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TEMA 6
LA IGLESIA, CUERPO MÍSTICO DE CRISTO
INTRODUCCIÓN
Esta expresión viene de San Pablo. Esta imagen la aplica en su camino a Damasco, tras
su conversión.
La imagen del “Cuerpo de Cristo” surge del encuentro de Damasco. Se pone de
manifiesto que quién persigue a sus discípulos, persigue a Jesús. De aquí surge la
conciencia de ser una sola cosa, un cuerpo vivo con Cristo.
La reflexión teológica (Jesús ha resucitado y vive / Jesús vive en los
cristianos, que son una comunidad de vida con él).
Esto le lleva a San Pablo a decir: “vosotros sois el Cuerpo de Cristo” (1 Cor 12, 27),
y la desarrolla LG 7, con referencia a Pablo.
Los medievales pusieron el adjetivo “místico” para distinguir a la Iglesia del Cuerpo “físico”
de Cristo y de la Eucaristía.
El Magisterio desarrolla esta imagen en la enc. Mystici Corporis (1943), de
Pío XII.
El Concilio Vaticano II la menciona en LG 7: dos cuestiones: la Iglesia es Pueblo de
Dios porque es Cuerpo de Cristo; esto se fundamenta en la doctrina de San Pablo.
14 Por todo esto, amadísimos míos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a prudentes; juzgad
vosotros mismos de lo que digo: 16 el cáliz de bendición, que bendecimos, ¿no es la comunión de la
sangre de Cristo? El pan que partimos ¿no es la comunión del Cuerpo de Cristo? 17 Puesto que el
pan es uno, muchos somos un solo cuerpo, porque todos participamos de un solo pan.
18 Mirad a Israel, según la carne: los que comen las víctimas ¿no participan del altar? 19 ¿Qué
digo entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo? 20 Eso no; sin embargo, lo que sacrifican
los gentiles, a los demonios lo sacrifican y no a Dios. Y no quiero que vosotros tengáis parte con los
demonios.
21 No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios; no podéis participar
de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 ¿O queremos provocar la ira del
Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él?
c) 1 Cor 12, 12-30: la Iglesia es (no “como”) un cuerpo, y es el Cuerpo de
Cristo (no simplemente “con”), gracias a los dones del Espíritu Santo.
Hay unidad entre Cristo y los cristianos, es el Espíritu el que causa tal unidad.
12 Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo,
aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque todos nosotros,
tanto judíos como griegos, tanto siervos como libres, fuimos bautizados en un mismo
Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. 14 Pues
tampoco el cuerpo es un solo miembro, sino muchos.
15 Si el pie dijera: Como no soy mano, no soy del cuerpo, no por eso dejaría de ser del cuerpo. 16 Y
si dijera el oído: Como no soy ojo, no soy del cuerpo, no por eso dejaría de ser del cuerpo. 17 Si todo
el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato? 18 Ahora
bien, Dios dispuso cada uno de los miembros en el cuerpo como quiso. 19 Si todos fueran un solo
miembro, ¿donde estaría el cuerpo? 20 Ciertamente muchos son los miembros, pero uno solo el
cuerpo.
21 No puede el ojo decir a la mano: No te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: No os necesito.
22 Más aún, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son más necesarios; 23 y a los que
parecen miembros más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor, y a los indecorosos, los
tratamos con mayor decoro; 24 los miembros decorosos, en cambio, no necesitan más. Dios ha
dispuesto el cuerpo dando mayor honor a lo que carecía de él, 25 para que no haya
división en el cuerpo, sino que todos los miembros tengan igual solicitud unos de
otros. 26 Si un miembro padece, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado,
todos los miembros se gozan con él.
27 Vosotros sois cuerpo de Cristo, y cada uno un miembro de él. 28 Y Dios los dispuso así
en la Iglesia: primero apóstoles, segundo profetas, tercero doctores, luego el poder de obrar
milagros, después el don de curaciones, de asistencia a los necesitados, de gobierno, de diversidad
de lenguas.
29 ¿Son todos apóstoles? ¿O todos profetas? ¿O todos doctores? ¿O todos tienen poder de obrar
milagros? 30 ¿Tienen todos don de curación? ¿O hablan todos lenguas? ¿O todos tienen don de
interpretación?
d) Rm 12, 3-8 (relacionado con el anterior). El cuerpo está en el campo de
la acción de Dios: estar totalmente configurado por Él. Usa la imagen de
cuerpo para hacer intuitiva la unidad de los cristianos.
3 Pues, en virtud de la gracia que me fue dada, digo a cada uno de vosotros que no os estiméis en
más de lo que conviene, sino tened una sobria estima, según la medida de la fe que Dios ha
otorgado a cada uno.
4 Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros tienen la
misma función, 5 así nosotros, que somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo,
siendo todos miembros los unos de los otros.
6 Tenemos dones diferentes conforme a la gracia que se nos ha dado, 7 bien sea la profecía, según
la medida de la fe; bien sea el ministerio, sirviendo; o el que enseña, enseñando; 8 o el que exhorta,
exhortando; el que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejercita la misericordia,
con alegría.
