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PRÁCTICO 24/10/19

TRANFERENCIA Y FIN ANÁLISIS

31/10 deseo del analista Lacan + alienación y separación

Seminario 8

Se pueden ubicar dos perspectivas del amor

1- En relación a la belleza y ese camino ascendente hacia el bien supremo que implica
el circuito imaginario
2- En relación al ágalma, al objeto de amor o a aquel con quien tenemos la relación
amorosa, que contiene a su vez el ágalma como objeto de deseo.

Son dos perspectivas del amor.

Entonces volviendo a la dialéctica Sócrates-Alcibíades, Lacan dice que Socrátes le


responde a Alcibíades con una interpretación. Todo lo que has dicho es para Agatón. Por y
dirigido a. Ese elogio que hace Alcibíades cuando se introduce en el escándalo, sustituye
no al elogio del amor, sino al amor mismo. Porque el elogio del otro, esto que hace Alcib
de dejar de hablar de algo para hablar de alguien, y trocar el elogio sobre el amor al elogio
del otro; es volver signo a alguien, designarlo. Atribuirle algo y en ese atribución
convertirlo en signo. Lacan trabaja mucho esta cuestión en el seminario 8, de cómo
alguien puede en algún momento quedar totalmente convertido en eso que se le
atribuye. Alcibíades le atribuye a Sócrates ese tesoro, ese objeto indefinible y precioso
que desencadena su deseo y en ese encadenamiento del deseo produce su fijación. Por
eso decimos que el objeto de deseo tiene carácter de fetiche, de fijar la determinación del
deseo para un sujeto. El sujeto no desea cualquier cosa. Si Alcibíades sabe que es un
erómenos para Sócrates, que es un objeto amado para Sócrates, por qué quiere despertar
su deseo? Por qué quiere un signo de él? La atopía de Sócrates, esta imposibilidad de
ubicarlo, refiere a que Sócrates se niega a entrar en ese juego del amor. Si Sócrates no
ama, dice Lacan, no es porque no sabe del amor, no es porque no sabe de las cosas del
amor. Por qué Sócrates no queda convertido en ese signo después de que Alcibíades le
atribuye el objeto precioso? Sócrates no se convierte en signo que es lo que quiere
Alcibíades de él. Por qué? Porque se ubica en una posición tercera. Porque no responde a
darle el signo de amor y entonces convertirse en amante, no deviene amante, no produce
la metáfora del amor, no responde a la demanda de amor de Alcibíades. La metáfora se
producía cuando el amado devenía amante, eso no sucede, pero tampoco le dice que no.
Lo desvía. Lacan dice que Sócrates lleva al máximo la posición de erómenos, de amado,
pero no porque crea tener, sino porque sabe de su falta. Porque tiene algo pero no es
aquello que pide Alcibíades. Es decir que Sócrates no da porque no sabe lo que tiene, o
porque sabe que lo que tiene no es lo que pide el otro. Entonces no responde, ni de una
manera ni de la otra, tampoco responde imaginariamente peleando o rechazando.
Entonces, ahí Lacan relata que Alcibíades quería estar con Sócrates para ser mejor en
relación a la sabiduría, esa era una de las cuestiones que sucedían, los jóvenes querían
ascender a la sabiduría y estaban con un viejo sabio. Sócrates se niega a la consumación y
Alcibíades al enojarse y reclamar es interpretado por Sócrates que le dice “vos querés
intercambiar cobre por oro”, más o menos lo que dice Freud en Nuevos Caminos. Es decir,
que quieres intercambiar la “emisión” (¿) de la doxa, la opinión, por lo que ves en mí, pero
ahí donde tú ves algo, yo no soy nada. Ahí donde tú vez el objeto, precioso, yo no soy
nada. Sabiduría es un objeto mucho más valorado que la opinión (cuadro opinión más
cerca de las cosas sensibles, luego el entendimiento; de la percepción, de las cosas
sensibles a la opinión, después el entendimiento con los ojos del alma). Aquellos que
querían mejorar su estado de sabiduría, de dejar de dejar de tener meras opiniones, se
encontraban con los filósofos para progresar. Pero Sócrates se corre de ese lugar, allí
donde tú quieres mejorar la opinión y ves oro, yo no soy nada. Ahí es donde Sócrates tb se
ubica en una posición tercera.

