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INTRODUCCIÓN

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ios nos ha hablado "de muchas y diversas maneras" (Heb
1,1). Habla a nosotros en las maravillas de la creación;
porque él hizo todo el universo a través de su Palabra
eterna en 1:3). Él nos habla en la historia escrita de la
creación y la salvación que encontramos en la Biblia - en
la ley, los profetas, el Evangelio y los apóstoles.
Sin embargo, todas estas variedades armonizan perfectamente en la
persona del Verbo hecho carne, Jesucristo. En Jesús, Dios se comu-
nicó completamente. Sin embargo, incluso entonces nos habló con
palabras. Jesús habló, predicó, aconsejó, enseñó y oró en voz alta.
Hizo preguntas. Él contaba historias. Incluso trazó palabras en la
arena. Hizo todo esto por nosotros, porque las palabras son una cosa
humana normal. Sin embargo, sus palabras son extraordinarias, por-
que son reveladoras. Son palabras humanas que revelan la Palabra
eterna de Dios.
Ellos son la Palabra de Dios en las palabras de hombres, mujeres y
niños.
En la Biblia no encontramos una letra muerta, sino una persona: la
"Palabra de Dios... viva y activa" (Hb 4,12). Esta no es una palabra
que podamos manipular o girar para adaptarnos a nuestros capri-
chos. Es Jesucristo, que viene con un poder temible sobre todos los
elementos, sobre la vida y la muerte. "Sus ojos son como una llama
de fuego, y en su cabeza hay muchas diademas... Está vestido de un
manto de sangre, y el nombre por el cual es llamado es la Palabra de
Dios" (Ap 19:12-13).
Él ha entrado en nuestras vidas con ese poder, como nuestro maes-
tro, salvador, hermano, Dios. Demos la bienvenida a la Palabra de
Dios, entonces, en las mismas palabras de Dios.

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¿QUÉ ES LA BIBLIA?

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a Biblia es la Palabra de Dios en palabras humanas. Debido a
que viene a nosotros de Dios Todopoderoso, tiene el poder de
transformar la vida. Porque Dios nos conoce a cada uno de no-
sotros, y sabe lo que necesitamos cuando abrimos el libro.
A veces encontramos su Palabra tronando desde lo alto, a veces su-
surrando en una voz baja y pequeña, pero siempre es la Palabra en-
viada por el Omnisciente, Omnisciente, Todopoderoso.
La Biblia es toda una biblioteca de libros escritos a lo largo de más
de mil años, en muchos estilos diferentes, con muchos puntos de
vista diferentes, por docenas de escritores diferentes.
Pero también es un libro, con un solo Autor -Dios- que cuenta una
historia: la historia de nuestra salvación que palpita en el corazón y
es emocionante cada minuto.
Ningún otro libro tiene ese tipo de variedad y unidad, o unidad en
variedad. Es lo que puede hacer que leer la Biblia no sólo sea un pla-
cer, sino una de las experiencias intelectuales más emocionantes de
tu vida.
La historia tarda mucho tiempo en desarrollarse, y en el camino co-
nocerás a muchos personajes interesantes. Al final te darás cuenta
de que, desde el principio, Dios siempre tuvo un plan providencial:
un plan paternal para salvar a sus hijos en la tierra. También verás
cómo, como un maestro novelista, envió a gente y eventos que prefi-
guraron a gente y eventos posteriores, preparando a su gente para
las grandes cosas que vendrían, dándoles imágenes que les ayuda-
rían a entender.
Finalmente, hay una cosa más que hace que la Biblia sea única. No
tienes que conformarte con leerlo: puedes entrar directamente en él.

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Dondequiera que se celebren los sacramentos, son la Biblia en ac-
ción. Leer la Biblia te ayuda a prepararte para los sacramentos, y en
los sacramentos todo lo que has leído cobra vida ante tus ojos.
¿No suena como una aventura? Entonces empecemos.

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LA FORMA DE LA BIBLIA

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a Biblia es una biblioteca de docenas de libros. Como cual-
quier buena biblioteca, tiene que estar organizada de alguna
manera, para que puedas encontrar los libros que necesitas.
Ya que la Biblia comienza con el principio del tiempo y termina con
el fin del tiempo, es de esperar que los libros estén ordenados cro-
nológicamente. En realidad, el arreglo es más complicado y más ló-
gico que eso.
Las dos grandes divisiones, por supuesto, son el Antiguo Testamento
y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento son todos los libros
de la Escritura escritos antes de la venida de Jesucristo; el Nuevo
Testamento son todos los libros de la Escritura escritos después de
la venida de Jesucristo.
Una pregunta más básica es: ¿Qué es un "testamento"? Testamento
es una traducción inglesa de la palabra griega diatheke, que puede
traducirse con mayor precisión como "pacto". En el mundo antiguo,
un pacto era un acuerdo solemne que establecía un vínculo familiar
entre dos partes: el matrimonio y la adopción, por ejemplo, eran re-
laciones de pacto, al igual que las alianzas internacionales. El Anti-
guo Pacto y el Nuevo representan etapas en la relación de Dios con
su pueblo.
En cada una de estas dos grandes divisiones, la Vieja y la Nueva, los
libros están organizados en grupos según el tipo.

EL ANTIGUO TESTAMENTO
Hay cuatro divisiones principales en el Antiguo Testamento:
1. La Ley. Estos son los cinco libros de Moisés, el fundamento
de todo lo demás en el Antiguo Testamento. Cuentan la historia de
cómo comenzó Israel y dan reglas para la vida y la adoración.

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2. Historia. Estos libros cuentan la historia de Israel en la Tie-
rra Prometida, desde la conquista a través del reino y el Exilio hasta
la exitosa rebelión de los Macabeos.
3. Sabiduría. Estos libros incluyen la reflexión sobre el orden
de la creación, así como la instrucción moral sobre la virtud perso-
nal, la vida familiar, el gobierno y el temor al Señor.
4. Profecía. La palabra de Dios: su juicio sobre los impíos y sus
promesas de consuelo a los afligidos.

EL NUEVO TESTAMENTO
Cuando miramos al Nuevo Testamento, podemos ver el mismo tipo
de estructura de cuatro partes:
1. Los Evangelios (la Ley). El fundamento de todo lo demás en
el Nuevo Testamento, diciendo cómo Jesucristo trajo la Nueva Ley
por la cual viven los cristianos.
2. Los Hechos de los Apóstoles (historia). La fundación y difu-
sión del nuevo reino, la Iglesia.
3. Epístolas (sabiduría). Meditaciones sobre el significado de la
sabiduría cristiana, y consejos prácticos para vivir la vida cristiana.
4. La Revelación (profecía). Cómo el juicio final trae castigo a
los malvados y consuelo a los afligidos.
Sólo recordar esas cuatro grandes divisiones en los dos Testamentos
será de gran ayuda para familiarizarse con lo que está en la Biblia.
Una vez que conozca la organización general, se sorprenderá de lo
rápido que puede encontrar casi cualquier cosa que esté buscando.

¿POR QUÉ DOS TESTAMENTOS?


¿Pero por qué hay dos testamentos en primer lugar? ¿Por qué toda-
vía nos preocupamos por el Antiguo Testamento cuando tenemos el
Nuevo Testamento?

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La respuesta es que cada testamento está incompleto sin el otro. Son
dos elementos de un mismo plan. San Agustín dijo que el Nuevo Tes-
tamento está escondido en el Antiguo, y que el Antiguo Testamento
está revelado en el Nuevo. En el día de su resurrección, Jesús pro-
clamó que todas las promesas del Antiguo Testamento se habían
cumplido (Lc 24:25-27).
El sermón de Pedro en Hechos 2:14-36 es un buen ejemplo de cómo
los primeros cristianos predicaron ese mensaje.
Eso significa que realmente no podemos entender el mensaje cris-
tiano fundamental sin el Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento
no suprime ni revoca el Antiguo Testamento, sino que, por el contra-
rio, lo cumple y lo renueva.
Cuando empieces a leer, empezarás a notar una relación aún más
cercana. Una y otra vez, los eventos en un testamento le recordarán
las cosas que sucedieron en el otro. Los teólogos cristianos lo llaman
tipología: la manera en que las cosas más tempranas prefiguran las
más tardías. Por ejemplo, los cristianos ven la atadura de Isaac (Gn
22:1-19) como un presagio, o "tipo", del sacrificio de Jesucristo en la
Cruz. Eso no significa que era sólo un tipo: también fue un evento
real que les sucedió a Abraham e Isaac. Pero Dios usa la historia,
como lo haría un novelista con su argumento, para conducirnos a
una mejor comprensión de su plan.
El Catecismo dice que la tipología representa un movimiento diná-
mico hacia la realización última (CIC, n. 130). La tipología nos mues-
tra el patrón en el plan de Dios. La ofrenda de Abraham prefigura el
sacrificio del cordero pascual durante la huida de Israel de Egipto
(Ex 12), así como los sacrificios de animales del Templo de Jerusa-
lén, que fue construido en el mismo lugar donde Abraham ofreció a
Isaac. Su realización última fue en la ofrenda de Cristo; pero la Igle-
sia sigue participando en esa ofrenda hoy, mientras celebramos la
Misa, la Eucaristía del "Cordero de Dios".

