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Tema 22

LA REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE LA BELLEZA

1. INTRODUCCIÓN

La reflexión sobre la belleza es tan antigua como la filosofía misma, y se


encuadra en lo que recientemente se ha llamado experiencia estética: ésta se levanta
sobre nuestra sensibilidad y ocupa un lugar importante en nuestra vida individual y
colectiva.
La experiencia estética puede ser vivida desde tres perspectivas: 1) Desde una
actitud receptiva: la mera contemplación de lo bello. 2) Desde una perspectiva creativa:
la del artista, creador de lo bello. 3) Desde una perspectiva filosófica o crítica: la del que
reflexiona sobre la belleza. Esta es nuestra perspectiva.
La experiencia estética es el estado emocional resultante de la contemplación
desinteresada de ciertos objetos sensibles por parte de un sujeto humano. Cuando nos
resulta agradable decimos que el objeto es bello, y al contrario: es feo.
El valor de esta experiencia, como una dimensión fundamental de la vida
humana, es una de las causas que nos han movido siempre a buscar y crear nuevas
formas de sentir y experimentar el mundo y nuestra propia vida, convirtiéndonos en
creadores artísticos y en contempladores activos.
La reflexión sobre la dimensión estética de la vida y sobre las características de
sus expresiones, ha dado origen a intentos de codificación de los aspectos comunes
sobre las diferentes formas de expresión y realización de lo estético; tanto es así, que
para muchos filósofos la experiencia estética ocupa el lugar más elevado de la vida
humana, ya que en ella el ser humano se realiza como tal y desde ella accede a la verdad
más honda de la realidad. Si para Schiller al experimentar lo bello nos realizamos como
seres humanos, en ese espacio de libertad que se sitúa entre la ley y la necesidad, y que
es el lugar donde podemos ser nosotros mismos.

2. EL OBJETO DE LA ESTÉTICA: EL TRATADO DE LO BELLO

El término estética fue introducido en 1753 por Baumgarten, pero el estudio de


la naturaleza de lo bello ha sido constante durante los siglos. Provienen del griego
áiszesis (sensibilidad); y es la rama de la filosofía que estudia la esencia y percepción de
la belleza, y si esa cualidad es objetiva o subjetiva, y por tanto, si existe sólo en la mente
del individuo.
En el s. VI a.C. LOS PITAGÓRICOS consideraban que la belleza implicaba un
modo de estructura armónica: la proporción basada en una relación numérica universal,
que puede ser captada por todos los iniciados en la matemática, y que es expresión de la
Ley Cósmica. La belleza es objetiva y existe independientemente de que lo veamos o
no, y se refleja en la música y en la geometría.
PLATÓN se distancia de los pitagóricos y la sitúa en el mundo de las Ideas,
entidades inmateriales, eternas e inmutables que son los arquetipos de la realidad, según
los cuales están formados los objetos del mundo visible. Estos son copias imperfectas de
un mundo perfecto al que imitan y del que participan.
La idea platónica de Belleza, ha tenido mucho peso en el pensamiento occidental
y desde sus distintos Diálogos podemos extraer su visión:
1) Lo bello es tal porque participa de la Belleza (Idea).
2) Su función vital consiste en servir de acicate para que el alma pueda
intuir por anamnesis la Belleza suprema.
3) La Belleza tiene una función pedagógica: las formas sensibles que
expresan un buen carácter moral, pueden utilizarse para educar y formar
a los seres humanos, haciendo posible su perfeccionamiento y la
distinción de lo bueno y lo malo, más allá de las convenciones sociales.
4) Por medio de la dialéctica y del amor, la belleza limpia y pura del alma,
puede ascender por una jerarquía estética hasta llegar a la Idea de Belleza
que se identifica con el Bien. Esta jerarquía está formada por: la belleza
de los cuerpos (caos, desproposición); la belleza de las almas (la virtud)
y la Belleza en sí (armonía y proposición).

