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y globalización
legislativos de las últimas décadas. A diferencia del grueso de
los títulos sobre estos temas, la mayoría de los artículos se basan
en estudios teóricos y análisis empíricos realizados en el ámbito
académico y no en informes periodísticos o policiales. Se pone
el énfasis en las políticas de seguridad, el crimen organizado, el
blanqueo de capitales, la administración desleal y en una serie de
Edición a cargo de
comportamientos financieros irregulares que están en la base de Armando Fernández Steinko
la actual crisis financiera, y que están protagonizando numerosos
debates jurídicos en los últimos meses. Los autores son especia-
listas de talla nacional e internacional, así como profesionales
con un conocimiento directo del delito. Las aportaciones son
inéditas, e incluyen dos traducciones de sendos artículos de gran
impacto internacional.
El manuscrito va precedido por un prólogo de Ramón Saez
(«Comprender las estrategias que invisibilizan el (auténtico)
crimen organizado»), Magistrado de la Audiencia Nacional. La
«presentación» de Armando Fernández Steinko ofrece una visión
panorámica de los principales fenómenos delictivos y propone
algunas explicaciones al fenómeno de la eclosión del delito en
el mundo. El artículo de Laura Böhm analiza las políticas de
seguridad relacionándolas con el modo de gestión social y eco-
nómica llamado «neoliberalismo». Letizia Paoli hace un análisis
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teórico de fondo de fenómeno delictivo del crimen organizado
basándose en los trabajos empíricos más importantes de las úl-
timas décadas. Fernando Moreno de Mesa hace una propuesta
metodológica para objetivar el análisis de los riesgos y peligros
que emanan del crimen organizado. Juan Díaz Nicolás analiza la
percepción de la corrupción por parte de la población española.
Araceli Manjón-Cabeza comenta la nueva legislación anti-blan-
queo en España y Bern Schünemann explora la posibilidad de
criminalizar las conductas que condujeron a la crisis financiera
de 2008 tras un minuciosa reconstrucción de los hechos que la
provocaron. El libro concluye con una extensa bibliografía es-
pecializada citada en los artículos que la preceden.
Delincuencia, finanzas
y globalización
Edición a cargo de
Armando Fernández Steinko
CIS
Centro de Investigaciones Sociológicas
Consejo Editorial de la colección Academia
Director
Félix Requena Santos, Presidente del CIS
Consejeros
Luis Enrique Alonso Benito, Universidad Autónoma de Madrid
Josetxo Beriain Razquin, Universidad Pública de Navarra
Joan Botella Corral, Universidad Autónoma de Barcelona
Lorenzo Cachón Rodríguez, Universidad Complutense de Madrid
M.ª Ángeles Durán Heras, Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Manuel García Ferrando, Universidad de Valencia
Margarita Gómez Reino, Universidad Nacional de Educación a Distancia
Juan Jesús González Rodríguez, Universidad Nacional de Educación a Distancia
Gonzalo Herranz de Rafael, Universidad de Almería
Julio Iglesias de Ussel, Universidad Complutense de Madrid
Emilio Lamo de Espinosa, Universidad Complutense de Madrid
Ramón Máiz Suárez, Universidad de Santiago de Compostela
José Enrique Rodríguez Ibáñez, Universidad Complutense de Madrid
Olga Salido Cortés, Universidad Complutense de Madrid
Secretaria
M.ª Paz Cristina Rodríguez Vela, Directora del Departamento de Publicaciones y Fomento de
la Investigación. CIS
Las normas editoriales y las instrucciones para los autores pueden consultarse en:
www.cis.es/publicaciones/AC/
Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier procedimiento (ya sea gráfico, electrónico, óptico, químico, mecánico, fotocopia,
etc.) y el almacenamiento o transmisión de sus contenidos en soportes magnéticos, sonoros,
visuales o de cualquier otro tipo sin permiso expreso del editor.
Colección ACADEMIA, 35
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Índice
Prólogo .................................................................................................................. 9
I.
una visión de conjunto
II.
Sociología y economía política de la delincuen-
cia contemporánea
2. Las paradojas del crimen organizado. Letizia Paoli ..................... 133
3. Peligrosidad y daño directo del crimen organizado. Fernan-
do Moreno ................................................................................................. 175
4. Actitudes hacia la corrupción. Juan Díez Nicolás ....................... 211
5. Blanqueo, narcotráfico y desregulación financiera. Arman-
do Fernández Steinko ............................................................................... 247
Bibliografía de la segunda parte ..................................................... 291
III.
Seguridad, delitos económicos y blanqueo de
capitales: aspectos teóricos y normativos
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Prólogo: comprender las estrategias que
invisibilizan el (auténtico) crimen organizado
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Prólogo
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Prólogo
el mundo. Este libro nos demuestra que las cuestiones relacionadas con la
criminalidad deben abordarse desde puntos de vista diversos, interactuando
con métodos y técnicas distintas de investigación y análisis. El conocimien-
to no puede elaborarse de manera compartimentada, las disciplinas estan-
cas no permiten siquiera contar la realidad. Nuestros juristas no conocen el
impacto de las decisiones legislativas o jurisdiccionales, porque prescinden
de los estudios empíricos. Nuestros sociólogos, hablo desde España, solo
de manera marginal observan la evolución de las conductas desviadas y su
construcción jurídica como recurso para comprender la gran transformación
que estamos viviendo.
La ausencia de persecución penal de las conductas asociadas a la crisis
financiera es fruto, en parte, de esa incapacidad teórica. La emergencia del
crimen organizado y del blanqueo de capitales (vinculados en el imaginario
dominante al dinero procedente de la droga) desvían la atención de las so-
ciedades de la realidad de un sistema económico financiarizado y deshuma-
nizado, que permite la circulación de masas ingentes de capital sin control
alguno y su acumulación en pocas manos al precio del sufrimiento infligido
a sectores inmensos de la población mundial. Este es el tema de fondo de
este libro en sus mejores aportaciones.
Hay un dato central en el análisis de Fernández Steinko que no debemos
olvidar: la persecución de los capitales procedentes del negocio de las drogas
deja al margen de la criminalización y de la posibilidad de control a una
buena parte de los fondos delictivos —generados en la economía, formal e
informal, y que son resultado de la defraudación a las haciendas naciona-
les—, dinero que se invierte en productos financieros especulativos, lo que
constituye una de las fuentes prioritarias de la desestabilización de nuestras
economías.
Delincuencia, finanzas y globalización informa del estado de la cuestión
criminológica haciendo un repaso histórico, mediante una aproximación
crítica a la teoría y a la investigación empírica. Paoli logra deconstruir el
concepto de delito y desmontar la imagen de la empresa ilegal, hipótesis que
no tiene un soporte empírico, aunque si réditos político-criminales (invisibi-
lizar los ilícitos de los poderosos). Hemos de saber que bajo esta cobertura
funcionan mercados clandestinos de bienes y servicios prohibidos —drogas,
prostitución, armas, entrada ilegal en los Estados amurallados— destinados
a consumidores defectuosos que le son proveídos por redes pobres.
Las «cuentas del crimen» fue la primera estadística moral de la moderni-
dad; la información que recopilan las agencias del sistema penal, esencialmente
las policías, son imprescindibles para seguir la evolución de la criminalidad.
Sin embargo, como recuerda Fernández Steinko, ha de ponerse en cuestión
el rigor de los datos «objetivos» sobre el delito, con frecuencia empleados
con fines ideológicos. Las cifras son un instrumento al servicio de estrate-
gias políticas. El impacto de la globalización en esa realidad construida que
conocemos como el delito ha de mensurarse atendiendo a varios factores: la
homogeneización de las sociedades bajo los patrones consumistas, la libera-
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Prólogo
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I. Una visión de conjunto
1. Delito y criminalización en una sociedad global
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es cómo, cuándo y por qué va cambiando la imagen que una sociedad tiene
de unas determinadas conductas como para llegar a tildarlos de desviadas y
punibles. Son sobre todo estos cambios de la percepción y de la tolerancia
social frente a dichas conductas, y no el aumento sin más de su frecuencia,
lo que ha disparado la tasa de criminalidad en el mundo.
(El concepto de delito) es una categoría problemática que es nor-
malmente utilizada para describir una serie de comportamientos
que, más allá de un núcleo central, son fuertemente contestados.
La definición exclusivamente legal del delito no tiene capacidad de
describir de forma adecuada el desarrollo histórico, las relaciones
sociales, las prácticas ideologías e intereses que llevan a determinar
qué es considerado un delito en un momento determinado (Zed-
ner, 2004: 69).
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práctica (Magaloni, 2012). También esto explica que la mayoría de las cár-
celes del planeta estén pobladas de delincuentes de cuello azul antes que de
grandes delincuentes —preferentemente de cuello blanco—. Estos últimos,
al ser más poderosos, también cometen delitos más peligrosos y destructivos
que exigirían una investigación más compleja.
Hay otro aspecto que también opera en desventaja de los delincuentes
menos poderosos. Cuando se enfatiza el poder de las estructuras (por ejem-
plo de los mercados, de la competencia económica, de las jerarquías militares
o de otros grandes sistemas burocráticos como el Estado), los individuos
no pueden ser hechos penalmente responsables de la misma forma de sus
actuaciones. Las acciones individuales parecen depender más de «contextos»
o de «estructuras» que de la propia voluntad individual, por muy influyente
que sea la persona. Es revelador, sin embargo, que este principio se aplica de
forma altamente selectiva, se le aplica mucho más a los delincuentes pode-
rosos, es decir, con capacidad de influir sobre dichas estructuras, e incluso
de alterarlas, que sobre aquellos otros delincuentes sin capacidad ninguna de
hacerlo. Los actores provistos de gran un poder social y, por tanto, de una
mayor capacidad de crear, influir y modificar dichas estructuras, se benefi-
cian de un trato muy ventajoso frente al presunto poder de dichas estructu-
ras. En los contextos delictivos de cuello blanco, las estructuras se convierten
muchas veces en coartadas para tapar la capacidad de actores económicos
particularmente poderosos de crearlas, modificarlas y de instrumentalizarlas
en su propio beneficio. El «mercado» o las «cuestiones de Estado» se trans-
forman en argumentos suficientes para descargar a esta clase de actores de
sus responsabilidades delictivas. Algo parecido sucede en relación con las es-
tructuras militares: la «Ley de obediencia debida» decretada por el gobierno
de Alfonsín en la Argentina es un buen ejemplo de ello.
Esta clase de argumentos son, al menos en los casos en los que son esgrimidos
por actores poderosos, una mixtificación interesada de la realidad social, mixtifi-
cación que nos vuelte a retrotraer a siglos pasados. Las ciencias sociales nacen de
la convicción de que las «estructuras» no son entes externos, sino cristalizaciones
verificables de acciones individuales —aunque casi siempre masivas— acumula-
das en el tiempo, que están reguladas por reglas y procedimientos, y que dichas
reglas las dictan los actores más poderosos socialemente. Cuando las estructuras
son tenidas no por cristalizaciones acumulativas de acciones individuales, sino
como entres situados por encima de las personas, resulta imposible relacionar
unas con otras: la acción social en general pierde peso frente a las estructuras así
como las motivaciones y los intereses individuales de aquellos que, desde una
determinada posición de poder, protagonizan dichas acciones. El resultado es una
especie de blindaje de aquellos delitos de consecuencias sistémicas cometidos por
personas con gran poder social, frente al pequeño delito de alcance personal y
local cometido por personas sin poder ninguno (ver Kemp et al., 2009, así como
el trabajo de Schünemann en este libro).
La criminología vive hoy una paradoja: a más crímenes menos parecen
interesar sus causas concretas y particulares. Pero si es verdad que los recur-
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«Se tendía —y tiende hoy AFS— a confundir el alza en los niveles absolutos de vida (…) con
el grado de desigualdad en la distribución» (De Miguel, 1998, p. 195).
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trías entre sus miembros (entre marido y mujer, entre hijos varones e hijas,
entre los primogénitos y los demás etc.), asimetrías en la que los individuos
tenían que desempeñar un determinado rol social de por vida. Estos espa-
cios han sido un caldo de cultivo abonado para la proliferación de compor-
tamientos que hoy son tenidos por delictivos, pero que no lo son —o no lo
son tanto— en sociedades tradicionales (por ejemplo los maltratos contra
las mujeres y los niños). De la misma forma, las relaciones de reciprocidad,
uno de los principales mecanismos de interacción social en los espacios tra-
dicionales, fueron decisivas durante todo el período feudal y postfeudal (por
ejemplo entre campesinos y grandes poderes eclesiásticos, entre la nobleza
y los súbditos), un orden, el feudal, que tampoco puede ser calificado de
igualitario o «justo», al menos en el sentido moderno del término (Moreno
y Natotzky, 2000).
La ruptura de los espacios tradicionales y la penetración de las relacio-
nes mercantiles modernas dentro de ellos tiene, por tanto, consecuencias
paradójicas. Por un lado el individuo gana márgenes de libertad frente al
grupo, grupo en el que venía ocupando una posición más subordinada y
estática que igualitaria y dinámica: no hay mejor ejemplo para ilustrarlo que
el lugar que ocupaba la mujer en dichos espacios. Pero, por otro lado —y
aquí radica la complejidad del proceso que vivieron las sociedades occiden-
tales tras la Segunda Guerra Mundial y en vastas áreas del planeta después
de 1980—, las sociedades modernas solo son capaces de combinar indivi-
dualización e igualdad de oportunidades si proporcionan un acceso a recur-
sos económicos, culturales y sanitarios más o menos iguales para todos, es
decir, si van unidas a alguna forma de democracia social y económica. En
espacios ya completamente destradicionalizados estos recursos, es decir, la
carta de ciudadanía social, solo pueden asegurarse por medio de mecanismos
redistributivos institucionalizados de contenido solidario (sistemas fiscales
progresivos destinados a financiar hospitales, sistemas judiciales eficientes,
infraestructuras institucionales de todo tipo). Cuando todos estos recursos
no existen o son insuficientes, las consecuencias de la modernización social
son muy distintas, el tipo de sociedad «moderna» que surge del cambio aca-
ba siendo muy diferente por mucho que el paisaje de todas las sociedades
ahora «modernas» esté repleto de escaparates con los mismos artículos de
moda o de calles saturadas de automóviles privados.
La transición a la sociedad «moderna» puede llegar a ser, por tanto, un
proceso muy diferente de un país a otro, pero en todos los casos va unida a
cambios importantes en los valores y en la definición del bien y del mal, de
las acciones desviadas y de todo aquello que es considerado justo o injusto.
Por un lado, todos estos cambios tienden a erosionar las relaciones asimé-
tricas propias de los espacios tradicionales. La obediencia ciega desprovista
de razonamientos, la violencia ilegítima, el atropello o incluso el sacrificio
por el sacrificio mismo sin más explicación, tienden a estar cada vez más
desacreditados. El rechazo de la subordinación del individuo a los imperati-
vos del grupo —a la familia, al colectivo empresarial liderado por un patrón
autoritario, a los partidos tradicionales, a la comunidad o a cualquier otro—
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obliga ahora a todas estas instituciones a comportarse de otra forma con sus
miembros si quieren seguir funcionando o subsistiendo. La incorporación
de la mujer al mercado de trabajo y su acceso a la educación aceleró conside-
rablemente todos estos cambios. En muy poco tiempo quedó en entredicho
la posición privilegiada que ocupaba el hombre en la familia y en los demás
espacios sociales, el viejo principio de autoridad basado en la división sexual
del trabajo quedó en entredicho.
En realidad, lo que estaba sucediendo es que, como en otros momen-
tos de la historia, los cambios sociales estaban generando nuevas formas
de sentir, de valorar y de juzgar las cosas: estaba surgiendo una nueva
subjetividad. La particularidad de este proceso es que, esta vez, el cambio
fue mucho más rápido y que afectó también a las clases populares. Las
formas de vida, las relaciones interpersonales, los valores y, en conse-
cuencia, también los sistemas formales e informales de gratificación se
vieron fuertemente afectados (ver Díez Nicolás ed., 1994). Los nuevos
medios de comunicación —radio, televisión, sonido— trasladaron todos
estos cambios normativos hasta las zonas más periféricas de las socieda-
des en vías de modernización extendiendo estos procesos al conjunto del
planeta.
Es normal y es obligado que estos cambios sociales incluyan una
nueva forma de entender y de abordar el delito, que revolucionen las
formas de juzgar lo que está bien y lo que está mal. La oposición de los
años 1960 —preferentemente juvenil— al orden moral y a los valores
tradicionales dominantes hasta entonces tiene esa primera lectura. Dicha
oposición afectó a todas las esferas de la existencia: a la cultura y la esté-
tica, a la vida cotidiana y el trabajo, a la visión que se tenía de la política y
del bienestar social. El que esta oposición, unas veces extravagante, otras
solo intelectual, estética o silenciosa, y otras más explícitamente reivindi-
cativas impugnara la legalidad vigente y en parte se adentrara en el campo
de lo que hasta entonces era definido como «delito», es más una cuestión
de grado que una cuestión sustancial. Robert Merton, distinguió tres for-
mas de contestación: la delictiva, la política y la «ritual» o simbólica. Para
este autor se trata de reacciones diferentes a una misma impugnación de
los valores y de las normas vigentes, tres expresiones del mismo fenó-
meno de ruptura moral y cultural que estamos intentando explicar (ver
Merton, 1969: 25s). La tendencia a idealizar la marginalidad y la sociedad
tradicional —búsqueda de pueblos apartados, descubrimiento de la agri-
cultura tradicional y de las costumbres rurales ancestrales etc.—, también
debe ser interpretada en este sentido (para España, ver Rozenberg, 1990),
en este caso como formas «rituales» (R. Merton) de contestación o de
rechazo de los valores dominantes.
Por tanto, la nueva subjetividad, que eclosionó con los movimien-
tos contraculturales de los años 1960, va más allá de sus expresiones co-
yunturales más o menos llamativas, frívolas o simbólicas (movimiento
beatnik, el rock, el llamado mayo del 68 o la moda juvenil: ver Granés,
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2011). Lo que la impulsaba no era un cambio de actitud sin más, sino una
transformación estructural de las sociedades occidentales, cambio que se
iba extendiendo a más y más grupos sociales, regiones y países a través
de los medios de comunicación social y de los nuevos iconos culturales.
Estos cambios afectaron de lleno a la frontera que había venido separado
hasta entonces los comportamientos delictivos de aquellos otros acepta-
dos socialmente.
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En los Estados Unidos los ambientes tradicionales se conservaron durante más tiempo en
los espacios de las primeras generaciones de inmigrantes procedentes de espacios tradicionales de
todo el planeta, sobre todo del este y del sur de Europa. Pero también estos espacios fueron retro-
cediendo con los años aún cuando, con cada ola migratoria, se reprodujeran una y otra vez si bien
siempre a escala decreciente y cada vez más «contamidos» por el vigor de la modernidad capitalista
norteamericana. En general la inmigración le añade complejidad a este cuadro explicativo del delito:
abajo lo trataremos con más detalle.
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Todas las citas de autores no traducidos son traducción de A.F.S.
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En los años del Estado del bienestar esta situación encontró cauces ma-
nejables de articulación, los gobiernos consiguieron tenerla bajo control,
aunque siempre y cuando la aceptaran como un producto no caprichoso
de la modernidad. Los mecanismos institucionalizados de control del delito
funcionaban, y parte de la onda expansiva generada por los cambios nor-
mativos se desvió hacia los movimientos políticos y contraculturales que
quedan fuera de la esfera penal. Por lo general, las políticas penales tenían
la función de recuperar al delincuente, de insertarle en una sociedad que le
daba otra oportunidad para hacer un segundo intento con su vida. Había
instituciones solidarias con capacidad de conseguir que aquellos ciudadanos,
que se habían alejado temporalmente de la legalidad, volvieran a incorporar-
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El caso del mezziogiorno italiano, que ha producido dos o tres de las or-
ganizaciones criminales más estables en el mundo, es el mejor estudiado. La
unificación del país en 1861 fue un proyecto radicalmente liberal propio de
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mediados del siglo xix, e impuesto al sur por las provincias industrializadas
del norte. No vino acompañada de reformas agrarias destinadas a eliminar la
prevalencia de la renta agraria frente a las inversiones productivas y a sanear
la economía laboral local. Estas reformas habrían liquidado muchas inercias
del pasado y generado un desarrollo más sincronizado entre el norte y el sur
del país, con todo lo que esto significa en el plano institucional: creación de
un Estado moderno de tipo weberiano que llega hasta los últimos pueblos
de Sicilia o Reggio-Calabria, afianzamiento del monopolio en el uso de la
violencia en todo el territorio italiano, creación de condiciones para el de-
sarrollo de infraestructuras sociales basadas en mecanismos de solidaridad
institucionalizada etc. En vez de ello, estas regiones se desarrollaron mucho
más despacio que el resto del país y su tejido tradicional se mantuvo intacto
hasta bien entrada la segunda mitad del siglo xx. Las redes clientelares y los
mecanismos de coerción orquestados por los grandes propietarios agrarios
destinados a conservar su poder, primero cuasiseñorial y después unido a
sus negocios de exportación de cítricos, también permanecieron intactos.
Estos mecanismos creados para mantener el dominio de la renta agraria y el
monopolio en la exportación de cítricos, son los antecedentes de las herman-
dades mafiosas de tipo italiano (Arlacchi, 1986, y Paoli, 2000a). Recuerdan
poderosamente a los ejércitos privados creados por las grandes companías
exportadoras en algunos países de América con Estados poco estructurados
como es el caso de las compañías bananeras instaladas a principios del siglo
xx en el norte de Honduras y de Colombia (para el caso hondureño, ver
Barahona, 2005: 91ss).
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1)
Cuando la (brusca) modernización de un tejido tradicional do-
tado de fuertes poderes locales heredados del pasado, y que le
venían disputándole al Estado el monopolio de la violencia, no
incluye reformas estructurales con capacidad de socavar dichos
poderes, lo viejo no desaparece, sino que adquiere una nueva
funcionalidad.
2) En estos casos, las estructuras criminogénicas no se extinguen, sino
que se «modernizan» combinándose con formas más burocratizadas
y formalizadas de interacción social, y dotándose de una considera-
ble estabilidad. También esto parece aplicable a las regiones que se
incorporan de forma brusca a la gran economía global a partir de
1980 o que venían haciéndolo ya en décadas anteriores.
3) La democratización política y el intento de legitimar a través de ella
la acción del Estado no es suficiente cuando persisten las grandes
asimetrías sociales. Todo lo contrario: dicha democratización pue-
de facilitar el entrelazado de instituciones «modernas» —como los
partidos políticos, las democracias liberales y las empresas legales—
con los viejos espacios criminogénicos con el agravante de que los
primeros aportan ahora una legitimidad democrática que antes no
tenían (para México, ver Astorga, 2006, para Honduras, ver d’Ans,
2011, para Colombia, Thoumi, 1997, 2002).
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Aunque sería ingenuo pensar que los individuos activos en las profundi-
dades de los Estados y no sometidos a ningún control ni político, ni legal, y
con una gran libertad para infringir impunemente las leyes, solo se pueden
encontrar en países o regiones con instituciones democráticas débiles. Ja-
nine Wedel ha demostrado que, junto a un «Estado público» más o menos
sometido a la ley y a la transparencia informativa, coexiste prácticamente
en todos los países con un «Estado profundo» (deep state) que se mueve al
margen de la opinión pública y la fiscalización ciudadana, es decir, poten-
cialmente al margen de la ley (Wedel, 2009). Hay muchos episodios crimi-
nales de larga duración y trascendencia que resultan incomprensibles si no
se tiene en cuenta a los actores de estas zonas profundas de los Estados:
desde la reconstrucción de las organizaciones mafiosas en Sicilia y de las
Yakusas japonesas para contener el avance de los programas socializantes
inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, hasta la apertura de
canales internaciones para el transporte de drogas ilegales utilizados luego
por grupos privados de narcotraficantes para financiar acciones encubiertas,
desde la permisividad oficial frente a comportamientos de miembros de las
instituciones financieras con graves consecuencias para la seguridad finan-
ciera hasta los casos de guerra sucia y espionaje de toda la población del
planeta según destaparon las relevaciones de Wikilieaks y del exempleado
de la CIA Edward Snowden (para el apoyo norteamericano a la reconstruc-
ción de la Yakuza en Japón, ver Kaplan y Dubro, 1986, para la apertura de
rutas de transporte de heroína, ver MacCoy, 1991). Por otro lado, no pocos
gobernantes de Estados con monedas débiles, serios problemas para acceder
a divisas y que no se sienten comprometidos con el interés general de sus
países, se han visto tentados a conseguir las preciadas divisas interviniendo
en el control de algunos mercados ilegales como el narcotráfico. Lo hacen
aprovechando el dominio que tienen muchos gobernadores locales sobre
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líticas justas que podían llegar a afectar a los poderes políticos y económi-
cos establecidos (Barahona, 2005, D’Ans, 2011). La debilidad institucional
que vienen arrastrando muchos Estados africanos desde su independencia,
pero que se mantenía a raya mal que bien debido al equilibro de poderes
construido en los años de la Guerra Fría, eclosionaron en los años 1990.
Dicha debilidad es anterior al triunfo del neoliberalismo, pero las políti-
cas de ajuste impuestas por los organismos financieros internacionales y las
consecuencias de la redefinición del mapa estratégico del mundo acabaron
de sobrecargar las débiles espaldas institucionales de muchos de ellos. El
vacío institucional fue lo que fomentó el surgimiento de grupos y caciques
armados vinculados o no a los mercados ilegales, y no su extraordinario
poder o la sofisticación política y militar de sus acciones.
