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Testimonio de una oración contestada

Esta es mi historia: Todo comenzó desde el momento en que perdí a mi familia, mi


Hija. Durante una lucha de casi 3 años con mi ex mujer, a causa del contacto con mi
hija, mi vida fue una vida llena de sufrimientos, porque desde el momento en que nos
separamos tuve dificultades para ver a mi adorada hija. Recuerdo que un día en su
cumpleaños compré regalos para felicitarla en su gran día de fiesta, me preparé y
estaba feliz porque pensaba que podría ver a mi hija. Me prepare para el encuentro de
mi hija y cuando timbre la puerta de su casa para entregarle sus regalos, su madre no
me abrió la puerta.

Solo Dios pudo leer el sufrimiento que yo en ese momento sentí, fue algo amargo y
difícil de explicar; hay muchos hombres que por su ego o por su orgullo no lloran, tiene
que ser algo bastante enorme o una carga muy grande para poder llorar, pero
hermanos, les puedo decir que ese momento me toco a mi, porque llore amargamente,
solamente mi Dios y mi ángel fueron mis testigos. En otra ocasión en la fiesta de
navidad la misma historia tuve que soportar.

Me preguntaba hasta cuando tendría que pasar por esta situación, hasta cuando.
Hermanos, cuando estaba en el trabajo sonreía con mis compañeros, en la iglesia
igual, pero cuando llegaba a casa y pensaba en mi hija era muy duro.

Decidí entonces iniciar un juicio y pasé casi un año en el mismo tema y no pasaba
nada. Por mas que luchaba por convencerla de que era un error , la situación solo
empeoraba. Entonces decidí poner mi problema en las manos de Dios, le pedí a los
hermanos de la iglesia y ami familia que oraran por mi problema. Fueron muchas las
oraciones que se realizaron aquí en Berlín, tanto en la iglesia de habla inglesa de
Charlottenburg como mis hermanos de la iglesia hispana en Neuköln.

Pasó un mes, dos meses, llego el cuarto mes y no pasaba nada, mis esperazas cada
vez eran mas lejanas de ver ami hija. Así pasaron el quito y sexto mes, ya tenia para
ese tiempo año sin ver ami hija. El 28 de julio de 2009 en el cumpleaños de mi hija,
sentí que una voz me dijo: ¡llámala, llama a tu hija!, hermanos, fue un milagro de Dios,
ya que ablando el corazón de la mamá de mi hija y me dijo: ven a ver tu hija mañana.
Con lagrimas de emoción agradecí a nuestro Dios por haber contestado mi oración.

Al día siguiente prepare todos los regalos que tenia en mi casa para ella, hasta su
regalo de navidad tenia guardado. Cuando estaba en el parque en donde teníamos la
cita, estaba nervioso porque no sabia la reacción de mi hija hacia mi; cuando de
repente la veo, pensaba que me rechazaría, pero hermanos, no fue así, mi hija me
abrazo me beso y su primera pregunta, que jamás olvidaré, fue la siguiente: Papa, ¿en
donde has estado? la abrasé y le dije: mi hija, algún día te lo explicare. Entones mire al
cielo y di gracias a mi Dios por su gran misericordia, que no se olvido de la petición de
mi quebrantado corazón y me las recompenso con un tierno beso de mi hija. La
segunda pregunta fue que si no la visitaría en su escuela, y le prometí que lo haría. Al
día siguiente fui a su escuela, corrió hacia mi y me dijo las palabras mas dulce que
jamás había escuchado de sus labios: Papa te amo.

Alabado Sea Dios por su gran misericordia, nuestro Dios es un Dios viviente y se
manifiesta cada día en nuestra experiencia con él. Gracias le doy a cada hermano que
se unió a mis peticiones a Dios, para que yo recibiera lo que tanto deseaba: estar con
mi amada hija.
Orar unidos da resultado

Jerry Page, secretario ministerial de la Asociación General

Hace años, mi esposa Janet y yo vimos que nuestra vida cambió de manera
significativa gracias a que decidimos orar unidos con otras personas. En la Asociación
donde trabajaba, el pueblo de Dios se comprometió a orar por nosotros y otros líderes,
cada mañana a las 6.15. Dos años después, fuimos objeto del reavivamiento
espiritual, y muchos a nuestro alrededor experimentaron corazones transformados y
milagros como jamás habíamos visto. Estos cambios fueron resultado de que la gente
se unió para orar por nosotros.

Cinco años después, fuimos trasladados a otra Asociación con muchos problemas.
Conociendo ya el poder de orar unidos, Janet y yo invitamos a que otras personas nos
acompañaran, para pedir respuestas divinas. Jesús envió personas preciosas a
nuestro lado. Después de orar juntos por esos problemas, una vez más fuimos testigos
de la obra del Espíritu: relaciones rotas fueron sanadas, iglesias y escuelas
experimentaron el reavivamiento, jóvenes se llenaron de entusiasmo por Cristo,
comenzó un movimiento de evangelización, se dieron fondos para apoyarla, y se
derribaron barreras, porque diversas iglesias se asociaron para proyectos multiétnicos.

¡Unirse para orar da resultado! Jesús nos pide que oremos juntos, y nos promete
resultados milagrosos si lo hacemos. Nos dice: «Otra vez os digo que si dos de
vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será
hecho por mi Padre que está en los cielos» (Mat. 18:19). Los primeros miembros de la
iglesia oraban y alababan juntos a Dios. Se humillaron y confesaron juntos sus
pecados. Cuando estaban unánimes, el Espíritu Santo descendió con poder, y se
produjo el Pentecostés.