Esto funciona como el modelo del analista para Lacan, excepto en el punto donde
Sócrates desengaña, porque dice “desengáñate, allí donde tú ves algo yo no soy nada”. Y
Lacan dice “la posición del analista es esta posición tercera, pero el analista no
desengaña”. Lo vamos a retomar en un rato.

Sócrates se rehúsa a mostrarle a Alcibíades la metáfora del amor, del lado de Alcibíades sí
se produce. Del lado de Sócrates no. Un párrafo de la pág 183: “Sería la metáfora del amor
en la medida en que Sócrates admitiría ser el amado. Aún diría más, si se admitiría como
amado, inconscientemente. Pero precisamente porque Sócrates sabe, rechaza haber sido,
a cualquier título, justificado o injustificado, erómenos, el deseable, lo que es digno de ser
amado”. A qué se debe que él no ame? Qué hace que la metáfora del amor no pueda
producirse? Que no hay sustición de erómenos por erastés, que él no se manifiesta como
erastés allí donde había erómenos? Es que Sócrates no puede sino negarse, porque
considera que no hay en él nada que sea amable” Y ahí es donde Lacan ubica el vacío, el
hueco en esta posición de Sócrates y, dice un poco más abajo “lo constitutivo de la
posición de Sócrates es que salvo en lo referente a las cosas del amor, él no sabe”. Y
habla, pone un término que es la inscientia, que es el no saber constituido como tal. No
es no saber nada, sino un saber agujereado, el vacío en el centro del saber. Por eso son
dos términos en latín, inscitia e inscientia, uno es la ignorancia bruta (inscitia) y el otro es
este saber con un vacío. Entonces no es que no sabe nada, no es que es ignorante, sino
que posee un saber agujereado.

Seminario 10, pág 106-107: ¿Cuál tiene que ser la respuesta al amor de transferencia?
Tiene que ser la de un leño húmedo. ¿Por qué? Porque se consume sin inflamarse, no se
apaga, se va consumiendo, y no se inflama. Es decir que la respuesta, no tiene que
inflamar, al amor de transferencia no tiene que producir una llamarada. Es la posición
tercera.

El amor que no se obtiene del analista, o sea no dar el signo de amor, deja abierta la
posibilidad de que el saber de cada uno salga a la luz aunque no se quiera saber nada de
eso. Y tb deja ver la función sincrónica del objeto parcial, que implica en la escena
analítica que la transferencia no es sólo repetición. Por eso es la dimensión sincrónica de
lo que sucede con ese analista en tanto objeto parcial. Ese fue el límite de Freud según
Lacan en el seminario 10, el límite del análisis para Freud. Porque Freud no pensó en él
como objeto parcial de los análisis que conducía. Los obstáculos con Dora, con la joven
homosexual, eran pensados por Freud de otra manera, o porque había funcionado
demasiado como el padre, o por la transferencia que el padre de la joven homosexual
tenía con él. Toda la historia edípica, no se pensó nunca como objeto parcial en la
transferencia, entonces eso produjo un límite en sus análisis. Porque al caer esos
tratamientos, había una parte que quedaba inanalizada que era justamente lo referido a
la transferencia. Entonces ahí Lacan diferencia la castración del complejo de castración, no
es lo mismo y es un camino desedipizante de la castración. Un poco más adelante, pág
Sem 10 125-126, es que Freud se da cuenta de los avances que hace la joven homosexual
pero que para ella no significan nada, son logros para la mirada del otro. En algún
momento la joven se convierte, o sueña, y Freud dice “lo logramos”. Pero todos los
avances que hacía fueron para la mirada del otro. Desde el ideal. Ahí es donde Freud decía
que ese tratamiento se sostenía por la transferencia del padre a Freud, no por la
transferencia de ella a Freud en el sentido de quedar Freud como objeto causando el
análisis. Entonces ahí Freud pasa al acto, la deja caer, es la lectura de Lacan. Ël se
destituye como objeto y eso queda inanalizado. Seminario 15: donde Lacan invita al
analista a mirarse en el cuadro, como Las Meninas, en ese cuadro aparece Velázquez.
Lacan dice que el análisis es como ese cuadro, el analista tiene que buscarse en el cuadro
del cual forma parte, el artificio, que se armó por su intervención, lo incluye a él mismo en
el artificio que armó.