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Pero la pieza del Estado es aún más importante, si cabe, para la com-
prensión del actual contexto delictivo nacido de las dinámicas de globali-
zación descritas. Primero porque la globalización arranca con la disolución
tácita de los pactos políticos y sociales que dieron nacimiento a los Estados
democráticos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Esto quiere decir
que, tras varias décadas de pacto social, los Estados tienden hoy a sentirse
comprometidos en favor de solo una parte de la sociedad. Al hacerlo rom-
pen sus compromisos con las clases menos favorecidas y se concentran en
defender los intereses de los sectores más influyentes. Esto es una vuelta a
la situación anterior a la Segunda Guerra Mundial: los Estados no pierden
protagonismo pero redefinen sus preferencias y compromisos en un sentido
nuevo. Segundo porque, por mucho que el lenguaje de la desregulación su-
giera lo contrario, el sistema financiero no puede funcionar sin la acción de
los Estados. De hecho, la financiarización que eclosiona a partir de 1980 es
el producto de la acción sostenida de —sobre todo— dos Estados altamen-
te influyentes en la esfera financiera internacional: Gran Bretaña y Estados
Unidos. Ambos, inmensos en un lento declive de su competitividad pro-
ductiva, aprovecharon la presencia de las principales plazas financieras en
su territorio para recuperar ventajas económicas perdidas. Este cambio pasó
por una redefinición unilateral de las reglas económicas internacionales que
incluye una determinada forma de concebir y de abordar cuestiones tales
como el riesgo financiero o las finanzas criminales. Son definiciones e inter-
pretaciones más bien unilaterales que se plasman en numerosos documentos
publicados por el Banco de Pagos Internacionales, el Fondo Monetario In-
ternacional o la OCDE en los que se aborda el fenómeno del blanqueo de
capitales en el mundo (ver el trabajo de Fernández Steinko). La redefinición
de las tareas y de las responsabilidades de los Estados en clave neoliberal ha
creado situaciones paradójicas, sobre todo después de 1989. Por un lado ge-
nera una fuerte disminución de los recursos destinados a mantener la segu-
ridad jurídica, institucional y también física que demandan los actores más
implicados en la liberalización económica. La inseguridad y la ineficiencia
administrativa, la corrupción y el propio riesgo económico aumentan en el
mundo amenazando las inversiones privadas debido a la ausencia, no tan-
to de leyes como de personas e infraestructuras con capacidad de hacerlas
cumplir. Las políticas de Estado mínimo provocan así un debilitamiento de
facto de aquellas instituciones destinadas a ponerlas en práctica de forma
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Pero hay, al menos, una (tercera) razón para pedir una mayor colabo-
ración entre ciencia económica y criminología, entre espacios académicos e
instituciones encargadas de reprimir el delito. Los cambios en la normativa
contable y las sucesivas iniciativas destinadas a desregular el sector financie-
ro facilitan la proliferación de comportamientos «alegales» que solo empe-
zaron a ser criminalizados muy poco a poco cuando los países occidentales
empezaron a sufrir sus devastadoras consecuencias en sus propias carnes, es
decir, tras la crisis de 2008. Estos comportamientos pusieron en peligro un
bien público fundamental: la estabilidad del sistema financiero internacional
(Plihon, 2009). Sus actores son profesionales de las finanzas que trabajan a
comisión (sistemas de bonus) con lo cual están fuertemente incentivados a
traspasar los límites de una legalidad muchas veces poco clara y, al menos
hasta ahora, relativamente fácil de esquivar. A pesar de que sus recursos y su
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real de las empresas. Una cantidad cada vez más importante de activos em-
presariales no reflejan ya realidades «objetivas» asociables a un desempeño
económico real (instalaciones, materias primas, patentes), con lo cual mu-
chas decisiones empresariales se toman sin disponer de información fiable
sobre la realidad productiva de la empresa.
Hoy solo algunas partidas contables existen en el mundo real.
Aquí hay que incluir el dinero en efectivo, algunas transacciones
comerciales, algunos valores históricos, los impuestos pagados y
los precios de mercado. Sin embargo, las depreciaciones, el valor
de las marcas sin precio de mercado y, evidentemente, los propios
beneficios, son partidas contables sin existencia empírica ninguna
(Palan y Murphy, 2007: 178).
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Blanqueo y narcotráfico
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mayor parte del coste no sanitario generado por estas dos drogas ilegales: la
violencia, la cultura del dinero fácil, los cohechos etc.
Abordar las finanzas del narcotráfico con sentido común significa divi-
dir la cifra del excedente neto entre el número de actores que participan en
su generación con el fin de calcular del poder económico que recae sobre
cada uno de los eslabones de la cadena de valor añadido. Así, no es lo mismo
que dicho excedente se reparta entre unos pocos actores, a que lo haga entre
varias decenas de miles, y tampoco es lo mismo que estos actores residan
en los países consumidores o que lo hagan en los países productores y de
tránsito. Mientras los excedentes nacidos de la importación y de la gran dis-
tribución interna se distribuyen entre un número relativamente pequeño de,
necesariamente, grandes narcotraficantes —una parte residente en los países
consumidores, otra en los países productores y/o exportadores—, el exce-
dente generado por el menudeo se reparte entre decenas de miles de peque-
ños traficantes. Los primeros generan cantidades económicas importantes
susceptibles de ser blanqueadas, pero el excedente del menudeo, aún siendo
muy importante (ver arriba) se reparte entre miles y miles de pequeños dis-
tribuidores locales que utilizan la mayor parte de los (pequeños) exceden-
tes individuales para mejorar su propio consumo corriente, y un veinte por
ciento para el autoconsumo de drogas (datos para el menudeo de cocaína
en el extraradio de la ciudad de Washington: ver Reuter et al., 1990; en el
menudeo de heroína este último porcentaje es probablemente bastante supe-
rior). Esto hace técnicamente imposible que en el mundo del menudeo, que
es donde se generan los mayores márgenes económicos, se produzcan acu-
mulaciones significativas de activos susceptibles de ser blanqueados. Todo
esto se traduce a cifras económicas importantes, sobre todo si tenemos en
cuenta el PIB per cápita de algunos países y regiones, así como el carácter
marginal de muchos de los ambientes del menudeo. Pero nada tienen que
ver estas cifras con aquellas otras incluidas en muchos documentos oficiales,
publicaciones periodísticas e incluso algunas académicas citadas y repetidas
hasta la saciedad (ver el trabajo de Fernández Steinko). Lo que resulta lla-
mativo, en cualquier caso, es el escaso interés que muestran los gobiernos
de los grandes países consumidores de drogas ilegales por explorar de forma
racional la verdadera dimensión económica del narcotráfico y de sus bene-
ficios netos.
En algunos países tales como Myanmar, Afganistán, Colombia, Honduras
o México, o en algunas de sus regiones, la economía del narcotráfico tiene un
coste sin duda importante. Pero dicho coste no se puede «medir» recurriendo
solo a argumentos cuantitativos o forzando un poco más el discurso de las
«grandes cifras». El daño es, sobre todo, cuantitativo, y debe colocarse al lado
de los «beneficios» económicos que hemos comentado arriba, y que se deri-
van de una situación crónica de emergencia financiera. Ambas cosas obliga a
rebajar la carga moral del problema, pero sobre permitiría entender mucho
mejor el fenómeno que nos ocupa. El dinero de la droga es, en primer lugar,
un dinero rápido y fácil que desincentiva la economía productiva y consolida
la mentalidad de la renta alimentando la espiral del subdesarrollo. Es dinero
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que, en parte, se traduce en cohechos y degrada aún más una salud institu-
cional de países y regiones que ya era débil o estaba bastante degradada. Es
un dinero que en algunas zonas del mundo aviva el fuego ya prendido de la
violencia hasta alcanzar niveles estratosféricos. Pero conviene insistir también
aquí en la idea del mestizaje criminal: ni esta violencia es producto solo o
inicialmente del narcotráfico o de la comisión de otra clase de delitos, ni la
degradación de la salud política e institucional se debe solo o preferentemente
al narcotráfico, ni el cáncer del dinero fácil se reproduce solo por acción de
los mercados ilegales. Hay comportamientos económicos legales, propios de
economías de rentas agrarias y de situaciones de reparto muy desigual de la
propiedad de la tierra, cuyas consecuencias son comparables, incluidos sus
efectos sobre la violencia. Una parte significativa de los excedentes netos ge-
nerados por el narcotráfico en los países exportadores y de tránsito se traduce
en consumo de productos importados y en rentas agrarias e inmobiliarias,
casi nunca en inversión productiva y, menos aún, por cierto, en activos fi-
nancieros de alto riesgo (para Colombia, Reyes Posada, 1997, para los Países
Bajos, Duyne y Levi, 2005, para España, Fernández Steinko, 2012). Pero —
repetimos— el tipo de economía y de estructuración social que produce el re-
parto desigual de la propiedad de la tierra, la naturaleza «liberal-oligárquica»
de los sistemas político-institucionales, o el «clientelismo familiar» (D’Ans)
que prolifera desde tiempos inmemoriables en amplias zonas de América La-
tina, por ejemplo, tiene efectos muy similares, incluso más perdurables y es-
tructurales, a los provocados por la economía de las drogas: el delito, y más
concretamente el narcotráfico, no es el origen de todos los males, y estos no
van a solucionarse de la noche a la mañana con su desaparición.
Por tanto, también esta realidad está alejada del discurso criminal domi-
nante. El narcotráfico se ha convertido en uno de los delitos-estrella en la
era de la globalización, la conducta más unánimemente criminalizada en la
esfera internacional. Esto permite separar las actividades y las consecuencias
del narcotráfico de las actividades y las personas legales, pero esto no quie-
re decir que la realidad sea tan simple. Los narcotraficantes son fácilmente
etiquetables como unos «otros» que no tienen nada que ver con los «nues-
tros», pero «los nuestros» son los que pagan toda la cadena del narcotráfico
con su consumo final, y «los nuestros» son los que más se benefician econó-
micamente del narcotráfico. Con la «sobrecriminalización del narcotráfico»
(Bernd Schünemann) se intentan concentrar todos los males y las desgracias
que han venido afectando al mundo contemporáneo en las últimas décadas:
desde el sida a la desestructuración familiar, desde el debilitamiento de los
Estados al reto que representan los grupos criminales, desde el aumento de
los homicidios hasta el incremento de la inseguridad ciudadana en general.
No es casualidad que mucho más del cincuenta por ciento de toda la pobla-
ción carcelaria del planeta lo sea por delitos de narcotráfico.
Pero insistimos: esta interpretación blanquinegra del delito en general y
del narcotráfico en particular no se corresponde con la realidad. Y no solo
porque los principales protagonistas de los mercados ilegales son, se mire
como se mire, los demandantes de productos y servicios ilegales, muchos de
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en desarrollo y en algunas regiones de los del este y del sur de Europa era
aún muy superior al cincuenta por ciento (pequeños agricultores, artesa-
nado, pequeñas empresas que operan en los mercados locales, autónomos
tradicionales etc.), se pueden apreciar fácilmente las consecuencias demo-
gráficas y también delictivas de la fulminante destrucción de todo este tejido
a partir de la década de los años 1980 (ver las «dos combinaciones letales»).
Partes sustanciales de las poblaciones enclavadas en los espacios tradiciona-
les tuvieron que emigrar en poco tiempo para buscar un trabajo en la eco-
nomía sumergida de las ciudades, que es donde se concentran las mayores
oportunidades de empleo. Primero hacia las (grandes) ciudades de los pro-
pios países en desarrollo, que experimentaron un crecimiento sin preceden-
tes convirtiéndose en espacios inabarcables y casi imposibles de gestionar
(Davis, 2003). Y segundo, hacia los países desarrollados en los que se van
formando anillos de barrios social y físicamente segmentados de sus zonas
más prósperas, y donde la población inmigrante y la población autóctona
empieza a competir por unos recursos cada vez más escasos en medio de
una tendencia global hacia el aumento de la exclusión (Young, 1999: 6ss.).
A partir de la década de 1980 el número de personas que siguen la estela
inversa del tráfico de mercancías y de capitales, es decir, del sur al norte, va
rápidamente en aumento. Los movimientos intercontinentales de población
son conocidos de anteriores procesos de globalización como el que se dio a
ambos lados del Atlántico hacia principios del siglo xx (Hobsbawm, 1995).
Sin embargo, desde la Segunda Guerra Mundial no se había visto un movi-
miento internacional de personas tan importante en tan poco tiempo.
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Todo esto no debe llevar a dar por imposible una identificación racional
de los peligros y de los riesgos que emanan de lo que podría estar detrás
del llamado «crimen organizado»: el trabajo de Fernando Moreno en este
libro demuestra que es posible hacerlo. El que la subjetividad de las perso-
nas forme parte de una situación objetiva en un determinado momento no
debe llevar a pensar que la frontera entre lo subjetivo y lo objetivo ha dejado
de existir, que las percepciones de la realidad puedan ser tratadas como el
fenómeno objetivo que provoca esta o aquella reacción subjetiva al mismo.
Lo que aquí estamos intentando decir en relación con el crimen organizado
es similar a lo que veíamos arriba en relación con la criminología en general
y con las finanzas en particular: el que el elemento subjetivo —expectati-
vas de negocio, previsiones, temores de los accionistas o de los ciudadanos,
etc— se haya instalado en la teoría y en las prácticas económicas y políticas
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Por mucho que este tipo de figuras permitan legitimar ataques preventi-
vos o estrategias bélicas de lucha contra el delito sintomatizan más debilidad
que fortaleza. En un mundo tan desigual como interdependiente como el
que ha creado la globalización neoliberal, ni las soluciones tecnológicas ni
las policiales, ni menos aún los discursos penales y de seguridad, van a ser
capaces de evitar el efecto de los vasos comunicantes nacido de la inter-
dependencia entre países, culturas y civilizaciones. El ex presidente checo
Vacrav Havel describía este efecto de la siguiente forma refiriéndose a la re-
lación entre el Este y el Oeste de Europa y que, es plenamente extrapolable
a las relaciones norte-sur.
No es posible que media habitación permanezca caliente indefini-
damente mientras la otra media sigue fría. Es igual de inimaginable
como la posibilidad de que dos Europas diferentes pudieran vivir
lado a lado de forma indefinida sin coste para ambas (V. Havel, cit.
en Young, 1999: 19).
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diferentes entre sí, sin que se vea afectada la funcionalidad de los espacios
más competitivos y relevantes. La normalidad no queda destruida, pero se
concentra más y más en unos espacios donde la ley se cumple y se hace
cumplir. En otros —los «vertederos humanos» de Zygmund Bauman— es
posible y aparentemente también necesario aplicar políticas excepcionales
de lucha contra el crimen que, poco a poco, se van saliendo del ámbito del
derecho y de la legalidad.
Por tanto, no se puede decir que esta política de territorialización del
delito no tenga resultados prácticos o sea una mera construcción ideológico-
cultural. Al mover el delito en el espacio físico y simbólico, este empieza a
hacerse invisible para los votantes residentes en los barrios menos depri-
midos que son los que cuentan política y económicamente. Instalados en
el interior de un horizonte espacial y cognitivo ahora libre de amenazas,
empiezan a pensar que el crimen está efectivamente bajo control mientras
van manifestando su apoyo a este tipo de políticas de control del delito
cancelando, a veces imperceptiblemente, su empatía hacia unos cuidadanos-
delincuentes concentrados en lugares cada vez más distantes, y cada vez más
fáciles de concebir como insecuritas. El objetivo de hacer el delito políti-
camente manejable, de gestionarlo sin necesidad de atacar sus causas, se ha
alcanzado. Los votantes mejor situados aprenden a vivir con la sensación,
de que los gobiernos le están ganando la batalla al crimen sin dejar de sos-
pechar que, en realidad, solo ha desaparecido de su vista. La diferencia entre
realidad y percepción del crimen aumenta y se hace más difícil vivir la reali-
dad como un espacio único e interdependiente donde esté vigente la noción
de ciudadanía.
En realidad se trata de una doble moral que ahora aflora en el corazón
de los espacios más modernos del planeta: por un lado se aceptan y defien-
den los derechos políticos universales que son la carta de presentación de
los sistemas democráticos occidentales, también frente a terceros países. Se
defienden el derecho a la intimidad y a un juicio justo, las garantías penales
y procesales, se reivindican las tradiciones de justicia y tolerancia del mundo
occidental. Pero la cultura de la segmentación, que incluye un no querer ver
lo que hay al otro lado de la calle, es una negación cotidiana de la idea de
ciudadanía que es la que le da sentido a todo lo anterior. En medio de esta
doble moral, que hoy asumen y propagan intelectuales, políticos y creadores
de un amplio espectro político, la respuesta de las administraciones no deja
de ser más y más defensiva. Estas, enredadas en discursos ideológicos, mo-
rales y criminales contradictorios, desarrollan estrategias de lucha contra el
delito cada vez más envueltas en lenguajes militares formalmente ofensivos.
Ya hemos señalado que esta clase de contradicciones entre discurso y rea-
lidad alimentan la «primera combinación letal», lo cual no es un buen dato
para avanzar en la solución del problema del crimen.
Los discursos de la «guerra contra el crimen», que van militarizando,
bien literal, bien simbólicamente, la vida urbana y la propia gestión de su
espacio van ganando terreno, «las relaciones sociales son definidas ahora
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las, noticias y relatos políticos que, o bien están situados en el norte, o bien
tienen sus intereses en aquella parte del mundo.
Por ejemplo: la transmisión de los atentados del 11-S en Nueva York,
que fue vista al mismo tiempo por millones de personas en todo el mundo,
despertó una ola mundial de solidaridad espontánea con la población neo-
yorquina. Pero estas imágenes contrastan con la escasez de información y de
imágenes que documenten masacres a veces comparables cometidas contra la
población de otros países con mucha más insistencia y crueldad: el intermina-
ble sufrimiento palestino es un buen ejemplo de ello. Muchas veces las formas
de interpretar el delito, el bien y el mal, se basan en criterios en los que los
ciudadanos de determinados países, religiones, razas o etnias se ven discri-
minados por mucho que se esfuercen por adoptar como propia una «cultura
globalizada» en la que su piel, su lengua y su civilización tienden a ocupar el
lado oscuro (Aas, 2007: 89ss). Estas contradicciones no se suavizan con la mo-
vilidad geográfica, la inmigración y el carácter multicultural y multiétnico de
cada vez más espacios urbanos, sino que más bien se agudizan. Puede parece
paradójico, pero no lo es tanto si aceptamos nuestras dos combinaciones leta-
les como propuesta explicativa. ¿Qué puede sentir una persona de raza negra
o religión musulmana nacida, crecida y plenamente identificada con la cultura
del país del norte desarrollado en el que ha nacido cuando asiste a un acto de
solidaridad selectiva en el que las víctimas de su propia raza o religión son
tratadas con mucha menos empatía que las de raza blanca o religión cristiana?
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Conclusiones
El delito se ha instalado en la vida de la población contemporánea. Esto
no es el resultado de la proliferación generalizada de un mal antropológico
sobre la tierra debido a la disolución de los lazos familiares, comunitarios o
religiosos, o de la bajada a la tierra de un riesgo abstracto y omnipresente.
Se debe a un aumento de la intolerancia frente al delito combinado con una
determinada forma de acceso a la modernidad. Los mecanismos mercantiles
y competitivos de generación de expectativas no van unidos a la posibilidad
de realizar dichas espectativas en la práctica para sectores crecientes de la
población mundial. Esta situación viene de la mano de la destrucción de
las infraestructuras institucionales destinadas a crear espacios mínimamente
ordenados y solidarios de convivencia que suavicen y hagan manejables las
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crean las condiciones para su realización dentro del marco de los recursos
económicos, ambientales, financieros y culturales de los que hoy dispone
la humanidad. La primera salida pasa por la cancelación de la ciudadanía
política y social, por la vuelta a una situación de ausencia de libertades y
de los derechos sociales y económicos que las cimientan. La consecuencia
no sería solo un aumento de la desigualdad en el acceso a todo tipo de
recursos —económicos, sociales, ambientales, culturales etc.—, sino una
vuelta a un período de enfrentamiento entre naciones, países e individuos
que sólo se podrá mantener a raya temporalmente forzando un poco más
la segmentación espacial y social, impidiendo que los vasos se comuni-
quen. Sería la vuelta a la jungla hobbesiana, solo que con los recursos tec-
nológicos del presente y con un aumento casi explosivo de la presión de-
mográfica y ambiental del líquido contenido en los vasos comunicantes.
En algunas zonas del mundo, también del mundo occidental, se acumulan
síntomas de esta situación que, no es un escenario de ciencia ficción como
puede comprobar cualquiera que viaje hoy por el mundo. La falta de trans-
parencia democrática y la desigualdad volverán a hacer invisibles muchos
comportamientos delictivos para la parte más privilegiada de la sociedad,
la coerción se instalará en la cultura cotidiana de los ciudadanos debido al
uso público y también privado de armas de fuego, el vecino, el ciudadano,
el compañero de trabajo, el país fronterizo o el inmigrante se convertirán
en sospechosos, en enemigos potenciales a batir y, en caso de necesidad, a
eliminar físicamente. Es improbable que una situación así, fuertemente cri-
minogénica, pueda mantener calientes las habitaciones de los privilegiados
mientras las de las mayorías se van enfriando cada vez más. Las alambradas
y los guetos son soluciones muy provisionales en un planeta cada vez más
poblado e interdependiente.
La segunda salida pasa por reorientar la economía y la política hacia un
modelo más cooperativo que competitivo, ponerlas al servicio de las nece-
sidades colectivas, de los recursos escasos y de muchas otras cosas impres-
cindibles para una coexistencia civilizada y sostenible en un planeta finito.
Naciones Unidas plasma este tipo de escenarios una y otra vez en sus nume-
rosos documentos y resoluciones. Por ejemplo:
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131
II. Sociología y economía
política de la delincuencia
contemporánea
2. Las paradojas del crimen organizado1
Letizia Paoli
Universidad de Lovaina (Bélgica)
Introducción
En la década de los noventa el problema del crimen organizado atrajo la aten-
ción de las organizaciones internacionales, de las instituciones estatales y de la
opinión pública de muchos países que hasta entonces no se sentían afectados por
el problema. Esta cuestión, que tradicionalmente solo tocaba a un número limi-
tado de países, se ha convertido en un importante tema el debate público en todo
el mundo. De hecho, la expresión «crimen organizado» es una especie de consig-
na que expresa la creciente preocupación de las instituciones públicas nacionales
y supranacionales, aunque también de la ciudadanía, por el crecimiento de los
mercados ilegales nacionales e internacionales, por el aumento de la movilidad
internacional de los criminales y por su presunta capacidad creciente de conta-
minar la economía lícita y de minar las instituciones políticas. En la Conferencia
Ministerial Mundial reunida en Nápoles y convocada por Naciones Unidas en
1994 se planteaba claramente el problema:
No hay duda: el crimen organizado transnacional tiene una nueva
dimensión que va más allá de formas más tradicionales de crimen
organizado. Ha emergido como uno de los retos más alarmantes…
para la seguridad de la humanidad… El crimen organizado trans-
nacional, dada su capacidad de ampliar sus actividades y de atentar
contra la seguridad y la economía de los países, en particular de
aquellos en vías de desarrollo y en transición, supone una de las
mayores amenazas a las que hoy se enfrentan los gobiernos que
intentan garantizar la estabilidad, la seguridad de su población,
preservar el tejido social y la viabilidad y el desarrollo de sus eco-
nomías (UNESC, 1994a: 3).
Sin embargo, este aumento del interés por el fenómeno del crimen
organizado no se ha traducido en ninguna aportación a la clarificación
de un debate que viene produciéndose ya desde los años cincuenta
en el seno de las fuerzas de seguridad, entre los responsables políticos
y los sociólogos norteamericanos y en menor medida de otros países.
1
Traducido del inglés: Armando Fernández Steinko (AFS).
135
Letizia Paoli
Este trabajo examina estas dos «paradojas del crimen organizado». Las
afirmaciones que acabamos de hacer contradicen muchas de las creencias
generalizadas: son, literalmente para doxa y por ello suenan no creíbles o, al
menos, desconcertantes. La cuarta y quinta sección de este artículo aporta
varios argumentos teóricos y empíricos que explican estas paradojas. Antes
de entrar en el análisis de las mismas, la primera parte del artículo explica
el proceso por medio del cual las dos nociones de crimen organizado antes
mencionadas llegaron a superponerse. La primera sección resume brevemen-
te el debate estadounidense sobre el crimen organizado pues fue en aquel
país donde se produjo la confusión por primera vez. La segunda sección
muestra cómo se ha importado esta enredada superposición de significados
a Europa. A continuación, en la tercera sección, se muestran los modos por
los cuales dicha concepción confusa e inconsistente está determinando en
136
Las paradojas del crimen organizado
El debate estadounidense:
del paradigma de la «conspiración extranjera» al de la «empresa ilegal»
137
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138
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144
Las paradojas del crimen organizado
145
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Por otro lado, para reflejar la evidencia empírica, los autores consideran
que es necesario explotar la extensión semántica de la expresión «organiza-
ción» argumentando —de forma bastante inconsistente— que «las organiza-
ciones criminales transnacionales abarcan desde las organizaciones altamen-
te estructuradas hasta las redes más fluidas y dinámicas» (ibíd.: 11). Con el
fin de poder presentar el crimen organizado como un verdadero problema
global, los requisitos organizativos exigidos para poder hablar del fenómeno
se reducen drásticamente hasta el punto de que, incluso las «redes fluidas y
dinámicas» son tenidas por «organizaciones».
En la Unión Europea se ha utilizado un procedimiento análogo. Para
justificar su intervención, el Consejo de la UE presenta el crimen organi-
zado como una nueva amenaza, cuya novedad radica en la creciente impli-
cación de los delincuentes pertenecientes a organizaciones para la provisión
de bienes y servicios ilegales. Esta visión se refleja claramente en el principal
documento programático de la UE, el «Plan de acción para combatir el cri-
men organizado», adoptado por el Consejo de la Unión Europea el 28 de
abril de 1997. De hecho, su frase inicial sostiene que:
El crimen organizado se está convirtiendo en una amenaza cada
vez mayor para la sociedad tal y como la conocemos y queremos
preservar. La conducta criminal ya no es dominio exclusivo de los
146
Las paradojas del crimen organizado
Si esto quiere decir que tan solo tres personas son suficientes para for-
mar una organización criminal, es razonable preguntarse si la (supuesta)
presencia creciente de estas entidades en el mundo de la ilegalidad es real-
mente una amenaza tan nueva como reza el texto del Plan. La falta de cla-
ridad que rodea a este problema también ha dificultado las negociaciones
para la elaboración de una Convención de Naciones Unidas contra el cri-
men organizado transnacional. Durante más de dos años ha sido imposible
encontrar una descripción que fuese del agrado de todas las partes y dada la
ambigüedad del término, se adoptó finalmente una definición amplia que se
refiere a los delitos castigados con una privación de libertad máxima de al
menos cuatro años (AGNU, 2000).
147
Letizia Paoli
La primera paradoja
148
Las paradojas del crimen organizado
Sin el Estado
Contra el Estado
Pero además hay que recordar que los actores de los mercados ilegales
tienden a operar bajo la constante amenaza de una detención o de que sus
activos sean interceptados por las fuerzas de seguridad. Esta es otra de las
consecuencias de operar «al otro lado de la ley» pues los productos con
los que comercian están, por definición, o bien absolutamente prohibidos o
altamente restringidos. En realidad, el riesgo efectivo de detención e inter-
149
Letizia Paoli
150
Las paradojas del crimen organizado
151
Letizia Paoli
empresas familiares, otras son grupos que surgen alrededor de un líder (ca-
rismático) y que luego consiguen estabilizarse desarrollando una rudimen-
taria división del trabajo. Pero la mayoría de las organizaciones establecidas
para la producción y la provisión de productos ilegales se pueden definir más
como equipos o grupos de trabajo (inglés: crews AFS): asociaciones flexibles
de personas que se unen, separan y vuelven a juntar según van surgiendo las
oportunidades de negocio. Dentro de los grupos de trabajo las funciones
y tareas suelen ser intercambiables y no se exige dedicación exclusiva. De
hecho, muchos integrantes de los grupos a menudo adoptan funciones que
se solapan con las realizadas por ellos mismos en otras empresas criminales2.
La evidencia empírica demuestra, además, que las relaciones entre las
empresas ilegales se acercan más a la competencia que a la connivencia o la
colaboración. Aunque algunos proveedores pueden ocasionalmente ejercer
un poder monopolista considerable sobre un mercado local (habitualmente
pequeño) la mayoría de las empresas ilegales actúan más como tomadores
que como fijadores de precios. Ninguna es capaz de influir de forma apre-
ciable sobre el precio de un producto controlando la oferta y forzando al
resto de los participantes a aceptar una determinada estructura de precios.
