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Resumen
Tomando como punto de partida la hipótesis de que el plagio impide el desarrollo real
y efectivo de habilidades intelectuales relacionadas con la lectoescritura, se pretende
demostrar que éste perjudica no solo a los autores del documento original sino a quienes lo
practican. Para lograrlo, se compararán algunas desventajas con las habilidades del
pensamiento crítico que se pueden desarrollar mediante la práctica personal de la escritura.
Se acudió información disponible en diversas publicaciones electrónicas tales como
La Jornada, Proceso así como el portal educativo Eduteka, entre otras, tomando en cuenta
su vigencia y pertinencia.
Tomando en cuenta dicha información se puede concluir que el plagio no sólo no es
deseable desde el punto de vista académico o legal sino que y se invita a dejar de “copiar y
pegar” para atreverse a escribir para lograr el desarrollo efectivo de las habilidades y sub-
habilidades del pensamiento crítico.
Introducción
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Una versión previa de este trabajo fue redactada originalmente para estudiantes del curso “Fundamentos de
Investigación” durante mi experiencia como facilitador en Educación Superior A Distancia (ESAD) de la
Secretaría de Educación Pública, entre enero y abril de 2010.
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2011); en febrero de 2013 la Facultad de Filosofía de la Universidad de Düsseldorf anunció
públicamente que la Ministra de Educación e Investigación de Alemania también cometió
plagió en su tesis doctoral, anuncio que provocó su renuncia al cargo que ocupaba como
funcionaria pública (Alcaraz: 2013).
En este documento intentaré demostrar que el plagio, además de ser una actividad
muy extendida entre estudiantes de diversos niveles no sólo en México sino en todo el
mundo, no contribuye al desarrollo auténtico del pensamiento, por lo cual incluso perjudica
a quienes lo practican. Mi objetivo consiste en contraponer dichas desventajas con cada una
de las habilidades del pensamiento crítico para demostrar que éstas solo pueden desarrollarse
mediante la práctica de la escritura. La hipótesis que servirá para el desarrollo de este trabajo
consiste en que a pesar de que el plagio o el parafraseo coinciden en la aplicación de algunas
habilidades superiores del pensamiento con la redacción explicativa, éstas no son suficientes
para el desarrollo real y efectivo de habilidades intelectuales relacionadas con la
lectoescritura.
Para lograr lo anterior, acudiré a información disponible en publicaciones
electrónicas, tales como La Jornada, Proceso así como el portal educativo Eduteka, entre
otros, pues considero que la información disponible en dichos sitios respecto al tema es
vigente y pertinente, para lo cual comenzaré por definir el plagio.
¿Qué es el plagio?
… es una infracción del derecho de autor sobre una obra artística o intelectual de
cualquier tipo, que se produce cuando se presenta una obra ajena como propia u original.
Así pues, una persona comete plagio cuando copia o imita algo que no le pertenece
haciéndose pasar por el autor de ello. En el caso de documentos escritos, por ejemplo, se
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comete plagio al no citar la fuente original de la información incluyéndo (sic) la idea,
párrafo o frase dentro del documento sin comillas o sin indicar explícitamente su origen.
Esto constituye, específicamente una violación a la paternidad de la obra, contemplada
dentro del marco de los derechos morales (Wikipedia: 2011).
Finalmente, en el artículo El plagio: que es y como se evita (sic), se indica que: “El
plagio ocurre cuando usted toma prestadas palabras o ideas de otros y no reconoce
expresamente haberlo hecho” (Eduteka: 2010). Un ejemplo de lo anterior podría ser la novela
El perfume, del escritor alemán Patrick Suskind, ya que según el periódico mexicano La
Jornada en 1983 -mientras el escritor trabajaba para la editorial suiza Diógenes,
seleccionando libros-, llegó a sus manos un texto llamado “Lo fétido y lo fragante: historia
de los olores en Francia”, de Alain Corbín. De acuerdo con el periódico mexicano, Corbín
analizaba el desarrollo de los perfumes y de lo merítico en París durante los siglos XVIII y
XIX, considerando que el sentido del olfato era el más despreciado entre las costumbres
occidentales de la época, pero Suskind, en calidad de asesor editorial desaconsejó su
traducción al alemán y su publicación: sin embargo, dos años después aparecía la novela El
Perfume, firmada por este último (El País: 1987).
Regresando a la definición de plagio, en el artículo El plagio: que es y cómo se evita,
se llega a una postura que – en mi opinión-, resulta extrema pues se afirma que incluso al
resumir o parafrasear el enunciado o párrafo original de un documento y dejar que las
palabras sean parecidas a las originales puede incurrirse en el plagio.
Visto así, resulta que éste fenómeno no es único en México (aunque ello no es excusa
para hacerlo); puesto que su práctica se ha extendido debido –en parte-, a la facilidad con
que es posible “copiar y pegar” textos digitalizados. Cabe señalar que hasta el momento no
existen datos precisos sobre la cantidad de personas o documentos que incurren en esta
práctico aunque sí se puede afirmar que quienes incurren en él argumentan como causa(s) el
exceso de trabajo, la falta de conocimientos o experiencia en la investigación así como la
falta de apoyo o herramientas que faciliten la redacción de trabajos escolares.
