 9ue se ~spera
en presencia del terapeuta Lo f ~turas mentales mconscientes Una consideración clave de la estructuración más profunda de las
ten en copacientes sino u. s a ares. no solamente se convier- relaciones hace referencia al papel de la «patología» y el «síntoma» en
servables en form~ diredae su~ pau~~s de mteracción se vuelven oh-
actuadas mediante la tran~f:~e~g_ar
da en el terapeuta.
t ser meramente descriptas Y
Cia y a contratransferencia induci-
la lealtad inconsciente hacia la propia familia. En la medida en que
el sistema familiar patogénico es apoyado por las necesidades regre-
sivas de todos los miembros de la familia, puede verse al miembro
más abiertamente sintomático como una nueva víctima de su lealtad

220
221
que mi relación con el jefe se vuelve personalizada, hay más posibili-
y de un.pact~ compartido. de manera inconsciente para evitar herir a dades de que descubra el modo en que comienzo a revivir algunas ac-
cualqmer ~Iembro median~e el cambio personal de cualquiera de titudes que tuve hacia mi padre, hermano mayor o abuelo cuando
ello~. Un runo puede enc~brm las necesidades regresivas de un pro- era niño. Cuando los terapeutas comienzan a tratar familias ente-
gerntor a traves de ~u. fobia a la escuela; un adolescente delincuente ras, en vez de individuos aislados, pronto los sacude un clima dife-
puede tratar de eqmlibrar un matrimonio de tipo «yo-yo» en que los rente para la transferencia terapéutica. La razón principal lo consti-
padres,. por turno; amena~an cor; ~epararse. Es lógico presuponer tuye el hecho de que las relaciones de familia, en sí, tienen sus raíces
entonces que el mie~bro smtomatico, con suma frecuencia un hijo, en un contexto transferencia!; el especialista en terapia familiar
se llen~ c~da vez m~s de culpas a medida que va experimentando puede incorporarse al sistema de relaciones transferenciales ya vi-
un~ mejona en. ~us s~tomas. ~n un sentido existencial, cuanto más gente en vez de tener que recrearlo en una relación de trabajo desa-
mejore su funcwn, mas tendera a dañar el orden de su universo hu- rrollada en exclusividad entre terapeuta y paciente. Cuando el pri-
mano. Es~o es tanto más probable cuando su terapeuta promete que mero tiene acceso al sistema de relaciones familiares más profundas
se hablara en forma confidencial, y que se forjará una alianza por se- y cargadas de modo intenso, se ve colocado en una posición que exige,
para~o; de este mod?, la tradición familiar se vuelve aún más pro- por cierto, técnicas especializadas, pero su labor adquiere también
nunciada. En l~_medida en que la transferencia equivale a una prue- mayor eficacia, al basarse en la mutualidad de los lazos de relación
ba YU_? a a~opcwn teJ?p?rana, el hecho de que tenga lugar magnifica entre los miembros de la familia.
todaVIa ~as !o~ sentimientos de traición y se convierte en fuente de A partir de Freud, los teóricos del psicoanálisis han sentido curio-
cul?a,psi.cologi?~· además de la culpa existencial inherente a la sidad acerca de los determinantes individuales de la capacidad de un
mejona smtomatica. paciente para desarrollar una transferencia terapéutica intensiva.
Cabe agregar que_-la e_xperiencia de terapia familiar pudo revelar Hace ya bastante que dicha capacidad de los pacientes se juzga como
1~ fuer~a. Y cordura mtrmseca de muchos miembros abiertamente condición básica para el tratamiento psicoanalítico. En tiempos re-
smto~aticos de la familia. El papel de ese miembro es el de brindar cientes se ha prestado atención a la capacidad instantánea de ciertos
~t~ncion externa! ayuda ~otencial a todo el sistema. Quizás él sea el pacientes psicóticos para realizar una transferencia simbiótica. El
urnco que en rea~dad actua de manera tal que efectivamente pueda analista extrae y condensa actitudes repetitivas y regresivas de una
~evar a. un cambiO. Esto también explica por qué con tanta frecuen- relación en la propia relación terapéutica, a la espera de que aparez-
c~a el miemb:o ~l pr~cipio sintomático, designado como paciente, re- ca una neurosis de transferencia técnicamente accesible. Por otra
cibe_ u.n pronostico mas favorable que los padres silenciosamente pa- parte, el especialista en terapia familiar se interesa en las mismas
togemcos o los hermanos sanos. (Véase Framo [37].) tendencias dentro de las relaciones familiares. Él debe examinar los
determinantes del sistema multipersonal de la vinculación transfe-
rencia! intrafamiliar de una persona y su capacidad para «transfe-
Transferencia en el seno de la familia rii·» actitudes relacionales de su familia a extraños. Preferimos in-
cluir a miembros de la familia de origen de ambos progenitores en
~n la teraJ?ia, la transferencia como instrumento técnico es un cualquier familia que tengamos en tratamiento. Con frecuencia, la
medi~ de modificar las pautas de reacción de una persona. También relación entre padres y abuelos se vuelve centro de observaciones y
constituye un puente entre mis reacciones habituales del pasado y blanco de posible intervención. Dichas relaciones entre padres y
las presentes o futuras. Al reexperimentar y actuar pautas del pasado abuelos abundan en procesos de realimentación entre la denomina-
fre~te al te~·apeuta, p~edo tomar la necesaria distancia respecto de da realidad corriente y antiguos anhelos y desengaños sofocados o
las m.ter~ccwnes cot:~anas y comenzar a quebrar el orden repetitivo reprimidos durante largo tiempo.
de mi~ CI~los «patologicos». En esencia, la transferencia no es una
expenenc1a cognoscitiva fría y objetiva, ni tampoco básicamente un
proceso d~ mo.~cación de la conducta del tipo del aprendizaje. 'Por Ejemplo clínico
el co~trano, significa una experiencia relacional cargada de sentido
emocwr;al, con la excitación subjetiva provocada por la satisfacción El especialista en terapia familiar presupone que los aspectos re-
prometida Y la decepción temida, bien que dolorosamente familiar. gresivos de la vida y actos de los miembros de la familia constituyen
T?das nuestras relaciones significativas en lo emocional están uno de los principales componentes del sistema de lealtad de la fami-
ern·mzadas en.el contexto de la transferencia, al menos tal como se la lia. La inversión que hace cada miembro en crecimiento sacrificado
de~r;: en sentid~ lato. Al e~amorarme de una mujer, ella puede con- es recompensada por la tolerancia de sus gratificaciones regresivas
vertn:se, para mi, en un objeto de transferencia materna. A medida

223
222
por parte de los otros miembros. Ese entrelazamiento sutil, y par- dos veces por año. En su relación con ellos era superficial y no podía
cialmente inconsciente, entre las necesidades personales de los una o Po ntánea. Sostenía que tampoco con f"1a b a en l os pro f eswna
. l es.
miembros y el sistema de valores idiosincrásico de la familia fortifica ser es
Cuanto quería era que la ayudaran a combat1r . la lentltu . . s·m
. d de su 1UJO.
el contexto de intimidad familiar. A medida que la psicoterapia, o el b ·go y en forma paradójica, una vez por semana ella hablaba por te-
. análisis individual, reorienta mediante la transferencia el acting out ero ar hasta
léfono ' . do a una d"1stanc1a
una hora con el trabajador social, ub1ca . de
repetitivo hacia la persona del terapeuta, el sistema de lealtad fami- casi seiscientos kilómetros. , . ., . ._
liar se v{amenazado. Y la amenaza es aun mayor cuando el paciente Los trabajadores sociales teman la uupreswn de qu; ~l padre de~ ;runo
es un niño, ya que por lo general este se encuentra refugiado en una . un pr ogenitor en exceso distante y pasivo, y que
era . su uruca
·- resolucwn se 1
posición más dependiente que los miembros adultos. había manifestado en su insistencia final de envmr a1 runo a una escue a
Una de las experiencias más ilustrativas en la práctica de latera- residencial. Aunque era poco lo que se informaba sobre el p~~el del padre
pia familiar hace referencia a la dosis en que incluso los niños muy el sistema patogénico familiar, podía postularse con facilidad que los
pequeños contribuyen a solidificar la lealtad familiar. Los extremos e~ genitores en esa aislada familia nuclear, carecían de mayores recur-
de dependencia paterna con respecto a los niños pueden apreciarse pro para imb~ir de vitalidad a una relación humana. De esta manera, se
sos li . , d 1 h ..
mejor en los casos de abrumadora parentalización de los hijos. No preparaba el terreno para una sutil parenta .zacwr: e os IJOS.
obstante ello, aun cuando sean pasados por alto esos extremos, son El terapeuta del niño declaró que la notona_lent1tud ~e la ~onducta de
a uel también se exhibía en la escuela, y que solo se hab1a reg¡st~~do una
pocos los niños que no captan mensajes como: «Sólo confía entuma-
dre» o «Tu madre es tu única amiga verdadera», ya sea en forma· ex- s~uación en la que pareció casi por completo ausente. Esto sucedio durar:-
plícita o implícita. te una excursión, en una casa fuera del terreno de la es?uela, donde el ru-
-0 comió a velocidad normal. También verificaron una mteresante obser-

El caso de un niño de diez años y su familia resulta ilustrativo de tales


~ación: en ocasión de un paseo escolar, el niño p,areció ~sfrutarlo ~ucho.
situaciones. El cuerpo directivo de una escuela privada de internado nos Cuando su familia lo visitó varios meses despues, los luzo conducrr el co-
invitó a participar como consultores en terapia familiar, en su esfuerzo che por el mismo itinerario del ómnibus. escolar, en la esperan,za de tra~_::;­
por extender el modelo psicoanalítico de tratamiento individual en que el Initirles una experiencia igualmente feliz. El terapeuta agrego que el_mno
niño era visto por un psicoterapeuta, y la madre sostenía conversaciones también recordaba haber hecho lo mismo en su hoga~, _en una sene ~e
telefónicas de larga distancia con un trabajador social. El problema del oportunidades; por ejemplo, haciendo que sus padres Vl~Ja_ran po:· el mis-
niño fue presentado como un irritante retardo en la actividad motriz, au- mo camino que él y su tío habían atravesado antes, con ammo feliz.
nado a una concentración obsesiva en los detalles. La vida de la familia gi-
raba en torno de la lentitud de sus respuestas. Los padres señalaron que La capacidad del pequeño para «dar» a los p~m·es era una carac-
al niño le llevaba horas enteras acostarse, comía demasiado despacio, y terística llamativa, considerando la falta de calidez ~~rsonal en sus
podía vacilar largo rato antes de decidir de qué lado del ropero iba a colgar propias relaciones. Ver en el niño al «curador» de fam~a (c~ando sus
una camisa. Era fácil de ver la desesperación de la familia por su conduc- síntomas demuestran la existencia de devoradoras eX1genc1~~-orales
ta, y sus deseos de cambio, al menos en un nivel consciente. Los tests psi- y una fatigosa obsesividacl anal) por cierto que '?a:·ece P~~·acl~JICO. ~~
cológicos revelaron que el pequeño tenía una inteligencia adecuada, y una obstante cabe presuponer que los padres pudieron utilizar los sm
buena coordinación motriz. Su hermana de siete años era una niña muy tomas d~l niño para huir ele sus propios problen:as no ~-esuel~os con
rápida y vivaz. (Lamentablemente, no se recopilaron datos sobre los apor- us familias de origen. Por añadidura, en un mvel existencial, las
tes de la hermana sana al sistema patogénico familiar.) !nergías mal empleadas en la vida del hijo re:J.talizaban la estanca-
Omitimos la descripción de la dinámica intrapsíquica del niño, para da relación matrimonial. El niño enfermo brmda?a. a_ los p_adres un
enfocar los factores relacionales. Los trabajadores asignados al caso infor- «tema polémico» en torno del cual cristalizar ~u d~?ilider:trdad.
maron que los padres eran activos en el aspecto intelectual pero bastante
Una gratificación intrínseca de la parentalizaci~n co~sis~~ en q~e
desapegados en lo emocional. El padre era profesor de química, y lama-
dre, que hubiera querido ser trabajadora social, terminó por estudiar so- los padres utilizan al hijo para des~ara~~r su propia pnvacwn ob~e~
ciología. En cierta ocasión, la madre fue internada durante tres semanas tal temprana. Como sabemos, la pnvac~?n t~mp_l:a~a p~ede generar
por razones psiquiátricas, y con posterioridad ella se sometió a trata\:nien- una necesidad nunca resuelta de adheswn Simbiotlca, SI~, que se de-
to neuropsiquiátrico. Llena de desesperación estaba decidida a considerar sarrolle una capacidad para la individuación y la separac10?. Cuanto
el problema del hijo como algo esencialmente orgánico, y recordaba ha- más atrapado se ve el niño en su propia sintomatología, mas l~rgo es
berse sentido traumatizada en la clínica en la que, según alegaba, habían el período de implícita gratificación posesiva par~ el ~r~ge~tor. El
intentado hacerla sentirse una «madre desgraciada». No le gustaba ha- progenitor puede defenderse de la necesidad de _mteligir _dicha de-
blar de su familia de origen, la cual vivía en otra ciudad, y a la que años pendencia en la patología del niño, como hemos VIsto, .O:~diante una
antes había dejado. Dijo que sólo veía a sus padres (fríos y «neuróticos») rígida insistencia en la naturaleza orgánica de la condicwn. En el ca-

225
so recién examinado, se reveló que la madre siempre había estado Conclusiones
pr~ocupada por ver en el hijo a un ser dañado en el aspecto orgánico,
desde los primeros meses de vida. El trabajador social informó que la La lógica de nuestro modelo de lealtad sostiene el posible uso de
mayoría de sus largas conversaciones por teléfono con ella eran dis- la situación de transferencia, dirigida a disminuir la culpa causada
cusiones sobre la posibilidad de que la condición del chiquillo fuese o por la deslealtad del paciente hacia su familia de origen. ¿Qué suce-
no orgánica. dería si el lema estratégico fuera: «¿Cómo podemos usted y yo, el te-
En uiÍ nivel más profundo, la conducta del niño reveló un alto rapeuta, trabajar como equipo para ayudar a su familia?», en vez de
grado de preocupación por sus padres. Mediante mensajes encubier- «¿Cómo puedo convertirme en mej~r padre sustit~to, d_e manera. que
tos, seguramente se le hizo ver que, aunque sus síntomas irritaban a pueda utilizarme para crecer emociOnalmente?» SI se Sigu: la pr~e­
la familia, su enfermedad evitaba que la madre enfrentara su propia ra fórmula en la práctica, el terapeuta, escuchando la propia descnp-
depresión, soledad y sentimientos heridos. Aun en casos en que la ción que hace el niño de su experiencia familiar, puede diseñar mo-
psicosis o conflictos previos de un progenitor nunca se le muestran a dos en que el pequeño pueda ayudar a la familia y, a su vez, recibir
un niño de manera abierta, este, sin embargo, siente ansiedad, y res- ayuda permanente. Lo que se requie~e es la solicit':ld del terapeuta
ponde con familiaridad ante la revelación tardía del secreto. para ayudar a todos los restantes miembros, considerando a ca_da
Si presuponemos, entonces, que la homeostasis del sistema pato- uno como su propio paciente. Entonces pueden desarrollarse medios
génico es regulada por una regresión ligada a la lealtad y a una de- de acción incluso si los contactos entre hijo y familia son limitados (p.
tención del desarrollo, es previsible que la culpa del niño aumentará ej., visitas ocasionales, llamadas telefónica~, corresp~ndencia).
en la medida en que «traicione» a sus padres. El hecho de dejarlos En lo específico, el terapeuta debe colegrr los medios por los cua-
atrás para que luchen.. solos en casa bordea ya la deslealtad; si, por les el niño puede ayudar a sus padres. El hijo puede tener ~orpren­
añadidura, él ha de mejorar sintomáticamente, ello podría ser el dente conciencia de dichas posibilidades y mostrarse ans10so por
equivalente de una traición psicológica. La culpa por la lealtad fami- analizarlas con alguien que se preste a reconocer su rol como «cura-
liar no es, tan sólo, tma fija regresiva, afirmada en una situación inte- dor» de la familia, desesperado por ayudarla, En dichos casos, al te-
riorizada; más bien, está convalidada por la realidad interpersonal rapeuta le será fácil ofrecer una alianza dirigida a desarro~_ar estl:a-
de los propios mensajes de los padres. Para atenuar su culpa, así como tegias para una ayuda más eficaz. En los cas?s en que elm_n? no tle-
para proteger a los padres, el hijo debe tranquilizar al sistema: 1) ne conciencia de su potencial eficacia «curativa» en la familia, el te-
manteniendo su síntoma, y 2) tratando de ayudar a los padres, com- rapeuta primero tiene que indagar y verificar cuáles son las propias
partiendo con ellos todo aquello que él pueda disfrutar en la vida. nociones del pequeño respecto de su rol familiar, y alentar el pen~~­
Por consiguiente, sería poco realista esperar que el niño fuese dema- miento de aquel reconociendo una lealtad oculta en su preocupacwn
siado lejos frente a una deslealtad real y su creciente culpa por ella. por la familia. Utilizando de esta manera su rol y su p~der terapéuti-
En el caso citado, el modelo parecía diferir del tradicional, propio co, puede disminuir de manera considera?le, el conflic~o de lealtad
del equipo terapéutico de la escuela. Ellos dirigían su estrategia a lo- implícito en la devoción del pequeño hacia el, determmada por la
grar que el niño invistiera en el terapeuta la suficiente transferencia transferencia.
como para desbaratar en forma gradual sus pautas fijas, de modo Al considerar la anterior fórmula estratégica para la terapia, no
que con la orientación terapéutica podría comenzar a adquirir nue- queremos subestimar la meta de aumentar la autonomía y eficacia
vas pautas de conducta. Tal como ellos lo señalaron, esto sucede en funcional del paciente individual. Sin embargo, en tanto que en el
gran cantidad de casos sometidos a tratamiento residencial, aunque enfoque individual típico la meta se logra, básicamente, _POr medio
a menudo se informa que los efectos no duran mucho más allá de la de la relación de transferencia con el terapeuta y aprendiendo nue-
descarga. La influencia familiar parece revertir el cambio terapéuti- vas pautas, sugerimos una dimensión adicional de investigación: las
co. Se interpreta como que la aprobación del progenitor (terapeuta) implicaciones de lealtad, tanto de la «inversión» transferencia!_ como
en relación con la transferencia resulta contraria a las necesidades y del ulterior cambio sintomático. Esto exigiría que el terapeuta mclu-
deseos de los padres reales. Como especialistas en terapia familiar, yera la inversión de lealtad de todos los miembros d~ la familia ~omo
sentimos intensa frustración por la falta de asequibilidad de los pa- un significativo determinante dinámico en la capacidad del pacwnte
dres en este contexto: sólo vinieron a vernos cuatro veces en un año. para un crecimiento perdurable. .
¿Cómo podemos nosotros, como consultores, sugerir métodos que En suma, el especialista en terapia familiar no se ~a por s~tls_fe­
afectan el sistema en estas circunstancias? Una vez más, observa- cho con la visión teórica según la cual la transferencia terapeut1ca
mos los graves obstáculos que una internación plantea con respecto debe considerarse en forma separada de los compromisos de lealtad
al enfoque familiar. · dentro de la familia del paciente. En consecuencia, es probable que

226 227
aliente nuevas sendas de participación entre los miembros de la fa- 8. Formación de una alianz-a operativa entre
milia. El hecho de trabajar con semejante sistema relacional abierto
confiere al terapeuta mucha más eficacia que una consideración ais- el sistema coterapéutico y el sistema familiar
lada de la relación transferencia!.
La práctica tradicional de aislar las inversiones de transferencia
terapéuti-ca de las lealtades familiares presupone, de manera implí-
cita, liberar al niño de cadenas de realimentación repetitivas de inte-
racción familiar. La alianza exclusiva y confidencial entre terapeuta
y paciente implica una fórmula: Con mi ayuda usted puede derrotar
sus fuerzas patógenas, su compulsión hacia la repetición y (en espe-
cial si el paciente es un niño) las influencias del ambiente patogénico Cada familia que acepta ser derivada a tratamiento conjunto de-
familiar. Si, no obstante, el terapeuta incluye en sus designios a la be estudiarse en el propio contexto que le es privativo. Puede consi-
lealtad familiar como uno de los determinantes sistémicos de la com- derarse la psicoterapia familiar como un acuerdo contractual entre
pulsión hacia la repetición, guiado por la misma lógica tendrá que in- familia y tei·apeutas para emprender un examen de todos los miem-
cluir el de los pacientes en su contrato de alianza terapéutica. Todos bros de aquella y su interacción, con el objetivo de beneficiar a la fa-
los miembros de la familia tendrán entonces que recibir ayuda, a los milia como un todo. Al formar una alianza terapéutica operativa con
efectos de incrementar al máximo el potencial de cambio en todos y una familia, a los especialistas se le plantean complejas exigencias.
cada uno de ellos. Hemos aprendido a no confiar en los signos del ai- Se han analizado las alianzas terapéuticas con pacientes individua-
rado deseo de un niño o adolescente, en el sentido de abandonar a sus les desde el punto de vista de la estructura yoica, las defensas y la
padres ansiosos, represivos, culpógenos, parentalizadores o infanti- motivación [48].No obstante, el hecho de establecer un «contrato»
lizadores. Preferimos ir en busca de la subyacente lealtad antitética, con una familia (un sistema multipersonal) exige una formulación
cargada de culpas, y considerar la estructura de la paralizadora dinámica diferente. Debe tenerse en cuenta el modo en que la familia
culpa existencial que se produce tras cometer la deslealtad hacia el funcionó en el pasado, pero se requiere una revisión de técnicas para
sistema. No podemos entender de manera caballa estructura de la asegurarse de que todos los miembros se comprometan con el proce-
lealtad cargada de culpas sin conocer y ocuparnos de todos los miem- so terapéutico y participen en él.
bros del sistema de relaciones. Las familias manifiestan con rapidez su necesidad psicológica de
asignar roles y proyectar culpas tanto dentro como fuera de su seno.
A menudo, el deseo subyacente de sus miembros es reparar lo que in-
terpretan como violaciones de la lealtad familiar, y rara vez cuestio-
nan la posibilidad de que el sistema familiar impida el crecimiento y
la maduración. Si estos y otros factores no se encaran pronto y en for-
ma continuada, se asignará a terapeutas y terapia el papel de «in-
competentes», y de manera abrupta la familia dará por terminado el
tratamiento. Hollender [54] destaca que, al formalizar una alianza
terapéutica con un individuo, primero el paciente tiene que estar de-
seo de aprender qué hay en la raíz de sus problemas; segundo, cómo
puede entonces modificar o cambiar su conducta; y, finalmente, sa-
ber si está dispuesto a realizar ese trabajo, y tiene capacidad para
ello. Aunque estos elementos esenciales siguen aplicándose en el
marco de la familia, la naturaleza del compromiso con la terapia fa-
miliar es un proceso más complejo y básicamente distinto. El aspecto
sistémico multipersonal del funcionamiento de la familia es el ver-
dadero problema. Debe tomarse en cuenta todo el sistema en proceso
de cambio homeostático, en el cual, desde el punto de vista funcional,
un individuo puede parecer adecuado al extremo, pero ser tan de-
pendiente del sistema colusorio como el miembro en exceso inade-
cuado. Por añadidura, el integrante de la familia que funciona «bien»

228 229
puede convertirse en el más sintomático durante cierto lapso, con lo lealtad familiar será restaurado, o recompuesto, de manera tal que
que altera en forma radical la definición del problema. Los terapeu- todos puedan sobrevivir. El joven miembro que intenta emanciparse
tas deben informar a toda la familia que la terapia, en última instan- de un sistema familiar patológico será considerado un traidor que
cia, puede brindar ayuda y aliviar el dolor subyacente, y no sólo en ocasionará la disolución de la familia nuclear de origen. Las familias
· relación con el «síntoma» o individuo sintomático que decidió a la fa- más sanas no se ven tan amenazadas por la separación emocional, y
milia a someterse a tratamiento. pueden adaptarse mejor.
Las relaciones de familia ambivalentes, posesivas, en que la gue- Tanto la familia como los terapeutas deben forjar y alimentar es-
rra se mezcla con el amor, están plagadas de temores identificables peranzas en forma continua dentro de la familia patogénica, en rela-
relacionados con el incesto y el asesinato, o temores opuestos de una ción con las esferas específicas de fortaleza y salud que existen en to-
abrumadora soledad o de aniquilación. Los miembros de la familia das las familias. Los terapeutas deben dar a entender que, aunque
con frecuencia arrastran consigo una atmósfera de extrema desespe- tienen conciencia del sufrimiento de la familia, son lo bastante fuer-
ranza, y rara vez se los ha visto confiar en nadie fuera del marco de tes como para ayudarla a reforzar y reconstruir las áreas sanas. En
su propio grupo familiar. Aunque se muestren cautos y llenos de re- otras palabras los terapeutas deben emplear sus fuerzas para ayu-
celo, esto no siempre se debe al miedo que pueda inspirar el extraño. dar a sus miembros a quebrar las cadenas relacionales que impiden
Para ellos es difícil creer que alguien quiera o pueda ayudarlos. En o interfieren la individuación. Esto sólo puede ocurrir si cada inte-
su fuero interno se sienten indignos, faltos de mérito, sin esperanzas grante de la familia adopta un compromiso con el proceso terapéu-
de cura. Searles [78] dice que tales sentimientos a menudo pueden tico en el que deberá participar toda la familia.
erigir en el paciente una pantalla protectora frente al terapeuta. Los
integrantes de la familia pueden preguntarse si los especialistas en
terapia familiar «ingresarán» al sistema familiar y, de ser así, si re-
sultarán aniquilados o enloquecerán. ¿Los terapeutas podrán ser lo
bastante sólidos como para aguantar los embates? ¿Quién, por propia Derivación de pacientes
voluntad, estará dispuesto a inmiscuirse en las batallas familiares?
¿Quién llegará a apreciarlos o a entenderlos? Lo que ellos desean, Antes de formalizar una alianza operativa, los terapeutas deben
aquello a lo que aspiran, es una vida familiar diferente, con cierto gra- averiguar cuáles son las actitudes del profesional que le derivó la fa-
do de seguridad emocional. ¿Los especialistas en terapia familiar son milia, y lo que puede haber transmitido a esta. ¿La terapia familiar
lo bastante fuertes como para ayudarlos a alcanzar ese estado, o sien- fue presentada como terapia preferida, o como última posibilidad pa-
ten que la terapia llevará a un estado más desorganizado aún? ra la familia, o porque se juzgaba inadecuado al paciente? ¿Se la pre-
La rigidez de algunos sistemas familiares y la intensidad de los sentó como una oportunidad para que todos los miembros de la fami-
sentimientos ambivalentes con que pueden enfrentarse los especia- lia obtuvieran beneficios para sí, tanto como para los demás? ¿La
listas en terapia familiar merecen ser comprendidos. Se mantienen familia siente que se descartó la terapia individual porque sus inte-
pautas repetitivas y complejas de conducta, de modo que el sistema grantes ya no tienen remedio, sus problemas son demasiado graves y
de relaciones pueda perdurar sin cambios. Desde el punto de vista de realmente no pueden ser tratados? ¿El profesional que los derivó se
los terapeutas, estas pautas en apariencia sin sentido cumplen pro- mostró ambivalente con respecto a la terapia familiar como método
pósitos múltiples. Por ejemplo, tal vez equivalgan a una defensa diri- de tratamiento? ¿Qué tipos de problemas llevaron a la derivación?
gida a controlar impulsos terroríficos. En determinado nivel, para la ¿Sólo se seleccionan las familias con un miembro psicótico, o delin-
familia, resulta evidente que sus métodos han sido ineficaces en re- cuente, o aquejado de una enfermedad psicosomática?
lación con el miembro designado paciente. Los miembros de la fami- Para los especialistas en terapia familiar reviste una importan-
lia tienden a ver en el paciente más la causa que el resultado de las cia crítica tomar conciencia del modo en que la familia ha reacciona-
relaciones desequilibradas dentro de esa familia. Sin embargo, al re- do ante la persona que hizo la derivación, y establecer por qué aque-
ferir la historia de sus familias nucleares y extensas, describen un lla cree que se la envió para someterse a este tipo de terapia. ¿Consi-
sufrimiento generacional. Ellos pueden resistirse a la investigación deran sus integrantes que podrían beneficiarse a partir de un esfuer-
de esas conexiones, o incluso rechazarla en forma consciente. Una zo terapéutico conjunto? Todo miembro de la familia debe participar
mujer dijo: «¿Por qué abrir la caja de Pandora? Las cosas pueden en la discusión de los beneficios esperados y las metas deseables. Si
ponerse aún peor de lo que están». no se analizan y comprenden estos problemas, y eliminan las resis-
Los terapeutas deben ser conscientes de la necesidad que tiene la tencias manifiestas, la familia se verá imposibilitada de formar una
familia de que se la tranquilice, en el sentido de que el sistema de alianza con los terapeutas, y no aceptará el tratamiento.

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D_esde el comienzo los terapeutas debe-n mostrarse optimistas y Aunque dic~as solu~iones parezcan a?_viar por un cierto tiempo
convmcentes respecto de los beneficios terapéuticos que pueden ob- las agudas tensiOnes eXIstentes en la familia, la experiencia demues-
tenerse ~e ~a terapia aplicada a toda una familia. Además, el equipo tra que los conflictos subyacentes no han sido resueltos. Cuando una
_co~erapeutlco debe entonces ayudar a la familia a descubrir en sí familia «echa» a uno de sus miembros, el hecho en sí pospone y detie-
misma esperanzas y fortaleza suficientes como para efectuar el cam- ne los aspectos del proceso de crecimiento que derivan de sus relacio-
bio. Una-de las facetas más importantes del contacto inicial con una nes mutuas. Los conflictos que pueden haber existido yacen latentes
fa~ilia estriba en que l?s ~erapeutas expresan exigencias de compro- tal como se ha confirmado en forma reiterada en los casos en que 8 ~
miso J?~ra con la terapia, mcluso cuando se requiera una penosa in- ha alejado a un hijo del hogar, y poco después un segundo o tercer hi-
dagacwn de parte de todos sus integrantes. Esta insistencia en el es- jo se vuelve abiertamente sintomático.
fuerzo indagatorio es ':n~ de los factores terapéuticos más importan- De manera consciente, los progenitores afirman (y en realidad
te~ para log¡·ar el crecimiento a lo largo de todo el proceso de trata- quieren significarlo) que desean darle a su hijo una mejor oportuni-
miex:to. Las aprensio:r:es y resistencias generales y preliminares con- dad para crecer, padeciendo menos sufrimiento y privaciones de los
ce~ruentes al tratam.Iento saldrán a relucir en forma tan directa y que ellos mismos han experimentado. Los impulsos de crecimiento, o
abierta como sea posible. Dichos temores pueden enfocarse con ma- sea la continuada individuación y separación a edades apropiadas,
yor especificidad y profundidad cuando la familia plantea problemas se ratifican de modo consciente. Sin embargo, la observación de mu-
definidos contra los cuales lucha. - _ chas familias indica que los libros mayores internos o inconscientes
de compromisos parecen estar tironeando de ellas en un sentido
opuesto. Las relaciones simbióticas e infantilizantes se refuerzan en
forma encubierta. Bowen observó que todo intento por apartarse de
Descripción de las familias: proyección inicial ese sistema familiar se vive como una deslealtad, como una amenaza
de los problemas o de las soluciones para el seno mismo del sistema familiar, que posee como núcleo una
«masa yoica familiar indiferenciada» [20, pág. 45].
Los individ':os co~ un yo fuerte, como suele denominárselos, pue- Aun cuando las familias solicitan ayuda para poder cambiar y los
den mostrarse msa_tlsfec~os cons,igo mismos, con sus roles conyuga- terapeutas se ven a sí mismos como agentes del cambio, las metas fa-
les-paternos, Y debido a Ciertos smtomas perturbadores buscan em- miliares inconscientes y compartidas en connivencia pueden ser dia-
prender u_n~ terapia_ individual. Por el contrario, en algunos casos en metralmente opuestas. De poder visualizarse una escala de «perte-
que se solicita t~rapia ~e.p~reja, los supuestos problemas conyugales nencia» a la familia, puede haber una «excesiva intimidad» en un
pued~n ex:cubnr un deficlt en la relación padre-hijo. Un consultor extremo, y en el otro, sentimientos de aislamiento, soledad intolera-
matrrm~rua! relató una situación en la que una pareja no mencionó ble, aniquilación o (tal como un padre lo describió) el hecho de «ha-
nunca mngun J?roble~a qu_e pudiera tener algo que ver con su hijo, macarse en el espacio sideral>>. A menos que los especialistas en ter a-
hasta ~'!e este mtento SUicidarse. Estudiar un único subsistema de pia familiar puedan ayudar a la familia a que los acepten a ellos co-
la familia (o sea, el co~yuga~ o paterno), en vez de ambos, equivale a mo agentes de cambio, no se formará una alianza terapéutica. Si una
:p~s~ por alto _el funcwn~miento de toda la familia: Los adultos que familia proyecta de manera coherente sus problemas y soluciones
~ci_almente dic~n que solo hay problemas con un niño o niños sinto- fuera de su interior, es posible que se avenga a asistir a las sesiones,
mat17os, no perciben el hecho de que estos son una consecuencia de pero sin que medie compromiso alguno con el proceso terapéutico de
conflictos ::_o resueltos entre los integrantes de la familia. Los proble- crecimiento.
mas del runo se presentan como si todo los demás conflictos existen-
tes dentro de la familia no tuvieran relación con ellos o fuesen se-
cundar_ios. Es po_sible que esto explique la rapidez cor: que algunos
progerut?res sug¡eren que el hijo reciba tratamiento individual. Con Etapas iniciales de la alianza operativa
fre7uenc1a se buscan otras soluciones, como una escuela con sistema
d~ mternado, ~cademias militares, cárceles e instituciones psiquiá- Con la familia deben presentarse y analizarse tres problemas
tncas. CualqUiera de estos caminos favorece y refuerza la necesidad centrales: tiempo, honorarios, y compromiso. En apariencia, podría
de_ los padr~s de resguardar o encubrir los problemas familiares. Al tratarse de problemas elementales que se dan por sentado. Sin em-
asignar el rotulo de «loco» o «malo» al hijo que presente los síntomas, bargo, cada problema, a medida que se va aclarando con la familia,
los J?adres buscan demostrar de manera inconsciente su propia nor- comienza a revelar en qué medida sus integrantes han considerado
malidad y la de los otros hijos. seriamente las exigencias de dicha empresa. Por ejemplo, todos los

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miembros de la familia deben enfrentar la posible modificación de Los pacientes que más se adaptan a la terapia familiar son los
los planes escolares o de trabajo, para poder asistir con regularidad que revelan una capacidad para enfrentar problemas dentro de la fa-
a la sesión semanal. Es preciso que la familia sepa que pueden plani- milia, en vez de concentrarse simplemente en la presentación de sín-
ficarse sesiones adicionales, en caso de ser necesario, y que los tera- tomas. A una persona aquejada de neurosis obsesiva puede decírsele
·peutas tienen tiempo disponible. Ellos necesitan saber cómo se enca- que el psicoanálisis ha de resultarle beneficioso, pero tal vez no acep-
ran las cancelaciones por enfermedad o vacaciones. Toda cuestión te una sugerencia de esa índole, o ni siquiera se sienta suficiente-
que pueda interrumpir las sesiones de terapia debe reverse en forma mente motivada.
abierta. A la familia hay que informarla respecto de los planes de va-
caciones de los terapeutas o las citas no cumplidas. Si un miembro de
la familia está enfermo, ellos tienen que saber si de todas maneras se Consenso
espera que los demás familiares asistan a la sesión. El equipo cotera-
péutico y la familia deben hablar con claridad sobre las inevitables Al analizar la capacidad de una familia para el trabajo y el com-
ausencias de cualquiera de las partes y cómo se encarará esto en promiso que asume, los especialistas en terapia familiar han desa-
relación con horarios y pago de honorarios. rrollado determinados criterios. Además de reconocer los problemas
Tiempo y honorarios tienen un denominador común. ¿La familia del paciente designado como tal, resulta importante que cada adulto
consideró, en términos de meses o años, el tiempo que puede llevar la y los otros hermanos admitan que también ellos requieren ayuda.
tarea y, teniendo en cuenta su situación económica, ha pensado en Específicamente, ¿qué espera cada uno obtener para sí y para los de-
los posibles costos financieros? ¿Se sufragarán con los ingresos se- más? Desde el comienzo, cada familia necesita alcanzar un consenso
manales, o serán necesarios otros recursos? Muchas familias dicen respecto de lo que les ha faltado a todos sus miembros dentro de la
que el tratamiento sólo podrá emprenderse si recurren al dinero que familia, como ser, comprensión mutua, privacidad, incapacidad de
han estado ahorrando para la educación universitaria de sus hijos. hablar sin proferir amenazas o darse a la huida. Incluso cuando las
¿A qué se dará prioridad si la familia debe enfrentar esa alternativa? necesidades difieran para cada persona, teniendo en cuenta edades y
Estos problemas revelan si en la familia se han hecho o no planes diferencias sexuales, existen denominadores comunes: necesidades
realistas sobre la posibilidad de comenzar la terapia, y continuarla. humanas de aceptación, comprensión y respeto a pesar de la edad o
En general, los integrantes de la familia necesitan ayuda para tomar las diferencias sexuales. Por añadidura, cada uno debe aceptar el rol
conciencia de lo importante que es el tratamiento como prioridad en de paciente, o sea, tomar conciencia de que es un participante activo
esa etapa de sus vidas. y debe contribuir a facilitar la resolución de problemas.
El deseo de cambio expresado al inicio no puede aceptarse de pla-
no como base para el futuro cambio sintomático o estructural, ni pre-
decirse en esa etapa si la familia podrá tolerar la experiencia, o in-
Diagnóstico y pronóstico cluso sacar beneficios de ella. Sólo tras una prolongada fase de eva-
luación, a lo largo de varios meses, la familia revela su capacidad pa-
ra enfrentar problemas básicos y tratar de comprender los senti-
La capacidad de trabajo de la familia mientos de cada uno. Aunque las resistencias se analizan en forma
constante, algunas familias siguen hallando la labor demasiado pe-
Los especialistas en terapia familiar no han intentado llegar a un nosa, difícil o amenazadora. Otras, que parecen dispuestas a inten-
consenso sobre las familias que habrán de tratar, o los tipos de fami- tarlo, se muestran demasiado fijadas y rígidas, «calcificadas». Algu-
lias que resultan más aconsejables para hacer terapia familiar. nas familias pronto se dan por satisfechas con la eliminación de los
Aceptan familias con uno o más pacientes sintomáticos, o sea fami- síntomas, en tanto que otras encuentran fuerzas, dentro de la fami-
lias con un miembro adolescente que recibió el diagnóstico de esqui- lia misma, para trabajar hacia el cambio estructural.
zofrenia y un progenitor deprimido, o familias derivadas a ellos en El siguiente ejemplo clínico muestra el consenso preliminar que
que el adulto sufre de depresión y el hijo tiene fobia a la escuela. Po- esa familia consiguió en relación con sus necesidades mutuas de te-
dría describirse a muchas de esas familias como carentes de indivi- rapia familiar conjunta. Se lo obtuvo mediante la participación di-
duación y separación, o de tipo simbiótico. Existe una gran cantidad recta de cada miembro, más que a partir de la conducta mencionada
de razones que explican la falta de criterios indicadores establecidos por un integrante. La presencia de los hijos les dio inmediatamente a
para la terapia familiar. Entre ellas, sobresale la falta de una defini- los terapeutas la pauta acerca de cuáles eran las esferas fundamen-
ción de «patología familiar». tales de conflicto.

234 235
En una sesión de familia, los tres hijos, dos'varones y una niña, inte- visibles dentro de las relaciones y, finalmente, ver cuáles son las
rrumpían constantemente la conversación de sus padres. Las bromas se obligaciones sin cumplir. Desde el punto de vista individual, Anna
concentraban en la hermana menor, una niña de once años. Cada proge- Freud manifestó: «Si por "duelo" entendemos, no las diversas mani-
nitor coincidía con el otro en afirmar que entre ellos había una gran proxi- festaciones de ansiedad, pena y disfunción que acompañan a la pér-
midad y mucho afecto, y que todo andaría bien de no ser por el tartamu- dida del objeto en las fases más tempranas, sino el proceso doloroso y
deo del hijo. Los padres «vivían para sus hijos» y querían darles una vida gradual de disociar la libido de una imagen interna, por supuesto
por compléto distinta de la que ellos habían tenido. Esto fue expresado que no puede esperarse que esto ocurra antes de establecerse la
por la madre, que era el vocero de la familia. constancia del objeto» [38, pág. 67].
A esta altura, la hija se quejó con fuerza acerca de los dos hermanos, Los aspectos compartidos de la lucha con un proceso de duelo pos-
diciendo que ella nunca podía tener ninguna privacidad. Cuando sus ami- tergado pueden conceptualizarse en términos sistémicos multiper-
gas venían a la casa, siempre alguno de los hermanos, o ambos, insistían sonales. Boszormenyi-Nagy [14] definió la patología familiar como
en ser incluidos en los juegos, o bien los interrumpían. Cuando a la fami-
«organización multipersonal especializada de fantasías compartidas
lia se le preguntó sobre la privacidad que había en su hogar, la madre rom-
pió a llorar, diciendo que jamás tenía tiempo para sí. Los niños no le deja-
y pautas complementarias de gratificación de necesidades, manteni-
ban ningún momento para estar sola. Por la mañana, o después de la ce- das con el objeto de manejar experiencias pasadas de pérdida obje-
na, entraban al dormitorio para vestirse o mirar televisión. Ellos nunca tal. La misma cualidad simbiótica o indiferencia da de las transaccio-
querían irse a dormir. El marido dijo que trataba de aliviar a la esposa en nes de determ.inadas familias equivale a un vínculo multipersonal,
la medida de lo posible, pero que los niños no lo escuchaban a menos que capaz de impedir la toma de conciencia de las pérdidas para cual-
él llegara al punto de maltratarlos. Sabía que la esposa estaba mal de los quier miembro individual. Otra meta de la organización familiar
nervios. Nunca podían sostener una conversación sin que los hijos inte- "simbiótica" es impedir las separaciones con que se amenaza. Las se-
rrumpieran verbalmente o pidieran ayuda para hacer cosas que en reali- paraciones pueden darse en niveles interpersonales-interaccionales
dad podían hacer solos. y estructurales» [14, pág. 310]. Esto puede representar un proceso
La madre dijo que tal vez ella era demasiado perfeccionista en relación largo y penoso, que podría redundar en un cambio estructural básico
con el hogar, esperando demasiado de los hijos y andando detrás de ellos en un sistema familiar. Para algunas familias el hecho de revivir y
todo el tiempo; pero sucedía que, sencillamente, no podía soportar el ruido volver a experimentar el «proceso de duelo» es demasiado penoso.
y el desorden que causaban. El padre coincidió en afirmar que también él Por tal razón pueden seguir bajo tratamiento sólo hasta el momento
hallaba a los hijos demasiado descuidados e irreflexivos con todas las en que se produce un alivio sintomático y algún cambio mínimo en el
cosas que él les brindaba. Siguió apoyando todo lo que su esposa decía, pe- equilibrio familiar. Específicamente, la familia puede dar por termi-
ro en voz queda, repitiendo como un loro, como si tuviera mucho miedo de nado el tratamiento en el punto en que tiene lugar la mejoría de los
provocar la ira de su mujer. Los niños dijeron: «Mamá grita y nos reta de-
síntomas en el paciente designado como tal. Por ejemplo, cuando se
masiado».
Esto era sumamente penoso para esa pareja perfeccionista al extremo, ayuda a que se reincorpore a la escuela un niño con fobia escolar, la
que se esforzaba de continuo por actuar como padres ideales. Por fm, los familia se da por satisfecha con ese resultado y se muestra poco de-
padres llegaron a un acuerdo con los hijos, en el sentido de que la familia seosa o incapaz de investigar esferas adicionales de la patología fa-
necesitaba más privacidad fisica y oportunidades para poder hablar entre miliar. Esta meta, y el contrato concomitante, son legítimos, sea cual
sí sin constantes interrupciones. Entre todos decidieron que, al presen- fuere la escala de valores del terapeuta.
tarse como familia, podrían trabajar sobre esos problemas y otros conflic-
tos a los que sólo se hizo referencia implícita (p. ej., la incompatibilidad
conyugal).
Realidad inicial y reacciones transferenciales ante
los coterapeutas y el tratamiento: resistencias
Alivio sintomático
El hecho de tomar conciencia del sufrimiento, en forma de sínto-
Cuando mencionamos la capacidad de trabajo de una familia, nos mas, que está padeciendo uno o más de sus miembros es lo que lleva
estamos refiriendo a varios factores. El primero de ellos es poder, con a la familia a recurrir a la terapia, con la esperanza de obtener algún
el tiempo, comenzar a investigar y preelaborar los aspectos del desa- alivio. Esta es la fuerza motivadora que impulsa a sus integrantes a
rrollo emocional interrumpido que están conectados de manera es- tratar de forjar una relación con los terapeutas, quienes -según es-
tructural con la postergación compartida del duelo, así como la indi- pera la familia- podrán guiarlos para que se liberen de sus sínto-
viduación. El segundo consiste en enfrentar las pautas y cuentas in- mas perturbadores.

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Sin embargo, existen factores fundamentales en la formación de cepción de lo que tendría que ocurrir para que se produzca su ulte-
la nueva relación, que tendrán que considerarse antes de poder al- rior maduració~. Pa~a algun~s familias la meta consiste en regresar
canzar esas metas. En un nivel consciente, los terapeutas pueden vi- a la etapa antenor, libre de smtomas, antes de reconocer que consti-
sualizarse como expertos profesionales convertidos en benévolas fi- tuían un sistema familiar pobremente individualizado y estancado
iuras de autoridad. Aunque la realidad es un componente de impor- En términos individuales, Searles [78] define la simbiosis como «un~
tancia, también deben tenerse en cuenta las actitudes transferencia- m?dalidad de re~a.ción [... ] intensamente gratificante [...] que per-
les hacia los terapeutas. mite a cada participante regodearse con sentimientos de satisfacción
Greenson define la transferencia como «el hecho de experimentar infantil, así como con fantasías maternas omnipotentes». Y agrega:
sentimientos, impulsos, actitudes, fantasías y defensas hacia una «A pesar de su tormento, también proporciona gratificaciones precio-
persona, en el presente, que no corresponden a esa persona y son una sas» [78, pág. 16]. Bowen enfocó la simbiosis desde el punto de vista
repetición, un desplazamiento de reacciones originadas hacia otras de la familia y empleó el término «masa yoica indiferenciada». Él
personas que fueron importantes durante la primera infancia» [48, concibe un «conjunto fusionado de yoes de miembros individuales de
pág. 156]. Las manifestaciones de la transferencia en la terapia fa- la familia, con una frontera yoica común. Algunos yoes se fusionan
miliar son múltiples, e incluyen tanto las relaciones entre los miem- en la masa en forma más completa que otros. Ciertos yoes están en-
bros, como entre estos y el terapeuta. Los integrantes de las familias vueltos de manera intensa en la masa familiar durante la tensión
más desorganizadas pronto revelan sus deseos de que el terape':lta emocional, mientras que en otros momentos permanecen relativa-
asuma un rol omnipotente. Boszormenyi-Nagy asevera: «En latera- mente desapegados» [21, pág. 219].
pia familiar, las actitudes y distorsiones transferenciales más im- Las familias hacen referencia a los miembros no designados como
portantes se dan entre fos miembros de la familia, y no entre pacien- pacientes diciendo que son sanos, independientes, adecuados y exi-
te y terapeuta, como ocurre en la terapia individual o grupal. El ac- tosos. Para ellos, tomar conciencia de que bajo la fachada de un fun-
tual pariente cercano resulta la reencarnación más importante de cionamiento eficiente en la superficie puede haber una gran fragili-
los objetos interiorizados del propio sí-mismo infantil» [15, pág. 416]. dad, ~sí como necesidades internas insatisfechas de dependencia,
La familia puede mostrarse desvalida, y poner de manifiesto sen- constituye un proceso penoso.
timientos de extrema desesperanza: «Simplemente, díganos qué ha-
cer y lo haremos; estamos desesperados, todo nos sale mal, usted es
el experto». Deben desecharse esas ideas, esos deseos mágicos, ya Actitudes ambivalentes
que no es posible producir curas milagrosas, fáciles y rápidas. Estas
actitudes deben reemplazarse por la insistencia del terapeuta en el Las ansias de gratificación de las necesidades de dependencia
sentido de que son los componentes de la familia quienes deben tra- existen en forma colateral con temores de ser arrasados, destruidos
bajar en pos de una mayor comprensión para poder cambiar. Otras y abandonados. Los integrantes de la familia suelen vacilar como
familias pretenden erigir al terapeuta en «juez» abocado a establecer resultado de los sentimientos de amor-odio que sienten el uno hacia
quién tiene razón y quién no, quién es bueno y quién es malo. Una el otro, y que pueden incluir al terapeuta. Temen de igual manera la
pareja exigió, en la primera sesión, que el terapeuta especificara si el cercanía y la distancia. El terapeuta debe estar siempre sobre aviso,
marido era leal a su esposa o a la familia de origen. Otra familia ha- Y encarar de manera abierta los temores excesivos que cunden en
bló sin parar de la «gente simpática» y al poco tiempo ubicó a latera- forma conjunta entre los componentes de la familia, pero que por lo
peuta en la categoría de gente «antipática» porque ella hizo pregun- general se atribuyen a uno solo de ellos. Caso contrario, los miem-
tas acerca de los sentimientos de cólera en esa familia. Este tipo de bros de esa familia muy pronto proyectarán sobre el terapeuta sus
exigencias y reacciones deben encararse de entrada de forma directa p~opios temores relacionados con la cólera destructiva, la dependen-
y continua. cia, la inadecuación o la debilidad. Si se sienten «inculpados» por el
terapeuta, deben liberarse de él.
El terapeuta también tiene que demostrar cierta calidez, que im-
Expectativas de las familias plica interés, consideración y la esperanza de poder alentar a la fa-
milia a que continúe investigando las causas de su sufrimiento. Sin
La mayor parte de las familias entrevistadas por los autores fun- embargo, reviste igual importancia que el terapeuta les recuerde a
cionaban por lo general en un nivel simbiótico, con una vinculación los integrantes de la familia (planteándolo como exigencia, de ser ne-
extrema. En consecuencia, las familias pueden percibirse a sí mis- cesario) que tienen que tomar conciencia de que son ellos quienes de-
mas, y las metas que se postulan, de manera muy diferente a la per- ben asumir la responsabilidad por el hijo y la conducta de cada uno,

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tanto dentro como fuera de la situación de tratamiento. El terapeuta tal vez no estén capacitados ni se muestren deseosos de analizar las
es el «encargado» de ayudarlos a hacer frente al balance de sus rela- razones de esas decisiones rápidas y firmes.
ciones y hallar cierta comprensión: pero son ellos quienes deben asu-
mir la responsabilidad por sí mismos. Por ejemplo, en determinada
·situación la madre siempre se había mantenido en contacto con el Relaciones actuales utilizadas como sustitutos parentales
personaLde la escuela. Se le preguntó si podía dejar que el marido se
«encargara» en el futuro de los contactos y arreglos con la escuela. En Un cónyuge o un hijo pueden, de manera inconsciente, aceptar la
otro caso, el padre estaba convencido de que el especialista entera- necesidad que tiene una madre de poseer un sustituto paterno. No
pia familiar quería «tenerlo con las manos atadas». obstante, en determinado momento, el hijo, aunque ~eal, p~~de sen-
En cada sesión, se le recordaba que él estaba a cargo de su fami- tu·se abrumado por ese rol inadecuado y volverse smtomatlco. En-
lia, y era responsable de su conducta; si alguien quería «atarlo», se- tonces, la familia se volcará hacia los coterapeutas, buscando un sus-
ría sin la ayuda del terapeuta. (Se recurrió a su sentido del humor tituto del hijo parentalizado, en la esperanza de que los terapeutas
haciéndole ver que era 30 centímetros más alto y 25 kilos más pesa- acepten a la madre como adulto dependien~e, de~v~~do e incapaz ~e
do, por lo cual atarlo no era muy fácil.) cambiar. Si los terapeutas aceptaran esa Imposibilidad de cambiO,
los integrantes de la familia seguil·ían indefinidamente en terapi~, y
el proceso terapéutico y el propio equipo de coterapeutas quedanan
Expectativas superyoicas en manos del sistema patogénico.
Toda clase de excusas, justificaciones y racionalizaciones pueden
Los componentes de la familia a menudo se tratan con aspereza, acompañar sus intentos de resistil· el tratamiento. Una joven mujer
en forma crítica, y se echan las culpas el uno al otro por turnos. De casada, que tenía puntajes muy altos como maestra, se neg~b.a a co-
manera análoga, parecen esperar que el terapeuta también esté cinar o hacer las compras porque consideraba que esas actividades
pronto a inculparlos, hallándolos malos o inadecuados. Semejante estaban por debajo de su nivel. Por miedo a perturbarla, su marido e
estilo familiar se desarrolla como resultado de la experiencia de toda hijo asumían esas responsabilidades. En apariencia ella esperaba
una vida de echar culpas y ser inculpado. Otras familias atribuyen el que tanto los terapeutas como su familia aceptaran por comJ?let.o su
actitud pasiva y dependiente, según la cual era totalmente mdigno
origen de las dificultades a elementos situados fuera del sistema fa-
cumplll· con esos aspectos del rol femenino. En tanto que los demás
miliar, como la escuela, la policía, las autoridades hospitalarias, etc. componentes aceptaran sus rígidas expectativas, existían escasas
Esperan que el terapeuta acepte esas proyecciones, que sirven para posibilidades de cambio o crecimiento en esa familia. _
evitar el ser responsabilizados por su conducta y sus consecuencias. De ese modo, en los terapeutas suelen verse «cuerpos extranos»
La fortaleza del terapeuta se pone a prueba de modo permanente que parecen exigir un cambio, cuando las demandas de este no sur-
para ver si responde como los objetos interiorizados, críticos, acusa- gen del mismo seno familiar. Si no se produce un acuerdo mutuo en-
dores, que inculpan o aprueban, o si por el contrario la actitud del te- tre los miembros de la familia y los terapeutas en relación con las
rapeuta puede mantenerse invariable, buscando comprensión y tra- cuestiones que deben aclararse y los cambios deseados, entonces es-
tando de infundir sentido de responsabilidad a la familia. Ellos nece- tos últimos son vistos como fuerzas destructivas, carentes de com-
sitan oír la respuesta del terapeuta, firme aunque no crítica, ante su prensión, que se alistan en contra de la familia y que, por consiguien-
conducta en apariencia destructiva. A veces, la reprimenda casual te, deben apartarse del camino.
del terapeuta se experimenta como anhelada muestra de interés.
Una familia elaboró un plan para el trabajo de verano de un hijo,
pero no lo llevó a cabo. Cuando se le señaló el hecho, el grupo familiar
rápidamente hizo los planes adicionales y después buscó nuestra El equipo coterapéutico como sistema
aprobación y reconocimiento de su capacidad para asumir responsa-
bilidades. Sin embargo, a pesar de los mejores esfuerzos de los tera-
peutas, algunas familias se las arreglan para convertir en chivo emi- Reacciones ante el sistema familiar y sus efectos
sario al propio equipo coterapéutico, en vez de hacerlo con sus pro-
pios miembros. Así es como cierran filas y se unen para liberarse de La reacción inicial del equipo coterapéutico ante los muy diferen-
los sustitutos paternos indeseables, representados por el equipo ca- tes tipos de familias evaluadas desempeña un signiflcativo papel en
terapéutico. Como se trata básicamente de un proceso inconsciente, la creación de la alianza terapéutica. Whitaker [91] lo expresa con

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mayor fuerza cuando dice que las familias tienen que entablar con- siempre el uno a disposición del otro. Sólo un equipo unido puede fa-
tacto con él, antes de que él pueda «invertirse». cilitar el proceso terapéutico.
Los especialistas en terapia individual, así como los coterapeutas Las necesidades y reacciones de los coterapeutas ante cualquier
especializados en terapia familiar, deben poseer cierta capacidad de sistema familiar determinan, de manera indirecta, el posible desa-
empatía, compasión y confianza. No obstante, deben existir dimen- rrollo de la situación de tratamiento. En un plano ideal, todos los
siones ~dicionales en el equipo coterapéutico. Una de ellas es la ca- terapeutas se encuentran psicológicamente a disposición de todas
pacidad de complementación, que requiere un insólito grado de flexi- las familias que soliciten asistencia. No obstante, a pesar del grado
bilidad y creatividad entre los coterapeutas. El sistema de lealtad de comprensión de sí mismo alcanzado, pueden producirse reaccio-
proporcionado por el equipo coterapéutico debe ser más equilibrado
nes de contra transferencia en extremo fuertes, y entonces tal vez re-
un model? más adecuado para el sistema familiar «patogénico» qu~ sulte aconsejable derivar a la familia a otros especialistas en terapia
el q~e brmda un terapeuta individual. Un equipo terapéutico que
familiar. De acuerdo con la experiencia de los autores, dichas reac-
f:rncwna en forma adec_uada permite a sus integrantes actuar depo-
ciones no necesariamente surgen en familias desorganizadas de mo-
sitando un grado suficiente de confianza en un compañero que da
~poyo y compleme?tación. Un solo terapeuta podría resultar enga- do grave, deprimidas o dadas al acting out, sino, y más a m~n~do, en
na~o y verse e:cclm~o de manera dolorosa por una familia hostil que respuesta a familias que se relacionan de manera superficial o se
ac_tua en conmvencia; por el contrario, dos terapeutas pueden recu- muestran manipuladoras en exceso. Por ejemplo, un padre había
rnr el uno al otro y excluir a la familia mientras reúnen nuevas fuer- pasado diez años en un reformatorio. Inició la terapia debido a la
zas, de modo de intentar un enfoque más acertado. conducta delincuente del hijo. Expresó deseos de cambio en el estilo
Idealmente, un equipo heterosexual permite que cada individuo de vida de la familia, pero, tras ulteriores indagaciones, el grado de
funcione con mayor comodidad en el papel biológico-emocional que le negación y proyección resultó ser tan grande que los terapeutas se
ha sido asignado de por vida. Sin embargo, también debe existir con- veían frustrados de continuo. Las reacciones de estos últimos eran
fianza y respeto mutuo a fines de confirmar la diferencia entre mas- motivo de risas y burla, y las maniobras de distanciamiento hacían
c~linid~~ y femineida~. Al equipo terapéutico se le plantean exigen- que fuese imposible llegar al padre. Los terapeutas se sentían «em-
CIB._S adicwnales: por eJemplo, un terapeuta puede adentrarse y se- baucados», como si la capacidad del padre para la búsqueda de la
gUir apoyando la simbiosis familiar, las necesidades de dependencia verdad fuese muy limitada. Era necesario aceptar el hecho de que
su aparente desvalimiento y las excesivas exigencias que plantean al esa forma de defensa, que lo había asistido desde la infancia, era
terapeuta. En ese caso, el otro terapeuta puede mantenerse libre en intocable y en consecuencia imposible de modificar. Otras familias
una_ ~esión, pa1;a ayudar al coterapeuta y a los componentes d~ la están tan petrificadas que incluso cuando se mostrasen dispuestas a
familia a que salgan de ese nivel de relación. Puede «trastrocar» las someterse a terapia de manera interminable, los esfuerzos por
t~c~cas de escisión que la familia procura utilizar con el equipo tera- hacerlas cambiar serían una pérdida de tiempo. Para los terapeutas
P_~utico.l!n terapeuta puede mantenerse firme y fuerte en su posi- no es fácil enfrentar o aceptar sus propias limitaciones, en especial
cwn, de busqueda de progreso, crecimiento e individuación, en tanto cuando hay niños pequeños atrapados en situaciones familiares en
qu~ el otro terapeuta acepta y apoya la simbiosis de manera tempo- apariencia irreversibles.
rana. Un ataque frontal temprano, o cualquier tipo de «mecanismos» Se describen y se contrastan dos ejemplos clínicos en la fase de
relacionales defensivos, negaría a los integrantes de la familia su de- evaluación, desde el punto de vista de las técnicas de terapia familiar.
recho al tacto y la consideración. Ambos terapeutas se encuentran a La familia S. ilustra la capacidad de una familia para desarrollar
disposición de la familia para escucharla con la mejor disposición e una alianza con los especialistas en terapia familiar. En cambio, la
interés, y para facilitar la mayor comprensión de uno mismo y del familia B. era incapaz de hacerlo, a pesar de sus intensos sufrimien-
otro. En cualquier sesión, uno de ellos puede responder en forma ac- tos y el compromiso asumido en relación con una meta conjunta.
tiva en el nivel verbal, mientras el otro atiende de modo pasivo, escu- Además, la familia B. se mostraba fijada con mayor rigidez en un ni-
cha y toma nota de la conducta no verbal. También esta constituye vel simbiótico de vinculación entre sus integrantes. La principal
una posición complementaria.
diferencia entre estas familias no reside en la gravedad o seriedad de
Si la familia compite para lograr la atención de un terapeuta e ig- la sintomatología del miembro designado paciente, ya que todos ellos
n?ra al otro, esto puede causar la escisión del equipo, si ambos no es- muy pronto revelaron una completa variedad de síntomas. Más bien,
tan sobre aviso. Debe haber confianza mutua entre los dos. Aunque sucede que el conjunto de los integrantes de la familia S. aceptaban
cada uno de ellos, por turno, entre y salga del sistema familiar descu- cierto grado de responsabilidad individual que contribuía a su fun-
briendo las estrategias ocultas de la familia, deben mantenerse cionamiento patológico.

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Todos los integrantes de la familia S. cóincidieron en que los pro- Ruth fue descripta como la «preocupada» de la familia. Le iba mal
blemas nunca se enfrentaban en forma directa, ya que cada uno de en la escuela, tenía pocos amigos y realizaba escasas actividades.
ellos ~e apartaba física o emocionalmente de los demás. Querían, y Ella expresó su preocupación por la salud del padre, la soledad de la
necesitaban, aprender a tratarse el uno al otro de manera diferente. madre y, en especial, la conducta delincuente de Tom.
· Por el contrario, la familia B. en todo momento centraba su infelici- En el curso de las primeras sesiones hubo un acuerdo consensual
dad en las dificultades del padre. Incluso cuando los miembros enu- en el sentido de que, o bien se producían estallidos explosivos, o los
meraban su sintomatología individual, se rehusaban tenazmente a distintos integrantes de la familia respondían con el silencio o mar-
ver cualquier vinculación con los problemas de la totalidad familiar chándose. Pronto se vio que existían diferencias en el modo en que
Su resistencia a examinar todas sus relaciones se reveló aún má~ las mujeres reaccionaban ante el conflicto. La señora S. y Ruth se
cuando_ se negaron a traer consigo a la abuela materna, quien vivía preocupaban en forma abierta por todo y se mostraban deprimidas
en la misma casa y era una figura central de la constelación familiar. de modo crónico. El señor S. y sus hijos recurrían, básicamente, al
La lealtad generada por la simbiosis subyacente entre la abuela ma- método de mantenerse apartados o de alejarse como su vía de evitar
terna y su hija era tan fuerte en ese sistema que les resultó imposible los conflictos. La familia describió su propia vida como una «monta-
continuar el tratamiento. ña rusa»: su existencia familiar estaba llena de altibajos para todos.
Había constantes explosiones y miedo de que alguien estuviera a
punto de perder el control. La señora S. dijo: «La vida era estar al
Primer caso: la familia S. borde de un precipicio, y otras veces, cuando trataban de resolver
problemas, en vez de lograr un esclarecimiento, todo terminaba en
_ La familia S. estaoa integrada por el señor S., de 52 años; la se- postergación y más postergación».
nora S., de 49; Robert, de 23 (que cumplía con su servicio militar)· Tom y Ruth coincidieron en que «la madre venía de una familia
Sam, de 21 (había abandonado la universidad); Tom, de 16, y Ruth: con un padre tiránico». Ambos progenitores intentaban ser el «man-
de 14. Todos ellos fueron derivados después que Tom se sometió a te- damás» de la familia, pero el resultado era que cada uno de ellos anu-
r~pia individual durante un breve lapso. Tiempo más tarde había laba al otro, de manera que nadie se hacía cargo de nada.
s_Ido detenido por la policía por embriagarse y llevar bebidas alcohó- Se hacían promesas que luego no se mantenían. La única vez que
lic~~ e~ un auto. Con p_o~t~rioridad fue transferido a una clínica psi- se comportaron como una verdadera familia fue en los períodos en
qmatnca, pero no participo de las sesiones de terapia individual o de que el señor S. sufrió los ataques cardíacos, y durante su convalecen-
grupo. Tal como lo manifestaron sus padres la terapia familiar era cia. Esos fueron tiempos de paz, intimidad y plena colaboración en-
«la última esperanza» para ellos. ' tre los componentes de la familia. Pero, en cuanto el señor S. volvió a
En las primeras,sesiones, el señor y la señora S. describieron la trabajar, de nuevo cayeron en el desapego y el aislamiento, salvo en
situación familiar. El era un hombre buen mozo, aunque ligeramen- los momentos explosivos.
t~ obeso, cuya posición como ejecutivo en una cadena nacional de En la sesión inicial, el señor S. dijo que la psiquiatría ocupaba
tiendas de ropa femenina lo obligaba a viajar en forma constante. una baja posición en su sistema de valores, pero que, como estaban
Durante la semana, rara vez estaba en casa. Los sábados y domingos desesperados, se ponían en manos del terapeuta. En su familia de
s?líabeber en exceso o se iba a cazar o a pescar. Su salud era preca- origen, él era el único que no se había separado o divorciado. En cier-
ria, desde que había sufrido dos ataques cardíacos. tas oportunidades, algunos miembros de su familia habían sido in-
~a. señora S. era una mujer sumamente atractiva, y según toda la ternados, bebían en exceso y tenían dificultades para funcionar en la
fa~mha, u~a madre muy consciente. «Ella siempre estaba allí». A esfera laboral. Él y su esposa se habían separado durante un breve
pnmera VIsta parecía muy cálida, sensible y competente. Tenía la período. Habían consultado a un abogado sobre un posible divorcio,
sensación de que todas las decisiones y responsabilidades quedaban pero a la larga se reconciliaron. Su relación matrimonial había esta-
en sus manos. do llena de escollos por un largo tiempo. Su hijo mayor también expe-
Por ese entonces, Robert y Sam no vivían en la casa paterna. Des- rimentaba graves dificultades. Sin embargo, era el reciente encarce-
de_los quince años, ambos habían cambiado varias veces sus escuelas lamiento de Tom lo que los había sacudido, decidiéndolos a enfrentar
pnvadas. ~?ber~ ~abía terminado la universidad y estaba cumplien- la gravedad de las dificultades familiares.
do el serVIciO m~tar. Sam estaba por abandonar la universidad y
p~:esentar su solicitud para un programa de trabajo doméstico. Tam-
bién existía la posibilidad de que fuese reclutado en las fuerzas ar-
madas.