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¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?

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ios, por supuesto, es el autor principal de la Biblia. No sólo
creó el mundo y guió sus eventos, sino que también inspiró
el relato bíblico de esa creación e historia. Dios escogió a los
autores humanos para que pusieran las cosas divinas en palabras
humanas, e hizo uso de sus habilidades y estilos individuales y de
sus técnicas literarias. Los autores humanos eran verdaderos auto-
res, pero Dios actuó en ellos y a través de ellos para revelar todo lo
que quería revelar.
Nadie sabe cuánta gente escribió la Biblia. Algunos libros son obra
de un solo escritor - las cartas de Pablo, por ejemplo. Algunos, como
los Salmos o Proverbios, son compilaciones de obras de muchos au-
tores diferentes, algunos de ellos nombrados en el texto. Algunos,
como varios de los libros históricos, fueron reunidos por un editor
(o editores) que utilizaron varias fuentes más antiguas; por ejemplo,
el autor de Reyes cita a menudo "el libro de las crónicas de los reyes
de Israel".
Algunas de las cartas en el Nuevo Testamento nos dicen al principio
quién las escribió, y algunos de los profetas se identifican como au-
tores de sus obras. Muchos libros de la Biblia son anónimos. Los li-
bros en sí no identifican a los autores inspirados, así que tenemos
que confiar en la tradición y la erudición. La tradición, por ejemplo,
nos dice que Moisés escribió los cinco libros de la Ley y que el após-
tol Juan escribió el Apocalipsis.
Los eruditos modernos a menudo pasan décadas tratando de averi-
guar quién escribió un libro en particular. ¿Escribió Moisés real-
mente los cinco libros de la Ley, o fueron reunidos a partir de cuatro
documentos diferentes, o fueron compilados a partir de tradiciones
orales? ¿Es el "Juan" que escribió el Apocalipsis realmente Juan el
apóstol, o es algún otro cristiano del mismo nombre?

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Estas son preguntas fascinantes, pero no son tan importantes para el
lector promedio de la Biblia como lo son para los eruditos.
Lo que necesitamos recordar es que los libros de la Biblia tal como
los tenemos son Escrituras, inspiradas por Dios. Las fuentes hipoté-
ticas de esos libros no son las Escrituras en las que confiamos. Es
bueno y útil saber más sobre cómo se escribió un libro. Cuanto más
averiguamos, mejor podemos entender lo que está diciendo. Pero no
debemos olvidar que la Biblia como la tenemos ahora es nuestra Es-
critura inspirada, no la Biblia como la podemos reconstruir teórica-
mente.

INSPIRADO POR DIOS


"Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para re-
prender, para corregir y para instruir en justicia" (2 Tim 3:16). Pero,
¿qué queremos decir cuando decimos que estos escritos fueron "ins-
pirados por Dios"?
El texto griego de 2 Timoteo dice que "todas" las Escrituras son "ins-
piradas por Dios". Así que la inspiración significa más que la ayuda,
aprobación o acuerdo de Dios. Significa la autoridad de Dios, su au-
toría.
La tradición católica habla de la "doble autoría" de la Biblia. Dios es
el "autor principal" y los escritores humanos son "autores instru-
mentales". La autoridad de Dios se extiende incluso a las elecciones
de palabras de los autores humanos. Ellos escribieron libremente
sólo lo que Dios quería que escribieran, y escribieron todo lo que
Dios quería que escribieran. Ellos escribieron la Palabra de Dios en
las mismas palabras de Dios, y sin embargo lo hicieron libremente.
Este es un gran misterio, tan grande que la Iglesia compara la inspi-
ración de la Escritura con la encarnación de Dios Hijo. En ambos ca-
sos, Dios actúa como un verdadero Padre que se inclina para encon-
trarse con sus hijos.

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A través de la encarnación, el Verbo eterno se hizo carne para com-
partir nuestra vida.
A través de la inspiración, Dios acomodó su palabra eterna al len-
guaje humano.
Tanto el Verbo encarnado como el inspirado son plenamente divi-
nos y humanos. En ambos, lo humano y lo divino son inseparables.
En ambos, lo humano es el instrumento para comunicar lo divino.
Tanto la inspiración como la encarnación son misterios divinamente
revelados, conocidos sólo por la fe, y de otro modo desconocidos por
los medios humanos. El Papa Pío XII dijo: "Así como la Palabra sus-
tancial de Dios se volvió como los hombres en todas las cosas, ex-
cepto en el pecado, así las palabras de Dios, expresadas en lenguaje
humano, se hacen como el habla humana en todos los aspectos, ex-
cepto en el error."
La Escritura es ciertamente sin error. Un papa anterior, León XIII,
explicó que la inerrancia es una consecuencia lógica de la autoría de
Dios. La inspiración, dijo, "es esencialmente incompatible con el
error".
Sin embargo, "sin error" no describe adecuadamente la autoridad de
la Biblia. Otros libros pueden estar libres de errores - por ejemplo,
un libro de texto de matemáticas bien editado - pero ningún otro li-
bro tiene a Dios como autor, y por lo tanto ningún otro texto trans-
mite el poder salvador de Dios tan puramente. Jesús mismo nos lo
dice: "Las palabras que os he hablado son espíritu y vida" En 6:63).
La Escritura es como un sacramento en la forma en que transmite
perfectamente la Palabra de Dios para nuestra salvación.

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¿QUÉ ES LO QUE PERTENECE EN LA BI-
BLIA?

¿C
ómo sabemos qué libros pertenecen a la Biblia?
Es una pregunta que oímos a menudo hoy en día,
cuando los editores desfilan ante nosotros con una serie
de textos antiguos como si contuvieran la verdad larga-
mente reprimida sobre Jesús. El Evangelio de Tomás, el
Evangelio de Judas, el Evangelio de Felipe - ¿por qué no están estos
libros en nuestra Biblia cristiana? ¿Quién decidió lo que entraba y lo
que se quedaba fuera?
Los Apóstoles confiaron las Escrituras a la Iglesia como parte del de-
pósito de la fe - la sagrada Tradición. Con el tiempo, guiada por el Es-
píritu Santo, la Iglesia reconoció la necesidad de hacer una lista for-
mal de los escritos que son divinamente inspirados. Esta lista com-
pleta se llama el "canon" de la Escritura.
Canon es la palabra griega que significa "regla" o "vara de medir".
Al principio, los obispos elaboraban estas listas para uso de sus igle-
sias locales. Debido a que no había tal cosa como una imprenta, la
mayoría de la gente - e incluso la mayoría de las iglesias - no podían
poseer una"Biblia" completa. Los libros se copiaban laboriosamente
a mano, por lo que eran muy caros y algo raros, y la lectura devocio-
nal privada era un lujo que pocos cristianos podían permitirse. Más
bien, los creyentes escucharon las Escrituras proclamadas en el
curso del culto público de la Iglesia - en la Misa. Los cánones más an-
tiguos son simplemente listas de los libros que se podían leer en la
Misa.
A veces los obispos estaban motivados a redactar un canon porque
los grupos heréticos estaban introduciendo extraños "evangelios" y
atribuyéndolos a los primeros discípulos de Jesús. Un obispo primi-
tivo de Antioquía, por ejemplo, prohibió públicamente a las iglesias

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de su región usar un supuesto "Evangelio de Pedro" que estaba en
circulación.
Muchos de estos textos rechazados han resurgido en nuestros días,
excavados por arqueólogos o historiadores. Los eruditos y los ecle-
siásticos los llaman "apócrifos", que en griego significa "ocultos", ya
que muchos de estos textos fueron suprimidos por la Iglesia. Aun-
que son promovidos sin aliento por los medios de comunicación, son
textos poco fiables, producidos en una fecha mucho más tardía que
los verdaderos evangelios, y aunque algunos de ellos son ortodoxos
en su doctrina, la mayoría de ellos son de lectura aburrida. Hay muy
buenas razones por las que no hicieron los cánones oficiales de la Bi-
blia de la Iglesia.
De los primeros siglos de la Iglesia han sobrevivido varias listas ca-
nónicas. San Atanasio es testigo del contenido del Nuevo Testa-
mento, exactamente como lo tenemos hoy, en el año 367 d.C. Los
obispos de la Iglesia confirmaron este canon en los consejos locales
de Hipona (393 d. C.) y Cartago (397 y 419). El canon final también
fue ratificado por el Papa Dámaso en un sínodo en Roma.
Pero, una vez más, esas acciones oficiales simplemente confirmaron
la práctica establecida desde hace mucho tiempo de la Iglesia - la
Tradición que la Iglesia había recibido de los Apóstoles.