Tomar información de libros, revistas, sitios web o algún otro texto para enriquecer
nuestras investigaciones o para redactar una tarea escolar no es malo: el problema es que si
no indicamos cuál información fue redactada previamente por otras personas y la hacemos
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pasar por nuestra estaremos cometiendo plagio, lo que –como se dijo arriba-, podría conducir
a problemas y consecuencias no sólo en la escuela sino hasta de carácter legal.
Redactar implica crear o evocar la imagen de un objeto o acción, pero ¿Cómo
reproducir lo que uno piensa o imagina en el interior de su mente utilizando palabras? La
principal limitante al respecto es que no conocemos el significado de muchísimas palabras
del vocabulario, por lo cual confundimos o de plano no sabemos qué frases usar
adecuadamente.
Otra limitante consiste en mantenerse consciente de la intención con que se escribe,
es decir, del propósito que tenemos al redactar un texto largo. No es lo mismo garabatear un
recado para avisar que se estará fuera de casa que elaborar más de cinco hojas en donde la
gran mayoría de los párrafos debe orientarse a un mismo punto. Personalmente, yo tengo la
costumbre de releer los ensayos que escribo cada vez que termino de redactar tres o cuatro
párrafos para verificar si cada uno de ellos se relaciona con la hipótesis y los objetivos o debo
corregir y aún así en ocasiones me sorprendo encontrando errores en la versión final del
documento.
Mantenerse sentado con la mirada fija en el monitor o la página, concentrado,
tampoco es fácil: muchos de nosotros seguimos escuchando los sonidos de la calle, la oficina,
la radio, el televisor y somos sensibles a los cambios de temperatura, luz, viento así como a
nuestras propias necesidades biológicas (las páginas que ahora leen requirieron 8 horas en su
primera versión, más las dedicadas recientemente a su actualización). ¿Pero entonces, qué
hace que valga la pena no plagiar?
Hace poco leí en El origen de la obra de arte, del filósofo alemán Martin Heidegger
(1936), que uno de los criterios aplicables para identificar y valorar una obra de arte es la
creatividad, o mejor dicho, el acto creador (que en griego se llama poiesis) por parte del
artista. Esto me parece digno de mención ya que, siguiendo la idea de Heiddeger, el acto
creador es lo que permite al hombre no sólo crear sino crearse a sí mismo gracias a que puede
“mirarse a sí mismo” (reflexionar) y se descubre a sí mismo pensando, haciendo, sintiendo,
lo cual le permite sorprenderse, cuestionarse, confirmarse, enriquecerse o corregir su ruta en
el camino del autoconocimiento, mismo que es fundamental para alcanzar la plenitud y la
felicidad humanas.
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“Copiar y pegar”
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así que no pueden evolucionar o autoperfeccionarse, por lo menos hasta el momento (Gómez:
2014).
En materia de redacción el año pasado comenzó un debate: EdX, una empresa
fundada por la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)
lanzó el año pasado un sistema que usa inteligencia artificial para evaluar redacciones y
respuestas discursivas, mismo que está disponible para cualquiera que desee utilizarla con
fines educativos pues se afirma que puede ayudar a mejorar el aprendizaje de los alumnos e
igualmente ayudar a los docentes a evaluar este ámbito; sin embargo, otro investigador de la
misma Universidad -Les Perelman-, llamó la atención de los interesados en el tema en
Estados Unidos al mostrar que varios textos con redacciones sin sentido engañaron softwares
del tipo y recibieron notas altas (Universia: 2014).
Parafrasear
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La paráfrasis representa una estrategia bastante útil para el aprendizaje de la redacción
así como para la comprensión lectora, ya que al utilizar sinónimos un estudiante no solo
amplía su vocabulario sino que amplía -y hasta podría comprender en mayor profundidad-,
el significado de una frase, idea o concepto. Sin embargo, si se desea promover el
pensamiento crítico (entendido como la capacidad de cuestionar a un autor, una idea o una
obra), esto no basta. La originalidad, definida como la capacidad de generar ideas propias,
también se vería obstaculizada si nos limitamos a repetir constantemente lo que ya han dicho
o pensado otros. Otra razón: aún cuando lleguemos a parafrasear, es necesario citar la obra
de donde se obtuvo la información pues aún a pesar de haber utilizado otras palabras se sigue
tratando de la misma idea del autor o la obra, por lo que sigue siendo plagio. Pero si citamos
cada fuente entonces “nuestro documento propio” no será más que un Frankenstein, cosido
con pedazos de información de aquí y allá, dejando mucho que desear acerca de nuestra
capacidad de pensar por nosotros mismos.
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tienen tanto entre sí como con el propósito principal de un pasaje o elaborar un organizador
gráfico de este documento.
La inferencia es otra capacidad cognitiva que el ahora profesor en Loyola University
define como “identificar y asegurar los elementos necesarios para sacar conclusiones
razonables; formular conjeturas e hipótesis; considerar la información pertinente y sacar las
consecuencias que se desprendan de los datos, enunciados, principios, evidencia, juicios,
creencias, opiniones, conceptos, descripciones, preguntas u otras formas de representación”.
