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eterna RepaICeC este niece Geraci ster SG ene Sey cee icteic Giese cerca ites csies eosin ISBN: 84-88119-48-8 ne 97884881194! WO TET Persil (Tent ret One T UC r RCC) Peay Coen Eugenio del Rio pe 38la5s 30,0 Mop Mop Modernidad, posmodernidad (Cuaderno de trabajo) Selecci6n de textos y comentarios de Eugenio del Rio roa My GQ °° Disefio portada: Ferran Pernéndex Mufioz @ TALASA Ediciones SL. oduct medrese ‘Sather cape mbes Egret ‘TALASA.EDICIONES SL, cf Hileras 8, 1%, deha 28013 MADRID “elf ax: 915593082 isensniass esto Legit ML . ere atten sn argue lsustia “Las Mona 20 Tels de Ardoe He constatado con frecuencia que el interés que manifiestan muchas per- sonas por el objeto de estas paginas es tan grande como la dificultad para aproxi ‘marse a él, Para lograrlo es preciso consultar numerosos volimenes, Io que supone consagrar un tiempo del que poca gente dispone. Mi propésito es ayu- dara dar ese primer paso: poner al alcance de quienes busquen ese acereamiento un conjunto de fragmentos, compartiendo ast lo que, como se anuncia en la portada, no es mas que un cuaderno de trabajo. Quienes hayan de emprender una labor més detenida podrén hallar ag} tanto algunas posibles vias por las que adentrarse como referencias bibliogréfi- cas que podrain serles de utilidad. No se me oculta que un cuaderno de estas caracteristicas presenta incon- venientes dificilmente evitables. Asi, el procedimiento escogido implica dar ca- biida a unos trozos necesariamente cortos —unos textos demasiado largos no se adecuarian al fin perseguido—, que corren el riesgo de resultar decididamente insuficientes y hasta de ofrecer una visiGn distorsionada de las concepciones de Jas que interesa dar una muestra. Admito por adclantado que esto puede causar tuna comprensible insatisfacci6n, especialmente acusada cuando se abordan pro- blemas tan complejos. Soy consciente, por otra parte, de que muchos de los fragmentos carecen de la claridad necesaria, lo que se explica bastantes veces por las inclinaciones estilisticas de ciertos autores —sobre todo de algunos contempordneos— que he incluido en esta recopilacién. No hace falta afiadir que, dada la naturaleza de este empeiio, he considerado que en la selecci6n debia dejar a un lado mis prefe- rencias personales, y acoger troz0s representativos de los diversos puntos de vista que han alcanzado cierto predicamento. No estoy seguro de haberlo con- seguido, : Tras.los fraginentos, que ocupan la mayor parte de este libro, se podrin hrallarunas notas al margen en las que he querido verter resumidamente algunas opiniones, siempre con la comiciencia de que dejo abundantes cabos sueltos. Ifiaki Urdanibia, Paloma Uria, Javier e Ignasi Alvarez Dorronsoro han tenido la bondad de leer el primer borrador de este trabajo, de proporcionarme ucvos materiales y de formular atinadas sugerencias que me han sido de gran utilidad para la redaccién tiltima. Vaya aqui mi agradecimiento por su colabora- Noviembre de 1996 TROZOS ESCOGIDOS I. Modernizacién, modernidad, moderno, modernismo Cinco conceptos diferentes: uno, modernizacién: el proceso histérico de transformaci6n de la civilizacién en su conjunto, incluyendo su pensamiento; ‘otro, modernidad, como modo de designar las sociedades resultantes de ese proceso; tres, de nuevo modemidad, mas restringido: hace referencia s6lo a algunas de las ideas que han alentado el proceso de modernizacién en Occiden- te, especialmente Jas de la Hlusteacién; cuarto concepto: moderno, opuesto antiguo y,a veces, a medieval; euinto: modernismo 0 modernidad estética: con- junto de corrientes artisticas que se extienden desde Baudelaire, a mediados del siglo XIX, hasta las vanguardias, en el siglo XX, aunque a veces se emplea mas restrictivamente para aludir al modern style (y a sus equivalentes: Jugendstil, Wiener Sezession, Art nouveau, Floreale), entre la iltimia década del siglo XIX y los primeros afios del XX. Del concepto de posmodernidad me ocuparé al iniciar el apartado correspondiente. Moderno, modernidad, modernismo. En los paises de habla inglesa se aplica modemismo a los movimientos de vanguardia artisticos y literarios, lo que se ha llamado modernidad estética, que arranca de Baudelaire (1859-60). Fs distinto del proyecto de la modernidad, se afirma con la Tlustracién: separa- cién de la raz6n sustantivaen tres esferas aulGnomas, segin Weber y Habermas: Ciencia, moralidad y arte, No hay, pues, sincronia, Para Heidegger, la modemidad comienzacon Descartes; para Habermas Foucault, con las Luces (Meschonnic, 1988, pp. 24 y ss.); para Marshall Berman el calendario es: surgimiento de la sensibilidad moderna: comienzos del XVIa finales del XVII; segunda etapa: década revolucionatia y todo el KIX; tercera etapa: siglo XX. Para Taleott Parsons, lo que hoy entendemos por sociedad rniodetna adquiere su forma a partir del siglo XVII, con tres procesos revolucio- navigs:revoluci6n industrial, revolucién democratica y revolucién educativa. 9 ‘Moderno, opuesto a antiguo, cambia de contenido segiin las €pocas a las ‘que se hace referencia (Rosa Maria Rodriguez Magda, 1989, pp. 100 y ss.) Sobre la relacién entre cldsico (y clasicismo) y moderno (y modernidad), y sobre la querella entre antiguas y modernos, ver José Marfa Ripalda, 1992, pp. 33 y ss.;sobremoderno y antiguo, Nouss, 1995, pp. 7 ys8.; Rosen, 1989; Viano, 1985, pp. 184 y ss.; Habermas, 1981, pp. 87 y ss. Moderno y modernidad. «La palabra maderno nace cuando se hunde el imperio romano en el siglo V; la periodizaci6n de la historia en antigua, medieval y moderna se instaura en el siglo XVI del que Henri Hauser ha subrayado la “modernidad”; Teophile Gautier y Baudelaire se sirven det concepto de modernidad en la Francia del Segundo Imperio cuando se afirma la revoluci6n industrial; economistas, socidlogos y politélogos di- funden y discuten la idea de modernizacién después de la Segunda Guerra mundial, en el contexto de la descolonizacién y de Ia emergencia del Ter- cer Mundo» (Jacques Le Goff, 1988, pp. 62-3). <. El cuarto es la tradicién, como medio de conexién del presente con el futuro (Giddens, 1990, pp. 99 y ss.) «La vida dentro de un organismo o asociacién comunal conlleva una con- cepcién conservadora y religiosa, que la regula desde arriba, y frente ala ‘cual lo perecedero no és més que simbolo y remedo de lo suprasensible, y Ja naturaleza s6lo un reflejo de lo sobrenatural. El mundo burgués, por el contrario, visto en la perspectiva de la polis, con su realismo calculador, es un mundo “desencantado”, en cuyo mecanismo trata de intervenir lo ‘més met6dicamente posible la mentalidad liberal del “individu”, cada vez ‘mas desvinculado de su pasado y més consciente de sus propias fuerzas. Y asi, frente a la “comunidad”, surge Ia “sociedad” y, como consecuencia natural, la dominacién de una nueva oligarqua constituida por el poder capitalista de la gran burguesfa... (..). Sien la Edad Media el poder polt- ‘ico, consagrado por la religién, gozaba de la primacfa, ahora el, predomi- nio lo tiene el poder econdmico, justificado con motivos intelectuales» (Von Martin, 1932, pp. 145). Un proceso inicialmente europeo. «A partir de los sighos XV-XVI se for- rma en Europa una configuracién altamente especifica que condiciona el impresionante ascenso de este continente al predominio mundial y que ha determinado hasta hoy mismo nuestra vida y nuestro pensamiento. Sim- plificando mucho, esté integrada por tres componentes. Surge, en primer lugar, la ciencia natural, que persigue una apropiacién completa, y casi podria decirse que “implacable”, de Ia naturaleza por la vie del cono- cimiento. Brotan, en segundo lugar, e] Humanismo y [a Tlustraci6n, para Jos que e! hombre, la personalidad, se sitéa en el centro del mundo; al ‘mismo tiempo, aspiran a configurarel Estado y la sociedad segéin criterios éientifices,’facionalés. Y cobra fuerza, en tercer lugar, una clase social ascendénte, 1a burguesfa urbana, que utiliza enérgicamente ambas cosas B —la ciencia natural y las nuevas ideas filos6ficas— en la praxis: para el despliegue del comercio y de la industria y para la transformacién del Estado y de la sociedad. La simbiosis de estos tres elementos result ser ‘enormemente eficaz. Condujo a una revolucionarizacién permanente de las relaciones sociales y ha llevado este modelo a una posicién predomi nante a escala mundial» (Reinhard Kuhnl, 1994, p. 41) Lamodemnizacién se refiere a los modos de la vida social o de la organiza- cidn que emerge en Europa desde el siglo XVIII y que posteriormente extiende mas 0 menos su influencia por todo el mundo (p. 15). Lamoder- nizacién representa una acentuada discontinuidad con lo anterior: «Las formas de vida introducidas por la modernidad arrasaron de manera sin precedentestodas las modalidades tradicionales del orden social» (p. 18). >1) Variaciones en cuanto a las circunstancias premodernas. {BI sis- te-ma de valores de la sociedad es compatible o incompatible con los va- lores industriales? {Hasta qué punto esté integrada la sociedad? En qué ‘medida es rergracla? ;Cual es su nivel de tiqueza? ;Cémo esta distibui- da la riqueza? (I pais es “joven y est vacio” o “viejo y superpoblado"? {GEL pais es dependiente politicamente, ha conseguido su independencia hhace poco, o és plenamente independiente? Esas circunstancias preexis- tentes dan forma a los efectos que producen las fuerzas del desarrollo econémico. 2) Variaciones en el impulso hacia el cambio, ;Las presiones modernizadoras proceden del sistema de valores interno, del deseo de ‘seguridad y prestigio nacionales, del deseo de prosperidad nacional, o de tuna combinacién de esos elementos? ;Se emplea la coaccién politica para formar una fuerza trabajadora o lo principal son las presiones econémi- £28..2 Co) +»3) Vatiaciones en el camino hacia la modernizacién. ;Comienza el _proceso;con industrias ligeras de bienes de consumo? ,O se intenta esta- ~ Blecer prifmeto industrias pesadas que requicren mucho capital? ,Qué pa- _ pel tiene cl Estado al definir los tipos de inversién? ¢Cudl es la velocidad 7 f i ‘en Ta acumulacién de conocimientos y experiencia técnica? ; Qué ritma tiene fa industrializacién? Todo esto afecta al cardcter del cambio estruc- tural y al grado de malestar que ctea dicho cambio. ‘»4) Variaciones en las etapas avanzadas de modernizacién. ;Cémo se distribuyen las industrias en las economifas desarrolladas? {Qué relacio- nes surgen entre Estado y economia, religién y economia, Estado y reli~ gi6n,etc,? Aunque todas las Sociedades industrializadas avanzadas tienen en comiin su “industrializacion’, subsisten diferencias nacionales peculia- res. Por ejemplo, as clases sociales de los Estados Unidos difieren en su mportancia social de las del Reino Unido, aunque en ambos casos se trate de pafses desarrollados. »»5) Variaciones en el contenido y el tiempo de acontecimientos dra- ‘miéticos durante la modernizaci6n. ;Qué importancia tienen las guerras, las revoluciones, las migraciones répidas, las catdstrofes naturales, etc., para la marcha del desarrollo econ6mico y social?» (Neil J. Smelser, 1964, pp. 236-7). ‘Aspectos de la economia moderna 1) La economia se separa de la religibn, de la moral y de la poltica. 2) Aparece como una fuerza preponderante, con poder para condicionar seriamente las diversas esferas de la vida social 8) Los resultados de la actividad econémica emanan de movimientos rmecainico-espontaneos guiados por el interés individual. Aspiracién a regular automaticamente los diversos fenémenos. 44) El mercado es motor y rector de la actividad econsmica. Eldmbito econémico se separa del moral. «Laemancipacién del dominio todavia no muy bien definido de “Io econémico” de las reglas morales se operé gracias ala sustitucién de la moral por Ia creencia en el papel bené- fico del mercado capitalista —es decir, del mercado gobernado por orga- nizaciones para las que el fin de un enriquecimiento rapido justifica cual- guier medio. Creeneia que reposa sobre una inniovacién sin precedentes: Ia separaci6n radical de los aspectos hoy Hlamados “econdmicos” del teji- do social en ef que se integran para hacer de ellos un dominio aut6nomo» (Naredo, 1987, p. 60). «Con el utilitarismo se consuma la emancipacién de la economia con res- pecto a la moral. La economia se configura como un recinto con up orden propio, al que incluso se le adjudica una moralidad funcional aese orden {como la ética utilitarista). En la medidaen la que es l6gico considerar que —— tun dominio coherente en si mismo no necesita de la intervencién externa, ‘sea moral (en su versiGn cristiana o la procedente de la tradici6n aristotélica) ‘© politica, iré progresando con el tiempo la idea de que cualquier interven- ccidn del ser humano para modificar ese orden econémico es nefastam (Ja- vier Alvarez Dorronsoro, 1995, p. 65). ‘Grandes piezas de la modernizacién occidental Separacién de esteras: | Econom Religion. | os fuerzas institucionales: Ei mercado: El Estado, Una sustancia espiritual: El individualism. El trabajo abstracto. «Marx mostré cémo la transformacién del trabajo cconereto en trabajo abstracto fue Ia condicién de 1a coordinacién de la produccién modera. Este fue uno de los mecanismos que distinguié la ‘econornfa como una esfera institucional separada. (..) En la vida politica hay también un proceso paralelo de “abstraccién” con la modernizacién adicional del Estado» (Anthony Giddens, 1988, pp. 173-4). Modernizacién estructural y cultural. «Bn una visi6n clisica de la moder- nidad se trataba de romper con la tradicién, de creer en la novedad y en ef progreso, promoviendo una discontinuidad en el cambio. Modernizacién, asi, equivale tanto a un proceso social como a un repertorio de cambios en Jos valores, creencias y comportamientos individuales. ‘»Desde la primera perspectiva se ha relacionado con procesos tales como la democratizacién, industrializaci6n y desarrollo tecnol6gico, ur- banizacién, participacién y movilizacién politica. En dltima instancia, se trataba de incrementar e! contro del hombre sobre el entorno natural y social; de promover una liberacién de las restricciones de Ia existencia humana, que es lo que proporciona el desarrollo del conocimiento cienti- fico.y tecnolégico, es decir, de adoptar el conocimiento como fuente de +. innovacién yide formulacién politica de la sociedad (Daniel Bell). Estaes aque podriamos llamar una modernizacién estructural 19 20 »La madernizacién cultural es la que se refiere a los procesos de racionalizacién, de secolarizaci6n ¢ individualizacién de los valores mora- les yreligiosos, de rpida difusion de la informacién, de lw cultura de con- sumo, »Desde una segunda perspectiva, a nivel individual, la moderniz: cién implica una mentalidad. Asi, el hombre modemno se caracterizaré por sus rasgos de calculabilidad, orientacidn al cambio, eficacia, optimismo, disposicién para planificar, orientacién al presente y al futuro mas que al pasado, interés por la educacién y cl desarrollo personal, dignidad, dispo- sicién a aceptar las nuevas experiencias y opiniones, conciencia de la versidad de valores y actitudes (Inkeles)» (Francisco Andrés Orizo, 1994, pp. 189-190), Una conciencia. «..La modernidad es una conciencia (moral y estética), nacida en la cultura europea, que posee una tradicién detectable en la historia occidental y que opera como un estilo critico, constituido poco a poco y en el que es posible percibir algunas constantes» (Alexis Nouss, 1995, pp. 3-4), La subjetividad. «Hegel descubre en primer lugar como principio de la Edad Moderna la subjetividad. A partir de ese principio explica simulté- neamente la superioridad del mundo moderno y su prapensién a las cris ‘ese mundo hace la experiencia de sf mismo como mundo del progreso y a la ver del espirita extrafiado. (..) »...La expresién subjetividad comporta sobre todo cuatro connota- ciones: a) individualismo: en el mundo moderno la peculiaridad infinita- ‘mente particular puede hacer valer sus pretensiones; b) derecho de critica: cl principio del mundo modemo exige que aquello que cada cual ha de Teconocer se le muestre como justificado; c) autonomfa de la acci6n: per- tenece al mundo moderno el que queramos salir fiadores de aquello que hacemos; d)finalmente la propia filosofia idealista: Hegel considera como obra de la Edad Moderna el que la filosofia aprehenda la idea que se sabe asimisma. Los acontecimientos histéricos claves para la implantacién del prin- cipio de subjetividad son la Reforma, la Hlustraci6n y la Revoluci6n fran- cesa» (Jtirgen Habermas, 1985, pp. 28-9). Emancipacién de la subjetividad. «...a Modernidad —y mas concreta- ‘mente la Modernidad alentada por la Ilustracién— debe ser entendida, en principio, como un amplio fenémeno sociocultural de emancipaci6n de la subjetividad que, informado porel ejercicio de la razén critica, la bisque eHlay una coincidencia general en considerar al poeta francé Baudelaire como el primer teérico de la modernidad estética, y se cita tunénimemente su articulo de 1863 EI pintor de la vida modema: “La ‘modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingent, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno e inmutable (..) ya que toda nuestra origina Tidad provene del slo que el Tiempo imprime en nucstras sensaciones” »Se trata de una mieva concepcién del tiempo y de la dialéctica entre lo permanente y lo transitorio, que esta presente en la estética de la modemid yen ovas dimensiones lai Soi ‘La modernidad estética es la expresién de una ja por anapaeserinde bute ropes ye moder wana i Torre Eiffel, en Paris, seria su simbolo); por otra parte, se experimentan los resultados del progreso con an aguda sentido de pérdida y alienacién, "Los prinepalesrasgos que earactrizan a la modemidad estética, segtin la mayor parte de los autores, son los siguientes: " »Un marcado cardcter antiburgués: reacci6n contra la sociedad burguesa, el uilitarismo y Ia vulgaridad de las clases medias; contra la estética realista y naturalist Autonoma del arte.1.a modemidad estética postulé la separacion entre arte y la vida. El arte carece de utiidad, no ha de tener otro fin que ho sea el dei placer estético. Aunque el precedente se puede encontrar en Kant cuando, en su Critica del Juicio, proclama lafinatidad sin propésito del arte, es Théophile Gautier quien define en 1835 la belleza en térmminos de total inutilidad: “Sdlo es realmente bello lo que no sirve para nada; todo lo que es itil es feo” e De lo anterior se deduce el acentuado esteticismo y la arificialidad del arte modemista, su defensa del arte por el arte y de Ta belleza formal: SBI mal se hace sin esfuerzo, naturalmente, inevitablemente; el bien es siempre producto det arte” (Baudelaire: El pintr de la vida moderna) ‘sSentido de decadencia. Bl alto desarrollo técnico de la sociedad moderna es compatible con un agudo sentido de decadencia. Por ello, Calinescu (1991) asocia a la modernidad estética el proceso segiin el cual ta decadencia se hace autoconsciente. La decadencia se manifiesta en el jntento sistemético de demoler las fronteras convencionales entre las di- versas artes (Wagner ser una buena muestra), y en la complejidad y la wrificiosidad, La critica italiana utiliza el érmino decadentismo en senti- do parecido al de modernismo. SLa nueva percepcion del tiempo. Josep Pics, recordando a Baudelaire, eseribe: “El pintor de la vida moderna concentra su energia sobre el momento pasajero y fugaz_y sobre fa sugestién que contiene la moda, la moral y las emociones de la vida. La vida aparece como un fasci- ante showy, como un sistema de brillantes apariencias, el gran eseaparate de la moda. el triunfo de la decoracién y el disefio. B! héroe, el protagonis- tade todas estas pompas se encamna en Ia figura del dandy" (1992, p. 20). Y mas adelante: “El arte, la estructura narrativa 0 temporal, que habfa dominado hasta ese mornento, se debilita dando paso a una estética basa daen la simultaneidad o sincronicidad...(p. 27). Al explorar la simulta- neidad, los modernistas estaban aceptando el presente efimero y transito- rio como espacio del arte. "Een el campo de la novela, en Lugar de narrar el tiempo secuencial, Jos novelistas exploran la simultaneidad de la experiencia en un momento _ del ticmpo psicalégico, donde se concentra el pasado, el presente ¥ el Fatliro: como Seurre en Tos casos de Proust o Joyce” (p. 28). es bRepresentantes éaractersticos de la modemidad estética: en Tite~ = ala los poeta sirmbolistasfranceses (Verne, Mallarme) y Pau Val 7 ay representante de la poesia pura; Osear Wilde, Bernard Shaw, Bloomsbury (Virginia Woolf...), en Inglaterra, Gabel cane lia; los grandes renovadores de la novela: Marcel Proust, James Joyce, Franz Kafka, Thomas Mann y el norteamericano Henry James; los escrito. res existencialistas, como Sartre y Camus, e] teatro del absurdo (Becket), pects nostamercanas como E. Pound. Enpintura, Van Gogh, Cézanne, mt, Picasso; en musi 3, Schomberg, Debussy, St , Kein, Peso on men, Wagner, Shombere, Debussy, Savy Modernism en urbanismo y arquitectura. «Bl modernismo se abre tm- bign con un nuevo lengusjeurbano que encarna Haussmann en la recons- truceién del Paris de Napoledn Il. La ciudad se somete a la transforma- cin radical de sus espacios construyéndose amplios bulevares. Estas mievas carreteras y bulevares se convierten en las arterias de la nueva circulaci6n urbana que impiden la congestin,abren nuevos espacios libres y compen la densa construccién de las cindades antiguas”. Eleaf ser el simbolo de a vidaparisinay lacallese convierte en el simbolo de la vida urbana, de la vida moderna» (Pic6, 1992, p. 29), . La opie mogerisa,encarataen fos proyeras de eiicacin def auhaus, de Mies, Gropius y Le Corbusier, ue parte de un intento heroi- co después de la Gran Guerra y la Revolucién rusa de reconstruit una Europa arrasade por la guerra dindole la imagen de lo nuevo, y de con- vertir la edificacién en una parte vital de la proyectada renovacién de la sociedad. Una nueva llustracién exigta un proyecto racional para ua so- ciedad racional, pero la nueva racionalidad fue recubierta con un fervor ut6pico que finalmente la hizo convertirse en mito —el mito dela moderni- zacién. Un componente esencial del movimiento modemno fue su rotunda nnegacién del pasado, asf como su apelacién a la modernizacién en base a iaestandarizacién y la racionalizacidn... Después de 1945, laarquitectura ‘modernists perdi6 una gran parte de su visin social y se conviti6 cada vez més en una argitectura de poder y representacin» (Hluyssen, 1984, p. 199). Una manifestacién muy caracteristica del modernismo —o art nouveau latenemos en sans decors: mobi limpars ts al, joyas, ete, (Gallé, Lalique, Tiffany) y tambié lecoracié sh jo a 1) y también en la decoracién de Modems titerare, «Bs un concept que petenece sobre todo 2 Ia ritica lteraria del mando hispano. Se utiliza también en dos avepciones, tuna mas amplia y otra mas restringida. Esta itima se aplica a la estética literaria que representa Rubén Dario y, en Espaita, Manuel Machado, prin cipalmente. Se caracteriza por el esteticismo, el espirtu aristocratico, el Gaotismo, el decadentismo y la biisqueda de la belleza formal. Pedro Sali nas y, después, Diaz Plaja, entre otros, optan por dar al término modernis- Jno este sentido mas restringido. Otros autores prefieren hablar del espft tude una época: “Ia forma hispénica de la crisis universal literariay espintual comenzada hacia 1885 que se caracteriza por su rechazo a la sociedad” (Federico Onis). También para Ricardo Gull6n (1971), el modernismo es tina protesta contra el orden burgués. Habria que incluir en él tanto 2 los modernistas como a los escritores de la Hamada generacién del 98 (Unamuno, Baroja, Valle-Inclén, Antonio Machado...)» (Usfa, 1996) Vanguardias (cubismo, expresionismo, futurismo, Dada, surrealismo). «Aunque cierta critica, especialmente norteamericana, incluye a Jas van {guardias dentro del modernismo 0 modernidad estétiea, parece mas escla- tecedor sefialar sus diferencias. na vanguardia es un fenémeno predominantemente europeo. Su. cardcter de critica contra la civilizacién burguesa y el arte como institu- Gién es mucho mas radical, més deliberado y mas explicito que en el mo- dernismo, ¥ también lo es su antitradicionalismo. "TEI futurismo (1908) exalta la civilizacién mecénica y la técnica, y este entusiasmo adquiere