Seminario 8 Clase 13, cuestión de la contratransferencia, y la trabaja porque es un


problema que en el inicio del psa no existía, porque tanto pte como analista estaban en
igualdad de condiciones, nadie se había analizado. Todos estaban en el punto cero,
Frerenczi también. Cuando empezó a haber analistas analizados, empezó a existir la
contratransferencia como problema. La contratransferencia y la formación del analista,
fueron problemas que surgieron después. Clase 13 hace la diferencia entre la
contratransferencia y el deseo del analista.
Contratransferencia es definida como lo no analizado del icte del analista, que puede ser
nocivo para su operación. Son las respuestas no dominadas, las rtas que permanecen en
las sombras, de donde provendrían los errores, las intervenciones falllidas, inoportunas.
Sería lo llamado entre comillas negligencia del analista. Entonces se plantea la necesidad
del análisis didáctico, idea que Lacan cuestiona. Y también la de la necesidad de que un
análisis se complete, se termine, para poder recién ahí analizar. Y lo denuncia como un
ideal, como un callejón sin salida. Porque dice que es imposible elucidar el icte
exhaustivamente. En todo caso el del analista será un icte trabajado, experimentado. Uno
de los obstáculos contratransferenciales (caso Zas???), es justamente esto, que lo
obsesivo del analista llevaba los análisis que conducía a estos puntos de intentar
encontrar siempre algo más. Esa era una respuesta de su propia sombra, de sus propios
puntos ciegos. El intentar encontrar cada vez más y confirmar que lo que él decía,
confirmar que sus interpretaciones eran exactamente lo que le pasaba al pte. Eso produce
análisis infinitos, porque siempre se puede descubrir algo más, se puede analizar algo
más, se puede decir, ampliar, etc.

Lacan dice “el análisis de la contratransferencia, que implica identificar los sentimientos
positivos y negativos que se producen en una situación analítica en el analista, se
transforma en un ideal estoico del análisis”. Apatía estoica. Los estoicos eran un grupo de
griegos de la filosofía antigua, que en el ideal que tenían de felicidad proponían la
ausencia de perturbaciones. La ausencia de perturbaciones es casi insensibilizarse ante las
cuestiones que a cualquier humano le pase. Como no lo voy a poder solucionar, entonces
no me preocupo. Vivir en la imperturbabilidad. Entonces Lacan dice “este ideal estoico en
el intento de que el analista permanezca insensible a la seducción o a las manifestaciones
hostiles, ¿tiene que ver con el buen análisis del analista? ¿por qué la insensibilidad? ¿Por
qué estás bien analizado convertiría a un buen analista en un insensible? ¿Por qué el amor
o el odio estarían excluidos?” Por qué sentir amor u odio descalificarían al analista como
tal? Al contrario, cuanto más analizados se esté, mejor se va a amar y mejor se va a odiar.
Y lo que dice es que de la apatía de la que se trata, es la de estar POSEÍDO POR UN DESEO
MÁS FUERTE, QUE AQUELLOS DE LOS CUALES PUEDA TRATARSE, es decir el deseo de
abrazar al pte o de tirarlo por la ventana. No se trata de ser insensible de lo que puede
producirse en el analista, sino de estar poseído por un deseo más fuerte que esos deseos.
No es no sentir, sino poder no quedar tomado, por estar fundado en un deseo más fuerte
que es el deseo del analista. “Auguraría mal de quien nunca haya sentido eso (querer
abrazar un pte o querer tirarlo por la ventana”. El analista dice estar poseído por un deseo
más fuerte, que está fundado en tanto analista, en tanto se produjo una mutación en la
economía de su deseo. Algo en la economía del deseo del analista como sujeto, debe
haberse transformado, transmutado, para producir el deseo del analista.

¿Cuál es esa mutación? El pasaje por el propio análisis es lo que produce esa mutación en
la economía del propio deseo.

Lacan dice “El paciente tiene un partenaire que es su Otro, y ese es el lugar ocupado por el
analista. La paradoja de la partida de bridge analítica, es que el analista debe ayudar a
encontrar lo que hay en el juego de su partenaire al sujeto.” El partenaire que tiene el
sujeto es su Otro, entonces el analista tiene que ayudar a que el sujeto encuentre cuáles
son las cartas que hay en su Otro que es su partenaire. El analista ayuda a encontrar en la
mano de cartas del Otro. No hay partenaire del analista, su yo se comporta como muerto,
juego con la cartas del sujeto.