Según el mismo autor, cuestionar la evidencia, proponer alternativas, y sacar
conclusiones, son las “sub-habilidades” incluidas al ejercer esta facultad, mismas que se
aplican en situaciones tales como identificar las posibles causas y fines de la posición
asumida por alguien en al hacer una afirmación, durante un debate o en un documento de su
autoría (carta, discurso, ensayo, tesis, etc.).
Por su parte, la evaluación es descrita por el mismo autor como: “(la) valoración de
la credibilidad de los enunciados o de otras representaciones que recuentan o describen la
percepción, experiencia, situación, juicio, creencia u opinión de una persona; y la valoración
de la fortaleza lógica de las relaciones de inferencia, reales o supuestas, entre enunciados,
descripciones, preguntas u otras formas de representación”.
El mismo Faccione nos presenta como ejemplo la facultad de juzgar la credibilidad
de un autor o de un orador mediante la comparación de las fortalezas y debilidades de
interpretaciones alternativas; la valoración acerca de la credibilidad de una fuente de
información (al determinar si dos enunciados son contradictorios), o al considerar si la
evidencia que se tiene a mano apoya la conclusión a la que se ha llegado.
Además del investigador aquí citado, varios especialistas más consideran que la
interpretación es una de las habilidades más complejas, pues involucra la capacidad de
comprender y expresar el significado tanto de experiencias, situaciones como de datos,
eventos, juicios, convenciones, creencias, reglas y procedimientos como de criterios. Su
aplicación requiere aplicar otras “sub-habilidades”: categorizar, decodificar y aclarar
significados (analizar). Esta facultad se aplica cotidianamente al leer las intenciones de una
persona en la expresión de su rostro y, en el ámbito científico, cuando se identifica y describe
un problema de investigación.
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Otra disposición señalada como sumamente compleja es la explicación, definida una
vez más por Faccione como la capacidad de presentar los resultados del razonamiento propio
de manera reflexiva y coherente, lo cual significa ser capaz enunciar y justificar ese
razonamiento en términos de las consideraciones de evidencia, conceptuales, metodológicas,
de criterio y contextuales en las que se basaron los resultados obtenidos. Las “sub-
habilidades” de la explicación son: describir métodos y resultados, justificar procedimientos,
proponer del mismo modo que defender, con razonamientos válidos, las explicaciones
propias causales y conceptuales de eventos o puntos de vista así como presentar argumentos
completos y bien razonados en el contexto de buscar la mayor comprensión posible.
La facultad referida se aplica al elaborar un cuadro que organice los hallazgos propios;
al escribir, para referencias futuras, una idea propia acerca de algún asunto importante y
complejo; cuando se enuncian los resultados de una investigación y se describen los métodos
así como los criterios utilizados para alcanzar dichos resultados; last but not least2: al diseñar
una presentación gráfica.
Para concluir esta sección, deseo señalar que Faccione habla de otra habilidad: la
autorregulación, que consiste en el “monitoreo auto consciente de las actividades cognitivas
propias, de los elementos utilizados en esas actividades del mismo modo de los resultados
obtenidos, aplicando particularmente habilidades de análisis y de evaluación a los juicios
inferenciales propios, con la idea de cuestionar, confirmar, validar, o corregir el razonamiento
o los resultados propios”, para lo cual es necesario el auto-examen y la auto-corrección.
Estas dos sub-habilidades entran en juego al examinar los puntos de vista personales
sobre un asunto controversial e identificar las posibles influencias de prejuicios o intereses
personales; al acordarse de diferenciar las opiniones y presunciones personales de las del
autor de un pasaje o texto del mismo modo que al reconsiderar su interpretación o juicio en
busca de realizar un análisis más profundo de los hechos del caso; también al revisar las
respuestas en base a los errores descubiertas en el propio trabajo (¿Se admiten los errores y
se corrigen?, ¿Se ocultan o niegan?, ¿Qué se gana al sentirse culpable o es mejor culpar a
otros?).
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Significa “por último, pero no por eso menos importante…”
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A manera de conclusión
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Referencias:
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GÓMEZ H., Renato (visitado el 30-marzo-2014). “La inteligencia artificial ¿Hacia dónde
nos lleva?”, disponible en http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/2/la-
inteligencia-artificial-hacia-donde-nos-lleva
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (8 de abril de 2014). “Paráfrasis”, tomado de
http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=par%E1frasis
RUIZ, Tania (8 de abril de 2014). “¿Cuál es la diferencia entre copia y paráfrasis?”, en
disponible en http://www.padresenlaescuela.com/diferencia-entre-copia-y-parafrasis
UNIVERSIA (30 de marzo de 2014). “Programa de corrección de textos genera polémica
en escuelas en Estados Unidos”, consultado en
http://noticias.universia.com.br/translate/pt-
es/atualidade/noticia/2013/04/09/1015790/programa-correco-textos-gera-polemica-
em-escolas-nos-estados-unidos.html
WIKIPEDIA (2 de julio de 2011). “Plagio”, disponible en es.wikipedia.org/wiki/Plagio
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