un carécter provocador (“Un automévil de ca- reras es mas bello que la Victoria de Samotracia”). La ruptura con Ia tradicién y con la subjetividad romantica (“jMatemos el claro de tuna”) idesemboca en una fiebre de experimentacién, de autorreflexion esiética y revolucién artistica. En plena Guerra Mundial aparece cl dadaismo (1916) como una violenta repulsa contra fa racionalidad que habia conducido al absurdo de Ja guerra. Este movimiento daréa su vez lugar al surrealism (1924), que hace suyo el lema de Rimbaud Changer la viel y se propone integrar de nuevo el arte en la vida. -sEsta ruptura con la autonomia del arte, junto con Jaradicalidad de su protestay el carécter experimental de sus propuestas artisticas, ¢5 lo gue caructerizaré al vanguardismo europeo: “..e1 vanguardismo de las thes primeras décadas de este siglo intent6subvertir la autonomia del arte, su artificial separacién de la vida...” (Huyssen, 1981, p. 144). i yin su reciente libro Teorda de la vaxguardia, Burger afiema qe {a ‘itndlidad mas importante de la vanguardia histérica europea ¢n todo | moménto fue minar, atacary transformar la institucién burguesa del arte y su idedlogfa’autdnoma, mids que cambiar solamente las formas artsticas y 29 vida" (Pic, 1992, p. 32)» (Uria, 1996). “ Otros textos sobre la modernidad: Anchor (1978), Domenac . h Touraine (1993; as ransfomacones sociales operads en la socieda: des modems: Braud! (1979), Teste (1992), Wagner (1993): asdimen- sions pls yeconsmies: Levis y Bata (1992); mt Poole(1991), idler (1991); Sociologia de la modetnidad: Wagner (1993); sus formas culturales: Bocock y Thompson (1992), Lowe (1986); politica, tradicion Yy estétca’ Beck, Giddens y Lash (1994); la rupturaestéticae intelectual {que conifeva la modemnidad: Cascardi (1995); modernidad y capitals Savage (1993), Sayer (1991); elaciones entre moderaidad y modernis. to Hen Lefebwe (1962), modeidad eet Nava y0'Shea(1996) {ashy Friedman (1992) moderna xsi de idenda Le Rider (1993); toderida y sociedad post-industrial: Hall, Held y MeGrew (1992) Liempo y modemidad: Blas (1984), Foucault (1975), Giddens (1990), fowotny (1994), Whitrow (1988); el sistema mundo: Wallerstein (1974), Individuo y sociedad en la modernidad tardia: Giddens (1991). * IL. La Iustraci6n Dos advertencias: 1) La llustraci6n no representa en exclusiva el pensamiento de la modemnidad occidental. Es una parte destacada de él, pero s6lo una parte. ‘Aclla pertenecen también el humanisino renacentista, la Reforma, wtlitarismo {iclentificado en parte con las Luces), las grandes corrientes del XIX, que, por lo emis, hacen suya buena parte de la herencia ilustrada: el hegelianismo, el evolucionismo, el materialismo, el positivismo, el liberalismo, as corrientes So- cialistas...2) La modernidad ilustrada, por otra parte, estd lejos de constituir un ‘cuerpo estrictamente delimitado y altamente coherente, Rousseau, en especial, tuna de sus figuras mas prominentes, ocupa un lugar peculiar en la Hlustraci6n. «Se puede relacionar la Hustracién con el Renacimiento, y éste, a su ve7, con el siglo XI. Es una advertencia itil contra la tentacién de dividir Ia historia en perfodos estancos y homogéneos. (..) [No obstante] ..cs con- ‘veniente considerar el siglo XVII como una época de transici6n entre dos ambientes intelectuales» (Hampson, 1968, p. 8) ‘cLos historiadores pensaron durante raucho tiempo que el movimiento filoséfico (de la Ilustracién) no tomé del todo sus caracteres y no- alcanz6 toda su importancia sino después de 1750, y que era inseparable de la Enciclopedia, de la obra de Rousseau y de Diderot, de la actividad del ‘Barén de Hlolbach. Los cincuenta afios anteriores les parecian una especie de prehistoria de la filosotia. Hoy sabemos que era un error, y que Ta -filosofia, en diversos aspectos, se constituyé mucho antes de 1750. Noes a 32h posible erga llama lio siseignorel ea \¢ trabajo realizado antes de ellos, y si, por consi : " .¥ sh, por consguietes nose toma -omo punto de partida los primeros afios del siglo» (Adam, 1967, 58). «Bs entre 1740 y 1775 cuando se a (e ideas det sgto NVI, en medio de polemits de ventas carpus foe no silo conmociona al mundo de os eruitos, sino que interes y ape. re eae poderes pblios, civil exlesstico, conta los fil6sofes sen ese pero. cuando Hume, Montesquieu, Condillac, Diderot, d’Alembert, Volt Rousseau, Adam Smith, Buffon publican sus principales obras, 52 ei ilesofia no busca entonoes el conocimiento po s mismo sino que se declara enemiga de los prejuicios contrarios a la felicidad de los, sereshumanos y propagandista de as Luce, que han derenovar el pensa- ieee costumbres, piiblicas y privadas» (Bréhier, 1930-38, IL, p. «En 1721, Montesquieu habia publicado el d a ae las formas y los colores de la nueva conciencia. El. opie «Sea cual fuere la definicion lefinicién que se dé de las Luces, varios de su hanestedo poste cas oe ls poets nan prods dela hte fa osha acepado talento.) Las Les se eferen a unas formas de pensar y de comporarse que iuyeron en muchos aspects dela vid un modelo complejo en el que los “hechos” hist6 ma de < 1s” hist6ricos, las creaciones antics los hallzgoscientfieosy las especulacionesiles6- fas actuaban unos sobre otros, a tempo que afectaban a as acttudes de seres umanos sobre la historia, el at, la cienci, la flosotia y ta religién» (Hampson, 1968, pp. 3-4) , Durance! iso XVIno no gus cities de alla de Newton jalileo. Pero, omando pie en buena medida.en ls aportaciones det XVI Se manifests un enorme interés por la cienia Se estima que ei 1665 y 1669 se fundaron 35 publicaciones periédicas cientfias, mientras que entre 1750 y 1789 esta cifra se elev6 2 900. «Un conjunto de grandes sabios, en su mayoria franceses —Maupertuis, d'Alembert, Lagrange, Taplace—desarrollaron y aplicaron las ideas de Newton y aseguraron sv aceptacién final en toda Europa. La bella simetria y [a esencial sencillez de Ia fisica newtoniana produjeron importantes resultados indirectos, (..) une nueva confianza en la capacidad del hombre para entender y dominar su propio medio arnbiente, yuna nueva fe en el poder de laraz6n para pene Tat en los misterios det universo. También fomentaron una marcada pre~ forencia por el razonamiento deductivo, a partic de principios originales relativamente sencillos, como el medio més sencillo para afrontar cual- Gquier problema, conforme avanzabe el siglo» (Anderson, 1966, pp: 162 y ss.). Sobre la Tlustracién espatiola: Subirats, 1981 “eB casi innecesario mostrar las antinomias de lafilosofia del sighe XVII. Tneluso si dejamos a un lado a Jean-Jacques Rousseau, vemos cOmo esta filosofia afirma ya sea el andlisis, con Condillac, ya sea la sintesis, con Diderot; un Dios separado de! mundo, con Voltaire, 0 un Dios inmanente ‘al mundo, con Diderot y Helvétius; lo absoluto, con Voltaire, a pesar de todo su relativismo, y el relativismo completo 0 poco menos de los mate- talistas, Sobre el progreso, sobre el optimismo, sobre la moral (..), en- Contramios en estos filésof0s, ¢ incluso en cl interior de cada uno de ellos, sfirmaciones contradictorias. S6lo hay un punto, al parecer, en el que to- dios ellos estaban de acuerdo: la negaci6n de la libertad sicolégica y la ‘firmacién de la libertad y de la tolerancia como valor» (Wahl, 1962, Pp. 60-1). 1 proyecto ilustrado era mas plural de lo que suele presentarse en 105 ‘Rlanuales, ateniéndose a la hegemonfa posterior de l'Encyclopédie; pero Se dieron diferencias muy significativas entre los diferentes proyectos ilus- trados, algunos de os cuales inclu‘an ya la critica del modelo mismo (caso de Rousseau) 0 mostraban discrepancias parciales pero de importancia {casos de Voltaire 0 de Hume) respecto del concepto de razén calculado- ray direetiva del progreso. Sin embargo, se tiende a identficarel proyecto jlustrado con la que fue su tendencia hegeménica (el culto de la razén predictiva y tecnoldgica). De este modo no se puede dar cuenta de 1a Fraléctica interna del proyecto ilustrado ni de sus constantes reformas y reajustes intermos, ni de su escisién en el siglo XDX en las dos grandes tendengias, la iberal y la socialist impulsadas ambas por un mismo af renovator, anqué de diferente signo y modulacién» (Rubio Carracedo, 1992, p- 22) a 33 «Del siglo XVIII francés pueden decirse mil cosas contrapuestas, Sin embargo, sentimos la preseneia de un espiritu Gnico; ningén otro pe. iodo ofrece una unidad tan profunda con tal variedad de expresiones. E XVIII es antitrégico. Es soxpresa contra repeticién, prosaismo contra majestad, sentimiento contra pasién, libertad y razén contra destino...» omenach, 1967, p. 79). «Cualesquiera que hayan sido las diferencias que dividieron a los hilosophes y a sus discipulos en otros paises (y estas diferencias fueron nds hondas y mas abundantes de lo que se supone frecuentemente), exis- 1i6detodas maneras un amplio acuerdo: descansaba en la afirmacién de lo que era, en efecto, una versién secular de la vieja doctrina del derecho natural segtin Ja cual la naturaleza de las cosas pose‘a una estructura, inal- terable, permanente, y las diferencias y los cambios en el mundo eran suje- tos a leyes universales ¢ inmutables. Estas leyes se podfan descubrir, en principio, por el uso de la razén y de la observacién controlada, de la que Jos métodos de las ciencias naturales constitu‘an la mejor aplicaci6n. (...) Toda afirmacién que se pretende verdadera debe ser piiblica, comunica- ble, comprobable, capaz.de veriticacién por métodos abiertos a, y acepta- dos por, cualquier investigador racional. De esto se sigue que los otros tipos de autoridad deberian ser rechazados, en particular la fe, los textos sagrados, la revelacién divina...» (Berlin, 1979, pp. 233-4), «Los detalles precisos del método cientifico, del procedimiento cognitive descubierto alo largo de la revoluci6n cientiica y codificado por la Ilus- tracién, siguen siendo discutibles, pero es posible especificarlos en un bo- rador preliminar: no hay verdades sustantivas a priori, o ptivilegiadas (esto, de un golpe, elimina del mundo lo sagrado). Todos los hechos y observadores son iguales. No hay fuentes o afirmaciones privilegiadas, todas pueden someterse a examen. En la investigacién, todos los hechos ¥ aspectos son separables: siempre es correcto preguntarse si las combina iones no podrian haber sido distintas de las supuestas previamente. En ‘otras palabras, ¢l mundo no tlega en paquetes globales —que es la manera en la que acostumbra a aparecer en las culturas tradicionales— sino a trozos. Hablando estrictamente, aunque llega como un paquete global, se desmiembra mediante el pensamiento» (Gellner, 1992, p. 101). Personalidades mas relevantes Consilac (1714-1780). Holvetius (1715-1771) DAlembert (1717-1783) ‘D'Holbach (1723-1789). | Ferguson (1723-1816). | ‘Smith (1728-1790). | ‘Kant (1724-1804). Turgot (1727-1781). Lessing (1729-1781) Mendelssohn (1728-1786). Wieland (1733-1813) Beccaria (1738-1734) Garvé (1742-1798). Condorcet (1743-1794), Herder (1744-1803). ie (1749-1807). Newton (1642-1727). Bayle (1847-1706). Fontenelle (1657-1757) Vioo (1668-1744). Mandeville (1670-1733). Shaftesbury (1671-1713). Wolf (1679-1754) Montesquieu (1689-1755), Hutcheson (1684-1747). Voltaire (1684-1778). Buffon (1707-1788) La Mette (1709-1751). Mably (1709-1785) Hume (1711-1776). Rousseau (1712-1778), Diderot (1713-1784). | Baumgarten (1714-1762). l Laraz6n ‘«..Se diria que la razén ha permanecido 2c: ando) aiios de barbarie, para acabar despert reiterados como poderosos» (D’ Alembert, 1759, p. 13). cen reposo durante mis de mil yy actuando con esfuerzos tan én como algo individual y glo XVII aborda la cuestién de la razén como algo inc ey ‘ogito; el siglo XVII la considera un asunto piblico, que fee ee yatural: alcanzar un recto uso de ‘punta al «restablecimiento del derecho 1 Ie tazén es dar al ser humano su soberanfam (Kintzler, 1987, 43) acuerdo sobre la palabra raz6n, No es laraz6n esco- Us gue tora ss verdes nue fran incomes de Cspneencsres nein ctesianaes sen tent, as {920 aponmanent eons esp epi endets pra entendimiento de todo el mundo, o que se tienen por te eve se tna coeacuenct evident ott. > (Moret, 1969 p- 2) «Hay que ponerse de: 4 sbosaivessosexinos que debe tomar (.) no son divergentes sino en parieneis. Objtvamenteconserads, las ia dvergen pro esta diver gericnng tiene naa de dispersi6n, de una disgregaci6n. Todas las ener : “spiritu permanecen unidas a un centro motor comin. La div . ‘I . =d 4 dad, la variedad de formas no es sino el desarrollo, el despliegue de una fuerza cteadora tinica, de cardcter homogéneo. Cuando el siglo XVIIt ‘quiere designar asta fuerza, incluir su naturaleza en una palabra, recurte al nombre de “raz6n". La “raz6n” es el punto de encuentro y el centro de expansi6n del siglo, la expresién de todos sus deseos, de todos sus esfuer- 208, de su voluntad y de sus realizaciones» (Cassirer, 1932 A, p. 44) ««.-Eliluminismo se distingue por dos caracteres: la rigurosa autolimitacién de la raz6n en los limites de la experiencia humana y la ilimitada posibili- dad de la razén de examinar cualquier aspecto y dominio comprendidos dentro de estos limites. (.) »La raz6n iluminista no reconoce otra gtuia que ella misma. De ahi su resuelta hostilidad a la tradici6n, Et iluminismo ve en la tradici6n una fuerza hostil, que mantiene en pie creencias y prejuicios que es tarea suya destruir, mostrando sus rafces en los instintos y pasiones elementales det hombre» (Abbagnano, Il, 294-5). El racionalismo ilustrado supone: «La proclamacién de la autonomfa de la raz6n y los métodos de las ciencias naturales, basados en la observacién como el tinico método de conocimiento digno de confianza, y el consi- guiente rechazo de la autoridad de la revelacién, las escrituras sagradas y sus intérpretes aceptados, tradici6n, prescripcién y toda forma de conoci- ‘miento no racional y trascendente...» (Berlin, 1979, p. 59), «La concepcién iluminista generaliza, en el plano filoséfico, la confianza del cientifico en la raz6n, pero no la confianza de tipo metafisico, fundada sobre la hipétesis, més o menos explicita, de que la raz6n constituya la sustancia diltima de Io real, sino la confianza de tipo operativo, fundada sobre los innumerables éxitos que el hombre ha logrado cada vez. que sustituyé un comportamiento dogmatico por un comportamiento tacio- nal. (...) [La raz6n es] el principal elemento propulsor del progreso cultu- ral de la humanidad» (Geymonat, 1954, p. 42). «La Ilustracién es un “mecanismo” a través del cual se constituye auténomamente la raz6n frente a cualquier tipo de dogmatismo. Efectiva- ‘mente, verdad es que la nociGn de autonomia de la razén alcanza en la ‘modernidad o, mejor, en la ustraci6n europea sus més importantes desa- srollos, pero no es menos cierto que una tal pretensién ha acompatiado desde Platén hasta hoy a toda la historia de Ia filosofia, al menos como filosoffa de larazén, Asi pues, lo decisivo no es la raz6n como tal, como ergon, sino el pce ee Eaton Kantiana de uicio de la razsin ante el tribunal dela misma can delimita el misino proceso de la racionalidad, ademés de plantear el problema de Tos garantes de esa misma raz6n de modo radicalmente distinto de como hhasta entonces habian sido planteados. Ya no hay garantia externa; lara zn tiene una funcin en si misma, carece de toda sustancialidad fuera de Sf. La taz6n como constante de la humanidad tiene un denominador co- min: su continua autoconstruccién, su continua autocritica. Este es el ‘momento ilustrado siempre insatisfecho» (Maestre, 1993, p. XIID. rastro puede encontrarse en casi todos los tincones, y mas tarde por la sociedad entera, La cuestién del fundamento de la autoridad, del origen_ de la sociedad, del alcance del conocimiento humano, del bien y del mal, o ma nuevo, como si todo lo dicho hasta ahora se hubiera revelado falso» (Garcia Gonzalez, Garcia Morillén, Pedrero Sancho, 1994, p. 156). c contra lo irracional, y, 2 La razén es la capacidad cognoscitiva que se alza contra’ la ver, una potencia activa, como subraya d’ Holbach en su Ensayo sobre los prejuicios (1769): «..Noes sino la verdad descubierta por la experiencia, medi- tada por la reflexién, y aplicada a la conducta de la vida» (Recogido.en Naville, 1943, p. 359). ‘«..El movimiento profundo, el esfuerzo principal de la filosofia de las LLutces no se limita a acompaiiar a la vida y a contemplarla en el espejo de lareflexién. Cree, porel contrario, en la espontaneidad originaria del pen- samiento, y lejos de limitarla a la tarea del comentario a posteriori y de reflcjarla, le reconoce el poder y el papel de organizar la vida» (Cassirer, 1932 A, p. 35). 6 re s designios que gobiernan Larraz6n «es un poder de extender las reglas y los design el uso de todas sus fuerzas (de un individu), mucho més alld del instinto natural, y no conoce limite alguno a sus proyectos. Ella misma no actiia instintivamente sino que tiene necesidad de pruebas, ejercicios, enscfian- das pata piogresat poco a’pocs de un grado de inteligencia a otro» (Kant, 1784,A, p. We 31 La taz6n se manifiesta como derecho a eriticar y deber de razonar, la razén lumina al ser humano y la vida toda; se enfrentaa cuanto pone en cuestién suhegemonia. {Qué son las Luces? La superacién por el hombre de su minoria de edad, de la que él mismo es responsable. Minorta, es decir, incapacidad de servirse del propio entendimiento sin guia ajena; minorfa de edadde la que él mismo es responsable puesto que la causa no reside en la ausencia de inteligencia sino en la falta de decisién y valor para servirse de ella sin recurrira la direccién de otro. Sapere aude? ;Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento! He ahi el lema de las Luces» (Kant, 1784 B, p. 83). «Llevado de esta idea y de este lema —observa Cassiror—, se enfrenta ‘Kant acuantos pretendfan poner la teoria critica al servicio de una especie de “irracionalismo”, que convertiael sentimiento y la fe cn elementos de la vvisién edrica, con lo que amenazaban con dar al traste con las bases sobre las que descansaba el concepto te6rico de la verdad y de la certeza» (Cassirer, 1918, p. 429). La raz6n es sentido critico, fuerza de la duda, escepticismo: «,Qué es un escéptico? Es un filésofo que ha dudado de todo lo que cree, y que cree en quello que un uso legitimo de su raz6n y de sus sentidos le ha demostra do que es verdadero» (Diderot, 1746, pp. 27-8). «Los imperativos de la lustracién se dirigen contra esa ceguera que con- siste en dar algo por cierto sin ponerlo previamente en cuestidn: contra aquellos empefios que no pueden alcanzar lo que persiguen —como las actividades magicas— porque descansan sobre supuestos que pueden de~ mostrarse como falsos; contra las testricciones al indagar y al preguntar; ‘contra los prejuicios tradicionales. La Hustracién demanda el mayor es- fuerzo para alcanzarlaevidencia y una conciencia critica sobre la indole y los limites de cualquier evidencia> (Jaspers, 1949, p. 73) Moral y felicidad 48 «La influencia de las ciencias fisicas sobre las ideas politicas fue conside- rable, aunque indirecta, Muchos escritores, sobre todo durante la segunda mitad del siglo, solfan suponer demasiado facilmente que el mundo politi- co y social se podia entender de la misma manera y por los mismos proce 505 que el fisico. Se sabia, 0 se pensaba que se sabfa, que el movimiento de la materia en el espacio estaba regido por reglas generales relativamente simples. Se daba por sentado sin dificultad que reglas similares deberfan regirel comportamiento humano. Su conocimiento daria al hombre el poder para controlar la sociedad en la que vivia, para reconstruirla de acuerdo ‘con un plan més racional y para hacerla més justa y eficiente. Se lograria asi la felicidad, que en los circulos “ilustrados” se consideraba cada vez ‘mas como un derecho y no como una anomalia afortunada y transitoria en ‘un mundo incomprensible y generalmente doloroso. Esta corriente de pen- ‘samiento se puede observar ms claramente, aunque en diferentes formas, ‘en Francia durante las décadas centrales y finales del siglo, en las obras de escritores como d’ Alembert, Helvétius y d°Holbach, Sirvié de base para muckios de los articulos, aunque no para todos, de la famosa Encyclopédie raisonnée des sciences et des arts, inspirada por Denis Diderot, que se comenz6 a publicar en 1751. Era profundamente optimista, no tanto res- pecto a la naturaleza humana, como acerca de lo que se podfa hacer para ¥ pot los imperfectos seres humanos mediante la marcha de la raz6n, ex- presada en el progreso de la ciencia y en la reconstruccién racional de la sociedad» (Anderson, 1966, pp. 166-7). “«Bntre el punto de vista de Shaftesbury y de Hutcheson, que funda la vida ‘moral en una tendencia innata altruista (el llamado sentido moral), y el de ‘Mandeville, que ve en todas las posiciones morales méscaras y camutflajes del egofsmo, esté la doctrina asociacionista de David Hartley. (.. La aso- ciacidn es para el hombre Io que la gravitacién para los planetas: es la fuerza que determina la organizacién y et desarrollo de toda la vida espiri- tual del hombre...» (Abbagnano, Tl, 307). «(El principio ilustrado ya no es] “Amad a vuestro préjimo como a voso- {ros mismos, por amor de Dios”, sino “Amad a vuestro préjimo como a vyosotros mismos, por amor de vosotros mismos”. Nuesiro egoismo esta interesado directamente en la felicidad de los dems; toda sociedad esta hecha de modo que la felicidad de cada uno esté vinculada estrechamente con la mayor felicidad general de !a sociedad. Si cada cual no piensa mas que en sf mismo, este egoismo trae consigo inevitablemente la ruina de ‘algunos, lucgo de muchos y finalmente de todos. Diderot, d’Holbach, Mably, Turgot, Condoreet hicieron la demostracién en miiltiples ocasio- nes, Pero esta preocupacién por el bien del otro cs algo muy diferente de tin cdlciléde’inter'o un razoniamiento bien hecho. En ese caso, su efica~ cia seria inuy incierta, y la moral social se hundirfa si s6lo se apoyara en sabias defnostraciones. Afortunadamente, extrae su fuerza de un instinto 39 go a, hhumano. Sufrimos a causa del mal lel mal ajeno; nos hace felices la felicidad, 0 menor eno sufaminto des dems Roussea insna sobre ext core inds que Rousseau, a alegra de dar alegriaen a dich de contemplar rostros felices. Mably lo celebra como ello. Y todos los demas lo cxeen o fingen creerlo: Condorcet, L.