Eclesiología II 3
(Se entiende que ese Cuerpo es de modo explícito la Iglesia local, e implícitamente la
Universal).
Síntesis:
• La imagen de la esposa subraya la gratuidad del don de Dios en Cristo (uno no elige su cuerpo,
pero si elige su esposa).
• El amor mutuo de Cristo y de la Iglesia: la Iglesia es la esposa que se sabe amada por Cristo y que
sólo desea responder, pertenecerle y unirse enteramente a él.
• La unión y a la vez distinción entre la Iglesia y Cristo. El esposo y la esposa son “una sola carne”
pero a la vez son siempre distintos. La Iglesia está frente a su esposo como esposa.
• La maternidad de la Iglesia, su fecundidad (la gloria de la esposa es su maternidad) y su dignidad.
b) La doctrina de LG 7
LG 7: La Iglesia, Cuerpo místico de Cristo
“El Hijo de Dios, encarnado en la naturaleza humana, redimió al hombre y lo transformó
en una nueva criatura (cf. Ga 6, 15; 2 Co 5, 17), superando la muerte con su muerte y
resurrección. A sus hermanos, convocados de entre todas las gentes, los constituyó
místicamente como su cuerpo, comunicándoles su Espíritu
La vida de Cristo en este cuerpo se comunica a los creyentes, que se unen misteriosa y realmente a Cristo,
paciente y glorificado, por medio de los sacramentos. Por el bautismo nos configuramos con Cristo:
"Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu" (1 Co 12, 13). Rito sagrado con
que se representa y efectúa la unión con la muerte y resurrección de Cristo: "Con El hemos sido
sepultados por el bautismo, para participar en su muerte", mas si "hemos sido injertados en El por la
semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección" (Rm 6, 4 - 5). En la fracción del
pan eucarístico, participando realmente del cuerpo del Señor, nos elevamos a una comunión con El y
entre nosotros mismos. "Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de
ese único pan" (1 Co 10, 17). Así todos nosotros quedamos hechos miembros de su cuerpo (cf. 1 Co 12, 27),
"pero cada uno es miembro del otro" (Rm 12, 5)
Pero como todos los miembros del cuerpo humano, aunque sean muchos, constituyen un cuerpo, así los
fieles en Cristo (cf. 1 Co 12, 12). También en la constitución del cuerpo de Cristo hay variedad de miembros
y de ministerios. Uno mismo es el Espíritu que distribuye sus diversos dones para el bien de la Iglesia,
según sus riquezas y la diversidad de los ministerios (cf. 1 Co 12, 1 - 11). Entre todos estos dones sobresale
la gracia de los apóstoles, a cuya autoridad subordina el mismo Espíritu incluso a los carismáticos (cf. 1
Co 14)
Unificando el cuerpo, el mismo Espíritu por sí y con su virtud y por la interna conexión de los miembros,
produce y urge la caridad entre los fieles. Por tanto, si un miembro tiene un sufrimiento, todos los
miembros sufren con el; o si un miembro es honrado, gozan juntamente todos los miembros (cf. 1 Co 12,
26). La cabeza de este cuerpo es Cristo. El es la imagen del Dios invisible, y en El fueron creadas todas las
cosas. Él es antes que todos, y todo subsiste en El. El es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia. El es el
principio, el primogénito de los muertos, para que tenga la primacía sobre todas las cosas (cf. Col 1, 5 -
18). El domina con la excelsa grandeza de su poder los cielos y la tierra y lleva de riquezas con su
eminente perfección y su obra todo el cuerpo de su gloria (cf. Ef 1, 18 - 23)
Es necesario que todos los miembros se asemejen a El hasta que Cristo quede formado en ellos (cf. Ga 4,
19). Por eso somos asumidos en los misterios de su vida, conformes con El, consepultados y resucitados
juntamente con El, hasta que reinemos con El (cf. Flp 3, 21; 2 Tm 2, 11; Ef 2, 6; Col 2, 12 etc.). Peregrinos
todavía sobre la tierra siguiendo sus huellas en el sufrimiento y en la persecución, nos unimos a sus
dolores como el cuerpo a la Cabeza, padeciendo con El, para ser con el glorificados (cf. Rm 8, 17)
Por El "el cuerpo entero, alimentado y trabado por las coyunturas y ligamentos, crece con crecimiento
divino" (Col 2, 19). El dispone constantemente en su cuerpo, es decir, en la Iglesia, los dones de los
servicios por los que en su virtud nos ayudamos mutuamente en orden a la salvación, para que siguiendo
la verdad en la caridad, crezcamos por todos los medios en El, que es nuestra Cabeza (cf. Ef 4, 11 - 16)
Mas para que incesantemente nos renovemos en El (cf. Ef 4, 23), nos concedió participar en su Espíritu,
que siendo uno mismo en la Cabeza y en los miembros, de tal forma vivifica, unifica y mueve todo el
cuerpo, que su operación pudo ser comparada por los Santos Padres con el servicio que realiza el
principio de la vida, o el alma, en el cuerpo humano
Cristo, por cierto, ama a la Iglesia como a su propia Esposa, como el varón que amando a su mujer ama
su propio cuerpo (cf. Ef 5, 25 - 28); pero la Iglesia , por su parte, está sujeta a su Cabeza (Ef 5, 23 - 24).
"Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9), colma de bienes divinos a
la Iglesia, que es su cuerpo y su plenitud (cf. Ef 1, 22 - 23), para que ella anhele y consiga toda la plenitud
de Dios (cf. Ef 3, 19)”
• Así como los miembros del cuerpo humano forman un solo cuerpo.
• Cristo es la cabeza de su cuerpo, la Iglesia.
• Todos los miembros tienen que transformarse en Él a medida que nos va
integrando en los misterios de su vida.
• El Espíritu Santo es el que distribuye los dones para la unidad, vida y
movimiento de ese cuerpo, entre ellos la gracia.
Consecuencias
• Tenemos el mismo destino que Cristo, creceremos “hacia” Él, participando de su
espíritu.
• Crecimiento del cuerpo hacia la cabeza.
• Participación del Espíritu que es uno, en la cabeza y en los miembros. Él es el
principal “agente” de nuestra santificación y configuración con Cristo.
TEMA 7.
LA IGLESIA TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO
1. EL ESPÍRITU SANTO, “ALMA” DE LA IGLESIA Y PRINCIPIO DE SU UNIDAD
LG 7: Mas para que incesantemente nos renovemos en El (cf. Ef 4, 23), nos concedió participar en
su Espíritu, que siendo uno mismo en la Cabeza y en los miembros, de tal forma vivifica, unifica y
mueve todo el cuerpo, que su operación pudo ser comparada por los Santos Padres con el
servicio que realiza el principio de la vida, o el alma, en el cuerpo humano.
CEC 798: El Espíritu Santo, es "el principio de toda acción vital y
verdaderamente saludable en todas las partes del cuerpo" (Pío XII, "Mystici
Corporis": DS 3808). Actúa de múltiples maneras en la edificación de todo el Cuerpo
en la caridad(cf. Ef 4, 16):
• por la Palabra de Dios, "que tiene el poder de construir el edificio" (Hch 20, 32),
• por el Bautismo mediante el cual forma el Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12, 13);
• por los sacramentos que hacen crecer y curan a los miembros de Cristo;
• por "la gracia concedida a los apóstoles" que "entre estos dones destaca" (LG
7)
• por las virtudes que hacen obrar según el bien, y por las múltiples gracias
especiales [llamadas "carismas"] mediante las cuales los fieles quedan "preparados
y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y
construir más y más la Iglesia" (LG 12; cf. AA 3)”
Teólogos destacados: San Agustín, Santo Tomás, Roberto Belarmino, hablan del “alma de
la Iglesia” como el Espíritu Santo vivifica y unifica invisiblemente a la Iglesia primero a
Cristo, la cabeza y luego al cuerpo, de modo que Cristo no ejerce su capitalidad si no por
medio de su espíritu.
• Ga: El Espíritu Santo sustituye con sus frutos las “obras de la carne”; su nueva
vida se da en “primicias” (… → combate espiritual).
• Ef 2, 18-22: es quizás el texto más explícito e importante. Por el Espíritu Santo
somos miembros de la familia de Dios, edificados para ser templo santo. 1
Pe 2,4-5 hablará de “piedras vivas” para un sacerdocio santo (culto espiritual en el
drama de la historia).
“18 pues por él unos y otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu. 19 Por lo tanto, ya no
sois extraños y advenedizos sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios,20 edificados
sobre el cimiento de los Apóstoles y los Profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, 21
sobre quien toda la edificación se alza bien trabada para ser templo santo en el Señor, 22 en quien
también vosotros sois juntamente edificados para ser morada de Dios por el Espíritu”.
Síntesis {{libro}}:
• El Espíritu es la gloria de Cristo resucitado, presente entre los cristianos. “En Cristo” y “en el
Espíritu” son con frecuencia intercambiables → profunda unidad entre Cristo y el Espíritu: “El
Señor es el Espíritu (2 Co 3, 17).
• Los signos de su presencia son tanto las gracias y carismas como las virtudes infusas.
• Es fuente de nueva vida.
• Es el Espíritu de Dios, vive con el Padre y el Hijo y su papel con nosotros es ponernos en
comunicación y comunión con la intimidad de Dios. En el conocemos y confesamos que Jesús es el
Señor, y oramos al Padre. Se nos da la Trinidad y vivimos en ella.
Nota del Comité para el Jubileo del año 2000, El Espíritu del Señor, BAC Madrid 1997
“Es propio del Espíritu Santo ser el lugar personal donde se hace posible el encuentro con Cristo.
