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PADRINO LOPEZ Y LA GEOPOLITICA EXISTENCIAL DE VENEZUELA

Juan Antonio Hernández *

Todos los patriotas de Venezuela deberíamos unirnos en un gran acto nacional

de desagravio al General en Jefe Vladimir Padrino López. Desde hace ya varios

meses lo mejor de la opinión pública mundial ha visto, con una mezcla de

incredulidad y rechazo, la cantidad incesante de amenazas e improperios que

han sido dirigidos, desde el gobierno norteamericano, contra el actual ministro

de la defensa y uno de los líderes militares de mayor prestigio de nuestro país.

No cabe duda de que en la crisis actual la FANB constituye la columna vertebral

de nuestro Estado y, tampoco puede dudarse, de que en el centro de esa

estructura, como clave de bóveda que sostiene, hoy por hoy, el edificio

institucional de nuestra Fuerza Armada, se encuentra la figura de este militar

venezolano. Atacarlo es, ni más ni menos, intentar socavar o destruir un

personaje clave de una institución esencial para mantener en pie a nuestra

asediada Venezuela.

Pero más allá de los innegables méritos profesionales de Padrino López los

ataques en su contra tienen que ver con su profunda identificación con lo que

pudiéramos llamar la “geopolítica existencial” de Venezuela, tomando prestado

el concepto de Alexander Dugin, uno de los intelectuales más influyentes en el

gobierno de Putin. Se tiende a pensar, en términos geopolíticos, en la geografía

como una especie de destino, un territorio determinado contendría, de este

modo, todas las potencialidades y limitaciones de una nación. Esto es lo que

argumentaron, con distintos énfasis, Mackinder, Mahan y Spykman, desde fines


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del siglo XIX hasta comienzos del XX, debatiendo sobre la prioridad del control

territorial o marítimo, sobre si la clave, para dominar el globo terráqueo, estaba

en Eurasia, como “corazón territorial del mundo” o en el control de las costas, los

grandes ríos y las rutas marítimas. La historia de las grandes potencias (y de los

dominados por estas potencias) no sería otra cosa que la de los avatares de la

milenaria disputa entre los poderes de la tierra y los poderes del mar, entre las

telurocracias y las talasocracias. En geopolítica estas ideas se han planteado y

replanteado desde posiciones de un determinismo extremo hasta aquellas que

adoptan un determinismo relativo o parcial.

Una geopolítica existencial admite, sin duda, la enorme importancia de la

geografía, de la ordenación de los territorios. Tiene, también, plena conciencia

del gran conflicto entre los señores de la tierra y los amos del mar, entre los

dueños de los cielos, del arma nuclear y del ciberespacio. Sin embargo el

énfasis, dentro de una geopolítica existencial, se encuentra en la presencia o

carencia de una conciencia histórica colectiva, en la subjetividad de un pueblo,

en las decisiones que toman aquellos líderes que son capaces, en momentos de

máximo peligro, de apostar, con toda las fibras de su ser, por una fe suprema,

por un ideal que trasciende al líder en tanto individuo concreto, con una biografía

y unas circunstancias determinadas. Ser líder, desde esta perspectiva, termina

negando las determinaciones de la biología personal, la triste materialidad de los

intereses particulares, para identificarse con algo potencialmente infinito o

inmortal como lo es el pueblo.

Podemos repetir las obviedades de la geopolítica tradicional con respecto a

Venezuela: nuestra patria se encuentra dentro de un territorio que es,

simultáneamente caribeño, andino y amazónico, con una enorme costa, uno de


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los ríos más importantes del mundo, y un subsuelo con las principales reservas

de crudo del mundo. Y sin embargo, frente a todo esto, pudiera argumentarse

que la principal motivación para la agresión norteamericana no es otra que la

necesidad de reafirmar la autoridad de Washington, en términos

geoestratégicos, sobre el Hemisferio Occidental dentro de una vasta disputa

global con China y Rusia. Las nuevas tecnologías de fracturación hidráulica, para

citar tan solo un ejemplo muy pertinente, hacen que las reservas petroleras

tengan un valor muy importante pero relativo para la potencia del Norte, tal y

como lo ha expresado, en un artículo reciente, Alfredo Toro Hardy.

Todo esto nos coloca, una vez más, frente a la geopolítica en términos

existenciales, entendida como decisión, de vida o muerte, para toda una nación

y frente a esta decisión, hoy por hoy, es necesario reivindicar el rol inmenso que

juega el General en Jefe Padrino López y su conciencia patriótica, su propia

decisión de acompañar, hasta las ultimas consecuencias, la verdad histórica de

todo un pueblo que se ha elegido a si mismo dentro de un ideal de soberanía,

dignidad e independencia.

*Doctor en Estudios sobre América Latina (Universidad de Pittsburgh), con una especialización
en filosofía política. Ex embajador de Venezuela en Qatar y Egipto.

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