EL ANTIGUO TESTAMENTO
Cuando Jesús y sus discípulos citaron la "Escritura", se referían a lo
que llamamos el Antiguo Testamento - la colección de escritos sa-
grados que formaban la Biblia de los judíos.
Pero, ¿cómo decidió el pueblo de Israel qué libros eran sagrados y
cuáles no? Podemos ver en el Antiguo Testamento que hubo varios
casos de "canonización" de la Escritura, y que usualmente coincidían
con una renovación de la alianza de Dios con su pueblo.

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A través de Noé, Dios le dio a la humanidad una simple ley a seguir
(Gn 9). Moisés, a su vez, registró la ley de Dios y, al hacerlo, creó una
especie de "canon" (Ex 24:3-8).
El Segundo Libro de los Reyes retrata al reformador Josías como el
redescubrimiento del libro de la ley largamente descuidado y luego
proclamándolo públicamente (2 Reyes 23:2). De manera similar,
después de regresar del exilio, el sacerdote Esdras reintrodujo la ley
al pueblo leyéndola en voz alta en la asamblea (Neh 8:3, 5-6).
A lo largo de su historia, el pueblo de Israel ha conservado la colec-
ción de escritos sagrados. En los tres siglos anteriores a Cristo, los
judíos egipcios las tradujeron al griego, produciendo una edición co-
nocida como la Septuaginta (nombrada en honor del equipo de se-
tenta traductores, la septuaginta, a veces abreviada con el número
romano LXX). El contenido de la Septuaginta constituye un canon
temprano, que fue aceptado por muchos judíos de habla griega en
todo el mundo. En los escritos del Nuevo Testamento, los apóstoles
parecen usar la Septuaginta, al igual que los antiguos Padres de la
Iglesia.
En el tiempo de Jesús, había un consenso general en cuanto a qué li-
bros pertenecían a las Escrituras - qué libros podían ser leídos en la
adoración en las sinagogas y en el Templo. Algunos de los libros más
recientes, sin embargo, todavía eran objeto de debate. Los libros de
los Macabeos, por ejemplo, y algunos de los libros de la Sabiduría,
fueron aceptados por muchos judíos, y aparecieron con la Sep-
tuaginta. Pero más tarde los rabinos los rechazaron, y hoy esos li-
bros no están en la Biblia judía.
Los católicos, siguiendo la tradición antigua, aceptan esos siete li-
bros posteriores como parte del Antiguo Testamento. Casi todos los
cuerpos protestantes siguen la tradición judía posterior al rechazar-
los. Los libros debatidos se llaman a menudo Deuterocanónicos, de
una palabra griega que significa "segundo canon". Para un católico,
no están menos inspirados que los libros protocanónicos ("primer

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canon"). Sin embargo, por lo general no aparecen en las Biblias Pro-
testantes. Para un católico, por lo tanto, una Biblia Protestante es in-
completa.

EL NUEVO TESTAMENTO
Para los primeros cristianos, "Escritura" significaba lo que llamamos
el Antiguo Testamento. Al principio, cuando el cristianismo se cen-
traba principalmente en Jerusalén, no había necesidad de escribir
mucho más que eso. Cuando los Apóstoles predicaban, interpreta-
ban la ley, los profetas y otros escritos a la luz de la muerte, resu-
rrección y glorificación de Jesucristo. Pero en pocos años el cristia-
nismo se extendió por toda Palestina, y luego por todo el Imperio
Romano y más allá. Ahora era imposible para los apóstoles estar y
enseñar en todas partes a la vez.
A menudo, los Apóstoles escribían a las iglesias que habían fundado,
dándoles ánimo, resolviendo disputas y diciéndoles cuál era la ver-
dadera enseñanza de Cristo sobre ciertas cuestiones que habían sur-
gido. Estas cartas, provenientes de los vicarios elegidos de Cristo,
fueron leídas en voz alta cuando la congregación se reunió para ado-
rar. Estas cartas fueron las primeras Escrituras Cristianas - mensajes
de los Apóstoles a las comunidades que no podían visitar inmediata-
mente en persona.
Por las mismas razones, la comunidad cristiana comenzó a necesitar
relatos escritos de la vida de Jesús. Cuando la mayoría de los cristia-
nos eran personas que habían conocido a Jesús y visto los eventos
de su ministerio, no había necesidad de un libro para contarles lo
que ya sabían. Pero pronto el número de convertidos cristianos que
nunca habían visto a Jesús en la tierra superó con creces el número
de seguidores originales de Jesús. Para estar seguros de que la ver-
dadera historia del ministerio de Jesús estaba siendo recitada
cuando se reunían para la adoración, los cristianos que habían visto
los eventos o tenían buena información comenzaron a escribir las
historias en "Evangelios" - historias de la Buena Nueva.

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Pero sólo las cartas que llevaban el mensaje auténtico de los Apósto-
les, y sólo los Evangelios que relataban la verdadera historia de la
vida de Cristo en la tierra, serían aptos para ser leídos en el culto
cristiano. Y se escribieron muchos más libros de los que terminaron
en el Nuevo Testamento: véase Lc 1,1, donde Lucas nos dice que mu-
chas historias de la vida de Jesús ya habían sido escritas para cuando
tomó su pluma. Hoy en día, parece una tarea imposible de resolver
los cientos de documentos y decidir cuáles contienen el mensaje au-
téntico. Pero no era tan desesperanzador cuando la tarea se estaba
haciendo. La Iglesia ya estaba tomando sus decisiones mientras los
Apóstoles estaban vivos. Jesús había sido un predicador popular, y
miles de personas habían visto al menos parte de lo que hizo. Pedro,
Pablo y muchos de los otros Apóstoles habían viajado extensamente
y hablado a miles en su tiempo. Había miles de testigos oculares en
la Iglesia que podían verificar de primera mano lo que Cristo y los
Apóstoles dijeron e hicieron.
A mediados del siglo II -cuando todavía había gente viva que había
oído predicar a los Apóstoles- la lista de libros ya estaba tomando
forma. El Canon Muratoriano, que probablemente fue escrito a fina-
les de los años 100, enumera los libros del Nuevo Testamento casi
como los enumeramos hoy en día.
Los concilios eclesiásticos posteriores codificaron los cánones cris-
tianos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. El Concilio de
Trento enumeró con autoridad los libros de las Escrituras, reaccio-
nando a los protestantes que rechazaron los libros deuterocanóni-
cos. Pero el canon no es un invento tardío: fue un consenso alcan-
zado muy pronto, y los últimos concilios sólo confirmaron lo que ya
había sido la enseñanza y la práctica de la Iglesia Católica.