Para los observadores externos, las empresas ilegales a menudo parecen
funcionar en forma de redes. De hecho la conexión internacional entre pro-
ductores y consumidores de estupefacientes y de otros productos ilegales
—desde los coches robados hasta la trata de mujeres explotadas sexualmen-
te— se produce por medio de cadenas de individuos, de equipos y pequeños
grupos. Así, en Alemania varios estudios llegan a la conclusión de que las
redes son la forma de crimen organizado más frecuentes en ese país (Rebscher
y Vahlenkamp, 1988; Dörmann et al., 1990; Weschke y Heine-Heiß, 1990).
El concepto de red es una construcción útil para describir el sistema
de distribución de productos ilegales. Sin embargo, la fuerza y la cohesión
de la mayoría de las redes ilegales no debería sobrevalorarse. Aunque pue-
den entablarse relaciones a largo plazo entre los miembros de la red, la ma-
yoría son relaciones mercantiles basadas en la independencia de las partes,
relaciones que no son exclusivas en ningún sentido y que tampoco están
organizadas de forma centralizada. Cada empresario ilegal es libre de bus-
carse otros socios para abordar la próxima transacción y normalmente aquel
suele pertenecer a más de una red a la vez pues está en contacto con varios
proveedores y tiene numerosos clientes a los que ofrecer su mercancía. En
todos los puntos de la red, los actores generalmente solo conocen a su(s)
proveedor(es) y comprador(es) inmediatos, con lo cual ignoran toda la ex-
tensión y estructura de la misma. Por último, no hay que olvidar nunca que
las redes ilegales son espacios sumamente volátiles. Cambian constantemen-
te su forma y su extensión según se van incorporando nuevos participantes
2
Reuter, 1983; 1985; Reuter y Haaga, 1989; Adler (1988) 1993; Lewis, 1994; Chin, 1996;
Rebscher y Vahlenkamp, 1988; Korf y Kort, 1990; Fijnaut, 1997; Becchi, 1996; Arlacchi y
Lewis, 1990 y Paoli, 2000b.1.
152
Las paradojas del crimen organizado
153
Letizia Paoli
Al igual que en la mayoría de los demás delitos, las actividades del mer-
cado ilegal requieren cierto grado de planificación y de organización. Si se
emplea el término «organización» para referirnos a «la estructura de una
cadena de eventos, de un proceso de interacción, en la que diferentes indi-
viduos y grupos participan de distinta manera en distintas etapas» (Cohen,
1977: 98), desde luego se puede afirmar que los negocios ilegales tienen una
organización. Aunque se han realizado varios estudios sobre el tema a lo
largo de los últimos veinte años, estas «estructuras de actividad», como las
denominó Albert Cohen en su famoso artículo de 1977, siguen mereciendo
más atención de la que han recibido hasta ahora.
Los trabajos sobre «estructuras de actividades» deben actualizarse fre-
cuentemente, pues las actividades delictivas son muy reactivas al entorno y
se transforman rápidamente según va cambiando este. En los últimos veinte
años, nuevas actividades, como el blanqueo de dinero y la eliminación de
residuos, han sido criminalizadas por las legislaciones de muchos países. La
provisión de estos nuevos productos ilegales ha atraído tanto a empresarios
con experiencia en otros productos ilegales como a nuevos autores con y sin
competencias específicas en la rama legal del negocio, actores que simple-
mente quieren ganar su dinero lo más rápidamente posible.
Los avances tecnológicos han permitido a los empresarios ilegales inter-
cambiar sus productos y establecer contactos entre sí de una forma nueva.
Los teléfonos móviles, los ordenadores, el internet, así como el aumento de
la oferta de servicios de transporte, también han cambiado el modo en el
que se organizan los negocios ilegales. Estos nuevos medios de comunica-
ción y transporte permiten transferir grandes cantidades de bienes ilegales
(drogas, armas, personas) de un lado a otro del planeta con una facilidad y
una rapidez que resultaban inimaginables hace treinta años. En vez de dar
por hecho el aumento del papel de los delincuentes pertenecientes a grandes
154
Las paradojas del crimen organizado
3
Las economías de diversificación son aquellas que resultan del uso compartido de instala-
ciones para producir o procesar más de un producto o un servicio (Teece, 1980). Ver también
Chandler, 1978, cap. 2.
155
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La segunda paradoja
Ni empresas…
156
Las paradojas del crimen organizado
4
El término «tríada» fue acuñado por los británicos para representar un símbolo utilizado por
los miembros de la tiandihui referido a las tres fuerzas principales del universo: Cielo, Tierra y
Hombre.
157
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158
Las paradojas del crimen organizado
Hay que recordar que las familias tienen sus propios negocios y
que estos conciernen a todo lo relacionado con el territorio que
controlan dichas familias. Por ejemplo: si en un barrio de Roma
hay una familia, todo lo que forma parte de dicha comunidad le
interesa, ya sea la política, las obras públicas, las extorsiones, el
tráfico de drogas, etcétera. En la práctica, la familia es soberana y
controla todo lo que sucede en ese territorio (CPM, 1992: 516).
159
Letizia Paoli
6
Solo unas cuantas operaciones económicas están prohibidas bajo el código de normas de la
organización, normalmente con el argumento de que mancharían la reputación colectiva del grupo.
Por ejemplo: la Cosa Nostra siciliana y estadounidense, y en menor medida también la ’Ndrangheta
calabresa, les prohíben a sus afiliados que traten con prostitutas y presentan esta cláusula como
signo de distinción entre ellos y los no mafiosos (Paoli, 1997; 2000a).
160
Las paradojas del crimen organizado
…Ni burocracias
7
Conúltese el concepto de solidaridad mecánica en http://es.wikipedia.org/wiki/Solidaridad_
(sociolog%C3%ADa) (AFS).
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8
En el texto original se habla del universo del crimen organizado chino. Entendemos que se
trata de una errata (AFS).
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Las paradojas del crimen organizado
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164
Las paradojas del crimen organizado
una gran relevancia» (Eisenstadt, 1956: 91). En otras palabras: las organizacio-
nes mafiosas son una combinación entre intercambio específico y lo que en
la bibliografía antropológica se denomina «intercambio generalizado». Esta
última expresión, acuñada por Marcel Mauss en su ensayo Sur le don y luego
ampliada por Claude Levi-Strauss, se utiliza hoy para denominar las relacio-
nes no utilitarias e incondicionales necesarias para establecer unas condiciones
básicas de confianza y de solidaridad y para cimentar lo que Emile Durkhe-
im denominó «los elementos precontractuales de la vida social» (Eisenstadt
y Roniger, 1980; 1984). La pertenencia a un grupo mafioso se caracteriza, en
definitiva, por la existencia de un tupido entramado de instrumentalidad y
solidaridad, de egoísmo personal e implicación incondicional. Quien no tenga
en cuenta ambos lados de esta relación no logrará comprender ni su significa-
do profundo ni tampoco la fuerza y la estabilidad de estos grupos.
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Las paradojas del crimen organizado
9
Los grupos «supremacistas» (inglés: supremacist groups) postulan la superioridad étnica, racial
o sexual de un grupo social por encima de otro (nota AFS).
169
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Las paradojas del crimen organizado
171
Letizia Paoli
10
Otros ejemplos son las redes de las comunidades de inmigrantes de italianos del sur y de
turcos en Europa, América y Australia, que han sido ampliamente explotados en los últimos treinta
años por una minoría de sus miembros sin el conocimiento del grueso de sus integrantes para trans-
portar y vender heroína a los mercados de consumo finales. Durante las décadas de los setenta y los
ochenta, los masones y otras asociaciones semisecretas similares han desempeñado un papel crucial
para favorecer los contactos entre los líderes de las familias mafiosas sicilianas y representantes del
crimen corporativo y las instituciones estatales. Igualmente, tras la caída del telón de acero, una
red de antiguos agentes de la KGB facilitaron el traslado y venta de armas sofisticadas, incluyendo
nucleares, así como conocimientos e información al mercado ilegal.
172
Las paradojas del crimen organizado
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Letizia Paoli
174
Las paradojas del crimen organizado
Conclusiones
Explicando las paradojas del crimen organizado, las secciones prece-
dentes muestran que las nociones de «provisión de productos ilegales» y
de «organización criminal», dos fenómenos que suelen presentarse como
solapados, deben mantenerse separados. Por un lado, los bienes y servicios
ilegales tienden a producirse y comerciarse por una miríada de pequeñas
empresas efímeras que casi nunca consiguen consolidarse y convertirse en
empresas criminales a gran escala. Los factores que promueven el desarrollo
de empresas a gran escala en la economía legal se ven frenados en el mundo
de la ilegalidad por una serie de limitaciones estructurales derivadas justa-
mente del carácter ilegal de los productos. Por otro lado, las organizaciones
criminales duraderas que sí existen y que normalmente se consideran el pro-
totipo del crimen organizado no pueden reducirse a su dimensión econó-
mica, puesto que ya existían antes de que aparecieran los mercados ilegales
modernos y porque han llevado a cabo muchas funciones no económicas a
lo largo de su, en parte, ya muy larga existencia. Asimismo, cuando inter-
vienen en los mercados ilegales, las asociaciones mafiosas también deben
tener en cuenta las limitaciones derivadas de la ilegalidad de los productos.
Los consorcios mafiosos casi nunca operan como una unidad aislada y la
iniciativa económica se deja en manos de familias individuales, e incluso con
mayor frecuencia, de miembros individuales.
Como se ha visto en la segunda parte de este trabajo, las limitaciones
que impiden el surgimiento de empresas criminales a gran escala activas en
los mercados ilegales solo pueden ser parcialmente superadas por actores
unidos entre sí por lazos no económicos. Estos últimos son un recurso im-
portante que permite garantizar la estabilidad de las asociaciones mafiosas
durante siglos y promover el desarrollo de redes criminales flexibles basadas
en lazos familiares y étnicos, pero constituyen también una importante limi-
tación a la ampliación de sus actividades.
El cruce de estas dos limitaciones —las generadas por la ilegalidad de los
productos y las generadas por la dependencia de lazos no económicos— es
lo que nos permite albergar algún optimismo. Los mercados ilegales pros-
perarán siempre que haya una demanda de productos ilegales por parte de
la población. Los beneficios adicionales garantizados por la ilegalidad suelen
ser lo suficientemente importantes para atraer constantemente a nuevos pro-
veedores con capacidad de sustituir a los que son detenidos o alejados por
la acción de las fuerzas de seguridad. No obstante, las limitaciones arriba
175
Letizia Paoli
176
3. Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
Fernando Moreno
1
Quizás quedarían fuera de la delincuencia organizada tan solo los delitos con un componente
pasional lo suficientemente grande como para producir obcecación o trastorno mental a sus autores,
impidiéndoles pensar con un mínimo de racionalidad.
177
Fernando Moreno
178
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
179
Cuadro 3.1. Comparativa de definiciones de crimen organizado
180
Asociación criminal Grupo criminal Grupo criminal organi- Organización criminal
Indicadores de la UE (doctrina) (Código penal) zado (doctrina) (Código penal)
Indicadores obligatorios
Fernando Moreno
1.1. Dos o más Dos o más personas Dos o más personas Dos o más personas Dos o más personas
personas
1.2. Período prolonga- Estabilidad temporal Estabilidad temporal Estabilidad temporal o
do o indefinido tiempo indefinido
1.3. Delitos graves Delitos Delitos, o faltas reite- Delitos (graves) Delitos, o faltas reite-
radas radas
1.4. Búsqueda de bene- Búsqueda de beneficios
ficio o poder o poder
Elevado número de Elevado número de
personas (agravante) personas (agravante)
Indicadores opcionales
Estructurales Estructura (simple) Estructura Estructura (compleja) Estructura
2.1. Reparto de tareas Reparto de tareas Reparto de tareas Reparto concertado y
específicas específicas coordinado de tareas o
(estructura compleja) funciones
2.2. Uso de disciplina o Uso de disciplina
control interno o control interno
(estructura compleja)
Indicadores de actividad
2.3. Uso de violencia o Uso de violencia o inti-
intimidación(1) midación (delito grave)
2.4. Uso de influencia Uso de influencia
ilegítima ilegítima y corrupción
y corrupción (delito grave)
2.5. Uso estructuras Uso de estructuras co-
comerciales merciales
(estructura compleja)
2.6. Uso de Blanqueo Uso de blanqueo
(delito grave)
2.7. Actuación
internacional
Medios disponibles Medios disponibles
(agravantes) (agravantes)
Armas o instrumentos Armas o instrumentos
peligrosos peligrosos
Medios tecnológicos Medios tecnológicos
avanzados de comuni- avanzados de comuni-
cación o transporte, es- cación o transporte, es-
pecialmente aptos para pecialmente aptos para
facilitar la ejecución de facilitar la ejecución de
los delitos o la impuni- los delitos o la impuni-
dad de los culpables dad de los culpables
Fuente: Elaboración propia.
(1) El uso de violencia o intimidación se considera como un indicador de actividad, puesto que refiere un cierto modus operandi de actuación en
la comisión de delitos. Sin embargo, también es posible entenderlo como un indicador de estructura en tanto en cuanto constituye una cierta
forma específica de interrelación entre los miembros de una organización criminal.
181
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
Fernando Moreno
182
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
2
Es de pura lógica que el volumen de dinero o bienes blanqueados tienda a reducirse al míni-
mo, puesto que el blanqueo es un coste. Dicho con otras palabras, las organizaciones blanquean solo
los activos que se ven obligadas a blanquear.
183
Fernando Moreno
3
El coste de ilegalidad se define como la cantidad de recursos que una organización asume para
eludir o defenderse de la represión institucional, bien mediante el uso de mecanismos de protección,
bien mediante el uso de corrupción sobre funcionarios policiales, judiciales y políticos. El coste de
ilegalidad incluye el desgaste económico-estructural que la represión produce en la organización.
184
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
185
Fernando Moreno
3) El riesgo está muy condicionado por los grupos sociales influ-
yentes. Aunque el proceso de configuración de los peligros es un
asunto de mentes individuales, en el plano social la influencia de los
grupos predominantes —como agentes explicativos de la realidad—
incluye la determinación de los bienes especialmente valiosos y la
configuración de los riesgos que sufren dichos bienes.
En este sentido resulta especialmente instructiva la película The
Village, dirigida por M. Night Shymalan en 2004, y cuyo título en
español es sorprendentemente El bosque, donde se describe una
microsociedad cuyos elementos incluyen una amenaza construi-
da literalmente por los propios dirigentes grupales para ejercer el
control social sobre los nuevos miembros de la comunidad, hijos
y nietos de los fundadores. Se trata de un ejemplo muy ilustrativo
sobre la construcción social del riesgo.
186
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
Los grupos sociales influyentes establecen, por tanto, no solo cuáles son las
áreas de convivencia que merecen la atención social, sino también cuáles son las
amenazas (o peligros) que se ciernen sobre ellas; y además tienen capacidad para
orientar sobre las medidas que deben tomarse, la urgencia de dichas medidas y
los costes (no solo económicos) que deben pagarse para enfrentar el riesgo.
4) El riesgo no actúa como un factor uniforme en el espacio. Como cons-
trucción social, el peligro no puede ser uniforme desde el momento en
que es el resultado de la acción de grupos sociales con intereses distintos
y muchas veces contrapuestos. No se trata solo de que lo dañoso para
ciertas personas pueda ser beneficioso para otras, sino que el riesgo, es
decir, la contingencia del daño, se constituye en argumento en la diná-
mica de presión entre los grupos y por tanto es utilizado como elemento
de poder. Desde este punto de vista, el riesgo es un factor presente en el
conflicto intergrupal que se utiliza para alcanzar y mantener la influencia.
5) El riesgo tampoco es un factor uniforme en el tiempo El peligro
está vinculado a la dinámica social, y por tanto está sujeto a los cam-
bios temporales propios de dicha dinámica. Como ejemplo paradig-
mático se puede mencionar el tabaco, que ha pasado con el tiempo
de ser un símbolo social de madurez, estatus y poder, a constituirse
en un riesgo mortal para la salud.
Puede discutirse mucho sobre si el peligro o la amenaza están dotados
de existencia objetiva ajena a la percepción individual o si son consecuencia
de la interiorización de las personas que los soportan. Dicha discusión es
inútil a efectos prácticos, puesto que aun aceptando que el riesgo fuera un
indicador objetivo de probabilidad de la existencia de un daño y que la ame-
naza se basara en indicios objetivos, lo cierto es que hasta que las personas
no interiorizan la existencia de los indicios o la probabilidad del daño no
se produce una alteración de su comportamiento y por tanto no es posible
movilizar recursos para combatir el peligro. Como consecuencia, el manejo
de la percepción de peligrosidad es casi tan importante como el manejo de la
propia peligrosidad objetiva en lo que se refiere a la dinámica social.
187
Fernando Moreno
Figura 3.2. E
volución de la percepción de inseguridad ciudadana como
problema
15%
1er problema personal
10%
5%
0%
ene
feb
mar
abr
may
jun
jul
sep
oct
noc
dic
ene
feb
mar
abr
may
jun
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feb
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jul
sep
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noc
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feb
mar
abr
may
jun
jul
sep
oct
noc
dic
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Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
Corrupción y fraude
Figura 3.3. E
volución de la percepción de corrupción como problema so-
cial y problema personal
15,0%
1er problema personal
12,5%
10,0%
7,5%
5,0%
2,5%
0,0%
ene
feb
mar
abr
may
jun
jul
sep
oct
noc
dic
ene
feb
mar
abr
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noc
dic
ene
feb
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dic
ene
feb
mar
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dic
ene
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sep
oct
noc
dic
189
Fernando Moreno
190
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
tura política mediante la corrupción, que el crimen organizado es, en fin, una
de las principales amenazas para el Estado y la supervivencia de la sociedad.
En 2011, el que fue portavoz de la Comisión de Interior del Congreso por el
Partido Popular —y actualmente director general de la Policía— Don Ignacio
Cosidó, afirmaba en una comparecencia del entonces vicepresidente del Go-
bierno y ministro del Interior, don Alfredo Pérez Rubalcaba:
[…] «...sería un enorme error político el de minusvalorar la amenaza
que supone el crimen organizado. Porque yo creo que va implícito en
el discurso que el ministro y vicepresidente ha hecho aquí esta maña-
na: probablemente después del terrorismo, el crimen organizado sea la
amenaza más importante a la que nos enfrentamos, afecta a la seguri-
dad de los ciudadanos de manera muy directa por el tipo de actividades
que usted ha descrito: narcotráfico, delitos contra la propiedad, uso de
la violencia …» (Comparecencia del vicepresidente 1.º del Gobierno y
ministro del Interior ante la Comisión de Interior del Congreso el día
2 de noviembre de 2010. Diario de Sesiones de la Cámara).
191
Fernando Moreno
192
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
193
Fernando Moreno
directo obtener beneficios, sino que se realizan como extensión o parte lógica
de una actividad principal, o como medio para perfeccionarla. Estos delitos se
denominan actividades instrumentales vinculadas. Por ejemplo, la falsificación
de pasaportes constituye una actividad vinculada a la actividad principal de tra-
ta para explotación sexual siempre que se produzca con el fin de asegurar que
las mujeres tratadas puedan cruzar las fronteras bajo apariencia de legalidad.
Por último, los grupos criminales pueden cometer una tercera clase de delitos:
aquellos que, sin ser principales ni vinculados, se producen como consecuencia
circunstancial de los hechos o se cometen para mantener la cohesión del grupo.
A estos últimos delitos se los denomina actividades instrumentales colaterales.
Por ejemplo, un asesinato cometido cuando una de las mujeres intenta escapar
de una red de trata no es el objetivo del grupo de tratantes ni se realiza como
medio funcional para perfeccionar o asegurar la actividad principal. Por tanto,
puede calificarse como actividad colateral.
Ciertas actividades vinculadas o colaterales en un grupo pueden ser
actividades principales en otro. La característica diferenciadora se en-
cuentra en el fin o circunstancias en las que se produce el delito. Por
ejemplo: la falsificación de documentos por una organización que
vende dichos documentos alterados a otras organizaciones o perso-
nas es una actividad principal; pero la falsificación por parte de una
organización para sus propios integrantes es una actividad vinculada.
194
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
4
Se entiende que la suma ∑ni=1Bi es igual al beneficio económico total obtenido por el grupo, que
puede identificarse con el patrimonio de sus dirigentes y la infraestructura y equipos del propio grupo.
5
La multiactividad, entendida como la comisión de varios delitos principales, no se considera
como un factor independiente de daño, ya que está implícita en la fórmula ∑ni=1(Fdi·Gdi).
195
Fernando Moreno
196
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
197
Fernando Moreno
198
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
Indicadores de daño
1) F
recuencia de los delitos. La frecuencia de los delitos refiere el nú-
mero de veces que se repite la actividad delictiva correspondiente.
Establecer una relación directa entre el daño de un delito y su fre-
cuencia soporta problemas prácticos derivados tanto de la dificul-
tad para cuantificar el número de delitos que se ejecutan como de la
existencia de delitos de ejecución continuada, como las detenciones
ilegales. Inicialmente es lógico atribuir una correlación directa entre
la frecuencia de los delitos cometidos y el daño producido por el gru-
po. Sin embargo, es raro que los cuerpos policiales ofrezcan datos
concretos sobre el número de casos resueltos con la desarticulación
completa o parcial de los grupos organizados. Esta circunstancia ocu-
rre por la enorme dificultad para objetivar hechos pasados que no
formen parte expresa de la investigación directa que ha producido la
desarticulación. Por otro lado, la legislación española obliga, como no
puede ser de otra forma, a la intervención inmediata de los cuerpos de
seguridad cuando conocen actos delictivos, exigiendo que dichos ac-
tos sean interrumpidos de forma inmediata cuando se están violando
derechos fundamentales de las víctimas. Por este motivo no es posible
dilatar las actuaciones policiales para una mayor eficacia cuando haya
personas directamente afectadas en sus vidas, integridades físicas o
patrimonios. Solo en ciertos casos muy concretos es posible dilatar
durante un breve período de tiempo la intervención, permitiendo co-
nocer algo más de la estructura criminal. La cuantificación del daño
a partir de la frecuencia delictiva también soporta el problema de que
los delitos menos graves suelen ser los que más veces se cometen. Si
se sobrevalora la frecuencia, lo más probable es que el número de
delitos, y no la gravedad de las conductas, se convierta en la variable
más determinante del daño; lo cual puede resultar contraproducente.
Los Cuerpos de Seguridad del Estado no mencionan la variable
cantidad de delitos como indicador de daño o peligrosidad de los
grupos criminales. Por este motivo, tanto el Centro de Inteligencia
contra el Crimen Organizado como el Cuerpo Nacional de Policía
y la Guardia Civil se centran en la descripción de las tipologías de-
199
Fernando Moreno
200
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
201
Fernando Moreno
202
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
203
Fernando Moreno
1) E
xtensión territorial de actividades. La extensión territorial pue-
de entenderse en dos sentidos: como la capacidad para cometer
delitos en diversos territorios y como la capacidad para asentarse
de forma estable en ellos. La actuación e implantación en diversos
lugares del territorio nacional no se considera como una medida
de daño, ya que está al alcance de casi cualquiera asociación de
delincuentes gracias al sistema de transporte y comunicaciones rá-
pido y eficiente que existe en España. Por este motivo no se han
hecho distinciones de daño por el número de ciudades, provincias
o autonomías de actividad e implantación. Sin embargo, la actua-
ción internacional sí puede considerarse como un plus de daño por
cuanto la operación en varios países siempre conlleva la necesidad
de una mayor capacidad delictiva, incluso dentro de la Unión Eu-
ropea. Por este motivo se han establecido dos niveles de extensión
territorial internacional de actividades: dos países o menos, y más
de dos; excluyendo en todo caso España. En el primer caso la ac-
tividad internacional conllevaría un factor de 1,1, y en el segundo
1,2. El asentamiento de las organizaciones o grupos en el extranje-
ro se considera también un factor de daño por la dificultad añadida
para actuar contra ellos. En este caso se les aplica un factor 1,15,
independiente del factor que les corresponda por actividad inter-
nacional.
204
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
205
Fernando Moreno
El número de integrantes
206
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
207
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Tipo de estructura
208
Cuadro 3.3: Formulación de la peligrosidad
209
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
Fernando Moreno
210
Peligrosidad y daño directo del crimen organizado
211
Fernando Moreno
social hacia grupos delictivos más o menos peligrosos, sin duda, pero que no
tienen capacidad real para afectar a las instituciones, mientras que se presta
menos atención a los focos reales de desestabilización política y económica:
las personas que desde las instituciones distraen los recursos públicos para
enriquecerse manteniendo su apariencia de respetabilidad por su relación
íntima con representantes políticos y funcionarios de alto nivel, o por su
propio carácter de políticos o funcionarios. Desde este punto de vista, esas
muy mencionadas organizaciones externas a la Administración Pública que
planifican sus actividades como empresas criminales son mucho más instru-
mentos utilizados que agentes generadores de corrupción. Si esta hipótesis
es correcta, la lucha contra el crimen organizado es, ante todo, la lucha con-
tra la corrupción que se gesta dentro de las administraciones públicas por
quienes ostentan el poder para gestionarlas y utilizan ese poder de forma
torticera e interesada. Correcta o no, nadie puede negar que esta hipótesis
resulta incómoda, muy incómoda.
212
4. Actitudes hacia la corrupción
El Crimen Organizado
No es posible hablar de corrupción sin hablar del crimen organizado
en general y de la Mafia, o de las mafias, en particular. Organizaciones de
«ayuda mutua», con matices más o menos criminales han existido a lo largo
de toda la historia de la Humanidad, y no es este el lugar para hacer un reco-
rrido histórico. El crimen organizado moderno ha sido uno de los múltiples
aspectos de las sociedades industrializadas y, más recientemente, de las post-
industriales. Aunque las organizaciones mafiosas más conocidas son las que
surgieron en los Estados Unidos a principios del siglo xx, ha habido ante-
cedentes importantes en Europa, especialmente en algunas zonas con histó-
ricos conflictos raciales o étnicos. Así, por ejemplo, en una conocida obra
sobre las sociedades secretas (Mackenzie, 1973) se dedican sendos capítulos
a las sociedades secretas primitivas, el mau-mau, los thugs, los misterios,
los «asesinos» y los caballeros templarios, los rosacruces, la francmasonería,
las sociedades secretas nacionalistas, las sociedades secretas chinas, la mafia
y el Ku-Klux-Klan. En su Historia de la Mafia (Francesco Romano, 1970)
se ciñe más al concepto más estricto de «mafia», pero con antecedentes en
los bandidos más o menos populares al estilo de nuestro Luis Candelas, de
Robin Hood o de mitos similares, y más modernamente el propio Giulia-
no, convertido en bandido-héroe en la Italia del siglo xx (Chandler, 1988,
Finkelstein, 1998, Puzo, 2004). Antecedentes más próximos a la mafia tal y
como se la conoce habitualmente pueden encontrarse en la «mano negra»
albanesa que se estableció en la Argentina del presidente Irigoyen, y que
tuvo ramificaciones en otros países latinoamericanos, con un papel político
importante de encuentros y desencuentros con el movimiento fascista de
Mussolini (Vázquez-Rial, 2000).
