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LAS ENCRUCIJADAS DEL SER

por VÍCTOR HUGO FLORES


Investigador independiente, escritor y conferencista de difusión cultural

Correspondencia al autor: horaverdad5@gmail.com

RESUMEN

El presente trabajo analiza la ansiedad en las letras de Fédor Dostoievski,


Virginia Woolf y Lord Byron, cuadro asociado a sus circunstancias personales y
características de las épocas en que vivieron.

© Víctor Hugo Flores, 2011.

FÉDOR DOSTOIEVSKY
Fédor Mijáilovich Dostoievsky (1821-1847) nació en una Rusia donde la sociedad, tradicional,
predominantemente agrícola, mantenía un lazo con la tierra que sometía a amplias capas de la
población al dominio de terratenientes y aristócratas. Era un ambiente de sumisión
económica y política, donde poco contaba el individuo y el sentido del valor humano.

Cuando Dostoievsky era apenas un niño, este orden social comenzaba a dar muestras de
fractura. La influencia del pensamiento francés y de los anarquistas rusos generaba una nueva
conciencia sobre el papel humano en la construcción de la historia. La lucha por los derechos
civiles y la democracia se encontraba en plena actividad, diseminándose entre los sectores
obrero y campesino que llevarían adelante, a inicios del siglo XX, la Revolución Rusa. Así, la
sociedad tomaba conciencia de la trascendencia del individuo.

Este individuo no era un héroe en el sentido de los desgastados íconos doctrinarios, sino,
como dijera el propio Dostoievsky, es el “hombre insignificante”. La conciencia de la
individualidad surgía en un mundo que le era adverso por la diferencia de poder entre las
fuerzas en pugna. Este hombre vivía en un entorno que era una fuente de ansiedad debido a
una diferencia entre el auge industrial y los logros culturales, con respecto a las condiciones
de miseria que se extendían sobre la mayoría de la sociedad rusa. Era un tiempo de transición,
con todos los dolores que genera el nacimiento. En sus obras, Dostoievsky forma un cuadro
exacto, descarnado, de este hombre que vive en la ansiedad, pero matizado con un gran
sentido de piedad que lo hace alcanzar altos niveles de expresión estética. Humillados y
ofendidos (1861), Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov (1879) como algunas de sus
grandes novelas, nos muestran a estos seres que tanto como él mismo, viven entre dudas y
contradicciones, azotados por un estado de ansiedad que los conduce por situaciones trágicas,
en las cuales, sin embargo, siempre brilla una luz al final del camino, luz de nacimiento que
pasa por el manto del dolor, pero que a la vez, es la vía de la reivindicación.

CRISIS

[1]
Dostoievsky no era un simple espectador de su tiempo. Nacido en un frío noviembre, resintió
toda su vida la huella de haber crecido a la sombra de un padre alcohólico, avaro y segregado
que era más causa de sufrimiento que de seguridad. Residente de Moscú, desde niño en
Dostoievsky surgió una gran piedad por los habitantes de menos recursos, y esto dio el sello a
su futura obra. Al cabo de mudarse con su familia en 1832 desde Moscú a Tula, a una granja
adquirida por su padre debido a la muerte de su esposa, y al término de una breve experiencia
en la literatura como alumno en 1834, en 1838 Dostoievsky se trasladó a San Petersburgo -la
Stalingrado postrevolucionaria, hoy nuevamamente San Petersburgo-, con la meta de estudiar
en la Escuela de Ingenieros Militares. Enfermo de epilepsia desde el deceso de su padre -
muerto a manos de sus campesinos debido a los maltratos-, Dostoievsky se inició en la
literatura, entrando en contacto con la obra de Gógol, Dickens, Víctor Hugo y Balzac, entre
otros. Publicó su primera obra en 1844, Pobres gentes, que lo lanzó a la fama. En esta novela,
donde relata una infortunada historia de amor, Dostoievsky no se limita a narrar los hechos,
sino que realiza una descripción de la psicología del personaje principal, un funcionario,
detallando las oscilaciones de su estado de ánimo.