En la experiencia del Espíritu Santo es donde se opera la única mediación de Cristo, por el cual
todo hombre puede ser introducido en la intimidad inaccesible del Padre. Se deduce que no es
posible desligar la tarea del Hijo de la misión del Espíritu: como Cristo evidencia el papel del
Espíritu en la autocomunicación de Dios y en la respuesta de la fe, así el Espíritu llega a ser
protagonista de la preparación y venida de la Palabra en la historia. En otros términos, el Espíritu
no revela nada de sí de manera autónoma si no es relación con el Verbo de la vida”.
b) La imagen del Templo del Espíritu Santo (hasta el Concilio Vaticano II)
La figura del Templo como lugar de la presencia de Dios se remonta a ...
Su raíz en el AT, sobre todo en el camino hacia el Sinaí, hacia las moradas
eternas. Es el tema de la fiesta de las tiendas y la Transfiguración: Jesús es la
Eclesiología II 11
tareas y servicios).
• Subraya que en la vocación cristiana lo fundamental es la santificación (“piedras
vivas”) como presupuesto de la misión (unidad entre vocación o consagración +
misión).
4. IMPLICACIONES PASTORALES
{{No se puede separar la dogmática de la pastoral, van unidas. Las implicaciones son las
manifestaciones}}
• Nos habla de la santidad como vida interior de la Iglesia que se expresa en la liturgia
(ej. Dedicación de una Iglesia) → importancia de la formación espiritual y de
formación litúrgica.
• No hay una “estructura carismática” de la Iglesia independiente de su
estructura institucional (reduccionismo pneumatológico que olvida que el Espíritu
estaba ya con Cristo y es el Espíritu de Cristo).
Eclesiología II 13
2ª Parte
• San Agustín: no hay mayor unidad entre los hombres que la que se da en la
Iglesia.
• Santo Tomás: la Iglesia es la unión de los hombres con Dios Padre (ad
quem) a través de la obra de Cristo (per quem) en el amor del Espíritu
Santo (in quo)
Los presupuestos fundamentales para determinar la esencia de la Iglesia son:
• La perspectiva de la comunión.
Eclesiología II 14
d) Exposición sistemática
1) Comunión de los hombres con Dios (Padre) entre sí . Se trata de la unidad
mistérica de los hombres con Dios; como consecuencia viene la unidad entre
los hombres. Unidad que mantiene la identidad propia de Dios y la de
cada persona.
No se trata de una mera conciencia psicológica o sentimiento, sino de
una realidad ontológica apoyada en las relaciones que constituyen las
Personas divina y sus misiones “ad extra”, y que se prolongan en las
relaciones con las personas humanas.
2) Comunión por el Hijo. Es decir, por la encarnación y la redención.
Cristo actúa como Cabeza de la Iglesia de 4 formas (Sth III, q8):
1. Por razón de su “excelencia” (es el primogénito de todas las criaturas).
2. Por razón de “semejanza” (naturaleza humana).
3. Por razón de su “plenitud” (divinidad).
4. Por razón de su “influjo” (deriva para la Iglesia toda luza y gracia: es
“comunión de verdad, amor y vida” LG 9)
La gracia capital de Cristo causa de la Iglesia: es causa eficiente (sin
Cristo Cabeza no existiría el cuerpo), formal (hace que sea Cuerpo) y
ejemplar (la Iglesia crece a imagen de su Cabeza).
Cristo, por su capitalidad, es para siempre – también en el cielo – Camino, Verdad
y Vida (Jn 14,6).
3) Comunión en el Espíritu Santo (don del Padre y del Hijo) . El Espíritu
Santo une, vivifica y mueve esa comunión.
El Espíritu Santo es el que “santifica la Iglesia” (Santo Tomás).
Eclesiología II 15
1. LA IGLESIA EN EL CIELO
a) El binomio Iglesia de la tierra – Iglesia del cielo
En la terminología de Santo Tomás, se trata del binomio Ecclesia in terris – Ecclesia in
patria. Características:
• En las dos Cristo es la Cabeza.
• En las dos se realiza la “esencia íntima” de la Iglesia (la comunión, la gracia,
la santidad y la caridad), aunque sólo perfectamente en la Iglesia celeste después de
la historia.
• La fase terrena está en tensión escatológica hacia la del Cielo.
• En ambas se da la posesión de los bienes escatológicos (la verdad y el bien
que de la Trinidad dimanan. En la tierra, conocidas por la luz de la fe, en el cielo por
la luz de la gloria).
resurrección de los cuerpos, el juicio final y la renovación del mundo (cf. 2 Pe 3, 13);
por tanto, comparada con la situación definitiva, incluso en la fase “actual” del
cielo la comunión se da sólo en forma de “primicia”, no es
definitivamente perfecta. Los santos “esperan” esa gloria definitiva.
En cierto sentido el cielo será sobre todo acción de gracias. La presencia de Dios será allí el
principio de una comunión total.
La resurrección no significa ante todo ni simplemente el “retorno de los cuerpos” (idea un
tanto individualista), sino la “resurrección de la carne” (es decir, de las personas), lo que
tiene una dimensión colectiva; ya ahora en esta vida, el cristiano vive con Cristo como
miembro del Cuerpo místico, junto con lo demás.