213
Juan Díez Nicolás
1
Una bibliografía incluso básica sobre la mafia y el crimen organizado ocuparía centenares de
páginas y por tanto excede las posibilidades de un capítulo como este. Pero se conoce menos la fil-
mografía sobre la mafia y el crimen organizado, por lo que incluimos aquí una relación bastante
completa: Agárrame ese fantasma. Al rojo vivo. American gangster. Amor a quemarropa. Ángeles con
caras sucias. Asesino implacable. Asuntos de familia. Asuntos sucios. Atlantic City. Atrapado por su
pasado. Balas o votos. Balas sobre Broadway. Bella Mafia. Billy Bathgate. Black rain. Bola de fuego.
Bonanno. Bonnie and Clyde. Borsalino & Cia. Brother. Bugsy. Bugsy Malone, nieto de Al Capone.
Calle sin salida. Callejón sin salida. Camino a la perdición. Capone. Cara de gangster. Casada con la
mafia. Casada con todos. Casino. Cautivos del mal. Cayo largo. Chicago años treinta. Chicago streets.
Chinatown. City Hall. Código del hampa. Collateral. Cómo conquistar Hollywood. Con faldas y a lo
loco. Con la mafia en los talones. Cookie. Cosa Nostra. Cotton Club. Dama por un día. Declaradme
culpable. Dick Tracy. Dillinger. Donnie Brasco. El bosque petrificado. El clan de los irlandeses. El
clan de los marselleses. El clan de los sicilianos. El Don ha muerto. El enemigo público. El FBI contra
el imperio del crimen. El funeral. El gángster y la bailarina. El golpe. El honor de los Prizzi. El impe-
rio del mal. El largo viernes santo. El Novato. El Padrino. El Padrino II. El Padrino III. El precio del
poder. El silencio de un hombre. El sindicato del crimen. El sueño eterno. El último Don. El último
gángster. El último refugio. Election. Encantado de matarte. Enemigo público n.º 1. Érase una vez en
América. Forajidos. French connection (Contra el imperio de la droga). Gangs of New York. Gangs-
ter n.º 1. Gangsters en Nueva York. Ghost Dog, el camino del samurai. Gloria. Gomorra. Gotti.
Guerra de familias. Hampa dorada. Hampones. Hana-Bi. Heat. Hoffa, un pulso al poder. Hollywood.
Infiltrados. Jackie Brown. Juego sucio. La chica del gángster. LA confidential. La dalia azul. La ley del
hampa. La ley del silencio. La llave de cristal. La mafia blanca. La matanza del día de San Valentín. La
mujer marcada. La noche cae sobre Manhattan. La venganza de Al Capone. Las calles de la ciudad.
Las fronteras del crimen. Las Vegas. Last man standing. Lock & Stock. Los intocables de Eliot Ness.
Los Kennedy. Los sobornados. Los Soprano. Los violentos años veinte. Lucky Luciano. Mafia. Mafia
en Nueva York. Malas calles. Manhattan Sur. Mickey ojos azules. Muerte entre las flores. Mullholand
Falls: La brigada del sombrero. Mystic River. Nace una canción. Nacida ayer. Nadie hablará de no-
sotras cuando hayamos muerto. Nadie puede vencerme. New Jack City. Noches de Broadway. París,
bajos fondos. Pasaporte a la fama. Pistoleros de agua dulce. Pulp fiction. Reservoir dogs. Retorno al
pasado. Roaring Twenties. Romeo debe morir. Scarface, el terror del hampa. Sleepers. Snatch. Cerdos
y diamantes. Sonatine. Sospechosos habituales. Terciopelo azul. Terror en las calles. Tirad sobre el
pianista. Tokyo godfathers. Traffic. Un gángster para un milagro. Una aventurera en Macao. Una
historia de violencia. Una historia del Bronx. Una terapia peligrosa. Uno de los nuestros. Yakuza.
2
Por otro lado algunas bandas sonoras de películas de la mafia se han hecho célebres. como la
de Nino Rota para El Padrino. o la de Ennio Morricone para Érase una vez en América. Pero ade-
más existe una compilación de la Música de la Mafia (Il Canto di Malavita) que incluye 24 cancio-
nes (2000 PIAS Recording GmbH. Hamburg. PIAS 556.4703.20 (380) CMV 5.4703.20.556 (ACY).
214
Actitudes hacia la corrupción
Durante los años veinte las bandas mas importantes que controlaban
todo el (ilegal) negocio del alcohol en Nueva York eran la de «Joe the Boss»
Masseria y la de Salvatore Maranzano. Pero un jóven siciliano, Salvatore
Lucania, más conocido por su sobrenombre «Lucky Luciano», se las inge-
215
Juan Díez Nicolás
216
Actitudes hacia la corrupción
con el líder que buscaba, Bugs Morán, que no estaba en el famoso garaje
donde tuvo lugar la masacre de la mayor parte de los miembros de la banda,
ametrallados contra la pared por sicarios de Capone disfrazados de policías.
Pero su «reinado» fue corto, pues en 1931 fue condenado por evasión de
impuestos, y en 1934 trasladado a la prisión de Alcatraz, de donde salió en-
fermo, prácticamente loco, muriendo en 1947. Al Capone fue sucedido por
Frank Nitti hasta 1943, cuando se suicidó en la calle y con su propia pistola.
El sucesor de Nitti fue Tony Accardo (conocido como «Joe Batters» por
su afición a utilizar el bate de baseball para llevar a cabo sus «ejecuciones»),
el auténtico capo desde 1943 hasta finales de los años setenta, aunque con
aparentes retiradas en 1957 y en otras fechas, retiradas que posiblemente
fueron más estratégicas que reales, y que servían para engañar a sus adver-
sarios. Puede afirmarse que Accardo fue mucho más inteligente que otros
capos como Capone o Luciano, puesto que no estuvo nunca en la cárcel, su
liderazgo en Chicago se extendió más de veinticinco años, y murió de for-
ma natural en 1992 a los 86 años. Su biografía más oficial fue escrita por el
agente del FBI que le persiguió durante décadas (Roemer Jr., 1995), y en ella
lo más notable, aparte de cierta admiración del policía hacia el gánster, es la
detallada y minuciosa relación que hace, con nombres, apellidos y fechas,
de gran número de alcaldes, concejales, jueces y policías locales que estaban
«comprados» o controlados por la mafia. Teniendo en cuenta que se trata
de un agente del FBI, y que no hay noticia de que haya sido procesado por
libelo o parecidos delitos por todos los citados, no cabe sino concluir que
todo lo que en este libro se dice es cierto. Llega un momento en que no se
sabe que es peor, si los delitos y crímenes cometidos por los mafiosos, o la
complicidad (muy bien retribuida, por supuesto) de políticos, jueces y po-
licías de Chicago y alrededores. Esa complicidad entre esos tres grupos de
funcionarios públicos y las bandas mafiosas fue habitual también en otros
lugares, especialmente Nueva York, Atlantic City, Nueva Orleans, etc.
217
Juan Díez Nicolás
Roemer, el agente del FBI, en su biografía de Accardo, relata los años que
le llevó al FBI colocar micrófonos en los lugares más secretos donde Ac-
cardo y sus acólitos celebraban sus reuniones y adoptaban sus acuerdos,
gracias a lo cual pudieron conocer a muchos de los implicados (gánsteres,
policías, jueces y políticos incluidos) y conocer sus planes con anticipación.
En ese relato, Roemer da cuenta de que uno de los presuntos implicados
era un colaborador o persona cercana a Lydon Johnson, y que cuando este
se convierte en presidente de los Estados Unidos después del asesinato de
John F. Kennedy en 1963 ordenó al FBI que retirase todos esos micrófo-
nos porque atentaban contra los derechos y libertades fundamentales de los
ciudadanos6.
No puede ignorarse la posible participación de la mafia y de otros intereses
económicos y políticos en el asesinato de John F. Kennedy en Dallas en 19637.
En cuanto a las relaciones entre políticos, sindicatos y grupos mafiosos
es frecuente encontrar alusiones a la posible intervención de Nixon (a tra-
vés de su embajador en París y en colaboración con Santo Trafficante Jr.)
en el desmantelamiento de la mafia francesa-marsellesa, la conocida como
«French Connection» en 1972, al parecer para favorecer a la mafia nortea-
mericana a través de la nueva ruta siciliana denominada «Pizza Connection»
(Reymond, 2001, Moldea, 1978)8. También se ha especulado con la colabo-
ración de Giancana e incluso Santo Traficante Jr. con la CIA para derrocar
a Fidel Castro, y al posible cambio de bando de Santo Traficante Jr., que
según ciertas fuentes se convirtió en el agente de Castro en Florida. Lo cier-
to es que los Bonanno, Gambino, Giancana, Santo Trafficante Jr., forman
parte de lo que se ha venido en denominar la segunda generación de capos.
Entre ellos destaca John Gotti, el gran capo de la familia Gambino durante
la década de los años ochenta, posiblemente uno de los últimos «Don» al
estilo tradicional, rodeado de glamour y de procesos judiciales (Capeci y
Mustain, 1996). En las últimas décadas la mafia norteamericana ha abando-
nado en gran medida las guerras callejeras para ganar territorios, y en cierto
modo se ha «dignificado» a través de su entrada en el mundo de los grandes
negocios, los grupos financieros de inversión, los fondos de pensiones de
los sindicatos, y sus relaciones con la alta política, de manera que están muy
lejos de personajes como Capone o Luciano, y más bien se encuentran in-
crustados en la «high society», haciendo fortunas mucho mayores que las de
aquellos «mafiosi» de la primera generación. La tercera parte de «El Padri-
no» y el final de «Érase una vez en América» constituyen buenos ejemplos
6
El colaborador de Johnson, cuando era senador, se llamaba Bobby Baker, y Johnson ordenó la
retirada de todas las vigilancias electrónicas (micrófonos y otros aparatos) en julio de 1965. Citado
por Roemer, op. cit., pag. 240.
7
Sería imposible relacionar aquí todos los libros y películas que han tratado de explicar el
quién, cómo y por qué se asesinó a John Kennedy, pues todas las hipótesis coinciden solo en su re-
chazo al informe oficial de la famosa comisión Warren. Pero uno de los últimos intentos de ofrecer
una explicación de este magnicidio, con amplia documentación, es el de Peter Evans (2004).
8
William Reymond, Op. cit. pp. 212 y ss. También, Dan Moldea (1978), se refiere am-
pliamente a las supuestas relaciones de Nixon con la nueva generación de la Cosa Nostra americana.
218
Actitudes hacia la corrupción
La Cultura de la Mafia
9
El caso más conocido es el de Donnie Brasco, relatado por Aka Joseph D. Pistone (2004) y
llevado a la pantalla por Al Pacino.
10
La autobiografía de Henry Hill, que inspiró la película Goodfellas (traducida en España como
«Uno de los Nuestros» constituye una de las mejores denuncias de cómo funciona la mafia (Hill 2004).
11
Un ejemplo es el informe de la Pennsylvania Crime Commission (1980).
219
Juan Díez Nicolás
12
El negocio de las basuras saltó a los titulares de los medios de comunicación no hace mucho
a causa del conflicto entre las autoridades municipales de Nápoles con la mafia que controlaba ese
servicio, y que provocó una huelga de muy larga duración.
13
Una relación de los paraísos fiscales en el mundo incluye los siguientes: Hong Kong, Malasia
y Singapur en Asia; Bahamas, Islas Vírgenes Británicas, Nevis, Barbados, Islas Caimán, Belice y
Panamá en Centro-América; Islas Cook, Samoa y Vanuatu en el Pacífico; Liberia, Islas Seychelles
e Islas Mauricio en África; Isla de Man, Islas del Canal, Liechtenstein, Suiza y Chipre en Europa
(http://www.elconfidencial.com/multimedia/album/mundo/2013/04/05/el-mapamundi-de-los-pa-
raisos-fiscales/#el-rastro-del-dinero-opaco-21530). Posiblemente habría que ampliar esta lista para
incluir también Gibraltar y Andorra, y algún otro paraíso menos importante.
220
Actitudes hacia la corrupción
La Nueva Mafia
Pocas veces ahora saltan a la luz pública los conflictos entre mafias,
como ocurrió hace algunas décadas en relación con la Banca Vaticana y el
cardenal Marzinkus, que terminó con el suicidio del banquero Calvi en un
puente de Londres (Rodríguez Guillén, 2003). Las posibles relaciones entre
la mafia y El Vaticano han sido con frecuencia objeto de comentarios e in-
vestigaciones, especialmente a partir del asunto Calvi. Muy recientemente
se ha comentado que la elección del Papa Francisco podría explicarse por la
necesidad de poner en orden las finanzas del Vaticano, y por la experiencia
del nuevo Papa en haberlo hecho ya con las finanzas de la Iglesia argentina,
con gran éxito14.
También se supone que los casos de corrupción en la Iglesia, sexo y
dinero, podrían constituir el objeto central del informe que tres cardenales
(el español Julián Herranz, el italiano Salvatores de Giorgi y el eslovaco Jo-
zef Tomko) entregaron al Papa Benedicto XVI, poco antes de su dimisión,
informe que el Papa emérito entregó al nuevo Papa Francisco a los pocos
días de su elección15. Como se ha señalado, las informaciones y conjeturas
sobre la supuesta relación en temas financieros entre la mafia y El Vaticano
14
En el diario El Mundo del 7 de abril de 2013, y bajo el titular «Un papa pobre para cerrar el
banco malo» se dice: «… en 1999, fue detenido monseñor Roberto Toledo, secretario privado de
predecesor de Bergoglio como obispo de Buenos Aires (el fallecido cardenal Quarracino). Toledo
se vio implicado en la bancarrota fraudulenta del Banco Crédito Provincial, un gigantesco escándalo
financiero argentino en el que se vio involucrada la Iglesia y varios exbanqueros. Para enderezar esta
situación, lo que hizo Bergoglio fue desembarazarse del capital que la diócesis de Buenos Aires tenía
en varios bancos y recurrir para sus gestiones financieras a entidades internacionales importantes y
conocidas. “Tuvimos los mismos problemas a los que ahora se enfrenta el Banco Vaticano”, asegu-
ra Wals a NCR, destacando que exactamente igual que en su día Bergoglio decidió zafarse de las
acciones que la diócesis de Buenos Aires tenía en varios bancos, ahora podría quitarse de encima el
Banco Vaticano. “Yo creo que lo que podría hacer sería dejarlo en manos del Banco de Italia o algo
parecido”, aventura el exportavoz de Francisco».
15
También el 7 de abril de 2013 el diario ABC publicaba en su sección de Sociedad un capítulo
del nuevo libro de Paloma Gómez Borrero (2013) en el que se comenta la influencia que dicho
informe ha podido tener en la dimisión de Benedicto XVI.
221
Juan Díez Nicolás
16
Entre los estudios serios, documentados, y recientes, debe mencionarse el de Gianluigi Nuzzi
(2010), que constituye un documentado análisis de las finanzas vaticanas durante los últimos veinte años.
17
Al escribir estas líneas los medios de comunicación han informado sobre la desarticulación
de una banda de narcotraficantes en el puerto de Barcelona en la que al parecer estaban implicados
algunos miembros de la policía. Pero ese tipo de noticias ha sido cada vez más frecuente en los úl-
timos diez años, debido a la magnitud del valor de las mercancías (drogas) intervenidas, demasiado
tentador para muchas personas, y no solo en Barcelona, sino en muy distintos puntos del litoral
mediterráneo y cantábrico.
222
Actitudes hacia la corrupción
18
El sistema más pedestre consiste en que una persona va a un casino, cambia una cantidad de
dinero en fichas. Se va al bar y se toma una cerveza. Al cabo de una hora vuelve a la caja y cambia
las mismas fichas que adquirió, pero pide que para evitar ser objeto de robo al salir, a altas horas
de la noche, le den mejor un talón. Ese talón es ingresado en una cuenta bancaria y consta como
ganancias en el juego, puesto que en ningún lugar consta el dinero con el que entró en el casino.
Evidentemente, esto mismo se puede hacer con la complicidad del casino sin necesidad de tomarse
una cerveza en el bar, solo que a cambio de una comisión (se da una cantidad de dinero negro al
casino, y este devuelve un talón por el 70 por ciento de la cantidad entregada, cantidad que queda
así «lavada».
19
Se paga el alquiler del local y el salario de una persona, y da igual que entre o no algún cliente.
Se compra ropa o bebidas por valor de una gran cantidad de dinero, y al final del año fiscal, sean
cuales sean las ventas que se hayan hecho, se declara a Hacienda unos beneficios grandes, de los que
se paga el 30 por ciento en concepto de impuesto de sociedades, y el 70 por ciento restante es dinero
negro que queda lavado.
20
De hecho, en el año 2011 la policía desarticuló algún locutorio que seguía estas prácticas para
sacar dinero de España procedente del narcotráfico.
21
Si un pueblo de España decide enviar una cantidad de dinero para construir una presa en un
pueblo de un país latinoamericano, es difícil (por no decir imposible) controlar e impedir si luego se
produce un reenvío desde el pueblo latinoamericano al bolsillo de alguien en España.
223
Juan Díez Nicolás
dinero. Lo que aquí se indica es que existe esa posibilidad, y que los ins-
trumentos de que dispone el Estado para controlar, impedir o sancionar
las conductas delictivas que pudieran producirse, son insuficientes cuando
no inexistentes.
Resulta sorprendente que, en la situación actual de crisis económica y
financiera de España, el actual Gobierno, que tiene que enfrentarse con la
grave situación heredada del anterior Gobierno de España, haya tomado
algunas medidas poco comprensibles. La primera de ellas fue, a los pocos
días de iniciar sus tareas de gobierno, la de debilitar la capacidad operativa
de la unidad de lucha contra el fraude fiscal del Ministerio de Hacienda,
estableciendo unos criterios para aflorar los delitos mucho más flexibles
que los que existían anteriormente. No puede desvincularse esta medida
de la más reciente relativa la amnistía fiscal, cuando todavía no se ha com-
pletado, aunque sí se ha iniciado la reforma financiera, cuando se sigue
indultando a convictos de delitos fiscales y financieros, cuando se legisla
para que algún profesional de la banca pueda seguir al frente de una enti-
dad a pesar de la sentencia emitida por algún tribunal, o cuando se permite
que continúen en puestos de responsabilidad económica o financiera per-
sonas cuyos delitos han prescrito (pero que por la misma razón, son de-
lincuentes, pues la prescripción no implica declaración de inocencia, sino
imposibilidad de sancionar al delincuente). Y, finalmente, no se entiende
que desde el Gobierno se haya alentado y facilitado al denominado grupo
inversor norteamericano que quiere establecer Eurovegas en Madrid, bajo
el pretexto de que creará 200 000 puestos de trabajo. Siguiendo este razo-
namiento, debería favorecerse también el narcotráfico, que también puede
crear muchos puestos de trabajo, o la prostitución, la trata de blancas o el
comercio ilegal de armas, o muchas otras actividades delictivas que pue-
den crear muchos miles de puestos de trabajo. El argumento subyacente
forma parte de la «cultura de la mafia», en el sentido de que todo lo que
sirva para ganar dinero es «válido», pues es «negocio, nada personal». El
nuevo valor aceptado en nuestras sociedades de que cualquier acción que-
da justificada por el simple hecho de ser «negocio» entraña la justificación
ética de la corrupción. No es preciso ser especialmente inteligente para
pensar que el establecimiento de Eurovegas podrá servir para el lavado
de dinero en cantidades ingentes, y que adicionalmente puede crear miles
de puestos de trabajo en la prostitución, la delincuencia y «sectores ocu-
pacionales similares». No decimos que necesariamente tenga que ser así,
decimos que la probabilidad de que esas consecuencias se produzcan son
muy altas.
La Corrupción en España
Las páginas anteriores han querido dejar claras unas cuantas cosas. En
primer lugar, que las organizaciones mafiosas de los años veinte a los años
cincuenta en los Estados Unidos han abandonado la violencia callejera
porque se han incorporado a actividades económicas y financieras más
224
Actitudes hacia la corrupción
22
Hasta hace recientemente pocos años los cursos para Secretarios e Interventores de Ayunta-
miento se ofrecían en el Instituto de Estudios de Administración Local, y sus alumnos podían luego
participar en las oposiciones «nacionales» para convertirse en funcionarios públicos, por tanto no
sometidos a las arbitrariedades de alcaldes o concejales.
225
Juan Díez Nicolás
e incluso han sido sentenciados a penas de cárcel, algo muy poco frecuente
en España, donde la devolución del dinero ha sido una práctica casi desco-
nocida, y donde solo unos pocos han ido a la cárcel, generalmente más por
razones políticas que económicas.
Un reciente informe da cuenta de 311 casos de corrupción en España
en estos últimos años con procedimientos judiciales incoados, clasifica-
dos por Comunidad Autónoma y por partido político al que pertene-
cen los presuntos delincuentes. Se puede así comprobar que 86 de esos
casos corresponden a Andalucía, 31 a la Comunidad de Madrid, 28 a la
Comunidad Valenciana, 21 a Canarias, 20 a Galicia, 19 a Cataluña, 18 a
Castilla y León, 16 a Castilla-La Mancha, 15 a Baleares, 14 al País Vasco,
11 a Murcia, 10 a Aragón, 7 a Asturias, 5 a Extremadura, 3 a La Rioja, a
Navarra y a Cantabria, y 1 a Ceuta23. En cuanto a los partidos políticos,
los 311 casos mencionados en la citada investigación se reparten así: 145
el PP, 114 el PSOE, 10 CiU, 8 IU, 8 PNV, 6 Unió Mallorquina, 6 Coa-
lición Canaria, 5 el PAR, 2 el Partido Andalucista, 2 la UPN, 1 el GIL,
1 el BNG, y 3 otros partidos. Pero el 25 de abril de 2013 un comunica-
do del Consejo Superior del Poder Judicial informaba que había más de
1661 procesos iniciados ante los juzgados, en España, relativos a algún
caso de corrupción en el que estaba implicado algún cargo político. Las
Comunidades Autónomas con mayor número de casos de corrupción en
los juzgados son: Andalucía (656), Comunidad Valenciana (280), Cana-
rias (197), Madrid (181) y Galicia (110)24. Según el citado comunicado del
CGPJ «los casos vinculados con la corrupción son los relativos a delitos
como prevaricación, blanqueo o receptación de capitales, malversación,
cohecho o tráfico de influencias, entre otros. A estos se suman otros, de
especial complejidad».
Es cierto que solo una minoría de los políticos, posiblemente, esté
implicada en casos de corrupción, pero el problema no es que sean mu-
chos o pocos, el problema está en que los propios partidos políticos de-
fienden a cualquiera de sus políticos por grande que sea la evidencia que
les señala como corruptos. Por supuesto hay que mantener la presunción
de inocencia, pero sin olvidar que esa es una garantía de orden jurídico
que debe aplicarse a cualquier ciudadano, también a los políticos, pero
esa presunción jurídica no es incompatible con la decisión política de
apartar del cargo a todo político que esté bajo sospecha suficientemen-
te fundada de corrupción. El exceso de «presunción de inocencia» que
practican los partidos políticos con «los suyos» es lo que ha provocado
la inmensa pérdida de imagen de los políticos y los partidos políticos en
la sociedad española.
23
En la página web Mapa de Corrupción por Partidos Políticos: <http://maps.google.es/maps/
ms?ie=UTF8&hl=es&t=p&source=embed&msa=0&msid=208661973302683578218.00049ca0e3e76
54bb763a&ll=41.47566,1.801758&spn=13.689666,28.081055&z=5> se encuentran los detalles.
24
El Confidencial, 25 de abril 2013 (newsletter@elconfidencial.com).
226
Actitudes hacia la corrupción
227
Juan Díez Nicolás
Cameroon
Paraguay
Honduras
Tanzania
Nigeria
Indonesia
Colombia
Venezuela
Ecuador
Russia
Vietnam
Kenya
Uganda
Pakistan
Latvia
Ukraine
Bolivia
India
Egypt
Bulgaria
Yugoslavia
Thailand
Romania
Nicaragua
Argentina
Guatemala
Ivory Coast
Senegal
Philippines
Mexico
Ghana
País
Turkey
Zambia
China
El Salvador
Morocco
Jamaica
Slovak
Belarus
Brazil
Malawi
Zimbabwe
South Korea
Uruguay
Peru
Poland
Italy
Jordan
Czech Republic
Greece
Tinisia
Mauritius
Hungary
South Africa
Taiwan
Namibia
Malaysia
Belgium
Costa Rica
Estonia
Japan
SPAIN
Botswana
Portugal
France
Chile
Israel
United States
Austria
Hong Kong
Germany
Ireland
United Kingdom
Luxembourg
Australia
Switzerland
Norway
Netherlands
Singapore
Canada
Iceland
New Zealand
Sweden
Finland
Denmark
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Índice
Fuente: Transparencia Internacional (http://www.transparency.org/).
228
Actitudes hacia la corrupción
Figura 4.2. R
ango de España en el IPC (Transparencia Internacional),
y percentil del rango sobre el total de países evaluados cada
año, 1998-2011
35
30
RANGO Y PERCENTIL
25
Rango
Percentil
20
15
10
0
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
AÑO
229
Juan Díez Nicolás
25
La bibliografía sobre indicadores sociales es muy amplia, pero un ejemplo de cómo construir un
indicador tratando de evitar los problemas señalados en el texto puede encontrarse en Díez Nicolás (2011).