ARISTÓTELES al comienzo de sus libros de Metafísica reconoce que al hombre


por naturaleza le apetece saber y este apetito radica en la admiración que está originada
por la belleza y produce placer.
Consideraba a la belleza como un concepto universal real que existe junto a los
transcendentales: uno, verdadero y bueno. Tanto Aristóteles como los medievales,
pusieron en dudas la universalidad de lo bello (pulcrum), porque al ser algo dado a los
sentidos, es dudoso su carácter objetivo. Aunque por medio de los sentidos se pueden
obtener las notas intelectuales de la esencia de una cosa, no se ve muy bien en qué
pueda consistir la belleza en sí misma para que pueda elaborarse en la mente la idea de
belleza con independencia de lo bueno; lo bello está muy en contacto con lo bueno y
ello dificulta su definición.
Aristóteles justifica el concepto de valor moral desde la belleza, y
frecuentemente designa lo bueno como bello; pero el concepto de lo bello no es más
claro que el de lo bueno. Cuando habla de que la vida del hombre moralmente bueno se
justifica por sí misma, por su elevación y belleza, la está identificando con elegancia. Es
el llamado esteticismo ético.
En la Edad Media, el neoplatonismo que entendía lo bello como armonía y
proporción, condujo a concebir el arte (religioso) como la sede privilegiada de lo bello.
En el Renacimiento, el arte se secularizó, y la estética, llegó a muchos campos de la
vida humana.
Hume elabora una teoría subjetivista sobre el gusto y la belleza, a la que define
como un orden y disposición de las partes de las cosas y que produce agrado por su
utilidad y conveniencia propia o ajena (por simpatía). Así, la belleza descansa en
nuestros sentimientos de agrado y satisfacción y surge de la relación entre el sujeto y los
objetos. Por ello, una misma cosa puede ser bella o fea, aunque no todas las opiniones
son iguales en cuestión de gusto ni todas las obras de arte tienen el mismo valor
estético: tienen un valor superior aquellas obras que han sido consideradas valiosas por
los observadores cualificados. Estos se distinguen por su: delicadeza (capacidad de
detectar cualidades), práctica (trato frecuente), ausencia de prejuicios (capacidad de
abstracción) y buen sentido (valoración global de la obra).
El gran impulso al pensamiento estético se dio en Alemania en el s. XVIII. Kant
fundamente la validez universal del juicio estético en su analítica de lo bello, que
desarrollará más adelante. Lessing en su Laoconte sostenía que el arte está autolimitado
y sólo logra su elevación cuando se reconocen las limitaciones. Winckelmann mantenía
la postura de que el mejor arte es el impersonal y expresa una proporción ideal y
equilibrada, más allá de la individualidad de su creador. Fichte consideraba la belleza
una virtud moral: al crear un mundo en el que la belleza, al igual que la verdad, es un
fin, el artista anuncia la libertad absoluta, que es el objeto de la voluntad humana.
Estamos en pleno romanticismo que influye en la experiencia estética con sus
ideas de libertad frente a la negatividad de la vida, su idea infinito como aspiración de la
experiencia del individuo y de la cultura y de la idea de creatividad.
Destaca la estética de Schiller que tiene como ejes fundamentales: la libertad, el
instinto y el juego. La finalidad de la vida humana es la libertad, pero sólo se alcanza
tras un largo proceso de preparación: por medio del entrenamiento de las facultades
humanas en el juego se reúnen la tendencia a la materia y la tendencia a la forma. La
referencia y el fin de este juego es la belleza entendida como experiencia de la libertad.
Lo bello es la manifestación del ideal de la humanidad.
Según Hegel, el arte, la religión y la filosofía son las bases del desarrollo
espiritual más elevado. Lo bello en la naturaleza es todo lo que el espíritu humano
encuentra grato y conforme al ejercicio de la libertad espiritual e intelectual. Las cosas
naturales más agradables y placenteras son reorganizadas por el arte para satisfacer
exigencias estéticas.
El posromántico Schopenhauer en línea platónica creía que las formas del
universo existen más allá de la experiencia, y que la satisfacción estética se logra
contemplándolas por el propio interés que provocan, como medios de eludir el
angustioso mundo de la experiencia cotidiana.
En la transición entre el s. XIX – XX, en relación con el concepto de estética,
Bergson definió la ciencia como el uso de la inteligencia para crear un sistema de
símbolos con el que describir la realidad, según una convención humana que construye
la misma realidad que describe. Sin embargo el arte, se basa en intuiciones, y es una
aprehensión directa no interferida por el pensamiento; así se abre camino por medio de
los símbolos y creencia sobre la gente, la vida y la sociedad y enfrenta al individuo con
la realidad.
En la misma época, B. Croce también exaltó la intuición como la aprehensión de
cosas en lugar de lo que uno refleje de ellas. Las obras de arte son la expresión material
de las intuiciones; la belleza y la fealdad no son rasgos de las obras sino cualidades del
espíritu expresada por vía intuitiva en esa misma obra de arte. Sigue la línea de la
filosofía de los valores de Max Scheler que concibe a los valores como esencias
(cualidades) que residen en las cosas, de carácter objetivo e independiente de las cosas
mismas. La belleza o lo bello, es el contenido de los valores estéticos, que son de
carácter cultural o espiritual. La forma de conocerlos, es por medio de una facultad
emocional: la intuición sentimental. El tipo ideal que los descubre es el artista.
George de Santayana, en línea aristotélica, relaciona el placer con lo bueno y lo
bello y pone de manifiesto que la dificultad para llegar a un acuerdo en torno al
concepto de lo bello, es superior que la objetivación de lo bueno.
Nietzsche entendía el arte como la realización plena de la aceptación de la vida
trágica con alegre espíritu. El arte transforma los terrores del universo, generando
experiencias en algo bello, y así, las angustias del mundo se pueden contemplar con
placer.
El debate sobre la belleza en el s. XX se ha centrado en el sentido del arte. Este
debate no puede entenderse sin las aportaciones del marxismo y de Freud.
El marxismo lo entiende como una expresión de las relaciones económicas
subyacentes en la sociedad y mantiene que el arte es importante sólo cuando es
“progresista” y defiende los valores de una sociedad en la cual se crea y contribuye a
una crítica social que libere de la alienación económica. Por su parte Freud, creía en el
valor terapéutico del arte, ya que por él, el artista y el público pueden revelar conflictos
profundos y descargar tensiones.
El crítico y semántico I. A. Richards, considera el arte como un lenguaje
emotivo que da orden y coherencia a la experiencia y a las actitudes, sin contener
significados simbólicos (ideas e información). En su obra Crítica Práctica (1929), refleja
experimentos que revelan que la gente muy culta a la hora de valorar la belleza en el
arte, está muy condicionada por su educación, por las opiniones de los demás y por
otros elementos como la tradición, la moda y otras presiones sociales.

