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Efesios 2.

1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

Por naturaleza los creyentes estábamos espiritualmente muertos, no es que por pecar estábamos
muertos, no, estábamos muertos porque nuestra naturaleza es pecaminosa. Hoy mucho piensan
que los pecadores están enfermos pero no muertos, las escrituras nos muestran lo contrario, que
nos dice el pasaje de efesios?? Cuando el Señor nos dio vida?? Cuando estábamos muertos. Una
persona muerta no siente nada, un muerto no escucha, no habla, no tiene frio ni calor, no siente
olores, está muerto, sin vida, de la misma manera se encuentra cada pecador, en muerte espiritual,
no responde a las cosas espirituales, no tiene vida espiritual, necesita vida.

Pablo usa en Efesios 2 la imagen de un CADÁVER. Pablo dice que en nuestra anterior forma de
vida, apartados de Cristo, estábamos muertos en nuestros delitos y pecado.

Esta imagen es más que sólo poética, describe nuestra condición apartados de Cristo. El pecado,
literalmente, nos lleva hasta nuestra tumba. Y separados de Cristo, pereceremos en una muerte
eterna, gracias al pecado por el que fuimos esclavizados y al cual seguimos felizmente. El pecado
promete mucho pero lo que queda al final del día es un cadáver podrido.

¿Por qué es importante para los cristianos entender su estado de pecado apartados de Cristo?

Porque entender nuestro estado de pecado es de vital importancia para la comprensión de lo que
realmente significa ser salvos por Dios.

La salvación es una obra iniciada por Dios, lograda por Dios, según los propósitos de Dios.

Piensa en esto. ¿Quién más podría haber iniciado este milagro? No nosotros. Recuerda que
apartados de Cristo, somos los muertos, los esclavizados. ¿Cómo responde un cadáver?
¿Recuerdas la historia de Lázaro y Jesús? Jesús habla y Lázaro se levanta. Lázaro no se encuentra
con Jesús a mitad de camino. Jesús no le dio a Lázaro instrucciones sobre la forma de cómo
ayudarme para que te ayude a levantarte a ti mismo de entre los muertos. Habló Jesús y su llamado
fue eficaz.

Alabado sea Dios, él no nos deja donde estábamos en Efesios. Veamos el versículo 4

Efesios 2:4–5, «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),»

¿Quién es responsable de iniciar la salvación? Dios.

No estábamos pidiendo salvación. No estábamos gritando por ayuda. Estábamos en guerra con
Dios… PERO DIOS. El Dr. Martin Lloyd Jones, un famoso predicador galés que murió en 1981, dijo
lo siguiente en un sermón sobre la frase «Pero Dios»

«Con estas dos palabras llegamos a la introducción del mensaje cristiano, el peculiar, específico
mensaje que la fe cristiana nos ofrece. Estas dos palabras, en y por sí mismas, contienen la totalidad
del evangelio. El evangelio nos habla de lo que Dios ha hecho, la intervención de Dios; es algo que
viene fuera de nosotros y nos muestra esa obra maravillosa y sorprendente y asombrosa de Dios».

El énfasis de la acción está en sólo en Dios.


Mediante su recordatorio a los primeros cristianos en Efesios 2 , de su esclavitud y desesperanza en
el pecado, Pablo los prepara a ellos (y nosotros) para entender que si no fuera por Dios, nunca
habríamos buscado la salvación que necesitamos.

Es fácil, creo, pensar en la salvación de una manera muy centrada en el hombre: yo elegí a Cristo,
yo acepté a Cristo. Yo creí a Dios. Es fácil hacer esto porque en parte, en un nivel es bíblicamente
cierto. Sin embargo, la Escritura deja claro que nuestra fe, mediante la cual podemos ejercer el
arrepentimiento y creencia, es también una dádiva de Dios, que viene cuando Dios cambie nuestros
corazones. Recuerda, los hombres muertos no hablan, no caminan, no dejan de pecar. Necesitamos
que Dios nos resucite, no que tan sólo mande una receta para nuestra enfermedad y así podamos
seguir sus pasos en la Biblia y podamos ser curados. Necesitamos ser levantados de entre los
muertos. Ahora, esto no significa que vamos a esperar pasivamente para que Dios nos levante o que
no tenemos ninguna responsabilidad en esto. Por el contrario, estamos llamados a responder a la
voz de Dios con arrepentimiento y fe. Estas son las primeras palabras de Jesús en el Evangelio de
Marcos (Marcos 1:15) un llamado a «arrepentíos y creed las buenas noticias».

Y tu mi amigo, ¿Por qué elijes la muerte? ¿Es la paga del pecado tan dulce y buena que no puedes
renunciar a ella? ¿Te da este mundo tantas satisfacciones que no puedes renunciar a ellas? ¿Te
produce tanto placer el servicio a Satanás que no quieres que tú y él jamás se separen? ¿Es el cielo
algo tan insignificante que no vale la pena buscarlo? ¿Es tu alma tan poca cosa que no merece una
lucha para salvarla? ¡vuélvete, vuélvete antes de que sea demasiado tarde! Dios no quiere que
perezcas. Dice el Señor: “Vivo yo, no quiero la muerte del que muere”. Jesús te ama, también se
aflige al ver tu necedad. Lloró sobre la malvada Jerusalén, diciendo “¡Cuántas veces quise juntar a
tus hijos, y no quisiste!”. De seguro que si te pierdes, solo tú tienes la culpa. “Despiértate, tú que
duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Eze. 18:32; Mat. 23:37; Ef. 5:14).

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