-S. Mi Gee Brctonne, Delisle de Sales, Raynal, etc a >A esta moral la llamamos altruista. En el si a. Enel sigho XVII se la llamal beneficencia y humanidad..» (Mosnet, 1969, pp. 128-9). aoe Diderot, Het Hotbach no een oo dea qu iid de los hombres. Para ellos, la naturaleza es buena, los hombres tienen deze- cho aster sus instints ys pasos vid econunde con lgria de ser itil anuesto projimon. Apeueban el re ucban el punto de vistaexpresa- do por Manevileon su Fable ls cjs «gst pore inj. por el places, ads ls pasiones qu a moral eigios quite dest, son en tealidad muy es, B camera ye nds ven de els ay a concordanciaperfectaentre el egoismo natural y latilida fers concordance y lautilidad social (Verges, Para Diderot, «El equilibrio moral . rio moral consiste en la justa armonfa ente | pasiones: i laesperanza fuese contabelanceada por el temor, el punto de honra por el amor a la vida, la tendencia al placer por el interés por I Salt, no habra bertins,n tomerarios, i bellacos, Por eso la eica de Diderot es sustancialmente un retornoa fa naturaeza. Enel Suplemento alvae a Bowgoi dsb nasa fansite vis hanna guedaabandnad sos nstinos primis, dgpendtentmente do prescripcién moral y religiosa; y muestra qu tales instintos garantizan la lived alia de sindvidsy dela comand . »Sin embargo, en nuestra sociedad actual, si cada . s al, sicada cual se deja porns cgi, pen podoine nomen aa al into general Es preciso, por tanto, transformar la sociedad, ipo so nt rs eyes page Scaposblect lene fesarrollo de cada individuo en be acptimisia srallode ca indivituo en beet dos, Tales a ea optimist y revolucionaria que defienden Helvetivs y 'Holbach, En ese sentido a politica toma el relevo de la moral» (Abbagnano, I, 325). " «La concepein tradicional qu a plesia habia hecho trun basada preparacién de la salvaci6n para la vida fatura, es sustituids a ia futura, es sustituida efectiva- mente, en el siglo XVIII, por una nueva concepcién de la vida y de la sociedad. Los filésofos instauran un ideal de felicidad terrestre (la “felici- dad de la existencia” es expresién de Montesquieu), basado en las con” dquistas de laciencia y en Tacreencia en el progreso indefinido de la hama- nidad» (Albert Sobout, 1976, pp. 89 y 90). “eBl destino final del género humano es la perfeccién moral, realizada me- diante la libertad humana...» (Kant, 1784-5, p. 301). “dLateoria ético-politica de Rousseau siti la responsabilidad en un lugar Snel que nadie la habia colocado hasta ahora, La verdadera importancia hist6rica y el Valor te6rico de su doctrina reside en que crea un nuevo sujeto de “imputabilidad” que no ese ser humano individual sino la sock dad humana. El individuo, cuando sale de las manos de la naturaleza, no std aun en condiciones de escoger entre el bien y el mal. Se deja guiar por su instinto natural de conservaci6a; esta dominado por el “amor de s qnismo”, pero este amor de si mismo no ha derivado todavia en ese “amor propio” que no se complace sino en la opresién de oro, La sociedad wens en axelusiva la responsabilidad de esa especie de amor propio. Ella es la gue convierte al hombre en tirano contra la naturaleza y contra él mismo [Bespiertaen él necesidades y pasiones que el hombre natural no conoce ¥ pone en sus manos unos medios continuamente renovados para saciarse Poh limite ni freno. El empefio en que se hable de uno, el ansia de distine gulrse de los demés: todo eso no cesa de hacernos extrafios a nosotres erjemos, de llevarnosen cierto modo fuera de nosotros mismos. Pero esta alicnacin, zesté realmente inscritaen la natoraleza de toda sociedad? {No és posible concebir una comunidad realmente humana que no tenga nece- Sided de recurriea la fuerza, ala codicia y a la vanidad, que se fundara por santero sobre la aceptaci6n por todos de una ley reconocida interiormente como constrictiva y necesaria? Esaes la cuestién que se plantea Rousseau ¥ que va.atrtar de resolver en El contrato social. ,No sonaria|a hors de da fiberacién si se hundiera la forma opresiva de la sociedad que ha prova- Tecido hasta el presente y si surgieraen su lugar una nueva forma de comu- nidad ética y politica, una sociedad en la que cada cual, en lugar de some terse a la arbitrariedad de otro, no obedeceria sino a la voluntad general, fque conocerfay harfa suya? Pero no tiene sentido esperar la tiberaciéh esde fuera, Ningiin dios nos la proporcionaré: todo ser humano ha de “llegar a ser st-propio salvador y, en un sentido éico, su propio efeador 1 satel, ajo la forma que ain padece, ha causado a la humanidad sus feridas ids cracls: lla es la que puede y debe cures eses heridas por raed su propia renovacion, Tales la solucin que propone al proble- 41 o> ma de la teodicea la Filosofia del Derecho de Rousseau. Es asf como sittia 1 problema sobre un terreno enteramente nuevo, desplazandolo desde la metafisica al centro de [a ét oli oa al centro de la ética y de la politica» (Cassirer, 1932 A, pp. 219- ‘Transformacién de la sociedad por medio de! ‘conocimiento y de la instrucei rata ACR eildsfo de tos flsofos, que hace vale as ideas dena . libertad, progreso, cultura, ciencia, evoluci6n.. subraya laeficacia de la educacién para prevenir los errores humanos. «Las pasiones viciosas suponen si ; jempre unos juicios falsos. La falsedad en el espiity es, pues el primer habito que hay que tatar de desu {mediante Ia eduezei6n)» (1755, p. 408) «Me parece que la educacién podrfa prevenir la mayor parte de nuestros errores» (1755, p. 409), Elejercicio de la libertad implica unos conocimientos. «Si no se delibera, ‘no se escoge: no se hace otra cosa que seguir la impresi6n de los objetos. En tales circunstancias, la libertad ain no puede existc. . »Pero, para deliberar, hay , , hay que conocer las ventajas y Ios inconve~ nents que tiene obedecer alos deseo oesistir aco [a deliboracién (.--) supone experiencia y conocimientoss (1754, 274). «Confiad un barco aun hombre que no posee ninguna nocién de navega- | barco se convertiré en un. 5 rd en un juguote de las olas. Pero un piloto habil Sabrasuspencerel curso, detent la marc cone! mismo vento asad a modificarel rambo; y mientras no haya tempestad, el timén no dejar de obedecerle. He ahi fa imagen del hombre» (1754, p.276). Nuestros errores, sostiene Helvetius, estin ocasionados por nu siones y por ignorancia. «La conclasion general de este Discurso fel IT es gue todos los hombres, comiinmente bien organizados, poseen la potencia fs ca para acceder a las ideas mas elevadas; y que la diferencia de genia que se tran asf como de la diferente educacisn que reciben. Esta conclusion pone d relieve la gran importancia de la educacién» (1758, p. 575). — «Voltaire es esencialmente anti-evoluci i-evolucionista, Es partidario de la idea de Progreso de la humanidad, pero de un progreso que se explica no porque el hombre cambie sino porque puede ser iluminado, y porque la verdad serd suficiente para realizar la unidad entre los hombres...» (Wahl, 1962. p49). No obstante, recalea que la virtud vale mais que la ciencia (Voltaire, 1763, p. 133) «Enel hombre ignorante, la justicia noes sino una pasién tal vez incompa- tible con Ia suavidad; en el hombre instruido, no es sino la humanidad ‘misma sometida a las leyes de la Razén. El proyecto de lograr que todos Jos hombres sean virtuosos es una quimera; pero, ;por qué no se llegard a ver un dia edmo las luces, unidas al genio, crea, para unas generaciones ‘mis felices, un método de educacién, un sistema de leyes que hagan casi indtil el valor de la virtud’» (Condorcet, 1782, pp. 185-6). En Jo mismo abunda en su “Informe y proyecto de decreto sobre la organizaci6n gene~ ral dela instruccién pablica”. donde escribe que: «Mientras haya hombres {gue (...)reciban su opinién de una opinidn ajena, todas las eadenas habrén sido rotas en vano... El género humano seguird dividido en dos clases: la de los hombres que razonan y lade los que creen, la de los amos y lade los esclavos» (en 1982, p. 185). En Condorcet se hermanan saber y virtud. Otra es la visi6n de Kant. El, como los franceses, defiende «El derecho a saber, la extensi6n de los conoci- ‘mientos, el examen critica al que larazén debe someter todas las cosas» (Kintzler, 1-48), Pero, adiferencia de Condorcet, la virtud se alcanza no a través del saber sino sometiendo los propios actos a un interrogante universal al que cualquiera, independientemente de sus conocimientos, puede responder. Se hace eco del ppodemos ser hombres sin ser sabios de Rousseau, aun sin adherirse a su aproxi~ ‘macién moral sentimental, anti-intelectualista. «Puedes desear que tu maxima se convierta en una ley universal? Sino lo quieres, Ja maxima debe ser rechaza~ da» (1796-7, p. 105). Separa asi moral y saber, legitimidad y conocimiento, uso préctico y uso toérico de Ia razén (Kintzler, 1987, pp. 43 y ss.) Igualdad, libertad, politica Cuatro comrientes: 1) la liberal, encabezada por Montesquieu, «se alimen- tade una nostalgia muy antigua de una monarquia atemperada por Ja no- blezay la magistraturan; 2) lafisiocratica: «Cuando afirma que el Estado debe dejar que se desarrolle ibremente la actividad econémica, en lugar ddeentarpecerla cop intervenciones torpes ¢ intempestivas, es formulan- {do lo que durante décadas sexfan los principios motores de! desarrollo: biisqueda del beneficio, libre competencia, responsabilidad del empresa “3 “a Piper sean oe oper een yee fie cratic, representada por Rousseau, fromueve dos Wess fea la fee dad politica y social y la soberania del pueblo. «Se percibe la nostalgia d Jas vieja comunidades. Las replicas antiguas y las Landesgemeinde suizas marcaron el pensamiento del autor del Contrato socal, que no tenia nae que desprecio por el parlamentarismo briténico»,; 3) se puede identifica con Vollaire una cuarta corriente que destaca por encima de todo la liber, ce pie indvidal, de pensamiento, de imprenta, de ensefianza, de gop tera paracomeri, libertad para poseer bienes (Georges «Judicialmente la supresién de la tortura, la humanizaci6 cécceles> (Paraf, 1973, pp. 63-4). +e humanizacén des “gualdad naturales la que existe entre tod , existe entre todos los hombres solament laconstitucién de su naturaleza, Esa i oe Ieoonsinc igualdad es principio y Fundamento de a od igaldadnatralo ora est fanada yus.en a constiacn naturaleza humana, comin a todos los hombres, que n subsisien y mueren de la misma manera. (.-) a »De ese principio de la igualdad natural de | waldad natural de los hombres vasa consocuencias. Me reer is principales “sulin >I Resulta de ese principio que todos los hoinbs telibres, y que larazén n i fenen masque para tees. 10 ha podido hacerles dependientes més que para »2. Que-a pesar de todas las desigualdades esig producidas en el gobier- 10 politico po las diferencias de condicisn, por la nobleza, el padeto las riquezas, etc., quienes se encuentran mas elevados por encima de los de- ins debentratar as inferiores como a seresnaturalmente gules alos, vitando todo ultraje, no exigiendo nada més que lo que se les debe, i! 5 se les debe, exigiendo con humanidad lo que mis incontrovertiblemente se les debe. alpaca tuition derecho parca en virtud del gual rea alguna prefrocia no debe pretender i uso os jebe, por el contrario, dejarles disfrutar por igual de los mi ‘hos que a sf mismo se arroga eee 4, Que una cosa que es de derecho comiin debe o ser de comin disfrute, o ser posefda alternativamente, 0 dividida en partes iguales entre {quienes tienen igual derecho, o disfrutada mediante compensacién equita- tiva y regular; 0, por tkimo, si nada de ello es posible, ha de dejarse la docisién a la suerte, procedimiento éste bastante comodo y que elimina toda sospecha de menosprecio y de parcialidad, sin mermar en nada la estima de las personas a las que no resulta favorable» (Jaucourt, Enciclo- pedia, 1751-1772, en Soboul, 1976, pp. 115-6). ‘La Declaracién de independencia norteamericana «considera como ver- dades por si mismas evidentes que los hombres nacen iguales; que el crea dor les ha dotado de derechos inalienables, entre los cuales figuran la vida, la libertad, la bisqueda de Ia felicidad; que los gobiernos humanos han sido instituidos para garantizar esos derechos» (4 de julio de 1776). En la Declaracién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la RevoluciGn francesa, en 1789, los hombres no s6lo nacen iguales, como en la Declaracién americana de Filadelfia, sino, ademés, libres. No hay en ella, por lo dems, ninguna referencia al creador. «Entre los principales progresos del espiritu humano para la felicidad ge- neral, debemos incluir la completa destruccién de los prejuicios que han establecido una desigualdad de derechos entre los dos sexos que es funes- ta incluso para aquellos a quienes favorece» (Condorcet, 1794, pp. 286-1). «Hoy se entiende por tirano no solamente al usurpador del poder sobe- ano, sino también al soberano legftimo que abusa de su poder violando [as leyes, oprimiendo a su pueblo y haciendo de sus silditos vietimas de sus pasiones y de su voluntad injusta, que ocupan el lugar de las leyes. ‘De todos los males que afligen a la humanidad ninguno hay més nefasto que el de un tirano...» (laucourt, Enciclopedia, 1751-1772, en Soboul, 1976, pp. 188-9) Siendo los seres humanos «libres, iguales e independientes por naturaleza, ninguno de ellos puede ser arrancado de esa situacién y sometido al poder politico de exos sin que medie su propio consentimiento, Este se otorga mediante un contrato hecho con otros hombres merced al cual se unen y $e integran en fina eqmuntdad:destinada a permitirles una vida cbmoda, “segura y paeifica, en el disfrute tranquilo de sus bienes propios, y una ‘mayor salvaguarda frente a quienes no pertenezcan a esa comunidad» (Locke, 1690, p. 73). «A los teorizadores ingleses [del contractualismo], en especial a Hobbes y a Locke, la imagen de un contrato les sirvié para explicar el origen de la sociedad como una libre concurrencia de “individuos” que se juntaban por interés, 0 conveniencia, cuando no por miedo reciproco. Pero durante ‘mucho tiempo, en un pais como Francia, las doctrinas contractuales no progresaron tanto como la teoria estatal absolutista».. Montesquieu «es un continuadorde la linea bodiniana, en la medida ¢en que repudia las construcciones politicas hechas en el vacio y fuera de las condiciones histéricas concretas. Su originalidad proviene de haber sintetizado en tna filosofia politica general la experiencia briténica més que nadie en su tiempo». Para Rousseau, también inspirado en Locke y Hobbes, «as el con- {rato social originario que da nacimiento a la sociedad, el individuo con- serva atin su soberania» (Fernandez Pardo, 1977, pp. 25-6). Voltaire se mostré fascinado, en sus Cartas filoséficas (1734), por la po- Iitica inglesa, el control del parlamento, la libertad. Montesquieu, en El espiritu de las leyes (1748) examind las diversas constituciones, para acabar optando por el equilibrio entre los distintos poderes y por la limitacin de la autoridad ‘monérquica por los derechos y las libertades ciudadanas. Entre los grandes pensadores politicos de la época, Montesquieu «fue casi el dinico que se dio cuenta de que el buen gobierno, sobre todo en Estados grandes y complejos, cra dificil de lograr y que no surgirfa de la aplicacion mas o menos meciinica de unos cuantos principios generales establecidos «a priori» (Anderson, 1966, pp. 170-1). «“Encontrar una forma de asociacién que defienda y proteja de toda fuerza comtin la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a todos, no oberlezca, sin embargo, mas que asi mismo Y¥ quede tan libre como antes». Tal es el problema fundamental al que da Solucién el contrato social. (..) ».8i Se aparta del pacto social lo que no pertenece a su esencia, fencontraremos que se reduce a los términos siguientes: Cada uno de no- sotros pone en comin su persona y todo su poder bajo la suprema direc- cid de la vountad general; y nosotros recibimos corporativamente acada Imiembro como parte indivisible del todo. 6 emacr. 0 aster. El Espiritu de las leyes, de Montesquicu Condiciones Forma dela economia Territorio. «Modo de vida Clima Forma del Estado Repiiblica Monarquia Despotismo Separacién de poderes | Legislative Ejecutvo Judicial ) L Naturaleza de las cosas Espiritu de las leyes »En el mismo instante, en lugar de la persona particular de cada contratante, este acto de asociacién produce un cuerpo moral y colectivo ‘compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, el cual reci- be de este acto su unidad, su yo comiin, su vida y su voluntad. Esta perso- na pblica que se forma de este modo pot lv unién de todas las demés tomaba en otro tiempo el nombre de Ciudad, y toma ahora el de Repili- ca el de cuerpo politico, al cual 1os miembros llaman Estado cuando es pasivo, Soberano cuando es activo, Poder al compararlo con otros seme- Jantes. Respect a los asociados, toman colectivamente el nombre de Pu bio, yen particular se llaman Ciudadanos como participes de la autori soberana, y Sibditos en cuanto sometidos a las leyes de! Estado» (Rousseau, 1762, pp. 22-3). «cAfirmo que la soberania, no siendo sino el ejercicio de la voluntad gene ral, jamds puede enajenarse, y que el soberano, que no es més que un ser colectivo, no puede ser representado més que por si mismo; el poder pue- de transmitirse, pero no la voluntad. (.) - por armsmarazdn qe lasoberanaen naicnble, es indivisible Porque la voluntad es general o no lo es...» (Rousseau, 1762, pp. 32-3) sxima del gobierno leit o popes Hlubo, en efecto, pocos materialistas, y casi todos guardaron para ellos sus negaciones. En el mundo, decfan, no hay més que un elemento: la materia. Es, si se quiere, Dios, porque es todo. La materia esta mas 0 ‘menos organizada; puede tener vida y sensibilidad: es planta o animal; puede tener pensamiento: es el hombre. A su muerte, los elementos de la ‘materia humana se dispersan como los dems. Este materialismo es el que sugieren, sin expresarlo claramente, las obras de Helvetius. D’Holbach tiene todo un capitulo para negar la espiritualidad del alma; pero esté per- dido entre otros cientos. Hubo otros ateos: Fontenelle, el abate de Saint- Pierre, Barbeyrac, Boulanger y Voltaire, si se le cree; mas cierto es que lo fueron Deslandes y Morelly; con seguridad, Fréret o el cura Meslier, se~ ‘guidos de Naigeon, Sylvain Maréchal, ete. Peto apenas hay dos que deban ser tenidos en cuenta: La Mettrie (L’Homme plante, L'Homme machine) y, sobre todo, Diderot» (Moret, 1969, pp. 44-5). «Noes Dios el que ha hecho a los hombres a su imagen: son los hombres Tos que hacen a Dios a la suya todos los dfas» (Diderot, 1773, p. 105). Auténtico ateismo hay poco antes de d’Holbach. Hay que mencionar la Mémoire des pensées et des sentiments del abate Meslier, descubierta a su muerte en 1729, en una 6plica racionalista metafisica «en los Ifmites del atefsmo y del pantefstio», y el andnimo Theophrastus redivivus, caracterizado por un sensualismo materialista (Lecompte, 1983, pp. 23-4). Deistas y ateos concordaban en dos puntos: «El primero es que si la “reli- gi6n natural” es “natural”, todas las formas particulares de las religiones, todas las creencias en dogmas precisos son errores y engafios. Los fil6so- fos se niegan a comprender que se pueda creer —a no ser que se sea un idiota— en algo que parezca absurdo para la razén. (..) En las masas humanas, ignorantes y miseras, hay un temor invencible y el instinto de aplacar a poderes misteriosos y terribles. Ese temor lo han explotado pfca- ros astutos, Han inventado dioses y mandamientos, tanto més terribles, cuanto mas oscuros son. Se han proclamado intermediarios entre la debi lidad humana y el poder divino. Se han hecho temer y pagar por intervenir. ‘Ala ver, se han asociado con todos los déspotas, que ponian a su dispos cién la fuerza de las armas, alas que ellos revestian de un prestigio mist co. La historia de las religiones es, por tanto, la historia de un engafio, de tuna explotacién, de una tirana » Aunque no se atrevan a decir abiertamente que la religién es falsa, reclaman violentamente la tolerancia. (...) Hacia 1750, la causa de latole~ rancia estd claramente ganada» (Momnet, 1969, pp. 45-6). «Voltaire combatié la religién, y también Ia anti-religién cuando se presentaba bajo la forma de! “fanatismio” de los materialistas» (Wahl, 1962, 1p-52). «EI fanatismo y la intolerancia no son incompatibles mi siquiera con ¢| ateismo» (Diderot, 1773, p. 109). Uno de los mas asombroses ejemptos de fanatismo lo dio una pequetia “secia: de Dinamarca, qué crefa, poser el mejor principio del mundo. Esas : 3 ; Oe gentes querfan procurar la salvacién eterna a sus hermanos; pero las con- secuencias de este principio eran singulares. Sabian que todos los nifios ‘que mueren sin haber sido bautizados son condenados, mientras que los ‘que tienen la dicha de morir después de haber recibido el bautismo gozan de la gloria etema. De ahf que se dedicaran a degollar a cuantos nifios y nifias recién bautizados encontraban; era él mayor bien que podian darles: se les preservaba a un tiempo del pecado, de las miserias de esta vida y del infierno, y se les enviaba infaliblemente al cielo. Pero estas gentes caritati- ‘vas no tenfan en cuenta que no esté permitido hacer un pequefio mal para alcanzar un gran bien; que no tenfan ningtin derecho sobre la vida de esas criaturas; que la mayor parte de los padres y las madres son lo bastante camales como para preferir tener a su lado a sus hijos e hijas antes que verlos degoliacos para iral paraiso, y que, en una palabra, los magistrados deben castigar e] homicidio, aunque se realice con buena intencién» (Voltaire, 1763, p. 122). < (Giddens, 1990, p. 52) 59 < t61mino postmodernidad es de por s{ ambiguo y utilizable como un todoterreno ideol6gico. (...) Como cualquier otra realidad histérica, las postmodernidad no es homogénea ni cultural ni socialmente, perviven en ella restos preindustriales y aun ancestrales, yrecibe flujos periféricos a ‘medida que se extiende. (.) La postmodernidad serfa como una veta que Denocabranso cena npdon io demas bar carla pero caracterizéndola; ni siquieraesa vetaserf é cal pro carcino: siueraca ela serahomagee Oo Posmoderidad estica, aPodemos avert varios problemas en so minos postmodernidad o postmodernismo. Por una parte, existe escaso acuerdo Sobre su alcance y su significado; por ora, son conceptos que vienen, generalmente, cargados de una fuerte valoracién, ya sea posi- tiva 0 negativa, segtin se trate de sus defensores o sus detractores. Tam- poco hay acuerdo sobre sus relaciones con fa modernidad y con la van oardia: jes la posmodernidad una transcendencia 0 superacién desde los propios presupuestos de la modemnidad o es una verdadera ruptura? »Por lo tanto, no podemos abordar el andlisis de la posmodernidad esti como ide un concepto press se rata: no representa una co ‘ete, nun estilo, ni una escuela o escuelas; es uni a mmomeito de incur, aun atid ms len ambigua, que oe opone modernism das primera dass da posgueray qu, como adviene fellmer, puede, en parte, representarun reflejo, en el terreno de la est ca, de los problemas, complicaciones y convulsiones de nuestro tiempo. Diarra B® Hasan, un de os primers n liza el gino ismemberment of Orpheus, 1971), la postmodernidad es una época una visién del mundo que puede carctriarse como un movimiento de tunmaking, de desconstrucei6n, Caliescu, pr su parte, aboga por un uso ‘autoconsciente y abiertamente hipotético” del término (1991, p. 279) Wellek habla de la conciencia todavia difsa de un final, le un trdnsio, y sprog: Un nal de qué? Um rns hacia qué? . »»Segiin Calinescu,distinguen al posmodernismo la parodia y la du- plcdado mulpictad de figs “La alsin el comenaro alot ct referencia iene itorsonda inven refundido, la ransposicién, el anacronismo deliberado, la mezela de dos o mas mod »Eltérmino posmodernismo comicnza a wilizarse con ce tencinen los EEUU ena décata de los sctenta ona crien Iterara, en el arte y, sobre todo, en la arquitectura a == ‘on Arquitectura, el posmodernismo, tal como Jo sustentan Robert Venturi y Charles Jenks, es una reaccién contra la estética modernista y sencadpuestos ideologicos. Prene ala pareza ye utopismo modernist aboean por una ciudad con memoria, 1o cual dard lugar a un uevo historicismo, a una reinterpretaci6n Iddica 0 irénicamente nostilgica det pasado, Jenks cita, ademés, como caraeteristica mis sobresaliemte, la du- plicidad de cédigos frente al c6digo tinico modernista En las artes plasticas, después de la Segunda Guerra Mundial, la ‘vanguardia pierde todo su efecto subversivo y es integrada porel sistema Lactervescencia social de fos 60 parece a punto de provocar el surgimien- to de una nueva oleada de vanguardia critica y tupturista, pero, como firma Huyssen, la imaginacin no lleg6 al poder y en cambio se construy.6 £1 Centro Pompidou: parecia que el modernismo habia agotado sus posi- bilidades (1984, p. 147). ‘vEn los EE.UU., la generacién beat y el arte pop de los 60 son ya caracterizados por Huyssen (1981, p. 146) como arte posmoderno y, al nismo tiempo, como la jugada final de la vanguardia, y destaca, adem ‘learicter rebelde y rupturista de este primer posmodernismo; Tom Wolfe, en cambio, describe el arte pop como “una irénica, nostélgica, lteraturizada gfirmacin de la banalidad, del vacfo, de la idiotez, de la vulgaridad y de todos los demés rasgos por el estilo que adornan a la cultura americana” J. mediados de los 70, asimilado también el arte pop, reconoce que "no fay hetejes de importancia en todo Culturburgo, nadie atacaal Modernis- tno tardio en sus fundamentos ni siquiera en esta hora final, cuando el arte medero ha aleanzado su punto de fuga...” (Tom Wolfe, 1976, pp-104 y 114). weEn todo caso, ef pop muestra uno de los rasgos gue pueden ser caracteristicos del posmodernismo, como es el acercamiento, aun sea itd fico, a lacultura de masas y al gusto popular omal gusto, frente al elitismo de fa modernidad clisica y su hostifidad hacia la cultura de masas. »Otro rasgo es [a falta de profundidad, un nuevo tipo de superficalidad, que Jameson (1984) analiza en Los zapatos de polvo de diamante de Wathol, donde es instil el gesto hermenéutico porque ya no hay nada que interpre tar Lo mismo que lafilosofia postmodema, el arte niega la representacion ya sea realista, simbélica o abstracta: toda realidad es imagen, simulacro, ficcién. "Si la vanguardia miraba hacia el futuro, ia