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El contrato con la familia S. cribieron el mito familiar: «Usar el tacto, en vez de decir la verdad
era la mejor manera de tratarse». Sus observaciones expresaron su~
. L~ familia convino en seguida que tiempo y honorarios no eran sentimientos de desaliento y apoyaron las relaciones simbióticamen-
r:mgun problema para ellos. Lo que fue preciso establecer con clari- te restrictivas de la familia. En forma manifiesta, se presentaron
. dad absoluta, ~anto coi?o ellos precisaban para entender el punto, como jóvenes adultos separados o individualizados, pero en realidad
era que no podían, sencillamente, colocarse en nuestras manos. Tom no estaban funcionando de modo adecuado. A pesar de su inteligen-
y sus problemas no podían ponerse en manos de otros, como ocm·rie- cia y seudosofisticación, ellos transmitían una sensación interna de
ra c~ando se somet_ió a tr~~amiento individual. El contrato y las exi- fracaso y desesperanza.
gencl~S de la terapia familiar eran diferentes. ¿Podía cada miembro En estas sesiones iniciales, el síndrome de escapismo de la fami-
traba_.J;'lr arduamente, colaborar y obtener provecho para sí, como lia se postuló como el recm·so alternativo de la asistencia a la terapia
tamb1en a~ dar a los _demás? Se les hizo reflexionar sobre la costum- familiar. El objeto era ayudarlos a tomar fume conciencia de su es-
bre que.~e~an ~e aleJarse para evitar los problemas: esa había sido pecial forma de resistencia ante la continuidad y el cambio. De ese
la solucwn mevltable en e~ pasado. ¿Había posibilidades de cambio? modo se los ayudó a hablar de sus deseos y necesidad de escapar, an-
El he~~o de que _no se hab1an separado ni recurrido al divorcio como tes que quedarse a afrontar el daño y sufrimiento que cada uno de
solucwn a sus ~ifi~ultad~s era indicio de su lealtad subyacente. No ellos experimentaba. Tenían necesidad de huir tomándose unas va-
obstante, el pnr:c1pal metodo que tenían para resolver problemas caciones breves, lo que les dio a ellos y al terapeuta la oportunidad de
era bu~car_solucwnes fuera de sí mismos. Por ejemplo, si un miem- analizar su necesidad de escapar, tratando de negar el grado de con-
bro tema dificultades, se lo enviaba a otra escuela. Así, las autorida- flicto y tensión dentro de la familia. Las vacaciones se utilizarían
des ex~ernas, como la policía, o incluso los psiquiatras, eran utiliza- para decidir cuál sería el futuro de Tom después que lo sacaran de la
das mas para controlar la conducta que para enfrentar la falta de clínica psiquiátrica. Cuando retornaron, admitieron que no habían
c?;ntrol dentro y fuera de sí mismos. ¿Podían ellos trabajar en rela- tomado ninguna decisión, y, avergonzados, esperaban que el tera-
c:on con esa falta de comprensión mutua, o tratar de satisfacer nece- peuta los reprendiera diciéndoles: «Yo les había dicho». A su regreso,
Sidad~s que se expresaban en una conducta que derivaba en conse- el terapeuta volvió a plantearles sus dudas de que pudieran resolver
cuencias graves? los problemas o conflictos por cualquier método que no fuera la hui-
El tera?euta les re:reló sus dudas sobre la capacidad de la familia da, a la que todos seguían recurriendo. Esto pareció ayudarlos en for-
p~ra seguir el tratamiento, basándose en su historia anterior. ¿Po- ma temporaria a resolver su ambivalencia sobre la posibilidad de se-
día;n verse de man~ra diferente, o tratar de hallar alternativas o so- guir sometiéndose a ter a pia familiar, y entonces expresaron su reno-
lucl~~es constructivas para los conflictos? El señor y la señora S. vada decisión de trabajar en pos del cambio. A consecuencia de utili-
admitieron de manera abierta que eso no había sido posible en el pa- zar al terapeuta como autoridad parental que se mantenía firme,
sado, Y n~ estaban .s~guros de que pudieran soportar el tratamiento. pero respondía ante la serie continua de problemas y emergencias,
Ruth r?go a la familia ~ue lo intentara. Lloraba sin parar, y dijo que todos los miembros de la familia dieron muestras de haber alcanza-
no hab1a otra alternativa: «En esta familia todo el mundo tiene que do una esencial mejoría en su funcionamiento.
aprender a c~~~r, a ha~er un esfuerzo». Tom era el reflejo de la deses-
perada condicwn de! s1s~ema fam~ar, y dijo que nunca podía hablar
con S':_ padre, Y q~e Jamas ,regresana a esa casa que no era un hogru'. Segundo caso: la familia B.
La senara S. lloro y le rogo a Tom que no hablara así. El señor S. en
un esfuer_zo por controlar sus sentimientos heridos y su cólera, t;ató En la casa de la familia B. vivían la señora B., de 42 años; el señor
de recurnr al humor para disfrazar la situación. Pero entonces aflo- B., de 44; George, de 16; Leonard, de 14, y la madre de la señora B.,
raron en un tor:ente sus sentimientos de impotencia: Él no sabía qué de 66. El señor B. se había sometido a terapia individual en forma
papel des:mpen~ba en todo eso, pero estaba dispuesto a intentarlo; intermitente en el curso de los últimos nueve años. Sus terapeutas y
tal ve~ aprendena a ser un padre, aunque no estaba seguro de poder médicos internistas creían que sus reacciones no eran muestra de
cambmr. una auténtica depresión. Durante el verano anterior había estado
Estas primeras ~esiones de evaluación fueron difíciles y penosas hospitalizado por una dolencia cardíaca. Sentía que ni la terapia in-
al ex~re~,o para los mtegrantes de la familia que habían recurrido a dividual ni los medicamentos que le recetaron habían aliviado su
la evltacwn como principal defensa en el pasado. Robert y Sam, quie- condición.
nes ~~r~ron breve_mente en su casa en los intervalos en que salían La señora B. era el único integrante de la familia que no presen-
del eJercito o la umversidad, concurrieron a una o dos sesiones. Des- taba sintomatología. Vino a las sesiones con el cuello enyesado, a

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raíz de un reciente accidente automovilístico. Dos años atrás había


otros padres, se sentiría mejor». Leonard trataba de aplacar al padre
conseguido trabajo como auxiliar de enfermería.
George era el miembro designado como paciente cuando la fami- modificando los comentarios de George. Luego le rogaba al padre que
lia fue derivada a los terapeutas. El consejero escolar les había in- saliera, e hiciera cosas con la señora B. o con él. A se,me~anz~ de un
formado a los padres que, aunque potencialmente su hijo tenía capa- niñito, apenas musitaba sus palabras, de pronto I:aci_a silenciO y to-
cidad pq.ra seguir estudios superiores, debido a sus notas bajas no se dos lo ignoraban. O bien sus ojos se inundaba~ de lagr:u~as, y cuando
recomendaría su ingreso a la universidad. Además, el muchacho ca- se le preguntaba si podía hablar de sus propws se~trm1entos, sa_cu-
día la cabeza a modo de negativa y con la mano hac1a un gesto de Im-
recía de confianza en sí mísmo, evitaba toda reunión social a la que
era invitado, se guardaba sus sentimíentos para sí y parecía alejado potencia. En esos _momento~ el señor B. ~ecía: ~<Todos ust~des se con-
en lo emocional de su familia. fabulan contra m1, y no entienden que solo qmero quedarme en casa
Leonard había visto a un psiquiatra especializado en niños debi- y leer». Con anterioridad, él había dicho que era. incapaz de concen:
do a su inmadurez general, hipersensibilidad y sentimientos de ina- trarse y que no tenía energía sufi,ciente para r~~liz~~· tarea al~na m
decuación. En la escuela siempre había obtenido las calificaciones llevar a sus hijos en coche a ningun lado. Los hiJos diJeron al umsono:
«"Pareces capaz de hacer las cosas que en realidad deseas hacer!» La
necesarias para pasar de grado. En general, sentía que no era acep-
tado por sus pares. s~ñora B. les rogó entonces a los tres que dejaran de hablar de esa
manera: todos debían mostrarse más comprensivos en relación con
U nos nueve años atrás había muerto el padre de la señora B., y su
los estados depresivos del señor B. Esto terminó con todo ulterior
madre había ido a vivir con la familia. La señora B. era hija única.
esfuerzo por investigar el modo en que cada uno percibía a los demás
Por esa época el señor B. sufrió su primer episodio depresivo, y desde
0 expresaba sus deseos insatisfechos de camb_i~. Si ~l.terapeuta refle-
entonces había seguido sintiéndose deprimído. Sus ingresos seguían
xionaba sobre el estado de ánimo de la familia, d1c1endo que todos
siendo elevados porque su socio cubría sus responsabilidades labora-
les durante sus breves ausencias de la empresa. parecían tristes, desdichados y solitarios; r~pidamente lo hacían
callar sacando un tema ajeno al de los sentimientos expresados. Por
La familia se autodescribió como un grupo muy unido. Los padres
nunca salían, salvo en las raras ocasiones en que sus hijos y abuela ejemplo, la señora B. decía: «¿Por qué George no va a,clases de baile
social? Todos los otros muchachos del barrio van». El se mostraba
materna los acompañaban. La abuela hacía las tareas del hogar. To-
dos coincidían en que ella era de gmn ayuda; excepto que a nadie le poco sensible, o consciente de su timídez y temor de relacionarse con
jovencitas del sexo opuesto. Ellos insistían en hablar del tema hasta
gustaba cómo cocinaba. Después de la cena se retiraba a su dormito-
rio, y sólo salía de la casa para hacer algunas compras con su hija. que el muchacho empezaba a retorcerse en el a_sien~o, se son;ojaba, Y
por fin comenzaba a lloriquear. Esos comentanos solo parec1an acen-
Todas las noches, padres e hijos mil:aban televisión en el dormitorio
de aquellos. tuar aún más su sensación de ser distinto de los muchachos de su
edad en vez de servir de aliento o apoyo.
La familia declaró que cualquier intento por sostener una conver-
EÍ padre y Leonard de inmediato apoyaban a la señora B., a pesar
sación entre todos terminaba en fuertes discusiones, en las que por
de que en cualquier momento ella les echaría en cara su co~porta­
lo general los hijos se ponían de parte de la señora B. Ella les adver-
tía en forma constante que no debían molestar al señor B. o a la miento diciendo: «Ustedes no actúan como seres adultos; d1ganme,
¿por qué razón no pueden ser como otros hombres?» Ni el señor B. ni
abuela. En tanto que se consultaba al señor B. en relación con las de-
sus hijos podían decir nada mientras ella los reprendía, menospre-
cisiones de importancia, las dos mujeres se encargaban de las tareas
ciaba y subrayaba la decepción que significaban para ella. El mensa-
domésticas de manera tranquila y eficaz. Los padres no tenían la
je dual era bien claro: sean adecuados, sean fuertes como yo; de lo
sensación de que hubiera falta de privacidad; sin embargo, no enten-
contrario no son nada. Si George decía que ese no era el problema en
dían por qué, cuando George se sentía perturbado, los dejaba solos,
cuestión, tenía dificultades para expresar por qué no estaba de acuer-
se refugiaba en su dormitorio y cerraba la puerta con llave.
do con la madre o para hablar directamente del tema.
En una sesión típica, el señor B. permanecía sentado en posición
En el pasado, cuando el señor B. no se sentía bien solía ir a traba-
fetal, todo acurrucado, y con voz llorosa comenzaba a quejarse de lo
jar pero llamaba por teléfono a su esposa y le hablaba durante horas
deprimido, solo y vacío que se sentía, diciendo que nadie creía en él
enteras. Gritaba y se quejaba de que no podía concentrarse en su tra-
ni lo comprendía. George, sentado bien erguido, con voz autoritaria
bajo, diciendo que era un inútil, que no s:rvía para na~a. A pesa,r de
regañaba al padre por no esforzarse más, por sentir lástima de sí
mismo. El señor B. parecía herido y respondía: «Quieres decir que es que ella escuchaba todo ,el tiempo, él dec1a que en realidad ~o ~ra lo
todo pura imaginación, que en realidad no me siento terriblemente que le estaba diciendo. El se enojaba c?n ella porque la ~UJer 1b~ a
trabajar, y sentía que por la noche nadie prestaba atencwn a nadie,
mal». George entonces decía a los otros: «Si procurase actuar como
porque siempre miraban televisión. La señora B. dijo que los cuatro

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constantemente estaban juntos cuando no trabajaban o iban a la es- se abrumada, la ulterior investigación resultó demasiado amenaza-
cuela, pero no se entendían. A pesar de los estallidos de cólera breves dora. Se dio por terminado el tratamiento aunque ni el señor B. ni
y episódicos, sus sentimientos (de ira) reales se «barrían debajo de la Leonard habían obtenido ninguna mejoría como consecuencia de la
alfombra» (con lo que quería decir que básicamente cada uno los anterior terapia a que se sometieran.
guardaba para sí). La necesidad de mantener el statu qua del sistema en que vivían,
Durante la fase de evaluación, que duró casi un mes y medio, el basado en la negación, era demasiado poderosa (a pesar del sufri-
señor B. insistió en que sus depresiones eran la única causa de todos miento de todos los integrantes de la familia). En apariencia, la
los problemas de la familia, y todos los demás coincidieron de inme- alianza excesivamente estrecha entablada entre la señora B. y su
diato. A pesar de esto, la señora B., George y Leonard lloraron sin di- madre era intocable, y debía ser mantenida como un requerimiento
simulo al des~ribir sus vidas aisladas, inactivas y sin amigos, tan di- absoluto de lealtad familiar básica, en relación con lo cual todos ellos
ferentes, segun afirmaban, de las de otras familias. Después, nega- actuaban en connivencia e indiferentes a su «costo». De este modo, la
ron lo que habían dicho y volvieron a concentrarse en los síntomas señora B. podía seguir asumiendo de manera franca su rol del ser
del señor B. fuerte y en extremo adecuado, que necesitaba sobreproteger y tratru·
La familia describió a la señora B. como una persona similar a su como bebés a los «pobres hombres enfermos».
madre: buena, de una generosidad extraordinaria, una mártir. Vivía
s?l? para su familia, de la misma manera que sus padres haqían
VIVIdo para ella. Decía que ningún sacrificio era demasiado grande si Comentarios
con ello podía ayudar a su marido e hijos. Sin embargo, en la sesión
en que lloró y habló de -sí misma, dijo que se sentía abrumada por to- Estas dos familias ilustran algunos de los aspectos centrales que
dos los cuidados y responsabilidades que habían recaído sobre sus deben considerarse al intentar la formación de una alianza terapéu-
hombros tras la muerte de su padre y la enfermedad de su esposo. tica. Ambas familias revelaron la existencia de síntomas manifiestos
Su marido e hijos nunca la habían oído quejarse en forma abierta en muchos de sus miembros: depresión, problemas de aprendizaje,
y todos prometieron de inmediato que tratarían de ayudarla más. rebeldía adolescente, alcoholismo y disputas conyugales. También,
Fue después de esta sesión cuando la familia pareció «estrechar las dos familias sufrían, y no estaban satisfechas con el funciona-
filas», Y poco tiempo más tarde dio por terminado el tratamiento. En miento de alguno de sus componentes, sea dentro o fuera de la situa-
1~ _sesión final, cuando el señor y la señora B. vinieron sin los hijos, él ción familiar. Los problemas del integrante designado como paciente
diJO que era sexualmente impotente. También le manifestó a su es- hicieron que ambas familias comenzaran el tratamiento, y se recono-
posa por primera vez que él siempre se había sentido muy molesto ció que los demás miembros estaban envueltos directa e indirecta-
por tener a su suegra viviendo con ellos. La señora B. hizo callar al mente en los conflictos familiares.
señor B. diciendo que la falta de relaciones sexuales en realidad no le La familia S. pudo asumir su compromiso en relación con latera-
molestaba, y que sabí!l que en verdad él no había querido decir eso, pia; pero no ocurrió así con la B. Esta familia coincidió en forma
ya que amaba y apreciaba a su madre tanto como ella y los hijos. Co- abierta en que existían múltiples problemas en su seno, pero des-
mo un niñito, él pareció no atreverse a refutar las palabras de su es- pués sus miembros se concentraron en la depresión del señor B. co-
posa. Al aceptar sonriente su reprimenda, también coincidió con ella mo única causa de sus dificultades. Ellos no negaron su extrema in-
en que la terapia familiar no podía ayudarlos. La señora B., en efec- volucración mutua, sino que se mostraban gratificados de manera
to, había desmentido a su marido, y él se lo permitió. manifiesta por su extrema proximidad. Hicieron un frente común,
Al rever las sesiones trascriptas, parecería que el equipo cotera- negando que hubiera necesidades insatisfechas o que en su interior
péutico fue incapaz de encontrar el procedimiento que hubiera per- se sintieran solos. Se negaban los sentimientos de cólera o el hecho
mitido a esa familia, tolerar la terapia familiar. Las implicaciones de sentirse heridos, o bien se les restaba importancia. Ellos no po-
del enfrentamiento producido consigo mismos eran demasiado peno- dían tolerar la investigación de las causas de su funcionamiento sim-
sas para que las pudieran soportar. En el pasado, se habían mostra- biótico subyacente, tal como lo confirmaba el hecho de que acordaron
do leales al negar o restarle importancia a la ira que deformaba sus no discutir la presencia de la madre de la señora B. en la casa; así, la
relaciones, en especial respecto de la abuela materna. La familia no relación de la señora B. con su madre era protegida por la falta de in-
podía permitir una discusión abierta sobre su presencia en el hogar. vestigación. La señora B. y el resto de la familia preferían «mantener
~unque decían q~e su d~seo era llegar a comprenderse mejor y apartados» a los terapeutas, a pesar del posible costo psicológico pa-
meJorar todos el propio funciOnamiento -en particular el señor B. y ra todos ellos. El problema originado por la insuficiente indivi-
George- resultó evidente que cuando la señora B. se quejó de sentir- duación y emancipación psicológica de la señora B. tal vez fue pro-

250 251
Y.ectado en los terape~tas después que estos indicaron que con el cios para todos ellos, esto no los ayuda eñ medida suficiente a supe-
tiempo la abuela _tendna que ser incluida en las sesiones. rar su desconfianza interna, su ansiedad y sus temores respecto del
Por el contrano, la familia -8. pronto dejó de inculpar a uno d terapeuta y el proceso terapéutico.
· t t · ·, e sus
m egran es, convirtlendolo en el chivo emisario para acepta . Algunas familias continúan el tratamiento durante períodos bre-
ll · t · , ' r que
e os en c~nJun o contn?man al mal funcionamiento de la familia ves, en el curso de los cuales no se produce ninguna mejoría de los
T_odos t..l:lman la poco satisfactoria costumbre de caer en el silencio 0· síntomas en el integrante designado paciente. No debe restarse im-
bren de marcharse, como válvula de escape, pero coincidieron en q~ portancia a esos esfuerzos o resultados, ni ignorárselos. Sin em-
~e ese modo no resolvía? ningún problema ni conflicto. La soleda~ bargo, esto tampoco debe confundirse con el cambio estructural que
~es~ltant~ a consecuencia de ese mecanismo de distanciamiento era podría tener lugar en un nivel multigeneracional; así, el endeuda-
P?r I~al m tolerable para todos ellos. Aun cuando el funcionamiento miento y la desesperación, dolor y cólera subyacentes por el hecho de
eJecutivo _de los padres era mínimo o inexistente en ambas famili haber sido explotados continúan sin equilibrarse en las relaciones
la B. era mcapaz de enfrentar el hecho, en tanto que la S. recono~~ parento-filiales, conyugales y con los abuelos.
que esa era la meta por la cual debían trabajar. Si las fuerzas regresivas siguen ocultas o invisibles, en tanto que
. ¿.unque en ambas los problemas eran igualmente graves, una fa- la familia se muestra fijada de manera muy fuerte al mantenimiento
~1~~ ~e~os~raba ~uer~~ y capacidad _suficientes, al menos, como pa- de la relación simbiótica o demasiado distanciada, los procesos tera-
r_a llliCiar la mvestlgacwn de sus sufnmientos. En el caso de la fami- péuticos se experimentarán como algo amenazador e intolerable, y
ha B., tal vez los terapeutas no fueron todo lo hábiles que se nec~sita­ por ende serán rechazados. Los terapeutas son visualizados como
ba p~r~ ayudar a sus comp??entes a superar el temor subyacente a «extraños entrometidos» y no se les brinda oportunidad suficiente
encar~; sus pa~~as de relacwn desequilibrada. Se requiere una com- para instilar o renovar esperanzas de mejoría en las relaciones fami-
prenswn Y_habil1d~d mucho mayores al tratar con familias que pare- liares. Todavía no existen pautas de orientación o criterios objetivos
ce~ tan ~n~das Y fiJadas en forma simbiótica como la familia B. Aun mediante los cuales los terapeutas puedan determinar por anticipa-
as1, es d.i?.cil_ e~t.ender todos l?s mecanismos posibles que permiten a do qué familias serán capaces de formar una alianza de trabajo.
una familia Illic1ar el tratamiento, y proseguirlo. Algunas familias tienen mayor capacidad para confiar en el tera-
peuta cuando este las tranquiliza y les recomienda que continúen la
investigación y el tratamiento. El grado de sufrimiento o desespera-
ción dentro de la familia no necesariamente facilita o garantiza la
Conclusiones formación de una alianza; sin embargo, sí se vincula en forma direc-
ta con sus experiencias pasadas y presentes con la familia de origen.
. La, f~rmación ~e ~na alianza de trabajo depende de varios facto- En particular, se conecta con el nuevo balance de los compromisos de
res bas1cos: el mas Importante es la capacidad de la familia para lealtad y endeudamiento en las relaciones multigeneracionales, que
compromete~ a cada nnembro, de modo individual, a que investigue incluyen a las familias nucleares y extensas más el sistema de pa-
en forma activa las cuentas pendientes en sus relaciones desequili- rientes políticos.
br~das,_ Y ~lcanz~r un acu~r.do con~ensual al menos respecto de uno 0 En la coterapia, la relación de equipo, por supuesto, es un podero-
mas ~bJetlvos. S1 una familia persiste en la idea de que sólo acude so factor en la participación de las familias en el proceso terapéutico.
terapia por causa del integrante designado paciente, sin que todo: Si no hay suficiente confianza, respeto y capacidad esencial para la
sus coml?onentes ~e comprometan de modo dinámico con el proceso apertura y las diferencias, la familia puede llegar a dividll· el equipo
de cambw Y exammen todas las relaciones dentro de la familia nu- y convertir en chivo emisario a uno de sus integrantes o parentali-
clea~· Yextensa, ~nt?nces el gr~do de resistencia será tan intenso que zarlo, volviéndolo en contra del otro, lo que de manera inevitable lle-
el proceso terapeubco no poci;·a continuar. Incluso, algunas familias va al rechazo de los terapeutas. Si existe demasiada competencia o
1~ aba~dona~ al ~~bo de una unica sesión, porque las perspectivas de rivalidad entre ellos, este hecho puede fomentar la resistencia de la
~cha mvesbg~cwn s.on intolerables. Otras asisten a unas pocas se- familia. Esta puede cuestionar la unidad del equipo, como también
swnes, como s1 estuVIe~·an en la etapa de «explorar» y de ser evalua- la fuerza individual de cada terapeuta y las fronteras yoicas. Sin em-
da:, P:ro.' al no producrr~e una «cura sintomática» instantánea, dan bargo, como ya dijimos, a pesar de la capacidad y experiencia de los
por termmado el tratamiento. No pueden aceptar la premisa de que terapeutas, algunos sistemas familiares patológicos son más podero-
los proble?:as del niño o el adulto se entrelacen con otros conflictos sos que ellos en cuanto a resistir la apertura y el cambio. En dichos
d~ la f~m1lia. Aun cua~~o los terapeutas tratan de ayudar a cada casos, de poco valen los esfuerzos por formar una alianza terapéutica
miembro del grupo familiar a aceptar que se pueden obtener benefi- o de trabajo, o ayudar a las familias a que continúen en tratamiento.

252 253
9. Terapia familiar y reciprocidad
entre abuelos, padres y nietos

Si uno acepta la premisa de que es indispensable estudiar la in-


terrelación entre un individuo y su sistema familiar, entonces las
fronteras de la familia deben extenderse de manera tal de incluir los
vínculos existentes entre una familia nuclear y las de origen (inclu-
yendo los parientes políticos). A partir del campo de la gerontología y
de nuestras actuales experiencias clínicas con familias, se desmiente
el mito de que pueda existir una familia nuclear aislada o por com-
pleto independiente. Los ancianos padres no han abandonado a sus
hijos adultos o nietos, y, a su vez, las generaciones más jóvenes no
han abandonado a sus mayores.
En el sentido clínico o de tratamiento, la naturaleza de estas rela-
ciones, y en especial la intensidad y profundidad de los lazos entre
las tres generaciones, constituyen un territorio todavía no explorado
en medida suficiente. La bibliografía sobre el tema revela que en
unos pocos casos específicos se han incluido a los abuelos en una se-
sión de familia conjunta, pero no hay mayores datos sobre la conti-
nuidad del tratamiento y los efectos que ha tenido sobre todos los
componentes de la familia. Muchos estudios han revelado y confir-
mado la existencia de una conducta intergeneracional responsable
en el sentido externo y material: se cuida a los ancianos económica y
físicamente. La frontera clínica sigue siendo la calidad emocional y
el sentido de esas relaciones intergeneracionales, y los efectos que
ejercen sobre cada generación.
En el presente capítulo se proporcionan ejemplos ilustrativos del
modo en que, en una serie de familias, una hija adulta o un yerno
describen en un principio a las familias de origen. Se analizarán las
técnicas empleadas para ayudar a las familias a que acepten e inclu-
yan a los abuelos en las sesiones. También se describirá el objetivo y
las metas potenciales de las entrevistas iniciales y el modo en que se
las analiza de manera cabal con los progenitores adultos como un
anticipo de las sesiones. Se incluirán las variadas formas de comuni-
cación que tienen lugar entre las familias nucleares y extensas: las
cartas, conversaciones telefónicas y visitas al hogar de cada uno.
Siempre que fuere posible, los autores procurarán ejemplificar las
profundas repercusiones existenciales que las tres generaciones si-
guen teniendo la una sobre la otra. En el capítulo 12 se presentará
un caso único en las diversas fases del tratamiento, enfocando en for-

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ma circunstancial los sistemas infantil y páterno de los adultos jóve- los cónyuges, sino que por lo menos en tres de los casos registrados
nes así como el sistema conyugal, al igual que los efectos que ejercen construyeron un túnel que iba de una casa a la otra para seguir cons-
los sistemas familiares original'ios sobre cada cónyuge. tituyendo todos una gran familia «feliz». El yerno o nuera parecen
Los autores postulan que el principal vínculo de conexión entre aceptar por completo dicho acuerdo familiar. La perduración de la
·las generaciones es el de lealtad, basado en la integridad del endeu- simbiosis es evidente: de inmediato se sofoca toda manifestación de
damiento recíproco. Puede expresarse en forma de cuidados físicos individualidad, tentativas de separación física o emocional, o comen-
llamadas telefónicas, visitas, cartas, expresiones de interés, respet~ tarios críticos. La persona que lo intente es considerada desleal y de-
y preocupación. A veces sólo se manifiesta a través de servicios con- sagradecida. En una de esas familias, la madre y la hija de ocho años
cretos, aunque estos pueden darse aunados al apego y la involucra- compartían los mismos síntomas fóbicos e histéricos, y el marido,
ción emocional. quien había sido criado en distintos hogares de padres adoptivos,
En los siglos pasados familias y gobernantes discutían con li- aceptaba en forma pasiva las visitas y estadas con sus parientes po-
bertad el tema de la lealtad y el endeudamiento, y su forma de com- líticos cinco o seis noches por semana.
pensa:ión se definía en términos concretos. Ya se tratase de un rey, Otras familias nucleares aparecen desapegadas, independientes
un senor feudal, el alcalde de una ciudad o el jefe del propio clan, la o carentes de interés o involucración con cualquiera de las familias
supervivencia física estaba garantizada, siempre que hubiera prue- de origen. A menudo lo expresan como si se tratara de un rechazo
bas económicas y políticas de la propia lealtad. Parte de las cosechas mutuo, «convenido». Las distancias geográficas son esgrimidas con
y otros productos de la tierra se compartían con los gobernantes de facilidad como argumento para reforzar la separación y el estado de
manera automática, a cambio de lo cual ellos garantizaban de modo absoluta independencia respecto de todos los demás. Tal vez en un
implícito su protección a los súbditos leales. Estos bienes eran for- comienzo concedan que hay algún contacto, pero describen visitas
mas de pago de un deber, de una obligación, y también señal de alian- realizadas durante el período de vacaciones, llamadas telefónicas o
za y respeto. cartas como algo despersonalizado, en un nivel superficial. Como ex-
En las antiguas familias extensas, el hombre de más edad era cusas para el desapego se plantean también razones religiosas o
d~eño de todos los derechos de propiedad, y su autoridad regía en diferencias étnicas o políticas.
VIrtud de la lealtad incondicional de todos los restantes miembros. En la fase inicial del tratamiento, cuando se interroga a esas fa-
En las familias actuales, los factores económicos o de protección milias sobre los abuelos maternos o paternos, las primeras respues-
siguen siendo importantes, pero no constituyen un factor tan signifi- tas por lo general son de que existe un contacto mínimo. «No pode-
cativo como los vínculos psicológicos. Las familias que están capaci- mos, o queremos, depender de nadie fuera de nosotros mismos».
tadas para ello asumen la responsabilidad física por sus integrantes, «Nuestros problemas sólo atañen a ese hijo enfermo o malo; de no ser
pero la supervivencia de un individuo no depende, necesariamente, por él, todo andaría bien». Así como otras dificultades individuales y
del apoyo de la familia. Cuando ha sido preciso, los gobiernos locales, conyugales serias se disfrazan tras los problemas de un hijo «especí-
esta duales y federales han intervenido para garantizar la protección fico», en los comienzos también se ocultan los fuertes vínculos exis-
física de los enfermos o los ancianos. tentes con la propia familia de origen.
Lo que nos interesa son las manifestaciones de lealtad basadas Si los terapeutas investigan el cuadro que se presenta de las rela-
en el endeudamiento y la reciprocidad. La lealtad y sus múltiples ciones entre las tres generaciones, la respuesta habitual es: «jNo hay
formas de expresión constituyen una fuerza, saludable o no, que crea nada que analizar!». Si se les pregunta acerca de sus deseos de me-
los vínculos de conexión entre generaciones pasadas y futuras. Inclu- joría, la contestación general tiene un «matiz de desesperanza». In-
so cuando se nieguen esos vínculos, o se les reste importancia de ma- cluso, esto puede enmascararse detrás de francas carcajadas por lo
nera abierta, el ser humano sigue estando comprometido de modo que dicen los terapeutas, como si se tratara de una idea descabella-
inalterable y profundo con la compensación por los beneficios reci- da: «Usted debe estar bromeando, no conoce a mis padres o sue-
bidos; e igualmente permanece vinculado con sus parientes sanguí- gros ... ellos siempre fueron imposibles, y siempre lo serán»; o bien:
neos. Para todos los adultos, la lucha consiste en equilibrar las anti- «Son tan anticuados que jamás entenderían». Al principio, tal vez el
guas relaciones con las nuevas: integrar en forma continuada las re- cónyuge coincida en forma abierta con los comentarios del otro espo-
laciones con las personas que antes fueron de importancia para uno, so. A pesar de los intentos por restarle importancia a la indagación
con la involucración y el compromiso asumido hacia las relaciones del terapeuta, resulta evidente que se trata de una esfera sumamen-
actuales (o sea, la pareja y los hijos). te cargada: los tonos de voz se elevan con gran intensidad de manera
Algunas familias nucleares están tan «atadas» en lo emocional a inevitable. Si los hijos son inquietos o ruidosos, se hace absoluto si-
la familia de origen, que no sólo viven al lado de los padres de uno de lencio en la sala. Las justificaciones materiales por la «falta de con-

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tacto» surgen como un torrente, y por el mDmento parece imposible to. Sin embargo, sigue dándose una eterna búsqueda de los objetos
seguir examinando el tema. buenos y amados o los sustitutos paternos comprensivos, consolado-
De inmediato, uno o más integrantes de la familia pueden des- res, que aceptan por completo una conducta que incluso puede ser in-
viar de nuevo el tema hacia uno de los componentes de la familia nu- fantil y destructiva. En muchos individuos, la ira y decepción por los
. clear, como fuente principal de todas las dificultades. Alguien, por lo objetivos originarios de importancia se proyectan fuera del sí-mis-
general.un niño, habitualmente es el objeto «malo», decepcionante, mo: en un marido, esposa, hijo, o cualquier otra persona significativa
perturbador. Considerado desde el punto de vista de la terapia indi- pero al alcance de uno.
vidual, ese hijo, o hijos, tienen problemas, trátese de delincuencia, Todos los individuos experimentan a veces actitudes ambivalen-
problemas de aprendizaje o de conducta en la escuela, mojar la tes, pero el aspecto más destacado de la ambivalencia no es sólo la
cama, actos incendiarios, etc. Todas las quejas múltiples formuladas frecuencia e intensidad de dichas respuestas, sino las reacciones
sobre cualquier individuo poseen validez. Incluso el hijo parentaliza- continuas y fundamentales en esas relaciones estrechas. Pueden
do que hasta muy poco tiempo atrás era bueno, adaptado, y apoyaba cambiarse las amistades y los patrones, pero dentro del propio sí-
a sus padres en el hogar (ayudándolos, haciendo ciertas tareas o asu- mismo siempre sigue en pie una sensación básica: el que uno haya
miendo responsabilidades en relación con sus hermanos) puede es- recibido la adecuada dosis de amor, aceptación y reconocimiento de
tar cambiando ahora, y ser descripto como un sujeto rebelde, holga- la propia valía por parte de los miembros actuales y pasados de la fa-
zán o indiferente. milia. Sea que las primeras relaciones se experimentaran como bue-
Tal como se viera en otros capítulos, estos problemas sólo pueden nas y amantes o como malas, destructivas e inadecuadas, el indivi-
interpretarse como dificultades intrapsíquicas del niño. Sin embar- duo sigue sintiéndose obligado, con necesidad de pagar una deuda.
go, los especialistas en terapia familiar interpretamos los síntomas Ese pago puede expresarse de modo directo hacia los ancianos pa-
visibles presentados como indicativos de problemas en el sistema fa- ches, de manera generosa, afectuosa y llena de apoyo. La venganza
miliar multigeneracional. La tesis es que los síntomas de un hijo son por el tratamiento injusto puede surgir en forma de menosprecio,
también representativos de los conflictos ocultos y no resueltos entre mofa o incluso negligencia. Quizá la compensación se produzca con
varias generaciones de la misma familia, o entre ambas familias de los propios hijos, o se exterioricen sentimientos hacia los objetos ma-
origen. Los síntomas de una persona pueden ser una máscara tras la los y odiados de la anterior generación, y se los proyecte sobre aque-
que se ocultan las graves dificultades matrimoniales; y a la inversa, llos. Puede haber un real descuido físico y emocional de los ancianos
las dificultades conyugales pueden disfrazar el problema de un hijo. padres y suegros.
La fase de enamoramiento y comienzos del matrimonio renueva
las esperanzas de contar con el progenitor «idealizado» que provee
aquello que uno busca y necesita eternamente, o nos compensa por
El individuo y sus relaciones familiares ello. Si las expectativas y exigencias son abrumadoras e imposibles
de satisfacer, entonces resulta inevitable que el cónyuge sea fuente
En primer lugar, se analizarán conflictos no resueltos desde el de frustración y decepción. Los siguientes blancos de importancia al
punto de vista individual. Después seguirán descubrimientos multi- alcance de uno son los propios hijos.
generacionales; teóricos y clínicos. Lo que se enfoca en la terapia fa- La mayoría de los progenitores están dispuestos a asegurar que
miliar son las obligaciones de lealtad entre cada uno de los miembros su intención es ser mejores padres para sus hijos de lo que fueron sus
y todos ellos, y la manera de saldar las propias deudas. padres con ellos. Pueden restar importancia o negar sus sentimien-
Sea que las primeras figuras paternas en la vida de un niño ha- tos de carencia, y hacer esfuerzos por darles «todo» a su prole. Sin
yan sido poco gratificantes o frustrantes de modo abierto, en la reali- embargo, ¿qué sucede con sus propios apetitos internos sin satisfa-
dad o la fantasía, o que uno o ambos progenitores estuvieran ausen- cer? Ellos pueden convertirse, en forma abierta, en progenitores ab-
tes debido a abandono o muerte, como consecuencia el individuo pue- negados, sacrificados, a la manera de los mártires. Esto no sólo pro-
de sentirse indigno, inadecuado y carente de autoestima. Cuando las duce, de modo inevitable, sentimientos de culpa en el hijo receptor,
necesidades de dependencia no han sido resueltas y la constancia que siente que debe pagar en exceso por lo que se le brinda de mane-
objetal fue deteriorada, el individuo sigue alentando anhelos inter- ra tan poco egoísta, sino que (lo que es más importante) ese hijo se
nos de ser amado, apreciado y aprobado. Este anhelo subyacente siente obligado para siempre a satisfacer las expectativas paternas.
puede ser negado o restársele importancia, en forma consciente o in- Esos individuos siguen experimentando durante toda su vida la
consciente, y verse encubierto por sentimientos de cólera, resenti- sensación de estar endeudados, o bien de haber asumido una obliga-
miento, rechazo de los demás o, incluso, un sentido de aletargamien- ción que nunca podrán saldar. Los lazos que los atan como conse-

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cuencia de esas dádivas propias de un mártir tienen infinitas reper- cónyuges se describen a sí mismos como inermes por completo en sus
cusiones. Incluso si se separan físicamente, se casan y tienen su pro- sentimientos hacia la familia de origen.
pia familia, siguen alentando sentimientos de culpa y la sensación Los hijos de esas familias se ven contaminados por la desesperan-
de estar siempre en mora con sus deudas. Aun cuando el progenitor za o la depresión íntima de ambos progenitores. Además, los conflic-
haya apoyado el matrimonio y la paternidad, el mensaje implícito tos no resueltos entre la generación de los abuelos y los padres son
puede se1~que el hijo es un desertor desagradecido que no aprecia lo perfectamente conocidos por los hijos, aun cuando los padres crean
que se le ha dado. Los sentimientos más profundos son: «Si yo te di que se los ha mantenido en secreto. Los hijos también conocen la na-
tanto, cómo puedes dejarme cuando me debes tanto». De igual modo, turaleza y extensión cabal de las batallas conyugales. Tienen aguda
los celos o el rencor que provoca la pareja elegida pueden disfrazarse conciencia de que lo que quedó sin resolver en el pasado se saca a re-
o minimizarse. En algunas familias, los sentimientos de culpa res- lucir ahora y que se transfiere sobre sí mismos. Ellos hacen intermi-
pecto del endeudamiento de un hijo hacia sus padres son tan exage- nables esfuerzos por proteger o estar disponibles como objetos de
rados que no hay esperanzas de compensación. Los hijos se mantie- gratificación. El hijo parentalizado puede, aun de adulto, continuar
nen siempre en posiciones fijas en esas relaciones de lealtad cargada tratando de «compensar» o «devolver» lo que les debe a sus padres ya
de culpas. provectos. Brody y Spark [24, pág. 83] definen a esos hijos como «los
Deben tomarse en cuenta otras facetas de importancia, tales co- que cargan con el peso de las cosas». Procuran consolar, tranquilizar,
mo el modo en que uno puede dar algo cuando es poco lo que ha r~ci­ ser buenos y amantes progenitores sustitutivos. Los otros hijos tam-
bido. En determinada situación, una joven tenía grandes dificulta- bién pueden luchar, aunque en sentido negativo, con el frn de infun-
des con su novio, que era de distinta religión. Lo único que hacía la dir vida y entusiasmo en la esperanza de vivificar los aspectos estan-
madre de ella era zahedr a la hija acerca de los aspectos religiosos de cados de manera irremediable, faltos de crecimiento e improductivos
un matrimonio mixto. Cuando la hija quería analizar los puntos fun- del matrimonio de sus padres. Quienes tratan de evitar esos roles o
damentales de su pobre identificación femenina y sus dificultades escapar a dichos sistemas familiares se convierten, de modo inevita-
sexuales, la madre evitaba esos temas. Debido a la propia identifica- ble, en hijos «malos o locos», transformados en chivos emisarios. Así,
ción no maternal de la madre y a su insatisfactoria relación sexual, uno de los hijos posterga su propia maduración, y el otro lucha por
de ninguna manera podía ser de ayuda a su hija. Cuando se «da ella, pero la familia interfiere e interpreta en forma errónea su con-
demasiado» puede experimentarse un sutil resentimiento por el he- ducta, como si fuera un hijo o hija desleal.
cho de que el hijo reciba más, en tanto que uno sigue «hambriento». Todas las relaciones familiares incluyen ciertos aspectos propios
En esencia, ese acto de dar es algo material, fáctico, o una rela- de las dimensiones de realidad: un bebé es un ser desvalido, lleno por
ción de prédicas y sermones, de modo que no se comparten en forma completo de exigencias; el marido-padre es el protector, el que gana
personal las propias preocupaciones internas. Esto no significa que el sustento. Es por esta realidad que se interesan los especialistas en
se discutan experiencias sexuales íntimas y privadas entre las gene- terapia familiar, como también por la transferencia dentro de todas
raciones, sino que se refiere a otras cuestiones cruciales de la rela- las relaciones más cercanas. Aunque uno se sienta desleal o no se
ción, por ejemplo, las identificaciones y diferencias de lo masculino y crea endeudado con los propios progenitores, resulta un hecho que
lo femenino. El hijo puede parecer un ser desagradecido, e incluso re- existen expectativas implícitas de alguna forma de compensación. Si
chazar esas pseudodádivas y formas de relación. El progenitor adul- esa compensación se niega, o bien se le resta importancia, uno
to puede .sentirse atrapado en un vínculo que se le aparece como re- experimenta íntimos sentimientos de culpa. Es hacia esta esfera (de
petición del vivido con sus propios padres, y se sentirá herido, encole- saldar en la realidad las propias obligaciones hacia la familia de
rizado y deprimido. Los antiguos anhelos ya no pueden negarse, ni origen, el cónyuge y los hijos) a la que los especialistas en terapia
restárseles importancia. familiar deben dirigir sus esfuerzos. A los efectos de desempeñar su
papel como agentes de cambio para las tres generaciones, los tera-
peutas deben concentrar su trabajo en las familias nucleares y ex-
tensas. El curso que debe seguirse es el examen de la naturaleza in-
Relaciones en la familia nuclear y en la familia extensa terconectada de los actos recíprocos de dar entre el individuo, la fa-
milia nuclear y ambas familias de origen.
Las antiguas esperanzas de ser amado, comprendido y cuidado
pueden ser reprimidas de manera inconsciente. Entonces las espe-
ranzas se pierden en forma irremediable, y cada miembro de la pare-
ja se siente atrapado en una posición culposa intolerable. Algunos

260 261
Los parientes políticos como sistema de equilibrio fur:ción de d!nero, _ocupación, religión y origen étnico, pero la dinámi-
ca m terna sigue siendo en esencia la misma.
Además de estudiar la situación en el contexto trigeneracional Lo q':e estamos enfocando es el equilibrio de la lealtad y el en-
descripto, también es de suma importancia comprender la unidad 0 de~damiento den~ro de las fa~ilias: ¿Quién hace qué para quién?
la falta~de armonía, e_ntre el sist~ma propio de la familia de origen y el ¿Como se lo e::cpenmenta? ¿Qmen compensa, por qué y cuándo? Esto
de parentesco pohtrco. Cada Sistema familiar tiene prescripto su pued~ traducrrse en distintos términos, por ejemplo, un sistema de
propio código de reciprocidad para hacer, relacionarse, intercambiar: justicia o de contabilización de méritos: «Le di los mejores años de mi
dar y tomar dentro de la categoría de ser amados. La relevancia de vida a un marido, hijos, ¿y qué he recibido a cambio?». En términos
esta esfera del tratamiento ha comenzado a ser examinada recién en mecanicistas puede hablarse de insumo y producto. En toda ética
los últimos tiempos. Dos extraños se conocen, se enamoran y se ca- rige un credo: Tanto doy, tanto recibiré. '
san. El eterno chiste es: «Me casé contigo, no con tu familia». Nuestra A menudo, las familias de referencia parecen hallarse en el lim-
experiencia clínica ubica esa frase en una categoría absolutamente bo, o en un estado de resquebrajamiento emocional. La homeostasis
mítica o fantaseada. familiar, tal como se la analizó en la bibliog¡·afia especializada, por lo
Un pariente político es un intruso. La afirmación habitual: «He- general se refiere al estado presente del sistema familiar nuclear.
mos ganado un hijo» suele ser más una expresión de deseos que una Nuestra intención consiste en extender este concepto de homeosta-
realidad. Más allá de las consideraciones individuales sobre las posi- sis, de ~oda de incluir la .~imensión bigeneracional de lealtad y en-
bilidades de que la joven pareja se complemente, apoye y satisfaga deudamiento, como tambien la escena multigeneracional y la de los
en forma mutua, y h;;1ga otro tanto en relación con las necesidades de parientes políticos.
sus hijos, siguen planteándose cuestiones esenciales sobre el modo Los casos clínicos que ilustran este capítulo no sólo revelan dis-
en que las familias de origen serán incluidas o excluidas. ¿Cuánto es torsiones y proyecciones motivadas como expresión de deseos sino
posible enfrentar y manejar con respecto a los códigos y cuentas de también los esfuerzos insatisfactorios por enfrentar esas cuentas no
r~ciprocidad de una familia? Por ejemplo, ¿cómo se vivirá la presen- saldadas Y compromisos ocultos. Por ejemplo, un aspecto fascinante
cia de los abuelos de cada parte, y qué apoyo se les dará? Una familia es el deseo de ser adoptado por los propios parientes políticos. Este
de origen puede ser muy expresiva en sus afectos y agresiva en sus fenómeno p_uede introducir ramificaciones tales como la de plantear,
sentimien~os. Otras familias son reservadas, pero igualmente afec- de manera mc~nsc!ente, excesivas exigencias a los ancianos suegros,
tuosas y dispuestas a prestar apoyo. Hay familias sólidas, dignas de y provocar la rivalidad del propio cónyuge por el hecho de compartir
confianza, que siempre luchan por ir hacia adelante, pero que no son a sus padres. También puede utilizarse como defensa por no preela-
dem~strativas en lo fisico ni en lo verbal. En algunas se ha puesto de borar o enfrentar los propios compromisos y responsabilidad hacia la
manifie~to una conducta caótica, desorganizada, perturbadora, co- familia de ori~en. La pareja de cónyuges puede sufrir un doble golpe
mo por eJemplo en los casos de abandono y divorcios múltiples. En un cuando el «mito de adopción» queda invalidado en forma repentina
continuo -así como con los individuos- se dan las familias abierta- por la falta de adopción del pariente político.
mente simbióticas, sofocantes y protectoras, por comparación con
aquellas. ~tras que destacan la importancia del desapego, la extrema
adecuacwn y la completa independencia, como si se tratara de una
posibilidad realista. Inclusión de los abuelos en las sesiones
De hecho, ~os _opuestos parecen atraerse el uno al otro, y, sin em-
bargo, en el diana contacto estrecho de la vida familiar esos atribu- ~n nues~ros esfuerzos por incluir a los abuelos siempre que sea
tos pueden convertirse en fuente misma de aquello que resulta irri- posible, debieron tenerse en cuenta varios aspectos de importancia.
tante e inaceptable en una relación. A despecho de lo previsto (aun- Esto se establecerá de modo más explícito en nuestros ejemplos clíni-
que tal vez era lo que se necesitaba), el estilo de vida de la familia del cos: pero el primer factor reside en interrumpir el «síndrome de acu-
c?nyuge no puede absorberse o integrarse porque es demasiado dis- sacwnes» Y no dejar que continúe. Los aspectos constructivos de la
tJ.I~.t.o del propio de la familia de origen. Un pariente político y su fa- rel~ción, que fomentan el crecimiento, constituyen la única preocu-
milia muy pronto pueden convertirse en chivos emisarios del otro paciÓn Y meta. Resulta inevitable que entre las generaciones se ex-
sistema familiar. Una nuera o yerno no es tan sólo un rival del afecto presen sentimientos de cólera y de amargura· estos enfrentamientos
Y. apoyo de !o~ padres; el sistema de valores y forma de vida de los pa- brindan una oportunidad para comenzar a ~nalizar de manera mi-
nentes políticos son blancos de ataque, menosprecio o rechazo. Los nuciosa lo que había sido proyectado o exteriorizado sobre la otra
aspectos emocionales pueden expresarse de manera simbólica en persona. Se alienta el diálogo mutuo, para que el anciano progenitor

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pueda revelar su propio pasado, así como sus deseos actuales. Deben Cuando se está dando en demasía a los propios hijos puede, inclu-
balancearse las cuentas ocultas de explotación y méritos no compen- so, demostrarse negligencia e indiferencia por las necesidades físicas
sados, con fuertes pretensiones. y emocionales de los ancianos padres. Es posible que cada genera-
Sin embargo, en ese diálogo, nunca se da una reversión genera- ción se vea atrapada en un vínculo destructivo y hostil de relaciones
cional: un anciano padre, aunque se vuelva más dependiente o inca- mutuas. Nadie logra liberarse de sus obligaciones de manera apro-
pacitadu físicamente, sigue siendo un padxe. Tal como dijeran Spark piada para su edad o fase de su vida. Los ancianos son «dejados de
y Brody: «en el sentimiento, aunque el hijo adulto pueda ser viejo él lado», sienten celos y rencor hacia los nietos; los jóvenes adultos no
mismo, sigue siendo hijo en la relación con el padre. No se convierte reciben el apoyo y reconocimiento necesarios de sus padres, ni si-
en padxe de su propio padxe» [80, pág. 200]. Al conceptualizar las fa- quiera de sus hijos. Los hijos se sienten culpables de recibir demasia-
ses del desarrollo más allá de la madurez genital, Blenkner [8] pro- do o tomar aquello que, a su entender, debería compartirse con los
pone la fase de «madurez filial». Esta se caracteriza por la capacidad abuelos. Los hijos adultos sienten que sus padres e hijos son desa-
del adulto maduro para que el progenitor dependa de él, y marca una g1·adecidos. Con respecto a la falta de equilibrio en el balance del «re-
saludable transición desde la madurez genital a la ancianidad. De gistro», las tres generaciones sufren.
este modo, no se trata de una «reversión de roles» sino de cumplimien- Esos sentimientos de lealtad, aunque a menudo parecen incons-
to del rol filial para con el progenitor, lo que implica la resolución de cientes para el hijo adulto, vuelven a vivenciarse o actuarse en el sis-
anteriores etapas de transición. tema de la familia nuclear. A menos que se enfrenten dichos senti-
A menudo se presupone, en forma incorrecta, que una pe~·sona mientos, se modifique o cambie la fuente interior de sentimientos de
anciana o que ha llegado a la etapa de la vida en que ya es abuela no culpa y se cancelen o salden las pasadas obligaciones, el hijo adulto
puede cambiar o modificar sus relaciones familiares. No obstante, en seguirá teniendo dificultades para desempeñar de manera equili-
algunos casos los abuelos pueden ser menos rígidos o estar menos brada su compromiso y su deuda de lealtad hacia su cónyuge y su
fijados que un miembro más joven de la familia. Además, la mayoría prole. Si bien hay similitudes parciales con la terapia individual,
de los padxes ancianos siguen comprometidos hacia sus hijos y nie- nuestra meta va más allá, en procura de modificar realmente la rela-
tos, lo que contribuye a que las tres generaciones puedan enfrentar ción que existe entre las generaciones. Los conflictos intrapsíquicos o
la naturaleza de las actuales relaciones y obligaciones, en lugar de los empeños infantiles por obtener gratificación de las personas que
las primitivas distorsiones interiorizadas respecto de los propios fueron importantes en el pasado, los cuales son actuados dentro de la
padxes. Sea que el progenitor de más edad haya sido o no en realidad familia o sobre la sociedad, se abordan en las relaciones presentes,
un ser frustrante y poco generoso, surgen nuevas esperanzas y opor- aquí y ahora.
tunidades para esclarecer y mejorar una relación. Así, llega a com- Lo que en el pasado se creía oculto en el inconsciente de un indivi-
partirse por primera vez mucho de lo que se desconocía o estaba poco duo, asequible sólo por medio de los sueños, lapsus linguae y otros
claro en torno de las circunstancias de la persona de más edad. Esto mecanismos psíquicos, se ve ahora de manera diferente. El anciano
puede generar una mayor comprensión y un sentimiento de compa- progenitor, el progenitor adulto y los hijos son los objetos de transfe-
sión mutua entre las generaciones. Es posible reducir el rechazo y el rencia sobre los cuales se expresan los apetitos infantiles. En vez de
distanciamiento al mínimo, o bien eliminarlos en un grado origina- enfocar el modo en que los esfuerzos y actitudes infantiles se trans-
riamente no previsto por ningún miembro de la familia. fieren a un terapeuta individual, el especialista en terapia familiar
Los nietos, que pueden haber soportado los embates de los senti- procura valerse de las conductas perturbadoras, regresivas y negati-
mientos de transferencia negativos de uno de los progenitores adul- vas expresadas en las relaciones «in vivo» con el fm de modificar y es-
tos, o de ambos, están sumamente ansiosos por reconciliarse con sus tablecer un nuevo equilibrio en las relaciones de familia. Tal como
abuelos. De ese modo, no sólo se los ayuda a liberarse del rol parenta- fue postulado por Boszormenyi-Nagy [18], este concepto de recons-
lizado o de chivo emisario, sino que se renuevan sus esperanzas y se trucción de las relaciones familiares difiere de la noción de la diná-
les proporciona un modelo para dirimir los conflictos que tienen con mica individual, en el sentido de que la dinámica multipersonalla
sus propios padxes. Los niños suelen experimentar devoción por sus incluye, pero va más allá.
abuelos, pero pueden haber inhibido esos sentimientos debido a su
sensibilidad y sus deseos de proteger a sus padres. Un niño de siete
años se sentó en las rodillas del padre y le rogó que cuidara de los
abuelos de la misma manera en que cuidaba de él. En ese momento,
el joven padre inclinó la cabeza sobre el hombro del hijo y rompió a
llorar.

264 265
mocional o también real, aunque no necesariamente material. A ca-
Técnicas y comentarios sobre la inClusión ~a generación se le brinda la oportunidad ~e ~numerar agravios Y
de los progenitores prove.ctos motivos de queja, con miras a alcanzar el ob]eti_vo _final de un nuev_o
ivel de relación entre ellos. Esto puede consistir en el esclarecl-
Al tomar conciencia de que muchas familias seguían estando su- ~iento y cambio de ciertas actitudes fija~, pero lo más _importante es
mamente involucradas con sus familias de origen, se sugirió que se la modificación de la conducta. Se investigan los agraviOs que poseen
incluyéÍ·a a los abuelos en las sesiones. Tal como se describiera con una base de realidad y a veces se los rectifica de ese mod~, con l~ cual
anterioridad, por lo general las reacciones iniciales eran negativas: disminuyen los sentimientos de culpa. Incluso, tras vanas ~es10nes
«No se llegará a nada; es imposible; no estarían dispuestos», etc. Sin con los padres provectos, existe en forma constante una re~limenta­
embargo, nuestra experiencia como terapeutas nos dice que en mu- ción respecto de los contactos desarrollados. Cuando lo~ _anc1an?s pa-
chos casos los ancianos padres sienten, en realidad, que se los deja de ru·es viven en otra ciudad, los componentes de la fa;:nilia contmua~
lado. La terapia puede ser considerada como un rival o una fuerza informando sobre su comunicación con ellos _por telefono, cart~ Y VI-
que podría llegar a apartarlos o excluirlos aun más. Las familias que sitas. Siempre queda la posibilidad de que as1stan a nuevas sesiOnes,
tratamos, al interrogar en forma directa a sus padres, descubrieron si el hijo o hija adulta desea volver a invitarlos. Lo interesante _es que
que tenían deseos de asistir a las sesiones, y en la mayoría de los ca- el yerno o nuera, y en especial los hij~s ya adultos, parece~ _an~;osos Y
sos estaban ansiosos por venir. Cada hijo adulto estaba en libertad francamente interesados en cualqmer forma de reconciliac~on que
de decidir cuándo utilizaría sesiones juntamente con sus padres, y pueda ocurrir. Por lo general, ellos hablan e? for~a muy drrecta Y
determinar si deseaban incluir a sus respectivos cónyuges. Los pa- abierta respecto de la naturaleza de los conflictos mtensos entre la~
dres provectos asistían a las sesiones no sólo porque todavía querían generaciones, y de esa manera pueden calibrar elp7·?fundo a~or, as1
ser útiles a sus hijos adUltos y nietos, sino también porque se sentían como las heridas y desesperación de cada generac10n. Los hlJO~ ? el
profundamente desdichados de esa relación, tanto en el presente co- cónyuge se ven atrapados por el sentimiento de ser ellos los utiliza-
mo en el pasado. dos como objetos de «retribución», y anhelan que tanto los abuelos co-
Al principio, todos se inculpaban de modo airado y había muchas mo ellos mismos puedan salir de esa trampa.
recriminaciones mutuas, en lo que podría calificarse de enfrenta- Por vengativa que se haya mostrado o siga mo~tr~ndose una per-
miento entre las generaciones. Con la ayuda de los terapeutas, esto sona la meta terapéutica no es el mero reconoc1m1ento, enfrenta-
por lo común no continuaba por mucho tiempo. Para los terapeutas, mie~to, expresión franca y, en consecuencia, la continuación de las
resulta más importante entresacar los principios de la contabiliza- relaciones negativas, sino que su enfoque se centra en el J?utuo es-
ción de débito y crédito entre las generaciones. Ellos indagan sobre clarecimiento y reconstrucción. Al hijo adulto y su progemtor se les
la vida anterior de los padres provectos, o a veces uno de estos, en for- da la oportunidad de romper pautas esclavizant~s de relac~Ón; que
ma espontánea, se dirige a ellos buscando consuelo y apoyo respecto pueden haber perdurado durante varias generaciOnes. El ~~gu1ente
de sus propias carencias del pasado. En este sentido, el síndrome de párrafo ilustra de manera adecuada la profunda comprens10n de un
culpa puede reducirse al mínimo, y se ayuda a que los integrantes de
niño pequeño:
la familia vean a sus padres provectos en un contexto más adulto. En
lugar de que el hijo adulto se sienta desesperadamente enojado o de- La madre del niño decía que su anciana madre estaba chocheando. La
pendiente, o tratado de modo injusto como puede haberse sentido abuela materna compró dos abrigos y todo el tiempo le preguntaba a la
desde la infancia, puede abrírsele una nueva dimensión. Tal como se gente que vivía en el edificio cuál de ~~os era más ~tractivo. E~ nieto, de
explicara antes, no se produce una reversión de las generaciones, trece años, se dirigió a su madre y le diJo: «Es muy srmple. Comentale a la
sino que más bien ocurre que el hijo adulto se ve enfrentado a la ne- abuela qué abrigo le sienta mejor, en tu o~inión, y lue~o devuelve el otro
cesidad de compensar a sus padres o cuidar de ellos de manera dife- a la tienda. ¡Eso es lo que ella siempre solía hacer contigo!».
rente, y tal vez más responsable, respecto de cómo él mismo fuera
tratado. Los niños tienen una conciencia tan aguda de todo que sus rela-
De modo primordial, estas sesiones de terapia familiar alientan ciones con sus propios padres podrían ser mucho más generosas Y
renovadas esperanzas por una más positiva relación y una mayor re- cariñosas en forma abierta si estos pudieran resolver algunos de sus
ciprocidad, para poder modificar los agravios anteriores o la conduc- conflictos con los abuelos. ¡En cierta familia los paru·es hablaron en
ta destructiva. Los hijos adultos, quienes ahora tienen propios hijos tono de mofa y desprecio de sus paru·es, y luego tuvieron dificultad
se hallan en una posición más ventajosa para identificarse con sus para darse cuenta por qué sus propios hijos se burlaban de ellos Ylos
padres provectos: pueden reconciliarse las diferencias y resolverse ridiculizaban!
las antiguas deudas y obligaciones emocionales, sea en un sentido

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r- Fragmentos clínicos de sesiones que incluyeron Sesión 1: Celia L. y su madre (la señora K.)
a progenitores provectos ~sus hijos
Celia: Le dije a mi madre que teníamos muchos problemas; sabe que mi
En primer lugar, se eligieron sesiones que permitieran ilustrar matrimonio y mis hijos me hacen desdichada.
distintas combinaciones: hijos adultos y madres, hijas adultas y am- Madre: Mi madre vivía con nosotros. Yo era hija única cuando ella enviu-
bos progénitores, y que también podrían incluir a una hermana o un dó, y vino a vivir con nosotros. Cuidó de ~i hija más que yo ~ism~.
hermano adulto. Un segundo objetivo fue mostrar diversos tipos de Celia: Detestaba tener que dormir con m1 abuela hasta los diez anos. Ma-
relaciones. Cabe esperar que la casuística permita establecer la vas- má, soy fría, frígida, y no tengo relacione~ s;xuales con mi marido. En un
sueño vi a mi abuela con un hermoso cam1son, y ella me abrazaba ... toda
ta diferencia existente entre un hijo adulto que habla de manera di-
su vida la dedicó a cuidarme a mí.
reCta con su progenitor en presencia de los especialistas en terapia Madre: La vida de mi madre era yo.
familiar, por comparación con el «relato» hecho al especialista en te- Celia: Le debías tanto que no pudiste atenderme de niña con cariño; ha-
rapia individual sobre la familia de origen. La mayoría de los abue- cías demasiado hincapié en los modales. Mi madre podía hablar acerca de
los eran cincuentones o sesentones, y los hijos adultos contaban en- mí en forma personal, pero no quería h~cerlo. Me sentí _contenta cuan~o
tre treinta y cuarenta y tantos años. murió mi abuela, porque entonces podna hablar con m1 madre. Segura-
mente fui una chica traviesa y mala. Ella me agarraba con fuerza, y ma-
má se contentaba con mirar. Si perdiera a mi madre, todo mi mundo se
Familia 1 derrumbaría. Tengo pesadillas constantemente; les hacen daño a mis ni-
ños, y yo los protejo. Yo era obesa, y _muy inhibid~ c~n mis pares.
La familia L. inició la terapia porque sus tres hijos se peleaban en Madre: Nunca comparto mis sufrimientos con m1 hiJa. , ,
forma constante entre sí o con los padres. Uno de los hijos, de trece Celia: Cuando mi padre murió se terminó el mundo para m1. Yo tema ca-
años, participaba de modo activo en las competencias deportivas y el torce años, era fea, odiosa con mi abuela. Mi hermano er~ la «e~trella:>. Yo
grupo de debate de la escuela pero se pasaba de cuatro a cinco horas siempre carecí de confianza en mí misma. Tuve una eXIstencia vac1a ...
mi infancia es un libro en blanco.
en el subsuelo haciendo los deberes. El hijo de once años no tenía
amigos, y al salll· de la escuela siempre andaba detrás de su herma-
nita y se entrometía en los juegos con sus amigas o pasaba parte de
Sesión 2: Celia y su madre (la señora K.)
la tarde haciéndole cosquillas y luchando con ella.
Los progenitores siempre discutían por cuestiones de dinero y por Celia: Hablé por teléfono con mi madre porque sentía que todo había ad-
los hijos, pero, sobre todo, cada uno atacaba a la familia de origen del quirido proporciones enormes. .
otro. La señora L. tenía la sensación de que su familia de origen era Madre: ¡Estabas histérica! ¡Decías «mamá, ayúdame>> a los ~ntos!_
perfecta, culta y refinada, en contraste con la de su marido, que solía Celia: ¿Por qué soy tan desdichada? ¿Acaso me case con m1 mando por
discutir en voz alta pero con claridad, para luego hacer pronto las despecho?
paces. El señor L. insistía en que ninguna familia podía ser tan ideal Madre: Todo lo que quieres recordar son las cosas malas.
como su esposa pintaba a la suya. Él estuvo de acuerdo en que la fa- Celia: La abuela se entrometía en mi vida. ¿Cuándo discutían tú_ y papá?
milia de ella estaba por encima de la de él en cuanto a educación, di- Madre: Sólo después que ustedes [los hijos] se iban a la cama. Mis padres
nero y modales, pero sentía que no tenía por qué avergonzarse del nunca discutieron en mi presencia.
medio del que provenía. Celia: ¿Qué piensas de mi relación con mi hermano, no fue anormal? ¿Por
Como la abuela materna vivía a la vuelta de la esquina, había un qué soy tan fría sexualmente? . ..
contacto cotidiano y constante entre ellos. La señora L. no tomaba Madre: ¿Qué papel juegan tus tres hijos? Me pregunto s1 el tercer hiJo no
la dejó dañada físicamente. . .
ninguna decisión ni hacía compra alguna sin el consentimiento de su
Celia: Madre, ¿por qué soy tan anormal? Yo era un cero a, la 1zq~er~a ....
madre. Se sugirió que la señora L. viniera acompañada de su madre cuando venían a casa los amigos de mi hermano, se supoma que m Slqme-
durante varias sesiones, ya que se pensó que la extremada idealiza- ra tenía que entrar al living.
ción que hacía de la familia de sus progenitores interfería en sus
compromisos como madre y cónyuge. Ella le echaba toda la culpa al [Los terapeutas le preguntan a la madre si consideraba qu: su vid_a co-
marido, tanto en relación con sus dificultades como las de los hijos. mo esposa y, sexualmente, como miembro de la pareja era satlsfactona: ..
Los siguientes son fragmentos de cuatro sesiones: dos entre la si tal vez podría aconsejar a su hija sobre algo con lo que esta no ha temdo
abuela materna y su hija, y las otras dos, entre marido y mujer. experiencia.]

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Madre: Alejaste a tu esposo de tu lado diciéndole que no lo a
. d eb e ce d er, y tu, no lo haces. mas.
una es- sesiones anteriores Celia había descripto su excesiva dependencia y
posa siempre
compromiso hacia su familia de origen. Pero esta era intocable, ya
[Los tera~e~tas alientan a las ~ujeres a que traten de compartir sus que Celia escindió sus actitudes relacionales: su madre era idealiza-
mutuos sentimientos personales como dos seres adultos L - . K di da y su abuela materna era el objeto malo y odiado que la sofocaba y
ce que sab h'' 1 . a senara . - asfixiaba. Su madre manipuló una alianza con la hija en vez de en-
. _7 que ~u IJa ~ necesita, pero nunca le contó a nadie los sufri-
mientos que hab1a experimentado durante la mayor parte de su vida.] frentar las carencias de su relación. Le echó la culpa de la desdicha
de Celia al marido o al nacimiento de un hijo. No sólo se negó a com-
partir sus propios sufrimientos en el pasado, sino que incluso conti-
Sesión 3: Steue y Celia (cónyuges) nuó tratándola a Celia como una niña incapaz de pensar por sí mis-
ma o de tomar decisiones. A su vez, Celia permaneció a disposición
Celia: Cuando la dejé, era una mujer mucho más adulta · d. de su madre en forma excesiva y con una conducta ambivalente.
es lid d · ... m1 m a re no
en r~a a una mujer. Tengo que buscar a algún otro que me ayude La madre de Celia fue honesta cuando describió sus actitudes ha-
Despues de nuest~a última sesión dijo que el sexo es como un remedí~ cia la sexualidad: lo que ella no experimentó como posible no puede
~marg~. · · necesarw para que el matrimonio siga en marcha ... el90% de ser presentado como placentero. Otro mito central que debía investi-
as .m~]eres no go~an con 71. Fue honesta, pero es como hablar con una garse era el de que la familia de origen de Celia fuera perfecta o su-
amigmta. No me siento satisfecha con ser un robot mima ··d d
dármelo. ··· n o no pue e perior; en realidad, todas las familias tienen sus limitaciones y fragi-
lidades humanas.
Ste~;: Mi suegra cree que el tratamiento está volviendo loca a mi mu'er
En un sentido manifiesto, parecía ser que Celia se mostraba de-
~ac;end~le creer que puede hab:r gratificación sexual. ¡No es cierto! N~ la
e oca o en dos semanas. Soha decirme que me encuentra repulsivo pendiente en extremo de su madre, exigiendo todo su interés y preo-
~uedo lograr que responda, en especial dm·ante las vacaciones pero espe~ cupación. Su madre hizo del marido y su familia de origen los chivos
ro su respuesta en casa. ' emisarios, tratándolos de seres inferiores, rústicos y demasiado ex-
G_eZia: Le tengo miedo. Me insulta verbalmente y luego quiere tener rela- presivos de sus emociones; de ese modo, la señora K. seguía atando a
cwnes s~xuales, Y no puedo. A veces tengo necesidad física de sexo pero su hija al antiguo sistema de lealtad: «Nosotros somos uno». Esto im-
no cu~n o estoy en casa ... Mi abuela dm·mió junto a mí todos esos 'años· pedía que se indagaran los problemas del mérito de un auténtico dar
le exbrrparon los pechos porque tenía cáncer, y era repulsiva Fui cruei y recibir en su familia. Pero, en apariencia, ella se había sentido en
f~~=n:/uando se estaba mm·iendo. Lo lamenté ... ; no, en realldad, no lo su vida tan victimizada como Celia creía serlo ahora. En la superfi-
cie, a la madre se la percibía como el ser que todo lo daba: tiempo, in-
terés y cosas materiales. Aun cuando Celia era ahora una madre
Sesión 4: Steue y Celia adulta, no había una reciprocidad equilibrada en la relación. Celia
continuaba en una posición infantilizada, aunque anhelaba un modo
Stetue:lUnahisemana muy poco común, aunque hubo mucho antagonismo distinto de acercamiento, sobre el cual su madre manifestó: «Nunca
e n re os e cos. haré que mi hija comparta mis sufrimientos».
Celia: Me s~ntí más cerca de mi marido que otras veces y sin embargo él Durante la siguiente sesión, Celia dijo que las cosas habían cam-
nobest~v~ ~~~ente. M~ hizo sentir que me necesita. Ust~des tenían razón biado entre ella y su madre; y ahora era más adulta, independiente,
so re a. re acwn con mi madre. Me siento una mujer liberada No so tan y le había respondido sexualmente a su esposo. Se trataba de una
dep~mdiente ahora. No la llamo tanto por teléfono. Solía se~tir qu~ me «huida temporaria hacia la madurez». Sin embargo, una vez que se
pborualn ;ontrda la pared ... el mismo sentimiento que me provocaba mi la experimenta, puede convertirse en meta respetable. No obstante,
a ue a, ~orza o. todavía faltaba mucho. Ahora había surgido otra forma de desequili-
Steue: L?s chic?~ no están acostumbrados a vernos tan juntos; a veces brio: «se sentirá menos dependiente de su madre, etc.». En opinión
tengo la rmpreswn de que tratan de romper nuestra intimidad t' de Celia, ¿qué creía deberle aún a la madre? Su hermano fue descrip-
acostumbrados a vernos así. ... no es an
to como un ser frío y desapegado. Aparte de Celia, ¿había alguna otra
persona que pudiera cuidar de la madre y hacerse responsable de
. ~n el curso de las dos sesiones a las que Celia y su madre asistie- ella, tal como la madre lo hiciera con su propia progenitora? Lama-
ron JUn~as. ~ubo muestras de mutua proyección, negación culpa y dre de Celia había cuidado a la bisabuela durante toda su enferme-
contradiccwn de lo que la otra decía. Se revelaron los lazos ~imbióti dad y fase final.
cos entre madre eh"
b IJa a d u lt a. I nc1uso, se h1zo
. referencia a la bisa-·
Equilibrar el sistema familiar, en lo que se aplica a Celia, signifi-
uela Yparte de los efectos que ejercía sobre la cuarta generación. En caría dar vuelta toda la relación, hasta el punto en que su madl·e,

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además de su marido e hijos, se convertiríá en receptor. Hasta ese mi hermana de demasiadas cosas ... Me preocup~ ;1 modo en que tratas a
momento los hijos habían estado sobreprotegidos y sobredotados, nuestra madre ... es una espina en nuestra relacwn. ,
como si ellos también fuesen dependientes de manera irremediable. Madre: Nuestra relación ya no existe ... ya no n:e mole~ta mas.
Steve, quien en el pasado solía converti.J:se en chivo emisario con su- Molly: Estoy enojada ... vienes a mi casa ~ no dices que es lo que t,e J?reo-
ina frecuencia, tenía que ser capaz de dar su ayuda para reestructu- y
cupa... o quise ayudar a mi madre y. a m1 hermana.
. . dDuranteh . los. ultrmos
h
rar el desequilibrio. Al haber perdido a su propia madre a una edad seis a ocho meses, he tratado de modificar m1s actltu es ac1a m1 erma-
muy temprana, él se había sentido «adoptado» por su suegm, hasta na ... ser menos crítica, más cálida contigo. ., .
que vio con claridad la medida en que afectaba en forma negativa su Madre: Sarah no tiene tiempo para mí. .. Tamb1en me puedo sentir fuera
posición como marido y padre. de lugar con Molly, ustedes dos están tan ocupadas, me alegro de traba-
jar. [Llora.] . . , .
Molly: Siempre tengo un lugar para tl ... OJ,ala m1. . . , , .
Familia 2 Madre: En 1952 estuve muy enferma ... Tu, Sar.ah, .~eruas cosas mas Im-
portantes que hacer. Yo siempre hice todo por m1s hiJOS.
Esta familia acudió a la terapia porque su hijo, de catorce años, Sarah: Pero cuando estoy allí no quieres que esté. ,
era provocador, rebelde, y peleaba constantemente con los padres; la Madre: Cuando mis hijos me necesitaban, yo estaba allí; cuand~ los ne:e-
hermana menor, de doce años, experimentaba innumerables temo- sité a ellos, no vinieron. Para mí, mo~·ir no significa ninguna diferencia.
Nadie puede ayudarme ... estoy nervwsa ... no puedo soportar a la gente
res, y durante un tiempo tuvo grandes dificultades para asistir a la
posesiva, yo no lo soy .. · . . fl
escuela (deficientes relaciones con sus pares y muy poco desarrollo Molly· No creo que los hijos de Sarah traten b1en a m1 madre ... ellos r: e-
de actividades). -
jan la. actitud de mi hermana ... en tu familia se dan más a los e:x:tranos:
No sólo eran tensas las relaciones entre hijos y padres, sino tam- puedes encogerte de hombros ante una hermana, pero co~ tl1s am1gos ser
bién con ambas familias de origen. Cuando se casaron, ellos vivieron simpática. Eres dos personas: o bien la alegre Sarah, o b1en una persona
con los padres de Larry G. Con posterioridad, la madre de la señora fuerte y dominante. . , ., . .
G. no sólo los ayudó a comprar una casa, sino que se mudó con ellos. Sarah: ¡Entre tú [Molly] y papá nad1e terna ~caswn! ~madre es una per-
El padre de la señora G. había muerto dos semanas antes de que ella sona muy dadivosa, y no deja que nadie le de las ~ra?1as.
se casase. Madre: Recuerdo que Sarah me dijo ... ya no sere mas tu :~clava.
Sarah G. trabajaba medio día, e insistía en que los hijos cump- Sarah: Siempre sentí mucho afecto por ti [Molly], pero deJe de confiar en
lieran su parte de las tareas del hogar. Sin embargo, aunque siempre ti ... me criticabas demasiado. . ,
estaba regañando a los hijos por no ser prolijos y ordenados, la Molly: Estoy muy enojada ... Sarah no se n;uestra ~gradec1da.con man;a.
misma Sarah dejaba cosas tiradas por toda la casa, y el vestíbulo, Madre: Siento que nunca haces nada por m1. .. no digo amor, smo tan solo
dormitorio y pieza para huéspedes estaban atiborrados de diarios y consideración. , .
revistas que ella se negaba a tirar. De niña, incluso cuando su madre Sarah: Oh, mamá, ¡crees que no te amo! Creo, mama, que hago por t1 tan-
trabajaba todo el día en un almacén, siempre le levantaba las cosas to como tú haces por mí. , . . .
que dejaba ti.J:adas, la servía, etc. Era evidente que de modo incons- Madre: Me alegro por ti, entonces ... y, Molly, tu VIves leJOS de esta ciU-
ciente, Sarah procuraba lograr que su marido e hijos hicieran por dad, y es tan fácil criticar a distancia. .
ella lo que antes había hecho su madre. Sarah: Mamá, nunca me dijiste cuándo me necesitabas. .
Madre: Cuando le pido a Sarah que venga conmigo a co_:nprar un a~ngo
Como la madre de Sarah iba de visita a su casa dos o tres veces no tiene tiempo, pero cuando ella me pide que la acampane, voy el99 Yo de
por semana, los terapeutas presintieron que esa relación cargada de las veces ...
culpas podía investigarse en forma directa. La hermana, Molly,
también accedió a asistir a la sesión. Sarah dijo que con sus cartas y
llamadas telefónicas, Molly la hacía responsable de la desdicha de su Sesión 2: Sarah y su madre
madre.
Sarah: Le pedí a mamá que volviera. . ..
Madre: Cada vez me estoy alejando más de m1 hiJa ... Ante.s la am,aba.
Sesión 1: Sarah G., Molly (hermana de Sarah) y su madre [Llora.] No podía estar lejos de ella. Es mejor que ella se aleJ~ de m1. No
quise decir nada sobre Molly, pero en su casa tampoco ~stoy com?da.
Molly: Dije que vendría ... Me sentí molesta al saber que mamá estaría Sarah: Es mejor hablar de eso ... Creo que mi madre ~m~re.que diga, que~
aquí. No quería que mi hermana la lastimara ... tengo miedo de acusar a rida, te quiero tanto, todo s,erá si,empre igual. .. Mama, tu dices no cuand
en realidad quieres decir s1. .. tu haces que tenga que rogarte.