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LA BIBLIA Y LA IGLESIA

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a Biblia es el documento fundacional de la Iglesia, y la Biblia
cobra vida en la Iglesia. Sin la Iglesia, de hecho, te estás per-
diendo la mitad de la historia.
Jesús quería que su revelación -el Evangelio- se transmitiera de ma-
nera fiable a través de los siglos. Así que Jesús comisionó a los após-
toles para que les transmitieran lo que les había revelado. Vemos en
los Hechos de los Apóstoles que lo hacían predicando, enseñando,
orando, escribiendo, y especialmente por sus acciones rituales (bau-
tismo en agua, partir el pan, imponer las manos).
Dios se reveló a los siglos, pues, a través de la Escritura y de la Tra-
dición, y ambos son salvaguardados por la Iglesia. El contenido de la
Escritura, el canon, fue preservado a través de la Tradición. La co-
rrecta interpretación de la Escritura también dependía de la Tradi-
ción. San Pablo dio a la Iglesia instrucciones que aún hoy seguimos:
"manténganse firmes y aferrados a las tradiciones que les hemos en-
señado, ya sea de palabra o por escrito" (2 Tesalonicenses 2:15).
La Escritura y la Tradición están estrechamente relacionadas. De-
penden unos de otros. Se confirman mutuamente, ya que ambos
provienen de la misma fuente: Dios.
La tradición nos mantiene honestos. Todas las generaciones de cris-
tianos que nos han precedido son testigos del modo en que los Após-
toles interpretan la Biblia. Así que queremos interpretar la Biblia
como ellos lo hicieron. Un católico tiene la ayuda de toda la Iglesia
para leer la Biblia - los santos del pasado y los cristianos del pre-
sente, de todos los rincones del mundo. ¿Qué te parece eso como un
privilegio?
La Iglesia interpreta la Biblia bajo la guía del Espíritu Santo (véase
una ilustración de esto en Hechos 8:29-35). Jesucristo prometió que
siempre guiaría a su Iglesia. Él dio a sus Apóstoles la autoridad y el

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poder para enseñar la verdadera doctrina, y los Apóstoles transmi-
tieron esa autoridad a sus sucesores, en una línea ininterrumpida a
los obispos de hoy. Esta autoridad de enseñanza, llamada el magiste-
rio, nos ayuda a interpretar la Biblia sin errar en el error.
Y el Espíritu le dijo a Felipe: “Sube y únete a este carro". Entonces
Felipe corrió hacia él, y oyéndole leer al profeta Isaías, le preguntó:
"¿Entiendes lo que estás leyendo? Y él le dijo: "¿Cómo, si no hay
quien me guíe? El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste:
"Como una oveja llevada al matadero
o un cordero antes de que su esquilador esté en silencio,
así que no abre la boca.
En su humillación se le negó la justicia.
¿Quién puede describir a su generación?
Porque su vida ha sido tomada de la tierra."
Y el eunuco dijo a Felipe: “Por favor, ¿de quién dice esto el profeta,
de sí mismo o de algún otro?
-Hechos 8:29-35
Jesús no dejó a sus seguidores sin guía. Él les dejó una Iglesia, encar-
gada de predicar la Buena Nueva a todos en el mundo y les dio la au-
toridad para hacerlo bien (ver Mt 28:18- 20).
Debido a que a la Iglesia se le dio la autoridad para enseñar la doc-
trina bíblica de manera confiable, siempre se puede mirar a la Igle-
sia cuando algo en la Biblia parece confuso. El Catecismo de la Igle-
sia Católica, que tiene un excelente índice, es un buen lugar para ir
en busca de respuestas.

LA BIBLIA Y LA LITURGIA
Es importante recordar que el "canon" del Nuevo Testamento era
principalmente una lista de libros que se podían leer en la liturgia. El
Canon Muratoriano, por ejemplo, también enumera El Pastor de
Hermas como un buen libro para leer en cualquier otro lugar - pero

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especifica que no puede ser leído en la adoración. Tendemos a olvi-
dar el lugar de la Biblia en la liturgia, pero en realidad eso es lo que
significa "Escritura": los libros que se pueden leer en la liturgia.
Eso no significa que esté mal leer la Biblia fuera de la liturgia. ¡Abso-
lutamente no! Lea tanto como pueda, tan a menudo como pueda.
Pero el ambiente nativo de la Escritura es la liturgia, porque la litur-
gia es donde la Escritura cobra vida - donde el texto escrito se con-
vierte en una Palabra viva. Todas las promesas del Antiguo Testa-
mento y del Nuevo apuntan hacia la liturgia de la Iglesia, que es una
participación terrenal en la liturgia eterna en el cielo.
Leer la Biblia sin participar en la liturgia es como leer una gran his-
toria de aventuras y cerrar el libro antes del capítulo final. ¿Cómo re-
sulta todo esto? ¿El bien triunfa? ¿Todas las promesas se hacen
realidad? La liturgia cristiana, especialmente la Misa, es la respuesta
a todas estas preguntas.
En casa, usted puede leer la Biblia - y eso es maravilloso. Pero
cuando vas a misa, vives la Biblia.

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CÓMO ENTENDER LA BIBLIA

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on la ayuda de la Iglesia, entonces, estamos listos para abrir la
Biblia y leer. Pero primero, un poco de preparación.

LA BIBLIA ES LITERATURA
¿Por qué necesitamos preparación para leer la Biblia? ¿No podemos
abrirlo y leerlo? Sí, podemos, pero puede que no siempre entenda-
mos lo que estamos leyendo.
Eso es porque la Biblia es literatura. Esto parece demasiado obvio
como para que sea necesario decirlo: por supuesto, la Biblia es lite-
ratura - tiene palabras en ella. Pero tenemos que entender que mu-
cho de lo que hacemos automáticamente cuando leemos cualquier
tipo de literatura es en realidad bastante complejo.
Cuando leemos una historia de detectives, sabemos cuáles son las
reglas del género y -sin pensar en ello- entendemos la historia den-
tro de esas reglas. Son diferentes de las reglas de un informe anual
corporativo o de una columna de humor sindicada, pero también sa-
bemos qué esperar de cada uno de ellos.
En la historia de detectives, esperamos algo plausible pero no muy
cierto. En el informe anual, esperamos hechos reales disfrazados
para hacer que la corporación se vea bien. En la columna de humor
sindicado, esperamos exageraciones y distorsiones que nos hagan
reír.
Pero, ¿qué pasaría si tuviéramos expectativas equivocadas? ¿Qué pa-
saría si leemos el informe anual esperando que funcione como una
columna de humor sindicada? Podríamos disfrutarlo mucho más,
pero ciertamente no entenderíamos el mensaje que los escritores
querían que entendiéramos.
Cuando leemos algo, lo entendemos completamente sólo si sabemos
qué tipo de literatura estamos leyendo. La mayor parte del tiempo
no tenemos que pensar en ello: hemos estado leyendo el mismo tipo

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de cosas durante toda nuestra vida, así que naturalmente sabemos
qué esperar.
Pero eso no es cierto cuando nos acercamos a la Biblia. Las Escritu-
ras son muchos tipos diferentes de literatura, y a menos que sepa-
mos de qué tipo estamos leyendo, no entenderemos realmente lo
que estamos leyendo. El problema es que la mayoría de nosotros no
reconocemos las formas literarias de hace tres mil años tan fácil-
mente como reconocemos una historia de detectives cuando la ve-
mos.
...aunque hay un par de excelentes historias de detectives en el libro
de Daniel!
Antes de que podamos entender lo que los escritores de la Escritura
estaban tratando de decirnos, tenemos que saber un poco acerca de
las formas literarias que usaron.

LOS TIPOS DE LITERATURA


Algunos de los escritos de la Biblia cuentan una historia. El libro de
Jonás es un buen ejemplo.
Como cualquier buena historia, tiene una trama (con un principio,
un medio y un final), un héroe que te importa y una buena moral
que aprender al final. Eso no significa que la historia no pueda ser
cierta, pero el propósito principal del libro es contar una buena his-
toria que revele una verdad moral. Esther, Ruth y Tobit son otros
ejemplos de libros donde el propósito principal es contar ese tipo de
historia.
También hay una historia directa, donde lo importante es tener un
registro preciso de los acontecimientos. En la Biblia, la historia siem-
pre se cuenta desde una perspectiva religiosa, por lo que la narra-
ción nunca es tímida a la hora de dejar claro cuándo los desastres
nacionales son el resultado de los pecados del pueblo o de sus líde-
res. Los libros de Samuel y Reyes son buenos ejemplos de escritura
histórica, así como los Evangelios y Hechos en el Nuevo Testamento.