postmodernidad ha per~ ido la fe en la renovacin estilistica y en laoriginalidad: la innovacién ya ‘no es posible elartistaes libre para expresarse de cualquier forma que dese, ya sea’mirando havi el pasado-o hacia otras formas de representa: ‘ion: Por otra parte, el desarralio tecnolégico industrial ha sustituido el 6 re objeto de arte individualizado por el producto estandarizado y repetido en series ilimitadas: se cietta asfel ciclo hist6rico del arte »Posmodernismo literario. »Nueva relacién entre realidad y ficeién. La filosofia post- estructuralista plantea cuestiones de orden epistemoldgico que afectan al status de la representacién, La literatura postmodema ya no puede ser realista en el sentido tradicional; no puede ser una representacidn de la realidad porque la propia realidad ha sido puesta en cuestién, Por lo tanto, lalliteratura s6lo puede ser autorreferencial: se borra, asf, la frontera entre realidad y ficci6n. Bn la poética modernista habia predominado el simbolis- ‘mo, mientras que la indecibilidad y la indeterminacidn caracterizan la lite- ratura postmodema, Recursos més significativos: la duplicidad 0 multiplicidad de los ‘comienzos y de los desenlaces (La mujer det teniente francés, de Fowles), las retractaciones o palinodias, la aparicién del autor o del lector como temas dentro de la narraci6n (Si una noche de invierno un viajero.., de Calvino), el lector lefdo (La continuidad de los parques, de Cortazat), el tratamiento al mismo nivel narrativo de hechos supuestamente reales y de hechos de ficcién, la circularidad o regresién al infinito, los efectos especulares, el autor indigno de contianza, mentiroso, a multiplicidad de édigos narrativos en la misma obra: novela policiaca, cémic, novela filo- sofica (El nombre de la rosa, de U. Eco), todo ello animado frecuente- ‘mente por una intencién irénica o parédica, »La recuperacién del pasado: la respuesta posmoderna a lo moder- fo consiste en reconocer que, puesto que el pasado no puede destruirse, Jo que hay que hacer es visitarlo con ironia y sin ingenuidad (U. Eco, Apostillas a Elnombre dela rosa, 1983). Se recupera también la accién y Ja intriga, y se intenta romper la barrera entre arte y amenidad. »En la critica literaria actual predomina la poética de la recepcién, el texto produce sus propios efectos de sentido o de sentidos y el lector rellena los huecos o indeterminaciones del significado que todo texto po- see (Pozuelo Yvancos, 1988)» (Uria, 1996). En filosofia, la posmodernidad no constituye un todo homogéneo, defini- do con precisién y presente en los diversos representantes de lo que se ha dado en llamar filosofta posmoderna (con més propiedad, y en relacién con Francia, habria que hablar de pensadores postestructuralistas: Foucault, Baudrillard, Deleuze, Derrida y otros). Hal Foster diferencia una postmodemnidad conservadora (representadaen las ciencias sociales por Daniel Bell) de una postmodernidad estructuralista % ae én a 1a modemnidad, Para el punto ren ante todo en su opesicién sel puto de Pisce creed te molemidad debe ser desplzata porque e Tstrfien; bajo el ngulo posts, oe sionals abun on su estate la oposiignneoconservadora a o> Gund os una cesin fndarentlmente esse, de ws aaa spresetacion, ‘in postestructuralista e fepresentacign, mientras que Ia oposicién pos! sia 5d pp es cpstemelogico, relaionada con los paraigias dscusivos de 10 Frode (por ejemplo, ieologa de las nnovacionespurament fr aver (ot econ une etc de a epesentacion» (ose, 1984, p. 256), restructuralismos: uno, representado especial- sear on géneros literarios». El otro toma como categoria clay elo ee 60 (razonamientos, instituciones, ee meidas aie cae th : Incluso las personalidades ysmodemas (Lyotard y Vattimo, PN las dificultades para el uso del 1990, p. 42: gue mis xpistamente se Han detaredo Varia fn todo) son reatvamentevariadas: able pasmaderidad Waki Uréanibia, mejor, de la condicién que pretende ex- ‘acompafiando a otra que inclina a Aérica, los muchos sentidos de tal hha utilizado...». «..La novedad de tal palabra (0, pres) el eguivoco de Ia palabra pos hacer pensar en una periodizacién hist6ria, palabra ¥ las diferentes disciplinas en las que se iene a ser «como una vor de empleo de este término por Lyotard viene & nana vo Gon él.) sobre el hecho de que algo no marchaba como hast aa fn la modernidad> dado que los relatos de legitim cxedibilidad (Urdanibia, 1993, pp. 184-5). Nuevosaires, te ao 1ueve en todos los in. veinte aitos.—digamos, 1966-1986— todo se m 7 _ Si os fa iat nm dat ‘ser humano se hace borrosa, los paisajes sociales scatidos, la image: 6 ——_——— << estén en continua transformacién. La incertidumbre arrasa, las ideologias y los grandes sistemas interpretativos son arrastrados por él movimiento. En lo que hace a lacritica, lo que més tarde se llamaré “Ia era del vacfo” ya hha comenzado. Sin embargo, los afios sesenta se sittian atin bajo el signo de laafirmacidn. Bs el tiempo del hombre estructural, de la reivindicacién de cientificidad, del economicismo seguro de si mismo. Se impone una coherencia: el nuevo saber expulsa a la retérica, lo técnico prevalece so- bre lo politico, la expansién econémica opera como un analgésico, engen- drando una satisfaccién consumista. 1968, imprevisto, produce un desga~ ro. Al ser humano satisfecho, definido por el nimero, al hombre determinado por las relaciones de estructura, de organizaciGn o de siste- ‘ma, s¢ le opone el hombre que reivindica calidad, intensidad, derecho ala imaginacién y a la singularidad. El acontecimiento permite una limpieza de la economia y de la sociedad francesa. Provoca sobre todo una ruptura a partir de la cual la modernidad encuentra un terreno més libre, y las costumbres una ocasién para “liberarse”.(..) »Los atios setenta son, en primer término, los de la duda: se ha roto el encantamiento. El progreso trae consigo las “desilusiones” (Raymond Aron, 1969). La sociedad esta «bloqucada» (Michel Crozier, 1970). EL crecimiento econémico ya no tiene todas las virtudes, y hay quienes pro- ponen echarle el “alto” (1972). Es el preludio de la crisis que aparece mediada la década y dura todavia. Esta lleva a un reconocimiento de los imites, a un repliegue individualista —en los Estados Unidos es el mo- mento de la cultura del narcisismo—, a la revalorizacién del instante y de Io micro-local. El posmodernismo desconstruye, prepara a quienes “han dejado atras todos Jos paradigmas” (Jirgen Habermas) para todas las adap- taciones, para el rechazo de los dogmas y de las afirmaciones de sentido. Se siguen buscando compensaciones: las de las nuevas religiosidades y de una especie de paganismo de lo cotidiano, del consumo de productos cul- turales répidamente renovados, del viaje y el vagabundeo, del descub miento parcialmente mitificado de la naturaleza, lo que ha engendrado una mitoecologfa...» (Georges Balandier, 1987, pp. 25-6). Se reduce el campo de las certezas. Edgar Morin, 1993: «Bntramos en una época en la que las certezas se desploman. E] mundo esta en una fase part cularmente incierta porque las grandes bifurcaciones histéricas no se han defini do atin, No se sabe hacia donde se va. No se sabe si habra grandes retrocesos, si se desarrollardn guerras en cadena. No se sabe si un proceso de civilizacién Mevaré a una situacién planetaria mas o menos cooperativa. El porvenir es muy incierto». Disminuye la pasién con la que se sostienen las ideas. Jean-Marie 644 10 ya no como Domenach, 1981, p. 110; «Las ideas interesan, por supuesto, pero ya no sien ellas nos fuera la vida; no ya como si fuera de elas de las que depende auesiro destino». Descrédito de las promesas. «La Revoluci6n francesa llegé a proclamar cl principio universal de un porvenir mejor. A partir de ese momento; los partidos politicos de izquierda 0 de derecha se han sentido en ta oblige: Cidn de prometer que la cantidad de suftimiento en el mundo se veria cada vez més reducida. A partir de ahi, cada desgracia se convertia en cierta Forma en portadora de una esperanza. Todo dolor podia superarse par- ‘cialmente al ser percibido como una incitacién a hacer nuevos esfuerzos, tn vistas a aleanzar un futuro en el que ese dolor no existiera.(..) Actual mente, las promesas han perdido todo su crédito. Vincular ese deserédito solamente a la “derrota del comunismo” evidenciarfa una falta de clarivi- dencia» (John Berger, 1993, p. 25) «Bl denominador comtin del amplio abanico de actitudes que Se pueden crease nvgenn aa de seasonal de la llustracién. Este abanico de actitudes se suele reducir a dos. Frente a tos que piensan que la modernidad ha quedado abolida y asistimos, por tanto, aun cambio de época que apunta a una “segunda era axial” en la historia de la hurmanidad, estan quienes insisten en que tal tansformaci6n zo ser del todo posible mientras quede inconcluso el proyecto iustrado {que conforma eso que Ilamamos “modernidad”. ‘vA pattir deesta primera reduccién, la gama de actitudes con que se esté afrontando lo moderno en este final de siglo es muy vasta. En el debate se puede encontrar un revoltijo de argumentos de muy dlstinto ‘corte, Hay quienes se declaran “antimodernos” porque estén en contra de Jo que consideran que es la esencia de la modernidad, hay quienes se ha. cen lailusién de ser ya “postmodernos” porque ereen que la modernidad fa dejado paso a otra cosa (aungue sea una “cosa” sin nombre), y hay quienes prefieren considerarse “neomodesnos” porque no terminan de creerse que la modernidad haya desaparecido. Por eso, ante tan variopinto panorama, hay también quien afirma con ironfa —-como Kolakowski— que desconoce que sea lo postmoderno y lo premoderno (y lo postpostmoderno, fo neopostmoderno y 10 ‘neoantitnoderno), para indicar a continuacién que lo que conviene es cen~ > grarse ety la’auténtica cuestién, la de averiguar por qué esté tan difundido el malestar én el bienestar de a modernidad» (Rédenas, 1996, pp. 3-4). 6 nial | Cambios de mentalidades ‘Se pueden representarcomo sigue las mutaciones ‘que se registran actualmente an el orden de las mentalidades en el mundo occidental. La primera ccolumna recoge de manera esquematica divorsos elementos que han estado presentes con ciarta fuerza entlos siglos XVII, XIX y XX y que hoy estén. fen retroceso; la segunda columna indica aquello que ha hecho més progresos en las ultimas déca- das, en contraste con lo anterio A B Universalsmo Locaiismo Tendon unas ‘Acento en la siversidad y en la pluralidad etn de ns neceidades Prordad del deseo (construccion ind anstucain ecva més 0 menos raona) "Isa y poo raion) a Causas pequerias Projects alagoplaz Preominio del corto plazo 60, aunque minortario ‘Realismo muy acesado Hay commentes revoluconarias Cais de aspiraciones. Gracualismo ‘citudes mas bien dofensivas Inexistenci de grandes sujetos Reforzamiento de identidades | ‘grandes agrupamiontos ‘colectivas menores Elambiente intelectual de la época y la filosofta posmoderna. «Bsta sen- sibilidad deambula ya, no sélo por las cabezas de los pensadores posmodemnos, sino por el pluralismo de subculturas de nuestro momento, por la pérdida de peso de las grandes palabras que movilizaron a los hom- bres y mujeres de fa modernidad occidental (verdad, libertad, justicia,ra- cionalidad), por el desencanto, en suma, ante nociones como Ta raz6n, la historia, el progreso 0 la emancipaci6n. " Ahora predomina mayormente la identidad por referencia a peque- fos grupos cereanos (Dube 1987, 1.042), os consenss locales, coyun- turales y rescindibles, las visiones fragmentadas, escéptics (Welsch, 1987, 4 ss.) a ‘»Las concepciones “objetivas”, “rigurosas”, huyen avergonzadas con Ja razén del centro de los tribunales dictaminadores y son sustituidas por laepisteme ms plastica y flexible de “la diferencia”, “la discontinuidad” Grandes sujetos sociales Sentido de pertenencia a “Ia deconstrucci6n” o “la diseminacién”, es decir, por “la problemética {que da su color dominantealafilosofia del siglo XX” (Laruelle, 1986, 7). (..) »Nos hallamos ante un juicio encontrado que sefiala dos estrategias ‘metodol6gicas: la posmoderna o posilustrada, que sospecha de toda uni versalizacién, porque ve tras ella una razdn al servicio de la coercién y el diseiplinamiento generalizado; y la neoilustrada de los te6ricos eriticos, ‘que quiere ser también critica de laraz6n ilustrada, pero teme el estrecha~ miento posmoderno de la razén como una (raicién al proyecto ilustrado de la modemnidad (Habermas, 1986, 19 ss.) y una prdctica neoconser- ‘vadora» (José Maria Mardones, 1990, pp. 21-2). Un milenarismo invertido. «Estos dltimos afios se han caracterizado por ‘un'milenarismo invertido en el que las premoniciones del futuro, ya sean catastr6ficas o redentoras, ban sido sustituidas por la convicci6n del final ide esto o aquello (el fin de la ideologia, del arte o de las clases sociales; la crisis del leninismo, la socialdemocracia 0 el Estado del bienestar, etc. ctc,); tomados en su conjunto, todos estos fenémenos pueden considerar- se constitutivos de lo que cada vez con mayor frecuencia se llama posmo- dernismo». Sitta su inicio a finales de los cincuenta o comienzos de los sesenta (Fredric Fameson, 1984, p. 9) ‘«Considero que el tinico modo de abarcar y registrar las earacteris ticas genuinas del posmodernismo consiste en mostrarlo a la luz del con- opto de norma hegeménica de Iégica cultural dominante, Estoy muy lejos de pensar que toda la produccién cultural de nuestros dias es “posmodema” en el sentido amplio que confiero a este término; lo posmoderno es, a pesar de todo, el campo de fuerzas en el que han de ‘brirse paso impulsos culturales de muy diferentes especies...» (Pp. 20-1). ‘Rasgos constitutivos del posmodernismo: «Una nueva superficiali- ddad, que se encuentra prolongada tanto en la “teorfa” contemporainea como fen una nueva cultura de la imagen o el simulacro; el consiguiente debilita- ‘miento de la historicidad, tanto en nuestras relaciones con la historia of cial como en las nuevas formas de nuestra temporalidad privada, cuya ‘estructura “esquizofrénica” (en sentido lacaniano) determina nuevas mo- dalidades de relaciones sintacticas 0 sintagmiticas en las artes predominantemente teraporales; un subsuelo emocional totalmente nuevo *podriamos denominarlo: “intensidades"— que puede captarse més apro- piaamente acudiendo a las antiguas teorfas de lo sublime: las profundas Telaciones constititivas'de todo ello con una tecnologia que en si misma eprint ‘umsistema econémico mundial completamente original...» (Pp. MS)p ee or 6 — El juego de cosmovisiones es resumido ast por Roland Membreio: «Cosmovisién premoderna. Espacio: finito; tiempo: circular, sujeto: dio- ses; pensadores: Aristételes, Platén, Tomas de Aquino. »Cosmovisién moderna. Espacio: infinito; tiempo: lineal; sujet: his toria, clase, raza, Estado, partido; pensadores: Marx, Darwin, Newton. »Cosmovisién posmoderna. Espacio: finito (desintegrable); tiempo: Plural, circular pendula; sujet: movimientos sociales; pensadores ietzsche, Einstein, Foucault» (Recogido por Freddy Quezada Pastrén, 1992, pp. 51 y ss.) , » Quezada asin «Cortientemente, a qué se refiere posmodemidad? Aparte de la sensa- ci6n generalizada de estar viviendo un pertodo marcadamente diferente del pasado, el término, evidentemente, significa al menos algo de lo si- auiente: que hemos descubierto que nada puede saberse con certeza, dado que los anteriores “fundamentos” de la epistemologia han mostrado que no eran infalibles; que Ia historia esd desprovista de tcleologfa, por lo que ‘ninguna versién del “‘progreso” puede ser defendida convincentementes y ue se presenta una nueva agenda social y politica en la que tienen una importancia crecente las preocupaciones ecol6gicas y,quizés, en general, las de 10s nuevos movimientos sociales» (Giddens, 1990, p.52). Frente a losideales modemos de unidad, reconciliacién y armonta univer- sal (unificary reconciiar lo multiple), la posmodernidad magnifica la dis- persién y la desventralizacién, lo indeterminado y plural (Fraijé postula la armonizaci6n entre pluralismo y unidad} (Manuel Fraij6, 1993, p. 38) Grandes relatos (0 causas6 ideales). La modernidad: emancipacién, libertad, igualdad, justicia, fraternidad; la posmodemidad: desdibuja los {grandes relatos, no lucha contra casi nada, carece de convieciones firmes, da por perdidas las grandes causas por las que luché la modernidad; se vuelca en las pequefias causas, en lo fragmentario y episédico, en lo ins- tanténeo. Los nuevos relatos, si los hay, son fugaces y leves [él defiende la conciliacién entre los grandes relatos de la modernidad, sin su grandilo- cuencia, y los pequefios de la posmodernidadl] (p. 38). La posmodernidad renuncia a la busqueda de fundamentos (p. 39) «.. El movimiento de conjuncién posmoderna se puede caracterizar 4) le ausenciadefindamentosras aes comoun imaginaro socal ai cal —Yahvé, Alé, Brahman—), debido al acontecimiento hist6rico del desencantamiento que ha supuesto la “muerte del fundamento” como ga- rante de las cosmovisiones religioso-metafisicas y como centro ontoteol6gico y sentido de una filosofia de Ia historia que despliega su ‘gran marrativa (de la salvaci6n); y por consiguiente, por b) el fin de las ‘metanarrativas (tales como la dialéctica del espirita —Hege|—, el hacer de un sujeto revolucionario dentro de un proceso escatolégico-salvitico —Marx—, la creacién de riqueza, el progreso, etc.) Ante esta nucva si- tuacién de multiplicidad de discursos, valores, creencias, opiniones, no existe criterio o pretensidn de validez, sélo coexistencia de inconmensu- rables esquemas de accisn y esferas de saber, entre las cuales no es posi ble diferencias entre validez-plausibilidad y fuerza-dominio, entre “mun- do constitutive de significado” y violencia simbélica producida politico-administrativamente» (Beriain, 1990 B, p. 232). «La posmodemidad se podria caracterizar culturalmente como una at- msfera de pérdida de confianza.en la raz6n. Los motivos y lajustificacién de semejante pérdida pueden ser formulados tedricamente (Lyotard, ‘Vattimo), peto sobre todo son vividos difusamente por el “hombre de la calle”, especialmente por el joven. Esta atmésfera acaba produciendo un nuevo individuo, lo que constituye un dato relevante, con independencia de a discusién teGrica sobre si se trata en realidad de una etapa cultural diferente de la Modernidad, 0 no es sino una versin contemporénea de lo, que ya Hegel Ilam6 “la Modernidad insatisfecha”» (..). "Este nuevo individuo «desconfia de la razén y se abandona al desco. Politicae ideolégicamente desafectado, desconfia de las grandes palabras y las grandes historias (los metarrelatos, segtin la jerga de los teéricos posmodemnos), Incluso la Libertad (con maytiscula) escondetirantas coti- dianas: la libertad verdadera es la de cada momen(o; porque su tiempo es cl presente. El nuevo individu, voleado sobre una cultura heterdelita y descentrada, a lo que aspira esa ser seducido. Se individualizaa si mismo, no en virtud de principios interiores, sino en la manera en que elige, entre las miltiples posibilidades de un mundo plural, una imagen para si mismo. Se “es” en la medida en que se esté “conectado” no tanto a las personas, cuanto a las cosas. Sin embargo, ama las relaciones informales, donde se ‘manifiesta la vida y se tiene contacto con la experiencia. Par eso es tole- rante y sabe apreciar las diferencias. Desconfia de las grandes institucio- nes, que coartan su libertad concreta, y de los grandes grupos organiza- dos, que jerarquizan y someten. Es reticente, por lo mismo, a cualquier ‘lase de militancia» (Javier Martinez Cortés, 1993, pp. 1181-2) ‘g..Hablagio’ de posmodemo porque consideramos que, en algéin aspecto eseneial: la reodernidad ha eoncluido (p. 9). (..) No existe una historia tinica: existen imagenes def pasido propuestas desde diversos puntos de 69 = —_—— vista, y es ilusorio pensar que exista un punto de vista supre Criss ead nora leva consigo incl la ea de progres no hay un curso unitario de las vicisitudes humanas, no se podra sostencr au se avanza hacia in, ue eliza un pln de aoa de or, de Educaién deemanpacio (p11. (Junta final de eolonialismoy Imperialismo ha habido otto gran Factor decisivo para disolver la idea de historia y acabar con la modemidad, a saber, la ierupcién dela sociedad de la comunicacién (lasociedad transparent) (..) Lo que trato de defen- deres lo siguiente: 2) que en el nacimiento de una sociedad posmoderna ddesempefian un papel determinante los medios de comunicacién; b) ue es0s medios caracterizan aesta sociedad no como una sociedad mas oe parente”, mas consciente de si, més “ilustrada”, sino como una sociedad mas compleja, incluso castca,y, por iltimo, c) que precisamente en este relativo “caos” residen nuestras esperai 4 ae ae speranzas de emancipacién» (Gianni Referencias anteriores En Jos autores que se ha dado en llam: . a da ar posmodernos resuenan algunas deas de filgsafos anteriores, que en muchos aspectos quedan muy Tejos del horizonte intelectual posmoderno. a Schopenhauer critica la raz6n ilu: r raz6n ilustrada. Su El mundo como volt representactn (1819) poe en cueton a poiién preponderant acordada Pensamientocn a filosoia olden «..Esté perstuadido de que esas funciones sf ‘ones siquicas (pensamiento, concien- Gi) no representa, ca slain con I ealidad primate y absolut del ee en), mas que un aspecto secundario, un ailadi- emel oehent asl punto de vista predominant, cncinadoa suponer nt origen del mundo na superna inteligeneia, cuyo orden garantiza al empo gue funda los “valores” humanos>. Sostiene, por su parte, la pri macia del querer sobre la inteligencia (Femand-Lucien Mueller, 1970, p. 13). am che dese una tinea que va desde eran astra hash lismo contempordneo (que é1 mismo define como la impugnacién de val sentimientos y deseos), ° ona Elnihilismo es sconsecencia de a interpretacionhistrica del valor de a istencia».(..) Los valores supremos, a cuyo servicio consagraba la vida 704 elhombre, sobre todo cuando eran muy dificiles y costosos, estos valores Sociales s¢ erearon para su fortalecimiento y fueron considerados como tnandamientos de Dios, como “realidades”, como “verdaderos” mundos, Como esperanza y vida futuras. Hoy, cuando conocemos la mezquina pro- ‘cedencia de estos valores, el universo nos parece desvalorizado, “falto de sentido”...» (1887, pp. 19 y 20) «A nosotros, més que a cualesquiera otros hombres, nos ha sido concedi- ddo poder mirar en todas las direcciones: en ninguna parte se ve un limite Por eonsiguiente, tenemos la sensacién de una enorme amplitad, pero tam- bign de un enorme vacfo, y la inventiva de todos los hombres superiores consiste, en nuestro siglo, en superar esa espantosa sensacién de “desier- to". Lo contrario de esa sensacién es la embriaguez, en la que, por decirlo ‘asf, el mundo entero ha penetrado en nosotros, y nosotros sufrimos de la felicidad de una excesiva abundancia. Por consiguiente, nuestro siglo es demasiado fecundo en fa invencién de medios de embriaguez. Todos co- tnocemos laembriaguez. como misica, como ciegaexaltacidn y adoracin de hombres y acontecimientos singulares; conocemos la embriague7.de 10 trigico, 0 sea la crueldad a la vista de lo que perece, especialmente si 10 {que muerees lo més noble que hay; conocemos las especies mas modestas de embriague7, cl trabajo sin reflexion, el sacrficarse como instrumento de una ciencia o de un partido politico o de un partido financiero; cierto estipido fanatismo, un inevitable agitarse dentro de un pequefisimo eft- culo tiene ya fuerza para embriagar. Hay también cierta modestia que se hace excéntrica, y que a su vez hace sentir como agradable el sentimiento, mismo del vacio: un goce del vacfo eterno de todas las cosas, un misticis- tno de creer en nada y un sacrificarse a esa creencia. Y jqué ojos nos hemos creado como investigadores para todos los pequefios goces del onocimiento! ;Cémo registramos y, por decirlo asf, llevamos la cuenta de nuestros pequefios goces, de modo que casi sumando los muchos pe- Guefios goces podemos compensar aqucl vacio, aquella abundancia de Yacfo! ;Cémo hos engafiamos con esta manera astuta de sumar!