Además de la dimensión cristológica (que es la fundamental) del cielo, el cielo
tiene también dimensiones eclesiológica y antropológica, cósmica y
escatológica.
El cielo es un “misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los
que están en Cristo” (CIC 1027).
Por contraste con el cielo, el infierno puede verse como ausencia de la comunión:
es la soledad total, la incapacidad (voluntaria) para la comunión con Dios y los demás. El
Catecismo de la Iglesia Católica explica el infierno como un “no amar” con todas sus
consecuencias y en términos de no-comunión: “Este estado de autoexclusión
definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se
designa con la palabra “infierno”” (CIC 1033).
2. LA IGLESIA EN LA TIERRA
La razón por la que ya en tierra la Iglesia es comunión es porque “la caridad no
pasa nunca” (1 Co 13, 8). Pero ya ahora “el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 5).
Vivimos aún en la carne (2 Co 10,3), pero, en y por Cristo, ya vivimos la vida de los hijos de
Dios.
Creer en la Iglesia Católica y manifestar adecuadamente nuestra comunión en ella supone
un adelanto real de la comunión total del cielo en la vida concreta y limitada que vivimos
en la tierra.
Otros nombres que recibe: Iglesia militante, Iglesia en estado de gracia. El
Concilio Vaticano II la denomina “Iglesia peregrinante”, para expresar que se sitúa en
estado de camino.
Características:
• Es comunión incoada con Cristo: “ya pero todavía no” perfectamente.
• Está no en régimen de gloria sino de fe = “congregatio fidelium”
• Es militante porque para llegar a su plenitud hace falta la correspondencia al amor
de Dios manifestado en Cristo, e implica la vigilancia (cf Mt 25, 13)
• A ella se accede por unas estructuras necesarias durante la fase terrena, aunque
provisionales (sacramentos).
5. LA VIRGEN MARÍA
Tipo de la Iglesia
• En Ella se ha realizado anticipadamente la comunión con la Trinidad,
es el cumplimiento escatológico de la Iglesia (LG 65).
• Es “imagen y principio de la Iglesia”, no sólo modelo y anticipo, sino también
“signo de esperanza y de consuelo” (LG 69).
• No es un modelo exterior, sino presente en la Iglesia como Madre, por eso
la tipificación y la maternidad son inseparables: es tipo de la Iglesia
por ser su Madre, o tipo de la Iglesia Madre, aunque la tipología no se
agota en su maternidad.
Madre de la Iglesia
• Es madre del Cristo total.
• Es receptora de la salvación y “corredentora” (LG 53)
• En la comunión de los santos, tiene la prioridad eficiente como Madre
del Verbo y es prefiguración “arquetípica” del destino de la Iglesia (LG
65)
Eclesiología II 19
PARTE III
1. LAS PROPIEDADES O “NOTAS” DE LA IGLESIA.
1. UNIDAD
a) La unidad constitutiva u ontológica de la Iglesia
Ontológicamente, la Iglesia es una por su origen (la Trinidad), su fundador
(Cristo) y su único principio de vida (Espíritu Santo).
1. Se puede ver en dos sentidos: en el sentido de la unicidad (la Iglesia es única,
no hay más que una Iglesia), y en el sentido de su consistencia interior
(indivisa). Los 2 aspectos son inseparables.
• Es la única grey que forma el único Cuerpo de Cristo y el templo del
Espíritu en torno a Cristo como piedra angular.
San Cipriano: “la Iglesia es única, y se abre a muchos para el crecimiento de fecundidad. Como
muchos son los rayos del sol pero una sola luz, como muchas las ramas del árbol pero
uno solo el tronco de fuertes raíces plantado la tierra … así es la Iglesia del Señor” (De
Catholic. Eccle. Unitate 5: PL 4, 501).
2. SANTIDAD
a) La santidad ontológica de la Iglesia. La llamada universal a la santidad
Ontológicamente, la Iglesia es “indefectiblemente santa” (LG 39) porque es la
comunidad elegida por el Padre para llevar a cabo el misterio de voluntad (cf Ef 1,9). Cristo
se entrego por ella y Espíritu Santo la santifica a través de las “cosas
santas” (= fe y los sacramentos), siendo la caridad la sustancia de esa santidad, y la
Virgen su tipo y modelo.
Es ante todo un don de la Trinidad: la elección del Padre, la autodonación del
Hijo y la inhabitación del Espíritu son, pues, las fuentes de la santidad de la
Iglesia.
Porque, la Iglesia es santa, en este sentido, los cristianos pueden ser llamados
analógicamente “santos”; no porque sean perfectos sino porque están
llamados a serlo, a través de la llamada universal a la santidad.
“Los seguidores de Cristo, llamados por Dios, no en virtud de sus propios méritos, sino por designio
y gracia de El, y justificados en Cristo Nuestro Señor, en la fe del bautismo han sido hechos hijos de
Dios y partícipes de la divina naturaleza, y por lo mismo santos” (LG 40)
La vocación a la santidad es, pues, única y universal: se dirige a todo tipo de
fieles. Siendo personal, la santidad cristiana no es nunca santidad “individual” o
independiente, sino que se sitúa y desarrolla en el seno de la Iglesia. La santidad no es
una idea ni un sentimiento, sino una participación de la vida divina que Dios
dona y que pide la correspondencia de las personas.
