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Instituto bíblico Bs.

Aires

Monografía
“El ministerio profético y su rol hoy en la iglesia
evangélica chilena de corte conservador".

Alumno: Cristian P. Díaz Sanhueza

Programa: Maestría en Teología mención pensamiento evangélico

Materia: Los profetas del AT y el ministerio pastoral hoy.

Profesor: Dr. Samuel Almada.


Índice

Introducción…………………………………………………………………………………………….…… 1

Desarrollo…………………………………………………………………………………………………….. 2

Un acercamiento a sus definición………………………………………………………………. 2

Una mirada a su origen……………………………………………………………………………… 4

Una revisión de su vocación……..………………………………………………..…………….. 5

Un examen de sus palabras……………………………………………………..……………….. 7

¿Y que hay acerca del culto?........................................................................... 8

Un acercamiento en el Nuevo Testamento…………………….…………………………… 9

Conclusión…………………………………………………………………………………………………… 12

Bibliografía……………………………………………………………………………..………………….. 14
1

Introducción

Desafiante y un poco atrevido podría considerarse el título de la presente revisión y su afán


de exponer fielmente la premisa de este. Lo más alejado de la verdad seria pretender la posesión
de la llave de respecto a esta temática, sin embargo, cercano resulta el deseo de aportar
acercamientos y reflexiones al rol del ministerio profético a través del prisma del antiguo
testamento en la actual comunidad de fe en Chile, sin dejar de lado algunas claras y prácticas
definiciones en el transcurso de esta revisión bibliográfica.

El ministerio profético constituye hoy temática de amplio y cálido debate en la iglesia cristiana
evangélica (y porque no en otras confesiones) , sin lugar a dudas parte del conflicto proviene del
desconocimiento de su naturaleza y modo de operar; por otro lado, la falta de consenso se instala
en primer lugar entre aquellos que lo restringen deteniéndose en el cese de su ejercicio hoy, en
segundo lugar están aquellos que lo reclaman como necesario e incuestionablemente valido para
los acontecimientos actuales dentro de la iglesia, ubicándose en ambas posturas exacerbaciones
que han llevado a la formulación de hipótesis doctrinales que merecen una revisión exhaustiva y
que solo acentuarían la pobreza espiritual de aquellos que las siguen sin tapujos. Algunos de estos
puntos serán abordados en el presente a pesar de no ser el eje central de la discusión pero si parte
de las consecuencias en su ejecución.

Frente a este panorama, existe quizás en un punto intermedio entre tales defensas, una dimensión
ignorada, y si conocida, escasamente expuesta y practicada en la comunidad cristiana en general ,
es precisamente esta, su definición, naturaleza, origen, practica, parangones y fenómenos asociados
los que se abordaran con esmero en la presente investigación, para luego observar como este punto
tan importante podría modificar algunos paradigmas del movimiento profético actual tal como es
conocido en la conservadora y tradicional iglesia evangélica.

Sin ir más lejos es el propio profetismo del antiguo testamento quien se sentara en la mesa de jurado
en esta ocasión y con ecos históricos examinara el movimiento profético actual en la comunidad de
fe y su ejercicio en ella. Numerosas son las obras y nos pocas las reflexiones de sus autores que nos
permitirán a nosotros ubicarnos en la tribuna a observar tales argumentos y conducirnos
lentamente hacia un concepto más elevado e integral de este sobrenatural ministerio.
2

Finalmente, mención pertinente tendrá el conocido teólogo norteamericano Wayne Grudem


señalando con claridad y desde su equilibrada opinión y experiencia el actuar del ministerio en
cuestión en la iglesia neotestamentaria y hoy.

Desarrollo

El profetismo es un fenómeno fascinante, pero tan fascinante como diverso y complejo, por
lo que para acercarnos a su rol dentro de la comunidad de fe es necesario remontarnos hacia su
definición, origen, naturaleza y características entre otras variables; si bien se hará un justa mención
al profetismo en el NT se considera que aquel perteneciente al AT provee dimensiones tan
apasionantes que la comprensión de su actividad hoy podría tener un impacto significativo en su
ejercicio.