> (1888, pp. 565-6). «Critica del hombre moderno. El hombre bueno, corrompido y seducido por malas instituciones (tiranos y sacerdotes); la razén erigida en autori- {bad la historia como superacion de errores; el porvenir come progreso: el Batado ésistiano (el Dios de los ejércitos”y el instinto sexual cristianiza- do (el matrimonio);et “reiriode la justicia” (“el culto ala humanidad”): 1a ‘libettad” : n ———_—u————rs — — a ———t—Sh ___Laacttud omintca de hombre modem: el hombre n pas (como vedere oar)! parti por los primis de bere: visa des istorigoesy ovis os ets del he esinterés" en el arte y en el conocimiento; et altrismo como forma engafiosa del egoismo (utlitarismo), el egoismo sentimental wea TO” $80] silo XVI Lo ie, pore ontario no se ha eredado de él: la “insouciance”, la despreccupacién,laclegancia, la sere- nid espa El empo” del xpi ha cambiad:el geen Tafinura nelectualy en a claridad ha cedido al goce por los ol wg ass por lead ce. Sensatamo en fo cena Ea una, es el siglo XVII de Rousseau» (1887, p. 42). Sobre Nietzsch in filosofia posmodema: Koelb,ed., 1990.” veuschey ia Dosercs dela modemided itstrade: Netschey Benjamin. Mersche as moderns que critie6: progreso, libertad, derechos i ri . ; i inane, compan ll aa sc Smeets la lerancia, el utiltarismo, Incivilizacién, la emancipaci6 ‘ laeducacién popular, la sociologia tes La modernidad se basa en conviecion. : en convieciones fuertes que propician el fa- i Lope Za cin, No nine terminos tales came objid, son, iad personal ei Mtn, Apa ‘modernism. Valedor de lo fugaz, lo fragmentario, lo epis6 lo optativo, o circunstancial. Desconfi6 de | temas’ easy , ci 6 de los gran leopatve, lo cieunsane je los grandes sistemas, ideales y Benjamin, Fustigact pro gal progreso a cualquier precio, cuya meta no es la bumanids La moderna espe ngle pose, y crest os soc, Se hace, obevendr i cats $e alza contra el consumismo 5 ‘el consumismo la vorégine del mundo modern compafera de la raz6n técnica. Le enfrenta lo sencillo lo genuino, lo n0 contain, ara dea cosas, experieneia : fay que mantener vivo el recuerdo; lo contrario em lo contrario empobrece y pro- Jas victimas, alos fracasados, alos venci 6 Sale os, alos vencidos (Manuel Fraj6, 1993, Nietasche y Heidegger. El anuncio del nihilismo por el primero y la critica, del humans del segundo son momentos “postos” pa ttucign lose, y no s6o sntomas J denuneias tela docadencia.» (Gianni Vattimo, 1985, p. 9) , sete deeadenci “Desde el punto de vista de Nietesche y Heidegger (que podemos cconsiderar comin a pesar de no pocas diferencias), la modemnidad se pe ceestegetesizar, en efecto, como un fenémeno dominado por Ia idea det pensamiento entendida como una progresiva “luminaci¢ que 8 desa- pepe Ta base de un proceso cada vez. mis pleno de apropiscién ¥ rcapropiai6n de ls Tundamentos”loscuales amaenudo se conciben £0) Toe “origenes”, de suerte que las revoluciones de la historia occidental, tedricas y précticas, se presentan por lo comin como “recuperaciones”, vepacimientos, retomos. La idea de “superaci6n”, que tanta importance Tene on toda lafilosoffa modema, concibe el curso del pensamiento come sa cievollo progresivo en el que fo nuevo se identifica con 10 valioso ddado que significa recuperaci6n y reapropiacién de fundamento OBC Pero precisamente la nocién de fundamento, y det pensamiento Co, via sreeetcoal fundamento,cs puesta radicalment en tlade juico por NES he y por Heidegger. De esta manera ambos se encuentran, Por Wt lado, cee ryacién de tener que tomar distancia erticamente respecto 2] Pn canionto occidental en cuanto pensamiento del fundamento, pero, Pot sar os no pueden criticar ese pensamiento en nombee de otro funds. eee aia verdadero. ¥ es en esto en To que, con razén, ambos pueden vor considerados los filésofos de la posmodernidad» (P. 10) La concepcién del ser humane racional y libre propia de a Husiraciet es puesta en euestion por el sicoandlisis y por la emotogia I pameto destaca Gr peso de lo inconscientc; el estudio de fos mitos por la etnologia pone de Felfeve en el siglo XX su papel como fuerza inconsciente. Rieter 5 Bernstein, 1988, p. 20). Sobre Weber y la modemidad: Dandekes, 1990; Munch, 1988; Owen, 1994; Ray y Reed, eds., 1994; Turer, Desencanto del mundo, «En el periodo de modemmidad tarda en e! que vivitmos, el sistema cultural de nuestras sociedad, stuadas bajo "9 y- flueneia de espectfico modelo de racionalizacién socio cultural ooeider~ tal, presenta una constelaion de significaciones morales, técnica. po' cas, teligiosas y artistas, que est influenciada por el proceso histrico-social denominado por Max Weber “desencantamiento del mut, do” (Enuzeuberung der Wet), y por Friedrich Nietrsche “el erepisculo de ios dioses” (Goiterdimmerung). Este acontecimiento significa un Jos cognoscitive de carécter provedimental-arquetipico a través del eval los Timitesofronteras de lo que puede ser amado “racionaVirracions!” son Gefinidos de una manera nueva. Ambos autores, tanto Nietzsce como ‘Weber, observan que este desencantamiento de Jas imagenes del mundo supone la culminacion de un proceso de desmitologizacién 0 de antonomizacién de las reeneias y sentimientos colecivos en relacién 9 tefera de “lo sagrado”, como esfera de trascendencia primordial» (Jose Beriain, 1990 A, p. 131). La Escuela de Francfort. «Bl eee ie en ep esion, ‘ado por el capitalismo, habia concluido cn la reificacién y la represi Eder ecologic de ls sociedad ademas haba posit un ejercicio de la razén que caminaba en sentido opsesto : ae insttados. Ag parece cumplirse consecveniamxima de a coofusin ‘entre Modernidad y modernizacién, su indisoluble unidad haciauna a go futuro represor del individuo. En cuanto que la semilla fel pr ae ‘encuentra en el seno mismo de la estructura de larazén, ésta, oes ica interna idenificadora tendea reduces a formal instrumental, configu rando en su plasmaci6n social un campo del dominio a stiminacis ne sujeto auténomo. Solo, como afirma Adorno en su Dialéctica negativa ¥ mas adelante en s Teoria esta, si el pensamiento se volviera conta st mismo, podria lograrse la reconciliacién, un tipo eel eee ‘no-reificado. que no‘anulara lo particular, 1o otro, lo no-idéntico, > se daen la verdadera obrade arte de vanguardia. 15 Esta vision perversa de larazn va aemb: i oc razén va aembargar casi toda la filosofia de los alos essen etna. Se habia inciado col "sospecta” de su ‘onomia (Freud, Marx, Nietzsche), pero en el mismo momento en se geri ceonens restraint erversa en sum, toda Ia tarea intelectual consiste en buscar 3 ste en buscar atajos, sali das, desde It prctcaraconal al malic toalizante de eos ‘usta aareaas agraria, colégeas, premodern; a visi dela historia del pensariento como una lucha entee lo mismo y loot a apoogta de los mérgene. a cltras mortars, lolocal 1 efeente las formas no tacionals; elude: lsttica frente a la toof...fueron los temas he >A tal callej6n sin salida pued in salida puede levarnos, y de hecho nos leva, el sane apc ean ca es Maria Rodrfguez Magda, 1989, pp. 104-5) es «Es algo caracteristico de l 6 la generacién més antigua de I ie Frankf oponer la racinslidadinstumentl ala idea de unt soon ‘maneipadoradinémica que Hegel denoming Vern.) Pro laapele- fignala Vern larez6n que se actualiza dingmicamente através dela stores hizo menes y menos convincente la uz do ls eaastefics ent igio lomo, en sus diltimos escritos, oscila en- ten deseserant pesimismo clara donde in orc con en Gin emancipadors no constituye ya una posiblidad histérca real, y la cgperanzt de que exisia ain ua nueva exética de fa recociliacion» Richard Berns 1988, p. 22). Ver Max Horkheimer y Theodor W. 700, Fr. las objeciones de Richard Rorty, 1986+ 76); Andrew Benjamin (ed.), 1991. cea eenea _ Foucault se alza contra la filosofia de Ia historia basada en comida ata do superar alteration dona ik ster, 1989, y A. Guede7, 1972, pp. 70,71, 73). : “Bnistehung designa mis bien la emergencia,e! punto de surgimiento. Bs elprincipio y la ley singular de una aparicién. [gual que uno tiende dem: siado a menudo a buscar la procedeneia en una continuidad sin interup- cin, tambien sera equivocal expicar la emergenciaporel i terra no. (..) Situando el presente en el origen, la metafisica hace creer en el ‘oscuro trabajo de un destino que trataria de abrirse camino desde el pri- ‘mer momento (Foucault, 1988, pp. 33-4). (..) : 6 4 »Todo en lo que uno se apoya para volverse hacia la historia y com- prenderlaen su totalidad, todo lo que permite retrazarla como un paciente fen movimiento continuo, todo eso hay que romperlo sistemsticamente. (..) Lahistoria serd “efectiva” en la medida en que introduzca lo disconti- uo en nuestro mismo ser. Divida nuestros sentimientos; dramatice nues- {os instintos; multiplique nuestro cuerpo y lo oponga.a sf mismo. No deje nada sobre si que tenga la estabilidad tranquilizadora de la vida de la natu- raleza, nise deje llevar por ninguna muda obstinacién hacia un final mile- nario» (47). Preconiza una inversién de «la relacién establecida de ordinario en- tre la irrupcién de! acontecimiento y la necesidad continua. Hay toda una tradicién de la historia (teolégica 6 racionalista) que tiende a disolver el acontecimiento singular en una continuidad ideal.» (48) Jean-Frangois Lyotard y los grandes relatos ««Para Lyotard (..) la Modernidad viene caractesizada por los grands récits legitimadores, la idea unitaria, el proyecto, la historia, la emancipacién, Ja razén... conjunto narrative que hoy ha “devenido” insostenible» (Ross Maria Rodriguez Magda, 1989, p. 108). Durante mucho tiempo, entiende Lyotard, los grandes relatos shan serv do para legitirnar las distintas instancias de la sociedad: atistica, cient a, elc., (pero) ha llegado el momento —por parte de los filésofos— de ‘abandonar tal pretenciosidad y dedicarse con humildad ala busqueda pa- ciente de sus propias reglas, luchando contra los intentos de homogeneizacién y contra las ilusiones por unificarlo todo en un nuevo sgrand récit» (Urdanibia, 1983, pp. 195-6). «.cLa sociedad y la cultura contemporaneas, en cuanto sociedad “postindustrial” y cultura “posmoderna', respectivamente, son definidas como aquellas en las que la cuestin de fa legitimicad se plantea de un ‘modo nuevo. Esto es, més alld de los grandes relatos (0 metarrelatos) legitimadores —sea cual fuere el modo de unificacién con el que opera- ‘ban del pasado. Lyotard reconstruye este proceso de auge y decadencia de los grandes relatos (..). En las sociedades pre-modemas la funcién legitimadora —cohesionadora y unificante— correspondia a metarrelatos de orden mitico 0 religioso. A partic de la Modernidad, y tras la universal » gadién de Ta compulsign fandamentalista —o justificacionista— propia de la ciencia‘natural exacta, toma cuerpo un nuevo paradigma de legitima- 7 78 cig dl saber y de su alveolo social egitimacin por yen orden aun scr dracon; en ete sentido, dacvtpo, pra Lota, Yes wehiculo de una azn “oalizadora’, méscara visible del desco de imide cin, de armonia universal...» Jacobo Musioz, 1989, scien choca prs propia natraleza con fs elses. Cane reso desu propios teri, la mayor pare de os estan ser abuse, sino sas enone glares les y busca lo verdadero debe ; sus reglas del juego. Es entonces cuando surge un discurso de legitimacin de su propia condicién, que se ha llamado filosofia. Cuando este metarrazonamiento recurre explicitamente a tal 0 cual gran relat ‘como la dialéctica del Espiritu, a hermenéutica del sentido, [a eames ac de un sujetorazonador o abajadore desarollo de lariqueza, se decide llamar “toderna” a fa ciencia la que hace referencia para legitimarse. (..) ..Legitimando el saber por un metarelato, que impli tna filosofia dela historia, se llega a poner en cuestiGn la validez de los insttciones que igen os aos seis ells piden tambien sr leg das, La juno se encuentra af referida aun gran relato al igual que la »Simplificando al méximo, se considera “posmoderna” la incredt] fs clenvias, peo exe progres a su vera prsupone. Al delve de dis posiivomstanarativo de legtmacién comesponde a cri dea ilsoa Itasca y Inde In insttucin unversitara que depend de ells, La fencGn nav pede suscimientos el gan hoe fs grande pigs, los grandes periplos y el gran fin. Se dispersa en nubes de elementos iomaticos narrativos, y también denotadores, prescripivos, descripti- Vos, et, cada uno de los cuales lleva consigo valencias pragesticas vos te a pragmaticas sui Asi, la sociedad que viene tiene menos que ver con laa i penton an es si cstctrliom yt teaiade sees) mas con un pragmati culas ling 4 mis con un raga de pats ings. Hay micho de jue seca esis de quienes decider en materia deja dad cientifica reside en optimizar los éxitos del steele deci aon fiddle eso sed pene.) Mele 9 desape La condicién posmodema es sin embargo ajena al desencanto, al igual que a la positividad ciega de la deslegitimacién. ;Dénde puede resi- dirla legitimacién después de los metarrelatos? El criterio de operatividad ts tecnol6gico; no es pertinente pare enjuiciar Io verdadero y lo justo» (Lyotard, 1979, pp. 9 y ss.) ««..Los datos del problema de la legitimacién del saber no estan suficiente- ‘mente despejacios para nuestro prop6sito. El recurso a los grandes relatos festa excluido; no se podrfa recurrir, pues, ni ala dialéctica del Espiritu ni tampoco a la emancipacién de la humanidad para dar validez al discurso Cientfico pasmodemo. Pero (... el Spequerio relato” se manticne como la forma por excelencia que toma la invencién imaginativa, y, desde luego. la ciencia. Por otra parte, el principio del consenso como criterio de valida ‘ign parece también suficiente. O bien es el acuerdo de los hombres, en tanto que inteligencias con capacidad para conocer y voluntades libres, obtenido por medio del didlogo. Es en esta forma como se encuentra telaborado por Habermas. Pero esta concepcién reposa sobre la validez del relato de la emancipacién...» (1979, p- 109). Lamoderidad «ha intentado producir una cosa que podemos llamar “gran relato™, que se encuentra ya sea en el relato de la emancipacién, a partir de Ja Revolucion francesa, ya sea en [a idea de la realizacién del espiritu, nel pensarniento alemn. Existe también el elato de lariqueza, el de laecono- tnia politica del capitalismo, Todas estas concepciones han sido reorgani- ‘adas y reforzadas por el relato del marxismo, que ha ocupado la escena filoséfica y politica de Europa y del mundo durante todo un siglo. ‘Mi hipétesis de trabajo es que para tna gran parte de las socieda~ des contempordneas estos relatos ya no tienen eredibilidad y no bastan para asegurar un 1220 politico, social y cultural, como pretendfan. Esta whos en una situacidn en la que ya no tenemos mucha confianza en esos relatos, Hemos de afrontar el problema del sentido sin que sea ya posible responder por medio de la esperanza en la emancipacién de la humanidad, como hizo la escuela de las Luces, 0 del Espiritu, como en el idealismo ‘alemén: tampoco nos podemos servir de Ia préctica del Proletariado, que hhabrfa de llegar a la constituci6n de una sociedad transparente. Incluso el capitalismo, con el enfoque liberal o neoliberal, me parece dificilmente crefble, lo que no quiere decir que esté acabado ni mucho menos; pero _significa que yao sabe como legtimarse. La vieja legitimaci6n, “todos se ‘eniiquéceriiin, Va no tiene crédito” (1981, pp. 69-70) . ~ 80 «E] problema que gravita sobre todos fos demas, incluido el del Estado contemporaneo, es el del capital >EI capitalismo es uno de los nombres de la modemnidad. (..) El romanticism literario ha crefdo luchar contra esta interpretacién realista, burguesa, de tenderos, que ve la voluntad como entiquecimiento infinito. Pero el capitalismo ha sabido subordinar el deseo infinito de saber que anima a las ciencias y someterlo a su propio crterio técnico: laregla de la rentabilidad que exige Ia optimizacién sin fin de la relacién entre gastos y resultados» (1983 B, p. 76). «El pensamiento y la accidn de los siglos XIX y XX estén regidos por una [dca (entiendo Idea en el sentido Kantiano del término). Esta Idea es la de ‘emancipacién y se argumenta de distintos modos segtin eso que llamamos. las filosofias de la historia, los grandes relatos bajo los cuales intentamos ordenar la infinidad de acontecimientos: relato cristiano de la redencién por medio del amor de Ia falta cometida por Adin, relato aufklcrer de la ‘emancipacién de la ignorancia y de la servidumbre por medio del conoci- rmiento y el igualitarismo, relato especulativo de la realizacién de la Idea universal por la dialéetica de lo concreto, relato marxista de la emancipa- cién de la explotacién y de la alienacién por la socializacién del trabajo, relato capitalista de a emancipacidn de la pobreza por el desarrollo tecnoindustrial. Entre todos estos relatos hay materia de litigio, e inclusi- ve, materia de diferencia. Pero todos ellos sitian los datos que aportan los acontecimientos en el curso de una historia cuyo término, aun cuando ya no quepa esperarlo, se Ilama libertad universal, absolucién de toda la hu- ‘manidad» (Lyotard, 1986, p. 36) «Los “metarrelatos” a los que se refiere La condicién posmoderna son aquellos que han marcado la modemnidad: emancipacién progresiva de la raz6n y de la libertad, emancipacién progresiva 0 eatastrbfica del trabajo (fuente de valor alienado en el capitalismo), enriquecimiento de toda la hhumanidad a través de la tecnociencia capitalista, e incluso, si se cuenta al ccristianismo dentro de la modernidad (opuesto, por lo tanto, al clasicismo antiguo), salvacién de las criaturas por medio de la conversin de las al- mas por la via del relato cristiano del amor mértit. La filosofia de Hegel {otaliza todos estos relatos y, en este sentido, concentra en si misma Ta modemidad especulativa. »Estos relatos no son mitos en el sentido de fabilas (incluso el rela- to cristiano). Es cierto que, igual que los mitos, st finalidad es legitimar las instituciones y las practicas sociales y politicas, las legistaciones, las éticas, las maneras de pensar. Pero, a diferencia de los mitos, estos relatos 1no buscan la referida legitimidad en un acto originario fandacional, sino en un futuro que se ha de producir, es decir, en una Idea que ha de realizarse, Esta idea (de libertad, de “luz”, de socialismo, etc.) posee un valor legiti- ‘mador porque es universal. Como tal, orienta todas las realidades huma- nas, da ala modernidad su modo caracteristico: el proyecto, ese proyecto «que Habermas considera ain inacabado y que debe ser retomado, renovado. »Mi argumento es que el proyecto modemo (de realizacién de la universalidad) no ha sido abandonado ni olvidado, sino destruido, “liqui- dado”...» (1986, pp. 29-30). (..) Los grandes relatos de legitimacién han perdido credibilidad, «Esto no quiere decir que ningtin relato puede ser crefble. Por metarrelato 0 gran relato entiendo precisamente las narraciones que tienen funcién Icgitimadora. Su decadencia no impide que existan miles de historias, pe- queiias 0 no tan pequefias, que continiien tramando el tejido de la vida cotidiana» (P.31). < (Lyotard, 1983 B, p. 79) Lyotard defiende que: «Es el mantenimiento de las inconmensurabilidades existentes entre los diferentes juegos de lenguaje lo que se ha de preser- % var, resultando intolerables dos tipos de posturas: por una parte, aquella de quienes lo que buscan es unificar, buscando el consenso entre las dife- rentes partes (y las criticas van fundamentalmente dirigidas a Habermas y hacia los “sistemistas”) cuando la misma ciencia viene mostrando que ‘en vez del consenso en nuestra época es el disenso quien tiene la fuerza legitimadora: por medio de las paradojas y las paralogias—; y, por otra parte, se han de desterrar las posturas que no respetan la heterogeneidad de los diferentes “juegos de lenguaje” y hacen uso del terror. (..) ‘»Dos son las esenciales regias que se han de respetar: por un lado, defender la heterogeneidad entre géneros de frases; y, por otto lado, el no recurso al terror. La tradicién occidental desde PlatSn ha introducido una confusin de razones al imponer que el discurso de verdad dirija a los discursos de lo justo y lo bello; Marx ha mantenido tal postura déndole raices mas hondas si cabe.... El trabajo ha de ir dirigido a evitar el monopo- lio de la raz6n y dar paso a las razones...» (Urdanibia, 1993, p. 189). Crisis de fundamentos «Para Vattimo, la Modernidad esté dominada por la idea de la historia del pensamiento como “‘progresiva illuminazione”, lo que implica un constan- te retorno a nociones como “origen”, “‘superacién’”, “fundamento”... ¥ una lectura metafisica; lo que caracteriza a la filosoffa del XVI y XIX. seria la “negazione di strutture stabli dell’essere, alle quali il pensiero »1.no lo que Saussure denomina las diferencias en el sistema de Ta lengua, sino la diferencialidad o el ser diferente de esas diferencias, su “creacidn”, la “fuerza” que conservael sistema agrupado en su dispersion, su mantenimiento; »2. lademora o el retraso que hace que el sentido siempre se antici- [pe 0 se restablezca posteriormente; por ejemplo en Ia estructura de la frase, extendida hacia un final que organiza los elementos de manera re- trospectiva; pero también en la estructura de un libro, de una obra, de una vyida 0 de una tradicién, donde todo elemento presente (que no es nunca, por tanto, verdaderamente elemental ni presente) se extiende 0 abre entre ‘un “pasado” y un “futuro” que, porsu parte, tampoco estarn nunca presentes (y que, por consiguiente, no son verdaderamente pasado ni futuro) (..). »3. la posibilidad de toda distincién conceptual, por ejemplo la que yannos hemos planteado entre lo sensible y lo ineligible, y que debe presu- poner nuestro primer sentido en la medida en que se considere establecida ¥y nuestro segundo sentido para establecerse» (Bennington, 1991, p. 92-4). En Lyotard (1983 A) se trata de le différend. «...EI castellano “diferencia” no recoge en absoluto la carga semdntica del neologismo “différend”. Un différend es, en efecto —a distancia del mero y resoluble litigio—, un caso de conflicto entre cuanto menos dos partes cuya resolucién equitati- vya.se revela como imposible por ausencia de una regla susceptible de ser Aplicada a las dos argumiéntaciones enfrentadas. Y que, en consecuencia, remite auna inconmensurabjlidad radical en el orden de! lenguaje y de las 8s reglas de razonamiento que siempre hace injusticia —no menos radical- ‘menie— a una de las partes enfrentadas. Serfa, pues, preferible aqui Ia literalidad de la vor, “diferendo”, a pesar de todo...» Jacobo Musioz, 1989, p. 58). En palabras de Lyotard: «..Un différend es un caso de conflicto entre dos partes (al menos) que no puede ser zanjado cquitativamente @ falta de una regla de juicio aplicable a las dos argumentaciones. Que una decllas sea legitima no implica que la otra no lo sea» (Lyotard, 1983 A, p. 9). «Bl diferendo es el estado inestable y el instante del lenguaje en el que tuna cosa que debe ser verbalizada no puede serlo todavia. Este estado comporta el silencio, que es una frase negativa, pero invoca a unas frases que son posibles en principio» ({dem, p. 29). Liberacién de las diversidades «Una vez desaparccida la idea de una racionalidad central de tahistoria, el ‘mundo de la.comunicacién generalizada estalla como una multiplicidad de racionalidades “locales” —minorias étnicas, sexuales, religiosas, cultura- les o estéticas (como los punk, por ejemplo}—, que toman la palabra y dejan finalmente de ser acallados y reprimidos por la idea de que s6lo existe una forma de humanidad verdadera digna de realizarse, con menos- cabo de todas las particularidades, de todas las individualidades limitadas, cfimeras, contingentes. Dicho sea de paso, este proceso de liberacién de las diferencias no es necesariamente el abandono de toda regla, la manifes- tacién irracional de la espontaneidad: también los dialectos tienen una gra- ‘matica y una sintaxis; més atin, no descubren la propia gramética hasta que adquieren dignidad y visibilidad. La liberacién de las diversidades es tun acto por el cual éstas “toman Ja palabra”, se presentan, es decir, se “ponen en forma” de manera que pueden hacerse reconocer; algo total- mente distinto de una manifestacién irracional de la espontaneidad. El efecto emancipador de la liberacidn de las racionalidades loca- les no es solamente, sin embargo, el de garantizar a cada cual una posibi- lidad més completa de reconocimiento y de “autenticidad”, como si la autenticidad consistiera en que cada cual manifestara finalmente Jo que es “de verdad” (en términos todavia metafisicos, spinozianos): negro, mujer, homosexual, protestante, etc. La causa emancipadora