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Eclesiología II 1

TEMA 6
LA IGLESIA, CUERPO MÍSTICO DE CRISTO

Profesor: D Ramiro Pellitero


Bibliografía: Apuntes de Ciencias Religiosas
Parcial: ½ Febrero

INTRODUCCIÓN
Esta expresión viene de San Pablo. Esta imagen la aplica en su camino a Damasco, tras
su conversión.
La imagen del “Cuerpo de Cristo” surge del encuentro de Damasco. Se pone de
manifiesto que quién persigue a sus discípulos, persigue a Jesús. De aquí surge la
conciencia de ser una sola cosa, un cuerpo vivo con Cristo.
La reflexión teológica (Jesús ha resucitado y vive / Jesús vive en los
cristianos, que son una comunidad de vida con él).
Esto le lleva a San Pablo a decir: “vosotros sois el Cuerpo de Cristo” (1 Cor 12, 27),
y la desarrolla LG 7, con referencia a Pablo.
Los medievales pusieron el adjetivo “místico” para distinguir a la Iglesia del Cuerpo “físico”
de Cristo y de la Eucaristía.
El Magisterio desarrolla esta imagen en la enc. Mystici Corporis (1943), de
Pío XII.
El Concilio Vaticano II la menciona en LG 7: dos cuestiones: la Iglesia es Pueblo de
Dios porque es Cuerpo de Cristo; esto se fundamenta en la doctrina de San Pablo.

1. EL MISTERIO DE COMUNIÓN “EN CRISTO”


1 Cor y Rom
{{Estos textos hay que sabérselos de cara al examen}}
a) 1 Cor 6, 12-19: la unión entre cada cristiano y Cristo se compara con la
unión sexual, aunque realmente es espiritual. (La fornicación es
incompatible con su ser cristiano. “Cuerpo” en San Pablo significa “persona”.
12 Todo me es lícito; pero no todo conviene. Todo me es lícito; pero no me dejaré dominar por
nada. 13 La comida para el vientre, y el vientre para la comida. Pero Dios destruirá lo uno y lo
otro. Por otra parte, el cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor, y el Señor para el
cuerpo.14 Y Dios, que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros por su poder.
15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿voy a tomar los miembros
de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? De ninguna manera. 16 ¿No sabéis que el que
se une a una meretriz se hace un cuerpo con ella? Porque, dice la Escritura: Serán los dos una
sola carne.
17 En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu con él. 18 Huid de la
fornicación. Todo pecado que un hombre comete queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica peca
contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está
en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?
b) 1 Cor 10, 14-22: la Eucaristía, causa de la unidad del Cuerpo místico
Eclesiología II 2

14 Por todo esto, amadísimos míos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a prudentes; juzgad
vosotros mismos de lo que digo: 16 el cáliz de bendición, que bendecimos, ¿no es la comunión de la
sangre de Cristo? El pan que partimos ¿no es la comunión del Cuerpo de Cristo? 17 Puesto que el
pan es uno, muchos somos un solo cuerpo, porque todos participamos de un solo pan.
18 Mirad a Israel, según la carne: los que comen las víctimas ¿no participan del altar? 19 ¿Qué
digo entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo? 20 Eso no; sin embargo, lo que sacrifican
los gentiles, a los demonios lo sacrifican y no a Dios. Y no quiero que vosotros tengáis parte con los
demonios.
21 No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios; no podéis participar
de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 ¿O queremos provocar la ira del
Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él?
c) 1 Cor 12, 12-30: la Iglesia es (no “como”) un cuerpo, y es el Cuerpo de
Cristo (no simplemente “con”), gracias a los dones del Espíritu Santo.
Hay unidad entre Cristo y los cristianos, es el Espíritu el que causa tal unidad.
12 Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo,
aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque todos nosotros,
tanto judíos como griegos, tanto siervos como libres, fuimos bautizados en un mismo
Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. 14 Pues
tampoco el cuerpo es un solo miembro, sino muchos.
15 Si el pie dijera: Como no soy mano, no soy del cuerpo, no por eso dejaría de ser del cuerpo. 16 Y
si dijera el oído: Como no soy ojo, no soy del cuerpo, no por eso dejaría de ser del cuerpo. 17 Si todo
el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato? 18 Ahora
bien, Dios dispuso cada uno de los miembros en el cuerpo como quiso. 19 Si todos fueran un solo
miembro, ¿donde estaría el cuerpo? 20 Ciertamente muchos son los miembros, pero uno solo el
cuerpo.
21 No puede el ojo decir a la mano: No te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: No os necesito.
22 Más aún, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son más necesarios; 23 y a los que
parecen miembros más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor, y a los indecorosos, los
tratamos con mayor decoro; 24 los miembros decorosos, en cambio, no necesitan más. Dios ha
dispuesto el cuerpo dando mayor honor a lo que carecía de él, 25 para que no haya
división en el cuerpo, sino que todos los miembros tengan igual solicitud unos de
otros. 26 Si un miembro padece, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado,
todos los miembros se gozan con él.
27 Vosotros sois cuerpo de Cristo, y cada uno un miembro de él. 28 Y Dios los dispuso así
en la Iglesia: primero apóstoles, segundo profetas, tercero doctores, luego el poder de obrar
milagros, después el don de curaciones, de asistencia a los necesitados, de gobierno, de diversidad
de lenguas.
29 ¿Son todos apóstoles? ¿O todos profetas? ¿O todos doctores? ¿O todos tienen poder de obrar
milagros? 30 ¿Tienen todos don de curación? ¿O hablan todos lenguas? ¿O todos tienen don de
interpretación?
d) Rm 12, 3-8 (relacionado con el anterior). El cuerpo está en el campo de
la acción de Dios: estar totalmente configurado por Él. Usa la imagen de
cuerpo para hacer intuitiva la unidad de los cristianos.
3 Pues, en virtud de la gracia que me fue dada, digo a cada uno de vosotros que no os estiméis en
más de lo que conviene, sino tened una sobria estima, según la medida de la fe que Dios ha
otorgado a cada uno.
4 Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros tienen la
misma función, 5 así nosotros, que somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo,
siendo todos miembros los unos de los otros.
6 Tenemos dones diferentes conforme a la gracia que se nos ha dado, 7 bien sea la profecía, según
la medida de la fe; bien sea el ministerio, sirviendo; o el que enseña, enseñando; 8 o el que exhorta,
exhortando; el que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejercita la misericordia,
con alegría.
Eclesiología II 3

(Se entiende que ese Cuerpo es de modo explícito la Iglesia local, e implícitamente la
Universal).

2. LA “CAPITALIDAD” DE CRISTO EN SU CUERPO


Capitalidad se entiende como Cabeza
(Efesios y Colosenses)
Aquí no interesan tanto unos textos concretos, sino el movimiento general de las ideas en los textos
de las cartas. El tema general que tratan es el Misterio de Cristo al cual Pablo llama “el misterio
escondido”.
El “misterio escondido” de Cristo es el de su capitalidad, que le pasa la plenitud
divina a la Iglesia.
Como cabeza es principio vital que incorpora a los creyentes a su cuerpo mediante
los sacramentos.
Es un cuerpo visible y a la vez espiritual porque el Espíritu es el que, en último
término, lo conforma y une.
Síntesis: la Iglesia es Cuerpo de Cristo, por ser Cristo la cabeza de su cuerpo. Es Él el que
incorpora a los creyentes a su cuerpo mediante los sacramentos. La Iglesia es también cuerpo de
los miembros de Cristo, manifestación y presencia visible de Cristo en la historia de los hombres;
de la misma manera que en Palestina Cristo tenía un cuerpo físico numéricamente uno, ahora tiene
un cuerpo eclesial: corporalmente Cristo está en la Iglesia, visiblemente. Este cuerpo no sólo tiene
una naturaleza corporal, sino también espiritual, es pneumatológico; todo lo que es la Iglesia es
causado por la donación del Espíritu Santo, es el Espíritu el que causa la unidad de la Iglesia.

3. LA IGLESIA, ESPOSA DE CRISTO


A la imagen de la Iglesia - Cuerpo de Cristo está íntimamente unida la imagen de la Iglesia –
Esposa de Cristo.
1. Ef 5, 27: Cristo se entrega por la Iglesia para adquirirla pura y sin
mancha, a pesar de la infidelidad de los cristianos. Destaca la iniciativa de
Dios, la gratitud del amor de Cristo y el “precio” que esto le ha costado (su sangre).
“24 Pues como la Iglesia está sometida a Cristo, así las mujeres han de estarlo a sus
maridos en todo. 25 Varones, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se
entregó a sí mismo por ella 26 para santificarla, purificándola mediante el baño del agua,
en virtud de la palabra, 27 para mostrar ante sí mismo a la Iglesia resplandeciente, sin
mancha, arruga o cosa parecida, sino para que sea santa e inmaculada”. (Ef 5, 24-27)
2. Ef 5, 21 ss: El amor y la unión esponsal (una sola carne), signo Dios el
amor y la unión de Cristo con la Iglesia. Los desposorios definitivos será en
la Parusía (2 Co). Cristo y la Iglesia forman el “Cristo total” (San Agustín) o “como
una persona mística” (Santo Tomás), pero no se confunden. Esta distinción se
manifiesta sobre todo en la liturgia, que es el culto de la esposa.
El Cristo total de San Agustín es la Iglesia con Cristo. La imagen de la esposa sirve para
decir que no se confunde con Cristo, es distinto, por ello se utiliza esta imagen. Así el
esposo y la esposa siendo una unión siguen siendo 2 distintos. De esta forma podemos
decir que la Iglesia no es Cristo.
3. La maternidad de la Iglesia y su fecundidad. Esta imagen depende también de la del
Cuerpo. La Iglesia “hace” a sus miembros a la vez que es “hecha” por ellos. Además
de esposa (subordinada y fiel a su Cabeza), la Iglesia es “madre fecunda” y “nodriza
caritativa” de sus hijos (Bossuet).
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Síntesis:
• La imagen de la esposa subraya la gratuidad del don de Dios en Cristo (uno no elige su cuerpo,
pero si elige su esposa).
• El amor mutuo de Cristo y de la Iglesia: la Iglesia es la esposa que se sabe amada por Cristo y que
sólo desea responder, pertenecerle y unirse enteramente a él.
• La unión y a la vez distinción entre la Iglesia y Cristo. El esposo y la esposa son “una sola carne”
pero a la vez son siempre distintos. La Iglesia está frente a su esposo como esposa.
• La maternidad de la Iglesia, su fecundidad (la gloria de la esposa es su maternidad) y su dignidad.

