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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

GESTIÓN SOCIAL

PROCESOS PRODUCTIVOS

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

GESTIÓN SOCIAL Y PROCESOS PRODUCTIVOS

Coordinadores:
Elsa Guzmán Gómez
Nohora Beatriz Guzmán Ramírez
Sergio Vargas Velázquez

Cuerpo Académico Cultura y Gestión de Recursos para el Desarrollo

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Universidad Autónoma del Estado de Morelos

Gestión Social y Procesos Productivos

Primera edición, 2011

Copyright©2011
Universidad Autónoma del Estado de Morelos
Comité Editorial
Av. Universidad 1001 Col. Chamilpa
Cuernavaca, Mor.

Revisión de la edición:
Elsa Guzmán Gómez
Nohora Beatriz Guzmán Ramírez
Sergio Vargas Velázquez

ISBN 978-607-7771-51-7

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GESTIÓN SOCIAL Y PROCESOS PRODUCTIVOS

INDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 7

I. GESTIÓN SOCIAL DEL AGUA

El agua para la agricultura de riego en el estado de .............................................................. 23


Morelos, una historia de conflictos e intereses
Nohora Beatriz Guzmán Ramírez

La experiencia de un barrio totonaca poblano para................................................................ 39


autogestionar servicios de agua para uso doméstico
Susana Cariño Castillo

Las discordancias entre la gestión gubernamental y ............................................................. 57


la gestión social del agua
Sergio Vargas Velázquez

La construcción de la Presa Manuel Ávila Camacho, la ....................................................... 75


formación del Distrito de Riego 030 y su impacto
social en el centro del estado de Puebla
Sandra Rosario Jiménez

Crisis del modelo de gestión del agua del Sistema Cutzamala: ............................................ 87
derecho humano al agua, disponibilidad y conflictos.
Claudia Liza Corona de la Peña

II. PROCESOS PRODUCTIVOS

Apropiación, territorialidad y manejo del recurso .............................................................. 111


pesquero en el lago de Pátzcuaro, Michoacán
Jessica A. Fong Cisneros

Los huertos de una comunidad de la Reserva de ................................................................ 131


la Biósfera Sierra de Huautla, Morelos
Silvino Morales Tapia

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Resguardo de maíz y estrategias de seguridad .................................................................... 155


campesina en Morelos, México
Elsa Guzmán Gómez y Arturo León López

El viverismo en Tetela del Monte y su relación con ........................................................... 169


el proceso de urbanización de Cuernavaca
Kim Sánchez Saldaña y Adriana Saldaña Ramírez

El pueblo y sus huertas, transformaciones en los ................................................................ 183


territorios primordiales de la cultura campesina
Víctor Hugo Sánchez Reséndiz

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INTRODUCCIÓN

Elsa Guzmán Gómez


Nohora Beatriz Guzmán Ramírez
Sergio Vargas Velázquez

En el contexto de una economía-mundo inestable pero cada vez más interconectada, surgen
propiedades emergentes en la relación ambiente-sociedad. De esta manera, los procesos de
apropiación y uso de los recursos naturales y productivos se tornan cada vez más complejos, a
partir de un mercado global con redes de comunicación muy eficientes que llevan a los actores
locales a buscar insertarse en los mercados mundiales, cambiar sus prácticas productivas, formas
de organización o sus representaciones y saberes tradicionales.
Los mecanismos de vinculación entre los diferentes actores sociales y gubernamentales se
amplían a distintas escalas, confrontando usualmente los intereses y las prácticas de los
involucrados sobre territorios cada vez más intervenidos, con ciclos hidrológicos y ecosistemas
muy perturbados. Las tendencias que siguen estos procesos se constituyen en condicionantes
cada vez más intensas de la reproducción social, siendo un resultado contingente la resolución o
intensificación de los conflictos que se desatan por los recursos y la dirección hacia donde se
dirige el cambio. El deterioro y la sustentabilidad ambiental están sometidos a una vinculación
global que se expresa, por ejemplo, en problemáticas como la del cambio climático, la crisis del
agua y las desigualdades socioeconómicas, las cuales son al mismo tiempo producto de
determinaciones locales como de procesos globales.
Esta creciente complejidad nos invita, primero, a acercarnos a las diversas maneras desde las
cuales la investigación académica se plantea preguntas y perspectivas de análisis. Segundo, a
explorar los estudios que se están llevando a cabo en diferentes universidades y centros de
investigación. Esta debe convertirse en una vía para abrir las ciencias sociales (Wallerstein,
1997) y constituir los marcos para la interacción, el reconocimiento y la comprensión de las
problemáticas sociales y las tendencias teórico-metodológicas en su estudio.
Nos interesa analizar las condiciones actuales que mantienen los pueblos con respecto a sus
recursos naturales y productivos, los procesos de apropiación, el manejo de éstos y el papel que
tienen en su subsistencia. Así, la gestión de los recursos naturales y las condiciones de ejecución
de los procesos productivos agrícolas son dos ejes fundamentales para acercarnos a las
relaciones establecidas entre los grupos sociales y la naturaleza.

La gestión de los recursos para el desarrollo: ¿sociedad o gobierno?


Las complejas relaciones de los seres humanos con el entorno natural han sido estudiadas de
manera analítica por distintas disciplinas, las cuales se inclinaron desde sus inicios por la
parcelación de este conocimiento y su especialización en aspectos cada vez más delimitados. En
las últimas décadas, la creciente preocupación por el deterioro ambiental y la disminución de
posibilidades para lograr la modernización –tecnológica, organizativa, económica o social- o las
respuesta a sus impactos y consecuencias extremas –contaminación, pérdida de biodiversidad y

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ecosistemas, crisis del agua, entre otros-, impregnan el debate respecto a la forma en que las
sociedades se han apropiado y están utilizando los recursos que sigue proveyendo una naturaleza
profundamente intervenida. Esto ha llevado a redirigir la atención hacia enfoques científicos que
permitan explicar y producir respuestas sociales o tecnológicas que articulen las múltiples
dimensiones que constituyen el desarrollo, antes inobservables bajo el modelo de ciencia
parcelada por áreas del conocimiento. Ahora es fundamental la constitución de una ciencia
basada en la transdisciplinariedad, enlazada a procesos más complicados de interlocución entre
grupos de interés organizados en torno a estos recursos, característico de la ciencia posnormal
(Funtowicz y Ravetz, 2003), en la que la incertidumbre y riesgo crecen, existiendo valores en
disputa ante la necesidad apremiante de políticas públicas más efectivas: mayor uso productivo
de agua, tierra y biodiversidad para alimentar más seres humanos o restringir y regular su uso
para asegurar su conservación.
De esta manera, con la intención de explicar la apropiación de los recursos naturales, las fuerzas
directrices de su deterioro, así como su vinculación con el desarrollo –o la falta de éste-, se han
conformado nuevos enfoques de investigación trans o interdisciplinarios, en los que se conjugan
disciplinas naturales y sociales. Ahora se tiene una gran diversidad de aproximaciones, como
son las teorías de los sistemas complejos (García, 1994, 2006), la ecología política (Greenberg y
Park, 1994; Forsyth, 2003), la ecología cultural (Boehm, 2005), la sociología ambiental (Dunlap
y Michelson, 2002; Hannigan, 1995), la economía ambiental o ecológica (Martínez Allier,
2010), entre otras más.
Además de la dificultad de llevar a cabo investigación científica con un enfoque de estudio de
tales características, ahora resulta igualmente ineludible considerar su aplicabilidad para resolver
situaciones concretas, generar propuestas para enfrentar problemas socioeconómicos,
socioambientales, productivos o disputas de intereses entre grupos sociales, al mismo tiempo
que se continúe generando desarrollo (o al menos crecimiento económico).
Diversos organismos internacionales han estado a la cabeza de la promoción de varios de estos
enfoques de conocimiento, en tanto definen alguna estrategia para organizar sus propuestas y
acciones entre los gobiernos de sus países miembros. De esta manera se han impuesto términos
como los de desarrollo sustentable, desarrollo local, gestión integrada de los recursos hídricos,
gobernanza ambiental, entre otros, en los que se enfatiza el carácter sintetizador que deben tener
las directivas mundiales para la elaboración de las políticas públicas. El entramado entre el
conocimiento y su aplicabilidad se ha delimitado en varios casos como un paradigma de gestión.
De esta manera, la gestión del desarrollo resultan ser todas aquellas actividades encaminadas a
lograr ciertos objetivos respecto a la transformación positiva de la calidad de vida o bienestar de
una población, incluyendo los numerosos aspectos que intervienen, tanto problemas técnico-
productivos como sociales, económicos o políticos. La gestión ambiental o gestión del medio
ambiente es por tanto el conjunto de actividades conducentes al manejo integral del sistema
ambiental que, como sucede con la definición de gestión integrada de los recursos hídricos,
GIRH, se concibe como un enfoque holístico, que se presupone ha sido capaz de identificar
científicamente los factores y agentes medulares de los problemas con el agua (Global Water
Partnership, 2000).

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Sin embargo, estos enfoques que pretenden construir propuestas de acción para resolver
problemas, funcionan más que nada para justificar un cierto orden establecido, en donde los
poseedores de la gran visión resultan ser los expertos, generalmente vinculados con agentes
gubernamentales. En cambio, los grupos sociales aparecen en la mayoría de los casos sólo como
receptores de decisiones tomadas fuera de su ámbito de acción (Mollard y Vargas, 2009).
En contraposición con esta necesidad urgente de generar esquemas globales de aproximación a
las problemáticas socioambientales y económicas, los grupos sociales que en el plano local
manejan y aprovechan sus recursos disponibles de manera continua, y la que han tenido el
tiempo suficiente como para asimilar sus características, han llegado a elaborar prácticas
integradas mucho más sustentables que las que hasta ahora el conocimiento científico analítico
propone. Esto implica un conocimiento local que, si bien no adolece de la fragmentación del
especialista, está directamente orientado al manejo de los recursos de manera articulada a
condiciones específicas. De esta manera se tiene el contraste entre lo que propone una ciencia
analítica, que ayuda a justificar los esquemas de gestión integrada que se proponen ahora por
distintas agencias internacionales, con el manejo local que ha sido llevado a cabo durante siglos.
Estos tipos de manejo de los recursos naturales y productivos obligan a repensar la necesidad de
una gestión integrada.
La gestión nos remite al concepto de política pública. La política pública incluye tanto aspectos
técnicos como políticos. Por técnicos aquí entendemos los que se refieren al ámbito del
conocimiento sistemático de las dimensiones sobre las que se quiere aplicar la gestión. Estas
pueden ser los mismos recursos, por ejemplo, caracterizar el comportamiento de un acuífero
para no sobreexplotarlo, repartir derechos de agua en una cuenca hidrológica para no generar
conflictos. Todos estos se encuentran en un esquema de causalidad explicativa que permita guiar
a los tomadores de decisiones o sus gestores, para generar un resultado particular. En este
sentido, la política pública sobre el ámbito rural debe buscar conocer sistemáticamente el
complejo de relaciones entre sujetos sociales, la conjunción de estos con los recursos que
disponen para su reproducción social, con el fin de proponer acciones gubernamentales que se
vincula con acciones sociales para tener como resultado un cambio cualitativo en algún aspecto
de su existencia en sentido positivo.
Pero al lado de este aspecto técnico en donde se ven variables y su causalidad sobre cierto
objeto, situación o sujeto, se encuentra precisamente la interlocución con los sujetos receptores
de esta acción gubernamental, sus percepciones, expectativas e intereses, así como sus posibles
respuestas y estrategias de acceso o resistencia a la acción gubernamental. Lo más común es
encontrar enfoques para la gestión del desarrollo, la gestión del ambiente o la gestión del agua
desde el ámbito gubernamental que descontextualizan los aspectos sociales, interpretan las
situaciones sociales como procesos ahistóricos y despolitizados, o en su caso politizados pero en
sentido negativo. Desde los actores gubernamentales es común escuchar que ―todo iba bien hasta
que se politizó el asunto‖, o también frases respecto a los intereses mezquinos de ciertos
personajes o grupos que desvirtuaron o se apropiaron –capturaron- lo que de otra manera estaba
–se cree que estaba- muy bien diseñado como plan o programa gubernamental.
La gestión es entonces un conjunto de acciones encaminadas para obtener o lograr algo. Desde
esta perspectiva es mucho más que la simple administración de un recurso. Implica reconocer la

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complejidad de las acciones en donde hay elementos técnicos y elementos sociales. También hay
conflictos que deben ser abordados en sus dos vertientes: una técnica y otra política.
Analizando el caso del agua como recurso productivo fundamental para valorizar a la
agricultura, concebido como elemento de gran importancia para el desarrollo rural y agrícola, y
ahora también para la sostener la expansión urbana, ha surgido la preocupación mundial por
frenar el agotamiento de los recursos hídricos como un elemento central de la estrategia global
para la conservación de nuestro planeta. Esto se manifiesta en las actuales disputas en torno al
cambio climático y sus consecuencias en términos de variación en la disponibilidad de agua y en
la pérdida de biodiversidad. También se expresa en la idea de que el planeta debe ser gestionado
como una unidad; de esta manera las argumentaciones a favor del desarrollo sustentable están
fuertemente vinculadas al principio de patrimonialización de la naturaleza y sus recursos
(Thiébaut, García y Jiménez, 2008).
En el momento actual, en el que se percibe ya una crisis mundial del agua, se encuentra en
construcción un enfoque de gestión que deja de considerar el agua exclusivamente como recurso
para valorarla también como patrimonio, noción que conduce a las ideas de transmisión de
derechos entre generaciones frente a su mera explotación, de interdependencia entre las acciones
presentes y futuras, de relación sistémica entre el conjunto de las interacciones naturaleza-
sociedad. Para enfrentar este difícil panorama, los principales organismos internacionales han
impulsado en las dos últimas décadas el principio de que para comprender y enfrentar la
dinámica del agua como fluido que vincula distintos ecosistemas y grupos sociales, se requiere
entender su distribución espacial y temporal en amplios espacios geográficos denominados
cuencas; sólo a partir de las cuales es posible definir la intervención de los gobiernos con
políticas públicas social y ambientalmente apropiadas. Esto implicó transitar de una gestión del
agua por uso, hacia una gestión del agua como una unidad en la que no se pueden separar sus
usos (bien económico) de su valor patrimonial (bien social y ambiental), así como también pasar
del lado de la oferta (construcción de obras para garantizar el abastecimiento) al lado de la
demanda (creación de incentivos y sanciones como mecanismos de redistribución entre usos y
usuarios y su conservación ambiental). Así, el manejo de los recursos naturales y productivos
debe ser visto desde una perspectiva de los territorios o regiones.
Frente a las estrategias expansionistas de la gestión de la oferta, basadas en el principio de
maximizar el agua disponible mediante grandes obras hidráulicas para el crecimiento económico
y la valorización del capital, se impone la necesidad de evolucionar hacia modelos de gestión de
la demanda, basados en el incentivo de la eficiencia en un marco de crecientes restricciones
ambientales y económicas. A su vez, estas nuevas y deseables estrategias de ahorro y eficiencia
deben abrir camino y tender puentes hacia una hidrología madura de gestión sostenible integrada
en el territorio de cada cuenca hidrológica, como la unidad de gestión, negociación y resolución
de conflictos ambientales –no sólo del agua, sino más bien teniendo a los recursos hídricos como
el factor transversal a todos los procesos ambientales-.
Esta visión mundial del agua promovida por diversos organismos internacionales, y ya
incorporada en muchos países del mundo, aparece en términos discursivos como una visión
abierta al diálogo, inclusiva para la participación de todos los interesados en el manejo del agua,
así como ambientalmente correcta al retomar y proponer un uso sustentable (económico, social y

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ambiental) y nuevos arreglos institucionales basados en el concepto de gobernanza del agua. Sin
embargo, consideramos que existe una gran diferencia entre el discurso y la práctica, ya que la
transición del modelo de gestión de la oferta –que en nuestro país asumió la forma de gestión
centralizada por el gobierno federal- al modelo de la gestión de la demanda –que se expresa en
la GIRH-, es un proceso esencialmente político, con fuertes determinaciones socioeconómicas.
Podemos afirmar que cada país ha tomado esta propuesta mundial promovida por los países
centrales y organismos internacionales, y la han aplicado de acuerdo a su propia historia política
y tradiciones organizativas; incluso entre los países centrales hay grandes divergencias difíciles
de salvar.
Consideramos fundamental establecer las diferencias entre la gestión gubernamental y la gestión
social, ya que ambas representan formas de organización, posiciones y percepciones que si bien
interactúan, muchas veces se confrontan. Esta diferenciación es vista desde el ámbito jurídico
como la confrontación entre el marco jurídico formal y formas de organización social el que está
en leyes nacionales o estatales que definen qué organismos son los depositarios de la
―autoridad‖, cuales son los derechos y obligaciones de todos los involucrados en el manejo del
agua, así como los principios desde los que el Estado regula las relaciones sociales en torno al
uso del agua tanto como bien social como bien económico y activo ambiental.
Sin embargo, esta visión que parece incluyente, suele ignorar las historias y procesos sociales, y
la manera compleja en que se vinculan las administraciones con las organizaciones sociales. En
algunos casos existe cierta integración entre la política pública y las acciones sociales, pero en
otros casos, que consideramos son los más en nuestro país, existe una fuerte escisión entre la
política gubernamental y las acciones de los grupos sociales. La política del agua es entonces
política de gobierno mas no política pública donde confluyan, se comuniquen y negocien los
distintos grupos de interés por el agua. Nos encontramos así con una fuerte diferenciación entre
la gestión social del agua, muchas veces bajo la forma de gestión comunitaria o gestión privada,
y la gestión gubernamental, teniendo como intermedio la gestión pública, generalmente
disminuida frente a las permanentes tensiones entre actores gubernamentales y actores sociales.

Sobre los procesos productivos agrícolas


El estudio de los procesos productivos desde una perspectiva sociocultural lleva a considerarlos
como complejos de factores que, de acuerdo a las condiciones particulares, se combinan,
complementan y tienen un fin determinado. Es necesario discernir el conjunto de factores que
inciden en que los resultados de las diferentes etapas de las actividades productivas y el destino
de sus productos se encaminan hacia determinados fines, para comprender las lógicas,
determinantes y búsquedas que los productores y sus familias tienen en dichas actividades. Esta
perspectiva de análisis busca vislumbrar a la actividad como más que eso, como una estrategia
productiva, parte de una estrategia de reproducción social global.
Otro aspecto que es necesario definir es el carácter cultural de dichas estrategias, productivas
llevadas a cabo fundamentalmente por grupos campesinos. Es decir, no podemos hablar de
factores o determinantes de los procesos agrícolas en abstracto o de manera general sin
considerar contextos, tampoco podemos hablar como aspectos culturales en general, sino que

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interesa de manera particular asociarlo a actores concretos, cuya historia cultural será la base
para comprender la estrategia productiva y de reproducción.
La reproducción campesina como objetivo último de la estrategia global campesina o estrategia
de vida se aborda a partir de la reproducción social entendida como el producto de un complejo
de procesos de estabilidad y cambio, de distinta índole y a diferentes escalas, que permiten la
existencia y pervivencia de una sociedad y de los distintos grupos y clases sociales que la
conforman, así como los vínculos, interacciones y mediaciones entre ellos. Para el caso de la
reproducción social campesina, encontramos involucrados dos ámbitos predominantes en que
los procesos se llevan a cabo, que interactúan e incluso se complementan, estos son la cultura y
el mercado, el primero se da a una escala del grupo particular y el otro en términos de las
relaciones con la sociedad.
Las actividades agrícolas campesinas, que contienen el proceso de trabajo, no son puramente
campesinas en tanto se vinculan con el mercado capitalista, a través de sus productos y participa
en su reproducción (del capital y de la sociedad), dándose una suerte de procesos de captación-
asimilación orgánica de los impulsos periféricos para la conformación del metabolismo social en
una unidad heterogénea, no perfecta, disgregada, determinando el modo de operación del
sistema social actual (Vergopoulos, 1977).
En este sentido podríamos hacer referencia a la heterogeneidad de los grupos campesinos en
México, quienes manifiestan distintos niveles de desarrollo y formas de vinculación, adaptación
y transformación al mercado que son analizadas como formas intermedias de desarrollo,
procesos híbridos, inserciones secundarias e incompletas, etcétera. Estos procesos en doble
sentido no representan ningún límite para el funcionamiento del capital, ya que les son
funcionales y garantizan la persistencia del campesinado.
Así, la racionalidad capitalista y la lógica campesina, si bien tienen principios contradictorios, y
representan espacios de confrontación, en tanto la primera marca una tendencia para destruir la
fuente de riqueza campesina con la sobreapropiación y explotación, también tiene una tendencia
para protegerla y preservar la posibilidad de una explotación segura, que conforma las
posibilidades de reproducción del sistema y de los grupos sociales en el marco del mercado.
La existencia de los grupos campesinos habla de una persistencia dinámica en este marco, que
contiene tendencias ajenas a los propios campesinos, implica la existencia de procesos
permanentes de adecuación y reproducción frente a las dinámicas globales, así como arreglos
internos para su propio funcionamiento. Las relaciones entre los múltiples grupos de la sociedad
dan lugar a puntos de interacción, haciendo que se encuentren y enfrenten sus historias y
percepciones particulares del mundo, acciones y discursos a diferentes niveles. Cultura y poder
se encuentran entrelazados, en procesos de hegemonía y subordinación, que se recrean como
fuerzas en tensión, bajo procesos de negociación (dominio, resistencias, coerción) entre los
diferentes grupos sociales.
En este sentido, los grupos campesinos estructuran una gama de estrategias que les permiten su
reproducción. Para ello hacen uso tanto de los espacios sociales, culturales y políticos que se
encuentran fuera del dominio del capital y la cultura predominante –prácticas cotidianas hasta
formas manifiestas de resistencia-, como de los espacios de interacción con el mercado y la
sociedad toda.

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La idea de estrategia nos acerca a los arreglos elaborados a partir de decisiones racionales
sustentadas en bases culturales interiorizadas (normas y valores) que permiten la organización y
ejecución de un conjunto de actividades que los individuos llevan a cabo de acuerdo a la
organización social, familiar y laboral. Es decir, la estrategia despliega distintas dimensiones y
niveles. Ante esto, es necesario el reconocimiento de la diversidad como eje de la estrategia y
reproducción campesina, hacerla inteligible, encontrar sus sentidos y comprender sus razones de
ser para concebir y aplicar acciones de desarrollo (Jollivet, 1988).
De igual modo, el análisis de la complementariedad, entendida como la conjunción e
interacción de elementos, objetivos, niveles, etapas de la estrategia, permite entender la dinámica
de dicha diversidad. De esta manera, se considera que el conjunto de actividades familiares se
combinan y diversifican en distintos niveles dentro de la unidad familiar, con lo que igualmente
lo hacen lógicas y objetivos de las actividades: optimización de recursos disponibles marcados
por una fuerte inversión de trabajo, distribución de éste entre todos los miembros y a lo largo de
todo el día, dando lugar a los productos de autoconsumo, uso propio, mantenimiento, incremento
material de instalaciones e instrumentos de trabajo y vida, pero igualmente transmisión
generacional de conocimientos. Paralelo a lo anterior se encuentran las actividades destinadas a
obtener ingresos económicos para la vinculación con el consumo, el mercado y los múltiples
espacios de la reproducción que el autoabasto no cubre, que contemplaría a la producción de
mercancías agrícolas, a diferentes escalas, artesanales y a la venta de la fuerza de trabajo, dentro
o fuera del lugar de origen; combinadas según las posibilidades lo permitan, la disponibilidad de
recursos (tierra, agua, instrumentos técnicos, etc.), el acceso a mercados, las relaciones
parentales y comunitarias, la división de actividades entre la familia, etcétera.
Estas interacciones sostienen la complejidad ya que se dan a distintas escalas, aún dentro de cada
nivel (unidad familiar, parcela, comunidad, región) interconectando los múltiples aspectos
involucrados (ecológicos, sociales, económicos, políticos, culturales) en todos ellos, así como
entre los mismos. Las interacciones son por sí mismas procesos de dependencia funcional, en la
constitución de las entidades, de los procesos y de los contextos.
Esto hace que los cambios posibles y necesarios para la reproducción campesina tengan sentidos
diversos. Las influencias externas en los múltiples intercambios e interacciones con otros
grupos, instituciones, en el mercado, frente a los medios de comunicación masiva, a la movilidad
de la población, los que han introducido cambios importantes en el sentido del desarrollo urbano
e industrial predominante. Actualmente, todos los espacios rurales de producción, domésticos,
educación y recreación tienen influencias externas y constantes que llevan a un proceso que se
ha denominado como urbanización difusa, por sus múltiples rasgos urbanos, pero estando fuera
de las ciudades (Hervieu y Virad, 2001).
Hoy, existen nuevos escenarios que configuran una nueva realidad rural con toda una gama de
referentes, que llegan a través de las rutas de comunicación, migración, la movilidad a ciudades
cercanas, etcétera. Esto ha trastocado la vida familiar, las actividades productivas y relaciones
comunitarias, valores y participación política; pero igualmente los patrones de acumulación,
tanto por los términos de la mayor dependencia del mercado, como las formas de
enriquecimiento familiar.

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Si bien los ciclos agrícolas siguen rigiendo las actividades productivas, los referentes temporales
se entremezclan con los ritmos del mercado y la tecnología, lo que hace que los tiempos
agrícolas sean mucho más intensos, especialmente ante las incesantes búsquedas de seguridad y
ganancias económicas. Los referentes espaciales se amplían tanto hacia las ciudades, dada su
trascendencia como puntos de gestión, comercialización, información y relaciones diversas,
como traspasando fronteras regionales y nacionales en la búsqueda de relaciones para fortalecer
los procesos de comercialización y adquisición de insumos y bienes de consumo. Los referentes
relacionales se amplían superando los apoyos institucionales, y ahora se trata de viejas y nuevas
relaciones, con múltiples agentes para vincular los recursos y servicios necesarios para cada una
de las etapas del proceso productivo y la comercialización, que permitan sostener la estrategia de
cambio.
Parte de esta cultura da lugar a los ritmos de los ciclos del campo (agrícolas y de la vida rural),
al mismo tiempo que los urbanos. Los campesinos viven un mundo incierto, en donde aún la
situación meteorológica del día marca su actividad, y el clima define los resultados generales del
trabajo. Los ritmos sociales se vinculan a las estructuras culturales, de parentesco y
comunitarias, siempre dependientes de la incertidumbre del clima y del mercado. Así, la vida
rural está imbuida de saber campesino, aunque ya no solamente.
De esta manera, se vive una ruralidad heterogénea con un espacio dominado por las unidades
familiares y productivas formando un archipiélago sociorural que articula cambios y diversidad,
los ritmos de la naturaleza y la modernidad urbanizada, la legitimidad antigua del arraigo a la
tierra y la dependencia a la innovación tecnológica, bajo una nueva sociabilidad que modifica la
antigua visión de separación y articulación entre la vida urbana y rural. Esto dibuja un panorama
regional de vinculación e interacciones dibujando un mosaico de condiciones concretas de
producción, vida, organización y relaciones sociales y de poder, lo que configura un amplio
archipiélago de estrategias y realidades campesinas.
Como parte de este espacio relacional se encuentran los vínculos con el mercado como un
ámbito no neutral, sino un complejo que va más allá del mero intercambio de trabajo y
productos del trabajo, mercancías, de la oferta y demanda, etcétera, hablamos de relaciones
sociales, en donde se ponen en juego tanto las condiciones de producción, las de acumulación de
capital, como las de intercambio y circulación de mercancías que incluyen formas económicas y
no económicas, para la fijación de precios eje de la regulación mercantil (Barrère, 1991).
Hernández X. (1982) dice que en el mercado ―se encuentran la fuerza de trabajo humano y los
productos del trabajo del hombre, todo realizado bajo ciertas relaciones de producción en el
sistema social capitalista. En este sentido, el mercado no es un lugar, es un fenómeno social que
se realiza en todas partes de manera continua‖.
El mercado tiene función mediadora entre las formas productivas campesinas y la realización de
los productos de los procesos productivos, lo que a su vez concretiza los procesos de
transferencia de excedentes, y a partir de estos se definen los procesos de acumulación y los
mecanismos de explotación. Es en este conjunto de procesos sociales que los diversos agentes
rurales, jornaleros, productores, comerciantes, se articulan y confrontan sus intereses, define
posiciones y se cristalizan en relaciones de poder. Para el campesino, participar en los mercados
tiene un significado propio en su reproducción. Si bien a través de ellos transfiere los excedentes

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que genera en los procesos productivos, también significa un espacio de contacto con la
sociedad en general, en términos de bienes, valores, relaciones; es un medio de apertura que le
permite ir moldeando sus patrones productivos, de consumo, de relaciones al interior y al
exterior como grupo campesino comunitario y familiar, al igual que le brinda ingresos
monetarios para la adquisición de bienes de consumo necesarios para su reproducción, y da
lugar a mecanismos de cambio. En este sentido, el estudio del mercado nos sirve para analizar el
desarrollo del capitalismo en una región en concreto, sus vínculos con el desarrollo nacional, sus
contradicciones e injerencias en la reproducción campesina.
El significado social de los intercambios desiguales de los grupos campesinos se basa en la
desventaja social de los grupos campesinos que ante las relaciones necesarias frente a sus
actividades productivas, la relación con los actores sociales y el mercado mismo, los pone frente
a una multiplicidad de riesgos que concretamente son los que dificultan mejorar sus condiciones
de vida, que en el fondo implica relaciones de poder, de control de los procesos. En términos de
la dificultad para enfrentar los riesgos hablamos de una situación de vulnerabilidad social dada
por el lugar y las relaciones concretas de desventaja que los grupos tienen frente al conjunto de
la sociedad, lo cual se expresa, de acuerdo a Busso (2002) en diferentes formas ya sea como
fragilidad o indefensión ante determinados cambios del entorno, desamparo institucional desde
el Estado.
Esta situación de vulnerabilidad tiene gradientes y la profundidad de ella dependerá de las
múltiples relaciones que una sociedad compleja implican, de tal manera que cada grupo social
marginado de acuerdo al lugar y la manera específica de insertarse en el mercado, de
relacionarse con los distintos actores tendrá distintos grados y niveles de vulnerabilidad. Al
hablar de grado se considera desde la vulnerabilidad total hasta los límites de la no
vulnerabilidad, mientras que los niveles se referirían a la afección de individuos, grupos,
comunidades o incluso regiones.
De manera concreta dicha vulnerabilidad se refleja en la capacidad o incapacidad que dichos
grupos tienen para enfrentar las múltiples situaciones de riesgo, entendiendo riesgo como la
amenaza latente ante una situación segura; sería como ―un peculiar estado intermedio entre la
seguridad y la destrucción… y la incapacidad de predecir en un 100 % las consecuencias de las
decisiones tomadas‖ (Alfie y Barner, 2002:47). La vulnerabilidad sienta las bases de la carencia
de ―condiciones de reacción apropiada para evitar o minimizar el daño potencial…o la
incapacidad de absorción y recuperación de dichas consecuencias‖ (Arrillaga, 2006: 375)
Se considera que el riesgo, a pesar de su origen natural o económico, tiene más que todo una
connotación social, en tanto que los distintos grupos sociales no cuentan con los mismos
recursos para evitar el daño de los riesgos y que la amenaza se concreticen en desastres, o no se
puedan solventar los costos de distinta índole de los daños provocados por un riesgo inevitable.
Es decir, el peso social del riesgo no se encuentra sólo en el control de la amenaza, sino en los
recursos disponibles para enfrentarla, en este sentido, nos referimos específicamente a que las
diferencias en las condiciones sociales, configuran posibilidades estructurales diferentes para los
actores que les permitan evitar, asumir o resolver las consecuencias de los riesgos, es decir los
desastres, tanto ecológicos como económicos. El mercado, con todo el riesgo que implica para

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los grupos campesinos es una manera de realizar las estrategias de reproducción y su


reproducción misma como grupo social dentro de la sociedad toda.

Gestión social y procesos productivos


Este libro, como mencionamos, entreteje diferentes temas que van revisando el acercamiento a
diferentes recursos naturales, pero considerando las acciones como eje que se resalta y vincula
en cada uno de los temas y acercamiento a los recursos. Es decir, lo que interesa documentar,
analizar y comprender a través de esta selección de trabajos es que la relación con los recursos
naturales implica, necesariamente, procesos socioculturales que involucran conocimientos,
acciones individuales y colectivas, organización social, experiencias y decisiones de grupos
sociales particulares, que construyen y viven realidades cambiantes y complejas. Se reconoce
que estos procesos implican, para los actores, reconocer al conjunto de participantes en las redes
y mecanismos de la sociedad, enfrentarse al mercado, disputar espacios, ampliar sus
conocimientos, retroceder, vivir pérdidas, es decir, que si los recursos pertenecen a la naturaleza,
el uso y manejo de ellos corresponde a las configuraciones socioculturales construidas, que se
viven, sufren y transforman permanentemente.
Así, ponemos a disposición de los lectores un conjunto de 10 trabajos que reflejan la diversidad
de intereses y perspectivas de análisis, organizados alrededor de dos ejes: la gestión social del
agua y los procesos productivos.
Desde el primer eje, la gestión social del agua se abordan las maneras particulares en que ésta se
da en cada lugar, que depende de diversos factores con el uso que se del recurso, los actores
involucrados, las condiciones socioculturales locales, los intereses de los grupos, lo que hace
que este proceso se encuentre marcado por la confrontación. En esta parte del libro, los
diferentes trabajos documentan un conjunto de contradicciones que se presentan en diferentes
regiones para acceder a las fuentes de agua, conducirla hasta el lugar de uso y distribuirla entre
los usuarios que la requieren. Encontrando como constantes, por un lado, transformaciones en el
paisaje y en las conformaciones regionales, y por otro, las confrontaciones de visiones y
acciones gubernamentales frente a las comunitarias por la gestión del agua.
Así, también se analizan algunos conflictos que se originan por la apropiación del agua, la
oposición de las poblaciones de las zonas abastecedoras de agua y zonas consumidoras. La
construcción de mega obras para llevar a cabo transferencia de una cuenca a otra, lo que
involucra al consumo de las grandes ciudades, como lo es la zona metropolitana de la ciudad de
México. El proceso de autogestión comunitaria, igualmente se lleva a cabo en contradicción a la
perspectiva gubernamental, derivando resistencias locales a las prácticas de regulación y
organización del acceso al agua, bien sea para uso doméstico o para riego agrícola, como lo
vemos en este volumen para los casos del estado de Morelos y de comunidades totonacas del
estado de Puebla. Estas contradicciones y conflictos que se traban por el acceso al agua tienen,
actualmente, como marco las políticas públicas que desde 1990 se instauran en el país, las cuales
buscan la modernización de los procesos de acceso al agua y la regulación y el uso del recurso;
este modelo contiene contradicciones inherentes producto de las inercias y construcciones
anteriores (centralización federal y corporativización) que se oponen a la idea de

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descentralización y autogestión, derivando en transformaciones y conflictos, mostrando la


interrelación entre procesos de distintas escalas, es decir, a nivel nacional y local.
El segundo eje, los procesos productivos aborda la organización comunitaria y sus factores
locales y nacionales que se ponen de manifiesto también en los procesos de acceso y uso de otro
tipo de recursos, en especial en lo que se refiere a sistemas lacustres. La dinámica de estos
sistemas entrevera procesos culturales de apropiación, identidad, subsistencia con conflictos
sociales, deterioro ambiental. Así se muestran que el deterioro del lago de Pátzcuaro, obliga,
moldea y determina formas específicas de organización, capacitación y participación de las
comunidades involucradas.
En cuanto a los procesos productivos agrícolas, éstos se plantean, igualmente como sistemas que
contienen complejas contradicciones y problemáticas. De esta manera, en el recorrido de
experiencias se rescatan algunas, en distintas regiones, en que los campesinos recurren a la
preservación de procesos productivos tradicionales como formas de recreación de espacios
propios, o lugares para sí, presentes en espacios productivos, como las parcelas, los solares o de
recolección de plantas.
Las adaptaciones de los procesos campesinos a la sociedad y mercado actual, tienen distintas
versiones, así, grupos campesinos morelenses para garantizar la seguridad recurren a diversas
estrategias, que bien pueden ser el reconocimiento de la importancia de la seguridad alimentaria
vinculada a la participación comercial de productos campesino, que recrea simultáneamente
subsistencia y subordinación al mercado. La competencia urbana-rural y las tendencias hacia el
crecimiento urbano se vislumbran también en la documentación de la desaparición de las huertas
y la memoria sobre ellas en un pueblo urbano de Morelos, integrado prácticamente a la urbe de
Cuernavaca; dicha pérdida se dio a la inminente contaminación del agua con que éstas se
regaban ante la invasión de la industrialización y sus desechos, como ejemplo de las grandes
transformaciones que las relaciones sociedad-recursos naturales enfrenta hoy en día. Con esto,
pasamos de la reseña al abordaje de las complejidades mencionadas a los propios estudios, caso
por caso, en este mosaico que vincula procesos socioculturales y recursos naturales, que estamos
seguros serán de su interés aportando a la reflexión de los temas tratados.

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I. GESTIÓN SOCIAL DEL AGUA

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El agua para la agricultura de riego en el estado de Morelos, una historia de


conflictos e intereses
Nohora Beatriz Guzmán Ramírez

Resumen
La gestión social del agua para la agricultura de riego en el estado de Morelos ha estado
marcada, principalmente, por las contradicciones entre las acciones gubernamentales y las
autogestivas de las comunidades. De una parte, una política gubernamental que desconoce las
formas organizativas locales y que desde el centro trata de regular el acceso, distribución y
organización en torno al agua. De otra, organizaciones comunitarias que se resisten a las
acciones del Estado o que sucumben generándose fuertes procesos de desorden a nivel local.
Este artículo, en un recorrido histórico, trata de dar cuenta de las cuestiones antes señaladas.

Palabras claves: Gestión social, riego, agua, módulos, juntas de agua

Introducción
El desarrollo de la agricultura de riego independiza al productor de los ciclos pluviales,
permitiéndole diversificar y aumentar sus niveles de producción. Sin embargo, acceder, conducir
y distribuir el agua es un proceso que implica organización social de los regantes, la cual puede
ser centralizada desde el Estado, comunitaria, privada o, como encontramos en el caso del estado
de Morelos, mixta. Estas formas organizativas se han desarrollado en el tiempo marcadas por los
procesos económicos, políticos, sociales y culturales a nivel nacional, pero desde una
apropiación de lo local que marca la diferencia en la gestión social del agua. Los cambios a nivel
mundial, la adecuación de políticas nacionales que permitan mayor competitividad en ámbitos
internacionales, y las condiciones locales con sus propios proyectos y limitaciones, dan lugar a
una diversidad de intereses que se expresan, en la mayoría de las veces, en conflictos y falta de
gobernabilidad del agua. Para este trabajo considero la gestión social del agua como un proceso
complejo, que incluye la administración, el cumplimiento y el desacato de la norma, los
procesos de negociación, la red hidráulica en su construcción y mantenimiento. Es un todo, pero
que sólo se puede entender desde la comprensión de las redes que se tejen entre los aspectos
mencionados, los cuales se complejizan en la medida que aumenta la presión sobre el agua. La
gestión social del agua es una categoría que nos permite observar las formas de organización
social, los procesos de institucionalización a nivel local, los espacios y las formas de
concertación con respecto al uso del agua por parte de los grupos sociales. Donde la expresión
de cada uno de los anteriores está marcada por elementos culturales, construidos históricamente
por la comunidad. La gestión social es un proceso que implica un aprendizaje conjunto y
continuo, que permite a la sociedad local incidir en los procesos de toma de decisiones (Cátedra
UNESCO, 2001).
Morelos es un estado con vocación agrícola, rezan muchos discursos de políticos, y en algunos
académicos se naturalizó hasta finales del siglo XX una situación socioeconómica, en la cual se
planteaba que la mayor parte de las tierras del estado se dedican a la agricultura y un gran sector

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de la población está ocupado en el campo. Sin embargo los datos estadísticos1 nos presentan
actualmente una situación totalmente diferente, en la cual se observa en disminución en las
tierras sembradas y de la población rural. En contraste, se tiene una alta diversificación y
aumento de rendimientos en la producción, sustentados en un mayor uso de recursos como el
agua, los agroquímicos y los espacios controlados que agudizan la brecha socioeconómica entre
productores.
Dado lo anterior considero importante la reflexión en torno a ¿cómo se ha transformado la
gestión social del agua? Y para dar respuesta a esta pregunta he organizado el texto iniciando
con una reseña del contexto morelense actual, para luego realizar un acercamiento al contexto de
la gestión social del agua en el país y finalizar en un análisis histórico social local.

La agricultura de riego en el estado de Morelos


Se considera que el mayor usuario de agua concesionada en el estado de Morelos es el conjunto
de agricultores, con un 95% del agua superficial y un 23% del agua subterránea. Situación que
ha llevado a que se planteen muchas políticas que tiendan a hacer más eficiente el uso del
recurso, como lo es la propuesta de transferencia de agua a las ciudades las cuales las devolverán
al campo como aguas grises, la tecnificación del riego, el cambio a cultivos con poco uso de
agua, etcétera, todas estas políticas marcadas por la desconfianza en el Estado y en los mercados.
Desconfianza centrada en el no cumplimiento de acuerdos o incredibilidad en la información
dada en que las ciudades no van a tratar el agua o el producto que ofrecen no tendrá el mercado
que se promete.

Cuadro No 1 de porcentaje de Volúmenes concesionados de agua en Morelos, hm 3

Agua superficial Subterránea


Uso
(%) (%)
Agrícola y pecuario 95.09 23.00
Industrial 0.52 7.00
Público, Urbano y Doméstico 2.87 67.00
Servicio y usos múltiples 1.52 3.00
Total 100.00 100.00

Fuente: Comisión Nacional del Agua. CONAGUA, 2010

La agricultura de riego en el estado de Morelos según el INEGI (2009) representa el 31.5%


(41,124 ha) de la superficie sembrada y el 30.3% (38.759 ha) de la cosechada, sin embargo
representa el 50% del valor de la producción agrícola. Lo cual nos permite afirmar que el
rendimiento de la agricultura de riego es más alto que el de la agricultura de temporal. La
disponibilidad del agua para mantener los cultivos y responder a la demanda comercial, con

1
Ver Anuario estadístico del INEGI para el Estado de Morelos 2009 y Censo agropecuario 2007 del INEGI, censo de
población y vivienda 2005, también del INEGI.
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productos como la caña de azúcar, el sorgo, el jitomate, etcétera, es uno de los factores
determinantes para este resultado. Pero también la mayor atención que el estado presta a la
agricultura de riego, impulsándola con programas y presupuesto bajo el supuesto que ésta es una
forma de generar el desarrollo del campo morelense, lo cual ha desfavorecido cualquier otro tipo
de sistema productivo agrícola.

Grafico 1. Comparativo en porcentaje de la producción agrícola según disponibilidad de agua en Morelos

Fuente: INEGI (2009)

Independientemente de los factores que permiten o han permitido que la agricultura de riego se
constituya en una franja importante de la producción agrícola en el estado de Morelos
actualmente, lo cierto es que ha estado presente a lo largo de su historia. Para el riego se ha
usado principalmente el agua superficial de los ríos y manantiales, constituyéndose, la
agricultura, en el principal usuario de dicha agua. Es a partir del impulso al desarrollo de la
agricultura comercial en la década de los setenta del siglo XX, que se comenzó a usar el agua
subterránea como una forma de permitir el acceso al agua a los nuevos productores, dado que el
agua superficial desde la década de los sesenta ya está completamente concesionada y se
encuentra vedada para nuevos aprovechamientos. De las 15,460 unidades de producción agrícola
que contabilizó el INEGI (2009) en el año de 2008, el 85.6% dependía del agua superficial y un
18.4% de agua subterránea.

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Cuadro 2. Fuente de agua para riego


En Hectáreas

Pozo
Bordo u hoya de cielo Río Manantial Presa Otra
Profundo
agua Abierto
1 422 2 749 105 6 705 3 706 1 406 287

Fuente: INEGI (2007)

El sistema de riego más utilizado es el rodado en el que se distribuye el agua a través de canales,
los cuales pueden ser recubiertos (encasquillados en el lenguaje local) o de tierra.

Cuadro 3. Sistema de riego utilizado


En Hectáreas

Canales
Aspersión Microaspersión Goteo Otro
Recubiertos Tierra
4 420 11 189 212 43 245 1 535

Fuente: INEGI, 2007

La gestión social del agua en México


La gestión del agua en México, está establecida formalmente desde el arreglo institucional del
Estado, caracterizado por una centralización a nivel federal y la exclusión de los actores locales
del diseño e implementación o monitoreo, en el cual se enfatizan aspectos jurídico-normativos a
nivel federal y sus propias acciones, donde está depositada la ―autoridad‖, y relega las realidades
sociales en las que los intereses locales son realmente determinantes para el éxito o fracaso de la
gestión del recurso. Autoridad que es entendida desde la capacidad de mandar más no de la
obediencia, diluyéndose el mandato en un viejo dicho popular ―las leyes se hicieron para
violarlas, no para respetarlas‖.
Desde 1990 se inició en el país la transformación de la política del agua hacia el modelo de
gestión integrada del agua por cuenca hidrológica –promovido por el Banco Mundial-, para lo
cual se transfirieron los distritos de riego a asociaciones de agricultores, se crearon comisiones
estatales de agua y organismos de agua potable a nivel municipal. Sin embargo, este proceso de
descentralización adolece de múltiples fallas, insuficiencias y contradicciones. A pesar de la
importancia dada a la participación social, persiste una falta de reconocimiento de la
organización social y características socioculturales de los agricultores de riego, en instancias
creadas por el gobierno federal en un esquema dirigido de ―arriba hacia abajo‖.
En México prevalecen muchas normas sociales –no escritas- y arreglos institucionales locales,
los cuales están fuertemente determinados por factores culturales de las formas de organización

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social de tipo comunitario, que en muchos casos se le denominan ―usos y costumbres‖, sin llegar
a definírseles, sino que por el contrario se asemejan más al uso discrecional de la norma
institucional. El arreglo institucional local está continuamente en tensión, cambio y adaptación
ante los procesos socioeconómicos y productivos de su entorno, como a sus propias dinámicas
internas de reproducción y transformación. Muchos de estos cambios son dinamizados desde el
Estado, como en el caso de los numerosos proyectos de desarrollo o impulso a la agricultura
comercial, o los procesos de incorporación al mercado global. Procesos en los cuales intervienen
nuevos o redimensionados actores que buscan participar de manera activa en la distribución y
control de los recursos.
En el caso del estado de Morelos existe una sostenida tradición del agua como recurso
concebido y gestionado como un bien común, tanto aquella agua para consumo humano como
para uso productivo en la agricultura, fortaleciéndose paralelamente formas de organización
gestionadas desde el estado. Las relaciones inter-organizacionales son de confrontación,
convivencia y exclusión que comparten y se expresan muchas veces en el mismo tiempo y
espacio. Es así como el desarrollo de estrategias comunitarias para acceder al agua y mantener el
control de la distribución está dado bajo contextos socioeconómicos, políticos y culturales
específicos que ha dividido la organización comunitaria. La crisis del agua se expresa a través de
un creciente número de conflictos por los recursos hídricos, en los cuales se enfrentan los
agricultores de riego que mantienen formas de organización y manejo colectivo del agua y la
percepción de un derecho local al agua, contra los usuarios urbano-industriales que promueven
un proceso de urbanización desordenado y poco planeado, en el que no se toman en cuenta los
impactos ambientales y sociales a mediano y largo plazo. Las dificultades para resolver los
conflictos del agua están en el desfase entre las formas locales de gestión social del agua
respecto al arreglo institucional formal del agua, resultando en una gobernabilidad imperfecta
del agua.

De la centralización a la descentralización en la política hidráulica


A nivel mundial, después de reconocer que existe una crisis global del agua, que por un lado es
producto de los desequilibrios ambientales, pero por otro lado de la falta de gobernabilidad, por
lo cual se propuso salir del modelo de gestión de la oferta, a través del cual se promovió durante
décadas, la construcción masiva de infraestructura para garantizar el abasto de agua sin
consideraciones sobre sus impactos ambientales y sociales de largo plazo. La respuesta a este
modelo es la gestión de la demanda y la propuesta más elaborada de gestión integrada del agua
por cuenca hidrológica promovida por el Banco Mundial y demás organismos internacionales,
que consiste en políticas públicas eficientes y transversales, en arreglos institucionales
descentralizados, basados en la creciente participación de la sociedad, estableciendo a la cuenca
hidrológica como unidad de gestión del agua (Agarwal et al, 2000). En el IV Foro Mundial del
Agua realizado en México en 2006 se retomaron estas conclusiones, ampliándolas hacia la
necesidad de llevar a cabo procesos de gestión local del agua con base en la creciente
participación de la sociedad (CONAGUA-Consejo Mundial del Agua, 2006).
Respondiendo a esta iniciativa internacional, en México se inició la transformación del modelo
de gestión centralizado desde 1990 con la creación de la Comisión Nacional del Agua

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(CONAGUA), la cual inició la descentralización de la gestión del agua a través de la creación de


comisiones estatales de agua y de organismos operadores de agua potable y alcantarillado como
entes paramunicipales. En cuanto al riego, se transfirieron más de 3 millones de hectáreas de los
distritos de riego –grande irrigación- a asociaciones de agricultores. En la Ley de Aguas
Nacionales de 1992 se establecieron los consejos de cuenca como instancias consultivas para la
concertación y negociación entre grupos de interés por el agua y organismos gubernamentales
encabezados por la CONAGUA. La reforma a la Ley de Aguas Nacionales en 2004 –después de
muchos forcejeos a favor y en contra- profundizó la descentralización al transformar la gerencias
regionales de la CONAGUA en organismos ejecutivos de cuenca e incrementar las funciones de
los consejos de cuenca. Sin embargo, la participación social ha sido limitada, y una de las
principales críticas –incluso por analistas del Banco Mundial- es que la incorporación de los
principios de la gestión integrada del agua en México ha sido de ―arriba hacia abajo‖ siguiendo
la agenda y necesidades gubernamentales (Giugale, 2001; García, 2006, Vargas y Mollard,
2005).
En México se requiere evaluar y replantear el modelo de gestión del agua, caracterizando cómo
ha funcionado desde hace una década y media, y cómo, en un contexto de creciente
descentralización y multiplicación de actores sociales y gubernamentales involucrados, es
posible hacer coincidir la acción gubernamental con la acción de la sociedad para producir la
acción pública (Cabrero, 2005).

La agricultura de riego en Morelos


Evidencia de la utilización del riego en México, data del periodo denominado Preclásico medio,
que va del 800 al 200 antes de nuestra era, logrando su mayor esplendor en la siguiente etapa, en
la Clásico que abarca entre 200 al 900 de nuestra era puede, período en el que se localizan las
más antiguas construcciones de obras de infraestructura hidráulica. El desarrollo de la
agricultura de riego implicó una gran variedad de conocimientos por parte de quienes utilizaron
y organizaron estos sistemas de irrigación (IMTA, 2001). Ángel Palerm, en su trabajo sobre la
distribución del regadío en Mesoamérica, establece que la agricultura de riego es uno de los
elementos que dan origen a los sistemas políticos, asociándolos al concepto de sociedad
hidráulica de Kart Wittfogel, quien consideró la formación de las grandes civilizaciones
esclavistas, las que encuadraba como el modo asiático de producción como resultado de la
burocracia hidráulica. Si bien esto no se puede afirmar tajantemente en este caso, sí existen
evidencias de agricultura de riego prehispánica en algunas localidades en donde aún se
desarrolla, aunque las enormes rupturas tecnológicas y sociales que implicaron, primero la
conquista, y después la formación de los sistemas de haciendas cañeras en la época colonial, no
permiten hablar de continuidad histórica de los sistemas.
La conquista transformó la estructura bajo la cual operaba la apropiación y el uso del territorio,
la conexión existente entre el control del agua y el poder social. E igualmente se generaron
cambios drásticos en los patrones de cultivos al introducirse nuevos productos agrícolas como la
caña de azúcar, el trigo, los cítricos y otros. En 1530 se introduce en Morelos el cultivo de la
caña, la cual jugará un papel trascendental en el desarrollo económico del Estado hasta mediados
del siglo XX. Con la caña vienen los ingenios, los cuales utilizarán la rueda hidráulica para

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mover los trapiches. Las haciendas azucareras y su expansión entre mediados del siglo XIX
hasta la década de 1920, llevó, por un lado, a una fuerte concentración de la propiedad, y por el
otro a la concentración de la inversión en la agroindustria, con lo cual el sistema de riego sería
uno de los aspectos que más atención le darían los grandes latifundistas para asegurar su mayor
productividad posible. Se desarrollan una amplia red de canales, obras de toma y
aprovechamientos de las corrientes, al mismo tiempo que se amplía considerablemente la
producción como monocultivo.
El auge en la explotación de la caña incidió también en otros aspectos como el incremento
poblacional, la composición de la fuerza de trabajo y el desarrollo de la infraestructura
hidráulica. Desde la época colonial la región Cuernavaca-Cuautla concentraba la producción
agrícola de mayor importancia. Las disputas de carácter agrario siempre estuvieron presentes, las
cuales se dieron entre hacendados o de estos contra los pueblos ubicados en el área de
explotación directa de la hacienda, disputa en torno a terrenos y agua. Y en esta disputa se
destruyeron parte de las obras hidráulicas, apantles (canales parcelarios), desviando o cortando
flujos de agua, como forma de presión para evitar el acceso al agua.
Desde el régimen porfirista se incentivó la inversión privada para la construcción de
infraestructura hidráulica, dándose la construcción de presas y sistemas de canales que
facilitaban el acceso al agua. La manera en que se inició el proceso de concentración en manos
del gobierno federal de los sistemas de riego fue a través de una ley sobre comunicaciones y
transportes de 1888, a través de la cual se llevarían a cabo decretos del ejecutivo federal a través
de los cuales declaraba de utilidad pública diversos cuerpos de agua, dando por terminada su
jurisdicción estatal o municipal, según el caso.
La revolución significó un drástico cambio, dado que los planteamientos centrales de la lucha
zapatista para la conformación de una nueva sociedad giraba en torno al reparto de la tierra. Así
se da origen a una de las formas de propiedad sobre la tierra que aún hoy juega un papel
fundamental en la organización el territorio y la sociedad. Morelos fue uno de los estados de la
República donde se fraccionaron más rápidamente los latifundios, en ejidos y pequeña
propiedad. Los ejidos más prósperos se ubicaban en el centro y sur del estado, por la calidad de
la tierra y la cercanía a las fuentes de agua.
Hasta después del período revolucionario se seguirían dando estos decretos hasta mediados de la
década de 1920, cuando el gobierno federal empezó a intervenir no sólo como coadyuvante para
la construcción de obras hidráulicas con el capital privado, sino se convirtió en su principal
promotor, permitiendo los recursos públicos incrementar considerablemente la escala de las
obras. En 1926, la Comisión Nacional de Irrigación (CNI) empieza haciéndose cargo de los
primeros 10 distritos de riego, pero sólo hasta principios de la década de 1950 incorporaría a los
sistemas de Morelos; mientras estos sistemas se organizarían con base en ―juntas de agua‖,
figura de la época colonial en la cual podían intervenir los usuarios directamente en la
administración y operación de sus sistemas, pero en donde generalmente existía una cierta
supervisión o intervención en sus disputas y actividades normales por parte de los gobiernos
locales.
Del total de las tierras repartidas en el estado de Morelos, sólo el 10.7% eran de riego, ubicadas
principalmente en el centro y sur de la entidad. Las tierras de riego se ampliaron y se utilizó

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mucha de la infraestructura hidráulica de las haciendas para distribuir el agua, pero debió
aumentarse y repararse la que se daño durante la revolución. La distribución del agua de
manantiales y corrientes fue anárquica y desigual en el estado.

Las juntas de agua una organización gubernamental con adaptación local


Finalizado en 1925 el reparto agrario en el estado de Morelos, después de 10 años de iniciado, la
Secretaría de Agricultura y Fomento comienza la reglamentación de la distribución del agua
superficial en este mismo Estado. Es así como desde 1926 se reglamenta la distribución de aguas
por cuencas hidrográficas y para la ejecución y vigilancia del cumplimiento del reglamento se
establece una junta de aguas (Palerm, 2009; 195). Y por un periodo de 35 años posteriores a la
revolución las obras de riego fueron operadas por juntas de agua. A pesar de la creación del
Distrito de Riego 016 del Estado de Morelos, que comprendía el sistema de riego de ―El Rodeo‖,
las juntas jugaron un papel determinante en la gestión del agua, aun en el distrito (Guzmán:
2006; 48-55).
Las juntas de aguas estaban conformadas por un representante y un suplente de los diferentes
usuarios del agua, renovándose cada año y cuyos miembros podrían ser re-electos, bajo la
inspección de la Dirección de Aguas de la Secretaría de Agricultura y Fomento y la Comisión
Nacional Agraria mediante ingenieros inspectores o delegados. Para la administración se elegía
entre los representante un comité directivo compuesto por un presidente, un tesorero, un
secretario y unos vocales. El tesorero y presidente son puestos honorarios. La Junta nombraba a
los distribuidores, quienes debían estar capacitados para abrir y cerrar las compuertas de los
diferentes canales, o efectuar cualquier maniobra para el reparto de agua. El secretario, los
delegados distribuidores de aguas, empleados diversos y distribuidores, serán considerados cada
año en el presupuesto de la junta. Los distribuidores nombrados para la zona, no puede ser
regidor, empleado del municipio, comisario ejidal, miembro de algún comité ejidatario,
propietario, arrendatario o empleado de alguna industria. Para la distribución del agua a partir
del lugar en que recibe la dotación del canal particular y la distribuye en las parcelas se tendrá un
juez de agua y será pagado por los usuarios. No se podía ser distribuidor y juez de agua.
Entre las funciones de la junta se encontraban: resolver los conflictos por distribución,
reparación y conservación de las obras, si no han estado de acuerdo con el delegado de
distribución; vigilar que los delegados distribuidores hagan el reparto de agua conforme al
reglamento; ordenar las obras de conservación y recuperación que deben hacerse durante el año,
vigilando la ejecución de las mismas; formar los presupuestos respectivos tanto parciales como
anuales.
Desde el inicio de la dotación del agua comenzaron a verse las inconsistencias entre los
documentos oficiales, el desconocimiento del sistema de aprovechamientos existentes, el
irrespeto a las dotaciones y el incumplimiento de los usuarios en la participación en las juntas y
en los trabajos de conservación. Por ejemplo en un comunicado enviado por el Banco de
Londres en México, propietaria de la hacienda de Chiconcuac, a la Secretaria de Agricultura y
Fomento, establece que existe una diferencia de las dotaciones registradas por la Comisión
Nacional Agraria y las que establece el reglamento de la Junta, lo cual generará dificultades
posteriores (AHA. Fondo Aprovechamientos superficiales. Exp 510 caja 5285. Fojas. 113-114).

30
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Los gastos de conservación, desazolve, servicio de vigilancia, distribución de aguas, se realizaría


por cuenta de los usuarios y proporcional a la extensión superficial que regaban. Pero pronto se
dejaron ver las quejas por el mantenimiento de los canales y los daños ocasionados por los
cerdos a las cosechas y a los bordos de los canales (AHA. Fondo de Aprovechamientos
superficiales. Caja 4326 Exp. 57537. Foja 71). Esta situación ha sido una constante en la
administración del agua de riego, la realización de las tareas de conservación, pues los usuarios
se resisten a participar en estas actividades manuales, que generalmente se realiza, aun hoy, a
machete y pala.
Igualmente los pueblos se quejan que no se tuvo en cuenta, al momento de realizar las
dotaciones, los usos y costumbres en la disposición que ellos ya realizaban de los manantiales,
es un ejemplo del reclamo del pueblo y la pequeña propiedad de Tepetzingo, en la barranca de
Tetecalita, que ya usaban agua de San Ramón pero no les fue dado en dotación (AHA. Fondo de
Aprovechamientos superficiales. Caja Exp. 57491 Caja 74).
Durante la primera etapa de administración de la Junta de Aguas se generan problemas por la
disposición del agua, los pueblos ubicados en la parte alta de los canales, sin un sistema de aforo
y vigilancia efectivo, usan más agua de la que les corresponde, por ejemplo en el manantial de
Chihuahuita se presenta un conflicto entre Santa Rosa 30, Tetecalita y Chiconcuac, pues los que
se ubican aguas arriba del canal toman más agua de la que les corresponde o no realizan las
obras de conservación para el libre tránsito del agua (AHA. Fondo de Aprovechamientos
superficiales. Caja 4326 Exp. 57537. Foja 72). El conflicto se agudiza al exigir la presencia de la
fuerza pública para evitar los desmanes. Y así como éstos, se encuentran múltiples
reclamaciones a la Secretaria de Agricultura y Fomento que se mantendrán y se heredarán en las
nuevas formas administrativas de las unidades de riego que integraran el Distrito de Riego.

El Distrito de Riego
Los Distritos de Riego se crean como una forma de administrar el acceso y la distribución del
agua, que impulsará el desarrollo agrícola de México. En 1926, la Comisión Nacional de
Irrigación (CNI) crea los primeros distritos de riego, entre los cuales se encuentra del Distrito de
Riego 016 de ―El Rodeo. El sistema de riego se abastecía de las aguas del río Tembembe,
utilizando la vieja infraestructura y trazados de la hacienda de San Salvador Miacatlán. En el
resto del estado el agua se seguía administrando por parte de las Juntas de Agua. Desde su
creación el DR 016 se entregó para la administración a la Junta de aguas de El Rodeo y
Coatetelco. Para la década de los treinta se contempla un proyecto de integración, rehabilitación
y ampliación del sistema de riego (AHA 1940: Aprov. Sup. Caja: 915. Exp.: 8671).
En un período de menos de 10 años, el Distrito de Riego cambio tres veces de administración. El
30 de noviembre de 1944 el Distrito de Riego volvió a ser entregado a la CNI. En 1946, al
iniciarse la administración de Miguel Alemán, el distrito pasó a depender de la Secretaria de
Agricultura y Ganadería, y a partir de 1947 el manejo del sistema quedó en manos de los
ejidatarios, formalizándo la entrega por acuerdo presidencial del 12 de mayo de 1948 (DOF
18/06/1948). El acuerdo dispone que se entregue el Distrito de Riego de El Rodeo a la Junta de
aguas del citado Distrito, para la administración, que según el acuerdo fue formada por el
ejecutivo. Se argumentaba que durante el período de operación los usuarios de dicho Distrito de

31
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Riego han demostrado, ante la Secretaria de Agricultura y Ganadería, su capacidad para operarlo
directamente, y han solicitado de la misma, se le entregue para administrarlo por su cuenta2
(DOF 18/06/1948). Contrastando esta afirmación con la expresada por los ingenieros encargados
de la supervisión del Distrito de riego, los cuales acusan a los ejidatarios de tener las obras en un
gran abandono (AHA. Fondo 1954: Consultivo Técnico. Caja 455. Exp. 4230). Algunas
prácticas agrícolas en las laderas de la laguna, los ejidatarios habían abierto cultivos y en
consecuencia había sido deslavada la tierra vegetal que protegía en algo las tobas y la capa
lacustre y fluvial que forman la circulación de la laguna. Teóricamente la agricultura había sido
vedada durante el tiempo en que el sistema había sido administrado por la CNI y el Banco
(AHA. Fondo 1954: Consultivo Técnico. Caja 455. Exp. 4230), sin embargo dados los cambios
en la administración y la ineficacia de la aplicación de la normatividad, puedo plantear que ésta
no se cumplió. Además, el uso de las laderas de las aguas fluviales para la agricultura ha sido
una práctica constante que aun hoy encontramos en la región. Lo cual está asociado al valor
productivo de estas tierras, similares situaciones encontramos en los lagos de Pátzcuaro y
Chapala, los agricultores aprovechan las bajas de los niveles de los ríos para sembrar.
El 28 de febrero de 1951, por acuerdo presidencial, los distritos de riego pasaron a depender de
la Secretaría de Recursos Hidráulicos, antigua CNI y se crea la Dirección General de Distritos de
Riego. Con fecha 2 de enero de 19533, por Acuerdo Presidencial se crearon los Comités
Directivos Agrícolas de los Distritos de Riego, en los que estaban representados la Secretaría de
Recursos Hidráulicos, La Secretaría de Agricultura y Ganadería, los Bancos de Créditos
oficiales, los ejidatarios y los pequeños propietarios. En este año se unifica la operación,
conservación y distribución de aguas de las obras de riego del estado de Morelos, redefiniéndose
el DR 016 como Distrito de Riego del estado de Morelos. En 1954 se crean las Jefatura de
Operación del Distrito de Riego que reemplaza a la Dirección general del D.R. (De la Loma,
1978; 7). Pero sólo hasta 1956, con la intervención de la Secretaría en el Distrito de Riego, se
logra romper la resistencia a la entrega al Estado de los diferentes sistemas de riego manejados
hasta el momento por las Juntas de agua (SARH,1970: 35).