272
273
Madre: Siento vergüenza ... Me sentí mal en tu casa ... No dormí en toda culpa; sin embargo, fue capaz de reconocer que a ella le resultaba di-
la noche ... Ayer también me sentí desgraciada todo el día. Tengo setenta fícil recibir nada.
años... cuántos años más puedo'vivir ... mis hijas han dominado mi vida En el curso de las sesiones se produjo un duro enfrentalniento, en
desde que murió mi marido. que el miembro mayor de la familia, la madre, tomó en cierto sentido
Sarah: No puedo ser honesta contigo porque nunca escuchas, o lo das la iniciativa. Fue esta la primera vez que ella pudo expresar en for-
vuelta t9do. ma franca a sus hijas lo herida y enojada que se había sentido. Con
Madre: Mataste mi amor por ti. anterioridad, había muchísimas cosas que se negaban por completo,
Sarah: Siempre dijiste que nosotras éramos íntimas ... pero siempre pe- o bien se les restaba importancia. ¡Sarah informó luego que ahora
leábamos. ella y su madre ya no se iban por las ramas! Cuando la madre la visi-
Madre: Porque siempre hacía cosas por ti. [Refiere cómo a los diecisiete taba a la hija en casa de esta, le decía exactamente lo que quería o
años dejó~ ~u familia y emigró a Estados Unidos. Su marido le ofreció pa- necesitaba, igual que a su yerno y nietos. Por ejemplo, antes insistía
garle el VIaje para que fuera a visitar a su familia, pero ella no quiso ir. en lavar siempre los platos. Ahora podía decir: «Estoy muy cansada»,
Ella Y una hermana I?elliza venían después del menor de trece hijos. Las
o también: «Con mucho gusto los ayudaré». El marido y los hijos con-
hermanas de su marido estaban en contra del matrimonio ... las herma-
nas eran solteras. No tenía a nadie, salvo a su marido e hijos. Siempre tra- fumaron los cambios que habían tenido lugar: «Ahora todo el mundo
t~ba de ayu?ar a todo el mundo. Era muy independiente, e incluso ahora se muestra más abierto y libre con los demás». Los antiguos rencores
Sigue trabajando; nunca quiere recibir.] Sarah y yo nos llevábamos bien y las tensiones entre Sarah y su madre habían dislninuido en gran
c;tando ~vía en su casa, pero cuando dejó de trabajar me dijo que yo que- medida.
na aduenarme de su casa; entonces me fui.
Sarah: Man:~ Y yo sie,mpre ~os hemos llevado mejor que ella con Molly.
[Molly tamb1en le h.ab1a pedido a la madre, hacía ya muchos años, que se Sesión 3: Jach G. (marido de Sarah G.), su hermana Lisa
f~:ra de su casa.] S1 soy débil y dependiente, me tratas como si fuera una y su madre
~a. No puedes aceptar nada, ningún regalo de mí, de Molly, 0 incluso de
m1padre. Jack, aunque en lo económico funcionaba como un ser adecuado y
JV!adre: Cuando alguien me da algo, tengo la sensación de estar en deuda responsable, era ignorado por completo o despreciado por su mujer e
con ese alguien. hijos. En las sesiones en que se había incluido a J ack, Sarah y sus hi-
Sarah: Yo :n-e esforcé mucho por no apoyarme en mi madre ... todo el peso jos, el hijo adolescente imitaba a los padres en forma payasesca, bur-
recae en m1. lándose de ellos. Las sesiones, de modo inevitable, terminaban a los
Madre: No puedo estar sin hacer nada ... en todos lados lavo los platos ... gritos. Jack parecía actuar como el simple eco de Sarah, a quien le
Alabo a mi hija, es hermosa e inteligente. permitía que terminara sus propios comentarios, o incluso que se su~
Sarah: M~ sentí mejor de~pu~s de la última sesión, porque fue la primera perpusiera a ellos.
vez que m1 madre expreso su rra ... pudimos ser amigas de nuevo. En la siguiente sesión, con Jack, la madre y la hermana Lisa, el
hombre también se puso a la defensiva, solicitando su aprobación.
Al desarrollarse estas dos sesiones, resulta evidente que ambas Jack no podía actuar en forma directa ni mo,strarse fuerte, fuera con
h~rmanas estaban vinculadas de manera muy intensa con su madre su familia de origen o con su esposa e hijos. El hacía amenazas vagas
VI~da. La madre, a pesar de tener setenta años, se seguía viendo a sí y vacías, y gran parte del tiempo se sentía como un «niñito malo». En
misma como el ser dadivoso y abnegado a quien nunca le gustaba esta fase de la terapia, J ack había tomado conciencia de su posición,
«~e~erle nada a nadie». Sin embargo, debido a su proceso de enveje- y luchaba por mejorar sus relaciones. Él trataba de abandonar el rol
Cimiento, su salud y su soledad, ahora necesitaba «consideración» pasivamente dependiente que tenía con su familia de origen, al
tal como ella. :nisma dijo: ser tratada como una persona, y respetada: igual que con su esposa e hijos.
Ambas hiJaS estaban llenas de sentimientos de culpa, a conse-
cuencia de tener una progenitora que daba tanto de sí misma. En la Jach: Quiero hablar contigo, Lisa ... en realidad no te gustan ni mi esposa
segunda sesión se vio con mayor claridad que la anciana madre se ni mis hijos ... eso me obliga a decidir de qué lado debo ponerme yo ... no
defendía de su soledad y el proceso de envejecimiento tratando de me gusta que mis hijos se vean en esta situación.
dar algo de sí Inisma, aun cuando el hacerlo estuviera más allá de su Lisa: Tú no me disgustas, pero no me gusta tu esposa ... es una persona
capacidad física Y emocional. ¿Daba en demasía debido a que había diferente. Supongo que no poseo suficiente conciencia familiar. Me gusta-
~bandonado a su propia familia de origen? Sus ansias de que las hi- ría que los chicos estuvieran unidos. Nuestras vidas son tan diferentes ...
Jas la cuidaran estaban implícitas en su declaración: «ambas están Nuestros amigos no podrían interesarles a ustedes, y viceversa. Yo he en-
tan ocupadas». La madre las había atado en relaciones cargadas de vejecido veinte años, pero Sarah no. No me siento cómoda en tu casa, y no

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creo que ni tú ni Sarah se sientan cómodos -en la mía. Creo que ustedes,
vo que enfrentar a su hermana ~ebido asu falta de colab~~::ción y su
como padres, son muy descuidados en cuanto a la seguridad de los hi-
conducta poco responsable hacia la mach·e. Del «rol de mmto malo»
jos ... les dejan andar circulando en bicicleta entre los automóviles.
lvfadre: Jack era un niño lleno de problemas ... venía a casa directamente pasó a mostrarse responsable directo por la madre y poners7 ~ su
de la escuela, y se negaba a comer hasta que Lisa no hubiera regresado. disposición, a la vez que encaraba, a ~u he~:mana para que hiciera
Jacll.· Yo era el hijo preferido. también su parte y demostrara algun m~eres. . .
Lisa: Yó era la favorita de mi padre. Con frecuencia deseaba ser un varón. Lo más importante es que se produJo, un cambw rad:c~l entr:
Solía ver en mi hermano un hermano grande, más listo que cualquiera. Jack y su madre, el que incluso comprer:día a su espos~. El1nformo
Madre: Era bien evidente que mi marido tenía preferencia por los hijos de ue tras la sesión con la madre, «por pnmera vez en anos tuve una
Lisa, y yo solía decirle que eso estaba mal. {ar~a conversación con ella». Esto llevó a hacer ~amados telef~ni~os
Lisa: Mi marido es extremadamente responsable, y si no llamo a mi ma- y visitas mutuas, no tanto movidos por la culpa smo por un autentico
dre por dos días, él me lo recuerda ... tal vez haya adoptado a mi madre. interés y preocupación. En el pasado, la esposa le recordaba que te-
Madre: El marido de Lisa solía decir: «Si tú, Lisa, me dejas alguna vez, no nía que llamar a la mach·e una vez por semana. ~omo ahora la. e.sP?~a
vayas a la casa de tu mache, porque ahí es donde iré yo». ya no era tomada como chivo emisario, se prodUJO una reconciliacwn
Jacl~: Mi madre cree que yo sólo la visito cuando deseo algo. Todavía se- más positiva entre nuera y suegra.
guimos en el nivel de madre e hijito pequeño ... se discute si soy un niñito
malo por no visitarte.
Lisa: La casa de Sarah está sucia, nunca podré volver a comer allí. Mi her- Familia 3
mano no es lo suficientemente fuerte como para lograr que su esposa con-
serve las cosas más limpi¡¡.s y prolijas.
La familia fue remitida al consultorio terapéutico porque los dos
hijos adoptivos tenían dificultades en sus estudios, así como proble-
Sesión 4 (la semana siguiente): Jach y Sarah G. mas de conducta en la escuela y el hogar. Se trataba del segundo ma-
trimonio de Rose D.: «¡Como esposa y mach·e soy un fracaso!». A ve~es
Jacl~: Quedé muy deprimido después de la sesión de la semana pasada ... decía que se había casado «por despec~o»: q.ue sus ~ad~e~ la hab1an
no saqué nada positivo ... mi hermana no fue en realidad sincera. De he- empujado a contraer un segundo ma~rrmomo. Al pr~c1p10, ellos ha-
cho, mi esposa funciona en dos niveles con la casa ... se la maneja en un bían considerado que su segundo mando era un candidato muy acep-
nivel de equipo. Sin embargo, la sesión de la semana pasada me ayudó en table, en comparación con el primero. . , .
mis relaciones con mi madre ... y también entre Sarah y mi madre. Mi Aun cuando Albert D, fuera un comercmnte de gran eXIto, Rose se
hermana ha cambiado mucho. Mi cuñado se viste de manera muy proli-
quejaba de que no le confiaba dinero. Dijo que su esposo era un ava:
ja ... le gustaría ser un blanco anglosajón protestante de clase alta. Tiene
gran éxito en los negocios, heredó mucho dinero de su padre. Después de ro, y lo veía, sobre todo, como marido y pache ausente. Ella expreso
la sesión, por primera vez en mi vida sostuve una conversación muy larga en forma abierta la continua furia que Albert despertab::.en ella.
con mi madre. Cuando hablaba de otras relaciones familiares, como sus hiJOS o ~a­
Sarah: Me sentí mucho mejor en relación con mi suegra. En el pasado yo ch·es, rompía a llorar o sollozaba de manera incontrolable. Su man~o
era mucho más hermosa que Lisa, y mi familia estaba económicamente e hijos se mostraban enojados o disgustados por su lla"?-to, que, segun
mejor que la de mi marido. Lisa y su marido se habrían separado hace decían, no tenía razón de ser. Nadie sentía que la muJer fuera trata-
años si el marido no hubiera hecho terapia. da mal. .
Los extractos de las siguientes sesiones posiblemente tl:~nsmltan
En la sesión con la mache y la hermana de J ack, al principio pare- algo de las heridas mutuas entre una mache de edad Y su hiJ.a adulta.
ció ser que la hermana Lisa tomaba a la esposa de J ack y sus hijos co- Los lazos de dependencia, aunque surgen de manera n.e!5atlva, 7eve-
mo chivos emisarios, que motivaban su relación tan distante. «Sarah lan el compromiso y grado de involucración con la familia de ongen.
tiene sucia la casa. Ustedes son pach·es muy descuidados en relación
con la seguridad de sus hijos». Al desarrollarse la sesión, salió a relu-
cir en forma manifiesta la escisión entre Jack y Lisa: no sólo se debía Sesión 1: Rose D. y su madre
a una rivalidad entre hermanos, sino que con claridad era el resulta-
do del hecho de que cada uno de sus progenitores había demostrado Madre: Hace unos años hubo algunas cosas que estaban mal, Y que l~ pu-
una abierta preferencia por el hijo del sexo opuesto. Además, Lisa se de decir a mi yerno ... cuando su madre estuvo gr~v~.men~e enferma, el no
había negado a asumir ninguna responsabilidad por su anciana ma- estaba en casa, y dejó a su madre al cuidado de m1 hiJa ... mcluso .tu::e que
che. Cuando ella fue internada a raíz de un ataque cardíaco, Jack tu- decirle unas cuantas verdades, por no darle dinero suficiente. Mi hiJa era

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desdichada. Era como una hija única ... mucha gente la malcrió ... era
muy bonita, un cuadro ... mi padre estaba enloquecido con ella ... quería- Madre: Dije al comienzo que no quería tener hijos ... pero tú fuiste queri-
mos que tuviera buen aspecto, mi ·hermana le compraba las mejores co- da desde que.naciste. .
sas, ropas, etc. Rose sentía rencor cuando su hermano se sentaba en mi Rose: Dijiste muchas veces que no querías tener hijos. Me gustaba u· a la
falda. Mi hijo siempre estaba dispuesto a hacer cosas; no así Rose. Des- casa de la abuela porque allí me querían.
pués ella c~mbió, y siempre quería estar conmigo e ir de compras. Se sintió Madre: Tal vez Dios haya castigado a Rose debido a mi forma de ser ... no
desdichada cuando perdió a su primer bebé: quería un hijo. Yo estaba quería tener más hijos ... no quería tener una docena de hijos, como ocu-
muy contenta por ella. [Madre e hija lloran.] Yo misma no estaba dema- rrió en mi casa.
siado entusiasmada con la idea de tener más hijos. Mi marido siempre se Rose: Siempre dijiste que yo era una chica mala. Sé cuáles son los proble-
mostró muy consid~rado ... Yo siempre estaba primero para él. Yo nunca mas, pero no puedo superarlos. Mi madre siemp1~e me ~ijo que yo no pue-
me respaldo en nadie. ¿Tú me extrañas, Rose? do hacer nada (ser enfermera, etc.), por eso me siento inferwr. ¿Me alen-
Rose: Te extrañé en el pasado, pero sigo creyendo que es mejor para ti que taste cuando quise hacer algo?
trabajes en el negocio de mi hermano ... Madre: Cuando quisiste ser enfermera no te alenté; pensaba que eso no se
M_adre: Yo te~a una he~mana que era muy vanidosa. Mi madre era muy amoldaba a tu forma de ser.
fna con los hiJOS (me traJeron a Estados Unidos al año de edad). Mi padre Rose: Siempre me decías que era tonta.
me demostró mucho amor. Madre: En la escuela tus notas nunca eran buenas ... ella aprobaba los
Rose: Ya no sé qué quiero ... jno sé qué pasa conmigo! exámenes, pero ...
Madre: Tal vez Rose sea mejor mam·e de lo que fui yo ... Rose: Siempre me decías que era una incapaz, y yo te creí al pie de la letra.
Madre: Lo único que quería era casarse, y yo tenía miedo: ella solía depri-
mirse tanto ... Era mejor dejarla casarse que permitir que le sucediera
Sesión 2: Albert, Rose D. y la madre de Rose otra cosa.

Madre: ~ose _vio cómo me cuidaban cuando estuve enferma, y no lo ve en Sesión 4: Rose y su madre
su matnmomo. La semana pasada me di cuenta de que no ver de nuevo a
Rose era como morir ... lloré mucho en casa ... Rose, ¿te sentiste mejor
después de la semana pasada? Madre: Si hubiera sabido que estaba tan herida porque yo dije que no
quería hijos, hasta que nació ella. . . ,
Rose: Creo que entendí algo. Cuando sentí que a nadie le importaba nada
en realidad, comencé a construirme una caparazón en derredor. La pre-
Rose: Al crecer siempre me desalentaban cuando quena ha~er algo. .
gunta era: si no recibí amor, ¿cómo podía dárselo a mis hijos? Madre: Tenía más interés en los vestidos ... las cosas matenales ... Siem-
Madre: ¿Quién dejó de darte amor? pre que quise algo de mi hija, ella dijo no.
Rose: Sé que soy espantosa como cocinera, espantosa como ama de casa...
Rose: Cuando hablo contigo por teléfono, en realidad no demuestras nin- a los chicos no les gusta la comida, mi marido come afuera ...
gún interés ... mi marido está demasiado ocupado para escucharme.
Madre: ¿Estaría mejor trabajando contigo, Albert? Madre: Creía que Rose era muy parecida a mí, interesada en algo, pero
ahora veo que no es así.
Albert: No creo que haya sido bueno en el matrimonio de mis padl·es.
Rose: Mi madre es más fuerte.
Madre: ¿Por qué no la dejas gastarse cinco o diez dólares en algo?
Madre: Enfrento todos los problemas sin ser víctima del pánico. Así se ha-
Rose: No quiero decir cosas que puedan herir a mi madl·e.
Madre: Sería mejor para ella si pudiera decir las cosas. cen mejor las cosas. ,
Rose: Sería tonto esperar que mi madre dejara de trabajar... Rose: Nada es demasiado para mi madre, y todo es un esfuerzo para m1.
Traté de ser una buena mam·e, pero no logré demasiado.
Madre: Re~uerdo c,uando era una niñita ... venía a mi cama cuando yo es-
Madre: ¡Logró bastante! Mi marido tenía en línea a los niños ... yo no era
taba dormida. Crem que era un gato, y comenzaba a patalear... al día si-
guiente quería hacer la valija y dejar la casa. demasiado buena con ellos, pero mi esposo no permitía que hablaran de
mí diciendo «esa». No soy sentimental, no pienso en los cumpleaños.
Rose: Me gustaría ser más fuerte y menos sensible. Mi pam·e se crió en un
Sesión 3: Rose y su madre orfanato, tal vez por eso el hogar era tan importante para él.

Rose: Me siento cada vez más deprimida desde que vengo aquí. Mi madre Sesión 5: Albert, Rose y la madre de Rose
cree que puede deberse al cambio de vida. No lloro durante la semana ...
pero me siento infeliz. No me gusta llorar frente a la familia ... tengo un Rose: Mi visión ya fue afectada por cataratas. Robert (hijo) se, mostró en
tremendo complejo de inferioridad. Podría haber algo que hiriera a mi realidad dulce ayer ... la primera vez en mucho tiempo que actua como ur:
madre, y no debería decirlo ... que no me querías a mí... a los hijos. hijo ... hizo la vida muy placentera ... Cumplió quince años el sábado. MI

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1
1

madre y yo nos sentimos más unidas cuando yó me divorcié de mi primer Rose se sentía solitaria y confusa. Para su madre era mejor conti-
marido. Ella me dio tremendo apoyo moral. .. los vecinos pueden haber nuar trabajando en el negocio de su hermano; sin embargo, en el pa-
creído que yo era una cualquiera. · sado, e incluso ahora en el presente, ella siempre sentía que su her-
}.!ladre: Los vecinos creían que debía agachar la cabeza, yo no. mano era el ganador (al menos en lo que concernía a su madre). La
Rose: No sé cómo alguien podría jamás odiar a la madre. Yo odio a mi cu- reacción de Rose ante el trabajo de su maru·e era vivirlo como si le hu-
ñada. Mi ::_:¡adre dijo algo que me hirió profundamente ... pero nunca lo di- biera robado a esta última. A su vez, la madre dijo: «La semana pa-
ría frente a los niños ... me acusó de ser promiscua, como si fuera por eso sada me di cuenta de que no verla de nuevo a Rose era como estar
que me casé con mi primer marido. [Se le pregunta entonces si recuerda muerta».
la última vez que se sintió enojada con su madre.] Cuando Robert era un En apariencia, la madre de Rose sentía que todavía le debía mu-
bebé, una vez le dije a mi madre que nunca volviera a mi casa. cho a su hija y que respondía ante las necesidades y exigencias de la
Albert: Mi esposa llora en vez de enojarse.
hija como si esta aún fuese una niñita.
Madre: La única vez que recuerdo haberla visto enojada, a los 13 o 14 años
Al pasar el tiempo y demostrar su maru·e mayor interés y preocu-
fue cuando ahon:ó din~ro para un regalo del Día de la Madre, que no llegÓ
a comprar; me dio el dinero, en cambio, diciendo: «jaquí está el regalo!». pación, Rose comenzó a trabajar para hallar algo en que pudiera des-
tacarse. Se convirtió en experta en compra y venta de joyas antiguas.
Entonces se produjo un cambio entre Rose y su madre, pero lo que es
Sesión 6: Rose y su madre más importante, también entre las tres generaciones. Al salir Rose
del rol en extremo protector con sus hijos y no regañar a su marido
Madre: Nunca consideré que hubiera problemas de comunicación entre por sus horas dedicadas a los negocios y a hacer dinero, la familia po-
mi hija y yo. · día mostrarse más asequible y espontánea entre sí que en el pasado.
Rose: Hubo un~ ép~ca en que confiaba plenamente en mi madre, pero en-
tonces me senti henda, porque tú no demostrabas interés. Sentí que esta-
b:'ls c~?tenta de que I?e hubiera casado, y tú no tenías que dejar tu parti- Familia 4
Cipacwn en los negocws ... estaba herida en mi interior aun antes de que
naciera el hijo de mi hermano. [Llora.]
La familia S. fue remitida al consultorio terapéutico porque tanto
Madre: La vida matrimonial es curiosa; hay cosas que uno tiene que dar,
y cosas que tomar. un hijo como una hija tenían graves problemas con los estudios, y en
Rose: Me heriste por otra cuestión ... tu actitud ... darle los aros de mi la escuela no sabían si pasarían de año. Ambos hijos poseían una in-
abuela a mi sobrina, que llevaba el nombre de mi abuela. teligencia superior. Alan, de 14 años, era el blanco más evidente de
M_;:dre [refiriéndo~e a la inc~pacidad de su hija para tener sus propios la cólera y desilusión de su padre. Él veía a su hijo como un haragán,
hiJos].: No se puede rr contra Dws ... tendrías que sentirte feliz por tener lo descuidado, charlatán, que no hacía nada. Ruth S. dijo que Bob, su
q~e tienes. [Llora y se culpa a sí misma por no haber ayudado más a su marido, continuamente desacreditaba a Alan, del mismo modo en
hiJa durante un embarazo que terminó con un aborto espontáneo.] que él era «desacreditado» por su padre y hermano. Existía una inti-
midad visible y extrema entre Alan y su madre, aunada a la sobre-
En una se~ión muy conm~vedora, que tuvo lugar tiempo después, protección. En una fase inicial, Bob S. dijo que sentía que su familia
Ros; comenzo a sollozar debido a que tenía una matriz infantil y no lo hacía a un lado, y no le gustaba su posición. Su esposa se mostraba
podía quedar embarazada y dar a luz un hijo. Rose sentía que suma- más asequible con sus hijos que con él. Susan, de 12 años, también
dre no podía saber de ningún modo cuán profundamente herida es- era blanco de quejas, pero ambos progenitores, si bien se preocupa-
taba .. ~a maa:e ~ambién sollozó, y replicó: «Incluso, yo habría tenido ban por sus dificultades de aprendizaje, no estaban tan decepciona-
ese hiJo por ti, SI tal cosa fuese posible». dos ni coléricos como hacia Alan.
En el. curso de esas ~esiones, quizá por primera vez, madre e hija
compartieron sus propias necesidades no gratificadas, malentendi-
dos Y motivos de resentimiento. La madre de Rose había sido una de Sesión 1: Ruth S., su padre y su madre
dfez hijos, Y.~m su ~ogar se demostraba poco o ningún afecto. No que-
na que su hiJa creciera llena de vanidad, como una de sus hermanas. Ruth: Vacilé un poco antes de traer a mis padres. Las tensiones que ahora
Se describió a sí misma como una persona confiable y sólida: «En- existen pueden haber existido antes.
frento todos los problemas sin ser víctima del pánico». Fue la madre Padre: Te recuerdo como una hija favorita, acompañada por la suerte ...
quien le dijo a su hija Rose que debía aprender a dar más de sí a su desde tu nacimiento recibiste el amor de todo el mundo. Eras una hija
marido: «jasí es el matrimonio!». hermosa ... encantadora, generosa. La gente reaccionaba en forma

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favorable hacia ti. Durante un tiempo fuimos,muy pobres; cuando Ruth
tenía cinco años tuvimos que vivir en una sola pieza. Sesión 3 (la semana siguiente): Ruth, Bob y su padre
Ruth: Siempre me mostré muy prqtectora con mi hermana menor, Betty.
Yo era tímida, tenía dificultades para hacerme de amigos. Padre: Mi esposa murió de cáncer cuando tenía 46 años. Bo_b siem~:·e fue
Madre: Betty se sentía adoptada. mejor estudiante que su hermano. Estoy pre?cupad? por m1s dos hiJOS ...
Padre: No había ninguna relación entre mi familia de origen y la de mi es- el otro sacó el mejor partido posible. Yo trate de umr a los h~rmano~ por
posa. Mis-padres hacían escasa vida social ... Venían de un medio diferen- medio de los negocios. Bob tiene más ~ter;~es cultura~es; m1 otro hiJO ~e
te que mi esposa, y menospreciaban a su familia. Mi esposa les merecía parece más a mí. Bob tiene mayor sent1do etrco ... : es mas como su m~dle,
toda clase de objeciones; sentían que ella me había apartado de su lado. más veraz. Para mí, en los negocios, una mentlnta blanca ... pero el me
No tuve relación con mi familia: simplemente la acepté. critica por ese motivo. En los primeros _años los dos ~ermano~ se peleab~n
Madre: Ni siquiera querías a tu madre antes de conocerme a mí. Yo ama- más, pero yo utilicé mi dinero para ururlos. }3ob esta ,en el m1srr:o negociO
ba a mis padres. que yo, gracias a un préstamo que le conced1; Joe esta en algo diferente, y
Padre: Mis padres eran fríos como el hielo, y me gustaban mis parientes yo lo ayudé a iniciarse. , . . . ,
político~; me gustaba su calidez... mis padres tenían diez hijos. Bob: Era difícil crecer, porque mi padre quena decidir si,empre ell~s ~~sas
l}uth: Siempre sentí una tremenda estima por mi padre, pero no acudía a en su casa. Yo hice tanto como mi hermano cuando .~ra?Ios mas JOve-
el para ... nes ... trabajé en una fábrica, y también estuve ~n el eJercito. ,
Padre: A ;eces quizá parezca autoritario. Voy a la esencia del problema. Padre: ¡Eso crees tú! Los muchachos norteamencanos no saben que son
Madre: S1, pero eres un ser frío, como tu familia. · las verdaderas penurias. . .
Ruth: No somos una familia que ande a los besos. Tal vez todavía estoy Ruth: Sólo hablan del presente ... al comienzo de nuestro_matr~omo hu-
tratando de probarme ante mis padres. Le pregunto a mamá: «¿papá sabe bo grandes luchas entre ellos. Tengo mis dudas sob~e la infancia de Bob.
lo que hice?». · Me interesó mucho lo que dijo mi suegro, en el sentido de que Bob aban-
Madre: Tú y tu padre tienen la misma necesidad ... de lograr que todo el donó la universidad porque su padre no podía pagarla.
mundo los ame ... Hubo mucha ficción de que éramos una familia. Uno de
los problemas de mi marido era su miedo de que lo dejara.
Padre.: Los hij~s er~n el ce~ento que nos unía. No creo que ellos le tuvie- Sesión 4 (la semana siguiente): Bob, su hermano menor Joe
ran miedo al divorciO. Sentla que por lo general mi esposa tenía dos hijas y su padre
de su lado, contra mí.
Madre: Sentía que lo fortificaba por los hijos. [Llora.] Joe: Mi familia también ha tenido problemas, y hablam?~ con ~siq~ia­
tras. Yo soy el que tiene peor genio ... Una vez Bob me qmto un cigarrillo
de la boca de un golpe, hace unos veinte años. Yo solí_a tener que pelear
Sesión 2: Bob y Ruth S. por él. Creo que tiene presión alta ... tiene hemorragras n~sales. Somos
los absolutos opuestos ... él es educado ... diferentes relaciOnes,... la es-
Ruth: Mis padres han pasado por un período muy favorable de su matri- cuela significó muy poco para mí. Más que Bob, yo. : . e:·a el bebe de la fa:
monio en el curso ~e los últimos meses. Tal vez el hecho de venir aquí lo milia mi madre me recitaba poesías y jugaba conmigo mcluso cuando fm
haya ayudado a m1 padre. Nunca pude hablar con él. A los 21 años, cuan- dem~siado grande para ello. El padre de mi madre y su hermana eran
do es_tab~_de novia_ con un joven, me di cuenta, de pronto, de la falta de co- educados hasta el punto de que mi padre no podía comer con ello~, como
mumcacwn con m1 padre. si fuese ~n campesino. La hermana de mi madre pensaba 9-ue m1 padre
Bob: Yo mé mantuve deliberadamente distante de ellos ... No quería es- era un mal candidato para ella. Yo recibí más atención de m1 madre, pero
tar en la acostumbrada posición de yerno. Debo de haber sentido que Bob se ponía más a menudo de su lado y la ~yudab~.
Ruth era una persona que necesitaba ... que yo necesitaba. Ahora la amo Bob: Mi madre me dijo que entrara al negocw de m1 padre cuando estaba
más que cuando me casé con ella. Mi suegra no se hace querer; es egoísta. moribunda ... quería que protegiera a mi padre. . . .
Yo tenía nesesidad de una familia. Los vi como una pareja interesada, pe- Joe: No creo que Bob haya vivido lo suficiente en ~u infancia; s:empre ac-
ro no era asr. tuaba como si tuviera 10 años más ... Nunc~ salía solo _con chicas, ~omo
Ruth: Me pregunto cómo mis padres me han estado reteniendo. Lo que to- yo sino siempre con otras parejas. Yo me case a los 18 anos con una JOv:n
davía estoy haciendo ... El único que está cambiando es mi marido. Yo de' 18... Bob no se casó hasta los 29, con una muchacha de 22 .. · que ac~ua
estoy confusa. como una maestra de escuela. No puede soportar el modo en que se VIste
Bob: Siento que ahora ambos atacamos un problema juntos. Mi esposa to- Bob, le lleva siempre la contra.
davía está atada a los niños, a sus padres, y no es ella misma.
Ruth: Tal vez simplemente soy diplomática. En la sesión en que se incluyeron a los padre~ de Rut~ S., ~omo
también al marido, se revelaron muchas dimensiOnes de Importan-

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ci~. Ru~h ~o s~lo seguía luc?ando_por obtener la aprobación de sus prolongados de modo patológico entre los hijos adultos, los padres
P~,ogemtores, smo que todav1a era mcapaz de sostener una conversa- ancianos y los nietos. No deben pasarse por alto los lazos de sangre o
Cl?n personal c?? su padre. De modo coincidente, se quejaba de lo los vínculos de lealtad para con los integrantes de la familia actual y
mismo en relacwn _c~n su marido. Lo más importante es que pudo extensa, ni tampoco los efectos sobre cada generación. Ya sea que se
saca~se a ~a super!1c1e que Ruth s~ identificaba claramente con su establezca en forma implícita o explícita, las familias y la sociedad
madre, qtp.en «~~b1a temdo que fortificar a su marido ante sus hijos». en general tienen conciencia de que existe un código según el cual se
En amb_as familias, entonces, los hijos no podían discutir nada en espera una compensación y un reembolso emocional o material entre
forma drre~ta con _el padre, y canalizaban las cosas a través de lama- las generaciones.
dre, COJ?O SI necesitai:an ser p~otegidos de sus padres. Al utilizar esos Al trabajar dentro de un contexto trigeneracional, los especialis-
mec~msmo~; las muJeres VIVIan de modo sustituto a través de sus tas en terapia familiar pueden tener una oportunidad única para ali-
mandos_e hiJ~S, con lo que evitaban el tener que enfrentar su propia viar a los ancianos padres, los progenitores adultos y los hijos, que se
fal~a de Identida~. Bob S. lo describió con gran claridad cuando dijo: estaban convirtiendo en chivos emisarios y receptáculos de toda la
«t;fi espo~a to_daVIa está atada a los hijos, a sus padres, y no es ella ira y los sentimientos heridos por una explotación real o supuesta.
misma>~, Implicando asimismo que no estaba a su disposición ni com- Debe ayudarse a cada generación a enfrentar la naturaleza de las ac-
prometida con él, tal como él querría. tuales relaciones, indagando en la índole real de los compromisos y
, En las sesiones rea~zadas entre Bob, su padre y su hermano, uno responsabilidad que surge de modo natural de dichas involucracio-
~eia que a Bob s~ l_e as1gn~ba con toda claridad el rol de hijo parenta- nes. Se les brinda la oportunidad de enfrentar distorsiones tempra-
liz~do e~ su familia de ongen, y que él lo aceptaba. Mientras que él nas e interiorizadas respecto de sus padres. Esto se logra ayudando a
se Identificaba c~n las mujeres, era evidente que su madre y tía ma- los padres de más edad a describir, en presencia de sus hijos, gran
terna eran los miembros educados e intelectuales de la familia. Sin parte de lo que les fuera desconocido o quedara poco claro sobre las
embargo, e~ ~ermano ~zo un comentario significativo: «No creo que circunstancias del sufrimiento transmitido de distintas maneras, de
~~b haya ~VIdo !o ~ufic1ente en su infancia». Además, se comprome- generación en generación. Esto parece llevar a una mayor compren-
tw a cumplir el ultimo deseo de su madre: «Entrar al negocio de su sión recíproca y compasión mutua entre las generaciones, en compa-
padre para protegerlo». ración con el síndrome unilateral de inculpaciones y de generación
~os hijos de S. estaban atrapados en un vínculo pasivamente ne- de afligentes heriP.as que puede haber existido hasta ese momento.
gatr~ro con los !?.adres, po:· ser malos estudiantes. Además, Bob S. Además, los nietos, que pueden haber soportado los embates de la
sentia que su hiJo era su nval en relación con el interés y dedicación carga negativa de las «cuentas» sin saldar de uno o ambos padres,
de su esposa. El ~omponente repetitivo también salia a relucir cuan- pueden verse liberados de esos roles; ellos son los beneficiarios más
do el padre hum~aba en forma reiterada al hijo. Ruth había decla- ansiosos de dichas reconciliaciones entre las generaciones. No sólo se
rad? qu~, de recien casad~ con Bob, sintió que su suegro siempre les ayuda a liberarse de los roles de chivo emisario o parentalizados,
ha:Ia o:IO tanto con su man~o. Er:tre los desprecios de que era objeto sino que se renuevan sus esperanzas de obtener gratificaciones apro-
por parte del padre, Y las eXIgencias seductoras de la madre, su hijo piadas a su edad y se les brinda un modelo para reconciliar sus con-
ado!escente estaba atrapado de tal manera que no podía concentrar- flictos con sus padres, ahora y en el futuro.
se libremente en sus tareas escolares. La meta esperada, entonces, estriba en que, al enfrentar las pro-
pias cuentas de lealtad y endeudamiento hacia su familia de origen,
puede producirse un balance más satisfactorio de compromiso y leal-
tad hacia el cónyuge y los hijos. De poder encararse en forma más
Conclusiones adecuada y responsable estas relaciones, existen mayores posibili-
dades de integración, incluso con los parientes políticos. Aunque
Ya se~ que la priJ?era, segunda o tercera generación se convier- puedan haber diferencias étnicas o religiosas, o de índole económica
ten er: o?Jetos de actitudes y conducta constructiva o destructiva el o social, o simplemente diferencias en el modo de hablar y expresar
especiali.sta en terapia familiar debe enfrentar y trabajar con las in- sentimientos y acciones, al trabajar en un contexto trigeneracional
volu~racwnes mutuas, vínculos de lealtad y sentimientos de endeu- las diferencias pueden a la larga experimentarse como complemen-
damient~ e~tre l~s generaciones, La realidad es que en efecto existe tarias, en vez de ser utilizadas como pretextos para relacionarse en-
una contmmdad mtergeneracional. tre sí de manera negativa u hostil.
Los extractos tomado~ ~e las ses}ones se utilizaron para demos- Trátese de un anciano progenitor, un hijo adulto o un niño, uno
trar que en muchas familms hay vmculos emocionales intensos y lucha en forma constante con la dependencia y la independencia,

284
285
Los terapeutas pronto pueden sentirse descorazonados, aunque
cargas de lealtad o deslealtad. Los componentes de la familia buscan . d b'damente si no perciben en forma cabal que esa esfera de rela-
1
continuamente apoyo y aceptación; el hecho de que se la dé o reciba Ul. e camiliares ' está aquejada de una «extrema qmsqu · illos1'da d».
y cómo, depende de la manera en que todos los miembros de la farni: clones .L, • • • b . , d , . t. d
Se requiere una gran sensibilidad para sa er cuan o y como m. r.o u-
lia puedan resolver los balances no saldados de sus relaciones pre- . 1 'dea cómo aferrarse a ella y cuándo aceptar que la familia no
sentes y pasadas. cn·al' .' ., p 1 f
uede abrir esas relaciones a la mdagacwn. ara a gunas am as .es
ili'
Es.. preciso dejar establecido una vez más que la inclusión de los i:nposible, en el plano e~ocion.al, ~evar a los abuelos al ~onsultor~o.
abuelos en las sesiones de terapia también puede tener implicacio- Sigue tratándose de un area fiJa e m tocable dentro del. ~roces? tera-
nes negativas. En tanto que los padres expresan el deseo de una ma- éutico. La incapacidad puede darse de parte de la familia, o b1en ~e-
yor apertura y reciprocidad entre ellos y los abuelos, tal vez estos pb . falta de aptitud y experiencia de los terapeutas. En cualqme-
sean incapaces de utilizar la oportunidad que se les brinda para di- erse a . b, · t lt ·
ra de los dos casos, ambas esferas reqmeren, as1eamen e, u enor
chas indagaciones. La desesperación, o necesidad de venganza o de
estudio e indagación.
represalias, puede seguir siendo tan fuerte y estar tan fijada que
ninguna persona brinde a la otra posibilidad alguna de cambio en la
relación. En realidad, hubo incluso unos pocos casos en que abuelo y
padre formaron una alianza contra los terapeutas. Antes de conver-
tir a los terapeutas en chivos emisarios, se había hecho respqnsable
al yerno por toda la infelicidad de su joven esposa. En estos casos, no
resulta posible elaborar previamente los sentimientos negativos que
han sido transferid-os sobre los terapeutas, y la familia abandona el
tratamiento.
Hay otros casos en que el abuelo asiste a la sesión y, a pesar de
haber pasado meses preparando en forma cuidadosa planes y objeti-
vos por anticipado, ese abuelo es «entregado» directamente a los te-
rapeutas. Si estos aceptaran el papel de «explorador» con el abuelo,
una vez más serían convertidos en chivos emisarios, como «atacan-
tes o exploradores» del anciano. El padre también podJ:ía utilizar es-
to como un justificativo para seguir en una posición pasiva, lo que de
manera implícita sería una «prueba» de que ni siquiera el terapeuta
puede llegar al abuelo.
A menudo es posible lograr lo mismo por medio de conversaciones
telefónicas, cartas y las visitas que hacen los padJ:es a la casa pater-
na durante las vacaciones. Estos aspectos deben incluirse en el enfo-
que propio del tratamiento, no importa que los padres asistan a una
o más sesiones de terapia. El proceso de cambio entre padre y abuelo
es tan gradual, tan dificil y lleno de resistencias, como las relaciones
conyugales o entre padres e hijos.
Con anterioridad se mencionó que muchas personas de edad han
colaborado de buena gana en las sesiones de terapia y fuera de ellas;
también dimos con casos totalmente opuestos. Algunos abuelos vi-
ven a los terapeutas y la terapia como rivales, competidores que
amenazan sus roles y esferas de influencia. A espaldas de los tera-
peutas, ellos menosprecian o critican cualquier beneficio o esfuerzo
que la familia nuclear comience a hacer. Se llevan mensajes altera-
peuta: «No sabemos qué estamos haciendo; tenemos ideas locas».
Todos los esfuerzos que hace la familia nuclear para traer a los abue-
los son rechazados. Incluso, pueden rechazarse los ofrecimientos que
hacen los terapeutas de visitarlos en su hogar.

287
286
10. Los hijos y el mundo interior de la familia

La infancia idealizada: confianza y lealtad básicas


Cuando se pide a los adultos que recuerden la esencia de su infan-
cia, sus ojos pueden mostrarse vidriosos al tratar de revivir una épo-
ca de la vida que, a la distancia, puede p·arecer básicamente placen-
tera. Ellos enfocan de esta manera las horas de juegos y fantasías.
Como norma universal, se define al juego como ese aspecto de la in-
fancia que significa pura diversión y falta de responsabilidades. Se
consideraba que los adultos eran la fuente básica de gratificación de
necesidades: en lo físico, los hijos eran alimentados y protegidos en
sus hogares, en tanto que en lo emocional se los consolaba y resguar-
daba. Los adultos eran experimentados y percibidos como partici-
pantes activos u observadores de los juegos de sus hijos, entre risas,
corridas, saltos y escalamientos, ingredientes todos que caracterizan
la vida despreocupada de la infancia.
Si bien el juego es de manera primordial fuente de placer, consti-
tuye también el camino para que el niño aprenda el significado y va-
lor de las relaciones íntimas y estrechas, y llegue a adquirir dominio
sobre sus experiencias vitales interrelacionadas. En esencia, está
descubriendo cuáles son sus propias necesidades y cómo obtener
gratificación, aunque en forma simultánea también aprende algo
acerca de las necesidades de los integrantes de la familia con quie-
nes, fundamental u ontológicamente, está relacionado. En términos
ideales, lo que se aprende y desarrolla en esta primera fase de la re-
lación entre padres e hijos es la capacidad de alcanzar una confianza
mutua, así como el asumir compromisos de lealtad basados en las
leyes de la reciprocidad y la justicia. Esto sólo puede desenvolverse
cuando los padres también han sentido confianza en sus primeras
relaciones objetales, lo que surge como resultado de haber visto gra-
tificadas en forma adecuada sus necesidades de supervivencia física
y emocional. Tanto los hijos como los padres perciben y son percibi-
dos como objetos valorizados, importantes y amados dentro de una
familia. Erikson define la confianza básica como algo que emana de
la relación de la madre con su bebé, «en el lenguaje inconfundible de
la interacción somática: que el bebé pueda confiar en ella, en el mun-
do ... y en sí mismo». Continúa diciendo:« .. .la desconfianza se ve
acompañada de una experiencia de "furia absoluta", con fantasías de

289
do~~o total o inclu~o destrucción de las·fuentes de placer y abas- fracaso, al tornarse conscientes de que no están satisfaciendo las ex-
tecimie_n~o; y esa funa y ~sas fantasías persisten en el individuo, y pectativas familiares o sociales. De este modo, lo ideal y deseable de-
s~n reVIVIdas por este en ciertos estados y situaciones extremos» [35, be integrarse con lo que es una realidad posible.
pag. 82]. Este capítulo describe el modo en que algunos niños y adultos se
· . Durante el ~rimer año de vida, como el niño es totalmente depen- relacionan entre sí y enfocan la separación emocional en el mundo
diente y ..desvalido, se le plantean pocas exigencias y es poco también interior de su vida familiar. Al estudiar «en vivo» todas las relacio-
lo que se espera de él. Por lo general, se le permite mamar con liber- nes dentro de las familias, los especialistas en terapia familiar han
tad, experimentar el placer de alimentarse y ser alimentado, comer 0 tenido oportunidad de aprender algo acerca de dimensiones nuevas
no comer, desparramar o machucar la comida, jugar con lo que se le y diferentes (cosa que el estudio de un individuo aislado de su familia
ofrece o rechazarlo. No obstante, desde el momento en que se coloca no puede revelar). Algunos lectores, sean legos o profesionales, pue-
una cuchara en su mano, la madre comienza a expresar sus deseos den replicar diciendo: «son familias enfermas, adultos enfermos, ni-
de que con el tiempo aprenda a usar esa cuchara como herramienta ños enfermos». Tal vez, los terapeutas especializados en familias só-
para alimentarse. En circunstancias ideales, el niño trata de com- lo vean los segmentos de la población más problematizados, con sín-
pla~er a los padres y trabaja en pos de la autosuficiencia. Los padres tomas múltiples, menos capacitados para enfrentar sus relaciones
pacientes Ycomprensivos, crean las circunstancias y brindan el estí~ familiares, y con dificultades con la escuela y las autoridades consti-
mulo Yla aprobación que lo alienta a aprender y dominar esa fase del tuidas. Sin embargo, el punto de vista de los autores es el de que es-
proceso de crecimiento. Las exageradas presiones e impaciencl.a 0 tamos enfocando aspectos universales en las familias. En todas las
las expectativas d~masi~do tempranas respecto de su desempeÜo, relaciones íntimas hay conflictos que entrañan una lucha por lograr
pueden demorar o Impedir este proceso hacia la autosuficiencia. proximidad y distanciamiento, similitud y diferenciación, ataduras
Los padres norteameri~anos del siglo XX han sido abrumados y y separación, dependencia e individuación. Tal como dice Stierlin,
b_ombardeados por los medios de comunicación, radio, televisión, ar- «la capacidad para mantener y restablecer el sentido de separación o
ti_culos de revistas y el asesoramiento de profesionales (docentes, mé- distancia contra las fuerzas interiores diametralmente opuestas que
~cos? etc.) con el fin de que luchen por tener hijos ideales. La meta nos empujan a la fusión» [83, pág. 358].
Idea~zada se define con claridad: el niño debe poseer un espacio vital Hay familias que pueden parecer organizadas y que en aparien-
propio, para crecer y de~arrollarse convirtiéndose en una persona in- cia funcionan bien, pero que, tras un examen más detenido, demues-
d_ependiente, autosuficiente, autónoma. En algunas fases, las nece- tran no alentar o tolerar la proximidad o la intimidad. Otras familias
sidades de dependencia pueden ser ridiculizadas reducidas a su mí- se revelan de modo claro como simbióticas, caóticas, desorganizadas
ni~a expresión, o bien ~egadas de modo abierto: La separación psí- o fragmentadas. Resulta de suma importancia que se estudie el gra-
qmca es algo que la sociedad aguarda, y se refuerza por medio de la do de tensión y conflicto en todas las relaciones, para tratar de diag-
escuela, el trabajo y el matrimonio. nosticar cuán incapacitados pueden ser los miembros dentro de la fa-
E~ clima imper~nt? ~s el extremo opuesto, en comparación, del milia. Muchas familias pueden funcionar en forma adecuada a pesar
propw del pasado historico. En aquel entonces se consideraba al niño de las perturbaciones y conflictos. Hay períodos en que la lucha y el
menos ~portante para su padre o su familia que las vacas o bueyes tumulto son menores. Quizás, ellos nunca necesiten o busquen ayu-
de propiedad de esta. En la Roma antigua, el Estado concedía poder da fuera de las relaciones con su familia nuclear y extensa. No obs-
al padre P~_ra practicar infanticidio o vender a sus hijos como escla- tante, en otros casos, debido a los problemas de sus hijos, las autori-
vos. L?s hiJOS, y en ocasiones las mujeres, eran considerados como dades escolares o legales deben enfrentar a la familia en relación con
mat~nales o mercancías que podían utilizarse para asegurar la su- el funcionamiento inadecuado de uno de sus integrantes, y derivar-
pemvencia física de la familia y el clan. las hacia el profesional que pueda prestarles ayuda.
La mayoría de los padres norteamericanos han tomado en serio la El propósito de este capítulo consiste en alentar al lector a que es-
v~:sión idealizada de la infancia y las metas ideales de la crianza del tudie las relaciones familiares desde un punto de vista diferente y
mno, Yse han esforzado por alcanzarlas. Estos mismos tipos de imá- más amplio. Resulta indispensable examinar y comparar los ideales,
genes idealizadas se pre;rén, incluso, dentro Je la relación conyugal. así como los mitos manifiestos e implícitos, que cada familia crea res-
Aun cuando no hay que Ignorar los valores y aspectos constructivos pecto de las expectativas de lealtad de sus miembros, y también to-
de ese ide~lismo, ni rest~I:les importancia, deben ser atemperados mar conciencia del modo en que algunos de esos factores se incorpo-
por.la realidad de la fragilidad y la vulnerabilidad humanas, en es- ran dentro de las instituciones sociales. Los especialistas en terapia
peci~l tal como se la experimenta en la vida familiar. Caso contrario, familiar también tienen conciencia de los recursos saludables, cons-
los conyuges, padres e hijos pueden verse imbuidos de un sentido de tructivos y vitalizantes que existen, hasta cierto punto, en las inte-

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racciones recíprocas dentro de las familias que han estudiado. Estos nible tanto desde el punto de vista !egal como moral._"!a nos~ permi-
factores se utilizan de manera de permitir que los integrantes de las te que la industria explote el trabaJo forzado de los ~os. Existen or-
familias crezcan, y hallen una gratificación creativa dentro de la fa- nismos voluntarios y gubernamentales con suficientes poderes
gamo para intervenir en situaciOnes
· · f ami'li ares con e l fiIn d e «resca-
milia y en el mundo exterior. Los terapeutas especializados en fami-
lias están llamados a brindar su ayuda en lo tocante a aspectos re- ~~'>> a los niños que son objeto d~ a~msos. Los esp7cialistas en ~erapi~
gresivoJs, fijados, expoliadores, escapistas y culpógenos de las !'ela- familiar no ven a tantos niños VICtimas ~el descu~do o de ultraJ~S fisi-
ciones familiares, para desenredar los nudos que han atado los com- co, s a menos que los tribunales u orgamsmos pnvados los remitan a
. . d e 1a SI-
d o agu d a conciencia .
ponentes de la familia y dar por tierra con los muros erigidos entre 1
consultorio. Los médicos han toma
ellos, que crean sentimientos de soledad y de desesperación. ~~ación y participan en forma activa, interv~e~do en_casos, d7nomi-
La mayoría de las familias inician el tratamiento a causa de un ados «síndrome del niño maltratado». La practica social mas rmpor-
hijo con problemas o sintomático, culpado de haragán, desconside- ntante consiste en separar a esos niños. de sus familias Y colocarlos en
rado, malo o loco. Las quejas de la familia se emiten en un nivel cons" instituciones o casas de padres adoptivos. .
ciente y racional. Sin embargo, nuestra experiencia con familias per- Las familias que atendemos vienen a nosotros por su propia :ro-
turbadas nos revela que los conflictos del hijo están vinculados en luntad, tras aceptar la recomendaci?r: del consej~ro escolar o ~édic,o
forma directa a los procesos interrelacionados, inconscientes o nega- para que suministren ayuda psicologica a sus hiJOS. El m_atenal clí-
dos de manera colusoria, que perturban e interfieren en el creci- nico de este capítulo ilustra situaciones en que los «ultraJeS» s~ ~ra­
miento de todos los miembros de la familia. Parecería ser que éon el ducen y son objeto de transacción psicológica der:ti:o de las familias.
fin de sobrevivir en el plano emocional, tanto padres como hijos, ma- Las interminables variedades sólo pueden descnbu·se de modo bre-
ridos y mujeres en ve~d1:).d se explotan el uno al otro, y son explotados ve. El objetivo, al presentar estos extractos clínicos, es demostrar
en sus esfuerzos por satisfacer necesidades de dependencia no grati- que tanto los niños como los adultos está~ ~trapados e~ un pr~ceso
ficadas. Existe acuerdo consciente e inconsciente con el fin de evitar familiar patogénico de lealtad, y son participantes sumisos eni~~e­
que se exponga la base de la reciprocidad insatisfecha entre todos los racciones mutuamente destructivas. Cada integrante de la familia,
integrantes de la familia, atrapados en redes emocionales que hasta a pesar de las diferencias generacionales o sexuales, realment~ su-
pueden producir una suerte de estrangulamiento psíquico o mani- fre; no importa que todas las familias se consagren en forma abieTta
festarse en forma de conducta suicida. Incluso, los miembros adultos a alcanzar una mejor existencia para todos.
que se han apartado en lo geográfico o creen estar separados en lo
afectivo, desde el punto de vista emocional resultan ser leales, estar
entrelazados, problematizados y carentes de individuación en mayor
medida de lo que ellos mismos creen. A pesar de sus intenciones to- Concepción sistémica de la familia
talmente conscientes de tener una vida familiar diferente de la de su
familia de origen, descubren que esta no puede ser como la habrían Los terapeutas especializados en familias están procurando acu-
deseado. Una hermana casada de 23 años, que vino en ayuda de su ñar un vocabulario que defina lo que ellos ven y entienden. Muchas
hermano de 15 años, vagabundo y drogadicto, dijo: «Es lo mismo que esferas de la vida familiar deben traducirse en un caudal de conoci-
cuando vivía en casa de mis padl·es. Mi marido es un alcohólico, como mientos pasible de ser enseñados. Ellos descubrieron que la com-
mi padre, y peleamos todo el tiempo. Yo regaño a mis hijos y les grito, prensión más amplia y profunda surge de la reversión del orden tra-
como hacía mi madre conmigo y mis hermanos». De este modo, al dicional de estudios, investigando las historias de las familias de
mantenerse leal de manera inconsciente hacia su familia de origen, origen así como las del sistema de la familia nuclear, y obseTvando
la mujer no puede asumir con comodidad ningún compromiso con su cómo se han acomodado o interfieren en el funcionamiento de los
actual familia. miembros de la familia con respecto a las diferencias generacionales
Antiguas historias sobre niños nos llenan de horror y desaliento y sexuales. Reiterando conceptos de Boszormenyi-Nagy [15], lo que
cuando recordamos que los pequeños eran comprados y vendidos co- se investiga dentro del sistema familiar, en relación con el creci-
mo si se tratara de ganado; que los niños a quienes se creía embruja- miento emocional, son aquellos aspectos de un proceso de du~lo pos-
dos o endemoniados eran encadenados y colocados en prisión junto tergado que un integrante de la familia puede haber desmer:t1do con
con pordioseros, ladl'ones y asesinos adultos; y que también se que- el fin de no volver a experimentar sentimientos dolorosos ligados a
maban niños en la hoguera. Ya no se permiten ni disculpan semejan- objetos perdidos del pasado. Por otra parte, dichos sistemas también
tes prácticas y ultrajes fisicos. Nuestros estatutos abundan en leyes procuran impedir que se vivencie la pérdida emocional y la separa-
que establecen con claridad lo que ya no resulta aceptable, y es pu- ción dentro de la actual familia.

293
292
El enfoque se centra en las estructuras multipersonales de expec- núan eternamente leales. Puede parecer que sus padres los explo-
tativas, motivaciones, sentimientos y pensamientos. El sistema de la tan, pero en determinado nivel, los pequeños (llevados por la lealtad)
familia nuclear consiste en dos subsistemas principales cuyo funcio- satisfacen inconscientemente la necesidad paterna de explotación.
namiento debe estudiarse: el conyugal y el paterno. Se ha descubier- Aunque los especialistas en terapia familiar destacan el efecto
to que los síntomas que aparecen dentro de un subsistema pueden del sistema familiar sobre los hijos, no dejan de tener conciencia de
ser rea~ciones provocadas o causadas por conflictos no resueltos en la motivación individual y las fases de desarrollo. De acuerdo con la
el otro subsistema. Sin embargo, el estudio de un individuo, una día- definición de Waelder sobre su principio de función múltiple, para el
da o una tríada no revela de qué manera deben satisfacerse las nece- individuo «los fenómenos psíquicos, por regla general, tienen mu-
sidades de los restantes miembros de la familia. Deben examinarse chos determinantes.[ ...] La conducta cumplía varias funciones, o,
todas las relaciones familiares para descubrir la naturaleza del como también podría decirse, respondía a la vez a muchas presiones
vínculo y los efectos que ejerce sobre cada integrante. La excesiva in- o era solución para muchas tareas ... La conducta realista puede ser-
volucración emocional revela la existencia de relaciones simbióticas. vir también a las exigencias de los instintos [...]. La conducta no es
En el otro extremo el total descuido ñsico conduce a la imposibilidad el resultado de una sola motivación todopoderosa, sino el resultado
de sobrevivir. Los estudios de Spitz [82] mostraron que la temprana de muchas fuerzas, habitualmente conflictivas» [86, págs. 56-7].
falta de participación emocional puede producir daños irreparables; A modo ilustrativo, digamos que una jovencita se mostró incapa-
los niños investigados exhibían una resistencia muy inferior a las citada para asistir a la escuela al comenzar a menstruar. Su fobia a
enfermedades, y entre ellos la tasa de mortalidad era sorprendente. la escuela era motivada, por cierto, tanto por factores individuales
El material histórico concerniente a la familia de origen y la ac- como familiares. Según una base individual, en ella afloró el miedo a
tual familia nuclear revelará la cualidad manifiesta de las relaciones crecer y controlar sus impulsos sexuales, competir socialmente con
conyugales y paternas. Una importancia más crucial aún reviste el otras jovencitas ante los muchachos, reelaborar los sentimientos edí-
estudio de las implicaciones encubiertas. ¿Cuáles eran las asignacio- picos, etc. Su rendimiento escolar todavía no había sido afectado. Sin
nes de rol en la familia de origen? ¿De qué manera uno o ambos pro- embargo, en el nivel del sistema multipersonal, esa hija con fobia ha-
genitores desempeñan en forma inconsciente el papel asignado en la cia la escuela también respondía a los temores de sus padres acerca
actual situación familiar? ¿Han permanecido leales de modo incons- de la sexualidad y la crianza de los niños. La madre había sufrido de-
ciente, y atados a balances de deudas no saldadas dentro de la fami- presión de postparto después de nacer la hija. La pareja había deci-
lia de origen, aunque se liberan de los sentimientos de culpa proyec- dido no tener más hijos. Los tres estaban encerrados en una situa-
tándolos sobre sus hijos? Un matrimonio y una nueva familia signi- ción en que nadie podía dar un paso en ausencia de los demás; final-
fican compromisos adicionales y exigen un cambio de la familia de mente, la madl·e realizó tareas como voluntaria en la escuela de la
origen. ¿Se ha saldado la «deuda», o los jóvenes padres continúan ex- hija, como una manera de lograr que esta asistiera a clase. El nego-
perimentando sentimientos de culpa por la separación ñsica y psico- cio del padre estaba al lado de la casa, de modo que los tres estaban
lógica de sus padres? ¿De qué manera procuran satisfacer las necesi- siempre juntos, día y noche. La preocupación por la hija también
dades de sus ancianos padres, en tanto que, en forma simultánea, in- contribuía a enmascarar su extremada lealtad y dependencia de la
tentan adaptarse a las necesidades emergentes de los integrantes familia de origen de la esposa. La hija, al tratar de controlar sus pro-
de la familia actual? pios impulsos, de modo inconsciente también se ponía en
Tal como se estipulara con anterioridad, los niños requieren un condiciones de controlar la conducta de sus padl·es. Era la hija quien,
espacio vital propio para jugar y para aprender, en el que se les per- todas las noches, decidía si el cachorrito de la familia dormiría en el
mita ser niños. Por el contrario, en los sistemas familiares patogéni- dormitorio de sus padres o con ella.
cos los niños son utilizados como objetos sobre los cuales los padres
proyectan muchos sentimientos y actitudes conscientes e incons-
cientes. De ese modo, los niños se perciben como fuentes de fuerza
dadora de vida; como objetos de lealtad o deslealtad. Ellos pueden Sintomatología en hijos y padres
verse atrapados en una lucha de poder entre los padres, o incluso en-
tre los progenitores y su familia de origen. Los niños pueden ser per- Tradicionalmente, los síntomas en un niño se interpretan como
cibidos como estímulos generadores de conflictos, en quienes recae la manifestaciones que surgen de conflictos internos respecto del domi-
culpa. Además, pueden ser vividos como fuentes de dependencia e nio de tareas correspondientes a determinada edad o fase del desa-
inductores de rechazo, del mismo modo en que los padres también rrollo, y sentimientos ambivalentes hacia objetos interiorizados o d~l
pueden haberse sentido rechazados. No obstante, los niños conti- mundo real. Según el enfoque del terapeuta especializado en fam1-

294 295
lias, las dificultades son codeterminadas y los síntomas aparecen co- diO' S u negocio. Por ese entonces se quejaba de •dolores en el tórax y vio a
mo resultado de los conflictos en las relaciones interpersonales une ardiólogo que le sugirió consultar
, a un ps1qma • t
ra. U na vez mas,
'
no
Existe un entrelazamiento consciente e inconsciente entre los siste~ había una base orgánica para sus smt?mas. . ,
mas (individual, conyugal, parental y de la familia extensa). La familia decidió mudarse a otr~ cmda~, en }a que VIvia una he1:mana
Las familias que no poseen estructuras muy estables pueden ex- d 1 señora F. El señor F. encontro trabaJO allí. La mudanza no solo re-
perimentar cambios en relación con el crecimiento, similares a la p:e:entó un cambio geográfico para la familia, su;.o la ruptura de vínculos
pérdida psíquica de un objeto importante. Se sienten tan abrumadas fundamentales para la señora F:; habla~ayor telefono con la madre por lo
que no son capaces de asimilarse, adaptarse o integrarse ni siquiera menos tres veces por día, como Sl no se VISitaran en persona. El nu~vo tra-
en un nivel anterior de su propio funcionamiento. Si la estructura fa- bajo del señor F. le exigía trabaj~~ muchas noches y ~arte del domu:go, de
miliar interna ha sido inestable, entonces la repercusión de una nue- manera que la señora F. y l.o~ hiJOS est~ban.~olos g¡~n ?arte del tl:mpo.
Los hijos y los padres descnbieron la situaci?n del ~Igmente mod?. «Ma-
va pérdida o cambio puede producir caos y más desorganización. In-
má solía yacer en el sofá, quejándose de sus mtermmables dolencias, lle-
cluso una familia con una estructura más estable y una mayor dife- de temores por la inminencia de la muerte; por las noches recobraba su
renciación puede desquiciarse cuando enfrenta las exigencias acu- na . 1 . L
energía, y huía de casa noche tras noche, para Jugar~ os nmpes». a se-
muladas de la maduración biológica y emocional. ñora F. dijo que ese era el único momento ~n _que tema un~s pocas horas
Una primera sesión conjunta con la familia F. revela una sinto- en las que se sentía libre de temores y sentimien_tos d~presivos.
matología manifiesta en todos sus integrantes. Ellos constituyen Cuando su hermana o su madre no estaban disporubles para ay~dar a
una muestra de un sistema familiar muy lábil, y que son crónica- la señora F., los hijos tenían que valerse por sí mismos Y_• a la vez, c:udar a
mente incapaces de enfrentar los cambios que tienen lugar dentro o la madre. Anne, quien ahora tenía 15 años y era el miembro designado
fuera de la familia. Incluso cuando se podia acudir a los miembros de paciente, describió el modo en que solía asu~tarse cu~ndo observa~~ las do-
la familia extensa en busca de apoyo, estos funcionaban en un senti- lencias de su madre y escuchaba sus queJas: «Veruan de tan atras como
do mínimo. Antes no se habían mostrado nunca en un estado tan podía recordar». Se suponía que ella tenía que cuidar de su madr_e ~sus
caótico o desordenado como ahora. Cuando los componentes de la fa- dos hermanos menores, y hacerse responsable de las tareas do~estiCas.
milia extensa ya no estuvieron a su disposición, intentaron arreglár- Cuando la señora F. fue operada del pecho, su hermana los ayudo a todos,
selas utilizando a los hijos como padres sustitutos. Los hijos fueron pero, como también tenía hijos pequeños, n? podía ocupar el lugar de lama-
parentalizados y convertidos en chivos emisarios en forma simultá- dre. Además, la señora F. dijo que su relacwn ~on la ~ermana era ~armen­
tosa. Solía producirse un estallido, y a contmuacwn sobrevema entre
nea, como una vía de encarar todos sus conflictos intrapsíquicos e in-
ellas un silencio que duraba varias semanas. . .
terpersonales. Las tensiones reales provocadas por las enfermeda- Cuando Anne tenía 13 años, en una oporturudad en que cuidaba de su
des físicas y la muerte de un progenitor también deben verse en el hermano David, de 7, este corrió a la calle y fue atropellado ~~r un auto:
contexto de las dificultades del sistema.
móvil, pero por fortuna sólo sufrió un~s magullones. La ~amilia no culpo
La crisis más grave fue estimulada por los intentos que hizo la hi- en forma abierta a Anne, pero al poco tiempo ella comenzo. a escapB:rse pe-
ja adolescente de «huil·» de la familia, escapando a su rol parentali- riódicamente de la casa. Cuando quedó embaraza~a: se hizo _pr~~tl~ar un
zado. Aun cuando en verdad ella se escapó del hogar, tomó precau- aborto, como resultado de las recomendaciones medi~as YpslqUiatriCa~.
ciones para no apartarse demasiado: quedó embarazada. De ese mo- La señora F. expresó que su marido era un trabaJ~dor tenaz pero «m-
do, no sólo volvió al redil, sino que además trajo más calamidades y consciente como un niño». Para él, su esposa estaba prrmero: la llevaba de
desesperación a la familia. Todos sus integrantes estaban atrapados médico en médico y se preocupaba por su salud, pero dejaba q_ue recayera
en sus vínculos de lealtad, mutuos y para con sus familias de origen. sobre los hombros de ella toda la responsabilidad por el maneJo de la casa
Los mecanismos inductores de culpa eran muy profundos, ya que se y el cuidado de los niños. Los padres hicieror:. oír sus quejas mut':as por la
habían transmitido de generación en generación; en consecuencia, falta de respeto de los hijos hacia ellos, y diJeron que Anne, qUien antes
todos se veían reducidos a un estado de crónica desesperación. era una hija buena y sumisa, se había transfo;.mad.~ en una ado~escente
desfachatada, insolente e irresponsable. Los hiJos diJeron que solían sen-
Cuando la señora F. estaba en el octavo mes de embarazo, su padre tu·se aterrorizados por la situación familiar, pero ahora ya no escuchaban
murió de cáncer. Varios meses después del nacimiento de su primer bebé, las quejas y exigencias de sus padres, o bien se reían d~ ,ellas. En una se-
una niña, ella sufrió su primer estado grave de depresión. Se la sometió a sión, Anne y Louis parecieron prestar mu~ poca ,atenci~n cuando ~abla­
terapia de choque como paciente externa. Con posterioridad, desarrolló ban sus padres; ellos murmuraban entre SI, se reian y ~teaban ab~e~~a­
fobia al cáncer, manifestando de continuo síntomas nuevos para los cua- mente en forma seductora, sentándose muy juntos o tocandose. Se p1dio a
les los médicos no hallaban ninguna causa orgánica. En el curso de los David 'que se sentara junto a su madre. La señora~· ~ijo que 1? atormen-
años siguientes, el señor F. comenzó a beber en exceso, y fmalmente per- taban: «Lo llaman maricón, piernas de estaca, esmu·riado; le dicen que es
un tonto, que no puede llevarse bien con otros niños de su edad».

296 297
La huida de Anne y su embarazo eran· el motivo de tensión más En situaciones en que se les asigna a· los niños el papel de chivos
reciente que la familia había tenido que enfrentar. La conducta de emisarios, tal como se ha visto en distintos tipos de conducta delin-
Anne podía interpretarse como· manifestación de rebeldía adolescen- cuente, ellos deben buscar apoyo en las escuelas, los organismos so-
te yex~e~·iment~c~ón se~ual, pero, ':ista en ~1 contexto de su familia y ciales y las autoridades médicas y legales que los ayuden a controlar
sus multiples cns1s, tema bases mas amplias y profundas. La fami- su conducta autodestructiva; no pueden depender de sus padres en
lia había sufrido grandes tensiones en el lapso de unos ocho años: relación con dicho control. Además, los esfuerzos de los niños tam-
muerte de un progenitor, causada por cáncer; pérdida de empleo· bién pueden interpretarse como un intento indirecto de brindar ayu-
ruptura de lazos familiares y apoyo para mudarse a otra ciudad; en~ da respecto de su caótica vida familiar. Este tipo de conducta debe
fermedad mental; cirugía de pecho. La estructura básica de la fami- entenderse como una lealtad invertida hacia la propia familia. Estas
lia no era muy estable; enfrentada a múltiples motivos de tensión instituciones sociales son utilizadas como sustitutos parentales -en
era comprensible que sus integrantes se volvieran más confusos ; muchos casos, tanto para los padres como para los hijos-.
desorganizados. Ver el caso únicamente en función de los problemas Muchos de esos pequeños pueden mostrarse «desapegados», tan-
intrapsíquicos de una hija adolescente, en vez de incluir las interre- to física como emocionalmente, pero la experiencia con ellos, en el
laciones multigeneracionales, implicaría pasar por alto elementos contexto cabal de su vida familiar, revela que se mantienen leales
fundamentales. hacia sus familias en forma encubierta. A pesar de que su conducta
pueda tener repercusiones negativas, este es su modo de tratar de
aliviar el sufrimiento de sus padres, así como el suyo propio. En este
contexto, la delincuencia (con todos sus componentes negativos) pue-
Asignación de roles a los niños de ser un esfuerzo inconsciente por volver a infundir vida a la fami-
lia. En un nivel individual, las reprimendas, las críticas, o incluso los
En las familias patogénicas, uno o ambos adultos y todos los castigos severos, resultan preferibles a la falta de participación o
niños a~u~en roles s~xuales y generacionales inapropiados y respuesta que han experimentado con sus familias.
caractenstwas estereotipadas que se les asignan. En vez de vivirlos Estos actos se dan en pronunciado contraste con relaciones más
con_w entidades independientes, con toda la gama de sentimientos y equilibradas entre padres e hijos. Incluso cuando se diga que el niño
actitudes humanos, se responde a ellos como si fueran personas sólo es bueno, malo o travieso, la referencia atañe a un solo aspecto de su
de manera parcial, con características singulares. Brodey afirma conducta. Aun así sigue en libertad de ser niño, desarrollando sus
que «la constelación de roles permite que los conflictos internos de intereses y actividades infantiles. En lo emocional, aprende poco a
cada miembro sean actuados dentro de la familia, antes que dentro poco a identificarse con los progenitores del mismo sexo, o del opues-
del sí-mismo, y cada miembro procura encarar sus propios conflictos to. La responsabilidad emocional para sí y para los demás va desa-
modificando al otro» [23, pág. 392]. rrollándose con lentitud, a medida que domina tareas adecuadas pa-
~los niños que, de modo manifiesto, parecen buenos, tranquilos y
ra su edad. Incluso cuando colabora en el cuidado de la casa o de sus
sumisos (los «hermanos buenos») por lo general se les asigna el rol de hermanos, lo hace bajo la supervisión de adultos, quienes asumen
pare!ltalización. Dichas asignaciones de rol se modifican muy pron- plena responsabilidad. Es una forma de prepararse para el papel que
to. Sm embargo, suelen destacarse con mayor frecuencia las caracte- habrá de desempeñar en su vida futura. En una relación equilibra-
rísti~~s «mal~s» o negativas. De manera inconsciente, se espera que
da, el proceso de crecimiento autónomo del pequeño se ve estimulado
los nmos actuen como adultos, en tanto que los adultos actúan como y alentado; en el caso del niño parentalizado, que se ve sobrecargado
niños, en particular en el sentido de renunciar a ciertas funciones demasiado pronto con actitudes adultas, se interfiere y perturba su
ejecutivas esenciales (al igual que las sexuales). Los progenitores desarrollo.
que desde el punto de vista psicológico son incapaces de actuar como
padres, pueden tratar de justificar su incapacidad bajo la máscara
de permisividad, de ser democráticos y antiautoritarios. La paterna- Hijos parental izados: ¿quiénes «se preocupan»
lización de los hijos puede surgir como una consecuencia de la inacti- en la familia?
vidad paterna, la inercia o la conducta caótica, lo que equivale a la
abdicación emocional por parte de los padres. En esas familias los Una hija no puede asistir a la escuela porque acepta una abruma-
sentimientos que impregnan las relaciones son depresión dese~pe­ dora responsabilidad emocional, encargándose además del cuidado
ración, cólera o tristeza (sentimientos que pueden o no s~r experi- físico de sus hermanos. Esto se produce en respuesta a la depresión
mentados en forma consciente). interior de la madre y la falta de disponibilidad emocional del padre,

298 299
..
quien de manera inconsciente ratifica la necesidad que tiene la espo- por la carencia emocional a la que se habían sentido expuestos; a me-
sa de que su hija la cuide. De estudiarse el problema en un contexto nudo, como resultado de la desilusión sufrida en relación con esta ne-
individual, se lo rotularía «fobia a la escuela». En otro caso, las con- cesidad, el desinterés sexual puede volverse mutuo. Si un integmnte
tinuas quejas hipocond!·íacas de la madre mantienen a los hijos en de la pareja sigue manifestando interés sexual, pero es continua-
· un constante estado de ansiedad. La hiperactividad y tensión de es- mente rechazado por el otro, puede incluso buscar gratificación en el
tos se da, como reacción ante las quejas maternas, relacionadas con propio hijo.
dolores .y enfermedades, y su temor a la muerte. Cada niño puede Cuando hay incesto en una familia, este indica la falta de límites
responder en forma algo diferente, de acuerdo con su edad y posición generacionales y yoicos en todos los miembros. Por lo general, ac-
dentro de la familia; eventualmente, una madre de ese tipo logra túan en connivencia tanto el adulto que no participa como los herma-
asegurarse de que al menos uno de los niños (por no decir todos) no la nos; o sea que lo habitual es que esos secretos no son tales. El acto in-
deje nunca sola. Los hijos dan pruebas de lealtad ininterrumpida, y cestuoso no necesariamente hace que la familia busque ayuda; por lo
se asignan a sí mismos el papel de custodios físicos y psicológicos de común ha estado ocurriendo durante años enteros. Más bien, parece
uno o ambos padres si perciben su insaciable necesidad de consuelo. ser que en muchos casos se solicita tratamiento psiquiátrico o legal
Así son los hijos parentalizados. cuando el embarazo aparece como posibilidad o surge algún peligro,
sea en forma de amenazas homicidas o de suicidio. Las fronteras
yoicas se ven reducidas, los controles dentro del sistema familiar se
Los hijos agresivos o convertidos en chivos expiatorios han debilitado, y la cuestión de la supervivencia física y emocional
desempeña ahora un papel fundamental.
En una familia, u:ho o más hijos son descriptos como si fuesen La relación revela la desesperación del adulto, ya que, desde el
agresores incontrolables, a quienes sus padres no pueden manejar. punto de vista psicológico, actúa en forma criminalmente destructi-
A menudo estos hijos se convierten en chivos emisarios, asignándo- va con su hijo. Esta forma de agresión es un asesinato psicológico del
seles el papel de «malos». Con frecuencia entran en conflicto, con las sí-mismo, tanto como del niño. En esos casos no se ve al hijo como tal
autoridades escolares primero, y luego con la ley. Su conducta dentro sino como un objeto, que puede ser usado y explotado por motivacio-
de la familia puede, o no, provocar dificultades manifiestas. En algu- nes dependientes y de represalia, y en busca de una autogratifica-
nos casos, sus reacciones ante las tensiones familiares son actuadas ción narcisista. La venganza contra el integrante de la pareja que re-
lejos de la familia. Aunque los factores culturales pueden influir so- chaza al otro cónyuge, o se muestra indiferente con él, resulta secun-
bre la forma de conducta expresada, las causas esenciales se descu- daria como motivación cuando uno de los progenitores tiene una
bren en los conflictos y tensiones internas del sistema familiar. Erik- abierta relación sexual de tipo adulto con uno de sus hijos.
son [35] hace referencia a este tipo de conducta al hablar de la identi- ¿Por qué el niño colabora y se transforma en «pareja» en una rela-
dad ~egativa, la que es preferible a la posibilidad de ser ignorado, ción tan incongruente? El temor al castigo no explica en medida su-
sentirse desapegado, ser un no-objeto en una familia. Desde nuestro ficiente la colaboración del pequeño, ni el elemento de placer que el
punto de vista, la conducta desesperadamente agresiva de un niño contacto físico puede producir. Los autores opinan que el niño acepta
nos da la pauta de que es imprescindible investigar a la familia. ese papel debido a la expectativa inconsciente de lealtad, actuada en
connivencia, de que obrar de otra manera puede redundar en la pér-
dida psicológica o la no supervivencia de uno o ambos progenitores.
Los hijos como partenaires sexualizados Puede tratarse del esfuerzo supremo de un hijo de contribuir a crear
algún límite para un progenitor, que a su vez sostend!·ía la unidad
Otra forma del papel de niño «malo» es el que desempeñan los hi- familiar. Una vez más, el problema de la lealtad se revela como un
jos por medio de la conducta sexual delincuente, dentro o fuera del ingrediente profundamente esencial para explicar esas relaciones.
seno de la familia. Las relaciones seductivas con connotaciones in- En algunas familias, los actos incestuosos no sólo se extienden a
cestuosas, o el incesto liso y llano, a menudo se dan en familias gra- lo largo de varios años en relación con un niño, sino que en determi-
vemente perturbadas. Los hijos del mismo sexo o del opuesto se utili- nadas situaciones también incluyen a otros hermanos. Al producirse
zan como sustituto del cónyuge. En muchos casos, las relaciones se- su propio crecimiento y maduración, el hijo o hija puede desarrollar
xuales de la pareja tienen lugar con escasa frecuencia, o ya no se pro- una mayor resistencia. Es posible que aparezcan otras complica-
ducen. Esto sucede como consecuencia de las heridas, ira y decepción ciones cuando existen relaciones incestuosas de tipo homosexual,
experimentadas en forma mutua por los cónyuges. En sus orígenes, manifiestas o encubiertas, o cuando surge una rivalidad o celos in-
el «otro» había sido elegido como ser idealizado que podía compensar tensos, seguidos de amenazas de muerte.