4. LA DOCTRINA DE LA CONSTITUCIÓN LUMEN GENTIUM


a) Nota histórica previa
Después de San Pablo, los Padres desarrollan la doctrina del Cuerpo de Cristo,
sobre todo San Agustín, al hablar del “Cristo total”.
Dimensiones en los Padres:
1. La integración de los hombres con Cristo, segundo Adán, formando el Cristo total.
2. La unidad de los hombres con Cristo realizada inicialmente en el Bautismo y perfeccionada
en la Eucaristía
3. La Eucaristía como realización y manifestación del amor fraterno.
Resumen de los apuntes {{esto casi ni lo citó}}
• Expresión “cuerpo místico”: usada desde el siglo VIII hasta mitad del XII = Eucaristía; después
= Iglesia.
• Santo Tomás: Iglesia como “cuerpo místico” en relación con el sacramento de la Eucaristía (la
Iglesia es la “res” del sacramento eucarístico)
• Época medieval: cuerpo pero no en el sentido de San Pablo, idea jurídica de corpus ecclesiae.
• Reforma: recupera idea paulina pero sólo como una explicación simbólica y espiritual que no
afecta al orden visible (por eso el concepto de Cuerpo místico fue considerado como lastrado
por el protestantismo, como se puede percibir en CV I, 1869).
• Siglo XIX – XX (hasta 1930): Teología romántica católica (Escuela de Tubinga) retoma la idea
originaria, pero limitada a una perspectiva “organológica” de la Iglesia. No recuperan la
profundidad sacramental del término “místico”.
• Magisterio: Iglesia llamada Cuerpo místico (1302 por Bonifacio VIII en bula Unam Sanctam).
Utilizada por León XII en sus encíclicas Satis cognitum (1896) y Divinum illud (1897). Pío XII
en la Mystici corporis (1943) la situó en el centro del giro que revitalizó la eclesiología
contemporánea, también en relación con la imagen “Pueblo de Dios”.
• Ratzinger: “Cuerpo de Cristo expresa exactamente el ser específico de la Iglesia. La Iglesia no
es parte de los órdenes visibles del mundo, ni una civitas platónica como mera comunión
espiritual, sino un sacramento: es decir un sacrum signum; como signo visible que sin
embargo no se agota en la visibilidad, sino que según todo su ser, ella no es otra cosa que la
referencia y el camino hacia lo invisible”.
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b) La doctrina de LG 7
LG 7: La Iglesia, Cuerpo místico de Cristo
“El Hijo de Dios, encarnado en la naturaleza humana, redimió al hombre y lo transformó
en una nueva criatura (cf. Ga 6, 15; 2 Co 5, 17), superando la muerte con su muerte y
resurrección. A sus hermanos, convocados de entre todas las gentes, los constituyó
místicamente como su cuerpo, comunicándoles su Espíritu
La vida de Cristo en este cuerpo se comunica a los creyentes, que se unen misteriosa y realmente a Cristo,
paciente y glorificado, por medio de los sacramentos. Por el bautismo nos configuramos con Cristo:
"Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu" (1 Co 12, 13). Rito sagrado con
que se representa y efectúa la unión con la muerte y resurrección de Cristo: "Con El hemos sido
sepultados por el bautismo, para participar en su muerte", mas si "hemos sido injertados en El por la
semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección" (Rm 6, 4 - 5). En la fracción del
pan eucarístico, participando realmente del cuerpo del Señor, nos elevamos a una comunión con El y
entre nosotros mismos. "Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de
ese único pan" (1 Co 10, 17). Así todos nosotros quedamos hechos miembros de su cuerpo (cf. 1 Co 12, 27),
"pero cada uno es miembro del otro" (Rm 12, 5)
Pero como todos los miembros del cuerpo humano, aunque sean muchos, constituyen un cuerpo, así los
fieles en Cristo (cf. 1 Co 12, 12). También en la constitución del cuerpo de Cristo hay variedad de miembros
y de ministerios. Uno mismo es el Espíritu que distribuye sus diversos dones para el bien de la Iglesia,
según sus riquezas y la diversidad de los ministerios (cf. 1 Co 12, 1 - 11). Entre todos estos dones sobresale
la gracia de los apóstoles, a cuya autoridad subordina el mismo Espíritu incluso a los carismáticos (cf. 1
Co 14)
Unificando el cuerpo, el mismo Espíritu por sí y con su virtud y por la interna conexión de los miembros,
produce y urge la caridad entre los fieles. Por tanto, si un miembro tiene un sufrimiento, todos los
miembros sufren con el; o si un miembro es honrado, gozan juntamente todos los miembros (cf. 1 Co 12,
26). La cabeza de este cuerpo es Cristo. El es la imagen del Dios invisible, y en El fueron creadas todas las
cosas. Él es antes que todos, y todo subsiste en El. El es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia. El es el
principio, el primogénito de los muertos, para que tenga la primacía sobre todas las cosas (cf. Col 1, 5 -
18). El domina con la excelsa grandeza de su poder los cielos y la tierra y lleva de riquezas con su
eminente perfección y su obra todo el cuerpo de su gloria (cf. Ef 1, 18 - 23)
Es necesario que todos los miembros se asemejen a El hasta que Cristo quede formado en ellos (cf. Ga 4,
19). Por eso somos asumidos en los misterios de su vida, conformes con El, consepultados y resucitados
juntamente con El, hasta que reinemos con El (cf. Flp 3, 21; 2 Tm 2, 11; Ef 2, 6; Col 2, 12 etc.). Peregrinos
todavía sobre la tierra siguiendo sus huellas en el sufrimiento y en la persecución, nos unimos a sus
dolores como el cuerpo a la Cabeza, padeciendo con El, para ser con el glorificados (cf. Rm 8, 17)
Por El "el cuerpo entero, alimentado y trabado por las coyunturas y ligamentos, crece con crecimiento
divino" (Col 2, 19). El dispone constantemente en su cuerpo, es decir, en la Iglesia, los dones de los
servicios por los que en su virtud nos ayudamos mutuamente en orden a la salvación, para que siguiendo
la verdad en la caridad, crezcamos por todos los medios en El, que es nuestra Cabeza (cf. Ef 4, 11 - 16)
Mas para que incesantemente nos renovemos en El (cf. Ef 4, 23), nos concedió participar en su Espíritu,
que siendo uno mismo en la Cabeza y en los miembros, de tal forma vivifica, unifica y mueve todo el
cuerpo, que su operación pudo ser comparada por los Santos Padres con el servicio que realiza el
principio de la vida, o el alma, en el cuerpo humano
Cristo, por cierto, ama a la Iglesia como a su propia Esposa, como el varón que amando a su mujer ama
su propio cuerpo (cf. Ef 5, 25 - 28); pero la Iglesia , por su parte, está sujeta a su Cabeza (Ef 5, 23 - 24).
"Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9), colma de bienes divinos a
la Iglesia, que es su cuerpo y su plenitud (cf. Ef 1, 22 - 23), para que ella anhele y consiga toda la plenitud
de Dios (cf. Ef 3, 19)”

• Cristo constituyó su Cuerpo místico por su victoria sobre la muerte.


• Los cristianos formamos el Cuerpo místico a partir del Cuerpo
eucarístico de Cristo.
Eclesiología II 6

• Así como los miembros del cuerpo humano forman un solo cuerpo.
• Cristo es la cabeza de su cuerpo, la Iglesia.
• Todos los miembros tienen que transformarse en Él a medida que nos va
integrando en los misterios de su vida.
• El Espíritu Santo es el que distribuye los dones para la unidad, vida y
movimiento de ese cuerpo, entre ellos la gracia.
Consecuencias
• Tenemos el mismo destino que Cristo, creceremos “hacia” Él, participando de su
espíritu.
• Crecimiento del cuerpo hacia la cabeza.
• Participación del Espíritu que es uno, en la cabeza y en los miembros. Él es el
principal “agente” de nuestra santificación y configuración con Cristo.

5. IMPLICACIONES PASTORALES DE LA IMAGEN “CUERPO DE CRISTO”


La Mystici Corporis (1943) salió al paso de deformaciones de tipo
naturalista, misticista y biologicista, que concebían entre una Iglesia jurídica y otra
de la caridad.
Llamaban a la Iglesia como una encarnación continuada de Cristo, sin
distinguir entre Cristo y la Iglesia (monofisismo eclesiológico); esto
vinculado a una compresión de los laicos como una participación-colaboración en el
apostolado de la jerarquía (clericalismo).
En LG9 llamo Pueblo mesiánico porque es el pueblo de mesías, constituido por Cristo
como una “comunión de vida, de caridad y verdad” (triple munus). Esas 3 características
de comunión se despliegan en la misión de la Iglesia; es decir como una participación
en el sacerdocio de Cristo, en dos modos: sacerdocio común de los fieles y el
sacerdocio ministerial, que se pueden poner en paralelo con el cuerpo y con cabeza de
Cristo.
Desde Tomás de Aquino, la Iglesia es considerada “como una Persona mística”: permite
decir que la Iglesia tiene una autoconciencia de modo que las obras de su cabeza
son de algún modo también obras de los miembros, como se manifestó en el CVII (con
Pablo VI, en Ecclesiam suam).
Eclesiología II 7

TEMA 7.
LA IGLESIA TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO
1. EL ESPÍRITU SANTO, “ALMA” DE LA IGLESIA Y PRINCIPIO DE SU UNIDAD
LG 7: Mas para que incesantemente nos renovemos en El (cf. Ef 4, 23), nos concedió participar en
su Espíritu, que siendo uno mismo en la Cabeza y en los miembros, de tal forma vivifica, unifica y
mueve todo el cuerpo, que su operación pudo ser comparada por los Santos Padres con el
servicio que realiza el principio de la vida, o el alma, en el cuerpo humano.
CEC 798: El Espíritu Santo, es "el principio de toda acción vital y
verdaderamente saludable en todas las partes del cuerpo" (Pío XII, "Mystici
Corporis": DS 3808). Actúa de múltiples maneras en la edificación de todo el Cuerpo
en la caridad(cf. Ef 4, 16):
• por la Palabra de Dios, "que tiene el poder de construir el edificio" (Hch 20, 32),
• por el Bautismo mediante el cual forma el Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12, 13);
• por los sacramentos que hacen crecer y curan a los miembros de Cristo;
• por "la gracia concedida a los apóstoles" que "entre estos dones destaca" (LG
7)
• por las virtudes que hacen obrar según el bien, y por las múltiples gracias
especiales [llamadas "carismas"] mediante las cuales los fieles quedan "preparados
y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y
construir más y más la Iglesia" (LG 12; cf. AA 3)”
Teólogos destacados: San Agustín, Santo Tomás, Roberto Belarmino, hablan del “alma de
la Iglesia” como el Espíritu Santo vivifica y unifica invisiblemente a la Iglesia primero a
Cristo, la cabeza y luego al cuerpo, de modo que Cristo no ejerce su capitalidad si no por
medio de su espíritu.

2. LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO SEGÚN LA ESCRITURA Y LA TRADICIÓN


El AT no habla del Espíritu Santo directamente, pero se entiende a la luz del NT. Hay
referencias, ruah, el espíritu de Yahvé, aliento de vida, viento. En el Gn el espíritu recorría
las aguas, pero son modos. Desde el punto de vista de la Iglesia el Espíritu Santo interviene
desde el primer momento con referencia a ella. Joel habla de un derramamiento del
Espíritu Santo a todos los hombres {{Texto que san Pedro citará el día de Pentecostés}}.

a) El “Espíritu de Jesús”: el Espíritu Santo y Jesús de Nazaret


En el NT hay una relación entre el Espíritu Santo y Jesús de Nazaret: en Lc se menciona
la Encarnación, el Bautismo, Desierto (el espíritu lo empuja al desierto), en la Sinagoga
de Cafarnaúm
El Espíritu Santo está ligado por su misión a Cristo, así el Espíritu Santo habló por
los profetas, (Credo: incluye la inspiración de la SE) actualiza el designio amoroso de
Dios Padre al crear al hombre a imagen y semejanza revelando progresivamente su palabra
en la historia.
A partir de la Encarnación: “Cristo” es “ungido” por el Padre con el Espíritu Santo.
Esto se realiza en el seno de María. Dios, que da la vida divina al hombre, entra en la
historia como el Logos que asume, por obra del ES, una naturaleza humana. Y luego el
Eclesiología II 8

Espíritu Santo es también en el que incorpora a los cristianos al Cuerpo místico.


Cristo “fue concebido por obra del Espíritu Santo”. De este modo se cumple perfectamente el papel
del Espíritu, que es dar la vida divina al hombre, y, al mismo tiempo la vida divina en la historia de
la humanidad. Es por eso el mismo Espíritu Santo el que hace posible la incorporación a Jesús en
su Cuerpo místico, bajo Cristo-Cabeza.
La relación entre el Espíritu Santo y Jesús de Nazaret (San Lucas): antes de la
Pascua, el Espíritu Santo “es dado” a Jesús (lo posee, le vivifica y le impulsa en su
misión); después de la Pascua, Jesús “entrega” el Espíritu Santo inaugurando el
tiempo de la Iglesia.
Relación del Espíritu Santo y Jesús en San Lucas: Encarnación, Bautismo del Señor, Retiro al
desierto, Enseñanza y predicación, Vida pública, relación con los discípulos … Sigue en Hch.

b) La misión del Espíritu Santo a los discípulos en el Evangelio de San Juan


Supone que Jesús es, según los sinópticos (Lc), el Ungido, el Cristo, el Mesías.
Para San Juan, el Espíritu Santo es sobre todo entregado por el Señor, ya durante su vida terrena.
El Espíritu suscita la fe de los discípulos en Jesús y como maestro de vida interior les va llevando
hacia la verdad completa.
El Espíritu Santo desciende sobre Jesús (Bautismo), que lo recibe “sin medida” (Jn
3,34), y hace que sea un “nuevo templo”, el templo definitivo del Reino de Dios; por eso
Sus palabras son “espíritu y vida” (Jn 6,63) y de Cristo brota el “agua viva” (cf Jn 3,5ss)
para renacer de lo alto; y los verdaderos adoradores del Padre, le adoran, a través de Jesús,
“en Espíritu y verdad” (Jn 4,23 ss).
A los discípulos se les promete como Paráclito, que les vivificará (esto sucederá en la Hora de la
Cruz) y dará testimonio de la gloria de Cristo
También el Espíritu Santo es entregado por el Señor a los suyos, ya desde su
vida eterna.
El Espíritu Santo suscita la fe de los discípulos y les va llevando hasta la verdad completa;
se les promete como Paráclito que le vivificará (a partir de la Cruz) y dará testimonio de la
gloria de Cristo (cf Jn 7,39; 14, 16; 15, 26) , porque es el “Espíritu de la verdad” que permanece
con los discípulos: les recuerda las enseñanzas de Jesús, les ayuda en las dificultades.
Con su muerte Jesús entrega su Espíritu (simbolizado en el agua que mana de su costado
junto con su sangre, símbolos del Bautismo y de la Eucaristía), y a la vez lo transmite a la
Iglesia (cf CEC 737).
Los apóstoles, al recibir el Espíritu Santo, reciben el poder de perdonar o retener los
pecados (cf Jn 20,23).

c) El Espíritu Santo en la comunidad cristiana (Hechos de los Apóstoles y


Corpus paulino)
Hechos de los Apóstoles
Apenas hay una página en este libro en el que no se nombre o se sugiera la acción del Espíritu
Santo.
En los hechos: “Evangelio del ES”: la misión de la Iglesia es presentada como un camino
en el Espíritu, que la acompaña e impulsa, incluso más allá de los límites del judaísmo
(Pedro en casa de Cornelio reconoce que a Jesús le ungió Dios “con el Espíritu Santo y
poder”).
“A Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y poder” (Hch 10, 38) . Único texto en que se
habla expresamente de esta unción.
Eclesiología II 9

Sigue siendo el “Espíritu de Jesús”: Hace eficaz la predicación, lo sacramentos y la


comunión fraterna.
Le otorga dones (gracias, virtudes) y carismas, y promueve milagros.
Corpus paulino
• Rm: los guiados por el Espíritu de Dios son Hijos de Dios … y con el Es clamamos
Abba Padre: nos pone en comunión con la vida de la Trinidad.
Rm 8, 14-17: “Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios …
Recibisteis un Espíritu de adopción, en el que clamamos ¡Abbá, Padre!”.