230
Actitudes hacia la corrupción
Philippines
South Korea
Colombia
Turkey
Serbia
SrpSka - Serbian Republic of Bosnia
Bangladesh
Romania
Hungary
Spain
El Salvador
Albania
South Africa
Puerto Rico
Montenegro
Germany East
Taiwan
United States
Germany West
Uruguay
Chile
Slovenia
Sweden
Great Britain
Switzerland
Australia
Finland
Norway
New Zealand
231
Juan Díez Nicolás
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Denmark 0 0 0,2 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,6 0,7 0,7 0,7 0,6
Finland 0,4 0,2 0 0,1 0,3 0,3 0,3 0,4 0,4 0,6 1 1,1 0,8 0,6
Sweden 0,5 0,6 0,6 1 0,7 0,7 0,8 0,8 0,8 0,7 0,7 0,8 0,8 0,7
Netherlands 1 1 1,1 1,2 1 1,1 1,3 1,4 1,3 1 1,1 1,1 1,2 1,1
Luxembourg 1,3 1,2 1,4 1,3 1 1,3 1,6 1,5 1,4 1,6 1,7 1,8 1,5 1,5
Germany 2,1 2 2,4 2,6 2,7 2,3 1,8 1,8 2 2,2 2,1 2 2,1 2
United Kingdom 1,3 1,4 1,3 1,7 1,3 1,3 1,4 1,4 1,4 1,6 2,3 2,3 2,4 2,2
Austria 2,5 2,4 2,3 2,2 2,2 2 1,6 1,3 1,4 1,9 1,9 2,1 2,1 2,2
Ireland 1,8 2,3 2,8 2,5 3,1 2,5 2,5 2,6 2,6 2,5 2,3 2 2 2,5
Belgium 4,6 4,7 3,9 3,4 2,9 2,4 2,5 2,6 2,7 2,9 2,7 2,9 2,9 2,5
France 3,3 3,4 3,3 3,3 3,7 3,1 2,9 2,5 2,6 2,7 3,1 3,1 3,2 3
Estonia 4,3 4,3 4,3 4,4 4,4 4,5 4 3,6 3,3 3,5 3,4 3,4 3,5 3,6
Cyprus — — — — — 3,9 4,6 4,3 4,4 4,7 3,6 3,4 3,7 3,7
Spain 3,9 3,4 3 3 2,9 3,1 2,9 3 3,2 3,3 3,5 3,9 3,9 3,8
Portugal 3,5 3,3 3,6 3,7 3,7 3,4 3,7 3,5 3,4 3,5 3,9 4,2 4 3,9
Slovenia — 4 4,5 4,8 4 4,1 4 3,9 3,6 3,4 3,3 3,4 3,6 4,1
Malta — — — — — — 3,2 3,4 3,6 4,2 4,2 4,8 4,4 4,4
Poland 5,4 5,8 5,9 5,9 6 6,4 6,5 6,6 6,3 5,8 5,4 5 4,7 4,5
Lithuania — 6,2 5,9 5,2 5,2 5,3 5,4 5,2 5,2 5,2 5,4 5,1 5 5,2
Hungary 5 4,8 4,8 4,7 5,1 5,2 5,2 5 4,8 4,7 4,9 4,9 5,3 5,4
Czech Republic 5,2 5,4 5,7 6,1 6,3 6,1 5,8 5,7 5,2 4,8 4,8 5,1 5,4 5,6
Latvia 7,3 6,6 6,6 6,6 6,3 6,2 6 5,8 5,3 5,2 5 5,5 5,7 5,8
Slovak Republic 6,1 6,3 6,5 6,3 6,3 6,3 6 5,7 5,3 5,1 5 5,5 5,7 6
Italy 5,4 5,3 5,4 4,5 4,8 4,7 5,2 5 5,1 4,8 5,2 5,7 6,1 6,1
Romania 6,7 6,7 7,1 7,2 7,4 7,2 7,1 7 6,9 6,3 6,2 6,2 6,3 6,4
Greece 5,1 5,1 5,1 5,8 5,8 5,7 5,7 5,7 5,6 5,4 5,3 6,2 6,5 6,6
Bulgaria 7,1 6,7 6,5 6,1 6 6,1 5,9 6 6 5,9 6,4 6,2 6,4 6,7
Fuente: Transparencia Internacional (http://www.transparency.org/).
232
Actitudes hacia la corrupción
figura 4.4. C
oeficiente de correlación entre el Índice de Percepción de la
Corrupción de Transparencia Internacional (1998) y el Índice
de Corrupción Percibida según la Encuesta Mundial de Valores
(WVS) en su oleada de 1995 (El índice de Transparencia Interna-
cional se ha multiplicado por 10 para evitar los decimales)
100,00
Transparencia Internacional 1998
80,00
60,00
40,00
20,00
R = 0,83
0,00
233
Juan Díez Nicolás
Turkey
Estonia
France
South Africa
Japan
Belgium
Spain
Chile
Germany
Sweden
United States
United Kingdom
Argentina
Norway
Finland
Australia
Iceland
Switzerland
Denmark
New Zealand
0 20 40 60 80 100 120
Índice
Fuente: International Social Survey Program (ISSP) 2009 (http://www.issp.org/).
26
La batería de preguntas incluía, además de «sobornar a la gente», venir de una familia rica,
tener unos padres con alto nivel educativo, tener Vd. mismo un alto nivel educativo, tener ambición,
trabajar mucho, conocer a la gente adecuada, tener buenos contactos políticos, la raza o grupo étni-
co al que se pertenece, la religión de una persona, y haber nacido hombre o mujer.
234
Actitudes hacia la corrupción
Figura 4.6. C
oeficiente de correlación entre el Índice de Percepción de la
Corrupción de Transparencia Internacional (2009) y el Índice
de Importancia atribuida al Pago de Sobornos según la
investigación de 2009 del ISSP sobre Desigualdades Sociales
(El índice de Transparencia Internacional se ha multiplicado
por diez para evitar los decimales)
80,00
Transparencia Internacional 2009
60,00
40,00
20,00
R = 0,74
0,00
235
Juan Díez Nicolás
Tabla 4.2. C
oeficientes de correlación entre el Índice de Percepción de la
Corrupción de Transparencia Internacional en 1998 y 2009, el
Índice de Corrupción Percibida según la Encuesta Mundial de
Valores de 1995 y el Índice de Importancia atribuida al Pago
de Sobornos para salir adelante en la vida según el estudio del
International Social Survey Program en 2009
Transparencia Transparencia
Internacional Internacional
WVS-1995 '98 ISSP 2009 '09
WVS-1995 1 0,889** 0,749** 0,849**
N= (52) (37) (28) (52)
Transparencia 0,889** 1 0,750** 0,938**
Internacional '98
N= (37) (50) (34) (50)
ISSP 2009 0,749** 0,750** 1 0,735**
N= (28) (34) (38) (38)
Transparencia 0,849** 0,938** 0,735** 1
Internacional '09
N= (52) (50) (38) (68)
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (2 colas).
236
Actitudes hacia la corrupción
27
Cada investigación se ha realizado mediante encuesta personal en el hogar del entrevistado
con una muestra representativa de la población española de dieciocho y más años de alrededor de
1 200 personas, seleccionadas proporcionalmente a la población de cada Comunidad Autónoma y
estratos de municipios según su número de habitantes, y con selección aleatoria de los municipios y
secciones censales en cada municipio seleccionado.
28
Se ha construido un índice de percepción de la corrupción política sumando las proporciones
de entrevistados que contestaron que la corrupción había aumentado mucho o algo, restando las
proporciones que contestaron que la corrupción había disminuido mucho o algo, y sumando final-
mente cien para estandarizar el resultado.
237
Juan Díez Nicolás
Tabla 4.3. P
ercepción de la Corrupción Política en España en relación con
el año anterior a la investigación, España 1994-2011
238
Actitudes hacia la corrupción
200
180
160
140
120
ÍNDICE
100
80
60
Índice de Corrupción
40
20
0
1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2011
AÑO
239
Juan Díez Nicolás
PP — — — 158 159
PSOE — — — 146 146
PNV — — — 141 142
CiU — — — 136 137
BNG — — — 133 134
Fuente: La Opinión Pública de los Españoles, ASEP, en Banco de Datos ASEP/JDS
(www.jdsurvey.net).
29
El índice se ha construido sumando las proporciones de entrevistados que contestan que la co-
rrupción en el sector es mucha o bastante, restando los que contestan que poca o ninguna, y sumando
cien para estandarizar los resultados. Por tanto, los índices por encima de cien indican que predominan
los que ven mucha o bastante corrupción sobre los que ven poca o ninguna, mientras que los índices por
debajo de cien indican lo contrario, y el índice cien indica que las dos proporciones son iguales.
240
Actitudes hacia la corrupción
30
Todos las datos siguientes se refieren al sondeo mensual de ASEP sobre La Opinión Pública
de los Españoles, de manera que se citarán como ASEP, año y mes de la investigación, para abreviar,
o simplemente el año y/o el mes, según el texto lo aconseje.
241
Juan Díez Nicolás
242
Actitudes hacia la corrupción
Tabla 4.5. Í ndice de Percepción del Grado de Corrupción entre los Car-
gos Públicos31, ASEP 1994-2011
Unos
cuantos La mayoría Casi todos
Casi ningún cargos de los cargos los cargos
cargo públicos públicos públicos
público está están están están
afectado afectados afectados afectados
por la por la por la por la
corrupción corrupción corrupción corrupción Índice Total
1994 1,9% 39,3 39,1 19,7 118 (1.166)
1995 2,9% 38,6 35,4 23,2 117 (1.153)
1996 2,4% 45,9 35,0 16,7 103 (1.130)
1997 4,4% 53,1 31,0 11,5 85 (1.134)
1998 3,2% 50,3 35,5 11,0 93 (1.119)
1999 3,0% 54,7 33,0 9,4 85 (1.132)
2000 8,0% 48,5 33,5 10,1 87 (1.103)
2001 6,1% 52,0 31,0 10,9 84 (1.116)
2002 6,0% 46,8 34,2 13,0 94 (1.124)
2003 4,3% 46,8 38,3 10,5 98 (1.128)
2004 6,1% 50,5 37,2 6,2 87 (1.120)
2005 4,5% 48,8 36,0 10,6 93 (1.099)
2006 7,0% 47,5 35,0 10,5 91 (1.098)
2007 3,8% 53,2 31,8 11,2 86 (1.112)
2008 2,9% 53,6 33,9 9,6 87 (1.0939
2009 1,0% 46,7 41,4 10,9 105 (1.042)
2011 1,1% 36,5 48,7 13,7 125 (1.082)
Fuente: La Opinión Pública de los Españoles, ASEP, en Banco de Datos ASEP/JDS
(www.jdsurvey.net).
31
El índice se ha construido sumando las proporciones de entrevistados que contestan que casi
todos lo la mayoría de los cargos públicos están afectados por la corrupción, restando los que con-
testan que solo unos pocos o casi ninguno de los cargos públicos está afectado por la corrupción,
y sumando 100 para estandarizar los resultados. Por tanto, los índices por encima de 100 indican
que predominan los que creen que son mayoría los cargos públicos afectados por la corrupción,
mientras que los índices por debajo de 100 indican lo contrario, que son pocos los cargos públicos
afectados por la corrupción, y el índice 100 indica que las dos proporciones son iguales.
243
Juan Díez Nicolás
244
Actitudes hacia la corrupción
32
Veánse los barómetros del CIS en http://www.cis.es/cis/opencms/ES/index.html
245
Juan Díez Nicolás
Tabla 4.6. O
pinión sobre la posibilidad de Eliminar o Reducir
la Corrupción en España, ASEP 1994-2004
246
5. Blanqueo, narcotráfico y desregulación financiera
Introducción
El control y la represión de los flujos económicos procedentes del delito
ha estado siempre presentes de una forma o de otra en las estrategias de lucha
contra los delitos mismos. Sin embargo, desde principios de los años noventa,
y particularmente tras los atentados del 11-S en 2001, se ha intensificado esta
estrategia en el plano legislativo y represivo tras un primer impuso hacia princi-
pios de los años noventa que había venido debilitándose a lo largo de la década.
El resultado ha sido un aumento del interés político y mediático por el fenóme-
no de las finanzas ilegales y, más concretamente, por su blanqueo, es decir, por
los actos destinados a darles una apariencia lícita a los activos ilegales. Cada vez
más cosas —desde la estabilidad del sistema financiero a la seguridad colectiva
de las sociedades occidentales, la derrota de terrorismo y del crimen organizado
o la salud y la legitimidad de los sistemas políticos— parecen depender del éxito
en la lucha contra los componentes económicos del delito.
Por otra parte, en la década de ochenta se produce un rápido aumento de
la demanda de drogas ilegales en los Estados Unidos que generó un incremen-
to de las actividades del narcotráfico (Serrano y Toro, 2002, UNODCCPad,
varios años). En este país viene produciéndose desde finales del siglo xix
un debate intermitentemente intenso aunque siempre fuertemente cargado
ideológicamente sobre el fenómeno del llamado crimen organizado (ver el
trabajo de Letizia Paoli). La agudización del problema del narcotráfico y
la aparición de movimientos insurgentes en varios países latinoamericanos,
facilitaron la aplicación de este concepto a un número indeterminado de
actores en los años de la revolución neoconservadora del Presidente Reagan.
Todos ellos (grupos insurgentes, escuadras contrarrevolucionarias, grandes
productores e importadores de cocaína y marihuana etc.) tenían objetivos
muy distintos, a veces exluyentes entre sí aunque una cosa importante en
común: su consideración de peligros para la seguridad de los EE.UU. En
contra de lo esperado y lo anunciado en la campaña electoral, el presidente
Clinton practicó una política continuista en este aspecto a lo largo de todo
su mandato (New York Times, 12-4-1993).
En este contexto, que coincide con la implosión de los países del Este
de Europa hacia 1990, se produce una fuerte revisión de las políticas de se-
guridad de los países occidentales que marca el inicio de una nueva fase en
el desarrollo de las relaciones internacionales. El fenómeno de las finanzas
247
Armando Fernández Steinko
248
Blanqueo, narcotráfico y desregulación financiera
249
Armando Fernández Steinko
250
Blanqueo, narcotráfico y desregulación financiera
251
Armando Fernández Steinko
que estaba tomando la política de lucha contra las drogas. En el nuevo docu-
mento se argumenta la existencia de peligros exógenos al sistema financiero
protagonizados por actores situados fuera de la legalidad, se alude a la ne-
cesidad de salvaguardar su integridad frente a la enorme capacidad de estos
actores de desestabilizarlo con sus prácticas delictivas, se ofrece una defini-
ción explícita de estos peligros como procedentes del crimen organizado y,
más concretamente, se asocia dicho crimen organizado a las actividades del
narcotráfico.
Pero no solo. En dicho documento también se introduce por primera
vez un elemento central de la posterior estrategia del AMLR: la política de
«conoce a tu cliente». Esta está basada en un modelo de autoregulación y
autosupervisión de las instituciones financieras que son invitadas, o incluso
obligadas por ley, a que adopten una actitud vigilante y para que apliquen
códigos éticos de conducta destinados a combatir las finanzas criminales
(BIS 1988, puntos 4 y 6 del preámbulo). La circular pone el acento en los
delitos de cuello azul asociándolos a formas complejas de organización
pero deja fuera otras formas de delito económico como la evasión fiscal o la
fuga de capitales a pesar de que, por aquellas fechas, las dos últimas —que
guardan una estrecha relación entre sí— se había convertido en buena parte
del mundo —desarrollado y en desarrollo— en un problema crítico para
la estabilidad financiera, social e institucional de muchos países, particular-
mente latinoamericanos (Naylor, 1987 y Henry, 1996).
La metodología y la estrategia propuesta para interceptar el dinero ilegal
parte de una premisa fundamental que es tratada como certeza: el dinero de
origen ilegal es identificable por el aspecto externo, la raza o el comporta-
miento de los posibles delincuentes o por los procedimientos de blanqueo
utilizados (pitufeo, movimientos sospechosos de efectivo etc.). El delin-
cuente es un «otro» con comportamientos distintos, comportamientos que
facilitan su identificación por parte de empleados y directores de sucursales
bancarias, notarios, etc. Las políticas de «conoce a tu cliente», basadas en la
«diligencia debida» (due diligence), parte de esta posibilidad: los empleados
de los bancos y otros sujetos obligados deben y pueden identificar quién
puede ser un blanquador potencial y quién no. Esta premisa se nutre de una
«visión simplista y blanquinegra del “crimen transnacional” basada en la
suposición, de que los límites entre actividades lícitas e ilícitas son perfecta-
mente visibles» (Levi y Reuter, 2006: 355).
Unos meses después de la publicación del documento del Banco Inter-
nacionional de Pagos, los países del G-7 crearon en París el Grupo de Ac-
ción Financiera (GAFI, en inglés FATF), el principal organismo internacio-
nal de lucha contra el blanqueo de capitales. En 1990 el GAFI publicó su
primer informe sobre blanqueo de capitales («Financial Action Task Force
on Money Laudering»: FATF 1990). Este informe se basa en los resultados
del trabajo de una comisión mandatada para realizar un primer cálculo de
la cifras del blanqueo y sus posibles o hipotéticas consecuencias sobre la
economía mundial y el sistema financiero internacional en particular, co-
252
Blanqueo, narcotráfico y desregulación financiera
misión que estuvo presidida por la delegación del Reino Unido1. A pesar
de que este documento está plagado de verbos modales expresando meras
posibilidades y del reconocimiento del carácter fuertemente especulativo de
sus propias afirmaciones, ha sido y sigue siendo citado como una fuente
primaria e incluye afirmaciones sobre la economía de las drogas y del dinero
ilegal expresadas una y otra vez como certezas.
El informe distingue entre métodos directos y métodos indirectos de
observación del dinero ilegal. El método directo se basa en el análisis de las
cuentas de errores y omisiones de las balanzas de pagos para lo cual el GAFI
solicitó ayuda de expertos del FMI y del Banco de Pagos Internacional. Las
conclusiones son que, si bien los depósitos recogidos en las estadísticas ban-
carias internacionales «podían incluir» (may include) una cantidad «sustan-
cial» de dinero procedente del narcotráfico no hay forma de individualizar
y calcular estas cantidades. Esto se debe a las deficiencias estadístico-finan-
cieras nacionales y a las cuentas opacas en los paraísos fiscales, ya descritas
en el informe Esteva algunos años antes (FMI 1987). Por lo demás, continúa
el informe, es altamente probable que las cantidades calculadas «representen
solo una pequeña cantidad del total» (p. 3).
Al quedar descartada la observación directa debido al hecho de la ilegali-
dad, y debido también al aumento de la opacidad de las acciones financieras
con dinero de origen legal, el informe se concentra en 3 formas indirectas de
estimación de los flujos financieros generados con actividades de narcotrá-
fico. Las tres se basan en la estimación del valor de la producción de drogas
así como del volumen de su consumo calculado a partir de precio del gramo
en los mercados minoristas de drogas ilegales y la multiplicación de dichos
consumos por el precio minorista del gramo en la calle. No se especifica de
qué calles y mercados minoristas se trata, un dato decisivo pues un gramo
en una calle de Londres es varias veces más elevado al que se paga en las
calles de Karachi y otras ciudades de países en desarrollo, y el doble de lo se
paga en las ciudades norteamericanas (Cartrer-Bresson, 2002, Reuter, 1996,
Reuter y Greenfield, 2001, UNODCCPc, 2001).
El primer método indirecto de estimación el informe cita los resultados
de un trabajo presuntamente realizado por Naciones Unidas según el cual
las ventas ilegales de drogas ascendían en 1987 a 300.000 millones de dólares
(FATF, 1990: 4) De estos 300.000 millones de dólares, 106.000 millones de
dólares, más del 30 por ciento del total, se corresponden a las ventas de dro-
gas ilegales en los EE.UU. que también presuntamente —así el informe— se
descomponen entre 29.000 millones de dólares (cocaína), 10.000 millones
de dólares (heroína) y 67.000 millones de dólares (cannabis). El informe del
GAFI no da fuentes precisas sobre la procedencia y autoría de dicho infor-
me, aparte de que «Naciones Unidas estimó que». Sin embargo, la fuente
1
Las otras dos comisiones mandatadas, la una para estudiar los aspectos legales de la lucha
contra el blanqueo de capitales y la otra para estudiar temas de cooperación financiera, fueron pre-
sididas por los EE.UU. y por Italia respectivamente.
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Duyne 1994, así como Van Duyne y Levi, 2003: 107 ss). De hecho, los datos
de confiscación de cocaína que manejan las autoridades norteamericanas y
europeas son mucho más altos: del 33 por ciento en los EE.UU. y del 25 por
ciento en la Unión Europe (Comisión Europea, 2009) y los informes anua-
les periódicos de Naciones Unidas realizados a partir de 1997 y los propios
cálculos de la policía española también dan porcentajes de incautación muy
superiores, especialmente para la cocaína y la heroína (UNODCCPa-d, va-
rios años, Fuentes González, 2001). Estos porcentajes obligarían a reducir
drásticamente la cifra estimada del total del dinero del narcotráfico suscepti-
ble de ser blanqueado así como los excedentes obtenidos del tráfico ilegal de
drogas, y que representan una fracción de las ventas. En coherencia con este
cúmulo de imprecisiones y cálculos inciertos, la comisión del GAFI con-
cluye acertadamente que «en este momento no disponemos de información
suficiente para evaluar los balances financieros resultantes del blanqueo de
capitales, utilizando como base las estimaciones de venta de drogas» («The-
re is currently insufficient information to evaluate, on the basis of estimates
of the value of drug sales, the level of these balances resulting írom money
laundering») (FATF, 1990: 3).
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A pesar de ello, todas las hipótesis no solo se siguieron dando por váli-
das en documentos de trabajo y las conferencias internacionales impartidas
por fuerzas policiales. Además se fueron diseminando por todo el mundo en
informes de las fiscalías, comentarios contenidos en «hechos probados» en
múltimples sentencias, publicaciones de contenido jurídico, working papers
de organismos internacionales y en publicaciones y monografías de conte-
nido periodístico.
En 1996 el FMI publica un documento de trabajo firmado por el ita-
liano Vito Tanzi del departamento de asuntos fiscales de dicho organismo
internacional y conocido experto en evasión fiscal (Tanzi, 1996). El autor
advierte que los puntos de vista vertidos en el documento son «estrictamen-
te personales» y que este «ha sido enriquecido tras una larga conversación»
con el entonces director del FMI Michel Camdessus. El autor de este docu-
mento, también profusamente citado en la bibliografía especializada como
fuente primaria, asume las hipótesis iniciales plasmadas en la circular del
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No ha sido posible establecer una cronología exacta de la publicación de este informe, que
podría ser la de 1995 pero también la de 1997.
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La prensa
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Este artículo reproduce las cifras propuestas por Naciones Unidas (UN-
DCP, 1995/1997) que, en última instancia, se remontan a fuentes oficiales
norteamericanas. Revela, probablemente sin pertenderlo, una incoherencia
reveladora. Menciona la cifra de medio billón de dólares como procedente
de fuentes oficiales británicas y nortemericanas, un dato cuya procedencia no
se hace explícita en el Documento Técnico de Naciones Unidas en el que esta
cifra figura como propia (UNDCP, 1995/1997: ver arriba). El artículo tiene
un interés especial pues revela que la primera fuente de datos publicados por
Naciones Unidas y considerados «poco fiables», son las fuentes oficiales de
los dos países que impulsaron el AMLR: Estados Unidos y Gran Bretaña.
El trabajo de Ian Rodgers amplió la repercusión de todas estas cifras al
ser citado como fuente solvente en una memorable conferencia que impar-
tió el entonces director del Fondo Monetario Internacional Michael Cam-
dessus sobre blanqueo de capitales, conferencia que Tanzi (1996) cita a su
vez como una fuente destinada a reforzar sus «aseveraciones informales».
En esta conferencia Camdessus respaldó con su autoridad institucional una
serie de datos entre confesadamente especulativos y puramente tentativos
sancionando la existencia de unas «cifras de consenso» procedentes del ci-
tado artículo publicado en el Financial Times. Sus declaraciones sirvieron
para colocar las políticas de lucha contra el blanqueo en la agenda mediática
de todo el mundo alimentando la hipótesis de su relación con el «crimen
organizado» y, años después, con la «financiación del terrorismo». El ar-
tículo siguió siendo citado durante mucho tiempo como fuente solvente,
sobre todo a través de la mencionada conferencia dictada por Camdessus.
Tanto el New York Times como el Newsweek han venido publicando ar-
tículos similares basados en fuentes oficiales y dando cifras de negocios
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obvio que existe una conexión entre desregulación financiera y creación del
régimen de lucha contra el blanqueo. Pero, ¿cuál es esta relación y cómo se
puede explicar?
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estabilidad del sistema financiero (Plihon, 2009). Por otro lado, el núcleo de
su apuesta económica pasa por generar un aumento del riesgo individual y
sistémico, pues solo una mejora de la remuneración de los accionistas, tam-
bién y sobre todo de aquellos que más arriesgan sus activos por disponer
de más recursos, puede incentivar la adquisición de productos financieros
menos arriesgados por parte de las clases medias y, tendencialmente tam-
bién, por parte de las clases populares. Por tanto, la necesidad de impulsar
un aumento de las cotizaciones tiene detrás todo un programa de gestión
social que va más allá del intento de maximizar los ingresos de las clases más
pudientes. Dicho impulso inicial destinado a favorecer la rentabilidad de los
mercados financieros pretende poner en marcha un «circulo virtuoso» desti-
nado a generar dividendos financieros también para sectores no minoritarios
de la sociedad a través del sistema de capitalización de pensiones privadas o
de la colocación de ahorro popular en fondos de inversión y en productos
financieros en general (Bluestone y Harrison, 2011). La desregulación tiene
como objetivo alimentar esta máquina generadora de riqueza transformable
en consumo sin necesidad de recurrir a la creación de puestos de trabajo o
de mejorar la remuneración y la calidad del existente. Esta estrategia ha ocu-
pado un lugar creciente en las políticas de muchos gobiernos occidentales
pero no todos tienen la misma posición de salida. Sobre todo en aquellos
países, en los que los sistemas públicos de pensiones han sido sustituidos
por sistemas privados de capitalización, y en los que la caída o el estanca-
miento de los salarios reales ha hecho depender a un número significativo
de familias de los ingresos procedentes de la renta financiera, la desregula-
ción financiera pasó a convertirse un objetivo central de sus políticas para
mantener el consumo y el consenso sociales. Pero dichas políticas tenían
que generar necesariamente un riesgo o peligro financiero de tipo sistémico.
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forme Edwards, 1998: anexo A, cit en Levi y Reuter, 2006: 310). La situa-
ción de emergencia financiera creada tras la crisis de 2008 está obligando a
Gran Bretaña y a Estados Unidos a ser más intransigentes con este tipo de
prácticas porque afectan a su propia recaudación fiscal. La presión que ha
venido ejerciendo el gobierno de Obama sobre Suiza o las sucesivas filtra-
ciones —muchas pagadas por gobiernos— sobre grandes evasores fiscales
con cuentas secretas en Suiza son un buen ejemplo de ello.
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Argumentos similares son válidos para Gran Bretaña y los Estados Uni-
dos aunque por razones en parte distintas. Se trata de países con poblacio-
nes muy numersosas y necesidades mucho más importantes de financiación.
