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TECSUP – PFR Realidad Nacional e Internacional

Unidad VII

REFORMA DEL ESTADO

1. LECTURA: ¿QUÉ REFORMA DEL ESTADO ESPERAN LOS CIUDADANOS?

María Rosa Lorbés

El aparente consenso existente entre la mayoría de los grupos políticos respecto


de la reforma del Estado esconde, sin embargo una gran confusión, porque
cualquier idea de reformar algo supone que estamos ante una realidad que no
nos satisface, pero supone además tener en mente el modelo ideal hacia el cual
se quiere caminar. Y ahí viene el problema, porque ni el gobierno, ni los grupos
políticos que están en el congreso nos han dicho hasta ahora cuáles son los
objetivos de esa reforma, para qué y en que dirección ir avanzando. Donde
parece que hay coincidencia entre los voceros políticos es en la constatación de
que el Estado gasta demasiado y mal, y que está mal organizado, que hay
duplicidad de funciones, etc. Por eso la discusión y los anuncios se centran en
algunas medidas “efectistas” de austeridad, en la fusión de organismos que
realizan funciones parecidas, en la eliminación de algunos organismos públicos,
como el CND y en el debate sobre si el Estado debe ser grande o chico, lo que
llevaría a reducir el numero de empleados públicos -ó reubicarlos, como dice A.
García eufemísticamente-En el mejor de los casos, para congraciarse con la
población, se han tomado algunas medidas –urgentes y necesarias, es verdad
para simplificar, agilizar y abaratar algunos trámites. Pero nada de ello parece
responder a un plan global ni ataca las cuestiones de fondo y se queda en lo
meramente administrativo.

¿Y cual es la cuestión de fondo? El Estado vale para la sociedad, para todos


nosotros. El asunto es ¿qué tipo de Estado sirve para crear equidad, para dar
oportunidades? ¿Qué Estado sirve para contrarrestar la desigualdad del poder en
la sociedad? Dicho de otra manera- aunque, curiosamente, parece que a los
políticos no les interesa mucho lo que piense la ciudadanía sobre este tema- la
pregunta de los 10 millones es: ¿qué esperamos los peruanos del Estado?
Indudablemente la primera responsabilidad de un Estado es garantizar el
ejercicio de los derechos de todos los ciudadanos, desde los derechos sociales a
los económicos, los culturales y los políticos. Y ello pasa por un Estado, no
necesariamente grande, pero si fuerte para controlar que los intereses
particulares de quienes tienen poder económico, político ó factual, no
prevalezcan sobre los derechos de la mayoría de los ciudadanos. La discusión

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sobre si el estado debe ser grande o chico no tiene sentido, lo que necesitamos
es un Estado fuerte y eficiente, servidor de los intereses de todos. Y eso requiere
en primer lugar ingresos fiscales, impuestos, (reforma tributaria urgente) porque
un Estado necesita plata para servir a todos, especialmente a los ciudadanos con
menos recursos. Y para eso hay que darle al Estado mayor poder económico.
Porque la lucha contra la discriminación y la exclusión, la brecha social que divide
al país, debe ser el primer objetivo de cualquier reforma del Estado. La anterior
implica en el aspecto de la política económica dejar de creer en el dogma de que
el libre mercado lo arregla todo y enfrentar cuestiones como la reforma
tributaria, la legislación laboral, los derechos sindicales ó el asunto de los
salarios, porque la pobreza no se va a solucionar con las políticas sociales sino
con una política económica que conjugue crecimiento macroeconómico con
equidad, con distribución. El problema es que el modelo económico que estamos
siguiendo genera exclusión social. En este sentido cabe plantear, como señala el
analista Santiago Pedraglio, en reciente artículo periodístico, que “la propuesta
de reforma se amplíe a ámbitos sustantivos como la relación del Estado con la
economía, la defensa de los derechos de las personas, la modificación de la
relación capital-trabajo, y la desconcentración y descentralización del poder
central”.

Esa prioridad del rol del Estado como garante de los derechos de todos no
abarca solamente lo económico. Pasa necesariamente por una reforma
educativa, del sistema de salud, del poder judicial, de la Policía Nacional y, algo
de lo que se habla poco en el gobierno y en los medios, de las Fuerzas Armadas.
Las recomendaciones de la CVR señalaban ya hace 4 años que estas reformas
eran tareas prioritarias para un Estado que quiera combatir la exclusión, la
discriminación y la pobreza, como único camino para evitar la violencia política y
la explosión social.
Para todo ello eso es urgente un Estado más fuerte, más presente, como
servidor de los ciudadanos. “Valga la oportunidad para insistir en cuál es el
principal problema del Estado peruano: su virtual inexistencia, o delgadez
extrema, en miles de poblados rurales a lo largo y ancho del país. Para millones
de peruanos el Estado no existe, o casi no existe, que no es lo mismo pero es
igual, porque no hay un centro de salud cerca para atenderse de una emergencia
médica” (Pedro Francke).

Los puntos de la agenda de la reforma del Estado son varios y complejos, pero,
como ciudadanos, sería un error permanecer al margen del debate. Este no es
un asunto solo de expertos, de analistas, de políticos, este es un tema crucial y
de primera importancia para todos, ya que tiene que ver con nuestros derechos
como ciudadanos. Porque, de alguna manera, todos somos el Estado y el Estado
es de todos.

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