El proceso de transferencia
Congruentes con las políticas hídricas a nivel internacional, en México se planteó la necesidad
de transformar el papel del Estado nacional en la gestión del agua, dadas las dificultades que
atravesaban los grandes sistemas de riego y la creciente crisis de la agricultura en los países en
desarrollo. La falta de fondos públicos y la incapacidad para cobrar los costos de operación
hicieron insostenible el mantenimiento de la infraestructura hidráulica. Dado lo anterior, se
promovieron dos acciones importantes: Primera, la descentralización de las actividades estatales
e inducción a los usuarios al sostenimiento a través del establecimiento de tarifas que cubrieran

2
La administración consiste fundamentalmente en las actividades de distribución de aguas y conservación de obras.
Guardando para sí la Secretaria de agricultura y Ganadería la vigilancia, supervisión de la administración del Distrito, e
intervención en la operación para corregir las irregularidades que encuentre, y aún reasumirla totalmente cuando, a su
juicio, así lo exija el interés de la Nación.
3
Ley de Aguas Nacionales: Art. 64.Integración del Distrito de Riego Diario. Oficial de la Federación (14/Nov/53).
Acuerdo de Establecimiento Reglamento del Distrito de Riego. Art. 4°. constitución y Circunscripción.
32
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

los costos del servicio o la cesión del servicio al mismo interesado. Segunda, impulsar la
participación privada o social en el suministro de servicios.
Para el caso de los sistemas de riego se les conoció como el proceso de transferencia de los
distritos de riego. Se iniciaron un proceso de negociación con representantes de los usuarios de
los módulos, los cuales eran delegados de los ejidos o de la pequeña propiedad. Posteriormente
estos representantes se constituirían en comités directivos de las asociaciones que aceptarían la
transferencia y se harían cargo de la administración de los módulos. A las asociaciones se les dió
en concesión la infraestructura hidráulica y el agua para riego. La infraestructura concesionada
comprendió la conservación de las presas derivadoras, la red de canales, los respectivos caminos
y demás infraestructura complementaria. La obras de cabeza, las opera y administra la Comisión
Nacional del Agua. El anterior proceso guarda una gran similitud con el desarrollado en la
década de los cuarenta, sólo que cambia de nombre de junta de aguas al de asociación de
usuarios del agua de riego.
Este proceso de transferencia en el Estado de Morelos se inició en 1993, transfiriéndose los ocho
módulos en los que se organizó el DR 016 para hacer operativa esta política. Sin embargo luego
de iniciado el proceso y por fallas en la firma de los documentos, se debió suscribir nuevamente
el acuerdo, del cual ya no quisieron formar parte tres de los módulos. La transferencia se da por
finalizada en el año 2003 con 5 módulos transferidos y tres desincorporados.

Cuadro No 4. Transferencia del Distrito de Riego 016

Sistema de Riego No. Módulo para la Asociación de usuarios a la que fue transferido
transferencia
Chalma Modulo 1 Usuarios de Riego del río Chalma revolución del sur,
A.C.
El Rodeo Módulo 2 No se transfirió, se transformó en unidad de riego
Alto Apatlaco Modulo 3 Asociación de usuarios del alto Apatlaco, A.C.
Las Fuentes Modulo 4 Unión de usuarios cuenca de las Fuentes, A.C.
Bajo Apatlaco Modulo 5 Asociación de usuarios Agrosiglo XXI, A.C.
Alto Yautepec Módulo 6 No se transfirió, se transformó en unidad de riego
Bajo Yautepec Módulo 7 No se transfirió, se transformó en unidad de riego
Cuautla Modulo 8 General Eufemio Zapata Salazar, A.C.

Fuente: Actas de constitución de Asociaciones. Archivo de la Jefatura de Distrito de Riego 016. Entrevistas
realizadas por la autora en los diferentes módulos en el periodo de marzo a diciembre de 2006

Entre los módulos que no aceptaron la transferencia está el módulo de riego de El Rodeo, Alto y
Bajo Yautepec, sin embargo igualmente fueron entregados a los usuarios para la administración
y a este proceso de autogestión sin supervisión se les denominó Unidades de Riego
Desincorporadas, también conocidas popularmente como Unidades de Riego para el Desarrollo
Rural (URDERALES), conservando el nombre con que se les designaba anteriormente. De estas

33
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

cinco unidades transferidas sólo dos han funcionado con relativo éxito, el módulo 5 y el 8. Este
éxito se mide por su capacidad de autosostenimiento de la administración, la infraestructura
hidráulica y el acceso y distribución del agua para riego. De hecho, estos dos módulos
constituyen los módulos con más tierras de cultivo de riego, controladas principalmente por
cañeros quienes excluyen a nuevos productores o a otros cultivos del riego. Los módulos del
Alto Apatlaco y de las Fuentes no logran consolidar el control sobre su sistema, presentan entre
sus más grandes problemáticas el embate de la urbanización y la contaminación, las tierras de
cultivo se hallan cercadas por asentamientos humanos. Los cuales, no sólo atentan contra la
calidad del agua, sino contra la seguridad de los cultivos, que si se hacen a cielo abiertos son
sujetos de robos constantes. De las tres unidades desincorporadas, dos no han logrado
organizarse como asociaciones y una sí, la de El Rodeo. Las unidades de Alto y Bajo Yautepec
presentan un alto nivel de conflictos latentes entre pequeñas organizaciones de usuarios y
productores.

Los conflictos por el agua para riego en el estado de Morelos


La rápida expansión urbano-industrial en el estado de Morelos ha acentuado la disputa por el
agua, la cual se expresa principalmente por la disputa entre los usuarios urbano-industriales
versus los agricultores con riego (agua rodada y extracción de pozo), organizados en los
sistemas de grande irrigación del Distrito de Riego 016 y un importante número de unidades de
riego autogestionadas –pequeña irrigación–. La hipótesis central de esta propuesta de
investigación se fundamenta en el trabajo realizado en la cuenca Lerma-Chapala (Guzmán 2005;
Guzmán y Vargas 2005; Guzmán y Vargas 2006) y en el Distrito de riego 016 Estado de
Morelos (Guzmán 2006a, 2006b; Vargas, Soares y Guzmán 2006) en donde se demuestra que al
iniciarse la descentralización de la gestión del agua desde el gobierno federal, existe un gran
desfase en las formas y organización de los agricultores de riego, entre aquellas que perviven
bajo la tradición campesina y aquellas que se incorporan a las nuevas formas agroempresariales,
mientras que en el gobierno federal continua una gran tensión al interior de sus organismos por
continuar centralizando la política del agua, y promoviendo un modelo de participación dirigida
en los consejos de cuenca.
Los conflictos por el agua en los que se ven involucrados los agricultores del estado de Morelos
están inscritos en una implementación imperfecta de la gestión integrada del agua por cuenca, en
donde se requiere de la habilitación de las asociaciones de agricultores para llevar a cabo la
gestión social de los recursos hídricos y el rediseño de los espacios de participación social. Al
estado de Morelos lo atraviesan una gran cantidad de conflictos por el agua, entre los que
destacan aquellos que tienen que ver por la competencia entre los usos urbano-industriales
versus el uso para la producción de alimentos. Un primer aspecto es que todavía falta un
importante sector de población rural para lograr el acceso al agua potable de buena calidad,
principalmente en aquellos municipios en donde las condiciones del terreno no permiten un
abastecimiento continuo, sea por razones del tipo de suelo o la topografía. También existe ya un
importante número de conflictos por la calidad de agua, uno de los casos más conocidos es el
que involucra a la ciudad de Cuernavaca y zona conurbada con su zona de descarga en la cuenca
del río Apatlaco, en donde en 2007 se están retomando esfuerzos para formar un comité de

34
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

cuenca, que fracasó hace 10 años. También existe un gran número de conflictos por la
urbanización desordenada y la competencia entre usos y usuarios, como es el caso del manantial
de Chihuahuita que involucra a la comunidad de Xoxocotla y otra media docena más, contra las
urbanizaciones que afectan el manantial. Otros conflictos los podemos encontrar entre pueblos,
como los de Tlacotepec y Popotlán por el agua del manantial de La Virgen; los conflictos por el
agua en la cuenca del río Amatzinac ya llevan décadas sin ser resueltos satisfactoriamente entre
la parte alta desde Tetela del Volcán hasta Axochiapan en el sur. Hay un gran número de
conflictos por la calidad del agua, como los que existen por las descargas de aguas contaminadas
de los ingenios que afectan agricultores, pescadores y el ambiente, u otros en proceso, como el
que resulta del gran programa de desarrollo turístico alrededor del lago de Tequesquitengo que
no ha tomado en cuenta la capacidad real ni el funcionamiento de este cuerpo de agua, entre
otros más.

Una reflexión final


Las investigaciones en torno a la gestión del agua presentan a nivel nacional dos líneas de
investigación importantes: una que enfatiza en las formas en que se implementa desde lo
gubernamental el nuevo modelo de gestión del agua por cuenca; y otra que hace énfasis en la
caracterización de las formas de organización social y las institucionales locales por el agua. En
esta segunda línea, en la cual he venido trabajando, a veces de forma individual y otras en
colaboración interinstitucional, el análisis de la gestión integrada del agua por cuenca y las
formas socioculturales rescatando las particularidades de las formas comunitarias de gestión
social del agua para riego con una perspectiva diacrónica. Los trabajos han abordado
problemáticas de la cuenca Lerma-Chapala en los estados de: México, Jalisco, Guanajuato y
Michoacán y en el último año he realizado algunos estudios de casos en el estado de Morelos, lo
anterior permite asegurar que un estudio integral de la situación de la gestión social del agua
para riego en el estado de Morelos no sólo aportará desde la perspectiva de una temática
innovadora sino también obligara a plantear nuevos lineamientos teóricos para el análisis.
Desde la antropología es posible analizar la red de relaciones en la que están inmersos los
agricultores de riego, así como producir los insumos para el diseño e implementación de
políticas públicas que reconozcan y evalúen la forma en que funcionan sociopolíticamente los
sistemas de riego y se revaloricen las formas de gestión social del agua para riego, como
acciones indispensables para resolver los conflictos por el agua de manera concertada y
mediada.

35
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

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Registro Agrario Nacional, en el D.F.
Archivo General de la Nación, en el D.F.
Archivo Nacional Agrario, en Cuernavaca
Archivos municipales locales, ejidales e institucionales.

37
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

38
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

La experiencia de un barrio totonaca poblano para autogestionar servicios de


agua para uso doméstico
Susana Cariño Castillo

Resumen
El acceso al agua se ha convertido en una cuestión de justicia social por ser un recurso
fundamental para la alimentación, la higiene y la salud de la humanidad (Villagómez, 2006:13).
Esta posición fue claramente sostenida en el 2002 por el Comité de la ONU para los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales al preciar la importancia de fijar el Derecho al agua como un
derecho humano. A pesar de esta afirmación no se ha limitado la parcialidad de su distribución.
Aún falta garantizar la prestación de servicios públicos de agua para uso doméstico, en
comunidades rurales y territorios ocupados por población indígena. Los objetivos de este trabajo
son, revelar la problemática de la autogestión de servicios de agua para uso doméstico en
comunidades rurales indígenas, a través de un estudio de caso en una comunidad serrana del
Estado de Puebla con población predominantemente totonaca.

Palabras clave: autogestión, uso doméstico, comunidades rurales, indígenas, comités de agua.

Introducción
Las Naciones Unidas en su informe 2008 sobre los avances de los indicadores establecidos por
los Objetivos de Desarrollo del Milenio, señalaron que en el año 2006 la población urbana de las
regiones en desarrollo con fuentes mejoradas de agua potable ascendía a un porcentaje de 96,
por el contrario la población rural con dicho acceso era de 78%. En este informe se indicó la
parcial distribución de servicios mejorados de agua potable entre localidades urbanas y rurales,
son 742 millones de pobladores rurales con falta de este servicio, contrastando con los 137
millones de residentes urbanos (ONU, 2008: 42).
En México, la cobertura de agua potable, entre el año 2005 y 2008, ha pasado de 89.2% a
90.3%. Sin embargo, en números absolutos existen 10.3 millones de personas que no cuentan
con agua entubada en su vivienda (Carabias et al., 2005: 83; y CONAGUA, 2008: 20, y 2010a:
96). Las zonas rurales son las más afectadas por esta situación, para el año 2007 se abarcó el
74.7% de la población rural atendida (CONAGUA, 2008: 20). Los servicios de agua potable
habilitados para el 2008 se distribuyeron de este modo: 94.3% en zonas urbanas y 76.8% para
localidades rurales (CONAGUA, 2010a: 96), definidas así por tener menos de 2 500 habitantes.
En el 2007, existía una población rural de 24.0 millones de habitantes y de estos, 17.9 millones
accedían a servicios de agua entubada, pero 6.1 millones carecían de este beneficio
(CONAGUA, 2008: 20, y 2010b: 7-8). Esta insuficiencia empeora en el caso de las localidades
con población indígena y predominantemente indígena 4 (Schmidt, 2005: 3; y Reynal, 2006:

4
Se define a localidades con presencia indígena predominante a los asentamientos con 70% o más de población
indígena; con presencia media, a las localidades donde entre 40% y 70% de la población es indígena; con presencia
escasa a las localidades con un porcentaje de 10 a 40 por ciento de indígenas; y las localidades con presencia dispersa o
nula son aquellas con menos de 10 por ciento de población indígena (CONAPO, 2004: 15).
39
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

200). En este contexto, aproximadamente un 62.3% de la población rural es hablante de lengua


indígena5 (INEGI, 2006a).
La política hídrica nacional ha sustentado como un principio la preferencia que tendrá el uso
público urbano y doméstico del agua, en relación con cualquier otro uso, como lo señala la Ley
de Aguas Nacionales y su reglamento 2004 en el artículo 14BIS 5, fracción XXII (CONAGUA,
2004: 39-41). Consecuentemente, el Programa Nacional Hídrico de México 2007-2012 se
propuso la meta de dotar de agua potable al 95% de los mexicanos y elevar la cobertura de
alcantarillado al 88% (SEMARNAT, 2008: 10).
Este breve marco referencial en cuanto a las posibilidades de que la población rural pueda
acceder al agua potable genera incertidumbre. El desabasto de servicios básicos, como el agua,
en el medio rural perdura y aumenta. Pero esto se debe a la situación actual de las comunidades
rurales.
Si bien se han promovido programas y acciones que permitan a las localidades rurales acceder a
servicios básicos, su cobertura aun representa un reto de primer orden para el Estado nacional.
Los programas de servicio de agua entubada en contextos rurales han adquirido relevancia,
debido a que estas acciones mitigan índices de marginación y pobreza. Se considera que el
contar con un servicio de agua entubada cercano al domicilio mejora la calidad de vida de la
población en su conjunto. Sin embargo los asentamientos rurales del país presentan una realidad
que dificulta el resolver satisfactoriamente el abasto de agua entubada para la población rural.
La vida en el campo muestra un crecimiento demográfico descontrolado, además la población
rural tiende a ubicarse en territorios con poca población, proceso denominado dispersión 6
(Aguilar, 2000; Warman, 2001: 41-46; Reynal, 2006: 198 y CONAGUA, 2010b: 7). Los
resultados por localidad del II Conteo de Población y Vivienda 2005 tienen registrados a 185 mil
comunidades con menos de 2 500 habitantes, esto equivale al 98.3% del total de localidades del
país, en donde se ubica el 23.5% de la población nacional. (INEGI, 2006b: 1-2, Reynal, 2006:
198; y CONAGUA, 2008: 23)
Otra situación adversa es la ubicación geográfica de la población rural en el territorio, cuyas
condiciones orográficas se traducen en severos obstáculos para dotar del servicio de agua
potable (CONAGUA, 2008: 16). Evidentemente, la cercanía de la población rural a localidades
de mayor tamaño incide en su acceso a los servicios básicos. La ubicación geográfica de las
localidades se relaciona directamente con el grado de marginación que poseen (Reynal, 2006:
199). Según las observaciones de David Barkin (2001: 14): Muchas de las comunidades rurales
de México se localizan en regiones apartadas e inasequibles de su territorio. Están relegadas a
las áreas que los más poderosos estuvieron dispuestos a ceder o fueron incapaces de defender
durante décadas del reparto agrario. Estas poblaciones carecen en su mayoría de fuentes
confiables de agua potable para sus requerimientos domésticos básicos.

5
Arturo Warman señala lo difícil que es captar y cuantificar la adscripción y definición propia de una identidad
indígena. Por eso se ha recurrido a un signo nítido, la lengua, para distinguir en los censos y en la acción pública a la
población indígena (Warman, 2001: 46).
6
Para Arturo Warman la creciente dispersión de la población rural es un proceso complejo. Lo interpre ta como una
resistencia a la urbanización que está relacionado con la marginación, con la reproducción de la pobreza (2001: 41-46).
40
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

La dispersión, la ubicación geográfica y las condiciones orográficas de la gran mayoría de las


localidades rurales motivan notables limitaciones técnicas para habilitarles servicios de agua
(CONAGUA, 2010b: 7). Incluso, la atención de la población rural se torna inviable por los
costos de inversión por habitante servido (Rodríguez, 2008: 35).
La municipalización de los servicios públicos establecida en el artículo 115 constitucional,
suscita en el medio rural el problema del abandono de las localidades rurales con bajas
densidades de población. Los servicios de agua potable y alcantarillado para la mayoría de los
municipios del país son una carga económica y política (ídem: 37). Los municipios
generalmente atienden sólo los servicios de las cabeceras municipales (ídem: 44).
Los discursos oficiales han enfatizado la gran necesidad de la inversión en el subsector agua
potable, la cual puede solucionarse con la participación de la empresa privada y los recursos
financieros de la banca privada para elevar la extensión y la calidad de los servicios (íd: 40).
Para atender el reto que implica el dotar a las comunidades rurales desprovistas de agua potable,
se ha buscado la inversión de otras instancias, pero el medio rural mexicano no es muy atractivo
para los inversionistas privados, porque se trata de obras pequeñas, costosas y poco rentables
(CONAGUA, 2010b: 7).

Características generales del área de estudio


En Puebla, la población indígena7 está conformada por grupos náhuatl, popoloca, mixteco,
totonaco, tepehua, otomí y mazateca. Estos grupos están asentados predominantemente en
municipios del sur y norte, siendo la población náhuatl la excepción por estar dispersa en todo el
estado.
Los totonacos ocupan el segundo lugar de población indígena del Estado de Puebla y a nivel
nacional se ubican en la décima posición (Masferrer, 2003: 178). Este grupo se localiza en una
región cultural8 denominada Totonacapan. Las fronteras geográficas, del territorio en donde se
identifica a la región cultural del Totonacapan, históricamente han cambiado por el dominio que
ejercieron las invasiones europeas; así como, en la actualidad, lo están haciendo los mestizos:
Los totonacos ocupaban un extenso territorio que abarca desde el Golfo de México hasta la
actual Sierra Norte de Puebla, del río Cazones al norte hasta el río de la Antigua al sur
(Ídem: 180). Actualmente habitan una parte de la sierra Madre Oriental y del Golfo de México,
además de existir un pequeño grupo de totonacos en los alrededores de Misantla, Veracruz. Este
grupo ocupan un territorio que de acuerdo al hábitat se divide en dos zonas: los de la planicie
costera y los de la sierra.
Parte de la región Sierra Norte de Puebla pertenece a la región administrativa número 13,
establecida por CONAGUA. La región administrativa Golfo Centro del país presenta una

7
El término indio o indígena designa una categoría social. Su definición desde la visión antropológica presenta diversas
posturas y nociones sobre esta categoría. La categoría de indio es una categoría supraétnica que no denota ningún
contenido específico de los grupos que abarca, sino una particular relación entre ellos y otros sectores del sistema social
global del que los indios forman parte (Bonfil Batalla). Con esto me refiero a la connotación colonizadora que la
categoría de indio denota, es decir, se refiere a la condición de colonización a la que fueron sometidos los grupos nativos
de América.
8
En este documento el término de región cultural se comprende como una categoría analítica que se refiere a cualquier
espacio que está interconectado por una estructura de poder jerarquizado (Lomnitz, 1995:65).
41
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

presión baja sobre el agua. El lugar de estudio es parte de la Región Hidrológica Tuxpan-Nautla
y está representada por la cuenca Río Tecolutla (CONAGUA, 2007). Los escurrimientos de esta
Región Hidrológica varían entre 500 y 1000 mm. Las permeabilidades en materiales
consolidados de Coyay son baja media y no está considerada como una zona de veda (INEGI).
Coyay es una Junta Auxiliar del Municipio de Hermenegildo Galeana (mapa 1). La población
total de la comunidad de Coyay registrada en INEGI en el año 2005 era de 770 habitantes (II
Conteo de población y vivienda 2005). Coyay está habitada por mestizos e indígenas totonacas,
se tiene registrado un total de población de 610 habitantes mayor de cinco años que habla lengua
indígena.
Las tierras que rodean la comunidad son ocupadas para actividades agrícolas y son de propiedad
privada. Algunos de estos terrenos tienen manantiales que son aprovechados, en su mayoría, por
los habitantes de Coyay para uso doméstico. Estos nacimientos de agua son considerados como
patrimonios territoriales9, por lo tanto la disponibilidad de agua para la población asentada en
este territorio, que se abastece de 4 manantiales, es suficiente.
Los servicios públicos disponibles en la localidad son; agua, alumbrado, seguridad pública y
pavimentación. De las 161 viviendas particulares habitadas, censadas por INEGI (2005), que
disponen de todos los servicios públicos básicos se tiene un total de 125 viviendas. Dentro de
estas se cuentan a 138 viviendas particulares habitadas que disponen de agua entubada de la red
pública y 19 que no cuentan con este tipo de servicio. La cobertura del servicio de agua potable
en el año de 2000, conforme a la información provista por la Comisión Estatal de Agua y
Saneamiento de Puebla, era de 78.125 % (CEAS, 2001).
Expuesto lo anterior, aparentemente en Coyay el manejo y la gestión del agua se dan en
condiciones ideales: abunda el agua y el servicio a domicilio tiene una cobertura casi total, pero
lograr tal situación no ha sido fácil para los pobladores de esta comunidad. En la práctica, la
gestión del agua depende de: 1) los derechos de propiedad privada de la tierra, 2) relaciones de
poder entre los actores involucrados en la gestión y, 3) la cosmovisión de su tradición indígena.
En este lugar para poder acceder a un servicio de agua domiciliaria segura se ha tenido que
buscar alternativas que implican cuestiones de organización activamente participativa de los
usuarios, de la gestión del suministro; y primordialmente, de la legitimación de los derechos de
agua de manantial.

Estrategia metodológica etnográfica


Para desarrollar esta investigación se realizó trabajo de campo, durante el segundo semestre del
año 2007, recurriendo a diversas técnicas e instrumentos de investigación como las etnográficas.
Fue proyectada la aplicación de técnicas etnográficas como entrevistas a profundidad a
informantes claves.
Los informantes seleccionados fueron clasificados como: agentes reguladores de los servicios de
agua y dueños de terrenos en donde hay un manantial usado como fuente de abastecimiento de
agua. El objetivo de entrevistar a los agentes reguladores de los servicios de agua fue identificar

9
Un patrimonio territorial se define como un acervo de recursos presentes en un espacio dado, concebidos en su
dimensión sistémica de bien colectivo complejo (Villagómez, 2006: 25).
42
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

las tendencias en la administración del servicio a domicilio de agua, es decir, cómo está
conformada la asociación de usuarios y cómo son representados o constituidos; discernir sobre
el grado de autoridad o legitimidad del puesto desempeñado por el agente, esto a través de
conocer como fue asignado al cargo, cuánto tiempo ha permanecido en él y cómo lo ejerce.
Las entrevistas a los dueños de terrenos en donde hay un manantial usado como fuente de
abastecimiento de agua se realizaron con el propósito de examinar: la autoridad que se atribuye
sobre los derechos de agua nacional de los manantiales ubicados en sitios de su propiedad y el
tipo de acuerdo establecido con el agente regulador de servicios de agua para usar el manantial
de su predio.
Otros temas tratados en las entrevistas fueron la historia de cómo cambió el acceso al agua en la
comunidad y, específicamente, la experiencia del barrio totonaca denominado La Joya en su
autogestión de servicio de agua para uso doméstico.

El sistema legal mexicano y los pueblos indígenas


Los sistemas legales del Estado favorecen la regulación estatal central y los procesos de
privatización haciendo a un lado las tradiciones culturales y la cosmovisión indígena que
milenariamente ha mantenido su vínculo armonioso con los recursos de uso común (Lauriola,
2006: 16-17). Considerar el contraste del sistema legal estatal y de los conocimientos
tradicionales, expone los escenarios que enfrentan los pueblos indígenas al tratarse el tema de
los derechos de propiedad común de los recursos. Uno de ellos es la presión externa que
afrontan las comunidades con población indígena bajo el argumento de generar desarrollo
estableciendo así políticas, leyes y contratos que introducen reglamentos estatales y de mercado
al acceso y uso del agua (ídem: 17). Siendo el abastecimiento de agua, a través de habilitarlo
como un servicio público, una demanda creciente y una estrategia estatal para mantener el
control de la población indígena.
Es evidente cómo la actual política hídrica del país ha favorecido la intervención privada en el
manejo del agua, la cual, antes de los ochentas, se cimentaba en un rígido arbitraje estatal. La
instauración de la Comisión Nacional del Agua (1989), la aprobación de la Ley de Aguas
Nacionales (1992)10 y las modificaciones a los artículos constitucionales (el Art. 27 en 1934 y el
Art. 115 en los años 1983 y 1999) concernientes a la regencia del agua, han permitido la
participación del sector privado en la administración de sistemas de agua (Paz Paredes, en La
Jornada del Campo, 13 de noviembre de 2008; Hernández, 2002: 105; y Collado, 2008: 22-23).
Para otorgar mayor seguridad jurídica a los concesionarios y asignatarios del agua, en el año
1993 se estableció el Registro Público de los Derechos del Agua, con el propósito secundario de
fomentar los mercados de derechos de uso de agua (Collado, 2008: 22).
La legislación dirigida a la política de los recursos hídricos disponibles dentro del territorio
nacional, está circunscrito a un marco legal que puede dividirse en tres niveles de regulación: el
federal, el estatal y el municipal. Para el caso de los derechos de propiedad de las aguas ubicadas
en territorio nacional, es en el nivel federal donde se establecen las normas que determinan el

10
El artículo 102 dispone las facultades de la Comisión para poder realizar la promoción y fomento de la participación
de la inversión privada y social en obras hidráulicas federales, así como en la prestación de servicios (CONAGUA, 2004:
99)
43
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

tipo de propiedad del agua. Son la Constitución Mexicana y la Ley de Aguas Nacionales los
documentos en donde se asientan las normas que determinan el tipo de propiedad y de
aprovechamiento de las aguas subterráneas y superficiales disponibles en territorio nacional.
En el párrafo primero del artículo 27 constitucional se menciona que la propiedad de tierras y
aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional le corresponde originalmente a
la Nación. El nombramiento de aguas nacionales en la reglamentación invariablemente
comprende a todas las corrientes superficiales y arbitra la extracción del agua subterránea. Pero
en este mismo párrafo se establece la propiedad privada, esto debido a la facultad de la Nación
de transferir a los particulares su dominio sobre estos recursos (Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos: 1992).
En la Ley de Aguas Nacionales se establecen la normatividad que permite la transferencia de
derechos de aguas nacionales a particulares por medio de concesiones o permisos de uso de
fuentes de abastecimiento de agua. Esta Ley estipula que la propiedad privada de recursos
hídricos nacionales es posible siempre y cuando sea autorizado por el organismo encargado de
administrar y preservar las aguas nacionales del país, funciones que recaen en la Comisión
Nacional de Agua (CONAGUA). Paralelamente, el municipio es el responsable de suministrar el
agua potable, siendo una de las obligaciones que asumen los ayuntamientos municipales del
país. Esto queda plasmado en el artículo 115 constitucional y se ratifica en la Ley Orgánica
Municipal del Estado de Puebla11. Convirtiéndose entonces el municipio el administrador oficial
del agua para uso doméstico.
Simultáneamente a la práctica de los derechos nacionales, las Comunidades Indígenas-
Campesinas12 ejercen derechos colectivos o consuetudinarios de los recursos naturales que
aprovechan de su entorno. Los pueblos indígenas usan los recursos hídricos como un bien
común –res comunis ominum-. Esto significa que el agua es distribuida entre los usuarios locales
considerando las reglas y pautas de conducta locales (Camdessus, 2006: 100) aceptadas
culturalmente.
Los derechos colectivos se fundamentan por la manifestación de un conjunto de valores,
creencias y rituales que como elemento primordial forma parte de las tradiciones de pertenencia
y reproducción social, los antropólogos lo llaman cosmovisión. Esta forma de concebir el mundo
implica una forma de representar y valorar a la naturaleza, asignándole un carácter animado y
sagrado. Para los pueblos totonacos de la sierra norte veracruzana el agua es: fuente de múltiples
representaciones simbólicas y mitológicas (Romero, 2003: 48).
Son San Miguel-Jilí13 y Aktsiní los personajes supremos del agua en la cosmovisión Totonaca,
por ello son los dueños simbólicos del agua representando una dualidad. San Miguel es parte del
nivel celestial así que es el encargado de hacer llover, de los truenos y del granizo (ídem: 49-

11
Capítulo VI; Art. 78, fracciones XVIII y LVIII
12
La Comunidad Indígena-Campesina es una categoría que se refiere a la incorporación de familias y agricultores de
ascendencia indígena asentados en territorios determinados, identificando a un pueblo. Su modo de vida se fundamenta
en una práctica socialmente colectiva y comunitaria de reciprocidad, redistribución, expresados por medio de un sistema
de organización política, administrativa, económica, religiosa y cultural. La noción de ―pueblo indígena‖ refiere a estos
individuos que en conjunto son el resultado de un proceso de colonización y que poseen identidades culturales diferentes
de la identidad hegemónica o nacional (Gentes, 2001: 2-3).
13
Su traducción al español es rayo.
44
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

50). A este Santo se recurre cuando no ha caído lluvia: Antes, cuando yo era chiquilla, me
acuerdo que cuando se escaseaba el agua, pues este, llevaban al Señor San Miguel. Lo
llevábamos así con parafinas y todo al Kalpulut14. A veces allá, al Kalpulut lo llevábamos y
llenaban su vasito de agua y luego ya dábamos la vuelta con el Señor San Miguel. Y luego, al
otro día, ya se formaban las nubes y de veras llovía, se nublaba (…) y ya, se venía el agua. (…)
cada año así, mes de mayo se plantaban los calores y este (…) se llevaban, a Los Tanques15, a
San Miguel, lo llevaban ahí, a Los Tanques. (…), le llenaban su vasito de agua y luego se
formaban las nubes y se venía el agua y ya teníamos agua.16
Además de lo anterior, la cosmovisión indígena establece un sistema de reglas y una ética
común del uso de los recursos hídricos, puesto que están sometidos a controles y restricciones
socioculturales (Gentes, 2001: 4) para limitar su aprovechamiento. A este fenómeno Boelens
(2003 y 2007), lo reconoce como el mecanismo de autodefinición que tienen los grupos
indígenas frente a otros grupos sociales, en el que las verdades, reglas, derechos y tradiciones
locales determinan un sistema de gobernabilidad para mantener el orden y asegurar su
aprovechamiento de agua sustentable: yo por eso les digo, que (…) el agua que (…) pos que lo
cuiden (…) por que el agua es sagrada. Y el agua no es, dijéramos, no es para uno nada más es
para todos, (…). Yo como les digo: el agua es vida, no se debe de vender, (…), lo que sea pero
no se debe de vender. (…) y entonces (…) me pongo a pensar, yo mucho les he platicado que no
sirve portarse mal porque… portarse mal no se puede, (…) te afectas tu mismo. Es como lo que
hablamos del manantial, si no fuera el manantial, dijéramos, que no hubiera manantial ni una
persona podría vivir, sin agua o, si dijéramos, el maíz, o pon tu que haya maíz pero que no
hubiera leña, lo mismo, sale lo mismo, la cosas lo que consumimos o con lo que los cocemos. El
agua y el maíz y la leña pues son los principales17.

Es entonces que los derechos de propiedad de recursos de uso común, como el agua,
reconocidos por el Estado están supeditados por las prácticas locales de contextos indígenas. En
este sentido, se destaca la complejidad del fenómeno social en una realidad concreta identificada
como una comunidad totonaca del Norte del Estado de Puebla, ya que localmente se admite que
el recurso es colectivo, pero al tratarse de un servicio de suministro esto varía. Sobre la base de
lo expuesto, la finalidad de este trabajo es, demostrar cómo los habitantes de una comunidad
rural con ascendencia étnica se involucran en la gestión de su servicio de agua para uso
doméstico. Lo cual les ha dificultado o permitido ejercer legítimamente sus Derechos de Agua.
No hay que olvidar que un servicio de distribución debe ser costeado para su habilitación y
mantenimiento.

14
Es el nombre que localmente le dieron a uno de los manantiales cercanos a la comunidad de Coyay.
15
Se refiere a un lugar, cercano a la comunidad, en donde hay caída de agua.
16
Entrevista a mujer oriunda de Coyay. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
17
Entrevista con un dueño de terreno en donde alumbran manantiales. Diciembre de 2007, Calpuhuán, Puebla.
45
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Historia de la comunidad sobre su acceso al agua


En la comunidad de Coyay antes de existir servicios a domicilio de agua, el abasto del líquido
era solventado por acarreo, el cual se hacía transportando recipientes con agua obtenida de
manantiales cercanos como el Chakuit, Los Tanques o el Kalpulut. Estos se ubican,
aproximadamente, a un kilómetro y medio de pendiente del pueblo: (…) hay unos manantiales
por acá de este lado abajo y allá íbamos a cargar nosotros. Llevábamos tambos, había unos
tambos de 40 litros, y ahí con mecapal cargando al puro lomo, si porque está muy feo, (…), con
esas garrafas íbamos a cargar agua, pero está lejos (…) le dicen el chakuit, pero hay mucho agua
(...). Si allá íbamos a agarrar agua y todas las mujercitas allá iban a lavar. Toda la gente de acá y
los de por allá arriba, todos bajaban era… triste, (…). Tenían que cargar sus maletas de ropa he
ir a lavar hasta allá (…)18

Luego se construyo en el Centro de la localidad una fuente (Figura 1) para que almacenara el
líquido con aguas arriba atraída por la gravedad: (…) tenían un poco de agua que este existe (…)
por allá un monte que le dicen el cielo. Hasta allá está el manantial que jalaban, pero era poca,
como era poca casa les alcanzaba19. Ya estaba una fuente de agua acá en… por donde está la
cancha, había una fuente grande en donde llegaba el agua y ahí iba a tomar uno el agua. Toda la
gente ahí agarraba. Nunca se llenaba la fuente de agua porque, (…), pues era poca y siempre
estaba la gente raspe y raspe20.

Pero el agua no era suficiente a la creciente demanda de la población y se buscaron otros


manantiales. Los nacimientos de agua ahora usados, por la gente del Centro de la comunidad,
están cuesta arriba del poblado facilitándose así el desplazamiento del agua con mangueras, pero
se localizan a dos kilómetros de distancia, en la comunidad de Calpuhuán: (…) pero como se fue
haciendo más familia, más familia ya no les alcanza y tuvieron la obligación de buscar el agua y
a lo menos este manantial nadie lo ocupaba y por eso se lo llevaron les dio permiso el difunto de
mi papa y este él les autorizo y ya entonces jalaron esa agua y por eso han tenido agua, pero
antes no.21

Con el tiempo, la fuente se cambio por una caja en donde se almacenaba, por las noches, el
líquido. Aun así las personas tenían que acarrear su agua: (…) antes, antes, pues la íbamos a
cargar hasta el centro, le digo a usted. Ahí al pie de la escuela, al pie de la Iglesia estaba una
cajita como de agua, hasta allá22.

Como la caja de agua era de uso común se daba el caso propuesto en la teoría de juegos (Nash,
1950 y Hardin, 1968; Apud, Ostrom, 2000: 26-28): un juego no cooperativo entre los

18
Entrevista con el expresidente del comité de agua del barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
19
Entrevista con un dueño de terreno en donde alumbran manantiales. Diciembre de 2007, Calpuhuán, Puebla.
20
Expresidente del comité de agua del barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
21
Entrevista con un dueño de terreno en donde alumbran manantiales. Diciembre de 2007, Calpuhuán, Puebla.
22
Entrevista con el dueño del terreno en donde brota el agua que usa el barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay,
Puebla.
46
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

involucrados con información completa; es decir, en el caso de Coyay los pobladores entablaban
relaciones de competencia por acarrear la máxima cantidad de agua para uso doméstico: (…) y
luego a nosotros como vivíamos abajo no nos dejaban lavar café, este, o los que podían agarrarse
toda el agua los que vivían más cerca nos amolaban y nos dejaban sin agua23.

Es pertinente señalar que la competencia por el acarreo de agua no se daba en condiciones


simétricas, puesto que los del Centro vivían más cerca de la caja de agua que los del Barrio de
La Joya24 (imagen 1). Lógicamente, los primeros accedían antes y fácilmente al agua, mermando
las posibilidades de los otros de adquirir el líquido acumulado en la caja: (…) teníamos
problemas con los del Centro porque ellos vivían más cerca y siempre, ve que de noche se junta
agua, ellos toda la noche la acarreaban y cuando amanecía nosotros ya no teníamos agua para ir
a traer, sufríamos mucho25.

Esto generó inconformidad en las personas que vivían en La Joya originando conflictos entre los
habitantes del Centro y de La Joya. Por ende las personas que vivían en La Joya comenzaron a
buscar alternativas para obtener agua sin recurrir a la caja común de la comunidad. La solución
los condujo a independizarse construyendo su propia red de agua y su propia fuente de
almacenamiento: (…) más tarugos que la fuimos a cargar hasta el centro nosotros, ellos todos
querían tener agua cerquita y nosotros lejos. (…) ahora ya no porque ya vieron que no nos
dejamos. La gente ya no se deja, ya está muy abierta, ya se dio cuenta bien qué clase de gente es
la de allá (…) cuando este, iban abriendo los ojos la gente, empezó a juntar mangueras para
jalársela con mangueras, ya no ir. (…) ya querían ya apartarse del Centro26.

Esta primera acción de asociación de usuarios inconformes dio inició al fenómeno social que
actualmente se vive en la comunidad: la habilitación de servicios a domicilio de agua para uso
doméstico: (…) a bueno pues nosotros al principio pues tuvimos que hacer una reunión para ver
cómo podíamos tener agua. (…) todos los ciudadanos de este barrio de La Joya, (…) hicimos
una reunión y pensamos cooperar, trabajar para poder tener nuestra agua propia y este pues si
nos unimos y cooperamos (…), fue bastante dinero para ver cooperado pero si cooperó la gente.
Los que pudimos cooperar más, pues si cooperamos un poquito más, y del trabajo pues todos
iguales. La gente que no podía dar su cooperación completa pues con faenas, con trabajos (…).
Así es que pudimos comprar manguera en primera y luego este hacer el depósito que tenemos
(…) y todo eso dependió de mucho dinero.27

Actualmente, en Coyay existen dos opciones para tener agua en el domicilio: la pública y la(s)
particular(es). Localmente se denomina como agua particular a grupos de usuarios de agua que

23
Expresidente del comité de agua del barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
24
La distribución espacial de los habitantes de Coyay se distingue en dos: los que viven en el barrio de La Joya y los
asentados en el Centro del pueblo.
25
Expresidente del comité de agua del barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
26
El dueño del terreno en donde brota el agua que usa el barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
27
Expresidente del comité de agua del barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
47
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

se rige de forma independiente y autónoma del gobierno local. Los pioneros de esto fueron las
personas que viven en el barrio de La Joya, reproduciéndose con algunas agrupaciones del
Centro. Es necesario señalar que las agrupaciones de aguas particulares son diferentes, en unos
casos son conformadas por vecinos y en otras por familias: (…) es una particular, (…) no es de
la…, no nos está apoyando el Presidente Auxiliar, ni el Presidente Municipal, ni nadie del
gobierno, es particular. Cuando se pide una cooperación pues coopera la gente, (…) que se
necesita el material o manguera, se necesita muchas cosas28: (…) nosotros tenemos agua que
viene en manguera que es particular. Particular le llamamos porque fue una base de cooperación
de vecinos y más que vecinos es de la familia. Más que nada de la familia porque (…) nosotros
tuviéramos agua muy aparte, muy independiente a la gente que… del Centro. También nosotros
nos consideramos de El Centro pero hay gentes que, pues, no le gusta cooperar. No le gusta
colaborar con la gente quieren que nomás se lo haga uno, que otras gentes trabajen por ellos
entonces nunca nos gusto eso (…). Fue a base de cooperación de todos nosotros, no nos ayudó
ninguna autoridad, ninguna que diga autoridad local, municipal, auxiliar, nadie, sino que
nosotros sufragamos los gastos y por lo tanto lo tenemos nosotros y así 29.
Antes del año 2002, el suministro de agua para uso doméstico era por medio de mangueras.
Durante este año inició un programa estatal, Programa para la Sostenibilidad de los Servicios de
Agua Potable y Saneamiento en Comunidades Rurales (PROSSAPYS) 30, para gestionar el
servicio de agua pública, mejorando la red de transvase con la instalación de tubería: (…)
empezó a llegar lo de la tubería, lo del agua potable, en el año 2000, (…) bueno eso, según, fue
de un sorteo, aparte de que se estuvo solicitando hace mucho. Antes estuve yendo, con los
presidentes auxiliares, (…) a Puebla, fuimos hasta México. Hasta mero Gobernación fuimos a
ver lo del agua. (…) y por lo mientras, nos ayudaron ahí en el, este, el que era diputado antes, el
Licenciado Román Salazar (…), estuvo en Gobernación (…), entonces (…) nos donó unos rollos
de manguera, (…), de esa negra para que nos ayudáramos a jalar el agua de esa que tenemos
ahorita. Ahorita ya está la tubería, pero en ese entonces nos ayudó con manguera (…) y
empezamos a jalarla así, empezó a llegar acá al pueblo (…). Trabajamos mucho para poder traer
esa agua (…), después nos dijeron que como había varios pueblos que estaban solicitando el
agua, iban a ser un sorteo ahí en Puebla. (…) la suerte de que nos tocó a nosotros ser
beneficiados31.

El proyecto fue asistido por la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento de Puebla (CEAS), y la
intención era habilitar un sistema de agua potable pública para beneficiar a los habitantes de las
localidades de El Plan y de Coyay. Así como asegurarle a esta población su acceso al servicio
público de agua, a través del registro de derechos de propiedad pública del manantial y del
terreno en donde esta alumbrando.
28
Entrevista con el comité de agua de La Joya. Noviembre de 2007, Coyay, Puebla.
29
Entrevista con el encargado de un servicio de agua particular de El Centro. Noviembre de 2007, Coyay, Puebla.
30
De 1996 a 1998 denominado Programa de Agua Potable y Saneamiento en Zonas Rurales, y originalmente financiado
en forma parcial con recursos federales a fondo perdido, provenientes de un crédito externo del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID). Un 50% de la inversión está a cargo de la federación, un 25% del estado de Puebla y resto lo adsorbe
el municipio (CONAGUA, 2008: 4).
31
Entrevista con el presidente del comité de agua potable de la comunidad. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
48
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

-Y, ¿quién es el dueño de ese terreno?


-Ahorita del pueblo, es del pueblo… ya está registrado allá, en este, como se llama CEAS
Puebla, si por ahí ya el agua está registrada ya no las pueden quitar…ya es del pueblo, de la
comunidad.32

En este programa se beneficiaron al principio 68 familias y las demás continuaron con servicios
independientes. Para el año 2007 los usuarios del servicio público eran 87 familias: (…) fuimos
beneficiados en ese tiempo, creo, 65, 68 personas, bueno, casas viviendas (…), ya cuando se
estaba trabajando empezamos a organizarnos para traer la tubería, (…) y empezamos a trabajar,
a repartirla. (…) Así empezamos, hasta que llegó el agua. Ya se les fue repartiendo a otras
personas, ahorita son más de 80 personas, familias.

Este servicio es representado por un comité, denominado en la comunidad como Comité de agua
potable que se constituye de un Presidente, una Tesorera y un Vocal: (…) cada vez que se
descompone el agua o se tapa la tubería o alguna cosa… tengo que lavar la caja, ir a clorar, todo
eso. Ahorita ni siquiera he ido a clorar, (…), le digo que me dejan solo, por ejemplo el vocal 33
está trabajando, y la otra es mujer la tesorera y ya los hombres pues no jalan. Entonces le digo
al Presidente, que él me eche la mano en ir a clorar el agua, ¿por qué nada más yo?, me dejan
solito y cuando se descompone el agua, por ejemplo se va una piedra así rompe la tubería,
tenemos, tengo que estar anunciando para que vaya gente a ayudarme y casi siempre van los
mismos, los demás no quieren participar34.

La eficiencia del servicio público es vulnerable debido a las frecuentes fallas y daños en la línea
de conducción del agua, también la frecuencia en caída del agua es afectada por periodos de
calor a diferencia de los servicios particulares, los cuales tienen una disponibilidad eficiente y
constante de agua: (…) porque hasta a horita, (…), tenemos suficiente agua, (…), nos ha costado
mucho y es lo que nos da lástima y ellos se refiere a los del Centro no quieren cooperar. Ellos
siempre están atenidos a los gobiernos, (…), nunca quieren cooperar. Son muy chillones para
una cooperación de 100 pesos o más. Si 10 pesos no quieren pagar al comité, (…). Ellos sufren
mucho porque a veces no hay agua y tiene que ir a arreglar el comité, porque nadie. Ahí no
tienen control, ahí no obedecen ni al Presidente, al comité de agua potable no lo obedecen y
tienen que ir él. A veces hasta le decimos: -que falta nos hace que esa persona este en La Joya-,
ahí se friegan, con perdón de usted, ahí se friegan. Los que viene aquí a vivir se friegan porque
aquí tenemos que trabajar y por eso Dios nos ayuda que tenemos bastante agua, aquí es diferente
el trabajo que tenemos de nuestra agua35.

32
Entrevista con el presidente del comité de agua potable de la comunidad. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
33
Texto modificado. Se omitió el nombre de la persona que desempeña el cargo de vocal.
34
Entrevista con el presidente del comité de agua potable de Coyay. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
35
Entrevista con el expresidente del comité de agua del barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
49
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En Coyay operan tres servicios independientes al servicio de agua pública, las formas de
administrar, representar y constituirse es diferente. El servicio de agua particular36 de La Joya,
es representado por un comité, el cual está constituido por un Presidente, un Tesorero, un
Secretario y dos Vocales; en esta asociación son 38 los usuarios inscritos, todos ellos viven en El
Barrio. Los otros dos servicios de agua particular son acaparados por familias, no existe un
comité representativo de los usuarios asociados, sólo se asigna un cargo de vigilante de la caja
de almacenamiento. El número de usuarios en cada grupo es limitado; en uno de los casos el
grupo está integrado por seis domicilios (padre e hijos); en otro son 8 los usuarios del servicio en
donde tres de los inscritos no son parte de la familia.
Los conflictos por el acceso al agua entre los habitantes del Centro y el barrio de La Joya, fueron
ocasionados por: 1) relaciones no cooperativas entre los habitantes de la comunidad en el uso de
un recurso común; que derivaron en, 2) relaciones competitivas por obtener la mayor cantidad
de líquido, pero estas eran desventajosas. En esta situación, los pobladores de La Joya fueron los
más perjudicados en sus posibilidades de conseguir agua para uso doméstico.
Como alternativa de solución, las personas del Barrio, inician un proceso organizativo para
independizarse y manejar su propia agua. El cual, hasta la fecha, sigue operando e incluso fue
tomado como modelo por otros grupos de usuarios de servicios de agua.
Esta organización de usuarios representada por un comité se ha consolidado por su forma
organizativa permanente y, esencialmente, por lo que señala Ostrom: la interacción entre
confianza, reciprocidad y reputación (2000: 13).
Se organizaron la gente, entonces nombraron un comité, (…). Ya la gente respeta a la persona a
quien eligieron, si. Cuando avisa un trabajo, una faena el comité, va la gente a trabajar. El
comité va por delante, así es, como si fuera un presidente, si nomás si fuera así, pero es, tiene
derecho de hablar al comité, de mandar un trabajo (…) que (…) necesita el pueblo, este barrio.
Ahí vamos bien, vamos trabajando bien. (…) si a la gente les gusta como está trabajando el
comité pues les van siguiendo su trabajo. Si se porta mal el comité, los comités que están, pues
lo cambian luego37.

Con base en lo anterior, la participación activa de los usuarios y la legitimidad de sus


representantes posibilitan la efectividad de un proceso de autogestión del suministro de agua. Y
para el caso, en especifico, les ha permitido garantizar sus derechos de propiedad colectivos de
la fuente de abastecimiento de agua (manantial), a través de legitimar sus derechos de agua: (…)
nosotros registramos nuestro manantial en Puebla, en Recursos Hidráulicos. Si yo fui el de la
idea, tenemos ahí los documentos, (…), aquí los tengo. Tenemos un acta de donación y los
documentos que nos dan en esos lugares, a donde registramos el agua. Y ahorita nadie nos la
puede quitar38.

36
Localmente los servicios de agua independientes al servicio de agua público son denominados particulares.
37
Entrevista con el comité de agua de La Joya. Noviembre de 2007, Coyay, Puebla.
38
Entrevista con el expresidente del comité de agua del barrio de La Joya. Diciembre de 2007, Coyay, Puebla.
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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Conclusión
El sistema de agua pública que se habilitó para la población del caso de estudio es un ejemplo
claro de las obras gubernamentales que cumplen su cometido en el plazo inmediato, aunque en
poco tiempo se tornan insuficientes. La imposición de servicios de agua entubada, en
comunidades rurales, con el tiempo se vuelve deficiente en su infraestructura y administración.
En algunos casos los ―comités administradores‖ están compuestos por una sola persona, quien
termina asumiéndose como el dueño del servicio, en forma caciquil (Rodríguez, 2008: 35).
El servicio de agua potable que se implantó en la comunidad de Coyay paulatinamente se ha
degradado y se encuentra en un círculo vicioso de insuficiencia, mal servicio y rechazo de la
comunidad. Las pruebas son contundentes, dado que paulatinamente se han originado nuevas
organizaciones de usuarios de servicios de agua independientes.
El servicio de agua pública no ha funcionado eficientemente porque el programa especial
PROSSAPYS brindó una solución parcial y de corto plazo al problema que padecía la población
de estudio. Como señala Rodríguez, estos programas gubernamentales sólo aplican soluciones
importadas e implantadas sin la suficiente respuesta o aceptación de las comunidades (íd.: 44).

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Mapa 1

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Figura 1. Croquis urbano de la localidad de Coyay

Ubicación de la
fuente de agua
de uso común.

Fuente: INEGI.
Carta F14-D84. XII Censo de Población y Vivienda, 2000.

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Imagen. Vista de la comunidad de Coyay del municipio de Hermenegildo Galeana, Puebla

El Centro de
Coyay

El Barrio de
La Joya

Fuente: S. Cariño Castillo, 2008.

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Las discordancias entre la gestión gubernamental y la gestión social del agua


Sergio Vargas Velázquez

Resumen
El propósito de este trabajo es caracterizar el arreglo institucional del agua en México desde las
transformaciones que se inician en su modelo de gestión a principios de la década de 1990,
cuando se impulsan varias reformas siguiendo los principios de lo que posteriormente se
conocerá como la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH). El cambio institucional
se dio conservando muchas de las peculiaridades del régimen político, determinado por la
centralización a nivel federal de la autoridad formal, la representación corporativa de los grupos
de interés en torno al agua, la subordinación durante décadas de los gobiernos locales y estatales
frente a las continuidades y discontinuidades de la burocracia hidráulica federal. Aquí se plantea
que la mejor forma de estudiar los vínculos entre el régimen político y el arreglo institucional del
agua es caracterizando la respuesta que dan los distintos actores gubernamentales vinculados con
la gestión del agua a las demandas sociales y los requerimientos específicos de los grupos de
interés, así como la manera de resolver los conflictos por los recursos hídricos.

Palabras clave: gestión del agua, cuenca, gobernanza, arreglo institucional

Introducción
Con la creación de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en 1989, empieza a adquirir
importancia la participación de los actores sociales y grupos de interés en la construcción de las
políticas públicas39 del agua. Desde ese entonces, el discurso público respecto al agua anuncia la
necesidad de desmantelar el anterior enfoque de gestión centralizada del agua en el gobierno
federal, que estuvo fundamentada en políticas gubernamentales, elaboradas y aplicadas desde el
gobierno federal, con poco o nulo involucramiento de los interesados o afectados por dichas
acciones. La nueva política pública del agua estaría entonces fundamentada en el
involucramiento de la sociedad organizada en torno al recurso en distintas modalidades y
funciones respecto al proceso de elaboración de la política hídrica.
Después de dos décadas de iniciado este proceso de cambio institucional, se tiene una situación
muy mezclada de experiencias, grupos de interés organizados y transformaciones. Afirmamos
que existe un estancamiento en la transición de régimen de gestión hídrico (Vargas y Mollard,
2005; Vargas, 2006 y 2008), en tanto el proyecto de implementación de la GIRH en México está
articulada con las transformaciones generales del régimen político, del cual se desprenden las
posibilidades de implementar procesos democráticos y un modelo de gobernanza ambiental y del
agua que sea capaz de regular debidamente la apropiación y uso del agua desde el ámbito local
al nacional, y al menos frene el creciente deterioro de los recursos hídricos.
Las razones que explican esta transición fallida son diversas. Una de ellas es la lucha por la
hegemonía al interior de la burocracia hidráulica federal –la hidrocracia (Wester, 2008)- por ser

39
Con esto marcamos la diferenciación entre una política de Estado, en la cual se establecen definiciones institucionales
constitutivas de los aparatos de Estado, distintas a las políticas gubernamentales centradas en la acción gubernamental, y
las políticas públicas como confluencia de la acción gubernamental con la acción social.
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el cuerpo de técnicos especializados y organizados en torno a la política pública del agua (Rap et
al, 2004; Greenberg, 1970; Wionczek, 1982), en los cuales se concentró la autoridad, decisión y
recursos gubernamentales durante las varias décadas del régimen corporativo-autoritario
mexicano. Al interior de la burocracia federal se han enfrentaron distintas propuestas entre
quienes defienden un proceso de mayor descentralización hacia los organismos de cuenca, y
aquellos que procuran conservar el control de las decisiones y presupuesto a nivel central del
gobierno federal, incluso recuperar parte de la autoridad subrogada. Las diferencias se hicieron
manifiestas entre quienes apoyaban alguna de las versiones de la reforma a la Ley de Aguas
Nacionales de 2004, así como en los distintos niveles de gobierno y los grupos de interés por el
agua que han participado en conflictos emblemáticos como el de la cuenca Lerma-Chapala
(Wester, 2008; Mollard y Vargas, 2004), como también en las distintas apreciaciones respecto
hacia donde debe dirigirse la GIRH en lo futuro, como se expresó en distintos documentos
durante el IV Foro mundial del agua (IV Foro Mundial del Agua, 2006a, 2006b).
Existen diversas interpretaciones sobre el régimen político mexicano (Meyer, 1998; González,
1965; Cansino, 2000; López, 1986) pero todas ellas coinciden en la ausencia de los principios de
la democracia política hasta la crisis de este régimen y los inicios de la transición política en las
últimas dos décadas. Estas características autoritarias, legitimadas por la autoridad técnica de la
hidrocracia federal estuvieron ancladas en las mismas características del régimen político que
centralizaba a la vez que construyó canales exclusivos de negociación corporativa con los
grupos de interés por el agua, estableció reglas de reclutamiento de sus miembros, los involucró
con el Partido Revolucionario Institucional como el partido de Estado y con su fuerza
movilizadora en zonas de riego y en la misma burocracia federal, y durante este período de
expansión le dieron enormes recursos para la construcción de la infraestructura de grandes obras
hidráulicas con un enfoque de la oferta, esto es, abastecer de agua para la economía, importando
poco o nada sus impactos negativos, siendo muchas de estas infraestructuras parte de la
negociación política al mismo interior de la burocracia federal –mitad políticos ‗técnicos‘ o
técnicos ‗políticos-. Esto dio estabilidad y continuidad a la hidrocracia, otorgándole gran
autonomía y consistencia, tal como lo expone Greenberg respecto a la Secretaría de Recursos
Hidráulicos entre fines de la década de 1960 a principios de la década de 1970.
Con la transición política del país, por un lado, y la transición institucional en la gestión del
agua, por el otro, se inició la descentralización hacia una burocracia emergente a nivel estatal,
con la cual, la hidrocracia federal mantiene relaciones contradictorias de acuerdo a las
circunstancias. Así como se cuestiona constantemente el rumbo que ha tomado el régimen
político y la democracia mexicana, se debate también si esta transición política general del país
lleva hacia la democracia ambiental (Mason, 1999) que dan por supuesta muchos de los
organismos internacionales y actores gubernamentales.
Desde mediados de la década de 1990 a la fecha, el cambio de régimen es cada vez más patente
en la manera de gobernar el agua. A principios de la década de 1990, todavía la CONAGUA es
capaz de realizar acciones gubernamentales con poca resistencia social, como fue la
transferencia de los distritos de riego, en donde con base a las reglas del régimen político logra
transferir alrededor del 70% de los 3.2 millones de hectáreas en distritos de riego en 4 años. Pero
la creación de asociaciones de usuarios, en los módulos transferidos llevó a la creación de

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

organizaciones de usuarios, inevitablemente han tratado de tener mayor influencia sobre las
decisiones que les afectan. La creación de comisiones estatales de agua a las que se les
transfirieron funciones y presupuestos por etapas, primero las menos sustantivas y significativas
para la hidrocracia federal, para después, con la propia iniciativa de estas comisiones busquen
tener autoridad real sobre sus recursos hídricos –por ejemplo haciendo reconocer las aguas de
jurisdicción estatal-. También con la creación de organismos operadores de agua potable, la
incorporación de empresas privadas –nacionales y trasnacionales- con todas sus expectativas
sobre la apertura de nichos económicos rentables en este sector, la participación de los
representantes de los usos del agua en los consejos, comisiones y comités de cuenca y acuífero,
son muestra de ello.

La política y las políticas públicas del agua


Cuando se habla sobre el manejo del agua con sus actores sociales y gubernamentales, es común
escuchar en México la referencia de que el agua es muy política, haciéndose hincapié en que
siempre existe la intervención de muchos actores en disputa, incluyendo a aquellos que son, más
allá de su función técnica respecto al manejo del agua, políticos-burócratas de carrera, o
retomando el término de Wester, hidrócratas. Sin embargo, a pesar de que se reconoce
generalmente que existe una importante relación entre la política y las políticas públicas, en
muchos estudios se carece de una adecuada interpretación sobre esta relación. No consideran sus
referentes principales: el gobierno y el régimen político. Pareciera que las políticas públicas
ocurrieran independientemente de la existencia, la naturaleza o la tipología de los gobiernos en
que se definen, y de los regímenes en que se producen. Es decir, independientemente de los
factores que determinan la dinámica que le confiere sentido y contenido político a las políticas
públicas, pareciera que las políticas públicas se explican por sí mismas, y no por el proceso
decisional y las intencionalidades de los actores gubernamentales y sociales que intervienen en
su diseño e implementación (Medellín, 2006). Consideramos que sin referencia al problema del
gobierno y del régimen político, resultan incomprensibles las fuerzas directoras que llevan al
éxito o fracaso a las políticas públicas, como ocurre con la política pública del agua.
La importancia del régimen político radica en que es el ordenamiento que define las instancias,
grados y escalas en que se produce y organiza el ejercicio del gobierno y con él la conformación
de las políticas públicas. El régimen establece los distintos niveles de decisión, organización y
operación estatal, al momento en que se especifican las jerarquías, los principios
organizacionales y las relaciones de poder que rigen la acción del aparato estatal (Medellín,
2006). Siguiendo estas ideas, el régimen político mexicano inicia una profunda transformación
desde la década de 1970, la cual, con el objetivo de acotarla temporalmente, se cristaliza en la
conclusión de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional, PRI, en 2000. Durante
toda la década de 1990 se habló de la transición a la democracia en nuestro país y la Reforma
del Estado, de la cual la mayoría de los académicos estarían de acuerdo en que es una transición
política, pero muchos menos en que es hacia la democracia. La relación que tiene esto con la
gestión del agua generalmente no es inmediatamente visible para los mismos actores del
proceso: la burocracia hidráulica y los grupos sociales organizados por el recurso. Pero si se
analizan los modos de enfrentar los problemas y conflictos por los recursos hídricos, es posible

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establecer los vínculos que hay entre las formas de organización de los intereses, los espacios de
negociación, las prácticas de acceso al agua, así como la capacidad del régimen de regulación
del acceso y uso de los recursos hídricos, responder a demandas sociales o a las presiones de
grupos de interés.
El concepto transición, empleado para analizar los procesos políticos, es definido
fundamentalmente como cambio de régimen de manera pacífica, que contrasta con el término de
revolución. El régimen político se define como el conjunto de reglas (instituciones) y
organizaciones que regulan el poder político, definido este último como el ejercicio de la
capacidad que tienen algunas personas o grupos, de hacer que otras personas o grupos, realicen
lo que los primeros desean; y esto puede ser de manera legítima, consensuada, o bien
enteramente por medios coercitivos. La transición del régimen político mexicano si es una
transición hacia la democracia, al menos en sus intenciones, ya que en la amplia literatura al
respecto, e incluso de manera comparativa, se muestra cómo la descentralización y
desconcentración del poder de decisión sobre las políticas públicas ha transformado la manera
en que se relacionan, en nuestro caso, los ciudadanos y grupos sociales organizados en torno al
agua con los organismos gubernamentales. Pero esta transición tiene sus dificultades (Schettino,
2002), y así como a nivel del conjunto existen actores sociales o gubernamentales que presionan
para tener mayor influencia en las decisiones que les afectan, así también en el sector hídrico y
ambiental. Un ejemplo es la reforma a la Ley de Aguas Nacionales de 2004, durante el proceso
de su definición como después, en donde un sector de la burocracia hidráulica federal ha
sostenido desde la CONAGUA, la necesidad de reformar a la reforma para recentralizar o
mantener el control presupuestal o decisional sobre aspectos centrales de la gestión del agua, los
cuales vuelven a limitar a los organismos ejecutivos de cuencas, así como las instancias de
representación y deliberación que deberían ser los consejos de cuenca, los primeros con la
continuidad del control presupuestal y concentración de decisiones en oficinas centrales, y en el
segundo limitando su carácter consultivo.