Vivimos en una época donde el fervor profético manifestado dentro y fuera de las iglesias goza de
un esplendor poca veces visto, tal escenario ha permitido el desarrollo de doctrinas ampliamente
reconocidas, validadas por sectores cristianos y abrazadas preferentemente y sin mayores
aprensiones por la iglesia latinoamericana, no obstante a ello, en el otro extremo, el rechazo a todo
tipo de atisbo profético es parte ya de un estilo de vida. Ambas posturas merecen un tratamiento
serio y contextualizado, comprendiendo que el estudio diligente de estas temáticas dispersara en
buena medida la densa neblina que impide apreciar lo saludablemente apasionado que es el
movimiento profético. Bien señala W. Brueggemann: “Lo que seamos capaces de comprender
acerca del Antiguo Testamento ha de estar de algún modo conectado con las realidades de la iglesia
de hoy”.

Un acercamiento a su definición

La palabra profeta viene del griego “Profhetes” que significa “El que habla en lugar de”. El hebreo
designa a este personaje de varias maneras. En primer lugar era el “Vidente” (1 Sam. 9:9), pero esta
palabra acabo tomando un sentido peyorativo. El “Adivino” un título primeramente ilustre (Isaías
3:2) pero luego reprobado, sobre todo el “nabí”.

Es el “hablador, proclamador y portavoz”, según Ezequiel es el que profetiza a no ser que delire;
esta misma raíz que parece extraña al hebreo indica un origen extranjero del profetismo.
3
Notemos que Amos rechazo este título (7:14) a pesar que se atribuye la misión de profetizar; Oseas
e Isaías no se reconocen con el título, pero Jeremías y Ezequiel sí se lo atributen. En el AT se
menciona a menudo a los “bene-nebiim” como hijos de profetas o hermanos profetas (Monloubou
L.) .

No es de extrañar entonces que el término “nabi” y su paralelo “vidente” sean condenados por los
verdaderos profetas; Jeremías no abrigo dudas al respecto (Jr.23:14), mismo caso que Miqueas y
Amos (Amos 7:14).

De esta manera observamos que se han utilizado varios términos para describir al profeta, desde
“Alguien que se llamó para proclamar el mensaje de Dios como heraldo” (nabi); como el de “raa”
que significa “ver”. Esta palabra es la más antigua para profeta y básicamente es el sinónimo de
“nabi”. “Raa” es la designación popular mientras la otra es la técnica (Enns P.).

En la obra de John Macarthur , el autor utiliza los siguientes conceptos para relacionarlos con el
estudio de la palabra “Profeta”: Siervos de Dios (Jer. 35:15); Mensajeros de Dios (2Cr.36:15);
Atalayas de Israel (Ez. 3:17);Varones de Dios (1 Sam.9:6); Videntes (1 Sam. 9:9); Hablan en el nombre
del Señor (2 Cr.33:18,Ez.3:11); Decían solo lo que Dios les pedía (Jer.26:2); entre otras. Y los
relacionaba con actividades como: Historiógrafos de la nación judía, interprete de sueños, exhortar
al arrepentimiento, denunciar inequidad, guiar a la fidelidad, anunciar caída de naciones, predicar,
proclamar la venida del mesías, entre muchas otras aptitudes.

Una vez despejados de estos términos resulta necesario fijar la atención en el profeta autentico, al
que no lo deforman las farsas ni banalidades. Con terminología moderna podríamos decir que el
profeta es el portavoz de Dios, como un hombre que tiene boca y oídos exclusivamente para el
Señor (Isaías 50:4-5). Miqueas resume la esencia de profetismo en una corta frase: Palabra de Dios,
y Amos la compara como la vitalidad del pan y el agua (Amos 8:11).

Tal como se indicó, el acercamiento al término “profeta” como un todo nos permitirá comprender
el apasionante y controversial mundo de su ejercicio ayer y hoy , el vocablo “Profeta” trata en el
griego de expresar sobre todo este aspecto, la raíz lingüística que indica “hablar” (femi) va en efecto
precedida por la preposición (pro ) que en griego sugiere la declaración “en lugar de”, pero también
hace pensar en el término solemne “delante de” y no excluye el componente secundario del futuro
que el profeta a veces intuye y pre-anuncia.
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Pero estas características pueden esconder también un riesgo, el mismo término hebreo “nabi” ¿No
sugiere el espumajear y la delirante excitación del estado mantico? Además, para una sólida
tradición popular el profeta es un “adivino”, el que se proyecta hacia la contemplación y descripción
ideal de un futuro.