Por tanto se desarrolla en el Cuerpo de la Iglesia.
LG 41: “Una misma es la santidad que cultivan en cualquier clase de vida y de profesión los que son
guiados por el espíritu de Dios y, obedeciendo a la voz del Padre, adorando a Dios y al Padre en
espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, para merecer la
participación de su gloria. Según eso, cada uno según los propios dones y las gracias recibidas,
debe caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra por la
caridad”.
Tiene un sentido ontológico. Esto quiere decir que, de por sí, por pertenecer a la persona y
tener esta una dimensión social y eclesial, la santidad tiende a manifestarse y
reflejarse en su vida.
La santidad consiste en el crecimiento de la caridad. Otros medios principales
son la participación en los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, la oración, el servicio a
los hermanos y el ejercicio de todas las virtudes.
LG 42: “Porque la caridad, como vínculo de la perfección y plenitud de la ley (cf. Col 3, 14),
Eclesiología II 22
gobierna todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin. De ahí que el amor
hacia Dios y hacia el prójimo sea la característica distintiva del verdadero discípulo de Cristo”
La manifestación de la santidad de la Iglesia en sus miembros es uno de los
más fuertes y convincentes motivos de credibilidad.
3. CATOLICIDAD
La Iglesia es católica:
a) Ontológica o constitutivamente, porque ella posee la plenitud de los
medios de salvación.
b) Dinámica o históricamente.
4. APOSTOLICIDAD
Se puede comprender como:
a) Ontológicamente: la Iglesia está edificada sobre el fundamento de los
apóstoles, guarda el “depósito” de la revelación y pervive por la
sucesión apostólica.
b) Dinámica o históricamente: la misión de los Obispos es sucesora de los
apóstoles y la vocación cristiana es vocación al apostolado.
5. LA INDEFECTIBILIDAD DE LA IGLESIA
Además de las 4 notas o propiedades de la Iglesia, está también tiene otras propiedades
que se consideran “clásicas”. Congar enumera las siguientes: sociedad jerárquica,
visibilidad, necesidad para la salvación, plena independencia de vida (“sociedad perfecta”),
indefectibilidad e infabilidad.
La nota de “indefectibilidad” hace referencia a la promesa de Jesús de que la
Iglesia existirá siempre y además conservará sus características esenciales.
Esto se ha visto condensado en la expresión “las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).
Por “indefectible” se entiende lo que no puede faltar o dejar de ser, es decir, lo necesario.
Según Faynel la palabra indefectibilidad aplicada a la Iglesia implica una triple certeza:
1) que la Iglesia no perecerá jamás.
2) Que no cometerá error (aspecto de infabilidad).
3) Que subsistirá hasta el fin como Cristo la quiso y la fundó sin sufrir cambios
sustanciales.
Pedro Rodríguez resume en 3 características el contenido de la indefectibilidad
de la Iglesia:
1. La perpetuidad.
2. La permanencia en el ser.
3. La finalidad escatológica.
Claramente el don de la indefectibilidad no garantiza que la Iglesia sobreviva en un lugar
determinado, o que esté libre de herejías o de apostasías en alguna de sus partes. La
indefectibilidad afecta a su conjunto.
Eclesiología II 26
1. LA IGLESIA
ES COMUNIÓN DE VIDA DIVINA Y A LA VEZ EL SACRAMENTO
DE ESTA COMUNIÓN O INSTITUCIÓN DE SALVACIÓN.
La Iglesia es “en Cristo” como un Sacramento, pero no el sentido de los 7 sacramentos
particulares, sino en un sentido analógico. Y ello se corresponde con la esencia de la Iglesia
peregrinante: ser signo e instrumento de la comunión entre Dios y los hombres.
La Iglesia durante la historia es “sacramentum et res” (sacramento y realidad profunda de
salvación):
• Sacramentum, sacramento (= signo e instrumento) o medio de salvación, que se da
a través de la fe y los 7 sacramentos. En cuanto signo, debe ser visible. Por eso, la
Iglesia tiene una estructura visible para llevar a cabo su misión.
• Res, la realidad profunda de salvación que llamamos modernamente “comunión”
(definitiva después de la historia). Esa comunión se traduce invisible y visiblemente
como comunión de los santos y comunidad de los cristianos, como comunión de
gracia y santidad; es decir, como fruto de salvación.
En la Iglesia están todos los medios de la salvación. La Iglesia salva a través de la Palabra,
los sacramentos y la caridad. En otras palabras, la Iglesia salva tanto con la doctrina como
con el culto cristiano y la vida que ese culto promueve, y que, en último término, no es otra
que la vida de Cristo participada por los cristianos. Son los 3 elementos que Santo Tomás
llama: la fe, los sacramentos y la caridad (cf STh III). Benedicto XVI en la encíclica Deus
Caritas est enuncia así: Palabra, sacramentos y caridad.
