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MMVC/2019

Los géneros literarios

En la actualidad no existe una concepción unánime sobre la literatura, basándose en presupuestos


literarios de diversos tipos. El genólogo, que se dedica a estudiar los diferentes géneros, debe
enfrentarse a problemas como el enorme y variado número de géneros, subgéneros y otras
distinciones necesarias. Ante tan compleja tarea, se hace necesario consensuar y establecer
conceptos generales aplicados en la literatura y del texto en general. Spang toma la literatura
ficcional como campo de investigación, tomando una actitud descriptiva y sistematizadora, ya que
busca ordenar y crear grupos para las distintas formas literarias. Para ello diferencia cinco niveles
de observación y de abstracción: en un primer nivel, se ubican las manifestaciones verbales en
general; la literatura en su totalidad se sitúa en un segundo nivel; el nivel tres corresponde al modo
del que forma parte; en cuarto lugar, el género al que pertenece y en el nivel cinco sitúa la obra
literaria individual y concreta.
El estudio del género puede enfocarse desde cuatro ámbitos de investigación: el ontológico, el
clasificador, el histórico y el enfoque funcional. Es preciso conocerlos y diferenciarlos, ya que
ninguno puede estudiarse desconociendo el otro aspecto.
Si se lo enfoca desde lo histórico, puede tener dos aspectos diferentes que se complementan: “el
género como categoría de una clasificación retrospectiva (...) que estudia la evoución de una
determinada serie (...),de textos escritos hasta la fecha” (Schaeffer, 1983, citado por Spang) y un
enfoque prospectivo, tomando el género como base de futuros modelos a realizarse.
La utilización del término “género” para hacer referencia a los modos o géneros teóricos dentro del
nivel de abstracción (narrativa, dramática y lírica) y a su vez a las subdivisiones de estas formas,
puede generar cierto grado de confusión. Para Spang el problema consiste en “la unidad y la
diversidad, presente en todos nuestros intentos de “ordenar” la realidad” (Spang, p. 1218), aunque
lo que importa es saber distinguir en forma clara los conceptos y niveles a tener en cuenta. Se debe
también tener en cuenta la concepción de literatura que se maneja para asentar el concepto de
género literario, ya que hay varias concepciones, entre ellas la maximalista y la de Croce, que
discrepan en absoluto sobre el estilo de clasificación literaria. Sin embargo, hay conceptos formales
como la densidad en la estructura y el estilo del texto que lo convierten en literario. El autor define
la literatura como un acto verbal, que se basa en una estructuración y elaboración lingüística al que
se le suma el carácter ficcional de la realidad que se presenta, porque su objetivo es lograr una
interpretación del hombre y su mundo, no sólo para comprenderla sino para actuar sobre ella.
El concepto de creación literaria antes del Romanticismo era de carácter normativo, siguiendo
preceptos de la época y emulando modelos, no copiando estilos, ya que la individualidad se dejaba
entrever en el resultado. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, con este movimiento literario
que promovía la imaginación y la sensibilidad del artista, el principal objetivo era resaltar su
capacidad innovadora y la originalidad. En la actualidad, pueden encontrarse creaciones literarias de
distintos estilos, “puros” o fusionados.
En cuanto al fin del estudio genérico, más allá de la clasificación de cada obra, Garrido Gallardo se
refiere al género como base estructural junto a sus propiedades estilísticas que surgen luego de
comparar las distintas obras a través de la historia y recuperar esa estructura común que comparten.
“El género (...) nos permite indagar las relaciones entre estructura y temática, forma (del contenido
y de la expresión) e historia” (Garrido Gallardo, citado por Spang, p. 1221), coincidiendo en que el
componente lingüístico, la creación individual y el factor social son problemas primordiales a
resolver dentro de la teoría literaria.
Aunque no es fácil encontrar solución a los problemas planteados con anterioridad, hay una
tendencia a renombrar el nivel de los modos como punto de coincidencia y así evitar confusiones.
Para Goethe son “formas naturales” de la expresión literaria que permanecen sin cambio a través
del tiempo, coincidiendo con Emil Staiger, que llama “conceptos fundamentales de poética” a estas
invariantes del sistema literario que se extienden màs allá de la literatura, ya que la noción de lo
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lírico, lo dramático o lo épico puede vincularse a cuestiones de la vida misma (Goethe y Staiger,
citados por Spang, p. 1222 y 1223). En 1970, el escritor Gérard Genette realiza originales aportes
con la idea de “architextualidad”, incorporando el tema de la “hipertextualidad”, palabra que
engloba todas las relaciones explícitas que se dan en las obras literarias, extendiéndose al espacio
genérico “en el sentido de nociones de los determinados géneros que se heredan en el contexto
diacrónico y sincrónico para formar una especie de “algoritmo textual” una acumulación de pautas
y expectativas con claras implicaciones históricas (Spang, p. 1223). Warren desarrolla la teoría de
los géneros tomando en cuenta los tipos de estructuras estrictamente literarias, llamandolos
“géneros fundamentales” y continuando con sus “subdivisiones”.
Aún sin resolver la doble utilización del término “género”, Spang se enfrenta a otra dificultad del
estudio de los géneros: el número de los modos. Tradicionalmente los estudios genológicos han
separado los modos en tres: épica, dramática y lírica. Según qué pautas se toman en cuenta para la
división, ya sea por el discurso, los aspectos del contenido o un criterio funcional, podemos