300 301
. En una. f~;nilia, la ley dab~ la opción éntre un tratamiento fami. en forma constante un lugar dentro de la
familia. Su capacidad para
liar :r. la prisio~. El padre habi~ estado involucrado sexualmente con la vida social puede estar muy reducida. Más adelante, el hijo mima-
su hi~a y ~os hiJ?S ~urante va_;ws años. En la sesión inicial, la esposa do puede pasar a ocupar el papel de hijo paternalizado, cuando un
~anifesto que SI bien no quena, en realidad, que su marido fuera a 1 hermano mayor abandona el hogar.
car~el, ella no P?día aceptar que sus hijos perdieran el tiempo que ne~
?esitabar: para rr a la escuela. También estaba segura de que los hi-
JOS, de sms, ocho y on~e años, ya habían olvidado la experiencia se- Casuística: el niño «malo» convertido en objeto sexual,
xual con el P.~dre. B~JO el pret~xto. de mostrarse afectuosos, o supo- el chivo emisario, el mimado de la familia
ner que los hiJOS no tienen conciencia o son incapaces de comprender
lo~ p~dres proceden a usar a sus hijos como objetos sexuales directo~ La familia J. acudió a la terapia debido a su preocupación por Joan, de
o mdirectos. 16 años, una jovencita con talento artístico que tenía actuaciones sexua-
les, se embriagaba y era un fracaso en la escuela. La madre había leído en
el dormitorio de su hija cartas que confirmaban sus temores de que Joan
El hijo «mimado» tuviera dificultades serias. Como se trataba de una familia que creía ha-
ber brindado a sus hijos mucho tiempo, esfuerzos y ventajas materiales,
no entendía por qué Joan era «mala».
Otr~ ~ategorí~ de asig~ación de roles familiar es aquella en que Respecto de Joseph, de 19 años, dijeron que era un «tragalibros» en la
las fan:-ili~~ de~cnben al hiJO como perfecto o ideal. Esto varía de ma- universidad. No tenía amigos, ningún interés externo, no participaba en
n~ra Signific~tiva co~ respecto al hijo parentalizado. La función del ninguna actividad deportiva. Algo andaba mal, pero nunca habían consi-
hiJO _P.arenta~zado y leal puede ser la de mediador o «curador» de la derado la posibilidad de que Joseph estuviese muy preocupado y fuese
familia, segun la describe Ackerman [1, pág. 80], o la de un mártir profundamente de;:;dichado, a la vez de estar muy atado a las «faldas» de
que «carga co?-. todo el ~eso de las cosas», como dicen Brody y Spark sus progenitores. El era objeto de desdén y menosprecio por parte de sus
[24]. Las famiJfas descnben al «mimado» como un niño vivaz, alegre padres y hermanos. El hecho de que se mostrase tan aislado, desapegado
Y carente de smtomas. Esos pequeños no causan problemas mani- y esquizoide no era percibido como señal, para la familia, de que Joseph
~estos. Ellos pueden actuar como payasos, hacer cosas tontas o eno- necesitaba tanta ayuda como Joan.
JOSas, o producir irritación, pero nunca con la intención real de herir La mimada, el «tesoro» de la familia, era S usan, de diez años. Nadie te-
o .~ncol~riza1: a _nadie. Rara vez se los toma en serio. Es como si esos nía ningún motivo de queja contra ella. Ellos coincidían en forma unáni-
nmos solo eXIstieran para traer luz y risas a la familia. Ellos también me en que todos los conflictos familiares la habían dejado intacta. Si los
pued~~ ser pintados como buenos estudíantes. A menudo, la bondad terapeutas le pedían a Susan que hablara de manera directa sobre una de
del runo y su falta de exigencias son usadas como modelo contra los las cuestiones planteadas, otro integrante de la familia «automáticamen-
hermanos, quienes expresan sus sentimientos hostiles. Pero cerca te» respondía en su lugar. La respuesta era siempre que Susan no lo sa-
bía, que no le molestaba, que no podía importarle menos, etc. Cuando los
de su s':lperficie afectiva, aflora la tristeza y depresión del pe~ueño.
terapeutas preguntaron por qué no se le permitía responder por sí misma,
El nmo que menos ha sido estudíado es el «mimado» de la familia. Susan rompió a llorar y siguió así durante el resto de la sesión, sin pro-
En muy contadas ocasiones lo traen en busca de tratamiento. En nunciar palabra. En respuesta a sus lágrimas, los miembros de la familia
verdad, no existe una posición real para él en la familia; por lo gene- trataron de alegrarla; la señora J. dijo: «Es ridículo, Susan no tiene moti-
ral es el bebé o el menor de muchos hermanos. En cierto modo no es vos para llorar». Era como si, de modo inconsciente, la hicieran callar por-
un~ persona. p~r~ la familia, y su sentido de dignidad o importancia que no podían soportar que también ella tuviera motivos de preocupación
e~ta muy mmimizado. Sus necesidades y sentimientos íntimos se y problemas. De esa-manera, S usan permanecía leal a su familia, al acep-
ru~gan, rechaz~n, disminuyen a su mínima expresión, o bien se des- tar la negación de todo su ser. Al tratar a Susan casi como si no fuera una
rmenten. Las virtudes o cualidades que la familia atribuye al «mima- persona, sus propios deseos, temores y necesidades como niña de diez años
do» pueden tener una base de realidad: a menudo es afectuoso sim- parecían inexistentes.
pático o g¡·ac~oso, a p~sa.r de tratarse de una fachada que pued~ ocul-
tar sus propws sentimientos de vacío. Cuando el «mimado» es un
animalito, a la par que brinda compañía o protección a sus dueños
desempeña una importante función en la familia: ser el reflej~ Interrelación del niño con el sistema familiar
constante Y leal del afecto y aceptación de sus amos. El estudio del
niño ~a do en e~ contexto de su familia revela que se soslayan sus Algunos terapeutas especializados en familias, como Bowen, afir-
necesidades emocwnales; su autoestima interna es pobre, y anhela man que los niños dejados de lado en las día das y tríadas simbióticas

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pueden salir de la escena familiar de conflicto menos deteriorados en Los terapeutas se esforzaron por intern1mpir las interminables renci-
llas y trataron de ayudar a la pareja a concentrarse en los .problemas co~­
lo emocional que el niño sintomático. Tales deducciones provienen
ugales y de paternidad. Ambos esposos trataron de segmr la sugerencia
del estudio de familias con un.hijo adolescente esquizofrénico. Los ~e que analizaran las cuestiones de din~ro o l?s deficientes esfuerzos de la
hermanos fueron descriptos como seres algo desapegados o aislados, sposa como ama de casa, pero les fue rmposible hacerlo. Al cabo de unos
. pero su funcionamiento alcanzaba un nivel superior al del integran- ;ocas segundos, uno de los progenitores ya ~e dirig~a ~uno de los hijos (o a
te pertu~bado, tildado de esquizofrénico [20]. ambos), para preguntar: «¿Tengo o no razon?»,__«¿,Digo la verdad o no?»,
A medida que los especialistas en terapia familiar comenzaron a «¿Dijo 0 no dijo que soy una mentirosa?». Los hiJOS, por turno, se con:rer-
tratar familias con hijos preadolescentes y menores se obtuvieron tían en árbitros de la disputa, se ponían de lado de uno u otro pr?gemtor,
importantes datos adicionales. Aun cuando era el paciente designa- 0
les rogaban a ambos que dejaran de hablar. Ellos se cam?mban de
do .como tal quien los llevaba a la situación de tratamiento, Fried- asiento constantemente, sentándose junto a uno de los progerutore~, mo-
man descubrió que los hermanos «sanos» también presentaban sín- viéndose al lado del otro o apartándose po,r completo, fuera ya del circ~lo
tomas, o que sólo estaban libres de ellos en forma temporaria [45]. de sillas, para ubicarse en la parte de atras de la sala. Uno de lo~_medws
Otros miembros pueden desarrollar una sintomatología aguda poco que tenían los hijos para detener a los padres era comenzar ~ rerur entre
después que el niño tildado de fóbico retorna a la escuela. Es como si sí, empleando las mismas palabras y modales de sus progemtores. Estos
un miembro de la familia tuviera que llenar automáticamente, el va- se mostraron sorprendidos cuando los terapeutas comenta~on qu~_«como
cío que se crea cuando el niño «malo o enfermo» exhibe una mejoría. en esta familia los padres no parecen tenerse ninguna consideracwn m~­
A cada uno de los hijos se les asignan roles que parecen tener fun- tua ni saber lo que significa el respeto, ¿cómo pueden demostrarlo los hi-
ciones definidas en la familia: el tercer, cuarto y quinto hijo desem- jos ante el personal de la escuela?».
peñan, a su turno, el pap~l de malo o enfermo, o dos de las hijas pue-
den compartir el rol parentalizado. En el sistema familiar patogéni- ·Falta de identidad sexual: seducción de menores
co, no se experimenta a cada componente de la familia como una en-
tidad íntegra y separada, con sus propias necesidades de acuerdo con La familia G. fue remitida a terapia porque uno de sus hijos, Ted, de 8
su edad y sexo. Los hijos son tratados como si fuesen eternos bebés, años exhibía una conducta impulsiva en la escuela, era incapaz de
malos e indignos, o «como adultos». El péndulo familiar oscila de un conc~ntrarse, y su rendimiento escolar era deficiente. ~u co~ducta cor: los
extremo al otro. La involucración en demasía, el excesivo infantilis- pares era la de un niño de 4 años, ?o~ pataletas! exigencias de sal~·s_e
mo, las expectativas extremas, el exagerado desapego, etc., son todos siempre con la suya. Su hermana Lillian, de 13 anos, era obesa, desproli-
rótulos que en determinado momento pueden caracterizar el funcio- ja, y carecía de amigos. .
namiento de los sistemas familiares patogénicos. Se interrogó a los padres sobre el problema de Ted para ~ormrrse; ellos
habían mencionado que se turnaban para acostarse con el, Y a menudo
dormían a su lado toda la noche. El señor G. dijo que ya z;o se turr:abar:~ Y
Los niños como árbitros o jueces familiares que a su entender Ted andaba mejor; la señora G. declaro que la sltuaci~n
estaba empeorando; ambos hijos confirmaron el hecho de que no hab1a
La familia A. fue remitida a terapia por el consejero escolar porque am- habido ningún cambio en el manejo de los requerimientos de Teda la hora
bos hijos (John, de 14 años, y Helen, de 12) eran irrespetuosos y actuaban de dormir. Lillian manifestó que no veía cómo podían cambiar las cosas,
de manera desafiante hacia los docentes, el consejero y el director de la ya que ninguno de los dos padres insistía e~ que Ted se quedara en su pro-
escuela. Asimismo, su rendimiento escolar era deficiente. pia cama. Si ellos no venían a la suya, Ted Iba al lecho de los padres. . ,
Desde la primera sesión los padres comenzaron a reñir de modo cons- En forma espontánea, Lillian agregó que por su parte ya no le perm1tla
tante entre sí. Ellos emplearon distintos medios para desvalorizarse y hu- a Ted introducirse en su lecho o acercar su cuerpo al de ella. Cuando se le
millarse: insultos, risas e interrupciones, y comentarios arteros ante los preguntó por qué, respondió: «Ustedes sab_en, es como, en la revist~ Play-
terapeutas. El señor A. sentía que su esposa era demasiado blanda con los boy». Temerosa de haber revelado demasmdo, agrego: «Tal vez solo s_ea
hijos, y tendía a tratarlos como bebés. La respuesta de la señora A. era curiosidad natm·al». Se solicitó la respuesta de Ted ante los comentariOs
reírse de su marido, decir que era duro e injusto por demás, que no sabía de su hermana: «Pasa simplemente que tengo pensamientos terroríficos~>.
de qué estaba hablando. Se preguntó al señor A. si todo esto era represen- Cada uno de los progenitores dijo que, después de todo, Ted no era mas
tativo de lo que sucedía en el hogar. Respondió que no era nada compara- que un bebé. Los terapeutas recogieron la refer?nci~ B: la revista ~:na de
do con los momentos en que ambos perdían los estribos. La señora A. era fotografías de desnudos femeninos. Una vez mas, Lillian respondía a los
la que llegaba a la agresión física. Varios años antes de asistir a terapia, terapeutas en forma abierta: «Mi hermano y yo solíamos luchar en ,la ca-
la señora A. había intentado suicidarse, «porque todo era tan confuso y ma, pero sé que ahora somos demasiado grandes para eso». Ella sabia que
desesperante». su hermano ya no era un bebé de dos o tres años.

305
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La señora G. suponía que Ted se había mostrado curioso de m alentó a Teda que dejara de participar en el ritual nocturno. En esta eta-
~1 • • anera
exagera d a, por 1o q~e en 1os _t;ctrmos tle~pos ella comenzó a cerrar con lla-
pa, no podía recurrirse a los padres como controles superyoicos, ya que
ve la puerta del ~ano; ta~b1en usaba piyama, en vez de camisón, cuand sus conceptos acerca de la privacidad y la sexualidad eran distorsionados
se recostaba con el. El senor G. se volvió en dirección a su esposa y d.. 0
voz a lt a:«¿,·ves.?·T d.. IJoen e ineficaces.
1 e IJe que estaba creciendo!». Cuando se le inqu· ,..
• d t. · ·' · lrlO En una sesión posterior, Lillian discutió con el padre diciéndole que la
a:erca~ e su par IClpacw~ en ese ritual nocturno, él dijo que no veía nin-
gun problema en compartrr el lecho con su hijo. turbaba al tocarla de determinada manera. La ira y la molestia con que
ambos progenitores reaccionaron ante los comentarios de Lillian confir-
En ese momento, ma~ido y mujer comenzaron a reñir, argumentando maron que ellos tenían conciencia de las implicaciones sexuales.
a~bos que _T;d no era mas q~e un bebé y que las ideas de Lillian sobre el
sexo eran nd1culas._ En cuestwn de segundos pasaron al hecho de que · _
guno de los progemtores podía aceptar la opinión del otro. Se acusa~
Depresión en hijos y padres
mutuamente, ·
t e a 1a sltuacwn. N que,cada uno insistía en que se sentía impotente fr en-
.,al par an
o podmn enfrentar la circunstancia de que los nin- 0
fiorma, a b'1erta Y d.rrecta, h u b'1eran revelado la seducción incestuosa ens,qen La depresión se define como una agresión vuelta contra uno mis-
habían participado. ue mo. En términos individuales, ocurre como reacción ante la pérdida
El señor G. dijo que suponía que tal vez pudiera haber algo sexual en de un objeto emocionalmente significativo, o de una capacidad o atri-
todo eso, pero_ ?-o recordaba cuál había sido su sentir cuando él t!'lnía la buto personal. El sujeto reacciona como si se tratase de una pérdida
e~ad de sus hiJOS. «Sus p~dres_ no le informaron nada sobre la reproduc- de su imagen de sí mismo, y no de una pérdida del objeto. Spitz [81]
cwn de las aves y las abejas; sm embargo, tenía hermanos de ambos _ describió la depresión en los bebés denominándola «depresión ana-
. L - C , se
xos». a senora . expreso que su marido se sentía aun más turbado que clítica». Se manifiesta por medio de lloriqueos, aprensión, retrai-
ella al hablar de ese tema. Una vez más, Lillian, llena de lealtad, trata de miento, negativa a comer, perturbaciones del sueño y eventualmen-
p~oteger, a sus padres: _«Tod~ d;be ser curiosidad natural». Cuando se le te estupor. El término «anaclítico» hace referencia al «apuntala-
pregunto sobre su propia cunos1dad, dijo que había ido a comprar un libro miento» del bebé en su relación con la madre, que lo alimenta y cuida
que respondía todas sus preguntas sobre el sexo.
afectivamente de él. El factor etiológico es la pérdida del ser que le
Una vez más, se interro~ó a Ted sobre el hecho de introducirse en el brindaba los cuidados maternos, sin que se le haya provisto un susti-
hecho de s~s padres y ~ormrr ent;e ellos, o sobre la circunstancia de que
tuto adecuado.
sus progemt,ores durmieran con el por turnos; el niño respondió: «Nadie
me pr~1p1nto nun?_a cómo me sentía yo al respecto». El señor G. lo inte- La depresión en los niños pequeños rara vez se reconoce como en-
rrumpw a ~e~ _Y diJo: «Tal vez haya habido algo de esa clase de sentimien- tidad clínica independiente; el chiquillo puede tener aspecto triste,
tos e~~re m1 hiJO Yyo». Esta vez, la señora G. adoptó una actitud protecto- lloriquear y mostrarse «pegote», pero ni los pediatras ni las familias
ra, ~;1endo: «son todos sentimientos maternales». Lillian se volvió en di- los consideran «deprimidos». En las familias con perturbaciones, el
reccwn a los ter~peutas y afrrmó que a veces tenía conciencia de que su afecto subyacente entre todos sus miembros puede ser la depresión.
hermano 1~ «excitaba». En ese momento, Ted dijo que tenía que ir al baño Otros síntomas pueden enmascarar dicha depresión, como la fobia a
y abandono el consultorio . la escuela y las fallas en el aprendizaje. Uno o ambos adultos pueden
. Los terapeutas declararon que, en efecto, parecían expresarse senti- desmentir la depresión, pero los niños vivencian esos sentimientos
~Ientos sexuales entre los hermanos o los padres y el hijo. El señor G. di- porque cargan con el peso de las preocupaciones de sus padres.
J~: «Ta:: vez se d~ba a que no hay nada entre mi esposa y yo». Los niños ha-
blan mdo sus disputas y peleas dentro y fuera del dormitorio, habían es- La familia F. ilustra la depresión subyacente, aunque el síntoma ma-
c~chado las eternas amenazas sobre separación y divorcio. Habían oído nifiesto que hizo que la familia iniciara el tratamiento era la fobia a la es-
como el señor G.le rogaba a su esposa que fuera a acostarse temprano pe- cuela de Janet, de 15 años, hija única, quien durante el año anterior nun-
ro ella permanecía en pie lavando y planchando. ' ca había asistido a la escuela dos días seguidos. Todo había comenzado la
En el curso de esta sesión, los sentimientos incestuosos no fueron rele- primavera anterior, al terminar el ciclo básico. Ese también fue el mo-
gados_ al plano de la fantasía, sino que se estaba desarrollando una abier- mento en que ella comenzó a menstruar.
ta es:rmulación y seducción. Lillian pudo valerse de los terapeutas para Tras el nacimiento de Janet, la madre había sufrido un estado de de-
reafumarse en su lucha adolescente en pos de una identidad sexual. Los presión puerperal durante el cual recibió tratamiento de choque, y la ha-
padre~ estaba~ ~a_n ocupados el uno con el otro que ella tuvo que recurrir bían internado durante varios meses. Los padres concordaron en no tener
a uz; libr?, o dir1grrse a los terapeutas para que la asesoraran acerca del más hijos, porque en su opinión esto entrañaba un riesgo para la salud de
tabu de_l ~cesto. El h~~ho de hablar en forma directa con la familia habría la señora F. Mantenían contacto directo con la familia nuclear y la exten-
tra,nquilizado a los runo~, con_ lo que _sus temores no hubiera tenido por sa, y el negocio que tenían funcionaba en su propia casa. El señor F. tenía
que expresarse en pesadillas, msommo, actos incendiarios y enuresis. Se la sensación de que sus parientes políticos lo admiraban, y siempre lo con-

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sultaban en cuestiones de familia, como si fuera un hijo. «Me adoptaron)) progenitora tuviera que trabajar como voluntaria durante varios meses
afirmaba. ' en el establecimiento. Esto no sólo ayudó a Janet, sino que la señora F. se
. Aunque los abuelos sentían.que el señor y la señora F. eran demasiado volvió mucho más abierta y amistosa hacia las personas que trabajaban
mdulgentes
. , nflicon Janet,
b
nunca
.
se había desencadenado en forma ab 1·er·ta con ella. La segunda área de importancia se centraba en el hecho de que
nmgu? co . cto so re un mtegrante de la familia. Janet era insaciable en la familia hablara de manera más libre y amplia con Janet sobre las citas
las eXIgencias que planteaba de modo permanente y en las dema's a'. con muchachos y las relaciones con estos. Ello llevó a la familia a con-
~-d b · ' reas
se.l a cur a a c~mo sr fuera un bebé. Se la describió como una jovencita ca- versar acerca del matrimonio y el embarazo. En presencia de Janet, los
priChosa y obstmada, que había tenido dificultades con sus pares desd 1 padres volvieron a analizar las circunstancias de su nacimiento, viendo el
'
epoca del a escue1a pr~m~na~
· ea
· pero era una excelente estudiante. Las prin-
tema con otra perspectiva.
Cipales fuerzas. de socralizacwn para esta familia eran constantes vis't1 as Janet siempre había tenido la sensación de que, en cierto modo, el he-
a casas de panentes. cho de que ella naciera había provocado resentimiento en sus padres, o
En, el curso de la se.sión, en medio de lágrimas, Janet gritó que nunca que de alguna manera había interferido seriamente en sus relaciones. Lo
tendn~ ;¡ue haber nacrdo. Ella detalló sus sentimientos de profunda ina- que a la postre pudo esclarecerse fueron los propios temores de la madre
decuacwn y falta , de
. autovaloración y confianza en sí misma. Los padr es sobre la posibilidad de convertirse en una progenitora competente y res-
se mos t raron a t omtos ante sus declaraciones, y los tres rompieron a llorar ponsable. Entonces tuvo lugar el mayor de los cambios: debido a su ~nfan­
franca~ente. La señora F. dijo que a veces había sentido lo mismo sobre cia problemática, los padres siempre trataban de hacer «reparacronesn
s~ pro.~ra persona, pero añadió que los comentarios de Janet no te!Van ex- por algo que, a su entender, Janet no había recibido. En realidad, lo que
plicacwn. Ellos la ,amaban, la adoraban incluso, y difícilmente le negaban Janet necesitaba con desesperación de ellos era mayor confianza, para así
algo de lo que pedra: ¡era tan linda y tan inteligente! poder convertirse en un ser autosuficiente e imbuido de su propia valía, y
J~net, en reali~ad, se hacía cargo de sus padres, a quienes empujaba, también que le concedieran permiso para experimentar en forma más
mampulaba Y poma a prueba de continuo como adultos. Esto se aunaba a abierta con sus pares sin tener que contar todo en detalle. El símbolo del
los temores que los tres alentaban sobre el crecimiento de la niña la cambio final fue visible cuando los padres pudieron salir juntos de vaca-
xualid a d , l a pat;rmdad
· ' se-
... y la separación. El señor y la señora F., emocio- ciones sin llevarla a Janet. En otras palabras, la madurez que estaba aflo-
nalmente, selfl~an f~rman~o parte de sus familias de origen, igual que en rando en la jovencita coincidía con los esfuerzos de sus progenitores en
el pasa~o; la umca diferencia era de tipo geográfico: no vivían todos juntos pos de una mayor separación respecto de Janet y de sus familias de origen.
e? la mrsn::a. casa. Puesto que el señor F. se sentía adoptado por sus pa-
r~:ntes políticos, ;:tceptab~ por completo y apoyaba la extrema involucra-
cwn que prosegma afrrmandose cada día. En su caso, la excesiva intimi-
dad de los vínculos podría considerarse acorde con el yo, pues todos coinci- Amenazas de homicidio y suicidio
dían pl~n~mente en que así debía ser la vida familiar. Nadie estaba jamás proferidas contra padres o hijos
en con~crones de tomar una decisión autónoma o de actuar de manera in-
dependiente. Los médicos clínicos han estudiado el historial de personas que
Co~ anterioridad, ~anet se había sometido a terapia individual, pero intentaron suicidarse o cometer un homicidio, o que lo lograron. El
se ?abra negado a contmuarla: apenas si había podido salir de su casa pa- homicidio, así corno el suicidio, revela la desesperación extrema del
ra rr a la escuela .. ~u conducta, rebelde y llena de exigencias, podía inter- individuo, la pérdida de las fronteras del yo, la falta de controles y su
pretarse en fun?~on ~e los esfuerzos típicos del adolescente por emanci- desvalorización de sí mismo y de los objetos importantes para él.
parse de su familia. Sm embargo, el hecho de negarse a ir a la escuela en Aunque las amenazas de suicidio u homicidio no tienen la connota-
el contexto de las relaciones sostenidas dentro de esta familia revel~ba ción categórica del acto ejecutado, pueden crear sentimientos de cul-
que por det~á.s de los sí~ tomas de Janet alentaban los sentimie~tos y pro- pa y una atmósfera de terror en la familia. Dichas amenazas impli-
blemas familiares relatrvos a la separación. En concreto, los recuerdos de
la madre sobre su depresión puerperal fueron activados en el momento en can la existencia de un doble vínculo tremendamente patógeno; debe
que ~~net comenzó a m~_?struar; los sentimientos de impotencia e inade- considerarse quién es el asesino potencial, quién la víctima, y qué es
cua~ron del_ ?adre tambren se revelaron al recordar la época en que había lo que «tiene que ser aniquilado» en esa familia. La amenaza de co-
nacrdo la hiJa. meter un asesinato refleja un grave desequilibrio en el balance de
Dur~mte ':m tiempo los tr~s se ~intieron deprimidos en forma grave. Ja- justicia y obligaciones. Por supuesto, cuando se producen dichas
net solía retrrarse a su habrtacion, llorar, negarse a comer, y rechazaba amenazas o actos, la vida humana corre peligro físico y psíquico.
t~dos los esfuerzos ~~e ellos hací~~ por consolarla. Sólo cuando los padr·es
di~ron un pa~o decr~~o en relacro~ ?on dos áreas de importancia se pro- La señora Me. comenzó a apretar del cuello a su hija mayor (de cuatro
duJo un cam~ro, defimtivo e;r la familia. U no de esos pasos consistió en que años y medio) con el propósito de ahogarla, y después ingirió una gran
la madre obligo a Janet arra la escuela, aun cuando para ello la propia cantidad de píldoras. Antes de perder el conocimiento, llamó por teléfono

308 309
a su madre, quien corrió en su ayuda. A raíz de su intento de suicidio, la El síndrome del enemigo y el aliado
señora Me. fue llevada al hospital.
Cuando se entrevistó al señor y la señora Me. con sus cuatro hijos de El señor G. profería permanentes amenazas de homicidio contra su es-
cuatro años y medio, tres años y medio, dos años, y cinco meses, estos te- sa En las sesiones en que no estuvieron presentes los hijos, negó las
po · d d · · .,
nían una expresión atontada y vacía; el equipo que los observó los campa. acusaciones de ella, insistiendo en que ~ran pro ucto e su 1magrnac10n.
ró con soldados que al salir del campo de batalla todavía estuviesen en es- Cada esposo se dirigía en forma exclusiVa a uno de los ter~peutas, ,como
tado de conmoción por las explosiones. Los niños parecían evitar todo con- rogándole que le creyese que. su cónyu?e ~ra un ser mezqumo, malevolo,
tacto con sus progenitores, como si ninguno de ellos pudiera brindarles beligerante, egoísta, desconsiderado e mdigno. No se escuchaba~ mutua-
ningún consuelo. ente ni atendían a los comentarios del coterapeuta, en un contmuo em-
El señor Me. reaccionó negando la gravedad de la situación, tanto en lo m
peño por dividir al equipo y por consegwr · un a li a d o que apoyara una con-
referente a su esposa como a sus hijos. Afirmó que ella exageraba su de- ducta gravemente perturbada.
sesperación: él estaba plenamente satisfecho con su vida hogareña. El na- La descripción de su conducta en el hogar, hecha por uno de los proge-
cimiento del último hijo fue consecuencia de lo que el señor Me. describió nitores, difería en forma crónica de lo que el otro decía. El señor G. ~ene­
como «exceso de instinto maternal» en su esposa. Sin embargo, al poco gaba a mirar a su esposa o hablar con ella, o bien trataba d: extraer ln!or-
tiempo de nacer el bebé, el señor Me. aceptó hacerse una vasectomía, res- mación de los niños sobre las cosas malas que ella les habm hecho m1en:
pecto de lo cual él comentó que lo único que había sentido era un gran tras él trabajaba. Luego se enfurecía, y no es~ucha.ba lo que su es?osa ru
alivío. La señora Me. también había aceptado, aparentemente, la decisión los niños intentaban decir para aclarar las d1stors10nes sobre su 1mage~
de su marido. de «madre descuidada». La señora G. se sentía tan trastornada Y desvali-
Al ir desarrollándose la dinámica familiar, se descubrió que la señora da que lo único que podía hacer era romper a llo~·ar, y luego se en~errab~
Me. mantenía un contacto cotidiano con su madre, y la hacía más confi- en un total mutismo. Toda la energía de cada m1~mbro de la ?areJa se di-
dente de sus conflictos conyugales y maternos que a su propio esposo. Se rigía a justificar su propia conducta mientras pmtaba una 1magen <<ne-
habían producido interminables discusiones sobre la posibilidad de una gra» del otro. . . . ._
separación, y la señora Me. dijo que sabía que su madre la recibiría con los A insistencia del terapeuta, volv1eron a as1strr con los runos a las se-
brazos abiertos. En esencia, aunque la señora Me. se quejaba de que su siones. Estos no sólo enfrentaron a sus padres en re~ación c,on los a~ier(tos
marido la ayudaba muy poco, desde el punto de vista emocional, su mujer comentarios sobre separación y les preguntaron 9-?e pa~~na con. e os en
y su suegra lo tenían excluido. particular porque eran adoptivos), sino que tamb1en s~lio a r~lucrr, en for-
Luego revelaron que tanto los padres de uno como los del otro habían ma más apremiante, un episodio en que el padre habla arro~~do a la ma-
objetado su matrimonio: en primer lugar, debido a la diferencia de reli- dre al piso tirándose sobre ella para asfixiarla. Cuando el hlJO ma~or, d,e
gión y, en segundo término, porque eran demasiado jóvenes. Tanto uno siete años, se vio imposibilitado de apartar al padre por la fuerza, ¡fue el
como otro cónyuge eran los hijos menores en sus familias de origen. Sus quien amenazó con telefonear a la policía!
esfuerzos por desafiar los deseos paternos estaban resultando ahora en
un fracaso. La inclusión de los hijos en las sesiones revela con claridad .su
No obstante, más que su inmadurez, lo importante era que ambos re- conciencia de la necesidad de controles parentales en sus prop10.s
ferían continuamente haberse sentido desleales hacia si.:ts familias de ori- progenitores. En segundo término, brinda a los padres 1~ oportum-
gen. Eran incapaces de conciliar sus sentimientos individuales y conyu- dad de abreaccionar y expresar sus temores respecto de dichas expe-
gales con el hecho de que ambas familias se sentían decepcionadas con riencias traumáticas. Si los niños hallan en los terapeutas .recursos
ellos. La madre del señor Me. le dijo: «¡Si has tenido que hacerte la cama, externos en quienes pueden confiar, o personas qu~ potencw}mente
no me vengas con quejas o lloriqueos sobre tu esposa!». En apariencia, el pueden «parentalizar a sus necesitados padres», se sienten mas tran-
fracaso matrimonial era una necesidad, bien que inconsciente, de demos- quilos. De manera primordial, empero, lo que ocurr~ es que ya no ne-
trar que sus padres tenían razón y ellos estaban equivocados. En otras cesitan desempeñar el papel de redentores o mediadores en la fa-
palabras, inconscientemente seguían siendo leales a sus familias de ori- milia (responsabilidad que debe ser asumida por adultos).
gen. Esto no invalidaba la depresión de la señora Me. y su desesperación
como ente individual. No obstante, estudiada en el contexto familiar, se
revelaron dimensiones adicionales de lealtad hacia la familia de origen.
Los hijos como objetos cautivos
Algunas parejas de cónyuges conforman una relació:r: ta:r: fusio-
nada o simbiótica, hablando y actuando el uno en sustitucwn del
otro, que crean una isla emocionalmente a?artada en lo qu~ res~ecta
a los hijos. La relación paterna parece «mslada», Y las eXIgencias Y

311
310
necesidades emocionales de los hijos se experimentan como una «in-
al ólo en apanenc1 · ·a car·ente de participación, la señora H. participaba
·
tromisión». Las necesidades físicas de los hijos pueden satisfacerse b forma
's
pero se resta importancia a sus sentimientos, se los ignora o niega: sus t"t
1 u t a d e1 fr·enesí general. Aun cuando
. . d dlos. terapeutas
t 1 . t"cont1-
en · · t'1an acer·ca de su responsabilida , uran e argo
ente 1e 1ns1s · 1empo1
Crecen en una atmósfera de confusión y frustración, que no permite nuam 0 les presto, a t encwn,
·, . per·manecía sentada en forma pas1va 1 con
b e
11
desarrollar ningún sentido de su valía o identidad personal. Por me- e a n 1nexpres1vo,
rostro . . como un espectador
. impotente que contemp a a un
dio de §U lealtad, los niños se mantienen en estado de cautiverio, exi- comportamiento de locos en la pista.
giendo cada vez más reconocimiento. Incluso, los padres pueden des-
cribiT a esos hijos como seres insaciables, cuando en realidad los hi- .
Las seswnes no s o' lo ilustran sentimientos inconscientemente
d t pu-
jos se sienten hambrientos en lo emocional. En esas familias, uno de "tivos entrelazados entre sí, tal como lo r~vela la con duela ~on :~n­
los hermanos puede renunciar a sus esfuerzos por hacerse oír o ver, m · · · cestuosas de los mtegrantes e a ami a,
bien trata de no «sacudir el bote de sus padres» y canaliza su propia0 notaciOnes
0
aste.stinas oei·nemplos de fronteras del yo débiles o super-
. que cons 1 uyen J d b' . t" ·
desesperación conviTtiéndose en «hijo parentalizado». También, esos slllestas ent re t od os ellos · En apariencia ' una conducta
. . repe tu-
f e la
esfuerzos del hijo pueden ser rechazados o no reconocidos por esos pu :D • • ·t . da hasta que esos temas esenciales uer~n ago a-
padi·es fusionados de manera simbiótica. Otro de los hijos sigue plan- se en orma rei era onentes de la familia. El cuestionamiento del
teando sus exigencias agresivas y haciendo oír sus quejas, agotando dost~dordtodeossal~~:~:~a
sen 1 o e '
o los pedidos directos de mayor control en la
· · · 1
sus esfuerzos por tratar de desmoronar la «fortaleza de la isla». En f milla, no surtieron efecto en esa fase_Imcia . . ., difi ,
función de la energía psíquica, no puede ser un hijo dependiente y a a La conducta con connotaciones asesmas y de vwl~?IO~ s~ m o, ~o
la vez hacer su propio trabajo, como el de aprender en la escuela. sólo cuando se produjo un cambio directo en la relacwn le os_co~yH-
es Esto recién comenzó a darse en el momento.~n que a senara ~
La familia H. fue remitida a terapia cuando Joan, de trece años, fue in- ? . . d odo activo entre el marido Y los hiJOS, a la vez q~e, e
ternada por un breve lapso por haber amenazado con matarse o matar a llltervmo e m b ex resar sus sentimientos mter-
su padre con un cuchillo. Ella se había sometido a terapia individual ante- forma simultánea, ella e~~eza ~ ~ .P Tal como dijera la señora
riormente. El señor H. había sufrido su primer episodio psicótico cuando nos de cólera Y desesperac~on P?I SI misma.. . ndo temores Y
estaba en la universidad, y el segundo durante el primer embarazo de su H., tenía que a?rirdsu plrp·oapplaelc~~a~:r:~~;~~E:~r~~~~ó relacionarse
~ ma~era directa con la conducta claramente pertur a al e. m~:l-
esposa. Ellen, de diecisiete años, quien antes fuera excelente alumna, ha- ólera y asumien o e b d d l .·
e l hi"a Sus íntimos sentimientos de maldad~ desva onzacwn
bía dejado de asistir al primer año de la universidad durante varios meses
porque de pronto se había vuelto «loca por los muchachos». La señora H.
dijo que su razón para casarse con el señor H. era que «ella necesitaba ~~r:b~nJu~ron proyectados sobre los restante~ m:emb~os d~ ~a­ la
una causa, y él la era». Se veía a sí misma como constante mediadora en la milia. Mediante sus actitudes Y conducta de ~artlr p_u _o, pnmero,
familia. negar restar importancia o rechazar sus propios sentlmie~Jo~ A~~
En la fase inicial del tratamiento las sesiones comenzaban con tran-
quilidad, pero en menos de media hora Joan ya estaba sentada sobre las f~~apnf~~ass' :;::~~:~:~!~~~~í:t~s~=c~~:~:o~::~;~e~:~~:S~slaene~r?-
ctrecimillenentoa,se~ec~:tge:~i:~sq~w se interpmúan en la relación
rodillas del padre, acurrucada como una bebita o mostrándose abierta- . t ropias necesidades. e as vela
mente seductora. A su vez, el señor H. le daba palmaditas y la acariciaba, ceso
comod_e
111 rusas
diciendo que no sabía si se trataba de una bebita o de una mujer seducto- de sus padres.
ra; pero no hacía ningún esfuerzo por sacársela de encima. Ellen dijo que
Joan era como una prostituta, que manipulaba al padre para tratar de sa-
carle una mensualidad mayor. En otras oportunidades, si se proferían Los hijos como objetos de sacrificio
quejas contra ella, Joan se paraba frente al padre, cubriéndolo de insultos
para tratar de provocar en él una agresión física. Incluso, lo hacía objeto
Kem e no sólo contribuyó a que el público tomara con~i~n?ia d_e
ul~radje odres,~~~ b~i~~r!;~~~:~!~
de sus sarcasmos diciendo que ojalá estuviese muerto. El conflicto era tan
caótico que Ellen a menudo se cubría con su abrigo, se arrellanaba en su los probkmas relativos al d e ment
asiento y se quedaba dormida. Los terapeutas siempre apremiaban a am- t ·a que la mayona e 1os es a os e l
vamen e par .- Declara· «Por lo genera ,
bos progenitores para que restauraran el orden, ya que con frecuencia to- leyes destinadas a proteger a esos mno~ .. l . a~en que de sí mis-
do el mundo, incluido el mobiliario, parecía a punto de ser víctima del caos. esos niños son muy leales. Llegan a acep ar a rm . lo ue
A veces, Ellen también unía sus gritos y amenazas al desorden general. mos tienen sus padres, creen que son malos y ~ue se mere~:nrel:;cir
La señora H. permanecía sentada en su silla, sumida en un pétreo si- "b n Esta actitud persiste durante largo tiempo Y sal .
lencio, sin hacer ningún esfuerzo por interceder para que cesaran los tiro- rec1
en une período
. .
posterior de la vida, cuan d o esos p equeños
, se conv1er-
nes de cabello o las amenazas con los puños. Sin embargo, en un nivel ver- ten en padres Y castigan a sus propios hijos» [58, pag. 53].

312
313
. En las fa~ilia~ en que los padres han experimentado
prana car~ncla obJetal o pasaron los años des fi . . , una tem. Conclusiones
gar adoptivo tras otro, o bien. en instit . u o~macwn en un ho.
dad de paternalizar incluso a un nin-o ucwnes, pa:ece haber necesi- Los adultos que no han preelaborado de manera adecuada su se-
muy pequeno: paración emocional y sus sentimientos de culpa pueden permanecer,
En el caso de una niñita de cuatro año f inconscientemente, en extremo leales y comprometidos hacia sus fa-
mo COnSecuencia de la paliza que le hab' S q~e d ue llevada al hospital CQ. milias de origen. Así, sus hijos pueden ser usados como objetos susti-
quien había aceptado hacerse cargo d l~n a o, era la abuela materna tutivos de gratificación de las necesidades insatisfechas de depen-
q~e. siempre la habían rechazado. La see~o :· ~~ cua~o la madre sentía denciá, agresivas o sexuales. Incluso, los padres pueden tratar de
milla con ocho hijos. Ella sentía ue siem r~ . o_rma a parte de una fa. saldar la deuda que tenían con sus propios progenitores «dándose» a
zós por contentar a todo el mund~ en l /reJ;abla hecho arduos esfuer. los hijos como mártires, con lo cual generan culpas. Otorgan un tiem-
Joan, su hermana mayor soltera habíaa am . a, en :special a su madre. po y esfuerzos excesivos a sus hijos y descuidan a sus ancianos pa-
económico en esa famili~. La seÍiora K a~uml~~. :lliderazgo emocional Y dres, de modo de parecer poco comprometidos, o hasta irresponsa-
persona que siempre se había guardado.suescn t~o ~su madre como una
mentando un orgullo espartano por ~·sen Imlentos para sí, experi-
bles, con esta última generación.
que su marido o sus hijos hicieran ~od~7n u·seSnunca afectada por nada Cuando a los niños no se les permite actuar como tales, persi-
agradable pero ineficaz Joan . IJe.ran. u padre era un hombre guiendo la consecución de sus propios intereses y el dominio de sus
tablecía reglas y regla~entos ;ra~·~as~~eh:signaba la~ tarea~ a cumplir, es- tareas (escolares), ellos se sienten abrumados por un exceso de res-
La señora K. sentía que había 1 d rmanos, e Impartia los castigos. ponsabilidad, y procuran desempeñar funciones de tipo paterno. Pe-
lia cuando se casó con un hom~~a o aparta~se en forma total de la fami- ro tales roles constituyen una excesiva carga para los niños. Si estos
señor K. también sentía que su f:!~~ p~ov_emha de un medio ~erente. El ven que se los necesita emocionalmente, entonces, llevados por una
matrimonio. a o rec azabatanto a el como a su profunda lealtad hacia sus padres, aceptan roles tan inadecuados co-
En el hogar la señora K e t b b mo el del hijo paternalizado, el chivo emisario, o el de pareja sexual.
soluta de cuid~r de la casa ~ ~e~ a a. rum~~a por la responsabilidad ah- Las historias de esos sistemas familiares patogénicos revelan que
trabajos, el señor K era un ser u~ cmco JOS. A pesar de que tenía dos antes de usarse a los hijos como objetos sustitutos, a modo de padres,
de su esposa. Ni el ~eñor ni la s~~~l;: kor c~r;rpleto, y para todo dependía la relación conyugal ya no se veía ensombrecida por la decepción, la
sus sentimientos el uno hacia el ot . po Ian expresar de modo franco ira y la desesperación. Se esperaba que la pareja actuara como un
miento debido al rechazo de que sur~, o ~~nt;'lr su ~tenso dolor Y aisla- sustituto paterno idealizado de manera inconsciente, y buscado des-
e hijos. Toda la cólera y el resent' ~mt a acian.obJeto a su matrimonio de mucho tiempo atrás. A menudo, cuando la relación entre los cón-
. de cuatro años· en cuanto aImlen
muJer, 1 h.. o se canalizaban en su uruca
, · h" lJa yuges se frustra, ellos recurren a los niños como una nueva fuente de
ellos los describiera~ como «niñoso~ IJOS varol;le~, de cinco, do~ y un año,
pequeños seriamente intimidados lluenods y dociles». En reahdad, eran gratificación. Por detrás de esos esfuerzos están los intentos de los
Y eva os por el terror a la sumisión. padres por protegerse de la posibilidad de revivir un antiguo dolor
psíquico respecto de pasados objetos perdidos, así como impedir las
Cada uno de los progenito . ,
tad negativos al no sentirse a~~~e s~~la at~apado por lazos de leal- actuales separaciones emocionales. Por consiguiente, para compren-
lia de origen, y no odía t. . .O ru ~no e confianza en su fami- der en forma adecuada los fenómenos descriptos en este capítulo, re-
lealtad a su parej: Amb;sa~s~tu· suficiente confianza y sentido de sulta necesario verlos en un contexto multigeneracional. Las dife-
brían querido que ~acieran ::n~:n,oa veces, ~ue s~s familias no ha- rencias generacionales y sexuales borrosas entre padres e hijos se
una carga no deseada d 1 l que hablan Sido tratados como explican mejor sobre la base de los lazos íntimos de lealtad existen-
prenderse de la maner:a ~á: ~~;i;: pa~~s ~~ían pr?cur~d? des-
tes en todas las familias. En las más sanas, la lealtad hacia la fami-
un estado de ira crónica . posl .e. os hablan VIVIdo en lia de origen puede coexistir de modo más equilibrado con la lealtad
dependiente y llena de e:cii~~c~::\~ ~~n:li.zaban en su propia hija, hacia la familia nuclear. En los sistemas familiares patogénicos, la
ra Y propensa a rechazar a los a . m aron co~o ~uyyrovocado­ excesiva lealtad psíquica hacia la propia familia de origen se mantie-
usarla como objeto de sacrifi . .p . dres. En .~parlencla, m tentaban ne a nivel inconsciente, y esto obliga a pagar un precio muy grande al
maldad, era ella quien debía ~lZ~ s~ e.n esa runa se albergaba toda la cónyuge y a los descendientes.
lias de origen vieran lo que h b'a eJadt Entonces tal vez sus fami- Cuando se trata a los niños en el mundo íntimo de sus familias, se
amor que anhelaban. a la en e os de bueno y les dieran el revelan dimensiones nuevas y diferentes. En la terapia familiar
conjunta, en que padres e hijos participan de manera simultánea,
hay oportunidad de descubrir vínculos nuevos que podrían no ser
accesibles en el tratamiento individual del niño o el adulto. Si bien se

314
315
toma en cuenta el nivel de madurez psicosexual del niño o adulto el y cuestionar las manifestaciones de transferencia. De acuerdo con
especialista en terapia familiar tiene conciencia de que los conflictos nuestra tesis, el enfoque multigeneracional brinda a los terapeutas
están asociados de modo primordial con los procesos interrelaciona- las pistas y dimensiones más importantes para encarar los comple-
dos, reprimidos (en connivencia) o negados, que interfieren en el cre- tos aspectos con que tanto ellos como los componentes de la familia
cimiento y maduración de todos los integrantes de la familia. se ven enfrentados.
En el enfoque tradiciona_l teórico y del tratamiento de los niños, se El proceso de cambio terapéutico también se encuadra en un con-
ve a los padres como seres madecuados e insatisfactorios, o bien co- texto nuevo, como resultado del enfoque multigeneracional. En cier-
mo r~curso~ potenciales en relación con las necesidades de depen- to sentido, el hijo carenciado, los padres, y los abuelos, sufren de
dencia del hiJo. Lo que se pasa por alto es que, con mayor frecuencia igual manera, así como presentan igual necesidad de asistencia tera-
las propias necesidades de dependencia insatisfechas de los padre~ péutica. En el curso del tratamiento, la estrategia de los terapeutas
son pa~·te de la ~i~ma dinámica relacional. Un progenitor biológico debe basarse en el entrelazamiento de la culpa específica de cada
no actua automatlcamente en forma parental. A menos de satisfa- Iniembro por las obligaciones no cumplidas existentes entre las ge-
cerse las propias necesidades de los padres, estos no se pondrán emo- neraciones. Los terapeutas deben mostrarse asequibles a la realidad
cionalmente a disposición de sus hijos. de cada persona y sus sentimientos y necesidades de transferencia.
. Las observaciones recogidas en el curso de nuestra práctica dí- El alivio sintomático puede surgir como consecuencia del tratamien-
mea nos enseñan qu~, a su vez, los hijos tratan de ser sustitutqs pa- to individual de un niño o adulto, pero para que ocurra un cambio bá-
ternos para sus propws padres. Asumen roles inadecuados en térmi- sico o estructural dentro de un sistema familiar (para que se produz-
nos de edad y sexualidad, tratando de llenar el vacío parental. Los ca la reversión y se alcance un nuevo equilibrio frente a los procesos
terapeut~s especializados en fan:ilias ven los efectos que sufre el hijo destructivos) debe darse plena consideración al enfoque propio del
parentalizado o tomado como chivo emisario: depresión, dificultades tratamiento multigeneracional.
de aprendizaje, enfermedades psicosomáticas, propensión a los acci-
d~ntes, al ~uicidio y a la v~~lencia. El niño se halla en un complejo
dilen:a: es me~ paz de ser runo, por cuanto debe reprimir o negar sus
propia~ n~cesidades. Debe tratar de postergar el ritmo de su proceso
de crecumento y desarrollo. Sus leales intentos dirigidos a satisfacer
las necesidades de sus padres se ven enfrentados a respuestas ambi-
val:n~es, .P?rque_ ~o puede reemplazar del todo al abuelo y revertir
las lllJUStlCms origmales sufridas por los jóvenes padres.
Los progenitores se ven colocados en una situación aun más com-
pleja. La~ relac~o?-es conyu?"ales y paternas originan exigencias y
compromisos adicwnales, asi como también el desplazamiento de los
vínculos de lealtad que ataban a la familia de origen. ¿Cómo se ma-
neja su deuda «originaria»? ¿Niegan inconscientemente sus vínculos
Y compromisos anteriores, mientras siguen experimentando culpas
por su separación psicológica y física de las familias de origen? Exis-
ten ~res nivel~s de necesidades, que deben equilibrarse: el de los pro-
gemto:es ancianos, el del sí-mismo y los cónyuges, y el de los hijos
pequenos.
El estudio de las formas de parentalización y elección patogénica
de chivos emisarios entre los hijos de una familia permite a los tera-
peutas obtener importantes datos en relación con sus roles. Los tera-
peutas se ven obligados por los hijos a observar a los padres a través
d~ sus propios ojos, y así se pone a prueba su competencia para asu-
mu· la~ cargas que l~s niños han. estado soportando. A su vez, los pa-
dres ~1enen, ellos mismos necesidad de parentalización, aunque si-
multaneamente ya prevén que los terapeutas parentalizarán a los
niños. Esta reversión en los puntos de vista permite aprender mucho

316 317
11. Tratamiento intergeneracional de una
familia en la que se maltrataba a una hija

El ataque brutal del que algunos padres hacen objeto a sus hijos,
en forma de castigos, quemaduras e incesto, resulta indicativo de
una grave condición patológica en las familias. Los suicidios de ni-
ños, la propensión a los accidentes y las enfermedades psicosomáti-
cas también integran esta categoría. Aun cuando en este capítulo se
enfocan las implicaciones teóricas y clínicas de las familias que casti-
gan a sus hijos, entendemos que el punto de vista propio del trata-
miento multigeneracional resulta aplicable, además, en otras situa-
ciones. El trauma y las reacciones de los niños son de fundamental
importancia; sin embargo, con el fin de producir cambios sintomáti-
cos y estructurales en las familias, las relaciones paterno-conyuga-
les y las sostenidas con los abuelos deben convertirse en objeto de
consideración. En otras palabras, lo que se examina y trata es la di-
námica interconectada de ambas familias de origen y la familia
nuclear, más que la simple psicodinámica individual.
El hijo emocionalmente «castigado» y sus padres fueron ya estu-
diados en forma intensiva y extensiva. En la bibliografía especializa-
da [33] se describen de manera adecuada los descubrimientos más
importantes para la comprensión clínica del desarrollo psicosexual
del niño. Los terapeutas especializados en familias han pasado, de
ese nivel individual, a la consideración del niño sintomático como se-
ñal de que la familia precisa ayuda. El tratamiento del hijo se em-
prende en el contexto de las necesidades de toda la familia. Los tera-
peutas saben ya que los síntomas del integrante de la familia desig-
nado como paciente enmascaran conflictos conyugales, multigenera-
cionales y otros, surgidos entre padres e hijos. Cuando resulta facti-
ble, se considera al tratamiento multigeneracional como un método
más ventajoso para facilitar el cambio y el crecimiento en todos los
componentes de la familia.
La bibliografía sobre terapia familiar brinda, en cambio, escasa
información respecto del tratamiento de hijos que han sufrido mal-
tratos físicos y sus familias, o de la concepción del tratamiento ínter-
generacional. Se han hecho muchos estudios de la familia extensa, la
mayoría desde el punto de vista sociológico, a partir de tests psicoló-
gicos administrados a los miembros de más edad, y de las historias
recogidas en el curso de sesiones individuales. Son mínimas las ex-
periencias con ancianos efectivamente incluidos en sesiones con-

319
juntas de familia. De ~cuerdo con la 1:evisión de Spark y Brody [80], confirmar el diagnóstico: «No provocado-por accidente». En 1961, en
otros autores no descnben el «mundo mterior» de las relaciones exis- la reunión anual de la Academia Norteamericana de Pediatras,
tentes entre las familias nucleares y sus familias de origen. Kempe utilizó la expresión «síndrome del niño maltratado», que
Los especialistas en terapia familiar rara vez dan con niños victi- afortunadamente llegó a difundirse, despertando el interés general
mas del descuido o el castigo físico. Las familias con esta clase de y propugnando la acción de pediatras, organismos de asistencia
pl'Oblemas han estado sobre todo en contacto con médicos y hospita- social, juristas, congresales, entes policiales y asociaciones privadas.
les, organismos sociales y las autoridades legales. Además de las le- Helfer y Pollock puntualizan la importancia de este tema especí-
yes promulgadas para proteger a esos hijos, existen instituciones le- fico, al afirmar que «en 1966, de 10.000 a 15.000 niños en Estados
gales que complementan y ponen en práctica las recomendaciones Unidos fueron gravemente heridos por medios no accidentales. Se
pertinentes. Todo esto contrasta en forma directa con el caso de los estima que el 5% de esos niños murieron y del 25 al 30% sufrieron
niños perturbados emocionalmente, en que las sugerencias de conse- daños permanentes». Continúan diciendo: «Las verdaderas cifras so-
jeros escolares y maestros, médicos y otros profesionales desempe~ bre ultrajes a menores no están a nuestra disposición, ya que mu-
ñan un importante papel en relación con la posibilidad de remitirlos chos casos no se dan a conocer o no son identificados» [53, pág. 11].
a tratamiento. Cuando los sentimientos desembocan en la acción, co- Tal como lo revelan los estudios de investigación de otras condi-
mo en el caso del niño maltratado, es evidente que existen proble- ciones, no hay un tipo específico de personalidad que produzca deter-
mas. La gravedad del problema no puede negarse, ni la familia pue- minados síntomas o conducta. Los padres que hacen objeto de des-
de restarle importancia, como ocurre cuando se habla de un niño per- cuido o ultrajes físicos a sus hijos representan una amplia variedad
turbado en su faz emocional. de tipos de personalidad (por lo general, diversas combinaciones de
A continuación se-detalla una breve reseña de los esfuerzos reali- rasgos esquizoides, histéricos u obsesivo-compulsivos), y ningún tipo
zados por personas ocupadas en dicha esfera. Cabe esperar que el es indicativo de potencial maltrato a los niños. Los tests psicológicos
enfoque propio de la terapia familiar añada nuevas dimensiones a indican grandes desniveles de inteligencia, desde la baja, pasando
los esfuerzos y descubrimientos ya efectuados. Pueden plantearse por la normal, a la superior. Esto confirma que la familia como un
varias cuestiones iniciales. En primer término, ¿qué magnitud posee todo debe constituir el criterio rector del enfoque del estudio.
el sector de la población al que puede aplicarse la expresión «síndro- Todos los niveles socioeconómicos están representados, y la ma-
me del niño maltratado»? En segundo lugar, ¿hay una definición es- yoría de los padres de estos niños aparentan estar bien adaptados.
pecífica de ese síndrome, o se trata de un rótulo vago y nebuloso? Fi- Reiner [72] declara que «las diferencias de clase social no protegen a
nalmente, en un enfoque multidisciplinario, ¿qué esfuerzos se han los niños del descuido y los castigos [físicos] y sus secuelas, el retardo
visto coronados por el éxito, y qué factores adicionales que puedan físico y social. El modo en que los padres se presentan a sí mismos
acrecentar dicho éxito deben considerarse? difiere, y es difícil creer que pueda existir descuido o castigos de no
chocar contra el marco de la pobreza. En el sector económico superior
de la población, los síntomas de descuido pueden ser más sutiles,
expresados en formas psicosomáticas» [66, págs. 33-4].
Datos históricos y de investigación Morris y Gould afirman que «los estudios del niño descuidado o
castigado y sus padres pueden contribuir a resolver el enigma del
A comienzos del siglo XIX se creó en Nueva York y Filadelfia una retardo social, que a menudo se desatiende con el "diagnóstico" de
Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Niños. Estas pobreza o de carencia social o materna. El retardo social es un proce-
sociedades contribuyeron a instrumentar los derechos del menor y la so activo, destructivo, interpersonal. Expresado como falta del rol
aprobación de leyes destinadas a proteger a los pequeños del descui- parental o ineficacia en su cumplimiento, es la causa de muchas en-
do físico y la crueldad indebida. Los departamentos de bienestar so- fermedades físicas y mentales» [66, pág. 34].
c~al Y los tribunales han desempeñado un papel de similar importan-
Cla, tratando de ubicar a esos niños en hogares de padres adoptivos e
instituciones que se hicieran cargo de ellos.
. , En el camp,o médico se requerían los esfuerzos de pediatras, ra- De los conceptos intrapsíquicos a los relacionales
diologos y patologos a los efectos de confirmar que los daños físicos
sufridos por el niño no eran consecuencia de accidentes. Los descu- Un niño puede convertirse en blanco de los conflictos intrapsíqui-
brim~entos de Caffey [27], radiólogo, y de Silverman [79], patólogo, cos de un progenitor, exteriorizados y actuados sobre el hijo. Johnson
son eJemplos del aporte de verdaderos pioneros que contribuyeron a y Szurek [56] realizaron un aporte significativo al describir el fenó-

320 321
meno. Philbrick [69] descubrió que el descuido y el ultraje pueden niño no brinda ninguna gratificación, el progenitor responde con ira
ser el lenguaje en acción del progenitor, un llamado de ayuda. y frustración[ ...]. La segunda serie de circunstancias es la presencia
Otro aspecto también descripto es el de la inversión de roles. Mo- de un tipo adicional de situación causante de tensiones para el pro-
rris y Gould lo definen como «inversión del rol de dependencia, en genitor. A menudo, el progenitor que castiga al hijo se siente incapaz
que los padres se vuelven hacia los bebés y niños pequeños en busca de recibir apoyo emocional de su cónyuge o de otros parientes. Como
de cuide.~os y protección». El hijo es parentalizado, o sea que se lo ne- en los mismos padres hay un gran residuo de necesidades emociona-
cesita, y procura convertirse en padxe sustituto de sus propios proge- les insatisfechas, son extremadamente sensibles al retiro de dicho
nitores. «En el síndrome del hijo descuidado o maltratado el concepto apoyo en su medio» [53, pág. 17]. A su vez, el hijo parentalizado o
del rol parental quedó fijado a la satisfacción de las primeras necesi- convertido en chivo emisario colabora de buena gana, procurando sa-
dades interpersonales: los sentimientos y conductas infantiles. ex- tisfacer las necesidades del progenitor.
plosivos, incontrolados que anteceden al desarrollo del yo. Eso~ pa- De acuerdo con nuestra hipótesis, más que considerar el proble-
dres parecen haber percibido a sus propios progenitores como seres ma como la actuación de los conflictos intrapsíquicos de un indivi-
carentes de amor, crueles y brutales» [66, pág. 31]. duo, este requiere un enfoque multigeneracional. Los especialistas
Tal como los describe Fenichel [36], algunos de esos padres puni- en terapia familiar han dado un gran paso al considerar a la familia
tivos tienen una concepción arcaica y animista del mundo, basada en nuclear como una unidad sana o perturbada. Al extender la unidad
la confusión del yo y el no-yo, del sí-mismo y el no-sí-mismo; una de estudio y tratamiento a los sistemas de familias extensas, se reve-
suerte de identificación invertida en que el mundo externo se' con- lan dimensiones más amplias y profundas. Nuestro enfoque consiste
vierte en suma total de la existencia y el sí-mismo en cualquier pun- en construir un puente entre la dinámica de personalidad individual
to del tiempo. y la dinámica relacional multipersonal o del sistema familiar. Talco-
Boardman [10] enfoca esta conducta desde el punto de vista edu- mo asevera Boszormenyi-Nagy, «las relaciones multipersonales in-
cativo o del aprendizaje. La autora destaca «el gran peligro de las cluyen, pero [en cierto sentido] sobrepasan, la organización psicoló-
creencias fantasiosas y de los clisés que hablan de "aprender la lec- gica [del individuo]. La teoría relacional no estudia las estructuras
ción" y de "dar otra oportunidad"[...]; los castigos reiterados[... ] de- intrapsíquicas aisladamente del contexto de las relaciones vivas»
muestran que esos padres no aprenden. Esta falta de aprendizaje y [18, págs. 375-6].
de respuesta ante el castigo con que se amenaza sugieren pautas de La esencia de la terapia familiar radica en el concepto de que los
conducta tan fijadas que la autoconservación ha llegado a ser secun- compromisos de lealtad constituyen importantes factores motivacio-
daria» [66, pág. 33]. nales en toda relación caracterizada por la proximidad: marido-mu-
jer, pad!·e-hijo, incluyendo a los padres ancianos y los hijos adultos.
Para expresarlo en otros términos, la esencia de la vida de cada uno
se entrelaza con todos los demás seres de importancia. La lealtad y el
Concepción sistémica de la familia endeudamiento con cada uno de esos seres importantes son la fuerza
central subyacente a los sistemas o redes relacionales. El terapeuta
La bibliografía que trata sobre castigos a los niños hace referen- especializado en familias se interesa por el bienestar emocional y el
cia a las relaciones. Al buscar un significado por detrás de la conduc- crecimiento de todos los integrantes de la familia nuclear y extensa.
ta violenta, las causas se atribuyen a series específicas de circuns- En el tratamiento de todos los miembros de la familia, cada indi-
tancias psicológicas dentro de una familia nuclear. viduo no sólo enÍl:enta su estructura psíquica interna y relaciones in-
Helfer y Pollock detallan dos condiciones: «La primera es una teriorizadas sino que, además, debe enfrentar los fantasmas quemo-
pauta específica en la que [... ] se espera que los niños satisfagan ran en torno de sus relaciones reales con seres vivos. En la terapia
[...]las necesidades emocionales de los padres. Una manifestación individual una persona puede ocultar ciertas actitudes, pero es más
de esas pautas es la insistencia en un elevado nivel de rendimiento probable que se revelen en el curso de la terapia familiar, cuando to-
en niños sumamente pequeños. El pediatra puede advertir que la dos los componentes de la familia se hacen presentes para analizar
mad!·e insiste en esperar del niño [pequeño] conductas que van mu- los problemas. Las gratificaciones inconscientes y sustitutivas, los
cho más allá de su edad cronológica. En esas familias, los niños ma- actos destructivos, y la manipulación de roles se revelan con más fa-
yorcitos suelen ser muy hábiles para brindar apoyo emocional a sus cilidad por medio de la conducta en las sesiones de familia. Cuando
pad!·es. Esta pauta desborda la demanda[... ] de excelencia en los todos los integrantes de la familia están presentes, las interacciones
pequeños, porque lo que en realidad se pide de ellos es que com- resultan observables «en vivo», en comparación con lo que ocurre
prendan y acepten las necesidades de afecto de sus pad!·es [...] . Si el cuando una sola persona describe en forma indirecta a sus relaciones

322 323
0 permite que se revelen en los fenómenos de transferencia con un te- Consideraciones sobre el tratamiento
rapeuta individual.
Una de las principales resistencias en el tratamiento individual Los individuos explotados que tratan de reequilibrar los efectos
puede estar vinculada con el problema de la lealtad y las obliga~io­ de sus relaciones formativas por medio del castigo a los ni:ii.os suelen
nes familiares. El hijo parentalizado, o incluso el abuelo convertido ser dificiles de tratar. A pesar del temor que pueda inspimrles la ley
en chivo emisario, sólo puede salir de ese papel asignado y asumido y otras ulteriores consecuencias, incluso pueden demostrar muy po-
si sabe que las demás personas reciben apoyo y ayuda en el proceso co remordimiento o culpa por sus actos. Aun después de descargar
de crecimiento. Un miembro de la familia puede seguir siendo leal y sus sentimientos por medio de un acto tan agresivo, siguen mante-
mantenerse a disposición de su familia de origen permaneciendo en niendo una actitud crítica y colérica hacia sus hijos. Profesionales y
una posición cerrada que contribuye a sustentar la homeostasis fa- vecinos o amigos se ven rechazados y asustados por semejante exhi-
miliar. Sus síntomas pueden constituir un grito de ayuda para toda bición de violencia paterna; por añadidura, tienen pocos deseos de
su familia, que de manera inconsciente desea diferir o impedir la se- verse envueltos en los procesos morales o legales.
paración emocional y la individuación. A menudo esos individuos A pesar de ello, expertos de muchas disciplinas han dado pasos
son incapaces de comprometerse de modo pleno con su cónyuge, activos en pos de la cura y protección de esos hijos. Tienen conciencia
hasta tanto no puedan reequilibrar y saldar sus deudas hacia la de la necesidad de aplicar medidas correctivas, especialmente en
familia de origen. . vista de la historia de castigos reiterados a un mismo niño o a varios
En las familias en que los hijos se asimilan consciente o incons- en una familia. Surge la necesidad de hallar métodos más eficaces de
cientemente a los roles de los abuelos, gran parte de las necesidades prevención y tratamiento de esas pautas repetitivas. La terapia in-
de dependencia insatisfechas del progenitor han sido canalizadas en dividual no ha dado resultados suficientemente satisfactorios en re-
los niños. El efecto es paternalizar a todos y convertirlos en chivos lación con individuos aquejados de trastornos del carácter y con pa-
emisarios dentro de una forma de involucración cerrada y en exceso cientes fronterizos. Temporariamente, puede considerarse la posibi-
estrecha, en tanto que se rechazan a terceros de importancia o se los lidad de apelar a hogares adoptivos, servicios de «amas de casa» y
deja afuera, de modo que aparecen inasequibles en relación con la otros recursos de la comunidad; pero para que se produzca un cam-
necesidad de brindar apoyo emocional. bio más permanente, el tratamiento multigeneracional ofrece a lar-
Sobre la base de estas premisas, debemos tener en cuenta las di- go plazo posibilidades más económicas y significativas.
mensiones trigeneracionales: por ejemplo, los anhelos que, por de- Un terapeuta, como cualquier otro profesional (ya se trate de las
trás de los sentimientos heridos y coléricos, se transfieren inconscien- «amas de casa» temporarias, los pediatras u organismos de asistencia
temente del progenitor al cónyuge o los hijos, pueden luego volver a social), sólo constituye una fuente pasajera de apoyo emocional. Esas
conectarse en forma directa con las fuentes de origen. En otras pala- personas pueden, por un cierto período, desempeñar el papel autori~
bras, el enfoque multigeneracional proporciona nuevas oportunida- tario o superyoico para la familia incapaz de funcionar de manera
des para modificar y cambiar las relaciones que al presente parecen eficaz en este nivel. Una joven mujer lo expresó de modo muy gráfico
desesperanzadas, inflexibles y poco gratificantes. En el sistema de cuando le dijo a una enfermera: «jUn beso o una palabra de aliento
contabilidad de la familia, entonces, la injusticia cometida en rela- de mi madre valían por cien de otra persona!».
ción con los progenitores que fueron explotados o abandonados en lo En el siguiente caso, al examinar las relaciones existentes entre
emocional puede corregirse y reequilibrarse. Por detrás de los actos el hijo, la joven madre y la familia de origen de esta, así como las re-
de agresión dirigidos hacia el hijo están todos los sentimientos acu- laciones conyugales y paternas, no sólo se proporciona material pro-
mulados de cólera impotente por haber sido explotados. Así, represa- cedente del pasado, sino que se acentúa aquello que sigue siendo do-
lias y venganza vuelven a promulgarse sobre el hijo provocador y de- loroso en las actuales relaciones. Podemos entender la importancia
safiante. Los sentimientos de culpa pueden modificarse o aliviarse de los «fantasmas» del pasado, pero lo más importante era que la vi-
descargando las obligaciones emocionales en las relaciones persona- da actual de esa mujer revelaba que estaba «peleando con sus som-
les más próximas. Por ejemplo, si una joven madre y su propia proge- bras» en su existencia presente. Al ver a las tres generaciones jun-
nitora se ponen la una a disposición de la otra y descubren niveles tas, esas sombras de relaciones pasadas cobran vida y se convierten
nuevos o diferentes de relación, ello estimula respuestas más gratifi- en conflictos abiertos, y los medios para resolverlos resultan más
cantes entre todos los miembros de la familia. De esta manera, pue- asequibles a las tres. Se ayuda a cada una a enfrentar el hecho de ha-
de liberarse y modificarse el sistema familiar, yendo de un nivel es- ber sido explotada y endeudada. Esos vínculos de lealtad negativos
tancado de relación poco generosa a otro más espontáneo, en que se pueden modificarse, transformándolos en una involucración y com-
comparten cosas y se brinda apoyo emocional. pensación emocional constructiva.

324 325
Otro problema es la cuestión de la resistencia, que se aplica a ese a
sino además de sus intentos por ayudar los padres. El hijo está tan
grupo pertinaz de sujetos gravemente perturbados que rara vez soli- inmerso en los conflictos conyugales y paternos que, en forma in-
citan tratamiento para sí. Sus conflictos se proyectan de modo in- conscientemente leal, permite que lo usen como blanco de la cólera
consciente sobre otros integrantes de la familia. No pueden soportar del progenitor. Tal como manifiesta Boszormenyi-Nagy, «el hijo se ve
su angustia o depresión, y suelen recurrir a mecanismos de «huida» atrapado en la lucha de los progenitores por corregir una injusticia y
para escapar a la terapia. En esas situaciones, específicamente el se convierte [... ] en chivo emisario por anteriores injusticias» que
t~·atamiento multig~ner~cional se tolera con mayor facilidad. A p'ar- ellos sufrieron [18, pág. 377]. El hijo parentalizado, o convertido en
t;r de nuestra expenencm, sabemos que aunque al principio la fami- chivo emisario, se somete de modo inconsciente a las expectativas de
lia nuclear resiste la incorporación de los abuelos o bien estos en un la familia sobre su conducta.
comienzo se niegan a ser incluidos, a la larga se produce la reacción En esencia, el hijo sintomático intenta salir de su actual fase del
opuesta. Los abuelos a menudo se sienten heridos y solos, como con- desarrollo, pero a la vez expresa la necesidad y esperanza de un cam.
sec':lencia ~e los conflictos pasados o presentes, y de que sus vidas es- bio en la familia. El hijo paternalizado asume una responsabilidad
tuVIeron signadas por el rechazo, la exclusión y la explotación. Debi- prematura por su familia, a menudo a costas de su propio crecimien-
do a ello, pueden mostrarse accesibles al tratamiento e incluso ansio- to emocional. Los otros hijos pueden negar o reprimir sus necesida-
sos por ser incluidos en él; esto constituye una oportunidad para que des y, en realidad, apoyar los aspectos represivos y estancados del
todo el mundo vuelva a saldar cuentas, de manera tal de mejorar por sistema familiar. En el caso que presentamos, Mary Ann se mostra-
fm las relaciones familiares. ba provocadora y desafiante hacia sus padres, tal como sería de espe-
Los especialistas en terapia familiar, al señalar su convicción so- rar en una niñita de tres años y medio que se hallaba en la etapa
b;e el valo~ ~e este eñfoque, estimulan la esperanza de que las rela- anal del desarrollo psicosexual. Por otra parte, como hija parentali-
c:o?es familiares puedan modificarse a pesar de la edad o la asequi- zada trataba de ayudar a la madre dándole el biberón a sus herma-
bilid_a~ de -~buelos y hermanos en las familias de origen. Este tipo de nitos menores, poniendo la mesa y retirando los pañales sucios. Sus
p~rtlCI_P~~wn depen~e de la capacidad del terapeuta para ponerse a hermanos mayor y menor eran niños buenos y tranquilos, que se
dispos1c1on de cada mtegrante de la familia y no adoptar postura al- aislaban pasivamente de los conflictos paternos. También era Mary
guna contra ningún miembro. Tanto los individuos como sus fami- Ann quien brindaba buena parte del afecto abiertamente demostra-
lias ponen a prueba a los terapeutas incorporándolos a la familia do. Era ella quien de manera más activa consolaba a la madre, el pa-
con lo cual estos pueden convertirse en chivos emisarios en las alian~ dre y los hermanos cuando estaban perturbados.
zas Y divisiones familiares. El terapeuta debe ser lo bastante fuerte El organismo de adopción y los tribunales la ubicaron en el hogru·
como para aceptar su inclusión dentro del sistema familiar y estar de la abuela materna. Allí continuó reiterando la misma conducta,
«en favor» de cada miembro, pero mantenerse apartado en su papel poniendo a prueba a todos, provocándolos para que le pusieran lími-
de persona que facilita el cambio emocional. tes y para extraer a la vez respuestas afectuosas, incluso en esos
abuelos que habían estado emocionalmente divorciados durante mu-
chos años. El esfuerzo central del tratamiento consistió en ayudarla
a ella y a sus hermanos a renunciar a esos roles de tipo adulto que
El rol de los hijos habían asumido, para permitirles actuar como verdaderos niños.
Con el fin de lograrlo en relación con esos hijos, primero fue necesa-
En cierto sentido, en estas familias los hijos son «víctimas» de los rio tomar conciencia de las insatisfechas necesidades de dependen-
s~ntimientos agresivos del progenitor. Young afirma que «los hijos cia de los adultos, así como de sus negativos vínculos de lealtad, no
s~-ven de escudo protector de un progenitor contra la conducta agre- resueltos, con sus familias de origen y el otro cónyuge, para reequili-
Siva del otro. Cuanto más se conviertan los hijos en objetos de ultraje brarlos por medio de una involucración constructiva y la compensa-
patern~, menos se dirigirán las actitudes punitivas hacia el progeni-
ción de deudas, En caso de conseguirse esto, los padres pueden en-
tor pasivo [...]; en efecto, los hijos sirven de chivos emisarios» [94 tonces actuar como tales hacia los hijos, y los padres sustitutos (los
p_ág. ~O]. ~~1 como lo ~onceptualiza Brodey, «al incorporar ellad~ terapeutas, los servicios de padres adoptivos y de «amas de casa»
rrr~cwnal del progemtor, sus aspectos desacordes con el yo, el hijo temporru;ias, y los tribunales), abandonar su participación activa.
n_o solo les.~a a los padres un medio para evitar la angustia interior»,
smo ~amb1en para mantener el equilibrio [23, pág. 397].
Sm embargo, desde el punto de vista de la familia o relacional la
conducta del niño no sólo es reflejo de sus conflictos intrapsíquidos,

326 327
Terapia de los hijos culpa al organismo de adopción, a los padres adoptivos (suegros) y,
por último, incluso se enojaron con los propios ~ños. Su a.nsiedad fi.
Todos los hijos asistían a las sesiones, a menos que estuvieran en- nalmente disminuyó, y todos se asentaron gracias al contmuo apoyo
fermos. No se introdujo ningún material de juego en ellas, para ob. prestado por la agencia de personal temporario y el terapeuta.
servar directamente las interacciones físicas y verbales entre padres Naturalmente, las visitas realizadas por Mary Ann a manera de
e hijos,-como también entre los hermanos. En general los niños esta- prueba y su posible retorno al hogar produjeror: aún más ansiedad.
ban muy quietos y, desde el punto de vista del terapeuta, se porta- Cuando se le permitió volver a su casa, las autondades de la escuela,
ban demasiado bien. Los padres saltaban sobre los hijos ante cual- los abuelos, como también el señor y la señora C., afirmaron que era
quier forma de interacción verbal emitida en voz muy alta o inquie- una niña distinta. En las sesiones parecía más libre y feliz. Sus her·
tud física de parte de aquellos, aunque se tratase de manifestaciones manos se mostraban también más locuaces y físicamente activos.
propias de su edad. En el curso de las sesiones, Mary Ann se mostra- Esto sucedía al mismo tiempo que la señora C. y sus padres y herma-
ba muy afectuosa hacia sus padres y hermanos: en repetidas oportu- nos se volvían más asequibles entre ellos.
nidades trató de tener al bebé en la falda o darle el biberón. En las se- Lo que ayudó a todos los niños de manera fundamental fue coro·
siones no se repitió su conducta burlona, irritante, dominante. Pero probar que su madre reequilibraba y modificaba sus anteriores rela·
durante unos cuantos meses después de iniciada la terapia, la maes- ciones, airadas o distantes, convirtiéndolas en vínculos de. amor y
tra de la nurserí y los abuelos siguieron diciendo que todavía se mos- estrecha participación con abuelos, tías y tíos. Ya no se necesitaba de
traba muy dominante con ellos, tratando de ejercer siempre su con- los hijos como blanco de los estallidos injustos y agresivos de sus
trol. No demostró abiertamente ningún temor hacia sus padres, y las padres. El cambio en las relaciones en una parte del sistema familiar
palizas recibidas no parecieron haberla traumatizado. trajo aparejada, a su vez, la modificación de las relaciones entre los
El terapeuta le dijo a los padres que podían continuar haciéndose C. y sus hijos.
cargo de lo que sucedía en las sesiones, pero que no se suponía que
los niños tuvieran que actuar como si estuvieran en la escuela. A pe-
sar de ello, durante largo tiempo el matrimonio C. siguió lanzando
miradas aterrorizadoras a los hijos, amenazándolos con el castigo y Ejemplo clínico
haciendo chasquear los dedos para exigir obediencia inmediata. Sin
embargo, había muestras abiertas y abundantes de afecto, y los El caso presentado guarda muchas similitudes con los que descri-
hijos, incluida Mary Ann, no parecían temerosos de los padres. En el be la bibliografía sobre el síndrome del niño maltratado. No obstan-
curso de las sesiones, la señora C. se comportaba como un sargento, te, además de los esfuerzos por curar a esos niños traumatizados, lo
incluso con el señor C., quien cumplía sus órdenes de ponerle los pa- que se subraya son las dimensiones que refleja la terapia con los sis-
ñales o alimentar al bebé, o llevar al baño a los otros hijos. En otros temas de familia nuclear y extensa. Esto de ninguna manera excluye
momentos, el señor C. jugaba con los hijos, más como un hermano otras dimensiones (individual, matrimonial, y de padre-hijo). No po-
que como un padre. demos proporcionar un cuadro completo de todos los esfuerzos reali-
En otras familias con hijos de esta edad suele haber cierta hiper- zados para modificar estas complejas relaciones familiares sin reco-
actividad, inquietud, peleas, gritos, llanto, corridas fuera y dentro de nocer también plenamente los esfuerzos y el apoyo brindado por el
la habitación, frecuentes idas al baño, etc. Los niños C. eran mucho instituto de protección de menores, la guardería, el servicio de «amas
más sumisos y pasivos, física y verbalmente, hacia sus padres y el te- de casa» temporarias y los tribunales.
rapeuta. A la larga entraron en calor, exhibieron sus regalos de Na- Al aceptar la derivación del instituto de protección de menores, la
vidad y su nuevo bebé, se mostraron afectuosos con el terapeuta, y le clínica psiquiátrica y los tribunales, el requisito planteado era que
trajeron muchos dibujos. toda la familia nuclear asistiera a las sesiones y que, además, se in-
Fueron los niños quienes consolaron a su llorosa madre cuando cluyera a los abuelos con la mayor frecuencia posible. (Los abuelos
esta habló de extrañarlos. «jEl silencio era mucho más insoportable paternos, que estaban divorciados, se negaron a que se los incor~m;a·
que los ruidosos pedidos de los niños!». Al cabo de unos tres meses, los se.) Las instituciones sociales actuaban como forma de apoyo bas1co
varones fueron a casa durante los fines de semana; Mary Ann podía para la terapia, pero, de modo más significativo, desempeñaban en
pasar los domingos con sus padres, y se les permitió visitarla en la forma temporaria el papel de padres sustitutos. Aunque el trata-
casa de los abuelos maternos. El terapeuta tuvo que ayudar a los pa- miento descripto se extendió a lo largo de un año, la señora C. conti·
dres a manejar el insomnio de los niños, la enuresis nocturna y otras nuó manteniendo contactos telefónicos con el especialista en terapia
reacciones provocadas por la separación. Al principio le echaron la familiar durante el año siguiente.