21
La profecía trae la palabra de Dios a su pueblo para advertirles del
juicio o para prometerles la salvación. El libro de Isaías es un buen
ejemplo de profecía.
La poesía expresa las emociones más profundas del poeta: el amor,
el respeto, la desesperación, el dolor y todos los sentimientos que
los poetas han tratado de expresar a través de los siglos. Los Salmos,
por ejemplo, son poesía, y muchos de los profetas también eran poe-
tas.
La literatura de la sabiduría transmite consejos sobre cómo vivir la
buena vida de una manera que atraiga a cualquier persona inteli-
gente y filosófica. El libro de Proverbios es el ejemplo más conocido
de literatura de sabiduría.
Las cartas, o "epístolas", envían aliento o consejo a personas o gru-
pos específicos.
Las cartas de San Pablo en el Nuevo Testamento son buenos ejem-
plos: algunas se dirigen a congregaciones enteras, mientras que
otras (como Filemón) se dirigen a amigos individuales.
Los Apocalipsis describen, en lenguaje figurado, el fin del tiempo y el
juicio final. El libro del Apocalipsis (también conocido como el Apo-
calipsis) es el ejemplo más conocido.

LA BIBLIA ES UN LIBRO
Con todos estos diferentes tipos de literatura, escrita a lo largo de
tantos siglos, la Biblia sigue siendo un solo libro. Cuenta la historia
de nuestra salvación, que es ciertamente la historia más emocio-
nante jamás contada.
Una manera de entender esta "historia de la salvación" es ver la his-
toria como una serie de pactos - vínculos sagrados entre Dios y la
humanidad. En la Biblia, leemos cómo Dios hace un pacto con Adán;
luego con Noé y toda su familia; luego con Abraham y sus descen-
dientes, toda una tribu; luego con Moisés y toda la nación de Israel;

22
luego con David, rey y gobernante de muchas naciones; y finalmente
el Nuevo Pacto, por medio de Jesucristo, que abarca a toda la huma-
nidad.
Cada uno de estos pactos se acerca un poco más a la reparación del
daño causado por nuestro pecado. Debido a que nosotros, las criatu-
ras de Dios, constantemente pecamos y rechazamos a Dios, Dios sólo
puede llevarnos de vuelta a una relación correcta con él por etapas
lentas y dolorosas. Toda la Biblia es realmente la historia de Dios
guiando a su pueblo de regreso a él.

23
SU PROGRAMA DE LECTURA

L
a lectura de la Biblia es interesante y útil, pero nuestra meta
es leer la Biblia misma. Ya tienes las herramientas que necesi-
tas para abrir la Biblia y empezar a extraer algunas de sus ri-
quezas.
Pero, ¿cómo se hace? ¿Qué debe leer primero y cómo debe leerlo?
¿Él?

1. DE ADELANTE HACIA ATRÁS


Mucha gente decide leer toda la Biblia desde el principio hasta el fi-
nal, y es un objetivo muy bueno. Pero puede ser difícil de cumplir.
Usted ya sabe que la Biblia está llena de toda clase de literatura. Al-
gunas de las historias en Génesis son absolutamente fascinantes, así
que es fácil empezar desde el principio. Exodus comienza con histo-
rias que han proporcionado la trama para muchas películas de ac-
ción y aventura, por lo que los primeros capítulos simplemente pa-
san volando,
Pero no todo en la Biblia es ese tipo de lectura. Números, por ejem-
plo, tiene dos censos completos del pueblo de Israel, separados por
cuarenta años. No son una lectura fascinante. No están destinados a
serlo. El Censo de los Estados Unidos de 1870 tampoco es una lec-
tura fascinante. Pero si usted está investigando la genealogía de su
familia, o tratando de entender los cambios demográficos de finales
del siglo XIX, es información esencial.
Algunas partes de la Biblia son para referencia: al igual que el censo,
contienen información esencial, pero incluso los autores originales
nunca esperaron que la gente quisiera leerlas directamente.
El problema para las personas que se proponen leer la Biblia de ade-
lante hacia atrás suele venir cuando llegan a los últimos capítulos
del Éxodo, o casi todo el libro de Levítico, donde las leyes sociales y

24
rituales de Israel se dan en detalle exhaustivo. Esas leyes eran y si-
guen siendo información esencial, pero leerlas directamente es difí-
cil e innecesario cuando se está empezando. Habrá mucho tiempo
después para referirse a esas leyes cuando necesite entender algu-
nas de las costumbres que aparecen en las historias posteriores. En-
tonces las leyes serán mucho más interesantes, porque realmente
verás cómo funcionaban en la vida real.
Así que, si decides leer la Biblia de principio a fin, no te avergüences
de seguir adelante si te atascas. Es mucho mejor leer la mayor parte
de la Biblia que leer un libro y medio al principio y luego dejarlo
para siempre, con miedo de volver a abrirlo.

2. DESPUÉS DEL LECCIONARIO


Otra buena manera de leer casi toda la Biblia es seguir el leccionario
diario.
Ciertas lecturas son asignadas para ser leídas en la Misa todos los
días. Los domingos y los días festivos, las lecturas se seleccionan
porque van juntas y se iluminan unas a otras. Así que seguir el lec-
cionario puede ayudarle a entender las lecturas en todo el contexto
de la historia de la salvación.
La tipología cobra vida: se ve cómo las cosas en el Antiguo Testa-
mento prefiguraban las cosas en el Nuevo, y cómo los acontecimien-
tos de toda la Biblia se cumplen en los sacramentos de la Iglesia.
Recuerde que la liturgia es el ambiente nativo de la Escritura.
Cuando usted sigue el leccionario, está leyendo la Biblia desde el co-
razón de la Iglesia.
Una de las ventajas de leer junto con el leccionario es que la homilía
en la Misa usualmente se basa en uno de los pasajes que has estado
leyendo. ¿Qué mejor manera de entender la Biblia que haciendo que
el clero de la Iglesia te la explique a medida que avanzas? Puede que
incluso decidas empezar a ir a misa todos los días, sólo para que
puedas escuchar lo que el sacerdote tendrá que decir sobre lo que

25
has estado leyendo. Y el ir a misa es en sí mismo algo bueno. Es la
manera de ver la mistagógica en acción - cómo las Escrituras se des-
pliegan y se revelan en la liturgia.
La mistagogía es la instrucción post-bautismal en los misterios divi-
nos de la fe cristiana.
Revela la verdad escondida en las Escrituras y celebrada y cumplida
en los sacramentos.
(Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 1075)
Hay desventajas, por supuesto. No se leen libros enteros en secuen-
cia de esta manera, y puede ser difícil seguir una larga historia que
sólo se lee en segmentos cortos. Pero no hay ninguna regla en contra
de leer más que la lectura diaria. Si quieres entender el contexto, por
supuesto, lee todo el capítulo. Si terminas leyendo el libro entero
porque no puedes dejar de leerlo (y eso ciertamente puede suceder,
porque hay algunos libros que realmente cambian de página en la
Biblia), no hay nada malo en ello.

3. LECTURA DE SUS HISTORIAS FAVORITAS


Tal vez recuerdes algunas de las historias bíblicas favoritas de tu in-
fancia, historias que siempre encendieron tu imaginación y te deja-
ron emocionado e inspirado. ¿Por qué no volver a leer esas historias
ahora?
Al final de este libro hay una sección llamada "Dónde encontrar..."
Todas tus historias favoritas están ahí, y probablemente algunas que
no recuerdas. Es un buen lugar para empezar.
Muchas Biblias tienen referencias en el margen o en la parte inferior
de la página que le indican pasajes reveladores en otros libros de la
Biblia. Una vez que haya leído y disfrutado de una historia, siga algu-
nas de esas referencias. Usted podría encontrar la misma historia
contada desde un punto de vista diferente. O podría encontrar una
meditación posterior de un escritor sobre la historia que acaba de

26
leer. O puede ser que encuentres un pasaje en la Ley que ilumine las
costumbres descritas en la historia, o una predicción notable de los
eventos por parte de un profeta. Y si usted sigue las referencias de
ese pasaje, ¿quién sabe dónde podría terminar? Es una gran manera
de ver cómo todo en la Biblia está interrelacionado y es interdepen-
diente.
Puede que leer sus historias favoritas no sea la mejor manera de leer
toda la Biblia, pero es una buena manera de empezar a leer y recor-
dar la aventura que puede ser la Biblia. Incluso si nunca hicieras más
que eso, probablemente estarías muy por delante de la mayoría de
los cristianos.
Como sea que decidas leer, sigue leyendo. Reservar un tiempo du-
rante el día para leer la Biblia. ¿Tienes diez minutos libres antes del
desayuno? ¿Puedes almorzar diez minutos más rápido y dejar un
poco de tiempo al final? ¿Tienes diez minutos antes de irte a la
cama? Diez minutos son casi siempre tiempo suficiente para leer las
lecturas del día del leccionario, o un capítulo del libro de su elección.
No tienes que hacer de esto un gran proyecto. Sólo haz un pequeño
proyecto, pero uno con el que te quedes. Se sorprenderá de lo mu-
cho que un pequeño esfuerzo puede hacer una gran diferencia en su
fe.