encontrar clasificaciones de dos, tres, cuatro o más clases. El autor se adhiere a la división clásica,
ya que puede resultar convincente “si se contempla el corpus de las obras literarias existentes”
(Spang, p. 1225).
Antes de arribar al concepto de género literario, deberá llegarse a un consenso sobre los criterios
cuantitativos y cualitativos que definirán en primera instancia qué es un texto, ya que Todorov
afirma que “un discurso (léase texto) es siempre y necesariamente un acto de lenguaje” (Todorov,
citado por Spang, p. 1226). Salvada esta instancia, con elementos firmes por la aprehensión de
concepciones literarias que despejen dudas, se puede establecer que “los géneros literarios
constituyen una una convención comunicativa entre los productores y los potenciales receptores,
cuyo conocimiento es imprescindible para la recta comprensión del mensaje” (Domínguez
Caparrós, 1987, citado por Spang, p.1228).
Diversos criterios han sido utilizados por los genólogos para definir los géneros literarios, dada las
diferentes interpretaciones observadas; como consecuencia no existe aún una proposición de
carácter firme que determina de manera unívoca ese concepto. Spang enumera los distintas pautas
comenzando por los criterios cuantitativos. La extensión es uno de los temas que resultan más
visibles al momento de enfrentarse a un texto, pudiendose distinguir de forma simple géneros de
corta extensión, medianos y largos, identificando casi instintivamente un texto corto con un poema,
o una novela con un texto amplio. Si bien no hay algo preciso sobre el tema, existen ciertos
parámetros màs o menos establecidos que permiten identificar claramente el género según la
extensión, aunque vale aclarar que pueden existir variaciones cuantitativas dentro de cada uno de
ellos.
Tomando en cuenta criterios lingüístico-enunciativos, podemos observar que el texto trae consigo
algo que tienen que ver con el estilo propio como la métrica, pudiendo identificar distintas obras
según el número de versos o sílabas. También encontramos niveles estilísticos que han sido rasgos
definitorios de cada género, distinguiendo estilos alto, mediano y bajo, aunque Spang recomienda
“mantener mucha cautela y una sólida perspectiva histórica”(Spang, p. 1230) cuando se busca
identificar un género literario por su estilo. Si tomamos en cuenta las funciones lingüísticas y los
registros, se pueden observar ciertos aspectos que se disponen en forma diversa como “el carácter
connotativo y denotativo del lenguaje” (Spang, p.1230). Los registros lingüísticos incorporan al
texto literario ciertos matices que permiten distinguir géneros, ya sea por el tipo de registro
(sociolecto, dialecto, idialecto), por su forma culta en oposición a la coloquial, o la amplitud del
lenguaje para provocar en el lector distintos sentimientos, como la emoción, lo trágico y lo cómico,
etc. Cuando se produce un acto de habla, a esa combinación de palabras se le agregan ciertos
valores comunicativos que se dan circunstancialmente durante la enunciación y a partir de ello
pueden definir géneros literarios. Para ello debe tenerse en cuenta “la situación de habla desde el
punto de vista retórico y pragmático” y después “sus repercusiones sobre el género literario”
(Spang, p. 1230 y 1231). Se puede observar un acto de habla normal, donde el discurso es
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transmitido frente a los interlocutores (retórica clásica) o el discurso que se produce sin el
intercambio entre emisor y receptor, ya que ninguno se hace presente junto al otro, ya que como
transmite Spang, es casi imposible asistir a una emisión directa del autor sobre su texto, aunque no
deja de ser una situación comunicativa, ya que el autor narrativo otorga la responsabilidad a un
narrador de ejercer esa función comunicativa entre emisor y receptor.
Pueden tomarse en cuenta criterios temáticos para determinar los géneros literarios, sobre todo
teniendo en cuenta que la literatura moderna considera cualquier tema como literario y existen
géneros dentro de la literatura occidental que se dedican en forma exclusiva al abordaje de ciertos
temas. Aparecen también criterios histórico-sociológicos, cuando se toma como base la observación
del corpus existente para establecer los modelos literarios. Este enfoque histórico puede dar lugar a
diversas posturas, tomando como imitación ciertos modelos que parecieran mantenerse invariables.
Para Aristóteles y así lo afirma en su Poética, “y después de sufrir muchos cambios, la tragedia se
detuvo, una vez que alcanzó su propia naturaleza”(Aristóteles, citado por Spang, p. 1232). Resulta
interesante la posición de Díez Taboada, quien afirma, al igual que Warren, que los géneros
literarios deben considerarse una institución que tenga un fundador que “trace una primera obra
modélica o programática, afiliados que sigan (...) a ese fundador, reformadores que (...) lo adapten a
circunstancias históricas nuevas, detractores que lo critiquen, (...) teóricos que traten de fijar, a
veces pedantemente, sus caracteres aniquiladores que lo combatan y lo acaben, (...), continuadores
que recojan el prestigio de su nombre (...) pongan nuevos nombres a cosas que a fin de cuentas son
tan semejantes que podrían ser llamadas con igual denominación” (Díez Taboada y Garrido
Gallardo, 1982, citado por Spang, p.1233). Al utilizar el criterio histórico, no puede olvidarse que
esa “institución” que sirve como modelo comparativo “es histórico y no inmutable” (Spang, 1233).
En síntesis, no debería pasarse por alto el hecho que los géneros literarios están en constante
cambio, porque la vida es una mutación en sí misma.

Bibliografía consultada

Spang, Kurt Libro IX de “El lenguaje literario. Vocabulario crítico”, Editorial Síntesis
Wellek, René y Warren, Austin (1966), “Teoría Literaria”, Editorial Gredos

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