328 329
Información proporcionada por los organismos La historia de la madre
que derivaron el caso
La señora C., de veinticinco años, era una mujer obesa aunque
Tres meses antes, Mary Ann C., de cuatro años, fue hospitalizada atractiva y locuaz. Era la sexta de ocho hermanos. Por ese entonces,
a causa ;de las magulladuras y fuertes contusiones sufridas por el en el hogar de sus padres todavía vivía una hermana mayor, soltera,
castigo que le había dado su madre, con un cinturón con hebilla. Ade- y dos hermanos menores. Su padre era un mecánico calificado que,
más, ella casi se había ahogado en una bañadera con aceite para be- aunque trabajaba en forma tenaz, con frecuencia había perdido to-
bés, donde la habían dejado sola. Su padre la encontró en estado de das sus ganancias en apuestas. Como resultado, Leona, la hija ma-
inconsciencia, y le practicó respiración artificial boca a boca mien- yor soltera, no sólo seguía siendo la fuente más confiable de ayuda
tras esperaba la ambulancia. económica, sino que había cancelado la hipoteca que pendía sobre el
Al principio, el señor C. dijo que era él quien le había dado la pali- hogar paterno. Aunque la señora C. se quejaba de que sus padres la
z~. Después fue arresta_da la señora C., llevada a la cárcel, y poste- habían rechazado y explotado, era Leona quien, según su descrip-
r:~rmente se la transfinó a una clínica psiquiátrica para su evalua- ción, manejaba la vida de todos con mano de hierro. También era ella
cwn. Cuando Mary Ann contaba dos años y medio la habían interna- quien dictaminaba quién recibiría qué, y cómo debían ser tratados
do por una contusión. La madre, que la había azotado, declaró en ese por los demás miembros de la familia.
entonces que la ni?a se h?:bía golpeado al resbalarse sobre un felpu- La señora C. consideraba que había sido una hija buena y obe-
do. Ambos progemtores diJeron que su hija había sido una niña «ma- diente, que siempre «sacaba la pajita más corta». Recordaba que al
la» desde que tenía seis meses, y que desde el punto de vista de la dis- comienzo de su adolescencia había sentido desapego por su familia, y
ciplina constituía un problema cada vez mayor. Mary Ann imitaba a por períodos se sentía tan deprimida que llegó a considerar la posibi-
su madre, la provocaba y la desafiaba en forma abierta. Se mofaba de lidad del suicidio. Recordaba cómo se había metido en un auto,
ella, la zahería, y decía cosas que la señora C. afirmó no haber osado conduciendo durante horas enteras en «estado como de amnesia»,
decir nunca a sus propios padres. Estos la habrían «matado» si lo hu- queriendo chocar el coche y matarse. Al egresar de la escuela secun-
biera hecho. Un servicio para el cuidado del menor los había deriva- daria trabajó como secretaria hasta los diecinueve años, cuando la
do para que iniciaran el tratamiento, pero por ese entonces no lo si- dejó embarazada un hombre casado. Cuando se lo confió al señor C.,
guieron. Un año después la madre fue a una clínica de orientación se casaron al cabo de muy pocos meses de conocerse.
p~diátrica, _donde asi~tió a un total de cinco sesiones, pero el trata- Sentía que su familia lo miraba al señor C. con desprecio porque
nnento fue mterrump1do tres meses después, cuando la pequeña fue no había terminado la escuela secundaria. La familia de ella actuaba
golpeada y hospitalizada. El castigo había sido administrado por como si él no estuviera a su nivel, y nunca concedían a ninguno el
am.bos padres, aunque el señor C. insistió en que la esposa lo había merecido crédito por sus esfuerzos. La muchacha se sintió profunda-
obligado a hacerlo. A menudo le retiraban la comida, y encerraban a mente lastimada cuando al cumplir 21 años su familia no siguió la
la pequeña en un armario en cualquier momento del día o de la no- tradición según la cual le daban a cada hijo 100 dólares y un juego de
che, para que «se calmara». Se sugirió que la señora C.la llevara a un muebles al casarse. Sintió que los trataban como parias. Quería
lugar tranquilo cuando Mary Ann no respondía a los esfuerzos de su tener ocho hijos como su madre, a pesar de que ya tenía un hijo de
progenitora por controlar sus arranques temperamentales. La seño- cinco, Mary Ann, de cuatro, otro hijo de dos, un tercer varón de once
ra C. se sintió derrotada cuando, una vez más, trató de dejar sentado meses, y ahora estaba en el quinto mes de embarazo. La madre
q~e e:a una persona buena y cariñosa, una esposa y madre extraor- sufría de fuertes cefaleas. Cuando Mary Ann tenía poco más de dos
dinaria. Mary Ann había cuestionado esa imagen. años, la señora C. fue internada para realizarle un estudio, ya que
Los C. se ~abían cas,ado cuando la señora C. tenía 19 años, y seis también ella se quejaba de jaquecas.
meses despues ella hab1a dado a luz a John, ahora de cinco años. Ma-
ry Ann, la designada como paciente, tenía cuatro años, Jim dos, Tim
uno, Y la madre estaba nuevamente embarazada. Por medio de un
La historia del padre
contacto reciente se supo que había dado a luz a su sexto hijo en su
séptimo año de matrimonio. El señor C. era un hombre bajo, de físico magro, y tenía veintiséis
años. Su padre había abandonado a la familia y obtenido luego el di-
vorcio. Ambos progenitores se habían vuelto a casar. Sin embargo, el
padre del señor C. lo había hecho con una mujer que sólo tenía cinco
años más que la señora C. El señor C. tenía tres medios hermanos de

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esa unióJ?-. Él ~o quería repetir la experienCia del matrimonio de sus cólera. La señora C. vivía la situación laboral del esposo como si se
pacb:es_ru su VI~a de hogar. Sentía que ellos siempre habían esperado tratara de una manera de mantenerse alejado de ella y de los niños.
demasiado de el, y que a su vez lo habían explotado desde los doce Cuando Mary Ann se ponía demasiado dificil de manejar, ella lo lla-
años, pidiéndole ~nero constantemente. En cuanto a su madTe, dijo: maba por teléfono a él para que dejara el trabajo y viniera a la casa.
· «~~muestr~ su frialdad en forma amable». Le había contado a su fa- Ambos se turnaban en las palizas.
milia del-pnmer embarazo de la señora C., y desde entonces nunca la En las sesiones con los abuelos maternos, a instancias del tera-
aceptaron._Des~e su ~anc~a había sido asmático, e incluso después peuta, la señora C. trató de hablarle a su madre de sus sentimientos
des~ mat~·1moruo ~eb1eron mternarlo. No confiaba en nadie, y nunca de soledad al crecer; sentía que sus esfuerzos por ser útil en el pasa-
hab1a terudo relaciOnes demasiado amistosas con sus pares. do nunca habían sido realmente apreciados. La abuela materna per-
maneció sentada en un silencio helado, apartando el cuerpo de su hi-
ja. ¡Dijo que no sabía de qué estaba hablando esta, y que nada de lo
Relación conyugal que decía era cierto! Aun cuando la señora C. rompió a llorar, lama-
dre insistió en que lo único de malo con la hija era que «la echaron a
E_l señor C. tenía dos ~rabajos, uno de jornada completa y otro perder con mimos». Había tratado a cada uno de sus hijos exacta-
?arc1al, pero con ~recuenc1a caía enfermo, por lo que no podía traba- mente de la misma manera. Le dijo a los terapeutas que su hija no
Jar en forma contmua. La señora C. estaba sola gran parte del tiem- era tan paciente y calma como lo había sido siempre ella con sus
po, Y sostenía que económicamente no era necesario que él tuviera hijos. El abuelo materno coincidió a medias con su esposa, a pesar de
dos trabajos. Rara vez salían juntos, y el señor C. se sentía resentido que rara vez se hablaban, y durante muchos años no habían vivido
porque la_ esposa objefaba que saliera con los «muchachos» después como marido y mujer. Trabajaba en el Inismo sitio que el señor C., y
del trabaJ?·. Entregaba su dinero a la esposa, quien asumía plena sostenía que su yerno no le gustaba.
responsabilidad por el pago de las cuentas. Peleaban con frecuencia Al cabo de varias sesiones, la abuela materna se negó a volver,
Yde manera violenta; en varias ocasiones, la señora C.lo había lasti- alegando como razón sus fuertes jaquecas. La señora C. rompió a llo-
ma4o con unos alicates para uñas o con un cuchillo de cocina. rar diciendo que, en lo tocante a su familia de origen, todo era inútil.
Elle hacía muchas bromas, lo que enfurecía a su mujer. En el cur- Airada, le manifestó al terapeuta que no tenía sentido tratar demos-
so de las peleas el hombre la cubría de vituperios e incluso insinuaba trarse franca con sus padres, y que nada cambiaría. Asignaba lama-
que era promiscua en lo sexual. La conducta de ella oscilaba entre yor parte de las culpas a su hermana Leona, a quien luego comparó
mostrarse ~ruante y af~c~~osa con su esposo, y denigrado y humi- con Mary Ann. Sentía que ambas eran iguales en las críticas y recha-
llarlo. El senor C. descnbw a su esposa como una mujer regañona y zo de que la hacían objeto, y que siempre trataban de controlar la si-
un ama de casa puntillosa en exceso. Sexualmente la encontraba tuación y manejarla a su manera. Sin embargo, sentía lástima por su
~~s exigente de 1? q~e él ~ismo era. El marido no q~ería tener más madre, quien a su entender estaba por completo en manos de Leona.
hiJOS, pero no podía discutir el tema en forma directa y abierta con su Ella se sentía resentida porque su madre era usada como felpudo y
esposa. La señora C. creía que él la quería tener siempre embaraza- maltratada por Leona y sus dos hermanos menores. Entre tanto, el
da para que no se interesara por ningún otro hombre. Cada uno de organismo para el cuidado de menores había resuelto ubicar a Mary
ellos se sentía explot~~o por. el otro y por los hijos, ya que, a pesar de Ann en casa de los abuelos maternos.
s~s esf~erzos, no rec1b1an nmguna recompensa o gratificación para Por añadidura, el señor y la señora C. insistían en que sus hijos
SI. Habm frecuentes referencias a la posibilidad de separarse. eran maltratados por los parientes de la señora C., con quienes vi-
vían ahora. Querían que se les devolviera a sus hijos antes del naci-
miento del nuevo bebé. En el curso de las sesiones de terapia, ambos
Fase inicial del tratamiento padres trataban a los hijos con severidad y dureza. Hacían sonar los
dedos insistiendo en que los niños se quedaran absolutamente quie-
El señor C. se mostró muy poco locuaz en el curso de las sesiones. tos en sus asientos, a pesar de que la sala era lo bastante grande co-
Estaba de acuerdo con su esposa en que siempre había tenido dificul- mo para que los pequeños se movieran de un lado a otro.
tades para expresarse. Por lo general lo hacía mal inicialmente y En esa etapa del tratamiento, los esfuerzos centrales estaban di-
cuando trataba de aclarar las cosas, echaba todavía más leña,al rigidos a ayudar al señor y la señora C. a que se mostraTan más
~ego. Ambos estallaban con facilidad, tanto entre sí como con los hi- abiertos y directos en relación con sus propias necesidades. La seño-
JOS. No obstante, la señora C. tenía la sensación de que la-falta gene- ra C. tendía a hablar de todo lo concerniente a su marido y a conver-
ral de respuesta de su marido era aun más dificil de soportar que su tirse en su vocero. Él tenía dificultades en aceptar que lo que dijese

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bien podría no interesarle a nadie. La cuestión de tener más hijos era domingo por la tarde, en casa de aquellos. Aunque los padres de la
un tema que nunca se había aclarado entre ellos. La señora C. se señora C. y su hermana mayor aceptaron la idea, los demás herma-
mostró muy sorprendida al enterarse de que su marido se sentía nos se negaTon a asistil·, y la reunión no se llevó a cabo. A pesar de ello,
abrumado y sobrecargado por sus actuales responsabilidades. Él ex- el señor y la señora C. habían aumentado su contacto con los her-
presó el deseo de que su esposa se hiciera ligar las trompas, pero más manos, antes «inaccesibles», incluyendo a una hermana del señor C.
adelante se retractó diciendo que eso estaba en contra de su religión. Cuando los dos hijos mayores del matrimonio C. regresaron al
No obstante, manifestó sin que quedara lugar a dudas que con cada hogar, los padres se sorprendieron ante las reacciones de los niños
nuevo embarazo su esposa se ponía más irritable y nerviosa. hacia el nuevo bebé y hacia ellos mismos. Los pequeños tenían pTo-
blemas para dormir, incontinencia urinaria día y noche, y en general
se veían tensos y ansiosos. Los C. no asociaron esas respuestas con la
Segunda fase del tratamiento tremenda prueba por la que todos habían pasado, sino que culparon
a los parientes maternos por las reacciones de los niños, como si hu-
En el curso de esos meses, el señor y la señora C. comenzaron a bieran descuidado a sus sobrinos. El terapeuta se los señaló, y luego
mostrarse más directos, y llenos de cólera dijeron que cada uno se los ayudó a demostrar en forma más abierta su amor hacia los pe-
sentía explotado por el otro. Luego estalló la desesperación que siem- queños, y tranquilizarlos.
pre habían sentido a causa de esa explotación. Todavía existían indi- Mary Aun había sido admitida en una guardería, y la señora C.
cios de que la señora c. se ponía a la defensiva y en guardia ante tenía miedo de que la maestra se mostrara demasiado permisiva
cualquier pregunta que le dú:igiera el terapeuta, pero poco a poco esa cuando se enteró de que dejaban que la niñita jugara con agua y se
actitud suya se iba modificando. embadurnara con pinturas. El terapeuta le explicó que de ese modo
El señor C. sostenía escaso contacto con su familia de origen; la contribuiTían a que Mary Aun expresara sus sentúnientos más apro-
señora C., aunque se reía de los terapeutas que continuamente la piadamente. Al principio, la escuela informó que Mary Aun era muy
instaban a que visitase o hablase por teléfono con su familia, no obs- mandona con sus pares, y difícil de manejar. Al cabo de varios meses,
tante lo hacía. Ella relató los altibajos de esos contactos. Su padre la corte de justicia permitió a Mary Ann pasar los fines de semana
asistió a unas cuantas sesiones más cuando pudo hacerse de algún con sus padTes. Ya no eran tantas sus exigencias, y sus pataletas ha-
tiempo libre. Demostró el interés por su hija en forma mucho más ac- bían disminuido. De la niña rebelde que antes los rechazaba, pasó a
tiva, pero por sobre todo se convirtió en una constructiva fuente de ser ahora, según la descripción de sus propios padres, una personita
recursos para sus nietos (y a menudo, también para su yerno). llena de amor por ellos y muy afectuosa. Trató de ser más mamá que
Otro punto muy ilnportante que enfocó la terapia fue la relación su propia madTe en relación con el nuevo bebé.
conyugal. La señora C. dijo que su marido era bueno y generoso, pero
que no podía asumir ninguna responsabilidad. Dejaba todo en ma-
nos de su mujer, y sentía que se apoyaba en ella como un niñito. Él Tercera fase del tratamiento
dijo que siempre había sido un solitario, y ahora las cosas le iban
peor que nunca. «Un hombre que castiga a los niños es tan mal visto El señor C., tras haber decidido operarse de hernia durante el úl-
como un asesino». En el trabajo sus compañeros lo esquivaban, e túno embarazo de su esposa, perdió el trabajo, se quejó de depresión,
incluso tenía que almorzar solo. Comenzó a expresar en un torrente y comenzó a padecer dolencias psicosomáticas. Su esposa oscilaba,
sus sentilnientos pasados y presentes de no ser amado, de ser usado mostrándose por turnos crónicamente decepcionada y enojada con
y explotado, sobrecargado y abrumado por el trabajo. Cuando se que- él, o empeñada en rogarle que fuese más asequible para ella y los ni-
jaba, la esposa se volvía hacia él para regañarlo, menospreciarlo y ños. Él luchaba con su papel de marido y padre, pero tenía una de-
humillarlo, incluso durante las sesiones. sesperada necesidad de «parentalizarse» a sí mismo. Seguía insis-
Ambos manifestaron con intensidad sus mutuos sentúnientos de tiendo en que abandonaría, si no aminoraban los estallidos de su es-
desesperación por un creciente aislamiento, lo cual no sólo incluía el posa hacia él y los niños. Insistía en que no le quedaba nada para sí,
rechazo de sus familias de origen, sino también de los vecinos y los en lo emocional o económico, y que en la actualidad se sentía tan ex-
pocos amigos de que la señora C. se había hecho. Todo eso era resul- plotado como lo fuera por sus padres.
tado de la difusión que los diarios habían dado a su caso. ¡Se sentían La señora C. en realidad no creía que él temiera que ella podría
parias, evitados como leprosos! volver a perder el control con los niños. Pensaba que él tenía miedo
Durante el sexto mes de terapia, el terapeuta y el director del pro- de su propia cólera y posible pérdida de control. Ella se sintió muy
grama propusieron una reunión con los abuelos y sus ocho hijos un herida porque él no aceptaba los cambios que ella experimentaba,

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sintiéndose más calma y amante hacia los IÍiños y su marido. El te- lómetros de su hogar, se convino el traslado a otra para una terapia
ma de los posibles nuevos embar1;1-zos quedó sin resolver, aunque por individual (no había posibilidades de realizar terapia familiar con-
ese entonces el señor C. manifestó de modo directo que no quería junta). La señora C. aceptó, aun cuando mantuvo frecuentes contac-
:¡p.ás hijos. Ella se había rehusado a hacerse coser las trompas de Fa- tos telefónicos con el especialista en terapia familiar. Siguió hablan-
lopio después del último parto, aunque el obstetra estaba dispuesto a do de sus progresos con su familia de origen. Fue a un picnic de fami-
practicar ra intervención. lia en la casa de sus padres, el primero desde que había dejado el ho-
gar. Bullía de placer al describir sus sentimientos, viéndose acep-
tada y amada por hermanos y cuñados a quienes inicialmente había
Fase final del tratamiento descripto como seres «fríos, desinteresados, como enemigos».
Ella informó que aunque su marido no había vuelto al hogar des-
La señora C. quedó embarazada nuevamente, y el señor C. aban- pués del nacimiento del sexto bebé, se hizo coser las trompas de Falo-
donó a su familia. Las llamadas telefónicas al terapeuta fueron en pio. Durante todo el embarazo siguió alentando esperanzas de recon-
aumento a medida que se hacía sentir su depresión y desesperación. ciliación. Sin embargo, cuando se enteró de que él se había ido a vivir
El señor C. rechazó todos los ofrecimientos, incluso para que lo vie- con otra mujer y los cuatro hijos de esta, comenzó a pensar en el di-
ran por separado. Cuando la señora C. expresó sus intenciones suici- vorcio. Sus padres la instaron a aceptar el hecho de que todavía era
das, se concertó rápidamente una visita al hogar con sús padres .. una mujer joven, y de que su vida no había terminado sólo porque el
. La abuela materna, quien antes se había mostrado fría, negati- señor C. la hubiera dejado .
VIsta Y a la defensiva en presencia nuestra, ahora estaba mucho más En una conversación telefónica de seguimiento, seis meses des-
suave y emocionalmente asequible. Junto con el abuelo materno ins- pués, la señora C. informó que tenía noticias, por boca de su cuñada,
taron.a la señora C. a que siguiera funcionando, e informaron que to- de que el señor C. estaba interesado en reconciliarse. Comenzó a vi-
da la familia seguiría prestando su ayuda, tanto emocional como eco- sitarla a ella y los hijos, lloraba al abrazar al bebé, y decía que se sen-
nómica, con muebles, cuentas, etc. Por vez primera, la señora C. se tía muy solo y los extrañaba. Les ofreció dinero y hacerles unos trá-
enteró de que su madre también se había hecho coser las trompas de mites, y por primera vez les dio un número de teléfono donde lo po-
Falopio. Alabaron a la señora C. por sus esfuerzos como ama de casa dían encontrar.
y el modo en que manejaba a los niños. Desde la última sesión de terapia familiar y el nacimiento del úl-
El abuelo materno incluso se ofreció a sostener una conversación timo hijo, la señora C. había perdido más de 18 kilos. Ella expresó
con su hijo mayor acerca de la conducta de su yerno, y considerar la abiertamente sus deseos y, por medio de los tribunales, hizo esfuer-
posibilidad de una conversación «de hombre a hombre» con el señor zos por reconciliarse con su marido, creyendo que la reconciliación
C. Ellos se sentían muy enojados por la conducta del señor C., pero el era inevitable porque ambos habían cambiado tanto. En particular,
abuelo creía que su hijo le impediría «llegar a las manos» con su yer- ella sentía que ambos eran ahora seres mucho menos coléricos y ex-
no. De su posición anterior, según la cual las dificultades de la fami- plosivos. De todas maneras, no negó el hecho de estar aún muy heri-
lia C. no tenían nada que ver con ellos, pasaron a afirmar que harían da por el abandono de su marido. Ahora se sentía lo suficientemente
todo cuanto estaba a su alcance en favor de su hija y los niños de esta. fuerte como para ayudarlo a aceptar el hecho de que ambos se ha-
Las intenciones suicidas fueron manifestadas en forma franca en bían visto abrumados por las responsabilidades emocionales y eco-
el curso de esta sesión, y fue entonces cuando la abuela materna se nómicas en relación con los hijos. Para la señora C., uno de los aspec-
volvió más demostrativa hacia la hija. Le rogó a esta que no se deses- tos más sorprendentes de la actual situación fue el hecho de enterar-
perara: que la partida del señor C. no era el fin del mundo para ella. se de que su suegra y su suegro también apremiaban al señor C. para
De ahí en adelante, la señora C. pasó de la parálisis emocional a que regresara con su esposa e hijos. Por primera vez, ambas familias
la act~vidad. Solicitó asistencia pública, y se dirigió a su abogado y a de origen se mostraban asequibles y apoyaban de modo manifiesto
los tribunales para tratar de conseguir una reconciliación con el se- su matrimonio.
ñor C. El instituto de protección de menores puso un «ama de casa»
temporaria en su domicilio, y una hermana se ofreció a quedarse con
ella un par de noches por semana. Cuando los acreedores amenaza- Análisis del caso
ron con retirar algunas de sus pertenencias, sus hermanas y herma-
nos le ofrecieron varios artículos de sus propias casas. Aunque los abuelos maternos no estaban dispuestos de modo di-
.. Como el padre de la mujer y el organismo a cargo ya no podían fa- recto a concurrir a todas las sesiones de la terapia, resulta evidente
cilitarle el transporte hasta la clínica, que quedaba a unos treinta ki- que por medio de llamadas telefónicas y visitas a los hogares de pa-

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d.res y abuelos fue mucho lo que se logró, fuera de la situación de tra- Otro cambio importante estribaba en que Leona, quien había estado
tamiento. Mucho quedó también sin hacer, porque la familia de ori- encuad!·ada en el rol de «objeto malo, tendiente al rechazo», se con-
gen del señor C. se mantuvo siempre inaccesible al tratamiento. virtió en fuente central de recursos para la señora C. y sus hijos. Leo-
Tampoco puede soslayarse el hecho de que la ya tambaleante re- na había sido la mártir abnegada que se había privado de tener ma-
lación conyugal se resquebrajó totalmente cuando el señor C. dejó la rido e hijos para cuidar y apoyar a sus ancianos pad!·es. Hacia el final
casa. Est0 puede definirse como una reacción terapéutica negativa. del tratamiento, Leona salió del rol de «ogro» que controlaba a la
A pesar de las actitudes modiñcadas de su esposa en las relaciones familia y disminuyeron sus esfuerzos competitivos hacia sus propios
conyugales y parentales, y la aceptación de que ahora era objeto por progenitores, en especial el pad!·e.
parte de los parientes políticos, nada contrarrestaba la reacción bá- El pad!·e de la señora C. y el hermano mayor no sólo se pusieron
sica del marido, en el sentido de sentirse usado y explotado. Su «asun- directamente a su disposición, así como a la de sus hijos, sino que
t? inconcluso» con la familia de origen estorbaba su capacidad para pasaron de ser meros figurones a ponerse en contacto activo con el
VIncularse de una manera más constructiva tanto con su esposa co- señor C. para ayudarlo a que se convii·tiera en un hombre adulto más
mo con sus hijos. responsable en su familia. Esto era más de lo que su propio padre
En lo individual, podría considerarse a la señora C. como una había podido hacer. A pesar de sus esfuerzos por «adoptar» al señor
mujer paranoide, muy carenciada y desconfiada. Ella no sólo tenía C., este no podía confiar en ellos. Lo esencial era todavía que su propia
fuertes ~~~esidades de dependencia sin satisfacer, sino que re-:eló familia de origen se pusiera a su disposición, de modo que él pudiera
u~a esc1s10n en las relacwnes objetales, en que su madre era un reequilibrar sus sentimientos negativos hacia sus miembros.
obJeto «bueno» y Leona era el «malo». Leona y Mary Ann se percibían En resumen, la terapia facilitó en parte la reconstrucción de la fa-
como seres dominantes que la hacían objeto de rechazo, en tanto que milia. Al enfocar los sistemas de familia extensa y nuclear, como
~a abuela materna era una víctima pasiva («felpudo») que los demás también los mecanismos individuales, ocurrieron cambios en un ni-
rnte~antes del~ fam~a usaban, y de quien abusaban. Sin embargo, vel multipersonal. Tuvo lugar un cambio básico en el estilo de vida
la seno;·a C. se Identificaba en forma ambivalente con su madre y de los integrantes de la familia. Las relaciones, que antes eran carac-
competla con ella y Leona!Mm·y Ann. Además, su elección de cónyu- terizadas por el desapego y la aparente falta de involucración, la des-
ge contrastaba claramente con lo que eran su padre y sus hermanos lealtad y la negatividad, se volvieron más directas y reveladoras de
a quienes no consideraba hombres infantiles ni desprotectores. ' abierta preocupación por las necesidades emocionales de todos.
En cierto nivel, ella intentaba demostrar que era tan competente
Y, afectuosa con s_:rs hijos como lo había sido su madre, y también que-
na tener ocho hiJos. En tanto que la actitud de su madre hacia ella Relación terapéutica con la familia
era ~bi~rtamente no gratificante, la señora C. anhelaba una mayor
proxrnudad con ella, y muestras de afecto. Por medio del tratamiento Tanto el señor como la señora C. y los abuelos maternos se mos-
multigeneracional, la base subyacente de cólera y desesperación por traron al principio hostiles y desconfiados hacia el terapeuta. Esto
el hecho de ser explotada (proyectada en todos los hijos, no sólo en salió a relucir muy pronto, y el terapeuta afirmó que era de prever y
Mm·y Alrn) pudo reencauzarse y finalmente reestructurarse con to- comprensible. Ellos esperaban ser inculpados, repitiéndose la situa-
dos los miembros de su familia de origen. Las jaquecas de su madre ción que habían tenido con los vecinos como resultado de la difusión
comenzaron a dis~n~ir a medida que las dos mujeres iban compa- periodística del caso y con la gente que había participado en su arres-
rando muchos sentrm1entos personales sobre sus vidas. to, encarcelamiento y remisión a una clínica psiquiátrica.
En apariencia, Mm-y Alrn estaba exteriorizando los lazos negati- Saltaba a la vista que la desconfianza provenía de un nivel aún
vos de lealtad no resueltos hacia sus padres. Ella nunca les había re- más profundo, como consecuencia de la anterior experiencia en ~us
velado su sí-mismo «malo». Al entregm· a Mary Airn en manos de sus vidas. Ambos alentaban profundos sentimientos de desvalorizaciÓn
pad!·es, ?lla parecía esperar que la vieran como la hija buena y leal e insuficiencia. La situación actual confirmaba sus propios senti-
que hab1a tratado de ser. Era su manera perversa de tratar de re- mientos de «maldad». Ante cualquier comentario o indagación del te-
e~uilibrar su ira asesina por haberse sentido explotada y poco apre- rapeuta se reaccionaba con recelo, y se lo interpretaba como una «crí-
Ciada en el pasado. Como se había ocultado esos sentimientos a sí mis- tica». El terapeuta de continuo tenía que adoptar una actitud de
ma y también a sus progenitores, ella nunca había podido acordarles aceptación, interés y preocupación por todo el mundo, a la par que
el debido reconocimiento por todo lo que habían tratado de darle. les hacía aceptar cambios en sus relaciones.
. Tanto la señora C. como Mary Ann, en cierto sentido procuraban Al principio hubo mucha proyección de «maldad» sobre Mary Ann
Siempre ayudar a sus padres a conciliar sus dificultades conyugales. y los otros hijos. Los progenitores también intentaban manipular al

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terapeuta respecto de la asignación legal de los niños. Tuvo que acla- La mujer interpretaba esa conducta dei marido como un rechazo de
rarse rápidamente que no había relación directa con ningún ulterior la familia. El señor C. insistía en que tal era su concepción del esposo
procedimiento legal. Aunque se recomendaba el tratamiento psi- que respondía de manera a las necesidades de su mujer e hijos. Pos-
quiátrico como parte del proceso legal, la aceptación de la terapia fa- teriormente, ambos tomaron conciencia de que los dos se sentían ex-
. miliar era una opción voluntaria. El hecho de que el organismo para plotados y usados. El hombre sentía que no estaba recibiendo nada,
el bienestar del niño representara a la familia en los tribunales ayu. después de tomar a todo el mundo a su cuidado, y con frecuencia se
daba a separar la labor psiquiátrica de los procedimientos de asigna- enfermaba, con lo que le era imposible cumplir con ninguno de sus
ción de los niños. dos trabajos.
Comenzó a esbozarse una confianza básica hacia el terapeuta El señor C. identificaba de modo abierto a su esposa con su propia
después de incluirse a los abuelos maternos en varias sesiones, y la madre, quien, a su entender, se había aprovecha~o de él; y le resulta-
señora C. pudo hablar en forma más abierta con sus padres sobre el ba imposible diferenciar entre ambas mujeres. El comenzó a buscar
hecho de ser explotada y tratada injustamente. Esto no se logró con la compañía de un tío paterno que era corredor de apuestas, usaba
facilidad, en especial en lo que se refería a la madre. Esta parecía no coches y ropas costosas y vivía «la vida despreocupada de un soltero,
oír a la hija, o bien desmentía en su totalidad lo que aquella decía. aunque estaba casado». Se sentía rechazado por su propia familia y
Cuando la señora C. trató de decirle a la madre que nunca había sen- la de su esposa, y era imposible ayudarlo a reestructurar esos senti-
tido que reconocieran lo que había hecho para ayudar en su hogar, la mientos, a pesar de los esfuerzos de sus parientes políticos para brin-
progenitora respondió esto: «Siempre fuiste una mimada, y se te dio darle apoyo emocional.
todo lo que querías». A medida que el terapeuta ayudaba a los com- En todas esas diversas relaciones, él seguía asumiendo una acti-
ponentes de la familia-nuclear y extensa a que investigaran esos mi- tud crítica y poniéndose a la defensiva. Durante el sexto embarazo
tos emocionales, ellos se vieron posibilitados de levantar algunas de de su esposa, abandonó abruptamente a su familia y se fue a vivir
las barreras que les impedían sentirse involucrados de modo autén- con otra mujer y sus cuatro hijos. En apariencia, él se sentía tan ago-
tico y asequibles el uno hacia el otro. tado emocionalmente que consideraba justificado el abandonar a to-
Otra área central que al principio se vio «cerrada» fue la de la re- do el mundo. A pesar de los esfuerzos del terapeuta por verlo a él solo
lación conyugal. Los cónyuges se presentaron a sí mismos como for- y los intentos de la corte de justicia por lograr una reconciliación, él
mando parte de una pareja amante, afectuosa, llena de intimidad se- se negaba a responder. Luego fue encarcelado, por falta de apoyo. In-
xual. Sin embargo, a los pocos meses de verse obligados a enfocar sus cluso se negó a visitar a su esposa en el hospital tras nacer el bebé,
propias necesidades y obligaciones, además de los problemas de los aunque firmó los papeles necesarios para la ligadura de trompas.
hijos, pudieron sacar a relucir la decepción (y la ira) mutua, a la que
se le había restado importancia, o negado.
Los terapeutas alababan con frecuencia los esfuerzos de la fami- Reacciones del terapeuta
lia para comunicarse en forma directa el uno con el otro y con los pro-
pios padres y hermanos acerca de sus anhelos y deudas. Para ellos Cuando se asignó esta familia, se informó al director que sería
era difícil creer que alguien pudiera de veras interesarse en lo que aceptada por el terapeuta «a prueba». La ansiedad generada tenía
pensaban o sentían. Al parecer, nadie entendía realmente su sole- bases tanto personales como profesionales. ¿El terapeuta no sólo te-
dad o desesperación, ni esperaba un mayor control de su ira agresi- nía que considerar lo que se estimularía en su interior, sino que tam-
va. Aunque el terapeuta nunca les «dijo» lo que debían hacer se dis- bién tendría que actuar en forma objetiva como profesional con seres
cutieron métodos alternativos para satisfacer las necesidade~ de ca- calificados de «asesinos potenciales»? ¿Tendería a identificarse en
da uno, como padres y como esposos.
demasía con la niña castigada, y demostrar resentimiento y rechazo
Se logró que la pareja analizara por primera vez los embarazos hacia los padres? Otro factor importante era el elemento riesgo, en lo
múltiples y la carga excesiva que recaía sobre ambos; se discutieron que concernía a la vida de la pequeña. Estar convencido de la eficacia
los problemas económicos, y la señora C. ayudó a su marido a que de la terapia familiar es una cosa; pero ¿la familia podría tolerar y
aprendiera a hacer cheques y pagar mensualmente cada cuenta que utilizar de manera constructiva el proceso terapéutico, a fin de que
llegaba. Otra esfera importante se centraba en la necesidad de que cuando la niña visitara a sus padres o regresara al hogar, ella estu-
la señora C. le definiera al señor C. su necesidad de que se mostrara viera a salvo? En la terapia familiar no hay criterios objetivos para
asequible hacia ella y los niños, demostrándole que ella podía cubrir calcular de antemano o garantizar los resultados.
los gastos del hogar con los ingresos de un solo puesto del marido, en Además, el organismo para el cuidado del niño, los tribunales y la
lugar de que él trabajara además cuatro o cinco noches a la semana. clínica psiquiátrica, si bien apoyaban por completo dicho esfuerzo,

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alentaban determinadas expectativas con respecto a los resultados la agresora y los padres las víctimas desvalidas que se habían toma-
terapéuticos. En la mayoría de los casos, se requiere que las familias do «apropiadas» represalias. El único tema que hacía que las lágri-
se comprometan voluntariamente en relación con el tratamiento, mas afloraran a los ojos de la señora C. era el sentirse rechazada y
sea cual fuere la fuente de remisión. En esta situación, la familia «usada» por sus padres y hermanos.
acudía a insistencia de todas esas instituciones, médicas, legales y Al describir sus vidas, pudo apreciarse que no habían sufrido
sociales. Era aún necesario lograr que la familia asumiera un com- grandes carencias físicas o emocionales: la señora C. era una exce-
promiso personal respecto de la terapia. lente ama de casa; los hijos estaban bien alimentados y vestidos. Los
Aunque se reiteró a la familia que el terapeuta no incidía de modo ingresos eran adecuados para su nivel de vida. No había problemas
directo en las decisiones del organismo y la corte, era comprensible graves de salud. En comparación con otras familias vistas en el curso
que los progenitores lo pusieran constantemente a prueba, en rela- de la terapia familiar, parecía no haber excepcionales presiones ex-
ción con decisiones sobre visitas a los niños, o la fecha de regreso al ternas que explicaran su conducta extrema hacia Mary Ann. Ningu-
hogar de cada uno de ellos. El terapeuta halló a padres e hijos física- no de los progenitores había sido objeto de castigos físicos desmedi-
mente atractivos y agradables, y parecieron colaborar en forma fran- dos cuando eran pequeños. En realidad, para el terapeuta resulta-
ca con las sesiones de terapia familiar. No puede negarse que en el ban muy similares a otros jóvenes padres que luchaban con los pro-
curso de las primeras semanas hubo un exceso de ansiedad y ten- blemas de familia.
sión, tanto para el terapeuta como para la familia. Ser «aceptado» en El embarazo previo al matrimonio se había mantenido en secreto
la vida privada de una familia constituye, de por sí, una tarea difícil; ante la familia de la señora C., aunque su marido se lo había revela-
sin embargo, tantos profesionales se habían ya «inmiscuido» con esa do a la suya. Incluso el número y cercanía de los embarazos, o el de-
familia, que sus miembi'os no estaban nada deseosos de que otro ex- seo de tener más hijos, no parecía diferir de manera significativa del
traño lleno de curiosidad los interrogara sobre sí mismos o sus fami- propio de las familias católicas tradicionales. El principal factor de
lias de origen. descontento y quejas era la conducta de su única hija, la ausencia del
Al comienzo los niños se mostraron tranquilos, obedientes, y ten- señor C. a causa de sus dos empleos, y, por último el grado de aisla-
dían a pegarse a sus padres en lugar de explorar la unidad, como miento y rechazo de que los hacían objeto sus familias de origen.
hacen la mayoría de los pequeños. El señor C. se presentó ante el te- En el curso de las sesiones sostenidas en la clínica o durante sus
rapeuta como un muchachito tonto, un ser dócil, sumiso y condes- visitas al hogar, el terapeuta no vio ninguna exhibición de cólera o
cendiente que sólo podía responder con monosílabos. La señora C. se violencia excesiva entre los miembros de la familia. La expresión fa-
mostraba tensa, reservada, y respondía a las preguntas llena de re- cial fría y pétrea, la rígida postura del cuerpo, la verbalización res-
celo: «¿Por qué era importante enterarse de cosas sobre sus antece- tringida y la aparente inaccesibilidad de la abuela materna le daban
dentes personales o la historia de su familia?». A veces actuaba como al especialista una pista básica del grado de desesperación que podía
si no supiera la respuesta o daba a entender que a su modo de ver no haberse acumulado para estallar con violencia sobre Mary Ann. Sin
había ninguna conexión entre sus relaciones conyugales y las que embargo, ambos abuelos aceptaron la decisión del organismo a car-
sostenía con sus propios padres, y su conducta extrema hacia Mary go, de ubicar a la nieta en su hogar.
Ann. Ambos exigían a los niños que se abstuvieran de cualquier acti- Durante los seis primeros meses, la señora C. se mostró cauta y
vidad o movimiento, aunque el terapeuta los exhortó a permitirles recelosa frente al terapeuta. A veces, el señor C. parecía expresarse
actuar con tanta naturalidad como en su propio hogar. Los progeni- ante él como un niñito poco locuaz, pasivo y sumiso. Se disculpaba
tores hacían castañetear los dedos para pedir obediencia inmediata por no saber leer ni escribir demasiado bien, razón por la cual su es-
cuando algún niño se movía o quería ir al baño. Lanzaban órdenes posa tenía que llenar los cheques y manejar todas las finanzas. Al
como ladridos, y daban a los niños tirones o empujones en vez de de- terminar la sesión, espontáneamente abrazó al terapeuta y dijo:
cirles con firmeza qué se esperaba de ellos. «Nadie se interesó jamás por saber qué pensaba o sentía yo. Siempre
En forma manifiesta, ninguno de los dos padres parecía sentirse que hablaba, pru:ecía decir algo equivocado. No sé por qué usted dice
especialmente culpable o perturbado por las reacciones que Mary todo el tiempo que para mí es importante hablar de mí mismo y de mi
Ann pudiera tener hacia cualquiera de ellos. Lo interesante era que familia». Dijo que desde la infancia hasta entonces se habían reído
en el curso de las sesiones Mary Ann se mostraba muy afectuosa ha- de él, o lo habían ignorado o explotado.
cia los progenitores. Si bien estos últimos nunca dijeron que Mary Durante muchos meses, se vio en el terapeuta un extraño entro-
Ann «se merecía» el tratamiento que había recibido, dieron a enten- metido que quería obtener de los integrantes de la familia respues-
der que con su conducta mala, desafiante y provocadora, sus burlas y tas cada vez más frecuentes y apropiadas. Fue necesario, para el pro-
sarcasmos, había justificado el castigo. Era como si Mary Ann fuese fesional, que definiera de continuo la conducta de los niños como

342 343
Metas del tratamiento
apropiada para su edad o comprensible en función de sus experien-
cias traumáticas y la separación forzosa de sus padres. Otro ejemplo Tanto el señor como la señora C. eran seres inmaduros, pasiva-
de la reacción de la familia hacia el especialista tuvo lugar cuando mente dependientes, solitarios, confusos, que ~oda su vida se ha.b~an
este fue a buscar a los abuelos para llevarlos a la casa de su hija (en sentido explotados y abandonados en lo emocwnal por sus familias.
el momento en que la señora C. expresaba deseos suicidas). Yo esta- Podría parecer que al final del tratamiento, la familia se e~contraba
ba sentado en el living de su casa, pero me ignoraron por completo en peor situación, porque los padres se hab1an separado. Sm emba~­
los hermanos que entraban y salían de la habitación, sin contestar go, una importante mejoría est~·ibaba e~ ~ue ya no se u~~ba a los hi-
mi saludo. Era como si yo no existiese. jos como escenario para reequili?r~r ~a lllJUSt~ explot~c:on de los pa-
Como terapeuta, reafirmé mi postura ante ellos, tranquila pero dres. Por detrás de la conducta m]urwsa hacia esos nmos afl~raban
fumemente, insistiendo en impulsarlos a todos a participar en forma conflictos individuales y matrimoniales no resuelt~~, que de71vaban
activa con los demás; pero en mi interior tenía conciencia de que es- de los vínculos negatiVOS de lealtad COn las dos familias de 0:1gen. s.e
taban poniendo a prueba mis propias limitaciones, personales y pro- modificaron y aliviaron las expectativas qu~ alentaba~ ~ac1a los m-
fesionales. Mi principal fuente de aliento y apoyo procedía del direc- ños, punitivas y con exigencias de obedien~Ia. El serVIClO de «amas
tor de la clínica. Él reforzó especialmente mi confianza cuando se de casa temporarias» informó (tal como pudimos ver en el curso, de la
ofreció a actuar como mi coterapeuta un domingo por la tarde, si se sesión) que como reacción se empezaban a aceptar mu.~ho mas las
nos daba la oportunidad de encontrarnos con los abuelos maternos y necesidades y requerimientos de los niños. ~os tre~ hiJOS .va;ones
los siete hermanos. El tratamiento de esta familia ponía a prueba fueron devueltos a su casa, y Mary Ann revelo notonas meJoria~ en
nuestra creciente comprensión y convencimiento del valor del enfo- sus visitas de fin de semana a los padres (así como en la guar~~na).
que multigeneracional.- El mayor cambio tuvo lugar e11:tre la señora C:. y su fam1~a de
Fundamentalrnente, me sentí gratificado y más tranquilo al ob- origen. De la persona desconfiada, ~acui7da y r~ganona que era an-
servar los cambios experimentados en las relaciones de esa familia. tes se convirtió en un ser mucho mas activo, abierto y afectuoso. No
Apesat de las resistencias, del desaliento y del riesgo de suicidio y ho- sól~ comenzó a hacerse de amigos entre los vec~os, sino ~u~ resta-
micidio, comenzaron a surgir sentimientos y conductas más positi- bleció contacto con un grupo de mujeres c~n qU1e1_1es hab1a ~~o a la
vos. A la postre, hubo mutuos reconocimientos de lealtad y obligacio- escuela. La mejoría más pronunciada no solo se dio en relacwn con
nes, y la preocupación y el interés sincero sustituyeron al rechazo ge- los hijos, sino con sus padres y h;rmanos. Tr;:ts ~acer un nuevo ba-
neracional y la explotación. El rechazo más serio era el que se ponía lance de las cuentas de explotacion, se mostro mas n·anca Y respon-
de manifiesto entre los hermanos de la señora C., pero ahora las lla- dió a los esfuerzos que hacían por verla, estar con ella Y ayudarla en
madas telefónicas y las visitas iban en aumento, se hacía intercam- lo material. A su vez, se puso a disposición de sus padres ~ her-
bio de regalos, y fiestas y picnics se convirtieron en asuntos de toda manos, dejando de lado su anterior actitud, exagerada~ente distan-
la familia. te para mostrarse interesada y preocupada en forma activa por ellos.
De todos modos, el señor C. era incapaz de aceptar los esfuerzos ' Sus modales y aspecto acusaron notables diferencias. S~ actitu~,
de sus parientes políticos en pos de una reconciliación. Seguía siendo que antes era colérica y malhumorada, siempre a la defensiva, se ~I­
muy desconfiado, fijado demasiado rígidamente a la idea de que su zo más expresiva de su afecto y su buen humor. Hubo muchos peno-
esposa y la familia de esta, como la suya, continuarían tratando de dos malos, signados por la desesperación; hizo frec~entes llamadas
explotarlo. El terapeuta no pudo ayudarlo a superar su esencial falta telefónicas al terapeuta, de noche y durante los fmes de semana,
de confianza en nadie. En ese sentido, puede considerarse que el se- pero se «recuperaba» con mayor rapidez. .
ñor C. exhibió una reacción terapéutica negativa, ya que se negó a Aunque expresando sentimientos ~mbival.en~;s respect? del
volver a someterse a terapia, Tampoco podía aceptar el hecho de ser abandono en que la había sumido el senor C., smtle~dose henda Y
«adoptado» por sus parientes políticos. Seguía sosteniendo un víncu- colérica, abrigaba la esperanza de que este se c~nvenc~ese de que ella
lo de lealtad negativo con su familia de origen, y se tomaba represa- había cambiado. Declaró que el marido tem1a sus mcontr~lables
lias sobre su esposa e hijos. Sin embargo, en las conversaciones te- arranques temperamentales en el pasado; pero a~ora se,senti~ m~y
lefónicas de seguimiento sostenidas un año después, la señora C. dijo distinta. Creía que era el propio miedo que el marido tema de SI~­
que había esperanzas de reconciliación: «Nunca pensé que viviría el molo que le impedía volver con ella y los hijos. Sentía que en_reali-
momento en que mis suegros le dirían a mi marido que fuera a casa dad él los amaba y necesitaba a todos, y que a la postre volverla.
con su esposa e hijos».

345
344
El terapeuta fue usado como padre sustitutivo en la indagación
Conclusiones de las relaciones existentes, caracterizadas por su pobreza. Sin em-
bargo, la relación terapéutica sólo puede ser un sustituto temporario
En esta familia nuclear, la impresión inicial fue que el señor y la de las relaciones vitales en que las familias se verían inmersas en su
señora C. habían sido conminados al destierro por ambas familias de existencia futura. El proceso de reconstrucción incluía la «elimina-
·origen. La ira que habían acumulado en el curso de tantos años de ción» de fijaciones y cuentas no resueltas, pero, en esencia, ayudó a
ser usadeis y explotados se había descargado con poca culpa aparente reestructurar los vínculos y lazos ocultos de lealtad que existían en-
en su pequeña hija, Mary Ann. De diferentes maneras, ambos sen- tre todos los miembros de la familia. Más que mantenerse cada uno
tían que habían sido usados y explotados, o que se habían mostrado en un estado de irremediable desesperación o gran carga de culpa, se
demasiado asequibles para con sus padres, recibiendo muy poco a brindó una oportunidad para restaurar una relación más constructi-
cambio. Las heridas y la cólera que ambos sentían, y la desesperación va y llena de apoyo entre las generaciones.
que arrastraban desde el pasado, había sido negada mutuamente o
bien le habían restado importancia. El antiguo campo de batalla se
convertía ahora en el escenario donde entraban a jugar sus hijos. La
relación conyugal era de intimidad y afecto, según se la presentó. A
su vez, se habían vuelto inasequibles para sus familias de origen, y el
uno hacia el otro.
De todos modos, las palizas aplicadas a la niña hacían aflorar de
manera inevitable las dimensiones de sus vínculos de lealtad negati-
vos, negados y no resueltos con las familias de origen. Ambos insis-
tían en que no podían recurrir a sus familias en su lucha por satisfa-
cer las necesidades que se planteaban de manera responsable y cons-
tructiva. Tampoco tenían deseos ni capacidad para mostrarse ase-
quibles en relación con sus padres. Cuando la justicia intervino en el
caso, los abuelos maternos y hermanos se llevaron a los niños a su
casa. Sin embargo, lo hicieron llenos de tensión; incluso los cuidados
fisicos eran algo que los parientes brindaban con renuencia. Recién
en el curso de la terapia familiar se enfrentaron en profundidad esas
dimensiones múltiples. El tratamiento no sólo se centraba en la rela-
ción conyugal y paterna, sino que incluía también los sistemas fami-
liares originarios, tanto del señor como de la señora C. Se intervino
en forma directa buscando la inclusión de todas las personas impor-
tantes y accesibles en sus familias de origen. Se incluyó a los abuelos
maternos en las sesiones, se hicieron visitas al hogar, y se dirigieron
cartas y llamadas telefónicas a los hermanos casados y solteros.
Como resultado de la apertura de esas relaciones a un examen
más detenido de las deudas y obligaciones negadas (es decir, las di-
mensiones ocultas de lealtad), el terapeuta los ayudó a combatir el
mito de la desesperante inaccesibilidad. El interés y preocupación de
los terapeutas proporcionaban un modelo para que todos los inte-
grantes de la familia extensa enfrentaran las desesperantes necesi-
dades de dependencia no satisfechas entre los C., y entre sí. El enfo-
que multigeneracional obligaba a la familia a revertiJ.· el proceso des-
tructivo que había ido desarrollándose durante varias generaciones.
Hasta cierto punto salió a relucir el divorcio emocional entre los
abuelos maternos, que había afectado a todos los hermanos. Esto les
brindó la oportunidad de mostrarse más accesibles, adoptando una
conducta de mayor vinculación y apoyo mutuo.

346 347
12. Diálogo reconstructivo entre una familia
y un equipo coterapéutico

El material clínico presentado en este capítulo consiste en extrac-


tos y resúmenes de las fases inicial, media y final del tratamiento de
una familia, que duró tres años y medio. Los extractos proceden de
apuntes tomados durante las sesiones. Revelan que la familia se
mostró con frecuencia caótica, desesperada, provocadora y, a veces,
desafiante en forma casi intolerable para los terapeutas. Al comien-
zo, parecía tan desorganizada que los terapeutas creyeron que tal
vez ningún cambio sería posible; pero el material clínico demuestra
que a la postre todo el mundo realizó progresos.
Como se presentan fragmentos de las tres fases, los autores efec-
túan sus comentarios desde distintos puntos de vista:

l. El modo en que la familia nuclear, así como las familias exten-


sas paterna y materna, se revelaron por primera vez, y la naturaleza
de las relaciones dentro de esa familia específica.
2. La manera en que cada miembro se veía a sí mismo como in-
dividuo dentro de la familia; el modo en que los integrantes de la fa-
milia se veían el uno al otro.
3. Las conductas manifiestas en su transacción durante las se~
siones, consideradas en el contexto de la agenda oculta; es decir, la
jerarquía de expectativas y compromisos mutuos, y asumidos res-
pecto de las familias de origen.
4. Los métodos del equipo terapéutico en función de sus interven-
ciones y respuestas, que permitieron que tuviera lugar una «adop-
ción» mutua entre los terapeutas y la familia.
5. Y, finalmente, los cambios resultantes en todos los miembros
de la familia, no sólo desde el punto de vista de los terapeutas sino (lo
que es más importante) tal como cada integrante percibía su propio
crecimiento y el de los demás; confirmación consensual sobre la can-
tidad de aspectos fragmentarios ocultos de los sistemas familiares
originarios de cada uno que se integraron y unificaron.

En otros capítulos, hemos definido los conceptos fundamentales y


la aplicabilidad del conocimiento respecto de los compromisos de
lealtad visibles e invisibles existentes en los sistemas familiares.
Examinamos los conceptos de lealtad en la familia actual y hacia la
familia de origen, incluyendo las ideas de endeudamiento y repara-

349
Al pr~cipio una_~amilia puede pare_c~r desapegada, indiferente y
ción. También hemos reseñado los vínculos ente los sistemas de leal- falta de mvolucrac10n con ambas fanuhas de origen, o describir en
tad ocultos :y la ~~ignació~ de rol.es, ta~es como los de chivo emisario y forma destructiva la conducta negativa entre las familias. En el con-
la parentahzac10n. Analizamos los smtomas en función de su tem-
texto de_ un ~istema de lealtad familiar, una adolescente drogadicta,
prana_ desaparición e~1 el miembro designado paciente, en tanto que en apanencia desleal y desafiante, no es sólo la hija rebelde que tra-
se regi_straron otros smtomas en los demás integ1·antes de la familia.
ta de afirmar su independencia frente a los padres. Aunque la con-
Estos mfórmaron sobre la existencia de nuevas áreas de dificultad
ducta sea abiertamente autodestructiva, sigue poseyendo valor fun-
más importantes, y distintas de las que originariamente los hiciera~
cional y, por consiguiente, representa una manifestación de lealtad
emprender el t:·~tamiento. Deben considerarse muchos factores en
hacia su familia. Su conducta puede revitalizar y dotar de interés al
el co~texto familiar, como las dimensiones generacionales y las dife-
matrimonio de sus padres, signado por el desapego y la inercia; su
rencias sexuales, ya que contribuyen a que una familia defina nue-
vas metas para sí. comportamiento negativo moviliza a las autoridades escolares y le-
gales, o sea los recursos sociales que pueden ayudarla a ella y a la fa-
El trabajo con una organización multipersonal tal como una fami-
milia en su actual situación. Dichas autoridades pueden utilizarse
lia plantea exigencias fuera de lo común a todos sus miembros, así
como autoridad paterna sustituta, cuando la familia no puede ejer-
como a los terapeutas. Aun cuando el material clínico de este capítu-
cerla. De manera inconsciente, la conducta de la jovencita puede ser
lo se examinará en los distintos niveles antes mencionados, sólo pue-
el medio del que se vale para obligar a los progenitores a demostrar
den enfocarse los puntos más reveladores. Fue mucho lo que tuvimos
interés, preocupación e involucración con cada integrante de la fami-
que apre~der de una s~sión a 1~ otra. Incluso, al terminar la ter~pia
lia. En forma manifiesta, aparece como un mecanismo negativo o
una considerable cantidad de areas quedaron sin explorar. Un im-
destructivo. Por detrás de dichos esfuerzos se da la lealtad hacia un
portante volumen de transacciones en el curso de las sesiones se sos-
layaron, interpretaron en forma errónea, o debieron «desentrañar- sistema familiar que ayuda a estimular de nuevo las respuestas vivi-
se» en ~1 curso de nuestras discusiones entre una sesión y la siguien- ficantes y aumenta la involucración. Se lleva a esa hija a pagar una
te. Tuvm10s que esperar meses enteros para obtener material adicio- deuda oculta, supuesta o imaginaria.
nal que ilustrara determinada pauta de relación. A veces tuvimos Antes de presentar la historia familiar, con el respectivo material
que «combatir» nuestras reacciones individuales, tanto personales clínico y los comentarios, deseamos formular algunas apreciaciones
como profesionales, o tuvimos que ayudarnos mutuamente para vol- generales con respecto a la familia y nuestras consideraciones teóri-
ver a funcionar como equipo, tanto en nuestro sentir como en nues- cas iniciales.
tra comprensión de las cosas. En ocasiones, la conducta desarrollada La familia P. era una familia de clase media que luchaba por pro-
durante las sesiones era tan turbulenta que no quedaba suficiente gl'esar y demostraba preocupación por los valores humanos y el me-
e~er_gía para preocuparse demasiado por las posibles implicaciones o
joramiento de las relaciones familiares. Su meta se dirigía hacia la
significado de la conducta de la familia. educación, en vez de orientarse hacia los aspectos materiales o las
Finahnente, lo que ayudó a esa familia y también a nosotros fue posesiones. Se trataba de una familia integrada por personas inteli-
un sólido denominador común: la decisión mutua de enfrentar y pre- gentes, físicamente atractivas, que se desempeñaban bastante bien
elaborar co~~romisos de relación más profundos. Con el tiempo, en el ámbito ocupacional y econólnico, aun cuando no mantenían re-
tanto la familia como nosotros pudimos enorgullecernos de sus pro- laciones sociales.
gresos como resultado de ese esfuerzo realizado en colaboración difí- En el mundo propio de esa familia había habido ya casos de inter-
cil pero gratificante. ' nación psiquiátrica, de uno de los progenitores y de un hijo. Se podía
El trabajo efectuado con esa y otras familias durante estos años observar aislamiento o exceso de involucración, falta de diferen-
nos permitió desc~brir di;n.ensiones nuevas y más importantes, y ciación personal, y hubo también intentos de suicidio y gestos homi-
elab?rar fo~mulac10nes ~eoncas sobre las relaciones familiares y su cidas. En el curso de las sesiones se desarrollaron algunas escenas
funcionannento por medio de una agenda familiar oculta, en el senti- de violencia física. El torrente de vilipendios e imprecaciones verba-
do de que el compromiso de lealtad inconsciente de cada miembro les parecía interminable.
hacia su familia de origen estructura la naturaleza y cualidad de las Los miembros de la familia se describieron a sí mismos como
relaciones ~amiliares transmitidas de generación en generación, «cuatro círculos». Se presentaron como una familia nuclear llena de
t~nto en actltud:s como en conducta. Los conceptos de lealtad fami- desapego, que insistía con vehemencia en que había dejado total-
liar Y endeudannento ayudaron a los terapeutas y la familia a com- n:-ente de lado a los_abuelos y hermanos en ambas familias de origen,
prender el sentido de la conducta, no sólo dentro de la familia nu- siendo a su vez dejada de lado por ellos. Este mito, así como otras
clear sino también entre las tres generaciones. aseveraciones reiteradas se presentaban como hechos inalterables.

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Al avanzar el tratamiento, con el tiempo fueron modificándose las con el tiempo, pudo ver que su falta de respuesta, o sus respuestas fi-
relaciones entre los integrantes de la familia nuclear y la extensa. jas e inadecuadas, inconscientemente alimentaban la baraúnda. En
Naturalmente, la terapia contribuyó primero a combatir los sínto- apariencia, parte de la conducta en extremo impulsiva del marido y
mas del miembro designado paciente. los hijos se desarrollaba con el propósito de obtener algún tipo de res-
Cabe esperar que el material revele el modo en que esos vínculos puesta materna tendiente a un mayor control.
y compromisos de lealtad hacia las familias de origen, manifiesta- Aun cuando los hijos hacían esfuerzos esporádicos por emanci-
mente negativos, afectaban el funcionamiento de esa familia. Por de- parse física o emocionalmente, pronto fue evidente que no recibían
trás de los deseos de cambio en sus relaciones había anhelos no re- apoyo, y que sus intentos eran socavados. Como el hierro ante los
sueltos de mejorar las relaciones con la familia de origen de cada imanes, de continuo eran empujados otra vez al redil familiar, hasta
uno. El cambio en todos los componentes de este sistema de familia que la señora P. pudo abrir su «caja de Pandora» y expresar senti-
nuclear produjo una modificación simultánea en las relaciones con la mientos más auténticos durante las sesiones. En una de las inicia-
familia extensa. Con el tiempo, al poder asumir nuevos compromisos les, cuando se le preguntó por qué era incapaz de revelar sus senti-
mutuos, con una conducta más responsable y llena de apoyo, pudie- mientos íntimos, respondió en forma gráfica: «en mi interior hay ca-
ron reequilibrar en forma constructiva sus obligaciones y compromi- jas dentro de otras cajas, y si todas se abrieran, explotaría mi matri-
sos de lealtad hacia sus ancianos padres y sus hermanos. monio y mi familia».
Los fragmentos de las sesiones que hemos seleccionado ilustran Es de esperar que los extractos clínicos, que no son otra cosa que
la manera en que los integrantes de la familia se veían a sí mismos y puntos reveladores típicos, podrán ilustrar los cambios producidos
veían la conducta de los demás. Se compiló una historia útil desde el en las sesiones. Se darán ejemplos de la participación y comentarios
punto de vista dinám-ico. de la familia como grupo, al compartir sus de los terapeutas, pero se recuerda al lector que buena parte de nues-
pensamientos y sentimientos sobre la familia de origen de cada uno. tras reflexiones se produjeron fuera del contexto de las sesiones. En
Cada miembro de la familia describió sus sentimientos sobre los la fase inicial del tratamiento, con frecuencia tuvimos que recobrar
abuelos vivos y los hermanos paternos o maternos, así como su sentir primero nuestra propia ecuanimidad, y luego, como equipo, planear
hacia los difuntos. (La madre del señor P. había fallecido unos siete en forma activa nuestra estrategia. En ocasiones no sabíamos si-
años antes, y el padre de la señora P., casi dos años antes.) quiera si la familia quería o no mejorar, o si volvería al consultorio. A
Durante los primeros meses, y de manera esporádica durante los menudo parecía estar en juego nuestra propia integridad emocional
primeros años, las sesiones fueron caóticas. A veces el ruido llegaba y la supervivencia de la terapia. No obstante, el equipo terapéutico y
a niveles intolerables, debido a los gritos, aullidos, bofetadas, golpes la familia comenzaron a «adaptarse» mutuamente después de la sép-
y llanto, en particular entre Anne y su padre. Esto, de por sí, puso a tima sesión, cuando aquella empezó a dar indicios de algunas mejo-
prueba la capacidad de los terapeutas para aceptar su conducta in- rías funcionales.
fantil. Aun cuando los padres actuaron en forma irresponsable y pro- Lucille y Anne, que al comienzo menospreciaron y pusieron en ri-
curaron desentenderse de su rol ejecutivo como tales, los terapeutas dículo a los terapeutas, al iniciar el segundo año nos trajeron masi-
tuvieron que exigir en forma reiterada que la familia se concentrase tas y bizcochos que ellas mismas habían hecho especialmente para
en cuestiones específicas. La orden del día era insistir en que los pa- nosotros. ¡También informaban con enorme orgullo acerca de cual-
dres se encargaran de controlar a los integrantes de la familia, de quier logro, personal, social o intelectual, exigiendo y esperando re-
modo de poder analizar la conducta y los hechos producidos dentro y conocimiento tanto de nosotros como de sus propios padres! Ese to-
fuera de las sesiones. No era asunto fácil, ya que todos hablaban a la ma y daca proseguía a pesar de que Anne experimentaba una conti-
vez y nadie oía a los demás. nua necesidad de desvalorizar verbalmente a la terapeuta del sexo
Al advertir el desapego y la aparente falta de participación de la femenino: «Su maquillaje era de un color equivocado; sus vestidos
señora P. en medio de los altercados, los terapeutas le asignaron el eran siempre de tonos apagados, y nunca estaban a la moda; sus za-
papel fundamental de aplacar a los miembros de la familia. Esto se patos eran de una forma que no le sentaba, etc.». A menudo, el salu-
hizo a pesar de la insistencia de la señora P. en el sentido de que ella do en la sala de espera era «jPor qué no te mueres, vieja bruja!». Esos
nada tenía que ver con la violencia desencadenada en la sala, como comentarios, además de expresar su lealtad familiar, implicaban
agente provocador. Finalmente, la turbulencia aparentemente ina- que Anne era el vocero familiar en su forma negativa de expresar
cabable de las interacciones comenzó a declinar cuando los terapeu- afecto.
tas la obligaron a asumir una función activa, en vez de actuar como
una extraña, como si no fuera una persona. Antes de la terapia, ella
era una pacifista que se guardaba sus sentimientos y necesidades;

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Historia de la familia el «pacifista» en la familia de origen, y ahora ella misma se identifi-
caba como la pacifista entre su marido y los hijos. Se había casado
La familia P. fue derivada a terapia porque Anne, de quince años, con el señor P. contra los deseos de sus padres. Aunque se describía a
designada como la paciente, había sido presa de gran agitación en el sí misma como una mujer fuerte, en quien todo el mundo se apoyaba,
curso de su terapia individual. Había tomado un cuchillo y amenaza- en su interior se sentía «insegura, perpleja, y a veces abrumada y des-
do con m?,tarse o dar muerte a su padre, y debió ser internada. A los valida». Daba la impresión de ser una mujer cerrada, amurallada,
trece años, edad a la que había iniciado el tratamiento, sus síntomas insensible. Estaba atrapada en una relación negativa con su madre y
eran: «tiene pataletas en el hogar, se chupa el pulgar, roba a los pa- su familia actual.
dres, posee intensos sentimientos de desvalorización y falta de auto- Lucille, de 17 años, alumna del último año de la escuela secunda-
estima, sus relaciones con los pares son deficientes, y tiene talento ria, fue presentada como la «hermana sana». La familia consideraba
para manipular a otras personas». Dotada de inteligencia superior, que ella era muy bonita, gozaba de popularidad y era una buena es-
sus calificaciones, antes sobresalientes, habían bajado de manera tudiante. Por un breve período, cuando se había vuelto «loca por los
abrupta, siendo aplazada en algunas materias. Se la describió como muchachos», sus calificaciones habían bajado notoriamente. Alegre-
emocional y físicamente inmadura (aún no menstruaba). sar de la eséuela secundaria, se proponía asistir a la universidad en
El señor P., de cuarenta años, era el hijo menor y el único varón la ciudad y residir en las viviendas estudiantiles. La familia estima-
en su familia de origen (una hermana le llevaba ocho años, y otra, do- ba que era una chica capaz e independiente, y pensaba que la sepa-
ce). Manifestó que su madre le había exigido mucho desde el punto ración de los suyos no le ocasionaría problemas. Muy pronto se de-
de vista académico, queriendo que fuera «mi hijo el doctor». Descri- mostró que su capacidad e independencia no eran más que ':na fa-
bía la relación como «áspera pero indulgente», y sentía que no había chada. En lo emocional era aún más vacilante que Anne, el miembro
logrado satisfacer las expectativas maternas. Siempre creyó que su sintomático de la familia. Durante el segundo semestre académico se
padre se interesaba más en él, pero en verdad nunca estuvieron muy le pidió a Lucille que dejara la escuela, debido a su bajo rendimiento
cerca uno del otro. A sus ojos, su padre era un hombre poco práctico en los estudios, la conducta inaceptable que tenía para con sus pares
al que su esposa tenía a mal traer: un ser nervioso que tendía a ais- y su consumo de drogas. Lucille registró la aparición de varias afec-
larse de su familia. Durante sus años de universidad, el señor P. su- ciones somáticas (problemas en la piel, reiterada neurodermatitis
frió su primera crisis nerviosa y obtuvo permiso para tomarse unas extendida, desequilibrio hormonal, desmayos, colitis, trastornos
vacaciones. Al cabo de unos pocos meses de servicio militar se lo dio menstruales).
de alta, debido a su extrema angustia y reacciones paranoides. Fi-
nalmente, volvió a cursar sus estudios, tomando clases nocturnas y
trabajando de día, con lo que obtuvo el título de bachiller universita-
rio en ciencias. En los primeros años de matrimonio siguió trabajan- Primer año
do en pos de la licenciatura en matemática. Sin embargo, durante el
primer embarazo de su esposa fue internado a causa de un agudo
episodio psicótico. Sesión l. Cuatro círculos: el comienzo
La señora P., de 39 años, tenía dos hermanos: un varón que le
llevaba cuatro y una mujer dos años menor. Su padre había fallecido La crisis que trae a la familia al consultorio es la internación de
dos años antes. Sus progenitores, al igual que los del señor P., tenían uno de sus integrantes, Anne, en una clínica psiquiátrica. La fuente
un pequeño negocio en el barrio. La vida del señor y la señora P. se de remisión nos había informado con anterioridad acerca del falleci-
había visto muy afectada por el hecho de que sus padres pasaran miento del padre de la señora P. dos años atrás, que coincidió con el
tantas horas en sus respectivos negocios. Los progenitores trabaja- pedido originario de tratamiento para Anne.
ban arduamente y tenían que amoldarse en demasía a las exigencias Los terapeutas comenzaron la sesión inicial pidiéndoles infor~a­
de sus clientes a fin de obtener seguridad para sí y sus hijos. La seño- ción sobre lo que los llevó a solicitar tratamiento para toda la familia.
ra P. sentía que su madre siempre se había mantenido inaccesible De ese modo se desplazó el enfoque, centrado antes con exclusividad
para ella, y que esperaba que ella misma le fuera de gran ayuda, tan- en el paciente designado como tal. Se les pidió que hicieran una pre-
to en el negocio como en el hogar. Su hermano era el preferido de la sentación de toda la familia e incluyesen comentarios sobre cada uno.
madre, y su hermanita, la «favorita» de la familia. Se había sentido
más cerca de su padJ:e, y se mostraba protectora para con él, aunque Señor P.: Anne es tan parecida a mí que nunca hemos podido llevarnos
lo consideraba el más débil de los dos progenitores. Lo describió como bien.