La transición institucional en el régimen político


La gestión integrada de los recursos hídricos, es la respuesta que surge desde los expertos en
gestión del agua para afrontar los retos que plantean los principios de la gobernabilidad de los
recursos naturales. El Global Water Partership (GWP), la define como: ―un proceso sistemático
para el desarrollo sostenible, desarrollo y supervisión del recurso hídrico en el contexto de
objetivos sociales, económicos y ambientales… significa que todos los usos del recurso hídrico
deben ser considerados en conjunto. La distribución del agua y las decisiones de gestión
consideran los efectos de cada uno de los usos sobre los otros. Son capaces de tomar en cuenta
de forma global, las metas sociales y económicas, incluyendo la búsqueda del desarrollo
sostenible. Como veremos, el concepto básico de GIRH ha sido ampliado para incorporar la
toma de decisiones participativa‖ (Agarwal 2000).
De esta manera en la GIRH también se establece que los intereses los grupos sociales deben de
ser incluidos en el desarrollo de las acciones colectivas que permitirán frenar el deterioro del
agua, con base en la distribución natural del agua, la unidad de gestión debe ser la cuenca
hidrológica, ya que éste es el espacio físico por el cual circula el agua y donde interactúan agua-

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

suelo-biodiversidad. La organización social para la gestión del agua por cuenca debe considerar
también distintas formas y niveles.
La gestión integrada es flexible e inclusiva, ya que el tamaño de las cuencas o las formas en que
cada grupo social organizado participe debe reconocer muchas especificidades ambientales y
sociales. Así como las decisiones de política pública dependerán de las formas de gobierno de
cada país, de la capacidad de las organizaciones sociales para participar. Uno de los aspectos
importantes de este modelo de gestión es la resolución de los conflictos, ya que establecen
formas, mecanismos y espacios para plantear todo tipo de problemas en torno al agua, y para
buscar soluciones consensuadas. De esta manera la gestión del agua debe ser un proceso en
donde no existe un actor gubernamental central, sino muchos actores sociales y gubernamentales
en continuo proceso de negociación.
Sostenemos que precisamente lo integrado de la gestión del agua es el proceso político que
implica relacionar objetivos y metas de la burocracia hidráulica con las demandas reales, los
objetivos organizacionales de los grupos de interés y las acciones que despliegan en torno al
territorio hídrico distintos individuos o actores colectivos, que pueden visualizarse a través de la
negociación y conflicto.
Respecto a la GIRH en México hay una interpretación dominante dentro de la misma burocracia
hidráulica que resalta los aspectos técnicos de la política pública y, al igual que en los países
desarrollados, la despolitiza. Esta visión, consideramos, expresa en sí misma los intereses y
percepción de un grupo de funcionarios públicos, que perciben como superfluo el incrementar la
participación social –en tanto el costo de la negociación es demasiado alto- y porque limita las
―buenas decisiones técnicas‖ y entorpece la toma de decisiones (Vargas y Mollard 2005; 25).
Por el otro lado surge una perspectiva que pretende cuestionar a profundidad la acción del
gobierno federal, al asumir en algunos de sus extremos el discurso altermundista,
antiprivatizador e inicia su vinculación con movimientos sociales que van más allá de la gestión
del agua. La misma visión de los actores sociales organizados –como son agricultores de los
distritos de riego-, cuestiona ya de entrada el modelo de GIRH impulsado desde la CONAGUA.
Si lo vemos hacia el futuro, la confluencia de ambas visiones sólo será posible a través de un
intenso proceso de negociación de la política pública del agua que permita, con sus resultados,
relegitimar la acción gubernamental en sus varios niveles.

La GIRH en México, desarrollo y aplicación


En México, la gestión del agua se caracterizó durante varias décadas por la fuerte centralización
de la autoridad, las funciones y decisiones de la política pública en el gobierno federal. Esto
explica la poca información y la percepción fragmentada que tienen muchas organizaciones
sociales sobre la problemática del agua. Sin embargo, la implementación de la gestión integrada
se dio a iniciativa federal, buscando la participación de actores sociales con los cuales los
principales actores gubernamentales ya habían establecido distintas formas de diálogo, pero que
no necesariamente son representativos de la gran diversidad social de cada cuenca. Los espacios
para la participación sólo han tenido un carácter consultivo, lo cual limita el interés de la
sociedad en participar en ellos, ya que sólo los grandes intereses económicos y políticos
participan al nivel de las grandes regiones hidrológicas.

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La propuesta de gestión integrada no ha transformado todavía la gestión en el ámbito local, que


es en el que cotidianamente vive, percibe y expresa sus problemas y preocupaciones la mayoría
de la población, y en el que realmente es capaz de participar la sociedad. Esto explica la poca
información y comunicación que existe todavía respecto al agua a este nivel, el que persista
entre muchos usuarios del agua la percepción de que los problemas del agua los debe resolver
sólo el gobierno, y que el abastecimiento y saneamiento del agua debe ser parte de los servicios
bajo responsabilidad económica de las entidades gubernamentales.
Por otro lado, con base en la tradición corporativa del régimen político mexicano, los actores
gubernamentales expresan su percepción de que es más fácil tomar decisiones de política del
agua mientras sea menor el número personas que participan –un ejemplo de esto fue la discusión
respecto a la ampliación del número de representantes en los consejos de cuenca durante la
negociación entre distintas entidades gubernamentales de la reforma a la Ley de Aguas
Nacionales de 2004; también perciben que la autoridad del agua se diluye cuando se involucran
a más actores sociales, y que el actual arreglo institucional es incapaz de resolver todos los
problemas y conflictos por el agua porque no reconoce realmente el valor de las decisiones
técnicas. Esta percepción también restringe los alcances del modelo de gestión integrada del
agua por cuenca. En encuestas aplicadas para identificar posiciones en el conflicto por el agua en
la cuenca Lerma-Chapala o para la elaboración de indicadores sobre gobernanza del agua en la
cuenca del río Balsas, realizados por el IMTA (2003, 2008), se muestra el bajo o nulo
conocimiento e información a nivel de ciertos actores sociales respecto del arreglo institucional,
la existencia de instancias de participación a nivel de cuenca, entre otras. Esto refuerza el
análisis de Medellín (2006) aplicado a la gestión del agua en nuestro país, ya que con base en la
tipología que elabora de regímenes políticos, ubica a México en el ‗tipo‘ de régimen de
obediencia endeble, en los que las estructuras y prácticas institucionales de poder político y
acción estatal dependen del momento que atraviesan los intereses privados.
A la GIRH la podemos analizar como un espacio organizado por reglas que los diferentes
participantes deben utilizar lo mejor posible. El que gana es el que conoce y utiliza mejor a su
favor las reglas. La primera condición es que los que juegan acepten las reglas. En este sentido,
sin desarrollar más esta tesis, afirmamos que en la última década el régimen político mexicano
ha perdido una considerable legitimidad a partir del agotamiento del modelo corporativo de
organización de intereses, el cual le permitió durante varias décadas a la burocracia hidráulica
mantener un control de la política del agua muy poco cuestionado. La legitimidad de la acción
gubernamental merma frente a la aplicación del proyecto de apertura económica y
desregulación. Además de que la justicia distributiva en vez de resolver dificulta más la
posibilidad de los grandes acuerdos que inicialmente afirmamos requiere la gobernabilidad.
Es cada vez más evidente la formación de movimientos sociales que cuestionan la GIRH tal
como oficialmente es presentada, en tanto que la visión tecnocrática de ella no reconoce todavía
la necesidad de incluir aspectos como la visión del agua como bien común, y las formas de
manejo comunitario del recurso. Las grandes obras hidráulicas son cada vez más cuestionadas.
En vez de legitimar, son temas de constantes disputas en donde si bien no todos pierden, resultan
en un juego de suma cero.

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Otro punto que se puede documentar es el del desfase que existe entre las reglas del juego y la
posibilidad de los actores gubernamentales de hacerlas cumplir, esto es, de aplicar de manera
eficiente la política del agua a través de acuerdos y negociaciones. Un ejemplo que ha sido
presentado como un proceso exitoso de negociación es el del nuevo acuerdo de distribución del
agua superficial de la cuenca Lerma-Chapala, el cual fue firmado por los gobiernos de los cinco
estados y la federación el día 14 de diciembre de 2004. En el proceso de negociación de este
acuerdo se muestran varias de las dificultades que presenta el modelo de participación dirigida,
implementado de arriba-abajo, el cual, como se reconoce en alguna documentación oficial, debe
incorporar un enfoque de abajo-arriba, ya que el mejor espacio para la participación es a nivel
local.
En la cuenca Lerma-Chapala se encuentran enfrentados los niveles de gestión estatal y federal.
Las comisiones estatales han logrado crear sus propias políticas del agua, y desde este nivel
existe una visión muy crítica de la manera de funcionar de la CONAGUA. Las comisiones más
desarrolladas reconocen que deben tener un papel más activo para responder adecuadamente a
las necesidades de sus entidades. Ya abandonaron la actitud pasiva de otros estados donde ante
los problemas de contaminación o distribución del agua generan intensos conflictos y gran
deterioro ambiental, pero como esto es asunto federal, simplemente lo delegan a la respectiva
dirección local u organismo de cuenca de la CONAGUA, las cuales en su mayoría no tienen ya
capacidad operativa para medir el agua de todos los sistemas o resolver todos los problemas, en
los que muchas veces los querellantes están contra la misma CONAGUA. Estas comisiones más
desarrolladas reconocen que el arreglo institucional debe transformarse, ya que la actual
distribución de funciones, derechos y obligaciones, resulta ineficaz. Algunas de estas comisiones
ya agregaron en sus leyes estatales las aguas de jurisdicción estatal.
Los intereses urbano-industriales, que siempre tienen una capacidad organizativa mayor y un
peso económico, social y político considerable, influyen indudablemente en las decisiones que
tomó la CONAGUA durante poco más de 4 años de negociación. Se puede analizar la manera de
representación de intereses y la vinculación en términos directos explícitos o por la vinculación
laboral o el hecho de que se comparten percepciones entre actores, el Organismo de Cuenca de
la CONAGUA, o en oficinas centrales con los grupos de interés.
Una de las cuestiones que queda todavía por resolver en el arreglo institucional mexicano
respecto al tema, es el de la regulación de intereses, en tanto todavía existe resistencia a la
inclusión de procesos de planeación, diseño, implementación o monitoreo de grupos u
organizaciones sociales, ya que desde la burocracia hidráulica se perciben las enormes
dificultades para regular intereses tan encontrados. Con estas afirmaciones coincide el ingeniero
Eduardo Mestre, quien fungiera como gerente regional en Lerma-Balsas a lo largo de todo el
proceso de constitución del Consejo de Cuenca Lerma-Chapala a principios de la década de
1990 y en los últimos años como principal consultor de la reforma a la Ley de Aguas Nacionales
de 2004: ―a partir del sexenio de 1996-2000 (presidencia de Ernesto Zedillo y el Ing. G.
Guerrero Villalobos a cargo de la CONAGUA) se crean consejos por todo el país sin ser
resultado de necesidades locales, petición de parte y conciliación de voluntades y objetivos‖; el
análisis que hace García (2004) respecto a la planeación hidráulica también refleja este carácter
todavía fuertemente centralizado. Las características del régimen político mexicano y el proceso

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

de transición de su arreglo institucional del agua en particular –todavía desde un esquema muy
centralizado– no logran resolver aspectos clave para enfrentar la problemática de una cuenca que
ya agotó su disponibilidad de agua y que requiere de nuevos mecanismos para redistribuirla –
que no son necesariamente los del mercado–. Los problemas históricos en la regulación de
derechos de agua no se resuelven del todo con el proceso de registro de derechos en el Registro
Público de derechos del agua (Repda), en el cual se dio entrada al registro de muchos derechos
irregulares que aumentó el sobreconcesionamiento existente en esta cuenca. Tampoco se ha
respondido con soluciones apropiadas a la necesaria transferencia de volúmenes y derechos de
manera mediada o negociada sin el centralismo de la decisión de la CONAGUA.

Las instancias de participación social: limitaciones y perspectivas


En México se inicia la transformación de la representación corporativa a formas propias de la
democracia política apenas en la última década. Este proceso necesariamente ha afectado la
representación de intereses de los usuarios del agua, más cuando se han aplicado varios de los
principios de la GIRH que suponen la transformación ya del poder público de ‗gobierno‘ a
‗gobernabilidad‘. En Vargas y Mollard (2005) se analizan varios casos en distintas partes del
país, en donde se constata la poca penetración efectiva que tienen los consejos, comisiones y
comités de cuenca, en tanto carecen en la mayoría de los casos –una excepción es donde el
conflicto por el agua ha estimulado una mayor participación social- de la legitimidad,
reconocimiento y comunicación con la gran mayoría de usuarios del agua.
Con base en un análisis comparativo de varias de estas instancias de participación se muestran
evidencias de que: a) predomina la ausencia de discusión entre actores, b) las relaciones entre
actores sociales existe, pero esta es principalmente a nivel institucional, c) la agenda de estas
instancias está fuertemente marcada por una lógica institucional, y d) existen evidencias de que a
este nivel se recuperan ciertas estrategias de las formas de representación corporativa de
intereses, en la cual se consolidaron las élites políticas locales en muchas partes del país, y que
ante la transformación del régimen político, buscan afianzarse en estas nuevas instancias. Es
común ver representantes de Cotas que no actúan si no es de manera supeditada a la
CONAGUA, los cuales tienen nula o poca representatividad de la multiplicidad de usuarios, y
por lo tanto siguen la agenda institucional en la medida de sus posibilidades. En otros casos,
estas instancias las ocupan estratégicamente intereses regionales, desde donde son capaces de
monitorear lo que hace la CONAGUA y otras instancias gubernamentales que les afecta o
pueden representar un nicho de oportunidad para sus intereses específicos. Si analizamos la
composición de estas instancias se constata que siguen una lógica institucional más que en
función de una exigencia de representación del sistema de actores efectivamente involucrados en
los problemas del agua. Esto no cumple con el principio de la GIRH: ―discussion entre pair:
condition d’un débat technique d’égal à égal au sein des instances pluri-acteurs‖ (GWP, 2005).
El proceso de negociación aparece todavía bastante endeble frente a los retos del arreglo
institucional mexicano. Se plantea una fuerte contradicción entre esta fuerza descentralizadora y
participativa, y la fuerza contraria que busca sostener en grado importante las funciones actuales
de la CONAGUA. Esto se evidencia en las posiciones asumidas por distintos sectores de la
burocracia hidráulica durante el proceso de negociación y aprobación de la reforma a la Ley de

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Aguas Nacionales, que culminó en 2004, y de la cual, a pesar de haberse cumplido los plazos, no
se realizó a tiempo la reorganización de los consejos de cuenca, ni de las gerencias regionales en
organismos de cuenca. En los aspectos de la participación social, la reforma de 2004 la amplía,
dando cabida a sectores antes excluidos como son los gobiernos municipales, haciendo crecer el
número de representantes y funciones de los consejos de cuenca, además de generar varios
cambios muy importantes hacia una mayor descentralización de las funciones de las oficinas de
la CONAGUA, hacia organismos ejecutivos de cuenca desconcentrados, con nuevas funciones y
reconocimiento a las instancias de apoyo a los consejos –comités y comisiones de cuenca y
acuífero– caracterizados hasta ahora por su subordinación a la misma CONAGUA y con regular
o baja participación de los usuarios. La intención y las puertas que abre esta reforma contrastan
con la opinión de algunos políticos y funcionarios federales que la han frenado y aún consideran
como mala.

Un buen ejemplo entre muchos: la disputa por el agua superficial en la cuenca Lerma-
Chapala
Desde finales de los años 1980, el gobierno federal inició reformas orientadas a la creación de
una estructura policéntrica de gobierno para la gestión del agua, después de más de 100 años de
fuerte centralización en los que el gobierno federal incrementó de manera continua su control
sobre el agua (Aboites, 1998). Como parte de las reformas, el gobierno creó nuevos órganos de
coordinación para la gestión del agua, tal como los consejos de cuenca, y sus órganos auxiliares
como las comisiones y comités de cuenca o acuífero, en los cuales se reúnen los grupos de
interés involucrados de forma interdependiente, en un foro para resolver las disputas y para
consultas respecto a la política del agua.
Con respecto a los temas de cantidad y calidad del agua, se dieron cambios institucionales desde
mediados de los años ochenta hacia adelante. Inspirado por el modelo francés de gestión de
cuenca, los responsables a nivel federal del agua intentaron descentralizar la gestión del agua de
la cuenca Lerma-Chapala. Las perspectivas para la reforma institucional aumentaron después de
1988, cuando el recientemente electo presidente, Carlos Salinas, dio alta prioridad a los temas
del agua y a la descentralización (Rap et al., 2004). Esto dio lugar a reformas de gran
envergadura, tales como la creación de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en 1989,
la transferencia de los distritos de riego a asociaciones de usuarios (1991-a la fecha), el
establecimiento de los comités técnicos para el agua subterránea (a partir de 1995), la
descentralización del abastecimiento y del saneamiento del agua urbano industrial hacia los
gobiernos estatales y los municipios (iniciado desde 1983), la creación de las comisiones
estatales del agua (después de 1991), y la promulgación de una nueva ley de agua en 1992.
Un paso muy importante hacia la gestión descentralizada fue la firma en abril de 1989 del
acuerdo para consolidar los mecanismos para la asignación del agua, mejorar la calidad del agua,
incrementar la eficacia del uso del agua y de conservar los ecosistemas por el presidente y los
gobernadores de los cinco estados que abarca la cuenca. Para los firmantes, quedó muy claro que
dicho acuerdo no se podría poner en ejecución sin la ayuda y el esfuerzo de la gran diversidad de
grupos interesados. En septiembre de 1989, se estableció el Consejo Consultivo, consistente en
representantes federales y estatales, así como de los grupos de interés en torno al agua. Además,

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

este Consejo estableció un grupo técnico de trabajo con 60 representantes del gobierno y
usuarios para lograr implementar las acciones. Los logros del Consejo incluyen la formulación
de un plan maestro de la cuenca en 1993, de un programa del tratamiento de aguas residuales
iniciado en 1991, de un acuerdo de distribución del agua superficial firmado en 1991 y de
reuniones anuales para determinar las asignaciones.
El éxito inicial del Consejo condujo a la inclusión de un artículo en la Ley de Agua de 1992
respecto a los consejos de cuenca, definidos como la instancia de coordinación y consenso entre
la CONAGUA, los gobiernos federal, estatal y municipal, y los representantes del usuario del
agua. Mientras que la responsabilidad de la gestión del agua fue retenida por la CONAGUA, el
Consejo de Cuenca fue concebido como un mecanismo muy importante para la negociación y la
resolución de conflicto (CONAGUA, 2000). El consejo consultivo de Lerma-Chapala se
convirtió en Consejo de Cuenca en enero de 1993. Consiste todavía en un grupo compuesto por
el director de CONAGUA, de los cinco gobernadores de los estados y de un representante para
cada uno de seis sectores del uso del agua (agricultura, industrias pesqueras, servicios, industria,
ganado y urbano; y este último año el uso hidroeléctrico aún en discusión). Además, el Consejo
incluye un Grupo de Seguimiento y Evaluación (GSE), sucesor del Grupo Técnico de Trabajo, y
una asamblea de representantes de usuarios y un número de grupos de trabajo especializados. El
grupo responsable de la toma de decisiones en el Consejo es el Grupo de Seguimiento y
Evaluación, que es una copia del Grupo directivo, excepto que los gobernadores envían
representantes, mientras que la CONAGUA es representada por el jefe de su oficina regional. El
GSE se reúne regularmente y está encargado de la preparación y la convocatoria de las sesiones
del Consejo y la aplicación del acuerdo de distribución del agua superficial de 1991. Conseguir
una representación adecuada de los usuarios y usos del agua ha sido un desafío para el Consejo
de Cuenca Lerma-Chapala desde sus comienzos. Los representantes de los usuarios son electos
formalmente, pero sus vínculos con sus representados son a menudo débiles (Wester et al.,
2003).
Pero ¿cómo se inició este proceso? La gestión por cuenca hidrológica es bastante importante en
este momento, y se encuentra en un proceso ya avanzado de institucionalización, a partir de la
cual se han creado nuevas formas de participación, de organización la gestión, y ha implicado
importantes retos para un proceso todavía inacabado en la descentralización del manejo del
agua, en donde cada vez más se involucra a la población local organizada, a los distintos niveles
de gobiernos, a diversas organizaciones federales, pero en donde contradictoriamente, se ven
cada vez más conflictos, cada vez más complejos de resolver con la ―participación ampliada‖ de
la población en instancias que, en muchas ocasiones, desde el punto de vista de amplios sectores
de la burocracia hidráulica, dificultan más las decisiones técnicamente ―justificadas‖. Esto lo que
queremos ilustrar con dos entrevistas a funcionarios que, desde el orden federal o estatal,
participaron en el proceso de diseño e implementación del primer acuerdo de distribución del
agua superficial, entre 1989-1991.
¿Cómo se negoció el primer Acuerdo de Distribución? De acuerdo a información hemerográfica
y entrevistas podemos afirmar que en ese entonces, 1989, funcionaban plenamente los
mecanismos de negociación corporativa, ampliamente descritos en la literatura sobre los
aspectos del régimen político mexicano (ver Camp, 1999), Olvera, 2003). La firma del Acuerdo

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

entre el Gobierno Federal y los 5 estados de la federación fue parte del mismo proceso de
decisión política desde el ejecutivo hacia los gobiernos de los estados (del mismo partido
político). Los funcionarios entrevistados narraron como en el proceso de campaña política del
entonces candidato a la presidencia Carlos Salinas de Gortari se encontraba muy bajo en el
―rating‖ de las encuestas de opinión. Este hecho hizo que asumiera una actitud mucho más
proactiva en sus propuestas.
―En 88 nombran a Salinas de Gortari candidato del PRI a la presidencia. En aquel entonces su
campaña empezó muy floja. Tú sabes cómo se manejaba en aquel entonces, el gobierno ayudaba
al candidato oficial a hacerle su programa de gobierno y a sacarlo adelante ¿no? Alguien le
dice a Salinas de Gortari: ¿oye quieres levantar tu campaña al menos aquí en el centro?, párate
en el lago de Chapala y promételes que lo vas a recuperar.‖
―Llega Salinas, se le hace un evento fastuoso en el muelle del lago de Chapala y el señor se
compromete a que si llega a presidente de la República él va a recuperar el lago de Chapala
para los jaliscienses, los michoacanos y para el país; promesa de campaña.‖
―Es promesa de campaña…. En 1988 el señor ya ganó la presidencia y está montado en su
caballo, regresa el mismo día pero un año después al lago. Para ese entonces nosotros, la
regional de infraestructura hidráulica del centro, ya teníamos una propuesta de Programa de
Ordenamiento y Saneamiento de los Aprovechamientos Hidráulicos, ya teníamos un programa,
tuvimos un año para armarlo; y dijimos: hay 4 objetivos para el programa, es el famoso
acuerdo del 13 de abril de 1989, ese es el famoso acuerdo que dio origen.‖
―Llega el 13 de abril, firma el acuerdo de coordinación y dice: señores a partir de este
momento se arranca lo que yo les prometí; a un año vengo aquí y cada año voy a venir aquí a
evaluar los avances de... El acuerdo se firmó entre los 5 de los estados como coordinación, y se
firmó fast track‖.

De esta manera, la propuesta que se iba perfilando en el grupo responsable de la gestión del agua
en dicha cuenca desde mediados de 1980 consistía en una intervención mayoritariamente
negociada a nivel gubernamental. A partir de ese momento se constituye un Grupo Técnico con
los representantes de los cinco estados, entre los cuales se dan la tarea de establecer reglas para
cada uno de los objetivos trazados, entre los que destaca un acuerdo de distribución del agua
superficial. Este equipo técnico tiene a mediados de 1991 un documento en donde se fijan
reglas, con ciertas deficiencias en información y complejidad en el modelo hidrológico de la
cuenca, pero de manera aproximativa logran fijar volúmenes entre usuarios por entidad
federativa y, muy importante, considerando el lago de Chapala como usuario de la cuenca, al
asignarle un volumen anual. Sin embargo, el tipo de negociación corporativa con un ejecutivo
fuerte todavía, permite que poco tiempo antes de la firma del Acuerdo de Distribución de las
Aguas Superficiales, sea modificado la propuesta técnica por funcionarios de la entonces
Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Desde su punto de vista, políticamente era
incorrecto darle expresamente agua al lago.
―Cuando íbamos con los gobiernos de los estados y con los gobernadores, iba en el grupo de
trabajo técnico, con nosotros, el correspondiente del estado, cuando nosotros mostramos al
gobernador y al secretario de gobierno el acuerdo de coordinación, y el documento que se

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había aprobado no era el mismo que nosotros estábamos presentando, había sufrido una
modificación no menor, que ahorita estamos pagando.‖
―si se los cambiamos (el acuerdo) porque se dio la circunstancia de que en una semana
teníamos que tener la firma de todos los gobiernos de los estados, y entonces como en una
semana era imposible estar en un día en uno, otro en otro, se distribuyeron varios documentos
para las firmas, entonces nada más aparecían las hojas de las firmas de los gobernadores y un
documento que después ese documento no fue el que firmó el gobernador, porque el gobernador
nada más firma al final.‖

Las reglas definidas técnicamente fueron modificadas por criterios políticos del representante
principal del gobierno federal en ese proceso, sin que generara mayor resistencia de los
gobiernos estatales. Después se daría a conocer el acuerdo de distribución, y se aprobaría por los
usuarios en una serie de sesiones con ellos sin mayor discusión.
En ese entonces, principios de la década de 1990, todavía no se entraba de lleno en la transición
política del régimen, y la transición institucional del agua. Después seguiría un arduo camino de
disputa y disidencia de los gobiernos estatales. Particularmente de Guanajuato, en donde Vicente
Fox como gobernador y Alberto Cárdenas Jiménez, gobernador de Jalisco y actual secretario de
medio ambiente, ambos de extracción del Partido de Acción Nacional, serían piezas clave en el
socavamiento del arreglo institucional centralizado. La historia de este proceso es larga y
complejo, y parcialmente ya descrito (Mollard y Vargas, 2005).
Para febrero de 1996 se crea la Asamblea de usuarios de la cuenca Lerma Chapala. Integrada por
representantes del Estado de México, Jalisco, Querétaro, Michoacán y Guanajuato. Su función,
no gubernamental, sería exponer problemas y soluciones al gobierno federal y la CONAGUA
sobre el uso de agua. Los integrantes de la Asamblea fueron usuarios de la cuenca del sector
industrial, riego, agua potable, acuacultura y turismo. ―Ya no habrá imposiciones‖, afirmo
Eduardo Mestre, entonces gerente regional de la CONAGUA, en la inauguración de dicha
asamblea. La Asamblea de usuarios de la cuenca Lerma Chapala, integrará y coordinará los
foros, grupos, comisiones y organizaciones de trabajo que sean necesarios y que serán creados y
desintegrados conforme a las necesidades y acuerdos de sus programas. En junio de ese mismo
año en un convenio verbal entre el gobierno de Guanajuato y la CONAGUA, Guanajuato se
compromete a entregar la cantidad de agua acordada al estado de Jalisco a cambio de tener
manos libres para decidir donde retener aguas pluviales. El libre manejo del agua en el Estado de
Guanajuato implicaba reformar los convenios que existían entre Guanajuato y Jalisco, los cuales
establecían que Guanajuato debía dejar correr el agua que pasa por el Lerma y que va hacia
Jalisco.
El mayor esfuerzo de Guanajuato estuvo en proponer una Ley estatal en donde, además de que
daba funciones a su Comisión Estatal del Agua que todavía eran prerrogativa federal, propuso la
figura de ―aguas de jurisdicción estatal‖, lo cual contravenía entonces a la interpretación del
artículo 27 de la Constitución nacional, en donde se establece que el agua es de la nación y quien
representa a la nación, según implícita interpretación histórica, es el gobierno federal. Aunque
no ganó en su momento, esto quedaría enmarcado en la reforma a la Ley de Aguas Nacionales
de 2004.

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

La descentralización también llevó a que se conformaran grupos de interés en torno al agua,


caracterizados en el caso de la agricultura por un grupo de personajes como el mismo Fox y su
hermano, Javier Usabiaga, la familia Zaratini, la familia Nieto (uno de los cuales es ahora
secretario de agricultura del estado), entre otros. Todos están asociados con la agricultura de
agroexportación o cuando menos son dueños de una o varias agroindustrias. Cuando se habló en
1990 y 1991 de la transferencia con los agricultores de los distritos de riego, fue este grupo el
que primero se organizó para apoyarla. Algo similar ha ocurrido con la paramunicipalización del
agua potable, ya que el incremento de las tarifas de agua y el ordenamiento de las redes de agua
potable y alcantarillado ha llevado en algunos casos ya documentados, como los de Celaya y
Querétaro, a movimientos sociales en contra del incremento de tarifas o por el mal servicio.
La historia del conflicto por el agua en la cuenca Lerma-Chapala tuvo un primer momento de
gran estructuración a nivel de cuenca cuando entre 1948-1957 se reduce considerablemente el
lago de Chapala, como consecuencia de la puesta en marcha de manera coordinada de las presas
Tepuxtepec y Solís. Este conflicto generó un primer posicionamiento y se puede afirmar que el
enfrentamiento entre defensores del lago de Chapala en contra del uso agrícola de la cuenca
media se fue estructurando y transformando de acuerdo a los cambios de la política pública y el
arreglo institucional.
Para enfrentar la segunda crisis del lago de Chapala 1999-2003, se destaca el esfuerzo por
negociar modificaciones al acuerdo de distribución del agua superficial, establecido en agosto de
1991. Para esto, el IMTA desarrolló un modelo hidrológico que representa la contabilidad del
agua en toda la cuenca, el cual ha sido ampliamente discutido en el Grupo de Ordenamiento y
Distribución (GOD) del Consejo de Cuenca Lerma-Chapala. Al iniciar 2003, el GOD contaba
con más de diez escenarios para el manejo del agua en la cuenca, en los cuales se representan
diferentes alternativas de usos productivos del agua, extracciones del lago para el abastecimiento
a Guadalajara y niveles del Lago de Chapala. Los escenarios son situaciones posibles desde el
punto de vista hidrológico, para lo cual se consideró conveniente estimar sus efectos económicos
y sociales. En este trabajo se exponen los principales resultados de la evaluación social de dichos
escenarios, el cual es complementario al estudio de valoración contingente del agua en la
cuenca.
En esta cuenca dio inició el proceso de implementación de la gestión del agua con base en la
delimitación de cuencas hidrológicas hace poco más de 15 años, cuando el actual arreglo
institucional empezaba a descentralizarse. La participación social fue un proceso organizado de
arriba hacia abajo, dirigido por la misma Comisión Nacional del Agua; pasaron varios años
antes de que el Consejo de Cuenca Lerma-Chapala diera cabida por primera vez a una
representación de usuarios del agua. Entre 1999 y 2003, esta instancia de carácter consultivo
tuvo un papel principal en el proceso de negociación entre gobierno federal, gobiernos estatales
y grupos de interés, con el objetivo de enfrentar la segunda crisis del lago de Chapala. Esta etapa
finalizó con la firma de un nuevo acuerdo de distribución del agua superficial en 2004, de
carácter voluntario, en el que se establecen las restricciones necesarias entre todos los usuarios
para frenar el deterioro del agua y redistribuir los costos de la escasez; el cual antes que resolver
la gran cantidad de problemas complejos de la cuenca, abre considerables expectativas sobre la
manera de impulsar otros procesos de concertación.

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En todo este proceso de crisis y negociación sobresale el papel de los agricultores del Bajío –
estado de Guanajuato-, principalmente aquellos ubicados en los distritos de riego aguas abajo de
las principales presas, y cercanos al río Lerma, como los principales afectados por los trasvases
realizados para sostener el nivel del agua del lago durante la crisis. La posición de los
agricultores no es uniforme, ni tampoco se oponen totalmente a las medidas de conservación y
recuperación de la cuenca, como tampoco es homogénea su participación en las negociaciones
por el agua; más bien son una red de grupos de interés con distinta influencia en el poder local,
estatal o federal, de entre los cuales sobresale uno, propio del proceso de agroindustrialización
de la región.
A los agricultores de la cuenca Lerma-Chapala como grupo social los podemos analizar de
distintas maneras. En este caso preferimos verlos como grupo de interés, ya que se constata una
gran diversidad y complejidad de relaciones a su interior, así como la red de vínculos de carácter
fuertemente económico que los lleva a actuar deliberadamente para defender sus intereses frente
al resto de la sociedad y al arreglo institucional. Nuestra tesis es que las asociaciones de usuarios
de riego en las regiones agrícolas más desarrolladas, se han convertido en un nuevo espacio
corporativo para este grupo de interés; estos agricultores se reconstituyen al desorganizarse el
corporativismo estatal en un corporativismo privado. Es interesante constatar como, en algunas
asociaciones, quienes participaron en la recepción de los módulos entre 1990 y 1992 siguen ahí,
otros después prefirieron competir en política local, y algunos más asumieron de manera
estratégica la defensa de sus intereses ante el Consejo de Cuenca.
En el grupo de primer nivel de estos agricultores se encuentra el mismo Vicente Fox y su
familia, Javier Usabiaga -secretario de agricultura estatal durante la gubernatura de Fox,
secretario a nivel federal cuando Fox como ejecutivo federal, y ahora fallido candidato a la
gubernatura de Guanajuato-, la familia Zaratini, los Nieto, entre otros pocos. Estos han
organizado una red de relaciones con base en el esquema de la agricultura comercial y las
agroindustrias, ya sea a través de contratos de producción en los cultivos más rentables,
generalizada en la región, ya que permite acumular o desacumular superficies en producción de
acuerdo a las necesidades específicas, sin inmovilizar capital con la propiedad, o también
controlando la cadena de industrialización y comercialización.
El Sr. Usabiaga es un buen ejemplo muy conocido. Es distinguido como el Rey del Ajo, porque,
además de producir superficies importantes de varias hortalizas de exportación, controla un parte
importante de la cadena de comercialización regional de jitomate, cebolla y brócoli. Se afirma
que ha realizado muchos negocios con la familia Fox. Se asevera que controla alrededor de 10
mil hectáreas, donde laboran 5 mil personas. Posee las empresas Grupo Agropecuario del Bajío,
Invernaderos Arroyo, Dobesa, Covemex, entre otras. También se dedica a la importación y venta
de carnes, vegetales congelados para los mercados nacional y de exportación, así como en la
distribución de maquinaria agrícola, Empacadora General Agrícola del Bajío, Equipos y
Tractores del Bajío y Alimentos Deshidratados del Bajío (Najar, A., 2000). Como él, hay otros
ejemplos de menor o similar escala, que conforman un grupo que perfectamente se conocen y
hacen negocios entre sí.
En el siguiente nivel de estos grupos de interés se encuentran los agricultores medios. Estos
generalmente se vinculan e esa compleja red económica, en la que establecen varios tipos de

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

funciones en toda la cadena productiva. En algunos casos se encargan de agrupar a otros


agricultores para abastecer a las agroindustrias, o ellos mismos se convierten en brokers. En este
nivel se pueden identificar varios presidentes de asociaciones de usuarios.
En el otro extremo, en la base, se encuentra un gran número de agricultores con menor superficie
y capacidad productiva. Estos se encuentran distribuidos, según sus características
socioproductivas, de manera muy heterogénea, en otros casos concentrados geográficamente.
Entre ellos predominan distintas estrategias económicas, que van desde rentar la tierra y agua, la
pluriactividad y migración, o bien, como parte de sus esfuerzos para compensar la caída de
ingresos la extensificación de su parcela; entendiendo esto como el crecimiento del tamaño de su
unidad de producción por distintas vìas. Esto también se expresa en un cambio de contenido en
las relaciones en el poder local y al interior de las asociaciones.
Estos cambios se pueden observar en el acceso al la tierra de riego en producción (no en
posesión). De acuerdo a una encuesta aplicada a una muestra de distritos y unidades de riego en
la cuenca Lerma Chapala en 2003, se observa que el 10% de usuarios con más superficie,
controla el 41.5% de superficie en producción, en tanto que el 80% de usuarios sólo accede al
43.1% de superficie. De igual manera, los estratos inferiores tienden a perder superficie en
producción, y los medios a incrementarla (Vargas, Mollard, Romero, Murillo, 2003).
Ambos tipos de agricultores (campesinos y empresariales) son producto de políticas de
desarrollo implementadas durante décadas. Ahora, con las políticas de apertura comercial,
descentralización y la transferencia de los sistemas de riego, los agricultores están buscando
maneras de seguir negociando sus intereses en un régimen político todavía en transición, en el
cual dominan las políticas partidarias, sobre lo que se ha querido identificar como sociedad civil.
Las respuestas de los agricultores al conflicto por el agua superficial en la cuenca, y la
renegociación de las reglas de distribución, hay que ubicarlas en este contexto.
Así como existen estos agricultores organizados a través de una red de intereses económicos,
bajo un esquema corporativo como grupo económico y no como sociedad civil, existe también
un vínculo cambiante de la burocracia hidráulica en todo este proceso. En primer lugar es
bastante clara la transformación de los grupos que la conformaban antes, al ser afectada por la
reducción del gasto público, el fin de la etapa de construcción de grandes obras y la llegada de la
etapa de la gestión de la demanda (Rap, Wester, Pérez, 2004). La burocracia hidráulica también
está conformada en distintos grupos, los cuales han competido entre sí por el control de la
política del agua. A nivel de la cuenca, se puede analizar, aunque no hay estudios al respecto,
cómo se vincularon aquellos responsables de la gestión del recurso con los agricultores.
Algunos de los que ahora defienden la posición de los estados, estuvieron alguna vez del lado
del gobierno federal, e inclusive, tal vez fueron ellos mismos quienes eran funcionarios cuando
se sobreconcesionó el agua en la cuenca; los hay tanto a los que defienden a los agricultores
como al lago. Un ejemplo que resaltar es el Ing. Miguel Ángel Solís Montemayor, subsecretario
de riego, desde el gobierno de Fox en Guanajuato, y actual representante ante el Consejo de la
Cuenca Lerma-Chapala, que fuera delegado de la Secretaría de Recursos Hidráulicos en
Guanajuato durante varios lustros –desde 1970-, y uno de los principales funcionarios
responsable del proceso de expansión de la frontera de riego en esa época. Se le identifica como
un estrecho amigo y colaborador del Sr. Usabiaga. Su experiencia le permite fungir como

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

importante vínculo político entre el primer nivel de agricultores con aquellos que se ubican en el
segundo nivel, y quienes encabezan la representación de los usuarios agrícolas en las
asociaciones o en el mismo consejo de cuenca.
La segunda crisis del lago de Chapala (1999-2003) se convirtió en un conflicto socialmente
construido, en tanto cada grupo elaboró una representación social del oponente, y a partir de
estas percepciones organizaron las estrategias de defensa de sus intereses. ¿Cuál es el papel de
los agricultores en el consejo de cuenca? Los identificamos con un sector que, con todas sus
heterogeneidades antes referidas, tienen un papel movilizador, que si bien quienes los
representan son un grupo de interés surgido de las élites locales, por el otro son los que con su
oposición y vínculos en el poder estatal de Guanajuato, permitieron romper la dependencia de
los usuarios frente al aparato estatal. El consejo de cuenca Lerma-Chapala es exitoso, los
agricultores fueron capaces de oponerse a una política federal y entablar un conflicto que
implicó revisar acuerdos y convenciones.
En este momento, después de la crisis política que implicó resolver de manera tajante el
conflicto postelectoral de 2006, la administración del agua en México a nivel federal, asumió la
transformación propuesta en la reforma a la LAN, pero a nivel de todo el régimen político, lo
que se observa es la permanencia, e incluso, me atrevo a afirmarlo, el retorno de algunas de las
antiguas prácticas corporativas, y un esfuerzo del gobierno federal de seguir manteniendo el
control de la política pública, y en este caso del agua. Si durante el mandato presidencial de
Vicente Fox (2000-2006) la CONAGUA estuvo bajo un conocido empresario de la industria del
agua embotellada, la producción de leche en uno de los acuíferos más sobreexplotados del país y
exgerente de la Coca-Cola; en el actual mandato de Felipe Calderón (2007-2012), está a cargo
de José Luis Luege Tamargo, connotado político del Partido de Acción Nacional, el cual
compitió por el gobierno del Distrito Federal, para luego incorporarse como Procurador Federal
de Protección al Ambiente y luego en la última fase en el gobierno de Fox, como secretario de
medio ambiente. Como hipótesis, esto nos señala el quiebre definitivo de la antigua burocracia
hidráulica, la cual le dio continuidad al modelo de gestión centralizada del agua.

Conclusiones
El nuevo enfoque de gestión integrada del agua por cuenca hidrológica, del cual podemos
afirmar que mantiene la forma de una doctrina, en tanto plantea un deber ser en la gestión del
agua, y no implica necesariamente una visión documentada científica del proceso real de
transformación de los arreglos institucionales, ha llevado a implementar una gestión
descentralizada del agua. Desde esta perspectiva, se propone un proceso de gestión del recurso
con la participación de los usuarios del agua, y un arreglo institucional pluricéntrico, esto es, a
distintos niveles –cuenca, subcuenca, o localidad-, al mismo tiempo con la intervención de
distintos actores gubernamentales y sociales. A pesar de la interpretación tecnocrática del
modelo de gestión de cuenca en la cual la política del agua da mayor legitimidad al
conocimiento técnico, ha surgido en distintos espacios la multidisciplinariedad con el fin de
poder incorporar la diversidad de percepciones e intereses en torno a la gestión del agua. El caso
de la cuenca Lerma-Chapala muestra esta nueva visión sobre como se debe manejar el agua y los

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

conflictos que surgen en torno a ella, aunque queda mucho por avanzar hacia un proceso de
gestión más comprehensivo de todos los aspectos que intervienen.
Se requiere impulsar una profunda transformación del arreglo institucional, incluyendo a los
consejos de cuenca. Una parte de lo que está por hacerse ya se encuentra señalado en la reforma
a la LAN de 2004, pero como lo muestra la experiencia de los agricultores de la cuenca Lerma-
Chapala, depende de la manera en que evolucione el régimen político que los vincula como
grupo de interés con los hacedores de la política hidráulica. Para que el nuevo arreglo
institucional pueda regular efectivamente los intereses, requiere relegitimarse.

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

La construcción de la Presa Manuel Ávila Camacho, la formación del distrito de


riego 030 y su impacto social en el centro del estado de Puebla
Sandra Rosario Jiménez

Resumen
La construcción de la presa Manuel Ávila Camacho y posteriormente la formación del distrito de
riego 030, Valsequillo, en el estado de Puebla, fueron producto de políticas nacionales que
buscaban modernizar las zonas rurales. Esta acción generó una transformación radical del
entorno físico y social de la región, dando paso a un nuevo paisaje rural dominado por la
agricultura de riego, que trajo consigo nuevas formas de producción de la tierra, así como una
nueva organización por parte de los usuarios, que ahora tenían que compartir un sistema de riego
y formar parte de una nueva organización territorial.

Palabras clave: agua, tierra, distrito de riego, modernización, resignificación.

Introducción
El presente artículo tiene como objetivo mostrar el proceso por el cual se llevó a cabo la
construcción de la Presa Manuel Ávila Camacho en la década de los cuarenta del siglo XX así
como la formación del distrito 030, Valsequillo, en el estado de Puebla y su impacto en la
sociedad poblana.
La intención es conocer las políticas hidráulicas orientadas a la irrigación por parte del naciente
Estado mexicano posrevolucionario, que para el periodo que nos interesa, estaba a cargo de la
Comisión Nacional de Irrigación. Asimismo, pretendo mostrar la tecnología empleada para la
construcción de dicha obra. Aunque la obra no se proyectó como una de las más grandes del
país, el agua almacenada bañaría más de 35 mil hectáreas y beneficiaría a 17 municipios que
tenían un clima semiárido y sólo practicaban la agricultura de temporal.
Finalmente, me interesa mostrar, a través de este caso particular, la manera en que las políticas
de irrigación nacionales llegaron a un contexto particular, cómo fueron recibidas en la región y
la tecnología empleada en la construcción de dicha obra, así como el impacto que tuvieron en la
región y en el estado.
El aporte del trabajo radica en que da luz sobre un proceso amplio, característico de los
gobiernos posrevolucionarios en pos de la modernización y el progreso. Este caso, único en la
región de estudio, dejó ver múltiples procesos asociados a un cambio de régimen, de propiedad y
productivo, así como a una reconformación de las relaciones de poder entre los usuarios de dicha
obra y entre el Estado y los poblanos.
El artículo está formado por tres apartados. Después de la introducción, el primero se dedica a
dar cuenta de las políticas de irrigación proyectadas desde la Comisión Nacional de Irrigación
hacia las diferentes regiones del país, con énfasis en los objetivos, los principales logros y las
miras hacia el estado de Puebla. En el siguiente apartado presento un contexto geográfico de la
región, para evidenciar las condiciones en las que se encontraban los pobladores: la inminente
escasez de agua, el relieve irregular del terreno, la vegetación escasa; en fin, condiciones que en
realidad justificaron en mucho la construcción de una presa y posteriormente un distrito de riego

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

en la zona. Antes de las consideraciones finales, presento el caso a estudiar, haciendo una
descripción del proceso de construcción, sin olvidar el factor social que fue fundamental para el
funcionamiento posterior de la obra. Asimismo presento parte de los resultados de un primer
acercamiento de campo en la región para hacer una valoración del estado actual de las obras.

Políticas e instituciones hidráulicas del Estado mexicano p osrevolucionario


Para Alejandro Tortolero, la revolución mexicana consolidó el esfuerzo de la política de Porfirio
Díaz en cuanto a materia de aguas. Por ejemplo, el artículo 27, emanado de la Constitución de
1917, declaró que ―el agua es de la nación y materia exclusiva del gobierno federal‖ y los
particulares sólo podían gozarla mediante concesiones (Tortolero, 2000: 100). Asimismo,
podemos asegurar que no hubo una ruptura significativa en lo que a políticas de agua se refiere
tras la revolución mexicana. Ejemplo de ello es la ley de aguas, dictada en 1910, que perduró
hasta 192940. Por tanto, aunque el régimen estuviera mutando, hubo una permanencia en las
políticas hidráulicas.
El declarar al agua como propiedad de la nación fue útil para impulsar dos políticas: el reparto
de las aguas, junto con la tierra a los campesinos, y al mismo tiempo que el gobierno federal se
volvió usuario privilegiado y se convirtió en constructor de grandes obras de aprovechamiento
hidráulico (Ibíd).
Para Luis Aboites, el gobierno federal se erigió como la principal autoridad gubernamental en el
manejo del agua en México. Esto implicó un despojo de facultades a los gobiernos de las
entidades federativas y de los ayuntamientos. Así, ―la novedad revolucionaria fue la utilización
del agua como elemento de política social y de desarrollo económico‖, promovió la
consolidación de la propiedad pública sobre los recursos naturales, el aumento sustancial en la
capacidad de gasto gubernamental y el crecimiento de una burocracia cada vez más
aceleradamente (Aboites, 1998: 11-13).
Los organismos que fueron creados ex profeso para la administración y ejecución de las obras
fueron: en 1926, la Comisión Nacional de Irrigación (CNI), encargada de proyectar y ejecutar
una considerable cantidad de obras; en 1946, la Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH), que
estuvo activa durante el periodo de mayor auge en política hidráulica, cuando tuvo la capacidad
de la administración, el conocimiento, la construcción y manejo de las grandes obras, y
finalmente, en 1989, la Comisión Nacional del Agua, como autoridad única en la materia
(Tortolero, 2000; 101).
El objetivo de construir obras de riego, en particular de la Comisión Nacional de Irrigación, fue
promover la modernización de la agricultura y eliminar la gran propiedad (esto, gracias a que las
tierras que fueron abiertas al riego se entregaron a pequeños propietarios), así como la
eliminación de la inversión privada en estas obras, ya que el Estado sería el encargado de
inyectar capital a estas obras, que para los capitales privados eran un riesgo y una disminución
considerable de sus ganancias (Aboites, 1998: 109).
La CNI se equipó con ingenieros egresados de la Secretaría de Agricultura y Fomento y con
gente experimentada, quienes se encargaron de construir un conocimiento hidrológico del

40
Ley de aprovechamiento de aguas de jurisdicción federal, 1910.
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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

territorio nacional. De la misma manera, la CNI recurrió a firmas extranjeras para la


construcción de las obras y adoptó normas técnicas y administrativas desarrolladas en Estados
Unidos (Ibid; 112).
Para 1934, a ocho años de su fundación, la CNI había logrado irrigar 66,450 hectáreas nuevas
con una inversión de 84 millones de pesos (Ibíd.; 114). Durante el sexenio cardenista, el modelo
callista dejó de ser efectivo en su componente agrario, más no en su manejo centralizado del
líquido: se redujo la parcela de los distritos de riego a 10 has, con el objetivo de beneficiar a un
número mayor de solicitantes (Ibid;: 116).
Después de 1940 se introdujeron nuevas técnicas en la construcción de presas, se incorporó la
mecánica de suelos en el diseño y construcción, se estudió la estabilidad de los taludes y las
limitaciones en la magnitud de las deformaciones de los terraplenes. La presa de Valsequillo es
un buen ejemplo del empleo de estas nuevas técnicas (Tortolero, 2000: 103).
En 1946, con la creación de la Secretaría de Recursos Hidráulicos se evidenció la importancia
del agua en materia federal, al grado de convertirla en Secretaría de Estado. Esto muestra que la
creciente participación del gobierno federal exigía un creciente aparato administrativo y
burocrático, que expresaba la certeza gubernamental acerca del éxito de la labor hidráulica de los
regímenes posrevolucionarios (Aboites, 1998: 179).
Con las acciones de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, el gobierno federal ya había
convertido al agua en un instrumento de desarrollo económico, sobretodo en el plano agrario. En
1955, el área de riego dirigido por esta secretaría era de dos millones de hectáreas (Ibid: 181).
Al mismo tiempo, sobre todo en las zonas irrigadas, el gobierno federal se convirtió en un
protagonista primordial de la vida local, así como la administración y burocracia, que cobraron
importancia en el medio rural, ya que desempeñaban la función de la distribución del agua
(Ibid;: 182). Tras el esfuerzo irrigador de 1935 a 1965, México se ubicó en el octavo lugar en el
ámbito mundial con más de 6 millones de hectáreas irrigadas (Ibid: 104).

La región del Valsequillo


Se conoce con el nombre de Valsequillo el conjunto de valles de Tecamachalco, Atoyatempan,
San Jerónimo, Tepeaca y Tlacotepec, que pertenecen a los municipios de Tecali, Atoyatempan,
Huiziltepec, Tecamachalco, Tlacotepec, Tochtepec, Xochitlán y parte de Tehuacán, del estado
de Puebla. El siguiente mapa muestra la ubicación de la región, resaltando también la ubicación
del distrito de riego 030.

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Mapa 1. Ubicación del distrito de riego 030, Valsequillo, Puebla

Fuente: Con base en Mapa proporcionado por la jefatura del


distrito de riego 030, Valsequillo, Puebla.

Ya desde el siglo XIX se apuntaba una escasez del líquido en el valle, pues en 1825, en la
sesión del Congreso del Estado del 7 de junio, a propuesta de los diputados Oller y Necochea, se
pidieron informes acerca de la empresa que proyectaba dirigir hacia la región de Valsequillo
parte del caudal del río Atoyac, pues si era útil y realizable, el gobierno debería proporcionar los
medios para lograrlo (Castro, 1987: 212).
A inicios del siglo XX se mencionó que las tierras del Valsequillo rendían hasta 400 por uno de
maíz, ―cuando llegan a darse‖, pero esto no era frecuente, en virtud de la sequedad del valle. Se
apuntó que se habían proyectado diversas obras de regadío, entre ellas la desviación del río
Atoyac, tomándola en Atoyatempan y encarrilándola hacia el oeste. Este proyecto suponía la

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

construcción de un canal de 35 kilómetros de longitud. Enrique Juan Palacios juzgó esta acción
como casi imposible, pues se tendría que elevar el agua unos tantos metros al hacerla regresar, y
consideró como opción más viable la perforación de pozos artesianos, pues aseguró que el
subsuelo de la comarca ocultaba una gran corriente subterránea (Palacios, 1917: 202).
De 1 833,632 hectáreas disponibles para la agricultura en el estado de Puebla, 50,084 has eran
irrigadas, apenas un 2.7% de la superficie explotada, por tanto, el 97.3% de la superficie estaba
sujeta a la agricultura de temporal (Sosa, 1941: 6). Así, el proyecto ofrecía la irrigación de al
menos 40,000 hectáreas que contribuirían a disminuir la cantidad sometida al temporal.
Dentro de la región no existe un solo arroyo permanente, hay una escasa precipitación pluvial,
vientos secos que favorecen la evaporación, permeabilidad, falta absoluta de vegetación en la
parte orográfica, debido al suelo arenoso, las aguas corrientes en temporada de lluvia se filtran
con facilidad. Según los informes de la CNI el aspecto de la región era desolador y esto hacía
urgente un procedimiento para la irrigación de tierras de buena calidad que podría formar un
granero para el estado y abastecer los mercados de buena parte del país (Ibid: 10). La
vegetación, como ya se mencionó era propia del semidesierto, compuesta de mezquites, pirúes,
nopales, polocotes y órganos.

El proyecto de Valsequillo y su impacto social


Para el aprovechamiento de las aguas del río Atoyac se proyectaba la constitución de una presa
de derivación en el estrechamiento denominado Balcón del Diablo, con perfil de gravedad de 40
metros de largo y 30 metros de altura sobre el fondo del río.
Había varias alternativas para la captación de las aguas. En caso de aprovecharse las aguas
subterráneas del valle de Quecholac y de San Juan de los Llanos, localizadas en las
inmediaciones del valle, se captarían por medio de una red de tajos y socavones y se conducirían
a los terrenos regables por un canal colector que atravesaría en túnel la cordillera que separa el
expresado valle de las tierras regables (Ibid: 270).
Otro proyecto, propuesto por la Escuela de Ingenieros de Guadalajara, proponía desaguar las
lagunas de la Trampa, Esperilla y Tepeyahualco, en los alrededores de la región del Valsequillo,
reunir a estas aguas las del Salado y Ojo de Agua y llevar todo el caudal hasta el valle de
Valsequillo. Estas aguas dotarían de asombrosa fertilidad al valle, y podrían ser arrendadas a
buen precio. Las aguas debían ser conducidas por medio de un canal que desembocaría en la
barranca Tarasca, en Acatzingo. Este canal recogería las aguas del río Ojo de Agua y recibiría
las de Esperilla y Tepeyahualco (Informe,1903: 16). Los beneficios que contemplaban eran el
aprovechamiento general de todas las aguas existentes en la región y las caídas naturales y
artificiales. Sin embargo, lo que no es tomado en cuenta es que al utilizar esas aguas, los
usuarios de las mismas, serían afectados al perder las únicas fuentes de abastecimiento para el
riego. Al mismo tiempo, no se hace mención de que la mayoría de las corrientes sólo aparecían
en tiempos de lluvias.
Desde 1936 se emprendieron estudios rigurosos con la intensión de fijar en Valsequillo un
verdadero distrito de riego. La obra consistiría en la construcción de una presa de
almacenamiento con capacidad de 400 millones de metros cúbicos, aprovechando las aguas del
río Atoyac. Saliendo de la presa un canal muerto de 35 kilómetros de longitud, dotado de sifones

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

y túneles, con 50 metros cúbicos por segundo de capacidad, también un canal principal de riego,
una red de distribución adecuada y drenes y caminos para el riego de 40 mil hectáreas
(Casasola, 1970: 359).
Los ingenieros de la Comisión Nacional de Irrigación insistían, tras las visitas de campo, que las
obras proyectadas eran necesarias pues ―la región de Valsequillo es ejemplo de las condiciones
poco favorables en que se encuentran algunas porciones de la república‖ para la irrigación
(Gálvez, 1930: 34).
Se proyectaba que la superficie regable sería de 40,000 hectáreas. El ingeniero Vicente Gálvez
proyectó usar las aguas del Atoyac y las aguas subterráneas para un mejor abastecimiento del
líquido. El 21 de febrero de 1939 es decretado, por acuerdo presidencial, el establecimiento del
distrito. En 1946 inició la operación (Distrito de Riego, 1948).
Siguiendo los informes de gobierno desde Lázaro Cárdenas hasta Miguel Alemán Valdés,
podremos ver de manera detallada en que se siguió el proceso de construcción de la presa
Manuel Ávila Camacho y el distrito número 30 Valsequillo. En el segundo informe del gobierno
de Lázaro Cárdenas (1936) se estudiaba el proyecto para la zona de Valsequillo. En 1942, Ávila
Camacho destinó 65 millones de pesos para acelerar las obras de siete presas en construcción,
incluida la poblana. En el sexto informe se enunciaba ya terminada la presa, faltando la
construcción de los canales de conducción, que fueron terminados hasta 1952 (SRH,1976).
Los recursos captados por la presa Manuel Ávila Camacho, cuya disposición anual era de 375
millones de metros cúbicos era insuficiente, pues el ingeniero Hilario Valenzuela considera que
su aprovechamiento no genera en los usuarios del sistema los ingresos y empleos suficientes.
Las aguas regaban 29, 700 hectáreas que generaban el valor de producción de 200 millones de
pesos para una población de 13, 597 usuarios (Valenzuela, 1975: 115).
Gran parte del proceso de la obra fue documentado en la revista Irrigación en México, donde se
publicaron los avances y la técnica empleada en la construcción. Algunos ejemplos son: un
artículo escrito por el jefe del proyecto, el ingeniero Ricardo Vázquez Gil, menciona que la obra
de la CNI tenía el objetivo de generar un ―mejoramiento general de la población, el
abaratamiento de la vida y la mejoría de todas las clases sociales‖. Por tanto, la misión especial
de la Comisión en Valsequillo era ―hacer agricultura‖ en una región con clima poco favorable
para la agricultura con la intención de elevar el nivel de vida de sus pobladores. Este trabajo
refleja la mirada de la CNI, a través del ingeniero y hacia la comunidad. Finalmente asegura que
gracias a la obra, el progreso llegará a la región (Vázquez, 1936).
Un artículo extenso, publicado en 1941 está dedicado al estudio agroeconómico preliminar de la
obra. Se dedica a describir la región, el clima, la orografía e hidrografía, la población, las
principales vías de comunicación, así como una caracterización geológica del canal principal y
un reporte detallado del proyecto, haciendo mención al material técnico empleado en dicha obra
(Sosa, 1941).
Dos artículos fueron dedicados al estudio geológico de la región, ambos se dedican con detalle a
caracterizar el terreno en el cual se llevó a cabo la obra. Concluyen que el tipo de materiales
encontrados en el territorio son favorables para la construcción (Waitz, 1936 y Álvarez, 1941).
En 1941 fue publicado un estudio hidrológico de la presa, que cuenta con una descripción
detallada del proyecto, así como de la técnica empleada en la construcción del vaso y el cálculo

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

de sus entradas, un balance del coeficiente de riego con una distribución mensual de la demanda,
análisis numéricos para calcular la capacidad total, la de riego, la de azolves y la capacidad de
extracción anual (Arenas, 1941).
Un artículo más fue publicado en 1944, dedicado a la revisión del diseño de la cortina de la
presa, que estuvo a cargo de la Oficina de Ingeniería Experimental, para determinar los
coeficientes de la seguridad de la cortina. El resultado de los trabajos fue la modificación en los
aparatos empleados y en la técnica de laboratorio, además de una serie de recomendaciones para
asegurar la obra (Hirtart y Sandoval, 1944).
El último artículo publicado en Irrigación en México sobre el asunto se dedicó a abordar la
utilización de cemento y concreto para el túnel de Valsequillo, obtenido de dos fábricas, una del
estado y otra de Orizaba, en Veracruz para abastecer una demanda de 68, 056 toneladas,
únicamente para la construcción del túnel de 35 kilómetros. Menciona que por las cantidades
utilizadas en la construcción de las obras de irrigación, en el país había una escasez del material
y era necesario replantear los proyectos para reducir el gasto (Barona, 1946).
Finalmente, en 1975 el ingeniero Hilario Valenzuela apuntaba que la disponibilidad de los
recursos hidráulicos eran considerables, sin embargo, en el futuro se enfrentaría a su
degradación por la contaminación e incorrecto manejo de las cuencas hidrológicas y también por
la demanda motivada por un crecimiento poblacional acelerado. Asimismo, la creciente
actividad industrial provocaría problemas de escasez que limitarían la posibilidad de su
desarrollo socioeconómico (Valenzuela, 1975).
Como podemos observar, los artículos e informes no mencionan a fondo la cuestión social, más
bien se dedican a abordar la cuestión técnica de la obra. Lo que argumentan respecto a la
población es que la construcción de la obra era una forma de llevar el progreso a aquellas
regiones que no habían sido beneficiadas con el agua de manera natural, para insertarlas en una
dinámica regional y hasta nacional que les permitiera progresar y no sólo producir para la
subsistencia, sino para acceder a los mercados regionales.
Un trabajo publicado en 1977 por René Barbosa, se dedica a estudiar los logros y avances
efectivos que había tenido hasta entonces el funcionamiento de la presa y el distrito de riego. Lo
que encuentra es que en la región escaseaba el agua, ya que en casi veinte años de operación,
sólo se habían alcanzado a irrigar 27,000 de las 34,000 hectáreas proyectadas. Según su
observación, consideró que la región estaba insuficientemente desarrollada (Barbosa, 1977: 69).
La agricultura llevada a cabo, en una superficie predominantemente de pequeña propiedad, es
considerada minifundista41, ya que la superficie media por usuario es de 1.5 hectáreas. En la
producción predominaba el maíz, que rara vez era comercializado, debido a la pequeña cantidad
de tierras que poseían, sólo una pequeña cantidad podía venderse, además de que el rendimiento
era de 2 toneladas por hectárea (Ibid: 72).

