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La verdad del golpe de Estado contra Evo y Bolivia

y los infundios de la derecha, orquestados por el


imperialismo
Date: Noviembre 15, 2019
in: Imperialismo y Neoliberalismo, Internacional

Javier Tolcachier*, Buenos Aires, noviembre de 2019

La cronología dirá que un 10 de Noviembre de 2019 Evo Morales


Ayma, presidente constitucional de Bolivia, renunció a su cargo. La
historia contada por los aparatos de fabricación de sentidos comunes
de la derecha, los medios privados dominantes, no insistirá en el
hecho que Evo debió abandonar la presidencia para intentar parar la
masacre que hordas fascistas estaban ejecutando contra funcionarios
de gobierno y sus parientes, militantes de su partido y mujeres con
atuendo andino. El falso relato omitirá que, en verdad, el primer
presidente indígena de Bolivia fue derrocado por un golpe de Estado.
Un presidente que logró avances sociales imponentes, que permitió
que los oprimidos de Bolivia, por primera vez en su larga historia,
tuvieran dignidad de ciudadanos con igualdad de derechos. Golpe
que no solamente se dirige a un dirigente sino a todo un movimiento
social, al mejor estilo represivo de las dictaduras del siglo pasado. La
historia distorsionada no dirá que Evo es un genuino representante de
las organizaciones del campo, un hombre que todos los días desde
tempranas horas de la mañana trabajó sin descanso, un dirigente a
quien no pudieron endilgarle corrupción ni enriquecimiento personal.
Los periodistas mercenarios contarán, por el contrario, que quería
“eternizarse en el poder”. Estos tiranos de la comunicación darán voz
a quienes denominan “fin de la tiranía” a un golpe de Estado
consumado contra un gobierno institucional. En sus relatos
emponzoñados glorificarán a los vándalos que quemaron urnas,
tribunales, sedes partidarias, que atacaron a mujeres indefensas por
su apariencia e identidad. Llamarán “valientes” a quienes por dinero o
confusión hicieron de fuerza de choque en los episodios iníciales del
golpe, cuando el recuento de votos aún no estaba terminado. Aunque
luego, para cuidar las formas, al desatarse la caza de brujas posterior
al golpe, denominarán “exceso” a lo que es planificada estrategia.
Los medios golpistas alabarán la postura “conciliadora” de Mesa –
quien será un débil títere de los Estados Unidos, si es que finalmente
le otorgan el sitial presidencial – y la “firmeza”, el “valor” y la
“integridad moral” de la versión santacruceña del Ku Klux Klan, Luis
Fernando Camacho. Convocarán a la “unidad” y a la “pacificación”,
para lo cual habrá que segregar a los actuales gobernantes de futuras
contiendas electorales. Evitarán cuidadosamente hablar de
“proscripción”, aunque éste sea el término adecuado a sus
intenciones. Toda declaración anterior de tinte fascista y racista será
borrada o matizada para ocultar el carácter manifiesto del golpe. Los
lobos vestirán piel de cordero, para agradar a los ojos del señor. O de
los señores de las multinacionales, siempre prestos a desguazar las
empresas de recursos naturales nacionalizadas para provecho de
ignotos accionistas.
La manipulación informativa puntualizará el enorme “aporte” de la
Organización de Estados Americanos (OEA) por “denunciar el fraude
electoral”. Nadie osará valorar que el informe emitido por esta
institución – financiada en un 60% por los Estados Unidos – ni
siquiera habla de fraude, pero que ciertamente y según era previsible,
tiende un manto de sospecha señalando “irregularidades”. Nadie
opinará en estos medios que fue un descuido (quizás forzado) del
gobierno poner a esta organización conspirativa como garante de la
democracia. Una organización que si gana quien no es funcional a los
designios geopolíticos del mal vecino del Norte, coopera
públicamente para derrocar al justo vencedor y encumbrar al
perdedor. Ningún editorialista de los medios concentrados criticará el
silencio de los gobiernos de derecha habitualmente “preocupados”
por los derechos humanos y la democracia. A lo sumo, alguna
cancillería exhortará a retomar las buenas costumbres republicanas,
es decir, aquellas que favorecen al poder establecido. La prensa
canalla endiosará a policías y militares por ponerse del lado de la
“justa causa del pueblo oprimido”. Prensa que acallará cualquier
intento de investigación sobre los móviles de los altos mandos de las
fuerzas de seguridad para faltar a su deber de protección ciudadana y
de salvaguardar a un gobierno elegido por la voluntad popular.
Abundarán en su defecto las crónicas que eliminarán toda referencia
al espíritu golpista de su accionar. Sin duda que ninguno de estos
medios osará colocar entre sus textos alguna referencia a posibles
planes e intrigas con injerencia externa anteriores a la elección, que
colocaron al derrocamiento de Evo Morales como su objetivo preciso.
Lejos de contextualizar el golpe como una movida geopolítica para
socavar la soberanía y la posibilidad de integración de los pueblos de
América Latina y el Caribe, algún cronista exaltado, con deseos de
ascenso y aumento en su salario – hablará de haber dado un paso
importante para quebrar la “nefasta influencia” de Cuba y Venezuela
en la región. Como es usual, la historia verdadera develará, muy poco
tiempo después, como han sido las cosas en realidad. Lo cierto es
que hoy los poderosos, las derechas, los fascistas, los retrógrados y
los violentos se frotan las manos y celebran la caída de un gobierno
popular. Los pobres de la tierra lloran de angustia y de rabia. Y
nosotros con ellos.
(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro de Estudios Humanistas de Córdoba, Argentina y
comunicador en agencia internacional de noticias Pressenza.