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Anne: Mi madre es puro «blablá». El valor de rastrear la historia de las relaciones generacionales
Señora P.: Somos cuatro círculos que dan vueltas pero nunca se acercan. en la sesión radica en que todos tienen ocasión de aprender hechos
Anne siente que nadie se interesa por ella. Nunca engranamos. Muchas ignorados sobre cada uno de los otros, y comenzar a expresar sus
veces la situación es forzada. sentimientos de culpa y los conflictos de lealtades no resueltos que
Seiior P.: Era mi círculo porque fui a la universidad de dos a cuatro noches mantienen entre sí y con ambas familias de origen.
por semana; mi vida se centraba en mis estudios. Lucille se lanzó sola al Al obtener material diagnóstico históricamente, los terapeutas
mundo, y ahora que sale con muchachos actúa como si fuera adulta y no comienzan también a evaluar y postular en forma tentativa algunos
nos necesitara.
Señora P.: Soy puro «blablá» porque trato de mantener una cuña equili- elementos de las relaciones que pueden haberse transferido de las
brada entre la hostilidad y el auténtico odio. Mi marido es inclinado a la anteriores relaciones entre padres e hijos a las actuales. Advertimos
violencia. que la señora P. muestra oposición hacia su propia madre y piensa
Se1ior P.: Estoy de acuerdo con mi esposa; ella es la que rehúsa contestar establecer de qué modo eso puede afectar su rol frente a sus hijas.
con más violencia a la violencia. El señor P. afirma que siempre se sintió colérico y culpable en su
Lucille: Cuando regreso a casa quiero volver a un hogar donde la gente familia de origen, y lo mismo ocurre en la actualidad. Quien fuera un
sonría. «bebé>> gritón e iracundo en su familia de origen, ahora parece exigir
la «parentalización» de su esposa a expensas de las necesidades de
Al final de la sesión, los terapeutas se preguntan «quién es el en- esta y de sus hijos. Pregunta a los terapeutas cómo puede lograrse
fermo, y quién está enloqueciendo a quién», y se plantean de qué ma- que las sesiones sean más productivas para la familia. Ellos le res-
nera pueden contribuir a unificar la familia en «cuatro círculos». ponden sugiriéndole que procure reprimiJ: su conducta perturbadora
y asuma el liderazgo en importantes cuestiones familiares.
Sesión 4: Relaciones actuales e históricas En una de las sesiones siguientes, Lucille dice que los terapeutas
la ayudan a ver a sus padres en forma más humana. Este comentario
se interpreta como exhortación para que la familia continúe con la
Los terapeutas advierten que la familia parece más relajada en
presencia nuestra, pero que sus integrantes también llegan a la pro- terapia.
vocación verbal y fisica. Se nos pone a prueba, y se apuntan y comen-
tan nuestras respuestas. (Anne parece liderar la enloquecida con-
ducta de provocación que han desarrollado en el curso de las sesio- Sesión 6: Falta de responsabilidad de los padres
nes. Hay golpes, tirones de pelo, rasguños y mordiscos, principal-
mente entre Anne y el padre. Se dan vuelta las sillas y golpean las Anne asiste a la sesión mofándose de sus progenitores y provo-
puertas. Los terapeutas les piden que comparen su vida familiar ac- cándolos, en especial al padre. Los terapeutas insisten una vez más
tual con la que llevaban en sus familias de origen.) en que la señora P. debe actuar con mayor firmeza para controlar la
conducta de Anne. ¿Pueden intentar algún esbozo de cambio en la fa-
Señor P.: Debo admitir que pelear me da tanto placer como a Anne. milia? Por ejemplo, ¿el señor P. puede permitir que su esposa arregle
Señora P.: Mis padres discutían mucho por el negocio. Mi madre era la je- las cosas de una manera directa con Anne, sin su interferencia? En-
fa, y yo, la favorita de mi padre. Mi hermano y mi hermana eran aliados y tonces, por vez primera, el señor P. trata de controlar su conducta de
continuamente peleaban conmigo. Nadie me prptegía. Mi madre se ponía provocación. Anne descubre, por el momento, que no puede manipu-
de su lado. [Casi llora al hablar de su padre.] El nunca desarrolló su po- lar a sus padres, y se vuelve hacia los terapeutas para pedirles que le
tencialidad. Aunque era el débil de la familia, es el único que me daba la digan exactamente de qué modo pueden ayudarlos a todos ellos. Los
sensación de preocuparse por mí. Nunca quise ser como mi madre, tan man- terapeutas formulan esa misma pregunta a los padres, pregun-
dona, ni como mi hermana. tándoles cuáles son, en su opinión, algunas de sus metas. El señor P.
Señor P.: Mis padres también trabajaban duro en su negocio. Mi padre dice tener conciencia de que, cuando Anne se muestra provocadora,
era una persona excitable, y los clientes siempre lo trastornaban. Mima- él responde en forma sádica. El doctor N. coincide en que se trata de
dre era más estable, y mejor administradora de los negocios que mi padre. una relación de mutua satisfacción de necesidades, pero sugiere que
Sin embargo, trabajaba demasiado y era una mártir que hacía sentirse el señor P. considere por qué la violencia dirigida contra Anne le
culpables a los demás. En consecuencia, yo siempre me sentía colérico y otorga gratificación: ¿Dónde se originó esto, y es Anne la única per-
culpable por causa de ellos. Mis hermanas eran 12 y 8 años mayores que
yo, y se independizaron temprano; yo era el bebé de la familia y, supuesta- sona contra quien dirige su ira?
mente, el favorito. · Se nos pone a prueba para determinar si asumiremos la función
Anne: Sólo hay inercia en esta familia. paterna de controlar la conducta impulsiva y explosiva, y si podemos

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instilar una mayor responsabilidad en los progenitores. Además, las Señor P.: Aun entonces mi mujer actuaba como pacifista, calmando a mi
respuestas de los miembros de la familia son inadecuadas, cerradas familia.
llevan a un punto muerto: y esto refuerza la frustración y falta d~ Señora P.: Es lo que hay de mi padre en mí, necesitábamos actuar como
gratificación de las necesidades de cada uno. pacifistas.
· Los terapeutas, al impulsar a la señora P. a que responda de ma- Dr. N. [interpretación]: ¡Los pacifistas necesitan que haya alboroto!
nera más áctiva, no aceptan sus comentarios en el sentido de que ella Anne: De~Ip.odo que mi madre causa más alboroto que yo, porque necesita
el alboroto para hacer la paz.
debe desempeñar ese papel de abnegada mártir con fines de supervi- Lucille: La familia de mi padre debe de haber sido similar a esta, en el
vencia. Se ,solicita a~ señor P. que apoye nuestra interpretación, y, sentido de que no dejaban inmiscuirse a los extraños. [Dirigiéndose a su
una vez mas, que deJe que su esposa maneje las provocaciones entre padre:]. ¿Aceptarías a mi esposo si me casara?
Amie y ella misma. Anne: Todavía no estamos preparados para que mi madre tenga un yerno.
[Es evidente que todo el mundo se siente desdichado por la perspectiva de
que Lucille salga con muchachos y se case, y Anne se convierte en vocero
Sesión 7: Comienzos del cambio en el sistema de la familia.]
Señora P.: Ml marido y yo iremos cuatro días de vacaciones, las primeras
La familia dice que hay algo que comienza a modificarse en su en siete años.
seno. La señora P. obtuvo un nuevo trabajo, mejor pago. El señor P. Lucille: Es demasiado para mí; dos días con Anne serían suficientes.
tiene noticias de que puede llegarle un ascenso. No obstante, parece
ser que el señor P. depe!lde de su esposa, quien hace que le remuerda La sesión revela dos elementos: que tienen una capacidad limita-
la conciencia por no completar su tesis para la licenciatura. Lucille da para confiar en los extraños y dejarlos intervenir; y que también
informa que le otorgarán una segunda beca para asistir a la univer- tienen limitaciones para arreglárselas haciendo las paces, y no pue-
sidad. El señor y la señora P. informan que planean tomarse unas den tolerar el desarrollo de un auténtico diálogo. Los terapeutas si-
vacaciones sin sus hijos, cosa que hace muchos años no hacen. guen sin «asumir» ellos la responsabilidad, pero demuestran su ca-
pacidad para «aceptar» las cosas, a la vez que aguardan que los pro-
Seíior P.: Después de la última sesión, Anne le pidió disculpas a la madre genitores se reafirmen en su papel de tales.
con mayor autenticidad que nunca. Incluso la relación entre las herma- La declaración de Anne nos prepara para enfocar los problemas
nas era más «fraternal>>. Anne se mostró menos insultante y provocadora. inmediatos de la separación: Lucille parte, para asistir a la universi-
dad. Sin embargo, los planes de vacaciones de los padres simbolizan
Los integrantes de la familia informan sobre los diferentes cam- un comienzo de separación de los problemas conyugales respecto de
bios y mejoras producidos. Pero debe considerárselas mejoras tem- los paternos.
porarias, de tipo transferencia!, más que cambios básicos o estructu-
rales en sus relaciones. Algunas familias y terapeutas podrían acep-
tar el citado cambio como meta, y dar por terminado el tratamiento. Sesión 10: Cuestionamiento del mito de la «hermana buenGJ!
Los especialistas ven en ello el hecho de que la familia, por un breve
lapso, alienta nuevas esperanzas y se ve infundida de valor para en- Lucille se ha ausentado durante una semana en que asistió a la
frentar los problemas fundamentales y ocultos en el sistema fami- universidad, y aunque dice que allí es feliz, ahora siente una fuerte
liar. Naturalmente, sólo se puede llevar a cabo un trabajo dotado de comezón por todo el cuerpo. Ambos padres niegan que la extrañen en
continuidad si los miembros de la familia están motivados en ese absoluto; el tono d~l señor P. implica que el hecho de que esté o no
sentido. con sus padres importa muy poco.
Lucille estalla, iracunda, por la falta de comprensión que el padre
demuestra hacia sus sentimientos: como, por ejemplo, cuando le
Sesión 8: El rol del pacifista rompió una fotografía de los Beatles que significaba tanto para ella.
Durante años enteros la jovencita fue acumulando todo tipo de senti-
Señora P.: Las cosas están más tranquilas en casa. Tengo un nuevo traba- mientos, que nunca le permitieron expresar. Se siente enferma y
jo. Lucille recibió dos becas y podrá vivir en el dormitorio universitario. cansada de que se la deje de lado, se la ponga en ridículo y se la mal-
Dr. N.: ¿Cómo van las cosas en relación con la familia del señor P.? trate físicamente.
Señora P.: Siempre fue dificil visitar a mis parientes políticos. Ocurre lo Los terapeutas le preguntan a la familia si tienen conciencia de
mismo que con Anne: En cuanto mi marido está con su familia, se pone su que Lucille siente que en realidad nunca la escucharon y de que la
máscara de hostilidad, y pelea ... porque así era su familia.

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dejaron a un lado. ¡Lucille no puede hablar c-on nadie! Incluso de ni- Seguimos impulsando a esta familia para que tome conciencia de
ña acostumbraba quedarse sentada sola, mientras los otros tres mi- su incapacidad para sostener un auténtico diálogo entre sus miem-
raban televisión. · bros. Aunque la señora P. comienza a encarar a los integrantes de la
_ La familia comienza a revelar el hecho de que la señora P. y Luci- familia, bien que débilmente, con sus propio sentimientos de cólera,
lle adolecen de graves síntomas psicosomáticos (colitis, dermatitis, en una de las sesiones siguientes dice: «¡Si me abriese, tengo miedo
dificultadés menstruales). Igualmente importante en ese siirtema fa- de lo que sucedería con mi matrimonio y mi familial».
miliar es el hecho de que la gente tiene que mostrarse violenta para
hacerse oír; a los sentimientos de cólera o desdicha se responde con
más violencia, en lugar de demostrar compasión, preocupación o in- Sesión 14: Manifestaciones transferenciales
terés por el que sufre. Anne es el «portador» manifiesto o estímulo de
un enloquecido ataque verbal en el curso de la sesión, lo que parece Al entrar los terapeutas a la sala, se oyen fuertes gritos y hay un
darse en respuesta al hecho de la separación física de Lucille con la colérico altercado, con manifestaciones de violencia física. Durante
familia. los últimos meses, ese tipo de comportamiento había disminuido de
intensidad.

Sesión 11: Enfrentamiento con las respuestas caóticas Se1iora P.: Estuve pensando en el comentario del doctor N. la semana pa-
destructivas sada, y quiero que me explique nuevamente por qué dijo que la familia no
asumía la responsabilidad de su propia conducta, o la de sus miembros.
Lucille está ausente.-Anne ensaya su táctica habitual de provocar [Está visiblemente enojada con ambos terapeutas.] No sé cómo podría
una pelea; cuando no obtiene respuesta, sale en forma violenta de la ayudarse a nadie hablando de su sentir más íntimo.
habitación. Dr. N.: En apariencia, su silencio incita a sus hijas para que actúen en for-
ma enloquecida durante las sesiones. Ellas necesitan respuestas más
Señora P.: Este fm de semana Lucille y yo estuvimos en desacuerdo sobre apropiadas. Su marido manifestó varias veces que quiere que usted hable
algo, y aunque yo me puse del lado de mi marido, en realidad sentí que las también con él, que le diga cómo se siente acerca de muchas cosas. En las
acusaciones de Lucille eran justificadas. Mi marido entra en los dormito- sesiones, usted en realidad actúa como si no fuera una persona; o sea que
rios de sus hijas, espiando y husmeando sus posesiones personales. [Esta nunca adopta la «posición de yo» hacia nadie, o en relación con ningún
es la primera vez en una sesión que }a señora P. enfrenta a su marido, problema que se plantea.
mostrándole su gran insatisfacción.] El se muestra impulsivo e imprevisi- Se1iora P.: Me sentí inquieta por las «escapadas» de mi hija en la universi-
ble. A veces amenaza con matarse o matar a otros, y anda mascullando y dad. [Sin embargo, lo dice en tono calmo, y declara que no tiene nada que
lJlnzando maldiciones. No hay esperanzas de que pueda cambiarlo. agregar sobre el tema.]
Ultimamente, soy yo quien se muestra iracunda y él quien actúa en forma
responsable. Me he tragado demasiadas cosas toda mi vida. La señora P. se niega a explayarse en torno de su anterior mani-
Señor P.: Sé que mi esposa no se dirige a mí para plantearme los proble- festación, y los terapeutas no logran extraer de ella una respuesta
mas. Me siento privado de la oportunidad de consolarla, y también siento más apropiada. Las hijas esgrimen entonces tácticas de filibustero.
que me hacen a un lado en la familia. Se muestran desafiantes hacia los especialistas, y vuelcan su cólera
amorfa hacia todos los adultos. Los psiquiatras de ningún modo in-
Los terapeutas observan: ¿Hay algún punto intermedio entre los tentan reemplazar la posición paterna de dar una respuesta más
dos extremos, el de actuar como observador o el de dar rienda suelta adecuada en relación con la conducta delictiva de Lucille en la escue-
a la violencia en esa familia? También reflexionamos, en presencia la. Por el contrario, se les vuelve a señalar a los padres su «abdica-
del señor y la señora P., sobre algunos otros elementos que adverti- ción», tal como se revela en esta sesión. Las hijas, mediante el baru-
mos en el curso de las sesiones: No sostienen ninguna conversación llo y la confusión, parecen levantar una pantalla protectora entre
abierta o directa entre sí. Parecen hablar utilizando como interme- padres y terapeutas.
diarios a las hijas, o limitar sus observaciones exclusivamente a los Las sesiones siguen poniendo a prueba nuestra convicción de que
problemas de estas. Si alguien hace un comentario personal o dotado los progenitores deben asumir su responsabilidad para enfrentar el
de: sentido, los otros sólo responden con risas, lo que, en esencia, des- caos provocado, y aprender a actuar como padres (específicamente,
miente lo que el primero ha dicho. A veces parece haber un seudo- definiendo sus valores hacia sus hijas y fijando límites). La cólera
acuerdo entre ellos, pero siempre desplazan la tensión o causa del que a veces se vuelca sobre ambos terapeutas es también prueba de
desacuerdo sobre las hijas. nuestra capacidad para seguir manejando a la familia con compostu-

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Lucille: Hay un 50% de sexo entre mi padre y Anne, y un 50 % entre mi
ra, a la vez que instamos a los padres a enfrentar a sus hijas con fuer- padre y mi madre. Anne es una prostituta.
za y firmeza. .
Tenemos conciencia de que, al enfrentar, orientar y exigir res- Anne se vuelve entonces hacia el terapeuta y en forma agresiva le
puestas más apropiadas, la señora P. hace tentativas por salirse de pregunta si está celoso, si desearía que ella se sentara en sus rodi-
su papel de pacifista pasiva. Comienza a ver en nuestros esfuerzos llas. Los psiquiatras le hacen ver a la familia la aparente discrepan-
una muestra de interés y preocupación por ella como persona. cia entre conducta y afecto. Siempre hay un exceso de sonrisas y car-
Sin embargo, esta sesión ilustra, asimismo, la ambivalencia y la cajadas fuera de lugar. Las conversaciones asesinas y la conducta
resistencia conjunta de los progenitores respecto de las exhortacio- sexual inadecuada se enfrentan con respuestas inadecuadas. Les de-
nes de los terapeutas, en el sentido de que se ocupen de la conducta cimos que no nos gustaría ser integrantes de esa familia, ya que todq
de sus hijas y respondan con mayor autenticidad. Aunque la familia sentimiento auténtico o intenso es ridiculizado, negado, o se le resta
trata de convertir a los especialistas en chivos emisarios como reac- importancia.
ción ante sus insistentes exigencias de respuestas más ajustadas, no
logra hacer que aquellos contraataquen poniéndose a la defensiva. Señora P.: No permitiré que mi marido me siga usando como en el pasado,
Las hijas, al utilizar tácticas de filibustero, tratan de proteger a sus a expensas mías o de mis hijas.
padres de los comentarios de los terapeutas. Aun cuando no consi-
guen acallarlos de buenas a primeras, después de unas cuantas se- Al enfrentar de modo abierto al señor P., vemos en ella un co-
siones quedan agotados y maltrechos. mienzo de cambio. Su máscara de mártir y su compostura comienzan
En una de las sesion§!s siguientes la conducta perturbadora de la a caer, expresando un mayor resentimiento subyacente hacia suma-
familia cuestiona una vez más a los psiquiatras, y la señora P.les di- rido. Empieza a negarse a actuar como la conciencia moral de este.
ce que no sienten confianza en ellos. El doctor N. responde: «¿Dónde La familia sigue poniendo a prueba a los terapeutas respecto de
puede ir a partir de aquí? ¿Cuál es el riesgo para la familia?». La se- su aceptación del modo infantil y primitivo en que sus miembros s_e
ñoraP. afirma, en respuesta, que tratará de modificar su posición exploran el uno al otro. Aunque reiteradamente tratan de parentali-
hacia su marido, ya que no volverá a pensar por él o empuñarlo como zarnos manipulándonos para que asumamos el papel de padres, se-
si fuera un bebé. guimos haciéndoles ver cómo su necesidad de afecto se mezcla con
las caricias incestuosas, etc. Obligamos a la familia a diferenciar en-
tre una y otra cosa.
Sesión 16: Sexualidad amorfa y falta de límites

La familia hace bromas sobre algo que al principio no captamos: Sesión 22: Dimensiones transferenciales entre la señora P.
la colaboración de Anne se recompensará con cuatro dólares ... Aune y los terapeutas
procede entonces a sentarse en las rodillas de su padre, retorciéndo-
se toda, con lo que obviamente lo estimula a él, y también a sí misma, Hay un enfrentamiento entre la señora P. y la terapeuta mujer.
en el aspecto físico. La familia mira a los especialistas, tratando de Se le pregunta a la señora P. de qué manera, en su opinión, la señora
descifrar nuestras reacciones. El doctor N. pregunta a la señora P. si S. podría serie de más ayuda. ¿Por qué la señora P. se afana ta.nto
hay algo que la perturbe en la conducta entre su esposo e hija, ya que por reprimir sus sentimientos? ¿Alguna vez pudo confiar en al~1en;
al mantenerse en silencio ella parece aceptarlo. tiene amigas íntimas? Se le dice esto en momentos en que la senara
p. se esfuerza por contener sus lágrimas al hablar de su fracaso como
Lucille: Ha tenido experiencias similares en el pasado. mujer, esposa y madre.
La señora S. (coterapeuta) le pregunta al señor P. si acaricia a Señora P.: ¡Usted querría verme llorar en su propio beneficio! Apren~ a
Anne como si fuera un bebé, o una mujer joven y atractiva. ¿Se trata reprimir mis sentimientos porque mi madre siempr_e decía que h~blana­
o no de incesto? ¿Hay alguien en la habitación dispuesto a detener lo mos el domingo, pero el domingo nunca llegaba. O, Sl a veces hablabamos,
que está pasando o en condiciones de hacerlo? mi madre me traicionaba contando a los demás mis confidencias.
Finalmente, la señora P. responde: Está enojada por la falta de Dr. N.: ¿La señora P. se queda tranquila para aparentar que 1~ control~
límites entre la estimulación, el afecto y lo que a sus ojos parece in- todo como si siempre tuviera que mostrarse adecuada, ser la mas fuerte.
cesto. Sin embargo, no dice ni hace nada para tratar de interrumpir Señ~ra P.: No sé cómo siento interiormente, en realidad, acerca de nada o
la conducta de su marido o su hija. nadie; durante muchísimo tiempo estuve sumergida en el señor P., vi-

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viendo a través de él. Además, si me «suelto» tehgo miedo de tener dolor Señor P.: Les concedo que tienen una paCiencia infinita. Probablemente
de estómago o un ataque de colitis. [Este síntoma se menciona aquí por hacemos progresos más lentos de lo que ustedes querrían.
primera vez.] Nunca me di cuenta de que otras personas, incluso en mi fa- Seíiora P.: ¡En principio, me ayudan a expresar mis sentimientos aquí!
milia, me veían como un ser desapegado, y no podían acercárseme. Que- Siempre permitimos que Anne dominara las conversaciones.
rría ser más «yo», pero no sé cómo.
Los padres comienzan a reconocer sus propias expectativas y los
La señora P. vacila, como si jugara con los especialistas: «Esperen esfuerzos de los especialistas para ayudarlos a alcanzar una conduc-
al domingo, y quizás hablaré de mí». Lucha duramente por seguir ta más apropiada como cónyuges y como progenitores. Sin embargo,
siendo ese ser amurallado, aislado, sin reacciones. Siente que así a esas palabras muy pronto sigue un nuevo altercado entre Anne y
puede mantener la paz en la familia. Para protegerse, ella coincide su padre. Esto refleja el deseo ambivalente de cambiar y el temor al
con el señor P., pero las peleas se libran a través de las hijas. cambio, ya que todavía quedaba un largo camino por recorrer, yendo
Los psiquiatras exhortan a la señora P. a expresar de modo direc- del elogio verbal a la reestructuración de la conducta.
to su sentir, comentando que las palabras no pueden matar a nadie. En una sesión posterior, la señora P. se muestra más abierta en
Los instamos a que confien en nosotros en cuanto a esa apertura, en relación con sus sentimientos ambivalentes hacia Anne y su marido:
vez de seguir el juego fallido de la familia, de reprimirse como si pu- «Los amo y los odio a ambos». La respuesta del señor P. es que él, al
dieran matarse o destrozarse los unos a los otros. El doctor N. les menos, está conociendo más a su esposa, y las personas con las que
dice que «sólo abriéndose la señora P. puede aprender a ver quién es está enojada. Los psiquiatras, asimismo, ayudan a la señora P. a
realmente, a ver lo que siente, y ayudar entonces a su familia y ayudar- buscar las raíces de esos sentimientos en su familia de origen. Co-
se a sí misma». menzamos a plantear la posibilidad de que traiga con ella asuma-
dre para asistir a las sesiones. Los terapeutas procuran ayudarla a
enfrentar el hecho de que algunas de sus reacciones se transmiten
Sesión 26. Revelación de la incompatibilidad matrimonial desde el pasado, y vuelven a verificarse en las relaciones actuales.
(sesión independiente con la pareja) Cuestionamos la validez de la desesperanza que expresa respecto de
su relación con la madre. La señora P. conviene en considerar lapo-
Señor P.: Hemos llegado a una posición intermedia. Tenemos deseos dife- sibilidad de incluir a su madre en las sesiones, y piensa averiguar có-
rentes.
mo se siente aquella en relación con dicha posibilidad. Meses des-
Señora P.: Las malditas chicas me inhiben. Hay sonidos; los ruidos me pués la madre asiste a varias sesiones.
molestan ... [Se echa la culpa a las chicas; psicológicamente, estas se en-
cuentran en el dormitorio.] Tendríamos que ir a un motel. Una vez por se-
mana bastaría. Mi madre tenía fuertes actitudes antisexuales.
Sesión 30: Conducta regresiva y más respuestas inapropiadas
De entrada se le dice a la familia que tienen libertad de utilizar
Lucille: Estoy harta de verlos pelear a los tres, en especial Anne y mi pa-
las sesiones para discutir sus relaciones conyugales o parentales. De
dre, mientras mi madre permanece sentada en silencio. El mes pasado
ese modo se alienta la privacidad conyugal; los hijos aceptan total- quedé emocionalmente exhausta. No puedo dormir ni mirar un libro en la
mente quedar al margen de esas sesiones. Los adultos decidirán có- escuela ... las palabras no tienen ningún sentido para mí. Tomo tranquili-
mo utilizar una sesión independiente. zantes. Incluso tuve una caída, que me provocó una ligera contusión. Esas
La señora P. no sólo revela algunos de sus temores e inhibiciones, peleas de locos en mi casa me tienen preocupada. Hasta tengo altercados
sino también el hecho de que la presencia de las hijas en el hogar ac- con mi novio.
túa como un importante factor determinante de su falta de respues-
ta sexual. Manifiesta que el señor P. no sólo es «oído» antes que las Lucille hace un planteamiento a los padxes: «Si no están de acuer-
hijas, sino que hace que estas se cien:en al desplegar una exagerada do con algo que yo haga, deberían decírmelo en forma adulta, en vez
conducta de seducción frente a ellas. El niega que de ese modo sus hi- de mostrarse sarcásticos y evasivos».
jas se sientan sobreestimuladas. Los terapeutas comentan, una vez más, que Lucille parece estar
En una de las sesiones siguientes, el señor y la señora P. ex- pidiendo a sus padres que le fijen límites y respondan en forma más
presan con franqueza sus sentimientos hacia los terapeutas. directa, demostrando su interés y preocupación por ella. Pregunta-
mos de un modo abierto a los padres si individualmente no podrían
Señora P.: De ustedes surge un fluido. Yo lo llamo alquimia. Cataliza una expresar su auténtica preocupación por Lucille, en vez de adoptar
relación mejor, que nos hace sentir más felices. Nosotros los frustramos. una destructiva actitud crítica con respecto a ella.

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Lucille abandona sus esfuerzos anteriores por salir adelante en siones sólo revelan los diferentes aspectos de la incapacidad del sis-
los estudios; su rendimiento es insuficiente y sus relaciones con los tema familiar para alentar y apoyar el crecimiento emocional y la se-
pares son pobres. Informa que ha estado experimentando con dro- paración de los hijos. Guarda similitud con el hecho de que ambos
gas, tiene miedo de un embarazo y de las enfermedades venéreas co- abuelos son incapaces de ayudar al señor y la señora P. a preelaborar
mo resultado de su promiscuidad, y amenazan con expulsarla de la y saldar sus compromisos de lealtad con las familias de origen.
escuela. NQnca recibió apoyo ni confianza básica, aliento y orienta- En las sesiones siguientes, la señora P. expresa su resistencia al
ción (elementos fundamentales que los padres deben brindar al hijo cambio y las obligaciones, y a continuar con la terapia. Manifiesta
para que este funcione de manera adecuada). Los especialistas no sus ideas de separación o divorcio como solución de sus dificultades
pueden ser sustitutos de los padres naturales. Sin embargo, sólo conyugales. Le señalamos que, si lo desea, puede seguir "huyendo
cuando el señor y la señora P. comiencen a reestructurar sus víncu- emocionalmente", pero que esto no la ha ayudado a hallar una mayor
los de lealtad con sus propios padres, podrán proporcionar una ade- gratificación.
cuada parentalización a sus hijas.

Sesión 39: Revivencia de los aspectos negativos de la lealtad


Sesión 32: Doble vínculo y problemas de lealtad intergeneracional
Anne [llorando, se vuelve hacia los terapeutas]: ¿Los padres deben reÍTse Señora P.: Recientemente pude, en verdad, hacerla callar a mi hermana.
de sus hijos? Ella habla sin parar "contra mí": nunca se trata de una conversación per-
Seiiora P.: Trato de no reÍT-desde que hablamos de la cuestión aquí. sonal o dotada de sentido. En lo que respecta a mi madre, no tiene reme-
Anne: Yo no tengo privacidad. Mi madre me revolvió todos los cajones con dio. Nada puede modificar esa relación. Mi madre tiene tendencia a ha-
la excusa de que buscaba un pulóver. Nadie me protege, impidiendo que blar mal de todo el mundo. Por lo tanto, yo le oculto todo lo concerniente a
se rían de mí. [Llora más fuerte.] Las únicas dos personas en el mundo mí misma, mi marido y los hijos, de manera que mi madre no use la infor-
que supuestamente debían amarnos desde el nacimiento se vuelven con- mación para criticarlos. No puedo confiar en ella, y yo soy igual. Tampoco
tra una, y se ríen. No deberían hablar por mí, y decirme lo que yo siento o me gusto yo misma. [Llora.] No puedo decir que haya hecho nada de lo
distorsionar lo que digo. ¡Cuando empuñé el cuchillo fue porque mi padre que me enorgullezca [llorando sin parar]. Vivo en forma hipócrita. Puedo
se rió de mí! ¡Pueden encerrarme todas las veces que se ríen de mí, y siem- causar una buena impresión, pero no sustentarla. Me culpo de que las
pre sucederá lo mismo! chicas hayan salido así.
Señor P.: ¡Me río para no matar a nadie! El asesinato es algo que llevo Dr. N.: ¿El señor P. es un mero observador? ¿Puede hallar un punto me-
adentro. No sé de dónde me viene. Trato de crecer, y aprender a escuchar. dio, entre la violencia y el papel de mero observador pasivo?
Señor P.: Quiero salirme del rol violento a cualquier precio. Pero no me
Los psiquiatras siguen exigiendo a todos que no interrumpan la gusta el hecho de que mi esposa no reafirme su persona.
conversación de los demás, y no consienten que nadie se desvíe de los
sentimientos y explicaciones que la persona da. En las sesiones no se Mientras las hijas se muestran capaces de revelar sus sentimien-
admite a nadie responder por otro. En esa familia, sus integrantes tos de impotencia y desesperación, también la señora P. comienza a
también montan en cólera al no permitírseles expresarse en un sen- mostrar en forma más abierta su desesperado sentir sobre su madre
tido personal. y sus hermanos. Al revelarse con mayor claridad la pauta de rechazo
La señora P. parece aceptar nuestros comentarios en el sentido materno de dos generaciones, se reviven los dolorosos sentimientos
de que es una mártir que actúa como si nunca hubiese recibido sufi- de privación.
ciente amor ni fuese objeto de interés; sin embargo, halla, a su vez, El señor P. todavía vacila entre ser un observador pasivo o incu-
que su marido y sus hijas le exigen permanentemente que esté a to- rrir en una conducta violenta y explosiva. No está listo ni capacitado
tal disposición de ellos. para explorar su papel en la familia de origen, pero nuevamente ma-
Por el contrario, Anne, que era el miembro de la familia «insano» nifiesta el deseo de que su esposa cambie primero, volviéndose más
de modo manifiesto, se encontró atada al sistema familiar de mane- expresiva de sus sentimientos. La parentalización de que el marido
ra simbióticamente leal. Ella revela cómo se mantiene (aceptándolo) hace objeto a la señora P. continúa en tanto él sigue siendo incapaz
en una relación carente de individuación y demasiado involucrada de valerse del apoyo de los terapeutas para examinar su manera pa-
con sus padres. Por contraposición, Lucille se presenta como la her- sada y presente de relacionarse en forma dependiente.
mana seudo-adecuada, que sería capaz de lograr una separación En el ínterin, la señora P. manifiesta en una sesión: «Puedo darle
emocional y abandonar fisicamente el hogar. No obstante, estas se- a mi familia el aliento que no obtuve de mi madre. No puedo hablar

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con la señora S. de mujer a mujer porque los-otros están presentes». padres. No había calidez ni sentimiento en-la casa. Mi padre siempre te-
El doctor N. comenta: «Tal vez ocurra todo lo contrario: la necesidad nía un aire de lejanía. Creo que comprendía mejor a mis hijos que mima-
experimentada en relación con la señora S. es tan grande, que el úni- rido. Su teoría era que uno no debe demostrar amor excesivo hacia los hi-
co modo de manejar la situación es declararla cerrada». La señora p jos. Tal vez mis hijos sentían que yo era como mi madre, que no tenía tiem-
réplica diciendo: «No veo el objeto de tratar de cambiar a mi madre. po para mí. Para mi marido los clientes eran más importantes que nadie.
Es tal su in-clinación a hablar mal de mi familia que no le cuento m u~ [Llora.] Aun cuando los niños estuvieran hambrientos y la comida en el
chas cosas». horno, quemándose, yo tenía que ir al negocio.

El material revela los aspectos del sistema familiar que provoca-


Sesión 44: Investigación de las dimensiones trigeneracionales ron una escisión entre los padres y las anteriores generaciones, e
del señor P. - ilustra específicamente el tema de la madre mártir (como si fuera
más fuerte y se ocupara más de los hijos que el paill·e). La parentali-
Señor P.: He cambiado, y ahora puedo expresar abiertamente el hecho de zación de los hijos en una generación se repite y vuelve a vivirse en
q~e }imo a n:i e~posa. Sin embargo, gran parte del tiempo no sé qué hacer; generaciones sucesivas. Los hijos son el blanco para la explotación
m se por que mi esposa se muestra perturbada. de la escena matrimonial, mientras que los conflictos que surgen en
Señora P: [lloran~o]: Durante los últimos tres días lo único que oí fue a la relación de los cónyuges siguen sin resolver.
Anr:e decrr lo horrible que es, qué fea está, demasiado gorda y desaliñada.
Lucille no se interesa por su familia o herencia. [Recuerda que el señor p
nunca la reconfortó durante ElUS embarazos.] · Sesión 49: Ulterior investigación del proceso de identificación
Señor P.: Supongo que soy como mi padre, cuyos sentimientos se irán con negativa y de lealtad
ét ala tumba. Siento que mis ideas nunca tuvieron mayor peso ni mere-
Cier~n ~1 respeto de mi familia de origen o mi esposa e hijos. Los únicos AM: La semana pasada no oí nada nuevo de Ruth. Ella creció muy pronto:
sentrmient~s que alguna vez expresé son los de frustración o cólera. Mi a los doce años podía ir de compras sola. Yo tenía un hermano mayor, co-
maci:e oca~wnalm~nte tuvo palabras de elogio para mí, pero nunca una mo Ruth, y ambos hermanos varones parecían menos responsables que
sonnsa. Mi padre Siempre se guardó sus sentimientos para sí. [Recuerda sus hermanas. No veo ninguna mejoría entre mi hija y yo. Ella me cuenta
q_ue su madre pasó sus ~timos cinco años de vida en una institución, víc- algunos de sus problemas, pero sé que no me cuenta todo para no agra-
t~a de un a~aque f~lmmante que le impedía hablar.] Nunca tuve oportu- viarme, porque teme que me enferme. Mis hijos no se atrevían a hablar-
mdad de meJorar mis relaciones con mi madre, que ahora está muerta. me como mis hijas: ¡el tipo de lenguaje que usan! En cuanto a Anne, hace
mucho que veo lo que sucede: siempre sintió que su padre no la quería ...
El señor P. comienza seriamente a comparar su rol en su familia tal vez eso sea parte de todo lo demás. Ruth fue una niña infeliz.
actual con su familia de origen. También hay muestras de cambios Señora P. [llorando]: Mi padre no trataba de desentenderse de sus res-
sistémicos, al ser él capaz, por primera vez, de expresar francamente ponsabilidades; quería ayudar a su esposa.
el hecho de que, si bien ama a su esposa, todavía deben mejorarse AM· Ruth y mi marido estaban más próximos que su hermana y su padre.
muchas cosas entre ellos. En los últimos años, incluso se dirigía a Ruth con quejas personales con-
tra mi persona.

Sesión 48: Investigación relacional de cuatro generaciones Tanto la señora P. como su madre siguen compartiendo sus sen-
(presentes: señora P. y abuela materna [AM]) timientos competitivos y llenos de rivalidad entre sí y hacia los hom-
bres de la familia. Por detrás se ocultan su soledad y desesperación.
AM· No creo que mi hija Ruth (señora P.) haya sido descuidada. Era una Mutuamente revelan y comparten sus compromisos de lealtad nega-
r:IDa enfermiza. Veo más a menudo a mi otra hija. Vive más cerca. Anne tivos hacia sus familias de origen. Atadas entre sí por una imagen
tiene el complejo de que nadie la ama. materna destructiva (tal como ocurría con la abuela materna respec-
Dr. N.: ¿Alguno de sus hijos siente lo mismo? to de su madre), son incapaces de mostrarse asequibles como recurso
AM: No lo creo. Mi :yerno no la quería a Anne, no se molestaba por ella constructivo la una hacia la otra, o respecto de sus cónyuges.
cuando era una ~eblta. Cuando yo tenía 14 años vine a este país y tuve
que ayudar a m1s p~dres, tal como ocurrió luego entre mi marido y yo.
Ruth no se llevaba bien con sus hermanos. Cuado nació, su hermano esta-
ba. celoso. Mi marido dejaba todo en mis manos. No podía controlar a los
chicos en la mesa. Yo era la fuerte. Estábamos muy alejados de nuestros

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Sesión 50: Desplazamientos en la identificación negativa Segundo año: Encrucijadas del cambio
(El señor y la señora P., y la abuela materna.)
AM· Esta mañana tuve una jaqueca poco común en mí. Sesión 53: Cambios sistémicos en la relación conyugal
Señora P.: Creo que después que mis padres dejaron el negocio mejoraron
sus relacianes. Señora P.: La conducta de las dos chicas está cambiando. Anne puede
AM· Yo quería a todos mis hijos del mismo modo; si uno ofendía al otro el llegar a ganar una beca; sus notas son cada vez mejores. Salieron juntas
ofensor recibía su castigo. Creo que mi hija fue demasiado dura con An~e. en pareja con dos muchachos, y hablan entre sí como dos adolescentes.
Era castigada siempre que le hacía una mueca a Lucille ... tal vez por eso También recibí un nuevo anillo de compromiso.
está enferma. Señor P.: Disfrutamos más juntos.
Señora P.: Anne siempre creó una disensión seria, especialmente cuando Señora P.: Podemos trabajar juntos para tratar de poner en su lugar a las
los abuelos venían a casa. chicas.
AJ.!!: Y~ tr~taba de ay':dar; cuando mi hija estaba embarazada fui yo Dr. N.: ¿Le resultó beneficiosa la sesión con su madre y el hecho de ver
qmen firmo para que m1 yerno saliera de la clínica psiquiátrica. otras similitudes en esas pautas?
Seiiora P.: Sí, esa vez ayudaste, pero fue la única. Por lo demás, me casti- Se1iora P.: Mi madre comenzó a culparse por ser una esposa y madre do-
ga~as constantemente diciéndome que los hijos de otras personas eran minante, que ayudó muy poco a sus hijos. También se dio cuenta de todo
meJores. La semana pasada aprendí hasta qué punto despliego el mismo el resentimiento que había entre mi hermano y yo. Al menos, yo pude ex-
tipo de amor destructivo que mi madre ... al no elogiar nunca a nadie, dar presar mis anhelos en presencia de mi madre, me oyera o no.
las buenas cosas por sentado y formular críticas. Señora S.: ¿Sexualmente hay diferencias, en comparación con el pasado?
AM· Yo tenía que tomar todas las decisiones, mi marido me convirtió en la Señora P.: Me distraigo menos cuando hago el amor. Me preocupaba el
jefa, Y no me sentí resentida. Aquí me enteré que mi hija cree que hay un hecho de que las chicas pudieran entrar al dormitorio.
muro entre ella y yo. Seiior P.: Yo aprendí a oír el punto de vista de las chicas. Ahora pienso,
antes de ponerme a gritar. Creo que las chicas necesitan orientación,
En esta tercera sesión con la abuela materna, la pareja sigue re- estoy preocupado por la promiscuidad de Lucille. Mi esposa y yo no es-
viendo sus similitudes y comienza a esclarecer algunos de los malen- tamos de acuerdo en todo esto.
tendidos y falta de disponibilidad entre ellos. Ambas han sido excesi-
vamente críticas de su cónyuge e hijas. Aunque las dos eligen a Anne La sesión muestra progresos en muchas esferas. Tenemos con-
como chivo emisario, acusándola de «perturbadora», recuerdan que ciencia de que estos cambios y mejoras pueden ser temporarios, pero
en el pasado la abuela materna también les había proporcionado posibilitan una realimentación positiva: alientan a la familia a se-
ayuda. Al enfrentar el hecho de que hay un «muro» entre ellas, se re- guir trabajando en pos de una mayor apertura, para compartir más
nuevan sus esperanzas de superar distancias y, posiblemente, vol- cosas. Las sesiones que incluyen a la madre de la señora P.la ayudan
verse accesibles en forma más significativa y afectuosa. De poder a enfrentar su necesidad de proyectar sus sentimientos sobre sus hi-
reelaborar su relación, entonces ya no necesitarán usar a Anne como jas y su marido. También ilustran la necesidad de «saldar las cuen-
«objeto malo» sobre el que proyectan sus sentimientos heridos tas del libro mayor» hacia su familia.
coléricos y solitarios. Al brindarse mutuamente más apoyo, disminu~
yen los sentimientos de culpa y endeudamiento.
En las sesiones siguientes, la señora P. dice que ahora se muestra Sesión 54: Transferencia ulterior
más expresiva con su marido. Están programando otras vacaciones
juntos. Después se toman de la mano y explican que se trata de una Al cabo de un período de vacaciones, se les pregunta si echaron de
nueva «luna de miel». menos a los terapeutas.

Señora P.: No era una falta definida. Trato de filtrar los sentimientos per-
sonales. Ustedes dos son seres humanos «funcionales». Sin embargo, creo
que estaba muy enojada con la señora S. porque parecía que intentaba obli-
garme a entablar una relación personal con ella. Tiene que terminar den-
tro de un tiempo razonable, de modo que no puede tratarse de amistad.
Saqué algo en limpio de todo esto en relación con Anne, ¡pero siempre ten-
go que ser yo la víctima! [Llora.] Se supone que tengo que ser más abierta

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en mis relaciones, pero no sé nada sobre ustedes dos. [Anne comienza a abierta actitud crítica hacia los especialistas y su falta de confianza
llorar también, y le pregunta a la señora S.: «¿Nosotras le importamos?».] en ellos, también revela su dependencia e involucración.
Dr. N.: ¿Esas ansias se reprimen, ·de modo que la señora P. no pueda ser
herida nuevamente?
.Seriara P.: No puedo sentirme involucrada. No puedo ocuparme de mí Sesión 60: Los hijos como válvula de escape
misma y c:;le los demás también ... examinarme a mí misma y también a de la insatisfacción conyugal
ustedes.
Lucille tiene dificultades en los estudios, falta a las clases, acude
La señora P.lucha duramente por no volver a sentir ansias de ser a fiestas con demasiada asiduidad.
amada, como si tuviera que ser rechazada o volver a perder a un ser
amado. Lucille: Me creen una hippie ... la escena de las drogas, no necesito dro-
En una sesión posterior la señora P. se vuelve en dirección al doc- gas, puedo mirar una flor.
Señor P. [poniéndose de pie]: Has estado faltando a la escuela y echando a
tor N. y dice: «Tienen razón en mantener silencio ... pero al menos perder tus antecedentes como estudiante.
escuchan. Mi padre y mi marido nunca escuchan». Señora P.: Me siento traicionada por ti. Dices una cosa y haces otra. [An-
Resulta significativo que la señora P. asevera no conocer nada so- ne actúa, entra en la provocación verbal y el padre le da una bofetada.
bre nuestras vidas personales y Anne pregunta de nuevo si nos im- Ella llora, y como tiene el labio partido, la madre la hace ir corriendo al
portan. Ese material sigue a las sesiones en que la abuela materna baño.]
reveló buena cantidad de información y gran parte de su sentir sobre Terapeutas: ¿Anne es una extensión de su madre, y cuando el señor P. la
su vida pasada. De continuo alentamos a la señora P. y su madre pa- golpea, está golpeando a su esposa? [En ese momento, cuando el señor P.
ra que compartieran cosas y se mostraran mutuamente asequibles, revela su ira, la señora P. admite que él efectivamente es portavoz de la
tal como continuamos impulsando una respuesta más efectiva y cólera de ambos. El señor P. dice que en realidad su esposa no lo apoya.
apropiada entre los padres y sus dos hijas. Son incapaces de ejercer su autoridad, sólo pueden reaccionar con el casti-
go físico.]
Anne: Sigo sin obtener respuesta de mi madre.
Dr. N.: Lucille le echa leña al fuego con su conducta y la señora P. dice que
Sesión 56: Cambios sistémicos y problemas de separación
yo veo una llamita rosada; entonces Lucille echa más leña.
Señora P.: Traté de encarar las cosas de modo diferente este año; pero fui
Los terapeutas tenían la sensación de que la ira del señor P. era
demasiado lejos, y nada pudo reemplazar la anterior manera. [Llora.] No
incontrolable. Si realmente le diera rienda suelta, ¿llegaría a matar
creo que pueda tomar una decisión acerca de nada. [No sabe si dejar que
Lucille haga lo que le plazca o inducirla a hacer lo que los padres quieren.] a su esposa?
Me siento «la víctima» de toda esta situación ... pero quiero decirle a la se- Los hijos siguen siendo usados como campo donde ambos padres
ñora S .... ¡Dice que tomo la mayoría de las cosas como crítica! actúan sus frustraciones individuales y conyugales. Así, vuelven a
Dr. N.: ¿Qué sucede con esta familia? ... ¿Sentimientos de pérdida? representar los aspectos generacionales de sus propias necesidades
Señora P.: Decididamente, perdí una de mis hijas, y estoy perdiendo otra, de dependencia insatisfechas cuando eran niños, a las que antes se
y quiero tener a las dos. [Llora y se refiere al hecho de que las hijas vayan había respondido con la carencia física o emocional, o el castigo.
a la universidad.] Sacrifiqué una relación para reforzar otra. Es demasia-
do pronto para cortar el cordón umbilical. .. para Lucille lo mismo quepa-
ra mí. No tuve padres que quisieran ayudarme ... Tuve padres que no en- Sesión 61: Desesperación e ideas suicidas:
tendían lo que yo trataba de hacer. los terapeutas como chivos emisarios

La señora P. comienza a hacer más conscientes o a inteligir mejor La señora P. solicita una sesión especial.
sus sentimientos hacia sus padres y el modo en que esas relaciones Señora P.: Estuve llorando desde la última sesión, hace tres días. Lucille
afectan la relación con los terapeutas o son transferidas a ella. Teme está tomando LSD ... para mí fue un gran golpe ... Mi marido lastimó a
revivir su pasado dolor por no haber tenido padres asequibles o inte- Anne en la boca ... Él recibe los aplausos ... yo soy el monstruo ... Uste-
resados en ella, o que la entendieran. Sin embargo, continúa con la des buscan en mí la respuesta ... Entonces, no tiene sentido vivir ... Nun-
terapia, pidiéndonos que la ayudemos a enfocar en forma más ade- ca me sentí tan absolutamente sola ... Se me cayó el techo encima. Todo
cuada sus actuales relaciones familiares. Aun cuando muestra una fue culpa mía ... conducía mal.

372 373
Señora S.: Usted empleó la palabra «traicionarán». más dotada de sentido. Se siente incapaz de respaldarse en su madre
Señora P.: Entonces usted saltó ... No lo aceptó. Me preguntó qué necesi- o en su marido, de confiar en ellos. Es como si no existieran.
taba ... Dije confianza ... no tenía ninguna. Ustedes destruyeron mi for-
ma de competencia ... la hicieron trizas ... Me siento sacudida para todos
lados ... A las tres de la mañana tomé píldoras para dormir. Me vi tentada Sesión 62: La dependencia de los hijos puede ser apropiada
de tomarlas todas ... tan absolutamente sola ... tan absolutamente res- para su edad
ponsable de todo. Los odio a ambos ... ambos son un par de farsantes, fin-
giendo ayudarme ... desbaratan todas mis defensas, sin que haya ningún Lucille fue expulsada de la universidad.
sustituto. ¿Me dicen qué falta ... ? ¡Qué hicieron por mí! Dejé que resque-
brajaran todo lo que tengo. Seriara P.: Estoy muy conmocionada. Tenemos que volver a implantar
Dr. N.: ¿La soledad la lleva a recordar el pasado? restricciones. Lucille perdió nuestra confianza.
Señora P.: No. Señora S.: ¡Tiene dos bebés de nuevo en el hogar!
Señora S.: ¿.AJguna vez hubo alguien a quien pudiese recurrir? ¿Puede de- Señora P.: ¡Se cortó el cordón umbilical demasiado pronto! Me desperté en
jar que alguien la consuele? medio de la noche con palpitaciones, y esto es algo nuevo en mí. Estoy can-
Seriara P.: Nadie ... yo lo manejé mejor. No hay futuro ... Lo único en que sada porque no he dormido. [Se echa a llorar.] Anne la abraza: «Amo a mi
podía pensar era Anne ... trataba de consolarme. Hoy hablé con mi her- mamá».
mana. Anne: Lucille, tú nunca fuiste una bebita mimosa.
Señora S.: ¿Su madre dijo que usted la traicionó? Lucille: Quería sentarme junto a mi madre desde un comienzo. No tengo a
Señora P.: Lo decía siempre, después que me casé. ¿En realidad, qué pue- nadie. Estoy muy sola. [Llora.]
den ofrecer ustedes dos? Yo no volveré. ¿Qué necesita mi hija? Dr. N.: ¿Cuándo fue la última vez que hubo muestras de afecto entre Lu-
Dr. N.: Que usted exprese sus sentimientos. cille y su madre?
Señor P.: Coincidimos en que yo expreso mis sentimientos hacia mis hijas Se1iora P.: No lo sé.
cuando estoy acalorado, pero ella se controla. Lucille: El año pasado mi madre no se sentía bien, así que la arropé en la
Seriara P.: Ñli madre estaba contenta de que dejé ... me concentré en los cama. [La señora P. expresa nuevamente su enojo con Lucille por el pro-
problemas de mi marido. No quiero que Lucille lo repita ... Traición ... blema de la universidad, las drogas, los muchachos con que sale.] Soy una
aquí hacemos todo lo que podemos. mala semilla. ¡Hablarle a mi madre es como hablar a una pared!
Señora S.: Su madre no quería perderla ... su madre dijo aquí que usted Señora P.: Siento que si trato de darme me rechazarán. [Toca la mano de
era su mejor hija. Lucille.] No quiero que me vuelvan a herir.
Señora P.: No lo creo.
Seriar P.: Tu madre no quiere ir a la casa de tu hermana. La conducta de acting out en Lucille parece llevarla otra vez al re-
Señora P.: No, porque mi hermana es demasiado emocional.
dil familiar, como una hija leal. En cierto sentido, ambas hijas si-
Señor P.: Yo tengo la culpa. Yo le cerré la boca hablando todo el tiempo ...
tendría que haber sesiones sin mí. guen buscando los «cuidados maternos» que nunca han recibido.
Aunque hay movimientos tentativos en esa dirección, la señora P.
Aunque la señora P. está sumamente perturbada en tanto que la también necesita con desesperación esos «cuidados maternos» que
situación familiar va de crisis en crisis, ella se vuelve en dirección de jamás pudo recibir de su madre. La interacción con Lucille en esta
los terapeutas mostrándoles sus sentimientos de impotencia y de- sesión es un hermoso ejemplo de parentalización recíproca.
sesperación. Además, busca consuelo en su hija Anne y en su propia
hermana menor. No se apoya en su marido ni se dirige a él. Los psi- Sesión 65: Los hijos como aislantes sexuales
quiatras, si bien demuestran su inquietud y compasión, no aceptan
que ella se regodee en su pretendido desamparo. También la ayudan Señora P.: Me sentía inquieta, tensa e insatisfecha; por eso pedí una se-
a asociar dichos sentimientos con los de sentirse «traicionada» o ha- sión extra.
berse sentido desleal hacia la madre cuando dejó el hogar para ca- Señor P.: ¡Tú no hablas! Si tienes algo que decir, ¡comienza!
sarse con un hombre a quien su familia hallaba «inaceptable». El se- Señora P. [volviéndose hacia la señora S.]: Comience a hacerme pre-
ñor P. apoya a los especialistas cuando se le dice a la señora P. que guntas. ,
tanto ella como su hija necesitan expresiones de interés y apoyo, más Serior P.: No te compondrás si te sientes herida. Es como un muro. Esta
que condenas y críticas. Una cuestión esencial que surge periódica- allí, y no se va. Creo que el sexo te tiene a mal traer. . _
mente es la de tratar de romper ese vínculo de lealtad negativo y ais- Señora P.: ¡Y me lo dices tú! Anoche fue mejor. Pero durante vemte anos
lado, y volverse hacia los demás con mayor confianza, y en forma fue regular. No puedo gozar del sexo mientras las chicas están en casa.

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[Se ríe tontamente.] Tengo miedo de que las chicas oigan algo o entren de La familia continúa poniendo a prueba la tolerancia de los espe-
pronto en el dormitorio. cialistas con su conducta penosa, caótica, infantil, con connotaciones
incestuosas. Seguimos aceptando la necesidad de expresar dicha
La asequibilidad de las hijas sigue pareciendo más gratificante conducta en presencia nuestra, mientras sostenemos que los inte-
que el amor entre marido y mujer. ¿Tiene alguna relación con esto la grantes de la familia deben aceptar la naturaleza destructiva de di-
promiscui-clad de Lucille con jóvenes inaceptables, así como la seduc- chos actos. A su vez, esto contribuye a disminuir en parte la ansiedad
ción entre el padre y Anne? Anne se sienta con el padJ:e en el sofá del y violencia desencadenadas en el hogar.
consultorio, y pone los pies sobre las rodillas del hombre. Interpre-
tando esta conducta, Lucille dice que se trata de estimulación sexual
aunada a la necesidad de afecto de Anne. La señora P. afiTma que el Sesión 69: El señor P. y la relación trigeneracional
señor P. sabe lo que sucede, pero goza con ello. Lucille se vuelve en- con las mujeres
tonces hacia Anne, y dice: «¡Quién baja las escaleras desnuda con tu
camisón en la mano!». Señora S.: ¿Hay algo más en su caja de Pandora?
La familia sigue luchando por equilibrar las respuestas sexuales Señora P.: Creo que hay mucho más. Nunca aprecié las observaciones de
mi marido sobre el desarrollo sexual de la niña. En mi familia lo único que
apropiadas e inapropiadas. La señora P. se vuelve hacia la señora S.
había era mi relación hostil con mi hermano ... pero nada de sexo.
planteándole preguntas como una manera de evitar la adopción. de Se1ior P.: Viene de mi familia. Quieres decir que los sentimientos se origi-
una postura firme con su marido e hijas sobre la abierta seducción naban en mí, pero no la acción. ¡No considero que nada de lo que haya he-
entre ellos. Los terapeutas, una vez más, le plantean el problema a cho fuera incestol Me están seduciendo. Podría apartarme de Lucille, pe-
la familia. - ro me sigue Anne. Lo acepto, o hay una escena de violencia. Nunca me ex-
En la sesión siguiente, la familia discute sus sentimientos acerca cito sexualmente.
de que Lucille haya sido expulsada de la universidad. La señora P. Señora P.: No estoy de acuerdo. Anne trata que él la acepte, y procura
renuncia a su trabajo para encargarse de esta, ya que Lucille se tor- complacerlo mediante ese acercamiento sensual o sexual. [Anne llora
na agitada y deprimida. Ella responde muy satisfactoriamente a los mientras discuten el tema, y su madre se acerca para abrazarla.]
cuidados de su madre. Señora S.: ¿Qué fue el golpe asesino en el pecho de una jovencita? ¿Se-
xualidad?
Se1ior P.: No. Nunca le pegué a mi mujer; tal vez ese sea el principal pro-
Sesión 68: Continúa la conducta infantil-seductora blema.
Señora S.: ¿Odia a las mujeres?
Señora P.: Después de la sesión de la semana pasada, le dije a mi marido Señor P.: Tal vez. A veces me sentí muy herido por mi madre. Tenía la fa-
que podía haberse pasado a otra silla, apartándose de Anne. [En ese cultad de exasperarme. Subía el volumen de la radio cuando sabía que te-
momento, Anne busca en apariencia que la conviertan en chivo emisario, nía que estudiar. Había peleas con mi hermana menor. Yo era un bebito
grita muy fuerte, patea a Lucille y sale corriendo del consultorio dando un muy lindo, como un juguete. Ese período ahora está en blanco. Había
portazo. El padre sale corriendo tras ella, la amenaza, y le exige que frustraciones, pero no me dirigía hacia ella en forma violenta. Me mastur-
vuelva al consultorio. La señora P. ignora el alboroto, y sigue hablando de bé desde los cinco o seis años, y en relación con ello había una buena dosis
la universidad. El señor P. vuelve a pegarle a Anne, insistiendo en que se de odio hacia las mujeres.
siente en otra silla. La señora P. sigue tratando de llamar la atención de
los terapeutas, y le dice a su marido y a Anne que hagan lo que les plazca. El señor P. revela en forma gradual los niveles más profundos de
Lucille se ríe mientras sucede todo eso; Anne maldice al padre.] temor, ira y resentiiniento hacia las mujeres, tanto en el pasado co-
Señora P.: Anne, estás flexionando tus músculos. mo en el presente. En forma más específica, se sigue convirtiendo a
Anne: ¡Qué esposa afectuosa ... ! Quiero decir, ¡qué madre afectuosa eres! las hijas en chivos emisarios debido a las dificultades matrimoniales
[El señor P. vuelve a abofetear a Anne y la empuja sobre una silla.] ¡Nadie no resueltas, así como a los conflictos que arrastra el señor P. con los
me pega sin pedir disculpas! [Dan vuelta algunas sillas.] ¿Querrías ma- miembros de su familia de origen.
tarme ahora? ¡Soy una paranoide! ¡Tendrían que encerrarme!
Señora P.: Colocaste los pies con un sentido sexual.
Anne: Él los colocó así.
Señora P.: No es cierto, te estábamos observando, tus pies no estaban ata-
dos con piolines.
Anne: ¿Cómo sabes?

376 377
,
Sesión 83: Más desesperación y cambios Sesión 96: El problema de la separación, y nuevas respuestas
(está ausente la señora S.)
Señora P.: Lucille no se considera a sí misma como parte de la familia.
Anne: ¿Adónde está esa «cosa»? [Señala la silla de la señora S.] [Llora.] Se fue el viernes pasado, y no volvió en todo el fin de semana. La
Lucille: ¿Quiere oír las buenas noticias o las malas? Me siento deprimida encontré en mi oficina el lunes, y luego volvió a casa conmigo. Le dije que
y tengo una.úlcera. He estado llorando durante días enteros. no iba a tolerar que actuara de esa manera.
Seli,or P.: Me siento mortificado, desalentado ... Contaré mi reacción la se- Anne: Dice que vive en una comuna.
mana que viene, cuando la señora S. esté aquí. La única razón por la cual Dr. N.: ¿Esto es un cambio?
estoy aquí es que Lucille quería venir. Señora P.: Sí, adopté una postura ... puedo irme a dormir, y tratar de dor-
Lucille: Soy una bebita de nuevo, estoy en casa durmiendo con mis ani- mir ... me siento aliviada. [Llora fuerte.]
males de felpa. Dr. N.: ¿Puede imaginar un cambio en Lucille? ¿Tal vez cambie ahora,
Dr. N.: ¿La señora P. también necesita que cuiden de ella? que no puede obtener una respuesta de los padres, volcándose a una for-
Anne: Mi madre se siente tan desvalida como Lucille. ma de vida más constructiva? ¿Esto es el comienzo o el fin para usted?
Señor P.: Ahora miro los problemas de modo diferente que antes, no es Señora P.: El comienzo ... Seré egoísta.
porque haya más que antes. [Dirigiéndose a Anne:] Hubo muchos cam-
bios en ti, y esto me ayudó a cambiar.
Anne: Esto lo debilita. Sesión 97: Continúa la respuesta ambivalente frente
a la separación (los dos padres y Anne)
La familia sigue necesitando con desesperación que el señor P. to-
me más iniciativas y asúma un rol de liderazgo. En tanto se manten- Señora P.: Lucille no ha estado realmente aquí. .. por lo general asumía
ga en el papel de observador pasivo y colérico, se lo verá como una una posición de somnolencia.
persona débil (a la espera de que los otros cambien y crezcan). Señor P.: Lucille abandonó a la familia. No la hemos visto, salvo cuando
mi esposa la vio caminando por la ciudad. Se la veía bien, limpia y prolija.
Señora P.: No estoy demasiado ansiosa por hablar con ella ... No quiero
Sesión 88: Dimensiones transferenciales echarme atrás. Tengo rabia porque Lucille parece tener éxito en lo que
hace.
Señora P.: Cuando hablo de dejar, no es a Joe ... me refiero a todos ellos, y Señora S.: ¿Por qué no puede llamar a Lucille sin comprometer su posi-
a mí misma. [Llora.] No puedo aceptar los cambios drásticos ... a él le fal- ción? [Dirigiéndose a Anne:] ¿Qué hay de tu separación?
ta madurez. Me casé con un niñito ... no quiero ser su madre ... quiero ser Anne: Recién se producirá dentro de un año.
su esposa ... Di tanto para que terminara la universidad ... El sábado le Señora P.: La idea que tenía Lucille de la separación era que siguiéramos
dije que me decepciona sexualmente... tendría que hacerse responsable siendo amigas, visitándonos, pero siempre de acuerdo con sus condiciones.
de que yo obtenga satisfacción ... Si yo lo amo, ¿por qué no puedo excitar-
me sexualmente? Me odio a mí misma cuando estoy gorda, y viceversa ... El tema tratado sigue siendo el de la ambivalencia de la familia
Soy una personalidad fuera de la casa y otra adentro. Al tratar de respal- acerca de que Lucille viva alejada del hogar: ¿Alcanzará éxito sola?
a
dar mi marido pongo en un niño todos mis deseos. Él puede funcionar Ellos todavía reflejan sus sentimientos en el sentido de que las úni-
sexualmente en cualquier momento ... esa es su válvula de escape. [Se le cas respuestas posibles son la extrema cercanía o la separación ex-
pregunta por qué sacó a relucir el tema del suicidio.] El fracaso ... no era plosiva y destructiva. Por un momento los tres integrantes presentes
yo misma ... volqué todo en mi marido y en Lucille, y todo resultó distinto demuestran cierto acercamiento a expensas del miembro «malo» ex-
de lo que deseaba. Estoy celosa de usted, señora S., porque ha logrado al- pulsado, Lucille. La situación se alterna con expresiones de abiertos
go ... tiene algo que puede llamar suyo. [Llora.] Usted fue a la universi- deseos de destrucción de Lucille, diciendo que merece ese castigo por
dad... se convirtió en trabajadora social... su vida ... abandonarlos de manera tan vergonzosa.
La señora P., si bien expresa en forma abierta envidia y resenti-
miento hacia la señora S. y su marido, sigue transmitiendo deseos
muy personales de progreso en su propia vida. Esto se da en directo
contraste con sesiones anteriores, en que ella se presentaba como la
pacifista desapegada y falta de involucración dentro de la familia.
Además, el hecho muestra un progreso de su parte, y revela más fran-
camente sus sufrimientos íntimos y sentimientos de falta de valía.

378 379
A pedido suyo, vemos sola a Lucille, para revelar que sigue man-
Tercer año: Reconstrucción y final del tratamiento teniéndose leal y comprometida en forma dependiente hacia su fami-
lia. Si bien volvió a separarse físicamente, lo hizo de manera ambiva-
lente y con una persona poco aceptable para su familia o para sí mis-
Sesión 104: Vínculos multigeneracionales ma. No puede considerárselo un paso constructivo hacia una indivi-
duación o autonomía real. Parece estar repitiendo las pautas de su
Señora P.~ Operaron a mi madre la semana pasada ... un tumor malig- madre en el hecho de que ambas tratan de compensar su deslealtad
no ... con metástasis ... El doctor le dijo que sería cirugía mayor ... Dije por la cu:cunstancia de separarse de la familia mediante la abnegada
qu(;! debían operarla, de modo que, o se cura o se muere. Le colocaron una
devoción hacia un muchacho inadecuado.
sonda ... y, lamentablemente, su corazón resiste muy bien. Le pedí a Lu-
cille que viniera a casa. No puedo pasar por todo esto con una familia divi-
dida. [Llora. Anne le pide a Lucille, qtúen se marchó de la casa, que vuel- Sesión 123: La abuela moribunda
va, o al menos que pase la noche allí, a lo cual Lucille se niega.] El primer
efecto doloroso estaba mezclado con la sensación que tenía de perder a dos
Señora P.: Lucille se mudó esta semana. Los médicos no le informan a mi
personas.
madre sobre su condición; mi hermana no quiere que se entere.
Señor P.: Ven a casa, Lucille; pero nadie quiere presionarte que digas que
Dr. N.: ¿Es una dádiva para ella negar que se está muriendo?
yo te dije que lo hicieras. · ,
Señora P.: Le conté a mi madre cómo me sentía en relación con mi infan-
Lucille: Pagué las cuentas de mi médico y puse dinero en el banco. Tengo
cia y los años recientes. Mi madre se mostró perturbada y le echó toda la
un buen trabajo. Aunque sentí que mi madre estaba herida, necesitaba culpa al negocio, las cuentas, los clientes. También le recordé a mi madre
hacer esas cosas para cortar el cordón umbilical. .. salir adelante sola. la vez que tenía que ir al dentista y la necesitaba ... Al día siguiente está-
Traté de lograrlo en el dormitorio universitario. No sufrí una crisis de bamos tomadas de la mano, y mi madre comentó que mis manos eran un
nervios ni me siento deprimida. Tengo la sensación de que mi familia
consuelo.
podría succionarme nuevamente, como un pulpo.
La señora P. ha expresado sus sentimientos hacia la madre (tan-
La señora P., que en forma manifiesta había sido la hija que me-
to el sentirse herida como su afecto), tal como los terapeutas la
nos cerca estaba de su propia madre, ahora puede convertirse en una
exhortaron a que lo hiciera. En respuesta, la madre puede compartir
responsable «jefa del clan». Ella había tratado de rehuir sus vínculos
sus sentimientos afectuosos, y ellas se muestran mutuamente ase-
de lealtad mediante el proyecto de su marido e hijas. Cuando Lucille
quibles para brindarse consuelo.
trastrueca el equilibrio familiar alejándose del hogar, la señora P.
comienza a experimentar culpa por su conducta hacia su propia ma-
dre. Las referencias trigeneracionales revelan los lazos de unión Sesión 124: Sesión combinada, individual y de familia
entre abuela y nietas.
Anne: No la soporto más a mi madre, y no puedo salir de esto ... a menos
que alguien ayude a mi madre ... tal vez tiene miedo de que me dé a las
Sesión 105: Sesión individual con Lucille drogas, como Lucille ... que me vea arrastrada por la política ... que me
enclaustre con chicas, y no acepte citas con muchachos.
Lucille: Mi madre está inquieta. Casi pierdo yo también mi trabajo ... fal- Señora S.: ¿Se siente responsable por su madre desde que Lucille se mar-
té varios días para ir al médico. No les mencioné las condiciones en que vi- chó de la casa?
vo a mis padres, no pude debido a la enfermedad de mi abuela. Vivo con Anne [enojada]: ¡Se casó con su marido!
un muchacho ... nos llevamos muy bien ... Sin embargo ... es como mi pa-
dre, muy explosivo. Los padres se incorporan a la sesión y se alienta a Anne a que
Dr. N.: ¿Usted se muestra menos autodestructiva?
analice las cosas directamente con ellos.
Lucille: Sólo tomé LSD dos veces desde que me fui de casa. No tenemos
ninguna droga en el departamento. Queremos tener otro departamen-
to ... él es idealista, yo soy la realista ... Tiene estallidos ... Hay diferen- Seiiora P.: Bueno, en primer lugar, en realidad no tenemos dinero para
cias religiosas. Mi situación no es la mejor, pero no quiero volver a casa ... sufragar una universidad privada, y no nos vamos a matar por lograrlo;
en segundo término, no estoy segura de sus motivaciones ... tú te en-
Ojalá pudíera hacer que me entendieran. Me porto en forma ~orrib~e c?n
mis padres; ¡ojalá fuera distinta! Creo que mamá se ha destrmdo a s1 mis- claustras.
ma, y recién comienza a reconstruirse ... No quiero que me suceda eso. Anne: Quiero apartarme de ti ... ¡tienes miedo de que me aleje de tu
Me enojé con Tom cuando supuso que mis padres eran ogros. vista ... que no vuelva a ser la hija dulce y adorable!

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Lucille: Tú y la señora S. pueden ayudarme hablando de mujer a mujer;
Señora P.: Creo que Aune está hablando en forma traicionera [es decir, en de lo contrario, lo mejor sería que me dejaras en paz. Continúas siendo mi
momentos en que se está muriendo la madre de la señora P.]. Si quieres madre.
hacer de ti una Lucille, ¡hazlo ahora! Se1iora P.: El doctor N. dijo que algunas de mis respuestas equivalían a
Anne: Me confundes con mi hermana. emitir un juicio moral. .. pero, ¿dónde entra mi persona en todo esto? [Llo-
ra.] Vine a contarles mi fracaso, y ahora me enfrento con un fracaso mu-
Anne-lucha con sus problemas de individuación y separación, y la cho mayor, ¿y qué he hecho?
respuesta de los padres es, una vez más, miedo y desconfianza. Ella Dr. N.: ¿Qué hay de su madre?
trata de dejar en claro que no es como Lucille, y que debe considerár- Señora P.: Mi hermana y mi cuñado pelearon, y mi madre, que está vi-
sela y apoyársela de manera diferente. viendo con ellos, oyó todo. De modo que se habló de la posibilidad de que
mi madre viniera conmigo. Mi madre se vistió, y a pesar de que tenía una
fiebre muy alta, insistió en volver sola a su propio departamento. Yo le di-
Sesión 129: Luchas por la separación je que viniera con nosotros. No quiero dejar nuevamente mi trabajo y que-
darme en casa con mi madre ... Necesito mi trabajo. Si acepto tener a mi
Lucille: Todavía no puedo comunicarme con mi madre ... pero no estoy madre conmigo, no es por mi propia voluntad. Soy objeto de presiones, y
enojada. Al memos, mi padre fue sincero algunas veces durante los últi- ahora me están presionando para que considere las cosas desde el punto
mos dos años. de vista de Lucille.
Seiiora P. (que había permanecido en silencio]: Lucille, creí que estabas Dr. N.: ¿Podría expresar su ira, en vez de volverse moralista con Lucille?
tratando de consolarme. Tal vez contribuya a aclarar el panorama.
Lucille: Sí, pero tenía miedo de que me cortaras la cabeza. Es como salir Lucille: ¿Por qué habría yo de enderezar las cosas? ¿Sólo por hacerle un
con un muchacho y decirle que lo amas, pero no lo haces porque tienes favor a mi madre? Sí, discuto con John sobre cosas relacionadas con mi
miedo de que se ría de ti. madre, para defenderla a ella y sus valores.
Seiiora P.: ¡Ponme a prueba! Se1iora P.: Me está pidíendo que tome algo que de entrada está podrido, y
Lucille: Muy bien, en cuanto a mi amigo, John ... dices que el matrimonio que haga que tenga buen aspecto.
sería peor... dices que estamos jugando a ser marido y mujer ... Me gus-
taría hablarte de mujer a mujer sobre el problema.
Señora P.: ¿Cuál es la base de esa relación? Sesión 131: Redefinición de las relaciones. La dialéctica
Lucille: ¿Cómo puedo hablar de amor y confianza? John y yo nos amamos. de ser hija y madre a la vez
Anne: ¡No eres más que una sucia pecadora, y no veo nada de bueno en
todo este asunto! Lucille: Mi madre y yo sufrimos una ruptura en nuestro poder de comuni-
Lucille: Perdí las esperanzas, doctor N., mi madre no me defendió de las cación. John consiguió un empleo.
estúpidas acusaciones de Aune. Anne: Yo también tendré un empleo la semana entrante.
Señora P. [a Aune]: Al menos, hay algo de responsable en lo que hace: se Señora P.: Tal vez me muestre un poco más relajada al hablar con Luci-
gana la vida. lle ... evito hablar de John. Voy a traer a mi madre a casa. Mi madre dijo
Lucille: Me sentiré herida sobre todo porque me rechazan. que si supiera que tiene cáncer se tomaría suficientes píldoras como para
Dr. N.: Señora P., sólo puede expresar su condena moral ... ¿Lucille tiene matarse, y sólo lucha por sus hijos ... «porque tiene hijos maravillosos» ...
otras necesidades? Yo la besé cuando dijo eso. Lucille incluso ofreció hacer parte del trabajo
de enfermera.
Los terapeutas tratan de ayudar a la familia a que deje a un lado Dr. N.: Lucille, ¿qué problemas tienes con tu madre, fuera de John?
las condenas morales para tratar de buscar una respuesta más ade- Lucille: Nunca supe que mi madre tuviera opiniones propias, siempre ha-
cuada a los problemas internos de Lucille en relación con su identifi- blaba por boca de mi padre.
cación femenina débil y conflictiva. Señora P.: Ahora Lucille me reconoce como entidad.

A medida que la señora P. modifica su manera ambivalente y hos-


Sesión 130: Interrelación trigeneracional til de relacionarse con su madre, se produce un cambio concomitante
entre ella y Lucille. Los sentimientos moralistas y condenatorios dan
Lucille: John y yo estamos pasando por la etapa de dejar de lado los ador- lugar a una mayor cercanía y preocupación, y a un mayor reconoci-
nos y mirar de frente nuestra relación, que es dolorosa. miento mutuo.
Dr. N.: ¿Qué se puede hacer?
Señora P.: ¡Dejar que explote!

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Sesión 132: Se enfrentan las pérdidas: ulteriores paralelos está ablandando, o tal vez sea yo. Siempre fue una persona tan difícil de
en los cuidados maternos tratar ... estaba inquieto ... al menos, lo oí hablar de algo que no fueran
sus Cadillac y su dinero.
Dr. N.: ¿Es porque su madre se está muriendo?
Señora P.: Mi madre y yo funcionamos según la frase: «Tú me cuidaste
Señora P.: Tal vez por eso estamos más juntos ... desde el domingo que no
cuando era pequeña, ahora yo te cuido a ti». Mamá dice que tiene hijos
maravillosos, que debería haber tenido más. Me dice que soy muy buena paro de llorar. [Llora mucho.] ... Fui a buscar a Lucille, y también vino
John ... un individuo de aspecto repulsivo ... un falso ... no tiene ideas in-
como enfermera. No siento que en mi vida todo el daño me haya sido in-
dependientes ... un parásito ... Mi hija tuvo que elegir vivir con un indivi-
tencionalmente infligido por mi madre ... sea cual fuere el dolor que le in-
duo de esa especie ... un insulto para su padre. Tal vez sea otro de sus in-
fligí a Lucille ... debí de habérselo infligido, de lo contrario no se compor-
tentos por herirnos.
taría de esta manera, y sé que deliberadamente nunca quise hacerlo.
Dr. N.: Esto suena a condena moral y cólera, más que a inquietud.
Lucille: Sí, su charla dogmática no me impresiona. Estoy de acuerdo, en
Ocurren más cambios después que la señora P. se lleva a lama- parte, porque tengo que vivirlo ... no estoy lista para casarme ... simple-
dre a su casa y se hace cargo totalmente de ella durante la fase fmal mente, juego a casarme.
del cáncer. Le atribuye todo al doctor N., quien le preguntó si sentía Dr. N.: ¿Por qué Lucille se muestra insegura con los muchachos que ocu-
que Lucille se mostraba herida de la misma manera que ella en el pan un sitio más elevado en la escala de valores de la familia? ¿Es una
pasado. Toda la familia comparte los dolorosos sentin;úentos por la «escena» de lapidación, o puede crearse el clima para que Lucille continúe
moribunda abuela. Esos sentimientos de pérdida están clirectamen- explorando sus elementos de inseguridad?
te conectados con la necesidad de Lucille, de comprensión y apoyo a
sus esfuerzos por adquirir individuación. Los progresos efectuados en las relaciones entre los miembros de
la familia P. comienzan a transferirse a las relaciones con la familia
extensa. La señora P., en forma reiterada, ha rechazado a su herma-
Sesión 137: Continúa el proceso de duelo no mayor, a quien describe como una persona sádica, hostil e indife-
rente hacía ella, su marido e hijos. Como resultado de su renovada
Han vuelto a internar a la abuela materna. fortaleza y confianza en sí misma, ella puede abrirse a su hermano, y
manifiesta que se ha producido un «ablandamiento».
Señora P.: Me mostré poco dispuesta a dejar partir a mi madre ... mi pa-
ciente.
Anne: ¡Tu bebé! Sesión 143: Ulterior esclarecimiento en las relaciones conyugales
Señora P.: Se negaba a llamarme durante la noche ... Creo que es egoís-
mo ... físicamente cerca ... Hubo algunas oportunidades de entablar me- La abuela materna siente más dolor. La señora P. le da inyeccio-
jor comunicación ... espero que habrá más ... nes para calmarla, y piensa que el médico tendría que terminar con
A1me: Besé a mi abuela y ella me devolvió el beso, aunque lo negó la ma- todo si no puede ayudarla a su madre. Los terapeutas interrogan al
ñana siguiente ... Mi madre no es la única con experiencias. señor P. acerca de no haberle respondido a su esposa en una conver-
Señora P.: Estoy menos enojada con Lucille por su actual «programa de
sación privada dos semanas atrás.
vida». Le conté a mi madre todo eso, y lo discutimos juntas. Coincidimos
en que lo principal es ayudar a Lucille, en vez de mostrarse vengativa. Señor P.: Siento que lo que dijiste equivalía a rechazarme totalmente.
Señora P.: El sábado tuvimos otra trifulca ... no lo puedo soportar, aun-
La señora P. puede dirigirse a su madre como fuente de apoyo que no podemos tirar por la borda veinte años ... Dijo que era poco lo que
constructivo para enfrentar la conducta de Lucille. Los terapeutas se podía cambiar, y se marchó ... Luego volvió y me besó. Para mí es su-
también alientan a la señora P. para que busque comunicarse con mamente difícil respetar a alguien que da vueltas mascullando cosas,
Lucille, a pesar del aparente rechazo de la hija, y a que enfrenten maldiciendo y haciendo muecas ... Ahora soy menos capaz de aceptar co-
juntas las necesidades subyacentes. sas porque sí. .. ya no quiero hacerlo ... estoy cansada de pedir disculpas
por mis actos inmaduros.
Señor P.: Si no quisiera cambiar, no estaríamos aquí... no me hace ningu-
Sesión 138: Cambio en un miembro de la familia extensa na gracia que mi suegra muera en mi casa ... Si puedo hacer algo por ella,
tengo la sensación de estar haciendo algo valioso ... hay pocas cosas de las
Se1iora P.: Mi madre está mejorando en parte, y podrá dejar el hospital que pueda sentirme orgulloso ... No sé qué es lo que mi esposa quiere de
dentro de una semana. Mi hermano estuvo aquí cinco días, y creo que se mí en el presente.