Es natural que en una atmosfera efervescente el profeta de convierta a menudo en “otro hombre”
tal como sucedió con Eliseo en 2 de Reyes 2:23-24. Era obvio también que floreciera la moda de
profetismo en aquellos que, con pocos escrúpulos gustaba rodearse de un halo de prestigio y
sacralidad (Ravasi G.).

Una mirada a su origen.

Para conocer su destino el hombre dispuso de diferentes técnicas. Importadas u originales estas se
practican en el Israel antiguo pero no sin provocar una oposición cada vez mayor. Fueron dos
experiencias proféticas las que sirvieron de patrón al profeta bíblico, las mesopotámicas y sirio
fenicias, el primero se caracterizaba por vivir cerca del templo y predecir acontecimientos porvenir
a través de una comunicación directa con la deidad; el segundo procuraba el éxtasis para la
formulación de la palabra profética (Monloubou L. ).

Aparecen en la tierra de Canaán, cuando el país lleva ya largos años ocupado por los clanes hebreos.
Se hacen ver y oír, no sin ciertos eclipses, hasta la época de Eliseo que muere por el año 790. Tanto
antes como después de esta fecha, se menciona además a algunos profetas anónimos, con los que
quizás se confundan, pero no se habla ya de hermanos profetas. Su forma de vivir ha pasado de
moda; su movimiento se ha apagado o se ha transformado radicalmente.

Así, los profetas son el producto del difícil encuentro que se produjo en el siglo XIII AC entre la fe
yavista y la propia cananea. Abandonando la regiones donde residían, algunas tribus hebreas se
establecen en palestina y es allí donde distinguen entre sus habitantes a ciertos hombres
denominados como profetas que practican un éxtasis de donde parece emanar extrañas luces útiles
para la existencia de los creyentes (1 Reyes 22:10-12). Como consecuencia, seducidos los hebreos
se aventuran en la búsqueda de una palabra de Dios necesaria para la vida (Monloubou L.).
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Permítanme una reflexión aparte, lo anterior no es nuevo, la intensa búsqueda de nuevas


revelaciones por parte de Dios más que saciar un vacío de satisfacción profético y/o religioso nos
lleva a conjeturar que la suficiencia de las escrituras hoy en día es puesta en duda por personas que
con frenesí buscan una fresca palabra.

Se señaló en un principio, es indiscutible la fascinación que ejercen los profetas, tales gozan
característicamente de una suerte de libertad frente a estructuras sociales y políticas, su vivísima
capacidad de intuición, el fulgor de su palabra y el carisma los convierte en personajes
extraordinarios en la historia de una nación.

Una revisión de su vocación

“El profeta es el hombre del presente, con un llamado irresistible, involucrado con las vicisitudes de
su historia, política, economía y no proyectado a míticos sueños lejanos. Su misión es descubrir los
signos de su tiempo, en esta forma constituye el símbolo más auténtico de la religión hebrea
fundado en una cadena de intervenciones históricas de Dios” (Ravasi).

Para acercarnos a la comprensión del profeta y su rol es necesario adentrarnos en su


vocación, preguntándonos en primer lugar: ¿Por qué se levantaron tan pocas voces en el mundo
antiguo en protesta contra la crueldad del hombre? Quizás fue porque el hombre ama la idea del
poder, venera a quien ejerce la fuerza y esta convencido que es esta la única manera de prevalecer.
El esplendor y poder ciega a los gobernantes, la palabra de un rey es siempre correcta y posee un
origen divino incuestionable. En este escenario los profetas repudiaron la idea de que la obra y el
poder del hombre se consideraran objeto de adoración suprema. Censuraron la "altivez arrogante"
y "el orgullo vano" (Isa. 10:12). En esta línea, uno de los rasgos más notables y agudos de la
polémica profética es la denuncia y la desconfianza del poder en todas sus formas y apariencias.

Cuando aparecieron los profetas proclamaron que el poder no es supremo, que la espada es una
abominación, que la violencia es obscena.

La espada, dijeron, será destruida (Is. 2:4). Su vehemente denuncia de los individuos que oprimían
a los pobres y aplastaban a los menesterosos, y su sentimiento de ultraje por los que estaban
acumulando ganancias deshonestas, se aplica aún más a las brutalidades que soportaban
comunidades enteras a causa de los ejércitos hostiles y sus líderes.
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Para los profetas el poder es una asignación divina; los emperadores son simples instrumentos
en la mano de Dios, y Ia palabra del profeta es, según Jeremías, más poderosa que el poder de
los reyes.