41
El minifundio es considerado como un obstáculo para el crecimiento y desarrollo, ya que dificulta el proceso
productivo en general al presentar graves desventajas tecnológicas, además dificulta la utilización plena de los recursos
naturales, los servicios crediticios encuentran enormes obstáculos de operación, es sumamente desventajoso en la
planeación y utilización de la infraestructura básica y dificulta la acción de instituciones y organismos de asistencia y
asesoramiento técnico. René Barbosa, op.cit. p. 86
81
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Otro aspecto importante tomado en cuenta por Barbosa es la escasez del agua, ocasionada por la
ineficiencia de conducción, el bajo nivel de tecnificación y el uso de insumos tradicionales,
ocasionando una notable disminución en el ritmo de crecimiento. Si de 1950 – 1955 el
crecimiento había sido de 13.2%, de 1965 – 1970, la tasa fue de 4.7% (Ibid: 73).
Finalmente concluye que las causas de decrecimiento en la región dominada por el distrito
tienen que ver con: a) el minifundio y la desorganización de los usuarios del distrito, b) la falta
de programas de crédito de avío y refaccionarios, c) la escasa asistencia técnica, d) la necesidad
de obras de infraestructura hidráulica, e) la falta de capacitación de los usuarios, f) la falta de
experimentación e investigación agrícola, la escasa diversificación y g) el desconocimiento de
los canales de comercialización adecuados.
En la actualidad, después la transferencia42 del Distrito de Riego a los usuarios hay dos
problemas que aquejan al distrito. Uno es la escasez de volumen para el riego. El agua sólo
alcanza para hacer dos o tres riegos anuales y a veces, algunos regantes se quedan sin agua. Esto
se debe, según los reportes del ingeniero Isaac Villaseñor Cabrera, a la cantidad de azolve, a la
pérdida en la distribución, ya que algunos canales no están revestidos, a la escasez de lluvia en
algunos años y la gran cantidad de regantes que utilizan el agua.43
El otro problema tiene que ver con los niveles de contaminación que presentan las aguas
almacenadas en la presa. La principal fuente de contaminación son los desechos industriales y
domésticos de las ciudades de Tlaxcala y Puebla que son arrojados en la corriente del río Atoyac
y arrastrados hasta las tierras de riego. Esto ha provocado que se hayan prohibido los cultivos de
verduras, frutas y legumbres y sólo se permita la siembra de maíz, frijol, alfalfa, avena y chile.
Al parecer, la situación podría presentarse aún más desoladora que en la década de los setenta,
sin embargo, al acercarme a los usuarios del distrito de riego, pude darme cuenta, por pláticas
informales y entrevistas a profundidad con algunos de ellos, de que se sienten en una mejor
posición respecto a los demás agricultores que no cuentan con el servicio de agua para el riego.
Uno de ellos comenta ―por gracia de Dios nos tocó el agua, nuestra tierra está para abajo y por
eso nos llega hasta acá y aquellos que están en el cerro, pues el agua no les sube y por eso no
tienen agua y no pueden sembrar casi nada‖44. La ―suerte‖ es un factor fundamental. Ellos tienen
la fortuna de sembrar sus tierras de maíz y alfalfa principalmente, utilizarlo para alimentar a su
familia, para mantener algunas cabezas de ganado o vender el excedente en los mercados
regionales.
La contaminación no parece ser un problema para ellos, ―pues sí, el agua viene sucia y huele feo,
pero al menos la tenemos […] hay veces que hay muchos moscos por lo mismo de la basura,
pero la suciedad nos ayuda como fertilizante para las tierras‖. 45 Además es evidente que no

42
La transferencia fue un proceso dado hacia 1994, en el que los usuarios recibieron el agua y la infraestructura por
medio de una concesión por el gobierno federal.
43
Entrevista realizada al ingeniero Isaac Villaseñor Cabrera, subjefe de operación del distrito de riego 030, Valse quillo,
Puebla, el 27 de mayo de 2009.
44
Entrevista de Sandra Rosario Jiménez a Enrique Gutiérrez, usuario del distrito de riego, Valsequillo, Puebla, realizada
el 14 de mayo de 2009.
45
Entrevista de Sandra Rosario Jiménez a Gonzalo Pérez, usuario del distrito de riego 030, Valsequillo, Puebla, realizada
el 22 de mayo de 2009
82
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

representa un problema para ellos, se meten a las parcelas a regar sin ninguna protección, pues
ven en la contaminación del agua, más que un mal, un beneficio para sus parcelas.
A largo plazo y según sus observaciones, la construcción de la presa y la constitución del
distrito de riego, significaron un gran paso en la modernización de los sistemas de riego y más
para ellos, que sólo contaban con agua de lluvia, que corría por medio de barrancas naturales y
que imposibilitaba su almacenamiento.
―La construcción de la presa nos permitió tener que comer, pues ahora podemos sembrar nuestro
maíz y nuestro frijol y tener para comer todo el año, cuando antes, nuestros papás, sembraban
aventurero, porque a veces las lluvias no llegaban a tiempo y se perdía la siembra‖46. Aunque no
generó excedentes ni riqueza y mucho menos la apertura de mercados regionales significativos,
permitió que los usuarios pudieran asegurar la alimentación de sus familias y de criar algunas
cabezas de ganado y aves de corral, que complementarían su ingreso familiar.

Conclusiones
La construcción de la Presa Manuel Ávila Camacho y la conformación del Distrito de Riego
030, Valsequillo, Puebla, respondió a una serie de políticas hidráulicas emanadas del gobierno
federal como parte de un proceso modernizador e industrializador para el campo mexicano.
El proceso de planeación, construcción y operación inicial estuvo a cargo de la Comisión
Nacional de Irrigación, quien se encargó de realizar estudios minuciosos en la región, que fueron
desde el reconocimiento de la región, las características físicas, análisis geológicos,
hidrográficos, hasta estudios sociales y económicos para conocer a profundidad la región.
Aunque no rindió los frutos esperados, el resultado fue la construcción de una obra tecnificada
que ha servido para irrigar más de 30, 000 hectáreas en el Valsequillo y activó la economía
agrícola en una parte considerable del estado de Puebla, creando, además de fuentes de
subsistencia para algunos, pequeños mercados regionales que sirven para la venta del excedente
de otros. Asimismo, la diversificación en las actividades productivas, pues ahora, además de la
agricultura, se practica la ganadería y la venta de productos derivados de la misma.
La construcción de la obra hidráulica en el estado de Puebla, trajo consigo una mejora visible en
los habitantes beneficiados por ella. Dotó de recursos naturales y materiales a los usuarios y
activó una región rica en tierras y pobre en agua.
Se pasó de una agricultura de temporal a una producción agrícola de riego que trajo consigo una
mejora visible en el nivel de ingresos de los usuarios beneficiados por la obra. Los cultivos no se
modificaron sustancialmente, pues se siguieron sembrando cereales y forrajes para el ganado, sin
embargo, su producción se intensificó de manera significativa.
Es de mencionarse que anteriormente, los agricultores no contaban con ningún tipo de
organización, no fue sino hasta que se llevaron a cabo las primeras solicitudes de tierra y agua
cuando se empezó a cohesionar el campesinado de la región. Cuando se inició la operación de la
obra, los usuarios quedaron unidos a un sistema de riego que benefició las parcelas bajas y que
obligó a los usuarios a formar parte de una organización y a cumplir con ciertos requisitos para

46
Entrevista a Juan López, usuario del distrito de riego 030, Valsequillo, Puebla, realizada el 30 de mayo de 2009.
83
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

acreditarlos como usuarios. Esto al parecer, no significó ningún problema, pues los beneficios
obtenidos eran significativos.
La evaluación de la obra, a nuestros días, a pesar de los problemas que presenta, como son la
escasez y la contaminación del líquido, se presentan como una mejora significativa para la vida
de los usuarios. Además, ahora que ellos son los encargados de la administración y el cobro de
las cuotas, muestran mayor interés en el buen funcionamiento y conservación de la obra. Los
seis módulos que componen el distrito presentan particularidades propias, sin embargo, se puede
decir que todos ellos, consideran acertada la formación de las obras en la región.
El siguiente paso será crear mecanismos para promover un mayor crecimiento productivo en la
región, que se traduzca en mejoras en las condiciones de vida de los habitantes del valle, además
de una renovación en los mecanismos de las obras de la presa y los canales de conducción para
aprovechar al máximo el volumen de agua disponible.

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Fuentes Orales
Entrevista a Isaac Villaseñor Cabrera, subjefe de operación del distrito de riego 030, Valsequillo,
Puebla, realizada el 27 de mayo de 2009.
Entrevista a Enrique Gutiérrez, usuario del distrito de riego, Valsequillo, Puebla, realizada el
14 de mayo de 2009.
Entrevista a Gonzalo Pérez, usuario del distrito de riego 030, Valsequillo, Puebla, realizada el 22
de mayo de 2009.
Entrevista a Juan López, usuario del distrito de riego 030, Valsequillo, Puebla, realizada el 30 de
mayo de 2009.

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Crisis del modelo de gestión del agua del Sistema Cutzamala: derecho humano
al agua, disponibilidad y conflictos
Claudia Liza Corona de la Peña

Resumen
Las recientes fallas en el Sistema Cutzamala y el desabasto de agua en una buena parte de la
Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) han motivado un debate entre organizaciones
de la sociedad civil, académicos, instancias del Gobierno Federal y del Gobierno del Distrito
Federal respecto de si vivimos una ―crisis del agua‖ -entendida como la escasez del agua-, o si
estamos ante una crisis de la forma en que se ha venido administrando este recurso. El
abastecimiento de agua potable a la ZMVM ha derivado en varios conflictos entre autoridades y
habitantes de las zonas abastecedoras de agua que se oponen a la ampliación o construcción de
nuevas mega obras para la transferencia de agua de una cuenca a otra; aunado a ello, la
disponibilidad de agua en la sub-cuenca del Cutzamala es de cero al igual que en toda la cuenca
del Balsas de la que forma parte. En este escenario presentamos datos sobre la situación del
derecho humano al agua en la zona y presentamos algunas líneas de análisis sobre la llamada
crisis del modelo de gestión del agua.

Palabras clave: Gestión del agua, Sistema Cutzamala, Derecho humano al agua y conflictos.

Introducción
El presente artículo es parte de la tesis de doctorado que trabajamos desde el área de la Ciencia
Política. En el primer apartado caracterizamos y hacemos un poco de historia de lo que
representa el Sistema Cutzamala para el modelo de administración del agua en la ZMVM; en
seguida nos referimos a la manera en que ha incidido este sistema de transferencia de agua, en la
configuración regional. El tercer apartado muestra el escenario actual de la región abastecedora
en relación con las variables que nos interesan como son el derecho humano al agua, la
disponibilidad del recurso y los conflictos sociales. En el último apartado mostramos una imagen
de dichas variables pero en relación a un espacio más acotado como son los tres municipios
mazahuas vinculados fuertemente al movimiento social iniciado en 2003. De esta manera
analizaremos los presupuestos del modelo de administración o gestión del agua y, mostraremos
parte del entramado de argumentos políticos y técnicos que han pesado en las decisiones
públicas relacionadas con el caso que nos ocupa. En particular nos referiremos a las perspectivas
de oferta y demanda en la administración del recurso hídrico.

Cuando las transferencias de agua “eran la alternativa”


En el periodo de la ―gran hidráulica‖, el Estado actuaba en calidad de ―propietario y regulador
de las aguas y constructor de obras de distinta especie‖ (Aboites, 2009: 12). El papel central del
Estado en la administración del recurso hídrico fue una parte fundamental del modelo de
desarrollo o modernización dirigido por el Estado que prevaleció desde finales de los años veinte
hasta finales de los setenta aproximadamente.47 A manera de ejemplo y de acuerdo con la

47
Scott (1996:19), se refiere ampliamente a este proceso de modernización llamándole high modernism o ingeniería
social, y subraya que se trató de proceso donde el Estado ocupó un papel central. El autor ejemplifica este proceso
87
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

CONAGUA (2010), las grandes presas se construyeron principalmente entre 1930 y 1982, con
un total de 36; mientras que 13 más se construyeron de 1982 a 2006.
Dichas presas pueden tener distintos propósitos como la generación de energía eléctrica,
irrigación, abastecimiento público o control de avenidas. Algunas de ellas pueden implicar la
transferencia de volúmenes de agua desde una cuenca a otra y conformar sistemas de trasvases o
transferencia para riego, desalojo de aguas residuales o abastecimiento de agua potable. La
política de trasvases es común en diversos países y recientemente ha sido cuestionada por sus
efectos en el desarrollo regional como es el caso del río Ebro en España. También se ha
discutido si los trasvases en sí mismos -independientemente de la manera en que sean
administrados o manejados-, son una alternativa viable o negativa para el desarrollo regional. 48
El Sistema Cutzamala es el segundo sistema de trasvase de agua hacia la ZMVM y cuya
construcción fue aprobada a principios de los setenta.49 Mediante dicho sistema se obtiene agua
de la cuenca del Cutzamala ubicada en Michoacán y el Estado de México. Potencialmente, el
Sistema Cutzamala es capaz de potabilizar y transferir un caudal de 19m³/s al abasto de agua
potable de la Ciudad de México y municipios conurbados. De acuerdo con el gobierno de
aquella época, esta obra además de garantizar una mayor oferta del líquido, reduciría la sobre
explotación de mantos acuíferos que ya generaba hundimientos en diversas zonas de la ciudad.
En documentos sobre el Sistema Cutzamala elaborados por la Secretaría de Agricultura y
Recursos Hidráulicos (SARH) y la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) (2005:46), se
explica que este sistema incrementaría el volumen de agua para abastecer el centro neurálgico de
la economía nacional, donde se encuentran los poderes de la unión y donde habitan millones de
mexicanos. Dichos organismos han expresado que, a pesar de lo costoso de esta obra, los costes
de dejar sin agua a la capital del país y municipios conurbados hubiesen sido mucho mayores.
Las inversiones en el Sistema Cutzamala han sido cuantiosas, pero más costoso sería para la
Nación dejar extinguir, por la carencia del vital líquido, la ciudad que ha sido esencia de la
cultura nacional y hoy por hoy el centro motor del país. (SARH, 1987:13)

analizando uno de sus episodios: la experiencia de la ―Autoridad del Tennesee Valley‖ (TVA por sus siglas en inglés),
recordada por la construcción de presas para prevenir inundaciones y producir energía eléctrica durante la Gran
Depresión de 1929 y que, inicialmente fue el proyecto más ambicioso en la historia de Estados Unidos para el desarrollo
regional de una zona en la que se observaba una gran desigualdad con respecto al resto del país. La TVA, se convirtió en
un modelo para el desarrollo regional, primero para la reconstrucción de Europa después de la IIGM y después en países
en desarrollo. Estos hacedores de política pública consideraban además que, con sus propuestas, lograrían persuadir a los
ciudadanos de apoyarlos en las urnas (Scott, Ibíd.). En el análisis sobre la política regional en México de Ornelas
(1993:41) se menciona que, en el periodo de 1940 a 1970, el programa para el crecimiento [desarrollo] regional más
amplio y casi único fue el de cuencas hidrológicas, el cual se inspiró en modelo del TVA. En 1947, se conformaron
comisiones ejecutivas para las cuencas fluviales seleccionadas por el gobierno de Miguel Alemán; su finalidad, ―nunca
explícita‖, fue la de ―corregir las deformaciones ocasionadas por las fuerzas del mercado, cuya acción espontánea tiende
a concentrar el crecimiento económico en unas pocas regiones, dejando que el resto se atrase‖.
48
Un trasvase es una alteración antropogénica del ciclo del agua como lo es también la extracción de aguas subterráneas,
el drenaje de zonas húmedas, la construcción de embalses, la deforestación, etc. (Ibañez, s/f: 2) Con un trasvase se
dispone de un volumen superior de agua en algún sitio a expensas de otro. De esta manera, un sistema de trasvase se
refiere a la infraestructura hidráulica necesaria para transferir agua de una cuenca a otra.
49
El primero es el Sistema Lerma, concluido en 1951 durante el sexenio de Miguel Alemán y que representó una de las
más grandes obras hidráulicas de la época por su importancia y recursos invertidos. Cabe señalar que a diferencia del
Sistema Cutzamala, el Lerma no se compone por presas sino por pozos y acueductos ya que se diseñó para transferir
aguas subterráneas desde la cuenca Lerma-Chapala hacia la ciudad de México.
88
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Ante la sobreexplotación de los acuíferos de las cuencas del Valle de México y del Lerma, la
SARH presentó en 1972 un estudio sobre las distintas alternativas para solucionar la
problemática de abastecimiento de agua a la ZMVM. Todas ellas se referían al posible trasvase
de agua desde seis cuencas externas que, en conjunto, podrían cubrir ―la demanda del vital
líquido hasta el año 2000‖; para ello se consideraba un escenario en el que la ZMVM no creciera
por arriba de los 25 millones de habitantes (SARH, 1987: 20 y 23).50

Mapa No. 1. Cuencas externas para el abastecimiento de agua de la ZMVM

Fuente: Edición propia del mapa tomado de SARH (1987).

Aunque la SARH consideraba viables las seis alternativas mencionadas, la cuenca del
Cutzamala se eligió por ―su cercanía y potencial‖; sin embargo, los datos oficiales no nos
permiten comparar el aporte potencial de cada cuenca sino el aporte del sistema de trasvase
frente al aporte de potencial del resto de las cuencas proyectado desde 1972 por la Comisión de
Aguas del Valle de México, perteneciente a la extinta Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH)

50
Hasta 1970, la ZMVM incluía las 16 delegaciones del Distrito Federal, 11 municipios del Estado de México
(Chimalhuacán, Ecatepec, Naucalpan, La Paz, Netzahualcóyotl, Tultitlán, Atizapán, Cuautitlán, Coacalco, Tlalnepantla y
Huixquilucan), y contaba con casi 9 millones de habitantes; hacia 1980 se habían anexado 7 municipios más.
Actualmente, la ZMVM está conformada por las 16 delegaciones y 59 municipios del Estado de México con cerca de 20
millones de habitantes (CONAPO, 2005).
89
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(ver Cuadro 1). Dichas cifras son reproducidas íntegramente en documentos más recientes sin
tomar en cuenta los cambios poblacionales y ambientales que han ocurrido a lo largo de estos
años.

Cuadro No. 1 Aporte potencial de las cuencas externas y Sistema Cutzamala

Fuente de abastecimiento Agua potable (l/s)


Sistema Cutzamala 19,000 (1)
Cuenca Tecolutla 14,700
Cuenca Amacuzac 14,200
Cuenca Libres Oriental 7,000
Cuenca Temascaltepec 5,000
Cuenca Tula-Taxhimay 2,800

Fuente: elaboración propia con datos de SARH (1987) y CONAGUA (2005)

Nota: (1) Equivalentes a 19 m3/s. Esta cifra se refiere a la capacidad instalada o al volumen de
agua que el sistema es capaz de almacenar, tratar y conducir. En el caso de las cuencas, las cifras
se refieren al aporte potencial proyectado desde 1972, el cual tendría que recalcularse en virtud
de los cambios poblacionales y ambientales que han ocurrido a lo largo de todos estos años en
dichas cuencas.

Si bien, la misma SARH reconocía en 1987 que el tratamiento de las aguas residuales era otra
acción fundamental y viable para el abastecimiento de agua, el volumen de agua obtenido por el
trasvase desde otras cuencas ha sido y sigue siendo mucho mayor al volumen de agua tratada.

Cuadro No. 2 Capacidad instalada y caudal tratado en las plantas de tratamiento de aguas residuales

Plantas de Aguas Municipales/ Capacidad instalada (l/s) Caudal tratado


Tratamiento Industriales (l/s)
Operadas por DDF y
―Escasamente se
Gobierno del Estado No se especifica 6,000
utiliza la mitad‖
de México hasta 1987

Distrito Federal hasta 27 plantas de aguas municipales 2,810 y 410


6,480 y 410 respectivamente
2007 y 123 de aguas industriales respectivamente

Estado de México 75 plantas de aguas municipales 7,220 y 3750 respectivamente 4900 y 2,750
hasta 2007 y 292 de aguas industriales respectivamente
Total hasta 2007 102/415 17,860 10,870

Fuente: SARH (1987:20) y CONAGUA (2008:89-90)


Nota: Las cifras para el Estado de México abarcan todos los municipios del estado y no sólo los 59 que, de
acuerdo con la CONAPO (2005), forman parte de la ZMVM.
90
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Como puede verse en el Cuadro 2, la capacidad instalada de las plantas de tratamiento es menor
al aporte potencial del Sistema Cutzamala (19m³/s) y el caudal tratado es menor que el promedio
de aporte real del Sistema Cutzamala (14 a 16 m³/s). Cabe aclarar que las cifras no nos permiten
hacer una comparación respecto del aporte para el mismo espacio geográfico ya que, como
hemos mencionado supra, el Sistema Cutzamala no abastece a toda la ZMVM y las cifras del
Cuadro 2 se refieren a todos los municipios del Estado de México.
La SARH (1987:20) reconocía que el tratamiento de agua es una solución más económica que la
importación de agua desde fuentes externas por lo menos en un 50%; incluso considerando que,
para su distribución, se requeriría de una red independiente de la del agua potable. El único
inconveniente señalado por la SARH era que tanto industriales como agricultores se mostraban
reacios a utilizar agua tratada en las actividades en las que no se requiere de agua potable. 51 De
esta manera, la decisión de construir el Sistema Cutzamala no pareciera ser únicamente técnica
dado que, por ejemplo, el tratamiento de agua era y sigue siendo una opción menos costosa. La
SARH primero y la CONAGUA después descartaron el tratamiento de agua como una medida
alternativa complementaria, muestra de ello es que la capacidad instalada de las plantas de
tratamiento no ha aumentado significativamente.52
Este segundo sistema de transferencia de agua para la ZMVM es considerado como ―la obra de
abastecimiento hidráulico más impactante del país‖ (Legorreta et. al., 1997). Para la CONAGUA
se trata de ―uno de los sistemas de abastecimiento de agua potable más grandes del mundo no
sólo por la cantidad de agua que suministra (aproximadamente 480 millones de metros cúbicos
anualmente), sino por el desnivel (1100 m) que debe vencer‖ (2008: 82); además, ha promovido
una particular imagen pública de este sistema al identificarlo como uno de los más grandes
orgullos de la ingeniería mexicana.53
El Sistema Cutzamala implicó la transformación de infraestructura hidroeléctrica ya existente en
la zona desde 1951 –las presas Villa Victoria, Valle de Bravo, Tilostóc, Colorines e
Ixtapantongo en el Estado de México, así como las presas Tuxpan y El Bosque en Michoacán-,
en un sistema unido por una red de acueductos, túneles y canales con tres presas de

51
La importancia que, para las autoridades, tiene esta aparente percepción ciudadana la vemos de nuevo en proyectos
actuales. Llama la atención que en ningún caso se haya mencionado o realizado un estudio sobre la aceptación que
tendría entre la población la utilización de agua tratada en las actividades donde ello es posible. Al participar en la mesa
Gestión integrada del agua urbana, organizada por El Colegio de México (9 de noviembre de 2009), el funcionario del
Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM), Ing. Luis Arturo Correa Camacho, informó sobre un proyecto para
inyectar agua a los mantos acuíferos. El proyecto se relaciona con el tema del tratamiento de agua porque, de acuerdo
con los cálculos del SACM, actualmente se trata un volumen de 6.5m 3/s y aunque originalmente se pretendía utilizar este
volumen para la recarga de los acuíferos, en realidad, el volumen de agua tratada sirve para compensar con creces el m³/s
de agua potable que se utiliza en los hechos para la recarga de los mantos acuíferos. El funcionario aclaró que la
población muchas veces ha mostrado su negativa a utilizar agua tratada por lo que, pensando en ello, se inyectará el
acuífero con agua potable en lugar de agua tratada.
52
En 2008 se planteó la construcción de una planta de tratamiento de agua (La Jornada, 2008) financiada a través del
Fideicomiso Fondo Nacional de Infraestructura y de acuerdo con la CONAGUA (2009), este proyecto se materializó al
aprobar la construcción de la planta de tratamiento de aguas en Atotonilco, Hidalgo, con capacidad para 23m³/s.
53
La CONAGUA lo describe así ―[l]a participación de la ingeniería mexicana en esta obra es del 95%, ya que los
estudios, proyectos, obras, materiales y equipos requeridos para su ejecución son de tecnología nacional. Los
componentes importados constituyen el 5% restante: motores, válvulas esféricas y algunos accesorios electromecánicos
de las plantas de bombeo‖ (2005:34).
91
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almacenamiento (El Bosque, Villa Victoria y Valle de Bravo) y cuatro de derivación (ver Mapa
2). Este sistema tiene tal importancia para la viabilidad de la ZMVM, que el ejecutivo federal ha
reiterado en varias ocasiones que las instalaciones son consideradas de ―seguridad nacional‖.

Mapa No. 2. Esquema del Sistema Cutzamala

Fuente: CONAGUA, 2005

Este sistema ha sido administrado por el ejecutivo federal, primero bajo el binomio Secretaría de
Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) - Departamento del Distrito Federal y, en la
actualidad por la CONAGUA. El conjunto de presas de almacenamiento y derivación del
sistema se ubica en la sub-cuenca del Cutzamala perteneciente a la cuenca del Balsas, por lo que
geográficamente su administración correspondería a la Región hidrológica administrativa del
Balsas; sin embargo, el sistema ha sido operado primero por la extinta Comisión de Aguas del
Valle de México perteneciente a la SARH, posteriormente por la Gerencia Regional de Aguas
del Valle de México, (GRAVAMEX) dependiente de la CNA, y actualmente es operado por el
Organismo de cuenca aguas del valle de México y Sistema Cutzamala (OCAVM), perteneciente
a la CONAGUA.54 De esta manera, la elaboración del proyecto, su construcción y operación

54
Los Organismos de Cuenca son definidos como las unidades técnicas, administrativas y jurídicas especializadas, con
carácter autónomo, adscritas directamente al titular de la CONAGUA, cuyas atribuciones se establecen en la Ley de
Aguas Nacionales (LAN) de 2004 y sus reglamentos; sus recursos y presupuesto son determinados por la CONAGUA,
según lo establece el artículo 3 fracción XXXIX de la LAN. Antes de dicha reforma legal, eran conocidas como
92
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

estuvo a cargo de la SARH hasta 1989, año en que se creó la Comisión Nacional del Agua,
instancia que estuvo a cargo de la tercera etapa del proyecto y que, luego del conflicto social
generado en Temascaltepec, debió dejar inconclusa la cuarta etapa del proyecto original (ver
Cuadro 3).

Cuadro No. 3 Etapas de Construcción del Sistema Cutzamala

Etapa Periodo Municipios


I 1976-1982 Villa de Allende
Villa Victoria
II 1982-1985 Valle de Bravo
Villa de Allende
Villa Victoria
III 1990-1994 Donato Guerra
IV 1995-inconclusa Temascaltepec

Fuente: elaboración propia con datos de SARH (1987) y DOF (1996)

Al terminar la primera etapa del sistema, se publicó el Acuerdo para que la SARH entregara
agua en bloque al DDF (hoy GDF) y al Estado de México. El acuerdo establece que el agua
proveniente del Sistema Cutzamala se distribuiría ―en función al crecimiento poblacional y de
acuerdo con el cuadro siguiente‖:

Cuadro No. 4 Distribución del agua del Sistema Cutzamala por presa (l/s)

Presa Estado de México Distrito Federal Total


Villa Victoria 2,000 2,000 4,000
Chilesdo 571 429 1,000
Valle de Bravo 3,629 2,471 6,100
Colorines 4,658 3,242 7,900
Total 10,858 8,142 19,000

Fuente: Acuerdo del 22 de junio de 1982

gerencias regionales. De acuerdo con lo dicho por un directivo de la CONAGUA entrevistado en agosto de 2009, esta
modificación legal no implicó cambios en la manera en que se venía administrando y operando el Sistema Cutzamala.
93
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Conforme al Acuerdo de 1982 y de acuerdo con la capacidad instalada total de este sistema, el
57.1% del suministro de agua correspondería al Estado de México y el resto al Distrito Federal
(42.9%). No obstante, al terminar la tercera etapa del sistema en 1994, la mayor parte del agua
se distribuía en la red de agua de la ciudad de México y aún en 2007, del caudal obtenido por el
sistema (14.7 m³/s), 9.72 m³/s se destinaban al Distrito Federal y el 35% restante a los
municipios de la ZMVM y Toluca (CONAGUA, 2008). De acuerdo con personal del Sistema de
Aguas de la Ciudad de México (SACM), esto se debe a que el Estado de México no cuenta con
la infraestructura necesaria para aprovechar el caudal que le corresponde según el acuerdo de
1982.55

Gráfica No. 1

Caudal suministrado por el Sistema Cutzamala


(1991-2007)

18
16
Gasto Medio (m3/s)

14
12
10
8
6
4
2
0
91

92

93

94

95

96

97

98

99

00

01

02

03

04

05

06

07
19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20

20

20

20

20

20

20

Fuente: elaboración propia con datos de CONAGUA (2008)

El agua del Sistema Cutzamala se distribuye desde el Túnel Analco San José a través de una
estructura de bifurcación hacia el ramal norte (Acueducto del Macrocircuito en el Estado de
México) y el ramal sur (Acuaférico de Distribución en el Distrito Federal). El proyecto original
del Macrocircuito comprende 117 Km de longitud para abastecer a municipios conurbados y
hasta 2005 operaban sólo 68 Km. En 1988 entra en operación la primera etapa del Acuaférico
que distribuye los caudales del Sistema Cutzamala al Distrito Federal y en 1994 entra en
operación la primera etapa del Macrocircuito que distribuye los caudales del Sistema Cutzamala
a algunos municipios del Estado de México (CONAGUA, 2005:43). A partir de entonces, el
volumen de agua del Cutzamala destinada al Estado de México fue incrementándose a lo largo
de los años.
De acuerdo con la CONAGUA (2008:82), el Sistema Cutzamala abastece a 11 delegaciones del
Distrito Federal y a 11 municipios del Estado de México. No abastece a toda la ZMVM pero sí a

55
Entrevista a personal de la Subdirección de Planeación e Inversión, SACM, realizada en abril de 2009.
94
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

buena parte de ella y se tiene la idea de ampliar su alcance. El proyecto global del
Macrocircuito, consiste en la construcción de un acuaférico perimetral, es decir, continuar la
construcción de túneles hasta unir el acueducto del Estado de México y el acuaférico del Distrito
Federal. De esta manera, el agua del Sistema Cutzamala podría distribuirse por casi toda la
ZMVM.56
La SARH (1987:17) aseguraba que para 1988 el suministro de agua potable sería de
aproximadamente 64 m³/s, pero no se refería a la demanda de agua o al suministro de agua
requerido entonces y en el futuro para abastecer la ZMVM; se refería, en cambio, al volumen
obtenido a través de las distintas fuentes internas y externas a la cuenca, es decir, al volumen de
agua que se podía ofertar.57 Esta cifra ha sido utilizada recientemente por distintos funcionarios
para referirse a la ―demanda‖ de agua en la ZMVM.58
Hemos mencionado ya que las seis cuencas identificadas desde 1972 como fuentes de
abastecimiento, eran consideradas como parte de un proyecto a largo plazo para la ZMVM, es
decir, como sucedió con el sistema Lerma, una vez agotado el recurso en una cuenca o cuando
no se lograra extraer el caudal estimado, se construiría la infraestructura necesaria para traer
agua desde otras cuencas.
Para diseñar, construir y operar el Sistema Cutzamala no se partió de un cálculo de la demanda
de agua presente y futura en la ZMVM y tampoco se consideró la manera en que, una vez
utilizada, se trataría el porcentaje de agua suministrado por el sistema ni los mecanismos para
garantizar la disponibilidad y la sustentabilidad del agua en las zonas abastecedoras, en este caso
la cuenca del Cutzamala.59
En este sentido, el Sistema Cutzamala se planteó desde la perspectiva ofertista y a fin de
aumentar el caudal disponible en la ZMVM. Dicho de otra forma, si este sistema hubiese sido
planeado conforme a un cálculo de la demanda, se podría haber evaluado el balance costo-
beneficio en términos del porcentaje que aporta para satisfacer la demanda de agua y su relación
con los costos sociales –de los que hablaremos adelante-, económicos, ambientales, de
desarrollo para la zona abastecedora y de continuidad en el desarrollo centralizado en la ZMVM.
También, en términos de la dependencia de la ZMVM respecto de la región abastecedora y de la
viabilidad del modelo de administración del agua en la región, donde el agua que llega del
Sistema del Cutzamala a un elevado costo (social, económico, ambiental y político), es utilizada
a través de un sistema de distribución ineficiente e inequitativo para luego ser desalojada. 60

56
En entrevista (octubre, 2009) con operadores de plantas de distribución en la delegación Coyoacán, el agua del
Cutzamala llega hasta esta delegación regularmente y hasta hace un año, cuando el caudal lo permitía, se enviaba
también a Iztapalapa.
57
44 m³/s del Subsuelo del Valle de México, 7 m 3/s del Sistema Lerma, 12 m³/s del Sistema Cutzamala y 1 m 3/s de
aprovechamientos superficiales.
58
Por ejemplo, en el documento público de la CONAGUA (2009) ―Proyectos emblemáticos‖, Efrén Villalón, entonces
director del OCAVM asegura que la ZMVM ―consume 63 m³/s‖, de los cuales, el 15% es cubierto por el Sistema
Cutzamala.
59
Más recientemente se crearon algunas instancias administrativas como la Comisión de la sub cuenca Amanalco -Valle
de Bravo, entre cuyos planes se encontraban, por ejemplo, la construcción de una planta de tratamiento, programas de
letrinización, de pagos por servicios ambientales y rehabilitación de cauces (http://cuencaamanalcovalle.org).
60
Para tener una idea del costo económico que representa el Sistema Cutzamala y a reserva de construir una serie
histórica desde el año en que empezó a operar, mencionamos mientras tanto que para el año 2001, el costo total de
95
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Desde el discurso político se argumentó que la ZMVM no tenía otra alternativa y esto
efectivamente era así porque el problema del abasto de agua se observó únicamente desde la
perspectiva de la oferta. Así no es de extrañar que el presidente López Portillo reconociera en
sus memorias lo costoso que era el sistema, concluyera que no había otras alternativas y aceptara
que era una ―monstruosidad‖ traer el agua de tan lejos para subirla al valle y sacarla después.
(Perló y González, 2005: 39).

Configuración regional derivada de las transferencias de agua


Comenzaremos este apartado definiendo nuestras categorías principales: región y configuración
regional. La región es una de las escalas territoriales como son la local, nacional, plurinacional o
mundial. El territorio en cualquiera de sus escalas es una construcción social que se expresa en
representaciones sociales y su delimitación no depende necesariamente del carácter jurídico-
legal o geográfico de estos espacios sino de una multiplicidad de procesos históricos, sociales,
económicos, políticos, etcétera.61
Cuando hablamos de configuración regional, nos referimos a los elementos y la manera en que
un espacio determinado -cuenca del Cutzamala en la que se ubican algunas comunidades
mazahuas por un lado y, la ZMVM por otro-, es apropiado o delimitado en función de ciertos
procesos. Evidentemente, el proceso que nos interesa destacar es el relacionado con la gestión
del agua por lo que, observamos la configuración regional o la apropiación del espacio en
función de la manera en que es administrado este recurso.
Como vimos en el apartado anterior, la transferencia de agua de la cuenca del Cutzamala hacia
una parte de la ZMVM, ha establecido un lazo o interdependencia entre ambos territorios. El
trasvase representa una forma de usar, disponer y administrar un espacio dado y en particular
uno de los recursos naturales de dicho espacio como es el agua; es un elemento que incide en la
forma en que se produce, se regula y se protege el territorio. Desde nuestro punto de vista, este
proceso ha configurado una región abastecedora cuya vocación relevante es delimitada desde el
centro del país y definida como proveedora de un porcentaje del agua potable que se utiliza en la
ZMVM. Asimismo, ha configurado una región receptora, la ZMVM, porque su relación con la
región abastecedora es considerada legítima y no en función de un desarrollo regional equitativo
sino en función de un desarrollo que reproduce el modelo centralizado de desarrollo.62

operación fue de 978 millones, mientras que para 2008 esta cantidad alcanzó los 2209 millones de pesos. Encontraste, el
costo de operación del sistema de pozos para el aprovechamiento del acuífero de la cuenca del Valle de México, fue de
368 millones en 2001 y 738 millones en 2008 (CONAGUA, 2009b: 118 y 147).
61
Giménez (2004:30) se refiere a la concepción dominante entre los geógrafos respecto territorio: ―espacio apropiado
por un grupo social para asegurar la reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales que pueden ser materiales o
simbólicas.‖ La apropiación de un espacio supone la existencia de productores, actores y ―consumidores‖ del espacio
como por ejemplo el Estado, las colectividades locales, las empresas y los individuos. El espacio es la materia prima
sobre la que se construye el territorio, es una porción cualquiera de la superficie terrestre anterior a toda representación y
toda práctica social. Con base en el trabajo del geógrafo Raffestin, Giménez (2004:30) subraya que la apropiación es
consustancial al territorio y que este proceso, marcado por conflictos, permite conocer de qué manera el territorio es
producido, regulado y protegido en interés de los grupos de poder; por lo que la territorialidad no puede disociarse de las
relaciones de poder.
62
Bataillon (1988: 289) se pregunta por qué casi no ha bajado el crecimiento demográfico del conjunto urbano por lo
menos de los 60‘s a 80‘s y qué tipo de crecimiento económico nacional ha permitido concentrar la inversión privada y
96
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Uno de los ejes que nos permiten observar este proceso es el de la acción gubernamental o
políticas públicas relacionadas con esta temática. En ese sentido, llama la atención que el diseño
y la construcción del Sistema Cutzamala coincidieron paradójicamente con la política de
descentralización y desarrollo regional que, sin éxito, impulsaron Echeverría y López Portillo a
través de programas, instancias y leyes. El Cutzamala es una muestra del fracaso de la política
de desarrollo regional. Por ejemplo, en 1971 se emitió un decreto para otorgar apoyos fiscales a
la desconcentración industrial y, de acuerdo con él, la actividad industrial era considerada como
un factor para el desarrollo económico en beneficio de todas las regiones del país. La
concentración industrial en ciertas regiones había provocado presiones serias sobre los servicios
públicos, hacinamiento de la población, contaminación ambiental y tensiones de diversas índoles
contrarias al desarrollo socioeconómico, además de implicar un elevado costo social. El
gobierno federal otorgaría estímulos que compensaran las ventajas que ofrecían las zonas de
elevada concentración industrial (Ornelas, 1993: 94).
Los estímulos fiscales se otorgaron a empresas ubicadas en zonas de baja concentración
industrial, incluyendo Toluca y la región del Lerma; sin embargo, el programa no tuvo éxito
debido a que los estímulos otorgados no representaban una ventaja comparativa respecto de los
beneficios que las industrias encontraban en las zonas industriales saturadas, a saber (Ornelas,
1993: 95):
 Un mercado amplio en el cual colocar sus productos
 Abundancia de mano de obra calificada
 Disposición del Estado a mantener subsidios en los enormes costos económicos
implicados en el crecimiento de las zonas metropolitanas del país, en particular la de la
ciudad de México, tales como el traslado de agua desde sitios cada vez más lejanos, la
construcción de la infraestructura productiva, el subsidio al transporte masivo de
personas y la dotación de energía eléctrica traída desde el sureste, el combustible
subsidiado, etcétera.

El Sistema Cutzamala ha sido un incentivo o un subsidio para que la actividad industrial, el


aporte al PIB y la población, se concentren todavía hoy en la ZMVM y en particular el DF. Ello
ha generado un ciclo difícil de romper entre la necesidad de crecimiento económico del país, la
desigualdad regional y los límites de la concentración industrial y poblacional. Ornelas subraya
que los factores que han impedido la descentralización y el desarrollo regional, están
relacionados con los patrones de acumulación capitalista. Martínez Assad en cambio, se enfoca
sobre todo en aspectos de orden político y afirma que:

pública en la capital, aunque los costos y las ―deseconomías‖ sean evidentes desde los 60‘s. Afirma que ―esta pregunta
puede contestarse en dos niveles, el de la tecnología y el de la política‖ y menciona que para que funcione la enorme
ciudad se han necesitado energía barata, transportes públicos baratos, agua y alimentos baratos, terrenos baratos y esto ha
sido posible por el avance tecnológico y también con la inversión pública federal, muy concentrada en la ciudad por la
red de fuerzas manejadas por el partido en el poder desde fines de los años veinte. Así, la energía, el agua y los
transportes públicos han sido subsidiados, principalmente en el Distrito Federal y en un nivel menor en el estado de
México. La posibilidad de extender las zonas construidas sobre terrenos alejados y, por eso, relativamente baratos,
depende de los costos subsidiados de las grandes redes de servicios.
97
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Los procesos de regionalización y de creación de espacios con relativa autonomía guardan una
estrecha relación con las formas de estructuración del poder en las diferentes épocas de la
historia de México, del poder central (mítico, cultural, político y económico) y los poderes
periféricos: aquél que se estructuró desde la capital y aquéllos desde donde se definieron sus
vínculos con los pueblos, las ciudades, los estados o las regiones […] (2001, 76)
En este sentido, la tesis del urbanista Jorge Legorreta (2005) respecto de las razones que
motivaron la aprobación y construcción de esta obra, resulta todavía más relevante. El urbanista
(2005) ha insistido en que la construcción de este megaproyecto no era necesaria porque la
Ciudad de México tenía y tiene otras fuentes de abastecimiento de agua, como son los mantos
freáticos y varios ríos cuyas aguas se canalizan al drenaje.63 Durante una sesión del Tribunal
Latinoamericano del Agua en 2006, Legorreta aseguró que el Sistema Cutzamala se construyó
porque así convenía a los intereses de grandes compañías constructoras, mientras que, como él
mismo señala:
[…] los recursos hídricos provenientes de la lluvia, de los 45 ríos y una docena de manantiales,
que se envían casi en su totalidad a los drenajes de la ciudad […] se ha[n] marginado como
fuentes de abastecimiento en las políticas hidráulicas, por lo menos, durante todo el siglo XX y
lo que va del XXI; el argumento esgrimido ha sido invariablemente, su reducido volumen, sin
llegar a valorar que no se trata de su dimensión cuantitativa, sino el lapso del tiempo en que
dichos recursos naturales se han desperdiciado. (Legorreta, 2007).
Tanto los factores económicos como los políticos tuvieron un peso central en la decisión de
construir el Sistema Cutzamala, hecho a partir del cual se definió a la cuenca del Cutzamala
como región abastecedora y a la ZMVM como región receptora.64 En el marco de esta
configuración regional, se teje la problemática actual relacionada con la administración del
Sistema Cutzamala que en la superficie se muestra como un asunto de escasez de agua –
disminución en los niveles de almacenamiento de las presas atribuida al cambio climático-, o
también como un asunto de imagen y capital político de autoridades federales y locales.
Cualquier sistema de transferencia o trasvase de agua, podría derivar en una configuración
regional de este tipo –abastecedora/receptora-, pero las relaciones económicas y políticas que se
establecen entre ellas pueden ser muy diferentes de acuerdo con las condiciones de cada región,
el nivel de asimetría de poder que exista entre ellas, las características del sistema de trasvase,
entre otros factores. Así por ejemplo, aunque de acuerdo con Sergio Vargas, muchas de las
ciudades medias del centro del país cuentan con sistemas para el trasvase de agua,65 no todos los
casos tienen la misma relevancia o han sido considerados como una agravio para la población
asentada en la región abastecedora; los trasvases pueden ser aceptados sobre todo en casos en los
que ofrecen una solución a problemas de las zonas abastecedoras como son las inundaciones.

63
Recientemente, la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, ha anunciado un proyecto para
rescatar uno de estos ríos, el río Magdalena y aprovechar sus aguas para cubrir una parte de la demanda d e agua de la
delegación Álvaro Obregón.
64
Cirelli (1997) estudia el trasvase del Sistema Lerma y se refiere a la relación entre una zona abastecedora y una zona
receptora, esta delimitación la vemos además desde el concepto de región.
65
Entrevistado en julio de 2009.
98
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Una región está constituida por una específica cantidad y calidad de las condiciones generales
para la reproducción del capital y los medios de consumo indispensables para la reproducción de
la fuerza de trabajo (Ornelas, 1993: 14), pero también se constituye en un espacio diferenciado
de otros por la cantidad y calidad de condiciones para la reproducción de la hegemonía política.
Así, la zona donde se ubican las instalaciones del Sistema Cutzamala es una región con mínimas
condiciones para la acumulación de capital y de poco peso político. Su relevancia radica en el
agua que se trasvasa a una región donde se concentran las mayores y mejores condiciones para
la acumulación de capital en el país –como lo muestra la contribución al PIB de la ZMVM- y
donde se concentran también las mejores condiciones para la reproducción de la hegemonía
política en México –como lo muestra la concentración de los poderes de la unión.
A continuación mencionamos algunas de las situaciones y circunstancias que enfrenta la cuenca
del Cutzamala en su calidad de región abastecedora, las cuales muestran parte de los retos que
enfrenta la administración de este sistema.

Derecho humano al agua, disponibilidad del recurso y conflictos en la región abastecedora


La SARH se refirió a las regiones abastecedoras de la siguiente manera:
La utilización del agua de estas cuencas [externas] no debe verse desde un punto de vista
exclusivo del abastecimiento de agua al Área Metropolitana de la Ciudad de México, ya que
desde su origen y a lo largo de la conducción, deben satisfacerse en primer lugar las necesidades
locales, actuales y futuras. Se requiere del cuidado de las zonas de captación y la preservación de
la calidad del agua, efectuando obras que no sólo eviten dañar el sistema ecológico sino que
tiendan a mejorarlo, […] habrán de tomarse en cuenta los problemas socio-políticos que surjan,
motivados por la transferencia y/o cambio del uso del agua […] el habitante de la ciudad en su
gran mayoría, ve el agua potable como un derecho, como parte de su hábitat; el habitante de las
zonas de captación, considera la explotación y transporte del recurso como un despojo; conciliar
es el reto y la gran responsabilidad […] (1987:23-24 )
Para cubrir la demanda local, la SARH (1987:25) afirmó que se dejaron reservas de 3m³/s para
la generación de energía eléctrica en la zona y ―otro tanto para atender las demandas locales [de
agua] tanto actuales como futuras que requiere el desarrollo agrícola e industrial de la región‖.
No obstante, cabe recordar aquí el intento del gobierno federal en 1997 para conducir agua de la
cuenca de Temascaltepec hacia la ZMVM a través del Sistema Cutzamala (Cuarta etapa), el cual
fracasó debido al conflicto social que se generó. Los pobladores de dicha cuenca argumentaban
que el proyecto reduciría el volumen de agua que utilizan en sus actividades cotidianas y
particularmente en la agricultura y resumían su demanda en la frase ―los recursos del sur del
estado son para el sur‖ (Perló y González, 2005: 92).66
Asimismo, académicos, funcionarios y participantes en el movimiento social mazahua iniciado
en 2003, coinciden en que las comunidades aledañas a las instalaciones del Sistema Cutzamala
no reciben agua potable de este complejo sino que se abastecen de fuentes locales como pozos y
ojos de agua. Algunas comunidades y poblados descargan sus aguas residuales a presas como las

66
Este proyecto ha sido mencionado de nuevo desde finales de 2008 cuando la CONAGUA informó sobre la baja en el
nivel de las presas del Sistema Cutzamala.
99
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

de Valle de Bravo y Villa Victoria o también utilizan sus aguas para actividades domésticas
como el lavado de ropa. Aunque a diferencia del Sistema Lerma, el Cutzamala es un sistema que
utiliza aguas superficiales, trabajadores del Sistema Cutzamala, miembros de la organización
Movimiento Mazahua y un funcionario de CONAGUA han coincidido en entrevistas realizadas
en 2008 y 2009 en que, al Sistema Cutzamala, también se conduce agua de algunos ojos de agua
de la zona que eran fuentes de abastecimiento para la población.
Para medir la disponibilidad de agua en nuestro país, se tienen dos parámetros distintos. El
utilizado por el INEGI y que cuantifica el número de viviendas que tienen acceso a una red
pública sin especificar la calidad, cantidad y continuidad del suministro. El segundo, utilizado
por la CONAGUA y que se refiere al volumen de lluvia que escurre o se descarga en una cuenca
o subcuenca, y con el que determina si existe o no más agua qué repartir ya sea, vía asignación o
concesión.
Respecto de la disponibilidad física del recurso en la Región hidrológica administrativa del
Balsas, el Organismo de cuenca de la región Balsas (OCRB, 2009) ha informado que en toda la
cuenca del Balsas y sus subcuencas como es la del Cutzamala, la disponibilidad de agua
superficial así como la de agua subterránea es de cero, o sea que ya no hay más agua que
repartir.
Para referirnos a la disponibilidad de la que habla el INEGI, debemos ubicarnos en el marco del
derecho internacional de los derechos humanos, en particular la Observación General Nº 15
(2002) ―El derecho al agua‖ del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en
adelante OG No. 15), la cual es vigente en nuestro país en virtud de la ratificación en 1981 del
tratado del que emana. De acuerdo con dicho instrumento, el derecho al agua implica contar con
un sistema de abastecimiento y gestión del agua que ofrezca a la población iguales
oportunidades de acceso al agua y, en los casos en los que ya se cuente con este sistema, el
derecho a ejercerlo sin injerencias que impliquen por ejemplo cortes arbitrarios en el suministro
o contaminación del recurso. De esta forma, cualquier sistema de abastecimiento de agua debe
garantizar la disponibilidad del recurso entendida como el abasto suficiente y continuo de agua
salubre (o potable), la accesibilidad física del servicio a un costo asequible que no ponga en
riesgo su ejercicio. Es importante mencionar que acceder al agua de la red pública o agua
entubada no implica que sea potable.

Disponibilidad y derecho humano al agua en tres municipios mazahuas


La región mazahua se ubica en la zona noroeste del Estado de México y en una pequeña parte
del Estado de Michoacán. En el Estado de México, la población mazahua se concentra en diez
municipios mientras que las comunidades que han participado en acciones colectivas
relacionadas con el derecho al agua, se ubican en los municipios de Villa de Allende, Villa
Victoria y Donato Guerra y son a los que nos referimos especialmente (ver Cuadro 5).

100
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Cuadro 5. Población hablante de lengua mazahua*

2000 2005
Estado de México 113,424 95,411
Atlacomulco 10,709 8,337
Donato Guerra 5,419 5,987
El Oro 3,671 3,380
Ixtlahuaca 19,203 18,383
Jocotitlán 1,443 1,296
San Felipe del Progreso 39,915 24,520
San José del Rincón Municipio creado en 2002 12,283
Temascalcingo 11,707 8,199
Villa de Allende 2,361 1,880
Villa Victoria 3,558 3,180

Fuente: elaboración propia con datos del Censo 2000 y Conteo 2005, (Consulta interactiva,
http://www.inegi.org.mx)
* Se refiere específicamente a la población de 5 años y más hablante de lengua indígena, variable
utilizada por el INEGI.

El movimiento social se originó paradójicamente en un contexto de abundancia de agua en la


presa de Villa Victoria; esta circunstancia aunada a un posible mal manejo del sistema, 67
provocó que se inundaran terrenos federales y una parte de los ejidos de Villa Victoria y Villa
Allende. A partir de ahí, los mazahuas realizarían distintas acciones colectivas y en agosto de
2004 formarían la organización Frente Mazahua. Al preguntar a algunos de sus líderes respecto
de si antes habían sido afectados por la operación del sistema, algunos comentaron que sus
tierras habían sido contaminadas con lodos derivados del proceso de potabilización y algunas de
sus fuentes de abastecimiento se agotaron. Los lugareños hacen referencia a un paisaje diferente
antes y después de que operara este sistema y le atribuyen la desaparición de algunos ríos y
lagunas en los que podían pescar y abastecerse de agua, así como la desaparición de ojos de
agua; sin embargo, no hacen referencia a un periodo en especial dentro del lapso en que ha
operado el Cutzamala. Después de casi año y medio de marchas, plantones, negociaciones,
reuniones, de obtener una parte de los apoyos acordados y, sobre todo, de tener presencia en los
medios de comunicación la organización se divide por un lado en el Frente Mazahua y por otro
en el Movimiento Mazahua.
La responsabilidad de suministrar agua potable recae directamente en los municipios y desde
1992, éstos pueden delegar dicha responsabilidad en Organismos Prestadores de Servicios como
son las dependencias municipales, organismos descentralizados municipales o intermunicipales
y sectores social y privado. Sin embargo, sólo 38 municipios de los 125 del Estado de México,

67
Cinco años después de dicha abundancia (2008) se cerraron temporalmente algunas de las presas del sistema por el
bajo nivel de agua acumulada.
101
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

han conformado organismos descentralizados y ninguno de ellos se ubica en la región mazahua;


en este sentido, los municipios son los que tienen la responsabilidad directa respecto del
abastecimiento de agua potable a la población y, sólo después del movimiento social mazahua
de 2003, el gobierno federal invirtió en el servicio de agua en la zona.
Los municipios en los que se encuentran las comunidades que participaron en el movimiento
social, no son los más representativos en cuanto a la concentración de población mazahua, pero
están ubicados en la cuenca del río Cutzamala, específicamente en los alrededores de las
instalaciones del Sistema Cutzamala.
La región se caracteriza por un bajo nivel de desarrollo socioeconómico ya que todos, excepto
uno de los municipios que la conforman, tienen un índice de marginación alto. 68 El INEGI no
ofrece cifras sobre la situación de los mazahuas por municipio69 y tampoco especifica si el agua
entubada es agua potable. En base a la OG No. 15, no se está hablando de disponibilidad
propiamente sino únicamente de las fuentes de agua ya que no se especifica si el suministro de
agua es suficiente, continuo y salubre.
En los siguientes cuadros se ofrecen cifras sobre la disponibilidad de ―agua entubada‖ y de
―agua de la red pública‖, pero no sobre la cantidad, calidad, acceso y costos del agua; sin
embargo, nos permite observar que el acceso al agua de la red pública entre los municipios de la
región mazahua es muy desigual. En 1995, los tres municipios en cuestión y San Felipe del
Progreso contaban con menos o apenas la mitad de viviendas con servicio de agua entubada (ver
Cuadro 6). En 2005, mientras que uno de los municipios tenía un porcentaje superior al estatal,
en otros, casi la mitad de las viviendas no tenían acceso al agua de la red pública (ver Cuadro
7).70 Dos de los municipios en cuestión, Donato Guerra y Villa de Allende están ligeramente por
debajo del promedio mientras que en Villa Victoria un poco más de la mitad de las viviendas
cuentan con este servicio.

68
El municipio de El Oro tiene un índice de marginación medio (CONAPO, 2008).
69
Respecto de la ―disponibilidad de agua en las viviendas con hablantes de lengua mazahua‖, el INEGI ofrece los
siguientes datos sobre la población mazahua en todo el país: el 21% cuenta con agua entubada dentro de la vivienda,
49% fuera de la vivienda pero en su terreno, 1% obtiene el agua entubada a través de una llave pública, en 2.6% de las
viviendas deben acarrearla desde otra vivienda, el 1.2% la obtiene de pipas, el 21.7% de pozos y el 1.9% de ríos, arroyos
o lagos. Esta cifra se refiere a toda la población mazahua en el país, sin embargo puede considerarse con una buena
aproximación a la situación específica del Estado de México, estado que concentra el 85% de los mazahuas a nivel
nacional. Tomado de: Perfil sociodemográfico de la población que habla lengua indígena (INEGI, 2009). Cabe señalar
que, desafortunadamente, las cifras del Censo de 2000 no incluyen el indicador sobre la autoadscripción de las personas,
por lo que a fin de presentar datos comparables, utilizamos únicamente el indicador de hablante de lengua indígena.
70
Llama la atención que el municipio con mayor porcentaje de disponibilidad de agua sea Atlacomulco ya que éste ha
sido el origen de buena parte de los integrantes de la clase política en el poder dentro del Estado de México.
102
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Cuadro 6. Viviendas particulares habitadas en la región mazahua, por disponibilidad de agua (1995)

Viviendas particulares Dispone de agua Porcentaje


habitadas entubada (1) Respecto del total
de cada Municipio
Estado de México 2437704 2246460 92
Atlacomulco 12300 11214 91
Donato Guerra 4297 1931 45
El Oro 5286 3952 75
Ixtlahuaca 19234 15255 79
Jocotitlán 8770 7795 89
San Felipe del Progreso 24969 11684 47
San José del Rincón Municipio creado en 2002 ---
Temascalcingo 10263 8239 80
Villa de Allende 6232 3299 53
Villa Victoria 10413 4640 45

Fuente: elaboración propia con datos del Conteo 1995, (Consulta interactiva, http://www.inegi.org.mx)

Nota: (1) Incluye agua entubada dentro de la vivienda, fuera de la vivienda, pero dentro del terreno, de
llave pública o hidrante. El porcentaje restante se refiere a la variable ―no dispone de agua entubada‖ y esta
no se desagregó en otras condiciones de acceso al agua.

Cuadro 7. Viviendas particulares habitadas en la región mazahua, por disponibilidad de agua (2005)

Viviendas Dispone de agua de la Porcentaje Diferencia


particulares red pública (1) Respecto del total porcentual
habitadas de cada Municipio respecto de 1995
Estado de México 3, 100,599 2,864,729 92.4 71 0.4
Atlacomulco 16,440 15,281 93.0 2.0
Donato Guerra 5,658 4,106 72.6 27.6
El Oro 6,501 5,391 82.9 7.9
Ixtlahuaca 25,367 18,172 71.6 -7.4
Jocotitlán 12,255 11,029 90.0 1.0
San Felipe del Progreso 18,590 11,861 63.8 16.8
San José del Rincón 14,736 7,978 54.1 ----
Temascalcingo 11,954 10,418 87.2 7.2
Villa de Allende 8,288 5,731 69.1 16.1
Villa Victoria 14,663 8,285 56.5 11.5

Fuente: elaboración propia con datos del Conteo 1995 y 2005, (Consulta interactiva, http://www.inegi.org.mx)

Nota: (1) Incluye agua de la red pública dentro de la vivienda y fuera de la vivienda pero dentro del terreno.
El 100% de los casos se dividen en tres variables: dispone de agua de la red pública, no dispone de agua de
la red pública y no especificado. La variable ―no disponen de agua de la red pública‖ incluye las siguientes
dos opciones: se abastecen de agua de pozo y se abastecen de agua de río, arroyo, lago u otro.

71
En el texto Perfil sociodemográfico de la población que habla lengua indígena (INEGI, 2009) se señala que en el caso
de viviendas con hablantes de lengua indígena, el porcentaje desciende a 82.3% pero no ofrece cifras por municipio.
103
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Aunque las variables empleadas en uno y otro conteo no son completamente equiparables, la
diferencia porcentual nos da una idea del avance o retroceso de este servicio en cada uno de los
municipios y también nos permite evaluar de manera parcial los cambios que sucedieron en la
zona luego del movimiento social de 2003. Los tres municipios señalados tienen los porcentajes
más altos de avance de este servicio junto con San Felipe del Progreso. Estos datos coinciden
con lo que plantea Patricia Ávila respecto del elevado monto de inversión en la zona mazahua en
comparación con otras zonas indígenas de importancia hidrológica; justo entonces se daba el
momento más álgido del conflicto mazahua, porque habían evidenciado la vulnerabilidad de las
instalaciones de la Planta Potabilizadora de Berros, instalación neurálgica del sistema. 72
Los mazahuas señalan que ha sido muy poco el avance en el abastecimiento de agua a las
comunidades por lo que, lo más común es que deban acarrearla por largas distancias y sea agua
no salubre. También es común que algunas localidades dependan de la negociación y acuerdos
con otras comunidades para acceder a fuentes de agua fuera de sus tierras. A pesar de que la
inversión gubernamental posterior al movimiento iniciado en 2003 fue relativamente cuantiosa,
la situación de las comunidades no cambió sustancialmente e incluso provocó la división del
movimiento al ser beneficiadas ciertas familias y comunidades y privilegiando a quienes no
hubieran participado en las movilizaciones.
Descontando el crecimiento poblacional, en el municipio de Villa Victoria el crecimiento del
servicio representaría aproximadamente 2 mil viviendas beneficiadas con el servicio de agua en
el lapso de 1995 a 2005.73 En cinco años, de 2000 a 2005 las viviendas con agua entubada o de
la red pública aumentaron en un 33% en el municipio de Villa Victoria, es decir, más del doble
del porcentaje de crecimiento de este servicio en el lapso de 10 años (1995-2000); inclusive, el
crecimiento porcentual del periodo 1995 a 2000 en este mismo municipio fue negativo.
En 2006, el Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA) afirmó en su veredicto sobre el caso
mazahua que los daños ocasionados por el Sistema Cutzamala han sido la degradación de los
recursos hídricos, la contaminación de sus arroyos y ríos por los desechos químicos provenientes
del Cutzamala, desaparición de flora y fauna, inundación de tierras agrícolas y, el acaparamiento
y expropiación de tierras; y recomienda que se garantice el caudal ecológico de los ríos
Malacatepec, Tiloxtoc y Tingambato (afluentes del río Cutzamala).74

72
Ávila (2008) ofrece datos respecto de los montos de inversión del gobierno federal en zonas indígenas a través del
Programa de Agua Potable y Saneamiento en Comunidades Rurales (PROSSAPYS), siendo sólo dos en todo el país las
que contaron con proyectos de agua y saneamiento, la tarahumara y la mazahua, y esta última con más del 70% de la
inversión dirigida a ambas regiones. A pesar de que aparentemente se trate de una inversión de consideración, Ávila la
compara con los parámetros de los Objetivos del Milenio (ONU) para evidenciar que no es, por mucho, la inversión
necesaria para mejorar significativamente la situación en la zona. La autora llama la atención sobre la relación de estos
montos ejercidos en 2004 y la movilización mazahua. Ávila señala que los municipios beneficiados por este programa
fueron Donato Guerra, Villa Victoria y San Felipe del Progreso, así que el financiamiento para el avance en Villa de
Allende tendríamos que buscarlo en otros programas o niveles de gobierno.
73
Ver Cuadro 7, diferencia porcentual respecto de 1995
74
El TLA es una instancia social a nivel internacional sin reconocimiento jurídico y cuyas resoluciones no son
vinculantes, constituye un espacio de denuncia y seguimiento público de los conflictos por el agua en la región. De
acuerdo con el Tribunal, las demandas del movimiento son: ―la restitución de sus tierras y aguas; el desarrollo del Plan
Integral de desarrollo sustentable para la región, con el objetivo de detener el deterioro de la cuenca, la pobreza y el daño
ambiental, social y cultural; la dotación adecuada de agua en calidad y cantidad para todas las comunidades de la región;
y el reconocimiento inmediato del agua como derecho humano para todos.‖ Véase, http://www.tragua.com/
104
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

A modo de conclusión
Recientemente, el Sistema Cutzamala se muestra como una obra hidráulica insuficiente, con
fallas en su funcionamiento y falta de mantenimiento, e incluso como generadora de efectos
nocivos en el medio ambiente. Sobre todo se observa limitado en su eficacia como sistema
proveedor de agua potable y ello es atribuido por las autoridades a variables como el cambio
climático o la falta de conciencia ciudadana respecto al costo de la infraestructura hídrica.
Pareciera que para las autoridades locales y federales, el problema de abasto de agua se resuelve
con un incremento fortuito de lluvias que permitan mantener niveles óptimos de agua
almacenada en las presas del sistema o con el incremento de las tarifas.
Hay un cierto consenso sobre la necesidad de modificar el modelo de administración del agua
pero, de acuerdo con los presupuestos del modelo de administración del agua y los argumentos
políticos y técnicos que llevaron a la puesta en marcha de este trasvase, las soluciones tendrían
que plantearse desde otra perspectiva, es decir, construir un modelo de gestión basado en la
perspectiva de la demanda y en el equilibrio regional. Un equilibrio regional que por lo menos
implique que el abasto de agua potable en la región abastecedora no se vea afectado por el
trasvase. Esto tiene que ver también con el manejo integral de los recursos ya que, si se quiere
conservar el aporte de agua del Sistema Cutzamala a ambas regiones, tendrían que tomarse
medidas de carácter ambiental para el manejo adecuado de la cuenca.
Es importante aclarar que no estamos señalando aquí una relación causa-efecto entre la baja
disponibilidad y los conflictos; de ser así podríamos suponer que los conflictos serían constantes.
Sin duda, las violaciones al derecho humano al agua y la baja en la disponibilidad del recurso
son parte del agravio que ha motivado y puede motivar nuevos conflictos, pero hay otros
factores que han incidido o incidirán en el surgimiento de los movimientos como las
oportunidades políticas, los marcos y los recursos con los que se cuenten para la movilización.
No obstante sí consideramos que el inadecuado modelo de gestión que se manifiesta a través de
factores técnicos identificados en general como ―fallas‖ del Sistema Cutzamala, se ha traducido
en la menor disponibilidad de agua en las viviendas de la región abastecedora, en el menoscabo
del derecho humano al agua y en conflictos sociales. Queda la duda aún de si los trasvases en
general pueden funcionar desde la perspectiva de la demanda lo mismo que las grandes obras de
infraestructura. Cabe la posibilidad de que la perspectiva de la demanda requiera de obras
hidráulicas medianas y pequeñas así como de medidas dirigidas a la utilización del recurso al
interior de la cuenca y no de otras cuencas.
En general, las transferencias pueden ser vistas como instrumentos para la administración del
agua desde la perspectiva de la demanda, sobre todo cuando se prefieren en lugar de medidas
como el reuso o tratamiento del agua, las restricciones al crecimiento urbano, la reducción de
fugas, la actualización de tarifas bajo criterios técnicos, una más eficiente medición del consumo
de agua y la promoción de un uso racional del recurso por parte de todos los sectores. Además,
la perspectiva de la demanda tendría que apoyarse en una perspectiva ambiental del manejo del
recurso.
Transformar el modelo de administración del agua implica responder a la pregunta de qué tanto
ha valido la pena la construcción y el mantenimiento de este sistema en relación con el aporte de
agua que representa para la ZMVM. También implica el reconocimiento de que la escasez del

105
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

recurso es consecuencia de la mala administración del recurso y no de factores supuestamente


fortuitos como el cambio climático. El análisis del uso político del recurso será fundamental ya
que, entre otros factores, la mala administración del recurso se deriva de la rentabilidad política
de la perspectiva de la oferta y los riesgos que la clase política debe correr si pretende incidir en
la demanda.