• 1 y 2 Co: “Sois templo de Dios y el Espíritu Santo habita en vosotros” (1 Co 3, 16);


“hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo” (1 Co 12, 4); “fuimos
bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo Cuerpo. Y todos hemos
bebido de un solo Espíritu” (1 Co 12, 13); en Cristo = en el Espíritu (Cristo obra en la
Iglesia y en el cristiano).
2 Co 6, 16: “... porque vosotros sois el tempo de Dios vivo, según dijo Dios: Yo habitaré en medio de
ellos, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo”

• Ga: El Espíritu Santo sustituye con sus frutos las “obras de la carne”; su nueva
vida se da en “primicias” (… → combate espiritual).
• Ef 2, 18-22: es quizás el texto más explícito e importante. Por el Espíritu Santo
somos miembros de la familia de Dios, edificados para ser templo santo. 1
Pe 2,4-5 hablará de “piedras vivas” para un sacerdocio santo (culto espiritual en el
drama de la historia).
“18 pues por él unos y otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu. 19 Por lo tanto, ya no
sois extraños y advenedizos sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios,20 edificados
sobre el cimiento de los Apóstoles y los Profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, 21
sobre quien toda la edificación se alza bien trabada para ser templo santo en el Señor, 22 en quien
también vosotros sois juntamente edificados para ser morada de Dios por el Espíritu”.
Síntesis {{libro}}:
• El Espíritu es la gloria de Cristo resucitado, presente entre los cristianos. “En Cristo” y “en el
Espíritu” son con frecuencia intercambiables → profunda unidad entre Cristo y el Espíritu: “El
Señor es el Espíritu (2 Co 3, 17).
• Los signos de su presencia son tanto las gracias y carismas como las virtudes infusas.
• Es fuente de nueva vida.
• Es el Espíritu de Dios, vive con el Padre y el Hijo y su papel con nosotros es ponernos en
comunicación y comunión con la intimidad de Dios. En el conocemos y confesamos que Jesús es el
Señor, y oramos al Padre. Se nos da la Trinidad y vivimos en ella.
Nota del Comité para el Jubileo del año 2000, El Espíritu del Señor, BAC Madrid 1997
“Es propio del Espíritu Santo ser el lugar personal donde se hace posible el encuentro con Cristo.
En la experiencia del Espíritu Santo es donde se opera la única mediación de Cristo, por el cual
todo hombre puede ser introducido en la intimidad inaccesible del Padre. Se deduce que no es
posible desligar la tarea del Hijo de la misión del Espíritu: como Cristo evidencia el papel del
Espíritu en la autocomunicación de Dios y en la respuesta de la fe, así el Espíritu llega a ser
protagonista de la preparación y venida de la Palabra en la historia. En otros términos, el Espíritu
no revela nada de sí de manera autónoma si no es relación con el Verbo de la vida”.

d) El Espíritu Santo en la Tradición de los Padres


• San Ireneo: “Allí donde está la Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios...” (Adv
Haereses III, 24, 1).
Eclesiología II 10

• S. Hipólito: en el bautismo se debe profesar la fe en el “Espíritu Santo dentro de


la Santa Iglesia”.
• Los padres griegos atribuyen al Espíritu Santo el misterio de nuestra divinización
en Cristo.
• El Concilio Niceno-Constantinopolitano confiesa la fe “et in Spiritum
Sanctum vivificantem”
• San Agustín: “... lo que el es para el cuerpo humano, lo es el Espíritu Santo para
el cuerpo de Cristo, la Iglesia” (en el contexto del cisma donatista: el alma no
acompaña a un miembro amputado …). El que está separado de la Iglesia no tiene el
Espíritu Santo. Poseemos el Espíritu Santo en la medida en que amamos a la Iglesia.
Libro (texto completo): “El alma da la vida a todos los miembros del cuerpo y confiere a cada uno
una función determinada … Ahora bien, lo que el alma es para el cuerpo humano, lo es el Espíritu
Santo para el cuerpo de Cristo, la Iglesia … Pero, así como el alma no acompaña a un miembro
amputado del cuerpo, así tampoco acompaña el Espíritu Santo al miembro separado del cuerpo de
la Iglesia” (Sermo 267, 4)

• S. Germán de Constantinopla (s. VII-VIII): la Iglesia … donde Dios trascendente


habita como en su casa, imagen de la cruz, de la tumba y la resurrección … casa de
Dios en que se celebra …

e) El Espíritu Santo y la Iglesia según el Concilio Vaticano II


El CV II no es sistemático.
Presenta la Iglesia como Misterio y sitúa ahí la obra del Espíritu Santo (cf. LG 4 y 7): el
Espíritu Santo la vivifica para que su cuerpo crezca.
JP II (enc. Dominum et vivificantem) afirma que la enseñanza del Concilio es
esencialmente pneumatológica, abierta a la verdad del Espíritu como “alma de la Iglesia”

3. TEOLOGÍA DE LA FUNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA


a) Presupuestos
• La Iglesia participa de la unción de Cristo con el Espíritu Santo: primero
los apóstoles; tras ellos todos los cristianos (no es una encarnación continuada sino
una “unción continuada” en Cristo.
• Así como Cristo fue concebido por el Espíritu Santo, quien le “ungió” también para su
misión (Mesías), los apóstoles son “ungidos” y enviados por el Espíritu en Pentecostés.

• Pentecostés es el signo que consuma la “fundación” de la Iglesia por


Cristo (fue “dada a luz” en Pentecostés), para ser impulsada hacia la misión
(predicación, sacramentos y comunión fraterna, cf. Hch 2,42).
• El Espíritu Santo, principio de unidad (y diversidad) y vida en el Pueblo
de Dios, dotando a cada cristiano de los dones necesarios para participar en la
misión.

b) La imagen del Templo del Espíritu Santo (hasta el Concilio Vaticano II)
La figura del Templo como lugar de la presencia de Dios se remonta a ...
Su raíz en el AT, sobre todo en el camino hacia el Sinaí, hacia las moradas
eternas. Es el tema de la fiesta de las tiendas y la Transfiguración: Jesús es la
Eclesiología II 11

verdadera tienda, el definitivo Templo que contiene la presencia del Padre


que lo cubre con su Amor. (Prólogo de San Juan: “y acampó entre nosotros”). En la
historia del Templo “crece” con los cristianos.
En la fiesta de las tiendas tuvo lugar, significativamente, la Transfiguración del Señor.
Síntesis del desarrollo teológico hasta nuestros días:
Los medievales, sobre todo Santo Tomás: Cristo ejerce su capitalidad por
medio del Espíritu Santo → decir Credo … ecclesiam equivale a decir: Credo in
Spiritum Sanctum sanctificantem ecclesiam. (Creo que el Espíritu Santo santifica la
Iglesia)
Respecto al templo, al llegar la Edad Media se hace célebre un adagio: “La Iglesia no son las
piedras sino los fieles”.
{{Ver icono de Rublier ? Sobre la Trinidad donde se ve al Espíritu Santo}}
Posteriormente se desdibuja la relación entre el Espíritu Santo y la Iglesia
prácticamente hasta el s. XIX (Möhler).
En el siglo XX, León XIII y Pío XII (Misticy Corporis) lo retoman. El Concilio
Vaticano II: “por el Espíritu Santo el Padre vivifica a los hombres...” y edifica y guía a la
Iglesia “con diversos dones jerárquicos o carismáticos” (LG 4).
La encíclica “Dominum et vivificantem” (Juan Pablo II, 1986) considera la expresión Espíritu –
como alma de la Iglesia, como propia del trasfondo de las enseñanzas del Concilio Vaticano II,
recogiendo la tradición anterior de San Ireneo, San Agustín y otros (San Gregorio Magno, Dídimo
Alejandrino, San Atanasio), y sobre todo Santo Tomás de Aquino.

Algunos aspectos de la teología contemporánea


{{lo pasa rápido, le interesa poco}}
• El Espíritu Santo hace que el amor (Caritas) sea el “contenido natural” de la Iglesia,
que une la institución y los carismas (Ratzinger)1.
• El Espíritu Santo es como “cofundador” de la Iglesia, junto con los apóstoles, y por
Él se realizan y explican las 4 notas (o propiedades) esenciales de la Iglesia
(Congar).
También por el Espíritu Santo es posible el “culto espiritual” desde el corazón de los
cristianos (ib)
En síntesis, actualmente la Iglesia como Templo del Espíritu Santo se sitúa
en conexión con:
• La teología del Bautismo y de la Gracia.
• El sacerdocio común de los fieles y el culto espiritual.
• Los carismas y su papel en la estructura de la Iglesia.

c) Modo en que la imagen “Templo del Espíritu Santo” ayuda a profundizar


en el Misterio de la Iglesia
• Señala el Espíritu Santo como vínculo de unidad y de vida, con Cristo y entre
los cristianos, e incluso fuera de los márgenes visibles de la Iglesia.
• Destaca que la unidad en la Iglesia no es uniformidad sino diversidad (dones,
1 Cf. J. RATZINGER, El Espíritu Santo como comunión, cap III de Convocados en el camino de la fe, ed.
Cristiandad, Madrid 2004, pp 39-64 (original del alemán de 1974)
Eclesiología II 12

tareas y servicios).
• Subraya que en la vocación cristiana lo fundamental es la santificación (“piedras
vivas”) como presupuesto de la misión (unidad entre vocación o consagración +
misión).

4. IMPLICACIONES PASTORALES
{{No se puede separar la dogmática de la pastoral, van unidas. Las implicaciones son las
manifestaciones}}
• Nos habla de la santidad como vida interior de la Iglesia que se expresa en la liturgia
(ej. Dedicación de una Iglesia) → importancia de la formación espiritual y de
formación litúrgica.
• No hay una “estructura carismática” de la Iglesia independiente de su
estructura institucional (reduccionismo pneumatológico que olvida que el Espíritu
estaba ya con Cristo y es el Espíritu de Cristo).
Eclesiología II 13

2ª Parte

LA NATURALEZA DE LA IGLESIA Y SUS


DIVERSAS “FASES” O “ESTADOS”
LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNIÓN CON LA TRINIDAD
“La esencia íntima” de la Iglesia, su naturaleza íntima, según LG 6 o su ser más
profundo.

a) Nota histórico-teológica sobre el concepto de “comunión” aplicado a la


Iglesia.
La palabra communio viene del griego koinonía: participación o algo en común.
La Iglesia primitiva formaba una koinonía participando de la doctrina de
los Apóstoles, la fracción del pan y la oración en común (cf. Hch 2,42) y que
“todo lo tenían en común” (Hch 2, 44; 4,32). Por tanto, tiene una dimensión teológica, una
dimensión comunitaria y una dimensión social.
Las imágenes que usa el Concilio Vaticano II (Pueblo de Dios, Cuerpo de
Cristo, Templo del Espíritu Santo) y la noción de “sacramento” aplicada a la
Iglesia, se basan en la perspectiva de comunión. Por eso, el Sínodo
Extraordinario de Obispos de 1985, afirmó que la eclesiología de communio
es la “idea central y básica de los documentos conciliares”.
Pero hubo interpretaciones reductivas: las que tienden a situar el misterio de
la Iglesia en los límites de un humanitarismo neomisticista (por ejemplo, new
age) o democraticista.

b) Presupuestos para la determinación de la esencia íntima de la Iglesia.


La esencia de algo se determina según su perfección. Según la revelación, la
Iglesia es fundamentalmente un misterio de comunión (aspecto interior), a la vez que,
durante la historia, una institución de salvación (aspecto exterior).
• San Juan:
◦ Jn 17, 21: “que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en
nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado. 22 Yo les he dado la gloria que Tú me
diste, para que sean uno como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos y Tú en mí, para que sean
consumados en la unidad, y conozca el mundo que Tú me has enviado y los has amado como
me amaste a mí”.
◦ 1 Jn 1,3: “lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos para que también vosotros estéis
en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo
Jesucristo”.

• San Agustín: no hay mayor unidad entre los hombres que la que se da en la
Iglesia.
• Santo Tomás: la Iglesia es la unión de los hombres con Dios Padre (ad
quem) a través de la obra de Cristo (per quem) en el amor del Espíritu
Santo (in quo)
Los presupuestos fundamentales para determinar la esencia de la Iglesia son:
• La perspectiva de la comunión.
Eclesiología II 14

• Su relación con las Personas divinas


• La unión que supone entre los hombres.

c) La “naturaleza íntima de la Iglesia” (LG 6/a)


Definición Pedro Rodríguez: “la Iglesia es el Misterio de comunión de los
hombres con Dios (Padre) y entre sí por el Hijo en el Espíritu Santo”
Esto significa: la comunión humana del agapé divino, que se da cuando nos
hacemos cuerpo de Cristo, lo que es posible por el Espíritu Santo que mora
en nosotros.
No es distinta esta comunión que la que habrá en el cielo, no es numéricamente
diversa, es simplemente una etapa provisional.
Los cristianos ortodoxos expresan lo mismo: la Iglesia es una comunión de
“deificación” (theosis) = una comunión de santidad según la imagen de Cristo.
La palabra “Comunión” remite al mismo tiempo al centro eucarístico de la
Iglesia durante la historia (J. Ratzinger), pues la res (la realidad más profunda que se
alcanza como fruto) de la Eucaristía, de la “comunión eucarística”, es la Iglesia como
Misterio de comunión, si bien sólo incoado en el tiempo.

d) Exposición sistemática
1) Comunión de los hombres con Dios (Padre) entre sí . Se trata de la unidad
mistérica de los hombres con Dios; como consecuencia viene la unidad entre
los hombres. Unidad que mantiene la identidad propia de Dios y la de
cada persona.
No se trata de una mera conciencia psicológica o sentimiento, sino de
una realidad ontológica apoyada en las relaciones que constituyen las
Personas divina y sus misiones “ad extra”, y que se prolongan en las
relaciones con las personas humanas.
2) Comunión por el Hijo. Es decir, por la encarnación y la redención.
Cristo actúa como Cabeza de la Iglesia de 4 formas (Sth III, q8):
1. Por razón de su “excelencia” (es el primogénito de todas las criaturas).
2. Por razón de “semejanza” (naturaleza humana).
3. Por razón de su “plenitud” (divinidad).
4. Por razón de su “influjo” (deriva para la Iglesia toda luza y gracia: es
“comunión de verdad, amor y vida” LG 9)
La gracia capital de Cristo causa de la Iglesia: es causa eficiente (sin
Cristo Cabeza no existiría el cuerpo), formal (hace que sea Cuerpo) y
ejemplar (la Iglesia crece a imagen de su Cabeza).
Cristo, por su capitalidad, es para siempre – también en el cielo – Camino, Verdad
y Vida (Jn 14,6).
3) Comunión en el Espíritu Santo (don del Padre y del Hijo) . El Espíritu
Santo une, vivifica y mueve esa comunión.
El Espíritu Santo es el que “santifica la Iglesia” (Santo Tomás).
Eclesiología II 15

Por su acción, el Espíritu Santo nos eleva a la unidad que es él mismo


en la Trinidad, nos hace participar de esa comunión del Padre y del
Hijo que es el mismo Espíritu.
De esta manera, el Espíritu Santo es la última y principal perfección del
Cuerpo místico, el que hace de la Iglesia una comunión o una
participación de la misma vida intratrinitaria.