Sin embargo, para el profeta el asunto principal es el juicio divino de la conducta del hombre;
todo el resto es marginal, ellos ven la historia desde el ángulo de la justicia, y juzgan su curso
en términos de rectitud y corrupción, de compasión y violencia. El no anhela una experiencia
mística sino más bien la justicia histórica para el hombre. Y no solo un juicio y condena, sino también
una promesa. El castigo para el profeta no tiene otro fin que evitar la transgresión del hombre dado
el propósito de Dios no es destruir sino purificar (Heschel A.J.).

Es curioso que en medio de este profundo deseo por Dios y su justicia, el profeta (experimentado
en el dolor propio y de su pueblo, la solidaridad con el que sufre es una exigencia) no está siempre
dispuesto a aceptar el juicio divino como final (Amós 7:2,5). No vacila en protestar por los caminos
de Dios. Isaías pregunta: "¿Hasta cuándo, Señor?" (Isa, 6:11); y Habacuc: "¿Oh Señor, hasta cuándo
clamaré sin que oigas?" (Hab. 1:2).

Con todo esto al profeta se lo puede considerar como el primer hombre universal de la historia; se
preocupa por (integral), y se dirige a todos los hombres.

Para Beaucamp la historia del profetismo parece ser una de fracasos. Durante más de tres siglos los
profetas lucharan para guiar la política interior y exterior de los reinos de samaria y de Judá en el
sentido de la elección de Israel. Es cierto que no lo lograron, pero no por eso dejo de ser fecunda su
misión. Al anunciar el fin de la antigua alianza, los últimos grandes profetas abrieron la esperanza
de una nueva alianza que se escribiría en el corazón de los fieles; después de ello, el profetismo no
tendría más que decir.

A pesar de este “fracaso” que señala el autor anterior, para el profeta la historia no es un callejón
sin salida y la culpa no es un abismo. Siempre hay un camino para salir de la culpa: arrepentirse o
volverse a Dios. El profeta es una persona que, viviendo en consternación (y en la culpa del pueblo),
tiene el poder de trascender de ella (Heschel).
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Un examen de sus palabras, un destello inicial de su misión.

Cercanos al profeta y sus palabras, este personaje se muestra a veces curiosamente


atrevido. Se expresan sobre temas que superan las fuerzas humanas con una seguridad que
parecería vanidad infantil si no se desprendiera de una convicción muy coherente. Así, por ejemplo,
no tienen miedo de definir de antemano un porvenir muy cercano, y no son las críticas provocadas
por cierto retraso en la realización del mismo (lsaias 5:19; Ez 12:21-23) lo que les aparta de
comprometerse seguros con ese porvenir y atribuirse una autoridad soberana.

Toda esta seguridad recibe una explicación por parte de los profetas mismos la certeza de que
pronuncian una palabra que no es palabra humana, sino palabra de Dios, una palabra que es LA
palabra de Dios, esta convicción se expresa en las formulas con que empiezan y terminan los
oráculos: “Así habla el Señor”, al comienzo, “Oráculo del Señor”, al final (Monloubou L.).

La voz profética siempre ofrece una perspectiva de esperanza, trata de mostrar un camino de
salvación y un proyecto (= Torá) para el pueblo a partir de la fe / fidelidad a su Dios. Precisamente
por razón de dicha esperanza es que el profeta es crítico, porque cree en la posibilidad de cambio.

Complementando, para el teólogo Rivera Pagar la voz profética se caracteriza por:

 Condena firme y radical de los poderes políticos a causa de la sistemática y continua


opresión política, social y económica que propician y ejercen.
 La solidaridad con los desvalidos, desamparados, oprimidos y vulnerables emerge como
criterio hermenéutico y epistémico central en el reiterado juicio profético de los poderes
establecidos.
 Se resalta la memoria del éxodo como evento emancipador paradigmático y fuente
generadora de las normas de justicia social.
 El tono anti-imperial que asume la voz profética.
 Uno de los rasgos principales de la voz profética es la crítica a las dos posibles evasiones
religiosas de la responsabilidad ética: la farisaica de la idolatría de la letra sagrada y la
sacerdotal de las normas litúrgicas.
 Hay en la voz profética un vínculo íntimo inquebrantable entre la búsqueda y preservación
de la justicia y la visión escatológica de la paz.
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¿Y que hay acerca del culto?