En 1849, encarcelado por actividades conspiratorias, fue condenado a muerte. La terrible


experiencia más el hecho de recibir el indulto cinco minutos antes de cumplirse la sentencia,
marcaron su vida llevándolo a un estudio de los Evangelios. Después de permanecer
desterrado en Siberia y de servir como soldado durante cuatro años, Dostoievsky se embarcó
en un viaje por Europa, durante el cual escribiría sus más grandes obras.

CRIMEN Y CASTIGO

Joven generoso que da como limosna sus últimos centavos y después se recrimina por
haberse quedado sin dinero, Rodión Romanovich Raskólnikov es el protagonista de la que es,
probablemente, la mejor novela de Dostoievsky. Este rasgo contradictorio del carácter de
Raskólnikov forma parte de un todo que se revela como maravillosamente verosímil –la
profundidad psicológica del personaje-, el cual lo hace culpable de un crimen y
posteriormente, lo encamina a una deseada reivindicación al asumir la responsabilidad de sus
actos. Como muestra de la capacidad de descripción de Dostoievsky, el siguiente extracto:

¿Donde he leído —pensó Raskólnikov prosiguiendo su camino—, dónde he leído lo que decía o
pensaba un condenado a muerte una hora antes de que lo ejecutaran? Que si debiera vivir en
algún sitio elevado, encima de una roca, en una superficie tan pequeña que sólo ofreciera espacio
para colocar los pies, y en torno se abriera el abismo, el océano, tinieblas eternas, eterna soledad
y tormenta; si debiera permanecer en el espacio de una vara durante toda la vida, mil años, una
eternidad, preferiría vivir así que morir. ¡Vivir, como quiera que fuese, pero vivir!

Dostoievsky estaba en desacuerdo con un concepto de gran aceptación entre los círculos
intelectuales de Rusia, a saber, que la historia humana no poseía una tendencia, un objetivo,
sino que consistía en hechos idénticos en su esencia, que se repetían con actores distintos. En
oposición, nuestro autor consideraba que la historia sí poseía un sentido, y que el sentido de
su propio tiempo era el de servir como preámbulo a una época “mas perfecta”, a partir de la
justicia y de la humanidad. Por ello, este novelista ruso se veía a sí mismo como un hombre
“ansioso” por su actualidad, en función de los problemas de la vida cotidiana dado que ellos
representaban la síntesis del pasado y señalaban los derroteros del futuro. Así como el estado
de ánimo de sus personajes, dominados por el caos, la sociedad se encuentra en desequilibrio
y debe ser reordenada.

[2]
A la par de individuo atormentado, Dostoievsky era un hombre sociable que se inspiraba en
sus conversaciones con campesinos y aristócratas, con adultos y con niños. El desarrollo de
las ciudades frente al tradicional orden rural generaba nuevos tipos humanos conflictos en los
que Dostoievsky penetró para hallar entre la ansiedad de los parias, los desheredados y los
sometidos, la rehabilitación de lo que llamaba “el individuo destruido”. Otro gran novelista
ruso, Tolstoi, diría que Dostoievsky era un “hombre de pura lucha”, y dicho combate absoluto
se refleja en las obras de este último, donde la conciencia del ultraje a que sus personajes se
ven sometidos, hace al mismo tiempo despertar en ellos su conciencia de individualidad y la
necesidad de rescatarla.

Sus personajes, como el siempre angustiado Raskólnikov o el cínico Iván Karamazov,


constituyen pináculos de la narrativa con respecto a descripciones de ansiedad, motivaciones,
caracteres humanos y naturaleza de los sueños. Arruinado por saldar las deudas de su
hermano y por sus propias pérdidas en el juego, Dostoievsky cedió los derechos de sus obras a
un editor sin escrúpulos. Dueño del reconocimiento internacional, a la vez que angustiado por
la pobreza, Dostoievsky, admirador ferviente de la obra de los renacentistas italianos y de la
música de Beethoven, partió a ocupar su sitio destacado en las letras el 27 de febrero de 1837,
después de despedirse de sus hijos.

