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5 sistemas pasivos para proteger

tu vivienda de la radiación solar


Vivienda en la costa andaluza.

Llega el verano y todos notamos ese ascenso de temperaturas característico de


esta época que, en algunos momentos del día, llega a ser totalmente
insoportable. Desde hace siglos, la arquitectura se ha servido de diferentes
sistemas para proteger los edificios de la radiación solar. En este post
hablaremos de algunos de los sistemas pasivos más antiguos y eficaces para
proteger un edificio de la radiación solar en verano y así conseguir unas
temperaturas más confortables en su interior.

En verano, el Sol tiene un ángulo de incidencia sobre la Tierra más elevado que
en invierno, se podría decir que está bastante más “vertical”, mientras que en
invierno está más “inclinado”. Hay momentos del día, como el amanecer y el
atardecer, en los que tanto en verano como en invierno, el Sol está muy
“inclinado”. Pero en los momentos del día en los que la radiación solar es más
fuerte el Sol incide sobre nuestras construcciones con un ángulo que alcanza los
70º, lo que supone una mayor exposición a la radiación solar.

La exposición a la radiación del Sol en ángulos bajos (Sol “inclinado”), coincide


con las fachadas este y oeste (incluso norte en momentos muy precisos del día
en verano), mientras que la exposición a radiación solar con ángulos más
grandes (Sol más “vertical”) coincide con las fachadas orientadas al sur.

Vivienda equipada con un sistema de contraventanas de lamas.

En estas últimas, que suele ser las que más sufren los momentos más calurosos
del día, los mejores sistemas de protección solar son sistemas horizontales ya que,
al interponerse entre el Sol y nuestros edificios, generarán una zona de
sombreamiento mayor. La fachada oeste, por donde se pone el Sol, tras estar
sometido el edificio durante todo el día a la radiación solar en otras
orientaciones, también es, junto a la orientación sur, una de las que más sufre
los efectos del sobrecalentamiento por la incidencia directa de la radiación
solar.

Generando zonas en sombra conseguimos que nuestro edificio absorba una


cantidad menor de radiación solar y esto nos permite también regular mejor la
temperatura en el interior del mismo. Estos son 5 sistemas que nos permitirán
controlar la radiación del Sol en verano y estar un poco más frescos dentro de
nuestras viviendas.

TOLDOS
Los toldos son de sobra conocidos y utilizados, pero no siempre de la manera
correcta. Como os podréis imaginar, el Sol no solo calienta cuando está
entrando por nuestra ventana. Nuestros edificios están sometidos a la radiación
solar desde que el sol sale hasta que se pone. Por esta razón, los toldos no deben
desplegarse exclusivamente cuando veamos que el sol entra por la ventana o
por la terraza, si no durante todo el día (y a veces incluso durante la noche) ya
que generarán una barrera frente a la radiación solar que, en definitiva, hará
que los materiales de nuestro edificio se calienten menos. En verano, en aquellos
climas en los que refresca mucho por la noche y hace mucho calor por el día
(climas continentales), también se puede dejar el toldo desplegado durante la
noche ya que evitará que nuestro edificio pierda el calor acumulado durante
el día.

El color de un toldo también es muy importante, aunque encontramos toldos de


todos los tipos y colores, el color blanco es el que mejor se comporta frente a la
radicación solar ya que es muy reflectante. Entre un toldo oscuro y un toldo
blanco, la diferencia en cuanto eficacia puede llegar al 15%. Lo mismo ocurre
con la transparencia. Así, cuanto menos transparente y más claro sea un toldo,
mejor funcionará.

ALEROS
Los aleros son una buena manera de proteger nuestra vivienda del exceso de
radiación solar en verano.

Los aleros son sistemas de protección solar fijos y horizontales que, bien
calculados, permiten sombrear la fachada y huecos de un edificio en verano,
pero dejan pasar la radiación solar en invierno. Hablamos de un simple
“tejadito” que sobresalga alrededor de un metro (lo ideal sería calcular bien el
tamaño según la orientación) sobre la ventana o recorra toda una fachada.
Son un método muy eficaz para evitar que nuestro edificio se caliente
excesivamente en verano pudiendo llegar a reducir en torno a un 40% la
incidencia de la radiación solar. Es cierto que si vivimos en un piso en una
ciudad, será muy difícil que nos permitan añadir este tipo de elementos de
protección solar si nuestro edificio no los incluye de origen, pero es una buena
opción a tener en cuenta en viviendas unifamiliares donde, muchas veces,
tenemos más libertad a la hora de modificar el exterior de nuestra vivienda.

Al tratarse de elementos fijos y horizontales, los aleros no son eficaces en


orientaciones oeste y este en las que el sol incide en la vivienda con un ángulo
más bajo. Pero son ideales en la orientación sur.