Las 4G y los coadictos


Date: Noviembre 14, 2019
in: Economía, Imperialismo y Neoliberalismo, Jorge Gómez Gallego, Política, Vías y transporte

Jorge Gómez, representante Cámara Antioquia, Medellín, noviembre 10 de 2019

En el entorno que rodea la adicción a las sustancias psicoactivas, los


investigadores han descubierto que además de la persona que cae
en ella, se desarrolla en su círculo próximo, llámese parejas,
hermanos, padres o hijos, un trastorno consistente en una
dependencia emocional, que han dado en denominar coadicción. En
un esfuerzo desesperado por llenar el vacío que en la vida familiar,
social o laboral deja el enfermo, terminan de forma inconsciente como
cómplices del mal, en lugar de actores que ayuden a curarlo. Hace
pocos días tuve la oportunidad de asistir a una reunión liderada por la
Cámara de Comercio de Medellín, con un variado equipo de trabajo
creado por iniciativa de la propia Cámara, denominado Grupo de
Infraestructura. En él participan, además de los directivos de la
institución, los voceros de las empresas y entidades públicas o
privadas vinculados al desarrollo de las obras en el Departamento de
Antioquia, especialmente en el que tiene que ver con las autopistas
de las 4G y puertos. Con un número importante de parlamentarios
atendimos la convocatoria, que finalmente tenía el propósito de
analizar el grave problema que afrontan al menos dos de los
corredores viales concesionados, a saber, la salida al mar por Urabá
y el tramo de Primavera-Bolombolo, aquejados por la carencia de al
menos 1.65 billones de pesos, recursos necesarios para ejecutar
tramos u obras no contemplados en los contratos originales o que
siendo responsabilidad de la Nación, aún no han sido arbitrados. Allí
se esbozó de forma muy preliminar la idea de ampliar el valor y el
plazo de los contratos de concesión, de tal forma que los
“inversionistas” privados que tienen hoy los tramos Mar 1, Mar 2 y
Pacífico 1, coloquen el dinero y de esta forma se puedan llevar a feliz
término las obras. Al intervenir al respecto recordé que en el caso de
la vía al mar por Urabá, en la mitad de las dos concesiones –Mar 1 y
Mar 2– se encuentra el Túnel del Toyo, una gran obra acometida
exclusivamente con recursos públicos y cuya construcción está
siendo financiada con recursos del Departamento de Antioquia y del
Municipio de Medellín, por un valor superior a los 1.3 billones de
pesos. También expliqué que esta obra no corresponde ni a las
competencias ni a las obligaciones de los entes territoriales, que al
asumirla se alcahueteó la irresponsabilidad de la Nación y que,
además, con ese dinero solo se alcanzará a hacer, en el mejor de los
casos, la perforación o el tubo del túnel, quedando sin fondear los
recursos para los equipos electromecánicos y para las vías de
acceso, asuntos a los que se comprometió el Gobierno nacional en
2015. Indiqué cómo en la sesión de la Asamblea Departamental en la
que se aprobaron las vigencias futuras para el túnel, en mi condición
de Diputado en ese entonces, me opuse a la Ordenanza
correspondiente por tres razones: la primera, porque las magras
finanzas de los entes territoriales no deben entrar a reemplazar las
obligaciones de la Nación y menos con una red secundaria tan en
malas condiciones como la nuestra y que sí es responsabilidad de la
Gobernación; la segunda, porque no había garantía cierta de que el
Gobierno nacional aportara los recursos para volver funcional el túnel
y podríamos quedar con dos concesiones separadas por un hueco
inservible, y la tercera, porque a los monopolios financieros se les