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

II. PROCESOS PRODUCTIVOS

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110
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Apropiación, territorialidad y manejo del recurso pesquero en el lago de


Pátzcuaro, Michoacán
Jessica A. Fong Cisneros
Resumen
El deterioro ecológico, el declive productivo y la sobrepesca en el Lago de Pátzcuaro,
Michoacán, urgen la intervención regulatoria del Estado 75. Sin embargo, intentos de imponer un
ordenamiento han sido inefectivos. Los indígenas p‘urhépecha de la zona ejercen el manejo de
facto sobre el recurso pesquero; un manejo construido a partir de su historia, visión del mundo y
formas de vida y que difieren de las propuestas del Estado y la ciencia. En este artículo se
analiza varios elementos que conforman la lógica interna que rige este sistema de manejo. Para
ello, se realizaron entrevistas, observación participante y talleres participativos con pescadores
organizados y representantes de las uniones pesqueras de las comunidades de Tzintzuntzan,
Ichupio, Tarerio, Ucasanástacua, Ihuatzio, San Jerónimo Purenchécuaro, San Andrés
Tziróndaro, Yunuén, La Pacanda, Puácuaro y Ojo de Agua, entre marzo y octubre de 2009. Se
hace un repaso de diferentes formas de apropiación indígenas del espacio lacustre y del recurso
pesquero, se describen los factores de cambio en el uso del recurso y refiere a un complejo
escenario sociopolítico regional. Finalmente, se analizan las implicaciones que la territorialidad
que define el sistema de manejo actual tiene sobre la sustentabilidad pesquera.

Palabras clave: pesca, apropiación, territorialidad, manejo de recursos naturales.

Introducción
Mucho se ha escrito acerca de la pesca en el Lago de Pátzcuaro y de la degradación general del
ecosistema lacustre. En los últimos veinte años, diferentes estudios de biología pesquera han
advertido su estado de sobreexplotación y declive productivo urgiendo, entre otras cosas, la
intervención regulatoria del Estado. Se han formulado diversas medidas que pretenden
organizar, limitar, registrar y ordenar la extracción de tal forma que, actualmente, son tres los
instrumentos oficiales que norman la pesquería de este lago michoacano: el Ordenamiento
Pesquero del Lago de Pátzcuaro (1999), el Plan de Manejo del Lago de Pátzcuaro (2000) y la
Norma Oficial Mexicana 036-PESC-2007 (2007). No obstante, las poblaciones de peces siguen
decreciendo de manera alarmante mientras los productores, en su mayoría indígenas
p‘urhépecha, continúan practicando la pesca independientemente de lo establecido por la ley.
A pesar de esto, sería erróneo pensar que la pesca en el Lago de Pátzcuaro no está ordenada. Los
pescadores ejercen un manejo de facto sobre el recurso pesquero que, aunque no obedezca las
propuestas de la ciencia y del Estado, representa un sistema de normas y arreglos, efectivo y
vigente —aunque no carente de cambios y conflictos—, que organiza y regula el uso del
recurso. Algunos han calificado esta forma de manejo de los usuarios como ―irracional‖ por ser

75
El trabajo de campo en que se basa este trabajo se llevó a cabo con fondos de La Fundación Gonzalo Río Arronte,
I.A.P. como parte del proyecto ―Manejo integral para el control de malezas acuáticas, especies invasoras y remoción de
sedimentos en apoyo a la recuperación de especies emblemáticas y mejora de la calidad del agua del Lago de Pátzcuaro‖
que es parte del Programa de Recuperación Ambiental de la Cuenca del Lago de Pátzcuaro a cargo del Instituto
Mexicano de Tecnología del Agua.
111
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contraria a la regulación oficial y a la conservación de recurso. Pero esta acepción tampoco es


del todo acertada ya que el manejo que realizan los pescadores sigue una lógica compleja
elaborada en base de su propia historia, visión del mundo, estrategias de subsistencia y formas
de organización social. Una lógica que quizá no garantice la sustentabilidad productiva del lago
pero sí permite la reproducción de las familias y la formas de vida de los pescadores y mantiene
el control, a nivel comunitario y regional, de los indígenas sobre del recurso pesquero.
Más que un problema de implementación de políticas públicas, en el Lago de Pátzcuaro
tenemos, entonces, dos esquemas de manejo pesquero diferentes y encontrados: uno —el de la
ciencia y el estado— occidental y científico, construido desde arriba y afuera: desde la biología,
los muestreos, los mapas satelitales, las estadísticas, las instituciones y las leyes, escrito con el
objetivo declarado de la conservación de un recurso natural; y otro indígena y tradicional,
construido desde abajo y adentro, desde la cosmovisión indígena, la experiencia cotidiana, la
familia, la organización comunitaria y la costumbre (mejor dicho el costumbre según Aida et al,
2003), cuyo objetivo implícito es la subsistencia material y la reproducción cultural de un
pueblo.
Este trabajo se enfoca en el segundo esquema, el indígena; no para defenderlo sino para
contribuir a su entendimiento, analizando cómo se construye, se negocia, se practica y se
legitima. Para abordar el tema, en primer lugar expondré el contexto de crisis ambiental y
productiva en que se desarrolla la pesca en el Lago de Pátzcuaro. Después se presentan algunas
de las formas o mecanismos en que los usuarios del recurso pesquero se apropian del lago y sus
peces de forma simbólica, material y política. Posteriormente, se señalan algunas implicaciones
que tienen estas formas de apropiación —en especial aquella que territorializa el espacio
lacustre— sobre la configuración del manejo pesquero indígena a nivel regional.
En cuanto a la apropiación, para ordenar el análisis y el texto que aquí presento, entre los
pobladores p‘urhépecha del lago he distinguido tres formas, ya mencionadas: la simbólica, la
material y la política. Apropiación simbólica significa la integración del lago y el recurso
pesquero en la matriz cultural de este grupo a través de su inclusión en el ritual, el conocimiento,
la cosmovisión, la mitología, la historia, la expresión artística y la identidad. La apropiación
material o económica es el aprovechamiento del recurso y territorio pesquero que se lleva a cabo
mediante el trabajo, el conocimiento y la tecnología con el objetivo de satisfacer las necesidades
humanas. La apropiación material incluye la producción, el intercambio y el consumo, pero aquí
sólo discutiré lo relacionado con la producción. Por último, como apropiación política me
refiero a la inclusión del espacio lacustre y sus peces en la esfera de poder de un grupo social;
así, el espacio lacustre se convierte en un territorio geopolítico (o varios territorios) sobre el que
distintos actores compiten y negocian su ocupación, uso y control.
Evidentemente, estas tres formas de apropiación se encuentran estrechamente relacionadas para
generar un uso de los recursos naturales que permita la reproducción cultural y material de las
familias de pescadores y de las comunidades que participan de la pesca. Así, veremos cómo la
apropiación simbólica es el fundamento y significado de la económica y la justificación de la
apropiación política. Al mismo tiempo, las formas de apropiación material alimentan y le dan
uso práctico a las formas simbólicas (sobre todo en cuanto al conocimiento tradicional se
refiere), pero, al mismo tiempo, problematizan la apropiación política. Finalmente, ésta última

112
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

funciona para asegurar la apropiación económica y continuar reproduciendo la simbólica.


Aunque interrelacionadas e interdependientes, la apropiación no es un sistema cerrado ni es el
único factor que moldea el manejo de la pesca en este lago. Sin embargo, es un marco analítico
útil para aproximarnos a su lógica interna.
Además, la apropiación, el manejo de los recursos naturales y la territorialidad 76 entre los
p‘urhépecha no son elementos dados, inertes, perpetuos, sino sumamente dinámicos que
responden adaptándose ante cambios de origen externo e interno que los involucran (como la
caída de la producción, nuevas tecnologías, introducción de especies exóticas o intervenciones
del estado). Tampoco son homogéneas ni carentes de conflictos, de hecho en la pesca, la
heterogeneidad y el enfrentamiento entre las formas de apropiación y territorialidad de los
diferentes grupos de pescadores han motivado una reelaboración del manejo tradicional de este
recurso y del espacio lacustre, tal como se discute en la última parte de este escrito.

El deterioro ambiental del Lago de Pátzcuaro y el recurso pesquero


El Lago de Pátzcuaro se ubica en una cuenca endorreica 77 localizada sobre el Eje Neovolcánico
Transversal que cruza Michoacán y otros estados del centro del país. A una altura de 2,035
metros sobre el nivel del mar, el lago se encuentra rodeado de cerros y montañas de origen
volcánico que dan lugar a bosques de coníferas en la parte alta y algunos bosques mesófilos y
matorrales en la baja. El paisaje del lago también incluye pequeños valles intermontanos, valles
y planicies ribereños (resultado de la desecación del lago) y humedales (Barrera, 1992). Una
gran proporción de estas tierras son utilizadas para la agricultura o convertidas a pastizales para
la ganadería (Álvarez Icaza y Garibay, 1992). La cuenca comprende una extensión de 929 km²
(IMTA, 2007) que incluye los municipios de Quiroga, Tzitzuntzan, Erongarícuaro y Pátzcuaro
principalmente78. La población total de estos cuatro municipios es de 128,578 habitantes de los
cuales el 50.35% habita en las ciudades de Pátzcuaro y Quiroga mientras que el resto reside en
129 asentamientos rurales (INEGI, 2005).
Gracias a la variedad de ecosistemas que circundan el lago, los habitantes de las comunidades
indígenas de la región han logrado desarrollar una diversidad de actividades productivas que les
han permitido conservar y reproducir su forma de vida a lo largo de la historia, entre ellas se
encuentran: la agricultura (mayormente de temporal y de temporal con humedad residual), la
ganadería extensiva, la pesca, la cacería, la elaboración de una gran variedad de artesanías, y la
recolección de resina, plantas silvestres y productos maderables (Toledo y Argueta, 1992). Entre
las actividades económicas que resultan de suma importancia para la reproducción social de
estas comunidades se encuentran también el comercio y, de manera creciente, la migración
estacional a otras zonas del país y a Estados Unidos. El deterioro ecológico de la región ha sido,

76
En este texto, cuando hablo de territorio me refiero al espacio geográfico socialmente construido y apropiado,
vinculado a la identidad, la cosmovisión y las formas de vida. Como territorialidad entiendo las ideas y formas
culturales que sirven para reconocer, configurar y estructurar un territorio, sus usos, usuarios y fronteras. Con
territorialización me refiero al proceso de territorializar, esto es, todas las acciones dirigidas a convertir un espacio en
territorio.
77
Sus aguas no tienen salida al mar o escorrentía hacia un río (Barrera Bassols, 1992).
78
Algunas comunidades de Huiramba, Nahuatzen y Tingambato también forman parte de esta cuenca (IMTA, 2007).
113
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sin duda, un factor de influencia en este último fenómeno, al menos entre un número
considerable de pescadores.
En décadas recientes, el espejo de agua ha experimentado una constante reducción y en la
actualidad comprende menos de 7,500 ha (Alaye, 2006). La desecación es un fenómeno de gran
importancia considerando que el lago perdió el 50% de sus aguas entre 1943 y 2006 y continúa
disminuyendo (Ibíd.). Esto no solamente ha alterado el ecosistema y modificado visiblemente el
paisaje, sino que también ha transformado las actividades económicas y estrategias de vida de
los pobladores de las riberas más afectadas, en especial aquellos que se dedicaban a la pesca. La
actividad pesquera ha disminuido considerablemente en comunidades como Jarácuaro (que
originalmente era una isla y hoy se encuentra unida a tierra firme), Erongarícuaro y Arócutin
debido, entre otras razones, a que la ribera se ha alejado decenas de metros del centro
poblacional. Mientras el recurso pesquero continúa mermando, los pobladores de estas
comunidades (de las cuales, Jarácuaro representa el caso más sobresaliente), han reconocido
rápidamente la disponibilidad de otro recurso antes inexistente: las tierras emergentes. Estas
tierras, resultado de la desecación y el asolvamiento, han sido y continúan siendo rápidamente
convertidas al pastoreo y en menor medida a la agricultura en todas las comunidades ribereñas 79.
Este proceso, paradójicamente, acelera el asolvamiento del cuerpo de agua.
La disminución del área lacustre está directamente relacionada con los problemas de
deforestación y cambio de uso de suelo que existen en toda la cuenca y que provocan una
disminución de la humedad ambiental y de la infiltración de aguas pluviales y un aumento de la
erosión del suelo. Además de aumentar la desecación, el azolve aporta cantidades considerables
de nutrientes que se suman a las descargas de drenaje de los centros poblacionales y los
agroquímicos arrastrados por la escorrentía a nivel cuenca. Especialmente problemáticos son las
descargas de Erongarícuaro, Pátzcuaro, Janitzio, Quiroga y Tzintzuntzan, incrementadas
sensiblemente por las actividades turísticas. La alta disponibilidad de nutrientes afecta la calidad
del agua y beneficia la proliferación de maleza y algas acuáticas indeseables. Entre los efectos
más visibles de la contaminación y azolvamiento se encuentra el aumento en la turbidez del
agua. Todo esto resulta en un ecosistema acuático altamente perturbado que, sin duda, perjudica
las especies de peces nativos (INIRENA, 2000; Toledo et al., 1992; Alaye, 2006; IMTA, 2007).
A la lista de agravios se suman las especies de peces introducidas, conocidas también como
especies exóticas o invasoras. Originalmente, en el Lago de Pátzcuaro habitan diez especies de
peces nativos importantes para la pesca: el pescado blanco (Chirostoma estor), tres especies de
charal (Chirostoma sp), una especie de ciprínido endémico conocido como acúmara (Algansea
lacustri) y cinco especies de godeidos (Allophorus robustus, Neophorus diazi, Allotoca vivipara,
Godea atripinnis, Skiffia lermae). Entre 1929 y 1930, la lobina negra (Micropterus salmoides)
fue introducida y en la década de los setenta se sembró la carpa de Israel (Cyprinus carpio), la
carpa herbívora (Ctenopharyngodon idellus) y la tilapia (Tilapia melanopleura sp), todas con el
objetivo de aumentar y diversificar la producción pesquera (Rojas, 1992). Aunque estas especies
han adquirido cierta importancia económica y alimenticia para los pobladores del lago, su

79
La apropiación de estas tierras ha sido motivo de conflicto entre los habitantes del lago. Un caso bien documentado es
el de Santa Fe de La Laguna (Zarate, 2001).
114
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

presencia ha terminado por alterar las cadenas tróficas y el medio ambiente lacustre afectando
negativamente las poblaciones de especies nativas (Ibid.; INIRENA, 2000; Alaye, 2006).
Actualmente, incluso las especies exóticas han sufrido los efectos de deterioro ambiental y de la
sobrepesca y sus poblaciones se encuentran muy disminuidas.
Por otro lado, los indicadores de deterioro de la cuenca y en especial del Lago de Pátzcuaro han
motivado la intervención del Estado y otros actores sociales en diversos sectores, y el sector
pesquero no ha sido la excepción. Desde inicios de los años 1980s, en un intento por frenar la
sobrepesca, la entonces Secretaría Federal de Pesca (SEPESCA) impuso la veda temporal para la
captura de todas las especies de peces y anfibios en el Lago de Pátzcuaro. Otras iniciativas
recientes de ordenar y limitar la extracción han sido: las vedas de 1998, 1999 y 2000; el
Ordenamiento Pesquero (1999); el Plan de Manejo (2000); y la Norma Oficial Mexicana (036-
PESC-2007): Pesca responsable en el Lago de Pátzcuaro, ubicado en el Estado de Michoacán:
Especificaciones para el aprovechamiento de los recursos pesqueros que entró en vigor en
2009. No obstante, como se dijo ya, los tres instrumentos vigentes siguen sin implementarse, en
parte porque no existen condiciones sociales para ello 80.
Como un intento de establecer un control sobre el esfuerzo de captura, en los años ochenta,
también por iniciativa de SEPESCA, el sector pesquero se organizó en 26 uniones y una
cooperativa (Rojas, 1992). El sistema de uniones aún existe y en todos los casos la unión incluye
a todos los pescadores de la comunidad inscritos en el Registro Nacional de Pesca (RNP),
excepto en Janitzio donde existen cinco organizaciones. Sin embargo, muchas uniones se
desorganizaron después del 2000 y existe un número inestimado de pescadores libres que
practican la actividad sin registrarse del RNP. Además de intentos de control y registro, en los
últimos catorce años, han tenido lugar una serie de iniciativas para el estudio y reproducción del
pescado blanco y, en menor medida, de la acúmara y el achoque (Ambystoma dumerilii), en
donde han participado instituciones científicas, de gobierno estatal y federal, y miembros de las
comunidades ribereñas e isleñas81.
A pesar de los cuantiosos recursos que se han destinado, el deterioro de la pesquería del Lago de
Pátzcuaro se ha agudizado en los últimos 15 años. El manejo ecológicamente inadecuado de la
cuenca y del recurso pesquero han tenido como consecuencia la reducción de todas las especies
nativas, algunas de las cuales ya se encuentran al borde de la extinción, como es el caso
conocido del pescado blanco y el achoque; en años recientes, la acúmara también se ha visto
muy escasa. Las estadísticas registran que en 1988, se obtuvo una captura de 2,523 toneladas de
diferentes especies (Orbe, 2002); mientras que en 1999 (último registro de captura confiable), la
producción total registrada fue de 170 toneladas (Alaye, 2006). Es decir, entre 1988 a 1999, la
producción registró un descenso de poco más de 93%.

80
Al abordar estos documentos, los pescadores entrevistados manifestaron, primero, su ignorancia acerca de la existencia
o de los términos precisos de los mismos, y segundo, una oposición a sus restricciones principales como las zonas y
temporadas de veda, la cantidad de redes por pescador, la luz de malla recomendadas y la prohibición del chinchorro.
Esto también fue reportado en una encuesta realizada por Carlos Ortiz (2004) y, anteriormente, en las recomendaciones
de COEECO (2002) acerca del Ordenamiento Pesquero para el Lago de Pátzcuaro.
81
Ejemplos de las diferentes intervenciones en el sector pesquero se mencionan en Ortiz, 2004; Garibay, 1992; Alaye,
2006; Castilleja, 2004; Rojas, 1992; Esteva, 2003; y fueron referidas por pescadores y representantes de pescadores en
entrevistas y talleres.
115
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Aunado a los magros resultados de los esfuerzos por proteger la fauna acuática nativa y el
ecosistema lacustre, cabe destacar que algunas intervenciones por parte del Estado han
contribuido a generar escenarios conflictivos que dificultan aún más la posibilidad de regular
esta pesquería. Por un lado, los apoyos productivos de diversas instituciones del Estado para este
sector han favorecido a ciertos grupos o personas, ocasión que genera y agrava pugnas y
conflictos entre pescadores a nivel local y regional. Por otra parte, el gobierno del estado escogió
al líder de una de las dos facciones enfrentadas de pescadores como interlocutor y representante
único de todas las uniones pesqueras, cuestión que ha creado sumo descontento entre grupos de
pescadores antagónicos a este personaje. Finalmente, un tercer ejemplo de las intervenciones del
Estado que han tenido resultados contraproducentes es el último intento de veda (2000) que
provocó la ruptura entre la mayoría de las uniones de pescadores y las autoridades de gobierno
federal. Ello ha significado un retroceso en la administración pesquera oficial ya que, a partir de
entonces, no ha sido posible recuperar las estadísticas de esfuerzo pesquero y volúmenes de
captura en el lago. Por tanto, actualmente, se carece de datos que permitan evaluar la
productividad pesquera, definir el rendimiento máximo sostenible o conocer la abundancia de
las diferentes especies. En fin, lo importante es que este conflictivo contexto sociopolítico
complica el desarrollo de esquemas y acciones que permitan mejorar el manejo del ecosistema
pesquero ante el evidente deterioro ambiental que experimenta.

Formas de apropiación simbólica del lago y del recurso pesquero entre los p’urhépecha
Los pobladores que hacen uso del recurso pesquero del Lago de Pátzcuaro —esto es 513
pescadores activos (Alaye, 2006) y muchos otros temporales que escapan registro alguno—
pertenecen a 23 comunidades rurales: 19 ribereñas y 4 isleñas 82, mismas que se encuentran en
cuatro municipios: Erongarícuaro, Pátzcuaro, Tzintzuntzan y Quiroga. En esta región, el grupo
indígena dominante es el p‘urhépecha, siendo la población hablante de la lengua originaria de
14,603 habitantes (11% del total) en los cuatro municipios (INEGI, 2005). Pero este no es un
indicador confiable de la presencia indígena ya que existen numerosos poblados cuyos
habitantes se identifican y son identificados como p‘urhépecha aunque hayan abandonado el uso
del idioma.
La pesca en el Lago de Pátzcuaro es una actividad dominada por este grupo étnico83 y el lago, el
recurso pesquero (particularmente el pescado blanco) y la pesca son referentes identitarios
obligados para los habitantes de la ribera y las islas. Los p‘urhépecha del lago se consideran
descendientes de los pobladores originales quienes ya practicaban la pesca. El lago, sus islas y la
tierra que lo rodea son su patrimonio, un territorio en el que se transcurre la vida, el trabajo y el
ritual. En él se encarnan su historia, pertenencia y origen, se articulan las relaciones entre la
naturaleza y la sociedad, se desarrolla su visión del mundo y su identidad.

82
Las comunidades ribereñas son: Erongarícuaro, Oponguio, Puácuaro, Colonia Revolución, Napízaro, Santa Cruz
Uricho, Arócutin, Rancho Santiago, Ihuatzio, Cucuchucho, Ucasanástacua, Tarerio, Ichupio, Tzintzuntzan, Ojo de Agua,
Santa Fe de la Laguna, San Jerónimo Purenchécuaro, San Andrés Tziróndaro y Urandén Morelos. Las islas son: La
Pacanda, Janitzio, Yunuén y Tecuena (Alaye, 2006).
83
La encuesta de Ortiz (2004) reporta que el 96.6% de los pescadores se identificaron como indígenas de esta etnia.
116
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Pero esta identidad que desarrollan los pobladores del lago no significa sólo arraigo,
autoadscripción, autorreconocimiento y autoidentificación; en realidad, la identidad no tendría
sentido si no se opusiera al otro y fuera reconocida intersubjetivamente (Giménez, 1993). Así,
vemos que a nivel regional, entre los p‘urhépecha, la región Lacustre es considerada una de las
cuatro subregiones en las que se divide su territorio84 y esta subregionalización es reconocida e
interiorizada por los propios indígenas como parte de su identidad y sentido de pertenencia
(Castilleja et al., 2003). En este sentido, el lago es un geosímbolo, un espacio geográfico sobre el
que los p‘urhépecha mantienen una dimensión simbólica que forma parte de su identidad
cultural (Giménez, 1996). Y así también, la pesca y el pescado son símbolos que representan a
los habitantes del lago y su cultura, incluso frente a los otros de la misma etnia que habitan
comunidades de otras subregiones.
La actividad pesquera y el producto de la misma se han traducido simbólicamente para
integrarse a la cosmovisión y la identidad cultural a través el conocimiento tradicional, las
ceremonias religiosas, la mitología, los cuentos y leyendas y las diversas manifestaciones
artísticas. Siendo todos estos, al mismo tiempo, mecanismos de apropiación cultural y de
expresión y reproducción de dicha apropiación de los que existen numerosos ejemplos.
La apropiación simbólica también permite que la naturaleza y el espacio sean comprendidos, se
vuelvan conocidos y propios y se reconozca la relación entre éstos y el ser humano. Al respecto,
sabemos que entre los p‘urhépecha (como en otros grupos indígenas) la naturaleza se concibe
como ―animada‖ o ―poseída‖ por entidades extraordinarias y poderosas, ante las cuales hay que
desarrollar formas de interacción basadas, principalmente, en la reciprocidad equilibrada. En
este tenor, pescadores de diferentes comunidades han manifestado la creencia de que la escasez
de pescado se debe a la falta de respeto y reciprocidad hacia éste y al incumplimiento de las
costumbres rituales. Por otro lado, resulta aún más común la concepción del pez como un animal
sensible a las acciones, los sentimientos y las relaciones entre humanos; por ejemplo, la
ambición, la envidia entre pescadores o los conflictos por un territorio pueden ocasionar que los
peces desaparezcan de dicho lugar. Dicen los pescadores: ―el pez tienen oídos‖, ―el pez sabe‖,
―el pez es encantado‖. Igualmente, pescar requiere que el pez ―se deje‖ capturar, por tanto los
peces deciden si favorecerán al pescador con una buena captura o evitarán sus redes.
De acuerdo a esto, rituales como las fiestas de San Pedro (patrono de los pescadores) podrían
interpretarse como formas de establecer relación con esas entidades extraordinarias que habitan
y gobiernan la naturaleza y propiciar permisos y beneficios a través de demostraciones de
respeto y reciprocidad. Esta propuesta concuerda con la explicación de la esposa de un pescador
de Santa Fe acerca de la fiesta de San Pedro. De acuerdo a la visión de esta mujer, San Pedro
tiene el poder de ―guardar el pescado‖, ese es el significado de la llave que sostiene en una mano
y el cofre que se encuentra a sus pies. La fiesta es, entre otras cosas, un medio para solicitarle al
santo que no guarde el pescado para siempre. Esta fiesta se celebra el 29 de junio, fecha que
coincide con la época de lluvias cuando comienza a escasear el pescado. La interpretación de la
mujer puede o no representar su verdadero simbolismo, pero, sin duda ejemplifica la visión de la

84
Las otras regiones son: la Meseta o Sierra, la Cañada de los Once Pueblos y la Ciénega de Zacapu. La región Lacustre
comprende el Lago de Pátzcuaro y la Laguna de Zirahuén (Castilleja et al., 2003).
117
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relación ser humano-naturaleza descrita anteriormente. Así pues, la participación de la pesca en


el ritual y la religión demuestran el nivel de interiorización y de integración de esta actividad,
del territorio donde ocurre y del producto que proporciona, en la estructura cultural y la
cosmovisión de los pueblos del lago.
Por otra parte, los indígenas de la zona han desarrollado otra forma de apropiación cultural del
lago y sus peces: el lenguaje. Al nombrar los objetos y situaciones, darles significado y
explicación las incorporamos a la cultura, que es, entre otras cosas, un conjunto de signos,
símbolos, representaciones y valores inherentes a la vida social (Giménez, opt. cit.). Como dice
Guillermo Bonfil ―…nombrar es conocer, es crear. Lo que tiene nombre tiene significado o, si se
prefiere, lo que significa algo tiene necesariamente un nombre‖ (1988; 37). De tal modo,
estudios de etnozoología y etnobotánica han revelado la existencia de una terminología
p‘urhépecha extensa que da nombre y significado a los animales, plantas, vientos, corrientes y
demás componentes del ecosistema del Lago de Pátzcuaro, lo que refleja su ancestral
apropiación (Argueta, 1986; Argueta, 2008).
Pero no sólo se identifican los elementos de la naturaleza, sino que se estudian, se relacionan, se
organizan y se interpretan para construir un acervo de saberes comunes que se transmite de
generación en generación. Este conocimiento tradicional que existe entre los pescadores es
bastante diverso, detallado y específico, abarca la biología de la flora y fauna lacustre, sus
relaciones ecológicas, el ciclo climático, la meteorología, la historia del paisaje, el sistema de
corrientes, el balance hidrológico, la influencia de la luna, la elaboración de embarcaciones y de
artes de pesca y la navegación, y un entendimiento de cómo analizar y conjuntar todos estos
factores para realizar una pesca efectiva en un determinado tiempo y espacio lacustre85. Cabe
mencionar que no siempre sus concepciones de la naturaleza del lago son compatibles con el
conocimiento científico, sin embargo, estos mitos o leyendas también forman parte del bagaje de
significados y explicaciones que auxilia a los pescadores a entender su oficio y que además les
dan identidad. El conocimiento es una forma de apropiación de suma importancia ya es uno de
los elementos que permite la apropiación material del recurso.

Apropiación material y estrategias de subsistencia de las familias de pescadores


El recurso pesquero ha formado parte de la base económica de los pobladores del Lago de
Pátzcuaro desde tiempos precolombinos. Incluso, algunas de las características de la actividad
pesquera descritas en la Relación de Michoacán86 pueden observarse hoy en día. Un pasaje muy
conocido de este texto narra el encuentro entre los cazadores Chichimecas y un pescador del la
isla de Xaráquaro (Jarácuaro), en donde éste último (a petición de los primeros, quienes

85
Sobre el conocimiento tradicional ha escrito extensamente Arturo Argueta (1986 y 2008). Por otro lado, no está de
más aclarar que este conocimiento no es uno sino muchos, se encuentra disperso, varía en cada localidad o zona del lago,
y en ocasiones las ideas de unos se contraponen a las de otros. Esto se debe a la diversidad de condiciones ambientales
que presenta el ecosistema lacustre, las características de las artes de pesca que se utilizan, la tradición familiar y
experiencias particulares de cada individuo, entre otros factores.
86
La Relación de Michoacán es el nombre abreviado del manuscrito titulado Relación de Michoacán o Relación de las
ceremonias y rictos y población y gobernación de los indios de la provincia de Mechuacán, atribuido a Jerónimo de
Alcalá. Este documento del siglo XVI concentra relatos de la historia y de los pobladores de la región del Lago de
Pátzcuaro hasta la llegada de los españoles.
118
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

desconocían los peces y el oficio de la pesca) nombra los pescados que ha capturado: acúmaran
(acúmara), pescado urápeti (blanco), cuerepu (charal) y thiro (especie de godeido nativo), y se
los da a probar. A través de este relato conocemos que el tipo de especies capturadas y sus
nombres, la transportación en canoa, la pesca nocturna con red y diurna con anzuelo son
ejemplos de caracteres de la cultura pesquera con raíces muy antiguas que han logrado
permanecer —con algunos cambios— generación tras generación hasta tiempos modernos.
En la actualidad, los pobladores del lago practican una pesca de tipo tradicional, de pequeña
escala y mayormente de subsistencia, aunque existen algunos pescadores comerciales. La
estrategia de subsistencia de las familias de pescadores incluye una división del trabajo por edad
y género (el hombre produce y la mujer procesa y comercia lo producido) y una diversificación
de las actividades productivas. Las principales actividades que complementan la pesca son la
agricultura, la elaboración de artesanías, la albañilería, la ganadería y la migración temporal.
El descenso productivo ha suscitado al menos dos respuestas de adaptación en las familias
pesqueras: por un lado, un número creciente de pescadores han optado por buscar otras
alternativas económicas y disminuir o abandonar la actividad pesquera; en cambio, otros deciden
aumentar el esfuerzo pesquero, pescando lo más posible para poder satisfacer sus necesidades
económicas. Esto se refleja estadísticamente. En 1986, se calcula que había 1,597 pescadores
activos (Rojas, 1992) mientras que para 2006, el Centro Regional de Investigación Pesquera
estimó 513. Además, la pluriactividad en el sector pesquero ha aumentado de 60% en 1992
(Orbe, 2002) a 91% en 2004 (Ortiz, 2004). En el mismo periodo, el porcentaje promedio de
captura destinado al autoconsumo aumentó de 20-25% a 40% (Orbe, 2002; Ortiz, 2004). Esto
último expresa una reducción considerable en los excedentes comerciables. Pese a la baja
productividad, esta actividad sigue siendo un recurso de suma importancia para la sobrevivencia
de las unidades familiares.
Las tecnologías y técnicas de trabajo que permiten la apropiación del recurso pesquero87 también
han respondido a las nuevas condiciones de deterioro. En las últimas tres décadas, la variedad de
artes de pesca ha ido menguando de forma paralela a la disminución de la diversidad y de las
poblaciones de las especies importantes para la pesca. En el pasado se utilizaban por lo menos
nueve artes diferentes: tsikiata, uiripo, tupirita, parákata, atárakua, umékata, uarokua k’eri,
cherémekua y kurucha jupírakua (Argueta, 1986). En los últimos veinte años, la mayoría de
estas tecnologías ha desaparecido o está en desuso, dando lugar a dos artes de pesca dominantes:
el chinchorro o uarokua k’eri y la red agallera o cherémekua. Estos dos tipos de red ofrecen
capacidades de extracción y relaciones de trabajo diferentes y en torno a ellas ha surgido un
conflicto de suma trascendencia para la administración regional del recurso.
El chinchorro es una red de arrastre que requiere una pesca en grupo donde el dueño del arte de
pesca y la embarcación generalmente recibe el 50% de la captura, mientras que a los peones se
les reparte el resto o su equivalente en dinero. Por lo regular, la pesca con chinchorro requiere de
la fuerza de 4 a 6 personas y se lleva a cabo desde la orilla o cerca de la orilla del lago. El
tamaño de un chinchorro va desde 50 hasta 300 metros y la luz de malla usualmente es muy

87
Este tema ha sido estudiado desde diferentes disciplinas. Ver Argueta, 1986; Argueta, 2008; Ortiz, 2004; Orbe, 2002;
Rojas, 1992; Alaye, 2006.
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pequeña, capturando especies de todo tipo y tamaño (incluyendo ejemplares juveniles). La pesca
con chinchorro requiere de un capital de inversión mayor que la que se realiza con red agallera,
pero permite una pesca de mayor escala, un uso más eficiente del trabajo y por tanto es mucho
más rentable (Ortiz, 2004). El chinchorro es un arte de pesca intensivo y no selectivo, además,
erosiona el bentos extrayendo plantas donde desovan los peces. Por estas razones, el chinchorro
es considerado por científicos, instituciones Estatales y otros pescadores como un arte nocivo y
un factor en la disminución de las poblaciones de peces. El uso del chinchorro fue prohibido
desde hace 20 años, no obstante, esta legislación no se ha hecho efectiva. Sin embargo, en años
recientes, la baja productividad del lago ha disminuido la rentabilidad de la pesca con chinchorro
ocasionando que algunos chinchorreros abandonaran su uso voluntariamente.
La red agallera es una red de enmalle de uso individual que puede medir hasta 100 metros pero
que usualmente es de menor tamaño. El promedio de redes por pescador es de 10 (Ortiz, opt.
cit.). La luz de malla es específica para cada especie y permite orientar la pesca hacia las tallas
reproductivas y por tanto se considera un arte de pesca más compatible con el manejo sostenible
del recurso. Las redes comúnmente se colocan en zonas con profundidades medias, evitando las
orillas y las partes más alejadas y profundas. Anteriormente, los pescadores colocaban redes
para todas las especies; hoy en día, las redes para pescado blanco y lobina negra también están
cayendo en desuso. Sin embargo, aunque la cherémekua es un arte menos intensivo, el número
de redes y de pescadores agalleros es mucho mayor que el de chinchorreros y en conjunto
ejercen una presión similar sobre el recurso en cuanto a volumen de extracción se refiere (Ortiz,
opt.cit.). Es por ello que la regulación oficial también establece límites a las cantidades y
tamaños de redes agalleras por especie.

La apropiación política: El discurso de apropiación, los conflictos sobre el recurso y la


nueva territorialidad
Entre los p‘urhépecha del Lago de Pátzcuaro, existe un discurso de apropiación política sobre
los recursos naturales y el territorio que legitima y reclama su uso y poder de decisión sobre
ellos. Dicho discurso de reivindicación, común a muchos grupos indígenas, se basa
primeramente en el derecho aborigen. Éste sostiene que los recursos naturales, en este caso el
lago, sus aguas y sus peces, son propiedad de los habitantes nativos quienes se han ganado este
derecho gracias a una larga historia de ocupación y uso que precede la llegada de cualquier otro
grupo humano. Este discurso se expresa y enmarca en diversos conflictos que amenazan el
control de las comunidades indígenas sobre su territorio y la explotación de sus recursos.
Algunos casos documentados relativos al lago y terrenos aledaños son, por ejemplo, el conflicto
entre la cooperativa de lancheros indígenas de la isla de Janitzio y el gobierno federal en 1978-
1979. Los primeros reclamaban a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes el privilegiar a
los lancheros mestizos de Pátzcuaro en las concesiones de transporte lacustre y negarles el
derecho, como ―dueños naturales de sus aguas y de las tierras de la ribera y del mismo lago‖, a
―que los recursos naturales del Lago de Pátzcuaro, sean explotados por los pueblos indígenas
para beneficio de los propios indígenas‖ (Carta Abierta de las Comunidades Indígenas del Lago
de Pátzcuaro reproducida en Argueta, 1986; 92-94).

120
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

El derecho aborigen cobra mayor fuerza y sentido cuando se reafirma también la identidad y las
fronteras étnicas, como queda claro en el caso de Santa Fe de la Laguna documentado por José
Eduardo Zarate (2001). La disputa entre comuneros de esta población y ganaderos y agricultores
mestizos originarios de Quiroga sobre su ocupación de terrenos pertenecientes a la comunidad
indígena (algunos de los cuales se encontraban a orillas del lago) alcanzó su punto más alto a
finales de los ochentas. La revalorización y el resurgimiento de la identidad étnica p‘urhépecha y
sus derechos sobre el territorio también se expresan en la festividad del Año Nuevo P‘urhépecha
que surgió en esos años y continua el día de hoy (v. Zarate, 2001).
Finalmente, el conflicto por la veda temporal en el Lago de Pátzcuaro en el año 2000, cuya
sucesión de eventos y análisis es presentada por Esteban Martínez Sifuentes (2002), es el
referente más vivo entre los pescadores de la región acerca de la defensa de sus derechos de uso
y manejo de este territorio. La autoritaria imposición del Estado, confiscando (y en ocasiones
destruyendo) chinchorros y redes, ocasionó la resistencia activa de los pescadores de todo el
lago. A pesar de que en la década anterior sucedieron violentos conflictos al interior del gremio
y los desacuerdos continúan en el presente, cuando vieron amenazado su territorio y forma de
vida, los pescadores recurrieron para reafirmación, unión y empoderamiento a la identidad étnica
y el derecho aborigen. Argumentos que continúan repitiendo el día de hoy a la menor
provocación.
De esta forma, la identidad y el sentido de pertenencia construidos a través de la historia,
trascienden las esferas de la vida cultural para incorporarse al discurso político que justifica y
legitima la apropiación económica del territorio y de los recursos naturales. Así, el territorio
lacustre, el recurso pesquero y la pesca han sido incluidos no sólo en la cosmovisión, economía
y tradición cultural de los indígenas de la zona sino también en su esfera de poder y control. En
este proceso de apropiación política, el conflicto por la veda en 2000 fue completamente
decisivo ya que resultó en la manifestación y fortalecimiento de este poder. Al verse primero
excluidos por el Estado de las decisiones sobre el manejo del lago y obligados coercitivamente a
obedecer estas decisiones, los pescadores comenzaron un proceso que ha terminado por excluir
casi por completo al Estado en las decisiones de los usuarios sobre el recurso88. De modo que en
la actualidad, los pescadores deciden sus formas y reglas de manejo sin importar los
lineamientos y medidas de manejo establecidos por el Estado.
Además del discurso y la identidad étnica, para lograr la apropiación política, resulta de suma
relevancia el hecho que los pescadores sean dueños de las herramientas y las embarcaciones que
utilizan para pescar, e incluso, ejerzan un tipo de propiedad de la parte del lago donde realizan
esta actividad. De esta forma, los usuarios poseen todos los medios de apropiación económica
(dígase los medios de producción) y esto les permite realizar decisiones cotidianas sobre el

88
Como se menciona párrafos arriba, la respuesta al conflicto por la veda del 2000 por parte de los pescadores ha sido
ignorar toda regulación y registro establecido por Estado. Además, debilitaron intencionalmente el sistema de uniones ya
que en muchos casos su principal función era la interlocución con el Estado. Empero, es justo decir que en los último s
años, el Estado ha realizado esfuerzos por rehabilitar los lazos con las uniones y su influencia sobre ellas al otorgar
financiamientos productivos. Para ello, nombró unilateralmente un representante oficial de todo el gremio que hace las
veces de intermediario para gestionar y distribuir los apoyos. Asimismo, el Estado no ha vuelto a intentar implementar
ningún ordenamiento, aun cuando la NOM-036-PESC-2007 fue aprobada y se suponía entraría en vigor en mayo de
2009.
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manejo del recurso y participar en las decisiones a nivel comunitario e intercomunitario que
forjan el manejo regional. Siendo así, el Estado, contraparte que reclama poder sobre el espacio
lacustre y sus recursos al dictaminar leyes y emprender acciones para implementarlas, se ve
forzado a negociar, legitimar y competir ese poder con los usuarios que ejercen el poder in situ.
La lucha de poder entre el Estado y los pescadores indígenas de la zona, es solamente el primer
nivel de conflicto por el control del manejo del recurso pesquero. Existen otros dos niveles: el
regional y el comunitario, los que han dado lugar a una nueva territorialización (y territorialidad)
del espacio lacustre y un manejo fragmentado del recurso. Para mantener un enfoque general,
hablaré sólo de las diferencias, disputas y arreglos a nivel regional.
En el pasado89, el lago se consideraba un recurso de propiedad común de todas las comunidades
lacustres. Los miembros de cualquiera de las comunidades ribereñas e isleñas podían acceder y
explotar este recurso en cualquier punto del lago que no estuviera siendo utilizado por otro
pescador. No existían áreas de pesca particulares ni por comunidad. De acuerdo a la historia que
relatan los pescadores, incluso existía la costumbre de evitar pelear por un área de pesca ya que
esto podría causar que los peces abandonaran el sitio en perjuicio de los pescadores en disputa.
En el tiempo que existió este arreglo, al parecer la población de pescadores era mucho menor y
comprendía principalmente a pobladores de las islas. También existían algunas medidas para
limitar la extracción y proteger la reproducción de los peces. Una de estas medidas, muy referida
por pescadores (y en la literatura), era la veda tradicional en época de lluvias.
Algunos de los pescadores que obedecieron esta forma anterior de manejo se hacen llamar
pescadores originales o tradicionales para distinguirse de los que no comparten la tradición
pesquera a la que refiere el párrafo anterior90. Estos pescadores explican que también se
acostumbraba ―dejar descansar el pez‖, pescando únicamente de noche y/o cambiando los sitios
de pesca, también se pescaba sólo unos días a la semana y se respetaban algunas áreas de
desove. Los pescadores tradicionales explotaban el recurso para su subsistencia (―para comer y
un poquito para vender‖) y no de forma comercial intensiva ni para la acumulación de capital.
Estos pescadores dicen poseer un conocimiento tradicional más amplio y conocer las leyendas y
mitos sobre la naturaleza de los peces.
Pero esta forma de manejo tradicional comenzó a cambiar alrededor de la década de 1970 91. Por
esos años y sobre todo en los ochenta, se incorporaron a la pesca un mayor número de

89
Es difícil determinar las fechas de este ―pasado‖ ya que no existe un consenso entre los pescadores acerca de cuándo
comenzó y terminó esta forma de manejo anterior a la actual. Hablaré más de esto después.
90
Estas diferenciaciones son sumamente subjetivas y las usan los que defienden una fo rma anterior de manejo para
descalificar a los que han impuesto o forzado el establecimiento de la que existe actualmente. Por ejemplo, un pescador
agallero de Pacanda se dice ―original‖ cuando califica a pescadores de San Andrés como ―no originales‖, afirmando que
los isleños han pescado desde siempre, mientras que los chinchorros de San Andrés son nuevos en el oficio. Si uno
pregunta a en San Andrés, ellos afirmarán que su tradición es ancestral puesto que su abuelo y sus padres eran
pescadores, e incluso les heredaron un chinchorro. En otra discusión, un pescador agallero de San Jerónimo se llama a sí
mismo ―original‖ para distinguirse de otros pescadores agalleros que no siguen la forma ―tradicional‖ de pescar.
91
Al respecto no existe un consenso entre los pescadores ni tampoco mencionan fechas exactas. Es posible que el
proceso que terminó por transformar el sistema de manejo ―tradicional‖ u ―original‖ (como lo llaman ellos) se
desarrollara lentamente y de forma diferenciada entre las 23 comunidades lacustres. Por otro lado, entre los pescadores
que defienden el nuevo sistema, hay quien afirma que las formas de pescar y de dividir el espacio que funcionan hoy han
existido desde que tienen memoria insinuando que siempre ha sido así. Naturalmente, como sucede cuando diferentes
122
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

pobladores de comunidades ribereñas e isleñas y con ello aumentó el uso del chinchorro y la red
agallera. Para entonces, la mayoría de las redes de algodón habían sido sustituidas por redes de
materiales sintéticos, de mayor durabilidad y resistencia y que no necesitaban secarse al sol. Esto
permitió una pesca más intensiva ya que las redes agalleras podían permanecer sumergidas en el
agua durante meses. Como ya no era necesario esperar a que secara la red (chinchorro o
agallera) para volverla a usar, fue posible utilizarla en temporada de lluvias. El cambio
tecnológico y el incremento en la población de pescadores ocasionaron, inevitablemente, una
mayor competencia entre ellos y una presión mayor sobre el recurso pesquero. Los registros de
captura muestran un ascenso en la extracción en este periodo hasta alcanzar su punto más alto en
1988 (Orbe, 2002), mientras que la población de pescadores activos era cercana a 1,600 (Rojas,
1992).
Aunado a esto, muchos de los nuevos usuarios no respetaron las reglas tradicionales: pescaban
de día y de noche, todos los días de la semana y durante todo el año, se volvió común el daño y
robo de equipo pesquero, y los usuarios entraban en conflictos (algunas veces violentos) por las
zonas y las artes de pesca. Por un lado, los chinchorreros comenzaron a quejarse de que los
agalleros no quitaban las redes y esto les impedía pescar. Los agalleros, por su parte, acusaban a
los chinchorreros de sobreexplotar el recurso y perjudicar la capacidad de reproducción de las
especies importantes para la pesca92.
El conflicto tuvo muchas aristas y dividió las uniones de ciertas comunidades. Algunos
argumentan que detrás del discurso conservacionista de los agalleros se encuentra una lucha por
mantener la equidad entre miembros del gremio ya que las prácticas extractivas de los
chinchorreros estaban causando una diferenciación económica importante. Otros argumentan
que la lucha entre agalleros y chinchorreros era en realidad una contienda por el dominio de los
territorios lacustres y la explotación del recurso al interior de cada comunidad93.
El Estado también tuvo participación en este conflicto. En 1989, la SEPESCA dejó de emitir
permisos para la pesca con chinchorro, lo que motivó la conformación de una organización de
segundo nivel, la Unión Regional de Pescadores del Lago de Pátzcuaro, con miembros de
diferentes comunidades afines a este arte. Dos años más tarde, los agalleros se afiliarían para
formar la Unión de Uniones del Lago de Pátzcuaro (Rojas, 1992). El conflicto fue parcialmente
mediado por estos dos organismos durante la época de 1990 y marcó enemistades entre uniones,
entre comunidades vecinas e incluso al interior de las comunidades. En la actualidad, la veda del
2000, la baja rentabilidad de la pesca, los acuerdos entre usuarios y la nueva territorialidad han
relajado el conflicto entre estas dos facciones del gremio. Sin embargo, la tensión sobre este
asunto continúa.

grupos buscan legitimarse en una lucha de poder, la historia y su interpretación se manipulan por cada parte para
favorecerse. No obstante, casi todos los pescadores concuerdan que entre 1980 y 1990 los conflictos crecieron, y para la
siguiente década, la nueva territorialidad se impuso.
92
El proceso de transformación del sistema de manejo pesquero no está escrito, pero de ello dan cuenta pescadores de
diversas comunidades. Patricia Rojas (1992) también describe algunos de los elementos de cambio y conflicto que se
vivieron a finales de los ochenta y principios de los noventa. Alaye (2006), Orbe (2002) y Ortiz (2004) mencionan el
tema del conflicto por las artes y áreas de pesca aunque con poco detalle.
93
Cabe destacar que no todos los agalleros están en contra del uso del chinchorro.
123
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

En el mismo periodo, como respuesta al incremento de usuarios y el desacuerdo en cuanto a las


artes de pesca, los pescadores de las distintas comunidades ribereñas comenzaron a reclamar
como propio el espacio del lago que se extiende a lo largo de sus territorios (ejidos y
comunidades indígenas). El límite hacia el interior de lago se definió en el punto medio entre su
orilla y la orilla de la comunidad más próxima. A este arreglo territorial he llamado nueva
territorialidad. Con el tiempo, todas las comunidades ribereñas e isleñas que participan en la
pesca han terminado por delimitar y apropiarse de un territorio lacustre, no sin una importante
cuota de desacuerdos y enfrentamientos. Evidentemente, la nueva territorialidad tomó como
referente el esquema de territorialidad terrestre en el que cada cerro y cada valle pertenecen a
alguna comunidad o ejido y sus miembros ejercen ocupación y usufructo exclusivo sobre ellos.
Así, áreas del espacio lacustre fueron sumadas a los terrenos de propiedad comunal de las
diferentes comunidades y ejidos y su uso es normado de un modo similar como se explica a
continuación.

Las implicaciones de la apropiación y la nueva territorialidad en el manejo y


sustentabilidad del recurso pesquero
Bajo la nueva territorialidad, los territorios lacustres de las diferentes comunidades son
manejados mayormente como propiedad común. También existen en algunas comunidades
arreglos que reconocen ciertas porciones del lago como de uso exclusivo o preferencial a ciertos
usuarios ya sea porque sus terrenos se encuentran en la orilla inmediata a dicha zona (p. ej.
Ichupio, Ucasanástacua, San Andrés y San Jerónimo) o porque han ocupado ese espacio toda su
vida (p. ej. Ihuatzio). Pero, esto es excepcional y frecuentemente disputado dentro de las mismas
comunidades. La mayor parte del territorio lacustre reclamado por las diferentes poblaciones
ribereñas e isleñas es considerado y manejado como terrenos comunales.
Para entender esta forma de propiedad del lago, la definición de Schlager y Ostrom, 1992 (citado
en Ostrom, 2000) sobre los derechos de los usuarios bajo el régimen de propiedad común resulta
útil. Aquí, los propietarios poseen los siguientes derechos94: acceso (entrar a un área física
definida), extracción (obtener unidades de recurso), manejo (regular los patrones de uso interno
y transformar el recurso) y exclusión (determinar quién tiene derechos de acceso y extracción y
cómo se pueden transferir esos derechos). Finalmente, los propietarios no tienen el derecho de
alienación, es decir, el derecho de vender o rentar sus derechos a otros (Ibíd.). Para ser
propietario y adquirir derechos sobre el recurso basta pertenecer a la comunidad que reclama el
territorio.
Por tanto, en este lago, todos los habitantes de los ejidos y comunidades que tienen un terreno
lacustre son posibles usuarios. Y ni las uniones de pescadores ni las autoridades locales pueden
negar el derecho a un miembro de la comunidad de aprovechar el recurso pesquero.
Evidentemente, esto es un factor importante que ha llevado a la sobrepesca. Además, explica
poca efectividad de los intentos Estatales por controlar y limitar la cantidad de pescadores, ya
que al interior de la comunidad, el RNP o la afiliación a uniones pesqueras no es requisito para

94
Los derechos de propiedad son la autoridad efectiva de llevar a cabo acciones sobre un campo específico y sobre otros
sujetos que actúen en ese campo (Commons, 1968, citado en Ostrom, 2000).
124
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

ingresar a la actividad. Al mismo tiempo, las uniones no son autoridad que pueda negar un
derecho reconocido por la comunidad en que viven. Tampoco puede un grupo de pescadores de
una comunidad intervenir en el acceso, extracción, manejo o exclusión de usuarios en otras
comunidades ya que sólo tienen derechos de propiedad dentro de su propio territorio lacustre.
Por otra parte, el derecho de manejo confiere al grupo local de pescadores 95 la capacidad de
normar y regular la forma en que los usuarios pueden hacer uso de su derecho de acceso y de
extracción dentro de la propiedad comunal. De tal modo que, cada comunidad ha acordado
normas para establecer áreas de pesca particulares y comunes, zonas y temporadas de veda, artes
de pesca prohibidas y permitidas, horarios de pesca, vías para la transportación en lancha de
motor.
Así, en el lago existen una heterogeneidad de ordenamientos para el manejo del recurso que
operan a nivel comunitario pero ninguno que opere a nivel regional. Esto salvo la norma general
de respetar las áreas de pesca comunales y excluir del derecho de extracción a usuarios que no
pertenezcan a las comunidades que se han repartido el territorio lacustre. Sin embargo, como
veremos más adelante, incluso esta norma general no es compartida por todos los usuarios y no
siempre se respeta. La trasgresión de las fronteras es una disputa común entre pescadores ya que
los invasores regularmente violan las reglas de manejo acordadas por los usuarios que reclaman
propiedad sobre el territorio que están usurpando.
La nueva territorialidad ha sido a veces acordada y otras veces impuesta, sobre todo entre los
habitantes de las islas quienes estaban acostumbrados a seguir el régimen de manejo anterior y
que se consideran a sí mismo como los pescadores originarios. Aún en la actualidad, esta nueva
configuración territorial continúa siendo cuestionada y transgredida por un número de usuarios,
comúnmente entre comunidades vecinas, mientras otros luchan por legitimarla e implementarla.
No obstante, dividir el espejo lacustre en territorios de propiedad común significó la reducción
del conflicto regional por el manejo y extracción del recurso a una escala comunitaria. Esto hizo
mucho por facilitar los acuerdos entre usuarios ya que el diálogo es más inmediato entre vecinos
de una misma población. Además, la aplicación y vigilancia de normas para la regulación del
acceso y la extracción resulta más sencilla en un área de menor tamaño. Lo cual, como
mencionaba anteriormente, ha dado lugar a una diversidad de arreglos comunitarios para
resolver los problemas de competencia y administración del recurso que merecerían exponerse
en un futuro trabajo.
Sin embargo, queda claro que la nueva territorialidad no resuelve los problemas que requieren
de un manejo regional del recurso. Aunque las comunidades de pescadores son 23, el lago que
les provee de trabajo y alimentación es sólo un ecosistema. Este ecosistema se ve afectado por
23 formas de manejo diferentes y encontradas que en conjunto no limitan eficazmente la
extracción del recurso pesquero, ni la cantidad de beneficiarios que hace uso del recurso en un
determinado momento; tampoco regula exitosamente el uso del chinchorro, ni se respetan
temporadas y zonas de reproducción. Y, aunque los pescadores reconocen que el manejo

95
A diferencia de los terrenos de uso común en tierra, no existe un organismo o grupo a nivel comunidad que administre
la autoridad sobre los territorios comunales lacustres. En general, el comisariado de bienes comunales, la asamblea ejidal
y demás formas de autoridad local poco intervienen en los asuntos de la pesca. Son los pescadores en su conjunto
quienes gobiernan la pesca y deciden sobre los territorios, sus usos, conservación, fronteras y defensa.
125
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

inadecuado de una comunidad impacta la capacidad de otras de beneficiarse del recurso, los
miembros de una comunidad no pueden intervenir las decisiones de otra. Cada comunidad
maneja su territorio bajo criterios propios que, salvo algunas excepciones, priorizan lo social
sobre lo ecológico y no toman en cuenta las necesidades ni opiniones de beneficiarios de otras
comunidades. La sobrepesca y el eventual abatimiento del recurso son riesgos que enfrentan los
pescadores del Lago de Pátzcuaro si no consiguen establecer formas de manejo que protejan el
recurso en todos los territorios del lago bajo una visión ecosistémica.

Conclusión
En el Lago de Pátzcuaro, los indígenas ejercen un manejo de facto sobre el recurso pesquero
construido a partir de su historia, visión del mundo y formas de vida. La apropiación simbólica,
económica y política que realizan son tres ámbitos interrelacionados de su sistema cultural, que,
en conjunto sirven para continuar haciendo uso del recurso pesquero con fines de subsistencia
material y cultural. Esto ha significado la conversión del espacio lacustre en un territorio
estrechamente ligado a su identidad. La pesca y los peces son también un referente identitario,
forman parte de su cosmovisión, ritual, lenguaje, conocimiento tradicional y parte importante de
su estrategia de vida. Por todo esto, el control y uso de estos recursos es indispensable para los
p‘urhépecha de la zona quienes defienden este derecho apelando a su historia y reafirmando las
fronteras étnicas. En todas sus formas, la apropiación del espacio y el recurso pesquero están en
constante adaptación, expresando dinamismo en su configuración, expresión y reproducción.
Los cambios en el ecosistema lacustre que afectan negativamente la productividad piscícola del
lago, nuevas tecnologías, un aumento en el número de usuarios y el uso de artes de pesca
intensivos son algunos de los factores que promovieron cambios en los esquemas de manejo
tradicionales desde hace más de tres décadas. Numerosos conflictos entre los usuarios alrededor
de las artes y áreas de pesca, principalmente, dieron origen a una nueva territorialidad que
culminaría por dividir el espacio lacustre en territorios de propiedad común dominados por las
diferentes comunidades que participan en la pesca.
Esta nueva territorialidad ha disminuido las tensiones entre usuarios favoreciendo arreglos a
nivel comunitario, permitiéndoles llegar a acuerdos sobre la extracción, acceso y uso de espacios
dentro de los límites de su territorio. Sin embargo, a nivel regional, el manejo actual resulta
problemático ya que no resuelve aspectos fundamentales para la administración sustentable del
recurso pesquero y la conservación del ecosistema lacustre. En general, dicho manejo privilegia
aspectos sociales (como satisfacer necesidades económicas, respetar las relaciones sociales,
mediar conflictos entre usuarios, mantener el control y acceso del recurso, etc.), dejando en
segundo plano las medidas que permitirían la conservación del recurso pesquero.
Al mismo tiempo, los intentos del Estado por imponer formas de regulación han sido hasta ahora
inefectivos. Esto se debe, entre otras cosas, a que resultan poco compatibles con las formas de
manejo que desarrollan los pescadores. Diferentes intervenciones han terminado por complicar
aún más el panorama sociopolítico en la zona haciendo muy difícil pensar en la posibilidad de
establecer una regulación efectiva desde el Estado.
Finalmente, ante este escenario, ¿es posible una pesca sustentable en el Lago de Pátzcuaro? Es
difícil apresurar una respuesta. Pero, este breve análisis deja entrever algunos puntos de partida.

126
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Primero, habrá que reconocer que desde la ciencia y las políticas públicas no puede imponerse
un sistema de manejo sin llevar a cabo una interlocución real con los sujetos que lo pondrán en
práctica. También, resultaría útil conocer y evaluar las diferentes formas de manejo comunitario
existentes para sugerir cambios favorables para la conservación del recurso sustentados en el
conocimiento (científico e indígena) actualizado de las condiciones culturales, económicas,
materiales y biológicas que afectan la pesca. Muchos pescadores están dispuestos a emprender
acciones honestas para mejorar la pesca, pero éstas tendrán que respetar e incluir sus formas
culturales, sociales y políticos y satisfacer sus necesidades materiales. Es posible buscar puntos
en común entre las prácticas actuales y las más deseables, y desarrollar rutas críticas que puedan
ofrecer mejoras paulatinas al sistema de manejo comunitario desde una visión ecosistémica.
Además, resulta sumamente necesario recuperar, analizar y evaluar, desde la perspectiva de
todos sus actores, las diferentes iniciativas que se han propuesto intervenir en la pesca en el
Lago de Pátzcuaro, con el fin de construir sobre sus éxitos y evitar repetir sus fracasos.
Finalmente, la conservación de la biodiversidad, la productividad y la pesca en este lago no
podrán ser posibles sin la conservación sus bosques, sus suelos y sus manantiales, así como del
control de la contaminación y de las especies introducidas.

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130
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Los huertos de una comunidad de la reserva de la biósfera Sierra de Huautla,


Morelos
Silvino Morales Tapia

Resumen
Los huertos de traspatio, también conocidos como huertos familiares o solares, son espacios que
poseen una estructura compleja y diversa, en los que influyen elementos culturales, ecológicos,
agronómicos, sociales y económicos. En la economía campesina son considerados como una
alternativa con funciones sociales que no son exclusivamente de producción, ya que forman
parte importante del ámbito doméstico de las habitaciones campesinas, se constituyen en cierta
intersección entre éste y el de la producción y, en general, cumplen una importante función de
proveedor de plantas comestibles, medicinales, ornamentales. De esta manera existen huertas
con árboles y animales acondicionadas a manera de vivienda, para el trabajo familiar y para sus
reuniones sociales, lo que nos habla de un espacio de vida más que de elemental producción.
Con este interés se planeó analizar la dinámica del huerto y los aspectos sociales y familiares
que lo sustentan, reconocer las funciones del traspatio en la economía familiar y determinar la
composición, así como los usos por especie de los huertos.

Palabras claves: estrategia de reproducción campesina, solar familiar, autoabasto campesino,


diversidad florística.