Es frecuente la oposición que se observa en los profetas frente al culto. Se trata de una oposición
real hacia el superficialísimo religioso. Señalemos, por orden de gravedad creciente de motivos
algunos de los textos que expresan esta oposición:

1. No son buenas las disposiciones de los fieles que participan del culto (Am 3, 13-14;4, 4-5; 5, 14-
15; 8,4-8...).

2. Se juzga la acción cultual como inferior a los actos de elevada moralidad (Am 5, 24;Is 1,16-1Z;Jr 7,
5-11; Is 58,6-7...)

3. Algunos santuarios encierran una perversidad que corrompe los actos que allí se realizan
(Monloubou L).

Para Heschel los profetas preexílicos lanzaron ataques violentos contra los sacrificios (Amos 5:21-
27; Oseas 6:6; Isa. 1:11-17; Miq. 6:6-8; Jer. 6:20; 7:21-23; Isa. 61:1 -2; Sal. 40:7; 50:12-13). Samuel
insistió: "Acaso se deleita el Señor tanto en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la
voz del Señor? He aquí que la obediencia es mejor que el sacrificio, y el escuchar mejor que el sebo
de los carneros" (I Sam. 15:22).

Cuando prevalece la inmoralidad, el culto es detestable. Ponían en duda el derecho del hombre de
rendir culto mediante ofrendas y canciones, y sostenían que la forma primordial de servir a Dios es
por medio de amor, justicia y rectitud.

A raíz de los visto ¿El profeta sólo va enseñarnos justicia social, humildad y culto desde el corazón?
¿Acaso no hay otras demandas que satisfacer, otras metas que alcanzar?

Dios no pide solamente justicia; exige al hombre "que valore la obra del Señor, que considere
la obra de Sus manos" (Isa. 5:12; cf. 22:11), "que camine en Sus sendas" (Isa. 2:3).Que mantenga
la alianza.
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Un acercamiento en el nuevo testamento.

En las páginas precedentes hemos viajado brevemente por el profetismo bíblico del AT,
visualizamos en el recorrido una definición, su naturaleza, características y mensajes principales;
¡Sin duda constituyen un mundo cautivante! Lo anterior a fin de lograr acercarnos a un
entendimiento del fenómeno y su rol hoy con mayor delicadeza, sin embargo, y a pesar de la
distancia que apreciaremos entre el movimiento inter-testamentario, es vital antes de llegar a
nuestra conclusión revisar en el presente algunos tópicos del profetismo en el NT y hoy.

El fundador de una de las denominaciones protestantes más grandes del mundo conocida como
alianza cristiana y misionera A.B. Simpsons señalo en torno al tema en cuestión: “En relación a la
profecía propiamente tal, a través de 2 Pedro 1:21, notamos que ella nunca vino por voluntad
humana sino siendo inspirados por el Espíritu Santo. Los que profetizaban no daban su opinión ni
eran movidos por el impulso de sus consciencias, ellos fueron movidos (llevados) por el Espíritu
Santo, es decir fueron impelidos por una fuerza potente que los arrastro irresistiblemente mucho
más allá de donde ellos habrían querido llegar”. Posteriormente agrego : “ Es interesante notar que
el Espíritu Santo no solo inspiro el mensaje de los profetas, sino que también inspira los mensajes
de los ministros del evangelio que predican hoy”.

Aunque se han ofrecido varias definiciones de profecía y profeta, un examen del NT nos mostrara
que no debe definirse como un “adivinador”, sino más bien como “comunicar un mensaje que
Dios ha traído espontáneamente a la mente”.

En el AT los profetas fueron capaces de hablar palabras con autoridad divina absoluta, en el NT hubo
también de este tipo de personas, pero Jesús ya no les llamaba profetas sino apóstoles.