estaban entregando dos concesiones altamente rentables, “la pulpa”,
mientras que al Estado se le cargaba la parte no rentable de la obra,
el túnel, lo que la gente llama “el hueso”. Igualmente recordé que en
la salida del Valle de Aburrá al río Cauca por el sur, Pacífico 1, obra
entregada a don Luis Carlos Sarmiento Angulo y a su muy “honrado”
socio Florentino Pérez, se trazó, no por donde técnicamente debía
hacerse, La Tolva – Piedra Verde – Poblanco, sino por Bolombolo,
una vía más larga y costosa, pero que, a diferencia de la primera,
daba cierre financiero por recoger un tráfico mayor que incluye al
Suroeste antioqueño y al Chocó. Resumiendo, es mucho más cara,
pero al contrario de la más económica, sí es negocio para tan
“importantes señores”. ¡Cómo se ha modernizado el país! ¡Ya las vías
no se hacen por donde le sirven al terrateniente, sino por donde
enriquecen al banquero. He demostrado hasta la saciedad que la
inversión, o el capex invertido por los concesionarios de su propio
bolsillo solamente llegaba al 17% del valor del proyecto. El otro 83%
corresponde, o a créditos apalancados con peajes y vigencias futuras
del presupuesto nacional, o a vigencias futuras de manera directa. Es
decir, se ganan “el billete” con nuestros recursos, con los del Estado,
con el de todos los colombianos. Eso sí es, como decían los abuelos,
“trabajar con la plata del míster”, solo que aquí el míster somos usted
y yo. La reacción de los voceros del partido de Gobierno presentes y
de los directivos de la Cámara fue la de afirmar categóricamente que
como “no hay plata”, prácticamente no queda otra alternativa que
“ampliarles el negocio” a los concesionarios. Debo decir que no creo
que ni la Directora ni el Presidente de la Junta Directiva de la Cámara
tengan negocios con los concesionarios. Parto de que es de buena fe
como creen que esta es la única salida, pero inevitable y
automáticamente los relacioné con los coadictos a los que hago
alusión en el primer párrafo. Al igual que ellos, se están dejando
manipular de los adictos a las privatizaciones y de quienes ganan de
trasladar los recursos públicos a las arcas de los monopolios
financieros. Esos adictos han logrado, no solo satisfacer su necesidad
de esa droga llamada renta parasitaria, sino también que su narrativa
permee a capas influyentes de la sociedad para que se conviertan en
sus encubridoras inconscientes.
Estoy todavía esperando una respuesta a los interrogantes que he
formulado sobre estas concesiones. ¿Por qué la salida del Valle de
Aburrá se está haciendo por el corredor más costoso y riesgoso
desde el punto de vista geológico? Recuerden que la vía al Chocó y
al Suroeste está cerrada desde mayo de este año y se ha anunciado
que lo estará por lo menos hasta el primer trimestre de 2020, tal como
lo había advertido desde 2016 la SAI, advertencia que fue negada por
la ANLA, la ANI y Covipacífico.
¿Por qué, a pesar de que el 83% del valor de la obra Pacífico 1 está
financiada con recursos públicos, se alega que debe entregarse a
privados porque el Estado no dispone de dinero para acometer los
trabajos? Propuse que, para el efecto, se revisen minuciosamente las
condiciones de los contratos de concesión que les entregaron
utilidades descomunales e injustificadas a esos intermediarios
parásitos, con el propósito de forzarlos a que asuman, al menos en
parte, las obras faltantes. Planteé además que, de forma unida, todos
los antioqueños exijamos al Gobierno nacional con dignidad y valor
civil el cumplimiento de los compromisos que la Nación ha adquirido.
¡No más alcahuetería con los adictos al saqueo corrupto de los
recursos públicos!