3. LO BELLO Y LO PLACENTERO

Este breve recorrido histórico, nos muestra la dificultad de acotar y definir el


concepto de belleza, que es parte, es objetivo y, en parte, es subjetivo. Decía Sto. Tomás
que las cosas bellas son agradables de ver. Objetividad y subjetividad.

3.1 La dimensión objetiva

La ciencia considera objetivo a lo que es intersubjetivamente comportable y por


ello, siempre es posible un acuerdo sobre lo que llamamos bello: orden, proporción,
equilibrio, armonía, plenitud, esplendor, gloria. Son los llamados cánones de belleza.
Resurge el pitagorismo por poner la belleza en la armonía matemática que refleja
el logos cósmico. En esta línea, Pierce pone a las matemáticas y la lógica como el reino
de la armonía y el orden; Galileo en el Il Saggiatore (el calibrador), señala cómo la
filosofía está escrita en el gran libro del universo en lenguaje matemático (geométrico).
Y Kepler, en su Deltarmonices Mundi, señala como la armonía del universo en su
aspecto intelectual es contemplada como algo bello en sí misma. Los mismos
enunciados de Newton son importantes y tienen que ver con la belleza: son dos de las 4
reglas del razonamiento filosófico en su obra Principios matemáticos de la filosofía
natural (1687): el principio de simplicidad de la naturaleza (ésta nunca actúa en vano), y
el principio de uniformidad de la naturaleza (siempre actúa de la misma manera).