La particular dependencia que tienen los Estados Unidos del drenaje hacia
su jurisdicción de activos procedentes del ahorro generado en el resto del
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A esto hay que añadirle otro argumento de tipo estrictamente fiscal. Los
Estados Unidos y Suiza, y en menor medida también Gran Bretaña, son paí-
ses con economías sumergidas comparativamente menos importantes (ocho
por ciento, nueve por ciento y doce por ciento de su PIB respectivamente:
Schneider, 2005, tabla 2). La razón es que su esfuerzo fiscal (ratio entre la
presión fiscal y el PIB per cápita) es también comparativamente bajo (27 por
ciento, 29 por ciento y 39 por ciento respectivamente frente al 41 por ciento
de Alemania, al 45 por ciento de Francia o al 48 por ciento de Suecia). Sus
sistemas de bienestar están menos desarrollados, lo cual reduce el esfuerzo
fiscal que tienen que hacer sus gobiernos para hacer frente a los compro-
misos con sus ciudadanos. En consecuencia, y aun cuando su sangría fiscal
pueda llegar a ser importante en términos absolutos debido a las importantes
dimensiones de sus economías, esta lo es dos o tres veces menos en términos
relativos que la de los otros países occidentales con sistemas impositivos
más progresivos. Son países que pierden menos impuestos pero que se be-
nefician de una parte signficativa de la pérdida de recursos fiscales que han
sufrido otros países, pues una parte de dichos recursos fluyen a sus plazas
financieras que albergan activos atractivos para defraudadores no residentes
(plazas off shore). Así, los Estados Unidos «solo» pierden anualmente el 2,3
por ciento de su PIB por la vía de la evasión fiscal (337 mil millones de dó-
lares), el mismo porcentaje que Suiza (13 mil millones de dólares) mientras
que Gran Bretaña pierde algo más: el 4,9 por ciento (109 mil millones de
dólares). Por contraste, los 36 países de Europa pierden anualmente más del
8% de su PIB por término medio por este concepto (1,5 billones de dólares)
destacando los países del este con Rusia a la cabeza (15 por ciento del PIB),
así como los países con graves problemas de financiación en la actualidad:
Italia (11,6 por ciento), Grecia (9,6 por ciento), Portugal (8,6 por ciento) y
España (7,6 por ciento) que pierde anualmente 107 mil millones de dóla-
res. El continente más castigado por esta pérdida es Sudamérica, que sufre
anualmente una huida de capitales y una evasión fiscal endémicas: del diez
por ciento de su PIB equivalente a 376.000 millones de euros. Una parte
de este dinero se transforma en bienes de consumo corriente y suntuario,
pero otra, aquella procedente de la evasión fiscal de los grandes patrimonios,
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El grueso de los casi tres billones de dólares que todos los Estados del
mundo pierden anualmente como consecuencia de los delitos contra la ha-
cienda pública —casi un billón menos si descontamos el dinero que pierden
los estados norteamericano, británico y suizo— se queda en sus países de
origen, es decir, acaba transformándose en consumo corriente y/o suntuario
de los defraudadores y evasores fiscales. Esto genera un floreciente mercado
de bienes de consumo suntuario del que salen beneficiadas sus fabricantes,
prácticamente todos situados en el norte del planeta. Pero una parte no des-
preciable de este dinero, que aumenta a medida en que se eleva la extrac-
ción social del evasor, fluye hacia los centros financieros de estos tres países.
Cuanto más sofisticadas las técnicas utilizadas por los asesores financieros
contratados por los evasores y cuantos más débiles los sistemas estatales de
lucha contra el fraude y la evasión de capitales, más elevadas son las cantida-
des que acaban saliendo del país hacia los bancos especializados en la gestión
de activos procedentes de estas conductas. Estos bancos transforman parte
de este dinero en productos financieros de alto riesgo que son los más lucra-
tivos y también los que más peligro generan para la estabilidad del sistema
financiero internacional debido a su comportamiento especulativo (para el
caso del banco suizo UBS, ver The Economist, 24-4-2008). Se trata de un
dinero que hace aumentar el pasivo de los bancos en los que ha encontrado
refugio mejorando la situación financiera de las empresas que ahora pue-
den solicitar créditos a un menor tipo de interés, pero también de los esta-
dos receptores, que consiguen reducir el coste de su propio endeudamiento
público. Son países que, aun cuando también sufren las consecuencias del
delito fiscal y lo combaten activamente en sus territorios, son beneficiarios
netos de su comisión en el resto de los países del mundo y su drenaje hacia
sus propias jurisdicciones. Es comprensible que no estén interesados en de-
sarrollar una lucha contra todo el dinero ilegal, sino solo contra una parte
del mismo.
Conclusiones
En la primera parte de este trabajo hemos intentado demostrar, que los
intentos de cuantificar el volumen económico del narcotráfico no han trans-
currido por los cauces que debe seguir la ciencia para abordar el estudio de
un fenómeno desconocido y complejo. El estudio detallado de dicho proceso
demuestra que las hipótesis iniciales han sido formuladas al margen de la
realidad empírica. Esto no es el auténtico problema, pues todo conocimiento
nuevo tiene que partir de hipótesis de trabajo (aún) no contrastadas. Lo lla-
mativo es la resistencia que muestran los autores de los sucesivos documen-
tos, artículos y libros científicos, así como los juristas y los responsables po-
líticos que manejan estos datos, a tratarlos con prudencia y a crear marcos de
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guna de estos problemas explica por sí mísmo la naturaleza del AMLR que,
no por casualidad, se inscribe en una lógica desreguladoras similar a la que
subyace a la transición de Basilea I a Basilea II. La situación de emergencia
financiera creada tras los rescates bancarios, y que ha hecho aumentar el
déficit público en la mayoría de los países occidentales, podría marcar un
antes y un después en el discurso sobre blanqueo pues obligaría a hacer una
lectura más realista y completa del fenómeno de las finanzas ilegales. Los
comportamientos delictivos como la evasión fiscal o la huida de capitales,
tienen que ocupar un lugar mucho más nítido en el nuevo cuadro de dichas
finanzas si se pretende que puedan ser abordadas y perseguidas de forma
eficiente y multilateral. Es difícil que esto ocurra si no aumenta el grado de
cooperación financiera internacional.
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III. Seguridad, delitos
económicos y blanqueo de
capitales: aspectos teóricos y
normativos
6. Políticas de seguridad y neoliberalismo
Introducción
A primera vista, parece como si no existiera una relación directa entre el
sistema económico y las políticas criminales o de seguridad adoptadas por
los Estados. Sin embargo, a poco que uno se detenga en el estudio de esta
cuestión, se vislumbra fácilmente un entretejido de hebras institucionales y
sociales que unen y afectan simultáneamente tanto al ámbito jurídico-penal
como al ámbito económico nacional. Desde una perpectiva crítico-criminoló-
gica es posible investigar, por ejemplo, si existe una interrelación funcional y
discursiva entre un sistema económico neoliberal, es decir, desregulado y so-
cialmente excluyente, y un sistema penal punitivista, es decir, un sistema que
incrementa su campo de acción en extensión y en intensidad, que incorpora
medios cada vez más intrusivos para la investigación criminal, que intensifica
las sanciones y que, por fin, relega el fin «resocializador»1 del sistema penal
en favor de una finalidad meramente excluyente. Esta relación entre neolibe-
ralismo y políticas criminales punitivistas es el tema de las siguienes páginas.
Por un lado se expondrá de qué forma la libertad de los flujos económi-
cos individuales y corporativos aumenta en forma directamente proporcio-
nal a la intervención y el endurecimiento punitivos y cómo tal aumento de
la libertad de movimientos está simbióticamente ligado a las actuales políti-
cas que exigen una mayor seguridad. Para ello se explicará someramente la
1
Éste es el fin de la pena conocido como prevención especial positiva, de acuerdo al cual la pena
actúa en especial sobre el autor del delito y procura reafirmar positivamente su actitud hacia el orden
jurídico, guiándolo para que pueda vivir productivamente en sociedad. Este fin se ha atribuido a la
pena en el derecho penal iluminado desde la escuela jurídicopenal sociológica de fines del siglo xix
en adelante. Para profundizar sobre éste y otros fines atribuidos a la sanción penal, véase Roxin,
1997: 81 ss. Por otra parte, autores críticos y fundamentalmente la llamada criminología crítica han
estudiado largamente el rol del sistema penal como instrumento de enriquecimiento estatal y de
dominación. En estas páginas el estudio se focaliza en la variación actual del sistema penal como
instrumento de las políticas de seguridad neoliberales, por lo que la visión criminológica crítica «tra-
dicional» no será expresamente analizada, pero es fuente y base de lo aquí expuesto (su exposición
excedería el ámbito del presente texto). Para el estudio de las bases de la criminología crítica remito
—como inicio— a los trabajos de Michel Foucault La verdad y las formas jurídicas, así como a las
investigaciones fundamentales de Rusche y Kircheimer (Pena y estructura social, de 1939), y a la obra
(¡ya legendaria!) de Ian Taylor, Paul Walton y Jock Young La nueva criminología (1973), que desde
su aparición ha marcado un punto de quiebre en la forma de entender y estudiar al sistema penal.
309
María Laura Böhm
2
Véase la introducción al libro Políticas de Seguridad, en el que junto a Mariano Gutiérrez
hemos trazado unos primeros lineamientos de estas ideas que aquí retomo y profundizo (Böhm/
Gutiérrez 2007).
310
Políticas de seguridad y neoliberalismo
311
María Laura Böhm
3
Debe resaltarse la excepción que en este punto representa el pensamiento marxista, que pre-
cisamente advierte acerca del Estado como instrumento de dominación, destinado a sucumbir en el
momento en que las estructuras de dominación y la lucha de clases fuesen superadas.
4
Desde la perspectiva penal, véase Zaffaroni, 2006: 123 ss.
5
Véase también sobre el contrato social, Villaverde, 1993; Kersting, 1994.
312
Políticas de seguridad y neoliberalismo
Pero esta aparente solución es, en realidad, una respuesta bastante hueca.
¿Cómo se define entonces realmente la inseguridad? ¿Cómo se establece
qué o quiénes son los que hay que erradicar para conseguirlo? ¿Y de qué
forma se hace? Son sin duda preguntas molestas y casi imposibles de contes-
tar, pero necesarias, pues sus posibles respuestas pueden tener consecuencias
sumamente dispares.
313
María Laura Böhm
314
Políticas de seguridad y neoliberalismo
6
¿Podrían ser tal vez el movimiento 15M en España (15 de marzo de 2011) o las protestas es-
tudiantiles en Chile con el mensaje «no lucro» (junio de 2011) un promisorio ejemplo de resistencia
ante el desmembramiento e indiferencias sociales neoliberales? ¿Tal vez un punto de inflexión?
315
María Laura Böhm
316
Políticas de seguridad y neoliberalismo
317
María Laura Böhm
¿Políticas de seguridad?
7
Véase en profundidad sobre las falacias de información y análisis respecto del «crimen organi-
zado» el amplio y detallado trabajo de Fernández Steinko (2008).
318
Políticas de seguridad y neoliberalismo
8
En un proyecto actual que se está llevando adelante en la Universidad de Oxford, la investigación
busca definir los límites que deben establecerse a la que fue bautizada en el marco de este proyecto
como «justicia preventiva» (preventive justice). Se parte de la necesidad de regular la acción del sistema
penal cuando este actúa como mecanismo de intervención frente a sujetos sospechosos, antes de que los
delitos efectivamente se cometan o que se tenga certeza de que siquiera han sido intentados. La justicia
preventiva constistiría en una actuación «precrime». El ejemplo aportado por la Prof. Lucia Zedner,
una de las directoras del proyecto durante su participación en un congreso, es explícito en cuanto a
los problemas que implica esta nueva justicia preventiva: Si se sabe (se sospecha en realidad) que una
persona está involucrada en un (futuro) atentado que se llevará a cabo mediante la explosión de una
bomba (también conocido como el escenario de la bomba de tiempo o ticking-bomb), la justicia podría
preventivamente detener al sujeto, requerirle la información que podría evitar tal explosión, y dadas
las condiciones (allí residen precisamente los límites que estos académicos procuran sentar a esta forma
de actuación de la justicia) ejercer violencia física o psíquica sobre él en caso que se niegue a cooperar.
Si bien el estudio tiene una orientación crítica dispuesta a limitar las actuales prácticas, lo cierto es que
mecanismos de tortura, que no son solo cotidianos en Guantánamo, sino en muchísimos países, po-
drían verse de esta manera legitimados y legalizados si cumpliesen con los «límites» que pueda sugerir
la investigación mencionada. Estos límites —el gobierno inglés encargó este proyecto a fin de contar
con un bagaje teórico y aval académico a sus métodos de investigación— pueden ser, siguiendo el
319
María Laura Böhm
ejemplo de la ticking-bomb —la exigencia de que el peligro sea inminente, probado, concreto, que el
sujeto tenga efectivamente la información necesaria, que se sepa que esa información va a impedir efec-
tivamente la explosión, etc. Es decir, si se pueden dar por afirmados estos requisitos, la tortura deviene
en legal como instrumento de investigación de la justicia preventiva. Sobre las bases y objetivos de la
justicia preventiva, véase Ashworth/Zedner 2011, sobre la del pre-crime, véase Zedner 2007.
9
Los proyectos legislativos pueden consultarse en el sitio web del Congreso de la Nación
(http://www.diputados.gov.ar/). Sobre esta discusión y brindando argumentos en contra de la baja
de la edad de punibilidad, véase Universidad del Comahue 2011.
10
Cfr. Gesetz zur Änderung des Arts. 13 GG (Ley para la reforma del art. 13 de la Constitu-
ción) del 26 de marzo de 1998 (BGBl I 98, 610). La modificación constitucional, avalada incluso por
el Tribunal Constitucional modifica el concepto de «privacidad» y habilita la intervención acústica
en los domicilios particulares de quienes son considerados actores peligrosos para la seguridad ge-
neral. En profundidad sobre esta reforma, Böhm 2011, espec. p. 151 ss.
11
Se trata fundamentalmente de las leyes de Arizona (State of Arizona Senate Forty-ninth
Legislature Second Regular Session 2010 SENATE BILL 1070 conocida como la «SB 1070», dis-
ponible en: http://www.azleg.gov//FormatDocument.asp?inDoc=/legtext/49leg/2r/bills/sb1070s.
htm&Session_ID=93) y la reciente ley anti-inmigración de Alabama, conocida como «HB 56», de
junio de 2011, que prohibe y criminaliza la asistencia a instituciones educativas, el empleo, la reali-
zación de contratos, el traslado etc. de inmigrantes ilegales en ese Estado. Véase el crítico Informe
sobre Inmigración en Estados Unidos, enfocado a las detenciones y el debido proceso, realizado
por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, disponible en: http://cidh.org/pdf%20fi-
les/InformeSobreMigracionesEnEEUU-Detenciones-y-DebidoProceso.pdf).
12
La primera pregunta del Referendo llevado a cabo en Ecuador el 7 de mayo de 2011 establecía
en su primera parte: «1.—¿Está usted de acuerdo en enmendar el numeral 9 del artículo 77 de la Cons-
titución, incorporando un inciso que impida la caducidad de la prisión preventiva cuando esta ha sido
provocada por la persona procesada y que permita sancionar las trabas irrazonables en la administración
de justicia por parte de juezas, jueces, fiscales, peritos o servidores de órganos auxiliares de la función
judicial, como se establece en el anexo 1?». En la parte pertinente del anexo 1 se establecía. «La orden de
prisión preventiva se mantendrá vigente si por cualquier medio la persona procesada ha evadido, retar-
dado, evitado o impedido su juzgamiento mediante actos orientados a provocar su caducidad». Mientras
que la segunda parte de la pregunta no genera mayores reparos, sí lo hace la primera por medio de la cual,
dado que el resultado del referendo había sido positivo para esta pregunta, la detención de las personas
procesadas —no condenadas— podría pasar a tener una limitación temporal poco precisa —el límite no
está establecido en el referendo, ni en el anexo, ni en las leyes aludidas—. Dados los lentos tiempos de
los sistemas judiciales latinoamericanos y siendo que es sencillo atribuir al procesado detenido la res-
ponsabilidad por el retardo en la administracón de justicia (cualquier petición puede ser entendida como
dilación), se hubiera tratado de una extensión ilegítima de la privación de la libertad de personas sobre las
cuales vale (o debería valer) la presunción de inocencia, pero quienes no son bienvenidas en libertad. Por
razones constitucionales la reforma finalmente no salió adelante.
320
Políticas de seguridad y neoliberalismo
migrantes, por los procesados aún no juzgados, etc. Pero las verdaderas políti-
cas integrales de seguridad no tienen nada que ver con este concepto famélico
de seguridad, fiel servidor de prácticas de intolerancia y de exclusión. Muy por
el contrario, la construcción de la seguridad, en el sentido amplio e integral
del término, debería practicarse —si continuamos con estos mismo ejemplos—
mediante la promoción del entendimiento entre naciones y religiones, median-
te el estudio y el tratamiento de las carencias estructurales y de la falta de con-
tención psicoemocional que frecuentemente se advierte entre los adolescentes,
mediante la disminución de la corrupción institucional y de la desregulación
económica, que son los principales catalizadores del mal llamado crimen orga-
nizado, mediante la adopción de políticas inmigratorias integradoras y regula-
das, mediante el sano funcionamiento de las instituciones judiciales como paso
fundamental para el respeto de los derechos fundamentales de las personas
privadas de la libertad etc. Todas estas serían políticas de seguridad en sentido
integral, políticas dirigidas a la construcción de entramados sociales de apoyo
individual, y no al combate de la inseguridad, como es el caso de las medidas
adoptadas por las políticas (criminales) de seguridad mencionadas que reducen
la complejidad de la cuestión «seguridad» minimizando las necesidades huma-
nas e individualizado, es decir, dessocializando sus acciones. Pareciera que la
integridad física y el dinero fueran los únicos bienes susceptibles de ser asegu-
rados. El sujeto protegido por las políticas de seguridad actuales es un animal
rentable: solo cuenta como cuerpo adinerado o endeudado, empleado, pagador
de impuestos y en todos estos casos el Estado lo considera protegible porque
se trata de un sujeto económico. Quienes no son rentables para el Estado y los
mercados (ni adinerado, ni endeudado, sino desposeído, desempleado, indocu-
mentado, rebelde o detractor) generan sensación de inseguridad. Las políticas
de seguridad no dialogan con colectivos, con seres humanos socializados y
socializables, con sujetos políticos insertos en las dinámicas sociales. Tómese
el ejemplo de las tasas de encarcelamiento en EE. UU. donde la gran mayoría
de la población carcelaria es joven, tiene un bajo nivel educativo, es hombre y
pertenece a los estratos socioeconómicos inferiores, frecuentemente de color y
con muchas posibilidades de engrosar el estrato de los desempleados si estu-
viese en libertad. De hecho, algunos autores destacan que si estas personas no
hubiesen estado privados de libertad, el índice de desocupación en EE. UU.
durante la década de los noventa hubiera sido por lo menos dos puntos por-
centuales más elevado de lo que registran las estadístias oficiales (Western/
Beckett, 1999, Campbell, 2010: 61). Todo lo que atente contra la rentabilidad
estatal y contra la rentabilidad de los mercados deviene así en una amenaza
para el Estado mismo, amenazas que intentan conjurar las políticas de seguri-
dad, su combate y su criminalización.
321
María Laura Böhm
La gubernamentalidad14
13
Sobre esta idea, véase fundamentalmente Lemke, 2002; Krasmann, 2003.
14
En este fragmento actualizo ideas más extensamente desarrolladas en Böhm, 2007.
322
Políticas de seguridad y neoliberalismo
tercio del siglo xx nuevos impulsos desde que el neoliberalismo sentó las nue-
vas reglas del juego, especialmente tras la quiebra del Estado de bienestar en
muchos países «avanzados» y la falta total de posibilidades para acceder a tal
modelo en los países menos avanzados (entre muchos, Gueler, 2009). Este de-
sarrollo, que ha sido designado como la «economización de lo social» (Rose/
Miller, 1992), se ha acentuado mucho en los últimos tiempos. La guberna-
mentalización del Estado de la que hablaba Foucault (2004: 162) no implica
solo la vuelta a formas anteriores como la del soberano decidiendo sobre la
vida, la muerte y los bienes de sus súbditos, o la de un control reticular con la
obsesión disciplinaria de hacer de los individuos, individuos normales.
La estrategia de poder soberano es aquella que Foucault identifica
como propia de las formas de dominación aparecidas en el siglo xii
—en sus inicios solo en Francia e Inglaterra— y que predomina-
ron hasta fines del siglo xvi, principios del xvii. Este poder es ejer-
cido fundamentalmente sobre el suelo, sus productos agrarios y las
riquezas y bienes de los súbditos y este ejercicio de poder se basa
fundamentalmente en la ley, que habilita en forma más bien preda-
toria la confiscación de bienes en beneficio del soberano (Foucault,
1995: 77). El territorio es en este contexto importante no solo por
su potencial productivo, sino porque determina los límites físicos
del poder del soberano. Por eso la defensa —y en el mejor de los
casos la ampliación— del territorio es una de las tareas fundamen-
tales de esta forma de poder que se autolegitima y autoconserva en
la figura del soberano. Toda amenaza al territorio o a la ley, base y
corporización misma de ese soberano, son respondidos mediante
el ejercicio del poder en su forma más característica: el derecho
sobre la vida y la muerte de sus súbditos, o, en realidad, el derecho
de muerte, de disponer de la vida y decidir el momento de muerte
de sus súbditos (Foucault, 2002: 163 ss.). Este poder de muerte se
va a ver modificado a lo largo de los siglos, pero va a permanecer
de todas formas como ejercicio de un poder que tiene como fin la
defensa y conservación del poder mismo, el cual se extiende a su
territorio, sus bienes y, en las sociedades modernas, a su pobla-
ción, que desde su «descubrimiento» ha devenido en fundamento
y razón de ser de ese poder soberano. Por otro lado, la «anato-
mopolítica» que empieza a desarrollarse en el siglo xvii gobernaba
sobre los individuos y sus cuerpos. El mecanismo por excelencia
era la disciplina, que primeramente se difundió amplia y duramen-
te en las instituciones cerradas «totales» y luego en los más ínfimos
retículos de las redes del poder, lo que condujo a la idea de una
sociedad disciplinaria (Foucault, 1977, Goffman, 1968). Principal
función de la disciplina era obtener cuerpos educados: económi-
camente productivos y políticamente sumisos y obedientes (Fou-
cault, 1977: 177). La vigilancia devino así en la técnica de gobierno
por antonomasia, que hoy sigue presente en toda institución cerra-
da o semicerrada (escuelas, hospitales, etc.).
323
María Laura Böhm
324
Políticas de seguridad y neoliberalismo
325
María Laura Böhm
La relación, que sin duda es muy cercana, entre la economía, que está
fomentada e instrumentalizada por las técnicas de libertad, y la economía
que es protegida y defendida mediante técnicas de seguridad, se refleja en
los discursos y las prácticas político-criminales. Podría decirse que en tanto
la libertad sea gobernada mediante una racionalidad neoliberal, será insosla-
yable la presencia de mecanismos de seguridad excluyentes y de un sistema
penal punitivista y bélico. Incluso en los casos en los que el modelo neoli-
beral comienza a dejarse de lado, como sucede actualmente en varios países
latinoamericanos, las consecuencias de las prácticas neoliberales aún serán
difíciles de superar y hay que temer que hasta entonces se seguirán aplican-
do lamentablemente medidas de aseguramiento y de seguridad discordantes
con la implementación de propuestas socialmente inclusivas. Un ejemplo
es la Argentina donde, aunque en menor medida que en años anteriores,
se sigue criminalizando la protesta social, especialmente cuando está diri-
gida a evitar la expropiación de tierras y recursos naturales en perjuicio de
comunidades originarias y en beneficio de inversores transnacionales16. En
Argentina sigue aumentando la presencia de fuerzas de seguridad en la calle
como respuesta a la sensación de inseguridad generada en zonas considera-
15
El texto de Mariana Valverde al que hace referencia Stenson es: Despotism and ethical gover-
nance, en: Economy and Society 23(3): 357-372.
16
Cf. como ejemplo una de las noticias al respecto, en http://www.pagina12.com.ar/diario/
sociedad/3-171446-2011-07-04.html. Véase que también en otros países, vgr. en Chile, las comuni-
dades originarias son perseguidas incluso con legislación especial. En Chile se aplica la Ley Antite-
rrorista como instrumento de persecución y criminalización de la protesta que el pueblo mapuche
levanta contra la expropiación de tierras (ver http://www.fidh.org/spip.php?article9169).
326
Políticas de seguridad y neoliberalismo
17
Cf. los detalles del plan de seguridad en http://www.minseg.gob.ar/index.php/
comunicacion/296-hoy-comienza-el-plan-unidad-cinturon-sur; http://www.pagina12.com.
ar/diario/sociedad/3-171385-2011-07-03.html.
18
Véase supra nota 14 y texto principal.
327
María Laura Böhm
328
Políticas de seguridad y neoliberalismo
Los que hoy son construidos y vistos como amenaza a la seguridad son
una versión actual de «los peligrosos» de antes. Pero las diferencias son de-
masiado importantes como para que pueda trazarse una línea directa entre
aquel uomo delinquente de entonces y el ente-insecuritas actual.
He descripto como ente insecuritas a quienes en la actualidad son
discursivamente construidos/temidos como amenaza y penalmen-
te perseguidos porque podrían representar un peligro a la seguri-
dad, lo cual suele realizarse en forma amplia e indefinida («terro-
rismo», «crimen organizado», «inmigración»). No se trata de la
conocida figura del infractor de una ley, ni del otrora peligroso, ya
que estos sujetos y grupos destinatarios de las políticas de seguri-
dad actuales no se encuentran directamente vinculados a un delito
concreto, a una acción legalmente descrita, no llevan características
físicas de su peligrosidad —como afirmaban los primeros positi-
vistas— etc. El ente insecuritas es una figura que más bien auna a
todos aquellos que puedan tener alguna vinculación con conductas
y situaciones catalogadas de riesgosas para la sociedad. Véase en
detalle sobre esta figura Böhm 2011, especialmente el capítulo 5 (el
nombre alemán de esta figura, es «Gefährder»), Böhm 2011a (en
inglés «Endangerer») y Böhm 2012.
La idea de aquella criminología era que la sociedad sana debía ser defen-
dida de los peligrosos que pudieran degenerarla. En aquella época los Esta-
dos podían mostrarse como fuertes y soberanos, lo cual no es posible para
la mayoría de los Estados occidentales actuales que se limitan a combatir a
todo aquello que pueda obstaculizar el juego del libre mercado. En muchos
países latinoamericanos que actualmente implementan políticas socioeconó-
micamente más integradoras, se criminaliza sin embargo a aquellos que han
sido excluidos por el colonialismo —comunidades originarias— o por el
neoliberalismo —desempleados, jóvenes con familias desestructuradas— y
que ahora resulta complejo reinsertar.
Las políticas criminales de seguridad se han desarrollado y fortalecido
de forma ininterrumpida desde los años cincuenta del pasado siglo xx, so-
bre todo a raíz del triunfo del del neoliberalismo. El proceso ha sido tan
importante que ha generado la paradoja ya comentada: la intensificación de
las estrategias de libertad requiere de la intensificación de las estrategias de
seguridad, una paradoja fundamental que ha hecho merecer a estas socieda-
des el mote de «demonic societies» (Dean, 2001; Ojakangas, 2005). Bajo el
concepto de «penalidad neoliberal» (neoliberal penality) se ha descrito un
tipo de racionalidad, en la cual la esfera penal sirve de límite o de frontera
entre lo interior y lo exterior:
La sanción penal está definida por la lógica predominante de la
economía clásica como el único espacio en el cual el orden es le-
329
María Laura Böhm
330
Políticas de seguridad y neoliberalismo
21
Véanse las diversas facetas del «megaoperativo» que el gobernador de la Provincia de Buenos
Aires, Daniel Scioli, llevó adelante el día 6 de mayo de 2011 en un barrio carenciado a fin de incautar
estupefacientes: en los medios de comunicación la intervención realizada por las fuerzas de seguri-
dad se presenta como éxito en la lucha contra las drogas (http://www.infobae.com/notas/583841-
Scioli-Con-la-droga-y-los-delincuentes-se-convive-o-se-los-combate.html); entretanto, informes y
testimonios de afectados, asistentes sociales e investigadores estrechamente relacionados con activi-
dades de acompañamiento e integración en el barrio alertan acerca de las mentiras y simbolismo de
tal operativo (http://crimenyrazon.com.ar/temas/denuncian-que-scioli-arma-operativos-en-villas-
para-la-television/).