“La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios
(kerygma-martyria), celebración de los sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia).
Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra” (n. 25)
Eclesiología II 27
finalmente el “Cristo total” (S. Agustín), que se va haciendo en la historia “como una
sola persona mística” (Sto Tomás).
Recordar: el sacramentum et res en el Bautismo, Confirmación y Orden es el carácter; en la
Eucaristía es la Presencia de Cristo con su cuerpo y su sangre; en el Matrimonio el vínculo
conyugal; y en otros sacramentos, una realidad intermedia necesaria para el fruto del
sacramento, como la reconciliación con la Iglesia en el sacramento de la Penitencia, o el don
particular del Espíritu Santo – gracia de consuelo, paz y ánimo – que une al enfermo con la Pasión
de Cristo).
De todo ello se deduce que el sacramentum et res en el “sacramento Iglesia” es la participación en el
sacerdocio de Cristo, que permite celebrar el culto cristiano en torno a la Eucaristía.
◦ Así como Cristo es el único mediador, así también la Iglesia es el único medio
de salvación universal. Nadie puede salvarse sin pertenecer a ella al
menos por su disposición (esto es de fe).
◦ Según LG 4 a la Iglesia se incorporan plenamente “los que poseyendo
el Espíritu de Cristo se unen a Él por los vínculos de la fe, los
sacramentos y el gobierno eclesiástico” (Papa y obispos). Esto es
doctrina tradicional y cierta.
En el plano práctico parece suscitarse una contradicción: cómo afirmar a la
vez que “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de
la verdad” (1 Tim 2, 3-4) y que la Iglesia es el único sacramento de salvación.
2. Recorrido histórico
{{Muy rápido}}
1) Los Padres. Orígenes, Ireneo y Cipriano tienen delante a los que se
obstinan en el mal
• Orígenes lo enseña claramente: “fuera de la Iglesia nadie se salva”
• S. Ireneo (Adv. Haereses contra los gnósticos): “Los que no se acogen a la
Iglesia no tienen parte en la actividad del Espíritu Santo”.
• S. Cipriano (sobre la unidad de la Iglesia): “Nadie puede tener a Dios por
Padre que no tenga a la Iglesia por madre”.
En síntesis: la Iglesia Católica es la única institución salvadora, por tener la
maternidad espiritual recibida de Cristo. Los que rompen la unidad (herejes) no
se salvan.
2) Edad Media. Se trata el tema con la misma radicalidad con referencia a herejes
y cismáticos.
3) Edad Moderna (s. XV – XVI). Aparecen 2 nuevos elementos: la buena fe y la
ignorancia inculpable parece que pueden hacer que alguien se salve aunque no
esté en la Iglesia (queda abierto)
4) Edad Contemporánea. Destacan Pío IX y Pío XII.
• Pío IX afirma que son condiciones: la ignorancia invencible junto con la ley
natural y la disposición de obedecer a Dios y la vida honesta. Recoge a la vez
el “Extra Ecclesiam nulla salus” frente a los herejes y la voluntad salvífica
universal, sin explicar como se realiza.
• Pío XII (Mystici Corporis, 1943) desarrolla la doctrina del “votum Ecclesiae”,
apoyada en Santo Tomás (el catecúmeno que muere recibe el bautismo de
deseo, porque la gracia no se ata a los sacramentos).
{{La cuestión del “votum Ecclesiae” se lo salta y también el resto}}
Eclesiología II 30
INTRODUCCIÓN
• Constitución de la Iglesia = aquello sin lo cual no es Iglesia, es de
derecho divino.
• Organización eclesiástica = algo accidental, de derecho humano.
• Estructura de la Iglesia = indica la articulación orgánica del pueblo
sacerdotal.
Por medio de la estructura de la Iglesia el Espíritu de Cristo se hace presente
en el mundo. La Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica (LG 8) precisamente
constituida y ordenada como una sociedad.
La palabra “estructura” indica que la Iglesia no es una realidad invisible,
sino una “comunidad sacerdotal orgánicamente estructurada” (LG 11).
Además apunta a la interrelación dinámica de los elementos de esa estructura, de
modo que para entender unos hay que entender a la vez los demás.
En la Estructura de la Iglesia distinguimos:
1. Estructura fundamental de la Iglesia = conjunto de elementos y
funciones interrelacionados por los que se constituye la Iglesia
peregrinante de modo constante (no faltan nunca durante la historia). Por
ejemplo: los concilios ecuménicos, la colegialidad episcopal, los sacramentos, etc.
2. Estructuras secundarias o históricas = los elementos y funciones de la
Estructura fundamental se organizan según las circunstancias
históricas. Ej: los sínodos o las conferencias episcopales (manifestaciones de la
colegialidad).
Terminología (esquema):
• Naturaleza de la Iglesia (Ecclesia in terris):
◦ Res: comunión de los hombres con Dios y entre sí, realidad de la gracia que se
manifiesta especialmente en la celebración litúrgica.