Introducción
Diversos trabajos han aportado fundamentos que permiten identificar a los huertos familiares
como unidades que presentan diversidad biológica y que provee a sus habitantes múltiples
beneficios y productos que favorecen su bienestar familiar (Gispert et al. 1979, Eyzaguirre y
Linares, 2004; León y Guzmán, 1999; Lok, 1998; Vera, 1980). Además se percibe al huerto de
traspatio como una de las estrategias productivas más importantes que plasma la relación
sociedad-naturaleza, la cual se establece claramente en los huertos familiares que se ubican en
los lugares más próximos a la casa habitación de los campesinos (Gispert, et al. 1993).
La importancia que tienen en términos de relaciones sociales y alternativa productiva para el
autoconsumo en un nuevo contexto socioeconómico de transfiguración y reinserción de la
economía campesina, plantea la necesidad de recuperar y revalorar las prácticas tradicionales
sobre el manejo integral de los recursos naturales, en la búsqueda y consideración de alternativas
con tendencia a obtener fuentes de alimentación, salud y bienestar social, a un costo mínimo de
perturbación y destrucción del entorno natural, así como de su valor económico bajo que
redunde en la mayoría de los grupos sociales, existiendo un ejemplo de lo anterior a los huertos
de traspatio (Gispert, et al. 1993).
En este contexto, se considera que los huertos familiares son un elemento clave para la
conservación vegetal in situ (Eyzaguirre y Linares, 2004), como una de las estrategias dirigidas
al aumento de la disponibilidad de algunos recursos vegetales silvestres que pueden alcanzar
altos niveles de complejidad, en donde se incluyen diversas formas de manejo tales como la
tolerancia, la protección y el fomento de diferentes especies, así como la manipulación de

131
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poblaciones involucradas; un ejemplo concreto de dicha estrategia, se puede ver claramente en el


sistema conocido como milpa y en los huertos familiares de muchas áreas del país (Caballero y
Cortés, 2001).
Para la realización del presente trabajo se utilizaron básicamente las técnicas la de observación
participativa, recorridos, pláticas abiertas y entrevistas. Las entrevistas se llevaron a cabo
directamente en las casas, cubriendo de manera general la situación socioeconómica de las
familias, la caracterización física y florística de los huertos, el manejo, la producción del solar y
uso de las especies. Se trabajó en 17 huertos que fueron elegidos de manera aleatoria, haciendo
recorridos por los solares, para su caracterización general, de estructura física, lista florística,
uso de las plantas de los huertos, manejo y producción del huerto. Las entrevistas incluyeron el
levantamiento sobre la organización familiar para el trabajo productivo, en el huerto y en el
conjunto de actividades agrícolas y no agrícolas.

El área de estudio
La localidad de Quilamula, geográficamente se encuentra en la Reserva de la Biósfera Sierra de
Huautla (Figura 2), en el Municipio de Tlaquiltenango, a 25 km. de la cabecera municipal
(Tlaquiltenango) y aproximadamente a 32 km. de Jojutla y a 8 km. de Huautla (INEGI, 2000).

Figura 1. Ubicación geográfica de la Reserva de la Biósfera Sierra de Huautla, en el sur del estado de
Morelos, México (Elaboró: Fernando Valdez Calderón)

132
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Función y espacios del traspatio


Para los habitantes de la comunidad de Quilamula, el huerto familiar es llamado simplemente
patio y es considerado como aquel espacio que rodea a la casa habitación, donde se tienen
diversas plantas de ornato, árboles frutales, otras especies de árboles y plantas de la vegetación
de la región, los animales domésticos; es donde se tiende la ropa y se realizan otras actividades
como el desecado del frijol, chile, y maíz principalmente, pero también sirve como área de
recreo, ahí se encuentra la hamaca para descansar, en él juegan los niños y se realizan otras
actividades de esparcimiento.
En otros casos las familias se localizan en el mismo terreno, sin división de éste, lo que ocasiona
que lo tengan que compartir, tanto al terreno como a sus componentes, el cual está arreglado
principalmente de acuerdo a las posibilidades económicas de cada familia.
El traspatio está integrado a la casa habitación, por un espacio para plantas ornamentales, donde
se hallan los árboles, que pueden ser frutales y aquellos otros que son consentidos por algún
beneficio directo que le otorga a la familia, así como arbustos y hierbas alimentarias,
medicinales y de uso doméstico.
La disposición de las plantas y las especies con que cuenta cada huerto dependen de la presencia
del recurso agua, del tiempo que se tiene para cuidarlas y sembrarlas, así como también de la
edad de la propietaria y el gusto por la naturaleza. Se considera que la mujer es la que pasa la
mayor parte de su tiempo en el huerto y que solo necesita ayuda de su esposo para las labores
que implican mayor fuerza de trabajo, como lo es el cajeteo de los árboles, la nivelación del
terreno y elaboración de alguna barda o corral. El cuidado de las especies vegetales así como la
crianza de animales de corral: gallinas, puercos, palomas, guajolotes, chivos y borregos, es una
actividad que es de gran importancia la nutrición como lo es el abasto de carne, principalmente
de cerdo, de gallina y su producto (el huevo) que complementan particularmente su dieta.

Gráfica 1. Representación de la antigüedad de los huertos muestreados (años).

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La mayoría de los huertos visitados, fueron heredados por los padres a alguno de los hijos, pocas
veces se mencionó que el sitio fuera comprado, aun así, existen pocos huertos relativamente
jóvenes, algunos que ya presentan cierta edad de madurez y algunos otros con la suficiente edad
para ser considerados como maduros. Cabe señalar que en la mayoría de los casos la edad
considerada a partir de que ellos se hicieron cargo, la edad de los huertos de acuerdo a los datos
obtenidos oscila entre los 11 y 50 años (gráfica 1).
La mayoría de los propietarios de los huertos se pueden considerar como adultos- jóvenes a
adultos mayores, su edad va desde los 35 a los 80 años, de los cuales aproximadamente el 40%
de los dueños se encuentran en etapa madura, con hijos jóvenes entre los 10 a los 25 años, y una
segunda parte de los dueños, el 35% son adultos mayores y la última parte de los dueños son ya
adultos de la tercera edad. A pesar de lo anterior, se puede considerar que la mayoría de ellos no
son los dueños iniciales, ya que les ha sido heredado por la familia de uno de los dos
propietarios (gráfica 2)

Gráfica 2. Representación de la edad de los dueños de los huertos muestreados (años).

Cabe señalar, que la principal característica que limita el establecimiento de los huertos del lugar
y en general de la región, es la escasez de agua, lo que impide en la mayoría de los casos se
incremente el número de especies por huerto y asociado a lo anterior, en la mayoría de las
unidades familiares de la comunidad no acostumbran colectar agua de lluvia.
Hasta hace algunos años, la vivienda existente en la zona de estudio se caracterizaba en su
mayoría por el uso de materiales proporcionados de la región, tal es el caso de los horcones que
dan la estructura de la vivienda y que son principalmente de tepemezquite o tlahuitol, sobre los
que descansan los morillos que son comúnmente de pochote o parota, la estructura que soporta
el caballete es de la inflorescencia o quiote del maguey. El techo se construye colocando varios
morillos, que sostienen a la teja o lámina de asbesto. La pared puede ser de bajareque o adobe, el
primero se elabora tejiendo ramas de santa teresa, chapulixtle o matarata, que se cubre con lodo

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

y zacate llamado chinamil (Monroy y Maldonado, 1992). Actualmente la mayoría de las


viviendas presentes en la localidad de estudio están elaboradas con materiales que se pueden
considerar como ajenos a la comunidad, la mayoría presenta su pared repellada con cemento lo
que oculta la presencia del adobe, la teja del techo es a veces sustituida por lámina de asbesto o
galvanizada. Algunas de las viviendas más recientes ya presentan techo de losa y paredes
principalmente de tabicón, el cual es comprado en Jojutla o a los camiones que llegan a venderlo
a la comunidad.
La cocina es un elemento que complementa la vivienda, en ella se encuentra el tlecuil que puede
estar dentro o fuera de la casa, se hace de manera convencional en forma de ―U‖ usualmente de
barro o simplemente sobre tres piedras colocadas de manera triangular y presenta una gran
entrada para la leña, lo que genera desperdicio de calor y el humo generado está en contacto
directo con la mujer mientras cocina, por lo que algunas personas lo prefieren tener fuera de la
casa. En la mayoría de las familias que visitamos se encontró dentro de la casa sobre el pretil,
que es el lugar donde se ubica el tlecuil o estufa tradicional de adobe o piedra, cubierto
regularmente con tierra fina o lodo, del mismo que se usa comúnmente para hacer el adobe.
El tlecuil que habitualmente se tiene dentro de la cocina es aquel que presenta ciertas
características como dos hornillas, con una entrada pequeña para la leña y una salida para el
humo que se genera y permite disminuir la intensidad del calor permitiendo su salida,
aprovechando así este calor que se genera, además de que se ahorra leña al usar las ramas
delgadas, lo que reduce la recolección de leña.
La troje, granero o cuescomate es otro elemento importante que aún se mantiene en la
comunidad de Quilamula, el cual se encuentra separado de la vivienda, a veces muy cerca de la
cocina, pero dentro del mismo huerto o patio y es considerado como el espacio donde se
almacena el maíz desgranado o en mazorca, aunque también cubre otras funciones como la de
guardar en la parte del techo que cubre a la troje, la leña, así como también en ese mismo lugar
guardan la herramienta y materiales que se utilizan para trabajar en el campo y en traspatio.
Aunque las trojes se encuentran ampliamente distribuidas en América, los materiales con los que
los construyen corresponden a los disponibles en cada zona (Alpuche, 2006; Hernández, X.,
1985; Monroy y Maldonado, 1989).
Por su forma y materiales de construcción, las trojes frecuentes en la región son el granero
romboiforme de zacate y enjarre y las trojes de forma cilíndrica, o cuadrada, sostenida por una
base, en el caso de la troje cilíndrica, ésta se teje con vara de santa teresa (Montanoa tomentosa),
mata rata (Gliricidia sepium) y repellada con una mezcla del material de las mismas
características con que se hace el adobe. Para que el maíz se conserve y dure hasta la próxima
cosecha, se le adiciona fosfuro de aluminio, insecticida que usan para evitar que el maíz sea
atacado por el gorgojo. Al respecto Don Miguel Pérez Arredondo nos comenta:

Esa es la troje…ahí guardamos el maíz, nos dura para todo el año…a veces se quiere
descomponer, como que se hace ―bola‖ en las orillas, yo pienso que es por la
humedad…también le aplicamos estas pastillas (Fosfuro de aluminio), si no cómo nos
aguanta para todo el año…y si no, luego le llega el gorgojo y se empieza a
descomponer...

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Desafortunadamente en esta comunidad la troje es un elemento que se está perdiendo,


actualmente no hay más de 20 trojes en la comunidad. Al respecto nos comenta un habitante de
la localidad:

Ya no es como antes…ahora la gente es floja…ya no quieren trabajar…sólo desgranan


el maíz y luego…luego lo encostalan, ya no quiere hacer la troje, en el pueblo las que
quedan son contadas y muchos ya hasta las tiraron…ahora todos quieren comprar
tortillas hechas…el maíz lo venden al molino… y para el ganado (Amado Domínguez
Arredondo, habitante de Quilamula).

El horno es otro elemento que se localiza en algunas de las casas de las personas que elaboran
pan. Los materiales que se usan para su elaboración son los mismos que se utilizan para la
fabricación del tlecuil, o puede ser manufacturado también de cemento. A un lado se puede
encontrar el molino de mano colocado sobre una base de madera, donde se muele el nixtamal
para la realización de tortillas.
El tanque para almacenar agua se encuentra en el traspatio, al lado de la cual se lavan los trastes,
la ropa, y de ahí se riegan las plantas. Se encuentra bajo un techo que puede ser de lámina de
asbesto, teja o simplemente una enramada, rodeado de macetas con plantas y flores de colores.
Muy cerca está el lavadero, compartiendo la sombra con el tanque. Cerca está el pozo de agua es
un elemento de importancia para el abasto de agua. También se localiza un recipiente para
almacenar el agua que se usa para consumo directo por parte de la familia, el cual es
comúnmente una olla de barro y que está colocada sobre una estructura de madera.

La producción pecuaria
Entre los principales animales presentes en el traspatio, están las palomas de collar, pichones,
gallinas, patos, gansos, guajolotes, cerdos, caballos, burros, borregos, chivos, vacas, perros,
conejos, y en algunos casos canarios, pericos australianos, gansos y la gallina africana.
Los animales del traspatio se pueden clasificar de acuerdo a la función que desempeñan dentro
de la economía familiar. Así pues, se pueden considerar de la siguiente manera:
a) Autoconsumo y venta: a todos aquellos que juegan un papel elemental en la producción como
son los cerdos, gallinas, pollos y guajolotes, de los cuales se obtienen productos directamente y
son consumidos por la familia o también se pueden vender, los productos que principalmente se
obtienen son huevo, carne y algunos derivados. Para el caso de la producción de huevo, ésta es
suficiente para satisfacer las necesidades de la familia, aunque en algunos casos se venden los
excedentes, principalmente en la misma comunidad, al respecto nos comenta Doña María De los
Remedios Bahena:

A veces no tengo dinero…apenas ahí la voy pasando…por eso vendo el huevo que
ponen mis gallinas a $1.00, lo llevo el miércoles o domingo (que hay plaza) y ahí lo
vendo…

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

La carne de las aves del traspatio se dedica al consumo familiar, en el caso de las gallinas su
carne se prepara en caldo o en salsa, los guajolotes o pípilos se sacrifican en algún evento
especial o simplemente se venden, para cubrir otra necesidad, las coquenas se venden
principalmente en edad juvenil o directamente el huevo. Los cerdos o marranos, constituyen
parte de la economía familiar, se vende a $14.00 pesos el kilo, lo resulta una entrada extra para
cubrir cualquier otra necesidad, regularmente se venden en pie a la gente del mismo pueblo que
se dedica a vender carne en el pueblo, es el caso de Doña Teresa Anzurez Sánchez, quien nos
dice:
…Mi esposo se dedica al campo, aunque también me ayuda en la carnicería…nosotros
compramos el marrano…aquí en la casa lo mata mi esposo.

b) Como medio de trabajo: cuando los hay y se tienen en el traspatio, pero se usan en las labores
fuera del traspatio, así como los bueyes el caballo, los burros, la mula y el macho, estos últimos
son utilizados como medios de transporte, así también como medio de carga y aunque no son
propiamente del huerto, comúnmente se tienen en el huerto alimentándose de las hierbas y
pastos del traspatio.
c) Como mascotas: como los perros y los gatos, en lo que respecta al perro se lleva al campo
como compañía, aunque algunas veces es usado para la cacería.
d) De ornato: los cuales son de presencia poco común en el traspatio, pero que se adquieren por
algunas de sus características particulares y gusto exclusivo de cada familia se encuentran los
gansos, los canarios, y pericos australianos que son adquiridos de diferentes lugares, de Jojutla,
Cuernavaca y del Distrito Federa.

Riqueza florística del huerto


El tipo de vegetación predominante del área y particularmente en la comunidad de estudio es la
Selva Baja Caducifolia (SBC), que se caracteriza por presentar alta diversidad de especies
(Challenger, 1998). Lo que se considera es la principal causa para que existan especies silvestres
en los huertos de traspatio y por lo tanto se incremente su diversidad. De manera paralela
interviene el manejo que le proporcionan los habitantes a dichos segmentos de vegetación, es
decir, el incremento de las distintas especies en los traspatios y el tolerar algunas especies
consideradas como silvestres.
En su conjunto se registraron en los huertos de Quilamula 115 especies botánicas en los huertos,
mientras que Maldonado (1997) reporta 742 especies en el inventario realizado para la Sierra de
Huautla, de las cuales se detectaron 421 especies útiles (56.73%), lo cual nos podría indicar que
tenemos representados en los solares de esta comunidad casi el 27.5% de toda la flora útil
reportada por el inventario mencionado precedentemente. La relación de las 47 Familias
botánicas detectadas agrupa un total de 115 especies.
En lo que respecta a las familias más representadas, como se puede observar (gráfica 3) son
Fabaceae, Asteraceae, Rutaceae y Euphorbiaceae, lo que nos lograría indicar que su abundancia
se debe a que son las familias botánicas con características biológicas especificas de adaptación,
así como también se podría considerar que son las especies que la gente prefiere mantener en sus
huertos por los beneficios directos.

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Gráfica 3. Número especies presentes por familia

Del total de especies encontradas en los huertos de traspatio de Quilamula, se presentó la mayor
riqueza de especies en el huerto 6, para continuar con el huerto 17, (gráfica 4) lo que nos podría
indicar que la riqueza de cada uno de los huertos depende básicamente del tamaño del huerto en
particular y en segundo lugar al tiempo y gusto por cuidar e incrementar el número de especies
que se pueden mantener, así por la utilidad que se les dé a cada una de las especies del huerto.
Como se puede ver en la gráfica 5, las especies distintivas son guaje blanco (Leucaena
leucocephala), guamúchil (Pithecelobium dulce), ciruelo (Spondias purpurea y S. mombin),
guayabo (Psidum guajava), limón (Citrus aurantifolia), cuahulote (Guazuma ulmifolia), anona
(Annona scuamosa), palo prieto (Ehretia tinifolia), papayo (Carica papaya), tamarindo
(Tamarindus indica) y plátano (Musa paradisiaca), de las cuales se obtiene fruta que
complementa la alimentación y otras especies como el tepezquite (Lysiloma divaricata), de las
cuales se obtiene usualmente leña.

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Gráfica 4. Número de especies diferentes presentes en cada huerto muestreado.

Gráfica 5. Especies con mayor frecuencia en los huertos muestreados.

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Los usos representados para los huertos con un mayor grupo de especies (Gráfica 6) son
principalmente las especies remunerativas para la alimentación, las ornamentales, las
medicinales y las utilizadas para combustible, lo que nos podría indicar de manera general
cuales son las necesidades más apremiantes para la gente de esa comunidad.

Gráfica 6. Categorías de uso de las especies registradas.

Como puede observarse en la gráfica 7, la parte más utilizada de las plantas presentes en los
huertos estudiados es el fruto, el cual es utilizado principalmente para la alimentación, le sigue la
categoría en donde se usa toda la planta, dicha categoría incluye a todas aquellas plantas que son
de uso exclusivo ornamental y sombra, por lo que en este estudio se considero otorgarle uso
total.

Gráfica 7. Distintas estructuras utilizadas de las plantas del traspatio

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Del total de las especies de plantas que se reportan para los huertos de Quilamula se considera
que el 64% son cultivadas y 36% son silvestres, principalmente conservadas por el beneficio que
brindan, lo que podría indicar que debido a la falta de especies que son más utilizadas, como
ejemplo, tenemos aquellas especies usadas para leña, que requiere de más tiempo para salir a
cortar, que provoca que se puedan mantener en el huerto para ser utilizadas; además puede
indicar que el valor encontrado de plantas silvestres en los huertos, los puede considerar como
áreas de conservación natural y como reservorios de germoplasma.
El Coeficiente de Similitud de Sorensen (CSS) analiza teóricamente que todas las especies
tienen la misma oportunidad de estar presentes en dos comunidades comparadas o
exclusivamente en un área determinada (Martínez, 1999). Por lo tanto, el índice de Sorensen
expresa para este caso, la medida actual de las especies que coinciden entre un huerto y otro, por
lo que se utilizó para evaluar la heterogeneidad, en el cual se expresa que los huertos
muestreados son heterogéneos entre sí, debido a que el índice de similitud más alto entre los
huertos 7 y 17, presentando un valor de 50.1% y viceversa el índice de similitud bajo se presentó
entre los huertos 5 y 16, que son totalmente diferentes al no presentar especies similares y por lo
tanto un nulo %, al que le siguen los huertos 5 y 7, con tan sólo un 4.9% de similitud.

Organización del trabajo familiar en el traspatio


En Quilamula, las familias se consideran campesinas, la mayoría de ellas se dedican al trabajo
de la parcela, por lo que cada familia mantiene su propia estrategia de trabajo, particularmente
en la estricta división y asignación de las diversas tareas asignadas a cada miembro de la familia
de acuerdo al individuo y a la edad.
El trabajo del hombre tiene su origen de carácter exógeno, es decir, su principal función viene de
las labores que desarrolla en la parcela -si la tiene- en particular del trabajo agrícola y si no, en
general de la responsabilidad de las demás labores productivas que generan cierta remuneración,
aunque lo anterior no los exenta de participar en algunas de las tareas en el traspatio.
Las mujeres se encargan particularmente del complejo trabajo doméstico en sus hogares y
traspatios, aunque igualmente participan por temporadas y en labores precisas en las tareas del
campo. Las niñas y niños también realizan tareas en apoyo a sus padres, en el caso de las niñas
ayudan particularmente a la mamá en la elaboración de las tortillas, llevan el nixtamal al molino,
riegan las plantas, barren el patio, entre otras actividades y para el caso de los niños, éstos
apoyan en la alimentación de los animales, en la colecta de leña del traspatio, en el riego de las
plantas, entre otras actividades.
Los hombres mayores y adultos son quienes hacen la cerca, lo cual implica romper piedra,
llevarla, acomodarla o pegarla hasta formar la barda, asimismo se encargan de nivelar el patio,
para esto se hacen pequeñas cercas de piedra, que evitan la erosión del suelo, para así empezar
con el establecimiento del traspatio. En lo que respecta al cajeteo, la poda y la siembra de los
árboles se considera como actividades indispensablemente asignadas a los varones, por ser
consideradas diligencias sumamente pesadas para ser realizadas por las mujeres. También son
los responsables de cortar y traer la leña del monte o del mismo huerto cuando se requiere, cabe
señalar que en esta acción también participan las mujeres, aunque sólo colectan leña que
encuentran tirada cerca de la casa, en la barranca o del mismo huerto. Estas acciones representan

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trabajo sumamente pesado, por lo que para esta tarea se presenta el caso de organización con
otras familias para realizarla, en algunos de los casos algunas de las mujeres salen al campo para
―acarrear‖ la leña hacia la carretera o vereda a donde pueda entrar una camioneta y de esta forma
llevarla a sus casas, al respecto nos comentan:

…¿la leña? casi no uso, compramos gas, solo usamos leña para una urgencia y para
cuando matamos puerco, entonces si usamos leña…mi esposo la trae…en la
camioneta…algunas mujeres que no tienen quien les traiga leña, salen al campo y la
―arriman‖ a la orilla de la carretera y después mi esposo o mi hijo va por ella…así
nos ayudan y les ayudamos.

También algunos de los hombres jóvenes y las mujeres principalmente, son los que se encargan
de llevar a cabo la limpia en el patio o ―desjehüite‖ o en su caso, así como también las mismas
mujeres son las que se encargan de llevar a cabo el demás trabajo del huerto:

…¿El huerto? si, yo atiendo mi patio, arreglo mis plantas y siembro árboles que den
fruta…aunque es difícil…sobre todo hacer el hoyo para sembrarlos…ahí si me ayudan
mis hijos y mi esposo…ellos les hacen el cajete y sacan las borregas al patio para que
se coman el jegüite.

Las mujeres se encargan de quitar el jegüite, de regar y mantener en general las especies
sembradas directamente al huerto, pero principalmente es responsabilidad de la mujer mantener
y cuidar aquellas plantas que tienen en las macetas (cubetas, botes y trastos viejos que sirven
para ese fin) y el hombre o hijos varones mayores se encargan de sembrar aquellas plantas que
son colocadas directamente al suelo del huerto, por el trabajo que implica el hacer el hoyo y el
cajete para el riego, que a veces se arregla con piedras que se colocan alrededor del cajete, con el
fin de que éste dure más tiempo, a veces estas piedras las pintan, para lo cual usan cal diluida en
agua.
El riego de las plantas es una actividad especialmente femenina, también puede ser realizada por
aquellos hijos que tienen más de 8 años y a veces por el esposo, que espaciadamente lo hace, al
respecto nos comenta Doña Berta Vera González:

¿El patio? Es muy importante, ahí juega mi hijo el chiquito, ahí tiendo mi ropa y
además de ahí sale que la frutita, que la hierbabuena, el epazote y hasta la escoba
para barrer el patio, no vendo nada, la fruta es para la casa…yo sólo hago lo que
puedo…si tengo que podar un árbol…tengo que pagar…ese lo podó un hermano de mi
esposo… le pagué $ 100.00 pesos.

El trabajo que desempeñan las mujeres en el ámbito doméstico-productivo es trascendental,


como estrategia de la familia campesina para solventar las principales necesidades de
reproducción familiar. Así pues, las labores que las mujeres campesinas desempeñan en su vida
cotidiana, se refieren particularmente al trabajo de la casa entrecruzado con otras muchas tareas

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

adjuntas que desempeñan como parte del sostenimiento de la familia. Es decir, no sólo se
dedican al trabajo doméstico, sino que realizan una amplia gama de actividades en apoyo al
trabajo agrícola, que podrían considerarse de carácter meramente masculino, además de realizar
otros trabajos remunerados en apoyo y complemento a las necesidades del hogar. Al respecto
una de las entrevistadas comenta:

Regularmente me dedico sólo a la casa…pero cuando es necesario trabajar en el


campo…también le entro…hace tiempo sembramos calabacita y como no estaba mi
marido…tuve que aprender a cortar…a empacar y hasta dejar la cosecha a México…
al principio contraté dos peones, luego sólo uno y luego sólo me ayudaba por
ratos…yo me aventaba casi todo el trabajo…en una ocasión acompañé a mi hijo a
dejar la cosecha a México.

Las labores para el sostén de la casa son trabajo exclusivo y preciso de las mujeres, desde
siempre ha sido así, se puede notar que las mamás deslindan y enseñan sus actividades
particularmente a las hijas, quienes más tarde serán las encargadas de su propio hogar, es bien
visto que una niña lleve el nixtamal al molino, que la niña aprenda a echar tortillas, pues ya
casadas ellas lo harán. Doña Bertha Vera González, nos hace la reseña de sus actividades diarias:

Me levanto de 6:00 AM a 6:30 AM, pongo la lumbre, arreglo al niño, lo llevo a la


escuela, regreso y hago el almuerzo, le doy el almuerzo a mis demás hijos, le llevo el
almuerzo a la escuela al niño pequeño, regreso y luego me dedico a barrer, a trapear,
a levantar la casa, hago las camas… todo lo del hogar, lavar los trastes…luego lavo
algo de ropa, cuando veo ya es hora de ir por mi niño, regreso y hago la comida, les
doy de comer a mis hijos, si tengo tiempo, descanso un rato en la hamaca…ya por la
noche hago para la cena… nos andamos durmiendo como a las 9:00 o 10:00 pm.

Doña Sara García Sánchez, una mujer que se encarga de su casa, tiene solo hijas pequeñas y
también trabaja en el huerto, nos hace el recuento de sus actividades de la siguiente manera:

Yo soy quien tiene que organizar la casa…soy la que maneja el gasto, me levanto
como a las 6:00 a.m., arreglo las niñas… luego las mando a la escuela, ya tengo listo
el desayuno para mi esposo, le doy de desayunar, al rato le llevo almuerzo a las niñas
a la escuela, regreso y levanto la casa…barro, trapeo, lavo los trastes…y hasta de
comer le ando dando a los animales, luego ya tengo lista la comida para mi esposo y
mis niñas…por las tardes vamos al templo…ya de regreso ando haciendo la cena…le
ando parando a las 9 o 10 pm.

Otra de las mujeres entrevistadas que ya no tiene marido ni hijos pequeños que cuidar, pero
atiende su casa y se ocupa en su huerto, nos hace la sistematización de sus diligencias de la
siguiente forma:

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Vivo sola…desde que mi esposo murió (hace 7 años), aunque a veces me viene a
acompañar una nieta…casi vive aquí, yo barro el patio, lavo trastes, alimento y cuido
a las borregas, hago la comida, riego las macetas, les doy de comer a las gallinas,
quito el ―jegüite‖.

No se puede determinar la cantidad de tiempo invertido en la realización de cada una de las


labores que reportan, pues cada mujer genera su propia organización para llevarlas a cabo,
pudiéndose intercalar de manera natural, es decir, si se tiene que llevar la comida al campo, se
dejan otras actividades para más tarde; de la misma manera también dependen del temporal, que
es cuando su carga de trabajo tiende a incrementarse, si es ciclo de cosecha, algún día festivo u
otro imprevisto que las pueda distraer e incrementar sus labores cotidianas. Así es como una
entrevistada, Doña Herminia García Arredondo, nos explica:

Le ayudo a mi esposo…el ya casi no puede solo, aparte de los quehaceres de la casa,


lavar ropa, los trastes, hacer las tortillas para el almuerzo y la comida…también le
ayudo a hacer el queso y a la venta…sino quien lo hace…a veces vienen mis
nietos...ahí les ando dando de comer.

En Quilamula, las mujeres en su conjunto dedican una parte importante de su tiempo a la


elaboración de tortillas, dicha actividad se considera todavía vigente y extendido a la mayoría de
las familias, aunque con la existencia de la tortillería de uso colectivo en la comunidad, existen
personas que prefieren comprar sus tortillas, en lo común por necesidad y con la intención de
disminuir la carga de trabajo que implica el proceso para la preparación de tortillas, aunque
algunas entrevistadas nos comentan que no les gusta comprar las tortillas en el molino por que el
maíz no es del pueblo y algunas familias no cuentan con parcela y quienes siembran, venden la
cosecha al molino, dejándose solo el necesario para alimentar sus animales. Aunque algunas de
las mujeres las hacen por temporadas, cuando hay maíz propio y hay quienes las siguen
preparando independientemente de su situación, si es que a ellas o sus maridos gustan más de las
hechas a mano que las de la tortillería. Otra de las de las actividades que también realizan
muchas de las mujeres es el cuidado de sus plantas o animales y ocupan una mayor parte de su
tiempo en esas tareas, al respecto Doña María de los Remedios Bahena Ocampo nos comenta:

¿Mi patio? lo trato de tener bien arreglado, lo barro cada que hay basura (hojarasca)
y yo no la quemo, mejor se la hecho a las plantas…ahí tengo a mis gallinas y pollos, a
veces me como una…una urgencia y mato una…ahorita ya junte un poco de huevo…se
lo tengo que andar ganando a los tlacuaches por que se los comen…¿y mi hija?
cuando viene me trae mi dinerito y un poco de despensa…así me voy ayudando.

De la misma manera la participación de la mujer en la parcela es de manera intencional, aunque


no todas lo hacen, como las que no tienen tierra o las mujeres mayores que ya lo consideran muy
pesado para su edad, a veces se vuelve prácticamente obligado cuando la agricultura es parte de
la estrategia familiar y es necesaria la participación de los demás miembros de la familia en el

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trabajo de la parcela o en especial cuando el marido está ausente y la parcela se queda a cargo de
los hijos, los cuales no se pueden hacer responsables en su totalidad de las actividades de la
parcela. El tiempo invertido en esta actividad es mucho, particularmente a lo largo del temporal,
aunque ciertamente la responsabilidad del trabajo doméstico les restringe movilidad, y cualquier
salida diaria, continúa u ocasional implica un reacomodo de acciones y esfuerzos, al respecto
nos manifiestan:

Soy una persona mayor…solo le ayudo a mi esposo, y una nuera que vive aquí (casa
adyacente)… yo quisiera que el gobierno me ayudara, ya que para mí es muy difícil
trabajar, por eso mis parcelas están abandonadas… antes yo iba de aquí para allá,
con eso que apenas puedo caminar…ya ni salgo a la calle…me canso mucho…me
duelen los pies…por eso ya no salgo al campo… ¿y la leña? esa la compramos.

Algunas de las señoras nos comentan que tienen algún hijo trabajando o estudiando fuera del
pueblo, en el caso de las hijas que siendo solteras se fueron en busca de alguna oportunidad
laboral, porque la necesidad de tener su propio dinero, pero en particular para apoyar a la
familia, algunas de ellas ya se casaron y actualmente viven en otro pueblo, en el DF o en los
Estados Unidos al respecto nos comenta Doña Edilbertha Cazares Valentín:

Mi hija vive en el DF, se fue a trabajar y allá se casó… ella se dedica al hogar, casi no
viene, anda viniendo cada 2 meses…yo me gano mis centavitos en la tienda.

Cada una de las actividades que realizan las mujeres, tiene su propia dificultad y
responsabilidad, por lo cual cada persona lo constituye como su propia estrategia. Existen
actividades comunes entre todas las mujeres, porque son las labores que se refieren al
mantenimiento de la casa y al cuidado de la familia, como lo es la preparación de los alimentos,
el aseo de la casa, entre otros, es decir, se puede ver claramente la función esencial hacia la
familia en general, que por tradición son actividades que sólo ella realiza de manera habitual, lo
que representa para los demás miembros de la familia la posibilidad para que se puedan dedicar
a sus propias labores con la firme certeza de que sus demás necesidades se encuentran resueltas.
Las actividades específicas del traspatio y aquellas funciones que desempeña directamente la
parcela se entrecruzan. De acuerdo al conjunto de actividades que cada mujer realiza, se
presentan características propias que resuelven las diferentes situaciones de cada una de las
familias, tratando de solucionar y satisfacer sus necesidades propias que se tienen que solventar
con acciones concretas que se manifiestan con la culminación de la reproducción familiar.
Existen mujeres que además venden artículos diversos en su casa, en las plazas cercanas o se
ocupan, alternando tiempos, en diversas actividades, en la tiendita, la venta de dulces, comida o
refrescos con los que complementan la economía familiar.
El trabajo de los hombres se refiere de manera habitual a las actividades agrícolas, aunque de la
misma manera existe quien depende también de alguna otra actividad que le pueda generar las
condiciones necesarias para la estabilidad de la unidad familiar, las cuales pueden ser de carácter
exógeno, es decir, se parte de las actividades realizadas fuera de la unidad familiar y que se

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complementan con las labores que pudiera realizar dentro del traspatio. Sus funciones parten de
las actividades que generan cierta seguridad y por consecuencia permanencia en la familia y en
definitiva la seguridad alimentaria que es la base de la familia campesina.
Cabe insistir que no todas las familias tienen parcela, por lo que se busca diferentes estrategias
para el sostenimiento de la unidad familiar; también existen familias que sólo cuentan con
parcela sin riego, y por lo tanto sólo la trabajan durante las lluvias, lo que hace que el resto del
tiempo lo dediquen a otras actividades, ya sea en el huerto o en otra actividad u oficio que hayan
aprendido, al respecto Doña Sara García Sánchez nos comenta:

Nosotros no tenemos parcela, por eso mi esposo trabaja en el vivero…ese de la


universidad… aunque le pagan repoquito, yo quisiera que mi esposo ganara más… es
muy poco lo que me da y a veces no nos alcanza, tenemos una hija estudiando en la
prepa de Jojutla y son muchos los gastos que hay que solventar, ella renta allá y sólo
viene los fines de semana.

Las funciones que el hombre realiza se refiere a la producción, cuya importancia radica en la
seguridad alimentaria y el ingreso económico generado de manera directa al autoabasto,
apoyando de manera determinante a la reproducción de la unidad campesina, al respecto Don
Benjamín Carreño Guadarrama nos comenta:

Yo no puedo trabajar en la parcela, por eso hago quesos para vender…si no cómo
salimos adelante…mis hijos viven en el norte, al principio nos mandaban nuestro
dinerito…ahora ya ni se acuerdan de nosotros, por eso tenemos que trabajar.

De esta forma también es determinante el trabajo que el mismo hombre realiza en los traspatios
en complemento de las actividades agrícolas que permanecen de manera invariablemente para
mantener la organización y reproducción familiar: Don Alberto Zúñiga Quintero, comenta:

Aquí la vida es difícil…mucha gente se va al norte…la mayoría ya no regresa…yo me


dedico al campo…si no como le hacemos…de ahí sale para comer. Por ahorita soy el
comisariado (ejidal)… mi esposa atiende el patio y también la casa…yo le ayudo a
veces, sólo a podar los árboles y a veces les hago su cajete… el riego lo hace ella…
aquí lo importante es el campo… aunque solo para medio vivir, porque si no es bueno
el temporal, hay poca cosecha y nos va mal… ¿la cosecha? es para comer…y lo que
sobra se lo damos al ganado.

Se hace énfasis en cómo realiza sus labores de forma continua y tradicional, apoyando también
las actividades dentro del traspatio fortaleciendo así la compleja dinámica de la unidad familiar,
valorando la ardua tarea y compleja situación que se genera en la complementación de las tareas
que realiza para la permanencia de la familia y dentro de su misma organización, al respecto
Don Oliverio García Soriano, nos expone:

146
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Aquí la mayoría se dedica al campo…la vida es difícil…tenemos que buscarle…por


eso tengo también un tallercito (sastre) pero es difícil…hago una compostura cada 15
a 20 días, aquí la mayoría dependemos del campo.

Para lo cual, suele realizar también otras actividades, ya sea en el traspatio o como apoyo al
gasto familiar, lo que genera la estabilidad de la unidad familiar, para lo cual también nos
comenta:

Ese árbol…lo pienso ―acodar‖ porque me dicen que va a levantar el piso y la casa…si
aquí la mayoría corta y usa leña, ya ve que el gas esta ―recaro‖…una o dos cargas de
leña, antes la escogíamos, ahora de lo que haya…ese cuahulote lo podo para que
crezca, siempre antes de las lluvias, de ahí sale que la leñita y después de que produce
nuevas varas, las uso para techar la casita que está en la parcela y cuando las da
todas chuecas las hecho como leña al fogón para hacer las tortillas.

Una de las situaciones que se da con frecuencia en la comunidad de estudio es el caso de que no
todas las personas tienen la suficiente tierra como para que la trabajen sus hijos, y si la tienen la
fraccionan principalmente entre los hijos varones. Existen personas que prestan o rentan su tierra
para trabajar.
De esta manera cada labor tiene un peso en trabajo y responsabilidad diferente, cada hombre la
realiza y la integra al conjunto de estrategias para bienestar de la familia, a continuación se
enlistan el conjunto de labores que de los hombres realizan manera general son las siguientes:
Quitan el jegüite (deshierbe), rozan, hace los cajetes para los árboles, poda de árboles, reciben la
leche, sacan los botes (con leche) del refrigerador, hace queso, el barbecho, el surcado, la
siembra, cuida los cultivos de los mapaches, roza los carriles de la parcela, desgrana la mazorca,
corta leña, hace los hoyos para sembrar los árboles, hace quesos.
El tamaño de sus parcelas varía, existiendo aquellas personas que no tienen parcela por distintas
circunstancias, hasta aquellos que tienen hasta 20 has. Las familias han ido dividiendo sus
propiedades entre los hijos y las hijas que se casan y se quedan a radicar en el pueblo y a su vez
éstos vuelven a subdividir el espacio cuando sus sucesores lo requieren, de manera que los sitios
fraccionados tienen espacios que se comparten entre las familias.
También nos comenta Don Alberto Zúñiga Quintero:

Mi hija la menor se casó con uno de aquí pero se fue, el hijo mayor vive aquí, le dimos
un pedacito para que haga sus casa, ¿desde dónde le dio? pues desde ahí –señala- no
le he medido, sólo así…a ver si no quiere luego hasta la cocina.

También Don Carlos Domínguez Arredondo nos comenta:

¿Patio? no tenemos, ahí nos repartió mi papá…somos cuatro hermanos y a todos nos
tocó un pedacito… no alcanza el espacio para poner plantas ni mucho menos para
tener animales.

147
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Así nos expone Doña Edilbertha Cázares Valentín:


Mi hija casada vive en México, mi hijo se casó y no tenía a donde vivir, por eso vive
con nosotros, ya veremos luego… pues mi hijo no tiene a donde ir…por eso vive aquí.

El tiempo dedicado al trabajo del huerto, es determinado por el tamaño de la familia y de los
miembros que participan, además del tamaño del traspatio, entre otras características que
determinan la posibilidad de ampliar o intensificar la producción agrícola o de diversificar las
labores en el traspatio.
La comunidad de Quilamula fundamenta su permanencia en el desarrollo de actividades
agrícolas y pecuarias, aunque no podemos dejar de lado la función de el traspatio, en donde la
producción se basa particularmente en el trabajo familiar y las actividades domésticas realizadas
se dirigen a la subsistencia familiar, articulando dicha actividad económica en común,
cumpliendo así con las diversas funciones elementales para la familia.

Relación entre el huerto y otras actividades


Las características de la dinámica y división temporal del trabajo en el huerto contrastan con
aquellas que son realizadas en la parcela, en donde existen periodos de trabajo acelerados
durante los cuales se invierte fuerza de trabajo de manera intensa, en la siembra o en la cosecha,
por ejemplo. En la organización y realización del trabajo realizado en la parcela, principalmente
en la milpa, son efectuadas por el padre y por los hijos varones, ocasionalmente participa la
mujer. El pago de jornales se realiza en las actividades que necesitan de mano de obra y apoyo
para aquellas otras actividades como el ―desmonte‖ para la siembra, la preparación del terreno
para la siembra o especialmente en la temporada de cosecha, cabe señalar que actualmente se
paga alrededor de $120.00 pesos el jornal, sólo en los casos específicos que se requiera contratar
peones para trabajar en sus parcelas.
El trabajo concerniente a la producción agrícola también correspondería al que en la casa o el
huerto se realiza, que consiste en poner a secar la cosecha, posteriormente, desgranar maíz, pelar
el frijol, lo cual lo llevan a cabo también las mujeres mayores, en este trabajo diferentes
miembros de la familia participan, los niños por ratos, pero especialmente los adultos, es
frecuente encontrar a mujeres y hombres sentados en el patio, en medio de granos azules y
blancos de maíz.
Algunos de los instrumentos o parte de ellos pueden ser elaborados por los mismos campesinos,
es el caso del cabo para el azadón, se usa madera del cuahulote, por ser una madera con
características apreciadas por los campesinos, los medios de trabajo generalmente tienen un uso
especifico, el machete se usa en la roza y el azadón es utilizado en la limpia del cultivo, la aguja
para abrir la mazorca, en el caso del patio, un mismo instrumento se usa para otras actividades,
por ejemplo el machete se usa para podar los árboles. A continuación se mencionan algunos de
los instrumentos e implementos mencionados por los habitantes de Quilamula.
El uso de las plantas y animales sirve para complementar la dieta, aportando gran parte de los
nutrimentos necesarios y de disposición casi inmediata, lo que les ha permitido persistir a los
cambios sociales como grupo.

148
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

En la comunidad de Quilamula, siguen siendo esenciales el maíz, frijol y calabaza que se


obtienen de la milpa y la amplia gama de complementos que se obtienen del huerto, como lo es
el chile y las diversas frutas como la naranja, el limón, la anona, los guajes (rojo y blanco), el
guamúchil y la ciruelas (roja y amarilla), encontrándose que también se siembra maiz en los
huertos aunque en pequeñas cantidades.
La milpa es un sistema que se caracteriza por ser principalmente de temporal, se realiza en las
laderas de los cerros, que por la falta de suelo y por las condiciones de pendiente presente, es
llamado agricultura de ―tlacolol‖ y está integrado principalmente por maíz, frijol y calabaza.
También existe la siembra de cultivos de riego debido a la presencia de una presa que abastece a
una parte de los terrenos destinados principalmente para la siembra de caña de azúcar, sorgo,
maíz, calabacita, entre otros cultivos.
Respecto a la milpa cabe señalar que aunque se maneja semilla de especies mejoradas, todavía
persiste el manejo de maíz criollo, el cual es separado principalmente por el tamaño del grano y
el color, éste es almacenado en algunos de los casos en envases de plástico, para la siembra del
próximo ciclo.
El ganado de mayor presencia en la región es el vacuno, el cual es destinado para engorda
principalmente, durante la temporada de secas se mantiene estabulado en el traspatio o en la
parcela directamente, mientras que en las lluvias, este se mantiene libre. Cuando existen crías,
estas se mantienen en el traspatio hasta que se considera que se pueden dejar que acompañen a la
manada al campo, a veces se dejan alimentar de la madre y así ahorrar la compra de alimento
para las crías, en el caso de la leche que se obtiene regularmente no se consume directamente,
esta es vendida para la elaboración de queso. A dicha actividad se dedican unos cuantos
habitantes.
También se pueden encontrar chivos (Capra aegarus) y borregos (Ovies aries) que regularmente
son usados para la venta o para autoconsumo, estos se mantienen en el día libres para que se
alimenten en el monte y ya por la tarde se traen al corral que se encuentra en el traspatio,
mientras que las hembras con cría se mantienen en el corral hasta que se considera que las crías
se pueden dejar libres, esta actividad la realizan los niños varones principalmente, son
sacrificados para alguna celebración o evento específico.
La pesca es otra de las actividades que complementan la alimentación de los campesinos de la
localidad, la realizan principalmente los varones adultos y jóvenes, en la presa cercana al pueblo
o lo hacen directamente en el río de temporal que atraviesa el pueblo y que proviene de la misma
presa. El producto es destinado para autoconsumo principalmente y si existe excedente se vende
en el mismo pueblo o se lleva a las comunidades más cercanas o hasta Jojutla. También llegan
personas de otras comunidades para vender pescado a la comunidad, lo que particularmente se
puede pescar en la región es Carpa (Cyprinus carpio) y Mojarra (Tilapia nilotica), aunque en
otras comunidades también se puede obtener bagre (Ictalurus balsanus), como es el caso de la
Comunidad de Huaxtla, el cual es obtenido en el río Amacuzac, el cual suele venderse a las
demás comunidades.
La recolección de leña como complemento de las actividades productivas de la comunidad, que
además de ser la principal fuente de combustible en la cocina, genera ingresos económicos, a un
costo de $ 50.00 pesos la carga, lo que cubre otras necesidades como vestido, alimentación,

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ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

entre otros. De las familias encuestadas se menciona la colecta de leña desde ―barañas‖ hasta
una a tres cargas a la semana. El ingreso por esta actividad se considera mínimo, si se analiza el
tiempo y la fuerza de trabajo destinada para realizar dicha actividad, la mayoría la recolecta o la
corta del medio natural aunque existe gente que obtiene la leña del huerto, al respecto nos
explican:

¿La leña? no, hace mucho tiempo que no vamos al monte a traer…de aquí sale…de los
árboles que se van podando o que se caen con el viento, ese guamúchil se cayó y de
ahí sale la que necesitamos…ahora compramos gas…aunque es muy caro a veces lo
tenemos que comprar…desde que mi esposo trabaja en la tortillería…ya no nos hace
falta nada…ahora si comemos bien.

Las principales especies que se colectan del huerto son: cuahulote (Guazuma ulmifolia), cubata
(Acacia cochliacantha), guamúchil (Pithecelobium dulce), guayabillo (Wimmeria persicifolia),
mezquite (Prosopis laevigata), palo blanco (Acacia coultieri), palo de Brasil, (Haematoxilom
brasiletto), tepemezquite (Lysiloma divaricata). Siguiendo con el consumo de la leña comentan:

Si, aquí la mayoría usa leña ya ve que el gas está ―re caro‖…una o dos cargas de
leña, antes la escogíamos, ahora de lo que haya…ese cuahulote lo podo para que
crezca, siempre antes de las lluvias, de ahí sale que la leñita y después de que produce
nuevas varas, las uso para techar la casita que está en la parcela y cuando las da
todas chuecas la hecho como leña al fogón para hacer las tortillas.

En la mayoría de los casos, como ya se expresó, es el hombre quien regularmente sale al campo,
quien se encarga de llevar algunos elementos o materiales que vienen a cubrir o complementar
algunas de las necesidades de alimentación y salud, entre otros. Entre los animales, plantas y los
materiales que se extraen del medio natural son, a) Plantas: anona (Annona squamosa), borrego
(Acacia acatlensis), bejuco de 3 costillas (Serjania schiedana), bonete (Jacaratia mexicana),
ciruela (Spondias purpurea), chipiles (Crotalaria pumila), cuachalate (Amphipterygium
adstringens), dalia (Dahlia coccínea), escoba de cerro (Dalea alopecuroides), grangel (Randia
echinocarpa), guajes (Leucaena esculenta), guamúchil (Pithecellobium dulce), guayaba
(Psidium guajava), hierba del golpe (Oenothera rosea), panicua (Cochlospermum vitifolium),
pipitzcas (Porophyllum punctatum), parota (Semilla) (Enterolobium cyclocarpum), Prodigiosa
(Calea zacatenchichi), tronadora (Tecoma stans), quina (Hintonia latiflora), zompantles
(Erythrina americana). b) Animales: armadillo (Dasypus novemcintus), conejo (Sylvilagus
floridanus), huilota (Zenaida macroura), iguana (Ctenosura pectinata), tejón (Nasua narica),
tortolita (Colombina inca). c) Otros materiales: agua de lluvia chamizas (leña en ramas
delgadas), hongos (de cazahuate) (Pleurotus spp).

En cuanto a la comercialización de los productos obtenidos del huerto, estos no están definidos
por las decisiones que el hombre tome, aún tratándose de los animales; pues las mujeres que los

150
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

cuidan y se abocan a mantener una cierta permanencia y crecimiento de las poblaciones de


animales, son las que organizan igualmente la venta o el uso de éstos.
En los traspatios de Quilamula prácticamente la producción obtenida es para el autoconsumo,
más que para la venta (Tabla 1), la cual es regularmente en la obtención de productos en pie,
principalmente vegetales y animales, así muchos de los beneficios del huerto adquieren un valor
de intercambio por productos que no se tienen en casa o no se tienen por el momento en el
huerto.

Tabla 1. Costo de algunos productos que se obtienen del huerto

Nombre común o Nombre científico Cantidad Costo $ (pesos)


producto
Borrego Ovies aries 1 $1200.00
Chivo Capra aegarus 1 $ 1000.00
Coquena Numida meleagris 2 $200.00
Epazote Teloxis ambosides 3 ramitas $ 3.00
Gallina Gallo gallus 1 $ 50.00
Guajolote Meleagris gallopavo 1 $ 300.00
Huevo de gallina 1 Pieza $ 1.00
Huevo de coquena Gallo gallus 1 pieza $10.00
Naranjo agrio Citrus aurantium 1 Costal $ 20.00
Puerco alimentado de Sus scrofa 1 $400.00
manera normal
Tamarindo Tamarindus indica 1 Kg. $ 3.00
Queso 1 Kg. $ 50.00

Todos los precios son locales y de vecino a vecino, aunque en el caso del naranjo agrio, el
tamarindo y la coquena, las compran también gente de otras comunidades. La gente del pueblo
no acostumbra salir a vender por la lejanía de la ciudad, la más cercana es Jojutla, pero
principalmente porque la producción la pagan muy barata, al respecto nos comentan:

Del huerto sale la fruta para los niños…los mangos, las ciruelas, guayabas, el
tamarindo lo hago en agua…ya no lo vendo, hace tiempo lo llevábamos a Jojutla a
vender…lo pagaban muy barato…de 2.50 a 3 pesos el kilo, mejor lo comemos o lo
andamos regalando aquí… y el que queda se lo damos a los animales.

En términos generales se pudo identificar que los productos del traspatio no tienen un comercio
mayor debido que el huerto está hecho pensado en un espacio de producción y esparcimiento útil
a la familia. A la cantidad obtenida de producto es baja, dada la dificultad de su mantenimiento,
principalmente por la falta de agua. La mayoría de las familias tienen un huerto con especies
similares. No existe tradición por la comercialización, aunque la producción es muy diversa. Y

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el mercado de Jojutla está alejado de la comunidad, aproximadamente una hora y media en el


servicio público (la combi)
La mayoría de los campesinos piensa que el trabajo de la parcela es muy importante, que provee
lo indispensable para vivir, pero no lo suficiente para satisfacer todas las necesidades que son
requeridas por la familia, por lo que algunos de ellos además de dedicarse a la siembra en la
parcela, han desarrollado de manera paralela otras actividades que agilizan la economía familiar,
por ejemplo el realizar algún otro oficio les hace sentir que pueden solventar algunos otras
necesidades indispensables, al respecto, nos señala Doña Teresa Anzurez Sánchez:

Mi esposo se dedica al campo, aunque también me ayuda en la carnicería…si no cómo


pagamos los estudios de los hijos… a los dos los tenemos estudiando en la Normal de
Cuernavaca…halla se quedan…tienen que pagar renta… y otros muchos gastos de su
escuela.

Aunque de la misma forma algunas personas reconocen la importancia de tener otro oficio,
también se reconoce la importancia de tener una parcela, los beneficios que les da y lo que
podrían sembrar en caso de tenerla.
En definitiva el tener un trabajo del cual se pueda obtener un salario fijo es indispensable para
satisfacer las necesidades prioritarias, en relación a esto Doña Elena Zúñiga Cervantes nos dice:

Ahora compramos gas…aunque es muy caro a veces lo tenemos que comprar…desde


que mi esposo trabaja en la tortillería (Don Israel Brito García)…ya no nos hace falta
nada…ahora si comemos bien.

Aunque también existen personas, no obstante de ser originarios de la comunidad actualmente


no cuentan con una parcela para trabajar, Don Alfredo Trejo Zúñiga, acentúa:

Me dedico a la venta de pollo, yo no trabajo en el campo…porque mi tierra me la


quitaron hace mucho…cuando me fui al norte…me pidieron una parte para hacer la
presa…pero la presa inundo toda…por ahorita soy jubilado…ya no trabajo.

Algunos de los oficios y actividades complementarias que se mencionaron de manera particular


son: Atender la carnicería, la caza, cortar leña, electricista, empleado de la Secretaria de Salud de
Morelos (SSM), empleado de la tortillería, mata cerdos, mata y vende pollo, pesca, sastre. El
trabajo agrícola que realizan los campesinos de la comunidad demuestra ciertas particularidades
que dependen de las características de la tierra, como lo es su extensión y calidad, que
determinan su rendimiento y que influye en la capacidad productiva del trabajo agrícola, lo que
le da la particularidad de ser considerada como una agricultura para autoconsumo.
Así es como la milpa y el huerto junto con otras prácticas, como lo es la pesca, la recolección de
leña y otros materiales son parte de un sistema de uso diversificado del ambiente para obtener
beneficios, principalmente en lo que respecta a la alimentación, asegurando así la reproducción

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

del sistema mediante el mantenimiento de la diversidad a través de la manipulación de la


vegetación.
Aunque existen otras actividades que complementan la economía campesina, la agricultura es
fundamental en la vida campesina, es así como también la reproducción económica campesina
se encuentra constituida por trabajadores ligados a sus medios de producción, pero cuya tierra es
inferior en calidad y los insumos son tan escasos que no pueden obtener una cosecha que genere
una ganancia que remunere realmente el trabajo desarrollado y que cubra de manera satisfactoria
la mayoría de necesidades.

Conclusiones
Para los habitantes de Quilamula el traspatio representa una estrategia que les ha permitido
mantenerse y al mismo tiempo complementar la actividad agrícola, como pieza fundamental de
subsistencia para los campesinos que tienen parcela al igual para aquellos que no la poseen,
particularmente para subsanar algunas de las necesidades más apremiantes como lo es la
alimentación.
El traspatio además de ser un espacio, pieza integrante de la reproducción de la familia, por ser
de utilidad para todos los integrantes de la unidad familiar de las actividades productivas y
domésticas, del trabajo de la mujer y de la participación puntual de otros miembros de la familia.
Los huertos de traspatio son de manera amplia, espacios de autoabasto y de subsistencia, que
particularmente son atendidos por la familia campesina, que pueden abastecer de lo más
indispensable para complementar su dieta, su economía.
El huerto junto con otras prácticas, como lo es la milpa, la pesca y la recolección de leña, son
parte de un sistema de uso diversificado del ambiente para obtener beneficios, principalmente en
el aspecto de la alimentación, asegurando así la reposición del sistema mediante el
mantenimiento de la diversidad a través de la manipulación de la vegetación. El número de
especies y de familias botánicas reportadas, nos puede indicar la riqueza de los huertos de la
comunidad. La categoría de uso más representativa fue la alimenticia, seguida de la ornamental,
combustible y medicinal, lo que argumenta la idea de que los traspatios son fundamentales para
complementar la alimentación de los campesinos.
Entre los principales componentes presentes en el traspatio, está la casa, la cocina que puede o
no estar separada a la casa, la troje, el horno, el tanque para almacenar agua y el área para
animales.
Finalmente, los traspatios en Quilamula son fundamentales en el desarrollo y la permanencia de
los campesinos, particularmente por la multifuncionalidad que desempeñan, la presencia de los
diferentes elementos que lo integran y que cubren las necesidades más cercanas a su realidad en
estrecha complementariedad con las actividades agrícolas que desempeñan.

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Resguardo de maíz y estrategias de seguridad campesina en Morelos, México


Elsa Guzmán Gómez
Arturo León López

Resumen
Partiendo de la importancia cultural que el maíz tiene en México, se hace un acercamiento a las
maneras particulares en que el resguardo de este grano se lleva a cabo en algunas comunidades
del municipio de Tepoztlán, Morelos, en que bajo distintas opciones de cultivo, consumo y venta
se logra sostener la organización de la estrategia de reproducción y la vida campesina a partir de
los ciclos y procesos del maíz. Se reconoce el papel fundamental que este cultivo tiene en la
seguridad campesina y la seguridad alimentaria.

Palabras clave: maíz, seguridad alimentaria, estrategia campesina

Introducción
El maíz es una planta y un cultivo originario de México, con una larga historia cultural entre
diferentes grupos. Actualmente este cultivo es el más importante y extendido en el país, en tanto
forma parte de la base de la alimentación para la mayoría de su población, rural como urbana,
así como elemento clave en la construcción cultural de los pueblos, a nivel social, económico y
ritual, con especial presencia en la vida y reproducción social campesina. El maíz a través del
conjunto de procesos que sostienen su cultivo y usos, cumple una función organizadora e
integradora de los distintos ámbitos de la vida y dinámicas familiares y comunitarias
campesinas, lo que explica la gran vocación maicera de los productores y la presencia
sobresaliente de este cultivo. Esto sigue siendo vigente aún bajo las condiciones actuales en que
la producción maicera no es impulsada desde las políticas públicas, sino que, por el contrario,
promueven el desplazamiento por otros cultivos.
El presente trabajo tiene como eje la permanencia del cultivo del maíz en la condición
campesina actual, que se ha trabajado como el resguardo campesino del maíz, en el que se
entiende y argumenta como el sostenimiento y recreación de las prácticas, procesos del maíz y,
en última instancia, de la cultura misma. Esta cultura es sustento y consecuencia del papel del
maíz en la reproducción campesina, así como de la importancia de este cultivo para la
autosuficiencia alimentaria y la soberanía nacional. Este escrito es parte de los resultados,
acotados a unas comunidades del municipio de Tepoztlán, de un proyecto más amplio
desarrollado en el norte del estado de Morelos que vincula las estrategias de vida campesinas y
el papel del resguardo de maíz, en el que se sustentan las transformaciones que en el agro se van
sucediendo, considerando los procesos de inclusión y sostenimiento de procesos campesinos, a
pesar de las tendencias de desestructuración, urbanización, desempleo rural, etcétera. El
documento hace un recorrido por el panorama nacional del país, y posteriormente por la
situación estatal; en el tercer acápite se hace un acercamiento a la estrategia productiva del norte
de Morelos, de ahí se pasa a la focalización de las estrategias de resguardo de maíz en tres
comunidades de Tepoztlán: San Juan, San Andrés y Santa Catarina, discutiendo sus diferencias

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de opciones, y posteriormente se concluye discutiendo las posibilidades y dificultades del


resguardo de maíz y la seguridad alimentaria campesina.

El maíz en el panorama nacional


El maíz ha sido el principal cultivo nacional, se ha mantenido como el cultivo más extendido en
la superficie agrícola, la cual se ha ido incrementando a lo largo del las décadas. A principios del
siglo XX más del 60% de la superficie agrícola nacional estaba ocupada por maíz. En 1925 se
registraron 2 936,169 ha, las cuales aumentaron conforme avanzó el reparto de la tierra y los
campesinos tuvieron en sus manos condiciones para sembrar. En el año de 1950, todavía se
sembró el 50% de la superficie agrícola total con maíz, a pesar de haberse incrementado la
diversidad de cultivos (Warman, 2001). Las cifras marcan que la superficie destinada a este
cereal fue aumentando lenta pero paulatinamente en las décadas inmediatas posteriores, de
manera que se duplicó alrededor de la década de los sesenta, para los ochenta se ocuparon
alrededor de 8 millones de ha, aunque en las últimas ya no ha sucedido lo mismo pues la
superficie se mantiene fluctuando alrededor de esa cifra hasta la actualidad. De cualquier modo,
aún en el año 2006 el maíz para grano es el cultivo al que se le destina mayor superficie, con
respecto a la total cultivada, equivalente al 36.43% (SIAP, SAGARPA). Warman (2001)
comenta que a pesar de que la superficie aumentó sólo 70% a lo largo del siglo XX, no se tienen
registros de que el consumo por persona de maíz haya disminuido, a pesar de contar con una
dieta cada vez más variada.
Tradicionalmente el cultivo de maíz se da en un 80% de tierras de temporal, aproximadamente,
en parcelas de pequeñas superficies. En las primeras décadas del siglo XX, teniendo México una
población predominantemente rural, el maíz producido tenía un destino mayoritario hacia el
autoconsumo, a partir de la última década del siglo se considera que aproximadamente la tercera
parte de éste es utilizado para el consumo de las familias de los propios de productores que lo
cultivan, cantidad que nunca llega al mercado.
En cuanto a los rendimientos de producción (volumen/superficie), en la trayectoria histórica han
aumentado de manera importante, por lo que la producción total se ha visto igualmente
acrecentada, logrando satisfacer el consumo interno de una población creciente. Si en 1925 el
promedio de kilogramos por hectárea obtenida era de 670, para 2005 fue de 2,470 kg/ha. De esta
manera el incremento de producción total de maíz es mucho más significativo que el de
superficies de cultivo, así tenemos que en 1925 se produjeron 1 968,732 toneladas, para 1950 se
alcanzaron 3 122,042 ton, en 1980 12 374,400 ton (Warman, 2001), y en la actualidad se
obtienen alrededor de 20 millones de toneladas de maíz blanco (SIAP-SAGARPA). Este cambio
se debió especialmente a los procesos de mejoramiento del maíz y al uso de insumos, como
fertilizantes químicos, plaguicidas, etcétera, iniciado con la investigación y modernización
agrícola impulsada desde programas gubernamentales desde el año de 1943, en que se estableció
un convenio entre el gobierno mexicano y la Fundación Rockefeller, que tendría consecuencias
importantes en la transformación de la agricultura en nuestro país, y en la diferenciación social,
económica y productiva de los productores agrícolas. Sin embargo los cambios llegaron tanto a
las siembra de maíz en condiciones de riego que poco a poco fueron adquiriendo nuevos
procesos tecnológicos, como a las siembras campesinas que, manteniendo variedades nativas,

156
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

junto con algunas mejoradas, fueron incorporando algunos elementos de las nuevas tecnologías
que les permitieron mantener sus cultivos en condiciones ―tradicionales‖, pero aumentando sus
rendimientos y productividades. Los cambios tecnológicos se han mantenido en ascenso
influyendo los procesos agrícolas de manera diferenciada entre regiones, unidades productivas,
cultivos, etcétera.
El maíz, igual que la agricultura mexicana en general, está marcado por diversas tendencias
opuestas, dadas especialmente por la existencia en la nación de visiones del mundo, intereses y
prioridades de desarrollo distintas; en lo que concierne a este caso, se puede decir que las formas
de vida campesina, así como las necesidades de los grupos rurales han sido marginadas del
proyecto de nación de los gobiernos liberales, por lo que, en el mejor de los casos se busca
desplazar por formas urbanas y modernas. Así, a partir de la segunda mitad del siglo XX, en que
se planteó la modernización como paradigma para sostener la agricultura, se consideró que la
agricultura tradicional debía desaparecer y las formas de vida campesina que la sostienen no
existirían más, sin embargo, aún ahora, en que la población nacional es mayoritariamente urbana
existe una población rural de 25 millones, y más de 3 millones de pequeños y medianos
productores que sostienen las tierras cultivando, en unidades de superficies pequeñas, y
participan en el mercado nacional en distintas escalas, al mismo tiempo que producen para su
propio abasto; se puede decir que prácticamente el consumo humano de maíz es aún sostenido
por la producción nacional, en la cual la producción campesina es importante
(CNPAMM/ANEC, 2006).
A pesar de lo anterior, frente al modelo actual de desarrollo del país, la cultura campesina vive
un permanente desprestigio que se refleja en la exclusión de políticas públicas que apoyen e
impulsen la producción agrícola de pequeños productores, esto tiene efectos particulares
múltiples, como por ejemplo la insistencia de desplazamiento de las variedades nativas, llamadas
criollas, de maíz, por híbridos y cultivos comerciales ―más redituables‖, la presión del
crecimiento urbano sobre los espacios rurales, la importación de maíz de Estados Unidos que
desestructura la producción nacional, la no protección de la calidad del maíz que entra al país
con contaminación de transgénicos, la negación a una política clara sobre el cultivo de maíz
transgénico, el impulso al uso de maíz amarillo y su distribución desordenada afectando la
calidad del consumo. Asimismo es claro que no se ha tenido como prioridad entender la
dinámica de reproducción campesina para apoyarla desde sus propias lógicas culturales para
potenciar las capacidades y mejorar la calidad de vida de la población campesina que ha
sostenido la producción del alimento más importante del país, hacerlo representaría la
autosuficiencia alimentaria, la no dependencia de maíz hacia Estados Unidos y aportaría hacia la
soberanía nacional.