Entonces si la contratransferencia implica los sentimientos experimentados por el analista


en el análisis, determinados por la relación que se establece, dice Lacan, “no se trata sin
embargo de hacer intervenir la contratransferencia en el análisis”. Ahí toma dos
postfreudianos y le responde a uno y a otro, que ubicaban el obstáculo en comprender
demasiado uno, y en no haber comprendido nada el otro. No se trata de hacer intervenir
la contratransferencia, no se trata de comprender ni de no comprender. De lo que se trata
es de suspender la creencia, y en todo caso, debe siempre poner en duda lo que
comprende. Si hay algo que se comprende, ponerlo en duda.

“En tanto que el analista sabe lo que es el deseo, pero que no sabe qué es lo que desea
ese sujeto en particular, es que está en posición de tener en sí el objeto de ese deseo”.
El deseo del analista se ordena en relación al saber. Vamos a trabajar tres referencias:

a) Escepticismo
b) Ironía Socrática
c) Docta Ignorancia

(Variantes de la cura tipo, El deseo del psanalista y Mención Lacan seminario 11 y 12 que
están fuera del programa).

Docta Ignorancia – Nicolás de Cusa (medieval por su época pero moderno por su
pensamiento 31/10)

Lacan va introduciendo su idea acerca del deseo del psicoanalista con Sócrates
funcionándole como modelo, Sócrates que no sabe nada más que del deseo. Y Lacan dice
“el deseo en posición de objeto, porque ser deseado por el otro es el objeto mismo del
deseo. Lo deseable es ser deseado”. Entonces el lugar del analista, en tanto deseo del
analista, es el del lugar vacante al deseo del paciente. Para que se realice como deseo del
Otro. Dos párrafos clave de Rabinovich págs. 16 y 18:

Pág. 16: “El psicoanalista debe ofrecer vacante, vacío, dejar libre el lugar del propio deseo.
El que no ha de estar ocupado por ese objeto que es el deseo de su Otro particular (o sea
que no debe estar ocupado por el lugar que él ocupó como objeto para su Otro). Debe
ofrecerse vacante a fin de que el deseo del paciente, el deseo como objeto, el deseo del
Otro, se realice en tanto que deseo del Otro vía ese instrumento para su realización que
es el analista en cuanto tal”.

El analista como persona, como sujeto, ocupó un lugar en su Otro. Como objeto en su
Otro. Ese lugar es el que debe estar vacante para que en ese vacío se despliegue el deseo
del sujeto (paciente). (Ejemplo analista que le dice a la paciente “me estás abandonando”.
En ese momento no está operando como analista. El analista que vive eso como un
abandono, no está el paciente --- en su deseo. Ese lugar tiene que haber sido trabajado. Lo
que debe producir el propio análisis es que cuando uno se ubica como analista para otro,
el lugar que uno ocupa como objeto de deseo en su propio Otro, esté vacante. No es el
deseo como sujeto. Uno como objeto en su Otro. Para poder iniciar un análisis de otra
persona, de otro sujeto.

Poder ser tomado como el objeto del deseo del paciente y que ahí se despliegue la
relación que el paciente tiene con su propio Otro.

Este espacio vacío permite el surgimiento del objeto a del paciente y lo que sabe el
analista es que el objeto tiene un valor inconmensurable en tanto causa del deseo. En
tanto no hay un Bien Común y esos objetos no son comparables. Que no hay comparación
entre su lugar como objeto de su deseo para su Otro, no hay comparación entre eso y el
objeto que fue el paciente para su Otro. Como tampoco hay comparación entre pacientes.
En cada análisis el analista ocupa un lugar distinto, porque ocupa el lugar de objeto que
ocupó cada paciente para su Otro. Eso es lo que hace que cada recorrido sea
absolutamente singular. En cada análisis ocupa el lugar de objeto que fue cada paciente
para su propio Otro. (Fue y es).

(Ejemplo caso análisis en que en muchas situaciones el padre del paciente, lo plantaba y él
lo padecía mucho tiempo. Empieza a llegar tarde a las sesiones hasta que llega 5 minutos
antes del horario de finalización. Analista lo atiende por portero eléctrico y le dice “hoy no
te voy a atender, es muy feo quedarse esperando”). Analista intervino poniendo en acto
ese lugar de objeto en el que ella quedaba. Es lo que el paciente le transfería a ella. Ese
lugar que él ocupaba para su Otro, ese lugar en el que quedaba siempre plantado. Ese
lugar no se explica, ese lugar se interpreta en acto, porque tiene que ver con lo real.
Porque la transferencia del objeto es la dimensión real de la transferencia. No se puede
decir “resulta que …”. Justamente porque no hay bien común, la empatía no cabe. No se
puede interpretar desde lo imaginario. “A mí me pasó también” no va. No por una
cuestión moral sino porque el dispositivo está fundado en el objeto inconmensurable.