VIRGINIA WOOLF

La vida en un atardecer. La londinense Virginia Woolf (1882-1941), cuyo verdadero nombre


era Adeline Virginia Stephen y que adoptó el apellido de su esposo Ronald, fue la tercera de
cuatro hijos dotados para las actividades artísticas, que creció en el seno de una familia con
círculo social y vida intelectual intensos, donde era cotidiano el ir y venir de personalidades
como Henry James, George Eliot y Tennyson. Como su padre, Virginia laboraba en el
Diccionario National Biography, y desde su infancia, entró en contacto con diversos puntos de
vista de pensamiento y cultura. Este contacto con grandes talentos modeló sus capacidades
innatas.

Woolf es considerada como una novelista que desarrolló la técnica de monólogo interior en
sus personajes, y es exponente del estilo poético de lo que se considera la novela moderna,
dotando a sus personajes de “vida interior” mediante efectos psicológicos de imágenes,
símbolos y metáforas. La vida de la autora estuvo plagada de tal dramatismo que por sí
misma, su biografía es un libro. Woolf padecía esquizofrenia, enfermedad que la afectó desde
temprana edad, con episodios intermitentes. Este padecimiento fue para ella una constante
fuente de ansiedad, e influyó posteriormente en su obra, cuando analiza el papel femenino en
un mundo dominado por los dictados masculinos en todos los órdenes.

Como van Gogh en la pintura, Virginia Woolf inició su carrera a una edad considerada tardía
—los 37 años—, pero ya desde los 9 de edad comenzó a escribir un diario y desde entonces no
se detuvo, época en la que se encuentran muestras tempranas de su peculiar sentido del
humor, en ocasiones cáustico, que imprimía a sus creaciones. A pesar de ello, Woolf
experimentó gran ansiedad al salir de las cuatro paredes de su intelectual casa, cuando
intentó acudir a la Universidad y fue rechazada... por su condición de mujer. Desde la
adolescencia, Woolf decidió que quería ser escritora, pero a la muerte de su madre y dos años
después de una hermanastra, Virginia padeció crisis depresivas y ansiosas. En estos días, el
recuerdo del ataque por parte de sus dos hermanastros, le acarreó altibajos alternados de

[3]
ansiedad, depresión y culpabilidad, además de que, en otro orden de hechos, siempre se sintió
en desventaja pues nunca tuvo la belleza —impresionante para su época—, de su hermana
Vanesa, al lado de la cual Virginia quedaba a su lado, según ella misma, como pálida sombra,.

NO AL ÁNGEL DE LA CASA

El ideal femenino del periodo victoriano (1840), tan alabado en los poemas de la época,
trascendió y sobrevivió hasta cerca de 1930. Una de sus aportaciones a la historia de la
dominación masculina es la imagen victoriana de “la mujer virtuosa”, definida como un ser
etéreo, delicado, capaz de cualquier sacrificio para llevar un hogar perfectamente armónico,
en cuya ausencia es sustituida por la siguiente figura femenina, llámese hija, nieta, sobrina y
toda la gama situacional de la mujer en una familia, despojándose de sus inquietudes, deseos
físicos y emocionales, para representar la cabeza de una colectividad familiar. Virginia luchó
ansiosamente contra este ángel desde su adolescencia, tras la muerte de su madre, pues su
padre pretendía que alguna de sus hijas tomara el papel de la perfecta anfitriona y ama de
casa. Aunque Virginia se rebelaba contra la idea de la mediocridad hogareña, también ansiaba
desesperadamente la aprobación de su padre; años después comentaría al respecto: “Es
mucho más fácil matar a un fantasma que a una realidad”.

No obstante el rechazo de la Universidad, Woolf estudió griego y latín en el Kings’ College. Tras
la muerte de su padre en 1904 a causa del cáncer —lo que le acentuó aún más sus periodos
depresivos y ansiosos—, Virginia se mudó con la familia que aún le quedaba a una casa de la
zona de Bloomsbury, que se convertiría rápidamente en sitio frecuentado por intelectuales y
por los llamados “librepensadores”, en verbenas de debate cultural. Ahí conoció a quien sería
su esposo Leonard Woolf (historiador y ensayista), con quien logró cierta estabilidad por un
tiempo. Posteriormente sería un solícito Leonard quien, asesorado por los médicos, estaría al
pendiente de los indicadores más nimios de recaída de su esposa, para hacerla guardar cama e
ingerir sedantes en un intento por mantenerla sobria emocionalmente.

