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Queridos/as hermanos/as.

Nos estamos preparando para celebrar la fiesta de Cristo rey y estamos lentamente entrando en el clima
de Adviento que nos hará vivir intensamente nuestra espera del Salvador.
Cada cristiano está llamado, desde el bautismo, a seguir a Cristo nuestro Rey y Maestro y de él
aprender a ser sacerdote, profeta y rey, o sea a vivir para Dios, a anunciar las verdades del Evangelio y
a ser servidor como “Él que vino para servir y no ser servido y dar la vida por todos”.
El cristiano, discípulo de Cristo, es también el continuador de su obra: está llamado a hacer de su vida
debe ser entregada para que Cristo reine en los corazones y en las estructuras sociales.
Actualmente sabemos que hay muchas dificultades para vivir y anunciar el mensaje del Evangelio, que
nos habla de vida, de unidad, de respeto por la persona humana desde la concepción. Hay muchos
intereses que parten del egoísmo, de la cultura de la muerte y del placer, que se ponen en
contraposición con el espíritu de las Bienaventuranzas. En este mundo nuestro tenemos que ser
profetas, debemos saber responder con la firmeza de la fe, con la valentía de los mártires, con el
desprendimiento de los apóstoles: la verdad no la podemos callar. Por eso la oración y la alabanza son
importantes, pero luego tiene que haber una acción valiente y contagiosa.
Durante todo el año 2006 hemos meditado nuestra misión de “cuidar juntos el don de la vida”, tarea no
individual sino comunitaria. No basta “hacer algo aisladamente”, sino hay que luchar juntos por un
ideal. La experiencia de las mujeres autoconvocadas nos ha unido en defensa de la vida y de los
valores cristianos. Fue solamente un momento… nos queda toda la vida por defender la vida, en el
trabajo, en la familia, en los mensajes que damos, en las escuelas, etc. Todos estamos llamados a luchar
por este ideal cada día de nuestra vida.
El próximo lema del 2007 será: FAMILIA, TU MISIÓN ES LA VIDA, LA FE Y EL AMOR. Nadie
puede mirar al costado… todos debemos luchar para que nuestras familias sean defensoras de la vida,
anunciadoras de la fe y constructoras del auténtico amor. No es tarea de algunos, sino de todos. En la
familia se fragua el futuro de nuestra sociedad: juntos trabajemos para que la familia logre su ideal y
cumpla con su misión. Continuaremos así nuestra respuesta al Señor que nos llama a ser servidores del
Evangelio, mensajeros de la Verdad y constructores del Reino.
Que la Navidad nos encuentre renovados en nuestro amor por la Vida, descubriendo en cada niño a
Jesús y amándolo como lo amamos a Él; que nos abra el horizonte del corazón al amor al hermano que
está solo, porque también en él está Jesús y nos comprometa a anunciar a nuestros hermanos la Buena
Noticia que los Pastores llevaron a sus amigos: “nos ha nacido un Salvador, es Cristo el Señor…
Vayamos todos a adorarlo.”
Que María de Belén bendiga a cada hogar y a cada uno de los que quieren comprometerse con una
renovada experiencia de fe y de amor.
Los bendigo de corazón.
Su Padre Obispo
Marcelo Palentini

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