◦ Sacramentum: la estructura visible de la comunidad cristiana, concreta e
histórica, configura la manera de ser de la Iglesia durante la historia.
guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro
a la santificación del mundo y de este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo,
con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad. A ellos, muy en especial, corresponde
iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal
manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se desarrollen y sean para
la gloria del Creador y del Redentor.
LG 31: no dice solo lo que el laico no es, sino lo que es un cristiano que
tiene una misión en la Iglesia y en el mundo: vive en el mundo, ahí recibe su
vocación y desempeña su misión: ordenar las realidades temporales
(profesiones, oficios, vida familiar, social … ) como “desde dentro”.
En consecuencia, un ministro ordenado es también fiel pero ya no es
laico. Para comprender lo que es un laico no bastan las coordenadas
sacramentales, falta algo más.
2. La congregatio fidelium (Santo Tomás) es la Iglesia peregrinante que se
constituye a partir del sacramento común de los fieles. Los fieles cristianos
participan del sacerdocio común de los fieles. Según el Vaticano II, esto se
apoya en la Escritura y los Padres.
• En el bautismo, Cristo, por la unción del Espíritu Santo, incorpora a los
hombres en el Misterio Pascual (su pasión y su vida victoriosa), haciéndoles
partícipes de su sacerdocio (vocación y misión), que se refuerza con la
confirmación (cf 2 Co 1, 21-22; Ef 1,13; 1 Jn 2, 20.27). El sacerdocio
ministerial está al servicio del común, entre ellos hay diferencia
de esencia y no de grado.
• Otros nombres que se le han dado al sacerdocio común de los fieles son
inadecuados: no se trata de un sacerdote metafórico o figurado, ni
meramente espiritual ni meramente interno, e incluso no
sacramental (en comparación con el ministerial); también son confusos
“sacerdocio laical” o “sacerdocio incompleto o incoativo”.
• El sacerdocio común de los fieles se refiere a la capacidad de ofrecer
sacrificios espirituales desde el “altar del corazón” (1 Pe 2,5) = obras
buenas y virtuosas. Sacerdocio de la propia vida o sacerdocio de la
propia existencia: ofrenda del propio cuerpo y de toda la actividad en
unión a la voluntad de Dios, y a través del sacrificio de Cristo (la Misa), por la
acción o en el Espíritu Santo. Esta configuración sacerdotal con Cristo no
desaparecerá en el cielo, porque pertenece al núcleo de lo cristiano. Sobre
todo esto cfr. LG 10 y PO 2
• El sacerdocio común de los fieles está vinculado al carácter del bautismo, que
pide que el despliegue de la vida de la gracia, su confirmación y su crecimiento sobre
todo con la Eucaristía. Constituye el fundamento de la antropología cristiana (el
“hombre cristiano”) (LG 9 – 13). También se dice que funda la condición de
discípulo de Cristo, incluye, por tanto, la llamada universal a la santidad.
1. LA SUCESIÓN APOSTÓLICA
a) Los sucesores en el ministerio de los Doce, como primeros “portadores de
la misión”.
Cristo hizo partícipes de su misión a los apóstoles, y ellos se encargaron de establecer
sucesores para continuar con su misión.
Por tanto, los obispos y subordinadamente los presbíteros tienen en la Iglesia un
ministerio público, en el centro del cual está Pedro y su sucesor el Papa.
En síntesis: todo el ministerio eclesiástico es, por institución divina, ministerio de sucesión
apostólica (LG 28: leer).
LG 28: Cristo, a quien el Padre santificó y envió al mundo (Jn 10, 36), ha hecho participantes de su
consagración y de su misión a los Obispos por medio de los apóstoles y de sus sucesores. Ellos han
encomendado legítimamente el oficio de su ministerio en diverso grado a diversos sujetos en la
Iglesia. Así, el ministerio eclesiástico de divina institución es ejercitado en diversas categorías por
aquellos que ya desde antiguo se llamaron Obispos presbíteros, diáconos.
El sentido de este ministerio es la representación de Cristo Sacerdote como Cabeza ante y
para los fieles (cf. LG 9).
Aquí se sitúa la afirmación de la tradición teológica de que el carácter sacerdotal marca al que lo
recibe para toda la vida con una semejanza de Cristo que le hace ser como su prolongación entre los
fieles.
De otra manera: la Iglesia toda entera, y dentro de ella el oficio eclesiástico tiene una
función “vicarial” (representativa) de Cristo mediante la misión del Espíritu Santo.
Eclesiología II 38
b) Según el Magisterio
Tesis: por voluntad de Cristo, existe en la Iglesia el ministerio apostólico, constituido como
un cuerpo presidido por una Cabeza (Pedro) como principio de unidad.
1. Concilio Vaticano I (Const. Pastor Aeternus)
Supuesto el primado de Pedro (C. Florencia), el contexto es el conciliarismo, por lo que
adopta un lenguaje jurídico:
a) Potestad del Primado: la define como potestad de jurisdicción (obediencia y no
Eclesiología II 40