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Art. 303: Para que el depósito sea mercantil se requiere: 1. º Que el depositario, al menos, sea
comerciante. 2. º Que las cosas depositadas sean objeto de comercio. 3. º Que el depósito
constituya por sí una operación mercantil o se haga como causa o a consecuencia de operaciones
mercantiles.
¿Es necesario que el depositante sea empresario, o que el depósito tenga un causa
mercantil? Esto son dudas que aparecen debido a esta mala configuración del CdC. Pero
no es imprescindible este 303.3, pero en algunos casos se puede negar la mercantilidad
del depósito. ¿Qué consecuencias tiene? Pues el sometimiento último a las
especialidades en materia de contratos mercantiles (partes, mora, etc.). En definitiva, es
una materia cuya regulación es deficiente, de ahí que con el anteproyecto de CdC se
quisiera unificar todos estos contratos.
El depósito es un contrato retribuido, y la Ley no sólo da esta presunción, sino que salvo
que se pacte de manera expresa en contra, no será gratuito.
Diríamos que junto a la figura del contrato de depósito del CdC existen depósitos
irregulares en los que la finalidad de custodia puede, en función del objeto de depósito,
ser utilizada por el depositario. Por ejemplo, los depósitos bancarios, en el que
tendríamos 100.000€ en una caja fuerte, podrá ser un depósito estándar con las
obligaciones de custodia y de devolución de la cosa sin deterioro, pero puede ser que
dejemos el dinero en el banco como un depósito en el que el banco se compromete a
que podamos disponer del dinero cuando tengamos interés (esto es un contrato de
depósito irregular, porque existe una finalidad de custodia pero no es la única en el
contrato, y se permite que el depositario utilice la cosa objeto de depósito; los 100.000€
serían del banco y podrá hacer lo que quiera, aunque nos tenga que dar la misma
cantidad si lo pedimos pero no los mismos billetes).
El art. 310 se refiere a los depósitos verificados en los bancos, en los almacenes
generales, las sociedades de crédito y en cualesquiera otras compañías. Nos dice aquí el
CdC que más allá de la legislación común o general a los contratos de depósito hay una
regulación específica para los supuestos típicos en los que funciona este contrato, y
prevalecerán las normas establecidas allí por encima de las del CdC.
El contrato terrestre de mercancías estaba regulado en una ley de 1987, que fue
modificada por la de 2009. Esta norma es de una extensión moderada (79 artículos) y
tiene unas especialidades importantes en cuanto a su regulación, y la consciencia por
parte del legislador de que lo mejor es dejar una buena parte de la configuración a la
autonomía de la voluntad sólo estableciendo una marco normativo imperativo (como
por ejemplo en las causas de responsabilidad).
También hay que señalar que esta ley no se aplicará en muchas ocasiones porque este
contrato tiene un elemento de internacionalidad evidente por su propia naturaleza. Así
pues, si el transporte es internacional se aplicarán las reglas establecidas en un convenio
de 1956 conocido como CMR (siglas francesas Convenio Mercancías Terrestres), que
tiene una carga imperativa superior que la ley española.
Según el art. 2, vemos que hay una persona llamada porteador que se obliga a llevar las
mercancías de un lugar a otro facilitadas por el cargador. No se obliga sólo al transporte,
sino a llegar al destino, a poner las mercancías a disposición del destinatario. Esta
precisión obedece al hecho de que se aclare una duda acerca de si la obligación asumida
por el porteador es de medios o resultado (si cumple utilizando los medios para llevar a
El art. 3, dice que salvo que se diga expresamente, las partes pueden alterar la
configuración de las obligaciones (hay aspectos como el régimen de responsabilidad en
el que hay un sistema que no puede ser objeto de alteración, con lo cual, la presunta
dispositividad de esta ley, no se da en este aspecto tan relevante).
El art. 4 identifica a los sujetos que pueden ser actores en el contrato de transporte:
Porteador y cargador son los más importantes y, aunque haya otros actores satélite, son
meros instrumentales para la actividad.
El art. 11 dice que la carta de porte se emitirá en 3 ejemplares que firmarán cargador y
portador (uno viaja con las mercancías, otro se queda en poder el cargador y otro en el
del portador). Así siguen los arts. siguientes de la ley refiriéndose a la carta de porte,
que aunque no es un documento obligatorio, es muy útil como prueba no sólo de lo
pactado en cuanto a las condiciones de transporte sino también en cuanto a la calidad
y cantidad de la mercancía (revisión de la misma). Muchas veces, la compraventa de las
mercancías se transmite mediante la carta de porte (documento que legitima a la
persona que lo tenga a recoger las mercancías).
La posibilidad de calcular la prima unida a una serie de factores, obliga a establecer una
serie de declaraciones de valor de la mercancía transportada y se establecen
mecanismos de limitación de responsabilidad. Esta idea, considerada como un privilegio
del porteador, como lo es en otros ámbitos (empresario naviero), deriva de la necesidad
de hacer del transporte una actividad previsible. La previsibilidad en el sentido de
determinar un límite máximo de la indemnización permite planificar la ordenación de la
actividad e incide en la capacidad de asegurar la mercancía.
Hay que determinar en el segmento en que se ha producido el daño para ver a quién le
corresponde la responsabilidad. El Capítulo V de la Ley contiene la Responsabilidad del
porteador. Hemos de decir que aquí las partes tratarán de defender su posición. Muchas
veces estas cuestiones, sin perjuicio de que se puedan resolver en los Tribunales,
tenemos las Juntas Arbitrales de Transporte que son organismos destinados a resolver
ese tipo de reclamaciones; las partes se someten a una resolución ad hoc, más rápida y
más barata. La norma va orientada a simplificar la compleja realidad e identificar a los
sujetos obligados para determinar los momentos en los que nos encontramos.
También se regulan las reservas, que significan que en el momento de recepción de las
mercancías es importante verificar el estado en el que han llegado al destino. En este
sentido, el art. 60 establece que en el momento de la recepción y con un plazo máximo
de 7 días a la entrega deben realizarse estas reservas, porque de lo contrario las
opciones de reclamar disminuyen de manera considerable. Esto requiere una diligencia
por parte del destinatario, pero muchas veces las mercancías vienen embaladas.
a) En las acciones de indemnización por pérdida parcial o avería en las mercancías o por
retraso, desde su entrega al destinatario.
b) En las acciones de indemnización por pérdida total de las mercancías, a partir de los
veinte días de la expiración del plazo de entrega convenido o, si no se ha pactado plazo
de entrega, a partir de los treinta días del momento en que el porteador se hizo cargo
de la mercancía.
c) En todos los demás casos, incluida la reclamación del precio del transporte, de la
indemnización por paralizaciones o derivada de la entrega contra reembolso y de otros
gastos del transporte, transcurridos tres meses a partir de la celebración del contrato de
transporte o desde el día en que la acción pudiera ejercitarse, si fuera posterior.