Panorama estatal de la producción de maíz


Morelos es un estado que se encuentra al centro sur del país, cercano a la capital. Esta condición
ha influido en las tendencias que la agricultura, en tanto la producción agrícola de Morelos ha
formado parte de la construcción y sostenimiento del centro del mercado nacional de alimentos
desde las décadas de crecimiento de la población y transición poblacional hacia una de mayoría
urbana, abasteciendo múltiples productos a la demanda capitalina y nacional, a través del
sistema centralizado de distribución y abasto alimentario nacional.
157
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

La agricultura en el estado, a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha tenido un fuerte cambio
hacia la horticultura, ante el éxito paulatino de este tipo de cultivos, ya que, además de la
cercanía con el mercado más grande del país y la demanda de productos alimenticios que
implica, se cuentan con climas cálidos y semicálidos, así como precipitaciones y condiciones de
riego para garantizar un buen desarrollo agrícola. Los productores mayoritariamente
campesinos, han adaptado sus parcelas pequeñas y experiencias en la adopción de los
conocimientos y las tecnologías necesarias para manejar cultivos hortícolas; se han insertado al
mercado, desde una cierta vulnerabilidad dada su condición campesina y poca capacidad de
inversión, considerando que las actividades hortícolas y el ámbito mercantil representan
múltiples riesgos (por las incertidumbre ante sequías, plagas y fluctuaciones de los precios) que
puede llevarlos a perder toda la inversión realizada a lo largo del cultivo y cosecha, y
difícilmente recuperarse.
Así se manifiesta que de manera paralela al cultivo de hortalizas u otros cultivos, en las distintas
regiones del estado el maíz se ha mantenido como una constante que ha compartido tierras y
experiencias (Guzmán y León, 2008). Las últimas décadas, ante el crecimiento de la agricultura
comercial, pero especialmente ante la apertura de la economía mexicana al mercado mundial y
los impactos de las políticas de ajuste estructural, la producción de maíz en el estado ha ido
diminuyendo; pues si en 1980 se ocupaban 55 mil hectáreas con este cultivo 96, en 2005 ya sólo
fueron 29,761 hectáreas. En las series históricas se identifica una disminución paulatina a lo
largo de todo el periodo mencionado, pero dos momentos importantes de baja de producción,
una en el año de 1986 (que cae de 52 mil ha a 39 mil ha), y otra en 2002 y 2003 (pasa de 43 mil
ha a 37 mil y después a 31 mil hectáreas) (SIAP-SAGARPA). Esta tendencia se encuentra
acompañada de un cambio de peso económico del sector rural morelense con respecto a la
economía y población total, pues para 2005 la población rural fue de 24.5%, la PEA
agropecuaria alcanzó el 8% aproximadamente, y el PIB agropecuario fue de sólo 5.8%, mientras
que se distingue un crecimiento importante de las poblaciones urbanas y las actividades
industriales y especialmente de servicios.
Esto refleja cambios importantes en el conjunto de la vida rural que dificultan la dedicación a la
agricultura y desvalorizan el producto agrícola, creando un escenario poco favorable para su
sostenimiento; estas situaciones inducen el desplazamiento de una parte de la vocación maicera
de las tierras, al mismo tiempo que marca la existencia de procesos de persistencia del cultivo a
pesar de los escenarios desfavorables.
Si bien la presencia y sentido del maíz se han mantenido, las maneras de cultivarlo y consumirlo
se han adaptado a las condiciones actuales de falta de apoyo, presión de la urbanización,
movilidad de los integrantes de las unidades familiares, y fuerte interacción en los ámbitos no

96
Cabe aclarar que el indicador de producción que se retoma es el de superficie sembrada pues éste refleja, más allá de
los resultados de la cosecha, la decisión de los productores de destinar la tierra al cultivo, dentro del balance que cada
unidad familiar hace del conjunto de recursos y la dedicación al trabajo. Los resultados de la producción dados por la
superficie cosechada, el volumen de producción obtenido y el rendimiento de producción, son variables que si bien
tienen como determinante la superficie sembrada, reflejan igualmente el conjunto de contingencias y condiciones de
manejo del cultivo que se lleva a cabo a lo largo del ciclo, incluida la comercialización.

158
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

campesinos y no rurales, los campesinos aún logran decidir cómo reproducirse como grupo,
comunidad y familia, y el maíz forma parte de esto.
En Morelos el maíz es cultivado por pequeños productores, de todos los municipios en el 30%
de la superficie agrícola del estado, con distintos niveles tecnológicos, usando algunas prácticas
tradicionales que pueden ser laboreo con yunta, siembra con palo, pala o con el pie, no
aplicación de plaguicidas químicos, uso de abono orgánico, trabajo con fuerza familiar. El 85%
de la superficie de maíz se cultiva bajo condiciones de temporal, con maíces criollos como
ancho o pozolero, pepitilla, azul; pero igualmente intercalan el uso de tractor, agroquímicos,
pago de jornaleros y maíz híbrido (Gutiérrez y Güemes, 2000). De cualquier manera se trata de
campesinos que destinan su producto tanto para el autoconsumo como para la venta, de acuerdo
a las posibilidades económicas propias, al potencial de sus tierras, al tipo de maíz, etcétera. Del
maíz se obtienen múltiples productos, tanto directamente de la planta, de sus diferentes partes,
granos, hojas, tallos, olotes, así como mediante el procesamiento de éstos, dando lugar a usos y
destinos diferentes.
Las producciones estatales han disminuido a pesar de que la demanda es mayor y creciente,
teniendo que adquirirse maíz de otros estados para complementar las necesidades, como en las
dinámicas comerciales se vislumbra, al encontrar a vendedores de maíz de otros estados en
centros de demanda, como lo es la comunidad e Santa Catarina en donde se compra maíz para la
elaboración y venta de tortillas. Entonces, las tendencias más importantes en el estado están
vulnerando la autosuficiencia alimentaria, con todos los costos económicos y políticos que
implica, pues mientras las urbes crecen, disminuye la población económicamente del sector
agropecuario, y en especial el cultivo del maíz.
Ante esto, una parte de la población rural marca una tendencia, entreveradas con otras en
sentidos contrarios, al optar por mantener el cultivo del maíz, con una o varias de distintas
lógicas: dándole énfasis a la función de autoconsumo, o introduce a mercados locales y
regionales productos de maíz criollo que por un reconocimiento y aprecio cultural de su calidad
son valorizados por vías alternas al mercado nacional; también hay quienes deciden producir a
escalas medias para obtener ganancias suficientes que reditúen la continuidad del cultivo,
aunque se los paguen al precio nacional estandarizado.

Las tierras del norte de Morelos


La región norte del estado incluye a los municipios cuyas producciones de maíz son más
importantes. Así de esta zona se tiene que, de acuerdo a los datos de (SIAP-SAGARPA) los
municipios que más aportan a la producción estatal total son: Yecapixtla, Ocuituco, Totolapan,
Tepoztlán, Atlatlahucan, Tlayacapan y Tetela del Volcán. En estos municipios se genera, en el
periodo de temporal, el 40% de la producción total de maíz del estado de todo el año agrícola.
Otros municipios que igualmente tienen aportaciones importantes de maíz que se encuentran en
otras regiones (poniente y sur) son: Miacatlán, Tlalquitenango y Puente de Ixtla.
La región norte de Morelos corresponde a la parte sur del volcán de Popocatépetl, formando
parte del Plan de Amilpas, y de la Sierra del Ajusco, dentro del Eje Neovolcánico. La topografía
semiescarpada forma especies de terrazas que llegan hacia el sur hasta la depresión del Balsas.
Colinda al norte con el Corredor Biológico Chichinautzin, al que pertenecen las zonas boscosas

159
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

del extremo norte de Totolapan y parte de Tepoztlán. El clima es húmedo, templado frío, con
lluvias en verano, variando rumbo al sur hacia climas más cálidos.
Estos municipios tienen una historia productiva particular, en tanto en las últimas cinco décadas
se dieron transformaciones que cambiaron los procesos de desarrollo y perspectivas de la región.
El origen de sus habitantes y la cultura que han recreado es meramente campesino, es una zona
en donde existen superficies importantes de tierras con tipo de tenencia de comunidad agraria,
pues Tlayacapan cuenta con 568 ha, Totolapan con 522 ha y Tepoztlán con 3311 ha, es de
mencionar que el último municipio tiene tenencia exclusivamente de tipo comunal, lo que en el
estado sólo se da en éste y en el municipio de Huitzilac (INEGI, 1991). La tenencia comunal o
comunidad agraria, independientemente de la invisibilización actual a partir del Programa de
PROCEDE97 en que vislumbran todos los tipos de tenencia en el concepto de Núcleo Agrario,
está relacionada con la reivindicación de la tierra por parte de los pueblos en el momento del
reparto de la tierra, como búsqueda del reconocimiento de que las comunidades eran auténticas
dueñas desde tiempos coloniales e incluso anteriormente, y esto forma parte de la historia
agraria y de arraigo a la tierra en estos pueblos. Cuando los campesinos recuperaron la tierra a
partir del reparto agrario, como ejido o comunidad, la retomaron en el cultivo para su
subsistencia, de manera que maíz y frijol, como cultivos básicos para la alimentación, formaron
parte de las actividades presentes en todos los pueblos.
El maíz dentro de la diversidad agrícola en que subsiste en los pueblos de Morelos, tiene un
referente cultural que se relaciona con la visión campesina de los productores (Guzmán, 2005).
Si bien, las diferentes comunidades han vivido en las distintas épocas conflictos importante al
interior de los ejidos, entre los diferentes grupos políticos internos, alrededor del uso del bosque,
entre los distintos usuarios de los recursos (bosque-parcelas), entre intereses de las instancias
políticas y las agrarias, por darle distintos usos a los recursos (venta-conservación), entre los
pueblos, así como ante litigios por la tierra, existen referentes identitarios en que se considera el
apego al territorio, la pertenencia al lugar de origen y el interés colectivo de los recursos; que de
manera especial se manifiestan en acontecimientos, conflictos y defensas hacia el exterior (Paz,
2003), aunque igualmente puede vincularse con las fiestas patronales, cívicas, carnavales,
procesiones y ritos agrícolas que en la región se llevan a cabo. La cultura campesina que se vive
y recrea en el estado de Morelos y específicamente en el norte de Morelos, tiene rasgos
característicos, propios con componentes históricos y comunitarios, que conviven con fuertes
procesos de transformación con intereses ajenos, externos, procesos de modernización y
urbanización que moldean los procesos regionales y adecuan los mecanismos de reproducción
campesina.

Estrategias de resguardo de maíz en algunos pueblos de Tepoztlán


La producción de maíz total de la región se encuentra distribuida entre los diferentes municipios
y pueblos de manera irregular. Si bien, anteriormente todo productor campesino sembraba maíz,
actualmente la disminución de las superficies de cultivo se da por la contracción de las áreas de

97
Programa de certificación y titulación de tierras ejidales, llevado a cabo por la Procuraduría Agraria a partir de 1992,
como parte de los programas implementados una vez modificado el Artículo 27 Constitucional, en lo referente a la
posibilidad de afectación, venta, renta de tierras ejidales.
160
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

cultivo individual y por al abandono del mismo por parte de algunos productores. Las decisiones
con respecto a sembrar maíz, cultivar menos, qué tipo de maíz o abandonarlo se gestan de
acuerdo a los recursos de las unidades familiares, pero se encuentran igualmente influenciadas
tanto por condicionantes locales, y por los contextos nacionales más amplios que implican
procesos como la fijación de precios, la venta de tierra, la inexistencia de políticas agrícolas de
apoyo o la existencia de programas agrícolas particulares que desestimulan el cultivo de maíz.
El resguardo campesino alrededor del maíz implica la construcción de estrategias para mantener
a este grano como parte de la vida campesina, como alimento principal de las familias, como
planta apreciada en las milpas, traspatios, costales, canastos, mercados. A veces vasto y a veces
escaso, los campesinos resguardan su uso y aprecio de múltiples formas, como cada quien
puede, como cada quien decide, bajo pautas de posibilidades, preferencias y búsqueda de
seguridad.
De acuerdo a las condiciones generales del norte de Morelos, a la presencia y heterogeneidad de
distribución del cultivo, a la base campesina de su persistencia y a los procesos de
transformación, se distinguen dos ejes de resguardo: el consumo y el intercambio, los cuales
moldean las prácticas de producción y comercialización. Estos dos ejes tienen un significado
básico en la seguridad, como componente de la estrategia global, la cual permite la adopción de
otras actividades con lógicas distintas de las campesinas, como lo son, por ejemplo, la
horticultura comercial, o la venta de fuerza de trabajo no agrícola.
La seguridad como componente de la estrategia es el espacio en que las permanencias de los
procesos socioculturales son predominantes, como son las identidades, los arraigos, las
actividades tradicionales, las redes familiares, las pautas comunitarias, la transmisión
generacional de conocimientos. Los ámbitos que la constituyen son el ámbito doméstico, el
traspatio y el autoconsumo en general; en ellos el maíz está presente y es eje de las múltiples
actividades de producción y reproducción98.
El traspatio guarda las mazorcas, olotes, totomoxtles, granos y forraje, en los distintos momentos
después de la cosecha, durante su procesamiento hasta su destino final –venta y consumo-.
También se alojan en el traspatio los implementos para su cultivo, los instrumentos para
desgranarlo, separarlo, almacenarlo, el comal para preparar las tortillas e incluso los animales
que se alimentan de éste. El hogar como espacio de cobijo y nutrición funciona a partir de la
presencia del maíz, la organización de las rutinas diarias domésticas depende de las actividades
necesarias que se realicen en la parcela o en el traspatio para el cultivo y acondicionamiento del
maíz, así como de la combinación con las otras actividades.
Una función del maíz, presente en todos los casos en que se cuenta con él, es el autoconsumo,
generalmente para éste se siembra a escalas pequeñas que pueden incluso tratarse del cultivo de
una o algunas tareas99 de acuerdo a las necesidades básicas de las familias; o a la
comercialización con el fin de obtener ingresos económicos, sembrado a escalas medias, de
acuerdo a los recursos y tierras disponibles. El consumo es, además, la justificación misma del
cultivo, y está sostenido por: el aporte alimenticio, el gusto y aprecio de la calidad de los
productos obtenidos, y la satisfacción (incluyendo el ahorro económico) de la producción propia.

98
Existe bibliografía en donde se ha discutido este tema como Appendini, García y Tejera, 2003; García y Díaz, 2005
99
En el estado de Morelos una tarea es equivalente a 1,000 metros cuadrados, diez tareas forman una hectárea.
161
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

Como se mencionó, el maíz ya no es sembrado por todas las familias, ni en todas las
comunidades. Existen en toda la región, distribuidos de manera heterogénea, mecanismos de
intercambio del grano y los subproductos a distintas escalas. Algunos productos del maíz se
comercializan con destinos externos de la región, pero otros –especialmente el grano- hacia el
interior, cumpliendo la función de redistribuir un producto que es necesario y apreciado en todas
las comunidades y familias. Esta distribución tiene como base el acceso cercano de un grano
apreciado, es decir, se entrelazan dos elementos: el acceso y la calidad del producto, lo que
contribuye hacia su valoración. Por supuesto que también se dan formas de comercialización con
destino al consumo que no parten de estas bases, sino que provienen de ámbitos externos y no
recrean las pautas campesinas más que en el sentido del aporte alimenticio, como es la compra
de maíz distribuido por grandes empresas comercializadoras, incluso transnacionales. Esto se da
ya que la producción estatal no cubre el consumo total de maíz, y aunque nos estamos refiriendo
a la región con producción más importante de maíz, no significa que sea autosuficiente,
especialmente en épocas en que el maíz cosechado en un ciclo está por agotarse y todavía no se
tienen cosechas del ciclo subsecuente.
Así, las diferentes modalidades de intercambio y/o compra-venta de maíz, a nivel local,
intercomunitario, a partir de las plazas municipales o las regionales, con la participación de
intermediarios externos o internos, complementan y dan lugar al consumo de tortillas y los
subproductos del maíz en toda la región, configurando la seguridad básica.
Esta seguridad que el maíz cobra mayor importancia en el contexto actual en que las múltiples
transformaciones rurales incluyen influencias externas, urbanas, cambios en el uso de la tierra,
gran movilidad de la población hacia afuera, actividades no agrícolas, participación en los
mercados en lugares subordinados, etcétera, lo que implica inseguridad e incertidumbres. Es
decir, este componente (la seguridad) posibilita la participación y adaptación de la población del
norte de Morelos a las dinámicas globales de la sociedad, pero con ciertos elementos de
certidumbre, la cual recrea la seguridad y articula las condiciones para la realización de las
actividades cada ciclo, año con año.
De esta manera, la seguridad básica es el objetivo mismo del resguardo campesino como
mecanismo forjado en la práctica y en el desarrollo de un complejo de procesos que sostienen
formas de vida campesina y particularmente al propio cultivo. Este resguardo del maíz de
manera concreta se encuentra en las particularidades de las comunidades de acuerdo a las
tendencias que a este nivel se vislumbran.
En general, la comercialización a gran escala de los diferentes productos del maíz se lleva a cabo
a través de intermediarios en el ámbito regional y nacional. A pesar de que ellos no definan los
precios de sus productos logran integrarlos en circuitos comerciales de mayor valorización del
maíz en donde no sólo se aprecia el maíz criollo, sino también productos de calidades
específicas que el consumo y la demanda de una cultura maicera, paga a mayores precios, lo
cual no sería posible con la siembra de maíz blanco común insertado en el circuito nacional de
este grano sin precio de garantía ni apoyo a la comercialización. Es decir, esta estrategia de
selección de calidades diversificadas de subproductos de maíz significa la construcción de
alternativas campesinas regionales que confrontan y negocian su participación en el mercado de
la manera más ventajosa posible, a pesar de la política agrícola nacional de no apoyar, invertir ni
priorizar al maíz como producto económico ni como cultura.

162
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Una porción de toda esta producción es vendida directamente en escalas pequeñas. Dentro de
cada comunidad los productores que tienen cantidades mayores venden a los que no siembran
maíz o a los que se les va acabando el maíz para el consumo diario. También se vende a
compradores de otras comunidades, o en las plazas locales. Por ejemplo, el maíz se vende en
Tepoztlán a quienes venden tortillas, y en el mercado de los miércoles y domingos de la plaza de
Tepoztlán.
En San Juan Tlacotenco, municipio de Tepoztán casi no se siembra maíz. El pueblo se localiza
en el cerro de San Juan a 2350 msnm, enclavado en la zona boscosa. Las parcelas agrícolas se
encuentran en las partes bajas fuera del pueblo. Desde hace años la producción de maíz ha
disminuido, pues dado lo frío y alto del lugar los rendimientos son bajos, también comentan que
las tierras se han erosionado y ya sólo unas cuantas personas se dedican a este cultivo,
destinándolo al autoabasto.
La actividad principal del pueblo sigue girando alrededor de la agricultura, pero en los huertos.
Existe una gran diversidad de plantas en ellos, los cuales son de diferentes dimensiones, todos
pequeños, pero algunos rebasan los límites del traspatio y otros se circunscriben a ellos. El nopal
es un cultivo predominante, se encuentra a lo largo de todo el año y a los que lo cultivan les
significa trabajo, cosechas e ingresos, más o menos todo el año. También hay nardos, gladiolas,
crisantemos.
Estas flores fueron introducidas hace varios años y se acoplaron al clima y a los huertos, se
programan las cosechas para las fechas en que se acostumbran los festejos con flores como el 10
de mayo, 2 de noviembre, 12 de diciembre. Los tiempos se intercalan con los ciclos de plantas
de ciclos cortos como chilacayotes, calabazas, frijoles, quelites, y frutales como ciruelos,
duraznos, guajes, granadas chinas, y una gran variedad de plantas locales silvestres, como tila
por ejemplo, de las que también se obtienen frutos.
El consumo de los productos de los huertos es permanente, pero la base de la subsistencia y los
recursos económicos obtenidos es con la venta en los diferentes tianguis del estado. Para esto, en
general las mujeres salen a las 3 o 4 de la mañana con los frutos, verduras o flores del día y
acuden a Cuernavaca, Tepoztlán o cualquier otra plaza ya convenida para vender sus productos.
Las mujeres de San Juan son famosas en todos los tianguis del estado, entre sus productos
venden casi como base el nopal picado y una variedad de productos que va cambiando a lo largo
de los meses. También algunos hombres se dedican a esta venta, trabajando unos días en los
huertos y acudiendo a las plazas en otros días.
De esta manera, si no se siembra maíz y todos salen a vender parecería que no hay tortillas. Pero
no es así, las tortillas que se preparan en San Juan son las tortillas más grandes y gruesas de la
región, éstas son preparadas por algunas mujeres que no tienen huertos o que han decidido no
salir y ocuparse en garantizar el abasto de tortillas para la población local. Ellas venden las
tortillas, incluso a menor precio que en el centro de Tepoztlán, quizá porque los destinatarios son
los mismos pobladores del pueblo, y no los visitantes. También se venden elotes crudos o recién
cocidos, traídos de Yautepec o incluso del estado de México buscando el aprecio por el maíz
cacahuazintle. Las mismas mujeres que preparan tortillas también pueden surtir de masa a las
familias que prefieran consumir otro tipo de producto elaborado con masa. En las tiendas de
abarrotes encontramos maíz en grano para que la gente pueda consumir y darle distintos usos.
En época de seca, cuando en las zonas maiceras se está desgranando se puede adquirir grano de
la región para surtir las necesidades de consumo del pueblo, cuando el maíz del lugar se acaba,
163
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

se compra el grano que llega a la central de abastos por intermediarios que llevan granos
comercializados por grandes empresas.
Los pueblos de más abajo, San Andrés de la Cal y Santa Catarina, contrariamente a San Juan,
tienen una tradición y trayectoria de producción y presencia de maíz.
San Andrés de la Cal, pueblo de 1,226 habitantes, la mitad de la población ocupada se dedica a
la agricultura. En los últimos años los campos se han cubierto nuevamente de maíz
mayoritariamente, lo cual sorprende ante la tendencia general a la disminución de éste. En las
entrevistas es claro el gusto que se tiene por el maíz criollo, se usa el pozolero o ancho, sin
embargo es difícil encontrar quien se dedique todavía a éste. Unos dicen que ya no hay nadie
que lo cultive, otros dicen que todavía se mantiene entre 10% y 20% de la producción total es
criollo, pero el caso es que los que se localizan son pocos y en general personas grandes, quienes
dicen vivir básicamente del consumo y venta del maíz. Aunque se detectaron algunos
productores que sin dedicarse a sembrar maíz criollo dijeron que siembran algunos pedacitos
para poder tener elotes sabrosos, pues ―ni modo que los elotes fueran de híbrido‖.
Uno de los problemas más latentes del maíz criollo es el hecho de tener un porte muy alto y caña
delgada, la cual no resiste los fuertes vientos provocando el acame de la planta, y la pérdida total
si es que la mazorca aún no se forma. Los campesinos reconocen que el maíz criollo implica
mucho trabajo, pues hay que laborarlo a mano, y no todos disponen de mucha mano de obra,
además que los rendimientos no son tan altos como los logrados con el híbrido que siembran en
la comunidad. De cualquier manera, se reconoce una cierta añoranza y una esperanza lejana de
poder mejorar el criollo para no perder la semilla. Por parte de un grupo de productores de la
comunidad de San Andrés de la Cal se ha introducido la idea y la práctica de manera más
extensa de impulsar el maíz pero de alto rendimiento. Se utilizan variedad híbridas, adaptadas a
las condiciones de temporal de la comunidad, y de preferencia una variedad con hoja
(totomoxtle) grande, como la -30G40- para poder utilizarla para la venta o para los tamales
locales. Se siembra con altas densidades, es decir, se siembra el doble de plantas por hectárea
(entre 60,000 y 70,000 plantas por hectárea, en lugar de 30,000-40,000 plantas), lo cual requiere
fertilización a la siembra, uso de maquinaria –excepto en la cosecha-, y se intenta hacerlo bajo
labranza-conservación, que significa no aporcar ni levantar el rastrojo, controlando las hierbas
con herbicidas químicos e incorporando los restos de cosechas al suelo después de la cosecha.
El cultivo presenta algunos problemas, en relación principalmente a la labranza- conservación,
pues la incorporación de rastrojo no se lleva a cabo adecuadamente porque la gente requiere el
rastrojo para alimentar sus animales, o porque todavía algunos acostumbran quemar los residuos,
la cuestión se encuentra en que se siembra en terrenos rentados, entonces la inversión de trabajo
para mejorar o no deteriorar el terreno de siembra no se cuida igual que si la parcela es propia.
También se reconoce que el uso intensivo de fertilizante químico daña las tierras, pero la
preparación y aplicación de abono orgánico lleva mucho trabajo que a veces no se tiene tiempo o
se prefiere invertir en otras labores. También se sabe que la aplicación de herbicida es dañina,
pero por el momento no encuentran otra solución. Este sistema hace que la compra de la semilla
cada ciclo sea obligatoria, lo que implica gastos y sentido de dependencia sobre un recurso que
tradicionalmente se tenía el control, además de que los ha hecho perder semillas locales, como
los llamados híbridos-criollos. De cualquier manera la introducción de esta técnica ha permitido
que el cultivo sea redituable, pues están logrando rendimientos de 5 toneladas por hectárea con

164
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

lo que al vender a $3,000 la tonelada obtienen $15,000.00 bajo una inversión de $7,000.00
pesos, es decir, el cálculo es que obtienen lo doble de la inversión.
La comercialización era un problema, pues la producción se empieza a comercializar en abril y
luego se interrumpe cuando se acaba el maíz; al vender en grupo cantidades grandes
directamente a las tortillerías y molinos, los intermediarios les ganaban el mercado al asegurar
ellos entregas durante todo el año y ofrecer créditos. Actualmente lo venden al Consejo Estatal
de Productores de Maíz, asociación estatal de productores de maíz, instancia oficial creada en
2007, en donde se los reciben sin cribar a tres mil pesos la tonelada, equivalente a los $4.50 el
cuartillo a que lo pueden vender al menudeo.
En San Andrés hasta 1990 la agricultura se basaba en la combinación jitomate-maíz, pero la
incidencia e imposibilidad de controlar la enfermedad del virus del mosaico, acabó con el
jitomate, y llevó a los productores a buscar otras alternativas. Así, poco a poco se fue
introduciendo esta nueva forma de sembrar maíz con variedades híbridas que ha ido desplazando
a las criollas; también se han ido diversificando las actividades hacia la ganadería, el sorgo, las
hortalizas y flores en invernadero, así como la migración, calculada en, al menos, un integrante
por familia, cuyas remesas, en general, se invierten en el impulso a las actividades productivas
familiares. La ganadería se inició con apoyos de los programas de gobierno a través de un grupo
organizado que ha crecido, con el cual se han ido capacitando para su manejo y tomando
conciencia de los límites mismos de la ganadería extensiva y las dificultades para estabular al
ganado, así que están discutiendo cómo restringir el incremento de esta actividad, para evitar
problemas por los linderos con las comunidades colindantes y apostarle a otras nuevas, como el
cultivo intensivo en invernaderos. Esta idea parte de integrarse nuevamente al mercado de
hortalizas pero de manera más productiva y segura, están aprendiendo la construcción de los
mismos y negociando el agua con un particular, dueño de un pozo. Parece que el problema será
precisamente el acceso al agua.
El sorgo es un cultivo sencillo y poco exigente por lo que es un buen complemento, sobre todo
contando con ganado en el pueblo, especialmente para ocupar las tierras menos fértiles o más
deterioradas, aunque esto no permite la recuperación de la fertilidad, o al menos el descanso de
las mismas.
Entonces, ante distintas alternativas y nuevas búsquedas se quiere complementar las ganancias a
partir del trabajo agrícola, evitando la sustitución y pérdida del cultivo de maíz.
Por su parte, Santa Catarina, comunidad colindante de San Andrés, se ha especializado en la
venta de masa y tortilla. La ubicación de la localidad atravesada por carretera Cuernavaca-
Tepoztlán, y a sólo 12 km de la capital estatal, ha favorecido esta actividad. La venta de tortillas
es sostenida por el arraigo y reconocimiento general de la producción de maíz, la cual se asocia
también a una vida campesina e historia agraria. Esta comunidad tiene una población de 4,144
habitantes, con una predominancia de la que se dedica a la agricultura (33.6%), la que se ha ido
transformando, pues si bien hasta los años noventa también tenía una afición jitomatera
importante, como sus vecinos de San Andrés de la Cal, tuvieron que abandonarla en tierras
propias, y poco a poco llevó a los horticultores a la renta de tierras de riego en el ciclo de otoño-
invierno en Acapatzingo, Cuernavaca. Actualmente ante las nuevas tecnologías parece renacer el
jitomate en estas tierras, aunque por el momento aquí no se han vislumbrado invernaderos.
El pueblo de Santa Catarina es reconocido regionalmente como el abastecedor de maíz, es éste
su principal cultivo, a pesar de la paradoja de estar viviendo la contracción importante de las
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superficies de maíz, y la disminución de la dedicación de los productores a este cultivo. En la


comunidad se siembran distintos tipos de maíz: algunos utilizan variedad híbridas o mejoradas
que adquieren en las tiendas de agroquímicos ya tratadas, pero también se mantienen de manera
importante razas criollas: ancho, pepitilla, azul o pinto, y el híbrido-criollo, variedad mejorada
que han logrado reproducir y guardar.
En general, el criollo es muy apreciado, es el maíz que come toda la gente; pues si siembran
híbrido será sólo para vender. En las pláticas, la gente de Santa Cata manifiesta que éste es el
maíz de verdad, el que sabe bien, el que sí tiene olor, el que es bueno para amasar, aunque por el
tiempo e influencia han tenido que ir incorporando el híbrido. Las razones por las que el híbrido
se va incluyendo son dos: la fragilidad de la caña en campo, es la primera, ante esto algunos
productores comentan que intercalan surcos de distinta clase de maíz, para que se vayan
protegiendo mutuamente; la otra se refiere a la mayor productividad, pues se considera que rinde
más toneladas por hectárea que el criollo, aunque no falta quien considere que si se hace el
balance económico del costo del cultivo el criollo es menos costoso y compensa el supuesto
menor rendimiento. Otra consideración que los defensores del criollo hacen es que este grano
tiene un precio más alto, por su valor cultural, bien sea en el interior de las comunidades, pero
también en las plazas de venta.
Existe toda una serie de medidas convencionales que le dan un carácter especial a la
comercialización de los granos locales, y en realidad forma parte del reconocimiento de su
particularidad. Otra cosa que se aprecia, tanto dentro de Santa Catarina, como en las plazas de
venta de maíz criollo, es que este grano nunca se encuentra solo. Los puestos de venta al
menudeo exhiben distintos tipos de maíz: azul, rojo, pinto, pepitilla, ancho o pozolero de
distintos tamaños, quebrado, en mazorca; distintos tipos de frijol: vaquita, negro, rojo, peruano,
cuaresmero, cacahuate; y otros productos anexos pero indispensables: guajes, hojas para tamal,
calabaza, ocote, miel, cacahuates hervidos, etcétera. Por ejemplo, en la plaza de Tepoztlán se
aprecia la diversidad y complementariedad de productos y granos de Santa Catarina, Totolapan y
Tepoztlán, en donde convergen tanto las diversidades como similitudes de los arraigos y los
arreeglos campesinos.
La venta de tortillas es una actividad antigua, de más de cincuenta años, las mujeres de Ocotepec
dicen que antes era ahí la base de esta actividad, pero el crecimiento del pueblo terminó con ella.
La elaboración de tortillas es una práctica que todas las mujeres campesinas desde pequeñas
aprenden, de manera que es fácil llevarla hacia fuera de los ámbitos de origen. Para esto no se
requiere una formación especial ni gran infraestructura, sólo un comal grande y movible, así
como la compra del gas. Además se acopla a las actividades domésticas de las mujeres, sobre
todo si pueden contar con una persona que les ayude mientras ellas atienden simultáneamente
casa y negocio. Es por esto que esta actividad se ha incrementado en los últimos años, y ya no
sólo se ven mujeres en Santa Catarina que se integran a la venta de tortilla en las puertas de sus
casas, sino incluso ahora se ven más mujeres en distintas partes de Tepoztlán, por lo que se ve
que esta actividad se está generalizando.
Ahora las tortillas se venden a lo largo de la carretera, en locales dentro del pueblo, y en las
casas en donde la gente sabe que se preparan. La venta se puede llevar a cabo en el interior del
mismo, aunque muchas prefieren surtirlas fuera por encargo o en lugares ya reconocidos, en
condominios, escuelas, mercados de Cuernavaca, etcétera, pues la competencia dentro del
pueblo es cada vez mayor. Frecuentemente las mujeres manifiestan que las ventas son bajas, que
166
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

ya no se gana mucho, pero hasta el momento lo siguen haciendo. Los fines de semana se
intensifica, y suele acompañarse de la venta de tacos y quesadillas, con esto se cubre la demanda
de visitantes a Tepoztlán y Cuernavaca, lo cual, quizá equilibra las ganancias.
Desde los procesos de producción y comercialización, seguimos viendo que en la vida
campesina el maíz tiene importancia y aprecio especial. Tal parece que todas las actividades
vinculadas al maíz forman parte de distintos ángulos del sostenimiento de una forma de vida y
de la integración de estrategias campesinas, con sus propios recursos, como reto frente a
procesos de profundos cambios, con lo que se va construyendo, deconstruyendo y
reconstruyendo la dinámica de la región y las respuestas y búsquedas particulares en todas y
cada una de las comunidades.

Resguardo y seguridad alimentaria, bases y dificultades


Las tendencias de la modernización, crecimiento de las urbes y el mercado han planteado
mayores dificultades a las poblaciones campesinas para recrear las actividades agrícolas y en
particular la práctica del maíz. Sin embargo, en los distintos casos y en la región en general del
norte de Morelos, y particularmente en los pueblos de Tepoztlán, encontramos múltiples
procesos que manifiestan la presencia, aprecio y arraigo del maíz entreverados con otro abanico
de procesos que dificultan, desplazan y condicionan la persistencia del maíz, de las prácticas
campesinas y de la propia cultura, creando escenarios complejos en el medio rural en general.
Como se puede ver en el contenido de los diferentes casos recorridos en Tepoztlán, el ámbito
que aún sostiene los procesos del maíz es el de la seguridad campesina, a partir del consumo. Es
decir, la necesidad básica de una población que se reproduce con sus propios recursos, a pesar
del abandono por parte de las políticas públicas y de la exclusión de las prioridades nacionales,
está sosteniendo una cultura que sustenta un producto básico de la población nacional. Esta
reflexión podría llevarnos en dos sentidos diferentes: a una visión catatrofista en que se resalte la
fragilidad de la seguridad alimentaria nacional al estar sustentada en una población vulnerable y
excluida; pero igualmente se puede sostener de la fortaleza de la estrategia que a pesar de los
escenarios estructurales opuestos a la cultura campesina y a las transformaciones rurales actuales
que impulsan la presión de lo rural, lo campesino con el maíz persiste.
Esta problemática, si bien afecta a la población que está sosteniendo la producción del alimento
básico de México, plantea de manera contradictoria riesgos para la seguridad alimentaria, pero
también posibilidad para potenciar desde la producción del maíz campesino la persistencia de la
cultura campesina y de la propia seguridad.
La propuesta es impulsar la construcción de alternativas que vislumbren los dos escenarios
opuestos, y se distinga la existencia de una estrategia del maíz, con vacíos y contradicciones,
producto de la interacción de las actividades campesinas con el mercado, con las urbes, con los
espacios laborales en los terrenos posibles y reales, y que desde ahí se potencie dicha estrategia.
Si la razón de la continuidad del cultivo del maíz es la subsistencia campesina, las maneras de
llevarla a cabo por los campesinos, desde la cultura, el arraigo y el aprecio es en sí lo que explica
la persistencia. Entendiendo esto se podrían encontrar pistas para impulsar la producción, desde
la base que la sostiene, desde los significados materiales y simbólicos del cultivo y consumo.
Las bases del resguardo campesino se encuentran en la seguridad de pertenencia a una cultura,
que se refleja en la resolución material de las necesidades inmediatas y cotidianas, en las
prácticas día tras día, ciclo tras ciclo; que a su vez, dan lugar a los procesos de construcción de
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espacios propios de las familias y pueblos. La perspectiva campesina incluye la ilusión de un


buen temporal, el inicio de la siembra, las parcelas espigadas, los montones de mazorcas por
desgranar, en las tortillas que día a día se consumen. Los lazos del cultivo y consumo también
tejen el espacio propio comunitario, el de los convenios y ayudas en el trabajo, entre amigos,
parientes o compadres, los intercambios y ventas de elote, grano, hojas entre vecinos, en las
plazas locales y regionales.
No se puede olvidar que el resguardo actual también incluye a un mercado que no da precio al
trabajo agrícola, haciéndolo no redituable frente a otros usos de la tierra como la venta de
terrenos, al desplazamiento del maíz por hortalizas, los invernaderos, fraccionamientos y
carreteras. Asimismo, al problematizar las condiciones campesinas no se pueden dejar de lado
los escenarios y percepciones de desesperanza de los campesinos sobre el futuro, la necesidad de
las migraciones y dependencias de las remesas, el crecimiento del sector terciario y el desempleo
de campesinos, así como la presencia de comercializadoras transnacionales de maíz. De esta
manera para sustentar los procesos de resistencia campesina y seguridad alimentaria es necesario
problematizarla desde su vulnerabilidad y potencialidades, con todas las contradicciones que
contiene.

Bibliografía
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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

El viverismo en Tetela del Monte y su relación con el proceso de urbanización


de Cuernavaca
Kim Sánchez Saldaña
Adriana Saldaña Ramírez

Resumen
Este artículo se basa en el desarrollo del viverismo en la localidad periurbana de Tetela del
Monte en Cuernavaca. Esta actividad agrícola ha mantenido una relación contradictoria con el
proceso de urbanización de la ciudad. Su consolidación se debe al aumento de la demanda de
flores y plantas de una población en constante crecimiento, sumado a la modernización de la
infraestructura del poblado que permitió la producción intensiva, mayor calidad de los productos
y la apertura de más canales comerciales. No obstante, el crecimiento de Cuernavaca hacia
Tetela del Monte ha fomentado la competencia por los recursos tierra y agua entre los
pobladores locales y aquellos que han llegado de otros lugares, principalmente, con los que
habitan en los grandes fraccionamientos.
A nivel de los hogares de viveristas se encuentra que la mayoría opta por la diversificación de
sus fuentes de ingresos, cuentan con producción de flores y plantas al mismo tiempo que se
insertan en otras actividades en la ciudad: industria, construcción, servicio doméstico, jardinería,
entre otras.

Palabras clave: agricultura periurbana, proceso de urbanización, horticultura ornamental,


viverismo, pequeños productores.

Introducción
La horticultura ornamental en la localidad de Tetela del Monte, en el municipio de Cuernavaca,
se realiza principalmente en viveros, a cielo abierto y, en menor medida, en invernaderos. Los
productores de este lugar tienen importante presencia en canales de distribución de flores y
plantas a nivel local, estatal, regional y nacional.100
La mayoría son pequeños productores que realizan el llamado ―viverismo tradicional‖ (Mundo,
2002) el cual se distingue básicamente por el carácter familiar de su organización y por el
conocimiento empírico de esa actividad. Cabe destacar que Tetela del Monte es una de las áreas
más compactas de viveristas en Morelos, siendo de similar importancia Santa Inés en Cuautla y
Parres en Jiutepec.
Sus antecedentes se remontan a la década de los cuarenta y su evolución está estrechamente
ligada al crecimiento de Cuernavaca y, en general, a las transformaciones económicas, sociales y
culturales que afectan a toda la entidad. Su interdependencia con los procesos de urbanización e
integración territorial no está exenta de desencuentros y otros problemas.

100
Este trabajo retoma parte de una investigación realizada por las autoras entre 2008 y 2009, e incluye trabajo de campo
y alrededor de veinticinco entrevistas a productores, trabajadores, empresarios, intermediarios comerciales y
funcionarios de organismos especializados en el ramo. Agradecemos la colaboración de la Lic. Guadalupe Xochitla
Patiño y de Teresa de Jesús Ortega, egresadas de la Facultad de Humanidades de la UAEM.
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Características generales y recursos de Tetela del Monte


Tetela del Monte se ubica al norponiente del municipio de Cuernavaca, asentado en la serranía
de Ocuila que es una prolongación de la Sierra Chichinautzin. Se trata de un poblado de origen
campesino que fue absorbido por la expansión de la metrópoli cuernavaquense, sobre todo desde
la segunda mitad del siglo XX.
De acuerdo con el Registro Agrario Nacional (RAN, 1996), Tetela colinda al norte y nororiente
con terrenos de Santa María Ahuacatitlán; al norponiente y poniente con las colonias El Bosque,
Lomas de Tetela, Villa Internacional y Rancho Tetela; y al sur, con la colonia Ruiz Cortínez.
Su principal vía de acceso es la calzada de Los Reyes que la comunica con la población del
norte, sur y oriente de la ciudad. En buena medida, Tetela del Monte ha crecido desde esa
calzada en dirección norponiente, por lo que su iglesia principal y la Casa Ejidal quedan ahora a
su entrada. Al oriente de la calzada de Los Reyes, la comunidad se confunde con varias privadas
y grandes residencias que pertenecen a Tetela del Monte pero donde no habitan pobladores
originales.
El Ejido de Tetela del Monte fue formalmente establecido en 1929, con un total de 623 hectáreas
y alrededor de cincuenta agricultores, contando con áreas parceladas, de uso común y de
asentamiento humano.101 A fines de siglo XX la dotación se había ampliado a 750.57 hectáreas y
68 beneficiarios (RAN, 1996). Las tierras de labor son consideradas de temporal, si bien la
mayoría practica el riego con bombas y mangueras desde manantiales o barrancas.102
Aún en 1990 el INEGI consideraba a Tetela del Monte como una de las 48 localidades rurales
del municipio, pero ya en el siguiente registro censal figura como localidad urbana de la zona
metropolitana de Cuernavaca, perteneciente a la delegación Emiliano Zapata.103
De acuerdo con estos datos censales, en el año 2000 Tetela del Monte registró una población de
3,156 habitantes, distribuidos en 776 viviendas (INEGI/SCINCE, 2000).104
Como muchos otros pueblos en torno a Cuernavaca, Tetela del Monte ha modificado
sustancialmente su carácter rural y vocación campesina, para transformarse en un territorio que
podría considerarse periurbano105, donde buena parte de su población se dedica a empleos
terciarios. La fuente estadística mencionada indica que la población económicamente activa por

101
El 30 de julio de 1929 se instituye formalmente el Ejido de Tetela del Monte con una dotación de 386 hectáreas
compuestas por tierras de las Lomas de Popotla y Ahuatlan. Poco después, se dota adicionalmente de 237 hectá reas que
en su mayoría correspondían al Rancho de Atzingo (Mundo, 2002: 84). Ambas superficies habrían sumado un total de
623 hectáreas. También en esa época el reparto agrario en Morelos restituyó tierras y aguas a los pueblos vecinos de
Santa María Ahuacatitlán, Chamilpa, Ocotepec, Ahuatepec y Tlaltenango, quienes demostraron que eran propietarios de
sus tierras con documentos como Títulos Virreinales o Cédulas Reales (Ayuntamiento Municipal Constitucional de
Cuernavaca, 2006: 114-115).
102
La hidrografía del lugar es relevante para la actividad hortícola pues cuenta con manantiales y en época de lluvias con
las corrientes de las barrancas de Canoas, que cruzan Tetela del Monte, para unirse a los cauces de la barranca de
Atzingo (Diez, 1982, citado en Mundo, 2002).
103
En el XII Censo de Población y Vivienda el INEGI de Morelos, los datos de Tetela del Monte pueden ser consultados
en la base de datos SCINCE, que incluye información por Colonias (Subunidad 178-H).
104
No existen datos actualizados por localidad en el Conteo de Población 2005.
105
De acuerdo con Ávila (2009), Cuernavaca y Cuautla ejemplifican claramente cómo la expansión de las ciudades
conlleva nuevas formas territoriales y la transformación de procesos sociales y productivos; en estas zonas periurba nas,
subsisten las prácticas agrícolas, desde la producción de autoconsumo hasta la comercial de alto rendimiento. La
actividad agrícola urbana y periurbana va acorde con la demanda de la población en las ciudades.
170
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

sector de actividad se distribuye en un 61.8% en servicios, 20.1% en sector secundario y sólo un


13.4 en sector primario (ibid).
Estas cifras contradicen la imagen que tienen los pobladores, pues afirman que la mayoría vive
en torno al viverismo, lo cual podría deberse a distintas razones, entre otras, a que algunas de las
actividades terciarias se relacionan con aquel eje productivo. En efecto, muchas personas sólo se
ocupan de comprar y vender plantas en pequeña escala, a su transporte u otros servicios
asociados a su producción o distribución. No menos sobresaliente es la población femenina que
participa en el viverismo, pero que en tales cifras figura como ―población inactiva que se dedica
al hogar‖. Como se verá más adelante, un rasgo común de esta producción es su carácter
familiar, a lo que se suma la tradicional costumbre de reconocimiento de la jerarquía masculina
en el seno de los grupos domésticos. Finalmente, habría que mencionar que el viverismo de
tiempo parcial está insuficientemente reconocido en la PEA, ya que quienes alternan esta
actividad con otras pueden registrar como ocupación más importante el empleo en fábricas o
servicios.106
En los hechos existen más de cien viveros en Tetela del Monte, fragmentados en módulos
productivos que superan esa cifra. La escasez de tierra ha llevado a múltiples modalidades de
renta de parcelas ejidales y privadas, el uso de solares y traspatios.

Momentos del viverismo montetelano


Previamente a la consolidación del viverismo actual, los ejidatarios se dedicaban al cultivo de
maíz, calabaza, chile y otros productos para autoconsumo y el mercado, así como en menor
medida a la producción de flor de corte para clientes foráneos. Entonces se sembraban margarita,
margaritón, gladiola y nochebuena en pequeñas superficies, compartiendo espacios con los
demás cultivos. La venta más sobresaliente era a comerciantes de Xochimilco para la fiesta de la
Virgen de Guadalupe en diciembre.
Desde fines de los cuarenta, el moderno viverismo surge vinculado al desarrollo residencial
característico de Cuernavaca y otros espacios de Morelos, dominados por pautas de consumo de
altos ingresos, que promovieron la adaptación de especies diversas a sus prácticas agrícolas y
condiciones climáticas.
Su trayectoria coincide grosso modo con la evolución de la horticultura de ornamentales en todo
el estado. Tomando en cuenta las tendencias predominantes se pueden identificar cuatro
momentos o etapas: a) origen y primeros aprendices; b) desarrollo incipiente y difusión; c)
crecimiento y consolidación; y d) estratificación y subordinación a mercados globales. De
manera breve se señalarán los que se consideran aspectos sobresalientes de cada una y su
relación con los procesos de urbanización e integración territorial.

106
Ávila (2006) menciona que una de las características de los territorios periurbanos es que las familias que mantienen
la actividad agrícola cuentan además con otras fuentes de ingresos. De hecho afirma que la conservación de la
producción agrícola se debe sólo a su tradición campesina, pues no alcanza a generar los recursos suficientes para vivir.
En Tetela del Monte, esta afirmación se aplica para algunos hogares viveristas, pero no para todos como se verá en este
trabajo.
171
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a. Origen del viverismo y primeros aprendices


Los orígenes de esta actividad se remontan a la jardinería del fraccionamiento residencial
Rancho Cortés y a la empresa ―Jardín de Cortés‖, fundados por Axel Wenner-Green107 en la
década de los cuarenta y que se desarrollaron gracias al esfuerzo de un jardinero especializado
japonés, Mario Z. Ogurí. Éste sería luego su socio y más adelante daría lugar a nuevos viveros
(Mundo, 2002).108
En tales empresas, el empleo de trabajadores de Tetela del Monte fue el inicio de una larga
tradición que ya abarca tres generaciones. Lugar especial le corresponde a Fabián García,
aprendiz de Ogurí, quien posteriormente fundó el ―Jardín Tetela‖ (1962), considerado ―cuna de
enseñanza y transmisión del conocimiento empírico‖ en esa comunidad (Mundo, 2002: 110).
El progresivo aumento de la demanda de servicios de jardinería correspondió con el éxito de
aquellos primeros viveros, alentó la propagación de variedades de ornato, así como un mayor
número de aprendices y trabajadores capacitados.
Durante este periodo, sobre todo a partir de los años cincuenta, se registró la réplica y creación
de nuevos puntos difusores en Cuautla. En el ámbito estatal se extendió rápidamente el cultivo
de ornamentales, desarrollando nuevas y viejas variedades favorecidas por el clima y el acceso al
agua.
Además del avance de este fenómeno, el viverismo de Tetela del Monte encontró espacios en un
mercado más amplio a través de Xochimilco, con el cual ya había un vínculo previo para flor de
corte como se señala líneas arriba.
No debe perderse de vista que en esta época hubo profundos cambios en la economía y la
sociedad del estado, que se identifican con la apertura de la autopista México-Acapulco en 1952
y, en general, con una mayor integración a la dinámica del Distrito Federal (Oswald, 1992: 69).
No menos significativo fue el papel de la intensificación turística de Cuernavaca a partir de la
década de los cuarenta (Gómez y Espinoza, 1992: 286-287).

b. Desarrollo incipiente y difusión


La siguiente etapa continuó durante las décadas del sesenta y setenta, con el desarrollo y arraigo
de la horticultura ornamental en Tetela del Monte.109 Dado el carácter artesanal del oficio y la
baja inversión inicial requerida en aquella época, varios de estos trabajadores crearon después
sus propios negocios en pequeña escala.

107
Axel Wenner-Green de nacionalidad sueca, compró los terrenos para construir Rancho Cortés, donde después se
mudó y estableció su empresa de plantas de ornato, introduciendo variedades de las Bahamas, Hawai, Brasil y otras
partes del mundo, buscando que fueran ―raras‖ y ―exóticas‖ (Mundo, 2002: 112).
108
Asimismo cabe mencionar que el maestro Ogurí forma parte de un grupo de inmigrantes japoneses que llegaron
después de la Segunda Guerra Mundial a Morelos y Estado de México. Varios de estos inmigrantes destacaron en la
producción y venta de ornamentales.
109
Surgen varios viveros y ocupan lugares prominentes oriundos del lugar: los hijos de Fabián García (Fabián, Guillermo
y Alejandro), los hermanos López Rodríguez (Ernesto, Encarnación y Eugenio), así como a Porfirio Rodríguez, Félix
García, Fidencio Cortés, los hermanos Enrique y Pedro Durán, Luis García y José Luis Canseco, entre otros. También
los testimonios concuerdan en que entre los primeros viveristas en la década de los sesenta destacó Guillermo Tejeda,
quien compró los derechos de ―Jardín de Cortés‖ y cambió su nombre por ―Vivero Xochicalco‖, actualmente uno de los
más importantes en tamaño y variedad de plantas.
172
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Es un proceso común para los viveristas comenzar como empleados de un vivero, después de un
tiempo de que se han capacitado deciden poner el suyo en pequeñas extensiones de tierra sin
dejar su empleo, hasta que su negocio independiente comienza a funcionar. Esto permite
capacitarse, conocer nuevas tecnologías, obtener material vegetativo y relacionarse con el
creciente mercado. Testimonio de ello es que varios de los entrevistados aún recuerdan haber
sido aprendices con ―los Ogurí‖.
Se debe destacar que estos primeros viveristas de Tetela enseñaron a sus familiares a desarrollar
distintas tareas, sobre todo cuando su empleo limitaba su dedicación al negocio propio. De tal
manera se transmitieron los conocimientos a una segunda generación que creció ligada al
viverismo, imitando y recreando sus estrategias productivas.
Paralelamente en este periodo se siguió desarrollando la horticultura ornamental y la jardinería
por inmigrantes japoneses que favorecieron la formación de nuevos viveristas en Cuernavaca y
otros lugares más cálidos del estado. Asimismo, los viveros originales comercializaron a
distintos lugares del país.
Desde el punto de vista de su mercado, consideramos que se traslapan distintos procesos a nivel
estatal y nacional. Por un lado, en Cuernavaca y otros lugares en Morelos aumentó la demanda
de flores y plantas ornamentales, así como de servicios de jardinería para satisfacer a sectores de
altos ingresos (casas de fin de semana, residencias, hoteles, etcétera.). Por otro lado, la creciente
urbanización y los servicios turísticos dentro del propio estado extendieron esta demanda a un
mercado más amplio que consumía variedades menos costosas y que no exigía tan sofisticados
jardines. Como parte de ello, las autoridades municipales promovieron a viveristas y
floricultores, realizando un evento anual llamado ―La Feria de la Flor‖ en parques públicos, para
exhibición y venta de plantas ornamentales.110
Más allá de la entidad estas tendencias orientadas por un mercado diferenciado, continuaron el
desarrollo de vínculos del viverismo local hacia Acapulco, el Distrito Federal y el Estado de
México.111

c. Crecimiento y consolidación
Se puede considerar que esta etapa abarca la década de los ochenta, cuando distintos factores
permitieron un notable avance del viverismo en Tetela del Monte. Sin embargo, hay que señalar
que la manera en que fueron participando los viveristas a la larga implicó limitaciones a su
capacidad de control sobre ese crecimiento.
De acuerdo con la información disponible, esta década representó el auge de la actividad en el
pueblo, expresado en la acelerada multiplicación de los viveros; pese a que no existe registro de
la cantidad que entonces había, algunos informantes estiman que eran ya decenas. Ocurre tanto
la sucesión de la segunda generación de viveristas que ampliaron los viveros pioneros o de sus
110
En distintos años surgen productores y comerciantes de ornamentales en Salto de San Antón, carretera federal
México-Cuernavaca, Acapantzingo y Parres, este último en municipio de Jiutepec.
111
En el ámbito estatal ocurren fenómenos específicos que no atañen directamente el viverismo en Tetela del Monte,
pero que sí traen consecuencias sobre la ampliación de la horticultura de ornato. Uno de ellos se relaciona c on el
establecimiento de productores de Xochimilco en Morelos, desde la década del setenta, que buscaban climas cálidos y
disponibilidad de agua. Aunque este tipo de productor no se interesaba en Tetela del Monte por su clima, favoreció el
comercio de variedades que allí se desarrollaban y, en general, aumentó el intercambio vegetativo.
173
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trabajadores que establecieron sus propios negocios, como la incursión de nuevos productores
animados por el éxito de aquéllos. Muchos viveristas novatos comenzaron poniendo plantas en
sus solares, cubriéndolos con malla-sombra.
En este periodo es clave el acceso a los servicios de agua, energía eléctrica y la modernización
de las vías de comunicación, ya como parte de la expansión del área urbana.112 Previamente el
agua era escasa fuera de la temporada de lluvias y algunos productores tenían depósitos rústicos
en sus terrenos. En cambio, al canalizar el agua directamente a los viveros intensificó la
producción durante todo el año.
Otro hecho muy importante fue el impulso gubernamental durante la gestión de Lauro Ortega
(1982-1988), cuando se apoyaron proyectos para cultivos ornamentales en varios municipios con
disímiles resultados, enfatizando siempre en la producción de exportación.113 En el caso de
Tetela del Monte se otorgaron créditos para la construcción de naves y se promovió la formación
de grupos de productores para canalizar apoyos de FIRA y Banco Rural. En cuanto a variedades
florícolas, se introdujeron diversas especies, se incentivó el cultivo de crisantemo, la nochebuena
de sombra y la lantana, entre otras. El gobierno brindaba asesoría directa a los productores y se
iniciaron cursos de capacitación a través de la entonces SARH (ahora SAGARPA). Vinculado
con este clima favorable, la UAEM abrió la licenciatura en Horticultura Ornamental en 1982,
como programa educativo de la Facultad de Ciencias Agropecuarias.
Las políticas gubernamentales en todo el estado se orientaron en general a la reconversión
productiva agropecuaria y en especial al mercado internacional. No obstante, en Tetela del
Monte si bien se potenció su especialización, los viveros se dedicaron a producir planta
terminada para la demanda nacional, consolidando sus nexos con Xochimilco e, indirectamente,
con otros lugares. Todo ello fue dando fama al lugar y diversificó sus canales de
comercialización, aun cuando en su mayoría dependían de intermediarios externos, pues el
viverismo se centró en sus fases productivas y poco en ampliar sus estrategias mercantiles.
De cualquier manera, su demanda también creció al ritmo de la ciudad de Cuernavaca. Esto
resulta no sólo del aumento de las casas de fin de semana, sino -sobre todo después del
terremoto de 1985- de la inmigración definitiva de capitalinos de clase media y alta, a los que se
suma la masiva inmigración popular en torno a CIVAC (Oswald, 1992: 110-111).
En suma, el viverismo se transformó en una actividad económica atractiva que permitía mejorar
el ingreso de los hogares y sus beneficios se reflejaron en toda la comunidad. No obstante, a
pesar de crearse condiciones para la producción intensiva durante todo el año, el carácter
estacional de su mayor ingreso (venta de nochebuena) fomenta que muchos viveros se

112
Anteriormente para resolver la falta de agua colocaban musgo y papel periódico mojado en las varas de nochebuena y
hasta que llegaba el tiempo de lluvias se plantaban en botes. En cuanto a la comercialización, los viveristas tenían que
trasladar su producción en carretillas y ―diablitos‖ hasta los lugares más visibles para los clientes.
113
Se propició la construcción de invernaderos en diferentes puntos en la entidad con el propósito de obtener un
producto con calidad de exportación. Se crea la Unión de Productores de Flores, Follajes y Ornamentales del Estado de
Morelos, S.A. para agrupar a estos productores (Sarmiento, 1997). Se dio prioridad a las mujeres en el programa
―Cultivo de flores en módulos sociales‖, que se encargarían de nuevas variedades de demanda internacional. Sin
embargo este programa fracasó por falta de apoyos en capacitación técnica y financiera pero principalmente porque fue
una decisión ―desde arriba‖ que no tuvo arraigo en las comunidades elegidas arbitrariamente por el gobierno (Sandoval,
1992).
174
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

mantengan como actividades de tiempo parcial. La diversificación de ocupaciones en el seno de


las familias, es a su vez alentado por la ampliación del mercado laboral de Cuernavaca.
En perspectiva, este devenir coincide con el proceso general de urbanización y transformación
agropecuaria en Morelos en distintos aspectos. Por un lado, en el ritmo acelerado del
crecimiento poblacional que se concentra sobre todo en Cuernavaca y sus municipios
conurbados (Oswald, 1992: 70). Por otro, en el marco de una modernización agropecuaria que
privilegia la producción no alimentaria y que se subordina a las demandas del mercado (al
tiempo que se resta apoyo a la economía campesina y la producción de granos básicos).

d. Estratificación y subordinación a mercados globales


La siguiente fase, que podría ubicarse desde la década de los noventa y hasta la actualidad, se
caracteriza localmente por un complejo proceso que redunda en la diferenciación económica de
los viveros y la creciente penetración de grandes empresas proveedoras.
Se pueden distinguir tendencias que se venían construyendo desde etapas anteriores, debido al
giro de la política agropecuaria que favorece a cultivos como los ornamentales. Pero, al mismo
tiempo, la heterogeneidad de los viveristas se profundiza en el proceso general de
encarecimiento del nivel de vida, puesto que no solo implica más dificultades para adquirir
bienes y servicios, sino también para vender sus mercancías pues éstas son finalmente
suntuarias.
En este periodo el apoyo del Estado en Tetela del Monte y otros municipios involucrados se
focaliza en promover al productor competitivo y capitalizado, así como en potenciar su
distribución. Recursos técnicos y financieros se ofertan a todos los productores ornamentales de
la entidad, pero en última instancia sólo pueden aprovecharlos unos cuantos con mayor
capacidad de inversión y volumen de producción. De tal suerte que se favorece un amplio
proceso de selección de viveristas empresariales que adquieren así mejores condiciones para
producir y comercializar, algunos de ellos de Tetela del Monte. Como efecto secundario de esta
intervención, aunque orientada con fines políticos y demagógicos, el gobierno municipal de
Cuernavaca da créditos que dudosamente han fomentado al viverismo de esta comunidad.114
Pero más importante aún en sus repercusiones es, desde los noventa, el establecimiento en
Morelos de modernas compañías proveedoras que paulatinamente dominan el mercado de los
insumos ornamentales. Empresas como Floraplant, Vivero Internacional, Akiko y Stigma,
algunas de capital extranjero, son altamente tecnificadas y se encargan de distribuir material
vegetativo importado (bulbos, esquejes, plántulas) en diferentes municipios. 115 En menor medida

114
De acuerdo con los informantes se dieron créditos a personas que no tenían experiencia en la actividad y que
fracasaron a la postre; también se entregaron lotes de plantas a grupos formados entre familiares y conocidos para recibir
tales apoyos, que no prosperaron. Entre algunos viveristas de tradición, estas acciones y prácticas fraudulentas derivadas
de ellas (por ejemplo, la venta de bombas para fumigar que recibieron gratuitamente en ciertos proyectos), favorecen la
emergencia de individuos y grupos que viven dedicados a conseguir recursos gubernamentales. Uno de los mismos
informantes aclara que, a diferencia de estos apoyos municipales, los programas estatales son rigurosos y efectivos.
115
Antes de esta década no existían en Morelos empresas que suministraran plántulas de ornato, aun cuando Sandoval
(1992: 256) señala que el gobierno del estado favoreció la importación de material vegetativo para su programa de
―Módulos sociales de flores‖, comprando esquejes a una empresa francesa en los ochenta. A través de un convenio, la
firma francesa Barbert & Blanc se instaló por un tiempo en la entidad, pero poco tiempo después se retiró.
175
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

también son proveedoras de otros insumos necesarios, tales como sustratos industrializados.
Además, a la par de ser proveedores, estas empresas venden su propia producción en el mercado
nacional e internacional.
Desde el punto de vista del viverismo de Tetela del Monte, la penetración de este tipo de agente
ha representado un salto cualitativo en la variedad y calidad de su producción, pero también una
enorme dependencia económica y tecnológica.
Estas circunstancias, aunadas a un contexto general de encarecimiento del nivel de vida y la
obligada pluriactividad de los hogares de Tetela del Monte, han perfilado una marcada
estratificación de los viveristas. En el estrato superior, una minoría tiene superficies mayores a
3,500 metros cuadrados, siendo viveros intensivos en mano de obra, capital y tecnología, así
como mercados más o menos consolidados de variedades tradicionales e innovadoras, algunas
de alto valor.116 En el extremo opuesto, una gran cantidad de pequeños viveros de escasa
extensión (superficies de hasta mil metros cuadrados), baja tecnología y mercados inestables de
variedades tradicionales de bajo costo.
Hacia el año 2000 existían alrededor de 100 viveros (Mundo, 2002) y se desconoce el número
exacto actual, aunque se estima que superan aquella cifra, distribuidos en parcelas, solares y
traspatios.