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Señora P.: Necesito un hombre ... alguien a quien pueda admirar ... al- Sesión 147: Refuerzo de las relaciones familiares
guien que pueda tomar la iniciativa para mejorar su situación laboral. Lo
otro tiene que ver con lo sexual. .. disculparse por su torpeza. Se1i?r P.: Pienso ~u e soy más útil y que me necesitan más en lo que atañe
a 1_111 esp?sa. M~ .s1ento frustrado .por Lucille ... Estoy contento con Anne y
·El señor P., al participar de manera activa en los cuidados sumi- m1 prop_1a familia. Estoy demas1ado ocupado tratando de ser útil, como
nistrados a,..su moribunda suegra, la usa como sustituto por la pér- para od1ar ... al menos, veo cosas que puedo hacer.
dida no llorada de su propia madre. Así, puede comenzar a resolver Dr. N.: ¿Cuáles son las metas y cuáles los logros?
el estancamiento en que se halla, lleno de culpa hacia sus propios pa- Señor P.: Personalmente, superé el problema ... tengo mayor toleran-
dres. Además, la pareja se siente libre de mostrarse más abierta y cia ... estoy equipado para enfrentar situaciones que antes no sabía cómo
diJ:ecta en relación con sus necesidades y compromisos mutuos. manejar ... mayor capacidad para manejar a Anne que la que tenía antes
con Lucille ... Nuestras preocupaciones básicas: el sentido inmediato de
la muerte que se acerca para llevársela a mi suegra, y, a la larga, Luci-
Sesión 144: Continúa la exploración sexual lle ... sacarla de la situación en que se encuentra habitualmente, conec-
tarla con otra gente.
Se1iora P.: Anne prosiguió con algo horrible la última vez. Hace cuatro Señora P.: Lo único que quiero es llorar ... Me siento terriblemente frus-
meses que no sale con ningún muchacho ... está resentida porque Lucille trada con Lucille y lo que guarda relación con Anne ... Me siento en fal-
recibe atención. ta ... Anne viene a vernos ... Joe y yo logramos mayor comprensión mu-
Se1ior P.: Necesitas mi apoyo esta noche. tua, pero, en cuanto a mí misma, no sé dónde estoy parada.
Se1iora P.: Tengo ganas deJlorar. [Llora] ... La situación con mi madre .. . Seiior P.: Ganó un marido y perdió dos hijas.
abrir esas cajas, el ataque de Anne ... No sé qué hacer conmigo misma .. . Se1iora S.: ¿La señora P. se siente feliz con la perspectiva de respaldarse
Ustedes se limitan a atacar mis opiniones ... no están conmigo ... están ahí en el señor P.?
sentados, sonriendo. Él me besó y me tocó en la cocina ... con una mirada Señor P.: ¿Mi esposa dejó de hacerse la mártir?
lasciva ... obscena ... Me hace sentir un objeto sexual, no una persona. Se1iora P.: Me asaltan ciertos temores ... es demasiado bueno como para
Señor P.: Quería transmitirte amor ... Después de veinte años de dormir que se prolongue ... No puedo mirar la situación de afuera. [El doctor N.
juntos no se me permite tocar a mi esposa ... Me siento rechazado. investiga entonces la situación existente entre la señora P. y su madre.]
Dr. N.: ¿Qué intentó hacer su esposa para mejorar la situación sexual la El proceso de acercamiento continúa. Somos como una sola persona.
semana pasada?
Señora P.: Me siento disgustada cuando quedo insatisfecha ... y él no tra- El señor P. efectúa una de sus declaraciones más cabales sobre
ta de hacer lo posible por mejorar las cosas entre nosotros. sus propios progresos. De su antiguo rol de observador colérico pasa
Señor P.: Tal vez sea pura idea tuya que te lanzó miradas lascivas. a ser un jefe de familia más competente. A medida que él va ganando
Señora P.: A menudo se interrumpe cerca del momento culminante, se-
fuerza, la señora P. comienza a mostrarse más tranquila y deposita
gún dice para prolongarlo, y me arruina todo ... Es cruel.
Se1ior P.: En el pasado ella solía fingir el orgasmo ... Me pone triste ... mayor confianza en sus juicios y actos. Esto también se interrelacio-
Ahora que lo pienso, probablemente me ahorró muchos dolores, pero a un na con los cambios de actitud y de conducta hacia los hijos y la fami-
costo horrible. Ahora prefiero que me lo diga cuando no llega al orgasmo. lia extensa en ambas familias de origen.
Señora P.: Ahora puedo sentirme más herida porque quiero obtenerlo, pe-
ro la mayoría de las veces no llego. [Espera que él sepa cómo ayudarla, pe-
ro debido a su timidez no se lo dice.] Creo que si es hombre no tendría que Sesión 157: Jvluerte de la abuela materna
tener necesidad de decírselo ... ¡debería saberlo!
Se1iora P.: Aprobé la autopsia, aunque podría ayudar a otro ... una deci-
Tanto el señor como la señora P. siguen examinando sus actitu- sión sumamente dificil de tomar. Ya no siento que tengo que esperar an-
des sexuales y las conductas del pasado que han iJnpedido respuestas tes de hablar de algo, hasta llegar aquí en busca de protección ... senti-
sexuales mutuamente gratificantes. Ambos se muestran ahora más mientos de autosuficiencia.
abiertos y directos acerca de sus necesidades y deseos individuales, y Señor P.: Somos más capaces de hablar entre nosotros ... Lucille dice que
a su vez es mayor su disponibilidad hacia el otro. ahora puedo hablar solo contigo mejor que en la oficina.
Se1iora P.: La vida social de Anne en la universidad parece andar bien ...
En cierto modo, siento que está saltando una etapa ... no quiere compar-
tir el salvajismo de la gente de su propia edad ... A su edad, yo también
sentía desdén por esos zánganos ... ahora siento que me perdí algunas

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cosas ... Ya no t engo miedo de hablar ... por lo tanto, estamos más cerca cada vez más cosas y reafirmándose mutuamente, a pesar de sus res-
el uno del otro. puestas diferentes con respecto a las necesidades de sus ancianos
Señor P.: Siento que no te muestras totalmente involucrada ... hay _poca padres.
iniciativa de tu parte ... me preocupa. N? hallo en ti :espuesta suficiente
conio mujer ante un hombre. O bien repnmes tus actitudes sexuales. o no
tienes ninguna. . , . . Sesión 163: Continúa el proceso de duelo
Seiiora P.: Siempre ha sido una cosa natural para h. Para m1 es d.ific~ creer
que alguien me ame tal como ~oe dice am~rme. [La cautela de la senor~ P. La señora P. trae consigo, para leerla, una breve nota que acaba
se debe todavía a las frustracwnes expenmentadas durante to~,a su v1da
de encontrar, escrita por su madre dos meses antes de morir, en la
con su madre ... ¿Puede comprometerse plenamente en relacwn con su
intimidad, o continúa sintiéndose herida y rechazada?] Al perder una ma- cual aseguraba a sus «queridos hijos» que era cierto su profundo
dre gané otra. amor hacia ellos, y que no podía expresarlo como otras personas.
«Después que yo me vaya, traten de mantener unida a la familia»,
La aseveración de la señora P., «Al perder una madre ga~~ otra», decía la madre a la señora P. Esta reacciona diciendo que sus propias
simboliza el cambio esencial producido en el sistema fam1ha_r. La dudas sobre si amaba o no a su madre pueden haber herido a esta,
proximidad, la ternura y la intimidad han re~mplazado a la arrada obligándola a afirmar que no había sido capaz de expresar su amor
desesperación que impregnaba todas sus relacwnes. Aunque quedar). como otras personas. El seilor P. agregó, por su parte: «Huía de mis
áreas que mejorar, la familia se siente llena de esperanzas Y mayor padres ... Había demasiada ... asfixia».
confianza para poder reco_nciliar los conflictos existentes en todas las
relaciones de familia caracterizadas por su proximidad.
Sesión 165: Proceso de terminación del tratamiento
' '

Sesión 159: Siguen los progresos Lucille se separó de John, se mudó a su propio departamento y
encontró un nuevo empleo.
Señora P.: Lucille trabajó duramente y disfruta de sus estudios. An~e se
interesa por los muchachos ... le gusta hacer galletitas para las reumo~es Señor P.: Pasé más tiempo hablando con mi padre sobre mi infancia ...
estudiantiles. Se las agarra con su padre, pero menos que antes, Y yo ejer- dormí en el dormitorio de mis padres hasta los ocho años ... tenía un mie-
zo mejor influencia sobre ella que antes. . . . do terrible a las hojas color verde oscuro, a punto tal que aún hoy no pue-
do comer ensaladas.
Señor P. [el abuelo paterno está internado en un establecrm1ento asist~~­
cial]: Mi padre tenía ataques de amnesia y se confunde mucho en relacwn Señora S.: ¿Cuáles son las metas?
con personas y cosas. Se calmó después que le hablé durante dos horas .. · Señor P.: Ambos fueron una influencia estabilizadora... ¿Dónde estaría-
realmente, me siento más cerca de él. . ., mos sin ustedes? ... Anne ya no me preocupa tanto ... Lucille requiere
Se 1iora P.: Mi marido se siente tan tenso y culpable por la con<Jfcwn del ayuda para sofrenar mi propia hostilidad ... recibió mucho ... todo esto
padre, que llegó a preocuparme la pos.ibilidad de un a_taq_ue ;ardmco. . me permitió iniciar una vida nueva. Al1ora me levanto contento por lama-
Señor P.: Esto quería hacerlo solo. Mi padre nunca significo mucho para ñana ... Veo a mi esposa bajo una nueva luz, mucho mejor de lo que nunca
miesposa. . creí posible. No tengo miedo de dejarlos a ustedes [los terapeutas] en par-
Señora P.: Tú me mantuviste aislada. Me brindaste un gran apoyo con m1 te por hábito. Todavía quiero que las cosas marchen mejor. Ustedes sir-
madre cuando te necesité, y ahora no aceptas mi apoyo. vieron en parte de padres, consejeros y amigos ... Lucille también dijo que
Señor P.: Necesitaba estar solo allí. Quise te_ner relaciones ~exuales ~es­ ya no necesita que ustedes dos hablen con nosotros o con Anne, y vice-
versa.
pués de la primera visita a mi padre, pero m1 esposa se senha demas1ado
cansada.
Señora P.: Quería ayudar en forma diferente. Cuando mi madre estuvo El señor P. es el vocero de la familia al reseilar los beneficios obte-
gravemente enferma, mi marido y yo estuvimos más cerca el uno del otro, nidos por ella. Además, conf"rrma también la fe y la confianza básica
y fue mayor mi capacidad de respuesta sexual. desarrolladas hacia los terapeutas. No les resta importancia a los
sentimientos de ansiedad y dependencia hacia el equipo, ni los nie-
El señor P. se muestra cada vez más asequible en relación con su ga, pero asevera que la familia se siente ahora lo bastante fuerte co-
padre, más dispuesto a prestar apoyo. Defi.n~ su necesidad d_e apoyo mo para separarse.
de parte de la esposa en esta esfera, pero ins1st~ en que es dife;ente
de lo que ocurría con su sueg':ra. Sin embargo, siguen compartiendo

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Sesión 170: Última sesión En el nivel del sistema familiar exhib1eron una conducta impulsi-
va, capacidad de respuesta inapropiada, tal como risas o el hecho de
Seííora S.: Lucille, ¿sentirá que le falta algo cuando no asista más a estas enfrentar los temores con comentarios airados que desmentían lo
sesiones? dicho, o bien, como lo ilustra la conducta de la señora P., permanecien-
Litcille: Hemos aprendido a hablar, a hacer bromas sobre cosas malas del do en silencio, guardándose para sí sus sentimientos. Se desplegaba
pasado. AhGTa ya no necesitamos de las sesiones ... En la época de la uni- poco o ningún afecto, salvo por la estimulación sexual sádica despla-
versidad, me sentía muy desdichada y no podía hablar, expresarme ver- zada sobre las hijas a partir de la relación conyugal. Los lazos con la
balmente, sino por medio de la acción, con mis padres ... depresión y desa- familia extensa aparecían como faltos de apoyo, críticos o desespe-
liento cósmicos ... Todos los demás estaban ocupados hablando con un no- ranzados, y había casos de inaccesibilidad total a causa de la muerte.
vio .. , orgullosas ... engreídas ... Yo quería que mis padres sintieran lásti- Como individuos, la señora P. y su madre se escudaban detrás de
ma por mí. .. una buena paliza y muchos abrazos ... Sólo sé que me sentía los demás asumiendo un rol de mártires que inducía culpas. Sin em-
culpable ... Lo hice para herirlos a ustedes ... culpa ... culpa ... culpa ... bargo, la señora P. se mostraba como la pacifista adecuada y razona-
uno no necesita que le peguen en un e_stado semejante ... nunca me di ble. El señor P. y Anne se presentaron como expresión de la locura de
cuenta cuán protegida era la vida en familia. la familia, al exhibirse física y verbalmente violentos. Al comienzo,
Señor P.: Oír esto me hace revivir lo que yo mismo sentía. Lucille era la «hermana sana», sin síntomas, de quien se esperaba
Anne: Mi padre y yo hablamos más y discutimos _menos. que dejase el hogar y enfrentara de manera adecuada la vida. No
Señor P.: Tendré un nuevo puesto en la compañía ... encararé mi trabajo obstante, al poco tiempo de irse de la casa reveló muchos síntomas
más adecuadamente, por los cambios producidos en mi interior ... más psicosomáticos graves; comenzó a andar mal en los estudios, y pasó a
confiado ... Sé cómo tratar mejor a la gente, paso más tiempo trabajando desempeñar un rol «delictivo».
y menos dando vueltas al asunto ... No extrañaba a mi madre; en verdad,
nunca la tuve, como mi esposa tuvo a la suya durante unos meses, antes Para la séptima sesión, hubo esbozos de cambio en el sistema fa-
que falleciera. Yo compartí a su madre con ella. Cuando quedó incapacita- miliar; la señora P. obtuvo un trabajo mejor remunerado; el señor P.
da, fue devastador. :. Mi mache decidió no asistir a mi graduación. No po- recibió un ascenso; los padres se fueron de vacaciones juntos por pri-
día entender por qué una cita de negocios era más importante para ella ... mera vez en muchos años. Los terapeutas aceptaron todo esto como
Le pregunté a mi hermana, y respondió: «¡Siempre todo es para ti!». Estaba prueba de cambios «de tipo transferencia!», más que estructurales.
celosa porque mis padJ:es invirtieran dinero en mi educación. Todavía hay La familia constantemente luchaba con los especialistas para evitar
mucho que decir sobre mi padre, pero ya no es tan dificil. hacerse cru:go o asumir la responsabilidad de su propia conducta, o la
de cada uno de sus integrantes. Los psiquiatras se abstuvieron de
La familia y los terapeutas habían fijado una fecha para terminar «tomar en sus manos» las riendas de la situación, a la par que en todo
la terapia meses atrás. Si bien hay conciencia de que quedan «asun- momento exigían que los componentes de la familia se hicieran car-
tos inconclusos», se conviene en que la familia ha hecho progresos go, y produjeran respuestas más auténticas entre sí. En el curso del
suficientes como para que sus miembros puedan arreglarse entre sí proceso llegamos a darnos cuenta de que los compromisos de lealtad
en forma más apropiada. Les aseguramos que estaremos a su dispo- ocultos y sin resolver hacia la familia de origen impedían el desa-
sición en el futuro si nos necesitan, y les expresamos que desearía- rrollo de relaciones más auténticas y significativas entre los partici-
mos tener noticias de ellos de tanto en tanto. pantes. Ellos se hallaban ligados en una trama de explotación recí-
proca, como blancos mutuos de exteriorización «inapropiada».
Hasta que el proceso terapéutico no comenzó a descubrir las di-
mensiones de las cuentas de lealtad multigeneracionales, la señora
Síntesis: primer año de tratamiento P. no pudo reconocer y responder con autenticidad a la desesperada
necesidad que tenían sus hij_as y su marido de recibir un apoyo más
La familia P. ilustra el caso de una familia simbiótica unida por apropiado. Aun cuando los terapeutas interpretaron los actos delicti-
una red de relaciones caóticas e inalterables. Ellos oscilaban entre la vos de Lucille como un pedido de que se fijaran límites, y alentaron
extrema cercanía y las explosiones destructivas. Los hechos que se las muestras de auténtico interés y preocupación paternas, nada se
precipitaron como amenaza del sistema, y que contribuyeron a im- logró. Incluso, la señora P. se resistió a responder al pedido específico
pulsarlos a iniciar tratamiento, fueron: primero, la muerte del padre de sus hijas, hasta que los terapeutas la ayudaron a volver a abrir y
de la señora P., dos años antes; segundo, los síntomas de Anne, que modificar su estancada relación con su propia madre.
exigieron una breve internación en una clínica psiquiátrica; y, final- El señor P. fue apoyado por los terapeutas al tratar de salir de su
mente, los planes de Lucille, en el sentido de abandonar la familia postura de «parentalizar a su esposa e hijas» para asumir la respon-
para ingresar a la universidad.

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sabilidad del control de su conducta impulsiva y explosiva. Él tomó rando sus compromisos de lealtad negativos y sus sentimientos de
conciencia de que continuaba siendo el «bebé extremadamente exi- culpa respecto de sus familias de origen.
gente» que había sido en su familia de origen. Al haberle permitido a En la relación de la familia con los terapeutas, en forma gradual
su esposa que se hiciera cargo de la situación, se había negado a sí se desarrolló con mayor confianza y aceptación de su dependencia
mismo la oportunidad de compartir sus sentimientos con todos ellos respecto de nosotros. Siguieron poniendo a prueba nuestra capaci-
o de convertirse en jefe de la familia. Trató entonces de transformar- dad para aceptarlos y apoyarlos, mientras tomábamos conciencia de
se en «observador silencioso» y de controlar su inadecuada actitud su íntima desesperación, que aún subsistía. Persistían los inconve-
seductora hacia sus hijas. La señora P. se mostró aún más capaz que nientes, y las actuaciones destructivas entre los miembros.
su marido de ser la primera en indagar en sus lazos negativos de Tras la inclusión de la abuela materna en varias sesiones, los te-
lealtad con su familia de origen, y corregirlos mediante su conducta rapeutas siguieron enfocando dicha relación y ayudaron a sacar a re-
presente. lucir la necesidad interior que el señor y la señora P. tenían de ser
Durante el primer año, los terapeutas ayudaron a la familia a que parentalizados. Continuaron investigándose las relaciones con las
sacara a relucir los múltiples conflictos ocultos y vínculos de lealtad hijas, aunque se usaba menos a Lucille como chivo emisario y a Anne
no resueltos que contribuían a oscurecer las fronteras generaciona- como hija parentalizada. Se ayudó a los padres a que las utilizaran
les y sexuales. Hicimos que la familia tomara conciencia de sus res- menos como blanco y escenario de sus conflictos no resueltos. En for-
puestas inapropiadas y forma poco auténtica de relacionarse. As?- ma específica, ambas hijas eran «bebitas», en el sentido de poder ser
ciamos la incapacidad de la familia para confiar sus sentimientos hijas que necesitaban del interés y la preocupación de sus padres.
personales y los relativos a su profesión con la falta de confianza que Sin embargo, por detrás de todo esto también estaba la necesidad in-
tenían en sus familias dé origen. satisfecha de la señora P. de recibir cuidados maternos.
Fue en la sesión número quince cuando se produjo un giro impor- A medida que en las sesiones terapéuticas se canalizaban cada
tante; en ella, la señora P. habló con franqueza sobre su falta de con- vez más sentimientos regresivos, ellos exhibían áreas más adecua-
fianza en los terapeutas. A continuación, se planteó el problema ato- das de funcionamiento emocional y conducta en el mundo externo.
da la familia, y el doctor N. preguntó: «¿Adónde puede ir a partir de Anne recibió una beca; los padres tuvieron unas vacaciones que des-
aquí? ¿Con qué riesgos para el matrimonio y la familia?». Entonces cribieron como una segunda luna de miel. El señor P. pasó de su posi-
la señora P. se fijó una nueva meta para sí misma y su familia: «Pro- ción violenta, abiertamente expresiva, a un rol más reflexivo de ob-
curaría modificar su posición hacia el marido». Ello implicaba afir- servador. Efectuó comentarios más llenos de amor, además de exigir
mar que habría renovados esfuerzos por investigar nuevas posibili- respuestas más apropiadas de su esposa. No obstante, hubo necesi-
dades en todas las relaciones. Hacia el fin del primer año, esto in- dad de mayores progresos para reequilibrar las relaciones dentro de
cluía sus relaciones con las familias de origen, cuya descripción como la familia y con sus familias de origen.
«irremediablemente malas» no aceptamos. La señora P. asistió con
su madre a varias de las sesiones, y comenzó a pensar en derribar el
muro que las separaba.
Tercer año de tratamiento
Anne comenzó a emerger como un ser más auténtico. Ahora la
Segundo año de tratamiento menstruación le venía con mayor regularidad, y planteó la posibili-
dad de irse de la casa para asistir a la universidad. Sentía que sus
Durante este año tuvieron lugar varios hechos de importancia, padres todavía la veían como una niña, aun cuando decían que que-
como la expulsión de Lucille de la universidad y su nuevo abandono rían que tuviera amigos y desarrollara distintas actividades. En la
del hogar, y otro ataque al corazón de la madre de la señora P. La fa- superficie, el mayor temor de los padres era que siguiera los pasos de
milia seguía luchando con problemas relativos a la separación emo- Lucille, incurriendo en la misma conducta delincuente. En el curso
cional y las respuestas inapropiadas en forma de sobreestimulación de las sesiones Anne se mostró menos provocativa y violenta. Ya no
caótica y seductora. Además de hacer aflorar más sentimientos irra- era hasta tal punto blanco de la ira de sus padres y su madre la pro-
cionales de ira y desesperación en las sesiones, hubo áreas esporádi- tegía menos.
cas y progreso y períodos de quietud. Se desarrolló una intimidad se- Cuando se enteraron de que la abuela materna tenía un tumor
xual más frecuente y auténtica entre el señor y la señora P~ En un ni- maligno, los P. tomaron la decisión de llevarla a vivir con ellos. La se-
vel más profundo, tanto el señor como la señora P. siguieron explo- ñora P. renunció a su trabajo y con la ayuda del señor P. asumió el

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papel permanente de enfermera. La abuela y la madre analizaron Pudo articular sus muchos temores ~cerca de los deseos de inde-
francamente las dificultades de L4cille y su necesidad de mayor apo- pendencia que comenzaban a aparecer en ella e incluso se mostró to-
yo. La señora P. abandonó su rol condenatorio y moralizante, para ler~nte con respe~to a la falta de confianza de sus padres (debido al
asumir otro, de apoyo y aliento. Se expresó un afecto y aprecio mucho actL_n~ ?ut de Luc~e). Se mantuvo cautelosa pero se interesó por la
más franco ~entre la abuela materna y los demás de la familia. posibilidad de salir con muchachos, si bien insistía en la privacidad
Como subproducto importante, el señor P. utilizó ese mayor acer- de sus citas y de su vida sexual.
camiento con su suegra para reelaborar sus propios sentimientos re- El señor P. asumió mayor iniciativa y responsabilidad en el cui-
primidos y postergados hacia la muerte de su madre. Sus visitas y dado de su padre, por ese entonces en una residencia. Lo visitó con
conversaciones con su padre se tornaron más frecuentes, y exhibie- frecuencia y utilizó como modelo la gratifican te relación de su esposa
ron grandes progresos. Cuando llegó a ver en su suegra un sustituto con la madre; comenzó a sostener conversaciones en un nivel más
de su propia madre, pudo salir de su anterior estancamiento culposo per~onal con su ~adre. ~udo ~ostrarse muy eficaz cuando su padre,
respecto de sus propios padres. senil, tu~o reaccwnes distorswnadas y persecutorias hacia el perso-
Durante la fase final de la enfermedad de la abuela materna, el nal Y los mternados en la residencia; así lo informó el señor P. lleno
señor y la señora P. y ambas hijas pudieron manifestar y recibir las de orgullo Y gratifica~ión, en el curso de las sesiones. Además: pudo
muestras de aprecio, preocupación y reconocimiento que se habían enfre~tar a su superVIsor en relación con su posición profesional y su
«reprimido». No sólo se expresó apoyo sino también una gran ternu- salano, Y asegurarse un ascenso que, a su entender, hacía mucho
ra hacia la abuela moribunda, a través de los cuidados físicos dispen- tiempo que se merecía.
sados y la comunicación-verbal que se produjo durante esos últimos La señora P. volvió a trabajar tras la muerte de su madre y obtu-
meses. Fue después de la muerte de la madre de la señora P. cuando vo un cargo que hallaba estimulante y gratificante. Comenzó a em-
esta les dijo a los terapeutas: «Al perder una madre gané otra». prender actividades sociales relacionadas con su marido y ella mis-
Durante los últimos seis meses de tratamiento, Lucille, quien se ma, Y tamb_ién a iniciar la_«reconstrucción» de su hogar. Su salud y
había marchado del hogar, también se separó del joven con quien aspecto meJoraron, lo que mcluyó la pérdida de peso. Hubo una ma-
había estado viviendo. Ellos habían mantenido una relación expolia- yor comunicación y despliegue de afecto con su hermana y con su
dora, recíprocamente destructiva. En ese período, los padres de la jo- hermano, antes «despreciado». Ella sentía que era su responsabili-
ven habían experimentado cambios, pasando de su inicial posición dad mantener unida a la familia, continuando los esfuerzos de su
acusadora, condenatoria y desafiante, a manifestar actitudes cons- madre en ese sentido.
tructivas y de apoyo que la ayudaron a investigar las implicaciones
negativas de esa relación. No sólo se mudó a un departamento nuevo
en un barrio más aceptable, sino que también se inscribió en un cur-
so técnico, que estaba completando de manera satisfactoria. Lucille
La transferencia de la familia y la relación real
pudo mostrarse abierta y directa con sus padres, a la vez que adopta-
con el equipo de coterapeutas
ba una actitud más constructiva para consigo misma. Se mostró ase-
quible respecto de Anne, en un nivel de relación más acorde con su El proceso de terapia familiar encara cuatro esferas centrales: la
condición de «pares», por contraste con la rivalidad asesina que ha- relación _con el equipo de coterapeutas, los vínculos de los cónyuges,
bía existido antes, cuando la convertía en una víctima propiciatoria. las relacwnes entre padres e hijos, y las cuentas transgeneracionales
Anne no sólo hizo grandes progresos en la universidad, sino que, de lealtad y justicia con los abuelos y hermanos en ambas familias de
origen.
a pesar de estar dos años adelantada respecto de sus compañeros, co-
menzó gradualmente a participar con ellos en actividades estudian- ~:es de ex~minar las tres últimas, conviene enfocar primero la
tiles. Su separación emocional de la familia se produjo a un ritmo relacwn_ ~el eqmpo de coterapeutas. Idealmente, un equipo heterose-
mucho más lento, pero en forma menos destructiva y violenta de lo xual facilita el proceso de delineación de las dimensiones de los roles
que ocurriera en el caso de Lucille. Obtuvo una buena dosis de grati- f~:neninos. y masculinos (diferencias y similitudes, complementa-
ficación personal y reconocimiento del papel que había desempeñado cwn, Y aptitudes para equilibrar la proximidad y el distanciamien-
al apoyar a su madre y abuela durante la fase final de la enferme- to). De?en prevalecer la confianza y el respeto; la rivalidad, la com-
dad. Su conducta burlona y provocativa fue reemplazada por una ac- petencia y las luchas por el poder estorban el funcionamiento fluido
titud más amplia y un sentido del humor que comenzaba a esbozar- del equipo. Sin embargo, restar importancia a la existencia de dichos
se. Ella peleó duramente para restablecer un rol diferente en la fa- sentimientos y negar que a veces afloran implicaría sugerir que esta-
milia, distinto de la postura rebelde y adolescente de Lucille. mos ante terapeutas sobrehumanos. Más bien, lo significativo es el

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modo en que se enfrentan y encaran esos sentimientos. Si se los ma- ver que era necesario entender y mocl.ificar su conducta infantil con
neja de manera constructiva, se brinda un modelo para reconciliar el objeto de facilitar el proceso de crecimiento. '
las diferencias. Las familias son <<expertas» en dividir al equipo, lo En la fase inicial ~e la terapia era esencial que los ayudáramos a
q1,1e tanto este como aquellas deben enfrentar continuamente. Lo tratar de establecer c1erto orden en la comunicación y a crear una at-
mismo ocurre cuando los coterapeutas son de igual sexo, aunque la mósfera de confianza. Las familias como la de los P. nunca han teni-
forma de expresión varía. do relaciones con terceros de importancia, en que se vea en los demás
Los terapeutas familiares deben ser capaces de relacionarse mul- a seres interesados en forma auténtica por saber lo que pensaban 0
tidireccionalmente, con el fin de estar disponibles para cada miem- sentían. Los P. se mostraban recelosos y cautos, como si previeran
q~e de modo ine:J.table serían entendidos mal, criticados, menospre-
bro de la familia nuclear y extensa. Pero, sobre todo, deben mante-
nerse asequibles el uno hacia el otro. No sólo deben tener conciencia ciados, desvalonzados y desmentidos. A consecuencia de sus ante-
de las pugnas existentes en su relación coterapéutica, sino también riores experiencias en la vida de familia, ellos actuaban en conniven-
de la que cada uno de ellos mantiene con su propia familia. Esto no cia, mutua y con las hijas, y parecían haber dejado por completo de
qu~e1:e decir que la suya sea una relación terapéutica; más bien, el
lado a los miembros de sus familias de origen. A pesar de tener con-
obJetlvo central es ayudarse entre sí para mantenerse siempre dis- ciencia de sus roles de chivos emisarios y esfuerzos de parentaliza-
ponibles hacia las familias que están tratando. Ello exige exhausti- ción, d7splazados sobre las hijas y sobre cada cónyuge por el otro, no
vos análisis y esclarecimientos fuera de las sesiones. El trabajo con nos deJamos arrastrar a una conducta que implicara disculpar su
familias es exigente pero estimulante, plantea desafíos y proporcio- comportamiento o inculparlos. Desde el comienzo exigimos que cada
na gratificaciones. persona tuviera oportunidad de expresar sus necesidades, así como
Nuestra capacidad pára: relacionarnos en forma abierta y directa sus reacciones ante las respuestas excesivas o inapropiadas.
al enfrentar los conflictos internos del equipo, y para apreciar autén- La señora P. personificaba las respuestas condenatorias o inhibi-
ticamente la capacidad de cada uno, brinda, a su vez, la fuerza nece- torias de la familia, en tanto que el señor P. era el reactor impulsivo
saria para responder adecuadamente a los diferentes tipos de fami- explosivo, violento. Era esencial hacer que la señora P. se sintiera
lias y los múltiples problemas que plantean. No obstante, resulta di- responsable por mostrarse más abierta y adecuadamente expresiva,
fícil describir la naturaleza e implicaciones de la relación coterapéu- saliendo del papel de mediadora en apariencia pasiva. Se instó al se-
tica con la familia P. durante los tres años de tratamiento. Así como ñor P. a que se hiciera cargo de sí mismo y de los demás transformán-
la familia pasó por distintas etapas en sus esfuerzos por reelaborar dose en mejor observador e interlocutor. Mientras enfocábamos es-
sus conflictos no resueltos y compromisos ocultos de lealtad, igual- tos niveles, también los ayudamos a todos para que investigaran sus
mente nuestra relación con ella tuvo que soportar muchas tensiones sentimientos subyacentes y los lazos desmentidos de lealtad negati-
. ,
nnentras tratabamos de comprenderla y de contribuir a la eventual
' va que mantenían con sus familias de origen.
reconstrucción de su sistema. No hicimos ningún esfuerzo directo por «rescatar» a las hijas de
Se nos utilizó por medios múltiples y complejos. Algunas de las esos ':ínculos destructivos, salvo para encarar la desesperación y
respuestas de la familia hacia nosotros tenían una base de realidad necesidades de dependencia insatisfechas de ambos progenitores.
tratándosenos como especialistas autorizados, en tanto que otra~ Elegimos «parentalizar» a los padres haciéndolos responsables de
er~~ de índole transferencia!. En forma reiterada ellos procuraron
adoptar una postura activa para indagar el sentido de la conducta de
utilizarnos como padres sustitutos, ya que a veces éramos los únicos sus hijas y la suya propia. Se requirió un enorme control y disciplina
~e nuestra parte para soportar los esfuerzos de toda la familia por
adultos a su disposición. Se instó a la familia a que viviera y actuara
sus sentimientos en nuestra presencia, pero no le permitimos que rnvolucrarnos como árbitros en sus caóticas refriegas. También tra-
nos usaran como blanco directo de sus agresiones. En tanto que alen- taron de dividir al equipo desmintiendo la veracidad de nuestros co-
tábamos a sus integrantes a expresarse de modo más abierto y direc- mentarios como terapeutas y volviéndose en dirección del otro en
to, al mismo tiempo tratábamos de ayudarlos a distinguir entre lo busca de una respuesta inmediata. El nivel de ruido, confusión y sus
que era nuestra «comprensión» y la aceptación de su conducta poco tácticas de inculpación y elección de chivos emisarios, dirigidas del
paterna, destructivamente hostil e inadecuadamente seductora. In- uno hacia el otro o contra nosotros, a veces resultaban desalentado-
teractuamos con ellos en un nivel emocional de preocupación e ínte- ras. Aun cuando teníamos conciencia de que se nos estaba poniendo
r~~' pero también debíamos presentarnos como objetos de identifica-
a prueba en relación con nuestra capacidad para merecer su confian-
cwn. A pesar de su conducta caótica y provocativa hacia nosotros tu- za, mantener un equilibrio racional y mostrarnos firmes en nuestras
vimos que mantener la calma y el sentido de la razón. Aunque' nos exigencias de una conducta cada vez más responsable, a veces inevi-
mostrábamos comprensivos y compasivos, de continuo les hacíamos tablemente revelábamos nuestra incomodidad y desesperación como

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terapeutas. En ocasiones nos dijeron que éramós fríos e inhumanos. terapeutas. Se alentó a sus integrantes y se los apoyó para que en-
Sin embargo, nuestros esfuerzos por mostrarnos cálidos y espontá- frentaran sus sentimientos interiorizados, postergados, negados 0
neos fueron acogidos con ansiedad y'temor. La mayor proximidad los no llorados respecto del progenitor que había muerto. Sin embargo,
obligaba a revivir el dolor que experimentaban en compañía de otras la parte central del trabajo consistía en ayudarlos a enfrentar y re-
personas de importancia para ellos. Tal como lo describió la señora trabajar en la acción las relaciones que en la vida real sostenían con
P., «de todos modos tendría que perdernos». los padres y hermanos vivos. Los especialistas eran blancos constan-
Cuando introdujimos la idea de tratar de reelaborar las relacio- tes de la il:a y la desesperación de la familia, resultante de las rela-
nes con el padxe del señor P. y la madre de la señora P., al principio ciones pasadas y presentes. Teníamos que estar a su disposición pa-
los cónyuges se mofaron, ya que ambos insistían al unísono en que ra sesiones extra, cuando se experimentaban sentimientos suicidas
esos vínculos no tenían remedio. No obstante, al aumentar su con- o asesinos. A veces las hijas eran leales y protegían en exceso a sus
fianza en nuestra capacidad (y, en particular, en nuestro interés por padres, tildándonos de intrusos destructivos; o bien veían en noso-
ellos), la señora P. comenzó a indagar poco a poco la posibilidad de tros a los seres que reteníamos el amor y el interés por la familia. En
que su madre asistiera a algunas sesiones. Se sorprendió cuando es- otras oportunidades, las hijas instigaban y favorecían el proceso
ta aceptó la invitación. Se necesitaron varios meses de trabajo para destructivO de la familia dejándose usar como blanco en la elección
que superara su ansiedad y resistencia inicial a la idea de que jamás de chivos emisarios y la parentalización que la familia necesitaba.
pudiera desarrollarse algo constructivo entre ellas. Se la ayudó a en- No obstante, en esencia, las necesidades de las hijas estilnulaban el
frentar el hecho de que su afán protector contribuía a sostener en pie' proceso de crecimiento de todos. Cuando se sintieron más seguras de
«el muro» de aislamiento y desesperación erigido entre ambas. Tam- nuestra capacidad para «conducir» a sus padres y ayudarlos a
bién les interpretamos que sus sentimientos y compromisos de leal- buscar una forma de gratificación constructiva de sus necesidades,
tad negativos hacia su familia de origen interferían en forma directa ellas abandonaron los roles de chivos emisarios y paternalización, y
en su capacidad de mostrarse disponible hacia su marido e hijos, y su pudieron mostrarse como las jóvenes que eran, con necesidades a
compromiso con ellos. El trabajo realizado durante las sesiones tono con su edad y etapa de sus vidas.
siempre tenía una clara relación con dichos esfuerzos. Esto se aplica- Al reforzarse las relaciones entre abuelos y padres, entre los cón-
ba igualmente al señor P. y su familia de origen. Debido a su enfer- yuges, y entre padres e hijos, los integrantes de la familia tuvieron
medad, su padre no pudo asistir a ninguna sesión de terapia. A pesar menos necesidad de recurrir a los terapeutas como fuente de esclare-
de ello, el señor P. se puso a disposición de su padre y hermanas cimiento, y seres con quienes compartir y verificar cosas. Entonces
cuando aquel fue internado y, posteriormente, tuvo que trasladarse se volvieron el uno hacia el otro y se abrieron a gente de afuera, en el
a una residencia. Además, con nuestro apoyo, inició prolongadas conocimiento de que las necesidades de cada uno podían investigar-
conversaciones de tipo personal con el progenitor, sobre su pasado y se de manera franca, y de que las respuestas serían más reflexivas y
sus vidas actuales. Ambos, que hasta cierto punto siempre se habían llenas de consideración aun cuando a veces el desacuerdo fuese ine-
tratado como extraños, se mostraron así mutuamente dispuestos a vitable. La antigua cautela, así como las respuestas ilnpulsivas y ex-
ser, por primera vez, padre e hijo. plosivas, dieron paso a una mayor calidez, sentido del humor y au-
Los terapeutas ayudaban en forma permanente a los miembros téntica disponibilidad. Ya no se temían o negaban la intilnidad y el
de la familia para que investigaran cuatro dimensiones: primero, acercamiento.
sus respuestas a los coterapeutas; segundo, la relación entre los cón- La familia y los especialistas iniciaron la fase final reconociendo
yuges; tercero, la relación entre padres e hijos; cuarto, sus familias que no todos los problemas habían sido encarados y resueltos. La
de origen. Una modificación en una de esas áreas estimulaba la in- ayuda esencial con que contaban era su toma de conciencia de que el
vestigación y el cambio en otras. Nos aferramos al concepto de que el «proceso de cambio» debía enfrentarse constantemente y empren-
cambio esencial en la paternalización de las hijas sólo podía desarro- derse de manera tan dll·ecta y abierta como fuera posible. La fortale-
llarse como resultado de la capacidad del señor y la señora P. para za continuada de cada uno dependía del otro como recurso construc-
resolver su propia falta de confianza básica, debido al hecho de no tivo, de por vida. Nosotros seguiríamos manteniéndonos a su dispo-
haberse sentido «paternalizados» ellos mismos. Sólo se nos podía uti- sición como consultores en caso de cualquier crisis futura, en tanto
lizar como padres temporarios y personas que trataban de ayudarlos que la familia avanzaba hacia una mayor individuación y creciente
a reelaborar las relaciones internas y externas con sus propios pro- emancipación.
genitores. Aunque como coterapeutas habíamos operado juntos antes de
Los sentimientos de culpa y las pérdidas se revivieron y reelabo- tratar a la familia P. y ya habíamos establecido una valiosa relación
raron como consecuencia del mayor compromiso de la familia con los de trabajo, la familia exigía nuevas dimensiones de comprensión y

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toma de conciencia de nuestra relación y nuestra labor profesional. A ranza, como si uno no pudiera saldar nunca las cuentas familiares
ambos nos agradaban las agudas facultades intelectuales de la fami- s~a mediante el interés y la inquietud emocional o por medio de ac~
lia y su capacidad de respuesta, además, nos identificamos con ellos cwnes concretas.
en un nivel personal-profesional, es decir en su decisión de mejorar Dado que asumimos como postulado básico que cada hijo recibe
las relaciones familiares y su funcionamiento. Mientras que a veces algo de_ sus padres e i~p.lícitamente les debe una compensación, la
su conducta demasiado vigorosa e intensamente destructiva era re- ren~ncia paterna a recibn· se considera tan perjudicial como la inca-
pulsiva y sobreestimulante, pudimos «encontrarlos» en un nivel: el pacidad paterna de dar. Por ejemplo, el progenitor que ha vivido co-
de su permanente anhelo de hallar mayor significado en sus relacio- mo un mártir nunca puede ser compensado por sus servicios. En con-
nes como familia. secuencia, la atmósfera de endeudamiento filial hacia ese progenitor
Finalmente, la familia se mostró por completo responsable y dis- p_ende ~:r: ~orma opresiva sobre la relación, de modo permanente, y
puesta a colaborar en todo lo relativo a la asistencia a sesiones, can- sm posibilidades de saldar realmente las cuentas. La impotencia ge-
celaciones, pago de honorarios y otros «elementos esenciales del con- nerada por el hecho de no poder alcanzar nunca ninguna reciproci-
trato». Nos ayudaron a aprender más cosas y nos dieron la oportuni- dad en dicha relación, lleva al niño a la más absoluta desesperación.
dad de investigar dimensiones nuevas, como los compromisos de En vez de desarrollar un confiado optimismo sobre la naturaleza de
lealtad ocultos hacia sus familias de origen. La labor desarrollada en c~~lquier .1:elación humana, basada en la reciprocidad del dar y el re-
las sesiones y afuera, con sus familias de origen, aumentó nuestra cibir, el hiJO cree que para sobrevivir uno debe hallar formas susti-
percepción en aspectos hasta ese entonces no explorados en nuestr~ tutas de compensación por los beneficios recibidos del progenitor.
trabajo con las familias. Al ir creciendo su confianza se incrementó Los actos de rebeldía o escapismo por medio de la separación nun-
también nuestra fortaleza y habilidad como especialistas en terapia ca pueden, en sí, resolver la situación en que se encuentra colocado el
familiar, tanto en nuestra labor de equipo como en nuestra función hijo. Dichas medidas sólo contribuyen a hundirlo más profundamen-
como individuos. te en obligaciones cargadas de culpa. Muchos hijos se convierten en
cautivos ambivalentes y airados de obligaciones que nunca podrán
saldarse. Su :e~ación con los progenitores puede volverse negativa,
pero nunca basicamente desleal en tanto el hijo mantenga sus lazos
Conclusiones simbióticos de obligación. En una palabra, el hijo atado por las cul-
pas y atrapado por su lealtad le debe al progenitor: a) el síntoma; b)
la falta de cambio, y e) el no relacionarse con extraños. En dichas re-
Reconstrucción multigeneracional y sentido dinámico laciones, la incapacidad de compensar la deuda entraña también el
de la lealtad y el endeudamiento familiar dejar de recibir de parte del hijo. La aparente antítesis de recibir
dando se resuelve en la dialéctica de la parentalización normal. El
El objetivo central que perseguimos al presentar el tratamiento progenitor da algo al hijo pero implícitamente espera una compensa-
seguido por la familia P. fue el de esclarecer nuestro marco actual de ción, y el hijo recibe, aunque espera algún día poder devolver los be-
comprensión y sus posibilidades de aplicación clínica con familias. neficios al padre. En ello, padre e hijo no sólo se ven motivados por la
Además de la consideración de las necesidades, gratificación de es- interacción cotidiana y real, producto de su relación, sino también
tas, y los concomitantes elementos de frustración, hemos incluido por toda la red familiar de obligaciones.
nuestros conceptos sobre la reciprocidad interrelacionada entre las Al describir la cadena dinámica de acontecimientos durante la te-
distintas generaciones: la dinámica de lealtad y el endeudamiento rapia realizada con una familia, planteamos la hipótesis de que, a
de los sistemas familiares incluyen la dinámica y funcionamiento del menos que toda interacción guarde algún equilibrio con la presión de
individuo, pero van más allá. Elementos intrínsecos y fundamenta- las obligaciones, es muy probable que surjan conflictos debilitantes y
les de toda relación que tenga algún sentido y se caracterice por la una detención del desarrollo. Las obligaciones no saldadas tienden a
proximidad de los vínculos son el dar y recibir, el ser tratado justa o acumular culpas. Partiendo de los antecedentes del señor P. pode-
injustamente, el tomar sin dar nada a cambio o sin ninguna posibili- mos reconstruir el hecho de que sus padres, que trabajaban muy du-
dad de devolver. El martirio o la generosidad exagerada, la permisi- ramente, se dedicaban por completo a la atención de los clientes de
vidad, la elección de chivos emisarios y la parentalización son ejem- su almacén y aparecieran como mártires consagrados, aunque en un
plos de una reciprocidad no equilibrada o no mutua dentro de las sentido personal su disponibilidad para con sus hijos era mínima. Si
relaciones. Dichas relaciones estimulan sentimientos de culpa y en- se esperaba del hijo que compensara a sus padres de manera indi-
deudamiento continuos; también generan sentimientos de desespe- recta, por ejemplo mediante el éxito («mi hijo el doctor»), y si no se le

400 401
c?ncede ningún crédito por sus pequeños servicios, en última instan- lación directa con su capacidad de comp-ensación, al ofrecerse a cui-
cia el desarrollo frustrado de su personalidad será la única avenida dar a su madre enferma.
para saldar la deuda. Incluso, las expectativas de éxito se convierten Debemos subrayar que la carencia de un recíproco toma y daca,
en explotación en _esas circunstancias. El señor P. terminó anclado que era una característica de la personalidad tanto en el señor como
en un empleo medwcre, y nunca pareció poder concluir sus estudios en la señora P., no nos resultó evidente de inmediato. Más obvias
a pesar ~e su alt? nivel de inteligencia. Al postergar constantement~ eran las características de su historia y desarrollo, emocionalmente
el trabaJO de tesis para su licenciatura, él, un ser siempre aniñado carencia do, y la consecuente debilidad yoica. Si los terapeutas hubie-
complementaba las características protectoras y maternales des~ sen aceptado el marco conceptual tradicional de la debilidad yoica en
esp~~a. -~a relación del señor P. con su familia se mostró en un estado los padres, con las resultantes carencias en las dos hijas, se habrían
de fiJacwn desesperanzada e irremediable, en que la sexualización visto impelidos a seguir un curso diferente en el tratalniento. La te-
del aspecto fantaseado, subyugan te y sobrecogedor de las mujeres se rapia individual con las hijas, junto con periódicos contactos de apo-
au_naba a un profundo resentimiento hacia ellas. El paciente procla- yo con los padres, hubiera sido lo recomendable, en la esperanza de
mo mantener un contacto mínimo con el progenitor sobreviviente y poder trabajar al menos con el núcleo sano de las hijas adolescentes
sus do~ hermanas. Sólo con posterioridad, en el curso de la terapia, en pos de la individuación y separación.
se pu~eron ver algunos recursos en la propia capacidad inutilizada Sólo la apertura gradual de todo el espectro de estructuras rela-
del senm~ P. de dar de nuevo algo a su anciano padre. · , cionales nos permitió fijar como meta la reconstrucción multigene-
~a senora P. fue criada en una constelación familiar bastante pa- racional. Nuestra insistencia por trabajar con la familia y, más ade-
recida a la des~ n;arido. ~o obstante, aunque en su familia de origen lante, incluir a la abuela materna, nos llevó a tomar conciencia de
su papel se defi~a como desafiante y negativo, ella se convirtió en una fuerza relacional disponible y latente que requería ser reencau-
protectora Y P_~cifista. ~n una de las sesiones en las que se incluyó a zada terapéuticamente. En consecuencia, procuramos conectar los
s~ n;t~dre, salio a relucu· un problema de toda la vida: su madre des- puntos cruciales de las pautas multigeneracionales del fluir deteni-
cnbw al padre d_e, la señora P_._ como un ser irresponsable y despreo- do de la reciprocidad con la disminución de la confianza básica entre
cupado en relacwn con los hiJOS. La señora P. defendió a su padre los integrantes de la familia.
con,tra su n:adre. Durante la presentación inicial, la señora p. se mo-
stro resentida con su madre, quien, según dijo, nunca tenía tiempo
para _:;entars~ a c?nversar con sus hijos. En cierta ocasión, Inientras El principal mecanismo de cambio
la s~~ora P. limpiaba la casa, oyó decir a su madre: «Mis hijos y mi
f~milia no me ~yudan para nada con las tareas domésticas». Según Presuponiendo el principio de justicia y obligaciones equilibradas
Cierta declar~cwn, durante algún tiempo la señora P. había buscado como dinálnica clave, desde el punto de vista psicológico resulta im-
d~spertar el mterés y !a inquietud de su madre, hasta que en deter- práctico y poco económico que el hijo simplemente trate de ignorar y
mi~ado mo~ento se dio cuenta de que la situación no tenía remedio negar las obligaciones filiales de lealtad, aun cuando el progenitor le
YVIO con clandad q~e s_u matr~monio podía entonces ser una vengan- haya dado relativamente muy poco. El hijo pagará por su negativa
z~ por la a:parez:te mdiferencia materna. La venganza sobre el pro- en ese sentido con una culpa paralizadora, detenilniento del desarro-
piO pro.~emtor Siempre entraña su opuesto dialéctico: una señal de llo de su personalidad e incluso ruptura de sus relaciones familiares
exi?reswn de anhelos desesperados por medio de la acción. («Miren futuras. Parece ser que la compensación por los beneficios obtenidos
cuan desesl??rado estoy. Espero que me respondan».) se hizo más difícil en la familia P. debido a que la madre de la señora
. La elecc101_1 que hizo la señora P., de un joven al borde de la psico- P. se mostraba reacia a recibir beneficios de su hija, supuestamente
~Is co.mo ~and?, 1~ debe de haber dado la oportunidad conjunta de desleal.
reafhmarse_a SI11llsma a pesar de la desaprobación materna y, a la En términos concretos, nuestra estrategia terapéutica se dirigía
vez, convertrrse en rebelde con una «causa» sacrificada, identificán- primero a romper con la mutua asignación permanente del papel de
dose abnegad~ment~ con su fracasado marido en un esfuerzo por chivos emisarios entre la señora P. y su madre (lo que a su vez se vol-
ayud~_rlo. Al n;tism~ tiempo, la madre seguía dando a entender que la vía a proyectar sobre el marido e hijas). El camino terapéutico elegi-
eleccwn matrrmomal de la señora P. hacía de ella una traidora. Es do consistió en el fortalecimiento gradual de la señora P. en sus rela-
razonable pres~I?oner que parte de la culpa, no compensada por la ciones con la familia nuclear, hasta el punto en que pudiera asumir
a~n.egada de~ocwr: por el marido, se expió mediante su permanente una actitud activa de «dar» hacia su madre. La verificación de nues-
ÍJ:Ig¡dez _Y desmteres por el sexo. Cabe advertir que su interés sexual tra hipótesis residía en la predicción de respuestas autoafirmativas
Y capacidad para experimentar el orgasmo se modificaron en re- por parte de la señora P., siguiendo cada paso sucesivo en el proceso

402 403
1 i

de volver a saldar las cuentas de obligación negadas y cargadas de su mejoría sintomática podía interpretarse como señal de su crecien-
culpa entre madre e hija. Ejemplos de esas respuestas previstas te esperanza de hallar nuevos caminos para expresar la gratitud fi-
eran: a) mayor capacidad para aceptar al marido; b) creciente satis- lial. Hacia el fm del primer año, Anne no sólo mejoró sus calificacio-
facción sexual, y e) reestructuración de su relación con las hijas. nes sino que además fue semifinalista en el Concurso Nacional de
Uno de los signos iniciales de cambio en la señora P. fue el deseo Méritos. Al terminar el segundo año se graduó cum laude. En forma
consciente ae detener su actitud excesivamente protectora y mater- concomitante, Anne comenzó a demostrar interés por los mucha-
nal hacia su marido. Cabe presuponer que la base de este afán de chos. Perdió peso, que antes era excesivo, dijo que quería que el tera-
protección patogénico era que esto constituía uno de los medios para peuta del sexo masculino viera en ella a una «dama», y comenzó a te-
negar su culpa por su actitud poco generosa en su relación con la ner citas. Al aumentar su percepción, reflexionó sobre el balance de
madre. Al llegar la semana número 48 del tratamiento, la señora P. justicia de su mundo: «Siempre fui la chica buena, la buena estu-
pudo superar sus sentimientos de desesperanza y miedo de ser re- diante, la persona llena de moral, no salgo con vagos como Lucille, y
chazada nuevamente, e invitar a su madre a una sesión de terapia ¿dónde diablos estoy parada?». Varias semanas después, cuando An-
familiar. En una tercera sesión, en presencia de su madre, la señora ne consideró la posibilidad de solicitar el ingreso a la universidad y
P. logró establecer un cambio de importancia en el ciclo de elección marcharse del hogar, dio a entender que no podía irse a menos que
recíproca de chivos emisarios: afirmó que había aprendido cuánta si- alguien ayudara a su madre. Anne planteó entonces con franqueza
militud había en el «destructivo amor materno» de su propia madre sus deseos a su progenitora. Le preguntó si estaba preocupada por la
al no hacer elogios, tomar por sentadas las cosas buenas e insistir en posibilidad de que tomara drogas y actuara como Lucille, o simple-
las críticas. Las lágrimas compartidas, cuando la abuela materna mente temía que Anne quisiese alejarse de su madre y no fuera más
describió su rol en la familia de origen, también ayudaron a lograr la «hija dulce y adorable» que había sido. La madre respondió lla-
una reversión del síndrome de «culpa». mándola «traicionera» y añadiendo: «Si quieres hacer de ti una Lu-
Interesa advertir que tres semanas después se produjo un cambio cille, ¡hazlo ahora!».
muy alentador en las relaciones familiares, como para confirmar Lo importante es comprender los determinantes relacionales de
nuestra hipótesis terapéutica. Las dos hijas salieron juntas con dos la prolongada conducta delincuente de Lucille, con peligro para sí
muchachos, y marido y mujer planificaron unas vacaciones por pri- misma. Por un lado, resulta coherente con la teoría individual inter-
mera vez en años. La señora P. informó sobre sus experiencias se- pretar esta conducta como llevada a satisfacer las necesidades de
xuales más adecuadas, y recibió un nuevo anillo de bodas. respuestas parentales (bien que negativas) inspiradas por la depen-
En apariencia tuvo que pasar todo un año para alcanzarse algún dencia de Lucille. La joven insistió en provocar las respuestas correc-
ulterior avance entre la señora P. y su madre. Entretanto, hubo una tivas de sus progenitores, pero ellos no reaccionaron hasta que la
fase de falta de progresos, consistente, en esencia, en verificar las conducta extrema de la hija, quien vivía como una hippie dada al
implicaciones de una mayor reciprocidad en el dar y el recibir entre consumo de drogas, los llevaron a echarla de la casa. Fácilmente
los miembros de la familia nuclear. A pesar de los logros alcanzados puede verse esa pauta adolescente destructiva y rebelde como un
en otras áreas, la señora P. se mostró resistente en extremo e inca- medio de buscar su separación e individuación, incluso a costa de pe-
paz de responder a la mayoría de los intentos de apertura de la fami- nas para todos. Esto parece sustentado por los comentarios de Luci-
lia y los terapeutas. En verdad, ella parecía reproducir la escasa re- lle en una sesión individual por separado, en momentos en que vivía
ceptividad y la conducta destructiva de su madre hacia ella: estaba en comunidad con compañeros sumamente «indeseables»: «Soy es-
poco dispuesta a conceder algún crédito a la buena voluntad del otro. pantosa con mis padres. Ojalá no lo fuera». Hacia el fin de la terapia,
Durante ese período, la señora P. insistió en poner a prueba a los te- cuando la joven ya estaba volviendo a integrarse con su familia y re-
rapeutas acusándolos de inhumanos, seres «funcionales» que no da- tomando sus pautas de vida propias de la clase media, afirmó: «En la
ban nada. Lucille también continuó sometiendo a prueba a sus pa- universidad actuaba en forma de hacer que mis padres sintieran lás-
dres con una conducta rebelde, peligrosa para ella, de características tima ... se necesitaba una buena paliza, además de muchos abra-
«delincuentes». Anne se vio obligada a responder en forma excesiva a zos ... yo era culpable... lo hice para herirlos». No obstante, fuera de
su padre, en lo que la familia interpretó como modalidad semiinces- esas razones automotivadas, Lucille puede haber incurrido en su
tuosa y «sensualmente afectuosa», que había dado como resultado la conducta rebelde para satisfacer ciertas expectativas no cumplidas
atención seductora o el rechazo violento del padre. del sistema familiar. De hecho, en ningún momento se mostró verda-
En sus orígenes, los medios sintomáticos de «compensación» de deramente desleal. Siempre podía contarse con ella para cumplir al-
Anne consistían en una conducta caótica, al borde de la psicosis, dis- gún servicio esencial en relación con las necesidades de sus padres y
minución del rendimiento escolar, y exclusión de todos los extraños; su abuela enferma. A veces parecía que estaba haciéndoles un favor

404 405
,
a los padres, desempeñando el papel de chivo émisario. Durante un por lo menos sé qué tengo que hacer, y lo hago». Desde el punto de
tiempo, después que echaron a Lucille de la casa, su pad.l'e siguió ha- vista teórico y clínico, es muy importante que el proceso de «reali-
blando de sus impulsos asesinos (dirigidos ahora contra Lucille in mentación», consistente en un «dar» recíproco entre madre e hija,
absentia), y su madre puso de manifiesto su decepción por el hecho haya estimulado a otros integrantes de la familia para que participa-
de que a Lucille le fuera bien económicamente mientras en aparien- ran en los cuidados proporcionados a la abuela. El señor P. declaró
cia estaba «en la vía». que no merecía que lo consideraran un auxiliar de su esposa, carente
de egoísmo: «Es mucho lo que obtengo de todo esto; ahora mi suegra
es mi madre». El círculo entero se cerró cuando, dos semanas antes
La enfennedad de la abuela abre las puertas de su muerte, la abuela pidió perdón al señor P. por no haberle conce-
dido de buena gana la mano de su hija, y el yerno devolvió el gesto
Se posibilitó una rápida sucesión de reestructuraciones cuando al con un beso.
final del segundo año de terapia se descubrió que la abuela tenía Todo el período estuvo marcado por un éxtasis tranquilo, casi
cáncer. Ante la perspectiva de un continuo deterioro físico hasta el místico, a causa del renacimiento emocional de la relación. Pocas se-
momento de la muerte, se abrió la posibilidad de actuar brindando manas antes de la muerte de su madre, la señora P. informó: «Mi
cuidados y ofreciendo servicios. Los terapeutas combatieron la cons- madre dijo que nunca había sabido qué clase de persona era yo, y me
tante desesperanza de la señora P. en el sentido de poder cambiar su besó. No sé cuándo hizo por última vez un gesto afectuoso dirigido a
relación con la madre: dijeron que la muerte era irreversible, y la mí. .. todo mi mundo se está expandiendo». Simultáneamente, la se-
alentaron a hacer lo que tQdavía se podía mientras la vida continua- ñora P. se interesó en mucho mayor medida por llegar al orgasmo.
ra. Tras alguna vacilación, la· señora P. se llevó a su madre a su casa, Por primera vez, el señor P. pudo solicitar un ascenso y un aumento
abandonó su trabajo, y se convirtió en enfermera las veinticuatro ho- de sueldo. Anne comenzó a safu· con muchachos en forma más regu-
ras del día, de una enferma que necesitaba enemas colónicas, inyec- lar. Lucille empezó a tener una visión más adecuada de su novio, con
ciones y supervisión permanente. madurez y en forma crítica. El señor P. también demostró una activa
Ella luchó con sus dudas y llegó a pensar que su madre la acepta- preocupación por el tratamiento de su padre mientras aquel estaba
ba en mayor medida sólo porque se había convertido en su enferme- en el hospital. Finalmente, tras la muerte de su madre, la señora P.
ra. Sin embargo, al abrirse la comunicación con su madre, llegó a hizo una declaración categórica: ~<Al perder una madre, gané otra».
convencerse de que en ese momento su progenitora estaba dispuesta En apariencia se abrieron las puertas del toma y daca recíproco, que
a restructurar totalmente su relación. Informó extasiada que suma- alcanzó un nuevo equilibrio antes que la muerte las cerrara para
dre había dicho que sus hijos eran maravillosos, declarando que en- siempre.
tonces la besó y la tranquilizó, diciendo: «Tú me cuidaste cuando era Al reflexionar sobre los distintos niveles sistémicos involucrados
pequeña, y ahora yo cuido de ti». En cierta oportunidad nos contó que en el determinismo de la acción humana, subrayamos que los tera-
su madre había dicho que le hubiera agradado tener más hijos, y que peutas estaban en favor de toda acción dirigida a romper el desespe-
no creía que la señora P. hubiera llegado a odiarla jamás. ranzado estancamiento en la relación entre madre e hija. De manera
Se enfrenta un importante problema de justicia cuando la perso- específica, ayudamos a la señora P. a modificar su actitud hacia su
na intelige sus propias tendencias a la proyección y elección de chi- madre, pasando de la desesperanza provocada por carencias irrever-
vos emisarios. Durante casi toda su vida, la señora P. pareció tener sibles a una forma activa de dar. Como seguramente ensayó actitu-
conciencia de su dolorosa frustración, sufrida por la falta de una res- des y actos generosos en incontables ocasiones previas antes de
puesta notoria en las actitudes de su madre; pero sólo tomó concien- abandonar las esperanzas, tuvimos que investigar los factores que
cia de sus propias actitudes maternales, también frustrantes, de ma- ahora eran diferentes. Algunos de ellos residían en la propia señora
nera gradual. En la medida en que convirtió el «diálogo en acción» P., y se vieron reforzados cuando los terapeutas y la familia nuclear
con su madre en acto positivo de «dar», entonces pudo ver lo injusto la alentaron a ella hacia el cambio, otros radicaban en su madre,
que era «descargarse» en Lucille o mantener a Anne sometida en una quien finalmente se mostró capaz de recibir las atenciones de su hi-
relación simbiótica y sofocante. En la sesión en que la señora P. in- ja. Los efectos psicológicos de la culpa eran importantes considera-
formó que había besado a su madre, también manifestó que no creía ciones al explorar la interrelación entre el sistema de relaciones y la
que aquella la hubiera herido intencionalmente, ni que ella, a su vez, motivación individual.
hiriera a Lucille con deliberación. Por un lado, cabe pensar que la creciente culpa vuelve a uno inca-
Fue en el curso de la siguiente sesión cuando la señora P. dijo que paz de recibh·, aunque, por el otro lado, se muestre más inclinado a
renunciaba a su trabajo, razonando de la siguiente manera: «Ahora dar más y más, o al menos intentarlo, Por consiguiente, la señora P.

406 407
resultado defensivo natural será la retracción mutua. Sin embargo,
tenía que tomar mayor conciencia de_ su responsabilida~ en relación esta retracción puede caracterizar tan sólo la novena parte visible
con su capacidad de respuesta apropiada frente a las hiJaS, en tanto del iceberg de la relación. Por debajo hay un compromiso oculto, a
que su madre necesitaba apoy? ,en lo atinente a 1~ j~stic~a. de su si- menudo en forma de lealtad negativa. En otras palabras, si única-
tuación (es decir, la investigacwn de las caractenstlcas InJUstas de mente podemos relacionarnos con nuestra familia de origen convir-
su propia existencia anterior). La señora P. se volvió más dadivosa tiéndonos en un objeto «malo», entonces es probable que aceptemos
tras descubrif la injusticia de que había hecho víctima a Lucille, y la dicha asignación de roles. El consiguiente diálogo trunco se caracte-
forma en que ella misma estaba reproduciendo las pautas de «cui- rizará por la falta de comunicación positiva, e incluso los mensajes
dados maternos destructivos». Probablemente, su culpa y responsa- negativos adoptarán la forma de omisiones, más que de acciones. Si
bilidad dieron origen a una renovada motivación que la impulsaba a no tiene lugar una renovada iniciativa para inyectar en el sistema
actuar, a pesar de su desesperanza. A la vez, cuando su madre pudo una actitud dadivosa, de dación personal, se reducen bastante, por
reflexionar acerca de las desventuras de su propia infancia y suma- cierto, las posibilidades de cambio; y si este cambio no sobreviene, los
trimonio, sus «cuentas» se volvieron más justas y equilibradas, al ser efectos perjudiciales tenderán a afectar las vidas de las generaciones
más comprensibles desde el punto de vista humano. Asimismo, al oír posteriores ..
los reproches directos de su hija y admitir sus propios errores, su cul-
pa debe de haber disminuido. Además, su edad y enfermedad incura-
ble tendían a incrementar su dependencia y disminuir sus obligacio-.
nes a la vez que aumentaban la responsabilidad de la señora P.
Quizá sea esencial, por Jo menos, mencionar el papel desempeña-
do por Anne en la reconstruccíón de las cuentas familiares de obliga-
ciones de lealtad ocultas. La joven era el miembro de la familia ini-
cialmente rotulado de enfermo. Su desesperación dio origen a la ten-
siónfamiliar que llevó a su internación y, en última instancia, a em-
prender la terapia familiar. Cabe postular que la conducta provoca-
tiva e irritante de Anne (y de la mayoría de los integrantes enfermos
de una familia) quedaba compensada con creces por su sacrificada
colaboración en lo que se refería a los intereses de la familia. Consi-
deramos que en cuanto sus padres y hermana comenzaron a dar
muestras de un significativo compromiso terapéutico y, posterior-
mente, innegables progresos en dirección del cambio, Anne, a su vez,
se vio liberada de la obligación de «no fallar». De manera gradual,
pudo exigir que se prestara atención a las necesidades propias de su
edad, y a mostrarse menos ansiosa en su inquietud por su familia de
origen, y no tan accesible a esta en todo momento. Los resultados
exitosos eliminaron la necesidad de autosacrificio de su parte.
Se había desarrollado un modelo: se atribuyó parcíalmente a la
carencia de parentalización y la consiguiente falta de confianza bási-
ca por la retracción defensiva de dos relaciones interconectadas en-
tre madre e hija, pero la falta de disposición materna a recibir la
compensación ofrecida por la hija se interpretó como factor también
debilitante. El diálogo en plena marcha entre padre e hijo presupone
dar y recibir de parte de ambos participantes. Al enfocar, de manera
selectiva, sólo las deficiencias de la aceptación paterna, cabe pre':er
la consecuente acumulación de culpas en el hijo que no puede brm-
dar la debida compensación. En casos en que esta situación se ve re-
forzada al coincidir con la designación del hijo como chivo emisario
(tildándoselo de «malo» y «desagradecido»), el sistema de realimen-
tación relacional puede llegar a un punto tal de estancamiento que el

408 409
13. Breves pautas de orientación
contextuales para la conducción
de la terapia intergeneracional

El presente capítulo no intenta tratar exhaustivamente las re-


glas «técnicas» de la ter a pi a. Presupone la familiaridad del lector con
los principios generales de psicoterapia y del cambio de personali-
dad, tanto sobre una base individual como de relaciones familiares.
Tampoco es este capítulo un resumen de las implicaciones terapéuti-
cas de esta obra. Nuestras actitudes terapéuticas prácticas pueden
recogerse de la lectura de los anteriores capítulos. En este, nuestra
intención es rever sucintamente el modo en que nuestros principios
generales podrían aplicarse a las estrategias propias de los especia-
listas en terapia familiar. Somos reacios a hablar de un capítulo so-
bre «técnicas». No creemos que la palabra «técnica» o incluso el voca-
blo «terapia» puedan hacer justicia a ese aspecto del diálogo humano
que tiene lugar entre los miembros de la familia y el profesional que
realmente les presta ayuda. No coincidimos con ciertas modas que
parecen ubicar a la psicoterapia en el contexto de la producción de
resultados «mensurables», a semejanza de lo que ocurre con la pro-
ductividad industrial. Los fenómenos propios de la vida humana
deben entenderse dentro de su dialéctica contextual, más que sobre
la base de criterios monotéticos y unidimensionales de eficacia. La
terapia o cura guarda relación con la capacidad de vivir y gozar de la
vida: las pautas de lealtades invisibles determinan el contexto rela-
cional en el cual el individuo se ve capacitado u obstaculizado en sus
aspiraciones vitales.
En un sentido causal, todo logro psicoterapéutico depende más de
las motivaciones del «paciente» que de las técnicas del terapeuta, por
contraste con la exitosa modificación de la estructura de un edificio,
que básicamente exige un buen diseño arquitectónico e implementos
de ingeniería adecuados. Una de las limitaciones básicas del éxito
psicoterapéutico reside en que la mayoría de la gente no está íntima-
mente convencida de la necesidad de modificar sus actitudes vitales;
simplemente, esperan poder eliminar las experiencias dolorosas y
perturbadoras de su vida cotidiana. Las «palancas» motivacionales
más importantes surgen del círculo de relaciones más cercanas del
paciente.