27
LOS LIBROS DE LA BIBLIA
ANTIGUO TESTAMENTO
EL PENTATEUCO, O LA LEY

L
os primeros cinco libros de la Biblia fueron tradicionalmente
atribuidos a Moisés. Incluyen la historia de los comienzos del
mundo y de Israel como nación, y también proveen las leyes
fundamentales por las cuales los israelitas debían vivir como una
nación santa apartada para Dios.
Génesis significa "comienzo" en griego: cuenta la historia del co-
mienzo de todo. Comienza con la creación y termina con la mudanza
de los antepasados de Israel a Egipto. En medio escuchamos las his-
torias de la Caída, el Diluvio, la Torre de Babel, Abraham, Isaac, Jacob
y José, entre muchos otros.
Éxodo, que significa "salir", cuenta cómo el pueblo de Israel escapó
de la esclavitud en Egipto y recibió la Ley en el desierto del Sinaí. Su
líder era Moisés, cuya historia ocupa la mayor parte de la primera
parte del libro. La historia de las diez plagas de Egipto, incluyendo la
Pascua, está en Éxodo, y también lo están los Diez Mandamientos.
Levítico se llama así porque era un manual para los levitas. Después
de que Israel pecó al adorar al becerro de oro, los levitas fueron
apartados como la tribu sacerdotal. Levítico detalla las leyes de pu-
reza ritual que la nación de Israel tendría que seguir para marcarla
como una nación santa que pertenece a Dios.
Números incluyen dos censos de los israelitas - de ahí el nombre in-
glés. El nombre hebreo significa "En el desierto", que es una buena
descripción del resto del libro. Cuenta cómo Israel pasó cuarenta
años vagando por el desierto como castigo por la falta de fe de la
gente al negarse a creer que el Señor entregaría a Canaán en sus ma-
nos.

28
Deuteronomio significa "segunda ley" en griego. Cuando los israeli-
tas pecaron de nuevo adorando a los dioses paganos moabitas,
quedó claro que el pueblo no estaba preparado para la responsabili-
dad de ser una nación santa. La ley en Deuteronomio hace concesio-
nes a la "dureza de corazón" del pueblo, por ejemplo, el divorcio (ver
Deuteronomio 24:1, y comparar cómo Jesús explica esa ley en Mt
19:3-9).

LOS LIBROS HISTÓRICOS


Estos son los libros que cuentan la historia de Israel, desde la con-
quista de la Tierra Prometida, pasando por los años del reino unido
y el reino dividido, hasta el exilio y el retorno de un remanente para
reconstruir la Jerusalén destruida.
Josué cuenta cómo Israel conquistó la mayor parte de Canaán bajo
Josué, el sucesor de Moisés. La conquista va bien siempre y cuando
Israel sea fiel a las instrucciones del Señor; la desobediencia trae la
derrota. La famosa historia de la caída de Jericó está en Josué.
Jueces cubre muchos años de agitación en Israel, durante los cuales
los filisteos y los restantes cananeos invictos amenazaron constante-
mente a las tribus israelitas libremente confederadas. El libro sigue
un patrón de apostasía, opresión y redención: Israel se aparta de la
adoración del Dios Verdadero, Dios permite que Israel caiga en las
manos de sus enemigos, y Dios envía a un redentor cuando Israel
clama por ayuda. Muchas historias famosas están en Josué: La trom-
peta de Gedeón, Sansón y Dalila, y la hija de Jefté, por nombrar algu-
nos.
Rut es un bello romance que tiene lugar en la época de los Jueces. La
viuda moabita Rut sigue a su suegra de regreso a Israel: "Porque a
donde tú vayas, yo iré; y donde tú te alojes, yo me alojaré; tu pueblo
será mi pueblo, y tu Dios, mi Dios" (Rut 1:16). Eventualmente, se
casa con el rico y virtuoso Booz, convirtiéndose en el

29
bisabuela del rey David, y por lo tanto uno de los antepasados de Je-
sucristo.
Samuel, que está dividido en dos libros, cuenta la historia del co-
mienzo del reino de Israel. Cuando el pueblo demanda tener un rey,
Dios envía a Samuel para ungir a Saúl como Rey de Israel. Pero Saúl
pierde el reino por su desobediencia, y Dios envía a Samuel a ungir a
David. Gran parte de 1 Samuel está ocupado con la larga lucha entre
el cada vez más loco Saúl y David, que se niega a quitarle la vida a
Saúl incluso cuando tiene la oportunidad. La mayor parte de 2 Sa-
muel está dedicada al largo reinado de David. La historia de David y
Goliat está en 1 Sam 17; el pacto de Dios con David, con su promesa
de darle a David una dinastía eterna, está en 2 Sam 7.
Reyes, que también está en dos libros, retoma la historia donde 2 Sa-
muel dejó al final del reinado de David. 1 Los reyes hablan del glo-
rioso reinado de Salomón, cuya apostasía trae consigo la división del
reino después de su muerte. Diez de las doce tribus se rebelan y for-
man el reino del norte de Israel; sólo quedan Judá y Benjamín en la
casa de David. Los ciclos de apostasía y reforma terminan con la des-
trucción de ambos reinos, primero Israel y luego Judá. Las tribus del
norte están dispersas, nunca más regresarán; las dos tribus del sur
están exiliadas en Babilonia.
Crónicas, también en dos libros, cubre gran parte de la misma histo-
ria que Samuel y Reyes. El énfasis en Crónicas es más teológico, y el
autor hace un esfuerzo especial para mostrarnos a David como el
modelo del rey ideal.
Esdras cuenta cómo algunos de los habitantes de Judá regresaron a
su patria después de décadas en el exilio. Bajo el liderazgo del sacer-
dote Esdras, intentaron reconstruir el Templo en Jerusalén y vivir
sus vidas en obediencia a la Ley de Moisés.
Nehemías cuenta cómo Nehemías, que había sido copero del rey
persa, regresó a Jerusalén para dirigir la reconstrucción. Gran parte

30
de ella procede de las memorias de Nehemías, una narración única
en primera persona de la antigua Jerusalén justo después del exilio.
Tobit cuenta la historia, ambientada en la comunidad israelita exi-
liada, de un israelita cuyo intento de mantener a su familia en el ca-
mino de la justicia recibe ayuda inesperada de un ángel disfrazado.
(Tobit es uno de los libros deuterocanónicos.)
Judith es la historia heroica de una mujer israelita que salva a su
pueblo de la conquista de los asirios. (Judith es uno de los libros
deuterocanónicos.)
Ester cuenta la historia de una mujer israelita exiliada que se con-
vierte en Reina de Persia y salva a su pueblo de una conspiración
genocida. (Algunas partes de Ester son deuterocanónicas; el libro es
más largo en las Biblias Católicas que en las Biblias Protestantes o
judías modernas.)
1 Macabeos cuenta la historia de la rebelión judía contra los opresi-
vos emperadores seléucidas que trataron de forzar el paganismo
contra los judíos, y cómo, contra todo pronóstico, la rebelión tuvo
éxito. (1 Macabeos es uno de los libros deuterocanónicos.)
2 Macabeos narra algunos de los mismos acontecimientos encontra-
dos en 1 Macabeos, enfatizando el testimonio de la sangre: el marti-
rio. (2 Macabeos es uno de los libros deuterocanónicos. Algunas Bi-
blias colocan los libros de los Macabeos al final del Antiguo Testa-
mento, en lugar de aquí al final de los libros históricos.)