PÉRGOLAS Y VEGETACIÓN
Las pérgolas son elementos fijos que sobresalen de la fachada de un edificio
normalmente más que los aleros. Son permeables a la luz del Sol y, por sí solas,
no son un elemento muy eficaz de protección frente a la radiación solar. La
clave de las pérgolas está en combinarlas con especies vegetales de hoja
caduca que crezcan por toda la extensión de la pérgola. El ciclo de caída de
las hojas coincidirá con las estaciones de invierno y verano y así la pérgola será
más o menos permeable a la radiación solar según la época del año. En invierno
no habrá hojas y dejaremos que el sol caliente el edificio, en verano la pérgola
estará repleta de hojas y evitará el recalentamiento de nuestra fachada.

Además, durante el día, la vegetación genera un efecto llamado


evapotranspiración que, básicamente, resulta en liberar humedad al ambiente
cercano, generando una mayor sensación de frescor. Por eso, plantar
vegetación de hoja caduca cerca de la fachada de un edificio en climas
cálidos es buena idea.

No siempre tiene que ser por medio de pérgolas, también sirven árboles
caducifolios a una determinada distancia de la fachada que permitan su
sombreamiento en verano. Forrar toda una fachada con una especie
trepadora de hoja caduca también es un método eficaz para evitar el
sobrecalentamiento de un edificio, eso sí, requiere bastante mantenimiento.

LAMAS Y PERSIANAS REGULABLES


Los sistemas exteriores de lamas regulables, verticales u horizontales, son sistemas
móviles que, bien ajustados y utilizados, resultan muy eficaces como barrera
contra la radiación solar. Estos sistemas se suelen colocar verticalmente (aunque
también los hay horizontales) y por tanto están especialmente indicados para
aquellas orientaciones donde la radiación solar incide con un ángulo menor,
estas son la orientación este y oeste, donde los sistemas de protección solar
horizontales no son tan eficaces ya que el Sol está bajo y llega a incidir en la
fachada y ventanas.

Su principal ventaja es que, aun evitando la entrada de radiación solar directa,


permiten la entrada de luz indirecta, logrando una correcta iluminación de los
interiores. Es importante que se trate de sistemas instalados por el exterior, ya sea
en forma de persianas, contraventanas u otros dispositivos, ya que, en el interior,
una vez que la radiación atraviesa un vidrio, solamente servirían para tamizar la
luz pero no evitarán el calentamiento de la estancia.

Los sistemas de lamas no tienen por qué utilizarse tan solo delante de huecos
acristalados, también pueden utilizarse para forrar toda la fachada de un
edificio, como una segunda piel, generando sombra sobre la fachada y
evitando su sobrecalentamiento, el efecto será similar al de forrar una fachada
con vegetación. El hecho de que sean móviles y regulables también es un factor
muy importante ya que nos permitirá ajustarlas o incluso retirarlas según la
época del año.
COLOR
Pueblo de la costa andaluza.

Muchas veces ni siquiera se nos pasa por la cabeza que el color de la fachada
de una vivienda pueda afectar a su calentamiento o enfriamiento, sin embargo,
una vivienda con fachada pintada en color blanco (y cubierta también
reflectante) puede suponer un ahorro de hasta un 20% en sistemas de
refrigeración. Esto quiere decir que un edificio blanco se calienta menos que
otro idéntico de color oscuro y, por lo tanto, también contribuye a un menor
calentamiento de los espacios interiores de nuestra vivienda.

Oia, pueblo de la costa griega.

Esto se consigue porque una fachada blanca es muy reflectante, refleja el calor
del Sol, pero también la luz, y por eso tenemos que tener cuidado cuando
utilizamos fachadas muy reflectantes en ciudades o zonas con mucha
circulación de vehículos o personas, ya que puede provocar un fuerte reflejo y
resultar molesto o incluso peligroso según los casos. Por lo general, pintar una
fachada de blanco o de un color claro no suele suponer un problema, así que
es una buena opción para la próxima vez que realices labores de
mantenimiento en tu fachada.

El pueblo de Olvera en Cádiz.

Todos los dispositivos comentados han demostrado su eficacia a lo largo de


siglos y de diferentes épocas, si bien algunos se han ido perfeccionando con el
tiempo. En general los dispositivos fijos, como las pérgolas y los aleros, o el color
de una fachada, tienen una vida útil mayor y son más económicos. Los
dispositivos móviles, son más eficaces y adaptables pero necesitan
mantenimiento y suelen tener una vida útil más corta. Todos estos sistemas se
pueden implementar sobre edificios ya construidos a modo de mejoras o
mediante tareas de mantenimiento en las fachadas y nos pueden suponer un
gran ahorro sobre el consumo de nuestros sistemas de refrigeración. A diferencia
de estos últimos, los sistemas pasivos comentados, no solo ayudan a mejorar el
clima interior y en el entorno próximo de nuestro edificio, sino que contribuyen a
generar una mayor sensación de confort a la hora de habitarlo, regulando la
temperatura, tamizando la luz y creando, en general, un ambiente más
saludable y habitable sin necesidad de sistemas de refrigeración activos como
aires acondicionados, etc. Estas soluciones frente a la radiación solar nos
ayudan a climatizar mediante una arquitectura más inteligente, más integrada
y respetuosa con el medio ambiente.

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