LAS DIVERSAS FASES O “ESTADOS DE LA IGLESIA” (INTRODUCCIÓN)


• LG 48: La Iglesia solo alcanzará su perfección cuando llegue a la renovación de
todas las cosas, “nuevos cielos y nueva tierra”.
• LG 49: hasta que vuelva Cristo, una parte de sus discípulos peregrina en la tierra,
otros están en el purgatorio y otros están en el cielo: todos, unidos en la caridad y
expectantes de la segunda venida del Señor. Tres estados: de peregrinación,
de purgación y de glorificación (militante, purgante, triunfante), que no
se identifica con la situación después de la parusía (cuerpos, juicio, restauración
universal).

1. LA IGLESIA EN EL CIELO
a) El binomio Iglesia de la tierra – Iglesia del cielo
En la terminología de Santo Tomás, se trata del binomio Ecclesia in terris – Ecclesia in
patria. Características:
• En las dos Cristo es la Cabeza.
• En las dos se realiza la “esencia íntima” de la Iglesia (la comunión, la gracia,
la santidad y la caridad), aunque sólo perfectamente en la Iglesia celeste después de
la historia.
• La fase terrena está en tensión escatológica hacia la del Cielo.
• En ambas se da la posesión de los bienes escatológicos (la verdad y el bien
que de la Trinidad dimanan. En la tierra, conocidas por la luz de la fe, en el cielo por
la luz de la gloria).

b) Estatuto de la “Ecclesia in patria” (= en el Cielo)


El término “ecclesia in patris” es propio de Santo Tomás y lo recoge la LG. En el NT
se expresa con diversas imágenes que giran en torno a una asamblea
unánime y alegre: un banquete, una comida de bodas, una gran procesión litúrgica, la
solidaridad de una ciudad, la “Jerusalén celeste”.
En la Iglesia del cielo se incluyen los ángeles.
Características:
• Significa la perfecta realización de la comunión de vida en Cristo.
• Lo característico del cielo es el modo en que tiene lugar esa unión: mientras en la
tierra se da por la fe y los sacramentos, en el cielo no hay sacramentos, y la
comunión se da por la luz de la gloria y la caridad. Se da la res sin necesidad de
los sacramentos.
• Durante la historia esta etapa no está totalmente realizada, pues le falta la
Eclesiología II 16

resurrección de los cuerpos, el juicio final y la renovación del mundo (cf. 2 Pe 3, 13);
por tanto, comparada con la situación definitiva, incluso en la fase “actual” del
cielo la comunión se da sólo en forma de “primicia”, no es
definitivamente perfecta. Los santos “esperan” esa gloria definitiva.
En cierto sentido el cielo será sobre todo acción de gracias. La presencia de Dios será allí el
principio de una comunión total.
La resurrección no significa ante todo ni simplemente el “retorno de los cuerpos” (idea un
tanto individualista), sino la “resurrección de la carne” (es decir, de las personas), lo que
tiene una dimensión colectiva; ya ahora en esta vida, el cristiano vive con Cristo como
miembro del Cuerpo místico, junto con lo demás.
Además de la dimensión cristológica (que es la fundamental) del cielo, el cielo
tiene también dimensiones eclesiológica y antropológica, cósmica y
escatológica.
El cielo es un “misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los
que están en Cristo” (CIC 1027).
Por contraste con el cielo, el infierno puede verse como ausencia de la comunión:
es la soledad total, la incapacidad (voluntaria) para la comunión con Dios y los demás. El
Catecismo de la Iglesia Católica explica el infierno como un “no amar” con todas sus
consecuencias y en términos de no-comunión: “Este estado de autoexclusión
definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se
designa con la palabra “infierno”” (CIC 1033).

2. LA IGLESIA EN LA TIERRA
La razón por la que ya en tierra la Iglesia es comunión es porque “la caridad no
pasa nunca” (1 Co 13, 8). Pero ya ahora “el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 5).
Vivimos aún en la carne (2 Co 10,3), pero, en y por Cristo, ya vivimos la vida de los hijos de
Dios.
Creer en la Iglesia Católica y manifestar adecuadamente nuestra comunión en ella supone
un adelanto real de la comunión total del cielo en la vida concreta y limitada que vivimos
en la tierra.
Otros nombres que recibe: Iglesia militante, Iglesia en estado de gracia. El
Concilio Vaticano II la denomina “Iglesia peregrinante”, para expresar que se sitúa en
estado de camino.
Características:
• Es comunión incoada con Cristo: “ya pero todavía no” perfectamente.
• Está no en régimen de gloria sino de fe = “congregatio fidelium”
• Es militante porque para llegar a su plenitud hace falta la correspondencia al amor
de Dios manifestado en Cristo, e implica la vigilancia (cf Mt 25, 13)
• A ella se accede por unas estructuras necesarias durante la fase terrena, aunque
provisionales (sacramentos).

3. LA IGLESIA QUE SE PURIFICA


La doctrina del purgatorio tiene su origen en la idea del antiguo judaísmo. “Incluye la idea
Eclesiología II 17

de que las almas no se encuentran simplemente en una especie de recinto provisional,


sino que padecen ya un castigo, como demuestra la parábola del rico epulón, o que por el
contrario gozan ya de formas provisionales de bienaventuranza. Y, en fin, tampoco falta
la idea de que en este estado se puedan dar también purificaciones y curaciones, con las
que el alma madura para la comunión con Dios” (Benedicto XVI, Spe Salvi, 45).
En este “tiempo intermedio” entre la muerte y la resurrección, según creía ya el judaísmo
antiguo, también se puede ayudar a los difuntos por medio de la oración. Esa
praxis fue adoptada por los cristianos.
Podemos influir en aquellos que están en el purgatorio gracias a la naturaleza íntima de la
Iglesia: la comunión.
La Iglesia que se purifica participa de algunas condiciones de la Ecclesia in
terris y de la que está in patria.
• Son “almas separadas” (Santo Tomás). En otro sentido, tienen un cuerpo
(místico): la Iglesia.
• El “fuego” que les purifica puede expresar el amor que llena, también allí el Cuerpo
de Cristo: el fuego del Espíritu Santo.

4. LA IGLESIA, “COMMUNIO SANCTORUM”


{{Pregunta importante}}
La “Comunión de los santos” es nombre que designa y resume el conjunto de los “estados”
de la Iglesia. Expresa que la esencia de la comunión es precisamente la comunión en la
santidad.
1. Communio = comunión con Dios, por Cristo en el Espíritu, y entre sí
(consecuencia: dimensión antropológico – teológico).
Puede verse representada por la Cruz: con su palo vertical (relación con
Dios) y horizontal (relación de las personas entre sí).
2. Santorum. Según Santo Tomás (y Catecismo Romano y CIC), cabe una doble
interpretación de este término:
◦ En neutro (de las cosas santas: sentido objetivo). Comunión en la fe, los
sacramentos y los carismas. Sobre todo se refiere a los sacramentos y
principalmente a la Eucaristía.
◦ Y en masculino (sentido subjetivo). Comunión de los que participan, en la
tierra, en las “cosas santas” o sagradas, pues en el cielo no hay
sacramentos.
En el sentido subjetivo (León XIII), más extendido popularmente, expresa la
mutua comunicación de ayuda, expiaciones, oraciones y beneficios
en los fieles, estén en el cielo o en la tierra, en torno a la caridad.
3. Relaciones en el seno de la comunión
◦ Entre los miembros de la Iglesia peregrinante: intercambio de
bienes: todo lo bueno y justo de cada uno (oraciones, sacrificios, etc) redunda
en beneficio de todos.
◦ Entre la Iglesia terrena y la purgante: las almas del purgatorio
pueden recibir ayuda de los santos y de los que están aún en la
Eclesiología II 18

tierra. Sigue abierta la discusión sobre su intercesión por nosotros.


◦ Entre la Iglesia terrena y la celestial: los del cielo intervienen en la
misión terrena por su intercesión, además de su papel de modelos. Esto se
manifiesta sobre todo en la liturgia. La relación más estrecha se da en la
Eucaristía.

5. LA VIRGEN MARÍA
Tipo de la Iglesia
• En Ella se ha realizado anticipadamente la comunión con la Trinidad,
es el cumplimiento escatológico de la Iglesia (LG 65).
• Es “imagen y principio de la Iglesia”, no sólo modelo y anticipo, sino también
“signo de esperanza y de consuelo” (LG 69).
• No es un modelo exterior, sino presente en la Iglesia como Madre, por eso
la tipificación y la maternidad son inseparables: es tipo de la Iglesia
por ser su Madre, o tipo de la Iglesia Madre, aunque la tipología no se
agota en su maternidad.

Madre de la Iglesia
• Es madre del Cristo total.
• Es receptora de la salvación y “corredentora” (LG 53)
• En la comunión de los santos, tiene la prioridad eficiente como Madre
del Verbo y es prefiguración “arquetípica” del destino de la Iglesia (LG
65)
Eclesiología II 19

PARTE III
1. LAS PROPIEDADES O “NOTAS” DE LA IGLESIA.

2. LA IGLESIA, “SACRAMENTO DE LA SALVACIÓN”.

3. LA IGLESIA, COMUNIDAD SACERDOTAL ORGÁNICAMENTE


ESTRUCTURADA.

4. LA DIMENSIÓN JERÁRQUICA DE LA IGLESIA

TEMA 9. LAS PROPIEDADES O “NOTAS” DE LA


IGLESIA.
INTRODUCCIÓN
“Notas” = signos de credibilidad.
Son cuatro características:
1. unidad
2. santidad
3. catolicidad
4. apostolicidad.
Son propiedades esenciales u objetivas.
Esas propiedades se manifiestan y se realizan, en su esencia, aunque sólo
incoativamente, ya en la Iglesia peregrina.
Estas 4 notas o propiedades de la Iglesia son dones objetivos (no dependen de
los hombres) de la Trinidad pero también son tareas “subjetivas”, que la
Iglesia durante la historia debe desarrollar.
Desde el punto de vista histórico aparecen por vez primera en el Símbolo de la fe
(Credo) niceno-constantinopolitano, y fueron surgiendo por la necesidad de
clarificar la doctrina frente a determinados cismas. Con motivo de las controversias con J.
Wyclif y J. Hus, en el siglo XVI, comenzaron a llamarse “notas” y considerarse como
atributos esenciales. En los tratados apologéticos De Vera Ecclesia, se
desarrollaba una verdadera y propia “demostración católica”.
Estas 4 “notas” guardan una relación mutua tan profunda que son inseparables entre sí.
Emanan de la naturaleza de la Iglesia y, en realidad, sólo se distinguen entre sí por el
análisis teológico. Están tan íntimamente unidas que hay entre ellas una
especie de “circuminsesison” (= recíproca o mutua interioridad).
Son signos de su misterio, aunque nos siempre sean evidente en todos los
momentos o aspectos de la Iglesia. En todo caso, sólo se pueden percibir
explícitamente desde la fe, precisamente porque pertenecen al misterio de la Iglesia.
Al margen de la fe, estas propiedades de la Iglesia pueden suscitar cierta admiración, como
Eclesiología II 20

sucede cuando se ven desde fuera las vidrieras de una catedral.


Para el estudio de estas notas se pueden distinguir:
• el de la Communio o res (la “realidad” que viene dada por Dios, por institución
divina)
• el del sacramentum (el signo e instrumento que requiere la colaboración
humana para realizarse en la historia)
Cada una de esas 4 propiedades tienen una dimensión ontológica – dada – y una
dimensión dinámica – por realizar –. Pueden también ser consideradas como
dimensiones o frutos de la esencia de la Iglesia.
La Iglesia es “ya” comunión (y por tanto, una, santa, católica y apostólica), pero
“todavía no” lo es de forma definitiva y consumada (y por tanto, cada una de esas
4 notas han de ser también realizadas con el esfuerzo y colaboración de los cristianos).

1. UNIDAD
a) La unidad constitutiva u ontológica de la Iglesia
Ontológicamente, la Iglesia es una por su origen (la Trinidad), su fundador
(Cristo) y su único principio de vida (Espíritu Santo).
1. Se puede ver en dos sentidos: en el sentido de la unicidad (la Iglesia es única,
no hay más que una Iglesia), y en el sentido de su consistencia interior
(indivisa). Los 2 aspectos son inseparables.
• Es la única grey que forma el único Cuerpo de Cristo y el templo del
Espíritu en torno a Cristo como piedra angular.
San Cipriano: “la Iglesia es única, y se abre a muchos para el crecimiento de fecundidad. Como
muchos son los rayos del sol pero una sola luz, como muchas las ramas del árbol pero
uno solo el tronco de fuertes raíces plantado la tierra … así es la Iglesia del Señor” (De
Catholic. Eccle. Unitate 5: PL 4, 501).