En los años que siguieron Virginia se convirtió en articulista de los periódicos The Guardian y
del suplemento literario de The Times. Cerca de 1906 falleció uno de sus hermanos, por lo cual
ella volvió a mudarse. En los años siguientes, nacieron de la pluma de Virginia Woolf obras
como Fin de viaje (1915), Noche y Día (1919), El cuarto de Jacob (1922), La señora Dalloway
(1925) y Al faro (1927). En 1928 aparecería Orlando, una controversial novela sobre un joven
que a través de los años va cambiando de sexo hasta convertirse en mujer, con todos los
cambios subjetivos y emocionales que ello implica; todo indica que la obra se inspiró en Vita
Sackville-West, una amiga cercana con quien sostuvo una relación amorosa.

Para 1931 ve la luz Las olas, considerada junto con La señora Dalloway, como las obras
esenciales de su producción literaria. En Las olas, 3 hombres y 3 mujeres meditan sobre su
existencia con diálogos interiores. A estas alturas las feministas la acogen como una de sus
exponentes. Para entonces, Woof había rechazado varios premios literarios; sus altibajos
depresivos y ansiosos continuaban, así como los intensos dolores de cabeza y su mal llamada
frigidez matrimonial. Varias de sus obras y diarios se publicaron de manera póstuma, pero sus
escritos son abundantes: Una habitación propia (1929), Diarios 1925-30, Los años (la última
novela escrita por ella), Tres guineas, Viajes y viajeros, Cartas a mujeres, Momentos de vida. En
sus relatos, el lector puede seguir los cambios en el estado de ánimo de la autora, su paso de la
ansiedad a los periodos de tranquilidad.

[4]
LA BÚSQUEDA DIARIA

La psique de Virginia Woolf oscilaba entre la serenidad y la tempestad. En Diario de una


escritora, encontramos un momento en el que ella relata cómo, a través de un sentido
metafísico de la existencia, encuentra en la vida cotidiana una respuesta a sus preguntas,
respuesta que es más una suerte de promesa que, por su mismo carácter etéreo, resulta casi
una certeza ante el misterio del aquí y el ahora:

Casi todo me atrae; sin embargo, se alberga en mí algún buscador infatigable. ¿Por qué no hay
un descubrimiento de la vida? Algo para ponerme las manos encima y exclamar. “¡Es esto?” ...
Estoy buscando: pero no, no es eso... no es eso. ¿Qué es entonces? ¿Tendré que morir sin haberlo
encontrado? Y luego (como anoche, cuando atravesaba Rusell Square) veo las montañas en el
cielo: las grandes nubes; y la Luna que se alza sobre Persia; tengo una grande, sorprendente
impresión de que hay algo allí... No es exactamente la belleza a lo que me refiero, quiero decir
que la cosa en sí basta. Es satisfactoria, acabada. También una impresión de mi propia rareza, de
la rareza de estar caminando sobre la tierra.

El 29 de marzo de 1941, a los 59 años, incapaz de soportar por más tiempo una enfermedad
para la que en su época no existía terapia alguna, Woolf se suicidó ahogándose en un río
cercano a su domicilio, tras poner piedras en su abrigo. Era el río Ouse, cerca de Sussex. Dejó
una nota póstuma a su marido (“No quiero enloquecer otra vez”), dándole también las gracias
por su matrimonio, y otra a su hermana, misiva con base en la cual se deduce que habría
hecho un intento de quitarse la vida días antes. Posteriormente, en su autobiografía, Leonard
confesó que ambos temían cómo serían tratados por los nazis en caso de que Inglaterra fuera
invadida (Leonard era judío) durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que habían hecho un
pacto suicida: si la invasión se daba, irían a la cochera y se asfixiarían. Posteriormente se supo
que el hermano de ella, médico psicoanalista, les había proporcionado dosis de morfina para
tal fin. Fue a mediados de abril que encontraron el cuerpo de Virginia. Sus cenizas se
enterraron al pie de dos árboles en su propiedad.

