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En verano, el Sol tiene un ángulo de incidencia sobre la Tierra más elevado que
en invierno, se podría decir que está bastante más “vertical”, mientras que en
invierno está más “inclinado”. Hay momentos del día, como el amanecer y el
atardecer, en los que tanto en verano como en invierno, el Sol está muy
“inclinado”. Pero en los momentos del día en los que la radiación solar es más
fuerte el Sol incide sobre nuestras construcciones con un ángulo que alcanza los
70º, lo que supone una mayor exposición a la radiación solar.
En estas últimas, que suele ser las que más sufren los momentos más calurosos
del día, los mejores sistemas de protección solar son sistemas horizontales ya que,
al interponerse entre el Sol y nuestros edificios, generarán una zona de
sombreamiento mayor. La fachada oeste, por donde se pone el Sol, tras estar
sometido el edificio durante todo el día a la radiación solar en otras
orientaciones, también es, junto a la orientación sur, una de las que más sufre
los efectos del sobrecalentamiento por la incidencia directa de la radiación
solar.
TOLDOS
Los toldos son de sobra conocidos y utilizados, pero no siempre de la manera
correcta. Como os podréis imaginar, el Sol no solo calienta cuando está
entrando por nuestra ventana. Nuestros edificios están sometidos a la radiación
solar desde que el sol sale hasta que se pone. Por esta razón, los toldos no deben
desplegarse exclusivamente cuando veamos que el sol entra por la ventana o
por la terraza, si no durante todo el día (y a veces incluso durante la noche) ya
que generarán una barrera frente a la radiación solar que, en definitiva, hará
que los materiales de nuestro edificio se calienten menos. En verano, en aquellos
climas en los que refresca mucho por la noche y hace mucho calor por el día
(climas continentales), también se puede dejar el toldo desplegado durante la
noche ya que evitará que nuestro edificio pierda el calor acumulado durante
el día.
ALEROS
Los aleros son una buena manera de proteger nuestra vivienda del exceso de
radiación solar en verano.
Los aleros son sistemas de protección solar fijos y horizontales que, bien
calculados, permiten sombrear la fachada y huecos de un edificio en verano,
pero dejan pasar la radiación solar en invierno. Hablamos de un simple
“tejadito” que sobresalga alrededor de un metro (lo ideal sería calcular bien el
tamaño según la orientación) sobre la ventana o recorra toda una fachada.
Son un método muy eficaz para evitar que nuestro edificio se caliente
excesivamente en verano pudiendo llegar a reducir en torno a un 40% la
incidencia de la radiación solar. Es cierto que si vivimos en un piso en una
ciudad, será muy difícil que nos permitan añadir este tipo de elementos de
protección solar si nuestro edificio no los incluye de origen, pero es una buena
opción a tener en cuenta en viviendas unifamiliares donde, muchas veces,
tenemos más libertad a la hora de modificar el exterior de nuestra vivienda.
PÉRGOLAS Y VEGETACIÓN
Las pérgolas son elementos fijos que sobresalen de la fachada de un edificio
normalmente más que los aleros. Son permeables a la luz del Sol y, por sí solas,
no son un elemento muy eficaz de protección frente a la radiación solar. La
clave de las pérgolas está en combinarlas con especies vegetales de hoja
caduca que crezcan por toda la extensión de la pérgola. El ciclo de caída de
las hojas coincidirá con las estaciones de invierno y verano y así la pérgola será
más o menos permeable a la radiación solar según la época del año. En invierno
no habrá hojas y dejaremos que el sol caliente el edificio, en verano la pérgola
estará repleta de hojas y evitará el recalentamiento de nuestra fachada.
No siempre tiene que ser por medio de pérgolas, también sirven árboles
caducifolios a una determinada distancia de la fachada que permitan su
sombreamiento en verano. Forrar toda una fachada con una especie
trepadora de hoja caduca también es un método eficaz para evitar el
sobrecalentamiento de un edificio, eso sí, requiere bastante mantenimiento.
Los sistemas de lamas no tienen por qué utilizarse tan solo delante de huecos
acristalados, también pueden utilizarse para forrar toda la fachada de un
edificio, como una segunda piel, generando sombra sobre la fachada y
evitando su sobrecalentamiento, el efecto será similar al de forrar una fachada
con vegetación. El hecho de que sean móviles y regulables también es un factor
muy importante ya que nos permitirá ajustarlas o incluso retirarlas según la
época del año.
COLOR
Pueblo de la costa andaluza.
Muchas veces ni siquiera se nos pasa por la cabeza que el color de la fachada
de una vivienda pueda afectar a su calentamiento o enfriamiento, sin embargo,
una vivienda con fachada pintada en color blanco (y cubierta también
reflectante) puede suponer un ahorro de hasta un 20% en sistemas de
refrigeración. Esto quiere decir que un edificio blanco se calienta menos que
otro idéntico de color oscuro y, por lo tanto, también contribuye a un menor
calentamiento de los espacios interiores de nuestra vivienda.
Esto se consigue porque una fachada blanca es muy reflectante, refleja el calor
del Sol, pero también la luz, y por eso tenemos que tener cuidado cuando
utilizamos fachadas muy reflectantes en ciudades o zonas con mucha
circulación de vehículos o personas, ya que puede provocar un fuerte reflejo y
resultar molesto o incluso peligroso según los casos. Por lo general, pintar una
fachada de blanco o de un color claro no suele suponer un problema, así que
es una buena opción para la próxima vez que realices labores de
mantenimiento en tu fachada.