Sin embargo hay muchas indicaciones en el NT que este ejercicio tenía menos autoridad que la Biblia
(Hechos 21:4; 21:10-11; 1 Tes. 5:9 y 1 Cor. 14:29-38). Cuando los escritores del NT aplican la palabra
“profeta” y sus derivados a cualquier caso excepto un profeta del AT es imposible determinar qué
sentido tendrá, se debe determinar el significado por el contexto, ciertamente no se puede
decir que la palabra deba significar siempre “aquel que habla con las mismas palabra de Dios” según
el modelo incuestionable del AT. Al parecer, por un lado se encontraría la profecía apostólica con
absoluta autoridad divina y por otro la profecía congregacional corriente para la cual no se indica
esta autoridad (Grudem W.).
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La profecía del NT se fundamenta en el trasfondo de la actividad profética


veterotestamentaria y de las religiones grecorromanas, aunque en algunos aspectos es
completamente distinta. La profecía tenía un elemento de pronóstico de acontecimientos futuros y
otro, más predominante, de exhortación al pueblo de Dios, y en ocasiones a sus enemigos, sobre su
voluntad para las circunstancias presentes. Comparte el rasgo común por el que el profeta proclama
un mensaje que creen haber recibido de Dios de manera directa. La profecía del NT comprende,
pues, tanto la predicación convencional en la que el predicador se sentía tomado y convencido por
el Espíritu Santo en la elaboración y proclamación de su mensaje, como alocuciones más
espontaneas e improvisadas (Blomberg C.).

Desde otra perspectiva el término profeta posee una amplia gama de sentidos. Puede eludir en el
NT a los profetas que desempeñaron un papel fundamental junto con los apóstoles o, a aquellas
personas que fueron designadas como profetas en la vida de la iglesia local. Aunque cualquier
cristiano podía profetizar en ocasiones los profetas predecían acontecimientos futuros pero por
regla general estos explicaban la relevancia del evangelio y de la voluntad de Dios (Snodgrass K.).

Entonces, si nuestra comprensión es correcta, una de la primordiales precauciones actuales


debería ser la advertencia a no exagerar el valor de la profecía, porque si eso sucede un sector la
sobrestimara y otro la rechazara por completo.

Para evitar ambos errores debemos entender correctamente la autoridad del ejercicio como lo que
Dios puede usar para atraer nuestra atención hacia algo, no obstante puede contener errores
humanos, por lo tanto ella debe subordinarse a las escrituras ( 1 Tes. 5:19-21).

En este punto cabe mencionar brevemente la postura de algunas denominaciones conservadores al


señalar que el predicador y/o el ministro de enseñanza bíblica ejercen en la actualidad el ministerio
profético, al respecto, Wayne Grudem señala que la profecía en todo el NT tiene dos facetas
distintivas, en primer lugar debe basarse en una revelación y en segundo lugar debe poseer una
proclamación publica; la enseñanza por otro lado tiene por fundamento la explicación y aplicación
de la escritura. En torno a su diferencia con la predicación, el NT emplea con el mismo sentido la
enseñanza, por consiguiente se necesita tratarse por separado.
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En el presente documento restan preguntas como: ¿Pueden profetizar todos los creyentes
hoy? La palabra “Profeta” evidentemente no describe en el NT un oficio o cargo formalmente
reconocido, es más bien un término funcional, es decir se les llama profeta a los que profetizan con
regularidad. Sin embargo aquellos que no profetizan con regularidad podrían hacerlo en
algunas oportunidades. Todos los creyentes tienen permiso para profetizar y todos tendrán la
capacidad de hacerlo pero ninguno puede profetizar a voluntad. Esta disponibilidad de la profecía
debe animar a las iglesias a buscar y dedicar algún tiempo en conjunto donde cualquier miembro
pueda participar y en que se permita el uso del don, mientras se siga las precauciones de 1 Cor. 14.
Y sin lugar a dudas algunas aplicaciones y premisas del profetismo del AT; procurando la
comprensión integral de tales puntos por parte de la iglesia local.

De manera muy subjetiva, y en vista de lo expuesto, podríamos con prudencia conjeturar (sin
afirmar categóricamente) que existe un divorcio entre la vocación profética del antiguo testamento
y su símil en el nuevo testamento, siendo la ausencia de la dimensión social y todo lo que ella
conlleva el punto más distante en el ejercicio neotestamentario.
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Conclusión

El abordaje del profetismo es de suma importancia hoy y este esbozo es solo una invitación a
sumergirnos en sus aguas, ello es necesario….urgente.

Justo González señala: “La iglesia evangélica latinoamericana está en crisis, lo digo porque hay mil
movimientos extraños que han surgido en nuestro seno, estamos en crisis porque nos dividimos
más rápido de lo que nos multiplicamos, estamos en crisis porque hay muchos que han tomado el
evangelio como ganancia, estamos en crisis porque todo movimiento que surge aun parecen
apartarse de lo que la iglesia ha predicado y practicado durante siglos”.