LORD BYRON
Nacido en Londres, George Gordon Byron (1788-1824), escritor inglés descendiente de una
familia aristocrática, pasó a la posteridad, por su carácter, como la figura emblemática de la
corriente romántica literaria del siglo XIX, y generó controvertidas opiniones tanto entre la
alta sociedad como en la esfera intelectual de su tiempo. No obstante, despojado de la
misteriosa, seductora y romántica pátina con que la historia lo ha cubierto, Byron tuvo una
personalidad marcada por crisis ansiosas que lo llevaron a modificar su vida con giros
inesperados y en ocasiones increíbles a los ojos de sus contemporáneos, y que hacen de este
individuo, un personaje con todo mérito de ser incluido en alguna novela de aventuras y no
por nada inspiró al vampiro del relato de Polidori, su secretario y que por cierto lo detestaba.

Hijo de un padre que dilapidó su fortuna en placeres y de una madre alcohólica, de carácter
agresivo, con propensión a la violencia física que marcaría un desprecio de Byron por la figura
femenina, el futuro poeta quedó huérfano de padre a los tres años, tuvo que lidiar con su
progenitora, un presunto abuso y el defecto físico que lo marcaría profundamente: Una
deformación en el pie que lo haría cojear de por vida, situación contrastante con lo agraciado
de su rostro. Viviendo en Aberdeen, Escocia, a los 9 años, el pequeño Byron descubriría con su
niñera los placeres eróticos y sexuales que practicaría a lo largo de su vida y que lo harían el
eje de escandalizadas reacciones por parte de la moralista sociedad británica victoriana.

[5]
Fue un lord muy joven. Heredó el título a los 10 años con la muerte de su abuelo. Entonces
regresó a Londres y terminó su instrucción en la renombrada Universidad de Cambridge
mientras comenzaba a trabajar en lo que sería su primer obra poética Horas de ocio que fue
destrozada por la crítica, en especial por la Edimburgh Review, en tanto daba rienda suelta a lo
que sería la continuación de sus correrías mientras escribía Bardos ingleses y críticos
escoceses, una obra con tendencia a la sátira fuerte, y fue a partir de ahí donde comenzó a
desarrollar esa mordacidad y cinismo que lo caracterizó a lo largo de su vida y su producción
literaria.

En 1809, tomó posesión de su escaño en la Cámara de los Lores, siendo recordado por lo que
sería calificado como un “espectacular discurso contra la pena capital para los obreros”. Para
ese momento Byron era famoso y rico. Podría decirse que se hallaba “en los cuernos de la
Luna”; no obstante, la política y sus recovecos no le interesaban tanto como experimentar la
fuerte influencia neoclásica de sus días de estudiante, Byron inició un viaje por el
Mediterráneo y terminó cruzando a nado el Helesponto, inspirado en el mito helénico de
Leandro y Hero. Desde entonces, su mente quedaría ligada a Grecia.

Fruto de su viaje por el Mediterráneo y la península ibérica fue la idea de La peregrinación de


Childe Harold, donde vierte sus experiencias y que tiene mejor fortuna que sus trabajos
anteriores. Ven la luz La desposada de Abydos, Lara, El infiel, Melodías hebreas y El sitio de
Corinto.

ACICATEADO

Esta actividad vertiginosa de un artista impetuoso y creativo, se acompañaba de ansiedad.