• La Iglesia es indivisa y compacta interiormente por la cohesión espiritual de


todos los miembros en el único cuerpo de Cristo. Es decir, porque hay un único
Espíritu que la anima y vivifica.
2. La unidad de la Iglesia es imagen, prolongación y participación de la
unidad que existe en la vida trinitaria.
Por ser imagen y participación de la unidad intratrinitaria, la unidad de la Iglesia no
es uniformidad, ni suprime la diversidad. Hay en la Iglesia diversos dones,
carismas y ministerios que en la comunidad cristiana asumen configuraciones
distintas.
3. La unidad de la Iglesia debe manifestarse visiblemente por:
• Por ser comunión de personas, que se realizan en su corporeidad,
socialización e historicidad.
• Porque la comunión tiene como sentido final la misión. La oración de Jesús:
“... que así ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has
enviado” (Jn 17,21). Una misión que es evangelizadora, anuncio y entrega de la
vida de Cristo, y sólo puede llevarse a cabo a través del “testimonio
vivido” de las personas humanas (los cristianos). Y parte fundamental de
Eclesiología II 21

ese testimonio es precisamente el testimonio de la unidad.


4. Triple vínculo de la comunión: profesión de una misma fe (doctrina), un
culto común (oraciones) y participación de los mismo medios de
salvación fraternal concordia de la familia de Dios (bienes compartidos, tanto
espiritual como materialmente). Es decir, que la unidad de la Iglesia es
unidad de fe, de culto y sacramentos, y de caridad en la vida social.
Técnicamente el Concilio Vaticano II habla del “triple vínculo” de la profesión de
fe, de los sacramentos, del régimen eclesiástico y la comunión.
5. Al mismo tiempo, unidad no significa uniformidad. En la Iglesia, hay
diversidad de tradiciones litúrgicas y de piedad, de teología y de
disciplina.

2. SANTIDAD
a) La santidad ontológica de la Iglesia. La llamada universal a la santidad
Ontológicamente, la Iglesia es “indefectiblemente santa” (LG 39) porque es la
comunidad elegida por el Padre para llevar a cabo el misterio de voluntad (cf Ef 1,9). Cristo
se entrego por ella y Espíritu Santo la santifica a través de las “cosas
santas” (= fe y los sacramentos), siendo la caridad la sustancia de esa santidad, y la
Virgen su tipo y modelo.
Es ante todo un don de la Trinidad: la elección del Padre, la autodonación del
Hijo y la inhabitación del Espíritu son, pues, las fuentes de la santidad de la
Iglesia.
Porque, la Iglesia es santa, en este sentido, los cristianos pueden ser llamados
analógicamente “santos”; no porque sean perfectos sino porque están
llamados a serlo, a través de la llamada universal a la santidad.
“Los seguidores de Cristo, llamados por Dios, no en virtud de sus propios méritos, sino por designio
y gracia de El, y justificados en Cristo Nuestro Señor, en la fe del bautismo han sido hechos hijos de
Dios y partícipes de la divina naturaleza, y por lo mismo santos” (LG 40)
La vocación a la santidad es, pues, única y universal: se dirige a todo tipo de
fieles. Siendo personal, la santidad cristiana no es nunca santidad “individual” o
independiente, sino que se sitúa y desarrolla en el seno de la Iglesia. La santidad no es
una idea ni un sentimiento, sino una participación de la vida divina que Dios
dona y que pide la correspondencia de las personas.
Por tanto se desarrolla en el Cuerpo de la Iglesia.
LG 41: “Una misma es la santidad que cultivan en cualquier clase de vida y de profesión los que son
guiados por el espíritu de Dios y, obedeciendo a la voz del Padre, adorando a Dios y al Padre en
espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, para merecer la
participación de su gloria. Según eso, cada uno según los propios dones y las gracias recibidas,
debe caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra por la
caridad”.
Tiene un sentido ontológico. Esto quiere decir que, de por sí, por pertenecer a la persona y
tener esta una dimensión social y eclesial, la santidad tiende a manifestarse y
reflejarse en su vida.
La santidad consiste en el crecimiento de la caridad. Otros medios principales
son la participación en los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, la oración, el servicio a
los hermanos y el ejercicio de todas las virtudes.
LG 42: “Porque la caridad, como vínculo de la perfección y plenitud de la ley (cf. Col 3, 14),
Eclesiología II 22

gobierna todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin. De ahí que el amor
hacia Dios y hacia el prójimo sea la característica distintiva del verdadero discípulo de Cristo”
La manifestación de la santidad de la Iglesia en sus miembros es uno de los
más fuertes y convincentes motivos de credibilidad.

b) La santidad de la historia: la Iglesia, compuesta de santos y pecadores


En su dimensión histórica o dinámica, la Iglesia tiene una santidad solo
incoada o imperfecta. La Iglesia es signo e instrumento de santidad, pero también hay
en la Iglesia pecadores. “Santa y siempre necesitada de purificación” (LG 8),
como traducción católica del principio “ecclesia semper reformanda”, que nació en campo
protestante. La Iglesia condenó la idea de ser considerada una comunidad sin
pecadores, reservada solo a los puros, lo que está de acuerdo con la doctrina de los
Padres de la Iglesia, desde Orígenes y San Agustín.
Puntos a destacar:
1. La “purificación de la memoria histórica”. Como el realizado por Juan
Pablo II en el año 2000.
2. La edificación de la Iglesia por la santidad. La Iglesia no sólo es santa en sí
misma, como esposa de Cristo, sino también en los santos, y a partir de los santos
(cfr Santo Tomás, III sent). Una fórmula paralela es la de LG 9 cuando dice que la
Iglesia es un Pueblo mesiánico constituido por Cristo en orden a la comunión de
verdad, vida y caridad, y enviado por Él como instrumento de
redención.
3. Contribución de los fieles laicos a la vida y la misión de la Iglesia. La
conciencia de aportación ha venido alimentada por distintas vías:
teología del laicado, Acción Católica, Opus Dei...
Obviamente no hay santo sobre la tierra, sino sólo personas que han sido santificadas por
el Bautismo y han de procurar llegar a la santidad. La edificación de la Iglesia, por situarse
en el contexto del Misterio de Cristo, arrastra consigo el afán evangelizador.
Edificar la Iglesia es, en este sentido, comprometerse de un modo concreto
en la transformación del mundo.
La relación personal de cada uno con Dios es el fundamento para la edificación de la
Iglesia, también en cuanto que se convierte en un “signo e instrumento” de la presencia y
de la acción de Cristo y el Espíritu Santo.

3. CATOLICIDAD
La Iglesia es católica:
a) Ontológica o constitutivamente, porque ella posee la plenitud de los
medios de salvación.
b) Dinámica o históricamente.

a) La catolicidad esencial de la Iglesia. El universalismo cristiano


1. El término católico.
• No está en la versión bíblica de los LXX ni en el AT.
• Para Aristóteles (catholon): “según el conjunto”, en general. Otros
autores griegos antes de Cristo, “católico” expresa lo general por
Eclesiología II 23

oposición a particular. El término aparece por primera vez en el ámbito


eclesial en
• S. Ignacio de Antioquía: “que donde aparece el obispo esté la
comunidad, de la misma manera que donde está Cristo Jesús está la
Iglesia católica”.
2. Sentidos complementarios.
• En el siglo III, los Padres veían en el carácter universal de la Iglesia la señal
distintiva de la verdadera Iglesia.
• San Agustín contra los donatistas, subraya la dimensión geográfica o
cuantitativa de la catolicidad: la Iglesia extendida por toda la tierra, a
todos los hombres. Los donatistas empleaban el término según su
dimensión cualitativa: la Iglesia verdadera es la que ha conservado
la pureza de los orígenes y celebra sacramentos. Estos 2 sentidos
han estado siempre presentes, aunque primara la idea geográfica.
• En la primera escolástica se habla de fides catholica en relación con
al universalidad: llega a todos y está extendida por todas partes
(geográfica-antropológica).
• Para Alberto Magno y Tomás de Aquino, lo católico, en cambio, es un valor
cualitativo. La Iglesia es esencialmente católica antes de serlo extensivamente.
En realidad este concepto cristológico es el que va a imperar, hasta que la
apologética protestante puso en primer lugar la catolicidad
cuantitativa.
• A principio del siglo XX se vuelve de nuevo a una catolicidad que
pertenece esencialmente al misterio de la Iglesia porque es
consecuencia de la plenitud que corresponde a Cristo. Así lo
comprenden los Padres y pasa a LG. Mientras una consideración
meramente cuantitativa de la catolicidad la ve como una extensión de la unidad,
una consideración también cualitativa es más compatible con la
diversidad en la Iglesia, el ecumenismo y lo que hoy denominamos
inculturación.
3. La doble fuente la catolicidad:
• La catolicidad desde la Trinidad: Padre a través de la Alianza, Jesucristo
constituido como salvador universal, y la actuación del Espíritu Santo tanto
“desde fuera” de las personas como “desde dentro”.
• La catolicidad desde la naturaleza humana y el cosmos: se va dando
en un espacio (el universo) y en un tiempo (la historia).

b) La “realización” dinámica de la catolicidad. Catolicidad y misión


La catolicidad tiene su realización histórica por el encuentro de las energías que vienen de
la Trinidad y de Cristo a través de la Iglesia, con las que vienen del hombre y
del cosmos, es decir, de las culturas.
Su catolicidad es una propiedad actual y al mismo tiempo virtual; es una propiedad
dinámica, dada y por realizar, es un don y una tarea. La Iglesia es católica desde
Pentecostés, y lo ha sido o lo será también incluso si se redujera a una pequeña comunidad
(cf LG 9). Es católica en cada lugar y en cada cristiano. En todo caso los dos aspectos de su
Eclesiología II 24

catolicidad, cualitativo y cuantitativo, son indisociables.


El Concilio llama a la Iglesia “Pueblo mesiánico” (LG 9), para expresar que su
extensión universal a todos los pueblos le había sido prometida en los anuncios proféticos.
La catolicidad dice, pues, referencia directa a la misión (LG 13).

4. APOSTOLICIDAD
Se puede comprender como:
a) Ontológicamente: la Iglesia está edificada sobre el fundamento de los
apóstoles, guarda el “depósito” de la revelación y pervive por la
sucesión apostólica.
b) Dinámica o históricamente: la misión de los Obispos es sucesora de los
apóstoles y la vocación cristiana es vocación al apostolado.

a) La apostolicidad constitutiva de la Iglesia


La Iglesia es apostólica porque está constituida sobre el “fundamento de los apóstoles”, y
esto en un triple sentido:
a) En cuanto está edificada sobre los apóstoles como testigos escogidos y
enviados en misión por el mismo Cristo.
b) En cuanto guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo, la enseñanza, el
depósito de la fe y las palabras de los apóstoles.
c) En cuanto que sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los apóstoles,
gracias a aquellos que le suceden en el ministerio pastoral: el colegio de los obispos.
Esta es la argumentación del CIC: fundación apostólica, la integridad o anuncio
del Evangelio recibido de los apóstoles (paradosis o tradición) y la
permanencia del oficio apostólico mediante la sucesión.
1. Los apóstoles. En el NT apóstol significa “enviado”. Cuando el Señor eligió
a sus “enviados”, los unió a la misión que Él había recibido del Padre,
y para ello les dio el Espíritu Santo, su Espíritu de misión.
2. Integridad del anuncio del Evangelio. A través de la paradosis =
tradición. “La Iglesia, su enseñanza, vida y culto, conserva y transmite lo que es
y lo que se cree” (DV 8) y como un madre que enseña a comprender y comunicarse
para vivir no enseña el lenguaje de la fe”.
3. La transmisión de la misión apostólica por la sucesión por la
imposición de las manos. Los Padres de la Iglesia refieren su convición de que
la tradición apostólica se perpetúa en la sucesión.
La sucesión es la “forma” por la que se transmite la fe apostólica, que es el
“contenido” de la sucesión. La sucesión apostólica de cada uno de los
obispos se da en el interior del Colegio episcopal. El Colegio de los
Obispos sucede al Colegio de los Apóstoles.
La apostolicidad garantiza la permanencia del don divino de la unidad en la Iglesia
peregrina en el tiempo: “estamos vinculados hoy y todos los días hasta el
fin del mundo, al hecho único de la encarnación y de la muerte
redentora de Cristo ...” (Y. Congar).
Eclesiología II 25

b) El apostolado, tarea de toda la Iglesia y de todo cristiano


“Toda la actividad del Cuerpo Místico, dirigida a este fin, se llama
apostolado, que ejerce la Iglesia por todos sus miembros y de diversas
maneras; porque la vocación cristiana, por su misma naturaleza, es
también vocación al apostolado” (AA 2).