3.2 La dimensión subjetiva

La belleza es campo de expresión de sentimientos que se resisten a ser


objetivados en normas y reglas, a ser formalizados, calculados, e incluso expresados con
palabras.
La razón en su subjetividad y, por lo tanto, individuales y en parte inefables, con
independencia de que en el campo de expresión de la belleza (las artes), se necesite
dominar una técnica. El problema de la subjetividad de la belleza, plantea la dificultad
de valorar la estética del feísmo, y este es un ejemplo de lo difícil que es llegar a un
acuerdo universal sobre lo que es bello.
No se trata de identificar la belleza con el arte, porque éste expresa sólo una
parte de aquella, pero reconocemos que todo estilo artístico pasa por tres etapas:
formación, plenitud y decadencia, donde el contenido de la belleza va cambiando. Esto
es así porque las costumbres, las normas y los gustos como manifestación de lo
subjetivo, bastan con el tiempo, y el devenir histórico muestra cómo no hay un modelo
único de interpretación o contemplación de la belleza.
La estética como el tratado sobre la belleza, no es una ciencia y por lo tanto, la
belleza no puede ser paradigmática. La estética es sensibilidad.
Según Zubiri, en la persona la sensibilidad y la razón no son independientes.
Nuestra inteligencia siente y muestra sensibilidad piensa. Somos inteligencias
sentientes, o según Goleman, nuestra inteligencia es emocional. Y aquí la estética tiene
mucho papel.

4. LA BELLEZA Y LA REALIDAD

Deseo ahondar en el pensamiento de X. Zubiri. Parte de que la realidad en la que


vivimos es verdadera porque es susceptible a ser conocida. La misma realidad es buena
en cuanto que nos impulsa a la acción de la voluntad.
Zubiri influido por Aristóteles, Sto. Tomás y Kant, plantea la tesis de que la
misma realidad, en cuanto que tiene ese carácter de ser real y de poder disfrutarla (desde
la fruitio de los medievales), es BELLA y satisface en nosotros el sentimiento estético.
La belleza seria la naturaleza real de las cosas, es decir, su existir para nosotros. La
belleza transciende a las cualidades y a los valores, y se enraíza en el carácter de
realidad que tienen las cosas, los seres y así la belleza no se percibe sólo por los
sentidos, sino especialmente por el SENTIMIENTO ESTÉTICO que produce en
nosotros lo real en cuanto real, con independencia de cualquier concreción.
La realidad se actualiza frente a nosotros de 3 maneras que siguen los
transcendentales de Aristóteles: se presenta a nuestra inteligencia como lo verdadero y
da lugar a la lógica; a la voluntad como lo bueno y da lugar a la Ética; y al sentimiento
como lo bello y da lugar a la Estética. La contemplación de la belleza de las cosas
reales, origina la fruitio, el disfrute que se define como la satisfacción acomodada a la
realidad actualizada en el sentimiento del gusto (deleite).
Siguiendo la tradición medieval entiende que el objeto material de la ciencia
estética es lo real (coincidente con la lógica y la Ética) y que su objeto formal es lo real
en cuanto bello. Ante la dificultad de definir la belleza, concluye que lo bello es lo real
en cuanto real.