Por lo tanto, un estudio de los profetas de Israel debe intentar tomar en consideración tanto
el testimonio del Antiguo Testamento como la situación contemporánea de la iglesia. Lo que seamos
capaces de comprender acerca del Antiguo Testamento ha de estar de algún modo conectado con
las realidades y necesidades de la iglesia y el mundo de hoy (Brueggemann W.).

Es precisamente la laxitud de ella que hace a este tiempo perfecto para abordar el profetismo
y examinar algunas de sus más profundas esencias, haciendo a un lado prejuicios de los sectores
más conservadores que tildan al profeta como un mero e impertinente actor carismático fuera de
tiempo para la comunidad de fe o, como un adivino y/o vidente del futuro próximo (Aunque los
profetas sean algún modo “adivinadores”, solo se preocupan por el futuro en la medida en que
afecta al presente) y de extremos liberales que solo lo describen como un actor social para las
coyunturas actuales.

Frente a este panorama, y siendo al parecer evidente que el único punto en común entre una y otra
profecía seria el origen divino de ella, tal vez deberíamos hallar consenso entre ambas posturas y
recorrer el tramo de la vida en comunidad en un equilibrio a estas alturas necesario. El profeta hoy
debe alzar la voz ante la injustica, la indiferencia y la opresión tanto como la iglesia debe permitir
que el carisma como se abordó en el NT opere, si se lo estimula ella traerá como elemento
concomitante la percepción de la cercanía de Dios y una mayor sensibilidad a sus impulsos en
nuestra experiencia diaria. La experiencia no debe tornarse demasiado intelectual ni doctrinal en
su enfoque, dado este ministerio no puede forzarse mediante argumentos ni investigaciones
doctrinales. Por el contrario, necesita esperar en la presencia de Dios, escucharle, prestarle atención
a lo que nos sugiere en la intimidad.
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Es importante no perder de vista que el movimiento profético debe propiciar, alimentar y


evocar una conciencia y percepción de la realidad alternativa a la del entorno cultural
dominante , herido de prejuicios y enemigo de las memorias ( Brueggemann W.) . Es precisamente
el profeta el que con voz en cuello habla contra un sistema inerte para dinamizar la realidad
de un momento dado y sus paradigmas hacia futuros auténticamente nuevos, iniciando esta
labor en el continuo y progresivo conocimiento de Dios y la guía e influencia de Espíritu Santo
para la iglesia.

Por lo tanto, la voz profética de la iglesia cristiana no debe ser aquella silenciada por el prejuicio, la
comodidad, el populismo y la ignorancia, más bien debe ser hoy el clamor espiritual, tan
sobrenatural como humano de aquellos no logran alzar su voz por sobre el ensordecedor ruido de
la injusticia, la opresión, el consumismo, libertinaje, agresión, pobreza y abusos; tanto dentro como
fuera de la comunidad cristiana. Una voz que frente a los desafíos actuales incorpore en primer lugar
la necesidad de un latente equilibrio entre la pasión reconciliadora del profeta del AT y el fulgor
carismático del NT.
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Bibliografía

Blomberg Craig L. “Comentario Bíblico con aplicación de 1° de Corintios”. Editorial Vida. Miami,
Florida. USA. 2012.

Brueggemann Walter. “La imaginación profética”. 5° Edición. Editorial Sal Terrae. Salamanca.
España.1978.

Enns Paul. “Compendio portavoz de teología”, Teología de la Era Profética. Editorial Portavoz;
Michigan, USA.2010.

González Justo L. “No creáis a todo espíritu. La fe cristiana y los nuevos movimientos religiosos”.
Editorial Mundo Hispano. El Paso, Texas. USA. 2009.

Grudem Wayne A. “El don de profecía en el nuevo testamento y hoy”. Editorial Vida. Florida, USA.
1992.

Heschel Abraham J.” Los Profetas; Concepciones históricas y teológicas”. Editorial Paidos. Buenos
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Ravasi Gianfranco. “Los Profetas”. Ediciones Paulinas. Bogotá D.E. Colombia. 1989.

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http://www.lupaprotestante.com/blog/la-voz-profetica-justicia-paz-y-reconciliacion/

Simpson Alberto B. “El poder de lo alto”. Editorial Alianza. Temuco. Chile.1972.

Snodgrass Klyne. “Comentario Bíblico con aplicación de Efesios”. Editorial Vida. Miami,
Florida.USA.2012.

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