411
La ética de los individuos y los sistemás relacionales El delineamiento de los libros mayores

La práctica de la terapia familiar plantea cuestiones fundamen- Cabe. esperar que ui?-a vez que el lector halle compatibles con su
~a~es, llenas de implic~ciones éticas. La mayor parte de los conceptos pensamiento nuestras Ideas sobre el sentido dinámico de los libros
etlcos encaran exclusivamente un marco individual; el especialista mayores de justicia familiar, podrá aplicarlas a las exigencias prácti-
en terapia ~á:Uili~r necesita de un concepto sistémico para evaluar cas de su labor terapéutica. La conciencia que posee el terapeuta de
las pautas ~tiC.a~ mterconectadas en las relaciones multipersonales. los principios de justicia relacional debe complementarse mediante
El modelo mdividual de actitudes éticas recíprocas tiende a subra- su adquisición de conocimientos clínicos de dos elementos: la confi-
yar las dimensiones psicológicas, es decir, la consideración para com- guración de las cuestiones de justicia y las pautas de evitación en las
prender la personalidad del otro. El concepto sistémico de balance de familias.
justicia enfoca las dimensiones existencial-relacionales interconec- Toda posición relacional sostenidamente injusta se transforma
tadas de la familia, como entronques de entidades genético-históri- en explotación explícita o implícita, lo que también depende de la for-
cas. Una consecuencia práctica de esta forma de proceder reside en tal~za ~ersonal y los antecedentes del integrante de la familia. Una
que alentamos el contacto con la familia extensa más que la emanci- muJer JOVen que se aventura a contraer matrimonio como ansiada
pación aislada. ' forma de re_Paración de s~s ca7~n~ias,~liantiles puede descubrir que
El problema de la libertad de elección individual es una de las ha" la parentalidad es una sltuacwn msolitamente agotadora, una ma-
s~s de la civilización de,O.ccidente. Si durante mucho tiempo se acor- nera de explo~aci~n. subjetivamente injusta. Su poco equilibrado li-
do a los llamados «lunah~os» un tratamiento forzado, basado en la bro mayor de JUsticia puede verse agravado incluso más si sufre la
confinación, la era del Iluminismo introdujo como valor la apelación desgracia de una temprana viudez o el nacimiento de un hijo defi-
a las mo~i:'~ciones del individuo libre. Sin embargo, el tratamiento ciente mental.
de los psicoticos en confinamiento siempre prevaleció, aparentemen- Al delinear el libro mayor de justicia en una familia, debe apren-
te; ~or razones d~ co~ve~~ncia y J.?r~cticidad .. No es fácil obligar al in- derse la distribución sistémica de responsabilidades y el modo de lle-
dividuo falto de mclinacwn a recibir tratanuento a que se convierta var la carga de las obligaciones, amén de observar lo que los miem-
en paciente ambulatorio y se ajuste al contrato profesional estipula- bros de la familia en realidad hacen entre sí. En el caso de la madre
do C?I?- el terapeuta. No obstante, estamos convencidos de que, si una viuda de un niño débil mental, inmadura y agobiada, la foja del «her-
familia se somete a terapia, ni siquiera los psicóticos deberían ser in- mano bueno» se ve sobrecargada desde su más temprana edad. A
ternados, salvo que el resto de la familia no pueda asumir la respon- pesar de negarse a sí mismo toda reafirmación de su propia persona-
sabilidad por el manejo de sus problemas. lidad y de su incesante devoción dirigida a descargar a la madre de
¿Puede considerarse que cada miembro de una familia está tam- parte de su peso, puede, aun así, tener la sensación de no haber he-
biér; «confi~ado» por ~a~ ideas ~-el terapeuta sobre el modo en que de- cho lo suficiente para aliviar dicha carga. Además, tal vez llegue a
bena cambiar la familia? ¿Qmen desea el cambio: ciertos miembros agotarse mientras diseña nuevos métodos para cubrir las deficien-
de la familia dotados de poder, que legalmente se hacen cargo de cias sociales de su hermano retardado.
aquel, o ta~ v_ez todos los integrantes, cada uno en su propia búsque- Asimismo, observando las manifestaciones transferenciales (es
da ~e la felicidad? ¿O corresponde al terapeuta proporcionar la moti- decir, las actitudes relacionales para consigo mismo, repetitivas y
vaci~n ~ue lleve~ la.familia al cambio de acuerdo con sus propias determinadas emocionalmente), el especialista en terapia familiar
conV!ccwnes y desigmos estratégicos? Como terapeutas, debemos ac- procura entender cómo aquellas mantienen el equilibrio con las
tuar convencidos de que no podemos pasar por alto ni al individuo ni transferencias de un integrante al otro. Por ejemplo, el hermano
al sistema familiar como determinantes de las acciones. No debemos «sano» del débil mental, consagrado en exceso y voluntariamente
considerarnos árbitros llamados a dictar soluciones, ni ver en nues- parentalizado, puede acusar una mayor necesidad, pero también
tro papel algo que no guarda ninguna relación con el conflicto entre una mayor culpa en relación con su transferencia hacia el terapeuta.
la~ justicias individ~~les. Sugerimos que el especialista apoye a todo Su obligación excesiva para con su familia lo hace más vulnerable a
miembro de la famiha en su búsqueda de una solución justa en el la culpa.
contexto de las relaciones. Su rol de orientación debe ejercerse de Sin embargo, al delinear los libros mayores de justicia más im-
manera de averiguar qué factores contribuyen a determinar los portantes, el especialista en familias debe acordarse de conectarlos
equilibrios. o desequilibrios en la justicia de las posiciones persona- con los progresos realizados por el individuo en pos de su potenciali-
les, las actitudes y las pautas de acción dentro de una familia. dad óptima para el funcionamiento autónomo. Bajo la presión de
obligaciones invisibles, una persona puede ser víctima impotente de

412 413
la patología, en tanto que otra, bajo presión, crece convirtiéndose en del terapeuta por los temas que constituyen las aspiraciones cons-
cuidador responsable: enfermera, médico, trabajador social o traba- cientes de autonomía de cada miembro de la familia y el uso legítimo
jador responsable en cualquier campo. Al descargar las obligaciones de las relaciones. Aunque sugerimos que la negación de la existencia
hacia la propia familia de origen, uno puede ganar un nuevo grado de fuerzas sistémicas relacionales, a menudo invisibles, y la negati-
de libertad para lograr una justificada autoafirmación. va a saldar obligaciones existenciales básicas conducen a una falsa
libertad, el mero sometimiento a dichas fuerzas y obligaciones haría
a un lado el mandato creativo de toda vida humana como nivel sis-
témico legítimo por derecho propio. Uno de los más importantes re-
Definiciones quisitos del balance es el compromiso activo en una lucha personal
por nuestra existencia psicológica.
La definición de especialista en terapia familiar depende en ma- Las metas terapéuticas pueden también diferenciarse de acuerdo
yor medida del compromiso compartido del terapeuta para ayudar a con su nivel de profundidad para alcanzar el núcleo motivacional de
todos los componentes de una familia, que de su insistencia «técnica» los sistemas multipersonales. Por ejemplo, al ayudar a un integran-
en ver a la familia en forma conjunta. En este sentido, podría hacer- te adolescente o adulto joven a alcanzar su individuación en el con-
se terapia familiai· viendo a un solo miembro de una familia, por me- texto de su familia, la estrategia terapéutica puede diseñarse en fun-
dio del cual uno interviene en los sistemas recíprocos de preocupa- ción de un modelo de poder competitivo o el modelo de obligaciones
ción, obligaciones y lazos de acción-reacción. Aunque valoramos el' de lealtad, de importancia más profunda. La primera estrategia pue-
conocimiento y manejo habitual por parte del especialista en terapia de ser la de querer ayudar al hijo a expensas o en contra de los com-
familiar de los conceptos dinámicos individuales, no subrayamos la ponentes de la familia más restrictivos, posesivos, etc. La segunda,
importancia del insight, la toma de conciencia o el enfrentamiento. aparentemente, y en forma contradictoria, puede ser la de diseñar
Sin duda, todas estas son partes del proceso de cambio terapéutico los medios por los cuales el joven individuo obtenga íntima libertad
en los sistemas familiares y en sus integrantes. Todos estos procesos en su crecimiento ayudando a los padres, etc.
terapéuticos cognoscitivamente enunciados requieren valor y deci- Al considerar los libros mayores de justicia como conceptos de
sión de parte del individuo. De todos modos, las relaciones más estre- orientación de metas en la terapia familiar, no queremos reducir to-
chas y la involucración terapéutica con las relaciones familiares exi- dos los fundamentos racionales de esta a un modelo de determi-
gen un tipo adicional de valor: el que lleva a permanecer en el campo nantes relacionales sistémicos. No proponemos al lector que ignore
de batalla, donde los «disparos» nunca cesan. El conocimiento y el in- todos los demás modelos, incluyendo los basados en el individuo y los
sight nunca tendrán tanta importancia directa para la acción y el interaccionales, comunicaeionales, de la conducta o del juego. Lo que
cambio como el compromiso, las obligaciones, la devoción y la lealtad. sugerimos es un enfoque holístico integrado, en el cual el sentido de
esas otras dimensiones de determinantes se ubica en un marco teóri-
co compatible con su mutuo balance con los libros mayores más pro-
fundos de obligaciones o justicia. Una breve nómina de los intentos
Metas por formular reseñas sistemáticas de elementos teóricos diferentes,
pero en última instancia factibles de integración, comprende los si-
Las metas de la terapia familiar evidentemente son más amplias guientes enfoques: Fenichel [36] (psicoanálisis individual), Watzla-
que las de la individual, aunque, en nuestra opinión, estas últimas wick [88] (teoría comunicacional), Berne [7] (teoría de los juegos
son inseparables de las primeras y deben incluirse en ellas. Por transaccionales), y Zuk [95] (interaccionalismo triádico). Aconseja-
ejemplo, la meta de proponerse que la persona enfrente sus senti- mos al principiante que no intente formular metas terapéuticas ex-
mientos negativos y ambivalentes hacia sus padres debe comple- clusivamente sobre la base de un modelo teórico específico, con ex-
mentarse con el contexto de las obligaciones de lealtad entre todos clusión de todos los demás.
los componentes de la familia. Si una de las metas consiste en liberar Las técnicas de cada especialista en terapia familiar sustentarán
al «paciente» haciendo algo real para exonerar de culpas a sus pa- uno u otro modelo teórico funcional, subrayando a menudo la yuxta-
dres, las posibilidades de dicho programa de acción dependerá del posición antitética de un modelo frente al otro. Nuestras teorías re-
balance del libro mayor de justicia, así como de las contribuciones de lacionales de lealtad y balances de justicia deben ayudar al terapeu-
todos los demás integrantes. ta a definir sus compromisos de valor, para verse a sí mismo y a cada
Los grandes problemas de las fuerzas envolventes que subyacen miembro de la familia como seres humanos totales en el contexto vi-
en los sistemas multipersonales no deben empañar la preocupación viente de los sistemas relacionales. Dicho enfoque reconoce tanto el

414 415
l !

~esequilibrio result~nte de las reafirmaciones individuales competi- cesidades y actitudes de los componentes de la familia, en virtud de
tivas, como la necesidad que todo el mundo tiene de reequilibrar pe- la transferencia, tiene que hallar el apropiado equilibrio entre la
riódicamente los compromisos recíprocos. capacidad de respuesta humana y el distanciamiento suficiente co-
mo para trabajar en una atmósfera caldeada, sacudida por profun-
das emociones.
Una ulterior exigencia, relacionada con la capacidad de actividad
La actividad del terapeuta del terapeuta, reside en lo que uno de los autores describió como
«parcialidad multidireccional» [15]. El terapeuta debe mostrarse ca-
El pa~el del terapeuta debe ser activo; toda su eficacia depende paz de ponerse del lado de un integrante y luego de otros, en vez de
de ello. Sm embargo, el concepto de actividad terapéutica es uno de negarse a comprometerse con los reclamos de mérito o de justicia de
los que se definen con menor claridad en la biblioirafía especializa- cualquiera de ellos. Al entrar a la caldeada escena de celos y alianzas
d~. Muchos autores dan a entender que esta se relaciona con las pro- entre los miembros, el terapeuta comienza a enfrentar la esencia de
piedades caract~rológicas y estilísticas del terapeuta, que lo llevan a la dinámica relacional: la contabilización de los méritos y de las obli-
actuar como el director de una orquesta. Otros la conciben relaciona- gaciones. ·
da co~ el estilo o forma de comunicación del terapeuta (sugerente, Es tan difícil medir el g¡·ado de actividad del terapeuta por medio
agresiva, personal), tal como lo demuestra su disposición a soslayar. de criterios de conducta, como lo es para los extraños juzgar el senti-
los estilos y valores habituales de la conducta de una familia do subjetivo de una relación (v. g¡·., del matrimonio). Por ejemplo, la
. , Más qu~ e~ cualquier c:riterio estilístico, el proceso de interven- capacidad del terapeuta para «dirigir la escena» en su despliegue de
cwn terapeutica debe basarse en la programación activa, por parte sentimientos, y su ag¡·esiva exigencia de respuestas de parte del pa-
del ~erar:euta, de una serie ordenada de expectativas que él alienta ciente, tal vez no indique tanta actividad en su intervención como su
p~ra los mtegrant~s de la familia. Además, es el grado de importan- capacidad de mantenerse coherente, que a veces lo obligará a re-
cza de las expectativas terapéuticas lo que en última instancia deter- nunciar a técnicas eficaces o a su influjo personal.
. mina el gr~do de actividad del terapeuta. De manera específica, a la A veces la persistencia puede, externamente, aparecer como si-
par q~e brmda s_u _aJl:lda como experto interesado en el paciente, él lencio, pero una falsa actividad exterior puede contribuir a que la
t~mbien debe eXIgu cierto compromiso con la exploración realizada. familia niegue y evada el libro mayor de obligaciones.
Tien~ que responder demostrando su interés e inquietud ante el com- Una capacidad intrínseca para enfrentar con valentía las propias
promiso que asume la familia con respecto a ese proceso penoso, ago- relaciones familiares resulta uno de los factores decisivos para per-
tador Y a menudo vergonzoso, que resulta inevitable en todos los en- mitir al especialista en terapia familiar que sustente su función.
frentamientos relacionales. Consideramos que dicha capacidad se da en proporción más directa
En tanto aguarda ese compromiso, el terapeuta experimentado con la actividad terapéutica esencial que cualquier característica de
p~ede demostrar su capacidad de empatía sensible y forjar una la conducta.
alianza llena de valor en la cliñcillucha prevista. No obstante, dicha Entre los criterios de actividad terapéutica incluimos:
alianza no debe prometer ninguna blanda avenencia en relación con
temas controvertidos. En última instancia, la fuerza esencial de sus l. Espontaneidad de la expresión emocional en el contexto apro-
esfuerzos estará dirigida al aspecto más resistido de la dinámica fa- piado de las relaciones.
miliar. Por consiguiente, la verificación de la actividad terapéutica 2. Integridad o integ¡·ación de una confianza más profunda y un
resi~e.en su v~~nte indagación de áreas ocultas, como los impulsos compromiso de lealtad tanto entre los miembros de la familia como
ho~cidas o smci~as, la desesperación, la deserción, la explotación, entre ellos y el terapeuta.
el mcesto, el ultraJe de menores, etc. Su tarea se torna considerable- 3. Capacidad para enfrentar las implicaciones éticas y de justicia
mente más fácil si los miembros de la familia tornan explícitos di- de la existencia humana, en especial cuando se las vislumbra en el
chos aspectos antes de su intervención. contexto de la g¡·atitud, el orgullo, la vergüenza y el desprecio ínter-
Uno de los conflictos internos de importancia más crucial surge generacional.
en el terape~ta cuando su actitud comprensiva y su disposición a 4. Autenticidad del enfrentamiento con la personalidad total del
ayudar a los mtegrantes de una familia que sufren desesperadamen- paciente y sus relaciones más significativas desde el nacimiento has-
te choca con su decisión de provocar actitudes de «trabajo» responsa- ta la muerte.
bles Y automotivadas, incluso en aquellos que aparecen como su- 5. Inclusión, en la exploración, de funciones corporales relacio-
puestas víctimas. Además, al convertirse en blanco de todas las ne- nadas con la salud y la sexualidad.

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Finalmente, sugerimos que la misma dimensión que provoca ma- dual, que suele aislar su propia elaboración interna de conflictos de
yor resistencia ante la intervención señala la dirección del progreso y la interacción con los componentes de su familia.
la m~ta de la acti~da~ terapéutica: la prevención. El núcleo de lapa- D: modo inevitable, el terapeuta debe afrontar sus propios com-
tologra de cualqmer miembro de la familia se encuentra arraigado en promisos de lealtad no reelaborados en relación con su familia de ori-
el equilibrio de las relaciones. La patogenia, el cambio y la preven- gen. Al consagrarse al esclarecimiento y replanteo del endeudamien-
ción se basan .en los mismos «mecanismos». to, es pasible de engendrar nuevos conflictos con su familia nuclear.
A veces, un terapeuta se vuelve notoriamente hipersensible en las
áreas de tratamiento~~ un sistema,de relaciones de familia, que se
conectan de manera VISible con las areas de lucha dentro de su pro-
Adopción de una postura pia familia. Cuanto mayor sea la autenticidad con que adopta un en-
foque sistémico sobre ~a ~ucha destin~da a equilibrar necesidades y
derechos en forma ecuamme, mayor nesgo corre de generar conflicto
En cuanto a la invitación que los integrantes de la familia le for-
mulan al terapeuta, en el sentido de erigirse en juez para determinar e.n sus propias. r~lac~o?-es de familia. ~n tanto que muchos especia-
listas en terapia mdiVIdual tratan de mslar sus «conflictos» de los de
quién t~ene razón y ~uién.r;o, no tendemos ni a desalentar ni a acep- su cónyuge o hijos, el terapeuta especializado en familias probable-
tar ese mtento de asignacwn de roles, sino que, más bien, esperamos
mente conceda menos peso a la eficacia del insight y la reelaboración
ql~e los compo?-e-?-tes de la familia enfrenten y elaboren suspensa-
individuales.
mientos, sentimientos y expectativas por haber sido tratados con
justicia o explotados. Lo ql!e, a nuestro entender, se acerca más a
una regla «metódica» básica es· que la progr·amación motivacional en
la dinámica relacional compartida deriva de un proceso de contabili-
zaci,ón de obliga~iones recíprocas. La competencia «técnica» depen- Lealtad y confiabilidad
dera de la capacidad del terapeuta para reelaborar con fuerza todas
·las interacciones desde el punto de vista de dicha contabilización. En La terapia familiar como proceso choca con importantes aspectos
este sentido, la «reelaboración» incluye el replanteamiento de dos o de las lealtades familiares invisibles. Así como lo que constituye un
más aspectos de las relaciones. Esta progr·amación difiere por com- síntoma o psicopatología en el individuo puede significar una lealtad
pleto de la que se basa en motivaciones individuales. Estas últimas, implícita, un cambio terapéutico o una mejoría conscientemente
tales como la necesidad de amor o de seguridad, la gr·atificación se- bienvenidos, en un nivel más profundo suele implicar una deslealtad
xual, las expresiones de agr·esividad, etc., deben examinarse en rela- invisible hacia la familia de origen (véase el capítulo 3). Por consi-
ción COI~,su conflicto o ajuste mutuo, y también deben interpretarse guiente, en tanto que el terapeuta se siente llamado a cimentar la
en funcwn de su grado de autonomía respecto de las estructuras visi- necesaria confianza y alianza terapéutica con la familia, la amenaza
bles de obligaciones. resultante para con las lealtades invisibles de esta puede desalentar
la auténtica colaboración de sus miembros. El terapeuta se ve en un
brete: al oponerse en forma activa a la convalidación inconsciente del
síntoma por parte de la familia, que actúa en connivencia, deja de ser
El terapeuta en su propia familia digno de confianza, debido al compromiso de los integrantes de la fa-
milia para con la «ética» de la lealtad inalterable. Técnicamente, los
Mediante su compr01niso respecto del valor de mostrarse abierto pasos más adecuados que puede dar el terapeuta en dicha coyuntura
a. lo~ problemas de justicia en el libro mayor familiar es que el espe- son: a) no verse atrapado en una investigación unilateral de, por
cialis.ta debe .enfrentar la negación en el libro mayor de sus propias ejemplo, el papel del chivo emisario explotado, sino más bien am-
relacw-?-~s. SI el terapeuta lucha por encarar sus propias relaciones pliar el enfoque de modo de involucrar los puntos de vista de todos
de familia desde el punto de vista de la parcialidad multidireccional los miembros, y b) invitar a los componentes de la familia a exami-
posiblem~~te tendrá que ~nfrentar su compromiso como integrant~ nar francamente sus sentimientos y el posible resentimiento hacia el
de la familia ante una serie específica de posiciones personales. La terapeuta.
lucha cotidiana del especialista en terapia familiar con las familias Al subrayar la importancia de evaluar lealtades y obligaciones en
que trata, para logr·ar mayor apertura y una comunicación más di- todas las relaciones de familia, se instila y sustenta el valor de un
recta, hac~ ~?e tienda a es~er~r lo mismo de su propia familia, por enfoque directo y un inventario amplio. La meta terapéutica es en-
contrapos1cwn con el especialista en terapia psicoanalítica indivi- frentar y reequilibrar los vínculos de lealtad, más que negarlos. Por

418 419
~
1

ejemplo, la lealtad pasiva de un adolescente, mediante la ficción pro- Transferencia, proyección y margl_namiento
tectora de ignorar que su madre había sufrido psicosis de posparto, del terapeuta
puede transformarse en lealtad activa mediante una comunicación
más honesta sobre importantes hechos del pasado y su preocupación En la terapia familiar, la transferencia debe examinarse desde el
por las actuales necesidades de la madre. punto de vista teórico-relacional. Por ejemplo, las interacciones re-
De acuerdo con nuestra experiencia, siempre que la familia está a petitivas, en apariencia carentes de sentido, que buscan represalias
punto de considerar la posibilidad de dar abruptamente por termi- entre los componentes de la familia, deben considerarse manifesta-
nada la terapia, el terapeuta debe reelaborar el modo en que cual- ciones de transferencia. Esas interacciones se basan en actitudes atri-
quier ulterior cambio puede tropezar con las expectativas de lealtad butivas «inapropiadas», que derivan de problemas infantiles no re-
familiar. Tal vez haya propugnado en forma demasiado apresurada sueltos de los miembros de la familia que ejecutan la «distorsión».
los procesos de crecimiento, liberación, éxito y capacidad sexual, y Desde el punto de vista sistémico, la familia como un todo consti-
soslayado los requerimientos implícitos de lealtad familiar. Por caso, tuye una cuenta viviente del balance móvil de méritos y explotación.
la importancia asignada de manera selectiva a las mejoras en una Cuando los desequilibrios de las cuentas alcanzan un nivel crítico, el
relación conyugal puede aumentar el sentido de deslealtad implícita sistema realiza compensaciones, a menudo en forma inapropiada,
de una pareja hacia sus familias de origen, en particular si, simultá- injusta, «proyectiva» (véase también nuestro concepto de «foja rota-
neamente, se ignoran las obligaciones primarias de esa pareja. Ellos tiva» en el capítulo 4), De pronto, todo el sistema puede tener necesi-
pueden dar por finalizado el tratamiento debido a sus culpas por el dad de convertir en chivo emisario a uno de sus integrantes o a un
posterior abandono de vínculos familiares primarios, so pretexto del extraño. La sorprendente insensibilidad durante los fases iniciales
«derecho a vivir sus propias Vidas». de búsqueda de chivos emisarios, con respecto al daño causado a la
Una vez que el proceso terapéutico ha sobrevivido la prueba de la víctima, puede explicarse por el desequilibrio de cuentas de méritos
lealtad básica frente a la deslealtad, respecto tanto de las familias de y recompensas que se acumularon con anterioridad en el sistema.
origen como de la familia nuclear, se tornan significativas otras El terapeuta puede verse atrapado en la marea ascendente de
connotaciones de la confianza. Si no le tiene confianza al terapeuta, otro tipo de paso tendiente a lograr un nuevo equilibrio: por ejemplo,
por supuesto, la familia no ve ninguna razón para compartir infor- cuando ha logrado ayudar a los miembros de la familia a exonerar a
mación penosa y vergonzante. Este puede ganarse su confianza dan- un padre anciano. Tras el aflojamiento inicial de la culpa de la fami-
do pruebas de su preocupación, experiencia y sinceridad, pero inclu- lia y de su resentimiento hacia el progenitor, el terapeuta puede
so así verse derrotado, porque los integrantes de la familia perciben transformarse en necesario «reo», blanco de la inculpación colectiva.
su intervención como carente de sensibilidad por las tensiones que La economía de la lealtad filial repentinamente mejorada, aunada a
provoca la culpa generada por la deslealtad intrínseca. Otro proble- la selección de un extraño como chivo emisario en la transferencia,
ma vinculado con la confianza pertenece al terreno de los subgrupos puede resultar irresistible.
dentro de la familia. Cuando el terapeuta recibe la confianza de uno
de ellos, entonces parece indigno de confianza para otro de sus miem-
bros o subgrupo. Los componentes de la familia ponen a prueba la
aptitud del terapeuta para la «parcialidad multidireccional». «Si se Tratamiento simultáneo de sistemas y personas
pone del lado de ella en contra de mí, ¿cómo puedo yo confiar en él?».
En esos casos, el terapeuta debe revelar las obligaciones mediante El concepto de libros mayores de justicia o reciprocidad subraya
las cuales se mantiene el equilibrio de lealtades y luchas del subgru- nuestra tesis de que fenómenos manifiestos tales como la falta de co-
po. Entonces, será posible iniciar nuevas negociaciones acerca de los municación, la búsqueda de chivos emisarios, la tendencia al secre-
beneficios y los intercambios recíprocos entre los integrantes de la to, la proximidad simbiótica, el estado de ánimo depresivo, las mani-
familia. Un nivel final de confianza hace referencia a la coterapia. Si pulaciones hostiles, etc., son de por sí epifenómenos, más que ele-
hay involucrados dos o más terapeutas, su mutua confianza, y la re- mentos esenciales del sistema familiar patogénico. Sin entender los
lativa confiabilidad de todos ellos a ojos de la familia, suelen verse equilibrios y desequilibrios subyacentes de las cuentas no podemos
sujetas a arduas pruebas. Ellos deben ponerse en guardia contra saber, por ejemplo, si había una mayor apertura o expresividad en el
cualquier señal de que su equipo se está dividiendo, como si fueran el proceso sistémico. Buena parte de la habilidad del especialista en te-
progenitor bueno y el malo. rapia familiar reside en su capacidad para traducir las conductas
sintomáticas en sus respectivos equivalentes del balance de méritos
(véase el capítulo 5).

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En su esfuerzo por lograr esa traducción, el terapeuta especiali- res recursos. Así como el terapeuta de individuos procura formar
zado en familias tal vez halle un auxilio conceptual en lo que se deno- una alianza con las partes sanas de la personalidad del paciente, el
mina teoría de la personalidad basada en las relaciones objetales experto en terapia familiar debe aliarse con los recursos no utiliza-
(véase Guntrip [49]). Así como el modelo de contabilidad lo ayuda a dos de los miembros «sanos» en beneficio de todos. Por tal razón, la
constiuir el flujo multigeneracional de toma y daca, la teoría de las terapia familiar debe verse, de modo primordial, como una interven-
relaciones objetales le permite vincular la actual interacción con el ción preventiva, además de ser el remedio más eficaz para los sinto-
pautamiento relacional a largo plazo, «evolutivo», de las motiva- mas de la mayoría de los integrantes designados pacientes.
ciones individuales. El individuo que se descubre del lado explotado
o en desventaja del balance desequilibrado de méritos tenderá a so-
brevalorar inconscientemente la repercusión relacional de los «obje-
tos malos», o sea, las personas malignas propias del pasado o el pre- Reequilibrio mediante la reversión,
sente. La configuración interna de esos objetos malos adoptará la en vez de revisión de antiguas relaciones
forma de un repertorio de sus experiencias pasadas «malas» con sus
padres y otros integrantes de la familia de origen. Entonces, quien- Los conceptos de reequilibrio y reversión son, en cierto modo, pa-
quiera se transforme en blanco de reexteriorización, deberá ser tra- ralelos al concepto del uso defensivo del trastorno hacia lo contrario
tado como corresponde. Por otra parte, la presión motivadora de ese (Fenichel) en la teoría individual. Sin embargo, la similitud es sólo
esfuerzo atributivo (proyectivo o transferencia!) procede de la acu- formal: en ambos casos el progreso hacia la mejoría de la función so-
mulación, aquí y ahora, de desequilibrios sistémicos de reciprocidad breviene luego que el terapeuta pone a prueba la reversión, siempre
familiar, de acuerdo con la -actual posición del individuo en dicho que el paciente o su familia estén dispuestos a investigar la posibili-
libro mayor sin equilibrar. dad del cambio.
Resulta probable que la relativa falta de culpa que uno siente en El hecho de trocar un impulso o deseo en su contrario sirve a las
cuanto a la injusticia de esa explotación proyectiva de los demás se necesidades defensivas del individuo, al evitarle el enfrentamiento
deba a un interior sentido de alivio de la culpa experimentada por la con sus propias motivaciones y sus consecuencias. Por otra parte, el
deslealtad hacia el progenitor. Al atribuir en forma reiterada la desequilibrio relacional puede ser causado y mantenido por la nece-
«maldad» a los actuales copartícipes de sus relaciones, la persona, en sidad (que comparten todos los miembros de la familia) de no enfren-
efecto, exonera temporariamente a sus padres de la responsabilidad tar el libro mayor invisible de obligaciones familiares. En tanto que
de haber motivado ese cúmulo de resentimiento por las injusticias la meta terapéutica del análisis o psicoterapia individual se orienta
sufridas. Cuando el terapeuta se convierte en «víctima» cautiva de hacia el insight y la reintegración psicológica de los impulsos des-
dichos atributos, puede obtener una nueva perspectiva al compren- mentidos (o de algún otro modo evitados) por el paciente, la meta de
der la fuerte presión ejercida para reequilibrar injusticias en el sis- la reversión de posiciones relacionales se dirige al eventual reequili-
tema. Ubicado en el papel del «objeto parental malo», también puede brio de las acciones y compromisos mutuos de todos los integrantes
obtener un impulso insólitamente poderoso hacia la «actividad», es- de la familia.
perando que los integrantes de la familia enfrenten y reequilibren La reversión debe comenzar en la propia mente del terapeuta.
problemas fundamentales. Este debe adoptar un enfoque dialéctico para evaluar el sentido de
La cuestión de la fortaleza de la personalidad requerida para una cualquier asignación de roles o actitud relacional en apariencia
labor terapéutica exitosa debe redefinirse con el objeto de que sea rígida. Al revertir los signos, por así decirlo, tratm:á de entender, por
útil para el especialista en terapia familiar. En tanto que en latera- ejemplo, de qué manera el rol de la persona supuestamente enferma
pia individual se espera que el paciente sea lo suficientemente fuerte y perturbada, que es «objeto de desaprobación», puede también en-
como para examinar las motivaciones más profundas de sus convic- tl·añar una función en particular importante, de responsabilidad in-
ciones y acciones, la terapia familiar exige de los miembros de la fa- visible, para el resto de la familia. Si el enfoque antitético y revertido
milia que puedan enfrentar la actual condición y los futuros criterios comienza a cobrar sentido «operativo», es posible que surjan de él las
de los balances de méritos multipersonales recíprocos en sus relacio- más importantes pistas terapéuticas con sorprendente riqueza.
nes. Al proponerse esta meta, el terapeuta de familias no debe inte- Una importante consideración es el sentido inverso de la posición
resarse tanto por una reconstrucción causal o «fijación de culpas», si- del miembro aparentemente egoísta, exigente, dominante, de la fa-
no más bien por hallar el coraje que sirva para explorar pautas esta- milia. Al investigar la posibilidad opuesta, el terapeuta puede descu-
blecidas desde hace tiempo y la constancia para modificarlas. Debe brir que el aparente explotador es el más explotado, atado a su papel
hallar y utilizar la fuerza de los integrantes de la familia con mayo- por obligaciones invisibles que le provocan culpa. Resulta significa ti-

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vo añadir que un integrante de la familia puede ser explotado por la libertad para llorar plenamente, para-liberarse del rese t. · t
. y vo1verse mas
proyec t 1vo ' aseqm"ble a relaciOnes
. nuevas .nAs1,
1m1en ·o
, quie-
disposición estructural de las relaciones propiamente dicha, sin que . .
medie la intención de nadie o una activa iniciativa personal. nes en realid a d se b enefi c1an son 1os mtegrantes de la sigu· t
neración. len e ge-
El joven drogadicto, en apariencia irresponsable, por otra parte,
puede verse atrapado de manera irremediable en una actitud leal de En tanto que todo énfasis en la enfermedad de un solo mie b
extrema inquiétud por la familia. La tendencia al hurto puede estar toca_ el punto d~~il d~ la f~milia, al s~ste~tarse un diálogo m~{~i~i~
relacionada con un libro mayor de obligaciones interiorizado, según recc10nal de acc10n e mqmetud se capitalizan sus recursos pos1 ·t·
. t u des. El espec1a
y vu· . lista no debe mostrarse Impresionado
. lVOS
cuand
el cual el cleptómano ha sido defraudado por su medio de muchas
maneras (más de las que sus robos visibles pueden reequilibrar). La la familia designa «enfermo» a uno solo de sus componentes, ni tam~
preocupación afectuosa de los padres por las escasas relaciones de su poco ante el rol de miembro «sano», que supuestamente funciona en
hijo con sus pares puede encubrir sus deseos inconscientes y sus forma óptima. No debe aceptar la premisa de que las familias son
maniobras para impedir ese mismo tipo de contactos sociales. entes más frágiles y vulnerables que los individuos para trabajar con
En un nivel más profundo y amplio, la muerte, la pérdida y la des- ellas. Por contraposición con las ideas sobre el valor de la privacidad
dicha pueden transformarse en recursos que devenguen significa- y el compromiso exclusivo, lo que caracteriza a la terapia familiar es
tivos beneficios emocionales. Incluso la muerte ya prevista de una el modo responsable y valiente de enfrentar desafíos dentro de las
abuela puede acelerar los efectos de la terapia familiar como reme- relaciones. Mediante esa apertura y valor, pueden investigarse y re-
dio, tal como se ilustra en el capítulo 12. El hecho de prever la muer- equilibrarse de manera gradual los libros mayores de los compromi-
te de la madre, que padecÍ?- cáncer, posibilitó que la hija dedicara sos familiares básicos.
nuevas energías a reforzar una relación entre ellas en apariencia de- El reequilibrio de las relaciones tiene importancia decisiva en
sesperanzada. nuestra tesis. No nos impresionan las meras demostraciones de la
Nunca es aconsejable alentar la desvalorización de !aposición de dinámica familiar o las fuerzas patógenas. Por ejemplo, al investigar
los padres en la familia. Además, resulta axiomático que nadie gana una situación incestuosa, la abierta admisión de los hechos no es la
· nada, cuando los resultados llevan a sentir vergüenza u odio por el meta final. El descubrimiento de los secretos no sólo debe estar se-
progenitor. De todos modos, por cierto es deseable que el sujeto pue- guido de una evaluación de las formas de explotación y victimización
da reconocer y enfrentar esos sentimientos en sí mismos. En conse- mutua en el incesto, sino por la investigación llena de tacto sobre el
cuencia, para el especialista en terapia familiar es crucial brindar interés recíproco, el afecto y los deseos de hallar bases más seguras
apoyo a la indagación de dichos sentimientos en el contexto del toma para el acercamiento.
y daca de un diálogo entre padre e hijo, más que en la privacidad La fase terapéutica que se caracteriza por la disposición de un in-
propia de la autorreflexión de cualquier individuo. tegrante de la familia a enfrentar recuerdos, hasta entonces inalcan-
Esto resulta especialmente importante cuando no se espera que zables, de sus actitudes infantiles hacia los padres, suele coincidir
el anciano progenitor viva mucho tiempo más. El enfrentamiento in- con su creciente capacidad para asumir actitudes relacionales ínter-
tergeneracional de los sentimientos nunca debe llevar a la condena personales mejores, es decir, menos proyectivas (matrimoniales, pa-
de este como objetivo fmal de los esfuerzos terapéuticos. La actitud rentales). La disposición a encarar un nuevo examen de las relacio-
hábil y plena de tacto del terapeuta puede evitar esos resultados. El nes que se habían evitado en forma defensiva puede introducir un
enfrentamiento resulta valioso si lleva a la consiguiente mejora de la cambio actitudinal de ese tipo, imprevisto y sorprendente. Este pue-
relación entre el adulto y su progenitor, en vez de ser, primordial- de sobrevenir al énfasis terapéutico asignado a la relación presente
mente, un ejercicio de apertura o expresividad. de la persona con sus ancianos pam·es, o puede interconectarse con
Es menos probable (aunque posible) que ocurra un enfrentamien- la intensificación y cambios de fases en la significación transferen-
to invisible tras la muerte de un progenitor de edad avanzada. La re- cia! del terapeuta.
solución postergada del duelo genera la continua necesidad de ser
parentalizado y congela la disponibilidad relacional de la persona.
No obstante, el hijo sumido en el duelo puede evocar recuerdos de su
relación con los difuntos (a menudo, mediante contactos con perso- El síntoma del niño como señal
nas que conocieron al progenitor), lo que finalmente puede reinte-
grar su comprensión y sentimientos sobre el padre o mam·e muertos. Cualquier forma de actuación desesperada y m·amática de parte
En el proceso de revaluar y exonerar en forma parcial al progenitor del hijo puede siempre considerarse como una señal de que la familia
que causó su resentimiento, la persona de duelo adquiere renovada -como sistema total- está pidiendo ayuda. Todos comparten esa

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necesidad de ayuda, pero la responsabilidad del c-ambio debe recaer tas. Al aprender cómo puede ayudar al hljo a que evite las ataduras
de modo primordial en los adultos. Pa1:adójicamente, cuanto más ex- de sus ambiguas obligaciones familiares, el terapeuta puede sentar
trema sea la sintomatología del niño, en mayor medida debe conside- las bases de su estrategia para ayudar a todos los integrantes de la
rarse el trabajo con el resto de la familia. familia a revaluar sus posiciones.
A menudo se cree que conviene más tratar al adolescente sobre
una base indivídual, debido a la sensibilidad específica que se mani-
fiesta sobre la privacidad a esa edad. De acuerdo con nuestro juicio,
esa opinión es válida sólo en la medida en que se considera que la te- El tratamiento de las raíces sistémicas de la paranoia
rapia está limitada a la revelación verbal y la búsqueda de un cam-
bio de función basado en el insight. Aunque reconocemos el derecho y La terapia de las personas que incurren en una inculpación pro-
la necesidad de privacidad que tiene el adolescente al adquirir nue- yectiva o en ideas persecutorias paranoides, caracterizadas por el re-
vas relaciones apropiadas a su edad, no pensamos que el auténtico celo, ha despertado el interés de los psicoterapeutas durante mucho
crecimiento emocional pueda lograrse ignorando el contexto de los tiempo. Sin intentar una explicación exhaustiva o completa de esta
sistemas de relaciones esenciales. La terapia familiar puede propor- tendencia, consideramos que la solución del problema debe basarse
cionar el necesario foro para una verdadera liberación de las obliga- tanto en estrategias individuales como relacionales. De manera es-
ciones, enfrentando su contexto viviente. Al tratar familias nos he- pecífica, entendemos que la inculpación reiterada, en apariencia
mos mostrado tan dispuestos para realizar sesiones privadas con el inalterable, o las sospechas que despiertan terceros inocentes, guar-
adolescente, como discusion_es conyugales con los padres. De cual- dan relación dinámica con la lealtad invisible que ata a quien incul-
quier modo, tanto los progenitores como sus hijos adolescentes de- pa con el progenitor dotado de rasgos ambivalentes. A su vez, la leal-
ben comprometerse a hacer que dichas sesiones independientes sean tad interior que ata a un progenitor de merecimientos dudosos, libe-
por lo menos tan productivas como forma de exploración, como po- ra al sujeto de parte de la culpa por la injusta inculpación de otros.
dría serlo una sesión conjunta con la familia. Por otra parte, el insight adquirido en relación con el carácter inade-
· El terapeuta no debe esperar ni discretas revelaciones sobre la cuado de la inculpación, puede verse obstaculizado por la profunda
privacidad (sexual o de otra índole) del adolescente, ni una disposi- convicción que tiene la persona de que su resentimiento es justo, por
ción absoluta y sin reservas de los padres a dejar en libertad a ese hi- las injurias sufridas y su deseo de exonerar al progenitor a expensas
jo. En la mayor parte de las familias, reconocer el hecho del endeuda- de otra gente. Sin oportunidad para mejorar la propia imagen o las
miento filial es un tabú. No obstante, para el terapeuta resulta acon- relaciones con el progenitor, no puede derivarse ningún beneficio del
sejable presuponer que dicha negación, de ser permitida, puede ge- enfrentamiento de la causas del resentimiento.
nerar un resentimiento sin resolución en los padres y una culpa im-
posible de manejar en el adolescente o el joven adulto.
No nos impresionan los esfuerzos por clasificar las pautas fami-
liares de acuerdo con el diagnóstico individual o las entidades noso- Duración
lógicas. Todas las manifestaciones sintomáticas, sean psicológicas o
de la conducta, se ajustan a las configuraciones relacionales, y en No toda terapia es de largo plazo. En parte, su duración depende
gran medida son determinadas por ellas. La drogadicción o la con- de las preferencias del terapeuta y su encuadre. Hemos visto que se
ducta delictiva de la gente joven constituyen ejemplos de manifesta- obtuvieron resultados terapéuticos con entrevistas familiares, de
ciones sintomáticas de conflicto entre los individuos y los sistemas sólo una sesión, o a lo sumo tres. Por último (aunque igualmente im-
multipersonales. Sin asignar ninguna configuración relacional es- portante), la naturaleza del problema y la capacidad de los miem-
pecífica a las familias que exhiben esos problemas u otros relaciona- bros de la familia para efectuar el cambio también determinan las
dos, sugerimos que el terapeuta trate de reinterpretar la conducta metas de la terapia.
aparentemente irresponsable o inmoral del delincuente y el dro- La meta de la familia puede limitarse a la extirpación del proble-
gadicto. Al buscar una colaboración dedicada, leal y redimible, o in- ma inicial por el cual fue remitido el integrante designado paciente.
cluso la valiosa colaboración familiar de ese aparente «reo», el tera- En nuestros años de experiencia como terapeutas tanto individuales
peuta puede encontrar el camino más rápido para entender la confi- como especializados en familias, por lo general esto se da más rápido
guración dinámica más profunda del sistema. De modo paradójico, en la terapia familiar que en la individual. Aunque no hay ninguna
parece darse un paralelo entre el rol implícito del hijo sintomático y seguridad de que dicho cambio sintomático individual sea prueba de
las avenidas más accesibles de intervención por parte de los terapeu- un reequilibrio y reorientación sistémica en las relaciones de fami-

426 427
lía, esta meta es legítima, y el terapeuta tiene qúe estar dispuesto a examen constructivo y el empleo de recursos ocultos en las relacio-
aceptar la terminación de la terapia en ese punto. nes, no puede considerárs~la _un procedimiento técnico específico, y
La motivación de los componentes 'de la familia puede verse movi- nunca puede estar contramd1cada en un sentido general. Es cierto
lizada si el terapeuta les informa que entiende que su trabajo con que la ineptitud del especi~lista en terapia familiar puede hacer que
ellos ·debe desarrollarse a corto plazo, a menos que le demuestren la empresa carezca de sentido, o aparentemente resulte perturbado-
que pueden enfrentar e investigar importantes problemas relaciona- ra. Sin embargo, es improbable que como consecuencia las familias
les y luchar por el cambio durante un tiempo considerable. De esa funcionen peor de lo que requieren o permiten sus tendencias natu-
manera, la simple dependencia a largo plazo respecto del terapeuta rales. Con el fin de evitar gastos in~ecesarios y pérdidas de tiempo,
no resultaría adecuada como base para una terapia prolongada. En el terapeuta debe evaluar la capac1dad de la familia para alcanzar
el momento en que la motivación parece llegar a un punto de estan- las metas ya descriptas, antes de comprometerse él mismo a iniciar
camiento, todo el mundo se verá beneficiado si el terapeuta plantea la terapia.
el tema de la finalización de la terapia. A la vez, este puede indagar Fuera de estas advertencias generales, no estamos de acuerdo en
acerca de los sentimientos hacia él, y de los logros, las limitaciones que el divorcio, la psicopatología grave en un progenitor, la tenden-
para progresar y las metas pendientes. cia a una intensa actitud defensiva inicial, el prejuicio contra latera-
pia familiar o la enfermedad orgánica en los integrantes de la fami-
lia constituyan contraindicaciones válidas para la investigación de
una familia. Por el contrario, estas condiciones exigen una cuidadosa
Progreso y cambio planificación estratégica acerca de las personas que serán incluidas
en la terapia y el desarrollo de técnicas eficaces; lo que se requiere es
Los criterios sobre la evaluación del progreso en la terapia fami- que los componentes de la familia demuestren su motivación para
liar son muy diferentes de los que rigen en la individual. Tradicio- participar en forma significativa (aunque sea con matices negativos)
nalmente, las señales de mejoría o cambio pueden basarse en las de la terapia.
·funciones de una persona: mejor humor, conducta más apropiada, Hay otro problema aún más importante por considerarse: ¿para
mejor estado de salud, potencia sexual acrecentada, etc. El cambio, o quién está indicada, o contraindicada, la terapia familiar? Por ejem-
su falta, también puede definirse en dimensiones funcionales fa- plo, ¿se la ha recomendado basándose en la posibilidad de que el hijo
miliares: depende de la calidad y grado de apertura, involucración con fobia a la escuela mejore en el curso del tratamiento? ¿Deja de
dotada de sentido, interacciones individuadas, más que fusionadas valer esa indicación cuando se ha producido la mejoría? Si la madre,
de manera amorfa, comunicación más significativa, y mayor toleran- en forma concomitante, desarrolla un estado de depresión, ¿ese es-
cia del crecimiento o la separación, etc. En un nivel más importante, tado configura una nueva base para que resulte indicada la terapia?
nos interesa saber si las cuentas ocultas de explotación y obligacio- ¿La aparición de esa nueva sintomatología, visiblemente apreciable
nes han sido o pueden ser confrontadas. Si existe capacidad para en- en otro miembro, puede constituir una contraindicación? Si la fase
frentar los balances intra e intergeneracionales del toma y daca, depresiva manifiesta de una madre la ayuda a reelaborar toda su vi-
cabe plantearse un interrogante: ¿hasta qué punto los miembros de sión de la vida y de sus relaciones, ¿la terapia familiar continua esta-
la familia son capaces de reequilibrar los libros mayores de obliga- rá indicada para el hijo que presenta el problema, para la madre, o
ción mérito y explotación? para el resto de los hijos que posiblemente saquen provecho de dicha
reestructuración? Consideramos que, en última instancia, el valor
de la terapia familiar reside en la prevención. Al reestructurar los
criterios de expectativas justificables, la terapia puede impedir la
¿Para quién está indicada o en qué casos se justifica formación de lazos paralizantes que, en caso contrario, podrían pro-
la terapia familiar? ducir síntomas y ser causa de infelicidad de cualquier integrante en
apariencia sano.
La cuestión de las indicaciones y contraindicaciones conduce a
error con facilidad. Así como no hay indicaciones precisas para lo-
grar un pensamiento razonable, o entablar relaciones familiares ca-
racterizadas por el amor y la consideración, tampoco existen indica-
ciones específicas que justifiquen la investigación de su ausencia o
perturbación. Si se defme la terapia familiar como camino para el

428 429
Epílogo

Al concluir la redacción de una obra en esencia no técnica sobre


psicoterapia familiar, no podemos ignorar las implicaciones sociales
más amplias de nuestro campo. Creemos que la dinámica relacional
u orientación sistémica reviste suma importancia para el futuro de
nuestra sociedad. En ese sentido, no nos consideramos voceros de las
ciencias sociales contemporáneas, sino investigadores que han reco-
gido experiencia en la vida íntima de las familias y los modelos de
sistemas que presentan para todas las relaciones sociales.
Uno de los libros de David Cooper se titula La muerte de la fami-
lia [29]. Como muchos otros activistas políticos, él equipara las fuer-
zas opresivas de la sociedad con las de la familia. Además, la mayo-
ría de los activistas políticos revolucionarios desacreditan la psicote-
rapia, tachándola de instrumento de conservación de un orden social
burgués. Muchos invocan la necesidad de derrumbar ese orden, pri-
mero, y ver entonces si hay todavía necesidad de una psicoterapia.
Históricamente, el liberalismo iluminista surgió en gran medida
como respuesta a las fuerzas opresivas de explotación propias de la
familia tradicional y el sistema social conservador. Por nuestra
parte, en vez de propugnar de manera monotética la destrucción de
una estructura social, consideramos que un enfoque dialéctico más
maduro llevaría a la búsqueda sistemática de un equilibrio justo en-
tre los derechos autónomos del individuo y sus «inversiones» en el
sistema social del que forma parte.
Cualquier tipo de cuestionamiento profundo de los valores de la
familia y el orden social tiende a abrumar a los teóricos sociales; la
nuestra es una era en que los mensajes superpuestos y mutuamente
eliminatorios han producido una saturación extrema. Todos los líde-
res y sistemas tradicionales son pasibles de cargar con culpas, pero
no porque se conozcan mejores alternativas. La gente parece em-
peñada en parentalizar a una autoridad imaginaria y no existente,
para luego desafiada exigiéndole que se convierta en un líder más
apto y, simbólicamente, en un padre más amante y preocupado.
En nuestros días, la función de líder resulta cada vez menos gTa-
tificante. Este debe reconocer que sus subordinados alcanzarán, tal
vez, un nivel de perfección y de autonomía mayor que en cualquier
período anterior. El líder elegido, e incluso el dictador, se convierten
en servidores de poderosas maquinarias políticas. Los jóvenes de

431
cualquier país tienden a cuestionar los lemas en que los líderes basa- quier otra actividad. Además, aunque en-apariencia está dando algo
ban sus mandatos, y comienzan a desconfiar de todo aquel que se de sí, el progenitor puede explotar al bebé de mil maneras, invisibles
presente a sí mismo como autoridad educacional. Además, la nues- e incluso inconscientes.
tra es la era en que un simple secuestrador puede lograr que una En muchas circunstancias la reciprocidad se V<' ;1 fectada por fac-
compañía multimillonaria pague un elevado rescate en unas pocas tores no recíprocos. El orden de nacimiento de los hermanos, el hecho
horas. Un puñado de guerrilleros pueden raptar al embajador de de nacer mujer frente a un varón, el duelo temprano, los defectos de
una gran potencia o humillar a un orgulloso gobierno. nacimiento, las enfermedades hereditarias que aquejan a un hijo en-
El liberalismo permisivo parece haber cumplido su ciclo en la tre varios, los accidentes graves o la sincronización desafortunada de
sociedad norteamericana. Ha tocado sus límites con un índice de cri- los nacimientos pueden afectar todos ellos la existencia de un hijo, de
minalidad creciente; y hay señas de desorganización anárquica. Se manera carente de reciprocidad. El niño afectado parece obtener de-
esgrimen una serie de libertades que se utilizan más a menudo para rechos adicionales en vista de su nefasto sino. En una palabra, la vi-
defender la subversión que para reafirmar la justicia y dignidad de da produce desigualdad de oportunidades o de justicia distributiva.
cada hombre y su familia. Como efecto «reactivo» vemos que mucha ¿A costas de quién debe instaurarse un nuevo equilibrio?
gente se refugia en los clásicos dictámenes morales de la sociedad Asimismo, dentro de la sociedad, el hecho de nacer pobre, o miem-
tradicional; el miedo al aborto o la expresión sexual, la deificación de bro de determinada nación, clase, grupo religioso o localidad geográ-
los derechos del individuo centrado en sí mismo, la glorificación del fica, puede crear un desequilibrio intrínseco de los derechos de gru-
progreso material y la adquisición providente son las metas últimas pos enteros de personas. Si bien es cierto que el individuo idealmente
de la vida humana. ¿Tendrá tiempo la humanidad de desarrollar fuerte puede superar las desventajas específicas de su sino, la justi-
u.~a nueva jerarquía de val01;es antes que la superpoblación, la polu- cia social no debe cimentarse sobre la negación de la falta esencial de
cwn y la destructiva tecnología armamentista impongan emergen- reciprocidad entre la gente. Puede añadirse un desequilibrio en la
cias cotidianas extendidas y devoradoras? ¿De dónde provendrán los justicia distributiva mediante actos injustos de los propios congéne-
nuevos educadores? ¿Cómo se hará oír su voz, si los seres humanos res. El método de ayuda más eficaz en relación con cualquier proble-
viven sin confiar en nadie? ¿Cómo puede volverse a cimentar esa per- ma reside en la prevención. No puede establecerse ninguna forma de
dida confianza? Si nos sentimos abandonados y solos en una socie- prevención sin enfrentar los criterios de reciprocidad relacional. La
dad libre, ¿adónde nos podemos refugiar tras adquirir esa libertad? posibilidad de reequilibrar las injusticias se ve obstaculizada por la
Consideramos que la respuesta puede residir en un replanteo ciclópea tarea de tener que combatir la negación, la evitación y el
exhaustivo de las definiciones del mérito en cualquier relación hu- miedo a la justicia reparatoria inherentes a todo sistema social.
mana. Las necesidades humanas son virtualmente ilimitadas como Las aplicaciones de lo que antecede son numerosas, y el índice de
factores motivacionales, en tanto que los derechos guardan relación aumento del deterioro social por omisión es sobrecogedor. No es de
con los méritos. Ninguna consideración de las necesidades llevará extrañarse que la juventud de nuestros días no preste oídos a lo que
' a establecer fronteras precisas de interacción. Los derechos'
d e por s1, juzga como enseñanzas carentes de importancia, en tanto que las ba-
humanos deben volverse a definir desde el punto de vista del mérito ses de confianza y seguridad de la estructura social se están destru-
en las relaciones, más que en términos de las necesidades individua- yendo bajo sus pies.
les o grupales. El punto de partida natural para dicha redefinición se
encuentra entre el padre y el hijo, o entre el adulto y su envejecido
padre. El hecho de que mi vida se originara a partir de la suya crea
lazos de lealtad y obligaciones para con ellos imposibles de erradicar. Esferas para una redefinición futura de la reciprocidad,
La posibilidad de medir el balance del mérito depende de una el mérito y la justicia
adecuada defmición de los criterios de reciprocidad en las relaciones
humanas. Resulta relativamente fácil definir la reciprocidad equiva- La cabal reorientación hacia una justicia recíproca, como valor de
lente en algunas interacciones entre iguales. Podemos jugar según la más alta prioridad social, exigiría el correspondiente examen de
las reglas, o hacer trampa. En tanto las reglas se definan con clari- las esferas de explotación intrínseca y desequilibrada.
dad, debe de haber un modo de medir el grado en que se hace tram- La sociedad adquisitiva, orientada hacia el éxito o los bienes ma-
pa. La equivalencia de la reciprocidad entre copartícipes desiguales teriales, asigna escaso valor a la función educacional como un todo.
de una relación, como padre e hijo bebé, es más dificil de definir. La La compensación que desde el punto de vista económico y de status
persona abnegada y devota que se dedica al cuidado de otra puede, a reciben los educadores en Estados Unidos ha sido tradicionalmente
la vez, obtener mayor gratificación de esa forma de vida que de cual- baja, en comparación con el prestigio de los administradores de

432 433
empresas. La p1:~ducción de objetos siempre gozó de mayor prioridad de la ley, es natural que uno simpatice con el rol del «sometido». El
que la «produccwn» de seres humanos bien educados. preso debe protegerse de los impulsos sádicos de la gente a la que es-
. Las escuelas son una importante'vía de acceso hacia lo que cons- tá irremediablemente expuesto. Por otra parte, la situación desva-
ti~~ye la salud n::ental, o la falta de salud. La sociedad espera que el lida del preso no debe utilizarse para empañar su responsabilidad en
n;no aprenda. Sm embargo, resulta penosamente obvio que el niño lo que se refiere a pagar por una injusta transgresión, siempre que
s~l~ puede «presta:·» ~u atención si se le ha inculcado una confianza su culpa haya sido establecida en forma fehaciente.
basiCa en la ecuammidad del mundo de los hombres. Además es el Las discusiones entre sindicatos y entidades patronales son obje-
repres_entante de su familia, a quien debe lealtad, en primer lu~ar, y to de un examen cada vez mayor por parte de la sociedad. Resulta
cuyos mtegra_ntes, a pesar de su aprobación manifiesta, vigilan celo- evidente que, en tanto el sindicato y la patronal delinean afanosa-
samente su ~da escolar~ su participación en el mundo de sus pares mente sus necesidades y derechos partidistas, la tercera parte, au-
para descubnr en ella Signos de deslealtad implícita. A menos que sente y silenciosa, es el público, cuyas contribuciones recíprocas por
r~conoz_c~mos la injusticia intrínseca de esas expectativas, tanto ha- lo general se niegan o ignoran al acordar exclusivo interés a la reci-
Cia el ~n?_como el ~aestro (quien también se ve forzado a asumir procidad entre las otras dos partes. Este modo de explotación, caren-
una posicion defensiva y sobrecargada), tal vez no podremos estable- te de reciprocidad, de los contribuyentes hace recaer una carga enor-
~er un adecuado sistema educacional, a despecho de nuestros me- me sobre el proceso democrático de la sociedad libre; se requerirían
JOres esfuerzos. las artes de un estadista ajeno a la política para remediar la situa-
L?s criterios de éxito y fracaso en sí son pasibles de cambio si ción de acuerdo con los requerimientos multilaterales de la justicia.
co~sideramos que por el fenómeno de la «homeostasis familiar>; el Se está descubriendo la importancia de los movimientos que de-
miembro que parece exitoso. tiende, en forma invisible, a depender fienden los derechos del consumidor para la supervivencia de un or-
~e los fracasados o menos eXItosos. El equilibrio entre los roles fami- den justo. El individuo ya no es capaz de determinar cómo se lo ex-
~ares ~e.apoyo Y ~e éxito exterior se mantiene mediante los ajustes plota mediante, por ejemplo, el ag¡·egado de un aditivo químico al ju-
Sistem~tiCos multiJ?ersonales de expectativas ocultas de lealtad. go enlatado, con el cual el productor se puede ahorrar unos centavos
· .El s~stema de b~~n7star so~ial c?ntemporáneo es un ejemplo im- por lata. Si diez años después el consumidor y su familia contraen
~ort_a~te de un~ actividad social basica en que la reciprocidad de la una dolencia fatal como consecuencia del «error», no tienen pruebas
JUSticia ~e considera de manera inadecuada. Un sistema aparente- legales, ni siquiera conciencia de lo que corresponde hacer para exi-
mente cimentad? en los ~erechos de los niños y las mujeres puede gir la debida reparación por los daños padecidos, a menos que la so-
llevar a_ la carencia a traves ~e su efecto destructivo sobre los papeles ciedad desarrolle un instrumento de protección al consumidor como
n::asculinos y, en c_onse?ue:r:cia, sobre la familia como un todo. Dicho una de sus armas más poderosas.
siste;na debe ~·aVItar, IneVItablemente, hacia el control de la gente a Tradicionalmente, las relaciones internacionales se han desarro-
traves _de ~us mg¡·esos no percibidos, principio que va en detrimento llado en su mayor parte soslayando toda reciprocidad. La visión que
de la d1gmdad humana Yla ecuanimidad entre el beneficiario del sis- merece el grupo extranjero está distorsionada por el prejuicio. Se
tema y los contribuyentes. encuentra difundida la aprobación del engaño, la desconfianza y la
:rodo_nuestro sistema jurídico padece una falta de definición de la explotación del exog¡·upo. Como es natural, sus integ¡·antes a su vez
r~cip~·ocida_d, en lo _que atañe a las expectativas encubiertas y las mo- tratan injustamente al otro g¡·upo, y viceversa, ad infinitum. La fal-
tivaci?n~s mconsci.~nt~s e~ ~os pro~enitores. Los jueces, a pesar de ta de reciprocidad en la competencia justa trata entonces de compen-
su meJor compr~~s10n mtmtiva, estiman inevitable su deber de apli- sarse mediante el intento de aplastar al oponente con armamentos
car l_a ley a los hiJOS para responsabilizarlos de la debilidad dentro de superiores. En última instancia, todo el mundo se convierte en vícti-
su Sistema familiar. Los tribunales tal vez no hallen solución como ma de represalias, extremas y alternativas. La indiferencia que de-
no sea colocar al niño en otro hogar o en una institución, incl~so en muestran las grandes potencias por los problemas de justicia reales
los ca~os en que se puede demostrar que la delincuencia se ve refor- en los países industriales «atrasados» resulta potencialmente tan
zada m~?nscientemente por la situación familiar. Entendemos que violenta y destructiva como la intervención militar directa.
1~ solu~w.n~ en estos cas~s, podría encontrarse en el compromiso judi- De modo algo paradójico, los intelectuales de Occidente, pacifis-
Cial de IniCiar la evalu~ció_n ~el tratamiento obligatorio de la familia. tas y llenos de culpa, parecen tener dificultades en asignar una alta
. El problem_a de lajust~c~a penal como necesaria salvaguardia so- prioridad a las definiciones de la justicia. Sin embargo, nada hay
Cial debe co_nsi~erarse de modo independiente del teme de un enfo- más fuerte que la convicción sobre la injusticia para hacer que un
qu~ humamtarw de los derechos de los presos. Al encarar la posición soldado o guerrillero esté dispuesto a matar. El concepto de_la pazco-
unilateral de desventaja del preso enfrentado a la fuerza organizada mo derecho humano es incompleto, tal como lo saben ya qmenes han

434 435
1
sido brutalmente cox;tquista~os, humillados, explotados o aprisiona- dad, para que pueda prevalecer una recíproca ecuanimidad. Caso
dos: I:a paz a ~ualqu1er preciO puede confirmar los prejuicios y el ge- contrario, la capacidad materna de muchas mujeres se verá socava-
nocidio encubierto. · da por su sentimiento de ser objeto de una explotación unilateral, li-
Las costumbres sexuales de nuestra época son tristemente confu- mitada al sexo.
sas ':n relación con las prioridades éticas. Ciertos aspectos de la se- Además, las necesidades sexuales de las personas de edad avan-
xu~hdad, tales co~? la moralidad de la contención de todo placer ex- zada son desalentadas por las actitudes tradicionales de la sociedad.
cesivo y la confiabilidad de la relación basada en la fidelidad sexual A los ancianos no sólo se los considera poco atractivos, y una poten-
no se han separado de manera adecuada de un problema ético much~ cial carga económica, sino que se les niega su derecho al romance.
más a.mplio: .el cumplimiento responsable de la parentalidad. La ce- Expresiones como «viejo verde>> resultan indicativas de ese prejuicio
losa VIgilan~Ia del placer supuestamente desenfrenado de los demás contra la validez de las necesidades sexuales en forma independien-
parece seguir siendo la principal preocupación del hombre con res- te de la capacidad reproductiva. Una de las últimas expresiones de
pecto. a la ~.oral sexual, con un franco desdén por la necesidad de re- acusaciones hipócritas se produce cuando los residentes de pensio-
~efirur la.etlca de la parentalidad en una era de eficaces medidas an- nados para ancianos manifiestan necesidades sexuales o románticas
ticonceptivas. inocuas. Asimismo, el derecho al romance es sólo una de las esferas
Co~o ejemplo importante, creemos que la tendencia al parecer en que parece practicarse una injusta segregación y elección de vícti-
progresis~a de las leyes que admiten el divorcio sin causales es en par- . mas propiciatorias en gran escala, por parte de la sociedad, teniendo
~e.regresi":a, aunque estamos plenamente de acuerdo en que sería apenas en cuenta los merecimientos de los ancianos.
lllJUSto obligar ~un hombr;! a una mujer a que sigan viviendo jun- La masturbación, la pornografía, y otras manifestaciones no re-
t~s po~·que se lo Im_Po?-e la ff~Ica de la fidelidad sexual. Para juzgar el productivas de la sociedad, son objeto de una censura sólo algo me-
~vo~c~o con. ecuam~Idad, solo puede hacérselo dentro de su perspec- nor que en eras anteriores, de acuerdo con las actuales normas socia-
tiva etiCa trigeneracwnal. El peso de las invisibles lealtades pretéri- les. La condena estética de esas manifestaciones debería equilibrar-
tas .de cada c?n:yuge y sus obligaciones para con el futuro de las gene- se con una consideración seria de las probabilidades de que cumplan
. racwnes vemderas constituyen un área de decisiva importancia. una función esencialmente inocua, o incluso ventajosa, desde el pun-
El debate con respecto al divorcio se plantea hoy, principalmente to de vista social, como «VÍa de descarga». Sin embargo, la confusión
sobre la base de las necesidades y derechos de los padres. y estos s~ de las auténticas consideraciones éticas con la tradición puritana si-
def~en, sobre todo, en función del derecho a la posesión sexual ex- gue siendo notoria, verificando esto cuando nos damos cuenta de que
clusiva, en vez del derecho a la consideración multigeneracional recí- las personas a cargo de ancianos o retardados mentales están decidi-
proca d:~tro de la totalidad de las funciones vitales. Se pasa por alto das a suprimir toda manifestación sexual sustitutiva en quienes es-
la cu~stwn cent;:al de la resp?n~abilidad hacia la propia familia y la tán bajo su custodia. Los valores puritanos no sólo son condenatorios
del conyuge, as1 como el cr~crm1ento emocional de los propios hijos. del placer, sino que tienden a subordinar los aspectos personales de
Por tales razones, toda sena consideración judicial del divorcio por las relaciones a valores de actitudes disciplinadas y adquisitivas. No
pa~te de l.os p~dres debería estar precedida de un período obligatorio obstante, el «iluminismo» sexual, rebelde de modo promiscuo, puede
de mvestigacwn de la dinámica familiar. ser igualmente indiferente respecto de los aspectos humanos totales
Resulta considerable el número de mujeres que unen sus esfuer- de las relaciones, si se lo compara con su aparente contrapartida, el
z<:s a la luchapo~ la reafirmación y la «liberación». Durante miles de puritanismo.
anos, ellas han Sido merecedoras de derechos acordados en cuanto a El niño deficiente mental constituye, por lo general, el foco de
protección social y privilegios que compensaban sus aspectos vulne- atención excesiva y de frustración en la familia, así como de resenti-
r~~l~s d~!ermina~os biológicamente. Desde los albores mismos de la miento no admitido por la frustración cargada de culpas de los pa-
Cl~zacwn, la sociedad se ha mostrado preocupada de que las muje- dres. Los derechos de ese hijo se subrayan a expensas de sus herma-
r~~ JOV~~es puedan se~ explotadas por medio de la involuntaria par- nos, y los progenitores se ven en figurillas cuando se trata de aplicar
tlcipacwn se~~al, mediante la violación o la seducción. Si no se pue- las mismas medidas disciplinarias al retardado y a los otros hijos.
de responsabilizar al hombre por la paternidad, la mujer deberá ha- En consecuencia, tanto en la familia como en la sociedad, buena par-
cerse cargo de la respo?sabilidad, obligada y falta de equilibrio, del te de la tensión generada se produce como resultado de una falta de
e~barazo Y la matermdad. Los procesos fisiológicos de menstrua- definición en cuanto a lo que constituye una justa reciprocidad en la
cwz:, embar~zo, parto, lactancia, etc., tienden todos a hacer que las relación asimétrica entre los individuos normales y los retardados.
mu)er~s se sientan unilateralmente vulnerables. En consecuencia, Los componentes psicosomáticos en las dolencias médicas de todo
ellas tienen derecho a obtener medidas compensatorias de la socie- tipo tendrían que reexaminarse desde el punto de vista de su posible

437
función equilibra dora respecto de la explotación injusta y unilateral,
l Bibliografía
o ejercida por alguien estrechamente vinculado al sujeto. Por ejem- 1
plo, observamos que la disfunción sexual está relacionada de modo
característico con la deslealtad que uno percibe en las expectativas 1

de la: propia familia de origen. Cabe admitir que otras disfunciones


orgánicas también pueden representar medidas autopunitivas com-
pensatorias.
La aplicación extendida de los principios de la dinámica familiar
y la terapia aquí descriptos enfrentará la abierta resistencia de to-
das las fuerzas sociales cuyos intereses creados las instan aman-
tenerse en una postura de evitación y negación de las cuestiones de 1. Ackerman, N. W., Treating the troubled family, Nueva York: Basic
reciprocidad. Otras implicaciones pueden ser radicalmente nuevas y Books, 1966.
2. Aeschylus (Esquilo), The complete Greek tragedies, vol. 1, ed. por D.
requerir el reajuste de pensamiento y procedimiento. Nuestra reorien- Greene y R. Lattimore, Nueva York: Washington Square Press Pocket
tación profunda en cuanto a nosología, síntoma, cambio y criterios de Books, 1967.
evaluación debe afectar hondamente todos los sistemas de contabili- 3. Alexander, F., Psychoanalysis and psychotherapy, Nueva York: Nor·
zación de costos, seguros y archivo de los servicios de salud mental. ton, 1956.
Todavía no existe una nomenclatura viable para las categorías de 4. Bateson, G., Jackson, D. D., Haley, J., y Weakland, J. H., «Toward a
nosología, cambio y evaluación que tienen bases multipersonales. theory of schizophrenia», Behav. Sci., vol. 1, 1956, págs. 254-64.
Los principios subyacentes en nuestro razonamiento tal vez ca- 5. Bay, C., The structure of freedom, Nueva York: Atheneum, 1958.
rezcan del sensacionalismo de lo <<nuevo», y no pueden aprenderse 6. Beach, W. B. (h.), «Psychosis in childhood», Northwest Med., vol. 56,
sin más de no producirse un replanteo y una réorientación funda- 1957, págs. 438-42.
mental de nuestras actitudes adquisitivas tradicionales. Algunas 7. Berne, E., Gama people play; the psychology of human relationships,
· personas pueden todavía convencerse de que el ametrallar osos pola- Nueva York: Grave Press, 1964.
8. Blenkner, M., «Social work and family relationships in la ter life with
res desde helicópteros, y deshojar bosques enteros mediante el mero sorne thoughts on filial maturity», en Shanas, E. y Streib, C. F., eds.,
hecho de apretar un botón desde un avión, son comparables a la he- Social structure and the family: generational relations, Englewood Cliffs,
roica lucha del hombre con la naturaleza que caracterizó al habitan- N. J.: Prentice-Hall, 1965, págs. 46-59. .
te de las cavernas en su avance hacia la civilización. Cabe pregun- 9. Blitsten, D., The world of the family. A comparative study of fannly or·
tarse cuál sería el precio de una reorientación, incluso mínima, res- ganizations in their social and cultural settings, Nueva York: Random
pecto de nuestros prejuicios tradicionales. House, 1963. . . . . .
De todas maneras, se está desarrollando una nueva actitud en la 10. Boardman, H. E., «A project to rescue children from mflicted m]unes»,
relación del hombre con el hombre y la naturaleza en los albores de Social Worll, vol. 7, 1962, págs. 43-51.
la era nuclear. A medida que la moderna tecnología va permitiendo 11. Boszormenyi-Nagy, I., «The concept of schizophrenia fl:om the perspec-
que el hombre destruya la naturaleza, sin exponerse a una lucha en tive offamily treatment>>, Fam. Process, vol. 1, 1962, pags. 103-13.
igualdad de condiciones con los animales peligrosos y los elementos, 12. Boszormenyi-Nagy, I., «A theory ofrelationships: Experience, and tran-
la necesidad de una renovada preocupación por el factor reciproci- saction» en Boszormenyi-Nagy, l. y Framo, J. L., eds. [19], pags. 33-86.
13. Boszor~enyi-Nagy, I., «lntensive family therapy as process», en
dad resultará patente si es que la humanidad ha de sobrevivir sin
Boszormenyi-Nagy, l. y Framo, J. L., eds. [19], _págs. _8!·142 . .
enfrentar los obstáculos y factores de equilibrio de la naturaleza. 14. Boszormenyi-Nagy, I., «The concept of change m con]mnt family thera-
Nuestras esperanzas deben depositarse en la generación más joven, py», en Friedman, A. S. et al., eds. [~4], págs. 305-19. .
no sólo en su preocupación por la paz y la ecología, sino, en última 15. Boszormenyi-Nagy, I., «From family therapy toa psy;holilogy oCf rela-
instancia, en su reconocimiento de la crucial importancia de la justi- tionships: Fictions of the individual and fictions of the 1am y>>, ompr.
cia en todas las esferas de las relaciones humanas. No obstante, no Psychiatry, vol. 7, 1966, págs. 408-23. .
podemos exonerar a la generación paterna de su posición de lideraz- 16. Boszormenyi-Nagy, I., «Relational modes and mearud~g», ebndZ~, ~¡.H.
go y obligación de participar, aun cuando el cambio beneficie primor- y Boszormenyi-Nagy, I., eds., Family therapy and zstur e ,anu tes,
dialmente a la generación más joven. Consideramos que las implica- Palo Alto: Science and Behavior Books, 1967, págs. 58-73.. .
ciones de esta obra, en último análisis, serán más productivas para 17. Boszormenyi-Nagy, l., Prólogo a Framo, J. L., ed.: Fm nily m_teracNtwn: A
diseñar programas preventivos dirigidos a mejorar las relaciones fa- dialogue between family researchers and fanuly t 1zerapzsts, ueva
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Triángulos relacionales. El a-b-e de la psicoterapia
Jay Haley, Aprender y enseñar terapia
Jay Haley, Terapia de ordalía. Caminos inusuales para modificar la conducta
Jay Haley, Terapia no convencional. Las técnicas psiquiátricas de Mil ton H. Erick-
son
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Jay Haley, Trastornos de la emancipación juvenil y terapia familiar
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Obras completas de Sigmund Freud

Traducción directa del alemán, cotejada con la edición inglesa de James Strachey
(Standard Edition of the Complete Ps;ychological Works of Signwnd Freud), cuyo
ordenamiento, prólogos y notas se reproducen en esta versión.

Presentación: Sobre la versión castellana


l. Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud
(1886-1899)
2. Estudios sobre la histeria (1893-1895)
3. Primeras publicaciones psicoanalíticas (1893-1899)
4. La interpretación de los sueiios (!) (1900)
5. La interpretación de los sue1ios (II) y Sobre el sue1io (1900-1901)
6. Psicopatología de la vida cotidiana (1901)
7. "Fragmento de análisis de un caso de histeria" (caso "Dora"), Tres ensayos
de teoría sexual, y otras obras (1901-1905)
S. El chiste ;y su relación con lo inconciente (1905)
9. El delirio ;y los sue1ios en la "Gradiva" de W. Jensen, y otras obras (1906-
1908)
10. "Análisis de la fobia de un niño de cinco años" (caso del pequeño Hans) y "A
propósito de un caso de neurosis obsesiva" (caso del "Hombre de las Ratas")
(1909)
11. Cinco conferencias sobre psicoanálisis, Un recuerdo infantil de Leonardo da
Vinci, y otras obras (1910)
12. "Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente" (caso Schreber),
Trabajos sobre técnica psicoanalítica, y otras obras (1911-1913)
13. Tótem y tabú, y otras obras (1913-1914)
14. "Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico", Trabajos sobre
metapsicología, y otras obras (1914-1916)
15. Conferencias de introducción al psicoanálisis (partes I y II) (1915-1916)
16. Conferencias de introducción al psicoanálisis (parte III) (1916-1917)
17. "De la historia de una neurosis infantil" (caso del "Hombre de los Lobos"), y
otras obras (1917-1919)
18. Más allá del principio de placer, Psicología de las masas y análisis del yo, y
otras obras (1920-1922)
19. El yo y el ello, y otras obras (1923-1925)
20. Presentación autobiográfica, Inhibición, síntoma y angustia, iPueden los le-
gos ejercer el análisis?, y otras obras (1925-1926)
21. El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura, y otras obras (1927-
1931)
22. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, y otras obras (1932-
1936)
23. Moisés ;y la religión monoteísta, Esquema del psicoanálisis, y otras obras
(1937-1939)
24. Indices y bibliografías
Ivan Boszormenyi-Nagy 1-··
Geraldine M. Spark
Lealtades invisibles
Reciprocidad en terapia farrúliar intergeneracional

a <<fortaleza>> de las relaciones familiares. o su efecto sobre


los individuos, es sumamente difícil de medir. Los autores
de esta obra consideran que los cambios observables en
la familia no modifican necesariamente la influencia que
las relaciones familiares ejercen entre uno y otro miembro.
Las fuerzas reales de la libertad o la esclavitud están más
allá de los juegos visibles de poder o las tácticas de manipulación. Los
votos de lealtad hacia la familia de origen parten de leyes paradójicas:
en el mártir que no permite que Jos restantes miembros de la familia
«elaboreru> su culpa subyace una fuerza de control mucho más pode-
rosa que la del «mandón» exigente y vocinglero. El hijo delincuente o
manifiestamente rebelde puede ser. en realidad, el miembro más leal de
una familia.
Las relaciones familiares no pueden interpretarse a partir de las leyes
que se aplican a relaciones sociales o incidentales como las que rigen
entre los colegas de una profesión. De aquí resulta que un aspecto cen-
tral de la terapia familiar será la búsqueda e identificación de conflictos
de lealtad no admitidos, o incluso inconscientes, que operan en el seno
de una familia.
La presente obra fue escrita con el objeto de compartir la experiencia
de los autores como especialistas en este campo. El enfoque propio de la
terapia familiar es muy amplio y, al mismo tiempo, especifico: no se trata
de una técnica psicoterapéutica más. El método aquí planteado es exten-
sión y punto de confluencia de la psicología dinámica, la fenomenología
existencial y la teoria de los sistemas aplicada a la comprensión de las
relaciones humanas.
IVAN BOSZORMENYI-NAGY ( 1920-2007), psiquiatra húngaro-norteameri-
cano, fue pionero en el campo de la terapia familiar, para cuya práctica
desarrolló el enfoque contextua!, que aplicó también a la psicoterapia
individual. Sus experiencias a este respecto quedaron plasmadas en
Foundations of contextua! therapy, entre otras obras.

GERALDINE M. SPARK aunó su formación como trabajadora social psi-


quiátrica a sus experiencias en terapia familiar y sus cursos teóricos
en la Asociación Psicoanalitica de Filadelfia. Su prolongada actuación
en clinicas de orientación infantil le permitió desarrollar una técnica es-
pecializada en el tratamiento de niños y familias.
ISBN 978-950-518-239-8
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Arnorrortu/editores 9 789505 182398

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