5. LA INDEFECTIBILIDAD DE LA IGLESIA
Además de las 4 notas o propiedades de la Iglesia, está también tiene otras propiedades
que se consideran “clásicas”. Congar enumera las siguientes: sociedad jerárquica,
visibilidad, necesidad para la salvación, plena independencia de vida (“sociedad perfecta”),
indefectibilidad e infabilidad.
La nota de “indefectibilidad” hace referencia a la promesa de Jesús de que la
Iglesia existirá siempre y además conservará sus características esenciales.
Esto se ha visto condensado en la expresión “las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).
Por “indefectible” se entiende lo que no puede faltar o dejar de ser, es decir, lo necesario.
Según Faynel la palabra indefectibilidad aplicada a la Iglesia implica una triple certeza:
1) que la Iglesia no perecerá jamás.
2) Que no cometerá error (aspecto de infabilidad).
3) Que subsistirá hasta el fin como Cristo la quiso y la fundó sin sufrir cambios
sustanciales.
Pedro Rodríguez resume en 3 características el contenido de la indefectibilidad
de la Iglesia:
1. La perpetuidad.
2. La permanencia en el ser.
3. La finalidad escatológica.
Claramente el don de la indefectibilidad no garantiza que la Iglesia sobreviva en un lugar
determinado, o que esté libre de herejías o de apostasías en alguna de sus partes. La
indefectibilidad afecta a su conjunto.
Eclesiología II 26

TEMA 1O. LA IGLESIA, “SACRAMENTO DE


SALVACIÓN”
{{se irá saltando cosas en este tema}}
{{Sigue menos el orden del libro}}
La Iglesia se autodefine en el Concilio como sacramentum salutis (= sacramento de
salvación: LG 48/a). Recurriendo a Santo Tomás se dice que la Iglesia es en Cristo “como
el sacramento, es decir, el signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad
de todo el género humano” (LG 1).
La Iglesia es cuerpo de Cristo, y, por eso mismo, es sacramento de Cristo y en Cristo, para
la salvación del género humano.
En resumen, Cristo realizó en sí mismo los misterios de nuestra salvación, fundó a la
Iglesia como sacramento de esta salvación, para que ella coopere a la salvación “movida
por la gracia y por la caridad del Espíritu Santo” (AG 5/a).
La Iglesia peregrinante es, al mismo tiempo, una comunión y una institución divinamente
estructurada para introducir a los hombres en la comunión divina.
{{A partir de aquí vuelto a tomar de las trps y mezclo con manual}}

1. LA IGLESIA
ES COMUNIÓN DE VIDA DIVINA Y A LA VEZ EL SACRAMENTO
DE ESTA COMUNIÓN O INSTITUCIÓN DE SALVACIÓN.
La Iglesia es “en Cristo” como un Sacramento, pero no el sentido de los 7 sacramentos
particulares, sino en un sentido analógico. Y ello se corresponde con la esencia de la Iglesia
peregrinante: ser signo e instrumento de la comunión entre Dios y los hombres.
La Iglesia durante la historia es “sacramentum et res” (sacramento y realidad profunda de
salvación):
• Sacramentum, sacramento (= signo e instrumento) o medio de salvación, que se da
a través de la fe y los 7 sacramentos. En cuanto signo, debe ser visible. Por eso, la
Iglesia tiene una estructura visible para llevar a cabo su misión.
• Res, la realidad profunda de salvación que llamamos modernamente “comunión”
(definitiva después de la historia). Esa comunión se traduce invisible y visiblemente
como comunión de los santos y comunidad de los cristianos, como comunión de
gracia y santidad; es decir, como fruto de salvación.
En la Iglesia están todos los medios de la salvación. La Iglesia salva a través de la Palabra,
los sacramentos y la caridad. En otras palabras, la Iglesia salva tanto con la doctrina como
con el culto cristiano y la vida que ese culto promueve, y que, en último término, no es otra
que la vida de Cristo participada por los cristianos. Son los 3 elementos que Santo Tomás
llama: la fe, los sacramentos y la caridad (cf STh III). Benedicto XVI en la encíclica Deus
Caritas est enuncia así: Palabra, sacramentos y caridad.
“La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios
(kerygma-martyria), celebración de los sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia).
Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra” (n. 25)
Eclesiología II 27

2. LAANALOGÍA DE LA IGLESIA CON EL VERBO HECHO HOMBRE, COMO


FUNDAMENTO DE LA SACRAMENTALIDAD DE LA IGLESIA
El fundamento de la sacramentalidad de la Iglesia se puede explicar a partir
del misterio de Cristo.
El Verbo encarnado es el “sacramento” original y primordial de Dios para nosotros, y más en
concreto, el sacramento del Padre. En un momento “segundo”, la Iglesia – Pueblo de Dios, Cuerpo
místico de Cristo y Templo del Espíritu Santo –, porque vive de Cristo y de su Espíritu, participa de la
sacramentalidad fundamental de Cristo, y sólo en esa medida puede ser llamada como el “gran” o
“universal” sacramento.
Así como Cristo es uno en dos naturalezas, analógicamente la Iglesia es una
sola realidad con un doble elemento; humano y divino, con aspectos visibles
e invisibles, histórica y al mismo tiempo introducida en la escatología.
La Escritura y la tradición no permiten ver a la Iglesia sólo como un invisible
misterio de vida en Cristo, sino al mismo tiempo como una institución exterior y
visible de salvación. El segundo aspecto está ordenado al primero, y tiene como
finalidad encarnar esa vida en la tierra e impulsarla hasta su plenitud en el
cielo.
LG 8: “(A la realidad compleja de la Iglesia) se la compara, por una notable analogía al
misterio del Verbo encarnado, pues así como la naturaleza asumida sirve al Verbo divino
como de un instrumento vivo de la salvación, unido indisolublemente a Él, de modo
semejante, la articulación social de la Iglesia sirve al Espíritu de Cristo, que la
vivifica, para el acrecentamiento de su cuerpo”
(Nota: “semejante” porque Cristo NO es la Iglesia. La idea de “Encarnación
continuada” tiene el riesgo de un “monofisismo eclesiológico” que no permitiría el
“Ecclesia semper reformanda”)
Al hablar de la Iglesia como “sacramento” nos referimos siempre a la Iglesia peregrinante.
En todo caso, la analogía de la Iglesia con el misterio del Verbo encarnado constituye la base
cristológica y pneumatológica de la más conocida fórmula conciliar acerca de la relación entre la
Iglesia y salvación: la Iglesia, sacramento universal de salvación.

3. “RES ET SACRAMENTUM” EN LA CONSIDERACIÓN SACRAMENTAL DE LA


IGLESIA (=UNIDAD DEL “SACRAMENTO” IGLESIA)
LG 8: “Cristo, Mediador único, estableció su Iglesia santa, comunidad de fe, de
esperanza y de caridad en este mundo como una trabazón visible, y la mantiene
constantemente, por la cual comunica a todos la verdad y la gracia. Pero la sociedad
dotada de órganos jerárquicos, y el cuerpo místico de Cristo, reunión visible
[sacramentum] y comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia dotada de
bienes celestiales, no han de considerarse como dos cosas, porque forman una realidad
compleja, constituida por un elemento humano y otro divino”.
Unidad entre los 3 aspectos del sacramentos (Santo Tomás):
• Sacramentum tantum (visible) = palabras, gestos, hombres = asamblea
visible.
• Sacramentum et res = nivel de los caracteres sacramentales; los
caracteres (Bautismo, Confirmación, Orden) capacitan para participar en el
sacrificio eucarístico y recibir la comunión eucarística para constituir la res.
• Res tantum = es la realidad de la Iglesia, comunión de vida nueva en Cristo, y
Eclesiología II 28

finalmente el “Cristo total” (S. Agustín), que se va haciendo en la historia “como una
sola persona mística” (Sto Tomás).
Recordar: el sacramentum et res en el Bautismo, Confirmación y Orden es el carácter; en la
Eucaristía es la Presencia de Cristo con su cuerpo y su sangre; en el Matrimonio el vínculo
conyugal; y en otros sacramentos, una realidad intermedia necesaria para el fruto del
sacramento, como la reconciliación con la Iglesia en el sacramento de la Penitencia, o el don
particular del Espíritu Santo – gracia de consuelo, paz y ánimo – que une al enfermo con la Pasión
de Cristo).
De todo ello se deduce que el sacramentum et res en el “sacramento Iglesia” es la participación en el
sacerdocio de Cristo, que permite celebrar el culto cristiano en torno a la Eucaristía.

4. LARELACIÓN ENTRE LA IGLESIA, SACRAMENTO “GENERAL” Y LOS 7


SACRAMENTOS.
La analogía del sacramento implica que la Iglesia no es un sacramento en el sentido
habitual: los sacramentos se realizan en y por la Iglesia, son realizaciones
parciales de la res última de la Iglesia.
La Iglesia es sacramento en Cristo y de Cristo. Toda su acción en la tierra es
sacramental, en torno a la Eucaristía (“fuente y cumbre de la vida
cristiana”, LG 11).
La sacramentalidad de la Iglesia, a diferencia de cada uno de los sacramentos, es eficaz no
ex opere operato, sino ex opere operantis.
En síntesis: la sacramentalidad de la Iglesia expresa:
• que la Ecclesia in terris tiene una estructura visible (signo)
• que actúa sacramentalmente = como instrumento de la acción divina
salvadora de Dios Padre, por Cristo y en el Espíritu Santo, salvación
que se da plenamente en la Iglesia y por la Iglesia.

5. LA NECESIDAD DE LA IGLESIA PARA LA SALVACIÓN


(Enseñanza de la tradición como parte integrante de la fe cristiana. La fórmula
“extra Ecclesiam nulla salus” viene de los Padres. LG 48 lo dice positivamente al
llamar a la Iglesia “sacramento universal de salvación” vinculando la necesidad de la
Iglesia a la de Cristo: fuera de Cristo no se da la salvación).

a) La Iglesia es necesaria para la salvación con necesidad de medio


Necesidad de medio quiere decir necesidad en sentido absoluto, porque en la
Iglesia se encuentra la salvación.
En el NT lo explica implícita pero de positivamente: la salvación consiste en
la incorporación a Cristo, por medio de la fe y el bautismo, y fuera de Cristo
se encuentra la salvación porque sólo Él ha reconciliado todas las cosas (ej.
Hch 4: no hay otro nombre por el que podamos ser salvos; Mc 16, 16: el que crea y se
bautice se salvará, el que no, se condenará). Esto significa que la necesidad de la Iglesia
está en el mismo orden que la fe y el bautismo para la salvación.

b) El axioma “extra Ecclesiam nulla salus” y la noción de sacramento de


“sacramento universal de salvación”.
1. “Extra Ecclesiam nulla salus”. Tesis fundamental con 2 partes.
Eclesiología II 29

◦ Así como Cristo es el único mediador, así también la Iglesia es el único medio
de salvación universal. Nadie puede salvarse sin pertenecer a ella al
menos por su disposición (esto es de fe).
◦ Según LG 4 a la Iglesia se incorporan plenamente “los que poseyendo
el Espíritu de Cristo se unen a Él por los vínculos de la fe, los
sacramentos y el gobierno eclesiástico” (Papa y obispos). Esto es
doctrina tradicional y cierta.
En el plano práctico parece suscitarse una contradicción: cómo afirmar a la
vez que “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de
la verdad” (1 Tim 2, 3-4) y que la Iglesia es el único sacramento de salvación.
2. Recorrido histórico
{{Muy rápido}}
1) Los Padres. Orígenes, Ireneo y Cipriano tienen delante a los que se
obstinan en el mal
• Orígenes lo enseña claramente: “fuera de la Iglesia nadie se salva”
• S. Ireneo (Adv. Haereses contra los gnósticos): “Los que no se acogen a la
Iglesia no tienen parte en la actividad del Espíritu Santo”.
• S. Cipriano (sobre la unidad de la Iglesia): “Nadie puede tener a Dios por
Padre que no tenga a la Iglesia por madre”.
En síntesis: la Iglesia Católica es la única institución salvadora, por tener la
maternidad espiritual recibida de Cristo. Los que rompen la unidad (herejes) no
se salvan.
2) Edad Media. Se trata el tema con la misma radicalidad con referencia a herejes
y cismáticos.
3) Edad Moderna (s. XV – XVI). Aparecen 2 nuevos elementos: la buena fe y la
ignorancia inculpable parece que pueden hacer que alguien se salve aunque no
esté en la Iglesia (queda abierto)
4) Edad Contemporánea. Destacan Pío IX y Pío XII.
• Pío IX afirma que son condiciones: la ignorancia invencible junto con la ley
natural y la disposición de obedecer a Dios y la vida honesta. Recoge a la vez
el “Extra Ecclesiam nulla salus” frente a los herejes y la voluntad salvífica
universal, sin explicar como se realiza.
• Pío XII (Mystici Corporis, 1943) desarrolla la doctrina del “votum Ecclesiae”,
apoyada en Santo Tomás (el catecúmeno que muere recibe el bautismo de
deseo, porque la gracia no se ata a los sacramentos).
{{La cuestión del “votum Ecclesiae” se lo salta y también el resto}}
Eclesiología II 30

3. LA IGLESIA, COMUNIDAD SACERDOTAL


ORGÁNICAMENTE ESTRUCTURADA
1. Sacerdocio común
2. Los carismas
3. Las “posiciones eclesiológicas”: sagrado ministerio, fieles laicos y religiosos.
{{Se debe aprender el vocabulario y algunas relaciones}}

INTRODUCCIÓN
• Constitución de la Iglesia = aquello sin lo cual no es Iglesia, es de
derecho divino.
• Organización eclesiástica = algo accidental, de derecho humano.
• Estructura de la Iglesia = indica la articulación orgánica del pueblo
sacerdotal.
Por medio de la estructura de la Iglesia el Espíritu de Cristo se hace presente
en el mundo. La Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica (LG 8) precisamente
constituida y ordenada como una sociedad.
La palabra “estructura” indica que la Iglesia no es una realidad invisible,
sino una “comunidad sacerdotal orgánicamente estructurada” (LG 11).
Además apunta a la interrelación dinámica de los elementos de esa estructura, de
modo que para entender unos hay que entender a la vez los demás.
En la Estructura de la Iglesia distinguimos:
1. Estructura fundamental de la Iglesia = conjunto de elementos y
funciones interrelacionados por los que se constituye la Iglesia
peregrinante de modo constante (no faltan nunca durante la historia). Por
ejemplo: los concilios ecuménicos, la colegialidad episcopal, los sacramentos, etc.
2. Estructuras secundarias o históricas = los elementos y funciones de la
Estructura fundamental se organizan según las circunstancias
históricas. Ej: los sínodos o las conferencias episcopales (manifestaciones de la
colegialidad).
Terminología (esquema):
• Naturaleza de la Iglesia (Ecclesia in terris):
◦ Res: comunión de los hombres con Dios y entre sí, realidad de la gracia que se
manifiesta especialmente en la celebración litúrgica.
◦ Sacramentum: la estructura visible de la comunidad cristiana, concreta e
histórica, configura la manera de ser de la Iglesia durante la historia.