de la liberaci6n de las diferencias y de los “dialectos” consiste mas bien en el compendioso efecto dedesarraigo que acompafa al primer efecto de identificacién. Si, afin de cuentas, hablo mi dialecto en un mundo de dialectos, seré también consciente de que no es la tinica lengua sino cabalmente un dialecto més, entre otros muchos. Si profeso mi sistema de valores —teligiosos, estéti- cos, politicos, éinicos— en este mundo de cutturas plurales, tendré tam- ign una conciencia aguda de la historicidad, contingencia, limitacién de todos estos sistemas» (G. Vattimo, 1990, pp. 17-8). «...Nadie habla todas esas lenguas, carecen de metalenguaje universal, el proyecto del sistema-sujeto es un fracaso, el de la emancipaci6n no tiene hada que ver con la ciencia, se ha hundido en el positivismo de tal 0 cual conocimiento particular, los savants se han convertido en cientificos, las tareas de investigacién desmultiplicadas se convierten en tareas divididas cn parcelas que nadie domina: y, por su parte la filosofia especulativa 0 hhumanista s6lo anula sus funciones de legitimacién, lo que explica lacrisis, {que sufte alli donde pretende asumirlas todavfa, o reduccién al estudio de logicas o historias de las ideas alli donde ha desistido por realismo» (Lyotard, 1979, pp. 77-8) Lo posmoderno «implica eludic todos los compromisos que hubo en la modernidad, sin propuestas para el futuro y con leves alusiones irdnicas al pasado. Algunos autores habfan venido ya preparando la conciencia de esta situacisn desde su arranque, asi Jean-Frangois Lyotard, autor de La posmodernidad explicada a los niftos. y Le différend (no “diferencia”, sino “situacién sin referencia comtin”), como desintegraciéa del lenguaje ‘moderno. También Jean Baudrillard habia analizado la situacién desde una perspectiva menos formalista, Mientras tanto, sobre todo fuera de Francia, otros hermeneutas més conservadores y sesudos quicren mante- ner la confianza en una unidad diltima de lenguajes y referencias...» (José Marfa Valverde, 1990, pp. 332-3). La muerte del sujeto «..Al derrumbar el cosmos ordenado teo-teleol6gicamente, la Moderni- dad pone en marcha una secularizacién tan radical que conduce a la pues- taeen crisis del sujeto “racional” (el Yo, el Estado, la clase, etc.), que ella ‘misma propone como subrogacién de Dios para garantizar la circulacién de discursos y practicas» (Jorge B. Dotti, 1994, p. 73). «..La degradacién del sujeto de algo constituyente a algo constituido fue fundamental para el curso postestructuralista» (Callinicos, 1989, p. 150). «Si el sujeto que daba sentido al mundo con la simple posibilidad de sus « pensamientos es una jlusibn, tal como lo es el sujeto préctico que se con- sidera él autor completo de'sus acciones, es necesario concebir el propio de manera completarhente nueva. (..) El sujeto tradicional debe 7 ser degradado o circunscrito de director de pensamientos a teatro de los hechos. Si puede hablarse de un sujeto, es s6lo como lugar en el que vie- nen aconverger los hechos més dispares, las ramificaciones imprevisibles de estos hechos...» (Aldo G. Gargani, 1992, p. 19). Vattimo hace referencia a «las dificultades que strgen cuando, al querer poneren discusién la metafisica, se sigue hablando su propio lenguaje, por ejemplo mediante la adopeisn de la “ficcidn” de un sujeto universal como elnosotros del enunciado filos6fico tradicional, no es a forma de obtener tuna garantia de validez, de precisi6n l6gica, de veracidad, de aquelias con- clusiones alas que se quiere arribar, cuidando de que estén “Fundados” Ios pasos iniciales, de los que dependers todo el resto» (Vattimo, 1992, p. 65). <.Me gustarfa saber si la filosofia del sujeto que Habermas opone a Luhmann, una filosofia explicitamente contrafactual pero que sigue sien- do una filosofia del sujeto, de un sujeto que debe constiturse colectiva- mente como consenso, no es también mas que una ideologia» (Lyotard, 1989, pp. 279-80) Llegamos a uno de los «temas que ha puesto de moda la teorfa contempo- nea —el de la “muerte” del sujeto como tal 0, lo que es lo mismo, el fin de la ménada, del ego o del individuo aut6nomo burgués— y ala insisten- cia, consustancial a estos temas, en el descentramiento de la psyché o del sujeto anteriormente centrado, ya Sea como un nuevo ideal moral o como deseripcién empirica» (Jameson, 1984, p. 37) El pensamiento débit Lo que tienen en comiin los autores que Vattimo y Rovatti asocian a lo ue llaman pensamiento débil: «a todos conocen las peroratasitaianas en tomo a la crisis de la raz6n, con sus intentos de restaurar —aunque s6lo sea en el interior de los distintos “juegos” y Ambitos— la vigencia de la raz6n clasica, 0 con el nostilgico propésito de reconstruir una razén glo- bal, lade la nueva sociedad “revolucionaria”, legitimada por el hecho de ser capaz de incluir lo que Ia raz6n tradicional habfa excluido; b) también han analizado la multitud de versiones del postestructuralismo francés, desde los rizomas de Deleuze hasta la microfisica de Foucault, y ©) consi- deran que tanto unas como otras conservan todavfa una excesiva carga de nostalgia respecto ala metafisica y no llevan realmente hasta sus dtimas consecuencias ni la experiencia del olvido de ser ni ta de la “muerte de 8 Dios”, anunciadas en nuestra cultura por Heidegger y Nietzsche» (Gianni Vattimo y Pier Aldo Rovatti, eds., 1983, pp. 13-4) Aspectos del pensamiento débil: «a) Es preciso tomarse en serio el descu- brimiento de Nietzsche, y quizd también de Marx, que establece un nexo entre la evidencia metafisica (y, por tanto entre la vigencia del fundamen- to) y las relaciones de dominio, dentro y fuera del sujeto. vb) Sin embargo, este hallazgo no debe conducirnos hasta una filo- sofia de la emancipacién, que utiliza como métodos el desenmascaramien- toy la desmitificacién, sino que, en la medida en que provoca una disten- sin y disminuye la angustia metafisica, ha de hacernos mirar de una forma ‘nueva y més amistosa todo ef mundo de las apariencias, de los procesos discursivos y de las “formas simbélicas”, ¥ a verlos como el mbito de una posible experiencia del ser. »c) Y esto, no animados por el espiritu de una “glorificacién de los simulacros” (Deleuze) —pues entonces acabarfamos por conferirles el mis- ‘mo peso que tenia el ontos on metafisico—, sino moviéndonos en la direc- cién de un pensamiento capaz-de articularse (y, en consccuencia, de razo- nat) amedia luz, de acuerdo con uno de los posibles sentidos de la Lichtung de Heidegger. od) Por fin, la problemética identificaci6n entre ser y pensar, que la hermenéutica toma de Heidegger, no ha de concebirse como un medio para encontrar de nuevo el ser originario y verdadero que la metafisica ha olvidado al transformarse en cientifismo y tecnologia, sino como una via para volver a hallar el ser entendido como huella, como recuerdo: un ser consumido y debilitado...y s6lo porello digno de atencino (idem, pp. 14-5). ‘Que no sea entendida la debilidad del pensamiento «como una abdicacion hist6rico-cultural, como una apologia indirecta del orden imperante en estos momentos, en los que la direcci6n de la historia parece estar confia- daa factores bastante distintos de la meditaci6n filosofica» ({dem, p. 15). «..Laracionalidad debe debilitarse en su mismo nticleo, debe ceder terre- ‘no, sin temor a retroceder hacia la supuesta zona de sombras, sin quedarse paralizada por haber perdido el punto de referencia luminoso, nico y ‘stable, que un dia le confiriera Descartes». (..) Pensamiento débil no es “4a sigla emblematica de una nueva filosofia”: es “una manera de hablar proyisional (.) gue sefala un camino, una direccién posible: un sendero que se Sépdra tel que sigue ld raz6n-dominio —traducida y camuflada de _mnil mod6s distintos—, pero sabiendo al mismo tiempo que un adiés defi- nitivo esa raz6n es absolitamente imposible» (jdem. p. 16). : 9 90) Tres caracteres del pensamiento de la posmodernidad, «a) Un pensa- mmiento de la fruicin.(..) ..La ontologéa hermenéutica implica una ética que se podrfa definir como una ética de los bienes en oposicién aunaética de los imperativos: entiendo estos dos términos en el sentido que tienen en aética de Schleiermacher, que precisamente fue uno de los primeros te6- ricos de ta hermenéutica. La rememoraci6n 0, més bien, la fruicién (el revivir), también entendida en el sentido “estético”, de las formas espiri- tuales del pasado no tiene la funcién de preparar alguna otra cosa, sino que tiene un efecto emancipador en sf misma. Tal vez, a partir de aqui, una ética posmoderna podria oponerse a las éticas, atin metafisicas, del “desa- rrollo”, del crecimiento, de lo novum como valor titimo. »b) Un pensamiento de la contaminacién, (...) Se tratarfa de no en- derezar ya la empresa hermenéutica s6lo hacia el pasado y sus mensajes ino de ejercerla también en los miltiples contenidos del saber contempo- réneo, desde la ciencia y la técnica a las artes y aese “saber” que se expre- saen los mass-media, para reconducirlos de nuevo a una unidad, Ia cual, tomada en esta multiplicidad de dimensiones, va no tendria nada de esa unidad del sistema filos6fico dogmitico y ni siquiera los caracteres fuertes de la verdad metafisica; se tratarfa, antes bien, de un saber explicitamente residual que tendria muchos de los caracteres de la “divulgaci6n” (con la filosofta, no como fundamento de las ciencias, sino como conclusién de Jas ciencias); serfa pues un saber que se colocaria en el nivel de una verdad “débil”, cuya debilidad podria referirse a la ambigtiedad de velar y descu- brir que es propia de la Lichung heideggeriana, »c) Un pensamiento del Ge-Stell. Nietzsche ya habia relacionado la experiencia de la muerte de Dios —es decir, del cardcter explicitamente superfluo de todo fundamento—con la nueva situacién de relativa segu- ridad que habfa alcanzado la existencia individual y social en virtud de la ‘organizacién social y del desarrollo técnico. (..) Se tratard de descubrir y preparar a manifestacién de las chances ultrametafisicas y postmetafisicas de la tecnologia mundial. (..) El hombre y el ser entran en un dmbito shwvingend, oscilante, que a mi juicio, se debe imaginar como el mundo de una realidad “aligerada”, hecha més ligera por estar menos netamente di- Vidida entre lo verdadero y la ficci6n, fa informacién, la imagen: el mundo de la mediatizacién total de nuestra experiencia, en el cual ya nos encon- tramos en gran medida. Bs as{ como la ontologia se hace efectivamente hhermenéutica y como los conceptos metafisicos de sujeto y abjeto y tam- bign de realidad y de verdad-fundamento pierden peso. Creo que én esta situacién se debe hablar de una “ontologia débil” como la Gnica posibili- dad de salir de la metafisica por el camino de una aceptacién-convalecen- cia-distorsién que ya nada tiene de superacién modernidad. Podria ser que en esto consista, para el pensamiento posmodemo, lachance de un nuevo, débilmente nuevo, comienzo» (Gianni Vattimo, 1985, pp. 155-159). Richard Rorty «..La distincién entre lo racional y lo itracional es menos stil de lo que parecié ser alguna vez. Cuando se advierte que, tanto para la comunidad ‘como para el individuo, el progreso es cuestidn del uso de palabras nuevas y. asimismo, de argumentar a parti de premisas formuladas con palabras Viejas, caemos en la cuenta de que el Iéxico que giraen torno de nociones. como “racional”, “criterias”, “argumento”, “fundamento” y “absoluto” ‘no es apto para describir la relacién entre lo viejo y lo nuevo. ‘(u.) Davidson observa que, una ve7. que hemos renunciado a la noci6n de “criterios absolutos de racionalidad” y utilizamos el témino “racional” para dar a entender algo asf como “coherencia interna”, enton- ces, si no limitarnos el alcance de la aplicacién de ese término, nos vere- ‘mos forzados a llamar “ittacionales” a muchas cosas que deseamos elo- ‘giar> (Rorty, 1986-7, pp. 67-8; a esta misma obra corresponden todos los fragmentos que vienen a continuaci6n). Rorty aspira a una cultura no sélo posrreligiosa sino también postmetafisica. Es contrario al «intento de reunir todos los aspectos de nuestra vida en una visin tinica, de describirlos mediante un Gnico léxico». Postula una «cultura historicista y nominalista» que se formarfa «con narraciones que conecten el presente con el pasado, por una parte, y. por otra parte, con utopias futuras. Y, Toque es mas importante, considera la realizaci6n de utopias, y la claboracién de “utopias ulteriores, como un proceso sin fin, como la realizacién incesante de la Libertad, y no como la convergencia hacia una Verdad yaexistente» (pp. 18-9). Se declara ironista «Empleo el término “ironista” para designar a esas personas que recono~ cen la contingencia de sus ercencias y de sus deseos més fundamentales: personas lo bastante historicistas y nominalistas como para haber abando- nado la idea de que esas ereencias y esos deseos fundamentales remiten a ‘algo que est més alld del tiempo y del azar. Los ironistas liberales son personas quc-entre esos deseos imposibles de fundamentar inchuyen sus propias esperanzas de que‘! sufrimiento disminuya, de que cese la humi- “Ifacién de unos seres humanos por otros seres humanos> (p. 17). 1 92 ‘Aunque con acentos peculiares, se proclama liberal: «Gran parte de la obra de Foucault ta parte més valiosa, a mi juicio— consiste en la de~ mostracién del modo en que las pautas de enculturacién caracteristicas de las sociedad liberales han impuesto a sus miembros formas de coaccién con las que las sociedades anteriores, premodernas, no habfan sofiado. Sin embargo, no estd dispuesto a admitir que esas coacciones se compensen con una disminucién del dolor, al igual que Nietzsche no estaba dispuesto ‘a.admitir que el resentimiento de la “moralidad de esclavo” se compense con semejante disminucién. »Mi desacuerdo con Foucault reside en que esa disminuci6n sf com- pensa de hecho aquellas coacciones» (p. 82). «Una sociedad liberal es aguella que se limita a Hamar “verdad” al re~ sultado de estos combates [libres y abiertos}, sea cual fuere el resultado, Es ésa la razn por la que se sirve mal a una sociedad liberal con el intento de dotarla de “fundamentos filoséficos”. Porque dotarla de tales funda- ‘mentos presupone tin orden natural de temas y de argumentos que es an- terior a la confrontacién entre los viejos y los nuevos léxicos, y anula sus resultados. Esta tiltima observacién me permite volver a la tesis mas amplia {que formulé anteriormente: Ia esis de que una cultura liberal necesita de, una mejor descripeién de sf misma antes que un conjunto de fundamentos. La idea de que tiene que haber fundamentos fue resultado del cientifismo de la Tlustraci6n, el cual era a su vez una supervivencia de la necesidad religiosa de disponer de proyectos humanos avalados por una autoridad no humana». La ciencia se ocupé de eso. Hoy ya no es posible. Por un lado, «las ciencias no son ya el rea mas interesante, prometedora 0 exci- tante de [a cultura». Por otro lado, las ciencias no poseen la autoridad, la aspiracién de exactitud y objetividad que posefan antafio. «No es algo que deba deplorarse sino, més bien, algo que hay que afrontar. Podemos ha- cerlo trasladando la atencién a arcas que si estén en primer plano de la cultura, aquellas que incitan la imaginaci6n de la juventud, esto es, el arte y la politica ut6pica» (p. 71). <«Necesitamos una redescripcién del liberalismo como la esperanza de que la cultura en su conjunto pueda ser “poetizada”, y no como la esperanza de la Ilustracién de que se la pueda “racionalizar” 0 tomar “cien- tifica’ Esto es, necesitamos colocar la esperanza de que puedan equi brarse las posibilidades de cumplimiento de las fantasias privadas en lugar de Ia esperanza de que cada uno reemplace la “pasién” o la fantasia por la “tazén" »A mi modo de ver, una organizacién politica idealmente liberal serfa aquella cuyo héroe cultural fuese el “poeta vigoroso” de Bloom y no ‘el guerrero, el sacerdote, el sabio o el cientifico “Igico”, “objetivo”, bus- cador de la verdad». A una cultura asf «no le aterrorizarfan ya espectros Hamados “relativismo” o “irracionalismo”, Una cultura asi no supondria {que una forma cultural de vida no es mds fuerte que sus fundamentos filos6ficos. En lugar de ello, excluirfa la idea de tales fundamentos. Con- ccebirfa la justificaci6n de la sociedad liberal simplemente como una cues~ tin de comparacién hist6rica con otros intentos de organizaci6n social: las del pasado y las ideadas por los utspicos (p. 72) «Habermas piensa que para una sociedad democratica es esencial que la imagen que ella tiene de sf incluya el universalismo —y alguna forma de racionalismo— de la Hustraci6n, Piensa que su teorfa de una “razén comunicativa’ es una forma de poner al dia el racionalismo. Yo no deseo poner al dia ni el universalismo ni el racionalismo, sino disolver ambos y sustituirlos por algo distinto» (pp. 85-6). Reprocha a Habermas que mantenga una “fundamentacién ahist6rica”. Porsu parte, propugna «la creciente disposici6n a vivie con la pluralidad y a dejar de preguntarse por la validez universal» (p. 86). «..Lapretendida oposici6n entre la azén y lo que es distinto de ella (por ejemplo, las pasiones, la voluntad de poder de Nietzsche, el Ser de Heidegger) es una oposicidn que se puede abandonar cuando se ha aban- donado la nocién de que la razén designa a un poder que sana, reconcilia, unifica: la fuente de la solidaridad humana. Sino hay una fuente asi, si la idea de Solidaridad humana es simplemente una afortunada ereaci6n acci- dental de los tiempos modemos, entonces no necesitamos ya de una no- ci6n de “razén comunicativa” que reemplace a la de “raz6n centrada en el sujeto”. No tenemos necesidad de reemplazar la religin por la teoria filo- s6fica de un poder salvifico y unificador, que desempefic la funci6n que una vez desempefi6 Dios. ‘»Quisiera reemplazar tanto las experiencias religiosas como las filo- s6ficas de un fundamento suprahist6rico o de una convergenciaen el final de la historia, por una narracién hist6rica acerca del surgimiento de las, instituciones y las costumbres liberales: las instituciones y las costumbres, elaboradas para hacer posible la disminucién de la crueldad, el gobierno basado en el consenso de los gobemnados, y para permitir tanta comunica- + eién libre-de dominacién;como sea posible. Esa narraci6n aclararia las ‘condiciones en que Ja idéa de Verdlad como correspondencia con la reali- 93 dad podria ser reemplazada gradualmente radualmente por Ia idea de la verdad como que Hlega a ereerse en el curso de disputas libres y abiertas» (p. 87), Feminismo y posmodernismo Jane Flax destaca «rasgos posmoderos 1 fa feminis {0s posmodernos en la teorfa feminista en tant contribuye aa ereciente incerumbre sobre los fundameniosy ese, para interpretar la experiencia humana y plantea cuestiones candentes, ferentes al estatus de la filosofia como episteme = »En mi opinién, el feminismo nace dentro el ferninismo nace dentro de la modernidad, Plantea, a su manera, una erica a dicho proyecto, Comper, sorrn, Posmoderidad una actitud desmitificadora (; desconstructiva”) de noci nes como sujeto en sentido fuerte, razén, conocim io. nes como setae 126N, conocimiento, y sus pretensio- »Desconfiada de los grandes - gtandes proyectos, grandes relatos y de la vi- sin (otlizadora de la teorfa que busca un origen y un fin a la Histon, stat arte de la investigacidn feminista contemporénea ha remunciado a claborar grandes proyectos propios y se ha centrado més en lo parcial, andlisis empiticos y locales, “ »Comparte también con el . con el pensamiento actual la seduccién por ‘margenes, a diferencia, la negatividad. (.) Sheen paris »Ahora bien, esto no impide. - Y impide que se enfrente a algunos problemas de Aificil salida desde la posmoderida: Sheila Benhabib sefulscleclocdeay, ‘mo del posmodernismo, su relativismo moral, el “politeismo de los valo. res", y llama aconsiderar la filosofia también en sus implicaciones morale, y politicas» (Paloma Urfa, 1993, pp. 15-6) ° aay varias partes dedicadas ala relacién entre fe How ‘in entre fersinismo y posmoderai Sa, Am Kaplan ed), 1990, De interes sobreste em Shella Beahain (1990), (isa Seat bp Dicom (1980: Somer Broaibb (1992): Bae ; Diane Blam (1994); Margaret Ferguson y lennifer Wieke, eds. rio Jane Flax (1990 y 1993); Susan J. Hekman (19 Naeeed 3); Susan J. Hekman (1990); Marianne H. Marcha Jane Parpart (1995); Barbara Marshall (1994), C ni (1994), die Paes (1995), Ba al (1994): Cristina Molina Fei (1994); Yegzian Mrs (198; Lind. Nicholson (1990), Ces Weedon (1906); Aa aHa quedado atras la modernidad? Eyetard protesta contra el posmodernismo relaiado y faci, al tiempo que cepecle donee emsan au I filosfia ha de dar respuesta y ser una ie de consejera de los distintos poderes, atisticos, ex ep ‘i tintos poderes, atisticos,cientificos, socia- 94 »No ignora él, sin embargo, que en su propia obra del 79, con la que se inauguré la polémica, habia cierto simplismo y se ponia el acento desmedidamente en algunos de los aspectos alli tratados como determi- nantes a la hora de establecer distinciones netas entre modernidad y postmodernidad. Sus concepciones actuals tienen algo de giro, lejos de los enfoques periodizadores, «viniendo a mantener que lo post moderna no significa el fin de lo moderno, sino otra manera de relacionarse con la modernidad. (..) No cabe pues comenzar una nueva historia, sino que el asunto consiste en cémo estar dentro de la modemnidad y cémo relacio- narse con ella. En este orden de cosas, la postura més adecuada —sugeri- da por Lyotard— serd la de re-pensar, re-escribir, volver a contemplar con los ojos de hoy la experiencia de Ia modemnidad, que ya desde hace tiempo viene mostrando su fracaso y su agotamiento, (..) Nos encontra~ mos ante un nuevo décor y las seguridades de tiempos anteriores ya no ‘nos sirven: el sujeto, la historia, la raz6n, etc», Su tarea es la «bvisqueda de los errores de 1a modernidad y de tos ados oscuros de ésta, evitando los saltos en el vacfo o las posturas “rupturistas”> que supondrfan més una forma de olvidar o de reprimir el pasado que de superarlo (Urdanibia, 1993, pp. 190 y-ss.). - (pp. 28-9), Norman Geras, 1990, se pronuncia contra la dimisién tedrica y politica de E. Laclau y Ch. Mouffe. Critica las ideas de contingencia y de omnidiscursividad, que, Nevadas hasta el fin, contradicen todo principio de inteligibilidad de las relaciones sociales y resultan incapaces de susten- tar una orientacién politica precisa. Michel Henry, 1987; En Sumeria, Persia, Egipto, Grecia, Roma, Bizancio... iban de la mano los saberes prictico, técnico y tedrico; se conjugaba el desarrollo de las actividades econdmica, artesanal, atistica, intelectual, ‘moral, religiosa... «Lo que sucede ante nuestros ojos es diferente. Asisti- mos desde el comienzo de la era moderna a un desarrollo sin precedentes de los saberes que forman “la ciencia’” y reivindican firmemente ese titulo. Se entiende por eilo un conocimiento riguroso, objetivo, indiscutible, ver- dadero, De todas las formas aproximativas, 0 dudosas, de conocimientos, ode creencias, o de supersticiones, que la habian precedido, ésta se disti ue en efecto por el vigor de sus evidencias y de sus demostraciones, de sus “pruebas”, al mismo tiempo que por los resultados extraordinarios que ha obtenido y que han transformado la faz de la tierra, Tal mutacién, desgraciadamente, es la del ser humano mismo. Si el conocimiento cada vez mayor del universo es indudablemente un bien, {por qué va unido al hundimiento de todos los demés valores, hundimien- to de tal magnitud que pone en peligro nuestra propia existencia? (...) »Mientras que, al igual que sucede con las olas del mar, todos los productos de las civilizaciones del pasado ascendfan y descendfan juntos, como si se pusieran de acuerdo —el saber producfa el bien que producfa lo bello, en tanto que Io sagrado lo iluminaba todo—, nos hallamos hoy ante algo que nunca se habia visto: la explosi6n cientffica y la ruina del ser humano. He ahi la nueva barbarie que no es seguro que se pueda superar» (pp. 7-10), Picé, (988: «...Para los representantes del post-estructuralismo francés, Habermas s6lo ofrece una metanaerativa ms general y abstracta que las de Preud y Marx. Hay que destruir lacreencia, que subyace ala investiga- © ci6n de este autor, de que la hiumanidad es un sujeto universal que busca sur