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Unidad VII
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Realidad Nacional e Internacional TECSUP – PFR
sobre si el estado debe ser grande o chico no tiene sentido, lo que necesitamos
es un Estado fuerte y eficiente, servidor de los intereses de todos. Y eso requiere
en primer lugar ingresos fiscales, impuestos, (reforma tributaria urgente) porque
un Estado necesita plata para servir a todos, especialmente a los ciudadanos con
menos recursos. Y para eso hay que darle al Estado mayor poder económico.
Porque la lucha contra la discriminación y la exclusión, la brecha social que divide
al país, debe ser el primer objetivo de cualquier reforma del Estado. La anterior
implica en el aspecto de la política económica dejar de creer en el dogma de que
el libre mercado lo arregla todo y enfrentar cuestiones como la reforma
tributaria, la legislación laboral, los derechos sindicales ó el asunto de los
salarios, porque la pobreza no se va a solucionar con las políticas sociales sino
con una política económica que conjugue crecimiento macroeconómico con
equidad, con distribución. El problema es que el modelo económico que estamos
siguiendo genera exclusión social. En este sentido cabe plantear, como señala el
analista Santiago Pedraglio, en reciente artículo periodístico, que “la propuesta
de reforma se amplíe a ámbitos sustantivos como la relación del Estado con la
economía, la defensa de los derechos de las personas, la modificación de la
relación capital-trabajo, y la desconcentración y descentralización del poder
central”.
Esa prioridad del rol del Estado como garante de los derechos de todos no
abarca solamente lo económico. Pasa necesariamente por una reforma
educativa, del sistema de salud, del poder judicial, de la Policía Nacional y, algo
de lo que se habla poco en el gobierno y en los medios, de las Fuerzas Armadas.
Las recomendaciones de la CVR señalaban ya hace 4 años que estas reformas
eran tareas prioritarias para un Estado que quiera combatir la exclusión, la
discriminación y la pobreza, como único camino para evitar la violencia política y
la explosión social.
Para todo ello eso es urgente un Estado más fuerte, más presente, como
servidor de los ciudadanos. “Valga la oportunidad para insistir en cuál es el
principal problema del Estado peruano: su virtual inexistencia, o delgadez
extrema, en miles de poblados rurales a lo largo y ancho del país. Para millones
de peruanos el Estado no existe, o casi no existe, que no es lo mismo pero es
igual, porque no hay un centro de salud cerca para atenderse de una emergencia
médica” (Pedro Francke).
Los puntos de la agenda de la reforma del Estado son varios y complejos, pero,
como ciudadanos, sería un error permanecer al margen del debate. Este no es
un asunto solo de expertos, de analistas, de políticos, este es un tema crucial y
de primera importancia para todos, ya que tiene que ver con nuestros derechos
como ciudadanos. Porque, de alguna manera, todos somos el Estado y el Estado
es de todos.
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