LOS LIBROS DE LA SABIDURÍA


La mayoría son libros poéticos. Algunos de ellos, como los Salmos y
el Cantar de los Cantares, son pura poesía; otros, como los Prover-
bios y la Sabiduría, son colecciones de sabios consejos sobre cómo
vivir la buena vida; y otros, como el trabajo y el Eclesiastés, abordan
las cuestiones más difíciles de la vida. La literatura de la sabiduría
tiene un amplio atractivo: habla de las preocupaciones de todas las

31
personas, no sólo de los israelitas, y usa esas preocupaciones para
acercar a todas las personas a Dios.
Job hace la pregunta más difícil en toda la filosofía: ¿por qué sufre la
gente buena? Job es próspero y sirve a Dios fielmente. Satanás, ac-
tuando como fiscal en la corte de Dios, predice que el trabajo malde-
cirá a Dios si pierde todas sus bendiciones. Así que Job lo pierde
todo, pero aun así no maldecirá a Dios. Sin embargo, también se
niega a admitir que su caída fue el resultado de su pecado, incluso
cuando sus amigos tratan de persuadirlo de que confiese su pecado
desconocido y ore a Dios para que lo perdone. Al final, Dios mismo
reivindica el trabajo, pero el trabajo nunca puede esperar entender
las razones de su sufrimiento. La sabiduría y el poder de Dios son in-
finitos e inescrutables.
Los salmos son el gran himnario de Israel, lleno de poesía litúrgica
que todavía resuena en las palabras de nuestra Misa de hoy. Mu-
chos de los salmos se atribuyen al rey David, que fue el mayor poeta
del antiguo Israel. Hay salmos para cada ocasión y cada sentimiento,
y muchos de ellos tienen un carácter tanto profético como poético.
El Salmo 22, por ejemplo, fue citado por Jesús en la Cruz. (Hay dos
sistemas de numeración diferentes para los Salmos. La mayoría de
las Biblias modernas usan el sistema de numeración hebrea, pero al-
gunas Biblias católicas antiguas usan el sistema de la Septuaginta, la
traducción griega usada por los judíos de la Dispersión.)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?- Sal 22:1
Proverbios es una colección de dichos sabios. Muchos se atribuyen a
Salomón, cuya sabiduría era legendaria, pero otros provienen de
otras fuentes. Algunos pasajes se parecen mucho a la literatura de
sabiduría de otras culturas del Cercano Oriente, lo que sugiere que
la literatura de sabiduría hebrea podría tener un amplio atractivo
también para otras naciones.
Eclesiastés hace la pregunta existencial más básica: ¿Vale la pena vi-
vir la vida? "Todo es vanidad", dice el autor, y nada en la vida parece
32
valer la pena. Pero el libro termina concluyendo que temer a Dios y
guardar sus mandamientos son las cosas que hacen que la vida valga
la pena vivir.
El Cantar de los Cantares, o el Cantar de los Cantares, es un poema
de amor que celebra el deleite mutuo de una novia y un novio. Pero
los teólogos judíos y cristianos siempre han visto también un signifi-
cado más profundo: una alegoría del amor de Dios por su pueblo.
La Sabiduría de Salomón celebra la Sabiduría personificada, y cuenta
la historia de la historia de la salvación guiada por la Sabiduría. (La
sabiduría es uno de los libros deuterocanónicos.)
Sirach (o la Sabiduría de Jesús, hijo de Sirach, también conocido
como Ecclesiasticus) es una colección de sabiduría sobre el tema de
vivir bien la vida. Enfatiza específicamente la importancia de la sabi-
duría en la vida familiar.

LOS PROFETAS
Los profetas trajeron la palabra de Dios a la gente que necesitaba
oírla - a veces una palabra de juicio a los engreídos y complacientes,
a veces una palabra de consuelo a los oprimidos y afligidos. Los li-
bros proféticos de la Biblia se dividen en profetas "mayores" y "me-
nores" según la longitud de los libros - no porque algunos fueran
más importantes que otros.
LOS PROFETAS MAYORES
Isaías incluye profecías de un largo período antes y durante el Exilio.
Isaías predice el juicio de Judá por sus pecados, pero también trae la
promesa reconfortante de que un remanente fiel regresará a Jerusa-
lén, y finalmente el Ungido del Señor - el Mesías - vendrá a salvar a
todo el pueblo de Dios.
Jeremías profetizó durante el trágico período justo antes y después
de la destrucción babilónica de Jerusalén. Su libro es el más largo de
la Biblia, e incluye algunas historias dramáticas de sus enfrenta-
mientos con reyes y ministros malvados, así como sus famosos

33
oráculos. Como Isaías, Jeremías predijo la destrucción de Judá, pero
también prometió un tiempo en que Dios instituiría un nuevo pacto
con su pueblo, y todas sus lágrimas serían enjugadas.
Lamentaciones es una serie de poemas, atribuidos a Jeremías, sobre
la destrucción de Jerusalén. Aunque los poemas están llenos de tris-
teza, también están llenos de fe en que, incluso en el desastre, Dios
no abandonará a su pueblo.
Baruc es atribuido al secretario de Jeremías. Lleva un mensaje de
consuelo a los israelitas cautivos en todas partes: Jerusalén no los
abandonará, y el camino de Moisés sigue siendo el mejor y más sa-
bio. (Baruch es uno de los libros deuterocanónicos.)
Ezequiel está lleno de imágenes extrañas y dichos duros. El mismo
profeta fue llamado mientras estaba exiliado en Babilonia; ve visio-
nes de la adoración celestial, y espera un Israel perfeccionado des-
pués del exilio, donde la liturgia del Templo será perfectamente ce-
lebrada.
Daniel es una combinación de profecía e historias inspiradoras. Gran
parte del libro está ocupado por una visión apocalíptica de la ve-
nida del Hijo del Hombre. Las famosas historias de Daniel en el foso
de los leones y los tres jóvenes en el horno también están en Daniel.
Algunas secciones de Daniel son deuterocanónicas, incluyendo las
famosas "historias de detectives" en las que la sabiduría de Daniel
salva a Susana de los ancianos y expone el engaño de los sacerdotes
de Bel.
LOS PROFETAS MENORES
Oseas compara a Israel con una esposa adúltera, pero promete que
Dios redimirá a su pueblo aun después de su adulterio.
Joel es una visión del juicio inminente (el "Día del Señor"), una lla-
mada al arrepentimiento y una promesa del envío del Espíritu Santo.

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Amós pronuncia juicio contra los enemigos de Israel, pero el juicio
más terrible contra el propio Israel por la infidelidad del pueblo.
Pero al final la casa de David será restaurada.
Abdías pronuncia un juicio contra Edom, enemigo tradicional de Is-
rael.
Jonás cuenta la historia a veces cómica de un profeta renuente que
trata de huir cuando Dios lo envía a predicar el juicio a los odiados
ninivitas. Por supuesto, no puede huir de Dios, y para su disgusto,
los ninivitas se arrepienten y se salvan. Dios es misericordioso in-
cluso con los enemigos de Israel si se arrepienten.
Miqueas castiga a los líderes de Judá por traer el juicio de Dios, pero
promete que un Príncipe de Paz vendrá de la ciudad de Belén.
Nahum se regocija en la destrucción venidera de Nínive, el cruel des-
tructor de naciones, pero advierte a Jerusalén que espere el mismo
destino por su infidelidad.
Habacuc pinta a los babilonios que avanzan como instrumentos de
Dios para castigar.
Judá, pero promete que Israel no será completamente destruido.
Sofonías describe el Día del Señor, cuando el juicio terrible vendrá a
los impíos, pero los justos finalmente serán liberados de su aflicción.
Hageo profetizó después del regreso del Exilio, instando a la gente a
seguir adelante con la estancada reconstrucción del Templo.
Zacarías profetizó para sacudir a los exiliados que regresaban de su
complacencia. Les prometió que un rey y salvador vendría a ellos,
cabalgando humildemente en un burro.
Malaquías castiga al pueblo elegido por hipocresía, pero prevé un
tiempo en que cada nación ofrecerá a Dios un sacrificio puro.