El duelo del analista entonces, será el de caer de esta posición que sostiene desde su
deseo, desde su deseo como analista. Que es la posición de ocupar el lugar de objeto que
ocupó cada paciente. El duelo es el de caer en tanto ese objeto. Su valor de verdad y si
valor de goce, el del analista como sujeto, están afuera del análisis. Entonces al final de
una análisis que el analista conduce, el duelo es el de su propia caída. El final del análisis
implica que el analista cae como objeto. Su subjetividad está afuera siempre, lo que cae al
final de un análisis con un paciente es el lugar que ocupó como objeto, de ese paciente
para su Otro.

En cada análisis el analista es una contingencia dependiente del deseo del Otro del
analizante. Y ocupa un valor de verdad única, no transmisible. El analista ocupa el lugar de
causa, en tanto el lugar de causa es el lugar de esa verdad contingente del sujeto. Que el
proceso del análisis permite descubrir. Que esa verdad del sujeto es una verdad
contingente. Y esa verdad, el texto de esa verdad es qué fue ese paciente para el deseo de
su Otro. Esa es la verdad histórica que se construye en el análisis. Entonces, que sea una
verdad contingente implica que en el final del análisis pueda caer. Eso que la vida produjo
de manera contingente y que la neurosis transformó en necesario, el análisis lo vuelve
contingente. El análisis vuelve a su estatuto de contingencia lo que la neurosis transformó
en necesario.

(Desengaño: el modelo de Sócrates excepto en ese punto. El analista no desengaña, causa


el recorrido que produce un saber. No es que uno se presenta con la castración y entonces
desegaña al que está hablando. Sino que es a eso a lo que tiene que llegar el paciente).

Entonces, la salida del análisis implica perder la necesariedad. Todo aquello que se volvió
necesario para alguien se transforma en contingente. Esa es la salida del análisis, que uno
llegue a un punto en el que no sepa quién es ni qué quiere. Y si ese lugar que ocupó el
sujeto en el deseo de su Otro, cae, porque se vuelve contingente.. Lo necesario es el
fantasma: Soy “x” para el Otro. Si esto cae, entonces también cae el analista porque el
analista está ocupando ese lugar. Lo que fui para mi Otro. Si esta versión cae, entonces
también cae el analista.( a----S y S----a / Analista que ocupa el lugar que ocupa el sujeto en
el fantasma, porque es el lugar que éste ocupa para su Otro. En el sentido de la
interpretación fantasmática que uno hace del deseo de su Otro. Yo soy “x” para mi padre.
Texto fantasmático). La vida produjo acontecimientos que la neurosis transformó en
necesarios. Y lo que hace el análisis es que los vuelve contingentes.
Por eso hay finalES, porque un análisis se sostiene de un fantasma particular. La neurosis
de transferencia consolida el fantasma. La transferencia se sostiene en el fantasma y
consolida un fantasma transferencial si se quiere. Pero una vez que se hizo un recorrido y
eso se conmueve, entonces el analista que ocupó ese lugar, cae. Después se rearmará
otro fantasma y se sigue con el mismo analista o se cambia y se transferirá otra cosa. Pero
el recorrido hecho, cae.

Entonces, no hay posibilidad de fusión entre analista y paciente, a nivel del objeto por
esto que decíamos. No hay posibilidad de identificarse al analista, por esto mismo
también, no hay relación sexual entre analista y analizado. Y la transferencia es una ficción
que se dirige al Otro. Lacan en el seminario 18 habla de la carta de amor y de la carta de a-
muro: francés amour/a-mour. Juego de palabras. Es homofónico amor de a-muro. La
ficción que se dirige al Otro, la ficción de la transferencia, es una carta de amor que se
escribe durante el análisis, dice Lacan, se le escribe al Otro del amor. Al gran Otro. Por eso
la transferencia se consolida en el fantasma fundamental. La transferencia consolida el
fantasma; la vertiente amorosa de la transferencia que se dirige al Otro, escribe esa carta
de amor sostenida en el fantasma. Es el carácter necesario del amor de transferencia.