5. LA JUSTIFICACIÓN DEL JUICIO ESTÉTICO: KANT

En 1790 Kant cierra toda su empresa crítica con la Crítica del juicio. De la
investigación del juicio se deriva la tarea de mediar entre la naturaleza y la libertad. El
juicio es la facultad situada entre el entendimiento y la razón, a la que le corresponde el
sentimiento de placer o displacer, el cual queda situado entre la facultad de conocer y la
de desear. El juicio es la facultad de subsumir lo particular bajo lo universal.
El juicio “reflexionante” tiene que encontrar primero lo universal y su principio
es la finalidad. Si ésta es subjetiva, la facultad es el juicio estético; si es objetiva el
juicio es teleológico.
En la consideración crítica de la Estética investiga lo bello y lo sublime. A
diferencia de lo bello, lo sublime se refiere a algo ilimitado, cuya imaginación es
acompañada por la idea de totalidad, la analítica muestra que un juicio estético tiene
validez universal, conforme a las categorías, porque exige de otros que lo sigan; y es
necesario porque exige un sentido común en todos los hombres. En él se refleja una
“satisfacción” desinteresada que se refiere a la forma de la finalidad. BELLO es por
tanto, aquello que en una representación sin conceptos despierta placer por el hecho de
que muestra una finalidad. Así, las flores son libres, bellezas naturales por la armonía de
sus partes, sin que su contemplación esté sometida a ningún fin. Los juicios de gusto
tienen en sí la antinomia de que no pueden ser probados, y sin embargo, pretenden ser
obligatorios. Se basan en una sensación subjetiva, pero al mismo tiempo, se dirigen a un
sentido común supra-individual.
Finalmente relaciona lo estético con lo moral: la determinación categorial de lo
bello, sirve de analogía para lo moralmente bueno. Lo sublime remite a la poderosa
totalidad de la naturaleza con la que se mide el hombre. Lo bello es “el símbolo de un
bien moral”.

6. LA ESTÉTICA , L AÉTICA Y LA TÉCNICA

Existe una correspondencia entre el entendimiento y la verdad, entre la voluntad


y el bien, y entre el sentimiento y lo bello. Son los tres que determinan las funciones de
la razón práctica.
La realidad en cuanto tal es buena, útil y bella, en cuanto buena es deseable y la
convierte en objeto de la voluntad, dando lugar al comportamiento ético; en cuanto útil
es susceptible de ser transformada y ello da lugar a la técnica; y en cuanto es bella, es
objeto de disfrute (fruición) y ello da lugar al comportamiento estético, entendiendo al
comportamiento como acción.

6.1 La ética y la estética

Lo bueno, lo bello y lo placentero se han confundido y entrelazado a lo largo de


la hª; es bueno lo que es bello, y esto a su vez es placentero, y al revés: es placentero lo
que es bueno y es bueno lo que es bello. Aristóteles no da una definición nítida de la
virtud, el bien y lo bello, que sirva de base de la actividad ética. Más bien piensa que el
concepto de valor es una especie de “a priori” indefinible, pero evidente para todos los
hombres.
La íntima relación de lo ético y lo estético en Aristóteles se resume en que el ser
humano actúa éticamente para conseguir su fin: la perfección; ello le convierte en
virtuoso (justo medio) y en ello encuentra la felicidad (endaimonia) que es la dicha
(fruitio); sobre algo esa actuación es más estética que la acción mala y en ella encuentra
el placer (hedoné).
Para Platón y Aristóteles, la estética es inseparable de la moral y la política.
Aristóteles en su Política, afirma que el arte afecta al carácter humano y por lo tanto al
orden social y que la función del arte, es proporcionar satisfacciones a los hombres y en
su Poética, reconocía como las tragedias producían una catarsis que hacía a la audiencia
más sana en el plano psicológico y así más capacidad de felicidad.