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NUEVO TESTAMENTO
LOS EVANGELIOS
Los Evangelios cuentan la historia de la vida y el ministerio de Jesús.
Cada uno de los cuatro autores elige diferentes detalles para enfati-
zar, pero todos tienen la misma historia que contar.
Mateo, Marcos y Lucas son a menudo conocidos como los Evangelios
"Sinópticos", porque cuentan muchas de las mismas historias de la
misma manera. Juan parece haber sido escrito más tarde y cuenta la
misma historia desde un punto de vista diferente.
Mateo fue escrito probablemente para los judíos cristianos en Pales-
tina. Describe a Jesús como el "hijo de Abraham" (Mt 1,1), que cum-
ple el pacto de Abraham; lo describe como un nuevo Moisés, el da-
dor de la nueva ley; y como el Hijo de David, el verdadero rey. Mateo
incluye el famoso Sermón de la Montaña (capítulos 5-7).
El libro de la genealogía de Jesucristo, el hijo de David, el hijo de
Abraham. -Mt 1:1
Marcos es atribuido a Juan Marcos, un discípulo de Pedro. Marcos
escribió la historia de Jesús como Pedro la había proclamado. Él en-
fatiza la filiación divina de Jesús y su estatus como el ungido de Dios,
una identidad probada por sus milagros, pero mantenida en secreto
para aquellos que lo malinterpretarían como un mero rey terrenal.
Lucas, el único no judío entre los escritores de los Evangelios, fue
compañero de Pablo. Como Pablo, él enfatiza que Cristo vino a salvar
a todo Israel y a los gentiles. Escribió para una audiencia gentil, ex-
plicando cuidadosamente las costumbres judías. También añadió la
historia de la concepción y el nacimiento de Jesús, que puede haber
escuchado de la misma María.
Juan enfatiza la identidad celestial de Jesús y provee una reflexión
teológica más expansiva. Sitúa los acontecimientos de la vida de Je-

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sús en el contexto de las fiestas judías, que Cristo cumplió. Juan enfa-
tiza los sacramentos cristianos, especialmente el bautismo y la Euca-
ristía. Representa los milagros de Jesús como "señales" que apuntan
a misterios más profundos.

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES


Los Hechos de los Apóstoles, escritos como continuación del Evan-
gelio de Lucas, cuentan cómo la Iglesia primitiva creció de un pu-
ñado de creyentes en Jerusalén a muchos miles en todo el mundo. Se
concentra en la obra de Pedro y Pablo y enfatiza la misión del Espí-
ritu Santo en la vida de la Iglesia.

LAS EPÍSTOLAS
Estas son cartas de los Apóstoles a las comunidades que necesitaban
aliento, disciplina o consejo. El mayor número, con mucho, lleva el
nombre de Paul.

EPÍSTOLAS DE PABLO
Romanos, la más larga de las cartas de Pablo, es un profundo estudio
teológico de la salvación en Cristo. Pablo demuestra que tanto los ju-
díos como los gentiles son pecadores y que necesitan un salvador, y
rastrea su situación hasta el pecado original de Adán. La Iglesia
muestra el plan de Dios para salvar a "todo Israel" y a los gentiles
(Romanos 11:26-27).
1 Corintios da el consejo paternal de Pablo para el orden, tanto en la
Iglesia como en la vida moral privada. Describe a la Iglesia como el
Cuerpo de Cristo y a los cristianos como Templos del Espíritu Santo.
Discute la variedad de los dones y vocaciones de Dios, casados y céli-
bes. Se preocupa por la doctrina adecuada y la observancia de los sa-
cramentos.
2 Corintios defiende el ministerio de Pablo después de un tiempo di-
fícil con la Iglesia de Corinto. Pablo habla más personalmente aquí
de lo que suele hacerlo. Le preocupa que los "falsos apóstoles" hayan
engañado a los cristianos de Corinto.

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Gálatas defiende el entendimiento ortodoxo del Evangelio contra
aquellos que someterían a los cristianos gentiles a la circuncisión y a
otras leyes ceremoniales del Antiguo Pacto. Es una súplica apasio-
nada para que los cristianos reconozcan que la cruz de Cristo cum-
plió la Antigua Alianza e inauguró una "nueva creación" (Gálatas
6:15) y renovó a Israel (6:16).
Efesios enseña a los nuevos cristianos sobre el "misterio" de Cristo y
de la Iglesia. Cristo reina en el cielo (Ef 1, 20) y renueva el mundo
por medio de su Iglesia (3, 10). Pablo habla de la Iglesia como
cuerpo y esposa de Cristo (5:22-32) y como Templo del Espíritu
Santo (2:21-22).
Filipenses fue escrito para expresar la gratitud de Pablo por la gene-
rosidad de los cristianos de Filipos. Es una carta afectuosa, aunque
también desafía a los filipenses a seguir creciendo en madurez. Pa-
blo advierte contra los falsos maestros.
Colosenses se dirige a nuevos cristianos que han sido engañados por
falsos maestros. La carta enfatiza la supremacía de Cristo como crea-
dor y redentor y el poder salvador del bautismo.
1 Tesalonicenses es una carta de aliento para los nuevos cristianos
que ya estaban enfrentando persecución y otras presiones. Pablo es-
cribe extensamente sobre las últimas cosas, la muerte y el juicio, y
asegura a los Tesalonicenses que sus muertos serán resucitados, y
que el juicio venidero será una reivindicación para los cristianos.
2 Tesalonicenses refuerza los temas de 1 Tesalonicenses, aclarando
la enseñanza sobre el regreso de Cristo, y exhortando a los cristia-
nos a vivir una vida ordenada y normal de trabajo diligente. Les re-
cuerda que se aferren a lo que se les ha enseñado, ya sea por escrito
o verbalmente.
1 y 2 Timoteo contiene consejos e instrucciones para un obispo jo-
ven - su conducta personal, doctrina, culto público y la disciplina de
su congregación.

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Tito, como las cartas a Timoteo, aconseja a un joven obispo sobre la
conducta privada y pública.
Filemón es una nota personal rogando a uno de los amigos de Pablo
que recupere a su esclavo fugitivo, Onésimo, sin castigarlo. Al usar el
lenguaje familiar (padre, hijo, hermano), Pablo enfatiza el nuevo
vínculo que une a todos los cristianos.

OTRAS EPÍSTOLAS
Hebreos es un ensayo sobre la historia de la salvación y la teología
de la alianza, muy similar al pensamiento de San Pablo. Centrándose
especialmente en el sacerdocio, muestra cómo las instituciones del
Antiguo Pacto prefiguraban su mayor cumplimiento en Jesucristo.
Santiago enfatiza la importancia de las buenas obras como fruto de
la fe en Cristo.
1 y 2 Pedro aconseja a los cristianos cómo vivir su vida en medio de
tentaciones y persecuciones.
1, 2, y 3 Juan fue escrito para advertir contra doctrinas falsas especí-
ficas que fueron envenenando a la comunidad, y animando a los cris-
tianos a permanecer fieles a la verdadera doctrina aun cuando la
falsa doctrina parezca ser poderosa.
Judas es una advertencia urgente contra la falsa doctrina, con ejem-
plos de figuras del Antiguo Testamento que descarriaron a la gente y
sufrieron un juicio justo.

APOCALIPSIS
La Revelación, también llamada el Apocalipsis (en griego "develar"),
es una serie de visiones de la acción de Dios en toda la historia y la
creación. Su narración es simbólica, hablando de eventos y acciones
en términos de guerra espiritual y adoración ritual - una liturgia ce-
lestial, con altar, sacerdotes, vestiduras, himnos, cálices y sacrificios.
A través de la mediación de los ángeles, Dios revela al autor, Juan,

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que los santos ya son victoriosos y que ahora las fuerzas del mal se-
rán derrotadas. Finalmente, el autor ve un cielo nuevo y una tierra
nueva, libres del dolor y el pecado que asolaban el mundo viejo,
donde Dios mismo es la luz y el templo. Aunque Apocalipsis tiene la
reputación de estar lleno de visiones aterradoras de guerra y catás-
trofe, es realmente un mensaje de profundo consuelo. A los malva-
dos les llegan juicios terribles, pero ninguno de los siervos fieles de
Dios se ha perdido.

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DÓNDE ENCONTRAR

C
ualquier historia y doctrina en varios lugares diferentes de la
Biblia, pero puede comenzar con las referencias que se dan
aquí. Para referencias más completas (pero todavía útiles), se
recomienda: “Where Is That in the Bible?” y “Why Is That in Tradi-
tion?” de Patrick Madrid.
Historias de los comienzos del mundo
La Caída (la serpiente en el Huerto del Edén):
Historias de los Patriarcas
Historias de Moisés y el Éxodo
Los Diez Mandamientos dados en el Monte Sinaí:
Historias de la Conquista y de los Jueces
Historias del Reino Unido
Historias de los reinos divididos
Historias del exilio y del después
Profecías de Cristo
La vida de Jesús
Los Misterios del Rosario
Misterios gozosos
Misterios Luminosos
Misterios Dolorosos
Misterios Gloriosos
Otros acontecimientos en la vida de Jesús

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(Muchas de estas historias están en más de un evangelio, pero puede
empezar con las referencias dadas aquí.)
Las parábolas de Jesús
El nacimiento de la Iglesia
Los Sacramentos
La Biblia en la Misa

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