1. SACERDOCIO COMÚN Y MINISTERIAL


El Bautismo, la Confirmación y el Orden son los sacramentos que imprimen
carácter = participación del sacerdocio de Cristo = constituyen el cuerpo
sacerdotal.
a) Según el Concilio Vaticano II en cuanto Mesías es a la vez sacerdote,
Eclesiología II 31

profeta y rey (“tria munera” o mejor “triplex munus”). El más


importante es el sacerdocio: Cristo, por la unión del Espíritu Santo está
constituido sacerdote, mediador entre Dios y los hombres. Posee además una
realeza (soberanía que se manifiesta sobre todo en el servicio) y un profetismo
(testimonio de la verdad) que son sacerdotales.
b) La Iglesia, es Pueblo mesiánico (LG 9) porque en ella existen el bautismo
y la confirmación, que hacen participar a los cristianos de la unción
del Espíritu Santo: toda ella es un pueblo sacerdotal, profético y regio.
Cuando se refieren a la Jerarquía esas funciones se llama enseñar, santificar y
gobernar.
c) Todos los cristianos participamos del sacerdocio de Cristo al
incorporarnos a la Iglesia. Dos modos diversos:
◦ sacerdocio común ( por el bautismo se participa del Cuerpo de Cristo),
◦ sacerdocio ministerial (configuración con Cristo en cuanto cabeza)

a) El concepto de “fiel cristiano” (christifideles) y la Iglesia como


“congregatio fidelium”
1. Fiel cristiano = condición más importante en la Iglesia (cfr Ef 1, 3-6). Se
origina en el bautismo, incorpora a Cristo y otorga una participación de su
sacerdocio (“sacerdocio común de los fieles).
Precisión terminológica. Fiel cristiano (christefidelis) no es igual que laico
(laicus). Aunque el Derecho Canónico las ha equiparado durante mucho tiempo.
Así laico = simple bautizado, el que no es clérigo ni religioso.
{{Los fieles somos todos}}
• Christifidelis (fiel cristiano) designa la dignidad básica y el sustrato común a
todo cristiano. Los cristianos tienen 3 condiciones fundamentales: laicos,
ministros, ordenados, religiosos (San Agustín: “para vosotros soy obispo”
(nombre de cargo) “con vosotros soy cristiano” (nombre de gracia; no dice: soy
laico))
• Laico no significa lo que parece por la etimología (laos = pueblo), sino
el miembro del Pueblo de Dios que no es clérigo y que está caracterizado
por la secularidad (Clemente Romano, s. I).
LG 31: Qué se entiende por laicos
31 Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los
miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso
reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo
mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función
sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblo cristiano
en la Iglesia y en el mundo
El carácter secular es propio y peculiar de los laicos. Los que recibieron el orden sagrado,
aunque algunas veces pueden tratar asuntos seculares, incluso ejerciendo una profesión secular,
están ordenados principal y directamente al sagrado ministerio, por razón de su vocación
particular, en tanto que los religiosos, por su estado, dan un preclaro y eximio testimonio de que el
mundo no puede ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las bienaventuranzas. A los
laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los
asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en todas y a cada una de las actividades y
profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su
existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido,
Eclesiología II 32

guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro
a la santificación del mundo y de este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo,
con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad. A ellos, muy en especial, corresponde
iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal
manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se desarrollen y sean para
la gloria del Creador y del Redentor.
LG 31: no dice solo lo que el laico no es, sino lo que es un cristiano que
tiene una misión en la Iglesia y en el mundo: vive en el mundo, ahí recibe su
vocación y desempeña su misión: ordenar las realidades temporales
(profesiones, oficios, vida familiar, social … ) como “desde dentro”.
En consecuencia, un ministro ordenado es también fiel pero ya no es
laico. Para comprender lo que es un laico no bastan las coordenadas
sacramentales, falta algo más.
2. La congregatio fidelium (Santo Tomás) es la Iglesia peregrinante que se
constituye a partir del sacramento común de los fieles. Los fieles cristianos
participan del sacerdocio común de los fieles. Según el Vaticano II, esto se
apoya en la Escritura y los Padres.
• En el bautismo, Cristo, por la unción del Espíritu Santo, incorpora a los
hombres en el Misterio Pascual (su pasión y su vida victoriosa), haciéndoles
partícipes de su sacerdocio (vocación y misión), que se refuerza con la
confirmación (cf 2 Co 1, 21-22; Ef 1,13; 1 Jn 2, 20.27). El sacerdocio
ministerial está al servicio del común, entre ellos hay diferencia
de esencia y no de grado.
• Otros nombres que se le han dado al sacerdocio común de los fieles son
inadecuados: no se trata de un sacerdote metafórico o figurado, ni
meramente espiritual ni meramente interno, e incluso no
sacramental (en comparación con el ministerial); también son confusos
“sacerdocio laical” o “sacerdocio incompleto o incoativo”.
• El sacerdocio común de los fieles se refiere a la capacidad de ofrecer
sacrificios espirituales desde el “altar del corazón” (1 Pe 2,5) = obras
buenas y virtuosas. Sacerdocio de la propia vida o sacerdocio de la
propia existencia: ofrenda del propio cuerpo y de toda la actividad en
unión a la voluntad de Dios, y a través del sacrificio de Cristo (la Misa), por la
acción o en el Espíritu Santo. Esta configuración sacerdotal con Cristo no
desaparecerá en el cielo, porque pertenece al núcleo de lo cristiano. Sobre
todo esto cfr. LG 10 y PO 2
• El sacerdocio común de los fieles está vinculado al carácter del bautismo, que
pide que el despliegue de la vida de la gracia, su confirmación y su crecimiento sobre
todo con la Eucaristía. Constituye el fundamento de la antropología cristiana (el
“hombre cristiano”) (LG 9 – 13). También se dice que funda la condición de
discípulo de Cristo, incluye, por tanto, la llamada universal a la santidad.

b) La significación de los “miembros sagrados” en la estructura de la Iglesia


1. Textos
• LG 18: “En orden a apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo
Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el
Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al
servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del
Eclesiología II 33

Pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad cristiana, tiendan


todos libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación”. Por tanto
no están para suplantar sino para potenciar la misión de los demás fieles.
• PO 2: “Mas el mismo Señor constituyó a algunos ministros, que ostentando la
potestad sagrada en la sociedad de los fieles, tuvieran el poder sagrado del
Orden para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados y desempeñaran
públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los
hombres para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo, en que "no todos los
miembros tienen la misma función" (Rm 12, 4)”.
• La articulación sacerdocio común – sacerdocio ministerial es el
fundamento de la dinámica interna del Pueblo de Dios.
2. Terminología
• Ministerio: en sentido amplio designa el servicio de los cristianos a Dios y al
mundo. En sentido más restringido designa ciertas responsabilidades dentro
de la comunidad cristiana (pastores, doctores, etc). En un sentido muy estricto
designa las tareas del apóstol y sus colaboradores (jerarquía) = ministerio
sagrado o simplemente ministerio (cfr LG 28).
• Contenido del ministerio sacerdotal: representación sacramental de
Cristo Cabeza ante su Cuerpo (= ante la congregatio fidelium; como que da
la salvación, pues la comunidad cristiana no se puede dar la salvación a sí
misma; es receptora y en ese sentido “pasiva” ante Cristo).
• Síntesis: el ministro actúa in persona Christi capitis = no sustituye a
Cristo ni le sucede, ni se interpone entre los fieles y Dios, sino que hace
presente a Cristo en y ante la Iglesia para facilitar los medios de salvación
(sacramentos).
Supone, por el Sacramento del Orden, una capacitación ontológica (no
meramente funcional) para un servicio a la comunidad.
No supone completar el cristiano (no le confiere algo necesario para la
plenitud del ser cristiano).

c) La relación entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial


• Sacerdocio ministerial → (servicio) → sacerdocio común.
• Sacerdocio común → (necesidad) → sacerdocio ministerial
Explicación de ambos sacerdocios
• Difieren en esencia y no gradualmente y se ordenan uno al otro (LG 10)
• Sacerdocio ministerial al servicio del común, que tiene la prioridad
sustancial. Es un elemento estructurante de la Iglesia.
• El sacerdocio ministerial se ejerce mediante la sagrada potestad (= ministerio
de la palabra y de los sacramentos), y por tanto tiene la prioridad funcional.
• ambos son originarios (siempre hubo ministerio apostólico: los 12 fueron a la vez
los primeros discípulos y ministros). Ambos vienen de Cristo por la acción del
Espíritu Santo.
Eclesiología II 34

2. LOS CARISMAS EN LA ESTRUCTURA Y LA VIDA DE LA IGLESIA


En la Iglesia, el Espíritu Santo actúa de dos maneras: por medio de los
sacramentos y de los carismas (donación sacramental y carismática).
Texto clave: LG 12: El Espíritu Santo no solo santifica y dirige al Pueblo de Dios por
medio de los sacramentos …, sino que concede a quien quiere gracias especiales
para la edificación de la Iglesia.
En la teología actual se entiende por carisma un don especial del Espíritu Santo que se recibe en
orden a la misión y que tiene un cierto carácter “libre” en cuanto al modo de darse (no se vincula a la
administración de un sacramento).
1) Noción de carisma en el NT
De xaris, gracia. En San Pablo los carismas son todo tipo de gracias dadas
a personas concretas para muy diversas funciones. Son dones del Espíritu
que se distinguen de la gracia habitual. Lo que salva no son los carismas (aunque
también sirven para la santificación personal) sino la gracia, y por parte de los
cristianos, la caridad.
2) Diversidad de carismas.
San Pablo presenta varios elenco de carismas (1 Co 12, 8-10. 28-30; Rm 12,
6-8). Algunos son estables (pastores, profetas, etc) y otros son transeúntes, pues
capacitan para servicios ocasionales (sabiduría …) también de laicos. Algunos
acompañan a sacramentos (carismas de los pastores) y otros no. En sentido
amplio todo don del Espíritu es carisma. En el sentido teológico actual
el carisma es un don extrasacramental (LG 12).
El criterio para valorar los carismas no es lo insólito o prodigioso, sino que
los más importantes son los que lleva a la confesión de Cristo, el servicio a
la Iglesia (consolar, ayudar, testimoniar la fe, etc), y sobre todo la caridad.
Además debe ser discernidos por los pastores (cfr. LG 12).
3) Los carismas en cuanto que a través de ellos el Espíritu Santo suscita
en la Iglesia la diversidad de vocaciones.
San Pablo habla del celibato como de un carisma (1 Cor 7). Cada cristiano tiene
su o sus carismas que configuran su vocación. El lugar que el cristiano tiene
en su vida puede ser también objeto de vocación señalada por un carisma. Conviene
destacar 2 puntos:
• La Iglesia ha discernido “lineas estables” de carisma, por ejemplo, la
vida religiosa.
• Lo más importante es que pertenece a la estructura fundamental de
la Iglesia el “hecho” de que haya carismas. Acaban de concretar la
vocación de cada cristiano.
Eclesiología II 35

3. LAS POSICIONES ECLESIOLÓGICAS DEL SAGRADO MINISTERIO, LOS


FIELES LAICOS Y LOS RELIGIOSOS
Hay 2 carismas que se dan continuamente en la forma que la estructura fundamental de la
Iglesia adquiere durante la historia: el que hace que un cristiano sea laico, y el que hace
religioso (vida consagrada).
Esquema
En esquema, se puede decir que el Espíritu Santo actúa por 2 vías: los sacramentos y los
carismas:
a) Sacramentos: en el Bautismo concede la condición común de fiel cristiano, y en
el Orden, la condición del ministro sagrado.
b) Carismas: otorga a la mayoría de los fieles la condición de fieles laicos; a otros
fieles les concede otros dones que son los carismas de la vida religiosa.
Del esquema surgen las 3 vocaciones, modos fundamentales de darse la vocación
cristiana.
• Vocación o condición laical
“La común dignidad bautismal asume en el fiel laico una modalidad que lo
distingue, sin separarlo, del presbítero, del religioso y la religiosa” (Christifideles
laici 15, 1988). Este punto desarrolla más la noción teológica de laico de LG 31
y se afirma que la índole secular no es una nota meramente sociológica sino una
característica teológica del laico (de su vocación y misión).
También se dice que los cristianos participan de la dimensión secular de la Iglesia. Esta dimensión la
vive cada vocación de modo diverso (los laicos “desde dentro”, sin necesidad de representar
oficialmente a la Iglesia); los ministros sagrados desde su propia función jerárquica, y los miembros
de la vida consagrada desde su propio carisma en un marco de testimonio escatológico.