Elena White habló de cuán fundamental es orar unidos: «Se hace la promesa con la
condición de que se ofrezcan las oraciones unidas de la iglesia y, en respuesta a ellas,
puede esperarse un poder más grande que el que viene como respuesta a la oración
privada. El poder dado será proporcional a la unidad de los miembros y su amor por
Dios y por los demás.
Maneras creativas de orar durante diez días

El propósito de programar los «Diez días de oración» en enero es animar a los


miembros para que comiencen el nuevo año con Dios, y para que llenen cada área de
sus vidas con la oración. Algunos, sin embargo, no pueden o no desean reunirse en
los días ya establecidos. Escogen otros diez días cuando les queda mejor, y de esa
manera, no dejan de participar de esta bendición.
La Unión Asociación Central de Brasil ya llevó a cabo los «Diez días de oración» del
13 al 22 de febrero de 2014. He aquí algunas formas creativas que usaron para
involucrar tanto a miembros como a simpatizantes:
En Juquitiba (San Pablo), los miembros armaron una tienda de oración en un área
pública, y distribuyeron ejemplares gratuitos de La gran esperanza. Se ofrecieron para
orar con los transeúntes y visitar a los interesados. En otras tiendas de oración,
algunos miembros ofrecieron materiales gratuitos y abrazos espontáneos. Un grupo
armó la tienda de oración en una feria de salud.
La iglesia de Mangueiras, en Tatuí (San Pablo), junto con otras iglesias, abrió sus
puertas durante una hora a las 5.00 para meditar y orar. Entonces, a las 6.00, tuvieron
cada día un culto de oración.
En algunas iglesias, se escribieron pedidos de oración, que fueron colocados dentro
de globos que fueron intercambiados entre los miembros para que oraran por los
pedidos de los demás.
Algunas iglesias decoraron una sala de oración, que los miembros podían usar cuando
así lo deseaban.
El último día del programa, algunas iglesias organizaron un retiro espiritual o un
banquete de evangelización.
El 22 de febrero, una iglesia en el sur de San Pablo lanzó un programa de oración
intercesora de treinta días, en el que se animó a los miembros para que oraran
durante treinta días por tres personas que no eran parte de la congregación. Durante
ese tiempo, pastores y líderes enseñaron a los miembros cómo hacer visitas, ganar a
personas para Cristo, dar estudios bíblicos y ayudar a los miembros nuevos a
permanecer en la iglesia, capacitándolos de esa forma para el ministerio.
¿Qué pasa con las oraciones sin respuesta?

Mark A. Finley
Hace poco, un sábado de mañana, me levanté con un intenso dolor de espalda. Miré a
mi esposa y le dije un tanto en broma: «Si alcanzo a llegar al púlpito, creo que me
puedo aferrar como para no caerme mientras predico».
Oramos juntos para que Dios me ayudara de alguna manera a cumplir con las tres
predicaciones que tenía programadas para ese día. Un amigo me comentó que en el
lugar donde estábamos, había un entrenador deportivo profesional que podía tratarme.
Después de tres días de tratamiento, me sentí mucho mejor. Al repasar esa
experiencia, mi esposa y yo estamos convencidos de que fue una respuesta directa a
la oración. Dios estableció una cadena de circunstancias para que recibiera la ayuda
necesaria de parte de un profesional calificado.
¿Y si Dios no hubiera respondido mis oraciones de manera tan señalada? ¿Y si
hubiera tenido que soportar el dolor de espalda, como en ocasiones me sucede?
¿Habría confiado menos en Dios? No necesariamente.
El propósito de la oración es ponerse en contacto con el Todopoderoso. La oración es
comunión con Dios. Es colocarnos en la atmósfera de su gracia, donde el Espíritu
puede hablarnos. La función de la oración no es conseguir lo que queremos, sino
entrar en comunión con Dios. Mediante la oración experimentamos su presencia,
descubrimos su voluntad y aprendemos a confiar más en él.
Elena White clarifica la cuestión de esta manera: «Orar es el acto de abrir nuestro
corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa lo
que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirle. La oración no baja a Dios hacia
nosotros, antes bien nos eleva a él».
La oración nos eleva a la gloria de su presencia. Hay ocasiones en las que oraciones
en apariencia sin respuesta nos llevan a una experiencia más profunda de confianza
en Dios. Las oraciones sin respuesta pueden hacernos persistir en la oración. Pueden
conducirnos a una fe más profunda y una confianza más sólida en Cristo. Es una fe
que nos inspira a confiar tanto en Dios que persistimos cuando él parece estar
silencioso.
Mi experiencia cristiana no depende de las respuestas inmediatas a mis oraciones. Es
el resultado de una relación continua con Dios. Él responde mis oraciones lo suficiente
como para que yo sepa que se interesa en mí, pero no tanto como para que caiga en
la arrogancia espiritual. Al repasar mi vida, veo esas cúspides en mi experiencia
espiritual, esos momentos en los que él actuó de manera sorprendente, y reconozco
también situaciones en las que mis oraciones quedaron aparentemente sin respuesta.
Me regocijo porque «en la vida futura, se aclararán los misterios que aquí nos han
preocupado y chasqueado. Veremos que las oraciones que nos parecían
desatendidas y las esperanzas defraudadas figuraron entre nuestras mayores
bendiciones>>.
Me siento agradecido porque sé que mis oraciones en apariencia sin contestación
reciben la mejor respuesta según la perspectiva del cielo. Alabo a Dios porque sana
espaldas dolientes, pero también por enseñarme a confiar en él aun cuando la espalda
me siga doliendo.

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