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Sistema educativo
Acceso y participación
Bajos resultados
Los resultados en las pruebas PISA no son alentadores para el país, esto indica que
las competencias de los estudiantes no están suficientemente desarrolladas. Un
dato que da luces de la situación es que: En matemáticas, los estudiantes
colombianos de 15 años están, en promedio, atrasados más de tres años. (OCDE,
2014b). Una cuestión que cabe plantearse es en qué etapas del ciclo escolar se
enmarcan mayormente estas desmejoras, es decir, si se le puede atribuir a alguna
de las etapas la “culpa” del bajo rendimiento y desarrollo de las competencias. Esto
conduce a un resultado aún más triste: la debilidad está en todos los niveles. Ya el
llamado Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo permite saber que el
atraso respecto a otros países comienza en los primeros años escolares.
Otro factor que puede ayudar a explicar esto, es que los estudiantes colombianos
llegan a la educación superior siendo más jóvenes respecto a los estudiantes de
países de la OCDE. Es un resultado inmediato entonces, que los colombianos llegan
a dichos niveles de educación “sin bases”, es decir, el “ser más jóvenes” parece que
no representa una verdadera ventaja, pues puede ser un explicativo de la
considerablemente alta tasa de deserción universitaria, que, según los datos de la
rendición de cuentas del 2018, es del 9,03%.
Así pues, existe una altisonante tasa de repetición de grados respecto al promedio
de la OCDE: 41% frete al 12% de jóvenes de 15 han perdido al menos 1 año. Esto
conlleva a estudiantes con una edad disonante al grado. Culminar un bachillerato
en Colombia sólo le permite al sujeto ingresar en un grupo que tiene un 3% más de
probabilidad de ser contratado que en el supuesto de no haber tenido el título.
Ante esto se levantan distintos territorios como Antioquia y Bogotá que son ejemplo
de capacidad y liderazgo en políticas educativas. El MEN se reúne con las
secretarias educativas de cada región para debatir acerca de políticas nacionales,
esto se hace debido a los buenos resultados que surgen. De esta manera, se
involucra otro factor para el cumplimiento de los objetivos: una visión compartida a
largo plazo. Como se quiere que el trabajo sea en conjunto y que los líderes en
política educativa sirvan no sólo de ejemplo sino comunitariamente de apoyo para
los municipios o distritos con más dificultades, es necesario crear una visión
compartida. De esta manera se pretende conseguir la cohesión entre los territorios
en pro de un desarrollo equitativo de la educación. Crear una visión común de la
educación puede ayudar a proteger la reforma a largo plazo y evitar cambios
innecesarios de rumbo cuando se posesione un nuevo gobierno.
Pero, una premisa a tener en cuenta es que no sólo hace falta inyectar fondos
suficientes, sino saberlos administrar; con esto se quiere decir que hay que vigilar
los mecanismos de distribución del dinero, estableciendo prioridades en función de
los objetivos nacionales. Una de las claves al problema de financiación es la
contribución local, vincular los entes públicos y privados para adquirir fondos y
superar la desigualdad de ingresos entre territorios. Desigualdad que afecta la
cohesión de las comunidades, es necesario entonces aunar esfuerzos por superar
todas estas problemáticas, cumpliendo el papel de ciudadanos críticos, con sentido
de pertenencia, dispuestos a ayudar al prójimo, con el fin de mejorar la sociedad y
solventar las innumerables problemáticas que endurecen el corazón de las
personas.