• La vocación del estado religioso


Llamada ampliamente como la vida consagrada. Connotación de alejamiento
del mundo (sociológico o sociedad civil = fuga mundi, no del creado, ni del
enemigo del alma, fuga mundi).
Propio: profesión pública de los 3 consejos evangélicos, carismas muy variados y dar públicamente
una testimonio escatológico. En distinción con el laico, tiene siempre una ciertea representación
formal (oficial) de la Iglesia.
Durante siglos se identifico la perfección como el deseo de seguir a Cristo en un
nivel superior o más perfecto, quedándose en la terminología actual. El CVII ha
aclarado que no se trata de ser más perfecto, sino que buscan la perfección
según un determinado estado de vida. La llamada a la santidad es universal
(cap V de LG). Esta tratado en el cap VI de LG.
Más recientemente se habla de la dimensión secular de la Iglesia que afecta a todos
en la Iglesia, porque son cristianos. Lo que cambia es el modo en que esto se vive de
modo diverso
En síntesis:
• La condición laical representa la dimensión secular.
• Los ministros sagrados representan la dimensión ministerial de la Iglesia (Cristo-
Cabeza)
Eclesiología II 36

• Los miembros de la vida religiosa representan la dimensión escatológica de la


Iglesia.
Eclesiología II 37

TEMA 12. LA DIMENSIÓN JERÁRQUICA DE LA


IGLESIA
{{Introducción: esto no lo ha visto}}
En el NT hay algunos hombres que en nombre de Jesucristo y con su potestad, presta a sus hermanos
el servicio de la Palabra y de los Sacramentos. El NT utiliza la palabra ministerio (diakonía), y
denomina ministros a los que la realizan. Ministerio remite a aquella función que ejercen los
ministros de institución divina: el Papa y los obispos, los presbíteros y los diáconos, este ministerio
se conoce también como jerárquico.
LG 21: “Los obispos, pues, junto con sus colaboradores los presbíteros y los diáconos, recibieron el
ministerio de la comunidad”.
Pueden darse dos errores de signo opuesto entre ministerio (ordenados) y comunidad (bautizados):
1. Acentuando el “ministerio” hasta el punto que la comunidad de los fieles parezca meramente
pasiva, y entonces los ministros serían los únicos responsables de la misión de la Iglesia.
2. Subrayando tanto “la comunidad” que las funciones de los ministros quedaran relegadas a una
mera delegación de la comunidad a partir del hecho del bautismo.
Hay una unión entre consagración y misión que participan todos los fieles (cf LG 10 y PO 2), y de
modo diverso los ministros instituidos. Más aún, es la Iglesia misma la que ha sido ungida,
consagrada, para su misión en Pentecostés. En la Iglesia, y no al margen de la Iglesia, se siguen
dando, de un modo vivo y dinámico, las misiones del Verbo y del Espíritu Santo, mientras peregrina
en la historia, camino de su consumación definitiva (cf AG 2).
Los portadores de la misión es la Iglesia en su totalidad con los Obispos como sucesores de los
Apóstoles.

1. LA SUCESIÓN APOSTÓLICA
a) Los sucesores en el ministerio de los Doce, como primeros “portadores de
la misión”.
Cristo hizo partícipes de su misión a los apóstoles, y ellos se encargaron de establecer
sucesores para continuar con su misión.
Por tanto, los obispos y subordinadamente los presbíteros tienen en la Iglesia un
ministerio público, en el centro del cual está Pedro y su sucesor el Papa.
En síntesis: todo el ministerio eclesiástico es, por institución divina, ministerio de sucesión
apostólica (LG 28: leer).
LG 28: Cristo, a quien el Padre santificó y envió al mundo (Jn 10, 36), ha hecho participantes de su
consagración y de su misión a los Obispos por medio de los apóstoles y de sus sucesores. Ellos han
encomendado legítimamente el oficio de su ministerio en diverso grado a diversos sujetos en la
Iglesia. Así, el ministerio eclesiástico de divina institución es ejercitado en diversas categorías por
aquellos que ya desde antiguo se llamaron Obispos presbíteros, diáconos.
El sentido de este ministerio es la representación de Cristo Sacerdote como Cabeza ante y
para los fieles (cf. LG 9).
Aquí se sitúa la afirmación de la tradición teológica de que el carácter sacerdotal marca al que lo
recibe para toda la vida con una semejanza de Cristo que le hace ser como su prolongación entre los
fieles.
De otra manera: la Iglesia toda entera, y dentro de ella el oficio eclesiástico tiene una
función “vicarial” (representativa) de Cristo mediante la misión del Espíritu Santo.
Eclesiología II 38

b) El modo de la sucesión apostólica: la sucesión de las manos


El signo de la transmisión del ministerio es la “imposición de las manos”, junto con
la oración. Este gesto es una bendición, significa comunicación por Dios del don del
Espíritu y del ministerio.
Testificado como uso reconocido en las cartas pastorales de S. Pablo.
“No descuides el don que posees, que se te concedió por indicación de una profecía con la
imposición de las manos de los presbíteros” (1 Tm 4, 14).
“Por esta razón te recuerdo que reavives la gracia de Dios que recibiste cuando te impuse las
manos” (2 Tm 1, 6).
Por el sacramento del orden, a los sucesores de los apóstoles se transmite la función
de la episcopé (cuidado de los fieles, en representación de Cristo: cf 1 Pe 2, 25) en sus 3
grados.
Esta función se desarrolló progresivamente hasta asumir la forma, testimoniada por Ignacio de
Antioquía, de la triple función de obispo, presbítero y diácono.
Declarado dogmáticamente por el Concilio de Trento, es el sacramento del
orden es instituido por Cristo, comunica autoridad y gracia, y no sólo es un
nombramiento o función para predicar el Evangelio.
“A través de la sucesión apostólica, Cristo llega a nosotros: en la palabra de los apóstoles y de sus
sucesores Él nos habla; mediante sus manos Él actúa en los sacramentos; en su mirada nos
envuelve y nos hace sentirnos amados, acogidos en el corazón de Dios. Y también hoy, al igual que
al inicio, Cristo mismo es el verdadero pastor y guardián de nuestras almas, a quien nosotros
seguimos con gran confianza, gratitud y alegría” (Benedicto XVI, Audiencia general 10-V-2006).

2. EL PRIMADO PONTIFICIO Y EL COLEGIO EPISCOPAL


a) Cuestiones fundamentales (5)
1. La autoridad episcopal, su ejercicio y el ministerio del Papa en los
primeros siglos.
En los siglos III y IV los obispos se consagraban sin intervención formal del Papa (se
suponía la comunión con él), a partir del Vaticano I se pide manifestar esa
comunión.
Antes los obispos eran elegidos por el pueblo y el clero, y consagrados por el obispo de la
zona. El Concilio Vaticano I y LG señalan que además de la consagración, es necesaria la
comunión jerárquica.
La “autoridad” del obispo (en todos los ámbitos: santificar, enseñar y
gobernar) provenía de su ordenación. El “ejercicio” de esa autoridad podía
hacerse ilegítimo si caía en cisma.
La ordenación episcopal en el s. II otorgaba una autoridad sagrada, salvo en materias de
reservas pontificias. El obispo ejercía esa autoridad en comunión, el Papa era moderador y
fuente del ejercicio de la autoridad, aunque no propiamente fuente de esa autoridad, que
provenía del sacramento. El obispo cismático sigue teniendo autoridad pero no la ejerce
legítimamente, porque no está en comunión. Por tanto, se distinguía entre autoridad recibida
(por el sacramento) y ejercicio legítimo de esa autoridad.
2. La distinción entre “potestad de orden” y “potestad de jurisdicción”
(2º milenio)
Lo que antes se llamaba ejercicio legítimo se convierte en potestad de
jurisdicción (enseñar y gobernar). Surgen obispos que tienen la potestad de
orden pero sin fieles a su cargo.
Eclesiología II 39

Esto desaparece con el Concilio de Vaticano II que sólo habla de


“sagrada potestad” (LG 21), volviendo al planteamiento de los primeros siglos
(unidad de las funciones del obispo).
El Concilio Vaticano II renuncia a la distinción entre potestad de orden y de jurisdicción, que
no existía en los primeros siglos.
Con el Concilio Vaticano II se vuelven a ver todas las funciones episcopales como una
realidad unitaria y sacramental (enseñar, gobernar y santificar). Por tanto la autoridad se
recibe como un don del Espíritu.
3. La sacramentalidad de episcopado.
Para sto Tomás no estaba clara (el obispo sólo tenía mas jurisdicción que el
presbítero, o era delegado del Papa).
¿Qué aportaba el episcopado?. Era visto como tener más jurisdicción, por lo tanto, no era
propiamente un sacramento.
Con el Concilio Vaticano II queda claro que es la plenitud del sacramento del
orden, y que la autoridad episcopal no proviene del Papa, sino del sacramento: que
este sacramento hace al obispo vicario de Cristo, junto con los demás obispos en
el colegio y bajo la cabeza del Papa.
El episcopado es el sumo grado del ministerio sagrado. El obispo no es un delegado del Papa
sino que la autoridad tiene origen sacramental.
Para ser miembro del Colegio Episcopal hace falta además (ahora) explicitar la
comunión jerárquica a través del Papa. El Papa es “moderador del
ejercicio” de esa potestad y puede reservarse a sí mismo o a otros (conferencias
episcopales) algunas cuestiones.
La autoridad la ejerce en comunión con los demás en el colegio y bajo la cabeza del Papa. El
acto colegial más solemne es el Concilio Ecuménico. Así se ve cómo lo jurídico (el exigir la
comunión jerárquica) tiene como misión garantizar la manera de ejercer la autoridad (en
unión con el Papa).
El Papa como cabeza garantiza que el ejercicio de la autoridad episcopal se ejercite en
comunión con el colegio episcopal.
4. Límites en el ejercicio del Primado
Aunque canónicamente no tiene límites, teológicamente si tiene límites de su propio
ministerio al servicio de la Unidad de la Iglesia. Puede elegir si ejerce su autoridad
personalmente (como Cabeza del Colegio) o Colegialmente.
5. Infabilidad del Magisterio del Papa
Tiene dos formas: personal (pronunciamientos ex cathedra) y colegial: a su vez
esta puede se solemne en los Concilios, y ordinaria en el ejercicio del Magisterio
ordinario y universal (por ejemplo, cuando declara que la ordenación de los
presbíteros está reservada a los varones).

b) Según el Magisterio
Tesis: por voluntad de Cristo, existe en la Iglesia el ministerio apostólico, constituido como
un cuerpo presidido por una Cabeza (Pedro) como principio de unidad.
1. Concilio Vaticano I (Const. Pastor Aeternus)
Supuesto el primado de Pedro (C. Florencia), el contexto es el conciliarismo, por lo que
adopta un lenguaje jurídico:
a) Potestad del Primado: la define como potestad de jurisdicción (obediencia y no
Eclesiología II 40

sólo honor; incluye las 2 potestades, de orden o santificar y de jurisdicción =


enseñar y gobernar) con 5 características:
1. Suprema (no primum inter pares)
2. Plena (sobre todos los temas e inapelable)
3. Ordinaria (por su cargo = no delegada)
4. Inmediata (no necesita mediación, tampoco de los obispos)
5. Verdaderamente episcopal (sin suplantar al obispo local).
b) Infabilidad del Romano Pontífice: como don de Cristo, se refiere únicamente a las
definiciones ex cathedra, diciendo que “son irreformables por sí misma y no por el
consenso de la Iglesia” (ref. a los obispos).
2. Concilio Vaticano II (Lumen gentium, cap III, 18-23)
• LG 18: Introducción: quiere completar la doctrina sobre el Primado, ahora en el
marco del Episcopado (la unidad no se opone a la colegialidad)
• LG 19: Institución de los Apóstoles como “colegio” (Derecho romano) “estable”
(=orden o cuerpo, no sólo en sentido jurídico sino según la Revelación y la
Tradición)
• LG 20: La sucesión apostólica: instituido por Cristo para la misión llegue hasta
el fin de los tiempos. Tanto el Papa como los obispo son “vicarios de Cristo” y
sucesores de los apóstoles (el Papa, de Pedro; los obispos, en grupo). Hay 3 grados
en la sucesión: obispos, presbíteros y diáconos, aunque estos términos no aparecen
al principio en el NT. Ser pastor implica los 3 munera.
3 munera: Maestro (enseñar), sacerdote del culto (santificar), pastor (gobernante).

• LG 21: Sacramentalidad el episcopado: no se distingue entre presbítero de


orden y de jurisdicción, sino solo de “potestas” que incluye los 3 munera (enseñar,
santificar y gobernar). Importante distinguir entre obispo (plenitud del
presbiterado) y presbítero. El ejercicio de la enseñanza y del gobierno depende de la
comunión con el Papa, que modera la autoridad episcopal.
El obispo es de por sí cabeza, el presbítero es cooperador: lo que puede o no hacer depende
del obispo.

• LG 22: El Colegio de los obispos y su cabeza. Fundamentación dogmática de


la colegialidad: Así como Pedro y los apóstoles forma un colegios, así el Papa y
los obispos, según la “antigua disciplina” (obispo de Roma: vínculo de unidad,
caridad y paz. Cartas de comunión), los concilios y consagraciones episcopal.
Se entra a formar parte del colegio por la consagración sacramental y por la
comunión jerárquica con la Cabeza y los otros miembros. El colegio con
la cabeza es sujeto (como el Papa) de la suprema y plena potestad sobre la Iglesia →
3 formas de infalibilidad de la jerarquía (el Papa ex catedra; el colegio
episcopal con su cabeza en los Concilios y M. Ordinario).
• LG 23: Relaciones de los obispos dentro del Colegio: el Papa es principio y
fundamento visible de la unidad para los obispos y todos los fieles; el obispo, lo
mismo para la Iglesia local; además debe tener “solicitud por la Iglesia universal” (la
hace presente en la Iglesia local y viceversa).
Eclesiología II 41

c) Las Conferencias episcopales.


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