Analista ocupa lugar del Otro y del objeto a del paciente al mismo tiempo. Pensémoslo
con el ejemplo del tipo que lo dejan plantado. Durante todo el recorrido y durante toda la
construcción escribe la carta de amor. Se instala la transferencia, se consolida su
fantasma. Y el acting que empieza a tener está dirigido al Otro, al analista ocupando el
lugar de Otro. Cuando el analista interviene no desde A diciéndole “qué mal que llegás
tarde”; sino que interviene desde a, desde lo que le es transferido. Entonces, en ese
momento, lo que le estaba dirigido hacia acá (A) le cambia la vía, lo responde desde acá
(a). Entonces Lacan lo que dice es “cuando aparece el a, se devela la carta de a-muro. Y se
devela la ficción que arma la carta de amor. Se devela la ficción de la transferencia. A
partir de que aparece el lugar de objeto como aquel lugar contingente que fui para el
Otro. Pero es vía la intervención analítica. Es la emergencia del objeto en la carta de amor,
en la transferencia, la carta de a-muro. El despliegue transferencial siempre se dirige al
Otro. Uno se dirige siempre al Otro. El analista elige desde dónde interviene. Si contesto
desde A, consolido el amor de transferencia, el primer piso del grafo. Si contesto desde a,
entonces pasa otra cosa. El lugar que ocupé para mi Otro se devela. Se devela qué lugar
soy en el deseo del Otro.

El develamiento de la carta de a-muro, implica que cae el SSS y el carácter necesario del
amor de transferencia. El analista cae como desecho del proceso que dirigió en tanto
semblante del objeto a. De aquel inconmensurable que le tocó ser esa vez. Ese objeto
inconmensurable que le tocó en ese análisis. Para desaparecer en el olvido al que lo
destina la transformación de lo necesario del amor de transferencia, de lo necesario de la
carta de amor; en lo contingente de la carta de a-muro. El analista cae en el olvido al pasar
de lo necesario del amor de transferencia a lo contingente del objeto a. Y el correlato de
esta caída es la destitución subjetiva del analizante. Entonces el análisis consiste en
construir el fantasma transferencialmente y luego, al final, separar sus términos. La
construcción del fantasma también es solidaria de la construcción del ágalma, ubicada en
el analista. El sujeto supuesto saber. Que cae también al final del análisis. Se separan los
términos del fantasma, se separan los términos del ágalma y cae el SSS. El correlato de
esto es la destitución subjetiva del analizante. Esto que les decía de “no sé quién soy”.
Llegar a un punto de desconocimiento.

El ágalma es el lugar de objeto que uno ocupó para su Otro. Cae finalmente.

Página 109 Capítulo Rabinovich (chequear): “Sócrates se muestra aquí como usando en los
hechos el saber de su falta. Más allá de su teoría misma acerca del amor y su relación con
la idea de belleza. Por ende, se sitúa más allá de su propio ideal”. O sea, más allá de su
saber respecto del amor respecto de la belleza, más allá de su ideal, Sócrates se ubica en
relación a la falta. En la medida en que su saber acerca de la falta le permite, al aceptar la
falta, un acceso a lo contingente de cada bien, de cada objeto del deseo. En ese instante
tampoco opera como amante sino en una posición tercera. La posición tercera implica
esto: saber, pero saber acerca de la falta y de lo inconmensurable de cada objeto. Esta es
la relación entre el saber y el deseo del analista. No es un saber de la ciencia, no es un
saber teórico, sino que es un saber sobre el recorrido, producto del propio análisis,
entonces se sabe cuál es el recorrido, sabe del deseo, pero no sabe qué objeto es para
cada analizante. Y en tanto tiene presente eso, en tanto sabe de esa falta, es que puede
ocupar ese lugar, como objeto de deseo. “Esta posición tercera es lo que permite situarlo
en la posición del analista. Por eso para Lacan Sócrates sabe que en el nivel del objeto a,
enfrentamos algo que está más allá del ideal. Ese lugar del a puede ser ocupado por
cualquier objeto en lo tocante al deseo. O sea, que contrario del saber sobre el bien
soberano, la contingencia esencial del objeto a, que aún cuando es inconmensurable,
puede ser cualquiera”.

Ese saber no es un saber que se usa para desengañar. El analista sabe del recorrido, de su
propio recorrido, pero eso no quiere decir que sepa del recorrido que va a hacer el sujeto.
Sería tornarse un dogmático.

31/10 Deseo del analista Rabinovich

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