6.2 La técnica y la estética


La razón práctica a través de la experiencia estética requiere tres tipos de
acciones personales que se llevan a cabo en la ética y en la técnica: la contemplación, el
sentimiento como emoción y la expresión.
La estética surge de la contemplación (theorein), la técnica surge de la
manipulación (praxis). La contemplación conduce a sentimientos como la emoción, la
fruición, la complacencia, etc. y la manipulación a sentimientos de necesidad y deseo
(materiales e intelectuales).
Los primeros llevan a la expresión objetivada del espíritu humano como diálogo
y realización (obra de arte) y los de la técnica a la expresión externa como dimensión de
lo útil que se manifiesta en el artefacto. Así, mientras que la finalidad de la estética es la
fruición y el disfrute, la finalidad de la técnica es el uso y la satisfacción de alguna
necesidad material (utilidad).
Pero ni el fruito de la contemplación estética está exento del todo de la técnica,
ni la obra técnica, en cuanto obra real del espíritu humano, está exenta de la belleza
estética.
Desde una definición restrictiva de utilidad, se podría decir que lo estético es
inútil, y que la característica fundamental de lo técnico es su utilidad para la satisfacción
de una necesidad humanal; la estética no es instrumental, lo técnico sí.
La finalidad de la estética y de la ética, tienen mucho que ver con la clase de
bien que persiguen. Los clásicos encontraban 3 clases de bienes: dos extrínsecos a la
cosa: el bien útil y el bien deleitable, y uno intrínseco: el bien honesto. Lo estético
parece que pertenece al bien honesto. El dilema surge cuando hoy nos encontramos con
la dificultad de decidir y definir las cosas que son honestas, que representan un bien en
sí mismas, porque son la finalidad del goce estético.
La clave está en compatibilizar en el progreso del espíritu humano, una vida
humana más justa éticamente, más fácil desde la técnica material de la supervivencia y
más bella desde el punto de vista estético del disfrute humano.

7. LA ESTÉTICA COMO DISCIPLINA FILOSÓFICA

Surge en el ambiente ilustrado del s. XVIII, y su objeto de reflexión son los


juicios sobre lo bello.
A.G. Baumgarten, con su obra Estética (1750), da el nombre a la nueva
disciplina que popularizaron sus discípulos Meier y Mendelssohn. A su vez, en el Reino
Unido aparece la obra de A. Gerard, Ensayo sobre el gusto (1759). En la 2ª edición de la
Enciclopedia (1788) aparece ya consagrada como doctrina filosófica.
El ambiente ilustrado fundamente la autonomía y legitimidad que alcanza la
conducta estética del ser humano. En el ámbito de la experiencia artística surge la
Crítica del arte con Diderot, la Hª del Arte con Wilckelmann y las Poéticas de las artes
con Lessing. El arte se entiende como un fin en sí mismo, y la Estética es la esencia del
universo y de la vida humana. En una cultura preocupada por la emancipación, la
experiencia estética se concibe como el lugar en el que restaurar el equilibrio y
experimentar la totalidad de la naturaleza. Así Schiller, propone la educación estética
como formación y perfeccionamiento del gusto.
Tras los ideales ilustrados y románticos, en los siglos XIX y XX, aparece un
nuevo marco de referencia fragmentado y disperso. La estética de nuestros días, se
caracteriza por el pluralismo, el eclecticismo y la permanente crítica ante cualquier
intento e reconstruir una teoría universal, típico de los pensamiento de Adorno y
Horkheimer, y del discurso estético posmoderno.
Por otra parte, queda la nostalgia de una Gran Teoría del ARTE que exprese la
irreductibilidad de lo artístico y su función en la vida humana como se puede observar
en la teoría heideggeriana sobre el arte como experiencia de Verdad.
La estética actual se caracteriza por su pluralismo y que refleja el mundo en el
que vivimos, tal como señala S. Marchán Fiz en “La estética de la cultura moderna”.

8. CONCLUSIÓN
Una de las dimensiones básicas de la acción humana, es la dimensión estética.
Gracias a ella, la vida humana está llena de formas y luces, colores y ritmos, músicas y
sonidos, sueños e imágenes. El mundo deja de ser un espacio frío e inhóspito para
convertirse en un espacio multicolor donde aparecen y desaparecen objetos que son
obras cuya belleza mantiene viva nuestra sensibilidad.
Esta interpelación cotidiana de la belleza, es la experiencia estética de donde
nace el mundo de la creación artística.

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