22
Para una profundización en el concepto y consecuencias de los procesos de securitización,
véase el texto Securitización (Böhm, 2013).
331
María Laura Böhm
332
Políticas de seguridad y neoliberalismo
23
En igual sentido, Regino 2003.
333
María Laura Böhm
24
Estas ideas van en la misma dirección que Jakobs señaló en una carta del año 2005: «En breve,
un Estado de Derecho no puede hacerse realidad idealmente (según el modelo ideal) bajo cualquier
tipo de circunstancias, sin por ello —por debajo de ese ideal— perder su valor» (Jakobs, 2005: 2,
trad. MLB).
25
Manifestación del abogado Alberto Espinoza (profesional de la Fundación de Ayuda Social
de las Iglesias Cristianas (FASIC) y defensor de luchadores sociales mapuches en diversos juicios)
durante el Seminario sobre Legislación Antiterrorista realizado el 24 de junio de 2010 en la Univer-
sidad Alberto Hurtado (disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=108861).
334
Políticas de seguridad y neoliberalismo
26
Ver in extenso sobre esta crítica, Böhm, 2008; id. 2011 (en especial Kap. 7).
335
María Laura Böhm
336
7. La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema
o crimen organizado global?
Bernd Schünemann
Universidad de Munich
1
De las amortizaciones pendientes hasta septiembre de 2008, solo el 51 por ciento correspondía
a bancos americanos, y el 45 por ciento, a bancos europeos (ver Franke y Krahnen, 2008: 9).
337
Bernd Schünemann
2
Ese momento llegó poco tiempo después de la publicación de la versión original de este ar-
tículo. Ha provocando una erosión de las finazas públicas de todos los países occidentales, una
reducción drástica del gasto público destinado a fines sociales y el consiguiente desmantelamiento
de los Estados del Bienestar (nota del traductor).
3
Este artículo fue escrito antes de la irrupción de crisis de la deuda soberana de los años 2010 y
2011: los presagios del autor se han confirmado plenamente (nota del traductor: ver también nota 104).
338
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
339
Bernd Schünemann
Antecedentes
A diferencia de lo que sucedió en el caso Mannesmann, que también
causó sensación pero cuyas consecuencias parecen literalmente una baga-
tela en comparación con los hechos que estamos describiendo4, un delito
aceptado como tal a todos los efectos por los afectados no puede funda-
mentarse en la subsunción5. Por este motivo, para el análisis penal que voy
a desarrollar basándome en la bibliografía existente6, voy a tratar de hacer
una relación de hechos que, como es natural, podrá estar sujeta a cambios
dependiendo de cada caso concreto.
1. En el origen de todo este proceso está el concepto de «securitiza-
tion» (titulización) desarrollado por el banquero estadounidense Lewis Ra-
nieri: los créditos hipotecarios que los bancos concedieron a los propieta-
rios de inmuebles (ver arriba) fueron transferidos a una SPV, que los agrupó
para luego emitir títulos respaldados en bienes hipotecarios: los llamados
asset o mortgage backed securities (ABS o MBS),que son unos títulos espe-
ciales asegurados por otros activos (los llamados «collateral debt obligations»
o CDO). Estos títulos se emitieron en grandes cantidades y vendieron en
todo el mundo. Según las estimaciones, solo en 2007 se vendieron por un
valor de aprox. 4000 miles de millones de dólares. La sociedad instrumental
que los emitía no asumía ninguna garantía por ellos, por lo que el tipo de
interés y su cobertura dependían exclusivamente de la buena voluntad y de
la capacidad de pago de los propietarios de los inmuebles. La mayoría de
dichos propietarios de inmuebles no eran empresas mínimanente asentadas,
sino particulares sobre cuya solvencia no constaban datos fiables. Esta es la
razón por la que se habla precisamente de subprime mortgages, es decir, de
hipotecas basura o créditos hipotecarios sin garantías. A este fenómeno con-
tribuyó en gran medida la enmienda a la Community Reinvestment Act (Ley
estadounidense de Reinversión Comunitaria) promulgada bajo el gobierno
4
Así la afirmación en 1994, del entonces portavoz de la junta directiva del Deutsche Bank,
Hilmar Kopper, en relación con las reclamaciones de un colectivo de trabajadores manuales que
ascendía a cincuenta millones de marcos alemanes, [N.T.: utilizando para ello el término en inglés:
peanuts, cacahuetes]. La palabra «peanuts» fue elegida ese año «la palabra del año» en Alemania.
5
Así aparece en la auditoría solicitada a Hüffer por el Deutsche Bank, ver Schünemann (2004:
42).
6
Si bien solo se documentarán algunos detalles de la siguiente exposición, la principal referencia
bibliográfica es Sinn (2009), así como Kumpan (2009), Rousseau (2009) y Franke y Krahnen (2008).
También me baso en los trabajos de Kasiske (2010: notas 1 a 4, pp. 13 y ss.); Gallandi (2009: 41);
Lüderssen (2009: 486); Lutter: (2009: 107); Lutter (2009b: 786)
340
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
7
Se trata de los llamados créditos NINJA, es decir, de aquellos concedidos a personas sin ingre-
sos, sin trabajo y sin bienes, en inglés, no income, no job y no assets. Ver tamién Sinn (2009: 116ss).
8
Estos son los non-recourse loans ver Sinn (2009: 106s.)
9
En los Estados Unidos son denominados teaser rate loans; ver Sinn (2009: 11) y Rousseau
(2009: 11).
10
En realidad el valor de los créditos era muy superior a de los bienes hipotecados Sinn (2009:
110ss.).
341
Bernd Schünemann
11
Los cálculos en Sinn (2009: 120) son sumamente esclarecedores.
342
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
12
Para más información ver Richter (2008) y el reglamento alemán sobre solvencias (Solvabi-
litätsverordnung).
343
Bernd Schünemann
decirse con un elevado grado de certeza que habría bastado con utilizar una
pequeña parte de los modelos matemáticos empleados por las agencias de
calificación para prever con alta fiabilidad el momento exacto del desplome.
4. a) Muchos bancos alemanes compraron títulos MBS en cantida-
des exorbitantes. Así, por ejemplo, el privado Deutsche Bank, pero
también muchos públicos como el Bayerische Landesbank —que se
gastó treinta mil millones de euros en estos productos—, el Säch-
sische Landesbank —veinte mil millones de euros—, el Westdeuts-
che Landesbank —más de veinticinco mil millones de euros—, y el
banco semipúblico IKB, que los adquirió por un importe superior a
diez millones de euros13. Todos estos títulos se compraron con cré-
dito a corto plazo cuya amortización dependía de que el mercado
de las subprime mortgages no sufriera ninguna alteración a la baja.
Además, los títulos no fueron adquiridos y gestionados realmente
por los propios bancos, sino por otras sociedades instrumentales
(los llamados conduits)14, todas ellas que constituidas en el extranje-
ro y, a parte de dichos títulos, no poseían activos propios. Esta es la
razón de la extrema dependencia de estas sociedades instrumentales
de los créditos a corto plazo destinados a comprar dichos títulos, si
bien eran los bancos los que, en última instancia, avalaban los crédi-
tos solicitados para dichas compras.
b) Este, a primera vista intrincado modus operandi, se puede resumir
en cuatro puntos: (1) las sociedades instrumentales se refinanciaban
en el mercado de capitales con créditos a corto plazo y a un tipo
de interés mucho más favorable que el de los títulos adquiridos a
largo plazo. Además, estaban avalados por las hipotecas. Teniendo
en cuenta la magnitud del negocio este diferencial podría llegar a
arrojar unos beneficios muy importantes. (2) Los bancos no tenían
incluidas en su cartera de activos ni las sociedades instrumentales,
ni los títulos MBS. Además, solo les concedían líneas de crédito a
las sociedades instrumentales por un máximo de un año o incluso
menos, si bien se las renovaban con regularidad. Ambas cosas les
llevaron a considerar que no era necesario reflejar estos compro-
misos a corto plazo ni en sus balances, ni como adquisiciones de
fondos propios según se estipula en el convenio Basilea I (y, más
tarde, en el Basilea II) así como también en el Reglamento alemán
de Solvencias (Solvabilitätsverordnung o SolvV). Además, al estar
erradicadas fuera de Alemania, las sociedades instumentales no es-
taban sujetas a ningún control por parte del Estado alemán. (3) Los
títulos se dividían en 3 tramos en función de la solvencia de sus
adquirientes. El primer tramo —tramo senior definido según los
13
Para un resumen de las pérdidas generadas hasta abril de 2009 por estas adquisiciones ver
Sinn (2009: 66ss. y 187ss.)
14
Por ejemplo, el banco alemán IKB lo hizo a través de la «Rheinland Funding Capital Corp.»,
entre otras empresas.
344
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
criterios que fueren— era el del grupo de los que primero recibirían
una remuneración con los recursos que fueran entrando, por lo que
las agencias les otorgaban a los títulos de ese tramo la calificación
de AAA o similar. Esta calificación solo se concede cuando el riesgo
de impago es prácticamente cero, como es el caso de los préstamos
concedidos a los países más solventes. Para hacer frente al riesgo de
impago, los títulos se podían asegurar a través de las llamadas «per-
mutas de incumplimiento crediticio» (credit default swaps, CDS),
preferentemente a través de la empresas AIG, la mayor compañía
aseguradora de créditos del mundo con sede en Estados Unidos.
(Sinn, 2009: 158).
c) Hay que subrayar, que los detalles legales que regulaban la adqui-
sición de títulos se extendían a lo largo de entre 300 y 400 páginas.
En ellas se le otorgaba a la sociedad instrumental el derecho a sus-
tituir unos créditos agrupados en forma de títulos por otros. Esto
llevó a que, poco a poco, los créditos de los clientes más solventes
y, por tanto, más valiosos, fueran eliminados del paquete y suplan-
tados por otros cada vez menos valiosos. La titulización en cascada
ya descrita, y la creación de un nuevo tramo presuntamente senior
aunque solo fuera en términos relativos —es decir, en comparación
con los tramos inferiores pero no en función realmente de una ver-
dadera ausencia de riesgo de impago— provocó que al final, más de
un 80 por ciento de todos los tramos CDO emitidos obtuvieran la
categoría AAA (Sinn, 2009: 142). Desde el punto de vista subjetivo
este hecho, que llevó ad absurdum categorías tales como «seriedad»
o «senioridad», se deriva de los elevados incentivos ecónomicos y
de la consiguiente falta de neutralidad de las agencias de calificación.
Estas reciben su (elevada) remuneración tanto por el asesoramiento
en la emisión de títulos, como por su posterior calificación (Sinn,
2009: 141, Rousseau, 2009: 25ss., y Kumpan, 2004: 272ss.). Desde
el punto de vista objetivo se le prestó poca atención a los riesgos
sistémicos que estaba generando este mecanismo de endeudamiento
resultante de unas valoraciones basadas en datos y análisis totalmen-
te deficientes y de una excesiva confianza en la independencia de las
agencias de valoración de riesgos (Sinn, 2009: 133ss y 141). También
las coberturas de seguros fueron objeto de una titulación en cascada.
De hecho, todos los títulos CDS negociados en el mundo llegaron
a alcanzar en 2008 un volumen total de 60 billones de dólares, es
decir, más que el producto nacional bruto del mundo entero (Sinn,
2009: 204). No es, pues, de extrañar que AIG, la principal compa-
ñía aseguradora, también se viera directamente afectada por la crisis
financiera y solo pudiera librarse de la quiebra gracias a su rescate
público (Sinn, 2009: 158).
5. En junio de 2006, el valor de los inmuebles tocó techo en Esta-
dos Unidos y, a partir de ese momento, los precios empezaron a bajar
345
Bernd Schünemann
15
Véase Asmussen: «Verbriefungen aus Sicht des Bundesfinanzministeriums», Zeitschrift für
das gesamte Kreditwesen 2006, 1.016, 1.018: «Para muchas entidades de crédito, la exigencia de
capital de sus existencias de ABS disminuirá en función del riesgo y a éstas les resultará mucho más
fácil adquirir ABS para diversificar sus carteras de valores. Por parte del Ministerio Federal alemán
de Finanzas, en el proceso de aplicación de las normas para ABS del Basilea II, se prestará atención
sobre todo a que a las instituciones no les surjan requisitos de documentación y control innecesarios
cuando inviertan en productos ABS “corrientes” con buena calificación»; sobre esto, una crítica
mordaz de Gallandi (2008: 128ss.).
346
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
347
Bernd Schünemann
19
Un argumento similar figura en el resumen de Lüderssen: «Allí donde únicamente surten
efecto los instrumentos de control muy selectivos, el Derecho penal no debe dejar de funcionar
como instancia para decidir entre lo justo y lo injusto» (Kemp et al., 2009: 241 y 316).
348
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
20
Más información en MüKo (2006) Art. 263, apart. 65 con otras referencias; en la jurispru-
dencia, por última vez, en la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo Federal de Alemania (Bundes-
gerichtshof in Strafsachen, BGHSt) 48, 331, 344 y s. Ver también StGB (2010: art. 263, apart. 9).
21
Esto ya aparece en la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo del Reich alemán (Reichsgericht
in Strafsachen, RGSt) 20, 3 y s.; Sala de lo Penal del Tribunal Supremo Federal de Alemania (Bun-
desgerichtshof in Strafsachen, BGHSt) 48, 331, 344 y ss.
349
Bernd Schünemann
22
Por este motivo, creo que la valoración de Rönnau en un sentido opuesto no es convincente.
No se trata tampoco de otra normativización del concepto de estafa, sino de una interpretación
adecuada del verdadero concepto para circunstancias y dictámenes periciales de tipo económico.
Incluso cuando se indaga sobre «brute facts» (hechos que hablan por sí mismos), sobre los que se
debería haber engañado de forma concluyente, muy probablemente se descubrirá con rapidez lo
que se quería saber, por ejemplo, que las fórmulas matemáticas no contaban con datos basados en
experiencias con subprime mortgages y, por tanto, no podían tener ninguna base empírica.
23
En general, los CDO tenían un plazo de vencimiento de al menos 5 años. Ver Kasiske (2010: 20).
350
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
ciaron títulos MBS, como, por ejemplo, el IKB que emitió títulos estruc-
turados y le compró hasta la primavera de 2007 una gran cantidad de MBS
al Deutsche Bank (Lutter, 2009: 197ss.). Sin embargo, los bancos alemanes
tenían los mismos conocimientos y las mismas lagunas sobre la situación de
los títulos vinculados a las subprime mortgages estadounidenses. Esto quiere
decir que desde el principio falta el rasgo constitutivo del delito de estafa
que presupone que el que engaña sabe más que el que es engañado. En el
mejor de los casos se podría considerar que se produjo una instigación a la
administración desleal por parte del órgano que vendió los títulos al órgano
del banco que los adquirió, lo que, sin embargo, plantearía cuestiones com-
plicadas sobre el grado de implicación o participación necesario que no van
a analizarse ahora aquí24.
1. El objeto principal del análisis penal es, pues, el daño que sufrieron
las entidades financieras (los «titulares de los negocios») al adquirir títulos
MBS por medio de unos representantes que eran responsables de cuidar del
patrimonio de aquellas. Mientras que, ni el Common Law inglés ni los sis-
temas penales influidos por la tradición del Derecho francés han logrado
tipificar con un tipo penal tanto general como preciso a la vez la injusticia
cometida en un contexto como el que ahora nos ocupa, en el Código Penal
alemán, sin embargo, la administración desleal ya está tipificada penalmente
desde 1871 y, en una versión ampliada, desde 193325. El gran penalista ale-
mán Binding describió hace más de 100 años la imperiosa necesidad de este
tipo penal:
En muchas ocasiones hay quienes, pensando de mala fe, encuen-
tran el momento propicio para disponer de iure de los bienes aje-
nos. Esos bienes, entonces, encuentran a su enemigo, precisamen-
te, en la persona que se los ha atribuido de iure, por lo que el
propietario de estos bienes necesita una protección contundente
frente a estas personas que se aprovechan de los poderes que les ha
concedido la ley o el mismo propietario de los bienes en su propio
interés, y para dañar los bienes ajenos (Bindig, 1902: 397)26.
El hecho de que esta protección tan necesaria pueda ser prestada única-
mente por el Derecho penal y que el Derecho penal no solo sea la ultima
24
Compárese sobre esto acción prestacional (Schünemann, 2008: art. 266, apart. 163 con refe-
rencias adicionales).
25
Sobre los antecedentes históricos ver Schünemann 2008, 11.ª edic., art. 266. Sobre el Derecho
comparado ver id (2008: apart. 193 y ss. Sobre el tipo penal español de administración desleal de los
órganos societarios según el art. 295 del Código Penal español de 1995, se pueden consultar Gómez
Jara Díez en: Gómez-Jara Díez et al. (2008: 153, nota 3), Sánchez-Vera Gómez-Trelles, J. (2004:
1.207ss.) y Mayo Calderón (2005).
26
He modificado el texto ligeramente en favor de la claridad (nota del autor).
351
Bernd Schünemann
ratio, sino incluso la sola ratio, se debe a que todas las medidas de protec-
ción habituales basadas en el Derecho civil fracasan frente a aquella persona
a la que se le comunica que puede acceder a los bienes de otro en cualquier
momento de acuerdo con la ley. En este caso, el Derecho civil se convierte
de hecho en el vehículo que facilita la comisión del delito, de modo que el
análisis victimodogmático que, en la mayoría de las ocasiones, actúa limi-
tando la culpabilidad27, aquí, por el contrario, demuestra precisamente la
legitimidad e imperiosidad de la protección penal del propietario de bienes
frente a los daños ocasionados por alguien de los suyos, es decir, por parte
de alguien de su equipo.
2. a) Evidentemente, no podemos dejar de mencionar que este juicio
positivo sobre el § 266 del Código Penal alemán entra en contra-
dicción tanto con la censura legal motivada tanto por el Derecho
constitucional alemán como con un punto de vista de política cri-
minal que está cobrando cada vez mayor protagonismo en muchos
autores. He aquí una pequeña muestra de esas críticas al tipo penal
de deslealtad cada vez más corrientes en la doctrina penal. Así, este
tipo penal es, en opinión de P. A. Albrecht, una «ruina para el Esta-
do de derecho» (Albrecht, 2008: 1 y 7) o, según Perron, una «cama
grande […] y una gallina que regala huevos de oro a la ciencia y a
los abogados defensores» (Perron, 2009: 219ss.) que, por su «hi-
pertrofia» (Beulke, 2009: 245 y 266) y su «imprecisión» (Dierlamm
et al, 2006 § 266, apart. 6.) «siempre encaja» (Ransiek, 2004: 634).
En la antología sobre «Die Handlungsfreiheit des Unternehmens»
(la libertad de acción de la empresa), Lüderssen lo cita como «ejem-
plo para el agotamiento de tipos penales con cláusulas generales»
(Lüderssen, 2009: 22, nota 40), mientras que Volk opina que, des-
de que quebraron algunos grandes bancos, el ministro alemán de
Finanzas no se encoge de hombros como hace el juez de lo penal
cuando quiebran empresas pequeñas, sino que coge la cartera y paga
una «ronda para todos» (Volk, 2008: 8)28, y Hamm lo valora como
«conveniente desde el punto de vista legal» para reflexionar sobre
una restricción legal del § 266 del Código Penal alemán (Strafge-
setzbuch, StGB) «limitándose a un alejamiento grave de las normas
jurídicas vigentes» porque, de este modo, la seguridad jurídica en
la economía estaría tan fortalecida como la eficiencia de la justicia
penal (p. 52)29.
b) Demasiadas exageraciones que, además, tienen poco que ver con la
principal aplicación que se le da hoy al § 266 del Código Penal ale-
mán (Strafgesetzbuch, StGB). Los antiguos «frentes de discusión»
sobre el tipo penal de la administración desleal, que quizá se origi-
27
Sobre este debate, especialmente para delitos contra el patrimonio, ver recientemente Schüne-
mann (2002: 51ss.) y de forma más general Schünemann (2008b: 203, nota 16).
28
Sin indicación exacta de fuente en el original (nota del traductor).
29
Cit. en Albrecht (2008: 1 y 7).
352
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
3. A la vista del predominio que tienen las grandes empresas organi-
zadas en cuanto a personas jurídicas (incluídas las entidades bancarias) en
30
Compárese con la anterior casuística que concernía sobre todo a la clasificación de los delin-
cuentes. Las pruebas, en acción prestacional (Schünemann, 2008b art. 266, apart. 103-130).
31
Por ejemplo Hellmuth Mayer: «A no ser que se presente uno de los antiguos casos clásicos
de deslealtad, ningún tribunal ni ministerio público sabe si el art. 266 es aplicable o no» (Mayer,
1954: 337).
32
Se excluyen aquí los meros asuntos y relaciones de intercambio vinculados con los hechos, v.
acción prestacional (Schünemann, 2008b: art. 266, apart. 58).
33
Sobre esto, ya Schünemann, Armin Kaufmann-GS (trad. M.M. Díaz Pita, «Los elementos
característicos del dolo», ADPCP, 1990, p. 909 ss] y Kemp et al. (2009, nota 40, p. 127ss.)
34
En la actualidad, se aprecia claramente en la sobrecriminalización de las conductas relaciona-
das con los estupefacientes, a excepción de las drogas populares permitidas: el alcohol y la nicotina.
35
Con respecto a esto, sigue valiendo la pena leer, a pesar de su complejidad, el artículo de
Carlos Marx (1962), así como Arnold (2005: 25).
353
Bernd Schünemann
36
Así el resumen aprobatorio de Lüderssen (2009: 23, 287ss.) y el meritorio intento de Theile
(2010) por sustituir el concepto clásico de Derecho penal y procedimiento penal por una combina-
ción entre la idea de un «Derecho reflexivo», que toma como base la teoría de sistemas, y la teoría
del discurso de Habermas.
37
Es evidente que en este artículo no podemos hacer un análisis minucioso de la teoría radical
de sistemas (basada en la idea de sistemas «autopoyéticos» y autorreferenciales), ni tampoco de la
idea (la palabra «teoría» no debería emplearse en este contrexto porque le falta elaboración) del
llamado «Derecho reflexivo». En estos momentos considero (después de que antes tuviera cierta
simpatía por ellas) que sus premisas ontológicas, desarrolladas ingeniosamente por Luhmann por
medio de la las categorías de código binario, del acoplamiento estructural y de la (mera) irrigación
por la vía del entorno, son erróneas desde un punto de vista empírico. La esperanza de que el De-
recho reflexivo sea más eficaz que el Derecho penal (en realidad perfectamente compresible en el
ámbito de los sistemas empresariales) me parece utópica. En mi crítica del intento de Gómez-Jara de
justificar la culpabilidad penal de una persona jurídica basándose en la teoría de sistemas —hasta el
momento el más elaborado— lo he expuesto con más detalle (Schünemann, 2008c: 429ss.)
354
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
fachadas a las que, paradójicamente, solo se les puede atribuir algún efecto
penal si operan exageradamente como tales38. La exigencia formulada por
Hassemer en la citada antología (ver Kemp et al. eds., 2009: 29 y 37) de que
el Derecho penal económico debería limitarse a las lesiones de los bienes ju-
rídicos, tampoco puede traerse en ninún caso a colación contra el tipo penal
de administración desleal. Al contrario: en el § 266 se trata de un claro delito
de lesión de un bien jurídico, con el daño de patrimonio ajeno como factor
de éxito, que aparece en innumerables tipos penales y cuya legitimidad no
se había puesto en duda nunca antes (ver, por ejemplo, la elusión de Schiller
en Kemp et al. eds., 2009: 170, 179).
355
Bernd Schünemann
40
Algunas reflexiones adicionales sobre causalidad en NK (Neue Kriminalpolitik) en Kind-
häuser (2010): 3ª edic., art. 266, apart. 99 basándose en el Tribunal Supremo Federal de Alemania
en materia penal (Bundesgerichtshof in Strafsachen, BGHSt) 46, 34; Tribunal Supremo Federal de
Alemania (Bundesgerichtshof, BGH) wistra 2007, 422.
41
Sobre esto, más información en la resolución (Beschluss) del Tribunal Regional Superior
(Oberlandesgericht, OLG) de Düsseldorf del 9/12/2009, n.º de registro I-6 W 45/09, marginal 34
y ss.
356
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
42
Por lo tanto, no se trata, entiéndase bien, ni de la delegación de asuntos en el propio ámbito
de poder, ni de la obligación existente de seleccionar e instruir cuidadosamente ni tampoco de la
posición del garante para la supervisión posterior (sobre esto, más información en Schünemann
(1994: 137 y 149ss.), sino de la responsabilidad de la propia actuación a través de la propia decisión,
según la cual, a fortiori, uno no debe fiarse ciegamente de otros.
357
Bernd Schünemann
358
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
45
En el caso de los bancos españoles se logró evitar el desastre (Lutter, 2009: 199, nota 7).
46
El hecho de que, con el fin de evitar la obligatoria consolidación de balances que resulta de
los acuerdos de Basilea II y que afecta al procentaje de fondos propios, se esquivara el reconoci-
miento de la existencia de una relación del grupo financiero con las conduits extranjeras, puede
considerarse, desde el punto de vista del Derecho bancario alemán, una exitosa forma de eludir las
normas. Sin embargo, desde el punto de vista material del art. 266 del Código Penal alemán, es ins-
trascendente y más bien apunta un indicio de la intención de incumplir las obligaciones.
47
A través de la Ley alemana para la Integridad Empresarial y la Modernización del Derecho de
Recurso (Gesetz zur Unternehmensintegrität und Modernisierung des Anfechtungsrechts, UMAG)
del 22/09/2005, Boletín Oficial alemán (Bundesgesetzblatt, BGBl.) I 2.802.
359
Bernd Schünemann
48
En esencia también (re)conocido por Brüning y Samson (2009: 1092).
49
En un sentido similar Lüderssen (2009: 486ss.) que habla de un «término implantado».
50
Tribunal Supremo Federal de Alemania en materia penal (Bundesgerichtshof in Strafsachen,
BGHSt) 47, 187 y ss.
51
Más información en Schünemann (2005: 473, 475ss.).
52
Tribunal Supremo Federal de Alemania en materia penal (Bundesgerichtshof in Strafsachen,
BGHSt) 50, 331, 332 principio 2 y, sobre esto, más información en Schünemann (2006: 196, 197 y
ss.).
53
Ver Salinger en: Satzger et al. (2009).
360
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
54
Acción prestacional (Schünemann, 2008b: art. 266, apart. 94); de forma similar (Bosch y Lan-
ge, 2009); Tribunal Supremo Federal de Alemania en materia penal (Bundesgerichtshof in Strafsa-
chen, BGHSt) 50, 331, 336. La crítica de Saliger en (nota 72), art. 266, apart. 43, lleva a la misma
conclusión haciendo referencia a los «parámetros generales de diligencia».
