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Procedimientos Penales de 1940 que entendía que el silencio del imputado podía ser tomado
como indicio de culpabilidad[19], esto implica que al existir un equilibrio entre el interés de la
sociedad y del individuo, el juzgador como instrumento del derecho tiene el deber de hacer
justicia y no meramente condenar, pues busca la verdad de los hechos sin tener que violentar
los derechos de la persona, es por eso que en la actualidad la presunción de la inocencia “esta
reconducida exclusivamente a la actividad probatoria y dentro de ella, fundamentalmente a la
libre valoración de la prueba, en donde adquiere una singular relevancia práctica
a garantía del imputado a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable lo
constituyen en un sujeto incoercible del procedimiento. Expresado en el conocido
aforismo nemo tenetur se ipsum accusare; ésta garantía vale tanto para los interrogatorios
policiales como para los del Ministerio público, sea durante la investigación preliminar o
durante el desarrollo del juicio
ebe quedar claro, sin embargo, que sin alcanzarse un umbral mínimo de
atribución no será posible hablar de imputado, ni tratar a la persona como tal
imponiéndole ciertas medidas de sujeción procesal. En un Estado democrático de
Derecho, la actividad de persecución penal no puede llevarse a cabo al azar,
tanteando en la oscuridad, sino que demanda que las potestades estatales de
restricción de derechos individuales emanen de una justificación racional, de un
motivo específico que proporcione el ejercicio de tales atribuciones con el
derecho de los ciudadanos a no sufrir injerencias innecesarias, en el caso sub
examine, la restricción de su libertad ambulatoria.