Primero, ante la figura femenina y segundo, ante su noción de que la vida carecía de un
sentido. Todos sus actos son una lucha contra esta ansiedad. Calificado de inmorales por sus
contemporáneos y en buena medida castigado socialmente por ello, Byron buscaba destruir el
fantasma de su madre y su temor ante el vacío de la existencia. Sus aventuras amorosas
continuaron a pesar de su matrimonio con su prima Anabella Milkbank y lo mismo se le ligó a
múltiples amantes que a su media hermana en relación incestuosa. Por ello, en 1816 Byron
dejó Inglaterra. Su peregrinar en busca de algo que le reportara interés y un porqué en la vida
lo llevó por Alemania, Bélgica y Suiza, donde se volvió miembro de un grupo de intelectuales
de tendencia liberal, quienes también eran duramente criticados por la sociedad y sin
embargo admirados por sus cualidades literarias. Ahí conoció a quien sería su amigo
incondicional, su alma gemela intelectual: Percy Bysshe Shelley y a la esposa de éste, Mary
Shelley, autora de Frankenstein debido a una apuesta entre todo el grupo.

A partir de estos años, de Byron se delinea como un personaje en perpetuo desacuerdo,


eremita, misógino, dandy atildado y cáustico, altivo con quienes no eran sus pares
intelectuales y siempre propenso al comentario irónico con deseo de provocar alguna
reacción de escándalo, como su comentario de que en cuanto su hija ilegítima Marianna Segati
tuviera la edad requerida, la convertiría en su amante (aunque la realidad es que él se
comportó como un padre amoroso).

A pesar de todas sus correrías donjuanescas y de sus controvertidas amistades entre varones,
Byron siempre minimizó las costumbres y vicios de su época; de ahí que disertara respecto a
la mujer de forma ambivalente pues iba del: “Cuanto más conozco a los hombres, menos los
quiero; si pudiese decir otro tanto de las mujeres me iría mucho mejor”, al: “Es fácil morir por

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una mujer, lo difícil es vivir con ella”... Quien mejor librado salió de su actitud satírica fue su
perro Botswain, a quien le escribió el epitafio: “Aquí reposan los restos de un ser que poseyó
la belleza sin la vanidad, la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad y todas las virtudes
de un hombre sin sus vicios”.

VAGABUNDO DEL ALMA

Figura controvertida, el seductor y extravagante Lord Byron, murió en Missolonghi, Grecia, a


causa de la peste, el 19 de abril de 1824, cuando acometía una empresa fiel a la corriente
romántica: Intervenir en la guerra greco-turca en un intento de que la tierra que vio nacer a
los artistas y filósofos universales que él tanto apreciaba, volviera a ser libre de nuevo.
Necrofilia, romanticismo y simple delirio, Byron se tomó el trabajo de preparar su epitafio en
enero de 1821:

Aquí yace enterrado en la eternidad del pasado, en la que no hay resurrección para los días,
aunque pueda haberla para las cenizas al trigésimo tercer año de una vida mal empleada, quien
tras una enfermedad de varios meses ha caído en letargia y expirado

En 1824, Lord Byron se miraba al espejo y decía: "Estoy pálido. Me gustaría morir consumido,
porque entonces las damas dirían ¡pobre Byron, qué interesante parece al morir!"

LA ANSIEDAD CÓSMICA

En su prolífica e inspirada obra, Lord Byron mostró su sed de vivir. Actuando como quien se
bebe la existencia. A mitad del neoclasiscismo y del romanticismo, la obra de Byron habla de
un rechazo a la materia y al tiempo, con la ansiedad que esta actitud provoca. Quizá por eso él
nos dice:

OSCURIDAD

Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.


El brillante sol se apagaba, y los astros
vagaban apagándose por el espacio eterno,
sin rayos, sin rutas, y la helada tierra
oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna;
la mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo consigo el día,
y los hombres olvidaron sus pasiones ante el terror
de esta desolación; y todos los corazones
se congelaron en una plegaria egoísta por luz;
Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos,
y nada se movía en sus silenciosos abismos;
los barcos sin marinos yacían pudriéndose en el mar,
y sus mástiles bajaban poco a poco; cuando caían
dormían en el abismo sin un vaivén —
las olas estaban muertas; las mareas estaban en sus tumbas,
antes ya había expirado su señora la luna;
los vientos se marchitaron en el aire estancado,
y las nubes perecieron; la oscuridad no necesitaba
de su ayuda — Ella era el universo.

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