55
Indiscutible en esta relevante parte esencial, v. (Hefendehl, 2006: art. 263, apart. 298 y ss., 442
y ss) así como Schünemann (2010: 1 y 3ss.).
56
Sobre esto ver Dierlamm (2006: art. 266, apart. 200 y ss).; Kindhäuser (2010: art. 266, apart.
73 y ss) así como Saliger en Satzger/Schmitt/Widmaier (2009: art. 266, apart. 47 ss.), todos ellos
sobre deslealtad.
361
Bernd Schünemann
era inminente, logró venderle, justo a tiempo, una enorme partida de estos
productos al banco semipúblico alemán IKB, que quebraría poco después.
En vista de las enormes cantidades de títulos que adquirían los bancos
que he citado anteriormente, y también del tiempo que estos mantenían di-
chos títulos en sus carteras, se puede concluir que no siempre existía, desde
un punto de vista objetivo, una posibilidad de venta de los mismos, por
no hablar de la manifiesta falta de intención de hacerlo57. Por consiguiente,
si se hubiera querido compensar adecuadamente el capital invertido en los
títulos, esto hubiera requerido que los propios créditos fueran valiosos (es
decir, que se pudieran hacer líquidos a largo plazo), que estos no se hubie-
ran devaluado ex ante a causa del previsible colapso del sistema de venta
piramidal intensivo y que, debido a que su adquisición estaba financiada con
un crédito, hubiera existido una relación razonable entre las condiciones
a las que se concedieron los créditos de los propietarios estadounidenses
de bienes inmuebles y las condiciones de refinanciación de los créditos im-
puestas por los bancos. A juzgar por el plan de las subprime mortgages, no
es muy seguro que el primer requisito se cumpliera en el tramo sénior, una
cuestión que en cualquier caso debe quedar abierta en este punto en espera
de averiguar los detalles de cada inversión. Por el contrario, se puede afirmar
que el segundo y el tercer requisito son ciertos, pues la refinanciación se
efectuó a través de créditos a corto plazo y dichos créditos tenían que verse
afectados necesariamente por la crisis en el momento en el que el sistema
de venta piramidal intensivo tocara a su fin y el mercado de las subprime
mortgages quebrara en todo el mundo. Esta construcción no era ni casual ni
cambiante dependiendo de cada caso, sino que se derivaba necesariamente
del propio modelo de negocio: como el tipo de interés de la refinanciación
a corto plazo era más bajo que el interés de los títulos ABS adquiridos, era
posible obtener un primer beneficio solo por este motivo, beneficio que,
como es natural, era más alto cuanto mayor fuera el volumen de las opera-
ciones realizadas. Por esta razón, las sociedades vehiculares trataron, con el
beneplácito de los bancos que las respaldaban, de aumentar todo lo posible
sus existencias de títulos financiados con créditos a corto plazo con el fin
de aumentar los beneficios que resultaban del diferencial entre los créditos a
corto y largo plazo. Dado que estas gigantescas existencias de títulos tenían
que volver a refinanciarse por completo cada tres meses, tenían que produ-
cirse enormes agujeros de liquidez en el momento en el que no se encontra-
ran prestamistas adicionales. Y esto no solo tenía que arrastrar forzosamente
a la ruina a los conduits que, de todos modos, únicamente contaban con
un capital propio mínimo, sino también a los bancos que los respaldaban
57
La inspección extraordinaria al banco IKB deberá aclarar de qué forma logró el Deutsche
Bank venderle unos títulos —que ya en ese momento tenían mala fama— a un banco semipúblico
alemán, venta que intentó bloquear el nuevo accionista mayoritario Lone Stars, quien, tras el rápido
saneamiento del insolvente IKB, acometido por el Gobierno Federal alemán con unos gastos de diez
mil millones de euros aproximadamente, adquirió las participaciones del grupo bancario Kreditans-
talt für Wiederaufbau (KfW) —bloqueo que fue paralizado mediante acuerdo del Tribunal Regional
Superior (Oberlandesgericht, OLG) de Düsseldorf de 9/12/2009 (anteriormente nota 41).
362
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
debido a las garantías depositadas por estos destindas a respaldar las deu-
das de dichas sociedades vehiculares. Por lo tanto, una simple irregularidad
y mucho más aún una interrupción del ciclo de refinanciación tenían que
conducir inevitablemente a una crisis de liquidez ruinosa para los bancos
que estaban avalando las sociedades vehiculares. Se puede decir, entonces,
que los bancos contrajeron con todo este modelo de negocio un riesgo de
dimensiones existenciales con cuyo colpaso, una vez concluido el auge in-
mobiliario, tenía que haberse contado sin duda alguna.
Debido a su inversión en títulos ABS respaldados por suprime mortga-
ges que, por su valor derivado del sistema de venta piramidal intensivo y de
la acumulación de riesgos que este conllevaban incluso para los títulos del
tramo sénior, el valor de las hipotecas no era suficiente para respaldar el ca-
pital invertido. El patrimonio de los bancos afectados experimentó pérdidas
definitivas sin que aquí influyeran para nada las normas de las operaciones
de riesgo que, por lo demás, son fuente de controversia.
2. Sin embargo, la pérdida patrimonial podría haberse podido compen-
sar si la inversión hubiera estado respaldada por una permuta de incumpli-
miento crediticio. No es posible valorar aquí en qué medida los títulos CDS,
generados también a escala gigantesca eran adecuados, bien en general, bien
en cada caso particular, para compensar el aumento de los riesgos o si, por el
contrario, se fundieron en una misma bola indiferenciada de riesgos: necesi-
tamos iluminar algunas lagunas en el plano fáctico. La posibilidad de que el
escaso valor de los títulos ABS respaldados por subprime mortgages dentro
del conjunto de un sistema piramidal intensivo, se hubiera podido compen-
sar por medio de los CDS parece completamente descartable pues, como es
sabido, eran los propietarios de los terrenos los que tenían que asumir sus
costes y no había otra fuente productiva a la vista con capacidad de generar
plusvalías. Al final, dichos CDS tuvieron más un efecto potenciador de los
efectos del sistema de venta piramidal que el de servir como una verdade-
ra compensación o freno al mismo. Esto no tiene que ser necesariamente
válido para una determinada inversión individual, lo que podría adquirir
relevancia a la hora de definir el tipo penal subjetivo.
3. Pero hay otra fuente de daños patrimoniales que, hasta el momento,
ha pasado inadvertida en este artículo y a la que solo vamos a poder hacer
una una primera aproximación. Es notorio que los beneficios contables que
hizo posible el diferencial de tipos durante un breve período de tiempo pro-
vocaron el pago de gratificaciones extraordinarias (sistema de bonus). Y esto
tanto para las juntas directivas de los bancos, como para los gerentes vincu-
ladas a los departamentos de inversión58, gratificaciones que —dicho sea de
58
Como queda reflejado en las memorias comerciales, por ejemplo, los seis miembros de la
junta directiva del HSH Nordbank recibieron una remuneración dependiente de los resultados eco-
nómicos de la empresa por un valor de cinco millones de euros para el año 2006. Los siete miembros
de la junta directiva del banco WestLB cobraron gratificaciones (bonus) que ascendían a seis millo-
nes de euros. El director de la Banca de Inversión (Investmentbanking) del Deutsche Bank percibió
regularmente en años anteriores, según los boletines de prensa, grandes gratificaciones millonarias
363
Bernd Schünemann
364
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
(en parte, buscadas) conceptuales y dogmáticas en este punto. Puesto que, aunque en la decisión del
caso Mannesmann la sala tercera de lo penal no quería clasificar las «falsas impresiones» «empleando
simplemente fórmulas sencillas sin recurrir a criterios de valor y consideraciones diferenciadoras»
(Kindhäuser, 2006: 214 y 217, nota marginal 22), el dictamen del administrador del patrimonio explica
de forma tan clara como acertada que debió autorizarse una medida, a pesar de conocerse su efecto
perjudicial, por un puro error de prohibición (marginal 23), lo que entonces no puede resultar de una
decisión inescrutable procedente de un tribunal, sino solamente de la dogmática de las características
del deber jurídico. Y, en la sentencia del caso Kanther, la sala segunda de lo penal relacionó, con ra-
zón, el dolo (¡ojo con el dolo de daño!) de provocar un riesgo de sanción con los «requisitos reales»
de la obligación de rendir cuentas según la Ley alemana de los Partidos Políticos, Parteiengesetz (Tri-
bunal Supremo Federal de Alemania en materia penal, Bundesgerichtshof in Strafsachen, BGHSt, 51,
100, 119, marginal 58, que, con todo, aquí se confunde con el dolo de deslealtad), lo que de nuevo se
corresponde con exactitud con la dogmática de las características del deber jurídico.
61
Sobre esto, StGB (2010: art. 266, apart. 178ss.)
365
Bernd Schünemann
366
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
62
Tiedemann en Laufhütte, Rissing-van Saan y Tiedemann (2008: apart. 45 y ss., antes del §
283) así como Kindhäuser (2010: antes de los §§ 283ss. así como apart.19ss.) y Dreher et al. (2011:
§ 283, apart. 1); Stree/Heine en Schönke y Schröder (2006: nota previa §§ 283 y ss., apart. 2 : «Los
intereses del acreedor y la economía global como bienes protegidos»). Todos ellos con referencias
adicionales.
63
Según la situación legal vigente, que tiende los puentes al art. 283 del Código Penal alemán
(Strafgesetzbuch, StGB) para órganos y sustitutos del titular del negocio solo a través del § 14 del
Código Penal alemán (Strafgesetzbuch, StGB), pero que debe tomarse como una exclusividad del §
266 y del § 283 (acción prestacional/Schünemann: 12.ª edic., § 14, apart. 50 y ss. con otras referen-
cias); el abandono de este principio del Tribunal Supremo Federal de Alemania (Bundesgerichtshof,
BGH), que apareció en la publicación NStZ 2009, p. 437, se propagó ya de lege lata, pero podría
discutirse si no es de lege ferenda.
367
Bernd Schünemann
EE. UU. sino en todos los países en los que las filiales de esta entidad se de-
clararon insolventes, en Alemania no podrán emprenderse diligencias pena-
les por quiebra en relación con los bancos alemanes que llevaron a la ruina.
La razón de ello reside en los requisitos objetivos del párr. 6 que delimitan
la culpabilidad en el § 283 del Código Penal alemán según el cual, deberá
incoarse el procedimiento de insolvencia sobre el patrimonio del deudor, es
decir, del banco, o, en caso de falta de activo, deberá desestimarse. Efectiva-
mente: en Alemania, como también sucede en los EE. UU., Gran Bretaña o
Francia, los gobiernos pusieron a disposición de los bancos afectados tanta
liquidez adicional casi a pedir de boca y mediante créditos y avales, que se
evitó la iliquidez que normalmente debería haber hecho acto de presencia64.
Gracias a una ley especial, a los bancos se les dio la posibilidad de almacenar
títulos sin valor en un denominado bad bank propio con el fin de apartar
el sobreendeudamiento que, en caso contrario, hubiera persistido. No soy
capaz de juzgar si la razón que se le dio a los contribuyentes para tomar
esta decisión (en el sentido de que se trataba de una medida inevitable para
impedir el hundimiento general del sistema financiero) es cierta, o si hubiera
habido otras posibilidades que hubieran perjudicado menos a su bolsillo.
En todo caso, lo que sí me parece seguro es que, aunque el gobierno haya
tomado estas medidas, la actuación de las juntas directivas y de los gerentes
de los bancos sigue mereciendo y necesitando, exactamente igual que antes
del derrumbe, de una imposición de pena. Sin embargo, debido al princi-
pio de legalidad penal y del de irretroactividad contenido en este (art. 103,
párr. 2 de la Constitución alemana (Grundgesetz, GG)), no es posible te-
ner en cuenta ya esta necesidad manifiesta de pena con respecto a los actos
que llevaron a la quiebra en el pasado. Por eso es tan urgente exigir que
se haga esto para el futuro, porque no existe ni la más remota garantía de
que los sucesos descritos no vayan a repetirse más adelante en otras con-
fabulaciones. Después de que, bajo la dirección de EE. UU., persistan las
mismas prácticas de Greenspan aunque ahora a una escala aún mayor. Con
el intento de evitar la quiebra del sector financiero inyectando liquidez de
forma ilimitada, es decir, a través de la máquina de hacer billetes, se crean
las condiciones para que vuelvan a repetirse nuevas versiones del sistema de
venta piramidal basado en las subprime mortgages estadounidenses en forma
de ABS y CDO. Por este motivo, hay que exigir que el requisito objetivo
que describe la culpabilidad del tipo penal de quiebra en el § 283, párr. 6 del
Código Penal alemán) se amplíe con esta tercera variante, es decir:
[...] que no se vaya a un procedimiento de insolvencia solo por el
hecho de que la intervención del Estado lo impida.
64
Ley alemana para la evolución de la estabilización del mercado financiero (Gesetz zur For-
tentwicklung der Finanzmarktstabilisierung) del 17/07/2009, Boletín Oficial alemán (Bundesgesetz-
blatt, BGBl.) I, p. 1980.
368
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
Conclusión
Soy consciente de que las reflexiones que he vertido aquí sobre cómo
superar la crisis financiera desde un punto de vista penal no representan más
que un esbozo; esbozo que, sin embargo, debe formularse urgentemente
con más detalle y minuciosidad: este es el verdadero objetivo de este trabajo.
La denominada crisis financiera no supone un simple fracaso del sistema.
Probablemente fue originada por una sucesión de comportamientos masi-
vos criminalizables desde un punto de vista objetivo y practicados por una
serie de responsables activos en el sector bancario, asistidos por autoridades
del Estado que obraron con negligencia grave. El hecho de que en Alema-
nia precisamente unos bancos públicos hayan invertido al menos cien mil
millones de euros en títulos estadounidenses cuyo valor ex ante era escaso
y que lo acabaron perdiendo completamente, y que de esta forma hayan
subvencionado el consumo de la población estadounidense a expensas del
contribuyente alemán, no solo es un escándalo político, sino una especie
de crimen organizado global65. Salvo los casos en los que la actuación se
puede explicar por la desinformación o la simple insensatez de los acto-
res, las gratificaciones (bonus) por un importe de miles de millones, son el
móvil principal de estas prácticas. Hasta la fecha (publicado en 2010: AFS)
no hemos podido encontrar ningún texto en el que se exija la devolución
de dichas gratificaciones ilegítimas procedentes de beneficios ficticios. Más
bien se acumulan los informes que apuntan a que tanto la praxis de las gra-
tificaciones millonarias como su importe siguen vigentes en la estrategia de
los bancos de inversión, incluso en aquellos bancos estatales que han sido
rescatados con dinero público. Esto nos obliga a preguntarnos seriamen-
te sobre las verdaderas causas de las estrategias de «titulización» que aún
persisten. La erradicación legal de estas circunstancias pasa por la puesta en
marcha por parte del Estado de procedimientos que redundarían en interés
del propio sistema financiero, eliminando su apariencia de cleptocracia fun-
cionarial. Hace diez años, en un congreso germano-nipón sobre Derecho
penal organizado por la Fundación Humboldt, formulé la exigencia de que
el Derecho penal, empleado tradicionalmente contra las clases populares,
debería aplicarse de la misma forma para criminalizar conductas propias de
65
Con esto no se pretende sugerir una siniestra teoría conspiratoria, sino recalcar el alto grado
de organización de cada uno de los niveles.
369
Bernd Schünemann
66
Kühne y Miyazawa (edits.) (2000: 17ss.).
370
La llamada crisis financiera: ¿fracaso del sistema o crimen organizado global?
67
Traducción del inglés al alemán por parte del autor, y del alemán al castellano por A. Fer-
nández Steinko.
68
Los Decretos de Karlsbad de 1819 (localidad hoy perteneciente a la República Checa y cer-
cana a la frontera con Baviera) contienen un extenso programa de censura y de lucha contra toda
forma de manifestación política de signo liberal y anticonservador. Son el símbolo de la restauración
política en la Alemania posterior a las guerras napoleónicas (nota de A. Fernández Steinko).
371
Bernd Schünemann
69
«Von den Parteien Gunst und Hass verzerrtes, schwankendes Charakterbild». Frase proce-
dente del Wallerstein de Schiller que viene a señalar la fundamental diferencia de opiniones que pue-
den darse a la hora de enjuiciar o valorar un acto o un personaje histórico, en este caso el caudillo
mercenario Albrecht von Wallerstein, magistralmente dramatizado por el escritor alemán (Nota de
A. Fernández Steinko.
70
Tribunal Supremo Federal de Alemania en materia penal (Bundesgerichtshof in Strafsachen,
BGHSt) 34, 272; 37, 266.
372
Prevención y sanción del blanqueo de capitales
1. Introducción
373
Araceli Manjón-Cabeza Olmeda
374
Prevención y sanción del blanqueo de capitales
1
Así lo entendió Díez Ripollés, J. L. «El blanqueo de capitales procedente del tráfico de dro-
gas. La recepción de la legislación internacional en el ordenamiento penal español». En: Actualidad
Penal, núm. 32 (5-11 de septiembre de 1994), p. 602.
375
Araceli Manjón-Cabeza Olmeda
2
La economía japonesa de los ochenta parecía modélica. En la década siguiente se entró en
crisis por la existencia de 800.000 millones de dolares en créditos incobrables. Parte de esos créditos
habían sido concedidos a las Jakuzas que operaban en el sector inmobiliario durante su boom; con
la caída de los precios se dejan de pagar los créditos y las sociedades de crédito inmobiliario van a
la quiebra a la que tuvo que hacer frente el Estado. Siguió la crisis de la Bolsa y la detención de la
cúpula del segundo banco del país y de la primera empresa de valores por sus relaciones y tratos de
favor con un poderoso mafioso.
3
Ernesto Samper fue acusado de financiar su campaña a la Presidencia de Colombia con el
dinero del Cártel de Cali, a lo que contestó, «Durante largos años hemos aprendido, por miedo o por
ambición, a tolerar el tráfico de drogas. El país debe asumir la eliminación del tráfico de drogas, no
solo en la política, sino también en actividades económicas, sociales y culturales. Todo el país debe
dejar el tráfico de drogas, no solo algunas personas. La crisis es profunda…».
4
Las consideraciones que se recogen en este epígrafe han sido presentadas con anterioridad y pu-
blicadas en Manjón-Cabeza Olmeda, A. «Blanqueo de capitales», en Álvarez García, F. J. y Gonzá-
lez Cussac, J. L. (directores), Consideraciones a propósito del Proyecto de Ley de 2009 de modificación
del Código Penal (Conclusiones del Seminario interuniversitario sobre la reforma del Código Penal ce-
lebrado en la Universidad Carlos III de Madrid), Tirant lo Blanch, 2010, págs. 273-277 y en Manjón-
Cabeza Olmeda, A. «Receptación y blanqueo de capitales». En: Álvarez García, F. J., y J. L. González
Cussac (directores). Comentarios a la reforma penal de 2010, Tirant lo Blanch, 2010, págs. 337-344.
5
En este sentido crítico se han pronunciado ya algunos autores, refiriéndose al Anteproyecto
de Ley de 2008 y al Proyecto de Ley de 2009, así Quintero Olivares, G. «Sobre la ampliación del
376
Prevención y sanción del blanqueo de capitales
comiso y del blanqueo y la incidencia en la receptación civil». En: Revista Electrónica de Ciencia
Penal y Criminología 12-r2 (2010) (http://criminet.ugr.es/recpc) y Castro Moreno, A. «Reflexio-
nes críticas sobre las nuevas conductas de posesión y utilización den el delito de blanqueo de capi-
tales en la reforma del Anteproyecto de 2008». En: La Ley, núm. 7277, de 5 de noviembre de 2009.
En sentido contrario, considera que todas las modificaciones son para bien de Alfonso Laso, D.
«La modificación del delito de blanqueo de capitales». En: Quintero Olivares, G. (dir.). La reforma
penal de 2010, Cizur Menor, 2010, p. 252.
377
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378
Prevención y sanción del blanqueo de capitales
Posesión y utilización
379
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380
Prevención y sanción del blanqueo de capitales
Autoblanqueo
381
Araceli Manjón-Cabeza Olmeda
Una vez más el TS nos venía ofertando dos tesis contradictorias, con-
vivientes en el tiempo, sobre una misma cuestión. La reforma ahora incor-
porada al CP da cobertura legal a la tesis de la punición del autoblanqueo.
La tipicidad del autoblanqueo tiene consecuencias importantes en lo
que se refiere a la compatibilidad de la responsabilidad por blanqueo y por
el delito previo. La STS 1597/2005, de 21 de diciembre, afirmó que «Si se
produce la coincidencia de autores en actividades de generación y blanqueo
nos encontraremos ante un evidente concurso real y no ante un modalidad
de absorción ya que las conductas adquieren relevancia penal y criminoló-
gica autónoma y permiten su aplicación conjunta como suma de actividades
delictivas de distinto carácter y con bienes jurídicos de distinta naturaleza
afectados. En consecuencia estimamos que no existe duplicidad sancionadora
y que la decisión adoptada respecto de la participación e incriminación doble
de los delitos contra la salud pública y blanqueo de dinero está ajustada a
la más estricta legalidad». Acogiendo esta tesis, el TS acordó en Pleno no
Jurisdiccional del 18 de julio de 2006 que «El artículo 301 del Código Penal
no excluye, en todo caso, el concurso real con el delito antecedente. Para el
conocimiento de estos supuestos, la Sala Segunda, se constituirá siempre con
un mínimo de cinco Magistrados». Naturalmente la posibilidad de concurso
real tiene como presupuesto imprescindible la posibilidad de castigar el au-
toblanqueo. No se esclarece por completo la cuestión en este Acuerdo, pues
se afirma que en algunos casos, aunque no en todos, cabrá el concurso real,
pero sin especificarse unos y otros; sin embargo sorprende la previsión de
que en esta materia habrán de actuar Salas de cinco o más Magistrados; la
única explicación está en querer evitar ciertas mayorías (2-1) que pudiesen
revitalizar la tesis de la impunidad del autoblanqueo y, en consecuencia, la
inviabilidad del concurso real (ver STS ya citada 986/2006 y posteriores al
Acuerdo, SSTS 1260/2006, de 1 de diciembre y 115/2007, analizada). Por
otro lado, no deja de ser llamativo que en el mismo Pleno se adoptase un
segundo Acuerdo, de pretendido alcance general, con el siguiente contenido
«Los Acuerdos de la Sala General (Pleno no Jurisdiccional) son vinculantes».
Al tipificarse ahora expresamente el autoblanqueo, el riesgo de negar la
posibilidad de castigo (y con ello de concurso con el delito subyacente) pa-
rece conjurado. La inviabilidad del castigo solo podrá alcanzarse desde una
recta aplicación del non bis in idem.
Tipos agravados
382
Prevención y sanción del blanqueo de capitales
así como la aplicación en este caso de las penas contempladas en el art. 374
(que proyecta su ámbito de aplicación expresamente a los delitos del art.
301.1). La novedad está en que se prevé la aplicación de la pena en su mitad
superior para otros delitos subyacentes, a saber, cohecho, tráfico de influen-
cias, malversación, fraudes y exacciones ilegales, negociaciones y actividades
prohibidas a los funcionarios y abusos en el ejercicio de su función, co-
rrupción en transacciones comerciales internacionales (Capítulos V, VI, VII,
VIII, IX y X del Título XIX, con importantes modificaciones respecto de la
regulación anterior) o en alguno de los delitos relativos a la ordenación del
territorio y el urbanismo (Capítulo I del Título XVI, también modificado).
Fácilmente se comprende que el ámbito de aplicación del tipo básico se re-
duce considerablemente a favor de la agravación, dado que, con excepción
del tráfico de drogas y de precursores ya agravados en la redacción anterior,
son precisamente las conductas ahora añadidas al subtipo agravado las que
de ordinario generaran bienes ilícitos que blanquear. Con todo no puede
olvidarse que ahora el tipo básico crece considerablemente al castigarse el
autoblanqueo y la posesión o utilización (o sea, lo que en puridad no debe-
ría ser blanqueo). La selección de nuevos delitos subyacentes que generan
la agravación parece indicar un mayor rigor en el castigo del blanqueo de
bienes provenientes de actividades de corrupción en la vida pública. Estos
supuestos ahora agravados ya eran delictivos en la redacción anterior con-
forme al tipo básico por lo que llama la atención que la grandísima mayoría
de condenas por blanqueo de capitales haya sido hasta ahora por conductas
relacionadas con el tráfico de drogas.
En materia de blanqueo de capitales ha de tenerse en cuenta el nuevo
art. 576 bis CP6, añadido en la reforma de 2010. En este precepto se castiga
6
Art. 576 bis «1. El que por cualquier medio, directa o indirectamente, provea o recolecte fon-
dos con la intención de que se utilicen, o a sabiendas de que serán utilizados, en todo o en parte,
para cometer cualquiera de los delitos comprendidos en este Capítulo o para hacerlos llegar a una
organización o grupo terroristas, será castigado con penas de prisión de cinco a diez años y multa de
dieciocho a veinticuatro meses.
1. Si los fondos llegaran a ser empleados para la ejecución de actos terroristas concretos, el hecho
se castigará como coautoría o complicidad, según los casos, siempre que le correspondiera una
pena mayor.
2. El que estando específicamente sujeto por la ley a colaborar con la autoridad en la preven-
ción de las actividades de financiación del terrorismo dé lugar, por imprudencia grave en el
cumplimiento de dichas obligaciones, a que no sea detectada o impedida cualquiera de las
conductas descritas en el apartado primero de este artículo, será castigado con la pena inferior
en uno o dos grados a la prevista en él.
3. Cuando de acuerdo con lo establecido en el artículo 31 bis de este Código una persona jurídica
sea responsable de los delitos recogidos en este artículo, se le impondrán las siguientes penas:
a) Multa de dos a cinco años, si el delito cometido por la persona física tiene prevista una pena
de prisión de más de cinco años.
b) Multa de uno a tres años, si el delito cometido por la persona física tiene prevista una pena
de más de dos años de privación de libertad no incluida en el anterior inciso.
Atendidas las reglas establecidas en el artículo 66 bis de este Código, los jueces y tribunales
podrán asimismo imponer las penas recogidas en las letras b) a g) del apartado 7 del artículo 33».
383
Araceli Manjón-Cabeza Olmeda
384
Prevención y sanción del blanqueo de capitales
385
Araceli Manjón-Cabeza Olmeda
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Bibliografía de la tercera parte8
8
La bibliografía correspondiente al artículo de A. Manjón-Cabeza figura en notas a pie de
página dentro del propio artículo artículo de dicha autora (nota del editor).
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¡¡¡¡OJO!!!! LA CORRECCIÓN ESTÁ CORTADA. VIENE EN LA PÁG. 330
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María-Laura Böhm
maria-laura.boehm@jura.uni-goettingen.de
Juan Díez-Nicolás
100613.2721@compuserve.com jdieznic@asep-sa.com
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Aranceli Manjón-Cabezas
amanjonc@der.ucm.es
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Notas biográficas
Letizia Paoli
Letizia.Paoli@law.kuleuven.be
Bernd Schünemann
bernd.schuenemann@jura.uni-muenchen.de
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Notas biográficas
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