emancipacién comtin a través de la regularidad de los “cambios” per- 7 98 tmitidos en todos los juegos de Lenguaje, y que la legitimidad de cualquier discurso teside en su contribuci6n a la emancipacién. Dudan de que su titima aportacién, La teorta de la accién comunicativa, acierte donde ha fallado la filosoffa trascendental. Lyotard afirma haber mostrado que el ‘consenso es sélo un estado particular de la discusi6n en las ciencias, pero no su finalidad. Su finalidad, por el contrario, es la “paralogia” (razona~ ‘miento falso-aparente)» (p. 44) Huyssen, 1984: «..Es sorprendente ver lo hondo que el discurso critico postestructuralista —en su obsesidn por laécriture, la alegoria y laret6ri- ‘ca, yen su desplazamiento de lo revolucionario y lo politico hacia la esté- tica— estd imbricado en esa misma tradicién modemista que, al menos en la vision norteamericana, pretende trascender. (...) La lista de “imposi: bles” (cl realismo, ta representacién, la subjetividad, los grandes relatos, etc.) es tan larga.en el postestructuralismo como lo solia ser en el modernis- ‘mo, y ciertamente resulta muy similar» (p. 225). Ripalda, 1996: «La postinodernidad no cancela el proyecto modemno, sino que procede mas bien a la experiencia de sus Ifmites y de la ampliacién critica de su sensibilidad. »Esta interpretacién de la relacién entre modernidad y postmoder- nidad predomina claramente en Alemania, seaen Wellmer y Welsch —la filosofia clésica sigue dando el tono en fa cultura alemana, hasta el punto de llegar a presentar la postmodernidad como un hecho filoséfico (Honneth)— 0 en Luhmann, quien reduce conceptualistamente la postmodernidad a modernidad...» (pp. 60-1). Gellner, 1992: «Bl posmodernismo es un movimiento contemporéneo. Es fuerte y esta de moda, Por encima o mds all de esto, no est nada claro ‘qué diablos es. De hecho, la claridad no esté nada presente entre sus atri- butos ms acusados. No s6lo no Ia practica, sino que en ocasiones liega a repudiarla» (p. 37). , que imagina la mente humana como un recipien- te vacfo donde se vierte el material que recogert los sentidos. «Los enun- cciados que se refieren a la “observacién sensorial” no se pueden expresar enun lenguaje de observacién tedricamente neutro; la diferenciacién en- tre este iltimo y el lenguaje teérico es de indole relativa, dentro del marco de un sistema conceptual preexistente» (p. 138). ara Giddens, lo que se llama posmodernidad no lo es realmente; forma parte de la modernidad. «En vez de estar entrando en un perfodo de posmodernidad, nos estamos trasladando ano en el que las consecuencias de la ‘modernidad se estén radicalizando y universalizando como nunca» (1990, p. 17) Posmodernidad deberia lamarse auna “trayectoria del desarrollo social que nos alejara de las instituciones de la modernidad, conduciéndonos hacia un tipo nue- vo y distinto de organizacién social” (p. 52). Pero no es esto lo que ocurte. El cntiende Ja posmodernidad «como una forma de vida que est “mas allé de la ‘modernidad”. Es un posible futuro social, una condicién, una forma de vida que no ha sido ain realizada, una forma de socialidad alternativa que s6lo podré cemerger cuando hayamos ajustado nuestras cuentas con la modemidad (...). Los rasgos claves de la posmodernidad como proyecto para el futuro son (...) [Posmodernidad, bajo este éngulo] Representa un ejemplo de reconstitucién del pensamiento ut6pico» (pp. 12-3). ; Giddens ha publicado un esquema, qu se repro acontnuacin, en ite ebitrapone a 4es-concepciones posmodemas (PM) sus propias concepciones, Fir engloba dent ‘de lo que llama nigdernidad radicalizada (MR) (1990, p. 141): 101 PM 1, Bntiende las actuales transiciones en téaminos epistemol6gics o coma la disolucidn de la epistemologia, 2. Se centraen las tendencias centrifuges Ge las transformaciones aetuales y su cardeter dislocante. 3. Percibe el "yo" disuelto 6 desmem- brado por Ia fragmentacion de la expe 4, Discute la contextualizacién de las pretensiones ala verdad o las ve como histGricas” ‘5. Teoriza la impotencia que sienten Tos individuos frente a las tendencias glo- balizadoras 6. Ve el “vaciamiento” de la vida coti- diana como resultado dela intrusién de los sistemas abstractos. 7. Considera que ef compromiso politi- 0 coordinado queda imposibilitado por fa supremacfa de la contextualidad y la dispersiéa, 8. Define la posmodernidad como el ff- nal dela epistemologi, del individuo yy de la ética, MR 1. Méenifica los desarrolos instituciona- Jes que producen una sensacicn de frag rmentacign y dispersion. 2. Ve Ia culminacién do la modernidad ‘como un conjunto de circunstancias len las que la dispersisn va dialéotica- ‘mente conectada con las profundas tendencias hacia [a integracign global. 3. Veel “yo” como algo més que el pur to de fuerzas interseccionales. La mo ddemidad hace posible procesos act- vos de reflexin y atoidentidad, 4, Afirma que los rasgos universes de las protensiones ala verdad nos han sido impuestos en forma iresistible dada la supremacia de problemas de indole ‘global. La reflexividad de la moderni- ‘dad no imposibiltael conocimiento sistematizado sobre esos desarrollo. 5. Analiza la dialéctice de pérdidas y ad- Guisicién de poder en técminos tanto de experiencia camo de accién. 6, Ve la vida cotidiana como un comple- {jo activo de reacciones a fos sistemas abstracts, que implican tanto la rea propiacién como la pérdida 47. Considera el cdmpromiso politico coordinado tanto posible como nece- sario; en el Ambito local como en el alobal 8. Define fa posmodemnidad como posi- bles transformaciones que van “més alla” de la insiuciones de la moder- nidad, Habermas (1). «..Eue precisamente la investigacién que sobre procesos de modernizacién se hizo en los affos cincuenta y sesenta la que cre6 las ‘condiciones para que la expresién “posmodernidaa” se pusicra en circula- ci6n también entre los cientificos sociales. Pues, en vista de una moderni- zaci6n evolutivamente autonomizada, de una modernizaci6n que discurre desprendida de sus origenes, tanto mds fécilmente puede el observador cientifico decir adi6s a aquel horizonte conceptual del racionalismo occi- dental en que surgi6 la modernizacién, (...) Arnold Gehlen redujo esta ssituaci6n a una f6rmula facil de retener en Ja memoria: las premisas de la Tustracién estan muertas; s6lo sus consecuencias contingian en marcha. Desde este punto de vista, la modernizacién social, que seguiria discu- rriendo autérquicamente, se habria desprendido de la modernidad culzu- ral, al parecer ya obsoleta; esa modernidad social se Timitarfa a ejecutar leyes funcionales dela economia y del Fstado, de la ciencia y de la téenica, {que supuestamente se habrian aunado para constituir un sistema ya no influible. La incontenible aceleracién de los process sociales aparece en- tonces como el reverso de una cultura exhausta...» (Jurgen Habermas, 1985, p. 13). Habermas (Il)-«El proyecto de la modernidad formulado en el siglo XVI ‘pOr los filésofos de la Tustracién consistfa en sus esfuerzos para desarto- Tar la ciencia objetiva, la moralidad y la ley universales, y el arte aut6no- ‘mo, de acuerdo con su légica interna. Al mismo tiempo, este proyecto pretendfa liberar los potenciales cognitivos de cada uno de estos dmbitos para emancipatlos de sus formas esotéricas. Los fil6sofos de la Thustraci6n Quisicron utilizar esta acumulacién de cultura especializada para el enti- ‘quecimiento de la vida cotidiana, es decir, para la organizaci6n racional de Ia vida social de cada dia. (...) {Deberiamos intentar aferrarnos a las inten- iones de la lastracién, por débiles que sean, 0 deberiamos declarar que todo el proyecto de la modernidad es una causa perdida?» (Habermas, 1981, p. 95). Habermas (Ill). «Probablemente sea Habermas quien, partiendo de que el proyecto de la Modernidad esta inconcluso, albergue mayores esperan- za. Para él, cuanto més podamos desarrollar las tres esferas cuya autono- fa marca el comienzo de la Modernidad: la ciencia, la moralidad y el arte, mas avanzada seré nuestra sociedad segiin el programa ilustrado. La razén instrumental ha de completarse con la razén comunicativa, para frenar la colonizacién del raundo vital (Lebenswelt), su reificacién, y adentrarnos en el logro de un progresivo ineremento de la racionalizacién {que promueva la emancipacién de los individuos» (Rosa Maria Rodriguez Magda, 1989, p. 107). Habermas (IV). «Puede tesumirse todo el proyecto intelectual de Habermas y su posturafundameptal como un eseito de una nueva Dialéctien dela ‘husttacién, ima’que ponga en cuesti6n al lado oscuro de la herencia de la “Tlusteactén,’y explique stis causas, pero que al mismo tiempo redima y justifiguic la esperanza de libertad, justicia y felicidad que obstinadamente : 103 se dirige a nosotros todavia. BI proyecto de la modernidad, Ia esperanza de los pensadores de la Mlustracién, no es una amarga ilusién, no es una ideologianaif que se convierte en violencia y terror, sino una tarea practi ‘ca que no ha sido realizadaaiin y que todavfa puede orientar y guiar nues- tras acciones» (Richard J. Bernstein, 1988, pig. 59) Habermas (V). «...Habermas, si bien esta de acuerdo con la critica nietzscheana de la “raz6n centrada en el sujeto” del racionalismo tradicio- nal, ve en Nielzsche a alguien que nos lleva a un punto muerto. Para Habermas, Nietzsche pone de manifiesto la quicbra, para los propésitos de la “emancipaci6n” humana, de lo que Habermas llama la “filosofia de la subjetividad” (en lineas generales, el intento de hacer derivar la obligaci6n ‘moral de nuestros propios elementos vitales, de hallar en lo profundo de nosotros, mas alla de las contingencias historicas y de los accidentes de la socializacién, los origenes de nuestra responsabilidad para con los ott0s). Con Nietzsche, dice Habermas, «la critica de la modemnidad {es decir, el intento de componérselas con la pérdida de las formas de cohesién social propias de las sociedades premodernas] prescinde por primera vez de la conservacién den contenido emancipador». Habermas considera que esta renuncia al intento de emancipacién es la herencia que Nietzsche transmi- tea Heidegger, Adorno, Derrida y Foucault: una herencia desastrosa que hace que la teflexidn filos6fica sea, en el mejor de los casos, irrelevante para la esperanza liberal y, en el peor, opuesta a ella. (..) >La respuesta del propio Habermas a Nietzsche consiste en un in- tento de socavar el ataque nietzscheano contra nuestras tradiciones reli- _giosas y metafisicas reemplazando la “filosofia de la subjetividad” por una “Filosofia de la intersubjetividad”: reemplazando la antigua concepcién de. la “razén”, centrada en el “sujeto”, compartida por Kant y Nietzsche, por Jo que Habermas llama la “raz6n comunicativa” (Richard Rorty, 1986-87, p81). Habermas (VI) (Fuyssen, 1981, p. 159). Habermas VII. «...No se ha producido un verdadero didlogo entre mo- demnidad y postmodernidad. Uno de los pensadores mejor preparados y dispuestos podtia haber sido Jtirgen Habermas, quien se habfa mostrado muy critico respecto de algunos puntos del programa ilustrado, a la vez que ha mostrado siempre una actitud receptiva de la argumentacién del oponente (piénsese en los casos Luhmann, Gadamer, ete.) que le ha me- recido en ocasiones el reproche de eclecticism. Y, sin embargo, su exten- 50 libro sobre el Discurso filoséfico de la modernidad (1985) resulta decepcionante en este aspecto: mas que una polémica modernidad- postmodemidad contienc la dialéctica de los planteamientos modernos, incluyendo el suyo, pero sin asimilar nada de los postmodernos, que son reducidos de antemano a meros repetidores 0 adaptadores del pensamien- to nietescheano. Es decir, no se da un diélogo sino una descalificacién de la postmodernidad en tanto que antiilustrada, neoconservadora y hasta reaccionaria. Y ello es asi porque el proyecto de la modernidad sélo re- queria su complenud desde dentro, como una nueva fase de su dialéctica autocomprensiva y autorrealizativa» (José Rubio Carracedo, 1992, pp. 30-1) José Marta Mardones, 1990: «Se debate la posibitidad de si los humanos ienemos razones para aceptar que poseemos algsin tipo de capacidad (ra- z6n) parardetesfninar y-fundar un comportamiento y una praxis con pre~ tensiones humainas,justas,racionales y universales. Bs decir, si tenemos la 0s capacidad para distinguir y critica la libertad de la tania, la falsedad de la verdad, lo justo de lo injusto, o estamos sin razones ante la opresién de los poderosos 6 el poder existente». Apartados de este trabajo: 1. gVivimos presos de la heterogeneidad de juegos de lenguaje o abiertos alalibre discusién y comunicacién’? 2. 4B] hombre comio experimento y sujeto débil o como memoria de la asin de la humanidad? 3. gLiquidacién de la historia y estetizacién general de la vida o abandono al anonimato de la evolucién? 4, Mas alla del contextualismo y el fin de la historia. a) La pluralidad de juegos de lenguaje, un incentivo parael didlogo. ») Universalidad procedimental y no substantiva. ©) El aleance del principio de universalizacién y el respeto al plura- lismo de formas de vida. d) Bl relato de la pasi6n de ta humanidad y la creacién de formas de vida més humanas. Conclusi6n: «1. El pensamiento posmodemo, con su defensa de un pluratismo de jue~ 05 de lenguaje que imposibilita ir mas allé de consensos locales y tempo rales, no permite disponer de criterio alguno para discernir las injusticias sociales. Nos deja a merced del statu quo, encerrados en lo existente y sin posibilidades de una eritica socio-politica racional. Tal pensamiento, aun- {que se proponge lo contrario, termina no ofreciendo apoyo a la democra- cia y siendo un apoyo a las injusticias vigentes. Merece, por tanto, ser denominado conservador 0 neoconservador 0, al menos, sospechar que realice tales funciones. »2, La propuesta posmoderna tiene alternativa sin caer en los peli- fos que con justicia denuncia: el peligro de fundamentaciones que son eras tepeticiones de valores aceptados en una determinada tradicién 0 ccultura; la uniformizacién de las diversas formas de vida: el sometimiento de los diversos tipos de racionalidad a uno s6lo; la imposicién de grandes relatos en nombre de la emancipacién; una racionalidad comunicativa con- duce a hacer valer el principio ético discursivo de la universalizacién como a medida de la calidad racional, democrética y humana de las normas sociales, sin caer en las acusaciones anteriores. »3. Se puede, por tanto, seguir defendiendo, criticamente, el pro- grama ilustrado de la universalidad de la razén y de su importancia para tuna vida més racional, justa y humana. Aunque para la configuracién de formas de vida concretas se precisard la mediacién del principio de la universalizacién con la herencia de las tradiciones culturales. Destaca, para una vida social més feliz, libre y justa en la solidaridad, el recuerdo de la historia de sufrimiento de la hurnanidad y la solidaridad compasiva con los muertos y vencidos» (pp. 22-3, y 38-9). Fraijé, 1993, agradece lo siguiente a la modernidad. 2) Su defensa de la racionalidad (no del racionalismo que absolutiza Jo racional, ni, reductivamente, de la raz6n en tanto que fuerza técnico- instrumental); raz6n histérica (imaginativa, creadora de realidades),raz6n simbélica o utdpica, razén hermenéutica (basqueda y comprensién del sentido), raz6n comunicativa. Siguiendo a Muguerza: 1) no renunciara la raz6n; 2) renunciar a escribirla con maydiscula; 3) renunciar al monopolio occidental de la razén y reconocer la diversidad de sus manifestaciones, 'b) Su ideal de unidad, reconciliaci6n y armonfa universal. Hay que Hegar a Nietasche para que se ponga en cuestién esto. Luego lo hace la posmodernidad, que ha magnificado la dispersién y la descentralizaci6n, Jo indeterminado y plural. Cabe armonizar pluralidad enriquecedora y unidad. °c) Su defensa de los grandes relatos. Relato, aqui, equivale acausa (o ideal): emancipacién, libertad, igualdad, justicia,fraternidad. Apertura hacia grandes horizontes heredada de la Edad Media. d) Su defensa de la fundamentaci6n. Hoy: desidia fundamentadora, La metafisica esta en horas bajas. ‘e) Su defensa de la duda, Reaccién frente a las contundentes certe- zs de la Edad Media. Kant fue el principal impulsor. Duda epistemol6gica y ontol6gica. - 1 Su enfrentamiento con el cristianismo. De él partié la modern dad. La modernidad no choc6 con el cristianismo hasta bien entrado el XIX; a lo que se opuso desde el comienzo fue al absolutismo de la autori- dad eclesidstica. La modernidad mitig6 supersticiones, fanatismos © Jntolerancias cristianas; desacraliz6 fetiches (pp. 17 y ss.). 107 NOTAS AL MARGEN 109 I. Acerca de la oposicién entre el pensamiento ilustrado y el filosofar posmoderno El pensamiento ilustrado ha sido la principal fuente de cnergia intelectual del Occidente moderno. En ella han bebido revoluciones, nacionalismos, dife- rentes cofrientes liberales. Son deudoras de él, algurias macho, otras menos, las tendencias soeialistas, comunistas, libertarias, que han integrado la izquierda a Io largo de su historia. No obstante, al final del siglo XX, en tanto que factor actuante sobre la sociedad, el racionalismo ilustrado ha perdido mucha de la virtualidad que Tleg6 a tener. Ambivalencia del legado ilustrado ‘Muchos de Jos puntos fuertes del pensamiento ilustrado estén marcados por la unilateralidad, cuando no aparecen intimamente unidos a debilidades de envergadura. ‘La llustraci6n representa un momento brillante en el desarrollo de la auto- nomfa individual, que figura entre lo mejor de la cultura occidental. Pero ese desarrollo esta intimamente unido a una concepcién de la personalidad que, de tun lado, adolece de una excesiva abstraccién (Mark y Nietzsche criticaron aese ser humano abstracto) y, de otro, desconsidera o elude el problema del agrieta- miento de los lazos sociales en las sociedades modernas y propicia un enclaus- tramiento de los seres humanos y un empobrecimiento de la dimensi6n social de sus vidas. El pensamiento ilustrado no trata esta cuesti6n en el interior de una tensi6n conflictiva insuperable, cosa que, a mi parecer, resulta més interesante. Asimismo, no establece una relacién dindmica y conflictiva entre laliber~ tai. eelucha contra las desigualdades sociales, dando a la primera la primacia absoluta a costa dea segunda, fi distingue aquellas libertades cuya expansiGn es mpliamente beneficiosa de aquellas otras (como las libertades econémicas) cuya eee : m expansién conlleva efectos perniciosos y que, por consiguiente, precisan ser contrapesadas por una accién piiblica que las regule y contenga. La raz6n ilustrada representa la oposicién a tas verdades reveladas, el derecho a discutir alas autoridades tradicionales, la libertad de criticar y el deber de razonar, el emperto por apurar las capacidades del entendimiento humano, la tensi6n autocritica de la razén misma (unida ase escepticismo que impregna cl mejor estilo intelectual ilustrado). Bajo este angulo, esta bien fundado el Ilama- miento de Husserl al heroismo de la razén, en un periodo como el europeo de entreguerras. ‘Mas la raz6n ilustrada no consigue escapar a la ambivalencia. El sujcto racional alumbrado por Descartes fre una creaciGn idealizada. Cuerpo e inteli- _gencia aparecfan en él estrictamente diferenciados. La razén se presentaba como una fuerza libre, segregada de creencias, pasiones y mitos, a los que habia de someter a su dominio. Queda muy lejos del ser humano del sicoandlisis y de la antropologia del siglo XX, que perciben a la persona como el punto de interseccién de potencias de naturaleza diversa —biolégicas, siquicas, sociales—, potencias queel conocimicnto alcanza con dificultades y que no se dejan controlar buena ‘mente porlarazén. Esta muesira na capacidad muy limitada para gobecnar los ‘comportamicntos y para impedir disparates y atrocidades. Saber, creer y sentir se entrelazan en ua territorio impuro. ‘Aguella razén independiente y altamente poderosa, en cuya activacién se basaba cl suefio kantiano de una salida de la minoria de edad de los seres hurma- nos, tiene mucho de ilusién, Y la razén delirante, inconsciente de sus limitacio- nes, despegada del mundo empirico, es uno de los més serios peligros que afron- ta la razén. El propésito de transformar el mundo y los seres humanos expresa a la perfeccién la grandeza y la ambicién del moderno anhelo prometeico. Muchos de los empefios mas audaces de los tiltimos siglos Hevan su huella. Pero, a st vez, en ella se manifiestan varios elementos sumamente fragiles: poca concien- cia sobre los limites de la razén para reunir las piezas constitutivas de la vida ‘humana, ordenarlas en un todo, hacerlas inteligibles, y controlar el curso hist6- rico; na ilusa idea del hermanamiento productor de progreso entre raz6n, li- bertad y ciencia (no se impuso fo que los ilustrados esperaban sino una razén instrumental, como observé Max Weber); una concepcién artefactista y mecanicista (transformar el conjunto de la sociedad operando sobre tal o cual palanca) extremadamente simplificadora de los problemas del cambio social. ‘Coo se sa, ev el peasant sata ean en Pate, hy a its conesn ete concer yacuar sumone Niet utc males deo elngnrnia eco dienes eaion etn, Pas ‘ane poten ecb con buena Aled Weber ~Injoeamitaplicactaswscepe demerhllado $y comostatemediastoun procs cea (1935 p30). 