Cuatro etapas de transformación


En resumen, el proceso que abarca estas cuatro etapas refleja el cambio definitivo del patrón de
cultivos en esta zona agrícola periurbana. La rentabilidad de las plantas y flores de ornato para
un mercado diversificado ha permitido no sólo la especialización de los productores, sino su
reproducción social en sentido amplio: continuidad generacional, ampliación de tamaño y
número de unidades de producción. Asimismo, esta actividad ha generado una importante fuente
de ingresos en la comunidad y, dado su alto insumo de mano de obra permanente y eventual, ha
desalentado la emigración de la población local.
Sin embargo, este desarrollo está condicionado por las características de una actividad que, de
un lado, depende de un mercado marcadamente estacional y, por otro lado, que exige la
búsqueda constante de variedades y presentaciones innovadoras. En cuanto al primer aspecto, se
puede decir que éste es un rasgo que desde siempre influyó en la organización y los sistemas de
producción empleados por pequeños y grandes productores de ornamentales del país; en Tetela
del Monte en particular, dado su perfeccionamiento y reconocido prestigio en las variedades de
nochebuena, su producción se centró en cubrir la creciente demanda a fines de noviembre y
diciembre. Respecto a la segunda característica, también generalizada en esa rama hortícola, si
bien ha reforzado la formación y creatividad del viverista tradicional en Tetela del Monte, le fue
requiriendo de más recursos y tiempos no siempre accesibles para todos.

116
Habría que matizar la anterior referencia a los recursos tecnológicos utilizados pues, salvo excepciones, todos los
viveros carecen de infraestructura de punta y realizan su riego manualmente con manguera; por otra parte, el empleo de
agroquímicos y sustratos industrializados entre otros, refleja el uso generalizado y obligado de biotecnología para
alcanzar sus actuales rendimientos y prevenir las plagas. Aunque sin duda, los viveros con mayores recursos económicos
tienen más posibilidades de invertir en tecnología, conocer los adelantos en materia de ornamentales y obtener asesoría
especializada.
176
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Los desencuentros con la ciudad y desgaste del entorno


No cabe duda que el relativo éxito de esta actividad agrícola ha contenido y modulado la
expansión urbana, al mismo tiempo que la modernización de los servicios ha facilitado producir
y vender la producción. Pero ello no significa que no hayan existido presiones y disputas por sus
recursos, con el gobierno y las empresas inmobiliarias, además de división entre sus pobladores.
Unos pocos hechos lo ejemplifican.
A principios de los cuarenta Axel Wenner-Green compra 803,171.75 m2 al poblado de Tetela
para construir el fraccionamiento Rancho Cortés (Mundo, 2002: 112), lo que paradójicamente
dio inicio al viverismo moderno. En décadas posteriores suceden ventas en superficies variables
a otras fraccionadoras, tales como Lomas de Tetela, Lomas de Tzompantle y Hacienda Tetela. 117
A estas pérdidas de extensiones compactas se ha sumado la comercialización atomizada de
terrenos a particulares y agentes inmobiliarios, debido a los altos precios que les ofrecen. Este
fenómeno ha implicado un largo proceso de cambio de la tenencia y uso del suelo por varios
mecanismos legales118, pero también por agentes particulares a los que se ha denunciado por
hacer gestiones fraudulentas. 119 Éste es un tema políticamente delicado del que no se obtienen
informes precisos, ya que incluye la presión de autoridades e inmobiliarias en 2005 y 2006 sobre
zonas de bosque del ejido para su fraccionamiento y construcción de un libramiento al
norponiente de Cuernavaca.
Respecto al agua, la situación más significativa ocurrió en el periodo del gobernador Felipe
Rivera Crespo (1970-1976) cuando intentaron desviar este recurso de sus manantiales para la
ciudad sin informar al pueblo. Uno de los informantes recuerda que al darse cuenta los
ejidatarios se organizaron para vigilar el lugar; si la policía se llevaba algún detenido luego era
soltado por presión de la gente. Gracias a su movilización consiguieron un amparo ante las
autoridades nacionales, pues el agua ya estaba dotada al pueblo y reconocida por decreto.
Posteriormente, en los noventa, se forma una sociedad de usuarios que tiene a su cargo los
gastos de mantenimiento de la infraestructura requerida, de acuerdo a lo estipulado por
CONAGUA. Pero más allá de esto, los viveristas enfrentan en la actualidad problemas de
escasez del vital líquido.
Por otro lado, algunas prácticas del viverismo también han contribuido a la degradación de los
recursos naturales. La extracción de tierra de hoja de los bosques y la recolección de musgo y
otras especies silvestres utilizadas como sustrato para la preparación de macetas ha dañado el
medio ambiente (Mundo, 2006: 120). Estos insumos no están controlados por grandes empresas
y en gran medida depende de varios agentes tradicionales: desde el pequeño proveedor de tierra
117
Previo a la venta de parte de sus tierras a las colonias mencionadas, la localidad limitaba al poniente con el municipio
de Tenango del Valle del Estado de México (Mundo, 2002). Por su parte, los Planos Ejidales en la carpeta respectiva del
Registro Agrario Nacional identifica aún al suroriente, terrenos comunales del ejido de Tlaltenango (RAN, 1996).
118
La Comisión de Regularización de Tenencia de la Tierra (CORETT) es un organismo descentralizado del gobierno
federal que favorece la regularización de asentamientos humanos irregulares en predios de origen social (ejidal y
comunal); también promueve la adquisición y enajenación de suelo y reservas territoriales para el desarrollo urbano y la
vivienda (www.corett.gob.mx).
119
En marzo de 2006 fue detenida con ese motivo la ex representante ejidal Lucila González. La Comisión
Independiente de Derechos Humanos de Morelos, además de registrar esta denuncia, aclara que la mayoría de los
ejidatarios sostuvieron el Proyecto Ecológico Bosque Real desde 2005, para defender sus tierras
(http://enlacezapatista.ezln.org.mx/denuncias/249).
177
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

―cruda‖ de Huitzilac, Santa María Ahuacatitlán y Tetela del Monte que bajan a caballo o en
camioneta, hasta la venta por camiones de tierra ―preparada‖ de Villa del Carbón, Estado de
México. El primer tipo de estos agentes, si bien continúa la usanza tradicional del viverista de
aprovechar los recursos de la zona, por su volumen ha inducido al deterioro ambiental y ha
propiciado el ―robo hormiga‖ de tierra de hoja y pino de los bosques de Tetela del Monte y
Huitzilac.120 En años recientes, organismos públicos han tratado de controlar la extracción de
tierra121 y prohibido la explotación en las áreas de reserva natural del Chichinautzin.
Pero el problema no es sólo la explotación indiscriminada de recursos, también hay que subrayar
la alta contaminación de los mismos, así como los riesgos en la salud de productores y
trabajadores debido al uso intensivo de plaguicidas y otros agroquímicos. Para la floricultura del
Estado de México, principalmente en Villa Guerrero, hay estudios sobre los efectos negativos
que esta actividad genera y que pueden dar luz sobre los problemas que en Morelos se están
desencadenando.122 En aquel municipio mexiquense se considera que se vive una contaminación
grave del suelo, agua y aire por el uso indiscriminado de productos químicos de alta toxicidad.
Las secuelas en la salud de aquellos que están en contacto con este tipo de productos no son
menos alarmantes, sin que los organismos públicos los adviertan.123

El lugar del viverismo en las estrategias de reproducción de los hogares


En este escenario se encuentran los viveristas montetelenses que pueden asimismo condicionar
la búsqueda de otros ingresos complementarios. Esto es, los hogares viveristas han optado por la
especialización o bien por la diversificación de sus fuentes de ingresos. En cualquiera de estas
dos modalidades, los miembros de la familia participan en las labores centrales y secundarias
(regar, deshierbar, transplantar, podar, fumigar, etc.), de acuerdo a capacidades, posibilidad de
horarios y aspectos culturales (por ejemplo, relación de parentesco).124
A decir de los informantes locales no predomina ninguna de estas alternativas en Tetela del
Monte, aunque la especialización se asocia con viveristas prósperos que producen diferentes
variedades todo el año, contratan personal para la producción y dedican más tiempo a la

120
De acuerdo con Mundo (2002) el uso de tierra y hoja de punta de encino o pino era el insumo tradicional en el estado,
pero ahora el residuo orgánico más abundante es el bagazo de caña que requiere de un procedimiento previo de
descomposición. Los esfuerzos de investigación y transferencia tecnológica de organismos públicos como INIFAP y de
la UAEM parecen no ser suficientes para contrarrestar las estrategias comerciales de transnacionales en el creciente uso
de sustratos importados.
121
Al respecto, un informante señaló su inconformidad en varios pasajes de su entrevista: ―si quieres sacar tierra tienes
que ir a SAGARPA a sacar un permiso, te dan unos boletos y tienes que ir a Hacienda para que te los sellen… pero en la
práctica con un papelito sacan toda la tierra que quieran y no sirve de nada‖ (ELR, 02/03/2009).
122
Villa Guerrero es uno de los municipios que forman parte de la delegación regional de Coatepec Harinas. La
producción de ornamentales en esta delegación concentra un poco más del 80% de la superficie sembrada en el Estado
de México (Orozco y Mendoza, 2003: 31).
123
Este diagnóstico coincide con resultados de la investigación de Julieta Castillo Cadena, Araceli Amaya Chávez y Juan
Carlos Sánchez Meza, de la Facultad de Química de la UAEMex. (2009).
124
La muestra analizada por Jaime Mundo (2002: 94) mostró que solo 2.3% de los encuestados no tenían ningún familiar
que laborara en su vivero. Respecto al modelo patriarcal, cabe destacar que los principios que regulan la división de
trabajo por género y edad contemplan valores arraigados en la comunidad; esto se manifiesta en diferentes actitudes
hacia madres, esposas e hijas que delegan su trabajo en el vivero como ―ayuda‖·, pero que sin embargo testimonian su
protagonismo en esta actividad.
178
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

comercialización. En el otro polo, los hogares que distribuyen sus recursos humanos dentro y
fuera del vivero familiar de acuerdo con sus posibilidades; por ejemplo, la esposa y/o las hijas se
ocupan de atender pequeños comercios que les permiten administrar su tiempo para realizar
labores en el vivero, mientras el jefe de familia e hijos varones trabajan en éste la mayor parte
del tiempo; también encontramos casos en el que el empleo regular del jefe de familia en una
fábrica o en el ayuntamiento municipal se combina con el trabajo de los otros miembros para
impulsar el vivero.
Existen múltiples formas en que se complementan actividades e ingresos, lo cual también
depende de las variaciones en la demanda anual de trabajo para el desarrollo de las plantas y de
la composición del propio grupo doméstico. La masiva venta de nochebuenas a finales de año es
un atractivo que incentiva al hogar y que, nueve meses antes, prioriza los tiempos dedicados a la
propagación de esquejes.
Sin embargo, hay que considerar que la diversificación de ingresos puede derivar en una
dinámica involutiva en muchos viveros; ya sea porque la pluriactividad de los hogares deteriora
un oficio artesanal que requiere constancia y celo, bien sea porque las expectativas de las nuevas
generaciones rompen la continuidad del viverismo tradicional.
Por último hay que mencionar que el subsidio al viverista se ha convertido en una fuente más
para complementar los ingresos en las estrategias de subsistencia familiar montetelanas. Hay
programas estatales que facilitan la construcción de invernaderos, la compra de maquinaria y
sistemas de riego, para los cuales el productor debe presentar un proyecto estructurado y
comprometerse a financiar la mitad presupuestada, por lo que no siempre está acorde a las
posibilidades del viverista tradicional. Otros programas municipales son para recibir insumos o
un lote de plantas, cuyo requisito principal es que los productores estén asociados; el gobierno
exige que los grupos cuenten con al menos seis integrantes, que comúnmente se forman entre
parientes que son productores. En opinión de los críticos, esto ha favorecido que algunos
viveristas registren como socios a los familiares y trabajadores que no siempre se dedican a esta
actividad.
Algunos productores consideran que las organizaciones inducen prácticas indeseables para el
genuino viverismo, otros los desestiman porque implican requisitos y trámites burocráticos y,
otros más, consideran que pueden servir para modernizar la producción y la comercialización de
ornamentales; en fin, ésta es una cuestión controvertida en la que no hay consenso local, ni
existe información fehaciente al respecto.

Espacios de la agricultura periurbana


Con base en lo ya expuesto, se puede afirmar que el viverismo en Tetela del Monte es un tipo de
agricultura periurbana que desde sus orígenes se vinculó simbióticamente al particular
crecimiento de la ciudad de Cuernavaca y sus habitantes, así como a una amplia red de zonas
productoras de ornamentales que abastecen el mercado nacional.
La conversión de las actividades agrícolas precedentes -y la casi desaparición de las milpas- se
explica además por la mayor rentabilidad de los cultivos de ornato, alentados por las nuevas
políticas agropecuarias que favorecen a los ―cultivos de lujo‖. De acuerdo con varios
informantes, este tipo de productor rara vez se descapitaliza, en el peor de los escenarios su

179
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

venta le permite recuperar lo invertido. Incluso, según afirma un funcionario de INIFAP, las
ventajas económicas de estos pequeños productores se constatan en que la mayoría renta
terrenos pues sus parcelas son ya insuficientes.
Sin embargo, habría que matizar estas apreciaciones, si bien es cierto que el ingreso por
superficie supera enormemente a otros cultivos (máxime a los granos básicos), también es un
hecho que este mercado suntuario resiente el deterioro de la capacidad adquisitiva de toda la
población y, en el mejor de los casos, motiva a que el viverista busque estrategias comerciales
menos pasivas.
De cualquier manera, el aumento de los costos de producción, aunado a las presiones
competitivas dentro y fuera de la comunidad, ha profundizado en los últimos años el proceso de
diferenciación económica y, por tanto, una estratificación de los productores, al mismo tiempo
una mayor dependencia de grandes empresas que controlan el material vegetativo y ―de moda‖
en el mercado.
La transición de algunos viveros hacia dinámicas empresas familiares (Barros, 2006), con acceso
a ciertos nichos de mercado, ha sido parte de este proceso, si bien no dejan de estar arraigadas a
la localidad y sus redes sociales. El resto de los viveristas menos prósperos no quedan excluidos
de los canales de distribución convencional, en la medida que la producción se desarrolló para
abastecer un mercado ampliamente diferenciado de consumidores.
Todo ello permite entender por qué Tetela del Monte se ha constituido en una de las mayores
concentraciones de producción de ornamentales en la entidad. Del mismo modo que los sistemas
de producción, las prácticas habituales, su inserción en la cadena y su ubicación geográfica son
algunas de las principales razones que revelan el perfil actual del viverismo, así como su falta de
interés en participar en las grandes comercializadoras de Cuautla como CONAPLOR. 125
Consideramos que es inadecuado el diagnóstico de FIRA que, priorizando por cuestiones
tecnológicas, definió este viverismo como de ―bajo nivel‖ (FIRA, 1996; citado por Mundo,
2002: 26-27), asociado con otras supuestas ―debilidades‖ características, tales como ―ser reacios
a organizarse‖ o ―carecer de una filosofía empresarial‖. Por contrario, habría que destacar la
capacidad de estos pequeños productores para mantener su participación en el mercado y
reconocer la importancia de sus recursos organizativos, su experiencia y saberes.

Reflexiones finales
El desarrollo del viverismo en Tetela del Monte evidencia la transformación territorial,
productiva, económica y social de una comunidad periurbana en Cuernavaca. La habilidad,
experiencia y esfuerzo de tres generaciones en una actividad agrícola altamente rentable,
consolidó su presencia en el mercado nacional e hizo posible su continuidad, conservando los
rasgos característicos del viverismo tradicional.

125
No nos hemos detenido en referir a las asociaciones comercializadoras de productos ornamentales que se
desarrollaron en Morelos en la última década, un aspecto notable de la política de promoción de este sector. Sin
embargo, las estrategias mercantiles utilizadas en Tetela del Monte y la afluencia regular de diferentes intermediarios
explican en gran medida su reticencia a aumentar sus gastos de flete y asociarse a tales comercializadoras, dominadas
por los viveristas de otros municipios.
180
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Como se ha visto, la producción de ornamentales ha sido una alternativa económica importante


en la comunidad, fuente de empleo y capacitación, así como de la identidad cultural de sus
pobladores. No puede ser considerada una actividad marginal, lo que no invalida el hecho de que
Tetela del Monte presente distintas expresiones urbanas que conviven, de uno u otro modo, con
el viverismo en el pueblo o en el seno de los mismos grupos domésticos.
Sin embargo, como parte del deterioro económico general de los hogares populares y de las
tendencias específicas que dominan el sector de ornamentales, ha ocurrido un proceso de
diferenciación social entre los viveristas. De forma similar a lo que se registra en San Lorenzo
Tlacotepec, en el municipio de Atlacomulco, Estado de México (Bustamante y Bustamante,
2007), hay una tendencia a la estratificación de los productores. En el caso montetelano no hay
grandes productores, ni la distancia económica y tecnológica entre viveristas es tan marcada
como en la comunidad mexiquense, a la vez que las redes intrafamiliares y las prácticas de
reciprocidad frenan tal polarización. Pero, a la par de aquellos, el viverismo subsiste como una
actividad artesanal en la que participa la familia, al mismo tiempo que adaptan a sus
posibilidades una agricultura intensiva en constante cambio.
En suma, los viveristas deben acoplarse y disputar su presencia ante las influencias dominantes
nacionales e internacionales de ―libre mercado‖, para construir nichos que permitan su
reproducción y soportar las presiones urbanísticas sobre su territorio.

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182
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

El pueblo y sus huertas, transformaciones en los territorios primordiales de la


cultura campesina
Víctor Hugo Sánchez Reséndiz
Resumen
Las huertas son fundamentales para entender la unidad doméstica campesina. Son espacios
multifuncionales, de producción y convivencia. Las huertas permiten que la economía
campesina sea diversificada y productiva a lo largo del año, aprovechando –para el consumo y
la comercialización– los diferentes frutos, plantas y animales que en las huertas se reproducen,
siendo complementarios con la producción agrícola de las parcelas.
En este ensayo nos hemos centrado en Jiutepec, en el estado de Morelos, poblado de donde han
desaparecido las huertas y que actualmente se encuentra integrado al área urbana de Cuernavaca.
Las huertas han quedado en la memoria, como un importante referente de identidad. Su
desaparición se debió a la contaminación de las aguas, a raíz de la instalación de la Ciudad
Industrial del Valle de Cuernavaca (CIVAC). En este estudio se recurre de manera central a los
testimonios de los habitantes de Jiutepec.

Palabras Clave: Jiutepec, huertas, cultura campesina.

Introducción
Las huertas son fundamentales para entender la unidad doméstica campesina, sin embargo han
sido poco estudiadas. Son espacios multifuncionales, de producción diversificada, de árboles
frutales, café y plantas aromáticas, condimentos y medicinales. También, los amplios solares
eran la casa, espacio de convivencia familiar y de interrelación con los miembros de la
comunidad.
Las huertas permiten que la economía campesina sea diversificada y productiva a lo largo del
año, aprovechando –para el consumo y la comercialización– los diferentes frutos, plantas y
animales que en ellas se reproducen, siendo complementarios con la producción agrícola de las
parcelas.
Para el análisis de las huertas nos hemos centrado en Jiutepec, en el estado de Morelos, poblado
que actualmente se encuentra integrado a la Zona Metropolitana de Cuernavaca y donde han
desaparecido las huertas. Éstas han quedado en la memoria, como un importante referente de la
identidad del ser campesino y la vida comunitaria en el pueblo. La desaparición de las huertas
fue provocada por la contaminación de las aguas de ríos y canales de riego, a partir de la
instalación de la Ciudad Industrial Valle de Cuernavaca (CIVAC), en una zona de recarga de
acuíferos, al norte del poblado de Jiutepec.
En este estudio se recurre de manera central a los testimonios de los habitantes de Jiutepec,
para comprender la forma en que esto espacios se integraban a su vida cotidiana, productiva y
ritual.

El pueblo, espacio territorial y simbólico


Cuando el 11 de marzo de 1911 el profesor Otilio Montaño, desde el kiosco de Villa de Ayala,
lanzó la proclama "Abajo haciendas, arriba pueblos", estaba sintetizando un profundo conflicto

183
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

que iba más allá de la tierra (entendida como parcela y unidad de producción) y que abarcaba la
totalidad social, simbólica y territorial. Y esa totalidad la condensa la idea de pueblo.
El término pueblo es ambivalente. Por un lado, se refiere al conglomerado de personas que se
interrelacionan íntimamente en una espesa red de relaciones sociales como las mayordomías, el
compadrazgo, la familia extensa. La noción de Pueblo también nombra al espacio físico donde
se dan estas relaciones. En el pueblo se localizan los diferentes espacios donde la gente se
encuentra: la casa, la calle, la plaza central, y referentes centrales y sagrados, como la iglesia.
Fuera de las áreas urbanas, pero pertenecientes al pueblo (en su doble acepción) se encontraban
las tierras, ya sea parcelas productivas o los espacios de recolección y pastoreo. Y también
geosímbolos sacralizados como cerros y manantiales. Todos estos territorios están humanizados, 126
marcados. Por ejemplo, los cerros sagrados son señalizados con cruces cristianas; los apantles
no son sólo canales de riego, sino que pertenecían a un territorio simbólico, ya que ellos, al igual
que otros depósitos de agua, eran el lugar de residencia de las energías del agua, los tlaloques.
En los caminos se colocaban cruces y se aparecían lo mismo la llorona que el charro negro.
Para los pueblos de Morelos los distintos ámbitos de vida no estaban escindidos. De tal forma
familia, casa, trabajo, comunidad, religión y responsabilidades sociales se entendían como un
todo social, íntimamente relacionados, con afectos y relaciones con el mundo (paisaje simbólico,
el papel del hombre en el mundo, la relación hombre-trabajo-naturaleza). De esta forma, "la
casa", ubicada en un amplio terreno, no aislaba a la familia de su entorno comunitario. En el
solar familiar se encontraban las huertas, elementos esenciales para la reproducción de la unidad
doméstica.
Las huertas en Jiutepec, como en otras zonas rurales, eran unidades de producción diversificada,
pero también muchas de las actividades de la relación interfamiliares se realizaban allí, como las
fiestas familiares e incluso comunitarias.
Fuera de este primer espacio se encontraba lo "público", la calle y la plaza. En el centro, físico y
simbólico, se encontraba la iglesia con su gran atrio. Este espacio sagrado primigenio, muchas
veces construido sobre antiguos adoratorios indígenas, tendrá un papel fundamental en la
organización de la comunidad y el establecimiento de relaciones intercomunitarias. En los
primeros tiempos de la cristianización, la imposibilidad de la presencia permanente del clero, y
la búsqueda por parte de los frailes evangelizadores de la recreación de las comunidades
cristianas primitivas, hará que los habitantes de los pueblos se encarguen tanto del cuidado de
los templos y de sus imágenes, como de los rituales que permiten la comunión con lo sagrado.
Estas actividades fortalecerán el sentido de pertenencia, la dignidad y orgullo de los pueblos y
una serie de instituciones, como los fiscales, topiles, mayordomos; hombres y mujeres asumirán
responsabilidades. En el atrio, construidos siguiendo los patrones de las grandes plazas
prehispánicas, será un lugar de encuentro, entre lo sagrado y los hombres, así como entre los
hombres mismos. Allí es el primer espacio de las procesiones y se danza como ofrenda al santo
patrono, al Cristo o a la Virgen.

126
En los pueblos de Morelos, los canales de riego son llamados apantles, utilizaremos esta acepción, indistintamente
con otras.
184
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Así, de este "centro" simbólico y sagrado partía la visión y comprensión del mundo de parte de
los pueblos y, por lo tanto, la manera en que se insertaban en él.
Fuera de este espacio primigenio, se encontraban los lugares donde se sembraba la milpa. Con la
milpa se asegura la reproducción de la unidad doméstica; en ella se siembran, asociados, maíz,
frijol y calabaza. En el mismo terreno se pueden recolectar plantas comestibles como quelites y
verdolagas; semillas como guaje y en ciertas regiones existen cercas de magueyes con sus
múltiples usos. El trabajo en la milpa también fortalecía las relaciones entre la gente, ya que para
la cosecha se fortalecían mutuamente los afectos, con sistemas de ayuda mutua como el llamado
"manovuelta", hoy por ti mañana por mí. Al terminar la cosecha se lanzaban cohetes al aire y se
agradecía al Creador y a la gente por el feliz acontecimiento. En una sociedad de la
incertidumbre, pero a la vez consciente de su pertenencia al Todo, se encontraban una serie de
rituales propiciatorios para una buena cosecha, un buen temporal. Así, en San Andrés de la Cal
se visitaban, siete cuevas para interpretar las señales del tiempo, de esta manera los pueblerinos
sabrían "como venía el temporal". Pero también se celebraba el inicio de la temporada de lluvias
sacando en procesión a San Isidro, el labrador, como sucede todavía en varios pueblos de
Morelos, como Popotlán y Huazulco, en el municipio de Temoac, y Acapantzingo en el de
Cuernavaca, entre otras tantos pueblos.
En el concepto territorial de los pueblos, más allá del espacio de la siembra se encuentran los
cerros, lugar de recolección y pastoreo. Finalmente la serranía, donde se genera la lluvia.
El agua será otro elemento de organización tanto al interior de los pueblos como entre las
diferentes comunidades que comparten el vital líquido. La administración del agua, por medio
de apantles, requiere fuertes acuerdos, en donde no se excluyen los conflictos. Y esta relación
con el agua será sacralizada desde la época prehispánica y sus huellas, materiales y en
costumbres, todavía las podemos observar en diferentes comunidades, como en Tejalpa, donde
el domingo más cercano al día de San Lucas, 18 de octubre, se ofrenda al manantial Ojo de
Agua.

Las Huertas de Jiutepec


Las "famosas huertas" de Jiutepec van a ser un importante elemento en el imaginario del pueblo;
pero, a la vez, van a estar insertas –de manera importante– en el proceso productivo y estarían
integradas, en el centro, en la construcción del territorio simbólico. Por lo anterior debemos
entender, aunque sea de manera somera, lo que fueron las huertas de Jiutepec, hoy prácticamente
desaparecidas.
Ángel Palerm se refirió así el espacio productivo, social, cultural y de intercambio social
conocido como la huerta:

La huerta está situada al lado de la casa y es de pequeña extensión (quizá una media
hectárea, como promedio general). Se abona con todos los desperdicios de la
habitación, con la basura formada en los corrales de los animales domésticos y con
hojas y ramas secas. El cultivo de las huertas es permanente, sin que el suelo de
señales de agotamiento. Sirve como verdadera despensa de la casa... en nuestra

185
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

opinión, la huerta no sólo tiene una gran importancia económica, sino que ha servido
para estabilizar y hacer permanente la habitación (1972: 22-23).

Ángel Palerm hace referencia a "la basura" que abona la huerta, es necesario precisar que este
concepto ha variado a lo largo del tiempo, de la misma forma que su manejo. De tal modo que
en una comunidad rural de la década de los cincuenta, como la mencionada por Palerm, y el
Jiutepec de ese entonces, el consumo de productos industriales era poco y los empaques se
reutilizaban. Por ello al mencionar la "basura" se refiere, mayoritariamente, a desechos
orgánicos. Jean Robert (1992: 161) señala algunas maneras tradicionales de referirse a la
basura. Nosotros retomamos las siguientes:
1.- Lo que se tira fuera de la vista.
2.- Lo que se ha reintegrado al suelo.
Estos dos tipos de "basura" están relacionados con otra idea de Jean Robert: las sociedades
tradicionales eran despreocupadas con sus desechos, ya que éstos se arrojaban al patio para que
los consumieran los animales que pululaban allí o en la huerta. Al ser desechos orgánicos se
integraban y formaban un suelo rico en nutrientes.
Otro tipo de desechos mencionados por Robert son:
3.- Lo que ha decaído o se ha vuelto irreparable.
4.- Lo malgastado, que hubiera podido llegar a su término y no llegó.
En esta categoría se encontrarían los productos manufacturados, ya sea "artesanalmente o de
manera industrial". Por la escasez de ellos, en la sociedad tradicional se reutilizaban de
múltiples maneras, ya fuese como empaques, como macetas, contenedores de agua, entre otros.
La descripción de Palerm se refiere a Eloxochitlán, Puebla, zona con agricultura de temporal; sin
embargo, se puede extender este concepto general al caso de Jiutepec y su agricultura de riego.
En el breve fragmento de texto de dicho autor, se puede ver la importancia de las huertas en la
cultura indígena. Agregaremos algunas características propias de las huertas morelenses y, en
particular, de las de Jiutepec.
Las huertas en la región morelense se encuentran delimitadas por los tecorrales, pequeñas
bardas formadas por las piedras que poco a poco se van retirando del terreno, así la barda crece y
el terreno va quedando limpio. La palabra tecorral significativamente es una conjunción de la
palabra tetl, piedra en náhuatl y la palabra castellana corral (Montemayor, 2008: 110). Dichas
barreras delimitantes empezaron a surgir en la temprana época colonial, debido que el ganado,
suelto al estilo castellano, destruía las sementeras de los indígenas. Cesar Carrillo Trueba (1991:
46-48) menciona que, lo benigno del clima en el Nuevo Mundo (nuevo para los europeos),
posibilitó
127
una notable expansión del ganado, tanto el de las pequeñas especies como el
vacuno. Los naturales de Jiutepec habían criado especies pequeñas, como perros, guajolotes y
127
"En las regiones cercanas a los asentamientos europeos, los indios adoptaron más rápidamente a los animales de
tamaño menor del Viejo Mundo. Los españoles valoraban menos a estos últimos y no consideraban una amenaza que los
poseyeran los indios. Estos animales -más pequeños- eran más baratos y menos difíciles de manejar por las esposas
noveles. En América ya existían amplios precedentes de domesticación de animales pequeños y, precisamente, por eso,
los nuevos poseedores no necesitaban alterar drásticamente sus formas de vida. En el transcurso de una o dos
generaciones, a partir de la conquista de sus regiones, los indios de grandes áreas de la América española y portuguesa
incluyeron los perros, gatos, cerdos y pollos en su vida cotidiana. Antonio de Herrera presenta el relato de "un indio
186
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

patos, por lo que el ganado menor pudo ser asimilado a su vida cotidiana sin muchos problemas.
No sucedió lo mismo con las reses que necesitaban gran cantidad de alimento y por lo tanto de
pastos y terrenos. Carrillo Trueba señala que:
Las civilizaciones indígenas, de alta cultura, vivían de una dieta prioritariamente
vegetal, por lo que cualquier cosa que afectara radicalmente sus campos de cultivo
también los afectaba fuertemente. Los españoles, ansiosos por establecer en sus
colonias su pastoral forma de vida, destinaron al ganado grandes extensiones de tierras
que, en buena parte, habían sido cultivadas por los indios con anterioridad (Carrillo,
1991: 48).

La forma castellana de crianza de ganado vacuna era a través del sistema de mesta; es decir, al
ganado se le dejaba vagar libremente, protegido con derechos reales y en constante conflicto con
los agricultores. A las Indias Occidentales, los españoles llegaron con el referente de la mesta
en su bagaje cultural para criar su ganado, de tal forma "el ganado se extraviaba con demasiada
frecuencia, en este nuevo continente donde las bardas y los pastores eran escasos, internándose
en sus terrenos, comiendo y pisando sus plantas" (ibíd: 48). En los archivos clasificados como
Tierras y en el de Indios del Archivo General de la Nación, encontramos reclamaciones por los
daños ocasionados por el ganado, como en Ocuituco, en donde en 1583 se le ordena a los
españoles que tienen ganado, que lo retiren por el perjuicio que reciben las sementeras de los
naturales (AGN-Indios, vol. 2, exp. 481, f. 113 vta.). Debemos de recordar que no existía
propiedad privada en las culturas mesoamericanas y, además, la tierra era asignada para
cultivarla, por lo tanto no había la necesidad de delimitar los terrenos.
En las huertas, el tecorral sólo servía para delimitar un terreno y protegerlo del ganado, no para
aislar a la familia de su entorno comunitario. Junto a la huerta se localizaba la casa habitación,
entre el follaje de los cafetos y frutales, lejos de la vía pública. En el amplio espacio de la huerta
se realizaba la vida cotidiana. Allí se criaban las aves con la que se complementaba la dieta
familiar (huevos y carne). En algún lugar podrían estar el temazcal y un pequeño horno para
pan. Muchas de las actividades de la relación interfamiliar se realizaban allí, las que permitían
reforzar el sentido de pertenencia a la comunidad, como lo señalan Luciano Concheiro y
Roberto Diego, "Las estrategias de reproducción social del campesinado están basadas
históricamente en el trabajo de grupos unidos por lazos moralmente definidos, donde juega un
lugar preponderante la solidaridad y la ayuda mutua como vínculo social comunitario... así como
el matrimonio, la herencia y el parentesco son los medios para la organización de la circulación
de personas, las cosas y los saberes. Esto permite hablar de una economía moral que codifica
las normas éticas que garantizan la reproducción social y la relación con la naturaleza" (2002:
57).
Es necesario señalar la estructura arquitectónica de la "casa" para comprender la interrelación
entre individuo, familia y comunidad. Es en este espacio, en donde se localiza la construcción

sabio", quien interrogado acerca de qué era lo más importante que habían recibido de los castellanos, señaló en primer
lugar los huevos, porque eran abundantes" (Carrillo, 1991:48). Aunque en el México prehispánico se había domesticado
a los guajolotes y se le aprovechaba íntegramente, las gallinas producían más huevos y eran de más fácil cuidado y
menos frágiles.
187
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

que llamamos "casa" y el solar, donde, de manera clara "...se manifiesta la interpretación de las
funciones de producción y consumo y la poca individualización de los espacios personales"
(Pépin: 1996: 76).
La "casa" consistía en construcciones de uno o dos cuartos elaboradas a base de bajareque o
adobe. Esta construcción era para el descanso profundo, la interiorización y espacio de la unión
con lo sagrado, ya que allí se realizaba el rezo cotidiano y era el lugar donde se encontraba el
altar principal o donde se ponía la ofrenda a los antepasados. Pero también la "casa" era la
esfera de transición entre los planos de la existencia, ya que allí se "nacía", allí se "bien moría" y
se velaba a los muertos, con los consiguientes rezos y la "puesta de la cruz" en el lugar donde
falleció el cristiano.
A la entrada de la puerta y cerca de las pequeñas ventanas –cuando existían– se ponía, el 28 de
septiembre, una cruz hecha con flor de pericón para impedir que "el amigo", el maligno, entrara
a ese lugar sagrado. En el exterior se realizaban las actividades familiares. Endosada a la casa se
encontraba la cocina de tejamanil, donde se preparaban los alimentos y, dependiendo del clima,
allí mismo se podían consumir o quizá bajo un tejado, igualmente adosado en la casa o bajo la
sombra y los olores de un limonero. Alrededor de la "casa" se realizaban la limpieza de los
trastos y otras actividades, como el zurcido de la ropa, la reparación de la herramienta.
En el espacio inmediato se le daba de comer a los animales, por parte de los niños. Estas
actividades "productivas" no estaban separadas de la convivencia familiar y comunitaria, ya que
los tecorrales permitían la comunicación activa e incluso la participación, como sucedía al
momento del desgrane del máiz, en que la familia participaba activamente, al que
frecuentemente se sumaban vecinos y amigos, y lo hacían riendo, bromeando y comunicándose
los aconteceres de la comunidad, "chismeando", como se dice coloquialmente.
Los niños "cumplían sus responsabilidades" entre pucheros de disgusto y juegos. Aún en el
lugar donde se encontraba la floresta más densa se podían realizar actividades que hoy
representarían malos modales, como "hacer de las aguas". Todas las huertas eran atravesadas por
los apantles que las regaban:

... se proveía agua de los apantles que pasaban al fondo de las huertas o en los
laterales. Pasaban apantles con agua limpia y allí uno la usaba para bañarse y hasta
para tomar agua. Normalmente, el ama de casa ponía unas piedras y las ocupaba de
lavadero. Y si uno quería regar sus huertas con el agua del apantle, uno los abría y se
empapaban las huertas.128

Fuera de este primer espacio se encontraba el espacio "público", la calle, que era el de tránsito,
encuentro y convivencia comunitaria, bajo la sombra de los árboles frutales. Por las calles
también corría el agua por los apantles y se localizaban las cruzcalles o las cruces, donde hacían
un alto las procesiones. Después se localizaba "el centro", lugar fundamental de encuentro y
convivencia, comunitaria e intercomunitaria, por ejemplo en Jiutepec, se realiza la Feria del
Primer Viernes de Cuaresma. Posteriormente se localiza el atrio de la iglesia, en él se realizaban

128
Entrevista a Miguel Vázquez, 19 de febrero del 2007.
188
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

los cabildos, de él partían las procesiones y se efectuaban las danzas en honor de las imágenes
sagradas, que se encontraban dentro del templo. De este "centro", simbólico y sagrado, partía la
visión y comprensión del mundo por parte de los habitantes de los pueblos.
El pueblo de Jiutepec se encontraba reticulado por los apantles, los cuales volvían a verter sus
aguas al río, muy cerca del puente de San Juan. Fuera del "pueblo", se encontraban los lugares
donde se sembraba, luego los cerros y finalmente la serranía.
Cada uno de los espacios, objetos y relaciones sociales estaban cargados de simbolismo,
inclusive ―ritualizados‖ y unidos a lo sagrado, desde la puerta con una cruz de pericón, el
saludos a los vecinos en la calle, el toque diferenciado de las campanas de la iglesia. Todos
estos elementos:
...le dan al territorio su espesor social y su carga conflictiva; sin embargo, conocidos y
predecibles, están fundados sobre una relación previamente codificada o que el propio
campesino va estableciendo en la plaza del mercado o en la ventanilla del banco. En
cada trato, la integridad del espacio familiar está en juego y las ventajas deben ser
ponderadas. Cada limitación real o virtual a su dominio territorial se relaciona con
alguna persona precisa o personaje social identificable, todas se justifican dentro de
una forma de intercambio social y nada se debe al azar (Pépin, 1996: 77).

Es en este sentido, de la totalidad social campesina, es como debemos entender la importancia


de las huertas.
El suelo de las huertas se enriquecía de forma permanente, ya que se depositaba en ella "basura"
como le llama Ángel Palerm. En la huerta se arrojaban los desperdicios orgánicos, que no
hubieran servido para alimentar a pollos, cerdos o gallinas. También la huerta se nutría de las
hojas de los árboles y los frutos maduros, además de los desechos de pájaros que anidaban en la
abundante floresta. De esta forma quedaba un suelo rico en nutrientes, que inclusive llegaba a
estar sobre el nivel del suelo de la calle. En estas huertas se combinaban los frutos naturales de
estas tierras, como los aguacates, chiles, mameyes, bonetes, con las llamadas "frutas de castilla",
las que se cultivaron, a decir de Pedro Armillas, en las partes altas de la cuenca del Balsas,
"...siempre en lugares donde también había huertas de frutas indígenas, lo cual parece indicar
que solamente donde había tradición de cultivar huertas de árboles frutales de la tierra se aceptó
rápidamente, la nueva [fruta] traída por los españoles" (Armillas, 1984:43). Estas frutas
introducidas por los españoles, se naturalizaron en las huertas indígenas, conviviendo los árboles
de aguacate con los de durazno, los cuajinicuiles con los limoneros.
En 1586, el fraile Alonso Ponce relataba que Xiuhtepec era "...de temple muy cálido, como el de
Cuernavaca, y así se dan en él los mismos árboles y frutales" y que el convento franciscano
poseía "una buena huerta y agua con que se riega, 129
y danse en ella todas las frutas que en la de
Cuernavaca, y más una llamada piña de la tierra".

129
Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España. Relación breve y verdadera
de algunas cosas de las muchas que sucedieron al padre fray Alonso Ponce en las provincias de la Nueva España,
siendo comisionado general de aquellas parte, 2 tomos, UNAM, México, 1976, citado por Druzo Maldonado Jiménez,
en Cuauhnáhuac y Huaxtepec (tlahuicas y xochimilcas en el Morelos prehispánico), CRIM/UNAM, pp 157.
189
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Los frutos maduraban en diferentes épocas, lo que daba una gran flexibilidad a la economía
familiar. Pero también les permitía una alimentación variada, ya que los habitantes de Jiutepec
eran aficionados a la fruta, como observó en 1854 la comisión del Ministerio de Fomento que
tenía por objetivo realizar la cartografía del Distrito de Cuernavaca (Anales, 2001: 20). Las
frutas que observó la citada comisión eran "plátano, naranjo, mamey, melón, mango". Las cuales
eran consumidas de manera "inmoderada", desde el punto de vista de los agrimensores. Estas
frutas eran para el consumo cotidiano de la familia, pero también se inscribían en un circuito
comercial importante, como reportaba Joseph Antonio Villa-Señor desde 1746 (López: 2001;
5), se actualiza la grafía original: "... se mantienen sus vecinos de su trabajo personal y del
cultivo de algunas frutas, y hortalizas, que conducen a México para su expendio...".
Todavía en los años setenta del siglo veinte se podían encontrar los siguientes frutos: "mamey,
zapote. cajinicuil, lima, limón, guayabo, guayaba poma, toronja, mango, aguacate, palmera de
garambullo, palmera de dátil, café, plátano de diversas clases y otras más" (Aguilar, 2004: 44).
Estas frutas eran comercializadas ampliamente, como recordaba don Vicente Aguilar:

... antes que no existían carreteras, todos los del pueblo que teníamos árboles frutales,
la fruta o bien la cosecha de los campos de sembradío la vendíamos en la ciudad de
Cuernavaca, para ello no había transporte, se viajaba a los otros pueblos a caballo, en
mula o espalda en chiquigüites, en costales o en ayates (Aguilr, 2004: 33)

En las huertas también se encontraban yerbas de olor, para condimentar la comida; plantas
medicinales, para curar de "los aires", cuando "se iba la sombra" o cuando a los niños les hacían
"mal de ojo", para el "mal de amores" o simplemente para un "dolor de panza". Ejemplo de
plantas medicinales los tenemos en el muitle, que hervido y bebido como agua de tiempo,
"enriquece la sangre"; o el cuachalalate cuya corteza servía para cicatrizar heridas.
Así, el espacio de la huerta era esencial en la reproducción familiar, como lugar de residencia,
juego-enseñanza y, por supuesto, de producción diversificada, "...las mujeres criaban gallinas y
guajolotes, animales que merodeaban por las huertas, picoteando las frutas maduras o los
gusanillos, y andaban junto con sus crías..." (Aguilar, 2004:58). También en las huertas se
encontraba el calabazo o bule, una planta trepadora, cuyo fruto secado al sol, servía para
transportar el agua para beber en el campo. En las huertas se localizaba también el temascal
"aunque de forma rudimentaria" (Aguilar, 2004: 39), el cual era utilizado por las parturientas y
diversas dolencias del cuerpo y del alma. 130
Por medio de los apantles se regaban las huertas en el fundo legal del pueblo y sus tierras
ejidales. En el caso de Jiutepec, el agua provenía del río Analco, ahora llamado "la barranca".
De esta forma, el acceso al riego determinaba la traza urbana de los pueblos.
130
Se le llamó fundo legal a "la extensión superficial mínima de tierra que, conforme a la ley (colonial), debía darse a las
poblaciones de aborígenes, fundadas ya, o fundadas después de la Conquista en el territorio nacional" (Orozco, 1975:
69). De esta manera, el fundo legal viene a ser el lugar de asentamiento del poblado, como queda ejemplificado en la
Real Cédula de Felipe II, de 1687 en donde se mandaba que a los pueblos indios se les diese 600 varas de tierra medidas
desde los últimos linderos y casas del lugar para afuera, quedando siempre como hueco el casco del pueblo" (Orozco,
1975:59-60). En la actualidad, en muchos pueblos de Morelos todavía existen referencias al fundo legal cuando se
refieren al casco urbano. En Jiutepec se tienen claros los límites del fundo legal, aunque ya no se le nombra así.
190
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Pedro Armillas (1984) y Ángel Palerm (1972), entre otros, han señalado la importancia del riego
en el sostenimiento de la agricultura y la civilización mesoamericana; sin embargo, también
señalaban que la organización de un sistema hidráulico en gran escala sólo se desarrolló en
pocas zonas, principalmente el Valle de México, con una prolongación hacia los valles de
Cuernavaca-Cuautla. Visto lo anterior, debemos mencionar que la forma de cultivo en la región
de Jiutepec era intensiva y sustentada en la abundante fuerza de trabajo. Por lo anterior se
requería, ante la ausencia de bestias de carga, que los terrenos de cultivo –o al menos una parte
de ellos– estuvieran cerca de la casa-habitación.
La irrigación en la época prehispánica se enfocará a las huertas y a terrenos como el de
Azezentla, en disputa con las haciendas desde fechas tempranas. Las huertas fueron las tierras
que conservaron los de Jiutepec, ante la perdida de sus tierras a manos de las haciendas
azucareras. Con las huertas, los habitantes de los pueblos pudieron sostener una producción
diversificada y cierto grado de autonomía.
Hasta los años setenta del siglo pasado, todavía la imagen que daban muchos pueblos de
Morelos, era que parecían "...desiertos con sus casas ocultas tras el follaje de las huertas", así
describe Arturo Warman (1978:26) a los pueblos 131
del Amatzinac y así se podía ver y oler
Jiutepec. Como lo expresaba Isaías Alanís Tapia en su composición Jiutepec (presentamos
extractos):

Es tu sol, es tu sol,
limpio y claro como no es ninguno,
son tus calles anchas y bonitas,
hueles a guayaba, hueles a jazmín.

Son tus fuentes paraíso,


paraíso de dicha y reposo
y tus huertos aromados
con cafetos, mangos y naranjos.

Tus paisajes y tus flores


son el nido de la primavera...

Es importante señalar que el uso de las composiciones populares por nuestra parte, se debe no
sólo a que expresa una voz, del pueblo, sino que pueden considerarse esas composiciones como
expresión y/o reflejo de la cosmovisión de un pueblo. La lírica popular, al igual que la filosofía y
literatura pre-moderna, se escribían pensando en ser escuchadas, nunca eran un soliloquio del
versador. Así eran compuestas y así eran escuchadas, de tal forma que si la composición era
exitosa; es decir, se acoplaba al sentir de los escuchas, se integraba al imaginario colectivo.

131
Nació en 1910 en Jiutepec, de una familia con gran arraigo en Jiutepec, al menos desde el siglo XIX. Su hermano fue
el general zapatista Cliserio Alanís. Isaías fue presidente municipal en dos períodos. Murió en 1956.
191
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Por otra parte, las huertas, como espacio de encuentro social comunitario, fueron fundamentales
para escuchar el potente sonido del bajo quinto y decir "las versiones" de los ―aconteceres‖,
amores y desamores. El pueblo, entonces, es también la comunidad de hablantes y escuchas,
creando imágenes, palabras. Por supuesto, los corridos surianos también se escuchaban en las
ferias de cuaresma, los tianguis y las cantinas.
Las huertas eran un elemento fundamental del entramado cultural y espacial de los habitantes de
Jiutepec. Lo anterior quedaba ejemplificado en que aparecían centralmente en los "corridos",
poemas y crónicas de los habitantes de Jiutepec que escribían sobre su terruño. La presencia de
las huertas en los escritos antes mencionados, y en los recuerdos, será constante, en número y
extensión. Dos ejemplos, en escritos de Isaías Alanís Tapia; los dos primeros versos de Una
tarde en Jiutepec y el tercero de la composición ¡Ay qué rechulo es Morelos!:

Entre mangos y cafetos


esta el suelo 'onde nací
circundado de arrozales
de un aspecto encantador.
Donde el aire se respira
aromado y muy sutil
y las aves con su canto
nos invitan al amor.

Por sus campos adornados


con verdes cañaverales
por sus gladiolos y nardos
y también sus arrozales.

Finalmente tenemos el testimonio de Isaac Medardo Herrera Avilés que narra, de forma
completa, su percepción de las huertas de Jiutepec como un espacio multifuncional:

Jiutepec era hermosísimo. A mi me tocó cosechar lo que otros sembraron, porque


todas las huertas se regaban con el agua de lo que es ―la barranca‖ de Analco. Y dentro
de las huertas, de lo que es la cabecera municipal, había variedad de frutos, de árboles
frutales. Había mango criollo, mango manila, mango piña, granada, ciruela, había uno
muy dulce que le llamaban caimito, cafetos. Se agarraba el agua limpia río arriba, para
regar las huertas y bastaba salir a las huertas para cortar alguna fruta. Regularmente la
familia tenía sus gallinas, el marrano, bastaba salir a las huertas para recoger un fruto o
recoger los huevos de la gallina que se mantenían con lo que la propia huerta daba, ya
sea con alguna semilla que se caía, con insectos y algo del mismo maíz que se
cosechaba, pues se les echaba. Entonces, nada más era detectar los nidos de las gallinas

192
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

y recoger los huevos. Mi abuelo tenía vacas, ordeñaba y tomaba uno leche de vaca,
132
productos prácticamente orgánicos, sin tanta químico como actualmente comemos.

Es entendiendo la importancia de las huertas (importancia económica, pero también gran


importancia por ser creadoras de cultura y con un profundo sentido histórico), como se debe de
valorar su desaparición ocurrida en los años setenta.

Desaparición de las huertas


Los testimonios sobre la rápida desaparición de las huertas son múltiples y todos vinculan este
hecho con la industrialización del municipio, así lo refiere el ejidatario Miguel Vázquez:

Jiutepec empezó a cambiar con la llegada de la fábrica de Cementos Moctezuma, que


era una fábrica que dio bastante empleo a muchos habitantes del pueblo. Pero, a la
larga, hizo gran daño, ya que normalmente todos sus polvos los echaba, en la noche,
cuando la gente ya estaba durmiendo. Al otro día las casas amanecían con un polvo
blanco. Lo que platica la gente de más edad es que esa contaminación fue acabando
con los árboles. Todo eso es lo que nos dejó la fábrica de cementos.
Esos polvos no sólo afectaron las huertas, sino la salud de los habitantes, como lo refiere Alberto
Jiménez Mendoza;

...de niño sufría de asma y el doctor le dijo a mi mama ―señora, tiene que sacar al niño
de Jiutepec ¿no ve cómo están todos los árboles de las huertas? ¡blancos por los polvos
del cemento!‖. Y pues sí, pero ¿a dónde nos íbamos?133

Las descargas de las fábricas


134
también serían otro factor en la afectación de las huertas, como lo
refiere Alfredo López :
En la casa pasaba un apantle con agua limpia, ahí jugábamos, había pececitos de
colores, ranas. Teníamos patos y se metían. Luego empezó a llegar el agua sucia, olía
muy mal y se empezaron a tapar los canales, nosotros pusimos una loza, era
insoportable el olor. Había huertas en todas las casas. Ahí [señala un estacionamiento],
estaba una cantina, y al fondo una huerta de café ¡parecía selva!

Isaac Medardo comparte la opinión anterior:

Yo jugué en esa barranca, todavía con agua limpia. Agarrábamos tortugas, pequeños
peces y se hacían unas playitas muy bonitas con tierra muy finita que quedaba después
de las lluvias y había mucho guayabo, nacía el anís a la orilla de la barranca. Eso

132
Entrevista realizada el tres de enero del 2009. Isaac Medardo, nativo del pueblo, pertenece a una familia de prestigio
de Jiutepec. Su abuelo fue Presidente Municipal y él actualmente es abogado, destacando su defensa del predio arbolado
Los Venados, el cual es amenazado por la urbanización.
133
Plática informal con Alberto Jiménez Mendoza, 31 de mayo del 2008.
134
Plática informal, 10 de abril del 2008.
193
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

desgraciadamente se acaba cuando se establece la zona industrial en los años setenta.


Nunca se previó el saneamiento del agua que se utilizó en la industria, durante varios
años, la ciudad industrial descargó sus aguas tóxicas dentro de lo que ahora es esa
barranca. De ahí para allá, culminó con lo que era flora y fauna. Y en lugar de ver la
flora y fauna de aquella época, ahora vemos prácticamente puras ratas que llegan,
incluso, a nuestros domicilios a través de los drenajes.
Las huertas estaban llenas de una variedad de árboles frutales, al descargarse las aguas
contaminadas de la zona industrial dejaron de regarse con esas aguas. Fue un cambio
muy drástico, porque de repente veías el agua limpia, donde incluso todavía las
mujeres lavaban, y de repente ves pasar el agua de distintos colores y con un olor fuerte
a diversos productos químicos. Y si en un momento era agradable como niño ir a esa
barranca, a jugar a agarrar pececillos, de repente fue un cambio muy fatal; para
comenzar, era riesgoso acercarse a esa barranca. Yo tendría 12 ó 13 años.

Ramón Maya da su "versión" del porqué de la contaminación:

Primero no lo supe, ahora lo entiendo. [La contaminación fue] por la mala planeación,
porque el gobierno no tomó en cuenta los males que iba a producir la mala planeación
de la industria. Las aguas, que la industria utilizaba, las fueron echando a lo que ahora
se llama la barranca, que de barranca no tiene nada; y pensar que el agua de la barranca
alimentaba a los canales que entraban a todas las casas. Entonces empezó a dañar a los
árboles, mató a la fauna, independientemente del mal que les causa a toda la gente, en
la piel. Los más afectados fueron los pobladores de Tlahuapan. Ellos tuvieron que
soportar los malos olores. Para poder medir el grado de contaminación, habría que
haberlo vivido ¡era una cosa insoportable! Y eso se vivió sobre cuatro o cinco años.
La gente tapó los canales para que el agua ya no pasara por su casa y entonces las
huertas se quedaron sin agua. Huertas se le llamaba 135
a todos los predios llenos de
árboles frutales. Los árboles se empezaron a secar.

En estos testimonios se puede observar el carácter esencialmente destructivo del "desarrollo"


industrial, ya que, como menciona Beck (1998: 27), "...en el proceso de modernización quedan
liberadas cada vez más fuerzas destructivas" debido a la producción industrial y a la
sobreproducción.
No sólo fue la contaminación directa de las fábricas lo que afectó a las huertas, también lo fue el
consumo creciente de productos industrializados, los cuales se integraron a la vida cotidiana y
generaron grandes volúmenes de basura, la cual empezó a ser arrojada a los cursos de agua, a las
orillas del río, ya que se vincula con el manejo tradicional de "lo que se tira fuera de la vista" y
"al otro lado de la frontera", como lo llamo Jean Robert (1992: 161). La basura, con la
contaminación, es una parte fundamental, el resultado del ciclo metabólico social, como le llama

135
Entrevista realizada el 10 de abril del 2008.
194
G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Jorge Veraza (2006: 4) y agrega que "...la acumulación de basura es el correlato de la


acumulación de capital".
Y ante esta nueva situación, la sociedad "queda perpleja" (Beck 1998: 28). Al abrir el
Diccionario Enciclopédico Larousse (1996), tenemos definiciones simples: "perplejidad" es no
saber qué partido tomar; ―perplejo‖ es quedar vacilante, irresoluto. Así quedó la sociedad de
Jiutepec, al recibir el impacto de la contaminación: no supo qué hacer.
También el crecimiento natural de la población, producto del Estado de Bienestar y el desarrollo
industrial-científico, fue otro de los factores que propiciaron la desaparición de las huertas,
debido la "lotificación" de los terrenos para dar cabida a la creciente población, así lo refiere don
Miguel:

Pues los apantles, a raíz de que las huertas comenzaron a habitarlas las familias, a
heredarlas a los hijos, a los nietos, pues se fueron creando casas de mampostería y
fueron tapando los apantles, los fueron desapareciendo y en la actualidad son contados
los apantles que existen, pero ya son con agua de drenaje. La misma gente de las casas
ha ido contaminando los mismos apantles y en muchas partes ya no existen los
apantles.

De esta forma, en poco tiempo desapareció una expresión cultural/productiva que había dado
sustento y formas de organización al pueblo de Jiutepec.

Conclusiones
Un desarrollo, ajeno a la dinámica de las poblaciones de Morelos, y en particular de Jiutepec –la
instalación de CIVAC en la zona norte del municipio del mismo nombre– llevó a la desaparición
de un importante espacio productivo, como lo fueron las huertas. De esta forma, se profundizó el
proceso de disolución de la vida campesina, de manera central sus espacios y recursos
productivos y se aceleró la venta de tierras, ya que se volvía incosteable la producción agrícola
de las parcelas.
La desaparición de las huertas significó también la desaparición de maneras de convivencia
entre los miembros de las familias. La industrialización, realizada en una zona de recarga de
acuífero, afectó profundamente el medio ambiente, contaminando ríos, tierra y aire. Las
prácticas culturales agrícolas fueron severamente afectadas, al igual que el medio ambiente y la
salud, inicialmente de los habitantes de Jiutepec y posteriormente de las poblaciones asentadas
aguas abajo.
Este proceso de modernización, y transformación de los referentes culturales y de apropiación
del territorio por parte de los habitantes del pueblo de Jiutepec, también incidió en el medio
ambiente, ya que se modificaron los usos y símbolos asociados a la tierra y a las aguas,
perdiéndose además la diversidad agro-ecológica de la región.
Hace más de cuarenta años que se instaló CIVAC en Jiutepec, muchas industrias han cerrado,
trasladando sus instalaciones a donde la mano de obra es más barata y no existe una tradición de
insurgencia sindical, como la que se dio en los años setenta en Morelos. En Jiutepec, los apantles
fueron convertidos en drenajes y hoy sólo queda el recuerdo y la nostalgia de los frutos de las
huertas y la sombra que proporcionaban sus árboles.
195
ELSA G UZMÁN G ÓMEZ N OHORA BEATRIZ G UZMÁN RAMÍREZ S ERGIO V ARGAS V ELÁZQUEZ

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Archivos
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AGN - Ramo Tierras

Discografía
Alanís, Isaías (s/f). Tierra Natal, México, disco editado por el H. Ayuntamiento de Jiutepec,
1997-2000.

Entrevistas de historia oral


Jiménez Mendoza, Alberto, 8 de septiembre del 2008.
Herrera Avilés, Isaac Medardo. 3 de enero del 2009.
López, Alfredo. 10 de abril del 2008.
Maya Nova, Ramón. 10 de abril del 2008.
Vázquez, Miguel, 19 de febrero del 2007.

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ÍNDICE DE AUTORES

Cariño Castillo, Susana.


Licenciada en Antropología Social de la Universidad Autónoma de Puebla. Estudios de
Posgrado en Desarrollo Regional con especialidad en Desarrollo Sustentable en El Colegio de
Tlaxcala, A. C. Correo: susana_c_castillo@yahoo.com.mx

Corona de la Peña, Claudia Liza.


Maestra en Ciencias Sociales por la FLACSO-México, licenciada en Sociología por la UNAM.
Tutora de la Maestría en Derecho Humanos y Democracia de la FLACSO-México. Actualmente
estudia el doctorado en Ciencia Política en la FCP y S de la UNAM. Correo:
fractalunar@yahoo.com

Fong Cisneros, Jessica A.


Antropóloga por la Universidad de Texas en El Paso, Estados Unidos. Ha realizado
investigación social y trabajo comunitario en diversos proyectos relacionados con el desarrollo
cultural y el manejo de recursos naturales en México. Participó en 2009 en un proyecto sobre
manejo y control de malezas acuáticas y especies invasoras en el Lago de Pátzcuaro, Michoacán.
Correo: fongo16@hotmail.com

Guzmán Gómez, Elsa.


Doctora en Antropología. Profesora Investigadora, Facultad de Ciencias Agropecuarias.
Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Línea de investigación versa sobre las estrategias
de vida campesina en Morelos. Correo: elsaguzmang@yahoo.com.mx

Guzmán Ramírez, Nohora Beatriz.


Doctora en Antropología por el CIESAS-DF. Profesora investigadora de tiempo completo en la
Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Sus líneas de
investigación son: gestión social del agua, manejo de recursos comunes. Correo:
nobegura@yahoo.com.mx

León López, Arturo


Doctor en desarrollo económico y social por la Univerrsidad de París I, Profesor Investigador
del posgrado en Desarrollo Rural de la universidad Autónoma Metropolitana, unidad
Xochimilco. Línea de Investigación: Organizaciones de productores, estrategias
campesinas. jaleon@correo.xoc.uam.mx

Morales Tapia, Silvino.


Maestro en Desarrollo Rural de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Línea de
investigación en procesos productivos campesinos. Correo: silvinomorales@hotmail.com

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G ESTIÓN S OCIAL Y P ROCESOS P RODUCTIVOS

Rosario Jiménez, Sandra


Estudió la licenciatura en Historia en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Actualmente cursa el doctorado en Ciencias Sociales con especialidad en estudios rurales en el
Colegio de Michoacán A. C. Su trabajo versa sobre el estudio de la organización social y los
conflictos en torno a las obras de irrigación en el estado de Puebla. Correo:
sandraluzrosario@hotmail.com

Sánchez Reséndiz, Victor Hugo.


Maestro en Desarrollo Rural por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Investigador independiente. Línea de investigación en procesos sociales y conflictos
revolucionarios en el estado de Morelos. Correo: vhresendiz@yahoo.com.mx

Sánchez Saldaña, Kim.


Doctora en Antropología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Es
profesora investigadora del Departamento de Antropología de la Facultad de Humanidades de la
Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y miembro del Sistema Nacional de.
Correo: sanchezkim55@yahoo.com.mx

Saldaña Ramírez, Adriana.


Maestra en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Es
investigadora del Proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México al Inicio del Milenio
del Centro INAH Morelos. Correo: adrianasr_99@yahoo.com

Vargas Velázquez, Sergio.


Doctor en Antropología por la Universidad Iberoamericana. Profesor Investigador de Tiempo
Completo en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Sus líneas de investigación son:
gestión del agua; conflictos por el agua, política pública ambiental y gobernanza. Correo:
kuirunhari@yahoo.com.mx

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Gestión Social y Procesos Productivos

Se terminó de imprimir en el mes de enero de 2012,


en los talleres de Dicograf, S.A. de C.V.
Poder Legislativo 304, Cuernavaca, Morelos.

La edición consta de 400 ejemplares


para su composición se utilizó el tipo
Times New Roman.

200

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