Colombia desde el satélite


Date: Noviembre 13, 2019
in: Ciencia, Economía, Imperialismo y Neoliberalismo, Industria, Internacional, Jorge Enrique Robledo, Medio
Ambiente, Minería y petróleo, Política

Jorge Enrique Robledo, Bogotá, noviembre 8 de 2019

Si a Estados Unidos o a un país de su nivel se le toma una fotografía


desde un satélite, en la imagen aparece un océano de modernidad,
desarrollo y riqueza, en el que hay unas cuantas islas de atraso, que
también existen, muy distantes de los avances que predominan en
sus territorios. Si la misma foto se le saca a Colombia, sale lo
contrario: un océano de atraso, subdesarrollo y pobreza, salpicado
con unos cuantos islotes de modernidad, parecidos a los océanos de
los países desarrollados. Esta es la lamentable realidad nacional, así
intenten negarla, mirándose a sus ombligos y actuando como
propiciadores o víctimas del cuidadoso lavado de cerebro de los
últimos años, que aquí y en todas partes metió el cuento neoliberal de
que se estaban superando las causas del subdesarrollo, fábula en la
que mucho se usó el fraude del llamado “milagro chileno”, el mismo
que acaba de desenmascararse. En términos de productos percápita,
aquí estamos en 6.400 dólares y Estados Unidos y sus pares rondan
por 40, 50, 60 mil, con esas enormes diferencias actuando a favor de
ellos cada año y por décadas. Allá disfrutan de numerosas y grandes
empresas con avanzados desarrollos industriales y agropecuarios,
ciencia y tecnología de punta, alta productividad del trabajo, bajos
desempleos, salarios mayores y vigorosos mercados internos. En
Colombia, por el subdesarrollo de su capitalismo, pulula todo lo
contrario, según lo ilustra el hecho escandaloso de que el desempleo
y la informalidad son del orden del 70 por ciento. ¿Puede estar bien
una economía de mercado en la que tantos no pueden aportarle con
fuerza a la creación de riqueza ni tienen la capacidad de compra
suficiente para ayudar a dinamizarla? El atraso predominante también
está en la base de la extendida y profunda corrupción nacional,
incluidos los fraudes con los que por norma ganan las elecciones
aunque gobiernen muy mal, al igual que una de las mayores
desigualdades sociales del mundo, desigualdad que también es
causa y consecuencia del capitalismo subdesarrollado y de amigotes
característico de Colombia. Incluso la minería lleva esta impronta.
Porque mientras que en los países avanzados la minería le suma al
progreso del agro y la industria, aquí tienen el objetivo imposible e
idiota de reemplazarlos con ella, hasta el punto de usarla para
revaluar la moneda y hacerles daño. Solo a la tecnocracia neoliberal
criolla, tan protegida por sus mandantes, se le puede ocurrir que con
la minería sola –¡un producto no renovable, que se acabará
inexorablemente!– puede construirse un país próspero, y más cuando
el grueso de esos ingresos se despilfarra en clientelismo y
politiquería. Las crisis periódicas de los países capitalistas
desarrollados obedecen a la mucha riqueza que generan, en tanto la
crisis permanente de los subdesarrollados se explica porque crean
muy poca. No habrá solución a ninguno de los problemas nacionales
si no se empieza por crear más riqueza y empleo, crear más riqueza
y empleo y crear más riqueza y empleo. Quien se apegue a la
experiencia reconocerá que no puede pretenderse que, con una
pobreza africana, las calles colombianas se parezcan a las europeas.
Puede demostrarse que en Colombia ningún gobierno se ha
propuesto modernizar el país de verdad. Aquí, cuando mucho, se han
estimulado modernizaciones parciales, capaces de enriquecer a
algunos pero no de permitirle a la Nación desplegar toda su
potencialidad para crear más riqueza y empleo. Es falso que quienes
han gobernado se hayan propuesto que el país se parezca a los
desarrollados. Y se sabe que lo que ordenan las potencias que
controlan la OCDE y los demás poderes globales es: “Hagan lo que
les decimos, no lo que hacemos”.
Empezar a sacar a Colombia de su crisis perpetua, que puede
llevarnos hasta un Estado fallido, exige un acuerdo nacional como los
que se han dado en las naciones exitosas –entre trabajadores,
campesinos, indígenas, clases medias asalariadas, empleados por
cuenta propia y empresarios–, tendiente a lograr un país que cree
más riqueza y empleo, sea más democrático, no tolere ninguna
corrupción, cuide su medio ambiente y no deje de relacionarse con
los demás países del mundo, entre otros puntos importantes.

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