112 Por otro lado, una de las dimensiones del pensamiento ilustrado reside en su vinculacién con corrientes sociales activistas. Seha encarnado en movimien~ tos concretos y ha estado unido a experiencias hist6ricas que, una vez agotadlo su impulso, le han arrastrado en su caida. No ha salido indemne de la maltitud de acontecimientos, en el Este yen el Oeste, con los que ha estado asociado, lo que ha terminado por mermar su crédito. Esta lesionado, y es poco probable que los entusiasmos y las energias que contribuy6 a impulsar vayan a volver a renacer. Cuesta creer que puedan rebrotar hoy movimientos liberales 0 socialistas com la cnergia y las ilusiones que marearon sus primeros pasos. Pensamiento ilustrado y modernizaci6n occidental ‘Antes de seguir adelante seré preciso aludir a la distincién —la hice ya en laseleccidn de textos que precede a estas Ifneas—entee el pensamiento ilustra~ do del siglo XVII y la modernizacién occidental como proceso hist6rico global que arranca de antes de las Luces pero que madura y aleanza su plenitud des- pués, y que trae consigo una nueva vida econémica y social, unas manifestacio- nes culturales, unas formas politicas, unas tendencias morales. Es chocante la idea misma de una sociedad, de una cultura, de una vida politica y econémica, de unas relaciones internacionales, como realizaci6n cabal de las ideas sostenidas por una escucla filoséfica. No pretendo decir con ello que ro hay nada de las Luces en el mundo actual, pero sospecho que la mas realista de las corrientes filos6ficas no puede aspirar razonablemente @ aleanzar una plena encarnadura mundana, La vida humana es un todo complejo y en su con- figuracién intervienen miltiples Factores ideol6gicos, de diversa naturaleza y orientacién, y otros muchos elementos que no son ideol6gicos. La formulacién del problema al que me estoy refiriendo (;representa la sociedad occidental actual larealizacidn de las ideas ilustradas?) tiene ademds el inconveniente de que parte de una imagen demasiado homogénea de la Ilustra- cién misma. Las diferencias internas que se registran en la Tlustracién constitu- ‘yen un serio obstéculo para atribuirle tal o cual lugar en Ja historia. Estamos hhablando de un conjunto con cierto grado de cohesién, por supuesto, en el que ‘emergen importantes elementos comunes, pero esto no impide que se registren acusadas diferencias entre unos y otros autores, como ha podido apreciarse en Jos fragmentos recogidos en paginas anteriores, y en el seno mismo de la obra de algunos autores. El caso de Rousseau es particularmente Hametivo. Asf, por mencionar un aspecto muy relevante, sus concepciones sobre el individuo se mueyen.en un fegistro muy amptio, desde la inclinacién holista —Rousseau sigue’en est6 &Mably-/inelinacién que resalté Benjamin Constant, hasta su visin de los individuos participes en el pacto social. Hade tenerse en cuenta también que si a Tlustracién es una de las corrien- tes intelectuales que marcan en mayor medida al Occidente modemno, no ¢s la tinica que lo hace. La,razén econémica, cuyo dominio ¢s uno de los rasgos mas prominentes del Occidente moderno, y que ha contribuido decisivamente a maniatar el impul- so humanista ilustrado, guarda una relacién més directa con el wtilitarismo que con las Luces del XVIIL, por més que aquél sea deudor de éstas en puntos importantes. E] liberalismo coincide con las Luces cuando da ta primacta a la libertad. individual, pero, al hacerlo, se aparta de otra exigencia, que también esté en la Hustraci6n, cuales la de una accién piblica que persiga la transformacién de los seres humanos. EI socialismo, con todas sus variantes, es otra de las grandes tendencias, cculturales de la modernidad. En algunos puntos entra de leno en el mundo ilus- trado (concepeién del poder de Ia razén, filosoffa de la historia progresista, antropologia filosofica tomada de la Itustraci6n francesa), mientras que-en otros (eaccién holista frente al individualismo) choca con él. En la realidad hist6rica del Occidente moderno, pues, se funden elementos claramente procedentes de la llustraciéa con otros que se alejan de él, todo ello dentro de un dinamismo acusadamente esponténeo y complejo, resultante de acciones multiples poco 0 nada racionales. Las Luces estin y no estan en Ta ‘modernidad en tanto que producto det movimiento histérico de Occidente en los tiltimos siglos. Se puede decir que las ideas ilustradas han sido incorporadas al proceso hist6rico modemizador y, al mismo tiempo, marginadas de él (esto es muy pa- tente en lo tocante al abandono de las pretensiones reguladoras de la raz6n, de la teleologia hist6rica o de la filosofia del progreso); la modernizacién occidental se ha hecho con las ideas ilustradas y contra ellas. Por todo lo dicho mantendré la distincién mencionada entre la filosofia ilustrada y el proceso hist6rico modemizador ala hora de examinar sus relacio- nes con el pensamiento posmoderno. Lo posmoderno como moderno Estoy empleando la denominacién de filasofia posmoderna a sabiendas de los problemas que suscita. El primero es que este uso parece dar por zanjada Ta cuesti6n de la pertenencia o no de lo posmoderno a lo moderna. Otro proble- ‘ma, no menor, es su imprecisibn. Incluso si nos cifiéramos al posestructuralismo francés, con lo cual dejariamos fuera una parte importante del filosofar posmoderno, estariamos designando un haz de personalidades y de ideas bas- na tante variado. Pese a todo, me he inclinado por el empleo que hoy es mas co- ‘min, aunque no sea satisfactorio, tratando de acotar, es0 sf, el campo intelectual al que me refiero (he tomado a Lyotard, Vattimo y Rorty como referencias principales) y sin pretender invalidar ni rmucho menos otros sos, como el de Giddens (1990), quien prefiere llamar posmoderno a aquello que supera a lo modemno (y, como es sabido, no ve tal superacién en lo que se llama posmoderno). {Lo que circula con el nombre de posmoderno es algo efectivamente posilustrado y posmoderno, en sentido fuerte, 0, porel contrario, es mas propio considerarlo como un tipa de pensamiento intramoderno? Baséndome en ladis- tincién entre Tlustracién y proceso hist6rico modemnizador a la que acabo de referirme, habré de responder diferenciando ambos planos, Ladistancia entre las ideas de la lustracin dieciochesca y las posmodemas, es importante. Pero, la alusién a su oposicién no nos informa suficientemente sobre las relaciones entre pensamiento ilustrado y filosofar posmoderno. Este {ltimo se manifiesta, a un tiempo, como tuna pieza desbordante y como un ele- ‘mento interior. En algunos aspectos los dos universos ideolégicos coinciden, ‘Como ha recordado oportunamente John Gray, Rorty, al igual que mu- chos otros posmodernos, comparte el proyecto humanista ilustrado, aunque, afiade, «sin su matriz fundamentalista» (1995, p. 147). Ciertamente, no encon {ramos en el pensamiento posmodemo ninguna reivindicacién de la reunificacion de esferas que la modernidad occidental separé. Ni hay una puesta en cuestién del marco politico liberal, por mas que menudeen las criticas a algunas de sus facetas. El laicismo es una adquisicidn no discutida, Asimismo, se muestra dis- tante respecto a las grandes tendencias holistas, y admite, con matices y tonos diversos, el ideal de la autonomta individual La desconfianza posmodernaen la razén es cercana ala raz6n esoéptica y autocritica que cultivaron las Luces, no asf a la razén omnipotente, también ilustrada. El acento puesto por los autores posestructuralistas en la diferencia o en Ia diversidad, criticando las inclinaciones a la uniformizacién que ven asociadas al empefio universalistailustrado, convergen de hecho con los valores ilustrados del pluralismo y de la tolerancia. Por otro lado, la defensa universal de la dife- rencia supone la aceptacién de algin tipo de universalidad. ensamiento ilustrado y filosofar posmodemo tienen otra cosa en comin: en lo fundamental, pues también en este punto habria que introducir bastantes matices al hablar de cada autor, dan la espalda a ta petspectiva trigica’. Sobre esto volveré en el texto que cierra este volumen. Seles peablslsadcomgaen sedde pera de ssoetoscomolaasiecdnavesvide egos lemon’ primes etl-ne segnd) x Oct, os dos rade aera gee 03 tetas fart el Renacngotervlakinesinay bran lesen amen etgo com trae e ‘ecumbubjo se dole stages (Domench, 867,960 7 uns _Por lo demas, hay una tensiGn interna en la propia modernidad que guarda tlacién eon el do modemidad-posmodcridad Me efier ala sinc ala ‘oposicion entre dos modernidades la ilusteada,progresista,cargada de teleologia, de un lado, y el modemismo estético, del oto, fascinado por lo fugez, por el fragmento, ¢ inmerso en el presente mas que orientado al futuro. El espiritu moderno esta representado por los dos términos y por la tensidn que se da entre ells. Los puntos de contacto de posmodemismo con el vanguartismo modemista no son menores, En cierto modo se puede decir que ef talante posmodemno protonga y alimenta esta tensidn enriquecedora de la modernidad. Las tendencias de pensamiento posmodemas, en fin, en la medida en que tal cosa existe, pertenecen a un ambiente cultural, el occidental actual, que en aspoctos importantes lleva mas lejos que nunca el movimiento de modernizacion, Cabe destacar a este respecto: la disminucién del peso de las tradiciones; la poca influencia de las ideas providencialistas; la consolidacién del licismo: la consagraci6n, si bien relativay oscilante, del liberalism y [a expansion de las instituciones politicas mas genuinas del Occidente moderno; la acusada artificiosidad de la sociedad, su desnaturalizacién profunda, siguiendo asi un impulso tipicamente modemno, por més que esa artificiosidad no pose un carc- ter unificado, y menos atin controlado, sino que es el resultado de la accién de millones de artefactos; el apogeo del dinamismo tecnol6gico auténomo y es- ontineo, tan propio de la modernidad occidental Ia aceleracidn de los mov ‘ientos de innovacién que producen un fuerte impacto en el conjunto de la vida social; la autonomfa y la hegemonfa de Ia esfera econdmica, en el marco de una ‘economia capitalista extendida mundialmente: la creciente mercantilizacién de Jas relaciones sociales, del ocio, del émbito cultural; el clima espiritual ‘marcadamente individualista que conocemos en el presente, en el que se combi- nan una altaconsideracién de las libertades individoalesy de a autonomia indi ‘ual con un cus conformismo,conel mimetise a ranesalsesameela inmersiGn en la fugacidad e ivismo intenso que! deinmersin fagsidadenstencel y deactvsmointenso que cerca En todos estos aspectos la sociedad actual, ala que a veces se ha lam posmodema, representa mis bien un triunfo dela odemidads ee, que esmoderidad, hipermodernidad. Habré que conven que el filosofar Posmodeno encuama iene de expresivo dees tempo. es mis hipernten El filosofar posmoderno, critico de la Hlustracién Pero, a la ver, entre modernidad ilustrad: ; ilustrada y pensamiento posmodemo observamos unas diferencias de contenido de iestaenvergudura, 6 E1 filosofar posmoderno, si cabe hablar asf, supone una ganancia en consi- deraci6n critica y en realismo respecto ala capacidad de fa raz6n para orientar la sociedad o a las grandes causas legitimadoras: los grandes relatos, en palabras de Lyotard, uno de los pensadores posmodernos més radicalmente criticos. Su vvisi6n, no obstante, presenta a mi entender ciertas lagunas. Es mas fuerte en el aspecto critico que en el examen de la realidad. Los grandes relatos reinantes en los siglos XIX y XX han suftido un acusado desgaste. Pero, a) el campo de observacién de Lyotard se circunscribe a los paises occidentales (sus aprecia- ciones sobre la caducidad de los grandes relatos no valen igualmente para el resto del planeta); b) ni siquiera en Occidente esta claro que la funcidn metanarrativa haya perdido del todo sus cimientos, como sostiene Lyotard. ‘Cuesta pensar que determinadas facetas de esa funcién (proporcionar represen- taciones seguras det mundo y del curso hist6rico, afrontar las grandes amena- 12s, afianzar identidades colectivas, legitimar a los poderes establecidos...) pue~ dan alimentarse suficientemente con pequefios relatos y con la obtencién de buenos resultados, No hay que descartar la reactivaciGn de algunos grandes relatos viejos o la aparicién de otros muevos o de sucedéneos parecidos. Sobre {ste particular interesa mantener abiertos mas interrogantes de los que apunta Lyotard. Los autores posmodernos han puesto en Ia picota determinados esencialismos modernos, como el que late con frecuencia bajo la palabraaliena- cién. «Como si comprendiésemos —advierte pertinentemente Rorty— la ver- ddadera naturaleza de la vida humana y pudiésemos medir la diferencia entre esta trumanidad auténtica y la corrompida y degradada cxistencia de los seres huma- ‘nos contemporaneos» (1993, p. 64). Han contribuido también a enderezar la vara en telaci6n con la razén universal y con los enfoques unitarios, instrumento y expresi6n en ocasiones de intereses particulares (el ser humano concebido como universal y transcultural ‘no existe al margen de alguna cultura), al tiempo que nocivos factores de homo~ ‘geneidad, Frente a ello, hilvanando con las criticas roménticas, hacen valer lo diferente y lo particular, aunque a veces se produce un deslizamiento a una ‘unilateralidad contraria, Realista es, y acorde con las disposiciones subjetivas actuales, la defensa de los movimientos particulares y de las luchas sociales pequefias 0 parciales, en contraposicidn con las tendencias a unificar premata- ramente a través de vias inservibles: unificacién de clase (lo que supone ignorar laespecificidad de las causas y movimientos no considerados de clase y negar su derecho a existir independientemente de los movimientos que sf son tenidos ‘com clasistas); unificadci6n puramente formal sin auténtica sustancia unifica- dora, én uina épocaen la que no hay:movimiento unitario real; unificacién por la Via bien‘canioeida y lena de inconvenientes del apoyo a una opeidn politica uy incapaz de dinamizar y proclive a instrumentalizar sus apoyos sociales con fines celectoralistas. En este aspecto, las ideas posmodernas corresponden mejor que las modernas a la configuracién de las actuales fuerzas sociales y podrfan ser netamente beneficiosas si no cayeran en la autocomplacencia, si fueran acom- pafiadas de una conciencia autocritica respecto a esta cuestidn, la cual, en gene- ral, esté poco presente en los autores posmodernos. A falta de una mayor ten- sién autocritica, el reconocimiento de la diferencia, de lo singular, de lo pequeio, puede nutrir un esfuerzo corrector, pero no iré muy lejos. Se queda en poca cosa; carece de ambicién, de inconformismo respecto a sus propias perspecti- vas, de fuerza creadora en la esfera de la formacién de subjetividad y en la necesaria busqueda de nexos entre las causas particulares y entre las micro- culturas. Los neoilustrados pretenden globalizar o unificar precipitadamente y sin ahondar en los problemas implicados; los posmodernos se instalan en To fragmentario sin percibir los problemas que conlleva. Las miradas posmodernas se han ditigido especialmente al Ambito de la cultura; han estado, si exceptuamos a algunos antropélogos, demasiado ence- rradas en los paises occidentales; no han prestado mayor atenci6n a las relacio- nes internacionales; no se han ocupado de la realidad econémica y social de los paises pobres, en los que vive la mayor parte de la humanidad. Es un angulo demasiado reducido, que deja de lado situaciones y problemas que pueden estar en el origen de estallidos sociales capaces de desbordar el microhorizonte posmodemo, falto de grandes problemas, carente de tragedia y corto de energia. Estamos ante unos modos de pensar que exhiben el realismo propio del actual perfodo, su fluidez, un sentido de la multiplicidad, una menor rigidez, pero que vuelan casi siempre a baja altura. El filosofar posestructuralista—pese a las acusadas diferencias que existen entre quienes lo encaran— padece las limitaciones de su tiempo. La ausencia de tensi6n revolucionaria, el frégil sentido del antagonismo, el escaso espiritu de lucha son otros tantos puntos débiles de este panorama intelectual, compartidos, por cierto, con el campo necilustrado, No esta a la altura de los graves problemas que reclaman respuesta. Y sino se vislumbran en tun porvenir préximo grandes batallas para construir algo, para intentar acceder ‘unos fines prefigurados al estilo ochocentista, sf se puede percibir la necesidad de impedir, de deshacer, de defenderse. En ese impulso negativo, preventivo, destructivo, pueden surgir acaso nuevas posibilidades para la forja no de gran- des sujetos hist6ricos, proyectados esencialmente hacia un mundo mejor, como los que se han sofiado en la modernidad, pero sf de unos sujetos menos potentes aunque més reales y operativos, y no tan cortos de miras como los que actual- ‘mente se manifiestan en el mundo occidental. Limites del debate Coincido con quienes se han resistido a alinearse con cualesquiera de los bandos en pugna’. Ambos tienen puntos a su favor y en su contra, como he indicado. En las propuestas neoilustradas, defendidas vivamnente por Habermas, cabe istinguir la adhesi6n a la tradicién ilustrada de algunas propuestas nuevas, como ‘cuanto conciemne a la comunicacién intersubjetiva, con las que se pretende com- pletar el proyecto ilustrado. Respecto a lo primero, se deja sentir en Ios neoilustrados una actitud insuficientemente critica —de cllo he hablado en pagi- nas anteriores—; por otra parte, sus propuestas nuevas tienen mucho de artifi- cio intelectualista, de construcciGn arbitraria, que se despega del suelo real. Lle~ nan algunos vacfos ingratos para lafilosofia politica pero no se plasman en nada, siguen apoyndose en una antropologts filos6fica idslica, en la que queda poco lugar para el conflicto intenso y creador, y embellecen a los regimenes democr- tico-parlamentarios como punto de partida de esa recomposicién ideal. Pero, a la vez, me alejo de los autores posmodernos cuando perfilan una petspectiva que, como he sefialado, se me antoja demasiado liviana. Soy partidario de encarar las controversias modernos-posmodernos de manera critica en las dos direcciones, y, en Io tocante a sus aciertos, con espfrita de sintesis y de superacién; sintesis que deberfa implicar la integraci6n tensa, conflictiva, dificil, de lo mds valioso de cada lado. Pero, digo también superacién del marco de discusin. Una simple sintesis de aquello en lo que cada campo es més fuerte en su discusién con el contrario no nos permitirfa dejar atrés aquellos defectos que comparten: la insuficiente tensién autocritica, la ausencia de una conciencia trigica, ala que ahora tendré ocasién de referirme més detenidamente, y de impulso revolucionario, Tscicaedelafeninstanoreaecana Notes Fae. coaaabsfalesuntescqueban ebro fracas sata eacrteny prestrain tad fetes diferenin bjebraion eeteaecrosidacaia oomatva ene desea censtvctneteadesonstuci6n 93), “Altre Wellner poyone cher yporrelwnsvanalsmo Genetic dela Musa, logue ree us clement crane endeneen, cou Se res, crenaconsfendaretlesigsiesoaescOmUns Ouirtsucrrmeoc baba dpc oentachnery iifcaconesde segundo oder. nosetatadeesoso agus “Site dee oat oma eid de tse oagatipodesesioritaconles Socata mss bien dun sto ‘nn decontursc de sopmdo ten: cstmns de hodeterinaiaraiona.detonademocriadedesione.y ‘reomrotsovikentodeoscon ies soscs ceils erad gala feted (1985,p.)10)Foweat sean seas akan lara curating ss en Habeas] qucno venta elle pan go concde arcane ecomaencon. ate lfenssa qi lamarunpce. Laden de (Gu pt as ua susie de comming gue fase le Toe juego de vera psc ciel en ella so ‘Tieule sn eaciones sincecoscoernos pce formapoe de den dclaguiers Ee ignfcanover aie hsrelconesdepoderonsotensnisrenalzo male alzodloqeforcrroibae, eso enopardeeXStingths {Sela inne Soper seendendon coh see gman ikesiosinaoaeotran decode, Stern cont els atom Epil to conse por tno exten disohes ena ana de wna ‘fence perecanonansputesin gepocran ares derecho sted taba, ett praca dest qos pennianjogargnessjugoede poder cncl mimo posible de donna (1998 ng Por lo demés, las controversias entre neoilustrados y posmodernos, des- pués de abordar asuntos de interés, han terminado por entrar en una fase poco productiva. Da la impresién de que cada uno de los dos bandos ha dicho ya lo {que tenfa que decir sobre los puntos en litigio, y que ninguno de ellos puede ir is lejos. Cada autor sigue adelante con sus trabajos personales pero sin apor- tar ya nada nuevo a las discusiones emprendidas. Por otro lado, las ideas clave de cada parte van mostrando con el tiempo sus limitaciones y no pueden evitar suftir una creciente erosi6n. La razdn comunicativa, a pesar de su aspiraci6n a integrarse en la realidad social, no acaba de conseguirlo; ladiversidad, por su parte, no logra ser una fuerza motriz. IL En favor de una conciencia tragica Veo en la conciencia trdgica una posible via de superacién de las limita- ciones del debate modernidad-posmodernidad. La tragediat y la conciencia trégica estn asociadas al concepto de desti- ‘no. El destino trégico est definido por los limites de la vida humana. Aluniverso trégico pertenecen la inevitabilidad del dolor, tan importante en S6focles; la inconsistencia de la vida, que atorment6 al Sezismundo caldero- niano; la falta de sentido del nacer y del vivir, en Ia que Schopenhauer vio el fondo del sentimiento trégico (la esencia del ser es ta produccién del no-ser); la inmanencia de la muerte en la vida, ala que se refirié Simmel: «Todo paso de la vida se nos ofrece no s6lo como una aproximacién temporal a la muerte, sino como formado positivamente y a priori por ésta, que es un elemento real de la vida» (s. £,,p. 106); la visi6n unamuniana: vivir en la tensidn hacia la existencia eterna aun entendiendo que probablemente es imposible; la iereversibilidad del tiempo o, lo que es lo mismo, la imposibilidad de rehacer lo hecho; la certeza de que vamos a recibir golpes, aunque no sabemos ni el cémo ni el cuando; la ansiedad provocada por la dureza de la vida (Hadot, 1996, p. 18) Pero el sentido trégico tiene otra dimensién, no muy alejada de ésta: ta percepcién de la complejidad axiolégica y de la constitucidn antindmica de la accién humana. “Latragedia com tar nei, ciransobea prods relavaonts reves histor ccidotal Tar pocacoada delatageia esos Ceclalnga Vs eC conlaprancs guar desu, Sify xsi, eleabilaren sss XV1y XVI en nema con StalarpeareyenF rans coe Comey Racine Alera Ug negaceniatrpea sensed lace acigenn lca el meodeamapopelae Aa ssc auten drain ev eu pense vnacl esi de apn, comoes acti te Dari de ‘Bidins, (839, oLaraac de Moss. de ese iso ato Pe logue henna daacaraorsesqusla age, ani gut gino ersinouna elas raifenatones ela sonst yeas ges oe estan an sect sts gus ael nto ero a Forma parte de la conciencia trégica a la que me refiero la comprensi6n de que determinados bienes se alcanzan a través del mal. La convivencia pacifica se suele apoyar en algtin tipo de violencia. El jacobinismo estuvo habitado por un aliento tragico: el terror al servicio del pueblo y de la revolucién. La renuncia absoluta al mal lleva, en ocasiones, ala absoluta pasividad; supone la renuncia a aquel bien que sélo tn mal puede procure. “También se inscribe en la conciencia trégica la idea de que nuestros actos producen resultados en varias direcciones, buscados unos y otros no. El ansia por alcanzar el bien, bajo el dominio de la ate, esa ceguera del ‘alma de cuyas redes dice Esquilo en Las persas no es posible escapar, conduce al mal o a fines no deseados. La tragedia se ocupa del ser humano cegado y empujado a lacatéstrofe por los dioses. Tal es el caso de Agamen6n y de Edipo. EL Agamenén trégico de Esquilo, a diferencia del de Homero, leva la huella de la ética délfica. Sigue las advertencias de Sol6n, quien pensaba que al triunfar se cafa en la suficiencia (coros), que a su vez se tornaba en hybris, la desmesura, la cual acabaria provocando la desgracia. Has levaniado el pie de- masiado alto, por lo que no podrés evitar la caida, se ve teprochar Creonte por Tiresias en la Antigona de Sofocles. Yocasta, en las Fenicias de Euripides, hace un vehemente llamamiento en favor del menos y en contra del mas («Lo sufi- ciente para la vida les basta a los sensatos...»). El poder acarrea la desgracia: «No consideréis feliz a ningtin poderoso hasta el momento de su muerte», sen- tencia Hécuba en Las Troyanas de Euripides. Algunas virtudes, en su exceso, se ‘vuelven peligrosas: [a audacia puede llevar a la inconsciencia, la inteligencia es capaz de generar una lucidez amarga y paralizante. Aristételes advirti6 que la valentia se aleja tanto de la cobardia como de la tereridad. ‘A menudo, en la tragedia, al perseguir un bien se consigue wn mal. El personaje trégico, como resalt6 Aristéieles, no es malvado; es un virtuoso que zo puede sino cometer una falta. La palabra aze extiende su campo seméntico desde la ceguera hasta los conceptos hermanados de falta y error. La falta- error esté muy cerca de la mala suerte. Son los mistnos rasgos que les distin- ‘guen como héroes los que llevan a Nern 0 a Fedra a su pérdida (Ner6n, Fedra). Producen un mal cuando quieren alcanzar un bien, «Voluntariamente, sf, volun- tariamente —exclama el Prometeo de Esquilo— he faltado; no lo niego. Ayu- dando a los otros he logrado mi tormento». El héroe trégico es un criminal sin cculpa,a la vez inocente y culpable oculpable inocente. Encarnae! misterio dela culpabilidad de la inocencia, en las atinadas palabras de Domenach (1967, p. 28), que le hace merecedor de compasién. Layo, el padre de Edipo, intenta huir dela prediccién del oréculo apartindose de su hijo, Pero la distancia no serd salvadora sino condici6n de la desgeacia. El encuentro en el monte Citerén con un Edipo que no le reconoce propicia el crimen, al igual que la no identificacién de su ‘madre por parte del propio Edipo facilitars el incesto. Eltema del bien sinceramente perseguido pero no alcanzado esta presente en el siglo XX. Pareto vislumbré la separaci6n entre la voluntad subjetiva y los resultados de los actos. Simmel observ que «el espiritu engendra innumerables productos que siguen existiendo en su autonomia especifica independientemen- te del alma que los ha creado, asi como de cualquier otra que las acoge o recha- zap (1911, p. 177). Weber hablé de la esencia trigica de toda accién, en parti- cular de la aceién politica, , 1981, 60 Pid, 1992 2° cartoytatia de posodernismo>, 1984, n Pic, 192 JAEGER, Weer, Paideta: los ideaies de ta cultura griega, 1933, México: Fondo de Cultura Boonsmica, 1962 Qed. en un volumen) JAMESON, Fredric, El posmodernisma o la Idpie cultura! del capitalismo avanzado, 1984, Barcelona Pads, 1991 — ePostmodernisn and Consumer Society, en Ann Kaplan ed), 1990 TASPERS, Kal Lafilosofia desde el punto de vista dela existncia, 1949, México: Fon- ddode Cultura Bsondmiea, 1962 3° reimpr) TAY, Martin, «ffanermas ye modemsmo»,en AA. VV, 1988. KANT, Immanocl, de d'une histoire universelle au point de wee cosmapolitique, V784 A. Paris: Boas, 1988 [Réponse ala question: Qu’estoe que ls Lumitres?», 1784 B, en Kant, 1947 (en eas- tellano en Maestre, comp, 1993) Lecciones de éica, 1784-5, Barcelons: Criica, 1988. — Fonudements de la néiaphisigue des macurs, 119-7, Paes: Delagrave; 1975. = Kant. 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